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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Yanli por la Traducción,
Mdf30y por la Corrección de la Traducción,
Mokona por la Corrección y Diagramación y
Kiti08 por la Lectura Final de este Libro para El

Sally Painter – Baile Erótico – Colección Naugthy Nooners


Club De Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que


nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
La última tarea de Cat en el Desafío Extremo es dar un baile erótico a un
extraño. Una tarea sencilla... hasta que aterriza en el regazo de Grant Evanston.
Ahora ella es un manojo de nervios cada vez que se frota contra él. El nuevo
desafío es no tener un orgasmo en frente de todos.

Grant necesita una mujer que acepte su verdadera forma de gárgola, antes
del amanecer, o será encarcelado en forma de piedra durante otros veinte años. Su
Desafío Extremo se acaba de convertir en no rasgar el escaso traje de la curvilínea

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Cat.

La sexy pelirroja ha encendido el fuego en su interior, y sólo hay una forma


en la que esta broma de baile erótico, puede terminar.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 1
—Eso es, ahora menea tus caderas —La mejor amiga de Cat Ramey la
instruía.

— ¿Que menee mis caderas? ¿Estás loca? Ni siquiera me he sentado en su


regazo, todavía.

El hombre sentado en la silla se rió. Era un sonido de barítono profundo que


le recordó cálidas noches sensuales. Ella se había presentado después de que Pam

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se hubiera acercado a él para que participara en su video.

Sintió su mirada deslizandose sobre ella y lamentó haber dejado que Pam la
convenciera de usar un provocativo escaso traje. Enderezando su espalda, Cat se
reunió con su mirada oscura. Su pulso se aceleró.

—Sigues con eso, ¿verdad? —Susurró Pam.

Se volvió hacia su mejor amiga.

—No tienes ni idea de lo tonta que me siento, Pam. Nunca voy a poder
hacer esto —Se dio la vuelta para irse.

—Maldición, Cat —Pam la agarró por el antebrazo—. ¿Quieres ganar la


competición o no? —Su amiga la arrastró hasta un hueco cerca de la barra, sus ojos
marrones estrechándose enojados.

Había odiado esa mirada desde la primera vez que la había visto en el jardín
de infancia.

—Has logrado cuatro de los desafíos. Este es el último y tienes que hacer un
trabajo mejor que el de nadie más para asegurar que ganes. Tienes que poner tu
corazón en esto. Imagina que es tu novio. No me importa lo que tengas que hacer
para hacerlo real, pero hazlo real.

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El Club de las Excomulgadas
Ella miró hacia atrás. El club nocturno era ruidoso. La tenue luz del club se
iluminó con brillante luz estroboscópica, los colores parpadeaban a su alrededor.

—No puedo hacerlo. La gente está reuniéndose…

—Sí, es un club donde se realizan bailes eróticos1. ¡Duh! Vamos, has llegado
demasiado lejos para rendirte ahora. Piensa en cuánto deseas volver a la
Universidad. Puedes convertirte en el médico que ibas a ser antes de que tu
madre... bueno, fuiste una buena hija, Cat. Renunciaste a todo por hacerte cargo de
ella. Ahora es tu momento. Céntrate en el premio y lo que significa para ti. Vas a
ganar el coche para que puedas volver a tus clases. Así que aguántate y siéntate en

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el regazo del hombre.

—Grant —Dijo Cat—. Su nombre es Grant Evanston.

—Lo que sea, ve a bailarle de manera erótica con todo tu corazón, de la


forma en que lo practicaste.

Enderezando su columna, Cat inhalo profundamente, antes de girarse hacia


el hombre guapo que todavía la observaba. Sus ojos azules eran como imanes y se
engancharon con su mirada.

La multitud aplaudió cuando regresó y el sexy Grant abrió sus brazos en un


saludo.

—Vamos, Cat, seré bueno. Te lo prometo —Dijo, dándole una sonrisa


malvada.

Ella cerró los ojos. Este era un desafío aún más humillante. Tomó una
respiración profunda y abrió los ojos hacia la mirada cómplice que paso por su
hermoso rostro.

—Esto no es personal —Dijo.

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N.T. Lap Dance: Baile erótico o también llamado baile de regazo.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Quieres apostar? —Preguntó con una risa profunda.

Ella sacudió la cabeza y se sentó a horcajadas sobre él, dejando que sus
piernas desnudas cayeran contra sus muslos. El lanzó un profundo gemido.

¿Tenía que hacer eso? Su corazón latió más rápido. Cerró sus temblorosas
manos detrás de su cuello. Bueno, demonios, su cuello era como una pieza gruesa
de acero humano. ¿Qué hacia este hombre para vivir? ¿O era uno de esos del tipo
culturistas?

Sus palmas estaban húmedas y el club parecía cerrarse en torno a ella. Los

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gritos y aplausos fueron ensordecedores mientras echaba la cabeza hacia adelante y
dejo que su largo pelo cubriera su rostro.

No podía pensar en cómo estaba sentada en el regazo de un extraño a punto


de estrujar su coño contra... tragó saliva. Era eso... oh sí... sin duda era una
erección. Levantó su cabeza, mirándolo a través de los filamentos de rizos. Él se
encogió de hombros y una sonrisa sesgada levantó una de las esquinas de sus
labios.

Oh, no tenía pudor ni vergüenza. Cerró los ojos, negándose a mirarlo otra
vez y empezó a menearse contra él. Lo último que quería ver era esa sonrisa
satisfecha o el deseo bailando en sus ojos.

Trató de imaginarlo como el maniquí que ella y Pam habían construido en


su apartamento, pero su dura polla presionando contra el material fino de su traje
había destrozado esa visión.

