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Teoría y práctica

CATHERINE TOURETTE-TURGIS
Maestro de Conferencias de
la Universidad de Rouen en
Ciencias de la Educación.

Ediciones Que sais-je? Julio


1996

Traducción del francés al español


realizada por Cecilia Galleguillos.
CONSEJER LTDA. Junio, 1999.
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INDICE

Introducción......................................................................................................4

Capítulo I . Introducción a la consejería....................................................7

I. Origen y desarrollo de la consejería................................................7


II. Definición..............................................................................................18

Capitulo II. Fundamentos de la consejería...............................................21

I. Fundamentos filosóficos...................................................................21
II. Fundamentos psicológicos.................................................................21
III. Fundamentos sociológicos.................................................................22

Capítulo III. Las grandes corrientes.........................................................24

I. El enfoque cognitivo-comportamental............................................24
II. La corriente psicoanalítica................................................................28
III. La consejería existencialista............................................................33
IV. La consejería centrada en la persona.............................................38

Capítulo IV. Ejemplos de campos de aplicación........................................45

I. La infección por VIH...........................................................................45


II. Las situaciones post-traumáticas.....................................................57
III. La consejería para refugiados y víctimas de guerra, de tortura
y de represión........................................................................................60
IV. La consejería para hijos de refugiados y niños víctimas de
experiencias traumáticas....................................................................64
V. La consejería para mujeres................................................................66

Capítulo V. Las formaciones en consejería.................................................70

I. Las formaciones extensas..................................................................70


II. Las formaciones cortas.......................................................................76
III. Los criterios de evaluación de la consejería..................................78
IV. Los métodos de investigación............................................................79
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Capítulo VI. Las perspectivas de evolución y de desarrollo de la


consejería..................................................................................82

I. Los nuevos campos de investigación................................................83


II. La consejería en la comunidad homosexual....................................85
III. La consejería en personas de otra cultura....................................88
IV. La consejería en personas dependientes de un producto
(alcohol, drogas)...................................................................................89

Bibliografía........................................................................................................92
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INTRODUCCION

Nuestro interés por la consejería responde a diversas razones. Mencionando


la primera podríamos hacer referencia a nuestra experiencia subjetiva de la
relación de ayuda sobre la cual nunca hemos cesado de interrogarnos, sobre
su sentido, sus fundamentos, sus consideraciones y sus efectos relativos. En
relación a la segunda, podemos hacer referencia a nuestra experiencia como
terapeutas comprometidos en los movimientos sociales. Esto no podía más
que llevarnos a reinterrogarnos no solamente en relación a los fundamentos
teóricos de ciertas corrientes en la relación de ayuda sino también a cuestionar
las modalidades concretas de su ejercicio tradicional en ciertas situaciones
inadecuadas para las necesidades de las personas confrontadas a situaciones
de angustia que requieren otro tipo de respuesta terapéutica. La tercera razón,
tiene que ver con las modificaciones que no hemos cesado de introducir en
nuestra práctica clínica y que, a raíz de esto, nos ha llevado a interesarnos en
otras prácticas, como la consejería, más centradas en la valorización del medio
ambiente y de ciertos contextos específicos de vida que son por sí mismo causas
de sufrimientos para los individuos e incluso para comunidades enteras.

Por otro lado, nuestra práctica en el área de la formación de adultos, nos


ha reforzado también el deseo de transmitir voluntariamente, de manera
informativa y didáctica, la multiplicidad de aspectos teóricos y prácticos de
la consejería. Efectivamente, su introducción apresurada, parcelada o parcial
en ciertos programas de formación nos ha convencido que había que dar a los
estudiantes o a las personas que se interesaban en consejería una presentación
exhaustiva sobre este tema.

Esta obra se propone, más allá de una presentación general de la consejería,


presentar las principales corrientes, sus campos de aplicación e interrogarse
sobre su futuro. En efecto, si el público francés ha descubierto la consejería
en los años 70, sobre todo gracias a la traducción y difusión de la obra de
Carl Rogers, podemos decir que esta primera generación de practicantes de
consejería humanista desaparece al mismo tiempo que surgía una era de recesión
económica que desencadenó el fin de los movimientos sociales y la muerte de las
utopías.

Veinte años más tarde, es decir en los años 90, la generación de los practicantes
de la relación de ayuda, a la cual pertenecemos, habiendo tenido a los primeros
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como maestros o formadores, se vio confrontada a una situación y a un contexto


social totalmente diferentes.

El aumento de los fenómenos de exclusión, el incremento de la pobreza y


la estigmatización social en relación a ciertas personas, como las personas
seropositivas, los jóvenes toxicómanos o los inmigrantes, han tenido
repercusiones concretas en el campo de la práctica de la relación de ayuda.

Los tipos de clientela han cambiado; la situación concreta de clientes cada


vez más numerosos ha obligado a los practicantes a aprender a gestionar
situaciones de crisis, de urgencia, de peligro, de precariedad, incluso de
clandestinidad para lo cual nunca fueron formados. Sobretodo la demanda se ha
modificado: actualmente existen personas que llegan de urgencia a un grupo, a
una organización o donde un terapeuta para solicitarles ayuda para sobrevivir,
para enfrentar situaciones de inmensa angustia a consecuencia de la acumulación
de situaciones como la notificación de la seropositividad, la pérdida de empleo,
el fallecimiento de un ser querido, la supresión de recursos, la notificación de
expulsión de territorio. La urgencia concreta de estas situaciones predomina
sobre el tiempo de elaboración psíquico necesario. Por otro lado, numerosos
practicantes de la relación de ayuda han iniciado una reflexión sobre los
fundamentos teóricos y clínicos de su práctica.

Efectivamente, ¿qué hay en común entre el ambiente de sufrimiento de pacientes


que acudían a Freud, el deseo de evolución personal de los participantes de
grupos de encuentro rogerianos de los años 70 y las múltiples dificultades
existenciales de personas que van en contra de todas las clasificaciones y
categorías psicopatológicas existentes?

De esta forma, confrontados a un nuevo objeto de demanda, los practicantes de


la relación de ayuda no pueden intentar elaborar nuevas formas de tratamiento
y de apoyo. En este sentido, la consejería puede constituir una respuesta
centrada en la movilización de recursos y de capacidades de la persona para
enfrentar y resolver los problemas que le conciernen gracias al establecimiento
de una relación de tipo terapéutico particular que no tiene nada que ver con los
dispositivos de ayuda y de asistencia tradicionales.

En Francia, un cierto tipo de consejería ha reaparecido en el contexto de la


infección por VIH y esto por varias razones que expondremos en el transcurso
de esta obra. No dejaremos de interrogarnos sobre las nuevas áreas de elección
espontánea de consejería; las situaciones compasionales y las situaciones
traumáticas.
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También, examinaremos el interés de la consejería en los campos de aplicación


que revelan como la ausencia de apoyo en ciertos contextos no solamente
representa un costo psíquico y social para el individuo, sino también para
la sociedad en general, que no puede desentenderse de esta constatación
abocándose a simples exhortaciones o prescripciones comportamentales
individuales cuyo efecto repetitivo, además de ser ineficaz apunta hacia el
desarrollo de contra-actitudes hacia la vida.
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CAPITULO I

Introducción a la Consejería

I. Origen y desarrollo de la Consejería

La Consejería nace en los Estados Unidos y experimenta un desarrollo en Europa.


En el caso de Europa, nos abocaremos a presentar dos ejemplos: Gran Bretaña y
Francia.

1. En los Estados Unidos. La Consejería se ha desarrollado en los Estados Unidos


en un momento donde la sociedad americana descubre que el ideal sobre el
cual está fundada (concepto de individualismo, ideal rousseauniano sobre
la dignidad humana, ética puritana, principio de Locke sobre la libertad) se
derrumba frente a la pobreza y a la delincuencia que surgen a consecuencia
de la industrialización masiva.

La crisis que atraviesa el sueño americano en los inicios del siglo veinte hará
surgir un movimiento de reforma social. Los reformistas (J. Riss, I. Tarbel, D.G.
Phillips, U. Sinclair, J. Spargo) analizan y critican severamente el funcionamiento
de la sociedad americana productora de desigualdades, de injusticias, de
corrupción. Denuncian la explotación de los niños en el trabajo. La opinión
pública está conmovida y exige soluciones. Asistimos entonces a la creación de
organizaciones caritativas, asociaciones filantrópicas y centros de protección de
la infancia.

Este clima va a facilitar la aparición de la consejería que, según B. Shertzer y


S. C. Stone1, puede ser considerada históricamente como el producto de una
interacción entre la tradición puritana, la filosofía de las Luces y el liberalismo
económico. Los puritanos de la Nueva-Inglaterra habían puesto el acento sobre
la singularidad del Individuo, su autonomía personal y su independencia. La
influencia de Locke y de los filósofos del siglo de las Luces, introduciéndose
en Estados Unidos, había preparado un terreno propicio para la aparición de
la consejería. Por otro lado, los conceptos seculares como la libertad, igualdad
e independencia en la esfera gubernamental y económica, combinados con un
humanismo religioso fundado en el valor y la dignidad humana, dieron las bases
sólidas para la consejería.

1 B. Shertzer, C. Stone Shelley, Fundamentals of counseling, Boston, Houghton Mifflin Company, 1968.
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Frank Parsons y "el ejemplo de Boston".

En 1908, gracias al apoyo de personas notables del movimiento reformista y a


las contribuciones filantrópicas, Frank Parsons abre en Boston el primer servicio
de orientación profesional en locales municipales (Centro de orientación juvenil).
Ahí desarrolla una metodología de consejería individual dirigida a jóvenes donde
se trata de "no influenciar en ningún aspecto a la persona en la orientación
profesional sino que de ayudarla a encontrar por si misma la profesión que
corresponda más a sus aspiraciones". En 1909, publica el primer libro de
consejería Elegir un oficio, donde expone su método. Su técnica comprende
tres fases durante la entrevista, las que permiten recabar datos concernientes
a los lazos entre la persona y la actividad profesional elegida. Este es el libro
fundador del movimiento de orientación, aunque el modelo de Parsons se ha
enriquecido con teorías y modelos que tienden a trabajar, más que en la época
anterior, sobre las interacciones entre la carrera profesional de los individuos y
la importancia de los otros roles de su vida en su elección profesional.

La innovación de Parsons tenía que ver con hacer descansar el consejo


de orientación sobre un dispositivo psicológico complejo exigiendo de los
consejeros aptitudes como la escucha, la ayuda al desarrollo personal, nociones
habitualmente inexistentes en el marco de la orientación profesional. A pesar de
que otros habían establecido la necesidad de congruencia entre el ser humano y
su trabajo, él fue el primero en institucionalizar este postulado.

Stanley Hall y el movimiento de la infancia.

En el momento en que los profesionales de la juventud se habían sensibilizado


a la necesidad de escuchar a los jóvenes, Stanley Hall, fundador en 1888 de
Universidad Clark, dirige, en el marco académico de la universidad, un trabajo
pionero en psicología infantil. El milita por lograr un mejoramiento en las
condiciones de vida del niño e introduce la visión freudiana de la importancia de
los primeros años en el desarrollo. Su pertenencia universitaria y su posición en
el espacio público y con sus pares darán peso al movimiento de reforma a favor
del mejoramiento de las condiciones de vida de los niños y jóvenes. Gracias a él,
el niño es considerado de ahora en adelante como una persona y aparecen varios
centenares de estudios sobre el niño en distintos estados así como revistas
científicas y asociaciones a favor del bienestar infantil. El desarrollo de estos
estudios contribuyó al desarrollo de la consejería en la medida que la mayoría
demostraban la importancia del respeto de las diferencias individuales en los
niños, el necesario conocimiento de las diferentes fases del desarrollo en el niño,
el impacto de los primeros años en la construcción de la personalidad adulta.
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Clifford Beers y el movimiento de la salud mental.

Otro movimiento, el de la higiene mental, será decisivo en el auge de la


consejería. Lanzado por Clifford Beers quien dio su testimonio, en un libro
que tuvo un gran impacto, sobre su experiencia de enfermo hospitalizado en
un servicio psiquiátrico, este movimiento da lugar a la creación de un comité
nacional para la higiene mental en 1909. Esta asociación está al origen de
importantes reformas legislativas, de innovaciones en los cuidados y la creación
de clínicas autónomas. Al principio, habiendo iniciado un programa humanitario
para mejorar las condiciones de vida y hacerse cargo de las personas con
problemas mentales, en torno a la rehabilitación de los enfermos se movilizó y
llamó la atención de los poderes públicos hacia la prevención, la importancia de
un diagnóstico y los cuidados precoces. Sus miembros intervinieron directamente
con las familias, los educadores y los médicos para sensibilizarlos en torno a
las necesidades específicas y a los sufrimientos adicionales inflingidos a los
enfermos por el entorno hospitalario. A este respecto, la asociación promovió y
desarrolló programas de consejería en las clínicas y multiplicó las intervenciones
en los colegios en el tema de la prevención.

La extensión de la psicometría

Presenciamos un vasto movimiento de la psicometría justo antes y durante la


primera guerra mundial. La práctica de tests debiera aportar un status científico
a la psicología. Los laboratorios de psicología experimental se multiplican
al ritmo de los mercados en acuerdo con el ejército, las grandes empresas
y los colegios. La psicometría tendrá un impacto sobre el desarrollo de la
consejería en el sentido en que ella estará al origen del estudio objetivo de las
diferencias individuales a partir de temas como la pertenencia comunitaria, la
identidad sexual o el status social. Ella atraerá la atención de los practicantes
de consejería sobre la necesidad de un diagnóstico y de una evaluación de las
aptitudes. Por otro lado, el uso indiscriminado de la práctica de los tests estará
al origen del establecimiento de reglas deontológicas y de la formulación de un
código ético de las cuales se dotarán los practicantes de consejería.

La terapia centrada en el cliente

La psicología clínica hasta los años 30 se centra exclusivamente en los test de


inteligencia y la evaluación de la personalidad. Es Carl Rogers quien va a permitir
que opere el eje conducente de la psicometría a la terapia. El elabora en el
centro de orientación infantil de Rochester un método de ayuda psicológica en
ruptura con las técnicas coercitivas o interpretativas fundadas sobre la práctica
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de diagnósticos sistemáticos de los cuales pone en duda tanto el valor como la


legitimidad. De hecho, Rogers produce un vuelco total del lugar que ocupa la
persona en el dispositivo de ayuda. El conocimiento de si mismo que entregaban
los tests constituía un conocimiento exterior a la persona. Rogers reubica la
persona en el centro del dispositivo de ayuda que él desarma en beneficio de
una relación. Por otro lado, el conocimiento en juego en la relación de ayuda es
un conocimiento sobre sí mismo rescatado desde el interior y esto sobretodo
porque la persona es situada de golpe como un sujeto poseedor de la totalidad de
conocimientos sobre si mismo. Veremos entonces nacer una corriente importante
en la consejería: el enfoque centrado en la persona que Rogers desarrollará en su
libro Counceling and Psychotherapy, aparecido en 1942.

La profesionalización de la consejería

Otros eventos han jugado un rol importante en el auge de la consejería y es


evidente que la acción gubernamental y la legislación tendrán un impacto en el
desarrollo de la profesión de consejero.

A estos eventos, hay que sumar en 1944, la implementación de servicios de


consejería destinados a los veteranos de guerra. Estos servicios incluían acciones
orientadas a la ayuda y al hacerse cargo en forma directa, acciones de formación
y de rehabilitación profesional y un conjunto de acciones de ayuda de proximidad.
Los Servicios de Empleo, por sí mismos, abrieron más de 500 oficinas en 1944 y
estuvieron al origen de numerosas creaciones de puestos de consejeros.

En 1946, El Acta George-Barden establece oficialmente programas de formación


para los consejeros y sobre todo implementa un fondo de formación para
asegurar estos programas. El artículo V de esta ley, no solamente autorizaba a
los institutos superiores de educación a formar consejeros para las escuelas, sino
que también subrayaba la importancia del rol de la consejería. La consejería tenía
como función ayudar a los públicos escolares a explorar sus capacidades, sus
opciones y sus intereses en relación con la elección de una profesión.

En 1963, la Communauty Mental Health Centers Act, creó más de 2.000 centros
de higiene mental que entregaban servicios de consejería directamente al
público. En 1964, una enmienda de la National Defense and Education Act
aumenta el número de consejeros en las escuelas promulgando un Student ratio.
Es evidente que el reconocimiento oficial de la consejería por el Estado tuvo un
impacto importante sobre el auge de la profesión.
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Algunos vieron en la apropiación de la consejería por el estado, un peligro aún


más grande de control social y psicológico de los individuos, otros vieron ahí el
reflejo de la american way of life, es decir un interés de la sociedad americana
por el mejoramiento y el bienestar de todos. Existía por supuesto para el
Estado la necesidad de lograr una reforma de la sociedad que respondiera a las
necesidades de las empresas. Para avanzar hacia estos objetivos, la sociedad
americana no podía validar las corrientes de pensamiento que ponían solamente
el acento sobre el determinismo de los comportamientos. Había que creer en el
cambio y facilitarlo en los individuos.

De hecho, todo el mundo se interesaba en la consejería y la sociedad esperaba


mucho de este enfoque, sobretodo en materia de cambio.

Los años 60 : evolución de la consejería

De hecho, en la sociedad americana al mismo tiempo convergen varios


movimientos: un movimiento social y académico a favor de la infancia, un
movimiento a favor del mejoramiento de las condiciones de vida de los enfermos
mentales. En este contexto, la consejería es un movimiento en sí mismo: es el
inicio de una ayuda psicosocial individualizada cuyos valores concuerdan con los
de la democracia: respeto del individuo, creencia de que el individuo es capaz de
progreso y autodeterminación, convicción de que posee en si mismo una parte de
las respuestas a las dificultades que él encuentra. Por otro lado, el acento puesto
sobre el diálogo y la relación como los instrumentos fundamentales de ayuda
constituyen una ruptura con las prácticas de ayuda a menudo reducidas a una
prestación de asistencia material directa.

Pero este tipo de relación de ayuda es también puesto en tela de juicio cuando,
en los años 60, la sociedad americana es interpelada por los movimientos de
lucha por la liberación de identidad y cultural (lucha por la emancipación de las
mujeres, lucha contra la discriminación de las minorías sexuales, movimientos
contra el racismo). A partir de esta época, veremos desarrollarse en el campo
de la consejería una nueva filosofía de la relación de ayuda en ruptura con el
movimiento liberal que la convierte en un aliado del bien social legal y moral que
no se practican más que en el marco de las leyes y valores fundamentales de la
sociedad.

Así, las minorías activas se dotan de centros de consejería e integran la relación


de ayuda en programas más amplios de promoción de las personas inscribiendo la
demanda individual en el registro de derecho.
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Los años 70/80: Las fuerzas innovadoras de la consejería

A pesar de la presión enorme que ejerce la sociedad para llevar a los individuos
a conformarse con el modelo general, las minorías no solamente se resisten
sino que llegan a crear nuevas formas de vivir, de pensar, de actuar. Vemos
surgir movimientos colectivos que rechazan definirse en relación al código social
dominante y que desarrollan sus propios códigos.

Es en este clima que en 1969, por primera vez en Estados Unidos, se abre en Seattle
el primer servicio de consejería para las minorías sexuales 2. Este servicio fue creado
luego de la constatación hecha por un médico que trabaja en la Universidad de
Washington cuando desarrollaba un estudio con trabajadores sexuales masculinos.
Descubrió que varios jóvenes trabajadores sexuales homosexuales en búsqueda de
un empleo, necesitaban un apoyo psicológico y social específicos, sobretodo porque la
mayoría habían tenido una experiencia de ayuda catastrófica con los servicios de salud
mental. Efectivamente, varios homosexuales mencionaron haberse visto confrontados a
actitudes moralizantes y de rechazo de parte de psiquiatras, psicólogos y trabajadores
sociales. Enfrentado a demandas de ayuda en aumento y a la homofobia de las
instituciones, este médico abrió un servicio de consejería gracias a la ayuda financiera
de la Erikson Foundation of Baton Rouge (Louisiane), al apoyo del departamento de
psiquiatría de la Universidad de Washington y al apoyo financiero y al auspicio de la
Dorian Society, organización homosexual fundada en 1967 que agrupa a profesionales
y hombres de negocios. El reclutó voluntarios, psiquiatras voluntarios, estudiantes de
psicología, medicina y trabajo social.

Este servicio fue fundado sobre la siguiente hipótesis: la orientación sexual


de los individuos no es un problema que dependa de la terapia, sino que es la
intensidad de la homofobia en la sociedad la que constituye en si misma un
problema y requiere de un cambio en todos los niveles de la sociedad. Es en
este sentido, que además de la acogida de los clientes, el Servicio de consejería
de Seattle desarrolló programas de formación para profesionales de la salud
y de trabajo social. Publicó igualmente un conjunto de estudios que ponen
en evidencia, por un lado, el nivel de sufrimiento específico producido por
la homofobia de las instituciones, y por otro lado, las necesidades de ayuda
específica de los homosexuales y de sus seres queridos.

