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Mapas globales de la cultura como resistencia.

Correspondencias y
disidencias del pensamiento queerness

Frans Martínez Pintor1

El presente nómade de investigación se vincula directamente con la


inclusión de perspectivas de género y temas de mayor visibilidad
social, desde donde se posiciona el creciente interés en torno a
contenidos de gran interés, proyección y tensiones o disidencias del
pensamiento libre. Entre algunos hechos de mayor relevancia
contamos con el impacto socio-cultural, cuyo objetivo principal no es
otro que sensibilizar el alcance propedéutico de la Ley de Identidad
de Género en las democracias y regímenes que antepongan el
derecho a decidir y de opinar. Para esto, los enfoques de abordaje de
género, disidencias y otras anomalías para el sistema patriarcal,
hemos de enfocarlas desde una perspectiva teórico-genealógica, que
no solo tenga presente el devenir humano, sino su complejo
desarrollo. Ni que decir tiene que, tanto las teorías y el pensamiento
filosófico como las representaciones culturales, son ambas caras del
espectro político, a tenor de lo que significa una interpelación directa
a la experiencia autónoma.

En segundo lugar, la construcción de redes comunitarias y afectivas


de resistencia2 invita a la esperanza relativizada y compartida por el
máximo número de personas y culturas. La idea de sociedad
igualitaria es discernible bajo una contención de conquista sobre la
manipulación que ha supuesto la indefinición del ámbito queerness. Al
respecto, redes ligadas a movimientos sociales nos permite extraer
algunas características importantes a la hora de comprender de
forma coherente su comportamiento social. No cabe duda, la
alternativa virtual ayuda a nuestro propósito, dado que la red es un
filtro para distanciar la intolerancia próxima y conseguir alcanzar
territorios, que de otro modo sería imposible. La voz conciencia a
quien escucha en silencio y para esto, la red cuenta con la
complicidad de ambas partes, es por ello que tras esa fase de
comunicación y asimilación prolongada, nos encontramos con la
encomienda de publicitar y sobre todo de expresar inteligentemente
otras formas de ver el mundo.

1
Catedrático de Bioética Aplicada y Experto en Inteligencia Social. Docente,
Tratadista y Presidente del Observatorio Bioético de la Comunicación Creativa.
2
Saxe, Facundo Nazareno. Teorías Queer. Géneros, feminismos, disidencias.
U.N.L.P. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Por último, este abordaje interdisciplinario desde una perspectiva
genealógica de la disidencia social, los feminismos subversivos y las
teorías queer, apenas cuenta con el apoyo institucional oportuno,
pero la realidad demuestra el atraso social que las democracias
arrastran en su paupérrima práctica, y ello debe ser corregido. Todos
sus miembros deben tener la posibilidad de intervenir en el logro de
necesidades básicas insatisfechas, así como una cierta permanencia
en sintonía con la comunidad. En nuestra experiencia personal y
socializante hemos podido constatar la presencia de no sólo variadas
interpretaciones de cuño originales, sino incluso inesperadas. Las
comunidades en su papel creativo y organizativo disponen de
diferentes fórmulas idiosincráticas, cuando menos participativas y sin
comprometer ninguna base paternalista, religiosa o de creencia
alguna. Estamos en un espacio global en el que ya no se puede
excluir de forma pública a ninguna persona o comunidad, tan solo a
nivel personal. Lo cual les deja en desventaja racional y en clara
evidencia antidemocrática, y claro que de alguna manera cualquier
sistematización de acciones en este sentido nos sitúa por encima
incluso de la historia.