Él era real. Demasiado real. Y uno de los hombres más sexys que haría visto
alguna vez. Su cara morena, incluso sus ojos eran perfectos. Nunca había conocido
a un hombre como él. Pam sabía cómo un hombre de cabello oscuro y ojos azules
la encendía. No sabía si odiar a su amiga o darle las gracias.

Se giró contra él y finalmente se atrevió a abrir los ojos. Los espectadores se


hacinaban a su alrededor. Su corazón latió más fuerte.

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El Club de las Excomulgadas
—Actúa sexy —Dijo Pam, tomando muy en serio su papel como cámara.
Ella frunció el ceño a su amiga, entrecerrando los ojos contra la luz cruda de la
cámara.

Podía hacer esto. Tenía que hacerlo. Cat trago el creciente bulto en la
garganta. Sin embargo, ¿cómo podría actuar sexy cuando lo único que podía pensar
era en todos estos hombres mirándola? Levantó sus caderas, tratando de recordar
los movimientos que había aprendido. No se atrevía a mirarlo nuevamente para no
terminar cayendo directamente de su regazo completamente avergonzada.

—¿Qué hizo que seleccionaras el baile erótico para el desafío final? —Su voz

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era baja por debajo de la música a todo volumen y de los gritos procedentes de la
multitud.

Ella se inclinó hacia abajo para hablar en su oído con una pausa en sus
movimientos.

—Porque nadie en su sano juicio podría humillarse de esta manera en


público.

—Vas a ser la ganadora —Rió y ella levantó su cabeza.

—A mover las caderas. No hay tiempo para las conversaciones —Gritó


Pam—. Imagínate que te entregan las llaves de ese nuevo coche deportivo —La
emoción de Pam sólo irritaba a Cat.

—Automóvil deportivo, ¿eh? —Su tono condescendiente envió una ira


caliente corriendo a través de ella.

El señor sexy Grant le guiñó el ojo y Cat podría haber jurado que su polla se
levantó levemente en su pantalón. Ella se centró en su rutina, golpeando y rodando
sus caderas y desesperadamente tratando de ignorar lo bien que se sentía en su
contra.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Así que todo esto por un pequeño coche deportivo? —Preguntó. Sonaba
tan superficial cuando lo dijo así—. Te verás realmente sexy en un auto deportivo.
Espero que sea rojo —Se movió ligeramente y cálidas manos masculinas la
agarraron por la cintura.

—No tocar —Dijo ella y empujo sus manos de sí.

—Lo siento. No estaba... No era mi intención...

Ella forzó una sonrisa en lugar del ceño que se formó. Él no tenía ni idea de
quién era ella ni sus motivos para hacerlo.

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—El Desafío Extremo es Patrocinado por el Club de Mujeres de la Caridad.
¿Entiendes eso verdad? —Ella se movía con la música, ondeándose y sacudiéndose
de la forma en que había practicado. Durante la semana pasada Pam había
alquilado varios videos y Cat había imitado todos los movimientos hasta que confío
en que podría realizarlo en público como el concurso lo exigía.

—Estoy más que feliz en ayudar con una organización de caridad que vale
la pena —Sonrió—. Leí online sobre los otros desafíos. Algunos de ellos parecían
de mal gusto. Es bueno que hicieran el último divertido.

Ella se mordió el labio inferior y le lanzó una mirada furiosa a Pam por
haber dicho que desarmaría su tema en caso de que la distrajera con una
conversación.

Sus palabras se sofocaron pero su mirada ardía en su interior. Bueno, eso lo


hizo callar, pero ahora su excitación era el problema. Empezó a menear sus caderas
y se detuvo.

—Estoy grabando, pero no pasa nada. Nos estamos quedando sin tiempo.
Sigue adelante —Gritó Pam y los hombres detrás de ella se animaron.

Cat lanzó lo que esperaba fuera una mirada fulminante sobre su hombro y
entrecerró los ojos atravesando la brillante luz de video a su amiga. Habían

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alquilado una cámara profesional sólo para esta grabación, ya que algunos de los
videos ya registrados en el sitio web eran de mala calidad. Pam dijo que eso les
daría una ventaja. Cat sólo iba a hacer esa loca proeza una vez así que mejor que
Pam lo hiciera todo bien.

—Envuelve las piernas alrededor de su cintura... y… acción —Dijo Pam con


la voz del mejor director—. Menéate. Muévete de arriba hacia abajo. Menea las
caderas.

—Me estoy cansando de tu dirección —Cat levantó sus piernas alrededor de


él por la parte posterior de la silla sin poder cerrar sus tobillos. Se puso rígida.

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Ahora su polla estaba presionada contra su culo.

—Inclínate. Lame su mejilla. Que sea picante —Dijo Pam.

Cat gruñó.

—Tienes que hacer algo espectacular para diferenciarte de todos los demás
concursantes. ¡Bésalo! —Pam se movió más cerca, apareciendo junto a ellos.

—Creo que estar aquí en primer lugar es bastante espectacular —Arrojó


sobre su hombro.

—Ciertamente lo es para mí —Jadeó él—. ¿Tienes novio?

Su atención regreso bruscamente a él.

—Menos charla, más acción. El baile tiene que durar cinco minutos para
empezar —Interrumpió Pam.

—¿Tu amiga no cree que esto ha empezado? —Levantó una ceja.

—¿Q-qué?--Se movió en el loco ritmo de la música. Había practicado a


ambos lados de una silla, pero ahora que estaba aquí, sentada en su regazo, Cat
encontró los movimientos ondulantes mucho más sensuales y para su sorpresa—
excitantes.

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El Club de las Excomulgadas
Ya no estaba asustada. Fue excitante. Frotó sus senos contra su pecho
amplio, sintiendo los planos esculpidos por debajo de la camisa de vestir crujiente.
Tuvo que recordarse a sí misma que él le estaba haciendo un favor y su excitación
era natural. Esto no significa que tenía sentimientos por ella. Eran desconocidos.

