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ORTEGA Y GASSET
Apuntes para uso privado de los alumnos de Sta. Mª de los Apóstoles, basados en la obra
Cuadernos de COU y Selectividad Historia de la Filosofía de los autores J.M. GARCÍA-MAURIÑO y
J.A. FERNÁNDEZ REVUELTA de la Editorial Alambra Longman, así como en Historia de la Filosofía de
J. SEGOVIA, J. ARROYO, F. NAVARRO, de la editorial Anaya.
Ortega es crítico con el racionalismo y con el idealismo; se sitúa en un plano mucho más
existencial, más vivo, menos metafísico. Se pregunta por el hombre y no le da una respuesta esencial,
sino histórica. ¿Acaso el hombre tiene un constitutivo esencial al que podemos llamar naturaleza?
Trata de ver que lo esencial es la vida; es decir, que la realidad humana no consiste en ser, sino en
vivir, y que tal vivir es equivalente a la constante mutación histórica.
Europa pierde el liderazgo político y económico que había tenido antes de la Primera Guerra
Mundial (1914-1918). Las dos grandes potencias -Estados Unidos y URSS- se reparten el mundo.
China despierta, y surge un Japón fuerte.
Resulta extraordinariamente difícil considerar cuándo empieza la época actual y qué filosofías
son las más modernas. Apenas podemos iniciar algún tratamiento de las principales «corrientes
filosóficas». Hay un nuevo concepto de naturaleza, propio de la física moderna; un nuevo concepto de
metafísica, basado en los nuevos descubrimientos de la física; existe una crisis de la importancia que
tiene el concepto de conciencia y subjetividad; también hay una gran necesidad de aclarar un nuevo
concepto de «razón».
Vamos a empezar por ver algunas de esas corrientes, clasificadas de forma completamente
arbitraria, pero, no obstante, podemos obtener una visión panorámica de la filosofía actual.
Neopositivismo
La confianza en la lógica y en la experiencia; desde los años veinte, y junto con la filosofía
analítica y el Marxismo, constituye el núcleo central. de la reflexión filosófica. El espíritu del positivismo
iba a surgir revestido de un ropaje más moderno y actualizado: llamándose positivismo lógico,
empirismo lógico o filosofía del Círculo de Viena. El interés de los positivistas por la lógica matemática
fue motivado por su admiración hacia la labor de los lógicos, sobre todo de Ludwig Wittgenstein.
• Karl Popper (filósofo británico; nac. 1902) establece un principio para poder distinguir
entre lo que es ciencia y lo que no lo es: el principio de falsabilidad. Un hecho que
desmiente o contradice una teoría basta para invalidarla; una teoría es «falsada» (no
falseada) cuando se descubre un hecho que la desmiente, o cuando se puede deducir de
la teoría un enunciado singular que no la verifica. Es contrario, por tanto, al criterio de
verificabilidad empleado por los positivistas.
• Thomas S. Kuhn (físico e historiador de la ciencia; nac. 1922, en Estados Unidos) es uno
de los principales protagonistas de la nueva filosofía de la ciencia. Sostiene que el avance
de la ciencia no es acumulativo: hay cambios bruscos que revolucionan periódicamente la
ciencia; esta revolución no se produce por razonamiento lógico, y la ciencia no se dirige
hacia un fin preestablecido.
• Paul Karl Feyerabend (filósofo vienés; nac. 1924) estuvo cerca del positivismo y de las
doctrinas de Popper, pero luego derivó hacia un relativismo extremo al que se conoce
como anarquismo epistemológico: ningún punto de vista es intrínsecamente, y por sí,
superior a sus rivales, puesto que no existen sistemas de valores universales mediante los
cuales pueda establecerse comparación.
Filosofía analítica
• Bertrand Russell (filósofo y matemático británico; 1872- 1970), premio Nobel de Literatura
en 1950, inicia la filosofía del atomismo 1ógico, por el cual el mundo, la realidad, supone
una totalidad de hechos atómicos; es decir, el mundo se compone de entidades
independientes y aisladas, que pueden ser conocidas directamente en sí mismas, sin
referencia al resto del Universo. La idea básica del atomismo lógico es que el mundo
posee la estructura de la lógica matemática.
