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FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA 4 FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA
II
VOLÚMENES COMPLEMENTARIOS Esta colección tiene por objetivo principal contribuir a la formación del Carlos González Arévalo (coord.)
profesorado y reflejar una visión coherente de la educación secundaria INEFC. Centro de Barcelona
Vol. I. Educación física. Complementos (obligatoria y bachillerato), tanto en lo que concierne a las finalidades
de formación disciplinar Teresa Lleixà Arribas (coord.)
de las etapas y enseñanzas que la conforman como a los planteamien-
DIDÁCTICA DE LA
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES AL
mos, que puede ser útil tanto para el futuro profesor (Máster de Secun-
daria) como para el docente en ejercicio que desee potenciar su
desarrollo profesional.
EDUCACIÓN FÍSICA INEFC. Centro de Barcelona
ISBN: 978-84-7827-984-5
4 Vol. II
Formación del Profesorado. Educación Secundaria
Serie: Educación Física/Formación y Desarrollo Profesional del Profesorado
Director de la colección: César Coll
Coeditan
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional
Instituto de Formación del Profesorado. Investigación e Innovación Educativa
© Secretaría General Técnica
Catálogo de publicaciones del Ministerio: educacion.es
Catálogo general de publicaciones oficiales: 060.es
© Carlos González Arévalo, Teresa Lleixà Arribas (coords.), Domingo Blázquez Sánchez, Marta Capllonch
Bujosa, Onofre Ricardo Contreras Jordán, Luis María García López, Pedro Gil Madrona, Juan Luis Hernández
Álvarez, David Huguet Mora, Carmina Pascual Baños, Enric Sebastiani Obrador, Roberto Velázquez Buendía
© De esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Ministerio de Educación, Secretaría General Técnica
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transmisión de la misma por cualquiera de sus medios tanto si es eléctrico, como químico, mecánico,
óptico, de grabación o bien de fotocopia, sin la autorización escrita de los titulares del copyright.
ÍNDICE
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
PRESENTACIÓN
El presente libro constituye el segundo de los tres volúmenes de la disciplina, que forman
parte de la colección Formación del Profesorado. Educación Secundaria. Mientras que el
primer volumen trata los complementos de formación para la disciplina de Educación física y
el tercero está dirigido a la investigación, innovación y buenas prácticas, el que presentamos
aquí está especialmente enfocado a la práctica de la enseñanza.
La Educación física es una disciplina que, en las últimas décadas, ha vivido grandes cam-
bios en relación con la manera en que se programa y se imparte la docencia. La forma de
tratar la práctica educativa como un problema técnico ha sido siempre muy propia de la
Educación física. Kirk (1990, p. 37), hace ya algunos años, se refería a la manera en que
los «teóricos del currículo de Educación física han seguido esta orientación tradicionalista
incluso más celosamente que ningún otro grupo». En los últimos tiempos, sin embargo,
empiezan a ser más habituales aquellas formas de organizar la docencia de la Educación
física que centran la atención en la comunicación y en la contextualización de las acciones.
Será una buena manera de dar respuesta al enfoque integrador de esta materia, que incluye
una multiplicidad de funciones: cognitivas, expresivas, comunicativas y de bienestar (Real
Decreto 1631/2006).
La Educación física constituye una disciplina vivencial. No debemos olvidar que el cuerpo
y el movimiento son los ejes básicos en los que se centra su acción educativa. Se trata, por
un lado, de mejorar el comportamiento motor del alumnado y con ello la consolidación de
hábitos saludables, y, por otro, de la educación a través del cuerpo y el movimiento para
adquirir competencias de carácter afectivo y de relación, necesarias para la vida en sociedad
(Real Decreto 1631/2006). Conseguir que esto sea una realidad dependerá de la programa-
ción que se realice, de las estrategias metodológicas que se apliquen, del clima de clase que
se consiga, de la utilización de los recursos materiales y tecnológicos, y de la forma en que se
integre la evaluación en el proceso de aprendizaje. Una reflexión sobre estos aspectos la
hallaremos en el presente volumen.