El pensamiento envió una punzada de tristeza a través de ella. Sus pezones


hormiguearon y una punzada deliciosa sacudió directamente su clítoris. Una
neblina encantada la rodeo. Meneando contra su ingle, lo sintió crecer más. Su
respiración se hizo laboriosa.

—Haz lo del pelo. Te enciendo el ventilador —Pam gritó por encima de la

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música y una repentina ráfaga de aire revoloteó a su alrededor.

Cat sabía la rutina y no necesitaba que Pam constantemente lo indicase.


Cerró los ojos y se movió con la música, aflojando sus manos alrededor de su
cuello para deslizarlas por su pecho.

Él se estremeció bajo su toque y el aire crepitó entre ellos. Ella se sorprendió


de lo caliente que estaba su carne debajo de la fina camisa y durante un breve
instante se imaginó como seria estar con él. Sus dedos picaban por las ganas de
aflojar los botones y presionar sus manos contra su pecho desnudo.

La fantasía la tiraba más profundo y se entregó a la sensual seducción de la


música y sensaciones que pasaban como un rayo través de ella. Cada movimiento
ya no formaba parte de la rutina de practicada. Fue arrastrada por el momento.
Balanceando su cabeza hacia atrás, su cabello caía de sus hombros y la brisa del
ventilador lo batía, revoloteando a su alrededor en un brillo rojizo. Eso debería ser
un gran efecto para el vídeo. Echó su cabeza hacia adelante y dejó que su cabellera
rozara su rostro.

Él gruñó.

—Oh mi Dios, es tan primitivo. ¡Sigue adelante! —Pam gritó, pero su voz
era un susurro débil entre la música y su difícil respiración.

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El Club de las Excomulgadas
Cat movió sus manos hacia abajo por sus brazos con los dedos deslizándose
sobre los músculos abultados que su camisa no podían ocultar. Lamiendo sus
labios, se inclinó hacia atrás, permitiéndose a sí misma estirarse hacia él, apoyando
la espalda en sus muslos. Los tobillos se deslizaron contra la parte trasera de la silla
y él la agarró por los muslos para impedir que se resbalara de su regazo. Su corazón
se estrelló contra su pecho. Su carne se quemaba bajo sus grandes manos.

Hizo una pausa para tomar una respiración profunda. La niebla que nublaba
su mente se despejó y se dio cuenta de que estaba a punto de perder el control de la
situación. La realidad estalló.

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¿Qué estaba haciendo? Su desesperación por realizar su sueño de ser médico
la había conducido a esta locura. Lentamente, se sentó. Su corazón golpeando
contra sus costillas. ¡Esto era una locura!

Pam estaba diciendo algo, pero no podía entenderla sobre los fans y las
fuertes aclamaciones. Cambió de posición y apoyó sus pies en el suelo. Ahí, eso
estaba mejor. Avergonzada, se enderezó y apoyó sus manos sobre sus hombros.
Cada centímetro de él transmitía vida... fuerza... sexo.

Se agacho y luego lentamente giró sus caderas al ritmo de la música,


frotando su coño apenas protegido contra su pecho. La boca de él se abrió y su
lengua pasó sobre su labio inferior. Su aliento quedo atrapado en el pecho cuando
él pasó su mirada desde su rostro a sus pechos. Cat sabía que el corpiño ajustado
los hacía parecer listos para estallar del traje de lentejuelas.

Un pequeño gemido se abrió paso por sus labios y a pesar de todos los
intentos de no imaginarlo desnudo―ella lo hizo. El gruñó y agarró su culo, tirando
de ella hacia su rostro. Ella se imaginaba permitiendo que su lengua resbalara
alrededor de la línea de su panty y se deslizara entre el montículo carnoso de su
coño. Entonces se presionaría contra él y aliviaría el dolor creciente entre sus
piernas. El calor húmedo corría en ella y la seda se aferró a su carne.

—¡Bésala! ¡Bésala! —gritó Pam.

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El Club de las Excomulgadas
Ella bajo su mirada hacia Grant. Un pequeño sonido gutural vibró en su
pecho. Ella se balanceó con la música, meneando sus caderas en un círculo lento
mientras acariciaba su mejilla con el dorso de su mano.

—Vamos, Cat, déjalo besarte. Haz algo escandaloso.

—Realmente quiero besar tu coño, Cat —Susurró en una sexy y profunda


voz.

Sus palabras la recorrieron como una descarga eléctrica, seguido por un


baño de agua fría. El momento fue desenterrado. Esto estaba mal. Se había vuelto

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loca. Su respiración era fuerte y rápida. Lo miró fijamente y se dio cuenta de que no
había seguido la rutina en absoluto. Bueno, no le importaba. Esta danza era mejor.
Espontánea. Caliente.

—¡Corten! —dijo Pam y caminó hacia su amiga—. ¿Qué estás haciendo?


Tienes que dejar que te bese... no allí sino en los labios. Tienes que hacer algo como
un gran clímax —Pam había equilibrado la pesada cámara en su cadera.

Haciendo caso omiso de su amiga, Cat se bajó de él.

—¿Qué estás haciendo, Cat? —Preguntó él. La decepción brilló a través de


sus ojos.

Con piernas tambaleantes, Cat comenzó a cruzar el club, empujando a los


espectadores.

—¡Vuelve, Cat! No puedes simplemente dejarlo. Tenemos que terminar esto


—Pam llamó tras de ella.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo 2
Cat llegó a casa, exhausta y sacudida por la experiencia. Se había quedado
tan atrapada en la necesidad de ganar el concurso que había arrojado todo su juicio
a un lado. Tal vez mañana las cosas no se sentirían tan extrañas. Aun así, estaría
demasiado avergonzada para ver el video alguna vez y sabía que Pam
probablemente había corriendo a casa para descargarlo en la página web del
concurso. Un nudo se formó en su estómago.

