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LA ENSEÑANZA DE LA MÚSICA

Pedrell [seud.]

El desastre musical en el Ecuador obedece a dos causas principales.

Primera: falta de organización en la enseñanza, y segunda: falta de


profesores debidamente preparados para tal enseñanza.

Estuvo muy bien que se fundara el Conservatorio de Música en Quito, como


simiente del arte; y es indudable que al seguir la ruta de progreso que le
imprimiera García Moreno, en vez de ser clausurado a su muerte, el Ecuador
estaría al presente ocupando lugar distinguido entre los países del continente
por su preeminencia en e1 divino arte.

Desgraciadamente, nunca existió en el Ministerio de Bellas Artes el


organismo técnico que rigiera la marcha de la Música; y esta omisión ha
producido el caos.

El Conservatorio de Quito debió ser uno como colegio Normal musical, en


donde se formaran -por medio de cursos intensivos- los profesores que lle-
varan la "buena nueva" del arte a las escuelas primarias; o, mejor quizá, el
profesorado del Conservatorio debió ir a los Normales a preparar en el
conocimiento de la música a los alumnos de estos planteles, quienes, como
se observa en todos loa países civilizados, no habrían podido graduarse, pero
ni siquiera pasar de año, sino llenaban ampliamente el programa de música,
a fin de que cada uno de ellos fuera también profesor de esta materia en su
respectivo grado.

Mas, si esta disciplina no ha sido implántala todavía, hay que implantarla


inmediatamente, por que sólo de la instrucción musical que se dé en las
escuelas primarias depende el porvenir musical en el Ecuador.

La falta de buenos profesores de música en las escuelas ha vuelto nugatorio


el esfuerzo de1 Estado al implantar la enseñanza musical.

Sin texto musical, sin buenos profesores dignos de tal nombre, sin plan
de enseñanza, sin directivas, sin repertorio adecuado, sin suficiente
tiempo para el estudio ¿cómo imaginar siquiera que la instrucción
musical en las escuelas pueda llegar a ser jamás una realidad efectiva? Y si a
los niños no se les enseña la música desde la escuela, juntamente con las
otras materias ¿cuándo se es pera que aprendan? ¿Cuando sean personas ya
formadas, cuando ya tengan necesidad de un oficio, profesión o empleo para
vivir. ... ? ¿En los conservatorios?....

Pero ¿no es absurdo fundar conservatorios para que a ellos vayan hombres y
mujeres a comenzar con los rudimentos de un arte tan difícil como es la
música, en el momento mismo en que -si las cosas se hicieran como se debe-
habrían estado en condiciones de recibir sus diplomas de maestros
instrumentistas o compositores? Esta conducta ¿no equivale a la de aquel
que tuviera la ocurrencia de fundar universidades para que allá fueran a
aprender el A, B, C los hombres y las mujeres, prescindiendo absolutamente
de organizar escuelas primarias para niños?...

En mi concepto, debieran de clausurarse dos de los conservatorios


existentes, hasta que a ellos pudieran ir alumnos preparados en teoría y
solfeo en las escuelas primarlas, en donde se les podría enseñar algunos
instrumentos para formar con ellos orquestas y bandas infantiles, como se
observa en otras partes. Entonces los conservatorios de Quito y Guayaquil
serían reorganizados con verdaderos maestros que fueran traídos del
exterior, individuos de ciencia y de conciencia, como hizo Chile a principios
de este siglo. En ciertas provincias se fundarían liceos de bellas artes para la
verdadera ruptura del pueblo.

Mientras tanto, el Conservatorio de Quito debiera funcionar como escuela


para la preparación de profesores de música en las escuelas primarias, con
un personal pequeño, pero selecto.

Con lo que cuesta el mantenimiento de los conservatorios se organizaría


cursos intensivos para la formación de profesores de música para las
escuelas, y se adquiriría en e1 exterior todo el material necesario al caso,
como textos de solfeo y colecciones de cantos escolares para ser repartidos
en toda la nación. Hay, pues, que arrancar el mal de raíz y preparar el terreno
para la verdadera implantación del divino arte.

Desde 1911, la música en el Ecuador ha arrastrado una existencia de burla y


engaño.
La misma obligación que sobre los normalistas debiera pesar -en cuanto a la
preparación musical- sobre los alumnos de los noviciados de Hermanos
Cristianos y de todos los institutos religiosos que forman profesores de uno y
otro sexo para la enseñanza primaria. El Estado facilitará los medios
materiales al objeto, para que la Campaña en pro de la música sea una por el
esfuerzo, por la doctrina, por los medios y por el ideal patriótico.

Los colegios fiscales, municipales y particulares estarán obligados a la


instrucción musical. Además, se insinuará a la Autoridad eclesiástica la
conveniencia de implantar formalmente, en seminarios y conventos, el
estadio de la música litúrgica, de acuerdo con las prescripciones del Motu
Proprio de Pío X y las de la Constitución Apostólica de Pío XI, con lo cual
se aseguraría una elevada cultura musical en el Ecuador.

Fuente:
Escenario, Nº 7, p. 7. Quito, 21 octubre, 1944.
Compilación y levantamiento: Fidel Pablo Guerrero

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