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DIDÁCTICA
DEL LENGUAJE
Y LA COMUNICACIÓN
Directora:
MABEL V. M ANACORDA DE ROSETTI
Segunda edición
I.S .B .N . 9 5 0 -2 1 -0 8 1 5 -9
EL TALLER
DE ESCRITURA
De la palabra al te x to ..........................................................................................................................................25
De la frase al t e x t o .............................................................................................................................................44
Collage................................................................................................................................................... 68
Poema - co lla g e ................................................................................................................................... 72
Montaje de poesías.............................................................................................................................77
De las cajas chinas a la poesía pasando por los d isp arate s ................................... ... 80
Desarmar y armar un relato - El relato elegido, una historieta: Asterix y Cleopa-
tra - La sintaxis narrativa de Asterix - Relato de una experiencia - La lectu
ra y el reconocimiento de las fu n c io n e s - Las funciones son puestas en cartas
La producción de relatos - Una secuencia m uy p ro d u c tiv a ............................................. 82
La p ro s a ...................................................................................................................................................................97
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Hay aún otra razón para este énfasis en ei aspecto teórico, y es el hecho de que
un sistema de trabajo, por más libre y enriquecedor que fuera en sus inicios, puede em
pobrecerse y mecanizarse si desconoce o no alimenta su práctica con una paralela re
flexión teórica, que le permita comprender los nuevos frutos que en el curso de la pro
pia tarea va obteniendo.
Lo que el taller de escritura intenta ofrecer es, en suma, una teoría literaria y un
sistema de trabajo que vuelvan posible y valiosa la producción literaria en la escuela.
También aspira, claro está, a que esa práctica literaria resulte feliz y placentera.
Gloria Pampillo
AGRADECIMIENTOS
Una de las ¡deas clave de este libro es que la literatura no es una creación desde la
nada; lógicamente, tampoco este libro lo es.
Resume y elabora estudios, práctica docente, una práctica personal de la escri
tura y la participación en talleres literarios de Buenos Aires y de Madrid. De estos ú lti
mos quiero citar muy especialmente al grupo argentino de escritura y reflexión teóri
ca Grafein y al taller de poesía dirigido en Madrid por Ana María Pelegrín. Indico en
cada caso ¡as propuestas de trabajo que de ellos he tomado; al final del libro se encon
trarán los datos bibliográficos correspondientes. Quiero citar también al taller de Nico
lás Bratosevich, que fue mi primer contacto con un taller literario.
Este libro reúne sólo una pequeña parte de los textos escritos por chicos y chi
cas de los colegios Aula Nueva y Santa María de Madrid y el Instituto Bayard y la Nue
va Escuela Argentina 2000 de Buenos Aires. Considero que estos textos son lo más
valioso de este libro. Quiero agradecer muy especialmente a las maestras y profesoras
que muchas veces lograron respuestas que superaron mis expectativas. También agra
dezco el aliento y el apoyo que las directoras de dichos institutos me brindaron, el
de mis colegas, entre las cuales quiero muy especialmente citar a Ana María Labadie
de Scotto y a Graciela V. M. de Pertierra, así como el estímulo siempre constante de
Mabel Manacorda de Rosetti.
Agradezco por últim o la inteligente lectura que del libro hizo Mirta Stern, cu
yas observaciones me fueron de inmenso valor y la a veces paciente, a veces impacien
te, pero siempre efectiva ayuda de Daniel Samoilovich.
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INTRODUCCION
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Este "fracaso lite rario " de los métodos escolares se constituye en un factor de
inhibición más, ya que lleva a creer que la producción literaria es imposible dentro
del ámbito de la escuela. Lo que sucede en realidad es que el mismo sistema de traba
jo es el que frustra los resultados. Cuando nos referimos al sistema de trabajo consi
deramos tanto la propuesta de redacción como la posterior evaluación, ya que ésta in
cide en la elaboración del texto.
El sistema de "lib re expresión", al no proponer ningún procedimiento o mate
rial que enriquezca el texto, acaba encerrándolo en un círculo repetitivo y empobre-
cedor; en cuanto a la evaluación, termina en un callejón sin salida, porque: ¿cómo es
posible evaluar una expresión que se ha planteado como "lib re "?
El sistema que propone la im itación de modelos, inhibitorio ya en su form ula
ción, jamás podrá evaluar positivamente los resultados: si éstos se acercan al modelo,
serán considerados una copia; si se alejan, un desvío inaceptable. En esta desviación
no podrá reconocer la transformación que la escritura opera, y no fomentará, en suma,
la reelaboración personal del material literario.
En últim o término, estos sistemas se muestran fieles a la teoría literaria que ba
jo ellos subyace. La expresión libre, que se niega a conocer el trabajo de la escritura
lleva a producir textos donde este trabajo no aparece. La copia de modelos, actitud
resignada frente a la inaccesible obra literaria, la demuestra inaccesible en los resulta
dos. En síntesis, y como no podía ser de otra manera, ilustran la concepción de la cual
son fruto.
Existe, por últim o, una razón de orden práctico que restringe la producción li
teraria: el docente que debe enfrentarse, ya sea en el aula, ya sea en su casa, con cua
renta redacciones a las que un tema común uniform a y a las que debe devolver una
respuesta "correctora", no se siente tentado a intensificar esta tarea.
Pintar este panorama no significa desconocer los importantes y decisivos aportes
que se han hecho y actualmente se hacen para m odificarlo. Lo que buscamos, más
que nada, es demostrar cómo unos aspectos se vinculan con otros y cómo se vuelve
necesario modificarlos en su conjunto para volver la práctica de la escritura literaria
accesible e interesante a todos.
EL T A L L E R DE E S C R IT U R A : S IS T E M A DE T R A B A J O
a) Q ué es una p ro p u e s ta
Una propuesta debe ser al mismo tiempo escueta y enriquecedora; debe plantear
un problema y dar elementos para resolverlo; no debe transm itir un conocimiento pero
debe acrecentar los conocimientos. Se articula, en suma, entre polos opuestos.
¿Qué significa que una propuesta se enuncie sin haber trasm itido inmediatamen
te antes un conocimiento que enseñe cómo cumplirla? Significa que no se analiza o
estudia, inmediatamente antes de la propuesta de escribir una poesía, un poema de
terminado, ni se define tampoco "la poesía". En general este "silencio" previo a la
propuesta implica un gesto de confianza que intenta movilizar al máximo los recursos
y el conocimiento literario que cada uno tiene. Implica también que no existe un úni
co modo aceptable de cumplirla.
Pero, al mismo tiempo, en la propuesta subyace un procedimiento o el material
que, de ser utilizados, pueden enriquecer o producir el texto. Cuando se propone,
por ejemplo, realizar un poema-collage utilizando titulares de periódicos, se está
suministrando el material: el discurso periodístico, y un procedimiento: el m on
taje.
La idea de no im partir conocimientos previos no implica que no pueda u ti
lizarse un texto literario como punto de partida. Lo im portante es que no sea sen
tido por el grupo como un modelo para imitar.
En últim o térm ino, es la actitud que se adopta la determinante. Si esta ac
titu d es la de explorar un texto a fin de utilizar libremente sus recursos, aceptando
luego todas las transformaciones o variables posibles, no sólo no hay nada de desacon
sejable en ello, sino que el trabajo que genera se relaciona con la propuesta central del
taller, lugar de apropiación y reelaboración de diversos tipos de materiales; a veces
de forma tan inmediata como lo veremos al desarmar un relato o al utilizar una estruc
tura sonora.
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c) Obediencia a la propuesta
II. La escritura
a) O rg a n iza ció n d e l g ru p o
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tamente, si el coordinador se muestra remiso en aceptar una historia o solución que ya
ha aparecido en muchos textos y admite aventurarse en otra cuya salida parece di
fíc il; si en un poema pide una rima más rica o más insólita, enseña con su comentario
a autoformularse críticas o exigencias. Lo mismo sucede si pide, después de form ular
una propuesta, que se expresen muchas ideas antes de aceptar alguna, ya que suele
suceder que las primeras ideas, sean más convencionales y que las mejores aparezcan
luego.
En el trabajo en grupo, el texto se va registrando en el pizarrón. Este registro fa
vorece la relectura constante que el coordinador por su parte, puede propiciar. De esta
relectura surgen nuevos desarrollos; éstos a su vez pueden llevar a corregir o m odificar
lo ya escrito. De este modo la lectura demuestra la capacidad productiva del texto.
En síntesis, el trabajo del grupo entero equivale a una puesta en escena del tra
bajo textual que se efectúa individualmente o en equipos. Por esta razón se vuelve
un momento privilegiado de observación para el coordinador.
b) E l tie m p o
I I I . La lectu ra
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escritor, sobre el cual gravita siempre la presencia de un público. En el trabajo de taller
no se escribe para el maestro, ni para sacarse una nota; se escribe para ser oído, leído,
con todo lo que esto significa. Esta lectura recibe no una calificación sino un comen
tario, que es la mejor respuesta que se le puede dar a ese texto. Dijimos más arriba que
una de las razones que pesaban negativamente sobre la producción literaria en el ám
bito escolar era que el docente debía responder con una lectura correctora a los tex
tos. La lectura y respuesta colectiva permiten al docente intensificar el trabajo de es
critura; de éste resulta, sin duda, una "m ejo ría" mucho mayor de la escritura que aque
lla que la corrección de cualquier género puede obtener.
En rigor podemos decir que el único modo de aprender a escribir es escribiendo
y leyendo. La corrección que se hace del texto no enseña a escribir. Es la práctica, una
práctica enriquecedora, tanto por los instrumentos que se suministran para efectuarla
como por los intercambios que luego se establecen, la que favorece el aprendizaje de
la escritura.
En el taller todo texto es bien aceptado. Esta buena aceptación se traduce fren
te a los textos de los más pequeños en una valoración positiva. A medida que los inte
grantes del taller son mayores esta aceptación se form ula cada vez más como un co
mentario o análisis de aquellos aspectos del texto que ofrezcan mayor interés.
El comentario de signo negativo está absolutamente excluido. Nunca un texto
está "m a l". Ya dijimos antes que no existe un modo único de cum plir una propuesta.
Ahora podemos agregar que aun en aquellos casos en que los textos muestren lo que
podría ser considerado objetivamente errores (redundancias, ininteligibilidad, caco
fonías, etc.), el comentario jamás debe detenerse en ellos para corregirlos; puede sí,
considerarlos como punto de interés para el análisis.
Gráficamente, lo que se le pide al coordinador en este momento es olvidarse del
marcador colorado - o verde-. Olvidarlo realmente, proponerse olvidarlo como una
actitud profunda.
Más abajo intentaremos fundar teóricamente esta actitud que sabemos difícil
de aceptar, ya que contradice hábitos inveterados. A quí damos dos razones que tienen
que ver con las condiciones de trabajo.
Desde el punto de vista de los chicos, la seguridad de recibir una buena acogi
da provee el clima de libertad y también de felicidad necesario para la escritura. ¿Qué
puede querer escribir un chico que está pensando cómo evitar el lápiz rojo?
Desde el punto de vista del maestro, este negarse a la respuesta correctora le deja
libre el ánimo para dar otra respuesta y al mismo tiempo lo obliga a darla. Esta otra
respuesta es una lectura que en vez de corregir el texto, se encamina a conocerlo y
darlo a conocer o propiciar su conocimiento.
A esta lectura cada docente contribuirá con todas sus habilidades y conocimien-
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los. Conviene aceptar ese texto en lo que propone; poner entre paréntesis el gusto per
sonal y los modelos, para dilucidar cómo está hecho ese texto, qué nuevos efectos
logra, cuántas significaciones se pueden leer en él.
En síntesis, la actitud del coordinador ante los textos tiene que ser la misma que
adopta ante el poema o relato de un autor consagrado cuando se propone analizarlo.
Sin duda, la pregunta que se plantea es: ¿y qué pasa con los errores de ortogra
fía, puntuación, la falta de concordancia, la....?
Vamos por partes. No todos los chicos terminan de escribir al mismo tiempo. En
ese momento previo a la lectura se les puede pedir que relean sus textos atendiendo es
ta vez a la ortografía. La lectura en voz alta, por su parte, suele ser autocorrectiva: un
chico puede escribir algo mal, pero siempre lo lee mejor. Si se prepara un libro de tra
bajos de taller también se puede poner el acento en la autocorrección. Pero todo esje
movimiento de autocorrección es un segundo momento.
Y, sobre todo, el texto no debe volverse motivo ni fundamento de ejercitación
normativa.
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LOS PRINCIPIOS TEORICOS
EL M O D O DE S IG N IF IC A C IÓ N D E L T E X T O L IT E R A R IO
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relacionándolas con los factores constitutivos de la comunicación. En todo acto de
comunicación verbal, dice Jakobson, el destinador envía un mensaje al destinatario.
Para ser operativo el mensaje requiere un contexto o referente al cual remite, que es
ya sea verbal, ya sea susceptible de ser verbalizado; un código que sea común, ya sea
total o parcialmente, al destinador y al destinatario y, por últim o, un contacto, canal
físico y conexión psicológica entre el destinador y el destinatario.
Destinador, destinatario, mensaje, contexto, código y contacto constituyen los
seis factores fundamentales del proceso lingüístico. Cada uno de ellos da origen a
una función lingüística. La orientación hacia el contexto da origen a la función lla
mada denotativa, cognitiva o referencial. La función centrada sobre el destinador o
emisor es llamada expresiva o también emotiva; la que se orienta principalmente ha
cia el destinatario es llamada conativa o apelativa. Estas tres funciones, que son las más
conocidas, corresponden al modelo tradicional de Bühler. Jakobson completa el esque
ma de Bühler con otras tres funciones que corresponden al código, al contacto y al
mensaje mismo.
Los mensajes que buscan establecer y mantener el contacto con el interlocutor
cumplen una función fática. Los que hablan sobre el propio código una función meta-
lingüística, y, por últim o, los que ponen el acento en el mensaje en sí mismo, es decir
en la palabra por sí misma, cumplen una función poética.
Es conveniente aclarar que una función no monopoliza un mensaje, sino que es
tablece una relación jerárquica con respecto a las otras funciones que también se ha
llan presentes; existe pues en cada mensaje una función predominante.
En el caso de la función poética, el acento puesto en la palabra misma, tanto en
su estructura material, significante, como en su significado, hace pasar a segundo plano
las demás funciones.
El acento puesto en el mensaje mismo evidencia lo que Jakobson llama el "lado
palpable" de los signos: en una concepción simple su aspecto fónico, en una más am
plia la estructura toda del mensaje, tanto fónica como fonológica, morfológica o sin
táctica. Al adquirir importancia en sí mismo, el significante deja de estar subordinado a
ser el simple vehículo de significados como lo era en la función referencial. El "lado
palpable" de los signos, haciéndose evidente, permite percibir también mejor las rela
ciones entre las sílabas, los acentos, las pausas, transformadas en la poesía en unidades
de medida. En la prosa sucede lo mismo, sólo que entre unidades más amplias. En una
y otra el acento puesto en el aspecto material de los signos permite relacionar entre sí
estas unidades.
Estas relaciones del significante no podrían dejar a un lado el aspecto significati
vo de los signos: la relación establecida en el plano sonoro, significante, compromete el
plano del significado. Los significantes se aproximan entre sí y entre ellos se establecen
comparaciones que son evaluadas en términos de sim ilitud o de diferencia. Esta aproxi
mación de los significados es lo que confiere a la poesía su esencia simbólica, compleja,
polisémica. La ambigüedad, dice Jakobson, es una propiedad intrínseca, inalienable,
del mensaje centrado en sí mismo.
19
La supremacía de la función poética sobre la referencial no oblitera la referencia
- la denotación- pero la vuelve ambigua.
No es Román Jakobson el único que ha intentado fundamentar sobre bases lin
güísticas la polisemia del texto literario, Tzvetan Todorov resume en el Diccionario
Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje1 otros aportes de los cuales retendremos el
de luri Tinianov.2 Tinianov distingue la significación principal de la palabra -s u defi
nición en el d iccion ario- y la significación textual, que surge de su empleo particular.
El discurso literario se caracteriza por el papel preponderante otorgado a las significa
ciones textuales a expensas de la significación principal. El sentido de cada palabra re
sulta de su orientación hacia la palabra vecina.
Todorov resume así la especial significación de los textos literarios: los signos
lingüísticos dejan de ser transparentes, simples instrumentos al servicio del sentido,
para adquirir importancia en sí mismos. Esta importancia se relaciona, en el caso más
simple, con los sonidos mismos; pero de una manera más general, el texto poético se
caracteriza por una acentuación del sentido en detrimento de la referencia. El texto
de la ficción conserva la orientación representativa de las palabras, pero el sistema fo r
mado por esas palabras (el relato) posee el carácter autónomo, no instrumental, del
texto poético.
LA E X IG E N C IA DE V E R O S IM IL IT U D
Otro tema de reflexión teórica que quisiéramos plantear aquí es el que atañe
a una cierta exigencia de verosimilitud que se form ula, justamente, en el momento de
la lectura y el comentario de los textos.
Según Tzvetan Todorov,3 el concepto de verosímil ha reconocido en distintas
épocas diversas acepciones. En la primera, simplísima, acepción que tuvo, pedía al tex
to literario que fuera fiel a los hechos reales, es decir, que fuera verdadero. Al form u
larse así, demostraba ignorar que el discurso de la literatura es ficcional, es decir que
inventa, crea, su propio referente además de transformar un referente real. Ignoraba
también que el texto literario tiene leyes propias que son distintas a las leyes de la
realidad.
1 Oswald D ucrot. Tzvetan T odorov. Tipología de los hechos del sentido. Diccionario Enci
clopédico de las Ciencias del Lenguaje. Siglo X X I Argentina Editores. Bs. As. 1975.
2 Véase tam bién lu ri T inianov. El sentido de la palabra poética en El problem a de la lengua
poética. Siglo X X I Argentina Editores. Bs. As. 1972.
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Por verosímil se entendió luego aquello que es conforme a lo que la opinión pú
blica -considerada ésta como un discurso público más o menos verbalizado- acepta
como posible. Este sentido es el que le da Aristóteles en la Poética, y es lo que hoy en
tendemos por verosímil. Exigirle a la literatura que sea verosímil es exigirle de un
modo global que me resulte creíble. No que sea verdadera, es decir semejante al refe
rente real. Verosímil es creíble, aceptable, no verdadero.
Más adelante, se consideró verosímil aquel texto que sigue las reglas de un gé
nero. Existe, en efecto, un verosímil por el cual aceptamos que el héroe de un relato de
aventuras se salve de todos los peligros.
Recientemente, la crítica literaria ha elaborado otra definición de lo verosímil.
Según Tzvetan Todorov, lo verosímil son las máscaras con que se disfrazan las leyes del
texto. Es decir aquellos recursos por medio de los cuales un texto querría hacernos
creer que sigue las leyes de la realidad en vez de seguir sus propias leyes.
La elucidación del concepto de verosimilitud es muy im portante para el trabajo
de taller, porque en el ámbito pedagógico suelen mantenerse especialmente vivos los
modos y modelos y normas de las distintas corrientes realistas del siglo pasado, y tam
bién del nuestro. Y ellas piden justamente a la literatura la fidelidad a la realidad, el
máximo de verosimilitud.
En el ámbito docente, la exigencia de verosimilitud realista muy estricta suele
formularse como un juicio de valor y aun de posibilidad de lo literario. La realidad es
una cosa, la literatura es otra. La literatura ni describe, ni copia, ni reproduce la rea
lidad preexistente sino que la representa, es decir, crea de diversos modos la ilusión
de esa realidad. Esto no quiere decir que la literatura no tenga ninguna relación con la
realidad; la tiene, pero de una manera que le es propia y constituye, en gran parte, el
objeto de nuestro trabajo.