¿Qué pensaba Grant de ella? Sacudió la cabeza. ¿Por qué le importa? Sin

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embargo... algo sobre él la intrigaba. Era como si hubiese sido puesta bajo algún
tipo de hechizo.

Arrojó su traje y se deslizó una gran camiseta encima. Tal vez podría
dormirse y simplemente olvidar todo esto. Se metió bajo las sábanas y cerró los
ojos. Su rostro destelló contra la oscuridad de sus párpados. No podía echarlo de su
mente. La manera en que olía, a colonia y a tabaco de la sala de habanos del club.
Su camisa crujiente bajo sus dedos envolvía el cuerpo más duro que había sentido
alguna vez.

Y esa sonrisa sexy. Esa mirada cómplice en sus ojos. Una racha de
excitación la atravesó. Abrió los ojos y miró a través del cuarto. Qué la poseía esta
noche. Una sombra cayó en la habitación desde fuera y ella se sentó en la cama.
Imposible. Estaba en un tercer piso.

Sacudiéndose, retiró nuevamente las mantas y sus piernas se balacearon


sobre el lado de la cama. Sus pies se hundieron en la alfombra de felpa y se acercó
más a la ventana. Nada. Miró detenidamente a través de los cristales de la ventana,
tratando de ver a lo largo de la cornisa. Esto era una tontería.

Se dio la vuelta. La sombra se movió nuevamente sobre el piso y se giró. Un


pequeño grito salió de sus labios, el que estaba en la cornisa era Grant.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Que infiernos? —Su mente rechazó lo que vio. Debía estar soñando. Eso
era todo. Esto era un sueño.

—Abre la ventana —Dijo.

De ninguna manera Grant estaba fuera de su ventana, mucho menos


hablando con ella. ¡De ninguna jodida manera!

—Abre la ventana, Cat —Dijo.

Este era uno de sus sueños más vividos en la historia. Su pánico retrocedió.

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—No voy a hacerte daño. Abre la ventana, ahora.

Entumecida y como en un trance, hizo lo que le ordenó y desbloqueó la


ventana. Ella tiró y él metió el brazo dentro. Cat se encontró siendo levantada a
través de la abertura y atraída a sus brazos.

—Estoy soñando —Jadeó mientras sus fuertes brazos se envolvieron a su


alrededor. Antes de que pudiera hablar, Cat se encontró elevándose en el aire. Miró
hacia abajo, a las luces de la ciudad bajo ella—. ¡Oh Dios mío! ¡Estamos volando!
—Su mente lo rechazó. Se aferró a sus anchos hombros, pegándose a él mientras
volaba sobre la ciudad. ¿Grant tenía alas? Ella sacudió la cabeza.

Esto no se trataba de ningún sueño. Se sentía demasiado real.

—¡Detente! Devuélveme a mi apartamento —Gritó. Se despertaría en un


momento y se encontraría en la cama.

—No voy a lastimarte —Dijo en una voz profunda— Sólo quiero


complacerte.

Esa voz fue suficiente para hacerla temblar de erótica expectativa. El calor se
precipitó sobre ella. Fuertes brazos se apretaron a su alrededor. Cat se aferró a él
mientras batía sus amplias alas oscuras. Volaron más alto hacia la luz de las

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estrellas. Cat entrecerró los ojos, disponiéndose a que la fantasía finalizara y la
realidad volviera. ¡Despierta!

—¿Cómo puede ser esto? —Murmuró.

Volaron alejándose cada vez más de la ciudad hacia una mansión en la


colina. El mundo giraba a su alrededor.

—Estoy hechizado y vengo a terminar lo que empezaste esta noche.

—Pero... estás volando.

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—Lo sé —Continuó volando hacia la mansión—. Esta es mi casa.

—Pero... pero... ¿por qué no solo llamaste a mi puerta?

—¿Dónde está el romance en eso? —Se rió.

—¿Cómo puedes volar? Quiero decir que tienes alas. Plumas. ¿Sabes que
tienes alas? —Le preguntó, sabiendo lo tonta que sonaba.

—Sólo cuando quiero.

Los llevo a un patio y la dejo deslizarse a lo largo de él hasta que sus pies
desnudos tocaron las baldosas, todavía calientes por el sol del día.

—Que... ¿Qué eres? —Preguntó.

—Todo lo que quieras que sea, Cat.

—¿Puedes dar una respuesta directa? —Le preguntó, mirando los jardines a
su alrededor.

—Ven aquí —Extendió su mano y ella la tomó—. He estado esperando por


una mujer lo suficientemente audaz para hacer lo que le haga temer. Eres esa
mujer, Cat. Esta noche hiciste algo que te asustaba. Es decir, temblabas y todavía
seguiste con ello.

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El Club de las Excomulgadas
—Salí corriendo.

—No corriste, caminaste. Un paseo muy sexy.

—No lo entiendo. ¿Qué quieres?

—Quiero terminar el baile erótico, por supuesto —Su cálido aliento cayó
sobre ella.

Deliciosos escalofríos corrieron por su coño. Se abrazó a sí misma por el


temblor incontrolable. Shock. Debía estar en estado de shock.

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—Eres una bailarina con mucho talento. No he tenido un baile como ese en
siglos —Dijo.

Lo miro fijamente, para dejar caer su mirada al suelo, pero volvió por el
mismo camino de regreso a su ingle. Aún iba vestido con la camisa y pantalones,
pero sus alas habían desaparecido.

—¿Eres un...vampiro? —Su corazón latía en sus oídos.

Él sacudió su cabeza.

