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No sé tú, pero yo cada vez noto que los medios masivos transmiten más intriga y polémica
y menos información. Cada semana surgen nuevas evidencias y declaraciones referentes a
un sinnúmero de asuntos políticos y sociales que lejos de ayudarnos a construir una idea
de la verdad, nos confunden más.
Aunado a la efervescencia de intrigas y polémicas que roban los espacios a las verdaderas
noticias, existe una tendencia entre los intelectuales y académicos, de negar que el ser
humano tenga la posibilidad de alcanzar la verdad objetiva. Hace menos de un año
participé en un diplomado ejecutivo en ventas en donde uno de los maestros
argumentaba que la lógica no existía. El declaró que lo que es lógico para una persona, no
lo es para otra.
Otros denuncian que la verdad objetiva no es sino una reconstrucción de premisas que
parten de un grupo de creencias y preocupaciones preconcebidas, y que la verdad y el
conocimiento son inventos de la cultura. Esta tendencia tiene como meta democratizar a
la verdad o, dicho de otra manera, hacerla relativa a la opinión de la mayoría y así
someterla al hombre.
Esta postura representa un peligro sutil, pero grande y grave para todo lo que hasta hoy
es considerado como verdadero y bueno: la familia, la vida y la libertad, por mencionar
algunas. Así como se manipulan los resultados de encuestas y el conteo de sufragios, es
muy fácil manipular el lenguaje para ocultar la verdad y distorsionarla.
Nadie discute si la Ley de la Gravedad es verdadera. Los hay que les gusta desafiarla, pero
siempre con la seguridad de un paracaídas o unos tirantes elásticos de grueso calibre que
detengan la caída libre, pues saben que la gravedad existe aunque no les guste. Sin
embargo, hay otras verdades que sí se quieren someter a los gustos personales y son
frecuentemente las que tienen que ver con la moral, lo espiritual y la justicia.
La verdad nos compromete a ser mejores, ya que nos exige honestidad, transparencia,
coherencia, disciplina y sinceridad. Si sometemos la verdad a nuestros gustos y
conveniencias, pronto cosecharemos desunión, corrupción, desestabilidad e injusticias.
A nivel personal, un buen lugar para conocer la verdad es en nuestra conciencia,
rectamente formada, que con una voz inaudible nos dice lo que está bien y lo que no está
bien. En un plano social, debemos exigir de los medios de comunicación un compromiso
con la transmisión de la verdad, porque lo que no es verdad es manipulación, y la
manipulación atenta contra nuestra libertad.
En un mundo relativo, la tolerancia es una virtud muy deseada porque se trata por medio
de ésta de recuperar la unidad perdida, al no haber un acuerdo en lo que se reconoce
como la verdad, ya que la verdad tiene la potencialidad de unir a los que la aceptan. Esta
tolerancia es intolerante con los intolerantes, aquellos que son etiquetados como
fanáticos por reconocer una sola verdad objetiva y defenderla.