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Polímeros en medicina: aplicaciones actuales y tendencias futuras

Joseba Luna, Cofundador y CTO de Onyriq26/06/201821371

El presente artículo pretende repasar las aplicaciones más relevantes en el sector y poner de
relieve las posibilidades que ofrecen los polímeros, así como los retos a los que nos enfrentamos
los investigadores del campo para superar las limitaciones actuales.

Aunque desconocidos para la gran mayoría, los polímeros son parte fundamental de la naturaleza.
Su principio básico, la múltiple unión de moléculas más pequeñas denominadas monómeros, da
lugar a estructuras dimensionales que están presentes en prácticamente todos los sistemas
biológicos. Los polímeros naturales son indispensables para la vida tal y como la entendemos;
desde las macromoléculas proteicas o nuestro propio ADN, pasando por estructuras de queratina
o cartílagos, hasta la seda fabricada por algunos animales y la celulosa presente en las plantas. Han
sido, además, utilizados por los humanos desde civilizaciones primigenias, con un papel básico en
los primeros vestigios de la medicina, empleados, por citar algún ejemplo, como materiales de
sutura [1].

Los polímeros sintéticos, por su parte, presentan una variedad cuantitativamente equiparable a la
de sus homólogos naturales. Tras su primera aplicación médica durante la segunda guerra
mundial, han resultado de gran interés, debido a su versatilidad. Los polímeros sintéticos pueden
diseñarse a medida, permitiendo adaptar sus propiedades físico-químicas a las necesidades
específicas, combinando para ello distintos monómeros y estructuras macromoleculares [2]. Las
funcionalidades obtenidas ofrecen soluciones complejas como la memoria de forma [3]o la
liberación controlada de compuestos respondiendo a una amplia variedad de estímulos: pH [4],
estrés mecánico [5], electricidad [6]o temperatura [7].

Una ventaja asociada a los sistemas poliméricos en medicina es su estructura orgánica, basada en
carbono, de similitud con los sistemas biológicos mayor que los compuestos inorgánicos [8]. Esta
particularidad es de gran interés al buscar una interacción específica del polímero con el cuerpo.
Sin embargo, puede también conllevar una serie de problemas asociados a la presencia de restos
de monómeros [9], procesos degradativos indeseados o aditivos con respuesta bioquímica [10].

Por otro lado, la posibilidad de introducir grupos reactivos en las estructuras poliméricas permite
su anclaje a otras superficies [11], ofreciendo la posibilidad de modificar superficialmente otros
materiales con propiedades intrínsecas interesantes para una aplicación determinada. Así, pueden
regularse propiedades como la biocompatibilidad [12]o favorecer la proliferación de determinado
tipo de células [13].
Los distintos polímeros sintéticos empleados son variados, siendo las familias de las poliolefinas
[14], poliésteres [15], poliéteres [16], polímeros fluorados [17], vinílicos [18], acrílicos [19],
poliamidas [20], poliuretanos [21] y siliconas [22] los más empleados. El portfolio disponible
aumenta día a día y la irrupción de nuevas tecnologías como la impresión 3D, junto con la
digitalización que engloba a todos los sectores, promete un horizonte esperanzador para la ya de
por sí potente industria asociada. No en vano, de acuerdo a la consultora Grand View Research, en
2016 el mercado global asociado a los polímeros para el sector médico se estimaba en más de
12.000 millones de dólares, con un crecimiento interanual superior al 8% y se espera que supere la
barrera de los 17.000 millones de dólares para el año 2020.

Aplicaciones que no implican contacto con el cuerpo

La principal aplicación se centra en embalaje, contenedores y dispositivos médicos. Con requisitos


mucho menos restrictivos que en los casos posteriores, se deben tener en cuenta, no obstante,
parámetros relacionados con el contacto entre el polímero y los compuestos activos que portan,
suministran o dosifican [23], tal y como su posible interacción. El objetivo es asegurar que la
funcionalidad de ninguno de los dos se vea comprometida. De este modo, deberán ser
consideradas las migraciones del compuesto activo a la matriz polimérica, cambios de pH,
permeación de gases, propiedades ópticas o migración de aditivos [24], entre otros.

