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El Calentamiento Global como Horizonte Cataclismico de la Historia

Notas para un Marxismo Colapsista

Grado 1
La antesala del infierno

Material en elaboración:
(Versiones finales en Scribd y en prensa se difundirán durante el mes de abril)

Miguel Fuentes


Índice

Palabras iniciales
Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria

I. Introducción

II. Grado 1 (Periodo 2017-2030)


a. Sequías regionales y aumento en el número y la magnitud de los incendios forestales
b. Modificación de los jet streams e incremento del número, intensidad y extensión de las
tormentas tropicales
c. Alteración de la Corriente Atlántica y posibles disrupciones climáticas
d. Desestabilización de los ecosistemas montañosos y de altura
e. Crisis del Ártico
f. Incremento de las erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis
g. Debilitamiento de los centros neurálgicos de la biodiversidad terrestre
h. El aumento de los niveles marinos: el hundimiento de los atolones y el comienzo de la
crisis de las ciudades costeras

III. El preludio de la catástrofe


(En edición)
a. Efectos económicos, políticos y sociales del primer grado de calentamiento global
b. La especificidad histórica de la crisis ecológica ante el primer grado de calentamiento
global
c. La antesala del Infierno. ¡Un Cataclismo se aproxima!

IV. Crisis ecológica y proceso social durante una fase de precolapso temprana
a. Desarrollo capitalista decadente, clase obrera degenerada y lucha de clases declinante
b. Degradación ecológica, declive de las fuerzas productivas y colapso
Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria
Contexto ecosocial y epidemiológico1

I. Contextualización

El día de ayer se decretó una cuarentena total en Italia que, con la finalidad de detener la
dispersión del nuevo virus SARS-CoV-2 causante de la epidemia de Covid-19, afecta ya a más
de 60 millones de personas, lo anterior en una inédita medida de restricción de las libertades
cívicas en Europa occidental no vista desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Medidas similares fueron tomadas hace unas semanas en diversas ciudades, regiones y
localidades de China, Corea del Sur e Irán. Adicionalmente, se ha producido un importante
salto de la crisis económica internacional reflejado en una caída abrupta de las bolsas de
comercio alrededor del mundo. Un ejemplo de la magnitud de este derrumbe, gatillado por el
temor de los inversionistas a los efectos económicamente disruptivos de esta epidemia y el
fracaso de las negociaciones entre Rusia y Arabia Saudita para acordar un recorte de la
producción de petróleo, pudo verse en la paralización de actividades que afectó a la bolsa de
Nueva York y en una serie de caídas bursátiles internacionales no vistas desde el año 2008.
Todo esto en el contexto no sólo de la virtual paralización de una serie de grandes ciudades,
localidades y pueblos en Europa, Asia y Norteamérica, sino que de un golpe creciente al
corazón productivo del capitalismo: las cadenas productivas y de abastecimiento mundiales.
En este escenario, algunas de las industrias que vienen siendo más duramente castigadas por
esta situación son aquellas relacionadas al turismo, los viajes aéreos o lo servicios, comenzando
a escucharse además los anuncios de algunas importantes firmas capitalistas (entre otras, Coca
Cola, MAC o Ferrari) con respecto a una serie de problemas de suministro que estarían
amenazando la mantención de sus niveles productivos.

1
Introducción a la serie “El calentamiento global como horizonte cataclísmico de la historia. Notas para un
Marxismo colapsista”. La primera parte de esta serie, referida a los efectos del primer grado centígrado de
calentamiento global, fue elaborada durante los años 2018 y 2019. La presente introducción fue elaborada entre
los días 10 y 21 de marzo del año 2020 (versiones preliminares de este material estuvieron disponibles en línea
desde el 14 de marzo).
Italia en cuarentena

Pero la crisis mundial gatillada por el coronavirus de Wuhan podría estar sólo en sus
comienzos. Y es que ante un escenario económico y político internacional ya debilitado por un
estado de crisis económica capitalista crónica heredado desde el pasado crack financiero del
2008, el avance de la peste de Wuhan amenaza con descargar toda su furia, al unísono, en
contra del conjunto de las economías y los mercados del mundo. Un ejemplo de esta amenaza
puede encontrarse en las tasas de mortalidad asociadas tendencialmente al avance de esta peste,
las cuales por su magnitud constituirían un factor socioeconómico de una potencial escala
disruptiva no vista desde el fin de las guerras mundiales. Con una mortalidad estimada que
oscila entre un 0.7% y un 4%, este virus podría llegar a matar, en el caso de terminar de
descontrolarse (aquello tal como parece indicar la dinámica de contagio internacional) y de que
una vacuna no pueda ser desarrolla a tiempo, a una cifra que podría variar, esto tal como
atestiguan una serie de modelos, entre uno y cien millones de personas.

La epidemia del nuevo coronavirus podría matar a millones alrededor del mundo

Una evidencia que apunta hacia este escenario sería la experiencia de algunas pandemias del
siglo pasado tales como la gripe asiática de 1957 y la española de 1918 que con tasas de
mortalidad aproximadas de 0.6% y 2% se cobraron entre los uno y cincuenta millones de
muertos respectivamente. Otra evidencia de lo mismo podría encontrarse en el número de
fallecidos como producto de la pasada gripe porcina que, con tasas de mortalidad mucho
menores a las asociadas a la epidemia de covid-19, habría matado (de acuerdo con estimaciones
científicas actualizadas) entre 200 y 400 mil personas alrededor del mundo. Dicho de otro
modo, estamos hablando de una posible replicación en los próximos meses y años de algunos
de los escenarios epidémicos más letales de la historia, esto en momentos en que, sin haberse
llegado todavía a una cifra sustantivamente superior a las cuatro mil muertes, el nuevo
coronavirus ha tomado ya la forma, como hemos dicho, de un factor disruptivo inédito de la
economía y la sociedad mundial.

¿Cuál será el impacto real de esta plaga sobre la economía internacional en el caso de que la
cifra de muertos se eleve a las decenas o centenas de miles, no pudiendo descartarse que aquella
llegue a los millones de fallecidos? ¿Qué efectos podría tener el avance de esta epidemia ante
un escenario de descontrol potencial de la misma en las principales capitales del mundo, esto
tal como parece anunciar la situación de algunas ciudades tales como Roma, Milán, Madrid,
Londres o Nueva York? ¿Cómo afectará la dispersión de este virus las economías de los
llamados países en desarrollo, aquello una vez que las barreras de contención que han puesto
los gobiernos se vean sobrepasadas? ¿Que sucederá cuando esta nueva plaga se anide en el
corazón de las atestadas ciudades del “tercer mundo”, reproduciendo su simiente venenosa
entre millones de desgraciados cuyo único destino será, muy probablemente, servir como carne
de perros y ratas una vez que las morgues de sus países ya no den abasto con el océano de
muertos que podría generar el avance de esta peste?

No podemos responder ahora estas preguntas, esto sobre todo en momentos en que todavía no
está claro si los gobiernos alrededor del mundo, las instituciones de salud internacional y los
grandes laboratorios serán capaces, o no, de desarrollar una vacuna a tiempo que sirva para
contener el avance del virus. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que la crisis mundial
producida por la propagación de este patógeno ha dejado en evidencia, esta vez a un nivel sin
precedentes desde las grandes convulsiones históricas de la primera mitad del siglo pasado, las
endebles bases de desarrollo en que se sostiene la sociedad contemporánea, caracterizada hoy
por una situación de desorden y debilitamiento internacional cada vez más creciente. Ejemplos
de esta situación de mayor desorden mundial y desestabilización geopolítica sobre la que viene
desplegándose la actual crisis epidémica serían, entre otros, tanto las renovadas disputas entre
potencias imperialistas tales como las vistas en el marco de la reciente guerra comercial entre
China y Estados Unidos, así como también el agravamiento de diversos conflictos regionales
como el de la guerra civil en Siria en donde está teniendo lugar un fuerte enfrentamiento entre
Rusia y los poderes occidentales. Otro ejemplo de lo anterior puede verse en los episodios cada
vez más frecuentes de caos asociados al tendencialmente insoluble problema migratorio,
planteándose aquí repercusiones particularmente explosivas en caso de que los campos de
refugiados ubicados en algunos países tales como Grecia o Turquía lleguen a ser afectados por
el avance de la epidemia.

Como vemos, lo que partió hace unos meses como una crisis de salud pública remitida a una
ciudad específica de China (Wuhan), se ha transformado hoy en una inminente pandemia que
amenaza no sólo con una cantidad de muertos que pueda llegar a las decenas de millones, sino
que, además, con convertirse en un factor de desestabilización aguda de las propias bases de la
economía, la política y la sociedad mundial con resultados que podrían ser impredecibles. Esto
último al modo de un factor de “interferencia estructural”, posiblemente creciente, del propio
curso de la lucha de clases moderna, aquello tal como se ha visto, entre otros lugares, en
algunos países tales como Italia en donde se debieron cancelar las pasadas movilizaciones por
el 8 de marzo y el resto de las concentraciones o manifestación públicas. Todo esto en medio
de un clima de incertidumbre que ha servido para dividir, gracias al clima de temor y recelo
producido por las cuarentenas masivas, al movimiento de masas y la sociedad civil de las
organizaciones sociales. Un ejemplo de lo anterior han sido los importantes grados de
aislamiento que han caracterizado la acción de una serie de organizaciones de izquierda y
sectores sindicales que, aunque en gran medida incapaces de realizar una lectura adecuada de
la verdadera gravedad que tiene el peligro de la expansión de la epidemia, han intentado llevar
adelante en Italia una serie de movilizaciones sociales para reivindicar mejores condiciones y
garantías laborales al calor de la crisis sanitaria. Otro ejemplo de la interferencia creciente que
viene significando el avance de esta crisis en el ámbito social son los importantes brotes de
racismo y xenofobia (hasta ahora fundamentalmente anti-china y anti-asiática) que la
expansión de este virus ha generado en diversos países.

Las movilizaciones del 8 de marzo fueron canceladas en Italia debido al coronavirus

Con todo, tal como veremos en este y otros de los materiales temáticos alrededor de esta
epidemia, la crisis mundial gatillada por el coronavirus de Wuhan no debe entenderse ni como
un hecho aislado, así como tampoco al modo de un mero “catalizador” del desarrollo de las
contradicciones “clásicas” (económicas, sociales y políticas) del modo de producción
capitalista. Lejos de aquello, contrariamente a lo que vienen repitiendo una serie de
intelectuales y organizaciones de izquierda tradicional que prefieren hacer eje en sus
explicaciones en una serie de factores de orden económico, social o político propios del
desarrollo capitalista contemporáneo, la crisis desatada por la epidemia de covid-19
respondería, como discutiremos, al avance de un nuevo tipo de dinámica histórica que
presentaría una naturaleza súper-catastrófica inédita desde los orígenes mismos del capitalismo
moderno. Lejos de remitirse esta última, ya sea al debilitamiento estructural que ha venido
experimentando la economía internacional en décadas pasadas, o bien a las políticas de
privatización neoliberal que han dado por resultado una importante precarización de los
sistemas de salud alrededor del mundo, la crisis gatillada por la aparición del nuevo coronavirus
se relacionaría, de fondo, al despliegue de un proceso más profundo de crisis terminal de la
propia sociedad industrial marcada por una “combinación catastrófica” entre, por un lado, los
factores de crisis económica, política y social clásicos del capitalismo moderno y, por otro lado,
el desarrollo de un agotamiento irreversible (definitivo) de las condiciones ecosociales de
reproducción del modo de producción capitalista y de la existencia misma de la civilización
contemporánea.

A continuación, se realizará una caracterización del contexto ecosocial y epidemiológico de la


actual crisis sanitaria mundial, discutiéndose posteriormente la relación entre esta crisis y su
marco histórico específico: la crisis de la sociedad industrial. Entre otras cosas, esta discusión
servirá de contextualización tanto para las diversas secciones de esta serie en torno a los
impactos del calentamiento global y la crisis ecológica sobre el sistema terrestre y la
civilización moderna, así como también para el resto de materiales temáticos elaborados
alrededor del estallido y la propagación de la presente crisis epidémica. Una de las razones de
lo anterior es que debido al impacto socioeconómico, político y cultural inédito que ha tenido
el avance de esta crisis, alimentada como veremos por el desarrollo de una crisis ecosocial
planetaria que avanza con cada vez más fuerza, aquella constituiría una especie de marco
predilecto (al modo de una ventana hacia el futuro) desde donde comenzar nuestra discusión
en torno a los impactos que podría tener sobre el proceso histórico la presente dinámica (súper-
catastrófica) de derrumbe socio-ecosistémico global. Es precisamente desde esta perspectiva
que comprende la actual crisis epidémica mundial en el contexto de una dinámica de
degradación ecosocial e histórica mayor que ésta se nos presenta, en realidad, sin importar la
magnitud que pueda adquirir durante los próximos meses, al modo de un mero acto
introductorio; esto es, en su calidad de expresión orgánica de un proceso de colapso
civilizatorio y extinción masiva más amplio, a la manera de una puerta de entrada hacia una
nueva era de cataclismos y muerte.

II. Contexto ecosocial y epidemiológico de la crisis sanitaria mundial de covid-19

A diferencia de la perspectiva marxista tradicional que, como dijimos, tiende a reducir los
impactos de la crisis provocada por la epidemia de covid-19 a los ya mencionados factores
económicos, políticos y sociales clásicos de desestabilización del capitalismo industrial (véase
aquí las recientes opiniones en torno a este tema de los intelectuales Michael Roberts o Mike
David2), aquellos deben explicarse, en último término, en el marco de la combinación de los
efectos, cada vez más disruptivos, de la “triada cataclísmica” representada por los siguientes
factores concomitantes: 1. los impactos destructivos sobre el planeta del sistema industrial y
la actual tendencia de crecimiento humano exponencial; 2. la apertura de un nuevo “horizonte
epidémico” en el desarrollo histórico y; 3. el desarrollo de una dinámica súper catastrófica
(inicial) de cambio climático y calentamiento global acompañada de un escenario
internacional de escasez de recursos inminente.