Los años 80-90 : La consejería ¿una fuerza de cambio social?

Confrontada a la necesidad de hacer el duelo de una sociedad mayoritaria


donde la decisión publica debería depender de la formulación de la opinión de
la mayoría, la sociedad se va a enfrentar a una multiplicidad de fenómenos de

2 Llamado inicialmente Dorian Counseling Service, y luego Seattle Counseling Service for Homosexuals, no es
sino que a partir de 1973 que tomó el nombre Seattle Counseling Service for Sexual Minorities (SCS).
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exclusión y al surgimiento de conflictos raciales. Durante estos años, 80-90, en


los países anglosajones asistimos, en efecto, a una crítica de antihistoricismo
de la mayoría de los enfoques convencionales en la consejería que propone un
trabajo sobre la persona sin ninguna reflexión crítica sobre el modelo intrínseco
dominante (blanco, occidental, masculino). La consejería no puede ser una vía
que facilite el desarrollo de la persona en una cultura que relaciona el fracaso
o el sufrimiento con una motivación meramente individual en vez de atribuirlo
a causas políticas, económicas y sociales. Se trata mas bien de modificar las
estructuras sociales que son causa de sufrimiento para los individuos que de
caracterizarlos como no-socializados, inestables, no-integrados.

Es sabido que la teoría y la práctica de la consejería no son estáticas y que ésta


se desarrolla en respuesta a las fuerzas sociales dominantes. Resulta difícil
para la mayoría de las sociedades que atraviesan por años difíciles, separar, sin
cuestionarse, los problemas de una persona del contexto social en el cual vive.
Podemos incluso preguntarnos cuan eficacez pueden pretender ser las formas
de ayuda que prevalecen de este corte. La consejería a este respecto nos plantea
una interrogación crítica sobre el status que los practicantes de la relación de
ayuda le adjudican a la realidad.

Las fuerzas innovadoras de la consejería serán rápidamente reconocibles en


la esfera de los espacios vacíos dejados por la sociedad, como por ejemplo la
gestión de la epidemia de la infección por VIH. Un verdadero movimiento de
consejería de impacto mundial, va a surgir a partir de la epidemia dando lugar a
una fuerza activa: la consejería de proximidad. Es en este sentido que podemos
ver la tendencia a la orientación comunitaria en la consejería como una tendencia
que precondiciona el cambio social. Las feministas practicantes de consejería han
abierto ellas mismas el camino mostrando el peligro que existiría en ayudar a las
mujeres a adaptarse a la sociedad o al sistema familiar que al mismo tiempo las
desfavorece y las oprime como primera intención.

2. En Gran Bretaña

La consejería se ha implantado a mitad de los años 60 y los primeros practicantes


fueron influenciados al inicio por las ideas de Carl Rogers y las corrientes de
consejería norteamericanas cuyos representantes entregaron las primeras
formaciones en el territorio británico. Tuvo un auge importante en el transcurso
de las dos últimas décadas con la extensión de sus campos de aplicación en
sectores de actividad profesional como la salud, los servicios sociales de las
empresas y, sobretodo, las asociaciones y las comunidades que por lo general
integran la consejería como una prestación gratuita y accesible a sus diferentes
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públicos. De esta forma, existen centros de atención que proponen programas


específicos de apoyo para las personas víctimas de incesto y violación, víctimas
de atentados, personas seropositivas y enfermas, personas víctimas de racismo,
personas toxicómanas.

La práctica de la consejería en las asociaciones está constantemente en progreso


ya que ellas suplen la carencia y la reducción de los presupuestos públicos.
Esto ha significado nuevamente un auge de la consejería que, más allá de ser
una simple práctica, puede ser reasimilada, como al origen, a un movimiento, en
el sentido que es practicada al interior de las organizaciones que luchan por
la promoción de los derechos y el bienestar de las personas enfrentadas a la
desigualdad social, al racismo, a la exclusión y la discriminación ligadas a los
modos de vida, su orientación sexual, su estado de salud, su origen cultural. Por
otro lado, se observa también una multiplicación de los grupos de autoapoyo
(self-help), sobretodo en las regiones donde existe una tradición de trabajo
comunitario como Escocia.

La asociación inglesa para la consejería (British Association for Councelling),


creada en 1977, cuenta con más de 4.000 miembros a título individual y 250
provenientes de organismos afiliados. Comprende 6 secciones: consejería en
medio pastoral, consejería para el estudiante, consejería en las empresas,
consejería en educación, consejería en la práctica médica, consejería familiar y
conyugal.

A modo de ejemplo, empresas como Times, Shell, el Correo, e incluso sindicatos de


enfermeros (Royal College of Nurses) cuentan con un consejero a tiempo completo.
Otras aún solicitan servicios de consejería especializados en ciertos problemas como
el alcohol, la droga, el cáncer, la prevención de la infección por VIH, de manera que
aseguren permanencias en el lugar de trabajo orientadas a sus empleados y a menudo a
sus familias.

Integrada como práctica de base en los cuidados a nivel de la salud primaria, la


consejería es cada vez más practicada por las enfermeras y los médicos que realizan
formaciones complementarias para poder practicarla con sus pacientes. Es obligatoria
en el caso de una solicitud de aborto y debe ser sistemáticamente propuesta a todas las
personas que desean realizarse el examen en el marco de la infección por VIH.

Los religiosos anglicanos no solamente practican la consejería en el medio pastoral desde


hace mucho tiempo, sino que desde 1975, los centros teológicos han multiplicado sus
programas de formación para las personas que desean trabajar en el ámbito de la salud y
en las asociaciones de servicio social.
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La existencia de la consejería en la enseñanza superior se relaciona históricamente


con dos hechos: una tradición de tutoría desde la Edad Media y la importancia de las
fundaciones religiosas en el origen de la creación de las universidades inglesas centradas
en tomar en cuenta todos los aspectos de la vida del estudiante.

3. En Francia. La consejería fue introducida en Francia en 1928 bajo la forma de


consejo de orientación profesional. El Instituto Nacional de Estudio del Trabajo
y de Orientación Profesional (INETOP) tenía como tarea formar y habilitar
consejeros de orientación que deberían a su vez informar y ayudar a los jóvenes
a elegir sus propias orientaciones escolares. La formación duraba 2 años. Esta
comprendía por un lado, cursos teóricos en psicología, sociología, economía y un
entrenamiento intensivo en práctica de test, y por otro lado, prácticas cortas
en empresas y en servicios que trabajan con la infancia. Donald E. Super, quien
participó en Francia durante un año en la formación de consejeros de orientación,
estableció una comparación entre los programas franceses (Paris, Bordeaux,
Marseille) y los programas americanos. El constata que "los franceses estudian
psicología y economía, tienen un buen manejo de la práctica de tests, pero son
deficitarios en conocimientos sobre métodos de consejería" 3.

En los años 1950, vemos surgir en el trabajo social un método de servicio


elaborado en EEUU: el case work o ayuda psicosocial individualizada.
Encontramos en el case work nociones rogerianas como el derecho del cliente
a ser considerado y tratado como persona, su necesidad de ser respetado,
de no ser juzgado y de establecer por si mismo sus propias opciones.
Desgraciadamente, como lo constata Jeanine Verdès-Leroux 4, en Francia, el
case work será psicologizado y apartado de los fundamentos teóricos y políticos
a partir de los cuales había sido promovido por los americanos: el respeto de
la persona y de su autonomía y la convicción de que el individuo es capaz de
progreso y de autodeterminación. El case work en Francia, en lugar de derivar
hacia la política lo hará hacia el psicoanálisis, esto especialmente porque su
principal enlace lo constituye la Unión de Servicios Sociales que había organizado
desde abril de 1949 una reunión orientada a promover "una actitud cristiana
en psicoterapia". En realidad, las nociones psicoanalíticas serán cada vez más
aplastadas y darán lugar a la elaboración de esquemas explicativos del desarrollo
orientados esencialmente a construir normas basándose en las realidades
de la infancia para establecer los diagnósticos. El método en su forma ideal
es abandonado progresivamente en beneficio de la utilización de planillas de
interpretación en las cuales se tiende a transformar las dificultades materiales
de la persona en dificultades existenciales, a este método se opondrán con
tenacidad las asistentes sociales que pertenecen al Partido Comunista.

3 Donald E. Super, Personnel and Guidance Journal, vol.40, 1961, p. 271.


4 J. Verdès Leroux, El trabajo social, Paris, Les Editions de Minuit, 1978.
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En 1961, la Asociación Francesa de Centros de Consulta Conyugal (AFCCC), que


agrupa en torno al psiquiatra y psicoanalista Jean Lemaire, profesionales de
la salud y de trabajo social, elabora una suerte de consejo conyugal basado en
primer lugar en las concepciones psicoanalíticas freudianas y luego en el enfoque
sistémico. El grupo familiar debe ser considerado y tomado como un conjunto
estructurado diferente a la suma de sus elementos. J. Lemaire formaliza
una corriente de consejería en la cual integra elementos que provienen del
psicoanálisis y de la psicosociología de grupos, como los de Moreno, de Rogers y
de Lewin. La AFCCC, reconocida como de utilidad pública en 1968, es aceptada en
1977 como organismo de formación en materia de consejería conyugal y familiar.
Los centros de consulta conyugal se insertarán en la red de actores sociales y
los consejeros conyugales estarán presentes en los servicios sociales (municipios,
protección maternal e infantil, hospitales...).

La consejería a mitad de los años 60, hará igualmente su entrada en Francia a


través de otra vía que la de la orientación, el trabajo social o las parejas: la vía
de la psicosociología de los grupos. Efectivamente, los pioneros de la consejería
en EEUU, como Rogers, habían entretanto avanzado y descubierto la importancia
de practicar la consejería en los grupos. En 1946, la Asociación de veteranos de
guerra había solicitado a Rogers y a sus colegas, a través de la Universidad de
Chicago, una formación intensiva de los consejeros encargados de la ocupación
y la reinserción social de los GI'S. En la medida que este programa se dirigía a
futuros practicantes de la relación de ayuda, el equipo de formación se centró
exclusivamente en la evolución personal de los participantes. Así nacieron los
encuentros grupales. En 1955, psicosociólogos franceses, enviados a EEUU por
el Comisariado de Productividad, asisten al seminario internacional de grupos de
diagnóstico (T. Group) y difunden en Francia este método. Al mismo tiempo, nace
una nueva escuela de psicosociología y se crean varios organismos: ANDSHA,
ARIP, CEFFRAP. Por otro lado, Max Pagès conoce a Carl Rogers del cual será
estudiante en 1951 en la Universidad de Chicago y presenta los fundamentos de
la orientación no directiva y la técnica rogeriana al público francés. En 1959,
aparece un número especial del Boletín de Psicología consagrado a los grupos
y constituye el punto de partida teórico de todo el movimiento de la dinámica
de los grupos, desarrollado después de manera académica en las disciplinas
de carácter progresivo como por ejemplo los departamentos de Ciencias de la
Educación de las universidades (Vincennes, Nanterre....).

En 1962, la psicoterapia institucional se encuentra con el movimiento de la


dinámica de grupo y con diferentes corrientes políticas. Esto dará lugar al
surgimiento del análisis institucional cuyo dispositivo de base ya no es el grupo
de formación sino el grupo autogestionado. La dinámica de los grupos se va
?

entonces a dividir en dos direcciones opuestas: una dirección biopsicológica


(bioenergía, terapia gestaltica, co-consejo, encuentros grupales) y una dirección
sociopolítica (grupos autogestionados, pedagogía y psicoterapia institucional,
análisis institucional y socioanálisis). Max Pagès ha desarrollado en sus seminarios
de expresión una concepción de los encuentros grupales de Carl Rogers,
poniendo el acento sobre diversos puntos a la vez, a nivel metodológico y a nivel
clínico. El grupo está centrado en la persona y no en sí mismo. Es el soporte y
el amplificador de las emociones individuales. Ahí se trabaja por si mismo con
ayuda de los otros. El animador no practica una interpretación a nivel grupal, él
interviene a nivel individual.

Entre las diferentes corrientes de consejería, la corriente rogeriana es la que


se va a implantar en Francia y el mismo Rogers será invitado a Francia (Coloquio
de Dourdan en 1966). El sorprende al público por la presentación que hace de si
mismo: "Soy Carl Rogers, estoy aquí y ahora. No soy una autoridad, un nombre,
un libro, una teoría, una doctrina [....]. Soy una persona muy imperfecta que
trata de encontrar la verdad en este difícil campo de las relaciones humanas.
[...]. ¿Podremos hablarnos, encontrarnos de manera verdadera, compartir algo
juntos?"

De hecho, Rogers tendrá a la vez una influencia sobre el movimiento


5
de la psicosociología francesa -proponiendo un modelo de intervención
psicosociológico que facilite el cambio no solamente de los individuos sino que
de los grupos y las organizaciones- y en el campo de la educación a través de
la no directividad. La orientación no directiva en terapia y en pedagogía será
facilitada por el clima contestatario de los años 70 en la medida en que la
intervención psicosociológica y la práctica de la no directividad serán promovidas
por personas u organizaciones comprometidas en movimientos de lucha o
de protesta surgidos en Mayo del 68. Rogers será el enlace natural de las
corrientes como la antipsiquiatría, el análisis institucional, la nueva pedagogía,
no para los promotores de estas corrientes que manejan cada uno de ellos una
conceptualización personal y diferenciada, sino para los públicos en formación
que van a alimentarse de manera ecléctica de todas estas corrientes que
fundamentan sus prácticas y sus discursos sobre la base de un tema en común: la
ruptura y la protesta contra el orden establecido.

La atmósfera en la cual surge la consejería en aquellos años y el haber sido


reducida esencialmente a la obra de Rogers van a facilitar su era de gloria pero
también su muerte. El movimiento de consejería rogeriano se apaga en Francia,
según nuestra opinión, por varias razones: la mala interpretación de ciertos
5Esta corriente es representada por M. J. Dardelin, D. Le Bon, G. Ferry, D. Hameline, M. Lobrot, R. Lourau, G.
Lapassade, M. Pagès, A. De Peretti.
?

conceptos rogerianos, como por ejemplo la no-directividad que será asociada, por
falta de formación rigurosa, al laisser faire (dejar hacer), la reducción de Rogers
a una ideología personalista y a una profecía en desmedro del rigor de su aporte
terapéutico.

Por otro lado, la consejería rogeriana pagará el precio del conflicto existente
entre el movimiento de la psicosociología y las instituciones psicoanalíticas que se
mantendrán impermeables al movimiento contestatario de los años 70.

Los trabajadores sociales retomarán de Rogers elementos sobre técnicas


de entrevista pero una vez más reduciendo la obra de Rogers a la adopción
de actitudes facilitadoras, como la empatía, la congruencia, la solicitud, la
autenticidad, sin articularlos con los fundamentos y con los postulados a partir
de los cuales Rogers desarrolla estas actitudes, como la existencia de una
tendencia a la realización de si mismo en cada individuo, la naturaleza social del
ser humano, su capacidad de ser libre, el conocimiento interior que el sujeto
tiene de si mismo. La consejería será desnaturalizada y poco a poco caerá en
desuso.

De hecho, se deberá esperar la mitad de los años 80 para ver reaparecer en


Francia la consejería y esto en un clima social bastante particular, el de una
epidemia donde la persona no constituye más el objeto de un discurso profético
sino más bien es situada en un estado deplorable por el surgimiento de un
discurso colectivo en el cual el sujeto desaparece en beneficio de un imperativo
sanitario.

II. Definición

En la cultura anglosajona, el término de "counseling" es utilizado para designar


un conjunto de prácticas tan variadas como las que consisten en orientar, ayudar,
informar, apoyar y tratar. H. B. Y A. C. English definen la consejería como "una
relación en la cual una persona intenta ayudar a otra a comprender y a resolver
los problemas a los cuales se ve enfrentado" 6.

Existen numerosas definiciones de consejería ya que, como lo veremos, existen


también numerosas corrientes de pensamiento en este campo. Pero todas las
definiciones insisten sobre los siguientes aspectos:

6H. B. Y A. C. English, A comprehensive dictionary of psychological and psychoanalytical terms, New York,
Ed. David Mac Kay & Co., Inc., 1958, p. 127.
?

- La consejería es un proceso que necesita una cierta duración aunque ésta sea
breve. Se desarrolla sobre varias secuencias y no puede ser reducida a una
única intervención;
- Tiene efectos, sobre todo a nivel del cambio o el mejoramiento del estado
psicológico del cliente;
- No se reduce a una relación dual pues puede ser extendida a grupos.

En Francia, el término anglosajón "counseling" molesta y constituye un obstáculo


para su definición, ya que su traducción en francés por "consejo" llama a otras
connotaciones y hace desaparecer la importancia atribuida a la designación
de la acción marcada en la lengua inglesa por el sufijo ing. Por otro lado, la
transversalidad de esta situación molesta al público francés que se sitúa en
un estado de usuario de un punto de vista clasificatorio, monodisciplinario y
monoreferencial. Mientras que para los anglosajones la consejería corresponde a
una acción terapéutica, para los franceses, sobre todo para los freud-lacanianos,
la consejería no se asemeja en nada a una acción terapéutica, que requiere una
duración consecuente e incluso larga, aquí la consejería, obedeciendo a la función
social que le es característica, se desarrolla en una intervención breve. Pero es
igualmente cierto que la consejería constituye un enfoque explícitamente clínico
sobretodo por la escucha que supone y moviliza. A este nivel, subsisten lazos
familiares entre ciertos aspectos presentes en la relación terapéutica y en la
consejería.

Desde nuestro punto de vista, la consejería es una forma de "psicología


situacionista": es la situación la que causa el síntoma y no al contrario. En este
sentido, la consejería, forma de acompañamiento psicológico y social, designa una
situación en la cual dos personas entran en relación, una de las cuales recurre
a la otra solicitándole un apoyo con el fin de tratar, resolver, asumir uno o los
problemas que la aquejan. En nuestra opinión, la expresión "acompañamiento
psicológico" sería insuficiente en la medida en que los campos de aplicación de la
consejería, a los cuales dedicamos todo un capítulo, designan a menudo realidades
sociales que producen en los individuos un conjunto de problemas y dificultades.

Consejería y psicoterapia

Es más fácil para los franceses distinguir la consejería y la psicoterapia que para
los autores anglosajones de los cuales algunos utilizan incluso indiferentemente
los dos términos como sinónimos. En Francia, con excepción de las corrientes
de la nueva terapia, la psicoterapia está ampliamente dominada por la influencia
psicoanalítica. A priori, la consejería se aleja del psicoanálisis por su encuadre,
su técnica y sus métodos. Si el psicoanálisis constituye un método de tratamiento
?

de las neurosis, la consejería constituye más bien una acción orientada a la


resolución de los problemas de cualquier persona confrontada a una situación que
debe enfrentar.

La integración de la realidad en la demanda de consejería pone al consultante


en otra posición que en una estricta posición analítica. Así, se exigirá en general
de este último conocimientos anteriores o una formación complementaria en
el campo específico en el cual interviene, esto porque es llevado a trabajar
no solamente a nivel imaginario sino que sobre todo a nivel de la realidad. El
practicante de consejería debe también saber informar, orientar, es decir
cumplir una función de acompañamiento psicológico y social.

Vemos bien hasta qué punto la consejería tiene poco que ver con el enfoque
clásico de la cura analítica. Sin embargo, cuando es practicada por analistas o
consultantes con formación analítica, puede constituir, bajo ciertas condiciones
teóricas, clínicas y organizacionales, una extensión de la práctica del psicoanálisis
en el sentido en que Serge Leclaire lo entendía, es decir como "un conjunto de
prácticas que se consideran siempre en conexión con la cura..." 7

En la historia francesa de la consejería, el psicoanálisis ocupa un lugar en


la medida en que es un psicoanalista8, J. G. Lemaire, quien fundó en 1961
la Asociación Francesa de centros de consulta conyugal (AFCCC). Esta
Asociación elaboró una forma de consejo conyugal fundado en las concepciones
psicoanalíticas freudianas.

Capítulo II
7 S. Leclaire, Etat des lieux de la psichanalyse, Paris, Ed. Albin Michel, 1991, p. 138.
8 J. G. Lemaire pertenecía en esa época a la Sociedad Psicoanalítica de Paris.
?