El clima del aula centra el interés del capítulo 4, que complementan así los capítulos 2 y 3.
Para entender la importancia del clima del aula en Educación física, se recurre a temas como
la creación de ambientes positivos de aprendizaje, los estilos de comunicación y la motiva-
ción. Desde esta perspectiva se aborda también la enseñanza por modelos.
El tema del capítulo 5, las estrategias inclusivas en Educación física, es tratado de forma prác-
tica, con un acompañamiento de supuestos de intervención. Prácticas para la comprensión
de la diversidad, para seleccionar y adaptar tareas y para introducir el deporte adaptado,
entre otras, se presentan de forma que se facilite su aplicación en los institutos.
La evaluación en Educación física constituye el tema del capítulo 7. La finalidad, los mo-
mentos, los criterios y los instrumentos de evaluación serán analizados de acuerdo con la
consideración de la evaluación como un proceso continuo que acompaña al alumnado en
sus aprendizajes.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del
Estado (05/01/2007), 5, 677-773. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/
dias/2007/01/05/pdfs/A00677-00773.pdf>.
1. PROGRAMACIÓN DE LA ENSEÑANZA
EN EDUCACIÓN FÍSICA
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Este capítulo no sólo tiene por objeto ofrecer algunas consideraciones y propuestas para
la programación de Educación física en la educación secundaria obligatoria (ESO) y en
el bachillerato, también pretende presentar algunas cuestiones sobre las que reflexionar,
relacionadas con la tarea de programar la práctica docente. Sin duda, la calidad de la
enseñanza y el desarrollo profesional tienen mucho que ver con el proceso de organizar y
planificar la enseñanza que requiere el desarrollo del currículo. Es el momento en que el
conocimiento profesional, las creencias, las actitudes, etc. deben afrontar el reto de origi-
nar un instrumento –la programación como producto– con el que construir una realidad,
las clases de Educación física. La calidad de ese instrumento, la programación, sustentará
en buena medida la calidad de esas clases, de las que, a su vez, dependerá el impacto que
pueda tener la Educación física como agente de transformación y mejora social, así como
de bienestar personal.
Requisitos
En efecto, toda programación debería reunir, al menos, los siguientes rasgos o requisitos:
• Flexibilidad.
• Contextualización.
• Concreción.
• Coherencia.
• Viabilidad.
Flexibilidad
Una de las principales cualidades de la programación tiene que ver con la idea de flexibili-
dad, es decir, con la posibilidad de adaptarse a las exigencias, limitaciones y condicionantes
que puedan aparecer durante su desarrollo. En ningún caso o momento la programación ha
de constituir un proyecto de actuación que deba seguirse rígidamente. Por el contrario, es
necesario que se entienda, incluso conceptualmente, como una hipótesis de trabajo que hay
que verificar día a día, en función de los resultados de su puesta en práctica. A este respecto,
y a modo ilustrativo, cabe referirse a la necesidad que se da en Educación física con cierta
frecuencia de tener que reajustar una secuencia de tareas motrices para todo el grupo clase
o para una parte del mismo, al surgir problemas imprevistos de aprendizaje, o de tener que
reelaborar la programación por cuestiones climatológicas que impiden durante varios días
dar las clases previstas en una instalación deportiva descubierta.
Contextualización
Toda programación de la enseñanza debe adecuarse a las características de los aprendices
y del contexto en el que va a ser puesta en práctica. Por motivos obvios, en Educación física
carece de sentido iniciar una programación sin tener en cuenta cuestiones como, por ejem-
plo, las instalaciones deportivas de que se dispone, la edad del alumnado o sus experiencias
motrices previas.
Concreción
La utilidad de la programación estará determinada, entre otros factores, por el grado de concre-
ción, claridad y precisión con que se establezca el plan de actuación que se pretende llevar a
cabo, ya se trate de niveles generales de planificación (por ejemplo, objetivos de curso), como
de niveles específicos (por ejemplo, objetivos didácticos).