—Soy una gárgola —Agarró su mano y la llevó hacia la puerta.

—Ah... ¿gárgola? Pero pensaba que eran feos. Quiero decir. Bueno, es
justo...

—¿Puedes creer en un vampiro más fácilmente que en una gárgola? —Abrió


la puerta y le permitió entrar primero.

El hall de la entrada era enorme y estaba decorado con hierro forjado y


mármol. Alfombras gruesas, ricas en color y diseño adornaban el piso.

—¿Es esta tu casa?

—Sí.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Gárgola? Quiero decir, ¿eres una gárgola? ¿De verdad? ¿Eres inmortal
como los vampiros?

—Sí. Puedo aparecer como un ser humano durante la noche, pero al


amanecer vuelvo a mi forma de gárgola.

—¿Así que puedes utilizar las alas cuando quieras?

—Ven aquí —La llevó a través de una serie de habitaciones bellamente


decoradas con tantas antigüedades que se sentía como si estuviera en un museo. Si
estas eran todas piezas originales, entonces él debía ser muy viejo.

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La llevó a través de puertas arqueadas a una terraza que daba a la ciudad a
sus pies.

—¿Vamos a terminar tu baile? —Preguntó y se sentó en una silla de patio.

—¿Hablas en serio?—

—Muy en serio. Para una gárgola, una vez que algo se inicia debe ser
terminado o no descansamos nunca.

—Pero...Es decir, te das cuenta de que estaba haciéndolo para un concurso.

—Y debe ser completado —Se sentó a esperar—. Por favor.

Lo consideró, a pesar de su negación. Cat también quería terminarlo. Ella


quería recobrar la emoción que sintió estando con él.

—Está bien. Te debo mucho por ser tan buen jugador esta noche. Necesito
música.

—Música —Dijo y chasqueó sus dedos.

El ritmo intenso de tambores fue acompañado por instrumentos. Ella miró a


su alrededor buscando los altavoces.

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El Club de las Excomulgadas
—Soy un ser mágico, Cat. Puedo hacer muchas cosas —El sugerente tono
en su voz envió calor húmedo corriendo entre sus piernas. El delicioso cosquilleo
reanimo sus terminaciones nerviosas que entraron en alerta máxima. Ya no se
preocupaba si esto era real o un sueño. Con impaciencia se reuniría con él para
completar el resto de baile.

Vestida sólo con la camiseta, se le acercó, plantó un pie sobre su rodilla y se


inclinó hacia adelante, dejando que su cabello cayera. Sabía que su posición le da
un leve atisbo de su coño, pero se había comprometido a seducirlo. Después de
todo, era su sueño.

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Su atención se dirigió a sus piernas. Él se tensó en la silla y bajó su cabeza
ligeramente. Escuchó la inhalación cuando su mirada se instaló en su coño.
Lentamente, ella bajó su pierna y se apartó de él. Sintió su decepción. Latidos de
excitación vibraron en su coño.

Balanceándose con la música, bailó a su alrededor, burlándose de él como si


fuera a montarse a horcajadas de nuevo, sólo para luego retirarse. Levantó el
dobladillo de la camiseta lo suficiente como para que él vislumbrara el inicio de su
culo mientras giraba lejos de él.

El calor de su mirada la tocó y respondió moviéndose sólo un poco más


lentamente, sabiendo cómo cada movimiento hacia latir su pulso más fuerte. Él se
estiro para alcanzarla y ella se retiró. Finalmente, se levantó de la silla y ella quedó
sorprendida al encontrarlo desnudo. ¿Cuándo había ocurrido eso?

Bueno, por supuesto estaba desnudo, se rió mentalmente. Esto era un sueño
y él era una criatura mágica. Ella permitió que su mirada descendiera de su rostro.
Su pecho era amplio y lleno de músculos. Miró su cintura y encontró su polla
hinchada y erecta.

Ella trago la sequedad en su garganta y dejó de bailar. Era una noche de


verano sofocante envolviéndola. Acompañada por un coro de grillos, se sintió muy

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El Club de las Excomulgadas
similar a Eva en el paraíso. Cat lamio sus labios, fijándose en cada centímetro de su
cuerpo bronceado.

—Hmm —Fue todo lo que pudo lograr del entumecimiento de su cerebro,


desconectado de su cuerpo. Él se acercó más y alzo la mirada a sus ojos azules.
Como un cielo azul de verano. Impulsos vivificantes chamuscaron sus áreas
sensibles.

—Eres tan hermosa —Dijo en voz baja—. Realmente me excitas. Dejaste el


club antes de que hiciera que te corrieras. Quiero hacer que te corras, Cat... una y
otra vez... y otra vez.

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¿Sabía él que había estado cerca del orgasmo en el club? El calor brilló sobre
sus mejillas. Observó su polla balancearse delante de él mientras cerraba la
distancia entre ellos. La anticipación gritó a través de ella. Cuando sus poderosos
brazos la rodearon, Cat inclinó su cabeza hacia atrás para recibir su beso.

Labios firmes tocaron los suyos ligeramente antes de presionar más


firmemente. Se reunió con su pasión, fusionándose contra su cuerpo. Sus doloridos
senos aplastándose contra su amplio pecho. Los sensibles pezones se volvieron
duros capullos, hormigueando con la necesidad de sentir sus labios succionándolos.
Ella apoyo sus manos sobre sus flexionados bíceps. Se levantó en puntillas y se
presionó contra él.

Su profundo gemido vibró entre su beso y su ágiles dedos se deslizaron hasta


el borde de su camiseta. Él rompió el beso y levantó la camiseta de algodón por
encima de su cabeza. Cat le ayudó a sacarla y la arrojó al suelo.

—Oh pequeña —Su voz estaba llena de la misma lujuria que palpitaba en
ella. El ansioso calor avivó las agradables sensaciones en su clítoris hinchado.

