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Adq: 418853, Vol:1, EJ: 4, General
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El oficio do escrilor
ü Biblioteca Vasconcelos io-
T~r'73X 808.06
035
9 788466 309738
.
1
SELECCIÓN DE
ANA AYUSO
El oficio de escritor
liBRO PROPIEDAD EXCWJS
FINES DfDACTICOS y CUl~~ ~l GOillfRHO I'!O~Ai IOH ~ ...~· (
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nes verbales, a crear esas apariencias de vida colmara, es evidente que no intentaría esa
que son las novelas? empresa de crear nuevas realidades, de crear
Esta empresa, juzgada en frío, con ojos realidades imaginarias y ficticias.
más bien utilitarios, nos parece bastante desa- . Así la primera comprobación que haría yo
tinada, algo absurda. En efecto, como si en la desde el punto de vista del novelista es la de
realidad no pasaran ya bastan tes cosas, como que ese hombre es un rebelde, es un hombre
si en la vida no hubiera bastantes personajes, en desacuerdo con su sociedad, con su tiem-
bastantes dramas, bastantes alegrías, bastantes po, o con su clase, un hombre que no está
aventuras, hay hombres que se apartan de sus satisfecho con el mundo.
semejantes, se encierran, y pasan días, sema-
nas, meses, angustiándose, desesperándose, Mario Vargas Llosa
por crear ilusoriamente, a través de las pala-
bras, nuevos dramas, nuevas angustias, nuevas
alegrías, nuevas situaciones, nuevas aventuras. Escribo buscando siempre algo que, cada
¿Por qué pretenden esos hombres crear reali- vez más, sospecho no se trata de un placer esté-
dades imaginarias? Se diría que no están satis- tico, es decir, ando buscando la conciencia de
fechos con la realidad que viven, que no se que hay algo en alguna parte que es o podría
sienten colmados por esa realidad. Efectiva- ser más coherente, más hermoso y hasta más
mente yo creo que es así;· creo que el novelista real que ese conglomerado de ficciones y con-
es ante todo aquel que no está satisfecho con venciones humanas que llamamos «realidad» y
la realidad, aquel hombre que tiene con el que componen la sociedad en que vivimos.
mundo una relación viciada, un hombre que
por alguna razón, en determinado momento JuanMarsé
de su vida, ha sentido que surgía entre él y la
realidad una especie de desacuerdo, de incom-
patibilidad. Si estuviera satisfecho, si se sintie- De alguna manera, toda vida narrada es
ra reconciliado con el mundo, si la realidad lo ejemplar; se escribe para atacar o para defender
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un sistema del mundo, para definir un método El hombre es sobre todo un animal narra-
que nos es propio. Y no es menos cierto que''por tivo. [...]
la idealización o la destrucción deliberadas, por Al fin y al cabo, nos pasamos la vida con-
el detalle exagerado o prudentemente omitido, tando historias: es decir, contando lo que nos
se descalifica casi toda biograña: el hombre así pasó ayer, lo que esperamos hacer mañana, lo
construido sustituye al hombre comprendido. que hemos pensado, imaginado o soñado,
No perder nunca de vista el diagrama de una contando lo que alguien nos contó, o recor-
vida humana, que no se compone, por más que dando, que es también una forma de contar.
se diga, de una horizontal y de dos perpendicu- Todos somos Simbad, ese mercader que
lares, sino más bien de tres líneas sinuosas, per- vive pacíficamente en Bagdad y que un día
didas hacia el infinito, constantemente próxi- se embarca para ir a negociar a lejanas tie-
mas y divergentes: lo que un hombre ha creído rras, sufre un naufragio y corre aventuras
ser, lo que ha querido ser, y lo que fue. magníficas. Y esto le sucedió siete veces.
Luego, con los años, regresa definitivamente
Marguerite Yourcenar a Bagdad, retoma su vida ociosa y se dedica a
(hablando de la construcción contar sus andanzas a un breve auditorio de
de Memorias de Adriano) amigos.
Pues eso es lo que más o menos hacemos
cada día. Simbad es Proust, pero también es
Si lo revelara todo inmediatamente perde- esa señora que vuelve del mercado y le cuenta
ría mi inmortalidad [...] he metido tantos a las vecinas lo que acaba de ocurrir en la fru-
enigmas y rompecabezas en El Ulises que ten- tería.
dré atareados a los profesores durante siglos N o sé por qué, pero nos produce placer
discutiendo sobre lo que quise decir, y ése es narrar, recrear con palabras lo que hemos
el único modo de asegurame la inmortalidad. vivido. Recrear: es decir, que nunca contamos
fielmente los hechos, sino que siempre inven-
James}oyce tamos o modificamos algo: a la experiencia
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real le añadirnos la imaginaria, y eso es sobre gente que lo es y para esa gente hay otra que
todo lo que nos produce placer. está deseando que le narren historias.
De ese modo, vivimos dos veces el mismo
hecho: cuando lo vivimos y cuando lo conta- Adolfo Bioy Casares
rnos. A menudo pasa que, en la realidad,
hemos representado papeles secundarios en
un suceso; al contarlo, sin embargo, nos [La literatura] Es un refugio, un lugar don-
reservarnos el papel de protagonista (aunque de todo puede oclirrir, donde se puede reaccio-
sólo sea porque lo contarnos desde nuestra nar con violencia o sublimidad, donde es bueno
perspectiva). La realidad nos pone en nuestro sentir melancolía o temor, o incluso fracasar, o
sitio; luego, nosotros, por medio de la narra- equivocarse, o amar a alguien, o desear algo
ción, ponernos a la realidad en el suyo. El profundamente, y no llamarlo por otro nom-
mendigo deviene príncipe, la realidad se rinde bre, no sentir vergüenza por ello. Es un lugar
ante el deseo, la vida se confunde por un ins- para sentir profundamente. [...]
tante con el sueño.
Toni Morrison
Luis Landero
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este sentido, pues, escribir me resulta una tor, porque escribiendo uno se revela a sí mis-
necesidad. Por un lado, porque escribir es una mo a fuerza de buscar una manera de decir las
manera de no mentir al sentimiento [...] por el cosas o de buscar algo que decir. Eso se en-
otro, escribo por incapacidad de entender a cuentra dentro, no hay otro sitio, bien enten-
no ser a través del proceso de escribir. [...] dido que lo que hay dentro procede en gran
parte de fuera, de un fuera que es el producto
Clarice Lispector de uno mirando hacia afuera, es decir, proyec-
tándose a sí mismo. La literatura enriquece
porque abre ventanas. Mostrar las cosas de
Ha de ser que uno escribe por una necesi- otra manera es siempre añadir un enriqueci-
dad inconsciente de comunicarse, de expre- miento.
sarse a sí mismo.
José Luis Sampedro
Carson McCullers
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[...] (Al escribir) te aligeras mucho el pecho,
La idea de que la literatura es sólo un juego echas fuera emociones, impresiones, opinio-
de palabras, que fue lo que sostuvieron Gracián, . nes. La curiosidad te empuja a continuar, es la
Góngora y, a veces, Quevedo, es radicalmente fuerza conductora. Hay que librarse de lo que
falsa. Lo fundamental es la carga de pasión del se ha reunido; es algo que hay que decir acer-
pensamiento que se transmite a través del len- . ca de la literatura. Hay mucho alivio en un
guaje y, diría, a veces, a pesar del lenguaje. volumen grueso.
A menudo me pregunto por qué escribo. Me parece posible, y quizás deseable, que
No es sólo para crear obras hermosas o rela- yo sea la única persona en esta sala que haya
tos entretenidos.' Es una actividad que parez- cometido la locura de escribir una novela [...]
co necesitar para sobrevivir. Me siento muy ¿qué demonio me habló al oído y me impulsó
mal cuando no lo hago. No es que escribir me a seguir el camino de mi perdición? Una
produzca un gran placer, pero es mucho peor menuda figura apareció ante mis ojos, la figu-
si no lo hago. ra de un hombre o de una mujer que me dijo:
[...] «Me llamo Brown. Atrápame, si puedes».
Escribir, en cierto sentido, es una activi- A la mayoría de los novelistas les pasa lo
dad que me ayuda a aliviar la tensión de esos mismo. Algún Brown o Smith o Jones aparece
secretos sepultados. Recuerdos ocultos, trau- ante ellos, y con los más seductores y amables
mas, cicatrices infantiles ... es evidente que las acentos les dice: «Anda, atrápame· si puedes».
novelas surgen de una parte inaccesible de Y así, persiguiendo a este fuego fatuo, avan-
nosotros mismos. zan volumen tras volumen, empleando en ello
los mejores años de su vida, en esta persecu-
PaulAuster ción,· y recibiendo casi siempre, muy poco
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dinero a cambio. Pocos atrapan al fantasma, la droga que me repugna y tomo, el vicio que
mayoría tiene que contentarse con una por- desprecio y en el que vivo. Hay venenos nece-
ción de tela arrancada de su vestido, o con un sarios y los hay sutilísimos, compuestos de
mechón de cabello. ingredientes del alma, hierbas cogidas en los
rincones de las ruinas de los sueños, amapolas
Virginia Woolf negras encontradas al pie de las sepulturas [...]
hojas largas de árboles obscenos que agitan las
ramas en las márgenes oídas de los ríos infer-
Se puede hablar de un mal de escribir. nales del alma.
[...] Escribir, sí, es perderse, pero todos se
Hay una locura de escribir que existe en sí pierden, porque todo es pérdida. Pero yo me
misma, una locura de escribir furiosa, pero no pierdo sin alegría, no como el río en la desem-
se está loco debido a esa locura de escribir. Al bocadura para la que nació desconocido, sino
contrario. como el lago formado en la playa por la marea
La escritura es lo desconocido. Antes de alta cuya agua nunca más regresa al mar.
escribir no sabemos nada de lo que vamos a Moverse es vivir. Decirse es sobrevivir.
escribir [...]. Fernando Pessoa
La escritura: la escritura llega como el
viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y
pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto
eso, la vida. La única forma de soportar la existencia es
aturdirse en la literatura como en una orgía
Marguerite Duras perpetua.
Gustave Flaubert
Para mí, escribir es despreciarme; pero no
puedo dejar de escribir. Escribir es como la
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Para mí, escribir es como un vicio, una Flaubert escribe en una carta que su nove-
manía. Me hace feliz escribir, me siento des- la era una roca a la cual se aferraba para no
dichado cuando no. des1aparecer bajo las olas del mundo que le
rodeaba [...] Sólo que en mi caso resulta algo
Juan Carlos Onetti complicado este asunto. Con ayuda de mis
garabateos huyo de mí mismo, para llegar a
atraparme a mí mismo en el punto final. No
Uno quiere hacer algo bueno, le gusta hacer logro escapar de mí.
lo que hace, como a un pianista. También un
pianista empieza a tocar probando con tres
notas, luego domina veinte y luego todas, y se De La muralla china, pequeño relato:
va perfeccionando mientras vive. Y ésa es su -¡Ay! -decía el ratón- El mundo se vuelve
gran diversión, y para eso vive. Y yo hago con cada día más pequeño. Primero era tan ancho
palabras lo que otros con notas. Nada más. En que yo tenía miedo, seguía adelante y me sen-
el fondo, otra cosa no me interesa lo más míni- tía feliz al ver en la lejanía, a derecha e iz-
mo. Ese es el atractivo de todo arte. El arte con- quierda, algunos muros, pero esos largos
siste sólo en tocar cada vez mejor el instrumen- muros se precipitan tan velozmente los unos
to que se ha elegido. Esa es la diversión, y uno contra los otros, que ya estoy en el último
no deja que nadie se lo arrebate, ni que lo disua- cuarto y allí, en el rincón, está la trampa hacia
da, y si se trata de un extraordinario pianista, ya la cual voy.
puede uno vaciar toda la habitación donde esté -Sólo tienes que cambiar la dirección de
con su piano, levantar mucho polvo y tirarle tu marcha -dijo el gato, y se lo comió.
cubos de agua, que él se quedará allí tocando. Y
aunque la casa se le caiga encima, seguirá tocan- Franz Kafka
do, y lo mismo ocurre al escribir. .
Thomas Bernhard
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Capítulo 2 oral, en los cuentos que nos contaban las abuelas;
porque, ¡cuántas abuelas hay en los textos que nos
El territorio de la infancia hablan de la infancia! Seres mágicos, casi mitoló-
gicos, que pueblan los senderos de ese territorio al
que no accedemos más que por la vía engañosa de
(&cribo) desde niño. Y para nadie. la memoria. ¿Sería una exageración decir que
..
[. ] detrás de cada escritor hay una abuela que cuenta
De chico era muy mentiroso y hacía literatura historias fantásticas a un niño de ojos asombrados
oral con los amigos: cuentos de casas hechizadas, gente que la escucha?
que no existía y yo contaba que había visto.
J. C. ÜNETTI Leyendo lo que Torrente Ballester cuenta sobre
su infancia en Galicia parece que no:
La infancia. Nombrada como un territorio Yo me creo culto, pero no por lo que apren-
irreal y añorado, con sus fronteras indecisas entre dí en la universidad, _sino a causa de lo escu-
lo que es mentira y lo que es verdad, país en el que chado, durante mis años infantiles, en aquel
el lenguaje de los hechos y de las actitudes de Jos rincón gallego. Allí se configuró mi imago
adultos es audible pero no comprensible, y esa mis- mundi: una cultura mágica siempre en coli-
ma incomprensión sobre el mundo, dota a todo de sión con los saberes aprendidos.
un hálito de magia. Parece ser que ahí, que en ese [...]
país, es donde se fo'fja la doble realidad, esa tensión Lo que sí me marcó fue la casa de mi abue-
entre lo real y lo imaginado que afecta al adulto- la: primero, la casa en sí, grande, destartalada,
escritor ya para siempre. Si la escritura es causada llena de muebles hermosos y desvencijados,
por la inhalación de un virus, es seguro que el de puertas y ventanas con vida propia; caja de
reservorio de ese virus se encuentra en la infancia. resonancia de todos los vendavales, de todos
No sólo en la infancia de los hombres, sino también los ruidos, de los pasos quedos de todos los
en la infancia de la literatura, en la narración fantasmas, rica en rincones oscuros que mi
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miedo me ayudó a poblar de habitantes mara- En otra tierra más seca, más al sur, en Extre-
villosos y solemnes. madura, Landero recorría la misma ruta que
Después las gentes de la casa: ahora me doy Torrente también de manos de su abuela:
cuenta de que si algunas de mis obras consisten
en una historia común que se deriva del cho- [...]Si yo supiera pintar, hubiese pintado para
que de varios cuentos particulares, fue allí en la ustedes un cartelón con distintos pasajes de mi
casa de mi abuela, donde descubrí que era así. vida, al modo de los romanceadores ciegos y les
[...] hubiese señalado con un puntero la primera
Por aquel valle donde nací bajaban los vien- viñeta, donde aparezco yo de niño en un corral,
tos más estruendosos, galernas de la mar que sentado en una silla de paja bajo la floresta de
entraban por Cobas y recorrían el camino un evónimo. Enfrente, en una silla de lo mis-
sinuoso y tierno, verde siempre, a veces con mo, una vieja requetevieja me está contando un
las amarilleces de los castaños, de las aliagas o cuento[...].
de las hojas muertas; el viento se ensanchaba El evónimo (con su rumor, sus sombras, sus
en la ría, para ahilarse otra vez entre castillos sigilos) comenzó a ser para mí algo más que un
y salir por la boca, pitando. O silbando más arbusto. Verlo o escucharlo a cualquier hora[...]
bien. Gracias al viento aquel descubrí que era y es corno rememorar el mundo de las reali-
todo puede ser flautín, acordeón, orquesta, si dades ficticias. El rumor de sus hojas ya será,
a su paso acaricia agujeros sonoros. La casa de para siempre, algo más que eso: son también las
mi abuela fue el primer conjunto sinfónico del olas del mar bajo las cuales hay un reino secreto.
que tuve experiencia: el viento hacía vivir sus Es de suponer que don Quijote, en la prime-
resquebrajaduras, sus oquedades, los filos de ra fase de su locura, debió de sufrir la impre-
las tejas: acariciaban sus dedos largos aquellas sión de que la silueta de un molino de viento se
superficies corno el teclado de un bandoneón. desdibujaba para tornar la forma, todavía vaga
Con ese viento y esas historias, ¿qué espe- e intermitente, de un ferocísirno gigante. Ese
raban que fuera? ¿Por ventura ingeniero de primer grado de locura es quizá la fuente del
caminos? placer literario.
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[...] yo entré en él de niño, como ya les con- " los armarios y se deslizaban en los espejos. Allí
té, debajo de un evónimo y de la mano de mi .' crecí entretenida en juegos solitarios y excur-
abuela, que era, por cierto, analfabeta, pero siones al sótano. Ese lugar fue mi caja de Pan-
tenía esa sabiduría del narrador oral de siem- dora. Contenía .el pasado prisionero en viejas
pre, cuyas huellas podemos encontrar aún en cartas de amor, diarios de viaje y retratos de
Las 1001 noches, por ejemplo. Pero yo entonces obispos, de doncellas y de exploradores. Mi
tenía muy pocos años y no sabía en qué clase de fantasía fue alimentada por todo ello y también
territorio comenzaba a internarme. [...] por los libros [...]. Nadie guiaba ni censuraba
mis lecturas. Así es como a los 1O años lloraba
con las tragedias de Shakespeare, intentaba
Isabel Allende puso un pie en el territorio sóli- descifrar a F reud y me confundía con las obras
do de su infancia para escribir su novela La casa del Marqués de Sade. Envidiaba a los quepo-
de los espíritus, y esta vez también había una dían escribir y llenaba cuadernos de relatos
abuela implicada en el contagio del virus: imposibles. Treinta años después, cuando ya
no pude postergar por más tiempo la decisión
Mi padre desapareció de mi vida cuando yo de escribir una novela, retomé algunos sueños,
era muy pequeña, dejando tan pocas huellas vivencias y fantasías de esa época [... ].
que, aunque busco en mi memoria, no puedo Escribí [...] «para rescatar la memoria del
recordar su rostro. Eso determinó que mi ' pasado y sobrevivir a mi propio espanto». No
madre fuera con sus hijos a vivir en el hogar de sospeché que el espíritu benéfico de mi abue-
los abuelos, que marcó mi infancia. Creo que la protegería estas páginas, acompañándolas
por eso en mi libro tiene tanta importancia la en su tránsito por el mundo. Me complace
gran casa llena de espíritus donde transcurre la pensar en ello, imaginar por ejemplo que Cla-
vida de los Trueba. La nuestra no era tan vasta ra, clarísima, clarividente, está aquí a mi lado,
ni tan lujosa[...] pero a mí me parecía enorme, en este momento, vestida con su túnica blan-
sombría, cruzada de corrientes de aire, habita- ca, sus guantes de lana y sus dientes postizos
da por tenues fantasmas que hacían ruido en colgando de una cadena al cuello. [...]
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Como él mismo ha dicho más de una vez, para extraordinarias, con la misma cara de palo
García Márquez Macando no es un lugar; es el con que esta tía dijo que quemaran en el patio
pasado. Ese pasado transcurre también en la vieja el huevo de basilisco, que jamás supe lo que
casa de los abuelos, en Aracataca. Allí pasaban era.
cosas realmente mágicas, que dan la razón al
escritor cuando dice que para él/o que escribe no es
realismo mágico, sino realismo a secas: En Ohio, Estados Unidos, otra abuela tejía para
su nieta la vocación de inventar historias, esta vez
Una vez estaba bordando (mi ·tía) cuando los hilos eran los sueños:
llegó una muchacha con un huevo de gallina
muy peculiar, un huevo que tenía una protu- Cuando niña me crié escuchando historias de
berancia. N o sé por qué la casa era una espe- fantasmas. Contar historias era parte de la
cie de consultorio de todos los misterios del diversión. También me crié con gente que las
pueblo. Cada vez que había algo que nadie creía. Cuando contaban historias sobre visiones
entendía, iban a la casa y preguntaban y, gene- no las contaban como si fueran visiones. [...]
ralmente, esta señora, esta tía, tenía siempre Mi abuela me preguntaba acerca de mis
la solución. A mí lo que me encantaba era la sueños y, según el contenido de ellos, acudía
naturalidad con la que resolvía estas cosas. al libro de los sueños, que podía traducir los
Volviendo a la muchacha del huevo, le dijo: sueños en números de tres dígitos. Ese era el
<<Mire usted, ¿por qué este huevo tiene una número que uno jugaba en el juego de los
protuberancia?». Entonces ella la miró y dijo: números. Se sueña con un conejo o la muerte,
«Ah, porque es un huevo de basilisco. Pren- o una boda, y además el color es importante.
dan una hoguera en el patio». Prendieron la Soñar que se moría con vestido blanco o ves-
hoguera y quemaron el huevo con gran natu- tido rojo ... y las bodas siempre significaban
ralidad. Esa naturalidad creo que me dio a mí muerte y la muerte siempre significaba bodas.
la clave de Cien años de soledad, donde se cuen- Me interesa porque ella acertó mucho con
tan las historias más espantosas, las cosas más mis sueños durante un par de años.
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[...] «Dios santo, no sé qué voy a hacer con este
Cuando dejó de acertar con mis sueños dejó nieto, no es nada ni hace nada, quizá pudiera
de preguntarme. Era encantador tener una escribir».
magia que podía convertirse en el placer de
complacer a la abuela y además era lucrativa.
Mi vida onírica es todavía tan real para mí que Al escritor Ray Bradbury el síndrome de la
apenas la distingo de la otra, aunque sé cuál palabra le llegó a través de un ser extraño y casual,
es. Es igualmente interesante para mí y una el Señor Eléctrico.
fuente inagotable de información. Yo era muy
consciente de que intentaba capturar por Pero el conglomerado de magia y mitos y
escrito lo que la vida de los negros significaba de rodar por la escalera con brontosaurios
para mí, no sólo qué hacen los negros, sino sólo para levantarme con La de Opar, cuajó
cómo miramos la vida. de una sacudida por obra de un hombre,
Señor Eléctrico.
