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Discreción del analista en la era post-interpretativa.

Pierre Gilles-Gueguen

Tomo prestado el término "era post-interpretativa" de Jacques-Alain Miller, quien lo utilizó


para describir la situación actual del psicoanálisis. Afirmó una tesis, la del "intérprete
inconsciente", que responde a lo que es el psicoanálisis tal como se deduce de la obra de
Lacan1. Me propongo aprehender algunas consecuencias de esta tesis para la práctica del
psicoanálisis, las que ahora son perceptibles para mí. Otras sin duda aparecerán, se requiere
un tiempo de comprender.

Si hoy en día una práctica que considera la tesis del "intérprete inconsciente" puede
calificarse de discreta de varias maneras, no por ello deja de estar determinada. Lacan ya no
está, ni el tiempo, cuando su estatura tan dominante en el mundo intelectual y en el del
psicoanálisis constituyó para muchos un escándalo o un motivo de admiración hipnótica y
cuando, en particular, la cuestión de las sesiones cortas suscitó reprobación. La figura
contemporánea del analista es diferente y, sin embargo, su práctica sigue a menudo
desbordada por un mimetismo discreto hacia el maestro muerto, más que por una fidelidad a
su obra y a sus conceptos.

Pero si hablo de discreción es más bien para evocar tres consecuencias sobre la práctica del
análisis de la tesis del "intérprete inconsciente".

– El analista es discreto porque se borra en su acción interpretativa detrás de la del


inconsciente. Deja la mano al inconsciente... para recuperarlo "en la empresa"2. Esto no
significa, por el contrario, que se abstendría de cualquier intervención o que se refugiaría en
la conveniencia de un mando neutral.

– El analista actúa a su discreción: su discernimiento (es decir, lo que Littré dice


discretamente) es necesario en su acción, su juicio se encuentra llamado, y lo mismo si deja
su lugar al trabajo del inconsciente.

– La práctica analítica es finalmente una práctica de lo discreto, de lo discontinuo. Si se


fundamenta sobre la interpretación del inconsciente, debe ser entonces homogénea con su
estructura pulsátil, su estructura de apertura y cierre. Este enunciado tiene consecuencias
específicas, en particular para comprender lo que separa al psicoanálisis en la orientación
lacaniana de otras prácticas "postmodernas" y otros concepciones de el inconsciente. En
cualquier caso, es una condición para localizar el psicoanálisis, así como Freud y Lacan lo
hicieron, en su articulación con la ciencia y no en contra de ella, como aparece con demasiada
frecuencia hoy en día3.
I. El analista discreto : ceder la mano al inconsciente

1
Miller J.-A., « L’interprétation à l'envers », La Cause freudienne n° 32, 1996, pp. 9-13.
2
Lacan, J., Télévision, Paris, Seuil, 1973, p. 72.
3
Sur ce point consulter par exemple l'entretien de J.-A. Miller avec François Ewald dans le Magazine littéraire
consacré à Freud.

1
La acción del analista debe estar subordinada a la interpretación que emana del inconsciente.
La práctica de Freud no fue eso al principio. En los primeros tiempos, traducía a menudo un
lenguaje-objeto, el de los sueños en particular, a un metalenguaje de símbolos. La
Traumdeutung da testimonio de ello en distintos lugares, corregido sin embargo por la teoría
de la doble inscripción que debe haber complacido tanto a los alumnos de Lacan, hasta el
punto de molestarle4.

La ruptura con Jung permitió rectificación magistral sobre este tema, realizado en la
Metapsicología. La teoría del inconsciente que desarrolló entonces el inventor del
psicoanálisis muestra que el paso decisivo no fue tanto el de distinguir el contenido
manifiesto y el contenido latente de los sueños sino el de sacar a la luz la libre asociación.