No es que haya tal o cual tema de reflexión filosófica puesto en cuestión, sino que lo está el
conjunto del proyecto filosófico. El filósofo de hoy encuentra en Freud, lo mismo que en Marx o
Nietzsche, los filósofos de la «sospecha», que arranca máscaras y frivolidades sociales. Ha nacido un
problema nuevo: el de la mentira de la conciencia; este problema no puede figurar como algo particular
en medio de otros, sino que es el problema central y radical del hombre en esta época. Se llega a una
teoría muy nueva y profunda del psiquismo humano en Freud, por medio de su método psicoanalítico;
se pasa por la fenomenología de Husserl, que es casi una egología, y se arriba más tarde a los
llamados existencialismos. Así, iremos viendo sintéticamente el aporte de cada uno de estos
movimientos a la reflexión filosófica.
Psicoanálisis
Sigmund Freud, médico vienés (1856-1939), llega, en la búsqueda de un método para curar
trastornos psíquicos, a la formulación de una teoría completa acerca del dinamismo profundo de la
vida psíquica de la persona. Estudió lo individual (el yo, el superyó y el ello) y lo social, y estableció la
teoría de los instintos (la interpretación de los sueños, la frustración y complejo de Edipo). Sus
observaciones acerca del origen de la religión, la moral y la sociedad fueron reflejadas en sus obras El
porvenir de la ilusión, El malestar de la cultura y Tótem y tabú.
Fenomenología
Edmund Husserl, filósofo alemán (1859-1938), es el fundador de una filosofía que él quería
que fuera una ciencia estricta. Se trata de una respuesta a la crisis de la ciencia; critica el positivismo,
y llega a una introspección de la conciencia hasta puntos trascendentales, la Fenomenología.
Seguidores de esta tendencia, más realistas que Husserl, entre otros, son: Edith Stein, Dietrich
von Hildebrand, A. Reinach, etcétera. Los más importantes:
Existencialismo
Como fuentes principales se señalan a Kierkegaard (filósofo danés; 1813-1855), Max Stirner,
Nietzsche (el existencialismo es una radicalización de la filosofía de la vida), y escritores como
Dostoievski o Kafka. En Francia fue introducido el existencialismo alemán por dos rusos emigrados,
Berdiaeff y Chestov, que difundió el pensamiento de Kierkegaard; el francés Gabriel Marcel dio a
conocer a Heidegger y a Jaspers.
• Martín Heídegger (alemán; 1889-1976) mantiene una actitud equívoca con el nazismo; da
prioridad a la existencia sobre la esencia del hombre, que es un ser-en-el-mundo, dasein,
cuya postura esencial es cuidarse porque soporta una angustia vital, que le puede llevar a
una existencia inauténtica, despersonalizada; sólo la voz de la conciencia, que no es sino
el ser mismo del dasein, llama al hombre a la existencia auténtica. El auténtico humanismo
consiste en comprender que el hombre no es señor del ente, sino «pastor del ser», y que el
lenguaje es la casa del ser.
A partir de la década de los sesenta surge una nueva moda, después del existencialismo: el
estructuralismo. Esta corriente de pensamiento está integrada por un conjunto de autores cuyas
investigaciones están orientadas a detectar las estructuras subyacentes en fenómenos de
naturaleza distinta (etnología, psico- análisis, antropología social, lingüística). Se presenta más como
un método para el conocimiento y la investigación científicos, como un procedimiento para la
búsqueda de las leyes que regulan la realidad, que como una doctrina; tiene como base una
determinada concepción de la realidad.
• Claude Lévi-Strauss (filósofo belga; nac. 1908) es el más típico representante de esta
corriente; ha llevado a cabo la aplicación del método estructural a la etnografía y a la
antropología social.
• Louis Althusser (argelino; 1918-1985) relee e interpreta El Capital de Marx como una
teoría científica acerca de la historia, acerca del tiempo histórico y de la infraestructura
económica, como principio determinante de la explicación de la realidad. Niega que sea
estructuralista.
• Michel Foucault (francés; 1926-1984) trata de la estructuración del saber, a partir de tres
«positividades»: trabajo, lengua y vida. Trata de ver la relación entre las palabras y las
cosas. Ha estudiado la historia de la locura, de la clínica, de las prisiones y de la
sexualidad. Su concepto de episteme (ciencia) equivale de alguna manera al de estructura.
De entre la gran variedad de problemas abordados por esta Escuela, vamos a exponer dos de
los más significativos:
2.2.5. Marxismos
• Gyorgy Lukacs (húngaro de Budapest; 1885-1971), cuya obra más importante es Historia
y conciencia de clase, aboga por un análisis de la realidad como totalidad, pero no en un
sentido abstracto como Hegel, sino una totalidad concreta, histórica, en la que no
desaparecen las contradicciones. Sigue utilizando el método dialéctico. También mantiene
la categoría de «sujeto» como elemento fundamental de la totalidad histórica concreta; y es
aquí donde inserta la importancia de la conciencia de clase del proletariado como motor de
la historia.