En el caso de la discusión en torno a la naturaleza de la crisis mundial gatillada por la


propagación del nuevo coronavirus, una primera cuestión a tener en cuenta es que el enfoque
marxista e izquierdista tradicional tendería a privilegiar en su explicación de las causas y las
perspectivas de esta última, antes que el análisis de los vectores de tipo socio-ecológicos,
medioambientales y biológicos que se hallarían en la base de dicha crisis, algunos de los
factores de orden social y económico que se asociarían al desarrollo de la misma (falla
estructural de los sistemas de atención médica como producto de los recortes neoliberales en
derechos básicos, orientación del sistema capitalista a la búsqueda de ganancias y no a la
satisfacción de las necesidades humanas, perfil anti-popular de los gobiernos empresariales,

2
Ver los artículos en línea “Coronavirus, deuda y recesión” en el portal Sin Permiso y “COVID-19: The monster
is finally at the door” disponible en el sitio web de Links: International Journal of Socialist Renewal.
impacto sobre la economía mundial, etc.). Esto queda claro si se tiene en cuenta, entre otras
cosas, la subvaluación que haría el análisis marxista tradicional tanto del papel que tendría la
sociedad de masas moderna y los grados de destrucción ambiental planetaria asociados a
aquella en la génesis de la actual epidemia de coronavirus, así como también del rol que
jugarían otros factores tales como el cambio climático y los niveles de sobrepoblación en el
modelamiento de los impactos que tendrá sobre el sistema social la propagación global de ésta
y otras enfermedades infecciosas durante este siglo.

Con respecto a las causas de la mayor recurrencia que está teniendo el desarrollo de epidemias
y pandemias a nivel internacional en comparación a las ocurridas durante las últimas décadas,
investigadores tales como el ecólogo de enfermedades Peter Daszak han planteado que aquellas
deben encontrarse, en primer lugar, en las características cada vez más invasivas de las
actividades humanas sobre los ecosistemas naturales, las cuales generarían las condiciones
propicias (alentadas por los efectos de la sobrepoblación y nuestra huella ecológica) para que
se produzcan saltos de virus más frecuentes entre las especies naturales y la humanidad3. Una
muestra de lo anterior, además del propio origen de la enfermedad de covid-19 debido a un
posible salto de un virus alojado en animales salvajes hacia poblaciones humanas que habría
sido favorecido por los patrones alimenticios existentes en China (caracterizados por un alto
consumo de especies exóticas), puede encontrarse en las pasadas epidemias de SARS o ébola,
también atribuidas a posibles saltos virales inter-especies como resultado del mayor contacto
entre humanos y animales. Sería así el propio sistema económico moderno y su impacto cada
vez más destructivo sobre los ecosistemas naturales, así como también las prácticas
alimenticias y estilos de vida (ecológicamente destructivos) de la sociedad de masas
contemporánea, lo que estaría propiciando de forma más recurrente, tal como se desprende de
lo planteado por Daszak, la aparición en la escena histórica de virus tales como el que produce
la actual epidemia de covid-19.

La aparición del ébola en poblaciones humanas se debió a un salto de virus entre especies

3
“Coronavirus: Estamos encarando epidemias como el covid-19 de forma equivocada. Entrevista con el ecólogo
de enfermedades Peter Daszak”. BBC Mundo (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51796442).
Con todo, la subvaluación del rol de los niveles de destrucción y alteración medioambiental
asociados a la economía industrial y su lógica de crecimiento sin límites en la generación de
mejores condiciones para la propagación de las recientes epidemias de SARS, ébola, fiebre
porcina, covid-19, constituye sólo una de las falencias del discurso y el marco de análisis
marxista tradicional (esto al menos al nivel de las organizaciones de izquierda) en su evaluación
de la actual crisis epidémica. Otro de los flancos ciegos del análisis marxista tradicional (y de
sus respectivas respuestas político-programáticas) con respecto a los posibles impactos
socioeconómicos y políticos de la crisis desatada por la irrupción del nuevo coronavirus sería
su tendencia a comprenderlos en el marco de una crisis de salud aislada y no en su contexto
epidemiológico más amplio: esto es, tal como sugieren una serie de investigadores en el
artículo “Global rise in human infectious disease outbreaks”4, una situación caracterizada por
un aumento sustancial de las enfermedades virales y bacterianas alrededor del mundo. En otras
palabras, tal como vienen planteando una serie de investigadores a nivel internacional, el
desarrollo de una nueva era de epidemias y pandemias en el proceso histórico5.

Algunas de las causas del avance de este nuevo “umbral epidémico” al cual se enfrenta la
sociedad contemporánea serían, entre otras, los efectos de la sobrepoblación y el mayor
hacinamiento de los grupos humanos, el impulso descontrolado de la urbanización, las
consecuencias negativas del cambio climático sobre los ecosistemas naturales y las
capacidades inmunológicas de las poblaciones, así como también los impactos de la
globalización en la mayor dispersión de infecciones6. Uno de los indicadores de la magnitud
que estarían alcanzando estos factores puede encontrarse en el hecho de que, de acuerdo con
las Naciones Unidas, casi el 70% de la humanidad hacia el año 2050 podría vivir en ciudades,
incrementando con ello no sólo los grados de hacinamiento de miles de millones de personas,
sino que, además, las posibilidades del desarrollo de epidemias tanto o más explosivas como
la que se vive durante estos días7. Todo esto, cabe recordar, ante un escenario de crecimiento
exponencial de la población mundial que podría alcanzar durante este siglo la exorbitante cifra
de 12 mil millones de personas; es decir, un aumento en casi 60% de sus ya altísimos (y
absolutamente inviables) niveles demográficos.

La población mundial podría llegar a los 12 mil millones durante este siglo8
4
Enlace: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4223919/.
5
“Coronavirus isn’t an outlier, it’s part of our interconnected viral age”. World Economic Forum
(https://www.weforum.org/agenda/2020/03/coronavirus-global-epidemics-health-pandemic-covid-19/).
6
Idem.
7
Idem.
8
OurWorldinData.org.
En el caso de la posible influencia del cambio climático en la propagación de futuras plagas
epidémicas, un dato especialmente preocupante puede hallarse en el hecho de que, de acuerdo
con las previsiones del Foro Económico Mundial, el avance del calentamiento global hacia el
año 2080 podría aumentar el número de personas bajo riesgo de sufrir enfermedades asociadas
a picaduras de mosquitos en unos mil millones en comparación a las tasas actuales, esto último
incluyendo a poblaciones en regiones tales como Europa y el este de África (libres aún de este
tipo de enfermedades)9. Un ejemplo reciente de lo anterior puede encontrarse en el efecto
potenciador que tuvo uno de los pasados episodios de calentamiento oceánico conocido como
ENSO durante la epidemia de Zika durante el año 201510. Otro ejemplo de lo mismo sería la
crisis por infecciones de dengue que se vive hoy en Argentina y que ha afectado ya a más de
600 personas. Un dato contundente que mostraría la actual tendencia de incremento de las tasas
de enfermedades infecciosas a lo largo del planeta puede verse en el hecho de que, de acuerdo
con la OMS, existirían ya alrededor de siete mil alertas de posibles brotes infecciosos cada mes
en el mundo; es decir, una cifra sustancialmente superior a las de décadas pasadas11.

Número de países experimentando un aumento de crisis epidémicas (1995-2018)12

De vital importancia en la generación de condiciones más favorables para una mayor


transmisión de epidemias a nivel internacional destacan, como ya dijimos, las características
de la llamada globalización que, gracias al importante desarrollo que han tenido los sistemas
de transporte en las últimas décadas, ha significado un sustantivo aumento de la capacidad de
las poblaciones para desplazarse a lo largo y ancho del planeta. Una muestra de lo anterior es
que hoy cualquier persona estaría hipotéticamente capacitada, por ejemplo, para trasladarse
desde la más remota villa a un centro urbano en menos de 36 horas, incrementando con ello la
potencial velocidad de expansión de posibles focos infecciosos.13 Otra muestra de la magnitud
que viene alcanzando el transporte de personas alrededor del planeta puede hallarse en el
masivo aumento de viajes en avión que pasaron desde los 310 millones en 1970 a los 4.2 mil
millones durante el 2018, habiendo constituido hoy el transporte aéreo, de hecho, una de las

9
“Coronavirus isn't an outlier, it's part of our interconnected viral age”. World Economic Forum (enlace arriba).
10
Idem.
11
Idem.
12
Harvard Global Health Institute. Global Economic Forum analysis of data from WHO Disease Outbreak News
(https://www.weforum.org/agenda/2020/03/coronavirus-global-epidemics-health-pandemic-covid-19/).
13
“Coronavirus isn't an outlier, it's part of our interconnected viral age”. World Economic Forum (enlace arriba).
principales bases para la rápida propagación que ha tenido la actual epidemia de coronavirus
en diversos continentes14.

Pero la perspectiva marxista tradicional no sólo fallaría al momento de integrar los problemas
asociados al avance del sistema industrial, la urbanización sin límites, el crecimiento
demográfico descontrolado y el cambio climático al tener que dar cuenta de las causas y
proyecciones de la actual crisis epidémica. A la vez, dicha perspectiva dejaría en gran medida
de lado dos problemas claves de este nuevo “horizonte epidemiológico” que estaría tomando
cuerpo en el escenario histórico y que representarían, de por sí, una importante crisis estructural
de los actuales sistemas de salud a nivel internacional y, más de fondo, de los propios
fundamentos de la medicina moderna. Estos problemas son la creciente amenaza que
representaría el fenómeno de la “resistencia microbiana” y el de una posible propagación de
una serie de “patógenos antiguos” desde el ártico u otras zonas frías del planeta como efecto
del calentamiento global.

Virus gigante de treinta mil años hallado en muestras de permafrost siberiano15

La importancia de estos problemas no puede ser subestimada. En el caso de la resistencia


microbiana; es decir, la aparición de virus, bacterias y otros patógenos inmunes a los
antibióticos y las vacunas como producto de la capacidad de estos microorganismos de
desarrollar resistencias naturales basadas en mutaciones genéticas y otros mecánicos
biológicos, aquella representaría, de acuerdo con la OMS, un peligro tal que sería capaz de
poner en riesgo las propias bases de la medicina moderna16. Una de las razones de lo anterior
sería que el aumento de patógenos microbianos resistentes a los métodos médicos tradicionales
pondría en cuestión la utilidad de una serie de tratamientos sobre los cuales se sostienen los
sistemas de salud actuales (por ejemplo, los basados en la penicilina), permitiendo lo anterior
la reaparición o mayor incidencia de enfermedades que se consideraban ya superadas.

De acuerdo con la doctora Miriam Cires, este problema presentaría una gravedad tal que aquel
podría llegar prontamente a amenazar las capacidades de los sistemas médicos contemporáneos
para un tratamiento efectivo de una serie de enfermedades tales como las infecciones

14
Idem.
15
IGS CNRS/AMU (https://www.livescience.com/52175-ancient-giant-virus-revived-siberia.html).
16
“Antimicrobial resistance: global report on surveillance 2014”
(https://www.who.int/drugresistance/documents/surveillancereport/en/).
respiratorias agudas (o neumonía), enfermedades diarreicas, el paludismo y la tuberculosis17.
Según Cires, la extensión cada vez mayor de este problema podría ser vista tanto en el hecho
de que hoy más de la mitad de los casos de neumonía estreptocócica en una serie de regiones
del mundo serían ya resistentes a la penicilina, así como también en el de la importante
reducción de la efectividad de la cloroquina en el tratamiento del paludismo18. Otro ejemplo
de la importancia creciente de este problema es que hoy se producen más de 25.000 muertes al
año por enfermedades asociadas a distintos tipos de resistencia bacteriana solamente en la
Unión Europea19. Adicionalmente, esta situación podría constituir, asimismo, una grave
amenaza para la “capacidad de carga” (y por tanto para la viabilidad) de la mayoría de los
sistemas de salud del planeta, los cuales podrían verse prontamente superados (abrumados)
debido a las mayores dificultades, costos y complicaciones asociadas potencialmente al
tratamiento de enfermedades que ya se creían totalmente superadas.

El siglo XXI podría ver un retorno de enfermedades infecciosas que se creían ya superadas

Otra muestra del tipo de amenazas al que se enfrenta hoy la medicina moderna radicaría en el
peligro que representa la reaparición de bacterias o virus antiguos (u otras especies de
patógenos) que, habiendo estado congelados por cientos o miles de años en el ártico u otras
zonas frías alrededor del globo, podrían eventualmente “despertar” como producto del
calentamiento global y entrar en contacto con poblaciones humanas. Algunas de las
implicaciones potenciales de este peligro serían, por ejemplo, la posibilidad de un rebrote no
sólo de algunos agentes microbianos tales como los causantes de la viruela, la peste bubónica
u otras enfermedades infecciosas propias de los siglos recién pasados, muchos de los cuales se
encuentran en estado de latencia en algunas zonas frías tales como Siberia o Alaska, sino que,

17
“La resistencia a los antimicrobianos, un problema mundial”
(http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252002000200012#cargo).
18
Idem.
19
“Antimicrobial resistance: global report on surveillance 2014” (enlace arriba).
además, la de otros patógenos con miles o decenas de miles de años de antigüedad20. Un
ejemplo de lo anterior, con efectos probablemente desconocidos, es el hallazgo de varios tipos
de virus gigantes (Pithovirus sibericum y Mollivirus sibericum) con más de 30.00 años que
fueron encontrados en muestras de permafrost siberiano por un equipo científico a cargo del
investigador Jean-Michel Claverie de la Universidad de Aix-Marseille. De manera
sorprendente, estos virus fueron capaces posteriormente de “revivir” en laboratorio y demostrar
que todavía conservaban sus propiedades infecciosas21. En el caso de otras investigaciones
similares, bacterias con antigüedades aproximadas entre 100.000 y 8 millones de años también
han podido ser revividas por equipos científicos22.

