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J.A.

ESTACIO PEÑA

TIERRA DE LEYENDAS
EL MAL NUNCA MUERE
“Cuida tus pensamientos porque se volverán actos. Cuida tus actos
porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque formarán tu
carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino. Y tu destino será tu
vida”

Mahatma Gandhi
PRÒLOGO

La lluvia caía con fuerza y con ella el frio de la noche se hacía sentir, era de esos
fríos que hielan la sangre y llegan hasta los huesos. Esto a Grindal le preocupaba
mucho, luchaba por cubrir muy bien a la criatura que llevaba en sus brazos, el
pequeñín gritaba con todas las fuerzas de sus pulmones. El caballo iba a buen
paso, pero el mago sabía que no muy atrás de él venían sus perseguidores, ellos
no se detendrían hasta matar a aquel pequeño ser. Mientras cabalgaba bajo la luz
tenue de la luna y la fuerte lluvia muy propia de aquel país donde se encontraba,
Grindal recordaba los hechos pasados.
-Siempre es bueno verte Grindal-. Le saludó el rey Emerson el grande.
Grindal apenas unos minutos atrás había llegado al castillo del reino de Saravia,
el último gran reino de los medioelfos. No había tenido oportunidad de asearse,
ni siquiera de comer algo. Con sus ropas andrajosas y sucias, de inmediato fue
conducido al gran salón del trono del castillo, allí lo esperaban el rey Emerson el
grande y su reina Beatriz.
-disculpe su majestad, no creo estar vestido para la ocasión- dijo Grindal
bajando la cabeza y haciendo una genuflexión ante los reyes.
-no te preocupes mago, esta no es una visita social ni mucho menos-. Le dijo la
reina con una expresión cálida en el rostro.
Que la reina sonriera le sorprendió a Grindal dado la situación en la que se
encontraba aquel país. Desde hacía un año, el vecino país del sur, Moravia, con
su rey a la cabeza, Wenceslao el temerario, en una alianza con los ejércitos de
Britania en cabeza de su rey Abel, le habían declarado la guerra a aquel reino. La
razón, Saravia era una tierra privilegiada, tanto para la agricultura así como
también para la excavación de oro y otros minerales y piedras preciosas.
Mientras que el país del sur de Moravia estaba pasando su peor época, una plaga
había invadido sus campos echando a perder sus cultivos y matando a su
ganado, eso sumado a la mala administración del rey, había llevado al país a una
crisis económica y de alimentos, su gente en campos y ciudades estaba
muriendo de inanición. Fue allí cuando Emerson el medioelfo, le tendió la mano
a su vecino del sur, le proporcionó comida a precios bajos y dinero en modo de
préstamo. Pero Wenceslao era muy soberbio y orgulloso, no aceptaba que
mientras su pueblo pasaba hambre y necesidades, el país del norte, el país de los
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odiados medioelfos le tendiera la mano, eso para él era una humillación.
Wenceslao que era de un temperamento fuerte y obstinado, no por nada era
llamado el temerario, pues había peleado en muchas guerras, contra los hombres
de las montañas, contra los orcos, contra los elfos azules, se le llenó la cabeza de
ideas y llevado por la ambición y el odio creciente se unió con el vecino reino de
Britania y le declaró la guerra a el reino de Saravia.
-Tiempos oscuros nos asechan, Grindal-. Dijo el rey Emerson mientras
caminaban por los majestuosos jardines imperiales. –una ola de muerte aun
mayor que la que mi pueblo ha tenido que soportar este último año, se
aproxima. Los ejércitos de Wenceslao y sus aliados, están muy cerca de este
lugar. Ayer mismo sufrimos una de nuestras peores derrotas, en las
proximidades del gran bosque de robles. Fuimos masacrados, ahora solo queda
en pie nuestra última defensa, el fuerte al pie del rio Rigalia, si ese fuerte ca e,
estamos perdidos, en cuestión de días Wenceslao entrará triunfante a la ciudad y
nada podría hacer para evitarlo-
-¿y tus aliados, nadie ha venido a ayudarte?-. Preguntó Grindal.
-por más de un año hemos combatido solos. Nuestros antiguos aliados nos han
abandonado justo cuando más los necesitábamos. ¿Además quien vendría a
ayudarnos? ¿Enanos?, ¿elfos?, ¿los Cadelienses? No mi amigo, estamos solos en
esta guerra. Los enanos hace mucho tiempo perdieron su honor, ahora son solo
comerciantes, ya no les interesa lo que pase en el mundo, solo les interesa tener
dinero y acumular riquezas, las épocas de los grandes ejércitos de enanos
quedaron muy en el pasado. Los elfos por su lado y con razón supongo, dejaron
de interesarse en este mundo que una vez fueron los amos y dominaron, se
aislaron del mundo conocido, ellos no vendrán a ayudarnos. El único que
respondió a mi llamado de mis amigos fuiste tú. Gracias por ello viejo amigo-.
Dijo el rey.
-Disculpa que no te haya venido a ayudar en esta guerra antes-. Habló Grindal.
–pero he tenido que atender ciertos asuntos en diferentes partes. Algo está por
suceder, algo en el mundo está por cambiar, tienes razón en eso que nos esperan
días sombríos-.
-¿a qué te refieres?- preguntó Emerson.
-hay rumores de una fuerza que crese de nuevo en el norte. Ha habido
avistamiento de orcos más de lo normal, como hace mucho tiempo no sucedía.
Quizás sea solo coincidencia pero creo que este ataque de Wenceslao y Britania

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contra tu reino es un presagio de la proximidad de una época de guerras y
sangrientas batallas-. Respondió Grindal.
Emerson se quedó pensativo por un momento y luego dijo –hace un tiempo,
nuestros soldados en la frontera norte reportaron una refriega contra un grupo
de orcos. Eso no había pasado en mucho tiempo y ahora que me dices lo que tú
piensas lo mismo, creo que estás en lo correcto. Algo en el mundo está
cambiando, las alianzas se desvanecen, los hombres y su ambición sin límites, mi
pueblo reducido a un único reino y los elfos desinteresados en todo lo que
ocurre en el mundo que una vez dominaron y protegieron. Tiempos oscuros
nos asechan-. Terminó diciendo Emerson.

♦♦♦♦♦

Los Medioelfos son una raza hibrida. El primer rey de esta raza fue Harod 1ro,
el hijo de la elfa Liris y de Harod príncipe de Henaith. En su época de más
esplendor llegaron a crecer en número tanto que se dividieron en tres reinos, el
reino de Modeira, el reino de Calejas y el reino de Saravia. Después de muchas
guerras contra este pueblo tan solo quedaron reducidos al reino de Saravia. No
son muy diferentes a los humanos, físicamente son los mismos, la diferencia
está en la fuerza y resistencia que son mayores que los humanos y no tanto
comparados con los elfos.

♦♦♦♦♦

El camino se hacía más imposible, la lluvia aun caía con fuerza encharcando el
camino. Grindal estaba preocupado no solo por sus perseguidores sino porque
el frio crecía y la lluvia no cesaba y la criatura que llevaba entre sus brazos, si
seguía así no resistiría por mucho tiempo. Ya había perdido la cuenta de cuánto
tiempo llevaba cabalgando. Como lo había predicho Emerson, los ejércitos de
Wenceslao arribaron triunfantes a la ciudad de Pridelia la capital del reino de
Saravia, después de derrotar a la última resistencia del reino, el fuerte del rio
Rigalia. Wenceslao el temerario y su colega Abel el rey de Britania entraron
triunfantes al castillo del rey Emerson y reclamaron allí su victoria reclamando la
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total rendición del reino y la completa sumisión de Emerson y su pueblo a
Moravia. Pero Emerson sabia de la ambición de Wenceslao. Desde hace mucho
tiempo Wenceslao tenía planes de invadir y apoderarse de aquella fértil y rica
tierra y ahora que la oportunidad se le había presentado no la iba a
desaprovechar. Emerson sabía que Wenceslao se haría rey de aquella tierra
recién conquistada, pero ¿cómo ser rey si ya había uno? Sencillo, la vida de
Emerson y de Beatriz lo mismo que la de su primogénito corrían serio peligro.
Así que por fin Grindal entendía por qué había sido llamado de urgencia a aquel
reino. Siguió las instrucciones de Emerson y antes que Wenceslao entrara
triunfante al castillo, Grindal partió raudo y con él una misión, preservar la vida
de aquella criatura, el legítimo heredero al trono de Moravia, el primogénito de
Emerson y Beatriz.
Grindal no dejaba de pensar en el destino del rey de los medioelfos. Wenceslao
era desalmado y no tenía conciencia, seguramente a estas alturas, ambos,
Emerson y Beatriz ya estaban muertos. Ahora más que nunca la misión de
preservar la vida de aquel pequeñín era más importante. En sus manos viajaba el
último gran medioelfo de sangre pura, el legítimo heredero al trono de Moravia.
Aquel ser diminuto tenía que vivir. Pero Grindal tenía un plan, algo el mago
había cavilado en su mente, así que se decidió a ejecutar su plan.

♦♦♦♦♦

El ejército invasor dio el golpe de gracia derrotando a los últimos focos de


resistencia de Saravia en el fuerte del rio Rigalia. 50000 hombres al mando de l
mismísimo Wenceslao derrotaron a los medioelfos y ahora se encaminaron
hacia Pridelia, la ciudad capital del reino medioelfo. Wenceslao y Abel arribaron
al palacio real y se apoderaron del lugar, ondeando las banderas del reino
Moraviano, un lobo huargo rojo sobre un plano negro. Los hombres, se
proclamaron amos de la ciudad, matando a los soldados de la guardia real del
rey Emerson.
Wenceslao y Abel entraron al gran salón donde estaba el trono del reino. Allí
sus hombres tenían como prisioneros al rey Emerson y a su reina.

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-Durante mucho tiempo me imaginé como sería el día en que entrara triunfante
en esta ciudad y que por fin me sentara en este trono-. Dijo Wenceslao mientras
se sentaba en el trono del rey.
-espero no estés decepcionado, maldito asesino-. Le respondió Emerson.
-son palabras muy duras contra alguien que con una sola palabra que salga de mi
boca bastará para que me mis soldados me ofrezcan tu cabeza y la de tu
queridísima esposa en una bandeja-. Luego de decir esto Wenceslao hizo un
ademan y al instante uno de los soldados entró al salón escoltando a un niño. –
Ven hijo mío, ven y siéntate con tu padre y nuevo rey de estas tierras-. El niño,
Primogénito de Wenceslao, estaba vestido con una armadura pequeña
especialmente diseñada para el príncipe y en el cinto llevaba una pequeña
espada. El niño corrió y se sentó en las piernas de su padre.
-¿verdad que este trono es muy cómodo, hijo mío?-.
–Si-. El niño atinó a contestar tímidamente.
En ese preciso momento su hombre de confianza y capitán de sus ejércitos
entró al salón y mirando a Wenceslao dijo –no hemos podido encontrar al
pequeño, señor, fuimos a su habitación y no estaba allí, luego buscamos por
todo el palacio y no hay rastros de él-.
-dime en donde escondes a tu hijo y quizá, perdone tu vida y la de tu perra -.
Dijo Wenceslao acercándose a Emerson.
-puedes tomar mi vida, pero nunca encontraras al pequeño-. Respondió
Emerson al momento que le escupía en la cara a Wenceslao.
El rey de Moravia se secó el escupitajo del rostro con un pañuelo que le alcanzó
uno de sus hombres, luego hizo un ademán que uno de sus soldados entendió.
El soldado desenfundó la espada y avanzó amenazante hacia Emerson.
En ese preciso momento Abel le habló a Wenceslao –parad. Esto no estaba en
los planes, en ningún momento hablamos de quitarle la vida al rey-.
Wenceslao le respondió con tono amenazante –se hará lo que tenga que hacerse.
Este no es el momento para que flaquees. Además solo puede haber un rey de
Saravia y ese soy yo a partir de ahora-. El rey Avanzó hacia Abel y le dijo al oído
–hemos llegado muy lejos como para ser moralistas y justos, en este momento
te necesito a mi lado-.

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Abel le respondió –estoy de tu lado, pero conste con que no estoy de acuerdo
con esto-. Luego de decir esto, salió del salón.
Wenceslao miró al soldado y este último entendió.
-Antes de morir. ¿Algún deseo final su alteza?-. Se burló Wenceslao de
Emerson.
El rey medioelfo extendió la mano y tocó la de su esposa, luego dijo
–espero algún día mi hijo clave la punta de su espada en tu corazón-.
Wenceslao rio estrepitosamente seguido también por los suyos, dijo –prometo
que muy pronto tu pequeño hijo estará clavado a una estaca siendo comida de
cuervos-.
A los ojos de los presentes, el rey y la reina de los medioelfos fueron
ajusticiados.
Al momento del tajo de la espada en el cuello de Emerson, el pequeño hijo de
Wenceslao se llevó las manos al rostro para no mirar la gran cantidad de sangre
que brotaba del cuello cercenado del rey medioelfo, pero Wenceslao lo
reprendió diciéndole –no te tapes los ojos, mira. Esta es la forma en la que tu
padre se hace grande, tan grande como algún día tú serás y cuando llegue ese
día, recordaras estas palabras. Un rey nunca muestras debilidad, un verdadero
rey nunca muestra clemencia, un verdadero rey no tiene piedad con sus
enemigos-. En efecto el niño se quitó las manos que le cubrían los ojos y vio
como era ahora la cabeza de la reina la que era desprendida de su cuello.
Después de ese espectáculo aterrador, el capitán y mano derecha del rey hizo
pasar al gran salón a una miembro de la servidumbre del palacio. La mujer
apenas vio a su rey y su reina asesinados, se echó a llorar.
-si no quieres que te pase eso a ti, debes decirnos donde está el primogénito del
rey, donde eta escondido-. Le dijo el hombre en tono amenazante.
La mujer que estaba en shock apenas pudo juntar unas palabras y entre sollozos
y lágrimas dijo –el rey……mi rey….un hombre……un mago…se lo ha llevado
por órdenes del rey….mi rey….mi reina…..dos días atrás-.
Wenceslao hizo sacar a la mujer del salón y dio órdenes para que su capitán
escogiera a los mejores de sus exploradores e iniciaran la búsqueda del mago y
del primogénito del rey. La orden fue clara y precisa, la muerte de ambos.

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♦♦♦♦♦

La lluvia se sentía que caía con fuerza en el techo de la humilde casa. Tamir y
Sirna dormían. Ambos se protegían del frio con unas gruesas cobijas. En la
mesa una vela que iluminaba la pequeña sala ya perdía la batalla por permanecer
prendida pese al viento que se filtraba por las ventanas y se consumía sin
remedio. Unos fuertes golpes en la puerta despertaron bruscamente a Sirna.
-Tamir, Tamir, Alguien toca a la puerta-. Dijo Sirna, tratando de despertar a su
marido quien estaba profundamente dormido. –Tamir, despierta, alguien llama a
la puerta-. Insistió Sirna. Al no tener respuesta de su esposo, la mujer dudó en
pararse o quedarse acostada, de todas maneras, era peligroso abrir la puerta a
esas horas de la noche. Los golpes no se hicieron sentir más, pero la mujer aún
tenía la incertidumbre de quien había golpeado de tal manera la puerta de su
humilde casa. La mujer tomó fuerzas y se paró de su cama, vio a su esposo que
aún seguía profundamente dormido, aprovechando la poca luz de la agonizante
vela, se puso las chanclas y una manta para protegerse del reinante frio y se
dispuso a abrir la puerta. Cuando tomó la manija de la puerta para abrirla dudó
un momento y se dijo así misma << ¿que estoy haciendo? debo regresar a la
cama>>. La mujer estaba a punto de dar vuelta de nuevo a su cama cuando le
pareció escuchar algo que venia del otro lado de la puerta, entonces la mujer
pegó su oreja a la puerta para escuchar y en efecto aquel sonido que había
escuchado se repitió. Sirna comprensiblemente nerviosa fue de nuevo a tratar de
levantar a su esposo pero esta vez lo sacudió con fuerza.
-¿qué pasa mujer?, porque me despiertas de esa manera y a estas horas de la
noche-. Le dijo Tamir contrariado.
-hay algo al otro lado de la puerta, lo acabo de escuchar, hace unos instantes
sentí unos duros golpes, que alguien tocaba la puerta, me levanté para averiguar
que era y escuche un sonido que viene de afuera-. Le respondió su esposa.
Tamir al ver el rostro contrariado de la mujer se puso de pie, se puso su
pantalón y un grueso saco, luego fue al armario y empuñó un largo machete, el
mismo que utilizaba en sus largas jornadas de trabajo y fue en dirección a la
puerta, no sin antes sacar del mismo almario una pequeña y desgastada lámpara
de aceite. La encendió con la agonizante vela y la sujetó con una mano, mientras
con la otra sujetaba el pesado machete. Le hizo señas a su esposa que abriera la
puerta mientras el empuñaba el machete, esperando encontrar a alguien del otro

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lado de la puerta. Sirna siguiendo las instrucciones de su esposo, le quitó la traba
a la puerta y se dispuso a abrirla, miró a Tamir y este le hizo saber con la mirada
que estaba listo así que la vieja procedió a abrirla. En el momento en que la
puerta estuvo abierta, una ráfaga de viento frio entró a la casa, fue tan fuerte que
apagó la lámpara de aceite que el viejo llevaba en la mano, dejando toda la casa
en una intensa y sepulcral oscuridad.
De inmediato Tamir, nervioso, dijo con voz titubeante – ¿Quien anda hay?-. No
se escuchó nada, ninguna respuesta, solo el caer de la lluvia y el sonido del
fuerte viento que mecía los árboles.
Sirna mientras tanto había ido por la vela que estaba sobre la mesa con la
esperanza que el viento no la hubiera apagado y en efecto la agonizante vela
había resistido la envestida del viento y aun iluminaba, muy tenuemente pero
aun lo hacía. La vieja con mucho cuidado, tomó la vela en sus manos y se dirigió
a la puerta. Allí y con la colaboración de su esposo de nuevo prendieron la vieja
y desgastada lámpara, cuando esta última estuvo de nuevo prendida, los viejos
miraron hacia afuera y no vieron a nadie, no había nadie cerca.
-me has levantado para nada, mujer-. Dijo Tamir un tanto incómodo. Sirna
permaneció en silencio.
Cuando se disponían de nuevo a cerrar la puerta para volver a la cama, se
escuchó un sonido, algo parecido a un llanto de bebe, pero esta vez Tamir
también lo escuchó y pudo identificar de dónde provenía tal sonido. Al pie de la
puerta yacía un pequeño canasto, en él había varias mantas, no lo habían visto
porque la luz de la lámpara era muy tenue y no les había permitido verlo a
primera instancia. La mujer, entonces se agachó para coger el pequeño canasto,
eso sí con mucha prudencia no sabiendo lo que iba a encontrar, mientras el
viejo iluminaba con la lámpara. La mujer alzó la canasta y en ella vio a un niño;
un niño hermoso de piel blanca y tersa que cuando miró a la mujer paró su
llanto.
-¡es un niño, nos han dejado un niño!-.Exclamó la mujer en una mezcla de júbilo
con incredulidad.
Tamir dijo –hay que llevarlo adentro, está haciendo mucho frio-.
En efecto los dos viejos llevaron al pequeño niño dentro de su casa, allí le
cambiaron unas mantas que estaban mojadas y lo envolvieron en una cobija que

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aunque vieja y remendada, cumplía la tarea de darle calor a aquella pequeña
criatura.
Mientras Sirna le cambiaba las mantas y arropaba al bebe, Tamir revisaba la
pequeña canasta y se dio cuenta que había algo más en ella.
-¡qué demonios es esto!-. Dijo Tamir alzando una pequeña bolsita color
purpura.
-¿Dónde la haz encontrado?-
-aquí en la canasta, entre las mantas que cubrían la criatura-
-¿y que tiene adentro?, mirad-
El viejo miró y en su rostro se dibujó una mueca de incredulidad, luego dijo –
¡son piezas de oro y plata!-.
La vieja que aun tenía al pequeño niño entre sus brazos, lo dejó en la cama que
aún estaba cálida y corrió al lado de su esposo para cerciorarse que lo que el
hombre le decía era verdad. En efecto dentro de la bolsita había por lo menos
cuatro piezas de oro y unas diez piezas de plata, lo suficiente para vivir
cómodamente durante algún tiempo.
-Está claro que quien quiera que haya dejado a este niño, se ha asegurado de
dejarnos estas piezas para que lo cuídesenos-. Dijo Tamir. Después de quedarse
un tiempo pensativo mientras su esposa examinaba cuidadosamente las piezas
de oro y plata, Tamir volvió a hablar en un tono serio, ese tomo que Sirna
conocía muy bien, el tono que su esposo usaba cuando quería expresar una
decisión que había tomado. -mañana a primera hora cabalgaré al pueblo y me
llevaré al niño conmigo, allí se lo entregaré al alguacil en jefe. Él sabrá que
hacer-
Sirna apenas escuchó lo que su esposo decía, corrió hacia la cama y de nuevo
tomó al niño entre sus brazos, este último le brindó una sonrisa.
– ¿Cómo puedes hacer eso, no ves que es un regalo que Dios nos ha mandado?-
.
Tamir caminó hacia la cama y se sentó al lado de su vieja esposa, dijo -
entiende mujer, esto es demasiado raro, no quiero tener problemas con nadie, ya
estamos demasiado viejos para meternos en problemas-.

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-esta es mi última oportunidad de ser madre, por favor no me quites esto, por
fin Dios ha oído mis plegarias, por favor-. Las lágrimas brotaron de los ojos de
la vieja y bajaron por su arrugada piel.
Tamir se compadeció de su mujer. Por años habían intentado tener hijos sin
éxito, lo habían intentado todo, gastando mucho dinero visitando a
renombrados conocedores de las ciencias médicas y brujos, pero ninguno había
logrado tener éxito en la tarea de que su esposa quedara preñada, al parecer y
tomando las palabras de unos de los médicos vistos <<la mujer estaba seca>>.
Así que Tamir no tuvo más remedio que retractarse en sus intenciones. Allí al
ver a su mujer acariciando a aquel bebe y al ver que este último le devolvía sus
caricias con sonrisas tiernas, Tamir puso en duda su fe, en toda su vida y por la
pobreza y miseria que había atravesado, nunca había creído en un Dios, ahora
parecía que si existía después de todo.

♦♦♦♦♦

Grindal bajó de su caballo de prisa, sus enemigos ya estaban muy cerca, se


podían oír los golpeteos de sus caballos y el humo que salía de sus antorchas. El
mago caminó hacia el puente y se dispuso a atravesarlo, la lluvia aun caía. El rio
Plas estaba muy crecido, rugía con fuerza, a lo largo de su senda había muchos
puentes para cruzarlo, pero este puente en particular estaba muy desgastado. Era
un puente colgante, le faltaban algunas tablas y las que habían estaban
carcomidas por los insectos y parecían bastante inseguras y a eso había que
sumarle que las cuerdas se veían viejas y gracias a la humedad y el paso del
tiempo estaban podridas, en resumen cruzar el puente era una tarea peligrosa. El
mago con mucho cuidado trataba de cruzar el peligroso puente, había dejado su
caballo aun lado del puente y avanzaba cuidadosamente, mientras que la
estructura se movía por el viento fuerte. Ya había avanzado más o menos hasta
la mitad cuando Grindal escuchó una voz que le gritaba –no seas tonto mago,
regresa y entréganos al niño, ese puente no es seguro, en cualquier momento se
caerá y con él, tú y el niño-. Grindal voltio a mirar y en efecto sus perseguidores
estaban al pie del puente, todos con armaduras negras, eran seis en total entre
ellos un arquero.

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-están locos si creen que tendrán a este niño, no permitiré que le hagan daño-
Gritó el mago.
-entréganoslo mago, no mueras por una causa que no es la tuya, entréganoslo y
te perdonaremos la vida-
-prefiero morir que entregarles al niño-.
Grindal miró a su alrededor y vio que sus posibilidades no eran buenas. Si
trataba de cruzar el puente se demoraría mucho y seria alcanzado por una
flecha, si trataba de volver seria asesinado muy seguramente, solo había una
opción que tomar.
El que parecía ser el jefe de los perseguidores hizo un ademan con su mano,
ademan que el arquero entendió, este último era un hombre joven, el más joven
de los presentes. El muchacho con habilidad sacó una de sus flechas y la
acomodó en el arco, luego apuntó al mago que al igual que el puente se mecía
con el viento.
Grindal sabía que ese era el fin y lejos de sentir tristeza o miedo, sentía alivio
sabía que había despistado a sus enemigos, el niño estaría a salvo, lo que llevaba
en sus brazos eran solo unas mantas vacías, miró al joven arquero, este a su vez
también lo miró directamente a sus ojos. La flecha voló en el aire, venciendo el
fuerte viento y dio justo en el blanco, Grindal Sintió el dolor del impacto y luego
la tibieza de la sangre que le bajaba por la barriga, la flecha se le había clavado en
el costado, luego tomó una respiración profunda y se lanzó al rio. Sus
perseguidores vieron como el mago bajaba en caída libre y se estrellaba contra
las enfurecidas aguas del crecido rio, vieron también como las mantas se
dispersaron y flotaron en las espumosas aguas negras. Entonces el joven arquero
puso rápidamente otra flecha en su arco y apuntó de nuevo hacia el rio en
dirección donde el mago luchaba por su vida siendo arrastrado por la fuerte
corriente, pero el que parecía ser el líder lo detuvo.
-no es necesario que gastes otra flecha, este ya está muerto, dejemos que el rio
haga lo suyo-. Soltó una carcajada de manera macabra siendo imitado por todos,
seguido puso su pesada mano en el hombro del joven como señal de
felicitación, luego montaron de nuevo sus caballos y dieron media vuelta
tomando el camino de regreso.
-¿me dices que el mago, prefirió lanzarse al rio con el niño en brazos a
entregárnoslo?-. Preguntó sorprendido Wenceslao. –bueno, el idiota nos ahorró

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el trabajo. Que les parece, dos pájaros de un solo tiro-. El rey Reía y su risa era
una risa malévola.
La misión estaba completa, había vencido en la guerra y el botín para Wenceslao
era generoso, ahora era el rey supremo de Moravia y de Saravia, ahora todas las
riquezas de aquel basto reino eran suyas, claro tendría que compartirlas con
Abel, pero sabía también que manejar a Abel le iba a ser muy fácil. Le
tranquilizaba saber que ahora que se había extinguido la línea de sangre de
Emerson, ya nadie en el futuro vendría a reclamar el trono del país de los
Medioelfos. Pero estaba equivocado, porque en una pobre y humilde casa en los
bordes mismos del reino de Britania y bajo el cuidado de dos viejos, reposaba
un pequeño de sangre mezclada, el legítimo heredero al trono de Saravia.

♦♦♦♦♦

Blas caminaba y con él a su lado iba su fiel amigo Oso. Blas le había puesto ese
nombre porque el perro se parecía mucho a un oso, era de gran tamaño y tenía
un pelaje muy similar a la de aquellos animales. El niño tenía trece años y era
pescador, al igual que su padre y el padre de su padre y así sucesivamente hasta
cientos de generaciones atrás. Blas era el mayor de tres hermanos, vivía en una
humilde casa muy cerca del rio, allí viva con su padre y su madre y sus dos
hermanas pequeñas. Pero Blas no quería ser pescador por el resto de su vida, el
soñaba con muchas cosas, con recorrer el mundo, con conocer lugares
inimaginables, con conocer a los elfos, cada noche soñaba con aquello, soñaba
con empuñar algún día una gran espada con sus manos; pero mientras tanto
caminaba en dirección al gran rio. La noche anterior había tendido los anzuelos
y las redes. El rio bajaba crecido así que seguramente la pesca había sido buena.
Y en efecto no se equivocó, los anzuelos estaban todos ocupados y las redes
llenas. El joven niño se dispuso a quitar de los anzuelos a los peces atrapados,
cuando el perro empezó a ladrar de manera insistente y estruendosa. Los
ladridos del animal llamaron la atención de Blas.
-¿Qué pasa amigo, que has visto?-.
El niño no daba crédito a lo que veía. Entre los matorrales en las orillas del gran
rio yacía tirado boca abajo un hombre, estaba inmóvil. Blas se acercó
sigilosamente, cogió una parca de una rama, alargó el brazo y tocó al hombre,

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pero no hubo respuesta alguna. Blas asustado supo lo que tenía que hacer, así
que dio media vuelta y emprendió camino a su casa.
Blas y su padre que se llamaba Danael llegaron a l rio y el niño le mostró al
hombre el lugar donde estaba el hombre, le dijo -¿ahora si me crees?-.
Danael examinó al hombre que yacía tirado entre los matorrales y al instante se
dio cuenta de lo que el hombre era. Aquel sujeto tenía cabello gris que le bajaba
un poco más debajo de los hombres, del cuello le colgaba un amuleto en forma
de triángulo en cuyo interior estaba grabada una imagen en forma de un ojo y en
su cinto llevaba una gran espada cuya empuñadura estaba adornada por un gran
rubí de color rojo intenso.
-este no es un hombre común y corriente-. Dijo Danael a su hijo quien lo
miraba con entusiasmo. –este hombre es un mago, un hechicero del noreste
diría yo. No está muerto, aunque si está muy débil. Tienes que ayudarme a
sacarlo de aquí-.
En efecto y con mucha dificultad, el padre y su hijo lograron sacar al hombre de
entre los matorrales y pusieron su cuerpo débil y ensangrentado que se debatía
entre la vida y la muerte en una carreta, la misma que utilizaban para llevar los
peces del rio hasta su casa.

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TEÓFILO

El palacio central del reino de Britania en esta ocasión lucia más hermoso y
majestuoso que de costumbre. Este en particular era un día esplendoroso, el sol
en lo alto iluminaba y desde las montañas del norte venían vientos refrescantes
que hacían que los estandartes flanearan. Los visitantes ya estaban en el castillo,
escoltados por una veintena de jinetes impecablemente vestidos y fuertemente
armados, los visitantes entraron al castillo. Esta era la primera vez en cuatro
años que el rey Wenceslao visitaba la ciudad de Efóras. Con el venían su esposa,
la reina Katerin y también su hijo no primogénito pero heredero al trono de
Moravia y Saravia, el príncipe Wenceslao II, que según se decía tenía el mismo
temperamento de su padre, con el rey también viajaban criados y demás
ayudantes y por supuesto los otros hijos del rey y la reina.
En las puertas mismas del gran palacio y vestido para la ocasión el rey de
Britania, Teófilo y su reina Margoh les daban la bienvenida a los visitantes.
Wenceslao ayudado por uno de sus súbditos ya que el rey era un hombre viejo
descendió de su carruaje. El rey tenía como siempre un rostro duro y austero,
pero esta vez dejo ver una tenue sonrisa. A pesar de la edad, Wenceslao aun
inspiraba temor y respeto entre los suyos, sus amigos y por supuesto sus
enemigos, sin duda alguna seguía siendo un hombre que inspiraba amores y
odios.
-sean todos bienvenidos a mi reino-. Dijo Teófilo.
Wenceslao le puso las manos en los hombros a su colega y dijo –mil gracias,
amigo, es un placer el de volver a estas tus tierras-.
Uno a uno todos los visitantes fueron saludados y recibidos con honores dignos
de reyes y luego fueron conducidos al gran salón principal de aquel hermoso
palacio, allí les tenían preparado un gran recibimiento, que incluía comida y
música.
Los comensales pasaron a la mesa y allí se sirvieron de exquisitos platos, sin
duda alguna el anfitrión no había dejado escapar ni un solo detalle para agradarle
a Wenceslao.
Teófilo era el hijo primogénito de Abel y había sido coronado rey de Britania
hacia cuatro años, cuando su padre había muerto. Su esposa era Margoh una

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mujer hermosa, de cabello rubio rizado, ojos claros y piel blanca y tersa, hija de
una familia burgués del reino. Era padre de tres hermosas hijas y de un barón
que tristemente había muerto dos años atrás a causa de una extraña enfermedad,
este hecho era motivo de gran tristeza para Teófilo, su reina y todo el reino
completo.
-quiero ver a mi viejo amigo-. Dijo Wenceslao, después que estuvo satisfecho
con toda la comida. Teófilo asintió y le indico el camino al rey.
Desde la llegada de los visitantes del reino vecino, Kyra había notado que el hijo
del rey Wenceslao no le quitaba los ojos de encima, aquella mirada le
incomodaba mucho, era una mirada fría, enigmática, incomoda. El príncipe era
un hombre mayor, mucho mayor que ella. Tenía un rostro fino y alargado muy
parecido al de su padre con la misma expresión de fiereza, sus cabellos eran
color negro azabache y sus ojos oscuros. La princesa de Britania tan solo una
vez le había devuelto la mirada a aquel hombre, ahora y después de ver a su
padre salir junto con el rey Wenceslao, la joven buscó entre la multitud el rostro
que quería ver y lo encontró al otro lado del salón. Ambas miradas se cruzaron,
ella se paró de su silla y caminó en dirección a la puerta, luego salió y se perdió
de la vista de todos incluyendo a la de Wenceslao II que la había seguido con la
mirada.
Este lugar en particular y para ser una cripta estaba bastante iluminado y
decorado con muchas flores que despedían olores agradables. Allí reposaban la
mayoría de los reyes de antaño del reino entre ellos por supuesto estaba Abel y
al lado de Abel reposaba Luis, el amado hijo de Teófilo. Al pie de la tumba de
Abel se erguía una estatua del mismo rey en épocas gloriosas, sin duda alguna el
artista escultor tenía mucho talento pues la estatua era muy fiel a la apariencia
del rey cuando estaba con vida.
-tu padre era un buen hombre-. Dijo Wenceslao poniéndole la mano en el
hombro a Teófilo.
-Era un buen padre y un buen rey-. Respondió Teófilo sintiendo la pesada y fría
mano en su hombro. Con disimulo dio unos pasos al frente para quitarse aquella
mano que le producía un escalofrió en todo el cuerpo.
-él era más que un rey, era mi amigo, un amigo muy querido-. Volvió a decir
Wenceslao, cuanto tuvo la atención del rey de Britania siguió –para honrar a su
querida memoria es que he viajado a estas tierras. Le prometí a tu padre te
ayudaría a proteger tu reino de cualquier amenaza-.

21
Teófilo asintió y entendió de lo que estaba hablando pues su padre en el lecho
de muerte le había dicho exactamente lo mismo.
-he tenido noticias que ha habido incursiones de orcos en tu país-.
-hace cerca de un año hubo un gran ataque de orcos en la ribera occidental del
rio Plas, muy cerca de Omilion y desde allí han sido ataques esporádicos en
otros puntos del reino-.
-jamás los orcos habían bajado tanto, si me dices que llegaron tan cerca de
Omilion. Es extraño-.
-estos orcos parecen diferentes-.
-¿diferentes? ¿A qué te refieres?, todas esas criaturas son iguales-.
-no. Estos orcos no bajaron de las montañas solitarias, estos son orcos que
viajan hacia el norte, y viajan a plena luz del día y lo hacen sin ningún temor-.
-¿estás seguro de lo que dices?-.
-lo estoy-. Respondió Teófilo con una aire de serenidad mientras su mirada se
clavaba en la tumba de su primogénito, luego siguió –en los últimos meses el
avistamiento de estas criaturas ha aumentado y los que los ven concuerdan que
van al norte-.
-me pregunto qué siniestra voluntad hace que esos engendros viajen a las tierras
donde fueron masacrados en la última guerra-.
-no lo sé-. Respondió Teófilo. –Lo cierto es que por donde pasan van dejando
muerte y destrucción-.
El viejo rey Wenceslao mostró una genuina preocupación. Durante un
momento no hubo más que silencio en aquella cripta. Finalmente el rey de
Saravia y Moravia rompió el silencio diciendo –ya habrá tiempo para hablar de
estas cosas. Volvamos y disfrutemos de la fiesta que tan amablemente me has
ofrecido-.
En efecto los reyes volvieron al gran salón que como era de esperarse estaba
repleto. Los hombres ya estaban bastante borrachos, aquí y allá todos se servían
de inmensas jarras de la más rica cerveza y copas de sabroso vino oriental, el
más rico de todo el mundo.

22
KYRA

Kyra se sintió aliviada al dejar el gran salón, aquellas fiestas no le gustaban


mucho, despreciaba ver a los hombres borrachos, sobre todo a los de su reino.
Todas las noches la princesa de Britania salía a caminar y siempre terminaba en
el mismo lugar, a los pies de una caída de agua a la que llamaban caño cristales,
por el color cristalino de aquella agua. Se acostó en el verde pasto y miró el
cielo, que a esa altura de la noche estaba despejado y hermosamente decorado
con una infinidad de estrellas. Recostada allí en ese húmedo pasto, Kyra recordó
aquella mirada fría y obscena del hijo del rey de Moravia, al recordarla un
escalofrío le recorrió todo el cuerpo. De pronto unos ruidos la sacaron del
letargo en el que se encontraba, eran unos ruidos de pasos acercándose a través
de los árboles, la joven se paró de inmediato y trató de ver quién era el que
producía los ruidos pero no vio nada, la oscuridad de la noche y la espesura de
aquel bosque no le permitían ver más allá de poca distancia.
-¿quien anda hay?-. Preguntó Kyra. -¿eres tú Neil?-.
De entre los arboles surgió la figura de un joven muchacho, que vestía ropas
humildes y con una gran daga en el cinto. Apenas Kyra vio al joven corrió hacia
él y se le abalanzó pasándole los brazos sobre el cuello y abrazándolo con
fuerza, luego le dio un beso, que el joven correspondió.
Neil era un joven casi de la misma edad de Kyra, era el hijo del jefe de las
caballerizas, desde pequeño había recibido clases de combates y su mayor deseo
en la vida era servir a su rey y llegar a convertirse en maestro de armas y gran
general de los ejércitos del reino al servicio del rey Teófilo. Para ello, todos los
días tenía una agenda apretada, recibiendo con otros jóvenes del reino escogidos
y aspirantes a entrar al ejército, clases de manejo de armas y combate cuerpo a
cuerpo, sin duda Neil era uno de los adelantados de su clase y era el preferido
por sus maestros por la voluntad y firmeza que mostraba.
-no te vi en la fiesta y supuse que estarías aquí-. Dijo Neil mientras acariciaba el
suave rostro de Kyra.
De nuevo los dos jóvenes se unieron en un coqueto beso, luego Kyra dijo –no
me sentí cómoda en aquel festejo y decidí venir aquí, sabía que en este lugar me
encontrarías-.

23
Por un buen tramo de la noche los dos jóvenes se quedaron en aquel romántico
lugar, los dos solos en la negrura de la noche, observando las estrellas,
disfrutando de la mutua compañía.

24
WENCESLAO

En la mañana se veían los estragos de la fiesta de la noche anterior, el gran salón


olía a vómito y a alcohol. Aquí y allá yacían hombres tirados en el piso,
acostados sobre sus propios vómitos, tirados en el suelo unos encima de otros,
la fiesta sin duda alguna había sido salvaje y había durado hasta el amanecer, sin
embargo los reyes se habían ido del lugar apenas llegando la madrugada, lo que
había significado que la fiesta se saliera de control un poco y que los hombres
sacaran sus impulsos más salvajes.
El desayuno para los reyes fue servido en la mañana y disfrutado con agrado por
los mismos. De nuevo Kyra asintió la misma repulsión por las miradas del
príncipe Wenceslao, quien de nuevo no dejaba de mirarla. Kyra habría preferido
salir de allí e ir al patio de entrenamiento para ver pelear a Neil, pero entendió
que eso sería una gran descortesía que su padre no le perdonaría, así que hiso de
tripas corazón y siguió en la mesa soportando las sucias miradas del hombre. El
desayuno transcurrió tranquilamente. La comida ciertamente deliciosa fue
disfrutada y consumida hasta su totalidad.
Luego del desayuno y como había sido acordado lo reyes se dispusieron a salir a
cabalgar por los valles cercanos al castillo. Unos corceles imponentes y
elegantemente vestidos esperaban a los reyes. Rápidamente todos montaron sus
equinos e iniciaron la cabalgata en dirección a los valles cercanos. Aquel valle
parecía un mar verde, inmenso. El viento sacudía el pasto crecido y hacia que el
espectáculo fuera hermoso. El día era el propicio para cabalgar, en lo alto del
cielo brillaba el sol, pero del este bajaban unos fuertes y refrescantes vientos. Al
frente de la comitiva iban los guardias reales de los dos reyes, entremezclados
unos con otros. Atrás y protegidos por sus guardas iban Teófilo que montaba
un gran corcel de color gris, fuerte, musculoso, adornado con una monturas
dorada y envuelto por una manta color purpura, era un caballo realmente
hermoso, a su lado iba Wenceslao y atrás de ellos iba Wenceslao II.
-debemos estar alertas y atentos a lo que sucede tanto en el sur, como en el
norte-. Dijo Wenceslao en un tono solemne y serio. –La resistencia de los
Kalijary ha crecido y se ha fortalecido, cada día que pasa están atacando más y
liberando más de los suyos de las minas, ha este paso no tendremos suficientes
para seguir con las excavaciones-.

25
-eso lo entiendo. ¿Pero porque dice su majestad que debemos preocuparnos
también por el norte?-. Cuestionó Teófilo realmente interesado en la respuesta.
Wenceslao se tomó un momento para divisar la hermosura de aquel valle y
luego respondió casi con desencanto, como siempre lo solía hacer –debemos
tener cuidado con el reino de Cadelia, mi señor-. De nuevo hizo una pausa para
mirar las maravillas de aquel lugar, luego miró a Teófilo y notó que el rey de
Britania estaba impaciente, así que siguió –durante todo este tiempo Cadelia no
fue motivo de preocupación puesto que el rey Dionicio si bien no fue aliado ni
amigo, nunca quiso meterse en nuestros asuntos. Pero ahora todo ha cambiado.
Ahora que el viejo rey ha muerto y que su esposa ha ascendido al poder, creo
que debemos tener cuidado, mi amigo-.
-pero, ¿porque la reina debe ser motivo de preocupación?, cadelia es un país
muy chico y siempre ha sido pacifico. ¿Por qué deberíamos de temerle ahora?-.
-mi querido rey-. Dijo Wenceslao en un tomo de tranquilidad pero también de
superioridad –hay cosas que tu juventud no te permite saber-. Hizo una pausa.
A Teófilo no le había gustado aquel comentario.
Wenceslao siguió –Ana, la reina coronada de Cadelia no es otra reina común y
corriente, esta es diferente. Esta es una mujer peligrosa, ambiciosa y cruel-.
Wenceslao tenía toda la atención de Teófilo. –Mis espías en el norte me dicen
que los deseos de guerra de la puta, siempre fueron desechados por Dionisio, al
viejo no le interesaba para nada entrar en guerra. Pero ahora que la casquivana
ha subido al poder todo cambia. Se dice que la puta ha fortalecido su ejército y
que sus planes de guerra contra el sur son su prioridad-.
-¿pero porque a Ana le interesaría entrar en guerra contra nosotros? ¿Cuáles
son los motivos?-
-eso aún no lo sé-. Respondió Wenceslao –lo cierto es que si esa puta nos
declara la guerra, estaríamos en graves problemas. Recuerda que los hombres
leales a nosotros no nos sobran, además eso lo aprovecharía los medioelfos de
la resistencia y también los putos negros. Debemos estar atentos y reforzar
nuestras defensas en el norte-.
Teófilo estaba callado, de hecho todos lo estaban, seguían cabalgando en
silencio, por un momento las palabras que su difunto padre le había dicho en su
lecho de muerte, le retumbaban en la cabeza.

26
Wenceslao volvió a hablar sacando del aturdimiento al rey de Britania.-hay algo
que quiero hablar con usted, su majestad. Pero no aquí, no en su país. Es por
eso que quiero que me acompañe en mi viaje de regreso a mi reino, hay asuntos
de los que tratar y prefiero hacerlo en mi casa-.
Teófilo no supo que contestar, se quedó callado. Después de un momento de
silencio dijo -¿es necesario ir con usted? Nunca he dejado mi trono vacío, hay
asuntos aquí que requieren las decisiones del rey, si me voy abría un vacío de
poder-.
Wenceslao parecía impaciente. –piénsalo, háblalo con tu reina. Tienes hasta
mañana en la mañana, entonces tendrás que darme una respuesta y espero que
sea la positiva-. Su tono era amenazante.
Teófilo también lo entendió de esta manera y solo atinó a asentir.
Ya el sol hacia su descenso para esconderse a través de las montañas cuando los
reyes regresaron de su cabalgata por los valles. Al volver Teófilo no tenía buen
rostro, todos se dieron cuenta de aquello.

27
TEÓFILO

La luz de la luna se filtraba a través de las inmensas ventanas, el viento


jugueteaba con las corinas y golpeaba el desnudo cuerpo de Teófilo. Era pasada
la medianoche y el rey no podía dormir. La conversación que había tenido con
Wenceslao aún le seguía dando vueltas en su cabeza produciéndole insomnio. El
rey miraba a lontananza desde su balcón en la cima de su castillo, veía como
abajo, un jefe de la guardia regañaba a sus guardias y los alentaba a permanecer
despiertos, por el resto no había actividad alguna, las luces de todas las casas
estaban apagadas, la ciudad dormía, pero el rey no.
-¿Por qué no estás en cama?, mi rey-. Dijo la reina Margoh.
-Teófilo volvió la mirada y vio a su reina sentada en la cama con la sabana que le
cubría hasta la cintura y su pelo que caía a través de los hombros, el pelo le
cubría sus pechos, pequeños pero firmes y hermosos. El rey le sonrió al ver la
belleza de su reina y dijo –vuelve a dormir, reina mía-.
-hay algo que te preocupa, mi señor, te conozco muy bien y sé que hay algo que
no te deja dormir con tranquilidad-. Insistió Margoh. Desde la cena la reina
había advertido que su esposo no estaba bien, algo lo perturbaba, durante la
cena había estado extrañamente muy callado y pensativo, así mismo el rey
Wenceslao.
Teófilo de nuevo dio la vuelta y siguió mirando a la lejanía, ahora el viento era
más frio. Dijo –hoy, mientras cabalgábamos, Wenceslao me ha pedido que vaya
con él, que hay asuntos que requieren de mi presencia en su país-.
La reina se paró de la cama, y fue a donde estaba parado el rey, y con la sabana
lo cobijó por detrás. Luego dijo –si decides ir, yo estaré a tu lado mi rey-. Lo
abrazó.
Teófilo sintió el calor del cuerpo desnudo de su reina, apretó sus manos en su
pecho. Dijo –tú deberías quedarte aquí para atender los asuntos del reino, yo iré
y Kyra vendrá conmigo. El rey se dio la vuelta y miró a su esposa. La luz de la
luna hacia que se viera más hermosa. La besó en la boca y luego la tomó como
hace mucho tiempo no lo hacía, los gritos de placer fueron fuertes. Esa noche
los reyes se amaron.

28
ANA

Rivadavia era la ciudad capital de reino de Cadelia. Era una ciudad esplendorosa,
conocida como la ciudad de las flores. El palacio de los reyes era majestuoso,
había sido construido por órdenes de Tolomeo III y se había terminado de
construir 400 años más tarde. Durante generaciones el trono de Cadelia había
sido ostentado por los señores de Rocafuerte, una de las antiguas casas de los
hombres con sangre pura, herederos directos del antiguo reino de Henaith. Mas
sin embargo ahora quien estaba en el trono era una mujer que nada tenía que
ver con esa tradición. Ana de Rivadavia o Ana “la puta” como era conocida en
los pasillos de su castillo y en los barriales de la ciudad, había subido al trono
tras la muerte de su esposo, el rey Dionisio. ¿Pero porque esta mujer era
conocida como “la puta”?. Cuando era muy niña la mama de Ana había muerto
de una enfermedad terrible, ella era muy joven y no tenía familia a la que acudir,
nunca había conocido a su padre, pero su madre le había contado de dónde
provenía, así que vagó por las calles de las ciudades del reino, robando comida
para sobrevivir. Cuando hubo alcanzado la juventud y viendo que era una
muchacha muy hermosa, había empezado a trabajar en un burdel. Marcos el
bello, hermano del rey Dionicio, en una de sus conocidas visitas a los burdeles
locales, apenas vio a la joven se enamoró de manera loca e incomprensible, así
que el hermano del rey le había propuesto matrimonio a la puta y se la llevó a
vivir con él en el palacio de los reyes. Pero la belleza y sensualidad de Ana que
ya era una mujer, llamó la atención del rey Dionicio, que había perdido a su
esposa recientemente y que nunca le había dado herederos. Así que Dionicio
comenzó a cortejar a Ana a espaldas de su hermano. Tras la extraña muerte de
Marcos, Ana recibió la propuesta de matrimonio de Dionicio y sin pensarlo dos
veces y sin guardar luto alguno, pues no amaba realmente a Marcos, sea casó
con Dionicio y se convirtió en la nueva reina, aunque en verdad tampoco amaba
a el rey pues este era demasiado viejo para su gusto. Para fortuna de ella, el
anciano rey parecía estar seco así que nunca la embarazó. Dionicio murió por
muerte natural, aunque muchos dudaron de eso porque a pesar de ser un
hombre mayor, gozaba de buena salud y se veía rozagante y fuerte; de allí que
por primera vez en toda la historia de aquel país, se quebró la línea de sucesión
por sangre y una mujer de pasado turbio y no burgués, asumía el poder.
Alguien tocó la puerta de aquella habitación. –mi señora el concejal liryon desea
hablar con usted-.

29
Ana ni siquiera se dignó a levantar la vista para mirar al criado solo atinó a decir
–Hazlo pasar-.
Un momento después un hombre entró a la habitación. El concejal Liryon era
uno de los hombres más influyentes del reino, su presencia en el concejo era
alabada y reconocida. Era un hombre de avanzada edad, su pelo ya pintaba
algunas canas y en rostro se veían las arrugas como testigos inconfundibles del
paso del tiempo, pero también en su rostro se notaba sabiduría y astucia.
Ana por fin levantó la vista y se apartó de lo que estaba haciendo, pero con
dureza en su rostro y sin ni siquiera una sonrisa de cortesía le dijo al hombre –
me da gusto verlo, espero me tenga buenas noticias-.
El hombre dudó un momento. Iba a decir algo pero Ana se le adelantó
diciéndole –sea lo que sea que me tengáis que decir no será aquí, es mejor que
salgamos de este lugar y vayamos a caminar, aquí hay muchos oídos indiscretos.
En efecto Ana y el concejal Liryon salieron de la habitación y se dirigieron hacia
los jardines del palacio. Aquel lugar era hermoso, sembrado de muchas
variedades de flores y todas ellas emanaban un olor muy agradable.
-me temo que no le tengo muy buenas noticias mi señora-. Dijo el viejo con
tono serio.
-¿qué intentas decirme?-. Preguntó Ana.
El viejo que seguía caminando al lado de la reina de nuevo habló –el concejo
nunca va a autorizar un ataque sin razón alguna a las tierras del sur-. En la voz
del anciano se notaba seriedad. –los concejales no ven motivo alguno del
porque debamos enviar a nuestros hombres a una batalla sin sentido, ellos no
autorizaran el ataque y jamás la apoyaran, mi señora. Las únicas medidas que los
concejales dictan son las de reforzar la guardia en nuestras fronteras y repeler los
ataques esporádicos que los orcos están haciendo desde hace algún tiempo-.
Ana estuvo largo rato en silencio, asimilando lo que acababa de escuchar. Era
evidente que la reina esperaba otro tipo de noticia, en su rostro se veía la
frustración. Después de un rato de silencio dijo -¿y si hablo ante todo el pleno
del concejo?-.
-no soy quien para negarle ese derecho a mi reina, pero le aseguro mi señora que
no cambiará para nada las cosas; es más, dadas las circunstancias actuales, creo

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que lo más inteligente por parte de usted es que no trate de ir en contra de los
designios del concejo-.
-¿en contra de los designios del concejo?-. Preguntó Ana visiblemente enfadada.
–tal parece que el que manda en el reino es el concejo y no yo que soy la reina.
No soy una niña pequeña que les pide permiso a sus padres para ir a una fiesta,
soy la reina de este país, legítimamente coronada y si creo que debo ir a la guerra
contra los sureños, nada ni nadie tiene porque impedírmelo-.
Liryon en tono conservador dijo –entiendo cómo se siente mi señora pero en
toda la historia de nuestro pueblo ningún rey ha ido a la guerra sin la bendición
y aprobación del concejo-.
Ana miró al viejo y en su mirada se advertía rabia y odio, pero al ver el rostro del
anciano, entendió que debía tranquilizarse, no sabía porque pero la compañía
del viejo le resultaba cómoda y agradable, debía ser seguro porque de todos los
miembros del concejo era el único que siempre era cortes con ella, pero era una
cortesía verdadera y no falsa como la de los otros concejales. La reina sabía las
cosas que se hablaban de ella y sabía también que los concejales hablaban pestes
a sus espaldas, en frente de ella le sonreían pero apenas daba la espalda
despotricaban de la reina. Ana “La Puta” le decían.
-Yo no soy ninguna tonta- . Siguió diciendo la reina. –se lo que los concejales
dicen de mí, ellos creen que yo maté a su rey. A veces pienso que debería acabar
con ese concejo, muchos de ellos no son hombres honorables, son solo unos
ególatras corruptos que gozan de la vida acumulando riquezas, esos son
inofensivos por lo menos para mí. En cambio debería mandar a la orca a
aquellos que traicionan a su país. Te repito, no soy ninguna tonta, sé que
algunos de los concejales, son espías pagados del sur, espías que vendieron su
conciencia y su moral por unas cuantas monedas de oro, a ellos si hay que
temerles-.
-¿tiene mi señora prueba alguna de lo que dice? Porque es una acusación muy
grave-.
-si tuviera alguna prueba. ¿No crees que ya estarían muertos esos cobardes? No,
los hideputas son muy inteligentes y han sabido permanecer entre las sombras,
colaborándole a mí enemigo, pero créeme que pronto el día que los
desenmascare llegará-.

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Después de caminar largo rato en donde ni la reina ni el concejal abrieron la
boca, por fin el viejo habló –hay otro asunto que debemos tratar mi señora-.
Ana lo miró atenta. El viejo siguió –debo preguntarle. ¿Mi reina irá a la reunión
que ha convocado Wenceslao?-.
-iré-. Dijo la reina decidida.
-entonces, si la reina me lo permite, quisiera acompañarla-.
-No-. Respondió Ana seca y fría. –prefiero que te quedéis aquí. Necesito a
alguien de confianza que se ocupe de los asuntos del reino y quien más indicado
que usted-.
Liryon se sintió alagado. Dijo –entonces me encargaré de que su majestad viaje
segura. Ahora mismo le pediré al general de armas que escoja a sus mejores y
leales hombres para que la acompañen en el viaje al sur-.
-se lo agradezco-. Por primera vez en aquella conversación, la reina le sonrió al
viejo.

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KYRA

-he convocado un concilio de reyes-. Dijo Wenceslao, sacando del aturdimiento


en el que se encontraba Teófilo.
-¿es por eso que quiso que lo acompañara a su reino?-. Preguntó Teófilo.
-eso y otras cosas más -. Respondió Wenceslao cortante.
La comitiva avanzaba a buen paso custodiada por unos 70 soldados a caballo
entre Moravianos y britanios. El camino que transitaban lo habían decidido muy
cuidadosamente, la intención era viajar al sur y no tratar de entrar en Saravia
pues los grupos guerrilleros de Medioelfos estarían contentos de atacarlos. Si
bien las amenazas del camino tomado existían pues estaban los Kalijary y sus
ataques despidos a las caravanas de comerciantes para robarlos y asesinarlos, los
reyes se sentían seguros con la protección que les daban su guardia, pues los
soldados eran hombres rudos y valientes que en situación de enfrentamiento y
pánico, actuaban con honor, lealtad y valentía.
El sonido de las ruedas y los saltos del carruaje producido por los baches del
camino le incomodaban a Kyra, ella siempre había reusado a viajar en aquellos
coches impulsados por caballos, se sentía encerrada, asfixiada, prefería estar
afuera cabalgando con los soldados, viendo la vegetación, sintiendo el viento en
el rostro, por el contrario iba sentada en aquel coche y no iba sola, con ella
también viajaba la reina de Moravia, Katerin.
La reina le extendió el brazo y le ofreció una copa –toma esto, te relaja, te lo
aseguro-. Era la primera vez que la reina le dirigía la palabra en todo el viaje,
antes solamente le daba sonrisas de cortesía y se dedicaba a tejer o a hablar con
su criada que viajaba con ella. Kyra tomó la copa y le brindó una sonrisa falsa
como señal de agradecimiento. La reina era una mujer relativamente joven en
comparación con su esposo, al menos eso le parecía a Kyra, era una mujer de
refinados modales y muy elegante, seguramente en su juventud había sido una
mujer muy deseada por su belleza, belleza que a su edad aun la acompañaba.
-eres una joven muy hermosa-. Dijo Katerin con cortesía. –Tienes la belleza de
tu madre, seguramente ya tienes pretendientes-.
-gracias-. Atinó a decir Kyra. –usted también es una mujer muy hermosa-.

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Katerin sonrió de manera genuina –mis mejores años ya pasaron, ahora solo soy
una mujer mayor que lleva su edad con dignidad-.
A Kyra le sorprendió la amabilidad y el don de gente de la reina pues era
totalmente opuesta a la dureza y altanería que había notado en el rey Wenceslao
y por qué no decirlo también en su hijo.
-por lo que me he dado cuenta mi hijo te ha encontrado atractiva y se ha fijado
en ti-. Dijo la reina con amabilidad.
Kyra sintió como se ruborizaba, la ida de gustarle a tal hombre no le hacía
gracia, trató de ocultar su descontento y de nuevo le brindó a la reina una
sonrisa falsa.
La reina de inmediato notó la incomodidad de la joven con la noticia. –A pesar
de su apariencia mi hijo es un buen hombre, es un hombre honorable-. Añadió
Katerin.
Esta vez tampoco Kyra contestó. A pesar de lo que dijera la reina, Wenceslao II
le parecía un hombre desagradable, sin mencionar que era bastante mayor que
ella. No quiso seguir pensando en eso y dirigió la mirada hacia afuera del
carruaje para ver el paisaje, ya estaba oscureciendo.

♦♦♦♦♦

Las guerrillas de los medioelfos eran pequeños grupos de estos individuos, que
se dedicaban a atacar esporádicamente a los hombres sobre todo a los hombres
armados y que en su armadura llevaran el estandarte de alguno de los dos reinos
de Moravia o de Britania. Estos medioelfos habían asestado una cantidad de
importantes golpes a los soldados, el más importante de ellos fue uno en el que
una cantidad considerable de medioelfos había atacado por sorpresa, hace unos
días atrás, a unos soldados que estaban disfrutando de los deseos de la carne en
un burdel de un pueblo cercano, más de una docena de soldados murieron ese
día. La meta de estos medioelfos era recuperar el país de sus ancestros, país que
más de 30 años atrás les había sido arrebatado a la fuerza por los hombres de
Moravia y Britania. En los últimos meses estos guerrilleros se habían
diseminado por muchos lugares del reino de Saravia, su número de
combatientes había crecido de manera considerable, tanto que por primera vez
34
esto había llamado la atención a Wenceslao quien había ordenado a sus tropas
intensificar las acciones contra los medioelfos; el rey no podía darse el lujo que
estas guerrillas crecieran en número ni en popularidad, había que erradicarlos a
toda costa. Pero los problemas para Wenceslao no solo se reducían en la
guerrilla medioelfa, también estaban los guerreros Kalijary. En los últimos meses
estos últimos habían logrado liberar a muchos de los suyos de las minas
trabajadores del centro y sur de Saravia, minas en los que eran tratados de
manera no muy humana. Los negros a diferencia de los medioelfos atacaban a
discreción a todo el mundo, no distinguían entre soldados y personas comunes y
corrientes, eran sanguinarios y desalmados además de fuertes y resistentes.

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ABADIEL

Ya había oscurecido y otro día de viaje terminaba cuando la comitiva del rey
Wenceslao arribó a la torre del viento, una fortaleza utilizada como bastión de
vigilancia de la frontera entre Moravia, Britania y Saravia, oficialmente ya
estaban en tierras Moravianas. Si bien la torre era habitada solo por soldados,
algunas habitaciones se adecuaron para los visitantes, entre ellos los reyes.
Aquella torre tenía 7 pisos y en ella habitaban unos 50 de los mejores soldados
del ejército de Moravia.
-¿Qué reporte me tiene de estas tierras, capitán?-. Preguntó Wenceslao al que
parecía estar al mando del lugar y de los hombres que allí estaban.
El capitán era un hombre muy maduro, se veía en su rostro el cansancio y la
experiencia que dan años y años de servicio a su rey. Este capitán que respondía
al nombre de Eusebio, ya llevaba seis años al mando del lugar, su misión al igual
que la de sus hombres era la de proteger la frontera, dar seguridad a los
mercaderes que cruzaban la misma y velar por la paz del lugar. –quisiera decirle
que todo va bien, mi señor, pero me temo que las noticias por aquí no son
alentadoras-. Respondió el hombre. –la semana pasada cinco de mis hombres
fueron asesinados por los medioelfos. Estaban patrullando la zona y fueron
emboscados y lastimosamente murieron-. Se veía genuina tristeza en el rostro
del capitán. –este lugar se ha vuelto peligroso, mi señor. Los medioelfos no son
como antes que eran unos pocos, ahora atacan en grupos de más de 20, están
bien armados y no tienen piedad. A diario atacan a las caravanas de los
mercaderes y los roban a otros les toca pagar una especie de tributo. Con los
hombres con que contamos se nos hace difícil la tarea de dar seguridad a esta
área. Aprovechando su estancia, quisiera pedirle que mande más hombres para
que releven a los que están aquí, ya estos hombres hicieron su trabajo, están
cansados y quieren regresar a casa con sus familias-.
-¿y usted, capitán, quiere que los releve de su posición, quiere regresar a casa ? A
lo mejor si pongo en su lugar a un verdadero capitán que me dé resultados y que
no se queje tanto-.
El capitán supo que era una pregunta con trampa. Contestó –hice el juramento
de servir a mi país y lo seguiré haciendo, la decisión es suya, mi rey, lo que le

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digo es la realidad, estamos rodeados de enemigos y mis hombres son muy
pocos y están desanimados-.
Wenceslao hizo un ademan con la mano, el capitán entendió y se retiró de la
presencia del rey. La comida esa noche fue sorprendentemente buena, pues las
criadas de la reina Katerin hicieron una cena deliciosa, no solo para los reyes si
no para los caballeros que los custodiaban y también un poco para los guardias
de la torre.
Esta torre estaba ubicada en un sitio estratégico, era el punto donde colindaban
los tres reinos y por donde transitaban los mercaderes para abastecer de toda
clase de mercancía a los tres países. Ya bien entrada la noche y después que los
reyes y los suyos se habían retirado a descansar, todos los guardias de la frontera
estaban de vuelta a la torre para resguardarse de la lluvia que a esa altura de la
noche caía con fuerza. El viento y la lluvia mecían las llamas de las antorchas de
la torre, apagando algunas. La visibilidad era poca, los guardias apostados en el
último piso de la torre que era utilizado como el bastión de vigilancia, no veían
mucho. Esta parecía ser una noche tranquila, abajo en el mercado, los
mercaderes se guardaban del frio y la lluvia bajo sus carpas, otros en sus tiendas
montaban verdaderos torneos de cartas, estos juegos amenizados por alcohol y
por unas cuantas mujeres que se ganaban la vida satisfaciendo los deseos
carnales de los hombres.
El líder de los medioelfos conocido como Abadiel, sabía muy bien que una
oportunidad como esta no la debían desaprovechar, sus espías le habían
informado del viaje de Wenceslao y que a su lado también viajaba Teófilo rey de
Moravia. Dos pájaros de un solo tiro, pensó. Los medioelfos se movían con una
facilidad asombrosa por entre la vegetación que cercaba la torre, ligeros como el
viento, agiles y silenciosos tomaban sus posiciones, todos a las órdenes de
Abadiel. Cuando los juegos de los mercaderes cesaron y las tiendas apagaron sus
luces y el silencio reinaba, los medioelfos que eran más de cien atacaron.
Superados en número y embriagados por el alcohol, los primeros en caer fueron
los guardias de los mercaderes, los medioelfos los derrotaron fácilmente. Con
antorchas prendieron fuego a todas las tiendas, el pánico se apoderó del lugar,
los mercaderes y las putas salieron de las tiendas a medio vestir mientras estas se
consumían en llamas, llamas que ni la lluvia lograba disipar.
En la torre los soldados, aturdidos y a medio dormir ya estaban listos para
entablar batalla, desde lo alto repelían el ataque de los medioelfos con ráfagas de
flechas. Rápidamente en lo alto de la torre las catapultas estuvieron listas y se

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utilizaron. Una lluvia de rocas pesadas cayeron al valle, las cargas fueron
efectivas, muchos atacantes perecieron. Las puertas de la gran torre estaban
trancadas desde adentro así que los medioelfos por más que las forzaran no
pudieron entrar por ellas. Pero Abadiel previendo esto tenía un plan
perfectamente diseñado, durante algún tiempo había estudiado la torre y sabía
que no tenía punto alguno de flaqueza a excepción de un pequeño conducto de
desechos. Mientras que ese grupo de medioelfos atacaban la torre y llamaban la
atención de todos los soldados, otro grupo, comandado por él, aprovechaba la
distracción creada para entrar a la torre por aquel pequeño desagüe.
Justo cuando empezó la refriega, Los guardias personales de los reyes pusieron
en una habitación segura de la torre a Wenceslao y a Teófilo junto con Katerin y
también Kyra y se atrincheraron en la entrada a aquella parte de la torre.

Aquel desagüe apestoso, llevaba hacia las mazmorras de la torre, unas pequeñas
y malolientes celdas poco iluminadas donde descansaban unos hombres con
aspecto desagradables, hombres que purgaban condenas por delitos como rodo,
atraco y violaciones entre otros tantos delitos, hombres malos y peligrosos.
Abadiel ordenó a los suyos abrir las celdas y dejar salir a los prisioneros, cuando
estos últimos estuvieron liberados, Abadiel dijo –andad y tened vuestra
venganza-. Uno a uno los hombres fueron armados con espadas. Abadiel sabía
que estos delincuentes le iban a ser útiles de una u otra forma, si bien iban a
morir por lo menos se iban a cargar a unos cuantos soldados. Sorprendidos pues
no se esperaban que los prisioneros estuvieran libres, muchos soldados
murieron, los delincuentes llevados por el odio no tuvieron piedad ni clemencia.
Después que los prisioneros crearon el caos, los medioelfos hicieron su
aparición y aprovecharon el desorden para forzar las cadenas y abrir la gran
puerta. Lentamente la gran puerta empezó a descender y cuando estuvo
totalmente abierta, los atacantes entraron a la torre en gran número.
-¡han entrado a la torre!-. Gritó unos de los soldados.
Famir un hombre corpulento que era el líder de la guardia real de Wenceslao y
hombre de confianza de su rey dijo mientras sacaba su enorme espada de su
cinto –es hora de pelear-. Junto con Famir estaba Wenceslao II, también listo a
combatir.
Los ex prisioneros y medioelfos habían ganado el primer piso de la torre. Los
cuerpos sin vida de los guardias yacían en el piso entre charcos de sangre, de
igual manera muchos de los hombres que estaban anteriormente en las celdas
habían caído y algunos medioelfos también. Famir y Wenceslao sabían que
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debían defender a toda costa la segunda estancia de la torre, así que hicieron un
fortín en aquel piso junto con los guardias que habían huido del primer piso y
aquellos que estaban en los pisos superiores y que habían bajado a combatir
cuerpo a cuerpo. Cuando los asaltantes ascendieron al segundo nivel de la torre,
fue donde empezó la verdadera pelea. Aquel improvisado campo de batalla se
tiñó de sangre cuando empezó la lucha cuerpo a cuerpo. De uno y otro bando
hubo bajas, muchos cayeron bajo el chillido de las espadas. Desde arriba se
escuchaba el choque de las espadas con las armaduras y los gritos de dolor,
hasta la habitación que protegían dos guardias en la que estaban los dos reyes, el
sonido llegaba claro y fiel. Si bien los medioelfos poseían una habilidad única,
los guardias reales eran hombres realmente fuertes, con habilidades superiores
cuando se trataba de luchar, muchos de ellos habían recibido instrucciones del
manejo de la espada y la lanza desde muy niños, solo los mejores tenían el gran
honor de servir en la guardia real de Wenceslao, solo los más temerarios y
fuertes eran escogidos para tal honor.
Abadiel entendió que por más que fueran superior en número, no había
posibilidades de ganar, pues los defensores de la torre estaban atrincherados en
aquel piso y por más que atacaran con fuerza era como el agua que se estalla
sobre la roca sólida, así que ordenó replegarse hacia afuera de la torre, suponía
que a campo abierto podía tal vez obtener la victoria y su anhelada venganza.
Pero se equivocaba, aquella guardia real era demasiado para sus medioelfos, a
esta instancia el número no importaba, la calidad de combate de aquellos
hombres hizo la diferencia cuando salieron a campo abierto. Uno tras otro los
asaltantes quedaban tendidos en el suelo, muertos; otros agonizantes pedían a
gritos ayuda, pero en el campo de batalla no había compasión, eran rematados
en el suelo. Con Famir y Wenceslao II a la cabeza, los hombres fueron tomando
la ventaja. Ya a esta altura la lluvia había desaparecido y estaba por amanecer, en
el oriente las nubes se pintaban de color naranja, anunciando el pronto ascenso
del astro rey.
Los contrincantes estaban uno en frente del otro. Se miraban fijamente y en sus
ojos había odio e ira, deseos de muerte y venganza. Abadiel vestía un humilde
pero fino traje de lino azul claro con una correa en su cinto color negro
azabache, tenía una capa verde con un broche en forma de oso en oro puro, en
su mano sujetaba su enorme y pesada espada, una arma tan hermosa como
mortífera tan blanca como la leche y que brillaba más que una estrella y cuyo
mango era adornado por una verde esmeralda. Al medioelfo no lo protegía
ninguna armadura al contrario de su oponente que estaba protegido de pies a
cabeza por la armadura de la guardia real, aquella armadura era de color plata

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que resplandecía hasta cegar. Famir era un hombre alto, corpulento y fuerte, en
su rostro se veían los vestigios de antiguas luchas, tenía la cara cubierta por una
espesa barba gris, descuidada que le daba un aspecto tétrico de hombre mayor,
pero la realidad era que no era tan viejo como lo aparentaba. Sobre sus espaldas
tenía una capa de rojo oscuro cerrada con un broche en forma de cuervo,
símbolo de la casa del rey Wenceslao. Su espada no era tan grande como la de
su oponente, pero de igual manera era una obra de ingeniería, hecha por los
hombres de Acasena, los más grandes hacedores de armas de la antigüedad,
aquella magistral arma de doble filo, le había llegado a sus manos por su padre.
Aquella arma había estado en su familia de guerreros por muchas generaciones y
esta madrugada, Famir la esgrimía orgulloso. El baile de la lucha empezó, los
contrincantes se tiraron unos cuantos tajos que servían para medir a sus
adversarios. La lucha no duró tanto como se esperaría dada la calidad de los
guerreros, si bien el medioelfo tenía una agilidad extraordinaria y se movía con
rapidez puesto que no tenía una pesada armadura, Famir era un guardia real, un
verdadero maestro de la espada, sus ataques eran calculados y precisos, su
defensa era impenetrable, la lucha duró poco. Abadiel atacó con agilidad
mientras que Famir esquivaba todos los tajos con elegancia, el medioelfo se
desesperó y atacó con más fuerza que con estrategia, este era el momento que
había esperado Famir, el tajo de Abadiel iba con mucha fuerza y al no encontrar
a su objetivo, hizo que el Medioelfo perdiera un poco el equilibrio, situación que
aprovechó Famir para darle una patada en las costillas a su rival. El golpe fue
tan doloroso que Abadiel retrocedió e instintivamente se llevó su otra mano al
costado, el dolor era insoportable, seguramente le había roto unas cuantas
costillas. Pero Famir sabía que este era el momento de terminar la pelea. Alzó su
espada y en un elegante y rápido movimiento mando un tajo a su rival. La
sangre brotó en forma abundante del rostro de Abadiel. El medioelfo sintió
como la sangre cálida le llenaba el rostro. La herida era profunda, tanto que se
veía la carne, el tajo había sido certero, la herida iba desde la ceja izquierda y le
bajaba en diagonal hasta la punta derecha de la boca. Famir viendo la debilidad
de su enemigo se dispuso a dar el tajo mortal, pero de inmediato los medioelfos
protegieron a su líder, tres de ellos le cortaron el paso mientras otros tantos
sacaron del campo de batalla a Abadiel, a quien la sangre le brotaba a cantaron
de la herida.
Así de esta manera terminó la batalla. Tan rápido como habían atacado, así
mismo los medioelfos se retiraron. En el campo de batalla quedaron los cuerpos
sin vida de hombres y medioelfos mezclados. Cuando ya el peligro pasó,
Wenceslao salió de la habitación custodiada, mientras los hombres de la guardia

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de la frontera aun intentaban apagar los incendios en la torre, mientras otros
sacaban los cuerpos sin vida de sus compañeros y de los medioelfos. Este nuevo
día el sol brillaba en un maravilloso cielo despejado.