• Antonio Gramsci (italiano; 1891-1937) escribe toda su obra desde la cárcel: estuvo preso
desde 1926 hasta su muerte. En Cartas desde la cárcel, su tesis fundamental estriba en
darle la importancia que tiene ala unidad de la teoría y la praxis: «La identificación de la
teoría y la práctica es un acto crítico, con el cual se demuestra que la práctica es racional y
necesaria, o que la teoría es realista y racional.» Destaca la importancia de la filosofía, es
decir, de la teoría; sostiene que la revolución proletaria debe ir precedida por una reforma
cultural que sustituya la hegemonía de la burguesía por la hegemonía cultural del
proletariado. Será una nueva filosofía o filosofía de la praxis, una filosofía creadora que
modificará la realidad misma.
2.2.6. Personalismos
Este término fue creado por el filósofo francés Charles Renouvier con su obra El personalismo
(1903), pero su fuente última de inspiración ha de buscarse en la concepción cristiana del hombre, que
confiere a éste un valor absoluto, en tanto que individuo.
Desarrolla toda una doctrina, en la que coloca a la persona como principio fundamental para la
explicación de la realidad.
• Personalismo americano: Más bien idealista, tipo hegeliano. Su creador fue Borden
Parker Brown (1845-1910), defendiendo la noción de persona como dato último de la
conciencia. Su primer discípulo de importancia fue George Holmes Howison (1834-1916),
que se opone al impersonalismo en sus formas idealista y evolucionista: todo va
encaminado a la constitución de un universo integrado por personas autoconscientes y
libres que culmina en la suprema personalidad de Dios.
Estudia el bachillerato en los jesuitas de Málaga, donde acaba en 1897 para ir a estudiar,
primero, en Deusto y, después, en Madrid.
Cuando tenía quince años fue testigo de un acontecimiento histórico trascendental: en 1898,
por la Paz de París, España tuvo que ceder ante los Estados Unidos sus últimas colonias (Cuba,
Puerto Rico y Filipinas). Es un acontecimiento que dejaría su impronta en Unamuno, Pío Baroja,
Antonio Machado y el propio Ortega y les llevaría a plantearse la decadencia moral de España.
«Durante diez años he vivido en el mundo del pensamiento kantiano. Lo he respirado como una
atmósfera, fue a la vez mi casa y mi prisión.»
En 1923, el año del comienzo de la dictadura del general Primo de Rivera, funda y dirige la
Revista de Occidente.
En 1931, llegada la II República, funda, junto con Gregorio Marañón y López de Ayala, la
«Agrupación al servicio de la República». Debido a ello es elegido diputado a las Cortes
Constituyentes por la provincia de León.
En 1945 regresa a España, aunque en los diez años restantes no tiene una gran actividad,
debido a la situación política. Como sigue apartado de la cátedra, en 1948 funda el Instituto de
Humanidades, y vuelve así a ejercer su magisterio fuera de las aulas.
- ¿Qué es filosofía? Es el curso de Filosofía que imparte Ortega en 1929. Son once lecciones. La
primera tuvo lugar en la Universidad de Madrid, y al ser cerrada ésta por causas políticas, se
traslada a la Sala Rex. La excesiva afluencia de alumnos obliga a trasladarse (a partir de la
lección 7) al teatro Infanta Beatriz.
- Definición de Filosofía.
- Soluciones dadas: realismo e idealismo.
- Crítica al realismo e idealismo.
- Solución actual: la vida.
4. Significado de la filosofía
4.1. Descripción de su filosofía
La filosofía, para Ortega, es algo vital, algo necesario: lo que para el ave es volar, y para el pez
nadar, es para el hombre filosofar. La filosofía, por tanto, «es algo asistemático, nada rígido ni
estructurado, sino flexible, abierto, vivo, como la propia vida. (Qué es Filosofía, Espasa Calpe, p. 66.)
No tiene nada que ver con la simple utilidad: «El filósofo no puede preguntarse para qué sirve
la filosofía... Al filósofo le caracteriza el afán de entender, de captar la realidad del mundo, el Universo.
La filosofía es conocimiento del Universo [...]. Más que leer la filosofía, hay que desleerla: es decir,
pensar cada frase, romperla en vocablos [...], tirarse de cabeza dentro de ella, descender a su entraña
significativa... La lectura horizontal (el simple "patinar" mental) debe ser sustituida por la lectura
vertical, la inmersión en el pequeño abismo que es cada palabra, fértil buceo sin escafandra [...].» (Íd.,
p. 67.)