Virus y bacterias antiguas se esconden en las áreas congeladas del planeta

Ahora bien, el peligro de la reaparición de patógenos antiguos no se remitiría exclusivamente


al problema del derretimiento de zonas congeladas o al de la desestabilización de ciertas capas
de suelo en regiones frías tales como el permafrost, sino que, además, al de los efectos de una
serie de actividades propias de la sociedad industrial tales como la minería o la extracción de
gas natural o petróleo que han venido tomando un importante impulso en ciertas zonas del
Ártico. Uno de los peligros asociados a estas actividades en dichas áreas es que, al realizarse
excavaciones y perforaciones en capas de suelo antiguo, aquellas puedan traer a superficie virus
o patógenos que, tal como lo visto previamente, podrían ser capaces de “reactivarse” en caso
de entrar en contacto con humanos u otros animales23. Una de las posibilidades más alarmantes
de lo anterior sería que ciertas especies de virus que afectaron a los primeros habitantes
humanos del Ártico (o incluso aquellos que contagiaron a poblaciones locales de neandertales,
denisovanos o de otras especies de homínidos ya desaparecidas) puedan comenzar a infectar,
otra vez, a poblaciones humanas actuales24. Considerándose aquí que muchos de estos
patógenos podrían ser totalmente desconocidos por la humanidad, no existiendo además en

20
“There are diseases hidden in ice and they are waking-up”. BBC Earth
(http://www.bbc.com/earth/story/20170504-there-are-diseases-hidden-in-ice-and-they-are-waking-up).
21
Idem.
22
Idem.
23
Idem.
24
Idem.
muchos casos posiblemente ningún tipo de respuesta inmunológica por parte de nuestros
organismos ante aquellos, se hace claro que el potencial catastrófico de estos “gérmenes
dormidos” podría ir mucho más allá que el asociado a un mero “hallazgo evolutivo”. Debe
sumarse a lo anterior el peligro de que algunos de estos agentes infecciosos puedan haber
desarrollado en el pasado diversos mecanismos de resistencia microbiana a los medicamentos
tradicionales que podrían, o bien servir tanto para una mayor dispersión de estos patógenos en
el presente, o bien ser transmitidos a virus y bacterias actuales25. Una muestra de lo anterior es
que se han encontrado especies de paleobacterias con genes asociados a una posible resistencia
a la tetraciclina (medicina utilizada para combatir ciertas infecciones bacterianas) y a una serie
de antibióticos glicopéptidos26.

III. Coronavirus de Wuhan, epidemias y sociedad industrial

Hemos evaluado hasta aquí la relación entre el origen y la posible magnitud de la actual
epidemia de covid-19 discutiendo algunos aspectos del contexto ecosocial y epidemiológico
de esta última. Dos cuestiones resaltan en esta discusión. Primero, que esta crisis sanitaria
global no constituye un hecho epidémico aislado, sino que es parte de una tendencia más
general caracterizada tanto por el avance de una nueva generación de enfermedades infecciosas
(fenómeno que hemos denominado como el de un “nuevo horizonte epidémico” en el proceso
histórico), así como también por un empeoramiento generalizado de las condiciones de
reproducción ecosocial de las sociedades humanas. Sería justamente esta base doble (nuevo
horizonte epidémico y mayores grados de descomposición de la base ecosistémica de los
sistemas sociales) y no la mera crisis de los sistemas de salud neoliberales y las características
propias del sistema capitalista declinante contemporáneo lo que se encontraría, en realidad, en
la base del origen, magnificación y posibles impactos a largo plazo de la actual crisis sanitaria
mundial.

En otras palabras, la degradación de los sistemas de salud pública en el contexto de los


regímenes neoliberales, la desfinanciación de los sistemas de seguridad social y la
mercantilización de las diversas esferas de la vida cotidiana, aunque cumplirían el papel de
potenciadores de los efectos más nefastos de la presente crisis epidémica, no deben ser
entendidos como los factores centrales o más importantes en el origen, trayectoria y
proyecciones de ésta. Un ejemplo de lo anterior es la inexistencia de este tipo de crisis sanitarias
en la arena internacional, al menos con la gravedad e impacto planetario que viene tomando la
actual epidemia de coronavirus, durante una gran parte del siglo pasado. Todo esto plantea la
necesidad de asumir, si partimos del hecho de que lo que explica los grados de dispersión e
impacto de esta epidemia no sería, como dijimos, ni el estado de los servicios de atención
médica a nivel internacional en sí mismo, así como tampoco la mayor debilidad de los sistemas
de protección social de una serie de países luego de décadas de planes neoliberales, que crisis
sanitarias tales como la que se vive hoy a lo largo del mundo deberían seguir repitiéndose, de
manera inevitable y posiblemente a una escala y ritmos cada vez mayores, en el futuro cercano.
Esto último, otra vez, sin importar a que tipo de reformas, mejorías o transformaciones
estructurales puedan ser sometidos los sistemas de salud pública en diversos países. La razón
de lo anterior sería que, si bien la implementación de reformas al nivel de los sistemas de
atención médica en cada país podría ciertamente servir para palear el avance de epidemias tales
como la que estamos presenciando durante estos días (por ejemplo, en términos de las tasas de
mortalidad asociadas a la misma), dichas medidas no implicarían, necesariamente, un

25
Idem.
26
Idem.
cuestionamiento de las bases estructurales que se encontraron (y que se encontrarán con mucha
más fuerza en el futuro) en el origen de ésta y las próximas crisis epidémicas que azoten al
planeta: sobrepoblación, hacinamiento urbano, prácticas productivas ecológicamente
invasivas, etc. Por el contrario, dichas bases seguirán intocadas en tanto la sociedad industrial
y de masas subsista, preparándose así el escenario, al modo de un problema crónico y sin
solución, para nuevas y más poderosas crisis epidémicas y sanitarias.

La industria de animales salvajes en China ha sido foco de diversos brotes epidémicos

No, ninguna reforma de los sistemas de salud pública (por ejemplo, las asociadas a un aumento
potencial de sus niveles de financiamiento) estará capacitada para modificar las verdaderas
raíces estructurales (de naturaleza ecosocial) que explican el tipo de violenta dispersión
internacional y los efectos, cada vez más profundos, que está teniendo sobre el sistema mundial
la presente crisis sanitaria global, esto tal como una aspirina o un analgésico tampoco pueden
combatir las causas profundas de una enfermedad mortal en estado avanzado. ¡No! Ni la
inyección de vastas sumas de recursos al servicio del combate de esta y otras epidemias, ni la
existencia de sistema de salud plenamente públicos orientados a las necesidades del conjunto
de la población y ajenos a los intereses del lucro y el mercado… y ni siquiera la existencia de
un modelo de sociedad industrial alternativa al capitalismo (por ejemplo, el socialismo
moderno) estarían capacitados, realmente, para cuestionar la base fundamental de problemas
tales como aquellos de los que estamos siendo testigos con la propagación de la peste de
Wuhan; esto es, la descomposición terminal de las bases ecosociales de reproducción de la
sociedad contemporánea.

Los impactos nefastos de la economía moderna y la huella ecológica de la humanidad sobre el


planeta, el carácter cada vez más invasivo de las prácticas productivas sobre los ecosistemas,
el crecimiento poblacional infinito, la urbanización sin limites, el cambio climático, la
globalización, el aumento de las enfermedades infecciosas y su mayor recurrencia a nivel
internacional, el problema de la resistencia antimicrobiana y la reaparición de patógenos
antiguos, serían así todos factores que, encontrándose en la base del origen y el impacto de la
actual epidemia de coronavirus, responderían a un único problema: la sociedad industrial
moderna y su modelo de desarrollo económico y tecnológico característico. Dicho de otra
manera, lo que se hallaría en la base de los efectos de la epidemia de covid-19 sería, tal como
ya dijimos, no sólo el capitalismo y su intrínseca tendencia a la mercantilización de las diversas
esferas de la vida humana (por ejemplo, en el ámbito de la salud pública), sino que, por el
contrario, algo más profundo; esto es, la civilización moderno-industrial basada, entre otras
cosas, en una perspectiva eminentemente utilitarista y antropocéntrica del dominio de la
naturaleza y una comprensión técnico-productivista, inherentemente destructiva, del concepto
de progreso. Sería justamente este modelo de civilización y su conceptualización particular de
la relación humanidad-naturaleza, modelo que el capitalismo moderno habría llevado hasta su
consumación máxima, pero cuyo origen debe hallarse en los últimos siglos de la Edad Media
con los primeros albores de la sociedad moderna y su marco de relaciones económicas,
sociales, políticas y sistemas de pensamiento característicos inspirados en el marco valórico
renacentista y humanista, lo que se encontraría en la raíz histórica (basal) de los altísimos
grados de devastación socioambiental planetaria y desequilibrio climático sobre los cuales
están comenzando a gestarse crisis tales como la del nuevo coronavirus.

La perspectiva antropocéntrica de la modernidad constituye una de las bases de la actual


crisis planetaria

A partir de aquí, sería así el conjunto de sistemas sociales propios de la modernidad industrial
y sus patrones de desarrollo económico y demográfico basados en una lógica de crecimiento
infinito (incompatible con la existencia de un planeta con recursos limitados), esto desde las
actuales democracias occidentales avanzadas y la serie de regímenes capitalistas totalitarios o
autoritarios desarrollados en el último siglo (entre otros los regímenes fascistas, las dictaduras
nacionalistas o las petro-monarquías) hasta la mayoría de los modelos socialistas vigentes
durante el siglo XX, los cuales serían los responsables de los actuales grados de desequilibrio
ecosocial sobre los que la aparición de nuevos patógenos tales como el SARS-CoV-2 está
volviéndose más frecuente. Un ejemplo claro de lo anterior en el ámbito de los sistemas
socialistas puede encontrarse en los niveles de destrucción ecológica sin precedentes asociados
en el pasado al régimen soviético, los cuales se expresaron en importantes desastres
medioambientales tales como, entre otros, los conocidos casos de la destrucción del Mar de
Aral y el desastre nuclear de Chernobyl. Otro ejemplo de lo mismo puede hallarse en las
destructivas políticas de desarrollo industrial impulsadas durante el primer periodo de la
Revolución Rusa por el partido bolchevique bajo la dirección de Lenin y Trotsky. En el caso
de este último, uno de los principales defensores de un tipo de desarrollo industrial “sin límites”
(véanse sus alusiones en Literatura y Revolución a la necesidad de una manipulación y control
total de la naturaleza por parte del “nuevo hombre socialista”), puede mencionarse su rol en
los planes de industrialización temprana de la URSS que servirían, posteriormente, como una
importante base para las políticas de desarrollo económico stalinista. Recuérdese aquí,
asimismo, además de la fascinación productivista de Trotsky por las emanaciones industriales
(expresada en una serie de loas poéticas que pueden encontrarse en diversos pasajes de su obra),
su responsabilidad en los proyectos para la construcción de la central hidroeléctrica del
Dniéper, la cual sería culminada posteriormente bajo el régimen de Stalin.

El modelo socialista industrial también es responsable de la crisis ambiental contemporánea

Un ejemplo reciente de lo anterior en el campo socialista, demostrando con ello que no se trata
de un problema remitido solamente al siglo pasado o al ámbito exclusivo de la URSS, lo
constituye el caso de algunas experiencias contemporáneas de gestión obrera tales como el de
la mega-industria Zanón en Argentina, una de las fábricas más contaminantes de Latinoamérica
en el rubro de la altamente nefasta industria de producción de cerámicos. Otro caso es el de la
empresa Madygraft en el rubro de la destructiva industria gráfica, responsable esta última a
nivel mundial de la desaparición progresiva de importantes reservas naturales tales como el
Amazonas. Aunque casos minúsculos en comparación a aquellos que se encuentran detrás de
los desastres ambientales producidos por los regímenes socialistas de tipo productivo-
industrialistas desarrollados durante el siglo pasado, resalta sin embargo la casi total
indiferencia que estas experiencias bajo control obrero han demostrado, aquello
fundamentalmente por la responsabilidad de sus dirigencias sindicales (muchas de ellas ligadas
a partidos de izquierda parlamentarista con una marcada extracción ideológica industrialista
tales como en el caso del PTS argentino), ante los problemas ambientales y ecológicos, esto
prácticamente desde su fundación hace algunos años (en el caso de Zanón desde el 2002).
Zanón - ¿Destrucción ambiental bajo control obrero?

Ahora bien, tal como señalamos en la introducción de este material, la actual epidemia de
covid-19 no es el único ni el más grave de los productos de la presente dinámica de degradación
ecosocial que se encuentra en la base de esta última. En realidad, si tenemos en cuenta el peligro
que representa no sólo la armada de nuevos virus, bacterias y otros patógenos que, como
producto de dicha dinámica, se aprestan a golpear, de modo cada vez más brutal, al conjunto
de las sociedades humanas, sino que, además, los efectos súper-catastróficos del fenómeno de
quiebre ecosistémico planetario en curso y del avance, ya irrefrenable, del calentamiento
global, la actual crisis sanitaria mundial se nos presenta, como dijimos… nada más que como
un anticipo. Esto es lo que comenzaremos a ver en la primera parte de esta serie referida a la
gravedad y los efectos del primer grado de calentamiento global sobre los sistemas sociales, el
proceso histórico y la lucha de clases.

Marzo 10 – 21, 2020


Prăbușirea a început
I. Introducción

Durante los últimos meses se dio a conocer un nuevo informe del Grupo Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) en donde se afirma,
entre otras cosas, que quedaría alrededor de una década para alcanzarse el umbral de un
calentamiento global irreversible y catastrófico. Este informe, presentado en Korea del Sur,
señala que varios de los efectos anteriormente asociados con un aumento de dos grados
centígrados de la temperatura mundial se producirían, en realidad, al llegarse a los 1.5 grados
de incremento. Según dicho organismo (criticado a menudo por su conservadurismo al referirse
a los peligros asociados a la crisis climática), este nivel de calentamiento global se alcanzaría
durante la década de 2030. Tal como señala una reciente nota de BBC Mundo refiriéndose a
los posibles efectos del rebasamiento de esta barrera:

“La extinción total de los arrecifes de coral, diez millones de personas más expuestas a
inundaciones, cada vez menos zonas aptas para el cultivo de cereales... Una diferencia de sólo
medio grado de temperatura tendría consecuencias devastadoras para nuestro planeta, por lo que
cada vez es más urgente limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados
centígrados, advirtió este lunes el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la
ONU (IPCC). Y el tiempo para actuar se nos está acabando, se asegura en el último informe del
IPCC, el que ha sido descrito como “un último llamado” para salvar a la Tierra de una inminente
catástrofe. De hecho, según el reporte, actualmente vamos camino a un aumento de 3 °C, muy
por encima del máximo de 2 °C contemplado por los Acuerdos de París sobre cambio climático”.
(“Por qué 2030 es la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global”, BBC
Mundo).

