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Sobre ¿la cohesión?

Es sorprendente que Newton, aún con todos los descubrimientos y aportaciones


que hizo en mecánica, óptica y matemáticas, haya hondado en lo concerniente a
las fuerzas que mantienen “junta” a la materia. Creo que ya era mucho pedir que
lograra llegar a un resultado tan bien construido como sus teorías de la gravitación
o referentes a óptica, y aún así logró dejar sentadas varias ideas que serían
retomadas más adelante tanto para enriquecerlas y seguir construyendo sobre sus
cimientos como para oponerse a ellas y tratar de refutarlas proponiendo otras
distintas.

Newton mencionó en el prefacio de los Principia que sería muy conveniente que el
comportamiento de los demás fenómenos observados en la naturaleza pudieran
ser estudiados y modelados de manera similar a como él derivó los principios
mecánicos, y que él tenía la intuición de que los demás fenómenos físicos
observados en los cuerpos se debían a fuerzas entre las partículas que componen
a dicho cuerpo y que las mantienen adheridas e impulsan unas contra otras de
manera que tomen posiciones bien definidas y le den características distintivas al
cuerpo. Posteriormente mencionó que aunque él no pudo llegar a nada bien
cimentado, esperaba que toda la teoría física desarrollada en su libro ayudara a
alguien más a formular una teoría más sólida sobre estas fuerzas. En este
pequeño fragmento, Newton deja en claro una de las características más
esenciales de los físicos: buscamos analogías. Un ejemplo claro de esto es
cuando en mecánica clásica estudiamos el movimiento uniformemente acelerado y
posteriormente la dinámica del cuerpo rígido. Encontramos varias magnitudes que
desempeñan papeles muy similares en su respectivo movimiento: desplazamiento
y desplazamiento angular, velocidad y velocidad angular; la segunda les de
Newton y la expresión de la torca como el producto del momento de inercia por la
aceleración angular. Y es entendible, la tarea fundamental de un físico es medir y
con base a sus mediciones formular modelos que describan de la mejor manera
posible lo que está midiendo. Por ello es que si ya sabemos cómo medir algo,
sería grandioso para ahorrarnos tiempo y esfuerzo que en otro fenómeno
encontremos algo que se comporta como aquello cuya naturaleza ya es familiar
para nosotros.

Aunque Newton y sus seguidores a fin de cuentas tuvieron razón en explicar que
la cohesión y la adhesión se debían a fuerzas entre las partículas que componen a
los cuerpos, no pudieron formular un modelo que explicara la forma en que esas
fuerzas actúan, que es donde residía la verdadera dificultad del asunto, como
explica uno de sus propios seguidores (Desmarest). Aunque esto es bastante
comprensible, ya que en el siglo XVIII la física todavía estaba muy limitada y
algunos de los esquemas propuestos para describir el comportamiento de estas
fuerzas eran mecánicamente imposibles, sin mencionar que el entendimiento de la
mecánica como hoy la conocemos aún no era establecido.

También se intentó hallar un esquema para explicar el comportamiento de las


fuerzas que originan la cohesión y la adhesión empleando la física química, pero
no hubo muchos que buscaran esto porque en ese entonces la rama popular de la
química era la orgánica.

Finalmente tuvieron que llegar Thomas Young y Laplace a formular la teoría


necesaria para explicar el más grande fenómeno consecuente de las fuerzas de
cohesión y adhesión: la capilaridad de los líquidos. Aún así aunque ellos fueron los
que terminaron explicando el comportamiento de este fenómeno, la idea
fundamental la tuvo Newton más de un siglo antes.

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