El policloruro de vinilo (PVC) ha sido uno de los materiales más empleados para estos usos, sin
embargo, la adición de plastificantes para adecuar sus propiedades mecánicas [25], generalmente
ftalatos con alta lipofilia, conocidos por su efecto carcinogénico y actividad endocrina, supone un
riesgo de migración. Por ello, las poliolefinas, inertes y fácilmente formulables, son el material más
empleado para este tipo de aplicaciones en la actualidad [26]. Polietileno (PE) y polipropileno (PP)
se utilizan como único material o en formato multicapa, junto con materiales que mejoran las
propiedades de barrera y protegen de radiación lumínica al principio activo.

Otras aplicaciones extracorporales habituales son las membranas para hemodiálisis [27],
fabricadas en una combinación de polímeros hidrófobos e hidrófilos, como poliaril sulfonas,
polisufonas, poliétersulfonas o polivinil pirrolidona. También son comunes aquellas aplicaciones
dedicadas al transporte de diferentes fluidos, donde elastómeros de poliuretano (TPU) y siliconas
son los materiales con mayor presencia.

Aplicaciones in vivo temporales


Como se ha expuesto anteriormente, la versatilidad de los polímeros permite cubrir una serie de
necesidades muy específicas y concretas. Éste es el caso de los catéteres, que requieren una
flexibilidad y propiedades mecánicas críticas para su correcto desempeño. Los catéteres
vasculares, inicialmente fabricados en PVC, han sido a día de hoy sustituidos por TPU y siliconas
[21],21 debido a los problemas de migración ya mencionados [25]25. Éstos, a su vez, incluyen
aditivos antimicrobianos o son funcionalizados superficialmente con cadenas poliméricas
altamente hidrófilas, como el polietilen glicol (PEG), para evitar la adsorción de proteínas en
superficie. Otros materiales empleados en catéteres son el polietileno de alta densidad (HDPE) o
politetrafluoroetileno (PTFE), debido a su bajo coeficiente de rozamiento, que facilita su inserción
como catéter guía, así como poliésteres o poliamidas (PA) habitualmente empleados en balones
para dosificación.

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Figura 1. Catéter vascular. Fuente: Teleflex.com.

En lo que a catéteres urinarios se refiere, las siliconas son el material prevalente [28]. Estas son
aditivadas con diferentes compuestos antimicrobianos con el objetivo de asegurar un uso
prolongado de los catéteres libres de infecciones, si bien es un problema no resuelto,
observándose signos de infección en casi el 100% de los pacientes tras más de 30 días de uso
continuado [29].

Los apósitos también son un amplio campo de aplicación. Comparados con los tradicionales,
aquellos de base polimérica permiten una óptima protección mecánica y buenas propiedades
barrera, con mínima adherencia a la herida mejorando el proceso de cura y retirada para el
paciente [30]. Han despertado últimamente especial interés los apósitos híbridos que combinan
polímeros sintéticos y naturales [31]; por ejemplo, films semi impermeables de nylon (PA) y
poliuretanos con recubrimientos acrílicos o de quitosano, con excelentes propiedades frente a
heridas que requieren una correcta humectación [32]. De igual manera, las gasas activas capaces
de absorber gran cantidad de líquido son de gran interés para tratar quemaduras y otras heridas
supurantes [30].30 Los hidrocoloides poliméricos y derivados celulósicos, por su parte, evitan la
proliferación de microorganismos y aceleran el proceso de sanación, gracias a la liberación
controlada de fármacos [33] cicatrizantes o antisépticos.