El calentamiento global sobrepasó hace algunos años el primer grado de aumento con respecto
a tiempos pre-industriales, pronosticándose para fines de este siglo un incremento que iría entre
los cuatro y seis grados centígrados. Ahora bien, ¿qué significa concretamente un aumento de
uno, dos, cuatro o seis grados centígrados durante las próximas décadas y cuál podría ser la
relación entre estos niveles de calentamiento, el proceso histórico y la viabilidad de las
estrategias anticapitalistas tradicionales? Esta pregunta no posee una importancia menor. Por
el contrario, aquella representa una disyuntiva de vida y muerte para cualquier proyecto de
transformación revolucionaria, esto debido a que el calentamiento global y la crisis ecológica
se han transformado ya, como discutiremos a lo largo de esta serie, en la principal amenaza
para la sobrevivencia de las clases explotadas, la civilización y el conjunto de nuestra especie.

Por ahora, podemos afirmar lo siguiente: la actual dinámica de cambio climático y crisis
ecológica plantearían durante el siglo XXI un tipo de horizonte histórico y geológico sin
precedentes desde el origen de las primeras sociedades neolíticas, desarrolladas estas últimas
en el contexto de las transformaciones medioambientales que caracterizaron la transición entre
el Pleistoceno y el Holoceno. Este horizonte se asociaría, tal como veremos, tanto a un
potencial fenómeno (inédito) de freno, declive y caída abrupta del desarrollo de las fuerzas
productivas a nivel internacional, así como también a la probable desintegración en el mediano
y largo plazo de la estructura de clases contemporánea y de los pilares de la civilización
moderna, ligándose además a un posible evento de extinción fulminante de nuestra especie. En
términos programáticos, lo anterior significaría para el campo anticapitalista la apertura de un
periodo de “incógnita estratégica” caracterizada por una caducidad creciente de los programas
anticapitalistas de los siglos XIX y XX (por ejemplo el marxismo o el anarquismo en sus
diversas variantes), basados en gran medida en una dependencia de los esquemas productivos
propios de la era industrial y del rol central de los combustibles fósiles en el proceso
económico. Una muestra de esto sería la creciente inutilidad de algunas de las consignas
principales de dichos programas (entre otras el control obrero de la producción) para ofrecer
una “solución integral” a los futuros padecimientos de la población humana ante un escenario
de cambio climático catastrófico, esto por ejemplo ante un contexto de crisis alimentaria
generalizada.

Un escenario como el anterior supondría, por lo tanto, la apertura de una situación de


“emergencia estratégica” en todo el ámbito anticapitalista, viéndose aquella agravada por la
aguda ignorancia que afecta a los partidos de izquierda tradicionales con respecto a los peligros
que se asocian a la actual crisis ecológica. Un ejemplo de esto en Chile puede encontrarse en
el caso de una serie de organizaciones políticas tales como el Frente Amplio (referente de la
llamada renovación socialdemócrata chilena) y el PTR (agrupación estudiantil chilena de
orientación trotskista-legalista). Puede mencionarse aquí además el caso del “Partido de los
Trabajadores Socialistas” (PTS) de Argentina, una organización de izquierda parlamentaria
que ha venido destacando en ese país por su inserción en diversos espacios democrático-
institucionales del régimen capitalista. Sumergidas frecuentemente en el más puro
coyunturalismo electoralista, estas organizaciones parecerían vivir en un mundo
completamente ajeno al desarrollo de la fenomenal crisis ecológica y de subsistencia que está
comenzando a dar sus primeros pasos alrededor del planeta. Ciegas, sordas y mudas, aquellas
se caracterizarían por apelar en sus programas (de manera burdamente optimista) ya sea a las
viejas fórmulas de la “profundización” de la democracia ciudadano-parlamentaria, o bien a una
replicación ideal (supuestamente “sofisticada”) del modelo de la revolución bolchevique…
aunque todo esto importándoles literalmente un carajo el desarrollo del problema más
fundamental de nuestro siglo: el inminente derrumbe ecológico social que puede ya
vislumbrarse, de manera clara, en el horizonte histórico. ¡Totalmente ciegas e indiferentes,
brincando y festejando alegremente sus respectivas “victorias parlamentarias”, los dirigentes
de estas organizaciones han decidido así pasar a la historia como verdaderos “payasos
estratégicos” de la lucha de clases, incapaces incluso de intuir el tipo de explosión histórico-
nuclear (el cambio climático) que se apresta a impactar (y modificar de raíz) el curso central
del devenir humano!

La nueva socialdemocracia y la izquierda chilena ignoran la gravedad del cambio climático


¿Exageración? ¿Ciencia ficción? ¡Nada de eso! Es lo que veremos en este y los próximos
artículos de esta serie discutiendo los efectos que podría tener sobre la dinámica histórica un
aumento cercano de la temperatura global entre uno y seis grados centígrados, basándonos para
esto tanto en las informaciones del reconocido libro del periodista Mark Lynas Seis Grados,
así como también en una serie de investigaciones científicas más recientes. Tal como en el
pasado, la realidad histórica de las próximas décadas podría superar de lejos, como veremos,
no sólo las más dantescas narrativas “post-apocalípticas” del cine o la literatura moderna, sino
que además algunas de las imágenes más “oscuras” del juicio final bíblico o aquellas que
abundan en los relatos y visiones míticas de diversos pueblos indígenas con respecto a un
posible “fin del mundo”. ¿Exageración? ¡Quizás!... pero tan sólo para aquellos intelectualillos
universitarios de izquierda que, siempre interesados en destacar por su “seriedad política”, sus
“profundos” conocimientos de los teóricos marxistas y por su inclinación (algo rebelde, algo
académica) a las “discusiones estratégicas”, son a la vez groseramente ignorantes del debate
científico básico respecto a la verdadera gravedad del cataclismo ecológico-civilizatorio en
curso… ese cataclismo que, en palabras de Lynas, se nos representa hoy como un portal a los
territorios del mismo demonio: ¡el Infierno!

II. Grado 127


(Periodo 2017-2030)

Nuestro planeta alcanzó hace un par de años el primer grado centígrado de calentamiento global
desde el inicio de la era industrial, un nivel no visto en la Tierra desde hace milenios. Durante
el año 2016 se produjo el máximo incremento anual registrado de la temperatura media mundial
desde el siglo XIX, alcanzándose cifras cercanas a los 1.2 grados centígrados de aumento. Este
nivel de incremento fue suficiente para provocar una serie de graves alteraciones climáticas
alrededor del planeta, las cuales generaron, entre otras cosas, un importante número de crisis
sociales. La muerte masiva de especies marinas del 2016 en la Isla de Chiloé en Chile como
producto de las altas temperaturas marinas y la extensión inusual que tuvo el fenómeno de la
“marea roja” (la que imposibilitó por semanas las actividades de pesca) es un ejemplo de dichas
alteraciones. La importancia de estos fenómenos radicó en que pusieron de manifiesto en este
país, de forma evidente, el verdadero potencial socialmente disruptivo del calentamiento
global, aquello al producir una aguda crisis de subsistencia que impactó dramáticamente la vida
de la población local y ocasionó una significativa crisis política. El desarrollo del mega
incendio en el centro sur de este mismo país durante el año 2017, alentado por una combinación
de anomalías climáticas relacionadas probablemente al cambio climático, es otro ejemplo de
lo anterior.

Súper tormentas, sequías y crisis agrícolas sin precedentes, mega incendios, mortandades
masivas de especies marinas, inundaciones y aludes con magnitudes no vistas, olas de calor y
frío extremo cada vez más comunes, todo esto cuando no hemos ni siquiera superado
sustancialmente el umbral del primer grado centígrado de calentamiento global y en momentos
en que dichos fenómenos comienzan a sucederse, de manera cada vez más periódica, alrededor
del planeta. Fenómenos climáticos que constituyen, con fuerza creciente, un recordatorio
“suavizado” del dantesco escenario que nos deparan las próximas décadas, esto cuando la
temperatura mundial experimente aumentos todavía más drásticos.

Veamos a continuación con más detalle algunos de los efectos medioambientales de los
actuales niveles de calentamiento global y la proyección de aquellos para los próximos años.

27
Esta sección fue elaborada durante los años 2018 y 2019.
a. Sequías regionales y aumento en el número y la magnitud de los incendios forestales

Una de las consecuencias más alarmantes de un calentamiento global de un grado centígrado


será, de acuerdo con una serie de modelos climáticos, un significativo incremento de las sequías
alrededor del mundo, dando por resultado el desarrollo de crisis hídricas de escala regional y
continental cada vez más intensas. Causas potenciales de estos eventos sería el rápido avance
del deshielo de los glaciares de altura, una de las fuentes más importantes de abastecimiento
hídrico en numerosas ciudades, así como también la drástica reducción y el agotamiento de las
reservas de agua en represas y la desecación de ríos, lagos y acuíferos. La crítica situación que
han venido experimentando recientemente diversas ciudades alrededor del mundo tales como
Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Sao Paulo (Brasil) o el estado de California en Estados Unidos
en donde se debieron tomar drásticas medidas de racionamiento para evitar un escenario sin
precedentes de “corte total” del suministro de agua, son algunos de los ejemplos más claros de
esta tendencia. Debe tenerse aquí en cuenta que hoy, de acuerdo con la ONU, más de 1200
millones de personas (aproximadamente un quinto de la humanidad) habitan ya en zonas de
escasez de agua. Hacia finales de la década de 2020, de acuerdo con el mismo organismo, dos
tercios de la humanidad enfrentarán la falta de agua, alcanzando este número a más del 52%
de la población mundial hacia el 2040, todo esto en momentos en los cuales, como se ha dicho,
el calentamiento global ni siquiera ha rebasado la barrera catastrófica de los 1.5 grados
establecido por el IPCC. Otro dato que puede mencionarse en este punto es el potencial
aumento de la masa terrestre afectada por sequías desde el 3% actual a más de un 30% en las
próximas décadas.

Stress hídrico mundial

Una muestra de lo que podría significar el desarrollo de estas sequías regionales (con
dimensiones cada vez mayores) puede encontrarse en lo sucedido durante la crisis del llamado
Dust Bowl en Estados Unidos durante la década de 1930. Producto del agravamiento de una
sequía inusualmente persistente y del desarrollo de grandes y periódicas tormentas de arena
que afectaron a numerosas localidades en el estado de Oklahoma devastando amplias áreas de
cultivo, esta crisis se asoció con una importante paralización agrícola y el desarrollo de
sucesivas oleadas de refugiados (los denominados okies) hacia una serie de regiones vecinas.
Es relevante tener en cuenta que esta crisis medioambiental se produjo en el marco de un
contexto de calentamiento global mucho menor al actual, no pudiendo descartarse, por lo tanto,
el desarrollo de nuevas crisis del mismo tipo en el futuro cercano, esto por ejemplo en áreas
semidesérticas con suelos agrícolas poco profundos y potencialmente sensibles a la erosión y
a pequeños cambios de la temperatura media global.

Dust Bowl (años 30’s)

Un ejemplo adicional del alcance que podrían tener las sequías a las que nos enfrentaremos en
el corto plazo sería también, aunque presentando una magnitud mucho mayor a lo visto en
tiempos modernos, la mega sequía desarrollada alrededor del año 1000 de nuestra era en
amplias áreas del Oeste de Estados Unidos. Uno de los resultados de esta súper sequía fue, en
un escenario de calentamiento global muy cercano al actual, la transformación de casi la
totalidad de la costa oeste de dicho país en un desierto. Planteándose hoy la posibilidad de un
escenario de mega sequías similares en diversas regiones del planeta, cabe destacar los
desastrosos impactos que aquellas podrían tener para la industria agrícola y los precios de los
alimentos a nivel internacional. Este es el caso de California, una región que, además de estar
experimentando ya una serie de sequías sin precedentes, constituye uno de los mayores centros
de producción agrícola del mundo. Otros problemas asociados a un incremento de las sequías
alrededor del planeta pueden encontrarse en el terreno de la producción hidroeléctrica (ya en
estado crítico en una serie de regiones) y en el de la subsistencia de numerosos ecosistemas
cuya biodiversidad se vería amenazada por la menor cantidad de agua disponible.
Sequías inéditas han venido golpeando el Oeste de Estados Unidos

Otro grave peligro relacionado con un aumento de las sequías que ya ha comenzado a
materializarse en distintas regiones del mundo es la de un aumento exponencial en el número
y la magnitud de los incendios forestales, expresándose lo anterior en el desarrollo de algunos
de los incendios más grandes registrados en la época moderna. El reciente mega incendio en
California y el que afectó a Chile a comienzos del año 2017, ambos entre los mayores de los
que se tiene memoria en el continente americano, son un ejemplo de esto último. De cada vez
mayor extensión y con un carácter cada vez más incontrolable, dichos incendios han
comenzado a representar una amenaza directa para numerosas localidades, pueblos y ciudades
alrededor del planeta, habiéndose cobrado hasta ahora la vida de cientos de personas. Un
ejemplo de esto puede verse en las decenas de personas que murieron atrapadas en sus propios
vehículos o en las cercanías de los mismos en una serie de carreteras afectadas por uno de los
incendios que azotaron con fuerza inusitada Portugal durante el año 2017. Otro de los efectos
de este tipo de mega incendios es su creciente impacto en el incremento de los niveles de
dióxido de carbono (que liberan los árboles y la vegetación al quemarse) en la atmósfera, así
como también las perdidas económicas cada vez más graves asociadas a los mismos. Para
empeorar la situación, la magnitud e intensidad de estos incendios debería intensificarse
durante las próximas décadas, esto de acuerdo con una serie de modelos climáticos que
predicen, en la medida en que las sequías se profundicen, un aumento exponencial de sus
niveles destructivos (esta vez con posibles connotaciones continentales).
Mega incendio en California (noviembre 2018)

b. Modificación de los jet streams e incremento del número, intensidad y extensión de las
tormentas tropicales

Los niveles actuales de calentamiento global se asociarían asimismo a una incipiente


transformación de los jet streams alrededor del mundo. Estas potentes corrientes atmosféricas
de gran altitud tienen una importancia esencial en la regulación del clima terrestre ya que actúan
a modo de barreras entre las áreas polares y ecuatoriales, definiendo con ello la división de las
principales zonas climáticas del planeta. La razón de esta alteración se encontraría en el hecho
de que el aumento de las temperaturas globales estaría debilitando la gradiente térmica
existente entre las regiones polares y los trópicos (es decir la diferencia de temperatura entre
aquellas sería cada vez menor), habiéndose generado ya una contracción de los jet streams en
al menos un grado en dirección de los polos.