PLANTEO S
Se comienza a escribir. Una idea, un plan, un proyecto o quizás tan sólo una ne
bulosa vaga se concreta. Las primeras frases (los primeros versos, el primer capítulo)
centran la atención en un foco. Pero, casi al mismo tiempo, otro proceso, que puede
parecer amenazador, se pone en marcha. Eri los alrededores de ese foco de atención,
palabras, frases, ¡deas que parecen dispersas, comienzan a aparecer. No es la inspiración
torrencial (pero ordenada) que baja de la musa. Sí es la asombrosa y simultánea ac
tividad de todos los campos que la escritura tiene el poder de inaugurar.
Ubicado frente a ese desorden que le parece amenazante, no existe siempre para
el que escribe la posibilidad de rechazarlo. Algunas veces, porque el texto parece ha
ber llegado a punto m uerto; otras, porque su escritura se propone justamente un avan
ce hacia lo ignorado eligiendo en su transcurso una entre las opciones que de la misma
escritura surjan; otras, en fin, porque no se le oculta que la inteligencia misma de la pa
labra es capaz de esbozar caminos mucho más audaces que los que él se había propues
to. Y no es por cierto imposible que todas estas situaciones se produzcan simultánea
mente.
Frente a este desorden al mismo tiempo amenazador y productivo, el que escri
be sabe que no son aquellas opciones o desarrollos que guardan una relación directa y
obvia con su texto los más interesantes, sino generalmente los más alejados. Aquellos
justamente, que 110 sabe cómo alcanzar, aquellos hacia los cuales ninguno de los tex
tos que conoce ha esbozado el camino.
Si este imperativo de decir lo nuevo pesa sobre el que escribe, no es porque un
afán vanguardista o una necesidad de asombrar lo condicione. El que escribe sabe que
la escritura nunca puede ser la repetición de discursos conocidos. Sabe que repetir
no es escribir. Escribir sólo puede ser escribir lo nuevo. Escribir es un decir que des
cubre en su propio y específico trabajo -y porque su propio y específico trabajo
se realiza-nuevas significaciones en la realidad. Ese descubrimiento no puede ser
nunca la reiteración de un saber anterior ni de un discurso anterior, aunque utilice
y transforme constantemente los discursos conocidos.
Esto tampoco quiere decir que esta opción por lo nuevo pese sobre la to ta li
dad del texto, aunque haya escritores que así la asumen. Sí que incide como un con
dicionamiento global que impulsa al que escribe y que puede hacerse presente en cual
quiera de los niveles que constituyen el texto.
Describir la actividad de la escritura de esta manera sin duda equivale a recono
cer que el que escribe no sólo nunca sabe del todo lo que quiere decir antes de escri
birlo sino que tampoco puede saberlo del todo mientras lo escribe.
Este modo de concebir la escritura se opone sin duda a una concepción muy
difundida: el que escribe expresa las ideas de su mente, los sentimientos de su alma,
las experiencias vividas por medió de las palabras. Las palabras son sus dóciles y trans
parentes instrumentos, aptas tan sólo para verter ese mundo interior previo y cono
cido en su totalidad.
Esta difundida concepción negaba simultáneamente dos trabajos: el que la
palabra realiza y el que el escritor realiza con la palabra; negaba también la posibili
dad de descubrimiento que el discurso literario tiene.
Las palabras no son por cierto los dóciles y transparentes instrumentos por me
dio de los cuales el escritor se expresa. Las palabras, el texto, tienen un poder genera
dor; elaboran mecanismos que aseguran su desarrollo. Tanto es así que no es raro que
el que escribe, en la relectura constante que de su texto hace, descubra significacio
nes nuevas y mecanismos más complejos e interesantes que los que él creyó haber
producido.
Pero es claro que las cosas tampoco suceden como si ese poder, producto de la
palabra, fuese tal que llevase al texto hacia adelante con el suave ronroneo de una má
quina. Aun sensible a las significaciones que en su propio texto descubre, atento a la
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inteligencia de la palabra, capaz de desarrollar esas significaciones a primera vista
ocultas, el que escribe puede y debe enfrentarse al agotamiento de esas significaciones
y al peligro de que la reiteración de los procedimientos lo mecanicen y lo priven
de todo descubrimiento. Pensarlo de otra manera convierte al que escribe en una
especie de "m édium ", reducido a escribir lo que el texto productor le va dictando.
Dictado este bastante semejante al que antes corría a cargo de la musa o de la "vida
real". Actividad de reiteración, en suma, sólo que de significaciones textuales.
La concepción tradicional de la escritura negaba también el trabajo del escritor,
ya que e'ste lo único que hacía era "ve rte r", derramar en palabras sus ideas, sentimien
tos, vivencias. Lo que sucedía, en realidad, era que el que escribía obedeciendo o acep
tando o siguiento tal concepción se veía en gran parte obligado a transcribir los discur
sos dominantes, en vez de elaborar un discurso específicamente literario. En este "ve r
tim ie n to " lo que se perdía era justamente, la capacidad que el discuros literario tiene
de avanzar hacia lo desconocido, descubriendo al que escribe y a los demás nuevas sig
nificaciones en lo real en su propia e irrenunciable manera.
El objetivo de este libro es com partir con los maestros y profesores de Lengua la
experiencia del taller de escritura realizada en la escuela.
Al dirigirnos tanto a los maestros como a los profesores queremos indicar que la
experiencia del taller de escritura puede realizarse tanto en el ciclo primario como en
el secundario. Como más adelante se verá, los trabajos que el libro propone fueron
realizados por chicos de ocho a quince años; dentro de estos lím ites de edad el trabajo
más intenso se realizó con chicos y chicas de once y doce años, es decir de sexto y
séptimo grados.
Esta misma am plitud del enfoque invita al docente a participar activamente en
la experiencia adaptando las propuestas a la edad, los intereses, las características
del grupo al que se dirige. Suponemos que la misma dinámica del trabajo pronto lo
llevará a elaborar nuevas propuestas y a trazar, en últim o térm ino, su propio plan de
trabajo.
La participación que pedimos no termina aquí. Este libro invita muy especial
mente a los maestros y profesores de Lengua a realizar la placentera, viva y arriesgada
experiencia de escribir.
En el transcurso del libro se hacen algunos comentarios sobre las inhibiciones
que impiden en la escuela la práctica de la escritura literaria. A q uí quisiéramos agregar
algo más, que atañe específicamente al docente. La carencia de una práctica de la es
critura literaria impide muchas veces ejercer una acción eficaz en la escritura de los
alumnos. Entre el chico que realiza una práctica de la escritura y el docente que no lo
hace se crea un vacío que la form ulación teórica, la lectura e incluso el buen gusto
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literario sólo llenan a medias. No se puede enseñar un oficio si alguna vez no se lo co
noció desde adentro, en la concreta materialidad de los problemas que se plantean du
rante el proceso.
La pregunta más correcta que se puede form ular sería: ¿qué priva al docente de
Lengua -q u e suele, aunque lo ignore, estar bien capacitado para la ta re a - del enorme
placer de la escritura? ¿Qué lo priva de la zona más libre, más creativa, más enriquece-
dora de su área?
Una manera no desdeñable de abordar esa práctica puede ser -es aconsejable que
lo sea- realizar previamente las propuestas de trabajo, adaptándolas, naturalmente, al
nivel de una persona adulta. De este modo podrá participar verdaderamente con su
grupo del placer y el riesgo de escribir.
24
DE LA PALABRA AL TEXTO
25
bía sido acentuada en su aspecto material. Sonido primero y luego grafos, se había
materializado hasta transformarse en un objeto que podía ser echado a rodar dentro
del ámbito de la clase. Todos habían entrado en contacto con él, lo habían modulado,
palpado, dicho y contradicho. El oído, la voz, y luego la vista y la mano que dibujaba
lentamente chamariz, habían explorado a ese incitante desconocido. Luego se había
ido en busca de su significado: chamariz había despertado asociaciones fónicas en el
propio idioma (chamán-chopo-chamarilero), o en otras lenguas (arroz-riz); un sin
fín de historias posibles habían nacido al borde de cada definición, y, finalmente, el
diccionario revelaba su secreto: un pajarito.
Este juego no había hecho más que desandar un camino. Había hecho revivir a
los chicos uno de los contactos que ellos establecían en su primera niñez con las pala
bras. Palabras que, cazadas al vuelo, eran repetidas dificultosamente por ellos, repeti
das correctamente por la madre, y luego nuevamente dichas por ellos. Sólo después
preguntaban su significado, lo comparaban con otros significados conocidos y, por
últim o, incorporaban a su vocabulario la nueva palabra, o la olvidaban hasta que les
fuese necesaria.
Los niños en la escuela se ven muchas veces abrumados por un alud verbal. Pa
labras que pronuncia la maestra, que se apilan en los cuadernos, que abarrotan los
libros de texto. "E n las escuelas tradicionales -d ic e Piaget— en las que el niño no ma
nipula un objeto desde la edad de siete años, su pensamiento se ensombrece de un ver
balismo integral". Muy pocas son, hoy en día, las escuelas que merecen esa crítica.
Afortunadamente, cada vez más los chicos hunden los dedos en la plastilina o en el
barro, se los embadurnan con plasticola, recogen plantas, trabajan en laboratorios.
Pero es justamente en el área de la lengua donde esta posibilidad de manipular -lé a
se conocer, aprehender, establecer contacto vivencial con las palabras- parece más
d ifícil o negada. Los niños deben aprender palabras por las que quizás no sienten nin
guna curiosidad. A medida que crecen tienen cada vez menos tiempo para fam iliarizar
se con ellas. Aquel primer contacto en que la curiosidad impulsaba a la pregunta parece
l" perdido. Además las palabras les llegan imperativas, rígidas, compuestas, sujetas a re
glas: correcta pronunciación, correcta ortografía, reglas de relación con otras, signifi
cado exacto o varias acepciones igualmente exactas. La palabra se siente ajena: es la
palabra de la escuela, distinta a la palabra del recreo o de la calle. La palabra se vuelve
amenazante: parece siempre dispuesta a merecer una corrección.
Nos proponemos sugerir entonces, un nuevo modo de relacionarse con las pala
bras. Lo cual no significa, necesariamente, repetir con cada palabra nueva el juego que
el maestro Federico Martín Nebras realizaba con chamariz. Bastaría con que este m o
do de relación haya sido descubierto, practicado alguna vez y aceptado.
Lo que propiciamos es una nueva actitud frente a la palabra: que se le pierda el
miedo a la palabra sujeta a reglas; de modo que, frente a la palabra literaria cada uno se
anime a manipularla, amasarla, cambiarla de lugar, cortarla en trocitos, transformarla
en semilla de nuevas palabras, hacer crecer el árbol de las palabras, edificar con pala
bras una torre-poema o hacer flu ir un río-relato.
26
E X P L O R A C IÓ N
El coro poético 1
Aparece una nueva palabra y es preciso hacerla crecer hasta que llene el espacio
de la clase: De este modo todos podrán establecer contacto con ella. Para lograrlo es
necesario previamente vaciar el ám bito de sonidos; es decir, conseguir que se haga silen
cio. Lograrlo casi sin pedirlo, y mucho menos ordenarlo. Proponerlo con el silencio
propio. Crear con la actitud, la sonrisa, el gesto, los ojos, una expectativa. A medida
que el silencio se hace, la atención se centra en el gesto. Entonces se formula la pre
gunta, que se dirige a todo el grupo con gesto extrañado y entonación interrogante.
"Chamariz...? chamariz...? chamariz...?”
El tono interrogante indica la dirección del trabajo: vamos a explorar chamariz.
A partir de este momento, el maestro se transforma en un director de coro; por
medio de una mímica gestual logra las respuestas. De este modo, divide la clase en tres
grupos. Dirigiéndose hacia el grupo de la derecha, enuncia con ritm o rápido: "C ha
m ariz". Luego, con un gesto, pide que se le responda esa misma palabra, en el mismo
ritm o. Repite la experiencia con los del medio, pero enunciando la palabra con ritmo
normal. Por últim o con los de la izquierda, enunciando un ritm o lento.
Ahora cada grupo se ha identificado con un ritm o. La clase se ha transformado
en un coro de tres ritmos que pueden ser combinados entre sí. El maestro calla y sólo
señala la entrada de las voces eligiendo distintas combinaciones: rápido-lento-medio/
lento- lento- rápido-rápido- medio/ rápido-rápido-rápido-medio-medio-medio/ lento- y
más lento- y más lento aún.
Luego se introducen los tonos: alto, medio y bajo. Por últim o, las intenciones o
sentimientos: miedo, sorpresa, imperación, afectación, reto, alegría-asombro, seduc
ción, melindre, dolor, desprecio, etcétera.
Se pueden elegir solistas dentro del coro. Si el ritm o, el tono o la intención
no han sido comprendidos, el maestro vuelve a proponerlos marcándolos más acusa
damente.
La invención gráfica
1 El coro poético es practicado p or Ana María Pelegrín y Federico M a rtín Nebras. Ambos
pertenecen al Departam ento de L ite ra tu ra In fa n til de A cción Educativa (M adrid).
27
dibujen una imagen: ésta reitera el significado de la palabra. La palabra serpiente, por
ejemplo, escrita en curvas onduladas im itaría el cuerpo del animal. Aquí se trata tan
sólo de escribirla, dibujarla, jugando a representar gráficamente las entonaciones que
se han explorado.
Escribir, pues, muy lentamente chamariz, y luego con velocidad media chama
riz y luego rápidamente. ¿Cómo se dibujará un chamariz que ha sido enunciado en
tono bajo? ¿Cómo será un chamariz melindroso o asustado?
La invención de significados
Redescubrimiento
El mismo juego puede hacerse con una palabra conocida. Rosa, por ejemplo.
Si con chamariz el camino iba de lo desconocido a lo conocido, con rosa se recorre
el camino inverso: de lo conocido a lo desconocido. Y decimos hacia lo desconocido
porque rosa entonada por el coro con un ritm o rápido y continuo, se extrañará hasta
hacer olvidar su significado. Es la reedición del juego que alguna vez practicamos en la
infancia, y con el cual alcanzamos resultados deleitables transformando las palabras
más comunes en raros objetos sonoros.
28
Una vez extrañada por medio de la repetición de la palabra, no es raro que cuan
do llegue el momento de preguntar: ¿qué es rosa?, la respuesta sea desabrida, fasti
diada: iuna flo r!, iquién no lo sabe! ¿Qué más es rosa? ¡Un color! ¿Qué más? Un
nombre de mujer. Y ahora un silencio, espacio necesario. Entonces, al borde del va
cío, viene la pregunta que incita a dar el salto: ¿Y qué más podría ser una rosa? A ten
ción al potencial: hay que enfatizarlo porque él es quien abre la puerta a la invención.
A quí el potencial equivale al da/e de los juegos: Dale que yo era Batman y vos eras...
Equivale también al Había una vez de los cuentos.
¿Qué más podría ser una rosa...?
En este momento, no sería raro que una voz se levantara preguntando: "¿Vale
inventar?", o algo equivalente, como "¿Se puede decir algo que no es real, que es así...
medio fantástico?"
Detengámonos aquí, porque esta pregunta, que suele formularse muy a menudo
en el taller, significa que los chicos están haciendo por lo menos dos descubrimientos
fundamentales.
Por una parte están descubriendo y definiendo el campo de lo literario. Litera
tura no parece ser lo mismo que realidad, Literatura tiene por lo tanto otras reglas
("¿se puede? ¿vale? ¿cómo se juega a esto?"). La literatura no es lo mismo que la rea
lidad y no tiene que obedecer a ¡as reglas de la realidad.
Ahora no les basta saber que en los libros, en los cuentos, es así. Les es necesa
rio saber si ellos -e scrito re s -, pueden inventar algo distinto a lo real.
Por otra parte se enfrentan, quizás por primera vez dentro de la escuela, con la
situación de tener que responder a una pregunta no con lo que saben sino con lo que
inventan. Y este invento no es una mentira, este invento "vale". Es un nuevo tip o de
realidad que ellos van a inventar. De este modo, descubren que hay cosas que existen
a partir de que ellos las inventan, las escriben.
Por eso, si les pedimos a los chicos que lo que escriben se vincule siempre a un
referente real o vivido (describe tu perro, cuenta el primer día de clase, tus vacaciones)
no sólo se formarán una idea de la literatura como copia de lo real, sino que además
tendrán mucho menos conciencia de su capacidad de inventar.
Al enfrentarlos con una palabra desconocida, quizás vayan descubriendo que es
cribir también satisface un cierto deseo de saber. Porque escribir también es responder
a una interrogación constante. Escribir es un modo de conocer.
Y cuando le adjudican nuevos significados a una palabra conocida, como rosa,
puede que comiencen a descubrir que la escritura es capaz de descubrir nuevos víncu
los entre las palabras y las cosas.
Por eso:
Rosa es un caracol invisible.
Rosa es una gruta llena de sal.
Rosa es el roce de los vaqueros nuevos.
Al inventarle significados a las palabras, no buscamos por cierto reemplazar los
29
conocidos sino ampliar el sistema referencia! unívoco introduciendo en él significados
potenciales. Pensamos que de esta manera a los chicos les resultará luego más fácil
aceptar aquellos textos que plantean una reorganización de lo real.
DE LA P A L A B R A A LAS P A L A B R A S
Si bien la primera propuesta era establecer contacto con una palabra, vimos có
mo, al inventarle un significado, muchas otras, fónicamente similares, habían apareci
do, Del mismo modo, despues de hallar el significado de chamariz, los chicos habían
ubicado naturalmente a chamariz dentro de su sistema léxico, emparentándolo con
otras palabras.
Una palabra nunca está sola, forma con las otras un sistema de signos. Desde que
así nos lo enseñó Saussure, para explicar en la etapa secundaria qué es el sistema, u tili
zamos un ejemplo: los demostrativos esto, eso, aquello. Esto significa lo que le dejan
significar eso y aquello. Y después agregamos: piensen lo que sucede en francés con el
sistema de significaciones que forman horloge, montre, pendule. Cada uno de ellos
abarca un campo semántico mucho más restringido que el de reloj en nuestro sistema
castellano, Y así se va formando la noción de sistema y la de valor como una red de
relaciones que se establece ante todo entre los significados. Lo que a menudo nos olvi
damos de explicar es que en este sistema tan lógico existen asociaciones tan hermosas
como las que se establecen entre décrépit (viejo, gastado por la edad) y décrépi (que ha
perdido el revoque), de las que también habla Saussure. Estas asociaciones son las que
llevan a decir que la fachada de una casa es decrépita. Quizás también que las casas vie
jas están surcadas como los rostros de las viudas por oscuros regueros de llanto.
En un registro más alegre, si admitimos que zapallo y zapatilla también forman
un sistema, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el zapallar es la zapatillería
de los gigantes y ya que estamos en el comienzo de una historia. Pero aun dejando his
torias a un lado, lo cierto es que esta otra red de semejanzas y oposiciones también
fija el valor de las palabras en el sistema, ya que permite organizar una infinidad de
nuevos paradigmas y asociaciones de carácter fónico o morfológico, no semántico. Es
tas semejanzas y oposiciones no son tan fáciles de reconocer como aquellas relativas
al sentido, porque "el espíritu descarta naturalmente las asociaciones que siente como
capaces de destruir la inteligencia del discurso".1
Gianni Rodari,2 un escritor de narraciones para chicos que enseña a desencade
nar historias de una palabra, lo dice a su modo:
Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se ensan-
30
chan sobre su superficie, afectando en su m ovim iento, con distinta intensidad, con
diversos efectos, a la linfa y a la caña, al barquito de papel y a la balsa del pescador.
Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son reclamados
a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí.
Y más adelante agrega: "Igualmente una palabra, lanzada al azar en la mente p ro
duce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cade
na, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y
sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al
inconsciente, complicándolo el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la re
presentación sino que interviene continuamente para aceptar y rechazar, ligar y cen
surar, construir y destruir."
