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Sobre esta base, el nacionalismo exaltó el sentimiento de unidad de una comunidad que comparte
ciertas características y fomentó el deseo de los pueblos de que sus fronteras políticas
coincidieran con los límites de su comunidad nacional.
Si hubieses nacido en 1789, durante la Revolución francesa, en Francia, al cumplir los 65 años ya
habrías pasado por el gobierno de dos monarquías, dos repúblicas y dos imperios, además de
haber sobrevivido a cuatro revoluciones y siete guerras, probablemente después de participar
en alguna de ellas. Y si hubieras nacido en la península itálica a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, habrías visto a sus distintos reinos unirse después de una larga guerra y conformar
un Estado unificado. Todos estos procesos tuvieron un elemento en común que, debido a su
evolución desde el siglo XIX hasta la actualidad, ha sido cuestionado por historiadores, filósofos,
políticos, entre otros. Este elemento es la idea de nación y algunas de las problemáticas que
surgen a partir de su análisis son:
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Segunda Guerra Mundial, y la Guerra Fría. En este contexto, uno de los ejemplos más
representativos del nacionalismo extremo fueron los nazis en Alemania, cuyo expansionismo y
política antisemita terminaron provocando el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
Como ya viste anteriormente, la expansión de las ideas liberales durante el siglo XIX estuvo
acompañada, en muchos casos, de la conformación de Esta- dos nacionales que buscaron unificar
bajo un mismo gobierno y en un territorio específico a un grupo de- terminado de personas.
Dos de los movimientos nacionalistas europeos fueron las unificaciones de Italia y Alemania.
Según la mayoría de los historiadores que han estudiado estos procesos, ambos compartieron
rasgos como los siguientes:
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Los Estados nacionales en América
El debate entre centralismo y federalismo. Una de las principales discusiones que se dieron
al interior de las nuevas naciones fue la que enfrentó al centralismo, que buscaba establecer un
Estado unitario y un poder central, con el federalismo, que pretendía otorgar autonomía a sus
estados federa- les. En México, esta lucha estuvo unida también a las diferencias políticas entre
conservadores y liberales.
El término del proyecto bolivariano. Los años de lucha por la independencia dieron origen a un
sentimiento americanista que llevó a actores como el venezolano Francisco de Miranda a soñar
con una América independiente y organizada en una sola gran nación. En 1819, Bolívar llevaría a
cabo parte de este sueño al impulsar la creación de la Gran Colombia, que unificó los territorios
actuales de Panamá, Ecuador, Colombia y Venezuela. Sin embargo, las diferencias entre sus
habitantes impidieron que el proyecto perdurara.
Los conflictos entre las nuevas naciones. Otro de los problemas que debieron enfrentar los
Esta- dos nacionales americanos fueron los conflictos territoriales con los países vecinos. Si bien
algunos re- conocieron las divisiones arbitrarias e impuestas por la metrópoli, otros buscaron
delimitar sus territorios siguiendo criterios políticos, étnicos, culturales, eco- nómicos, entre
otros. Sin embargo, estas divisiones tomaron varias décadas y no siempre tuvieron éxito. Un
ejemplo fue la disolución de las Provincias Unidas del Río de la Plata en lo que hoy es Paraguay,
Uruguay y Argentina.
Las intervenciones extranjeras. Además de los conflictos territoriales con las naciones vecinas,
los nuevos Estados americanos debieron enfrentar amenazas e invasiones externas al continente.
Una de las más importantes fue la de España que, en 1864, invadió territorio peruano y por esto
se enfrentó a Chile y Perú. Por su parte, México tuvo que hacer frente a la política expansionista
de Estados Unidos y a una invasión por parte de Francia.
Las diferencias étnicas y culturales. Para la gran parte de las naciones latinoamericanas, el
logro de la independencia no terminó con las diferencias sociales del período colonial. Mientras
que las minorías criollas consiguieron consolidar su poder social y político, para los mestizos, los
indígenas y los esclavos negros las condiciones de vida casi no cambiaron.
Otros ejemplos del conflicto que implicaron las distintas culturas y etnias dentro de un mismo
Estado- nación fueron los de Perú y Bolivia. En estos territorios algunas de las ideas liberales,
como la propiedad individual y el trabajo asalariado, se vieron frenadas por la gran cantidad de
población indígena que general- mente se organizaba en torno a la propiedad colectiva de la
tierra. Para fines del siglo XIX, la mayor parte de los indígenas había sido incorporada, de forma
voluntaria o forzada, a los nuevos Estados.