Toni Morrison Llegó con una sórdida feria de mala muer-
te, los Espectáculos de los Hermanos Dill,
durante el fin de semana del Día del Trabajo
Yo estaba tísico, con granos, muerto de en 193 2. Yo tenía doce años. En cada una de
hambre y pálido, -cuenta Thomas Bernhard- y las tres noches, el Señor Eléctrico se sentó en
todo empezó cuando descubrieron una lápi- su silla eléctrica a que le dispararan diez billo-
da en honor de mi abuelo en Henndorf. Eso nes de voltios de pura energía azul y restallan-
lo recuerdo. Hubo esa ceremonia y luego te. Moviéndose hacia el público, con los ojos
una merienda o algo así, con mis parientes en llamas, el pelo blanco de punta y arcos de
en un hostal, con periódicos y periodistas, y chispas entre los dientes, sonreía y rozaba las
todos los que andaban por allí, con banda de cabezas de los niños esgrimiendo una espada
música y banderas y cazadores. Mi abuela Excalibur, armándolos caballeros con un
estaba sentada a mi lado, junto a Kaut y dijo: toque de fuego. Cuando la primera noche se
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acercó a mí, me golpeó los dos hombros y la ese año moriste en mis brazos en la batalla
punta de la nariz. El rayo saltó a mi cuerpo. El del bosque de Las Ardenas. Y hete aquí rena-
Señor Eléctrico gritó: «¡Vive para siempre!». cido, con nombre y cuerpo nuevo. ¡Bienve-
Decidí que era la mejor idea que había oído nido!
nunca. Al día siguiente fui a ver al Señor Eléc- Volví de ese encuentro con el Señor Eléc-
trico con la excusa de que el truco mágico que trico tambaleándome, maravillosamente soli-
le había comprado no funcionaba. Él lo repa- viantado por los dos dones: el don de haber
ró y me llevó a pasear por las tiendas, gritando vivido antes (y de que me lo hubieran conta-
en cada una «¡Cuidad el lenguaje!» antes de do) ... y el de intentar corno fuera vivir para
que entráramos a conocer a los enanos, los siempre.
acróbatas, las mujeres gordas y los Hombres Unas semanas después empecé a escribir
Ilustrados. mis primeros cuentos sobre el planeta Marte.
Bajarnos a sentarnos a orillas del lago Mi- Desde esa época hasta hoy no he parado nun-
chigan, donde el Señor Eléctrico habló de su ca. Dios bendiga al Señor Eléctrico, donde-
pequeña filosofía y yo de la mía, que era gran- quiera que esté.
de. Nunca entenderé por qué me soportó.
Pero escuchó, o eso me pareció a mí, tal vez
porque estaba lejos de su casa, tal vez porque Ricardo Piglia, escritor argentino, relata así su
en algún lugar del mundo tenía un hijo, o no primer contacto con la escritura:
tenía ningún hijo y quería tenerlo. El caso es
que era un ex pastor presbiteriano, dijo, y Uno siempre se inventa un mito de origen,
vivía en El Cairo, Illinois, y allí podría escri- una ficción personal donde se cuenta su
birle yo cuando tuviera ganas. entrada en la literatura. Mi propia ficción del
Finalmente me dio algunas noticias espe- origen es una historia de exilio y destierro.
ciales. Una especie de folletín donde hago el papel
-Nosotros ya nos conocernos -dijo-. En cómico de un Stephen Dedalus que se niega a
1918, en Francia, tú fuiste mi mejor amigo y dejar Dublín. Mi padre decide dejar Adrogué,
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el suburbio de Buenos Aires donde yo había Nacido en Nueva Orleans, el pequeño Truman
nacido y donde había nacido mi madre (don- Capote parecía tener ya ese espíritu de «niño terri-
de Borges iba a pasar los veranos, pero de eso ble» que luego le hizo temidamente famoso:
en aquel tiempo yo tenía noticias confusas)
para que nos mudáramos a Mar de la Plata, [...] mi infancia transcurrió en regiones del
una ciudad a 400 kilómetros adentro de la país y entre personas que carecían de toda
provincia de Buenos Aires. actitud cultural [... ] naturalmente, en ese
Lo notable es que yo viví esa simple medio, yo era considerado un tanto excéntri-
mudanza como una tragedia. Me resistía a co, lo cual era bastante justo, y además estúpi-
abandonar la infancia, ese lugar inolvidable do, lo cual resentía adecuadamente. Con
que llamamos la infancia. Sencillamente no todo, despreciaba la escuela [...] y año tras año
quería irme, no podía concebir que se pudie- . reprobaba las materias más sencillas, por pura
ra vivir en otro lugar. De hecho, después, no aversión y fastidio. Faltaba a clase cuando
me ha importado nunca dónde he vivido. menos dos veces por semana y a cada rato me
Entonces empecé a escribir un diario. Me escapaba de casa. Una vez me fugué con una
acuerdo de los muebles enfundados, de la amiga que vivía en la casa de enfrente: una
casa desmantelada con una sensación de ex- muchacha mucho mayor que yo que poste-
trema melancolía. Me acuerdo también de riormente alcanzó cierta fama porque asesinó
que abrí un cuaderno y empecé a escribir. En a media docena de personas y fue electrocuta-
este sentido podríamos decir que ése es el da en Sing Sing. La llamaron «La Asesina
inicio de la escritura. Ese diario, que todavía Corazones Solitarios»[...] finalmente, cuando
sigo escribiendo, marca la entrada en la es- tenía unos doce años, si no recuerdo mal, el
critura. Es como si allí hubiese intentado director de la escuela a la que asistía visitó a
retener el pasado, fijar aquellos momentos, mi familia y le dijo que en su opinión y en la
,no Irme. de los demás maestros, yo era «subnormal».
Aparte de lo que hayan pensado en su fuero
interno, mis parientes se dieron oficialmente
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por ofendidos, y en un esfuerzo por probar mi vida; aun durante el sueño me encuentro
que yo no era subnormal, me mandaron sin tenso e inquieto y me despierto súbitamente
pérdida de tiempo a una escuela de estudios psi- al primer cambio o sonido. No resulta muy
coanalíticos en una universidad del Este, donde agradable. Sería agradable poder relajarse.
me examinaron el coeficiente de inteligencia Creo que heredé esto de mi padre, pues me
[...] regresé a casa proclamado genio por la acuerdo de su inquietud. A veces llenaba la
ciencia. No sé quién se sintió más abrumado, si casa con un aullido a pesar de ser hombre de
mis antiguos maestros, que se negaron a creer- pocas palabras. Era un hombre extraordinaria-
lo, o mis parientes, que no quisieron creerlo: mente silencioso; supongo que lo era porque.
todo lo que querían que les dijeran era que yo poseía muy pocas palabras y, además, porque
era un simpático muchachito normal ¡Ja, ja! no tenía a quién decírselas. Era más fuerte que
Pero, por lo que a mí me tocaba, me sentía profundo. [...] En mi lucha por convertirme
sumamente complacido: me la pasaba mirán- en escritor fue él quien me alentó, apoyó y
dome en los espejos y chupándome los carrillos explicó, no mi madre. Ella quería que llegase
y diciéndome: «Pues sí, jovencito, tú y Flau- a ser algo decente, como banquero o algo así
bert... o Maupassant, o Mansfield o Proust o [...]Al contrario, mi padre quería que fuese yo
Chéjov o Wolfe», según quién fuera el ídolo mismo, lo cual resultaba raro. Admiraba a la
del momento. gente que se trazaba una línea y la seguía
indefectiblemente hasta el final. Creo que
esto se debía al hecho de haber abandonado
Así es como relata John Steinbeck la relación su destino, consagrándose a pequeños debe-
-siempre conflictiva- entre su vocación de escritor res, y sometiendo su conciencia al torbellino
y su familia. de la familia, el dinero, la responsabilidad.
Para ser puro se requiere una arrogancia que
Mi mayor error o, al menos, parece serlo, es él no poseía y un egoísmo que no era capaz de
mi falta de capacidad para relajarme. No re- asumir. Y pienso que le gustaba la impiedad
cuerdo haber estado relajado nunca en toda de mi deseo de convertirme en escritor a
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pesar de la opinión de mi madre y los demás. Parece que no sólo las abuelas, sino también las
De cualquier manera, fue él quien me alentó. revoluciones han ayudado a cumplir la vocación de
Mi madre creía que terminaría por olvidarlo y algún escritor:
que volvería a comportarme sensatamente.
Mi vida hasta ahora ha superado espléndi-
damente las ambiciones que tenía de mucha-
Iba a ser ingeniero de minas o geólogo cho y de joven. En el primer decenio de nues-
-dice el poeta W. H. Auden-. Entre los seis y los tro decadente siglo, durante viajes con mi
doce· años, pasé muchas horas construyendo familia a Europa Occidental, imaginaba yo,
un mundo propio y privado, altamente elabo- en los ensueños de la hora de irse a dormir,
rado, basado principalmente en un paisaje: las cómo sería convertirse en un desterrado que
ciénagas calizas de la Cadena Penina; y en añoraba una Rusia remota, triste e inextingui-
segundo, una industria: las minas de plomo ble, bajo los eucaliptos de refugios exóticos.
[...] Más tarde me di cuenta de que al cons- Lenin y su policía dispusieron delicadamente
truir este mundo que sólo yo habitaba, en rea- la realización de esa fantasía. A los doce años,
lidad estaba empezando a aprender a escribir mi sueño más acariciado era una visita a la
poesía. Mi decisión final, que me pareció bas- cadena de los Krakorum en busca de maripo-
tante fortuita en aquel entonces, tuvo lugar en sas. Veinticinco años después, me envié con
1922, en marzo, cuando cruzaba el campo con éxito a mí mismo, en el papel de padre de mi
un amigo mío que más tarde se convirtió en héroe (ver mi novela The Gift) a explorar, red
pintor. Éste me preguntó: «¿Nunca escribes en mano, las montañas de Asia Central. A los
poesía», y yo dije: «No, nunca lo he pensa- quince años me veía a mí mismo como escri-
do». Él continuó: «¿Por qué no?»; y en ese tor mundialmente famoso a los setenta, con
momento decidí que era eso lo que iba a una melena blanca y ondulada. Hoy estoy
hacer. Al mirar hacia mi pasado me he dado prácticamente calvo.
cuenta de cómo se preparó el terreno.
Vladimir Nabokov
44 45
James Joyce, en una carta a Nora, la que lue- ofrecía. Con eso, me he hecho un mendigo,
go sería su mujer, relata así el mundo terrible de pero he conservado mi orgullo. Ahora le hago
su infancia: la guerra abiertamente con lo que escribo,
digo y hago. No puedo entrar en el orden
[...] conviene que conozcas mi ánimo en la social sino como vagabundo. He empezado a
mayor parte de las cosas. Mi ánimo rechaza estudiar medicina tres veces, derecho una vez,
todo el presente orden social y el cristianismo música una vez. Hace una semana estaba arre-
-el hogar, las virtudes reconocidas, las clases de glando marcharme como actor ambulante. No
vida y las doctrinas religiosas-. ¿Cómo podría pude poner energía en el plan porque no deja-
gustarme la idea de hogar? Mi hogar ha sido bas de tirarme del codo [...].
simplemente un asunto de clase media, echado
a perder por hábitos de derroche que he here-
dado. A mi madre la mataron lentamente los Por último estas reflexiones sobre la influencia
malos tratos de mi padre, años de dificultades, de la infancia, como <<terreno conocido», en la es-
y la franqueza cínica de mi conducta. Cuando critura:
la miré a la cara, tendida en el ataúd -una cara
gris, consumida por el cáncer-, comprendí que A muchos autores les resulta difícil escribir
miraba la cara de una víctima y maldije ~1 siste- acerca de los ambientes que no han conocido
ma que la había hech-o ser víctima. Eramos en la niñez. Las voces de la infancia, oídas
diecisiete en la familia. Mis hermanos y her- otra vez, tienen un tono más verdadero que
manas no son nada para mí. Sólo un hermano las otras. Y el follaje -los árboles de la infan-
es capaz de comprenderme. Hace seis años cia- se recuerdan con mayor exactitud. Cuan-
dejé la Iglesia Católica odiándola con el mayor do trabajo con un ambiente diferente al Sur,
fervor. Encontraba imposible para mí seguir en tengo que preguntarme en qué época se abren
ella a causa de los impulsos de mi naturaleza. las flores -¿y qué flores?-.
Le hice la guerra en secreto cuando era estu-
diante y rehusé aceptar las posiciones que me Carson McCullers
46 47
[...]el mundo que uno vive durante su pri- Capítulo 3
mera juventud -sea acogedor o ingrato-,
aquel en que has crecido, donde se han incu- De dónde nacen las historias
bado tus primeras relaciones y conflictos, es el
más novelable y a él remiten casi siempre las
mejores narraciones, o, por lo menos, las más Si se pudiera dar nombre a todo Jo que sucede,
genwnas. sobrarían las historias. Tal y como son aquí las cosas, la
vida suele superar a nuestro vocabulario. Falta una
Carmen Martín Gaite palabra y entonces hay que relatar una historia.
]OIIN BERGER
48 49
Ese «algo» desconocido en cada escritor es dis- conclusión de la novela, pasaron quince años. En
tinto, pero en todos se avista una obsesión colectiva todo ese tiempo, Márquez no dejó de darle vueltas a
por mirar, por discernir dónde hay una historia esa imagen que procedía de su infancia más remota:
que contar. Como el fotógrafo que, cautivado por el
foco de su cámara, ve la realidad en rectángulos de [...]la primera idea que tuve yo de Cien años
luz y de sombra, así los escritores parecen mirar el de soledad fue la imagen de un viejo llevando un
mundo, destacando sobre el fondo aquello que para niño a conocer el hielo. [...] el hielo era una
ellos es insólito, conmovedor, narrable. curiosidad del circo, porque el pueblo era
En la mayoría de los casos, los escritores coinci- terriblemente caliente, donde no se conocía el
den en que, de una u otra forma, esa idea perma- hielo, y entonces el hielo venía como viene un
nece en su mente. A veces vive allí durante años, elefante o como venía un camello; en Cien años
les asedia. Pasarla al papel parece la única forma de soledad aparece esa imagen del viejo llevan-
de librarse de la idea. do al niño a conocer el hielo, y fíjate que el
Muchas de las grandes novelas de nuestro hielo está en una carpa de circo y hay que
tiempo las han llevado los escritores dentro, dando · pagar entrada y todo. Alrededor de eso se fue
vueltas como una obsesión o una pesadilla durante construyendo el libro. En cuanto al contenido,
años, tan embarazados de la idea que cuando la el argumento, yo no tuve ningún problema:
dieron a luz salió sin fórceps, con todas las extre- era parte de mi vida, en la que yo había estado
midades en su sitio, y sin·colas de cerdo. pensando siempre; tuve simplemente el traba-
jo de armar todo eso y estructurarlo.
50 51
to. Yo siempre parto de una imagen. La siesta de ella podía ver a través de una ventana el
del martes, que considero mi mejor cuento, lugar donde se estaba efectuando el funeral de
surgió de la visión de una mujer y una niña su abuela y se lo contaba a sus hermanos que
vestidas de negro y con un paraguas negro, estaban al pie del árbol. Cuando llegué a expli-
caminando bajo un sol ardiente en un pueblo car quiénes eran ellos y qué estaban haciendo
desierto. La hojarasca es un viejo que lleva a su y cómo se habían enlodado los calzoncitos de
nieto a un entierro. El punto de partida de El la niña, comprendí que sería imposible meter-
coronel no tiene quien le escriba es la imagen de lo todo en un cuento y que el relato tenía que
un hombre esperando una lancha en el mer- ser un libro. Y entonces comprendí el simbo-
cado de Barranquilla. La esperaba con una lismo de los calzoncitos enlodados, y esa ima-
especie de silenciosa zozobra. Años después gen fue reemplazada por la de la niña huérfa-
yo me encontré en París esperando una carta, na de padre y madre que se descuelga por el
quizás un giro, con la misma angustia, y me tubo del desagüe del techo para escaparse del
identifiqué con el recuerdo de aquel hombre. único hogar que tiene, donde nunca ha recibi-
do amor ni afecto ni comprensión. Yo había
empezado ya a contar la historia a través de
Para William Faulkner, como para Márquez, los ojos del niño idiota, porque pensaba que
las historias nacen de una imagen que luego, poco sería más eficaz si la contaba alguien que sólo
a poco, se rodea de nombres, datos, hechos... hasta fuera capaz de saber lo que sucedía, pero no
convertirse en historia. por qué. Me di cuenta de que no había conta-
Ése fue el germen de una de sus novelas más do la historia esa vez. Traté de volver a con-
conocidas, El sonido y la furia: tarla, ahora a través de los ojos de otro herma-
no. Tampoco resultó. La conté por tercera
Empezó con una imagen mental, yo no vez a través de los ojos del tercer hermano.
comprendí en ese momento que era simbóli- Tampoco resultó. Traté de reunir los frag-
ca. La imagen era la de los fondillos enloda- mentos y de llenar las lagunas haciendo yo
dos de una niña subida a un peral, desde don- mismo las veces de narrador. Todavía no que-
52 53
dó completa hasta quince años después de la vueltas en la cabeza. Y hubo una cosa que me
publicación del libro, cuando escribí, como dio la clave para sacarlo, es decir, para deshe-
apéndice de otro libro, el esfuerzo final para nebrar ese hilo aún enlanado. Fue cuando
acabar de contar la historia y sacármela de la regresé al pueblo donde vivía 3O años des-
cabeza de modo que yo mismo pudiera sentir- pués, y lo encontré deshabitado. Es un pueblo
me en paz. Ese es el libro por el que siento que yo conocí, de unos siete mil, ocho mil
más ternura. Nunca pude dejarlo de lado y habitantes. Tenía 150 habitantes cuando lle-
nunca pude contar bien la historia, aun cuan- gué -es uno de esos pueblo muy grandes, las
do lo intenté con ahínco y me gustaría volver tiendas allí se contaban por puertas, eran tien-
a intentarlo, aunque probablemente fracasaría das de ocho, diez puertas- y cuando llegué las
otra vez. casas tenían candado. La gente se había ido.
Pero a alguien se le ocurrió sembrar de casua-
rinas las calles del pueblo. Y a mí me tocó
Juan Rulfo partió de una obsesión infantil estar allí una no~he y es un pueblo donde hace
para escribir su novela Pedro Páramo. mucho viento, está al pie de la sierra madre. Y
en las noches las casuarinas mugen, aúllan. Y
En lo más íntimo, Pedro Páramo nació de el viento. Y entonces comprendí yo esa sole-
una imagen y fue la búsqueda de un ideal que dad de Comala, del lugar ese. El nombre no
llamé Susana San Juan. Susana San Juan no es ese, no, el pueblo de Comala es un pueblo
existió nunca: fue pensada a partir de una progresista, fértil. Pero la derivación de coma!
muchachita a la que conocí brevemente cuan- -comal es un recipiente de barro, que se pone
do yo tenía trece años. Ella nunca lo supo y sobre las brasas donde se calientan las torti-
no hemos vuelto a encontrarnos en lo que lle- llas-, y el calor que hay en ese pueblo, es lo
vo de vida. que me dio la idea del nombre. Comala: lugar
[...] Estaba ya, casi se puede decir, planea- sobre las brasas.
do. Pues, como unos diez años antes. No había
escrito una sola página, pero me estaba dando
54 55
Sobre las brasas parece estar escrito El Señor sobre la negrura, fueron apareciendo escritas
Presidente, de Miguel Ángel Asturias; un frag- con tiza de memoria blanca, historias que des-
mento de la historia cruenta de su país. Así fue de niño había vivido, en ese vivir que va dejan-
como cuajó la idea de la novela: do la memoria de las cosas, los relatos conta-
dos en voz baja, después de cerrar todas las
El Señor Presidente no fue escrito en siete puertas. Mis «mendigos políticos», que vinie-
días, sino en siete años. Al final de 1923, felices ron a ser el primer capítulo de mi novela, la
años, había preparado un cuento para un con- primera novela que yo escribía, El Señor Presi-
curso literario de uno de los periódicos de dente, ya no estaban solos, el destino de las
Guatemala. Este cuento se llamaba Los mendi- cosas, dejaban de ser un cuento y se completa-
gos políticos. El cuento se quedó en cartera y fue ban con los relatos que yo refería en las mesas
parte de mi equipaje cuando me trasladé a de los cafés parisien~es. En la producción lite-
Europa. Ese año, en 192 3, coincidimos en raria, parece mentira, pero el azar juega un
París varios escritores latinoamericanos, con papel muy importante. Es así corno nace El
quienes nos reuníamos casi todas las noches a Señor Presidente, hablado, no escrito. Y corno al
charlar en el café la Rotonda. Cada cual, en decirlo me oía, no quedaba satisfecho hasta
estas charlas, contaba anécdotas pintorescas, que me sonaba bien, y tantas veces lo hacía,
picantes o trágicas de su país. Insensiblemente, para que cada vez se oyera mejor, que llegué a
corno una reacción a esa América pintoresca saber capítulos enteros de memoria. No fue
que tanto gusta a los europeos, acentuábanse escrito al principio, sino hablado. Y esto es
los tonos más sombríos en tales relatos, llegán- importante subrayarlo. Fue deletreado. Era la
dose a rivalizar en historias escalofriantes de época del renacer de la palabra, corno medio de
cárceles, persecuciones, barbarie y vandalismo expresión y de acción mágica. Ciertas palabras.
de los sistemas dictatoriales latinoamericanos. Ciertos sonidos. Hasta producir el encanta-
En ese ejercicio macabro, a tiranos tan espec- miento, el estado hipnótico, el trance. Del
taculares corno Juan Vicente Górnez, yo tenía dicho al hecho hay un gran trecho, dice el pro-
que oponer el mío, y corno una pizarra limpia, verbio, pero es mayor la distancia que separa el
56 57
dicho de lo escrito. Hablado, contado el mate- escribir sobre la niña que quería los ojos azu-
rial de la novela, que sufría constantes cam- les y el horror de que se cumpliera ese deseo;
bios, había que estabilizarlo. Pero cómo acos- también sobre toda la cuestión de la belleza
tumbrar al sonido a quedar preso en la letra. física, y el dolor de ese anhelo de ser otra per-
Cómo dar permanencia, sin sacrificar su diná- sona, que pese a ser devastador, formaba parte
mica emocional, hija de la palabra dicha, a lo de todas las mujeres que eran perifériCas en
que una vez escrito, palidecía, bajaba el tono. las vidas de otros.
Eso pasa con las obras que se llevan mucho [...]
tiempo en la imaginación y la lengua. Termi- Al principio había escrito el libro sin esas
nan por no poderse escribir, pues siempre, al dos niñas. Era sólo la historia de Pecola y su
escribirlas, sentiremos que las traicionamos. familia. Lo contaba en tercera persona en par-
tes, en fragmentos como de espejo roto.
Cuando lo leí no había relación entre la vida
A partir de un recuerdo de su infancia, Toni de Pecola, sus padres y la lectora ... yo misma.