De las asociaciones que a partir de una palabra pueden establecerse, de la in finita
serie de reacciones en cadena que despierta, estamos demasiado (mal) acostumbrados a
elegir sólo algunas. Por eso ahora en estos juegos verbales que proponemos, ¡remos de
una palabra a la otra colocando vallas en los trillados caminos de las asociaciones usua
les de tal modo que nos obliguen a explorar los otros, tanto tiempo relegados. Primera
valla: enunciar sólo palabras que comiencen con el mismo sonido. Por ejemplo, la " p "
de pozo, que es la primera palabra elegida.
U na p a la b ra al estanque
31
Mensajes ocultos
Podría decirse que con estos juegos los chicos descubren la doble articulación del
lenguaje, tal como la define M artinet: unidades pequeñas, carentes de significación
- lo s fonem as- que articulan otras unidades mayores con significación: primero los
morfemas y luego las palabras, los sintagmas y las oraciones. Esta hipótesis, que ati
nadamente desarrolla Rodari, puede tranquilizar el sentimiento de culpa docente que
a veces acomete en pleno juego: ¿Les servirá "esto" para algo? ¿Para qué nos servía
jugar a: "A h í va un barquito cargado de B: barajas, burros, bañaderas, banderas, boli
tas, bandejas"?
Sin duda cualquiera de los juegos puede servir para comenzar una historia, o
componer un poema, como por ejemplo:
32
EL SAPO
En la laguna
Luce la luna
Sube redonda
Ancha y oronda
Por los juncales
O los maizales.
Pero no es necesario justificar los juegos porque hacen descubrir la doble articu
lación del lenguaje, ni porque los chicos, incentivados por el juego, descubren que po
seen un vocabulario rico, y mucho menos porque se mejora la ortografía y ni siquiera
porque sirven para motivar una narración o para escribir un poema. Los juegos en el
taller son necesarios porque los chicos necesitan jugar con las palabras, del mismo m o
do que necesitan jugar con todo lo que les rodea.
Jugando exploran y conocen, y este conocimiento admite y aun necesita que una
palabra sea contradicha y equivocada. Jugando disfrutan del placer de jugar con las pa
labras y este placer, si es real y com partido, es uno de los primeros logros que busca el
taller. Lo cual no quiere decir de ningún modo que la actividad de taller sea únicamen
te lúdica y mucho menos que se conciba a la literatura como un juego. El taller aspira a
volver la literatura accesible a todos. En ese empeño no podría jamás pasar por alto o
menospreciar esa primera etapa de contacto que el juego establece con las palabras.
La inclusión de palabras en un t e x t o
33
Criterios para la elección de las palabras
1 Ver el ca p ítulo IV
34
quear a su gusto.1 Decimos "m undo de la ficció n " y no textos porque
dentro de él englobamos también las series de la televisión, las historie
tas y el cine.
Por eso elegimos tres, que es un número significativo en gran cantidad
de cuentos. Y elegimos lagarto pensando en el lagarto y la largarta del
poema de García Lorca, en el lagarto Tereré y en el lagarto Juancho.
6) Y por últim o, y por sobre todo, porque este y el anterior son criterios
fundamentales en el taller, elegimos una serie de palabras que obligue
a la invención de un texto original y distinto. Para lograrlo, elegimos
palabras que pertenecen a campos semánticos normalmente alejados
entre sí, y no suelen aparecer juntas en un texto. De este modo los chi
cos no iban a poder repetir palmariamente algún relato o poema que
ya las hubiera englobado, algún estereotipo que les sirviera para "salir
del paso", sino que se verían llevados a inventar un texto nuevo que las
englobara.
Imaginemos qué textos resultarían de un grupo de palabras como este:
príncipe - castillo - sortija - tres - noble
o bien:
niña - andrajos - hada - siete - pura
Sin duda en estos casos los chicos hubieran recurrido a cualquiera de los cuentos
tradicionales que conocen para repetirlo con ligerísimas variantes. No es lo mismo dar
pie a que los chicos utilicen los cuentos tradicionales o cualquier otra ficción como ma
teria reelaborable, que obligarlos o inducirlos a repetirlos.
Es frecuente que a los chicos los relatos que acaban de leer, las series de tele
visión, las películas que los han absorbido, les provean, ya sea materia prima temática,
ya sea modalidades discursivas y que una u otras aparezcan en sus textos muy exacta
mente reproducidas. Estos textos no sólo no deben ser -co m o nada que se produzca
en el ta lle r- criticados, sino que incluso deben ser defendidos de la crítica o la burla de
los demás compañeros. Significan, cuando menos, un rendido homenaje a la historia
que logró encantarlos; otras veces son una descarga de un tema que los inquietó de
masiado. Ofrecen una excelente ocasión para explicar que al escribir siempre nos apro
piamos y transformamos los textos que conocemos.
El comentario en clase del relato o el poema o la serie o la película "plagiada"
es un espontáneo y naturalmente interesado análisis. Y si logramos encontrar de este
modo nuevos recursos para utilizar en nuevos textos quedará aclarado para todos cómo
opera ese gesto de apropiación y la siguiente transformación.
Sobre el material in te ríe xtu a l que ingresa en los textos escritos por los chicos se hablará en
el ca p ítulo que sigue.
35
Un fenómeno diferente es la aparición del "estereotipo" escolar. Llamo estereo
tipo escolar a esa famosa redacción o composición: "E l primer día de clase", "M iro a
través de mi ventana", "Llueve", que los chicos aprendieron a escribir algún día y que,
con ligeras variantes, repiten de año en año. Composición que alguna vez fue acepta
da, es decir, bien calificada, y vuelve a aparecer buscando renovar esos laureles. Justa
mente de esa repetición huimos, e intentamos evitarla de todas las maneras posibles;
la primera es crear un gusto y un placer tal por inventar, que la idea de repetir un es
tereotipo les parezca un castigo. De aburrim iento, se entiende.
Quedan determinados y fundamentados así los dos polos del trabajo de taller:
por una parte, el planteo de situaciones nuevas que despiertan la inventiva; por otro,
la incitación a recurrir a la ficción que conocen como un material que puede ser u tili
zado libremente. El texto es el resultado de la interacción de ambos procesos.
P o n e r en m a rc h a a l te x to
¿Pero cómo, por qué estas palabras ponen en marcha el texto, hacen saltar la
chispa, despiertan la imaginación? ¿A qué apostamos? ¿Qué esperamos que suceda
cuando proponemos tres, audaz, lagarto, dedal?
La apuesta mínima, lo menos que esperamos que suceda (suponiendo un niño o
un grupo más bien metódico, amigo de ver cada cosa en su sitio) es que el texto se
ponga en marcha y crezca obedeciendo a la simple necesidad de integrar cada palabra.
Para lograrlo, irá inventado, uno por uno, los "m undos" donde esas palabras están
acostumbradas a "v iv ir". Cada uno de estos mundos quedará bien delimitado de los
otros, corno sucede en el ejemplo siguiente:
"Una señora estaba sentada en su casa bordando con un dedal reluciente. Un
día, aburrida de tanto coser, tuvo una idea audaz: iba a viajar por el mundo. Cerró
su casa y se fue de viaje. Después de mucho navegar llegó al borde de un lago y vio a un
lagarto verde que estaba tomando sol. Como el lagarto no se movía, tomó tres piedras
y se las tiró ."
Hay veces en que el texto se detiene aquí. La propuesta se ha cumplido.
Pero existe una segunda posibilidad: los mundos que esas palabras crean - o las
palabras que van a crear esos m undos- se aproximan desde el comienzo entre sí.
"Una señora estaba sentada al borde de un lago bordando con un dedal relu
ciente. De pronto se le aparecieron tres lagartos..."
Si el texto ha logrado armar este mundo, construir este tram polín, este resorte,
podemos apostar a que siga creciendo con interés y entusiasmo. Porque en este mo
mento, lo que ha sucedido es que dos mundos generalmente alejados, el de la costure
ra y el del lagarto, se han encontrado y se confrontan. Y, ¡qué mirada extrañada la
de la costurera al río poblado de lagartos! ¡Qué mirada la de los tres lagartos al acerico,
a las sedas, al dedal de la que borda! ¿Cuál de los dos mundos romperá este equilibrio
de la visión? ¿Seguirá la costurera a los lagartos, o será al revés? ¿Se pelearán entre
36
ellos? ¿Cuál será el más fuerte? ¿Qué transmutaciones serán necesarias para que pue
dan seguir viviendo juntos?
Existe otra posibilidad más. Una de las palabras, ella sola, irrumpe en otro u ni
verso. Acá ya no tenemos dos mundos enfrentados sino un indicio de un mundo extra
viado en otro. El lagarto encuentra un dedal entre los juncales del río donde habita.
El mundo que habitualmente rodea al dedal no existe, se ha perdido, es lejano. Pero
ese dedalito tiene un poder: el de hacer brotar las conjeturas del lagarto, que necesita
inventarle un mundo para explicarse su existencia. ¿Este dedal -se dice el la g a rto -
será un dedal encantado? ¿Pertenecerá al gremio de los lagartos bordadores que le bor
dan las escamas al río?
También el amuleto de oro que pende del cuello de un príncipe andrajoso o la
escama de pescado, hallada por el detective en un salón francés tienen el poder de ha
cer brotar de inmediato una historia: relato de las desventuras de un príncipe destro
nado o la historia de la búsqueda del detective por los bares del puerto. ¿Pero, acaso
es cierto - e im p o rta - que ese pasado principesco haya existido o que el culpable sea
un marino tal como lo conjetura el detective? Lo que estará sucediendo no será tan
sólo que una palabra fuera de su contexto llama, busca a quienes la expliquen, ya sea
aquellas entre las que está acostumbrada a vivir o cualesquiera otras que le atribuyan
significados o poderes insólitos. "Cada palabra rinde sus reflejos al secuestrarla de la
coordenada de irradiaciones", dice Lezama Lima.
Estos mundos que hasta ahora se han creado para abarcar las palabras todavía
intentan justificar, volver verosímil o sea creíble su aparición. Pero existe otra posibi
lidad más: cuando el texto avanza burlándose, contradiciendo los mundos que alrede
dor de las palabras comienzan a insinuarse. Las palabras no se creen obligadas a inven
tar ninguno de los mundos aceptados para justificar su aparición.
"E l tres quería pinchar al dedo, pero el audaz dedal, que era hijo del dos, que
estaba enojado con el tres, no lo dejaba.
-¡Lagartos! - d ijo el dedal-. ¿Por qué en vez de pinchar no te dedicás a otra
cosa?
- Y o no me dedito a nada - le contestaron-. Yo soy anti-dedito."
Estas cuatro respuestas ni son las únicas posibles ni suelen estar tan claramente
definidas. Indican tan sólo los procedimientos más frecuentes que se suelen implemen-
tar para construir un texto en esta propuesta de trabajo.
Al proponer que determinadas palabras aparezcan en un texto, lo que estamos
proponiendo, en realidad, es que sean esas palabras las que produzcan ese texto. Y las
palabras lo producen generando lo que denominamos, metafóricamente, mundos.
Estos mundos establecen entre ellos las relaciones que antes vimos: yuxtaposi
ción y delimitación en el primer caso, enfrentamiento y tensión en el segundo, inser
ción de un mundo en el otro en el tercero. Al hacerlo, implementan procedimientos
que hacen avanzar al texto, o, dicho de otro modo, el texto arma dentro de sí mismo
los mecanismos que le permiten producirse. En el últim o texto, lo que se insinúa como
37
procedimiento dominante es justamente la ruptura de los mundos apenas comienzan
a generarse.
38
glón, sobre todo cuando es muy ¡mpredecible cómo c o n tin u a rá :-//^ un b u - , . . i bu
zón, burro, buque, buraco, buen, o bustrófedon?
En algunos casos, la continuación del misterioso "b u "... preferirá adaptarse a las
necesidades del texto, en otros elegirá un derrotero insólito.
"Llegamos por fin al valle.
- ¡Hay un burro! -g ritó Oscar."
o si no:
Llegamos por fin al valle.
— i Hay un buque! -g ritó Oscar."
c) Se junta previamente una serie heterodoxa de objetos dentro de un bolso, una
caja, un cesto (¿la galera del mago?). El nombre que cada bolso, una caja, un
cesto, (¿la galera del mago?). El nombre que cada uno les de' -se pide previa
mente que no se los nombre en alta voz cuando aparezcan- es la palabra que
se incorpora al texto. Si alguno de esos objetos no es fácilmente identificable:
(la tapa de una caja pequeña que tenga un dibujo, una alcuza, un posavasos de
bronce en forma de medalla), sin duda suscitará descripciones, perífrasis, o
nombres diversos. Los objetos también pueden aparecer animados por el mo
vimiento: un pañuelo toma la forma de un conejo o se agita como si se despi
diera.
d) El grupo G rafeln' fue quien inventó esta "consigna". Ellos utilizaban además
del sistema de la lista, otro modo de proponer las palabras que subraya su
aparición azarosa y su encanto. Habían preparado una lista de treinta y seis
palabras, cada una numerada, y las sacaban a suertes utilizando una ruleta.
Los que siguen son ejemplos de los textos resultantes con los diversos sistemas.
"U n día John Steve compró una perra que se llamaba Sombra, esa perra era
policía. John Steve vivía en un fuerte. A llí hacía siete años que no llovía. Bueno,
pero dejemos los años pasados y volvamos a la actualidad. Es el año 1850, maña
na se entablará la gran batalla. Periquín era el hijo de John Steve, él siempre se
escapaba del fuerte. Un día se escapó con Sombra. Subían y subían, de pronto
Sombra tuvo un traspié y se lastimó mucho. Vio pasar el tren, los indios le de
cían caballo de hierro, el tren parecía volador. Finalmente llegó el día de la gran
batalla, los caballos le parecían gigantes, los indios habíanagarrado a Periquín.
John Steve encontró a su hijo y le dijo:
-S i en casa estabas comodón ¿por qué te escapas?
Un hombre estaba por acuchillar a John y Sombra lesaltóencima. ¿Esta lu
cha camarina quién la ganará?" Jugn Cgr|os R¡ga|j g gñoS( Buenos A¡res
1 Sotare G rafe in , véase Teoría y práctica de un taller. A ltalena. 1981.
39
Las palabras predeterminadas habían sido: Siete, traspié, volador, cantarína, gi
gantes.
"Había una vez un mago que se llamaba Marnuz. Era muy distraído, siempre
le salían los trucos al revés; cuando tenía que decir abracadabra decía obracadi-
bra, era su gran problema. A pesar de ser tan despistado, quería mucho a los chi
cos y a su perrito "B U F ". El perrito siempre pensaba: -A lg ú n día nosotros sere
mos famosos.
Este mago siempre se equivocaba en sus conjuros, y a veces los inventaba. Por
inventar tanto inventó conjuros nuevos y hacía aparecer cualquier cosa extraña.
Un día, caminando por la calle se encontró con Una Vez. Estaba maravillado,
contento, ya no podía esperar más para escuchar sus poemas. Finalmente, lo h i
zo: Una Vez empezó a hablar, contaba sus poemas llenos de música, de flores y
colores y luces. De pronto, en lo mejor del poema, vieron a una persona hacien
do señales, entonces fueron corriendo. Esta persona estaba en un gran aprieto, se
le había atrancado el dedo en una alcantarilla. Entonces Marnuz vio la ocasión de
ayudar a alguien, hizo sus conjuros y, aunque no lo crean, la liberó. Digo " la "
porque era una chica: se llamaba Suce. Suce, Una Vez y Marnuz charlaron mu
cho y en no pocos minutos eran amigos. Marnuz le preguntó a Suce dónde vivía
y e'sta dijo que en Rales. Rales se componía de un pueblo de gnomos. Se fueron
los tres, digo los cuatro amigos: Suce, Buf, Una Vez y Marnuz y guardaron una
linda amistad en su corazón."
Alejandra Vicco, 12 años, Buenos Aires.
El libro elegido fue Nuevas Aventuras de Marsuf de Tomás Salvador, Ed. Doncel,
Madrid, 1971. Las palabras o frases (algunas inconclusas por comenzar o finalizar el
renglón) que se les dictaron fueron: Problema, nosotros, pero po r inventar, una vez,
sus poemas, y lo hizo, señales, vio la ocasión, suce-,y en no pocos, rales se componían,
su corazón.
En el texto anterior el nombre del personaje: "M arnuz" es sin duda el resultado
de una transformación de "M arsuf", nombre escrito en la tapa del libro que todos los
chicos desde sus bancos podían leer.
"Hace muchos años, en la época de las damas antiguas, en Europa vivía una
dama antigua que se llamaba la Madame del Pañuelo porque siempre lloraba y
despedía a la gente con un pañuelo. Sobre todo lloraba cuando se iba de viaje
40
por el mundo, por todo el mundo. Lo que a la gente le alegraba a ella le entris
tecía, si el diario decía que alguien se m urió, ella se reía. Era medio chiflada, por
eso era tan famosa y también porque tenía mucha plata, tenía una caja llena de
perfumes y joyas.
Un día un admirador de ella, chiflado por supuesto, le regaló un poster de
los autitos chocadores. A ella le encantó y le dijo al admirador: ¿Me llevas al
Ital Park? El hombre dijo que sí. Camino al Ital Park dijo la dama antigua:
— i U i a! me olvidé que soy una dama antigua y que en esta época no existe el
Ital Park."
Lucía, 9 años, Buenos Aires.
C U A N D O F E R D IN A N D O P E R D IÓ LA M E M O R IA
41
el museo y le parece ver en unos de los cuadros los mismos jeroglíficos que vio
dibujados en la panza del tiranosaurio.
En una pared ve un hermoso cuadro: icrash! se rompe el vidrio que lo cu
bre y el hombre pintado en él se convierte en realidad, entonces de su flauta sa
le una hermosa musiquita, cada dedo que el hombre levanta es un hilito de humo
que llega hasta el techo. Ferdinando baila al ritm o de la música, siente que la m ú
sica lo obliga a bailar, unas velas salidas de otros cuadros bailan con él. De a
poco Ferdinando va recuperando su memoria, da vueltas y vueltas bailando has
ta que mira la pared y ve un precioso y redondo espejo, entonces dice:
"Qué cosa rara no veo mi cara
sino el interior de mi casa".
Algo comienza a cambiar en el espejo.
- iU y el espejo se agranda! i Mi casa también! ¡Ya estoy adentro!
3er. Grado. Bs. As.
42
Este avanzar zigzagueante del texto, esta alegría inconstante que va dejando en
el camino cabos sueltos, personajes perdidos, paisajes entrevistos por la ventanilla del
tren, no es extraña a los chicos, sino muy similar a la inconstante alegría con que pa
san de un juego a otro y transforman un objeto en otro. (Mesa que se vuelve casita, re
fugio, barco, isla.)
Este avanzar sigzagueante, tendido hacia lo desconocido, es también el modo
-desconocido, negado- como el texto avanza.
Cuando el maestro lanza una palabra al texto ya comenzado, no sólo im porta la
capacidad productiva de esas palabras, sino la acción misma que cumple al desorde
nar y proponer que ese desorden alimente. Con su gesto dramatiza, representa, el pro
ceso de crecimiento del te x to .1
En este mismo sentido, es también un gesto que adquiere significación tomar pa
labras de un libro, con lo cual se indica que el texto literario es uno de los materiales
con que la escritura trabaja. Echar a suertes cuáles serán las palabras que se incorpora
rán en el texto, es hacer intervenir el azar y decir que también pueden ser azarosos,
imprevisibles, los materiales que entrarán en la composición de un texto.
Los textos que de esta propuesta resultan suelen ser dislocados. No obedecen a la
linealidad de una anécdota, no esconden el trabajo de la escritura que de palabra en
palabra les perm itió avanzar.
Estos textos son parientes de una ancha franja de la literatura que, o no entra
en la escuela, o los chicos aceptan a regañadientes; esa que escribieron Góngora, Fe-
lisberto Hernández, Santiago Dabove, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo y V i
cente Huidobro entre muchos otros. Franja de exclusiones que desde el comenzar del
siglo se ensancha de manera alarmante, pero no asombrosa; ya que a nadie puede asom
brar que la rechacen los que cotidianamente son inducidos a escribir pidiéndoles que
copien una realidad o que viertan un sentimiento.
