Sie sind auf Seite 1von 5

EL PRIMER AMBIENTE HUMANO: DEL VIENTRE AL REGAZO

ADELA SÁNCHEZ GARCIA

WWW.MONTESSORIPIKLER.COM

EMBARAZO

Hace poco leía la siguiente pregunta:

¿Cuándo nace un hijo? No un niño, si no un hijo. La idea de ese hijo, cuando lo imaginamos,

cuando jugamos a los bebés…

Desde ese momento se empiezan a materializar en nosotras una serie de ideas, deseos, imáge-

nes, expectativas. Todo esto es fruto de nuestra propia infancia (cómo nos han criado) el entorno

social y cultural en el que vivimos (familia, barrio, ciudad, país, continente….) y la información que

nos llega a través de los medios sobre la maternidad (cine, revistas, televisión…).

Muchas mujeres cuando sabemos que estamos embarazadas ya nos sentimos madres. Y de he-

cho, los neurocientíficos y psicólogos perinatales hablan que la edad del bebé recién nacido no

debería contarse desde ese momento, si no desde que es concebido.

Hemos venido a hablar de ambientes, así que veamos el primer ambiente en la vida del ser hu-

mano:

El vientre materno es un ambiente peculiar, ya que no se trata de un lugar relativamente aislado,

como podría ser una habitación, si no que se trata de un ambiente vivo y en constante cambio:

es parte de un ser humano.

Así pues, esto conlleva a la vez una enorme complejidad y riqueza: durante un tiempo, dos per-

sonas conviven en un mismo cuerpo. Una de ellas ya está formada, no necesita de otra persona

para sobrevivir, sus órganos están maduros, pero lleva consigo una larga historia de vivencias vi-

tales, y está emocionalmente expuesta al entorno. El otro ser humano se está formando a gran

velocidad. Hace cambios asombrosos en un tiempo récord (hablar de cuando empiezan a mover

los miembros, y de cuando empiezan a “dormir”), y depende, a nivel psíquico y físico de la per-

sona que la acoge.

Vamos a ver las características de este ambiente vivo, en constante cambio y regulación:

Cuerpo

En nuestro cuerpo comienzan a darse una serie de cambios orientados a hacer que este consti-

tuya el mejor ambiente posible durante 10 meses, tanto a nivel físico como psíquico: las hormo-

nas preparan nuestro cuerpo para nutrir al bebe o dar a luz, pero también para luchar por nuestra

supervivencia y la suya. Nuestro cerebro pasa el proceso denominado poda sináptica, que con-

lleva cambios en su estructura orientados a centrarnos en lo importante: criar a un ser humano.

Psique

Hace ya tiempo que la comunidad científica divulga la importancia de las emociones durante el

embarazo. Si bien el bebé no puede comprender emociones complejas, como la tristeza, si que

tiene sensaciones como respuesta a diferentes estímulos: bienestar, placer, saciedad, alarma, so-

bresalto… También percibe las emociones de la madre, ya que estas le llegan a través de los in-

tercambios hormonales, produciendo en él o ella una respuesta en consecuencia. La placenta

hace de barrera frente a emociones negativas, como el estrés, pero si estas se producen de for-

ma continuada atraviesan esa protección.

El conjunto de experiencias emocionales que viva la madre durante el embarazo van a llegar al

bebé como un eco o como un grito dependiendo de su intensidad y de su insistencia.

El modo en el que el bebé perciba el útero se va a traducir en lo que espera del mundo: amistoso,

y amoroso o violento y hostil.

Sin embargo, parece que las emociones más importantes son las que tiene la madre respecto a

su hijo o hija. ¿Amamos a nuestro bebé?¿El o ella lo sabe? ¿Se lo hacemos saber desde ese

momento, desde que está dentro de nosotras? ¿Cómo?

(El tocar y acariciar nuestro vientre, hablarle a nuestro bebé, hablarle de nosotras, de su familia,

de cómo estamos, pensar en el o ella etc. son pequeños gestos que nos van a ayudar a conectar)

Transparencia

Tan importantes son nuestras emociones, que el cerebro busca maneras de que sanemos duran-

te el embarazo. Durante el mismo pasamos un proceso que se ha denominado Transparencia

Psíquica (Monique Bydlowski psiquiatra francesa que ha pasado más de treinta años trabajando

con embarazadas y puerperas en una gran maternidad parisina), el cual adquirimos progresiva-

mente durante el embarazo llegando a un especial grado de sensibilidad al final del mismo.

