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Aquí y en China

Por Roberto Martínez (08-Feb-1997).-

A pesar de que el régimen comunista chino hace unos años presumía de haber
acabado con las enfermedades venéreas en su país, en la década de los 90 las
estadísticas muestran más de 100 mil casos de pacientes hospitalizados a
consecuencia de este tipo de problemas y, además, la prostitución se ha salido de
control.

El 70 por ciento de las prostitutas son jóvenes menores de 20 años, y el 63 por


ciento tiene un empleo legítimo y ocupa sus horas libres de esta manera para
obtener un ingreso adicional.

Una de las víctimas de esta situación amoral que más me ha impresionado es un


bebé que nació en un hospital de la ciudad de Guangzhou.

Al momento del alumbramiento, el recién nacido no dejaba de llorar y tenía sus


ojos rojos, hinchados y cubiertos con una sustancia mucosa.

Tras diversos análisis se diagnosticó que padecía de una aguda conjuntivitis


gonorreica. El padre del pequeño paciente se había contagiado por visitar una casa
de citas y después transmitió la enfermedad a su esposa, que por estar embarazada
contagió a su vez a la criatura.

En México no somos ajenos a esto y falta hacer frente al problema de la


prostitución, pero el relativismo moral que impera hace que las autoridades no
tomen cartas en el asunto. Muchos alegan que no se hace daño a nadie y el
Gobierno delimita zonas de tolerancia. Aparentemente, basta entrar en este
territorio para que los actos ilegales dejen de serlo, algo así como las tiendas duty
free, pero estos "comercios" son "moral free".

Se ridiculizan públicamente las buenas costumbres para manipular a los jóvenes y


satisfacer intereses ocultos de los que se benefician económicamente con la
producción y distribución de todo tipo de materiales que promueven y facilitan una
serie de actividades amorales. Ahora incluso tenemos cada vez más anuncios
panorámicos que nos dan un testimonio silencioso de la decadencia que estamos
permitiéndoles a los publicistas.

El colmo fue para mí constatar el sábado pasado que en un canal de cable,


programaron una película clasificación C por la mañana.

No sé tú, pero yo cuando estaba niño me pasaba el sábado por la mañana viendo la
tele, especialmente en los días fríos y lluviosos. ¿Qué tranquilidad puedo tener de
que mis hijos vean televisión durante el día sin supervisión de un adulto? Si no
cambia esta tendencia me veré acosado con mucha frecuencia por preguntas
incómodas de los pequeños habitantes de mi hogar.

Es muy fácil decir que cada tiene la libertad para decidir lo que está bien y está mal,
y que lo importante es no hacerle daño a nadie. La realidad es que el relativismo
moral es una bomba de tiempo. Si la moral está basada en la libertad y el amor, y
tiene como objetivo ordenar nuestras vidas para preservar principalmente estos
dos valores, ¿no crees que es tan sólo cuestión de tiempo para que en una sociedad
donde todo es relativo surja la esclavitud y el egoísmo?

No es exageración. Piensa tan sólo en las personas que ganan el salario mínimo.
¿Acaso no están condenadas como esclavas a trabajar toda la vida a cambio de esos
sueldos de hambre?

Para ellas es imposible inscribirse a un Afore para asegurar sus últimos años.
Piensa también en los miles de abortos, divorcios, experimentos con fetos y
suicidios asistidos que se dan en el mundo. ¿No son cada uno de éstos, actos
contrarios al amor y al respeto de la vida?

El apego a la moral supone una forma de vida. Una vida en la que el individuo
actúe según un código de criterios bien definidos que le permitan desarrollarse de
manera ordenada a fin de que no pierda su libertad y favorezca la construcción de
lazos de amor en sus diferentes manifestaciones: lazos de amistad, paternidad,
fraternidad, etc.

El sujeto debe tener la capacidad de reconocer el camino recto, la verdad del


hombre y el respeto de la vida. Para esto, la sociedad debe contar con una
estructura de leyes e instituciones que se construyan con fundamento en la ley
moral para que exista coherencia en el interior y en el exterior de cada persona.
Una doble moral, es decir, cuando la moral personal y la que se impone
socialmente son opuestas, constituye un lastre que frena el verdadero progreso de
la sociedad.

Te pongo el caso del avance hacia la democracia, que la mayoría de los partidos
políticos en México desean. Lo contrario a democracia es el absolutismo. Cuando
no se respeta la libertad de la mayoría para elegir a su gobernante, se habla de
tiranía; cuando leemos noticias de masacres, homicidios y secuestros por motivos
políticos, también nos viene a la mente la impresión de que aquella región está
sometida a un poder absolutista.

A veces pienso que buscamos la democracia como quien lava platos. Para
limpiarlos los tallan con el estropajo hasta que remueven todas las manchas. Así
pretendemos que tan sólo con el respeto al voto se alcance la democracia,
eliminando una a una las posibilidades de fraude.

En una verdadera democracia se debe respetar no sólo la libertad, sino sobre todo
la vida.

Cuando destruimos la vida de los más desprotegidos, aquellos que no tienen


todavía credencial para votar porque no han nacido, o porque están enclaustrados
en un asilo de ancianos, no podemos presumir de haber logrado la democracia.

La tarea de construir una sociedad democrática no acaba tampoco en las reformas


legislativas para defender la libertad y la vida. Es primordial asegurar que las
futuras generaciones tengan acceso a una formación correcta y permanente que los
"vacune" de la manipulación, ese espectro que tiene por amo a los ricos y poderosos
y que roba la individualidad a las personas para convertirlas en masas gregarias de
consumidores serviles.

Aquí y en China, el hombre sin raíces en la vida moral es hoja que se lleva el viento
y víctima de sus pasiones desordenadas.

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