Pero en esta actitud existe un error de apreciación, incluso frente a aquellos
textos que no exhiben su factura, porque también para ellos existió un momento de
borrador, de tachaduras, de apuntes rápidos al margen. El error consiste en suma en to
mar al resultado como modelo del proceso.
Ya sean los textos dislocados o coherentes, ya exhiban su factura o la escondan,
el trabajo existió siempre. Esta propuesta tiende a evidenciar y dramatizar ese trabajo
con todo su encanto y su riesgo.
No hay que quitarle a la literatura su riesgo. Ese momento venturoso que llega
tras la audacia, cuando todo parece "caber" en el texto, quizás sea lo que en justicia
puede llamarse la inspiración.
43
DE LA FRASE AL TEXTO
Hace muchos, muchísimos años, los libros de castellano traían, al final de cada
largo capítulo teórico, unas frases que se.proponían para la ejercitación.
Estas frases no eran por el estilo de "Juan corre"; es decir, no habían sido inven
tadas para ilustrar una fórm ula sintáctica, sino que eran brevísimos fragmentos de tex
tos literarios.
En su opaco engarce, estos fragmentos refulgían. No era sólo el contraste con el
discurso teórico del resto del libro lo que lograba este efecto. Aquellas frases parecían
capaces de conservar las vibraciones y transm itir los ecos del texto donde habían sido
tomadas. Irradiaban de tal manera que, partiendo de ellas, uno podía soñar - y a me
nudo lo ha cía - todo lo que las había precedido y seguido.
A un grupo argentino de escritura e investigación teórica que se llama Grafein1
se le ocurrió que se podía intentar atrapar la irradiación que una frase aislada tiene.
A ellos, pertenece el mérito de haber inventado, entre muchas otras, las "co n
signas" que forman la primera parte de este capítulo y que tantos textos han inducido
a escribir.
El análisis de los mecanismos textuales que estas propuestas ponen en juego,
así como su aplicación didáctica, son responsabilidad nuestra.
QUÉ T R A E DE N U E V O U N A F R A S E 2
Hasta ahora hemos trabajado con la palabra o las palabras para hacer nacer y
crecer un texto. En este capítulo el punto de partida de nuestro trabajo será la frase.
44
Al pedir, como lo haremos, que se incluyan dentro de un texto, las frases se reve
larán como un medio poderoso para incitar desde dentro del texto mismo a determ i
nados trabajos con los dos grandes niveles del relato: la historia y el discurso.3 Con la
frase podremos, en efecto, insinuar un tipo determinado de narrador, o sugerir la u ti
lización del diálogo; también inclinar al texto hacia una historia o un género de historia
determinados.
La frase servirá, por otra parte, para hacer un llamado al trabajo con un material
intertextual.
E L T R A B A J O C O N E L M A T E R IA L IN T E R T E X T U A L
La teoría literaria denomina intertexto a aquellos textos literarios con los cuales
un texto determinado establece una relación preferencial. Estos textos ingresan como
una materia prima, que es transformada e incluida como referente en el nuevo texto.
La relación del escritor con la serie literaria existe siempre, aunque adopta fo r
mas diversas. Es fácil comprender que el discurso literario se vuelva particularmente
presente para el que escribe, aportándole las categorías, recursos, motivos, temas, que
durante siglos se han elaborado; se le hace presente también en los textos concretos
que conoce. Cuando esos textos son el tema de un texto dado, nos hallamos frente a
un trabajo intertextual.
Frente al intertexto, un texto determinado puede establecer distinto tip o de re
laciones; puede constituirse como una im itación, una estilización, un eco, o una paro
dia. Sea como fuere, ese intertexto es utilizado como uno de los materiales que el tex
to transforma y reelabora.
La relación que los chicos establecen en los textos que producen con el material
literario no puede ser denominada exactamente "trabajo intertextu al" porque no es
crítica ni consciente; lo que ellos hacen es una espontánea ¡mplementación de un ma
terial intertextual. Por otra parte, es posible advertir en sus textos de manera más
notoria una apropiación del material de ficción de la TV, las historietas y el cine. Este
material es utilizado con mayor frecuencia que el literario.
En las propuestas de este capítulo trataremos de que la relación con el material
literario se vuelva más intensa; desde ya aclaramos que esto no significa desvalorizar
el material que los medios de comunicación masivos les suministran.
De distintas maneras les pediremos que incluyan dentro de sus textos frases: es
decir, que por medio de su trabajo se apropien conscientemente de un materia! verba!,
3 La historia (argumento) com prende la lógica de las acciones y las relaciones entre los p
sonajes. El discurso es la palabra d irigida por el narrador al oyente te xtu al. Véase Las categorías del
relato literario. Tzvetan Todorov, en Análisis e stru ctu ral del relato. Comunicaciones, Editorial
T iem po C ontem poráneo, Bs. As., 1974.
45
que, además, se mostrará claramente como un fragmento de un texto literario.
Por otra parte, al comentar los textos que resultan del trabajo, los relacionare
mos con otros textos literarios que guarden afinidad temática con ellos.
Nuestra esperanza es que, llevados de esta manera por el trabajo literario a conec
tarse con la literatura, con el correr de los años puedan establecer con ella relaciones de
oposición, crítica y cambio, que los ubiquen en una posición de avance con respecto a
la literatura de su época.
A C E N T U A R EL P O D E R DE P R O D U C C IÓ N DE U N A FRASE
46
P R IM E R A P R O P U E S T A . P R IN C IP IO D A D O
La primera propuesta es escribir un texto que comience con una frase dada.
La frase debe ser utilizada textualmente, sin agregados anteriores, ni intercalacio
nes, ni modificaciones.
Los textos que siguen ejemplifican las frases elegidas para distintas edades y los
resultados que se obtuvieron.
Frase elegida para chicas de siete a nueve años:
El género que se busca evocar con esta frase es el de los cuentos de hadas tra d i
cionales cuyo recuerdo está muy vivo en los chicos de esta edad y que es enriquecido
por la lectura de otros cuentos maravillosos.
La frase explícita un personaje, una atribución o predicación sobre el mismo, un
lugar y sugiere una época, es decir que de inmediato plantea cierto número de com po
nentes habituales en un relato tradicional. Dichos componentes (conde-castillo-cuervo)
están puestos en relieve por la aliteración que forman las /!</. Conde y castillo denotan,
por otra parte, el rango del personaje y el lugar donde vive; connotan su poder y tam
bién una época, aquella en la que los condes y castillos existieron: una época pasada y
lejana. El últim o térm ino de la aliteración recae sobre una palabra que condensa la
maldad del conde y sugiere su negrura: cuervo.
El nombre del conde: A rnulfo, también atrae la atención. Es un nombre raro,
poco común, lejano. Por ser poco usual resulta cómico, y tranquiliza un tanto sobre la
maldad del conde; invitan a no tomarla muy en serio; porque, como dijo una niña:
"¿Quién va a tomarse muy en serio un nombre que empieza con un rugido y después
se hunde y después es fofo ?"
En la frase elegida vuelven, por lo tanto, a cumplirse los requisitos que les pedía
mos a las palabras: concreción, poder de evocación, sonoridad. A esto se agrega, para
los chicos de esta edad, el planteo inmediato de una situación.
¿Cuál es en este caso el resorte que impulsará al texto a seguir? Justamente, el
hecho de que el conde sea malo. En los cuentos de hadas, la bondad, para transform ar
se en un resorte de la acción, debe ser amenazada. La maldad, en cambio, pide ser re
mediada. El que es malo debe cambiar y salvarse o si no recibe un castigo, que a veces
puede ser, justamente, continuar siendo malo. Pero antes de llegar a este final justiciero
los textos de los chicos se recrean en suministrarnos detalles terroríficos de la maldad
de este conde.
"E l conde A rnulfo vivía en un castillo y era más malo que un cuervo y era
tan malo que a todos los mendigos que se acercaban al castillo les encerraba en
47
la mazmorra. Un día vinieron unos mendigos pidiendo limosna, y el conde 110
les dejó entrar, pero su vecino el rey le obligó a que entraran. Entonces el conde
les dejó entrar lleno de rabia y embrujó el castillo. Lo embrujó tanto que lo lleno
de vampiros, fantasmas, duendes y muchas cosas más malas. Lo embrujó para
que los mendigos huyeran. Una noche vinieron unos fantasmas y a los mendigos
les asustaron tanto que huyeron. El rey se enfadó y castigó al conde y el conde
fue muy bueno. Fue tan bueno que les dejó vivir a los mendigos en el castillo."
Iza Fernández, 8 años, Madrid.
"E l conde A rnulfo vivía en un castillo y era más malo que un cuervo. El cas
tillo estaba situado en la montaña más alta que jamás se haya visto. Una noche
se le apareció un angelito en la cama cuando estaba durmiendo y se puso a gritar:
A rnulfo, ¡A rnulfo! ¡Despierta!, pero A rnulfo no le hacía caso y siguió dur
miendo.
Todas las noches venía el mismo angelito pero nunca le escuchaba.
Un día, muy triste, A rnulfo bajó al jardín y vio a un angelito que volaba muy
de prisa hacia él y venía gritando: ¡Arnulfo! ¡A rnulfo! ¡El pueblo necesita tu
ayuda! A rnulfo al principio no hacía caso, pero cuando oyó que el pueblo esta
ba en peligro y pedía su ayuda decidió bajar por primera vez de las montañas.
Lo primero que hizo fue llamar a sus soldados para que le ayudaran a apagar el
fuego. Pasado un rato, el pueblo ya estaba sano y salvo y desde aquel día todos
le quisieron m ucho."
Natalia Uriel, 8 años, Madrid.
"E l conde A rnulfo vivía en un castillo y era más malo que un cuervo. El con
de era rico, lo suficiente para conseguir un buen m atrim onio, que era lo que que
ría. Un buen día, harto ya de estar solo, decidió hacer una fiesta en la cual en
traran todas las muchachas del reino. En medio de aquel jolgorio el conde pisó
a una bella señorita. El conde pidió disculpas y se enamoró de ella nada más ver-
la. La muchacha le perdonó. A rnulfo, lleno de alegría, le pidió un vals y ella
aceptó. Poco a poco, la muchacha se fue enamorando del conde, pero ¡as habla
durías de los cortesanos le hicieron pensar mal de él y escogió a otra pareja. El
conde, lleno de tristeza, enfermó gravemente. Y cuanto estaba a punto de mo
rir vino el hada de los Perdones.
Y le dijo:
- Conde A rnulfo: si te arrepientes totalm ente de tus pecados te perdonaré
la vida y te casarás con aquella muchacha tan encantadora.
El conde se arrepintió y se casó con aquella muchacha. El conde no volvió a
ser malo y fue muy fe liz."
Arancha Azanza, Clotilde Samerón, Marta M artí, 9 años, Madrid.
48
El comienzo elegido para chicos de diez a doce años fue:
Es posible que no me creáis, pero m i amigo Malinger y yo...
Esta frase, dirigida a chicos más grandes, dejaba mayor libertad en el nivel de la
historia (sólo insinúa los posibles protagonistas) y propone categorías del discurso: la
narración comienza en primera persona y apela explícitamente a los oyentes. Oyentes
estos a los que habrá que convencer, ya que es posible que se muestren escépticos.
¿A qué se deberá su escepticismo? Aparentemente, a que los hechos que se van a na
rrar son extraordinarios. Pero como en realidad estos hechos no existen, sino que de
ben inventarse, lo que sucede es que la frase obliga al narrador a contar hechos extra
ordinarios. Y es aquí donde "M alinger” viene en su ayuda: porque este nombre no
podía menos que hacer evocar en Madrid, donde esta propuesta se realizó, a Mazinger,
el héroe interestelar de una serie de televisión y de una peí ícula muy conocidas.
Lo que se estaba proponiendo era, en síntesis, escribir un relato de viajes espa
ciales en el que ellos podían ser los protagonistas.
Y estos fueron los resultados.
"Es posible que no me creáis, pero mi amigo Malinger y yo, cuando caminá
bamos lentamente por los campos desiertos de Egipto, fuimos cegados por una
luz. Quedamos atónitos y sentimos un escalofrío. Un gran artefacto aterrizó
cerca de nosotros. De unas grandes escaleras salieron unos extraños seres. Eran
altos y delgados y en su cabeza llevaban un casco.
Uno de los extraterrestres se lo quitó y pronunció estas palabras:
- Somos de la estrella llamada Atrodoide, vivimos a 100.000 kms. del Sol.
Hablaban nuestro lenguaje. Nos cogieron del brazo y nos subieron a la nave;
en un abrir y cerrar de ojos llegamos a su planeta. La superficie era de oro y de
piedras preciosas. En aquel inmenso planeta se contaba la leyenda de una cueva
que contenía unos tesoros incalculables. La entrada estaba custodiada por dos
diplodocus. Quien venciera a estos animales quedaría en poder del planeta.
Regresamos a Tierra robando una nave y vinimos aquí para contárselo a us
ted, Majestad. Espero que mande naves de guerra para conquistar este planeta.
El rey dijo:
- Os creo, y vuestros deseos serán cumplidos.
A las pocas horas, el grupo de guerra subió al planeta. Al llegar, una gran ba
talla se desencadenó. Vencimos a los extraterrestres y el rey nos recompensó."
Araceli Folgado, Pilar Alonso, Arancho Fernández, Madrid.
Resulta sorpresiva en este texto la repentina aparición del rey, oyente privilegia
do. Las narradoras, preocupadas quizás por ese oyente escéptico a quien imaginaron
real, es decir extratextual, crearon un oyente dentro del texto para ver satisfecha su
necesidad de ser creídas. Pero cuando lo hicieron no olvidaron que debían convencer
también a su público "re a l"; para lograrlo inventaron un oyente que fuera aún más
4.9
"re a l" que el extratextual: se inventaron un oyente regio. Y con lógica aplastante el
texto parece preguntarnos: -¿Podéis acaso no creerme vosotros, seres reales, a mí,
que he obtenido el más alto de los créditos, el crédito real?
"Es posible que no me creáis, pero mi amigo Malinger y yo vimos una estrella
reluciente que bajaba hacia nosotros; de pronto desapareció. Nos levantamos pa
ra reanudar nuestra marcha cuando volvió a aparecer. Empezó a hablar y su voz
parecía el m urm ullo del viento, de repente nos dimos cuenta de que nos seguía.
No era una estrella normal, pues tenía unos ojos dulces y grandes que miraban
fijamente; tenía también una sonrisa amplia de un lado a otro lado de la cara.
Nos decía cosas ininteligibles, pero poco a poco la entendimos. Nos hablaba de
su galaxia, donde reinaba la paz y la prosperidad. Se despidió de nosotros dicién-
donos que tenía que volver.
Le dije a Malinger:
-¡Q u é extraña es! ¿No podremos viajar nosotros con ella a su galaxia?
Malinger no me contestó nada pero luego, cuando ya volvía para su casa, me
miró y me sonrió."
Isabel Caro, Pilar Ortega, Inés Parada, Madrid.
EL E X T R A Ñ O
"Es posible que no me creáis, pero mi amigo Malinger y yo, cierto día, cuan
do andábamos sobre las hojas secas de los chopos pues era otoño, vimos aparecer
entre los arbustos a un hombre extraño con unas gafas de espejo y unas botas
con mucho tacón. Pensamos que era un afeminado. De repente, con gran sorpre
sa nuestra, vimos que la corteza de un árbol se abría y vimos, por la luz del día
pues el interior lo invadía la obscuridad, que descendía por unas escaleras. En
el momento en que entró se cerró la corteza. Vencidos por la curiosidad, nos
acercamos al inmenso tronco. Tras unos inmensos esfuerzos la corteza giró. No
veíamos nada. Malinger sacó sus cerillas y encendió una de ellas pues a pesar de
su corta edad fumaba. Se acabaron las escaleras y atravesamos un largo pasillo.
Tras una curva se alzaba una. puerta. Mi curiosidad venció mi poco valor y la
abrí. A llí estaba el hombre pero sin gafas. Al vernos dijo: i ¡Entrad!! en un tono
muy imperativo. Los dos estábamos muy asustados, pero entramos sin vacilar.
50
Suspirando dijo: - Y a sabéis mi secreto. Y, puesto que lo conocéis, os lo contaré
todo. Malinger le interrum pió y le preguntó que porqué era un secreto. Él dijo
lánguidamente: -Porque temo que me destruyan de nuevo mi laboratorio, para
impedir que descubran la fórm ula. Con esto, estad contentos de ser los únicos
seres humanos que han entrado en el laboratorio de Eistein. Nos dio su confianza
y nos acompañó hasta la puerta."
Begoña Montovo y Laura Zumárraga, Madrid.
"Pues era otoño", "pensamos que era un afeminado", "vim os por la luz del día
pues el interior invadía la oscuridad", "pues a pesar de su corta edad fum aba"... El
texto trabaja finamente la verosim ilitud en los detalles a fin de ganar la credulidad del
lector frente a lo que le interesa: el extraordinario descubrimiento del laboratorio sub
terráneo de "E istein".
En estos tres textos la incitación a realizar un trabajo con la ficción de los viajes
espaciales o, más genéricamente, con la ciencia ficción, fue recogida y se desarrolló en
tres direcciones distintas que corresponden a otras tantas tendencias del género.
En el primero de los textos se hace presente el tema del viaje interespacial con
quistador y rapaz. El segundo trabaja en una dirección opuesta: la estrella habla de una
galaxia donde reina la paz y la prosperidad, esta mención y el deseo de v ia ja r-irs e de
este planeta- lo acercan a la utopía de un mundo feliz, que la ciencia ficción ubica a
menudo en mundos lejanos. En el últim o de los textos aparece un personaje típ ico de
los relatos de ciencia ficción: el sabio que debe ocultar a su época los descubrimientos
que realiza. El motivo de tal ocultamiento, aunque suele aparecer conjugado de distin
tas maneras, es siempre el mismo: el peligroso poder que estos descubrimientos o to r
gan al que los posee.
En su misma variedad, los textos demuestran diversos tipos de relación con la
ficción o el material intertextual que estuvo a su alcance, y una implementación inte
ligente del mismo. Ese material pudo haber sido Mazinger, La guerra de las Galaxias,
Encuentros cercanos del tercer tipo, las series televisivas de viajes espaciales o un relato
de ciencia ficción; en cualquier caso se hizo de ese material un uso creativo. Ha llegado
ahora el momento óptim o para mostrarles el material con el que sus textos guardan
una mayor afinidad, dado que comparten la sustancia del lenguaje y la de los proce
dimientos: el material literario constituido por los relatos de ciencia ficción. De este
modo los textos se abren a nuevas lecturas de las cuales resultarán nuevos textos en
un trabajo incesante de lectura y escritura.
"Maggie Flanders pesaba 120. kg. sin zapatos. Estaba sentada tras el registro del
hotel cuando vio entrar a Barry Green."
51
dónde muy cercano y muy lim itado, hay que confesarlo. Este principio se prometía
muy dinámico a pesar de los 120 kgs de Maggie (o quizás, justamente por eso); esperá
bamos también que el contraste entre el dim inutivo Maggie y su peso produjera un per
sonaje cómico y que los nombres, sumados a la más que conocida situación de "llega
da al hotel" ubicara la acción en el Far West o en Nueva York.
El resultado fue mucho más allá de lo previsto:
"Maggie Flanders pesaba 120 kg. sin zapatos. Estaba sentada tras el registro
del hotel cuando vio entrar a Barry Green, un prom otor de boxeo, que venía a
ofrecerle a Maggie "la noqueadora" un contrato para pelear con John Watson
por el títu lo masculino-femenino. El sexo ganador sería considerado superior al
perdedor y lo dominaría durante un período de 10 largos años.