En definitiva, la significación tanto disruptiva como social de


feminismos subversivos y sexualidades no normativas, ha de
configurarse desjerarquizada o a lo sumo transversal, en tanto que la
lectura y análisis filosófico y cultural se engloba en un marco bioético.
La estigmatización de todas las diversidades supone identificar las
circunstancias antropológicas más oscuras que el ser humano profesa
por ignorancia y a veces por un miedo refugiado en un odio a lo
diferente.3 Una vez que la cultura como resistencia y espacio de
representación disidente, conceptualmente extralimita una cultura
silenciada, la veda intelectual nos obliga a propugnar una sociabilidad
queerness frente a todo tipo de patologización mental. La normalidad
abyecta viene a darnos la razón, la homogenización cultural es un
hecho irrevocable en el que se muestra como único proyecto de
sociedad viable, pero compatible con la singularidad individual. Los
caminos para alcanzar estas alternativas nos revelan como sujetos
históricos y como identidades resistentes, de cuya experiencia se
extrae esa cultura de dominación-dependencia, que hay que invertir
como opción pedagógica para construir nuevas identidades. 4 Por
tanto, el modelo de comunidad está orientado a lo común que tiene la
gente en su estar en común, sea cual fuere la finalidad de alcanzar
una multiplicidad de opciones personales sin necesidad de
permanencia en el tiempo y forma.

3
Villena, Luis Antonio de. El mal mundo. Barcelona: Tusquets, 1999.
4
Romero, Maria Isabel. La identidad: un enclave de resistencia cultural. En Camino,
Revista cubana de pensamiento sociotelógico. 2012.
¿Hay identidades individuales o colectivas?

El modelo de práctica transformadora constituye una herramienta


interventiva para el diseño social, sin tomar en cuenta la complejidad
estratégica por ser abstracta y menos universalizante. Un modelo
utilitario obedece a razones de eficiencia y operatividad, en su lógica
de contención emocional y por consiguiente, adecuado para un
entorno simple y estable. Aunque la individualidad es una identidad
que interactúa con otras, se corresponde en gran medida con la
manera de satisfacer con más detalle las características substanciales
o sus proyectos de acción. Por un lado, la suficiente autonomía
desarrolla sentidos psicológicos de pertenencia a entidades afines o
análogas, pero también no actúa como individualidad aislada. Hemos
de operar con la comunidad siempre percibida como un espacio de
contravalores, entendida como plataforma de salud mental positiva.
En ese sentido, el proceso de individualización o de personalización es
parcialmente de existencia comunitaria, lo que nos avala para ser
disidentes con algunas de las costumbres y los estereotipos del todo
incompatibles con lo queerness.

Desde el enfoque comunitario los individuos desechan sus diferencias


cuando se calcula un beneficio mutuo, pero hay que tener en cuenta
que estos mismos son disidentes con la misma rapidez de un impulso
subjetivo. Los factores psicológicos son variables, dado que para que
se produzcan se requiere de la participación del individuo, y en ese
sentido no queda otra, mi identidad es muy individual y de extensión
participativa. Hasta aquí, todo cuanto se diga es capaz de salir de sí
mismo y adquirir conciencia de otros, del sentido que cada persona
tiene de su lugar en el mundo y como una unidad diferenciada,
identificable, limitada, según Romero. Para este autor, el sentimiento
de identidad depende de su intelecto y en esto lo queerness se suma
de grado y reflexivamente, pues constituye un sistema de orientación
fenomenal. A su vez, es preciso actuar conjuntamente en defensa de
la individualidad y en armonía sobre el resto de las fuentes de
sentido. En ese proceso de construcción de identidad la disidencia es
vertebrada sobre la base de los materiales culturales, de los que se
nutre a conveniencia y no por norma. La identidad se expresa
integralmente en su constitución y transformación, por lo que de
ninguna manera es susceptible de enajenación en su diversidad.

Es previsible que desde la ética creativa se consiga promover una


apertura o liberación de cualquier tipo de opresión, que por justicia ya
tocaba en un siglo revolucionario, globalizador y esquizofrénico. Al
final debería triunfar la emancipación humana, el respeto universal
por cada forma de ser a favor de la perspectiva ecológica. A medida
que la diversidad cultural se normalice y se reconozca como una
fuente de poder inclusiva, de empoderamiento real y de participación,
los procesos de liberación y de construcción a favor de sus realidades
sociales estarán en posición de salida para que podamos considerarla
teocráticamente viable. La resistencia ha imposibilitado prácticamente
que se comprenda como concepto y como cultura, tras reprimir la
acción de oponerse a algo con todo tipo de manipulaciones y contra-
verdades, de manera que en lo queerness la autoafirmación se basta
a sí misma para explicarse. En consonancia con las experiencias
colectivas, su singular identidad subyuga la independencia a una
florentina autonomía, de corte más combatiente que amenazante. Por
cuenta de los procesos más diversos, la aceptación del carácter social
dio paso a que el pensamiento crítico aceptara con la misma fiabilidad
a la disidencia en todas sus variantes.

