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Platón:
1. Caracterice el trabajo del poeta según Ion de Platón. Tiene técnica el poeta? Si,
no, fundamente.
La repuesta es negativa.
El diálogo inicia con un reconocimiento que le hace Sócrates a Ion, toda vez que
este desempeña un oficio de rapsodo de unas calidades inigualables que
claramente generan envidia a los demás, siendo el rapsodo un intérprete de los
poetas. Sócrates por su parte le cuestiona el hecho de que tenga la capacidad de
interpretar a Homero y no a los demás, ante lo cual Ion asevera que desconoce la
causa de semejante hecho, ya que cuando alguien habla con él sobre otros
poetas, él no se concentra y es incapaz de contribuir al diálogo. Sócrates le
responde que ello se debe a que la capacidad de hablar sobre Homero no se
debe a una técnica o ciencia, porque si se estuviera en posesión de una técnica
o ciencia se estaría en capacidad de interpretar a los otros poetas, toda vez que la
poética es un todo Sócrates considera que aquello que permite a Ion
proclamar tantos y bellos poemas sobre Homero se debe a una fuerza
divina, una predisposición divina, según la cual cada uno es capaz de hacer
bien aquello hacia lo que la Musa se dirige.
Por lo anterior, Sócrates asevera que todos estos poemas no son de factura
humana ni hechos por los hombres, sino divinos y creados por los dioses, de ahí
que los poetas sean intérpretes de los dioses.
La causa, pues, de esto que me preguntabas, de por qué no tienes la misma
facilidad al hablar de Homero que al hablar de los otros poetas, te diré que es
porque tú no ensalzas a Homero en virtud de una técnica, sino de un don divino.
La techné, sería el saber humano que intenta ver lo que los dioses ven
plenamente y que funda su saber-hacer en esta visión limitada de las ideas.
Aristóteles
"La experiencia hizo al arte", sin embargo no se pueden confundir ambas formas
de conocimiento. La empiria tiene que ver con el conocimiento de las cosas
singulares y por ello es fundamental en la vida práctica ya que supone una
"cierta familiaridad con las cosas" y en cierta medida todo conocimiento teórico
debe estar basado en la experiencia, ya que el médico no cura al hombre en
general, sino que "sólo lo singular puede ser curado".
Por último, hay todavía una diferencia importante entre el saber empírico y la
techne: esta última, como toda ciencia, puede ser enseñada. Así pues, la techné
aparece con todos los rasgos de un saber ligado a las formas de conocimiento
racional y emparentada con la ciencia, ya que con ella comparte:
-Su enseñabilidad, como todo saber ligado a la inteligencia, conoce las causas y por lo
tanto puede ser enseñado.
-Su precisión, la techné aporta precisión donde antes sólo había vaguedad, así la
medicina es precisa en la medida en que se cumple en todos los casos.
-Su interés por la explicación, ya que se plantea cuestiones sobre el por qué e intenta
ofrecer respuestas teóricas, o al menos, con fundamentación teórica.
Tenemos entonces:
-Una techné moral que consistiría en producir acciones justas que utilizaría el hombre
prudente para vivir bien.
-Una techné poética, es decir la producción de reglas para que la obra literaria imite
verosímilmente a los acontecimientos realizados en la naturaleza.
-Una techné retórica, el arte de argumentar para que convencer equivalga a razonar
bien.
No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es lo
posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no
difieren por decir las cosas en verso o en prosa, la diferencia está en que uno dice lo que
ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica
y elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo general y la historia lo
particular (Aristóteles, 2003: 1451b 1-5).
En efecto, el poeta debe ser artífice de argumentos más que de versos (en el sentido de
metro), ya que es poeta por imitación. Aristóteles le asigna a la poesía una posición de
privilegio con respecto a la historia. Pero, aún cabe preguntarnos: ¿a qué se refiere, el
filósofo, cuando dice “más general”? García Yebra, en su comentario de la Poetica,
explica que la poesía estudia a “un tipo de hombre” y la historia a “un hombre en
particular”, a un individuo concreto. El tipo es universal o general, porque puede incluir
a muchos individuos; no es un sujeto histórico, porque no es un ente real. La atribución
de dichos o hechos a un tipo de hombre no se basa en la realidad, sino en la
verosimilitud o en la necesidad que son las leyes de la poesía (García Yebra, 1974:274).
CATARSIS (purificación).
