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TRATADO DE ESCENOGRAFíA 23

que lo dividía en dos secciones. La primera de ellas, el pulpitum o proscenio, estaba re-
servada a las evoluciones de los actores; la otra mitad servía de sala de reposo a los co-
mediantes. Ante el estrado, y en un espacio limitado por una barrera, se situaban los
espectadores, de pie, echados en el suelo o en cuclillas; los más previsores se sentaban
en las sillas que ellos mismos llevaban.
Los coliseos reproducen el modelo del theatron griego, pero mejorado al aplicarle
un rigor geométrico cuyas bases fueron minuciosamente analizadas por Vitrubio. El he-
miciclo es ahora una semicircunferencia que tiene por diámetro el borde exterior del
proscenio, que es más largo, más ancho y menos elevado que el "logeion" helénico. El muro
de la escena, abierto por sólo tres puertas, adopta una forma ligeramente curvada en su
centro. Por lo demás, nada ha cambiado: tal como en Grecia, dos salientes limitan el
proscenio por ambos lados; las construcciones que se levantan detrás del escenario sir-
ven para alojar a los actores, facilitan sus entradas y salidas y se emplean como almace-
nes; se mantiene la misma concepción del decorado, y manejan idéntica maquinaria;
los trajes para los intérpretes son similares, aunque en adelante éstos llevarán siempre la
máscara.
En cambio, la parte ornamental se ha desarrollado en gran manera. El primer piso
del escenario está revestido con fachadas de templos, palacios, columnas y estatuas;
colgaduras suntuosas y muebles de marfil, oro y plata aparecen cubriendo el proscenio
y el telón suele ir tapizado de figuras y de arabescos.
Toda belleza y lujo son pocos para deslumbrar a los espectadores, que gozan de toda
clase de comodidades. La orquesta -el coro ya no existe-, ha sido reducida a la mi-
tad y está ocupada ahora por los imponentes sitiales de los senadores. Dos palcos (uno
reservado al emperador y a los grandes personajes, y el otro, a la emperatriz y a las ves-
tales) sobresalen en los dos extremos del proscenio. Los graderíos, ocupados por la ple-
be, están provistos de escalinatas; los vomitorios conducen a las galerías practicadas en
el espesor del muro de cerramiento, magnífico también con sus adornos de columnatas
y pilares esculpidos, con vestíbulos y pasadizos cubiertos, rodeados de jardines. Du-
rante los días calurosos, un inmenso uelum, hecho de tejido de lino, teñido a veces de
púrpura, se extiende sobre el hemiciclo para proteger a los espectadores de los ardores
del sol.

ANÁLISISpRAcrICO

Hemos tratado de desplegar una panorámica del teatro antiguo y si, por medio de los
gráficos que adjuntamos como ilustración, nos hallamos bien enterados de su específi-
co carácter, podemos reflexionar sobre la posibilidad de intervenir como escenógraf.os
24 FRANCISCO NIEVA

Teatro griego

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Plano del teatro Morcelo
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EL TEATRO EN LA ANTIGUEDAD
TRATADO DE ESCENOGRAFfA 25

modernos en cualquier representación de clásicos griegos y romanos que se realice en