Coherencia
Otro atributo fundamental de la programación debe ser su coherencia, entendida tanto en
sentido externo como interno:
• Por un lado, la programación en su conjunto debe mantener una relación lógica y
consecuente con las intenciones educativas manifestadas en el currículo (coherencia
externa). Por ejemplo, con respecto al objetivo de etapa (ESO) que se refiere a la capa-
cidad de expresión corporal, la programación deberá integrar, en sus diferentes niveles
de concreción, el plan de actuación que determinará su consecución.
• Por otro lado, debe darse también una relación lógica y consecuente entre los elementos
que integran la programación (coherencia interna). En otras palabras, con respecto a cada
curso, la programación debe incluir los contenidos, metodología y criterios de evaluación
que posibiliten la consecución de los objetivos, y viceversa, cada uno de tales elementos
debe encontrarse relacionado con alguno o algunos de los objetivos del correspondiente
curso. Y con respecto a cada unidad didáctica debe darse una interrelación similar, de
manera que incluso para la consecución de objetivos didácticos centrados en la adqui-
sición de actitudes la programación establezca un plan de actuación que conlleve y des-
criba la realización de las correspondientes actividades de enseñanza y de evaluación;
y, en sentido contrario, cada elemento de la unidad didáctica debe estar vinculado a la
consecución de uno o más objetivos didácticos.
Viabilidad
La programación de la enseñanza debe constituir un plan de actuación que realmente pueda
llevarse a la práctica. La viabilidad de una programación depende, en buena parte, del grado
en que reúna los rasgos que se han venido exponiendo (flexibilidad, contextualización,
etc.). Pero existen otros factores que pueden hacer muy difícil, o incluso imposible, llevarla
a la práctica. En Educación física ello puede suceder, por ejemplo, si se ignora el tiempo de
práctica que requiere el aprendizaje de las habilidades técnicas o tácticas que constituyen el
objeto de la enseñanza, o si se establece inadecuadamente el número y el tiempo de dura-
ción de cada tarea con respecto a la duración real de la clase.
Funciones
Como hemos indicado anteriormente, la principal función de la programación es la de or-
ganizar eficazmente, de manera sistemática y razonable, el proceso de enseñanza que va a
tener lugar en la correspondiente etapa educativa. Sin embargo, existen otras importantes
funciones que puede y debe cumplir la programación.
criterios de evaluación, etc.), decisiones sobre aspectos cada vez más concretos (objetivos di-
dácticos, secuencias de actividades, etc.), hasta llegar a la determinación de las tareas que han
de realizarse durante la clase (qué hacer, cómo hacerlo, durante cuánto tiempo hacerlo, etc.).
En otras palabras, gracias a la programación es posible establecer relaciones bidireccionales
entre los grandes objetivos de la enseñanza y las tareas que se llevarán a cabo durante la clase.
Por un lado, dicha función de «conexión» hace posible el cumplimiento de otra importante fun-
ción de la programación: proporcionar información para el análisis y evaluación del currículo.
En efecto, el proceso de elaboración de la programación de la enseñanza requiere analizar y
«conectar» significativamente los diferentes elementos curriculares, lo que permite identificar
posibles desajustes o incoherencias. Además, la puesta en práctica de la programación en el
escenario del aula o instalación deportiva proporciona una magnífica oportunidad de comprobar
el grado de adecuación curricular y de las prácticas educativas que promueve.
1. El Real Decreto 83/1996 se promulgó para los centros de secundaria ubicados en el ámbito territorial de gestión que
correspondía al Ministerio de Educación y Ciencia, teniendo un carácter supletorio para las comunidades autónomas
• Los objetivos, contenidos y criterios de evaluación establecidos para cada uno de los
cuatro cursos que configuran la ESO y para el primer curso de bachillerato.
• La distribución temporal de los contenidos en cada curso.
• La metodología didáctica que se va a aplicar.
• Los procedimientos de evaluación del aprendizaje del alumnado.
• Los criterios de calificación que se vayan a aplicar.
• Las actividades de recuperación para los alumnos y las alumnas de bachillerato que
tengan la Educación física pendiente de aprobar, y las profundizaciones y refuerzos
para lograr dicha recuperación.
• Los materiales y recursos didácticos que se vayan a utilizar, incluidos los libros para
uso del alumnado.