El gesto de poner al mismo nivel las asociaciones del soñador y el contenido del sueño (gesto
aparentemente inocente pero profundamente iconoclasta) fundó la práctica de la psicoanálisis
sobre una base que Lacan afirmará a su vez en fórmulas famosas que hoy en día se han
convertido en aforismos : "No hay meta-lenguaje" o "No hay Otro del Otro". Por parte del
analista, el método de "atención flotante" responde a la libre asociación del analizado, están
indisolublemente unidos. Denotan el poco interés de Freud en el significado de los dichos
del paciente, de su intencionalidad, Freud no se inscribe en la tradición de Dilthey5. Lo que
le interesa, y es allí donde su método es homogéneo a su teoría del inconsciente, es la
decodificación de la enunciación inconsciente en los enunciados, el medio de atrapar la
inscripción de las mociones pulsionales reprimidas que afloran en los dichos (lo que lee de
la pulsión reprimida en lo que se dice). La elaboración de la significación del sueño, su
relación con la realidad o la historia del paciente, es sólo una triquiñuela para este fin. En
este sentido, los textos freudianos de los años veinte sobre el sueño son muy reveladores de
su posición6 : el sueño se presenta como una actividad al servicio del goce ("una actividad
fantástica al servicio de salvaguardar el sueño"), y el desciframiento de su rebus está lejos de
ser una tarea obligatoria para Freud; se debe hacer si el analista lo considera necesario, pero
no es una restricción absoluta.

Ya en 1912, y en el mismo sentido, Freud ya planteó que el texto del sueño es, como tal,
inagotable y aconsejó al analista que comunicara su punto de vista sólo con moderación7.
Además, no consideró necesario volver de una sesión a otra sobre el análisis del mismo
sueño. Es evidente que una ruptura en la búsqueda del discurso consciente no es perjudicial,
e incluso aconsejable para la realización de la tarea de análisis. El analista persigue tres
objetivos: identificar en el sueño el cumplimiento del deseo, evaluar la "presión de la
resistencia" (que condiciona la posibilidad de una intervención) y sobre todo buscar la "causa
de la deformación", que le parece el punto central.

4
Cf. Lacan, J., Le séminaire, livre XVIII, « D’un discours qui ne serait pas du semblant » (1970-1971) inédit,
5
Dilthey, W. Select Writings, Cambridge University Press, edited, translate and introduced by H. P. Rickman
6
Cf. Freud, S., « Remarques sur la théorie et la pratique de l’interprétation du rêve » (1923) « Joseph Popper-
Lynkeus et la théorie du rêve » (1923) « Quelques additifs à l’ensemble de l’interprétation des rêves » (1925).
Ce dernier texte commence en particulier par un paragraphe intitulé « Les limites de l’interprétable ».
7
Freud, S., Conseils aux médecins sur le traitement analytique (1912), La technique analytique, Paris, PUF,
1953, pp. 61-71.

2
Lacan tardó mucho tiempo en recuperar esta libertad freudiana. (A este respecto, se referirá
a "diez años de concubinato con Jaspers"). Lo redescubrió brillantemente al destacar la
función del habla y el campo del lenguaje en su informe desde Roma. Sin embargo, esta
salida del psicoanálisis de la rutina donde había caído también tendrá sus propias
consecuencias imprevistas. La pasión por las formaciones del inconsciente y la identificación
del concepto de inconsciente con las leyes del lenguaje (metáfora y metonimia) llevará a
algunos de los estudiantes de Lacan a un uso desenfrenado de la homofonía, transformando
en el peor de los casos la cura psicoanalítica en un intercambio de formaciones del
inconsciente, las del analista llegando a competir con las del analizando. Lacan precisa en
"L'Étourdit", en un párrafo que suena a afinación para sus alumnos, que la homofonía es, en
efecto, uno de los modos de interpretación elegidos (en el sentido de la intervención del
analista), siempre y cuando "el psicoanalista la utilice cuando proceda"8, y nos recuerda que
se trata de aprovecharlo para obtener la Spaltung del sujeto, que podemos entender como un
medio de provocar en el análisis y la esquicia, la división que es la marca y la consecuencia
de la interpretación por el inconsciente.

Pero la tesis del "inconsciente intérprete" también pretende recordar al analista una cierta
discreción en cuanto a la evaluación de la eficacia de su acción. Freud había puesto allí bases
que tal vez hoy están un poco olvidadas. Si de hecho el inconsciente interpreta (al mismo
tiempo que define el goce y el significado en sus formaciones), también decide sobre el
resultado de la intervención que el analista fue capaz de hacer. Es él quien indica si el analista
supo tocar o no la causa del deseo. Freud lo había notado en particular sobre los sueños: no
importa si mienten o dicen la verdad, no importa si el analizado miente, no importa si acepta
o rechaza la intervención que el analista ha hecho. El resultado de una interpretación se juzga
sólo por la producción de material nuevo: otra formación del inconsciente, una producción
de síntomas (o incluso una reacción terapéutica negativa)9, o una simple negación ("no había
pensado en ello"). Por lo tanto, no se trata de cuál de los dos, analista o analizado, tiene razón
"no hay confrontaciones a este nivel". Cuando hay enfrentamientos es porque estamos en el
eje imaginario"10. Por lo tanto, lo que confirma el éxito de la intervención es una nueva
manifestación de la pulsión que exige un nuevo levantamiento de la represión.