Morrison elaboró The Bluest Eye. Necesitaba un puente. El libro era flojo en el
medio, así que lo apuntalé. Introduje a las
Comencé a escribir ese libro como un niñas y escogí un <<yO» para una de ellas, para
cuento corto basado en una conversación que que hubiera alguien de su edad que la com-
tuve con una amiga cuando era pequeña. prendiera. Eso también daba un aire juguetón
Hablábamos sobre la existencia de Dios; ella a sus vidas, para aliviar la sordidez. Tuve que
decía que no existía y yo decía que sí. Ella me reestructurar toda la novela, e introduje la
explicó por qué no: había rezado cada noche secuencia temporal de las estaciones, el flujo
durante dos años para tener ojos azules y no del tiempo de la niña. Seleccioné a partir de lo
los t:llVO, así que Él no existía. Recuerdo que la que recordaba de la vida en los treinta y los
miré, la imaginé con ojos azules y pensé que cuarenta ... el pasado, sea lo que fuere el pasa-
sería espantoso que respondieran a esa plega- do. En cuanto advertí eso, supe que ya no
na. Ella me parecía hermosa. Comencé a podía no escribir el libro [...] aún no sabía si
58 59
éra escritora, pero sabía que quería dedicarme era muy joven. Vargas Llosa explica así cuálfue el
a escribir. origen de la novela:
60 61
Flaubert pasaría tal vez desapercibido. Pero mente, porque leí en alguna parte: «Deberías
cuando lo sabemos podemos decir que indu- oír cantar a fulano de tal, es algo inolvidable».
dablemente, en el fondo de esa construcción Y entonces pensé, ¿qué ocurriría si existiese
tan vasta, tan ambiciosa, en esa novela que se algo realmente inolvidable? [... ] Y me dije:
nos aparece como una de las grandes cons- muy bien, supongamos que haya algo inolvi-
trucciones del espíritu humano, se halla un dable de verdad, algo que no se pueda olvidar
acontecimiento más bien minúsculo, aparen- ni tan siquiera una décima de segundo. Y así,
temente intrascendente y efímero en la vida a continuación me inventé la historia. Pero
de un hombre, que hirió su sensibilidad, que salió por entero de la palabra «inolvidable».
quedó depositado en su conciencia, que se
mezcló allí con otro tipo de experiencias, que
luego fue manipulado una y otra vez por la Otras veces la historia nace del desarrollo de
imaginación, y que al fin, a través de un ejer- una frase. Después de leer un ensayo de Flannery
cicio paciente, laborioso, constante, tenaz, O'Connor, donde se hablaba de la escritura como
volvió al mundo de donde había venido, disi- descubrimiento, Raymond Carver decidió adoptar
mulado, disfrazado, en el interior de esa gran este sistema: escribir un relato partiendo de una
construcción literaria que es La educación sen- frase. Así cuenta su primera experiencia:
timental.
[...] Al fin tomé asiento y me puse a escri-
bir una historia muy bonita, de la que su pri-
A veces, la idea se desarrolla partiendo de una mera frase me dio la pauta a seguir. Durante
sola palabra, éste es el caso de El Zahir, inolvida- días y más días pensé mucho en esa frase: «Él
ble relato de Jorge Luis Borges: pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono».
Sabía que la historia estaba allí, que de esas
El Zahir versa sobre... una inolvidable palabras brotaba su esencia. Sentí hasta los
moneda de veinte céntimos[...] Escribí aquello huesos que a partir de ese comienzo podría
partiendo de la palabra «inolvidable», simple- crecer, hacerse cuento, si le dedicaba el tiem-
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po necesario. Después de la primera frase, de en Brooklyn. Fue a comienzos de 1980 y yo
esa primera frase escrita de buena mañana, estaba trabajando en El libro de la memoria [...].
brotaron otras frases para complementarlá. Un día, un par de meses después de mudarme,
Puedo decir que hice el relato como si escri- sonó el telefono y del otro lado de la' línea
biese un poema: una línea; y otra debajo; y alguien me preguntó si hablaba con la agen-
otra más. Maravillosamente pronto vi la his- cia Pinkerton. Le dije que no, que se había
toria y supe que era mía, la única por la que equivocado y colgué el auricular. Seguramen-
había esperado ponerme a escribir. te habría olvidado ese incidente, de no ser
Me gusta hacerlo así cuando siento que una porque al día siguiente llamó otra persona y
nueva historia me amenaza. Y siento que de esa me hizo la misma pregunta: «¿Hablo con la
propia amenaza puede surgir el texto. En ella Agencia Pinkerton?». Otra vez dije que no, le
se contiene la tensión, el sentimiento de que expliqué que se había equivocado de número
algo va a ocurrir, la certeza de que las cosas y colgué. Pero un instante después comencé a
están como dormidas, prestas a despertar[ ...]. preguntarme qué habría ocurrido si hubiera
dicho que sí ¿Habría podido hacerme pasar
por agente de la Pinkerton? Y en caso afirma-
En muchas ocasiones, las historias llegan por tivo, ¿hasta dónde habría podido llevar el
casualidad, como si llamasen a una puerta equivo- engaño?
cada. Es un asunto ajeno al escritor lo que provoca La idea del libro surgió de esas llamadas
el germen de la historia. Para Paul Auster el tema telefónicas, pero pasó más de un año hasta
del azar es una de las constantes en su obra, preci- que empecé a escribirlo.
samente porque el azar ha sido uno de los motores
más importantes de su vida. El azar fue lo que le
dio la idea para su novela La ciudad de cristal: Algunas crecen a nuestro lado, en nuestra rea-
lidad, y nos impresionan lo suficiente como para
Un año después de la ruptura de mi pri- contarlas:
mer matrimonio, me mudé a un apartamento
64 65
[...] El asunto de La tregua -cuenta Mario rosa ... algo así como una punzada fabulosa del
Benedetti de la concepción de su novela- se me costado de Adán. Según recuerdo, el primer
ocurrió cuando trabajaba en una gran empre- estremecimiento de inspiración en cierto
sa inmobiliaria en Montevideo, y mi jefe, un modo lo provocó de manera un tanto miste-
hombre ya maduro, viudo, con un hijo, próxi- riosa un relato de un periódico, creo que del
mo a jubilarse, y en la situación espiritual de París-Soir, acerca de un mono del zoológico
alguien ya. vencido por la rutina y la soledad, de París, el cual, después de diez meses de
de pronto empezó a parecer (y ser) más vital; haber sido adiestrado con halagos por los
el cambio era la consecuencia de haberse ena- científicos, produjo el primer dibujo al carbón
morado de una muchacha a la que doblaba en trazado por un animal, y ese esbozo, reprodu-
edad. En realidad, el hijo no era homosexual, cido por el periódico, mostraba los barrotes
la chica no era compañera de trabajo; él se de la jaula de la pobre criatura.
casó con ella pero murió primero. O sea que
el libro transformó bastante la realidad para
convertirla en novela. No menos críptica es la explicación de Robert
Graves sobre su concepción de La esposa del
señor Milton:
¿Cuál fue el origen de Lolita?, le preguntó un
periodista a Vladimir Nabokov, y ésta fue la res- La esposa del señor Milton, mi mejor novela,
puesta: se inició cuando mi mujer y yo estábamos
haciendo una cama en 194 3 y yo de repente
Nació hace mucho tiempo, debe haber dije: «Sabes, Milton debió ser un tricomanía-
sido en 1939, en París; el primer latido de co», es decir, un fetichista del pelo. El comen-
Lolita me atravesó en 1939 o quizá a princi- tario surgió de repente de mi boca. Me di
pios de 1940, en momentós en que me hallaba cuenta de que continuamente su imaginería
postrado por un feroz ataque de neuralgia había sido tricomaníaca. Así que leí todo lo
intercostal, que es una enfermedad muy dolo- que pude encontrar acerca de él y me interesé
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por la historia de sus matrimonios. Siempre Dei pasado, del presente, del subjuntivo, del
he odiado a Milton, desde mi más tierna in- qué pasaría si... provienen las semillas de las histo-
fancia, y quería descubrir la razón. Y la en- rias. De derecha e izquierda, de arriba y de abajo,
contré. Sus celos. Se encuentran presentes en sólo hay que saber encontrarlas:
todos sus poemas... Marie Powell tenía un pelo
largo con el que Milton no podía competir. · ¿En qué consiste el germen de una idea?
Probablemente en todo hay el germen de una
idea: en un niño que cae sobre la acera y
Jack Kerouac habla de un libro que escribió en derrama el helado que lleva en la mano; en un
colaboración con William Burroughs siguiendo los señor de aspecto respetable que está en la
principios de la composición espontánea, podría lla- verdulería y, furtivamente, pero como si no
marse Cuando la realidad supera a la ficción, pudiera evitarlo, se mete una pera en el bolsi-
pero Kerouac encontró para él un título mucho llo sin pagarla; o puede estar en una breve
más sugerente: secuencia de acción que se nos ocurre inespe-
radamente, sin que hayamos visto u oído
Se llama Y los hipopótamosfueron cocidos en sus nada que nos la inspire. La mayoría de mis
tanques. Los hipopótamos porque Burroughs y ideas germinales pertenecen a este segundo
yo estábamos sentados en un bar una noche y tipo.
oíamos al locutor del noticiero diciendo .. . Así pues, los gérmenes de los que nace la
«así que los egipcios atacaron aquí y allí, etc.. . idea para un relato pueden ser pequeños o
y, mientras tanto, había habido un gran incen- grandes, sencillos o complejos, fragmentarios
dio en el zoológico de Londres y el fuego se o bastante completos, quietos o móviles. Lo
extendió por los campos y los hipopótamos importante es reconocerlos cuando se presen-
hirvieron en sus tanques. Buenas noches a tan. Yo los reconozco gracias a cierta excita-
todo el mundo». ción que siento enseguida, una excitación
parecida a la que produce un buen poema o
una sola línea de un poema. Algunas cosas que
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parecen ser ideas germinales no lo son; no
crecen ni permanecen en la mente. Pero el
mundo· está lleno de ideas germinales. Es
realmente imposible quedarse sin ideas, ya
que éstas se encuentran en todas partes.
Patricia Highsmith
n
El Oficio
70
Capítulo 4
Escribir
73
solamente la memoria y la fantasía. Este es mi pensar, en un devaneo exterior, dejando que
oficio y lo haré hasta la muerte. las palabras me hagan fiestas, niño pequeño
en su regazo.
Natalia Ginzburg
Fernando Pessoa
74 75
Así es la vida que he tenido. Borracho y a
cargo de una bicicleta, como una vez dijo un Todo lo que escribo es impreciso, con
informe policial irlandés. Borracho de vida y mucho fuego subterráneo, pero como los bul-
sin conocer el rumbo siguiente. Pero antes de bos, cuando están en tierra, sólo tengo som-
amanecer uno ya está en marcha. ¿Y el viaje? bras de flores que necesito cuidar y mantener
Exactamente la mitad terror, la mitad júbilo. para otra primavera.
Ray Bradbury D. H. Lawrence
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da, que fluye y que reposa, en el tiempo y en fatal me conduce hacia los abismos del pen-
el espacio. Y siempre está también la posibili- samiento, hasta el fondo de unas simas inte-
dad de crecer, no he llegado todavía a mi nota riores que, para los fuertes, jamás se agotan.
más aguda, de modo que hasta ahora no he Me pasaré la vida mirando el océano del arte
tenido que detenerme. El hecho de escribir en el que otros navegan o combaten, y a
posee, para mí, todas las característi~as del veces me divertiré yendo a buscar al fondo
trabajo más noble. Amo hasta sus momentos del mar conchas verdes o amarillas que los
más penosos: la revisión, la corrección de demás desprecian. De modo que las guarda-
pruebas. Por eso, seguiría escribiendo aunque ré para mí y cubriré con ellas las paredes de
desapareciese el sistema editorial. mi choza.
Hay entre los marinos aquellos que des- Se vive para escribir. La escritura es una
cubren nuevos mundos, que añaden tierras y de las experiencias más intensas que conoz-
estrellas a las estrellas: estos son los maestros, co. La más intensa, pienso a veces. Es una
los eternamente espléndidos. Luego están los experiencia con la pasión y por tanto tiene la
que vomitan el terror desde la borda de sus misma estructura de la vida. N o son muy dife-
navíos, los que capturan, enriquecen y engor- rentes la vida y la literatura. Uno se enfrenta a
dan. Algunos zarpan en pos del oro y la seda las mismas cuestiones, las contradicciones
bajo otros cielos, otros sólo pretenden atra- son más bien prácticas. Hace falta cierto ais-
par en sus redes salmones para los gourmets y lamiento para escribir y a veces es difícil
bacalao para los pobres. Yo soy el oscuro y conseguirlo. La fantasía de la isla desierta o
paciente pescador de perlas que se zambulle de la torre de marfil son ilusiones bastante
hasta las profundidades y emerge con las legítimas que tienen, diría yo, todos los
manos vacías y la cara azul. Cierta atracción escritores. La disciplina, ciertos horarios de
78 79
trabajo, son formas de elaborar y resolver esa Cuando el trabajo no marcha bien, no hay
contradicción. vida más miserable que la de un escritor. Pero
cuando marcha bien, cuando la iluminación
Ricardo Piglia ha puesto en foco una obra de modo que ésta
crece límpidamente y fluye, no existe felicidad
comparable.
[... ] Nací para escribir. La palabra es mi Carson McCullers
dominio sobre el mundo. Tuve desde la infan-
cia varias vocaciones que me llamaban ardien-
temente. Una de las vocaciones era escribir. Y
no sé por qué, fue ésta la que seguí. Tal vez
porque para las otras vocaciones necesitaría un
largo aprendizaje, mientras que para escribir
el aprendizaje es la propia vida viviéndos~ en
nosotros y nuestro alrededor. Es que no sé
estudiar. Y, para escribir, el único estudio es
justamente escribir. Me adiestré desde los sie-
te años para tener un día la lengua en mi
poder. Y no obstante, cada vez que voy a escri-
bir, es como si fuera la primera vez. Cada libro
mío es un estreno penoso y feliz. Esa capaci-
dad de renovarme toda, a medida que el tiem-
po pasa, es lo que yo llamo vivir y escribir.
Clarice Lispector
80 81
Capítulo 5 llenando mientras uno vive: sólo hay que «dejarse
estar». Steinbeck lo compara con el semen de un
El proceso creativo hombre durante el acto amoroso. No hay -'Tli pre-
tende haber- en estos textos una explicación lógica,
para explicarlo casi todos los autores recurren a
Quiero vigilar y ver cómo aparece la idea. imágenes, metáforas o comparaciones; se escapa a
Quiero observar mis propios procesos. la razón y por eso los escritores piden ayuda al len-
VIRGINIA WooÜ guaje poético para expresarlo. Y esas metáforas,
esas imágenes, siempre nos hablan de algo líquido,
que mana en una gruta oscura a la que la concien-
Casi todos los escritores hablan en algún mo- · . cia no tiene acceso y luego fluye, se desliza, corre el
mento del proceso creativo, de ese momento en el peligro siempre de perderse antes de ser atrapado
que se elabora la materia de la ficción, ese momen- en palabras.
to que está entre el consciente y el inconsciente, el
instante en que cruzamos el espejo. Algunos lo des- Un escritor puede compararse con un
criben como una especie de trance en el que hay que pozo -dice Heming;way-. Hay muchas clases
situarse para librar a la mente del corsé de la de pozos, como las hay de escritores. Lo
razón, otros como un mecanismo que se crea ya importante es que haya buena agua en el
dentro del escritor a medida que se forma como tal. pozo, y es mejor sacar de él una cantidad
Pero en todos hay referencias a lo sumergido, a regular en lugar de dejarlo seco y esperar
algo que crece en la oscuridad mientras se come, se que vuelva a llenarse [...] El pozo es donde
sueña ose trabaja, que mana cotidianamente y casi está el «jugo» de uno. Nadie sabe de qué
sin llegar a nuestra percepción consciente, y que está hecho, y uno mismo menos. Uno sólo
luego hay que canalizar en forma de palabras has- sabe si lo tiene o si tiene que esperar a que
ta el papel. Kafka lo compara con un río del que vuelva.
sólo puede recoger muy pequeñas cantidades de
«agua», para Heming;way es un pozo que se va
82 83
Ray Bradbury utiliza también la metáfora de Me parece que los diferentes organismos
«sacar agua del pozo» para describir el acto del deben tener sus maneras diferentes de sim-
proceso creativo: bolizar con sonidos y gestos la alegría de la
recreación: la reproducción. Y, si esto es así,
[...] Entré en la creatividad a tientas, ciego los hombres también deben tener su manera
como cualquier niño que aprende a ver y propia: algunos ríen, algunos construyen, al-
andar. Aprendí a dejar que mis sentidos y mi gunos destruyen, y otros creativamente se
pasado me dijeran todo aquello que de algún autodestruyen. N o hay explicación para esto.
modo era verdad. Mi alegría tienen dos salidas: una hermosa
Así pues, me convertí en un chico que carga de amor hacia el cuerpo increíblemente
corría a sacar un cubo de clara agua de lluvia deseado de la mujer y su ternura y, segundo
del barril que había junto a la casa. Y, por (por lo general ambos), el papel y el lápiz o la
supuesto, cuanta más agua se saca más entra. pluma. Y resulta interesante pensar lo que
El flujo no cesaba nunca. [...] son el papel y el lápiz y las enredadas pala-
bras. N o son más que el gatillo de la alegría,
el grito de la belleza, la carcajada de la brisa
Para John Steinbeck el «flujo» del que hablan pura de creación. Y, muy a menudo, las pala-
Heminp;way y Bradbury se convierte en el flujo de bras no se equiparan con el sentimiento,
uno mismo, en semen luchando por salir: excepto en intensidad. Así, un hombre lleno
de alegría desbordante puede escribir con
Me parece sentir a los jugos creativos lan- fuerza y vehemencia acerca de una escena
zándose hacia la salida, como el semen se acu- triste: de la muerte de la belleza o de la des-
mula proveniente de los cuatro cuartos de un trucción de una hermosa ciudad, y sólo tiene
hombre y lucha por encontrar su camino efectividad para probar qué grande era su
hacia la vesícula. Espero que salga algo her- sentimiento.
moso y verdadero, pero esto ya lo sé (y se
puede aplicar la misma analogía al coito). [... ~
84 85
Al/en Ginsberg abunda así en la idea de Stein- Así lo explica Thomas Bernhard:
beck:
[...]No hay que hacer nada, sólo hace falta
[...] El sentimiento es como un impulso que abrir los oídos, los ojos y andar. No se necesi-
surge del interior... exactamente como los ta reflexionar. Entonces, cuando vuelvas a
impulsos sexuales, digamos; es casi tan definido casa, eso estará en lo que escribas ... si uno se
como eso. Es un sentimiento que empieza en un hace independiente o es independiente. Si
lugar del fondo del estómago y asciende hacia el está tenso y es idiota o se esfuerza por algo,
pecho, y luego sale por la boca y los oídos, y se nunca surgirá nada. Si uno vive su vida, no
transforma en canturreo o en gemido o en sus- tendrá que hacer nada para ello, todo le ven-
piro. Y si lo pones en palabras observando alre- drá por sí mismo y se reflejará en lo que haga.
dedor, y viendo e intentando describir lo que te Eso no se aprende.
está haciendo suspirar (y suspirar en palabras), Hace mucho que aprendí que yo no veo de
simplemente, articulas lo que sientes[...]. manera directa -dice Ray Bradbury-, que el
que sobre todo se «embebe» es mi incons-
ciente y pasarán años antes de que aflore cual-
[...] podría decir que (al escribir) -explica quier impresión.
Ernesto Sábato- sucede lo mismo que cuando
uno se enamora. De· pronto uno necesita
escribir. Uno se enamora y no sabe por qué. Maree/ Proust descubrió, durante la elaboración
de En busca del tiempo perdido, cuántas cosas
había acumulado su mente a lo largo de la vida
Ese <<flujo» del que hablan los escritores parece para cuando llegó el momento de ponerse a escribir:
nacer en una parte oscura e inalcanzable de noso-
tros, no se puede forzar o elaborar; crece sin darnos Yo sentía aglomerarse en mí, capaces de
cuenta mientras charlamos, mientras miramos o ser utilizadas para esto, multitud de verdades
caminamos. relativas a las pasiones, a los caracteres, a las
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costumbres. Su percepción me causaba ale- No creo que nadie pueda elaborar un esti-
gría, pero me parecía recordar que, más de lo de forma consciente -afirma Lawrence
una vez, la había descubierto en el dolor, otras Durrell- [...] es algo como: «¿Sueña usted
en goces muy mediocres. Entonces surgió en conscientemente?». No sabemos gran cosa
mí una nueva luz, menos resplandeciente sin acerca de estos procesos. Creo que escribir lo
duda que la que me había hecho percibir que hace crecer a uno y uno hace crecer lo que
la obra de arte era el único medio de recobrar escribe, y finalmente se obtiene una amalga-
el Tiempo Perdido, y comprendí que todos ma de todo lo que se ha robado y un nuevo
esos materiales de la obra literaria eran mi tipo de personalidad que es el de uno, enton-
vida pasada; comprendí que vinieron a mí en ces uno puede pagar esa deuda con unos
los placeres frívolos, en la pereza, en la ternu- pocos intereses, que es la única cosa honora-
ra, en el dolor, almacenados por mí sin que yo ble que puede hacer un escritor... por lo
adivinase su destino, ni su supervivencia, menos un escritor que es un ladrón como yo.
como no adivina el grano poniendo en reserva
los alimentos que nutrirán a la planta. Lo mis-
mo que el grano podría·yo morir cuando la Para Robert Musil, [...] el pensamiento no
planta se desarrollara, y resultaba que había consiste en que veamos claramente alguna
vivido para ella sin saberlo, sin que me pare- cosa que se desarrollará en nosotros, sino en
ciera que mi vida debía entrar nunca en con- que un desarrollo interno acceda a esas zonas
tacto con los libros que yo hubiera querido claras [...].
escribir y para los cuales, cuando en otro
tiempo me sentaba a la mesa, no encontraba
tema. De suerte que hasta aquel día toda mi Ese acceso a las «zonas claras» de las que habla
vida habría podido y no hubiera podido resu- Musil es sin duda el instante mismo de escribir.
mirse en este título: una vocación. Para Kajka ese instante estaba lleno de impoten-
cia, porque sólo podía llegar a recoger una pocas
gotas de agua de esa «corriente» interna:
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escribe, pero, como para Kafka, tampoco puede ser
Lo seguro es que todo cuanto he inventado «controlada».
por adelantado, palabra por palabra, e incluso
por casualidad, pero en palabras expresivas, Las dimensiones de una obra de arte rara
sobre el escritorio, al intentar dejarlo por vez son comprendidas por el autor antes de
escrito, resulta seco, equivocado, inmóvil, terminar de escribirla.
temeroso, un obstáculo para todo, pero ante Es como un sueño que florece. Las ideas
todo fragmentario, a pesar de que no ha sido crecen, germinan lentamente; y miles de ilu-
olvidado nada de la invención original. Ello se minaciones se producen, día a día, a medida
debe en gran parte a que sólo invento cosas que una obra progresa. Una semilla crece en
buenas cuando estoy libre del papel, en los la escritura del mismo modo que lo hace en la
momentos de elevación, que temo más que naturaleza. La semilla de una idea se desarro-
ansío, por mucho que los anhelo. Pero luego lla por obra del trabajo y del inconsciente, y
resulta que la invención acude en tal cantidad, por la misma lucha que se produce entre
que he de renunciar a ella y que tomo a ciegas, ambos.
al azar, entresacando a puñados de aquella [...]
corriente, de modo que en el momento de la Para mí, esas iluminaciones son la gracia
redacción esta adquisición no resulta ser nada del trabajo. Toda mi obra se gestó de esta
en comparación con la cantidad en la cual manera. Hay al mismo tiempo peligro y belle-
vivía, incapaz de aportar dicha cantidad. Y por za en que un artista deba depender de tales
consiguiente, resulta mala y obstaculizadora, iluminaciones. Después de meses de confu-
puesto que atrae de forma inútil. sión y labor, cuando la idea por fin ha comen-
zado a florecer, es una confabulación divina.