• Las actividades complementarias y extraescolares que se pretenden realizar desde el
Departamento de Educación física.
• Las medidas de atención a la diversidad y las adaptaciones curriculares para el alum-
nado que las precise.
Los dos primeros aspectos aluden a elementos fundamentales del currículo de Educación
física y de la programación didáctica, para cuya determinación final es preciso tomar
como punto de partida lo establecido al respecto en la normativa propia de cada comu-
nidad autónoma. El marco legal básico se encuentra en los reales decretos que prescriben
para todo el territorio español las enseñanzas mínimas para la ESO y el bachillerato,2
especificando los objetivos de ambas etapas, y la distribución, por cursos, de los conte-
nidos y criterios de evaluación. Asumiendo lo establecido en dicho marco normativo de
enseñanzas mínimas –su contenido requiere el 65% del horario escolar (el 55% para las
comunidades autónomas que no tengan lengua cooficial)–,3 las administraciones edu-
cativas de cada comunidad autónoma deberán elaborar sus propios currículos de ESO
y de bachillerato. Por último, los centros docentes completarán y desarrollarán ambos
currículos en uso de su autonomía, tal y como se recoge en el capítulo II del título V de
la Ley Orgánica de Educación (LOE).
con competencias en educación que no dispusieran de normativa específica propia. Por tanto, lo expuesto en este
apartado tendrá que adaptarse a lo que haya establecido al respecto cada comunidad autónoma.
2. Anexos del Real Decreto 1631/2006 y del Real Decreto 1467/2007.
3. Artículo 6.3 de la Ley Orgánica 2/2006, de Educación (LOE).
que fije los objetivos de la materia para cada curso. No será necesario hacerlo así en el caso
del bachillerato, dado que la Educación física sólo se imparte durante un curso, por lo que
los objetivos de etapa para esta materia han de coincidir con los objetivos de curso (o al
menos incluirlos, si es que se opta por ampliarlos).
Los profesores y profesoras del Departamento de Educación física también deberán tomar
y reflejar en la programación didáctica de la etapa el resto de decisiones sobre los distintos
aspectos establecidos en la normativa vigente y expuestos al comienzo de este apartado
(metodología, instrumentos y procedimientos de evaluación, criterios de calificación, recur-
sos, etc.).
Por último, es preciso aludir a un nuevo e importante elemento del currículo: las compe-
tencias básicas. Se trata de una aportación curricular establecida en la LOE, que no ha sido
contemplada por las dos últimas leyes educativas (Ley de Ordenación General del Sistema
Educativo, LOGSE, de 1990, y Ley Orgánica de Calidad de la Educación, LOCE, de 2002).
La promulgación de la LOE es posterior a la del Real Decreto 83/1996 que hemos utilizado
como referente para formular los elementos de la programación didáctica, por lo que la nor-
mativa que se establece en el artículo 68 de dicho Real Decreto no alude a las competencias
básicas en el marco de la programación didáctica. Sin embargo, por su importancia, las
competencias básicas no pueden obviarse en el proceso de programación. Por ello mismo, y
dado que el capítulo 3 del libro Educación física. Complementos de formación disciplinar se
centra en el análisis de este nuevo elemento curricular, aquí únicamente lo situaremos en el
lugar que ha de ocupar en la programación didáctica y de aula. En el cuadro 1 presentamos
una posible estructura de la programación didáctica que integra los distintos elementos que
la deben configurar.
