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Bona, C, 2017, La nueva educació n: los retos y desafíos de un maestro de hoy,

Barcelona, Editorial Penguin Random House.

César Bona, ganador del global teacher prize, como uno de los cincuenta mejores
profesores de todo el mundo.

El autor propone una educació n basada en los valores, má s humana, y que estimule la
curiosidad por aprender. Cambiar la actitud de los maestros. Integrar a los niñ os y
jó venes a la sociedad. La importancia del respeto, la empatía, la escucha y la
sensibilidad en las escuelas.

“Los maestros podemos abrir puertas y ventanas para que los niñ os se conviertan en
personas plenas, porque está en nuestras manos el empujarles hacia delante para que
ellos mismos construyan su presente y su futuro” (p.19)

“Es nuestra obligació n convertirlos en ciudadanos globales, prepararlos para los retos
que la vida les presentará . Las matemá ticas, el inglés, etc., deberían dirigirse hacia ese
camino, es decir, a facilitarles la vida y no a convertirse en meros objetivos de
evaluació n”. (p.20)

“En la infancia aprendemos por curiosidad, una curiosidad innata que nos acompañ a a
lo largo de nuestra vida, pero que muchos dejan de lado conforme crecen. No hay má s.
En las escuelas nos empeñ amos en enseñ arles en lugar de invitarlos a aprender.
Estimular esa curiosidad a diario debería ser obligatorio para todos aquellos que
quieran ser maestros”. (p.20)

“¿Por qué, conforme crecemos, hemos de dejar de jugar? Si se pierde la esencia propia
de la infancia perdemos demasiadas opciones de disfrutar má s de la vida, y como
maestros desperdiciamos aquello que nos acerca má s a los propios niñ os”. (54)

“No hay que educar basá ndonos en la competitividad. Hay que educarles para que
sean mejores de lo que eran antes”. (p.57)

“Se deja de aprender cuando dejas de sentir curiosidad por las cosas que tienes a tu
alrededor. Por lo tanto, nuestra misió n, en cada uno de los días que estemos con los
niñ os, es esforzarnos por estimular esa curiosidad. (…) La curiosidad es el motor que
debe estar siempre en marcha”. (p.65)

Un maestro debe:
- Invitar al compromiso social de los alumnos: hacerles conscientes de que ellos
pueden hacer un mundo mejor.
- Estimular el respeto al medio y a los seres que lo comparten con nosotros.
- Tener autoconocimiento. No puedes enseñ ar a un niñ o si no te conoces a ti
mismo.
- Estimular cada día la creatividad y la curiosidad, así que ha de ser curioso u
creativo.
- Aprender a gestionar sus emociones y así podrá guiar a los alumnos para que
sepan gestionar las suyas.
- Contagiar actitud. Será ejemplo para cientos de niñ os.
- Trabajar conjuntamente con niñ os, padres y madres y administrativos locales.
- Ser un individuo tecnoló gico. A estas alturas nadie debería dudarlo.
- Tener la mente abierta y estar preparado para encontrar cosas maravillosas a
su alrededor. (p.65 y 66)

“pensamos que tenemos que hacer todo lo posible por cambiar a los niñ os, cuando en
realidad lo que tenemos que hacer es cambiar nuestra perspectiva de los niñ os”.
(p.80)

“Los niñ os y las niñ as está n hechos, sobre todo, de ilusió n. Y no podemos olvidarnos
de esto ni un solo día”. (p.87)

“Para mí es un mundo raro cuando un ser, un niñ o o una niñ a, que está compuesto de
imaginació n, ilusió n, creatividad, curiosidad… ha de dejar todo esto en la puerta del
aula para entrar, sentarse y comportarse como un seudoadulto que va a recibir datos
para luego limitarse a reproducirlos. A mi modo de ver, eso, en sí mismo, ya me parece
antinatural. Todo empieza a fluir cuando estimulas de verdad a esos niñ os y te dicen
ellos mismos que harías, que crearías, que imaginarías. Es maravilloso lo que sale de
esos niñ os. ¿Qué pasa? Que luego nos preguntamos por qué abunda la falta de
motivació n, por qué se produce tanto absentismo”. (p.88)

“Antes, en la época en la que yo estudiaba en la escuela, el libro era nuestra ú nica


ventana al mundo y lo que leíamos en él era lo que había que repetir, la verdad
universal. Sin embargo, ahora contamos con una herramienta muy buena: internet.
Tenemos la posibilidad de enseñ arles a investigar, pues vamos a permitirles hacerlo.
(…) Debemos enseñ arles a comparar la informació n, a contrastarla, a ser críticos con
lo que leen”. (p.89)

Metodología

“Lo primero que un maestro debe tener en cuenta es el contexto en que vive cada
niñ o. No es lo mismo que un niñ o estudie en un colegio de los que llaman de difícil
desempeñ o o que lo haga en una escuela de un pueblo de doscientos habitantes o en
otra de seiscientos alumnos en el centro de una gran ciudad. Son niñ os y cuentan con
los mismos ingredientes, sin duda, pero seguramente tendrá n inquietudes distintas.
Quizá el niñ o del pueblo esté pensando en que al terminar las clases se dedicará a
recoger fruta con su abuelo; tal vez el de la escuela de difícil desempeñ o no lo tiene tan
sencillo cuando juega por su barrio”. (p.95)