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ANDARIEL

La torre de las sombras estaba ubicada en roca sombra, un lugar remoto que
lindaba con las tierras blancas del norte. Aquel era un lugar de difícil acceso y
alejado de la civilización. Las condiciones del lugar hacían de esta parte del
mundo quizá el único lugar donde nadie reinaba. Una serie de peñascos,
laberintos de roca y ninguna forma de vida vegetal y animal, era la combinación
perfecta para que este lugar estuviera solitario y aislado del mundo. La torre de
las sombras había sido construida en este remoto paraje por orden del rey elfo
Hemerus. En tiempos antiguos, muy antiguos, en lo que se conoce como la
segunda edad de los hombres, esta torre se construyó y se utilizó con el
propósito de dar enseñanza a los hombres. En la torre el rey mago Hemerus,
escogió a varios hombres de diferentes partes del mundo y les enseño los
secretos de la magia. En ese lugar los elfos compartieron sus dones y sabiduría
con los hombres, así fue como nació la orden del dragón blanco. Esta orden fue
conformada por los primeros hombres magos, todos de corazón puro, entre sus
misiones estaban mantener la paz y dar consejo a los reyes del mundo, pero esta
orden fue creada para una misión más importante que era la de no permitir la
expansión del mal y evitar a toda costa el renacimiento de dicho mal. Pero poco
a poco estos magos se dieron cuenta de la verdadera razón de los elfos. La
orden del Dragón blanco había sido creada para proteger a la humanidad del día
en que el innombrable volviera, esa era su misión primordial. Pero el corazón
del hombre es débil y corruptible, a medida que su sabiduría fue creciendo y al
pasar de los años y años, su ambición también creció. Estos magos blancos,
discípulos de los grandes señores elfos cayeron ante la tentación de explorar más
allá de lo permitido. Conocieron y practicaron lo que para ellos era tabú, la
magia negra, y con ella el poder abrazador y tentador del maligno. Fue así como
la gran orden del dragón blanco se dividió. Los que permanecieron fieles a las
enseñanzas de los elfos, con corazón puro y bondadoso, siguieron en la orden, y
los que aceptaron el gran poder oscuro de la magia negra fueron expulsados y
perseguidos, ellos crearon su gran orden también, conocida como los caballeros
de la noche roja. Estos últimos tuvieron un gran poder, cada vez más al pasar
del tiempo su número de militantes creció en número. Su legado de maldad se
dispersó por el mundo entero. Pero un día llegó lo inevitable, la guerra. A los
pies mismos de la torre de las sombras se libró la batalla más fantástica de todos
los tiempos. Magos blancos y los discípulos del mal lucharon por días y días. A
la cabeza de la orden del dragón blanco estaba Andariel quien guio a los suyos a

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la victoria final, y ella misma fue quien selló aquella victoria pues derrotó a
Drago, el más poderoso de los hechiceros de los caballeros de la noche roja.
Este último fue apresado y juzgado por los altos elfos, fue sentenciado a muerte
por los crímenes cometidos. Sin embargo Drago, antes de morir profetizó su
regreso y que la próxima vez que pisara de nuevo la tierra sería más poderoso y
con él resurgiría aquella maldad que todos temían, esas fueron sus últimas
palabras antes de ser quemado vivo. Pero a pesar de la victoria de la orden del
dragón blanco, la orden no volvió a ser la misma, los magos antes queridos y
respetados, ahora eran señalados y perseguidos por los demás hombres. La
orden del dragón blanco se disolvió. En la actualidad no tenían reconocimiento
alguno, eran forajidos, no tenían patria ni hogar, trataban de ganarse la vida
como asesinos y cazadores de las criaturas que atemorizaban bosques y
ciudades, trabajaban bajo contrato y no eran respetados, además de ser muy
pocos. Ahora, después de mucho tiempo, los pocos magos dispersos por el
mundo fueron convocados para una reunión no vista en cientos de años, el
lugar la torre de las sombras.
Los magos empezaron a llegar al lugar como había sido pedido por su superior.
La torre no tenía ya esa majestuosidad de antaño, ahora lucia frívola y triste.
Uno a uno los magos fueron llegando y fueron tomando su lugar en la mesa de
este conclave. Al gran salón solo podían ingresar los magos, así que sus
ayudantes y aprendices tenían que esperar afuera. Quienes estaban presentes se
saludaron con mucho respeto y alegría, pues hace mucho tiempo no se veían.
Allí estaban Rakiun quien venia del sur, Nikeloid quien venia del noreste,
Heresin más conocido como el andariego quien no tenía lugar de estancia fijo,
además también estaban Shasan el ermitaño quien vivía en las desoladas tierras
del sur, más allá de la tierra de fuego, y por ultimo estaban también Akara la
gran hechicera del suroeste y Kashya conocida como la bruja ninfómana quien
venía de las tierras de los hombres salvajes. Todos estaban muy alegres de verse
de nuevo, intercambiando saludos, contando historias. Pero había uno que no
estaba en la sala aun, uno de los magos de alto rango, el más respetado.
Cuando estuvieron próximos a la gran puerta que daba al salón el joven dijo –
supongo que hasta aquí lo acompaño, señor-.
El mago respondió con una dulzura típica de su carácter –mi buen amigo Blas,
descansa, ha sido un viaje largo, ve y come algo, cuando te necesite mandare a
llamar por ti-.

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El joven asintió con la cabeza y vio cómo su maestro y protector empujó la
puerta y luego al cerrarla a sus espaldas se perdió de su vista.
-me temo que no he venido vestido para la ocasión. Mírense lo elegantes que
están y yo con estos harapos-.
Todos al mismo momento volvieron la vista y vieron a quien les hablaba, el más
poderoso de los magos presentes; y era cierto lo dicho, mientras todos estaban
con ropas elegantes, Grindal llevaba una ropa muy sencilla, en su mano llevaba
su báculo, de sus hombros hasta la cintura tenía terciada una tula. El mago tenía
el pelo descuidado que le caía a la espalda, en la raíz era negro pero a medida
que caía iba tomando un color grisáceo que lo hacía lucir mayor y cansado. Si
era cierto que los magos no envejecían pero las edades vividas ya se le notaban a
este mago. Todos saludaron con respeto y admiración a Grindal, pues era muy
respetado. Y no era para menos, Grindal fue uno de los magos que combatió
contra los discípulos de los caballeros de la luna roja, fue la mano derecha de
Andariel en esa batalla y durante mucho tiempo los reyes de los hombres de
antaño pedían su ayuda y consejo en momentos de dificultad, se decía que tenía
una gran amistad con el rey medioelfo Tolomeo “el grande” y que el rey no
tomaba decisión alguna sobre su reino sin antes tomar consejo de Grindal.
Ahora después de mucho tiempo de no estar reunidos, los magos espera ban
impacientes conocer la razón de tal encuentro. De pronto y cuando la
impaciencia se comenzaba a apoderar de los presentes, una de las puertas
laterales se abrió y por ella entró quien hacía falta, la gran reina de las hechiceras
y la más poderosa maga del mundo conocido, Andariel.
La antigua líder de la orden entró al salón y hubo silencio. Todos los presentes
saludaron con respeto a su líder. Al momento de ver a Grindal la hechicera se
sobresaltó.
-aun estas vivo. ¿Pero cómo?-.
Grindal le dio una sonrisa y dijo –como se dice desde tiempos antiguos, la
hierba mala nunca muere-.
Todos rieron.
Andariel de nuevo le dijo con aparente alegría –me alegra mucho verte con vida,
se contaban muchas historias de ti, que habías caído junto con Emerson a
manos de Wenceslao. Otros decían que estabas como prisionero pudriéndote en

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una de sus celdas, otros más sin embargo eran más dramáticos y decían que
habías huido con el primogénito del rey elfo y ambos habían perecido en las
aguas del rio Plas. Tendrás que contarme esa historia algún día, amigo mío-.
Grindal asintió. No le gustaba hablar de aquello.
-Nada de lo que hoy hablemos aquí debe salir de esta habitación-. Dijo Andariel.
Al momento todos entendieron lo que la maga quería decir. Sobre aquella
habitación caía un hechizo poderoso que aislaba la misma por si alguien quería
utilizar su magia, por el momento en aquella habitación todos los magos eran
personas como cualquiera, sin poderes o por lo menos sin poder utilizarlos.
Nikeloid tomó la palabra -¿a qué se debe que después de tanto tiempo hoy
estemos reunidos, gran señora?-.
-tiempos oscuros están por venir-. Dijo Andariel. –el mal que por tanto tiempo
hemos temido de su regreso crece de nuevo en el noroeste. Cada día que pasa su
poder aumenta así no tome aun forma física-.
-¿está segura de lo que dice, gran señora?-. Preguntó Akara.
-muy segura. Durante algún tiempo me dediqué a andar algunos de esos
caminos de aquella región y lo que encontré no me gustó para nada. Aquella
tierra antes abandonada ahora de nuevo comienza a ser habitada por orcos que
salen de sus escondites y madrigueras, todos en torno a la fortaleza oscura. Algo
está pasando en aquel lugar. Estas criaturas están arribando desde todos los
puntos de la tierra, respondiendo la llamada de su señor. Se dice que un nuevo y
poderoso hechicero, está habitando aquella fortaleza oscura. Me temo que la
guerra pronto se avecina y debemos estar preparados. Nuestros enemigos que
creíamos derrotados de nuevo han aparecido, pero ahora se mueven sigilosos
desde las sombras, sin levantar sospechas-.
-¿cuándo te refieres a nuestros enemigos, no te refieres a…..?-.
-.si, a esos mismos-. Lo cortó Andariel. –sobre aquella torre cae un hechizo
poderoso de protección, no cualquiera puede lanzar ese hechizo. Solo un gran
maestre de su orden, un mago con poderes excepcionales puede hacerlo-.
-si lo que dices es cierto, gran señora, debemos advertir a los hombres del
peligro-. Dijo Heresin.

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-¿y qué harán los hombres? Recordad que para ellos no somos más que simple
yerbateros. Nuestra reputación e influencia en ellos es nula. No mis amigos, esto
debemos hacerlo solos, para esto fuimos instruidos muchas eras atrás-.
Grindal que hasta ese momento había permanecido en silencio escuchando
atentamente lo que Andariel estuvo diciendo, Habló -¿pero eso no es todo, no
es cierto, mi señora?-.
Todos volvieron la vista al mago, sorprendidos y luego hacia Andariel para ver
con sorpresa como la Hechicera le brindaba una sonrisa cómplice a Grindal.
-¿no se te escapa nada, verdad Grindal?-.
-a pesar de todas las edades humanas que mis ojos han visto, trato que no se me
escape nada, mi señora-. Respondió el mago también un tanto burlón y
sarcástico.
-es cierto, aún hay más-. Dijo Andariel. –hemos tenido suerte, algo ha venido a
mis manos. El arma más poderosa del enemigo yace ahora en mi poder, en
nuestro poder-.
La alta hechicera se paró de su silla y caminó hacia un lado de la habitación
donde había un cofre, lo abrió y sacó de él algo. Caminó de nuevo hacia la mesa
y puso el objeto encima de la misma, a la vista de todos. Ninguno de los
presentes sabía que era ese objeto, ninguno sospechaba siquiera lo importante
que era. Este objeto estaba cubierto por una tela roja espesa, Andariel se
dispuso a destaparlo. Cuando le quitó la tela de encima al objeto, lo que vieron
les sorprendió a los presentes. Era un libro, un viejo libro, en cuya cubierta de
cuero negro no había ningún dibujo ni ninguna inscripción. Todos estaban
sorprendidos que esta fuera la tal arma más poderosa del enemigo, Grindal sin
embargo apenas el libro estuvo descubierto sintió un poder poderoso, una
energía maligna que provenía del libro, sintió como una fatiga se le apoderaba
del estómago y como un sentimiento de desesperación lo poseía.
Kashya preguntó -¿y este viejo libro dices mi señora que es el arma más
poderosa del enemigo?, sinceramente y creo hablar por todos, esperábamos algo
más que un viejo y empolvado libro-.
Andariel no respondió pues le llamó la atención que Grindal se puso de pie para
ver más de cerca el libro.

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Después de examinarlo con la vista y notar que los demás magos lo miraban,
incluyendo Andariel, Grindal dijo –esto no puede ser posible. ¿Dónde lo habéis
encontrado mi señora?-.
-En una de las cuevas de las montañas solitarias, una cueva abandonada hace
muchos años, tuvimos suerte de haberlo encontrado-.
-¿Qué pasa Grindal, decirnos que es ese libro?-. Habló Shasan, el mago más
cercano a Grindal.
-Esto mis amigos es el libro negro de Agbard-
Ninguno de los presentes le dio algún significado a esas palabras, pues ninguno
sabía que era ese libro negro de Agbard.
Ante el desconcierto de los presentes Andariel tomó la palabra y procedió a
explicarles la procedencia de dicho libro. –Después que Drago conociera y
aceptara el poder del maligno a través de la magia negra y después de su traición
a nuestra orden, sus discípulos y él se marcharon y su escondite fue la antigua
fortaleza oscura, Agbard. Allí él y los suyos mientras su poder crecía, practicaron
y perfeccionaron todo tipo de hechizos, todos ellos con la finalidad de traer a la
vida a su amo, su señor oscuro. Paso a paso, día tras día fueron escribiendo esos
hechizos aquí en este libro, lo escribieron sobre piel de humanos y la tinta era la
sangre de los inocentes. Cuando la orden negra fue derrotada, el libro
desapareció, se dice que los discípulos sobrevivientes se llevaron el libro para
evitar que lo encontráramos, por muchos siglos estuvo perdido hasta ahora que
ha llegado a nuestras manos-.
-pero si dices, gran señora, que en el libro están escritas las plegarias para la
resurrección del maligno. ¿Por qué los discípulos sobrevivientes de los
caballeros no las utilizaron para traer a la vida a su señor oscuro?-.
-Ninguno de ellos tenía el poder suficiente para hacerlo, se necesita un poder
inimaginable para poder controlar la energía maligna que nace de los hechizos,
no cualquier aprendiz de mago puede hacerlo-.

Grindal de nuevo tomó la palabra y preguntó –lo que no entiendo es por qué no
lo habéis destruido aun mi señora. Lo más sensato sería haberlo quemado
apenas lo encontraste, este libro es muy peligroso si cayera en manos
equivocadas-.

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-¿y porque querría yo hacer eso? Este libro es demasiado importante, lo mejor
será que yo lo cuide, bajo mi protección el libro no caerá en manos del enemigo
de nuevo. Seguramente los discípulos de la orden negra están desesperados
buscando el libro y creo que en mi poder es imposible que lo tengan de nuevo-.
Shasan apoyó a Grindal diciendo –estoy de acuerdo con Grindal. Si ese libro es
tan peligroso lo mejor será destruirlo, no podemos correr riesgos-.
-No-. Dijo Andariel en tono rotundo. –No me atreveré a hacerle daño al libro,
llegado el momento puede sernos útil-. Tomo el libro en sus manos y de nuevo
lo cubrió con la tela rojiza, camino de nuevo hacia el baúl y lo puso allí, luego
cerró el baúl y le echó llave, se guardó la llave con ella. –el libro se quedará aquí
conmigo. Fin de la discusión-. La vos de Andariel retumbó en la habitación.
Grindal miró a los ojos de su la hechicera y solo vio dureza y frio, de nuevo ese
sentimiento de ansiedad se apoderaba de él. Así de este modo se dio por
terminada tal reunión. Después de salir de aquella habitación, en el patio, Blas
esperaba a su maestro, Grindal apenas lo vio le dijo –espero que hayas
descansado y comido algo, nos marchamos de aquí de inmediato-.
Blas como conocía a su maestro, tenía ya todo preparado para el viaje, los
caballos ensillados y listos, las provisiones para el viaje, todo estaba listo. Tan
rápido como pudo Grindal se despidió de todos y se marchó con su asistente,
no sabía porque pero quería estar lo más alejado posible de aquella torre, le traía
malos recuerdos y ahora ese sentimiento de ansiedad que lo poseía se iba
mientras que se alejaba de la torre de las sombras.

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WENCESLAO

Bastia era la ciudad capital del reino de Moravia, era una ciudad comercial, por
todas sus calles cientos de comerciantes se instalaba para ofrecer sus mercancías
a los locales y a gente que pasaba por la ciudad. Los tributos que pagaban los
comerciantes al rey, eran altos así que a Wenceslao no le importaba que sus
calles estuvieran llenas de ladrones, putas y malandrines. Gente de toda calaña se
reunían en la ciudad para efectuar transacciones y para comprar todo tipo de
cosas tanto legales como ilegales, en aquella ciudad se conocía que funcionaba el
mayor mercado negro e ilegal de armas, licores y prostitución. Sin embargo no
había preocupación que valiera si había dinero de por medio, mucho dinero y
con el dinero mucha corrupción, muchos señores de la ciudad, amigos y
protegidos de Wenceslao se lucraban de los negocios sucios. Algunos eran los
recolectores de los tributos para el rey, otros eran dueños inclusive de los
lupanares y otros simplemente esperaban sin hacer nada que el rey repartiera
ganancias. Sin duda alguna del honor y la rectitud de los reinos antiguos de los
hombres ya no quedaba nada, tan solo eran antiguos recuerdos que permanecían
en el olvido, en viejos y empolvados libros que ya nadie leía.
El gran concilio de los reyes de los hombres estaba en marcha. La idea de tal
concilio había sido de Wenceslao quien creía en la necesidad de estrechar
relaciones con sus colegas y más ahora que sus enemigos ganaban terreno en su
reino y que un enemigo dormido había despertado más allá del mar tormentoso.
El día de tal concilio llegó y los reyes estaban presentes para agrado de
Wenceslao. Estaban por supuesto Teófilo rey de Britania, también Thorme rey
de Acaria conocido como el rey Loco, un desenfrenado y compulsivo de quien
se decía que había asesinado a su propio padre y hermano para hacerse del
reino, un reino otrora rico y poderoso. La última en llegar y lo hizo con sus
soldados todos perfectamente formados y con las lanzas apuntando al cielo y
cuyas armaduras grisáceas brillaban al sol fue Ana de Rivadavia reina de Cadelia.
Ana por supuesto era una mujer muy hermosa y deseable, con unas caderas
anchas, pechos firmes y de una buena proporción y unos muslos bien formados,
así que cuando se presentó al salón del concilio por supuesto que llamó la
atención, los reyes la saludaron aunque ella sabía que en el fondo no le tenían
confianza, más sin embargo la reina sabia lucir bien sus atributos así que utilizo
sus encantos para suavizar el ambiente de los presentes. Uno a uno la reina
saludó a su colegas, el primero en saludar fue a Teófilo quien le dio un

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respetuoso saludo, en seguido fue el turno para Wenceslao, este para nada trato
de fingir la desconfianza que la reina le producía así que el saludo fue corto y
frio con una gran venia tan exagerada que rayaba en la burla, el último en
saludar fue a Thorme, este último fue el más efusivo en saludarla, la reina pudo
ver la virilidad del hombre a través del pantalón de cuero ajustado que llevaba el
rey.
-¿Por qué nos habéis hecho viajar desde tan lejos? Hablad rápido para terminar
con esto, quiero ir y cogerme a una puta lo más rápido posible, se dice mi amigo
que en tu ciudad están las putas más lindas de toda la región-. Dijo Thorme con
descaro, mientras le daba una mirada picara a Ana y después le miró el escote.
Wenceslao casi que con repulsión por las palabras del rey loco, pero con tacto
dijo –tranquilo mi amigo, te prometo que cuando terminemos tendrás todas las
mujeres que quieras-.
Estas palabras tranquilizaron a Thorme quien sonrió de manera grotesca.
-Los reyes debemos estar unidos pues tiempos difíciles están cerca, nuestras
fuerzas deben cabalgar juntas para hacerle frente a nuestros enemigos-. Dijo
Wenceslao.
-¿y quiénes son nuestros enemigos?-. Preguntó Teófilo.
-aquellos que quieren desestabilizar la región, los Medioelfos que día tras día
matan en mi reino a gente inocente y sabemos bien que su radio de acción se
está expandiendo hacia más allá de mis fronteras, así mismo están los Kalijary,
estos malditos negros están formando alianzas con los medioelfos para atacar
mis patrullas, pero también están los hombres salvajes-. Wenceslao miró a
Thorme. –Sé que en tu reino los hombres salvajes han dado tremendos golpes a
tus soldados-.
-es cierto-. Dijo Thorme. –Los malditos son un dolor de cabeza constante-.
-si te unes a mí, puedo ayudarte a derrotarlos, pero también preciso de tu ayuda,
de la ayuda de todos ustedes, debemos formar una alianza para evitar que estos
insurgentes sigan matando a más gente inocente. Pero la verdadera
preocupación viene de más allá del mar. Según dicen el pueblo que creíamos
extinto ha resucitado de las cenizas. Las noticias que llegan desde el otro lado
del océano hablan que han coronado un nuevo rey hace algún tiempo y que este
a jurado atravesar el mar para recuperar a los suyos y tomar venganza-.

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Thorme sorprendido dijo –eso es imposible, ese pueblo quedo reducido a
cenizas y ruina después de la última guerra con tu padre. Las legiones de tu reino
arrasaron sus defensas y sus hombres fueron todos muertos. ¿Y ahora dices que
han coronado a un nuevo rey?-.
-así es-. Respondió Wenceslao. –al parecer un bastardo, un hijo ilegitimo del rey
Abdala ha reclamado la corona y lo han coronado rey. El bastardo ha jurado
venganza-.
Thorme volvió a hablar –si eso es cierto, cuando el bastardo cruce el mar y
llegue a tus costas, en teoría no debería afectar a mi reino. Los míos no tiene
nada que ver con eso, fue tu gente la que cruzó el océano-.
-los negros no tendrán compasión de nada ni de nadie. Mataran a todos,
culpables e inocentes, además no olvides que tu reino y los demás reinos
participaron de la compra y venta de los esclavos, algunos de ellos aun trabajan
en sus castillos. No se olviden de eso-.
-es extraño y a la vez cómico que hables de matar a gente inocente y ahora
poses como un hombre de gran honor cuando en el pasado invadiste al reino de
los medioelfos y mataste a su rey y a su descendencia-. Dijo Ana ante la mirada
atenta de los reyes presentes. –lo que hacen los medioelfos ahora es porque tú
los obligaste a tomar ese camino, ellos solo reclaman lo que les pertenece, ellos
solo quieren recuperar para los suyos el reino ancestral de Saravia , lo mimo diría
yo de los negros. Si llegan a cruzar el océano será porque así tú lo quisiste-.
-¿y qué sabes tú de eso? Tú no sabes nada, tu solo eres una niña rebelde que
llego al trono de Cadelia por la habilidad en la cama, el único talento que tienes
es el de abrir bien tus piernas y moverte bien en la intimidad-. Le respondió con
dureza Wenceslao.
Ana habló tranquila. –yo sé lo que tengo que saber. Y sé que mi reino no forjara
ninguna alianza con ninguno de vosotros. El único enemigo de mi reino son los
orcos que atacan desde el oeste bajo la complicidad del gran rey Wenceslao-.
Teófilo y Thorme miraron a Wenceslao, pero este último ni se inmuto.
-eso que dices no tiene ningún sentido. ¿Qué interés tendría yo en proteger a
esas horribles criaturas?-.

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-no sé. Dímelo tú. Bandadas de orcos se movieron desde el sur, desde las tierras
de fuego hacia el norte atravesando tu territorio. ¿Quieres que crea que no
fueron advertidas?-.
-puedes pensar lo que quieras-. Respondió Wenceslao a Ana.
-Ana miro a Teófilo y a Thorme y les habló –yo de ustedes lo pensaría dos veces
en unir fuerzas con Wenceslao, al final los traicionará como traicionó a
Emerson quien le tendió la mano en momentos que este reino más lo
necesitaba-. Luego miró a Wenceslao y le dijo. –no tengo más que hacer aquí.
Lo que he venido a decir lo he dicho y me voy. Pero antes de irme quiero
hacerte una advertencia, yo protegeré a mi reino cueste lo que cueste -. Dicho
esto último la reina se retiró del lugar ante el asombro de los reyes. Ya estando
en las afueras del palacio la reina le dijo a su comandante de la guardia –tenemos
que salir lo más de prisa que podamos, me temo que aquí corremos peligro-.
Ante la salida abrupta de Ana de la habitación los presentes quedaron en
silencio. Sobre todo Teófilo y Thorme habían sido afectados por las palabras de
la reina. De esto se dio cuenta Wenceslao quien de inmediato tomó de nuevo la
palabra. –No prestéis atención de lo que ha dicho la puta, esa mujer claramente
anda mal de la cabeza-. El rey soltó una carcajada que retumbó en todo el salón.
Mas sin embargo Teófilo serio dijo –aun así hay algo de cierto en sus palabras.
Los orcos cruzaron tu territorio y no fueron advertidos, desde aquí se
dispersaron y fueron a diferentes puntos, cruzaron a mi reino y allí hicieron
estragos, luego de nuevo fueron al norte. Quisiera saber porque no los atacaste
cuando claramente y ante la vista de todos, los orcos se movían libremente-.
Evidentemente la pregunta no le gustó nada al rey Wenceslao quien tomó una
copa de vino y permaneció en silencio, luego dijo –les digo que no presten
atención a las palabras de Ana. Entre combatir a medioelfos y a los Kalijary las
compañías de mis hombres están repartidas, mi país es basto lo que hace difícil
la tarea de cuidar de cada rincón de él. Los orcos se mueven sigilosamente muy
propio de esas criaturas, nunca los vimos, nunca supimos de ellos, nunca se
cruzaron con nosotros, nunca combatimos con ellos, de haber sido diferente ya
estarían muertos-.
Thorme se paró de su lugar, caminó hacia Wenceslao, le puso la mano en el
hombro y le dijo –Cooperación entre nuestros dos reinos, creo que es una
buena idea, pondré a tu servicio a mis compañías de soldados para acabar con

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los medioelfos y los negros y también con los salvajes. Tienes razón, ahora más
que nunca debemos estar unidos, mi amigo-.
Wenceslao sonrió. –Te lo agradezco mucho mi amigo-.
-Y ahora terminado eso. ¿Dónde están esas mujeres que me prometiste?-. Dijo
Thorme sin ningún rasgo de timidez.
De esta manera la reunión de los reyes había terminado con la declaración de
lealtad de Thorme para con el reino de Moravia. Mas sin embargo las palabras
de Ana aun rondaban en la cabeza de Teófilo. El remordimiento lo carcomía,
aunque no era un remordimiento propio, era un remordimiento ajeno, pero
estaba en su sangre, se sentía marcado por los hechos pasados en los que su
padre Abel había ayudado a Wenceslao a invadir a Saravia. El día en que su
padre murió y fue coronado rey, se había jurado a si mismo arreglar de alguna
manera los errores del pasado, pero ahora estaba en una encrucijada, Wenceslao
pedía su cooperación, decirle que si era traicionar su juramento, pero decirle que
no a Wenceslao era echárselo de enemigo y recordando las palabras de su
difunto padre que le había dicho en su lecho de muerte: <<Wenceslao es un
amigo peligroso, mantenlo feliz y de tu lado y el reino estará en paz y será
prospero>>. Aquellas palabras retumbaban en la cabeza de Teófilo.
En la noche, después de la reunión vino la fiesta, una fiesta desenfrenada con
licor, mucho licor y también muchas mujeres, Thorme estaba realmente feliz.
Teófilo se disculpó por no asistir a la fiesta, así que se retiró a los aposentos a
descansar junto a su hija Kyra.
La fiesta fue salvaje, el licor no faltaba. Había cerveza, decenas de barriles,
también Hidromiel que era una bebida muy parecida a la cerveza, sidra, ron y
vino. Los presentes bebieron hasta la saciedad, al llegar la media noche la
mayoría de los presentes ya estaban ebrios, así que fue allí cuando se desató una
verdadera orgia, las mujeres fueron abusadas, muchas fueron violadas. Thorme
fue el que más se divirtió en la fiesta, así como sus guardias. Aquella noche fue
una noche desenfrenada de sexo y licor.
Después de dos días con sus respectivas noches de celebración desenfrenada,
por fin Thorme y sus hombres se decidieron volver a su reino. Wenceslao lo
despidió con satisfacción ya que había logrado el objetivo, el rey de Acaria le
había jurado lealtad a él y a su reino. Thorme partió satisfecho, aquel había sido
un viaje provechoso. Viendo que Thorme partió, Teófilo sintió que era el
momento de volver a su reino también, extrañaba el palacio, extrañaba ver a su

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gente pero por sobre todas las cosas extrañaba a su reina. Así que fue a ver al
rey Wenceslao para informarle su decisión de partir.
Teófilo fue y se presentó para ver a Wenceslao y lo encontró muy ocupado,
resolviendo problemas de su reino, firmando sentencias y otros papeles,
rodeado de sus consejeros. Apenas Wenceslao vio a Teófilo le hizo una seña
para que lo esperase, Teófilo así lo entendió y se sentó a esperar que el rey se
desocupase. Mientras tanto fue testigo de cómo el rey de Moravia resolvía
diferentes disputas de los suyos. Al salón que Teófilo supo que era el lugar
donde el rey solucionaba los conflictos llegaron diferentes personas para que el
rey impartiera justicia. Pleitos entre mercaderes, pleitos por deudas, robos,
violaciones, campesinos denunciando robos, abusos, en fin todo un carnaval de
problemas tuvo que solucionar el viejo rey bajo el consejo de sus más cercanos
colaboradores. Después de casi esperar tres horas pacientemente, por fin
Wenceslao resolvió en parte los conflictos, así que el viejo rey dio por terminada
la sesión. Wenceslao era un hombre mayor, ya no tenía el vigor, la fuerza ni la
paciencia de otras épocas, así que si bien quedaron conflictos por solucionar, el
viejo rey aplazó para el día siguiente la resolución de los mismos. Wenceslao y
Teófilo salieron de aquel salón y se dirigieron al comedor, el rey estaba con
hambre. Allí un manjar de ricos platos esperaban por el viejo rey. Wenceslao
hizo pasar a la mesa a Teófilo, los dos reyes tomaron sus lugares y comieron las
delicias preparadas.
-Entiendo que quieras volver a tu casa-. Dijo Wenceslao mientras arrancaba los
últimos trozos de carne de un pernil de pollo. –pero antes de partir quiero
hablar contigo de algo más, algo muy importante-.
Teófilo Asintió.
-Yo soy un hombre viejo, mis ojos han visto demasiados atardeceres y se
debilitan, sé que muy pronto no tendré las fuerzas suficientes para gobernar el
reino. Tú mismo lo has visto, es agotador ser el rey de este país, todos creen que
el rey debe solucionar sus diferencias, no son capaces de hacerlo por ellos
mismos. Pronto mi reino necesitara de un rey joven que los guie y los defienda -.
Wenceslao hizo una pausa mientras pasaba un pedazo de carne tomando un
rojo vino. –Mi hijo es un hombre fuerte y ha sacado gracias a los dioses la
fortaleza y temperamento de su padre, seguramente será un buen rey cuando
finalmente yo me haya ido. Pero todo rey necesita a su reina, una reina amorosa
y honorable. Desafortunadamente hoy en día en mi reino es difícil encontrar

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honorabilidad, además que mi hijo necesita una mujer de la realeza que tenga
sangre de reyes. De eso es de lo que he querido hablarte amigo mío-
-no entiendo que tengo que ver en esto-. Dijo Teófilo contrariado.
-mi hijo necesita una reina y ya la ha escogido. Mi hijo se ha enamorado de tu
hija-.
Teófilo dejó al momento la comida. Entendió que se trataba todo eso y no le
gustó para nada la idea, pero trató de disimularlo al máximo. Estuvo un
momento en silencio tratando de escoger muy bien las palabras que decir. –Me
honra que tu hijo se haya fijado en mi hija, pero creo que Kyra es muy joven
para contraer matrimonio-.
-Nadie es muy joven cuando de fortalecer los lazos de amistad se trata-. Dijo
Wenceslao mientras terminaba su último plato, un guisado de cordero, siguió –si
lo piensas bien es lo mejor que les puede pasar a nuestros dos reinos, así
estaremos unidos para siempre, seremos fuertes, invencibles-.
Teófilo no estaba para nada convencido, más sin embargo le dijo a Wenceslao
que lo iba a pensar, así que después de la cena que casi no había tocado al
contrario del rey, se retiró a ver a su hija quien estaba en su habitación.
-Descansa esta noche, hija mía, mañana en la mañana partimos-.
Kyra se sintió feliz al escuchar esas palabras, más sin embargo vio en el rostro
de su padre un rasgo de preocupación – ¿pasa algo padre?, te notó preocupado-.
-nada hija mía, descansa-.
Kyra no insistió, conocía muy bien a su padre y sabía que no era muy
comunicativo. Se sintió aliviada, no le gustaba para nada ese lugar, si bien la
reina, las princesas y los sirvientes eran amables, la ciudad no le gustaba en lo
mínimo, desde que estaba allí solo había salido al mercado una sola vez, el resto
del tiempo había estado encerrada en la habitación esperando el momento en
que su padre ordenara volver a Efóras. Extrañaba a su madre, a sus hermanas,
extrañaba montar a caballo por el gran valle, extrañaba las caras familiares y
cálidas de los sirvientes del palacio de su padre y por sobre todas las cosas
extrañaba los besos y las caricias de Neil, extrañaba los paseos a escondidas de
todos y las noches viendo las estrellas en caño cristales. Esa noche Kyra durmió
tranquila, al día siguiente partía de nuevo hacia casa.

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♦♦♦♦♦

Era de noche. Ya los sirvientes habían terminado las tareas diarias y el palacio
estaba desierto. En una de las habitaciones que servía como despacho personal
del rey, Wenceslao estaba solitario esperando la comunicación, allí iluminado
con una cuantas velas, con una cerveza en la mano, esperaba. De pronto
ocurrió, una gran cantidad de energía se fue acumulando e iluminó la hasta
entonces lúgubre habitación. La energía tomó forma y cuando estuvo reunida
explotó en millones de partículas tan finas como gotas de rocío. El portal ya
estaba listo. Wenceslao miró a través de él a la mujer al otro lado del mismo.
-todo está marchando sobre ruedas, señora-. Dijo Wenceslao. –Thorme me ha
jurado lealtad, ahora está incondicionalmente de nuestro lado, solo ha pedido
ayuda para derrotar a los salvajes del este-. Dijo Wenceslao.
-esas noticias me agradan-. Bramó la voz de la mujer del otro lado del portal. -
¿Qué hay de Teófilo?-.
-hoy mismo se lo he dicho, al parecer no le gustó mucho la idea de casar a su
hija-.
-tienes que hacerlo entrar en razón ya sea por las buenas o por las malas. Es
importante que Britania esté bajo nuestro total control-.
-así se hará mi señora. Si tengo que utilizar la fuerza para convencerlo, lo haré-
-Muy bien esa voz me agrada. Pasando a otro tema, ¿está listo el regalo para los
Kalijary? Espero que mi regalo te haya llegado bien-.
Wenceslao con una sonrisa dijo –llegó bien, señora y si, el barco zarpará en tres
días-
-excelente, todo marcha según nuestros planes-. La mujer al otro lado del portal
hizo una pausa y de nuevo habló –hay algo de lo que hablar, algo que debes
saber-.
-¿Qué será eso?-. Preguntó Wenceslao intrigado.
-Grindal, el mago, está vivo-.

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Al momento de escuchar ese nombre, el rey dejo caer de sus manos la jarra de
cerveza, esta se estrelló contra el piso derramando todo el líquido.
-¿pero cómo es eso posible? Hace….hace treinta años ese hideputa fue muerto-.
Dijo el rey verdaderamente exaltado.
-de alguna manera se salvó de las aguas del Plas-.
Wenceslao se había quedado frio con aquella noticia. Guardó silencio
La voz de la mujer se escuchó de nuevo –esto es un evento que no nos
esperábamos. Este mago puede ser una piedra en el zapato para nuestros
planes-.
Wenceslao salió del aturdimiento y dijo –si usted lo ordena, señora mía, puedo
mandar a un comando de mis mejores hombres para que vayan por él y
terminen el trabajo que no pudimos hacer treinta años atrás-.
-No-. Dijo tajante la mujer. –pierda cuidado. A este mago lo manejo yo. Usted
solo concéntrese en las órdenes que se le han dado. Espero que para nuestra
próxima reunión, me tenga más buenas noticias. Recuerde rey que si hace de
manera correcta lo acordado, recibirá una recompensa generosa de mi señor-.
Wenceslao asintió. –quizá haya otro inconveniente con Ana. La puta de verdad
está tramando algo, puede ser otro problema para nosotros-.
-lo sé. Pero tranquilo muy pronto la puta caerá, mis soldados pronto estarán
listos para avanzar al este. Cadelia será reducida a cenizas-.
Esto fue lo último. El portal se deshizo al momento. En el lugar donde hace
unos segundos había estado una mujer, solo quedaba oscuridad, la oscuridad de
la habitación. Wenceslao se dirigió a su dormitorio, pensativo. El mago aún
vivía, eso significaba que había alguna posibilidad que el heredero de……..
<<No>>, susurró, <<no puede ser posible>>, se dijo para sus adentros. Se
tranquilizó así mismo diciéndose que la idea que el heredero al trono de Saravia,
aun viviera, era una idea descabellada. Ahora solo debía de cumplir con sus
tareas asignadas, debía convencer por todos los medios posibles a Teófilo de
cazar a su hija con su primogénito y también debía estar pendiente de que el
barco con destino a las tierras Kalijary, partiera bien. El viejo rey Durmió
intranquilo esa noche, su podrida conciencia esta vez se hizo sentir.

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TEÓFILO

La noche anterior Teófilo llamó al capitán de su guardia para que todo estuviera
listo para la mañana siguiente para partir hacia Efóras. La noche el rey de
Britania la pasó en vela, no pegó los ojos ni un instante. Estaba intranquilo. El
pedido que le había hecho Wenceslao no le gustaba para nada y debía
rechazarlo. Se pasó toda la noche tratando de encontrar las palabras precisas,
debía ser cuidadoso, estaba muy lejos de su hogar, estaba con su hija, debía
llevarla sana y salva a casa.
El amanecer del nuevo día empezó con un sol imponente que se elevaba por el
cielo azul. Como había ordenado todo estaba listo para el viaje de regreso, pero
Teófilo debía despedirse del rey, así que acompañado por su hija y escoltado por
una decena de sus guardias, el rey de Britania se dirigió a buscar a Wenceslao.
Cuando llegó al gran salón encontró a Wenceslao reunido con sus más allegados
colaboradores y consejeros, protegido por varios de sus guardias, los escudo
dorado, llamados así por el color de sus armaduras, al comando de Famir,
capitán de las tropas y mano derecha de Wenceslao. Al lado de su padre también
estaba Wenceslao II.
-he venido a despedirme y a agradecerte por tu hospitalidad. Debo volver a mi
hogar-. Dijo Teófilo.
-así que te vas-. Dijo Wenceslao, impertérrito. –pero antes que te vayas, debo
saber qué respuesta me tienes a mis requerimientos-.
Teófilo con tranquilidad respondió –lo siento mi amigo, pero debo rechazar tal
propuesta-.
El rey se paró de su silla y en tono amenazante dijo –me decepcionas Teófilo.
Me temo entonces que tenemos un problema aquí-. El rey hizo un ademan y al
momento unos guardias entraron al salón y cerraron las grandes puertas del
mismo a las espaldas de Teófilo.
Este último al instante tomó la mano de su hija. Preguntó -¿a qué se debe todo
esto, que intentas hacer, vas a tomarme como prisionero?-.
Y si, los escudos dorados al momento que se cerraron las enormes puertas
desenfundaron las espadas y avanzaron amenazantes hacia Teófilo y Kyra.

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También al instante los guardias de Teófilo sacaron sus espadas de las fundas y
se dispusieron a defender a su rey. Teófilo vio la situación desventajosa en la
que estaban sus hombres, los escudo dorado los superaban por un margen de
cinco a uno, si no intervenía rápidamente iba a ser una masacre, una carnicería.
El rey de Britania dio una orden y de nuevo sus guardias pusieron las espadas en
sus fundas –ya para con esto. ¿Qué es lo que pretendes?-.
-ya te lo he dicho-. Dijo Wenceslao con tranquilidad. –Mi hijo ha escogido a su
esposa, la futura reina de Moravia y de los cinco reinos de los hombres-.
Después de decir lo anterior, los escudos dorados avanzaron y dominaron a los
guardias de Teófilo, los desarmaron y los apresaron, mientras tantos otros
guardias apresaron a Teófilo y Famir con facilidad dominó a Kyra.
Luego Wenceslao avanzó hacia Kyra. Cuando estuvo frente a la joven el viejo
rey acaricio su rostro suave, mientras que la joven luchaba en vano por soltarse
de las manos firmes de Famir quien la retenía con fuerza. El rey miró a su hijo y
le dijo –haz escogido muy bien a tu reina, es una mujer muy hermosa-.
Wenceslao II sonrió
Kyra no entendía lo que pasaba, solo atinó a preguntar -¿padre, que está
pasando?-.
Teófilo le dijo en tono tranquilizador –tranquila hija mía, esto acabará pronto-
Luego dirigiéndose a Wenceslao dijo –termina ya con esto, si quieres tómame a
mí pero deja ir a mi hija-.
Wenceslao hizo caso omiso a las palabras de Teófilo y de nuevo mirando a Kyra
le dijo –que esto termine bien para tu padre y para ti, depende de ti misma. Mi
hijo te ha escogido como su reina, si te reúsas la vida de tu padre corre peligro lo
mismo la de tu madre y hermanas en Efóras. Ahora mismo un millar de mis
soldados están esperando mis órdenes para marchar hacia tu ciudad. Pero tú
puedes evitar que se derrame sangre inocente con tan solo aceptar ser la esposa
de mi hijo. ¿Qué dices jovencita? Ser la esposa de mi hijo a cambio de la libertad
de tu padre y la paz en tu reino-.
Kyra no sabía que decir, estaba aturdida, confundida, asustada. Más sin embargo
vio claramente las cosas, vio que Wenceslao hablaba en serio, no quería que a su
padre , madre y hermanas les pasara algo malo por su culpa, así que en medio
del temor que la poseía sacó fuerzas y dijo –haré lo que sea a cambio que padre,
madre y hermanas sean respetados-.

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Se dibujó un gesto de satisfacción en el rostro envejecido de Wenceslao y
también en el de Wenceslao II. -que no se hable más, si tu cumples con tu
palabra yo cumpliré con la mía- Dijo el rey, instantes después dio órdenes y sus
guardias dejaron libres a Teófilo y los suyos. –marcharas hacia tu país, Kyra se
quedará aquí para los preparativos del matrimonio, cuando haya llegado el día se
te avisará para que de nuevo viajes hasta mi ciudad-. Le dijo Wenceslao a
Teófilo.
El siguiente día fue la despedida de Teófilo y su hija. Las lágrimas corrieron por
las mejillas de ambos mientras se daban un fuerte abrazo. Teófilo besó la frente
de Kyra mientras decía –perdona, hija mía, tú no mereces esto, sé que es difícil
para ti pero tienes que ser fuerte, no te preocupes por tu madre y tus hermanas,
yo estaré pendientes de ellos, no dejaré que algo malo les suceda. Te amo hija
mía-. Teófilo montó su caballo pero antes de dar comienzo a su cabalgata, le
dijo a Wenceslao –si algo le pasa a mi hija, no me importa sim tengo que irme a
la guerra, te juro que me vengaré-.
Wenceslao respondió con altanería –ahórrate tus amenazas, tu hija va a estar
bien, ya te he dicho que mi hijo la escogió como reina, no le pasará nada, más
bien tu cuídate, el camino a casa es bastante peligroso-.
Escoltado por más de un centenar de escudos dorados, Teófilo y sus guardias
tomaron el camino de regreso a casa. Por una última vez, volvió la cabeza para
ver a su hermosa hija. La vio allí, delgada, triste, con los ojos llenos de lágrimas,
era como ver una oveja rodeada de lobos hambrientos. Teófilo rogó a los dioses
por su hija y también rogó por él, en algo tenía razón Wenceslao, el camino a
casa era peligroso y más si los soldados de Moravia viajaban con ellos, no
confiaba en aquellos escudos dorados.

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DANTE

Las llamas consumían la casa, su esposa y su pequeña hija le gritaban pidiéndole


ayuda, pero él no podía ir a rescatarlas, estaba mal herido, atado a un árbol. Con
impotencia veía como aquellos hombres ultrajaban a su mujer. Su pequeña hija
gritaba y lloraba. De un momento a otro el escenario cambió, es cierto, también
estaba rodeado de llamas pero ahora ese era un lugar diferente, no vio ni a
aquellos hombres ni tampoco a su mujer y su hija. Gritó sus nombres pero no
tuvo respuestas. De pronto se escuchó una voz, una voz que decía su nombre,
pero no lograba reconocer a quien pertenecía aquella voz, era una voz que jamás
había escuchado. La voz que pertenecía a una mujer le decía entre gritos –no te
muevas, yo te salvaré…..esta vez te salvaré….-.
Despertó con el rostro cubierto de sudor, por un momento se sintió extraviado,
confuso, pero cuando vio a la mujer con el torso desnudo que dormía a su lado
se dio cuenta de donde estaba y volvió a la realidad. Su respiración era agitada,
un sentimiento de tristeza, el mismo sentimiento amargo se apoderó de nuevo
de él, quiso llorar como tantas veces lo había hecho. La mujer a su lado dormía
pesadamente. Mientras veía esa mujer, lo invadió un sentimiento de
incertidumbre, recordó a su esposa. Se llevó ambas manos al rostro para secarse
el sudor.
-¿otra pesadilla?-.
La pregunta venia del otro lado de la habitación. Dante volvió la vista y solo
pudo ver gracias a la oscuridad de la habitación la figura del hombre que la
hablaba. –No. La misma de todas las noches-. Respondió.
-está amaneciendo. Es hora que nos preparemos, tenemos trabajo que hacer-.
Dijo el hombre al otro lado de la habitación, que estaba en la otra cama.
Dante así lo entendió y con mucho cuidado para no despertar a la mujer que
dormía a su lado, se paró de la cama. El otro hombre hizo lo mismo. En pocos
minutos los dos hombres estuvieron listos para salir de la habitación. Las
primeras luces del día se filtraban por las ventanas y dejaron ver el otro hombre
quien era un Kalijary, con su vestimenta típica de aquellos hombres y este en
particular era un negro de gran corpulencia, tenía una gran trenza en la cabeza
que recogía todo cabello, el resto de la cabeza estaba rapada. Ambos hombres se

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prepararon para marcharse mientras las dos mujeres aun dormían. Antes de salir
de la habitación Dante dejó sobre una pequeña mesa, la paga por los servicios
prestados, dos monedas de plata según lo acordado.
La ciudad a esas alturas de la mañana no tenía mucho movimiento aun. Unos
pocos mercaderes alistaban sus productos en sus tiendas, otros hombres
armaban unas carpas y otros tantos, aun soñolientos tomaban una taza de
alguna bebida caliente, esa era una mañana fría.
Dante y el otro hombre quien se llamaba Drako, subieron a sus caballos y
emprendieron su viaje dejando atrás esa ciudad. El viaje que los esperaba era
largo, su destino estaba a un día de camino a buen paso, ellos esperaban llegar a
su destino ese mismo día en la noche.
Mientras cabalgaban por el camino, se cruzaron con otros caballistas, algunos
soldados, con campesinos quienes les daba unas miradas de desconfianza, sin
duda alguna su reputación y mala fama había llegado muy lejos.
-Nunca me has contado de que se tratan esas pesadillas que tienes en las
noches-. Dijo Drako.
Dante se quedó en silencio, como si no hubiera escuchado la pregunta. Al
momento pasaron unos mercaderes con sus carretas impulsadas por unos
caballos, en una de esas carretas una mujer le dio una mirada y una sonrisa
coqueta, la mujer era joven, se le vino a la memoria el momento en que había
conocido a su esposa. –Yo conocí a Ibeth en un torneo de caballeros en el sur,
en Tiras-. Dijo melancólico Dante, no le gustaba hablar de su esposa.
Drako escuchaba atentamente, mientras el sol alumbraba majestuoso en el cielo.
–mi padre estaba de bastante edad lo mismo que mi madre y ya no podían viajar
a vender los productos de nuestra cosecha, así que fui solo. Allí estaba ella con
su padre quien comerciaba con caballos. La primera vez que la vi fue como una
visión. Era hermosa, no parecía real-.
Drako vio como el dolor se le palpaba en el rostro y en las palabras a su amigo.
Después de un momento de silencio Dante siguió –la segunda vez que la vi,
viaje desde mi casa hasta la casa de ella durante tres días completos para volver a
verla-. Los ojos de Dante se humedecieron –debí hacer algo más por ella, no
debí dejarla morir así….y mi pobre hija……no merecía eso-.

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Drako entendía el sufrimiento de su compañero, le dijo –debes dejar de culparte
por eso. La muerte de tu esposa y tu hija no fueron culpa tuya-.
Dante se pasó la mano por la mejilla para secar la lagrima, luego apretó con
fuerza una medalla que le colgaba del cuello, la medalla era una cuerda de oro
que terminaba en un adorno con forma de medio sol, luego dijo -¿Cómo puedo
dejar de culparme si todas las noches vuelvo a vivir ese momento?, las veo morir
de nuevo-.
Era una pregunta que no esperaba respuesta, Drako lo entendió así.
Dante prosiguió –más sin embargo en las últimas noches hay algo más en mis
pesadillas. Algo que no puedo entender-.
Ya la tarde caía y los dos jinetes seguían cabalgando. El sol que antes alumbraba
esplendoroso, ahora era cubierto por nubes grises que se empezaban a juntar.
Transitaban un camino que atravesaba un gran bosque de pinos. Desde hace un
buen tiempo que no se cruzaban con nadie en dicho camino. De repente se
desató el aguacero. Sin la posibilidad de pararse a escampar, los dos hombres
siguieron cabalgando esta vez a paso más lento, pues el camino se empezaba a
llenar de charcos.
Ya empezaba a caer la noche, la luz se iba volviendo escaza cuando en el
horizonte divisaron una ciudad, su destino. Cuando llegaron a la ciudad ya las
tinieblas reinaban, se veía poca gente en las calles, todos se resguardaban de la
lluvia que aun caía, unos pobres desafortunados sin hogar, trataban de
resguardarse del frio y la lluvia en los antejardines de algunas viviendas mientras
le daban a los dos caballistas miradas escrutadoras. Algunos borrachos aun con
las botellas en las manos pasaban detrás de unas mujeres, que según la hora en la
que aun caminaban en la calle, no eran de muy buena reputación. Llegaron a una
posada, en donde al entrar se veía unas mesas, algunas estaban ocupadas por
comensales que ni siquiera le prestaron atención a los dos hombres que
acababan de entrar, otras mesas estaban vacías.
-necesitamos un sitio donde pasar la noche y una buena comida para antes de
dormir-. Dijo Dante a la persona que los recibió.
Esta persona era una mujer joven bastante simpática aunque algo desarreglada.
La mujer escrutó a los dos hombres con la mirada, en especial al hombre que le
hablaba, le pareció apuesto, aun detrás del sudor, olor a caballo y mugre, vio a

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un hombre atractivo. Respondió –me queda una pequeña habitación con dos
humildes camas. Por aquí-. La mujer les indico el camino.
Drako y Dante la siguieron, subieron las escaleras que daba al segundo piso y
luego caminaron por un largo pasillo. Al atravesar varias de las habitaciones que
estaban cerradas con rusticas puertas de madera se podían oír a varias parejas
que disfrutaban de los deseos carnales.
Al escuchar los gemidos de las mujeres en dichas habitaciones, Drako le dijo al
oído a Dante –la casera tiene un culo muy bonito. A juzgar por las miradas que
te dio te la puedes llevar a la cama-. Dante no contestó, estaba demasiado
cansado para cualquier cosa que no fuera dormir.
Al final llegaron a una habitación pequeña y humilde. La casera los hizo pasar y
dijo –en un momento pueden bajar a cenar-. La mujer dejó a los dos hombres
solos no sin antes darle otra mirada coqueta a Dante.
Drako de nuevo dijo –te lo he dicho. Esa mujer quiere coger contigo-. Dante
sonrió.
Era cierto, cuando bajaron la mesa estaba servida para ellos, pero esta vez
estaban solos, los otros comensales ya habían terminado de comer, las mesas
estaban desiertas y solo quedaban los platos vacíos. El menú comenzaba con
una sopa de ajo y pedazos de carne de cerdo y luego carnero en salsa, todo
amenizado por un vino barato pero sabroso al paladar. Luego de devorar la
comida con entusiasmo y de dar las respectivas gracias a la casera, Drako y
Dante se retiraron a dormir. Habían cabalgado todo el día, así que estaban muy
cansados, el siguiente día iba a ser agitado. Los dos hombres durmieron como
piedras, pero esa noche así como todas las noches anteriores, Dante tuvo el
mismo sueño, más que un sueño era una pesadilla en donde veía de nuevo morir
a su esposa e hija y él de nuevo no podía hacer nada. Otra vez se despertó en
medio de la noche, sudoroso, agitado, conmocionado, triste. Respiró profundo e
intentó dormir de nuevo, esta vez tuvo éxito.
El nuevo día despuntaba, era un día frio. Los dos hombres pagaron a la casera
por la estadía de la noche anterior y se dirigieron a las caballerizas, allí los
aguardaban sus caballos. Un hombre joven, empleado de la pensión los tenía ya
listos, Drako y Dante subieron a sus respectivos equinos e iniciaron su cabalgata
no sin antes darle al joven una pequeña recompensa, media pieza de plata. Aquel
era un día frio, caía una ligera llovizna. Las calles de la ciudad que la noche
anterior estaba desierta, ahora se arremolinaba de gente que concurría al

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mercado de la plaza central de la ciudad sin importar la lluvia. Drako y Dante
llegaron a la plaza central, la cual estaba repleta. Los mercaderes anunciaban a
viva voz sus productos. Se escuchaban las voces de los compradores quienes
negociaban y regateaban los productos que se vendían. El hombre y el negro
dejaron sus caballos amarrados y desde este punto siguieron a pie, ambos
buscando su objetivo. Los hombres fueron por caminos diferentes.
En una de las toldas de ventas, un hombre ofrecía a los compradores todas
clases de joyas, unas en oro, otras en plata y otras en zafiros y esmeraldas. La
gente rodeaba la tienda viendo las cadenas, arcillos, aretes y brazaletes que el
hombre ofrecía a viva voz junto con dos ayudantes.
Drako caminaba entre la multitud, atento, mirando a todos los lados esperando
encontrar a la persona por la cual estaban allí. De pronto, un hombre en una
tienda que estaba abarrotada de gente llamó la atención del Kalijary, aquel
hombre se apegaba a la descripción que les había dado su cliente, eso y que lo
que estaba vendiendo era la razón del porque Drako y Dante habían sido
contratados. Entendió que su búsqueda había terminado. Más sin embargo
había mucha gente que se interponía entre él y aquel hombre, buscó con la vista
a Dante y lo encontró al en otro sector de la plaza. El hombre también se había
dado cuenta de la presencia de Drako y de la razón del porque aquel negro
estaba allí, así que tan rápido como pudo dejó encargado su negocio ambulante
a uno de sus ayudantes, cogió un pequeño bolso y se abrió desesperadamente
paso por entre la multitud. Drako viendo que por la gran cantidad de gente que
había en el lugar le era imposible ir en dirección al hombre, dio un chiflido.
Dante al instante volvió la cabeza y vio a Drako entre la multitud quien le hacía
señas, señalándole al hombre que huía. El hombre también advirtió de la
presencia del otro hombre, así que aligeró el paso y caminó por entre las demás
tiendas. Así comenzó la persecución. Mientras Dante perseguía al hombre,
Drako tomó otra ruta para cortarle el paso al comerciante. El susodicho hombre
aprovecho la gran cantidad de gente que a esa hora había en la plaza, se
escabullo. Cuando salió de la plaza corrió hacia los callejones de la ciudad. A
Dante le costó salir del entrevero de los comerciantes y los compradores, pero
nunca le perdió de vista al hombre, así que cuando salió de la plaza también
corrió y siguió en su persecución. La persecución se prolongó por varios
callejones que el hombre parecía conocer bien. De pronto el hombre dobló en
una esquina y se encontró en un callejón solitario, el hombre se adentró al
mismo pero para sorpresa del comerciante al final del callejón apareció la figura
del Kalijary que empuñaba en la mano una espada amenazante, el hombre trató
de dar la vuelta para salir del callejón pero detrás de él ya estaba el otro hombre

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quien también empuñaba una espada. El hombre vio sus posibilidades y se dio
cuenta que eran nulas, solo le quedaba algo por hacer, para eso había cogido el
bolso antes de irse de la tienda, en ese momento pensó que el dinero era la única
salida.
-¿pensaste que te ibas a escapar?-. Dijo el negro tomando del cuello al hombre
que sudaba y temblaba de miedo.
-sabes porque estamos aquí, sabes quién nos ha enviado-. Dijo Dante tranquilo
mientras guardaba la espada.
El hombre que lucía agitado y temeroso, reunió fuerzas para hablar y dijo –por
favor, no me matéis. Podemos hacer un trato. Puedo pagaros una buena
cantidad de dinero si me dejáis ir-.
Drako dijo en tono amenazante –no te molestes. Tu dinero ahora no te sirve de
nada. Debiste pensarlo dos veces antes de hacer lo que hiciste-.
Tres semanas atrás, una caravana de comerciantes viajaba por una carretera del
sector, se dirigían a una ciudad para comercializar con joyas. De pronto y
cubiertos por la oscuridad de la noche, mientras los comerciantes acampaban,
unos hombres, tres más exactamente les salieron al paso, armados con espadas,
mataron a los guardias de la caravana y procedieron a robar la mercancía, no sin
antes, violar a una desafortunada mujer que iba en la caravana. Los ladrones
partieron con el botín, una gran cantidad de joyas y piedras preciosas. Fue allí
cuando el jefe de la caravana y dueño de la mercancía quien recordaba haber
escuchado alguna vez de la fama de dos hombres quienes eran especialistas en
encontrar a personas y cobrar deudas, se contactó con Drako y Dante.
Dante y Drako tomaron el camino de regreso, por la misma vía que habían
llegado a la ciudad que ahora dejaban atrás. Atado de las manos, avanzaba
torpemente el hombre capturado, quien era alado por una gran soga por Drako
desde su caballo. El hombre se quejaba y maldecía por el cansancio, pedía
auxilio o algún tipo de compasión. Los transeúntes, campesinos y comerciantes
que pasaban también por el camino, miraban compasivamente al prisionero,
pero nadie decía ni hacia nada, a pesar de las suplicas de compasión del hombre
quien caminaba atado de manos. Y nadie hacia nada porque los hombres que
llevaban al prisionero lucían atemorizantes, en especial el Kalijary, quien
montado en su caballo brindaba miradas duras y amenazantes a cualquiera que
lo mirase.

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ANA

Las caras de algunos de los concejales del reino se distorsionaron al escuchar las
palabras de la reina Ana. Lo que contaba la reina a su regreso creó algún tipo de
molestia en algunos concejeros. De inmediato empezaron las discusiones entre
los mismo concejeros a viva voz. Ana miró a Liryon, el viejo concejal le dio una
mirada dura y Ana entendió lo complicado de la situación.
-lo que su majestad ha hecho es algo grave. Ahora mismo el reino del sur nos ve
como sus enemigos-. Dijo uno de los concejales, los demás lo apoyaron entre
comentarios, solo unos pocos de los 12 concejales permanecieron en silencio.
Ana, que no le gustaba que sus decisiones fueran objetadas dijo con una
serenidad disfrazada –hice lo que creo que es lo mejor para nuestro pueblo. Si el
reino del sur, o los demás reinos nos toman en baja estima, es su problema-.
Liryon entonces tomó la palabra, al momento todos guardaron silencio a la
espera de lo que el anciano iba a decir pues le tenían mucho respeto –Su
majestad sabe de las implicaciones que su decisión traerá a nuestro pueblo. En
este momento de coyuntura en donde nuestras fronteras están amenazadas por
criaturas del oeste, creo mi señora, que sus decisiones no fueron las más
indicadas. Wenceslao es orgulloso, no se va a quedar de brazos cruzados viendo
como su orgullo ha sido maltratado, sus retaliaciones serán muy pronto y serán
violentas. Sus decisiones mi señora, aunque plagadas de buenas intenciones,
tristemente nos conducen a una guerra, que a toda costa es perjudicial para todo
su pueblo, el pueblo que usted dice defender-. Cuando el concejal Liryon
terminó de hablar, sus palabras fueron apoyadas por los demás concejales.
Después de escuchar a Liryon y ver el apoyo abrumador a sus palabras, Ana
sintió una rabia muy profunda, la ira se le subió al rostro y sintió como que se le
quemaba la cara. Tan solo una orden suya bastaría para que sus soldados
capturaran a los concejales, los asesinaran, degollaran, decapitaran, luego
ordenaría que las cabezas fueran clavadas en picas y puestas a la vista de todos
para que comprendieran que las decisiones de su reina no se discutían. Pero a
pesar de la rabia, en el fondo sabía que lo que decía Liryon era cierto, por más
que le molestara, tenía que aceptar la realidad. Ana sabía que debía
tranquilizarse, Debía ser inteligente, ahora más que nunca debía ser inteligente,
un paso en falso y todo lo que había conseguido se iría al traste. Entonces

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recordó cuando su madre le había contado de donde venía, su origen, la clase de
sangre que le corría por las venas. En ese momento, se juró así misma que le
haría honor a sus ancestros, que pasara lo que pasara, sin importar porque o por
quienes tuviera que pasar, llegaría a ser alguien importante, alguien de temer, y
cuando eso pasara entonces blandiría la espada y tomaría venganza de todos
aquellos que le habían hecho daño a los suyos. Y así había sido, ahora estaba
sentada en el trono de Cadelia, había hecho cosas de las que no se sentía
precisamente orgullosa, pero había logrado el primero de sus objetivos. Así que
se tranquilizó, respiró hondo y se disponía a hablar, pero la sorprendió que
Liryon aún tuviera algo por decir.
El concejal muy consiente que a la reina no le había hecho para nada gracia su
anterior declaración así que tomó de nuevo la palabra y dijo –por más que esté
en desacuerdo con sus decisiones por las razones anteriormente expuestas ante
todos, nosotros los concejales debemos ser totalmente fieles al reino y a nuestra
reina. Si la decisión de la reina es no unirse militarmente con Wenceslao,
entonces debemos apoyar esa decisión, pues nuestra misión fundamental es dar
concejo, en ningún caso dar órdenes, eso le corresponde a su majestad-.
Ante el asombro de Ana, los demás concejales guardaron silencio ante las
palabras de Liryon, no se escuchó ni un solo murmullo, ni una solo palabra de
desconformidad. Entonces Ana le brindó a Liryon una sonrisa de
agradecimiento que el anciano respondió con una pequeña reverencia con la
cabeza.
Después de dar por concluida la reunión con los concejales y después que estos
últimos se retiraron del lugar, Ana quedó un poco más tranquila, pero solo un
poco. La reina, que no era tonta, sabia del peligro que la rodeaba, sabía que
Wenceslao seguramente iba a comprar voluntades y conciencias entre los
concejales, debía estar alerta.

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TEÓFILO

-¡No, mi hija nooooooo!-. Decía Margoh entre lágrimas, mientras golpeaba el


pecho de Teófilo.
Teófilo había regresado sano y salvo a Efóras, pero ese regreso había sido triste,
tanto para él como para todos en el palacio del rey. Teófilo contó lo sucedido en
Bastia a su reina Margoh y esta última desde el mismo momento en que supo
que su hija no había vuelto, entró en una tristeza y en una depresión muy
profunda, tanto que Teófilo sintió miedo por la vida de su esposa, pues la reina
se negaba a comer cualquier alimento que le servían, no hacía más que llorar, se
pasaba noches en vela, rogándole a todos los dioses conocidos por el hombre
para que le trajera a su joven hija de vuelta a casa. En la condición en que se
encontraba su reina, le hizo recordar a Teófilo el momento en que su
primogénito barón había muerto hacia casi tres años. Teófilo recordó aquel
momento. Su hijo, Igor, era un joven apuesto y encantador, fuerte y valiente, el
orgullo de su padre y de su madre. El joven estaba próximo a su día del nombre
18 cuando un día sin más ni más, una enfermedad se apoderó del joven, era una
extraña enfermedad que ninguno de los médicos, yerbateros y otros sabios del
reino pudieron curar. Esta enfermedad había sido terriblemente rápida y mortal,
solo una semana le bastó para llevar al joven y apuesto príncipe de Britania a la
tumba. En ese momento la tristeza había sido absoluta, la reina Margoh, llevada
por la tristeza y la desesperación de haber perdido a su primogénito, intentó sin
éxito quitarse la vida. Ahora al ver a su esposa en una condición similar a la de
hacia un par de años, Teófilo sintió miedo, temía que su esposa volviera a
intentar quitarse la vida, pues después de la pérdida de su primogénito, Margoh
había depositado todo su amor y esperanzas en kyra. Pero Teófilo, a pesar de la
tristeza que también lo embargaba, entendió que debía ser fuerte y trasmitirle
esa fortaleza a su doliente esposa, por lo menos su hija no estaba muerta, estaba
lejos y de alguna manera era retenida, pero estaba viva y eso era motivo de
alegría.
Después de varios días de estar en sus aposentos día y noche, lamentándose el
destino de su hija, Margoh se decidió otra vez a salir. Teófilo celebró la decisión
de su esposa, pero se encontró con la dureza e indiferencia de Margoh, quien
culpaba a Teófilo del destino de su querida hija. El rey entendió aquella actitud
pensando que era solo la manera en que su esposa desahogaba todo el dolor,
pero al ver que los días pasaban y que por el contrario la dureza y frialdad

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permanecían y se reflejaban en el rostro austero y frio de la reina, se preocupó,
un dolor de culpabilidad empezó a carcomer las entrañas del rey, hasta terminar
de convencerse que él había sido el único culpable por el destino de su hija.

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BAKARY

La boda se realizó al aire libre, como era costumbre desde tiempos muy
antiguos, antes que los hombres blancos cruzaran el mar y los dominaran y
esclavizaran. El joven rey estaba sentado en su trono, otrora ocupado por los
grandes reyes negros de antaño, a su lado, su joven esposa quien recibía los
regalos de la boda. La música aun no paraba de sonar. Los que traían los regalos,
los presentaban ante el rey y la reina quienes los recibían de manera muy
gustosa. Parado al lado del rey estaba Ademir, el único blanco presente en la
celebración. Ademir era medioelfo, hacía mucho tiempo atrás había cruzado el
mar hacia esas tierras y lo que vio lo enamoró de tal modo que decidió quedarse
allí. A pesar que aquel pueblo parecía temerle y tener cierto resentimiento a los
blancos, el medioelfo se había ganado la confianza de todos, hasta tal punto que
ahora era la mano derecha del joven y recién coronado rey Kalijary. De pronto
de entre los que ofrecían regalos a los recién casados apareció la figura de un
hombre blanco que se hizo pasar como mercader que venía en barco desde las
tierras del este. Este hombre traía consigo una paca de botellas de vino que él
decía que era de las más finas del mundo conocido y se la ofreció al joven rey.
Niara, la reina, tomó una de las botellas, agradeció al hombre y pidió a uno de
los sirvientes verter un poco de ese fino y delicioso vino para mitigar un poco el
calor que hacía en ese momento. De inmediato, sus sirvientes hicieron lo que la
reina pidió y sirvieron el vino en dos copas, una para la reina y la otra se la
alcanzaron al joven rey.
El rey y la reina estaban por tomar un sorbo de aquel vino cuando Ademir se lo
impidió al rey diciendo -¡un momento!-. Todos al instante miraron al que era la
mano derecha de Bakary. Ademir se adelantó, cogió la botella, la olio y le dijo al
que decía ser mercader -¿dices que este vino es de las mejores cosechas de
Mutremar?-.
El hombre respondió –sí, si mi señor mira la marca en la botella se dará cuenta
que digo la verdad-.
En efecto la botella tenía la marca de los viñedos de Mutremar, los más famosos
viñedos del otro lado del mar. Más sin embargo, algo llamó poderosamente la
atención de Ademir. Si bien el vino tenía la marca del viñedo, no se veía por
ningún lago la marca de la casa de Bastia. Desde la invasión a Saravia, Mutremar
pasó a ser controlado por los hombres y se ordenó que los vinos allí producidos

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fueran para consumo casi que exclusivo para el rey de Moravia y toda su corte,
para ello, además de la marca del viñedo, también se le debía poner una marca,
la de la casa de Wenceslao, un lobo huargo rojo. Por ello, Ademir se vio
intrigado, al no ver por ningún lago de la botella, el símbolo del rey de Moravia.
-es extraño que alguien como tú traiga un regalo como este, un vino que es muy
costoso, además de ser exclusivo para los reyes blancos. Hablad. ¿Dónde ha s
conseguido este vino? ¿Cómo llegó a tus manos?-. Le dijo Ademir al mercader.
Este último estaba muy nervioso. El sudor le empapaba la frente. –Unos
hombres que dijeron ser contrabandista en el mercado negro me ofrecieron la
paca de vino en el puerto de la gaviota-. El hombre sintió todas las miradas
sobre él, siguió –estos hombres me dijeron que habían asaltado una caravana de
víveres que se dirigía a Bastia y que en esa caravana además de otros productos,
iban una gran cantidad de botellas de vino, el vino del rey Wenceslao-. Terminó
de hablar el hombre.
Ademir, no creyó la versión que dio el mercader del otro lado del mar, sabía que
las caravanas que transportaban los productos con destino a Bastia y a
Wenceslao, iban custodiadas por muchos soldados, unos cuantos ladrones no
podían asaltar una de estas caravanas, se necesitaban muchos hombres muy bien
armados para poder apoderarse de los productos del rey. Así que cogió otra
copa y sirvió un poco de vino en ella y se la dio al hombre diciéndole –si la
historia que cuentas es cierta, entonces no tendrás problema en tomar un sorbo
de este vino, en honor a nuestro rey-.
El hombre que se veía bastante nervioso, tomó en sus manos la copa de vino.
Todos los presentes no entendían lo que estaba pasando, como tampoco lo
hacia el joven rey Bakary, pero confiando como lo hacía en el medioelfo le dijo
al mercader –obedece. Toma un sorbo de vino, el rey te lo ordena-.
El hombre que sudaba cada vez más, en efecto se llevó la copa a la boca pero
cuando iba tomar un sorbo del vino, en un rápido movimiento lanzó la misma
sobre el rostro del rey y ante la sorpresa de todos los presentes, el hombre
emprendió la huida, llevándose por delante a quien se le atravesara en el camino.
-¡deténganlo!-. Gritó Ademir.
De inmediato los guardias reaccionaron tratando de capturar al hombre, pero
había demasiada gente que impedía que los agentes avanzaran hacia el mercader.
El hombre que corría con todas las ganas, como si fuera perseguido por el

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mismo demonio, tomó camino en dirección al puerto, allí estaba esperándolo su
barco listo para partir hacia las tierras del este. Todos los guardias emprendieron
la persecución, unos corrieron, otros fueron a caballo y otros que estaban en
sitios altos prepararon sus flechas. Y fue uno de ellos, uno de los arqueros quien
disparó una de sus flechas que le dio en la espalda al hombre, quien cayó de
bruces al piso, justo cuando estaba muy cerca del barco. Quienes esperaban al
hombre en la embarcación y al ver a su acompañante herido, tendido en el
suelo, entendieron que habían sido descubiertos, desanclaron y partieron a
navegar, una lluvia de flechas también volaron hacia ellos, pero ninguno de los
dos hombres resultó herido. Los guardias veían como el barco se aleja del
muelle y se perdía a la vista en la inmensidad del océano. Levantaron al hombre
herido del suelo quien gritaba de dolor y lo llevaron a donde el rey.
-el vino estaba posiblemente envenenado-. Dijo Ademir a Bakary, mientras le
alcanzaba un pañuelo para que el rey se limpiase el líquido del rostro.
-¿Cómo supiste?-. Preguntó el joven rey en lengua común.
Ademir respondió –no tenía sentido que ese vino llegara hasta aquí. Si era
verdad que la había conseguido de aquellos contrabandistas, al ser un vino tan
exclusivo y fino, lo más normal era que el hombre lo hubiera consumido en su
totalidad. ¿Para qué regalársela a su majestad, si no fuera con otro propósito de
tu propio deleite?-.
-¿Quién crees que esté detrás de todo esto?-.
-no lo sé. Pero sí sé el motivo-.
Todos los presentes incluyendo a la reina Niara miraron a Ademir con un gesto
de ansiedad.
-sea quien sea quien haya sido, lo cierto es que los reyes del otro lado del océano
tienen miedo del nuevo rey, tiene miedo de tu espada de la venganza, le temen a
tu pueblo y por sobre todas las cosas te temen a ti y lo que tú significas-.
El joven rey, quien ya se había terminado de quitar el vino del rostro, se paró de
su trono con una expresión seria en el rostro, le tendió la mano al medioelfo y le
dijo –gracias amigo-.
-estoy a su servicio, majestad-. Respondió Ademir haciendo una ligera
reverencia.

