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Hacia una agricultura sostenible y climáticamente inteligente en Venezuela

Por Alejandro Álvarez Iragorry. Coordinador de Clima21 EL NACIONAL septiembre 9,


2019

 Ambiente: situación y retos

En el escenario de una transición política hacia un país democrático surgirán conflictos


entre sectores que buscarán defender sus criterios en los procesos de cambio.
Uno de esos conflictos posiblemente sea entre los que consideran indispensable iniciar
un programa intensivo de siembra que permita cubrir la demanda insatisfecha de
alimentos de la población y por otra parte, la de los grupos que entienden que el
futuro del país depende de realizar una transición hacia la sustentabilidad ambiental,
incluso en el sector agrícola.
Puesto así, suena a un conflicto insuperable y por supuesto deberíamos decantarnos
por tener alimentos para una población en crisis alimentaria. Pero por lo contrario, es
un falso dilema y es en los principios del desarrollo sostenible, la Constitución Nacional
y Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que se pueden lograr
compromisos, que puestos en práctica, serán muy beneficiosos para el país y su
gente.
En este sentido, vale la pena proponer algunas ideas básicas para iniciar el trabajo de
lograr unas políticas que promuevan la agricultura sustentable de acuerdo al artículo
305 de la Constitución y la meta 4 del Objetivo 2 de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas. Las mismas están basadas en el conocimiento
actual sobre sostenibilidad agrícola y el hecho de que Venezuela es un país muy
vulnerable al cambio climático son las siguientes:
1. Hacer uso eficiente y sustentable del territorio. Debe evitarse el
crecimiento de la frontera agrícola sobre ecosistemas naturales y nacientes de
ríos. La actual superficie dedicada a la agricultura, incluyendo la subutilizada por
malas prácticas, expropiación o abandono, es suficiente para la producción
nacional. Asimismo, la misma debe estar basada en el conocimiento de las
capacidades y limitaciones ambientales de los diferentes espacios territoriales
del país.
2. Ser climáticamente inteligente. El cambio climático tendrá efectos negativos
sobre la producción agrícola principalmente debido a una reducción de la
disponibilidad de agua. Por ello es indispensable establecer prácticas agrícolas
responsables con el agua disponible y condiciones ambientales de cada
territorio. Igualmente se debe apoyar la investigación sobre especies o
variedades adaptadas a condiciones de baja disponibilidad de agua.
3. Promover el uso de controles biológicos y prácticas agroculturales para
el control de plagas y malezas. De acuerdo con el Convenio de Estocolmo y
otros instrumentos internacionales debe restringirse el uso de pesticidas del
grupo de los compuestos orgánicos persistentes, neonicotinoides y compuestos
para el control de malezas del tipo del glifosato.
4. Promover el cultivo de rubros agrícolas no convencionales autóctonos y
la diversificación de cultivos. Es necesario apoyar el cultivo y
comercialización de especies locales subvaloradas, con alto valor nutricional y
comercial, adaptación a las condiciones ambientales locales, así como menor
impacto ambiental. Asimismo, apoyar el uso de la biodiversidad venezolana
como potenciador de la producción agrícola y la identidad nacional.
5. Promover la agricultura “cero kilómetros”. Será necesario la
implementación de circuitos cortos de producción y consumo. Esto para evitar la
necesidad de largos desplazamientos de los insumos y productos agrícolas. Para
ello será necesario apoyar el ordenamiento de la agricultura en espacios
ecorregionales, el apoyo a iniciativas de agricultura urbana y el apoyo a las
industrias locales de procesamiento de productos agrícolas.
Algunas de estas ideas pueden ser implementadas de manera inmediata. Otras podrán
realizarse a mediano plazo. La clave para el éxito siempre será: el diálogo, el
conocimiento científico y la claridad de objetivos de largo plazo.

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