“soy maestro pero no lo sé todo:


soy consciente de que esta actitud puede romper de que esta actitud puede romper
con el paradigma del maestro de toda la vida, segú n el cual el conocimiento residía
exclusivamente en el docente. Sin embargo funciona a la perfecció n como una
herramienta que activa el deseo de participar de los niñ os”. (p.97)

“No solo sirve para que ellos se sientan a gusto en la escuela. Con esta premisa
también el maestro está aprendiendo continuamente. La informació n está en todas
partes”. (p.97)

“En este sentido, hay que enfatizar la importancia de que estés a la altura de un niñ o
cuando éste te mire. Por eso creo que las tarimas elevadas para marcar la jerarquía de
los docentes ya está n fuera de lugar”. (p.99)

¿Porqué un don tan importante como es el don de la comunicació n (oral sobre todo)
sigue sin estimularse en las escuelas? (…) hablar en pú blico sirve para que uno pueda
expresar sus emociones, compartir sus pensamientos, defender sus argumentos”.
(p.107)

“la implicació n, que es una de las claves má s sencillas para favorecer la motivació n.
Los niñ os han de sentirse implicados”. (p.111)

“Pero esa implicació n- motivació n tiene dos vertientes distintas y ambas son
profundamente interesantes. Por un lado, me refiero a implicar a los niñ os para que
ellos se sientan parte de su aprendizaje, como decía antes, pero también debemos
invitarles a implicarse con la sociedad y que piensen qué pueden mejorar ellos en el
mundo. Tenemos que abrir ventanas, tenemos que tirar muros para que la sociedad
entre en la escuela y para que la escuela y la clase salgan a la sociedad. Las puertas de
las escuelas han de estar abiertas; no solo para entren los niñ os, sino para que sus
ideas salgan y transformen el mundo. Debemos invitarles a que analicen lo que sucede
fuera, que ejerciten un punto de vista crítico, que interactú en con la sociedad y que
reflexionen sobre lo que ellos mismos pueden mejorar, porque los niñ os pueden hacer
cosas increíbles si se les da la oportunidad”. (p.111)

“No olvidemos que los niñ os siguen siendo niñ os en la escuela, y que el juego es la
forma má s eficaz de aprendizaje”. (p.119)

“La Educació n Secundaria (…) es donde má s limitados se encuentran los adolescentes,


el lugar donde má s encorsetado aparece todo, y donde resulta má s difícil llevar a la
prá ctica cualquier proceso de innovació n. En resumidas cuentas, es allí donde toda la
fuerza vital de los jó venes permanece enclaustrada en un cuerpo y una mente que en
realidad desean reivindicar que son importantes. Donde má s movimiento se requiere
es donde suele aparecer un mayor inmovilismo”. (218)

“A los niñ os, pero muy especialmente a los adolescentes, es importante hacerles notar
que su contribució n puede ser fundamental, que pueden dar un paso y provocar
cambios. Algo má gico sucede cuando a un niñ o se le ofrece la oportunidad de dar un
paso adelante y comienzan a cambiar las cosas (…) tienen cosas muy interesantes que
ofrecer y hay que invitarles a participar en la sociedad”. (218)
“El tiempo pasa muy rá pido. Los padres debes disfrutar de vuestros hijos y los niñ os y
las niñ as han de disfrutar de su infancia”. (p.238)

“Somos emociones, y si somos emociones debemos intentar buscar la emoció n en los


niñ os y en las niñ as. Tenemos que plantearnos qué les preocupa, qué les gusta, qué les
motiva. Supongo que cuando llegas a casa o cuando estas en el trabajo, vivas con quien
vivas, trabajes con quien trabajes si se sienten felices no hay nada que supere esa
sensació n (…) Al final, queramos verlo así o no, nos resumimos en eso: en una
bú squeda continua de la felicidad. Por ello las escuelas han de ser algo má s que
centros donde se envasan conocimientos para que seamos productivos de cara a la
sociedad”. (p.241)

“La idea de una educació n global, de la que surjan seres íntegros, es un tsunami
imparable. Sin duda, no solo notaremos una transformació n si introducimos, por fin, la
educació n emocional en las aula. Ademá s, la necesidad de que los niñ os y niñ as
participen y provoquen cambios en la sociedad va a llevar a las escuelas a convertirse
en centros donde se estimule el compromiso social”. (p.257)

“No nos podemos permitir vivir en una burbuja donde los niñ os pierdan su esencia y
terminen en un lugar u otro dependiendo de que saquen un cuatro o un ocho”. (p.258)

“Má s allá de está ndares, logros, decimales y casillas a rellenar que pretenden
transformar a nuestros chicos y chicas en má quinas evaluables, no olvides que lo que
tenemos enfrente, si nos agachaos un poco y nos ponemos a su altura, son los ojos de
un niñ o que tiene má s sueñ os que una simple nota”. (p.259)

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