Siempre proviene del inconsciente y no puede
En palabras de Carson McCullers, el proceso ser controlada.
no es una corriente rápida y fugaz, sino una plan-
ta que crece poco a poco, germina a medida que se
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Clarice Lispector marca la diferencia entre la En cuanto se despierta, me sacude. No le
vida externa y la interna, de donde nace el mate- importa nada que yo duerma. «Arriba -me
rial para la escritura: dice- que voy a dictar». Y no es fácil seguirle.
Lo que dice no está expresado en palabras. En
[...] Como si yo buscara no aprovechar la Opio cuento una libertad que me tomé duran-
vida inmediata, pero sí la más profunda, lo te Los hijos terribles. Halagado por el andar de
que me da dos modos de ser: en vida,' observo mi pluma me creí con libertad de inventar yo.
mucho, soy activa en las observaciones, tengo Todo se interrumpió. Preciso fue que espera-
sentido del ridículo, del buen humor, de la se el buen placer.
ironía, y tomo partido. Escribiendo, tengo
observaciones por así decirlo, pasivas, tan Jean Cocteau
interiores que se escriben al mismo tiempo
que son sentidas, casi sin lo que se denomina
proceso. [...] En cuanto surgen dificultades me retiro,
ahí está el gran secreto de la creatividad. A las
ideas hay que tratarlas como a los gatos: hacer
Y, ¿cómo recoger ese material de la corriente? que ellas nos sigan. Si usted intenta acercarse
Jean Cocteau y Ray Bradbury hablan de ese <<jugo», a un gato y levantarlo el animal no lo dejará.
como lo llamó Hemingway, como de un animal sal- Tienen que decirle: «Bueno, vete al diablo».
vaje. Parece ser que hay que «atraparlo»: Entonces el gato se dirá: «Un momento, éste
no se parece a la mayoría de los humanos». Y
El nuevo material me llega durante mis luego, por curiosidad, se pondrá a seguirlo:
paseos. Sobre todo, no debo darme cuenta de «Vaya, a ti qué te pasa ¿no me quieres?».
ello. Si me ocupo de él, deja. de venir. Llega Pues bien, con las ideas ocurre lo mismo
un buen día en que el trabajo requiere mi ayu- [...] Uno dice: «Al diablo, no hace falta que
da. Y me entrego a él de una vez. Mis pausas me deprima. No hace falta que me preocupe.
son las suyas. Si se duerme, mi pluma resbala. No hace falta que empuje. La ideas me seguí-
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rán. Cuando bajan la guardia y están listas encuentra en la página al volver [...] El acto de
para nacer, me doy la vuelta y las atrapo». escribir exige cierto grado de trance: el escri-
tor tiene que arrancar del ámbito de la no exis-
Ray Bradbury tencia a un personaje o una escena, y enfocar
dicha escena en su imaginación hasta conse-
guir verla con tanta claridad como, en otro
Parecería que el secreto del proceso creativo está estado, vería ante él la máquina de escribir[...].
en la tensión entre dejar libre la mente, dejar que
«fluyan» las imágenes en nuestro interior, y luego
atraparlas en palabras, «ponerle el cascabel al Para Bioy Casares no es la «locura» de la que
gato»: habla Gardner, sino el trabajo y la experiencia, lo
que permite al escritor tomar las riendas de ese
Hay que estar un poco loco para escribir caballo desbocado que parece ser la creación:
una gran novela -concluye John Gardner-. Hay
que estar dispuesto a permitir que las partes El tiempo y la experiencia van armando en
más oscuras, remotas y secretas de uno mismo la mente del narrador una suerte de procesa-
se impongan alguna que otra vez [...] De todas dora de relatos, de maquinita de las que las
las cualidades de la ficción literaria, la inter- informaciones que recibe el cerebro, aparta
vención de lo insólito es la única que no se algunas y le permite anunciar: aquí hay un
puede disimular. relato. [...] _.·
· Si pudiera explicar exactamente lo que pre- Creo que en la mente del narrador vive
tendo decir, probablemente conseguiría lo que una actitud que le permite descubrir historias,
en mi opinión nadie ha logrado aún: descubrir aunque estén ocultas; por lo general para eso
el origen mismo del proceso creativo. [...] La está despierta. Si escribo poco, se me ocurren
mente se abre de forma aparentemente inex- menos historias que si escribo mucho.
plicable y uno sale del mundo. Y sabe que ha
estado ausente gracias a las palabras que
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Ernesto Sábato, matemático antes de ser escri- cios ideológicos, con pos1c1on política y
tor, analiza, de manera más racional, el proceso social. Es el momento en el que el parricida
creativo: Dostoievsky cederá parcial y ambiguamente
lugar al cristiano Dostoievsky, al pensador
[...]Esto nos lleva al problema de las ideas que mezclará a esos monstruos nocturnos las
en relación con las ficciones, problema que ideas teológicas y políticas que atormentan su
me ha preocupado durante toda mi vida lite- cabeza; diálogos y pensamientos que no ten-
raria. Aludí antes a lo que puede llamarse el drán nunca esa pureza cristalina con que apa-
«pensamiento mágico» del escritor. Hay dos recen en los tratados de teología o de filosofía,
momentos en su trabajo: en el primero -no ya que están promovidos y deformados por
me refiero a lo temporal, sino a lo esencial-, aquellas potencias irracionales, que tienen la
se sume en las profundidades del ser, se entre- fuerza de las pesadillas, fuerzas que no sólo
ga a las potencias de la magia y del sueño empujan, sino que deforman y tienden esas
recorriendo para atrás los territorios que lo ideas que enuncian sus personajes y que, así,
retrotraen a la infancia y a las inmemoriales nunca pueden identificarse plenamente con
de la especie, allí donde reinan los instintos las de los teólogos ofilósofos.[...] Y aun cuan-
básicos de la vida y de la muerte, donde el do en una de esas obras haya páginas enteras
sexo, el incesto y el parricidio mueven sus fan- con abstractas discusiones [...] esas ideas están
tasmas; es donde el artista encuentra los gran- inmersas en el seno de una fiéción, de manera
des temas de su creación. Luego, a diferencia que, directa o indirectamente, aparecen teñi-
del sueño, en que angustiosamente se ve obli- das y tensionadas por el pensamiento mágico.
gado a permanecer en esas regiones antiguas y
monstruosas, el artista retorna al mundo de la
luz, momento en que los materiales son ela- A la vista de estas reflexiones, podríamos con-
borados, con todas las facultades del creador, cluir que durante el proceso creativo parecen existir
no ya hombre arcaico, sino hombre de hoy, dos momentos: uno anterior al acto mismo de escri-
lector de libros, receptor de ideas, con prejui- bir, elaborado de forma inconsciente; ese momento
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para el que todos los escritores necesitan una metá- Capítulo 6
fora: el pozo, el acto amoroso, la semilla en la tie-
rra; y un segundo momento, el momento de las «Yo soy otro»
palabras, más racional, más «explicable», pero que
también parece ser más doloroso y frustrante para
el escritor, que pierde una gran parte de ese mate- El buen portursués es varias personas.
rial en el intento de racionalizarlo. Quizá porque FERNANDO PESSOA
las palabras no sirven sino para esbozar aquello
que sentimos; son sólo un pedazo de tierra emer-
gente sobre un continente hundido. «]e est autre», decía Rimbaud, «Yo soy otro».
Uno es el que escribe, otro es el que vive. ¿Quién es
el real? Hablan los autores, a menudo, de esa doble
personalidad. «En el proceso de escribir o pensar
sobre uno mismo, uno se convierte en otro» -dice
Paul Auster-. Cuando el «Yo» se vuelve conscien-
te, en realidad se está diciendo «él», «es una forma
de verse pensar» -sigue el escritor-, de «objetivar-
se a sí mismo para explorar la propia subjetividad
[. ..]si uno está demasiado cerca de lo que se preten-
de escribir, se pierde la perspectiva».
Tal vez uno siempre cuenta cosas de sí mismo,
escriba sobre lo que escriba, y quizás sea esa la
razón del diálogo que se establece entre dos perso-
nas, un tú y un yo, que parecen disputarse a
menudo la mente de los escritores.
El ejemplo más famoso es el de Fernando Pes-
soa. Nacieron de él muchos heterónimos. Alberto
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Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos son los mi sentido estético, en breve terminé por no
más famosos. Todos fueron dotados de biografía poseer ninguna personalidad, excepto la per-
propi(l, su propio estilo y también sus propias publi- sonalidad expresiva; me transformé en una
caciones (el prólogo o las críticas de sus libros eran mera máquina, apta para expresar estados de
escritas a menudo por el propio Pessoa), hasta el espíritu tan intensos que se convirtieron en
límite de tener vida propia y deshacerse de su propio personalidades e hicieron de mi propia alma
la mera cáscara de su apariencia casual.
creador.
Así habla Alvaro Campos sobre la muerte de
Me siento múltiple -continúa-. Soy como
Alberto Caeiro:
una habitación con innumerables espejos fan-
[...] En todo caso es una de las desgracias tásticos que distorsionan en reflejos falsos una
de mi vida -de las angustias reales, en medio única realidad anterior que no está en ningu-
de tantas ficticias- ésa de que Caeiro muriese no y está en todos.
sin que yo estuviera junto a él. Es una cosa Como el panteísta se siente árbol, se sien-
estúpida pero humana, y así es. te flor, yo me siento varios seres. Me siento
Yo estaba en Inglaterra, el propio Ricardo vivir vidas ajenas, en mí, parcialmente, como
Reis no estaba en Lisboa; se encontraba de si mi ser participara de todos los hombres
regreso a Brasil. Estaba Fernando Pessoa, [...]~a suma de no-yos sintetizada en un yo
pero como si no estUviera. Fernando Pessoa posnzo.
siente las cosas pero no se mueve, ni siquiera [...]
Que esta cualidad sea una forma de histe-
por dentro.
ria, o de la llamada disociación de personali-
dad, el autor de estos libros ni lo rechaza ni lo
Y así lo explica el mismo Pessoa: apoya. De nada le serviría, esclavo como es de
la multiplicidad de sí mismo, concordar con
Habiéndome acostumbrado a no tener ésta o con aquélla teoría sobre los resultados
creencias ni opiniones, no fuera a debilitarse escritos de esta multiplicidad.
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Que esta manera de hacer arte cause extra- la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado
ñeza no sorprende; lo que sorprende es que a perderme, definitivamente, y sólo algún ins-
haya algo que no cause extrañeza. tante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco
a poco voy cediéndole todo, aunque me cons-
ta su perversa costumbre de falsear y magnifi-
Jorge Luis Borges mantenía una relación car. Spinoza entendió que todas las cosas
amarga con su «otro»: quieren perseverar en su ser; la piedra eterna-
mente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo
Al otro Borges, es a quien le ocurren las he de quedar en Borges, no en mí (si es que
cosas. Yo camino por Buenos Aires y me alguien soy), pero me reconozco menos en sus
demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar libros que en muchos otros o que en el labo-
el arco de un zaguán y la puerta cancel; de rioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo
Borges tengo noticias por el correo y veo su traté de librarme de él y pasé de las mitologías
nombre en la tema de profesores o en un dic- del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo
cionario biográfico. Me gustan los relojes de infinito, pero esos juegos son de Borges aho-
arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIIT, ra, y tendré que idear otras cosas. Así mi vida
las etimologías, el sabor del café y la prosa de es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvi-
Stevenson; el otro comparte esas preferencias do, o del otro.
pero de un modo vanidoso que las convierte N o sé cuál de los dos escribe esta página.
en atributos de un actor. Sería exagerado afir-
mar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo
me dejo vivir para que Borges pueda tramar Esta nota escribió en su diario Virginia Woolf
su literatura y esa literatura me justifica. Nada para «avisar» a «las otras Virginias»:
me cuesta confesar que ha logrado ciertas
páginas válidas, pero esas páginas no me pue- -Nota: desesperación ante lo malo que es el
den salvar, quizá porque lo bueno ya no es de libro; no alcanzo a comprender cómo fui
nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o capaz de escribir semejantes páginas, y con
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tanta excitación; esto fue ayer: hoy vuelve a parecía muy poco. A medida que uno vive, se
parecerme bueno. ~s~ribo esta ~ota para afianza el mismo maniático, el mismo nimio
advertir a otras Virgtmas que escriben otros personaje. Esto se comprueba en los viejos,
libros que así es la cosa, ahora arriba, ahora que tienen manías a la vista. N o creo que haya
abajo. Y sólo Dios sabe la verdad. riesgo de perder la identidad en la obra. La
obra refuerza la identidad, la refleja, se parece
inevitablemente al autor, porque el ego siem-
Marguerite Duras también lo refleja de esta pre está ahí. Ojalá que hubiera más diversidad
forma en su obra: en las obras, en el mundo y en nosotros.
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feroces ateos. Creo que en este fenómeno resi- almacena otras en la intimidad de su concien-
de el valor catártico de la novela o el teatro. cia, y más tarde se sirve de ellas, las devuelve
al mundo en forma de ficciones.
[...]
De la misma idea nacen estos pensamientos de Si la vocación del novelista llega a ser una
la escritora Carson McCullers: necesidad tan imprescindible, una necesidad de
carácter vital, entonces se diría que ese rebelde
[...] Me transformo en los personajes sobre es·también un esclavo, que ese hombre que se
los cuales escribo. Estoy tan inmersa en ellos halla en desacuerdo, en pugna con la realidad,
que sus motivos son los míos. Cuando escribo está frente a su propia insatisfacción, es decir,
acerca de un ladrón me vuelvo ladrón; cuando frente a su propia vocación, en situación de
escribo sobre el capitán Penderton, me vuelvo servidumbre, de esclavitud. Es como si esa
varón y homosexual; cuando escribo sobre un vocación nacida de una manera un tanto leve,
sordomudo, ensordezco mientras dura la his- y que luego se fue acrecentando, inoculara en
toria. él una presencia extranjera que lo fuera inva-
diendo, colonizando, tiranizando. .
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Capítulo 7 cuando no se la llama, y no está cuando se la nece-
sita. Algunos escritores ni siquiera la han visto, y
La inspiración casi todos, en general, coinciden en que a esos felices
momentos de iluminación sólo se llega a través del
trabajo duro y cotidiano:
Todas las visitaciones que tuve en la vida,
llegaron, se sentaron y no dijeron nada.
CLARICE LISPECTOR No me siento a esperar la iluminación,
-confiesa Toni Morrison- ni requiero de ningu-
na claridad mental particular para escribir,
A la musa se la solía representar, en los lienzos pero con mi cuarto libro a cuestas ya puedo
del Romanticismo, como a una diosa ligerita de darme cuenta de cuando una idea es verdade-
ropa que llega en la noche portando un candil para ra, y puedo reconocer la justa medida de su
iluminar al poeta. La inspiración es como el uni- manifestación.
cornio de los escritores, algunos dicen haberla tra-
tado y otros no la conocen de nada. Pero la inspira-
ción, la musa, el arrebato, el quid divinum, está en Para Torrente Ballester la musa no es, desde
el mundo desde que el hombre existe. Antes tenía luego, esa antigua diosa vestida con velos, su expli-
más que ver con los dioses, ahora, alejados como cación es bastante más prosaica:
estamos de brumas místicas, de nuevo cartesianos,
la musa duerme más cerca de los libros de sicología [...]no creo que haya un ángel que venga a
que de los altares divinos. sembrarle a uno una idea, ni ninguna musa
En cualquier caso, la inspiración parece ser un que le cante a uno al oído. Es más bien un
momento excepcional en el que se abren las puertas problema sicológico que está poco estudiado,
de nuestra percepción, un instante de lucidez glo- pero que me interesa bastante. Hay un estí-
rioso, un estado particular de la mente que no se mulo interno o externo que de pronto pone
alcanza por voluntad propia. Dura poco, viene en juego todo un sistema de imágenes. Estas
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imágenes están dentro del creador organiza- realmente distinto de todos los demás. Pues
das, y el estímulo las despierta. Esto puede nadie asiste en su vida a los mismos aconteci-
suceder de dos maneras: a menor escala, suce- mientos en el mismo orden. Uno ve la muerte
de cuando surge un detalle de algo que se está antes que otro, o conoce el amor más tempra-
escribiendo y que ya está consolidado en un no. Cuando dos hombres ven el mismo acci-
conjunto significativo. A mayor escala puede dente, cada uno archiva diferentes referen-
tratarse de una visión global del conjunto: de cias, en otro lugar de su alfabeto único. En el
pronto uno puede ver una obra completa y lo mundo no hay cien elementos, hay dos billo-
que le falta son los-detalles. Siempre es un nes. Cada uno dejará una marca diferente en
estímulo externo o interno, absolutamente espectroscopios y balanzas.
imprevisible, el que pone en juego los siste-
mas de imágenes y éste estímulo es lo que lla-
man inspiración. Para García Márquez, la inspiración llega
después de una dura batalla:
Casi a la misma conclusión llega Ray Brad- [La inspiración] Es una palabra despresti-
bury: giada por los románticos. Yo no la concibo
c?~o un. estado de gracia ni como un soplo
Lo que para los deinás es el inconsciente, d1vmo, smo como una reconciliación con el
para el escritor se convierte en La Musa. Son tema a fuerza de tenacidad y dominio. Cuan-
dos nombres de lo mismo. Pero independien- do se quiere escribir algo, se establece una
temente de cómo lo llamemos, allí está el cen- especie de tensión recíproca entre uno y el
tro del individuo que fingimos encomiar, al tema, de modo que uno atiza al tema y el tema
que alzamos altares y de boca para afuera li- lo atiza a uno. Hay un momento en que todos
sonjeamos en nuestra sociedad democrática. los obstáculos se derrumban, todos los con-
Porque sólo en la totalidad de su propia expe- flictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas
riencia, que archiva y olvida, es cada hombre que no había soñado, y, entonces, no hay en la
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vida nada mejor que escribir. Esto es lo que yo
llamaría inspiración. No debe hablarse de inspiración, sino de
espiración -explica Jean Cocteau-. Porque ese
hálito viene de una zona del hombre a la que
William Faulkner es mucho más tajante a la el hombre no puede descender.
hora de enfrentarse con la inspiración:
Yo no sé nada sobre la inspiración, porque Que la musa te pille trabajando, parece ser el
no sé lo que es esb. La he oído mencionar, mensaje de Jorge Luis Borges:
pero nunca la he visto.
[...]uno tiene que ejercer el hábito de escri-
bir para ser digno de esa visita ocasional o
¿Cómo no creer en la inspiración? -se pre- eventual de la musa, porque si una persona no'
gunta Bioy Casares- Si pensamos en nuestros escribe nunca, y se siente inspirada, puede ser
libros descubriremos inmediatamente que indigna de su inspiración o puede no saber
unos son frutos de la inspiración y otros del cumplir con ella. Pero si todos los días escribe,
hábito. Lo que digo de los libros puede apli- si e,s.;tá continuamente versificando, eso ya le da
carse también a la vida. el hábito de versificar, y puede versificar lo que
no sólo es versificación, sino poesía genuina.
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tal ni toscamente. Y tampoco le gustan las de algo efervescente que me llena por entero
devociones esclavizadas; entonces miente. con un suave y agradable cosquilleo, y que me
persuade de que tengo capacidades, de cuya
W. H.Auden
inexistencia puedo convencerme en cualquier
instante y con toda seguridad, incluso ahora.
Por lo general, la Musa es una persona
cuyo padre abandonó a su madre cuando ella Heming;way es el único que parece saber cómo
era joven y para la cual, por lo tanto, el encan- llamarla; sólo hay que dejar el anzuelo preparado.
to patriarcal ha sido roto, es una persona que
odia el patriarcado. Puede llegar a ser muy [...] si uno se detuvo cuando sabía lo que
inteligente, pero emocionalmente su evolu- iba a suceder a continuación es posible seguir
ción se detiene a la edad de catorce o quince adelante. Mientras se pueda e~pezar, no hay
años. [...]En cierta manera resulta embarazo- problema. El jugo vendrá.
so para un poeta famoso escribir poemas a
una niña. Ernest Heming;way
Robert Graves
114 115
Capítulo 8
Mi interés en la forma podría ser... un indi-
El don cio de segunda categoría. Así que hay que en-
frentarse a estas cosas. En realidad no importa
que uno sea de primera, de segunda o de terce-
Desearía con todo mi corazón que el hado ra categoría, pero sí es de vital importancia
no me hubiera impuesto los estigmas del escritor. que las aguas encuentren su propio nivel y que
D.H. LAWRENCE uno haga lo que pueda con las facultades que
le han sido dadas. Es ocioso empeñarse en
lograr cosas que están más allá de nuestro al-
Se dice del don, del talento, que es una especie cance, del mismo modo que es completamen-
de regalo de los dioses o de obsequio de la naturale- te inmoral ser negligente con las cualidades
za. Muchos escritores -como a la inspiración- que uno posee. Yo no estoy interesado funda-
tampoco lo han visto. Unos, como por ejemplo Bioy mentalmente en el artista. Lo uso para tratar
Casares, cuentan que fueron un absoluto desastre de ser un hombre feliz, lo cual es mucho más
como escritores en sus inicios, y que, con el tiempo, difícil para mí. El arte me resulta fácil. La vida
aprendieron el oficio afuerza de horas de carpinte- es lo que resulta más difícil.
ría. Otros, sin embargo, parecen haber nacido con
esa capacidad, como se nace con los ojos marrones o Lawrence Durrell
verdes; es el caso de Lawrence Durrell, que cuenta
cómo la composición de sus libros brota de él espon-
táneamente (aunque Durrell considera el suyo un Lo mismo opina de sí misma Simone de Beau-
don de «segunda categoría»). En cualquier caso, votr:
pocos escritores confiesan poseerlo, al contrario, la
mayoría lo ambiciona: el autor de El cuarteto de Sin embargo, no me consideraba una filó-
Alejandría no se siente, desde luego! tocado por los sofa; sabía muy bien que mi desenvoltura para
«dioses»: entrar en un texto procedía precisamente de
116 117
mi falta de inventiva. En ese terreno los espí- Para Faulkner las carencias pueden suplirse
ritus verdaderamente creadores son tan pocos unas a otras:
que es ocioso preguntarme por qué no traté de
ser uno de ellos: más bien habría que explicar Un escritor necesita tres cosas: experien-
cómo ciertos individuos son capaces de llevar a cia, observación e imaginación. Dos cuales-
cabo ese delirio concertado que es un sistema quiera de ellas, y a veces una, puede suplir la
y de dónde les viene la terquedad que da a sus falta de las otras [...].
premisas el valor de claves universales [...].