Él ahuecó sus pechos con sus manos y enterró su rostro en ellos.


Recorriendo con su lengua sobre una areola arrugada, rodeó el pezón con su lengua
en una ruta húmeda y juguetona. Ella contuvo el aliento, esperando que cerrara sus
labios, y cuando lo hizo, un quejido gutural vibró dentro de ella. Él atormentó el

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capullo endurecido, chupándolo y mordisqueándolo con ternura. Una avalancha de
pulsaciones corrió hasta su coño y ella jadeó sin aliento.

No estaba segura de cuando la había bajado al suelo, pero volvió en sí por la


sensación de hierba amortiguando su culo. Él arrastró una serie de cortos besos
sobre su abdomen dejando un camino de hormigueo hasta su coño. Sus pechos se
elevaban y caían en respiraciones irregulares de anticipación.

La punta de sus masculinos dedos rozaron suavemente sobre los labios de su


coño. Un quejido se le escapó y se retorció bajo su toque, anhelando sentir sus
dedos presionar en su clítoris hinchado. Cada vez que rodaba sus caderas en un

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esfuerzo por hacer contacto, él se apartaba.

—Me estas volviendo loca —Suplicaría si eso era lo que hacía falta.

—Tranquila, amor, estoy dejando lo mejor para el final —Levantó su cabeza


y dejo que su mirada viajara desde su rostro hasta sus pechos, deteniéndose allí
para un breve vistazo antes de sumergirse en su coño.

Jugueteó con ella, acariciando la longitud de su raja. Ella tembló. Jugos


calientes se derramaban, mojando sus muslos y una sonrisa lenta se desplegó por
sus labios. Se preguntó si él sintió su excitación. Puede que sintiera que su carne
estaba en llamas.

—Tu esencia es dulce —Dijo—. ¿Por qué no abres las piernas para mí, para
que pueda ver mejor?

—Oh sí —Dijo y extendió sus piernas, levantando ligeramente las caderas.

—¿Lo deseas? —Preguntó y pasó su dedo índice alrededor de su abertura.

—Sabes que lo hago —Ella lamió sus labios.

Sintió la exhalación de su risa sobre sus piernas mientras bajaba.

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El Club de las Excomulgadas
—Un beso, luego debes terminar el baile erótico—Dijo, levantando una ceja
como si puntualizara su orden con una pregunta.

—Cualquier cosa —Ella suspiró.

Bajó la cara a su coño y ella inclinó las caderas para reunirse con él. Sus
labios presionaron en su carne y Cat se quedó sin aliento. Su mente dio vueltas con
un torrente de sangre bajo las olas de increíbles sensaciones.

Su lengua se sacudió rápidamente contra los labios exteriores de su coño y


ella abrió más las piernas, tratando de animarlo a tocar ese único lugar tan caliente

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y palpitante para lograr su liberación. Sabía que se correría al momento que su
lengua tocara la protuberancia, pero necesitaba su clímax.

—Por favor —Le susurró. Su lengua tocó su clítoris en una sacudida rápida
y las sensaciones fueron demasiado poderosas para contenerse. Impulsos eléctricos
se dispararon a través de ella. Presionó más fuertemente. Retorciéndose. La energía
se disparó por su columna y fue alcanzada por una serie de espasmos.

*****

Grant gruñó, incapaz de dejar de saborearla aunque quería que terminara el


baile. Solo un poco más. Había pasado tanto tiempo desde que le había hecho el
amor a una mujer humana. Tenía la intención de disfrutar cada segundo con ella.
La carne humana era dulce al gusto y el aroma de una mujer era como un elixir.
Dulce paraíso, él la deseaba. Ella era la única. Lo había sabido al momento en que
había entrado en el club y la había visto. Su última noche de libertad y la señal de
energía que buscaba estaba dentro el edificio, dándole nuevas esperanzas. Él podría
tener un futuro. Se inclinó para besar una vez más su coño. Su carne de un sabor
tan exquisito. Dulce néctar. ¿Qué pasaría cuando le dijera por qué la había seguido
a su casa? ¿Una vez que supiera, ella correría lejos de él con miedo? ¿Cómo las
otras lo hicieron?

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El Club de las Excomulgadas
Sacudió la punta de su lengua sobre su carne caliente, sintiendo su
excitación renovarse. Sabía el placer que le daba cada toque. El ritmo sensual de
una mujer en excitación urgente era la cosa más excitante que conocía. Dioses y
diosas, adoraba cómo bailó al ritmo del deseo sexual.

Era un adicto, gobernado por la esencia de una mujer humana. Por


supuesto, su necesidad de una mujer humana era lo designado. Sólo una mujer
humana podría romper la maldición de la gárgola.

—He esperado tanto tiempo por ti. Estaba atrapado en el sol desde hace
muchos años. Y una vez cada veinte años recuperaba mi libertad para vivir como

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un hombre. Por una noche —No le dijo que esta noche le ofrecía a él la
oportunidad para finalmente liberarse de su prisión, para vivir los días como una
gárgola y las noches como un hombre― para siempre.

—No entiendo.

—No es necesario —Dijo. Habría tiempo para decirle acerca de la maldición


que encarceló a toda su familia por una falta olvidada hace mucho tiempo. Él hizo
una pausa.

¿Podría ser realmente la única para liberarlo?

¿O era ella como innumerables otras? ¿También huiría cuando lo viera en su


verdadera forma de gárgola? Dulce paraíso, ¿sería capaz de soportar la intensa
forma requerida de hacer el amor con él para devolverlo del todo?