Para Lacan, durante mucho tiempo la verdadera interpretación fue la que revivió el deseo,
que llevaba la marca del deseo como una falta de ser. En efecto, es indudablemente una
característica del inconsciente renovar la división del sujeto, sacar a relucir el S1 -
"significante-sin sentido irreductible, traumático [al que] se encuentra como sujeto,
asujetado"11. El S1, sin embargo, llama en la regla un S2 y el efecto de producción de la falta-
en-ser nunca es equivalente a un puro deseo. El concepto de deseo tiene dos valencias. Si
relanza el sentido a través del vacío producido, el deseo también se gira en círculos. El ave
celestial es exaltada con gusto, pero también está el hurón escurridizo que gira
indefinidamente en su jaula de insatisfacción, imposibilidad o evasión12. Y lo que pasa
8
Lacan, J., « L’étourdit (1972)», Scilicet, nº 4, Paris, Seuil, p. 48
9
J.-A., Miller insiste sur ce point dans « Marginalia de Constructions en analyse », Cahier nª3.
10
Miller, J.-A, « Marginalia de Constructions en analyse », op. cit., p. 24.
11
Cf. Lacan, J., Le séminaire, livre XI, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse (1964), Paris,
Seuil, 1973.
12
Voir par exemple sur ce point J.-A. Miller, « Donc » cours inédit du 12 janvier 1994.

3
desapercibido en la exaltación del deseo es que el deseo es también, como el sentido, portador
de goce. "El verdadero consentimiento, el consentimiento del ser que es al cual debe conducir
el trabajo analítico, es un consentimiento al inconsciente como reprimido, es decir, como
portador de goce"13. La interpretación de hoy, la que permite el paso, debe, por tanto,
conducir a ella, y llevar sobre sí misma (-j) y a, sobre sí misma el falo de la castración y el
resto del goce: es allí donde la tesis de "la interpretación al revés" completa la tesis del
"inconsciente intérprete ".

II. La discreción del analista: su discernimiento, su juicio

El uso del término interpretación se ha ampliado para referirse genéricamente a todos los
aspectos de la acción del analista. Tiene muchas denotaciones en el lenguaje (traducir,
traicionar, ejecutar, jugar, proclamar la voluntad de los poderes superiores, decir el
significado, etc.).

La "muerte de la interpretación"14 no significa que el analista ya no intervenga en las curas;


lo que se apunta es la interpretación donde el analista inyecta sentido según su capricho sin
situarse en el inconsciente del paciente, la interpretación en el sentido débil. Por el contrario,
el "deber de interpretar"15 en el que Lacan había insistido en su tiempo sólo adquiere mayor
relieve. De este deber está obligado el analista, que "paga con palabras, de su persona y del
más íntimo de sus juicios" 1616. Sin embargo, la manera en que se ejerce este deber queda a
su discreción, la utiliza cuando lo considera necesario y en un fondo de silencio, con
moderación y sabiduría. Del tiempo, del tacto, él es el único juez. Lacan recordó esto con
acentos solemnes: "tan solo como siempre he estado en mi relación con la causa analítica"17.

La tesis de las "inconsciente intérprete", si no exonera de ninguna manera al analista de tener


que intervenir -ya que, como indica Lacan, "es parte del concepto de inconsciente constituir
la dirección"18 - no obstante impone cuestionarse de nuevo sobre lo que hace el analista. La
interpretación (en sentido restringido), la construcción, la comunicación, el apoyo a la
transferencia, son las vertientes sobre las que se puede dividir su tarea.

13
Miller, J.-A, « Marginalia de Constructions en analyse », op. cit., p. 27.
14
Cf. Miller J.-A., formule utilisée dans « L’inrerprétation à l'envers », op. cit.
15
Lacan, J., Le Séminaire, Livre XI, op. cit., Postface, p. 252.
16
Lacan J., « La direction de la cure et les principes de son pouvoir » (1958), Écrits, Paris, Seuil, 1966.
17
Lacan, J., Acte de fondation, Annuaire 1982 ECF.
18
Cf. Lacan J., Le Séminaire, Livre XI, op. cit.