Como indicamos en el apartado anterior, el currículo oficial de Educación física para la ESO
establece una organización, por cursos, de los contenidos y de los criterios de evaluación, pero
no de los objetivos de la etapa. Por ello mismo, una de las tareas del departamento consiste
en establecer los objetivos de cada curso, a partir de dichos objetivos de etapa. Teniendo en
cuenta que en la ESO los objetivos de etapa para la Educación física serán los mismos que los
alumnos y alumnas deben haber alcanzado al finalizar el 4.º curso –a no ser que se plantee
que alguno de ellos pueda alcanzarse en el 3.º curso, o que se añadan más objetivos a los
establecidos por el currículo oficial de Educación física–, para establecer los objetivos del 1.º,
2.º y 3.º curso, el Departamento de Educación física deberá proceder a escalonar el proceso
de consecución de los objetivos de etapa, ya sea estableciendo para cada objetivo de etapa
tres niveles progresivos de dificultad, que constituirán objetivos del 1.º, 2.º y 3.º curso, o bien
dividiendo aquellos objetivos de etapa que integren más de un propósito educativo. En este
sentido, a modo ilustrativo, cabe considerar el objetivo de etapa n.º 2 establecido para la ESO
(Real Decreto 1631/2006), en el que se establece que los alumnos y alumnas, al finalizar dicha
etapa educativa, deberán ser capaces de «elaborar y poner en práctica un programa de activi-
dad física y salud, incrementando las cualidades físicas implicadas, a partir de la evaluación
del estado inicial». Puede decirse que este objetivo integra tres logros:
• El que alude a la capacidad de elaborar programas de acondicionamiento físico.
• El que alude a la evaluación de las cualidades físicas.
• El que alude a la mejora de estas cualidades físicas, por lo que cabe dividirlo y, al
mismo tiempo, graduar su consecución durante los cursos anteriores.
oficial para cada curso, es la que presentamos, como ejemplo, en el cuadro 2. Para la conse-
cución del citado objetivo de la etapa hemos programado una posible secuencia de objetivos
de curso cuya consecución progresiva permitirá que el alumnado, cuando llegue al 4.º curso,
esté en condiciones de alcanzar el objetivo de etapa tomado como ejemplo.
Con respecto a los contenidos cabe señalar que si bien se encuentran ya especificados en el
currículo oficial, todavía es necesario tomar algunas decisiones al respecto. Tal es el caso,
del bloque de contenidos de juegos y deportes, donde en cada curso se alude genéricamente
a la enseñanza de deportes individuales, colectivos y de adversario. El Departamento de
Educación física deberá acordar y concretar en qué modalidades de cada tipo de deporte se
centrará la enseñanza, en función de factores tales como la disponibilidad de instalaciones
deportivas, la práctica de deportes autóctonos en el contexto cultural del centro, los intereses
y motivaciones del alumnado, etc. Por otra parte, cabe plantearse la forma en que se van
a estructurar los bloques de contenidos. El currículo oficial viene adoptando la ya clásica
distinción entre condición física y salud, juegos y deportes, expresión corporal y actividades
en el medio natural. Sin embargo, es posible establecer otra estructura organizativa más
acorde con otras formas de organizar y plantear la práctica del aula; a modo ilustrativo cabe
referirse al currículo oficial de educación primaria que se implantó en el año 2004 en la
Comunidad de Aragón, en el marco de la LOGSE, en el que se optó por una nueva forma
de estructurar los bloques de contenidos de Educación física basada en la idea de dominios
de acción (Larraz, 2009). Independientemente de la estructura adoptada, la asignación de
contenidos a cada curso de la etapa tiene que ir acompañada por su distribución temporal
dentro de cada uno de los cursos, organizada en forma de unidades didácticas (paso que abre
otra dimensión de la programación: la programación de aula). Además del nombre de cada
unidad didáctica, su presentación debe incluir algunas referencias a los contenidos que se
abordarán y, sobre todo, a su contribución a la consecución de las competencias básicas y a
los objetivos del curso, que es lo que da sentido y significado a la propia unidad didáctica.
En el cuadro 2 expuesto anteriormente se muestran los aspectos que deben configurar el apar-
tado metodológico de la programación didáctica. El contenido de dicho apartado no debe
constituir tan sólo una mera exposición de métodos de enseñanza, recursos didácticos, criterios
para la utilización de los espacios deportivos, etc. Más bien, debe hacer visibles los acuerdos
del departamento con respecto a las principales líneas pedagógicas que en general van a guiar
el planteamiento de la enseñanza a la hora de seleccionar, presentar, desarrollar y evaluar las
tareas de aprendizaje, algunas de las cuales pueden extraerse directamente de los objetivos
de curso y de etapa, como es el caso del aprendizaje autónomo. Otros principios básicos de
regulación de la enseñanza podrían establecerse en torno a cuestiones como:
• El significado y funcionalidad de los aprendizajes.
