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1.

La dura vida de la mujer que es alérgica al agua

Foto: 123rf

Por BBC

Existen todo tipo de alergias. Pero ser intolerante al líquido vital sí que es un problema, esta es
la historia de una mujer que debe hacer hasta lo imposible para saciar su sed.

Rachel se despierta y toma una especie de veneno que se siente como si estuviera hecho de
ortigas molidas.

A medida que el líquido se desliza por su garganta, le abrasa la piel, dejando un rastro de
ronchas rojizas y urticantes tras de sí.

Ese día caen del cielo unas gotas ardientes de esa misma sustancia.

Y en el centro de ocio de su ciudad, Rachel observa cómo algunas personas chapotean en un


charco del irritante fluido.

Parecen divertirse, pero si ella mete el pie siente un dolor abrasador.

No, no es una extraña realidad alternativa; es el mundo de Rachel Warwick, quien es alérgica al
agua.

Agotadora rutina

Para ella los baños relajantes son una pesadilla y la idea de bucear en un mar tropical puede
llegar a ser tan desagradable como frotarse el cuerpo con lejía.

"Ese tipo de cosas son el infierno para mí", dice Rachel.


Cualquier contacto con el agua, sea el que sea —incluso su propio sudor— le provoca un
doloroso e intenso sarpullido con picazón que puede durarle horas.

"La reacción me hace sentir como si acabara de correr una maratón. Me siento agotada y tengo
que tomar asiento por un buen rato", explica Rachel.

"Es horrible, pero si lloro mi cara se hincha".

También conocida como urticaria acuagénica, su enfermedad equivale a sufrir la comezón


causada por una mata de ortigas especialmente malignas y, al mismo tiempo, padecer los
síntomas de la alergia al polen (picor en la nariz y en los ojos y estornudos, entre otros) cada
día.

¿Cómo logra Rachel sobrevivir?

El agua es una necesidad básica. Al menos el 60% del cuerpo humano está hecho de agua.

Pero el líquido del interior del cuerpo no parece ser el problema en el caso de Rachel.

La reacción se desencadena por el contacto con la piel y se produce independientemente de la


temperatura, la pureza o la cantidad de sal del agua.

Incluso la más inofensiva, sin químicos y destilada, provoca el efecto.

"La gente no entiende y me pregunta ‘¿Cómo comes? ¿Cómo bebes? ¿Cómo te duchas?‘. La
verdad es que lo único que puedo hacer es asumirlo y seguir adelante", dice Rachel.

Un misterio por resolver

La urticaria acuagénica siempre ha sido muy desconcertante para los científicos.

Técnicamente, la condición no es una alergia como tal, pues probablemente es causada por una
reacción inmune a algo dentro del cuerpo, y no es una reacción excesiva a algo extraño, como el
polen o los cacahuetes.

La primera teoría que trató de explicar cómo funciona decía que el agua interacciona con la capa
más externa de la piel, que está hecha, principalmente, de células muertas o de la sustancia
aceitosa que la mantiene hidratada.
El contacto con el agua puede hacer que esos componentes liberen compuestos tóxicos, los
cuales a su vez causarían una reacción inmune.

Otros sugirieron que que el agua podría, simplemente, disolver los químicos en la capa muerta
de la piel, dejando que penetren más profundamente donde pueden causar la reacción.

De hecho, tratar la piel con químicos solventes antes de la exposición —lo cual permitiría que el
agua llegara hasta esa capa— hace que la reacción sea todavía peor.

Pero la reacción se produce aun cuando la capa superior de la piel es eliminada por completo.

Tal vez la idea menos aceptada es que ésta es causada por unos cambios de presión que
activan de forma accidental la alarma inmunológica.

Vivir con urticaria acuagénica

Sea cual sea la causa de la reacción, según del dermatólogo Marcus Maurer, fundador del
Centro Europeo de Investigación de las Alergias (ECARF, por sus siglas en inglés) en Alemania,
es una enfermedad abrumadora que puede transformar la vida de quien la padece.

"Tengo pacientes que han tenido urticaria durante 40 años y todavía se levantan con ronchas y
edemas (inflamaciones) cada día", dice Maurer.

Pueden sufrir depresión o ansiedad, siempre preocupados sobre el próximo ataque.

Aunque sobrevivir a la condición no es un problema, sobrellevar el día a día es otra historia.

Cuando llueve mucho Rachel no puede salir de casa.

En cuanto a las actividades cotidianas, como lavarse, es su marido —también su cuidador oficial
— quien la ayuda.

Para minimizar el sudor, viste ropa de color claro y evita hacer ejercicio.

Al igual que otras personas con la condición, Rachel bebe mucha leche, pues la reacción no es
tan mala como cuando bebe agua.

La "neuronas de la picazón"

Por ahora, el tratamiento consiste en tomar antihistamínicos.


Para entender por qué, primero tenemos que hacernos una idea de lo que sucede durante la
reacción.

Todo comienza cuando las células inmunes de la piel, conocidas como mastocitos, liberan
histaminas (proteínas) inflamatorias.

Durante una reacción inmune normal, las histaminas son muy útiles porque hacen que los vasos
sanguíneos sean lo suficientemente permeables como para que las células blancas de la sangre
penetren y ataquen a los intrusos.

Pero durante una reacción al agua sólo obtenemos los efectos secundarios: el fluido se filtra a
través de las pareces, haciendo que la piel se inflame.

Al mismo tiempo, las histaminas activan las "neuronas de la picazón", cuya única misión es
hacernos sentir picor.

El resultado son unas zonas de la piel con comezón, conocidas como ronchas.

