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Apuntes para uso privado de los alumnos de Sta. Mª de los Apóstoles, basados en la obra
Cuadernos de COU y Selectividad Historia de la Filosofía de los autores J.M. GARCÍA-MAURIÑO
y J.A. FERNÁNDEZ REVUELTA de la Editorial Alambra Longman, así como en Historia de la
Filosofía de J. SEGOVIA, J. ARROYO, F. NAVARRO, de la editorial Anaya.
Si con Copérnico es la Tierra la que gira alrededor del Sol, a partir de Kant es el objeto el que
comienza a girar en torno al sujeto. El sujeto es el elemento activo del conocimiento que aporta su modo
de ser al objeto, y éste sólo es conocido en cuanto que el sujeto es capaz de integrarlo en su sistema
cognoscitivo. En definitiva, se ve la imposibilidad de conocer lo que los objetos son en sí mismos, y sólo
se conoce lo que son para el sujeto.
Por tanto, todo el siglo XVIII: Kant (1724-1804); Hume (1711-1776); Berkeley (1685-1753); Locke
(1632-1704).
• Tiene sus raíces en el siglo XVII y se desarrolla a lo largo del siglo XVIII.
• Es el siglo de las luces (en alemán, Aufklerung, que significa «iluminación»); es decir, los
pensadores de esa época se sienten llamados a una misión: iluminar a la sociedad que está
sumergida en las tinieblas de la ignorancia; hay que sacar a los hombres de esa ignorancia.
La luz será la ciencia, el saber. El saber es fruto de la razón, que es la que tiene todo el poder;
son continuadores del racionalismo.
• Esta confianza en la razón no les identifica con los racionalistas: es una confianza en la razón
que supera las diferencias entre empirismo y racionalismo. No se preguntan por el origen del
conocimiento, sino por la capacidad de la razón para enfrentarse al saber .
- Capacidad crítica: se alza contra los prejuicios, contra la tradición y la autoridad externa.
- Capacidad autocrítica, en cuanto que es capaz de hacerse una crítica así misma para
examinar su alcance y sus limitaciones (como hará Kant).
- Es una capacidad libre: la libertad es el don más preciado, que nadie debe impedir .
Resumen
La l1ustración busca una razón autónoma: que todos los hombres salgan de la minoría de edad
(incapacidad de servirse del propio entendimiento y búsqueda de la seguridad en otro) para confiar sólo
en la razón y servirse de ella con independencia, sin otros límites que los que marque su propia
naturaleza.
Éstas son, entonces, las características de la Ilustración, que, entendida así, podemos decir que:
Durante todo el siglo XVIII se da un proceso contra el llamado Antiguo Régimen. Este es el que
domina en Europa hasta la Revolución Francesa: se trata de la Monarquía absoluta y de una sociedad
clasista. Domina en este tiempo el Despotismo ilustrado.
Los Reyes son los señores omnipotentes de la nación; todos los poderes de la nación están
sujetos a su autoridad. Se ejerce un poder sin control, cuya expresión más clara es Luis XIV de Francia.
El Despotismo se puede resumir en una frase: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
Frente a las arbitrariedades del poder absoluto, surge la lucha protagonizada por la clase
burguesa, que consigue derrocar a ese régimen en la Revolución Francesa. El proceso tendrá su
paradigma en el lema «libertad, igualdad y fraternidad», el Rey es un mandatario de la comunidad que
puede ser destronado si abusa del poder.
La mayor parte de la estructura social seguía siendo feudal; el sistema resultaba cada vez más
anticuado, y de ahí que la explotación se incrementase para poder mantenerlo. Adquiere preponderancia
la burguesía, clase social procedente de la actividad comercial ciudadana, que es la protagonista del
cambio social (a principios de siglo se queman brujas, y a finales, estalla la revolución).
Todo esto lleva a la supresión del régimen feudal y a la creciente toma de conciencia de la
dignidad de la persona, iniciándose así las campañas antiesclavistas en Londres y París.
Naturaleza
Es uno de los temas a los que se da más importancia, sobre todo en lo referente a la existencia del
hombre: todo lo natural es bueno. Según Newton, el cosmos es una gran máquina creada por Dios y
regida por unas leyes naturales; todo eso es bueno y está hecho para la felicidad del hombre. La misión
del hombre es conocer esas leyes y ordenar la sociedad de acuerdo con ellas.
Razón
Es el instrumento que posee el hombre para conocer las leyes de la naturaleza. Por eso todo lo
racional es bueno, y lo irracional es erróneo. Si el hombre se adentra en lo racional, suprimiendo lo
irracional, camina seguro hacia el progreso.
Religión
Todo esto lleva a que los «filósofos ilustrados» fueran escépticos frente a la Revelación,
sustituyéndola por la Religión de un Dios que ordena llevar una vida virtuosa, que premia o castiga en la
otra vida. Este Deísmo es algo reducido a un pequeño grupo de intelectuales, al que se oponen las clases
altas privilegiadas y las masas populares.
Se defiende una moral laica, independiente de la religión, puesto que era palpable que la
religiosidad de muchos era compatible con una clara inmoralidad.
Libertad
La lucha por la libertad se manifiesta más bien en el aspecto económico; se trata de la defensa,
por la burguesía, de la libertad en los negocios: libertad de precios y despido libre. El banquero participa
en el comercio de esclavos y el patrono somete a los trabajadores a jornadas de dieciocho horas. Éste es
el liberalismo económico que se defiende. En Francia surge el fisiocratismo (doctrina económica basada
en el principio de que el nivel de producción agrícola es el factor determinante del desarrollo económico
de un país). Está formulado por Quesnay, y aparece el famoso eslogan político-económico laissez faire,
laissez passer.
Su sucesor, Federico II, desde joven se dedica a los estudios literarios y filosóficos; es amigo de
Voltaire. Se trata de un Rey ilustrado. En su época convierte a Prusia en la quinta potencia europea.
Encarna perfectamente el modelo de despotismo ilustrado; el Monarca debe proporcionar la felicidad al
pueblo, pero sin contar con el pueblo: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
Enmanuel Kant (1724-1804) nació y vivió en Königsberg, ciudad alemana, capital de Prusia
oriental y anexionada a la URSS al acabar la Segunda Guerra Mundial, cuando cambió su nombre por el
actual de Kaliningrado.
Educado en el rigor protestante de la secta pietista, mantuvo siempre sólidos valores morales. Sus
ideales liberales le impulsaron a defender la independencia americana y la Revolución Francesa. Sus
lecturas favoritas fueron la Física, de Newton, las obras de los racionalistas Leibniz y Wolf; las de los
empiristas (él dice que leyendo a Hume despertó del sueño dogmático en 1762) y los filósofos de la
Ilustración, especialmente Rousseau.
Obras
Historia general de la Naturaleza y teoría del cielo, escrita en 1755, en la cual expone su teoría
sobre la formación del Universo.
Disertación acerca de la forma y principios del mundo sensible e inteligible, donde se demuestran
por primera vez los principios de su filosofía.
Critica de la razón pura (1781), su obra principal, donde desarrolla su teoría del conocimiento,
base de toda su filosofía.