Jet streams
Una de las consecuencias más impredecibles de este fenómeno, destinado a intensificarse en
la medida en que el calentamiento global se agudice, sería un desplazamiento progresivo de las
zonas agrícolas en todo el mundo y el desarrollo de posibles disrupciones regionales en el
sistema de producción de alimentos. Puede mencionarse igualmente el efecto de amplificación
que una modificación de los jet streams podría tener sobre los eventos de clima extremo, esto
por ejemplo intensificando las olas de calor y frío que suelen golpear periódicamente a diversas
regiones. La crisis ambiental que generó la histórica onda polar que afectó recientemente a
Estados Unidos y otros países del hemisferio norte (con temperaturas en algunas ciudades tan
frías como en la Antártica) es una muestra de estas potenciales anomalías climáticas, las cuales
deberían volverse cada vez más frecuentes en tanto la barrera atmosférica que representan los
jet streams entre las zonas polares y tropicales continúe debilitándose.

Vórtice polar en Estados Unidos

Otro de los resultados de un calentamiento global de un grado centígrado se asociaría a un


aumento en el número, la intensidad y la extensión regional de las tormentas tropicales. La
razón de lo anterior se debe a que un planeta con una mayor temperatura media se asociaría,
entre otras cosas, a niveles mayores de evaporación que conferirían una mayor energía a estos
fenómenos. De acuerdo con recientes estudios, de hecho, el calentamiento global habría
contribuido ya con un 50% del calor extra necesario en los océanos para la formación de
algunas de las tormentas más destructivas del último tiempo. Durante el año 2017, los daños
causados por el Huracán Harvey y la formación en cierto momento de tres huracanes
simultáneos de alta peligrosidad en el Atlántico es una muestra clara de lo anterior. De igual
manera, la estela de destrucción que trajo consigo el huracán Florence durante el pasado mes
de septiembre en Estados Unidos, el cual pasó en poco tiempo de ser una mera depresión
tropical a convertirse en uno de los huracanas más poderosos en la historia de dicho país, es
otra de muestra de lo mismo.
Desarrollo simultáneo de huracanes Irma, Katia y José (2017)

Sin embargo, quizás el efecto más inesperado de los actuales niveles de calentamiento global
sería el desarrollo de tormentas tropicales en sectores en los que su formación habría sido
imposible durante los últimos siglos. Una muestra de lo anterior fue el Huracán Catarina que
se convirtió durante el año 2004 en el primer huracán tropical en formarse en el Atlántico Sur
y golpear la costa de Brasil. Otro ejemplo de lo mismo fue la formación durante el año 2005
del huracán tropical Vince, el primero en afectar Europa e impactar (aunque ya debilitado) las
costas de España. Más grave todavía, el aumento de la temperatura global podría permitir en
el futuro cercano, de acuerdo con una serie de modelos predictivos, la formación de huracanes
tropicales en zonas hoy tan exóticas para los mismos como el propio mar mediterráneo,
produciéndose posiblemente a causa de aquellos inmensas perdidas y daños materiales en las
hasta ahora relativamente estables costas de países tales como Francia o España. La reciente
formación durante el último tiempo de una serie de semi-huracanes que vienen afectando las
costas de Grecia y Turquía (entre otros la tormenta Zorba) es un ejemplo incipiente de esta
tendencia.

Costas de Grecia siendo impactadas por un proto-huracán tropical (2018)


c. Alteración de la Corriente Atlántica y posibles disrupciones climáticas

Un creciente peligro asociado al actual calentamiento global se encuentra en el potencial


debilitamiento de la llamada Circulación Meridiana de Retorno del Atlántico Norte (AMOC),
más conocida generalmente bajo el nombre de corriente del Atlántico Norte. Esta corriente
marina, responsable del desplazamiento de aguas cálidas desde la zona del Golfo de México
hacia los mares Irlanda, Islandia y Groenlandia, áreas desde donde esta invierte su curso
transportando aguas frías hacia el sur, constituye uno de los factores de regulación climática
más importantes de Europa occidental. Entre otras cosas, aquella permite que una serie de
países de Europa disfruten de un clima más templado (por ejemplo Inglaterra) al que les
correspondería por su latitud, permitiendo además las condiciones para el desarrollo de una
serie de dinámicas ramas agrícolas.

Circulación Meridiana de Retorno del Atlántico Norte (AMOC)

Una serie de estudios durante las últimas décadas han venido sugiriendo que, como motivo de
los cambios en salinidad del océano generados por las mayores tasas de deshielo y los
consecuentes mayores volúmenes de evacuación de agua fresca en los mares, la corriente del
Atlántico estaría experimentando un debilitamiento significativo. Ejemplo de lo anterior son
dos artículos publicados recientemente en la revista Nature, uno liderado por el geógrafo David
Thornalley del University College London y el otro por Summer Praetorious del US Geological
Survey de California en Estados Unidos. Basándose en una serie de estudios paleo-
oceanográficos, ambos estudios confirman la existencia de un sugerente enlentecimiento de las
corrientes de convección marina de esta corriente. De acuerdo con la investigación liderada
por Thornalley, teniendo como referencia el periodo climático actual iniciado al final de la
llamada Pequeña Edad del Hielo a mediados del siglo XIX, éstas últimas se encontrarían hoy
en un estado inusualmente débil en comparación con los últimos 1500 años.
Un enlentecimiento o modificación sustancial de la corriente del Atlántico en el futuro próximo
produciría importantes alteraciones climáticas en todo el hemisferio norte, pudiendo generar
estas últimas bruscas caídas de las temperaturas en diversas regiones de Europa que tendrían,
en combinación con el avance del calentamiento global en el resto del mundo, un fuerte
impacto para la industria agrícola local y otras ramas productivas. Ahora bien, estas no serían
las únicas consecuencias que podría tener la alteración (o el colapso total) de la corriente
atlántica en las próximas décadas, constituyendo en realidad un simple adelanto de los futuros
peligros relacionados a este fenómeno en la medida en que el calentamiento global se agudice.
De acuerdo con el prestigioso climatólogo James Hansen, uno de estos peligros sería, tal como
veremos en el siguiente artículo, la potencial formación de súper-tormentas con una magnitud
superior a todo lo visto por la humanidad desde hace más de cien mil años.

d. Desestabilización de los ecosistemas montañosos y de altura

Una de las áreas más vulnerables ante el cambio climático son los ecosistemas montañosos y
de altura, siendo una de sus particularidades el hecho de que pequeñas alteraciones en la
temperatura global pueden producir significativas modificaciones en los patrones de
precipitación, grados de humedad y en los rangos de disponibilidad de agua y recursos que los
caracterizan. Esto último es importante ya que estas transformaciones pueden impactar (a veces
de manera drástica) la capacidad de sobrevivencia de una serie de especies vegetales y
animales. Una de las razones de lo anterior es que muchas de estas especies se encuentran
concentradas en pequeñas zonas geográficas como resultado de la división de estas áreas en
sucesivos pisos altitudinales, cada una con distintas propiedades medioambientales y
presentando un delicado equilibrio ecosistémico.

Un ejemplo de lo anterior puede encontrarse en el caso del bosque tropical lluvioso de altura
de Queensland en Australia y los negativos efectos que los actuales niveles de calentamiento
global (asociados a un significativo incremento de las tasas de evaporación y una menor
recurrencia de lluvias) estarían comenzando a ocasionar en dicha reserva natural. De acuerdo
con una serie de modelos climáticos, de hecho, estos niveles se relacionarían a una potencial
reducción de más del 50% del área de los bosques tropicales de altura en todo el mundo. Debe
tenerse en cuenta en este punto que, pese a la reducida extensión geográfica que tienen los
bosques tropicales a escala mundial, aquellos albergan (tal como en el caso de los arrecifes
coralinos) una significativa parte de la biodiversidad planetaria, asociándose además la crisis
de estos últimos a la posible pérdida de una serie de especies únicas (por ejemplo posibles
relictos de épocas geológicas pasadas).
Parque Nacional de Queensland (Australia)

Otros ecosistemas de altura particularmente sensibles a los efectos del calentamiento global se
hallan en el caso de los hábitats andinos, caracterizados por poseer algunos de los pisos
altitudinales más “comprimidos” del planeta. El desarrollo de una serie de importantes sequías
en estas regiones (una de las cuales produjo la reciente desecación del lago Poopó en Bolivia),
así como también el aumento de los eventos de mortandad en masa de camélidos como
resultado de una mayor recurrencia de fenómenos de clima extremo, constituyen algunos
ejemplos de lo anterior.

Desecación del Lago Poopó en Bolivia

Un efecto hasta ahora imprevisto de los actuales niveles de calentamiento global puede verse
en la degradación de las capas de permafrost que forman parte de la composición geológica de
algunas zonas montañosas. Uno de los resultados de este fenómeno ha sido el reciente
incremento en la frecuencia de derrumbes, deslizamientos y aluviones en diversas regiones
alrededor del mundo. En el caso de los Alpes, algunas de las causas principales del
debilitamiento de estas capas de permafrost (las cuales mantienen la cohesión de las capas
superficial de ciertas montañas) ha sido, de acuerdo con una serie de investigaciones durante
la última década, el aumento progresivo de las cotas de deshielo (las que se presentan a una
altitud cada vez más mayor) y una penetración en el suelo más profunda de las altas
temperaturas en verano. Este tipo de alteraciones en la composición geológica de las montañas
implica, por lo tanto, un importante riesgo (creciente) para la seguridad de numerosos
asentamientos de altura en diversas zonas del planeta, augurando además en el futuro cercano
el desarrollo de un significativo “stress geotécnico” que podría impactar la infraestructura
económica y urbana de amplias áreas.

Recientes derrumbes y deslizamientos en los Alpes

e. Crisis del Ártico

Durante las últimas décadas, la situación climática del ártico, una de las regiones más sensibles
ante el calentamiento global, no ha hecho más que empeorar. Algunos ejemplos de este
empeoramiento pueden encontrarse en el inicio cada vez más temprano de las temporadas de
deshielo, la expansión de zonas verdes en áreas antes dominadas por estepas, la desecación de
centenares de lagos y fuentes menores de agua dulce, así como también en el declive cada vez
más rápido de los glaciares. De particular importancia por sus implicancias para el futuro del
cambio climático en esta área viene siendo el problema del derretimiento del permafrost en
numerosas localidades y de los clatratos de metano en los lechos marinos, asociándose dichos
fenómenos a un sustancial incremento de las emanaciones naturales de este potente gas de
efecto invernadero en todo el Ártico. Tal vez más significativo por ahora por sus consecuencias
inmediatas para esta zona ha sido la progresiva disminución en verano de la banquisa ártica,
habiéndose alcanzado durante el año 2012 los menores niveles jamás registrados de la misma.
Caída de los niveles mínimos de hielo ártico en verano

La desaparición acelerada del hielo ártico es un ejemplo gráfico del “punto de no retorno” al
cual se estaría aproximando esta región, constituyendo el peligro de un potencial evento de
deshielo total en verano (o Artic Blue Ocean Event) la materialización de este último. La
apertura cada vez más recurrente de una serie de rutas de tráfico marino a través del océano
Glacial Ártico (el llamado Paso del Noroeste) es una muestra clara de esta posibilidad quizás
cercana.

Paso del Noroeste

La relevancia de un evento de deshielo total del Ártico en verano, un fenómeno no visto en la


Tierra desde hace millones de años, no puede ser menospreciada. De acuerdo con Peter
Wadhams de la Universidad de Cambridge, uno de los expertos mundiales en estudios sobre
esta materia, un evento de “océano ártico azul” sería no sólo inminente, sino que podría gatillar
una serie de tipping points (o puntos de inflexión) con graves implicancias para el conjunto del
ecosistema terrestre. De hecho, tal como atestiguan una serie de modelos climáticos, aún
cuando este fenómeno tuviera lugar por tan sólo algunos días, aquel tendría como consecuencia
un desplome inmediato del efecto albedo terrestre que produciría, entre otras cosas, un brusco
incremento de la luz solar absorbida por los océanos. Esto último incentivaría, a su vez, un
aumento casi automático de las temperaturas marinas, dando por resultado una caída de las
tasas de congelamiento durante el invierno siguiente y haciendo más factible así, por lo tanto,
la repetición de un nuevo evento de deshielo total, ahora más agudo y de mayor duración que
el anterior.

Presencia y ausencia del efecto albedo

Uno de los resultados más graves de una dinámica como la anterior sería una importante
aceleración del calentamiento global, colaborando esto no sólo con la extinción de las
principales especies polares, sino que además con el desarrollo de una significativa alteración
del clima en todo el planeta. De magnitudes todavía desconocidas, esta alteración podría
abarcar desde una modificación más aguda de los jet streams y los patrones de lluvias alrededor
del mundo, hasta una disrupción mayor de la corriente atlántica y un salto en la intensidad de
las actuales sequías y crisis agrícolas. Todo esto sin mencionar los potenciales efectos de un
aumento mucho más veloz durante las próximas décadas de los niveles oceánicos, los cuales
podrían afectar la propia viabilidad de numerosas ciudades costeras (hogar de cientos de
millones de personas).
El derretimiento del Ártico acelerará el aumento de los niveles oceánicos

Las implicancias de un evento de deshielo total del Ártico, región que cumpliría literalmente
el papel de “radiador” del clima terrestre, tienen asimismo una importancia vital ya que sería
precisamente allí en donde se jugaría, de acuerdo con una serie de climatólogos, el destino de
la actual crisis ecológica planetaria y la posibilidad (creciente) de un salto catastrófico de la
misma. Un ejemplo de aquello sería el riesgo de una desestabilización generalizada, ahora a
niveles incontrolables, de las gigantescas reservas naturales de metano que se encuentran en
esta región y que podrían comenzar a ser liberadas como producto del calentamiento global28.
Por si esto fuera poco, recientes estudios han descubierto asimismo la existencia de masivas
reservas naturales de mercurio en diversas zonas del Ártico, las cuales también se estarían
desestabilizando como efecto del cambio climático. Según dichos estudios, existiría de hecho
el peligro de que, en la medida en que la temperatura mundial aumente, estas reservas
comiencen a ser liberadas en los océanos, produciendo con ello un envenenamiento de los
mares a escala planetaria. Para empeorar las cosas, el calentamiento global estaría además
comenzando a “resucitar” una serie de virus y bacterias que, congeladas desde hace cientos o
miles de años en las regiones árticas, podrían generar epidemias o incluso pandemias en el caso
de que aquellas logren entrar en contacto con poblaciones humanas o animales.