En otro orden, y en contacto con la piel de forma intermitente, nos encontraríamos con órtesis y
prótesis externas para, por ejemplo, miembros amputados. La irrupción de los materiales
poliméricos en el sector supuso una revolución en cuanto a prestaciones para el paciente. El uso
de liners de poliuretano o silicona [34] y de resina reforzada con
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Figura 2. Cosmética protésica impresa en 3D. Fuente: UNYQ.

fibra de carbono para encajes o pies almacenadores de energía ha permitido reducir el peso de las
prótesis y ha aumentado el confort general de los pacientes, barriendo gran parte de sus
limitaciones. Adicionalmente, la incursión de la impresión 3D ha permitido personalizar las
prótesis convirtiéndolas en un elemento de moda más, eliminando el estigma del amputado en
gran medida [35].

Aplicaciones quirúrgicas generales

Desde que se empleara el polimetil metacrilato para reparar daños en la córnea de soldados
alemanes durante la II Guerra Mundial, se comprobó el potencial de los polímeros en usos en
implantes y todo tipo de cirugías invasivas. De todos ellos, no obstante, el campo preferente ha
sido el de las suturas. Hoy en día, además de fibras poliméricas sintéticas de poliéster, poliamida o
polietileno y naturales no reabsorbibles como algodón o seda [36], son habituales las suturas
bioabsorbibles basadas en polímeros biodegradables como ácido poliláctico (PLA), ácido
poliglicólico (PGA), policaprolactona (PCL) y copolímeros de los mismos con diferentes ácidos
naturales [37]. En este sentido, la eclosión de los polímeros ha permitido encontrar soluciones
adhesivas [38] capaces de sustituir satisfactoriamente a las suturas en muchos casos. Los
adhesivos más clásicos se basan en una evolución de los convencionales compuestos por
poliuretanos, derivados de isocianatos y poliésteres biodegradables y reabsorbibles como la PCL
[39]. Entre los más empleados actualmente se encuentran polímeros basados en fibrina y
trombina, si bien las alternativas incipientes basadas en heparina, gelatina, colágeno o diversos
polisacáridos de origen natural o sintético [40]son cada vez mayores.

Por otro lado, son de uso habitual también las mallas quirúrgicas [41], basadas en polímeros
altamente inertes y de baja fricción como el PP, PTFE que poco a poco están siendo sustituidas por
las mallas de polifluoruro de vinilideno (PVDF) debido a una respuesta de rechazo inferior [42].

Finalmente, cabe destacar toda una serie de aplicaciones quirúrgicas implantadas desde hace
años, aunque no por ello menos importantes. Estas aplicaciones médicas no son otras que el uso
de polietilenos de ultra alta densidad (UHMWDPE) en las prótesis de cadera [43], o los cementos
óseos basados en polímeros acrílicos [44] empleados en su implantación, así como los stents
fabricados con poliésteres biodegradables [45] o válvulas cardíacas basadas en TPU [46]. Tampoco
se pueden pasar por alto las contribuciones al sector oftálmico [47] y dental [48] donde los
polímeros acrílicos han revolucionado la manera de entender ambas industrias.

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Figura 3. Prótesis de cadera. Fuente: Centre for trauma and joint replacement.

Conclusiones

Resumiendo, podríamos argumentar que la irrupción de los polímeros en la medicina está aún en
una etapa incipiente, aunque prometedora. La propia versatilidad intrínseca de estos materiales
los convierte en los candidatos perfectos para abordar la gran cantidad de retos presente en un
sector tan exigente como el médico. La revolución digital y las nuevas tecnologías productivas
como la impresión 3D, en la que los materiales poliméricos se presentan como uno de los ejes
centrales, servirán como palanca clave. Todo ello permite afirmar que la penetración de los
polímeros en el sector médico tendrá lugar en diversas formas y atacando diferentes frentes, en
los que el material podrá ser portador de fármacos, material estructural o el propio principio
activo. No obstante, su implementación aún presenta ciertas dudas desde el punto de vista de
regulación y toxicidad, debido a que el escaso bagaje no permite tener una base de datos
equiparable a otros materiales. Es, por tanto, trabajo de la comunidad científica e industrial sentar
las bases y herramientas necesarias para explotar, de forma segura y eficiente, todas las
posibilidades que estos materiales camaleónicos pueden ofrecer.

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