En saber cuáles son las posibilidades de conocimiento que tienen nuestras facultades
cognoscitivas. Kant se asombra de ver cómo ha sido posible que multitud de fi1ósofos de épocas
anteriores hayan pretendido conocer la Realidad y al Hombre mismo sin antes preguntarse si tal
conocimiento es posible.
A través de la historia del pensamiento, desde los filósofos griegos hasta el empirismo, se han
dado muchas interpretaciones de la razón.
Kant ve claramente que hay razones históricas. Por el antagonismo de las interpretaciones:
• Irracionalismo. Quiere admitir el sentimiento como única manera de conocer la realidad, con
lo que se llega a la negación de la misma razón.
Son tres interpretaciones antagónicas que imponen la necesidad de llevar a cabo la crítica de la
razón; someter a juicio a la razón.
Kant invierte completamente los términos; ahora la atención se centra sobre el sujeto
cognoscente, no sobre el objeto del conocimiento; el hombre, el yo personal que quiere conocer, va a
ocupar desde ahora el puesto central en la filosofía kantiana.
• El sujeto, el hombre, es el elemento activo del conocimiento que aporta su modo de ser al
objeto; éste sólo es conocido en cuanto que el sujeto es capaz de integrarlo en su sistema
cognoscitivo.
Kant se propone hacer un juicio a la razón: la razón se sienta como un reo en el banquillo de los
acusados, el juez es la misma razón y el abogado defensor es también la misma razón; no hay otra
facultad que pueda ejercer estas funciones.
Quiere decirse que Kant realiza el juicio crítico, y que este juicio crítico es absolutamente
necesario hacerlo, no sólo por razones históricas y filosóficas, sino porque en su época hay mucha gente
que vive de modo no ilustrado, de espaldas a la verdadera razón; es decir, se encuentran en una
minoría de edad, oprimidos por agentes externos a la razón (prejuicios, tradiciones, costumbres, etc.). El
único remedio es someter a crítica a la misma razón, para que ella misma reconozca sus posibilidades de
conocer y sus límites, sin nada exterior que la comprima.
En definitiva, les falta la verdadera libertad, la que proporciona el verdadero uso de la razón, la que
hace que la gente llegue a la «mayoría de edad».
Esta crítica es la que hace plantearse al hombre el sentido de su vida y cuáles son los últimos
fines e intereses.
• ¿Qué puedo conocer? Se trata del problema del Conocimiento, y establece los límites dentro
de los cuales puede existir un conocimiento científico de la Naturaleza y de toda la verdad.
Crítica de la razón pura (1781).
• ¿Qué debo hacer? Se trata del problema de la Moralidad, y establece los principios y
condiciones para que la razón pueda obrar según su plena libertad. Crítica de la razón práctica
(1790).
• ¿Qué es el Hombre? Se trata de relacionar las tres preguntas anteriores en el sujeto Hombre;
es la pregunta básica, una clarificación racional al servicio de una Humanidad más libre.
Antropología (1798).
Lo que se pregunta en concreto es esto: ¿Es posible un conocimiento científico y riguroso sobre
realidades de las que no tenemos un conocimiento sensible?
Se trata, por tanto, de ver si el entendimiento es capaz de elaborar una ciencia que sea
universalmente válida; si es posible un conocimiento profundo, propio de la mente humana, propio del
sujeto cognoscente; es decir, ¿es posible la Ciencia?
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 151
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. Mª. de los Apóstoles Kant: Uso teórico y uso práctico de la razón
Kant, en los primeros años, fue un filósofo racionalista, y más tarde, influido por Hume, abandonó
el «sueño dogmático del racionalismo». Pero siempre aceptó dos facultades o fuentes del conocimiento:
Esta distinción nos vale para entender las dos respuestas de las dos corrientes filosóficas:
• Empirismo. Nuestro conocimiento no puede llegar más allá de lo que nos da la experiencia.
Toda afirmación que trascienda los límites de la experiencia es una afirmación puramente
gratuita.
Kant, por una parte, afirma que hay conceptos que no provienen de la experiencia (contra el
Empirismo). Pero al mismo tiempo afirma que esos conceptos solamente tiene aplicación en el ámbito de
la experiencia (contra el Racionalismo).
Por ejemplo, yo utilizo el concepto de sustancia para afirmar «la rosa es roja». El entendimiento
utiliza este concepto para conocer los objetos de la experiencia, pero no puede utilizarlos para referirse a
algo de lo que no tenemos experiencia: por ejemplo, a Dios.
Por lo tanto, posee conceptos que no provienen de la experiencia, pero solamente tienen
aplicación válida en el campo de la experiencia.
Pero, entonces, ¿qué pasa con los grandes temas: Dios, mundo, libertad...? ¿Son científicos
los conocimientos acerca de esas realidades?, es decir, ¿es ciencia la Metafísica?
Este es el problema básico que se plantea Kant, y desde el que enfoca todo el problema crítico:
saber si la Metafísica es ciencia o no.
• La ciencia progresa. En todos los campos científicos se ve cómo avanzan las ciencias,
construyendo sobre lo que otros han hecho antes. Sin embargo, en el campo de la Metafísica
se siguen debatiendo los mismos problemas que se habían planteado Platón y Aristóteles.
Después de tantos siglos, siguen sin aclararse aspectos tan fundamentales como la existencia
de Dios, del alma, etc.
¿Por qué sucede esto?
- Si la Metafísica es ciencia, debe ser construida con el rigor con que se construyen las
Ciencias, como, por ejemplo, las Matemáticas.
Por tanto, el núcleo de la cuestión está en la ciencia como tal; para aclarar lo que significa la
ciencia, hay que tener en cuenta dos cuestiones:
• Cómo es posible la ciencia; dicho de otro modo, qué condiciones hacen posible la ciencia.
Kant mantiene las convicciones de que en la mente hay algún tipo de contenido que tiene carácter
universal (propio del racionalismo), y, por otra parte, que todo conocimiento parte de la experiencia
(propio del empirismo), aunque no se limite únicamente a ella.
Estas dos convicciones son las dos condiciones necesarias para que sea posible el conocimiento
científico:
Ejemplo: Si alguien dice que ve una liebre corriendo y le preguntamos ¿dónde? y nos
responde «en ninguna parte», y le preguntamos ¿cuándo? y nos dice «nunca», respondemos:
eso es imposible.
Esto quiere decir que hay unas condiciones necesarias para nuestro conocimiento, sin las
cuales es imposible conocer: son las condiciones que responden al dónde y al cuándo, es
decir, espacio y tiempo.
Estas condiciones:
Hemos visto las condiciones que hacen posible la ciencia, pero ésta se compone de juicios (el
átomo consta de partículas; el hombre es un ser racional; la ley de la gravitación consiste en...); sin juicios
no hay ciencia. Por tanto, ahora nos debemos preguntar qué tipo de juicios son característicos de la
ciencia y cuáles no. Veamos los diferentes juicios que hay:
Son: universales;
necesarios;
no son extensivos (no amplían nuestro conocimiento ).
Son: no universales;
no necesarios;
extensivos (amplían el conocimiento).
