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Argumentación:
La prostitución, para que nadie se confunda, no es una parte más de un comercio sino
una esclavitud tan vieja como el mundo, pero que en el siglo XXI cobra mayor
preocupación, justamente porque las leyes evolucionan. Holanda, cuya política se jacta
de hacer culto a la tolerancia (lo mismo ocurre con las drogas), adhiere al pensamiento
que la supresión origina más problemas de los que resuelve y así deja hacer, tolerando
todo.
La prostitución nada tiene que ver con la libertad sexual, dado que el cuerpo humano no
puede ser objeto de transacción por la sencilla pero profunda razón de que el cuerpo
humano es inalienable. En este marco hay que prestar mucha atención a los cambios de
vocabulario que se utilizan especialmente en los medios de comunicación masiva e
incluso en algunos programas educativos y sociales. Los “derechos sexuales” es una
expresión ambigua porque abre la puerta de par en par para la comercialización del
sexo.
Que sea el oficio más antiguo del mundo no implica que deba crecer. Sin embargo,
crece. En la Capital, hay casi 6000 trabajadoras sexuales más que a mediados de la
década de los noventa. Resulta un incremento del 42,85%. Por la crisis, sostienen
ellas/os. Por la demanda, agregan en el gobierno.
El proyecto del ex Jefe de Gabinete incorpora el artículo 127 bis al Código Penal,
mediante el cual se disponen penas de uno a tres años para quien “utilice o procure
servicios sexuales de una persona sabiendo o debiendo saber que es una víctima de trata
de personas”. En los casos en que las víctimas sean menores de edad, las penas se
incrementan de cinco a diez años.
Sin embargo, no todas las voces son de apoyo. Por caso, Elena Reynaga, referente de la
Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), salió al cruce de estas
iniciativas legislativas. “Al clandestinizar al cliente, nos clandestinizan a nosotras, y eso
agrava la trata y la explotación”, sostuvo Reynaga, quien también cuestionó a la policía:
“Una cosa es la policía de Suecia y otra la de Argentina, que hace caja con nosotras”,
agregó.
Las políticas para luchar contra la prostitución deben ir junto con la de inmigración
interna y externa. Se trata siempre de mujeres –muchas menores de edad- que viven
aterrorizadas, amenazas y son víctimas de violencia de todo tipo, e incluso se las
despoja de la documentación y del alma. No tienen contacto con el mundo exterior y
otras ni siquiera saben en qué ciudad se encuentran. Hay que tomar conciencia de que la
prostitución constituye una grave violación de los derechos de la persona y que el
cuerpo humano es inalienable. En materia de prostitución no hay ningún derecho que
pueda avalar semejante esclavitud.