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Consigna 1.
Reflexión acerca de la afirmación “uno de los índices fundamentales del progreso moral es la
elevación de la responsabilidad de los grupos sociales en su comportamiento moral”.
Para entender la noción de progreso moral, es propicio tener en cuenta que la entidad de persona
humana es un ser relacionado con otras personas y, por tanto, no un ser cerrado sino que da
apertura al reconocimiento e interacción con los demás seres humanos. Con lo que las acciones de
los humanos siempre se hallan en un contexto (social) que afectan de algún modo a otros
humanos, y al afectar a otros siempre se busca que la recepción de estos actos sean buenos y no
malos; y a raíz de esto tales acciones, derivadas de los agentes morales, pueden ser concebidas
como acciones moralmente buenas o malas de acuerdo a la estructura social en la que se
encuentra el individuo.
Puesto que las acciones producidas por un individuo (varón-mujer) atañen forzosamente a otros
individuos pertenecientes a un mismo contexto histórico-social, es necesario que el primero
detente de responsabilidad a la hora de actuar para así no acometer en contra del segundo.
Y esta responsabilidad sólo se posee, primero, cuando el individuo actúa concientizado, dando
cuenta del posible daño que puede derivar de sus actos, y, segundo, libremente, es decir, que la
causa y decisión de sus actos sean definidos por este individuo mismo. En caso de que el agente
moral no sea consciente de la naturaleza y consecuencias (posible daño) de sus actos; ni detente
libertad última en la decisión de los mismos; incurriríase entonces, pues, en acciones llevadas a
cabo desde la ignorancia y la falta de libertad para decidir la resolución de tales actos. Por lo que
los actos realizados desde la ignorancia y la falta de libertad no pueden calificarse como
moralmente malos viniendo de alguien desposeído del carácter consciente y libre. Volviendo a la
responsabilidad, afirmada desde el ser consciente y libre, si el individuo actúa de modo
responsable es probable que los actos sean considerados moralmente buenos; y al actuar, un
individuo, de manera responsablemente, sus consecuencias afectarán a otros individuos. Y con
este esbozo, coincido en pensar que desde la responsabilidad en el accionar moral se puede
vislumbrar un progreso moral.
Consigna 2
Segundo, la libertad se relaciona con la toma de decisiones. Uno sólo puede responsabilizarse de
sus actos en tanto esté en su sano juicio, y con sumo grado disponga de libertad al momento de
actuar de tal o cual modo. Un enfermo mental no puede hacerse cargo de sus actos, en tanto no le
asista la razón; pues qué responsabilidad le corresponde a aquel que no puede controlar su
conducta de manera libre, falto de autonomía.
Consigna 3
Las condiciones para poder atribuir a un sujeto responsabilidad moral de un acto son:
1. Carácter consciente: aquella persona que conoce tanto las consecuencias como la
naturaleza de los actos que comete.
2. Libertad en el accionar: los actos de una persona autónoma corresponden al individuo que
obra desde su interior, es decir que la causa de ésta se halla en sí misma y no es exterior.
Formalizando un poco, la persona que actúa por su propio interés y no manipulada por
una persona ajena.
Consigna 4
El autor desarrolla principalmente 2 tipos de causas que eximen de responsabilidad moral a las
personas (sólo en tanto el individuo en cuestión no sea responsable de su ignorancia, ya sea por
imposibilidad subjetiva u objetiva), que son:
Consigna 5
A un individuo que realiza actos de manera libre y consciente le corresponde, pues,
responsabilidad moral. Las causas de los actos de este se encuentran en sí mismos, y no fuera de
él. Pero ocurre que podemos hallarnos en ciertas circunstancias en las que nuestros actos derivan
de una fuerza exterior, circunstancias en que estamos forjados y sometidos a actuar de tal u otra
manera. Estas acciones que tienen su causa fuera de uno mismo llamamos coacción exterior.
Al estar la acción moral de un individuo sometida a una coacción exterior, este escapa a su
autocontrol y posibilidad de decidir, siendo consciente, por lo que es eximido de responsabilidad
moral.
Un burgués que contrata a un físico nuclear para investigaciones propias de su área, y luego el
primero obliga al segundo, mediante esta relación de pacto, aun cuando no habían acordado esto,
a que lleve a cabo la invención de una bomba atómica, muestra la presencia de la coacción
exterior cuando señala que la causa del acto del físico se encuentra fuera de él mismo, y pero aún
más, puede provenir de un sujeto consciente y que deliberadamente ejecuta esta acción.