• A priori: Son aquellos juicios cuya verdad puede ser conocida independientemente de la
experiencia.
Ejemplo: «El todo es mayor que la parte»; yo lo sé independientemente de la experiencia;
no necesito medir los «todos y las partes».
Resumen
Los juicios analíticos son universales, necesarios, no extensivos (no hacen progresar la ciencia).
Son a priori, pero no son científicos.
Los juicios sintéticos sí hacen avanzar la ciencia, pero no son universales, no son necesarios.
Son a posteriori, pero no científicos.
Kant se plantea que sólo los juicios sintéticos y a priori pueden ser científicos; sólo ellos
hacen progresar la ciencia.
Sintético extensivo
A priori universal
necesario
A posteriori no universal
no necesario
sintéticos a priori
Ante la pregunta de si se dan los juicios sintéticos a priori, Kant responde que sí se dan en
Matemáticas y en Física. (Los juicios sintéticos a priori no son puros del todo, pues antes ha habido
una experiencia para poder afirmar que el «todo es mayor que la parte».)
• Geometría (Ejemplo: La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos.)
- Pero no es a posteriori, nos consta que es verdadero sin tener que medir todas las
distancias, es decir, sin recurrir a la experiencia.
- Es universal y necesario. Vale para todos los casos y no puede ser de otra manera.
Por lo tanto, se dan los juicios sintéticos a priori en la Geometría. Por ser sintéticos,
amplían nuestro conocimiento, y por ser a priori, son universales y necesarios: su valor no
depende de la experiencia. Son verdaderos juicios científicos.
• Física (Ejemplo: El principio de causalidad: todo lo que comienza a existir tiene una causa.)
- Es sintético. El predicado añade algo que no está incluido en el sujeto; la idea de causa es
nueva, algo que antes no sabíamos.
- Es a priori. No necesito observar cada caso por la experiencia; por tanto, es universal y
necesario; el juicio es válido para todos los casos, y, además, no puede ser de otra
manera.
Aquí Kant se separa definitivamente de Hume: Según Kant, Hume fue víctima de un error;
confundió las leyes particulares con el principio general de causalidad. Hume dice que no
se puede conocer la conexión causa-efecto en el futuro, y por tanto, no hay ley causa-
efecto: no es una ley necesaria, a lo mejor no sucede. Kant dice: «Supongamos una ley
cualquiera; "los cuerpos son dilatados por el calor". Supongamos que hay una excepción y
un cuerpo se contrae. No sería una excepción al principio de causalidad, sino a una ley
particular: "esa contracción" tendría una causa, y por tanto el principio de causalidad
seguiría siendo válido».
Esos juicios son: extensivos (por ser sintéticos), universales y necesarios (por ser a priori),
independientes de la experiencia (a priori).
Tenemos que analizar entonces la cuestión siguiente: ¿Cómo se forman esos juicios? ¿Cómo
los forma la mente humana? ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible la formación de esos
juicios?
Kant distingue tres facultades del conocimiento en el hombre; a cada una de ellas corresponde
una parte de la «Crítica» en cada una de ellas trata de una clase de conocimiento:
A esta clasificación le corresponde cada una de las partes de la Crítica de la razón pura:
- Estética: estudia las condiciones sensibles del conocimiento (espacio y tiempo) y muestra
cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios sintéticos a priori en Matemáticas.
- Analítica: estudia el entendimiento, y muestra cuáles son las condiciones que hacen posibles
los juicios sintéticos a priori en Física.
- Dialéctica: estudia la razón y la posibilidad o imposibilidad de los juicios sintéticos a priori en
la Metafísica, para ver si es ciencia o no.
Facultad: Sensibilidad.
Estudia las condiciones sensibles del conocimiento (espacio y tiempo).
ESTÉTICA Materia: Las Matemáticas (juicios sintéticos a priori).
TRASCENCENTAL Acto: Intuiciones sensibles, puras y sintéticas.
Objetivo o fin: Proporciona datos empíricos al Entendimiento (Fenómeno = dato
empírico y formas sensibles a priori.
Facultad: La Razón, que busca juicios cada vez más generales (Ciencia).
Estudia la posibilidad de la Metafísica como Ciencia.
DIALÉCTICA
Material: La Metafísica.
TRASCENDENTAL Acto: El enlace de juicios del entendimiento, unos con otros, forma silogismo.
Objetivo o fin: El Idealismo trascendental
Ya hemos dicho que para que pueda darse el conocimiento sensible, se necesitan dos
condiciones: espacio y tiempo.
Por tanto, espacio y tiempo son condiciones universales y necesarias (trascendentales) para
que pueda darse cualquier conocimiento sensible.
Kant las llama también formas a priori de la sensibilidad, o intuiciones puras. Veamos lo que
esto significa:
Formas. Significa que el espacio y el tiempo no son impresiones que yo recibo, no son datos
empíricos, sino la forma, el modo con que yo percibo todas las impresiones (música, campo, hombre,
liebre, sonidos, colores, etc.). Todo lo que percibo me llega a través del espacio y el tiempo.
A priori. Son anteriores a toda experiencia; el espacio y el tiempo «son», están en mí, antes de
que yo tenga o perciba cualquier experiencia sensible. Preceden y hacen posible toda la experiencia; son
como el «estuche» donde encajan todas las experiencias.
También Kant las llama intuiciones puras; vamos a ver qué quiere decir con esto:
Espacio y tiempo son únicos: no hay más que un espacio y un tiempo; no hay muchos espacios y
muchos tiempos, sino partes de un espacio único y de un tiempo único.
Son intuiciones, es decir, no son conceptos aplicables a los espacios y los tiempos; la intuición
se opone, pues, al concepto; no es extraído de la experiencia, sino que es anterior a ella, y para que ella
sea posible.
Puras. Es decir, vacías de contenido empírico: el espacio y el tiempo son unas «formas» que
están en el sujeto pero no tienen nada dentro (están vacías) hasta que se van «llenando» de las
impresiones que vienen del exterior.
Resumen
a) Estas dos formas, espacio y tiempo, son propias de la sensibilidad, y son capaces de
estructurar todos los datos que nos llegan por los sentidos. Éste es el «fenómeno» = datos empíricos +
espacio + tiempo.
b) Esto significa captar el objeto como se nos aparece al conocimiento sensible. Los fenómenos
sólo se dan en nosotros, no hay fenómenos fuera del sujeto cognoscente; éste se limita a un
conocimiento aparente, conoce lo que aparece (no lo que le parece).
Ahora Kant quiere mostrar cómo los juicios sintéticos a priori son posibles en las Matemáticas
gracias a la existencia del espacio y del tiempo como formas a priori de la sensibilidad.
La Matemática se ocupa del tiempo (la serie numérica 1, 2, 3 se basa en la sucesión temporal: 2
después de 1, antes de 3...). Según Kant, el tiempo es el fundamento último de la Aritmética.
La posibilidad de que las Matemáticas sean una ciencia está en que se pueden hacer juicios
sintéticos a priori: ¿Por qué?, porque espacio y tiempo son formas a priori.