FUNDAMENTOS DE LA CONSEJERIA

I. Fundamentos filosóficos

Todo método científico se apoya sobre supuestos filosóficos, implícitos o


explícitos, que determinan no solamente el tipo de realidad que el investigador
puede observar con su método sino que también indica si lo que se observa
representa un problema real y en este caso determina si un trabajo científico
puede emprenderse. En toda la literatura anglo-sajona, en lo que concierne a la
filosofía de la consejería, un tema predomina: la creencia en la dignidad y el valor
del individuo, en el reconocimiento de su libertad para determinar sus propios
valores y objetivos y en su derecho a mantener su estilo de vida. El individuo
tiene un valor intrínseco más allá de lo que él pueda realizar. En general, no
tiene conciencia e ignora su potencial de desarrollo, en este sentido también la
consejería lo ayuda a desarrollar su singularidad y a acentuar su individualidad.

Más allá de una filosofía que, a primera vista, podría leerse como una forma de
individualismo salvaje, todos los grandes textos de consejería hacen referencia
a la responsabilidad de la persona consigo misma, con el otro y con su entorno.
El individuo no es ni bueno, ni malo por naturaleza o por herencia. El posee en
si mismo un potencial de evolución y de cambio. De la misma forma, el consejero
considera el sentido y los valores que el cliente atribuye a la vida, a sus propias
actitudes y comportamientos en la medida en que un cambio requerido por el
entorno puede chocar con las opciones filosóficas de la persona y ser en si una
causa de dificultad (ej.: cambio de actitudes frente al trabajo, a la familia, a la
sexualidad, a la muerte...).

II. Fundamentos psicológicos

A pesar de que la consejería es a menudo identificada con la psicología, esta


última agrupa un campo más amplio. Está compuesta de unidades específicas como
la psicología clínica, la psicosociología, la psicología experimental, la psicología
social, que han influenciado la consejería.

La psicología social. Los teóricos de la consejería han acordado una atención


particular a la teoría de la construcción de la percepción. La idea de base
reside en que el comportamiento es un producto de la percepción del mundo del
individuo. Esta se construye no solamente con sus experiencias sino que varía en
función de situaciones y de factores como la identidad sexual, las actitudes, los
valores y las necesidades de las personas. La manera como percibimos el mundo
?

está también influenciada por rasgos personales, por nuestra tendencia a crear
o a mantener una estructura estable, por nuestra experiencia pasada, nuestra
condición fisiológica, nuestras necesidades y nuestros valores.

En términos de consejería, esto implica que el consejero debe crear las


condiciones que facilitan el cambio, lo que supone su capacidad de satisfacer las
necesidades de su cliente. El individuo percibe lo que necesita percibir y cuando
sus necesidades no son satisfechas, su percepción se vuelve estrecha y rígida.

El concepto de si mismo. La psicología ha influenciado la consejería revelando


no solamente la complejidad del ser humano sino también la complejidad de la
relación que él establece consigo mismo. El concepto de si mismo ha sido puesto
en evidencia por los psicólogos que han mostrado hasta que punto la manera como
los individuos se perciben influencia fuertemente su comportamiento. La manera
como una persona percibe la realidad constituye la realidad para ella. Las razones
por las cuales los individuos reaccionan son muy difíciles de describir y todo
intento de generalización de los comportamientos es falso e incompleto.

La psicología del desarrollo. Todas las corrientes de consejería plantean como


uno de sus principales objetivos el facilitar el desarrollo humano, es importante
rescatar los modelos originales en uso. Podemos clasificar estos modelos de
acuerdo a tres categorías: aquellos fundados en la madurez física (desarrollo
cognitivo), aquellos fundados en la interacción con el entorno (desarrollo
psicosocial) y aquellos fundados en la personalidad (desarrollo personal). Veremos
como la referencia a uno o varios de estos modelos determinará el surgimiento y
el desarrollo de diferentes corrientes en el campo de la consejería.

III. Fundamentos sociológicos

La sociología pone en evidencia las funciones que influencian las interacciones


de un grupo así como las condiciones que controlan la vida social. Uno de los
principios de la sociología reside en el hecho de que el comportamiento de los
individuos es ampliamente determinado por sus interacciones sociales, sus
relaciones como individuos y como miembros de un grupo.

Los practicantes de la consejería deben estar conscientes de los modos de


organización social en los cuales los individuos se desarrollan e interactúan. Ellos
deben analizar como estos modos ejercen un control social y tienen un impacto
sobre los individuos. Los procesos de control social están activos tanto en el
mundo del trabajo como en el área de la familia, de la escuela y de los pares, de
esta forma cada individuo debe desarrollarse con estas influencias de diversas
?

maneras: conformismo, innovaciones, ritualizaciones, alejamiento, rechazo.

El proceso de socialización. El consejero debe tomar en cuenta este proceso


para la comprensión de las opciones individuales o la naturaleza del desarrollo
de la persona, en la medida que éste afecta el desarrollo del individuo. La
socialización no tiene solamente un efecto en la regulación de las conductas y
de los comportamientos, sino que también participa en el contexto en el cual una
persona desarrolla su identidad y la conciencia de si mismo. Por sus efectos, el
proceso de socialización está más bien orientado a lograr los objetivos del grupo
social que los del individuo.

Los consejeros deben estar particularmente atentos al peso de los valores


impuestos y al riesgo para la persona de tener que enfrentar objetivos
irreconciliables. La tendencia primera de la consejería no consiste en ayudar a
los individuos a adaptarse o a resistir a las formas de socialización si no más bien
a ayudarlos a utilizar estas formas en un sentido que contribuya a su desarrollo
máximo en el contexto humanizante de una sociedad abierta y plural.

Los aspectos socioculturales. Diversas disciplinas de las ciencias humanas,


como la sociología pone en evidencia la manera como la cultura influencia la
construcción de valores y como los conflictos entre los valores individuales y
culturales influencian el desarrollo de la persona. Conflictos muy importantes
pueden aparecer cuando un individuo, o la subcultura del grupo al que pertenece,
se resiste a la cultura dominante. Estos conflictos pueden por si mismos estar al
origen de graves problemas.

Los consejeros deben ser capaces de concebir los modos según los cuales los
valores culturales ganan terreno por sobre la libertad individual (capacidad/
voluntad de los individuos para lograr su desarrollo individual).

Capítulo III
?

LAS GRANDES CORRIENTES

Existe una diversidad de corrientes teóricas en la consejería. Estas difieren en


función de las concepciones que sus representantes tienen del ser humano, de
la naturaleza de su sufrimiento, de los fundamentos teóricos a los cuales hacen
referencia, de los objetivos de la relación de ayuda, de las técnicas empleadas,
de la naturaleza de la relación terapéutica y de los tipos de clientes a los cuales
este tipo de ayuda es particularmente adaptado.

Podemos definir de inmediato dos grandes orientaciones: la que se relaciona


con las teorías del comportamiento y la que se relaciona con las teorías de la
personalidad.

En la medida en que la consejería se interesa en la forma en que el individuo


actúa e interactúa, era inevitable y lógico que las corrientes de consejería
integraran o se fundarán sobre la base de una teoría del comportamiento.

De la misma manera como existen varias teorías de la personalidad, era inevitable


que éstas dieran a luz a varias corrientes de las cuales las principales son la
corriente psicoanalítica, la corriente rogeriana, la corriente existencial.

I. El enfoque cognitivo-comportamental

El enfoque comportamental, tan aclamado en los años 70 porque se veía en él


una herramienta de control y de normalización social, se ha vuelto a desplegar
de manera diferente estos últimos diez años, modificando no solamente su
discurso emblemático, sino sobre todo, respecto de la consejería, orientando sus
campos de intervención hacia públicos que sufren, si se puede decir así, de una
pérdida o de un déficit de sus capacidades adquiridas (públicos con dificultades,
categorías de edad fragilizadas, públicos del área de la salud y de la prevención,
públicos en situación de precariedad).

La consejería cognitivo-comportamental está en pleno auge en las áreas de


la salud, de la prevención y de la educación. Se ha enriquecido a partir de
los modelos surgidos de las teorías del aprendizaje social, las teorías del
tratamiento de la información y de una concepción medioambientalista en la
cual las relaciones individuo-medio pueden ser reformuladas en beneficio del
individuo.
?

Los autores de referencia. Los principales autores de referencia practicantes


de la consejería cognitivo-comportamental son Beck, Bandura y Ellis.

La teoría cognitiva se ha desarrollado a partir de los trabajos de Beck


(1959) quien, primero como psicoanalista, condujo estudios sobre el rol de
las cogniciones conscientes y luego preconscientes en los sujetos depresivos.
Dedujo que los desórdenes emocionales eran la consecuencia de pensamientos
automáticos negativos e irrealistas y de un diálogo interno cuyos postulados eran
depresógenos. La intervención terapéutica no debe entonces tratar de actuar
sobre el comportamiento sino que modificar los pensamientos, los sistemas de
creencias y las expectativas del sujeto.

La teoría del aprendizaje social se ha desarrollado a partir de los trabajos de


Bandura (1969, 1977). Bandura postula la interacción entre el comportamiento
externo, la persona y el medio ambiente. Por otro lado, postula que el individuo
aprende a través de la observación y la imitación de modelos que pueden ser
reales, simbólicos o imaginarios. Poniendo el acento sobre la regulación del
comportamiento e incluso sobre la autorregulación realizada por el individuo de
sus comportamientos, el enfoque de Bandura, reintroduciendo la realidad de
la opción y de la libertad que dispone el ser humano, pone fin a un viejo debate
ideológico de laboratorio en torno a Skinner quien rechaza toda idea de libertad.

La terapia emocional racional (Rational Emotive Therapy) ha sido desarrollada


por Albert Ellis (1962) quien plantea que toda perturbación emocional es el
resultado de un pensamiento irracional e ilógico que se presenta en forma
de sentencias interiorizadas o de símbolos verbales. Según Ellis, son los
pensamientos los que crean los sentimientos. Las interpretaciones que hacemos
de nuestras experiencias son más bien del orden de la hipótesis o de la creencia
que de los hechos y entonces, como tales, pueden ser validadas o invalidadas en
diversos grados.

Ellis (1977) ha identificado tres grandes creencias irracionales: a) debo hacer bien las
cosas y conseguir la aprobación de los otros de otro modo no valgo nada; b) los otros
deben tratarme con consideración y de la forma que yo deseo; c) la vida debe aportarme
todo lo que deseo rápida y fácilmente y no darme nada de lo que no deseo. Estas tres
creencias a menudo subyacen a las quejas más comúnmente expresadas por las personas
que sufren desórdenes emocionales y se expresan de la siguiente manera: "No valgo nada
por que..." - "Es insoportable..." - "No puedo aceptar que...".

¿Cuáles son las concepciones del ser humano? Ellis critica los enfoques
humanistas que, según él, ocultan el hecho de que los individuos pueden
virtualmente autodestruirse por medio de pensamientos irracionales y confusos.
?

En este sentido, el objetivo del enfoque emotivo-racional consiste en liberar al


cliente de sus pensamientos irracionales y al mismo tiempo permitirle explorar
y examinar la posibilidad y la eficacia de otro modo de pensar. De hecho, los
individuos tienen tendencia a pensar que los hechos y las situaciones están
al origen de sus emociones. Ellis da vuelta este, concepto que él define como
una ecuación ingenua, demostrando que es esencialmente la manera como los
individuos consideran los hechos lo que determina lo que sienten. Se trata
entonces en este tipo de enfoque de "atacar" el sistema de creencias de la
persona, a lo cual no estamos acostumbrados en nuestra sociedad. En efecto,
somos más bien proclives a confiarnos en lo que sentimos y criticamos raramente
nuestras opiniones sobre las situaciones de la vida y las cosas.

El punto de vista cognitivo-comportamental a menudo ha sido descrito como un intento


de integración de tres grandes tradiciones filosóficas: el idealismo, el realismo y el
existencialismo y esto dado que varios de los fundadores de este enfoque incursionaron
en el psicoanálisis, la terapia existencial, sus trabajos fueron después destacados por
los exponentes de la psicología comportamental y finalmente formalizaron un enfoque
específico como lo hizo Albert Ellis en la terapia racional emotiva.

De hecho, el objetivo central de las terapias cognitivo-comportamentales puede


resumirse así: se trata de entender como el individuo construye su percepción
y su conocimiento de la realidad, como toma decisiones a partir de múltiples
opciones y como actúa y se comporta frente a la realidad.

Los campos de aplicación. Los principales campos de aplicación de la consejería


cognitivo-comportamental son el tratamiento de la ansiedad, de las fobias, de
las reacciones post-traumáticas, de los problemas sexuales, de las toxicomanías,
de las dependencias y sobre todo, en los países anglosajones, se ha convertido
mayoritariamente en psicología de la salud y medicina comportamental.
En Francia, es un psiquiatra que trabaja en hospitales, Jean Cottraux 9, antiguo
presidente de la Asociación francesa y de la Asociación europea de terapia
comportamental y cognitiva, quien es responsable del diploma universitario de
terapia comportamental y cognitiva de la Universidad de Lyon I y director de la
Unidad de Tratamiento de la ansiedad del Hospital Neurológico (CHU de Lyon).

Incidencias en la práctica. El enfoque comportamental está centrado en las


capacidades del cliente para producir el cambio. En general, los seguidores de
este enfoque trabajan con un programa dividido en fases de la siguiente manera:

- Establecimiento de una relación y creación de una alianza terapéutica.

9 J. Cottraux, Las terapias comportamentales y cognitivas, Paris, Masson, 1995.


?

- Evaluación del problema tomando en cuenta tanto sus consecuencias


comportamentales concretas así como el conjunto de los elementos cognitivos
en juego en los comportamientos descritos como problemáticos por el cliente.
- Definición de las metas u objetivos de cambio. Estos deben ser definidos por
el cliente, ser claros, precisos y realizables.
- Utilización de técnicas cognitivas y comportamentales.
- Monitoreo del programa y evaluación progresiva de cada fase del trabajo.
- Fin del programa y establecimiento de un seguimiento para reforzar los
elementos adquiridos y prevenir el efecto de rebote.

Las técnicas utilizadas en la consejería cognitivo-comportamental intervienen a


tres niveles: comportamental, cognitivo y emocional y esto a partir del postulado:
la existencia de interacciones entre las emociones, los comportamientos y los
pensamientos asi como sus relaciones con el medio. La consideración del entorno
experimenta, por otro lado, un importante crecimiento desde hace algunos
años, sobre todo en lo que concierne el desarrollo de la consejería cognitivo-
comportamental en el campo de la salud pública y, más en general, en el campo de
la prevención de las conductas de riesgo.

Los modelos cognitivos. Son las formas de procesamiento de la información las


que causan perturbaciones y están al origen de la ansiedad en numerosos individuos.
Por ejemplo, las teorías cognitivas postulan la existencia de un déficit de signos de
seguridad en los fóbicos. Tienen tendencia a seleccionar prioritariamente los signos
de peligro en el entorno. Los ataques de pánico se encuentran en individuos que tienen
tendencia a responder a síntomas de ansiedad a través de una sobreinterpretación de
tipo catastrófico. De hecho, el enfoque cognitivo extiende considerablemente el modelo
comportamental clásico el que conceptualiza todo disfuncionamiento en términos de
estímulos, respuestas, de condicionamiento y de reforzamiento.

El aprendizaje supletorio por imitación. Según este principio un comportamiento puede


ser aprendido o modificado por la observación de un modelo. Los modelos incluyen los
modelos reales (mostrando al individuo el comportamiento), los modelos simbólicos
(sobre todo las películas) y los modelos imaginarios (que son representaciones llenas de
imágenes sugeridas por el ayudador).
Este tipo de aprendizaje apunta a desinhibir un comportamiento, adquirir un nuevo
comportamiento o reducir la angustia ligada a un comportamiento adoptado por el sujeto.
En la práctica, las personas que utilizan este tipo de consejería trabajan a menudo con
un aparato de vídeo y utilizan también el juego de roles tratando de lograr en el sujeto
una actitud que él encuentre positiva.

Principios de modificación cognitiva. Las modificaciones de los pensamientos, de los


sentimientos, de los afectos conllevan una modificación del comportamiento externo y,
al revés, los cambios de los comportamientos externos conllevan una modificación de
?

los sentimientos, de los afectos, de los pensamientos o la internalización, por ejemplo


de emociones desaprendidas - luego de fracasos - o de ciertos sentimientos como
la confianza en si mismo todavía no adquirida. Bandura (1977) agrega una dimensión
específica a las teorías de cambio: la eficacia personal percibida (self-efficacy). La
percepción que el sujeto tiene de si mismo juega un rol determinante en el cambio en la
medida en que éste se considere o no capaz de adoptar un comportamiento con el que
llegará o no al resultado esperado. Se trata entonces de trabajar con las expectativas
de eficacia percibidas y de luchar contra la ineficacia personal percibida en juego en
la pérdida total de las capacidades de autorregulación en las situaciones de estrés, de
depresión y de ansiedad.

La afirmación de si mismo. Esta noción, por razones que quisiéramos aclarar


posteriormente, ha conocido un gran éxito estos dos últimos decenios sobre todo en
las sociedades occidentales que valorizan el individualismo. Así, hemos visto surgir de
manera progresiva, tomando el caso de Francia entre otros, formaciones relativas a las
técnicas de afirmación de si mismo y de asertividad en las grandes empresas, y luego
progresivamente estos mismos temas se han desplazado para transformarse, junto a
otros conceptos como el de auto-estima, en los conceptos emblemáticos de referencia
de los dispositivos de apoyo propuestos a los públicos desfavorecidos y a los jóvenes en
dificultad. De hecho, la afirmación de si mismo es parte integrante de las técnicas de
modificación comportamental utilizadas por los practicantes de consejería cognitivo-
comportamental. Se trata de ayudar al cliente a actuar en pro de sus intereses, a
afirmarse sin agresividad, a expresar con facilidad sus sentimientos, a ejercer sus
derechos respetando los derechos del otro.

Las técnicas de base utilizadas para desarrollar la afirmación de si mismo reposan


esencialmente sobre la utilización del juego de roles, el trabajo corporal, el
reforzamiento positivo. Utilizadas, en un principio, esencialmente en el tratamiento de
las fobias sociales, en la angustia, el tartamudeo, la timidez, las disfunciones sexuales y
ciertos tipos de depresión, las técnicas de afirmación de si mismo han sido integradas
por otras corrientes de consejería (corrientes de acción afirmativa).

Los afectos. Los métodos empleados en la consejería cognitivo-comportamental no


se plantean como objetivo inmediato que el cliente "se sienta mejor" sino que esté
mejor. Dicho de otra manera, los practicantes de este tipo de consejería utilizan
raramente las técnicas que solamente recurren al afecto para provocar un sentimiento
o suscitar una sensación. Cuando recurren al afecto para ayudar al cliente a proceder a
reconstrucciones y aprendizajes, es abordado como parte de un proceso cognitivo.

II. La corriente psicoanalítica

Autores de referencia. Esta corriente es representada por seguidores que


toman como referencia a los neo-freudianos que tuvieron una gran influencia
en los Estados Unidos, como Adles, Carl Jung, Otto Rank, Wilheim Reich, Karen
Horney, Harry Stack Sullivan, que a Freud mismo. Por otro lado, esta corriente
?

se ha enriquecido de los aportes de aquellos a los que se les ha considerado


como los partidarios de la psicología del yo: Hartmann, Anna Freud, Rappaport,
Erickson. Más recientemente, observamos la influencia de autores como
Heinz Kohut, sobre todo por sus trabajos clínicos centrados en el tratamiento
psicoanalítico de trastornos narcisistas de la personalidad y los estados
traumáticos. Efectivamente, las tesis de Kohut muestran de mejor manera las
observaciones clínicas de los terapeutas que trabajan con un tipo de clientela
que no entran a priori en la clasificación psicoanalítica tradicional (personas
que sufren de adicciones, personas co-dependientes, personas que han sufrido
traumatismos, abusos sexuales, incesto...).

Si Freud atribuía a la rigidez de la sociedad y a la represión sexual una parte importante


de la edificación de neurosis, Kohut atribuye al malestar existencial y a los sufrimientos
de los individuos el debilitamiento de las fuerzas sociales para asegurar funciones de
apoyo. Rehabilita el narcisismo y critica la idea profundamente anclada que consiste
en privilegiar el amor de objeto por el amor de si mismo. La inversión de si mismo es
tan condenada en nuestras sociedades que las nociones de altruismo y de sacrificio
de si mismo son consideradas como valores superiores. Así, numerosos trastornos de
la personalidad se producen, según Kohut, por el debilitamiento o daño del narcisismo
primario. La autoestima se regula en los primeros años de la existencia gracias a la
construcción gradual y progresiva de las estructuras internas que tienen a cargo
las funciones desarrolladas por el objeto narcisista. Terapeutas y practicantes de
consejería que trabajan en el campo de la infección por VIH se apoyan en la obra de
Kohut para acercar la experiencia subjetiva de profunda desestabilización de si mismo
provocada por la infección por VIH.