En teoría, los antihistamínicos deberían funcionar todo el tiempo. Pero en la práctica tienen
resultados dispares.

Combatiendo los anticuerpos

Durante años, los antihistamínicos fueron su única opción.

Pero en 2008 Maurer y sus colegas del ECARF tuvieron una idea.

Las células que liberan histaminas en las personas con esa condición parecen normales. Y no
las tienen en más cantidad que el resto de nosotros.

Entonces ¿qué les hacía actuar así?

A partir de unos estudios en el laboratorio, los científicos descubrieron que el culpable era el lgE,
el anticuerpo responsable de las alergias al polen o a los gatos.

Lo que necesitaban era un medicamento que pudiera bloquear los efectos de este tipo de
anticuerpo.

Y ya existía uno en el mercado que podía hacerlo: se llama Omalizumab y fue desarrollado
originalmente para tratar el asma.
Al principio, la compañía que lo fabricó dijo que no funcionaría, pues lo que querían curar no era
una alergia, dice Maurer.

Pero, tras convencer a los escépticos, pusieron a prueba la idea, en agosto de 2009.

La paciente fue una mujer de 48 años con otro tipo raro de urticaria que se activaba por presión.
Había desarrollado una erupción cutánea que le producía picor al mínimo contacto, como
peinarse o vestirse.

Tras una semana de tratamiento, sus síntomas disminuyeron visiblemente.

Al cabo de un mes, habían desaparecido por completo.

Fue así como los científicos descubrieron que Omalizumab es efectivo para cualquier tipo de
urticaria.

"Es increíble; este medicamento cambió el panorama por completo", dice Maurer.

Es seguro y efectivo, e incluso funciona con la urticaria acuagénica.

El último bache

Esta historia debería tener, por lo tanto, un final feliz.

Pero hay un inconveniente.

El fármaco para tratar el asma se utiliza actualmente con prescripción "off label" (sin indicación
específica).

Eso significa que la efectividad del mismo contra la urticaria todavía no ha sido demostrada en
un ensayo clínico a gran escala.

Y la mayoría de los profesionales de la salud no quieren pagar por uno de ellos.

Hoy en día, a Rachel el medicamento le costaría más de US$1.000 al mes.

Pero encontrar el número suficiente de pacientes para realizar un ensayo es complicado, pues la
urticaria acuagénica tan sólo afecta a una de cada 230 millones de personas en el mundo. Se
calcula que sólo hay 32 individuos en el mundo con la afección.

Y, para mayor complicación, el fármaco se está acabando.


Tras décadas de investigación para resolver el misterio de la enfermedad, el obstáculo final no
es científico, sino económico.

Pero ¿qué sería lo primero que haría Rachel si se encontrara un tratamiento efectivo (y que
pudiera permitirse)?

"Me gustaría poder darme un baño en la piscina. Y bailar bajo la lluvia", dice.

Derecho de autor: bialasiewicz / 123RF Foto de archivo

2. Nairo secreto: 10 cosas que nadie sabía

Foto: AFP

Por Matt Rendell/Foto: KENZO TRIBOUILLARD / AFP

El periodista inglés Matt Rendell fue, hasta hace unos meses, jefe de prensa del equipo de
ciclismo Movistar, y debió viajar, comer y hasta dormir con el boyacense Nairo Quintana. Perfil
del candidato a ganar el Tour de Francia, en diez escenas memorables.

1. Nairo tiene una generosidad inmensa. Aunque da la impresión de ser hipertímido, nervioso,
enfadado, siempre está dispuesto a firmar un autógrafo, a charlar, a hacerse una selfie con
algún aficionado. Durante los entrenamientos, cuando para en un pueblo por café, la gente
aparece de la nada, y él tiene tiempo para atenderlos a todos. (Lea también: La bicicleta de
Nairo)

A veces termina con dolor de espalda, porque lo cogen muy duro y tiran de él. En carreras es
diferente: hay tanta gente, tanta pasión, que le pueden hacer daño. Recuerdo que al terminar la
quinta etapa del último Tour de San Luis, en Argentina, estábamos en el punto de llegada
cuando vimos a un niño que se acercaba corriendo. Entonces Nairo, quien había sufrido una
caída y estaba muy adolorido, me dijo al oído: “Que no me toquen”. Y yo frené al chico, que iba
con impulso a abrazarlo. La gente estaba brava, todos creían que no queríamos dejarlo saludar
a su ídolo, no entendían lo que pasaba realmente. Esto se debe al delirio que despierta Nairo, a
la emoción que hay a su alrededor.

Él es una estrella que no solo pertenece a Boyacá y a Colombia, sino al mundo entero.

2. Desde la primera vez que lo vi, noté que es un hombre predeterminado. Fue en abril de 2011,
en Estella, un municipio de Navarra, en España. Al día siguiente se corría el Gran Premio Miguel
Indurain, y yo, que iba precisamente a entrevistar al ya retirado Indurain —ganador cinco veces
del Tour de Francia—, aproveché para saludar a mis amigos del equipo Colombia es Pasión.

Cuando llegué, estaban en plena comida Víctor Hugo Peña, Harlinson Pantano, Darwin Atapuma
y el resto de sus compañeros. Y al lado, Andy Schleck, quien había ganado el Tour de Francia el
año anterior. Todos lo miraban con curiosidad, querían ver cómo se comportaba el campeón,
qué hacía. Bueno, no todos: Nairo no volteó la cabeza; se quedó comiendo, estaba concentrado,
tal vez enfocado en la carrera. Al terminar, se paró y se fue a dormir. Eso demuestra que
siempre ha sido un ciclista consciente de su valor. (Conozca el libro ‘Reyes de las montañas de
Matt Rendell)

3. Pocos saben que a veces Nairo se pierde por alguna callecita escondida apenas cruza la
meta, después de una etapa muy dura. Necesita dos minutos para relajar el cuerpo, para bajar
pulsaciones, para digerir lo que acaba de pasar. Hay que entender que él puede adentrarse
profundamente en el dolor, tiene una resistencia profunda, una tolerancia muy alta al cansancio,
y ese es su momento de recuperación; necesita privacidad y respeto.

