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ENTRE

QUERERTE
Y ODIARTE
Textos: Alonzo Chauca

Prólogo: Marco Antonio Quijano

Epílogo: NoXRecomendable

Diseño y composición de textos: Franklin Cáceres

Portada e ilustraciones interiores: Mabel Cuichap

Fotografía: Rodolfo Moreno

Fecha de edición: 2020

Edición: Perro Ciego

Depósito legal:

Impresión:
ENTRE QUERERTE Y ODIARTE
EL OBISPO DE SODOMA
(Alonzo C)

ITORIAL
ED
Impreso y encuadernado por
Editorial Perro Ciego
Impreso en Perú
2020
Prohibida su reproducción total o parcial por
cualquier medio sin autorización escrita del autor.
A la maldita que le
quitó la tristeza a mis
poemas y pintó de
esperanza el desamor.

Ella no llegó sola, vino


acompañada de una coneja, un
gato con nombre de oso y dos
peces en un macetero.
I. S.
PRÓLOGO

Al final de las querencias y odios en la poe-


sía de alonzo chauca

Por nuestra naturaleza —y también por nuestra propia artificialeza— somos


seres movidos por emociones. Entonces no es desacertado afirmar que quienes
escribimos lo hacemos impulsados por aquello que nos mueve o nos conmueve
con mayor o menor intensidad; efectivamente así lo comprobamos, y con gran
variedad de matices, tanto en poesía como en narrativa. Aunque, como mencionaba
Antonio Cisneros, en la poesía el sujeto y el objeto son el propio autor a diferencia de aquel otro
género literario donde el autor puede esconderse detrás de los personajes.

Lo que nos mueve o conmueve va ideando nuestro trayecto o nuestro propio


abismo. Entonces estamos al filo del acantilado con el libro Entre quererte y odiarte
de Alonzo Chauca (Editorial Perro Ciego, 2020), texto que transita, canta, transpira
sobre el universo amatorio, donde el ser amado —y cómo ello incide en el autor—
es lo sustancial, aquello que le infunde vida y le da movimiento a los versos de
este libro y tiñe con una especial gama de colores la mayor parte de poemas aquí
presentados. Esto, pues, sería la esencia del movimiento que comentábamos líneas
arriba.

Con versos claros y sencillos, el autor nos va describiendo, casi siempre con un
tono narrativo, aquellos seres y estancias que transitan el libro, y que en algunos
casos notamos el acento más bien reflexivo en cada uno de los tres capítulos en
que se divide la obra: “Amantes sin camino de regreso”, “Amores imposibles” y
“Un poeta feliz en la ciudad”. Siguiendo las rutas que el mismo autor nos muestra,
nos dirigimos al centro de gravedad, la parte sustancial del libro y desde la cual se
van ramificando sus fragmentos. Esto podemos resumirlo de la mejor manera con
sus propios versos:

¿Qué es enamorarse?
¿Qué es estar enamorado?
Es conocer aquellos pequeños detalles
que hacen única a una persona.

7
No es extraño el lenguaje coloquial para el autor al conformar los versos y sin querer
ir más allá de la palabra misma. Así, Chauca nos hace navegar por aquel cosmos
de enamoramiento, amor/desamor, añoranza del ser amado; un lugar que nos
recuerda mucho al espacio que habitan en estado natural las canciones románticas
acompañadas por cierto grado de alcohol.

En suma, Alonzo Chauca nos presenta Entre quererte y odiarte como una exploración
a los estadios en que nos encierra el objeto amado. Es también un acto de revelación
y rebeldía donde se escriben directamente, sin anestesia, aquellos sentimientos que
reclaman atención y Chauca, como si nos contara un cuento, los va enumerando.

Marco Antonio Quijano


Lima, diciembre del 2019

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AMANTES SIN CAMINO DE
REGRESO

¡Alto! En esta vida rara vez


Este poemario está prohibido ocurren las cosas
para corazones en estado como los pichiruchis
de abandono. las planeamos.
Mario Vargas Llosa
La musa y el poeta
—Hoy soñé que pude besarte —dijo el poeta con una enorme
sonrisa—, qué irónicos son los sueños.
—Utópicos, diría yo —respondió la Musa, haciendo un gesto
de desaprobación con los labios—. Las musas somos intocables,
irremediablemente distantes.
—Lo sé, me lo has repetido tantas veces que me sé la historia de
memoria —sonriendo caminó hacia ella, la tomó de las manos y
dijo con una voz impostada—: Del cielo o del infierno una musa
es intocable, ni el fuego ni el agua podrán hacerla estremecer. Una
musa es un ente fuera del alcance de los mortales.
—Exacto —respondió la Musa con una mirada de lástima—. Lo
lamento, estas son las reglas. Usted pidió poesía, y aparecí. No
pida que me quede o lo quiera, si eso sucede perdería mi magia, mi
estatus de musa, y yo soy más que agua, más que aire: soy un fuego
indomable, una fuerza primordial.
—Sí, lo sé, las musas viven de los escritos del poeta, son ellos
quienes alimentan su ego con sus versos, pero… —respondió
mirando muy seriamente.
—No me gusta su seriedad.
—¿Soportaría una musa que dejaran de escribirle?
—¡Está loco!, los sentimientos terminarían por destripar al poeta
—respondió riendo, burlándose como siempre lo había hecho—.
¿Qué será de un poeta sin musa? ¿Qué haría usted con tantas marcas
en la piel?
—Verme bien —respondió el poeta mientras tomaba un martillo.
—¿Qué hace? —la Musa corrió hacía él—. ¡Deténgase, su mano!
—Quieta, no te acerques —dijo él caminando en sentido
contrario—. No es tan difícil dejar de escribirte, solo se necesita
un sacrificio de sangre. Sin mano no hay poemas. Sin poemas no
hay musa. Sin musa no hay poeta. Muere el escritor y queda un
caparazón vacío de sentimientos, y lo más importante, sin un alma
que puedan lastimar.

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Dos martillazos certeros fueron suficientes para partirse la mano
como una copa de cristal. Un bramido ensordecedor lo cubrió
todo. Algunos minutos después la calma regresó a la habitación.

El poeta yacía sentado con la frente clavada a su escritorio. Las


gotas de sangre en el suelo evidenciaban lo sucedido.

—¿Por qué me hace esto? —preguntó consternada la Musa.


—Para darte la oportunidad de encontrar un poeta más brillante,
talentoso y menos idiota. Uno que no sueñe con besar a una musa,
uno deseoso de cumplir el papel de poeta-musa intocable. Ese papel
que nunca supe aceptar.

El poeta se marchó con la mano ensangrentada y hecha pedazos. Su


alma más rota aún por fin empezó a brillar. La Musa recobraba su
libertad y él volvía a abrazar la soledad.

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Primero de enero

La pirotecnia estalla en los cielos


formando una cascada de luces multicolores,
luces capaces de opacar a las estrellas
y deslumbrar a los distraídos.
A las 12:00 a. m. el mundo es feliz.
Todos se abrazan deseándose lo mejor
para este nuevo año
y algunos han sido honestos conmigo:
no me desearán nada.
Lo mejor podría darse de dos maneras
—según piensan ellos—:
que regreses a mi lado
o que por fin pueda olvidarte.
Demasiado ambiciosas ambas opciones.

Son las dos de la mañana,


llevo varios tragos encima,
tomo el celular,
veo tu estado: en línea.
Juro que fue casualidad
haberme dado cuenta de ese detalle…
Sigues en línea a las tres y treinta,
otra maldita casualidad. Ya estoy borracho.
A las cuatro nada ha cambiado
—sigo bebiendo mientras todos bailan—,
sueño con ese bendito “escribiendo…”
que arreglaría este maldito inicio de año.

Son las seis, he bebido demasiado


y tú has decidido no responder a mi saludo.
Creo que me iré a dormir,
es lo mejor de lo peor
en este inicio de año.
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¿Quién mierda habrá inventado esto del WhatsApp?
¿Qué genio maligno lo diseñó
para que hoy, primero de enero,
mi vida esté atada al celular
esperando un mensaje tuyo?

De pronto, un mensaje sin remitente llega.


¿Quién podrá ser?
Son palabras amables deseándome
un buen año sin tanto alcohol.
¡Joder!, no me conoce bien o lo hace perfectamente.
No pregunto de quién se trata,
solo le respondo deseándole lo mismo.

Son las siete, estoy en casa.


¿Quién habrá sido?
Prefiero no saberlo
y haré cuenta de que fue la mujer de mi vida.
Es mejor pensar eso a que me digan:
Lo siento, con esta ebriedad marqué un número equivocado.

Son las ocho, la cama me da vueltas,


estoy muy ebrio,
espero que al despertar con resaca
deje de creer en amores imposibles este 2018.

16
Entre quererte y odiarte

Entre quererte y odiarte se me pasan los días.


Con tanta rabia se decoloran mis sueños,
el mundo carece de sentido
y la vida apesta a un recuerdo.
La manía de extrañarte me mantiene vivo.
Quién entiende esta dicotomía.
Cómo entenderla si no estás tú
para enredarme con una tormenta
de confusas explicaciones.

Entre quererte y odiarte el mundo se ve extraño,


ser valiente es una utopía convertida en sarcasmo
y correr para evitar los desastres
da mejores resultados.
Resultados efímeros,
tan falsos como mis deseos de olvidarte.

Te quiero, porque eres tú


el ángel del infierno que llegó a salvar mi vida.
Y los ángeles nunca son perfectos,
siempre son exactos;
llegan a poner en orden al caos que nos invade,
rompen paradigmas, puertas, ventanas,
hacen que la vida tenga algún sentido.
No son seres paradisiacos, están hechos de barro.

Te odio, porque llevas dieciocho días fuera de mi órbita.


Pululas tan lejos que ni mis mensajes regados
en botellas desde la orilla pueden golpearte
ni tocarte ni lamer tus heridas inventadas.
No importa cuánto alcohol le agregue a mis poemas,
estos siguen teniendo ese color miel de tus ojos,

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ese fuego abrasador de tus labios,
la tristeza de ese adiós desesperado.

Entre quererte y odiarte,


maldita sea, siempre elegiré quererte.
Amarte no es una opción, es una forma de vida.
Olvidarte no es un premio, es un castigo
—una necesidad amarga—,
un sinsabor de la vida, un día gris de rutina,
un cumpleaños sin pastel, un callejón sin tus abrazos.

Entre quererte y odiarte


despierto cada madrugada
buscando un mensaje
y me encuentro cara a cara con la rabia de saber,
una vez más,
que no te ha importado responder.
Y te odio, te odio con todas mis fuerzas
y me odio más a mí
por no tener el valor de pararme en tu puerta,
tomarte en un abrazo y decirte cuánto te amo.

Entre quererte y odiarte se pasan los días,


y yo sigo aquí,
extrañándote como la primera vez,
como si fuera mi último día.

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Contradicciones
Voy a querellarme contra el olvido
porque te echo demasiado de menos.
Porque no fuimos nada, pero para mí fuiste todo.
Porque ya no puedo estar donde estabas tú.
Lago de la Campa

Contradictorio es querer odiarte con toda el alma


y terminar escribiendo una nota que diga Te quiero
frente a tu puerta usando mierda de perro.

Contradictorio es haberte olvidado,


y olvidar cada día que lo he conseguido.
Y volver a intentarlo.

Contradictorio es intentar salvarte del naufragio


producto de un mal momento,
cuando quisiera ser yo
quien no te deje naufragar.

Contradictorio es beber para olvidar,


aun sabiendo que entre más alcohol uno ingiere
más feroces nadan los recuerdos.

Contradictorio es haberte sacado de mi vida


y continuar escribiéndote poemas en secreto
allá donde el silencio peca y la luz ofende.

Contradictorio es soñar con tus ojos,


pelear por unos minutos a tu lado,
pero mandarte al carajo sin ningún remordimiento
cuando las agallas te abandonan.

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Contradictoria es la frialdad
con la que disparas un Te amo,
mientras me derrito como
un cubo de hielo en un whisky on the rocks
—gracias por la frase, maestro.

Contradictorio es quererte como te quiero,


haberte olvidado como he podido,
congelarte en mi retina,
quemarte en mi sangre
para sudarte todas las noches
mientras vuelvo a leer tu carta
jurándome que será la última vez.

Contradictorio y ridículo
es escribir este poema
pensando que podría interesarte.

Sin embargo, así es esta locura,


contradictoria desde su nacimiento,
como un ángel-demonio
que salió del Infierno
para llevarme al Paraíso
y desde ahí arrojarme
al cubo de la basura
de los amores imposibles.

20
Desconectarme

He decidido desconectarme,
dejar de mirar tanto el celular,
sacarle el dedo medio al ciberespacio
para contemplar mejor la realidad.
He decidido alejarme de aquellos lugares
donde no soy necesario,
donde abundan los futuros de cartón,
donde abundan los recuerdos sin presente.
Hoy voy a cambiar, miraré un poco más adentro,
revolveré los recuerdos
para reencontrarme con mi orgullo.
Comprobaré si funcionan bien los abrazos,
si brindan algo de calor
para por fin dejar de justificar los rechazos.
Amar y lastimar no son sinónimos
—lo repito una y otra vez—,
y ya viene siendo hora de entenderlo.
Montaré mi propio obra de teatro
y me daré un papel secundario
para evitar la vieja estafa de ser el protagonista en el contrato,
pero solo un extra durante el montaje.
Empezaré por mirar mi sonrisa antes que la de los demás,
soñaré mi futuro antes de hacerlo con futuros ajenos,
lucharé para alcanzar mis pecados
y no intentaré rescatar a nadie de sus demonios;
total, no me nombraron salvador de almas
en la Divina comedia.

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Libre de mí

Te he dejado así, libre de mí,


lista para extender tus alas,
para echar el vuelo
con el viento acariciándote la cara.
Sí, como te habrás dado cuenta,
no existo más para ti,
al romper la cadena,
al bajarle el telón a nuestra historia,
al cerrar la puerta de aquella oficina
que alguna vez juntos habitamos,
te regalo tu libertad, la libertad de ser tú,
sin prisas, sin temores, sin excusas, sin remordimientos.
No debes preocuparte, sobreviviré,
ya he vivido décadas sin ti,
podré soportar lo que me queda de días.
Vuela y sé feliz.
Enamora a la gente con tu sonrisa,
y que tu mirada le dé sentido a otras vidas.
No tengas miedo,
arrolla al mundo con tu rareza,
tendrás cada día más galanes revoloteando a tu alrededor
y muchas personas que te querrán a pesar de todo.
No te preocupes tanto por los demás,
ha llegado el momento
de pensar en ti.
Sonríe, sonríe, sonríe,
y como siempre te decía:
Cariño, no dejes de almorzar.

22
Promesas

Me hizo veinte mil promesas


en un corto periodo de tiempo.
Siempre sucedía lo mismo,
rompía las promesas
como quien hace añicos un trozo de cristal inservible
y se las ingeniaba para convencerme de alguna nueva.
Siempre iba de crédulo
pensando que era imposible
una mentira cruel y traicionera
proveniente de quien tan ardorosamente
decía quererme.
La justificaba y caía en su trampa,
devorado por un círculo vicioso,
caminando sobre los pedazos filosos
de aquellas simples y hermosas
promesas de humo quebradas.
En el amor algunas veces fui la víctima
de aquellas mentiras,
y con otras fui
el victimario que prometía
resolver paradojas
y curar corazones rotos.
Tantas idas y vueltas
me han enseñado
a no confiar en las promesas,
y más si provienen
de aquellos que dicen quererme.