¿Cuáles son las concepciones del ser humano? El ser humano es gobernado
por dos principios: el principio de placer y el principio de realidad. Esta distinción
corresponde en amplia medida a la distinción entre proceso inconsciente y
proceso consciente. Gracias al establecimiento del principio de realidad, el
ser humano adquiere un yo organizado pero esta evolución no se realiza sin
dificultades, sin renuncias.

La personalidad está compuesta de tres instancias: el Ello, el Yo y el Super Yo.

El Ello tiene que ver con el inconsciente y busca la satisfacción de las necesidades
instintivas de acuerdo con el principio del placer. No es afectado ni por el tiempo, ni por
las contradicciones, ni por la moral.

Bajo la influencia del mundo exterior una parte del Ello se desarrolla para
transformarse en Yo. El Yo coordina - modificándolas -, organiza y controla las
tendencias instintivas surgidas del Ello de manera de adaptarse a la realidad. El utiliza
para esto lo que Freud ha teorizado como los mecanismos de defensa (identificación,
?

proyección, regresión, sublimación, negación...). Es decir que el ser humano no solamente


se adapta a la realidad sino que para esto y por su propio interés, la modifica sin cesar.
Pero, durante el desarrollo del Yo, nace otra entidad llamada Super Yo. Este último
representa interiorización de las prohibiciones parentales y se origina en la dependencia
al mundo de los adultos de todo ser humano durante su infancia. Integrando luego las
influencias de la sociedad y de la cultura, el Yo trabaja para él efectuando un conjunto
de descargas de las tendencias instintivas.

De esta manera, la personalidad del individuo se compone de un Yo conflictuado


por las exigencias del Ello y las prohibiciones del super Yo.

Al ser todos estos mecanismos en parte inconscientes, el desarrollo psíquico de


la persona escapa de alguna manera de él y toma ventaja sobre el desarrollo real
en sus efectos. Todo resultaría bien si la parte psíquica se mantuviera de alguna
manera como letra muerta. Pero no es el caso. Si la parte consciente del individuo
corresponde a la ínfima parte visible del iceberg, es gobernada sin embargo por
la parte inconsciente que corresponde a la parte invisible del iceberg.

Finalmente, el descubrimiento de la sexualidad infantil y la reducción de los


síntomas neuróticos a componentes instintivos eróticos han conducido a Freud
a una formalización de la teoría de las neurosis. "Vemos que los hombres caen
enfermos cuando, por una seguidilla de obstáculos exteriores o una adaptación
insuficiente, en la realidad sienten rechazada la satisfacción de sus necesidades
eróticas. Vemos que entonces se refugian en la enfermedad con el fin de poder,
gracias a ella, obtener los placeres que su vida les impide". 10 Así, la neurosis
priva al individuo de numerosas fuentes de energía psíquica y esta deprivación
es perjudicial para su desarrollo, incluso puede parar totalmente este último
dejándolo en un estadio infantil (fijación) e impedir toda progresión y todo
despliegue de su actividad.

Principales conceptos

El conflicto intra-psíquico. Todo individuo se ve conflictuado entre la tendencia


a realizar sus deseos inconscientes y la tendencia a reprimirlos al punto de tener
que pasar por el síntoma para expresarse. Este es entonces un compromiso
y el resultado de un conflicto. Entre los compromisos, algunos pueden ser
considerados como felices adaptaciones mientras que otros son nefastos para el
desarrollo del individuo. En esta óptica, cualquier disfuncionamiento, incluido los
de orden comportamental, representa un intento de adaptación a las exigencias
contradictorias de la realidad interna y externa. Cuando el individuo no puede
responder más a las exigencias externas de la realidad, puede volver también a

10 Sigmund Freud, Cinco lecciones sobre psicoanálisis, Ed. PBP, nº84, 1972, p. 58.
?

formas de adaptación que ya ha utilizado en situaciones anteriores más o menos


traumáticas.

Los afectos. En la teoría psicoanalítica las representaciones mentales están


ligadas a los afectos. Cuando la representación o el afecto son dolorosos se
asiste entonces a una separación que tiene como efecto destruir la unidad de
la experiencia consciente. Estas representaciones acompañadas de afectos
dolorosos son derivadas de las situaciones dolorosas antiguas, que se remontan a
la infancia y vividas durante diferentes estadios del desarrollo psicosexual, como
la pérdida del amor, el miedo a la pérdida del objeto de amor, la castración, el
temor de la herida, el miedo al castigo, la culpabilidad, el deseo de autocastigo.

Los mecanismos de defensa. Para enfrentar la realidad, para mantener un


equilibrio entre sus exigencias interiores, el individuo utiliza las defensas como
la negación, la proyección, la identificación, la regresión, el desplazamiento de
formaciones reactivas.

Las percepciones, las actitudes, los rasgos de carácter, los hábitos de


pensamiento o cualquier otro aspecto de la vida mental pueden funcionar también
como una defensa. Las defensas pueden estar centradas sobre una o varios
componentes del conflicto intrapsíquico; bloqueando o modificando la expresión
del deseo, ellas pueden llevarlo al estado inconsciente.

La transferencia. Es un fenómeno intrapsíquico a través del cual la persona


transfiere a alguien de importancia para ella ideas y sentimientos vividos
durante las relaciones anteriores del pasado. Se trata la mayoría del tiempo de
reedificar experiencias antiguas dolorosas vividas en la infancia. El consejero se
apoya en la repetición de estas situaciones infantiles para esta vez permitirle
al cliente analizarlos y liberarse de ellos de la manera más aceptable para él,
como por ejemplo el duelo de un deseo, el intento de realización de un deseo, la
modificación de una demanda, la satisfacción de una necesidad, la aceptación de
una carencia o de una frustración.

La contra-transferencia. Es el conjunto de pensamientos, sentimientos e ideas


que aparecen durante las entrevistas con el consejero. Este debe poder apoyarse
sobre estos elementos para captar los aspectos conscientes e inconscientes de
los conflictos intrapsíquicos de su cliente. Paralelamente, todos los elementos
de la relación interpersonal que emergen durante las entrevistas deben ser
utilizados por el consejero como parte inherente del proceso transferencial y
contra-transferencial.
?

Incidencias en la práctica. Michael J. Patton y Naomi M.Mean en su obra La


consejería Psicoanalítica la definen como “la adaptación libre y deliberada,
realizada por un practicante de consejería, de las ideas y las técnicas
psicoanalíticas con el fin de ayudar a sus clientes a enfrentar situaciones
difíciles y a efectuar cambios en la realidad en la cual viven”.

Son las necesidades momentáneas del cliente y su nivel de desarrollo lo que


determina el número, la frecuencia y la duración de las entrevistas conducidas
cara a cara.

El practicante de consejería practica la escucha analítica e interviene durante


las sesiones refiriéndose a la comprensión analítica del material que recoge.
Trabaja con las resistencias de su cliente quien, a la vez, quiere cooperar con él
pero se opone al proceso terapéutico. Así, una parte del material aportado por el
cliente es manifiesto mientras que la otra parte permanece latente. Es tarea del
experto clínico tratar de captar el conjunto de estos materiales.

El tema de la sesión de consejería es llevado por el cliente al cual se le invita a


expresar los eventos de su vida cotidiana y a trabajar a través de asociaciones
libres. Estos eventos son analizados definiendo “el contexto adaptativo” del
cliente y es tarea del terapeuta, partiendo del sentido que el cliente le atribuye,
captar como éste los ha interpretado tomando en cuenta su historia personal y
evaluar al respecto los costos psíquicos.

La comprensión empática. Designa la capacidad del terapeuta para comprender


el mensaje afectivo inconsciente que el cliente expresa. Produce en este último
el sentimiento de ser comprendido a un nivel más profundo que el estricto nivel
intelectual.

En este sentido, ésta compromete al terapeuta a sondear el mismo en sus


afectos. Kohut la considera como la capacidad de entrar en contacto e
identificar las “necesidades del yo verdadero” del cliente. Conviene enseguida
pensar en la manera y el mejor momento para retomar lo que él ha percibido de
esto así como la demanda expresada subyacente.

El principio de no-intervención. La intervención es más reducida que en los


otros enfoques porque el principio de la no-intervención es parte de las técnicas
del trabajo psicoanalítico. La no-intervención es también concebida para facilitar
la asociación libre y la introspección. Al mismo tiempo, ésta puede traer a la
superficie sentimientos de frustración y de cólera en el cliente confrontado a
una ausencia de gratificación.
?

La interpretación. Construida a partir del ensamble de materiales aportados


durante varias sesiones, de la intuición del terapeuta, de los elementos
transferenciales y contra-transferenciales, la interpretación consiste en
revelar al cliente un conjunto de significaciones que repentinamente dan sentido
a eventos psíquicos disgregados. Practicada con economía y en el momento
adecuado, la interpretación permite al cliente crear lazos entre el pasado y
el presente y esto por si mismo tiene efectos resolutorios en la reducción del
sufrimiento o de los síntomas.

III. La Consejería Existencialista

La historia del existencialismo sigue de cerca la historia de la teoría


psicoanalítica, sin embargo su origen precede los trabajos de Freud. El punto de
vista existencialista es un conjunto compuesto de filosofía, de psiquiatría, de
psicología, incluso de teología orientada a comprender y a captar al ser humano
en sus formas de ser en el mundo y en sus emociones. Sin embargo, el enfoque
existencialista tiende a destronar la psiquiatría y la psicología de su carácter
científico en la medida en que pone en relieve una concepción filosófica del ser
humano. En oposición a todos los enfoques estáticos y estructurales, pone el
acento en la "experiencia subjetiva que la persona hace de su propia vida cada día
y que es diferente de la realidad objetiva".11

En este sentido, critica enérgicamente el aprendizaje de técnicas como la


afirmación de si mismo o la valentía de “ocuparse de si mismo” dejando de lado
todo el resto de sus obligaciones. Esto nos lleva a “hacer creer a la gente que
otros los van a ayudar a hacerse cargo de sus vidas a condición de aceptar
que hasta aquí ella estaba fundada sobre múltiples errores que pueden ser
fácilmente borrados”12. Todo método centrado en la compulsión del desarrollo de
si mismo es peligroso ya que frente al origen de las desilusiones, del aumento de
conflictos intrapsíquicos, de la creación de nuevas dependencias y de la pérdida
de puntos de referencia, ninguna sociedad cumple con las condiciones suficientes
para el mantenimiento de este estado.

Para el consejero que se inscribe en esta corriente, se trata de ayudar a la


persona a desarrollar y a consolidar sus capacidades personales para afrontar las
pruebas de la vida y motivarlo para que viva de acuerdo a sus propios criterios
y valores incitándolo a adquirir una comprensión clara de los valores e ideales
sobre los cuales su vida se funda para ser y actuar. Esto consiste en centrarse
en la vida de la persona más que en su personalidad.

11 E. Van Deurzen-Smith, Existential Counselling in Practice, Londres, Sage Publications, 1988, p. 184
12 Ibid., p.13.
?

Autores de referencia. Los principales autores del pensamiento existencialista


son Soeren A. Kierkegaard, Ludwig Binswanger, Eugène Minkoswski, Paul Tillich,
Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, Victor E. Frankl y Rollo May.

¿Cuáles son las concepciones del ser humano? El ser humano es responsable
de sus actos y puede llegar a ser más feliz confrontándose a la realidad. La
elección de su posición en el mundo le pertenece aún si otra persona lo ayuda a
encontrarla. Al ser humano le interesa poco que el culto del pasado sea levantado
como un sistema ya que todas las sociedades que reivindican el pasado para
frenar la evolución social lo hacen a menudo en desmedro del individuo. La única
realidad que pertenece a los individuos es la realización de sus proyectos. La
condición del ser humano es superar el existente aún si una vez alcanzado este
estado, se dé lugar a un vacío que constituya por si mismo otro punto a superar.
No puede jamás renunciar a su libertad. Confundiendo las maquinaciones de la
mala fe, el psicólogo propone a aquel que le hace la demanda, un descubrimiento
de los objetivos que le son propios y que sin embargo son en la mayoría de los
casos de otra naturaleza que los que el cliente revela como suyos.

Los partidarios de esta corriente, poniendo más el acento en la vida que en la


persona, dan una imagen del ser humano como la de un ser que puede enfrentar
la vida si acepta su inseguridad ontológica y obtiene de ella el valor de ser para
hacerse cargo permanentemente del sentido de su vida.

Conceptos principales

La experiencia subjetiva. Las condiciones humanas son determinadas por la


experiencia subjetiva del individuo y no por la cultura y el entorno, ya que,
como el individuo no puede ejercer un control sobre el mundo en el cual vive,
le queda un margen, el que consiste en la libertad de posicionarse en relación a
las condiciones en las cuales vive. Esta libertad que le queda, es también la que
constituye su responsabilidad en relación al mundo, a los otros y a si mismo. El
hombre se define en situación y no puede substraerse a las causas o condiciones
predeterminadas.

El ser y el no-ser. La persona está permanentemente en transformación, no


se puede entonces jamas obtener o producir conocimientos sobre ella. No hay
esencia del hombre pero si hay un “ser” (being) que se define por la conciencia
que el hombre tiene de si mismo asi como también por la definición que él da
de si mismo y que hace de si mismo. El ser sano está abierto a la realidad y
da permanentemente sentido a lo que vive. La forma más extrema del “no-
ser” (non-being), es la muerte. Así, el trabajo terapéutico pone el acento en el
?

redescubrimiento del sentido y del querer ser, traduciéndose el no-ser y siendo


producto del conformismo total, la absorción del individuo por la sociedad, en
resumen la pérdida de la singularidad y de la identidad individual.

La ansiedad y la culpabilidad. Cuando el individuo se confronta a la realización


de sus potencialidades experimenta la ansiedad. Si él niega sus potencialidades o
no logra realizarlas, su condición es la culpabilidad. Los existencialistas revelan la
existencia de una culpabilidad ontológica que difiere de la culpabilidad neurótica
en el sentido en que es parte de la condición humana. Ella constituye una fuerza
que participa en la construcción de la personalidad y está al origen de nuestra
sensibilidad en las relaciones interpersonales y de la utilización creativa de
nuestras potencialidades.

El tiempo. En la medida en que el ser humano está siempre en un ir y venir,


no puede ser definido como un punto estático ya que la ansiedad se instala
cuando este crece sin porvenir. El existencialismo desvictimiza al hombre en
relación a su pasado. Aunque el pasado sea parte de la condición del ser humano,
interesa sólo en la medida en que éste puede tomarlo en cuenta a través de sus
proyectos. Las actitudes discordantes hacia el futuro están a menudo al origen
de desórdenes psíquicos (por ejemplo las desilusiones).

La trascendencia de la situación inmediata. El ser humano tiene la capacidad


de trascender a su situación. En este sentido, el niño es la afirmación viviente de
la trascendencia humana porque es el símbolo perfecto de la noción de proyecto.
Renunciar a esta capacidad de trascendencia de las situaciones lleva a pensar que
nuestro destino se nos escapa y que nos resignamos a experimentar la historia
del mundo sin ninguna esperanza de contribuir en lo que sea.

Incidencias en la práctica

Sabiendo que el acento no está puesto en la interacción entre el ayudador


y el cliente sino sobre el encuentro del cliente consigo mismo, el ayudador
funciona más bien como un alter ego que como un pariente o un consejero. El
se comporta como una persona presente en un espacio psíquico donde el cliente
accede al hecho de estar solo consigo mismo. Mientras que otros enfoques sobre
consejería afirman que el cliente reconstruye sus relaciones anteriores o a
los otros en la relación, el enfoque existencial considera que la relación que el
cliente establece con el ayudador es una expresión de la relación que él establece
consigo mismo.
?

Teniendo en cuenta que el enfoque existencial en consejería se opone


enfáticamente a la utilización de técnicas, el elemento determinante en el
trabajo del ayudador es su propia capacidad para clarificar sus concepciones
sobre la vida y la muerte. "Un consejero puede pertenecer a la corriente
existencial solo si hace de la comprensión de la vida su prioridad". 13

En lugar de centrarse en el aprendizaje de una nueva competencia o de intentar


erradicar un síntoma, el proceso de consejería consiste en explorar con el
cliente el contexto existencial más amplio de su situación a fin de que el
pueda comprometerse anticipadamente en una determinada dirección. Queda
descartado incitar al cliente al cambio o de hacerle creer que va a poder resolver
un problema particular de su existencia sin tocar el conjunto de otros fenómenos
que rigen y definen su existencia. El cliente es invitado de hecho a confrontarse
a si mismo y a su vida y esto requiere en si un profundo compromiso de su parte
así como por parte del ayudador.

La clarificación del mundo personal. Consiste en ayudar a la persona a reconstituir el


mapa de los diferentes territorios que ha atravesado hasta ahora, tanto para facilitar
la continuación de su camino a través de la vida como para apoyar su entrada en nuevos
territorios hasta ahora desconocidos o evitados por ella misma. Para hacer esto,
el practicante de este tipo de consejería se refiere, en la tradición de la filosofía
existencialista, a las tres dimensiones de la existencia: física, social y personal. El
cliente está entonces invitado a explorar las relaciones que él establece con "el mundo
natural, el mundo público, el mundo privado, el mundo ideal".

El mundo natural designa lo anclado de la persona en su ambiente físico y biológico.


El ayudador dedica una gran atención a los detalles de la vida cotidiana de sus
clientes como su ritmo de vida, sus modos alimenticios, su relación con el clima, con la
enfermedad, su conciencia corporal, sus diversiones, su entorno habitacional; a menudo,
en este caso, el ayudador descubre que las dificultades de la vida cotidiana tienen para
determinadas personas consecuencias en otros ámbitos de su existencia. De esta forma,
un primer trabajo para una persona puede consistir en revisar la relación que establece
con su propio cuerpo antes de emprender las modificaciones en sus relaciones con los
otros a un nivel psicológico.

La esfera social. Se trata de relaciones que se establecen con los otros. Estas
relaciones conciernen nuestros encuentros diarios y nuestras interacciones sociales.
La esfera social incluye las relaciones que establece una persona con su etnia, su clase
social, su grupo de referencia, su país, su lengua materna, la historia de su cultura, su
familia, su medio profesional.

Numerosos individuos experimentan dificultades en la esfera social y la mayoría de las


corrientes se centran exclusivamente en los problemas de sus clientes en esta esfera.
13 Ibid., p.3
?

El enfoque existencial critica la "ideología establecida" de la mayoría de las corrientes


de consejería que plantean que las relaciones humanas deben ser modeladas en base a
la aceptación total y la empatía mientras que éstas no representan mas que un lado de
la inevitable polaridad. Se le propone al cliente de trabajar sobre la ambivalencia de sus
sentimientos, sobre sus contradicciones, sobre los aspectos negativos en la adopción de
actitudes consideradas a priori como positivas hasta que éste controle los principales
aspectos de los dilemas de esta manera expuestos uno a uno.

El universo íntimo. Designa la relación que el cliente establece consigo mismo. Es el


mundo de la intimidad, tanto aquella propia como aquella que establece con los otros, el
mundo del "yo" y del "nosotros". Comprende las emociones, los pensamientos, los rasgos
del carácter, las ideas, las aspiraciones, los objetos, los otros.

El objetivo de la exploración de este universo es permitir al cliente captar de mejor


forma su experiencia profunda para ser capaz de enfrentar sus ambigüedades, sus
incertidumbres, sus contradicciones las cuales a menudo anteriormente ha evitado
confrontar o de las que ha deliberadamente huido o negado.

El tomar en cuenta la esfera íntima es de tal importancia que se observa, desde la


presión social, una invasión de ésta sobre ella. Los individuos sufren cada vez más
sentimientos de imposibilidad de entrar en contacto con ellos mismos, de evitación de la
intimidad en su vida afectiva y sexual, una discrepancia entre su vida social y privada,
una disminución de la esfera privada. Privados del contacto con ellos mismos, no pueden
afrontar la soledad y llenan el vacío creando relaciones donde se vuelven dependientes
o co-dependientes de personas de su entorno o adoptan conductas adictivas. A este
respecto, la consejería puede constituir una forma de volver a un arraigamiento
personal.

El mundo ideal. Se trata aquí de permitir al cliente entrar en contacto y volver a


evaluar los ideales escondidos tras sus modos de adaptación a la sociedad en la cual vive
para enfrentarse, mantenerse o alejarse de ella. Entrar en contacto con el mundo ideal
de una persona, es explorar junto a ella el sentido que ella le da a su existencia, a la
vida, a la muerte. Formular los valores que fundamentan su vida constituye a menudo el
primer paso de la dirección a tomar en la resolución de los problemas que se plantean a
priori en su esfera pública, privada y natural. Cuando resulta evidente que una persona
se encuentra en conflicto con sus ideales y sus valores, encuentra nuevas fuerzas para
modificar el curso de su vida y esto haciendo caso omiso de las presiones externas o
internas. Estas últimas son a menudo tan fuertes que la tendencia a la conformidad
social predomina sobre la verdad interior personal. Esta discontinuidad tiene por
consecuencia un malestar existencial, la construcción de un falso yo y la imposibilidad de
sentirse bien consigo mismo.