Les dejo una escena, para que se den una idea de lo lejos que puede llegar en el esfuerzo: en la
durísima etapa del Mont Ventoux de 2013, Nairo llegó de segundo, detrás de Froome, y, al
cruzar la línea, solo alcanzó a decir “agua” antes de caer desmayado.

4. Nairo es tan fuerte que es capaz de competir al máximo nivel hasta enfermo. Ganó el Giro de
Italia de 2014 estando al 80 %, pues tuvo gripa durante parte del recorrido. Y en la Vuelta a
España del año pasado, quedó de cuarto a pesar de tener otro resfriado muy fuerte; eso fue tan
heroico como haber quedado de primero.

Pocos entienden lo difícil que es enfermarse durante una carrera y no perder tiempo; pedalear
durante cientos y cientos de kilómetros a un ritmo brutal con las defensas bajas y un malestar
tremendo, para después, si se recupera bien, atacar. (Lea también: Así es un día de
entrenamiento de Nairo Quintana)

5. En el Giro de hace dos años, Nairo ganó la etapa del Stelvio a pesar de que hacía un frío
indescriptible en la bajada y, según contó alguno de sus coequiperos, hasta pensó en bajarse de
la bicicleta porque sentía que se congelaba. Esa victoria tomó por sorpresa a muchos. ¿Cómo
un tipo de un país tropical podía ganar en medio de un frío terrible? Es que mucha gente en
Europa piensa que en toda Colombia la temperatura es de 40 grados, que el país entero es
como Honda; no entienden que los ciclistas colombianos compiten en los Llanos, a temperaturas
sofocantes, y en el Alto de Letras, con un clima opuesto.

Tampoco comprenden que Nairo creció en Tunja, donde puede hacer 4 grados en la
madrugada, y 30 al mediodía. La verdad es que él tiene un don: si cae nieve, gana, pero si hace
un calor de 45 grados, también.

6 .Nairo suele atender a los periodistas con amabilidad, pero a veces hay unos muy pesados.
Creo que las entrevistas después de las etapas son como un intercambio de regalos: el ciclista
se toma el tiempo para responder, pero los periodistas deben hacerle preguntas válidas. En la
última semana del Tour de Francia del año pasado, por ejemplo, los re- porteros le hicieron a
Nairo la misma pregunta 60 veces seguidas: ¿Cuándo va a atacar al líder, Froome, para tratar
de quitarle el liderato? Él trataba de responder con cortesía, pero la verdad es que no sabía la
respuesta; nadie la sabía. Nairo, que es superinteligente en competencia, es consciente de que
solo puede atacar cuan- do su físico le dice que está bien y las condiciones de carrera están
dadas para hacerlo. Es como si le preguntaran a un futbolista cuándo va a hacer un gol,
esperando que responda: en el minuto 53 del partido… y de cabeza.

7 .Nairo nunca es cumplido, hay que aceptarlo. Si le dices que hay que estar en una conferencia
de prensa a las 4:00, él llega a las 4:45. ¿Por qué? Porque apenas sale de la casa o del hotel,
se pone a firmar autógrafos y a tomarse fotos con los fanáticos que lo abordan. Por su forma de
ser, le importa más la gente sencilla que lo para en la calle que aquella que lo espera con
micrófonos y cámaras. Imagínese cómo fue para un inglés como yo, que va siempre con el reloj,
lidiar con eso. Al final, nos reímos del tema.

8. Cuando su hermano menor, Dayer, quedó campeón del Tour de San Luis, Nairo se veía más
feliz que si él mismo lo hubiera ganado. De hecho, en esa misma competencia, el día de la caída
de Nairo, apenas llegó, lo primero que hizo, antes de pedir que lo atendieran, fue preguntar si su
hermano también se había accidentado y si estaba bien. Él es muy familiar.

9. La etapa del Terminillo, en el Tirreno Adriático de 2015, terminó en la nieve. Nairo la ganó y,
cuando nos montamos al carro para ir a la conferencia de prensa, le comenté: “Le hiciste a
Contador lo mismo que él a ti el año pasado…”. Nairo sonrió y respondió: “El año pasado se
reían de mí, ahora no”. Resulta que en la etapa del Passo Lanciano de 2014, Alberto Contador,
uno de los mejores pedalistas del mundo, lo había atacado de la siguiente manera: aceleraba,
se alejaba unos 40 metros, se volteaba a mirarlo, como invitándolo a perseguirlo, y cuando
Nairo ya lo iba a alcanzar, aceleraba de nuevo.

Esa vez, Nairo lo siguió como 4 kilómetros, hasta que no pudo más. Pero en 2015 era Nairo el
que se alejaba 50 metros, lo invitaba, y se le volvía a escapar, hasta que se fue del todo y ganó.
Esto demuestra la inteligencia de Nairo: le pueden hacer un truco de ese estilo solo una vez,
porque él no solo lo aprende, sino que lo estudia, lo mejora y lo pone en práctica.

10. Un dato final: a Nairo le gusta un coctel con aguapanela y roncito que venden en Tunja. Él
claramente no es buen bebedor, por razones obvias, pero alguna vez fuimos a un bar allá y se
tomó uno. Lo que no les puedo contar es cuántos se tomó el amigo inglés que firma esta nota,
eso es secreto clasificado.