118 119
Raymond Carver concede a la mirada personal
del escritor más importancia que al talento: [...] el artista habla a esa parte íntima de
nuestro ser que no depende de la sabiduría, a
Son muchos los escritores que poseen un lo que es en nosotros un don y no una adqui-
buen montón de talento; no conozco a escri- sición, siendo, por consiguiente más durade-
tor alguno que no lo tenga. Pero la única ro. Habla de nuestra capacidad de alegría y de
manera posible de contemplar las cosas, la admiración, dirígese al sentimiento del miste-
única contemplación exacta, la única forma de rio que rodea nuestras vidas, a nuestro sentido
expresar aquello que se ha visto, requiere algo de la piedad, la belleza y el dolor, al sentimien-
más.[ ...]. to que nos vincula con toda la creación; y a la
Cualquier gran escritor, o simplemente convicción sutil, pero invencible, de la solida-
buen escritor, elabora un mundo en conso- ridad en los sueños, en el placer, en la tristeza,
nancia con su propia especificidad. [...] en los anhelos, en las ilusiones, en la esperanza
Se trata en suma de la firma inimitable que y el temor, que relaciona cada hombre con su
pone en todas sus cosas el escritor. Éste es su prójimo y mancomuna toda la humanidad, los
mundo y no otro. Eso es lo que diferencia a muertos co'n los vivos, y los vivos con aquellos
un escritor de otro. No se trata de talento. que aún están por nacer.
Hay mucho talento a nuestro alrededor. Pero
un escritor que posea esa forma especial de
contemplar las cosas, y que sepa dar una Maree/ Proust habla así del talento:
expresión artística a sus contemplaciones, tar-
da en encontrarse. Las cosas bellas que escribiremos si tene-
mos talento están en nosotros, indistintas
como el recuerdo de una tonada, que nos
Desde el mismo punto de vista, Joseph Conrad, encanta sin que podamos hallar el contorno,
da igual importancia a la aptitud del artista para tarareado, ni siquiera dar una impresión
captar aquello que se podría llamar «lo universal»: cuantitativa, decir si hay pausas o sucesión de
120 121
notas rápidas. Aquellos a los que les obsesiona puede desaparecer de un momento a otro, de
el recuerdo confuso de las verdades que nunca secretos intelectuales que desaparecerán con
conocieron, son los hombres dotados. Pero si él. Y se querría poner coto a la inercia de la
se contentan con decir que oyen un aire deli- pereza anterior, respondiendo a un bello
cioso, no muestran nada a los demás, no tie- mandato de Cristo en San Juan:«Trabajad
nen talento. El talento es como una especie de mientras todavía tengáis luz».
memoria que les permitirá llegar a acercarles
a esa música confusa, oírla claramente, ano-
tarla, reproducirla y cantarla.
Llega una edad en que el talento se debili-
ta como la memoria, en que el músculo men-
tal que acerca los recuerdos interiores y los
exteriores carece ya de fuerza. Algunas veces
esa edad dura toda la vida, por falta de ejerci-
cio, por una satisfacción demasiado rápida de
sí mismo. Y nadie sabrá jamás, ni siquiera uno
mismo, la tonadilla que le perseguía con su
ritmo inaprehensible y delicioso.
122 123
m
Los malos momentos
Capítulo 9
La soledad
127
describe F. Benítez a su amigo Juan Rulfo. Puede
uno representársele en sus largas caminatas por
México D. F., con ese aire de provinciano en la En una entrevista realizada en su casa, lo pri-
capital, un poco fuera de lugar, un poco melancóli- mero que Thomas Bernhard le dice al periodista
co, encerrado en sí mismo: al verlo llegar es: «Ya le vi en el declive del bosque,
acercándose a mí como un criminal». El saludo
Yo vivo muy encerrado, siempre muy define muy bien la relación de Bernhard con la
encerrado. Voy de aquí a mi oficina y párale soledad; era su medio, cuando salía de él su prime-
de contar. Yo me la vivo angustiado. Yo soy un ra reacción parecía ser el desconcierto y la agresi-
hombre muy solo, solo entre los demás. Con vidad:
la única que platico es con mi soledad. Vivo
en la soledad. Ya sé que todos los hombres [...] uno necesita, tiene que ... tener contac-
están solos, pero yo Ínás. Me sentí más solo tos. No hay más remedio, pero cuantos menos
que nadie c:uando llegué a la ciudad de Méjico mejor. Y así uno va tejiendo el jersey de su
y nadie hablaba conmigo, y desde entonces la vida, unos incorporan más corazoncitos · y
soledad no me ha abandonado. Mi abuela no otros menÓs, hay más puntos sueltos o menos,
hablaba con nadie, esa costumbre de hablar es y al final todo está mugriento y resulta dema-
del Distrito Federal, no del campo. En mi siado estrecho y tiene agujeros y, para cuando
casa no hablamos, nadie- habla con nadie, ni acaba, la parte delantera está ya roída por
yo con Clara, ni ella conmigo, ni mis hijos ratones y polillas. [...]
tampoco, nadie habla, eso no se usa, además Cuando se está solo mucho tiempo, cuan-
yo, ni quiero comunicarme, lo que quiero es do se ha·acostumbrado uno a estar solo, cuan-
explicarme lo que sucede y todos los días dia- do se ha adiestrado uno para estar solo, se
logo conmigo mismo, mientras cruzo las descubren cada vez más cosas por todas par-
calles para ir a pie al Instituto Nacio1:1al Indi- tes, donde para los demás no hay nada.
genista, voy dialogando conmigo sólo para De momento no soporto a nadie. Y sim-
desahogarme. No me gusta hablar con nadie. plemente la idea de que alguien pudiera ve-
128 129
nir... Grrrrrrr, es horroroso, no hay quien lo
aguante[...]. Kafka imaginaba un taller en el sótano de
un edificio, donde dos veces al día alguien
pusiera algo de comer en la puerta. Él decía:
Para Kajka, que en Praga vivía con su fami- «Para escribir nunca se está suficientemente
lia, la soledad era difícil de conseguir y al mismo solo». Pienso en escribir como en estar en un
tiempo imprescindible. Por eso, las noches eran su globo, en una nave espacial, en un submarino,
momento preferido para escribir. En una carta a en un armario. Es ir a algún sitio donde no
Felice comenta: · hay nadie a concentrarse, a oír la propia voz
de uno.
Para poder escribir tengo necesidad de
aislamiento, pero no «como un ermitaño»,
cosa que no sería suficiente, sino como un Solamente aislándose por completo -dice
muerto. El escribir en este sentido es un sueño Osear Wilde- se puede trabajar. La ociosidad
más profundo, o sea, la muerte, y así como a te proporciona la disposición para escribir y la
un muerto no se le podrá sacar de su tumba, a soledad, las condiciones. La concentración en
mí tampoco se me podrá arrancar de mi mesa ti mismo te devuelve al nuevo y maravilloso
por la noche. Esto no tiene que ver directa- mundo que surge en el col9r y la cadencia de
mente con la relación con los hombres, pero las palabras en movimiento.
es que sólo soy capaz de escribir de esta forma
sistemática, coherente y severa, y por lo tanto,
sólo puedo vivir así. Dedicado durante temporadas enteras sólo a la
literatura, Flaubert pasaba largas épocas en la
más absoluta soledad. Nunca se casó, aunque tuvo
Susan Sontag recuerda al escritor de La sonados lances amorosos. Vivió ·con su madre hasta
metamorfosis cuando habla de su necesidad de que ésta murió. Para definir su estado, encontró,
soledad para buscar «la propia voz»: como siempre, la metáfora perfeaa:
130 131
me, en realidad sólo tengo «perfecta diver-
Yo, que guardo cada cosa en su sitio, llevo sión» cuando estoy conmigo misma. Cuando
una vida ordenada por casilleros, y tengo mis veo pasar a una niñita corriendo sobre sus
cajones y estoy tan lleno de compartimentos talones como un ave en el barro, y digo
como un baúl de viaje, muy bien atado con 1 «Caramba, ésa es mi Gertie», me río y me
cuerd¡1.s y cerrado con tres correas. divierto como no podría hacerlo si estuviera
con alguien [... ] Pero estoy hecha de tal
. \ manera que cuando estoy con alguien empie-
El neoyorquino John Cheever escribió en su , zo a darles consideración a sus opiniones y
diario: ·~.:
· deseos, que no son dignos ni de la mitad de la
que merecen los míos. [...] La vida con otra
Sueño con una ·esposa y amante tierna, gente se convierte en una confusión[...] pero
rubia o morena, con una personalidad trans- cuando estoy sola es enormemente valioso y
parente. ¿Y cómo voy a encontrarla encorva- maravilloso el detalle de la vida, la vida de la
do sobre la máquina de escribir en un cuarto 1
vida.
cerrado?
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microscopio y se regocija al hacer algún des-
cubrimiento.
¡Algo que, por una vez, no tiene nada de Para Jean Cocteau la soledad parece una
afectación! Uno se acompaña a sí mismo. defensa contra su propia forma de vivir:
136 137
señales. No cuenta, enseña, ni ordena; más Capítulo 10
bien intenta establecer una relación de signi-
ficado, de sentimiento, de observación. So- La angustia de escribir
mos animales solitarios. Nos pasamos la vida
intentando estar menos solos. Uno de nues-
tros métodos más antiguos consiste en relatar Decía Isak Dinesen que ella escribía un poco todos
una historia suplicando al lector que diga y los días, sin esperanza y sin desesperación. Algún día
que sienta: escribiré ese lema en una tarjeta de tres por cinco, que
«Sí, así es, o al menos así lo siento yo. No pegaré en la pared, detrás de mi escritorio.
te encuentras tan solo como pensabas». RAYMOND CARVER
138 139
A ningún artista podrá reprochársele que nas de suicidarme. Parece que no se puede
se encoja ante un riesgo que solamente los hacer nada. Todo parece insípido y sin valor.
imbéciles corren a afrontar y que solamente Ahora esperaré y contemplaré mi resurrec-
los genios abordan con impunidad. En un ción. [...]
empeño que principalmente estriba en despo-
jar la propia alma más o menos de toda vesti- Trece años después, el viernes 28 de marzo de
menta a ojos del mundo entero, un cierto res- 1941, volvió a escribir con desesperación:
peto por la decencia, aun cuando implique el
costo del éxito, no es más que el respeto por la Veo que me estoy volviendo loca de nue-
propia dignidad, inseparablemente unida a la vo. Siento que no puedo volver a atravesar
dignidad de la propia obra. otra de esas épocas horribles. Y esta vez no
me recuperaré. Empiezo a oír voces, y no me
puedo concentrar. De modo que hago lo que
Para Virginia Woolf, que se debatió durante me parece meJor...
toda su vida entre la calma y las crisis nerviosas,
entre la cordura y la locura, sus obras fueron, al Esta vez Virginia no se sentó a esperar «su
mismo tiempo, una tabla de salvación y un nau- resurección». Después de escribir la nota, dirigida
fragio. Durante la composición de Orlando, que a Leonard, su marido, caminó hasta el río, intro-
le costó varias versiones, esCribió esto en su diario: dujo en su bolsillo una gran piedra, y se sumergió.
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Al escribir este libro soy como una perso- máticas. El libro, además, le exigió hasta la última
na que tocase el piano con unas bolas de plo- gota de energía:
mo atadas a cada falange.
Sigue ahora un ejemplo de ·lo vacío que
Sobre su hastío no hay nada más expresivo que estoy. Hace varios años que no he leído una
esta frase: obra literaria. Mi cabeza está llena de piedras y
porquerías y cerillas rota~ y montones de cris-
Hay en el fondo de mi ser un aburrimiento tales recogidos por «todas partes». La tarea
radical, íntimo, acre e incesante que no me que m~ impongo al escribir un libro desde die-
permite disfrutar de nada y que me llena el ciocho puntos de vista diferentes y con otros
alma a reventar. Aparece con cualquier excusa, tantos estilos aparentemente desconocidos o
como la hinchada carroña de los perros ahoga- sin descubrir todavía por mis colegas; eso y la
dos vuelve a salir a la superficie por mucho que naturaleza de la leyenda elegida, bastaría para
les hayas atado una piedra al cuello. desequilibrar la mente de cualquiera.
142 143
Palacio de la Luna, y también cuando terminé
mi última novela La música del azar. Estuve Dije una vez que escribir era una maldi-
deshecho durante tres meses. Fue terrible. ción. No me acuerdo exactamente por qué lo
dije, y con sinceridad hoy repito: es una mal-
dición, pero una maldición que salva.
El escritor de relatos John Cheever, bucea en la No me estoy refiriendo a escribir para los
mentalidad del norteamericano medio, siempre diarios, sino a escribir aquello que eventual-
planteando en el fondo de sus cuentos fantasías de mente se puede transformar en un cuento o
huída hacia un mundo mejor: en una novela. Es una maldición porque obli-
ga y arrastra, como un vicio penoso del cual es
Día número 2. Todavía estoy muy nervio- casi imposible librarse, pues nada lo sustituye.
so, pero me parece que no tomaré Valium. Y es una salvación.
Trataré de escribir sobre la libertad. Hay tres Salva el alma presa, salva a la persona que
ocasiones de peligro. Una es la euforia de tra- se siente inútil, salva el día que se vive y que
bajar a tope; otra es la euforia del alcohol, nunca se entiende a menos que se escriba.
cuando creo caminar sobre las estrellas, y otra Escribir es buscar, entender, es buscar repro-
la euforia de la sobriedad total, cuando creo ducir lo irreproducible, y sentir hasta las últi-
dominar el tiempo. El puente de lenguaje, mas consecnencias el sentimiento que perma-
metáforas, anécdotas e imaginación que cons- necería apenas vago y sofocante. Escribir es
truyo todas las mañanas para cruzar las incon- también bendecir una vida que no fue bende-
gruencias de mi vida, parece, en verdad, muy cida.
frágil. Qué pena que sólo sé escribir cuando la
«cosa» viene espontáneamente. Así quedo a
merced del tiempo. Y, entre un escribir verda-
Para la brasileña Clarice Lispector la escritura dero y otro, pueden pasar años.
vuelve a tener ese doble matiz entre la maldición y Me acuerdo ahora con saudade del dolor
la bendición: de escribir libros.
144 145
El más breve de los autores, Monterroso, lo
expone así:
Steinbeck nos habla de lo absurda que parece,
mirada fríamente, la actividad literaria: Hay que ser un neurótico para dedicarse a
esta tontería -me dice un amigo por teléfono
En el mejor de los casos la literatura es una refiriéndose a la angustia de escribir-.
actividad tonta. Hay cierto ridículo en escri-
bir un cuadro de la vida. Y aumentando la
broma: uno tiene que retirarse de la vida «No tiene ningún sentido», se plantea también
durante un tiempo para escribir ese cuadro. Y Thomas Bernhard:
tercero, uno debe distorsionar su propia
manera de vivir a fin de despertar en sí, de Tuve miedo ya desde el primer libro. Bue-
alguna manera, lo normal de otras vidas. Una no, de todas maneras se tiene a menudo esa
vez recorrido todo este absurdo, lo que ~mer sensación, se tiene periódicamente una y otra
ge de él quizá sólo sea el más pálido de los vez. No es nada nuevo. Entonces se dice uno:
reflejos. ¡Es una cuestión jodida! La montaña no tiene ningún sentido, pero una y otra vez
trabaja, puja, se esfuerza, y surge el más ocurre algo. ¿Qué otra cosa se podría hacer si
pequeño de los roedores. Y la mayor estupi- no? No se tiene otra cosa.
dez de todas reside en el hecho de hacer todo
eso; el escritor debe creer que lo que está
haciendo es la cosa más importante del mun- La identificación entre literatura y enferme-
do. Y debe mantener esa ilusión aunque sepa dad aparece en más de un escritor, Jean Cocteau la
que no es verdadera. Si no lo hace no tiene ni define como «una carrera detrás de la idea».
siquiera el valor que, de otra manera, podía
haber tenido. Ya he definido la enfermedad de escribir
que padezco, que es lo que me hace preferir la
conversación. Tengo pocas palabras en mi
146 147
pluma. Les doy vueltas y más vueltas. La idea ría y del modo que yo quiero-, así que pienso
va delante, galopando. Cuando se detiene y que no hay nada que hacer, salvo seguir
mira hacia atrás ve que voy a remolque. Eso la poniendo mala cara, maldeCir, escribir y su-
impacienta. Entonces desaparece y no la vuel- primir, y volver a escribir, y no suprimir, y
vo a encontrar. Abandono el papel. Me dedico pensar que tengo que trabajar más duro, y
a otra cosa. Abro la puerta. Soy libre. Pero lo buscar enfurruñadas razones para no trabajar,
dije muy pronto. La idea regresa a toda velo- y pensar que va a resultar mejor de lo que va a
cidad, y me lanzo a trabajar. Es esta rabia de ser, y pensar por un instante que mañana o
luchar contra semejantes calambres la que me cualquier otro día estaré mejor, y al instante
convierte en un hombre recubierto de leyen- siguiente darse cuenta de que tenía que
das a cual más absurda[...]. haberlo escrito hace diez años, cuando tenía
más material... estupendas, tontas y agudas
tonterías mías, que me figuro ayudan a pasar
Después de escribir sus novelas más famosas, el rato mientras la novela se va haciendo -un
Dashiell Hammett se sintió incapaz de volver a poco mejor o peor de lo que debería ser- en
escribir algo bueno. Durante muchos años luchó alguna medida, en algún momento.
entre sus ganas de escribiry la angustia que le pro-
vocaba ponerse frente alfolio en blanco y sentir que
había perdido su talento. La lucha solía terminar Apuntes como los que siguen se encuentran por
en borrachera. Este fragmento está sacado de una docenas en el diario de Katherine Mansfield. Siem-
carta que dirigió a su hija, Jane Mary Hammett: pre obsesionada por escribir, siempre buscando o
encontrando razones para no hacerlo. «Tiempo, no
Tengo un montón de problemas con el tengo tiempo», escribe una y otra vez. Su muerte, a
libro, pero son del tipo de problemas que los 33 años, le acabó dando la razón:
supongo que tengo que padecer -lo que quie-
ro decir con esto es que me está costando un Perdiendo el tiempo. El viejo grito ... el
gran esfuerzo hacerlo todo lo bien que desea- primero y el último grito: ¿por qué te demo-
148 149
ras? Ah, ¿por qué, en verdad? Mi más profun- Capítulo 11
do deseo es ser una escritora, tener un «cuer-
po de trabajo» hecho. Y allá está el trabajo, «Vivir dentro»
allá me esperan las historias, se cansan, se
marchitan, se desvanecen, porque yo no voy.
Y las oigo, y las reconozco, y sin embargo Hay que escribir
continúo sentada ante la ventana, jugando con en la oscuridad, como en un túnel.
la pelota de madera ¿Qué se debe hacer? FRANZKAFKA
Debo hacer otro esfuerzo, de inmediato.
Debo empezar todo de nuevo. Debo tratar de
escribir simplemente, completamente, libre- He titulado este capítulo «Vivir dentro», tal
mente, desde mi corazón. «En calma», sin vez un título extraño que requiere una explica-
que me importe nada el éxito o el fracaso[ ...]. ción. Muy a menudo, los escritores -sobre todo los
novelistas- hablan del mundo que están creando de
una forma tan real que parecen vivir más «den-
Para terminar, esta nota, escrita por John tro» de ese mundo de ficción que en el suyo propio:
Steinbeck durante los últimos días de su vida. Fue «estas cosas (escribir) sólo se pueden hacer cuando
encontrada debajo de la carpeta de papel secante de está uno metido dentro de la novela, cuando real-
su escritorio después de su muerte. Está dirigida a mente la vida exterior no existe», dice Torrente
su agente, Elizabeth Otis. Ballester. Leyendo estas reflexiones parece que el
novelista no es aquel ser que nos imaginábamos
Querida Elizabeth: mirando por el ojo de una cerradura, y luego con-
Te debo esta carta desde hace mucho tiem- tándonos al oído lo que iba pasando dentro de la
po, pero mis dedos han evitado el lápiz como habitación. El novelista está dentro, vive una doble
si se tratase de una herramienta vieja y envene- realidad: se pasa la noche en otro mundo y luego
nada. acude como si tal cosa a la oficina, a la compra, al
colegio de los niños... Es el lector el que se asoma
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por el ojo de la cerradura y, si presta atención, le Flaubert se metía en el propio cuerpo de los
puede ver allí plantado, junto a la ventana de la personajes para poder escribir sobre ellos:
habitación donde los personajes discuten acalorada-
mente. Una sombra «dentro» del cuadro. De vez Mis personajes imaginarios me afectan,
en cuando, incluso se acerca al jarrón y se ocupa de me persiguen, o más bien soy yo quien sigue
arreglar las flores. en ellos. Cuando escribía el envenenamiento
de Madame Bovary, notaba tanto el gusto de
Uno, cuando escribe una cosa seria, se mete arsénico en la boca, me sentía tan envenenado
dentro -dice Natalia Ginzburg- , se sumerge en que me provoqúé dos indigestiones, una tras
ella hasta las cejas; y si tiene sentimientos muy otra, y muy reales, pues vomité toda mi cena.
fuertes que le inquieten el corazón, si es muy
feliz o muy infeliz por cualquier razón llamé-
mosla terrestre, que no tenga nada que ver Cuando uno lee Cien años de soledad no
con lo que está escribiendo, entonces, si lo entiende cómo Márquez ha podido hacernos perci-
que escribe es válido y digno de vida, cual- bir ese mundo tan vívidamente, cómo ha consegui-
quier otro sentimiento se adormece en él. No do que recorramos con esa naturalidad los corredo-
puede esperar que su amada felicidad se man- res de la laberíntica casa de los Buendía. De esta
tenga intacta y fresca, o su amada infelicidad, forma: sintiendo.
todo se aleja y se desvanece y se queda solo
con la página, ninguna felicidad y ninguna La primera idea que tuve del coronel
infelicidad puede subsistir en él que no esté Aureliano Buendía es que se trataba de un
estrechamente ligada a esa página, no posee veterano de nuestras guerras que moría ori-
nada más y no pertenece a los demás, y si no nando debajo de un árbol. [...]
·· ¡e sucede así, entonces es señal de que su pági- [...] yo sabía que en un momento dado
na no vale nada. tenía que matarlo; y no me atrevía. El coronel
estaba viejo ya, haciendo sus pescaditos de
oro. Y una tarde pensé: «¡Ahora sí se jodió!».
