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PENSAMIENTO PAULINO
AUTOR
PRESENTADO A
El camino hacia los orígenes de Pablo nos lleva- a la región de Cilicia, en Asia Menor, y
en concreto a la villa de Tarso. Hijo de judíos residentes en aquel lugar, recibió al circuncidarse el
nombre de Saúl, que en los lugares de lengua griega se convertiría en Saulo e incluso en Pablo.
Judío e hijo de judíos, recibe un nombre bíblico.
La educación de Pablo a los pies de Gamaliel sugiere que se preparaba para ser rabino.
Según J. Jeremias, cuando Pablo se convirtió no era simplemente un discípulo rabínico (talmíd
hakam), sino un maestro reconocido, con capacidad para formular decisiones legales. Es la
categoría que se le presupone por el papel que desempeñaba cuando marchó a Damasco (Hch
9,1‐2; 22,5; 26,12); semejante autoridad sólo podía conferirse a una persona cualificada. Ello
parece confirmarse por el voto de Pablo contra los cristianos (Hch 26,10), al parecer como miembro
del sanedrín. De todo ello saca se puede concluir de que Pablo era de mediana edad cuando se
convirtió, pues se requería haber cumplido los cuarenta años para la designación de rabino, y
también que Pablo estaba casado, como era preceptivo en el caso de los rabinos.
1. El Proyecto de Dios
2. El Evangelio
3. La Fe
4. Ja Justificación
5. La Iglesia
6. La Dimensión Escatológica
Lo concerniente a EL PROYECTO DE DIOS, tiene que ver tanto con el hombre como con
el cosmos. Ese proyecto que abarca todo, pero que tiene al hombre en el centro, es elaborado por
Dios, que está por encima de todo. Por ejemplo Pablo dice: “Dios lo ha predestinado”, es decir el
hombre en todas sus iniciativas está proyectado por Dios, ya que nació de la interioridad misma de
Dios.
En cuanto al EVANGELIO, Pablo como buen intelectual, hace una síntesis de los hechos
y los expresa con el sustantivo euangélin. De aquí que “evangelio” es la síntesis, para Pablo, de
todo lo que ha observado sobre el anuncio apostólico.
Fundamentalmente el contenido expresado por el término evangelio es:
Ahora la suma de estos cuatro puntos constituye la “buena noticia” que Pablo anuncia.
En lo que toca a la FE, es ante todo, la apertura radical con la cual es recibido el contenido
mismo del Evangelio; la personalización y asimilación del mismo se darán en un segundo momento.
Esta aceptación tiene que ser una apertura plena y radical, requiere del hombre una opción
voluntaria.
No se puede aceptar una parte del evento pascual; no se puede aceptar a Cristo en la
propia vida poniéndole condiciones; una aceptación limitante desde el principio o ya no es más fe,
o es simplemente una preparación a la fe. En cambio, la fe verdadera implica una totalidad, que se
reciba completamente todo el Cristo que es presentado por el Evangelio. Esta aceptación debe ser
plena. Es una aceptación que entra hasta llenar todos los espacios de la vida.
Dios quiere JUSTIFICAR al hombre, y entonces lo primero que hace es liberarlo de todos
los residuos que ha acumulado a causa de sus errores. Para Pablo el pecado no es solamente una
opción equivocada, sino algo que excava en su vida. Dios quita estas ruinas y entonces tenemos
la aplicación del misterio pascual, de la muerte de Cristo que libera al hombre de su pecaminosidad
casi en la raíz, que lo libera de los resultados de esas opciones. Pablo dirá en la Carta a los
Romanos 8,14: "Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios". El hombre
justificado, entonces, es aquel que se ha abierto a esta influencia de Dios justificante donando el
misterio pascual; y la vitalidad de Cristo donada al cristiano produce en él esta realidad de hijo de
Dios con la capacidad de conducir su vida haciendo las mismas opciones de Cristo. El hombre
justificado es el hombre cristificado, que empieza a hacer en su vida las mismas opciones
fundamentales de Cristo. La justificación también es un desarrollo: podemos decir que no somos
personas ya justificadas, sino en proceso de justificación, ya que la fe nos permite aceptar
progresivamente el mensaje del Evangelio.
La IGLESIA para Pablo es, ante todo, el conjunto de los justificados. Tenemos a los
justificados que, en un cierto punto se juntan en un contexto típicamente cristiano, estructurado. El
primer ejemplo de Iglesia que encontramos en Pablo, en la Primera Carta a los Tesalonicenses, es
un ejemplo estructurado: varias personas que se dedican totalmente a los demás.
La Iglesia, entonces, es vista por Pablo como un conjunto estructurado que se reúne, que
tiene su consistencia y punto de referencia en Cristo como Señor y del que recibe vitalidad. Este
núcleo se encuentra en los diferentes estadios de la evolución de la Iglesia, como los presenta y
ve el mismo Apóstol. La Iglesia es determinada por la presencia de Cristo creído y sentido. Creído
porque es necesario un acto de fe; sentido porque hay una experiencia de Cristo muerto y
resucitado en la asamblea testimoniada por los himnos.
Debergé, P. (2012). Pablo, el pastor. Cuaderno bíblico 126. Navarra: Editorial Verbo Divino (pp. 8-
32).