3. El tipo más de malas del mundo

En internet circulan videos animados que explican cómo se salvó.

Por: SANDRA RODRÍGUEZ


El croata Frane Selak ha sobrevivido a siete accidentes mortales: se cayó de un avión, se
estrelló en un tren, le explotó un carro, lo cogió un bus y otros. Lo que es increíble es que
después de todo esto se ganó el premio gordo de la lotería.

Muchas personas pueden decir que se han salvado de la muerte, que estuvieron cerca de ella o
que han sentido el temor de acabar en un accidente. Sin embargo, ninguna puede anotar que la
ha burlado siete veces. Solo el croata Frane Selak: un profesor de Música que estuvo muy cerca
de despedirse de este mundo en siete accidentes catastróficos, pero, en vez de eso, sobrevivió
de milagro y se volvió millonario al ganarse la lotería en 2003. Sin duda, Selak es un hombre
muy de malas y, a la vez, muy de buenas.

Si existe un “todopoderoso”, debe tener planes muy especiales para este personaje de 87 años
que los medios de comunicación bautizaron como “el hombre desafortunado con más suerte en
el mundo”. Y no se quedan cortos con esa descripción. Sus escapes y salvadas, aunque
parecieran escenas de la serie ochentera MacGyver, hacen parte de una historia real, por mucho
que cueste entenderlo.

Sus roces con la muerte comenzaron en 1962, cuando tenía 33 años y el tren en el que viajaba
se descarriló y terminó en un río. Aunque el accidente dejó un saldo de 17 personas muertas por
ahogo, Selak solo sufrió una fractura en el brazo e hipotermia, y siguió vivito y coleando como si
nada. Desde ese momento, su vida empezó a desafiar cualquier tipo de lógica, pues sobrevivió a
experiencias cada una más amenazante que la anterior.

En 1963, solo un año después de salvarse del accidente del tren, Selak experimentó su primer y
único viaje en avión. Y, claro, fue aspirado por una puerta en mal funcionamiento. Pero tuvo tan
buena suerte que aterrizó sobre un pajar, sin un rasguño, mientras que los otros 19 tripulantes
de la aeronave murieron cuando esta se estrelló.

Pasaron tres años antes de que se enfrentara a la muerte por tercera vez. En esa ocasión,
viajaba en un bus que se salió de la carretera y terminó en un río. El resultado: cuatro pasajeros
ahogados; Selak, intacto. Según cuenta, nadó hasta la orilla con algunas cortadas en la piel y
sendas contusiones, pero una vez más vivió para contarlo.

El repertorio funesto continúa. En 1970, su carro se incendió en plena vía y, antes de que
explotara por la fuga de combustible, se las arregló para escapar. En 1973, en otro carro, Selak
sorteó un nuevo incidente cuando los orificios frontales de ventilación empezaron a disparar
llamas; salvo unas quemaduras menores y el pelo chamuscado, resultó ileso.

Después de eso, Selak tuvo dos décadas tranquilas. Hasta que se vio obligado a disputar otra
batalla contra la muerte cuando, en 1995, fue atropellado por un bus. En este tipo de accidentes,
el 98 % de las veces la víctima muere. Sin embargo, a excepción de unos traumatismos y
magulladuras en todo el cuerpo, la volvió a sacar barata.

Para colmo de males, el tímido profesor se libró de morir por séptima ocasión un año después,
en 1996. Esta vez —otra vez—, a manos de un accidente relacionado con un vehículo. Iba en su
carro y, al intentar eludir un choque de frente con un camión de Naciones Unidas, se salió de la
carretera en una curva, atravesó una barra de seguridad y se fue por un precipicio. Durante la
caída, la puerta del conductor se abrió, y Selak, quien manejaba sin cinturón de seguridad,
brincó y se logró aferrar a un árbol, mientras veía cómo su Skoda caía en picada los 90 metros
del abismo.

Aunque no sufrió más accidentes, la increíble historia del “hombre inmortal” no termina ahí: en
2003, a los 74 años, ganó el premio gordo de la lotería de su país. Más de un millón de dólares
consiguió Frane Selak. Con este acontecimiento, su fama mundial se catapultó y se convirtió no
solo en un ícono mundial de la supervivencia, sino de la buena suerte.

Para celebrar su quinto matrimonio, el pensionado croata —quien asegura que el dinero no es
sinónimo de felicidad— decidió vivir una vejez modesta. De hecho, vendió su casa de lujo, les
regaló la fortuna que había ganado a sus familiares y amigos, y retornó a su antigua y humilde
casa de Petrinja, en el sur de Zagreb. Eso sí, destinó una porción de dinero para una cirugía de
reemplazo de cadera y para construirle un santuario a la Virgen María, en agradecimiento por su
“mala suerte”.

“Nunca pensé que era buena suerte sobrevivir a todos mis roces con la muerte —dice con
humor Selak, quien sí considera desastrosos sus cuatro matrimonios anteriores—. Al principio
pensé lo contrario: que estar en tantos episodios de ese estilo era mala suerte”.

De Frane Selak se han escrito cientos de artículos, se ha especulado que tiene un pacto con el
más allá para permanecer en el más acá, se ha dicho que es un ángel, se ha afirmado que tiene
dotes de inmortalidad. Pero nadie ha logrado explicar cómo ha conseguido seguir vivo. De
hecho, no falta el loco que dice con convicción que ahora, cerca de cumplir un siglo de vida,
cuando la mayoría de la gente se prepara para morir de la forma más digna posible, él está
planeando salidas aún más extraordinarias.