El objeto de la filosofía es «el conocimiento del Universo o cuanto hay» (o. c., p. 88):
• no cada una de las cosas en su existencia privada, sino la totalidad de cuanto hay;
• «cuanto hay», no cuanto existe: hay cosas que no existen, pero las hay; por ejemplo, los
gigantes, el centauro, las quimeras, etc. (0. c., pp. 117 y 121);
(Sólo estas últimas son las que, sin duda, constituyen los datos del Universo.)
El método que emplea Ortega es el asedio filosófico, es decir, nunca atacando directamente,
sino dando vueltas, circulando en torno, lentamente, pero «manteniendo siempre despierta la
conciencia de los problemas, que son el drama real». Hay que tratar un tema, y volverlo a tratar, en
contextos diferentes, profundizando en él... (0. c., p. 17).
Imperativo de autonomía
Significa que el filósofo no parte nunca de creencias previas, anteriores a su filosofar. El filósofo
renuncia a apoyarse en nada anterior, no da por sabido nada anteriormente; se compromete a no
partir de verdades supuestas. La Filosofía es una ciencia sin suposiciones. (Íd., pp. 88 y 119.)
Imperativo de pantonomía
Imperativo de esencialidad
Significa que el filósofo tiene que buscar la raíz de todo lo que hay en el universo: el dato
esencial, radical del universo. Ese dato es el ser de las cosas. Por eso la filosofía, para Ortega y
Gasset, es, ante todo, ontología (= tratado del ser).
• Perspectivismo: Período que va desde el año 1910 hasta el año 1923, en el que hace una
crítica al idealismo y al realismo. Publica las obras Meditaciones del Quijote (1914), El
Espectador (1916), España invertebrada (1921).
• Raciovitalismo: Desde 1923 hasta 1955: El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de
las masas (1930), Historia como sistema (1941).
El realismo es una actitud que supone que la verdadera realidad son las cosas en sí, es decir,
que las cosas son independientes de mi pensar: «el filósofo antiguo busca el ser de las cosas e
inventa conceptos que interpretan su modo de ser» (Qué es Filosofía, página 161).
En el Realismo, el yo centra la atención en las cosas que le rodean, y éstas impiden que el
yo se dé cuenta de sí mismo. Es la actitud natural del yo, para el que sólo existe el mundo cósmico,
compuesto de cosas corporales. «En la actitud nativa de la mente... parece dado y real el cosmos, las
cosas» (Íd., p. 161).
Así es el realismo antiguo, el de los griegos: parte de la existencia del cosmos, de las cosas, y
no duda de ellas para nada. Sin embargo, esto es una ingenuidad filosófica, porque para ellos la
intimidad, la conciencia, ha sido algo muy secundario. No se puede admitir que el sujeto sea un simple
trozo de la realidad, una cosa más del cosmos: el sujeto es el que recibe todas esas imprecisiones, es
el que las selecciona, el que las vive. El Realismo no ha sabido dar importancia al yo y ha quedado
absorbido por el mundo exterior.
Hay que tener en cuenta que la primera formación de Ortega fue idealista, en la escuela
neokantiana de Marburgo: de ahí parte su crítica al Realismo. Más tarde critica el Idealismo de forma
muy personal.
Descartes es el primero que pone en tela de juicio el Realismo y sienta los pilares del auténtico
Idealismo, que es la base del subjetivismo moderno: las cosas no son seguras; yo puedo estar en un
error. Los sentidos me engañan y no soy capaz de distinguir el sueño de la vigilia. Como consecuencia
de esto, admito como realidades cosas que no lo son. De lo único que no puedo dudar es de mi
pensamiento.
Éste es el auténtico subjetivismo: el yo, el sujeto, se traga el mundo exterior, de tal modo que
éste desaparece, y sólo queda el yo. Pero esto es muy grave, es un tumor que necesita ser operado.
Veamos en qué consiste este tumor, y, por tanto, en qué consiste el Idealismo:
• El cógito es una realidad hermética: sólo puedo estar seguro de las cosas en cuanto las
pienso, en cuanto soy testigo de ellas; yo estoy seguro de esta habitación en cuanto estoy
en ella y la pienso, pero... si me voy y dejo de estar en ella... Es decir, la realidad exterior
queda reducida a experiencia interior.
• El yo es el dato radical: Las cosas son en cuanto son para mí, en cuanto las pienso, en
cuanto son ideas mías. La verdad radical es el yo, mi pensamiento. El ser de las cosas
depende del yo.