4
Interpretar

¿Qué aporta hasta aquí la tesis del " inconsciente intérprete "? En primer lugar, cabe señalar
que la redacción es nueva. Ni Lacan ni Freud lo habían hecho19. Sin embargo, no es sin evocar
la famosa fórmula "el deseo es su interpretación". Sin embargo, las dos fórmulas no son
equivalentes. "El inconsciente intérprete" añade que la interpretación, escuchada en el sentido
amplio de la intervención del analista en la cura, puede ciertamente provocar el deseo, la falta
de ser, pero a menudo también el disfrute que es prisionero de lalengua. De hecho, puedes
disfrutar de tu inconsciente o, más exactamente, formaciones de su inconsciente o
interpretaciones de su analista. De la Interpretación por el inconsciente en el sentido estricto
tal que J.-A. Miller lo usa aquí, no podemos ir más. Por eso la tesis del" inconsciente
intérprete " llama a la tesis complementaria de la "interpretación al revés".

¿Qué hace la interpretación freudiana? Ciertamente va en contra del sentido, en contra del
discurso del yo del sujeto, pero apunta a un sentido sexual; la pulsión queda sujeta al mito
edípico, a la función del padre imaginario. En este contexto, por lo tanto, el final del análisis
tropieza con la roca de la castración: imposible de separar del padre para las mujeres,
imposible de aceptar ser sanado por otro hombre para un hombre.

La interpretación de Lacan se remite a otra cosa, se refiere a la enunciación y no al enunciado.


Va contra el sentido ciertamente, pero también contra el sentido sexual, apunta a esta causa
del deseo, esta causa de distorsión que Freud supo aislar. Significa también que intenta llevar
su efecto más allá del Edipo y de la novela familiar, más allá de la primitiva escena freudiana
en la que la mujer siempre permanece contaminada por la madre. Se trata, pues, en última
instancia, para Lacan de sacar a la luz a través de la interpretación el último significante, el
de la represión primordial. Es el intento de interpretación metafórica, la que promueve el
realce del falo como deseo significante. Pero nos encontramos con el hecho de que el deseo
en sí mismo está encerrado dentro del límite de la fantasía20. Más tarde, con el desarrollo del
objeto a y especialmente con el desarrollo de las fórmulas de sexuación, Lacan propone como
objetivo de interpretación el lugar de las pulsiones, el de la ausencia de relaciones sexuales.
Es un lugar "habitado por el silencio"21, porque corresponde a lo que no se puede decir (no
más que el deseo se puede decir directamente) y también a lo que se disfruta más allá de lo
que se dice (más que placer). Es necesario entonces recurrir a la interpretación por
metonimia. Devuelve al sujeto a su división, encuentra su fórmula en la escansión
interpretativa, la que no decide el sentido en lugar del sujeto sino que impone que él lo decida.
El "plus" añadido por el analista a la formación del inconsciente o al análisis realizado por el

19
Lacan donne (Séminaire XI, p. 118) une indication approchante: «L’interprétation de l'analyste ne fait que
recouvrir le fait que l'inconscient- s'il est ce que je dis, à savoir jeu du signifiant - a déjà dans ses formations -
rêve, lapsus, mot d'esprit ou symptôme- procédé par interprétation.», toutefois « l'inconscient interprète»
radicalise la portée de cette thèse, tout à la fois il s'agit de la rappeler au psychanalyste d'aujourd'hui et de la
conjuguer à celle de l'interprétation qui retire le sens. Il s'agit de relire le Séminaire XI avec et à partir du
Séminaire XX et de « LÉrourdit».
20
J.-A. Miller rappelait ce point avec insistance dans son cours « Donc » et en le développant à partir d'une
indication de Lacan (par exemple Sémimaire Xl, p. 32).
21
Soler, C., «Silences», La Cause freudienne nº 32, P· 30. C'est à Colette Soler que nous devons cette belle
expression.

5
propio paciente, no es casi nada, ni tan siquiera una simple ruptura temporal. Significa
ciertamente "Yo no te obligué a decirlo".