Concepto de la antigua estética griega con el que se caracteriza la acción estética del
arte sobre el hombre. Según Aristóteles (“Poética”) la tragedia, a través de la compasión
y del temor, provoca una purificación de los afectos. En la “Política”, Aristóteles dice
que también la música, al influir en el hombre, proporciona “cierto género de
purificación, es decir, de alivio relacionado con el placer”. Los griegos emplearon la
palabra “catarsis” dándole varios sentidos: religioso, ético, fisiológico y médico. En los
abundantes escritos consagrados a dicho concepto, no se da una opinión única acerca de
su esencia. Por lo visto, la catarsis incluye tanto un aspecto fisiológico (alivio de los
sentidos, después de una gran tensión), como un aspecto estético (ennoblecimiento de
los sentimientos del hombre), aspectos sintetizados en la vivencia estética.
Hume
1 . Cual es la diferencia que encuentra Hume entre los juicios de hecho y los juicios de
sentimiento?
¡Existe una concepción filosófica que elimina todas las esperan zas de éxito en tal
intento y representa la imposibilidad de obtener nunca una norma del gusto. La
diferencia, se dice, entre el juicio y el sentimiento es muy grande. Todo
sentimiento es correcto, porque el sentimiento no tiene referencia a nada fuera de si,
y es siempre real en tanto un hombre sea consciente de él. Sin embargo, no todas
las determinaciones del entendimiento son correctas, porque tienen referencia a
algo fuera de sí, a saber, una cuestión de hecho, y no siempre se ajustan a ese
modelo. Entre un millar de opiniones distintas que puedan mantener diferentes
hombres sobre una misma cuestión, hay una, y sólo una, que sea la exacta y
verdadera, y la única dificultad reside en averiguarla y determinarla. Por el contrario,
un millar de sentimientos diferentes, motivados por el mismo objeto, serán todos
ellos correctos, porque ninguno de los sentimientos representa lo que realmente
hay en el objeto.
Sólo señala una cierta conformidad o relación entre el objeto y los órganos o
facultades de la mente. Y si esa conformidad no existiera de hecho, el sentimiento
nunca podría haber existido. La belleza no es una cualidad de las cosas mismas;
existe sólo en la mente que las contempla, y cada mente percibe una belleza
diferente.
Pero para que un crítico esté capacitado de la manera más plena para llevar a
cabo esta tarea, debe mantener su mente libre de todo prejuicio y no permitir
que nada influya en su consideración fuera del objeto mismo que está sometido a
examen. Podemos observar que toda obra de arte, para producir su debido
efecto sobre la mente, debe examinarse desde cierto punto de vista y no puede
ser plenamente disfrutada por personas cuya situación, real o imaginaria, no es
aquella que la obra requiere. Un orador se diri ge a un auditorio determinado y
debe tener en cuenta su carácter, intereses, pasiones y prejuicios específicos, de
no ser así, serán vanas sus esperanzas de influir en sus resoluciones o de
excitar sus afectos.
En caso de que tuvieran, por el motivo que fuere, algún tipo de prejuicios
contra él, por muy irracionales que fueran, no debe pasar por alto esta
situación de desventaja y así, antes de entrar en materia, deberá intentar
granjearse su afecto y conseguir su buena disposición. Un crítico de
nacionalidad o época diferentes que leyere tal disertación deberá tener
presentes todas estas circunstancias y colocarse en la misma situación del
auditorio para poderse formar un juicio verdadero al respecto. De forma
similar, cuando una obra es presentada al público, aunque yo tenga amis tad o
enemistad con el autor, debo superar esta situación y, consi derándome un
hombre más, olvidarme, si es posible, de mi propio ser individual y de mis
circunstancias especiales.
Una persona influida por los prejuicios no cumple con esta condición, sino que
mantiene obstinadamente su posición natural, sin situarse en ese punto de
vista que la obra requiere. Si la obra estuviera dirigida a personas de
nacionalidad o épocas diferentes, tal clase de persona no tiene en cuenta los
puntos de vista de aquéllos ni sus prejuicios peculiares, sino que aferrado de
lleno a los hábitos de su propia época y país, condenará temerariamente lo que
parece admirable a aquellos para los que únicamente estaba pensado el
discurso. Si la obra se ejecuta para el público, nunca amplia suficientemente
su comprensión ni se olvida de sus intereses como amigo o enemigo, como
rival o comentarista. De este modo, sus sentimientos se hallan corrompidos y
las bellezas y defectos no ejercen sobre él la misma influencia qiie ejercerían
si hubieran impuesto a su imaginación la violencia requerida y se hubiera
olvidado de sí mismo por un momento. Su gusto se apartará evidentemente, en
la misma medida, de la verdadera norma, y como consecuencia perderá todo
crédito y autoridad.