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Luego Bakary se dirigió a todos sus súbditos presentes y dijo en el lenguaje
Kaly, el lenguaje delos kalijary –madet le tar unbrot sebac enque tombar etenr
bucarat motombuy kurat unbrotemme serami unchar-. Traducido a la lengua
común de los hombres era algo así –si los reyes blancos me temen a mí y a mi
pueblo, les voy a dar una razón para temerme de verdad-. Al oír las palabras de
su joven rey, los negros lanzaron gritos al cielo, gritos de esperanza, gritos de
rabia, gritos de venganza.
La fiesta siguió a pesar del incidente que todos dejaron atrás, la música de nuevo
se hizo sonar amenizando la celebración. De nuevo el rey y la reina estaban
sentados disfrutando al ver a su pueblo feliz, un pueblo sufrido, maltratado, por
siglos esclavizado. Ahora su pueblo bailaba al son de la música.
Bakary pensaba en su padre y en el padre de su padre. De pequeño había jurado
vengarse de quienes se llevaron a su padre de su hogar y de quienes habían
primero violado y después asesinado a su madre y hermanas. Él, por un milagro
de los dioses antiguos, como decían los ancianos, se había salvado. En ese
entonces era solo un niño, indefenso, pequeño y huérfano, era el legítimo
heredero al trono, pero era solo un niño, además era peligroso en esos
momentos decir que un niño era el rey, habría sido fácil asesinarlo. Así que los
ancianos se llevaron al pequeño y cuidaron de él, le enseñaron todo lo que debía
saber, lo instruyeron en sabiduría y en las artes de la guerra. Cuando tuvo la
mayoría de edad que según los Kalijary era a los 19 años, fue presentado ante el
pueblo para reclamar su derecho al trono. La gente de inmediato reconoció en el
joven el recuerdo de los antiguos reyes, quienes gobernaron con sabiduría y
justica. El joven fue coronado como rey del pueblo Kalijary y entonces se le
encontró una esposa de alta casta digna del rey. Fue allí cuando Niara, hija de
una de las más antiguas casas Kalijary fue designada con el visto bueno de
Bakary, como esposa y reina del pueblo Kalijary.
Llegó la noche. La celebración aún continuaba, ya la gente se había olvidado del
suceso del mercader y todos seguían disfrutando de la música y el licor. Mientras
tanto el rey y la reina se retiraron a sus aposentos. Allí por primera vez
dormirían juntos. Ambos estaban nerviosos, Bakary no había conocido mujer y
Niara era virgen, así que era la primera vez para los dos. Niara comenzó
quitándose todos los adornos que se había puesto para la celebración, collares,
arcillos, pulseras de oro y plata, cuando acabó miró a Bakary que estaba
acostado en la cama viendo como su nueva reina se quitaba delicadamente los
adornos. Niara se acercó a Bakary y él la besó en la boca, luego fue bajando por
el cuello, mientras que sus temblorosas y húmedas manos tocaban su sexo.

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Niara se quitó la camisa quedando con los pechos visibles, instintivamente se
cubrió con los brazos, Bakary hizo lo mismo cuando se quitó toda su ropa.
Bakary la volvió a besar, luego recorrió cada centímetro del cuerpo de Niara,
aquel cuerpo juvenil, voluptuoso y deseable que olía a ricas fragancias, mientras
tanto ella daba gemidos apenas audibles de placer. Luego fue el turno para que
la nueva reina besase el cuerpo de su marido, le besó el pecho, los pectorales
firmes y tonificados, luego bajó más y se entretuvo largo rato en el sexo de
Bakary, aquella sensación que experimentó el nuevo rey era realmente
placentera, tanto que en muy poco tiempo estuvo listo, así que cuando por fin la
penetro fue rápido y no duró mucho, Niara sintió la cálida semilla de su rey en
su interior, fue realmente placentero. Después de haber consumado su
matrimonio real, Niara reposaba desnuda sobre el pecho también desnudo de
Bakary.
-me tienes que jurar que jamás amaras a nadie más que a mí. Que seré tu única
esposa, que no habrá otra ni otras-. Dijo en tono bajo Niara.
-tu eres la primera y siempre lo serás. Por ti renuncio a tener otras esposas-.
Respondió bakary.
En el pueblo Kalijary se permita la poligamia solo a los miembros de más alta
alcurnia, entre ellos al rey, así que si Bakary quisiese podía tener todas las
esposas que deseara, por ello Niara le decía estas cosas al nuevo rey.
En la mañana siguiente y a pesar que la fiesta se había prolongado hasta la
madrugada, la ciudad volvía a la normalidad, los criados limpiaban el lugar de la
boda mientras que la gente volvía a su diaria rutina.
-espero que su majestad haya pasado buena noche-. Le saludo Ademir.
Bakary sonrió casi se podría decir que tímidamente.
-el hombre capturado ha pasado la noche en las mazmorras. Esperamos sus
órdenes su majestad-.
-quiero verlo-. Dijo seco Bakary.
El mercenario capturado fue llevado luego de un momento a la presencia de
Bakary, esposado de pies y manos. Uno de los guardias Kalijary le dio una
patada en la espalda al hombre diciéndole en lengua común–debes arrodillarte
ante el rey-. El hombre cayó de bruces.

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Bakary no reconocía el rostro de aquel hombre, pues parecía que no era la
primera vez que algún guardia lo golpeaba. El rostro del hombre estaba
deformado por la paliza que le habían dado, el parpado izquierdo estaba caído y
cerraba el ojo con una enorme bola de color oscuro, además de eso parecía que
la herida en la espalda causada por la flecha le dolía porque el hombre trataba
infructuosamente de mandarse las manos a la espalda.
Ademir se le acercó con la venia de Bakary y le dijo al hombre –es hora que
hables. ¿Quién te ha mandado? ¿Quién ha pagado por tus servicios?-.
El hombre no contestó. No quería hacerlo, además de eso, de la paliza que le
habían dado los Kalijary le había quedado doliendo el oído, un zumbido loco lo
atormentaba, seguramente había perdido la escucha.
Ademir volvió a insistir –te he hecho una pregunta. ¿Habla y di quien ha
mandado el vino envenenado? ¿Ha sido Wenceslao o acaso Thorme o Teófilo o
algún otro rey de las tierras del este?-.
Esta vez el hombre tampoco contestó. No tenía sentido hacerlo, de todas
maneras iba a morir, ya fuera porque el rey negro lo iba a colgar o por los golpes
que le habían dado, pues era probable que tuviera daño interno, así que el
hombre no respondió, estaba resignado a morir.
Ademir intentó su último recurso y le dijo al hombre en el oído en un tono muy
bajo –si quieres que se te perdone la vida, solo dile al rey lo que quiere oír, dile
quien te ha pagado, te prometo que si lo haces se te perdonara la vida y podrás
volver a tu tierra al otro lado del mar-.
El hombre apenas articuló unas palabras respondiendo –púdrete, maldito
medioelfo, tú y este rey negro se pueden ir a la mierda, me cago en tus
promesas-.
Bakary que hasta el momento no había hablado por fin dijo –es obvio que no va
a decir nada-. Miró a uno de sus hombres y le dijo –llévatelo de mi vista. Ya
sabes lo que tienes que hacer. Prepara el lugar, cuando esté listo ven a avisarme.

La gente se reunió en la playa, con el sol en lo alto y el mar que rugía y traía
vientos que refrescaban. En el centro de la multitud se alzaba una pila de
troncos de madera y sobre ella estaba el mercader, atado a un tronco vertical.
Bakary llegó en su caballo, un ejemplar magnifico. El rey bajó del equino,
mientras los guardias le abrían paso por entre la multitud. Las personas le hacían

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reverencias al nuevo rey, atrás iba Ademir. El hombre vio a Bakary llegar hasta
el pie de la pila, el rey negro lo miraba duro y frio, el hombre sacó sus últimas
fuerzas y le dijo –tu reinado no durara mucho, tu pueblo caerá de nuevo, si
alguna vez cruzas el mar…..-.
-calla-. Le dijo Bakary. –que no vez que la grandeza del rey negro. El rey del
antiguo y poderoso pueblo kalijary, el rey vengador, es ese el que está en tu
presencia-.
Ante la presencia de todos, uno de los soldados prendió fuego a la pila que en
contados segundos comenzó a arder. El crujir de los troncos secos consumidos
por el fuego ensordeció a todos. El hombre blanco sintió como el calor de subía
desde abajo mientras miraba la expresión seria de Bakary montado de nuevo en
su semental. El hombre se había prometido no gritar, pero fracasó, las llamas lo
consumieron vivo. Los gritos de dolor del hombre eran desesperantes pero
nadie se tapó los oídos, aquellos gritos muchos los habían oído antes, eran las
voces de quienes habían muerto en manos de los blancos. Llegaron a la
memoria de los presentes los gritos de sus mujeres violadas, los gritos y llantos
de sus niños asesinados, y los gritos de quienes fueron apresados y llevados al
otro lado del mar para ser esclavizados. En ese momento el rey recordó a su
padre. El olor a carne quemada inundó el lugar pero el viento del mar se lo
llevó, una columna de humo negro se elevó al cielo azul, las llamas se
empezaron a extinguir, solo quedó la figura calcinada del que había sido un
hombre. Al pasar de varios minutos empezaron a llegar los cuervos y demás
aves de rapiña y comieron lo que quedaba de carne de aquel cuerpo calcinado, la
gente se empezó a dispersar. Nadie tuvo compasión por aquel hombre, nadie
tuvo piedad de él, nadie botó una lágrima.

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KYRA

El día de la boda se acercaba, los preparativos ya estaban casi listos. En los días
subsiguientes a la despedida con su padre, Kyra no había salido de su
habitación. Por días y días había permanecido encerrada negándose a recibir
alimento, plato tras plato se amontonaba en las mesas, las criadas del castillo no
tenían más remedio que en las noches retirarlos intactos como los habían dejado
en el día. Debido a la falta de alimento y de llorar en exceso se sentía débil, tan
solo dormía. La reina Katerin fue a verla a su habitación y viéndola en el estado
en el que estaba, la había convencido de comer algo, la reina le había hablado
con amabilidad o según entendía Kyra, una falsa amabilidad, ya que se sentía
prisionera en una enorme cárcel, la cual era ese palacio. Desde ese día de la visita
de la reina, Kyra empezó a comer, entendió que debía ser fuerte, que no se
podía dejar morir así tan fácil sin dar lucha.
Después de mucho tiempo salió de su habitación y recorrió aquel palacio, claro
está, bajo la atenta mirada de los guardias que la miraban y vigilaban cada uno de
sus pasos. Pero a Kyra ese palacio no le gustaba, si bien era grande, cómodo y
tenía muchas criadas, no se veía viviendo allí hasta el final de sus días. Extrañaba
su casa, ver a su gente, extrañaba a su padre, extrañaba a su madre, siempre
atenta y amable, amada por todos. Extrañaba también a sus hermanitas,
corriendo de un lado para otro del castillo, pero por sobre todas las cosas
extrañaba a Neil. Aquel joven había sido su primer amor. Recordó el momento
en el que lo había besado por primera vez. Talvez tenía unos trece años, estaban
jugando junto con otros adolecentes incluido Neil un juego llamado cinco
minutos en el paraíso. El juego trataba de dos equipos, mujeres y hombres, se
van eliminando los unos con los otros con preguntas o retos hasta que solo
quedan una mujer y un hombre de cada equipo, los sobrevivientes tiene derecho
a quedar a solas en una habitación y darse un beso. Al final los últimos en
sobrevivir fueron Kyra y Neil, durante el juego Kyra había rogado que al final
sobreviviera del equipo de los hombres Neil. Cuando estuvieron a solas en la
habitación, Neil estaba muy nervioso y no era para más, estaba encerrado a solas
con la mismísima princesa del reino y para colmo tenía que darle un beso.
Así que el jovencito reunió fuerzas y le dijo a Kyra en medio de su timidez -no
tiene que hacer nada princesa, si usted quiere podemos decir que nos dimos el
beso, pero no tiene que pasar nada-.

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Kyra, que encontraba a Neil simpático respondió también con timidez -¿y tú.
Quieres darme el beso?-.
El muchacho se sonrojó y sonrió tímidamente, luego dijo –con mucho respeto
princesa, no hay cosa que más desee en el mundo-.
Y entonces allí, en esa habitación, solos los dos, fue el primer beso para ambos.
Con timidez, Neil se acercó a Kyra, ella sentía como las palpitaciones de su
corazón aumentaban. Sus labios húmedos tocaron los de Neil y un sinfín de
sensaciones recorrieron su pequeño cuerpo. Desde ese momento estuvieron
juntos, siempre escondidos a la vista de todos.
Ahora estaba lejos de él, lejos de todos, en un lugar en el que no se sentía
cómoda, con gente extraña ante sus ojos, con gente que le sonreía falsamente.
Por suerte hasta ahora su futuro esposo, Wenceslao II, no había interactuado
mucho con ella, tan solo lo había visto un par de veces.
El gran día llegó, en el palacio todos los criados corrían de un lado para otro
preparando y teniendo todo listo para la ceremonia. Esa mañana Kira estaba
más triste que de costumbre, no durmió mucho en la noche anterior, toda la
noche estuvo pensando en sus seres amados.
Toc, toc, toc. Unos golpecitos se escucharon en la puerta de su habitación que
la sacaron de su aturdimiento. A la habitación entraron unas criadas y la reina
Katerin quien traía el vestido para la novia. La reina saludó a Kyra y dio
instrucciones a las criadas para alistar la tina.
Katerin tendió el vestido a los pies de Kyra y dijo –este vestido lo use en mi
boda hace mucho tiempo y hoy quiero que lo uses-.
Kyra ni siquiera miró el vestido. Sin mirar a la reina dijo –no quiero su vestido,
no quiero casarme, no quiero a su hijo-.
-mira. Podemos hacer esto por las buenas o por las malas-. Dijo la reina.
Mientras, entraba a la habitación un hombre quien estaba vestido con armadura
y llevaba una espada en el cinto, pero a diferencia de todos los otros soldados
este llevaba en su espalda una capa negra en lugar de purpura. Al no encontrar
respuesta de Kyra que se negaba a salir de la cama, Katerin le dio la orden al
hombre, este avanzó y con fuerza sacó de la cama a Kyra. La muchacha quiso
luchar pero el hombre era muy fuerte y la tenía con fuerza.

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-no te resistas muchacha, es mejor para ti que no lo hagas-. Le dijo Katerin.
Kyra, no escuchó las palabras de la reina e intentó de manera infructuosa
liberarse de su opresor, pero el hombre la tenía con fuerza. Entonces Kyra
mordió con todas sus fuerzas el brazo del hombre quien dio un pequeño
gemido de dolor, esto hizo que liberara a Kyra, pero en un momento de
reacción inmediata, el hombre dio una cachetada en el rostro de Kyra, quien
cayó de bruces al suelo. El golpe fue tan fuerte que hizo que Kyra sintiera
deseos de llorar, pero por su orgullo herido no lo hizo, sin embargo se llevó la
mano al rostro. La reina reprendió al hombre y tendió la mano para ayudar a
levantar a Kyra, pera la joven rechazó el gesto y se incorporó por sí misma.
-te lo dije. No hagas esto más difícil de lo que es-. Dijo Katerin.
Kyra aun con la mano en el rostro y con los ojos aguados le dijo al hombre –
esta será la última vez que me tocas-.
El hombre sonrió y salió de la habitación detrás de la reina que antes de salir
dijo a sus criadas –oculten el golpe con maquillaje. No quiero que nadie sepa
que la hemos golpeado-.
Las criadas entre las que se encontraba una, la única que Kyra había encontrado
confiable y que respondía al nombre de Ly, ayudaron a bañar a la futura reina.
El agua de la tina estaba tibia y llena de aromas naturales, las criadas limpiaron el
cuerpo de Kyra quien a pesar de la situación, disfrutó ese momento. Luego de
salir de la tina, las criadas ayudaron a Kyra a ponerse el vestido que se ajustaba
casi que perfectamente a su cuerpo, luego se puso todas las joyas que la reina
también había traído y después las criadas maquillaron a Kyra. Cundo la joven
estuvo lista se miró en el espejo pero no se reconoció, jamás había usado tanto
maquillaje. Se sentía incomoda con el maquillaje, las joyas y el vestido, pero de
alguna manera se resignó, se calmó a sí misma y rogó a los dioses que ese día
terminara pronto.

♦♦♦♦♦

Para tortura de Kyra, la boda demoró más de lo esperado. Entre la multitud que
había asistido, solo encontró una pocas caras familiares. Al principio no
encontró entre la multitud a su padre y a su madre, no estaban como ella
80
esperaba , en primera fila junto al rey Wenceslao y la reina Katerin, no estaban
allí, estaban atrás, como personas comunes y corrientes, entremezclados con la
multitud, en medio de la chusma asistente a la boda. Cuando Kyra vio a su
padre y madre, quiso ir y darles un brazo, quiso ir y decirles que la sacaran de
allí, quiso ir y abrasar a su padre y como cuando era pequeña que él le dijera que
todo estaba bien, que todo estaría bien. Pero volvió a la realidad, dio un vistazo
alrededor y entendió que ya nada estaría bien, que ya nada sería como antes,
que ya no había macha atrás, vio que la habitación estaba custodiada por
muchos escudos dorados, así que otra vez agacho la cabeza y rogó de nuevo a
los dioses que aquel suplicio terminara rápido.
La ceremonia había sido en realidad muy larga, ahora los recién casados estaban
sentados uno al lado del otro. Kyra se sentía incomoda, tenía calor, hubiera
querido irse de allí a su habitación, quitarse todo ese maquillaje, quitarse todas
las joyas y cambiarse el vestido, pero se dio cuenta que ya no volvería a aquella
habitación, de ahora en adelante le correspondía compartir la habitación de su
esposo, eso era lo que más la aterraba, tener que dormir todas las noches con
ese hombre que estaba ahora su lado, un hombre que ni siquiera la miraba, un
hombre que lo único que le inspiraba era repulsión y miedo.
En la recepción para los invitados por fin Kyra pudo hablar con su padre y
madre, aunque trataran de aparentar una falsa alegría, ella los vio muy tristes en
especial a su madre. Quiso saber de su ciudad, de su castillo, de sus hermanas,
sus padres le contaron todo. Kyra no lo sabía pero esa era la última vez que
hablaría con su padre y madre. El destino ya estaba trazado, el camino que había
comenzado a caminar Kyra ya no tenía retorno.
Kyra seguía al lado de su esposo, quien ni siquiera la miraba, en toda la noche
no le había dicho una sola palabra, tan solo bebía. Al pasar de las horas, cuando
la gente de más alcurnia ya abandonaba la fiesta y solo quedaban la gente del
común, la celebración se tornó más salvaje. Con el alcohol los hombres y
mujeres desataban sus inhibiciones, hasta llegar al punto de que los hombres
borrachos se cogían a las mujeres allí mismo, encima de las mesas, mientras
otras mujeres eran desafortunadas porque no solo eran montadas por uno si no
por varios que se peleaban por cogerlas. Pero lo que más sorprendió a Kyra es
que nadie hacia nada, nadie paraba esa gran orgia, miraba a su alrededor y solo
veía al rey Wenceslao riendo y alentando a los hombres a pelear por sus mujeres,
veía a su esposo que tampoco decía nada, solo reía, reía y tomaba. Más sin
embargo la noche aun no terminaba para Kyra, había algo por hacer, consumar
su matrimonio. Eso en realidad si le asustaba en demasía, por ello veía con

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agrado como su esposo tomaba desaforadamente, tenía la esperanza que se
emborrachara tanto que no fueras capaz de hacer nada, pero a pesar de lo
mucho que tomaba, Wenceslao II parecía inmune a los efectos del alcohol.
Llegó el momento que Kyra tanto temía, el momento de consumar su
matrimonio. Wenceslao II se paró de su lugar, le tendió la mano a Kyra sin
decirle una sola palabra, Kyra no tuvo más remedio que ir con el hombre que la
llevaba de la mano. Resignada, Kyra sintió miles de ojos clavados en su espalda,
cuando salió del lugar con su nuevo esposo, rumbo a su habitación.
Wenceslao II le comenzó a quitar la ropa sin decirle ni una sola palabra, Kyra
instintivamente se mandó las manos a los pechos pero el primero en la sucesión
al trono de Moravia, con fuerza le apartó los brazos y comenzó a besarle los
pezones, Kyra no sintió ningún placer. Luego Wenceslao II empujo a Kyra y
esta última cayó tendida en la cama. Wenceslao comenzó a besarle todo el
cuerpo, Kyra sintió como las manos del hombre le recorrían cada centímetro de
su cuerpo, sintió asco. Sintió ese aliento mortecino cargado de alcohol, quiso
liberarse del peso del hombre pero no podía, quería gritar pero nadie la ayudaría,
esta vez como en las anteriores veces, rogaba a los dioses que aquello terminara
pronto. Y fue allí, más con fuerza y deseo que con delicadeza o algún asomo de
amor que Wenceslao montó a Kyra, la montó tan fuerte que le destrozó el
himen rápidamente, Kyra gimió pero no era de placer, era de dolor, de sus ojos
se le escaparon lagrimas que intentó ocultar de su nuevo esposo. Sintió dolor,
mucho dolor, no solo era un dolor físico, era un dolor emocional, así no se
había imaginado perder su virginidad. Para agrado de Kyra, Wenceslao no duro
mucho, fueron solo tres o cuatro movimientos de para que se viniera y eso fue
todo, otra vez sin decir una palabra desmontó a Kyra y se acostó a su lado para
dormir.
Kyra veía como su nuevo esposo dormía plácidamente, ahora más que nunca lo
odiaba con todas sus fuerzas, se sintió violada, aquel momento tan especial en la
vida de cualquier mujer, aquel hombre que dormía a su lado lo había
transformado en algo doloroso y horripilante. Otra vez lloró, lloró como una
niña, se sentía asqueada. Sintió asco por su cuerpo, aun los besos de aquel
hombre estaban frescos en su piel, no lo soportó más, se dirigió a la tina y se
metió en ella, el agua la refrescaría y con suerte se llevaría la repulsión y el asco
que sentía en ese momento.

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WENCESLAO

Wenceslao estaba reunido con todos sus hombres de confianza. Allí estaban su
jefe de finanzas, sus consejeros más cercanos, el capitán de su guardia personal,
Famir, vasallos y grandes señores del reino que le rendían pleitesía al rey. El rey
estaba impaciente, las noticias no eran buenas. La misión al otro lado del mar
había fracasado, el rey negro aún estaba con vida y lo que era peor, el hombre
capturado seguramente había hablado, a estas alturas el rey Kalijary tendría sus
ojos puestos en Moravia.
-atacar es una buena opción-. Dijo uno de los hombres presentes, era un
miembro de la guardia, un viejo estratega militar. –las defensas de los negros son
pocas, si cruzáremos el mar y llegáremos a sus costas, no tendrían como
detenernos-.
-eso no es del todo cierto-. Interrumpió otro de los presentes. –según lo que sé,
este nuevo rey ha unido todos los clanes en una sola bandera. Sus hombres no
son tan pocos como pensamos-.
-¿y tú como sabes eso?-. Preguntó Famir.
-El hombre respondió –he hablado con muchos de los mercaderes que cruzan
el mar constantemente hacia esas tierras. Ellos hablan del renacimiento del
pueblo de los negros, inclusive hablan de movimientos en el muelle, hablan de
una nueva construcción o más bien ampliación de aquel muelle-.
-eso es ridículo. Para que querrían los negros un muelle más grande. Si tan solo
tuvieran barcos, lo cual es ridículo pues siempre le han temido al mar. Siempre
han temido navegar-. Dijo uno de los presentes en medio de risas.
-yo también he escuchado cosas similares. Esas cosas hablan que el nuevo rey
además de unir los clanes, ha ido más allá-. Comentó uno de los concejeros.
Famir preguntó -¿de qué hablas?-.
El hombre, que era un hombre mayor en edad respondió –hablo que Bakary, es
así como se llama el nuevo rey, está dispuesto a hacer alianzas, ha enviado
exploradores más allá de la gran barrera gris, más allá de las tierras inexploradas
del oeste, donde se dicen que habitan los salvajes sin rostro, la intención del

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joven rey negro no lo sé, pero parece curioso, ese viaje y más aun la ampliación
de su muelle-.
-patrañas-. Dijo uno de los militares presentes. –Más allá de la gran barrera gris
no habita nadie, son tierras áridas y solitarias, los tales hombres sin rostro no
son más que cuentos para asustar a niños. Esa gente hace años que dejó de
existir-.
-si así fuera, ¿Por qué los primeros reyes que cruzaron el mar no fueron más allá
de la gran barrera gris? Algo encontraron en aquellas tierras del oeste, algo tan
espantoso que prefirieron quedarse en el lado este de esa gran barrera-.
-¿y que si los negros exploran las tierras del oeste de la gran barrera gris, de que
les sirve el apoyo de los que llaman los hombres sin rostro?-. Dijo otro de los
presentes. –Ellos no son amenaza para nosotros, no debería importarnos lo que
pase del otro lado del mar. Los negros no son tan estúpidos como para
atacarnos y si lo hicieran, los aplastaríamos como se le aplasta a una cucaracha-.
A todas estas y mientras la discusión seguía y aumentaba el acaloramiento y el
tono de los que hablaban, Wenceslao permanecía en silencio. Al no escuchar de
ninguno de los presentes lo que quería escuchar, gritó -¡ya basta!-. La voz del
viejo rey retumbó en el lugar. –los reúno a todos ustedes para que me aconsejen
y lo único que escucho son tonterías y disparates, ninguno de ustedes me ha
dicho nada interesante-.

Al momento todos guardaron silencio. Famir tomó la palabra y habló –solo una
orden de su majestad basta para que una de las compañías de soldados cruce el
mar tormentoso-.
Wenceslao no estaba seguro de esa idea y lo dejó ver en su rostro.
-hay otra posibilidad, majestad-. Dijo uno de los concejeros del reino.
Wenceslao puso la atención en lo que iba a decir el hombre.
-en este momento una guerra con los negros no es favorable, la guerra no debe
ser una opción, aún más cuando tenemos un arma a nuestro alcance, un arma
infalible, la diplomacia-.
Muchos de los presentes no entendían de lo que hablaba el hombre y de nuevo
comenzaron las disputas verbales, hasta que Wenceslao otra vez intervino,
dirigiéndose al hombre –explícate, consejero-.

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-es muy sencillo, mi rey-. Dijo el consejero. –el poder de las palabras en
ocasiones es más fuerte que la fuerza de la espada. Los negros están
intranquilos, tiene sed de venganza. Sí es verdad que se han aventurado más allá
de la gran barrera gris es porque están planeando grandes cosas, pero todo eso
no vale nada si usted, su majestad, les ofrece un tratado de paz-.
-con tu tratado de paz me limpio el culo-. Dijo uno de los militares. Los demás
militares lo apoyaron.
Famir dijo –Debemos atacar mi señor. Debemos de una vez por todas arrasar
con esos negros-.
Los militares apoyaron el planteamiento de Famir, es más la mayoría de los
presentes lo hacía, solo un par se oponían a la idea de atacar.
Wenceslao pensó lo que iba a decir, sabía que muchos no lo entenderían pero
debían obedecer, él era el rey. –Lo he decidido, hay que ofrecerles a los negros
un tratado de paz-.
-¿y quién ha de ir hasta esas tierras a llevar su mensaje, mi señor?-.
-yo mismo iré-. Respondió Wenceslao.
-No cree mi lord, que es correr un riesgo demasiado grande-. Repuso Famir.
-lo es-. Dijo Wenceslao, -pero no voy a ir solo. Que esta sea la oportunidad de
demostrarle a los negros que no hay posibilidad de victoria si deciden algún día
cruzar el mar a nuestras tierras-.
Así se dio por terminada la reunión. Wenceslao cruzaría el mar, como lo
hicieron los viejos reyes en el pasado, sus antepasados, pero esta llevaba consigo
en vez de espadas y lanzas, una oferta de paz.

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RABBATH

Los seis hombres descansaban a la luz de la fogata, el fuego de la misma bailaba


al ritmo del viento frio. Hacía más de treinta días habían salido con rumbo a las
tierras del oeste de la gran barrera gris, ahora estaban más allá de lo que
cualquier Kalijary había estado. La gran barrera gris como su nombre lo indicaba
era una gran cadena montañosa impenetrable e incoronable que dividía los
límites entre las tierras de los Kalijary con las tierras salvajes del oeste. Y era allí
donde precisamente estaban, en tierras salvajes. Los verdes pastos, los campos
de trigo, los animales salvajes y las aldeas, habían quedado atrás, ahora estaban
en una tierra árida, infértil, en donde no crecía ninguna planta comestible. En
todo el tiempo que habían estado allí no habían visto ningún animal para cazar,
ya la comida empacada antes del viaje estaba escaseando, lo mismo el agua. Las
montañas fueron muy difíciles de atravesar, sus riscos, sus abismos, su suelo
traicionero, por esto y otras cosas la gran barrera gris era como lo había sido
siempre una trampa mortal para todo aquel que quisiera conquistarla. Ahora
estaban sobre un desierto de rocas, por varios días caminaron por peligrosos
desfiladeros de roca sólida. En el día el sol reinaba en el cielo azul a más de
cuarenta grados centígrados, el agua era muy difícil de encontrar en aquella
tierra, realmente la búsqueda del líquido era difícil, tenían que ingeniárselas para
encontrar pequeños hilos del vital líquido que se deslizaban escondidos entre las
rocas. Pero lo peor no era el calor, cuando llegaba la noche se sentía un frio que
helaba hasta los huesos y engarrotaba los músculos, por suerte, los exploradores
encontrabas pequeñas cuevas que los resguardaban del viento frio y de la lluvia,
pero aquellas cuevas solo en parte amainaban el frio. A causa del mismo
dormían poco y cuando despertaban ya el sol calentaba como de costumbre. A
pesar que los Kalijary siempre tuvieron la fama de ser una raza resistente a las
difíciles condiciones, los exploradores ya veían como el espíritu se les quebraba
por las difíciles condiciones del terreno y más aún cuando en todo el tiempo no
habían encontrado a nadie, ni una sola aldea, ni una sola construcción, ni una
sola señal que advirtiera algún tipo de presencia. Estaban solos en la inmensidad
de aquella agreste tierra. Aquella noche después de cenar casi que lo ultimas
provisiones que tenían, a la luz y el calor de la hoguera, los exploradores
hablaron de volver, todos estuvieron de acuerdo que si al día siguiente no tenían
evidencias de alguna civilización, regresarían por el mismo camino a casa.

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El fuego ya se consumía, el último madero de la hoguera ardía en una pequeña
llama y mientras lo hacía pequeñas chispas explotaban en el aire como
luciérnagas, que casi con la misma rapidez morían y se perdían en la oscuridad
de la noche. A pesar que no había señal de ningún ser vivo, los exploradores
designaban en noches como esta a uno de ellos para que prestara guardia
mientras los otros descansaban o intentaban descansar. Buko veía como sus
hermanos de raza dormían incomodos sobre las rocas, la luz que proporcionaba
el fuego solo iluminaba a casi dos metros de donde estaban, lo demás era
oscuridad, una oscuridad penetrante, silenciosa, fría.
Pero no estaban solos, unos ojos los vigilaban amparándose en la oscuridad de
aquella noche. Con una agilidad increíble se movían entre las rocas tomando
posiciones. Silenciosos como las sombras, los salvajes sin rostros, vigilaban a los
exploradores. Con el sigilo que los caracterizaba, uno de los salvajes sacó de su
carcaj una flecha y la puso sobre su arco, tensó con fuerza la cuerda, apuntó y
cuando el blanco estuvo fijado, disparó.
Buko intentaba descansar. Esta parecía ser una noche tan tranquila como las
anteriores. Inocente del peligro que lo rodeaba, el explorador se puso cerca del
moribundo fuego para calentarse un poco. Una flecha atravesó el lugar tan
rápida como un rayo y tan silenciosa como el aire y fue a dar en el blanco. Fue
un tiro certero, la flecha atravesó el duro pelaje del abrigo de Buko y se clavó
hasta casi la mitad. Buko sintió un penetrante dolor, pero tan rápido como la
primera flecha se le clavó, otra flecha fue disparada, tan silenciosa como la
primera y con el mismo éxito porque la segundo flecha también dio en el
blanco. Buko cayó al piso, moribundo solo pudo dar un gemido de dolor. El
estruendo de la caída de Buko despertó a los demás exploradores quienes un
poco desorbitados se encontraron con que su amigo yacía en el suelo, con dos
flechas clavadas en el pecho, moribundo. Pero no pudieron hacer nada por su
amigo, porque la lluvia de flechas no les permitió acercarse a Buko. Los
exploradores trataban afanosamente de encontrar refugio para no ser alcanzados
por las flechas que eran disparadas desde la oscuridad de la noche. Por más
esfuerzos que hacían los exploradores no veían a los atacantes. Consientes que
quizá eran superados en número y que estaban en tierras extrañas, los
exploradores gritaron que se rendían que no dispararan más y para sorpresa de
ellos, parecía que los atacantes habían entendido, porque cesó la lluvia de
flechas. Y entonces allí a los ojos de los exploradores aparecieron más de una
docena de hombres, quienes salían de la oscuridad con los arcos listos para
disparar y apuntaban a los exploradores. Estos hombres tenían todos las cabezas
rapadas, vestían todos de negro y pieles de animales y sobre el rostro llevaban

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mascaras de todo tipo de diseños y formas, unas eran en cuero y otras parecía
ser de algún metal. estas mascaras no permitían que se les viera el rostro, tan
solo los ojos y la forma de la boca, llevaba también espadas curvadas en el cinto,
espadas que desenfundaron al acercarse a los exploradores. Los Kalijary también
sacaron sus espadas pero las tiraron al suelo y levantaron las manos como
símbolo de rendición. Los sin rostro se acercaron y recogieron las espadas del
suelo mientras que otro, el que parecía ser el líder, dijo unas palabras en su
idioma, palabras que los exploradores no entendieron pero si vieron como los
demás salvajes se dirigían a ellos con las espadas en las manos, amenazantes.
Entonces uno de los exploradores que se llamaba Fodje, viendo que iba a ser
asesinados por estos hombres, dijo -¡no, nos matéis! Hemos venido desde el
otro lado de la gran barrera gris, somos Kalijary y venimos en son de paz-.

El que parecía ser el líder volvió a decir unas palabras en su idioma, por
supuesto los Kalijary no entendieron lo que decía el hombre. Entonces otro de
los hombres enmascarados y para sorpresa de los exploradores les dijo en
lengua común –están muy lejos de casa. ¿A que habéis venido hasta nuestras
tierras?-.
-hemos sido enviados para traerle a tu señor un mensaje del rey Bakary, nuestro
rey Kalijary-. Fodje respondió y mostró a los hombres, un rollo de papel sellado.
El hombre tradujo las palabras de Fodje al que parecía ser el líder y le entregó el
rollo de papel.
Fodje al ver que el salvaje tomó el mensaje de Bakary volvió a hablar –solo
permítanos de entregar personalmente el mensaje a su señor-.
Cuando el que hablaba la lengua común tradujo lo que Fodje dijo, aquel que
parecía ser el líder dio unas ordenes en su lengua, de inmediato los que aun
apuntaban con sus arcos a los exploradores, los bajaron , también bajaron las
espadas los que las alzaban amenazantes a los negros. Luego el salvaje tiró el
rollo de papel a los pies de Fodje y le dijo unas palabras en su idioma.
Él les dice –ustedes vendrán con nosotros a ver a nuestro señor y le entregaran
personalmente su mensaje-. Les tradujo el que hablaba y entendía la lengua
común.
Como había ordenado aquel que parecía ser el líder de ese comando y que tenía
una máscara de cuero bastante vieja, los demás hombres sin rostro se

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dispusieron a partir con los prisioneros, pero antes de hacerlo recogieron las
flechas tiradas en el suelo.
Fodje y los otros cuatro exploradores se alistaron también a partir pero antes de
hacerlo fueron testigos de un espectáculo horroroso. Vieron como los sin rostro
primero le quitaron las flechas clavadas del cuerpo de Buko, luego y ante la
mirada horrorizada de los exploradores, con cuchillo en mano, degollaron como
expertos carniceros el cuerpo del explorador asesinado, sacándole las entrañas y
rescatando la carne, que era echada en un morral, otras partes del cuerpo eran
desechadas. Fue allí cuando Fodje y los demás exploradores cayeron en cuenta
que las viejas leyendas que hablaban de salvajes sin rostros caníbales, eran
verdad. Los exploradores no aguantaron lo que vieron y vomitaron, los salvajes
se burlaban entre ellos al ver como los exploradores regurgitaban. Después de
empacar toda la carne en una bolsa, los sin rostro iniciaron la marcha.
El viaje hacia las ciudad del gran señor de los sin rostro fue bastante agotante.
Al principio caminaron por dos días, hasta que por fin salieron de aquella tierra
rocosa y se encontraron en un enorme desierto. Después de caminar por casi
cinco días por fin vieron las primeras aldeas. Eran unas aldeas en medio del
desierto, no tenían edificaciones, sus casas eran tiendas levantadas en la arena,
solo unas cuantas. Allí los hombres sin rostro se abastecieron de agua y ante el
asombro de los exploradores, violaran a casi todas las hembras de la aldea, sin
que nadie se opusiera. Luego siguieron la marcha por otros días. Los
exploradores eran testigos de las extrañas costumbres de los sin rostro que
comían la carne que habían empacado, la carne de Buko. La comían asada o en
sopa, en ocasiones le ofrecían un pedazo a los exploradores, pero estos últimos
y a pesar del hambre lo rechazaban porque tan solo al pensar en comer carne
humana le daban nauseas. Los sin rostro se burlaban al ver la cara de los
exploradores al verlos comer la carne de su difunto amigo. Ya las aldeas
quedaban atrás y empezaban a llegar a ciudades con mucha más gente. Allí
tampoco había muchas edificaciones construidas, tan solo unas pocas que se les
notaba el deterioro, estas edificaciones estaban erosionadas por el viento, la
lluvia, el inclemente sol, la arena y el implacable paso del tiempo. Las mujeres de
esas ciudades se vestían diferentes a los hombres. Mientras que los hombres
llevaban la cara cubierta por máscaras, las mujeres tenían el rostro al
descubierto, pero llevaban un turbante sobre la cabeza que ocultaba el pelo. Allí
en esa ciudad, los sin rostro consiguieron caballos para todos incluyendo a los
exploradores, de allí para adelante el viaje fue más sencillo a lomo de los
equinos. Después de pasar por dos ciudades más y por muchas aldeas y de viajar
por casi quince días desde que los salvajes los habían sorprendido en las tierras

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rocosas, los viajeros se encontraron a las puertas de la ciudad del gran señor de
los sin rostro, esa ciudad en lengua de los salvajes se llamaba K’haram rabath’a,
que traducida a la lengua común quería decir “la ciudad del gran león”. Esta
ciudad era diferente a las demás por donde pasaron antes. Al contrario de las
otras, en esta habían muchas edificaciones y muy bellas por cierto, bellas y
majestuosas. Esta ciudad estaba construida por círculos. En el círculo más
externo estaban alzadas unas tiendas, tal como las que habían visto en las aldeas,
allí vivían las gentes más humildes, de más baja clase, pues para el pueblo de los
sin rostro su sociedad estaba dividida por clanes o por clases sociales. Después
en un círculo más interno, ya se veían casas construidas sólidamente, habitadas
por gentes de una clase más alta en comparación a las personas que Vivian en
las tiendas. En el círculo más interno estaban los grandes palacios, construidos
con roca y ladrillo, grandes y deslumbrantes edificaciones construidas por orden
de los reyes o como eran llamados por sui pueblo, los grandes señores sin
rostro.
Los exploradores que escoltaban a los Kalijary comenzaron a atravesar la ciudad
en dirección a la gran edificación en el centro de la ciudad, conocida como la
casa del gran león, lugar donde vivía y reinaba el gran señor sin rostro. Pasaron
varios minutos mientras atravesaron los barrios externos o barrios bajos,
después fueron detenidos por los guardias de la ciudad, quienes al igual que los
habitantes de la ciudad veían con sorpresa y desconfianza a los visitantes.
Después que los exploradores hablaron en su lengua con los guardias, siguieron
en dirección al gran palacio central.
El gran palacio central era una imponente edificación. Ubicada en el exacto
centro de la ciudad. Esta mole de roca y granito se alzaba imponente al cielo
azul. Unas grandes columnas sostenían la edificación y en el techo unas figuras
de gárgolas abrían los hocicos amenazantes, el techo terminaba en punta y en la
punta se izaba un estandarte que reflejaba la ideología de aquel pueblo de los sin
rostro, un león que rugía al viento mostrando todo su arsenal para asesinar. El
gran palacio central tenía una gran plaza en la cual el piso estaba relleno de
piedras blancas, pequeñas piedras blancas. En esta plaza estaban los soldados sin
rostro prestando vigilancia pero también servía como centro de entrenamiento
para los nuevos reclutas del ejército. Los Kalijary vieron maravillados como un
grupo de nuevos reclutas, con el inclemente sol pegando contra sus pechos,
brazos y espaldas, entrenaba con espadas y lanzas, todos a las órdenes del que
parecía ser su capitán, un hombre rudo y grande. Aquellos reclutas hacían
movimientos con las espadas y lanzas tan coordinados que parecía ser parte de
una rutina de sincronización, aquel espectáculo maravilló a los Kalijary.

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Después de atravesar la plaza por fin estuvieron al frente de las grandes puertas
del palacio que estaban abiertas pero que eran custodiadas por enormes
hombres con el rostro tapado por fieras mascaras. Allí de nuevo los Kalijary
fueron requisados exhaustivamente, cada rincón de su cuerpo fue tocado
buscando alguna arma. Luego de la inspección a los visitantes se les ordenó
quitarse el calzado, luego se trajeron unas grandes tazas de agua para que se
lavaran los pies. Después de asearse las extremidades, por fin pudieron entrar al
gran palacio central y lo que vieron los Kalijary los dejó estupefactos.
La belleza de la construcción no tenía igual. Los Kalijary avanzaban por un
pasillo interminable que cuyas paredes estaban decoradas con dibujos y pinturas
que relatan los primeros años de esta civilización. Cada cuatro metros más o
menos había un guardia, fornido, con el pecho descubierto, con sus grandes
músculos sosteniendo una lanza con las caras ocultas tras una máscara y en el
cinto una enorme y amenazante espada encorvada. Pintura tras pintura relataban
las historias épicas de aquel pueblo, desde los primeros años, pasando por los
años oscuros y la época de esplendor hasta llegar a esta época. Cada cuadro era
más bello y majestuoso que el anterior, al igual que cada pintura era más violenta
que la que la precedía. En ellas se relataban grandes batallas contra seres
horrendos, contra otros hombres blancos, contra otros hombres sin rostro y
para sorpresa de los Kalijary, una de las pinturas hacía referencia a una lucha
entre los hombres con máscaras y gente de color. Pero hubo una pintura, una en
partículas que llamó poderosamente la atención de los negros, en ella se veía a
un guerrero poderoso que montaba un gigantesco dragón que tenían un color
tan dorado que sus escamas brillaban al sol, este guerrero que también llevaba
un armadura dorada a diferencia de los otros guerreros de las otras pinturas,
tenían el rostro al descubierto, pero lo que más llamaba la atención era que
mientras este guerrero yacía en el lomo de su dragón, los sin rostro lo
veneraban. Sin duda alguna esta pintura era de las más hermosas en aquel pasillo
interminable Después de atravesar aquel largo pasillo, por fin llegaron a lo que
parecía ser el lugar en donde el señor de la ciudad reinaba.
Cuando los Kalijary entraron al gran salón del palacio, todos al mismo momento
volvieron la vista hacia ellos, hacía ya muchísimo tiempo que ninguna persona
oscura diferentes a los mercaderes, pisaban aquellas tierras del oeste. Los
Kalijary entraron escoltados por los exploradores y por miembros de la guardia
del palacio. A diferencia del pasillo, en ese gran salón, sostenido por gigantescas
columnas que llegaban a un techo ovalado, no había pinturas. Este salón estaba
decorado por estatuas. Las estatuas de real estatura, hacían honor a los reyes y
señores del pasado de esta civilización. Grandes señores en poses amenazantes,

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todos con máscaras atemorizantes, dispuestos para la batalla, con escudo y
espada en mano. Los Kalijary miraban maravillados aquellas estatuas. Siguieron
avanzando y vieron que en el gran salón estaban algunos hombres de mayor
importancia en la ciudad, eso se notaba por la ropa que a diferencia de los
demás estaba limpia y parecía de mejor calidad, sus espadas en el cinto lucían
más brillantes. También había mujeres, hermosas mujeres con cuerpos perfectos
y semidesnudas que bailaban sensualmente al son de unas melodías
interpretadas por otras mujeres de voces suaves y dulces. Aquella hermosa
música y el encanto de aquellas mujeres se contraponía con la dureza y fiereza
que mostraban los hombres. Después de volver la vista de las mujeres, los
negros miraron de nuevo al frente y vieron el gran trono y en él estaba sentado
el gran señor del pueblo de los sin rostro.
El gran señor de la ciudad era un hombre bastante fornido, tenía el pecho al
descubierto que dejaba ver el color bronceado de su piel y sus grandes y
trabajados músculos. Sobre el rostro tenía una máscara pero esta era diferente a
las demás. Al contrario de las otras mascaras que los Kalijary habían visto, la
máscara que llevaba el gran señor, no cubría todo el rostro, tan solo una parte
de él. El ojo derecho estaba al descubierto, mientras que el ojo izquierdo estaba
cubierto por esta mascara que en la zona de la boca y la nariz tenía unas rejillas
de ventilación para permitirle al gran señor respirar y hablar con más
comodidad. El gran señor del pueblo de los sin rostro estaba sentado en su
trono y a cada lado del mismo estaban sujetados por grandes y fuertes cadenas
un par de leones, uno en cada lado del trono. Cuando los exploradores
anunciaron en su lengua la llegada de los Kalijary, el gran señor se paró de su
silla y al hacerlo, los leones rugieron rabiosos, para sorpresa de los negros el
señor los calmó sobándoles la cabeza a cada uno. Después de esto el gran señor,
llamado por los suyos Rabbath, pronunció unas palabras en su lenguaje. Su vos
era áspera, ruda al igual que su apariencia.
Apenas el señor terminó de hablar, el sin rostro que hablaba la lengua común,
les dijo a los negros –el gran señor quiere saber ¿a qué habéis venido a esta,
nuestra tierra?-
Fodje tomó la palabra y mirando al gran señor respondió –hemos traído un
mensaje para usted de parte de nuestro rey-. Sacó el pergamino sellado y se lo
mostró al gran señor.

92
Cuando los guardias vieron que el negro le mostraba el objeto al gran señor,
desenfundaron las espadas creyendo que se trataba de alguna arma que
amenazara la vida de su señor.
El gran señor sin rostro calmó a sus hombres con un ademan. Uno de ellos le
alcanzo el pergamino al gran señor. Cuando este último lo tuvo entre sus manos
lo inspeccionó, luego rompió el sello de los Kalijary y repaso con sus grandes
ojos negros las líneas que allí estaban escritas, esto sorprendió mucho a los
negros porque no esperaban que el gran señor supiera entender la lengua
Kalijary. Cuando terminó de leer, arrojó la carta a una de las chimeneas que
había en el lugar, de inmediato la carta ardió y se consumió rápidamente. Luego
de eso el gran señor caminó hacia Fodje quien seguía de pie mirando fijamente,
atento a cualquier movimiento del gran señor de los sin rostro. Mientras más se
acercaba, más fuerte y rudo parecía el gran señor, ante su presencia se podía
sentir una mescla de miedo y respeto. El gran señor examinó el rostro oscuro de
Fodje y mientras lo hacia los Kalijary escuchaban la respiración pesada a través
de las rejillas de ventilación de la máscara del hombre.
Luego de un momento en silencio, Rabbath habló en lengua común, cosa que
sorprendió a Fodje, le dijo –es hora que se marchen-. La orden fue tajante, dura,
fría. –tu rey me convoca a la guerra. Mi respuesta es no. Solo hay alguien que
puede convocarnos a la guerra contra la gente blanca-. El gran señor no dijo
nada más, dio la media vuelta y regresó a su trono donde lo esperaban rugiendo
furiosos sus dos leones, luego dio unas órdenes a los guardias y estos últimos
escoltaron a los negros a la salida del gran palacio.
Antes de atravesar de nuevo el largo pasillo por donde momentos antes habían
entrado al gran salón, Fodje de nuevo se detuvo frente a aquella pintura que le
había llamado la atención, la pintura en la que un guerrero montaba un enorme
dragón dorado. El Kalijary estaba tan concentrado viendo aquella bella pintura
que no se dio cuenta que el gran señor sin rostro, dándose cuenta de la atención
que Fodje le puso a la pintura, caminó hacia él y se le situaba al lado.
Cuando Fodje vio que el gran señor estaba al lado suyo, dijo apenado –disculpe,
pero esta es una pintura muy hermosa. ¿Qué significado tiene para ustedes?-.
El gran señor respondió sin mirar a Fodje, en cambio también miró la pintura –
Él es “tendatros” o en su lengua “el jinete de dragones”. El único que puede
dominar y montar a la bestia-. Hizo una pausa mientras sus ojos estaban aún
clavados en la pintura.

93
Fodje se sorprendió con el tono de admiración con la que el gran señor hablaba.
Preguntó -¿Por qué ustedes le hacen reverencia y lo veneran? ¿Por qué si no
tiene mascara en el rostro?-.
-porque es tendatros, el guerrero legendario. Según dicta nuestra tradición
escrita en nuestros antiguos libros sagrados, la profecía dice que algún día el
guerrero legendario llegará volando a lomo de una bestia que escupe fuego por
la boca. Por siglos lo hemos esperado, por eso es que cuando llegue, lo
veneraremos como a un Dios, porque él será quien nos guie a la victoria sobre
nuestros enemigos. Algunos dicen que solo es un mito, algunos dicen que es
una profecía, yo solo sé que pronto el guerrero vendrá volando en su bestia
dorada y cuando ese día llegue, nuestro pueblo será el más poderoso de estas
tierras-. El gran señor Rabbath se dio la vuelta y de nuevo caminó hacia su
trono.
Fodje le dio una última mirada a aquella pintura y siguió a sus compañeros
hacia la salida del palacio <<el jinete de dragones pronto vendrá>> pensó
Fodje.
Los sin rostro dieron a los negros caballos y provisiones para el viaje de vuelta
con la condición que dejaran libres a las bestias antes de cruzar la gran barrera
gris para que volvieran con sus amos. Entonces así fue como los Kalijary
emprendieron el viaje de regreso a casa con las manos vacías. La respuesta del
rey de los sin rostro había sido negativa y si a eso le sumaran la muerte de uno
de los compañeros de travesía, el viaje parecía haber sido un fracaso total. Más
sin embargo la idea de volver a sus tierras los animaba y tenían que estarlo pues
el viaje de regreso a casa era largo y agotador por un camino que estaba plagado
de peligros.

94
WENCESLAO

La última vez que un rey blanco navegó el mar tormentoso hacia las tierras de
los negros había sido mucho tiempo atrás. Pero esta vez a diferencia de las otras
veces, el rey llevaba un mensaje de paz. Wenceslao navegaba en aquel mar de
inmensas y feroces olas con cinco embarcaciones, las más grandes que tenía.
Todas ellas colmadas de soldados, armados hasta los dientes, preparados para la
guerra. Pero esta vez no iban a ninguna batalla, esta vez cruzaban aquel agreste
mar solo como escolta del rey. Pasaron cinco días de navegación cuando por fin
se divisaron las costas de la ciudad de Sanigrosport, al puerto de G´nbila, capital
de todo el reino Kalijary.
Cuando la embarcación que llevaba a el rey Wenceslao estuvo lo bastante cerca,
le permitió ver al viejo rey el muelle y la nueva construcción que se estaba
adelantando. Custodiado por más de un centenar de guerreros Kalijary
fuertemente armados, estaba en el muelle el joven rey negro, Bakary. Cuando el
primer barco llegó al muelle, el barco que traía a Wenceslao, unos hombres lo
recibieron y lo aseguraron al muelle. Wenceslao descendió de la embarcación y
junto a él lo hicieron sus más cercanos consejeros y hombres de confianza y por
supuesto su guardia personal compuesta por una veintena de escudos dorados.
Los demás barcos no desembarcaron en el muelle pues por orden de Bakary,
solo el barco del rey podía aparcar en el mismo, así que los demás barcos
bajaron anclas en las aguas muy próximas a las costas. El saludo entre los dos
reyes fue muy frio pero respetuoso, el rey Kalijary aunque joven tenía en sus
ojos dureza y era ayudado por su contextura física que lo hacía parecer al lado
del viejo rey Wenceslao como un titán.
<<Es muy joven>> pensó Wenceslao.
Después del saludo Wenceslao y su comitiva dejaron el muelle y fueron
llevados a una humilde pero hermosa construcción en las playas de la costa, el
sitio escogido para la reunión. Allí, rodeados por los guerreros Kalijary, se dio
inicio al encuentro histórico.
-Me alegra que me permitáis desembarcar en sus tierras y que me recibáis-. Dijo
Wenceslao en tono conciliador.

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El joven rey, también acompañado por sus más cercanos colaboradores, entre
los que estaba Ademir, respondió –Me interesa escuchar lo que tengas que decir,
así que dejémonos de tanta cortesía y dilo de una buena vez-.
-traigo una ofrenda de paz para su majestad y para su pueblo-. Dijo Wenceslao.
-¿paz?-. Preguntó retóricamente Bakary. –el rey del otro lado del mar habla de
paz. Habla de paz cuando al igual que hace muchos años atrás, donde sus
antepasados cruzaron el mar con sus navíos llenos de soldados, trayendo muerte
y dolor a mi pueblo; ahora el viene con sus naves de guerra, intentando
acobardarnos mostrándonos su poderío militar. Ayer igual que ahora-.
La cara del viejo rey se torció en un gesto de incredulidad, al igual que los que
estaban con él. Luego dijo –su majestad debe dejar el pasado atrás, debe ahora
mirar hacia adelante. Con la ofrenda de paz que le traigo y con mi ayuda su
reino recuperara la grandeza de viejos tiempos-.
El joven rey bebió un poco de vino, luego se paró de su asiento y miró el mar
dándole la espalda al viejo rey, después de un momento de nuevo se dio la
vuelta y dijo –la grandeza del pasado de mi reino del que el rey blanco habla fue
arrebatada con espadas y lanzas-. Hizo una pausa y siguió. –Cuando fui
coronado rey le hice una promesa a toda mi gente, que les devolvería aquella
grandeza y prosperidad de la misma manera que fue borrada, con sangre y
dolor, sangre y dolor para nuestros enemigos-.

Wenceslao aparentando tranquilidad preguntó – ¿de qué enemigos habla el rey?-


.
-al otro lado del mar aún hay esclavos trabajando en sus minas, gente de mi raza
es esclavizada hasta morir, condenada a vivir y morir en cuevas oscuras.
Mientras aun exista el esclavismo, existirán también enemigos a los que derrotar.
-se lo digo, rey de los Kalijary. Los enemigos de los que usted habla solo existen
en su mente. Del otro lado del mar solo hay paz y tranquilidad. La esclavitud se
terminó hace mucho tiempo atrás, las minas de las que usted habla se cerraron
tiempo atrás. Del otro lado del mar no hay conspiraciones.-. Mintió Wenceslao
un tanto impaciente.
Bakary hizo un ademan y uno de los sirvientes trajo una botella que Wenceslao
reconoció inmediatamente. Era una botella de los viñeros de Mutremar. El

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criado la puso en el centro de la mesa. Bakary no dijo nada solo atinó a mirar a
Wenceslao.
Después de un momento en silencio Wenceslao habló –no entiendo. ¿Qué
significa esta botella?-.
-dígamelo usted-. Dijo Bakary. –esta botella viajo hasta aquí en el barco de un
blanco, solo con el propósito de matarme-. Bakary miró a los ojos del viejo rey
blanco y habló con un tono duro –míreme a los ojos y dígame que los reyes del
otro lado del mar, incluyéndolo a usted, no tuvieron nada que ver con esto-.
–la solo idea es absurda-. Dijo Wenceslao, mostrándose indignado por la
acusación del rey negro. Luego subió un poco el tono de su voz –el deseo de
venganza lo ha enceguecido. Está viendo enemigos por doquier, en donde no
los hay-.
Bakary con tranquilidad se paró de su silla y mirando con superioridad al viejo
rey dijo –es hora que se marche, esta reunión ha terminado. Debe dejar mis
tierras en este instante-.
Wenceslao no podía creer lo que escuchaba. El rey negro, un niño ante sus ojos,
lo estaba echando y le hacía acusaciones como a un vulgar ladrón. En ese
momento quiso gritarle sus cuatro verdades al crio, quiso ordenar a sus hombres
desembarcar y arrasar a los negros tal y como lo habían hecho antes, se sintió
herido en su orgullo. Pero el rey respiró hondo y se tranquilizó, entendió que
esa ofensa muy pronto el rey negro la pagaría, además había logrado el objetivo,
trayendo los barcos de guerra, le había mostrado a los negros la superioridad
militar, seguramente al niño rey no le quedarían ganas, después de ver las
embarcaciones de los blancos, de atacar las tierras del otro lado del mar.

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BAGÓ

La fortaleza de Agbard por siglos había estado deshabitada. Desde los tiempos
de las guerras fantásticas en donde los orcos a la cabeza de Maluk el
Sanguinario, fueron derrotados por los ejércitos de los enanos de las montañas
de hierro y por los elfos, aquella tierra oscura y sobretodo aquella torre estaba
deshabitada. Pero ahora era diferente, ahora se estaban reuniendo los orcos,
provenientes de todos los rincones de la tierra, todos respondiendo al llamado
de su amo, de su señor oscuro. Tanto del sur, como del este y del norte, de las
montañas blancas, orcos de todos los tamaños se estaban reuniendo en la
fortaleza oscura y cada día llegaban más y más. Las calderas y los hornos que
por muchos siglos habían estado apagados, se habían encendido de nuevo para
la forjadura de armas. Espadas, lanzas, escudos, yelmos y armaduras se forjaban
de nuevo en la fortaleza oscura. Seguros, lejos de todo el mundo de los
hombres, los orcos de nuevo reunían sus ejércitos, protegidos por su señor
oscuro.
Bagó caminaba por la zona subterránea donde estaban los hornos y calderas y
mientras lo hacía miraba con satisfacción que el trabajo avanzaba a buen ritmo.
Este orco era una criatura abominable y sanguinaria, tenía un odio visceral hacia
el mundo de los hombres, enanos y elfos porque habían sido estos últimos los
que en la última de las batallas fantásticas, los habían derrotado en esa misma
fortaleza, muchos siglos atrás. Bagó en persona había luchado al lado de Maluk
el trasgo, en esa oportunidad vio morir a su líder y comandante de las legiones
de orcos. Él había sobrevivido a la lucha tan solo con unas heridas que sanaron
en pocos tiempo y en su inmenso odio y resentimiento, Bagó prometió que
algún día los orcos se alzarían de nuevo, algún día cuando su señor oscuro
volviera y les diera el poder, ellos, los orcos, arrasarían al mundo de los
hombres. Ahora muchos siglos después, el orco gigantesco, caminaba por el
suelo polvoriento subterráneo de la fortaleza oscura, ahora él era el elegido, el
que la dama de negro había llamado para comandar a los ejércitos de los orcos.
Las habitaciones de la fortaleza oscura Olían a inmundicia y esa en particular era
la peor, pero eso al orco no le disgustaba, en peores condiciones había vivido
tantos siglos, enterrado en la cuevas en lo profundo de la tierra, esperando el
llamado de su señor oscuro y tal llamado por fin había llegado. El portal por fin
se abrió. Como siempre, del otro lado estaba la señora de negro.

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-todo va según lo planeado, mi señora. Estamos trabajando a buen paso, en muy
pronto tiempo estaremos listos-. Dijo Bagó con una voz horrible.
-esas son buenas noticias, muy bien. Solo espero que todo esté listo en poco
tiempo. Sigue mis órdenes y serás bien recompensado-. La voz de la mujer se
distorsionaba, era una voz gutural.
-tan solo pido lo que me prometieron, mi señora, comandar a sus ejércitos,
quiero venganza-. Dijo el horrible orco.
Del otro lado del portal vino la respuesta –y la tendrás. En muy poco tiempo
podrás saciar tu sed de sangre. Tú y los tuyos probaran una vez más la carne
humana-.
El orco sonrió y su feo rostro se desfiguró más.
-por ahora, debes seguir haciendo las cosas al mismo ritmo como hasta hoy,
debes tener listo a los tuyos para cuando nuestro señor así lo disponga. Muy
pronto el mundo de los hombres caerá y esta vez será definitivo-. Cerró
diciendo la señora del otro lado del portal antes de que este último se cerrara.
-¿Qué órdenes ha recibido mi señor?-. Preguntó unos de los orcos a Bagó.
El orco ignoró la pregunta y miró con indiferencia al orco que se la formuló,
luego se dirigió a los hornos y calderas y cuando estuvo allí les gritó a los que
trabajaban -¡más leña, échenles más leña. Debemos trabajar más deprisa!-.
-trabajamos tan deprisa como podemos, trabajamos sin descanso mi señor-.
Dijo un orco presente.
Bagó se acercó al orco y este último retrocedió temeroso escondiendo la mirada.
Bagó dijo de nuevo –mis hermanos, solo les pido un esfuerzo más. Pronto de
nuevo probaremos la sangre humana como en los viejos tiempos, pronto mis
hermanos-.
Las palabras del orco parecieron funcionar porque de inmediato las calderas y lo
hornos ardieron con más intensidad, haciendo que el calor en el lugar fuera
infernal, pero eso no molestaba en lo más mínimo a estas criaturas. Por años
habían vivido en las entrañas profundas de las montañas blancas, con frio,
hambrientos y sin ninguna esperanza. Pero ahora era diferente, tenían comida,
calor y una promesa de venganza, aquellas criaturas no podían estar más felices.

99
DANTE

El camino hacia Leninston era bueno a comparación de otros caminos. Era


ancho y bien mantenido a pesar que era muy transitado pues era el camino
principal para que comerciantes que iban y venían, llevando y trayendo
mercancías. La noche era testigo silenciosa y la luna brillaba en lo alto del
despejado cielo alumbrando la cabalgata de Dante y Drako. Se dirigían
silenciosos hacia Leninston donde eran solicitados por un señor local, para un
trabajo. Los dos hombres cabalgaban silenciosos. Durante el día se habían
cruzado con mucha gente que también transitaba el camino, comerciantes,
campesinos, soldados que viajaban con el estandarte del reino de Britania e
incluso en esa misma tarde se habían topado con una caravana grande en donde
iban artistas de circo, bufones y prostitutas, algunas de ellas ofrecieron de
buena gana sus servicios a los dos hombres quienes rechazaron las propuestas
de las mujeres, aunque a decir verdad estas mujeres eran muy bellas. Pero a esa
hora ya entrada la media noche no había ninguna alma en la carretera, si seguían
a buen paso, llegarían a la ciudad al amanecer. Si bien ese camino era
regularmente vigilado por los soldados locales, era peligroso cabalgar a esas
alturas de la noche, de allí que Drako y Dante estaban fuertemente armados,
además que ningún idiota se atrevería atacar a estos dos hombres, pues su fama
los precedía. Las historias de lo que hacían habían traspasado fronteras. En
cualquier ciudad a la que llegaban eran reconocidos y temidos pues eran
tomados por asesinos a sueldo, de allí que en las ciudades grandes eran objetos
de preguntas y detenciones e incluso en alguna ocasión se les negó la entrada a
una ciudad, por ello era que los dos hombres decidían aceptar trabajos en
ciudades pequeñas en donde era más fácil sobornar a los soldados con dinero
para que los dejaran trabajar. En esencia a lo que se dedicaban estos dos
hombres era a recuperar dineros perdidos de préstamos y deudas, eso era todo,
lo otro eran historias inventadas por la gente. El hecho era que en todo el
tiempo que llevaban haciendo eso, jamás habían matado a nadie.
-¿esto es todo lo que tienen en esta puta caravana?-. Preguntó el que parecía ser
el líder a Yaren. -¿Dónde está el resto del dinero?-.
El enano respondió –eso es todo lo que hay. No hay más dinero, no somos
comerciantes ni contrabandistas, solo somos simples viajeros que nos dirigimos
hacia Moravia-.

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-mientes puto enano de mierda-. Dijo el hombre y luego le dio un golpe al
pequeño que cayó patas arriba, sus demás compañeros quisieron ayudarlo pero
estaban siendo amenazados con espadas.
Otro de los hombres dijo –si no hay dinero entonces divirtámonos con las
zorras-. Señalando a las dos mujeres que iban en la caravana.
-tiene razón-. Bufó otro de los malhechores. –estoy seguro que la jovencita aun
no la han desflorado-. Rio burlonamente mientras veía a la joven.
El que parecía ser el líder de la banda de malandrines también dijo –aunque
miren a esta que aún no está muy vieja-. Se acercó a la mujer mayor y le cogió el
rostro.
A la vista de todos, la joven fue sometida por un par de malhechores mientras
que el que parecía ser el jefe se bajaba los pantalones, él iba a ser el primero en
violar a la muchacha.
La mujer mayor mientras veía como su hija estaba tendida en el piso tomada por
la fuerza y dispuesta ser violada, decía entre gritos -¡dejadla! Tomadme a mí.
¡Dejadla en paz!-.
El que parecía ser el jefe se le acerco a la mujer y la golpeó diciéndole -¡cállate
puta!, ya llegara nuestro turno contigo después que nos divirtamos con tu
pequeña zorrita-.
Los enanos de la caravana veían con impotencia como la joven iba a ser violada.
No podían hacer nada, eran pocos y no tenían armas, mientras que sus agresores
estaban fuertemente armados y sin duda no lo dudarían un segundo en matarlos
si intentaban protestar por la violación. Tan solo un milagro pararía aquella
humillación.
La joven sometida en el piso gritaba con todas las fuerzas de sus pulmones y
lloraba mientras se retorcía tratando de librarse de sus captores que la sujetaban
con fuerza. El hombre jefe de la banda después de bajarse los pantalones, se
agachó y le abrió con fuerza las piernas a la muchacha viéndole los genitales
virginales, esto llenó de excitación al hombre que puso su miembro erecto en su
mano. Cuando estuvo dispuesto a penetrar por primera vez a la joven, ocurrió el
milagro que Yaren y los otros enanos esperaban. En la oscuridad de la noche un
cuchillo voló y se clavó en la sien de uno de los hombres que sujetaban a la
joven. El hombre cayó inerte en el piso. El líder de los hombres se conmocionó

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al ver a su compinche caer al piso con el cuchillo clavado en la cabeza e intentó
ponerse de pie, pero cuando lo hizo otro cuchillo surcó el aire y esta vez se le
clavó hasta la empuñadura en el pecho a el otro de los hombres que sujetaba a la
joven, este segundo hombre se llevó ambas manos a la cuchillo y también cayó
al piso tratando infructuosamente de sacar el cuchillo, instantes después murió.
En ese momento apareció de entre las tinieblas del lugar la figura de un hombre
negro, musculoso que llevaba en las manos una espada gigantesca, de inmediato
cuando el líder de los bandidos vio a aquel inmenso hombre corrió y levantó a la
joven del suelo, sacó una daga y se la puso en el cuello a la joven, luego dijo
dirigiéndose al moreno –soltad el arma si no queréis que mate a la pequeña
puta-.
El negro no pareció escuchar al bandido porque siguió avanzando muy
lentamente hacia donde el hombre tenía como prisionera a la joven. La madre
de la muchacha daba gritos de desesperación por lo tensionante de ese
momento, entre los gritos se entendían suplicas al hombre de color para que se
detuviera y no lastimara a su hija, el negro pareció conmoverse con las suplicas
de la madre porque se detuvo.
-¡soltad la espada, arrojadla al suelo!-. Le gritó el hombre al Kalijary, este último
obedeció arrojando el arma lejos de su alcance.
En ese momento otro hombre aprovechando la oscuridad de la noche, se movió
felinamente y sorprendió por detrás al hombre que tenía sujeta a la chica.
Dante con un rápido movimiento, desde detrás, le puso la espada en el cuello
del hombre, luego le dijo –si no queréis ser degollado aquí mismo suelta a la
chica, suéltala y quizá te perdonemos la vida-.
El hombre no tuvo más remedio que liberar a la joven que corrió entre lágrimas
hacia donde su mamá y se abrazó a ella como si fuera la primera vez que la
viera, la madre también abrazó y besó a la joven que temblaba de miedo.
En ese instante y viéndose en desventaja los dos restantes bandidos empuñaron
sus espadas y atacaron al negro que con maestría y en rápido movimiento venció
a los dos ladrones. Después de atar a los bandidos, Drako y Dante desataron de
las manos y de los pies a los enanos que no cesaban de agradecer la intervención
de los dos extraños.

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-¿cómo podemos agradeceros?-. Le preguntó Yaren a Dante. –si bien no
tenemos dinero con que pagaros, por lo menos pasad lo que queda de noche en
nuestra tienda. Seréis bien atendidos-.
La idea de seguir retrasando la llegada a la ciudad de Leninston no le hiso mucha
gracia a Drako, más sin embargo Dante lo convenció diciéndole que la idea de
descansar esta noche en la caravana de los enanos era buena, además de evitar
más riesgos en la carretera, después de un par de días iban a comer bien y
también a descansar de buena manera. El negro terminó convencido.
Mientras los dos hombres discutían si aceptaban la oferta, uno de los enanos se
le acerco a Yaren y le dijo -¿crees que sea buena idea intimar con estos
hombres?, sabes muy bien quienes son-.
-Lo sé-. Respondió Yaren seco.
Al calor de la hoguera la carne de venado se asaba, la encargada era la madre de
la joven. Dante y Drako reposaban sentados al calor de la hoguera esperando
que la cena fuera servida.
-¿hacia dónde se dirigen?-. Preguntó Yaren curioso.
Drako respondió –hacia Leninston.
-nosotros venimos de allá-. Dijo el enano. –Salimos en la mañana de este día-.
A Dante le pareció curioso que mucha gente transitara ese camino pero la
mayoría que viajaban lo hacían en la dirección contraria a donde ellos iban es
decir todos los viajantes que se habían encontrado incluyendo esta caravana de
enano, todos salían de Leninston. Preguntó -¿Qué pasa en Leninston que parece
que toda la gente sale de la ciudad?-.
-una guerra se aproxima mi señor-. Respondió el enano. –últimamente hay
rumores de guerra en estos lados, se dice que el rey Wenceslao a secuestrado la
hija del rey Teófilo para casarla con su heredero. Tropas del reino de Moravia
cruzan cada día la frontera y son más y más, se teme una invasión y como saben
esta es la ciudad más importante en este lado de la frontera, se teme que si hay
guerra, si Teófilo reacciona a la provocación de Wenceslao, la ciudad de
Leninston sufra las primeras consecuencias. Es por eso mi señor que la gente
abandona la ciudad y se dirige a Moravia, nosotros también nos dirigimos allá-.

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-¿Por qué a Moravia? ¿Por qué os diriges allá si decís que ese país va a la guerra?
¿Por qué no vais a Saravia?-. Preguntó Drako
- Verá mi señor Kalijary. Moravia va a la guerra y a la victoria también. Britania
no tiene el poderío militar para resistir los ataques de Wenceslao, tarde que
temprano caerá ante el asedio de los Moravianos. Nosotros preferimos estar del
lado del ganador mi señor Kalijary. Y de lo otro, solo si fuera la última opción
iríamos a Saravia, en ese país se vive una tensa calma, por doquier se multiplican
los ejércitos rebeldes de los medioelfos, todos los días se libran lucha entre ellos
y los soldados de Wenceslao, los medioelfos buscan su venganza y su libertad,
Saravia no es un lugar seguro mis señores, eso usted lo debería saber bien mi
señor-. Dijo el enano refiriéndose a Dante.
Dante asintió. Ya se había acostumbrado a ser identificado como medielfo, por
donde quiera que iba la gente que de verdad se detenía a mirarlo bien de
inmediato se daban cuenta que era un medioelfo y Yaren no era la excepción. El
enano desde la primera vez que lo vio se dio cuenta de su raza. Pero a Dante no
le gustaba ser tratado como medioelfo, toda su vida la había vivido como
hombre, sus padres habían sido de esa raza y los había amado mucho, aunque
ellos de verdad no eran sus verdaderos padres.
Drako notó la incomodidad de su amigo y cambió abruptamente de tema –
¿Qué hacen dos mujeres viajando en una caravana de enanos?-. Refiriéndose a la
mujer que preparaba la cena y a la muchacha del otro lado de la hoguera.
El enano respondió –son la esposa e hija de un buen amigo mío quien fue
muerto junto con su primogénito. Cuando el hombre murió las dos quedaron
solas, así que en memoria de la amistad que me unió al hombre las arropé bajo
mi protección.
En ese momento después de oír al enano, Dante reflexionó un momento. Él
también había perdido a sus seres queridos, sintió pena por la mujer y la joven
que lo miraba del otro lado de la hoguera.
La conversación terminó cuando fue servida la cena, carne de cordero asada y
patatas en salsa de col, que todos degustaron gustosamente. Del otro lado de la
hoguera la joven no dejaba de mirar a los hombres que le habían salvado la vida,
en especial al hombre blanco, había algo que le atraía mucho de aquel hombre.
-él no es un hombre, es un medioelfo-. Dijo uno de los enanos, sentado al lado
de la joven.