Maggie debía bajar de peso, sino no iba a poder pelear por el codiciado títu
lo. Con el correr del tiempo, logró adelgazar primero 2 kg., después otros 2 y así
hasta llegar al peso ideal. Sus medidas: 90-30-90 no eran las mejores, en realidad
era cuadrada, pero tenía un jab de izquierda que aterraba a su feroz contrin
cante.
Faltaban veinte días para la pelea y el odio que se tenían Maggie y Watson,
era increíble. La gente esperaba el combate con mucha ansiedad. Finalmente
llegó el día en que los dos colosos del sexo opuesto se enfrentaron en el famo
so estadio Parthenon. El público eufórico alentaba a ambos pugilistas.
Luego de las ceremonias correspondientes a un combate de esta jerarquía,
la pelea comenzó. En los primeros rounds ambos intercambiaron golpes, pero
luego la fortaleza de Watson prevaleció sobre la tenacidad y guapeza de Maggie.
Cuando faltaban tres rounds los dos exhaustos se miraron y exclamaron:
— i Es inútil seguir con esto! ¿Con qué fin hacemos esto? ¿Por qué no nos
unimos para seguir juntos en la vida?
Así fue como terminó esta historia. Maggie se casó con Watson y nunca
nadie dominó a otro hasta nuestros días."
Matías Sury, 15 años, Buenos Aires.
¿De dónde, nos preguntamos después de leer el texto, nació el tema del boxeo?
¿De la asociación: Maggie - pesada - peso pesado? ¿De que a los boxeadores, antes de
la pelea, se los pesa sin zapatos? Quizás el razonamiento fue: Maggie ha perdido las
formas femeninas, queda, por tanto transformada en un hombre; decir boxeadora es
lo mismo que decir hombre. ¿O el oficio de Maggie era la materialización del temor
al poder del sexo opuesto?
¿Intervino en esa génesis el cartel de una película que se había exhibido en Bue
nos Aires ese año? El cartel mostraba a Barbara Streissand y Robert Redford sobre
el ring: ni el más ingenuo espectador podía dudar que esa actitud belicosa se transfor
maría en amorosa al terminar la película.
Si muchas y muy diversas conjeturas originó la génesis de este texto, era, en com
pensación, bastante fácil reconocer de dónde provenía buena parte de su discurso.
52
"El codiciado títu lo ","te n ía un jab de izquierda que aterraba a su feroz contrincante,"
" ...los dos colosos de sexo opuesto..." "E l público eufórico alentaba a ambos pugilis
tas..." "...la fortaleza de Watson prevaleció sobre la tenacidad y la guapeza de Mag-
gie..." y otras expresiones más recuerdan claramente el discurso del locutor que trans
mite una pelea.
Estos discursos fuertemente estereotipados de los medios de comunicación ma
sivos aparecen frecuentemente en los textos de los chicos. En este texto en particular,
interesa señalar cómo la acentuación paródica del discurso del boxeo -d e los comba
tes en general- revela que el que lo utiliza no se ha identificado con él, sino que hace
un uso consciente del mismo. En su resolución el relato revela la estrategia de ese dis
curso: crear la ilusión de que los contendientes son seres intrínsecamente feroces y de
que entre ellos existe un odio personal; de esta manera el espectador queda liberado
de todo sentimiento posible de culpa por contribuir a alentar de alguna manera un acto
innegablemente brutal.
S E G U N D A P R O P U E S T A : P R IN C IP IO , M E D IO , F IN A L
En la segunda propuesta de trabajo son tres las frases que deben incluirse en el
texto. La primera de ellas se utiliza como principio, la segunda aproximadamente en el
medio y la última como final.
Estas, que fueron las frases elegidas para chicos y chicas de diez a doce años, sir
ven para ¡lustrar la explicación posterior del trabajo.
Principio: E l "Chacal"surcaba los mares de la Cochinchina
Medio: -Pues veréis lo que pasó...
Final: Una lágrima asomó a sus ojos.
La ofensiva de Pinocho
Salvador Bartolozzi
A diferencia de la propuesta anterior, el texto no nacerá ahora del impulso que le
da la primer frase, sino de la presencia simultánea de las tres. Es decir que después de
leer las tres frases, se comienza a configurar una historia que pueda abarcarlas. Historia
que, como siempre, deberá "inventarse", ya que las tres frases, aunque con diferente
intensidad, connotan situaciones suficientemente diversas.
Pero una vez que el texto comienza a crecer, no crece sólo impulsado por la his
toria que la conjunción de las tres frases originó, sino atraído cada vez por la necesidad
de incorporar la frase siguiente: la del medio y la del final.
Esas frases del medio y del final operan desordenando y al mismo tiempo orde
nando al texto.
Desordenan porque, tal como ocurría en la propuesta de incluir gradualmente
palabras, le hacen tomar al texto que ya ha nacido una dirección que lo obliga a efec
53
tuar modificaciones. Aunque el texto haya nacido de la presencia simultánea de las tres
frases de la propuesta, la necesidad de inducir una nueva frase siempre exigirá, de algu
na manera, reajustes y cambios de contexto.
Pero - y aquí reside lo más específico de esta propuesta- esa nueva frase tam
bién ordena; no sólo porque le ordena (manda) al texto que vaya hasta ella, sino sobre
todo, porque deja que el texto se tome el tiempo para organizar (ordenar) los meca
nismos que la pueden conducir hasta ella, de la forma más natural. Dicho de otro m o
do, el texto tiene tiem po, y puede (y generalmente quiere) justificar la aparición de la
frase elaborando procedimientos que permiten su aparición.
En los dos textos que siguen, que pertenecen a chicos de once años, la frase que
deberá incluirse en el medio (Pues veréis lo que pasó) ya se halla presente en el comien
zo de la historia. En el primero de los textos, el Chacal debe ir a dar una noticia; en
el segundo, existe un narrador dentro de la narración que es el quecuenta la historia.
Es decir que, en ambos casos, desde el comienzo mismo de la historia, la frase del
medio está presente bajo la forma de alguien que va a hablar o está hablando y po
drá por tanto enunciarla. Pero esa frase pide ser justificada en el mismo momento
en que va a producirse, ya que no se comienza a narrar algo diciendo: "Pues veréis
lo que pasó", a menos que exista una pregunta o pedido de narración inmediatamente
anterior. Los dos textos trabajan finamente esa justificación: en el primero, el Chacal
le dice al rey que tiene que darle una noticia, pero no se la da, de tal modo que el rey
se ve obligado a preguntarle qué ha sucedido. En el segundo, se utiliza el mismo re
curso: el narrador se calla y los niños le formulan la pregunta. Maravilla, en este ú lti
mo texto su economía: con el mismo recurso se logra sugerir el silencio que el narrador
oral suele hacer en el momento culminante del relato.
LA V E N G A N Z A DE LAS R A N A S
"E l Chacal surcaba los mares de la Cochinchina. Tenía que dar un mensa
je muy importante al rey Neptuno. Al llegar al gran palacio de cristal subió la
gran escalinata de nubes blancas hasta llegar a la puerta azul del cielo donde se
encontraba Neptuno. La gran serpiente verde vigilaba la puerta y le preguntó:
-¿Para qué quieres ver al rey?
-Tengo que darle una mala noticia -contestó el Chacal.
- S i es tan importante, entra.
Y el Chacal penetró en el salón.
- ¡Rey! ¡Rey! Una noticia tengo que daros.
-¿ D e qué se trata?
-Pues veréis lo que pasó. El gran ejército de ranas se acerca; quieren raptar
a su mujer.
-¿Cóm o? ¿Raptar a Sapursatita?
- S í, eso he dicho, señor. Tenemos que hacer algo rápidamente.
54
De repente se abrió la puerta y apareció la serpiente.
-¡S e ñ o r! ¡Señor! ¡Atacan el castillo!
- ¡Tenemos que ir a por Sapursatita!"
Cuando llegaron, ella no estaba en su lecho dorado. El león se acercaba co
rriendo.
- ¡Señor! ¡ Las ranas se han alejado llevándose a su mujer y piden cinco trébo
les de seis hojas!
-jP e ro eso es imposible! Tenemos que encontrar algún plan.
Al Chacal se le ocurrió una gran idea.
- Pintaremos margaritas de verde.
Así lo hicieron y llevaron cinco margaritas verdes. Sapursatita volvió al pala
cio, pero la jefa de las ranas se dio cuenta del engaño y hechizó a Sapursatita.
Cuando Neptuno llegó a su aposento vio una hermosa cerda y la mandó matar
para la cena de Nochebuena. Cuando estaban cenando la cerda desapareció y una
voz dulce sonó.
- Adiós, querido Neptuno, tú me mandaste matar y me voy convertida en
aire.
El rey comprendió que la cerda era Sapursatita y una lágrima asomó a sus
ojos."
E L N A U F R A G IO
" 'El Chacal' surcaba los mares de la Cochinchina cuando de pronto el cie
lo se abrió y una gran tormenta cayó sobre el barco. Entonces yo dije:
- ¡Mujeres y niños, abajo, a la bodega! ¡Amarrad las velas!
De repente, 'el Chacal' se estremeció. Había chocado contra un arrecife.
- ¡Sigue, papi, sigue! -d ije ro n los niños.
-Pues veréis lo que pasó. En el barco se abrió un profundo boquete y em
pezó a entrar agua. Cogimos los botes salvavidas y subimos a los enfermos, m u
jeres y niños.
Entonces dijo un grumete:
- ¡El Chacal se hunde, capitán!
Muchos hombres murieron, pero un barco, como venido del cielo, reco
gió a los sobrevivientes.
Y cuando el padre acabó de decir estas palabras, una lágrima asomó a sus
ojos."
Al proponer la frase del medio son dos los trabajos que deseamos ver realizarse.
El primero es un trabajo con los mecanismos de la aparición de las frases. El segundo es
un trabajo con determinadas categorías del discurso.
Al hablar de "P rincipio, medio y fin a l" de un texto, ya la propuesta hace ima
ginar una totalidad cuyas partes valen por la relación que guardan entre sí (se trata de
un medio porque es medio de un principio y de un final; se habla de un principio
porque está lim itado por el medio, etc.). Al pedir que se incluyan frases en esos lugares
surge la necesidad de elaborar mecanismos para lograr esa inclusión. La ¡dea de to ta li
dad más la necesidad de inclusión da como resultado una tendencia a producir textos
muy coherentes, con una historia que sigue una secuencia de fuerte causalidad.
Lo que buscan la frase del medio y la del final es que se trabaje más consciente
e intensamente con los procedimientos que se utilizan para lograr esa coherencia.
Utilicemos una comparación. Sea la tendencia a producir un relato con una fuer
te lógica causal similar a un impulso; la frase segunda es corno un obstáculo interpues
to a ese impulso que lo contradice lo suficiente como para lograr que se ejercite más
intensamente. Pero es claro que lo que se espera no es primordialmente que se ejer
cite una técnica. Al tener que trabajar con la coherencia de esa inclusión, esperamos
que se descubra que el texto elabora un recurso para lograr un efecto determinado.
Es decir que para que la frase: -"P ue s veréis lo que pasó” , tenga una motivación ade
cuada, es necesario que exista un personaje que la diga en una circunstancia adecuada.
Personaje y situación se muestran así como procedimientos que el texto crea, no como
imitación de alguna realidad.
Esa contradicción que la frase segunda significa no debe ser sentida como una
coerción; por eso preferimos elegir en general una frase con menor contenido temático,
de modo que tenga menor peso en la historia y sí en cambio - y este es el segundo ob
jetivo del tra b a jo - que sea rica en categorías del discurso.
Las categorías del discurso -q u ié n , quiénes enuncian, a quiénes se d irigen-son
gradualmente percibidas por los chicos; y no hay mejor manera para iniciarlos gradual
mente en esa percepción que incitarlos a que las pongan en práctica. Un narrador dis
tin to al de la primera frase, la presencia de un oyente, el uso del diálogo, son recogidas
y desarrolladas naturalmente por ellos, tal como vimos en los textos anteriores.
La frase fin a l
Pega otro salto el texto y cae en su plataforma final donde recibirá los aplau
sos por su proeza. Deja a los otros la admiración y el comentario. El ya ha hecho su
trabajo.
No toma el megáfono para explicar qué tuvieron de especial sus saltos.
Al proponer una frase como final lo primero que se busca es disuadir el difun
dido hábito escolar de "cerrar" el texto con el tapón o broche de una frase estereoti
56
pada. Frase que toma la forma de una valoración de lo que se ha escrito " ¡Qué lindo
fue aquel día de cam po!" o agrega una reflexión moralizante: "Y se dio cuenta que no
debía desobedecer a sus mayores". Estas frases, tomadas del archivo de los estereotipos
aceptados, que se utilizan para calmar la inquietud de no haber dicho lo que se debía
o de h-aber puesto en marcha la imaginación, revelan más claramente que otras, una
teoría sobre la literatura y sobre el hecho de escribir.
Terminar un texto con una frase al estilo de: "Qué lindo fue aquel día..." es in
dicar cuál es la lectura que debe hacerse del texto. Lo escrito debe ser leído como " lin
do". El que escribe emite el texto como un mensaje que debe llegar unívoco a su lec
tor: él es quien indica cuál es la única lectura que debe hacerse del texto. El final
intenta impedir que el texto adquiera en la lectura múltiples significaciones. Paradó
jicamente, tal comentario revela también una desconfianza en las posibilidades de
significar que el texto tiene: el que escribe siente temor de que lo narrado no sea su
ficientemente "lin d o " e intenta suplir las carencias del texto.
El final moralizante revela una concepción de la literatura como subordinada a
un fin ú til: la literatura es aceptada siempre que se busque con ella exaltar las virtudes
o condenar el vicio.
Proponer diversos finales a los textos es demostrarles a los chicos que cualquier
frase y no un estereotipo puede volverse final, y que es el hecho mismo de que des
pués de ella no haya más que vacío lo que transforma esa frase en final y la llena de
significaciones "finales". La lectura y el breve comentario de los textos les descubrirá
que en los textos una misma frase adquiere significados diferentes gracias a la relación
que guarda con todo el texto.
Proponerles muchas, diferentes, asombrosas frases como finales les hablará del
ritm o, la sorpresa, la circularidad, la no-finalización de esa despedida del texto que
es un final.
El fin a l fe liz
No hay que confundir lo dicho sobre finales "estereotipo" con los finales de
texto habituales en los más pequeños, que repiten con variantes el final feliz clásico
de los cuentos de hadas tradicionales: "Y se casaron y fueron felices y comieron per
dices". Hablando de ellos, Bruno Bettelheim, en su libro Psicoanálisis de los cuentos
de hadas,1 dice que cada cuento proyecta en su final feliz la integración de algún con
flicto interno, justamente el que el cuento ha simbolizado. Al igual que la fórm ula ini
cial: "Había una vez...", la fórm ula final sirve para ratificar que lo que el relato narra
sucedió en una época muy lejana, muy diferente a la realidad cotidiana y que quedó
resuelto para siempre.
1 Bruno Bettelheim . Psicoanálisis de los cuentos de'hadas. Ed. G rijalbo, Barcelona, 1977.
57
T E R C E R A PROPUESTA: IN C L U IR U N A FRASE
EN C U A L Q U IE R L U G A R D E L T E X T O
58
un terrible apuro, pues su único acompañante había m uerto: tenía incrustado en
el pecho un barrote de la jaula del gorila.
Todo había sido calmo en aquel vuelo hasta que, inesperadamente, había
atravesado los aires una enorme masa de pelo que se había estrellado con un
gritQ de furia contra el tablero.
Diez minutos después de aquel ataque el capitán se encontraba en el de
sierto con un avión destrozado, tres gorilas muertos, una lata de maní medio
vacía y una botella de vino.
Mientras exploraba, el capitán halló una ciudad perdida y se quedó a vivir
en ella. Los maníes y el vino le duraron doce días a razón de un maní y un sorbo
de vino por día. Al decimotercer día el capitán se acordó de los monos y los fue
a buscar. Saló la carne que todavía quedaba buena y la almacenó en la ciudad.
Seis meses después oyó el ruido de un avión. Salió a ver qué era y un enor
me avión de pasajeros cayó sobre él.
Hoy la ciudad perdida es un lugar de turismo. Los huesos del capitán yacen
allí y son sólo una curiosidad más del lugar."
12 años.
Este relato está estructurado por una serie de escenas muy plásticas que a veces
se centran en un detalle de primer plano: el barrote, la masa de pelo. Dado que el re
lato no avanza siguiendo una secuencia temporal ordenada sino en avances y retro
cesos, esas escenas quedan separadas entre sí. Su solución de continuidad y su plasti
cidad recuerdan las viñetas de los comics. A avivar este recuerdo contribuyen algunas
frases muy características del discurso de la historieta, como: "T odo había sido cal
mo en aquel vuelo hasta que..." y la frase final: "H oy la ciudad perdida..." ¿Podemos
aventurar que el texto ha trabajado libre y creativamente con la estructura y el discur
so de la historieta?
La relación que establece la escritura literaria de los chicos con los materiales que
los medios de comunicación les aportan queda como tema de otro trabajo. Sin em
bargo, se podría adelantar que esta relación es, en general, creativa y en muchos mo
mentos tiende a exagerar algunos tics de los discursos de los medios con una intención
claramente cómica.
LA ELE C C IÓ N DE LA S FR A SES
La frase que se eligió para incluir en cualquier lugar del texto, ¡lustra con bastan
te claridad una de las características que tornan más productivas a las frases: la falta
de datos.
Esta "falta de datos" cumple una función similar a esa pérdida que V ladim ir
Propp descubre en el comienzo de la acción de los cuentos populares rusos: "la pér-
CQ
dida o la carencia de algo - d ic e - es lo que pone en marcha la acción propiamente d i
cha del cuento” .1
En los cuentos que analiza Propp, se sabe qué es aquello que se perdió: alguien
fue raptado, un bien fue robado; a partir de ese momento, lo que el relato narra es
cómo esa pérdida es resarcida o también cómo una carencia es remediada.
En las frases que proponemos aquello que se ha perdido, que falta, no se conoce
de antemano como sucede en los cuentos; por lo tanto, cada texto podrá recuperar al
go distinto. Pero igual que lo que sucedía en los cuentos populares, igual que lo que su
cede en todos los textos cuando algo se pierde o falta, siempre la escritura se pone en
marcha para recuperarlo.
Ampliando o quizás tan sólo precisando lo que dice Propp podemos afirmar
que los enunciados incompletos, fragmentarios, ambiguos, misteriosos, incomprensi
bles2 - y a sea porque no se entiende el significado de una palabra o porque son absur
dos y van contra nuestra lógica - son los más productivos.
Eso que falta, puede ser, a veces, la continuación de la acción que se ve interrum
pida en un momento culminante; así es como lo planteamos en ia mayoría de los ca
sos; puede leerse también como los datos que justificarían un enunciado que parece
sin sentido.
Enfrentado con este sin sentido -supongamos la frase: "Necesito más telara
ñ a s "- el texto suele elegir dos caminos. Uno, el más frecuente, restituir el sentido:
se explica que las telarañas se necesitan para fabricar una pócima o para curar heridas.
Otro, mantenerlo o acentuarlo: se dedica a los personajes a buscar telarañas de todos
los colores y tamaños o se los vuelve "expertos en telarañas" sin explicar nunca para
qué sirven o se buscan.
De estas observaciones resulta, por una parte, la importancia de que el carácter
incompleto de la frase sea muy notorio; por otra, que la frase deje bastante libertad
como para que la escritura recupere aquello que desea, es decir que los textos puedan
transcurrir por caminos diversos.
Estas dos cualidades que pedimos a la frase deben interpretarse con distinto
rigor según las edades a las que van dirigidas. Los más chicos aceptan y necesitan ma
yor cantidad y exactitud de los datos iniciales; a medida que crecen esos datos empie
zan a ser sentidos como imposiciones. También es cierto que de una misma frase se
hacen a distintas edades lecturas muy diferentes. "Es posible que no me creáis, pero mi
amigo Malinger y yo ..." había sido propuesta también a chicos más grandes; el resulta
do fue que la mayoría de los textos trataron sobre la amistad y diversos conflictos
en torno a ella.