Diderot
La belleza de un paisaje no le viene dada por relaciones intrínsecas, sino porque dichas
relaciones son percibidas por un ser pensante. El valor de un cuadro no se calcula en
función a sus relaciones externas, sino por lo que produce en el hombre dicha
contemplación.
La concepción del mundo y del arte como visión del mundo basada en la recepción, en
una visión de lejos. Como el artista el genio ha de alejarse de la naturaleza para
percibirla desde fuera y así en toda su complejidad, así el espectador percibirá la
armonía que el genio ha entendido y ha querido trasmitir.
La belleza artística no tiene nada que ver con la realidad. La obra de belleza es
constitución de un mundo artificial, que se sitúa por delante. El modelo ideal no es un
ser real, sino una recreación de un ser mas bello posible. No es una imitación. Sino una
construcción del genio. Es una reacción creadora frente al mundo real. El arte es espacio
de expresión de emociones.
Lo bello -viene a sentar, por tanto- no es absoluto, independiente del hombre. Claro está
que existe lo bello real, fuera de mí, al lado de lo bello percibido; pero ambos son
relativos. Bello real es lo que puede "despertar en mi entendimiento la idea de
relaciones", define. Con mayor razón se reduce a ·relaciones lo bello percibido. De ahí
el nuevo concepto que Diderot realza para el arte: el de relación. Relación, nos dice, es
"una operación del entendimiento". Observemos la gravedad de esta tesis. En la
imitación -desde cualquiera de sus matices, ya sea fiel o liibérr1ma-, es la naturaleza
quien manda. Con la idea de relación el arte ya no viene desde las cosas al sujeto, sino
que, por lo contrario, comienza en base al material percibido y mediante una operación
de la mente.
“El genio no siempre es genio. Algunas veces es más amable que sublime (Lo sublime
es una categoría estética, derivada principalmente de la célebre obra Περὶ ὕψους del
crítico o retórico griego Longino, y que consiste fundamentalmente en una "grandeza"
o, por así decir, belleza extrema, capaz de llevar al espectador a un éxtasis más allá de
su racionalidad), siente y pinta objetos, menos lo bello que lo agradable, experimenta y
ce experimentar, una dulce emoción, más que arrebatos”
“El gusto ni coincide con el genio muchas veces-..El genio es puro don de la naturaleza.
Lo que produce es una obra de un instante. El gusto es obra de estudio y tiempo,
depende del conocimiento de muchas reglas, reconocidas o supuestas, hace producir
bellezas. Para que una cosa sea bella de acuerdo con las reglas del gusto, tiene que ser
elegante, a veces tiene que ser elegante, descuidada, con aspecto irregular, escarpada
(Que tiene una gran pendiente) y salvaje.
“Las reglas y las leyes pondrían trabas al genio, pero las rompe para volar hasta lo
grande, lo sublime, lo patético (Que denota gran angustia o padecimiento moral,
capaces de conmover profundamente y agitar el ánimo con violencia)
3. Selecciones tres nombres de artistas que puedes ser reconocidos como genios o como
hombres de gusto. (tres de casa uno)
Nietzsche:
Nietzsche lleva a cabo su labor desde la óptica de la estrecha relación que guarda la
sensibilidad frente al dolor y la búsqueda inmensa de belleza en el pueblo griego. Esto
es, la concepción del pesimismo de la fortaleza que amplía el concepto del sufrimiento
haciéndolo plenamente fundamento de su discurrir. Si hay un enfrentamiento cara a cara
con el dolor y el sufrimiento es porque la plenitud de su existencia así lo dicta. Hace del
dolor no un anquilosado dominio sino la potencia plena que quiere vivir al punto de
decir que “sólo como fenómeno estético están eternamente justificados la existencia y el
mundo”1. El sufrimiento se percibe por fuera del espíritu empobrecido en la
resignación.
El hombre griego hace pasar la duplicidad por el estado de visión, con Apolo intensifica
el ojo en la figura, con Dionisos establece el puente que lo aproxima a la visión de lo
inconmensurable. Las dos fuerzas se miden en la aproximación que cada una tiene con
la forma. Ahí la pasión del movimiento.