28
Como veremos en el próximo artículo, estas reservas se asociarían potencialmente a un volumen de emisiones
de gases de efecto invernadero con una magnitud superior en varias veces a las emitidas por el hombre desde el
inicio de la Revolución Industrial. Es necesario recordar además que el metano constituye un gas de efecto
invernadero decenas de veces más potente que el CO2.
El calentamiento global y el riesgo de la reaparición de virus y bacterias en el Ártico

f. Incremento de las erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis

Tal vez uno de los efectos menos esperados del calentamiento global es un posible incremento
de las erupciones volcánicas y terremotos, pudiendo de esta manera colaborar indirectamente
con una mayor recurrencia de tsunamis. De acuerdo con una serie de recientes estudios
liderados por diversos investigadores tales como Hugh Tuffen (Universidad de Lancaster) y
Freysteinn Sigmundsson (Centro Volcanológico Nórdico), se habría detectado en distintas
regiones una correlación entre el rápido avance del derretimiento de glaciares y otras masas de
hielo, por un lado, y el aumento de la actividad volcánica y el desarrollo de temblores y
terremotos, por otro. Una de las explicaciones de este fenómeno sería el rol de “detonador
geológico” que las rápidas tasas de deshielo tendrían sobre el comportamiento de algunos
volcanes activos y las líneas de tensión de las placas tectónicas. De igual modo, tal como
plantean Chi-Ching Liu (Instituto de Ciencias de la Tierra de la Academia Nacional de
Taiwan), Shimon Wdowinski (Universidad de Miami) y Steve McNuit (Universidad del Sur
de Florida), un fenómeno similar se habría notado como efecto del desarrollo de tifones y
lluvias particularmente agudas, incidiendo las vibraciones inusualmente altas del terreno en la
generación de numerosos sismos.
Erupción volcánica en Islandia (2010)

Aunque todavía sin contar con un extenso cuerpo de investigaciones científicas, la incidencia
del cambio climático en el incremento de erupciones y terremotos constituye otra importante
arista de los impactos de la crisis ecológica (posiblemente con consecuencias impredecibles)
sobre los sistemas sociales. Basta con mencionar en este punto el hecho de que la influencia
del calentamiento global en estas destructivas catástrofes podría aumentar sustancialmente en
el futuro cercano, esto en la medida en que aquel alcance magnitudes mayores.

g. Debilitamiento de los centros neurálgicos de la biodiversidad terrestre

Una de las consecuencias más graves asociadas con el calentamiento global actual y los altos
niveles de degradación medioambiental han sido las significativas pérdidas en biodiversidad
terrestre que se vienen produciendo durante las últimas décadas, aquello como efecto de la
desaparición o alteración de diversos nichos ecológicos. Uno de los casos más conocidos en
este terreno es la crisis de los arrecifes coralinos, los cuales albergan más de un tercio de la
vida marina y que se encontrarían en riesgo de desaparecer como resultado del aumento de las
temperaturas oceánicas. De acuerdo con una serie de modelos predictivos, de hecho, la
desaparición completa de los arrecifes de coral podría producirse en fechas tan cercanas como
la década de 2020. Una de las evidencias que apuntan en esta dirección es el incremento en la
severidad de los eventos de “blanqueo” (o bleaching) que vienen golpeando, con cada vez
mayor recurrencia, a las reservas de coral en todo el mundo.
Blanqueamiento masivo de arrecifes de coral

Otros casos de pérdidas potencialmente importantes de biodiversidad asociadas a la actual


crisis ecológica serían la posible extinción de una serie de especies vegetales y animales
altamente sensibles al aumento de las temperaturas: por ejemplo los osos polares en el Ártico,
algunas variedades de la flor Protea en Sudáfrica (una de las más características de dicho país)
y las pikas (o liebres silbadoras) en Estados Unidos, el primer mamífero que podría dejar de
existir como efecto del cambio climático. Debe mencionarse aquí, asimismo, la catastrófica
disminución de especies anfibias que se viene produciendo en extensas regiones del planeta y
que produjo hace un par de décadas la desaparición de la rana dorada de Costa Rica,
posiblemente la primera especie en extinguirse como resultado del calentamiento global.

Las pikas podrían ser el primer mamífero en desaparecer debido al calentamiento global

Ahora bien, mucho más importante que la extinción de especies individuales es el peligro de
que dichas perdidas generen un “efecto cascada” a lo largo de cadenas bióticas completas, por
ejemplo, en el caso de los ya mencionados bosques lluviosos tropicales de altura, el Ártico o
los arrecifes coralinos. Lo anterior es especialmente grave si se considera que hoy la
desaparición de especies ya habría alcanzado ritmos superiores en un 1000% a las tasas
normales de extinción, habiéndonos embarcado ya (esto sin siquiera haberse rebasado
sustancialmente el primer grado de calentamiento global) en el inicio de la sexta gran extinción
masiva de la vida terrestre. Uno de los datos más contundentes que muestra la gravedad de esta
situación es que, tal como señalan una serie de estudios, ya habría desaparecido más del 60%
de todas las especies salvajes del planeta.

Tal como han afirmado numerosos investigadores, la perdida de biodiversidad tiene para
nosotros una relevancia clave porque implica, de hecho, un riesgo inmediato para la propia
sobrevivencia de nuestra especie. Una de las razones de lo anterior es la alta dependencia de la
humanidad de los “servicios ecológicos” (irremplazables) que nos brindan variadas especies
animales y vegetales, los cuales sólo se hacen posibles, justamente, por la existencia de niveles
específicos de biodiversidad planetaria. El rol crucial de las especies polinizadoras (muchas de
ellas hoy en riesgo de extinción) en la generación de distintos alimentos esenciales para nuestra
dieta y en la viabilidad de los sistemas agrícolas, es quizás el mejor ejemplo de esto.

h. El aumento de los niveles marinos: el hundimiento de los atolones y el comienzo de la


crisis de las ciudades costeras

Una de las amenazas más significativas asociadas al cambio climático en el corto plazo es el
incremento de los niveles oceánicos y su impacto en diversas zonas costeras. Algunas de estas
zonas, que se encuentran ya bajo la amenaza directa de los mares, incluyen a numerosas
sociedades isleñas emplazadas en una serie de atolones en medio del Pacífico tales como los
pequeños estados insulares de Tuvalu, Kiribati, Maldivas y las islas Marshall, pudiendo además
agregarse a esta lista Tokelau (dependiente de Nueva Zelanda). Golpeadas en la actualidad por
inundaciones cada vez más severas, se espera que estas islas o bien desaparezcan
completamente durante las próximas décadas bajo el océano, o bien se vuelvan inhabitables
como producto de la contaminación generalizada de sus acuíferos por agua de mar. Existe así
una alta probabilidad que estos países sean los primeros estados nacionales en dejar de existir
como efecto del cambio climático. Confirmando este escenario, un reciente artículo publicado
en la revista Science Advances liderado por Curt Storlazzi del Servicio Geológico de Estados
Unidos (USGS) afirma que la mayoría de los atolones alrededor del mundo (concentrados en
los océanos Pacifico e Índico) serían ya inhabitables entre las décadas de 2030 y 2060. Una de
las consecuencias más importantes de lo anterior sería el hecho de que la población completa
de estos países, que asciende a varios cientos de miles de personas, se verá obligada a emigrar
y buscar refugio en regiones vecinas, perdiéndose así para siempre una gran parte del acervo
cultural de sus respectivas sociedades.
Las maldivas se aprestan a desaparecer bajo el océano en el futuro próximo

Otros problemas en el futuro cercano asociados al aumento de los niveles marinos será el
desarrollo de inundaciones cada vez más intensas en una serie de ciudades costeras (por
ejemplo, Miami o Venecia). Tal como en el caso de los atolones, un efecto particularmente
grave de este aumento en dichas ciudades será el deterioro de sus sistemas productivos y de
suministro de agua, aquello como consecuencia del anegamiento de sus áreas agrícolas y napas
freáticas. Se espera igualmente que estos problemas se intensifiquen aún más en los centros
urbanos que deban enfrentar el impacto de tormentas tropicales, las cuales generarán, como
efecto del mayor nivel de los océanos, marejadas ciclónicas y crecidas en los ríos muy
superiores a los que dichos fenómenos producen actualmente.

¿Pero cuáles serían los efectos económicos, políticos y sociales de la crisis ecológica al haberse
alcanzado el primer grado centígrado de calentamiento global? Más importante aún, ¿cuál sería
la relación entre la situación de la crisis ecológica hoy y el contexto más general de una posible
dinámica de crisis económica, política y social internacional generalizada alentada por los
actuales niveles de degradación ecosistémica planetaria? Finalmente, ¿cuál sería el carácter
históricamente específico de la lucha de clases y la perspectiva por una sociedad socialista ante
la posibilidad de un avance todavía mayor de la crisis ecológica global y la perspectiva de un
derrumbe civilizatorio inminente?

III. El preludio de la catástrofe


(En edición)

a. Efectos económicos, políticos y sociales del primer grado de calentamiento global

b. La especificidad histórica de la crisis ecológica ante el primer grado de calentamiento


global

c. La antesala del Infierno. ¡Un Cataclismo se aproxima!

IV. Crisis ecológica y proceso social durante una fase de precolapso temprana

La relación entre condiciones ecológicas, situación social y proceso histórico no es nueva,


constituyendo por el contrario una de las relaciones estructurales con mayor incidencia en el
curso del desarrollo social desde nuestro origen como especie. La importancia que tuvo el
cambio climático experimentando al final del Pleistoceno en el establecimiento de las bases
que permitirián posteriormente el surgimiento de las primeras sociedades complejas, el papel
que jugaron los factores climáticos en el derrumbe de diversas civilizaciones en el pasado, así
como también el rol de aquellos en ciertos eventos capitales de la historia reciente (por ejemplo
la Revolución Francesa, alimentada entre otras cosas por la crisis alimentaria inducida por el
duro invierno de 1788-1789), son una muestra de lo anterior.

Lo que sí es nuevo con respecto al desarrollo de la actual crisis ecológica es, además de haber
sido generada por la propia actividad humana, la magnitud que aquella está comenzando a
alcanzar, planteando en perspectiva una situación climática y medioambiental no
experimentada por ninguna sociedad humana en el pasado. Otra de las características inéditas
de la crisis ecológica contemporánea es que plantea, debido a los inevitables efectos que ésta
tendrá sobre la producción mundial de recursos, el desarrollo de un importante fenómeno de
declive global de las fuerzas productivas, constituyendo lo anterior una situación no vista desde
los orígenes mismos del capitalismo industrial. Es importante considerar en este punto que
incluso durante los momentos más convulsivos de la historia de este modo de producción (por
ejemplo el periodo de las guerras mundiales) el desarrollo de las fuerzas productivas sólo
experimentó un estancamiento parcial, manteniéndose sin embargo la estructura económica en
el resto del mundo relativamente intacta. Esto representa una diferencia fundamental con la
perspectiva de la actual crisis ecológica que golpeará (con fuerza creciente) a la totalidad del
sistema económico internacional, afectando además la estructura productiva en vastas regiones
del globo. Una confirmación del carácter inédito que están comenzando a tener los impactos
socioeconómicos de la crisis ecológica hoy puede encontrarse en los recientes lineamientos de
algunas organizaciones tales como el Foro de Davos o el Banco Mundial que definen al cambio
climático como uno de los principales peligros geopolíticos del presente. Debe sumarse aquí a
los efectos de la crisis ecológica los embates de la inminente crisis energética planetaria como
resultado del agotamiento del patrón productivo basado en el uso de combustibles fósiles (los
cuales experimentan ya un declive sostenido), representando esta crisis por sí sola un enorme
desafío para la propia viabilidad de la sociedad moderna.

Teniendo en cuenta la imposibilidad de la civilización contemporánea de soportar durante este


siglo los impactos de un aumento de la temperatura global que alcance los tres o cuatro grados
centígrados, esto si consideramos los desastrosos efectos que un aumento de este tipo tendría
(como discutiremos en los artículos de esta serie) sobre la agricultura mundial y el sistema de
producción de recursos, el cambio climático actual se presentaría como un “horizonte histórico
de ruptura” que está comenzando a imprimir al proceso social una naturaleza pre-colapsista
con particularidades distintivas. En otras palabras, la puerta de entrada a un tiempo histórico
con rasgos propios, diverso tanto del periodo capitalista tardío anterior y el momento posterior
de derrumbe civilizatorio en sí, constituyendo la fase asociada al aumento del primer grado
centígrado de calentamiento global el inicio de esta nueva época histórica… una época que
habrá de dirimirse, tal como veremos, en la “balanza mortal” de las contradicciones del
presente y la posibilidad del colapso civilizatorio y la extinción misma de nuestra especie.
El cambio climático como horizonte de ruptura de la historia

a. Desarrollo capitalista decadente, clase obrera degenerada y lucha de clases declinante

La importancia inédita que estaría alcanzando el factor climático sobre el desarrollo capitalista
plantea en perspectiva un horizonte histórico en el cual la dinámica tradicional (clásica) en la
que se han expresado las contradicciones económicas, sociales y políticas del capitalismo
moderno estaría comenzando a experimentar distorsiones (o interferencias) cada vez más
crecientes. En la medida en que las bases de reproducción ecológica del capitalismo industrial
(es decir los resortes naturales que hacen posible la agricultura y la obtención de recursos
básicos) se degraden progresivamente, sería así el conjunto de las estructuras sociales y
políticas asociadas a este sistema productivo las cuales experimenten también, al modo de una
especie de “reflejo” de dicha base ecológica en degradación, un “salto degenerativo” similar.
Uno de los resultados de este proceso degenerativo sería conferir al curso del desarrollo
histórico capitalista una “naturaleza decadente”.