(1. Selak, con los billetes de lotería que lo hicieron rico. 2. Tras ganarse la lotería, regaló su
fortuna y se fue a vivir a una modesta casa de campo, donde le gusta pescar. 3. Se ha casado
cinco veces y en la foto aparece con su última esposa. 4. En internet circulan videos animados
que explican cómo se salvó).

4. Perder la gloria por comerse un pollo

por José Alejandro Castaño

Juan Romero tenía que pesar 52 kilos antes de los Olímpicos de Múnich. Pero quedó
descalificado por 27 gramos. Visita a un hombre que era una promesa olímpica y no pudo
demostrarlo.
El levantador de pesas Juan Romero es célebre en la historia del deporte. Al menos en
Colombia. Al menos entre quienes recuerdan su desgracia. El 27 de agosto de 1972, a las 11:42
a.m., durante el pesaje oficial de los Juegos Olímpicos de Múnich, fue eliminado por exceder el
peso permitido en su categoría, que era de 52 kilos. La báscula marcó 27 gramos por encima; 27
gramos, lo mismo que nada, lo mismo que pesa un huevo. Romero había estado expuesto a los
rigores de un baño sauna cuya temperatura aumentaron hasta los 80 grados centígrados. De
nada sirvió. Un último recurso fue cortarse el pelo, pero nadie encontró unas tijeras y entonces el
reloj señaló el final del tiempo reglamentario. Sonó una campana. Juan Romero, el favorito para
conseguir la primera medalla de Colombia en unos Juegos Olímpicos, pasó a la historia por
haber quedado eliminado antes de competir. Meses antes había logrado la segunda y la tercera
mejor marca en los Juegos Mundiales de Halterofilia en Lima, superando a soviéticos, búlgaros y
cubanos. Un año antes logró los mejores registros en los Juegos Panamericanos de Cali, donde
consiguió tres medallas de oro. Los periódicos lo llamaban ‘el Cochise de las Pesas’,
comparándolo con ese ciclista célebre que se hizo campeón mundial como si tal cosa fuera
sencilla, con una velocidad que parecía facilidad. Romero tenía entonces 23 años y usaba unas
gafas de superhéroe escondido: cuadradas, enormes, con lentes para el astigmatismo en ambos
ojos. El resto de su disfraz de hombre ordinario lo completaba una actitud casi siempre
silenciosa, de gestos calculados. Lo llamaban el Psicólogo, el Científico de las Pesas, el Mudo
más fuerte del Mundo. La transformación ocurría durante las competencias. Su marca antes de
los Juegos Olímpicos superó los 300 kilos, seis veces su propio peso. La hormiga atómica. Así
también llegaron a decirle. “No me gusta anticipar nada. Es mejor cumplir sin haber hecho
ningún alarde antes”, fueron casi sus últimas palabras en el aeropuerto Eldorado, a donde los
siguieron los periodistas para desearle buena suerte en nombre de los millones de personas que
lo admiraban, que lo querían tanto. “Me preocupa que la opinión pública me esté asignando una
misión. Sin embargo, trataré de complacerla”, sentenció el superhéroe nacional antes de tomar
el avión con el resto de la delegación patria de 59 deportistas. Fue el 7 de agosto de 1972. Ese
mismo día, los periódicos publicaron la dirección a la cual los colombianos podían enviarle los
mensajes de felicitación a Romero, una vez se colgara la medalla olímpica. Múnich, Alemania:
8000 München 40. Postfach 6210. Pesista rimaba con optimista.

Juan Romero ya no se llama así. Ahora se llama Ismail y practica el subut, una suerte de camino
espiritual que pretende la excelencia del cuerpo y del alma. Acaba de cumplir 63 años y es
dueño de una empresa que fabrica instrumentos para bajar de peso sin dietas ni ejercicios, con
la seguridad de rayos láser, corrientes eléctricas y descargas magnéticas. Se llama Prismatec
Technology y la imagen es una modelo con una cintura que, admite él, debieron retocar con
Photoshop. Él habla de los efectos fototérmicos de los espacios intercelulares, de la
regeneración tisular, de la liberación de sustancias autacoides, ese idioma cifrado de los
expertos en embellecimiento, y nadie se imagina que alguna vez fue célebre por su fuerza
asombrosa ni tampoco que el presidente de la República lo invitó a la Casa de Nariño para que
le estrechara la mano. En una foto se ve a Misael Pastrana, a Cochise y a Romero conversando
justo antes de los Juegos Olímpicos de Múnich. Pocas cosas delatan tanto la celebridad
pasajera de los deportistas como esas imágenes en las que los acompaña algún político
ventajoso, que son casi todos. Esos momentos rara vez son memorables y su brevedad es
todavía mayor si el político sonriente se presume más y más importante. La casa de Ismael es
una mansión de muebles de otra época. Está en una montaña sobre el costado sur de Medellín.
Hoy es un día iluminado, se oyen pájaros y el agua de una quebrada cristalina que corre entre
los árboles. El excampeón cree que uno termina pareciéndose a las cosas que se come. Él
piensa que, por ejemplo, si una persona come mucho arroz, terminará siendo débil, igual que la
planta que lo germina, que solo crece en pantanos y nunca alcanza el tamaño de un árbol. Sus
conclusiones son tremendas: mucha gallina produce gente nerviosa; mucho pescado sin
escamas, como el bagre que se alimenta de las inmundicias de los ríos, produce gente turbia;
mucho cerdo produce gente sucia, también enfermiza, y así. “Lo que se lleva a la boca tiene un
efecto en la vida”, insiste Ismail. En el segundo piso de su casa hay máquinas para trotar,
escalar, hacer flexiones. En Múnich, cuando lo descalificaron, un periodista lo acusó de haberse
escapado al comedor de la Villa Olímpica para comerse un plato de fríjoles y un pollo entero.
Ese rumor fue su desgracia. “¿Mala suerte? ¡Qué va! La alimentación en las villas olímpicas es
siempre superior en calorías a la que se sirve en los mejores restaurantes del mundo. Cada país
que organiza un evento de esta naturaleza hace un puntillo de honor de la abundancia y calidad
de los alimentos, como para que nadie pueda decir que estuvo muerto de hambre (…) Y a lo
mejor, puede ocurrir, quizás hasta se excedan en brindar la excelencia de una alimentación
superior como táctica para engordar a los competidores. Parece que en la guerra, en el amor y
en los Olímpicos todo es posible”, escribió el periodista colombiano Fernando Franco. Y remató
su columna: “Tendremos que esperar otros cuatro años a ver si nuestros deportistas comen
menos”.