El Idealismo tiene razón al afirmar que yo no puedo saber de las cosas más que en cuanto son
pensadas por mí. Pero no puede afirmar la independencia del sujeto respecto a las cosas: No puedo
hablar de las cosas sin el yo, pero tampoco puedo hablar de un yo sin cosas. No existe el yo sin cosas,
sin mundo. Yo soy inseparable de las cosas. Yo me encuentro al mismo tiempo con mi yo y con cosas:
«El mundo exterior no existe sin mi pensarlo, pero el mundo exterior es mi pensamiento... somos
el mundo y yo.»
Por tanto, el dato radical del universo no puede ser el pensamiento, sino el pensamiento y las
cosas, el yo con las cosas:
«Necesitamos, pues, corregir el punto de partida de la Filosofía. El dato radical del
Universo no es simplemente: el pensamiento existe o yo pensante existo -sino que si existe el
pensamiento existen, ipso facto, yo que pienso y el mundo en que pienso- y existe el uno con el
otro, sin posible separación. Pero ni yo soy un ser sustancial ni el mundo tampoco, sino que
ambos somos en activa correlación: yo soy el que ve el mundo y el mundo es lo visto por mí. Yo
soy para el mundo y el mundo es para mí. Si no hay cosas que ver, pensar e imaginar, yo no
vería, pensaría o imaginaría, es decir, no sería.»
El pensamiento es una relación: un sujeto que piensa una cosa. No hay pensamiento sin
sujeto que piense, ni puede haber un sujeto que piense sin pensamientos que pensar:
«Para que un pensamiento exista y sea, basta con que lo piense; pensarlo es hacerlo,
darle ser, y no es sino mientras y en tanto que lo pienso, que lo ejecuto, que lo actúo.»
(L. IX, p. 167.)
Pero Descartes define la sustancia como «lo que no necesita de otro para existir». Sin
embargo, el sujeto pensante necesita del pensamiento para existir como pensante (no hay un yo que
piense sin pensamientos). Luego no se le puede aplicar al término sustancia.
«El Idealismo ha estado a punto de cegar las fuentes de las energías vitales, de aflojar totalmente
los resortes del vivir. Porque casi ha logrado convencer al hombre en serio, es decir, vitalmente, de
que cuanto le rodeaba era sólo imagen suya y él mismo. [ ...] era el Idealismo una terca y tenaz
marcha a redropelo de la vida.»
• Porque es la tarea del intelectual: La superación del Idealismo es una necesidad que
padece nuestra época, la modernidad; es «la tarea de nuestro tiempo»; aceptar la tarea de
nuestro tiempo es aceptar nuestro destino.
- lo que los filósofos han llamado «ser» es algo inventado por el hombre;
- el ser no es una realidad, sino al contrario, la realidad es anterior al ser (Íd., pp. 168
y 162);
- el ser es una interpretación de «lo que hay», y esto no es algo que el hombre pone,
sino aquello que se le impone por sí mismo;
- Lo que hay es más bien algo incompleto: es un intento de ser, no es nunca un ser
completo.
• Porque el Idealismo no es un dilema. El dilema se podría formular así: las cosas tienen
realidad absoluta fuera de mí o la tienen en mí. Y ese dilema es falso; el mundo, las cosas,
forman parte de mi yo, son objeto de mi pensamiento; yo no estoy desligado de las cosas,
pero tampoco existe mi yo sin las cosas, solo, encerrado en sí mismo. Ni el mundo solo ni
yo solo: somos el mundo y yo, yo con las cosas, es decir, la vida. Por eso, el dato
radical del universo es la vida:
5.3. Resumen
La realidad del mundo (las cosas, esta habitación...) no está ni fuera ni dentro de mi
pensamiento; está con mi pensamiento. El pensar y lo pensado, la conciencia y el objeto, yo y el
mundo... inseparablemente unidos.
«El mundo exterior no existe sin mi pensarlo, pero el mundo exterior no es mi pensamiento; yo
no soy ni teatro ni mundo: yo soy frente a ese teatro, soy con el mundo... somos el mundo y yo... el
mundo es lo que es para mí, el mundo se confunde conmigo.
El Raciovitalismo pretende ser un punto medio: reconoce el valor de la razón, pero reconoce
también sus raíces irracionales (la intuición) y la pone al servicio de la vida. Es decir, estrecha e íntima
unión entre razón y vida, entre razón e historia. Toda razón es vital, es decir, da razón, da cuenta de
los hechos vitales, no sólo de los puramente biológicos.
El hombre es un ser dotado de razón, pero de una razón que tiene que usar sobre todo para vivir.
