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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Jurídicas


Departamento de Filosofía e Historia del Derecho
Migración y Derecho Global
Profesora: Lidoska Julia D Peralta Prieto
Juliana Kaltekis Herrera

Humanidad y Derecho

"Los Estados tienen derecho a controlar sus fronteras y determinar las condiciones

de entrada y residencia en su territorio. Pero tienen también la obligación de respetar el

derecho internacional, el derecho de los refugiados y el derecho humanitario", declaró Zeid

Ra'ad Al Hussein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

(2014-2018).

El fenómeno de las migraciones puede ser abordado desde diferentes puntos de vista:

por un lado, considerar las motivaciones de las personas para tomar la decisión de migrar y

por el otro, comprender las motivaciones que poseen los Estados para afrontar la migración

y las consecuencias que afectan las condiciones sociales, políticas y culturales de los

migrantes. Desde esta segunta perspectiva se escribirá el presente ensayo; en primer lugar,

se expondrá la responsabilidad de los Estados para acoger y proteger a los solicitantes de

asilo o refugio en el marco del Derecho Internacional y el Derecho de los Refugiados, en

segundo lugar, se describe sobre el marco de legislación actual y para concluir, una breve

opinión personal frente al tema tratante.

La existencia de refugiados es una manifestación de la violación a los derechos

humanos. El refugiado es una víctima de la violación a sus derechos fundamentales en su


país de origen y que a causa de ello, debe huir porque su primer derecho fundamental, la

vida, esta siendo violentado. Es entonces, cuando la comunindad internacional debe abogar

por los derechos fundamentales de la persona debido a que el país de origen no se encuentra

en capacidad de hacerlo. La persona que huye, es un sujeto del Derecho Internacional de los

refugiados en el país que lo acoge. El Derecho Internacional vela porque este refugiado no

sea considerado como un ciudadano de otra clase debido a que existen tendencias a

considerar al refugiado como un ciudadano o sujeto con privilegios extraordinarios, lo cual

es incorrecto a creer; pues, en calidad de su condición es lo que una persona necesita para

una vida digna.

Adicional al Derecho Internacional, existe la Convención sobre el Estatuto de los

Refugiados de 1951 que fue creada después de la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de

refugiados se encontraban desplazados por Europa. La Convención definió al refugiado como

alguien que busca refugio de una persecución y se aplicaría a toda persona que debido a

temores fundados de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia

a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su

nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de

su país natal. El derecho de no ser enviados de vuelta a su país de origen, a no ser castigados

por entrar ilegalmente a los países que firmaron el tratado, el derecho a un hogar, a trabajar,

el derecho de acceso a educación, a servicios de asistencia pública, a tribunales y el derecho

a recibir documentos de identidad y viaje, son unos de los derechos que los Estados partes

del tratado deben otorgar a los refugiados en calidad al término. Así mismo, la Convención

sobre el Estatuto de los Refugiados y el Protocolo de la Convención dictan a los Estados


partes una serie de disposiciones relativas a los derechos económicos, sociales y culturales

de los refugiados.

Sin embargo, en la práctica, esas disposiciones conceden a los Estados un amplio

margen de apreciación, es decir, el principio de soberanía prima a la hora de acogerse a la

Convención. Empero, la protección a los refugiados es más que un deber moral o un acto de

humanidad, es una obligación jurídica para los Estados que han aceptado regirse por la

Convención de Ginebra. A pesar de que no hay un instrumento jurídico exhaustivo a nivel

internacional que establezca el marco de gobernanza de la migración, si existe una serie de

normas jurídicas que restringen, regulan y canalizan la autoridad del Estado en el ámbito de

la migración y estan consignadas en instrumentos de carácter no vinculante, en tratados, o

han pasado a formar parte del derecho internacional consuetudinario. Estas normas

constituyen el marco para una gobernanza conjunta de la migración.

Lo anterior, nos lleva a reflexionar sobre cómo los Estados abordan las formas de

movilidad humana en calidad de asilo o refugio “como si estos fueran excepciones a la regla

en un mundo cada vez más globalizado” (Louidor, 2017, p.16). Si bien es cierto, existe un

principio de soberanía y este, como lo expone Zapata (2002) es uno de los más poderosos

instrumentos que tiene el Estado moderno de expresar el principio con el control de sus

fronteras y de los flujos migratorios. También es cierto que para los Estados existe un libre

transito cuando se trata del flujo económico (importaciones y exportaciones) pero una fuerte

restricción cuando se trata del flujo migratorio. Genera la impresión que se respeta y tiene
más importancia un Tratado de Libre Comercio que un Tratado de Derechos Humanos, como

si al Estado soberano se le olvidara que no existe comercio sin capital humano.

Como conclusión, un Estado no debería cerrar las puertas a quiénes emigran en busca

de oportunidades, calidad de vida, o para huir de los conflictos armados que hoy día golpean

al mundo. Para un Estado, nadie debe ser considerado ilegal, si bien tener una nacionalidad

es un derecho humano, ello no significa que se debe discriminar a quienes son de otros países.

Sin embargo la política internacional, sobre todo de los países poderosos, ha sido el abandono

y muchas veces cerrar las puertas, olvidando que son parte de un Tratado Internacional y

aunque no es vinculante existe una obligación de respetar dicho Tratado y más aún cuando

el Estado firma, se compromete a cumplir ciertas normas. Si, existe el principio de soberanía

estatal pero también existe el término de humanidad, como dice Pepe Mújica: “Sí, es posible

un mundo con una humanidad mejor. Pero tal vez hoy la primera tarea sea salvar la vida”.

La tarea de los Estados es salvar la vida de todas las personas a las cuales sus propios

gobiernos no pueden garantizarles.

Notas Finales
1. Ciento cuarenta y dos Estados han firmado tanto la Convención de Refugiados de

1951 como el protocolo de 1967. La mayoría de Estados lo firmaron hace décadas,

mientras que otros se unieron hace solo unos años.

2. Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales son la piedra angular del

derecho internacional humanitario, es decir el conjunto de normas jurídicas que

regulan las formas en que se pueden librar los conflictos armados y que intentan

limitar los efectos de éstos. Protegen a las personas que no participan o que han dejado

de participar en las hostilidades.

3. El Derecho consuetudinario es un conjunto de costumbres, prácticas y creencias

aceptadas como normas obligatorias de la conducta de una comunidad.

BIBLIOGRAFÍA

Louidor, W. E. (2017). Introducción a los estudios migratorios: Migraciones y

derechos humanos en la era de la globalización. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

ONU: Asamblea General, Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, 28 Julio

1951, United Nations, Treaty Series, vol. 189, p. 137, disponible en esta dirección:

https://www.refworld.org.es/docid/47160e532.html [Accesado el 20 Febrero 2020]

Zapata, R. (2002). Reflexiones en torno al contexto moral de las migraciones

internacionales, In Roll, D. & Gómez, D. (2010). Migraciones internacionales. Crisis

mundial, nuevas realidades, nuevas perspectivas. Bogotá: Digiprint Editores E.U.

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