Todos los juicios en Matemáticas versan sobre el espacio y el tiempo, pero el espacio y el tiempo
son categorías que existen en el sujeto a priori, es decir, independientemente de la experiencia.
Por tanto, los juicios que se forman con las categorías espacio-tiempo son universales y
necesarios, porque están construidos a priori, no dependen de la experiencia.
La sensibilidad es pasiva (recibe las impresiones del exterior), pero las estructuras las recibe a
través de las formas a priori (espacio y tiempo).
El espacio y el tiempo son propiedades del sujeto, no del objeto. Por tanto, de algún modo el
conocimiento es subjetivo, lo estructura el sujeto a través de las formas a priori.
El resultante es el fenómeno (lo que aparece); la impresión sensible que se da a través de las
categorías de espacio y tiempo.
Hasta ahora, los datos que tenemos para conocer nos los ha suministrado el conocimiento
sensible; gracias a la sensibilidad tenemos una colección de datos empíricos, de objetos sensibles,
percibidos por esta facultad, de tipo pasivo: ella los «ha recibido». Pero no los hemos entendido; para
eso está el entendimiento: para pensar los objetos.
La función propia del entendimiento es ésa: pensar los objetos. ¿Qué significa esto? Que esa
multitud de datos, de impresiones, de fenómenos, que recibimos en la sensibilidad, necesitan una unidad
que no tienen: son como sensaciones dispersas; y es precisamente el entendimiento el que trata de
unificarlos por medio del pensar.
Pero percibir esos fenómenos no implica conocerlos. Podemos decir que a través de la
sensibilidad percibimos unas sensaciones, pero no las comprendemos: esto es propio de la facultad del
entendimiento.
Al captar nuestros sentidos unas percepciones decimos: «veo una casa». El concepto de casa me
permite comprender esas percepciones.
Del mismo modo, cuando percibo algunas sensaciones y no las identifico, digo: «veo algo pero no
sé lo que es». Me falta un concepto para identificar esas sensaciones.
Conceptos: tengo que referir los fenómenos a un concepto para que haya conocimiento.
Empíricos: Aquellos conceptos que proceden de la experiencia son a posteriori. Ej.: casa; perro,
etc.
Puros: Los que no proceden de la experiencia son a priori. Ej.: concepto de «causa» «necesidad»,
etc.
Estas categorías son doce, es decir, tantas cuantas formas posibles hay de juicio, según que
atendamos a:
Cantidad: unidad, pluralidad, totalidad. Los juicios serán singulares, particulares, universales.
Cualidad: realidad, negación, limitación. Los juicios serán afirmativos, negativos, indefinidos.
Así como las formas a priori (el espacio y el tiempo) están vacías y han de llenarse con las
impresiones sensibles, las categorías han de llenarse con los datos provenientes de la facultad de la
sensibilidad (con los fenómenos).
Estas categorías son como los casilleros de un buzón de correos: el casillero ya existe, ya está
hecho antes de que llegue el cartero a depositar las cartas. Está vacío. El cartero se limita a meter cada
carta en el buzón correspondiente. Las categorías son a priori, las tiene el entendimiento antes de toda
experiencia, pero están vacías y solamente se pueden llenar con los fenómenos.
Por lo tanto, las categorías no tienen aplicación más allá de los fenómenos (porque están vacías
y solamente se llenan con los datos de la experiencia), y no se pueden aplicar a realidades que estén más
allá de la experiencia.
Por consiguiente:
• Las categorías sólo tienen validez cuando son aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la
experiencia.
ley universal de todo cuerpo. Pero, si yo digo «todos los cuerpos son pesados», estoy haciendo un juicio
sintético porque parto de la experiencia (el resultado de la investigación de Newton), y, además, es a
priori, porque es una ley física universal: la ley de la gravitación. Este juicio ha ampliado nuestro
conocimiento, y es universal y necesario.
Si analizamos el juicio sobre el principio de causalidad «todo lo que comienza a existir tiene una
causa», vemos que este principio está basado en la categoría de causa. Pero la categoría de causa es un
concepto puro que no proviene de la experiencia. Es previo a la experiencia y se aplica a ella. Luego, la
validez del principio no depende de la experiencia, por tanto, es a priori.
Además, las categorías son aplicables a todos los fenómenos que el entendimiento conoce; así, la
categoría de causa se podrá aplicar a todos los fenómenos; sus juicios, por tanto, son universales y
necesarios.
Idealismo. Se llama idealismo a la teoría del conocimiento que defiende que no conocemos las
cosas tal como son en sí, sino que el sujeto construye, al menos en parte, el objeto.
Pero no conocemos el noúmeno, es decir, la cosa en sí; nosotros no tenemos más que
intuiciones sensibles, y, por tanto, nuestro conocimiento está limitado al mundo de las intuiciones
sensibles, de los fenómenos: no tenemos conocimiento de las cosas en sí. El acceso a estas realidades
no se da a través de las facultades del conocimiento, no se da en el campo de la Razón Pura, sino en el
de la Razón Práctica.
Por eso se llama Idealismo trascendental; el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones
de posibilidad de la experiencia, de los fenómenos. Todo lo que cae fuera de la experiencia es
inaccesible al conocimiento; sólo lo que llega a través del espacio y del tiempo puede ser conocido.
Resumen
- Crítica de la Razón: analizar los límites que hacen posible un uso eficaz y válido de la facultad de
la razón. No hay dos facultades, sino solamente una, con dos usos, el uso teórico y el uso práctico.
- Razón Pura: uso teórico de la razón; responde a la pregunta «¿Qué puedo conocer?»; es el
fundamento racional del conocimiento científico Quicios sintéticos a priori); su objeto: el fenómeno.
- Razón Práctica: uso práctico de la razón; responde a la pregunta «¿Qué debo hacer?»; es el
fundamento racional de los comportamientos éticos (imperativo categórico ); su objeto: los
noúmenos.
En esta tercera parte, Kant extrae las conclusiones de las dos primeras llegando a la respuesta al
problema inicial: imposibilidad de la Metafísica como ciencia.
La Metafísica como ciencia es imposible porque las categorías sólo pueden usarse legítimamente
en su aplicación a los fenómenos. Fuera del mundo fenoménico no hay posibilidad de usarlas y las
realidades metafísicas (Dios, Alma, Mundo) escapan a la experiencia fenoménica: no tenemos
experiencia de esas realidades. Luego, no podemos aplicar las categorías a esas realidades.
O, dicho de otro modo, los juicios sintéticos a priori, que son los únicos juicios propios de la
ciencia, son imposibles en Metafísica.
Son juicios a priori los que yo puedo formar, pero no son sintéticos; sólo puede avanzar mi
conocimiento si me apoyo en la experiencia.
En Matemáticas, avanzo porque los conocimientos los percibo a través del espacio y del tiempo,
cosa que no sucede en la Metafísica. Las ideas metafísicas son puros entes pensados.
Por tanto, la Metafísica como ciencia es imposible. Mi conocimiento está limitado a los
fenómenos, pero no puede abarcar el mundo de los noúmenos, que es el mundo de la metafísica,
inabarcable.