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La muchacha se sorprendió mucho y preguntó -¿está usted seguro de eso?-.
-si-. Contestó el enano mientras saboreaba la carne. –sus ojos lo delatan.
Siempre se puede identificar a los medioelfos por sus ojos, tienen un brillo
especial, diferente al de los hombres, además los rasgos de la cara y que no tiene
barba y su cabello es más brillante y liso que el de un hombre común. Sin duda
nuestro héroe es un medioelfo-.
-yo también me di cuenta de eso-. Dijo la madre de la joven, sentándose al lado
de su hija para comer.
-la pregunta es. ¿Qué hacen un Kalijary y un medioelfo viajando juntos?, y lo
peor hacia Leninston-. Dijo otro de los enanos que estaba escuchando la
conversación.
El primer enano respondió –ya había oído de ellos antes. Son caza recompensas,
viajan de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, son solicitados por muchos
señores que los requieren para cobrar deudas. Se cuentan muchas historias de
ellos, que son asesinos a sueldo, que son bandidos, que son violadores. Yo antes
también los veía así, pero viéndolos aquí y lo que pasó hoy, tengo mis dudas de
que estos hombres sean lo que la gente dicen que son-.
Después de comer, cada uno de los enanos se retiraron a sus tiendas a
descansar. Dos de esas tiendas fueron dadas a Drako y Dante. Aunque pequeñas
eran unas tiendas agradables, de todas maneras cualquier cosa era mejor que
cabalgar al frio de la noche por los caminos peligrosos de esos lugares, así que
los dos hombres se acostaron a descansar.
Ya entrada la media noche una sombra se escabullía por entre las tiendas, con
mucho cuidado y sin hacer mayor ruido se movía sigilosa buscando una de ellas
en particular, cuando la encontró entró tan silenciosa como se había deslizado
por entre las sombras.
Dante sintió la presencia de alguien cerca, así que con mucho cuidado sacó un
cuchillo y en el momento preciso y en un rápido movimiento puso el arma
cortopunsante en el cuello del intruso.
-no lo haga mi señor. Soy yo-.
Dante al instante reconoció la voz que le hablaba, era una vos femenina, una
voz joven, era la voz de la joven. Contrariado preguntó -¿Qué hacéis aquí?-.

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-solo quiero agradeceros por salvarme-. Respondió la joven. De inmediato la
muchacha se metió entre las cobijas de Dante. El medioelfo sintió el cálido
cuerpo juvenil de la muchacha. Seguido la joven besó a Dante, el también
respondió el beso. La joven olía a rosas, al recorrer con sus manos el cuerpo de
la joven, se encontró con un cuerpo juvenil y bien formado, un cuerpo delicado
y suave.
-¿Cómo te llamas?-. Preguntó el.
-Beth-. Respondió ella mientras bajaba besando y acariciando el cuerpo de
Dante. Cuando llegó a la zona púbica del hombre se detuvo. La joven Con las
manos suaves y tiernas acarició el miembro del medioelfo y lo beso, luego lo
puso en su boca.
<<Para no tener experiencia lo hace muy bien>> pensó Dante mientras sentía
como la excitación crecía más y más. Al final llegó el éxtasis final y Dante llenó
la boca de la joven con su semilla cálida. Luego de aquello llegó la culminación
del acto en el cual la joven daba pequeños y silenciosos gemidos de placer.
De nuevo Dante soñó con su esposa, soñó que de nuevo le hacia el amor, que
de nuevo la acariciaba, soñó con las risas, con las bromas estúpidas, con los
momentos vividos, con los momentos compartidos, pero también soñó con su
pequeña Abigail, soñó con su sonrisa idéntica a la de su madre. Entre sueños de
nuevo la abrazo, entre sueños de nuevo jugó con ella. Pero vino la madrugada y
con ella los primeros rayos del sol que llegaron como Dagas hirientes sobre el
medioelfo. Se levantó sin hacer el menor ruido, la joven aun dormía al lado suyo
con los pechos al descubierto, eran unos pechos pequeños pero hermosamente
formados, la joven tenía un rostro hermosos y placido mientras dormía, como
despedida Dante la besó en la frente y salió de la tienda. A la salida ya lo
esperaba Drako con los caballos listos. El Kalijary y el Medioelfo Iniciaron la
marcha con los primeros rayos del sol, se encaminaron hacia Leninston.

106
TEÓFILO

Sobre la mesa estaba desplegado un viejo y desgastado mapa, por las puntas era
sostenido por cuchillos clavados que traspasaban hasta la madera.
-hasta aquí ha avanzado el ejército de Wenceslao-. Dijo Roberth Satel, señalando
con el dedo un punto en el desgastado mapa.
Teófilo vio preocupado el lugar donde señalaba el comandante de sus ejércitos.
Era un lugar estratégico, muy cerca de su frontera.
Roberth Satel siguió –los Moravianos avanzan a buen paso, en pocos días
estarán en Leninston. Ya he advertido a nuestros hombres allí para que se
replieguen y vayan hasta agua clara-.
-¿Cuántos hombres tenemos allí?-. Preguntó Teófilo.
Otto Reus se adelantó a contestar –cinco mil lanzas mi señor.
<<Son muy pocos hombres>> pensó Teófilo, esto lo llenó de preocupación
pero no quiso mostrar su desagrado con sus oficiales. -¿y si enviamos hombres
desde el fuerte de rocaverde?-.
-no es una buena idea señor-. Contestó Roberth. –no tenemos muchos hombres
en el paso del rio, debemos defender esa posición, si la toman estamos
perdidos-.
Teófilo miró a Roberth, su comandante y preguntó – ¿con cuántos hombres
avanza Wenseslao?-.
EL militar torció el rostro en una mueca. Teófilo insistió -¿Cuántos hombres?-
-con 30 mil en la primera avanzada-. Contestó el comandante.
–Intentamos hacerles frente en el valle de Eras pero la refriega duro
relativamente poco, nos derrotaron fácilmente tomando a más de cien de
nuestros hombres como sus prisioneros, ahora caminan hacia Leninston,
llegaran en un par de día-.

107
Teófilo regresó decepcionado a su silla, en su rostro denotaba preocupación.
<<30 mil hombres>> pensaba el rey de Britania, en realidad no esperaba que
Wenceslao mandara tantos hombres en una sola avanzada.
-Aguaclara no salvará a nuestros hombres, será una masacre-. Dijo uno de los
oficiales, los demás guardaron silencio asintiendo. –Pero las malas noticias no
paran ahí, mi señor-. Continúo el oficial.
<< ¿Más malas noticias?>> pensó Teófilo.
-el ejército de Thorme se está concentrando en el sureste muy cerca de nuestra
frontera. No sabemos si van a entrar a nuestro territorio o si solo se están
concentrando para enfrentar a los hombres de las montañas y su señor que cada
día gana más terreno-.
Teófilo dijo –en este momento solo hay una cosa que podemos hacer. No
podemos darles batalla, ustedes tiene razón será una masacre; lo más inteligente
es negociar una rendición. ¿Qué es lo que piden los enviados de Wenceslao?-.
El comandante Roberth contestó –quieren utilizar nuestras guarniciones, piden
provisiones, armas y por supuesto también piden hombres. Otro requerimiento
es que en nuestras fortalezas, en campos y ciudades se ondee la bandera del
huargo rojo, piden que sus hombres se puedan mover libremente por nuestro
territorio sin ningún inconveniente y por ultimo piden que se les otorgue para su
ejército nuestra fortaleza en tres reyes, en la frontera norte con cadelia -.
-me temo que debo ir a negociar con ellos-. Dijo Teófilo resignado. –enviad un
cuervo con un mensaje que diga que me dirijo hacia ellos para negociar una
rendición pacifica-.
-¿Por qué el rey no espera que lleguen hasta aquí? ¿Porque tiene que viajar hasta
sus campamentos?-.
-no permitiré que destruyan nuestra ciudad que mi padre construyó y que jure
proteger; ya es conocido que el ejército de Wenceslao por donde pasa viola,
mata, quema, es una horda desenfrenada de violentos; si negocio una rendición
ahora podré salvar muchas vidas de inocentes. Sé que es peligroso pero debo
hacerlo-. Replicó Teófilo.
-ya mismo enviaré ese cuervo-. Dijo uno de los oficiales presentes.

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-hay otra cosa que debemos hacer. Desplazaremos tres compañías hasta
Aguaclara, por si mis negociaciones fracasan, también desplacemos otras dos
compañías hasta Añil para fortalecer y vigilar nuestra frontera este con Acaria,
por ultimo dejaremos una compañía para proteger a nuestra ciudad capital-.
Terminó diciendo Teófilo.
La reunión terminó. El panorama no era claro. Teófilo no se iba a arriesgar a
atacar a Wenceslao, no tenía como hacerlo. Lo único que podía hacer era
negociar una paz para proteger vidas de gente común y también de sus
soldados. Ademas, el rey de Moravia tenía como prisionera a su hija. La sola
idea que las tropas de Moravia se movieran libres por su territorio era
desagradable para Teófilo, sabía que el objetivo de Wenceslao era atacar desde el
sur a Cadelia, mientras que Thorme lo iba a hacer desde el este. El pequeño
reino norteño iba a ser invadido y Teófilo si bien no estaba de acuerdo con esa
invasión, nada podía hacer, solo podía ser un espectador. Era un cómplice
silencioso.

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GRINDAL

El viaje había sido agotador para Grindal y Blas. Hacía ya cinco semanas un
mensaje le llegó al mago solicitando de su presencia en aquel pueblo. Así que el
Mago y su ayudante lo más rápido posible estuvieron listos para el viaje.
Encontrar a aquel pueblo, pequeño y enclavado entre los bosques
septentrionales fue bastante difícil, pero al final después de muchos días a lomo
de caballo, lo habían conseguido. Durante el largo viaje a esa tierras, habían
tenido un par de veces que cambiar sus caballos, pues los animales se agotaban
rápidamente por el largo camino y por las condiciones del clima, a esa altura del
año se había ido el invierno y el verano empezaba su reinado, y en especial ese
verano era uno de los más caluroso de los últimos tiempos.
-me alegra que estéis y hayáis llegado bien-. Les dijo una mujer que los recibía.
La mujer estaba vestida humildemente, en su ropa ya no cabía un remiendo más,
se notaba la pobreza no solo de ella si no del pueblo en general, aquel era un
pueblo olvidado en la inmensidad del reino de Acaria.
-¿Dónde está la paciente?-. Preguntó Grindal después de comer algo y beber un
vino sinsabor que la mujer les brindó.
-la mujer respondió –síganme-.
Grindal y Blas la siguieron y llegaron a otra de las casas; esta más humilde y
pobre que la anterior donde habían sido recibidos, en este pueblo reinaba la
pobreza. Entraron a la casa y la mujer señaló una de las habitaciones, Grindal y
Blas siguieron la indicación y entraron al cuarto. Se encontraron con un
aposento frio y lúgubre, unas cortinas color gris tapaban una sola y pequeña
ventana por donde se filtraba un poco de aire, de allí que la habitación no se
ventilara correctamente lo que hacía que no oliera muy bien. Había una pequeña
mesa, vieja y desgastada, con la madera carcomida por los roedores y la polilla.
Encima de la mesa había un mediocre florero con las flores ya marchitas y al
lado un vaso de agua a medio beber. La mesa estaba al pie de una cama tan o
más vieja que la misma mesa, era una cama pequeña, tan solo cabía una sola
persona y en efecto sobre ella reposaba inmóvil una mujer o al menos eso
parecía. Grindal se acercó y revisó a la persona que estaba postrada sobre la
cama. La mujer estaba muy delgada y tenía la piel tan traslucida que se le veían
las venas, estaba muy demacrada y de la cabeza ya se le empezaba a notar la

110
constante pérdida de cabello, además de ello el olor era bastante nauseabundo
ya que debido a la falta de ventilación de la habitación hacia que se concentrase.
Después de un examen rápido a la paciente, Grindal le dijo a la mujer que los
acompañaba –cuéntemelo todo-.
-su nombre es Rackel-. Empezó diciendo la mujer, con un tono de melancolía y
tristeza en su voz. –es mi hija, tiene veintidós años, siempre ha vivido conmigo
aquí en la aldea, ayudándome en los quehaceres del hogar, siempre ha sido una
chica muy juiciosa. Gozaba de buena salud hasta el día que sin más ni más y sin
ninguna señal ni previo aviso comenzó a dejar de comer, su comportamiento se
volvió extraño, no salía al sol, se empezó a quedar dentro de la casa, encerrada.
Comenzó a hablar en lenguas extrañas y se postró en la cama de la cual ya van
más de seis meses que no se para de ella-.
-¿usted consultó a médicos?-.
-sí. Unos cuantos vinieron a verla y le diagnosticaron varias fórmulas, me gasté
hasta el último centavo comprándole los medicamentos pero ninguno tuvo
efecto en ella. Cada día está peor, ya se le está cayendo el cabello de la cabeza y
van más de dos meses que no prueba bocado alguno, solo ocasionalmente
recibe sorbos de agua-. Respondió la mujer en medio de las lágrimas que se le
deslizaban por sus mejillas arrugadas.
De nuevo el mago examinó a la joven que tenía los ojos abiertos pero era como
si mirase a la nada. Entonces Grindal recitó una oración en voz baja y de pronto
la joven reaccionó a la plegaria del mago pues pareció tener de nuevo vida en los
ojos. La joven miró a Grindal, levanto su delgada mano y le tocó el rostro al
mago, luego de su boca salieron unas tenues palabras a las que el mago tuvo que
agacharse y poner su oído cerca a la boca de la joven para escucharlas
Después de un momento la joven terminó de hablar y pareció que el esfuerzo
de hacerlo la hubiera agotado pues se sumió de nuevo en el sueño. Grindal le
preguntó a la madre de la joven -¿está segura que ella nunca ha salido de esta
aldea? ¿Nunca ha tenido educación?-.
-no-. Fue la rotunda respuesta de la mujer que seguía entre lágrimas.
Blas notó una confusión en el rostro del Mago y le preguntó -¿Qué sucede,
maestro?-.

111
-es confuso-. Le respondió Grindal. –El idioma que está hablando la chica es
imposible que lo haya aprendido si nunca ha dejado la aldea y aun si lo hubiera
hecho, las posibilidades de aprender un lenguaje así son prácticamente
imposibles-.
-¿qué lenguaje es ese, maestro?-. Insistió Blas.
-es el Qenya, el lenguaje de los antiguos altos elfos, de los primeros que
habitaron la tierra. Es un idioma perdido que solo muy pocos lo hablan ahora, y
esos pocos viven más allá del bosque de los Druidas, en las tierras que ningún
hombre ha pisado aun-.
-¿y entonces como es que la chica lo habla?-.
-no lo sé, solo tengo una idea-.
El mago se acercó de nuevo a la joven que dormía plácidamente y la examinó de
nuevo pero esta vez más rigurosamente en busca de la señal. Con la ayuda de su
discípulo el mago registró cada centímetro del cuerpo desnudo y desnutrido de
la muchacha ante la vista de su madre y unos cuantos curiosos. El mago pareció
decepcionado cuando terminó la búsqueda y no encontró nada, la señal no
estaba por ningún lado. Pero entonces por último recurso inspeccionó la cabeza
y allí escondida entre el cabello delgado y débil de la muchacha, encontró lo que
estaba buscando, la señal.
-¡lo sabía!-. Dijo el mago conmocionado.
Aquella señal no era más que simplemente tres números seis entrelazados entre
sí.
-¿Qué le pasa a mi hija?-. Preguntó la madre de la joven al ver al mago
visiblemente satisfecho por la señal que había encontrado en el cuerpo de
Rackel.
-no es nada grave-. La tranquilizó el mago, mostrándole la señal que resaltaba en
el cuero cabelludo pálido de la joven.
-¿qué significa esa señal?-. Preguntó la madre.
El mago cubrió el cuerpo de la joven con la cobija y con tranquilidad dijo -
hace muchos años, en tiempos en donde los elfos dominaban la tierra, los
grandes señores elfos escogían de entre los hombres a chicas vírgenes jóvenes

112
para que ellas fueran receptáculos del espíritu del creador, ellas eran llamadas
Dakiris. Estas chicas eran educadas en la sabiduría de los elfos y utensilio de su
magia blanca y santa para que así cuando estuvieran listas, el creador pudiera
comunicarse con los elfos, en resumidas cuentas ellas eran las profetizas de los
elfos. Cuando los señores elfos y todo su pueblo abandonaron estas tierras hacia
más allá del bosque de las Druidas, después de la guerra, esta tradición se fue
con ellos-.
-¿pero si dice maestro que esta era una práctica de los elfos y que ellos se la
llevaron consigo, porque cree que esta joven es una Dakiri?-. Interrogó Blas,
sorprendido por la confesión de su maestro.
-no tengo duda alguna que esta joven es una Dakiri, las señales están claras, la
lengua en la que habla y por sobretodo la señal en su cabeza, son signos claros
de la naturaleza de su condición-. Respondió el mago. –ahora solo es tiempo de
esperar que despierte de nuevo, cuando lo haga quiero hablar con ella, me temo
que lo que tenga que decir, no son buenos augurios-.
En efecto todos los presentes salieron de la habitación dejando a la joven
descansar.
-¿Por qué cree señor que no son buenos augurios?-. Dijo Blas realmente
interesado en la respuesta.
-lo que no quise decir en la presencia de todos incluida la madre, era que las
Dakiris eran consultadas por los elfos solo en tiempos en donde se aproximaba
la guerra o algún hecho maligno que ellos presentían, tampoco quise hablar que
al final de las profecías, las Dakiris morían, pues la gracia dada las abandonaba-.
Respondió Grindal en voz baja.
Efectivamente la joven durmió plácidamente aunque respiraba de manera
pesada. La madre no se despegó ni un solo minuto de su lado. Cada hora le
daba vía oral unos pequeños sorbos de una medicina que Grindal le recetó para
ayudarle a la joven a dormir y descansar. Ya entrada la noche por fin la joven
pareció despertar, la madre le dio agua que la joven la bebió hasta dejar el vaso
vacío.
Grindal fue llamado pues la joven de nuevo hablaba en la lengua extraña. El
mago escuchó atentamente lo que la joven decía, si bien era el idioma Qenya las
cosas que decía la joven carecían de sentido, así que el mago se dispuso a ayudar
a la joven para darle sentido a lo que decía. Entonces el mago empezó a dialogar

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con la joven en lo poco que entendía y sabia de Qenya, la muchacha pareció
entusiasmada de que alguien por fin le entendiera lo que ella decía, de ese modo
Grindal guio a la joven para que hablara con más sentido. Fue allí cuando la
joven comenzó a hablar más clara y pausadamente a los oídos del mago quien
anotaba lo que la joven decía, cada palabra que salía de la boca de Rackel.
Después de un largo rato la joven terminó de hablar. Fue allí cuando de un
momento a otro que la joven empezó a respirar pesadamente, un frio le recorrió
todo el cuerpo acompañado de un dolor inconmensurable, la joven empezó a
tener convulsiones. La madre la joven se asustó mucho y lloró al ver a su hija
como se movía en forma abrupta por culpa de las convulsiones. El mago sabía
lo que pasaba, la gracia la estaba abandonando, la muerte la esperaba, así que
actuó de prisa, preparó una medicina, cerró los ojos y entonó una oración en
voz baja, mescló la medicina con agua y se la dio a beber a la joven. Eran tan
violentas las sacudidas que daba la joven que el mago no pudo darle la bebida,
así que Blas, la madre y otros presentes tuvieron que controlar a la muchacha
para que el mago pudiera darle el bebedizo. Efectivamente la joven bebió la
medicina con mucho esfuerzo, la misma que pareció hacerle efecto pues las
convulsiones cesaron y la respiración se normalizó. El mago respiró hondo pues
sabía que lo peor había pasado, preparó más medicina y dio la receta a la madre
de la joven que de nuevo dormía plácidamente. Aquella medicina se le tenía que
dar por una semana completa cada ocho horas sin falta para así garantizar el
éxito de la medicina y la total curación de la joven.
En la mañana del día siguiente Grindal y Blas salieron del pueblo dejando atrás
los agradecimientos de todos sus habitantes en especial los agradecimientos de
la madre de la joven quien a pesar de su pobreza pagó lo acordado por los
servicios del mago. Después de despedirse de todos, los dos hombres iniciaron
su cabalgata hacia las tierras donde estaba su hogar. Mientras cabalgaba el mago
no dejaba de pensar en las palabras que había dicho la muchacha, quería llegar lo
más rápido posible a casa, allí gracias a los libros antiguos podía descifrar el
mensaje de la Dakiri, pero algo si había entendido, una parte del mensaje estaba
claro como el agua para el mago <<el día se convertirá en noche cuando la
estrella de fuego tiña de rojo el cielo, se abrirá la puerta y regresará el más
poderoso de todos los males>>.
<<Eso solo puede significar una cosa>> pensó el mago, siguió cabalgando en
silencio. El viaje de regreso a casa era largo y agotador.

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TEÓFILO

Un nuevo día despuntaba, la brisa fresca bañaba y mecía los pastizales altos que
poblaban la sabana. Los sonidos de la naturaleza eran claros, el cantar de los
pájaros era una melodía hermosa a los oídos del rey Teófilo. El rey cabalgaba y a
su lado iban Roberth Satel su comandante del ejército, también iban su mano
derecha Pol Strich, Jeremy Magnus y Rinaudo Gordete, a este último su apellido
le caía como anillo al dedo pues era bastante obeso, tanto que el rey Teófilo
sentía pena por el caballo que el gordo montaba. Junto a ellos cabalgaban la
guardia personal de Teófilo, una veintena de sus mejores y más leales hombres,
uno de ellos portaba al frente del grupo el estandarte del país de Britania, un oso
gris sobre un plano verde, el oso en posición amenazante con sus garras y
dientes. Habían cabalgado por más de dos días desde que habían salido de
Aguaclara, dejando en aquel lugar gran parte del ejército real. Muy a pesar de los
consejos de sus más cercanos colaboradores, Teófilo había accedido a la
petición que llegó como respuesta a la oferta de paz que el rey de Britania había
mandado a los ejércitos de Wenceslao. En aquella respuesta estaba escrito que la
oferta de paz era bien recibida pero que se requería la presencia del rey para
acordar los términos de la rendición pacífica. Allí en la misma respuesta se daba
el sitio escogido para tal reunión entre Teófilo y los negociadores de Moravia. A
muchos de los concejeros les parecía bastante sospechoso que los Moravianos
solicitaran la presencia del rey pues bastaba solo con mandar a negociadores que
llevaran las palabras de Teófilo, todos le insistieron al rey que no aceptara tal
condición, pero Teófilo obstinado y un tanto confiado que no corría ningún
peligro, hizo oídos sordos a los consejos de su gente más cercana. <<Soy un
rey, mi vida no corre peligro, Wenceslao no se atreverá a tocarme>> pensaba
Teófilo para tranquilizarse. Estaba equivocado.
El sitio acordado solo estaba a unos kilómetros de distancia. Los guardias
estaban nerviosos pues el lugar era solitario y propicio para una emboscada. De
pronto al voltear en una curva del camino se encontraron con un reducto del
ejercito Moraviano. El rey Teófilo y los que cabalgaban con él se detuvieron y
vieron como estos hombres avanzaban hacia ellos. Uno de estos hombres que
montaba un caballo gris y que lucía una brillante armadura dorada, hizo una
pequeña reverencia con la cabeza a Teófilo, luego el hombre se quitó el yelmo
que le cubría la cabeza y dejó ver su rostro, Teófilo lo reconoció de inmediato,
lo había visto cuando estuvo en Bastia.

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-nosotros los escoltamos hasta nuestros campamentos, majestad-. Dijo el
hombre con un sincero respeto.
Teófilo asintió y vio como cerca de cien hombres montados a caballo y bien
armados rodeaban a sus hombres y a él mismo. De ninguna manera se sintió
escoltado más bien y al parecer ese sentimiento lo compartía con los suyos, se
sintió como un prisionero al que cuidaban para que no se escapara. Teófilo vio
los rostros de los que lo acompañaban y supo que ellos se sentían igual.
Después de cabalgar por más de una hora, por fin Teófilo y los suyos vieron
soldados custodiando a ambos lados del camino, otros apostados en laderas
cercanas con arcos, flechas y carcaj llenos, estos fueron los primeros indicios de
la cercanía del campamento de los Moravianos. De pronto los árboles que
tapaban la vista y que rodeaban ambos lados del camino desaparecieron y dieron
paso a un inmenso valle, allí Teófilo pudo ver por fin al Ejército de los
Moravianos. La primera impresión que se llevó Teófilo fue de impacto, jamás
había pensado encontrar a tantos soldados. Miles de tiendas de campaña,
cientos de caballos, miles de estandartes que ondeaban al ritmo del viento, tal
ejército era tan basto que se perdía en el horizonte. Mientras Teófilo y los suyos
eran conducidos por en medio de los soldados Moravianos, el rey veía como
estos hombres afilaban sus espadas, sus cuchillos, otro grupo compartía una
comida, otro grupo entrenaba con armas, otro grupo entrenaba en
enfrentamiento cuerpo acuerpo; en medio de las tiendas se había adaptado un
improvisado campo de batalla donde se estaba organizando un torneo, allí en
medio de una gran algarabía, dos hombres se enfrentaban en un combate con
espadas, los hombres estaban con el torso desnudo, sin armadura alguna que los
protegiera tan solo un escudo. De pronto uno de los hombres lanzó un tajo a su
oponente que este esquivó hábilmente y contraatacó en un movimiento rápido y
dio un golpe mortal en la garganta del hombre, la sangre fluyó a chorros y el
hombre cayó al piso inerte entre las exclamaciones de victoria de los
espectadores. Teófilo vio como al campo de combate entraban unos hombres
que se encargaron de sacar el cuerpo sin vida del perdedor, mientras que otro
par de hombres se alistaban para la siguiente lucha.
Teófilo y los suyos fueron escoltados y atravesaron las tiendas de los soldados
de Moravia, de las tiendas por donde pasaban se escuchaban gemidos de placer
de hombres y mujeres, por doquier se veían prostitutas que ofrecían sus
encantos a los soldados, las que tenían éxito, tomaban de la mano a sus hombres
y se adentraban a las tiendas de campaña. Tardaron un poco para atravesar aquel
valle y justo cuando Teófilo creyó que lo había visto todo, se llevó una gran

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sorpresa cuando al terminar aquel valle seguía un desnivel y en la parte de abajo
y hasta donde se extendía la hondonada otra gran parte del ejército de
Wenceslao reposaba.
Antes de llegar al centro de aquella hondonada el hombre que dirigía a quienes
escoltaban a Teófilo le dijo al rey –hasta aquí llegan sus hombres, majestad. De
aquí en adelante debe ir solo-.
Teófilo ordenó a su guardia esperar, les ordenó descansar mientras él seguía tan
solo con la compañía de Roberth, Pol, Jeremy y Rinaudo. Antes de seguir sin su
guardia, el rey volvió la vista atrás y vio a sus soldados que parecían una pequeña
mancha gris en medio de un mar de armaduras doradas, esa fue la primera vez
desde que entró a aquel valle, que el rey temió por la vida de sus soldados y la de
él mismo.
Los tres hombres fueron escoltados hacia una edificación construida en el
centro mismo de la hondonada. Aquella torre recientemente hecha se alzaba por
encima de todas las tiendas de los soldados y en la cima de la misma, Teófilo vio
el estandarte más grande que jamás había visto. Aquella bandera era tan grande
que el viento fuerte apenas lograba moverla.
Teófilo y los suyos desmontaron las bestias, después de ser anunciados entraron
a la torre. Adentro aquella torre era bastante ostentosa, de las paredes colgaban
finísimos telones color carmesí con dibujos en color dorado de leones y otras
fieras salvajes incluidos por supuestos los Huargos, símbolo de la casa de
Wenceslao. Allí adentro estaban los negociadores de Moravia, todos tomando
vino en unas copas finísimas. Todos cuando vieron que el rey Teófilo entró a la
estancia se pararon de sus sillas y lo saludaron, el único que no inclinó la cabeza
fue Famir Terau, el comandante general de los ejércitos de Wenceslao, un
hombre amado por los suyos pero temido por sus enemigos.
Teófilo de inmediato reconoció a los presentes. A todos los había visto junto a
Wenceslao, eran sus más allegados consejeros del reino de Moravia.
-pensé que estaría presente el rey Wenceslao-. Dijo Teófilo después de saludar a
todos y cada uno de los presentes.
-El rey nos ha delegado la tarea de negociar en nombre de él-. Respondió un
hombre menudo y regordete con la cara colorada y un bigote abundante y bien
cuidado.

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-el rey no ha considerado necesaria su presencia aquí-. Dijo Famir, menos cortes
que sus compañeros. Luego dijo en un tono más brusco y seco –dejémonos de
tantos protocolos baratos y empecemos-.
Famir comunicó las condiciones que requería el rey Wenceslao al rey Teófilo.
Aquellas condiciones no tomaron por sorpresa al rey de Saravia, en realidad no
había ninguna que no esperara. Teófilo escuchó atentamente mientras los
negociadores de Moravia exponían sus ideas, que en realidad eran ideas de
Wenceslao. Al término de los requerimientos, Teófilo pidió un momento para
discutir con sus consejeros presentes. Los Moravianos estuvieron de acuerdo en
dejar a solas a Teófilo con los suyos y salieron de la tienda.
-todas esas condiciones son perjudiciales para nosotros. Lo que piden es
inaceptable. Estamos negociando una paz, no la sumisión completa al reino de
Moravia. Saravia siempre ha sido libre y debe seguir siéndolo-. Dijo Pol Strich.
Los demás secundaron las palabras de la mano derecha de Teófilo.
-tienes razón, mi amigo, todo lo que dices es verdad porque yo pienso lo mismo.
Pero mira donde estamos y con qué clase de gente tratamos. Tendremos suerte
de salir vivos de aquí-. Dijo Teófilo. –esta gente ha venido con un solo
propósito y por lo que hemos visto tienen los medios para conseguirlo. Nuestra
misión al venir aquí era proteger y salvar la mayor cantidad de vidas que
podamos y eso es lo que vamos a hacer. Sé que quizá no son las palabras que
esperan de su rey, pero un rey debe saber cuándo agachar la cabeza para salvar a
los suyos-.
Después de volver a entrar a la torre, Famir de nuevo tomó la palabra y muy en
su estilo dijo –espero que hayan pensado en una buena respuesta a nuestras
exigencias, por su bien y el de los suyos le sugiero que piense muy bien las
siguientes palabras que va a decir-.
A Teófilo no le hizo mucho agrado la amenaza de Famir y en tono desafiante le
respondió –eres tu quien debe pensar lo que dice, no es más que un simple
mandadero ante mis ojos, un títere de Wenceslao, un simple don nadie con
ínfulas de importante, un perro que está a los pies de su amo esperando que este
le arroje un hueso-.
La cara de Famir se enrojeció tanto que parecía que iba a explotar. Se mandó la
mano al cinto tocando la empuñadura de la espada, pero fue calmado por otro
de los presentes. Famir dijo y en su voz se denotaba rabia –el rey de Saravia
muestra valentía, ha venido a implorar piedad, se arrastra ante los pies de

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nuestro rey buscando misericordia por su patética vida y ahora muestra valentía.
Veamos si aún le queda valentía después de ver esto-. Famir dio una orden y a la
torre entraron sus hombres que escoltaron afuera de la misma a Teófilo y sus
tres acompañantes. Cuando estuvieron afuera lo que vio Teófilo lo sorprendió.
Ante él estaban un centenar de sus hombres que habían sido capturados, los
reconoció a muchos de ellos, pero lo que más lo sorprendió fue que ahora
portaban la armadura dorada que los identificaba como soldados de Moravia.
Teófilo no entendía lo que pasaba.
-ahora estos hombres luchan por mi rey-. Le dijo Famir al oído de Teófilo en un
tono de satisfacción. –es increíble lo que una buena paga hace-.
Teófilo veía incrédulo a los que antes eran sus hombres, ahora portando el
estandarte del Huargo, tallado en su armadura dorada y más se sorprendió
cuando sus escoltas fueron llevados al lugar. Todos habían sido despojados de
sus armas y de sus armaduras, algunos de ellos se veía que habían sido
golpeados porque estaban malheridos.
Famir dio la orden y los veinte de los mejores y más leales hombres de Teófilo
fueron colocados en una hilera, después que estuvieron en posición Famir les
habló –les doy la oportunidad para salvar sus vidas. Es simple, solo juren lealtad
a mi rey, luchen por él y serán bien recompensados. Habrá dinero, mujeres,
riquezas, solo tiene que jurar lealtad a Moravia y mi rey Wenceslao. Solo tienen
que dar un paso al frente y se les perdonará su vida-.
Los hombres se miraron unos a otros como no sabiendo que hacer, luego
miraron a Teófilo, esperando una señal de su rey. Pero nada, Teófilo no hizo
ningún gesto, estaba petrificado, consternado. Algunos de sus hombres dieron
ese paso al frente, la mayoría lo hizo tan solo tres no dieron ese paso, tres se
quedaron en sus lugares, miraron al rey y él también los miró y vio en sus ojos
gloria, valentía, orgullo.
Famir recibió a los desertores quienes fueron liberados de las ataduras de sus
manos. Los tres hombres permanecieron con su cabeza erguida, si iban a morir
lo harían con dignidad y orgullo. Teófilo vio como Famir dio una orden y al
instante una desena de sus hombres se presentaron con arcos y flechas, todos al
instante pusieron una de ellas sobre el arco y apuntaron. Teófilo vio con
impotencia como una ráfaga de flechas fue disparada sobre sus tres hombres
que tras recibir los impactos murieron.

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Entonces Famir se le acercó al consternado rey le dijo con un tono burlón –esto
es lo que la vida de los suyos vale para mí. Ahora mismo uno de nuestros
vasallos con más de 20 mil lanzas se dirige a Aguaclara, otra avanzada de
nuestro ejército en cabeza de otro vasallo leal a Wenceslao atacara a Rocaverde.
Solo usted, majestad, puede terminar con la carnicería, tan solo tiene que jurar
lealtad a mi rey-.
Teófilo estaba consternado, la muerte de sus hombres y la traición de algunos
de ellos le impedía pensar con claridad. Dijo –prefiero morir que someterme a la
voluntad de ese asesino al que llamas tu rey-.
-eso creí-. Dijo Famir dando media vuelta y marchándose, no sin antes decir –
dejad que se vaya, si quiere morir que lo haga junto a los suyos-.
En un ataque de rabia Teófilo desenvainó su espada y en un rápido movimiento
y sin que sus tres consejeros lo pudieran detener, atacó por la espalda a Famir,
pero este último era un hábil luchador, era un guerrero cruel y experimentado,
en una demostración de rapidez y habilidad esquivó el ataque del rey, al mismo
tiempo que sacó su espada de metal Acaseno que resplandecía a la luz del sol.
Contraatacó y en un tajo rápido dio un golpe mortal en el cuello desprotegido
de Teófilo quien cayó al suelo agarrándose con ambas manos el cuello por el
que brotaba un interminable chorro de sangre que hizo un pequeño charco
alrededor del cuerpo moribundo del rey. Roberth Satel, Pol strich, Jeremy
Magnus y Rinaudo Gordete al ver a su agonizante rey y llevados por la ira
desenvainaron también sus espadas y atacaron a Famir; los cuatro tuvieron el
mismo destino de su rey.
Ahora con Teófilo muerto y la superioridad numérica y armamentista que tenía
Moravia, Saravia estaba a su disposición. Aquel que no quisiera rendirse ni
luchar por Wenceslao tendría el mismo destino de Teófilo. Ahora toda su fuerza
se concentraría para atacar el pequeño país del norte y a su desafiante reina.
<<La puta tiene que caer>> ese era el próximo objetivo de Famir.

120
WENCESLAO

-Todo marcha sobre ruedas, señora. El rey Teófilo se opuso a nuestros planes y
ha caído. Ahora mis hombres están esperando mis órdenes para avanzar.
Britania está a nuestra disposición. Solo espero sus órdenes-. Dijo Wenceslao.
-Muy bien-. Respondió la dama de negro al otro lado del portal. –por ahora tus
hombres deben esperar. Mis ejércitos aún no están listos, pero lo estarán en un
muy corto tiempo, solo es cuestión de paciencia. Por el momento tus hombres
deben marchar hacia Efóras, debéis tomar la ciudad, matar a los que se opongan
a nuestros planes-. Hiso una pausa -tus hombres deben ocupar todo el reino de
Britania, de norte a sur, del este al oeste. Deben estar listos y preparados para
cuando yo les dé la orden final. Por ultimo debes convocar a tus concejeros,
vasallo y caballeros del reino, debes mantenerlos fieles a ti-.
-muy bien, así se hará-. Dijo Wenceslao. El rey vio como de nuevo el portal se
cerraba. Por más que lo hubiera visto muchas veces, aquel era un espectáculo
maravilloso. Siempre le gustaba hablar con la señora de negro, era una dama que
inspiraba respeto y sabía que aquella mujer tenía mucho poder. Aquella mujer le
provocaba un miedo terrible al rey de Moravia.

♦♦♦♦♦

De nuevo estaba reunido Wenceslao con sus concejeros y caballeros. Habían


vasallos venidos de todo el reino y por supuesto también estaban los vasallos y
lores quienes venían de Saravia. Aquella tierra después de la invasión se había
repartido entre los más cercanos colaboradores de Wenceslao. El viejo rey sabía
cómo mantener contestos a los suyos. Aquellas reuniones no le agradaban en lo
más mínimo al rey porque al final, después de mucho hablar y debatir no había
mucho que rescatar solo unas cuantas propuestas e ideas. En aquellas reunión
los más viejos concejeros lanzaban propuestas e ideadas absurdas, que sus
congéneres igual de viejos apoyaban, mientras que los jóvenes confrontaban
aquellas propuestas y viceversa, todo estos armaba un debate absurdo que a
Wenceslao le resultaba insufrible, más sin embargo tenía que hacer dichas

121
reuniones para que sus concejeros, vasallos y lores se sintieran útiles. Wenceslao
tenía que mantener fieles a los suyos ahora más que nunca.
Vitto Frey tomó la palabra y dijo –señor. ¿Ahora que el rey Teófilo ha muerto
que debemos hacer?-.
Wenceslao visiblemente cansado respondió -¿me preguntáis a mí, que es lo que
debemos hacer? Si para eso es que os he convocado, se supone que ustedes son
mis concejeros-.
Famir, la mano derecha y capitán de los ejércitos de Moravia dijo –lo más
inteligente será que avancemos hacia Efóras y tomemos la ciudad. Esta es la
oportunidad para reafirmar nuestro dominio en Britania. Con Teófilo muerto
debemos entrar a la ciudad. Los ejércitos leales a Teófilo ahora mismo están con
el ánimo abajo tras la muerte de su rey, ahora es el momento propicio para
avanzar y atacar, de seguro no opondrán mucha resistencia. El estandarte de la
casa de Wenceslao debe ondear en Efóras-.
Los demás presentes secundaron la idea de Famir. El salón se convirtió en un
bullicio casi insoportable hasta que otro de los vasallos de Wenceslao alzó la vos
e hizo la siguiente pregunta –si bien Teófilo ha muerto aún queda con vida la
reina Margoh y un respetable número de soldados de Britania que defenderán la
ciudad. ¿Qué hacemos con Margoh?-.
-Margoh junto con los que opongan resistencia deben morir-. Dijo otro de los
señores presentes-
-¡no!-. Dijo Vigo Moras. El caballero que hasta ahora se había mantenido
callado por que al igual que al rey, aquellas reuniones le parecían insufribles.
Cuando tuvo la atención de todos los presentes dijo –no puedo creer lo que
escucho aquí, muerte y más muerte. Teófilo está muerto, ese país está bajo
nuestro total dominio y aquí escucho que se habla de matar a una mujer
indefensa. Les pregunto a todos ustedes ¿Dónde quedó nuestro honor? Teófilo
siempre fue nuestro aliado, su padre, el rey Abel luchó al lado de nuestro rey,
¿ahora así le pagamos? ¿Asesinando a su hijo? ¿Invadiendo su país sin razón ni
motivo alguno? Les repito ¿dónde quedó el honor de los grandes señores de
Moravia? ¿Dónde quedó nuestra lealtad a nuestros amigos?-.
La sala la invadió un silencio casi sepulcral por las palabras de Vigo, hasta que
Famir con su ya conocida arrogancia le dijo al caballero -¿Honor, lealtad? ¿De
qué putas estáis hablando? Puedes meterte tu honor y lealtad por el culo-

122
Vigo Moras puso su mano en la empuñadura de su espada, dispuesto a sacarla
pero fue interrumpido por Wenceslao quien le dijo –tu padre, Eran Moras fue
mi mano derecha en muchas guerras, además fue también mi amigo, su lealtad
era ilimitada, su muerte fue un duro golpe para mí. Ante su tumba jure que te
acogería en mi casa y que te trataría como a uno de los míos y creo que he
cumplido con aquella promesa. No te puedes quejar, tienes tierras, riquezas y
servidumbre, pero no te permitiré que hables así, no te permito que pongas en
duda nuestro honor-.
Vigo Moras se acercó a donde Wenceslao estaba sentado, puso una rodilla en
tierras y le dijo –mi rey, perdonadme. Solo quiero que tu nombre sea recordado
por los siglos de los siglos como un rey justo y no como un tirano. Creo que
esta guerra es un error, dejad que la reina viva, ella y sus hijas, solo te lo pido
por tu nombre y fama, mi señor-.
Wenceslao se le acercó y le puso la mano en el hombro, le dijo –en la guerra no
se deben hacer concesiones, en la guerra no se muestra debilidad, eso lo aprendí
de tu padre-.
Después de terminada la reunión solo quedaban en la habitación el rey y su
mano derecha, Famir.
-¿qué ha dicho la señora de negro, mi señor?-. Preguntó Famir.
-avanza con tus hombres hacia Efóras. Debes tomar la ciudad y asegurarla.
Matad a los que se resistan, no me importa si tienes que matarlos a todos para
preservar la calma. Que nuestros vasallos tomen todos los fuertes del ejercito de
Britania incluidos, Aguaclara y Rocaverde, si los militares leales a Teófilo se
resisten, asesinadlos. Que solo vivan los que acepten mi estandarte. Mantened a
nuestros hombres contentos y satisfechos, en aquel país hay mucha comida y
por supuestos que no les falten putas a las que coger-.
-como ordene mi señor-. Dijo Famir con absoluta satisfacción en el rostro. –
¿Algo más que desee que haga por mi señor?-. Preguntó el hombre a cargo de
los ejércitos de Moravia.
-sí. Seguramente la noticia de la muerte de Teófilo se esparció como la luz, así
que lo más seguro sea que llegue hasta nuestros muros. Ordena que ninguno de
nuestros hombres hable del tema; prohíbeles que se mencione el tema, no
quiero que la noticia llegue a los oídos de la nueva esposa de mi hijo. Que su
vigilancia sea mayor, que cuando salga a la ciudad esté bien vigilada, que no

123
hable con extraños, te repito no quiero que ella se entere de la noticia de la
muerte de su padre, al menos no por el momento-.
-sus deseos son órdenes-. Terminó diciendo Famir.

124
GRINDAL

Grindal estaba de regreso a Portmunt. Aquella ciudad le había servido de hogar


por los últimos cinco años, allí se sentía querido, admirado y respetado. Desde
que había regresado de su viaje a aquel caserío de Acaria, el mago no había
salido de sus habitaciones. Rodeado de antiguos libros, Grindal buscaba la
manera de traducir aquel mensaje que la joven Dakiri había pronunciado. Por
días enteros había estudiado los antiguos manuscritos, pero aquella tarea
resultaba más difícil de lo que el mago imaginó. El Qenya era prácticamente una
lengua muerta, no había en el mundo moderno alguien que la hablara y mucho
menos un manual de traducción, tan solo viejos escritos y por supuesto lo que el
mago sabia, que no era mucho tampoco. Solo un elfo, uno antiguo, un gran
señor elfo podía traducir aquellas líneas. Pero los elfos estaban muy lejos. Ellos
vivían en las tierras orientales, tierras en las que ningún hombre, enano,
medioelfo u orco, jamás pisó. Aunque se comentaba en diversos círculos que en
realidad los elfos habían dejado de existir varios siglos atrás. Se decía que
después de la última guerra primordial, en la que obtuvieron la victoria a un gran
costo pues su población disminuyó dramáticamente, los grandes señores elfos
decidieron dejar las tierras perecederas conocidas y marcharon con los suyos
más allá del bosque de las Druidas. Algunos hombres hablaban que los elfos
habían encontrado una tierra estéril e infértil, que las condiciones climáticas no
ayudaron, esto y otros factores llevaron al final de aquella raza. Fuera o no fuera
cierto que los elfos Vivieran más allá del gran bosque verde de las Druidas,
ningún ser humano, enano u otro ser se aventuraba a viajar hacia aquellas tierras
orientales.
Por días y noches el mago trató de descifrar aquel mensaje de la Dakiri. Con la
ayuda de los antiguos libros, manuscritos empolvados y textos antiguos que el
mago consultó. La tarea no fue para nada fácil, pero al final el mago creyó haber
logrado su objetivo. El mensaje de la joven Dakiri estaba traducido. Con
preocupación Grindal repasaba con sus ojos grises las líneas de aquella
traducción. Una y otra vez releyó su traducción buscando alguna falla en la
misma, pero al final se convenció que aquella era la traducción más cercana a la
realidad. Aquellas palabras de la poseída joven no eran más que una profecía,
una oscura profecía. Grindal sintió miedo, un miedo genuino, esa clase de
miedo que te paraliza. Aquellas palabras descifradas le retumbaban en la cabeza
al mago. Mientras más las leía más temor le producían. Afuera de la casa el

125
viento comenzó a soplar fuertemente, en él, el mago podía escuchar un susurro,
aquel susurro le hablaba de guerra, de muerte, de resurrección de oscuros
demonios y de la caída final del mundo de los hombres. Allí el mago entendió
que algo grande, algo inimaginable se acercaba, algo tan poderoso y maligno que
no había en el mundo conocido alguien con el poder suficiente para detener ese
mal. El viento siguió soplando pero aquel susurro desapareció, el mago se
tranquilizó y de nuevo leyó las líneas traducidas. <<el día se convertirá en noche
cuando la estrella de fuego tiña de rojo el cielo, se abrirá la puerta y regresará el
más poderoso de todos los males. Aquel que fue vencido una vez regresará y
esta vez será más poderoso que nunca. Un mar negro recorrerá la tierra dejando
a su paso muerte. El fin está cerca, los reyes caerán. El fin está cerca. El día del
juicio se aproxima. El fin está cerca>>. <<Tengo que asegurarme>> pensó el
mago. En ese momento, Grindal tenía muchas preguntas y pocas respuestas,
pero sabía muy bien donde podía resolver sus dudas. De nuevo el mago tenía
que viajar, esta vez a unas tierras lejana pero conocida. Allí estaban las
respuestas que él estaba esperando.

126
MARGOH

Las ruedas del carromato rechinaban y saltaban cuando tropezaban con alguna
piedra del camino. Adentro viajaba, escoltada por 150 hombres de la guardia
real, la reina Margoh quien iba en camino hacia Añil, la ciudad al sureste cerca
de la frontera con Acaria. Margoh hubiera preferido quedarse en el palacio real y
defenderlo, pero sus más altos concejeros y amigos le habían recomendado huir
antes que el perro de Wenceslao, Famir llegara a la ciudad. Aquel Famir era el
que había matado a su esposo, el rey Teófilo, así que Margoh hubiera preferido
tomar venganza, pero la situación en la que se encontraba era desventajosa. El
número de hombres al comando de Famir y que estaba próximo a Eforas era
tres veces mayor que los hombres que protegian dicha ciudad.
-debe irse, mi señora. Un convoy de carromatos con la gente importante de la
realeza, sus familiares y algunos concejeros ya está listo para partir. Usted y sus
hijas mi señora, deben irse lo más rápido posible en ese convoy-. Le había dicho
Martin Ruitz, ahora capitán en jefe del ejército real después de la muerte de
Roberth Satel.
Margoh quien estaba empecinada en quedarse dijo -¿Qué tan próximos están a
la ciudad?-.
El comandante respondió –muy próximos señora, a medio día de camino.
Llegaran aquí al anochecer del día-.
Margoh respiró y suspiró con resignación. Quería quedarse y defender el palacio
y a la ciudad, pero en ese momento recordó a su amado esposo y supo lo que
debía de hacer. Teófilo hubiera querido que saliera de la ciudad con sus
pequeñas hijas y buscara refugio en Añil.
-el capitán Luiz ira al comando de un grupo de nuestros mejores soldados que la
acompañaran y protegerán. Su misión es que su majestad llegue a salvo a Añil-.
Dijo el comandante Martin.
El capitán Luiz era un hombre bastante joven, tenía un rostro fino y alargado,
una tés blanca y sobre su piel apenas le estaba creciendo una rubia barba. La
reina replicó -¿usted no viene con nosotros?-.

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El comandante Martin antes de salir dijo por ultimo –no mi señora, debo
quedarme a defender la ciudad. Eso es lo que hubiera querido mi rey. Mis
hombres y yo juramos defender la ciudad a costa de nuestras propias vidas y eso
es lo que haremos-. Diciendo esto, el comandante dio la espalda y se retiró.
Con rapidez y siguiendo los consejos del comandante, la reina, sus hijas y los
otros miembros de concejo y realeza se dispusieron a marcharse.
Eso había sido casi dos días atrás, ahora los carromatos avanzaban a una buena
velocidad por el camino hacia Añil. Margoh dio un vistazo afuera de su carruaje
y se encontró con que era una noche hermosa. El cielo estaba despejado, una
gran luna brillaba en lo alto y las estrellas se podían ver con claridad. Un viento
fuerte soplaba, era un viento frio que mecía los arboles al lado del camino.
Atrás, los otros carruajes avanzaban custodiados por los soldados. Había
silencio, tan solo se escuchaban el rechinar de las ruedas y los bufidos de los
caballos.
-¿Cuánto falta para llegar a Añil?-. Preguntó la reina.
El cochero que era un hombre mayor y que estaba cobijado por un gran abrigo
de piles se sorprendió al oír a su reina y respondió –si seguimos a este ritmo, un
día de camino, mi señora-.
La reina replicó –es una noche hermosa ¿no le parece?-.
-muy hermosa-. Respondió el hombre con amabilidad –porque no trata de
dormir un poco, miladi. Aún falta para que amanezca-. Terminó de decir el
cochero.
Margoh supo que el hombre tenía razón, debía de dormir. En los días anteriores
no había dormido mucho, las preocupaciones se lo impedían –hasta mañana-.
Se despidió del cochero.
-que descanse, miladi-. Respondió el cochero.
Al entrar de nuevo al interior del carruaje vio como sus tres hijas dormían, pero
no era un sueño placido, en sus rostros Margoh vio preocupación y tristeza. En
ese momento un sentimiento de tristeza se apoderó de la reina. <<Tengo que
ser fuerte por mis hijas, no debo derrumbarme>> se dijo así misma Margoh,
tratando de conversarse. Había recibido unos duros golpes, pero debía seguir
adelante por sus hijas y por sus súbditos. La vida le había quitado a su
primogénito, una enfermedad se lo había llevado. Unos meses atrás esta vez fue
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Kyra la que le fue arrebatada de sus brazos, su hermosa y amada hija ahora
estaba lejos, casada con un hombre horrible. Su esposo, El rey Teófilo, había
sido asesinado y por último la ciudad había sido invadida por los que antes se
hacían llamar aliados y amigos. Así que la reina cerró los ojos para tratar de
dormir un poco mientras se seguía repitiendo una y otra vez <<tengo que ser
fuerte por mis hijas, no debo derrumbarme>>.
El carruaje fue sacudido violentamente despertando tanto a la reina Margoh
como a sus tres hijas, las ruedas rechinaban por la velocidad con que el carruaje
avanzaba. Margoh entonces abrió la puerta del mismo para echar una mirada
afuera y vio a su cochero quien azuzaba a los caballos para ir más rápido -¿Qué
pasa porque vamos tan rápido?-. Preguntó la reina con genuina preocupación.
-el cochero respondió visiblemente azarado–nos han dado alcance, mi señora-.
Margoh miró hacia atrás y se dio cuenta que lo que decía el hombre era verdad,
los hombres de Moravia los habían alcanzado. La reina ahogó un grito al ver
como uno de los carruajes se prendía en fuego instantes después que un hombre
de Moravia le lanzara una antorcha. Vio también como uno a uno sus hombres
eran asesinados por tajos de espada y otros por flechas. A lo lejos y mientras se
alejaba, Margoh veía como los ocupantes de los carruajes eran bajados de los
mismos y eran pasados por la espada a sangre fría. Aquellos que intentaban huir
corriendo eran alcanzados por los arqueros. Seguido a esto sus carruajes eran
incendiados. Los Moravianos tenían la orden de no tomar rehenes por ello los
soldados que se habían rendido o habían sido capturados, eran asesinados
también. Tan solo tres de los carruajes y una decena de sus hombres a caballo
lograron escapar en velocidad, pero eran perseguidos en la distancia por varios
caballistas de Moravia comandados por un hombre con una armadura dorada en
cuya cabeza lucía un yelmo con forma de cabeza de perro. Las ruedas de los
carruajes rechinaban por la velocidad. En cada bache del camino el carruaje
daba saltos que inquietaban poniendo nerviosas a las hijas de la reina quien
trataba en vano calmarlas. De pronto algo pasó, un grito de un hombre se
escuchó. La reina de nuevo vio hacia afuera del carruaje y se dio cuenta de la
terrible verdad, su cochero había sido impactado y ya no estaba dirigiendo a los
caballos que seguían en su frenética carrera. Margoh vio de nuevo atrás y vio
cómo su cochero yacía en el camino y era atropellado por los demás coches
sobrevivientes y por caballos de los hombres de Moravia que los perseguían.
Con tristeza vio como los Moravianos los alcanzaban.

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A todas esas los caballos seguían corriendo pero ya nadie los dirigía lo que hacía
tal carrera peligrosa, así que uno de sus hombres se puso al lado del carruaje y le
dijo a la reina –voy a tratar de saltar hacia ustedes, su majestad-.
Margoh asintió aunque a decir verdad no entendió mucho de lo que le dijo el
hombre pues el ruido de los cascos de los caballos, de las ruedas y de sus hijas
llorando, aturdía a la reina.
En efecto el hombre se puso al mismo nivel de los caballos e intentó coger las
riendas pero la velocidad era mucha así que no pudo al primer intento. De
nuevo el soldado hizo el segundo intento pero cuando estaba por lograrlo, una
saeta se le clavó en la espalda, el hombre ahogó un grito e hizo el intento por
tomar las riendas pero esta vez una segunda flecha lo alcanzó, logrando
tumbarlo del caballo. Con los caballos desbocados y el intento fallido de su
soldado de alcanzar las riendas de su carruaje, la reina Margoh vio con espanto
cómo los caballos se salían del camino y se dirigieron directamente hacia un
barranco. Sin nadie que los controlase, los equinos saltaron el barranco y fueron
a caer al otro lado del mismo estrellando el carruaje de manera violenta contra el
suelo. Mientras tanto la reina, de nuevo adentro del carruaje abrazaba a sus
pequeñas tratando de protegerlas del accidente.
Los soldados sobrevivientes se hicieron presentes a la zona del siniestro y de
entre los escombros del carruaje destruido, sacaron a la reina y sus tres pequeñas
hijas quienes apenas sufrieron unos cuantos golpes y contusiones nada graves.
Los soldados formaron un círculo para proteger a su reina viendo que los
hombres de Moravia con el sujeto del yelmo en forma de cabeza de perro se
aproximaban. Fue allí cuando empezó la verdadera carnicería. Los soldados
pelearon con valor y defendieron a su reina pero uno a uno fueron muriendo
pues los Moravianos los superaban en número. Margoh entonces escoltada por
un par de hombres, trató de huir con sus tres hijas, lejos de la revuelta pero
fracasó. Un par de hombres, al comando del hombre de la armadura dorada les
dio alcance y les cortó el paso. Con impotencia y horror, la reina vio cómo su
hija de 13 años, Lenna, era atravesada por varias espadas. Seguidamente, Avi, su
hija de 8 años, varias flechas se le clavaron en la espalda y un soldado le rebanó
la garganta con un cuchillo, y por ultimo su hija más pequeña, Maggie, de tan
solo 5 años, fue golpeada horriblemente por un mazo de uno de los soldados de
Moravia, la fuerza dl impacto lanzó a la pequeña varios metros a la distancia.
Con lágrimas en los ojos y con gritos desesperantes, La reina Margoh fue a
socorrer a su pequeña hija, pero ya era demasiado tarde, la chiquilla estaba
muerta, el golpe recibido fue demasiado para su pequeño cuerpo. Margoh alzó a

130
su pequeña en los brazos mientras lloraba, miró a su alrededor y vio a sus otras
dos hijas también muertas. Margoh escuchó como alguien se le acercaba a sus
espaldas, dio la vuelta y vio como el hombre de la armadura dorada avanzaba
hacia ella con una larga lanza en su mano. Este hombre mientras avanzaba se
quitó el yelmo de la cabeza dejando al descubierto su rostro. Aquel rostro le fue
familiar a Margoh. Lo había visto muchas veces, el día que Teófilo recibió a
Wenceslao en su palacio, aquel hombre siempre permanecía al lado del rey de
Moravia; la segunda vez que lo había visto fue el día del matrimonio de su hija,
recordó que su nombre era Famir.
Sin decirle una palabra, tan solo con una mirada fría en su rostro, Famir clavó la
lanza en el vientre de la reina. Margoh intentó dar un grito de dolor pero no
pudo, su boca se le llenó de sangre. Tendida en el suelo, con la lanza aun clava
en su vientre y la sangre oscura emanando de la herida haciendo un charco
alrededor de su cuerpo, Margoh vio como la vista se le nublaba. Recordó en ese
instante a sus seres queridos, a su hijo primogénito, a su hermosa Kyra, a sus
tres pequeñas hijas asesinadas y por ultimo recordó a su rey, a su esposo, a su
amor, a Teófilo. <<espérame amor, pronto me reuniré contigo, con nuestro
hijo y con nuestras pequeñas hijas. Junto a ti ya no sentiré más dolor>> fue el
último pensamiento de Margoh quien cerró los ojos y respiró por última vez.
Después de eso fue todo oscuridad y el fin del dolor.

131
KYRA

Los días de Kyra giraban en torno a la monotonía. Al principio, en los primeros


días no salía mucho de su habitación, no comía mucho tampoco, solamente lo
suficiente. Extrañaba a todos los suyos. Pero al pasar del tiempo la joven
comprendió que lo único que podía hacer era adaptarse a su nueva vida, así que
dejó sus temores atrás y trató de disfrutar de algún modo su nueva vida. Aquel
castillo era un lugar gigantesco. La joven lo recorrió por primera vez y se dio
cuenta de la inmensidad del lugar, en especial le gustaba pasar horas enteras en
el gran jardín central, un lugar muy bello y muy bien cuidado donde estaban
sembradas variedades de flores que desprendían olores relajantes. Aquel jardín
era cuidado casi que con obsesión por la reina Katerin, que era la persona más
amable y con la que Kyra se sentía más cómoda en todo ese lugar. Pero Kyra no
solamente paseaba por el palacio, si no que le gustaba salir a la ciudad,
disfrutaba ir a el mercado. Le gustaba ver las mercancías de gentes de todos los
rincones de la tierra, si bien era escoltaba por muchos soldados y sabía que
todos sus pasos eran vigilados atentamente, no le importaba mucho. A Kyra le
gustaba visitar a los comerciantes con la esperanza de encontrarse a alguno que
viniera de Efóras. En efecto habían uno cuantos paisanos suyos con los cuales
intercambiaba información, de ese modo se enteraba y estaba al tanto de lo que
pasaba en su país. A pesar que estaba lejos de su familia y conocidos, Kyra
pareció acostumbrase a la gente que estaba a su alrededor. Estableció amistad
casi con todos los sirvientes del palacio, con algunos soldados y con sus
sirvientas personales, si bien Kyra sabía que todo lo que ella hablaba y hacia,
estas sirvientes informaba a el rey, la reina y su esposo. En el día Kyra se
acostumbró al ambiente y de alguna manera lo disfrutaba, pero el caer de la
noche era algo que Kyra no podía disfrutar. La noche era el momento en el que
compartía con su esposo. Wenceslao II era un hombre bastante callado, tenía la
misma expresión seria de su padre, era un hombre rudo y fuerte, poco gentil y
de muy mal carácter y tenía un gusto excesivo por la bebida. Durante el día Kyra
no veía a su esposo, este se ocupaba de asuntos del reino, siempre estaba junto a
su padre, así que no compartía con su esposa, cosa que a Kyra no le disgustaba
para nada, es más disfrutaba de cenar ella sola, su esposo le producía además de
otras cosas, miedo. Pero la noche era diferente, era el momento en que
compartía con su nuevo esposo. Era el momento de compartir el lecho. Era allí
cuando Kyra realmente detestaba el lugar. El hombre llegaba y la tomaba por la
fuerza, la sometía y la montaba, era una especie de violación. En una ocasión

132
Kyra intentó oponerse al acto, pero Wenceslao le golpeo tan fuerte que la joven
aprendió la lección. Ahora tan solo cerraba los ojos y dejaba que el tiempo
pasara. Para consuelo de Kyra el acto no duraba mucho, Wenceslao estallaba
casi al instante de montarla, aunque últimamente el heredero al trono llegaba tan
borracho que ni siquiera podía montarla, quedándose profundamente dormido.
Kyra rogaba a los dioses, a todos los dioses para que evitaran que la semilla de
Wenceslao la fecundara, lo último que quería ahora era quedar embarazada. La
sola idea de gestar un hijo de aquel hombre que le producía tanto asco y
repulsión era suficientemente mala.
Aquella mañana de ese día era bastante fría, una densa niebla cubría la ciudad de
Bastia. Los comerciantes ya comenzaban a organizar en las tiendas sus
productos para la venta, una pequeña llovizna caía, era una llovizna muy débil.
Como le era costumbre en el último tiempo, Kyra salió del palacio para ir al
mercado. Le gustaba ver rostros diferentes, el bullicio del mercado le gustaba, tal
vez porque contrastaba con la soledad y silencio del palacio en donde la habían
obligado a vivir. Salió por la puerta principal del palacio acompañada por su
guardia personal, una veintena de escudos dorados fuertemente armados. Para
sorpresa de Kyra en los últimos días le habían aumentado la guardia, antes solo
la custodiaban diez hombre, ahora eran más de veinte y no todos los días eran
los mismos, periódicamente los cambiaban. Kyra salió del palacio y fue en
direcciona la mercado con la esperanza de encontrarse con los mercaderes que
venían desde Britania, tenía el deseo de tener alguna noticia de su padre, su
madre y hermanas. A Kyra le pareció extraño que en los últimos días no hubiera
visto a aquellos mercaderes, sus puestos, en los que habitualmente ellos se
hacían para ofrecer sus productos, estaban vacíos o en otros casos eran
ocupados por otras gentes. Esta mañana no fue la excepción, de nuevo sus
compatriotas no estaban, Kyra se desilusionó, hacía ya más de dos semanas que
no tenía noticias de su país, la duda le carcomía las entrañas, el no saber nada de
los suyos le quitaba el sueño y la intranquilizaba. Con desilusión Kyra quiso
volver de nuevo al castillo. Pasó por entre los mercaderes que le ofrecían
productos mientras otros que le hacían regalos. De pronto una de las tiendas le
llamó la atención a Kyra. En esa tienda una mujer que según había averiguado
Kyra era del sur, del otro lado del mar negro, vendía fragancias y esencias. A
Kyra le llamó la atención esta mujer porque en días atrás una de las tiendas de
un mercader de Britania estaba ubicada al lado de la tienda de esa mujer.
Kyra se acercó y le preguntó a la mujer -¿sabes algo de los mercaderes que
vienen de Britania? ¿Sabes por qué últimamente no los he visto?-.

133
La mujer que tenía sobre la cabeza un velo que no permitía que se le viera el
cabello y que sobre el rostro tenía una tela que le cubría la boca, dejando solo
ver los ojos, unos ojos hermosos de azul intenso bellamente maquillados, le
respondió en su idioma.
Por supuesto Kyra no entendió nada de lo que la mujer decía, era un idioma
totalmente desconocido para ella. Kyra insistió –por favor decidme que ha
pasado con los mercaderes de Britania-.
La mujer al parecer seguía sin entenderle a Kyra, seguía gesticulando y hablando
en su lengua.
Kyra entonces preguntó si alguien de los presentes podía entender el idioma de
la mujer. Solo una persona se hizo presente, una mujer de estatura pequeña y
bastante regordeta con una cara amigable. La mujer le aclaró a Kyra que aunque
entendía ese idioma, lo hablaba muy poco. Kyra entonces le pidió el favor que le
tradujera sus palabras para que la mujer del sur le entendiera.
-decidle que si sabe algo de los mercaderes que se hacían al lado de su tienda -.
La mujer pequeña tradujo las palabras de Kyra. La mujer del sur respondió en su
lengua. Al finalizar la pequeña mujer tradujo lo que había entendido –mi señora,
la mujer dice que los soldados se los llevaron, que obligaron a recoger sus
tiendas y se los llevaron, que no sabe nada más-.
<< ¿Por qué se los llevaron? ¿A dónde los llevaron? ¿Porque no han vuelto?>>
se preguntó Kyra internamente. De pronto la mujer del sur tomó uno de los
frascos que vendía y se lo alcanzó a Kyra diciendo unas palabras en su idioma.
Kyra tomó el pequeño frasco que olía realmente agradable y dijo –pregúntale
que cuánto vale-.
-ella dice que es un regalo mi señora-. Respondió la mujer regordeta después de
traducir.
-dale las gracias-. Dijo por ultimo Kyra antes de marcharse.
Ya era de noche, las criadas después de ayudar a bañar a Kyra ya se habían
marchado. Kyra pensaba en los motivos que tendrían los soldados para llevarse
a los mercaderes de Britania, sin duda alguna aquello era muy extraño, eso solo
significaba que el rey no quería que ella interactuara con sus paisanos. < < ¿Pero,
por qué?>> Kyra pensaba que razones tendría Wenceslao para no permitir que

134
los mercaderes de Britania volvieran a la ciudad. Todo eso le parecía muy
extraño. La joven miró en dirección al pequeño frasco que la vendedora del sur
le había regalado. Ese frasco estaba sobre la repisa junto a las otras fragancias.
Kyra fue hasta él y lo tomó, le quitó la tapa y respiró su deliciosa fragancia. Pero
una cosa sorprendió a Kyra. Adentro del frasco no había ningún líquido, por el
contrario alguien había metido un pequeño papel. La joven intentó sacar el
papel pero no pudo al primer intento así que tuvo que ingeniárselas para sacar
aquel papel del interior del pequeño frasco. Al final de varios intentos fallidos
por sacar dicho papel, Kyra supo que la única manera era romper el frasquito,
así que con cautela y sin llamar la atención, pues seguramente y como era de
esperarse, fuera de la habitación estaba un guardia, Kyra enrolló el frasco en un
trapo, luego lo puso en el suelo y procedió a golpear el frasco con su zapato.
Kyra dio un pequeño golpe con su calzado y el vidrio del frasco cedió
rompiéndose en varios pedazos. Kyra se deshizo de los pedazos de vidrio y
luego de hacerlo tomó el papel entre sus manos y vio que alguien había escrito
algo en él y se dispuso a leerlo.
<<debemos encontrarnos esta medianoche, en la parte posterior del palacio, en
las caballerizas. Hay muchas cosa que debes saber.
Atentamente: Neil>>
Kyra leyó lo escrito en la pequeña nota y una alegría desbordante le recorrió
todo su cuerpo. Tener noticias de su primer amor la llenó de alegría, hacia tanto
tiempo que no lo veía. <<tengo que salir de aquí para verme con Neil. ¿Pero
cómo lo haré? ¿Cómo lograre salir sin ser vista?>> pensaba Kyra mientras releía
la pequeña nota. De pronto su mirada se dirigió de nuevo sobre el estante
donde instantes atrás había tomado el pequeño frasco de la supuesta fragancia.
De entre todos los pequeños frascos que estaban en ese estante, Kyra reconoció
uno, uno en medio de aquellas fragancias y perfumes. Aquel frasquito se lo
había dado la reina Katerin y le había dicho que era para ayudarla a dormir. La
reina vertió dos goticas de ese frasquito en agua y se lo dio a Kyra quien lo
bebió y aquella noche durmió profundamente. En ese momento Kyra supo lo
que tenía que hacer.
Wenceslao II llegó a la habitación a la hora en que siempre llegaba, pero esta vez
diferente a las otras veces Kyra lo estaba esperando. Apenas el heredero al trono
de Moravia entró en la habitación, la joven fue hacia él mientras dejaba caer sus
ropas al suelo quedando desnuda. La joven tomó dos pequeñas copas de vino y
le dio una de ellas al Wenceslao quien la bebió mientras veía el hermoso y bien

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formado cuerpo de la joven, luego la joven empezó a besar al futuro rey quien
se dejó llevar pues esa era la primera vez que Kyra tomaba la iniciativa. Ese tal
vez fue el mejor sexo que Wenceslao II había tenido en mucho tiempo. Un
cansancio y un sueño se apoderaron de futuro rey tanto así que cayó
profundamente dormido. Las cosas habían salido según lo planeado, así que
Kyra se apresuró a vestirse. Después de escoger y ponerse una ropa cómoda,
Kyra esperó cerca de dos horas. Antes de abandonar la habitación, Kyra quiso
cerciorarse que su esposo estuviera dormido y en efecto Wenceslao estaba
profundo, aquellas gotas habían tenido éxito una vez más.
Kyra salió de la habitación. Aquel inmenso palacio que durante el día era
bullicioso y lleno de gente, a esas horas estaba desierto y con un silencio
sepulcral. Kyra bajó las escaleras que la llevaba al primer piso del palacio.
Silenciosa y ágil Kyra caminó a través del palacio. Para sorpresa de Kyra no
había guardias a esa hora. Se dirigió a las caballerizas pasando por corredores
poco iluminados y por el sector de la cocina que estaba también desierta. La
parte más difícil fue cuando tuvo que pasar por los dormitorios de la
mansedumbre. Al final después de muchos minutos por fin estuvo en las
caballerizas, pero aquí a diferencia del palacio si había varios guardias con sus
armaduras y escudos dorados. Kyra tuvo que ser muy cuidadosa para no ser
vista por los guardias en especial de dos de ellos que vigilaban la entrada
principal de las caballerizas. Kyra tuvo que ser paciente y esperar que los dos
guardias se movieran pues estaban parados por el único lugar de acceso a las
caballerizas. Mientras esperaba, Kyra escuchó como uno de los soldados
contaba sus experiencias sexuales con una joven de una casa de diversión. Aquel
guardia se vanagloriaba de la experiencia y ponderaba su rendimiento en el acto,
todo esto mientras el otro guardia reía estruendosamente y no daba crédito a lo
que su amigo le contaba. Por fin después de un buen tiempo de espera, los
guardias se movieron hacia otro lugar dándole vía libre a la entrada de las
caballerizas. Ya dentro de las mismas Kyra no supo a donde ir. Aquel lugar
estaba oscuro y no olía muy bien, aparte que los caballos se pusieron muy
nerviosos al ver a la joven en sus corrales. Kyra siguió avanzando por el lugar
forzando la vista, tratando de ver algo o a alguien en la oscuridad, pero nada. De
pronto una mano salió de la oscuridad y le tapó la boca, Kyra ahogó un grito de
pánico.
-soy yo, no hagas ruido-. Le dijo una voz masculina familiar.
Kyra asintió y el hombre con suavidad retiró la mano de su boca, entonces Kyra
se dio la vuelta y entre la oscuridad del lugar reconoció al hombre.