El hombre ha tenido que inventar la razón para no perderse en el Universo.
La vida es la realidad radical dentro de la cual se encuentran las demás realidades. La vida de
cada cual es la existencia particular y concreta: esa realidad humana en su concreto vivir histórico es
el centro de atención de la filosofía de Ortega, subrayando el carácter racional (en contra de
Nietzsche) que tiene la vida.
Vamos a ver ahora qué sentido le da Ortega y Gasset a la vida como realidad radical.
La razón en sentido tradicional, desde Grecia hasta Kant, pasando por los racionalistas, se ha
entendido como la facultad que capta la esencia de las cosas, lo inmutable. Se trata de la razón pura.
Ortega y Gasset le da otro sentido: «Para mí es razón, en el verdadero y riguroso sentido, toda
acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad». Es decir, por encima de la razón pura
está la razón vital, que es una misma cosa con el vivir. La razón vital es la misma vida humana que va
más allá de la pura razón.
Por lo tanto, lo primero que hay que hacer al filosofar es definir el sentido de mi vida: hay que
buscar las categorías del vivir, los conceptos que expresan la peculiaridad del vivir humano (o. c., p.
176). El «sentido que tiene la vida» para Ortega lo podemos resumir de la siguiente manera:
1. Vivir es el modo de ser radical: la vida es la realidad radical, porque a ella tenemos que referir
las demás realidades (p. 179).
2. Vivir es encontrarme con el mundo, en el de ahora, haciendo lo que estoy haciendo en él. No
es nada abstracto, sino mi vida personalísima, intransferible, lo que nadie puede hacer por mí
(Íd., p. 177). Mi vida consiste en ocuparme de este mundo mío, verlo, pensarlo, quererlo,
odiarlo, estar triste o alegre, moverme en él, transformarlo y sufrirlo... (p. 179).
3. Vivir es ocuparme de algo: nuestra vida es una constante decisión, y siempre decidimos para
algo, con una finalidad, en función de algo: esto significa el conjunto de apetitos, pasiones e
ilusiones que somos cada uno. Este vivir para algo supone tender hacia un futuro: vivir es
anticiparse, ir prefigurando el futuro, no tanto lo que hemos sido, sino lo que deseamos ser.
Vivir es anticiparse = ocuparse para algo = pre-ocuparse.
4. Vivir es un continuo quehacer: nada se nos da hecho, necesitamos hacérnoslo cada uno; la
vida es un problema que necesitamos resolver. Por eso la vida tiene que proyectarse, la vida
es un proyecto (no está nunca pre-fijada, es siempre imprevista); el mundo abre un abanico de
posibilidades y el hombre se siente forzado a elegir lo que quiere hacer, cómo realizar su
proyecto. La vida es libertad.
6. Vivir es encontrarse así, ser transparente a uno mismo, vivirse, sentirse vivir, donde el yo no es
el único sujeto, sino también el mundo. La vida, entonces, es esencialmente conciencia, darse
cuenta, percatarse de uno mismo y del mundo que le rodea.
7. Vivir es coexistencia y convivencia: vivir una cosa de otro, apoyarse mutuamente, conllevarse,
tolerarse, alimentarse. La realidad concreta es la del individuo en comunidad vital con todos los
demás individuos. El individuo aislado y la comunidad genérica son puras abstracciones.
Hemos sido arrojados a una vida que supone una totalidad: persona, mundos, circunstancias...
La razón histórica es tan razón como la razón pura, pero además está capacitada para captar
la realidad fluida que es la vida. De este modo, es razón vital, razón que da cuenta de la vida. Están
unidas la razón, la vida y la historia. Se diferencia de los otros tipos de razón en que no se dirige
fundamentalmente a «lo hecho» (al factum) cuanto al «hacerse» (fieri), al irse haciendo.
No puede haber, por tanto, oposición entre razón y vida. La razón no tiene que aspirar a
sustituir a la vida. La razón es una función viva y espontánea, como el ver o el palpar. Por eso la razón
pura debe ceder su imperio a la razón vital. Nuestra tarea es ir convirtiendo la razón pura en razón
vital.
Desde Grecia, se ha entendido la razón como una facultad que capta la esencia de las cosas,
el «ser», lo abstracto, el concepto, lo inmutable. Esta postura culmina en la razón matemática de los
racionalistas del siglo XVII y en la Razón Pura de Kant. Pero la razón matemática, la razón «exacta»
se hace matematizante en el curso del tiempo y se vuelve incapaz de captar las realidades
cambiantes, inexactas y temporales de las cosas, de la vida. Por eso han surgido los irracionalismos
que anteponen la Vida a la Razón.