Se constata, cuando tratamos a enfermos graves o en situación terminal, hasta que


punto este mundo es fundamental: es a menudo el único que le da la fuerza para
sobrevivir, cuando han perdido el goce concreto de todos los otros. Es cuando una
?

persona es confrontada a la adversidad, al fracaso, a la finitud, que se aferra a este


universo para recuperar fuerza y voluntad, para enfrentarse nuevamente, pero de
distinta manera, al mundo habiéndose liberado de la ilusión de su omnipotencia.
Durante el proceso de consejería el acceso al universo de los valores se hace
naturalmente durante las entrevistas. Pero como E. Van Deurzen-Smith lo destaca, la
presión social se ha vuelto tan fuerte que pocas personas, excepto durante crisis o
graves trastornos o eventos crueles, tienen la fuerza de absorber esta parte de ellos
mismos y prefieren volver a aferrarse a falsas seguridades. De esta forma, tienden a
hablar de su realización social porque adquieren el sentido propio a través de ese tipo
de realización y están obligadas a confirmar su valor a través de perpetuas actividades
con el fin de obtener un reconocimiento social. El método de trabajo consiste entonces
en que, durante el transcurso de las entrevistas, el cliente logre darse cuenta de que
es él mismo quien está al centro de su experiencia personal y de sus actos. Se trata de
entregarle la "fuerza de ser" (Tillich, 1952) y de permitirle enfrentar su inseguridad
ontológica (Laing, 1960). También, por más que pensemos que nuestra seguridad de base
está adquirida, siempre se espera de los otros que participen en su mantenimiento y
delegamos la responsabilidad frente a este aspecto. A este respecto, en este tipo de
consejería, los autores insisten en la necesidad de realizar un trabajo en profundidad
sobre la emoción. No se trata de quedarse en una experiencia pasiva de estas emociones
sino que es necesario hacerse cargo de ellas para evitar un fenómeno cada vez más
observable: cuando una persona se encuentra sola con sus emociones, se siente confusa
o incapaz de analizarlas, lo que le ocasiona a menudo trastornos graves en sus relaciones
afectivas.

IV. La Consejería centrada en la persona

A menudo hemos calificado en psicología la consejería centrada en la persona


como "tercera fuerza". Su característica reconocida principalmente es haber
substituido un enfoque optimista del ser humano a los enfoques mecaniscistas,
deterministas y pesimistas del comportamentalismo y del psicoanálisis. Se
resitúa el acento puesto en la realización de sí mismo y el desarrollo personal en
el contexto de los anos 50 y 60 en los Estados Unidos.

Los autores de referencia. El autor de referencia es incontestablemente Carl


Rogers. Cuando él comienza a desarrollar la terapia centrada en el cliente, la
creencia mas compartida entre los terapeutas era que los individuos eran por
naturaleza irracionales, antisociales, autodestructores e incapaces de controlar
su vida y su destino. Al contrario, Rogers cree en el valor y la dignidad de la
persona. Piensa que los individuos tienen por naturaleza tendencia a evolucionar
hacia la autonomía, la socialización y la realización de sí. En esta óptica, la
consejería busca lograr un reencuentro de la persona con sus capacidades, sus
fuerzas y su potencial existente. En este sentido, no puede ser el único método
para tratar a las personas psicóticas o cualquier otra persona que no tenga la
?

posibilidad de resolver sus propias dificultades incluso con ayuda.

El califica la demanda de consejos de "Waterloo des counselors", quienes,


enfrentados a clientes que exponen sus problemas y preguntan que tienen que
hacer, se ven tentados a responderles. Sin embargo, critica precisamente una
determinada tradición de consejería anterior, sobretodo la que consistía en
entregar consejos y hacer sugerencias a los clientes confrontados a dificultades
de adaptación: "Es probado en la mayoría de los casos, tanto por nuestras
entrevistas grabadas como por nuestra experiencia, que nuestros clientes no
desean una respuesta".

Para tratar todas estas situaciones realmente humanas, el principio de Rogers


es el siguiente: reconocer que el cliente experimentara gran satisfacción al
encontrar una respuesta a su problema "pero que la única respuesta realista
posible es producto de su poder y su deseo de enfrentar la situación".

Esta obra14, difundida en el mundo entero y regularmente reeditada, constituye


un evento mayor en la historia de la consejería y estará al origen de la aceptación
moderna del término consejería en su dimensión psicoterapéutica.

¿Cuáles son las concepciones del ser humano? Rogers piensa que los individuos
poseen una fuerza motivadora interior, una necesidad de realización que los
vuelve capaces de desarrollar y regular ellos mismos su propio comportamiento.
En el fondo, para Rogers, lo que produce la desgracia del ser humano, es la
distancia que establece con su propio yo y por ende la falta de autenticidad en la
cual se encuentra sumergido en sus relaciones con los otros.

Frente a las psicologías objetivas comportamentales, Rogers reivindica un enfoque


de la persona que conlleva una única condición: llegar a ser uno mismo, ser uno mismo
para dejar al otro ser el mismo. Para desarrollarse, el ser humano tiene la necesidad
de ser aceptado y comprendido; posee en el fondo de sí mismo capacidades para
el autodesarrollo, pero además es necesario que se encuentre en un entorno que le
entregue los medios, desde su más temprana edad, para descubrir por si mismo lo que
busca.

Desarrollando su enfoque en un contexto social, pedagógico y cultural marcado por


Skinner, al cual Rogers se opone tenazmente, podemos comprender la lucha encarnada
que este último llevará sobre todo en su Manifiesto Personalista, para promover los
principios de una educación centrada en la libertad y el respeto de la persona. Criticando
tenazmente la integración de los descubrimientos de la psicología comportamental
en el aprendizaje, Rogers ve en los nuevos métodos de educación la emergencia de un
control elitista del comportamiento individual en el cual la democracia y los valores que

14 Carl Rogers, Counseling and Psychotherapy, 1942.


?

representa son silenciados y menospreciados en la practica escolar.

Conceptos principales. Rogers postula la unidad fundamental de la personalidad.


Esta nunca es dada y está en perpetua actualización: ella no puede reducirse
a ninguna estructura, a ninguna función, a ningún instinto. Va a desarrollar y
formalizar una relación de ayuda específica totalmente centrada en la calidad
de la relación entre el consejero y su cliente. La hipótesis es la siguiente: existe
en el seno del individuo una tendencia espontánea al crecimiento, a la madurez,
a la salud y a la adaptación. En este sentido, Rogers rechaza la tesis freudiana
según la cual el ser humano sería al origen irracional, no socializado, destructivo
y autodestructivo. La relación de ayuda psicológica es "una relación permisiva,
estructurada de manera precisa, que permite al cliente adquirir una comprensión
de sí mismo a un grado que lo vuelva capaz de progresar a la luz de su nueva
orientación". La consejería rogeriana, a diferencia de otros enfoques, pone el
acento sobre el aspecto afectivo de las situaciones y los elementos vividos por
la persona más que sobre el problema mismo y su análisis intelectual. En este
sentido, el saber es juzgado como ineficaz y sin efecto para el análisis y la
reducción de las dificultades y de los sufrimientos de los individuos. Es a menudo
puesto en relieve para enmascarar las realidades emocionales en juego en las
diversas situaciones agradables o desagradables vividas por la persona.

El consejero debe entonces trabajar con la percepción del mundo de su cliente


y no con otra. Este trabajo requiere de una empatía, es decir un intento de
comprensión intima del mundo interno del cliente, renunciando a toda noción de
realidad objetiva.

El concepto de sí mismo. La mayoría de los comportamientos adoptados por


el individuo están en coherencia interna con la imagen que él tiene de sí mismo.
La imagen de sí es una imagen organizada que consiste en la percepción que un
individuo tiene de él mismo como tal pero también de él en relación con los otros,
con los valores ligados a estas percepciones. El concepto de si mismo no es una
identidad, es un proceso susceptible de alteración y cambio.

La incongruencia. La ansiedad resulta de la incongruencia entre la imagen que


el individuo tiene de sí mismo y sus experiencias, es decir entre su Yo Ideal y
su Yo Real. La ansiedad crece con el desface de estas dos imágenes. También,
para reducir esta ansiedad, la persona necesita entrar en contacto con su mundo
interior e interiorizar, incluso aceptar y apropiarse de lo que vive y siente. Es
importante que esta toma de contacto pueda ser compartida con una persona que
le pueda devolver el valor y la creencia en sus capacidades.
?

Incidencias en la práctica. El consejero debe establecer las condiciones


terapéuticas específicas permitiendo a su cliente entrar en contacto consigo
mismo y traspasar los obstáculos al momento de la actualización de sí mismo.

Las actitudes del consejero son primordiales y más importantes que las técnicas.
El proceso de consejería no depende de lo que el consejero hace sino de lo que
esta en juego. Como tales, las técnicas son solamente formas de expresar y de
comunicar una presencia, una mirada incondicional, una comprensión empática
de manera de que el cliente sienta que el ayudador intenta percibir su mundo
interior.

Las únicas técnicas aceptables son entonces las que traducen las actitudes del
consejero facilitando el desarrollo personal del cliente. El Yo del consejero es
el instrumento privilegiado del método. "Uno de los objetivos significativos de
toda empresa de ayuda psicológica es actualizar los pensamientos, las actitudes,
los sentimientos y los impulsos con carga emocional que están al centro de los
problemas y de los conflictos de un individuo". Este objetivo se complica por el
hecho que las actitudes superficiales, las que son fácilmente expresadas, no son
siempre significativas ni motivantes. En consecuencia, el ayudador debe procurar
al cliente una libertad que le permita la expresión más justa de su situación.

Las actitudes

La congruencia. Ella puede ser definida como "el estado de ser" del practicante
de consejería cuando sus intervenciones durante la entrevista son acordes a las
emociones y las reflexiones suscitadas en él por el cliente. Ella supone de parte
del consejero una disponibilidad para sus emociones interiores y una aceptación de
estas últimas. En efecto, Rogers desarrolla la hipótesis que dice que "el cambio de la
persona se facilita cuando el terapeuta se muestra tal cual es" 15, cuando sus relaciones
con su cliente son auténticas, sin máscara ni fachada, expresando abiertamente los
sentimientos y actitudes que lo invaden desde el interior en ese momento. "Hemos
forjado la palabra "congruencia" para tratar de describir este estado. Entendemos en
ese sentido que los sentimientos experimentados por el terapeuta le son disponibles,
conscientemente disponibles y que es capaz de vivirlos, de ser estos sentimientos, que
es capaz de comunicarlos en el momento oportuno". 16

La congruencia del terapeuta va de alguna manera a autorizar la del cliente. Por otro
lado, el practicante ofrece así un espejo de los posibles efectos que pueden provocar la
actitud y el comportamiento del cliente en una relación interpersonal donde la integridad
y el profesionalismo del consejero dan una garantía de que este último no pone en juego
sus propios dilemas neuróticos.

15 Carl Rogers, El Desarrollo de la persona, París, Dunod, 1982, p.48.


16 Carl Rogers, El Desarrollo de la persona, Paris, Dunod, 1982, p.48.
?

Esto favorece a su vez la posibilidad de que el cliente entre en contacto con sus
propios sentimientos. La expresión de si -término utilizado por algunas corrientes de
la consejería- e incluso una cierta implicancia del consejero, da al cliente una imagen
del ayudador más humana, desprovista de omnipotencia. El consejero se revela como un
ser dotado de afectos y de sentimientos, pudiendo constituir de hecho un modelo de
identificación positivo para su cliente. Hablar de sí mismo es poco común en los métodos
tradicionales de ayuda. En este sentido, este tipo de consejería compromete un tipo de
relación particular con el otro.

La empatía. Para el consejero, la empatía consiste en ejercer sus capacidades para


percibir el mundo del cliente desde el punto de vista del cliente, haciendo abstracción
de su propio universo de referencia pero sin perder contacto con el. Esta capacidad
de pensar y sentir desde el punto de vista del otro es difícil de adquirir y se definió
mas bien como una acción que como una técnica en la medida en que apela a una postura
psicológica. Es necesario hacer claramente una distinción entre ella y la identificación
del terapeuta con su cliente lo que bloquearía el proceso terapéutico.

¿Cuál es el rol de la empatía en la entrevista?

- El cliente comienza a sentirse como una persona suficientemente importante para


que alguien haga el esfuerzo de comprenderlo. Aquí la empatía tiene el efecto de
restaurar el autoestima.
- El cliente puede aceptar experimentar el abandono de algunos mecanismos
defensivos en una relación donde alguien se esfuerza en comprender su punto de
vista.
- Tomar conciencia de determinadas emociones, sobre todo aquellas poco valorizadas
socialmente, como la rabia, el miedo, el desánimo y darse cuenta que no pierde la
estima del consejero, permite al cliente pasar a otros niveles de comprensión.

La aceptación o la mirada positiva incondicional. "Cuando el terapeuta experimenta


una actitud calida, positiva y receptiva hacia su cliente, esto facilita el cambio [...]
Quiero decir en ese sentido que (el terapeuta) no se contenta con aceptar al cliente
cuando presenta ciertos comportamientos y lo desaprueba cuando presenta otros.
Se trata de un sentimiento positivo que se exterioriza sin reservas ni juicios [...] el
término [...] es "consideración positiva incondicional"".17 "El consejero que tiene esta
actitud valoriza considerablemente la humanidad del cliente y no es alterado por los
comportamientos de su paciente".18

Es una actitud difícil de mantener, por ejemplo cuando las personas recibidas en las
entrevistas tienen una imagen desvalorizada de sí mismas y nos provocan un sentimiento
de fracaso. A menudo, las personas en formación, al momento de abordar este concepto
rogeriano, reaccionan diciendo: "No puedo querer a todos mis clientes". De hecho, el

17 Carl Rogers, El Desarrollo de la persona, París, Dunod, 1982, p.49.


18 Dave Mearns y Brian Thorne, Person-centered counselling in action, Londres, Sage Publications, 1988, p.59.
?

enfoque positivo incondicional no tiene nada que ver con el amor en el sentido que, al
contrario, el amor por naturaleza es selectivo y la mayoría del tiempo reposa sobre
una forma de discriminación positiva (ej: compatir los mismos valores). El acceso al
enfoque positivo incondicional para el practicante de consejería depende de su grado de
seguridad personal, de su grado de aceptación de sí, teniendo esto por efecto disminuir
su necesidad de protegerse o defenderse de los otros.

Volver a dar el poder al cliente. No se trata de que el ayudador intente reducir


a cualquier precio sus propios impulsos de intervenir sino más bien centrarse en la
tendencia de su cliente a ampararse en él y resistir este proceso. Volver a dar el poder
al cliente es el verdadero sentido de la orientación no directiva que, en nuestra cultura
autoritaria y jerárquica, ha sido falsificada y asociada al "laisser-faire" (dejar hacer).
De hecho, lograr que el cliente llegue a considerarse como el principal juez y árbitro de
su vida requiere de un conjunto de actividades e intervenciones de parte del ayudador.

Las técnicas

En Rogers, la actitud prima sobre la técnica. La tarea central del ayudador es


de esforzarse en lograr una comprensión de tipo empática de su cliente y todas
las técnicas deben derivar de esta acción que en ningún caso debe invertirse.
También, utilizar una técnica, por más eficaz que ella sea, antes de haber
intentado esta difícil tarea de comprensión reforzará en el mejor de los casos
una actitud defensiva y en el peor causará un sufrimiento y un daño adicional al
cliente. Las técnicas utilizadas por el ayudador tienen efecto sólo si reflejan
sus actitudes. En este sentido, su forma y su estilo de intervención son más
importantes que sus contenidos. Por otro lado, hemos a menudo reducido
la practica de la consejería Rogeriana a una utilización mecánica de técnicas
básicas como la utilización de preguntas abiertas, la reformulación de contenidos
y de los sentimientos expresados por el cliente, por lo que escogimos mas bien
tratar de describir el proceso de relación de ayuda.

El proceso de la relación de ayuda

La relación de ayuda es un proceso que conlleva una sucesión de etapas a través


de las cuales el cliente pasa de un punto situado cerca del polo estático en el
cual se encuentra a un punto situado cerca de su polo en movimiento. Se puede
representar la vida del cliente como un continuo de cambio. Durante las primeras
entrevistas, el cliente se encuentra a menudo en un estado de rigidez que lo lleva
a comunicar de modo impersonal limitándose a detalles exteriores. El ayudador
debe tratar de desbloquear la comunicación interna entre el yo y la experiencia
inmediata de su cliente. Esto solo se puede establecer cuando este último siente
que es totalmente aceptado sin reservas, tal cual es. Sólo en ese momento el
cliente puede expresar sentimientos más intensos y concebir su experiencia
?

vivida de manera menos rígida, así como su experiencia inmediata de manera


menos defensiva y vivir subjetivamente sus problemas sin considerar su Yo
como un objeto exterior. Llegado a este nivel, es menos crucial para el cliente
sentirse plenamente aceptado por el ayudador porque ha llegado a un grado tal
de aceptación de si mismo que se manifiesta una confianza en su propia evolución
y vive mejor al interior de si mismo con una necesidad menor de la ayuda del otro.
?

CAPITULO IV
EJEMPLOS DE CAMPOS DE APLICACIÓN DE LA CONSEJERIA

El principio fundamental de la consejería reside principalmente en lo siguiente:


muchas situaciones de la vida son causa de sufrimientos psicológicos y
sociales, que requieren de una conceptualización y de la puesta a disposición de
dispositivos de apoyo para las personas afectadas.

La consejería responde a las necesidades de un público cada vez más amplio


que busca la ayuda de una persona para resolver, en un tiempo relativamente
breve, problemas que no surgen necesariamente de la propia patología sino de las
dificultades encontradas dentro de un contexto específico en el cual se debe
desenvolver o en el cual se debe sobrevivir y para lo cual, la mayoría del tiempo,
la sociedad no lo ha preparado o no proporciona funciones de apoyo adecuadas en
el tiempo real (ex.: traumatismos de guerra, prevención del SIDA, vivencia de la
homosexualidad...) .

I. LA CONSEJERIA EN EL CAMPO DE LA INFECCION POR VIH

La consejería específica desarrollada durante la epidemia del VIH/SIDA se


relaciona más con el contexto de su aparición en los primeros años (años 80) que
con la historia de su desarrollo. Efectivamente, los primeros grupos de apoyo a
las personas enfermas fueron instaurados por los mismos enfermos que se vieron
enfrentados a las carencias de las instituciones que no contaban con unidades
móviles de apoyo accesibles en los espacios de vida de las personas enfermas y no
eran suficientemente solidarias y capaces de aportar de manera solicita un apoyo
real.

En los países anglosajones, la preexistencia de servicios de consejería en la


comunidad homosexual y la tradición de consejería cercana a los usuarios de
droga desde los años 70 ha facilitado la rápida implementación de programas de
consejería.

En Francia, la consejería se desarrolló primero en las instituciones de ayuda y


defensa de los enfermos (Asociación AIDES en primer lugar), y posteriormente
en las instituciones y servicios de cuidado que proponían una ayuda psicológica
individualizada en el campo de la infección por el VIH.
?

Su origen y la forma de ejercerla (personas voluntarias no remuneradas) han


hecho de la consejería, por lo menos hasta la 5ª edición de la Conferencia
Internacional sobre SIDA que se desarrolló en Montreal en 1989, más bien un
movimiento que una práctica profesional institucionalizada.

En Aides por ejemplo, inscritos en un programa más amplio de promoción del


desarrollo de las personas, los primeros grupos de apoyo podían asegurar a los
enfermos no solamente una escucha y una ayuda inmediata sino que también
respondían a necesidades más amplias, tanto o más importantes, como el
sentimiento de pertenencia a una comunidad, el mantenimiento de la dignidad
y la autoestima, la protección contra la soledad, el apoyo mutuo de los pares,
la permanencia de la vida afectiva y amorosa, la intimidad y la proximidad. Las
orientaciones de la Asociación tenían que ver de hecho con el rol terapéutico de
los grupos de apoyo.

En la Conferencia de Montreal, donde por primera vez han sido realmente


abordados los aspectos sociales de la epidemia, la consejería ha sido oficialmente
introducida en los dispositivos de acogida de personas afectadas y de prevención.
Durante esta conferencia, Jacqueline Boneau, en ese tiempo Consejera técnica
de la Dirección de Acción Social y nosotros, presentamos los primeros programas
franceses de formación sobre el enfoque psicosocial de la infección y del
SIDA. Estos programas, destinados a los trabajadores sociales, incluían una
sensibilización en Consejería.