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-¡eres tú!-. Dijo Kyra con emoción.
Los dos se unieron en un beso apasionado y en un largo y cálido abrazo.
-solo Dios sabe cómo extrañaba tus labios-. Dijo Neil.
Kyra lo besó, se unieron otra vez en un abrazo, entre lágrimas y risas.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?-. Preguntó Kyra después que entraran a uno de
los corrales solitarios de las caballerizas y se sentaran en la paja cálida.
Neil con la tés demacrada y el pelo desarreglado respondió –es una larga
historia-.
-necesitaba tanto tener contacto con alguien conocido, necesitaba saber que
noticias hay de mi familia y de mi gente-.
Neil apenas escuchó las palabras de Kyra bajó la cabeza como símbolo de
tristeza, dijo –lamentablemente las noticias que te traigo no son para nada
buenas-.
-¿de qué hablas? Habla rápido, cuéntamelo todo-. Dijo Kyra un tanto excitada.
-es el rey, él ha…….-. Neil hizo una pausa. No pudo seguir hablando, el dolor
lo invadió, las lágrimas rodaron por las mejillas del muchacho.
Kyra al ver a Neil en ese estado, no comprendía que era lo que estaba pasando.
– ¿mi padre está bien cierto? Por favor dime que mi padre está bien-.
Neil tomó ambas manos de Kyra entre las suyas y dijo en tono apesadumbrado
–debes ser fuerte-.
Kyra sintió que se le revolvía el estómago, sintió un dolor profundo en el
corazón. Supo que algo malo le había pasado a su padre, no pudo evitar que las
lágrimas inundaran sus ojos. Recogió fuerzas y le dijo al joven –cuéntamelo
todo-.
Neil le relató a Kyra con detalles toda la historia de la muerte del rey Teófilo a
manos de Famir. Cuando terminó de escuchar el relato de los labios de Neil,
Kyra no daba crédito a lo que acababa de oír, se negaba a aceptar la idea que su
padre ya no estaba. Recordó la última vez que lo había visto, fue en su boda,
estaba al lado de su madre aparentando una falsa felicidad. Recordó su sonrisa,
una sonrisa franca y cálida, de pronto se le vino a la memoria imágenes de su
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padre decapitado, vio la cabeza de su padre en una pica y los cuervos sacándole
los ojos y alimentándose de su carne, aquella visión fue demasiado y cayó en
desmallo a los brazos de Neil.
-esto no puede ser posible. He estado viviendo en medio de asesinos-. Dijo
Kyra entre lágrimas, después de recuperar el conocimiento. –mi madre. ¿Qué ha
pasado con mi madre y hermanas?-.
Neil respondió –Después que Famir asesinó a nuestro rey avanzó con su
ejército arrasando todo a su paso. Derrotó a nuestras fuerzas en aguaclara y en
rocaverde, solo vivieron aquellos que juraron lealtad a Wenceslao, los otros
fueron asesinados. Después de tomar control de nuestras guarniciones, Famir
con el grueso de su ejército se dirigió hacia ciudad capital-. Hizo una pausa y
siguió –nosotros prevenimos a nuestras reina para que marchara junto con tus
hermanas hacia Rigoly, pero se negó. La idea de ella era quedarse a defender la
ciudad. Al principio resistimos, pero el poderío militar de Famir era demasiado,
al final las defensas de la ciudad cedieron y el ejército de Moravia entró
triunfante en la ciudad. Consientes que la reina corría peligro, salimos de la
ciudad evadiendo a nuestros enemigos, con rumbo al este, cabalgamos por tres
días agotadores hasta que al final fuimos alcanzados por los hombres de Famir,
no…….no pudimos hacer nada para……ella y tus hermanas también murieron-
.
A Kyra ya no le quedaban más lágrimas, todas las había llorado. Ahora entendió
que estaba sola, sola y rodeada de enemigos, como un pobre corderito en medio
de una jauría de lobos hambrientos. Todo lo que recordaba, todas las personas
que había conocido, todo con lo que había crecido de un momento a otro se
había ido, ahora estaba sola, prisionera en un país extraño. Si antes los odiaba
por separarla de su hogar, ahora ese odio era mayor. De nuevo sintió las manos
cálidas de Neil y supo que no estaba del todo sola, lo tenía a él, que podría
sacarla de ahí y llevarla lejos, lejos de todo ese infierno.
-tienes que sacarme de aquí-. Dijo Kyra. –no soporto un minuto más aquí, no
soporto este lugar, el olor me repugna, las personas me fastidian, no resisto un
minuto más aquí, no resisto una caricia más de él, siento asco. Tienes que
sacarme de aquí-.
Neil abrazándola de nuevo le dijo con cariño –Tienes que resistir unos cuantos
días más. Tengo que alistar todo para venir por ti. Junto con varios de los que
logramos escapar de la matanza estamos muy cerca, solo tengo que arreglar unas
cosas y te lo prometo que vendré por ti, te rescataré-.
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-no sé cuántos días más podré resistir. Sabiendo lo que me has contado, no sé si
pueda resistir estar al lado de estas personas. Prométeme que vendrás pronto
por mí-.
-lo prometo-. Dijo Neil dándole un beso en los labios –ahora tienes que volver,
ya has estado mucho tiempo afuera, debemos ser precavidos, no levantar
sospechas-.
Kyra y Neil se despidieron con la esperanza de volverse a ver. Cuando el joven
desapareció, Kyra de nuevo tomo el mismo camino de regreso, esta vez toda
estaba más oscuro y en silencio. Con sigilo y en silencio caminó hacia su
habitación, cuando llegó hasta allí y vio que su esposo aun dormía plácidamente
sintió ganas de tomar venganza. En la oscuridad y sin hacer ruido, Kyra se
metió en la misma cama con el hijo del asesino de su padre, ahora más que
nunca odiaba a aquella familia. Cerró los ojos, le costó trabajo dormirse, la
tristeza la invadía, lloró de nuevo. Todos a los que amaba estaban muertos, su
padre, su madre y sus hermanas, todos con los que había crecido en su país
también, el único que estaba vivo era Neil. Al final durmió y soñó con su padre,
soñó con madre y hermanas, soñó con su país, pero también tuvo un sueño
extraño. En él, Un hombre peleaba contra muchos enemigos que trataban de
hacerle daño a ella, este hombre desconocido derrotaba a todos los enemigos y
le tendía la mano a Kyra para ayudarla a levantarse del suelo. Aquel hombre al
que por más que se esforzara Kyra no le veía el rostro, por último se iba en su
caballo galopando y se perdía en la oscuridad y desaparecía entre las sombras.

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BAKARY

-¿solo los cuatro han regresado?-. Preguntó con sincera franqueza y tristeza el
rey Bakary. -¿Qué ha pasado con los otros dos?-.
Fodge visiblemente cansado y fatigado por la dureza del viaje respondió a su rey
–Buko fue muerto por los sin rostro y Asim no soportó el viaje de regreso y
también murió en la gran barrera gris-.
-los cuatro tenéis que descansar, andad y visitad a vuestras familias, comed,
dormid y mañana os quiero aquí de vuelta para que me contéis todo lo de
vuestro viaje-.
Fodge y los otros asintieron y obedecieron a su rey, se retiraron a sus hogares
para ver de nuevo a sus familias y descansar un poco, aquel viaje había sido muy
agotador tanto físicamente como anímicamente, habían visto caer a dos de sus
compañeros de viaje, ahora debían ir y dar la mala noticia a esas dos familias.
Al día siguiente después de haber compartido con sus familias y haber
descansado y como lo había ordenado su rey, los cuatro hombres se presentaron
ante la presencia de Bakary. Fodge relató con precisión y sin perder ningún
detalle su travesía en las tierras más allá de la gran barrera gris. Bakary escuchaba
atentamente mientras que Fodge hablaba. Fodge habló de la forma en que había
muerto Buko, en como los sin rostro los habían escoltado hacia sus tierras.
Contó acerca de las ciudades y de las gentes que habitaban en ellas. Relató con
lujo de detalles la majestuosidad de K’haram Rabath’a, la ciudad capital de los
hombres sin rostro. Fodge no ahorró detalles para describir la belleza de las
construcciones y de las gentes que en ellas vivían.
Al final cuando Fodge terminó su relato y dio la mala noticia, Bakary se paró de
su trono y resopló decepcionado, dijo –hemos perdió dos hombres y para nada.
El señor de los sin rostro nos ha negado su apoyo. Dos hombres tuvieron que
morir por este viaje que ha sido un fracaso-. Luego se dio la vuelta y miró Fodge
y a los otros tres hombres que aun lucían agotados y les dijo –ustedes y sus
familias serán bien recompensados, al igual que las familias de los caídos-. Luego
miró a uno de sus concejeros, la mano derecha en cuanto a las finanzas se
refería y le dijo –tu encargarte de eso, hazlo rápido-.

140
Los cuatro hombres en cabeza de Fodge se despidieron de su rey y salieron del
salón dejando solo a Bakary junto a su Ademir. –debo pensar. Caminemos-Le
dijo el rey al medioelfo.
-¿Qué opinas de las noticias que han traído los exploradores de las tierras lejanas
del oeste?-. Preguntó Bakary mientras caminaban por el inmenso jardín del
palacio real.
-era de esperarse. Por alguna razón esa gente se ha mantenido alejada por
mucho tiempo de la civilización-. Contestó Ademir. –por otro lado y según lo
ha contado tu explorador, a aquella gente no le interesa en lo más mínimo
marchar con su ejército hacia nosotros y eso en medio de todo es una buena
noticia-.
-¿una buena noticia dices?-.
-sí. Lo es. Los sin rostro dominaron esta tierra muchos siglos atrás, convivieron
con tus antepasados, pelearon con y contra ellos, después de perder y ser
expulsados, conquistaron esas tierras en las que aun hoy viven, a ellos al parecer
no les interesa revivir viejas rencillas, ellos solo están a la espera de su salvador-.
-¿de qué salvador hablas?-.
Ademir respondió –el guerrero dorado, el jinete de dragones o en su lengua
“tendatros”-. Ademir notó el interés de Bakary y siguió hablando –cuando
estaba pequeño mi padre me mostró un antiguo libro de los elfos en el cual
estaban muchos relatos e historias de las antiguas civilizaciones. En uno de esos
relatos se contaba la historia del pueblo de los hombres sin rostro, habían varias
historias de esa gente, pero una en particular me llamó la atención, en ella se
hablaba de una antigua historia que hablaba de una guerra en la cual los ejércitos
de los orcos se enfrentaban en una cruenta batalla en contra de hombres sin
rostro liderados por un guerrero con la armadura dorada y con la cara sin
mascara quien montaba un poderoso dragón dorado. Al final de la guerra, los
sin rostro derrotaron a los orcos, pero no hubo celebraciones ni fiestas pues el
guerrero con la armadura dorada fue muerto. Cuenta la historia que su dragón al
ver que su jinete estaba muerto, desplegó sus alas doradas y emprendió el vuelo
hacia las montañas blancas, aquel dragón nunca jamás fue visto de nuevo. Por
último la historia terminaba con una profecía hecha por los ancianos de los sin
rostro quienes profetizaron el regreso del jinete de dragones. El gran Tendatros
regresaría para guiar a su pueblo a una nueva victoria-.

141
Bakary pareció disfrutar la historia de Ademir. Siguieron caminando por un
momento en silencio, solo se escuchaban los sonidos de las aves en el cielo.
Bakary rompió ese silencio y dijo -¿Qué aconsejáis que hagamos ahora?-.
-seguir nuestros planes tal y como lo habíamos previsto, esto no tiene que
alterar el plan original-. Contestó Ademir.
-tienes razón. Cambiando de tema. ¿Qué noticias tienes del otro lado del mar?-.
Preguntó Bakary
-se dice que Teófilo ha muerto a manos del perro de Wenceslao, su mano
derecha, al que todos llaman Famir. Según me informan, los ejércitos de
Moravia han invadido Britania en donde ya se iza el estandarte Moraviano-.
-es extraño. ¿Qué razones tendría Wenceslao para matar a uno de los suyos?
Según entiendo, Teófilo era muy cercano al rey blanco-.
-las informaciones que llegan desde el otro lado del mar son confusas, unos
hablan que Teófilo fue quien primero desafió a Wenceslao, otros dicen que el
rey muerto de Britania se negó a colaborar con Wenceslao y por eso fue
asesinado. Sea como sea, El ejército de Moravia está preparando un ataque
fulminante en contra del pequeño país Cadelia-.
-¿Qué intereses podría tener Wenceslao con ese país? Según entiendo es solo un
pequeño país al norte-.
Ademir respondió –los planes expansionistas de Wenceslao no tienen límite.
Saravia y Britania están ahora bajo su dominio, solo le falta Cadelia pues se dice
que Thorme rey de Acaria a jurado fidelidad y lealtad a Wenceslao-.
-seguramente es una guerra muy cara. ¿De dónde se financia el rey blanco?-.
Interrogó el rey Negro.
-de las minas. Las viejas minas han sido abiertas de nuevo. Miles de esclavos
trabajan día y noche en ellas en condiciones deplorables, cientos mueren todos
los días pero rápidamente son reemplazados por nuevos esclavos-.
-¿y de donde vienen los nuevos esclavos?-.
-de todos los rincones de la tierra. Mis informantes dicen que hay muchos de tu
raza pero también hay de la mía así como hombres hasta de su propio reino.
Los bandidos, ladrones y delincuentes ya no son enviados a cárceles si no que

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son enviados a las minas. También me informan que se han abierto nuevas
industrias que trabajan día y noche haciendo armas y armaduras para los
soldados de Wenceslao-.
Bakary permaneció en silencio y en su rostro se notaba preocupación por lo que
escuchaba, sabía que si Wenceslao ganaba la guerra contra aquel pequeño país
del norte, sus ojos se dirigirían una vez más hacia las tierras Kalijary. Preguntó -
¿Qué hace a este rey blanco tan poderoso? ¿Que hace a su ejército tan poderoso
y arrasador?-.
-no lo sé. Hay historias que se cuentan y que llegan a los oídos de mis
informantes, historias que hablan de una alianza criminal entre Wenceslao y una
fuerza sobrenatural, una fuerza maligna-.
Bakary miró con extrañeza a Ademir.
Ademir siguió –lo sé, es extraño. Al parecer Wenceslao solo es un títere de una
voluntad maligna muy poderosa-.
-si esas historias son ciertas o no, debemos estar preparados y listos. Que se
acelere la construcción, dale todo lo que los constructores necesiten. Lo más
pronto posible debe estar lista la expansión de nuestro muelle. Debemos estar
listos lo más antes posible-.
-así se hará-. Dijo Ademir haciendo una venia y dejando solo al rey de los
Kalijary.
Bakary se quedó solo en medio de aquel inmenso jardín, se quedó pensativo. De
nuevo le vinieron a la mente las imágenes de su madre y hermanas muertas.
Había jurado vengarse, pero ahora todo parecía más difícil que al comienzo. El
rey blanco era poderoso, tenía un ejército numeroso y arrasador. Las cosas no
pintaban muy bien pero aun así debía cruzar aquel mar, eso era algo que se
había prometido así mismo el día que fue coronado rey y tenía que cumplirlo así
le costara la vida.

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KYRA

Los días siguientes fueron una tortura para Kyra. Ahora que sabía la verdad
odiaba a todos los que la rodeaban, pero en especial al rey Wenceslao. Estar ante
su presencia era realmente insoportable, cada vez que lo veía y que tenía que
estar cerca de él, sentía tanta ira y odio que tenía que hacer un esfuerzo
mayúsculo para no demostrar ningún sentimiento. Todos los días Kyra salía al
mercado con la esperanza que de nuevo Neil le diera un mensaje. Todos los días
visitaba la tienda de la mujer del sur, pero está ultima no le entregaba ningún
mensaje. La desesperación de Kyra creció a tal punto que pensó en que al go
malo le había pasado a Neil. << ¿Y si lo descubrieron? ¿Y si le han hecho algo
malo?>>. Aquellas preguntan rondaban en la cabeza de una angustiada Kyra.
Otro día despuntaba y como era costumbre Kyra muy temprano dejó el palacio
y camino hasta el mercado. Legó a la tienda de la mujer del sur y esta vez,
contrario a los días pasados, la mujer del velo en el pelo le ofreció una botellita
de esencias naturales que la futura reina recibió y pagó con unas monedas de sus
bolsillos. Ante la atenta mirada de sus guardias, Kyra siguió recorriendo aquel
mercado para no levantar sospechas, se tuvo que aguantar el deseo de romper
ahí mismo el frasquito para enterarse del mensaje de Neil. Cuando regresó a su
habitación de nuevo después de su paseo por el mercado, la joven no soporto
más la angustia y procedió a romper el frasquillo. En él, de nuevo había una
pequeña nota escrita por Neil, pues Kyra reconoció la letra.
<<todo está listo para la huida: esta noche en el mismo lugar>>.
Kyra sintió una felicidad desbordante al leer aquella pequeña nota. Estaba muy
cerca de irse de aquel lugar tan espantoso, por fin estaría lejos de aquella gente
que odiaba tanto y lo más importante estaría cerca de su amor. La chica oró para
que la noche llegara rápido y así poder irse lejos de ese lugar. Por el momento
solo debía ser paciente y esperar.
En la tarde, a medida que la luz del sol menguaba, aumentaba la angustia de
Kyra; en pocas horas escaparía lejos de aquella ciudad, dejando tan malos
recuerdos y malos momentos. Alguien tocó la puerta de su habitación, sacando
a la joven del letargo.
-siga-. Dijo Kyra.

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-perdóneme molestarla mi señora, pero el rey Wenceslao y su esposo requieren
de su presencia-. Dijo un guardia después de abrir la puerta.
Kyra de inmediato salió de la habitación escoltada por el guardia, se dirigió al
salón principal. Cuando llegó allí, la estaban esperando Wenceslao quien estaba
sentado en su trono, estaba también su esposo Wenceslao II quien como
siempre tenía una mirada fría y calculadora y por ultimo también estaba Vigo
Moras, uno de los más cercanos al rey.
-los guardias me dicen que en los últimos días sales mucho al mercado. ¿Se
puede saber porque?-. Preguntó el rey.
La joven tranquila respondió –no me gusta estar encerrada en este palacio, solo
salgo a caminar un poco y a ver las mercancías de los comerciantes-.
-¿y entre la mercancía que ves hay algo que te llame la atención?-. Pregunto de
nuevo Wenceslao.
-hay muchas cosas interesantes que traen los mercaderes-. Contestó Kyra.
-sí, es cierto. Este mercado es conocido por su variedad de productos. Quiero
que contestes otra pregunta. ¿Qué hay de la mujer del sur, aquella que vende
fragancias y esencias? Mis hombres me dicen que has hecho una amistad con
ella-. Insistió el rey
<<maldita sea. ¿Será posible que se hayan enterado?>>. Pensó Kyra viendo las
miradas escrutadoras de los presentes. Fingió tranquilidad y contestó –esa mujer
es solo otra comerciante más que me vende buenas fragancias-. La futura reina
hizo una pausa y siguió –no entiendo a qué se debe este interrogatorio, me
siento como si me estuvieran juzgando. ¿Pasa algo malo?-.
El rey Wenceslao hiso una mueca, seguida de risas irónicas de los presentes, dijo
–vamos a ver, niña-. Luego se paró de su silla y le dijo a Kyra –sígueme, tengo
algo que quiero que veas-.
En efecto Wenceslao salió del salón y tras el salieron, Kyra, Su esposo, Vigo
Moras y tres de los guardias. Wenceslao dejo atrás los pasillos, salones y jardines
y se dirigió hacia los calabozos que eran la parte más fea de aquel palacio.
Mientras seguía al rey, Kyra pensaba en el motivo por el cual Wenceslao
caminaba hacia donde estaban recluidos los criminales más peligrosos del reino.
Al llegar a las mazmorras el rey fue recibido por un par de guardias, al entrar
uno de ellos tomó de la pared una antorcha y guio al rey y a los que lo
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acompañaban por un pasillo oscuro. Aquel lugar era tétrico, olía a mil demonios
y estaba en la más absoluta penumbra. <<Pobre el que este recluido aquí>>
pensó Kyra. Para sorpresa de ella todas las celdas inmundas estaban vacías.
Todos siguieron caminando detrás del guardia que iluminaba con la antorcha
hasta que llegaron al final de las celdas, allí el guardia le dijo al rey –ya hemos
llegado su majestad-.
Luego dejó la antorcha en la pared y procedió a abrir la puerta de la habitación.
Esta habitación olía peor que las celdas, era una habitación pequeña, solo había
lugar para una mesa de tamaño regular y sobre ella habían diferentes
instrumentos que Kyra no reconocía, por supuesto lo demás si sabían para que
servían aquellos instrumentos, eran armas de tortura. En el centro de la
habitación, con las manos en lo alto atadas de cadenas estaba un hombre, el cual
estaba totalmente desnudo con varias heridas de las cuales la sangre aun fresca
cubría la piel del hombre. Este hombre tenía sobre la cabeza una capucha negra
que impedía que se le viera el rostro.
Kyra ante aquel espectáculo tan horroroso le dijo al rey -¿para qué me ha traído
hasta aquí? ¿Por qué me está mostrando esto?-.
Wenceslao respondió –ya lo verá-. Inmediatamente después le dio la orden a
uno de los guardias y este procedió a quitarle la capucha de la cabeza al hombre
torturado.

Al principio la chica no reconoció al hombre que estaba prisionero en aquella


habitación, tenía la cara tan magullada por los golpes recibidos que a Kyra se le
hizo imposible reconocerlo, además en aquella habitación había poca luz lo que
dificultaba aún más la posibilidad que reconociera a aquel hombre.
-no entiendo porque me muestra a este hombre. ¿Qué tiene que ver conmigo?-.
Dijo Kyra, espantada por cómo habían torturado a aquel hombre.
Wenceslao II que hasta ese momento se había mantenido callado, habló y dijo -
¿así que aún no lo reconoces?-. Le hizo una señal a uno de los guardias.

El guardia acercó una de las lámparas de aceite al hombre. En ese momento, en


el que gracias a la luz de la lámpara, Kyra vio el rostro del hombre, entre los
moretones, la hinchazón y la sangre, reconoció de quien se trataba. – ¡que te han
hecho!-. Gritó conmocionada. Trató de acercarse a donde estaba Neil pero los
guardias se lo impidieron sujetándola. Neil trató de hablar, de decirle algo, pero

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los golpes que le habían dado en la boca, hicieron que le fuera imposible
hacerlo. Kyra no pudo retener las lágrimas al ver a su primer amor, maltratado
de tan salvaje manera, ahora que sabía que era Neil, pudo apreciar lo grave de
los golpes que le habían dado. Con odio le gritó al rey a su esposo -¡malditos
sean, malditos! Juro por Dios que algún día me vengaré-.
-ahórrate tus amenazas, perra-. Le dijo Wenceslao II después de darle una fuerte
cachetada, tan fuerte que si no fuera sido porque Kyra estaba sujetada por los
dos guardias, la hubiera mandado al piso. Luego le agarró el rostro con violencia
y le dijo – ¿te atrevías a engañarme, puta? Pues ahora sufrirás las consecuencias-.
Kyra soltó un escupitajo que cayó en la mejilla de su esposo quien de nuevo le
dio otra cachetada, esta vez más fuerte que la anterior. Después de nuevo le
cogió el rostro y le dijo –ahora mira lo que le pasará a tu amante-. En ese
momento hizo un ademan que uno de los guardias entendió. El guardia sacó de
su cintura un cuchillo y rebanó el cuello del indefenso Neil. Kyra gritó y trató de
zafarse de los guardias, pero le fue imposible, vio como la sangre le brotaba del
cuello de Neil a chorros, vio como el cuerpo de Neil se sacudía de forma
antinatural y al final vio cómo se quedaba inmóvil mientras que aun la sangre
emanaba por la herida del cuello bajándole por todo el cuerpo hasta caer al piso
en donde se hiso un charco.
-esto es lo que le pasa a los que osan traicionarme a mí o a alguno de mi casa-.
Dijo el rey acercándose a su nuera.
Pero Kyra no escucho nada de lo que el rey dijo, estaba catatónica; ver morir así
a aquel joven que le había dado su primer beso, fue demasiado para ella quien
tampoco escucho cuando el rey dijo –lleváosla de aquí. Llevadla a su habitación,
que esté vigilada las 24 horas del día, que no salga de su habitación y que nadie
la visite sin mi autorización-.
En ese momento Vigo Moras que había presenciado aquel espectáculo sin decir
palabra alguna y sin demostrar ninguna emoción se adelantó y dijo –
permítamelo y yo la llevo, su majestad-.
Al rey le pareció buena idea porque hizo una mueca de satisfacción. Vigo y Kyra
salieron de aquella horrible habitación dejando atrás el cuerpo sin vida de Neil.
La joven princesa quiso volverse y darle una última mirada a su amor, pero no
pudo hacerlo, no quería recordar a Neil de aquella manera tan espantosa.
Prefería recordarlo de otra manera. Prefería recordar los buenos momentos, su
primer beso en aquel juego infantil, sus paseos por los pastizales altos y las

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noches mirando las estrellas en caño cristales. Rápidamente estuvieron fuera de
las mazmorras. Kyra era conducida tomada fuertemente por el brazo por aquel
hombre que había visto solo un par de veces. Aquel hombre la condujo a través
del palacio cruzando salones, habitaciones, pasillos y jardines.
En un momento Kyra salió del aturdimiento de la situación y se dio cuenta que
aquel no era el camino hacia su habitación, aquel hombre la estaba llevando a
otra parte. Reunió fuerzas y preguntó -¿A dónde me lleva? Mi habitación está
hacia la otra dirección-.
El hombre que sujetaba con fuerza el brazo de Kyra y que caminaba con
premura le respondió sin ni siquiera mirarla –no pregunte nada y camine rápido-
.
Kyra no tuvo más remedio que callarse y seguir a aquel hombre. Para su
sorpresa, aquel caballero la condujo hasta las caballerizas en donde a esas alturas
del día habían varios trabajadores limpiando el lugar, otros estaban alimentando
a los caballos y otros atendían las monturas. En ese momento Vigo soltó el
brazo de la joven y le dijo –actúe normal-.
Vigo y Kyra pasaron por entre los trabajadores quienes los saludaron. Cuando
llegaron a una de las caballerizas, un paje los recibió, al parecer era conocido de
Vigo porque lo saludó efusivamente. En el interior de la caballeriza el paje
previamente había preparado dos caballos que estaban listos para montar.

Vigo montó uno de ellos, un ejemplar robusto y hermoso de pura sangre, luego,
cuando estuvo listo le dijo a Kyra –rápido-. Tome ese caballo-.
La muchacha que no entendía nada dijo -¿por qué. A donde me lleva?-.
-no haga tantas preguntas y apresúrese. Cuando se enteren que no la he llevado
a su habitación empezaran a buscarnos. Cuanto más tiempo perdamos en
preguntas más posibilidades les damos de atraparnos. ¡Vamos! ¡Suba a su
caballo!-.
El paje le tendió la mano a Kyra para ayudarla a subir, ella aun conmocionada
pues no entendía nada, aceptó la ayuda y subió a su caballo. Cuando estuvo
encima de la bestia, el paje le pasó un abrigo negro y le dijo –póngaselo, mi
señora, así los guardias no sospecharan de usted y los dejaran pasar-.
En efecto Kyra se puso el abrigo y entonces Vigo se despidió de su paje y salió
de las caballerizas a buen paso, seguido muy de cerca por una Kyra atónita. Los
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dos jinetes pasaron por entre los guardias sin llamar la atención puesto que
todos conocían a Vigo Moras, así que nadie sospechó nada. Ambos salieron del
palacio y se dirigieron a la salida norte de la ciudad que era la zona menos
congestionada y podían avanzar de prisa y sin muchos obstáculos. Cua ndo
llegaron a esa salida de la ciudad fueron detenidos por los guardias del peaje,
pero cuando vieron que se trataba de Vigo Moras lo dejaron pasar sin hacer
muchas preguntas y sin fijarse demasiado en su acompañante.
Después de pasar dicho peaje, ya estaban fuera de los límites de la ciudad así
que Vigo le dijo a Kyra –el peligro inmediato ha pasado, pero ahora debemos
cabalgar más deprisa, debemos alejarnos de este lugar lo más rápido posible. No
tardaran mucho en darse cuenta de lo que he hecho-. La princesa no dijo nada
solo escuchó atenta lo que aquel caballero decía. Vigo por su parte, al ver la cara
de desconcierto de Kyra le dijo –no se preocupe, ya llegará la oportunidad de
contestar todas sus preguntas. Por el momento le pido que confíe en mí.
Debemos cabalgar con rapidez-.
En ese momento Kyra supo que no tenía más remedio que confiar en aquel
hombre. De todas maneras la había sacado de aquel lugar. En su interior se
preguntaba que intenciones tenía aquel caballero para haber hecho lo que hiso,
pero entendió que como él lo había dicho, ya llegaría el momento de tener
respuestas a sus preguntas, así que asintió y azuzó a su caballo. Vigo y Kyra
cabalgaron raudos dejando atrás la ciudad de Bastia y con ella los malos
momentos vividos por Kyra.

149
GRINDAL

El mago necesitaba respuestas y sabía exactamente dónde encontrarlas, así que


con su fiel amigo y ayudante, Blas, salió de Portmun y tomó camino hacia el
norte, hacia Gend, en aquella ciudad estaban las respuestas que el mago estaba
esperando. Gend estaba a más de siete días de viaje al norte así que Grindal y
Blas cabalgaron a buen paso. Pasaron por varias de las ciudades norteñas como
Everet, calidonia y Solum donde finalmente se detuvieron un poco más de
tiempo para descansar y para tomar provisiones, pues Solum era la última
ciudad antes de Llegar a Gend. Solum era la ciudad más grande del norte, un
gran centro de comercio de telas, pieles y otros artículos comerciales pero
también de animales. Esta ciudad bajo el dominio del rey Throme era prospera y
activa con una economía fuerte. Grindal y Blas llegaron a aquella ciudad, allí
pasaron desapercibidos, se mesclaron entre la multitud y trataron de no llamar la
atención. Llegaron a una posada que tenía buen aspecto y fueron muy bien
atendidos, les dieron una buena habitación y también una buena comida, rica y
caliente. Sus caballos fueron llevados a los establos y fueron bien alimentados.
Después de cenar la deliciosa comida servida, Grindal y Blas se retiraron del
comedor hacia su habitación. Aquella era una pieza humilde pero acogedora,
con un par de camas cómodas. Había un armario para que los visitantes
guardaran sus ropas y una mesita de noche en medio de las dos camas y sobre
ella una lámpara de aceite que iluminaba muy bien el lugar. Grindal y blas,
cansados por el viaje se metieron rápidamente en sus camas, debían recuperar
sus fuerzas porque lo que les esperaba eran tres días de viaje al norte, esta vez
por un camino más peligroso, difícil y solitario. Grindal apagó la lámpara de
aceite y la habitación quedó en la penumbra absoluta, tan solo un pequeño rayo
de luz de la luna se filtraba por las ventanas de madera de la habitación.
-¿Gend aún está muy lejos de aquí?-. Preguntó Blas.
-a tres días de camino. Por eso debemos permanecer en esta ciudad un par de
días más, para que los caballos descansen. Pero debemos tratar de no llama r la
atención. En esta parte de este reino hay muchos oídos y ojos indiscretos-.
-¿usted cree que en Gend encontrará las respuestas que busca?-. Insistió Blas.
-eso espero. Ahora duerme, debemos recargar fuerzas-.

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-Buenas noches-. Dijo Blas.
-Buenas noches-. Contestó Grindal. <<ojala en Gend estén las respuestas que
necesito>> pensó el mago. Cerró los ojos e intentó dormir pese que había
mucho ruido proveniente de las demás habitaciones.
Unos sonidos fuertes golpeaban la puerta, eran unos sonidos sin pausa, la
persona que estuviera tocando la puerta de aquella habitación estaba apurada.
Grindal y Blas se despertaron aturdidos y confundidos por los golpes en la
puerta.
-¿Quién podrá ser a estas horas de la noche?-. Preguntó en voz baja Blas.
-no lo sé, pero debemos estar preparados para cualquier cosa-. Respondió el
mago también bajando la voz.
Blas entonces desenvainó su espada y se hizo a un lado de la puerta. Grindal
entonces quitó el cerrojo de la misma y la abrió. Con una rapidez asombrosa el
mago tomó del cuello a la persona que estaba golpeando la madera y lo entró a
la habitación cerrando a sus espaldas la puerta. De inmediato Blas puso su
espada filosa en el cuello del hombre.
-¿quién eres y que es lo que buscas aquí?-. Preguntó Grindal.
-te busco a ti, mi amigo-. Respondió el hombre.
Grindal de inmediato reconoció la voz, se dirigió a la mesita de noche y
encendió la lámpara. Cuando la luz llegó a la cara del hombre Grindal dijo -
¿Heresin eres tú? ¿Qué haces aquí?-.
-es una larga historia, Grindal-. Dijo Heresin visiblemente cansado.
-ven siéntate. Luces agotado viejo amigo-. Le convidó Grindal. Luego sirvió en
una copa un poco de vino tinto y se la dio al otro mago quien la tomó con
desesperación.
-sírveme otro poco más-. Pidió Heresin.
Grindal le sirvió de nuevo otro tanto de vino.
-soy portador de malas noticias, Grindal mi amigo-. Dijo Heresin antes de tomar
el último sorbo de vino de la copa. –un poder maligno y poderoso se ha
desatado en el mundo-.
151
Grindal miró a su amigo, lo vio demacrado y cansado, respiraba con fatiga como
si hubiera estado huyendo de alguien o de algo, le dijo –cuéntamelo todo,
amigo. Pero primero, ¿Cómo supiste que estaba aquí?-.
Heresin que era un hombre de apariencia mayor, llevaba una túnica purpura,
sobre el pecho tenía terciado una pequeña tula. Tenía un rostro fino y alargado
cubierto por una espesa y oscura barba, el color de los ojos era de un café
oscuro y sobre la cabeza llevaba un sombrero bastante grande que terminaba en
punta. El viejo mago se dirigió hasta la ventana, la abrió, dio un vistazo rápido
afuera, cerró de nuevo la ventana por la que entró una corriente de viento que
hizo bailar la lámpara y volvió a hablar –fui hasta Portmun y me enteré que
tomaste el camino del norte, así que te he seguido la pista desde entonces.
Como que esta la última ciudad antes de Gend supe que aquí pararías a
descansar así que cabalgue de prisa antes de que partieras de nuevo al norte-. El
viejo mago hiso una pausa para tomar otro sorbo de vino y siguió -¿Por qué te
diriges al norte, Grindal?-.
-esa es otra historia que después te contaré. Por lo pronto dime, ¿porque me
buscas?-.
-me temo que Rakiun, Nikeloid y Shasan están muertos-. Respondió Heresin.
La noticia le cayó a Grindal como un baldado de agua fría. <<No es posible que
mis hermanos estén muertos>> meditó Grindal. -¿Cómo ha pasado?-.
Preguntó.
-Espectros, espectros del bajo astral, espectros malignos, Grindal-.
-¿espectros dices?-.
-hace unos días mandé unos cuervos hacia las tierras donde habitan mis
hermanos con el fin de tener noticias de ellos. Todos los cuervos regresaron y
no traían noticia alguna. Me preocupé, Grindal. Esa era la primera vez que no
tenía respuesta, así que comencé a investigar y fue allí donde me enteré de las
trágicas noticias. Nuestros tres hermanos estaban muertos-.

-¿pero porque hablas de espectros?-.


-un poder maligno crece de nuevo en la fortaleza del valle muerto. Cientos de
orcos llegan a esa maldita tierra todos los días, están contestando al llamado de
su señor oscuro. Este poder maligno ha invocado desde las profundidades del
inframundo a estos espectros y les ha dado una misión, perseguirnos y
152
matarnos. Son muchas las historias que se cuentan acerca de estos espectros,
según dicen son tres que andan en caballos temibles que cabalgan como el
viento, cabalgan de día y de noche, no sienten frio ni calor, no se detiene ni a
comer ni a beber. Estos espectros fueron avistados muy cerca de donde Vivian
nuestros hermanos y que luego fueron encontrados muertos-.
-la gente inventa muchas historias. Quizá los asesinos no son más que bandidos
humanos-. Replicó Grindal.
Heresin dijo de nuevo –no. Yo mismo he estado en la escena del crimen donde
fue asesinado Shasan. No me cabe duda alguna que los asesinos no son simples
hombres, es algo más, algo maligno. Si tu hubieras visto el cadáver de nuestro
hermano estarías de acuerdo conmigo, no solo se conformaron con matarlo si
no que se divirtieron con su cuerpo, lo mutilaron horriblemente y por lo que
supe los otros dos cuerpos están de la misma manera-.
-¿Qué sabes de Akara y Kashya?-. Preguntó Grindal.
-me temo que Akara ha sufrido el mismo destino de nuestros hermanos. De
Kashya no tengo noticias. Tu sabes que desde hace mucho a vivido con los
hombres de las montaña. Confío que los salvajes la protejan-.
-¿alguna noticia de Andariel? Si dices que estos espectros nos están persiguiendo
y matándonos uno a uno lo lógico sería que también atacaran a Andariel que es
la más poderosa de nosotros-. Expresó Grindal.
-tu sabes que los cuervos no vuelan hasta tan lejos. Así que no he tenido noticias
de la torre de las sombras-.
-ahora que me he enterado de las malas noticias, me doy cuenta que todo
concuerda-. Dijo Grindal meditabundo.
Heresin preguntó -¿Qué es lo que concuerda?-.
Grindal le narró al otro mago los hechos ocurridos. Le contó de la joven Dakiri
y su profecía. Por ultimo le mostró lo que había logrado traducir. Heresin leyó y
no pudo creer lo que leía con sus ojos. Por ultimo después de leer y releer dijo –
tienes razón, esto concuerda-.
-lo sé. Por eso me dirijo hacia Gend. En los libros sagrados tengo que hallar la
respuesta a todo esto-. Respondió Grindal.

153
-entonces debes partir rápido, mi amigo. Esos espectros seguramente nos
buscaran y no pararan hasta encontrarnos. Mientras más tiempo estemos aquí
más peligroso será-. Dijo Heresin.
Grindal miró a Blas y le dijo –creo que tenemos que adelantar nuestro viaje al
norte. Debemos partir apenas amanezca-. Blas asintió. Grindal de nuevo se
dirigió a Heresin –tu, mi amigo, tienes ahora otra misión-.
-entiendo a qué te refieres-. Dijo Heresin asintiendo.
-no podemos permitir que le pase algo a Andariel, tienes que ir y prevenirla,
pero debes tener cuidado, debes viajar rápido, aquellos monstruos no deben
llegar antes que tú a la torre de las sombras si así lo hicieran Andariel correría un
gran peligro, no debemos permitir que eso ocurra-. Le dijo Grindal poniéndole
la mano en el hombro.
Heresin también le puso la mano en el hombro y le dijo –tú también debes de
cuidarte mi amigo. El camino hacia Gend es traicionero y peligroso, debes de
viajar con cuidado-.
-lo hare. Por lo pronto debemos descansar. Muy temprano en la mañana tanto
tu como yo partiremos-.
En efecto, los magos y Blas se acostaron a descansar pero fue poco lo que
Grindal pudo dormir, la preocupación lo carcomía. Si aquello de los espectros
era cierto, el poder maligno del que hablaba Heresin debía ser un poder enorme
porque solo un alto hechicero, un nigromante de las artes oscuras podía
convocar a esos seres inanimados. << ¿Quién puede ser ese hechicero? ¿Quién
en este mundo tiene un poder tan grande y maligno? ¿Será que Drago ha
regresado tal y como lo profetizó?>> estas preguntas atormentaban la cabeza de
Grindal. El mago blanco tenía malos presentimientos de todo esto, lo único que
lo animaba era que Andariel era muy poderosa y podía enfrentarse a cualquier
discípulo del mal, junto a ella podían derrotar a aquel nigromante del valle
muerto.
La mañana llegó y con ella la lluvia fría. Los magos se despidieron antes de
tomar rumbos diferentes. Grindal y Blas se dirigieron al norte por el camino que
lleva a Gend mientras que Heresin tomó camino hacia el sur y luego debía
doblar al noroeste, su destino, la torre de las sombras, el hogar de la hechicera
más poderosa de todas, Andariel.

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KYRA

Vigo Moras y Kyra cabalgaban por un camino empantanado a causa de la lluvia


que caía. El caballero le había dado su capa a la joven así que iba emparamado
de pies a cabeza. Pero nada parecía impacientar a aquel hombre. El caballero
decidió que debían ir por caminos alternos y no por caminos principales, todo
esto para entorpecer un poco las labores de búsqueda que seguramente los
hombres de Wenceslao estaban haciendo. Los caminos que habían tomado eran
descuidados y en algunos lugares peligrosos, eran estrechos y las horas que
habían cabalgado no se cruzaron con nadie. El caballero se quitó su armadura y
la había tirado al bosque, según él, en aquellos bosques proliferaban las guerrillas
de medioelfos y no quería llamar la atención de ellos, si sabían que era un
caballero del propio rey, lo tomarían prisionero o aun peor. Así que tan solo se
quedó con una ropa humilde, eso sí, dejo su espada, un ejemplar hermoso,
adornada en la empuñadura de una joya preciosa, aquella espada era lo único
que tenía para defenderse si los medioelfos atacaban.
Kyra cabalgaba en silencio, la lluvia era fuerte así que el caballo iba a un ritmo
bajo, con cada pisada levantaba barro. En todo el recorrido no habían
encontrado ni una sola casa, ni un solo sitio para descansar y darles descanso a
los caballos. A pesar de la lluvia la chica se decidió a hablar y le dijo al caballero
-¿ahora si me va a decir porque decidió a ayudarme?-.
El hombre no parecía tener muchas ganas de hablar así que permaneció en
silencio recibiendo sobre su rostro el agua que caía. Kyra no insistió. Pasó un
tiempo hasta que por fin la lluvia disminuyó, ahora solo caía una tenue llovizna.
Por fin después de mucho cabalgar divisaron un pequeño pueblo.
-aquí no se pueden enterar de quienes somos ni del porque estamos aquí, no
deben saber nuestros nombres, así que pregunten lo que pregunten no debemos
decirles nada, para ellos solo debemos ser unos viajeros que vamos de paso-.
Habló el caballero Vigo.
Kyra asintió. Vigo y la joven entraron y se encontraron con un pueblo humilde y
muy pequeño, por sus calles embarradas vagaban varios perros flacuchos que
tiritaban de frio y varios niños que jugaban entre ellos con el barro. Nadie les
prestó atención a los dos, así que siguieron hasta una casa. Allí Vigo desmontó y
Kyra lo imitó. Ataron los caballos y entraron al lugar que era una especie de

155
posada de paso. Al entrar se encontraron que no eran los únicos que
necesitaban un refugio para descansar o para protegerse de la lluvia. El lugar
estaba abarrotado con gentes de toda calaña, lo bueno fue que pocos advirtieron
la presencia de la chica y de Vigo. Los dos hallaron donde sentarse y esperaron a
ser atendidos.
Una joven bastante bonita se dirigió a donde estaban sentados y les preguntó -
¿desean algo de comer o beber?-.
Vigo y Kyra escucharon atentamente el menú que la muchacha les relataba y al
final pidieron una sopa de almejas y una jarra de vino caliente. La muchacha se
retiró y se dirigió hacia la cocina no sin antes recibir varios piropos de mal gusto
de los hombres que allí estaban, inclusive uno de ellos que estaba bastante
tomado, le mandó la mano al culo bien formado de la joven, al momento la
muchacha reaccionó y le dio un fuerte golpe que hizo al borracho tambalearse y
caer al piso en medio de las risotadas de los presentes. Mientras esperaba por su
orden, Vigo no paraba de mirar alrededor, se veía que estaba nervioso y
prevenido. Siempre que se abría la puerta de la posada y entraba alguien, se
mandaba la mano a la empuñadura de su espada, después de ver que no era
nadie de peligro volvía y se calmaba un poco. Por fortuna nadie en la posada
parecía estar interesados en el hombre y la bella joven. Después de un momento
la joven volvió con la orden. Vigo y Kyra comieron con gusto la comida
servida pues estaban agotados y hambrientos, a final bebieron el vino caliente y
sintieron que recuperaban un poco las fuerzas y lo necesitaban pues el camino
que tenían por delante era agotador. Los prófugos se relajaron un poco después
de comer, ahora escuchaban a un bardo que amenizaba la estancia con sus
canciones. Después de reposar un poco y de pagar la comida, el caballero y Kyra
salieron de la posada, debían seguir, no debían perder más tiempo. Si bien
habían tomado caminos alternos y por la lluvia a los perseguidores les quedaba
difícil seguir sus huellas, el ejército de Moravia era conocido por tener a
expertos exploradores y seguidores de huellas. Afuera de la posada estaban sus
caballos a quienes también los encargados los habían alimentado. De nuevo
Vigo sacó varias monedas y pagó por los servicios prestados a los encargados de
alimentar a los caballos, subieron a los mismos y de nuevo tomaron el camino,
dejando el pequeño pueblo atrás. Ahora una vez más se internaban en caminos
peligrosos y solitarios. La luz del día se agotaba, si bien la lluvia había cesado,
aquella iba a ser una noche fría. Era la segunda noche desde su escape de Bastia.
La primera la pasaron a la sombra de un gran árbol de grandes ramas que los
protegían de la llovizna suave. En esa primera noche Kyra durmió tan solo un
par de horas cuando fue despertada por el caballero con la orden se seguir

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adelante, según lo vio Kyra, Vigo Moras no había dormido ni un solo minuto. Si
bien la lluvia no caía más, el suelo aún estaba con charcos y embarrado, en
algunos lugares los barrizales eran tan peligrosos que debían descender de los
caballos y llevarlos cogidos por las riendas y tratar de pasar con mucho cuidado.
Aquella noche iba a ser una noche fría. Apenas la luz del día se agotó la noche
trajo un viento frio. En el cielo, ni una sola estrella iluminaba la noche y las
nubes no dejaban pasar la luz de la luna, así que la oscuridad a medida que
avanzaba la noche, era mayor, lo que dificultaba cabalgar a buen ritmo pues era
difícil en la oscuridad seguir el camino. Para fortuna de Vigo y Kyra, se
encontraron con un buen lugar para descansar por esa noche. Aquella era una
formación natural, una cueva al pie de un barranco. Si bien estaba húmeda, el
caballero después de ayudar a bajar del caballo a la chica, tendió en el suelo una
manta e hizo sentar a la joven allí, mientras el, amarraba a los caballos cerca
donde había pasto para que comieran.
Al volver el caballero traía unos cuantos troncos secos, dándole una sonrisa a la
joven le dijo –tuve suerte de encontrar estos troncos secos, con ellos podemos
hacer una hoguera para calentarnos-.
Kyra se dio cuenta que aquella era la primera vez que el caballero le sonreía así
que se vio obligada, a pesar de frio, a devolverle la sonrisa. Le dijo –anoche
usted me dijo que era peligroso hacer una hoguera, que nos podían ver-.
-sí, lo dije, pero era porque aun estábamos muy cerca de nuestros perseguidores,
ahora, como ve, creo que ya le hemos sacado una buena distancia, seguramente
tardaran varios días antes que den con nuestras huellas y nos puedan seguir y
para ese entonces ya estaremos lejos de aquí, lejos de todo peligro-. Le volvió a
sonreír. –además la noche es fría y debemos mantenernos calientes-.
El caballero hizo fuego rápidamente, cosa que sorprendió a Kyra y en un par de
minutos ya estaba aquella pequeña hoguera encendida dando calor a los dos.
En la noche tan solo se escuchaban el crujir de la leña siendo consumida y los
sonidos de los animales del bosque, pero los dos estaban en silencio, silencio
que fue interrumpido por Vigo quien dijo –creo que ha llegado el momento de
contestar todas sus preguntas-.
Kyra miró al caballero y le preguntó -¿Por qué me ayudó a escapar de Bastia?
¿Por qué arriesga su vida por mí, que no soy más que una desconocida para
usted?-.

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Vigo Moras mirando hacia la oscuridad de la noche le respondió diciendo –
primero que nada debo decirle que no tuve nada que ver y que nunca estuve de
acuerdo con el asesinato de su padre y menos con el de su madre y hermanas-.
El caballero hizo una pausa y siguió –mi rey se ha vuelto un monstruo. Este no
es el rey que mi padre admiró, sirvió y peleó tantas batallas junto a el-.
Kyra tan solo escuchaba mientras se frotaba las manos muy cerca al fuego.
El caballero se le acercó y le puso una manta encima para ayudarla a retener el
calor y luchar con el frio que a esas alturas de la noche se hacía sentir. –mi padre
fue un caballero como yo. Toda su vida sirvió al rey, siempre lo obedeció y se
preocupó por cumplir con sus deseos. De pequeño siempre me decía que no
hay mayor honor que luchar por tu rey y si es necesario, dar la vida por él, me lo
dijo hasta el día de su muerte. Y hasta hace algún tiempo también pensé así.
Pero ahora todo ha cambiado, he visto y he sido testigo de cosas que no me
hacen sentir orgulloso-. Se notaba dolor en las palabras del caballero. Kyra
seguía en silencio, escuchando lo que el hombre decía. –a diferencia de otras
épocas en donde el rey se rodeaba de gente honorable, ahora quienes rodean al
rey son asesinos, hombres sin honor ni lealtad, hombres peligrosos, hombres
como Famir, el que mató a tu padre, a tu madre y hermanas y que ahora
comanda los ejércitos de Moravia-.
<<Famir. Nunca me olvidare de ese nombre>> pensó Kyra. – ¿pero porque
arriesgar su vida para salvarme?-. Preguntó.
-no solo la estoy salvando a usted, también me estoy salvando a mí-, Respondió
el caballero –de aquel rey que una vez jure defender y proteger no queda nada,
ahora es un tirano sin corazón. Quiero salvarme de el-.
-¿y qué hay de su familia?-Preguntó la chica.
-mi padre y madre murieron-.
-¿y tiene esposa o hijos?-.
-una vez estuve casado, pero ella murió y no me pudo dar hijos-. Respondió con
tristeza Vigo.
Kyra notó la tristeza del hombre así que cambió de tema –muy seguramente
Wenceslao ha desplegado a sus hombres para buscarnos. ¿A dónde nos
dirigimos entonces?-.

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-iremos hacia el norte. Hacia Pridelia. Hasta allí la acompañaré-.
-¿Qué quiere decir con que hasta allí me acompañará?-.
Vigo contestó –desde esa ciudad nos toca separarnos. Lo más sensato será que
usted trate de buscar refugio en Cadelia, estoy seguro que la reina Ana apenas se
entere de quién es usted, le dará refugio y protección, pero debe ser cuidadosa y
no llamar la atención. Entre menos sepan quién es usted más segura estará.-
-¿pero cómo voy a llegar a Rivadavia sola?-.
-no se preocupe por eso. Tengo algunos contactos y conocidos en Pridelia.
Estoy seguro que podre infiltrarla entre los grupos de mercaderes y los
convoyes de provisiones que viajan al reino del norte-. El Caballero tenía
seguridad en lo que decía, así que la joven se tranquilizó. Parecía que el hombre
tenía todo muy bien planeado. Vigo continuó hablando –no le voy a mentir, el
camino hacia Rivadavia es peligroso. Seguramente todas las vías están
fuertemente vigiladas por los hombres de Wenceslao, recuerde que ese pequeño
país del norte está a punto de entrar en guerra con el sur, así que debe ser
cuidadosa y no llamar la atención. Si hace eso llegará segura a Rivadavia-.
Kyra preguntó pues no le gustaba la idea de separarse de aquel caballero y viajar
sola -¿y usted, a donde irá después de Pridelia?-.
-al este. Mis antepasados son de las tierras orientales. Ahora muchos de los míos
viven en las montañas. Ellos también están en guerra en contra de Thorme el
usurpador. Es allá donde me dirigiré-.
Kyra guardó silencio pues no tenía ya nada que decir. Por lo pronto solo veía el
fuego de la fogata que se extinguía.
-duerma que yo vigilaré-. Le dijo amablemente el caballero.
En efecto la joven trató de cerrar los ojos y dormir un poco, aquel día había
sido agotador y estaba realmente cansada. Sintió pena por el hombre pues
también se notaba cansado, poco a poco se fue quedando dormida.
-¡despierte, despierte!-. Los gritos de Vigo Moras la despertaron. –se acercan,
debe marcharse-. Le dijo el caballero.
En efecto a la distancia se oían los cascos de los caballos, las arengas y el humo
que se desprendía de las antorchas.

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-¿pero cómo nos han encontrado tan rápido?- preguntó Kyra.
El caballero quien se ponía la cota de malla y tomaba la espada en la mano le
respondió –estos hombres son profesionales, los mejores rastreando y siguiendo
huellas-.
-entonces debemos marcharnos rápidos-. Dijo la chica.
-no-. Contestó rotundamente el caballero. –usted debe marcharse sola. Yo me
quedare aquí retrasándolos un poco-.
Kyra no podía creer lo que escuchaba. Dijo –no. Usted debe ir conmigo. Si
cabalgamos rápido podemos…..-.
-debe ser valiente ahora-. La interrumpió Vigo. –tome su caballo y cabalgue
rápido. Yo le daré algo de tiempo-.
La joven de mala gana subió a su caballo, mientras escuchaba que sus
perseguidores se acercaban, ya los cascos de los caballos se escuchaban más
cerca y la luz de las antorchas se veían en la oscuridad de la noche.
Vigo dándose cuenta de la cercanía de sus enemigos le dijo –deprisa debe irse
ya. Cabalgue lo más rápido que pueda, recuerde que debe ir al norte hacia
Pridelia. No se olvide que no debe dar su verdadero nombre, mézclese con las
caravanas de viajeros, trate de pasar desapercibida. Yo tratare de darle algo de
tiempo. ¡Deprisa váyase ya!-.
Kyra con lágrimas en los ojos se despidió del caballero diciéndole –Gracias-
Por un momento vio en la mirada del caballero algún asomo de lágrimas, pero
solo fue un momento, porque Vigo Moras desenvaino la espada y se preparó
para recibir a sus enemigos. –Váyase, cabalgue de prisa-. Fue lo último que le
dijo el caballero.
Lo último que vio la chica de su héroe fue que sus enemigos que eran cinco
todos a caballo, lo rodeaban. Kyra entonces cabalgó tal y como se lo había
ordenado el caballero. La noche estaba oscura lo que hacía peligroso el andar
rápido de su caballo. Si bien la lluvia ya no caía, el suelo estaba embarrado y
lleno de charcos. Si bien las condiciones del camino eran malas, el caballo era
como si entendiera el peligro de su jinete porque cabalgaba a toda prisa, saltaba
los charcos, bordeaba las zonas empantanadas y cruzaba raudo las curvas.
Mientras cabalgaba Kyra no pensaba en su héroe, no quería pensar en él, tenía la

160
certeza del destino del caballero y eso la ponía triste así que no quería pensar en
eso, solo pensaba en alejarse de ese sitio lo más rápido posible. Y rápido era
como cabalgaba su caballo, ese animal no caminaba, se deslizaba en el aire,
cabalgaba como el viento. Iba tan rápido y sorteaba las curvas con velocidad que
en una de ellas, que era una bastante cerrada, se encontró con que del otro lado
de la curva la lluvia y el viento habían derribado un árbol que obstaculizaba el
camino. La chica vio demasiado tarde el árbol y quiso detener a su caballo, pero
el animal llevaba mucha velocidad, así que cuando ella le ordenó frenar, sus
patas traseras deslizaron por el barro. El caballo perdió la estabilidad e hizo un
movimiento brusco para detenerse, pero ese movimiento fue demasiado para
Kyra que salió despedida de su silla volando por sobre el árbol y cayendo
acantilado abajo, golpeándose varias veces en la caída. Al final por fin dejó de
caer.
Todo a su alrededor le daba vueltas, se puso la mano en su frente y vio que tenía
sangre, trató de ponerse de pie pero el dolor fue insoportable y de nuevo
terminó tendida en el piso. El caballo huyo asustado sin jinete. Mientras
permanecía tendida en el suelo, Kyra escuchaba a la distancia las voces de sus
perseguidores. Quiso de nuevo ponerse de pie para huir pero esta vez tampoco
pudo, el dolor la carcomía, era un dolor tan horrible que ella terminó por perder
el conocimiento. Así que permaneció tendida en medio de la nada y a la merced
de sus enemigos, ahora tan solo un milagro podía salvarla.

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GRINDAL

Gend era la ciudad humana más al norte, la última ciudad humana frontera con
el extremo norte de la tierra. La ciudad era conocida como la ciudad blanca por
la gran cantidad de nieve que caía al año, pues de los doce meses, once eran de
invierno y seis de ellos eran de duro invierno. Grindal y Blas llega ron casi
bordeando el medio día. Gend era una ciudad pequeña con pocos habitantes,
además de ser conocida por su duro invierno, también era conocida por tener la
biblioteca antigua más grande del mundo. Cerca de seis mil documentos, entre
manuscritos y libros antiguos yacían en la torre de la sabiduría que como su
nombre lo indicaba era una torre en donde se encontraban estos documentos
antiguos que eran celosamente cuidados por el señor de la ciudad. A Dichos
libros y documentos antiguos absolutamente nadie tenía acceso a no ser por el
consentimiento previo del señor de la ciudad y guardián de la torre. Grindal y
Blas pasaron por las pequeñas calles empedradas que tenían hilillos de agua. Las
casas eran bonitas y sus tejados blancos por la nieve acumulada, de ellas salían
pequeñas cantidades de humo de las chimeneas. Por muy pequeña que fuera la
casa tenía que tener chimenea para dar calor cuando viniera el duro invierno. En
las calles la gente vestía con grandes abrigos de piel de animal y en la cabeza se
protegían con gorros también de piel de animal. En medio de la pequeña ciudad
estaba la casa del señor de la ciudad, hacia allí se dirigió el mago y su alumno.
-Grindal, amigo, que alegría verte de nuevo. Cuanto tiempo ha pasado, amigo-.
Dijo Ricardo Storm, señor de la ciudad de Gend.
-el gusto es mío, señor de la ciudad, veo que has sabido gobernar a los tuyos, tu
ciudad cada día se ve más esplendida-. Contestó Grindal.
Ricardo Storm venía de una familia antiquísima, de grandes guerreros. En
épocas antiguas sus antepasados habían servido a los grandes elfos y estos los
favorecieron dándoles la tarea de guardar la ciudad, pues esa ciudad
antiguamente fue construida por los elfos. Por generaciones los Storm
protegieron la ciudad y sobre todo guardaron y cuidaron los documentos
antiguos, documentos escritos por los altos elfos de la antigüedad.
El señor de la ciudad con modestia dijo –se hace lo que se puede-. Le dio un
abrazo a Grindal y le dijo de nuevo –ven sigue y come algo, debes estar famélico
por el viaje, sé que las carreteras en esta época no están en buen estado-.

162
Grindal asintió. Cuando estuvieron en la mesa, fueron servidos diversos platos
que se veían y olían delicioso. Grindal y Blas comieron con gusto porque de
verdad que estaban hambrientos.
-dime mi amigo, ¿qué te trae a mi ciudad después de tanto tiempo?-. Preguntó
el señor Ricardo.
Grindal que después de haber comido lo suficiente y ahora tomaba una bebida
caliente respondió –esta no es una visita social, mi señor-.
Ricardo Storm vio seriedad en la mirada del mago así que le dijo –muy bien,
pues sigamos a mis despachos para que hablemos del motivo de tu visita -.
En efecto los dos hombres pasaron a una habitación acogedora que servía como
despacho del señor de la ciudad. Era una habitación cálida, había tres chimeneas
y todas estaban prendidas así que allí no se sentía el frio. Ricardo se sentó en su
escritorio y le señaló a Grindal donde sentarse. Grindal se sentó.
-cuéntame, amigo mío, ¿Cuál es el motivo de tu visita?-. Preguntó Ricardo.
-quiero tu permiso para ingresar a la antigua biblioteca-. Grindal vio el rostro de
sorpresa de Ricardo. –Necesito ver algunos documentos de los antiguos señores
elfos-.
Ricardo Storm se sirvió un poco de vino en una copa, ofreció un poco a Grindal
que rechazó, luego dijo –hace mucho tiempo que nadie entra a esa torre-. Tomó
un sorbo del vino y le resultó agradable porque de nuevo tomó otro sorbo. -Tú
sabes que los altos señores elfos encomendaron a mi familia la protección de
aquellos libros y documentos. Así que es mi deber preguntar ¿Qué buscas entre
los antiguos documentos?-.
Grindal se puso de pie y caminó hacia una de las chimeneas, se quedó en
silencio mientras veía como el fuego consumía los pequeños maderos, después
de un momento respondió –se acercan tiempos oscuros, señor. Un poder
maligno crece de nuevo en la fortaleza de Agbard, un nigromante con mucho
poder está convocando seres del inframundo, me temo que es la resurrección
del mal que tanto hemos temido por generaciones, desde que los señores elfos
dejaron estas tierras y marcharon más allá del bosque de los Druidas-.
Ricardo Storm vio que la copa estaba de nuevo vacía así que se sirvió otro poco
de vino. –si lo que dices es cierto, no entiendo qué esperas encontrar en los

163
viejos libros y documentos antiguos que hay en esa biblioteca. Son solo libros de
historia ¿o no?-.
-la mayor parte sí. Pero también existen libros de profecías de los altos señores
elfos. Allí Espero encontrar respuestas que me digan cómo enfrentar a estos
enemigos-.
Ricardo Storm caminó hasta donde estaba Grindal, le dijo –por la amistad que
nos atañe no te voy a negar la entrada a la torre. Tienes un par de días para
buscar lo que necesites, ni un día más-.
-muchas gracias, mi amigo. Dos días me son más que suficientes, espero
encontrar lo que he venido a buscar-.
-pues mucha suerte en ello, Grindal, por el bien de nuestro mundo, ojala que
encuentres las respuestas que buscas-. Dijo Ricardo antes de dar el último sorbo
de vino de la copa.
La mañana del día siguiente era muy fría. Una espesa niebla caía sobre la ciudad
mientras Ricardo y Grindal caminaban por las calles blancas llenas de nieve,
nieve que aun caía. La torre de la sabiduría estaba ubicada en el extremo norte
de la pequeña ciudad. Era una construcción en forma circular con ladrillos rojos
a la vista. De altura tenía más o menos dos pisos y era custodiada día y noche
por varios soldados. Cuando llegaron a la torre fueron recibidos por un soldado
que custodiaba la puerta. Este hombre vestía un grueso abrigo de piel de oso
que le protegía del inclemente frio. Al ver a su señor el soldado procedió a abrir
la puerta de la torre.
La pesada puerta se abrió ante los ojos de los presentes y de inmediato sintieron
el olor a polvo que salía de aquella torre, fue aquí cuando Ricardo Storm le dijo
a Grindal –muy bien amigo, hasta aquí te acompaño, puedes entrar tu solo y
revisar lo que quieras. Recuerda que tienes dos días y también que no puedes
sacar ningún documento de esta torre-.
Grindal agradeció a su amigo por el gesto y se despidió de él y de su ayudante,
Blas. El soldado le dio al mago una antorcha y después cerró la puerta a las
espaldas del mago quien quedo solo en aquella inmensa oscuridad. Grindal se
encontró con estantes llenos hasta a mas no poder de libros. Estos estantes
llegaban casi hasta el techo, lo bueno era que había una escalera para acceder a
aquellos documentos. En un extremo de la estancia había una pequeña mesa
con su respectivo asiento. El viejo procedió a encender las antorchas que

164
estaban en la pared y cuando lo hizo aquella habitación se ilumino dejando ver
la majestuosidad de aquella biblioteca. Cientos, miles de documentos reposaban
en aquellos estantes, muchos de ellos desgastados por el tiempo, carcomidos
por el polvo y endurecidos por el frio. A propósito de frio, el mago encendió la
chimenea porque a esas alturas de la mañana el frio se colaba en aquella
habitación.
Sin perder más tiempo el viejo mago comenzó a tomar los primeros libros y
documentos de los estantes, se sentó en la mesa y empezó a leerlos
cuidadosamente. Uno por uno los documentos y viejos libros fueron revisados
con detalle por el mago. Así que sin darse cuenta las horas y horas fueron
pasando. Solo, en aquella habitación, Grindal fue buscando las respuesta que
había venido a buscar, más sin embargo la tarea no era fácil, los libros,
manuscritos y documentos eran muchos y no estaba nadie que lo ayudara.
El día se convirtió en noche y con ella el frio implacable. El mago ni se enteró
de aquello porque seguía sumido en las lecturas de los documentos antiguos.
Uno por uno el mago los inspeccionó cuidadosamente sin dejar perder el más
mínimo detalle. En ellos encontró más que todo relatos de viejas historias del
pueblo elfico. Hechos y hazañas de su gente desde los primeros años, escritos
tan antiguos que ya el paso de los años hizo que la escritura se borrara por
completo. La mañana del día siguiente llegó y el viejo mago seguía buscando
entre aquellos documentos. El cansancio ya se hacía sentir. Si bien el día pasado
le llevaron comida, si acaso la probó un poco y eso sumado que en la noche no
durmió, hacían que las vista le pesara y que las fuerzas le menguaran, más sin
embargo se apuró a terminar de buscar entre aquellos antiguos libros, sabía que
tenía que apurarse y encontrar algo puesto que el señor de la ciudad solo le
había dado dos días, ni uno más. Las horas se fueron consumiendo leyendo los
libros antiguos. en uno de ellos se encontró con un relato de uno de los reyes
elfos de la antigüedad, en ese relato se hablaba de la aparición de la espada del
mismísimo Arish, la espada Algwyn. El texto decía lo siguiente:
“historia de cómo la santa espada Algwyn de nuevo apareció en la tierra. Escrito por Haren
el rey elfo de la segundo edad de los elfos. Año 3367 de nuestra era.
Cuando Miriahn fue derrotado por nuestra gran reina Liris, las criaturas llamadas orcos se
retiraron y escondieron en las profundidades de la tierra. Allí vivieron por cientos de años sin
ver la luz del día. Se reprodujeron por miles llevando a que su población de individuos creciera
exponencialmente al pasar de los años…..Siempre vivieron con odio en sus corazones hacia los
hombres enanos y elfos esperando el día poder vengarse, esperando un líder que los condujera a

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la victoria por sobre sus enemigos. Si bien tuvieron que esperar mucho tiempo, aquel líder tan
esperado un día por fin apareció y portaba en sus manos un arma que le dio mucho
poder….Cuando Miriahn cayó a la profundidad del acantilado, lo hizo con la santa espada
atravesada de lado a lado. Todos creíamos que la santa espada se había perdido para siempre
pero nos equivocamos, esta arma poderosa que una vez empuñó el Elohim Arish, resistió el
calor de la lava ardiente de la profundidad de la montaña, manteniendo intacta su forma y
poder…..No se sabe como pero un orco pálido llamado Maluk la encontró y puso todo su
deseo de venganza y odio en la espada y esta le dio mucho poder, tanto así que después de
mucho años de estar en las profundidades de la tierra, los orcos de nuevo vieron la luz del día.
Maluk el trasgo lideró un ejército numeroso de orcos que de nuevo le declararon la guerra a la
tierra…..Aquellas batallas épicas fueron conocidas como las guerras fantásticas y fue en la
última de ellas a los pies de la torre oscura cuando Maluk fue derrotado finalmente por una
coalición de enanos, hombres y elfos…..Baltasar rey de los enanos de las montañas de hierro,
Gabriel rey de los hombres de las tierras occidentales, Saúl rey de los medioelfos y yo, Haren
rey de los elfos, unimos nuestra fuerzas por última vez y derrotamos a l os orcos una vez más.
Fue allí cuando la santa espada vino a mis manos. Un arma tan poderosa no debía caer de
nuevo en manos de nuestros enemigos, así que la espada fue llevada hasta el extremo del
mundo y allí permanecerá oculta…..”
Como esta historia, Grindal encontró muchas de ellas en los viejos libros y
manuscritos, inclusive leyó muchos relatos escritos de la misma mano de la gran
reina de los elfos, Liris. Relatos tana antiguos que ya la escritura se desvanecía
del papel.
Ya la noche del segundo día caía y el mago aún seguía sin encontrar lo que
buscaba, las esperanzas de encontrar las respuestas ya se esfumaban aún más
porque quedaba por revisar tan solo unos cuantos rollos de papel pequeños.
Con la última esperanza de encontrar algo, Grindal bajó de los altos estantes los
últimos rollos, los desenvolvió y comenzó a leerlos. Lo que allí estaba escrito le
devolvió a esperanza al mago. Aquellos rollos decían lo siguiente:
“se escribe por órdenes de la mismísima reina Liris. Las últimas profecías. Año 2176 tercera
era de la tierra.
….después de las ultimas guerras en donde nuestra población mermó considerablemente, hemos
tomado la decisión de marchar hacia las tierras del este…..la última joven que hemos tomado
del pueblo de los hombres para que sea receptáculo de los antiguos espíritus ha sido instruida
por nuestra amada reina Liris en persona. La reina le ha toma do mucho cariño a la
joven….La Dakiri ha entrado en hora de trance….La reina me ha ordenado que escriba

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todo lo que la joven profetice y a mis oídos llegaron las siguientes palabras salidas de la boca de
la Dakiri:
En una época de guerras y cuando la estrella roja se vea en el cielo esa noche las puertas del
inframundo se abrirán y aquel que una vez fue derrotado, volverá. Esta vez más poderoso que
nunca. Pero para regresar, el maligno tendrá que tener la ayuda divina, uno de nuestros
ángeles de luz ayudará al maligno en su regreso, cometiendo el acto más vil de traición. Hordas
de demonios cruzaran el portal hacia nuestro mundo, la tierra de nuevo estará en peligro. La
muerte recorrerá la tierra y un mar negro se expandirá hacia todos los rincones del planeta
matando a niños, adultos y ancianos en su mortal recorrido. El fin está cerca, los reyes caerán.
El fin está cerca. El día del juicio se aproxima. El fin está cerca….”
Esta última parte asombró al mago por qué fue lo mismo que dijo la joven
Dakiri que vio hace algunos días atrás. El mago siguió leyendo las últimas líneas.
“tan solo un rey quedará en pie, aquel será coronado por lo hombres libres. Solo él puede
salvarnos, solo el tendrá el poder de unir y de liderar los ejércitos de hombres, enanos y elfos.
Pero para eso tendrá que viajar hasta los confines del mundo, tendrá que derrotar a la bestia
de fuego. Si tiene éxito, los pueblos libres de la tierra se unirán en una sola bandera, el será el
líder, el único que puede derrotar al maligno con la santa espada en su mano. Una vez más la
tierra será testigo de una batalla épica….”
Las palabras de aquel viejo libro retumbaban en la cabeza del mago. Sus
sospechas eran ciertas, algo grande se aproximaba, algo más allá de la
imaginación de todos los habitantes de la tierra. Lo peor era que ya todo estaba
en marcha, la guerra era una realidad. En el oeste Wenceslao marchaba con sus
ejércitos hacia el norte, en poco tiempo atacaría al pequeño reino de Cadelia.
Más al norte, cientos de orcos se reunían en la torre oscura de Agbard, aquella
tierra maldita una vez más era el centro de reunión de aquellas criaturas, todas a
las órdenes de un Nigromante. ¿Pero quién era ese hechicero?, debía ser muy
poderoso, haber llamado espectros del inframundo significaba que tenía mucho
poder.
Las puertas de la biblioteca se abrieron y por ellas entró el señor de la ciudad. –
Espero que hayas encontrado lo que buscabas, mi amigo-. Dijo cordialmente.
El mago asintió, se acercó al hombre y le dijo –en esos viejos libros hay mucha
sabiduría. Me llevo algo de aquella sabiduría-. Luego le puso las manos en los
hombros del hombre y le dijo –gracias mi amigo-.

167
De vuelta a la casa y Mientras comían algo, Ricardo Storm preguntó –por la cara
que traes lo que has encontrado en los viejos libros no es muy bueno ¿o me
equivoco?-.
-no debemos crear pánico en la gente, pero se acerca algo grande, las vidas de
todos cambiaran para siempre-. Contestó el mago.
-¿así de grave es?-
-si-. Contestó rotundamente el mago.
Después de dar las gracias respectivas, el mago y su fiel aprendiz de nuevo
emprendieron viaje. Esta vez el recorrido era más largo y más peligroso. Irían
hasta la misma torre de las sombras, hogar de Andariel, la más poderosa maga
de todos. En su interior Grindal rogaba porque Heresin hubiera llegado sano y
salvo a la torre, allí bajo la protección de Andariel estaría seguro, hasta la llegada
de Grindal, para así los tres hacerle frente a esta poderosa amenaza.

168
HERESIN

Mora, como se llamaba la yegua de Heresin, corría velozmente. El viento frio de


la noche golpeaba el rostro del viejo mago, dificultándole la visión. Los sonidos
de sus perseguidores se escuchaban cada vez más cerca. Esos sonidos eran
como de bestias salvajes, aquellas malditas criaturas venidas del inframundo
daban gritos agudos mientras perseguían a Heresin. Al mago le daba la
impresión que cada vez se acercaban más. El poder maligno les daba más
velocidad a los caballos de aquellos espectros, el mago los sentía muy cerca de
él, así que azuzó de nuevo a su yegua para que corriera más rápido, pero el
animal ya estaba demasiado cansado y por el contrario, bajó la velocidad.
-vamos, linda, estamos tan cerca- . Le dijo Heresin a su yegua mientras le sobaba
la cabeza.
Pero Mora estaba realmente cansada. Había estado corriendo la noche entera y
requería un descanso. El animal bajó considerablemente la velocidad, ahora tan
solo trotaba, lo que aprovecharon sus perseguidores para alcanzarlos.
A Aquellos espectros, Heresin jamás los había visto. Eran tres, tenían la forma
humana. Estaban cubiertos de pies a cabeza con unas mantas negras con
capucha, no se les veía la cara tan solo unos ojos rojos que alumbraban desde la
oscuridad de la capucha. Estos espectros cabalgaban en tres caballos, tres bestias
negras gigantescas que echaban espuma por la boca y cuyos ojos brillaban con
un rojo infernal. Los tres espectros rodearon a Heresin. Aquellas criaturas se
comunicaban entre ellos con agudos gritos. Aquellos gritos erizaban la piel del
mago quien tuvo que controlar a su yegua para que no lo botara pues el animal
se asustó muchísimo ante la presencia de aquellos seres infernales.
El mago desenvainó su espada mientras los espectros lo rodeaban. De pronto y
con rapidez, una de esas bestias atacó a Heresin. El mago logró desviar el golpe
de aquella espada, pero tuvo que ser muy rápido porque los otros espectros
también lo atacaron. El mago aunque era bastante dúctil y rápido no era lo
suficiente, por lo tanto uno de los espectros lo hirió en el costado haciendo
tambalear y posteriormente caer del caballo. Allí en el suelo y rodeado de
aquellos espectros quienes descendieron de sus bestias y caminaban hacia él con
sus espadas amenazantes, listos para dar el golpe fatal, Heresin temió lo peor,
por primera vez en mucho tiempo sintió miedo por su vida. Trató de

169
incorporarse y lo hizo pero con mucha dificultad, la sangre de la herida salía a
grandes cantidades y el dolor era agudo e inmenso. Pero con valor de nuevo
empuñó su espada. Cuando uno de los espectros estuvo lo suficientemente
cerca lanzó una estocada, pero aquella criatura que no era de este mundo
esquivaba los ataques del mago, desvaneciéndose y luego tomando de nuevo
forma en otro lugar, así de este modo le era imposible al mago hacerle algún
daño a la criatura. En uno de esos ataques del mago, el espectro lo esquivó y
contratacó en un rápido movimiento, dando un tajo certero en el brazo que
sostenía la espada. De inmediato Heresin soltó su espada y esta cayó
pesadamente al suelo, lo mismo que el mago quien se puso de rodillas llevado
por el dolor. El espectro entonces se acercó y le dio un golpe en el rostro con la
empuñadura de la espada. Heresin cayó irremediablemente al suelo, a merced de
los espectros. Cuando el espectro estuvo lo suficientemente cerca para dar el
golpe definitivo con su espada, en medio de la oscuridad algo pasó. Una luz
brillante alumbró en la noche. Un portal se abrió, iluminado el lugar con miles
de colores que salían de él. Con la vista nublada, Heresin vio salir del portal a
alguien, un ser vestido de negro salió del portal y caminó entre los espectros.
Para sorpresa de Heresin aquel ser les dijo a los espectros –no le hagan daño,
este es mío-. Los espectros obedecieron y se alejaron de Heresin. Aquella
persona que atravesó el portal caminó hasta el mago, se agachó y le dijo al oído
con una voz gutural. –ahora duerme-. Apenas el mago escucho esas palabras, un
frio le corrió por todo el cuerpo, era como si estuviera desnudo a la intemperie.
Aquello fue lo último que escuchó y que vio Heresin antes de perder el
conocimiento.