Las tres propuestas básicas que se dan en este capítulo ofrecen también una di
ficultad creciente en cuanto a la edad. Con la primera se puede trabajar en forma
1 Véase V la d im ir Propp. M orfo lo g ía del Cuento. Juan Goyanarte. Bs. As., 1972.
2 Sobre el valor pro d u ctivo de las palabras desconocidas véase el ca p ítu lo IV .
60
oral desde los siete años; la de principio-m edio-final comienza a darse a partir de los
diez u once años. La últim a es aconsejable a partir de los once. Pero, como todo do
cente bien sabe, esta tabla de edades es aproximativa y fluctuante. El trabajo de ta
ller, como todo trabajo con los chicos, siempre reserva asombros: ese es, justamente,
uno de sus mayores encantos.
F R A S E S D E IN C L U S IÓ N
Las frases que se proponen a continuación buscan tan sólo ilustrar algunas elec
ciones. Están graduadas de acuerdo con un orden creciente de dificultad, pero no divi
didas estrictamente por edades.
De ninguna manera pretenden suplantar el trabajo de elección y acopio de mate
rial que cada cual realizará de acuerdo con sus gustos y los de su grupo de trabajo. Este
trabajo debe realizarse en los libros, las historietas e incluso en las series de televisión,
aunque, naturalmente, es posible realizar ligeras adaptaciones de una frase. Es obvio
también que los comienzos no tienen por qué haber sido tomados estrictamente del
principio y que en la propuesta de principio-medio-final las frases pueden pertenecer
a textos distintos.
P rin cip io s
C u e n to s tra d ic io n a le s
En un lejano país había un príncipe que quería casarse con una princesa, pero
con una princesa de verdad.
La princesa y el guisante. Andersen
Este era un conde que se divertía con sus cacerías, haciendo rabiar a los anima
les del bosque.
La madrastrita. Juan Antonio de Laiglesia
Había una vez un hobito que vivía en una cueva de tierra. La madre del hobi-
to... pero, ¿qué es un hobito?
El hobito. J. R. R. Tolkien
61
Hace muchísimos años, una mañana, Bilbo Baggins se había parado delante de
su puerta fumando una pipa cuando se acercó Gandalf.
El habito. J. R. R.ToIkien
A v e n tu ra s
D e l L e ja n o O este
C ie n cia F ic c ió n
62
si todos sus habitantes salieran a la vez de sus casas, sólo podrían caber sobre su su
perficie levantando una pierna.
Stanislaw Lem. Diario de las estrellas. Viajes y memorias.
Principio-medio-final
Un día creí saber por qué las cosas se enfrían de dos maneras al llegar el in
vierno.
-B ueno contestó, tomando por la...
Aunque sólo sea de vez en cuando.
Un invierno m uy crudo. Karl Alfred Wolken.
El león miraba a Enrique Donadío. La opinión que este últim o tenía de los leo
nes había variado.
-Señoras y señores -d ijo .
Mañana saldrá en los diarios.
Fuera de las jaulas. Silvina Ocampo.
63
"A no ser por su manía de multiplicarse, hubiesen sido algo ideal como compa
ñeros de viaje.”
Tomás Salvador. Marsuf, el vagabundo del espacio.
“ El canto -d ijo la mujer retorciéndose las m anos-. Hay algo en la casa que está
cantando..."
"-N ecesito más telarañas - d ijo la señora."
Alfred Hitchcock. El misterio de la serpiente susurrante.
64
DESARMAR Y ARMAR
65
D E S A R M A R Y A R M A R U N T E X T O : M O S A IC O
El ejercicio del Mosaico podría enunciarse como una receta: "Elíjase un texto
rico, breve, sustantivo y poco metafórico. Copíeselo en una hoja de papel con buena y
clara letra, dejando cada vez un renglón en blanco. Córtense los renglones como tiras
y luego éstas en unidades más pequeñas (las que se quiera) hasta llenar con ellas la
superficie de la mesa. Juéguese un poco con ellas colocándolas caprichosamente unas
la lado de las otras, lógrese por medio de estos choques los chispazos de un texto
nuevo. Ármese entonces un texto nuevo, o dos, o un rabo con los sobrantes.”
Texto elegido:
Esta noche la luna, redonda y brillante, está, de una manera matemática,
encima del pozo, de modo que sé refleja precisamente encima de la oblea negra
del agua. Aprovechando su claridad, el jardinero prefiere regar las plantas a esta
hora.
Juana de Ibarbourou.
Mosaico:
La negra prefiere regar la mente del matemático, redonda y brillante como
una oblea a esta hora. El jardinero está en el centro preciso de la luna; aprove
chando su claridad, se refleja encima del agua del pozo.
Parece una receta, parece un juego. Tras la receta-juego del mosaico existe una
concepción del acto de escribir.
66
es considerado el "du eño" de ese discurso específico donde las palabras adquieren una
determinada significación.
Al proponer utilizar esas palabras extraídas, no del campo general del lenguaje,
sino de un texto literario específico, queremos indicar que la literatura es una suerte de
patrimonio común que ingresa necesariamente en el uso literario que cada uno puede
hacer de las palabras.
Cuando los chicos copian el texto y lo recortan, lo que se busca es dramatizar el
gesto de apropiación que es uno de los pasos fundamentales de la transformación que
todos hacemos al escribir.
Y hete aquí que un montón de material se acumula sobre la mesa. Son como pe
queñas piezas de un juego de construcción. Se las puede leer de a una y descubrir có
mo, ya sueltas de los lazos que las unían en un determinado contexto, cada una irra
dia nuevas e independientes significaciones.
Entonces se juega a combinarlas.
Hay algo en este juego que hace recordar el momento en que se toma la arcilla
entre las manos, se la amasa hasta form ar un cilindro, se le redondea una cabeza, se
le estira una cola: demasiado simple, no gusta. Se vuelve a amasar la arcilla, se forma
una bola, se la aplasta, se levantan los bordes: aparece un recipiente hondo.
Es el momento en que las palabras mismas me descubren qué puedo hacer con
ellas, a qué nuevas combinaciones se prestan. Es por eso im portante pedir que se jue
gue a combinar los trozos de papel sin una ¡dea previa, y dejar que de las asociaciones
insólitas que entre ellos se produzcan empiece a formarse el texto.
Una frase de Mallarmé que vale por toda una poética resume este momento: "Ce
der la iniciativa a las palabras".
Es también el momento en que el maestro debe ser sensible a ese "enemigo ru
mor de las palabras", ayudando a aceptar las nuevas significaciones que de esas asocia
ciones surgen.
Y por últim o, pegar sobre la hoja, es decir, fija r esos pedacitos de papel. Pasár
selos unos a otros, clavarlos en las paredes del aula para que con el tiempo, lentamente,
se vayan leyendo, para que se aprendan a leer otros modos de significar.
Mosaicos.
67
Los tigres nadaron a manotones hacia arriba y hacia abajo y vieron que la
orilla corría enfurecida al río ,"
Salinas - Uribe, 12 años.
"M iles de bichos de luz bramaban locos de dolor como enormes tigres en
furecidos y las rayas daban manotones a los tigres que nadaban por el río ."
de M i prim er Maestro de Miguel de Unamuno
Todos los bolsillos eran naturalmente pavos y tan pavos que ni siquiera po
dían escapar del guardapolvo del viejecillo justiciero. Éste im partía justicia en el
banco de la plaza, en noches de sol radiante. Olía a incienso y aalcanfor porque
estaba haciendo unos pavos y esos pavos se parecían a nosotros, losbolsillos.
Aguilar - Carballo - Solsona, 12 años.
CO LLAGE
Con la propuesta del Mosaico el punto de partida de nuestro trabajo fue un tex
to literario. Con los collages trabajaremos sobre un texto inform ativo.
Vuelven a entrar en danza las tijeras, pero antes de que sus afiladas puntas co
miencen su tarea nos detendremos en la exploración del material que vamos a u tili
zar: material que justamente por "d ia rio " y "p e riódic o" necesita ser vuelto a ver.
Si se confrontan los distintos "tip o s " de letras que aparecen en un diario se des
cubre que el trazo tiene significación: hay algunos tipos que son más ágiles, funcionales
y modernos, otros más reposados y solemnes. Los distintos tipos dibujan letras más
redondeadas y simpáticas, otras agudas y ariscas, otras antipáticas, y no faltan las que
crean un leve desasosiego. Un mismo tipo de letra admite distintos cuerpos: los cuer
pos de los titulares, subtitulares y texto dan distinta jerarquía al mensaje. Después de
reconocer la existencia de los tipos y los cuerpos de las letras en el periódico, podemos
atender a la diagramación. Las columnas, los avisos publicitarios y los titulares se dis-
68
tribuyen -se diagram an- buscando un equilibrio, ya que no toda la superficie de la
hoja tiene el mismo peso. La diagramación de la hoja del diario nos lleva a descubrir la
significación del espacio.
Pero las tijeras ya están ansiosas por emprender su tarea. Recortemos, entonces,
pero sin una idea definida de lo que vamos a construir, eligiendo por aquí una frase,
por allí una palabra, descubriendo nuevamente cómo la ruptura de un contexto cambia
la posible significación de una palabra, cómo una frase cortada por la mitad se vuelve
de solemne, cómica; de clara, ambigua.
Luego se juega a combinar el material acumulado hasta que el "n u d o " se arma.
Nudo que pide otras frases, que no las encuentra, que busca otras, que acepta nuevos
desarrollos.
Y, finalmente, el collage hace honor a su nombre: se pega.
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P O E M A -C O L L A G E
Fueron las vanguardias literarias de principio de siglo - e l surrealismo, el futu ris
mo, el u ltra ísm o - quienes, desatendiendo la consigna de Verlaine que entonces impe
raba: "la música ante to d o ", dieron mayor importancia al poema como una entidad vi
sual.
Vicente Huidobro, un poeta chileno, cuyo libro Poemas Articos suele gustar mu
cho a los chicos, armaba algunos de sus poemas utilizando titulares de periódicos. En el
archivo de su familia se guarda un sobre que los contiene y que él mismo caratuló:
"Frases y recortes".
La función del inusual respaldo literario que acabamos de invocar es, sencilla
mente, la de darnos ánimo para enunciar nuestra próxima propuesta:
Arm ar-construir un poema con los titulares de los diarios.
Las respuestas que hasta ahora hemos logrado indican una vez más que tal res
paldo no es necesario.
Tras un enfrentamiento,
U n a v it r in a
se declaró en rebeldía
Más de 300
^R U LLA N TE S
Descalificados
A ta c a r e m o s
L o s r itu a le s Lo absoluto
y después...
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73
solo de celuloide
de
Cicatrices
e n b u s c a
León rugió en el césped
Confusión ante
su m isterio
El lustrabotas de la plaza
Me sabía inocente
|La amenaza
J ¡ r t\0 ^ © to c ó %
«JUSTICIA, L O G IC A
irregular en acciones
R e ju v e n e c e
i
El trayecto que va desde el texto del diario hasta el texto del poema está jalona
do de descubrimientos. Ahora vale la pena detenernos - descansar - y recordarlos.
El primero de ellos atañe al especial modo de significación del discurso poético.
El trabajo evidencia que, si bien al seleccionar las palabras se eligen aquéllas que son
consideradas por sí mismas más "poéticas" que las otras, existen otras palabras que por
su uso habitual parecían excluidas del territorio de la poesía y que adquieren una nue
va significación, ésta sí, más poética, dentro del contexto del poema. Lo que se está
descubriendo en este momento es que en el discurso poético el sentido de la palabra es
siempre más el resultado de la significación contextual que de su significación princi
pal, esa que el diccionario le atribuye.
La distribución móvil en la página previa a la fijación de los recortes permite
experimentar toda clase de variaciones con las palabras, los versos y aún series enteras
de versos. Dado que el mismo material utilizado no propicia -m ás bien im p id e - el
isosilabismo y la rima, el poema resultante tendrá versos libres. La movilidad permite
estudiar la significación del corte y de la extensión de los versos.
76
La lim itación inmanente al material que se ofrece para construir el poema im p i
de, además, que la organización form al de su significación siga el orden de la articula
ción lógica. Esta lim itación obliga a significar de otra manera: manera concentrada,
desplazada, elíptica, propia, en fin , del texto poético.
Y, por últim o, esta poesía, que no se plantea como el pasaje form al de una inte
rioridad a una exterioridad, permite una mejor objetivación del trabajo que presupone
al oficio del poeta. Oficio este por momentos artesanal, en el que la palabra adquiere
paso y materialidad de objeto para construir el cuerpo del poema. El poéma-collage,
poema que es al mismo tiempo un objeto gráfico, apoya y ratifica con su innegable ma
terialidad la reificación de la palabra poética: "una cosa que dura" llama sin ambages
Jakobson al poema.
M O N T A J E D E P O E S ÍA S
Cuando al armar los mosaicos y los collages yuxtaponíamos frases que habían si
do tomadas de otro texto, estábamos acercándonos con nuestro trabajo a la técnica ci
nematográfica del montaje. El montaje cinematográfico evidencia cómo la yuxtaposi
ción o combinación de las distintas secuencias de imágenes es en sí misma productora
de significación.
Lo que vamos a hacer ahora es pedirle su técnica al cine --o a G r iffith - y realizar
un montaje de poesías.1
Para el montaje utilizaremos esas ristras de palabras que parecen venir ya prepa
radas ante la punta de las tijeras: los versos. El verso es percibido como una fuerte uni
dad porque a la relación sintáctica y al contenido semántico de las palabras que lo fo r
man se agrega el ritm o. La pausa final del verso marca el final de un sentido que, du
rante el corto espacio gráfico o sonoro que lo separa del verso siguiente, es percibido
como total.
Al trabajar con versos -unidades de fuerte se n tid o - lo que esperamos es volver
más notoria la m odificación de ese sentido, en función de las variaciones que los mon
tajes operen. Un ejemplo: el verso "con largas capas oscuras" varía notoriamente de
significación sí luego se la yuxtaporie:"grandes nubes se levantan".
Y ya la punta de las tijeras se enfila, impaciente, hacia los versos... ¿de quién?
Nosotros elegimos poemas para niños, de Federico García Lorea. Esta elección define,
también, una edad: de nueve a doce años.
Los poemas para niños de García Lorca reúnen, además de su calidad poética,
varias condiciones que los tornan adecuados para este trabajo. La primera es el predo
m inio del verso octosilábico, uno de los más adecuados para la literatura in fa n til; a él
se le agrega el ritm o del pentasílabo. Con esta elección estamos definiendo un trabajo
con el verso isosilábico. García Lorca utiliza la rima del romance: rima asonante en los
1 Elegimos poesías con ritm o y rim a por ser éstas las que más agradan a los niños; al ha
blar del verso nos referim os al verso de.este tip o de poesías.
77
versos pares. Esta rima, que la combinación de algunos de los versos puede volver a re
crear, satisface el gusto por la musicalidad que manifiestan los más chicos, pero al
mismo tiempo no es tan marcada que no admita la combinación con versos blancos
o sueltos. En García Lorca, finalmente, es un tropo frecuente la animización, figura
que caracteriza al pensamiento infantil y que, por otra parte, facilita la atribución más
libre de cualidades o acciones.
Esta vez, la tarea de juntar el material corre a cargo del maestro: una lectura pre
via de los poemas por parte de los chicos incidiría en los resultados. Al elegirlos, se
puede pensar en su posible utilización sintáctica, seleccionando algunos capaces de
funcionar como sujetos, otros como declarativos, otros como construcciones verbales
y otros como complementos. Si se copian los versos en una hoja (entre doce y quince
versos es un buen número) se fotocopian y luego se cortan en tiras -d e nuevo la rece-
t a - se arman "juegos" de versos que se distribuyen ya sea por grupos o individualmen
te, y entonces se pide:
A r m a r un p o em a con dos o tres o c u a tro de esos versos
La limitada extensión de los poemas -se utilizan pocos de cada ju e g o - favorece,
por una parte, la variedad de los resultados, y por otra el trabajo de producción poética
que luego sigue, en el cual se utilizan los versos restantes. Los poemas que resulten se
van copiando; de este modo, al finalizar el trabajo, los juegos de versos se recuperan, lo
cual es gratificante para un siempre atareado maestro; aunque no tanto como oír los
poemas que resultan:
78
Los caballeros Dentro le cantan
del fresco río sus cuatro sombras
vuelan y tornan sin barandillas
con pececillos
de sombra y plata
Mi corazón
llevan herido
bajo las flores
de idioma blanco
Y ya que han "sobrado" versos, ¿por qué no usarlos como pie e inventar nuevos
versos? Se escribe entonces alguno de los versos que no se utilizaron en el pizarrón, y
entre todos se inventa el que sigue (que bien puede ser el que antecede):
79
Y si el primer verso que se propone es demasiado "c o rto " o demasiado largo,
concretamente, si hay que borrar y cambiar una palabra o poner el final al principio,
mejor. Este trabajo forma parte en muchos momentos del humilde oficio del poeta.
Y la reina - la poesía- tiene, como bien dicen los cuentos, debilidad por los humildes.
La propuesta del montaje puede realizarse de distintos modos: un equipo reúne
el material y se lo pasa a otros para que lo armen; también es posible con los mayores
trabajar directamente con los libros. Un montaje puede ser utilizado para efectuar una
recorrida previa del libro, que motive su posterior lectura: montaje del primer renglón
del primer capítulo con el segundo del segundo y así sucesivamente. Montaje de cuar
tetos y tercetos hasta form ar un soneto, montaje de endecasílabos para form ar un
soneto; montaje-adivinanza ¿a quién pertenece cada una de estas estrofas?; montaje-
homenaje al autor preferido.
Montaje que implica un meter sin miedo las manos dentro de la preciosa mate
ria literaria y apresarla, amasarla, construirla, conocerla, transformarla.
Y ya que armamos poemas con los poemas y poemas con los diarios, ¿por qué
no armar también poemas con el pobre y vapuleado análisis sintáctico, del cual tanto
mal se dice? Son pocos los que se animan a confesar el placer de crucigramistas, de
reveladores de acertijos que sienten, al ir separando cajita tras cajita china, y al marcar
cada cajita con esas cifras de coleccionista minucioso e iniciado: OB o si no OU -la s
cajas más grandes- SS / PVS -la s cajas enfrentadas- y dentro: md, m i, ap, cc, y des
pués od,oi,circ,ag, pred, y más adentro aún esos n. orondos como un sol, últim o reduc
to donde está prisionera la palabra, princesa dormida.
Proponemos entonces el riguroso análisis sintáctico de tres oraciones de estruc
tura semejante:
En Florencia gobernaba una poderosa familia de banqueros.
Al lado de la puerta colgaba el pompón rojo de la campanilla.
Sobre las riberas crecen matorrales de papiros.
80
historia. Historia que adquirirá sin duda proyecciones dramáticas si lo que se propone
es intercambiar los agentes de las siguientes oraciones:
El cuarto de huéspedes era ocupado por nuestros tíos.
Inglaterra fue invadida por los daneses.
Y resulta que Inglaterra fue invadida por nuestros tíos, al tiem po que el cuarto
de huéspedes era ocupado por los daneses. Pero lo más frecuente es que en vez de con
tinuar el desarrollo lineal de una historia, las oraciones puestas en movimiento no quie
ran - o no puedan- detenerse, y aceleren el procedimiento moviendo o cambiando
todo lo que encuentren en la página. Los dos textos que siguen fueron el resultado de
un cambio enloquecido de aposiciones, combinado -e n el primero de e llo s- con visi
tas al diccionario.
A L E JA N D R O , U N A V IC T O R IA , SOBRE TO D O S
N O T IC IA S DE L A N O C H E
Llegó al mundo occidental el hijo de Filipo, un invento de ¡os fenicios.
