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APARATO DIGESTIVO EN RUMIANTES Y MONOGASTRICOS:

Anatomía del aparato digestivo:

El aparato digestivo de los animales comprende: el tubo digestivo, que va desde


los labios hasta e! ano (boca, faringe, esófago, estómago, intestino delgado e
intestino grueso) y los órganos o estructuras accesorias (dientes, lengua,
glándulas salivales, hígado, vesícula biliar y páncreas).

Las principales funciones del aparato digestivo son la aprehensión, recepción y


digestión de los alimentos, así como la absorción de los nutrientes y la expulsión
de los materiales no absorbidos y deshechos.

Los principales órganos que componen el sistema digestivo son los


siguientes:

1.- La boca es el primer órgano del tubo digestivo y comunica con el exterior por la
abertura bucal. Tiene como función la aprehensión de los alimentos,
ensalivándolos y formando el bolo alimenticio.

En la zona de la boca podemos distinguir:

– Los labios: que son dos pliegues músculo-membranosos que limitan


rostralmente la boca.

– Las mejillas que constituyen las paredes laterales de la boca y se continúan


rostralmente con los labios.

– El paladar que se divide en paladar duro y paladar blando

– La lengua, sus principales funciones son la aprehensión de los alimentos y


ayudar en la masticación, además de actuar como órgano de gusto y tacto.

– Los dientes son órganos pasivos de la masticación, en los mamíferos se suelen


presentar dos tipos de dientes: de leche, temporal o caduca que aparecen en las
primeras edades de vida, siendo remplazada más tarde, durante la fase de
crecimiento del animal por otra definitiva denominada dentición permanente.
2.- La Faringe que es un saco musculomembranoso, común al aparato
respiratorio y digestivo. El cartílago epiglótico se cierra cuando el bolo se dirige al
esófago.

3.- El Esófago que es un tubo musculomembranoso de longitud variable según


las especies, que va desde la faringe hasta el estómago.

4.- El Estómago es la parte del aparato digestivo que va a diferenciar a los


animales monogastricos de los poligastricos o rumiantes. El estómago de las
distintas especies está localizado en la cavidad abdominal. Su morfología, tamaño
y estructura es muy variable según la especie animal y las dietas alimenticias que
éstas reciben.

La clasificación morfológica distingue dos tipos de estómagos:

a) Estómago monocavitario o monogástrico: constituido por un sólo

compartimento (animales monogástricos: équido y porcino).

b) Estómago policavitario o poligástrico: con varios compartimentos (dos en las


aves, cuatro en los rumiantes).

Regulación física del consumo de alimentos:

En los rumiantes, la naturaleza voluminosa y fibrosa de los alimentos consumidos


y su bajo contenido en energía digestible dan énfasis a la importancia del efecto
físico de la dieta sobre la pared de rumen y retículo, distención que limita el
consumo de alimentos. Por otra parte el vaciamiento de los órganos pregástricos
depende de la velocidad de tránsito hacia porciones posteriores del tracto
gastrointestinal, esto a su vez depende de la degradación de la fibra por acción
bacteriana y mecánica.

Cuando a los rumiantes se les ofrece dietas voluminosas, tales como heno o pasto
seco, consumen hasta alcanzar un llene constante del rumen. Las evidencias de la
limitación física del consumo provienen de la existencia de una interrelación
positiva entre consumo voluntario y digestibilidad o digestibilidad y concentración
de energía.
Al alterar la digestibilidad y la velocidad de pasaje de los alimentos fibrosos se
producen cambios paralelos en el consumo voluntario, por ejemplo; la
suplementación de forrajes bajos en calidad proteica con urea, aumenta la
velocidad de digestión y tránsito del alimento, favoreciendo un mayor consumo. En
el mismo sentido, se han realizado ensayos en que el pasto seco se muele en
diferentes grados de finura, adicionándole un agente ligante para reducir la
formación de polvo, observándose que el consumo voluntario aumenta a medida
que se disminuye el tamaño de las partículas, sin embargo la digestibilidad de la
materia orgánica disminuye debido al aumento en la velocidad de tránsito.

Se piensa que los mecanismos físicos de regulación del consumo operan cuando
el contenido en energía digestible del forraje es menor a 2,7 Kcal/g de materia
seca, señalándose que si el alimento ingerido no llega a cumplir esta regla de
limitación física, la cantidad de forraje disponible para el animal no alterará el
consumo voluntario en condiciones.

Existen amplias evidencias que sugieren, además de la limitación física del rumen
retículo, una importante regulación metabólica. Ambas aseveraciones son válidas;
el consumo de forrajes toscos es controlado primariamente por mecanismos
físicos, mientras que el consumo de dietas concentradas se controla
fundamentalmente por los requerimientos energéticos del animal.

No existen evidencias claras de que exista un aumento compensatorio en la


capacidad del rumen frente al consumo de dieta voluminosa y sólo se observaría
este fenómeno cuando los requerimientos nutricionales aumentan, como ocurre en
la lactancia temprana.

