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Florence Thomas (* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad)

BREVE DICCIONARIO

Las diversidades sexuales (El tiempo, columnas de opinión de Junio 29 de 2005)

Heterosexual, bisexual, gay, lesbiana, travesti, transgenerista, en fin... ¿Enredado? Sí, señor, tiene
razón, algo enredado, pero apasionante, le aseguro. Bueno, pero vamos por partes. Primero que
todo: tratar de no pensar en lo ya pensado y relajarse.

Empecemos entonces por lo aparentemente más fácil. ¿Qué es un heterosexual? (o una, claro está).
Un heterosexual es un señor (o una señora) cuyo deseo amoroso-sexual se fija, probablemente por
construcción y presión cultural, en el otro sexo.

Hasta ahí, todo parece sencillo. ¿Sencillo? De hecho es de lo más complejo y le confieso que
personalmente no he conocido nada más enredado que enamorarse del otro sexo. En ese capítulo,
usted no me podrá negar que existen miles de estragos del amor heterosexual, estragos que
alimentaron los fundamentos mismos de la literatura universal, del cine y en general del arte.

Además, no quisiera decepcionarlo amigo mío, pero hoy un heterosexual puede aventurarse (de vez
en cuando, de acuerdo) en las aguas ya no tan tranquilas del bisexualismo. ¿Un bisexual (o una) qué
es? Pues es un señor (o una señora) generoso, que ama a la especie humana sin distinción de sexo.
Una especie de filántropo sexual, cuyo deseo se da el lujo de ser errante, vagabundo y nómada.
¿Seguimos? El gay (generalmente mal llamado homosexual o marica) es un señor que según la
etimología debería ser feliz. Gay (gai) significa alegre en francés.

Sí, los censuramos tanto que desde hace un tiempo (tal vez desde la muerte de Óscar Wilde)
resolvieron ser felices a como dé lugar. Entonces, el gay es un señor ante todo feliz, cuyo deseo (ese
sí, algo perezoso) viaja solamente hacia otros señores. Buen amigo de las mujeres, como ningún
otro, pero no quiere complicaciones y entonces no se acuesta con ellas. Y si lo hace de vez en
cuando, entonces es un bisexual.

Ahora, ¿y una lesbiana? Para que entienda bien qué es una lesbiana, le contaré un cuento corto.
Una lesbiana viaja en un tren al lado de un señor ‘gaucho’ (es un cuento argentino). Ella le pregunta
qué es un ‘gaucho’ y el señor le responde que un gaucho es alguien como él, que ama los caballos y
vive recorriendo a caballo la pampa argentina. El señor, entonces, le pregunta a su vez qué es ella.
Ella, algo atrevida, le responde que es lesbiana. El señor gaucho le pregunta entonces qué significa
esto. Ella le explica que una lesbiana es una mujer como ella que ama a las mujeres y se acuesta
con ellas. Entonces, el señor le dice: "Señora, creo entonces que me equivoqué; no soy gaucho, soy
lesbiana".

Bueno, seguimos. Un travesti. Un travesti es un señor que sigue con ese niño que tiene adentro (o,
para ser exactos, más bien con esa niña que tiene adentro). Le gusta, le encanta disfrazarse de
mujer. Y para entenderlo mejor, asómese a la telenovela Los Reyes. Pero se puede complicar más.

Existen los transgeneristas. ¿Y eso qué es? Son señores (y digo señor y no señora, porque es más
común que sea un señor) cuya identidad se enredó desde la infancia y se sienten atrapados en un
cuerpo que no sienten suyo. En otras palabras, es un señor infeliz con su cuerpo de hombre. Se
siente mujer y quiere vivirse mujer. Hará todos los sacrificios posibles para operarse. Unos lo logran,
se operan y viven por fin lo que tenían que vivir. ¿Qué se les puede reprochar? Nada. Su vida, en
general, ha sido un largo infierno. Primero, lograr la operación, segundo enfrentarse a la familia, a la
sociedad, a las miradas asesinas de los policías de la felicidad.

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