23
Pasar la página

Hay que aprender a decir adiós,


pasar la página o quemar el libro.
Toda historia tiene un final
y alguno de los dos deberá tomar la iniciativa.
Al final de cada historia
siempre hay reproches,
arrepentimientos; y si lo piensas bien,
un par de almas que se bañan en llanto.
Te aseguro que aquí no las habrá.
Te amo, nunca lo dudes,
y por ese mismo sentimiento,
hoy me marcho.
El amor también consiste
en sacrificar lo que uno siente
para regalarle la libertad a quien ama.
Probablemente cuando saltes feliz en otros brazos,
sin pensar en lo que siento,
entenderás que esto era amor.
La felicidad es efímera, por eso la valoro tanto.
En ocasiones me cuesta aceptar
que se me terminó el tiempo
y los abrazos quebrantahuesos
quedaron caducos en la realidad
y solo existen en las páginas de algunos libros
manchados de vino con olor a tabaco.

24
Tu indiferencia

Este sentimiento que provocas en mí


es a prueba de balas, de demonios y hasta de dioses.
Es imposible arrancarlo
sin agujerearme el pecho en el intento,
sin terminar con sueños lacrimógenos.
Muchas noches me has dicho
que debería olvidarlo todo,
hacer de cuenta que nunca nuestras vidas se trenzaron.
Evitar hacerme daño.
¿Crees que podré hallar el antídoto al veneno de tus labios?
¿Crees que borrarte de mi piel
es tan fácil como eliminarme de tus contactos?
Lo he intentado —créeme, sin duda—,
realmente lo hice:
con mucho alcohol, con muchas rancheras,
con mucha poesía, con otra piel.
Nada ha funcionado. Nada.
En tu modalidad ventisca
me congelas el alma para facilitarle el trabajo al olvido.
¿Realmente crees que tu indiferencia mata
todo lo que hemos construido?
Con tu frialdad no matas este amor.
Con tu indiferencia me estás matando a mí,
asesinas al hombre que te ofrendó su ser.
Al final me habrás quitado
la única razón que encontré para sonreír.

25
Amor propio

Llega el momento que debemos salir a buscar


a la única persona que verdaderamente importa:
mira al espejo y la encontrarás,
contempla esa mirada.

¿Dónde la encontramos?
Nos toca remover los escombros del fracaso,
hacer una arqueología personal, desenterrar nuestro pasado.
Es la parte más dolorosa tras esa puerta.

Nadie garantiza que tras una ruptura


salgamos ilesos,
por lo menos no, si realmente amamos.
Sin embargo, nadie más puede sacarnos de ese agujero.
Cuesta arrancar las promesas rotas,
los sueños truncos y los besos de mentira
clavados en la piel sin hacernos daño;
ese es el precio por amar,
y jamás debemos arrepentirnos,
así nos hayan traicionado.

Al inicio todo pesa:


los recuerdos, los momentos,
las frases y hasta lo mezquino
nos recuerdan el amor perdido.
Tras batallar contra esos demonios de mil cabezas
obtendremos el mejor regalo que nos da la vida:
nuestra autonomía, nuestro balance,
y podremos pegar cada pedazo de nuestra alma
tan solo para estar listos a ofrendarla de nuevo
a los dioses del amor.

26
El amor

La vida me enseñó a patadas que el amor no se gana,


no se merece,
simplemente nace
de manera espontánea dentro de nosotros.

La efervescencia del amor no es planeada ni controlada,


es explosiva y repentina como una erupción volcánica.
No importa si eres bueno, atento,
si siempre estás para esa persona en los momentos cruciales;
si la abrazas cuando le duele el alma
o lloras con sus penas;
si como un big bang no explotó en su pecho.
Tus acciones no harán la diferencia.

Ante esta eventual catástrofe


y sequía de amor
tan solo tenemos dos opciones:
resignarnos a vivir recogiendo
las migajas de un sentimiento efímero
o marcharnos con los sueños rotos.

El amor es una suerte de ruleta


y Cupido el encargado de hacerla girar.
Algunos ganan y otros pierden,
y de la misma manera que en un casino
no importa si eres buen vecino o el empleado del mes,
cuando pierdes no hay piedad para dejarte en pelotas.
El amor es una ruleta: cuando pierdes,
pierdes hasta el color de los ojos.

27
Me necesitas

Puedes buscar algunas de mis virtudes en él,


pensar que si lo intenta podrá conocer tu fortaleza,
descifrar cada gesto, hallar el centímetro exacto de tu piel
donde escribir un poema con los dientes
para ti sea un delirio.

Puede ser el dueño de tu agitación,


llenarte de momentos, copiarse algunos versos.
¿Sabrá con qué libro perdiste la cordura?

Él se enciende con tus besos. Tú eres feliz a su lado


—la pareja ideal los llaman—.
Yo me río, porque ni se imagina cómo te perturba el recuerdo
de un labio mordido rumbo a tu casa.

Puede abrazarte, provocarte sonrisas,


sentirse especial a tu lado, creerse tu historia.
Para su mala suerte con eso no tendrá acceso a tus personitas
ni sabrá cómo miras cuando pierdes el control.

No voy a discutir tu amor por él


—ya me dijiste: Cada uno define el amor como mejor le salga—.
A estas alturas debería tener claro
que no logrará grabarse en tu alma
ni podrá sacarme del lugar donde yo habito.

No me equivoco si digo que de cuando en vez


tu mente tiembla al preguntarse
si me estaré tocando pensando en ti
o si otras manos me hacen suyo.
Lo lamento, hay dos locos que se necesitan,
y eso a él no lo incluye.

28
Me rendí

Es de cobardes
no luchar por la persona que amas,
me ha dicho un amigo,
cual esquina de box.

Estoy cansado
de pelear
cada vez que decides
equivocarte de rumbo
e irte en dirección contraria al corazón.
Esta vez te dejo ir,
sin poemas ni canciones
para el camino,
sin mensajes que incomoden
tu estadía en otro pueblo.

Esta vez me he rendido antes de tiempo,


he dejado a los sueños quedarse en mi cabeza,
que las noches a la intemperie
escuezan mis huesos
y la cicatriz de tu nombre
se recubra con la costra del olvido.

Un café venció al poema,


anuncia el tipo del noticiero.
Se devaluaron las acciones
del Amor de mi Muerte.
Habrá que cerrar la empresa,
declararla en banca rota de abrazos.
No queda de otra.

29
Jardín de hielo
… la que ha venido a mí como un tropel
de demonios, engalanada y loca,
para hacer de mi espíritu humillado
tu lecho y tu dominio; tú la infame,
a cuyo cuerpo estoy siempre sujeto.
Charles Baudelaire

Te amo,
no lo negaré,
pero si tan injusto te parece hablarme
sería mejor que no lo hicieras.

Si regresas, como siempre, para buscar la calma


y esperar el momento propicio para marcharte,
sería mejor que no vinieras.

Si vas a encararme siempre por quererte como lo hago,


si vas a reclamar por qué siempre
termino respondiendo a tus llamados,
si vas a mirarme con tantas mentiras,
mejor extráñame con alguna compañía.

No tengo nada contra ti,


no busco venganza
ni mucho menos tu arrepentimiento.
Algunos jueves por la mañana necesito un abrazo sincero,
y eso tú no puedes darme.

Nunca me importó lo que dijeran de mí


por esta manera tan disparatada de quererte.
Cometí mil errores, lo reconozco, fallé tantas veces
que ya perdí la cuenta. Mis miedos,
mi manía estúpida de no querer incomodar

30
y esa locura propia
que me trae tantos conflictos
han sido motivos suficientes
para comprender que tenías razones para marcharte.

Un día desperté y enterré


al hombre que te quiso.
Aquel que se derretía con un Hola
descubrió un nuevo camino
y se marchó. Ya no hay vuelta atrás.

Te amo, es cierto,
seguramente nunca lo dejaré de hacer,
marcaste mi alma y mi carne,
por ti mi piel se llenó de tinta
y estos dedos se mancharon con tu sangre,
sin embargo, también es de valientes reconocer
que no siempre uno es bienvenido
en un jardín de hielo.

31
Litros y litros
Si te cuentan que me vieron muy borracho,
orgullosamente diles que es por ti.
porque yo tendré el valor de no negarlo,
gritaré que por tu amor me estoy matando
y sabrán que por tus besos me perdí.
José Alfredo Jiménez

Vengo echándole litros y litros de alcohol


a este vacío que me dejó tu adiós.
Las botellas van y vienen,
siempre lo mismo, brindando en cantinas mugrosas
por los amores que duraron un día
y dejaron huellas para toda la muerte.

El alcohol siempre resulta ser


el compañero de aquellos
que perdieron en el amor,
de aquellos que buscan con una resaca
poder olvidar un amor fallido.

Chavela y José Alfredo


son un buen complemento
cuando uno anda alcoholizado
de desamor y cerveza.
Junto a ellos los dolores
se convierten en canciones.

Salud, donde quiera que estés.


Salud, porque sus besos me borren de ti.
Salud, porque te olvides hasta de mi nombre.
Salud, porque en esta historia basta
con que haya un solo muerto en vida.

32
Aprendí
Y ahora vuelves con un montón de falsas profecías,
como un mesías diciéndome que tú eres la elegida,
pero eso es falso, mi amor, quien te crees tú.
Lazcano Malo

Aprendí a extrañarte en silencio.


Aprendí a respetarme un poco
y dejar de rogar por migajas
de la misma forma que tú
lo entendiste en otros brazos.

Dejé de seguirte en cuantas redes sociales existieran,


de preocuparme por quién te besaba
y por saber si te acordabas
de aquellos momentos
que yo no podía olvidar.
Como dolían los 29 del vendimiario.

Sí, poco a poco fui reconstruyendo mi vida,


fui soñando menos contigo.
No, no te olvidé, aprendí a abrazar la herida,
a entenderla, a cuidarla
para evitar que se infectara.
Entendí que amarte fue lo mejor que me pasó
y aceptar que ya no estarías conmigo,
el precio por tanta felicidad.

No te odio. Si hoy no te respondo


no se trata de rencor,
lo hago porque parte de mí te sigue amando,
sin embargo, esa parte vive mejor con tu recuerdo.

33
No vuelvas
No me salgas ahora
que quieres volver
a intentarlo a mi lado,
no me pidas perdón,
tú rompiste mi amor
no hay cómo repararlo.
Carlos Carreira

Cuando la vida vuelva a golpearte


y tus actuales salvadores
ya no tengan entre sus manos la magia
para aliviarte las penas,
ojalá no te acuerdes de mí
ni se te ocurra la gran idea de volver a buscarme.

Cuando aquel tipo que consideraste


mucho mejor que yo
para acompañarte en tus risas
solo sea una carcasa de piel sin alma,
ojalá no me extrañes
ni se te ocurra esperar que responda tus llamadas.

Cuando te abandone
o demuestre que realmente no lo eres todo para él,
ni se te ocurra venir aquí
reclamando el espacio que dejaste en mi pecho.

Tú te fuiste, nadie te echó,


decidiste que la vida era mejor en otros brazos.
Solo atiné a abrirte la puerta,
total, el mundo —triste, no hay duda—seguirá girando
aunque tú no estés a mi lado.

34
Humillación

¿No te basta toda la humillación vivida?


Pediste perdón por los errores que nunca cometiste,
te acostaste en la calle
para verla dormir cómodamente entre tus sabanas de seda,
le diste de beber tus lágrimas,
bebiste arena en el Sahara.
Ella jugaba a sembrar un manzano sobre una duna
tan estéril como tus intentos
de aplacarle las inseguridades.

¿No te bastó su derroche de oportunidades


tan solo por saberte siempre a su lado?

Te rendiste ante sus ojos.


Cómo duele verte el alma reflejada
en aquellos faros diamantinos.

Sigues en lo mismo, peleando contra dragones,


mientras ella juega a dejarse capturar,
o en el peor de los casos
ayuda al dragón a romperte las manos.

¿Te quedan más poemas para dedicarle?

Le entregas folios con un montón de versos


que ella usa para envolverle la lonchera a su novio.

¿Valió la pena tanta humillación?

35
Cobarde
A mi compadre.
Cuando a él le gana la cobardía,
yo tiendo a volverme alcohólico
para acompañarlo.

He vivido evitando los precipicios


y mirando con recelo los riesgos de la vida.
No he estado exento de locuras,
las pocas cometidas fueron para mantener
la tranquilidad de mi estanque.

He intentado manejar mi vida con racionalidad


y el temor a perder lo construido me ha arrastrado
a un alto nivel de inanición por falta de adrenalina.
He soñado con un retiro pacífico,
la familia de cuadro, una casita de campo
y esa paz tan anhelada, esa paz que no motiva,
pero mantiene alejada a la soledad y sus frías manos.

Entre tantos sueños de perfección, solo una duda me aquejaba:


¿realmente necesitaba encadenarme para ser feliz?

Luego, como una fiera,


ella se precipitó sobre mis planes,
su risa deshizo mi maleta,
sus labios supieron borrarme el sabor a costumbre de los ojos.
Brinqué feliz como un niño sobre la cama.
Al fin pude dejar de querer a medias.

Su cabello se deslizaba entre mis manos,


jugaba con mi risa,
me hizo sentir especial,
no buscaba atarme a su cama
36
ni condenarme a su futuro,
quería que nadáramos juntos
buscando un porvenir.

¿Podría tirar por la borda mi tranquilidad?,


años de siembra perdidos
por vivir la vida que realmente deseo.
Podría sonreír sin empeñar mi futuro
a la mejor postora,
aquella mujer a la que no quisiera nunca lastimar.
Si no la lastimo
me habré de lastimar yo.

¿Será egoísmo querer ser feliz?


¿Será malo que la lluvia me empape
sin preocuparme si mi ropa estará seca por la mañana?

Busco la respuesta, y solo consigo emborracharme


pensando que los sueños también terminan
y que estas lágrimas no son de dolor,
son de impotencia
porque presiento que la cobardía
volverá a ganarme la partida.

37
Niégalo todo
Tenías razón, y aunque me duela
hoy lo tengo que aceptar,
es imposible que el amor se pueda dar
entre un ave y un caballito de mar.
Lazcano Malo

Para que puedas sonreír y vivir tranquila,


vamos, no te reprimas,
dile a todos que lo nuestro fue un chiste malsano.
Despreocúpate, por mi parte yo haré lo mismo,
diré que todo fue un sueño,
un delirio de grandeza,
que no existió un nosotros,
que mis besos nunca te hicieron temblar
y mis manos jamás estremecieron tu piel.

Bórrame del fondo de tu alma,


quema nuestras fotos,
destruye algún recuerducho mío de tu espalda.
Yo sabré negarlo todo
para que puedas ser feliz
sin ningún sobresalto.

Para que puedas sonreír y vivir tranquila,


vamos, no te reprimas,
dile a todos que lo nuestro fue un chiste malsano,
el delirio de grandeza
de un loquito que por una temporada
se sintió un poeta.