170
KYRA

El gran salón de eventos del palacio estaba decorado para la ocasión. El radiante
sol se filtraba por las grandes ventanas, iluminando el lugar. Cientos de personas
abarrotaban el salón, todos ellos conocidos. Una cantidad considerable de
sirvientes ponían en las mesas deliciosos, apetitosos y exquisitos platos. Vio a su
padre, el rey Teófilo sentado en el lugar de privilegio en la mesa, estaba vestido
con una ropa hermosa y fina. En la cabeza tenía la corona dorada con
incrustaciones de piedras preciosas que brillaba. A su lado estaba la reina
Margoh, también hermosa y esplendida como siempre, vestida con una hermoso
vestido color lila y sobre él una túnica purpura. El cabello esta vez era lacio y le
caía hasta la cintura y como decoración, una diadema color plata. Al lado de su
padre y madre estaban sus tres hermanitas y su hermano mayor, Igor. Todos
ellos también vestidos con hermosos y finos vestidos de fiesta. En las otras
mesas, Kyra reconoció a los muchos de los habitantes de la ciudad. Ahí estaban
los capitanes del ejército, concejeros, grandes señores y muchas otras personas
que también estaban vestidos para la ocasión y entre todas esas personas,
sentado en una mesa aparte estaba Neil. El muchacho estaba regio, como
siempre lo había soñado, esta vez el joven lucia orgulloso el uniforme de la
guardia real al servicio de su majestad. En ese momento todos los presentes al
ritmo de la música que tocaban virtuoso músicos, empezaron a comer los
diferentes platos servidos. Todos parecían muy alegres, charlaban amenamente y
reían de chistes que contaban.
Pero de un momento a otro todo cambió. Ya el sol no alumbraba. El salón lucía
sucio y descuidado, del techo caían telarañas, las mesas estaba empolvadas y
lucían viejas y desbaratadas, lo mismo que los asientos. Y entonces todo se
volvió silencio, todo se volvió lúgubre, ahora todos callaban, los que hace un
momento estaban comiendo alegremente, ahora estaban muertos, todos
muertos. Volvió la vista otra vez sobre su padre y lo que vio fue un cadáver
putrefacto del cual unos gusanos salían de sus cavidades donde habían estado
sus ojos, lo mismo pasaba con su madre quien yacía inerte con una gran herida
en el pecho. Y entonces un olor nauseabundo llenó el lugar, era un olor a
muerte, olor de cadáveres en descomposición. Vio como a través de las
ventanas ingresaron unos cuervos negros que procedieron a alimentarse de los
cadáveres presentes, eran tantos esos animales que se pelaban por devorar las
carnes putrefactas. Los alimentos que antes se veían deliciosos, ahora estaban en

171
descomposición haciendo que cientos de ratas y cucarachas corrieran por las
mesas alimentándose de ellos. En un instante se abrieron las grandes puertas del
salón en un sonido abrupto y por ellas empezaron a entrar varios hombres con
armaduras, todos ellos llevaban sobre la cabeza yelmos así que Kyra no pudo
distinguirlos, pero si supo de dónde venían, eran soldados de Moravia, eran los
escudos dorados. Por fin el desfile de soldados terminó. Ahora estos hombres
desenvainaron las espadas y caminaron hacia Kyra en poses amenazantes. De
pronto algo pasó, una luz intensa brilló en la puerta. Kyra tuvo que hacer un
esfuerzo mayúsculo para poder ver a través de aquella luz cegadora. Vio a un
hombre que atravesaba la puerta. Este hombre a diferencia de los soldados no
llevaba armadura alguna, tan solo una espada en mano. Kyra intentó verle la
cara pero la luz no se lo permitía. Entonces los soldados se le abalanzaron a este
hombre, lo atacaron pero aquel hombre los derrotó uno por uno. Al final tan
solo estaban Kyra y este hombre, los soldados yacían muertos en el piso.
Entonces Kyra quiso caminar hacia el hombre pero algo pasó, la luz se hizo más
y más intensa y aquel hombre se perdió entre ella, la luz lo absorbió y de nuevo
hubo oscuridad.
Kyra despertó y de inmediato sintió un dolor abrupto en la cabeza. Estaba
sudando, sentía un calor abrumador. Abrió los ojos e intentó enfocar y ver en
donde se encontraba pero el lugar estaba oscuro. Vio las figuras de un par de
personas, una de ellas le puso un paño en la frente y le dijo con voz amable –
tranquila niña, descansa-.
La joven trató de preguntar algo, quería saber en dónde estaba, pero de nuevo
cayó rendida en un sueño, estaba aún muy débil. De nuevo despertó y abrió los
ojos, esta vez el dolor de la cabeza había disminuido, hizo un esfuerzo para
sentarse y lo logró no sin antes notar que tenía herido un brazo por lo cual le
habían puesto unas vendas, al igual que en la cabeza. Aquella no era una
habitación, era una tienda y estaba sola pero afuera se escuchaban varias voces.
Kyra entonces se puso de pie, sintió como si su cuerpo pesara más de lo normal,
sintió las piernas débiles. Aun aturdida y con dificultad para ver salió afuera de la
tienda y se encontró con otras tiendas similares. Mucha gente transitaba el lugar
llevando caballos, otros estaban vestidos de bufones y otras mujeres vestían
sugestivamente. Una de aquellas mujeres se le acercó y le dijo mientras la
ayudaba a sostenerse en pie –por fin haz despertado, tal parece que estas mucho
mejor, estas recuperándote rápidamente-. Ayudó a Kyra a ingresar de nuevo en
la tienda, mientras tanto le dijo a una de las mujeres que estaban cerca –avísale al
pingüino que la joven ya se ha despertado-. La mujer asintió y salió corriendo.

172
-¿en dónde estoy?- Preguntó Kyra confusa. Jamás en su vida había visto a esa
mujer ni a ninguna de las personas de allí.
La mujer que era muy amable respondió –Me llamo Sasha. Estas en una
caravana de artistas. Pero no te preocupes cuando llegue nuestro señor, él
responderá todas tus preguntas-.
Mientras esperaban al pingüino, Sasha sirvió un poco de leche de amapola en un
vaso y se lo dio a Kyra quien agradeció y lo bebió sintiendo el placer del líquido
mientras le bajaba por la garganta. Aquella bebida servía no solo para refrescar si
no para aliviar el dolor.
Después de esperar varios minutos por fin se hizo presente el pingüino. En
realidad aquel hombre que decía ser el señor de la caravana le quedaba muy bien
puesto el apodo. El hombre era bastante pequeño y regordete, por su gordura y
estatura caminaba de forma dificultosa para él, pero graciosa para los demás.
Tenía la cabeza calva, tan solo en los costados de la cabeza tenía pelo grisáceo,
tenía unos ojos grandes y asustadores y una nariz aguileña, además de eso, vestía
unas ropas bastantes coloridas y llamativas. Cuando el pingüino entró en la
tienda a su lado entró también un hombre de color bronceado en su piel, aquel
hombre era gigantesco, el más grande que Kyra vio jamás. Este hombre era
musculoso a mas no poder y por lo visto le gustaba exhibir sus músculos porque
llevaba una pequeña camina tipo esqueleto que dejaba al descubierto sus
enormes brazos y su prominente pecho. Aquel hombre tampoco tenía ni un
solo cabello en la cabeza de la cual brotaba y se hacía notar una cicatriz
horrorosa y no era la única, porque a medida que Kyra lo veía mejor, se le
notaban muchas otras cicatrices. Por último, en el cinto tenía una espada
curvada, la más grande que la chica había visto.
-así que has despertado por fin pequeñuela-. Dijo el pingüino con vos chillona.
–dinos ¿Cómo te llamas?-.
-Karol-. Mintió Kyra pues recordó lo que le aconsejó el caballero Vigo <<debe
ser cuidadosa y no llamar la atención. Entre menos sepan quién es usted más
segura estará>>.
El pingüino examinó a la muchacha de arriba abajo, luego se sentó al lado de
ella en la cama y de nuevo dijo –te encontramos bastante herida, cuéntanos
¿Qué paso?-.

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La chica mintió de nuevo –unos ladrones nos emboscaron a mi padre y a mí. Él
se quedó peleando mientras yo huía, pero uno de los ladrones me persiguió y en
la huida caí de mi caballo. Hasta ahí recuerdo-. Kyra vio los rostros de los
presentes y notó que le habían creído la historia. – ¿puedo yo preguntar?-. El
Pingüino asintió. -¿Cómo me encontraron, quienes son ustedes y en dónde
estamos?-. Preguntó.
El pingüino se paró de la cama, miró a la herida joven con una mirada extraña y
respondió de mala gana –mi nombre es Petr Masola y esta es mi caravana de
artistas. Viajamos por todo el mundo llevando nuestro espectáculo de feria. Bajo
mi mando viajan payasos, cómicos, bufones, malabaristas, domesticadores de
fieras, mentalistas y un grupo de señoritas que brindan sus servicios a los
hombres-. El pingüino miró con sus enormes ojos a Sasha y dijo –ahora tu
cuéntale a la muchacha como fue que la rescatamos-. El hombre gordo y bajo,
miró por última vez a Kyra, pero antes de salir e irse de la tienda le dijo a Sasha
–tú debes cuidar de ella, has que se recupere rápido, tengo algo muy especial
para la chica, algo con lo que seguro me pagara las medicinas que le hemos dado
y las comidas que le daremos en el futuro-. El pingüino salió de la habitación y
detrás de él, el hombre gigantesco.
-¿A qué se refería con que tiene algo para mí?-. Preguntó confundida Kyra.
-no lo sé, pero debes estar preparada para cualquier cosa-. Respondió la mujer
que usaba mucho maquillaje. –ahora si quieres oír cómo te encontramos te lo
cuento-.
La herida chica asintió. De verdad le interesaba saber cómo había llegado hasta
allí con esas personas.
Sasha comenzó diciendo –como lo dijo el pingüino…- Kyra no pudo evitar
sonreír al escuchar como la mujer llamaba así al hombre de pequeña estatura, a
lo que Sasha le dijo –así lo llamamos todos aquí, pero no te equivoques, no
debes decirle así nunca en la presencia de él. Te matara si te escucha llamarlo
así-. La mujer hizo una pausa y siguió –en fin, como te decía somos una
caravana de artistas, viajamos de aquí para allá por todo el mundo llevando
nuestro espectáculo. En uno de esos viajes, regresábamos de Pridelia, la capital
del reino de Saravia. Viajábamos hacia el sur. Fue allí cuando te encontramos.
Estabas mal herida y sin conocimiento. El pingüino nos dio la orden de
recogerte y cuidar de ti. Ahora estamos en Trevoy-.

174
Kyra recordó haber oído ese nombre cuando había visto unos mapas del reino
junto a su padre. Aquella era una pequeña ciudad del reino de Moravia y estaba
relativamente cerca de Bastia la capital del dicho reino por lo cual maldijo
interiormente. No podía creer su mala suerte, tanto por lo que pasó para alejarse
de sus enemigos y ahora estaba tan cerca de ellos, la única ventaja era que nadie
la reconocía y debía seguir así, por lo menos hasta que se recuperara totalmente
debía seguir en medio de aquella gente.
-¿usted y las otras mujeres que hacen aquí?-. Preguntó con interés genuino.
Sasha respondió casi que con resignación –todas somos prostitutas.
-¿no han pensado nunca fugarse de aquí?-.
-¿Por qué lo haríamos? Sí, es cierto que este no es un trabajo muy cómodo, pero
de una u otra manera tenemos todas las comodidades para vivir, tenemos
comida y en las noches tenemos un techo sobre nuestras cabezas, además el
mundo es un lugar peligrosos allá fuera, ahora mucho más peligrosos que antes.
El pingüino nos protege de todos los males, tan solo debemos serle fiel y
trabajar duro-.
Kyra de nuevo preguntó -¿Cuántas como tu viajan aquí?-.
-muchas, alrededor de quince-.
-¿y de donde vienen todas?-.
-de muchos lugares, la mayoría no teníamos hogar y el pingüino nos rescató y
nos dio uno. Otras al igual que tú, fueron encontradas en el camino, en cada
viaje se suma una más-. Respondió Sasha.
-no creo estar entendiendo pero dices que soy una más de ustedes. ¿Eso qué
quiere decir?-.
Sasha respondió con una sonrisa –mírate, eres muy hermosa, muchos clientes
querrán estar contigo-. Hizo una pausa y siguió –el pingüino es un hombre de
negocios, si puede va explotar esa belleza que tienes y si quieres un consejo, será
mejor que no te resistas porque si lo haces la puedes pasar muy mal. El pingüino
puede ser muy bondadoso y bueno pero de igual manera puede ser vengativo y
sin compasión. Depende de ti la vida que quieras llevar aquí, he visto a muchas
morir al negarse a hacer las cosas que el pingüino les pide que hagan otras las he
visto tratar de huir, créeme que no es buena idea. Si quieres seguir con vida

175
debes ser obediente, yo le he sido en muchos años y ahora me he ganado su
confianza, tanto así que ahora soy la madrina de las chicas-.
-¿la madrina?-.
-sí, soy la que está pendiente de ellas, las ayudo a elegir la ropa, el maquillaje,
estoy pendiente de su salud, en fin hace mucho tiempo que no tengo que
acostarme con ningún hombre por dinero, ahora lo hago solo por placer-.
Kyra no podía creer lo que escuchaba. Había salido de un infierno para caer en
otro. Pero en algo si tenía razón Sasha, por lo menos tendría comida y un techo
donde dormir, además por muy cerca que estuviera, sus enemigos jamás la
encontrarían allí en medio de las prostitutas. <<Debo ser paciente e
inteligente>> se dijo a sí misma. Aquellas personas parecían buenas gentes, tan
solo debía tener contento al pingüino, aquel hombre la protegería. Aquella era la
mejor opción que tenía y no tenía muchas.

176
ARON

-el usurpador sigue avanzando. No demora mucho en llegar a Eogar-. Dijo


Alquimedes Regazo, capitán y hombre de confianza del señor de la montaña. El
hombre señalaba un punto en un viejo mapa rudimentario que estaba extendido
sobre la mesa a la vista de los presentes.
-¿a cuántos días está de llegar a la ciudad?-. Preguntó Aron Torrazu,
primogénito del señor y heredero al título de señor de la montaña.
-calculamos que en tres días como máximo-. Respondió el capitán.
-¿con cuántos hombres avanza el usurpador?-.
Alquimedes respondió –diez mil hombres bien armados y cada día llegan más-
-si esa cifra es cierta no tenemos oportunidad en el campo de batalla. Lo mejor
será replegarnos y defendernos desde el interior de la fortaleza de Eogar-.
Expresó Daenael Figuli.
-tienes razón-. Dijo Aron mirando a Daenael. –debemos dar la orden que todas
las personas vayan y se refugien en el interior de la fortaleza, allí deben resistir.
Mientras tanto nosotros debemos marchar lo antes posible hacia allá. El
usurpador no debe avanzar más-. El hombre miró a su viejo padre quien estaba
en medio de ellos pero durante la reunión no había dicho nada. -¿Qué opinas
padre?-. Le preguntó.
El anciano señor de la montaña con gran esfuerzo dijo con voz tenue y confusa-
En toda nuestra existencia ningún ejercito a coronado estas montañas. Es tu
deber velar porque esta no sea la primera vez-. El anciano interrumpió para
toser. Era una tos desesperante e interminable. Al final pudo controlarla un
poco y dijo con dificultad –debes…..salvar la mayor.....cantidad…….de
vidas…..inocentes-. El anciano no pudo decir más, otra vez la tos se apoderó de
él.
El maestre Willian se acercó al viejo señor y le dio en un pequeño pocillo una
bebida que el anciano bebió. La bebida no demoró mucho en hacerle efecto, así
que Aron dio la orden de llevar a su anciano padre a sus dormitorios. Antes que
el maestre Willian dejara el lugar le dijo –ocúpate que mi padre descanse bien y

177
luego ven a verme, necesito hablar con usted-. El maestre Willian después de
asentir salió del lugar.
Después de ocuparse de su viejo padre, Aron volvió a la reunión. –Manda unos
cuervos con nuestras órdenes hacia Eogar-. Le dijo a uno de los que estaban,
que era el encargado de los pájaros –escríbeles y adviérteles del peligro
inminente. Que cumplan las órdenes con la mayor rapidez-. El hombre salió
raudo a cumplir su misión. Luego miró al capitán Alquimedes y le preguntó – ¿a
más tardar en cuanto tiempo estarán listos nuestros hombres para partir?-.
El capitán respondió –a más tardar mañana en la tarde-.
-entonces mañana en la tarde marcharemos-. De esta manera se dio por
terminada la reunión.
Aron Torrazu estaba aún en su despacho. Desde hacía mucho tiempo, desde
que la senilidad de su padre se había vuelto impedimento para que se ocupara de
los asuntos de sus gentes, el, como primogénito y directo heredero al trono se
ocupaba de suplantar a su anciano padre y gobernar, ayudado por sus
hermanos.
Precisamente uno de ellos tocó la puerta del despacho diciendo – ¿me has
mandado llamar?-.
-si-. Respondió Aron –siéntate y esperemos a Saúl.
Kerran, que era el segundo hijo de Rafal Torrazu, señor de la montaña se sentó.
Pasó poco tiempo cuando Saúl, el último de los hijos barones del señor de la
montaña se hizo presente saludando cordialmente a sus hermanos. Casi que
detrás de este último se hizo presente en aquella habitación el Maestre Willian.
Aron le dijo al maestre –por favor sea sincero ¿Cómo sigue nuestro padre?-.
El maestre habló y en sus palabras se notaba tristeza –no les voy a mentir mis
señores. La enfermedad de vuestro padre y mi señor le gana la batalla. Mis
medicinas casi que ya no le hacen efecto-.
Los rostros de los tres hombres se desfiguraron al escuchar al maestre.
-lo único que le estoy dando es leche de amapola para mantenerlo sedado y no
sienta tanto dolor-. Siguió el maestre –no quiero ser alarmista pero creo que lo
mejor es que se preparen para lo peor-.

178
Los tres hombres no pudieron ocultar su tristeza. Sabían que aquel momento
tarde que temprano tenía que llegar, pero aquello no lo hacía más fácil. Aron
tomó la palabra dirigiéndose al maestre –como siempre nuestra gratitud con
usted por ayudar a nuestro padre, usted siempre ha estado a su lado y espero
que lo esté hasta el último de los días de nuestro señor. Ahora abusando un
poco más de usted quiero pedirle que no se le despegue ni un solo momento de
su lado. Nosotros debemos partir a defender nuestro territorio. Quiero que
usted esté con mi padre hasta el último minuto de vida que le quede-.
-así será, mis señores-. Dijo el maestre haciendo una reverencia. Luego
abandonó la habitación.
-Aron vio la tristeza reflejada en los rostros de sus hermanos y les dijo –ya
llegará el momento de tristeza, ya llegará el momento de llorar la muerte de
nuestro padre. Ahora debemos ser fuertes, por nuestra familia, por nuestras
gentes, por todos los habitantes de las montañas debemos ser valientes en esta
hora de oscuridad en la que la tristeza nos embarga-. Aron les puso las manos
en los hombros a sus hermanos, les dijo –nuestro deber es defender nuestras
tierras del usurpador así como nuestro padre y señor lo hizo durante tantos
años, ese será el mejor homenaje para nuestro anciano padre-.
Los tres hermanos se unieron en un abrazo fraterno, luego cada uno se retiró
hacia sus aposentos.
Tal como el capitán Alquimedes lo prometió, al atardecer del día siguiente las
tropas de los hombres de la montaña estaban listas. Alrededor de dos mil
hombres estaban preparados para marchar, todos cubiertos con gruesos abrigos
que los protegían del intenso frio que hacía en aquella cima. Los estandartes
bailaban frenéticamente al ritmo del salvaje viento que soplaba en la montaña.
Antes de salir y reunirse con sus hombres para partir, los tres hermanos fueron a
visitar a su padre. El anciano señor de la montaña yacía recostado sobre su
cama, parecía dormido, respiraba dificultosamente, al lado suyo estaba por
supuesto el maestre Willian que como se lo pidió Aron, no se había despegado
ni un solo instante de su señor.
Aron se acercó a la cama y tomó la mano del anciano que por el efecto de la
leche de amapola no reaccionó. El hombre se arrodilló junto a la cama de su
padre y le dijo colocando la mano del anciano sobre la frente –me marcho
padre, solo pido tu bendición. Te prometo cuidar nuestra tierra y a nuestro
pueblo como tú lo hiciste por muchos años. Adiós, padre mío y señor de la
montaña-. Aquel momento fue muy emotivo para los presentes. Seguidamente
179
los otros dos hijos del anciano señor, Kerran y Saúl procedieron a despedirse de
su padre.
A la salida de aquella habitación, el joven hijo de Aron quien respondía al
nombre de Sergey, esperaba a su padre, el joven estaba vestido como para tomar
parte de la comitiva que iba a defender las tierras de los hombres de la montaña.
Aron al verlo se sorprendió mucho de su vestimenta y le preguntó -¿y tú, hijo
mío, qué haces vestido de tal manera?-.
-voy con ustedes. Marcho a defender nuestra tierra-. Contestó el joven.
-de ninguna manera. Tu deber es quedarte aquí con tu madre-.
El joven reacio a las órdenes de su padre insistió –pero quiero ir con ustedes. Ya
estoy en edad de tomar armas-.
-ya te he dicho que no-. Contestó rotundamente Aron, le dio la espalda a su hijo
y salió en dirección a reunirse con los demás hombres.
Kerran, el tío del joven le dijo al ver la frustración del muchacho –obedece a tu
padre, él tiene razón, aun eres muy joven. Quédate aquí con tu madre. No te
preocupes ya llegará el tiempo en el que te toque defender esta tierra-. El
hombre dio media vuelta y siguió a sus hermanos.
-tío-. Dijo Sergey –cuida mucho a mi padre. Has que vuelva con nosotros-.
Kerran asintió y siguió su caminar. Los dos mil hombres al mando de Aron, sus
dos hermanos y del capitán Alquimedes, iniciaron su periplo hacia las tierras
bajas. El viaje se tenía que hacer a pie porque el camino era dificultoso para los
caballos, lo que hacía que la distancia se cubriera en un tiempo considerable,
alrededor de cinco días, hasta llegar a Eogar, la última fortaleza antes de llegar a
las tierras bajas.

180
KYRA

-veo que ya estas mejor, muchacha-. Dijo el pingüino mientras veía como Kyra
llegaba escoltada por Bruto, su guardaespaldas gigantesco. En efecto la joven
estaba recuperándose exitosamente, ya no tenía las vendas en la cabeza y un par
de días atrás le habían quitado las tablillas del brazo, ahora tan solo tenía una
pequeña molestia en el mismo, pero confiaba que con el pasar de los días le
fuera sanando más, al igual que las cicatrices que tenía en la cabeza.
El lugar al que la chica fue llevada era una especie de pequeño coliseo. En el
centro estaba una pequeña arena circular rodeada por escalinatas ascendentes,
apenas Kyra vio el lugar se dio cuenta que en ese sitio se daría alguna clase de
espectáculo. -¿Qué es este lugar?-. Preguntó la muchacha.
El pingüino con una sonrisa de satisfacción respondió –hace mucho tenía la
idea de este lugar. Cuando era pequeño y vagaba por las calles de mi pueblo una
feria llegó al mismo. Era muy pequeño entonces y no me permitieron entrar
pero me las ingenie para hacerlo. Cuando estuve adentro de la feria vi muchos
espectáculos que me llamaron la atención, pero fue este en particular del que me
enamore. Así que cuando monté mi negocio mi primera idea fue emular aquel
espectáculo que vi cuando era un chico. Por diferentes motivos no pude hacerlo
en el pasado, pero creo que tu llegada es la señal para que este show cobre vida.
Además la clientela quiere algo nuevo, ya se están aburriendo de los mismos
espectáculos todos los días y como sabrás, hay que mantener a los clientes y
visitantes a la feria felices-. El pingüino hizo un gesto y el grandulón empujo a
Kyra a la arena.
La muchacha en medio del asombro, pues no entendía nada, le dijo al pingüino-
¿Qué es lo que pretende que yo haga aquí?-.
-ya lo veras-. Respondió el pequeño hombre. Dio la orden y Bruto le entrego a
Kyra una espada de madera, de las mismas que se utilizan para entrenamiento,
mientras que el mismo tomaba otra igual entre sus manos. –defiéndete-. Le Dijo
el pingüino a la confusa chica.
Kyra no entendía nada. Tenía una espada de madera entre las manos y al
gigantesco hombre al frente de ella. De pronto, Bruto sacó del aturdimiento a la
joven cuando la atacó con un tajo. La chica se vio sorprendida e intentó

181
esquivarlo pero fue demasiado tarde, la madera se estrelló violentamente con su
espalda haciendo que la joven perdiera el equilibrio cayendo al suelo en medio
del dolor.
-si esa fuera una espada de verdad ya estarías muerta-. Dijo el pingüino. –vamos
defiéndete, ahora no hay nadie quien pueda ayudarte. Bruto no va a tener
compasión por ti-.
Kyra entonces entendió lo que estaba pasando. Recordó las palabras de Sasha
<< Depende de ti la vida que quieras llevar aquí, he visto a muchas morir al
negarse a hacer las cosas que el pingüino les pide que hagan>>. Se puso de
nuevo en pie, cogió la espada entre sus manos y entonces en ese momento se le
vinieron a la mente los recuerdos de su infancia cuando jugaba con su hermano
con una espada de madera. En su séptimo cumpleaños, la niña le pidió de regalo
al rey que le permitiera tomar clases de espada al igual que lo estaba haciendo su
hermano mayor, pero su padre se negó, a petición de la reina Margoh quien
prefería que su pequeña hija tomara mejor clases de etiqueta y comportamiento,
quería hacer de ella una dama. Ese día la niña entonces se encerró a llorar en su
habitación. Más tarde, en la noche su hermano mayor, Igor, que apenas era
mayor que ella por dos años la fue a visitar en secreto y le prometió que él iba a
enseñarle a ella todo lo que fuera aprendiendo de las clases de lucha con
espadas. Así fue como todos los días en las noches, los dos niños se escabullían
e Igor le enseñaba a Kyra todo lo que sabía. De este modo la pequeña niña
aprendió todo lo que tenía que saber del manejo de la espada.
-ataca otra vez, hombre-. Le gritó el pingüino a Bruto, sacando del aturdimiento
a la joven.
Fue allí entonces cuando Kyra supo que tenía que recordar todo lo enseñado
por su hermano. Empuñó la espada con fuerza y se puso en posición de
combate. El gigantesco hombre avanzó sobre ella y cuando estuvo cerca atacó
violentamente de nuevo. La chica tuvo que moverse rápido para evitar el golpe,
más sin embargo la madera pasó a escasos centímetros de su cabeza. El hombre
giró y de nuevo atacó, esta vez ella detuvo el golpe con su espada, pero la fuerza
del hombre era tanta que por poco le hace soltar el arma. La joven giró sobre su
cuerpo en un movimiento bello y esta vez fue ella la que atacó, más sin embargo
Bruto era un peleador excepcional y detuvo el ataque y contraatacó
rápidamente. Kyra esta vez tuvo que ser más veloz para esquivar el tajo del
gigante. Tuvo éxito lo evitó, se movió rápido y quedo alejada del hombre en una
posición defensiva. La cara del pingüino era de total satisfacción. El gigante de

182
nuevo atacó una y otra vez, mientras tanto la chica evitaba todos los tajos y
trataba de contraatacar sin éxito pues el hombre no dejaba ningún espacio en su
defensiva. Una y otra vez las espadas de madera chocaban en el aire sacándose
astillas, tanto que la mano de Kyra ya empezaba a doler pues la fuerza que
aplicaba el hombre en cada uno de sus golpes era superior a la suya.
-¡bravo! ¡Bravísimo!-. Dijo poniendo fin a la pelea el pingüino visiblemente
emocionado, mientras aplaudía con sus pequeños y miserables brazos. –Parece
que aquí tenemos una verdadera guerrera-. El pequeño ser avanzó al centro de
la arena y le dijo a su guardaespaldas –estas tan sorprendido como yo, ¿no es
verdad?-. El gigante bufó –ve y descansa-. Le dijo el pingüino. Bruto tiró la
espada de madera al suelo y salió del lugar. Mientras tanto el pingüino avanzó
hacia Kyra y le dijo –estas llena de sorpresas, muchacha. Quien lo iba a creer,
eres una guerrera. Si te puedo hacer una pregunta ¿en dónde aprendiste a
manejar la espada así?-.
-mi padre me enseñó- Kyra mintió de nuevo.
-esplendido-. Dijo el pingüino y un brillo malévolo se le vio en los ojotes. –Creo
que nos va a ir bien-. Terminó diciendo el pingüino, luego salió del lugar con
paso bailarín, realmente estaba feliz.
Sasha se le acerco a la bella chica y le dijo –lo ves. Si tienes contento al pingüino
puedes llevar una buena vida aquí-.

Kyra se obligó a sonreír aunque su definición de buena vida era otra.

183
WENCESLAO

-ya buscamos por todos lados señor y no encontramos nada. Es como si se la


hubiera tragado la tierra o a lo mejor está muerta-.
-¿has visto el cadáver?-. Preguntó Wenceslao.
-no-. Respondió el hombre.
-entonces no digas estupideces-. Replicó el rey –hasta no ver su cadáver
supondremos que está con vida y la buscaremos-.
-cada día es más difícil, mi señor. Hay mucha extensión de tierra por cubrir,
muchos lugares a los que ella podría haber ido-. Dijo otro de los hombres.
-entonces debería delegar esa tarea a otros hombres, hombres que si quieren
cumplir la voluntad del rey- Dijo Wenceslao en tono amenazante.
-si me disculpa, majestad. Esa no es una mala idea-. Dijo uno de sus concejeros.
Wenceslao miró con desconfianza al hombre. Le dijo -¿a qué te refieres?-.

El hombre habló con cortesía y respeto –este hombre tiene razón en que el
radio que hay que cubrir para dar con la joven al pasar de los días se amplía cada
vez más y más. Es cierto que también la joven ha podido ir a cualquier sitio…-
El concejero fue interrumpido por el rey que visiblemente estaba perdiendo la
paciencia –si vas a repetir las palabras que ya hemos escuchado será mejor que
te quedes callado-.
-lo siento mi rey-. Dijo el hombre –para este trabajo creo que necesitamos de
verdaderos profesionales y creo saber quién puede ayudarnos. Conozco un par
de hombre que se dedican al negocio de rastrear personas y en su oficio son los
mejores-.
-¿usted cree que esos hombres si nos pueden ayudar?-. Preguntó el rey
realmente interesado.
El hombre dándose ínfulas de importante dijo –créame su majestad, si no
estuviera seguro no me hubiera atrevido a mencionarlo. Estos dos hombres

184
tienen gran fama. Son muy conocidos por el éxito de sus misiones. Seguro que
si les ofrecemos una buena suma de dinero muy rápidamente encontraran a la
joven-.
Wenceslao no estaba del todo seguro. El llamar a esos desconocidos seria
involucrar a foráneos en esa búsqueda, el rey prefería que todo se manejara con
la más absoluta discreción y bajo el más mínimo escepticismo. –tiene mi
autorización. Vaya, busque a esos hombres y tráigalos a mi presencia, para ello
lleve a un grupo de soldados para que lo escolten. Tiene una semana -.
El concejero de inmediato salió de la sala del rey y se dirigió para alistar su viaje.
Sabía que tenía que buscar bien para dar con los dos hombres, para eso solo
tenía una semana, pero lo ilusionaba la idea de hacer feliz al rey, seguro la
recompensa iba a ser fabulosa.

185
RADAEL

La avanzada del ejercito de Thorme ya divisaba la fortaleza de Eogar que se


elevaba majestuosa entre la montaña. Las grandes puertas de hierro estaban
cerradas. En ese momento daba la impresión desde lejos que la fortaleza
estuviera desierta, pero a medida que avanzaban hacia ella la estructura cobraba
vida, se escuchaban los susurros, se veían a soldados colocándose en posición
para defenderla y cuando estuvieron muy próximos, por el ruido los invasores
supieron que había una gran cantidad de gente en su interior.
-toda la gente se ha refugiado dentro de la fortaleza-. Dijo Radael, capitán y
hombre al comando de esta primera avanzada de Thorme. –creen que estos
muros los salvaran. Demostrémosle que están equivocados-.
De inmediato se fueron abriendo paso entre los soldados, las ca tapultas y los
escorpiones y fueron poniéndose en posición. Adentro mientras tanto, Emir
Hedar, capitán al mando de la torre, había cumplido con las órdenes que
llegaron con el cuervo desde más arriba de la montaña. Abrió las puertas de
hierro y por ella entraron a buscar refugio los campesinos. Mujeres, ancianos y
niños se refugiaron en la fortaleza con tan solo lo necesario, la mayoría de sus
pertenencias las dejaron afuera, en cada una de sus casas, casas que ardían, otras
se habían convertido en cenizas. El capitán veía desde arriba como el ejército
enemigo tomaba su posición afuera, veía como organizaban sus catapultas y
escorpiones, el asedio comenzaría pronto. Las órdenes eran claras, tratar de
contener al enemigo y tratar de defender la fortaleza un par de días mientras
llegaba la ayuda. << ¿Cómo diablos pretenden que resistamos? Ellos nos
triplican en número>> pensaba el capitán mientras sus arqueros se ponían en
posición. Sabiéndose en desventaja, el capitán decidió que todo hombre mayor
en capacidad de entablar lucha, se le diera un arma. Fue así como de entre los
campesinos se alcanzó a armar una pequeña compañía de un poco más de 150
hombres que si bien jamás en su vida habían empuñado una espada, por lo
menos teniendo el deber de defender a los suyos pelearían con valor.
El asedio duró relativamente poco. Las cargas de las catapultas y de los
escorpiones cruzaron los cielos y fueron efectivas. Las estructura de la fortaleza
que siempre pareció sólida y firme, comenzó ceder cuando una a una las cargas
dieron en sus estructuras. Si bien desde la fortaleza también se disparaban cargas
de catapultas, estas no eran tan efectivas, además porque en número, el ejercito

186
de Thorme superaba en una proporción de veinte a uno a quienes defendían la
fortaleza, lo que significaba que si bien las cargas de las catapultas de los
hombres de la montaña hacían algún daño, no era suficiente para frenar el
avance del invasor. Uno a uno los arqueros apostados en la cima de la fortaleza
fueron cayendo. El ejército invasor ya rodeaba toda la fortaleza. Desenas de
escaleras fueron puestas alrededor de todas las paredes de la estructura y por
ellas fueron subiendo cientos de hombres. Arriba los esperaban los hombres de
la montaña con espada en mano y otros con arco y flecha. Al principio la
defensa triunfó, pero al pasar el tiempo, el cansancio y el número de hombres
que subían por las escaleras, hicieron mella en los defensores de la fortaleza, así
que los hombres de Thorme tomaron ventaja y en poco tiempo se hicieron al
control de esa parte de la fortaleza, pero no por mucho tiempo. Los hombres de
la montaña reaccionaron y al comando de Emir Hedar contraatacaron para
retomar el control de esa parte de la fortaleza y lo lograron, allí arriba el número
superior del ejército invasor no importaba para nada, en ese espacio reducido,
los hombres de la montaña repelieron al enemigo y dieron de baja a todos lo
que instantes antes habían subido por las escaleras, al mismo tiempo derribaron
las mismas para que no pudieran subir de nuevo. Los gritos y exclamaciones de
victoria no se hicieron esperar. Pero esa apena era una pequeña victoria y así lo
entendió el capitán Emir, quien vio como abajo, en medio de la gran cantidad de
combatiente del enemigo, se abrían paso unos hombres que transportaban un
tronco gigantesco y cuando estuvieron en la puerta golpearon la misma de
forma brutal con aquel gran tronco. El capitán consiente de la situación ordenó
a sus hombres bajar hacia la puerta en caso de que la derribaran, dejando de
nuevo la parte alta de la torre protegida tan solo por un número reducido de
hombres quienes con arco en mano lanzaban una interminable lluvia de flechas.
Las grandes puertas de hierro resistieron los primeros golpes, pero era cuestión
de tiempo para que cedieran dándole paso al enemigo. Emir Hedar entonces
organizó a sus hombres para defender la entrada a la fortaleza, esto mientras
tanto las cargas de las catapultas seguían cayendo y haciendo estragos en el
interior de la torre donde muchos de los pueblerinos morían, otros agonizaban y
parte de las edificaciones ardían por el fuego, otras simplemente estaban
destruidas. Afuera, el ejército invasor al comando de Radael de nuevo ponía en
pie las escaleras derribadas y una vez más por ellas subían sus hombres. Por otro
lado las cargas de las catapultas y escorpiones no cesaban como no cesaban los
golpes a las puertas de hierro. Golpe tras golpe la fuerte estructura se fue
debilitando. Solo era cuestión de minutos para que las puertas de vinieran abajo,
por eso Emir no paraba de motivar a sus hombres. La tensión se sentía por
todo el lugar, muchos de los campesinos que se refugiaron en la fortaleza

187
buscaban refugio de las cargas de las catapultas, otros como los niños, las
mujeres y los ancianos fueron conducidos al interior del salón principal de la
fortaleza, afuera sus padres, esposos e hijos esperaban la hora de la lucha.
Aquella hora no se hizo esperar, la puerta no soportó más los golpes y se vino
abajo. Las pesadas puertas cayeron abriendo una brecha y a través de ella se
abrieron paso cientos de hombres del ejército de Thorme.
-¡por nuestro señor! ¡Por el honor!-. Gritó Emir Hedar mientras que con espada
en mano esperaba a sus enemigos que corrían hacia los hombres que defendían
la fortaleza.
Por un momento aquella plaza central de la fortaleza se convirtió en un
improvisado campo de batalla. Los hombres de la montaña defendieron con
valentía su tierra pero el enemigo era muy numeroso. Uno a uno los hombres de
Emir fueron cayendo. En pocos minutos la gran cantidad de hombres al mando
de Radael entraron a la fortaleza y rodearon a los pocos hombres de la montaña
que hasta ese momento habían sobrevivido, entre ellos Emir Hedar.
Montando en un caballo blanco majestuoso, Radael pasó entre la multitud de
cadáveres que abarrotaba la plaza central, vio a Emir y sus hombres y le dijo –
ríndete, arrodíllate y alaba a mi rey, quizá entonces se les perdone la vida a tus
hombres-.
Emir Hedar dudó por un momento, luego miró a sus hombres y vio en sus ojos
orgullo y valentía –preferimos morir que arrodillarnos ante el usurpador-. Dijo,
siendo secundado por los pocos hombres.
-si así es como lo quieres que así sea-. Dijo Radael y dio la orden.
Al momento una lluvia de flechas de sus hombres que estaban en la parte alta,
fueron lanzadas contra Emir y los suyos. Todas dieron en el blanco matando a
muchos al instante, a otros hiriéndolos de gravedad. Varias de las saetas dieron
en Emir quien cayó de rodillas al suelo.
Radael se bajó entonces de su caballo, desenvainó la espada y caminó hacia el
herido capitán de los hombres de la montaña. Emir levantó la vista y vio al
hombre con la espada en mano, le dijo haciendo un esfuerzo mayúsculo para
hablar –nunca conquistarán nuestra montaña, nunca-.

188
-ya lo veremos-. Dijo Radael, luego dio un golpe violento en el cuello del
hombre separando la cabeza del tronco. Sus hombres lo imitaron e hicieron lo
mismo con los sobrevivientes.
La orden que tenía Radael era clara, no tomar prisioneros así que lo que vino a
continuación fue una matanza. Las tropas de Thorme entraron al salón principal
de la fortaleza. Allí en medio de las suplicas de los que allí se refugiaban se
llevaron a cabo los más horribles vejámenes. Los niños y ancianos fueron
asesinados a sangre fría, al igual que todas las mujeres pero no sin antes
violarlas. Una a una estas mujeres fueron abusadas, las que se resistían eran
asesinadas violentamente por cortes de espadas o golpes de hachas, las otras
incluyendo las niñas, eran montadas por todos los hombres que quisieran, al
final eran asesinadas.

De este modo cayó la fortaleza de Eogar, la primera ciudad del reino de libre de
la montaña y aunque esa noche sus hombres hicieron fiesta con cerveza y
música para celebrar la victoria, Radael sabía que al subir la montaña no todo iba
a ser tan fácil. Ningún ejército en toda la historia del reino libre subió la
montaña para conquistar y subyugar a los hombres que allí vivían. Esa era su
misión, ese era el reto que Thorme le encomendó al hacerlo capitán de su
ejército. No podía decepcionar a su rey.

189
DANTE

Ya caía la noche y se veían pocas personas en la ciudad, tan solo aquellos sin
hogar, borrachos e indigentes y una que otra prostituta que negociaba su cuerpo
con los lujuriosos hombres. Las casas estaban oscuras y cerradas, solo de las
tabernas y burdeles se veía alguna luz. Dante y Drako avanzaban por las oscuras
calles de ese pueblo. El día había sido pesado así que caminaban en silencio con
rumbo a la posada que en los últimos dos días les sirvió como hogar. El pago
recibido por el trabajo que prestaron fue bueno y el cliente quedó satisfecho, si
bien este trabajo en particular había sido difícil pues la víctima era escurridiza, al
final lograron capturarle y cobrar la deuda.
Ya habían pasado tres años pero el recuerdo de aquella noche trágica aún vivía
en la cabeza de Dante. En el día no pensaba en aquello, el trajín del día le
impedía hacerlo, pero era en la noche que todos los recuerdos volvían y
cobraban vida de nuevo. Aun no podía sacar de su mente los gritos de
desesperación de su esposa ni el llanto casi que insoportable de su pequeña
hijita, esos recuerdos lo atormentarían para siempre. <<Pude haber hecho algo
más para salvarlas>> se repetía noche tras noche Dante a sí mismo. En muchos
momentos pensó en quitarse la vida llevado por la desesperación y por la culpa.
Se había jurado a sí mismo vengarse, pero ¿de quién? No tenía claro quién era el
responsable de causarle tanto dolor. Aquellos hombres que entraron a su casa
solo eran simples soldados de Moravia.
Por otro lado Drako también tenía su historia, no muy diferente a la de su
amigo y colega, Dante. Al igual que el medioelfo, el también perdió a su esposa
e hijos de forma violenta. Aun en su mente estaban los recuerdos de cuando
aquellos hombres blancos que cruzaron el mar, llegaron a su humilde casa y
destrozaron todo, luego violaron a su esposa y a sus dos pequeñas hijas, luego
mataron a su primogénito barón al igual que su pequeño y ultimo hijo de tan
solo tres años de vida. Después de eso pasó los siguientes diez años de su vida
esclavizado en una mina, obligado a trabajar en las más inhumanas condiciones
18 de las 24 horas del día junto con otros hombres de su raza que al igual que él
también le habían matado a sus familias. Pasó el tiempo y el negro pareció
acostumbrarse a esa vida, viendo a muchos de los suyos morir por causa de la
dureza del trabajo en esas minas. Pero fue un día que su amigo más cercano
murió pidiendo ayuda a sus captores y estos lo dejaron morir sin brindarle
alguna ayuda, que Drako dijo no más. Ideó un plan para escapar de aquel

190
infierno y después de un tiempo lo logró, estaba libre. Respirando el aire de la
libertad de nuevo. Junto con los que escaparon con el de las minas, Drako vagó
algún tiempo por las tierras del sur. Pero sus captores no se resignaban a
dejarlos escapar, así que persiguieron el grupo de Drako hasta capturarlos o
matarlos uno por uno, al final de cuentas solo Drako sobrevivió. Fue allí cuando
conoció a Dante y desde ese momento los dos hombres anduvieron juntos, se
convirtieron más que en socios de negocio, en los mejores amigos.
Un sonido de cascos de caballos sacó de letargo a los dos hombres. Aquel
sonido venia de detrás de ellos, al principio no prestaron atención, pero después
de un tiempo y al notar que un par de sujetos que montaban los caballos los
seguían, Dante y Drako empezaron a sospechar que algo raro ocurría y más aún
cuando más adelante otros tres tipos subidos también en caballos, salían para
córtales el paso. Drako y Dante se desviaron tomando atajo por un callejón pero
no llegaron muy lejos pues al final del mismo, otro sujeto les cerraba el paso,
intentaron regresar pero los caballistas bloqueaban la entrada y uno de ellos iba
hacia Dante y Drako. De inmediato el negro y el medioelfo, sabiendo que algo
raro pasaba, se pusieron espalda contra espalda y echaron mano a las espadas.
El sujeto que se dirigía hacia ellos, desmontó de su caballo y dijo –eso no es
necesario señores-.
-¿Quiénes son y porque nos siguen?-. Preguntó Drako sin dejar de tocar la
empuñadura de su espada.
El hombre que se veía que era alguien importante por la forma en que vestía y
que en su pecho al igual que los demás hombres, llevaba una insignia, un
cuervo. –Los hemos buscado por un puñado de días-.
-¿Qué es lo que queréis de nosotros?-. De nuevo peguntó el negro.
-vengo en representación de mi rey, Wenceslao, amo y señor de estas tierras. El
rey solicita de vuestra presencia-. El hombre se acercó y sacó un pequeño papel,
extendió la mano para que lo cogieran.
El medioelfo entonces tomó el papel y vio que tenía el sello real de la casa de
Wenceslao, preguntó -¿para qué nos quiere tu rey?-.
El hombre respondió –no se me está permitido deciros. Vengan conmigo y lo
sabrán-.

191
El Kalijary que no dejaba de tocar la empuñadura de su espada dijo -¿y si nos
negamos?-.
El hombre dio media vuelta y se subió de nuevo a su equino y dijo –mi misión
es llevaros ante la presencia de mi rey. Yo preferiría que fuera por las buenas,
pero eso depende de ustedes-.
Al momento los otros hombres desenfundaron las espadas. Dante se dio cuenta
que las posibilidades no eran muy buenas, ellos solo eran dos contra seis bien
armados y seguramente bien entrenados, así que le dijo a Drako – ¿Qué
piensas?-.
El negro respondió –no me gusta nada esto, no confió en estas personas-
-estoy de acuerdo, pero debemos ir o moriremos aquí-.
El Kalijary no del todo convencido asintió y dejó de tocar el mango de su
espada.
Dante le dijo al hombre –iremos-.
El consejero de Wenceslao dijo –muy bien. Vamos entonces-.
-¿y nosotros iremos a pie?-. Preguntó el negro en tono brusco.
El consejero ignoró lo que el Kalijary dijo y ni siquiera lo miró, luego dio una
orden y otro de sus hombres apareció con dos caballos. –Ustedes irán en estos
caballos-. Dijo.

192
KYRA

Kyra estaba nerviosa por el debut en la feria. Los anteriores días había estado
entrenando con la espada de madera, pero de todas formas estaba nerviosa.
Mientras Sasha la ayudaba a vestirse para la ocasión, la joven no dejaba de
pensar en todo lo que podría salir mal. << ¿Y si alguien me reconoce? ¿Y si
alguien me vence y tengo que acostarme con esa persona?>> pensaba la joven.
No se dio cuenta pero ya estaba lista para entrar a su atracción, la que le había
preparado el pingüino. Llevaba una vestimenta bastante sugestiva y sensual que
dejaba mucha de la piel al descubierto y que dejaba ver los encantos de la joven.
-te ves muy bonita-. Le dijo Sasha pero eso no logró tranquilizar a Kyra.
-ya es hora-. Entró una de las mujeres a la tienda y le dijo a Sasha
-muy bien vamos-. Dijo la Madame.
Las dos mujeres caminaron rumbo al pequeño coliseo y mientras se acercaban la
chica podía oír los murmullos, discusiones y gritos de los hombres que allí
estaban, al parecer el lugar estaba abarrotado, lo cual puso aún más nerviosa a la
joven.
-señoras y señores-. Empezó diciendo el pingüino llamando la atención de todos
–bienvenidos a este nuevo espectáculo que tenemos preparados para ustedes.
Un espectáculo único que no lo verán en ningún otro lugar-. El pingüino fue
interrumpido por los gritos eufóricos de la multitud. –Demos la bienvenida a
Karol la guerrera-. Después que el pingüino dijo su nombre inventado, Kyra
entró a la arena y sintió miles de ojos encima de ella, ojos lujuriosos de los
hombres que abarrotaban las gradas, hombres que por lo visto estaban llevados
por el alcohol. Allí en medio de toda esa gente la joven se sentía desnuda.
El pingüino siguió diciendo -¿Quién de ustedes se atreverá a entrar a la arena
con esta guerrera? ¿Quién se atreve?-. Muchos de los hombres gritaban
proclamándose a ellos mismos. Se formó una algarabía insoportable, los
hombres se empujaban unos a otros. El pingüino volvió a hablar tratando de
calmar un poco las cosas –el que se atreve a entrar a este círculo, pelee con
nuestra guerrera y la derrote tendrá la posibilidad de ganar diez piezas de plata.
Pero eso no es todo, el premio mayor es que el que derrote a la guerrera tendrá
la posibilidad de pasar una noche con esta belleza-. Antes de calmar a la

193
multitud, las palabras del pingüino lo que hicieron fue caldear aún más los
ánimos de los hombres que se peleaban y empujaban tratando de ofrecerse para
ser los primeros en entrar en el círculo con la hermosa joven. -¿Quién de
ustedes quiere ser el primero? ¿Quién será el primero en probar la fuerza de mi
guerrera?-. Mientras las palabras del pingüino alebrestaban aún más al público, la
chica estaba más nerviosa. La sola idea de perder con uno de esos hombres y
que tuviera que pasar una noche con alguno de ellos era terrorífica. Kyra miró a
un costado de la arena y vio a Sasha quien le brindaba una sonrisa dulce, le
transmitía en sus ojos tranquilidad. De este modo la joven respiró hondo y trató
de tranquilizarse un poco. Mientras tanto el pingüino escogió a uno de los
hombres de entre la multitud que abarrotaba el lugar –démosle un aplauso a
nuestro primer contendiente de la guerrera Karol-. La multitud aplaudió y el
hombre bajó raudo. –Muy bien, que empiece la función- dijo por último el
pingüino. Los asistentes ayudaron al hombre a despojarse de sus ropas y le
dieron una ropa especial. Al final le dieron al igual que a Kyra , una espada de
hoja roma.
-recuerda que tiene que vencerla para poder acostarse con ella esta noche-. Dijo
el pingüino –que empiece el show-. Dijo por último el bajito, después se dirigió
a su sitio especial para observar la lucha que estaba por empezar.
La chica quedó sola con el hombre en el círculo de arena. De in mediato la
joven notó que el hombre estaba tan nervioso como ella, además también se dio
cuenta, por la forma como empuñaba la espada, que no tenía mucha experiencia
con esa arma. Mientras los dos se medían y caminaban en círculos, el hombre la
miraba fijamente. Alrededor, la multitud aclamaba al hombre. Después de un
momento el sujeto se atrevió a atacar primero, lo hizo de manera poco
ortodoxa. Kyra esquivó el golpe y aprovechó su mayor experiencia con la
espada y dio un golpe en la espalda del hombre. La multitud rugía de algarabía
reclamándole al hombre, las burlas no se hicieron esperar. El individuo se sintió
burlado y humillado por la joven y llevado por la ira atacó de nuevo. Esta vez la
chica también desvió el golpe. El hombre atacó una y otra vez más con fuerza y
desesperación que con técnica, lo que le daba la ventaja a Kyra en la
confrontación. La joven guerrera miró al hombre, lo vio cansado y supo que
debía terminar aquello. Cuando el hombre atacó de nuevo, Kyra en un rápido y
eficaz movimiento paró el golpe y contratacó, dado media pirueta, luego asestó
los golpes definitivos, uno en el abdomen que dejó sin aliento al hombre, otro
en el pecho y el último en la parte posterior de la cabeza. Este último golpe hizo
que el hombre cayera de bruces en la arena. La hermosa chica venció.

194
El pingüino aplaudía con satisfacción mientras en las tribunas del improvisado
coliseo muchos hombres se ofrecían para entrar a la arena con la joven. La idea
de llevarse a la cama a tan deliciosa muchacha les bastaba para ofrecerse a luchar
contra ella, ignorando el talento evidente de la joven para la confrontación.
El segundo hombre entró a la arena y pese a su fuerza, tuvo el mismo destino
que el primero. Así de esta manera uno tras otro se ofrecían para entrar a la
arena. Kyra los vencía fácilmente pues para fortuna de ella, estos hombres no
eran muy expertos en el manejo de la espada, eso y que estaban demasiado
ebrios para siquiera darle una batalla igual a la hermosa chica.
Después del espectáculo, esa noche Kyra durmió sola. Aquel día tuvo suerte que
ninguna de sus enemigos fuera un luchador con experiencia. La joven estaba tan
cansada que durmió profundamente.
Mientras tanto, el pingüino hacia cuentas. Aquel día había sido productivo, muy
productivo. El nuevo espectáculo había dejado muchas ganancias. Todo se lo
debía a la suerte, la suerte de haberse encontrado a aquella joven. Antes tenía
algunas dudas pero ahora sabía que aquella muchacha era una mina de oro y por
nada del mundo la iba a dejar escapar. Kyra no lo sabía, pero su vida ahora le
pertenecía al pingüino y él no la iba a dejar escapar tan fácilmente, para hacerlo
tenía que luchar muy duro. El futuro de la joven era incierto.

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WENCESLAO

Esta era la primera vez para Drako y Dante en la ciudad capital de Moravia. Se
encontraron con una ciudad caótica, una ciudad fea y sucia. Por las angostas
calles casi que era imposible caminar por la gran cantidad de gente que
transitaba, comprándoles a los vendedores que se habían apoderado de las
mismas. En esas calles se vendían toda clase de productos, desde ropas y joyas,
pasando por diferentes artículos y alimentos, hasta llegar a animales de todo
tipo, perros, caballos, chivos y cerdos se negociaban por doquier. Casi que era
imposible no pisar la mierda que aquellos animales dejaban por todo el lugar,
eso sin contar con la basura que se amontonaba en cada esquina. Gracias a los
soldados que los escoltaban, se abrieron paso por entre la multitud, entre las
miradas inquisidoras que los transeúntes les dirigían a los dos hombres. Después
de cruzar la caótica ciudad, estuvieron en las puertas de palacio central, la casa
de Wenceslao. Aquella edificación y su perímetro aunque enclavado en el centro
de la ciudad, contrastaba con la misma. Dante y Drako fueron guiados a través
de jardines, pasillos, corredores y salones hacia el salón principal, lugar donde
Wenceslao atendía a las visitas.
Antes de entrar al salón, uno de los guardias les dijo –ustedes van a entrar a ver
al rey, así que no está permitido el ingreso con armas. Deben dejarlas aquí-.
Drako miró a Dante. La idea de dejar sus armas no le hacia ninguna gracia al
negro. No confiaba para nada en aquellos blancos, los mismos que tiempo atrás
cruzaron el mar para asesinar a su pueblo y mas no sabiendo lo que los esperaba
dentro de aquel salón. << ¿Y si es una trampa?>> se preguntó Drako, así que
con desagrado, al igual que Dante, entregó su espada, varias dagas y cuchillos,
pero escondió uno en la pantorrilla. El negro no tenía la más mínima intención
de dejarse sorprender.
Después que fueron desarmados, los dos hombres entraron al lugar escoltados
por varios de los escudos dorados fuertemente armados. Allí estuvieron un buen
rato esperando al rey Wenceslao.
-he cumplido con la tarea encomendada mi señor-. Dijo el consejero a
Wenceslao segundos después que este último entrara al salón y se sentará en su
trono. Al lado del rey se sentó también su hijo, Wenceslao II.

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El viejo rey escudriñó de arriba a abajo a los dos hombres y dijo –así que
ustedes son los expertos en rastrear y encontrar a personas-. El rey hizo una
pausa mientras miraba al negro –verdaderamente me esperaba otra cosa-.
-¿Qué es lo que quiere de nosotros?-. Preguntó el negro en tono agresivo.
Uno de los soldados avanzó hacia el negro y le dijo –debes ser más respetuoso
cuando se dirija a nuestro rey, negro-.
Dante tuvo que contener a Drako para evitar una confrontación con el soldado,
luego le preguntó al rey en un tono más respetuoso – ¿que quiere el rey de
nosotros?-.
Wenceslao se paró de su trono y caminó hacia el par de hombres –un medieolfo
y un Kalijary trabajando juntos-. Dijo en tono irónico, luego se dio media vuelta
y continuó –quien diría que yo, el rey de Moravia tendría que solicitar los
servicios de estos dos hombres cuyos pueblos creen que soy un tirano-. El rey
soltó una carcajada y los presentes lo siguieron.
<<Es un tirano>>. Se vio tentado en decir Drako, pero se contuvo. No se
necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta que cualquier ofensa hacia el
rey blanco la pagarían con la muerte.
-necesito que encuentren a alguien por mí-. Dijo de nuevo Wenceslao. –si lo
hacen serán bien recompensados-.
El medioelfo tomó la vocería al darse cuenta lo nervioso que estaba Drako -¿a
quién desea el rey que encontremos?-.
-una mujer, una muchacha para ser más precisos. Cometió un delito grave en mi
palacio y debe ser castigada-.
-¿hay algo más que debamos saber de esta mujer?-.
-sí. Pero los detalles se los dará mi consejero-. El rey hizo un gesto y un hombre,
el encargado de las finanzas del reino se acercó a los dos hombres con una
bolsa.
-se les dará la mitad ahora y la otra mitad después de la culminación del trabajo-.
Dijo el jefe de las finanzas al entregar la bolsa a los dos hombres.
Dante revisó la bolsa y vio una gran cantidad de piezas de oro.

197
-una última cosa-. Dijo el rey –algunos de mis hombres irán con ustedes.
Después que encuentren a la muchacha se la entregaran a ellos para que sea
traída ante mi presencia, al hacerlo se les dará la otra mitad del pago-.
Dante y Drako salieron del salón acompañados por el consejero quien les iba a
explicar los detalles de la misión.
Cuando Wenceslao vio salir a los dos hombres acompañados por su consejero
llamó a el capitán de la guardia de la ciudad y le dijo –no confío para nada en
estos hombres así que manda a cinco de nuestros mejores hombres con ellos.
Diles que no se les despeguen ni un solo momento. Si tienen éxito y dan con la
muchacha, que los maten después de la entrega. Recuperen el dinero y no dejen
rastro-.
El capitán en repuesta dijo –muy bien su majestad, pero si gusta yo mismo en
persona iré con esos hombres para llevar a cabo de mejor manera sus órdenes-.
Al rey le gustó la idea así que asintió y dijo –muy, así se hará-.
El capitán dejó el salón
-¿confías en esos hombres, padre?-.
-no. Pero según dicen son los mejores-. El rey acaricio el rostro a su
primogénito y le dijo –tranquilo hijo mío, la perra muy pronto estará de vuelta,
será solo cuestión de días-.

198
ARON

Nunca jamás un ejército enemigo había logrado coronar la cima de la montaña.


Con aquella premisa Aron Torrazu marchaba al frente del grueso del ejército de
los hombres de la montaña. Hacía varios días que descendían por caminos
difíciles e intransitables, sabían que era imposible llegar a tiempo para salvar
Eogar, solo rogaban a los dioses que la fortaleza hubiera resistido el ataque ,
aunque en el fondo todos sabían que lo más probable era que dicha fortaleza ya
estaba en manos de los enemigos, los mismos que entusiasmados por la victoria
y sin medir los peligros, se atreverían a subir por la montaña sin importar los
peligros que esto implicaba. Aquella situación Aron entendía que debían
aprovecharla a su favor. La ventaja en esa guerra era el conocimiento del
terreno. Los hombres de la montaña conocían todos los secretos de la misma,
conocían caminos que nadie conocía, caminos seguros y atajos. Por el contrario,
los hombres de Thorme sabían muy poco de la montaña. Todos habían crecido
temiéndole a ella y a los hombres que en ella gobernaban.
En el valle se contaban muchas historias sobre los hombres que vivían en la
montaña. La mayoría de esas historias acusaban a los hombres de las montañas
de ser unos salvajes, asesinos sin compasión. En una de esas historias, una
historia muy antigua, escrita por orden directa de Darío, el usurpador y
autoproclamado rey de Acaria, se decía que los hombres del valle vivían
tranquilos, en paz y sin ningún conflicto entre ellos ni con ningún país vecino.
Hasta que un día esa paz se vio interrumpida por hombres que vinieron del sur,
del otro lado del mar negro, de las tierras sombrías del continente inexplorado
por los hombres blancos. Estos hombres eran salvajes, hombres violentos y
temerarios, quienes venían al comando de un salvaje con el nombre de Icaru.
Estos salvajes venían con la intención de apoderarse de aquella tierra. En ese
momento el rey de Acaria, Dagoberto, al comando de su ejército enfrentó a los
salvajes en una batalla épica conocida como la guerra de los siete días.
Dagoberto con su mano derecha al lado suyo, Darío; guio a su ejército hacia la
victoria final, derrotando al enemigo. Pero la alegría no fue completa porque el
rey fue herido de gravedad en la batalla y murió pocos días después. El heredero
al trono por derecho de sangre era Rigoberto, el hijo del difunto rey. Pero había
un problema, Rigoberto era un niño de tan solo 12 años. Así que el consejo del
reino decidió por mayoría, mas no por unanimidad, que Darío, hombre de
confianza del difunto rey, se sentara, gobernara y cuidara del trono hasta que

199
Rigoberto cumpliera la mayoría de edad para ser coronado como rey de Acaria.
Así se hizo y Darío fue coronado senescal, cuidador del trono de Acaria. Pero
las malas noticias siguieron porque días después de la coronación de Darío
como cuidador del trono, una noche Rigoberto fue asesinado, al igual que su
madre, hermanos y hermanas. Según la historia, Darío acusó públicamente a un
grupo de concejales, los mismos que no estuvieron de acuerdo con nombrarlo
senescal, al comando del concejal Victorio, como los responsables de tan vil
asesinato. Pero estos concejales no estaban solos y tenían poder e influencia en
la gente del pueblo de Acaria. Así de este modo se inició una guerra civil entre
los que apoyaban a los concejales y entre quienes apoyaban al senescal Darío. A
pesar de contar con un número considerable de hombres, los rebeldes fueron
derrotados por el grueso del ejército de Acaria a las órdenes de Darío. De este
modo los rebeldes sobrevivientes fueron expulsados del valle y se vieron
obligados a vivir en las montañas frías, conocidas como las montañas de hierro
en la antigüedad, las mismas montañas del antiguo y desaparecido reino de los
enanos. Darío por su parte, fue tratado como un héroe y como la línea de sangre
del difunto rey Dagoberto estaba extinta, Darío fue coronado como rey de
Acaria. Así como esta historia, en el valle, al pie de las montañas de hierro había
muchas y en todas, los hombres que en la montaña vivían, aparecían como unos
salvajes y asesinos.
Para los hombres de la montaña la historia se contaba de manera diferente. En
sus espaldas cargaban con el peso de cientos y cientos de años de odios y
reproches de quienes vivan en el valle. Durante siglos, los habitantes de Acaria
les habían declarado la guerra sin tregua y sin cuartel. Un numero incontable de
veces, ejércitos de Acaria trataron de ascender a la montaña para hacerse al
poder de la misma. Pero todas las veces fracasaron. La montaña se volvió
entonces en el mejor aliado de los hombres que en ella vivan. Les daba
protección pero también alimento y refugio. Se construyeron grandes ciudades,
la más importante en la cima misma de la montaña, Eagletown. Hogar de los
grandes señores de la montaña por generaciones. Así, al paso del tiempo la
población de este reino emergente creció en número, pero siempre bajo la
constante incertidumbre de una guerra declarada por los hombres del valle.
-este es el sitio más propicio para esperar-. Dijo Aron.
-es la mejor decisión, señor- apoyó el capitán Alquimedes.
El sitio escogido para esperar el grueso del ejército de Thorme no podía ser
mejor para los hombres de la montaña. Aquel sitio era un angosto paso entre

200
dos laderas, era paso obligatorio para quien quisiera atravesar el lugar, no había
otra forma de hacerlo. El ejercito que quisiera avanzar tenía que hacerlo casi que
en fila india, debido a lo angosto del camino, eso le daba ventaja a el ejercito de
la montaña. Ellos estarían del otro lado esperando a sus enemigos. Allí en ese
angosto pasaje, la ventaja en número del enemigo no valía nada.
Los estandarte del ejercito de Thorme ya se divisaban a la distancia, el enemigo
ya estaba cerca. Aron y el capitán impartían las últimas órdenes, todos los
soldados ya estaban preparados y listos para combatir. Una sola premisa, de
aquel sitio, el enemigo no debía avanzar.
Radael iba en medio de su ejército montado en su yegua, sabía que en algún
momento el terreno se pondría imposible de transitar y tendría que dejar al
animal, pero por el momento no pensaba abandonarla aun. La inclinación del
terreno era constante y dura. A medida que subían, el capitán escuchaba
murmullos de sus hombres, así que cada tanto el ejército paraba para descansar.
Era mejor tener a sus hombres contentos, no debía permitir que la montaña les
quebrara el espíritu.
Radael no podía creer lo que veía, al frente de ellos la montaña les cerraba el
paso dejándoles solo un angosto camino entre las dos laderas. Vio las caras de
sus hombres y supo que ellos sentían lo mismo que él. Aquel terreno,
desconocido para ellos, no les daba tregua alguna.
-mi señor, ¿Qué ordena que hagamos?-. Se le acercó uno de sus oficiales más
cercanos y le preguntó.
-envía a unos hombres para que exploren el terreno y nos digan que ven-.
Respondió el capitán.
El hombre se retiró de su lado, escogió a cinco de los hombres que montaban
caballos y les transmitió las órdenes del capitán. Los cinco hombres dejaron el
grupo y avanzaron hacia ese paso de la montaña. Al frente de los cinco iba un
hombre con el estandarte de la casa de Thorme, un caballo rampante, el
estandarte se sacudía por el viento mientras los hombres avanzaban.
Atrás el grupo esperaba. Radael y los demás vieron como los hombres se
internaban en el camino y desaparecían tragados por la montaña. La espera duró
varios minutos en los cuales la impaciencia parecía ganarles la batalla. Cuando
Radael empezaba a impacientarse, lo mismo los que lo rodeaban, vio salir del
sitio a uno de sus jinetes y luego detrás de el a otro quienes cabalgaban raudos.

201
Para sorpresa del general del ejército del Usurpador, después de un momento
vio salir a los caballos de los otros tres hombres, dos de ellos solos, sin jinetes y
el tercero arrastraba el cuerpo de su jinete, al que además de tener varias flechas
clavadas en su cuerpo, la pierna se le había atorado en las riendas y por eso su
caballo lo arrastraba.
Al ver a uno de sus hombres llegar hasta la seguridad del grupo, Radael le
pregunto -¿Qué ha pasado?-.
El hombre calmó a su animal, respiró profundo tratando de recuperar el aliento
y respondió –el camino entre las dos laderas es muy angosto. No hay como
rodearlo, así que es la única vía para atravesar la montaña, tenemos que dejar los
caballos y seguir a pie. El camino se desnivela cada vez más hacia arriba y
mientras lo hace las dos laderas se cierran sobre él. Al final el camino empieza a
hacerse más amplio, a unos 500 metros está salida, pero….- el hombre de nuevo
respiró hondo.
-¿pero qué?- reprendió el oficial.
-los salvajes están apostados en la salida, la ocupan toda, son muchos, además
tienes arqueros apostados en la parte alta de las dos laderas. Apenas nos vieron
los arqueros nos dispararon sus flechas dando en tres de nosotros, solo los dos-
señalando al otro jinete –logramos salir ilesos-.
Radael dio la orden para que los dos jinetes regresaran a la parte trasera de la
compañía.
-esto parece una trampa, mi señor-. Dijo el oficial señalando lo obvio.
<<Claro que es una trampa>> pensó Radael. –Ellos han tomado este sitio
como su aliado, saben que en el camino angosto el número superior de soldados
nuestros no hará ninguna diferencia- el capitán de las fuerzas de Thorme hizo
una pausa como pensando una salida a tal situación, luego dijo –tenemos que
avanzar. Los salvajes han escogido este sitio por algo. Creo que todas sus
esperanzas están puestas en aquel camino angosto. Todas sus fuerzas están
concentradas aquí, si logramos vencerlos ahora el camino nos quedara
despejado-.
-ya lo creo-. Dijo el oficial.
La tarde se aproximaba a su fin. El viento frio arreciaba haciendo que los
estandartes bailaran incansablemente. Los hombres de la montaña al mando de
202
Aron esperaban al otro lado del camino. Por siglos el señor de la montaña
defendió su territorio de los constantes ataques del rey del valle o el usurpador
como lo llamaban. Pero esta vez era diferente. Jamás un ejército tan enorme
había logrado llegar tan alto. Esta era la única oportunidad de detener aquel
ejército. Aron entendía que la ventaja estratégica que le daba el terreno debía
aprovecharla para contener a los enemigos y hacerlos retroceder, de lo contrario
en una batalla en campo abierto, su derrota era casi que segura.
Un vigía ubicado en la parte alta de la montaña anuncio el primer avance del
enemigo con un toque de cuerno. A esas alturas las antorchas se empezaban a
encender. Aron veía como las llamas luchaban contra el viento gélido de la
montaña.
-que avance el primer grupo-. Ordenó Radael.
Por el angosto camino se divisaron los primeros hombres del ejército de Acaria.
Avanzaban sigilosamente en formación con los escudos en lo alto formando
una gran coraza, atrás el grueso del ejército que por lo angosto del camino
avanzaba casi que en fila india.
Un relámpago iluminó el cielo que a esa hora se teñía del negro de la noche. La
lluvia no se hizo esperar. Las antorchas luchaban por mantenerse con vida
enfrentando la lluvia y el viento. Aquella era una lluvia que caía de costado, era
una lluvia gruesa, fría y que dificultaba la vista.

Aquella lluvia fue otro obstáculo para el avance de los hombres de Thorme. A
medida que caía fue embarrando el suelo y haciéndolo jabonoso, era casi que
imposible caminar bien en el fango.
Aron dio la orden y una lluvia de flechas cayeron desde la cima de la montaña
sobre el ejército invasor que luchaba por mantenerse en pie en aquel camino
dificultoso. Muchas de las flechas dieron en el blanco. Pero no solo atacaron
con flechas, también lanzaban grandes piedras que se deslizaban ladera abajo,
arrasando todo a su paso. Los cuerpos impactados cayeron al suelo, pero aun así
la marcha de los hombres al mando de Radael continuaba, muchos de los
cuerpos eran pisoteados por la multitud. Si bien la ráfaga de flechas y piedras era
constante y hacia alguna mella, el grueso del ejército de Acaria avanzaba y ya
casi se encontraba en la parte alta del camino en donde los esperaban los
hombres de la montaña con espadas y lanzas en mano.

203
Una y otra vez el ejercito de Thorme se estrelló contra el muro de hombres que
los hombres de la montaña hicieron en la salida del camino, oleada tras oleada
de ataques fueron tan inútiles como lo es el agua de la costa que se estrella con
las rocas. La sangre se mezclaba con el fango, la lluvia que aun caía se mezclaba
con la sangre. La lucha duró toda la noche fría y lluviosa.
El amanecer del día siguiente fue frio, el más frio que los hombres del valle
hubieran experimentado en sus vidas. Con los primeros rayos del sol la visión
del campo de batalla se hizo más tétrica. Los cuerpos que yacían en el suelo se
contaban por cientos. Radael vio impotente como el número de los suyos se
redujo durante la noche en un número importante.
El capitán y hombre de confianza de Thorme tuvo que tragarse todo su orgullo
y amargura pero finalmente viendo la derrota inminente le dio a su oficial –
ordena retroceder-.
El oficial no podía creer lo que escuchaba, también se le notaba una expresión
de amargura y fastidio en el rostro. Dio una orden que uno de los soldados
entendió y tocó un cuerno de guerra.
Los hombres de la montaña vieron extasiados como después del sonido del
cuerno que rompió el aire, los invasores retrocedían. Todos se unieron en un
grito de regocijo y alegría al ver como sus enemigos daban marcha atrás
derrotados. Todos se abrazaban y levantaba sus escudos y espadas al aire, el
único que no demostraba ninguna emoción era Aron, el hombre sabía que si
bien la primera batalla se había ganado, los hombres del valle volverían y la
próxima vez serían más fuertes, seguramente ya habían aprendido la lección así
que la próxima vez vendrían más preparados.
Aron llamó a uno de los suyos y le dijo –manda vigías y arqueros a la cima de la
ladera. Que avises si los hombres de Thorme regresan-. El hombre asintió y se
fue a cumplir las órdenes. Luego Aron llamó a otro de los suyos –atended a los
heridos, si es necesario llevadlos en caballos hasta EagleTown. También
ocúpate de nuestros muertos. Colocad sus cuerpos en las carretas y llevadlos
hasta nuestra ciudad. Los suyos merecen despedirse de sus seres queridos-.
El hombre asintió y preguntó -¿Qué hacemos, señor, con los cadáveres del
enemigo? No tardaran mucho en venir las aves y los gatos de la montaña-.
Era cierto, el enemigo había dejado en su huida los cuerpos sin vida de los
suyos. Los cadáveres yacían en el suelo en todo el lugar obstaculizando el

204
angosto camino –desbloquead el camino. Reunid todos los cadáveres en una
pila, luego prendedle fuego-. Dijo Aron.
La limpieza y retirada de los cadáveres del lugar duró toda la mañana hasta el
mediodía. Antes de ser apilados los cadáveres del enemigo, los hombres de la
montaña rescataban cualquier cosa de valor. Cotas de malla, espadas, lanzas y
yelmos fueron tomadas de los cuerpos inertes. Al terminar de apilar los
cadáveres y cuando las aves de rapiña surcaban el cielo, se les prendió fuego. De
inmediato el olor a carne chamuscada inundó todo el lugar. Gracias al viento
que dispersaba el olor, más animales de rapiña vinieron. Cientos de cuervos,
otras aves de rapiña y gatos de la montaña se acercaron al lugar esperando
pacientemente que el fuego se extinguiera para poder comer los restos humanos.