Capitalismo decadente (Primera mitad del siglo XXI)

En términos concretos, un periodo de desarrollo capitalista decadente podría definirse, en un


primer momento, por una situación histórica marcada por una serie de fenómenos económicos,
sociales y políticos de larga duración tales como la mantención de un estado de crisis
económica permanente (posiblemente con agudizaciones cíclicas caracterizadas por una
intensidad creciente), la descomposición y el desmoronamiento paulatino del mercado y
sistema financiero mundial, fenómenos de carestía global de recursos y crisis urbanas
terminales, movimientos de refugiados cada vez más masivos y su transformación en
“sociedades migratorias móviles” (por ejemplo bandas, tribus u otras organizaciones nómadas
de tipo semi-estatal), debilitamiento y disgregación local de la estructura de clases moderna,
degradación progresiva del estado nación y de los sistemas de representación democrática (esto
comprendiendo derrumbes estatales totales en el caso de los llamados eslabones débiles), crisis
geopolíticas crónicas irresolubles, perdida continua de influencia de las potencias y semi-
potencias, degradación de las estructuras de poder imperialista y estado de “desorden
internacional” agudo, estallido de guerras civiles, conflictos locales y bélicos de escala local y
regional sin solución, fortalecimiento de entidades paraestatales (por ejemplo criminales o
terroristas) en todos los continentes, etc.

En el ámbito del sistema social, lo anterior se traduciría en una perdida creciente de “poder
estratégico” y “capacidad hegemónica” de las clases sociales fundamentales del capitalismo
industrial (burguesía y proletariado), así como también en el avance de un fenómeno gradual
de degeneración sistémica (orgánica) de las mismas. Se entiende aquí por “degeneración
orgánica” de dichas clases un proceso de debilitamiento estructural de éstas en los terrenos
socio-económico (disgregación o desintegración de amplios segmentos de aquellas como
efecto del debilitamiento o desplome de cadenas productivas a escala local, nacional o
internacional), político (perdida de influencia de sus órganos de representación sobre el resto
de los sectores sociales y los aparatos estatales) e ideológico (crisis de las ideologías, “relatos
fundacionales” y perspectivas de mundo asociadas tradicionalmente a las burguesías
nacionales y al proletariado moderno)29.

Al nivel del proceso social propiamente tal, todo esto tomaría la forma de un tipo de lucha de
clases declinante caracterizada en sus inicios tanto por una incapacidad creciente de la
burguesía y el proletariado para asestarse entre sí golpes decisivos con los cuales intentar
resolver las contradicciones históricas de un periodo determinado en su favor, así como
también por una menor resonancia e impacto del conflicto capital-trabajo sobre la sociedad en
su conjunto. Una definición complementaria para describir esta situación sería la de un
“envejecimiento estructural” de las clases fundamentales del sistema capitalista.

29
Cabe mencionar aquí la analogía existente entre el concepto propuesto de “degeneración orgánica” con la
definición de “estado obrero degenerado” acuñada por León Trotsky para dar cuenta de la naturaleza histórica y
de clase particular de la ex URSS a partir del afianzamiento de la casta burocrática estalinista. Una discusión en
torno a la pertinencia y límites de esta analogía para caracterizar el posible fenómeno de “degradación orgánica”
que podría afectar a las clases sociales principales del modo de producción capitalista como resultado, entre otras
cosas, de la combinación de los efectos del derrumbe ecológico-social en ciernes y las condiciones generales de
descomposición asociadas al actual sistema económico, político y social imperialista, se encuentra en preparación.
Clases fundamentales envejecidas (fase degenerativa)

Dicho de otra manera, a diferencia de los siglos pasados en los cuales la burguesía y el
proletariado fueron capaces de “inclinar” en diversos momentos la balanza del proceso
histórico en favor de sus intereses30, una dinámica de lucha de clases declinante presentaría
ahora (en la medida en que las condiciones de degradación eco-social del capitalismo y de su
estructura de clases se agudicen) un nivel cada vez menor de “definición histórica”. Esto quiere
decir que si la dinámica de la lucha de clases durante los siglos XIX y XX puede representarse
al modo de una espiral “abierta” (creciente) caracterizada tanto por un desarrollo exponencial
de los niveles de subjetividad revolucionaria del movimiento obrero (Primavera de los Pueblos
de 1848, Comuna de París de 1871, Revoluciones Rusas de 1905 y 1917, fundación de la III
Internacional en 1919, etc.), así como también por una magnitud cada vez mayor del
enfrentamiento revolución-contrarrevolución y de las capacidades estratégicas y audacia
histórica del proletariado y de las propias clases capitalistas (esto por ejemplo en el ámbito de
sus respectivos proyectos políticos), una situación de lucha de clases declinante debería
adquirir un carácter progresivamente inverso. Condicionada por el horizonte de un
estrechamiento paulatino de la base de reproducción ecológica-social de la sociedad industrial,
la lucha de clases contemporánea estaría comenzando así a tomar, por oposición a la dinámica
anterior, la forma de una espiral “decreciente” (en proceso de cierre) con márgenes de acción,
impacto y niveles gradualmente menores de resolución (o efectividad) histórica.

30
Esto por ejemplo gracias a los resultados de la II Guerra Mundial o los golpes militares latinoamericanos de la
década de 1970’s en el caso de la burguesía, o bien en el del triunfo de la Revolución Rusa o el ascenso
revolucionario mundial de los años 60’s y 70’s en el del movimiento obrero.
Perdida de resolución (efectividad) histórica de la lucha de clases moderna

Sería precisamente esta “tendencia decreciente” de la lucha de clases, alimentada por dicho
estrechamiento de la “infraestructura ecológica” capitalista, uno de los factores que explicarían
el carácter degradado (senil) que estarían adquiriendo hoy no sólo las mas diversas
representaciones sociales y políticas del enfrentamiento burguesía-proletariado, sino que
además (como dijimos) el propio curso histórico moderno. Esta tendencia constituiría, de
hecho, uno de los “factores de interferencia” que se hallarían (aunque de manera todavía
embrionaria) entre las razones de la débil recuperación de los niveles de subjetividad obrera
existentes en la arena internacional desde el derrumbe de la URSS y el inicio de la ofensiva
neoliberal de los 80’s y 90’s. La falta de un papel central del proletariado en los principales
estallidos sociales de las últimas décadas, presentándose aquel muchas veces diluido en otros
sectores sociales, así como también la reciente “expropiación ideológica” que han hecho las
más diversas organizaciones terroristas reaccionarias del antiguo protagonismo de los partidos
marxistas, serían también expresiones tempranas de esta dinámica declinante.

Otro caso en el cual podría verse esta potencial degradación inicial de la lucha de clases
moderna radicaría en la parálisis programática y falta casi total de audacia teórica al nivel de
la mayoría de los partidos de izquierda para integrar en sus discusiones (y procesar
políticamente) el desafío de la crisis ecológica y sus trascendentales implicancias teóricas y
estratégicas. Una muestra particularmente evidente de esto en Latinoamérica se halla en la
reciente publicación Estrategia socialista y arte militar de Emilio Albamonte, el principal
dirigente del ya mencionado PTS de Argentina. Excluyendo totalmente de sus reflexiones en
torno a la necesidad de un “marxismo para el siglo XXI” cualquier mención al inminente
derrumbe ecológico global y sus graves repercusiones geopolíticas, este libro constituye una
muestra de la verdadera “esclerosis estratégica” que viene caracterizando a una gran parte de
las organizaciones marxistas tradicionales frente a algunos de los desafíos programáticos más
importantes de nuestro tiempo.
El libro “Estrategia socialista y arte militar” y la actual “esclerosis política” marxista

Uno de los ejemplos más claros de la creciente “interferencia” (o bloqueo) de los efectos de la
crisis climática sobre el desarrollo y consolidación de la práctica y subjetividad revolucionaria
de las clases explotadas puede encontrarse hoy, como discutiremos posteriormente, en una serie
de países afectados por sendas crisis medioambientales, agrícolas y energéticas tales como
Honduras, Haití, Siria y Venezuela. Un denominador común del curso histórico que han
seguido recientemente estos países ha sido, de hecho, el aliento que la crisis ecológica ha dado
a un significativo fenómeno de “desintegración social” de vastos sectores obreros y populares,
habiendo incidido este último tanto en el aborto de una respuesta genuinamente obrera ante las
crisis que los afectan, así como también en el agravamiento y mayor descomposición de sus
respectivas situaciones económicas y políticas. En todos estos casos, el factor climático ha
venido actuando alternativamente ya sea como un “catalizador” o un “inhibidor” de una serie
de procesos históricos que, aunque presenten una fisonomía parecida a aquellos que
caracterizaron gran parte del siglo pasado, han destacado por tener una naturaleza mucho más
indefinida.

Otro ejemplo de este posible fenómeno de “interferencia ecológica” sobre la estructura de


clases y la dinámica histórica puede hallarse en los estudios del demógrafo norteamericano
Murray Feshbach que sugieren, entre otras cosas, la existencia de una importante relación entre
la crisis económica que enfrentó la ex Unión Soviética antes de su caída, por un lado, con el
significativo rol que jugó en aquella el empeoramiento de su situación medioambiental, por
otro. Cabe recordar en este punto que la caída de la URSS se caracterizó, tal como en el caso
de las actuales crisis venezolana y siria, por contar con niveles de definición histórica mucho
más bajos a los que tuvo el ciclo de revoluciones y contrarrevoluciones clásicas del siglo XX.
Lejos de darse como resultado ya sea de una revolución política como aquella prevista por
Trotsky en contra de la burocracia estalinista, o bien de una contrarrevolución social conducida
por el imperialismo y la burguesía internacional, la desaparición del ex bloque soviético
(dirigida por sectores de la propia nomenklatura) se presentó, en cambio, como un proceso con
rasgos mucho más híbridos (¿seniles?) a los que habían definido hasta ese entonces la disputa
entre el campo capitalista y socialista. No es descartable, por lo tanto, si consideramos los
efectos que tuvo (tal como señala Feshbach) la crisis ambiental de la URSS sobre las más
diversas esferas de la vida social, que aquella haya tenido un importante grado de influencia
no soló en el derrumbe de la economía soviética, sino que además sobre el propio curso que
siguió la lucha de clases durante el proceso de restauración capitalista en Europa Central y del
Este durante los años 80’s y 90’s.
La desaparición del Mar de Aral fue una de las peores catástrofes ambientales de la era soviética

Debe recalcarse, con todo, que el avance de una dinámica declinante de la lucha de clases no
se expresaría exclusivamente en el ámbito de las clases explotadas, sino que, a la vez, en el
mismo campo reaccionario. Tal como en el caso del movimiento obrero, los sectores burgueses
también estarían siendo aquejados a nivel internacional no sólo por un tipo de “esclerosis
estratégica” propia al momento de tener que asumir los desafíos que la crisis ecológica supone
para su dominio, sino que además por una creciente incapacidad (cada vez más crónica) tanto
para establecer un reordenamiento más claro de la correlación de fuerzas geopolíticas, así como
también para lograr una mayor subordinación de las clases oprimidas. Ejemplos iniciales de
esta situación pueden verse hoy en la actual crisis de hegemonía de Estados Unidos como
principal poder imperialista, así como también en las distintas crisis que vienen paralizando la
política interna de ésta y otras potencias (Inglaterra, Francia, etc.). Los límites que se
vislumbran en el horizonte para el gobierno del ultraderechista Bolsonaro en Brasil, el cual
deberá dejar posiblemente sin cumplir varias de sus promesas de campaña, pueden ser leídos
igualmente como parte de esta “dinámica senil” (germinal) de la lucha de clases contemporánea
y el proceso histórico. Cabe mencionar asimismo que la propia política de burdo negacionismo
que comparten Trump y Bolsonaro ante el calentamiento global constituiría otra muestra de la
ya referida “esclerosis estratégica” que estaría aquejando, con cada vez más fuerza, a los
representantes de las clases dominantes al momento de sopesar las nuevas amenazas que
enfrenta la estabilidad mundial capitalista.
Gobiernos burgueses reaccionarios seniles

Una dinámica de lucha de clases declinante tampoco implicaría una morigeración o menor
intensidad de los conflictos estatales y el enfrentamiento de clases. Por el contrario, al modo
de un “corazón enfermo” que continúa latiendo hasta el momento del paro cardíaco mismo, a
veces incluso con ritmos irregulares caracterizados por una peligrosa exacerbación de sus
funciones (taquicardia), tanto las disputas interestatales propias de la dinámica imperialista, así
como también los respectivos ascensos y retrocesos de la lucha de clases, deberían mantener
durante el próximo periodo su rol como motores fundamentales del proceso histórico. Es más,
no sería descartable que lo anterior se de en el contexto de una importante intensificación,
probablemente a niveles agudos, de los grados de radicalidad y violencia estructural asociados
a estos ámbitos, aquello como producto de la propia descomposición de las condiciones
generales del proceso social que alentará el desarrollo de situaciones “sin salida”
(desesperadas). Dichos conflictos deberían presentarse, desde aquí, al modo de una serie de
“espasmos” (posiblemente “bestiales”) de carácter recurrente, aunque ahora en el seno de un
tipo de “circulo vicioso” en degradación cuya direccionalidad (tendiente a la auto-anulación)
poseería una naturaleza cada vez menos “decisiva”, esto por la tendencia declinante del proceso
histórico de conjunto.
Lucha de clases declinante a modo de cardiograma (metáfora)31

La apertura de un periodo de lucha de clases declinante (o en debilitamiento estructural) no


negaría así la perspectiva de enfrentamientos “totales” (ahora posiblemente a un nivel
mayormente local o regional) entre la burguesía y el proletariado, aunque esta vez, como
dijimos, no como un producto del desarrollo orgánico de la lucha de clases propiamente tal,
sino que como efecto de las referidas situaciones “sin salida” asociadas a un escenario (senil)
en el cual ninguno de los actores sociales de la modernidad industrial sería ya capaz de
imponerse de manera decisiva. Un ejemplo de situaciones de este tipo (una especie de “empate
crónico” entre las clases fundamentales) podría verse posiblemente hoy, como ya se indico, en
el actual contexto venezolano en donde se combina una aguda crisis energética, medio-
ambiental y socio-económica con una visible incapacidad de los principales agentes políticos
(el gobierno chavista, los sectores populares, la oligarquía y el imperialismo) para imponer una
salida propia.