De hecho, el desarrollo masivo de la enfermedad y el deceso de personas que


habían sido infectadas en los años 80, tuvo un impacto en las instituciones y
profesionales y dieron lugar a la integración de la consejería en la relación de
cuidado y seguimiento a los pacientes. Por otro lado, los avances terapéuticos y
la prolongación de la vida de los enfermos han confrontado, no solamente a las
personas involucradas sino que también a su entorno, a necesidades específicas
en materia de acompañamiento psicológico y social. Esto tuvo a la vez un efecto
en la multiplicación de grupos de apoyo y una oferta y demanda de formación de
los profesionales de la salud o de otros sectores, confrontados con experiencias
psicológicas y sociales engendradas por la infección por el VIH.

En Francia, en 1992, la consejería como forma de prevención se desarrolla


masivamente a través de las formaciones financiadas por la Agencia Francesa de
lucha contra el SIDA, y luego por la Dirección General de la Salud-División SIDA,
en el campo del detección.
?

EL IMPACTO PSICOLOGICO DE LA INFECCION POR VIH

El costo psíquico y social de la epidemia crece cada vez más: condiciones de


vida y de sobrevivencia difíciles para las personas seropositivas y enfermas
en el ámbito médico, social y emocional, pérdida de la esperanza colectiva,
duelos múltiples, temor por los seres queridos, sentimiento de vulnerabilidad
a una escala masiva, dificultades emocionales específicas para las personas
seronegativas que viven en el centro de la epidemia, síndrome de duelo, de
culpabilidad y de ansiedad en el entorno de los enfermos terminales, situaciones
difíciles de asimilar para los niños y adolescentes en el curso de su desarrollo,
sentimientos de impotencia de los profesionales en relación al cuidado y la
ayuda, síndrome reactivo ligado a la herida colectiva engendrada por la epidemia:
desdén, rechazo, exposición al riesgo en modo reactivo, renuncia a la sexualidad,
distanciamiento afectivo.

En las personas afectadas, la infección por el VIH ataca de por si la cohesión


del yo corporal con síntomas como la aparición de lesiones, pérdida de peso,
la caída de linfocitos, la aparición crónica de infecciones. Los síntomas vagos
y difusos causados por la infección están al origen de una fragmentación del
cuerpo y presentan un obstáculo en la relación que puede construir el “yo” con la
enfermedad (dificultades de concientización y de apropiación).

Otros síntomas, como el adelgazamiento, la aparición de lesiones cutáneas


(sarcoma de Kaposi), los problemas de la visión, constituyen un ataque directo
a la imagen y funciones vitales del cuerpo. Los problemas de la visión, incluida
la pérdida de ésta para una persona seropositiva constituyen una prueba que
lo desorganiza y desestabiliza. La irrupción de un nuevo ataque somático, como
la retinitis por CMV (citomegalovirus), destruye los procesos de autonomía
desarrollados por la persona que se encuentra repentinamente confrontada a la
necesidad de reorganizar sus modos y ritmos de vida habituales, necesario tanto
a nivel de los síntomas de esta afección como por su tratamiento (perfusión lenta
dos veces por día durante varias semanas).

A diferencia de los problemas de pérdida de visión en otro contexto, la aparición


de la retinitis por CMV representa a menudo el momento crucial donde la persona
al perder el sentido del espacio y del tiempo se ve confrontada a la irrupción de
una sensación de angustia y de muerte que hasta ese momento está aminorada
por la restauración de las principales funciones del “yo”.
?

El ataque a las capacidades visuales constituye además un ataque narcisista


mayor, en el sentido de que la llegada de este síntoma produce un duro impacto
afectivo sobre la persona y también sobre su entorno, implicando, por una y otra
parte, ajustes en los lazos afectivos y también en las modalidades concretas de
la vida amorosa y sexual. Los daños neuropsiquiátricos que puede causar el virus
desencadenan eventuales experiencias de desintegración.

La infección por VIH compromete la autoestima ya que pone en jaque la


integridad estructural del cuerpo, sus capacidades de atracción física y sexual.
Por otro lado, los tratamientos curativos de las infecciones oportunistas, por sus
efectos secundarios, provocan disfuncionamientos internos del cuerpo (diarreas,
vómitos) que constituyen por si mismo una experiencia desestabilizante para la
organización del yo interno.

La cronicidad de la infección por VIH perturba el sentido de la continuidad


temporal debido a los periódicos ataques y recaídas sucesivas –que obligan a la
persona seropositiva o enferma a enfrentar ajustes psíquicos permanentes- y
daña las relaciones con el mundo exterior, incluso está al origen del síndrome
del “duelo anticipado de sí mismo”. Este estado es alimentado por la sucesión de
pérdidas concretas y abstractas ocasionadas por la evolución del estado de salud
hacia el estado de enfermedad de la persona: pérdida de trabajo, pérdida del
salario, pérdida del poder de abstracción, pérdida de la seguridad de base, de la
esperanza, de la ambición, de las capacidades de control, de los ideales.

A menudo estas pérdidas entrelazadas se duplican al momento de enfrentar


situaciones de pérdida de amigos cercanos e incluso de su pareja. Numerosas
personas seropositivas o enfermas se encuentran en la imposibilidad de
realizar un trabajo de duelo estructurador porque la muerte de uno o varios
seres queridos se presenta en el momento en que ellas mismas se encuentran
confrontadas, durante el proceso de su enfermedad, a un proceso de duelo,
es decir se encuentran frente a un momento de extrema vulnerabilidad para
el cual necesitan ante todo mantener en acción sus funciones vitales. Estos
difíciles duelos provocan un síndrome post-traumático sin fin donde, a diferencia
de una catástrofe natural o de una guerra, no hay ni fin, ni reconstrucción, ni
renacimiento, ni reinicio posible. La persona afectada no puede sin ayuda acceder
a la fase post-traumática, esencial para su elaboración. Cada período de tristeza
ligado a un duelo reactiva las tristezas anteriores y se vuelve parasitaria por
la anticipación de nuevos decesos. Entre los traumatismos ocasionados por
la enfermedad y las pérdidas sucesivas, no se cuenta con mucho tiempo para
resolver y sobrellevar cualquier proceso de duelo. Esta dificultad perturba
gravemente la vida emocional de la persona confrontada a esta situación y puede
?

llevarla a adoptar una actitud de indiferencia emocional con el fin de poder


continuar sus propios cuidados, es decir sobrevivir en un contexto de menor
peligro y continuar con sus tratamientos sin sentirse aplastado por la depresión,
el temor y la proyección de la anticipación de su propia muerte.

IMPLICANCIAS DE LAS ESTRATEGIAS DE CONSEJERIA

Es fundamental que la persona que practica la consejería posea un conocimiento


profundo del proceso psicológico que va desde la seronegatividad a la
seropositividad, pasando luego por la enfermedad y la muerte, para comprender
mejor lo complejo de la prevención y la necesidad de un acompañamiento
adecuado a las personas. La barrera, en términos psicológicos, es a veces
bastante relativa y algunas veces casi inexistente entre el status de
seronegatividad y el status de seropositividad: al término del primer decenio
de la epidemia, debemos admitir no solamente la ineficacia sino que también el
peligro que significaría pensar en una forma de guetto sanitario separando a los
seronegativos de los seropositivos. El trabajo clínico en el campo de la infección
por VIH ha permitido identificar las necesidades psicológicas de lo que Robert
Bor y Riva Miller han descrito en 1992 como <<los que se sienten bien pero que se
preocupan>> (The worried well). La práctica de la consejería efectuada durante la
acción voluntaria de detección ha permitido identificar las necesidades de estas
personas difíciles de alcanzar por las estructuras oficiales de prevención, salvo
por las estructuras de detección, quienes sin embargo, por su vulnerabilidad,
pueden exponerse al peligro ya que son presa de intensas angustias reactivas.

Así por ejemplo, una persona que ha sido toxicómano hace una decena de años puede
a su vez sentirse inquieto y estar en la incapacidad psíquica de realizarse el test.
Otra persona puede servirse del temor a la infección por VIH para justificar una
incapacidad de apego afectivo y controlar todas sus relaciones hasta que un día, a
pesar suyo pierde el control y se encuentra en la incapacidad de protegerse porque
es presa de una necesidad de amor más fuerte que sus antiguos temores. Las parejas
de personas seropositivas pueden por necesidad de fusión, por temor al abandono o
por sobreprotección en un momento de fragilidad o bien en un período de crisis en
la relación, exponerse de forma más o menos voluntaria a una posible contaminación
dentro o fuera de la relación de pareja. Otras personas se creen seropositivas y
demandan ayuda de manera insistente a los organismos de detección o de escucha.
Estos "falsos seropositivos" sufren angustias internas que amenazan su vida psíquica
y real. Para escapar de estos modos alucinatorios del peligro que los amenaza, pueden
sentirse expuestos, en la lógica de su ficción, de manera permanente al peligro. Los
resultados abstractos de un test no llegan a jugar el rol de una instancia de realidad
ni a restablecer una barrera entre el imaginario y la realidad. Una palabra o una serie
de entrevistas orientadas a revisar su punto de vista es tanto o más ineficaz y los pone
?

cada vez más en peligro llevándolos a exponerse realmente a una contaminación para
de esta manera tener razón en relación a sus detractores y sentirse reafirmado en su
vivencia psíquica.

EL IMPACTO PSICOLOGICO EN LAS PERSONAS QUE VIVEN O


TRABAJAN EN EL CENTRO DE LA EPIDEMIA
El impacto, la desesperanza y la urgencia en la cual la epidemia ha sumergido
al conjunto de la sociedad desde el inicio de su explosión, no ha permitido ver
hasta qué punto tendría consecuencias psicológicas y sociales, no solamente para
las personas afectadas sino también para su entorno, para los médicos, para los
voluntarios y, más globalmente, para todo el mundo incluidas aquellas personas
que le restan importancia o gravedad y niegan la necesidad de prevención.
Una pregunta de real importancia que no puede ser evitada es ¿Cómo sobrevivir
frente a un fenómeno que destruye a miles de personas?
W. Odets, psicoterapeuta de Berkeley (California) ha descubierto en un número
importante de sus pacientes que viven en la comunidad gay un síndrome que
él define como "la culpabilidad del sobreviviente". Viviendo en un espacio
comunitario donde aproximadamente la mitad de las personas son seropositivas
o enfermas, las personas seronegativas se ven confrontadas a una forma de
estrés post-traumático que perturba su vida afectiva, su vida social y sus formas
de apego emocional. Confrontadas a múltiples duelos, terminan por vivir en un
estado psíquico de duelo anticipado y experimentan un sentimiento de pérdida
frente al encuentro de una nueva pareja. Los procesos de duelo son inhibidos e
impedidos por los duelos múltiples y esto a menudo tiene como consecuencia una
inmensa culpabilidad frente a cualquier apego emocional nuevo y una activación
de la angustia de la pérdida: Para qué involucrarme con alguien a quien arriesgo
de perder? ¿Cómo puedo relacionarme con otra persona si aún no me separo
psíquicamente de mi amigo desaparecido? ¿Cómo evitar una nueva pérdida?
¿Cómo no sentirse invadido por el recuerdo de todos aquellos muertos cuando me
enamore de alguien?
En la medida en que las fases del proceso de duelo son perturbadas y donde
las desconexiones con el ser desaparecido no han podido realizarse, la
persona vive a menudo una situación psíquica en la cual depende todavía de la
persona desaparecida y se siente en la obligación de responder más o menos
inconscientemente a su deseo.
Lo que podría parecer como un proceso normal de duelo puede ser impedido,
por ejemplo, por un nuevo encuentro con una persona enferma, por el temor de
exponerse a su propia muerte al comenzar una nueva relación, por la eventualidad
de la muerte de una ex-pareja durante el período de duelo, por el encuentro con
una persona que a su vez está experimentando un duelo múltiple.
?

En su práctica, W. Odets observa una forma de culpabilidad no solamente por


haber sobrevivido sino que más bien por haber fracasado en la ayuda que se le
podía brindar. La persona se interroga ¿Por qué él y no yo? ¿Podría haber evitado
la contaminación por VIH a aquel amigo con el cual estuve en el liceo? ¿Podría
haberlo ayudado más durante la enfermedad? ¿Debiera haber estado más cerca
de él? ¿Por qué estuve ausente el día de su muerte? Esta culpabilidad puede ser
de tal intensidad que impide todo placer, felicidad, revelación de sí mismo.
Las personas voluntarias en las organizaciones se ven asimismo confrontadas a
las mismas dificultades, llevándolas incluso a emprender un trabajo militante
luego de un duelo, hecho que los mantiene expuestos a fenómenos cercanos
al duelo múltiple. Por otro lado, la lógica de proximidad de las organizaciones,
esencial para la calidad de sus servicios, produce a la larga cansancio psíquico en
las personas que ahí trabajan.
Así lo expresa Jean François (25 años) en un grupo de apoyo que nosotros mismos
desarrollamos: << llegué aquí después de la muerte de mi amigo y durante 5
años tuve la impresión de no haberme separado de él hasta el otro día donde
un voluntario de nuestra organización falleció y ahí de golpe me sentí agotado,
vacío. A partir de esta situación no consigo dormir y en mi vida privada no me
siento capaz de empezar nuevas relaciones ya que tengo miedo de encontrarme
con una persona seropositiva. Tengo la impresión que todos esos muertos me
impiden vivir. Me siento tan joven para pensar en esas cosas y quisiera comenzar
a vivir pero al mismo tiempo es difícil porque yo me veo como un testigo de algo
importante>>. Las personas voluntarias necesitan por lo tanto un apoyo específico
para poder desempeñar sus funciones esenciales en la lucha contra la epidemia y
continuar, además, su desarrollo personal.
De la misma manera, los profesionales de la salud se ven igualmente confrontados
al impacto psicológico de la epidemia que difiere del impacto de las otras
patologías, no solamente porque moviliza las defensas de los profesionales de la
salud contra la muerte, sino también porque su modo de transmisión sexual que
asocia la sexualidad a la muerte, los expone a una vulnerabilidad psíquica más
grande aún, que crea interrogantes en torno a sus propias certezas afectivas
concernientes al amor, la vida, la muerte, la sexualidad. El hecho de que los
profesionales de la salud estén expuestos en forma permanente a la muerte de
sus pacientes tiene una influencia desvitalizadora sobre ellos y los confronta
a un tipo de herida narcisista, que los obliga a renunciar a ideales de cura o de
reparación, conceptos incompatibles dada la realidad con la cual trabajan.
?

El lugar de la consejería en el test

La Organización Mundial de la Salud y la mayoría de los países del mundo


recomiendan que toda prescripción o toda acción voluntaria relativa al test sea
acompañada de consejería. En el umbral del segundo decenio de la epidemia, es
necesario discutir la diversidad de practicas en materia de acompañamiento del
test. Efectivamente, a la consejería se le asignan objetivos diferentes en función
de las opciones estratégicas y las orientaciones de salud pública. O bien cumple
una función de escucha, de información, de ayuda para la decisión, de orientación
de la persona con expectativas en materia de procesos de evolución y de cambios
personales. O bien cumple una función de incitación directa a la modificación de
los comportamientos, en este caso conlleva obligaciones y se desarrolla en una
marco centrado en el control sanitario.

Como lo hemos puntualizado reiteradamente en varios de nuestros artículos y


conferencias, la realización del test es una acción de alta incidencia psicológica:
ubica a la persona en situación de adquirir un conocimiento sobre ella misma
sin que pueda, sin embargo, manejar los efectos psíquicos y las consecuencias
en su vida personal. El conocimiento de su status serológico es una forma de
conocimiento de si que lo confronta de manera particular a la esfera de su vida
íntima llevándola a un status de sujeto biológico iniciado o no en sus capacidades
de ser viviente. A diferencia de otras patologías, la transmisibilidad al seno de la
infección por VIH separa a la persona de su intimidad para ubicarla en el seno de
la esfera pública y para llevarla a interrogarse definitivamente lo que constituye
el centro de su relación con los otros.

Los modos de transmisión de esta infección y sus formas de prevención tienen


de particular que exigen a la persona un tiempo de elaboración sobre lo que
constituye habitualmente lo impensado o lo indecible en la esfera de los
intercambios individuales o colectivos (contactos corporales, modos sexuales de
intercambio, representación de productos biológicos).

Esta actualización brutal de lo que constituye las modalidades de uso e


intercambio de los cuerpos requiere, por otro lado, un trabajo análogo a
una revelación en varias etapas: cuerpo percibido, cuerpo afectado, cuerpo
controlado. El "cuerpo ideal" de la prevención, en la medida que se presenta
como un cuerpo controlado lleva, a través de la prevención, a la persona afectada
a reconocer su vulnerabilidad y está a menudo al origen de reacciones de
impotencia, rabia, aversión o temores originados por el requerimiento o la
aceptación de la propuesta del test. Es ahí donde la consejería, tratando de
enlazar los afectos y las representaciones puede proponer un espacio psíquico
?

(aceptación, escucha, comprensión empática) a la vez tranquilizador (reducción


de miedos, de la ansiedad) y movilizador de una atención a otra que englobe al
sujeto que se bate a la vez con lo vivo y con lo que es posible vivir.

La fuerza de los afectos en juego en las acciones de detección, del lado del
actor de prevención y a su vez del cliente, requiere la implementación de una
estructura que asegure una función de "contención". Los temas evocados durante
las entrevistas antes del examen y durante la entrega de los resultados, en la
medida que operan asociaciones racionales entre la sexualidad, la muerte, el
riesgo, la sangre, la enfermedad, la temporalidad (plazo de seroconversión),
provocan un desorden emocional evidente que se traduce por una ansiedad
durante la espera de resultados, una inhibición (imposibilidad de comprender
el plazo de seroconversión), una indecisión (frente al examen), por emergencia
de conductas fóbicas (miedo a cualquier contacto), por un exceso de excitación
(sexualidad para luchar contra la angustia de la muerte), conductas a repetición
(multitests), conductas riesgosas (tomar riesgos durante la espera de resultados
o a partir del anuncio de resultados negativos).

En este sentido la entrevista que se desarrolla durante la notificación de


resultados es un momento resolutorio que permite a la persona reunificar lo que
la acción representada por el test y la prevención han partido y disociado.

A nivel de la práctica de la consejería, comprendemos de mejor manera la


importancia de las formas de acogida en los centros de detección sobre todo
porque el clima de acogida debe suplir el anonimato garantizado de la persona. La
organización material de la espera antes de las entrevistas o la toma de muestras
son elementos determinantes en la construcción de la relación de escucha.
La posibilidad de ver películas en video, la presencia informal o formal de un
ayudante en la sala de espera tienen que ver con la necesidad de implementar una
estructura que facilite la expresión.

La mayoría de las directrices de la consejería pre y post-test invitan al


practicante de consejería a tratar los siguientes puntos en el marco de una
acción voluntaria o de la proposición de prescripción del test.

Consejería pre-test

- Circunstancias de la toma de decisión para efectuar un test serológico en


este preciso momento de su vida.
- Evaluación de los conocimientos y niveles de percepción de la persona de los
modos de transmisión de la infección por VIH y de sus medios de prevención.
?

- Percepción subjetiva del riesgo.


- Toma de conocimiento por la persona sobre los procedimientos de detección.
- Impacto de la acción de detección en la vida y el entorno de la persona.
- Ventajas e inconvenientes de la detección.
- Anticipación de las emociones ligadas a los resultados.
- Toma de decisión.

Consejería post-test (entrevista durante la notificación de resultados)

- Evaluación de la comprensión de los resultados y entendimiento de sus


significados para la persona.
- En caso de resultados positivos, identificación de necesidades inmediatas de
la persona y de sus primeras inquietudes.
- En caso de resultados negativos, evaluación del impacto de los resultados en
la acción de prevención de la persona.
- En caso de resultados positivos, examen de las dificultades y de los temores
de la persona.
- Evaluación de las capacidades de apoyo del entorno.
- Informaciones sobre la prevención y la importancia de un seguimiento médico
precoz.
- Refuerzo y orientación eventual hacia un grupo de apoyo especifico.
- Organización inmediata de un apoyo concreto y personalizado para las horas y
días posteriores a la notificación de resultados.
- En caso de resultados negativos, evaluación de la vulnerabilidad de la persona
y de sus capacidades para adoptar una estrategia de reducción de riesgos.
- Tomar en cuenta los obstáculos y las capacidades de apoyo del entorno en
materia de prevención.
- Orientación eventual hacia un grupo de apoyo para personas seronegativas con
dificultades a nivel de la prevención.