Ella gimió y sus pensamientos se derritieron ante la necesidad de


complacerla. Solo un poco más, pero no lo suficiente para hacerla correrse. Solo lo
suficiente como para hacerla flexible a sus demandas. Insertó un dedo en su
apertura y ella gimió bajo la nueva sensación. Enganchando su dedo, masajeo la
pared de su coño. Ella jadeó y él sabía que había encontrado el lugar preciado. Sus
músculos se tensaron alrededor de su dedo.

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El Club de las Excomulgadas
Su cura podía ser encontrada solo en su placer. Él levantó su cabeza,
sabiendo que su cuerpo necesitaría unos instantes para recuperarse lo suficiente
como para despertar de nuevo y se sorprendió cuando ella se puso rígida contra él.
Un pequeño orgasmo que pareció sorprenderla, aceleró su sangre.

—Sexy mujer —Dijo y sacó sus dedos de ella, masajeando lentamente el


borde externo de su apertura. Embadurnó su clítoris con movimientos suaves de la
lengua hasta que sus caderas comenzaron a rodar una vez más. Él sintió la
construcción de su excitación y aceleró sus movimientos, esta vez presionando un
dedo en su culo mientras insertaba dos dedos en su apertura.

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—Tanto placer —Ella jadeaba—. Me haces correrme tan duro y rápido.

Sus dedos la follaban, manteniendo el ritmo de su lengua contra su clítoris.


Ella se sacudió bajo su jugueteo, jadeando por aire y moviéndose hacia otro
intento. Él presionó su dedo más profundamente en su culo. Las paredes de su
coño se apretaron y ella se convulsionó de nuevo en un duro apretón.

—Oh, Grant —Dijo jadeando. Su cuerpo vibró alrededor de sus dedos y el


presionó besos en su coño con su lengua a lo largo de los labios exteriores,
brillantes ahora con su jugo.

Él sonrió. Su maestría para traerla tan rápido y completamente a un


poderoso orgasmo fue el resultado de cientos de años de hacer el amor. Años de
buscar a la única mujer capaz de aceptarlo. Pensamientos de ella dándole la espalda
le hicieron hacer una pausa, y sin embargo, ¿qué pasaría si era la única quien lo
vería por lo que era y no por lo que nunca había sido?

Un hombre.

Era una cosa tan sencilla, pero tan monumental. La miró tendida ahí tan
perfecta y hermosa. Su polla tembló y todas sus preocupaciones huyeron. Anhelaba
unirse a ella en esa dichosa liberación orgásmica, pero quería darle un momento
más de placer. Sería entonces cuando se uniría y compartirían un orgasmo final.
Sería entonces cuando él cambiaría a la criatura que tantas amantes en el pasado

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El Club de las Excomulgadas
habían encontrado aterradora. Demasiado aterradora para amar. Se estremecería
ella también ante la vista de él. Ella era su última esperanza. Esta era su última
oportunidad.

Ella rodó la cabeza hacia adelante y hacia atrás en un movimiento sensual


que le dijo cuánto estaba disfrutando de la persistente sensación de bienestar. Él se
sentó sobre sus talones y bajo la mirada hacia ella.

—Ven a darme ese baile erótico —Dijo y extendió sus manos hacia ella.

—O-Okay —Balbuceó ella a través de la niebla del sexo que sabía la

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envolvía en una sensación de calidez y satisfacción increíble.

El poder del sexo era algo que entendía y había dominado en su intento de
encontrar a una mujer capaz de aguantar el ritual de hacer el amor necesario para
transformarlo.

—Eso se sintió tan bueno —Susurró ella, mientras él la ayudaba a


levantarse. Grant se sentó en la silla del patio, consciente de su erección y de que
ella podría encontrarla mucho más grande al final del baile, incluso que al
principio—. Te das cuenta de que nunca he hecho un baile erótico hasta esta noche,
¿no? Fuiste el último de cinco desafíos en el Desafío Extremo al que me presente.
Mi premio iba a ser un nuevo automóvil deportivo. No termine la danza de la
manera en que lo había planeado. Ese coche iba a ser mi entrada a la Universidad
—Su voz vibraba con pesar.

—Una noble causa. Me alegro de que fuese tu último desafío. Entiendo


sobre los desafíos. Yo he luchado con uno durante mucho tiempo.

—¿Lo has hecho? —Le preguntó, pasando a sentarse en su regazo.

—Voy a contártelo más tarde —Dijo, agarrándola por la cintura y tirando de


ella por un beso. Ella abrió la boca a su lengua exploradora. Dulce y caliente. Él
acarició su lengua con la suya mientras ella se sentó a horcajadas en su regazo. Ella
rompió con el beso.

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El Club de las Excomulgadas
—Grant —Suspiró, moviéndose para llevarlo a su interior.

—Estas apretada —Jadeó, entrando cuidadosamente en su húmeda


abertura. Su polla palpitaba bajo la rígida opresión de su carnoso calor—. Te sientes
tan bien —Moldeó sus manos alrededor de su culo perfecto, tirándola hacia sí.

Ella tocó con la punta de su lengua su labio inferior y recorrió la carne


regordeta. Su corazón golpeó más duro.

—Tú eres el hombre más grande que jamás he follado —Jadeó y se deslizo
aún más por su eje.

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Su tierna carne se estiró para acomodarlo y finalmente resbaló el resto del
camino dentro de ella por lo que sus cuerpos se unieron lo más cerca posible.

Él gruñó, incapaz de decir lo que estaba sintiendo. Incapaz de decirle cuan


perfectamente encajan juntos. Cómo su dulce coño le hacía arder con la necesidad
de follarla duro y rápido, y cómo quería saborear cada precioso momento. Masajeó
su culo y lanzó un profundo gemido.

Sus pechos rebotaban en el movimiento de vaivén mientras estrujaba su


pelvis contra él. Si ella se mantenía así, él nunca duraría el tiempo suficiente para
llevarla al siguiente orgasmo.