Además de la facultad de la sensibilidad y del entendimiento, Kant nos habla ahora de la tercera
facultad del conocimiento: la Razón.
La Razón sirve para universalizar y unificar el saber humano. Las ideas con las que opera la
razón son ideas englobantes de toda experiencia posible:
Para esta labor unificadora la razón utiliza las ideas (alma, mundo, Dios), que no son fuente de
conocimiento, porque están más allá de la experiencia: son puros entes pensados; no tienen valor en el
mundo de los fenómenos.
Cuando la razón hace de las ideas objetos reales, es decir, si aplica las categorías más allá de los
fenómenos (a los noúmenos), cae en la ilusión trascendental.
La razón debe mantenerse operando con ideas que unifiquen el saber, pero sin dar a esas ideas
contenidos reales. La afirmación del contenido de esas ideas no puede hacerse por la Razón Pura, ha de
hacerse por la Razón Práctica.
Hemos visto que las ideas de la Razón Pura desempeñan un papel importante en el saber
humano, en cuanto que expresan el ideal de la Razón de encontrar principios cada vez más generales
que engloben y unifiquen el saber humano.
Pero esas ideas no tienen una base de conocimiento, puesto que los noúmenos no los
conocemos; entonces, si yo aplico las categorías más allá de los fenómenos (a los noúmenos), y hago de
lo contenido en las ideas objetos empíricos, caigo en la ilusión trascendental.
Kant en esta tercera parte, trata de descubrir la apariencia de los juicios que se hacen en
Metafísica. Por eso llama a esta tercera parte también Lógica de la Apariencia o de la ilusión.
• Dios: Kant critica las pruebas tradicionales sobre la existencia de Dios. Critica el argumento
ontológico: En el mero concepto no puede estar la existencia, porque ya no sería un puro
concepto. El concepto no dice nada de la existencia. Critica el argumento cosmológico: De la
experiencia del ser contingente no se puede concluir la necesidad del ser necesario; hay aquí
un tránsito ilegítimo. La categoría de causa es aplicada más allá del mundo fenoménico.
El argumento teleológico es el que mayor respeto le produce; pero lo máximo que puede
probar es que existe un ordenador del mundo, no un creador.
Por tanto, las ideas sólo tienen un uso regulador de la Razón: no pueden aplicarse al
mundo de los fenómenos.
La tercera facultad es la Razón, que opera mediante conceptos que van más allá
de la experiencia: las ideas no son fuente de conocimiento, son puros entes
pensados.
La Metafísica como ciencia es imposible
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 166
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. Mª. de los Apóstoles Kant: Uso teórico y uso práctico de la razón
- Elemento material: es el objeto del conocimiento, la percepción sensible; es exterior al sujeto que
conoce, es a posteriori puesto que se trata de una experiencia sensible, y procede del exterior.
- Elemento formal: es un elemento que pone el sujeto; no está en el objeto. El sujeto que conoce
pone dos formas a priori: las intuiciones puras (espacio y tiempo) y los conceptos puros o
categorías. Las dos están vacías: a primera se «llena» con las percepciones sensibles, y la
segunda, con los fenómenos.
Hemos visto también hasta dónde llega el conocimiento: al mundo de los fenómenos; sólo a los
fenómenos puedo aplicar las categorías. El mundo metafísico, que está más allá de toda experiencia, no
me puede proporcionar un conocimiento objetivo.
Pero el hombre no sólo se pregunta ¿qué puedo conocer?, sino también: ¿qué debo hacer?
No es que haya en el hombre dos «razones», sino dos funciones diferentes de la misma razón: una
se ocupa de saber cómo son las cosas; la otra, de cómo debe ser la conducta humana, es decir, cuáles
son los principios que han de moverle a obrar para que su conducta sea racional.
Ética material no es igual que ética materialista. Lo contrario a una ética materialista es una ética
espiritualista; lo contrario a una ética material es una ética formal. Hasta Kant, las distintas éticas
habían sido materiales, incluida la de Tomás de Aquino; eran materiales, pero no materialistas.
Una ética es material cuando tiene un contenido. Es aquella en la que sus contenidos están
marcados ya de antemano por un concepto de Bien no elaborado por la propia persona; es decir, la
bondad o malicia de la conducta humana dependen de algo que se considera bien supremo para el
hombre (el placer, el dinero, el poder, según las distintas escuelas: epicúreos, cínicos, estoicos, puritanos,
pragmatistas, etc.); se consideran acciones buenas aquellas que se acercan a este Bien supremo; se
consideran acciones malas las que se alejan de este Bien. Este concepto de Bien es el objeto que se le
propone al hombre, que en definitiva es el deseo de la felicidad. Es a la voluntad a la que se le ofrece
elegir esta o aquella acción.
Kant expone una tesis, con sus observaciones y consecuencias, donde manifiesta claramente lo
que él entiende por ética material y por ética formal. Veamos, a continuación, lo que dice respecto a la
ética material.
«Tocios los principios prácticos que presuponen un objeto (material) de la facultad apetitiva como
motivo determinante de la voluntad, son empíricos en su totalidad y no pueden dar leyes prácticas.»
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 167
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. Mª. de los Apóstoles Kant: Uso teórico y uso práctico de la razón
«Todos los principios prácticos materiales como tales son, sin excepción, de la misma clase, y
deben figurar bajo el principio del amor a sí mismo o de la propia felicidad.»
• Unos medios: se le dice al hombre cómo tiene que hacerlo; se establecen unas directrices,
unos medios, para tratar de alcanzar ese fin, ese contenido; se dice: «si quieres ser feliz... haz
esto o aquello». «Si quieres tener dinero...», «si quieres alcanzar el poder...».
5.1.3. Es empírica
Los preceptos y el contenido se basan en la experiencia. Ejemplo: «dos epicúreos dicen que el
placer es el fin del hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer». Y la
experiencia nos muestra que la política produce disgustos («si quieres ser feliz, apártate de la política»).
Pero Kant pretende una ética cuyos principios sean universales, y esto no nos puede venir de la
experiencia, porque de la experiencia sólo pueden provenir juicios particulares. Para que los preceptos
sean universales, no puede haber acuerdo total de todos los hombres sobre la felicidad; por tanto,
deberán ser a priori independientes de la experiencia.
5.1.4. Es hipotética
Los preceptos de la ética material son hipotéticos; quiere esto decir que no se expresan en
términos absolutos, sino sólo condicionales, como medio para obtener un fin. Equivalen a «si quieres
aprobar los exámenes, tienes que estudiar». Pero ¿qué pasa si uno dice «yo no tengo interés en
aprobar»? Este precepto ya no vale para él, por tanto no es universal. Kant pretende formular una ética
que sea de ámbito universal, que valga para todos los hombres.
5.1.5. Es heterónoma
Recibe los preceptos, las leyes, desde fuera de la propia razón; es lo contrario a la autonomía, y
ésta consiste en que el sujeto se dé a sí mismo su propia ley, en que la misma persona se determine a sí
misma a actuar. Ejemplo: la voluntad del hombre es determinada a actuar de este modo o del otro, por el
deseo o inclinación al placer, al dinero, a la amistad, etc., a un bien concreto, siendo dominado por éste; el
deseo de placer es lo que mueve al epicúreo a obrar así. No es el sujeto el que se da la ley, sino que
viene de fuera.