Las necesidades específicas de las personas "afectadas" por la infección por


VIH.

La infección por VIH afecta al conjunto de la población, sin embargo para


su gestión y prevención es necesario tomar en cuenta algunas dimensiones
específicas como los tipos de edad, los estilos de vida, la pertenencia cultural,
la identidad y las orientaciones sexuales. Los practicantes de consejería deben
poder beneficiarse de formaciones específicas complementarias para poder
responder a los desafíos existenciales que representan el mantenimiento de
la salud y la calidad de vida de las personas confrontadas a la infección por
?

VIH. Por ejemplo, el ayudador, mas allá del sujeto abstracto de la prevención,
se dirige en su escucha a un sujeto concreto que posee una historia y que más
allá de los componentes universales abstractos, como ser humano, necesita
ser escuchado y acompañado por otra persona que la acepte y legitime en su
alteridad, sus diferencias, su estilo de vida, su pertenencia cultural, en resumen
en todo lo que la constituye como persona única y singular.

La consejería en la comunidad gay

Numerosos homosexuales han debido modificar sus comportamientos sexuales


y al hacer esto, se han encontrado confrontados a trastornos en su vida
afectiva a veces difícil de afrontar. Por otro lado, el descubrimiento de la
seropositividad funciona a menudo como un "coming out" y cuestiona la aceptación
para una persona seropositiva de su propia homosexualidad, confrontándola
repentinamente a una doble estigmatización: la de ser homosexual y la de ser
seropositivo. En el caso de parejas infectadas, los amigos y las familias ubican a
menudo a uno de los dos miembros de la pareja en posición de chivo expiatorio,
lo que produce efectos desestructuradores en la pareja en el mismo momento
en que los dos necesitan entregarse un apoyo mutuo. Además, en la medida en
que las relaciones homosexuales no son institucionalizadas, el duelo de la pareja
en una pareja homosexual no es válido para la sociedad. Representa entonces un
costo psíquico enorme para la persona en duelo no solamente confrontada a un
duelo que no es reconocido sino que en la mayoría de los casos debe permanecer
en secreto.

La consejería para niños infectados o afectados por la infección por VIH

La Organización Mundial de la salud estima que en el ano 2000 la infección por


VIH será la causa de diez millones de huérfanos en el mundo. Existe una carencia
crucial de servicios de consejería susceptibles de entregar una ayuda para los
niños afectados directamente o indirectamente por la epidemia. Terapeutas
especializados en el apoyo a niños víctimas de guerra pusieron en evidencia las
similitudes y las diferencias entre los efectos de la guerra y los de la infección
por VIH en los niños. Encontramos en los niños una intensa culpabilidad y una
experiencia dolorosa del secreto y del aislamiento. Confrontados a múltiples
pérdidas, son privados de su propia infancia a la cual se ven a menudo obligados a
renunciar para sobrevivir en un mundo de adultos que no les aseguran mas una
protección incondicional. Esto refuerza a menudo su tendencia a proteger a sus
padres y por este hecho, limita la expresión de sus propias necesidades
emocionales. Para los niños que pierden miembros de sus familias durante las
guerras étnicas o religiosas, la comunidad a menudo asegura una función de apoyo
?

a los niños sobrevivientes. Por el contrario, los niños confrontados a la muerte de


sus padres por efectos de la infección por VIH son conminados a una ausencia de
discurso social valorizando la muerte de sus padres. Estos niños no pueden
mantener una imagen idealizada de sus padres porque la mayoría del tiempo la
causa de su muerte no puede ser revelada en el medio en el cual deben continuar
viviendo. Por otro lado, la cronicidad de la enfermedad perturba el sentido de la
continuidad temporal en los niños. Las familias mismas se ven confrontadas a la
incertidumbre, a la culpabilidad, al miedo, a una intensa inquietud. Los episodios
crónicos les impiden asegurar una continuidad en su función parental y los
confrontan a la introducción de terceras personas en la relación parental, como
los médicos y los ayudadores que pueden ser percibidos como amenazas sobre
todo en las familias que temen perder la tutela de sus hijos. La estigmatización
social unida a la infección por VIH representa entonces un sobrecosto psíquico y
social que puede afectar el desarrollo de los niños y el mantenimiento del
equilibrio familiar. También estos deben beneficiarse de programas de
consejería accesibles y adaptados a sus necesidades específicas para evitar que
no sufran de una segunda epidemia: la epidemia de la indiferencia.

La consejería de prevención en las mujeres

Existen pocos servicios de consejería de prevención en el mundo orientado a


mujeres siendo que cerca del 50% de los adultos seropositivos en el mundo en
el año 2000 serán mujeres. Los modelos teóricos de prevención no toman en
cuenta la manera como la identidad de género, el status social de las mujeres y
sus roles afectan su grado de exposición sexual al riesgo y sus capacidades de
adoptar estrategias de reducción de riesgos. En la mayoría de los estudios sobre
los comportamientos sexuales se han desarrollado cuestionarios idénticos para
los hombres y para las mujeres en relación a la utilización de los preservativos
siendo que las estrategias de uso de éste requieren de un trabajo adicional de
las mujeres hacia los hombres que tienen relación sobre todo con la negociación.
Por otro lado, la relación sexual entre los hombres y las mujeres es también una
construcción social compleja que debe tomar en cuenta las representaciones que
determinan los modos que dicen relación con la masculinidad, la femineidad, el
placer, el goce, en resumen todos los componentes de la diferencia sexual.

Así, las mujeres están confrontadas a una ausencia de congruencia entre el


control ejercido sobre las imágenes externas de su cuerpo y la ausencia de
imagen e incluso de conocimiento de su cuerpo interior. Luego la prevención
supone una concientización de la parte no visible del cuerpo de las mujeres en
juego en su acceso al placer. Permitir a las mujeres acceder a la prevención
requiere de la implementación de espacios de escucha y de diálogo tomando en
?

cuenta los medios que las mujeres pueden disponer para ejercer un control sobre
su propio cuerpo. Esto es tan preocupante, que estudios psicológicos revelan que
el abuso sexual o el temor a la violencia constituyen uno de los obstáculos para
la adopción de estrategias de reducción de los riesgos (pérdida de capacidades
para protegerse). La medicalización del cuerpo de la mujer y su reducción a
funciones reproductoras que caracteriza el discurso dominante en educación no
preparan en nada a las adolescentes para cuidar ellas mismas su seguridad sexual
en el decenio a venir.

II. La consejería en las situaciones post-traumáticas

La incidencia de un síndrome post-traumático en la población general es, según


nuestros colegas ingleses, aproximadamente lo mismo que la esquizofrenia, es
decir afecta al 1% de la población. Para la mitad, estamos en presencia no de
un desorden temporal sino que de un síndrome crónico. Este síndrome ha sido
oficialmente reconocido en 1980 cuando la American Psychiatric Association
(APA) lo incluyo en su tercera edición del Manual Diagnostico y Estadístico de los
Desordenes Mentales (DSM 3).

Los criterios definidos para establecer el diagnóstico son los siguientes:

- Haber sido testigo o víctima de un perjuicio grave que ponga en juego la vida
de personas;
- Revivir la situación durante una regresión, alucinaciones, sueños nocturnos;
- Experimentar una angustia intensa en ocasión de fechas conmemorativas
del evento. Tener conductas reactivas incontrolables en las situaciones que
recuerdan determinados hechos;
- Tener conductas de evitación en relación a toda situación asociada al
traumatismo (perdida de emociones y sentimientos);
- Experimentar síntomas persistentes de excitación intensa como el insomnio,
la inestabilidad, estallidos de rabia, dificultades de concentración, una
hipervigilancia;
- Los síntomas deben haber persistido mas de un mes.

Toda persona que ha experimentado un peligro mortal modifica de hecho


su punto de vista sobre el mundo. El mundo le aparece como desprovisto de
seguridad y todo fenómeno natural llega a ser interpretado como un signo de
peligro. La imagen de si mismo cambia y, la mayoría del tiempo, la persona que ha
sido víctima de una catástrofe llega a sentirse impotente frente a peligros que
ella percibe. Esta pérdida de confianza en el mundo y en si mismo es el mayor
síntoma que encontramos en todas las personas que han sido confrontadas a
?

situaciones extremas. En el fondo, cada uno de nosotros vive en una ilusión de


invulnerabilidad y esta ilusión es la piedra de tope de nuestra salud mental: ella
nos protege de la ansiedad y del estrés.
Para las personas confrontadas a una situación traumática, la ilusión de seguridad
desaparece y, al desaparecer, da lugar al surgimiento de temores, ansiedades y
angustias repetitivas. El desastre puede surgir nuevamente en cualquier momento
y sorprenderlos en su impotencia.

Las representaciones comunes del mundo ponen el acento en el hecho que los
eventos que aparecen en el mundo tienen un sentido y que la desgracia puede ser
evitada si sabemos adoptar un cierto número de precauciones. Para las "víctimas"
de situaciones extremas, estas representaciones comunes no funcionan más. Es
sobre esto que las personas confrontadas a un peligro real habían fundado la
renovación cotidiana de su existencia y la concretización de sus proyectos se
derrumba y da lugar a preguntas sin respuesta, como: ¿por qué sucedió? ¿qué
me ha sucedido? ¿por qué me tuvo que pasar a mí? Plantearse estas preguntas
en un momento donde la imagen de si mismo está en parte deteriorada crea un
sentimiento de impotencia, de debilidad, de inutilidad y devuelve una imagen de si
mismo herida o mutilada.

Para poder funcionar nuevamente según sus capacidades, la persona


víctima necesita integrar su experiencia traumática en un nuevo orden de
representaciones del mundo y elaborar una nueva imagen de si misma. El rol del
entorno en este proceso de rehabilitación es fundamental sobre todo porque el
entorno de una persona que ha vivido una catástrofe es a menudo debilitado por
la sencilla razón que, frente a la catástrofe, necesita mantener la ilusión de su
propia invulnerabilidad.

El entorno tiene a menudo tendencia a rehuir el contacto con la persona víctima


de la catástrofe. En reiteradas ocasiones, las víctimas terminan incluso por ser
consideradas como responsables en parte o totalmente de lo que les ha sucedido.

Es evidente que si un apoyo afectivo es entregado inmediatamente por el entorno


cercano de la víctima, los efectos desorganizadores son reducidos en la mayoría,
mas aún si la persona puede expresarse libremente sobre lo sucedido. En su
lugar, la consejería cumple esta función de escucha y de apoyo, a condición
de que el practicante de consejería sepa aprehender la complejidad de este
tipo de situación. Formados tradicionalmente con un enfoque del traumatismo
post-golpe y más familiarizados con el trauma infantil que el trauma adulto, los
psicoterapeutas se ven a menudo desprovistos frente a este tipo de intervención.
?

Tipo de entrevista durante un síndrome post-traumático agudo

Los practicantes de consejería que reciben personas en las primeras semanas


siguientes al traumatismo deberían utilizar un modelo de intervención en crisis.
La persona que interviene en situación de crisis a menudo ve a la persona sólo una
vez. Ella asegura un rol de apoyo inmediato, de información y de orientación.

La entrevista gira en torno a las siguientes cuatro grandes preguntas :

a. ¿Qué me paso? La persona no puede forzosamente describir con exactitud


lo que le ha pasado: en ciertos casos, sobre todo en caso de violación puede
entregar una descripción suavizada y omitir elementos de la situación. Este modo
de presentación es una forma de protección temporal que tiene por función
proteger a la persona del horror de la situación a fin de permitirle mas adelante
su asimilación progresiva. En esta situación la persona que ayuda puede ser un
auxiliar eficaz e intervenir, en pro de la persona y con su acuerdo, frente a las
autoridades legales que lo agobian con tantos detalles. Una segunda entrevista
debe ser propuesta al término de las acciones administrativas de la persona para
ofrecerle un espacio psíquico de reconstrucción de sus representaciones.

b. ¿Qué me pasará? Se observa en la mayoría de las personas expuestas a


un fenómeno traumático una desaparición espontanea de los trastornos al cabo
de tres meses. La persona que interviene debe preocuparse durante la primera
entrevista de detectar al 40% de las personas que requieren un tratamiento a
largo plazo cuyos trastornos persistirán e incluso se agravaran con el tiempo.

Tres elementos deben ser tomados en cuanta para evaluar el nivel de


vulnerabilidad de las personas expuestas a un evento traumático: el grado, la
intensidad o el nivel de exposición, la preexistencia de los trastornos o de los
desordenes de la personalidad, la historia familiar.

Por otro lado, se deben considerar dos elementos para evaluar las capacidades
de autoprotección de la persona: la manera como la persona ha reaccionado y el
apoyo entregado por su entorno en el tiempo inmediato después de la situación.

Por ejemplo, Gleser llegó a la conclusión que, el mejor predictor del riesgo de
exposición a un desorden patológico era la incapacidad de las víctimas de la
inundación de Buffalo Creej de reparar y volver a pintar sus casas y entregar una
?

ayuda a los otros. Una persona que no se beneficia de un entorno afectivo sólido
es más vulnerable que otra enfrentada a efectos traumáticos.

c) ¿Qué pasará si no mejoro? Esta pregunta revela otra: la de la capacidad de


proyectarse bajo una nueva forma en el futuro. La persona necesita reconstruir
un puente entre el pasado y el futuro. Por último, prever el futuro, incluso
experimentando un sentimiento de impotencia y de desconcierto, es un primer
paso para la persona en el ejercicio de sus capacidades para proyectarse al
futuro. Es la ocasión igualmente para el practicante de consejería de informar a
la persona sobre los recursos existentes en materia de seguimiento.

d) ¿Soy normal? En la medida en que la persona al término de una situación


traumática modifica su punto de vista habitual sobre las cosas, llega a modificar
rutinas de su vida cotidiana llegando incluso a ser invadida por sentimientos
poco conocidos por ella, como por ejemplo, una irritabilidad reiterada, un miedo
inapropiado en situaciones banales.

La desaparición o disminución de estas reacciones puede estar al origen de una


interrogación de la persona sobre su normalidad.

El ayudador tiene una función importante que cumplir cuando surge esta
pregunta: valida los sentimientos que la persona experimenta, lo ayuda a
enraizarce en el mundo físico y concreto de la vida cotidiana y asegura la función
de para-excitación.

III. La consejería en refugiados y víctimas de guerra, de tortura y


represión

Militar por la implementación de centros de consejería para los refugiados


políticos y las personas en espera de asilo, en un momento en que en la mayoría
de los países, sobre todo de Europa, las políticas de inmigración se vuelven
restrictivas, podrá parecer impertinente. Por otro lado, atraer la atención
sobre el impacto traumático de los fenómenos de negación en el espacio
transgeneracional, en una época donde vemos surgir por todas partes las brechas
del negacionismo, tanto a propósito del holocausto judío como, recientemente, a
propósito del genocidio armenio, podrá ser considerado como una provocación.

Lo que los psicólogos pueden tratar de hacer entender es que el negacionismo


tiene efectos nocivos a nivel individual y colectivo. En efecto, si se considera
la dinámica de la memoria perenne a través de generaciones, la alternancia,
incluso la dosificación dolorosa y sutil entre el olvido, la negación y la reparación,
?

pueden ser brutalmente quebrados y reducidos a nada si la negación se introduce


durante una generación que se encuentra entonces trastornada y profundamente
herida en su proceso de duelo que ya es difícil de llevar porque se desarrolla a
menudo en condiciones particulares.

Por otro lado, la ausencia de sepulturas, la imposibilidad de realizar ritos


funerarios, la destrucción violenta o la desaparición de los cuerpos, desorganizan
en si los procesos individuales y comunitarios de duelos frente a los cuales ningún
tipo de conmemoración u homenaje fúnebre puede suplir, aunque estos últimos
sean importantes en el sentido que aseguran una función de validación de la pena
y del dolor.

Tipo de entrevista

Este tipo de consejería está orientada a prevenir los desórdenes psíquicos


graves inevitablemente consecuentes a la situación de los refugiados o de las
víctimas de guerra, de tortura o de represión. Se trata de ayudar a la persona
a reestructurar su mundo integrando los eventos traumáticos que ha tenido que
afrontar y esto a su propio ritmo.

El diagnóstico, desde las primeras entrevistas, está orientado a :

- Describir las grandes etapas de desarrollo de la persona;


- Reinscribir los eventos traumáticos en la evolución psicoafectiva de la
persona;
- Evaluar los mecanismos de defensa y definir los que han sido utilizados para
afrontar el trauma;
- Evaluar los niveles de destrucción de los lazos familiares;
- Explorar las relaciones entre la cultura de origen y la cultura de acogida;
- Evaluar las capacidades de la persona para afrontar las dificultades en su
situación actual;
- Definir sus necesidades inmediatas y poner a su disposición todos los
recursos concretos existentes.

Este primer diagnóstico va a permitir al consejero evaluar si la persona puede


volver a evocar sin peligro lo que pasó por ella y ver en quien de su entorno puede
apoyarse para compartir su vida y su historia.

Las técnicas utilizadas


?

a) El método del testimonio. Este método se compone de 12 a 15 sesiones


en promedio, se desarrolla de manera individual o en pequeños grupos. Se
complementa a menudo con otros enfoques, poniendo el acento, en función de
las sesiones, en la vida cotidiana del refugiado y centrándose en los eventos
dominantes y las emociones en juego, esto con el fin de aliviar un poco el
aparato psíquico del cliente de los excesos de emociones y de respetar sus
capacidades de elaboración psíquica.

El testimonio permite la integración emocional de las experiencias vividas.


Como Mollica19 (Nota) lo ha establecido luego de sus trabajos realizados con
los refugiados de Indochina en los Estados Unidos, "cuando el paciente está
preparado para contar su historia, el relato comienza a dar forma a nuevas
posibilidades... La interpretación anterior de su historia, como una pérdida de
control sin esperanza, se modifica. El relato comienza a dar una flexibilidad a lo
que se había vuelto rígido con el tiempo". Es el turno del practicante de permitir
a su cliente de establecer una relación entre una historia sin esperanza y una
nueva historia movida por la sobrevivencia y la rehabilitación.

En este sentido el testimonio puede ser considerado como "una experiencia


emocional correctora". De Wind 20 (1970) insiste sobre la exactitud de esta
expresión revelando hasta que punto es una experiencia emocional de alta
intensidad para una persona traumatizada el darse cuenta que otra persona
puede comprender sus angustias y sus pensamientos sin ser rechazada o alejada.

La mayoría del tiempo, la persona traumatizada tiene temor a ser desbordada


por sus rabias y el hecho de descubrir que al evocar su historia, puede no ser
desbordada por el miedo y la angustia, es en sí misma una experiencia correctora.

La única dificultad que representa para el practicante de consejería es de


encontrar para él la buena posición psíquica ya que el testimonio lo pone de alguna
manera en lugar de testigo de horrores vividos, de crímenes cometidos, de
violencias insostenibles perpetradas en la persona de su cliente.

b) La transferencia y la contra-transferencia. Si la situación de ayuda


constituye por si misma el instrumento de mayor apoyo que puede ser
aportado a la persona, esta no es evidente ya que revela un conjunto de
reacciones vivas donde el darse cuenta constituye el centro mismo del
proceso de consejería.

19 R. F. Mollica, Post-Traumatic Therapy and Victims of Violence, Mew York, Bruner Mazel, 1987, p. 295-314.
20 E. De Wind, Psychotherapie van vervolgden, Inval, 1970, p.99-107.
?

Por un lado, el cliente al ser invitado a expresarse en relación a sus experiencias


traumáticas puede culpar al ayudador de haber reactivado los sufrimientos
profundos escondidos en el fondo de si mismo. Puede también sentirse objeto de
una "segunda tortura". La persona que quiere confiar alguna cosa que le ha pasado
puede pensar que el horror es tal que el ayudador no le creerá. Si efectivamente
tal es el caso, como lo muestran todas las terapias conducidas en personas que
han sobrevivido a genocidios, tortura, represión, la negación de la realidad por
parte del terapeuta causa al cliente, que realiza un intento de solicitud de ayuda
un perjuicio adicional.

Por otro lado, el ayudador puede sentirse culpable de provocar tales sufrimientos
a su cliente. Puede sentirse culpable del asentimiento silencioso del país al que
pertenece frente a la existencia de torturas totalmente reprobables. Puede
sentirse horrorizado de lo que el refugiado le confía y verse confrontado a los
límites de su capacidad de escucha. El sentimiento de impotencia del ayudador
puede transformarse en rechazo pasivo a su cliente.