—Tengo una misión, Cat —Jadeó, apoyándose en sus codos para obtener
una mejor visión de su cuerpo flexible girando y ondulando en la noche.

—Yo también —Ella sonrió—. Voy a joderte tan bien que te brotaran alas
nuevamente y me llevaras por la noche para siempre —Su risita hizo que su
corazón martilleara y algo profundo dentro de él se aceleró. ¿Qué fue eso? Nunca
había tenido esa sensación. Emoción y algo más.

—Te dije la mía, ¿cuál es tu misión? —Su largo cabello caía sobre su rostro
cuando se inclinó sobre él.

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El Club de las Excomulgadas
—Darte un orgasmo una vez más. ¿Crees que pueda cumplir el desafío? —
Preguntó.

—Hmm. ¿Sólo uno? —Una deliciosamente lenta y lasciva sonrisa se


extendió por sus sexys labios.

—Puedes liberarme, Cat. Cuando llegue el amanecer voy a cambiar a la


estatua de una gárgola. Atrapado por otros veinte años a menos que me una con
una hembra humana.

—¿Como lo estamos haciendo ahora?

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—Tú me debes aceptar y, luego, seré libre, pero...

—Te acepto, Grant.

—No entiendes. Yo debo transformarme a mi forma gárgola. Ahora —


Ahogó las palabras, esperando la protesta familiar y los comentarios de disgusto.

—Sera un honor para mí liberarte, Grant. Basta de charla —Ella jadeó—.


Juega con mi clítoris, me hará correrme de nuevo —Ella mordió su labio inferior.

Él no podía creerlo. No había ofrecido ninguna protesta - todavía. Sintió su


rostro cambiando, transformándose en su forma verdadera. Las hendiduras a lo
largo de su espalda, y sus alas desplegándose. El viento atrapado dentro de su arco,
revoloteando sobre las miles de plumas oscuras. Sus músculos faciales
contrayéndose mientras cambiaba a la imagen de la gárgola mitad-león, mitad-
hombre.

Ella lo miró, sin mostrar temor.

—Eres incluso más sexy así —Le susurro.

La alegría se apoderó de él. No estaba asqueada. No tenía pánico. Ella lo


estaba aceptando. ¡A él! La libertad sería suya. El entusiasmo frenético empujó a un
lado todos los pensamientos.

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El Club de las Excomulgadas
—Por favor, no pares ahora —Susurró ella.

Él metió una mano entre sus piernas, rozando su propio vello púbico a su
coño afeitado. Encontró el hinchado nudo carnoso y se tomó su tiempo,
masajeándolo, sintiendo el calor húmedo que se filtraba alrededor de su polla.
Apretada e incrustada dentro de ella.

El pre-semen escapó de la corona de su polla y se mezcló con sus jugos


mientras ella rodaba sus caderas, acelerando su ritmo a medida que el frenesí
explotaba a través de ella y las paredes de su coño una vez más se fijaban a su
alrededor.

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Él no podía esperar. Nada en la tierra podría evitar que la tomara.
Cambiando bajo ella, Grant se sorprendió cuando ella se echó hacia atrás con un
grito satisfecho, separando sus labios cuando su clímax llegó al momento final.

Alzó sus alas, elevándose de la silla para bajarla a la cama cubierta de rocío
de la hierba. La cubrió, hundiéndose más profundo en su canal. El sudor estalló
sobre su espalda y golpeó su polla en su coño. El sonido de sus bolas golpeando su
culo llenó la noche, haciendo eco a través del lago. Ella se sentía tan bien.

No quería que terminara, pero la sangre bombeaba en la punta de su polla.


El fuego fundido se acumuló alrededor de la flor de su corona y sabía que no podría
durar mucho más.

Ella respiraba más fuerte y envolvió sus piernas alrededor de su cintura. ¿Iba
a correrse otra vez? En respuesta a su pregunta tácita, la tirantez se fijó alrededor de
su polla, sacándole la semilla del eje en una explosiva liberación. Su semilla
caliente estalló dentro de ella y su cuerpo se puso rígido. El sudor rodaba por su
espalda y él fue apresado por espasmos. Gimiendo, miro hacia ella.

—Grant —Susurró. Con ojos entrecerrados mirando fijamente hacia él


como piscinas líquidas, reflejando su propia satisfacción.

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Estaba mirándolo, no apartando la mirada con miedo. En cambio, le sonrió
y acarició su rostro con su mano.

—Eres sexy así. Me encantó ver estallar lo que hay dentro de ti —Dijo.

—T-Tú no estás asustada por mi apariencia.

—Sigues siendo el mismo hombre en cuyo regazo estuve. Tú me aceptaste y


me ayudaste con mi reto. ¿Por qué estás sorprendido de que te ayudara?

Su garganta quemaba y tragó el nudo. Por fin había encontrado la redención


tras una vida de búsqueda. Había encontrado aceptación. Los músculos de la cara

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se relajaron y cambió a su forma humana.

—La maldición se ha roto, Cat. ¿Cómo puedo agradecértelo?

—Oh, puedo pensar en algunas cosas —Se rio.

—Al llegar el amanecer me voy a convertir en una gárgola, pero nunca seré
piedra nuevamente a menos que me aventure a la luz del día y aun así sólo será
hasta el atardecer. Quédate conmigo, Cat. Permíteme mostrarte la noche —Él hizo
una pausa.

—Te deseo, Grant —Ella sonrió y paso su mano sobre su rostro—. Me


gustaría mucho viajar en la noche contigo —Ella miró sobre su espalda.

Él rio.

—Parece que has hecho brotar mis alas de nuevo. Voy a llevarte por la
noche, Cat, y al llegar el amanecer nunca te dejare ir.

Fin
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