205
ANA

-¿Cuál es la situación en toda nuestra frontera del lado oeste?-. Preguntó la reina
Ana.
El capitán era un hombre aunque mayor bastante atractivo que por mucho
tiempo, incluso antes que Ana llegara al poder, capitaneaba el ejercito de Cadelia
–tranquila hasta el momento, ya no se han visto más orcos en la cercanía, mi
señora. Seguramente todas esas criaturas estén en su maldita tierra-.
Ana escuchó atentamente lo que el capitán dijo. <<Realmente es un hombre
muy atractivo>> pensaba la reina mientras veía a su capitán hablar. La reina
recordó el tiempo en el que su difunto esposo, el rey Dionisio aún vivía.
Recordó que en las noches se escabullía de su cuarto para verse con el capitán.
Recordaba muy bien aquellos encuentros sexuales que le agradaban mucho, en
opinión de Ana aquel hombre era un gran amante. Pero aquellos encuentros
esporádicos habían terminado el día en el que la coronaron reina y si bien aún
en las noches no le faltaba el mozo que le calentara la cama y la entrepierna, la
reina extrañaba al viril y varonil capitán.
-los mercaderes y comerciantes de los convoyes aumentaron sus precios de una
manera exorbitante, mi señora-. Dijo uno de los hombres presentes, sacando del
aturdimiento a la reina.
Quien le hablaba era un anciano de cara amable quien era el consejero en temas
económicos del reino. Ana preguntó -¿Qué dices?-.
El hombre respondió –los convoyes que vienen desde Pridelia están temerosos,
dicen que el camino se ha vuelto peligroso, según ellos los soldados de Moravia
ya se han tomado el camino y piden altos impuestos y peajes para dejarlos pasar,
eso cuando no les incautan los enseres que traen. Su majestad, ellos dicen que si
eso persiste se verán obligados a no venir más y si eso sucede quedaremos
desabastecidos-.
Ana miró de nuevo al capitán, este entendió la mirada y dijo –es cierto, mi
señora, las compañías de soldados de Moravia abundan en nuestras fronteras
tanto con Saravia como con Britania. Según nuestros informantes cada día
llegan más soldados y más material de guerra-.

206
-sabíamos que sería así-. Dijo la reina Ana –lo primero que arán será cortarnos
el abastecimiento de provisiones, después nos atacaran. Lo que no entiendo aun
es porque no lo han hecho, ¿Qué están esperando? Es como si esperaran que
los orcos del oeste estuvieran listos, no lo entiendo-. Ana miró a su consejero y
le dijo –págale lo que pidan los mercaderes. Tenemos que abastecernos a más
no poder, los tiempos que se viene son muy duros-. Luego miró a su capitán y le
dijo –mantén vigilada todas nuestras fronteras, que nada nos tome por sorpresa.
Debemos estar preparados y listos-.
Todos los presentes hicieron la venia a la reina y se retiraron, pero antes que los
hicieran la reina le dijo a Enzo Pert –capitán, quédese un momento necesito
hablar con usted-.
El capitán asintió y permaneció inmóvil mientras los demás se iban. Cuando el
último de los presentes se retiró la reina hizo un además que el capitán Enzo
entendió y procedió a cerrar la puerta. El capitán se dio media vuelta y dijo -
¿Qué desea hablar conmigo mi seño…..-. La reina interrumpió y no dejó al
hombre terminar de hablar, mientras el capitán estaba de espaldas cerrando la
puerta la reina se aproximó, así que cuando el hombre se dio la vuelta la reina
estaba muy próxima a él. De inmediato y sin dejar reaccionar al hombre, la sexy
mujer prácticamente se le abalanzó encima y lo besó. Al principio el hombre,
quizá por la sorpresa no le respondió el beso, pero después de un momento
también la besó con la misma pasión que la reina lo besaba. De inmediato el
capitán sintió la excitación en su entrepierna y empujó a la reina contra la mesa.
Con mucha pasión el capitán comenzó a besar el cuello de Ana.
-cuanto extrañaba esto-. Dijo la reina con excitación mientras se ayudaba a
quitar el vestido.
Al final la mujer quedó con el torso denudo mostrando sus perfectos y
hermosos pechos. El capitán entonces los beso y sintió los pezones duros de la
reina, signo inequívoco de su excitación. Durante unos minutos el hombre se
entretuvo con los pechos de Ana y con el resto de su cuerpo, aquel cuerpo que
olía delicioso y del que brotaba sensualidad; hasta que la reina con las manos le
tocó su miembro sintiéndolo duro.
-házmelo de una vez-. Dijo Ana llevada por el deseo.
El capitán con rapidez se bajó los pantalones y penetró a Ana sobre la mesa.
Ambos se unieron en una serie de gemidos, Ana de placer y el capitán en una
mescla de placer y de dolor pues las uñas de la reina se le clavaban en la espalda.

207
El hombre quiso cambiar de posición quedando Ana de espaldas y de nuevo la
montó acariciándole los pechos firmes con sus manos, solo unos pocos
segundos después el hombre terminó.
Ana se dio vuelta y besó a su capitán diciéndole –te extrañe tanto, de verdad
necesitaba esto-.
-yo también, Ana-. Dijo el capitán.
-¡mi reina!-. Lo corrigió Ana.
-disculpe mi señora, me deje llevar por el momento-. Dijo el capitán
visiblemente apenado e incómodo.
Ana le dedicó una sonrisa y de nuevo beso por última vez al capitán –no se
preocupe-.
El hombre se vistió de prisa, lo mismo que la reina, abrió las puertas y se retiró,
dejando sola a la reina en la habitación. <<Otra vez sola>> pensó Ana.

208
GRINDAL

Entre el paisaje rocoso y desolado se alzaba imponente la torre sombría. Fría,


solitaria, oscura. Desde que se estaban aproximando al lugar, Grindal había
empezado a sentir la misma sensación, aquella fuerza en el pecho inexplicable,
tal como se sintió la última vez que estuvo en ese lugar. Con el cielo gris y el
viento que arreciaba la torre parecía más tétrica que nunca antes. Las dudas
empezaron a rondar la cabeza del viejo mago mientras se acercaba más y más a
aquella torre que desde la distancia se veía sin vida, solitaria y enigmática.
-hasta aquí me acompañas, mi amigo-. Le dijo Grindal a Blas cuando estaban a
una distancia segura de la torre.
El aprendiz un poco desilusionado pues quería acompañar a su maestro dijo –
permítame ir con usted señor-.
El mago negó con la cabeza, dijo –no. Ahora mismo la torre es un lugar
peligroso, puedo sentirlo. En ese lugar hay una fuerza maligna superior a tus
capacidades y quizás a las mías. Por tu bien no debes entrar conmigo a la torre-.
-si es verdad que un poder maligno está en la torre debería entrar con usted para
ayudarle, usted no puede combatir solo-. Insistió el hombre.
-no y es mi última palabra-. Dijo en tono severo Grindal. Luego suavizó el tono
y le dijo a un desilusionado Blas –debes entender que esta lucha se me fue
encomendada a mí y a nadie más y por lo tanto debo pelearla solo. Además
recuerda lo que le prometí a tu padre el mismo día que nos fuimos de tu casa,
que no permitiría que nada malo te pasara. Promesa es promesa-.
El aprendiz pareció entender y le dio al mago una sonrisa amable. El viejo mago
bajó de su caballo y alistó lo que necesitaba para ir solo a la torre. Dejó lo que le
hacía estorbo, solo llevaba lo realmente necesario, su báculo y su espada, nada
más.
-no me esperes, cabalga lo más rápido que puedas lejos de aquí. Si todo sale bien
te buscare en Portmunt, de lo contrario….-.
-¿de lo contrario que?- le interrumpió Blas.

209
-de lo contrario-. Siguió Grindal –debes hacer lo que se te ha encomendado.
Deberás buscarlo y encontrarlo, ya te he dado el lugar donde puedes empezar a
buscar-.
El hombre asintió, subió a su caballo y tomó de las riendas al caballo de
Grindal, antes de dar media vuelta e irse le dijo al mago –haré lo que me pidió,
pero cuídese maestro-.
Grindal despidió a su discípulo y amigo y quedo solo en la inmensidad de aquel
paisaje rocoso, desolado y frio. Con su báculo en mano, se abrió paso por entre
las rocas, encontrando el camino escondido para llegar a la torre. Cuando estuvo
cerca el viejo mago sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo. <<Que
Andariel y Heresin estén bien>> pedía en sus oraciones mentales el mago, pero
sabía que algo malo ocurría en el lugar.
La torre que antes parecía viva y alegre, ahora lucia tenebrosa, fría y triste. El
mago ya estaba ante las inmensas puertas de la torre cuando la tarde caía y las
nubes que no dejaban que los rayos del sol cayeran, se arremolinaban, eran unas
nubes grises que le daban al lugar un aspecto mucho más tétrico que de por si
tenía ya. El lugar parecía silencioso, tan solo se escuchaba el viento y en él
susurros malignos, eran como voces que Grindal escuchaba, voces que le
advertían del peligro que lo esperaba del otro lado de la puertas.
Toc, toc, toc. Tocó el mago en las puertas de madera de la torre, pero no hubo
respuesta alguna, solo silencio. Una segunda vez el mago tocó las puertas y estas
de la nada lentamente cedieron. Con mucho cuidado el mago abrió las enormes
puertas. Forzó la vista pero no pudo ver nada, el interior de la torre estaba
oscuro. El viejo mago reunió fuerzas y caminó sigiloso adentro de la torre.
Apenas puso un pie dentro de la torre, Grindal sintió un miedo visceral,
genuino, de esa clase de miedo que te paraliza todo el cuerpo. Cuando el mago
estuvo dentro, las enormes puertas se cerraron solas a sus espaldas dejando al
mago en la total oscuridad. <<Solo ha sido el viento>> se decía el mago a si
mismo tratando de calmarse. Con la oscuridad rodeándolo y sin saber los
peligros que lo asechaban en ella, el mago recitó un conjuro y de pronto
mágicamente una llamita le brotó de su mano, la llamita en un momento explotó
y creció más, de inmediato el mago dijo otro hechizo y la llama se dividió en
otras llamitas y volaron en el aire, yendo directamente a los candelabros de las
paredes encendiéndolos. El mago se tranquilizó un poco al ver el lugar
iluminado. Con la vista el mago recorrió el lugar pero no notó nada extraño, el
lugar parecía estar solitario, pero la sensación y el manto de maldad que cubría el

210
lugar le decían que estaba equivocado. No estaba solo, algo o alguien estaba en
la torre y lo peor aún, lo estaba esperando. De pronto unos sonidos se
escucharon de los pisos superiores, eran una especie de lamentos, pedidos de
auxilio. De entre ellos, Grindal creyó distinguir la voz de Heresin que le pedía
ayuda. Sin pensarlo dos veces el mago procedió a subir las escaleras hacia el
segundo piso. Cuando estuvo en la segunda planta se dio cuenta que el lugar
también estaba solitario y oscuro. De nuevo hizo el truco del fuego y prendió las
antorchas y lámparas de las paredes. El mago sintió una presencia maligna
bastante fuerte, unos ojos que los miraban, aquel lugar estaba maldito. Grindal
pronuncio otro hechizo y dio un golpe con el báculo en el piso del lugar.
Cuando lo hizo, una luz se desprendió del báculo y recorrió todas las paredes a
lo largo y a lo ancho.
-morirás, mago, morirás…..-. Retumbó una voz en el lugar instantes después que la
luz que emanó el báculo terminara de esparcirse por la torre.
De nuevo Grindal hizo el mismo hechizo, pegó con el báculo el suelo y dijo –
¡te ordeno que te rebeles!-.
La luz blanquecina del báculo recorrió de nuevo el lugar y de nuevo se escuchó
la voz –tú no tienes poder aquí mago…-. Aquella era una voz gutural.
-¡por el poder de la luz, te ordeno que te rebeles!-. Gritó Grindal mientras de
nuevo lanzaba el hechizo de luz, que de nuevo recorrió toda la torre. Como lo
esperaba Grindal, al extinguirse la luz del hechizo unas sombras empezaron a
descender de lo alto de la torre y empezaron a tomar forma humana cuando
estuvieron ante la presencia del mago. El mago daba poco crédito a lo que sus
ojos veían. Tres espectros del inframundo estaban ante su presencia. Estos seres
estaban vestidos de pies a cabeza por túnicas negras, no se les veía el rostro, tan
solo unos ojos rojizos demoniacos y unas manos huesudas que sostenían unas
largas espadas. Estas criaturas emanaban un aura maligna que producían un
miedo. Miedo que Grindal en su vida jamás había experimentado.
-ustedes no debieran estar aquí en este plano. Los mandaré de vuelta a su
mundo, malditos-. Les dijo Grindal sosteniendo con una mano su báculo y con
la otra su espada.
Los espectros rieron y sus risas retumbaron en las paredes, era una risa maligna.
–tus hechizos no te servirán contra nosotros, hechicero. Caerás como cayó el otro viejo-.

211
Grindal entendió que hablaban de Heresin -¿Qué le hicieron a mi amigo,
malditos?-.
Los espectros solo atinaron a reír de nuevo.
Aquellos espectros se prepararon para atacar simultáneamente. Avanzaron con
sus espadas en la mano, levitando en el aire. Grindal se vio atrapado, su espalda
tocaba con la pared, lo cual no era tan malo, de ese modo evitaba que los
espectros lo rodearan. Con una mano en su espada y la otra en su báculo, el
mago vio como los espectros avanzaban amenazantes hacia él. Grindal entonces
alzó su báculo a lo alto, pronunció unas palabras en elfo antiguo y de su báculo
se desprendió una luz que pronto se convirtió en un campo de fuerza que lo
rodeó totalmente. Por un momento los espectros parecieron vacilar ante la
presencia de aquella esfera de luz que protegía al mago, pero después de un
momento decidieron atacar. Tal y como un hombre común y corriente no
puede atravesar una pared, así mismo los espectros no pudieron atravesar el
campo de fuerza que protegía al mago. Lo intentaron una y otra vez con el
mismo resultado.
-¿crees que este truco te servirá, mago? No hay nada que te salve de nosotros estúpido…. -.
Dijo unos de los espectros al mismo tiempo que empezaron a emanar un aura
negra. Aquella energía maligna que los espectros emanaban se comenzó a reunir
y pronto se convirtió del mismo tamaño que el campo de fuerza que protegía al
mago. Cuando esta maligna energía estuvo lista, los espectros la lanzaron hacia
la luz que protegía al mago. El campo de fuerza no fue lo suficientemente fuerte
para contener el ataque de la energía maligna y fue penetrado por la misma.
Cuando aquella energía tocó el cuerpo de Grindal el mago sintió como si la
misma muerte lo hubiera tocado, la energía elevó por los aires al mago y con
una fuerza brutal lo lanzó contra una pared. El choque fue tan violento que
Grindal creyó haberse quebrado varios huesos, pero afortunadamente el cuerpo
del mago no era tan frágil como el de cualquier hombre común.
Con dolor el mago de nuevo se puso de pie, sintió un fuerte dolor en la cabeza y
notó que un hilito tibio de sangre se le deslizaba por la frente. El mago entendió
que la fuerza maligna de los espectros era demasiada y que si quería salir vivo de
aquella batalla debía utilizar todas sus destrezas y toda su fuerza, así que recogió
del piso su espada y su báculo y de nuevo se preparó para luchar. A todas estas
los espectros miraban al mago con el aura negra emanando de sus cuerpos,
aquella aura negra que los envolvía. Por fin uno de ellos decidió atacar al mago
envuelto en aquella aura maligna. Las chispas salieron cuando las espadas se

212
chocaron entre sí. El poderoso golpe del espectro fue parado por la espada de
Grindal. Con su espada y su báculo, el viejo mago luchaba de manera admirable.
En un movimiento rápido, el espectro lanzó una estocada veloz que Grindal
pudo contener pero perdió un poco el equilibrio por la fuerza que el ser le
imprimió al golpe. Esto lo aprovechó el espectro para lanzar otra veloz estocada
que alcanzó en un brazo al mago que dio un leve gemido de dolor y retrocedió
un poco. Grindal sintió el dolor de la herida y a la vez vio que se le humedecía
con un color rojizo el antebrazo. El espectro entonces atacó de nuevo pero esta
vez el mago fue más rápido que su atacante, paró el golpe con la espada. Dio
media vuelta y golpeó con mucha fuerza al espectro en el torso, con el báculo.
El golpe fue tan poderoso que el ser maligno fue a estrellarse contra la pared. Al
reincorporarse el ser dio un gemido de rabia y volvió a atacar, pero de nuevo
Grindal fue más veloz y certero y de nuevo dio un golpe con su báculo esta vez
en la cabeza del ser que de nuevo cayó de bruces al suelo. Grindal supo que esta
era su oportunidad para derrotar al espectro antes que los otros dos seres
decidieran involucrarse en la lucha, así que tomó posición con su espada al
frente y con el sostenido por su otra mano, atrás. El ser que daba alaridos de
rabia de nuevo se reincorporó y esta vez atacó con toda su destreza y fuerza
pero Grindal estaba preparado para soportar el ataque. Con su espada detuvo el
golpe, hizo una pirueta golpeo con su báculo al espectro, de nuevo giró y clavó
la espada en la parte en donde se suponía debía estar el rostro de la aquel ser.
De inmediato el ser dio unos chillidos horribles mientras convulsionaba, al final
una luz blanquecina estalló dentro de aquella manta negra que lo cubría y quedó
tirada en el suelo sin cuerpo alguno.
-¿ahora quien sigue?-. Preguntó el mago a los espectros mientras empuñaba la
espada y el báculo.
Al instante el par de espectros atacaron al mismo tiempo a Grindal y esta vez el
mago no tardó mucho tiempo en doblegar a los seres malignos. Con su espada y
con la fuerza y energía benigna de su báculo, el mago derrotó a los espectros
una vez para siempre.
<<Estas muy viejo para esto>> pensaba el mago mientras estaba sentado
respirando pesadamente, aun sentía la fatiga de la lucha y el dolor del antebra zo
y de su cabeza. El lugar de la herida en el antebrazo seguía emanando sangre así
que el viejo mago se arrancó un pedazo de tela de su túnica y amarró con
presión su antebrazo para cortar el flujo de sangre, luego se arrancó otro pedazo
de tela y se limpió la sangre de la frente y la sostuvo un rato en la herida de su
cabeza. Pasaron varios minutos hasta que se reincorporó de nuevo. Supo que si

213
bien los espectros estaban derrotados, en la torre aun había una presencia
maligna, podía sentirla, era una presencia bastante fuerte. Grindal respiró
hondo, empuñó de nuevo su espada y miró a lo alto. Un enemigo poderoso lo
esperaba al final de aquella escalera de caracol que llevaba hasta arriba, una lucha
increíble de dos fuerzas magnificas estaba por empezar.

214
DANTE

En el negocio de rastrear a personas, Dante y Drako eran simplemente los


mejores. Siempre con los cuatro hombres, incluyendo a Bram Cersy, el capitán
de Wenceslao, siguiéndolos y vigilando siempre sus métodos y sus pasos, el
medioelfo y el negro se dieron a la tarea de hallar a la mujer.
-este fue el lugar en donde nuestros hombres vieron a la mujer la última vez-.
Dijo el capitán Bram.
Dante y Drako bajaron de los caballos y revisaron el lugar esperando encontrar
algún indicio o huella, lo cual era bastante difícil por el tiempo transcurrido, más
sin embargo exploraron el lugar, el cual hacía notar que una lucha se había
llevado a cabo.
-un par de personas acampó aquí-. Dijo el negro, luego al ver unos troncos
quemados envueltos en cenizas dijo –prendieron una fogata-. Miró con detalle el
suelo y los alrededores –tenían un par de caballos-.
-no sé qué paso pero uno de ellos se quedó aquí y el otro se fue en esa
dirección-. Dijo el medioelfo señalando un camino que se alejaba del lugar-. El
medioelfo se agachó tratando de encontrar huellas y aunque la lluvia y el barro
habían borrado la mayoría, encontró unas huellas de caballo –las huellas se
alejan, alguien se fue presuroso-.
Uno de los hombres que los acompañaban dijo –seguramente notando nuestra
presencia, la mujer se fue antes que llegáramos. Aquí nos estaba esperando el
hombre que iba con ella. Este hombre era bastante dúctil con la espada, así que
derrotarlo fue difícil y nos tomó unos minutos-.
-estaba ganando tiempo-. Dijo Drako.
-si-. Respondió el soldado –cuando doblegamos al hombre fuimos en búsqueda
de la mujer por aquel camino pero no dimos con ella. Recorrimos cada
centímetro del lugar, pero fue como si se la hubiera tragado la naturaleza-
-muy bien. Tenemos que seguir ese camino entonces-. Dijo Dante señalando el
camino por donde las huellas se alejaban.

215
Los caballistas se detuvieron justo en una curva en donde un árbol obstaculizaba
parte del camino.
-una tormenta tumbó el árbol, aquel día tuvimos que desplazarlo a un lado para
poder pasar. A pocos kilómetros de aquí encontramos el caballo de la mujer, sin
jinete-.
-entonces eso quiere decir que la mujer que buscamos no pudo pasar. Si el árbol
bloqueaba el camino, tuvo que buscar una manera de pasar al otro lado-. Dijo
Dante. –O buscar otro camino-.
-eso mismo pensamos-. Dijo el capitán Bram. –pero como puede ver el
desfiladero del camino es bastante empinado, además esa noche era muy
lluviosa lo que lo ponía aún más peligroso-.
Drako inspeccionó el lugar y se dio cuenta que el capitán tenía razón, el
desfiladero era alto y pronunciado, era probable que nadie sobreviviera a una
caída desde aquella altura. Preguntó -¿ustedes que hicieron esa noche, siguieron
buscando?-.
-no. Como le dije la noche era bastante lluviosa, así que nos dimos vuelta. La
mañana del día siguiente regresamos y seguimos con la búsqueda, pero
desafortunadamente no dimos con la mujer-.
-¿Qué opinas?-. Preguntó Dante a Drako.
El negro respondió –es obvio que la mujer llevada por la desesperación quizá
vio que su única opción de escape era el desfiladero. Debo ver más el terreno
para poder decir algo más-.
Dante, Drako y los hombres que los acompañaban bajaron el desfiladero que
aun a luz de día era peligroso. Al final del mismo había una espesa vegetación y
después terminaba en una carretera.
El Kalijary miró con detenimiento el lugar tratando de encontrar alguna pista,
luego dijo –esta vegetación pudo amortiguar su caída. Pudo haberse herido pero
con seguridad no la mató-. Salió de la vegetación y vio el camino al final del
desfiladero, preguntó al capitán -¿Qué me puede decir de este camino?-.
-este camino es una vía secundaria, eso quiere decir que no es cuidado, en
algunos puntos es intransitable si se quiere decir. Pero lo suelen utilizar algunos

216
campesinos y una que otra compañía de artistas de circo que se arriesgan a
transitarlo-.
El medioelfo y el negro detallaron cuidadosamente el camino tratando de
encontrar alguna pista que los pudiese guiar. Dante dijo –es posible que en la
noche o en la mañana temprano antes que ustedes volvieran a revisar, haya
pasado una caravana de comerciantes o cirqueros-.
Drako asintió apoyando la tesis de su amigo –hay algunas huellas de carromatos,
no puedo decir si son recientes o antiguas, pero eso es irrelevante, lo cierto es
que este camino es más transitado de lo que muchos creen-.
-estoy de acuerdo con que alguna caravana pudo haberla recogido, pero el
camino va en ambas direcciones, no podremos saber en cual dirección se
fueron-. Dijo Bram.
-se equivoca-. Respondió Dante –seguramente venían del norte-.
-¿pero cómo puede saber eso?-. Replicó el capitán.
-sencillo, por lo que veo este camino viene del norte en donde las cosas no están
muy bien. Por lo que he oído, los medioelfos asaltan caravanas por doquier. Es
sabido que las caravanas de comerciantes y demás prefieren ir por caminos
custodiados, por lo que si alguna caravana pasó por aquí, era que venia del norte
con rumbo a algún lugar seguro en el sur y creo saber el lugar-.
Los hombres se miraban entre si asombrados, el capitán preguntó curioso -¿en
qué lugar creen que está esta supuesta caravana?-.
Drako se adelantó y respondió –Trevoy-.
Los hombres no daban crédito a lo que escucharon y se rieron, entre risas uno
de ellos dijo –patrañas. No puede estar en esa ciudad, controlamos muy de cerca
esa ciudad, la hubiésemos visto, no somos estúpidos-.
Dante con tranquilidad le respondió al hombre –si la conocen tan bien como
dicen deben saber que a esa ciudad llegan muchos convoyes de mercaderes y
compañías de entretenimiento, la ciudad es conocida por eso ¿o me equivoco?-.
-pues no pero…-

217
-entonces también deben saber que los cirqueros son conocidos también por ser
traficantes del mercado negro-. Le cortó el medieolfo –es entendible que
algunas de esas compañías tomen caminos alternos y así evaden los controles de
las autoridades en los caminos principales-.
Los hombres se miraron entre si y pareció que la idea no era del todo
descabellada. El capitán tomó la palabra y dijo –suponiendo que lo que dicen
sea verdad, ¿Cuál es el paso a seguir?-.
Dante y Drako se montaron en sus caballos y el negro respondió –debemos ir
hasta Trevoy-. Después de decir aquello y sin esperar respuesta, los dos
hombres cabalgaron al frente del grupo.
Los soldados no tuvieron más remedio que seguirlos y mientras lo hacían, uno
de los hombres se acercó al capitán y le dijo –esos dos hombres de verdad saben
lo que hacen ¿no le parece, capitán?-.
-saben demasiado para mi gusto-. Respondió Bram Cersy. –debemos estar
atentos de estos dos. No me producen la más mínima confianza-.
-¿te has preguntado porque siguen a esa mujer y por qué es tan importante para
ellos?-. Le preguntó Drako a Dante.
El medioelfo miró hacia atrás y vio que los hombres los seguían a una distancia
razonable, contestó -¿es extraño verdad?-. Dante hizo una pausa –lo cierto es
que sea quien sea, ha hecho algo terrible para el mismo rey sea quien nos haya
encomendado esta búsqueda. Toda esta situación no me da confianza. Debemos
ser atentos, estos hombres son peligrosos-.
Drako asintió. Se llevó la mano al cinto y tocó la empuñadura de su espada
<<ojala no tenga que usarte>> pensó.

218
GRINDAL

Cada rincón de aquella torre apestaba a maldad. A esas alturas de la noche aquel
lugar se hacía más lúgubre. Grindal subió por las escalinatas, revisó todos y cada
uno de los cuartos pero no encontró a nadie con vida, ni una sola alma.
Ninguno de los sirvientes de la torre estaban, era claro que la torre estaba
solitaria. Ahora solo le bastaba con subir al último piso de la torre donde
estaban los aposentos de Andariel, allí donde la había visto por última vez.
Grindal no soportaba lo que sentía, era una energía maligna que estaba en el aire
y que cada vez que respiraba sentía en su cuerpo un miedo y una incertidumbre
indescriptible. Con su báculo por delante de él alumbrándole el camino, el mago
subió los últimos escalones de la torre y se encontró en un largo pasillo que
llevaba al salón en donde vio por última vez a Andariel. Con suma cautela
caminó y mientras lo hacía podía sentir el frio y pesado aire del lugar. Después
de caminar parsimoniosamente, el mago llegó al final del pasillo y se encontró
con las grandes y pesadas puertas que daban al gran salón. El mago pegó la oreja
y trató de escuchar algo que estuviera del otro lado, algún indicio de vida de
Andariel o de Heresin, pero nada, solo hubo silencio. Grindal respiró hondo,
tomó fuerzas y empujó las pesadas puertas que al primer intento se abrieron con
un chirrido que retumbo en el lugar y cortó el silencio reinante. El salón estaba
oscuro, era un lugar inmenso así que la luz que irradiaba el báculo de Grindal no
era suficiente para iluminar aquel salón. Como antes, el mago caminó con
cautela. Allí tampoco parecía haber alguien, pero sin embargo podía sentir que el
poder maligno estaba presente. Con la vista el mago recorrió el lugar. El salón
parecía muerto, las flores de las materas estaban marchitas y muertas, el polvo
cubría con su manto amarillento los muebles y las telarañas colgaban de las
vigas, era como si el lugar hubiera estado abandonado por años.
-te has tardado un poco, mi amigo-.
Grindal escuchó y se sobresaltó, se dio cuenta que era la voz de Andariel la que
le hablaba. Dijo otra plegaria con el báculo en alto y una luz más fuerte emanó
del bastón, la fuerza que se desprendió del báculo encendió las antorchas de las
paredes iluminando por completo el gran salón.
Y la vio allí, sentada en una especie de trono. Vestida por completo con un traje
negro. Sobre la cabeza llevaba una especie de corona negra, una de sus manos

219
sostenía su báculo y la otra estaba encima de lo que parecía ser un libro que
recostaba sobre sus muslos.
-¡Andariel, estas bien, temí que te hubiera ocurrido algo!-. El mago caminó hacia
la hechicera –tengo algo que decirte, algo malo esta por pasar-.
-Andariel pareció no prestarle atención a lo que Grindal le dijo, se puso de pie
sosteniendo el libro en su mano, lo abrió y pareció leer un poco, dijo –es
increíble todo el conocimiento que contiene este libro-.
Grindal extrañado replicó -¿a qué conocimiento te refieres? ¿De qué libro
hablas?-.
La maga empezó a caminar sin dejar de leer el libro y sin levantar la vista para
ver al viejo mago –hay tantas cosas que nos hemos negado a saber todo este
tiempo-. Por fin Andariel apartó los ojos del libro y dirigió la mirada hacia el
mago, le dijo –creo que todo este tiempo he estado ciega pero te puedo decir mi
amigo que ahora por fin he abierto mis ojos-.
Grindal sintió miedo y temor al sentir la fría mirada de la hechicera. Vio en los
ojos de Andariel un brillo diferente. –ese libro que sostiene ¿Qué libro es?-.
Andariel cerró el libro y se lo mostró a Grindal quien sobresaltado dio un paso
atrás. El libro tenía la apariencia de ser antiguo, era de tamaño regular, se podía
ver que sus hojas tenían un color amarillento por el paso del tiempo y su
cubierta era de color negro sin ningún dibujo o descripción – ¡el libro negro de
Agbard!-. Dijo el mago sobresaltado –el libro maldito. Por favor dígame que no
lo leyó-.
Andariel brindó al mago una risa burlona –dime, amigo ¿Por qué negarme a
descubrir toda la sabiduría que el libro contiene?-.
-es un libro prohibido, su contenido es maldito, las solas letras fueron escritas
con la sangre y sobre la piel de los inocentes, ese libro es pura maldad-.
-no seas dramático. Esas son historias que se cuentan para niños asustadizos.
Este libro solo tiene sabiduría-.
-por tu bien Andariel te lo digo: deshazte de ese libro, quémalo, lánzalo al mar,
no me importa, solo debes destruirlo. ¿No ves que si cae en manos equivocadas
será el fin de todo? Por muchos años los discípulos del mal lo han estado
buscando. Destrúyelo-. Dijo el mago genuinamente preocupado.

220
-y se te digo que ya es tarde. Que ya cayó en manos equivocadas-.
-¿a qué te refieres?-.
-desde el inicio siempre me interesó encontrar sabiduría y poder. Nunca me
bastó con lo que me enseñaron los elfos. Por años viajé por el mundo tratando
de aprender de todas las culturas que habitan en la tierra, pero nunca fue
suficiente, aún seguía sintiendo un vacío enorme que no podía llenar-. La
hechicera abrió de nuevo el libro –creo que por fin la búsqueda ha terminado.
En este libro está toda la sabiduría y todo el poder que siempre he anhelado-.
-¡no! Por favor dime que no-. Expresó con genuina desesperación el mago.
Andariel sonrió y sus ojos se iluminaron con brillo diferente. Grindal jamás
había sentido tanta decepción e impotencia como hasta ese momento en que vio
ese brillo en los ojos de la maga. Entendió de lo que se tratada aquello. En ese
momento recordó lo que leyó en las antiguas profecías << Pero para regresar,
el maligno tendrá que tener la ayuda divina, uno de nuestros ángeles de luz
ayudará al maligno en su regreso, cometiendo el acto más vil de traición…. >>.
El mago se llevó ambas manos al rostro. Desde el mismo momento en que
Andariel les habló del hallazgo libro y se negó a destruirlo, el viejo mago había
sentido un presagio negativo con aquel libro. Ahora todo estaba claro, la
reunión de los orcos en la tierra oscura respondiendo al llamado de su señor, los
espectros, el regreso del nigromante poderoso. – ¿Qué te prometió el maligno?
Sabes muy bien que nunca cumple sus promesas-. Dijo Grindal
-un poder tan grande que va más allá de tu imaginación. A su regreso el será el
rey de toda la tierra, todos le temerán, será adorado y gobernará la tierra entera,
aquellos que osen desafiarlo perecerán. El será coronado finalmente rey y por
supuesto un rey necesita una reina a su lado-.
Grindal no daba crédito a lo que oía.
-basta de parloteos-. Dijo Andariel –es hora que decidas. ¿Estás conmigo o estás
contra mí? Te recomiendo mí amigo que pienses bien las palabras que vas a
decir-.
El mago sabía que las posibilidades no eran muy favorables en ese momento,
pero aun así no podía traicionar sus preceptos –prefiero morir antes que aceptar
la oscuridad como lo has hecho tú. Hasta que me quede el último latido de mi
corazón lucharé por la luz-.

221
-muy bien si así lo quieres así será-. Dijo la maga, después cerró el libro lo puso
en la mesa y cogió su báculo –enséñame que es lo que tienes-.
Grindal apuntó con su báculo hacia la maga, hizo un hechizo y una luz de
energía salió del báculo golpeando a Andariel quien retrocedió por el impacto.
-no está nada mal-. Dijo la maga en tono burlón –ahora es mi turno-. La alta
maga elevó su báculo al aire mientras decía una plegaria en el antiguo idioma
elfico. De pronto en el cielo se oyeron truenos y rayos, uno de ellos cayó
directamente en su báculo, iluminando el salón. Cuando estuvo listo Andariel
lanzo la energía hacia Grindal que en vano invocó un hechizo de protección,
que de nada sirvió pues la energía maligna destruyó la protección golpeando al
mago, lanzándolo violentamente contra la pared. A pesar de lo doloroso del
golpe, Grindal se puso rápidamente de pie pero fue sorprendido por otro ataque
de la maga. Con un poder impensado, Andariel levantó por el aire a Grindal y
de nuevo lo arrojó sobre la pared y esto lo hizo por un par de veces más,
mientras tanto el mago solo atinaba a dar gemidos de dolor.
-di que aceptas a mi señor oscuro como tu señor. Dilo y quizá te deje vivir-Dijo
Andariel.
El dolor hostigaba cada centímetro de su cuerpo, si bien su cuerpo no era tan
frágil como el de un humano común, el mago sentía que uno o dos huesos
estaban lastimados. Sacó fuerzas y respondió –nunca jamás-.

Andariel entonces recogió del suelo el báculo de Grindal, empuñando los dos
báculos al tiempo uno en cada mano. Apuntó al mago y este último fue elevado
del piso, luego lo llevó hasta una pared. Grindal sentía una presión que no le
dejaba mover ninguno de sus músculos, tan solo respiraba, tenía los brazos
abiertos, lo mismo que las piernas. Andariel movió los báculos y lanzó al mago
de nuevo contra otra de las paredes y así unas cuantas veces más. el mago era
arrastrado de un lado al otro por el poder que salía de los báculos.
-ahora tendrás el placer y privilegio de presenciar algo único-. Dijo Andariel.
De pronto las puertas del salón se abrieron y por ellas empezaron a ingresar
sujetos vestidos de túnicas con capuchas negras y que en sus manos portaban
unas velas. Estos hombres se arrodillaron formando un circulo y pusieron las
velas en el centro del mismo al tiempo que empezaron a recitar una oración que
Grindal no pudo entender, solo supo que era dicha en elfico antiguo. Grindal
vio con horror como después de un momento de dichas plegarias un viento se

222
sintió en el salón apagando todas las luces, la de las antorchas y también la de las
velas. Estos hombres seguían con sus plegarias pero cada vez con voz más
fuerte. De pronto la oscuridad del salón fue interrumpida porque del medio del
círculo que hacían los hombres de nuevo las velas se encendieron iluminando a
Andariel quien con el libro en mano, entró al círculo y empezó a recitar una de
las plegarias escritas en aquel libro negro. Mientras la maga recita tal oración, los
hombres empezaron a entonar un salmo maléfico. Las voces de Andariel y de
los hombres se entremezclaban. Mientras tanto Grindal solo atinaba a observar
impotente pues una fuerza invisible lo aprisionaba contra la pared, no lo dejaba
mover. De pronto los hombres que formaban el circulo se pusieron de pie y
para sorpresa del viejo mago, procedieron a quitarse las túnicas negras dejando
sus cuerpos totalmente desnudos, todo esto mientras seguían entonando
aquellos canticos extraños. De nuevo los hombres de arrodillaron en el suelo a
excepción de uno quien se quedó de pie y se internó en el círculo. En ese
momento Andariel dejó de pronunciar la oración y dejó el libro a un lado.
Grindal vio con extrañeza como el hombre desnudo, que parecía ser un
muchacho muy joven, empezó a quitarle la ropa a la maga y a besarla. Grindal
fue testigo de la consumación del acto entre la maga y el joven quienes
fornicaron en el medio del círculo, a todas estas los demás hombres no dejaron
de cantar un solo instante. Los gemidos de placer se mezclaban con los canticos
de los demás hombres. La maga cabalgaba al muchacho quien después de unos
minutos acabó. Fue allí cuando el cantico de los hombres cesó y dio paso a una
oración que los hombres entonaron al unísono. Cuando el mago creyó que todo
estaba acabado, con horror vio como Andariel, aun desnuda, buscó entre sus
ropas y sacó una daga. Con el arma en mano se dirigió de nuevo hacia su
amante quien continuaba en el suelo boca arriba. Andariel entonces empuñó la
daga con las dos manos y la elevó, luego dijo una oración que fue acompañada
por los otros hombres y luego con fuerza asestó un golpe en el pecho del joven,
enterrando la daga hasta la empuñadura. Después de retirar la daga, la sangre
empezó a brotar de la herida a cantaros y como si eso no fuera suficiente, la
maga dio un segundo golpe al joven, este segundo golpe fue mortal. La maga
entonces comenzó a vestirse de nuevo, lo mismo que los hombres. El cuerpo
del joven aún estaba en medio del circulo mientras que un charco de sangre se
comenzó a formar a su alrededor. Lo siguiente que pasó fue que los hombres
tomaron cada uno una copa, lo mismo la maga y vertieron en ellas sangre de las
heridas del joven, luego bebieron la sangre no sin antes entonar otra plegaria.
Grindal estaba horrorizado viendo aquello. El mago sabía que en aquel libro
estaban escritos rituales antiguos, rituales extraños, pero jamás había
presenciado alguno. Pero aquel ritual no terminaba aun. De nuevo Andariel

223
tomó el libro, buscó en él una página en especial y dijo en voz alta lo que en
aquella página estaba escrito. Algo extraordinario ocurrió, mientras Andariel
entona la letanía, una fuerza invisible se apoderó del cuerpo del joven muerto.
El cuerpo comenzó a convulsionar de forma violenta y a retorcerse. Al final y
para sorpresa y horror de Grindal, el joven de nuevo estuvo de pie, desnudo y
con las heridas abiertas de las que aun brotaba la sangre oscura. De alguna
manera y gracias a la magia oscura que el libro contenía, Andariel había logrado
volver a la vida al joven que momentos antes ella misma había asesinado. Pero
aquel cuerpo no le pertenecía ya al joven. Algo diferente, algo que se suponía no
debía estar en esta dimensión había tomado el cuerpo del joven. Apenas el
cuerpo otrora sin vida estuvo de pie, tanto Andariel como los otros hombres se
arrodillaron ante él. Entonces el joven avanzó hacia el mago. Con su cuerpo
desnudo y blancuzco y con un brillo en sus ojos color azul, el ser estuvo cerca
de Grindal, estiró la mano y tomó del cuello al viejo mago. Grindal sintió el frio
rose de la mano de aquel ser y soportó el aliento gélido y podrido cuando este
último le habló.
-ahora mira a tu enemigo a los ojos, mago. Soy a lo que tanto temes, soy el que
por siglos has temido. Soy muerte….soy sangre….soy guerra….soy
odio…dentro de poco estaré listo para regresar….-. Le dijo el ser con una voz
gutural, no humana.
<<Esto no puede ser posible>> pensó Grindal al escuchar las palabras del
joven, palabras que hicieron que un escalofrió recorriera el cuerpo del mago.
Después de decir aquellas palabras, el ser dejó el cuello del mago y cayó de
nuevo al suelo.
-ya vez mago, lo poderosa que soy ahora. Muy pronto mi señor regresará y no
hay nada que puedas hacer para evitarlo-. Le dijo Andariel a Grindal.
-¿Qué vas a hacer conmigo, me mataras?- Preguntó el mago.
-¿matarte?-. Respondió Andariel con desdén –eso sería muy fácil-. Caminó hasta
el mago y le acaricio la cabeza, luego le dijo –por ahora vivirás, porque creas o
no, te necesito-.
-¿para qué me necesitas?-. Preguntó Grindal.
-hace muchos años te llevaste entre tus brazos al único heredero de los
medioelfos, les hiciste creer a todos que había muerto, pero la verdad es que aún

224
vive. El único en la línea de sangre de Emerson y Beatriz, el único que puede
reclamar el trono de Saravia-. Respondió Andariel.
Grindal confuso preguntó de nuevo -¿Por qué es tan importante para ti?-.
-mi amigo-. Contestó Andariel –no debe haber ningún cabo suelto antes del
regreso de mi señor-. Andariel se acercó al mago –debo encontrar al medieolfo y
su sangre derramar-.
-pues yo no te voy a decir nada-.
-no necesito que digas nada-. Replicó Andariel con una risa burlona –todo lo
que necesito saber está aquí-. La hechicera se acercó al mago y le puso las
manos sobre la cabeza.
En ese momento Grindal sintió como su mente, su voluntad y su entendimiento
eran permeados por el poder de Andariel. El mago trató de resistirse, poner un
bloqueo en su mente, pero el poder de Andariel era demasiado. Muy pronto la
fuerza psíquica de la hechicera venció las barreras que el mago puso sobre su
mente. Y allí Andariel lo vio todo, todos los recuerdos del mago, los vio tan
claros como el agua. La Hechicera buscó y buscó entre aquellos recuerdos
tratando de encontrar lo que estaba buscando. Después de mucho buscar por
fin vio lo que necesitaba ver. Andariel vio la lluvia que caía con fuerza, vio
cabalgar al mago debajo de ella sobre un terreno fangoso y peligroso. Escuchó
el llanto desesperado del bebe que llevaba en sus brazos. Vio una humilde casa a
un lado del camino, vio descender al mago de su caballo, acercarse a la casa y
poner al bebe en la puerta para luego de golpear la misma rápidamente
esconderse en unos matorrales cercanos. Allí escondido, la hechicera a través de
los ojos de Grindal vio como un par de ancianos abrían la puerta y al encontrar
al bebe en el suelo al pie de la misma, lo entraban a su casa. Andariel no necesitó
ve más así que cortó el enlace con Grindal.
El esfuerzo de Grindal fue demasiado así que el mago fue cayendo en un sueño
del que no se pudo resistir. Se sumergió en la oscuridad y todos sus
pensamientos quedaron en blanco.

225
DANTE

La ciudad de Trevoy estaba ubicada a unos 230 kilómetros al sureste de Bastia,


la capital del reino de Moravia. Esta ciudad era paso obligado para todos pues
era un centro cultural y de diversión. En ella se daban cita las grandes
compañías de artistas del mundo, los circos y por supuesto también era clave en
el tráfico del mercado negro.
-ustedes quédense aquí. Nosotros revisaremos la ciudad-. Les dijo Drako a los
hombres Moravianos que los acompañaban.
El capitán Bram Cersy preguntó con desconfianza -¿Por qué no podemos ir con
ustedes?-.
Dante se adelantó a contestar –no queremos levantar sospechas. A lo mejor la
mujer los ha visto antes y no queremos que se alerte de nuestra presencia aquí -.
<<Es cierto, ella me vio en Bastia>> reflexionó el capitán. Dijo –tu-.
Refiriéndose a uno de sus soldados –ve con ellos-. Luego miró a Drako y Dante
y les dijo –él va con ustedes-.
-muy bien. Va con nosotros entonces-. Miró de nuevo al capitán y dijo –si
tenemos éxito, nos veremos en este mismo punto, en la noche-. Dijo el
medioelfo antes de dar la vuelta y azuzar a su caballo para que cabalgara a la
ciudad.
El capitán le dijo a su soldado –no te les despegues ni un solo instante-.
El soldado asintió y trotó al galope para alcanzar al negro y el medioelfo.
El bullicio de la ciudad era evidente, por doquier estaban puestas las carpas de
los circos y las compañías teatrales. Cientos de personas transitaban por las
calles empedradas lo que hacía casi imposible cabalgar a buen paso. Drako y
Dante entonces decidieron bajarse de los caballos y seguir a pie. Encontraron un
establo público y dejaron los caballos allí para que fueran alimentados no sin
antes pagar la suma requerida por los dueños del establo.
El desorden de la ciudad era total, si bien habían soldados de Moravia, eran muy
pocos y se perdían entre la multitud de gente. El ruido era verdaderamente
agobiante, las voces de los mercaderes que ofrecían sus productos se mezclaban
226
con la de los voceadores de los circos y de los burdeles que a viva voz y sin
pudor alguno ofrecían los cuerpos de las mujeres que en esos sitios trabajaban.
La tarea de encontrar a la mujer en la ciudad era casi titánica, por doquier
abundaban las compañías de teatro y de cirqueros.
-lo mejor es que nos separemos para abarcar más territorio-. Dijo Dante
mirando al Kalijary –el soldado te acompañará. Yo iré solo, igual tengo la
descripción de la mujer-.
El negro asintió y se separó de su amigo en compañía del soldado. Lo mismo
hiso Dante quien tomó un rumbo diferente al de su amigo.
Drako y el soldado visitaron uno a uno las carpas que se desplegaban por la
ciudad. En unas se presentaban obras de teatro que narraban hechos mágicos y
en otras se narraban las grandes proezas de los reyes de antaño. En otras carpas
se ofrecían espectáculos de circos, malabaristas, domadores de fieras, trapecistas
y actos de magia que dejaban impresionados a la gente que presenciaban los
espectáculos. Así de este modo el negro y el soldado buscaron a la mujer,
inclusive en los negocios de burdeles en donde al pasar las mujeres que ofrecían
sus cuerpos al público, les coquetearon desde las puertas de estos lupanares.
-acérquense gente, compren la boleta y entren para que sean testigos de los más
increíbles actos de magia y malabarismos. Los más grandes artistas venidos
desde los más lejanos rincones del mundo entero. Pasen, pasen. Vean también a
las más hermosas mujeres bailando al son de la música en diminutos trajes.
Mujeres para todos los gustos. Pero hay más, el que se atreva podrá retar a
nuestra hermosa guerrera Karol. Pasen, pasen-.
El anuncio de aquel voceador llamó la atención del medioelfo. Ya había visitado
varios espectáculos y en ninguno de ellos encontró a una mujer que se asemejara
a la descripción dada por sus contratantes, así que el medioelfo compró la boleta
y entró al lugar con la esperanza de hallar a la mujer. Este circo en particular era
el más grande de la ciudad. Diferentes espectáculos se presentaban y en todos
ellos la gente abarrotaba las carpas. Pero un espectáculo en particular llamó la
atención de Dante. La entrada a este coliseo era bastante difícil tanto así que los
hombres se peleaban por comprar las boletas, muchos de ellos se iban inclusive
a los golpes. Con mucho esfuerzo Dante se abrió paso por entre la multitud,
más sin embargo no podía ver nada, no podía ver qué era lo que hacía que la
multitud gritara de tal forma, así que trató de abrirse paso para tener una mejor
posición. Cuando lo logró, pudo darse cuenta de lo que pasaba. En el centro de
aquel anfiteatro había una arena circular. En ella estaban dos personas; una era
227
un hombre, corpulento, con una barba y apariencia descuidada que por lo que
se veía y la forma en que se movía, estaba borracho. El hombre sostenía una
espada en una mano y atacaba a una mujer. Ella, que parecía ser muy joven por
la contextura física, también tenía una espada en la mano. La mujer con
habilidad esquivaba los tajos de su rival y de vez en cuando daba certeras
estocadas, golpeando al ebrio hombre. La intriga por ver de cerca a aquella
joven, hiso que el medioelfo a tropezones se abriera paso entre los presentes
que abarrotaban las gradas de aquel coliseo. Cuando estuvo muy próximo a la
arena y pudo ver más detalladamente a aquella joven, se dio cuenta que aquella
mujer se aproximaba mucho a la descripción dada. <<Es ella>> pensó Dante
para sus adentros. Aquella era la mujer que buscaba. La chica tenía la piel
blanca, no demasiado blanca, en un tono de piel justo. El cabello era rizado y
negro, tenía un rostro fino y con facciones delicadas y hermosas y sus ojos eran
de color azul profundo, tenía un cuerpo de acuerdo a su edad que no parecía ser
más de veinte años, aunque no era muy voluptuosa si se veía que tenía el cuerpo
tonificado. Aquella joven era muy hermosa, tal como la descripción que le
habían dado.
Allí, en medio de la algarabía de la gente, en mayoría hombres, Dante vio como
la joven dio por final a la pelea con el hombre, asestándole un duro golpe en la
cabeza que hiso que el susodicho cayera de bruces al suelo de la arena.
-de nuevo ha ganado Karol, la guerrera. Otra victoria más para la nuestra
hermosa y temible guerrera-. Decía el animador del evento mientras que unos
ayudantes entraban a la arena para sacar al hombre desmayado que perdió la
pelea. – ¿ahora para nuestra segunda y última pelea, quien se apunta? ¿Quién
será el próximo en desafiar a Karol? ¿Quién de ustedes se atreverá entrar en el
círculo de arena para retar a Karol?-. La multitud gritaba de euforia. El animador
continuó –recuerden que si entran al círculo y derrotan a nuestra guerrera el
premio es una suma en efectivo. Diez piezas de plata-. La multitud enloqueció al
escuchar tal suma de dinero. –pero hay más. También tendrán el derecho de
pasar una noche con Karol. Una noche señores, una noche de pasión con la
ardiente, sensual y hermosa Karol-
Los gritos de los hombres que se postulaban eran casi que insoportables, el
público rugía de euforia. Dante entonces entendió que aquella era una
oportunidad única que le estaba dando la suerte para capturar a la joven. El
medioelfo se mandó la mano al bolsillo, sacó una pequeña bolsa y la tiró a la
arena.

228
El animador abrió los ojos como platos al recoger la bolsita y ver lo que ella
contenía. –veo que tenemos otro afortunado ¿Quién es el dueño de esta bolsa?-.
Dijo a viva voz con la bolsa en la mano en alto.
-es mía-. Respondió el medioelfo.
-venga entonces. Acérquese-.
Dante, ante la mirada de todos, se abrió paso entre los hombres y llegó hasta la
arena.
-he aquí el próximo que desafiará a la hermosa y poderosa Karol. Hagan sus
apuestas señores, hagan sus apuestas-.
De inmediato otra vez la algarabía no se hizo esperar. Todos los hombres
presentes a grito vivo apostaban. Mientras tanto Kyra no paraba de mirar a
aquel hombre, su próximo rival. No sabía porque pero ese hombre le producía
un sentimiento extraño, jamás lo había visto pero le producía un sentimiento de
familiaridad. Además que a pesar de todo le resultaba atractivo a la vista.
-¿cuál es tu nombre, amigo?-.
-Dante-. Respondió el medioelfo.
-muy bien ¿Quién va a por Dante, el medioelfo?-. Nadie entre la multitud lo
apoyó, por el contrario se escucharon rechiflas y uno que otro insulto.
<<Es un medioelfo>>. Pensó Kyra. Al momento recordó lo sucedido en la
torre del viento en donde los medioelfos habían atacado en la oscuridad. Sintió
miedo, las historias que se escuchaban de los medioelfos eran terribles, se
contaban que después de capturar a sus enemigos, los torturaban y luego los
despellejaban y colgaban sus cuerpos en arboles altos. Todas estas historias
surgieron después de la invasión de Wenceslao a Saravia.
-ahora ¿Quién va a por Karol, la guerrera?-.
La multitud enloqueció, los vítores y alabanzas a la joven se escucharon por
todo el coliseo. Al parecer la joven no solo era deseada por su belleza si no de
algún modo la guerrera era amada por todos los presentes.
Y allí estaban el uno en frente del otro. Dante eligió entre todas las armas, una
espada curva y Kyra por el contrario eligió dos pequeñas espadas que tomó una

229
en cada mano. El medioelfo no sabía porque pero aquellos ojos azules, esos
ojos hermosos le resultaban tan enigmáticos. << ¿Qué mal podrá haber hecho
esta joven?>> se preguntó Dante al detallar la hermosura de su contendiente.
La chica atacó primero con un ágil y rápido movimiento tomando por sorpresa
a Dante quien con mucho esfuerzo esquivó el golpe. La rapidez y agilidad de la
joven llamó la atención del medioelfo. De nuevo y sin dar espera Kyra atacó. La
joven entendió que este medioelfo no era como cualquiera de los otros que le
había tocado enfrentar. Su contendiente sabía manejar la espada y además estaba
totalmente sobrio. Esta era la primera vez desde que el pingüino la obligó a ser
la estrella de aquel espectáculo, que la hermosa chica tuvo genuino miedo de
perder, puesto que no solo era el hecho de hacerle al pingüino perder dinero, si
no que le tocaría pasar la noche con ese extraño, la sola idea la atormentaba.
Una y otra vez Kyra lanzaba estocadas mortales, pero Dante las esquivaba y
controlaba los ataques. La multitud gritaba de emoción al ver a los dos
contendientes en la arena enfrascados en tal singular lucha. Mientras tanto el
pingüino, movía sus ridículos brazos aplaudiendo y en su cara se dejaba ver una
sonrisa de satisfacción al ver el show. Esto era siempre lo que había soñado y
ahora era realidad. Aquel espectáculo le estaba dejando unos beneficios
económicos muy grandes.
Karol, como se hacía llamar, ya empezaba a desesperarse. Por más que atacaba
una y otra vez, no había hecho daño alguno a su oponente. El medioelfo
mientras tanto vio que su joven enemiga estaba empezando a cansarse y por
consiguiente a desesperarse, ese era parte de su plan. <<Ahora debo acabar con
esto>> reflexionó Dante.
Kyra estaba dispuesta a derrotar de una vez por todas a su enemigo, así que
concentró toda su destreza y fuerza en su siguiente movimiento, el cual debía
ser perfecto. Con una rapidez, coordinación y agilidad admirables, lanzó su
siguiente ataque. Fue tan rápido que el medioelfo apenas si pudo esquivarlo,
pero no lo suficiente para que la espada de la chica alcanzara su antebrazo. El
medioelfo intuitivamente retrocedió y eso era lo que Kyra estaba esperando, así
que dio una media vuelta y en un ágil movimiento atacó de nuevo. Esta vez
Dante tuvo que ser muy rápido para esquivar la estocada de la joven, cuya
espada pasó a pocos centímetros de su rostro. La multitud gritaba extasiada. Si
bien la espada de su oponente era, igual que la suya, con la hoja roma, el dolor
del golpe era mucho. Kyra sabía que no debía detenerse, que sus ataques, ahora
que había logrado golpear a su enemigo, debían ser más constantes y rápidos.
De nuevo atacó, pero Dante estaba preparado para recibir el golpe y

230
mentalizado con terminar la pelea. La estocada que envió la joven guerrera iba
con mucha fuerza, así que cuando el medioelfo la esquivó, por poco pierde el
equilibrio, situación que aprovecho el medioelfo para dar un golpe con la
empuñadura de su espada en la parte de atrás de la cabeza de Kyra.
El pingüino se paró como un resorte de su lugar privilegiado al ver a su
luchadora en el suelo. Era la primera vez que un contendiente le producía algún
daño a su diamante.
El golpe que recibió fue tan fuerte que por un momento Kyra perdió la noción
de las cosas, por poco y pierde el conocimiento. Se llevó la mano a su cabeza.
En ese momento el mundo le daba vueltas, sentía un zumbido molesto en sus
oídos y eso sumado a los gritos de la multitud, hacía que sintiera como si la
cabeza le fuera a estallar. <<Tengo que ponerme de pie>> reflexionó la joven.
Y así lo hizo, de nuevo se puso en pie, aunque aún un poco aturdida. De nuevo
recogió las espadas del suelo y las empuño poniéndose en posición de pelea
nuevamente.
A todas estas, Dante no aprovechó la posición ventajosa al ver a la linda chica
en el suelo, el medioelfo esperó a que su rival estuviera de nuevo en pie. El
golpear a una mujer en el piso no le hacía gracia alguna, aunque desde la
multitud varios se lo exigían.
Esta vez fue Dante el que atacó. Fue tan rápido y ágil que Kyra retrocedió,
apenas si podía parar los golpes que el medioelfo le mandaba. El medieolfo no
paró de atacar, estocada tras estocada hacía que la chica retrocediera y solo se
defendiera. La joven parecía agobiada. Decidido a acabar con esa lucha, Dante
hizo un ágil y coordinado movimiento. La joven estaba tan agotada y el dolor de
la cabeza era tan grande que no tuvo reflejos para detener el golpe del
medioelfo. El golpe fue certero y de lleno. Aquel golpe en el brazo hizo que
soltara su espada.
En ese momento Dante se le acercó a la joven con su espada en mano. Miró a
lo profundo de aquellos ojos azules y le dijo –perdóneme por esto-. El
medioelfo dio un golpe con el puño en la zona del oído de Kyra quien cayó de
bruces al suelo sin sentido.
Al ver que aquel medioelfo se le acercaba con espada en mano, listo para dar el
golpe definitivo, la chica temió lo peor. Sintió que la vida se le iba. Sus ojos se
encontraron con los ojos del medioelfo y entonces extrañamente no sintió

231
miedo. Con extrañeza Kyra escuchó las palabras del medioelfo, pero no las
entendió. Después de recibir el golpe fue todo oscuridad y silencio.

♦♦♦♦♦

-nosotros no hemos tenido suerte-. Dijo el negro –buscamos minuciosamente


por todos lados y no le hemos encontrado-. El soldado que los acompañaba
asintió pesimista. -¿y a ti como te ha ido?-.
-creo que he encontrado a la mujer-. Respondió Dante –creo que puede ser ella,
se asemeja mucho a las características dadas-.
-¿pero cómo y en dónde?-. Preguntó el negro.
El medioelfo relató detalladamente los hechos sucedidos en aquel coliseo ante el
genuino interés del negro y el hombre que los acompañaba.
-debo ir por mi comandante-. Dijo el soldado acompañante.
-no-. Respondió rotundamente Dante. –no debemos levantar sospechas. Por lo
que vi el lugar está vigilado por hombres al servicio del dueño del espectáculo-.
-¿entonces cómo hacemos para sacar a la mujer del lugar?-. Preguntó el hombre.
-hay algo más que no os he contado-. Replicó Dante –además de las piezas de
plata hay un segundo premio-.
-¿un segundo premio dices?-. Preguntó Drako.
-si-. Respondió Dante –el segundo premio es pasar una noche con la mujer, a
solas-.
-Ya veo-. Dijo el Kalijary –es otra excusa para ver de nuevo a la mujer. Nadie
sospechara de ti, en tal caso solo vas a cobrar tu premio-.
-exacto. Pero no iré solo. Ustedes deberán estar a una distancia prudente por si
se presenta algún inconveniente. Lleven armas porque no va a ser fácil sacar a la
chica de allí. Si contamos con suerte no tendremos necesidad de usarlas contra
nadie-.

232
KYRA

Mientras Sasha elegía la ropa que debía llevar, Kyra no hacia más que mirarse al
espejo. Ya no se reconocía. Había pasado por tanto y ahora estaba tan lejos de
casa y todos los que amaba estaban muertos. La nostalgia se apoderó de ella, las
lágrimas inundaron su rostro y se deslizaron por las mejillas.
-¿estás bien?-. Preguntó Sasha tratando de consolarla.
-estoy bien. Es solo que aún me duele un poco la cabeza-. Mintió Kyra. No
estaba bien. La idea de acostarse con aquel medioelfo le resultaba difícil de
asimilar.
-sé que es difícil hacer esto, pero con el tiempo te acostumbraras-.
-creo que nunca podre acostumbrarme-. Replicó la chica.
-lo harás. Con el tiempo lo harás. La rutina y la monotonía terminaran por
vencer tu voluntad-. Le dijo la mujer mientras le acariciaba la cabeza. Luego se
acercó mucho a ella y miró el reflejo de la joven en el espejo –sé que lo harás
bien. Eres hermosa-.
-gracias-. Le dijo Kyra tomándola de la mano, luego ambas se unieron en un
caluroso abrazo. De nuevo la nostalgia se apodero de la joven. Recordó los
abrazos cálidos de su madre.
-muy bien-. Dio Sasha –te pondrás esto-. Le mostró la ropa que había elegido
para aquella noche –esto es lo más adecuado-.
La chica con la ayuda de Sasha se vistió con lo que la mujer le había escogido.
Una camisa de seda transparente que dejaba ver sus pechos y un mini pantalón
que se le amoldaba muy bien al cuerpo de la joven y hacia resaltar sus bien
formadas curvas. Luego de estar vestida, la Madame maquilló a Kyra. Después
la adornó con joyas. Unos aretes, una cadena y pulseras. Al final la chica no se
podía reconocer en el espejo.
-lo ves. Eres hermosa-. Le dijo Sasha.
En ese momento alguien entró a la tienda, era uno de los ayudantes del
Pingüino -¿el jefe manda preguntar si ella está lista?-.

233
-lo está-. Respondió Sasha
<<Lo estoy>> se dijo la joven respirando profundo sin dejar de ver su reflejo
en el espejo. Luego Sasha se despidió de ella y Kyra se quedó sola en la tienda.
Caminó hasta la cama y se sentó esperando a que llegara el medioelfo. Cruzó las
manos sobre sus muslos y se dio cuenta que estaba temblando, no recordaba la
última vez que había estado tan nerviosa. O sí, la noche de su boda en que
estuvo por primera vez con Wenceslao II. Se sacudió la cabeza tratando de
alejar esos recuerdos. No dejaba de mirar impaciente la entrada de la tienda
esperando el momento en que el medioelfo entrara por ella.

♦♦♦♦♦

Cuando Dante entró a la tienda encontró a la chica sentada sobre la cama.


Instintivamente la chica se mancó los brazos para cubrir sus pechos que se veían
a través de la camisa transparente. La tienda había sido preparada para la
ocasión. Se pusieron sabanas nuevas, todo estaba realmente limpio y olía muy
bien producto de unas velas aromatizantes encendidas. Detrás de Dante ingresó
el Pingüino con sus piernitas cortas y su aspecto gracioso.
-muy bien. Este es su premio, disfrútelo-. Dijo refiriéndose a Dante –uno de mis
hombres estará en la entrada pero no los va a interrumpir. Tiene una hora -. El
pequeño y malformado hombre dio media vuelta y salió de la habitación.
A solas entonces quedaron Dante y Kyra. A la media luz de las velas la
hermosura de la joven aumentaba. << ¿Qué mal puede haber hecho alguien
como ella?>> se preguntó el medioelfo.
A todas estas Kyra aun con los brazos sobre sus pechos lo miraba nerviosa.
<<El también está nervioso>> advirtió la chica. En silencio duraron unos
minutos, ella sentada en la cama y el al otro lado de la tienda. De pronto el
medioelfo fue a la entrada de la tienda y se asomó afuera de la misma
constatando que de verdad un guardia estuviera vigilando como en efecto
alguien lo hacía. Dante entonces caminó hacia la cama y se sentó al lado de la
chica quien nerviosa no dejaba de cubrirse los pechos.
--¿Kyra es tu nombre verdad?-.

234
La chica se sorprendió con la pregunta del medioelfo y solo atinó a contestar –
sí, ese es mi nombre, aunque aquí me conocen como Karol-.
Dante se le acercó a Kyra y ella instintivamente se alejó un poco del medioelfo
poniéndose al borde casi de la cama.
Dante entonces se le acercó más a la chica y le dijo con voz queda –entiendo
que estés nerviosa pero descuida, no te voy a hacer nada, solo he venido a por ti.
Alguien te está buscando y yo estoy aquí para llevarte con el-.
<<Maldita sea, Wenceslao me ha encontrado>> pensó la chica temerosa. En
silencio ideó en su mente un plan para escapar de aquella situación. < < ¿Y si
grito y pido ayuda? Entonces tendré que contar la verdad. No, eso no>>.
Calmándose un poco y mirando a Dante se dio cuenta que aquel era un
medioelfo. Los medioelfos odiaban a Wenceslao, les había matado a su rey y
arrebatado su hogar. -¿Quién me está buscando? ¿De parte de quien vienes?-.
Preguntó.
Dante respondió –no es conveniente hablar ahora. Tengo amigos que han
venido conmigo, están esperándome allá afuera. Tienes que venir conmigo-. El
medioelfo le tendió la mano.
Esa era la oportunidad que Kyra estaba esperando. ¿Y si algún caballero leal a su
padre la estaba buscando y había mandado a ese medioelfo a encontrarla? ¿Por
qué no? Ella era aún la única heredera del reino de Britania, de alguna manera
tenía sentido. A todas estas el medioelfo seguía con la mano estirada, parecí a
impaciente así que la chica preguntó – ¿vienes de parte de Wenceslao?-.
-no. No conozco a ningún Wenceslao-. Mintió Dante.
-¿entonces de parte de quien vienes?-. Insistió.
-ya te lo he dicho que no puedo hablar ahora de eso-. Dijo el medioelfo
impaciente –si nos apuramos y nos vamos de aquí le prometo que contestaré
todas sus preguntas-.
Aun con dudas, pero encontrando algo de confianza en los ojos del medioelfo,
Kyra extendió al mano y tomó la de Dante. El medioelfo entonces sacó de su
espalda una espada y guio a la chica hacia la puerta. El medioelfo se asomó de
nuevo afuera de la tienda y vio que el guardia estaba dándole la espalda y que
nadie más parecía estar cerca. Así que con mucha maña y silencio, el medioelfo
camino sigilosamente hacia el guardia y en un rápido movimiento le cortó la
235
garganta, tapándole la boca para que no hiciera ruido. Luego y ante el asombro
de la joven, arrastró el cuerpo hacia el interior de la tienda.
-solo vaya detrás mío pero no haga ruido- le dijo Dante en tono bajo.
Kyra asintió y caminó detrás del medioelfo. La pareja se escabulló detrás de las
tiendas y carpas sin ser vistos por nadie gracias a las sombras de la noche.

♦♦♦♦♦

El ruido y algarabía que procedía de sus espaldas indicaba que el pingüino se


había dado cuenta que su guerrera había huido.
-es ella-. Asintió el soldado de Moravia al ver a la chica y después que Dante le
preguntara.
-muy bien, eso pensé. Tenemos que irnos rápido de aquí a reunirnos con los
demás. No tardan en seguirnos la huella los guardias del espectáculo-. Dijo
Dante.
En efecto los tres hombres subieron a sus caballos. Kyra subió con el medioelfo
y partieron cubiertos por la noche. Cabalgaron por las calles de la ciudad, que
extrañamente a esas horas de la noche estaban desiertas y se respiraba un
silencio y una tranquilidad a diferencia del bullicio y algarabía que se vivían
durante el día. Los hombres con la rehén cabalgaron hacia las afueras de la
ciudad en donde los estaban esperando el capitán Bram y sus hombres. Mientras
cabalgaba la joven giró la cabeza atrás para ver por última vez esa ciudad
<<hubiera querido despedirme de Sasha y de las otras muchachas>> pensó.
En su estadía en aquel espectáculo de circo y rodeada de tanta gente extraña, los
días se hicieron más llevaderos gracias a la amistad que hizo con Sasha y las
demás mujeres que trabajaban allí como prostitutas. Contrario de lo que antes
pensaba, esas mujeres eran en realidad buenas personas, arrastradas por las
circunstancias a dedicarse a ese trabajo tan denigrante, pero con todo y eso, esas
mujeres en corto tiempo se habían convertido casi en su familia. Dejó de mirar
atrás <<debo mirar hacia adelante>> se dijo mientras se aferraba al medioelfo
con fuerza. Aun no sabía porque pero aquel sujeto le inspiraba confianza. Miró
a su lado y vio cabalgar al negro, de inmediato adivinó por sus trenzas en la
cabeza que se trataba de un Kalijary de un habitante de más allá del mar
236
tormentoso, siempre escuchó hablar a su padre de esa raza de hombres con piel
quemada. Según el, ellos eran valientes y valerosos, como amigos eran los
mejores, pero como enemigos no se los deseaba a nadie, podían llegar a ser muy
crueles y desalmados. Eso decía su padre. De nuevo al pensar en su padre le
entró de nuevo la nostalgia. Ahora estaba tan lejos de casa, tan lejos del lugar
que una vez fue su hogar. Una vez más no pudo contener las lágrimas. Sin saber
porque, instintivamente se aferró aun más al medioelfo. El caballo cabalgaba
con rapidez a través de la noche.
Por fin estuvieron a las afueras de la ciudad de Trevoy. A esa altura de la noche
un viento frio soplaba con fuerza como premonición de una tormenta. Las
nubes negras se arremolinaban en el cielo cubriendo la luna y las estrellas, tan
solo unas antorchas que bailaban a dancen del viento iluminaban el camino. Los
hombres y la chica descendieron de los caballos.
-se suponía que nos esperaban aquí-. Dijo Drako disgustado pues no se veía por
ningún lado el capitán Bram ni a ninguno de sus hombres.
De pronto unas pisadas de caballo llamaron la atención de Dante y Drako
quienes mandaron mano a las espadas y las desenvainaron con velocidad. Pero
cuando el caballista estuvo cerca de la antorcha pudieron ver que se trataba de
uno de los soldados de Moravia.
-mi señor los espera adelante-. Dijo el hombre dando media vuelta al caballo y
yendo por donde instantes atrás había llegado.
Sin montar los caballos, Dante, Drako, Kyra y el soldado siguieron al hombre
que iba a paso lento.
-¿Quién es el señor del que habla ese hombre?-. Pregunto la chica al negro.
Drako no contestó, ni siquiera se dignó a mirarla.
-pronto lo sabrás-. Respondió Dante cortante.
En ese momento Kyra empezó a temer lo peor. Las negativas del medioelfo por
contestar sus preguntas hicieron que la duda creciera en ella. Vio sus
posibilidades de escapar y no eran buenas. Talvez si robara un caballo podía
escapar, ¿pero hacia dónde? ¿Y si regresaba a donde el Pingüino? Quizá si le
hacía creer que la habían forzado a huir, le pingüino la perdonaría. Tenía que
correr el riesgo, todo era preferible antes que volver a Bastia, volver al lado de
su esposo.
237
Después de un par de minutos por fin el caballista se detuvo muy próximo a
una fogata que luchaba por no extinguirse por el viento. Alrededor de esa fogata
estaban tres hombres tratando de calentarse las manos. Los caballos estaban
amarrados muy próximos a un árbol, las bestias disimulaban el frio comiendo de
la verde vegetación.
Kyra no reconoció a ninguno de los hombres que allí estaban, ya que la
oscuridad de la noche ocultaba sus rostros y la luz de la fogata no era suficiente
para iluminar bien el lugar.
-ya era hora que regresaran-. Dijo el capitán Bram –y veo que la han
encontrado-.
-sí. Ahora debemos apresurarnos a salir de aquí, seguramente ya se han dado
cuenta que ella ha desaparecido y la estarán buscando-. Respondió el medioelfo.
-estoy de acuerdo, pero primero entréguenosla. Nosotros la custodiaremos hasta
Bastia-. Replicó el capitán.
Apenas Kyra escuchó al hombre hablar de Bastia, sus peores temores se
hicieron realidad <<me han encontrado>> pensó con amargura.
Instintivamente se hizo para atrás y trató de huir pero fue apresada por el negro,
sin embargo la chica con todas sus fuerzas luchó para zafarse del Kalijary sin
éxito. – ¡Por favor, no me entreguen a ellos, por lo que más quieran a ellos no!-.
Gritó entre lágrimas con desesperación.
El capitán de nuevo insistió –entregádmela. Nosotros la cuidaremos. Ustedes
irán detrás de nosotros y cuando lleguemos a la ciudad tendrán la otra mitad de
su pago-.
-¡por favor no permitan que me hagan daño!-. Lloraba Kyra.
Dante volvió la vista y sus ojos se encontraron con los de la hermosa chica. No
supo porque pero había algo en esa mirada que le dio la impresión que era
inocente. Por un momento la mirada de Dante se perdió en los ojos llenos de
lágrimas de la joven.
-¿Por qué ella es tan importante? ¿Qué delito ha cometido?-
-eso no te incumbe, medioelfo. Dánosla y no resultaras herido-. Respondió uno
de los hombres del capitán mientras desenvainaba la espada.