En este estado tendemos a recordar o fantasear sobre nuestra propia niñez. Es normal que re-

cordemos incluso cosas de las que no éramos conscientes. Si estos recuerdos son positivos,

tenderemos a imaginar así nuestra maternidad. Pero si son negativos nos causarán sentimientos

de tristeza y angustia.

Es un proceso complejo, pero la idea importante que podemos extraer de su existencia es que

los sentimientos que nos genera hemos de verlos como una oportunidad de oro para resolver

procesos piscológicos, heridas primales abiertas, duelos pendientes etc de una manera más rá-

pida y eficaz que en otros momentos de nuestra vida. El afrontarlos y no tener conductas evita-

tivas nos ayuda a vincularnos con nuestro hijo o hija y a tener una relación de mayor conciencia y

empatía con él o ella desde el vientre

Tribu desde el embarazo

Así pues, durante el embarazo los cambios físicos son increíbles (nuestros órganos internos se

desplazan a nuevos lugares por ejemplo) y ya sabemos que los cambios emocionales son muy

duros también. En estos momentos es necesario un sostén emocional y una tribu. La crianza no

debería ser en soledad, pero tampoco el embarazo.

(Lo que ocurre es que aún no somos conscientes de lo que realmente nos ocurre y mucho menos

de lo que nos espera)

PARTO

Hablar del parto es complicado porque es uno de los aspectos más maltratados de la

maternidad.

Dicen que la manera de nacer define las personas que seremos, y que para cambiar el mundo

hay que cambiarla.

Aquí sumaríamos un segundo ambiente : por un lado está el vientre materno (la madre), y por otro

el lugar en el que se da a luz, pues este influirá directamente en la madre y en este momento el

estado emocional de la madre es decisivo.

Los seres humanos somos mamíferos, y ya se sabe que a la hora de parir las mujeres necesita-

mos lo que cualquier otra hembra mamífera: silencio, oscuridad, calma, intimidad, recogimiento,

calidez.

¿Cómo son los ambientes en los que damos a luz?¿Tienen alguna de estas características?

Al entrar en un lugar ruidoso, luminoso, lleno de desconocidos (más si son hombres), el parto se

para (segregamos hormonas que inhiben la producción de oxitocina). Nuestro cerebro primitivo

siente que hay peligro, y retrasa el proceso hasta que podamos refugiarnos a un lugar seguro.

Este cerebro, no diferencia un hospital de un tigre. Los vive a los dos como una amenaza.

Este sería pues el ambiente físico. Que hay de psíquico? ¿Creemos que es importante cómo na-

cemos, que el modo en que venimos a este mundo marca alguna diferencia?

Antes hablábamos de que nuestro útero le habla al bebé sobre el mundo.

Lo mismo ocurre con el modo en que transita de nuestro interior a nuestro exterior.

El parto es un acto fisiológico, una danza entre madre e hijo en la que ambos se coordinan y tie-

nen un papel activo.

Sin embargo se ha convertido en un proceso médico, en una enfermedad.

Al ambiente físico nada amable le sumamos la cadena de intervenciones (las intervenciones se

aplican de forma protocolaria, no cuando de verdad son necesarias, y cada intervención desen-

cadena respuestas en nuestro cuerpo que llevan a otras intervenciones) o la violencia obstétrica, (
que la mayoría de las veces no percibimos porque estamos el un momento voluble y porque la

tenemos normalizada.)

Leía en un blog como comparaban el momento de dar a luz (que es un acto fisiológico), con otro

acto fisiológico muy cotidiano: imagina que tienes que hacer caca en un wc en medio de una ha-

bitación, con un foco encima, rodeada de gente que te dice cuando apretar y cuando no, que

comenta sobre tus cacas, sobre tu capacidad para defecar y que empieza a intervenir para que

acabes rápido, porque te estás demorando mucho.

No es el ambiente más adecuado para un acto fisiológico, íntimo.

Muchas mujeres quieren que su parto pase cuanto antes, no sentir, y vivirlo como un mero trami-

te. Y que llegue lo importante: que nuestro bebé salga, y esté con nosotras.

Realmente, y al igual que pasaba durante el embarazo, el bebé ya está ahí. Está con nosotras y

nos necesita presentes al igual que los 9 meses de embarazo y el resto de su vida.

El modo en que se desarrolle el parto será uno de los factores que influirán en el modo en el que

se establece la lactancia o el vínculo, pero también ciertos rasgos de la manera de ser de ese

bebé.

“La manera en la que nuestra cultura trata a las mujeres durante el parto, es
un buen indicador sobre como las mujeres y su contribución a la sociedad,
son valoradas y honradas.” Ina May

Das könnte Ihnen auch gefallen