Pasemos ahora a lo que propone J.-A. Miller con su "interpretación al revés". Destacaré dos
aspectos. Tiene en cuenta que la interpretación debe ser homogénea con respecto a la tarea
de análisis y, por lo tanto, tiene como objetivo final la pulsión. Esto significa que la
interpretación debe conducir a una convergencia de los dichos del analizando (Lacan estaba
muy interesado en ello con la serie de Fibonacci y la referencia al número dorado). Sería
inexacto considerar que Freud ya lo había comprendido, pero se puede pensar, sin embargo,
que tenía una cierta intuición22.

Sin embargo, lo que propone la tesis de la "interpretación al revés" es otra cosa. Se trata de
obtener un atravesamiento del límite, no sólo la convergencia hacia un decir silencioso, sino
la subversión de ese silencio. J.-A. Miller lo describe como aquello que al no entrar en el
flujo semántico se constata por la escansión que, al puntuarlo, lo trae de vuelta una vez más.
Por eso opone esta interpretación a la escansión y la llama corte, restaurando así la precisión
y el alcance de Lacan. El paso dado aquí consiste en aislar una nueva modalidad de
interpretación. "Ella no interpreta en beneficio del principio del placer"23, es decir, por el
goce. Ella no lleva a la división del sujeto, sino que a lo que él llama "perplejidad" por
referencia a la psicosis. Es el más allá de la defensa del sujeto los que es apuntado y no el
deseo que es en sí mismo "la defensa". La práctica del corte, comparada con la de la
puntuación es asemántica, toca directamente al goce del decir. Corresponde al momento de
concluir del pase.

Construir

Freud y Lacan en este punto tienen una idea común de la tarea del analista: indiscutiblemente
le corresponde a él construir. A este respecto, "Construcciones en análisis" sigue siendo el
modelo. La construcción reúne, a la inversa de la interpretación, una causalidad de los
elementos dispersos y heterogéneos siendo una práctica discreta de sentido (pero no de la
significación). Su objetivo es la coherencia interna de experiencia analítica. Freud se reservó
esta tarea para sí mismo y dejó al analizado la de recordar, construir para él significaba
asegurarse de la verdad del análisis.

Esta operación apunta al menos a una cara de la verdad, la de la coherencia interna. Construir
es en efecto garantizar la coherencia, las normas de deducción. Por eso, en el análisis, la
construcción y el desarrollo del axioma de la fantasía fundamental son homogéneos entre sí.
Contribuyen a localizar el lugar del objeto a que tiene en el psicoanálisis el estatuto de
consistencia lógica. Esta operación es necesaria porque, en el lado de el inconsciente (como
Freud había señalado de la interpretación de los sueños y como señala Lacan en la
"Introducción a la la edición alemana de los Escritos"), el sentido se fuga.

22
Il stipule par exemple en 1925 que, dans les conditions où la résistance du sujet n'empêche pas le travail de
l'inconscient, les associations sur les rêves sont d'abord divergentes puis convergent rapidement vers une
conclusion allant vers le fantasme de désir.
23
Miller J.-A., « L’interprétation à l'envers », op. cit.

6
Pero mientras Freud no distinguía claramente entre construcción e interpretación, Lacan las
separa de una manera muy clara. La construcción apunta a la coherencia interna del trabajo
analítico, es decir, a una verdad de fijación, mientras que la interpretación encuentra su
eficacia en las virtudes alusivas del lenguaje para crear un vacío en la respuesta del Otro y
producir así el medio-dicho de verdad. En un comentario sobre "Construcciones en análisis",
J.-A. Miller toma posición: "El analista lacaniano debe construir, no hay duda de ello"24 y
especifica que si a Lacan no le interesa la construcción como tal, es porque la llama estructura
(en el sentido de estructura clínica). Por lo tanto, la interpretación al revés sólo toma su marco
de la construcción.

Comunicar

Es sobre este punto que se busca principalmente el juicio del analista. ¿Cuándo producir la
interpretación, cuándo comunicar la construcción? pero también ¿qué forma, qué contenido
darles?

Freud no dudó en dar su punto de vista. No se preocupó por una posible sugestión y midió el
valor de su intervención a la confirmación indirecta por el inconsciente. El problema está
localizado de otra manera por Lacan. Todavía se trata, como para Freud en el caso del hombre
lobo, de obtener certeza en el paciente, pero esto de manera regulada por el atravesamiento
de la fantasía y la destitución subjetiva que son operaciones límite. Sin embargo, la
convicción del paciente debe, y de hecho debe, prevalecer al final. También en este caso, y
quizás debería decirse sobre todo, la confirmación debe buscarse más en la ratificación
indirecta por parte del inconsciente que en el consentimiento del paciente25.