La limitación física del consumo de alimentos estaría dada por la existencia de


receptores de distensión, localizados en la pared del rumen y estarían
influenciados por la velocidad de vaciamiento y llenado del retículo-rumen.

Si se agrega agua directamente al rumen, no hay efecto sobre la ingestión de


alimentos, aun cuando sea en grandes cantidades (45 litros). Al agregar agua al
heno antes de ser consumido, tampoco se observa una alteración de la ingesta de
alimento sólido. Sin embargo si el agua se coloca en bolsas a través de una fístula
rumial, se observa una disminución de 0,54 Kg/d-1 de materia seca por cada litro
de agua. Este hecho resulta particularmente importante cuando se alimentan los
animales con forraje verde, donde el consumo tiende a disminuir ya que el agua
contenida en tallos y hojas se comporta como aquella observada en las bolsas,
más que como agua libre.

Existen grandes diferencias entre los regímenes alimentarios de los rumiantes


sometidos a una crianza intensiva, de aquellos sometidos a un manejo extensivo.
El tipo de alimentos difiere en su forma física y química, por ejemplo: contenido de
agua, proporción de tallos y hojas, tipo y concentración de hidratos de carbono y
constituyentes proteicos.

El consumo en los animales en pastoreo puede ser mayor que en aquellos


estabulados, a pesar de las diferencias en cantidades de agua de los alimentos,
esto se debe a la gran variación existente en la aceptabilidad del forraje además,
el animal en pastoreo distribuye el consumo a lo largo del día, el consumo tiende a
ser mayor porque la demanda energética es mayor, y por último, la digestibilidad
del alimento es superior en los sistemas extensivos.

Regulación metabólica del consumo de alimentos:

La cantidad de alimento ingerida por un rumiante aumenta con el incremento en


concentrados de la ración, esto es totalmente opuesto a lo que ocurre en un no-
rumiante.

El control del balance energético y especialmente del consumo de alimentos está


estrechamente asociado con la función del sistema nervioso central y,
específicamente del hipotálamo que es la región del cerebro directamente
involucrada en el control del hambre y de la saciedad. Este control nervioso central
ha sido estudiado ampliamente en animales monogástricos, especialmente en
ratas. La ablación del área ventromedial del hipotálamo da como resultado un
animal obeso por la marcada hipofagia que resulta de la lesión. Por el contrario, la
ablación de las áreas laterales del hipotálamo resultan en afagia y adipsia, y la
estimulación eléctrica produce la ingestión en animales saciados.

Los estudios realizados en rumiantes han demostrado que la estimulación química


o eléctrica del área lateral induce al animal a ingerir alimentos y la lesión de dicha
área produce afagia y adipsia. Al estimular eléctricamente el hipotálamo
ventromedial se deprime la conducta alimentaria y aquellos comportamientos
relacionados con la alimentación.

En el hipotálamo de los animales monogástricos se han localizado receptores


nerviosos que pueden estar relacionados con el control de consumo de alimentos,
existiendo neuronas sensibles a la temperatura, glucosa y osmolaridad.
Aparentemente existen terminaciones nerviosas sensibles a la temperatura en el
hipotálamo de los rumiantes. El enfriamiento severo (9 - 10° C) del hipotálamo
medio de caprinos saciados da como resultado la ingestión de alimento en estos
animales, mientras que el calentamiento de la misma área deprime el consumo en
animales hambrientos.

No hay evidencias de la existencia de receptores hipotalámicos sensibles a


variaciones en la concentración de glucosa en rumiantes; por otra parte, los
niveles de glucosa en estos animales prácticamente no se modifican con la
ingesta de alimentos, lo mismo ocurre con los niveles de insulina. En experiencias
realizadas en rumiantes frente a la inoculación de glucosa vía intrarumial,
intraperitoneal, en la vena yugular, vena ruminal, arteria carótida y ventrículos
cerebrales, no se ha observado una disminución en el consumo de alimentos. En
cambio en monogástricos se observa un cese de la ingesta voluntaria frente a la
inoculación de glucosa, variando la magnitud de la respuesta según la vía de
inoculación, además la hipoglicemia inducida por insulina en monogástricos se ve
inmediatamente compensada ingiriendo alimentos (Baile y Mayer,1970).

Los ácidos grasos volátiles son la mayor fuente de energía para los rumiantes y
tienen características que llevan a pensar que son los principales factores que
regulan el control de consumo de alimentos. En primer lugar, son producidos en el
rumen y se absorben antes de pasar al abomaso; en segundo lugar, su velocidad
de producción y absorción está estrechamente relacionada con la conducta
alimentaria y por último, la inoculación intrarumial de ácidos grasos volátiles
disminuye el consumo voluntario de alimentos.