38
AMORES IMPOSIBLES

Yo como poeta Oigo disparos y le pregunto


no soy nada lírico, al corazón por la cabeza.
es más soy prosaico, Tu recuerdo me ata de manos.
cotidiano. Diego Ojeda
Roberto Bolaño
Un mes después
—Hola —dijo la Musa con una sonrisa amable—. ¿Cómo va su
mano?
—Hola. Ya está mejor.
—Me tenía algo preocupada —dijo con severidad—, no debería
hacerme sentir así.
—Fue un arranque —dijo algo melancólico—. Al final no sirvió de
nada, sigo escribiendo a pesar de todo —bajó la cabeza—; sigo vivo
a pesar de mí —se dijo a sí mismo.
—¿Sabe? Me alegra mucho que lo siga haciendo. La poesía está en
usted.
—Gracias. Pensé que habías huido otra vez —dijo él, dejando su
lápiz a un lado de los folios—; me da gusto que no te fueras.
—No, solo fueron unos días de relajo —respondió la Musa con
frialdad.
—Está bien, no preguntaré más.
—¿Puedo decirle algo? —el silencio los rodeó—. Tengo que…
—Te marcharás, lo imaginaba —dijo él, tomando el lápiz una vez
más mientras ella bajaba la cabeza—. Lo entiendo, ya me habías
dicho que era algo espontáneo en ti.
—No es nada contra usted, sabe que me importa mucho. Sin
embargo, hay leyes no escritas como aquello de “A la gente bonita
solo le interesa la gente bonita”, o en su defecto aquellos que desean
serlo. No me juzgue, es mi naturaleza.
—Lo sé. Los poetas sin talento estamos muy lejos de ser gente
bonita —respondió, dándole la espalda a la Musa—. Bueno,
márchate, tal vez regreses cuando el frío te congele la risa.
—Lo haré —dijo ella tomando la manija de la puerta—. Lo quiero,
pero tengo una reputación que cuidar.
—Claro, aquello de “Un poeta solo tiene una musa, pero las musas
tienen muchos poetas” —dijo él arrugando un folio—. Imagino
que alguno de ellos sí son “gente bonita”. Cierra la puerta, por
favor, hace frío… Ya no estás.

41
La Musa salió de la habitación de los poemas, dejando atrás a
un atiborrado corazón llenando papeles con la tinta de su rabia
melancólica.

Un poeta no es una persona, es un cúmulo de sentimientos, un caos


de dolor, llanto, alegría, rabia, sueños e indignación.

En resumen, un poeta es un manojo de nada.

42
Aquí estamos
Aquí estamos, solos, el uno sin el otro,
cada quien buscando un rumbo.
Algunas veces deseando volver al inicio;
otras, queriendo lanzar nuestro futuro por el barranco
para así limpiar de tantísima mierda nuestro mundo.

Escribo y escribo poemas


intentando sacarte de ellos,
intentando borrarte de mis dedos.
Esto lo han repetido —sin éxito alguno—
miles de poetas con mejores plumas que la mía.

Tú te encariñas con algunos tipejos,


de esos que tanto aborrezco,
de esos que simbolizan la precariedad del hombre.
Tu mente olvida,
tu corazón encamina nuevos sentimientos
y tu alma —o una parte de ella— aún sigue aquí clavada.

Aquí estamos, volviendo a intentarlo


por terquedad, por espacialidad, por locura, por lo que sea; pero
aquí estamos, con el mismo miedo a perdernos completamente,
aunque nunca nos hayamos tenido
por temor a un futuro tan incierto.

Aquí estamos, una pelea más,


una pelea menos. A quién queremos engañar:
ambos sabemos cómo terminará esto,
y no tengo miedo a intentarlo cien mil veces
—si fuera necesario—,
siempre que sea contigo.

43
Vino barato
Arrinconado en esta sucia y desordenada habitación,
respiro este aire enrarecido, corrosivo para mis pulmones.
Mientras los recuerdos kamikazes bombardean mi memoria,
se desdibuja mi sonrisa.
Me he convertido en un campo minado
y olvidado tras la batalla.

¿Qué buscan —estos recuerdos— de mí?

La botella abierta me mira con lástima,


y las gotas de vino cual danzarinas líricas
se deslizan por mi garganta
intentando animarme el corazón.

¿A quién pienso engañar?


Las estrellas han aparecido más lúgubres,
las luciérnagas dejaron de revolotear
y la luna, como tú, está no habida.

El vino está agrio,


sabe a mierda, a desecho.
Desecho es lo que tengo dentro.
Escribiré un poema
sobre esta soledad autoimpuesta,
sobre este conjuro de besos ausentes.

Voy a reabrirme la herida en el dedo,


mezclaré mi sangre con este vino barato,
tal vez así
me sepa
un poco más
a ti.

44
Me gustaría
Me gustaría decirte que te he olvidado,
que mis poemas ya no son tu casa,
que los celos no me invaden
y que ya no me interesa si lo nuestro te hace sonreír.

Me gustaría decirte que solo de cuando en vez


me acuerdo de tu nombre,
que tus labios ya no me inflaman
y que ya no me toco pensando en tu piel.

¿De qué valdrían tantas mentiras?


Podría engañarte, no hay duda,
pero cómo engaño a este sentimiento.

Me gustaría gritarte al oído que ya no te amo,


que no me preocupo más por ti,
que no me congelo sin tu cuerpo por las noches.

Y a pesar de todo…
moriría por susurrarle a tus ojos
que a pesar de tus errores y fracasos,
de las cicatrices que dejaste,
yo sigo esperándote aquí.
Sí, en el mismo lugar
donde me dijiste que no te espere.

Aparece cuando lo creas conveniente,


elige el momento, idea el encuentro.
No serás Fermina Daza,
y entre tus galanes no hay un Juvenal Urbina,
pero cada día tengo la certeza de que podría ser tu Florentino Ariza
para tener nuestro amor en los tiempos del cólera.

45
Te he amado
He amado todo de ti: lo bueno y lo malo,
lo frío y lo amable, lo amargo, ácido y desenfrenado de tus días.

Te he amado a mi lado y cuando te marchabas.


Día a día le he servido el desayuno a tu recuerdo
y he disfrutado de tus abrazos ausentes.

Te he amado cuando te amarraba en un abrazo,


cuando sonreías en otros brazos,
cuando llorabas por amor
y cuando desaparecías de mi vida.

Te he amado sobre todo cuando decidía olvidarte,


mientras te esfumabas de mi memoria
comprendía que borrarte
era dejar en efecto de grises mi vida,
y toda existencia necesita la primavera.

Te he amado mientras te decía Te extraño,


cuando bebía el licor me sabía a tus labios,
cuando dormía reconocía que el colchón no olvidaba tu cuerpo,
que mi almohada seguía herida por tus cabellos,
que mi alma seguía dormida a tu lado.

Te he amado, no tengo miedo reconocerlo,


no me dio vergüenza escribirlo,
no me causa pena publicarlo.
Te he amado entregando hasta lo que no tenía.
Te he amado aún en contra de mi orgullo.
Te he amado, te amo y te amaré,
porque no concibo la vida ya sin este sentimiento,
aunque no sea correspondido.

46
Gracias
Se fue, tirar para adelante no hay nada que hacer,
de amor nadie se ha muerto lo recuerdo bien,
ahora hay que aplicarlo.
No sé con quién y espero que seas feliz.
Edson Lara

Con la mirada perdida


y las tripas anudadas me presento en tu puerta.
Disculpa el olor a tequila escapando de mis poros
y estos tic-tac retumbando en mi pecho.
Tal vez debí peinarme y esperar
que los ansiolíticos hagan efecto,
pero no puedo contener la revuelta
que traigo por dentro.

No he venido a reclamarte nada,


mi ebriedad tiene un sabor agridulce.
Bebo para olvidar y para celebrar,
por el triunfo y el fracaso.
Para menguar este odio que siento por el destino
y darle las gracias a la vida de haberme mostrado
el verdadero significado del verbo amar.

Gracias a ti por todos los momentos,


por la locura de aquellos viajes espaciales,
por las mañanas desveladas
y las noches vespertinas.
Por las rabietas,
por los abandonos
y las palabras amables para con mi poesía.

Gracias por esos abrazos,


los virtuales y los de carne y hueso,
por los Te quiero de mentira con sabor a verdad,
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y por aquellos que nacieron de tu piel para adentro.

Gracias por las promesas incumplidas,


por los libros,
por la sangre en los labios.
Gracias por hacerme sentir vivo,
por mostrarme que la distancia
tan solo es un pretexto para olvidarse.
Gracias por ser tú
y no ser nunca otra.

Gracias por haber sido sincera aquella tarde


y dejarme a un lado del camino,
porque el amor se te había evaporado.
Gracias, porque al terminar una relación
uno debe quedar contento de haberlo dado todo
y agradecer a quien por un lapso de tiempo
le brindó su mano cálida para combatir el frío.

Por lo bueno y por lo malo, gracias, Amor de mi Muerte.

48
Fugacidad
Tú no sabes quedarte.
Llegas, desordenas mi vida
y te vas:
lo tuyo no es amor,
es turismo emocional.
Edel Juárez

Y así, pasa tu angustia


con la fugacidad de una estrella.
Vienes, me tocas con tus palabras,
me llenas de ti y desapareces como si nada.

Te vas y regresas igual que las olas.


Soy la playa que tocas y luego abandonas.
Cuando te quedas, explotan primaveras en mis manos.
Cuando te marchas, las lágrimas y el dolor
se funden para crear la tinta de mis poemas.

Eres una consumidora esporádica de mis pasiones,


cuando ya no puedes más con la necesidad de enloquecerme,
te aventuras a romper tu cordura autoimpuesta y apareces.
Sabes muy bien que una palabra tuya
desencadenará una tempestad en mi pecho.
Soy débil, un adicto a ti, a tu negrura,
y no me opongo a caer en tu juego,
me dejo llevar, conozco el desenlace;
a pesar de todo me aventuro a creer
que esta vez podrá ser diferente.

Me sumerjo en ti, en tus mentiras,


me abrazo como un náufrago
a algún te quiero de tus manos
para evitar ahogarme en la copa de vino que serviste.
La calma solo dura un par de días,
49
de pronto el sol se oculta
y todo se convierte en un vendaval.
Te marchas sin una despedida.

Una vez más me tienes desvelado,


esperando que la angustia te carcoma
para que tu locura te traiga unos minutos a mi lado.
Aunque hayas jurado que jamás nada cambiará,
me niego a contradecir a mi buen amigo Heráclito.
Por eso:
te sigo esperando.

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Lirio de fuego
Amor, aunque me ignores
aquí me quedo yo,
intentando acercarme
con un abrazo en formato poema.

Eres un pequeño lirio cargado de fuego,


con unos hermosos ojos
productores de seísmos en mis adentros
si te miro de frente.
Me gusta la manera tan natural
con la que me enciendes o apagas,
esas maneras tan tuyas capaces de amenazar
incluso a las estrellas.

No lo has notado, pero te amo;


no lo has vivido, pero mi vida está a tu nombre;
no lo has sufrido, pero mis labios te acarician
cada mañana, cada noche, cada despertar.

Cada impulso mío lleva una marca de tu piel.


Me advertiste: Podría quemarte hasta los sentimientos.
Y aquí estoy jugando al pirómano mental,
corriendo entre las llamas,
aprendiendo a no consumirme en tu fuego.

Tu respiración genera pequeños huracanes


capaces de arrancarme el corazón del pecho
y me dices Cuidado, no sobrevivirás.
Tranquila, pequeña de polvo estelar,
mi corazón lleva tu nombre
y lo tengo tatuado al lado izquierdo,
en el lugar que alguna vez tocaste.

51
¿Qué es enamorarse?
¿Qué es estar enamorado?
Es conocer aquellos pequeños detalles
que hacen única a una persona.
No hablo de saber cuál es su comida o película favorita,
cómo se llamó su primer amor o el cumpleaños de su madre.
Enamorarse va más allá, enamorarse es saber dónde es feliz,
en cuántos pedazos se le parte el alma cuando le fallan,
en qué rincón de su vida se esconden sus miedos,
con qué mano se acomoda el cabello para ocultar los nervios,
sus manías al despertar y antes de dormir,
cómo le gusta jugar
y, sobre todo, dónde se encuentra
el botón que le desconecta la razón.

Cuerpos, detalles biográficos, sueños y metas


son cosas que todos podemos conocer de alguien
sin mucho esfuerzo.
Estar enamorado va más allá de simples besos,
te amos combinados con te quieros, promesas
y mucho menos desesperarse por celos.

Estar enamorado va más allá


de saltar sobre su cama y poseer a esa persona.
Estar enamorado consiste en saber
cuándo debes dar un abrazo y cuándo alejarte.
Cuándo robarle un beso y en qué momento exacto
susurrarle al oído que la amas y que nunca la dejarás sola,
pero siempre permitirás que tropiece y caiga
para que aprenda a levantarse por sí misma.

52
Si la ves
Si la ves pasar montada en la acera,
con su metro cincuenta y tres de estatura,
con sus labios marcados
y esa desfachatez
que sonroja al mismísimo sol,
no dudes en decirle
que llevo meses bebiendo y escribiendo poemas
en su ombligo.

Si te chocas con sus ojos asesinos


y de casualidad te saluda
con esa voz perfecta,
no dudes, ve y dile
que aún abrigo la esperanza
de que un día, sin previo aviso, se aparezca
preguntando por mis restos.

Si lees su muro Facebook,


si manda algún twitt
o ves una de sus fotos en el Instagram,
mándale una indirecta:
Mira al cielo y contempla el universo.
Ella sabrá entender,
buscará aquel libro rojo desgastado
para dibujar media sonrisa en su mirada,
lo cerrará preguntándose:

Qué habría pasado


si el miedo no ganaba la guerra.

53
Beber tus lágrimas
Estabas llena de heridas,
con los huesos descarnados
y la risa casi como una mueca.
Habías llorado mares
y tenías todas las razones del mundo
para sentirte muerta en vida,
el vacío te devoraba
y yo solo buscaba la manera de salvarte.

Beber esas lágrimas que aún te quedaban,


secarlas de tus mejillas a besos,
alimentar tu alma
y enseñarte que tras tu propia caída
aún podías renacer
y brillar por cuenta propia.

No soy bueno, nunca lo he sido,


pero estaba dispuesto a luchar
con tus demonios
para verte recuperar
un poco la paz que habías perdido.

Te entregué todo para nunca


arrepentirme de no haber dado lo suficiente,
me quebré las manos
para no escribirte cuando decidías alejarte,
y me carcomía por dentro la idea
de que pudieras estar siendo canibalizada
por esa horda salvaje que habitaba en ti.

Es extraño, tal vez, cómo nunca pude salvarme;


intentaba salvarte, porque en tu sonrisa
encontré ese pedazo de mi vida
54
por el cual valía la pena luchar,
ese pedazo de felicidad que me faltaba.

Curé algunas de tus heridas,


intenté estar cuando me necesitabas
y seguramente en muchos momentos duros
me hice humo
porque tú no me dejaste acompañarte.

Hoy por fin comprendí


por qué esto nunca funcionó.
Las personas heridas a veces somos extrañas,
preferimos quedarnos donde nos hieren
y alejarnos de todo aquello que represente
un grito de libertad fuera de ese agujero
que construimos con nuestros dolores,
rezos, llantos, recuerdos y esqueletos en el ropero.

Quise salvarte y en el camino comprendí


que de cierta manera tú eras mi salvadora;
me enseñaste todo aquello que me negaba a ver en mí.

Cuando me necesites
aquí estaré, dispuesto a secar tus lágrimas.
Nunca me arrepentiré de no haber podido ser
aquel que debía lastimarte
para que te llegaras a enamorar.

55
Historia de un desastre
Un tsunami es para los pueblos costeros una catástrofe que lo arrasa
todo. Un instante de terror, una purga, la impotencia mezclada con
dolor.

A diferencia de las otras ciudades de la costa, la mía estaba orgullosa


de sus calles, plazas, fachadas y vivía despreocupada de la fuerza del
mar. Total, podía soportarlo.