Ahora bien, contrariamente a una perspectiva estática o gradualista del curso que podría tomar
el declive de la lucha de clases moderna como efecto de una degradación generalizada de las
bases de reproducción ecológica del capitalismo, este debería darse de forma paralela, por
dialéctica interna del desarrollo social, a la aparición de las primeras manifestaciones de un
nuevo tipo de horizonte histórico, esta vez de naturaleza propiamente colapsista. En otras
palabras, la materialización práctica de un escenario histórico (la barbarie) diverso al vigente
en los marcos de la sociedad moderna y caracterizado, entre otras cosas, por el surgimiento de
nuevos sujetos sociales y nuevas contradicciones históricas… estas últimas posiblemente con
un contenido mucho más “monstruoso” y “oscuro” que las actuales. El “declive” de la lucha
de clases en el seno de la sociedad industrial no se presentaría, por lo tanto, como un tipo
particular de abolición o cancelación del conflicto social, sino que, meramente, como el

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Los antecedentes históricos del actual periodo (en gestación) de lucha de clases declinante se encontrarían en
la situación internacional de la década de 1990 en la cual confluyeron tanto los efectos ultra reaccionarios de la
caída de la URSS y de los países del ex bloque socialista, así como también el inicio del neoliberalismo y un salto
exponencial (brutal) del proceso de degradación climática planetaria. Otro elemento clave de la apertura de este
periodo habría sido el fenómeno de descomposición casi terminal que afectó los niveles de desarrollo de la
subjetividad revolucionaria del movimiento obrero.
“portal” hacia formas de enfrentamientos socio-históricos (post-modernos) mucho más
“salvajes” que los de hoy. Un contexto histórico “mas allá de los límites del presente” en el
cual los sujetos tradicionales de la sociedad industrial adquirirían, ya sea por transformación
interna o caducidad, un carácter probablemente “aberrante”, constituyendo desde la mirada
actual verdaderas “mutaciones históricas” caracterizadas por poseer, por lo menos en sus
comienzos, una naturaleza “a medio camino” (híbrida) entre nuestro tiempo moderno y el
periodo colapsista (caníbal) que podría reemplazarlo. ¡Este es el real rostro, al final revelado,
de la postmodernidad capitalista!... no aquella del llamado “fin de la historia” y la “caída de
los metarelatos”, sino que, por el contrario, la de un lobo con hocico ensangrentado que se
alista para las nuevas carnicerías de la historia humana, esas de una época despiadada futura
que, aunque todavía en gran medida inimaginable, estaría comenzando a perfilarse (con toda
su brutalidad) ante nosotros.

El real rostro de la post-modernidad

b. Degradación ecológica, declive de las fuerzas productivas y colapso

La base estructural de los ya mencionados fenómenos de desarrollo capitalista decadente y


lucha de clases declinante estaría dada, como dijimos, por el cercano estancamiento, declive y
colapso del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad industrial, asociándose este
fenómeno a una pronta degradación de las bases de reproducción ecológica del capitalismo. Es
importante tener en cuenta aquí que, a diferencia de las etapas de nacimiento y consolidación
del sistema industrial (siglos XVIII, XIX y XX) caracterizadas por poseer una base ecológica
estable, diversa y con una disponibilidad virtualmente ilimitada de recursos básicos y fuentes
de energía, la situación actual comenzaría a estar marcada por la existencia de una base de
reproducción ecológica cada vez mas inestable y limitada, imprimiéndole esta mayor estrechez
de la base de reproducción eco-social del capitalismo el “tono” al conjunto del proceso
histórico. Una de las implicancias de lo anterior sería el cierre progresivo de las condiciones
naturales e históricas que permitieron durante los siglos pasados las sucesivas fases expansivas
del capital, planteándose así la imposibilidad de nuevos periodos de desarrollo orgánico del
capitalismo.

Ecología, capitalismo y fuerzas productivas

Sería justamente la “combinación orgánica” entre este proceso de estancamiento crónico,


declive y posterior colapso de las fuerzas productivas a nivel global y los fenómenos
(generales) ya mencionados de desarrollo capitalista decadente y lucha de clases declinante, lo
que se encontraría en la base de la apertura de un nuevo ciclo histórico de derrumbe (o colapso)
del capitalismo. Una de las manifestaciones más tempranas de este ciclo histórico colapsista,
alimentado en última instancia por la descomposición de la situación ecológica y de recursos a
nivel planetario sería, entre otras cosas, un cambio en el carácter, direccionalidad y contenido
histórico de dos de los principales mecanismos del desarrollo capitalista contemporáneo: las
guerras y revoluciones.
Lejos de constituir como en el pasado instantes de resolución por excelencia de las
contradicciones históricas y de la potencial apertura ya sea de un nuevo ciclo de desarrollo
orgánico del capitalismo, o bien de una fase de “transición al socialismo” que hiciera posible
la superación de este modo de producción, estos “hitos” de la evolución histórica moderna
devendrían ahora, por el contrario, en meras “pausas” (o catalizadores) de una forma particular
de “movimiento en espiral” hacia el colapso. De momentos supremos en los cuales se han
dirimido las distintas fases del proceso histórico capitalista, la guerra y la revolución se
transformarían paulatinamente en algunos de los reflejos más claros del tipo de “callejones
ciegos” en los cuales estaría siendo constreñido el curso histórico, atrapado crecientemente
entre las contradicciones eco-sociales insolubles del presente y el fracaso (catastrófico) de los
proyectos modernos.

Degradación ecológica, declive de las fuerzas productivas y colapso

Al modo de un tipo de “dialéctica negativa” en el seno de la cual la guerra y la revolución irían


perdiendo progresivamente su “consistencia” en tanto “instantes de resolución” del desarrollo
capitalista; aquello primero debilitándose en su calidad de respuestas íntegras y efectivas a las
contradicciones económicas, sociales y políticas de un periodo determinado, luego
degradándose al nivel de su propia “densidad” (o especificidad) histórica y finalmente
“extinguiéndose” en tanto hechos significativos de la historia, este proceso se caracterizaría
por ser alimentado por un debilitamiento gradual (al modo de una oscilación declinante) de los
fundamentos mismos de la civilización contemporánea. Como efecto de la “combinación
viciosa” entre degradación ecológica, derrumbe de las fuerzas productivas y desintegración del
sistema de clases, la guerra y la revolución moderna terminarían de esta forma por
transformarse en meros “movimientos reflejos” (con fuerza en disipación) de un régimen social
en descomposición terminal, algo así como una sombra (o un perfil borroso) de lo que alguna
vez fueron. Debe señalarse, sin embargo, que este tipo de “dialéctica negativa” daría como
resultado no sólo una degradación de la guerra y la revolución moderna en tanto “herramientas
de resolución” de las contradicciones internas del desarrollo capitalista, sino que además
bloquearía (y volvería eventualmente inservibles) el resto de mecanismos de la sociedad
industrial para la contención o administración de dichas contradicciones, esto tanto al nivel del
sistema económico, el desarrollo tecnológico, el régimen político o el de la propia lucha de
clases.

Una de las consecuencias de este fenómeno de dialéctica negativa sería así, entre otras cosas,
la materialización en el proceso histórico de una dinámica opuesta a la planteada por Trotsky
en la teoría de la revolución permanente. Dicho de otro modo, si la consumación lógica de una
dialéctica permanentista clásica sería, de acuerdo con este revolucionario, el cumplimiento de
las tareas democráticas que dejó inconclusa la revolución burguesa mediante la conquista del
poder obrero y la apertura de una fase de transición al socialismo a nivel internacional, el
resultado de un desarrollo capitalista “negativo” (o “degenerativo”) sería a mediano y largo
plazo, por el contrario, la desintegración progresiva del propio sujeto obrero y su incapacidad
creciente para el cumplimiento de dichas tareas. Esto último, parafraseando a Trotsky, al calor
de una especie de dinámica de “descomposición permanente” que afectaría no sólo a los pilares
de existencia del movimiento obrero y la modernidad industrial, sino que tendría además como
resultado un bloqueo estructural creciente (y posterior aborto) del propio horizonte
revolucionario moderno. En otras palabras… el cierre (por disolución) de las condiciones
objetivas de la revolución socialista, lo cual se daría a la vez de la mano de un fenómeno de
debilitamiento generalizado de los fundamentos mismos de la vida terrestre.

Dialéctica negativa del desarrollo capitalista (siglo XXI)

¡El fin de la posibilidad socialista moderna! ¡La caducidad, por desintegración de sus pilares
básicos, de la teoría programa de la revolución permanente y de los más importantes avances
teóricos del marxismo revolucionario durante los últimos siglos! Estas son las verdaderas
implicancias y la importancia teórico-programática de la crisis ecológica contemporánea. Este
es el verdadero “peligro estratégico” al que nos enfrentamos. ¡Nada menos que la expiración
cercana del marxismo clásico como “teoría de la revolución” y la descomposición, también
inminente, de las propias “capacidades revolucionarias” de la clase obrera moderna! ¡Que lejos
parecen estar estas implicancias, por lo tanto, del discursillo medioambiental lavado (vestido
de radical-socialista) que algunos autodenominados marxistas “interesados” en la “temática
verde” (por ejemplo, los industrialistas encubiertos de la llamada sección ecológica de La
Izquierda Diario en Argentina) pretenden hacer pasar, con aires de “gran debate” (risas), por
una “profunda discusión ecológica marxista”! ¡Que lejos, otra vez, parecen estar estos peligros
fundamentales a los que se acerca la lucha de clases actual de la palabrería socialista “verde”
(una mezcla entre discurso Greenpeace y defensa del control obrero) que algunas figuras
mediático-institucionalistas de la izquierda parlamentaria en América Latina (entre otras los
auto-denominados “estrategas socialistas” Nicolás del Caño o Myriam Bregman en Argentina,
o bien los auto-designados “tribunos obreros” Dauno Tótoro o Bárbara Brito en Chile) suelen
presentar como la “respuesta marxista” (muy “seria” y muy “sofisticada”) al problema
ecológico!

La izquierda institucional-industrialista es ignorante de la gravedad de la crisis ecológica

Como veremos en las próximas secciones de esta serie, la importancia de estas discusiones
quedará mucho más clara al considerarse los escenarios económicos y sociopolíticos futuros
asociados, como discutiremos al evaluar los efectos de un calentamiento global que supere los
dos grados centígrados de aumento, a un empeoramiento exponencial de la actual crisis
ecológica planetaria. Con todo, en el caso de que la importancia de estas discusiones no quede
aún lo suficientemente clara (tengamos aquí presente que el marxista clásico tradicional podría
todavía pretender empeñarse en cerrar los ojos ante lo evidente), bien… todavía podremos
recurrir, posteriormente, a la discusión de los efectos que podría tener sobre la civilización
moderna un calentamiento global, de efectos literalmente apocalípticos, que se dispare a los
tres, cuatro, cinco o seis grados centígrados durante este siglo.


Próximas secciones de esta serie

-Grado 2. ¡Catástrofe!

-Grado 3. El principio del fin

-Grado 4. ¡Colapso!

-Grado 5. Infierno en la Tierra

-Grado 6. Entre la extinción humana y la conquista de las estrellas

Especial Crisis Mundial por el Coronavirus

-Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria


Notas para un Marxismo Colapsista (Palabras iniciales)

Enlace:
https://www.scribd.com/document/451654082/Coronavirus-de-Wuhan-Cambio-Climatico-y-
Crisis-Civilizatoria

-¡Peste!
¡Una nueva era de grandes plagas ha comenzado!

Enlace:
https://www.scribd.com/document/451654725/Peste-Una-nueva-era-de-grandes-plagas-ha-
comenzado

-Coronavirus: ¡Emergencia colapsista!


20 medidas ante la catástrofe

Enlace:
https://www.scribd.com/document/453349601/Coronavirus-Emergencia-colapsista-20-
medidas-ante-la-catastrofe

Materiales de lanzamiento reciente

-El Horizonte de un colapso civilizatorio inminente.


Entrevista de Paul Walder a Miguel Fuentes (I)

Enlace:
http://www.politika.cl/2019/12/14/parte-i-el-horizonte-de-un-colapso-civilizatorio-inminente-
conversacion-entre-paul-walder-y-miguel-fuentes/
-La inevitabilidad de la catástrofe.
Entrevista de Paul Walder a Miguel Fuentes (II)

Enlace:
http://www.politika.cl/2019/12/22/conversacion-con-miguel-fuentes-parte-ii-la-
inevitabilidad-de-la-catastrofe-eco-social-planetaria/

Material especial (Inédito)

-Polémica entre Miguel Fuentes, Michael Lowy, Antonio Turiel y Jorge Altamira
Ecosocialismo versus Marxismo Colapsista (Secciones I, II, III y IV)

Parte I
Enlace
https://www.elciudadano.com/politica/ecosocialismo-versus-marxismo-colapsista-i/06/14/

Parte II
Enlace
https://www.elciudadano.com/medio-ambiente/ecosocialismo-versus-marxismo-colapsista-ii-
una-conversacion-con-michael-lowy-miguel-fuentes-y-antonio-turiel/06/26/

Parte III
Enlace
http://www.politika.cl/2020/01/14/ecosocialismo-versus-marxismo-colapsista-iii-una-
conversacion-con-michael-lowy-miguel-fuentes-y-antonio-turiel/

Parte IV
Enlace
https://www.scribd.com/document/449782563/Michael-Lowy-versus-Miguel-Fuentes-Partes-
I-a-IV

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