Un periódico publicó una caricatura de Romero de pie sobre la báscula, con barriga y plumas
saliéndole de la cabeza, de las piernas, de los brazos. “Desliz de mesa”. “Colombianada en
Alemania”. “No levantó peso, lo subió”. “Medalla de oro en levantamiento de cuchara”. Los
periódicos de Bogotá, de Cali, de Medellín, de Barranquilla se dieron un banquete. De poco
sirvió que el entrenador de Romero, Spartak Urrutiniani, un armenio disciplinado y malacaroso,
confirmara que la última comida del atleta había sido medio vaso de yogur y una sopa de
arvejas. El periodista Fernando Franco volvió a escribir una columna, pero esta vez en contra de
los dirigentes deportivos nacionales. “Esta delegación de Múnich tiene más doctores,
acompañantes, secretarios, tesoreros, asesores y subsecretarios que atletas”. Días antes del
fracaso de Romero, el médico de la delegación colombiana, Fidel Mendoza, había dicho en una
entrevista: “Personalmente no he sido tomador de cerveza sino de aguardiente, entre otras
cosas porque la primera me produce diarrea y dolor de cabeza. Pero aquí hemos ingerido
buenas cantidades de una marca: Spaten, fundada en 1397. Amanecemos como una lechuga,
sin guayabo”. A propósito de esa declaración infeliz, el periodista Fernando Zamorano culpó a
los delegados de Coldeportes de disfrazarse de turistas sin prestarles suficiente atención a los
atletas y denunció, entre otros reveses inadmisibles, la mala calidad de sus uniformes de
competencia, hechos con telas que se rompían en mitad de algún esfuerzo, y eso que habían
costado una fortuna: “Fueron estos dirigentes los que viajaron a comer a Europa, a rendirles un
tácito homenaje a los maîtres queux, a las salchichas bávaras, a la cerveza”. Pero la mala fama
contra el pesista ya estaba cocinada, servida y masticada. Cuando regresó al país, en donde
acababa de celebrarse una conferencia de la Organización de la Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), Romero se enteró de que lo llamaban Juan Pollo. “El
recuerdo de lo sucedido lo perseguirá por el resto de su vida, aunque se esconda en el centro de
la Tierra”, escribió Juan Gossaín, entonces con pelo y barbas negras. El título de esa nota de
prensa fue: “El campeón de pesas aplastado por 27 gramos”, y el cronista comprobó en una
báscula de precisión qué otras cosas pesaban eso mismo. La lista de sus hallazgos fue esta:
cinco cajas de chicle, una cuchara sopera, un Cristo hippie fabricado con cuatro clavos de
herrería, una cajetilla de Marlboro, un lápiz labial, tres cédulas de ciudadanía, 17 billetes de a
peso, un bolígrafo, un pan de 20 centavos. “Yo quería arrancarme los pelos, con un puñado
habría tenido”, dice Ismail mientras contempla la foto de un nieto.