Tú eras la mar brava: majestuosa, tan bella, llena de misterios,


con un millón de historias que contar y muchos tesoros bajo tus
aguas. Como toda fuerza natural, eras impredecible, disfrutabas
escarmentando a los insensatos humanos que pretendían retar tu
poder. Los puertos eran siempre tu entrada, ahí donde los humanos
se sentaban a contemplarte creyendo que podían disfrutar de ti sin
peligros. Tú los tomabas por sorpresa, destrozabas todo, dejabas a
la ciudad marcada, y luego regresabas a tu estado de calma. Era una
estrategia simple pero efectiva.

El día llegó. En forma de maremoto te presentaste ante la ciudad, lo


inundaste todo, sonreías porque sabías que después de ese ingreso
ningún poblador te olvidaría. Las calles se ahogaban y la gente
corría despavorida a resguardarse. Te sentías vencedora.

Altiva y sin desparpajo, planeabas cuál sería tu próximo movimiento.


Ni te imaginabas que la ciudad con su orgullo podría defenderse y
sorprenderte de alguna manera.

Al retirarte te diste cuenta de que no estabas completa, parte de ti


se había quedado en la ciudad. Enormes espacios se llenaron de
agua, en medio de esas ruinas nacieron lagunas de agua salada. Los
ciudadanos las cuidaron y disfrutaron de ellas, empezaron a llegar
aves y floreció una rara vegetación. Tras el desastre, la vida volvió
a encenderse.
56
Estabas furiosa, no podías permitir tamaña afrenta, volverías a
recobrar las aguas que te habían arrebatado. Incursionaste una vez
más, pero no había remedio, con cada ataque perdías más de tu
esencia, incluso en la ciudad aprendieron a usarlas para mejorar sus
sistemas eléctricos (luz) y obtener agua potable (sed). Lo que tú en
todo ese afán no habías notado es que te llevabas parte de la ciudad
contigo, pedazos de la vida citadina se iban uniendo a tus aguas.
Cuando fuiste consciente, decidiste expulsarlas; de nada servía, los
varabas en la playa y al subir la marea regresaban a ti, no podías
evitarlo. Decidiste llenarte de otros escombros, de otros trozos de
vida y no era lo mismo: el espacio ya estaba ocupado (propiedad
extensiva de la impenetrabilidad: el espacio que ocupa un cuerpo
no puede ser ocupado por otro).

Nadie sabe por qué continuabas atacando la ciudad, tal vez porque
entendías que la ciudad vivía gracias a ti, o le tomaste un cariño
especial. Quizá necesitabas de esa ciudad como la ciudad necesitaba
de ti.

Fue catástrofe la primera, las siguientes fueron formas de reinventar


su historia y darle un nuevo giro a la vida

57
Mi lado de la cama
Tu lado de la cama
siguen siendo ambos,
aunque ya no te encuentre en ninguno.
Carlos Salem

Me acuesto, procuro no dormir,


no es miedo a despertarte con mis ronquidos,
es ganas de contemplarte respirar plácidamente a mi lado.
No pienso en cosas malas, tampoco en futuro,
tan solo me quedo absorto ante la magia que exhalas aún dormida.

Me despierto muy temprano y te veo a mi lado,


mis sentidos están volando,
se me estremecen las entrañas
y la felicidad se apodera de mi lado izquierdo.
Había soñado tantas veces con este momento
y al mismo tiempo me parecía una utopía que llegara este día.

Te despiertas y empieza una batalla campal


contra tus cabellos al borde de la cama.
Yo voy soñando con hacerle un poema
a tu magistral técnica de peinado,
cantarle a tu meneo con la toalla después de bañarte.

Terminas de vestirte, te acompaño al trabajo,


regreso y me quedo respirando tu silencio.
Aunque hayan sido un par de días,
aunque hayan sido un par de horas,
siento que estuviste aquí la vida entera
y soy consciente de que este lugar no volverá a ser el mismo
cuando te vayas.

No estás, y todo se ve tan vacío,


58
me dedico a escribir, a cantar, a soñar,
a esperar tu regreso por la noche.
Limpio un poco, el orden ya lo pusiste tú,
y la cama parece de otro planeta, huele diferente.

Mientras escribo un poema, pienso en tu regreso,


tal vez hacerte la propuesta indecente de ver una película,
tal vez decirte que quiero hacer una teoría
sobre la relación del espacio-tiempo y tu sonrisa,
o encender un par de estrellas con ella.

Me gusta oírte hablar —tu voz siempre me gustó—


o simplemente verte echada leyendo un poema.
¿Quién iba a decir que por arrebatos de la vida terminarías aquí?
Antes me quejaba de no verte, y ahora me quejo mucho más.
Es indescriptible lo que sucede
en esas ocho horas que te las pasas durmiendo.

Mi lado de la cama siempre fue el derecho, aun durmiendo solo,


pero desde que te apoderaste de ese lugar
y regaste tus polvos estelares
en estos veinticuatro metros cuadrados,
aprendí a dormir del lado equivocado,
y presiento que nunca más cambiaré de sitio.
Incluso cuando te marchas
—y vuelvo a ser el dueño de este reino—,
me acuesto del lado izquierdo
para no herir al espacio vacío que dejaste.

Espero que este poema no sea demasiado intenso,


espero que no sea demasiado cursi,
espero que no llegue a asustarte
ni tomes a mal lo que digo.

59
No quiero despertar
Cae la noche,
regresas del trabajo
y te espero con una sonrisa
que espantaría a cualquiera.
No me importa,
parece que a ti tampoco.
Con eso me basta.

Te preparo la ducha,
y me dices que antes
deberás lavar la ropa,
que estos días de retozo
te hicieron olvidar el asunto del uniforme
y en el trabajo te joderán si no vas de negro.
Andamos ajustados,
no hay día de lavadora,
así que coges una tina, el detergente, llenas agua
y sin protestar te veo restregar tus atuendos y me pregunto:
¿Por qué siempre ignoré cómo te veías de diario?
Realizas quehaceres tan básicos,
pero eso en ti puede inspirar
hasta a un inútil poeta.

Mientras enjuagas la ropa que a mi lado te sobra,


te agradezco por estos días robados al destino.
Aquellos que decían que estábamos acabados
no se imaginan nuestras risas hablando de sus presagios.

Terminas con la ropa empapada, te la quitas, te duchas.


Mientras lo haces me gritas: ¡Me estás engriendo demasiado!
No, no se trata de eso, se trata de hacerte sentir tan bien
como tú lo haces conmigo.
Soy tu invitada, repites constantemente.
60
No, invitada es cualquiera,
tú eres la luz que le hacía falta a esta cueva.

Te vas a la cama, jugueteas con el osofeo,


tomas el móvil cada veinte segundos.
Estás celoso del celular, me recriminas con una media sonrisa.
Tal vez a él lo tocas más que a mí.
Nos reímos, jugamos un rato,
toca acostarse,
nos acurrucamos,
me abrazo fuerte a tu espalda
como tu pequeño koala.
Te susurro al oído:
No quiero despertar.
No, no quiero despertar.
Finges no oírme,
me da igual,
te aplasto contra mi pecho
y la tranquilidad se apodera de mí.

61
Un par de cobardes
Nunca pudo ser.
Si tenías la seguridad, te faltaba la ocasión.
Si tenías la ocasión, te faltaba seguridad.
Marwan

No tengo certeza alguna


de lo que somos tú y yo,
ni con qué etiqueta podríamos
rotular nuestra extraña relación.
Después de tantos vendavales,
ninguna tiene valor.

Alguna vez fuimos una oscuridad indescifrable,


una habitación gobernada por el tacto.
Un buen día llegó un extraño y nos encendió la luz.
Cegado por la repentina dosis de realidad,
perdí el rumbo de tu mano,
me perdí a mí mismo.

Hemos sido un par de cobardes


temiendo a lo que vendrá.
Dos tremendos idiotas
siguiendo caminos errados,
confundiendo amor con estoicismo.
Tú, allá, con tu enorme sonrisa,
pareciendo tan feliz mientras me extrañas.
Yo, aquí, pensando que estás mejor sin mí.

62
Nunca serás una maldición
¿Quién te enseñó que eras una maldición?
Estoy seguro que a más de uno salvaste del desastre.
Por ningún lado estás maldita, eres por algo mi paracaídas,
mi agua fresca en el desierto, mi luz por la mañana.

¿Quién te dijo que debías pagar con dolor


todo lo malo que hiciste?
Seguro el mismo que busca anclarte a su mentira.
Sabes, cariño, eso no es verdad,
todos tenemos derecho a la felicidad.
A pesar de nuestros errores,
tenemos el deber de intentarlo.

No, no eres un juguete de la vida ni una maldición,


no existen razones para entregarte a la hoguera
sacrificando lo mejor que la vida te dio:
un futuro imperfecto para ser feliz.

No, no acepto que te hundas.


Yo, que en algún momento me volví tu madero en pleno naufragio,
no acepto tu interés por autodestruirte.
Me gustas libre, incluso para dañarte,
pero en esta ocasión me rebelo contra ti
y le declaro la guerra a tu instinto de supervivencia
que ha decidido abandonarte.
Con los brazos extendidos y el pecho sin coraza,
me paro frente a tus ojos;
ven, dispara, muerde, patea,
araña y rómpeme en mil pedazos
hasta que encuentres lo que necesitabas,
pero por ahora ven, que no pienso dejarte morir.

63
Mujer de agua, fuego y hielo
Me inventaré una historia que no lo cuente todo;
la parte con despojos, esa es la que omitiré
Frío, cuando encuentro el calor prefiero el frío
Diego Ojeda

Aquí, señorita sideral, se la extraña.


Aquí ha dejado huella.
Ahora —que usted se ha ido— solo queda
ese sonido tétrico de la ausencia.
Le podría escribir unos versos desgarradores,
hacer un poema al estilo Bukowski —usted me entiende—
sin obtener algún resultado.
De antemano reconocería el más puro dramatismo,
una puesta en escena.
Me conoce mejor de lo que me gustaría.

Su mirada calcinante me haría renacer.


Su mirada de hielo me encarcelaría en el pánico.
Total, en el fuego soy capaz regocijarme,
en el hielo me perdería sin remedio.
Su mirada fría me genera incertidumbre.
Como una daga, la duda perfora mis tripas,
exponiendo mi sangre
y dejando sin resguardo mi interior
de vísceras materializadas en versos descarnados.

Mujer de mar, como un día le dije,


máteme de neumonía,
lléneme de agua los pulmones.
Prefiero mil veces eso
a morir seco y de sed
esperando sus besos.

64
No caeré
No caeré en el cliché
de Te entregaría mi alma de ser necesario.
Mi alma es tuya desde aquella noche
que bailé con tu sonrisa
y la rigidez de mis pasos no importaban
si tu respiración impactaba sobre mi pecho
provocando un huracán de alegría.

Para qué decirte Nunca te olvidaré


si te llevo tatuada por debajo y sobre la piel
desde aquella tarde en aquel sucio balcón.
El mismo donde me enseñaste a quererte con versos
y a sonrojarme ante tu desfachatez.

No te diré Le gritaré al mundo entero que te amo;


tiene más valor susurrártelo mientras me abrazas,
porque tú no eres un mundo, eres mi universo.

Lo nuestro fue tan público y secreto


que un maltrecho taxista murió de envidia
al contemplar cómo un mortal mordía
el fruto prohibido
de los labios de una diosa.

Resumiendo: hay cosas incontables en un poema;


y hablando de poemas,
contemplarte echada en mi cama
leyendo uno sin que te importe el mundo,
con esa voz de sirena;
no me queda dudas
de que eres una musa vestida con piel de mujer.

65
Sin título
Porque la quería
no amarré sus sueños
a las cuatro patas
de esta cama fría.
Tuve que callarme
para no mostrarle
cuánto me dolía
Edgar Oceransky

Alguna vez estuvo entre mis brazos.


Nuestras pieles temblaban si nos acercábamos demasiado.
Compartimos poesía, lecturas, canciones,
y en otras ocasiones éramos como animales
que respiraban celos
y exhalaban sonrisas.
Amábamos nuestra naturaleza.

El tiempo no fue nuestro aliado,


Cupido se convirtió en nuestro peor enemigo
y ambos nos convertimos en un recuerdo que no se resigna
a ser tragado por el olvido.

No somos ni cenizas, porque el fuego más intenso


no deja otra huella que no sea la tierra desolada.

Hoy, seguramente,
leerá poemas con otro,
le escribirá versos algún mejor poeta,
temblará ante otra sonrisa.

En el diario se escribirá una esquela


para este amor que nunca tuvo un comienzo.

66
Desde cuándo ama la poesía
Ella preguntó: ¿Desde cuándo ama la poesía?
Quise responderle con alguna mentira,
contarle la historia de un muchacho ensimismado,
escribidor de versos para musas quiméricas,
un seguidor de Neruda, Vallejo y González.
Narrarle cómo la poesía había sido mi salvoconducto
para escapar de una vida gris por la ausencia de drogas.

Pero no pude. Tal vez mentirle habría sido lo mejor,


pero lo juro, no pude. Le escupí la verdad.
Empecé a amar la poesía —desde aquella tarde—
cuando sus ojos color caramelo iluminaron mi camino,
cuando me di cuenta de que el mundo era tan pequeño
que se perdía en su enorme sonrisa.
Cuando sus manos me tocaron y sentí el mismísimo infierno
y desee quemarme en él, día y noche, noche y día.
Amé la poesía desde aquella noche de dientes furiosos,
con mis labios saboreando su sangre, tentados por siempre
ante un recuerdo palpitante.

Mujeres pasando por mi vida habrán muchas,


de todos los colores, tamaños y pesadumbres.
Ninguna combinará tan bien con mi locura.
Un endemoniado pecado en todo su esplendor,
y aquella historia barata terminaría siendo la mejor,
solo si ella la tocara.

¿Desde cuándo ama la poesía?


Desde el momento que tuve conciencia
que amarte no era un asunto en el calendario.

67
Madurez
Tras varios meses de ausencia, el castigo se rompió. El móvil vibró
una y otra vez, lo tomé y era ella con un Hola, un simple hola que
descongeló todo este absurdo silencio. Respiré un poco, no quise
que se me notara la emoción, ya la había ahuyentado un par de veces
por la intensidad con la que vivía mis emociones. Hola, respondí, así,
a secas, aunque por dentro gritara ¡Te extraño! Tras varios minutos de
aquellas palomitas color azul marino que me recordaron lo mucho
que le gusta el mar, empezamos a charlar. Las clásicas preguntas de
cortesía y algún que otro intento de chiste.

En un momento de descontrol, el alma se me soltó y le envié unos


poemas que había escrito estos meses distanciados; ella los leyó
y no respondió. Me volvió a dejar en visto como ya se le había
hecho costumbre. Asumí que tardaríamos unos meses más en
hablar, presumía que mi intensidad la alejaba, esta era la prueba que
necesitaba.

Tras unas horas sin decir nada, me envió una foto de ella con su
nuevo novio. Aunque parezca extraño, no se me desarmó el alma
como esperaba. La vi tan feliz al lado de ese tipo, más hermosa
que de costumbre, y aunque parezca cojudo decirlo, brillaba. En
muchos años era la primera vez que me dejaba verla con alguien,
entonces supe que había encontrado el amor que siempre buscó.
Ahí descubrí que yo había madurado: no respondí guiado por los
celos, no me enojé ni me sentí mal conmigo. Al final hice lo que pude
y no me alcanzó para que me quisiera. Ese es el precio del amor:
lo das todo o te arrepientes de viejo. Volví a ver la foto, su sonrisa
era increíble, el tipo estaba embobado, no necesito conocerlo para
saberlo; en nuestras fotos tengo la misma expresión, es algo que ella
causa en sus compañeros.

