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Resumen

Libro neuropsicología clínica

Capitulo 12

Hay dos dificultades, en los niños, que tienden a confundirse y en ocasiones a superponerse: a) las
dificultades específicas en el aprendizaje, b) y los trastornos. Las primeras se refieren a un déficit
cognoscitivo (no de comportamiento), pero pueden derivar en cambios comportamentales. A su
vez, los tras-tornos comportamentales implican dificultades en el aprendizaje.

Entre los trastornos comportamentales se incluyen la hiperactividad, la impulsividad y los


trastornos atencionales, aunque es común que todos ellos aparezcan juntos. Se calcula que cerca
de la tercera parte de los niños con problemas específicos en el aprendizaje son hiperactivos, y
que al menos 95% de éstos presentan dificultades en el aprendizaje.

DISLEXIA

Ésta representa el mejor ejemplo de un problema específico en el aprendizaje. La definición de


dislexia presentada por la Federación Mundial de Neurología en los años ochenta la caracterizaba
como un “trastorno de origen constitucional que se manifiesta como una dificultad para aprender
a leer, a pesar de tenerse una inteligencia adecuada y oportunidades socioeconómicas y de
instrucción apropiadas” (Critchley,1985). Esta definición se completaba con tres puntos
importantes: 1) es una dificultad específica en el aprendizaje con una inteligencia normal,
contraria entonces a una incapacidad generalizada, que sería el retardo mental; 2) es secundaria a
defectos cognoscitivos y no comportamentales, y 3) es de origen constitucional, es decir, tiene
factores genéticos y se observa en varios miembros de la familia (Olson et al.,1990; Vogler et al.,
1985).

Las dificultades observadas en la dislexia se podrían clasificar en dos grupos:

1) aquellas resultantes de dificultades en el procesamiento auditivo y en el análisis de la


correspondencia fonema-grafema

2) las dificultades secundarias a defectos viso perceptuales, en la habilidad para reconocer de


manera simultánea los grafemas incluidos en la palabra.

DIAFASIA

La disfasia de desarrollo es un trastorno específico en la adquisición normal del lenguaje, que no


se explica por retardo mental, déficit sensorial o motor, deprivación ambiental o alteración
emocional (Woods, 1985b).

El diagnóstico diferencial de la disfasia de desarrollo debe realizarse con la hipoacusia, el retardo


mental, la deprivación ambiental, las alteraciones emocionales, los defectos adquiridos en el
lenguaje o afasias infantiles, el autismo y el llamado síndrome de Landau-Kleffner.
DISCALCULIA

Por discalculia de desarrollo se entiende una dificultad para aprender a realizar operaciones
aritméticas, la cual impide un rendimiento escolar adecuado. Por lo general, la capacidad
intelectual de los niños con este trastorno es normal.

Los errores típicos de niños con discalculia se clasifican en siete categorías (Strang y Rourke, 1985):
1) errores en la organización espacial;

2) errores en detalles visuales;

3) errores de procedimiento;

4) errores grafo motores;

5) errores de juicio y razonamiento;

6) errores de memoria;

7) perseveración;

DISPAXIA

Se refiere a una alteración en el aprendizaje de movimientos elaborados, sin que haya un déficit
motor o sensorial que lo explique. Por lo común, existe una historia familiar positiva (otros
miembros de la familia también presentan una especie de torpeza motora), además de que el
paciente muestra un desarrollo motor lento (Gubbay, 1985).

DISFEMIA

La tartamudez o disfemia se caracteriza por las iteraciones (clónicas) o prolongaciones (tónicas) de


sonidos en sílabas o palabras (Rosenfield y Boller, 1985). Existe una forma de tartamudez que
aparece en muchos niños durante la etapa de adquisición del lenguaje, pero desaparece con la
maduración y automatización del lenguaje. La tartamudez que permanece en la época adulta se
debe a un defecto en el ritmo y la melodía en la producción del lenguaje.

OTROS TRANSTORNOS ESPECIFICOS DEL APRENDIZAJE

Johnson y Myklebust (1971) estudiaron a un grupo de niños que tenían un desempeño pobre en
matemáticas, así como defectos en la interpretación de señales sociales y en la capacidad de
abstracción. A este grupo de manifestaciones lo llamaron trastorno de aprendizaje no verbal. Más
tarde, numerosos autores corroboraron la presencia y características de este síndrome (Bruchman
et al., 1983; Denckla, 1983; Loveland et al., 1990; Rourke, 1989; Rourke y Finlayson, 1978; Voeller,
1986, 1991; Tranel et al., 1987). Weintraub y Mesulam (1983) descubrieron que este síndrome se
inicia a temprana edad y se caracteriza por problemas emocionales y de relaciones
interpersonales, timidez, defectos visoespaciales y habilidades paralingüísticas limitadas (por
ejemplo, prosodia inadecuada). Exámenes detallados en algunos pacientes revelaron signos
neurológicos y neuropsicológicos consistentes con una disfunción del hemisferio derecho. En
ocasiones se encontró una historia familiar adecuada para el trastorno completo o para algunas de
sus manifestaciones. Los autores Weintraub y Mesulam propusieron que, así como la disfunción
del hemisferio izquierdo puede derivar en dislexia o en disfasia, la disfunción del hemisferio
contrario puede derivar en alteraciones emocionales y habilidades visoespaciales limitadas. Esta
propuesta es importante porque indica que los trastornos del aprendizaje son variados y diversos
y van más allá de los clásicos trastornos de aprendizaje de desarrollo (como dislexia, disfasia y
discalculia).

SIGNOS NEUROLOGICOS BLANDOS

A menudo, los niños con problemas en el aprendizaje presentan “signos neurológicos blandos”
(SNB), los cuales pueden ser normales a cierta edad, pero no en otra; por ejemplo, la incapacidad
de reconocer los dedos de la mano es normal a los dos años, pero anormal a los 10 años. Los
signos neurológicos blandos parecen ser el resultado de algún tipo de inmadurez cerebral (Tupper,
1987). Bender (1947) fue el primero en usar el término “signos neurológicos blandos” para
caracterizar una lesión cerebral menor, pero de poco valor localizador (Golden, 1982).

En general, los signos neurológicos blandos carecen de valor topográfico; simplemente, pueden
ser indicativos de cierta inmadurez cerebral (Lopera, 1991, 1992). Sin embargo, muchos niños
normales los pueden presentar (Tupper, 1987). De hecho, muchos de los SNB se consideran
normales a una edad determinada.

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