152 153
Tenía que matarlo. Cuando terminé el capítu- Sólo cuando se apercibió de la sorpresa de su
lo subí temblando al segundo piso de la casa, visitante, se dio cuenta que se hallaba nueva-
donde estaba Mercedes. Supo lo que había mente en otro mundo, en el de la realidad.
ocurrido cuando me vio la cara «Ya se murió
el coronel», dijo. Me acosté en la cama y duré
llorando ocho horas. Mi novela se agita como una antigua ban-
dera -escribió en su diario Virginia Woolf- . Es
Al foro [...] paso la mañana entera en ello y me
Stefan Zweig cuenta esta anécdota de Balzac: cuesta lo indecible no seguir azotando mi
cerebro por la tarde. Vivo totalmente en el
Cierto día, un amigo de Balzac entró sin libro y sólo salgo a la superficie de una forma
anunciarse en el estudio de éste. Balzac, quien un tanto oscura, y a menudo no sé qué decir
a la sazón estaba trabajando en una novela, cuando paseamos por la plaza, lo cual, me
dio media vuelta, se levantó de golpe, tomó al consta, es malo. Aunque quizá sea un buen
amigo del brazo en un estado de suprema síntoma, en cuanto hace referencia al libro.
excitación, y exclamó con lágrimas en los ojos:
«¡Qué horror! La duquesa de Langeais ha
muerto». Su visitante lo p.úró perplejo. Cono- Torrente Ballester, cuyo método de trabajo con-
cía bien la sociedad de París, pero nunca había sistía en grabar lo que se le va ocurriendo sobre sus
oído hablar de la duquesa de Langeais, y en novelas en una grabadora -a ser posible japonesa-,
realidad tampoco existía una duquesa de ese habla así de sus intentos de meterse «dentro» de la
nombre; no era sino una de las figuras de la historia y sus frustraciones al no conseguirlo com-
novela de Balzac, quien, en el instante de pletamente:
entrar el amigo, describía la muerte de aqué-
lla. Tenía esa muerte tan presente como si la [...] El día me resultó totalmente dilapida-
hubiera visto con sus propios ojos, y aún no do. En estas condiciones me temo que todo lo
había despertado de su sueño productivo. que haga va a resultar inútil, porque estas cosas
154 155
sólo se pueden hacer cuando está uno metido Claro, ese mundo podía más que él, se le había
dentro de la novela, cuando realmente la vida impuesto. Yo estoy en la situación contraria: no
exterior no existe, no existe más que ese mundo me tiene dominado, sino que voy yo a él, in-
en el cual uno se mueve, del cual uno es testigo, tento suscitarlo, provocarlo, y de esa manera,
con toda naturalidad. Advierto también que las imágenes son mucho más perezosas, mu-
poco a poco voy perdiendo la visión de los cho menos coherentes. Yo sé lo que es eso de
detalles ambientales: me está saliendo el diálo- que lo envuelva a uno un mundo distinto y es-
go escueto, descamado: oigo lo que dicen las té uno como obsesionado por lo que hacen y
personas, no veo lo que hacen, no veo el color por lo que dicen los personajes. Esté uno vien-
de la habitación, el color del cielo y de las casas, do las cosas y pensando al mismo tiempo las
lo que pasa en la calle, los restos de las copas palabras con que tiene que nombrarlas.[...]
bebidas anoche encima de la mesa de salón[...]
Todo me sale con torpeza. Realmente es la fal-
ta de hábito. También me afecta bastante la fal- «¿Cómo podía atender a su trabajo y presen-
ta de soledad, la imposibilidad de encerrarme y ciar al mismo tiempo esas imágenes que, segura-
no enterarme de nada. Pienso si al regresar a mente, no podía controlar?», se pregunta Torrente
mi casa podré conseguirlo, si lo podré de una sobre Kafka. Le contesta el propio Kajka, con este
manera constante, sist~mática, que permita fragmento de una carta a su amada Felice: « ... el
esas dos horas diarias de trabajo que necesito. tiempo es breve, las fuerzas exiguas, la oficina un
Aunque sean partidas, aunque sean tarde y terror, el hogar ruidoso, así que hay que sobrevivir
noche ¿Qué tendría en su interior un hombre con toda clase de tretas». En otra de esas cartas le
como Kafka? Capaz de hacer su vida normal de explicaba a Felice su «treta», que no era otra sino
empleado· de comercio, llevando dentro todos vivir sólo para su obra:
esos mundos que le preocuparían, que le preo-
cupaban de hecho. ¿Cómo podía atender a su Cuando mi organismo se dio cuenta de que
trabajo y presenciar al mismo tiempo esas imá- el escribir era el enfoque más provechoso de
genes que, seguramente, no podía controlar? mi ser, todos mis esfuerzos tendieron hacia allí
156 157
y abandonaron todas las facultades relativas a [...]Casi todas mis novelas muestran lo que
los placeres del sexo, de la comida, de la bebi- ocurre alrededor de un personaje. Los otros
da, de la reflexión filosófica, de la música. Yo personajes son vistos por él. Así que tengo que
iba adelgazando en todas estas direcciones. Era meterme en el pellejo de ese personaje. Y al
algo necesario, puesto que, en conjunto, mis cabo ~de cinco o seis días es algo casi insoporta-
fuerzas eran tan débiles que sólo unidas podían ble. Esa es una de las razones por las que mis
utilizarse para escribir. Claro que esta finalidad novelas son cortas; al cabo de once días ya no
no la encontré por mí mismo y de forma cons- puedo ... es imposible. Tengo que terminar... es
ciente; llegó por su propia cuenta y ahora sólo algo físico. Estoy demasiado cansado [...] Por
se ve obstaculizada, y a fondo, por la oficina. eso, antes de empezar una novela -tal vez esto
suene tonto, pero es la verdad-, generalmente
unos días antes de empezar una novela me cer-
Ese «vivir dentro» puede ser un esfuerzo cioro de no tener citas ni entrevistas durante
sobrehumano para la mente. Thomas Bernhard lo próximos once días. Después voy al médico.
necesitaba reponerse después de cada obra: Él me controla la presión arterial, me hace un
chequeo. Y me dice: «Ükay».
Después de cada vez me derrumbo. Des-
pués de la última obra ~e teatro, en Portugal,
estuve tres semanas en cama, en alguna pen- Aún así, «vivir dentro» parece ser una necesi-
sión, totalmente agotado. Es inevitable. Pero dad para los escritores:
eso se acaba de forma natural, no hay que
tener miedo. En mis viajes he aprendido que si dejo de
escribir un solo día me pongo inquieto -dice
Ray Bradbury-. Dos días y empiezo a temblar.
Para George Simenon representaba también Tres y hay sospechas de locura. Cuatro y bien
un gran esfuerzo: podría ser un cerdo varado en un lodazal. Una
hora de escritura es un.tónico. De nuevo me
158 159
· pongo en pie, corro en círculos clamando por
1
un par de polainas limpias.
Agotados, cansados de su propia obsesión, algu-
nos autores acabaron dejando de escribir. Monte-
Un gran esfuerzo, una necesidad, pero tam- rroso comenta alguno de los casos más famosos:
bién una obsesión. Vargas Llosa lo explica con una
comparación bastante gráfica: [...]un periodista local preguntaba por qué
un escritor deja de escribir. Bueno, es una
Comparo la vocación del novelista a una tentación diaria; pero no creo que nadie lo
solitaria. Yo tenía un amigo hace varios años, sepa, y tal vez ni él mismo. De cualquier ma-
en París, que estaba enfermo precisamente de nera me vinieron a la memoria, como siem-
una solitaria; tenía ese repugnante parásito en pre, los tres casos clásicos de gente que lo ha
las entrañas; y nosotros salíamos, íbamos al hecho: Shakespeare, cambiando el teatro por
cine, íbamos a los restaurantes estudiantiles a los negocios; Rossini, abandonando la ópera
almorzar, íbamos a recorrer librerías, y recuer- por la repostería y Rimbaud renunciando a la
do mucho un día que él me dijo: yo estoy con- poesía para terminar en el tráfico de armas, tal
tigo y hago todas estas cosas contigo y tú tie- vez el trueque más respetable de los tres y más
nes la impresión de que estoy viviendo igual añn con lo que se hacía antes (los poetas y los
que tú todas estas experíencias, y por una par- escritores en general se disparan unos a otros
te es cierto, pero por otra parte es falso, por con lo que pueden: cuando las palabras no le
otra parte yo estoy siempre pendiente de este bastaron, Verlaine le pegó un tiro a Rim-
parásito que tengo en las entrañas. Yo no pue- baud). Hay que añadir que los tres dejaron su
do olvidarlo ni un solo momento y tengo casi arte en pleno éxito y que en todo caso para
la impresión de que vivo para él, de que no ellos eso significaba una liberación. Lo im-
sólo lo que como lo alimenta, sino que todos portante es tener claro ·si abandonar este ofi-
mis actos íntegramente están destinados a él. cio [... ] significa una derrota o una victoria
Hay en mí una especie de duplicidad. [...] sobre uno mismo.
160 161
Capítulo 12 más espontánea e impulsiva, vadean peor esos pan-
tanosos «días en blanco».
«Días en blanco»
162 163
do empiezo el próximo, retomo la torpeza y A partir de 1939, todo cambió; el mundo se
busco perplejo el camino. Los romanos ya convirtió en un caos y dejé de construir; ya no
debieron sentir esto, porque tenían la expre- tuve más recurso que esa conjugación verbal:
sión «escribir invita Minerva», «escribir a una moral abstracta; buscaba razones, fórmulas,
pesar de Minerva». para justificar ante mí misma una moral abs-
tracta; para justificar ante mí misma el hecho de
soportar lo que me era impuesto. Encontré
El dramaturgo Thomas Bernhard, se limitaba algunas en las que todavía creo, descubrí la soli-
a esperar a que pasasen esos periodos: daridad, mis responsabilidades, y la posibilidad
de aceptar la muerte para que la vida conserva-
Durante semanas no escribo nada. Meses, ra un sentido, pero aprendí estas verdades en
años. Pero de repente, otra vez hay algo. En- cierto modo en contra de mí misma; empleé
tonces miro en el cajón, en mi cofrecillo de palabras para exhortarme a acogerlas; me expli-
joyas. La verdad es que no hago otra cosa, caba, me convencía, me aleccionaba: esa lección
abro una cajita fuerte, y ahí hay otra vez un era la que yo me esforzaba en .transmitir, sin
manuscrito. De algún modo ha vuelto a cre- darme cuenta de que no tenía necesariamente la
cer algo. misma frescura para el lector que para mí.
Así entré en lo que podría llamar «el
periodo mortal» de mi vida literaria, que se
A veces son las circunstancias las que provocan prolongó durante algunos años. Ya no tomaba
esas épocas de inactividad. Simone de Beauvoir mi espontaneidad como regla, me vi obligada,
vivió en París durante la Segunda Guerra Mun- por lo tanto, a interrogarme sobre mis princi-
dial, todo lo conocido estaba en peligro de extinción pios y mis fines.
y el organigrama de su pensamiento debió cambiar
tan deprisa como los tiempos, esto la llevó a un 1
«periodo mortal». Quizásfue la fama lo que «bloqueó» a Dashiell
Hammett, que al final de su vida parecía con-
164 165
vencido de haber perdido su talento. Cuenta Por momentos, no puedo avanzar en mi
Raymond Chandler que Hammett se pasaba el escritura. Aun cuando sé qué va a suceder, y
día ante la máquina de escribir, buscando excu- todos los diálogos; y esto me pasa cada vez
sas para no trabajar: «Intentaba inventarse que no tengo una escena, una metáfora desde
alguna: imperiosos trabajos por hacer, el servicio donde partir. Cuando consigo visualizarla,
a su país, o estar borracho de muerte [. ..] las ideas todo marcha.
y las palabras se esfumaban de su mente tan
pronto como se sentaba frente a la máquina de Toni Nlorrison
escribir, eran reemplazadas por exasperantes
vacíos».
Cada día seguía trabajando hasta que una
Estoy muy concentrado en mi salud -de- cosa tomaba forma y siempre me interrum-
claró en una entrevista-. Estoy aprendiendo a pía cuando veía claro lo que tenía que seguir.
ser un hipocondríaco. Dejé de escribir por- Así estaba seguro de continuar al día siguien-
que me di cuenta de que me estaba repitien- te. Pero a veces, cuando empezaba un cuento
do. Cuando descubres que tienes estilo es el y no había modo de que arrancara, me senta-
principio del fin. Pero lo que me destrozó ba frente a la chimenea y apretaba una mon-
fue escribir la tercera parte de La llave de da de mandarina y caían gotas en la llama y
cristal, de una tirada, en treinta horas. Aun- yo observaba el chisporroteo azulado. De
que desde entonces me he estado diciendo pie, miraba los tejados de París y pensaba:
«Podría volver a hacerlo, si tuviera que ha- «No te preocupes, hasta ahora has escrito y
cerlo». seguirás escribiendo. Lo único que tienes
que hacer es escribir una frase verídica». De
Toni Morrison y Ernest Hemingway, más modo que al cabo escribía una frase verídica,
«metódicos», han encontrado una fórmula para y a partir de allí seguía adelante. Entonces
hacer frente a esos «bloqueos»: 1
era fácil, porque siempre había una frase
verídica que yo sabía o había observado o
166 167
había oído decir. En cuanto me ponía a escri-
bir como un estilista, o como uno que pre-
senta o exhibe, resultaba que aquella labor de
filacterio y de voluta sobraba, y era mejor
cortar y poner en cabeza la primera sencilla
frase indicativa verídica que hubiese escrito.
Ernest Hemingway
IV
Consejos y Decálogos
168
25 consejos para
escritores principiantes
l. Primer consejo
para los aprendices de escritor
Ernest Hemingway
171
P: ¿Qué consejo darías a los aprendices de susceptible de resultar oscurecido por los escrú-
escritor? pulos de quienes lo sirven y veneran, el que está
R: Que si pueden lo dejen. Esto lo he preeminentemente destinado a llevar más tur-
dicho siempre de otra forma, pero esta mane- bulencia a la mente y al corazón del artista.
ra de decirlo la he tomado de la última entre- Después de todo, la creación de un mundo no
vista que Nureyev concedió a un periodista; la es empresa parva, excepto quizás para quienes
pregunta era: «¿Qué consejo le darías a aque- poseen dotes divinas. En verdad, todo novelista
llos que están empezando a bailar?», y él dijo: debe empezar por crear para sí mismo un mun-
«que si pueden lo dejen», lo cual significa, en do, pequeño o grande, en el que honestamente
el sentido contrario, como dicen los aboga- pueda creer. Y ése no puede ser sino conforme a
dos, que la única razón para escribir es no su propia imagen: ha de ser inevitablemente
poder dejarlo. Yo se lo digo siempre a los chi- individual y un tanto misterioso; pero, a la vez,
cos cuando voy a un instituto: el que pueda ha de resultar familiar a la experiencia, pensa-
dejarlo que lo deje, porque no compensa. mientos y sensaciones de los lectores.
Pero aquel que no pueda dejarlo que siga,
aunque esté cuarenta años como yo escribien- Joseph Conrad
do como un autor prácticamente desconoci-
do, pero nadie le podrá quitar, como decía
Garcilaso, el dolorido sentir. 3. «Demasiado literario»
José Luis Sampedro Sólo un consejo proveniente de otro escri-
tor me ha resultado muy útil. El consejo me lo
dio Colette. Yo estaba escribiendo cuentos
2. Crear un mundo propio para Le Matin, donde en ese momento Colette
trabajaba como editora literaria. Recuerdo que
El arte del novelista es simple, y, al mismo le di dos cuentos y ella me los devolvió, y yo
tiempo, el más huidizo de los creativos, el más volví a intentarlo un par de veces más. Final-
172 173
mente ella me dijo: «Mira, eres demasiado el lector. Pero pienso que la raíz de todo el
literario, siempre demasiado literario». Así asunto se encuentra en el hecho de que, cuan-
que seguí su consejo. Es lo que hago cuando do un escritor es joven, siente de alguna mane-
escribo, y el trabajo principal cuando rescribo. ra que va a decir algo más bien tonto y obvio o
[...] . un lugar común, y entonces trata de esconder-
Adjetivos, adverbios, cualquier palabra lo bajo ornamentos barrocos, bajo palabras de
que esté allí solamente para causar un efecto. escritores del siglo XVII, al contrario, si trata
Cada oración que esté allí solamente por la de ser moderno, hace lo contrario: inventa
oración misma. [...] una oración bella ... hay palabras continuamente o hace alusión a aero-
que eliminarla. Cada vez que encuentro algo planos, a trenes, al teléfono o al telégrafo,
así dentro de mis novelas debo eliminarlo. puesto que se esfuerza por parecer moderno.
Después, a medida que pasa el tiempo, uno
George Simenon siente que las ideas, buenas o malas, se deben
expresar simplemente, porque si se tiene una
hay que intentar introducir esa idea o ese esta-
4. Sobre el kng;uaje do de ánimo en la cabeza del lector[...].
174 175
ran de llevarlos con uno si no se usan por
6. «No jugar» mucho tiempo. No sólo los detalles, sino
todo, todas las ocurrencias e ideas. En la épo-
«No jugar.» Odio los juegos: al primer ca en la que escribía mis cuentos breves, con
signo de juego o de truco en una narración, el placer de los personajes y los detalles
sea trivial o elaborado, cierro el libro. Los jue- minuciosos, en aquella época vi pasar una vez
gos literarios se han convertido últimamente por la calle un carrito con un espejo encima,
en una pesada carga, que yo, sin embargo~ un gran espejo con marco dorado. En él se
puedo esquivar fácilmente sólo con no pres- reflejaba el cielo verde de la tarde, y yo me
tarles la atención que reclaman. Pero también paré a mirarlo mientras pasaba, con una gran
una escritura minuciosa, puntillosa o plúmbea felicidad y la sensación de que ocurría algo
pueden echarme a dormir. El escritor no ne- importante [... ] Durante mucho tiempo he
cesita juegos ni trucos para hacer sentir cosas creído que podría haberlo puesto en cual-
a sus lectores. Aún a riesgo de parecer trivial, quier cuento, durante mucho tiempo recor-
el escritor debe evitar el bostezo, el espanto a dar aquel carrito con el espejo encima me
sus lectores. hacía sentir deseos de escribir. Pero nunca
conseguí introducirlo en lugar alguno y en
Raymond Carver un cierto punto me di cuenta de que había
muerto en mí.
176 177
conocer el nombre de la calle en la que el si sirven para evocar un pensamiento, una
amante apuñaló a su amada, y esas circunstan- idea o un estado de ánimo. Durante los pe-
cias de las que el New York Times nunca da riodos estériles conviene que el escritor ho-
cuenta. De ese asesinato no resuelto en Staten jee estas libretas. Puede que de pronto algu-
Island, interesa saber que el doctor y su esposa, na idea empiece a moverse. Quizás dos ideas
cuando fueron apuñalados, vestían batas mor- se combinarán la una con la otra porque ya
mónicas, tres cuartos de largo. El desayuno de estaban destinadas a hacerlo desde el prin-
Lizzi Borden, el bochornoso día de verano en cipiO.
que mató a su padre, era sopa de camero. Los
detalles generan siempre muchas más ideas Patricia Highsmith
que las que cualquier generalidad puede apor-
tar. Que Cristo haya sido lanceado en el cos-
tado izquierdo, es mucho más corunovedor y 10. Cuéntate a ti mismo la historia
sugerente que si hubiera sido simplemente
lanceado. Antes de escribirlo y durante los días en
que ya están escribiéndolo, aprovechen los
Carson McCullers momentos libres para recordarlo. En los re-
petidos procesos de contarse a ustedes mis-
mos la historia, la enriquecerán, la mejorarán.
9. Escribe en cualquier momento
Adolfo Bioy Casares
Recomiendo encarecidamente a los es-
critores en ciernes, que lleven una libretita
para tomar apuntes, pequeña si durante el 11. Leer a los grandes
día tienen algún empleo, grande si pueden
permitirse el lujo de quedarse en casa. Inclu- Escribamos a diario, escribamos libremen-
so vale la pena anotar tres o cuatro palabras te, pero comparemos siempre lo que hemos
178 179
escrito con lo que los grandes escritores escri- decirles es relativa: siempre la práctica es otra
bieron. Es humillante, pero es esencial. Si cosa. De todos modos, hay libros que dan
pretendemos conservar y crear, sólo de esta consejos útiles, como Traficando con palabras,
manera lo conseguiremos. Y vamos a hacer de Veernon Lee. Esta escritora nos dice: no
ambas cosas. refieran acciones violentas con verbos auxilia-
res y frases largas; no describan un paisaje con
Virginia Woolf términos de acción, no digan que el pasto cre-
ce y que los árboles estiran sus ramas, porque
entonces una escena tranquila se convierte en
12. Escribe como cocinas, una función de circo. A lo mejor ustedes dirán
cocina como escribes que éstos son consejos menores, consejos de
cocinero. Lo que pasa es que escribir se pare-
P: ¿Qué aconseja a los que comienzan a escribir? ce a cocmar.
R: El consejo es evidente: que lean mucho,
que traten de leer buenos libros, que no sufran Adolfo Bioy Casares
en su amor propio por errores cometidos; que
se alegren de corregirlos y aprender. No creo
que pueda decir mucho más. Piensen en lo 13. Romper
que escriban, no se creari infalibles, no supon-
gan que lo que sale al correr de la pluma está Siempre que un escritor joven me pide
definitivamente logrado. Cuando tengan uTI.a consejo le digo: «Hay que romper mucho».
idea que les parezca buena, planteénsela de Desde que uno empieza a escribir hasta que lo
otro modo. que escribe puede tener valor, hay que rom-
Nadie tiene recetas para escribir bien; per, aunque se corra el riesgo de romper algo
podrá tenerlas para evitar determinados erro- valioso.
res. En verdad no se puede acortar el camino;
por eso la utilidad de cuanto ahora pueda Gonzalo Torrente Ballester
180 181
14. Corregir 16. Aprender de los errores
182 183
La experiencia alcanzada a través del error fracasos. Fracasar es rendirse. Pero uno está
está muy bien fundamentada y es muy segura. en medio de un proceso móvil. Entonces no
hay nada que fracase. Todo continúa. Se ha
Adolfo Bioy ·casares hecho el trabajo. Si está bien, uno aprende. Si
está mal, aprende todavía más. El único fraca-
so es detenerse. No trabajar es apagarse,
17. Los fracasos endurecerse, ponerse nervioso; no trabajar
daña al proceso creativo.
Como todos los escritores que lo son de
verdad, uno intenta también a su modo decir Ray Bradbury
lo indecible, alzar con sus manos una nueva
Torre de Babel. El fracaso es seguro, pero qui-
zá también la gloria. Por eso, cuando me gana 18. Escriban desde el corazón, no desde
el desaliento, me gusta recordar aquel lance en las glándulas, por favor
que Don Quijote y Sancho están montados en
el caballo Clavileño y de pronto Sancho desli- Nuestra tragedia hoy es un miedo univer-
za la sospecha de si no serán víctimas de una sal y puramente físico que, por llevar pade-
burla cruel. ¿Y qué?, responde Don Quijote, ciéndolo tanto tiempo, apenas sí podemos
allá ellos con sus burlas, que a nosotros no soportar más. Ya no cuentan los problemas
podrán arrebatarnos la gloria del intento. del espíritu, sino la cruda pregunta: ¿Cuándo
me tocará saltar hecho trizas? Debido a esto el
Luis Landero joven (o la joven) que se dedica hoy a escribir
ha olvidado esos problemas, que se derivan del
corazón humano en conflicto consigo mismo,
[... ] no deberíamos desdeñar el trabajo, que son los únicos sobre los que merece la
desdeñar los cuarenta y cinco o cincuenta y pena escribir, con todas las angustias y sudo-
dos cuentos escritos en nuestro primer año de res que el abordarlos supone.