Borré la foto por salud mental más que por celos. La felicité y le
dije que estaba hermosa; realmente me alegré por su felicidad. Me
68
dejó en visto otra vez. Unos días después ya me había bloqueado
del WhatsApp, otra de sus viejas costumbres. Siempre me dijo que
no quería que me acostumbrara a eso, nunca entendió que quien se
había acostumbrado a hacerlo era ella. Aquí estoy con las rodillas
temblorosas, las manos sudadas, pero el alma en pie. Esta vez no
habrá un cierre por derrumbamiento.

He madurado y ella también, cada uno a su manera. Al final salimos


victoriosos los dos, aunque no haya sido en la batalla que siempre
planeamos.

69
Despedida
La Musa entró en el cuarto de los poemas tan solo para enfrentarse
a una visión escalofriante: el poeta se encontraba recitando en voz
alta unos versos desvestidos de tristeza.

—Espere, ¿por qué tiene un poema alegre? ¿Por qué está sonriendo?
—preguntó exaltada.
—Es un poema que acabo de escribir, un poema que leerán muy
ansiosas unos ángeles salvadores.
—¿Ángeles salvadores? —preguntó haciendo un gesto de sorpresa.
—Sí, ángeles salvadores —dijo radiante el poeta—. Rescatan almas
y por eso sus poemas rebalsan de esperanza.

La Musa bajó la mirada, se le notaba realmente desesperada,


tragaba saliva, las manos le sudaban, un hilo de sudor frío recorría
su espalda.

—¿Qué hacen esos ángeles salvadores cuando no están rescatando


almas? —preguntó consternada.
—Se ponen el pijama, cogen un libro de poemas y los recitan en voz
alta completamente embriagados de versos —respondió sin miedo.

La Musa quedó atónita, esta respuesta le cayó como un baldazo de


agua fría. Su reino había caído. Su poder se esfumaba.

Mientras ella se desvanecía, él cobraba vida. Un poeta sin miedos ni


ataduras a la tristeza había nacido.

70
UN POETA FELIZ EN LA CIUDAD

Mirada felina, Tengo demasiadas guerras en mi vida


labios carmesí, como para que el amor sea una de ellas.
la poesía no siempre No se lucha por amor, se lucha con amor.
debería doler. Escandar Algeet
El fin de la guerra
Una mañana de esas tantas en las que, a pesar de las habladurías,
un par de almas empezaron a fundirse por culpa de la alquimia,
aquella mujer con sueños engrandecidos por la poesía dio inicio a
una charla:

—¿Y cuánto tiempo crees que te tomará terminar este nuevo


libro? —preguntó mientras se desplazaba dando pequeños brincos
alrededor de él—. Vamos, dime, dime, dime.
—Tranquila, estos días andas muy eufórica —dijo él, sonriendo—.
Tal vez unos días, meses, incluso años. Con esto de los libros uno
nunca sabe.
—Bueno, entonces —empezó a jugar con sus labios y su voz se
tornó más suave— cuando lo termines te prometo que iremos a
tomarnos un café o a comernos un lomo saltado.

Él bajó la mirada, empezó a reacomodar las hojas y un silencio


desolador los rodeó.

—¿Qué sucede? Te pusiste melancólico de golpe.


—No, no es nada. Descuida —dijo él intentando dibujarse una
sonrisa con las manos.
—Eres malo disimulando y lo sabes —dijo ella frunciendo el
entrecejo—. ¿Me vas a contar o deberé interrogarte?

Él respiró profundo, como dándose valor.

—Vale, no será necesaria la tortura. Hace mucho tiempo alguien me


hizo una promesa; consistía en algo simple: un pequeño almuerzo.
Esperé tan ansioso el día pactado, lastimosamente por azares del
destino nunca se dio.
—Ahora lo entiendo, pero ¿te dijo cuál fue el motivo?
—No, pero sospecho que la razón gira en torno al enfrentamiento
entre café y poesía que hubo en aquellos días. Fue algo sangriento.
73
De aquella batalla, la poesía salió magullada, malherida, incluso
pensé que estaba muerta. Mis manos quedaron desechas.
—¡Oh! Ya entiendo. Mira —inició su discurso con una seriedad
ajena a su edad—, tendrás que entender que no todas las personas
te haremos lo mismo, que si en ese tiempo el café fue un enemigo
de la poesía y alguien lo prefirió, es cosa del pasado. Ahora ese
café maldito es tu aliado, ¿o no lo sientes así cada mañana? Eres
demasiado inteligente para suponer que todas te haremos lo mismo.
Los tiempos cambian y siempre hay nuevas historias que contar,
nuevas formas de inspirarse.
—Otros tiempos —dijo él, mientras moría de risa viéndola dar
pequeños saltos que agitaban su cabellera—. Tienes razón, a veces
los poetas podemos cambiar el rumbo de nuestra vida, chocarnos
con alguna musa perdida deseosa de ser nuestra compañera y fuente
de inspiración.

La guerra fue muy cruenta y había dañado mucho al poeta, de


milagro no estaba muerto. Mientras agonizaba con las manos
hechas añicos, se encontró con una curandera para su alma, una
mujer capaz de arrancarle la tristeza a sus poemas. Ella no buscaba
nada, no quería tener ningún papel en esta historia; fue con sus
brincos y movimientos extravagantes que empezó a construir una
nueva era en la vida del poeta. A veces la vida es tan incierta que
un segundo antes de morir podría darnos una bocanada de aire que
nos permita continuar en esta lucha.

74
Prohibido quererte
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Jaime Sabines

Prohibido quererte,
porque es un pecado
que alguien como yo pueda sentir todo esto.
Nadie podría perdonar
la trasgresión de mis labios,
ni los hombres con sus leyes,
ni algún dios misericordioso,
ni el mismísimo Lucifer.

Tan pequeña, tan frágil,


con esos hermosos ojos infernales.
Tan tuya,
tan a la intemperie
de aquellas miradas inquisidoras
que no entienden lo que sientes,
que no han entendido lo que eres.

Te miro, lo has notado,


y estoy tan seguro que no quisieras que fuera diferente.
Me quieres, lo sé, no te atreves a decirlo
por miedo a la condena social.
Me arrancas sonrisas cuando tu risa explota,
me pones a temblar cuando te acercas,
y aunque esté prohibido hacerlo,
ya he empezado a quererte
y no hay marcha atrás.

75
Yo
En las noches melancólicas
me dejo seducir por el ritmo de las palabras,
por el sabor de su armonía,
y por eso algunos incautos
me llaman poeta desde hace algunos años.
Aún me siento extraño con esa etiqueta,
disto mucho de ser parte
del selecto grupo de los alfareros del lenguaje.
Tengo un poema decente, del cual me siento orgulloso,
advirtiendo sobre los riesgos de
dejarse querer por un escritor.
Tan solo eso, un poema.

Soy un tipo común, nada fuera de lo normal


para alguien venido de otro mundo.
Un díscolo aberrante, un tanto gamberro,
exageradamente vulgar y muy boca floja
cuando la palestra me pide una opinión.

A los trece empezó mi desprecio por las mentiras piadosas.


Prefiero la sinceridad rompealmas
taladrándome el pecho,
desagarrándome la inspiración,
degollándome con versos.

Tuve varias novias, amores imposibles, alguna musa,


una felina de ciudad fue mi última parada.

De niño le temía a la oscuridad;


de grande aprendí a amarla.

Odio la escarcha, los frejoles


y a la gente sin fuego en las entrañas.
76
Prefiero dormir por las mañanas,
buscar historias en los bares
y despertar siempre en mi cama.

Sueño mucho, me inundo de hipótesis,


me duele la mentira, pero perdono la traición
porque en muchísimas ocasiones
he sido un felón conmigo mismo
y con quien más me ha querido.
Aprendí ya de muy grande
a ser paciente, risueño y considerado,
tal vez sea un error, pero de errores se aprende.

Bebí para olvidar, no se pudo.


Bebí para superar, no fue muy útil.
Bebí para amar, no me funcionó.
Bebí para no morir, algunos lunes por la mañana
sospecho haberlo conseguido.

Puedo pelear con el mundo por las personas que amo,


son pocas, pero siempre son prioridad.
Soñé con un fantasma veinte años,
lo vencí, ahora me persiguen otras pesadillas.

Tengo dos libros publicados, treinta y cuatro años,


un poemario por salir y un libro de un solo ejemplar.
Parezco mayor, pero soy un niño.
Lloro, soy berrinchudo, celoso, amargado,
resentido y definitivamente
me enseñaron a la fuerza
que el precio de la felicidad es el desconsuelo.

77
Mujeres
Hay mujeres que tocan y curan,
que besan y matan,
hay mujeres que ni cuando mienten
dicen la verdad.
Joaquín Sabina

Me gustan las mujeres de cabellos largos,


lacios, ondulados. Negros, castaños, rojos, rubios.
Mujeres de labios como granizos y miradas infernales.
Me gusta que puedan ser agua, fuego, hielo. Todo a la vez.

Me gustan las mujeres de manos delicadas,


capaces de tocarme sin ponerme un dedo encima
y follarme con el tacto de un susurro.

Soy un tipo que puede verle las curvas a cualquiera,


pero la forma de un cuerpo femenino
jamás será un motivo para enamorarme.
Aun así, aunque ella no tenga un culo para campeonato,
siempre me tendrá hipnotizado a su vaivén de retirada.

Me gustan las mujeres enamoradas de la lectura,


cantantes por las mañanas, recitadoras por la tarde
y soñadoras las veinticuatro horas del día.
Me enamoro de una idea, de una interrogante,
en ese rubro el tamaño de unas tetas es lo que menos interesa.

Tengo debilidad por las voces con ritmo,


por los tatuajes, por las gafas
y por todo aquello
que me estremece
cuando descubro que un te quiero
me ha calado hasta los huesos.

78
Faquir abovedado
Tengo el agrado de escribirle
a mi amigo casi hermano,
a mi compañero de aventuras extrañas,
a un faquir con aspecto abovedado.
Mi camarada en situaciones extremas,
al que le confiaría mi vida
aun sabiéndolo un traidor sin remedio.

No andaré con esas huachaferías


de contar el tiempo de conocernos.
Pero sin duda, los años hicieron estragos en ambos.
Hoy competimos por ver quién llega primero a los cien,
y no hablo de cronología.

Que no les engañe su rudeza,


su aire sosegado de amo de la racionalidad.
Es un niño resentido y sensible ante todo,
capaz de bloquearte de alguna red social
si osas enfadarlo —ahí se le va el cavernario de la barba—
y se pone un tanto delicado.

Es medio zurdo en opiniones,


caviar para su estilo de vive bien,
bastante facho cuando de religiones se trata
y un cobarde tan valiente cuando se debe pelear.

Es mi confesor, y al que deberé matar


cuando dejemos de ser hermanos,
—sabe demasiadas cosas peligrosas—,
es el único capaz de destruir
lo poco que me queda de reputación.
Tiene esa extraña habilidad de calmarme
mientras reniega por mis disparates.
79
Y aquí entre nos, he visto lirones menos somnolientos
y tortugas más activas en un invierno polar.

Ha soportado los embates de la vida como un mártir,


resistido de pie cuando el mundo parecía destrozarse.
¡Carajo! Quién diga que no es ejemplo
lo tendrá que discutir con mis puños en el acto.

Como todo soñador, necesito una voz racional,


una conciencia gritando constantemente: ¡Alto, la vas a cagar!,
por eso encajamos muy bien, aunque nunca le haga caso.
Yo sería ese tal Quijote y a él le queda bien
el papel de Sancho,
pues lleva el apellido por delante.
Aunque no peleamos contra molinos de viento,
siempre tenemos una crisis existencial
rondando en lo extravagante.

Procuro invitarle grasa siempre, así llegará primero a la meta


y yo podré engordar a peso lento, con tranquilidad.
Muchos creen ofendernos cuando nos dicen pareja,
pero cuando llegas a ser tan amigo de alguien,
eso termina siendo un buen piropo,
y cabe señalar que aunque él traiga la barba,
quien manda aquí soy yo.

80
Suele suceder
El primer poema desintoxicado.

Suele suceder: algunos lunes y jueves apestan,


el edredón pesa toneladas
y los miedos alimentan a los demonios
que habitan bajo tu cama.

Suele pasar: el desgano nos gobierna


y el buen ánimo es desterrado
a los rincones más oscuros
del autorreproche.

Pasa a menudo: el frío penetra en los huesos,


los abrazos se pasan de largo.
La sonrisa se rebela ocultándose
de nosotros frente al espejo.

Aunque el cuerpo este cansado


y el alma a punto de tirar la toalla,
sigue peleando hasta el final.
Nunca te rindas, pelea.

No lo hagas por mí,


sino por ti,
por ti
y
por ti.

81
Adopción
Así la suerte me cambio
con solo verte.
Carlos Carreira

Le dije fuerte y claro:


Soy la peor compañía que podrías tener.
Caminar a mi lado solo te traerá dolores y llantos.
La gente le advirtió:
Evita te vean a su lado,
es un depravado, degenerado, borracho,
un corruptor fanático de Sade.
Echará por la borda tu reputación.

No le importó nada —sabes, lector—, no le importó,


no le dio miedo relacionarse conmigo.

Hubo alguna antes, decía querer,


pero decidió mantenerme escondido,
y no se lo reprocho, tal vez en su puesto
yo habría hecho lo mismo.
Uno debe saber elegir con quién dejarse ver.

Las cosas son diferentes ahora,


ella se la jugó, hizo planes para venirse aquí
y hasta parecía orgullosa de hacerlo.
Fue una bocanada de aire,
un segundo antes de ahogarme.

82
El club del amor

A los catorce me echaron a patadas del club del amor.


No era factible que mi interés por la poesía fuera real.
A un macho solo se le podía permitir
escribir poemas
con la intención de cogerse de alguna teta
en plena adolescencia.
Mi poesía no servía para eso.

Mi paso por el invierno me acercó a la soledad,


aprendí a mirarla a los ojos,
se convirtió en mi amante, confidente, compañera,
y mi estación de llegada
después de una pequeña temporada al pie del arcoíris.

A los diecinueve, Cupido me volvió a admitir en su club


Espero, señor Chauca, que esta vez
no venga con sus perversiones.
La poesía tiene un único fin en la adultez:
colarse bajo la falda de alguna damisela con poca sensatez.

Para variar, mi poesía perseguía otras metas.


Un amor para el olvido llegó en esa temporada,
imagino que los socios del club quisieron darme una lección
y sí que lo lograron,
aprendí que amar duele,
que no todos los que dicen quererte
lo hacen y la traición siempre está presente.

Luego, llegó el Amor de mi Vida,


un amor que sanó viejas heridas
y me enseñó a querer con una paz infatigable.
Lástima, no estaba preparado,
mi vida era un estado de guerra constante
83
y un septiembre lejano
me arrojó a mitad del camino
desnudo y con las manos entumecidas.
Esperaba a mi vieja amante
mientras tragaba tierra
y me congelaba a la intemperie.

Sin embargo, sin darme cuenta terminé


enredado en los cabellos
del Amor de mi Muerte,
un amor tormenta,
desasosiego y felicidad al mismo tiempo.
Una dicotomía como lo era ella.
No voy a entrar en detalles,
ya hay cien poemas
contando esa historia.
De esa vorágine
sobreviví como pude: parchado,
lleno de cicatrices,
con los huesos descarnados
y el corazón latiendo a paso de tortuga.
Cuando todo parecía perdido
y los socios del club se regodeaban
al verme acabado, salió el sol
y mi corazón empezó a curarse.
Empezaremos una nueva historia
y le sacaré el dedo medio a Cupido,
porque con esta adopción
nadie me sacará a patadas
de ninguna historia de amor.