81
Decir que "siempre se redoblaba" ¿no es definir poéticamente la aposición, re
doblamiento semántico y sintáctico? Intercambiando aposiciones también se pueden
construir metáforas.
Intercambiar las aposiciones:
La luna, un astro plateado, brilla en el cielo.
El bergantín, una nave pirata, surca el mar.
El tigre, un ágil felino, se esconde en la selva.
DESA RM AR Y A R M A R UN RELATO
1 Ver V la d im ir Propp. M orfo lo g ía dé! cuento. Juan Goyanarte E d ito r. Bs. As., 1972. Ro
land Barthes. In tro d u c c ió n al análisis e structural del relato. Comunicaciones. Ed. Tiem po Con
tem poráneo. Bs. As., 1974.
2 Sobre la historieta véase Mabel V. M. de R osetti. La com unicación integral. La historieta.
Cuadernos Pedagógicos. Kapelusz.
82
La historieta que elegimos es una Aventura de Asterix: Asterix y Cleopatra.3
Existen otras razones que motivan esta elección. La primera es que la gran mayo
ría de los chicos ha leído alguna de las aventuras de Asterix. La segunda se entronca
con la primera: en Asterix suele mantenerse una estructuración de la intriga muy seme
jante a través de diversas aventuras. En la aldea gala donde viven los héroes, la paz se
ve turbada por la introm isión de un factor extraño, ya sea la llegada de un extranjero,
una pelea o un ataque. Esta ruptura de la paz origina generalmente un viaje, que los
héroes Asterix y Obelix emprenden con el fin de cum plir una misión. Los obstáculos
que los héroes deben salvar para cum plirla están puestos por su o sus adversarios. La
superación de estos obstáculos, ya sea gracias a la astucia de Asterix, la fuerza de Obe
lix o la ayuda de la poción mágica, culmina cuando los héroes cumplen la misión.
Luego reciben su recompensa y regresan a la aldea donde son agasajados invariable
mente con un banquete: la paz reina nuevamente.
De paz rota a paz restaurada, la historia se desarrolla a través de una secuencia de
funciones muy similar a la que Propp determina en su análisis de los cuentos populares.
En la intriga que rápidamente esbozamos es fácil reconocer esas funciones que Propp
denomina el daño, la mediación del héroe, la partida, el traslado de un reino al otro,
la lucha contra el antagonista, el regreso del héroe, etc. Esta secuencia de funciones,
además de reiterarse en muchas aventuras de Asterix, es similar a la secuencia de mu
chos cuentos tradicionales, relatos de aventuras, relatos policiales y también series de
TV que los chicos conocen. En resumen, la segunda razón que nos llevó a elegir una
historieta de Asterix fue que el trabajo con un modelo formal muy conocido por los
chicos facilitaría el paso, la apertura, a otros relatos que tuviesen esa misma organiza
ción formal. La sim ilitud en la secuencia de las funciones debía servir para poner en
marcha el trabajo con otro material literario.
La tercera razón que nos decidió a elegir una historieta fue que tanto su imagen
como la estructura gráfica sirve de apoyo para ilustrar y concretizar visualmente las
funciones. En la aventura que elegimos, por ejemplo, la función "pedido de ayuda"
correspondía a una viñeta en la que aparecía el personaje que emite el pedido arro
dillado y lloroso delante de los héroes. La im portancia de la función "llegada a un país
desconocido" está remarcada por una viñeta que ocupa toda una página.
83
R e la to de una e x p e rie n c ia
L a le c tu ra y e l re c o n o c im ie n to de las fu n c io n e s
La primera propuesta de trabajo fue: leer todos juntos una historieta de Asterix
y ver cómo está hecha, de cuántas partes está armada. Es decir, explorar y desmontar
la torre.
La elección recayó sobre Asterix y Cleopatra y se organizó una lectura colectiva
distribuyendo varias veces los roles, de modo que todos pudieran leer.
Al delim itar las funciones, lo que interesaba era demostrar que eran válidas
para otros relatos. Por esta razón, después de descubrir una función la comparábamos
con otra función similar en otra historieta de Asterix. Si descubríamos, por ejemplo,
que en la historieta aparecía "alguien" que pedía ayuda a los héroes, recordábamos
que en casi todas las historietas al comienzo aparecía "alguien" que hacía un pedido
muy importante para el desarrollo de la intriga: en La hoz de oro el druida pide que
le consigan muérdago para hacer la poción mágica; en La gran travesía pide que le con
sigan pescado fresco con el mismo fin. En Los laureles del César, es Abracurcix, el jefe
de la aldea, quien pide, o mejor dicho ordena, que le traigan la corona de laureles de
Julio César para condimentar el estofado que hará comer a su cuñado, un parisino en
greído. Pero las comparaciones que hacíamos no se detenían en las aventuras de Aste
rix. Por las escaleras de la calle Baker, donde Sherlock Holmes se aburre, sube el que
va a encomendarle un caso; el comisionado llama a la Baticueva donde están Batman
y Robín; Alfred Hitchcock llama a la guarida de los tres investigadores, a través de la
radio llega el llamado a los motociclistas que protagonizan Chips...
En este trabajo que va de lo individual a lo general, de la concreción del relato
a la abstracción de la estructura, importaba también descubrir dentro de un mismo
relato los hechos que, siendo aparentemente distintos, cumplían una misma función.
Ya sea que el arquitecto enemigo, Paletabis, soliviante a los obreros para impedir que
éstos construyan el templo (esta es la misión que los héroes deben cum plir) o impida
que llegue el cargamento de piedras, o deje encerrados a los héroes en la pirámide, en
todos los casos vuelve en realidad a repetir una misma función: pone obstáculos al
cum plim iento de la misión. Hacíamos notar también que personajes distintos pueden
cum plir una misma función: Paletabis primero, y luego Julio César, se oponen a los
héroes, son pues, adversarios.
Esta relación que establecíamos entre funciones similares de diferentes relatos
ayudaba al proceso de denominarlas, porque debíamos "encontrar" un nombre lo su
ficientemente genérico y abstracto como para que resultara válido en todos los casos.
"Poner un obstáculo", nos servía tanto para decir que se tiende una trampa, como que
se deja a los héroes encerrados en las pirámides, como que se tiran al río las piedras que
necesitan para levantar el templo.
Para lograr que las funciones fuesen activamente descubiertas por los chicos, re
currimos a preguntas que especulaban sobre el posible desarrollo de la acción. De este
84
modo se vio, por ejemplo, surgir la figura del adversario que se opone al cum plim iento
de la misión, como un factor que mantiene la secuencia abierta y asegura el crecimien
to del relato.
Y así fue como llegamos a descubrir y nominar las siguientes funciones, cuya se
cuencia no difiere básicamente de la de Propp:
Situación pacífica. La paz se rompe (apuesta, amenaza, prohibición rota, etc.).
Pedido de ayuda. El héroe asume la misión. Partida. Viaje. Llegada a un lugar descono
cido. Investigación. Se presenta el adversario. El adversario pone un obstáculo (trampa,
engaño, etc.). El héroe enfrenta al adversario. El primer adversario es eliminado. Apa
rece un nuevo adversario. El héroe y el adversario luchan. El héroe recibe ayuda. El
héroe vence al adversario. La misión es cumplida. Recompensa. Regreso. Final feliz.
L a p ro d u c c ió n de re la to s
Hab ía llegado el momento de utilizar las cartas para inducir a la creación de re
latos. Fijadas en un lugar visible para toda la clase, las cartas fueron proponiendo gra
dualmente secuencias distintas. La primera de ellas reprodujo casi textualmente la
historieta. La escritura del texto fue colectiva: interesaba por una parte verificar si se
seguía el orden establecido y, sobre todo, enriquecer el paso de la abstracción de esa
estructura a la concreción de la historia con muchas ¡deas distintas. También en el tra
1 Ver Gianni Rodari. La gram ática de la fantasía. E d ito ria l Reform a de la Escuela. Bar
celona, 1979.
RF¡
bajo de taller, el intercambio y el choque de ideas que se produce en el trabajo grupa! o
de equipos es beneficioso. Los chicos enuncian en voz alta una idea - a veces la "ac
tú a n " - ; en los demás, esa historia despierta el recuerdo de otras o sugiere desarrollos
posibles. Unas ideas entran en conflicto con las otras, y el texto resulta muchas veces
de la conjunción feliz de desarrollos que parecían diametralmente opuestos. Así fue
como nació:
E L T IB U R Ó N
La gente hacía surf sobre las olas en las islas Tríngulis y Chíngulis. De
pronto, apareció un tiburón. Un señor vio que el tiburón iba a atacar al surfista y
le pidió ayuda al bañero que era el poderoso Fuertón.
El bañero gritó al surfista, que se llamaba Erik:
- Y o iré a salvarte.
Tocó el silbato y salió corriendo, pero al probar el agua exclamó:
- ¡Está muy fría! - y fue en busca de una moto acuática y partió.
A través del agua transparente veía los peces tropicales, pero cuando llegó
al lugar del peligro lo que vio fue una sombra obscura como una aleta que se
le acercaba rápidamente. Al verlo, el tiburón, que en realidad era un robot tele
comandado por el malvado Bill, se dirigió hacia un lugar donde había rocas semi-
sumergidas para que la moto encallara. Pero Fuertón, que manejaba la moto
como nadie, saltó las piedras y cayó frente al tiburón mecánico. Se tiró encima
de él y con la batería de su m oto le hizo electroshock dejándolo fuera de com
bate.
El loco Bill, que veía todo desde la costa, gritó:
- ¡Has destruido mi invento de años! Te mataré, villano.
Entonces se metió dentro de una ballena electrónica y fue al ataque.
Cuando Fuertón vio que esa gran masa de hierro se le venía encima, pidió
ayuda por la radio. Un montón de compañeros con muchas motos fueron a
auxiliarlo. Con arpones provocaron un cortocircuito a la ballena que se hundió
con el loco Bill adentro.
Cuando El Fuertón salió del agua apareció Bo Derek que estaba por allí
film ando y le dio un beso.
7o Grado, 12 años.
Una de las limitaciones de El tiburón fue que la cercanía del lugar donde debía
cum plir su misión no favorecía el despliegue de las distintas funciones que se querían
poner en juego. Convenía, pues, organizar los acontecimientos de tal modo que favore
cieran el desarrollo global de la historia. La misión debía ser de tal naturaleza que obli
gase al viaje a un lugar distante, más propicio a las sorpresas. Así surgió
86
N E G R IC O C O N T R A L A B O M B A D E T IE M P O
87
La tercera propuesta, que fue realizada en grupos pequeños, cambió por primera
vez el orden inicial. El adversario apareció ya antes de la partida del héroe y puso obs
táculos durante el viaje; después de la recompensa se presentó un nuevo adversario.
Este final hizo aparecer un "C ontinuará...". Había nacido el héroe que vive múltiples
aventuras:
G U ID J A R CO SM O S
U na secuencia m u y p ro d u c tiv a
En los textos que más arriba acompañamos es posible reconocer la utilización de
materiales tomados de la televisión, el cine, la actualidad periodística y también de la
literatura.
Como material televisivo son reconocibles por lo menos dos series: Cosmos 1999
y El hombre de la Atlántida; del cine la segunda parte de Tiburón; de la actualidad
periodística la mención de Bo Derek que en esos días estaba en Buenos Aires y la de
Pipino Cuevas, el boxeador. Como material literario fue utilizado también un relato:
Los cuentos del m entiroso de Fernando Sorrentino, que los chicos acababan de leer.
Pero además de la reelaboración de temas, lo que se evidenció en el trabajo fue
una implementación muy rápida y "experta" de la estructura funcional del relato. El
modelo formal propuesto fue rápidamente comprendido y utilizado para escribir nue
vos relatos. Lo cual lleva una vez más a sospechar que los chicos hacen un uso muy
creativo de todo el material que los medios les proporcionan. Siempre que se les
dé la oportunidad, por supuesto.
89
LA MÚSICA ANTE TODO
(El trabajo con el aspecto sonoro del significante)
Casi desde su misma definición formulada por Saussure, el significante quedó re
ducido a ser, como materia acústica y gráfica, el vehículo de significados, más especí
ficamente de los significados unívocos y estáticos de la lengua inform ativa y conver
sacional.
De esta subordinación derivó un desconocimiento - u n no reconocim iento- de
su capacidad de producir nuevas significaciones que quiebran o descongelan los signi
ficados establecidos.
Para el adulto educado en esa tradición, el rescate del significante que la teoría
literaria actual propone y que el trabajo poético opera, significa una revisión concep
tual que cumple no sin resistencias y dificultades. Para un chico, en cambio, poco hay
de nuevo en este descubrimiento.
Como al principio del libro se recordaba, para el niño el lenguaje fue ante todo
una pura cadencia sonora; algo así como un significante libre del cual se fue apropian
do en etapas que Piaget denomina con nombres tan hermosos como aquellos primeros
sonidos que los niños emiten: gorgoteos, arrullos o gorgeos, balbuceos, letanías sono
ras, ecolalia, primeras palabras.
Proponer, pues, un trabajo con el aspecto sonoro del significante, reconocerlo
ante todo y disfrutarlo, descubrir las significaciones insospechadas que genera su rela
ción con otros significantes, y por últim o, su capacidad de producir nuevos textos sig
nifica desandar un camino. Pero esta vuelta atrás no debe ser confundida con una re
gresión. Se trata, fundamentalmente, de una recuperación.
Jugando con los sonidos, como lo hacía en la primera infancia, un chico no per
derá las etapas ya recorridas en el proceso de adquisición de la palabra; será capaz, en
cambio, de disfrutar y utilizar a la palabra en sus dos aspectos.
90
El primer abordaje de la poesía
Es necesario ante todo volver a percibir la sonoridad de una palabra, de una fra
se, de un verso. Para lograrlo se puede comenzar con el trabajo de los coros poéticos, tal
como lo describimos en el primer capítulo, enunciando ya sea una palabra, ya sea un
verso en distintos ritmos y tonos o con distintas intenciones.
El abordaje sonoro es el modo de aproximación más indicado a la poesía cuando
se trata de niños pequeños. Es, de hecho, el primero que ellos tuvieron a través de las
canciones de cuna, las nanas, los dichos y las canciones de ronda que conocieron en
la primera infancia. Así nos io recuerda Ana María Pelegrín,1 una profunda conocedo
ra de la poesía infantil: "la primera relación - y acaso la más persistente- con la poe
sía se adquiere durante la infancia, en la búsqueda de ritmos y caprichosas palabras
rimadas, en las disparatadas retahilas, en las cancioncillas que viven en la alta escuela
del juego." Ella es también quien insiste en que el poema debe ser conocido ante to
do por los niños como una estructura sonora: "escogido el poema, se apelará al m áxi
mo de sinceridad para que al escucharlo el niño capte su fuerza expresiva sin explica
ciones arguméntales o de lengua previas... recordando que el sentido del poema no es
sino una misma cosa con su forma verbal."
Al hablar del aspecto sonoro del lenguaje hemos pasado a hablar, como una con
secuencia muy natural, de la poesía, vacilación prolongada entre el sonido y el sentido.
Sin duda, esta asociación entre sonoridad y poesía está determinada por los receptores
de nuestro trabajo, ya que es la poesía con ritm o marcado y rima la que más atrae a
los niños. Aceptándolo así, le dedicaremos la primera parte de este capítulo.
No es sin embargo, la poesía el único te rrito rio literario donde el plano sonoro
del significante tiene un peso decisivo. Un llamado especial de atención estará dirigido
a la presencia del aspecto fónico en la prosa, donde pasa más inadvertido. A este tema
nos referiremos en la segunda parte del capítulo.
Cuando presentamos el trabajo del coro poético lo utilizamos para la exploración
de una poesía ya existente. De esta exploración pasaremos ahora a la producción de
nuevos poemas, objetivo específico del taller.
La estructura sonora
1 Ana María Pelegrín. Poesía española para niños. A ntología. Ed. Taurus, M ad rid , 1974
(2da. edición). Poesía in fa n til de tra d ició n ora!. B o le tín in fo rm a tivo 2-3 de Acción Educativa.
91
Así como la melodía de una canción es luego utilizada para componer un " jin
gle", la estructura rítm ica de un poema sirve para producir otros poemas. De hecho
una estrofa es, justamente, una estructura rítmica que sirve para producir innumera
bles poemas. O, dicho en otras palabras, un mecanismo productor de poemas.
Ya a esta altura, debe ser claro hacia dónde apuntamos: interesa que los chicos
conozcan e interioricen diversas estructuras rítmicas para que éstas les sirvan luego co
mo mecanismos productores de nuevos poemas.
La c o p la
La primera que proponemos para trabajar es la copla: una estrofa muy popular,
de cuatro versos octosílabos con rima consonante o asonante en los versos pares, cuya
misma brevedad la torna aprehensible como una totalidad.
Y aquí va la... Primera.
De día voy al trabajo
de noche salgo a cantar
cantando como el coyuyo
anunciando el carnaval
Diversas formas de trabajo sonoro nos permiten abstraer su estructura rítm ica.
Una, ya conocida, es el coro poético; otra, palmear con las manos las sílabas - e l pal
meo puede acompañarse, o reemplazarse, por golpeteos de lápices contra las mesas,
o por instrumentos creados para la ocasión: latas con semillitas o guijarros adentro;
otra forma más es recitarla con la boca cerrada.
La última, que merece capítulo - o p á rra fo - aparte es jugar a equivocar las pala
bras. Jugar a equivocar las palabras es un procedimiento que se enorgullece de una glo
riosa tradición literaria. Un escritor francés de principio de siglo, Raymond Roussel,
lo utilizó para producir sus textos. Además de utilizarlo quiso darlo a conocer y con
ese fin escribió un lib rito maravilloso que se llama, justamente: Cómo escribí algunos
libros míos.1 A llí cuenta que tomaba "una frase cualquiera de la que extraía imágenes,
dislocándola a modo de un je rog lífico". No puede pasarse por alto que Roussel haya
utilizado la suma de dos canciones infantiles francesas: "J 'a id u bon tabac dans ma ta-
batiére" y "A u d a ir de la tu n e " -Tengo buen tabaco en mi tabaquera y A l claro de
lu n a - para lograr sus primeros resultados.
El procedimiento de Roussel en una versión simple consiste en recitar la copla
equivocando las palabras, entremezclándolas, confundiéndolas hasta lograr que de esos
sonidos dislocados se conformen nuevas palabras. Y entonces, aparece la nueva copla:
Qué diablo el escarabajo
En coche salió a pasear
Manejando entre los yuyos
Nunca anduvo nada igual
1 Raym ond Roussel. Cómo escribí algunos libros míos. Tusquets E d ito r, Barcelona, 1973.
92
Una vez que la estructura rítm ica de la copla se ha interiorizado, las coplas van
brotando "com o agua del m anantial".
líricas:
A la vera del camino
una sonrisa encontré
Ese amor, sé cómo vino
y no sé cómo se fue.
patrióticas:
Allá vienen las carretas El día nueve de ju lio Allá va cielito y cielo
con todos los diputados entre la vida y la muerte cielito de mi esperanza
Don Laprida los espera se dio la primera voz que llegan hoy a los cielos
con los brazos levantados. de la patria independiente el valor y la constancia.
cómicas o absurdas:
E l lim e ric k
A los chicos les encanta la poesía que plantea situaciones disparatadas, m entiro
sas o absurdas. Y como los reyes del sin-sentido son los ingleses, a ellos les pediremos
prestada una estrofa llena de absurdo encanto inglés (que para colmo tiene origen irlan
dés): el limerick.
El lim erick tiene cinco versos. El primero, el segundo y el quinto, que son más
largos, riman entre sí. El tercero y el cuarto, que son más breves, también riman entre
sí, lo cual facilita mucho las cosas. Pero antes de pasar a mayores detalles, damos dos
versiones en castellano, tomadas del libro de Gianni Rodari:1
"Era un viejo de Aviles
que andaba con la punta de los pies.