Ya no es la materia o el objeto lo que puede determinar la voluntad, sólo queda la forma. La ética
formal no tiene contenido, no tiene ningún objeto al que tenga que someterse la voluntad. Las éticas
formales están vacías de contenido, no se lo dan hecho desde fuera, se lo tiene que buscar cada uno
desde dentro. No dicen lo que tienen que hacer, sino únicamente señalan cómo tienen que hacerlo.
«Cuando un ente racional pretende pensar sus máximas como leyes universales prácticas, sólo
puede pensarlas como principios que, no por la materia, sino sólo por la forma, contienen el motivo
determinante de la voluntad.»
«La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los deberes que
les convienen; por el contrario, toda heteronomía del arbitrio no sólo no funda obligación alguna, sino que
más bien es contraria a su principio y a la moralidad de la voluntad.»
(Crítica de la razón práctica, Ed. Losada, Buenos Aires, pp. 25, 26 32, 39).
Frente a los tres errores de la ética material, Kant propone una etica contraria:
• Es una ética a priori: no empírica; es decir, que sea universal y necesaria para todos los
hombres.
• Es una ética categórica: no hipotética; es decir, que los juicios sean absolutos, sin condición
alguna. Que tu comportamiento pueda ser universalizable y convertirse en ley para todos, sin
condiciones.
• Es una ética autónoma: no heterónoma; es decir, que sea el propio sujeto el que se
determine a sí mismo a obrar; ha de darse a sí mismo su ley, sin que le sea impuesta por
nada exterior a su razón.
Por tanto, frente a una ética material, hay que proponer una ética formal; o sea, vacía de
contenido: no establece ningún fin; no establece ningún medio.
La ética formal se basa en la determinación propia de la voluntad. A esta ley que la voluntad se da
a sí misma la llama Kant el imperativo categórico. Este imperativo lo formula de la Siguiente manera:
- «Obra de tal manera que tus actos puedan ser tomados como normas universales de conducta.»
- «Obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre como fin y nunca como medio.»
Hay que notar que en estas formulaciones no dice lo que hay que hacer, sino únicamente
cómo: «Obra de tal manera que...»,
La ética formal se basa en el deber: como la ética formal no tiene contenido, no nos dice lo que
debemos hacer, sino cómo debemos obrar. Somos nosotros, cada uno, los que tenemos que llenar ese
contenido que está vacío. Y para Kant la única norma de moralidad es el deber, actuar conforme a la ley.
• por deber (moralidad): no cobra los precios abusivos porque no debe cobrarlos.
Solamente estas últimas acciones son moralmente buenas: en ellas no se actúa por ningún fin; es
el deber por el deber. Ninguna de las dos primeras son moralmente buenas. El valor moral no está por
tanto ni en el fin ni en los medios, sino en el móvil que determina su acción, El único móvi1 admisible
para la voluntad es la ley que la misma voluntad se da a sí misma: es la voluntad lo que determina lo que
es bueno; el deber es el respeto por la ley, adherirse a la ley por puro respeto a ella. Éste es el deber por
el deber.
Kant aspira a establecer una ética que sea racional y de validez universal -es decir, a priori-, que
sea:
De tal manera tiene que ser esa ley que no quede la más mínima duda sobre ella: se impone a
todos los hombres, por sí misma, por la razón que todos los hombres tenemos; tiene una vigencia
necesaria, de la misma manera que se impone por la razón que los ángulos de un triángulo suman dos
rectos.
Para que esta moral sea universal, tiene que fundamentarse en mandatos, imperativos que
provienen de la voluntad, no solamente de la razón; y todos los hombres tienen esa voluntad. Esos
imperativos tienen que ser categóricos, no hipotéticos ni condicionales.
Esta idea de la ley moral y del bien no se puede deducir de la experiencia; la ley moral no dice lo
que es, sino lo que debe ser. Por tanto, tiene que ser a priori, independiente de la experiencia, de lo que
todavía no ha sido, sino que debe ser.
- Las leyes naturales nada ordenan ni mandan: únicamente se limitan a describir lo que ocurre; la
ley moral se expresa siempre en forma de orden, de imperativos: «no mates», «ayuda al prójimo»,
etc. No enuncia lo que ocurre, sino lo que debe ocurrir.
Si no puede ser la experiencia, no queda otro recurso que la razón. No puede ser a posteriori, sino a
priori.
La razón por sí misma es independiente de todo acontecer, es la que orienta y guía el acontecer
humano, su comportamiento, su conducta; y se llega a la conclusión de que es lo mismo conocimiento
racional y conocimiento a priori.
La voluntad es buena por sí misma, no por lo que haga, no porque alcance el fin que se
proponga; es decir:
- La buena voluntad es autónoma: la voluntad se da a sí misma sus propias leyes, que Kant llama
imperativos; en ellos está el deber moral del hombre. Estos imperativos en Kant son absolutos.
- Kant rechaza toda heteronomía, y llega a decir que si la voluntad se mueve por inclinaciones
(tendencia a la felicidad) o es movida por un fin u objeto (agradar a los padres, a los amigos, por
sacar buenas notas, etc. ), deja de ser autónoma y se convierte en heterónoma.
Kant no ofrece reglas de conducta que nos permitan vivir honestamente, no da normas de ninguna
clase, sino criterios racionales para determinar la validez de todas las reglas, de todas las normas.
Y llega, conforme ya lo hemos explicado, a que el criterio supremo de la moral, la única orientación
válida de toda conducta humana, la única que se puede llamar ética, es el deber por el deber .
Pero Kant no niega ni la inmortalidad del alma, ni la existencia de Dios. Lo único que dice es que
no son objeto de conocimiento. El campo de la afirmación de estas realidades es el de la Razón
Práctica. No son objeto de conocimiento científico, sino que hay que admitirlos como postulados.
Dios, el alma, su inmortalidad, la libertad, el mundo... son postulados de la Razón Práctica. Para
comprender lo que significan estos postulados, conviene tener claros algunos conceptos. Hay que
distinguir entre:
- Axiomas: proposiciones evidentes por sí mismas que no necesitan demostración. Ejemplo: «Toda
cantidad es igual a si misma».
- Teoremas: proposiciones que no son evidentes por sí mismas pero pueden ser demostradas.
Ejemplo: el teorema de Pitágoras («la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma del cuadrado de
los catetos»).
- Postulados: proposiciones que no son evidentes y no pueden demostrarse, pero hay que
admitirlos porque, si no, sería imposible cualquier afirmación. Ejemplo: las matemáticas, el
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 171
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. Mª. de los Apóstoles Kant: Uso teórico y uso práctico de la razón
Postulado 5° de Euclides («En un plano y por un pun to exterior a una recta sólo puede trazarse
una paralela a dicha recta»).
Según Kant, las realidades metafísicas no son evidentes, no pueden demostrarse, pero hay que
admitirlas para que sea posible la moral.