• La práctica no discriminatoria en función del género.
• La atención a la diversidad, etc.
Tales decisiones no sólo proporcionarán criterios para determinar y justificar, por ejemplo, la
selección de métodos y estrategias de enseñanza, la utilización de unos recursos didácticos
u otros, la elección de unos tipos de actividades u otros o la determinación de los textos
que deberán revisar los alumnos y las alumnas, también influirán en la forma en que se pre-
sentarán las tareas, se regulará su desarrollo y se evaluará su realización; por ejemplo, con
respecto al significado y funcionalidad que ha de darse a los aprendizajes –cuestión que debe
constituir una de las principales líneas pedagógicas del departamento–, el profesor o profe-
sora correspondiente, además de presentar las tareas indicando qué hay que hacer y cómo
hay que hacerlo, está obligado a asegurarse de que sus alumnos y alumnas saben por qué
y para qué hay que realizar la tarea en cuestión; para ello, entre otras posibilidades, puede
proporcionar directamente las respuestas a tales cuestiones, o bien, mediante preguntas,
hacer que sea el propio alumnado el que obtenga dichas respuestas.
Las decisiones sobre la evaluación de los aprendizajes y sobre los criterios de calificación
constituyen aspectos esenciales de la programación didáctica por la trascendencia de sus
funciones (Velázquez Buendía y Hernández Álvarez, 2004). En el primer caso, porque
además de hacer posible la obtención de una valiosa información que permite comprobar
si el proceso de enseñanza y aprendizaje transcurre conforme a lo previsto, y, en su caso,
reajustarlo sobre la marcha, también esa misma información tiene un valor fundamental
para la revisión de la propia programación didáctica. Y en el segundo caso, porque la ca-
lificación no sólo informa simbólicamente al alumnado y a su familia sobre los resultados
parciales y finales de su aprendizaje, sino que su valor determina, además, si un alumno o
alumna puede promocionarse o no al curso siguiente. Por ello, es importante que la progra-
mación didáctica recoja, con la mayor concreción, alcance y claridad posible en este nivel
de planificación, los procedimientos e instrumentos que se van a utilizar en uno y otro
caso. Por ejemplo, no sólo debería especificarse y justificarse, con respecto a los objetivos
de curso, los procedimientos y tipos de actividades de evaluación que, con carácter general,
se van a realizar (observación y registro, pruebas escritas, pruebas prácticas, trabajos, etc.),
sino distinguir los momentos de su aplicación (antes, durante, después) y la finalidad con que
se llevan a cabo en cada caso. Asimismo, si, como es deseable, se ha asumido realmente la
necesidad de atender a la diversidad de capacidades y ritmos de aprendizaje, será preciso
plantearse en qué casos la calificación debe atender únicamente al grado de aprendizaje
realizado en términos absolutos, y en qué otros ha de establecerse en función del progreso
del alumnado con respecto al nivel de partida, y hacer explícita la correspondiente decisión del
departamento.
Las actividades complementarias y las extraescolares4 pueden constituir una valiosa forma de
facilitar la consecución de algunos de los objetivos de curso y de etapa –como sucede, por
ejemplo, con los vinculados a la realización de actividades en el medio natural–. No obstante,
para que sea así, han de tener sentido y significado en el marco de la programación didáctica,
es decir, deben estar vinculadas a la consecución de objetivos de curso y de etapa y, por tanto,
implicar la realización de tareas de aprendizaje integradas en el proceso de enseñanza y de
evaluación, con su correspondiente reflejo en la calificación. Por ello, es necesario que la
programación didáctica recoja qué actividades se ha previsto realizar, cómo, cuándo y dónde,
así como también su vinculación con los objetivos del curso en que se ha previsto realizarlas,
lo que hará visible la dimensión educativa que conllevan.
4. Denominamos actividades complementarias aquellas que son obligatorias y se realizan dentro del horario lectivo,
y actividades extraescolares las que son voluntarias y se realizan fuera del horario lectivo.