No todos los ácidos grasos volátiles muestran el mismo efecto depresor sobre el
consumo. Experiencias realizadas inoculando ácido acético, propiónico, butírico y
una asociación de ellos, han demostrado que el acetato, el propionato y la
asociación tienen un efecto comparable, mientras que el ácido butírico tiene un
efecto mucho menor. También influye la vía de inoculación, quedando establecido
que el efecto depresor es mucho mayor cuando la inyección es por vía intrarumial
en el caso del acetato y endovenosa en el caso del propionato.

En relación al acetato, se ha comprobado que existirían receptores a este ácido


graso en el lado luminal del saco dorsal del rumen. El propionato, en cambio, no
tiene un efecto tan marcado al ser infundido en rumen y tampoco se evidencia una
especificidad en el sitio de acción, existiendo efecto depresor al ser inoculado en
el saco dorsal y ventral del rumen, abomaso y duodeno. Al ser inyectado en la
vena porta muestra un rápido y marcado efecto inhibidor del consumo,
pensándose en la existencia de receptores a ese nivel, más tarde pudo
comprobarse que el efecto principal se producía por la existencia de receptores
hepáticos para este ácido graso.

Las necesidades nutricionales que tienen los animales son de distinta


naturaleza: energía, proteína, minerales, vitaminas y agua.

ENERGIA.- La energía es necesaria para el normal desarrollo de las funciones


vitales del animal y el mantenimiento de la temperatura corporal, además esta
energía es necesaria para que puedan tener lugar las distintas producciones,
carne, leche, huevos.

Esta energía es obtenida de los principios inmediatos (hidratos de carbono,


grasas, proteínas) de los alimentos ingeridos.

La energía contenida en los alimentos (la energía bruta) no es completamente


utilizable por los animales ya que una parte de esa energía se pierde en la
digestión, por lo que solo una parte de ella es utilizable por el animal para cubrir
sus necesidades (energía neta).

PROTEÍNAS.- Los aminoácidos son sintetizados por los seres vivos a partir de
carbohidratos y compuestos nitrogenados inorgánicos, aunque hay algunos
aminoácidos (denominados esenciales) que no pueden ser sintetizados y deben
incluirse en la dieta ya que representan una necesidad para formar las proteínas
animales.

Los rumiantes son capaces de transformar fuentes de nitrógeno inorgánico, urea y


otras de baja calidad en proteína de alto valor biológico gracias a la acción de los
microrganismos de su panza, siendo por tanto poco exigentes sobre la calidad de
las proteínas que se les suministra; mientras que los monogástricos no tienen esta
facultad y deben tomar proteínas de alta calidad.

AGUA.- Es un nutriente básico para la vida animal, supone entre el 55 y el 60% de


su peso, puede llegar al animal por diversas vías:

– Agua de bebida, se absorbe en el aparato digestivo.

– Agua de los alimentos, depende de que sean alimentos secos (menos del 20%
de agua) o alimentos acuosos (70-95% de agua).

– Agua metabólica. Las reacciones de oxidación de los nutrientes dan lugar a este
tipo de agua, la cual puede cubrir hasta el 10% de las necesidades del animal.

Las necesidades de agua del animal varían con las especies ganaderas, con la
alimentación (según contenido de materia seca), con las condiciones ambientales
(a mayor tª mayor ingesta) y de la calidad (sabores y olores anormales) y
temperatura (6-36ºC) que tenga el propio agua.

MINERALES.- Los minerales forman parte del esqueleto de los animales así como
de tejidos y líquidos orgánicos, por lo tanto van a ser esenciales en la
alimentación. Los minerales se absorben a través del intestino delgado y en el
inicio del intestino grueso (en los rumiantes existe cierta absorción en el rumen).
Se consideran macrominerales los que presentan unas necesidades que se miden
en gr/día (Ca, P, Cl, Na, K, Mg, S) y microminerales que se miden en mg o µg/dia
(Fe, Mn, Zn, Cu, I,).

Las deficiencias de estos pueden provocar desde un retraso en el crecimiento,


desarreglos reproductivos, mayor predisposición a las enfermedades…

Los requerimientos que tienen los animales en minerales dependen de cada


especie y producción.

VITAMINAS.- Las vitaminas interviene en multitud de procesos vitales del animal


además no pueden ser sintetizadas por este por lo que deben estar incluidas en
su alimentación; si con los alimentos no se alcanzan estas necesidades de
vitaminas será necesario la inclusión de complejos vitamínicos en la dieta. Las
necesidades se cubren con dosis bajas.

Diversos estudios y experiencias han permitido elaborar tablas de necesidades


nutritivas para las distintas especies ganaderas, teniendo en cuenta la edad, el
estado de los animales y la producción que dan.

Las vitaminas se clasifican con arreglo a la naturaleza de las sustancias en las que
se disuelven:

– Liposolubles: A, D, E, K.

– Hidrosolubles: complejo vitamínico B y vitamina C

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