Si el analista debe permanecer en silencio o informar es una cuestión de sospecha. La


sospecha de que el silencio, aconsejado por Lacan como telón de fondo sobre el que podría
desarrollarse la interpretación, también como principio mínimo de la interpretación
escansión, la que evita la sugestión, a menudo sólo refleja la pusilanimidad del analista. Un
silencio de conveniencia, de mal menor en cierto modo. Es verdad en muchos casos, sin
embargo, es necesario dar el lugar que le corresponde a este silencio y a la escansión que deja
al analizando el cuidado de recibir del Otro en forma invertida su propio mensaje. Sin
embargo, fue el propio Lacan quien supo medir hasta qué punto la práctica sistemática del
silencio, la puntuación sin abandonar el sistema semántico, contribuyó a hacer del análisis
una tarea infinita, tan infinita como las producciones del inconsciente. Por eso en los últimos
años de su enseñanza incita a los analistas a hablar, "a abrirla", en sus palabras, pero también
a no alimentar el síntoma del sentido26. Estas indicaciones pueden parecer contradictorias.

De hecho, las intervenciones de los analistas se dividen en dos polaridades, las que hacen
emerger el -phi, por un lado, y el a, por otro. Se trata, en efecto, de relanzar a través de la
interpretación la ruina del deseo cuando el ataque prematuro de la cadena significante
24
Miller, J.-A, « Marginalia de Constructions en analyse », op. cit.,
25
Miller, J .-A., « Interpréter la cause de Freud à Lacan », Newsletter or the Freudian Field nº 3, 1/2 Spring
fall, 1989, pp. 30-50. Dans cet article tout particulièrement, est développé le lien de la cause en psychanalyse
au principe du discret.
26
Lacan, J., « Conférence à Genève sur le symptôme » (1975), Le Bloc-notes de la psychanalyse nº 5. Lacan y
définit le symptôme comme un poisson vorace qu'il ne convient pas de nourrir de sens.

7
amenaza con evocar el saber inconsciente aún por explorar (interpretación metafórica), y por
otra parte calmar las eflorescencias significantes, detener el goce de la palabra vacía, y allí
más bien interpretar a través de la estructura (modo metonímico de interpretación). En la
mayoría de los casos, la escansión puntúa la sesión indicando un posible punto parcial de
conclusión.

Pero la interpretación del inconsciente, correlacionada con la interpretación al revés del


analista, es decir, la interpretación en sentido restringido, la que realmente señala el acto del
analista, tiene otro significado: debe separar radicalmente el goce de la cadena significante
que lo moviliza. Ya no es sólo la fórmula "la palabra es el asesino de la cosa" la que se aplica
aquí -una fórmula que, tomada en un sentido debilitado, podría haber sugerido que todas las
virtudes del psicoanálisis fueron reducidas a una práctica de expresión, de "verbalización".
La referencia está tomada del Lacan tardío, el que equivoca entre goce y sentido-gozado27.
Por lo tanto, sería apropiado reservar el término acto analítico (que produce una mutación
del sujeto) para este tipo de interpretación, la que podría hacer surgir el S1 completamente
solo haciéndolo salir de la cadena significante y de su implacable reinicio. Inmediatamente
se ve que tal interpretación debe precipitar el momento de concluir en el analizado llamando
certeza y consentimiento.

Sostener la transferencia

El analista sostiene la transferencia según la fórmula de Lacan. Localiza los semblantes. Esto
no depende de su juicio sino de la oferta que haga por su posición. No causa tanto la
transferencia, que está al alcance de cualquiera, sino que hace que el inconsciente del
analizado sea puesto a trabajar por la transferencia. Allí, sin embargo, se requiere su juicio.

Contra la concepción de la transferencia concebida como una repetición fenomenal, contra


el papel educativo del analista (desviaciones que la práctica había permitido en el IPA), Lacan
define la transferencia como pura dialéctica, es decir, rechaza toda psicologización de la cura
para enfatizar radicalmente el hecho de que "el concepto de la presentación es idéntico al
progreso del sujeto, es decir, a la realidad de la cura"28.