“Esos dos instintos tan diferentes marchan uno al lado de otro, casi siempre en abierta
discordia entre sí y excitándose mutuamente a dar luz frutos nuevos y cada vez más
vigorosos, para perpetuar en ellos la lucha de aquella antítesis, sobre la cual sólo en
apariencia tiende un puente la común palabra “arte”: hasta que finalmente, por un
milagroso acto metafísico de la “voluntad” helénica, se muestran apareados entre sí, y
en ese apareamiento acaba engendrando la obra de arte a la vez dionisíaca y apolínea de
la tragedia ática.”2
Uno da al otro lo que cada uno guarda mientras marchan juntos. Lo que recoge la
discordia de sus pasos es la posibilidad de entregar el principio de unificación en el arte.
Su diferencia latente alcanza en el instante de sus encuentros lo eterno y plural desde lo
cual la vida se despliega. A cada paso, en el determinado tiempo, el encuentro se
condensa al modo de lo que se entrega. La historia de la duplicidad es la historia de sus
encuentros, del modo de sus encuentros, del perfeccionamiento paulatino hacia la fusión
plena que se da en la tragedia ática.
Lo que siempre se conserva es la tensión entre la forma visible (Apolo) y lo que tras ella
se esconde como fundamento de su aparecer (Dionisos). Dionisos intenta en Apolo
mostrarse, Apolo accede a la provocación intensificando su poder que protege los ojos
del furor.
Nietzsche intenta ver en Sócrates el origen del pensamiento racional, con el cual se
aniquila la cultura de la antigua Grecia, que es para el filósofo germano, la etapa
más floreciente y rica de la historia universal. Y se abre paso en cambio, a los
primeros gérmenes de la decadencia de la cultura occidental.
Nietzsche ama esta cultura pues comporta una visión trágica del mundo, en la cual,
se dejaba aflorar la vida instintiva, el arrebato inconciente, predominan la
agresividad y el erotismo. Dionisos es el representante de este sentido trágico, en
donde las pasiones son más valiosas que las razones. Lo dionisíaco implica además,
la unidad de todos los seres y la naturaleza. Unidad del dolor y la alegría, del bien y
del mal, elementos que se hallan en una rotación perpetua. Es el paso a lo que
Nietzsche denomina "la unidad primordial". Por lo tanto, en un mundo configurado
de esta manera, donde todo es parte del ser, no hay espacio para la moral, pues no
hay propiamente actos o situaciones malas. Todo es parte de lo uno, incluso el dolor
y la crueldad. Además de la vitalidad dionisíaca y el mal concebido trágicamente, la
intuición es otro elemento central de la óptica trágica. La intuición es el medio
fundamental para acceder a la vida misma, a través de la cual se encuentra el
hombre con aquella unidad primordial que mencionamos.
Pero ésta óptica trágica, alegre, desenfrenada, pasional, amoral, comenzó de pronto
a descomponerse. En su lugar, florece un nuevo modo del pensar hasta entonces
desconocido, el pensamiento filosófico. La filosofía nace cuando muere la tragedia.
Este nuevo modo de concebir el ser, la tendencia teórica, que Sócrates habría
impulsado, es de alguna manera un desajuste, un lamentable error, mediante el cual,
se pone en marcha una devastadora interpretación de la realidad y que conforma
nuestra actual cultura occidental.
Al sentido trágico entonces, puede oponerse con propiedad este sentido teórico o
socrático. Cuando Sócrates se da cuenta de que él, es el único que se asume no sabiendo
nada, ese saber que no sabe, es para Nietzsche, el ápice de la sabiduría. De una nueva
sabiduría que se erige como rectora y que acaba con el modo tradicional de vincularse el
hombre con lo existente. Este emergente socratismo se caracteriza entre otras cosas, por
una represión de las pasiones para dar preferencia a la racionalidad y la mesura. La
negación de los instintos que estarían asociados a la falta de inteligencia, es un elemento
fundamental y aberrante de la tendencia socrática. En cambio, hay una valoración de la
racionalidad y el conocimiento, que se manifiestan plenamente en las tres tesis
socráticas; "la virtud es el saber", "se peca sólo por ignorancia", "el virtuoso es feliz".
Esto es, que el saber, el conocimiento, constituyen la virtud por excelencia y la
ignorancia, por el contrario, un mal.