- La libertad: para que sea posible la moral autónoma (el obrar por respeto al deber), es necesaria
la libertad, porque, si no, se haría imposible la moral.
- La inmortalidad del alma: la voluntad, en su acción moral, persigue un fin inalcanzable en esta
vida; luego hay que afirmar la inmortalidad.
- Dios: en el mundo, el ser y el deber ser no se identifican; es necesario admitir a Dios como el ser
donde se identifican esas dos realidades: en él se da una unión perfecta entre virtud y felicidad.
Es partidario de esa lapidaria frase: fiat iusticia, pereat mundus; «diga yo la verdad que llevo en mi
pecho, la verdad que debo decir, aunque se muera Fulano de tal, o perezca el mundo entero». Kant se
repliega a la propia intimidad absolutamente personal y obedece a una ley interior, la máxima de la propia
buena voluntad- Es una moral que no tiene nada de comunitaria.
Kant viene a decir: «Si yo soy bueno por inclinación, porque esa chica me tiene loco y soy capaz
de hacer por ella lo que sea; si estudio por sacar buenas notas, o por dar una satisfacción a mis padres; si
me porto bien con mis amigos; si hago la vida agradable a mis hijos, entonces no soy bueno. Eso no
tiene ningún mérito; todo lo que hago lo tengo que hacer por deber, de manera absolutamente fría, y
dejando de lado mi inclinación. Si entonces me porto con esa chica igual que con este señor por el que no
tengo ninguna inclinación ni simpatía, entonces es cuando me comporto verdaderamente bien. Lo que se
hace por inclinación natural no es moral.
Se sitúa, así, a años luz de distancia de unos sentimientos espontáneos, vitales. Lo que nos
constituye como seres humanos, dice él, es la buena voluntad, el sentido del deber. Lo que es por
inclinación nos asemeja al mundo de los animales.
¿Es posible que un hombre, real, concreto, de carne y hueso, históricamente determinado, pueda
actuar éticamente sólo por la razón, sólo por la buena voluntad? ¿Se puede prescindir completamente
de la realidad del hombre como ser que tiene sentimientos? ¿Se puede aislar uno casi completamente de
la realidad que le rodea y sólo mirarse a sí mismo? ¿Se puede decir que el que no actúa sólo por deber
no puede tener una conducta, una actuación ética correcta?
El rigorismo de su ética le lleva a Kant a sostener que una acción sólo se cumple por deber,
únicamente en el caso en que nuestras inclinaciones sean contrarias a esa acción.
Ejemplo: No sería ético atender por deber a nuestros hijos o a nuestros amigos, porque tal
es la inclinación natural que tenemos hacia ellos. Eso es lo mismo que hacen los
animales, dice Kant. En este caso, actuamos no por deber, sino por afecto a estas
personas. No reconoce que el afecto, la amistad, sea también un deber; se trata sólo de
una inclinación.
He aquí la crítica que le hacen los filósofos Schopenhauer (1788-1860) y Bertrand Russell
(1872-1970).
Ese principio ético, elemental, de no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti (la
regla de oro), es traducible, en términos kantianos, a ese otro imperativo categórico «debemos tratamos a
nosotros mismos y a los demás siempre como fines y nunca como medios»; tampoco esto puede
convertirse en regla moral.
Ejemplo: Un criminal podría recordar esta regla de oro al juez que le va a condenar a diez
años de prisión: «Si no quieres que los demás te condenen a ti, tú no debes condenar
nunca a los demás», podría decirle el delincuente al juez.
Además, arguye Russell contra Kant, no es éste un imperativo categórico, sino solamente
hipotético; se podría traducir así: si quieres que el prójimo te trate bien, no le hagas daño, trátale bien. Y
la ley moral única es el imperativo categórico, absoluto.
Los argumentos de Max Scheler (1874-1928) van en esta línea. Dice que Kant confunde a priori
con formal y con racional; para este autor existe un a priori que se capta intuitiva y emocionalmente, que
no es de la sola razón; se trata de otro factor distinto: el valor.
Se puede decir que el valor se traduce en intuiciones éticas que tenemos todos y que hacen
posible una ética material a priori; es decir, sus principios son evidentes, y no son comprobables ni
demostrables, son a priori; tampoco se pueden rechazar por la razón, la inducción o la observación.
Junto a la lógica de la razón, este autor admite la lógica del corazón; iría en la línea de Pascal
(1623-1662): «el corazón tiene razones que la razón no comprende».
Nicolai Hartmann (1882-1950) afirma que la universalidad de la ley moral no es algo que sea
necesariamente formal, no es algo que tenga que estar vacío de contenido; la ley moral puede tener un
contenido sin perder su naturaleza a priori; el error de Kant consiste en confundir «material» con
«empírico». La ética material no tiene por qué extraerse de la experiencia; también puede ser a priori.
El formalismo de Kant se basa en un personalismo (subjetivismo), y Kant pretende que sea una
especie de personalismo-subjetivismo trascendental. Todo lo de Kant es siempre muy subjetivo y muy
individualista, y a esto quiere añadirle que sea a priori, independiente de la experiencia, y, al eliminarla, el
formalismo pierde sentido; confunde a priori con racional, como sostiene Scheler .
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía 173
Víctor M. Gallardo Relloso
Sta. Mª. de los Apóstoles Kant: Uso teórico y uso práctico de la razón
También rechaza, con Kant, las éticas heterónomas, de fines y empíricas; cree que está en lo
cierto al sostener que la cualidad moral de un acto no depende de las consecuencias que tenga. Tiene
valor, entidad, en sí mismo.
La crítica filosófica no es fácil. Sin embargo, la mayoría coincide en señalar la falta de contenido de
la norma kantiana, es decir, que queda reducida a una mera fórmula racional, desconectada de hecho
de la realidad.
Por una parte, la coherencia filosófica de Kant es indudable desde el punto de vista lógico; nada
se le puede reprochar. Su ética a priori se encuentra en la misma dirección que la Crítica de la razón pura:
los juicios sintéticos a priori.
Por otra parte, una norma, una ley o un imperativo no serían morales si no son universalizables
(que se puedan extender a todos los hombres), según Kant; la universalidad de la ley moral está
asociada con su carácter necesario y apodíctico. Pero estas características de la ley moral, de hecho,
vuelven la espalda a la realidad, a la experiencia, vacían de contenido al imperativo. Entre realidad y ley
ética hay una enorme distancia.
No se puede alcanzar la universalidad por la experiencia; toda norma, toda ley, es concreta; en
cuanto intente universalizarse, admite excepciones y deja de ser universal.
Ejemplo: «No matarás» admite la excepción de la defensa propia, de los que creen en la guerra
justa, en la pena de muerte, etc. La norma se puede universalizar «lógicamente», pero quizá no en
la realidad.
Ejemplo: El «egoísmo» es uno de los casos en que la norma es universalizable; desde luego, no
admite excepciones: todos somos egoístas; pero, sin embargo, no sería moral. La razón que da
Kant es poco consistente, pues supone precisamente el egoísmo: «ayudo a los demás porque en
algún momento puedo necesitar su ayuda»; ayudar a los demás para romper el egoísmo se vuelve
también egoísta; porque el rechazo del egoísmo se basa en una razón de conveniencia egoísta:
hoy por ti, mañana por mí.
