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El Carnero es una crónica histórica y también un breviario de brujería, una antología de cuentos

picarescos, una diatriba misógina escrita por un párroco prevolteriano en una ensimismada ciudad
de los Andes sudamericanos llamada Santafé de Bogotá. Juan Rodríguez Freyle muestra cómo en
el agua de los lebrillos podía saberse de las andanzas adulterinas de los maridos descarriados y
cómo un sacerdote homicida veía teñirse de rojo la hostia en el momento de la elevación. Pero la
inexhausta maravilla del libro no reside sólo en los prodigios de una cultura mestiza, con sus
ancestros indígenas, español y negro, sino en la fuerza que con un lenguaje anacrónico, pero vivo,
recrea un mundo en permanente trance de aventura, de fusión y cambio. Al buscar El Dorado se
proseguía la conquista, pero este párroco zumbón y entrañable, que participó en tantas aventuras
frustradas, terminó por encontrar su tierra de promisión en las páginas de un libro que hoy, tantos
siglos después, cobra aun más valor, y parece llenarse de nuevos y vigorosos contenidos
imprevistos. 

El carnero, de Juan Rodríguez Freyle (Colombia, 1566-1642) está considerado como la primera
muestra de obra narrativa propiamente dicha de la América de lengua española. Terminada de
escribir en 1636 -con dos apéndices que la llevan hasta 1638- fue publicada por primera vez en
Bogotá en 1859. Se trata de un libro de relatos de gran interés en los que el autor cuenta, con
notable vivacidad y sentido del humor, sucesos cotidianos de la vida de Bogotá emparentados
muchas veces con la picaresca: adulterios, crímenes, intrigas, amores, escándalos y chismes que
constituyen la trama de la vida social y que la historiografía no recoge por lo menudo de su
alcance, pero que en Rodríguez Freyle alcanzan un muy apreciable nivel literario por la destreza
narrativa de que hace gala el autor, mediante un estilo que recurre a procedimientos barrocos y
que logra el efecto de mantener permanentemente la atención del lector. 

El realismo mágico en El carnero de Juan Rodríguez Freyle:Resumen: En 1994 el periodista Evaristo


Larsen escribió una columna en la revista Cambio 16 titulada "El Carnero, abuelo de Macondo". En
ella aborda un aspecto que se convirtió en oficial gracias a las palabras de Gabriel García Márquez:
"El realismo mágico ya existía en Colombia desde el siglo XVII. No es una invención mía. El Carnero
podría ser el abuelo de la narrativa nacional.Estas palabras se convirtieron para muchos en un
descubrimiento: el realismo mágico es tan viejo como la literatura nacional. Surge entonces una
pregunta:¿El realismo mágico actual es el mismo que el de hace cuatrocientos cincuenta años? Dar
una aproximación a la respuesta de este interrogante es el propósito de este ensayo.Palabras
clave: realismo mágico, literatura colombiana:APROXIMACIÓN A LA DEFINICIÓN DE REALISMO
MÁGICO:A menudo confundido con el género fantástico, el realismo mágico se define como lo
extraordinario narrado a través de la realidad es decir, contenido en ella.El término fue acuñado
por Alejo Carpentier quien en el prólogo a su libro El reino de este mundo (1949) escribió Qué es la
historia de América Latina sino 1 crónica de lo maravilloso en lo real? Se pone de manifiesto así
algo que en el transcurso de este ensayo irá cobrando valor: el hecho de que aquello
extraordinario tenga necesariamente que ser narrado y escrito.Esto le da 1carácter de
historicidad, de ubicación temporal que lo aleja del mito y que lo sitúa en medio de un espacio y
un tiempo particulares. En otras palabras, lo real maravilloso de hoy difiere por definición de lo
real maravilloso de hace cinco siglos. Nos enfrentamos entonces con una historia del género y, por
supuesto, una distancia histórica.HISTORIA DE LO REAL MARAVILLOSO:Lo real maravilloso forma
parte indiscutible de la historia del hombre. Ya sea a través de la hipérbole o a través de la
fantasía, el género, narrado de manera oral o escrita, es propio de la comunicación en una
sociedad. El hecho que sea histórico lo reviste de un contexto específico y de unas características
propias de la cultura en donde se desarrolla. Se explica entonces cómo el realismo mágico pudo
encarnar en una definición particular a mediados del siglo ** gracias a la necesidad que tuvo la
literatura latinoamericana de exponer una situación en particular: el régimen dictatorial que
caracterizaba los gobiernos del continente. Al fundir la realidad narrativa con elementos
fantásticos, los narradores hispano- 

americanos buscaron denunciar a través de esta discordancia una realidad' que descubría la
palabra como una herramienta manipulable del poder. Claro ejemplo de esto es el relato Los
funerales de la mama grande en donde García Márquez denuncia El Frente Nacional como la
continuación de una dictadura bipartidista a través de un hecho fantástico narrado como
contenido de una realidad histórica particular. Asimismo, es posible ubicarse en un contexto
espacio temporal bastante alejado como el humano.

:)

4.1

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