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LA MÉDULA ESPINAL
La médula espinal es la parte más caudal del sistema nervioso central,
empezando en el bulbo raquídeo y terminando en la zona lumbar. Se trata de la
parte inferior del neuroeje, de forma cilíndrica levemente aplanada y asimétrica
que, al igual que el cerebro, está fuertemente protegida al estar rodeada por la
columna vertebral. Asimismo, también goza de la protección de las meninges y
el líquido cefalorraquídeo, las cuales impiden la mayor parte de daños producidos
por los elementos del entorno.
Esta parte del sistema nervioso es el punto de conexión entre el cerebro y el resto
del organismo, pasando la gran mayoría de fibras nerviosas por la médula. La
transmisión de la información no se da generalmente a través de una única
neurona, sino que por norma general, las neuronas que configuran los diferentes
nervios del cuerpo hacen una o varias sinapsis intermedias, sea dentro de la
propia médula o fuera de ella (como con las neuronas de los ganglios nerviosos).
La médula espinal recibe tanto aferencias como eferencias, es decir, posee tanto
neuronas que reciben información de los receptores de los diferentes órganos y
estructuras como otras que envían información y órdenes a dichas zonas.
Configuración neuroanatómica
La importancia de esta parte del sistema nervioso central está fuera de toda duda.
Solo hace falta observar los efectos que tienen daños en esta zona para
comprender que se trata de una sección fundamental para el funcionamiento
habitual.
De manera resumida, las principales funciones que hacen de esta sección del
sistema nervioso tan relevantes son las siguientes.
1. Transmisión de la información sensorial y motora
La médula espinal es el núcleo de relevo de las neuronas y fibras nerviosas
presentes en la mayor parte del cuerpo. Esto quiere decir que tanto cuando el
cerebro da la orden de que se realice una acción (por ejemplo dar una patada a un
balón) como cuando una parte de nuestro cuerpo percibe algún estímulo (una
caricia en el brazo), la información pasa primero a la médula, que enviará la
información a los músculos o al cerebro para que lo procese.
2. Procesamiento de la información
Si bien es en el cerebro donde la estimulación se hace consciente, la médula hace
un rápido juicio de la situación con el fin de determinar si únicamente enviar la
información al cerebro o provocar una actuación de emergencia incluso antes de
que llegue.
3. Reacción inmediata: reflejos
Como acabamos de decir, en ocasiones la médula espinal produce por sí misma
una actuación sin que la información haya sido aún transmitida al cerebro. Estas
actuaciones son lo que conocemos como reflejos. Para ejemplificar podemos
pensar en poner una mano en el fuego de forma accidental: la mano es retirada de
forma inmediata, no planificada y sin que haya pasado aún la información al
cerebro.
La función de los reflejos es clara: ofrecer una reacción rápida ante situaciones
potencialmente peligrosas. Como la información sensorial ya produce una
respuesta al llegar a la médula espinal, sin tener que esperar a ser captada por el
cerebro, se gana tiempo, algo muy valioso en caso de ataque de un animal o
cuando se puede recibir heridas por caída o por quemaduras.
Sin embargo, en el caso de los bebés también existen reflejos que se van
perdiendo durante los primeros meses después del nacimiento y cuya función
básica no es siempre reaccionar rápidamente, sino realizar actos que favorecen la
supervivencia, como por ejemplo succionar leche materna. En este caso hablamos
de reflejos primitivos, cuya ausencia puede ser signo de enfermedad.