Otro problema: ¿se puede mentir en el caso de que nos obliguen a hacerlo, cuando de nuestra
respuesta depende que se cometa un asesinato?
Kant llega a afirmar que sería inmoral mentir a un asesino que nos preguntara dónde está el amigo
que se ha refugiado en nuestra casa: Fiat veritas, pereat mundus.
Y dice textualmente: «Decir la verdad cuando no podemos callar es un deber formal que tiene el
hombre con sus semejantes, cualesquiera que sean los inconvenientes que pudiera ocasionarse a sí
mismo o a sus semejantes.»
Se trata de un solipsismo moral: el no tener ningún contacto con la realidad le hace perder
perspectiva ética; hay valores superiores que difícilmente se podrán subordinar a otros inferiores; el valor
de la vida humana es superior en sí mismo a otro valor de diferente calidad. La ética debe resolver el
conflicto entre valores superiores.
Kant se encuentra prisionero de una psicología un tanto simplista; su ética supone una
psicología en que la personalidad se divide en sensibilidad, razón y voluntad; la voluntad contempla la
lucha que se da entre la sensibilidad y la razón; la sensibilidad tiende hacia el mal, y la razón señala el
camino del bien.
Este humanismo tan simple no sería un humanismo, por faltarle el núcleo de todo humanismo
moderno, como es la unidad orgánica de la personalidad humana; él divide a la persona en esas tres
facultades (sensibilidad, voluntad y razón), pero no integra sus cualidades en la unidad de la
personalidad humana.
Los problemas éticos no son tan sencillos; no se trata de una lucha entre la sensibilidad y la razón,
o entre el deber y las inclinaciones naturales; tienen una base problemática mucho más compleja y difícil
de analizar; por otro lado, ordinariamente, el conflicto se suele plantear entre dos deberes, entre dos
valores que suelen estar siempre detrás de cada deber. Y lo que habría, tal vez, que detectar es el valor
que entraña cualquier deber; y, una vez visto esto, analizar cuáles son los valores superiores y cuáles los
inferiores (otros hablan de «jerarquía de valores»). Y ver claramente que la ética debería responder al
conflicto que se suele dar entre valores superiores, entre libertad y vida, entre verdad y derechos de la
persona, etc.
Kant mantiene una ética que es incapaz de resolver conflictos morales reales, y se puede decir
que una teoría ética incapaz de solucionar conflictos reales humanos es una mala teoría. Quizá sea ésta
la mejor crítica que le podemos hacer: el principio fundamental de la universalización de la máxima moral
nada soluciona. Le falta también un factor muy importante: es incapaz de inspirar acciones valiosas; es
mucho más un elemento prohibitivo, represivo, que un elemento dinamizador, inspirador de actuaciones
creadoras.
La religión dentro de los límites de la mera razón; la definición y la autoría del programa de la
Ilustración; los escritos por la tolerancia y la paz perpetua; la crítica a la metafísica tradicional y su
preocupación por encontrar no tanto el fundamento último del conocimiento humano, cuanto su límite
legítimo; la profundidad y la nobleza de su ética; la tesis de que la realidad no nos viene dada, sino que la
construimos al conocerla; etc. De pocos autores en la historia de la filosofía se puede hacer una
enumeración de problemas y de temas de tanta profundidad y actualidad tratados en una teoría filosófica.
Estos aspectos convierten el de Kant en uno de los últimos grandes sistemas de la historia de la
filosofía, de manera que su obra adquiere ese difícil carácter de ser una encrucijada; es decir, un punto de
llegada de los problemas que han constituido el horizonte de la filosofía hasta él y, a la vez, el punto de
partida de lo que será a partir de él.
La nueva perspectiva implica que Dios y el alma quedarán como temas de análisis y estudio en
nuevos ámbitos: la teología en el entorno de la creencia como actividad humana distinta de la filosofía; la
psicología, como nueva ciencia de lo mental que surgirá en el siglo XIX. Los dualismos no serán ya un
tema fllosófico: el siglo XIX es un siglo de monismos, en el que aparecen nuevas ciencias humanas y de
la materia, así como se produce una enorme eclosión de la producción científica a partir de la legitimación
y del refuerzo que el sistema de Kant supone para la ciencia newtoniana.
El siglo XIX será el siglo de Darwin y de Mendel como creadores de la, nueva biología a partir de
la evolución y de las leyes de la herencia. Marx significa el resurgimiento del monismo materialista (el
pensamiento es una mera producción del cerebro) y el comienzo de la economía política como nueva
ciencia. Freud resuelve el falso y viejo problema planteado Hobbes y Rousseau acerca de si la naturaleza
humana es intrínsecamente buena o mala, al afirmar que no es ni buena ni mala, y que la moral es una
determinación social de las personas.
De Kant proviene, igualmente, el idealismo absoluto de Fichte, Schelling y Hegel, a quien el propio
Kant da pie en su opus postumum. Este idealismo derivará en el irracionalismo más absoluto, dando lugar
al nacimiento de los racismos y de la sociología alemana prefascista de finales del siglo XIX.
En Kant se encuentra una conquista definitiva para la ciencia: el espacio y el tiempo son la
condición de posibilidad de nuestra experiencia posible. Esto influirá en el positivismo de Comte y en su
heredero, el empirismo lógico o neopositivismo del Círculo de Viena, y en Popper; así como en la
discusión entre ambos -Popper y los neopositivistas- sobre la búsqueda de un criterio de demarcación
entre lo científico y lo metafísico.
La lucidez de Kant anticipa la línea más actual de la física moderna. La tesis de Heisenberg del
principio de incertidumbre tiene su base en la afirmación kantiana de que la realidad no nos viene dada,
sino que la constituimos en el momento de conocerla. Puede que exista la realidad en sí, el noúmeno,
pero apenas nos interesa porque no podemos conocerla (el instrumento de observación modifica lo
observado). Lo que podemos conocer es el fenómeno, que no es una realidad en sí, sino una realidad
para nosotros, y lo podemos conocer en la medida en que tenemos instrumentos para ello: nuestros
sentidos, condición para el conocimiento sensible, y la razón, condición para el conocimiento intelectual.
Lejos de parecer una postura relativista, esta posición es la base de la actitud primordial del siglo
XX: de la misma manera que el mundo griego identificaba lo aparente con lo real, en el siglo XX y en
nuestro siglo XXI se prefiere la tesis del constructivismo: la realidad la construimos. El desarrollo de estas
ideas nos lleva a conceptos actuales como la teoría de modelos o la realidad virtual.
La doctrina kantiana sobre el derecho, la teoría del Estado y la paz perpetua, han tenido una
concreción muy señalada en la constitución de la primitiva Sociedad de Naciones, antesala de la actual
ONU, en el nacimiento de la Unión Europea o anticipando los terribles problemas planteados a los países
del Tercer y Cuarto mundos por la deuda externa y por la emigración, problemas cuya solución es un
paso previo y modesto en pro de la sociedad mundial basada en la paz perpetua que preconiza nuestro
autor.