238
-vamos, danos a la chica-. Le dijo el capitán acercándose a Dante –seguramente
no quieres arriesgar tu vida y la de tu amigo por alguien que no vale la pena.
Solo danos a la chica, nosotros la llevaremos para que responda por sus
crímenes, ustedes recibirán su paga y nos olvidaremos de esto.
Dante miró a Drako y sintió que el negro lo apoyaba así que respondió al
capitán -¡no! La chica no ira a ningún lado con ustedes hasta saber que está
pasando aquí-.
-¡maldito estúpido!-. Dijo el capitán con rabia –te di una oportunidad para salvar
tu patética vida y la del puto negro. Ahora morirán-. El capitán sacó su espada
de su funda, lo mismo los otros tres hombres.
El Kalijary liberó a Kyra y le dijo –hazte detrás mío. No te pasará nada-.
Después de decir lo anterior, el negro desenfundó su espada. El medioelfo hizo
lo mismo.
Los hombres empezaron a moverse hacia Dante y Drako. En ese momento
una saeta cruzó la noche, rompiendo rauda el aire y se clavó en el pecho de uno
de los hombres que acompañaban al capitán. Sus compañeros trataron de
auxiliarlo pero era demasiado tarde, la fecha se clavó hasta las plumas matando
al hombre casi que de inmediato. En un pestañeo unos hombres montados a
caballos rodearon a todos, tanto a los hombres de Moravia como a Dante,
Drako y a Kyra.

Montado en un caballo tan gigantesco como el mismo, Bruto, el gigantesco


hombre de confianza del pingüino se hizo presente. Miró a Kyra y le dijo con
voz tosca –estoy aquí para llevarte de vuelta con mi patrón, muchacha-.
-primero tendrás que matarnos-. Dijo el capitán.
<<Palabras equivocadas>> pensó Dante mientras veía como el gigantesco
hombre descendía de su caballo con su enorme corpulencia.
El capitán al ver al hombre de pie se intimidó y le dijo –quizá tu patrón y yo
podemos llegar a un acuerdo por la chica-.
Bruto que no era muy bueno con las palabras, es mas no le gustaba hablar tanto,
respondió –el único acuerdo es el de regresar con la chica-. El moreno miró a
Kyra y dijo –ahora vamos, te llevaré de vuelta-.

239
La joven se aferró al brazo de Drako. El medioelfo entonces miró a su
alrededor. La situación no era para nada buena. Quienes los rodeaban eran seis
sin contar al hombretón. Dos de ellos con arcos y flechas y al parecer eran
certeros. Dante y Drako cruzaron las miradas. << ¿En qué diablos estamos
metidos?>> sopesó el medioelfo.
La tensión era evidente. El gigantesco hombre llamado Bruto empuñaba su
también gigantesca espada curva amenazante, detrás de él tres de sus hombres
descendieron de sus caballos y lo respaldaron empuñando sus espadas, mientras
que los otros dos hombres tensaban sus arcos dispuestos y preparados para
disparar sus flechas.
El capitán Bram y sus hombres estaban indecisos, no sabían si atacar o esperar
que los atacaran de todas maneras se veían en desventaja frente al hombretón y
sus hombres. Bruto avanzó hacia el capitán, detrás de él sus hombres y atrás los
arqueros tensando sus arcos. Sin mucho aviso, el gigante atacó al capitán que a
pesar que no era tan grande y fuerte, si tenía una ductilidad en el manejo de la
espada. De esa manera empezó la lucha. Los soldados gracias a su
entrenamiento militar eran más dúctiles y agiles que los hombres del pingüino
por lo que la ventaja se inclinó hacia ellos. Pero no duró mucho puesto que los
arqueros dispararon sus flechas, hiriendo de gravedad a los soldados,
oportunidad que aprovecharon sus agresores para tomar ventaja. Sin pensarlo
dos veces, Dante y Drako entendieron que aquella era su oportunidad para
escapar sanos y salvos de aquella situación.
-quédate aquí y cúbrete-. Le dijo Dante a Kyra.
El medioelfo y el Kalijary avanzaron hacia los arqueros que dándose cuenta de
las intenciones del par de sujetos apuntaron y dispararon sus flechas hacia ellos,
pero estos últimos con mucha velocidad y destreza las esquivaron todas y
cuando estuvieron cerca hirieron a los caballos de los hombres haciendo que las
bestias se encabritaran tumbando a sus jinetes al suelo. Después de caídos,
Dante y Drako remataron a los hombres dándoles una muerte rápida pero no
menos dolorosa. Cuando los otros hombres se dieron cuenta de la situación
fueron a por el par de sujetos pero estos últimos los derrotaron fácilmente.
Mientras tanto, el capitán Bram utilizaba sus últimas fuerzas en la lucha con el
gigante. Herido y cansado, el capitán murió al recibir un tajo mortal del moreno,
cayendo inerte al suelo en donde al instante un charco de sangre rojizo oscuro
se hizo alrededor de él.

240
Ahora tan solo estaban Dante y Drako en contra del gigante bronceado. Quien
a pesar de que el capitán había presentado resistencia, parresia totalmente fresco
y con sus fuerzas intactas.
-debo regresara a la chica. Dénmela y los dejaré ir vivos-. Expresó Bruto. Su
voz era tan temible como su aspecto.
-de ninguna manera-. Dijo el Kalijary adelantándose y ante la sorpresa de Dante
y Kyra, el negro empuñó su espada. Luego se dio media vuelta y le dijo al
medioelfo –saca a la chica de aquí, yo me encargo de esto-.
Dante se le acercó y le dijo en voz queda –tú no puedes solo con él. Entre los
dos lo venceríamos-.
El negro sin mirarlo pues tenía la vista fija en Bruto respondió –vete ya con la
chica-.
El medioelfo no insistió más. Tomó un caballo, subió en él, Kyra hizo lo mismo
y ambos estuvieron listos para marcharse. Antes de hacerlo, Dante miró a su
amigo pero este último no le devolvió la mirada tan solo veía al hombretón, a su
rival. De este modo Dante y la chica se marcharon a buen paso mientras atrás
quedaron Drako y Bruto.
El primero en atacar fue el gigante moreno pero el negro detuvo el golpe.
Cuando las espadas chocaron las chispas que salieron del contacto iluminaron la
noche.

241
GRINDAL

Despertó y la oscuridad lo absorbió. Todo estaba en penumbras. Le demoró a


sus ojos acostumbrarse a la oscuridad del sitio en el que estaba. << ¿Dónde
diablos estoy?>> se preguntó a sí mismo el viejo mago. Después de un
momento sus ojos se acoplaron al ambiente oscuro. Se dio cuenta que estaba en
una especia de celda, podía ver los barrotes. A lo lejos, en la pared una antorcha
iluminaba tenuemente el lugar. Grindal pudo ver que al final de aquel pasillo,
unas escaleras iban hacia arriba. Trató de incorporarse pero el dolor lo obligó a
sentarse de nuevo.
-has despertado- dijo una voz en la oscuridad.
Grindal se sorprendió tratando de ubicar el sitio donde había venido la voz.
Una sombra se paró del otro lado de la celda y caminó hacia el viejo mago -
¿Cómo estas viejo amigo?-.
El mago de inmediato reconoció la voz -¿Heresin, eres tú?-.
-si mi amigo, soy yo-.
-¿Cómo puede ser posible? Creí que estabas muerto-.
Como si lo hubiera estado Grindal. Como si lo estuviera-. Respondió con
resignación el mago.
Grindal que no soportaba el olor tan inmundo de la celda se mandó la mano a la
nariz y preguntó -¿Qué es ese horror tan horrible?-.
Heresin le señalo el balde de las necesidades. Grindal entendió.
-¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿En dónde estamos?-.
-en donde estamos, en la fortaleza oscura. Ellos te trajeron ayer, estabas
inconsciente-.
-¿ellos?-.
-los orcos-.

242
-¿orcos has dicho?-. Pregunto con genuina curiosidad Grindal.
-si hubieras visto lo que yo vi, Grindal. Son miles de orcos y uruks. Cuando me
trajeron hasta aquí, los pude ver. Se están preparando para algo grande mi
amigo-.
-¿Por qué no has intentado huir?-.
Heresin respondió –este lugar está cubierto por un hechizo que impide utilizar
nuestra magia, aquí solo somos hombres comunes-.
-cuéntame todo, Heresin. Cuéntame cómo habéis llegado hasta aquí-.
En aquella celda oscura y fría, Heresin relató a Grindal lo que le había ocurrido
y todo lo que había visto.
-no me esperaba la traición de Andariel-.
-nadie la esperaba-. Dijo Heresin –pero aun así ha ocurrido-. El mago hizo una
pausa y respiró con desilusión –la traición de Andariel es solo el inicio de lo que
está por ocurrir. En el horizonte se vislumbra un negro destino para los
hombres libres-.
-la resurrección de Drago-. Dijo Grindal.
-por siglos estuvimos temerosos de su regreso, pero ahora que lo pienso
estábamos equivocados. Drago no volverá, no tiene necesidad de hacerlo. El
señor oscuro ha escogido a su más fuerte servidor, a quien llevará las riendas de
sus ejércitos hasta su triunfal regreso cuando el cometa rojo oscurezca el día.
Andariel es igual o más poderosa que lo que fue Drago. He allí el verdadero
problema-.
-es cierto-. Dijo Grindal resignado
-pero eso no es todo. El señor oscuro a través de su marioneta, Andariel, ha
comprado conciencias y ha hecho alianzas. Él está labrando el camino de su
regreso-.
-Wenceslao y Thorme-.
-exacto-. Dijo Heresin –ellos dos se encargaran de hacer el trabajo sucio. De
eliminar a los que se atrevan a enfrentárseles. En este momento Cadelia está

243
rodeada, su frontera del sur está invadida por el ejército de Wenceslao y por el
oeste las cosas no se ven mejores-.
-¿Qué pasa en el oeste?
-los orcos-.
-si es cierto-. Meditó un momento Grindal.
-La reina Ana deberá luchar esta guerra sola, no tiene aliados. Lo mismo para los
hombres de la montaña. Si bien hasta el momento han mantenido a Thorme a
raya, llegará el momento en el que el rey usurpador descargue todo su poderío y
logre coronar la cima de la montaña-. Expresó Heresin.
Grindal meditó un momento en silencio –si Ana cae y los hombres de la
montaña son derrotados, todo estará perdido-.
-no todo-. Dijo Heresin con un rayo de esperanza en la voz –talvez nuestra
salvación esté del otro lado del mar-.
-¿los Negros? No, ellos le temen al mar tormentoso, jamás se atreverían a
cruzarlo y no tendrían por qué hacerlo-.
-es cierto que por siglos han respetado al mar, pero ahora los gobierna un rey
diferente, un rey que tiene deseos de venganza, un rey joven que no parece
tenerle miedo a nada-. De nuevo en la voz del mago Heresin se notaba un
atisbo de esperanza –tengo unas fuentes que a menudo cruzan el mar hacia las
tierra Kalijary para establecer comercio con los negros. Según ellos, el rey negro
tiene un plan ¿Qué plan? No lo sé, lo cierto es que en la guerra que se avecina
los negros jugaran un rol muy importante-
-¿y nosotros que papel jugaremos?-. Preguntó Grindal -¿Por qué Andariel nos
ha dejado vivos si bien habría podido matarnos?
-no lo sé, mi amigo. Lo cierto es que si nos ha dejado vivos es por una buena
razón ¿Cuál? No lo he podido averiguar aun-.
Grindal dijo –ahora que lo pienso bien, que estemos aún vivos significa solo una
cosa. Que Andariel necesita de nuestros dones-.
Heresin asintió como cayendo en cuenta de algo –es cierto. Para el regreso del
señor oscuro se necesita un poder muy grande y quizá Andariel sienta que

244
nosotros le podemos servir de ayuda. En el libro negro hay muchos ritos y
seguramente nuestra sangre pura y nuestra aura cristalina le puedan servir de
algo-.
-pero hay algo más de lo que preocuparse-. Expresó Grindal.
-¿algo más?-. Preguntó burlón Heresin
Grindal respondió –Andariel está buscando al heredero del rey Emerson, aquel
que salve de niño-.
-¿tú le dijiste algo?-.
-no fue necesario. Ella utilizó su magia en mí y lo averiguó todo-.
-¿y para que crees que lo esté buscando?-. Preguntó Heresin.
-no lo sé- respondió Grindal –pero sea lo que sea no es nada bueno. Creo que
hay algo que ignoramos, hay algo que se nos escapa y no puedo saber que es.
¿Por qué es tan importante para Andariel encontrar al legítimo heredero al trono
de Saravia? Me fastidia no poder averiguarlo. Por lo pronto lo único que
podemos hacer es rogarle al Dios antiguo para que Andariel no lo halle-.
Después de un momento de silencio Heresin preguntó –todo esto que está
pasando, la traición de Andariel, la reunión de orcos en esta tierra maldita, las
guerras que se avecinan ¿dime amigo, porque está pasando esto?-.
Grindal respondió acongojado –porque a pesar que lo derrotemos una y otra
vez, el mal nunca muere…..-.

245
BAKARY

-Mírela bien ¿no es hermosa e imponente?-. Preguntó el comerciante Alirio.


Bakary estaba embelesado viendo la galera que tenía en frente, casi que ni oyó al
comerciante. El rey negro estaba maravillado por la embarcación –lo es-. Dijo
por fin el Rey de los Kalijary sin quitarle la vista a la Galera -¿Cuántos hombres
pueden ir en ella?-.
-306 remeros-. Dijo Alirio satisfecho.
-voy a necesitar treinta de esas mismas-. Replicó Bakary.
-le digo que solo puedo conseguir veinte, no más-.
-que sean veinte entonces-. Dijo Bakary.
-¿entonces tenemos un negocio?-.
-lo tenemos-. Respondió el joven rey Negro.
Alirio, el comerciante preguntó -¿y el pago?-.
-según lo acordado, por supuesto-.
El rey negro y el comerciante estrecharon las manos como símbolo de acuerdo
en el negocio.
El comerciante se despidió del rey negro no sin antes decirle –tendrá su pedido
en el tiempo establecido-.
Bakary asintió y vio partir al comerciante.
-mi señor ¿cree que el precio que paga usted por las galeras es justo?-. Preguntó
Ademir que en toda la negociación del rey con el comerciante no había dicho ni
una sola palabra.
-¿a qué te refieres?-.
-mi señor sabe que el comerciante se está aprovechando. Esas galeras valen
mucho menos-. Respondió el medioelfo.

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Bakary caminó con Ademir a su lado, le dijo –por supuesto que lo sé, amigo.
Pero dadas las actuales condiciones no tengo más opción. Él es el único que se
atreve a negociar con nosotros, los otros se negaron a negociar por miedo al rey
blanco-.
Ademir replicó –aun así creo que el precio que pide es muy elevado ¿cree usted
que vale la pena pagar tan alto precio? Lo que pide es mucho, si pagamos eso,
las finanzas del reino se resentirán mucho-.
-¿y para qué son las finanzas si no para gastarlas en algo necesario?-. El rey
Kalijary guardó silencio un rato y luego le dijo al medioelfo -¿Qué pasa amigo, te
estas arrepintiendo?-.
-no, es solo que….-. Ademir dudó un segundo tratando de encontrar las
palabras precisas –creo que el precio que la guerra que estamos iniciando es muy
alto y no solo en dinero si no en vidas. No sabemos lo que nos espera del otro
lado del mar-.
-es cierto mi amigo. Cuando tomemos los barcos y naveguemos hacia el este,
iremos hacia la guerra pero nadie nos puede asegurar la victoria. Aun así es algo
que debe hacerse. Mira a mis hombres- Bakary y Ademir pasaban por donde los
guerreros Kalijary se entrenaban, Bakary los señaló. Los guerreros estaban
entrenando duramente bajo el inclemente sol. En sus pieles quemadas estaba el
vestigio del duro entrenamiento, sus cuerpos quemados y sudados eran los
testigos de su esfuerzo. –estos son hombres valientes que dejaran hasta la última
gota de sudor y sangre en el campo de batalla. ¿Crees que ellos tienen miedo de
enfrentarse a un ejército tres veces mayor que ellos? No, por el contrario, tu no
lo sabes pero ellos están felices de luchar de nuevo como en los tiempos
antiguos cuando expulsamos a los sin rostro de nuestra tierra muchos siglos
atrás-.
-muchos de ellos no regresaran a casa-. Dijo Ademir mirando a los Kalijary.
-muchos no regresaremos. Pero los que lo hagan hablaran de la grandeza de
nuestra raza. Por siglos y siglos se contaran historias sobre nosotros, de cómo
cruzamos el mar tormentoso, algo nunca hecho y de cómo luchamos contra el
enemigo con valor y fiereza-.
Ademir al escuchar la determinación con la que hablaba el rey le dijo –y yo
estaré al lado suyo su majestad en el campo de batalla, si usted me lo permite-.

247
-será un honor para mí-. Respondió Bakary.

248
KYRA

Raudos y veloces Dante y Kyra cabalgaban. Llevaban un día completo huyendo


con sus enemigos a sus espaldas. En ocasiones, cuando paraban para que los
caballos descansaran y comieran algo, y pensaban que los habían perdido,
escuchaban a sus perseguidores tan cerca que de nuevo retomaban su cabalgata.
El medioelfo que cabalgaba adelante, de vez en cuando miraba atrás y veía
miedo en el rostro de la chica. << ¿Quién demonios es ella para que nos
persigan de esta manera?>> pensaba Dante. Se preguntaba quién demonios era
esa chica Por la que su amigo, su único amigo arriesgó la vida. Evitaba pensar en
Drako, el solo imaginar a su amigo herido o peor muerto era demasiado
doloroso. Los dos caballistas tomaron el camino que lleva hacia el norte, el
camino llamado la ruta de los pantanos. El nombre de aquel lugar era merecido
por la gran cantidad de pantanos que existían. El lugar era demasiado peligroso,
muchos habían muerto en esos pantanos, muchos que no conocían el camino y
se atrevían a pasar por allí habían perecido, pues el lugar era traicionero. Se
debía conocer muy bien el camino, abrirse paso entre los pantanos, si no, los
caballos se estancarían en los pisos lodosos y con el agua que media cerca de un
metro de altura los engullía. El lugar era una trampa mortal para los primerizos,
por fortuna Dante conocía muy bien el terreno, conocía como encontrar
caminos secos y seguros entre los pantanos. Por mucho tiempo esa ruta la
transitó junto a su amigo Drako. De allí su decisión de pasar por ese lugar. A sus
perseguidores les quedaría más difícil pasar por aquellos pantanos que tenían
fama y todos sabían el peligro que representaba pasar por allí.
En la oscuridad de la noche y en la lejanía se observaba el humo de las
antorchas de los perseguidores y se podían oír sus maldiciones, tratando de
pasar por los pantanos. El medioelfo estaba alerta, siempre vigilante. Kyra
estaba recostada sobre un árbol tratando de dormir un poco, el día había sido
agotador y tenía que recuperar algunas fuerzas. Se escuchaba el sonido que
hacían sus caballos al comer el pasto y alguno que otro sonido típico de los
pantanos. De pronto un ruido alertó al medioelfo, eran las pisadas de un ca ballo
que se aproximaba. El medioelfo maldijo entre dientes pues no había
oportunidad de escapar, fuera quien fuera estaba muy cerca y no tendrían
oportunidad para huir. Dante de inmediato desenfundó su espada e hizo que la
joven se pusiera detrás de él. Las pisadas de los cascos del caballo se hicieron
más claras, ya la figura del equino se notaba. Con espada en mano, el medioelfo

249
vio la silueta del caballo, era el enorme caballo del hombretón con el que Drako
se enfrentó, maldijo mentalmente. A medida que se acercaba la silueta del
enorme caballo se agrandaba más. Sin posibilidad alguna de huir, Dante le dio a
la chica una espada corta que cargaba. Cuando estuvo cerca, el jinete descendió
del caballo. A pesar que el cielo estaba despejado y había luna, Dante no pudo
reconocer al jinete pero dedujo que era el hombretón gigante, aquel jinete que se
acercaba a ellos. Dante se puso en guardia.
-tenemos que salir de estos pantanos, ellos están muy cerca-. Dijo el jinete.
Dante al instante reconoció la voz de quien le hablaba -¿Drako, eres tú?-
-si amigo-. Respondió el negro –rápido, debemos salir de aquí. Los pantanos los
retrasaran un poco y eso nos dará un poco de tiempo para ganarles ventaja-.
Sin pensarlo dos veces y sin preguntar, Dante y Kyra tomaron sus caballos, los
montaron y emprendieron de nuevo la cabalgata por en medio de los pantanos.

♦♦♦♦♦

Drako estaba reacio a que Kyra le curara las heridas. Tenía un par de ellas tras la
dura pelea con Bruto, una en el brazo derecho y otra la más profunda en el
costado, que era la más preocupante pues era bastante profunda. El negro
estaba cansado y deshidratado pues había perdido mucha sangre. Después de la
dura pelea y tras derrotar a el gigante Bruto, Drako tuvo que cabalgar casi un día
entero para darle alcance a su amigo y a la chica y cuando por fin los encontró el
negro pudo descansar. Mas sin embargo el dolor de las heridas no permitió que
el negro descansara con tranquilidad. Después de insistirle, Kyra logró que el
Kalijary le permitiera lavarle y curarle las heridas. Después de enjuagarle las
heridas con agua limpia que Kyra trajo de una fuente cercana, la chica vendó las
heridas con unos trapos limpios, lo primordial era que no se le infectaran.
Al calor de una hoguera los tres compartieron la comida. Un trozo de pan duro
y tras una pesca en la mencionada fuente, pescado asado. Todo esto pasado por
una botella de vino de no muy buena calidad.
En todo el recorrido, el medioelfo no le había dirigido mucho la palabra a Kyra.
Solo ocasionalmente y si no había otra opción le hablaba, lo mismo Drako.

250
En noches tan bellas como esa en la que el cielo despejado permitía contemplar
la luminosidad de las estrellas en todo su esplendor, Dante sentía nostalgia del
pasado. Recordaba a su esposa y a su pequeña, a esta última las estrellas le
gustaban mucho. Mirando al horizonte el medioelfo, solitario pues se alejó un
poco de la fogata, acariciaba su collar, el mismo que le dio a su esposa el día de
su compromiso y el mismo que quitó del cuerpo sin vida de su amada aquella
trágica noche. Aquel collar era una cadena de oro con un pequeño dije en forma
de medio sol. Mirando al horizonte y no tratando de pensar en nadie si no en su
amada y su pequeña, el medioelfo acariciaba el dije. Tan ensimismado estaba
que no se dio cuenta que desde el costado se aproximaba los perseguidores, tan
solo una flecha que pasó cerca de él, logró sacarlo del aturdimiento en el que se
encontraba. Una y otra vez las flechas volaron por el aire buscando a los tres
fugitivos pero afortunadamente ninguna dio en el blanco. Dante ayudó a
levantar del suelo a su amigo herido y los tres subieron a los caballos.
-¿Cómo pudieron pasar los pantanos tan rápido?-. Dijo Drako fatigado.
-no creo que sean los de los pantanos creo que son otros-. El medioelfo hizo
una pausa y luego siguió –los de los pantanos eran soldados de Moravia, lo sé
por los estandartes que llevaban en sus caballos, estos últimos son los hombres
de la compañía en donde trabajaba ella-. Dijo mirando a Kyra.
-parece que de verdad eres alguien muy importante-. Le dijo Drako a Kyra en
tono severo –tendrás que explicar muchas cosas-.
La chica no se molestó en responder, tan solo se concentró en cabalgar de prisa,
lo más deprisa que pudiera. Atrás se escuchaba que sus perseguidores estaban
no muy lejos de ellos, las pisadas de sus caballos y lo que vociferaban se
escuchaba clarito. Mientras huía en compañía de aquellos dos sujetos, Kyra tenía
en la cabeza que debía seguir sola, que en algún punto debía tomar otra ruta y
perder al medioelfo y al negro. Si bien le habían ayudado a huir del pingüino y
de Bruto, no terminaba de confiar en el par se sujetos y más cuando se estaban
interesando en su verdadera procedencia. Kyra tenía la firme intención de
retomar el plan planteado por Vigo Moras. Debía llegar fuera como fuera hasta
Cadelia a donde la reina Ana, así eso significara que viajara sola por esos
caminos peligrosos.
Dante, Drako y Kyra tomaron una ladera y después otra y otra, subían y bajaban
sin menguar el paso y sin darle algún descanso a sus bestias que jadeaban de
cansancio, atrás sus persecutores aun los asechaban. En una de esas laderas, al
subirla y luego al descender, el suelo era bastante sinuoso y escarpado, el caballo
251
de Kyra perdió el control, se encabritó y la tiró al suelo. Para fortuna de la chica,
no cayó sobre el suelo sino que su caída fue atenuada por la vegetación.
Adelante ni el negro ni el medioelfo se percataron de la caída de la chica así que
continuaron. Kyra demoró un poco en ponerse de pie, luego quiso ir por su
caballo pero fue demasiado tarde, cuando se dio cuenta estaba rodeada por
varios de los hombres que la perseguían. Recordó la espada que le había dado el
medioelfo y la empuñó mostrándola temerosa a aquellos hombres que se rieron
-¿vamos detrás de los otros?-. Preguntó uno de los hombres.
El que parecía ser el líder le respondió –no. Déjalos que huyan, en fin y al cabo
solo nos interesa esta perra-. Luego se dirigió a dos de sus hombres –atenle las
manos y móntenla en un caballo, nos vamos-.
En efecto los dos hombres bajaron de sus caballos, uno de ellos le dijo a Kyra
en tono burlón –suéltala te vas a hacer daño-. Refiriéndose a la espada, los otros
hombres se rieron.
En ese momento el hombre hizo el movimiento para acercarse a la chica pero
está ultima en un rápido movimiento cortó de un tajo la garganta del hombre
que cayó al suelo agarrándose con ambas manos el cuello tratando
infructuosamente de frenar la hemorragia.
En ese momento, una daga cruzo rauda el aire y se clavó en la espalda del que
parecía ser el líder quien fue tumbado del caballo y cayó con la daga clavada. Los
hombres se pusieron alertas. En ese instante aparecieron Dante y Drako. El
medioelfo lanzó otra daga y de nuevo se clavó en otro de los hombres, luego
desenvainó su espada y arremetió contra los caballistas. Rápidamente los venció
con la ayuda del herido pero aun fuerte Drako.
-sube-. Le dijo Dante a Kyra estirándole la mano –no demoran en llegar más-.
Kyra aceptó la ayuda del medioelfo y subió con él a su caballo y cabalgaron de
prisa dejando atrás los cuerpos sin vida de los perseguidores, por delante los
primeros rayos del sol ya se asomaban.

Se internaron en caminos peligrosos y agrestes, caminos que Dante y Drako


conocían muy bien. A pesar de la dificultad del terreno, ese día cubrieron una
buena distancia. En la tarde y cuando creyeron que sus perseguidores no los
asechaban, decidieron parar para comer algo y para que los caballos descansaran
un poco. Al pie de un arroyo que fluía tranquilo, hicieron una fogata con

252
algunos palos secos. Comieron el último trozo de pan seco y bebieron lo último
que quedaba en la botella de vino. Mientras tanto la chica de nuevo curó las
heridas del negro y cambio los vendajes.
Kyra sintió la necesidad de hablar –muchas gracias por todo-. Sus palabras se
oyeron sinceras.
-Si en verdad nos agradeces, dinos entonces en realidad quien eres y porque
todos te persiguen-. Respondió Dante en tono cortante.
-no soy nadie-. Dijo Kyra, se puso de pie y se alejó de la fogata.
El medioelfo entonces la alcanzó y con un poco de rudeza la arrinconó contra
un árbol, le dijo -¿nadie? Así que hemos arriesgado la vida por nadie ¿nos crees
estúpidos? Algo está pasando aquí y merecemos sabes que es. El mismo rey
Wenceslao nos ha recibido en persona y nos ha contratado para que te
busquemos ¿y no eres nadie?, todo el ejército de Moravia está ahora tras
nosotros. No más mentiras, habla de una buena vez-.
Había algo en la mirada del medioelfo que le producía algún tipo de confianza a
Kyra, así que finalmente dijo –está bien, os voy a contar todo-. Bajo el calor y la
luz de la hoguera, la chica relató su historia a Dante y Drako quienes escucharon
atentamente su historia.
-¿así que eres en este momento la única heredera al trono de Britania?- preguntó
el negro. La chica asintió. El Kalijary continuó –ahora entiendo porque eres tan
importante para Wenceslao y por qué te busca con tanta intensidad-.
-cuando llegué al circo del pingüino pensé que quizá allí estaría segura -.
Continuo Kyra –por lo visto me he equivocado. Él nunca me dejara en paz,
nunca dejara de buscarme y no estará satisfecho hasta que me encuentre-
-en eso tienes razón-. Dijo Dante. –nunca te dejará en paz, siempre estará detrás
de ti. Él tiene los medios para hacerlo, así como nos contrató a nosotros, puede
contratar a alguien más, tipos más peligrosos que el mismo Wenceslao en
persona-.
-miren-. Dijo la chica con un tono de dulzura en sus palabras –agradezco mucho
lo que han hecho por mí, pero si quieren que nos separemos, lo entenderé. Creo
que lo mejor será que siga el plan trazado por el caballero Vigo y trate de llegar a
Cadelia-.

253
Drako le replicó diciendo –no te dejaremos sola-. Miró a Dante y notó que
estaba de acuerdo con lo que decía –no sobrevivirías ni un día sola cabalgando
por estos lugares tan peligrosos. Lo mejor será que estés con nosotros-.
-nosotros te protegeremos-. Dijo Dante.
-gracias, pero puedo preguntaron algo ¿Por qué lo hacéis?-. Preguntó Kyra.
-Dante respondió –digamos que no estamos de acuerdo con el rey Wenceslao, si
te fijas bien, nuestros pueblos han sido víctimas de el-.
<< Es cierto>> pensó Kyra. Ahora se sentía mucho más tranquila contándoles
la verdad a ellos dos. El negro y el medioelfo, en especial este último le
producían confianza, sabía que nunca dejarían que le pasara algo malo. Esa
noche durmió tranquila bajo la luz de la luna y con el calor abrazador de la
fogata.
El medioelfo miraba como la chica dormía plácidamente, veía su rostro apacible
y relajado, era un rostro bien formado de hermosas facciones. Había algo en esa
chica que le recordaba mucho a Ibeth. <<Cuanto te extraño Ibeth>> se dijo
para sus adentros. Una oleada de tristeza lo invadió, la misma tristeza que sentía
cundo pensaba en su difunta esposa. No se dio cuenta que Drako se le sentó al
lado.
-¿Qué opinas de ella?-. Preguntó el negro sacando del ensimismamiento a
Dante.
-sin duda lo que dice es verdad-.
-sí, lo sé. Me refiero que si será buena idea y seguro que la vaya con nosotros-.
Dante miró con desconfianza a Drako -¿y qué sugieres? ¿Qué la abandonemos a
su suerte?-.
-no por supuesto que no-. Replicó el negro –pero creo que lo mejor sería
encontrarle un lugar donde no pueda ser encontrada, en donde se esconda por
algún tiempo mientras el peligro pase-.
-pero el peligro no pasará, por lo menos no para ella. Los días que vienen son
peores que los de ahora, la guerra que se aproxima va a ser devastadora y tú lo
sabes, lo hemos visto. Pero en algo si tienes razón, ella no está segura con
nosotros-.

254
-¿estamos cerca del bosque encantado, cierto?-. Preguntó el negro.
-sí, relativamente cerca. A un día de camino-.
-yo digo que nos encaminemos hacia allá-. Dijo el Kalijary.
Dante con sorpresa preguntó – ¿al santuario de la madre?-.
Drako sonrió –sí. Precisamente. Ella estaría segura en el santuario. Por más que
la guerra avance no llegara hasta el santuario. Las manos de Wenceslao no
llegarían tan lejos-.
El medioelfo sopesó un rato la idea de su amigo. En algo tenía razón Drako, el
santuario era un lugar seguro y de buena gana la madre recibiría a Kyra. La chica
estaría segura y lejos de sus enemigos –creo que tienes razón. Mañana a primera
hora iremos hacia el santuario de la madre-.
Como fue acordado, a la primera luz del alba los tres tomaron sus equinos y
cabalgaron pero esta vez no lo hicieron hacia el norte por el causa del rio Brega,
si no que se desviaron un poco hacia el noreste.
Dante cabalgaba a buen paso con la vista hacia el frente, no se dio cuenta que la
chica le dio alcance y se le puso en su costado.
-¿ese collar, fue regalo de una mujer, no es cierto?-. Preguntó Kyra.
Dante se sorprendió un poco y se mandó la mano al collar y se lo guardó entre
sus camisa, así que quedo escondido a la vista de la chica. –Si-. Respondió seco.
-¿Quién era ella?-. Insistió Kyra.
Dante no contestó, no le gustaba hablar de aquello y menos con alguien que
apenas conocía –Nadie-. Respondió.
Kyra no insistió más. Vio como el medioelfo azuzaba a su caballo para que
fuera más rápido, así que la chica se quedó atrás y esperó a Drako.
-¿él siempre es así?-. Le preguntó Kyra a Drako.
El negro respondió -¿a qué te refieres?-.
-le he preguntado por el collar que lleva colgado al cuello y no me ha
contestado-.

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-hay ciertas cosas de las que él nunca habla y ese collar esa una de ellas-. Dijo el
Kalijary.
-¿ese collar se lo dio una mujer, cierto?-. Insistió Kyra
-si-. Contestó Drako –pero no cualquier mujer. Se lo dio su esposa-.
-así que era casado. ¿Dónde está su mujer ahora?-. Preguntó Kyra.
Drako respondió –muerta, al igual que su pequeña hija-. El negro vio como el
rostro de la chica dibujaba una mueca de tristeza y de asombro –exactamente no
sé cómo sucedieron las cosas, tan solo lo poco que él me ha contado-.
Drako y Kyra no advirtieron que le dieron alcance a Dante. Este último Vio en
el rostro de Kyra y en sus ojos algo de compasión, entendió que Drako le había
contado. Sin mirar a la chica empezó a decir –yo viva en el sur de Saravia, en la
rivera del rio Plas-. Kyra y Drako escucharon atentamente en silencio –era
agricultor, igual que las gentes de ese sector. Semanalmente sacaba mis
productos a la venta a la ciudad de Tiras, conocida por su mercado y por los
torneos de caballeros que allí se realizan. Una noche que descansaba después de
un día arduo de trabajo, escuchamos unos ruidos que venían de afuera de la
casa, del huerto. Me levanté y fui a revisar. Me encontré con que un grupo de
Medioelfos merodeaba la casa. Eran un grupo de diez, algunos estaban mal
heridos. Ibeth les atendió las heridas y les dio de comer porque pa recían
hambrientos. Estaban siendo perseguidos. La madrugada siguiente se
marcharon. Ese mismo día más tarde, yo regresaba de mi trabajo cuando noté
que la casa estaba rodeada por hombres del ejercito de Moravia. Estaban en
búsqueda de una pandilla de medioelfos que huían por aquella zona. Los
hombres registraron toda la casa y desafortunadamente encontraron indicios
que los medioelfos habían estado allí-. Dante se quedó en silencio un momento,
se le hizo un nudo en la garganta. Después de un par de minutos volvió a hablar
–primero me torturaron, luego me ataron a un árbol fuera de mi casa y me
obligaron a ver como violaban a mi esposa, todos los soldados la tomaron. Por
ultimo prendieron fuego a la casa con mi esposa y mi pequeña hija dentro y me
dejaron oír como clamaban por ayuda. Después cuando los gritos cesaron se
marcharon dejándome clavado al árbol. No sé cuántos días pasaron atado al
árbol, a la intemperie-.
-cuando lo encontré, estaba muy débil-. Dijo Drako –desde ese momento
hemos estado juntos-.

256
-lo siento mucho-. Le dijo Kyra a Dante.
El medioelfo notó la sinceridad en las palabras de la chica y le brindó una
sonrisa. Kyra se sorprendió mucho pues era la primera vez que el medioelfo le
mostraba cortesía. De allí en adelante, durante el viaje la conversación se tornó
más alegre.
Pasó un día completo cuando por fin estuvieron en el borde mismo del bosque
encantado.
-este es un bosque muy callado y tranquilo-. Dijo Kyra mientras cabalgaba por el
camino que atravesaba el bosque. No se escuchaba nada excepto los sonidos
típicos del bosque – ¿Por qué lo llaman así?-.
-los primeros hombres lo llamaron así porque se decía que ningún hombre
lograba atravesar el bosque de borde a borde, tan solo las mujeres podían
hacerlo-. Contestó Dante.
-aquí en la inmensidad de este bosque, en algún lugar está construido el
santuario de la madre Liris. Este bosque es vigilado y preservado por sus
sacerdotisas, por lo cual no está permitido el tránsito de hombres. Todo el que
ose pasar por aquí es muerto. Allí es donde nos dirigimos, allí estaremos seguros
por lo menos durante algún tiempo-. Dijo el negro.
-entonces ustedes corren peligro-. Dijo Kyra incrédula pues de pequeña había
escuchado todo tipo de historias de alrededor del mundo, pero nunca había
oído hablar de aquel bosque y mucho menos del santuario de la madre Liris.
-si aún no nos han clavado una flecha es porque vamos con usted-. Replicó
Drako.
-¿eso quiere decir que nos vigilan?-. Preguntó la chica que no veía nada a
excepción de los árboles y matorrales.
-sí, así es. Nos vigilan y saben que estamos aquí. Iremos solo hasta que donde
ellas lo permitan-. Dijo Dante.
En ese momento Kyra se adelantó un poco para observar mejor el lugar pero
no pudo ver nada extraño, todo parecía ser normal. De repente de uno de los
arboles cercanos un arco se tensó y soltó una flecha que voló por el aire y fue a
dar certeramente adelante del caballo de Kyra que se sobresaltó del miedo. Tan
rápido como la flecha se disparó, así mismo estuvieron rodeados por varias

257
mujeres que salieron de entre los arbustos, algunas eran adolescentes, otras
adultas pero todas con arcos preparados para dispararse. De lo alto de un árbol
se hizo un movimiento y colgada de un bejuco, una mujer voló por al aire y
cuando estuvo próxima a los intrusos se soltó y cayó en frente de Kyra. Esta
mujer era una amazona, tenía unos rasgos masculinos, era musculosa tenía los
pechos prominentes igual sus caderas y sus muslos eran anchos y fornidos. La
mujer, igual que las otras, estaba vestida con un traje color verde que le servía
para camuflarse con la naturaleza, este traje dejaba mucha piel al descubierto.
-¿Qué hacéis aquí en nuestro bosque?-. Dijo la mujer con voz ruda mientras las
otras seguían apuntando sus arcos hacia los invasores sobre todo hacia el par de
machos.
-nosotros….-. Quiso contestar Dante pero fue interrumpido por la amazona.
-te diremos cuando puedas hablar medioelfo-. Luego miró a Kyra y le dijo –
habla tú-.
- Estamos en busca del santuario de la madre Liris. Buscamos refugio-.
La amazona suavizó un poco su tono de voz y dijo –nunca le negamos refugio
a una hermana-. Luego miró a Dante y Drako y dijo –pero ellos no pueden
pasar-.
Ahora las otras mujeres apuntaron sus arcos hacia el par de machos.
-no. ellos viene conmigo. Son mis amigos. Por favor no les hagáis daño-.
Suplicó Kyra.
La mujer hizo un gesto con su mano y las otras mujeres bajaron sus arcos
aunque no quitaron las flechas de ellos, luego dijo –entonces vendrán con
nosotras. Cuando lleguemos al santuario la madre sabrá qué hacer con ellos-.
Luego miró al medioelfo y al negro y les dijo –bajen de sus caballos-.
Dante y Drako lo hicieron, luego las mujeres los requisaron y quitaron todas sus
armas, luego les vendaron los ojos. Un par de mujeres subieron a sus caballos y
cabalgaron delante del grupo. Kyra por el contrario siguió montada en su
caballo. Así de esta manera Dante y Drako caminaron a ciegas hacia el santuario
escoltados por aquellas mujeres que no dejaban de tensar sus arcos, solo un
movimiento de ellos bastaba para que fueran muertos.

258
LÍA

El santuario de la madre Liris estaba ubicado en el centro exacto del bosque


encantado. Era una edificación magnifica, muy hermosa a la vista. Cuando Kyra
vio la edificación en la distancia se maravilló por la hermosa estructura y
mientras más se acercaba más agradable era a la vista. El santuario era de un
color blanco y de sus paredes florecían enredaderas que le daban un toque de
naturaleza a la estructura. Las enormes puertas eran color azabache. El santuario
estaba construido sobre un pequeño valle y en la rivera de un pequeño arroyo.
Cuando estuvieron próximos, las enormes puertas empezaron a bajar
lentamente con un sonido de cadenas deslizándose. Cuando estuvieron abajo
completamente, pudieron cruzar el arroyo pues la puerta también servía de
puente. Cuando estuvieron dentro, las enormes puertas de nuevo se levantaron
cerrándose a sus espaldas con un sonido metálico. De inmediato las hermanas se
reunieron en torno a los visitantes. Todas las mujeres miraban con curiosidad a
Kyra pero sobre todo a los dos machos. Muchas de ellas jamás habían visto un
hombre en su vida, otras ya ni recordaban haberlo visto. Las mujeres miraban
con suma curiosidad sobre todo al negro, su color de piel les llamaba mucho la
atención. Unas chicas que parecían tener la misma edad de Kyra la ayudaron a
bajar de su caballo. En un instante la chica visitante estuvo rodeada por toda
clase de mujeres que la miraban curiosas, unas la tocaban, otras la olían y otras
simplemente la adulaban diciéndole lo hermosa que era. Kyra levantó la vista y
dio un vistazo a su alrededor, se encontró con un sitio maravilloso. En donde
estaba, la plaza central había una fuente y en el centro de la misma, en escala
normal, había una escultura de una mujer que en una mano sostenía a un bebe y
en la otra una larga y gruesa espada.
-es la madre Liris-. Le dijo una de las mujeres que la rodeaban.
Kyra siguió mirando el lugar que le parecía hermoso, estaba bien cuidado, de los
balcones colgaban toda clase de flores, las mismas que crecían en casi toda la
ciudadela interior.
La amazona habló y todas las mujeres guardaron silencio –llevemos estos dos y
a la chica ante nuestra Madre, ella sabrá que hacer-.
De inmediato la chica fue conducida amablemente por las mujeres hacia el
interior de una edificación. Dante y Drako a quienes aún no les quitaban las

259
vendas de los ojos, también fueron conducidos hacia la edificación pero a ellos
con empujones y uno que otro insulto. Cuando estuvo dentro de la edificación,
Kyra se sorprendió aún más. Adentro el lugar era aún más hermoso que el
exterior. La limpieza y pulcritud estaban a la orden del día. Las mismas flores
que crecían afuera, decoraban y ambientaban el interior dándole un olor
agradable al salón donde se encontraban. En ese momento, cuando estuvieron
dentro de aquel salón, les fueron quitadas las vendas a Dante y Drako quienes se
vieron rodeados por cientos de mujeres de todo tipo, unas bajas otras altas, unas
rubias y otras morenas, unas delgadas otras robustas, en fin, toda una variedad
de mujeres, todas ellas vestidas de igual manera, con aquellos vestidos cortos de
color verde que parecían haber sido hechos con las hojas de los árboles. Aquella
edificación era de dos pisos y en la parte superior el medioelfo vio que unas
mujeres apuntaban sus arcos hacia ellos. De un momento a otro y rompiendo la
algarabía del salón, unas puertas se abrieron y por ellas entró una señora quien a
diferencia de las demás mujeres vestía una túnica blanca que la cubría del cuello
hasta los pies, tan solo sus sandalias eran de un color diferente al blanco, eran
doradas. Cuando esta mujer hizo su ingreso al salón, las otras mujeres hicieron
silencio y se pusieron de rodillas. Kyra fue invitada a hacerlo y los dos, Dante y
Drako, fueron reprendidos para que también se arrodillaran.
La mujer se sentó en un trono sencillo pero hermosamente decorado y le dijo a
la mujer enorme -¿Quiénes son estos?
La amazona se puso de pie y respondió –estos tres andaban en nuestro bosque,
mi señora-.
-sabéis que ningún hombre puede venir a este santuario y aun así los has traído
¿Por qué lo habéis hecho?-. Preguntó la señora en tono cordial pero firme.
-ellos venían con la chica y ella ha implorado por su vida, ha dicho que son sus
amigos y compañeros de viaje. Han dicho que estaban en busca de nuestro
santuario para encontrar algún tipo de refugio-. Respondió la amazona –una
orden suya, mi señora y los matamos-. Añadió.
-no hace falta, Greta-. La señora se paró de su cómodo asiento y caminó hacia
Kyra –dime, hija mía ¿Quién eres tú y que hacías en nuestro bosque en
compañía de estos dos hombres?-.
La joven levantó la vista y se encontró con una señora de finos rasgos, tenía el
cabello frondoso color gris que le llegaba más debajo de los hombros, sus ojos
eran color miel y aunque se veía que era de edad, aun los rasgos finos de su cara

260
la hacían parecer bella. Su cuerpo por lo que se veía era delgado, su color de piel
era blanco con algunas pecas en el rostro y era bastante alta lo cual, arrodillada
como se encontraba Kyra, la hacía parecer imponente.
-ponte de pie y respóndeme, hija mía-. Insistió la señora.
En efecto la chica se puso de pie y respondió –mi nombre es Kyra, soy hija del
Teófilo y de Margoh, reyes de Britania. Mi padre y madre al igual que muchos
de los míos fueron asesinados por Wenceslao, rey de Moravia. Ahora sus
hombres están persiguiéndome-. Luego señaló a Dante y Drako y dijo –ellos
son Dante, medioelfo y Drako, un Kalijary del otro lado del mar tormentoso.
Ellos me rescataron y salvaron de los hombres que me persiguen-.
La señora caminó hacia los dos sujetos, los miró, dio media vuelta y dijo –
llévense a la joven, báñenla con agua limpia y aromatizada, roséenla con
fragancias, vístanla con ropas nuevas y limpias, luego denle de comer y llévenla a
descansar-. Volvió a mirar al par de sujetos y dijo –a estos déjenlos conmigo,
necesito hablar con ellos en privado-.
Greta, la amazonas se acercó a la señora y le dijo –con respeto mi señora pero
¿cree que sea seguro quedarse a solas con esos hombres?-.
La señora le contestó con firmeza -¿los han desarmado no es cierto?-.
Greta asintió
La señora continuó –no te preocupes por ellos, además no voy a quedarme sola,
ellas se quedaran aquí prestándome protección-. Señaló a las arqueras apostadas
en el segundo piso.
Apenas la señora terminó de hablar ya la gran mayoría de mujeres había
abandonado el salón con Kyra en medio de ellas.
Cuando la última mujer estaba fuera del salón, la señora se dirigió a los dos
sujetos que aún estaban postrados de rodillas –poneos de pie, buenos hombres-.
Dante y Drako obedecieron.
-mi nombre es Lía, soy la sacerdotisa superior de este santuario de la madre
Liris. Sean bienvenidos. Espero sepan disculpar a mis hermanas pero la estancia
de hombres en estas tierras está prohibido-. Con un gesto la señora invitó al

261
para a sentarse. Cuando Dante y Drako obedecieron la señora dijo de nuevo -
¿es verdad lo que la joven me ha dicho? ¿Es la hija de un rey?-.
El medioelfo tomó la vocería y respondió –sí, mi señora, todo lo que Kyra ha
dicho es total verdad-.
-muy bien. Contádmelo todo-. Dijo Lía.
Dante le relató a la señora Lia los hechos pasados, desde su encuentro con el rey
Wenceslao hasta cuando rescataron a Kyra del circo del pingüino.
La señora escuchó atentamente mientras el medioelfo hablaba. Cuando este
último terminó de contar lo pasado, la señora preguntó -¿Por qué habéis venido
hasta nuestro bosque? ¿Qué pretendéis con venir hasta aquí?-.
Esta vez fue el negro el que contestó –protección, señora. Protección para Kyra.
Sus enemigos la buscaran por cielo y tierra, ella es la última de su casa, así que
mientras siga por estos caminos su vida correrá peligro-.
-¿ustedes pretenden que yo la acoja en el santuario?-. Preguntó Lía.
-sí, mi señora-. Respondió Dante.
-estas guerras entre los hombres la verdad nunca las he entendido-. Dijo Lía –
reyes contra reyes, el uno contra el otro, el hermano que mata al hermano es
algo que no puedo entender. Por generaciones enteras las hermanas del
santuario de la madre Liris hemos sido imparciales y nunca nos hemos
inmiscuido en las guerras de hombres, elfos y enanos-. La señora de nuevo se
puso de pie parándose de su silla y se dirigió hacia la ventana, desde allí se podía
ver la plaza central de la ciudadela y la fuente en el centro de la misma –ahora
todo es diferente, ya nadie se interesa por los bosques, en especial por este. Día
a día los hombres vienen a mi bosque solo para tumbar árboles y deforestar la
zona, cada día es más difícil repelerlos-. Se sentía una tristeza genuina en la voz
de la señora. Por ultimo después de un momento de silencio dijo –la chica se
puede quedar aquí. Nosotras la protegeremos, ningún hombre nunca ha entrado
por la fuerza a nuestro territorio y nunca lo harán-. Se dio la vuelta y miró de
nuevo al par de sujetos –pero ustedes deben irse. Se quedarán esta noche aquí.
Comerán y descansarán pero mañana a primera hora se marcharan y nunca
volverán-.
Dante y Drako asintieron.

262
Por último la señora llamó a una de las mujeres, una chica bastante atractiva se
hizo presente respondiendo al llamado de su señora. Lía le dio unas órdenes –
llévalos hasta una habitación cómoda donde se puedan asear. Asegúrate que
coman bien pero también que no tengan contacto con ninguna de nosotras ¿está
claro?-.
La chica asintió y con un gesto les hizo entender a Dante y Drako que debían
seguirla.
Antes de dejar el salón, el medioelfo dio un vistazo atrás y dijo -¿puedo pedirle
algo más, señora, si no es abusar mucho de su hospitalidad y generosidad?-.
La madre Lía con una sonrisa tímida respondió –por supuesto-.
-es mejor que la chica no se entere que nos vamos mañana-. Dijo Dante.
-no se va a enterar por lo menos no de mis labios-. Dijo la madre Lía.
-muchas gracias-. Terminó diciendo el medioelfo antes de dejar el salón junto
con Drako y siguiendo a la joven hermana del santuario.

263
KYRA

Como ordenó la señora superiora del santuario, las mujeres llevaron a Kyra a
una cómoda habitación. Al llegar allí prepararon una tina para que la chica se
bañara. Cuando estuvo lista, las seis mujeres que eran más o menos de la misma
edad de Kyra, la despojaron sin pudor de sus ropas sucias y desgastadas, al final
cuando estuvo desnuda totalmente a la vista de la aquellas mujeres, la chica se
metió a la tina. El agua estaba tibia y tenía un olor delicioso, olía a rosas y
jazmines, era bastante relajante. Entonces las chicas empezaron a bañarla. Con
un cepillo restregaron su espalda, lo hicieron tan fuerte que pensó que le
arrancarían la piel, otra de ellas con un estropajo, restregó cada rincón del
cuerpo de la invitada. Las otras limpiaban las uñas y otra se encargó del pelo
enmarañado y descuidado. Después de terminado su baño, el cual fue muy
relajante para Kyra, su cuerpo fue rociado con esencias florales, después caminó
de vuelta a la habitación en donde sus antiguas y desgastadas ropas había sido
cambiadas por un vestido limpio. Las mujeres ayudaron a vestir a Kyra y por
último la peinaron. Al finalizar y al mirarse en el espejo, a la joven se le vinieron
a la mente los recuerdos de cuando estaba con su padre y su madre. Recordó
que su madre insistía en vestirla como una verdadera princesa, en que se
comportara como tal, todos los días recibía clase de comportamiento, en
realidad a ella no le gustaban para nada esas clases, ella prefería estar con sus
amigos o viendo a su hermano recibir las clases de lucha y espada. Ahora la
imagen que proyectaba en el espejo era un poco diferente, estaba más delgada,
su rostro lucia más cansado y se veía un poco más mayor
Después de estar bañada y vestida, las mujeres llevaron hasta la habitación de
Kyra toda clase de deliciosos platos. Le llevaron sopa de cebolla con trozos de
carne de venado, también le llevaron cerdo ahumado, pan de jengibre y para
tomar aguamiel. La chica comió todo con un apetito voraz pues no recordaba la
última vez que comiera tan bien. Los últimos días habían sido muy difíciles,
había comido poco y también había tomado poca agua, en poco tiempo y para
su sorpresa se comió todo.
-espero que la comida haya sido de tu agrado, hermana-. La interrumpió la
madre Lía entrando a la habitación.
Kyra un poco apenada se puso de pie e hizo una reverencia, al tiempo que dijo –
estoy muy agradecida, señora-.

264
La madre caminó hasta la cama y se sentó en ella. Luego con un gesto invitó a la
joven a sentarse a su lado. La chica obedeció. La madre dijo –todo lo que me
habéis dicho es cierto, tus amigos me lo han confirmado todo-. Luego la madre
Lía le acaricio suavemente el cabello y dijo –eres muy hermosa, hija mía, pero
también eres fuerte. Tus padres estarían muy orgullosos de ti-.
Las palabras de la madre tocaron el corazón de Kyra quien no pudo aguantar las
lágrimas. Habia algo en la voz de aquella mujer que le recordaba a su madre.
Instintivamente buscó refugio en los brazos de la madre quien la acogió
calurosamente. La madre la abrazó y la joven se sintió reconfortada, igual que
se sentía de pequeña en los brazos de su madre cuando en las noches lluviosas y
con tormenta iba hacia la cama de sus padres en busca de refugio.
Lía volvió a hablar –todo esto por lo que has pasado es una prueba-.
-¿una prueba?-
-son pruebas que nos pone la vida, si no tenemos el suficiente valor y nos
quedamos rezagados nunca sabremos de que estamos hechos. Pero tú por el
contrario las has superado todas, has vencido y superado la tristeza de perder a
los tuyos pero has seguido adelante. Y ahora estas aquí, viva-. La madre le
acarició el rostro y le dijo –nadie puede decirnos que hay en nuestro futuro, que
nos espera en la vida, lo único que puedo deciros, hija mía, es que estas hecha
para grandes cosas-. Luego Lía tomó en sus manos las manos de Kyra y dijo –
estas manos algún día empuñaran una espada, con estas manos dirigirás ejércitos
bastos. El destino de todos nosotros estará en tus manos. Pero no temas, tus
amigos estarán a tu lado, ellos te cuidaran y si es necesario darán la vida por ti
¿crees que conocer al medioelfo y al Negro fue una coincidencia? No, nada en la
vida es coincidencia, tu vida estará ligada a la de ellos más de lo que tú crees. Tú
aun no lo sabes pero el medioelfo y tú tendrán que recorrer el mismo camino
hacia el final-.
-¿el final?-. Preguntó Kyra realmente intrigada.
-el final de esta guerra que se aproxima. El medioelfo es más importante que
todos nosotros, solo que aún no lo sabe, lo he visto en sus ojos-
-¿Qué ha visto en sus ojos?-

265
-un poder inimaginable, un poder que debe ser despertado. El creerá que su
misión en la vida es protegerte, salvarte, pero se equivoca porque al final eres tú
la que tendrá que salvarlo a el-.
-¿salvarlo? ¿De qué? ¿Cómo?-. Preguntó Kyra incrédula.
- no lose-. Respondió la madre Lía –nadie lo sabe, tan solo tu sabrás como, eso
lo aprenderás por el camino-.
La madre se paró de la cama y se dirigió a la puerta, antes de partir dijo –espero
mis palabras te hayan consolado y ayudado, hija mía-.
-lo han hecho-. Respondió Kyra luego dijo – ¿puede ver a mis amigos?, me
gustaría verlos y hablar de nuevo con ellos-.
-por supuesto, ahora mismo mando a una de las hermanas para que te lleve con
ellos-. Dicho esto la madre le dio una última sonrisa a la chica y se marchó
cruzando la puerta de la habitación.

♦♦♦♦♦

Después que una mujer mayor le vio y limpio las heridas al negro, este último y
el medioelfo fueron llevados hasta una pequeña edificación que estaba separada
de la ciudadela, en ella había una pequeña habitación en la cual había una
pequeña ventana que daba al exterior, dos camas y una mesa pobre. A pesar de
lo humilde del lugar, estaba impecablemente limpio y reluciente, el piso estaba
barrido, las camas tendidas y sobre la mesa un florero con flores frescas que
ambientaba el lugar. La misma chica que los condujo hacia allí, después de
dejarlos instalados, les llevó comida, en todo este proceso la chica no les dirigió
la palabra y tampoco se dignaba a mirarlos. Cuando terminó con sus labores se
retiró con el mismo silencio con que había estado todo el tiempo. Los dos
degustaron plácidamente la comida que aunque era poca estaba realmente
deliciosa.
La noche caía y Dante y Drako se disponían a dormir, tenían que descansar y
recuperar fuerzas pues al otro día debían seguir su camino dejando atrás el
santuario y a Kyra. Ya no recordaban cuando había sido la última vez que se

266
iban a la cama con el estómago lleno con comida nutritiva y fresca, tampoco
cuando recostaron la cabeza sobre una almohada y una cama tibia y blanda.
-¿puedo pasar?-. Preguntó Kyra tocando la puerta que estaba semiabierta.
-por supuesto, no te quedes ahí parada. Pasa muchacha-. Respondió Drako.
La chica entró a la habitación –espero estén cómodos-. Dijo con genuina
cortesía –no tengo palabras para agradecer lo que han hecho por mí. Me
salvaron la vida y siempre estaré en deuda con ustedes-.
-no te preocupes por eso, lo haríamos otra vez-. Dijo Dante. <<Que hermosa
que es>> pensó el medioelfo para sí mismo. En verdad que era atractiva. Era la
primera vez que la veía con el cabello arreglado y con un vestido nuevo. Vestida
de esa manera hacia que resaltara su belleza.
La chica le brindó una sonrisa al medioelfo y por un fragmento de tiempo muy
pequeño sus miradas se cruzaron. Allí, viendo a los ojos color miel de Dante,
Kyra recordó las palabras de la madre Lía << Tú aun no lo sabes pero el
medioelfo y tú tendrán que recorrer el mismo camino hacia el final>>.
Estas palabras y en general toda la conversación con la madre, rondaban la
cabeza de la chica. Dando vueltas en su cama, la joven no dejaba de pensar en
todo lo que Lía le dijo, recordaba cada palabra y las repasaba en su mente una y
otra vez. Todas esas cosas que rondaban por su mente la agobiaban y no le
permitían conciliar el sueño, al final por fin cuando la noche reinaba en todo su
esplendor, Kyra durmió, pero esta vez a diferencia de toda las noches anteriores
en donde tenía pesadillas y soñaba con su padre y madre, durmió plácidamente.

♦♦♦♦♦

Dante al igual que Kyra tampoco durmió mucho esa noche, si bien la
comodidad de la cama era un aliciente, el medioelfo no dejaba de pensar en la
chica. No sabía porque pero Kyra le recordaba mucho a Ibeth. Había algo en la
sonrisa de la chica que lo reconfortaba tal y como lo hacía su difunta esposa.
Cuando por fin durmió, soñó de nuevo con su esposa e hija, pero esta vez era
diferente, esta vez no había gritos, no había fuego, no había hombres malvados,
esta vez su pequeña e Ibeth le sonreían desde un jardín repleto de flores y le

267
extendían los brazos invitándolo a ir con ellas. La distancia que los separaba
parecía ser eterna e infinita, pero al final el medioelfo las alcanzaba y las
abrazaba, cargaba a su pequeña y besaba a su esposa y así los tres estaban juntos
de nuevo.
Los primeros rayos de luz llegaron con la mañana. Una de las hermanas fue
hasta aquella pequeña habitación y despertó a Drako y Dante diciéndoles –la
madre ordena que os levantéis, sus caballos ya están listos para partir-.
Los dos hicieron caso y se levantaron de las camas tibias. Afuera ya se filtraban
los primeros rayos de la mañana cuando Dante y Drako salieron, ya el sol se
asomaba tímido por el horizonte, mas sin embargo aquella era una mañana fría.
En la plaza central los estaba esperando la madre Lía. Aun tan de mañana la
señora del santuario se veía esplendida, a su lado la acompañaban tres hermanas
que sostenían los caballos que al parecer ya estaban listos para ser montados.
-espero que hayan tenido una noche placida-. Dijo con cortesía la madre Lía.
El medioelfo respondió también con cortesía –la más placida de los últimos
tiempos y todo gracias a usted, mi señora-.
La madre sonrió y mostró sus dientes impecablemente blancos luego dijo –sus
caballos ya están listos para partir, los hemos alimentado bien y están
descansados-. La madre les mostró un bolso colgado al lado de la montura de
uno de los caballos, dijo –aquí les hemos puesto unas provisiones que les
duraran un par de días-.
Dante y Drako procedieron a montarse en los caballos para partir, pero antes de
hacerlo, el medioelfo se dirigió de nuevo a la señora –ella….ella….-.
-ella estará bien, nosotras la cuidaremos-. Le interrumpió la señora, luego en voz
baja y al tiempo que le daba un abrazo a Dante le dijo en el oído –no te
preocupes, esta no será la última vez que la veras-. Por último la señora después
que los dos estaban en sus caballos dijo –estas hermanas los escoltaran a ustedes
hasta los límites de nuestro bosque-. Señalando a Greta y otras cuatro hermanas
armadas con espadas y arcos
Después de despedirse y dar las gracias respectivas a la señora del santuario de la
madre Liris, Dante y Drako comenzaron su cabalgata. De nuevo las enormes
puertas se abrieron con el ruido de las cadenas y después de atravesarlas se
empezaron a cerrar a sus espaldas. Allí por última vez Dante dio un vistazo

268
atrás, hubiera dado todo por ver una vez más a la chica y despedirse de ella, mas
sin embargo se convenció a si mismo que era lo mejor para todos, que la dejaran
en el santuario al cuidado de las hermanas y de la madre Lía. Pero aun sabiendo
eso, en su interior crecía un sentimiento de culpa por abandonar a la chica. Lo
único que lo animaba era recordad las palabras de la madre Lía << esta no será
la última vez que la veras>>.
El medioelfo miró a su amigo y le dijo –aun no me dijiste como derrotaste al
gigante-.
-es una larga historia-. Respondió el negro.
-tenemos todo el tiempo del mundo-. Dijo por ultimo Dante.
Allí, mientras cabalgaban custodiados por aquellas cuatro mujeres, el Kalijary
empezó a relatarle a su amigo la forma como había derrotado al gigante Bruto.

269
WENCESLAO

De nuevo en la penumbra del despacho personal del rey, Wenceslao esperaba


ansioso que el portal se abriese. Había pasado un tiempo en el que la señora de
negro no se había comunicado. El rey de Moravia esperaba que esta vez la
señora de negro mostrara su rostro, en las ocasiones anteriores no lo había
dejado ver. Wenceslao sabía que ella era una persona muy poderosa. Siempre
aparecía sentada en un trono de hierro, impecablemente vestida con un traje
negro, su piel era al extremo blanca, su cabello, era ondulado y negro que le caía
en los hombros, tenía unas manos delicadas y en sus dedos unos anillos de oro,
las últimas veces tenía un libro viejo que reposaba sobre sus muslos y al que no
le quitaba sus manos de encima. A simple vista parecía ser una mujer normal,
pero no lo era y eso Wenceslao lo sabía muy bien, cada palabra que salía de la
boca de la señora de negro inspiraba respeto, cada orden tenía que cumplirse.
Wenceslao esperaba que esta vez la señora mostrara su rostro. De pronto la
habitación se empezó a llenar de frio, esa fue la señal para que Wenceslao se
preparaba. Por la ventana abierta entro un viento y empezó a formar un
remolino. Como siempre lo hacía al abrirse el portal, las luces que emanaban de
él, maravillaba a Wenceslao, era un espectáculo único. Al final el portal estaba
listo y del otro lado la señora de negro, como siempre en su posición habitual,
sentada en su trono de hierro y vestida con su traje negro.
-mi señora-. Dijo Wenceslao haciendo una genuflexión con la cabeza.
-mírame-. Dijo la señora de negro al otro lado del portal.
Wenceslao obedeció y levantó la cabeza y vio por fin el rostro de la poderosa
señora. Tenía un rostro fino, perfecto, de color blanco, unos labios finos y rojos,
sus ojos eran de color verde esmeralda y sus dientes eran perfectamente blancos.
Su pelo como siempre ondulado y bien arreglado y sobre la cabeza una diadema
color plata.
-es usted muy hermosa-. Atinó a decir Wenceslao impactado por la belleza de la
señora de negro. –Solo quisiera saber su nombre-.
-me puedes llamar Andariel-. Respondió la señora de negro. -dejémonos de
tantas preguntas-. Lo cortó seca la señora –hay cosas más importantes de las de
qué hablar-.

270
-todo marcha según lo previsto, mi señora-. Dijo Wenceslao –nuestras tropas ya
están en posición, solo esperan mi orden y yo la suya, mi señora-.
-antes que eso, dime si ya los hombres que te pedí están listos-.
-sí, mi señora, listos y preparados para marchar-. Respondió Wenceslao.
-muy bien, sobre tu mesa están unas coordenadas. Tus hombres deben ir al
lugar y buscar al hijo del rey Emerson, a aquel que no pudiste matar hace más de
treinta años-.
Wenceslao no sabía si sorprenderse de la noticia que la señora supiera el lugar
donde estaría el hijo del rey medieolfo o de como por arte de magia, sobre la
mesa un papel apareció de la nada.
-el señor al que yo sirvo y al que ahora también sirves tú, ha dado la orden-.
Dijo Andariel –la guerra debe comenzar. Debes atacar con todo tu poderío
militar a la reina Ana y Thorme al mismo tiempo atacar también a los hombres
libres de la montaña, no debe quedar nadie vivo, todos deben morir-
-así será, mi señora-. Dijo Wenceslao con satisfacción.
- pero ten cuidado-. Le advirtió Andariel –vigila tus costas-.
-las costas están bien vigiladas. Nunca nadie las ha amenazado-.
- no te confíes-. Lo reprendió la hechicera –es hora que allanemos el camino
para el regreso de nuestro señor, es hora que los que se resistan a adorarle
mueran, es hora que comience la gran guerra-. Terminó diciendo Andariel.

CONTINUARÁ.

271
EPÍLOGO

El puerto de la Gaviota era el más importante puerto de las costas de Moravia.


Estaba ubicado a unos 250 kilómetros al oeste de Bastia, la ciudad capital de
Moravia lo cual lo hacia el puerto más importante hacia el mar tormentoso. El
comercio que circulaba por este puerto movía mucho dinero, era la conexión
con los puertos de las cenizas en el sur, de los hombres de fuego y con el puerto
del adiós o de Namarië en lengua elfica, construido en antaño por los elfos,
luego con el tiempo pasó a manos de los medioelfos, pero que después de la
conquista por los hombres en cabeza de Wenceslao pasó al control de estos
últimos. Del puerto de la gaviota, que recibe su nombre por la gran cantidad de
estos animales que rondan el lugar, también viajan barcos hacia el otro lado del
mar, más especialmente a el puerto de G´nbila, el puerto más importante de las
tierras Kalijary. Después de la invasión de los hombres blancos encabezados por
el rey Silvio y por su hijo el príncipe Wenceslao, que después se convertiría en
rey de Moravia, las relaciones diplomáticas entre los hombres negros conocidos
como los Kalijary y los hombres blancos del otro lado del mar tormentoso se
rompieron, más sin embargo, las relaciones comerciales perduraron ya que los
comerciantes y dueños de los barcos que viajan hacia las tierras Kalijary, no
tiene nada que ver con el rey blanco. Los productos que los comerciantes llevan
desde el puerto de la gaviota hasta el puerto de G’nbila son telas, oro, arroz,
maíz y todo tipo de joyas entre otros productos y lo que los barcos traen hacia
la tierra de la gente blanca son esencialmente frutas, ya que las tierras Kalija ry
son bastante productivas para el cultivo de una gran variedad de frutas.

♦♦♦♦♦

Desde la cima del faro que vigilaba desde lo alto todo el muelle de desembarco,
se podía divisar a la distancia la llegada de un barco. Así que Floid Flores bajó a
toda prisa pues era el encargado de supervisar la revisión de cada barco y de
cobrar los tributos correspondientes. Mientras corría hacia el muelle se dio
cuenta que el barco era la medusa, propiedad de don Benito Strom.
-como siempre usted tan cumplido-. Dijo Valter Fuegos, capitán del barco al ver
a Floid Flores en el muelle de desembarco.
272
-solo cumplo con mi trabajo, capitán-. Respondió Floid con una sonrisa fingida
al tiempo que recibía de la mano extendida del capitán los respectivos papeles –
todo parece estar en orden-. Dijo al tiempo que los miraba. Luego subió al
barco en compañía de otros tres hombres y dijo al capitán –espero no le moleste
que demos una mirada a la mercancía.
-si usted quiere-. Respondió el capitán obviamente molesto pues todo este
protocolo retrasaba el descargue de la mercancía.-mire, es solo fruta fresca-.
Dijo el capitán mostrando los guacales repletos de distintas variedades de frutas.
Floid Flores paseó por todo el lugar mirando atentamente y sin perderse de
ningún detalle, lo mismo hicieron sus hombres. Después de un momento dijo –
aquí todo parece normal-. Luego haciéndole una seña a sus hombres le dijo de
nuevo al capitán –esto era solo rutina, espero no haberlos retrasado-, sacó un
sello y lo estampó en los papeles que devolvió al capitán quien los recibió.
Con alivio el capitán ordenó a sus hombres empezar a descargar la mercancía.
De inmediato los hombres obedecieron.
-malditas ratas-. Maldijo el capitán viendo como los roedores salían de sus
escondites, cuando los hombres descargaban los guacales del barco. Algunas
frutas de esos guacales estaban mordisqueadas signos inequívocos que las ratas
se estaban alimentando –hay que hacer algo con esos animales-. Dijo de nuevo
el capitán viendo como una rata gigantesca salía corriendo por en medio de los
hombres esquivando las patadas que estos le mandaban.
El roedor tan rápido como era, al salir del barco corrió por el muelle, junto con
otros de su misma especie. La gigantesca rata buscaba un refugio para
esconderse pues había muchos peligros, entre ellos las gaviotas que desde el
cielo las veían y las cazaban, también los hombres que las pisoteaban y por
supuesto los gatos, estos últimos sabiendo que en el muelle abundaban los
roedores, iban en manada para cazarlas. Tan sigilosa como le era posible, la rata
se escabulló por entre rendijas y pasadizos, caminó y caminó hasta que estuvo
lejos del muelle y a las puertas del pueblo, miró las casas de los humanos y supo
que allí estaría segura y habría seguramente alimento, los humanos siempre
tenían buen alimento. Con su pelaje gris se deslizo silenciosa por las esquinas de
las casas tratando de no ser vista. De pronto al doblar una de las esquinas se
encontró de frente con su peor pesadilla. Este gato era de color blanco con
negro, estaba bien mantenido lo que hacía indicar que no era un gato callejero si
no doméstico. El felino apenas vio a la rata se pasó la lengua por el hocico
saboreándose. Los dos animales estuvieron quietos uno en frente del otro
273
mirándose fijamente. El primero en atacar fue el gato, pero la rata a pesar de su
gran tamaño era bastante ágil, así que esquivó el primer ataque del felino. Fue
allí cuando empezó la persecución. El gato corría raudo tras su presa, la
gigantesca rata. La carrera se prolongó por varios minutos en donde el gato sin
ninguna señal de fatiga seguía a buen ritmo, por el contrario la rata se estaba
cansando y cada vez más perdía terreno con su depredador. De pronto cuando
estuvo lo suficientemente cerca, el gato lanzó su mano y sus garras arañaron a la
rata en sus patas traseras haciéndola perder el equilibrio. Fue allí cuando el gato
mandó su mordisco mortal a la rata. El gato clavó sus afilados dientes en el
cuerpo trasero de la rata pero esta última en un último esfuerzo giró la cabeza y
alcanzó a morder en una de sus extremidades al gato quien de inmediato soltó a
la rata y vio como el roedor se escapaba raudo. El gato solo atinó a lamerse la
herida que la rata le había hecho en una de sus patas. Giró y caminó con
dificultad de vuelta a casa. Cuando estuvo en su hogar, con dificultad pues la
herida le dolía, el gato trepó y entró a la casa por la ventana. Luego fue y se echó
a su cama, mientras tanto se seguía lamiendo la herida de la mordida de la rata.
-ahí estas, peludo. Te estaba extrañando-. Le dijo la dueña al gato al tiempo que
le hacía mimos, lo besaba y acariciaba. El gato solo atinó a devolverle los
mimos, lamiéndole la mano y la cara a su dueña, quien de nuevo lo puso en su
camita. Mientras el felino seguía lamiéndose la herida, la misma que pasó
desapercibida para la dueña.
Pocos días después, peludo murió víctima del mortal virus que la rata le
trasmitió en la mordida, una hemorragia horrible lo mató. Peludo se había
convertido en portador de un virus muy peligroso. Todos los que en los días
siguientes después de la mordida tuvieron contacto con el gato estaban
expuestos al contagio. Aquel día en el que murió Peludo, fue el primer día de la
pandemia. Peludo fue la primera víctima mortal de aquella pandemia conocida
más adelante como “la peste negra”.

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