84
Resurrección
Nunca me imaginé
que al mirarte me
rescatarías, me llenaste de
fe y esperanza cuando me
moría.
Carlos Carreira

Eres la maldita que le ha quitado


la fama de suicida a este pseudopoeta.
Porque uno quiere vivir acurrucado
a la tristeza de su poesía
y llegas tú, con esa sonrisa de niña pequeña
a arreglarlo todo.
No hay más poemas tristes,
no hay más desamor,
hasta la melancolía se mudó de barrio
porque no halló un piso desocupado en mi pecho.

Al sonreírme le arruinaste todo el plan de fiesta a la tristeza,


me sacaste de la buhardilla del desamparo donde vivía
para mostrarme que dos pueden volar con un solo par de alas.

Corriste las cortinas invitando a la primavera a besarnos.


Invitando a la alegría a convertirse en mi musa.
Aprendí a vivir en tus mañanas,
me enseñaste que los sueños también dan vida;
tu calidez me sacó del féretro de la desesperanza
donde habitaba
abrazado
a la
muerte.

85
Cómplices, fugitivos y convictos
Nunca olvidaré aquella tarde
que leíste un poema por primera vez,
y un pequeño big bang se encendió en tu pecho.
He llorado, lo juro, las lágrimas me brotaron sin control,
me dijiste.

Mi sonrisa se dibujó casi por inercia


y la sangre aumentó su flujo,
por el impulso de la adrenalina,
al saber que mis versos pudieron emocionarte.

Desde aquel día somos cómplices,


compañeros, fugitivos
y convictos. Somos locos,
soñadores y risueños.
Los escritos siguieron viniendo,
te seguías emocionando
y te gustaban incluso los poemas
que no habían sido escritos para ti.
Nada importaba, veías más allá de las musas
y te concentrabas en mis desvaríos emocionales.
Son tristes, aullaste, me gustan.
Y tus palabras fueron un portazo contra la tristeza.

No llevo la cuenta de cuántos poemas


te pertenecen, y no quiero hacerlo,
solo me interesa que entiendas
que somos cómplices,
compañeros, fugitivos
y convictos. Somos, locos,
soñadores y risueños.

86
Ilegal
Tan radiante y escandalosamente soberbia,
la veras desfilar por la acera,
su belleza haría arder de envidia
a cualquier modelo farandulera.
Y cuando digo belleza no me refiero tan solo a una cara bonita.
Sus cabellos son la cura más potente a la ansiedad,
su manera tan pintoresca de andar
te deshará la tristeza en el acto.

Destellante, suave, liviana, despistada


y en extremo crítica con el orden imperante.
Dice que le falta poco para ser legal,
aún no entiendo por qué ya quiere serlo.
Tal vez para soltarse las alas,
dejar su frondosa cabellera libre al viento
y ser ella sin miedo al qué dirán.
Si la conoces, borrará las penas de tu alma.

Detesta el machismo, a la Policía,


sueña con escapar de la torre
donde la tienen prisionera.
Aunque altiva, es una curandera
que ha logrado inspirar un par de poemas.

La niña ilegal es una santa por lo civil,


se ha adherido al culto peligroso
de los que no se callan y dicen lo que piensan.
Esto le ha valido muchos enemigos,
un par de hijos de puta que hablan mal de ella.
Y aunque quieran derrumbarla, sepan ustedes, basuras,
solo lograrán que muchos más nos sumemos a su causa.

87
Futuro imperfecto
Mi vida fue solo un pretexto
para llegar hasta ti.
Rodrigo Rojas

Tú, la hija de la luna,


con esa enternecedora sonrisa,
y yo, el sucio y alcohólico poeta
de pésima reputación,
entremezclados en una rareza
que escapa de este mundo.

Yo, el tipo que se estremece


con solo mirarte,
y tú, la niña que arde de celos
al saber que alguien más
se ha fijado en mí.

Tenemos tanta mierda acumulada


que ni tú ni yo entendemos
lo que pasa entre los dos.
Además, a ninguno le interesa.

No puedo prometerte
un futuro color rosa
y un bienestar de próximo siglo,
mucho menos que se cumplan tus promesas.
Solo me queda asegurarte
un futuro imperfecto,
un verso cada mañana
y una mirada embobada
cuando tus saetas
atinan en mi pecho.

88
Llegada inesperada
…empecemos sin hoja de ruta.
Me da igual. Será fácil contigo aquí.
Carlos Miguel Cortés

Llegaste a mi vida sin que lo esperara,


sin que lo buscara,
nadie predijo tu aparición de maga
ni el cataclismo que producirías en mí.

Necesitaba una curandera para mi alma,


venía con dolores, con llantos, con heridas aún no curadas,
perdido, sin rumbo,
con un gusto por la autodestrucción.
Necesitaba mucho,
sin darme cuenta llegaste con esa sonrisa cósmica
que tú no has notado que existe,
pero yo la he estudiado a detalle.
Esos ojos en llamas
son nebulosas o pequeñas supernovas, si te parece
más exacta la descripción.

Crees que no te veo;


esa es mi forma de estafarte:
aunque esté prohibido mirarte
te miro, te miro y te miro;
no puedo evitarlo.
Tu sonrisa me mata,
me pone más nervioso que un examen de admisión.
Sueño con tu felicidad,
no me importa con quién.
Tal vez tú seas la versión femenina de Bosie
y yo un Oscar Wilde sin talento.
¿Y qué haremos?
Lucharemos para ser felices, ¿de acuerdo?
89
Toma este poema como quieras:
para bien, para mal o como una declaración
de lo que mejor te parezca.
Sin embargo, no debes olvidar que salvaste mi vida,
me diste todo sin proponértelo,
jamás se te ocurrió pensar en ti como una curandera de almas,
el paracaídas de un poeta que no tiene sentido,
la bendición para un escritor que por ratos se siente maldito.

Curandera de almas, gracias por todo,


sigue sonriendo
y moviendo esa cabellera tan hermosa,
sigue dándole todo a la vida,
sigue enamorando a la gente.
Yo te miro desde lejos sabiendo
que lo harás de la mejor manera.

90
El universo
Me preguntas si mi amor es verdadero.
Me preguntas si te amo a pesar de todo.
No te has dado cuenta
de que cada día estoy más convencido
de que el universo se resume en tu mirada.

Sin reparos
Me gustas libre de ataduras.
Rebelde cuando
te quieren domesticar.
Mandemos al carajo los modales,
las buenas costumbres y la moral.
Me interesas al natural,
con tus sueños tan oscuros,
con tus manías compulsivas,
sin fingir una compostura social
siendo siempre
una niña en libertad.

91
Ángeles salvadores
Para F., por ser una gran amiga
y salvarme con tu papel de reportera.

Suelen aparecer cuando el caos, el alcohol


y las pesadumbres nos dominan;
cuando nuestros saldos de esperanza son devorados
por el hoyo negro de la tristeza.
Se aparecen en tu vida sin tarjeta de invitación,
con la frescura paradisiaca
propia de los seres etéreos.
Son ángeles, y no de cualquier tipo…

Te miran, te arropan con palabras sinceras,


intentan animarte con sus charlas profundas
y chistes sin gracia.

Uno de estos seres llegó a mi vida tras el derrumbamiento.


Con sus preguntas de reportera
y su manía de inflar los cachetes a modo de protesta,
logró sacarme de las arenas movedizas de la depresión.
Es un ángel salvador, aunque ella no se lo crea.
Nunca responde a tiempo los mensajes,
es resentida en demasía
y anda esperando este poemario una eternidad.

Que no me haya lanzado de alguna azotea


es la prueba suficiente
para saberse proveniente de un mundo diferente,
para considerarla un ángel salvador.

92
Un par de locos
Si esto no es ser feliz es que ser feliz
aún no se ha inventado, pero en eso estamos.
Carlos Salem

Somos un par de locos,


personas que al perder la cordura
aprendieron a sentir con el alma
y no con la piel en desuso.

No nos importa lo que digan de nosotros,


ni nos interesa que la sociedad
nos vea como ejemplo de impureza,
de perversión y malos hábitos educativos.
Solo nos importa la sonrisa del otro.

No puedo definir lo que sentimos,


pero puedo alardear que estés conmigo,
de esta ausencia de convencionalismos
y nuestras mil y un promesas
para un futuro en el cual no hay nada dicho.

Ante ti mi alma se torna cristalina


y se expresa sin titubeos.
Eres importante, eres manicomio,
eres una borrachera sin resaca por la mañana.
Eres el azúcar en mi vida
desde que superé mi adicción a la gaseosa.
Contigo descubrí que amar
no solo viene en formato pareja
ni en formato belleza,
sino en un entramado complejo
que parte del alma
y entrelaza un par de sonrisas.

93
Mujer con ojos color esperanza
Exacto, tienes unos ojos verdes preciosos.
Tú al menos acepta mi consejo,
sigue sonriendo así y nunca te faltarán poemas.
Pablo Benavente

No importa si es invierno, verano, primavera u otoño.


Aquí te espero, persona rara.
No importa si fuiste ángel, demonio,
curandera, humana o destructora del romance;
me interesa lo que serás
después de un puñado de poemas
reflejados en tu mirada.

No importa si es de mañana, de noche, de tarde o madrugada.


Aquí te espero, persona rara.
No importa si fuiste una santa en Sodoma,
sacerdotisa en el parnaso o la asesina de Cupido;
me interesa lo que desearás ser a mi lado
cuando la vida te permita quedarte
a compartir un poco de la tinta
de tus labios.

94
¿Dónde está la poesía?
La poesía no está en los libros,
ni en los folios del poeta,
mucho menos se encuentra atrapada en los mismísimos poemas.
La poesía está en la vida misma.
La encontramos en un labio a medio morder,
en unos ojos gritando de tristeza,
en unas manos frías que calientan,
entre las piernas de tu amada,
en los amores a fuego a lento y en los calcinantes.

La poesía no está en los festivales


ni amarrada a los eruditos literarios,
mucho menos en los amores a baño maría.
La poesía está en la mismísima vida:
en los abrazos de tu madre,
en los recuerdos de tus amigos,
en aquella mujer que pone alto al maltrato,
en la risa de un niño jugando en el parque
y en todo aquello que tiene, y no, algún sentido.

¿Dónde está la poesía ahora?


Regada en el mundo, esparcida por todos lados.
En el sonido quejumbroso de los corazones
al partirse en mil pedazos,
en el aliento que te dieron cuando pensaste
que todo estaba perdido.
La poesía está recorriendo tus venas,
en tus ganas de vivir y luchar por tus sueños
sin importar cuál será el resultado.
La poesía no es otra más que la vida.

95
Ella es
Ella es, y si no es ella habrá que inventarla.
Porque no tienes que contarme
lo difícil que es borrarla de los poemas,
arrancarla de los huesos, desalojarla del fuego.
Lo vivo cada día.
Ya he dejado de intentarlo, no vale la pena.

Con ella hasta el más mínimo recuerdo se hace importante.


Bailamos una noche, y aún tiemblo recordando
su mano entrelazada con la mía.
Por eso, borrarla jamás será una opción.

Ella es, y si no es ella habrá que inventarla.


Porque ella es necesaria: un fuego para combatir este invierno,
una risa que rompe el silencio, unos ojos, esos enormes ojos…,
una muchachita llena de miedos que sucumbe ante los rumores
y me sonríe por instinto.

Ella es, y si no es ella la retrato en poemas,


la perfilo con cada letra, la escudriño con mi pluma.
Delineo sus venas, externalizó sus vísceras y huesos,
porque la necesito, porque me hace falta,
porque ella me enseñó a ser feliz
y se lo estaré por siempre agradecido.

Mis sueños dejaron de ser de este mundo,


de este planeta,
de este cuerpo,
de este tiempo.
Mis sueños dejaron de ser míos
para convertirse en el aire que ella exhala.

96
Musacompañera
Yo solo quiero convertirte
en gigantes los molinos,
aunque no nos esté permitido.
Titxu Vélez

Las musas se van y vienen,


son efímeras en la piel y eternas en la mente.
Dejan huellas y tierra quemada,
son volátiles, caprichosas y egoístas en abundancia.
Tras la juerga de versos y caricias,
te apuntan entre los ojos con el arma de su risa,
invitándote a saltar al abismo de lo incierto,
desnudo y vacío de sentimientos.
Sonríen emocionadas ante un poema
mientras caes con el estómago en la garganta.

Una compañera es eterna en la piel y efímera en huidas,


te toma de la mano y se lanza al precipicio contigo
sin importarle la ausencia de paracaídas.
Ríe, llora y se corta los labios para darte de beber la sangre
que te hace falta por la anemia de besos.
Una compañera no pone el pecho por ti,
una compañera se para a tu lado en el paredón y grita:
¡Disparen, cabrones!, a los soldaditos del pelotón.

Sin embargo, ¿qué quieres ser tú?


—le pregunté una mañana al despertar—.
Quiero ser tu Musacompañera.
Ser la única que te obligue a desnudarte de corazas,
para que no vuelvas a acostumbrarte a un adiós
cada veinticuatro días.

97
Algún día será un buen poema
Y libres para siempre de la luna lunática
fornicaron al fin como dios manda
o mejor dicho como dios sugiere.
Mario Benedetti

Empecemos por sonrojar a Dios


con todos los pecados que somos capaces de cometer.
Empecemos a dejarnos llevar
por lo que nuestra esencia necesita
y nuestra alma pide a gritos.

Ven,
muérdeme,
bésame,
aráñame,
párteme las costillas con un abrazo,
hazme tuyo sin tocarme
o tócame hasta el orgasmo;
pero ven, que este cúmulo de grasa,
huesos, frustraciones
y poemas te necesita.
Ven, porque estoy cansado de esta vida
en baja definición
y sobre tus tetas
hasta el dolor es placentero
y la muerte me sabría a esperanza.

Sí, así como lo lees,


te necesito. Porque a toda blasfemia
le hace falta una diosa pagana,
y contigo pecaría, pecaría una y otra vez
hasta en el mismísimo Edén.

98
Ella
Ella solo le tiene miedo
al miedo, y hasta el
miedo la amaría.
Carlos Salem

Ella me enloquece,
porque aprendió que la moral
es un absurdo en este mundo
de caretas.

Se lleva toda mi atención,


porque supo que su piel desnuda
no es la base de la perversión.
Mi lujuria desmedida nace
en lo infame que su mente alberga.

Aprendió a no juzgar las perversiones,


sino a aplaudirlas
cuando uno las libera de las cadenas
del qué dirán.

Aquella mujer que inspira


mis sueños más perversos
es la razón de mi locura,
de mis poemas
y de este libro maldito
que es un conjuro de esperanza.

99
La mala del cuento
La mujer que yo quiero
no busca príncipes azules
ni alguien que la rescate.
Luis Ramiro

No me interesa para nada


la princesa del cuento de hadas,
prefiero mil veces a la bruja malvada.
No quiero Capuleto ni Montesco
ni algún drama shakesperiano,
pues ella no es Julieta, yo no soy Romeo,
y ninguno morirá de amor esta madrugada.

No me interesa el cuento con final feliz,


somos bestias licantrópicas
con abundantes secretos en el interior,
insanos jugando a desbarrancarnos al borde de un precipicio,
escapando de la magia de un cuento de hadas.