Algunos itinerarios en el dialogar con la circunstancia

En la práctica organización interna la pertenencia participativa es


primordial, esto significa que antes de ser sujetos somos
potencialidades al servicio de una causa. Se establece así un vínculo
con lo único real (Ricoeur, 2001) entre lo propio y lo opuesto,
presuntamente como una totalidad indivisa, que se relaciona
gestáticamente y objetivamente con otros individuos. Para Heidegger
una personalidad debe ser comprendida en su peculiar constitución,
más allá de la biología y el lenguaje con el que comunica sus
diferencias. Hablamos de una radical apertura en la constitución
misma de conocerse en profundidad, como sustancia subjetiva frente
al mundo. Ahora bien, si una entidad autónoma se proyecta como
objeto existencial, su aportación filosófica se presenta en un sentido
restrictivo y meramente unitario. La experiencia nos muestra un
mero reflejo posicional en el mundo, dejando lo más valioso oculto a
todo conocimiento. Por su parte, la conciencia de sí nunca llega a
alcanzarse como objeto, según Sartre, referida a la totalidad concreta
y en cuanto como unidad ideal. Entonces, la conciencia nunca se
atrapa a sí misma, pues ello sería una disforia de identidad, un
espejismo en el que no queremos reflejarnos. En este nivel de
representación la concepción clásica del sujeto no se sostiene en esa
tentativa queerness de cambio progresivo. De hecho, si la conciencia
está ahí antes de ser conocida, el género es ajeno al conocimiento.

Nada sabemos de valores metafísicos, a lo sumo del sentido íntimo


que le ponemos a nuestra relación con los demás, pero una cosa es
hablar y otra comunicar. Es necesario conocer y reflexionar para
nuestro desarrollo individual y así encontrar el sentido de la vida,
aislados de la realidad cuando esta no es deseable por nadie. En
cambio, bajo la filosofía de lo queerness el sentido de las palabras y
sentimientos goza solo con el conversar, serenamente en busca de lo
mejor de uno mismo. A través del diálogo intrapersonal ensayamos la
búsqueda filosófica de una verdad que suele andar por la resistencia
y los pasos que nos lleven al lenguaje del alma. Resulta paradójico
que sean creyentes, no se sabe de qué, quienes confundan escuchar
de corazón con un diagnóstico superficial de disforia de género,
aunque viendo su ceguera es más preocupante la dependencia social
de esta gentecilla tan etiquetable y perversa. El prestar verdadera
atención depende del sentido crítico con el que miramos y después
observamos un comportamiento activo, solo así llegamos al mensaje
que esconde. Pero el dilatar la visión no es nada negativo, escuchar lo
que resulta difícil es incluso atractivo y ya puestos, por qué no actuar
mejor para con nosotros mismos.

Mientras la otredad habla de nuestras angustias repasando nuestros


archivos mentales, le damos entrada a la conversación que nos dice
solo lo que queremos escuchar. Es humano decidir y de corregirse al
instante para más útil a los demás y honestos frente a frente.
Ciertamente, un encuentro humano con una naturaleza invertida
comienza siendo una excusa para no hacer nada o cambiarlo todo. Lo
que queremos transmitir puede ser malinterpretado o rechazado,
distorsiona la claridad del mensaje y hasta confunde el sentido de las
palabras. Lo que sobra aquí es el interlocutor, no lo esencial del
objetivo de la conversación. En lo queerness, los otros son testigos de
su pequeño protocolo, no nos enseña generalmente nada y para
podernos hacer entender, lo más objetivo es el sentido natural de la
palabra. A menos que sea algo estimable, la creatividad nos hace
independientes y cabales, en tanto que es muy difícil vivir en
sociedad, si permanecemos en la cultura de resistencia. No es
incompatible tratar de perfeccionarnos con querer reconstruirnos
desde lo opuesto. Sin saberlo, nuestras mejores cualidades nos llevan
a la autenticidad, donde se empieza a reconocer nuestros límites y se
tolera la única forma de “sentir” y de “vivir” lo mismo que los demás,
pero en pro de una singularidad que nos hace especiales. Hay
asimismo una reapropiación del origen en otra dirección, para
designar lo que no se puede designar, ya que lo queerness para
Barker (2017) define la identidad de quienes se escurren por los
márgenes, de quienes escapan de esas políticas de identidad.