Ortega no va contra la razón, sino contra el Racionalismo: «Razón es toda acción intelectual
que nos pone en contacto con la realidad por medio de la cual topamos con lo trascendente» (Historia
como sistema, Ed. Revista de Occidente, 1981, cap. II).
Razonar significa referir algo a la totalidad de mi vida: la vida misma, cuando se inserta en su
contexto, es cuando se razona y se entiende. Por eso la vida misma funciona como razón. Esa razón
vital que lleva a comprender al hombre en una dimensión más compleja que la definición estática de la
razón pura: yo soy yo y mi circunstancia.
Esta fórmula de Ortega de la primera hora (1914; en sus Meditaciones de Don Quijote) quiere
expresar la interrelación obligada del yo con el mundo como un todo concreto e indiviso, irrepetible, del
que hay que partir para entender al hombre y al mundo. El núcleo o realidad radical de ese todo
unitario y circunstanciado es la vida misma del hombre:
- todo lo que no soy yo, los demás, los usos sociales, las creencias, las ideas, las
opiniones, todo lo que aparece a mi alrededor;
La vida humana, por tanto, es un proyecto: tiene forma poética, es como un «poema» en el sentido
en que el hombre tiene que inventar, crear, lo que él va a ser. El hombre no es nada hecho, sino un
continuo quehacer. Se proyecta hacia el futuro, construyendo su «modelo» en el presente, en un
constante hacerse.
El destino de la vida humana es «salvarse»: vivir es encontrarse perdido entre las cosas, no tener
nada seguro y fijo. En medio de esto, el hombre tiene que salvarse, es decir, ser «plenamente uno
mismo»: mismidad y autenticidad son dos categorías del destino humano.
7.1.1. Antropología
En cada época hay una forma de vida (creencias, ideas, usos, problemas...); esta forma de
vida dura cierto tiempo (quince años, dice Ortega), de ahí que en un mismo tiempo coexistan varias
generaciones: jóvenes, hombres maduros y viejos. Son generaciones contemporáneas:
Cuando estas dos dimensiones no coinciden, cuando hay rebeldía ante lo recibido, es cuando hay
generaciones polémicas y es posible la innovación. Toda generación tiene su misión propia, su
vocación, su propia tarea histórica. De ahí que cada generación se tiene que plantear su tarea, su vida
hacia el futuro en la propia dimensión histórica.
La élite está formada por hombres creadores de un proyecto de vida, y su misión es dirigir a las
masas. La misión de las masas es obedecer las directrices de las élites.
Como esto no se ha realizado en su tiempo, se ha creado una gran confusión entre quién manda y
quién obedece, y de ahí que todo lo demás marche mal: Europa no sabe si manda, España no sabe si
obedece, lo cual provoca una desmoralización y hace imposible la europeización de España («España
es el problema; Europa, la solución»).
Por otra parte, las masas se rebelan, no quieren someterse a las orientaciones de la élite, y en
esto consiste la invertebración de España. De ahí la preocupación de los intelectuales por el
«problema de España».
7.1.4. Conclusión
• La sociedad tampoco tiene esencia, sólo tiene historia. La sociedad, lo mismo que el
hombre, es un «quehacer», pero un quehacer en comunidad, en relación con el mundo,
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 234
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. María de los Apóstoles Ortega y Gasset: El Raciovitalismo
«Cuando se reduce la presión social y se amplían las libertades, entonces surge la "vida
ascendente", caracterizada por la lucha, la deportividad y el riesgo. Si faltan esas circunstancias
y en su lugar se pone la pérdida de ejemplaridad de las minorías rectoras, y la rebelión de las
masas aparece, surge entonces la "vida descendente", antesala de la decadencia y de la
muerte.»
He ahí la mayor amenaza que se cierne sobre los destinos de Occidente. España se ve
empobrecida, se encuentra desvinculada de Europa, por eso resulta una «España invertebrada».
7 .2. Perspectivismo
El yo es un punto de vista que selecciona las impresiones. Hay tantas perspectivas como
individuos (en cada una de ellas entra la vida de cada cual, la imaginación, la sensibilidad, la razón, los
deseos, las circunstancias...). La razón del hombre debe dominar la circunstancia que su perspectiva
le ofrece y así humanizarla: es una razón vital, no opuesta a la vida.
El punto de vista individual es el único desde el cual puede mirarse el mundo en su verdad. La
realidad aparece a cada uno según la perspectiva ocupada por él.