Por otra parte, hay circunstancias en que la causa de nuestros actos están en las personas mismas
y que, sin embargo, no le corresponden responsabilidad moral. Esto se denomina coacción
interna.
Partiendo de que el acto del robo de una persona libre y consciente es moralmente censurable, no
le atribuiríamos responsabilidad moral alguna a una persona que sufre trastornos psicológicos y
que, por ende, la causa de sus actos tienen su raíz en un impulso del subconsciente del que no
poseen control alguno. Por ejemplo, el cleptómano. No hay una consciencia, y menos una libertad
para actuar, reconocer y asumir las consecuencias y la naturaleza de estos actos. Quizás el
cleptómano, luego de actuar mediante su impulso, reconozca y adquiera un grado de consciencia
de que lo que hizo es moralmente reprochable, pero que al momento de actuar no disponía de
este carácter consciente. Por esto último es que se exime de responsabilidad moral a este tipo
singular de agentes morales que actúan sometidos a trastornos psicológicos.
Consigna 6
El determinismo absoluto.
Aquí la libertad se manifiesta como una “ilusión” de la misma. Todo ello parte de la tópica que dice
que todo tiene una causa, aun cuando no podamos conocerlas. Su aplicación se ha extendido
desde las ciencias físicas, biológicas, etc. hasta las situaciones de la vida cotidiana, de modo tal que
la acción de los sujetos morales, sus sentimientos, etc. tienen también sus respectivas causas.
El determinista absoluto formula que la libertad se revela como ilusoria partiendo de que el
agente moral se encuentra influido por el contexto social en el que se encuentra, más aún, por las
causas del contexto en el que actúa. Y como antes bien veíamos, la estructura social puede
determinar cierta conducta en las personas, pero no sólo eso dice el determinista, sino que
también resuelve que el agente moral no es libre, pues su conducta corresponde al marco social
en que vive. Mi acto está “causado”, no soy libre. Entonces “los actos humanos no son sino
eslabones de una cadena causal universal”.
El libertarismo
La libertad participa de la experiencia cotidiana de cada persona que no puede reducirse a la
causalidad expuesta por el determinismo absoluto. Si bien no rechaza una especie de
determinación causal derivada del ámbito sociológico, sí admite que hay una esfera en donde la
conducta humana es libre (en realidad son varias esferas, y una de ellas es la moral).
Hay, entonces, una contraposición que merece ser objeto de reflexión y que es, una de ellas,
aceptar que no se es libre propiamente hablando de la situación sociológica e histórica a la que
pertenecemos, pero, por otra parte y en segundo lugar, disponemos de nuestra libertad en la
conducta humana para tomar decisiones individuales y, a su vez, colectivas que por su
manifestación pueden definir un viraje en la situación social, lo que no es poca libertad.
Spinoza, que dice que el hombre (varón-mujer), por naturaleza, se halla determinado y sujeto a las
leyes de la necesidad universal, de las cuales no se puede escapar.
Y para pasar de ser una persona esclava a una libre, se debe producir este reconocimiento que es
la necesidad objetiva. Es decir, mientras se es esclavo hay un sometimiento falto de consciencia
que desconoce la necesidad causal de la circunstancia histórica en que uno es esclavo. Y la
liberación, la superación y el pasaje del esclavo a un ser libre se genera al momento en que
concibo y reconozco la necesidad objetiva que predomina en esta circunstancia.
Hegel, al igual que Spinoza no opone libertad y necesidad, también la libertad es conocimiento de
la necesidad. El pensamiento hegeliano en esta cuestión se exalta en poner la libertad en relación
con la historia. La libertad depende del desarrollo del espíritu correspondiente a cada época, por
lo que se asume que hay una gradación de consciencia en el “progreso” y devenir de la historia; la
voluntad es más libre en cuanto más conoce de la necesidad, y a medida que avanza la historia es
más lo que se sabe de ella en relación a lo que anteriormente se sabía de la misma.
Marx y Engels, podríamos decir que estos dos superan la concepción construida en un momento
por el aporte de Spinoza, luego Hegel, y ahora estrictamente hablando se da una superación.
Libertad y necesidad, entonces, entrañan una transformación del mundo (práctica) sobre la base
de su interpretación (conocimiento teórico, historicidad).