Disciplina que se niega a ser disciplinada

No es de extrañar que el orden simbólico en su desarrollo y relación


con el contexto desvela como insuficientes las sinrazones de la
psiquiatría. Cabe destacar el activismo trans* bajo un criterio
diagnóstico, de cuya turbulencia científica nada se puede esperar
porque reman contracorriente. No se puede opinar de lo que no se
conoce ni se pertenece, y por mucha iatrogenia recetada que se
cosifique, no utilizaremos diagnósticos sino clasificaciones
desproporcionadas. En lo queerness, ese aspecto inefable de la
identidad ilumina nuestro modo de presentarnos ante el entorno,
tavestidos hasta cierto punto, siendo este tipo de diferencias un valor
en sí mismo. El estudio de la única personalidad desde su posición
hegemónica obliga al repliegue individual con especial ansiedad ante
la presión cultural y en base a diferentes formas de opresión. No es
que haya que defenderse de su erótica y su discrepancia de la cultura
popular, que pervive de forma perversa por doquier, lo que puede
mantenerse a riesgo de entrar en una categoría supuestamente
patológica. En el mejor de los casos, la no regulación de las eróticas
se ha convertido en la cara disciplinaria de la voluntad de poder y su
expresión de la misma.

El fetichismo social y su hecho de apariencia me es sospechoso


porque, un objeto deseante dentro de un marco regulatorio concreto,
es un fenómeno que potencialmente ritualiza el comportamiento
como hecho de vivenciarse en la patologización heteronormativa.
Ante esto nos atrae la idea de la resistencia mediante la disidencia sin
aventurarnos a seguir posiciones liminales ni a contemplarnos
impasibles en el imaginario colectivo. Especialmente encontramos
fuera del orden natural otras formas más líquidas e interesantes, que
deslegitiman al binarismo con las demás expresiones de la sexualidad
y de libertad. No existe diferencia entre una práctica de preferencia y
otra, lo que resulta novedoso es plantear las respuestas antes que las
preguntas. Realmente, los sujetos asexuales se convierten en
peculiares, los inteligentes en raritos, los sabios en ignorantes de la
mayoría y la mayoría en la materia gris de un amalgama de incestos
mentales donde prima sobre todo la satisfacción personal. La
transmisión hereditaria se difumina a lo largo de los días, como la
lealtad a las ideas, frente a la habitual cosmovisión dimórfica. Por
otra parte, si nada permanece ¡a qué hemos de oponernos! Y por qué
no se declara libremente o circunstancialmente cada cual de uno u
otro sexo, género o pensamiento. La Nueva situación construida a
base de discursos sobre derechos humanos ha contribuido a dar una
simple pincelada en la visibilidad de la coexistencia de tanta
diversidad. Hoy la cultura desborda múltiples opciones de expresar
abiertamente sus prácticas ocultas y reprimidas, mientras que en
tanto la deconstrucción patologizante persiste como una tara
intelectual notable.

El debate transhistórico nos plantea dificultades sobre el hecho de


que su reflexión va más allá de los datos, habida cuenta que a las
personas no le valen5 aquellas aportaciones ajenas o contrarias a su
conocimiento. La versatilidad por muy limitada que fuese no permite
abrir interrogantes simplistas, pues una mirada capacitada para la
construcción y el mantenimiento de su identidad individual y

5
Luis Suárez Gallardo sobre las "Teorías biológicas que intentan explicar el origen
de la preferencia.
colectiva, basta y sobra. Nuevas preguntas nos han sugerido
inquietantes cuestionamientos sobre la naturaleza humana, además
de nuevos espacios de discusión, pero el problema que la
interlocución con las instituciones y demás poderes fácticos no están
por la labor de cambiar su efímero o dudoso estado de seguridad, mal
llamado de bienestar. Así, sabemos ahora a trancas y barrancas el
sentido en que los significados que le atribuimos a la sexualidad están
socialmente organizados (Ana P. Cabrera) Pareciera que construir las
identidades amenazara cada vez más a un tipo específico de
personalidad familiarizado con la caverna. Es fundamental encontrar
la identidad del sujeto entre el reconocimiento y la angustia de una
sociedad que está en continuo cambio.