Sin embargo, posteriormente, tendrá que corregir lo que esta definición puede tener de
excesivamente nominalista (aunque se trate de una cuestión de realismo nominal) para tener
en cuenta el goce. La transferencia se presenta entonces como el modo permanente de
constitución de los objetos, luego, a partir del Seminario XI, la transferencia y la
interpretación están indisolublemente ligadas.

La transferencia como es movilizada por el análisis no es pura repetición de huellas pasadas,


ella está ligada a los momentos de apertura y cierre del inconsciente. Tan pronto como
admitimos que el inconsciente es el intérprete, la transferencia se presenta como una
suposición de saber en el inconsciente (cf. el algoritmo de la transferencia).

27
Nota del traductor : aquí hay un juego de palabras en francés entre los términos goce= jouissance y sentido
gozado = joui-sens.
28
Lacan, J., « Intervention sur le transfert » (1951), Écrits, op. cit., p. 218.

8
Al especificar el tipo de interpretación que acompaña a la tesis del "inconsciente al revés",
es decir, el corte, que drena el Zuyderzee del inconsciente y aísla S1 sin S2, J.-A. Miller
ilumina la cuestión conocida como la caída del sujeto supuesto saber al final del análisis y su
corolario, el desabonamiento del inconsciente. Esto repite un punto que ya había planteado
sobre la pareja transferencia e interpretación: basar la transferencia en el sujeto supuesto
saber, como hizo Lacan en primer lugar, significa que la transferencia es, ante todo,
interpretandum, a interpretar. No debe ser interpretada apuntando a la repetición de
experiencias infantiles, sino interpretando la causa del deseo, es decir, haciendo que la
interpretación se centre en el intervalo significante (es decir, por el medio decir, por el
equivoco).

"El deseo del analista, involucrado en su interpretación, va en contra de la identificación,


significa que va hacia el ser. Y que no se puede reconocer por lacaniano al analista que hace
interpretaciones sólo de metáforas, es decir, que entrega el significante-amo en sus manos a
su analizado"29. La interpretación como corte apunta a aislar indirectamente el significante-
amo reprimido y en esto se opone a la proliferación de significados añadidos y, en particular
a aquellos que la intervención del analista podría despertar. Equívoco, sí, si es metonímico,
entre enigma y cita, metáfora, no.

III. Lo discreto en el acto analítico

Incuestionablemente, la tesis del "inconsciente intérprete" enfatiza lo discreto, lo discontinuo


en el sentido matemático (cantidades que varían sólo por valores enteros). Ella argumenta
que el inconsciente es sólo rupturas, rupturas en el sentido y rupturas en el goce. Revelación
inconsciente innata, inconsciente, apofántica. Así es como aparece el inconsciente desde
Freud, pero Lacan tuvo que recordarlo: sorprendido. Y digámoslo, la mayoría de las veces
con mala sorpresa, como una ruptura de sentido y de sentido, como un goce tácito y
reprimido, y a decir verdad, malo. Así, el inconsciente no es lo no-sabido con lo que todas
las psicologías se adaptan muy bien, es ante todo encuentro y revelación30, no es la expresión
de los sentimientos. Son los pensamientos que lo vehiculizan pero es ante todo deflagración,
perplejidad31.

Esto implica un estatuto ético de lo inconsciente. Freud lo deja claro, por ejemplo, en 1925:
"Ni que decir tiene que debemos hacernos responsables de los movimientos malignos de
nuestros sueños. ¿Qué más puedo hacer? Si el contenido del sueño - bien entendido - no es
el hecho de la inspiración de espíritus ajenos, entonces es una parte de mi ser"32. Ruptura de
los ideales al mismo tiempo que ruptura del hilo de las ideas conscientes: el yo se daña.

Es sobre este lugar que Lacan alojó al sujeto barrado, lugar donde ello estaba y donde Je debe
advenir. El inconsciente es pues la ruptura que hace aparecer la falla, pero para que sea

29
Miller J.-A., « Interprétation et transfert », Actes des Journées de l'ECF no 6.
30
Lacan utilise dans le Séminaire Xl les termes de « non-né », « non réalisé ».
31
C'est à dessein que J.-A. Miller use de ce terme traditionnellement utilisé dans le champ de la psychose en
référence à sa thèse dite « de la forclusion généralisée ».
32
Freud, S., « Quelques additifs à l'ensemble de l'interprétation des rêves » (1925), Résultats, idées, problèmes,
T. Il, Paris, PUF, 1985, p. 146.