Se supone que la tragedia deportiva de Romero sirvió de algo, que dejó una moraleja valiosa en
un país que poco sabe de lecciones aprendidas. Dos años después de los Juegos Olímpicos de
Múnich, el pesista se retiró de las competencias y comenzó a estudiar en la universidad. En
1988 regresó a unas Olimpiadas como entrenador, pero fue el último capítulo que quiso escribir.
Quién iba a imaginar que su historia triste iba a reeditarse, justo 20 años después, y
precisamente con uno de sus alumnos más aventajados: se llama Carlos Arturo David, la carta
segura de una medalla colombiana en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Eso anunciaron
los noticieros después de que conquistó las marcas más altas de Suramérica y venció a cubanos
y brasileños, entonces los mejores en su categoría de 56 kilos. Parece historia calcada. El día
del pesaje oficial en Barcelona, el atleta se descubrió con un sobrepeso de 600 gramos. Y no
pudieron desaparecerlos, ni siquiera con todo lo que probaron: dos horas de sauna a intervalos a
una temperatura de 80 grados centígrados, vestido con sudadera, con una toalla en la cabeza,
sin tomar líquidos, escupiendo, mascando chicle como un poseído. Al final le clavaron una sonda
en la vejiga para sacarle los restos de la orina que ya no era capaz de pujar afuera. Carlos
Arturo David cayó desmayado bajo el peso de su drama, y la advertencia de los médicos cuando
lograron reanimarlo fue esta: que una nueva sesión en el sauna lo mataría. Se estaba
cocinando, eso le dijeron. Los periódicos publicaron la noticia y dieron su versión, como sacada
de un periódico de 1972: “Pudieron más las ganas de pollo que las ganas de gloria”. “Otro que
fue a competir con hambre”. “Pesista rima con pesimista”. Todos se dieron su banquete. Hasta
Sábados felices hizo una parodia de Carlos Arturo comiéndose una gallina, saciando el hambre
nacional antes de competir, risas de fondo. Pero a él no le pusieron un apodo, o no quiere
recordarlo ahora. A su regreso, en el aeropuerto Eldorado, de camino a Medellín, se escondió en
un baño para evitar las cámaras de televisión. Él recuerda que ahí, también pálido, fingiendo que
orinaba, estaba Jorge Bermúdez, ese defensa de la Selección de Colombia a quien apodaban el
Patrón y que llegó de Barcelona con sus compañeros derrotados, sin la medalla que los
periodistas deportivos les colgaron antes de su viaje a los Olímpicos. Ya en su casa del barrio 12
de Octubre, en el noroccidente de la ciudad, el pesista se negó a salir, y así estuvo por días, sin
asomar los ojos a la calle, sin contestar el teléfono, sin dejarse ver de sus vecinos. Entonces se
retiró para siempre del deporte, como quien abandona un planeta en extinción. Él lo dice con un
chiste obvio, pero es su declaración más honesta: “Me cansé de hacer fuerza”. Pasaron 20 años.
Ahora Carlos Arturo es notificador del Juzgado Noveno Penal Municipal. Su rutina consiste en ir
a las cárceles a llevarles las hojas de sentencia a hombres y mujeres condenados por delitos de
homicidio, lesiones personales, secuestro, narcotráfico. Algunos lo insultan, lo maldicen, otros
guardan silencio, advertidos de que él solo es el mensajero de las decisiones de un juez. Él
cuenta que les habla, que les recomienda serenarse, sobre a todo a mujeres que resultan ser
mamás de niños que solo volverán a ver años después. “Yo les digo que no pierdan la fe, que no
se dejen herniar”. Quizá sea el mejor consejo de un levantador de pesas olímpico.

5. BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUICIÓN DE LAS INDIAS

 (Crónica de Indias: Fragmento)


Fray Bartolomé de las Casas
Descubriéronse las Indias en el año de mil y cuatrocientos y noventa y dos. Fuéronse a poblar el
año siguiente de cristianos españoles, por manera que ha cuarenta e nueve años que fueron a
ellas cantidad de españoles; e la primera tierra donde entraron para hecho de poblar fué la
grande y felicísima isla Española, que tiene seiscientas leguas en torno. Hay otras muy grandes
e infinitas islas alrededor, por todas las partes della, que todas estaban e las vimos las más
pobladas e llenas de naturales gentes, indios dellas, que puede ser tierra poblada en el mundo.
La tierra firme, que está de esta isla por lo más cercano docientas e cincuenta leguas, pocas
más, tiene de costa de mar más de diez mil leguas descubiertas, e cada día se descubren más,
todas llenas como una colmena de gentes en lo que hasta el año de cuarenta e uno se ha
descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de
todo el linaje humano.

Todas estas universas e infinitas gentes a todo género crió Dios los más simples, sin maldades
ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien
sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bullicios, no
rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son
asimismo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión 6 e que menos pueden sufrir
trabajos y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad, que ni hijos de príncipes e
señores entre nosotros, criados en regalos e delicada vida, no son más delicados que ellos,
aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores.

Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales;
e por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su comida es tal, que la de los sanctos
padres en el desierto no parece haber sido más estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus
vestidos, comúnmente, son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, e cuando mucho cúbrense con
una manta de algodón, que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas
son encima de una estera, e cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en
lengua de la isla Española llamaban hamacas.

Son eso mesmo de limpios e desocupados e vivos entendimientos, muy capaces e dóciles para
toda buena doctrina; aptísimos para recebir nuestra sancta fee católica e ser dotados de
virtuosas costumbres, e las que menos impedimientos tienen para esto, que Dios crió en el
mundo. Y son tan importunas desque una vez comienzan a tener noticia de las cosas de la fee,
para saberlas, y en ejercitar los sacramentos de la Iglesia y el culto divino, que digo verdad que
han menester los religiosos, para sufrillos, ser dotados por Dios de don muy señalado de
paciencia; e, finalmente, yo he oído decir a muchos seglares españoles de muchos años acá e
muchas veces, no pudiendo negar la bondad que en ellos veen: «Cierto estas gentes eran las
más bienaventuradas del mundo si solamente conocieran a Dios.»

En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas,
entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como lobos e tigres y leones
cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta
parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas,
afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas
ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto
grado, que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de
los naturales de ella docientas personas. La isla de Cuba es cuasi tan luenga como desde
Valladolid a Roma; está hoy cuasi toda despoblada. La isla de Sant Juan e la de Jamaica, islas
muy grandes e muy felices e graciosas, ambas están asoladas. Las islas de los Lucayos, que
están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del Norte, que son más de sesenta con
las que llamaban de Gigantes e otras islas grandes e chicas, e que la peor dellas es más fértil e
graciosa que la huerta del rey de Sevilla, e la más sana tierra del mundo, en las cuales había
más de quinientas mil ánimas, no hay hoy una sola criatura. Todas las mataron trayéndolas e
por traellas a la isla Española, después que veían que se les acababan los naturales della.
Andando en navío tres años a rebuscar por ellas la gente que había, después de haber sido
vendimiadas, porque un buen cristiano se movió por piedad para los que se hallasen convertirlos
e ganarlos a Cristo, no se hallaron sino once personas, las cuales yo vide. Otras más de treinta
islas, que están en comarca de la isla de Sant Juan, por la misma causa están despobladas e
perdidas. Serán todas estas islas, de tierra, más de dos mil leguas, que todas están despobladas
e desiertas de gente.