Ocurre como en un paisaje; lo veremos según el lugar en el que nos situemos para
contemplarlo. Nadie puede captar el paisaje en su totalidad: las perspectivas, los distintos puntos de
vista son infinitos, y cada uno contempla la realidad que le ha tocado vivir.
Por eso, cada uno tiene la misión de buscar la verdad. Nadie tiene toda la verdad, pero cada
cual aplica la razón a la vida, y entonces se van uniendo las distintas visiones particulares en una
visión global, en una verdad, que se articula componiendo el gran cuerpo de la verdad total.
Raíces clásicas
Como pensador occidental y europeo, Ortega tiene su base última en el suelo griego. Dejó
claras, desde 1914, las referencias a la Biblia y a la escuela platónica. Realmente, de los griegos le
interesa más Aristóteles que Platón, de quien rechazó el concepto de verdad absoluta que el idealismo
posterior impuso al mundo y a la vida.
Pasó de un salto por la Edad Media, sin detenerse. Confiesa que siente pena y compasión por
los cristianos medievales, a causa de no haber entendido ni a Dios ni al ente, lo que considera una
tragedia para la filosofía escolástica.
Tradición moderna
Tradición alemana
Con Kant y los neokantianos, Alemania dejó marcas imborrables en Ortega. Conocía bien a
sus filósofos más representativos, pero también su estilo y su modo de ser le atraían. Ortega es una
especie de armonía compuesta de rigor alemán y de luz y gracia meridionales. En autores alemanes
se inspiran los libros de Ortega, aunque supo imprimirles su propio sello personal, lo que se nota,
incluso, en la versión de términos alemanes al castellano.
Meditaciones del Quijote no se habría escrito sin Cervantes, pero tampoco sin Goethe. En
Nietzsche encontró el concepto de vida, así como el de perspectiva. Y el mundo de la vida tiene claras
resonancias husserlianas. Cerezo llega a calificar la herencia de Husserl en Ortega de «abrumadora».
El lema del alemán de ir a las cosas mismas suena en la proclama de Ortega como salvémonos en las
cosas.
Scheler y Hartmann con sus enfoques de los valores y de la ontología influyen en Ortega, y
Dilthey le ha prestado inspiración para sus conceptos de historia y de razón histórica. Por fin, la vida
como proyecto y angustia se percibe en la vida como fatalidad y libertad de Ortega. Sólo puedo hacer
proyectos si soy libre. El primero de los proyectos es hacer mi vida. Y esta tengo que hacerla
forzosamente sin poder evitarlo.
También Hegel es muy citado por Ortega, cuya idea de la historia de la filosofía sigue casi en
detalle, y Spengler le aporta la vivencia de La decadencia de Occidente.
Raíces españolas
Con Ortega nació lo que se denominó Escuela de Madrid, que es un ambiente intelectual
propio en la universidad, Pensadores como García Morente, Fernando Vela, Garagorri, Julián Marías,
Zubiri, Gaos, Granell, Rodríguez Huéscar y María Zambrano, entre otros, contribuyeron a la
producción filosófica del país. Según José Luis Abellán, la Escuela compartía la necesidad de hacer
filosofía en castellano, incorporando así España a la historia universal de la filosofía y legitimando la
historia de la filosofía española.
Ortega mismo, debido al exilio político por causa de la Guerra Civil, sembró su doctrina por
Alemania, Francia, Holanda, Argentina, Portugal y Estados Unidos. Creó en España instituciones
culturales para informar y analizar la ciencia y la filosofía que se hacían en el extranjero. Así abrió
nuestra cultura filosófica, que se encontraba oculta en las suspicacias personales y en los mezquinos
enconos cotidianos.
Por otro lado, expresiones como las de «hombre-masa» y su elogio de las minorías, desde una
mentalidad que muchos han tomado como aristocrática y dirigista, son las que le han valido
determinadas críticas por la exaltación de lo aristocrático, de lo elitista, en el ámbito de la filosofía de
Nietzsche.
Estas ideas estuvieron de moda en la transición del siglo XIX al XX y durante el primer tercio
del siglo XX, momento de la eclosión del racismo, del nazismo y del fascismo, que preconizaban el
corporativismo como solución al capitalismo liberal salvaje y al socialismo sin clases, mediante el
socorrido recurso de superar la lucha de clases ignorándola.
9. Bibliografía
9.1. Libros de texto
NAVARRO CORDÓN, J.M.: Historia de la Filosofía (COU). Ed. Anaya, 1988, pp. 414-422.
TEJEDOR, CÉSAR: Historia de la Filosofía (COU). Ed. SM, 1987, pp.395-399.