Ella será el veneno y encantado morderé la manzana.


Juntos aprenderemos a vivir nuestro sueño,
sin dragones, sin enanos de-mente,
sin espejos encantados.
No usaré sus trenzas como escalinatas
para trepar a su castillo,
usaré su cabello como almohada
para descansar mis sueños.

Aunque me lancen al foso de su olvido,


seguiré dándole vueltas al castillo
esperando un descuido de sus carceleros
para continuar con nuestra historia fuera del cuento.

100
Atraparla
Luego te cuento lo que hace tu mirada con mi cuerpo
todas las flores que nacen con tus ojos despiertos.
Paco Álvarez

Mi felina es literatura fuera de un libro,


palabras y versos en formato carne y hueso,
irresistibles rimas que acompañan mi vida,
porque mi vida sin la literatura no encuentra el camino.

Soy un insano, un demente


intentando devolverla a los libros su lugar de origen.
Entonces decido escribir sobre ella en mis poemas,
intentar atrapar su esencia,
plasmarla en folios con tinta,
y solo consigo captar pedacitos ínfimos de su ser.

Mis esfuerzos son inútiles,


ni todos aquellos poemas juntos
podrán darles siquiera una vaga idea
de lo que realmente es ella,
una tormenta de versos, un incendio literario.

Mi felina es literatura pura e inflamable,


tengan cuidado al leerla,
podrían terminar amándola
como yo lo hago.

101
Te quise hablar de la poesía
Te quise hablar de la poesía
que aparecía tras tus pasos
como estela plateada
persiguiendo alguna estrella.
Te busqué con la mirada
en los rincones más sucios de mi historia,
me embriagué a tu nombre
sin siquiera conocerlo.

Un buen día, en pleno salón de recepciones,


ante los ojos atónitos
de los enemigos de Cupido,
me miraste y la suerte estuvo de mi lado.
Un Hola iluminó mi día
y pude ver todas las respuestas que la vida me había negado.
La respuesta a mis dolores, a mis miedos y pesadillas,
a todos mis signos de interrogación.

Verte sonreír era un privilegio,


una pequeña forma de ser feliz,
de sentirme entero en este mundo
que se cae a pedazos.
Tus sonrisas diarias
alimentan mi ser,
tu voz arrulla mis noches,
y tus labios son el laberinto
en el que quisiera habitar.

Contigo a mi lado
la muerte y sus ofertas
no han encontrado un buen mercado.

102
Chismosas
Van por el mundo
esparciendo injurias,
buscando derruir mi pulcra reputación,
sin saber que Belcebú
tiene más chances de ganarse el cielo
y sentarse a la derecha de Dios.

Busco y busco, y sigo buscando,


alguna razón para justificar sus deseos
de enmierdar sus alrededores.
No la encuentro.
Reinas del chisme,
lacayas del qué dirán,
siervas vendidas a su escuálida moral.

Angustiadas por afecto y atención,


escarban en lo más ruin de su ser
buscando algún destello de humanidad.
No hayan nada, solo vacío.
Pegan el grito al cielo, crean historias baratas
si no entienden la tranquilidad
de gente sonriendo feliz para algo más
que una maldita red social.

A tomar por el culo, blasfemas de la libertad,


puritanas del arte difamatorio.
Aquí hay tanta alegría
para hacerlas arder de envidia
un par de siglos más.

103
¿Cuántas más deben morir?
Eyvi, Sara, Ana, María, Patricia.

¿Cuántos nombres más tendrán


que aparecer en las páginas policiales
para que al fin lo entiendas?
Mujeres muertas por las manos del machismo.

Los verdugos: hombres que al recibir


un NO por respuesta desatan toda su violencia.

Tessy, Lily, Carla, Elida, Karina.

¿Cuántos nombres más, cuántos necesitas


para entender que las están matando?
El sistema no tiene salida, está putrefacto.

¿Cuánta sangre más debe ser derramada


para tomar conciencia?
El machismo mata.

No han empezado a matarlas hoy ni ayer,


esto lleva siglos, milenios…
Lo reafirmaron contándonos de una tal Eva
que mordió la manzana y tentó al pobre Adán.
Por su osadía lo perdimos todo, hasta el Paraíso.
Y sus hijas y sus nietas heredaron esa deuda.
Por eso a todas reprimen, les cortan las alas.
¿A cuántas quemaron con la etiqueta de brujas?

¿Cuántas mujeres más deben morir


para que lo entiendas de una puta vez?
Tal vez estás esperando que sea tu madre,

104
tu novia, tu hija, tu nieta, tu hermana,
para salir a luchar por ellas.

Las están matando. Las han venido matando


y si no haces nada las seguirán matando.

¿Cuánta sangre más necesitas?


¿Cuántos rostros morados más necesitas?
¿Cuántos cuerpos mutilados más necesitas?

Debemos criar varones que entiendan que las mujeres


no son objetos ni seres incompletos.
Son almas libres, libres, libres…

No debes cortarles las alas y ponerles cadenas


para retenerlas a tu lado.
No debes justificar las violaciones:
ellas no las provocan, ellas son las víctimas
de este sistema de impunidad.

No te pediré que digas en voz alta sus nombres,


no te pediré que llores sus muertes,
no te pediré que atrapes a los asesinos.
Tan solo deja de someterlas. Dales libertad.
Deja de pensar que son rosas delicadas o vasijas para tus piropos.
Empieza a respetar su individualidad.
No son infantes. No son respondonas en un escaparate,
como dijo un cura asqueroso.

Son libres, seres pensantes sin necesidad de un macho.


Aunque la Biblia les exija callarse,
mujeres, todas, nunca más
bajen la cabeza.

105
En tres años
Piérdete conmigo
que te llevaré, amor mío,
más allá de lo debido
donde nada es igual,
donde está lo desconocido.
Raúl Ornelas

La miré a los ojos y le pregunté: ¿Cuál es tu mayor secreto?


Me respondió con una voz de niña pequeña:
Todos escondemos demonios detrás de las sonrisas.
Te daré tiempo para que sanes tus heridas,
te daré tiempo para que combatas a tus monstruos.

Mientras la miraba me di cuenta


de que su hermosura no cabía en una foto,
mucho menos en un recuerdo.
Destilaba ternura, era más hermosa
que una garúa en pleno verano.
Ahí estaba yo, con su rostro sobre mi hombro
intentando contenerla entre mis brazos,
intentando aliviar sus pesares,
jugueteando con sus cabellos.
Respiré, y le dije sin titubear:
En tres años volveré a preguntar lo mismo
y mirándote a los ojos te partiré en un abrazo,
y veremos si esta vez las cosas son distintas,
si el destino quiere jugar sin cartas marcadas,
si te estalla algo en el pecho que aniquile a todos tus monstruos.

Por si las dudas, mi vida, te quiero;


y espero que esperes
que aún te quiera.

106
Los días malos
Menos mal que quedan abrazos
de esos donde se aprieta tanto que parece
que te van a romper. Y en cambio, te reconstruyen.
Defreds

Los días malos son abundantes,


con su tono grisáceo decolorado
y su frío invernal producen dolor en los huesos,
hacen crujir la autoconfianza.

Los días malos son una trampa para la primavera.


No salgo a pelear con la vida,
me arrastro por su malicia
esquivando a la muerte,
revolcándome en el lodo de su inmundicia.

Todo pinta mal: el trabajo, la universidad, la deuda con el banco,


los mensajes de mi ex, las heridas que nunca sanaron.

De pronto apareces montada en espuma


y golpeas mi pecho-orilla como una ola de esperanza-mar,
me reanimas el corazón,
me hablas con sonrisas,
me besas con miradas,
me sanas con tu voz.

Un Te quiero por la mañana


empieza a pintar de acuarelas el día,
todo resulta más fácil
y ante tamaño milagro
solo puedo decirte:
Gracias por estar aquí.

107
Bebiendo se escribe mejor
Bebiendo se escribe mejor,
me susurran Bukowski, Hemingway y Poe.
Ese es el motivo de seguir en pie tras tantas borracheras;
una vaga esperanza de algún día
lograr alguna buena línea, algún buen poema.

Bebe, bebe, bebe, y si puedes drógate con algún potente estupefaciente,


me susurran los poetas malditos.
Les hago caso en aquello del alcohol,
y sobre las drogas me rehúso a usarlas por el tema de la adicción.

Ahí están los malditos: Rimbaud, Baudelaire y Verlaine,


burlándose de mi negativa de probar la sífilis
como motor de inspiración.

Te he fallado, le digo a Bukowski


cuando en estado de ebriedad solo pienso en dormir
para evitar la resaca,
y no se me ocurre una buena historia, ni siquiera un buen verso.

Rimbaud tenía dieciséis cuando logró entrar


al círculo parisino de escritores.
Yo, con más de treinta,
a las justas leo mis poemas para unos cuantos ebrios
que tal vez ni quieren escucharme.

En este tórrido romance del alcohol y las letras


nunca podremos tenerlo todo,
por eso, si no puedo ser un escritor,
me quedaré con el puesto del borracho
que soñaba con ser un buen poeta.

108
Tras la muerte
Si estoy vivo tras tu muerte,
encontraré alguna forma de rendirle honor a tu recuerdo.
No te lloraré, tendrás tantos viudos llorando
que una lágrima más empezaría el diluvio
y no quiero mojarme los zapatos.

No será escribiendo. Hay gente que te escribe mejor


y para ese tiempo seré peor poeta y ellos tendrán mejores letras.

Veré qué hacer.

No llevaré flores a tu tumba,


ya hay quien te las da en vida y para ese tiempo
tendrá mejores arreglos que este viejo borracho,
escaso de detalles originales.

No sé qué más llevan a las tumbas.

En tu entierro te dejaré la falange distal de mi meñique derecho


debajo de una de esas flores
que alguno de tus admiradores pondrá junto a tu lápida.
Así, parte de mí se quedará contigo.

Eso sucederá si mueres antes que yo,


pero guardo la enorme convicción, la enorme esperanza
de morirme primero.

109
El precio del amor
Nunca tengas miedo de decirle a la gente que la quieres,
aunque te partan el alma en ocasiones consecutivas,
aunque te calcinen con sus mentiras.

Eso es el amor. Ese es su precio.

Cupido no es aliado de los cobardes,


y como diría Silvio:
Los amores cobardes no llegan a historias.

El miedo a la soledad es un mal consejero


si buscas sentir primaveras ruborizándote las mejillas.

De nada vale reprimirse en el amor,


esa opción solo nos deja frustraciones.
El amor se vive, es una máquina de fabricar alegrías.

Solo aléjate del amor


cuando este quiera cortarte las alas y magullar tu carne,
cuando quiera hacer de ti una muñeca rota,
una prisionera de sus limitaciones e inseguridades.
El amor es libertad, el amor no lastima.
Te empuja a ser mejor,
te acompaña en llantos y tristezas,
no solo te busca para hurgar en tu entrepierna
y hacerte sentir culpable de entregarte a tus instintos.

Vamos, te doy una mano con ese tal Cupido.


Me gusta que sonrías,
y aunque no te conozca del todo,
me gusta saberte feliz.

110
Te enseñaron
Te enseñaron a vivir a su manera,
que tus sueños no eran importantes,
que tus miedos eran de cobardes,
que buscaras su velo protector.
Inconscientemente lo aceptaste,
pensaste que eso era el amor.

Te mintieron, les creíste —siempre tú, tan ingenua—


cuando te dijeron que distabas mucho de la belleza,
que tu cuerpo no era de modelo
y le faltaban un par de tallas a tu pecho.
No entendiste que la hermosura se define
con tu manera de encender el mundo.

No he venido a levantarte el ánimo


ni a inventarte una autoestima en forma de espejismo.
No tengo razones para mentirte,
pero sí un interés desbordado
en seguir el rastro de las estrellas
que nacen en tus hombros y estallan en tu espalda.
Reinventaría constelaciones en tus escápulas
y llenaría de tinta cada una de tus vértebras.

Te contaron un millón de mentiras para mantenerte cautiva,


para disminuir tu autoestima y no te dieras cuenta
de que ellos no te merecían.

Vengo a romper tus cadenas.


Sonríe, muchacha de los ojos color innombrable.
Sonríe, porque así
matarás de envidia a la pobre Afrodita.

111
Felina de ciudad
Si esto de ser feliz arruina mi poesía
que se joda mi poesía, ahora me toca a mí.
Carlos Salem

Despierto con el frenesí a flor de piel


desde que sé de tu existencia
y tu risa me rebalsa por los poros,
felina de ciudad.

Saberte esplendorosa y despistada,


mientras cruzas las calles para llegar
a ese trabajo de mierda que consume tu día a día,
me genera una desazón,
una desazón que no puedo quitarme,
porque esta es tu jungla y eres tú quien pone las reglas.

Algo despeinada, somnolienta,


con un maquillaje que resalta tus ojos felinos,
sales al mundo. Cruzas huracanada entre los coches
para llegar temprano a tus clases
y a mí solo me queda decirte
que no te olvides de ser ese híbrido de niña y fiera salvaje,
ese ángel incivilizado, esa diosa de carne marfilada,
y sobre todo una felina de ciudad.

Volveré a dormir, solo desperté


para llenarte el chat de te quieros malditos,
te quieros disfrazados de versos desencajados
que de alguna forma se convertirán en un mal poema,
un mal poema que te pertenece, felina de ciudad,
mi fiera salvaje, mi animal en peligro de extinción.

112
Poetas urbanos
Últimamente me he atiborrado de poesía,
devorándola, atragantándome con sus palabras.
Las he sentido fermentarse en el fondo de mis entrañas.
No me importaron las deudas, la necesitaba.

No son los versos de esos famosos escritores


que los eruditos llaman “poetas de lujo”,
no son aquellos autores reconocidos por la academia
y respetados aunque nadie los entienda.

Son poetas de a pie, soñadores comunes y vulgares,


como tú, como yo. Con la única diferencia
que se atrevieron a vivir de esos sueños,
mientras nosotros nos pudrimos en una oficina
hipotecando el futuro en cuotas
de ocho horas al día por miedo a la dictadura estomacal.

Son poetas, mis compañeros, aunque ellos ni sepan que existo.


Son mis amigos a pesar de todo, porque en sus versos
me vi reflejado, me vi desnudo,
me hicieron llorar sus dolores porque son hermanos de los míos.

Salem, el poeta español más canalla que nació en Argentina.


Pedro Andreu, el amable juglar en paro, mi compadre.
Ambos se convirtieron en maestros inalcanzables,
en mi paradigma de la poesía,
no solo por su visceral forma de escribir
y sus técnicas elaboradas,
sino por esa fascinante manera de ver el mundo
y de empujar el arte por el arte
cada lunes tras la resaca
dominguera.

113
Ni príncipes ni princesas
A vivir se aprende
a fuerza de pedradas.
Pedro Andreu

No soy un príncipe azul


ni mucho menos ella una princesa;
a lo mucho llegaré a ser su sapo color cobrizo
y ella mi guerrera engreída.
No buscamos ser la clásica novela de amor
con final feliz y casita en el campo;
estamos perdidos, derruidos por nuestros miedos,
y a pesar de todo nos queremos sin reparos.

Ella soñaba con un amor lejos de las tempestades,


un galán con los pies en la tierra,
atento, con ganas de jurar amor eterno
cada día, cada mañana al despertarse.
Un compositor de canciones edulcoradas,
con voz de tenor y dispuesto a vivir por ella.