9
inscrita es necesario un acto, como tal "firmemente distinguido[del estatuto] de hacer"33, un
acto de habla del analista.

Hablar de interpretación como desplegándose al revés del sentido y de la interpretación como


lo hace J.-A. Miller, es enfatizar que, cuando es igual al acto del analista, no sólo debe estar
en segundo lugar a la acción del inconsciente, sino que también debe actuar como tal, es
decir, por sustracción del sentido, producir lo que Lacan llama lo insensato en el Seminario
XI, y que no se alcanza de cualquier manera, sino que apuntando a la causa del deseo.

Pero el inconsciente no se da desde el principio en un psicoanálisis; que está ahí desde el


principio es el síntoma y su procesión de quejas, lo que se da al principio es incomodidad, la
sufrimiento, la infeliz conciencia de que busca verterse en el otro, al mismo tiempo tiempo
que produce el otro como fuente de sus males - paradojas de la conciencia reflexiva
relacionado con la agresión de represalia: común psicología y psicoterapia.

Para que un psicoanálisis comience, se requiere una ruptura de este registro: es necesaria la
interpretación en el sentido más fuerte. Sin duda esta interpretación no es la que está al final
pero ella abre el inconsciente. Esto significa que actualiza un principio de ruptura. Así lo
afirma Lacan en "La ciencia y verdad"34 el sujeto del psicoanálisis, el de la Spaltung, no
puede ser abordado por un hecho empírico, la práctica del análisis implica une suspensión,
una reducción. Este se basa todavía en la ausencia de una relación; ausencia de una relación
entre goce y el formalismo de la ciencia, la ausencia de la relación entre lo simbólico y lo
real en la psicoanálisis. Lacan pensó en 1965 que la verdad como causa permite, en el
psicoanálisis, perforar el lugar del sujeto, lugar que restaura el sujeto que la ciencia forcluyó.

La tesis del "inconsciente intérprete" subraya una vez más la ruptura entre el goce en lo real
y el simbolizado. Pero añade el Lacan de la época de Posición del inconsciente y del Reverso
del psicoanálisis, para el cual la verdad es hermana del goce. La interpretación al revés apunta
a la causa en lo real y al corte que produce el sujeto no abonado del inconsciente35, no a la
verdad del sujeto, sino a un sujeto véri-fixe36 37, es decir, provisto de una certeza que
concierne a su goce, a su modo de disfrute.
33
LACAN J ., «De la psychanalyse dans ses rapports avec la réalité, (1967), Scilicet no 1, Paris, Seuil, 1968,
p. 56.
34
Et aussi bien dans le Séminaire XI.
35
Cette théorisation de « l'inconscient interprète » est indispensable pour opérer la bonne coupure entre
l'opération de la psychanalyse et, d'une part, un formalisme logique qui jamais ne pourra traiter de la jouissance
et d'autre part l'écœurante herméneutique qui fait par exemple qu'un Paul Ricoeur peut dire : « On ne souligne
pas assez le rôle de la conscience-témoin, celle de l'analyste, dans la constitution de l'inconscient comme
réalité.» (RICOEUR P., Le conflit des interprétations, Paris, Seuil, p. 1 07).
36
Dans cette perspective la réduction à laquelle procède la psychanalyse n'est pas d'identifier la cause et la
vérité du sujet. C'est autre chose de dire comme le dit J.-A. Miller que le sujet réélise l'inconscient et répond
par un consentement de cette place. La célèbre formule de Lacan « rond brûlé dans la brousse des pulsions,
semble adéquate pour évoquer à la fois le désabonnement de l'inconscient, la destitution subjective, le
consentement à la jouissance primordialement refoulée et l'effet d'être que cela suppose. Il est ainsi possible de
mettre en série des termes voisins qui concernent la fin de l'analyse. Ce n'est plus d'une division du sujet qui
réfère au manque-à-être qu'il s'agit ici, mais sans doute de la division constitutive du parlêtre et qui réélise le
défaut dans l'Autre corrélatif du sujet, défaut à partir duquel s'est construit pour le névrosé le délire oedipien.
37
NOTA DEL TRADUCTOR : Veri-fixe es un juego de palabras intraducible entre “verifica” y “verdi – fija”
o “verdad-fija”.

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