Al verle le dijeron: ¡Buena diversión
encontrarte en esta ocasión,
oh insensato viejo de Aviles!"
93
"U n señor muy pequeño de Sevilla
se subió a lo alto de una silla.
Y aún estando en las alturas,
no aumentó en nada su estatura,
aquel microenano de Sevilla."
Pero el lim eríck no puede ser definido tan sólo como una forma estrófica. Reúne
otras características interesantes. El primer verso presenta al protagonista, el segundo
indica alguna de sus características, el tercero y el cuarto narran, ya sea la reacción de
los espectadores ante ese hecho "característico", ya sea lo que Rodari llama "la rea
lización del predicado" (y aún estando en las alturas/ no aumentó en nada su estatura)
y el quinto se reserva para la aparición del epíteto final, generalmente extravagante.
La explicación dada por Rodari corresponde a los limerícks ingleses, tal como
fueron dados a conocer por el pintor Edward Lear.1 En nuestro país, María Elena
Walsh ha utilizado más libremente la forma estrófica del lim eríck para escribir su
Zoo Loco,2 combinando endecasílabos y heptasílabos.
Si un Toro, en vez de ser todo de cuero,
es de plumas y vuela muy ligero,
si tienen dos patitas
muy largas y finitas...
Basta, ya sé: no es Toro sino Tero.
Las formas estróficas más populares o simples suelen estar sostenidas por una es
tructura sintáctica similar que puede ser utilizada como apoyo para producir nuevos
poemas.
En este pareado la estructura sintáctica es:
Salta la rana verbo-sujeto
sobre la rama. circunstancial
94
o si queremos decirlo de un modo más simple:
acción-nombre
circunstancia (puede ser también un atributo)
sale un ratón grazna la oca zumba la abeja gira la foca pica el mosquito
gordo y mirón como una loca roja y bermeja y se sofoca corno un ioquito
R e c u p e ra c ió n de la poesía de la in fa n c ia
El trabajo oral que proponemos parece adecuarse a los primeros grados y no a los
adolescentes ni a los preadolescentes. Con ellos, quien intente comenzar un abordaje
sonoro de la poesía proponiendo el juego de las rimas al estilo de "salta la rana" ob
tendría resultados desastrosos. A medida que los años transcurren los chicos sienten
también una inhibición oral, en la cual pesan factores diversos como una exigencia nor
mativa de corrección, inhibiciones y tem or al ridículo propio de la edad, las im posicio
nes del uso social del lenguaje y, concretamente en nuestro trabajo, la falta de expe
riencias de este tipo. A pesar de todos estos obstáculos es necesario el trabajo oral con
los adolescentes. El orden del abordaje sin duda será distinto: hay que desandar el ca
mino partiendo de las formas estróficas más complejas hasta llegar a las más simples.
95
Se puede explorar el soneto haciéndolo "cam inar" por la clase, es decir que las voces
de un extremo comiencen a recitarlo y, a medida que el soneto "avanza", se vayan ca
llando de modo que sólo una voz recite el últim o verso. 0 al revés: una sola voz recita
el primer verso y otras voces se le van sumando.
No hay que temer las risas que al principio se oyen. No son agresivas. Son pro
ducto de la nerviosidad que causa liberarse de la inhibición oral. Muchas risas e incluso
burlas de los adolescentes en el taller responden a la misma causa. Hay que saber reír
con ellos, pero continuar el trabajo y atender kobre todo a los resultados. Después de
trabajar el soneto se puede proponer un romance, y utilizar su forma estrófica como
estructura de producción de nuevos romances que pueden ser cómicos, o líricos, o
románticos, o históricos. Y, por últim o, descender a las composiciones más simples
hasta llegar a la poesía de los primeros años.
Este es el trabajo que una argentina, Ana María Pelegrín, realiza en España con
los maestros. Propone una recuperación de la primera poesía que conocimos, esa que
acompañaba los juegos y más lejos aún, la que acompañó los primeros gestos.1
En sus cursillos, en sus seminarios, conmueve ver a personas adultas recuperando
todo un caudal poético que parecía perdido. Algo se estremece cuando se recuerda la
poesía de la primera infancia. Surgen ritmos, palabras olvidadas, un patio, una vereda,
un recreo triste en un colegio enclaustrado. Luego viene el reconocimiento de las es
tructuras, la creación de variantes y la búsqueda en los poetas -A lb e rti, García Lorca,
Juan Ramón Jiménez, A ntonio y Manuel M achado- de esas mismas estructuras. Se ha
recorrido así el camino que va de la primera poesía a toda la poesía.
El m o d o de p ro d u c c ió n de la poesía
96
Por otra parte, en la poesía estrófica y rimada todo sucede como si, por una es
pecie de economía de fuerzas, el acento puesto en lo sonoro dejase en libertad al sig
nificado para producir asociaciones más libres y complejas.
Trabajar con la poesía rítm ica en la infancia además de satisfacer una inclina
ción natural en la niñez ayuda a comprender a través de la misma producción de los
poemas la especial y compleja significación de la poesía toda. Concretamente, la nece
sidad de satisfacer la cadencia sonora, lleva a sacrificarle el significado que "se quería
decir". El descubrimiento de esta preeminencia del ritm o sobre el significado en la pro
ducción permite luego en la lectura de poemas aceptar esa misma significación com ple
ja sin intentar "tra ducirla" a una organización semejante a la del relato.
No queremos decir con esto que el predominio sonoro pueda dar cuenta de la
complejidad de significados del poema. Sí, en cambio, que es una buena vía de acceso
en la infancia a esa complejidad, así como la propuesta de escribir relatos ya sea fan
tásticos o "inventados" es una buena vía para comprender la literatura como ficción.
LA PROSA
A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales,
Yo diré algún día vuestros nacim ientos latentes.
97
puestas a un antiguo interrogante que ya se plantea en el Cratilo de Platón: si la len
gua es una realidad irreductible a toda otra realidad extralingüística o puede explicar
se por algún tipo de semejanza o relación con la realidad.
Bien sabemos la respuesta científica reafirmada porSaussure: el signo lingüístico
es arbitrario. La otra corriente, que es la que en el diálogo platónico sustenta Cratilo,
no tiene fundamentos científicos comprobables. Lo cual no impide que reciba adhe
siones poéticas:
1 Nota de Enrique Pezzoni en Tipología de los hechos del sentido. D iccionario Enciclopédi
co de las Ciencias del Lenguaje. Siglo X X I. Bs. As. 1975. Véase también en la misma obra A r b i
trariedad.
2 Ver Introducción.
3 Ivan F onagy. M o tiva tio n e t rem otivation. Poétique, 11. 1972, pág. 415.
98
V a m o s a in v e n ta rle s c o lo re s a las letras
99
Los nom bres pro p io s
Los chicos son motivadores. Tanto lo son que extienden al principio de la m o ti
vación incluso a los nombres propios, que por definición no tienen significado y se li
gan arbitrariamente a una u otra persona.
Es en virtud de este principio que en los cuentos de hadas tradicionales y en gran
parte de la literatura infantil los nombres de los personajes son semejantes a ellos, es
decir, a sus atributos, características, o a las acciones que realizan. Cenicienta vive en
tre las cenizas, Pulgarcito es pequeño como un pulgar, y Asterix es el astro de la histo
rieta y es astuto y Obelix es obeso, obcecado, obtuso, obnubilado,'algo.,así como un
obelisco andante.
Es decir que, parafraseando a Borges, para los chicos el nombre (propio) es a tri
buto de la cosa. Sea esa "cosa" personaje, río, montaña, país, familia o cualquiera de
aquellos significados que el nombre propio recubre. Posibilidades estas reconocidas por
Lewis Carrol con Wonder/and y por Barrie con el País de Nunca Jamás.
Sin explicitarlo, en todo el trabajo de taller utilizamos nombres propios (recuér
dese a Malinger, al conde A rnulfo, a los mares de la Cochinchina por donde andaba el
Chacal). Al hacerlo así, esperábamos, por una parte, que las asociaciones fónicas que
esos nombres despertaban fueran productoras, es decir que al asociar Malinger con
Mazinger se recordaran las aventuras espaciales de Mazinger y se las utilizara, como de
hecho sucedió en muchos casos. Por otra parte, esperábamos que los nombres "raros",
es decir, no habituales para la cotidiana experiencia de los chicos, como Cochinchina
o Chacal llevaran a imaginar, y luego a inventar, países o lugares también alejados, es
decir, considerados por ellos como universos de ficción.
Con esos mismos objetivos trabajaremos ahora. Primero propondremos ya sea in
ventar personajes a través de las asociaciones sonoras que sus nombres despiertan, ya
sea atribuir nombres a personajes o lugares por las características con que los presente
mos; más adelante, propondremos nombres propios exóticos que los llevan a imaginar
lugares y aventuras también exóticas.
Y como umbral, como dintel, como vano, como jamba o cualquiera de esas pa
labras mágicas, tan cargadas de sonoridades que se utilizan para designar el sitio por
donde se pasa de un lugar a otro, citaremos, antes de comenzar a trabajar con los nom
bres propios, nuevamente a Borges:
Nosotros diremos:
Señores, vamos a cantar
lo que se cifra en los nombres.
100
Comenzamos preguntando:
¿Cómo será un personaje que se llama Hambrorapo?
¿Cómo será una región que se llama Roenlandia?
¿Cómo será un río que se llama Tussissipi?
Y seguimos preguntando:
¿Cómo se llamará un sabio loco?
¿Cómo se llamará la sirena del arroyito?
Y aún:
¿Cómo se llamará un país helado donde las rosas atraviesan la nieve?
¿Y un país que cambia de color a distintas horas?
¿Y un río que tenga escamas?
101
el pulpo trabajase. Al día siguiente, se comprobó que el pulpo rendía más en la
cosecha que toda la población entera, y por eso le daban doble ración de algas.
Días después, al ver su buen comportamiento, le nombraron miembro de la pe
queña comunidad.
* * *
Jugando con los nombres propios también podemos intentar la recuperación del
nombre común, cuyo brillo está escondido tras el hábito:
Aspirar el aroma del Monte Rosa
Trenzar las canas errantes del Monte Blanco
Y sobre el Zenit del monte Ceniz
Encender en el sol muriente
El últim o cigarro
Vicente Huidobro. Express-Poemas Articos.
102
marse corno se llama y ¡hay que ver cómo pueden llamarse algunos! También hay que
contar con la aparición de sombrenombres y apodos que corren por la escuela, porque
no es raro que los chicos cedan a la tentación de utilizar alguno de estos motes que
suelen corresponder a personajes bien determinados del ámbito escolar. Un poco de
perspicacia permitirá evitar esta trampa y eludir estos "sobrenombres" cuya u tiliza
ción no beneficia al trabajo.
Una palabra cuyo significado exacto desconocemos no está por ello absoluta
mente vacía de significado. Si nos detenemos ante ella y la exploramos constatamos
con asombro que le habíamos adjudicado un significado más o menosvagoy dispa
ratado pero, sin duda, existente.
El antiguo juego del diccionario consiste, justamente, en enfrentarnos a las pala
bras desconocidas e imaginarles -inventarles-significados.
En el trabajo de producción poética del taller, las palabras que se desconocen
pueden tornarse muy productivas si se utiliza el natural deseo de saber su significado
como m otor de invención. Es esta una motivación similar a la que guiaba la elección
de las frases.1
Hay varias maneras de jugar al diccionario:
Primera: Una persona elige una palabra desconocida y pide que se la defina "al
estilo diccionario". Elige, por ejemplo, REOFORO, y recibe las siguientes definiciones:
A) Dícese del reo que va camino al foro.
B) Instrumento musical que sólo se toca en lugares redondos.
C) Canal que une el río Re con el mar de Osforo.
D) Persona que provoca incendios usando resina y fósforos.
E) Reóforo, Heriberto (1505-1566). Sabio que no fue quemado en la hoguera.
Segunda: Se elige una palabra y se escribe su definición real junto a otras dos
más que se inventan. Por ejemplo: MO RABITO.
a) Habitante de Moravia
b) Ermitaño mahometano
c) Fruto carnoso
103
(lición real sino también la más poética o divertida. En caso contrario se premiaría ex
clusivamente el acierto, dejando a un lado la invención.
Del mismo modo que sucedía al jugar con los nombres propios, en el juego del
diccionario es la asociación con significantes fónicamente similares, lo que guía a la
búsqueda - la invención- del significado. Pero también puede colaborar a la invención
el contexto si lo que proponemos es:
Tercero: Elegir un texto donde aparezcan palabras desconocidas -puede ser un
prospecto de un medicamento o un fragmento altamente c ie n tífic o - y reemplazarlas
por acepciones o perífrasis explicativas.
Cuarta: Partimos de palabras conocidas y suponiendo que sus significados les ha
yan sido mal adjudicados, les inventamos significados nuevos. Así, LA D R ILLO resulta
ser un perrito que corre tras los sulkys, ORZUELO un pendiente de oro que usan las
mujeres africanas o un profundo pozo lleno de oro, y MAZAPÁN un ladrillo blanco y
rechoncho. ¿Qué serán O R ILLA , OSTRA, ALBÓ N D IG A, R E JILLA y M EJILLA? A
veces con el juego se vuelven a encontrar las primeras significaciones ocultas tras el há
bito. ¿Quién pensó que rejilla había sido alguna vez una reja pequeña?
Z o o lo g ía fa n tá s tic a
No es la primera vez que los animales asoman sus húmedos hocicos entre estas
páginas. Los animales -d ic e Rosa S ensat-1 son considerados por los niños pequeños
como sus hermanos menores; son también los protagonistas preferidos de las narracio
nes infantiles.
A medida que los chicos crecen el interés por los animales toma otra característi
cas pero se mantiene vivo. La preferencia que demuestran por su estudia dentro del
área de las Ciencias Naturales es una muestra de ello.
El juego de la zoología fantástica consiste en inventar animales fantásticos par
tiendo de la sim ilitud fónica quepuedan ofrecer sus nombres. Esta sim ilitud permite
inventar al LAGATO, al COATÍGRE o a la C ABALLEN A. Es admisible que estas
extrañas simbiosis se produzcan entre animales y objetos y den origen a la L0M BR I-
LLA , al PüERCOSPLEEN o a la ALM O N D R A que adquirió su nombre después de un
atracón oe almendras.
En la zoología fantástica, gran parte de la gracia del juego reside en que se hallen
puntos de sim ilitud fónica entre las palabras: es la sim ilitud entre lom briz y sombrilla
lo que la torna tan encantadora, además de la elegancia con que ella sabe resguardarse
con la sombrilla que lleva en la punta de su cola de los rayos del sol. Con lo cual ya es
tamos sugiriendo que estos animales fantásticos pueden ser dibujados y, por supuesto,
1 Seminario Rosa Sensat. ¿Qué libros han de leer los niños? Barcelona.
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descripto su hábitat, y sus costumbres. En suma, que podemos luego pedir su c ie n tífi
ca descripción disparatada, como la que sigue:
"Tortuguesa: tortuga originaria del Asia. Habita en lugares húmedos.
En el año 19 antes de nuestra era, este animal era el sabroso y predilecto
alimento de la tribu hunga lunga.
Esta tortuga mide unos cinco metros de diámetro. Su enorme caparazón,
tal como lo conocemos actualmente, es una apetitosa hamburguesa enriquecida
con vitaminas A, B, C, F, W, R y X.
En los años en que gobernaba el rey A rturo no podía faltar nunca en su
mesa, ni faltaba en su cocktail su platillo favorito: tortuguesa a la española.
En cuanto a su aspecto social, estos animales saben convivir y los días do
mingo por la noche juegan partidas dobles de poker o concurren al casino.
Este animal año tras año adquiere mayor inteligencia y más gusto o más
sabor. Se conservan 10.000 ejemplares de esta especie en el zoológico de hunga
lunga, actualmente zoológico de animales fantásticos."
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allzu gut weg. Ein Mánnerstiick eher, gagreich und witzig, stellenweise kaba-
rettistish
Y una más libre aún que puede ser considerada, propiamente, imaginaria:
"U n grupo de contrabandistas fueron perseguidos ayer por la policía. El
activo señor Karl-Ludwig se sentía muy contrariado por esto. Él hacía muchos
versos y muchos versos porque era el jefe de ASTA, Asociación Satánica Terri
blemente Alemana. Llevado al parlamento, hace una demostración. En el al
muerzo, el señor Karl-Ludwig muere por haber comido un huevo. Ya en el ce
menterio lo entierran, gimiendo y llorando, cubierto de estrellas y luces de Ka-
barte."
Toda clase de variaciones son posibles: tomar dos versos de un idioma y dos de
otro y combinarlos para lograr por medio de la traducción un nuevo poema, repetir la
traducción de los dos mismos versos buscando cada vez un significado distinto, elegir
textos en idiomas conocidos y traducirlos fantásticamente, tom ar un poema breve
y traducirlo con metro y rima.
A lite ra c ió n
Las propuestas anteriores parten del juego con el significante. Utilizadas con los
más chicos, satisfarán su gusto por el juego sonoro; con los más grandes servirán para
provocar asociaciones insólitas que vayan contra los estereotipos y los significados más
rígidos y establecidos. Dentro de estos mismos objetivos se encuadra la que a continua
ción proponemos: aliteración.
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La aliteración puede pedir que se repita un determinado sonido en un texto
(obviamente, cada cual elige el que prefiere).
Un ejemplo:
"La reja rojiza de su ristra de dientes rebosada de repetidos, rápidos y r ít
micos ruidos que se enroscaban en retorcido hilo alrededor de chirriante rueca y
reptaban repugnantes retumbando roncos en cada rincón de nuestros oídos que
resistían reciamente ser rasgados sin reposo por el rasposo reptil. Resignados
arrancábamos con rencor nuestros rojos labios una rota sonrisa que ¡reversible
mente reproducíamos tras un ridículo instante que robábamos al reloj para refor
zar a los reacios músculos orbiculares resistentes a tensarse tan largo rato sin
razón."
Se puede pedir que en vez de un determinado sonido se repita una determinada
acentuación, como por ejemplo la esdrújula:
"E l otro día, leyendo un fascículo de la colección básica que estaba en có
digo encontré el triángulo vocálico en la página tres del capítulo cuatro.
En el capítulo cinco hablaba de las olimpíadas acuáticas, donde competían
pájaros exóticos y hombres paleolíticos. Un animal ovíparo, agrupándolos en la
línea de partida, aprendía los números para poder dar la largada, al mismo tiem
po que un mamífero daba instrucciones a su equipo llamado Los Terráqueos."
Alejandra Sirlin, 11 años.
En este texto que viene a continuación, se pidió que se utilizaran palabras que
ejemplifican las reglas del uso de la b:
"La posibilidad de que un vagabundo recibiera bizcochos embalsamados
provocaba la irritabilidad del embajador. Éste golpeaba al vagabundo con un em
budo que posiblemente lo dejó moribundo. Pero finalmente la habilidad del va
gabundo dejó al embajador meditabundo, pues escapó primero en bicicleta y
después en biplano".
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ya sea recurriendo de cuando en cuando a ella como un apoyo, un texto crezca.
Uno de los poemas más hermosos que en el trabajo de taller con adolescentes se
logró, tuvo como punto de partida la propuesta de traducción imaginaria. Comenzaba
diciendo:
Pájaros sin peso mueren en Glokenrock
Mueren sin haber nacido, mueren sin saber nada
Ya lejos del sur ¡Salúdalos!
Decimos que esta es la respuesta más completa porque este es, también, el obje
tivo últim o del trabajo de taller: ser un impulso -im puls o enriquecedor y bien dirigi
do, pero impulso al f in - hacia una escritura que se labre sus propios caminos.
Con este trabajo, nosotros, por nuestra parte, sólo hemos recorrido una etapa del
camino. Esperamos más adelante poder aportar otros que profundicen aspectos aún
poco atendidos - e l plano de la significación será, sin duda, uno de e llo s - y, que, por
otra parte, esté dirigido más específicamente a los chicos mayores.
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