184 185
Y tiene que volver a recordar tales proble- que importa es que escribáis lo que deseáis
mas, tiene que convencerse de que la mayor escribir: y nadie puede decir si importará
vileza que cabe es tener miedo, y, una vez con- mucho tiempo o unas horas. Pero sacrificar un
vencido, olvidar para siempre todo lo que no solo pelo de la cabeza de vuestra visión, un
sean las viejas realidades y verdades del cora- sólo matiz de un color, en deferencia a un
zón, las viejas verdades ecuménicas -amor, director de escuela con una copa de plata en la
honra, piedad, orgullo, compasión, sacrificio-- mano o algún profesor que esconde enlaman-
sin cuya presencia cualquier relato está conde- ga una cinta de medir, es la más baja de las
nado a muerte, a perderse en la inanidad de lo traiciones; en comparación, el sacrificio de la
efímero. Hasta que proceda así trabajará bajo riqueza y de la castidad, que solía considerarse
una maldición. Escribirá, no del amor, sino del el peor desastre humano, es una fruslería.
deseo, de derrotas en que nadie pierde nada de
valor, de victorias sin esperanzas y, lo que es Virginia Woolf
peor, sin piedad ni compasión. Sus cuitas no
conmoverán la osamenta del Universo, no de-
jarán cicatriz alguna tras de sí. De lo que escri- 20. La vocación
birá será de las glándulas, no del corazón.
[...]no escuches nunca a los que te quieren
William Faulkner servir aconsejándote que renuncies a alguna
de tus aspiraciones. Conoces lo que tu voca-
ción pesa en ti. Y si la traicionas es a ti a quien
19. No someterse a las reglas. desfiguras; pero se sabe que tu verdad se hará
lentamente porque es nacimiento de árbol y
Por delicioso que sea, el pasatiempo de no hallazgo de una fórmula; porque ante todo
medir y juzgar es la más fútil de las ocupacio- el tiempo desempeña un papel, ya que se trata
nes y el someterse a los decretos de los medi- de transmutarte en otro y de escalar una mon-
dores y jueces la más servil de las actitudes. Lo taña difícil. Porque el ser nuevo, que es uni-
186 187
dad desprendida de la disparidad de las cosas, Deje usted a sus juicios su propia evolu-
no se impone a ti como una solución de jero- ción silenciosa, intacta, que, como todo pro-
glífico, sino como un apaciguamiento de liti- greso, debe venir hondamente desde dentro y
gios y una cura de heridas. Y su poder no lo no puede ser apremiada o favorecida por
conocerás sino una vez que haya llegado a ser. nada. Todo es gestar y luego parir. Dejar cum-
Por ello, antes que nada, he honrado para el plirse toda impresión y todo germen de un
hombre, como a dioses demasiado olvidados, sentir totalmente en sí, en lo oscuro, en lo
el silencio y la lentitud. indecible, en lo inconsciente, en lo inaccesible
a todo entendimiento, y aguardar con honda
Antaine de Saint-Exupér¡ humildad y paciencia a la hora del descenso
de una nueva claridad: solamente esto sella-
ma vivir como artista; en la comprensión
21. ¡La paciencia lo es todo! como en la creación.
N o hay medida con el tiempo; no sirve un
Una obra de arte es buena cuando brota año, y diez años no son nada; ser artista quie-
de la necesidad. En esa índole de su origen re decir no calcular ni contar: madurar como
está su juicio, no en otro. Por eso, mi distin- el árbol, que no apremia su savia, y se yergue
guido amigo, no sabría darle más consejo que confiado en las tormentas de la primavera sin
éste: entre usted y examine las profundidades miedo a que detrás pudiera no haber verano.
de que brota su vida: en su manantial encon- Pero lo habrá sólo para los pacientes, que
trará usted la respuesta a la pregunta si debe están ahí como si tuvieran por delante la Eter-
crear. T ómela como suena, sin explicaciones, nidad, de tan despreocupadamente tranquilos
quizás se hará evidente que usted está llamado y amplios. Yo lo aprendo diariamente, lo
a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese des- aprendo entre dolores, a los que estoy agrade-
tino, y sopórtelo con su carga y su grandeza, cido. ¡La paciencia lo es todo!
sin preguntar por la recompensa que pudiera
venir de fuera. Rainer Maria Rilke
188 189
bastante dificil): desaparecer poco a poco del
22. Esperar a los cuarenta mundo de la edición. Antes, cuando escribía
novelas que me costaban unos pocos meses de
[...]Hay libros a los que no hay que atrever- trabajo, éstas eran traducidas inmediatamente
se hasta no haber cumplido los cuarenta años. a más de diez idiomas y podía vivir exclusiva-
Se corre el riesgo, antes de haber alcanzado esa mente de mis derechos de autor. Era muy fácil
edad, de desconocer la existencia de grandes caer en la tentación de seguir produciendo a
fronteras .naturales que separan, de persona a tal ritmo y asegurarme así el pequeño lugar
persona, de siglo a siglo, la infinita variedad de que ocupaba en el mercado editorial. Pero me
seres, o por el contrario, el riesgo de dar dem~ daba perfectamente cuenta del peligro que eso
siada importancia a las simples divisiones admi.:. entrañaba para quien aspira a penetrar en algo
nistrativas, a los puestos de aduana o a las gari- más que el mundo de la edición. Mientras era
tas de los guardias. Me hicieron falta esos años uno de los escritores más traducidos y la mayo-
para aprender a calcular exactamente las dis- ría de mis colegas me consideraban afortuna-
tancias entre el emperador y yo. do, yo sentía con creciente angustia que debía
sabotear mi posición, que mi proceso personal
Marguerite Yourcernar en la literatura implicaba la renuncia a vivir de
(hablando de Memorias de Adriano) la pluma y la necesidad de ganarse la vida de
otra manera. Ahora paso unos cuantos meses
en USA o Canadá, y puedo trabajar sin prisas,
23. No vivir de la pluma a mi propio ritmo. Cuando el texto cese de
proliferar y su arquitectura me satisfaga, lo
A diferencia de la época en que sacaba a la sacaré a la calle. Pero no quiero ni puedo pre-
calle un libro por año, ahora escribo con gran ver la fecha. Si los escritores que ahora co-
lentitud y no tengo ninguna prisa en publicar. mienzan me pidieran un consejo, el primero
En estos· últimos tiempos he conseguido lo que que les daría sería que renunciaran desde el
me proponía (y que por razones de todo tipo es principio a vivir de la pluma, que buscaran y
190 191
ejercieran actividades paralelas. Las razones rapidez está la verdad. Cuanto más pronto se
económicas explican en gran parte todo ese suelte uno, cuanto más deprisa se escriba, más
magma monstruoso de obras reiterativas, de sincero será. En la vacilación hay pensamien-
escritura irresponsable que inunda el mercado to. Con la demora surge el esfuerzo por un
editorial, convirtiendo de paso a los novelistas estilo; y se posterga el salto sobre la verdad,
en gallinas ponedoras (algunos incuban con único estilo por el que vale la pena batirse a
rapidez pasmosa). muerte o cazar tigres.
Juan Goytisolo
...
[ ]
Todas las mañanas salto de la cama y piso
una mina. La mina soy yo.
Después de la explosión, me paso el resto
24. Escribir no es una profesión del día juntando los pedazos.
Ahora les toca a ustedes. ¡Salten!
Escribir se considera una profesión, y yo
no creo que sea una profesión. Creo que al- Ray Bradbury
guien que no necesite ser un escritor, que crea
que puede ser alguna otra cosa, debe hacer
otra cosa. Escribir no es una profesión sino
una vocación de infelicidad.
George Simenon
2 5. ¡Salten!
192 193
Decálogo y otros V. No empieces a escribir sin saber desde
la primera página adónde vas. En un cuento
bien logrado las tres primeras líneas tienen
casi la misma importancia que las tres últimas.
Decálogo del buen cuentista
VI. Si quieres expresar con exactitud esta
HoRAcro QUIROGA circunstancia: «desde el río soplaba un viento
frío», no hay en lengua humana más palabras
que las apuntadas para expresarla. Una vez due-
' ño de tus palabras, no te preocupes de obser-
l. Cree en el maestro -Poe, Maupassant, var si son, entre sí, consonantes o asonantes.
Kipling, Chéjov- como en Dios ~smo.
VII. No adjetives sin necesidad. Inútiles
11. Cree que tu arte es una cima inaccesi- serán cuantas colas adhieras a un sustantivo
ble. N o sueñes en dominarla. Cuando pue- débil. Si hallas el que es preciso, él sólo tendrá
das hacerlo lo conseguirás sin saberlo tú un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
mismo.
VIII. Toma a tus personajes de la mano y
m. Resiste cuanto puedas a la imitación, llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra
pero imita si el influjo es demasiado fuerte. cosa que el camino que les trazaste. No te dis-
Más que cualquier otra cosa, el desarrollo de traigas viendo tú lo que ellos no pueden o no
la personalidad es una larga paciencia. les importa ver. No abuses del lector. Un cuen-
to es· una novela depurada de ripios. Ten esto
IY. Ten fe ciega no en tu capacidad para el por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
triunfo, sino en el ardor con que lo deseas.
Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo IX. No escribas bajo el imperio de la emo-
tu corazón. ción, déjala morir y evócala luego. Si eres
194 195
capaz entonces de revivido tal cual fue, has Decálogo del escritor
llegado en arte a la mitad del camino.
AUGUSTO MONTERROSO
X. No pienses en tus amigos al escribir, ni
en la impresión que hará tu historia. Cuenta
como si el relato no tuviera interés más que
para el pequeño ambiente de tus personajes,
de los que pudiste haber sido uno. No de otro Primero. Cuando tengas algo que decir
modo se obtiene la vida en el cuento. dilo, cuando no también. Escribe siempre.
196 197
Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es cree; cuando creas, duda. En esto estriba la
un arte; ser escritor es ser un artista, como el única verdadera sabiduría que puede acompa-
artista del trapecio o el luchador por antono- ñar a un escritor.
masia, que es el que lucha con el lenguaje;
para esta lucha ejercítate de día y de noche. Décimo. Trata de decir las cosas de mane-
ra que el lector sienta siempre que en el fondo
Sexto. Aprovecha todas las desventajas, es tanto o más inteligente que tú. De vez en
como el insomnio, la prisión, la pobreza; el pri- cuando procura que efectivamente lo sea;
mero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y pero para lograr eso tendrás que ser más inte-
la tercera a todos tus amigos escritores; evita, ligente que él.
pues, dormir como Homero, la vida tranquila
de un Byron, o ganar tanto como Bloy. Undécimo. No olvides los sentimientos de
~ .
1os lectores. Por lo general es lo meJor que
Séptimo. No persigas el éxito. El éxito tienen; no como tú, que careces de ellos, pues
acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta de otro modo no intentarías meterte en este
El Quijote. Aunque el éxito es siempre inevita- oficio. ·
ble, procúrate un buen fracaso de vez en
cuando para que tus a~gos se entristezcan. Duodécimo. Otra vez el lector. Cuanto
mejor escribas más lectores tendrás; mientras
Octavo. Fórmate un público inteligente, les des obras cada vez más refinadas, un
que se consigue más entre los ricos y los número cada vez mayor apetecerá tus creacio-
poderosos. De esta manera no te faltarán ni la nes; si escribes cosas para el montón nunca
comprensión ni el estímulo, que emana ;de serás popular y nadie tratará de tocarte el saco
esas dos únicas fuentes. en la calle, ni te señalará con el dedo en un
supermercado.
Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda
de ti, pero no tanto. Cuando sientas dudas,
198 199
Dieciséis consejos
para quien quiera escribir libros S. En las poesías, situaciones o personajes
que puedan identificarse con el lector.
JORGE LUIS BORGES
6. Los personajes susceptibles de conver-
tirse en mitos. .
200 201
13. Todo aquello que pueda ser ilustrado. Decálogo más uno,
Todo lo que pueda sugerir la idea de ser con- para escritores principiantes
vertido en una película.
}UAN CARLOS ÜNETII
14. En los ensayos críticos, toda referencia
histórica o biográfica. Evitar siempre las alu-
siones a la personalidad o a la vida privada de
los autores estudiados. Sobre todo, evitar el
psicoanálisis. 1. No busquen ser originales, el ser distin-
to es inevitable cuando uno no se preocupa de
15. Las escenas domésticas en las novelas serlo.
policíacas; las escenas dramáticas en los diálo-
gos filosóficos. Y, en fin: 2. No i~tenten deslumbrar al burgués. Ya
no resulta ..Este sólo se asusta cuando le ame-
16. Evitar la vanidad, la modestia, la pede- nazan el bolsillo.
rastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.
3. No traten de complicar al lector, ni bus-
car ni reclamar su ayuda.
202 203
Algunas cosas que tuve que hacer
6. No sigan modas, abjuren del maestro para evitar ipne por las ramas
sagrado antes del tercer canto del gallo.
]OHN STEINBECK
7. No se limiten a leer los libros ya consá-
grados. Proust y Joyce fueron despreciados
cuando asomaron la nariz, hoy son genios.
204 205
teatro, ese auditorio no existe. Al escribir, tu Consejos para escritores bisoños
auditorio es un lector único; he descubierto
que a veces resulta útil escoger a una per~ona: RAY BRADBURY
una persona real a la que conoces o una perso-
na imaginaria y escribir dirigiéndose a ella. '
206 207
tanto como destruye la carne. La mayoría de Los diez mandamientos del escritor
los frascos de veneno llevan recetas de eméti-
cos impresas en la etiqueta. Por indolencia, STEPHEN VIZINCZEY
ignorancia o incapacidad, los nuevos Borgias
intelectuales nos meten bolas de pelo en lá
garganta y nos niegan la convulsión. Han
olvidado, si alguna vez lo tuvieron, el antiguo
saber de que sólo pasando por un verdadero l. No beberás, ni fumarás, ni te drogarás.
malestar es posible recuperar la salud. Hasta
las bestias saben cuál es el momento del vómi- Para ser escritor necesitas todo el cerebro
to. Enseñadme pues a sentir nauseas, en el que tienes.
momento y el lugar justos, para que pueda
volver a los campos, y con los perros sabios y
-
sonrientes, estar instruido y poder masticar 2. No tendrás costumbres caras.
dulce hierba.
. Un escritor nace del talento y del tiempo ...
T1empo para observar, estudiar, pensar. Por
consiguiente, no puede permitirse el lujo de
desperdiciar una sola hora ganando dinero para
cosas no esenciales. A menos que tenga la suer-
te de haber nacido rico, es mejor que se prepare
para vivir sin demasiados bienes terrenales.
Es cierto que Balzac obtenía una inspiración
especial de la compra de objetos y la acumula-
ción de enormes deudas, pero la mayoría de las
personas con hábitos caros son propensas a fra-
casar como escritores.
208 209
A la edad de 24 años, tras la derrota de la cadena de restaurantes y es más rico de lo que
revolución húngara, me encontré en Canadá yo podría llegar a ser, pero ni él ni los otros
con unas cincuenta palabras de inglés. Cuan- volvieron a escribir.
do me di cuenta de que era un escritor sip Es preciso decidir qué es más importante:
lengua, subí en ascensor al último piso de un vivir bien o escribir bien. No hay que ator-
alto edificio de Dorchester Street, en Mon- mentarse con ambiciones contradictorias.
treal, con la intención de arrojarme al vacío.
Al mirar hacia abajo desde la azotea, con
terror ante la idea de morirme, pero todavía 3. Soñarás y esct:ibirás y soñarás
más de romperme la columna vertebral y y volverás a escribir.
pasar el resto de mi vida en una silla de rue-
das, decidí tratar de convertirme en un escri-. No dejes a nadie decirte que estás per-
tor inglés. diendo el tiempo cuando tienes la mirada
Al final, aprender a escribir en otra lengua perdida en el vacío. N o existe otra forma de
fue menos difícil que escribir algo bueno, y concebir un mundo imaginario. .
viví durante seis años al borde de la miseria Nunca me siento ante una página en blan-
antes de estar listo para escribir En brazos de la co para inventar algo. Sueño despierto con
mujer madura. mis personajes, sus vidas y sus luchas, y cuan-
No podría haberlo liecho si me hubiesen do ~a .escena se ha desarrollado en mi imagi-
interesado los trajes o los coches. En realidad, naciOn y creo saber qué han sentido, dicho y
si no hubiera visto otra alternativa que la azo- ~echo mis personajes, tomo pluma y papel e
tea de aquel rascacielos. mtento relatar lo que he presenciado.
Algunos escritores inmigrantes que cono- Una vez que he escrito mi relato a mano y
cía trabajaban como camareros o vendedores a máquina, lo leo y encuentro que la mayor
para ahorrar dinero y crearse una base finan- parte de lo escrito es a) confuso o b) inexacto,
ciera antes de intentar ganarse la vida escri- e) tedioso, o d) sencillamente no puede ser
biendo; uno de ellos posee ahora toda una verídico. Así utilizo el borrador mecanogra-
210 211
fiado como una especie de informe crítico de buenos y malos- están hechos de mí mismo
lo que he imaginado y vuelvo a soñar mejor más la observación. . '
toda la escena.
Fue este modo de trabajar lo que me hizo
comprender, cuando aprendía inglés, que mil• 5. No serás modesto.
principal problema no es la lengua, sino, co-
mo siempre, ordenar las cosas en la cabeza. La modestia es una excusa para la chapu-
cería, la pereza, la complacencia; las ambicio-
nes pequeñas suscitan esfuerzos pequeños.
4. No serás vanidoso. !'lunca he conocido a un buen escritor que no
mtentara ser grande.
La mayor parte de los libros malos lo son
porque sus autores están ocupados en tratar
de justificarse a sí mismos. 6. Pensarás sin cesar en los que son
Si un autor.vanidoso es alcohólico, el per- verdaderamente grandes.
sonaje de su libro retratado con mayor simpa-
tía será un alcohólico. Este tipo de asunto es «La obras del genio están regadas con sus
muy aburrido para los ex_traños. lágrimas»·, escribió Balzac en Ilusiones perdidas.
Si crees ser sabio, racional, bueno, una Rechazo, mofa, pobreza, fracaso, una lucha
bendición para el sexo opuesto, una víctima constante contra las propias limitaciones ... ,
de las circunstancias, es porque no te conoces tales son los principales sucesos en las vidas de
a ti mismo lo suficiente como para escribir. la mayoría de los grandes artistas, y .si aspiras a
Dejé de tomarme en serio a la edad de 2 7 conseguir su destino debes fortalecerte apren-
años y desde entonces me he considerado sen- diendo de ellos.
cillamente materia prima. Me utilizo del mis- Yo me he animado con frecuencia al releer
mo modo que se utiliza a sí mismo un actor: el primer volumen de la autobiografía de Gra-
todos mis personajes -hombres y mujeres, ham Greene, Una especie de vida, que trata de
212 213
sus primeras luchas. También he tenido oca- arte ni del trabajo duro. Un ejemplo reciente
sión de visitarle en Antibes, donde vive en un es Amadeus, que intenta convencemos de que
pequeño piso de dos habitaciones (un lugar es fácil ser un genio como Mozart y muy difi-
diminuto para un hombre tan alto) con los cil ser una mediocridad como Salieri.
lujos de un aire suave y una vista del mar, perÓ Hay que leer, en cambio, cartas de Mo-
pocas posesiones aparte de libros. Parece tener zart. En cuanto a literatura específica sobre la
pocas necesidades materiales y estoy _seguro vida del escritor, yo recomendaría Una habita-
que esto tiene algo que ver con la libertad ción propia, de Viqi!nia Woolf; el prefacio de
interior que emana de sus obras. Aunque afir- La dama morena de los sonetos, de Shaw, Martin
ma que ha escrito sus «entretenimientos» ~or Eden de Jack London, y sobre todo, Ilusiones
dinero es un escritor dirigido por sus obsesio- perdidas, de Balzac.
nes sU: hacer caso de modas cambiantes e ideo-
logías populares, y esta libertad se comunica a
sus lectores. Uno se siente liberado del peso de 7. No dejarás pasar un solo día
sus propios compromisos, al menos mientras sin releer algo grande.
lo lee. Esta clase de logro sólo es posible para
un escritor de costumbres espartanas. · En mi adolescencia estudié para ser direc-
Ninguno de nosotros tiene oportunidad tor de orquesta, y de mi educación musical
de conocer personalmente a muchos grandes adopté una costumbre que considero esencial
hombres, pero podemos estar en su compañía para los escritores: el estudio constante y dia-
leyendo sus memorias, diarios y cartas. Hay rio de las obras maestras. La mayor parte de
que evitar, sin embargo, las biografías, en los músicos profesionales de dicha categoría
especial las que han sido convertidas en pelí- conocen de memoria centenares de partituras;
culas o series de televisión. Casi todo lo que la mayor parte de los escritores, en cambio,
nos llega sobre los artistas a través de los sólo tienen el más vago recuerdo de los clási-
medios es pura palabrería, escrita por perezo- cos, lo cual explica que haya más músicos ex-
sos autores que no tienen la menor idea del pertos que escritores expertos. Un violinista
214 215
que poseyera la técnica de la mayor parte de presta ritmo e impulso. Sus variaciones en
los novelistas publicados no encontraría nun- compás y escala de tiempo, por ejemplo: el
ca una orquesta en la que tocar. Lo cierto es autor describe un minuto en dos páginas y
que sólo absorbiendo las obras perfectas, los luego cubre dos años con una frase .... ¿Por
modos específicos inventados por los grand~li qué? Cuando hayas comprendido esto sabrás
maestros para desarrollar una toma, constrUir realmente algo.
una frase, un párrafo, un capítulo, se puede Cada escritor elegirá sus propios favoritos
aprender todo lo que hay que aprender sobre entre aquellos de.._ quienes cree que puede
la técnica. Nada de lo que ya se ha hecho pue- aprender más, pero desaconsejo con firmeza la
de decirte cómo hacer algo nuevo, pero si lectura de novelas victorianas, que están infec-
comprendes las técnicas de los maestros, tie- tadas de hipocresía e hinchadas de redundan-
nes más posibilidades de desarrollar las pro- cias. Incluso George Eliot escribió demasiado
pias. Para decirlo en términos de ajedrez: aún sobre demasiado poco.
no ha existido un gran maestro que no cono- Cuando te sientas tentado de escribir
ciera de memoria las partidas de campeonato cosas superfluas deberás leer los relatos de
de sus predecesores. No se debe comete~ el Henrich von Kleist, quien dijo más con me-
error común de leerlo todo para estar b1en nos palabras que cualquier otro escritor en la
informado. Estar bien informado sirve para historia de la literatura occidental. Lo leo
brillar en las fiestas, pero resulta absoluta- constantemente, así como a Swift y a Steme, a
mente inútil para un escritor. Leer un libro Shakespeare y a Mark Twain. Por lo menos
para poder charlar sobre él no es lo mismo una vez al año releo algunas obras de Pushkin,
que comprenderlo. Es mucho más útil leer Gogol, Tolstoi, Dostoyevski, Stendhal y Bal-
unas cuantas novelas una y otra vez hasta zac. A mi juicio Kleist y estos novelistas fran-
comprender por qué son buenas y cómo las ceses y rusos del siglo XIX son los más gran-
han construido los escritores. Hay que leer des maestros de la prosa, una constelación de
una novela unas cinco veces para comprender genios no superados, como los que encontra-
su estrUctura, qué la hace dramática y qué le mos en la música de Bach a Beethoven, y
216 217
todos los días intento aprender algo de ellos. que marcan el tono en las grandes ciudades.