nuestros días. Por ejemplo, en e! Teatro Romano de Mérida.
En general, se trata de no romper demasiado con e! clima específico de estos ám-
bitos. A veces, según lo precise e! actual montaje, se requiere una caverna, un jardín,
una estatua o cualquier otra cosa impredecible. De acuerdo con e! autor de los trajes,
debemos concebir todos estos adminículos de forma que casen perfectamente con la
arquitectura de! teatro en estilo, textura y color, con una intención enfatizante. Estos
añadidos deben formar "paisaje" unitario, panorámica sin rupturas que desequilibren
la general percepción de la escena, lo que e! espectador ve a primera vista. Luego, he-
mos de tener en cuenta que la luz en nuestros días, en un espectáculo nocturno, puede
aislar perfectamente las áreas que se quieran, difuminando e! resto. Mas tengamos en
cuenta asimismo que, en esta clase de montajes, se busca más bien una solemne senci-
llez, un aliento arcaico.
No podemos predecir qué ocurrencias serán las de un director "rupturista", ya sea
en e! buen o mal sentido. Si tales espacios se utilizan renunciando a su general prestan-
cia, no cabe duda de que hemos de disumularla cuanto sea posible, sumiéndola en la
sombra y llevando la mirada de! espectador exclusivamente a un espacio que se divor-
cia de! ámbito mayor que lo acoge. Todo está permitido en arte, pero estos juegos de
inversión raramenre conducen a nada valioso, salvo excepciones muy conradas. No es
corriente que se obre así. Estos teatros se destinan, como es lógico, a la comedia y la
tragedia clásicas. Especialmente a la tragedia, que en estos marcos adquiere un enorme
poder de sugestión. Al servicio de todo ello podemos introducir luces dramatizadas,
llamas, agua, grúas invisibles para hacer volar a los dioses, pero no debe fallamos e!
sentido de la unidad, la mesura y e! equilibrio que nos pide e! caso.
Ha sido muy de nuestro siglo que acaba e! afán de sorprender y aun escandalizar en
nombre de las sacrosanras vanguardias. Ya con e! pie en e! siglo XXI, todo eso parecen
niñerías fuera de lugar, como resulta desproporcionado que todos queramos ser genia-
les. Un profesional de! teatro ha de tener una "moral estética" que le conduzca co-
múnmente al acierto, ha de tener en cuenta que la escena clásica es difusora de huma-
nismo, que conserva valores que no deben ser desvirtuados, conrrariados por una
voluntad iconoclasta y sin beneficio estético alguno.
Los adminículos y dispositivos escénicos de una obra clásica, celebrada en un teatro
antiguo al aire libre, deben confundirse con su conjunto más o menos monumenral,
con la piedra y el suelo que le son propios, en su intención más o menos evocadora.
o podemos dar otras pistas para lograr un buen trabajo, pues a partir de ese mo-
mento inrerviene e! artista y su personal modo de interpretar todo aquello que hemos
señalado.
ALTA EDAD MEDIA

Con e! cristianismo los elementos constitutivos de! drama resurgieron y se aplicaron en


los oficios eclesiásticos dando a la misa un carácter dramático; el argumento se expresa
a un tiempo mediante la palabra, el canto, el gesto, e! traje, e! decorado, los accesorios
y la iluminación. El teatro antiguo, griego y romano, no legó al mundo medieval nin-
guna forma o tradición dramática, y su arte teatral se perdió en los espectáculos bárba-
ros y grandiosos de los circos. Fue la Iglesia la que, instintivamenre, dio al teatro una
vida, una forma y un sentido nuevos; la liturgia de la misa fue ampliada con represen-
taciones mímicas y diálogos extraídos de las Santas Escrituras, dando lugar verdadera-
mente al teatro moderno. Este mismo impulso complicó las escenificaciones, y mue--
bles y construcciones ligeras fueron sucediéndose a lo largo de las naves. En las abadías,
el drama se desenvolvió libremente; e! vestuario siguió siendo por lo general e! ecle-
siástico, pero los accesorios, se multiplicaban; aunque los medios de que se disponía
para animar aquel escenario eran muy modestos.
Los temas de! teatro medieval, durante un tiempo, fueron similares en toda Eu-
opa. Desde e! siglo x, poco más o menos, se representan los mismos asuntos tearra-
es y los mismos pasajes de! Nuevo Testamento, tales como e! Nacimiento, la Pasión
- la Muerte de Jesucristo, la Adoración de los Pastores y de los Magos, la Degolla-
ción de los Inocentes y la Huida a Egipto. Para ayudar a la comprensión de! drama
irúrgico, se efectuaba una somera puesta en escena simultánea; e! altar, e! coro, la
=.isposición de los sillones significaban diferentes lugares en la acción. Los "misterios
- milagros", derivados de estas escenificaciones, eran verdaderas representaciones
piradas en la Biblia y los Evangelios que siguieron desarrollándose en e! interior
ze las iglesias. Cuando e! interés de las ge'1tes aumentó, los espectáculos abandona-
n las iglesias para pasar primero a los atrios y después a las plazas; inicialmente ea-

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