La asunción de diversas identificaciones es el paso previo a los


procesos identificativos, pues como nos asevera la doctora, nadie
puede tener la certeza de coincidir con su propia imagen. 6 Se puede
pensar en principio y con cierta exasperación cual acorralado está el
orden de lo imposible y la subversión en términos de lo incognoscible.
Lo que nos existe nos parece, paradójicamente susceptible de
alteridad y subjetividad, por lo que podemos imaginar nuevos
conceptos simbólicos alrededor de una variable sin eje, pero no
menos tremenda. Progresivamente, la posibilidad de elegir entre lo
público y lo privado, al ser la idea de de lo natural una cuestión
exclusiva, iremos viendo cambios ideológicos y estratégicos más
significativos esa población de los diferentes. El desafío es construir
una política universal, una personalidad singular y durante su etapa
de diseño transversalizar los ejes género y diversidad sexual 7 entre
otros muchos. Este saber es condición de independencia al
constituirse en la misma disidencia, lo que es una manera de
posicionarse ante la injusticia o castrarse cada día. Esta sociología de
la desviación implica que la manifestación de la sociabilidad en la
construcción de la identidad considera neutras o tolerables a
personas queer en los espacios alternativos de reconquista. De esta
manera, la visibilidad lésbica estetiza a las demás variantes como
contraparte, meciendo a la razón en un sentido preformativo. 8 Una
aportación más, como consecuencia de su bagaje cultural-ideológico,
la identidad es parte de una sociedad derivativa a la que “le adjudican
ese lugar y distinción particular” (Chihu, 2002. pp. 18-19) en el que la
6
Ibid, 148
7
Rubin (1996:159) define al sistema sexo-género como “un conjunto de
disposiciones por medio del cual una sociedad transforma la sexualidad biológica en
productos de la actividad humana, y en el cual las necesidades sexuales así
transformadas son satisfechas.
8
Foucault (1977. p. 37) denomina a estas sexualidades como periféricas y ausentes
de lo complementario, no lejos de estar por por debajo de la “norma” (McDowell, 2000. p.
263. Y sin embargo las normas y valores reproducidos al interior de la familia son legitimados a través
del reconocimiento que le otorga otra institución indisolublemente ligada a aquella.
retórica preformativa tiene una necesaria dimensión aporética dentro
de la comunidad. Mediante la palabra servimos los modos de
significar desde una idea feliz a una referencialidad reconstructiva,
por lo que esperamos subvertir la oposición histórica a la libre
gramaticalidad del cuerpo mostrando una emisión alegórica de la
consideración, según Felman (1989:104) de una modificación de lo
real.

Bibliografía

BARKER, M-J. y SCHEELE, J. (2017) Queer: una historia gráfica.


Alcobendas. Melusina.
CABRERA, A. (2004) La Diversidad y Lo Diferente.
CHIHU, A. Introducción en Sociología de la identidad. Universidad
Autónoma Metropolitana. México. 2002.
FELMAN, S. (1980) Le scandale du corps parlant. Paris: Seuil.
FOUCAULT, M. Historia de la Sexualidad. 1. la voluntad de saber.
México. Siglo XXI Editores. 1977. 28ª. Edición p.194.
MCDOWELL, L. Género, Identidad y Lugar. Un estudio de las
geografías feministas. Madrid: Ediciones Cátedra. 2000. p.399.
RICOEUR, P. (2001) Del Texto a la acción. Ensayos de hermenéutica
2. Fondo de cultura económica. Buenos Aires Argentina.
RUBIN, G. (1989) Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría
radical de la sexualidad. España: Ed. Revolución.
SARTRE J. P. (1984) El ser y la nada. Traducción de Juan Valmar.
Madrid: Alianza Ed.

http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/ce/scpd/LIX/sediv_apr
ox_anali.pdf

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