Esta es mi técnica. Conozco a un destacado crítico de Nueva
York que no ha leído nunca a Tolstoi, y además
está orgulloso de ello. No hay que perder el
8. No adorarás Londres-Nueva York-París. tiempo, preocupándote de lo que está de
moda, del tema idóneo, del estilo idóneo o qué
Conozco a menudo a aspirantes a escrito- clase de cosas ganan los premios. Cualquier
res en lugares apartados que creen que las persona que haya tenido éxito en literatura lo
personas que viven en las capitales de los ha conseguido en sus propios términos.
medios de comunicación tienen sobre el arte
alguna información especial que ellos no
poseen. Leen las páginas de las críticas litera- 9. Escribirás para tu propio placer.
rias, ven programas sobre arte en televisión
para averiguar qué es importante, qué es el Ningún escritor ha logrado jamás compla-
arte en realidad, qué debería preocupar a los cer a lectores que no estuvieran aproximada-
intelectuales. El provinciano suele ser una mente en su mismo nivel de inteligencia
persona inteligente y dotada que acaba por general, que no compartieran su actitud bási-
adoptar la idea de algún pe.riodista o académi- ca ante la vida, la muerte o el sexo, la política
co de mucha labia sobre lo que constituye ·¡a o el dinero. Los dramaturgos son afortuna-
excelencia literaria, y traiciona su talento imi- dos: con ayuda de los actores pueden extender
tando a retrasados mentales que sólo tienen su mensaje hasta más allá del círculo de los
talento para medrar. espíritus afines. No obstante, hace sólo un par
Aunque no hay razón para sentirse aislado. de años, leí en los periódicos americanos las
Si posees una buena colección de ediciones en críticas más condescendientes de Medida por
rústica de grandes escritores y no dejas de medida ... la obra en sí, ¡no la producción! Si
releerlos, tienes acceso a más secretos sobre Shakespeare no puede complacer a todo el
literatura que todos los farsantes de la cultura mundo ¿Por qué intentarlo siquiera nosotros?
218 219
Esto significa que no vale la pena que te por todo. ¿Quién asistió jamás a una fiesta sin
esfuerces por interesarte en algo que te resul- fingir interés por algo? Pero cuando escribes
ta aburrido. Cuando era joven perdí mucho tienes que resistir la tentación, y cuando lees
tiempo intentando describir vestidos y mue- lo que has escrito tienes que preguntarte
bles. No sentía el menor interés por los vesti- siempre: «¿Me interesa de verdad esto?».
dos y por los muebles, pero Balzac experimen- Si te ves a ti mismo -a tu yo verdadero, no
taba hacia ellos un apasionado interés, que a un concepto imaginario de ti mismo como
consiguió comunicarme mientras le leía, así la más noble de las personas que sólo se preo-
que pensé que debía dominar el arte de escri- cupan por los niños hambrientos de África-,
bir excitantes párrafos sobre armarios si que- tienes la posibilidad de escribir un libro que
ría ser algún día un buen novelista. Mis es- agrade a millones. Esto es así porque, quien-
fuerzos estaban condenados y agotaron todo quiera que seas, hay en el mundo millones de
mi entusiasmo por aquello que me había pro- personas más o menos parecidas a ti. Pero
puesto escribir en primer lugar. nadie quiere 1eer a un novelista que no piense
Ahora sólo escribo sobre lo que me intere- realmente lo que escribe. El éxito editorial
sa. N o busco temas: cualquier cosa en la que más ramplón tiene una cosa en común con
no pueda dejar de pensar es mi tema. una gran novela: ambos son auténticos.
Stendhal dijo que la lit~ratura es el arte de
la omisión, y omito todo lo que no me parece
importante. Describo a las personas sólo en 10. Serás dificil de complacer.
los términos de aquellas de sus acciones, afir-
maciones, ideas, sentimientos, que me hayan La mayoría de los libros nuevos que leo se
escandalizado-intrigado-divertido-deleitado a me antojan a medio terminar. El escritor se
mí mismo o a otros. contentó con hacer su trabajo más o menos
No es fácil, por supuesto, ser fiel a lo que bien, y luego pasó a algo nuevo.
realmente nos importa; a todos nos gustaría Para mí, escribir empieza a ser emocio-
ser considerados personas llenas de curiosidad nante de verdad cuando vuelvo a un capítulo
220 221
•
un par de meses después de haberlo escrito. Consejos para escritores
En esta fase lo miro menos como autor que de novelas policiacas
como lector, y por muchas veces que rescribie-
ra originalmente el capítulo, todavía encon- DASHIELL HAMMETT
traría frases que son vagas, adjetivos que son
inexactos o superfluos. De hecho encuentro
escenas enteras que, aunque ciertas, no aña-
den nada a mi comprensión de los personajes
o de la historia y, por consiguiente, pueden Sería tonto insistir en que nadie que no
eliminarse. haya sido detective es capaz de escribir novelas
Es en este punto cuando examino el capítu- policiacas, pero es ciertamente rawnable pedir
lo durante el tiempo suficiente para aprendér- a quien se disponga a escribir cualquier clase de
melo de memoria -lo recito palabra por pala- libro que, al menos, haga el esfuerw de apren-
bra a cualquiera dispuesto a escuchar- y si no der algo sobre el tema acerca del que piensa
puedo recordar algo, suelo descubrir que no escribir. Muchos escritores lo hacen. Tan sólo
era correcto. La memoria es un buen crítico. los escritores de novelas policiacas parecen
estar exentos de este sentido del deber, y curio-
samente, parece que los escritores de novelas
del Oeste echan al menos una ojeada al territo-
rio escogido desde la ventanilla del tren que los
conduce a Hollywood; los escritores de relatos
sobre el mar han sido vistos en los muelles, los
escri tares de novelas policiacas podrían hablar
de vez en cuando con la policía. Mientras tan-
to, un par de meses de trabajo en esta arena,
me han convencido de que los siguientes con-
sejos podrían ser de utilidad a cualquiera:
222 223
l. Existía un revólver automático, el
Webley-Fosbery, fabricado en Inglaterra hace 6. Cuando uno pierde el conocimiento no
algunos años. Sin embargo, la pistola automá- siente el golpe que lo ha provocado.
tica corriente no es un revólver. Para que una
pistola sea un revólver debe tener algo que dé 7. Una herida que se ha efectuado tras la
vueltas. muerte de la víctima se nota.
224 225
13. El Sheriff es un funcionario del conda- 19. Un detective cualificado que sigue la
do que no tiene, por lo general, contactos con pista de un individuo no suele ir dando salti-
la policía metropolitana, municipal o del tos de portal en portal, ni se esconde tras los
Estado. árboles y los postes. Mientras el individuo al
que sigue lo vea de cuando en cuando, sabe
14. Los prisioneros condenados en Washing- que éste no cometerá ninguna fechoría.
ton D. C., son enviados normalmente a la prisión
de Atlanta y no a la de Leavenworth. 20. Es práctica corriente en muchos luga-
res de Estados Unidos convertir el informe
15. La prisión de San Quintín, en Califor- del juez de instrucción en una vacía formali-
nia, está reservada a los prisioneros que ingre- dad, en la que sólo sale a relucir que alguien
san por primera vez. Los «two-time losers» ha muerto.
son enviados, por regla general a F olsom. .....
21. Las huellas dactilares son una cuestión
16. Los ventrílocuos realmente no «lan- delicada. Al envolver la pistola o cualquier
zan» la voz, y los efectos dudosos que consi- otro pequeño objeto en un pañuelo, se dan
guen, dependen de la gesticulación. De espal- más posibilidades de borrar que de conservar
das al público, un ventn1qcuo no tendrá nada aquellas huellas que pueda haber.
que hacer.
22. Cuando una pistola automática abre
17. Incluso los detectives que se comen la fuego, los casquillos vacíos salen volando por
«g» final no serían capaces de pronunciar el lateral derecho. La funda vacía de los cas-
«anythin'», excentricidad que exige acroba- quillos permanece en el revólver hasta que se
cias de vocalización. saque con la mano.
18. «Ustedes» es el plural de «usted». 23. Un abogado puede recusar a sus pro-
pios testigos.
226 227
24. El lapso de tiempo que un cadáver lle-
ve siendo cadáver puede ser calculado por un
médico experto, pero sólo aproximadamente,
y cuanto más tiempo lleve cadáver, menos
exacta será, probablemente, la aproximación.
V
Sobre lo divino y lo humano
228
Aforismos, dichos,
proverbios y sentencias
231
~~ se necesita mucha preparación para
Escribir constituye mi ~ca posibilidad de
escnbtr un cuento; pero sí alguna para saber si
existencia interior. ese cuento está bien o mal.
Franz Kajka "
Cuando se aprende a escribir sin titubeos
ya no se tiene nada que decir, nada que valga
la pena.
Me parecía que la literatura agregaba cuar-
tos al mundo, como se le agregan cuartos a
En todo lo que escribo hago llamados a la
una casa. Y esos cuartos eran infinitos y atrac-
. rebelión y a la revolución, pero desgraciada-
tivos. mente en una forma tan sutil que, por lo
general, mis lectores se vuelven reaccionarios.
Creo que las buenas novelas son como
casas en las que a uno le gusta vivir.
El único problema del escritor es escribir
bien, c~n dinero o sin él, con puestos públi-
Me gustaría escribir novelas que el lector
co~ ~ sm ell~s, casado o soltero, virgen o
recordara como sueños. marttr, guernllero o policía, incendiario o
bombero.
De tales o cuales cosas no sabré lo que
pienso hasta haber escrito sobre ellas.
Si usted tiene ideas en los paises latinoa-
Adolfo Bioy Casares meric~nos, la policía no persigue esas ideas,
no le Importan ni las entiende: persigue sus
testículos y hará todo lo posible para arran-
cárselos.
233
232
La buena narrativa tiende por lo general a
la sátira. En el fondo de todo buen novelista o Una obra que contiene teorías es como un
cuentista hay alguien con un látigo: cuando objeto en el que se ha dejado la etiqueta del
no es así la gente se aburre. precio.
Augusto Monterroso
Maree/ Proust
234 235
Me pasé toda la mañana corrigiendo las Una idea que no sea peligrosa no merece
pruebas de uno de mis poemas, y quité una llamarse idea.
coma. Por la tarde, volví a ponerla. Osear Wilde
Con ese estilo de sombrero la boca debe
llevarse ligeramente abierta. (Frase que Wilde
aseguraba haber visto en un periódico francés bajo Escribir un poema es como tratar de aga-
un anuncio de sombreros.) rrar"tina lagartija sin que se le caiga la cola.
Entre Rugo y Shakespeare han agotado los Todos los piscis somos unos embusteros, y
temas. Ya no es posible ser original ni siquiera cuando a esto se le añade una ascendencia
en el pecado. N o nos quedan emociones irlandesa, el resultado es un embustero de
auténticas, sólo adjetivos extraordinarios. marca mayor.
Lawrence Durrell
A veces uno vive durante años sin vivir lo
más mínimo, y de pronto toda la vida se agol-
pa en una sola hora.
El artista no tiene importancia. Sólo lo que
La conciencia y la cobardía son en realidad él crea es importante, puesto que no hay nada
lo mismo. La conciencia es el nombre comer- nuevo que decir. Shakespeare, Balzac y Homero
cial de la empresa. han escrito sobre las mismas cosas, y si hubiesen
vivido mil o dos mil años más, los editores no
La literatura siempre se anticipa a la vida, habrían necesitado a nadie más desde entonces.
no la copia, sino que la modela para sus fines.
El siglo XIX, tal como lo conocemos, es en Nada puede perjudicar la obra de un hom-
gran medida un invento de Balzac. bre si éste es un escritor de primera. Si no es un
escritor de primera nada podrá ayudarlo mu-
236 237
cho. El problema no existe si no es un escritor
de primera, porque ya habrá vendido su alma Uno de mis mayores defectos es que nun-
por una piscina. ca he logrado entender lo que quieren decir
los diccionarios, y menos que cualquier otro,
William Faulkner el terrible ~perpento represivo de la Acade-
mia de la Lengua.
Cuando descubres que tienes estilo es el En América Latina y el Caribe los artistas
principio del fin. han tenido que inventar muy poco, y tal vez
su problema ha sido el contrario: hacer creí-
Las cosas son de quien las desea. ble su realidad.
La experiencia es una tenue lámpara que Cuando somos felices nuestra fantasía tie-
sólo ilumina al que la sostiene. ne más fuerza, cuando somos infelices, reac-
ciona más vivamente nuestra memoria.
Para mí, uno sólo teníá derecho a morir
Natalia Ginzburg
cuando tenía una buena historia que contar.
Entrar, contar la historia y desaparecer.
[...] yo no quiero ser en absoluto magnífi- Que sean tus emociones como los círcuios
co, sólo quiero ser un viejo ignorado. abiertos por la piedra en el cristal del agua, y
que en el último se contenga toda tu Vida.
L. F. Celine
R. M. del Valle-Inclán
238 239
Podemos cambiar, ser piedras o astros, si
El escritor es el vocero emocional de su conocemos la palabra justa que abre las puer-
país y de su clase, es su oído, sus ojos y su tas de la analogía.
corazón; es la voz de la época. Octavio Paz
Máximo Gorki
Pienso que la publicación es como un Hasta el poema más salvaje debe tener una
mensaje en una botella. base bien firme en el sentido común.
Un escritor no elige sus temas, sus temas No puedes aprender estas cosas, ¿sabes
por qué? Porque tienes que haber nacido de
lo eligen a él.
padres trágicos.
Mario Vargas Llosa
Jack Kerouac
240 241
Mi vida: ¡Las aventuras de un viviseccio- Cuando me sentía claro escribía prosa, y
nista del alma a principios del XX! cuando me sentía oscuro, escribía poesía.
Robert Musil José Lezama Lima
-
Parece ser que paso la mitad de mi vida Yo vivo de corregir; cuando escribo voy
llegando a extraños hoteles. Y preguntando si n.egando a lo que quiero, casi por aproxima-
puedo irme a la cama inmediatamente. CIOnes.
242 243
.
Todo autor es esclavo durante un momen- Todo lo que le sucede a uno tiene algo que
to de sus personajes, porque ellos llevan en sí ver con lo que escribe.
verdades atroces que merecían ser conocidas.
]ohn Dos Passos
Roberto Arlt
244 245
La libertad de imaginar debiera ser la
posesión más preciada del novelista. Una de las mejores formas de recrear el
pensamiento de un hombre: reconstruir su
Joseph Conrad \.biblioteca.
Marguerite Yourcernar
En una novela siempre hay un gato, un
gato negro que se abalanza sobre la paloma
blanca del mundo. La naturaleza no es anormal, sólo la au-
sencia de vida es anormal.
D. H. Lawrence
Carson McCullers
246 247
Yo no sé si hay literatura, pero sé que bara- Bibliograña
jar esa disciplina es una urgencia ~e mi ser.
Jorge Luis Borges
He escrito el Ulises para mantener ocupa- Aclaración: la presente bibliogi-afía es una selec-
dos a los críticos durante 300 años. ción de los títulos que componen la biblioteca del Taller
de Escritura Creativa Fuentetaja. Una de las principales
James]oyce fuentes bibliográficas para la composición de este libro
fueron los volúmenes de los materiales técnicos del
Taller, compuestos con la ayuda de la citada biblioteca.
248 249
La fuerza de las cosas. Simone de Beauvoir. Ed. Cartas y escritos inéditos. Raymond Chandler.
Edhasa. Ed. de la Flor.
Final de cuentas. Simone de Beauvoir. Ed. Las dos caras de la escritura. Entrevistas de
Edhasa. Marithelma Costa y Adelaida López. Editorial de
La ceremonia del adiós. Simone de Beauvoir. Ed. la Universidad de Puerto Rico.
Edhasa. Estudios sobre Pessoa. Ángel Crespo. Ed. Bru-
Tinieblas. Textos y ensayos. Thomas Bernhard. guera.
Ed. Gedisa. El silencio creador. Selección de Federico Del-
Autobigrafía de Thomas Bernhard. Ed. Anagrama. claux. Ed. Rialp.
ABC de Adolfo Bioy Casares. Ediciones de la Escribir. Marguerite Duras. Ed. Tusquets.
Universidad. James Joyce. Richard Ellmann. Ed. Anagrama.
A la hora de escribir. Bioy Casares. Tusquets Proust. ] ean Francois F erre!. E d. FCE.
Editores. Sobre la creación literaria (selección de la corres-
Diálogos. Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari. pondencia). Gustave Flaubert. Ed. Escritura Crea-
Ed. Seix-Barral. tiva Fuentetaja.
J.L. Borges, Premio Cervantes. Ed. Antrophos. Galaxia Latinoamericana. Entrevistas realiza-
Zen en el arte de escribir. Ray Bradbury. Ed. das por Jean Michel Fossey. Ed. Inventarios pro-
Mino tauro. visionales. ·
Cómo se escribe un cuento. Selección de Leopol- Cómo se cuenta un cuento. García Márquez y
do Brizuela. Ed. El Ateneo. otros. Ollero y Ramos, Editores.
Cómo se escribe una novela. Selección de Leo- Para ser novelista. ]ohn Gardner. Ed. Escritura
poldo Brizuela y Edgardo Russo. Ed. El Ateneo. Creativa Fuentetaja.
Conversaciones con Borges. Burgin. Ed. Taurus. El arte de la ficción. ]ohn Gardner. Ed. Escritu-
Infame turba. E~trevistas de Federico Camp- ra Creativa Fuentetaja.
bell. Ed. Lumen. Le piccole virtú. Natalia Ginzburg. Ed. Einaudi.
El simple arte de matar. Raymond Chandler. Proust, el ocio y el mal. Víctor Gómez Pin. Ed.
Ed. Bruguera. Montesinos.
250 251
Entrevistas. Ernesto González Bermejo. Ed. Proust. Derwent May. Ed. FCE.
Tauros. La vida de Raymond Chandler. Frank McShane.
Joyce. John Goss. Ed. Grijalbo. Ed. Bruguera.
García Márquez o el olvidado arte de contar. El olor de la Guayaba. Entrevista de Plinio
Ricardo Gullón. Ed. Taurus. Mendoza con García Márquez. Ed. Bruguera.
Suspense. Patricia Highsmith. Ed. Anagrama. \ Viaje al centro de la fábula. Augusto Monterro-
Conversaciones con Thomas Bernhard. Kurt Hof- so. Ed. Era.
mann. Ed. Anagrama. Opiniones contundentes. Vladimir Nabokov. Ed.
Kafka. El autor y su obra. Luis Izquierdo. Ed. Taurus.
Barcanova. Curso de literatura europea. Vladimir N abokov.
Dashiell Hammett. Biografía. Diane Johnson. Ediciones B.
Ed. Seix Barral. Confesiones de escritores. Selección de entrevis-
Escritos críticos. JamesJoyce. Ed. Lumen=.. tas publicadas en The París Review. Ed. Ateneo.
Franz Kajka. Escritos sobre sus escritos. Franz Conversaciones con escritores. Selección de en-
Kafka. Ed. Anagrama. trevistas publicadas en The Paris Review. Ed.
D. H. Lawrence. Frank Kermode. Ed. Gedisa. Kairós.
Los novelistas c011zo críticos, 1y 11. Norma Klahn, Hablan los escritores. Selección de entrevistas
Wilfrido H. Corral (compiladores). Ed. Fondo de publicadas en The París Review. Ed. Kairós.
Cultura Económica. El oficio de escritor. Selección de entrevistas
Correspondencia de D. H. Lawrence. Ed. Arte Thor. publicadas en The París Review. Ed. ·Era.
Sexo y literatura. D. H. Lawrence. Ed. Fonta- Cómo se escribe el diario íntimo. Selección e
mara. introducción de Alan Pauls. Ed. El Ateneo.
E. A. Poe. Walter Leming. Biblioteca Salvat. Sobre arte y literatura. Fernando Pessoa. Ed.
El volcán, el mezcal, los comisarios. Malcolm Alianza.
Lowry. Ed. Tusquets. El libro del desasosiego. Fernando Pessoa. Ed.
Diario 1910-1922. Katherine Mansfield. Par- Seix-Barral.
sifal Ediciones. Poesía. F. Pessoa. Ed. Alianza.
252 253
D. H. Lawrence. Un modelo de técnica narrativa. Entrevistas a narradores norteamericanos de hoy.
1
Ana Pinto. Universidad de Salamanca. VV. AA. Ed. Gel.
James Joyce. Arma Livia Plurabelle. Ed. Cátedra. Fascículos de «El oficio del escritor». VV. AA. Ed.
La filosofía de la composición. Edgar Allan Poe. EscritUra Creativa Fuentetaja.
Ed. La nave de los locos. Paradoja y Genio. Osear W:tlde. Ed. Edhasa.
Máximas y pensamientos. Maree! Proust. Ed. El credo artístico. Selección de John Wilson.
Edhasa. Ed. Norte y Sur.
Ensayos literarios 1 y 11. Maree! Proust. Ed. Una habitación propia. Virginia Woolf. Ed.
Edhasa. Biblioteca de Bolsillo.
Los «Trucs» del perfecto cuentista. Horacio Qui- La torre inclinada. Virginia Woolf. Ed. Lumen.
roga y otros. Alianza editorial. El misterio de la creación artística. Stefan Zweig.
Conversaciones con escritores norteamericanos. Ed. Leviatán.
Charles Ruas. Ed. Sudamericana.
Rulfo. Inframundo. Ed. Norte.
Escritos sobre Joyce. Italo Svevo. Ed. Península.
Dostoyevski. Henri Troyat. Bibloteca Salvat.
La página amenazada. Eloy Tizón. Ed. Arnao
Páginas de viva voz. Universidad de Oviedo.
El autor y su obra: Joyce. Jose María Valverde.
Ed. Barcarola.
La orgía perpetua. Mario Vargas Llosa. Ed.
Bruguera.
¿Por qué escribe usted? Más de 300 escritores de
todo el mundo responden. VV. AA. Ed. Escritura
Creativa Fuentetaja.
Convergencias/Divergenciasflncidencias. VV. AA.
Ed. Tusquets.
254 255
NT: 672869 :. 808.06 035 ·