De la gran tierra firme somos ciertos que nuestros españoles por sus crueldades y nefandas
obras han despoblado y asolado y que están hoy desiertas, estando llenas de hombres
racionales, más de diez reinos mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en
ellos, y más tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil leguas.

Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años por
las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce
cuentos de ánimas, hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme,
que son más de quince cuentos.
Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que se llaman
cristianos, en estirpar y raer de la haz de la tierra a aquellas miserandas naciones. La una, por
injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que
podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como
son todos los señores naturales y los hombres varones (porque comúnmente no dejan en las
guerras a vida sino los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera
servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de
tiranía infernal se reducen e ser resuelven o subalternan como a géneros todas las otras
diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas.

La causa por que han muerto y destruído tantas y tales e tan infinito número de ánimas los
cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy
breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas (conviene a saber):
por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser
pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e las gentes tan humildes, tan pacientes y
tan fáciles a sujetarlas; a las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta
ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias
(porque pluguiera a Dios que como a bestias las hubieran tractado y estimado), pero como y
menos que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus ánimas, e por esto
todos los números e cuentos dichos han muerto sin fee, sin sacramentos. Y esta es una muy
notoria y averiguada verdad, que todos, aunque sean los tiranos y matadores, la saben e la
confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes los
tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas veces hubieron recebido ellos o sus
vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos.

DE LA ISLA ESPAÑOLA 

En la isla Española, que fué la primera, como dijimos, donde entraron cristianos e comenzaron
los grandes estragos e perdiciones destas gentes e que primero destruyeron y despoblaron,
comenzando los cristianos a tomar las mujeres e hijos a los indios para servirse e para usar mal
dellos e comerles sus comidas que de sus sudores e trabajos salían, no contentándose con lo
que los indios les daban de su grado, conforme a la facultad que cada uno tenía (que siempre es
poca, porque no suelen tener más de lo que ordinariamente han menester e hacen con poco
trabajo e lo que basta para tres casas de a diez personas cada una para un mes, come un
cristiano e destruye en un día) e otras muchas fuerzas e violencias e vejaciones que les hacían,
comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo; y
algunos escondían sus comidas; otros sus mujeres e hijos; otros huíanse a los montes por
apartarse de gente de tan dura y terrible conversación. Los cristianos dábanles de bofetadas e
puñadas y de palos, hasta poner las manos en los señores de los pueblos. E llegó esto a tanta
temeridad y desvergüenza, que al mayor rey, señor de toda la isla, un capitán cristiano le violó
por fuerza su propia mujer.

De aquí comenzaron los indios a buscar maneras para echar los cristianos de sus tierras:
pusiéronse en armas, que son harto flacas e de poca ofensión e resistencia y menos defensa
(por lo cual todas sus guerras son poco más que acá juegos de cañas e aun de niños); los
cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades
extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni
paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en
sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le
cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas
de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros, daban con
ellas en ríos por las espaldas, riendo e burlando, e cayendo en el agua decían: bullís, cuerpo de
tal; otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, e todos cuantos delante de sí
hallaban. Hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, e de trece en trece, a
honor y reverencia de Nuestro Redemptor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los
quemaban vivos. Otros, ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los
quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas
llevaban colgando, y decíanles: "Andad con cartas." Conviene a saber, lleva las nuevas a las
gentes que estaban huídas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles desta
manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por
debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos,
desesperados, se les salían las ánimas.

Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales y señores (y
aun pienso que había dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros), y porque daban muy
grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el
alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba (y sé cómo se llamaba y aun sus
parientes conocí en Sevilla), no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las
bocas para que no sonasen y atizoles el fuego hasta que se asaron de despacio como él quería.
Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas. Y porque toda la gente que huir
podía se encerraba en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan inhumanos, tan
sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano, enseñaron
y amaestraron lebreles, perros bravísimos que en viendo un indio lo hacían pedazos en un
credo, y mejor arremetían a él y lo comían que si fuera un puerco. Estos perros hicieron grandes
estragos y carnecerías. Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos
cristianos con justa razón y santa justicia, hicieron ley entre sí, que por un cristiano que los indios
matasen, habían los cristianos de matar cien indios.
 

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


INSTITUTO PEDAGÓGICO ARTURO RAMÍREZ MONTÚFAR
DOCENTE: LAURA SOFÍA PARRA ÁVILA
ESPAÑOL 2020

ANÁLISIS DE CRÓNICAS - GRADO OCTAVO

NOMBRE: ___________________________________________
GRADO: ____________________________________________
PERIODO: __________________________________________

ENVIAR ANTES DEL DOMINGO 22 DE MARZO A LAS 4PM


Después de leer las cinco crónicas anteriores, llenar el siguiente cuadro:

CRÓNICAS BREVE 5 PALABRAS ¿QUÉ LES ¿POR QUÉ ES


RESUMEN OCURRE A LOS UNA CRÓNICA?
PERSONAJES?

1. La dura
vida de la
mujer que
es alérgica
al agua
2.

2. Nairo secreto:
10 cosas que
nadie sabía
3. El tipo más
de malas
del mundo

4. Perder la
gloria por
comerse
un pollo

5. Brevísima
relación de
la
destruicion
de las
indias

2. Busque y escriba cinco características de las crónicas, escriba cuáles de las cinco crónicas
leídas tienen dichas características.
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3. Escriba por qué las primeras cuatro crónicas y la de Fray Bartolomé de las Casas son diferentes, cuáles
son esas diferencias.
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