Rompí su arquetipo de amor esperado,


vivir por alguien no tiene mérito alguno,
yo moriré por verla feliz si es necesario.
Si hay suerte escribiré alguna tonadita de tres acordes.
Me enfrentaré por su amor a hechiceras, a injurias,
a ogros y pantanos, quién sabe,
tal vez a un duende que habite en su olvido más lejano.

114
Redención
A la víctima de mis errores.
Tu rabia y dolor no tiene precio
y mis pecados no podrán
ser perdonados.

Nunca me he jactado de ser una gran persona,


he cometido miles de errores y he traicionado
a las personas que más me han amado.
Fallé y eso no tendrá perdón jamás.

Durante años cargué en mis maletas


el cuerpo putrefacto del hombre que un día fui.
Fue desleal asesinarlo cuando el miedo me acorraló.
Escondí como pude las evidencias de mi pecado.
Años viviendo con el temor de ser descubierto,
intentando disimular el aroma a muerte, traición y deshonra.
El diablo encarnado me llamaban algunos,
y no se equivocaban, e incluso creo ser peor.

Un día los azares de la vida dejaron


el cadáver expuesto, no pude ocultarlo más.
Me costó mucho asimilar la idea,
la culpa me carcomió, me destruyó. Me convertí
en un ente opaco, sin luz.
Fui el predador de las personas que más amor me profesaron
y me volví el demonio que dormiría bajo sus camas.
Esa idea no me dejó tranquilo durante varias semanas.

La culpa me venía bien, debía pagar por mis crímenes,


nadie sale intacto de la justicia del tiempo.
Las cosas estaban hechas y debía hacerme cargo:
cogí la pala, empecé a cavar,
sin miedos, algo más libre, menos putrefacto.
Arrojé el cuerpo al foso y lo cubrí de tierra.
115
No quise borrar las evidencias de mi pecado,
era momento de asumirme malvado y buscar redimirme.

Vislumbré la libertad que me daba la verdad,


podía volver a empezar, sin cadenas, sin temores,
con el único propósito de no volver a cargar con un muerto
en mis maletas.

116
Belleza
¿Es hermosa?
No, hermosa es cualquiera,
basta una cara bonita,
un cuerpo para el deseo
y ya tienes a una mujer
con mil tipos revoloteando a su alrededor,
deseándola de manera superficial,
buscando como meterse en su cama.

Ella es mucho más que eso, es magia.


No necesita de tetas como montañas,
porque está hecha de polvo sideral.
Para curar almas resquebrajadas
no hay mejor remedio que una sonrisa sincera
y ella derrocha de esas sin medir consecuencias.

Sus ojos, su sonrisa, sus pequeñas manos


son mejores que siete años en la Facultad de Medicina.
Puede cambiar tu suerte
con una mirada desafiante
y revivirte el corazón
con un electroshock de sus labios.

Su belleza real y pura


no es publicable en el Instagram.
Las fotos en las redes sociales
son para esa gente fea
que solo tiene una cara bonita para mostrar.
Ella es mucho más,
es una belleza que se te clava directo en la retina.

117
Reina de las excusas
Se llenaba de un millón de pretextos
para intentar hacerme entender que lo nuestro era una mala idea.
Era una de las personas más nobles que he conocido,
pero tenía una noción distorsionada de la honestidad.
Prefería dar excusas a ser sincera y lastimar con la verdad.

Una noche hice un pequeño conteo


de aquellas coartadas elaboradas por piedad.
La edad es una gran dificultad para el amor, según decía.
Su historia familiar no me favorecía,
su madre no me soportaba y su padre ya andaba algo inquieto
por saber quién era ese con el que tanto salía.
Que su hermana me mira mal todo el tiempo,
que eso de andar en moto no le favorece
y ella prefiere montarse en una bicicleta.
Que ama a los gatos y yo soy feliz con mis anfibios.
Que el color de sus ojos no combina con mi ropa
ni con mi cara ni con mi pelo.

Resumiendo, que ni sueñe con sus labios


porque la realidad me la ha negado
y que es una fantasía insana
esto de seguir intentando colarme en su destino

Tantas excusas para ocultar una única verdad:


que en el amor tiene mejores ofertas
como para detenerse a tomar en cuenta
a un remedo de poeta que estaría dispuesto
a llevarle un caldo de gallina cuando esté enferma.
Que en el amor ella tiene mejores pretendientes
y que debería conformarme con ser uno más
de los embobados que sueñan con sus cachetes.

118
Si tu padre te pregunta

Si rumbo al hospital, tu padre te pregunta


¿Quién es ese tipo que tanto te escribe?
Dile que soy el sujeto que más te ha querido.

Si esa respuesta no le bastara y quisiera saber, mi futuro suegro,


cuáles son mis intenciones contigo, lo buscaré para decirle:
Quererla, cuidarla y empujarla a dejar la vagancia.
Buscarle una oportunidad a su gusto por el arte,
devolverle las ganas de soñar con su guitarra.
Su niña, don M., tiene muchísimo talento,
pero está cargada de miedos y de una abrumadora pereza.

Resumiendo, futuro suegro, la quiero de lunes a domingo,


en jordanas de doce horas diarias.
Eso sin contar las horas extras.
A veces parece que ella me quiere un poquito los lunes,
solo a veces un par de minutos a la semana,
aunque a ella no le guste aceptarlo.
Debería iniciar una huelga y exigir un aumento.
Hablaré con el sindicato de corazones rechazados
para ver cómo soluciono este lío laboral.
¿Por qué la quiero tanto?
¿Realmente, suegrito, no se lo imagina?

Tiene esa manera tan propia de sonreír,


ese talente tan de diosa encarnada
que le arregla a uno todo
lo que trae descompuesto por las mañanas.
Si ella me mira siento que podría comerme el mundo
y no habría enemigo invencible si la tuviera a mi lado.

119
Harás feliz a tu madre
Harás feliz a tu madre casándote con un tipo
que ella acepte sin rechistar.
Tendrás al novio ideal, encajará en tu estándar,
cumplirá los mínimos requisitos
para no avergonzarte con tus amistades.

Dejarás pasar la oportunidad de ser feliz,


porque ser feliz es un lujo que prefieres evitar.
Me repites con un tono de autocompasión:
Es mejor una sonrisa tranquila y fingida
a pelearme con el mundo por un poquito de alegría.

Irás por el mundo con tu amor a baño maría,


ese que no arriesga nada ni te indispone con tu grupo social.
Seguirás teniendo la fama de angelical,
aunque desearías quemarte un poquito
en el club campestre de un tal Satanás.

Soñarás con romper tus cadenas,


vivirás en infinitos mundos,
serás un fiera que devora los complejos,
mi carne saciará tu hambre
y pensarás que valió la pena arriesgarlo todo, enfrentarte a todos.
Y a la mañana, cuando despiertes,
tendrás un sinsabor en los labios
al darte cuenta de que todo fue un sueño
y tu amor de catálogo seguirá echado a tu lado
sin generarte algún problema.
Y pensarás: ¿Qué hubiera pasado si me arriesgaba aquel día?
¿Si hubiera mandado todo al diablo y me leía ese libro de poesía?

120
Lo perdimos todo
Ojalá que mi amor no te duela
y te olvides de mí para siempre.
Que se llenen de sangre tus venas
y te vista la vida de suerte.
Yo no sé si tu ausencia me mate,
aunque tengo mi pecho de acero,
pero nadie me llame cobarde
sin saber hasta donde la quiero.
José Alfredo Jiménez

Desde que decidiste construir este muro de hielo entre los dos,
me carcome la angustia pensando en cómo la estarás pasando,
me quema la mente al intentar descubrir
si hay alguien deseándote las buenas noches,
si se preocupan por ti y te recuerdan que debes comer.

Los días pasan y esta ansiedad es cada vez mayor,


ambos conjuramos una tempestad
que no dejó ni rastro de lo que fuimos.
La culpa me destruye día a día,
juntos pudimos tomarnos de la mano y salvarnos,
pero nos fue más fácil perder el control
y decidir acabar con nuestro futuro.

A pesar de todo, te sigo amando


con la misma intensidad de siempre
tal y como tú, seguro, me odias y te odias,
aunque siempre me dijeras que no puedes odiar.
Repetía incansablemente que estabas hecha de magia,
y mira tú, esa magia sirvió para invocar este desastre,
permití que se desatara la fiera salvaje que dormía en ti,
al soltarle las cadenas no conseguiste la libertad anhelada
sino una culpa mayor.
Fue ahí que entendí la razón de tu cautiverio,
entendí el porqué de mantenerla domesticada.
121
Todos los días el mismo sueño, un simple saludo de tu parte
que reacomoda un poco mi mundo resquebrajado,
un rayo de luz que hace crecer flores en las ruinas de esta ciudad,
un mensaje que nunca llegará,
y una vez más nos desvanecimos. ¡Maldita sea, nos perdimos!
Esta enorme impotencia por perderte así,
sin ser mi culpa completamente,
pero sintiéndome la razón de tu dolor,
es la que día a día me va consumiendo.

Cuídate, un saludo a la distancia,


una sonrisa directa al corazón.

Perdón por las copas de más,


sé que no es hora quizás,
pero se ha abierto una herida.
De nuevo me puse a pensar
en las promesas de amor que un día te hacía,
perdón ya no pude dar más
y juro fue el amor quien abrió la botella.
Lo peor de estos tiempos de paz
es vivir añorando los tiempos de guerra.
Edson Lara, Selva alegre

122
Como un loco
Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte.
Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.,
me receto tiempo, abstinencia, soledad.
Jaime Sabines

Soy un tipo al que no le va bien extrañar,


aunque a decir verdad no te extraño,
este vínculo es muy complejo
para extrañar así, a secas.
Para definirlo tardaría años
—no me quedan tantos—
y prefiero no desperdiciarlos
en vanas explicaciones.

Eres de aquellas personas que se le clavan


a uno en el alma.
De esas que rara vez llegan,
y cuando lo hacen
son cataclísmicas.
Después de ellas no hay más historia.

No te extraño como tu exnovio.


No te quiero como tu amante.
No te pienso como alguno de tus galanes.
Lo hago como solo un demente podría.
Como un loco que aprendió a fundirse contigo
y no es capaz de definir con palabras
todo aquello que sintió en un beso.

123
La niña mala
Regálame el placer
de ser tu amor prohibido otra vez.
Rescátame también.
Edgar Oceransky
Qué ella está llena de misterios,
de fábulas y leyendas.
Que dos habitan en un solo cuerpo,
que al amarla uno tiene que aceptar
esa división sumaria, esa bipartición del alma.
No saben lo feliz que soy
cuando a alguna de ellas
se les escapa una pequeña muestra de afecto.

La niña mala es la que menos aparece,


es la esencia verdadera, la original.
Vive agazapada como una fiera al acecho.
Cuando se libera debes estar preparado
para su fuego infernal.
Serás el cómplice o la víctima de sus arrebatos.
Muerde y rasguña como una pantera,
sonríe como una niña y gime en fa mayor como todas las gatas.
No debes temerle, solo dejarla dominar.

La niña buena es la predominante,


siempre pensando en los demás,
jugando a ser sensata
y sometiéndose a sus temores.
Evita las controversias, es amable,
sonriente y escasa de malicia.
A su lado descubrirás que puede ser mayor,
pero en el fondo es una niña atrapada en su castillo-prisión.
Tenerla cerca despierta una sensación intestina por abrazarla
y susurrarle al oído que nunca más estará sola.

124
Epílogo
Casi siempre, casi por añadidura o causa poco probable, uno se
aventura a este camino sin tregua de escribir, de escribir simplemente
por el mero gusto de sacar el alma a pasear, a tomar el fresco, y
quizá por eso el amigo Alonzo con z se mete a la fragua de las
letras y la imaginación sin tabúes, ni taras, con esa pasión de los
paracaidistas que saltan sin temor a que se abra la bolsa o no se abra
simplemente.

Norecomendable
Lima, enero del 2020

125
Agradecimientos
En este apartado quiero agradecer a todas aquellas personas
que empujaron este proyecto desde el inicio. Algunas no serán
mencionadas por tener algún poema en las páginas anteriores
que los vinculan a momentos de mi vida y saben cuánto se los
agradezco. Para todos y cada uno de ellos un enorme abrazo; esta
labor quijotesca no habría sido posible sin ustedes. El orden de
aparición no sigue ninguna regla cronológica o de importancia.

Agradecer a Sarita, por ser mi editora interina, por soportarme en


esos momentos de crisis cuando un poema pone mi mundo patas
arriba.

Gracias a Sherly Tatiana, por haber sido una de las propulsoras de


esta locura. Aquellas charlas sobre literatura hace tantos años me
motivaron a querer jugar al escritor.

Gracias a Chelina, siempre tan amable y combativa, tus palabras


para con mi poesía siempre son refrescantes.

Gracias a Mabel, a pesar de los problemas siempre estás dispuesta


a brindarme un poquito de tu arte, ya sea para mis libros o mi piel.

Gracias a mi amigo Frank Cáceres “Locopump”, una de esas


personas que siempre están dispuestas a apoyarme con su trabajo.

Gracias a Aldo Pecho, por el esfuerzo de revisar y evitar los errores


en este poemario.

Gracias a Evelyn, por tu amistad y por esos videos leyendo mis


poemas.

Gracias a ti, que día a día me animas con tus mensajes. Sin ti, lector,
nada de esto sería posible.
127
ÍNDICE
Prólogo 7
Amantes sin camino de regreso
La musa y el poeta  13
Primero de enero  15
Entre quererte y odiarte  17
Contradicciones  19
Desconectarme 21
Libre de mí 22
Promesas 23
Pasar la página 24
Tu indiferencia 25
Amor propio 26
El amor 27
Me necesitas 28
Me rendí 29
Jardín de hielo 30
Litros y litros 32
Aprendí 33
No vuelvas 34
Humillación 35
Cobarde 36
Niégalo todo 38
Amores imposibles
Un mes después  41
Aquí estamos  43
Vino barato 44
Me gustaría 45
Te he amado  46
Gracias  47
Fugacidad  49
Lirio de fuego  51
¿Qué es enamorarse?  52
Si la ves  53
Beber tus lágrimas  54
Historia de un desastre  56
Mi lado de la cama  58
No quiero despertar  60
Un par de cobardes  62
Nunca serás una maldición  63
Mujer de agua, fuego y hielo  64
No caeré  65
Sin título  66
Desde cuándo ama la poesía  67
Madurez  68
Despedida  70
Un poeta feliz en la ciudad

El fin de la guerra 73
Prohibido quererte 75
Yo 76
Mujeres 78
Faquir abovedado 79
Suele suceder 81
Adopción 82
El club del amor 83
Resurrección 85
Cómplices, fugitivos y convictos  86
Ilegal  87
Futuro imperfecto  88
Llegada inesperada  89
El universo  91
Sin reparos  91
Ángeles salvadores  92
Un par de locos  93
Mujer con ojos color esperanza  94
¿Dónde está la poesía?  95
Ella es  96
Musacompañera  97
Algún día será un buen poema  98
Ella  99
La mala del cuento  100
Atraparla  101
Te quise hablar de la poesía  102
Chismosas  103
¿Cuántas más deben morir?  104
En tres años  106
Los días malos  107
Bebiendo se escribe mejor  108
Tras la muerte  109
El precio del amor  110
Te enseñaron  111

Felina de ciudad 112
Poetas urbanos 113
Ni príncipes ni princesas  114
Redención  115
Belleza  117
Reina de las excusas  118
Si tu padre te pregunta  119
Harás feliz a tu madre  120
Lo perdimos todo  121
Como un loco  123
La niña mala  124

Epílogo 125
Agradecimientos  127

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