En este sentido, numerosos autores anglosajones llaman la atención sobre las


dificultades contra-transferenciales específicas encontradas por los terapeutas.
No es raro que estos terapeutas en contacto prolongado con las víctimas de
situaciones traumáticas manifiestan ellos mismos síntomas como pesadillas,
recuerdos intrusos, evitación de ciertas situaciones, la puesta en duda de
valores ligados a su vida o a su función de ayudador, incluso depresión o desgaste
profesional (burn-out). En efecto ¿cómo continuar viviendo y pensando como
antes cuando se está confrontado cotidianamente a través de sus clientes
a formas supremas de injusticia y represión, a formas límites de crueldad y
de violencia, a situaciones tan extremas que sobrepasan los umbrales de lo
humanamente aceptable?

Uno de los primeros efectos sobre el ayudador es la emergencia de un


sentimiento de impotencia en relación a sus clientes. Este sentimiento se expresa
a menudo por la impresión de no disponer de ningún medio válido para ayudar
a la persona que esta frente a él. Pero al experimentar este sentimiento, no
disponiendo el ayudador de ningún espacio psíquico para elaborar lo que siente,
arriesga, y esto se observa a menudo, a abandonar a su cliente, a tomar distancia
en relación a él y a considerarlo como un "cliente intratable" por quien nadie
puede hacer nada. Esta situación, por supuesto, es altamente perjudicial para la
persona que, al venir a pedir ayuda, se ve rechazada y herida por segunda vez
precisamente por lo que venía a tratar de descubrir.
?

Los elementos contra-transferenciales son tales que, a menudo, el practicante


de la relación de ayuda va a esconderlos y tratar de alejarlos para protegerse
en desmedro de la relación terapéutica. Experimentando un sentimiento de rabia
o impotencia, sintiéndose al borde de las lágrimas o de la melancolía pesimista,
estando invadido del miedo o arriesgando sentirse amenazado, el ayudador
puede encontrarse afectado gravemente en sus cimientos narcisistas y sus
capacidades, si no dispone por si mismo de un conjunto de medios para enfrentar
las dificultades con las que se enfrenta.

Tales encuentros terapéuticos exigen una adaptación de los métodos de trabajo


en situaciones particulares engendradas por el hecho de estar a cargo de
personas que aun son expuestas al terror, a amenazas, privadas de sus derechos
y cuidados.

El desesperado llamado del desamparo de las personas refugiadas políticas


puede desencadenar en el terapeuta impulsos tales como tomar en sus brazos
al cliente, llorar, en resumen, un conjunto de actitudes no codificadas a priori
como profesionales. Aun en ese caso si el terapeuta puede traspasar y aceptar
elaborar en relación a lo que esto ha abierto en él, él puede aceptándose a si
mismo extender sus capacidades hasta la aceptación de la angustia misma de
su cliente. Una vez logrado este primer paso de la aceptación, el cliente a su
vez puede también encontrar las capacidades para responder a sus propias
necesidades en caso de angustia activa.

IV. La consejería en niños hijos de refugiados y niños víctimas de


experiencias traumáticas

Un estudio danés relativo a 85 niños chilenos cuyos padres fueron arrestados


y torturados antes del exilio (Cohn, 1982) revela que la mayoría de ellos sufren
trastornos psicológicos y sobre todo son objeto de temores y miedos crónicos.
Reaccionan de manera anormal frente a ruidos de sirenas, voces fuertes,
sonidos de armas en la televisión. Sufren insomnios, tienen pesadillas, se vuelven
enuréticos, tienen dificultades de concentración y de memorización. La ausencia
o desaparición de uno de los padres como consecuencia de la violencia política,
provoca en el niño la pérdida de su sentimiento de seguridad, sobre todo,
tomando en cuenta que el padre que ha sobrevivido está él mismo afectado por
su propio proceso de duelo y sus propias emociones. Esto no siempre le permite
cuidar a sus hijos como él quisiera. A diferencia de los adultos víctimas de
imágenes y recuerdos intrusos durante sus actividades, los niños son invadidos
por imágenes intrusas en sus momentos de calma o de esparcimiento, como lo ha
observado Terr en numerosos niños expuestos a explosiones nucleares, desastres
?

naturales, guerra o muerte de uno de sus padres. Para enfrentar la irrupción de


tales fenómenos psíquicos se reducen a una hipervigilancia, a una hiperactividad,
tratando, por todos los medios, de evitar todo estado o actividad que favorezca
la calma o el ocio.

Los niños que han sido confrontados a una situación traumática no predecible
reaccionan al shock causado de una manera específica de racionalización
secundaria, observada por Terr (1983). Este, habiendo mantenido un seguimiento
durante 5 años a 26 niños implicados en el secuestro de un autobús escolar, notó
que 19 niños creían, a posteriori, haber sido informados por signos anticipatorios
sobre el evento. Cinco de ellos reprochaban incluso a sus padres de no haber
tomado en cuenta estos signos. Diez niños pensaban ser capaces a partir de ese
momento de predecir el futuro y ocho pensaban que sus sueños tenían un valor
predictivo. Terr explica la relación de los niños con la predicción de la siguiente
forma: los niños que han sido expuestos a una situación espantosa que los vuelve
impotentes tratan más tarde de volver estas experiencias controlables.

Las reacciones de los niños al término de una experiencia traumática se


extienden en un tiempo tres veces mas largo que los adultos. Yule y Williams
(1989) observaron trastornos psicológicos en la mayoría de los niños mas de
un año después del accidente del ferry de la Herald of Free Enterprise. Es
importante pensar en integrar a los niños en programas de consejería post-
traumática ya que sobre todo los padres niegan a menudo sus reacciones
emocionales y tienden a querer excluirlos no solamente de los ritos funerarios
sino también de todos los protocolos incluidos los procedimientos administrativos
relacionados con el siniestro, pensando así protegerlos.

Los niños del Holocausto

Bruno Bettelheim describió el trauma específico que debieron sufrir los niños cuyos
padres fueron víctimas del holocausto.

"Estos niños....jamás han recibido la prueba tangible de la muerte de sus padres: no había
cuerpo para enterrar, no había tumba que visitar. No había un ritual que marcara el inicio
del duelo, no era posible organizarlo de acuerdo a la tradición" 21.
Los niños del holocausto, en la medida que no conocen la fecha de muerte de sus padres,
incluso la certeza de su muerte, se ven confrontados a lo que podemos llamar un duelo
sin límite.
La situación de estos niños es diferente a la de otros niños huérfanos o víctimas de
catástrofes naturales en la medida en que el cuerpo social no los apoya en sus duelos.
Peor aún, estos niños terminan por descubrir tarde o temprano que las instancias
sociales que debieran haberlos protegido y salvaguardado su sobrevivencia, como en los
21 B. Bettelheim, Le poids d' une vie, Paris, Robert Laffont.
?

casos de cualquier tipo de catástrofe, han sido en cierta forma cómplices en modo activo
o pasivo de la muerte de sus padres.

Durante las terapias, descubren que ellos también estaban condenados a muerte y que
su sobrevivencia se la deben a ellos mismos o a las personas que intentaron esconderlos
corriendo sus propios riesgos y peligros.

Es difícil para estos niños, incluso una vez adultos, llorar la muerte de sus padres sin
que tengan que revivir su propio riesgo de muerte del cual pudieron escapar. A menudo
el rechazo de las emociones toma ventaja sobre la tristeza ya que esta sería demasiado
desestructuradora.

El 16 de enero de 1995, France 2 (radio) durante un programa sobre este tema


entrevistaba al Dr. Klafter sobre la implementación de una línea verde y de un servicio
de consejería en el Amcha Center en Israel.

Este revelaba la extensión del trauma hasta los niños de la segunda generación, los que
sufren trastornos post-traumáticos. La apertura de una línea verde ha revelado hasta
que punto numerosas personas sufren aún a causa del holocausto y los responsables
del centro se han visto sobrepasados por las numerosas llamadas por lo que temen
actualmente no poder responder a todas las necesidades de los consultantes.

V. La consejería en las mujeres

En los países anglosajones, existe una importante corriente feminista en el


campo de la consejería y cada obra teórica o práctica sobre la consejería
consagra siempre un capítulo a la consejería para las mujeres.

La corriente feminista en la consejería

Jocelyn Chaplin 22 definió esta corriente como la portadora de un profundo


cambio en la sociedad. La consejería feminista está orientada a "preparar a los
hombres y a las mujeres para una sociedad que aun no existe; una sociedad en la
cual los valores calificados de femeninos, como las maneras de pensar, serían tan
valorizados como los valores calificados de masculinos".

La consejería feminista se opone al modelo jerárquico predominante en los


modos de pensamiento. A nivel psicológico, se opone a una representación del
ser humano dividido donde una parte de él mismo debiera necesariamente tomar
ventaja sobre la otra, como por ejemplo, la parte fuerte sobre la parte débil, la
parte sana sobre la parte enferma, la parte masculina sobre la femenina, la parte
activa sobre la inactiva, la parte clara sobre la sombría, la parte que logra sobre

22 J. Chaplin, Feminist counseling action, Londres, Sage Publications, 1988.


?

la parte que fracasa.

Las mujeres sufren, incluidas las que triunfan sobre el plano social y económico,
el impacto de lo que ellas interiorizan como un "status de segunda clase".

La consejería feminista en práctica

Si la mayoría de los hombres satisfacen sus necesidades de dependencia en las


relaciones que establecen con su madre, sus esposas, sus amigas, sus hermanas,
las cuales espontáneamente cumplen la mayoría del tiempo en relación a ellos
funciones de maternidad y asistencia alimenticia, las mujeres, por su lado,
no tienen el equivalente de estas satisfacciones en las relaciones que ellas
establecen con su entorno. Ellas están obligadas a automaternarse solas y
ocuparse de los otros. Si se preocupan demasiado de sus necesidades, se ven
acusadas de tendencias narcisistas.

Una visión feminista del mundo

En la medida que las estructuras patriarcales dominan nuestras sociedades, la


consejería feminista esta limitada en su eficacia. En una sociedad jerarquizada
en el plano económico, donde las mujeres ocupan la parte baja de la pirámide,
¿cómo ayudarlas a lograr su independencia?

Por el contrario, podemos considerar que la mayoría de las actitudes neuróticas,


son el equivalente de las estrategias de sobrevivencia en una sociedad enferma.
Y la neurosis afecta tanto o más a las mujeres que sus fuerzas son etiquetadas
como debilidades por la sociedad patriarcal. Estas están obligadas a controlar
una doble esquizofrenia. Deben ser fuertes y mostrar fuerza en una sociedad
que asocia la femineidad con la pasividad y la fragilidad.

Los temas claves a explorar en la práctica

Estar en situación de control o en un caos total. Tomando como imagen a


la sociedad donde las clases superiores controlan las masas no-organizadas,
nuestras almas deberían controlar nuestros cuerpos definidos como objetos
inferiores. El aspecto exterior de las mujeres se ha convertido en la fuente
mayor de la imagen de si misma y un determinante mayor de su identidad. Ellas
están obligadas a ejercer en permanencia un severo control sobre su cuerpo
hasta llegar a ignorar las necesidades fundamentales.
?

Desde que ellas pierden el control de su cuerpo, se encuentran en un caos


completo en el que se encuentran totalmente cortadas de sus emociones
corporales. Sólo un trabajo de apoyo puede volver a enseñarles a estar a la
escucha de sus necesidades fundamentales a menudo sacrificadas en función de
las necesidades de imagen en una sociedad donde su identidad esta dada por sus
cuerpos.

Dependencia e independencia. Nosotros tenemos necesidad de ser


dependientes en ciertos momentos e independientes en otros, pero en la medida
en que la sociedad hace de la dependencia un valor inferior y la asocia al universo
femenino, esta es considerada como una debilidad grave.

Los hombres viven su dependencia en las relaciones que establecen con su


madre y su esposa y son así capaces de no mostrar debilidad alguna en el mundo
exterior. Por el otro lado, se les enseña a las mujeres a sacar partido de esta
dependencia, a tal punto, que a menudo el único poder que ellas autorizan es
aquel de los cuidados maternales y domésticos. Así, jugando el rol de cuidadoras
todo el tiempo, sus necesidades de niñita no son nunca satisfechas, mas aún son
rechazadas por ellas mismas.

Dependientes de los otros por su seguridad y propia estima, las mujeres sufren
por la organización social que dividió a sus miembros constituyéndose dos grupos,
el grupo de los productores y el grupo de los dependientes. Todo deseo de
independencia de la mujer es acompañado del temor a ser rechazada por su
entorno y requiere para su realización de un acompañamiento específico.

Potencia e impotencia. Todo sentimiento de impotencia nos lleva a los miedos


de la primera infancia, período en el cual éramos muy dependientes y no podíamos
controlar ni a nuestros padres, ni nuestros propios deseos, ni nuestros miedos.
Para luchar contra esos miedos y sentimientos de impotencia, en general se
utilizan todo tipo de estrategias, como la que consiste en estar siempre en
situación de control. Desgraciadamente, en nuestras sociedades jerarquizadas,
numerosas personas terminan por pensar que la única manera de sentirse
poderoso es teniendo el poder sobre los otros. Se ponen a controlar a los otros
para sentirse bien. Experimentar y aceptar la impotencia es a menudo el primer
paso hacia una reintegración sana de los lados opuestos existentes en nosotros
mismos.

Perfección y sentimiento de nulidad. En el mismo orden de ideas, muchas


personas piensan que deben estar siempre en su "punto mas alto" sino son "nulas".
De esta forma debemos siempre ganar a cualquier precio. La búsqueda de la
?

perfección es de un costo psíquico devastador para millones de hombres y


mujeres. Tras el orgulloso éxito, se esconde el terror al fracaso. El lado de la
perfección es explotado por la industria publicitaria y valorizado por la esfera
material. Debemos tener todo perfecto: la pareja, la familia, el auto, los niños,
el trabajo. Esta búsqueda monolítica deja tras ella vagones de decepción, de
insatisfacción, de sentimientos de desadaptación.

El modelo feminista alternativo no critica el éxito y la excelencia pero solamente


los considera como uno de los objetivos de la vida, insuficientes por si solos.

Identificar y comprender los opuestos. El proceso de consejería consiste en


identificar todos los temas precedentes y en ayudar a la persona a descubrir las
grandes oposiciones sobre las cuales ella se ha estructurado y las formas como
ella ha organizado su vida en torno a ella. Por ejemplo, si el tema de la potencia
es esencial en la vida de una persona, la tendencia en su vida puede tomar la
forma de una oscilación entre los sentimientos de omnipotencia lo que hace que
en su cabeza todo se pase bien y en su cuerpo todo revele las huellas de un niño
aterrorizado y vulnerable.

Para otra persona, la tendencia consiste en vivir en permanencia bajo la doble


dominación de un padre controlador y de un niño que a menudo toma el control de
si mismo.

Para muchas mujeres, las primeras fases de consejería consisten en tratar de


encontrar lo que quieren realmente, lo que realmente sienten y lo que realmente
necesitan.

En la medida en que todas las funciones ligadas a lo maternal no tienen ningún


valor ni reconocimiento social en las sociedades occidentales que privilegian los
valores masculinos, los terapeutas son cada vez más confrontados a individuos
que no poseen ninguna seguridad de base y se comportan como niños sin madre
incapaces de protegerse, de estar en contacto con sus necesidades profundas,
de replantearse, siempre carentes e insatisfechos.
?

CAPITULO V

LAS FORMACIONES EN CONSEJERIA

La historia de la formación de los practicantes de consejería se relaciona con


la de su evolución, de su profesionalización y la extensión de sus campos de
aplicación.

I. Las formaciones extensas

1. La formación de los consejeros en EEUU

En 1913, nace la primera Asociación de Consejería en Michigan, presidida


por Frank Leavitt de la Universidad de Chicago. Vemos luego surgir varias
asociaciones en la mayoría de los estados que finalmente van a agruparse, en
1951, para formar el APGA (American Personnel and Guidance Association).
Esta asociación se propone como objetivo la promoción de la práctica de la
consejería, el establecimiento de un nivel académico y científico, la conducción
de investigaciones, estudios y publicaciones, el reconocimiento profesional de la
consejería y la formación de practicantes.

El APGA se dota de un Boletín de Información, que se publica siete veces al año


en que informa a sus miembros sobre los avances prácticos y publica la lista de
puestos ofrecidos, así como la creación de nuevos servicios.

En 1953, el American Psychological Association (APA) transforma la division


17, inicialmente titulada Division of Counseling and Guidance, en Division of
Counseling Psychology.

Esta División agrupa a más de 1500 miembros y representa una de las divisiones
más importantes del APA. Las formaciones iniciales se multiplican: en 1966 más
de 5500 practicantes habrán sido formados, en dos años completos, nada más
que para la enseñanza secundaria. Al mismo momento (1965), vemos aparecer
formaciones cortas, de 8 y 10 semanas, para profesionales que deseen practicar
la consejería dentro o fuera del marco de sus funciones con jóvenes desertores
del sistema escolar.
?

Es así, como actualmente, algunos profesionales ocuparán una doble posición,


como por ejemplo ser profesor, enfermera, trabajador social y consejero, en la
institución de la cual dependen o bien al exterior, en el seno de instituciones u
organizaciones de tipo caritativo.

Este estado ubicará al consejero en una difícil posición y lo confrontará a


contradicciones. Por ejemplo, la práctica de la consejería es difícil al interior de
un servicio público, ya que el practicante depende de una autoridad que es quien
define su función y al mismo tiempo él defiende un ideal de dignidad, de valor, de
independencia que, algunas veces, juega totalmente en contra de los valores de
sometimiento de los individuos propios a su funcionamiento institucional.

Los programas de formación de los consejeros

La formación de los consejeros es un proceso interdisciplinario que considera


a nivel académico varias disciplinas. Es la razón por la cual, fuera de las
asociaciones que agrupan consejeros proponiendo ellas mismas una formación,
esta puede ser muy bien entregada por las universidades en los departamentos
de psicología, de ciencias de la educación o de trabajo social. La mayoría de las
formaciones académicas son impartidas por las universidades.

Numerosas organizaciones han establecido criterios a considerar en los


programas de formación en consejería. Encontramos entre estas organizaciones
la American Association for Counceling and Development (AACD), la American
Association of Marriage and Family Therapists, la American Association of
Pastoral Councelors, la American Health Councelors Association, la American
Psychological Association and National of Social Workers.

Cada una de estas asociaciones desarrolla sus propios cursos aun si se utiliza
una base común. La American Association of Counceling and Development es,
sin embargo, el modelo de referencia para la formación de la mayoría de los
consejeros.

Presentamos aquí el contenido de la formación standard que esta asociación preconiza. El


curriculum esta dividido en dos secciones: un tronco común y secciones especializadas en
función del campo de aplicación al cual es destinado el futuro practicante. 23

Tronco común

23Leroy G. Baruth et Edward H. Robinson, An introduction to the counseling profession, Englewood Cliffs, NJ,
Prentice-Hall, 1987.
?

El conocimiento y el desarrollo de la persona: Estudios y comprensión general de la


naturaleza y las necesidades de los individuos en cada fase de desarrollo (enfoque
psicológico, sociológico y fisiológico); El comportamiento humano; las teorías de la
personalidad; Las teorías del aprendizaje.

Fundamentos sociales y culturales

El cambio; Los grupos étnicos; Las subculturas; Los roles sexuales; El sexismo; Las
sociedades rurales y urbanas; Las costumbres culturales; Las formas de diversión; Los
estilos de vida; Contribución de las ciencias del comportamiento, de la economía y de las
ciencias políticas.

La relación de ayuda

Los fundamentos filosóficos de la relación de ayuda; Teoría de la Consejería; Practica


de supervisión y aplicación; Teoría de la consulta; Desarrollo personal del consejero;
Conciencia de si mismo y comprensión del Yo del cliente.

Los grupos

Teorías y tipos de grupo; Estilos de animación y métodos; Dinámica de grupos;


Supervisión.

Los estilos de vida y la orientación profesional

Teoría de la orientación profesional; Relación entre elección profesional y estilo de vida;


Enfoque de los procesos de ayuda en la decisión; Técnica de exploración del desarrollo
profesional.

Apreciación de la persona

Modo de comprensión de la persona; Técnica de rescate de datos, análisis e


interpretación; El método de casos; Estudio de las diferencias sexuales, culturales, de
identidad.

Investigación y Evaluación

Sensibilización a los métodos de investigación; Derecho y ética de la investigación en


ciencias humanas; Definición y evaluación de los objetivos de investigación.

Orientación profesional

Metas y objetivos de las organizaciones profesionales; Deontologías profesionales,


diplomas, código ético, criterios de reclutamiento; Rol e identidad de los consejeros.
?

2. La formación de los practicantes de consejería en Gran Bretaña

Hasta enero de 1985, su formación era impartida por formadores que no


eran consejeros sino más bien psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales,
psicoanalistas. Tenían entonces la tendencia a desarrollar modelos de formación
calcados en su experiencia e identidad profesional. Según Dryden, los psicólogos
y psicoanalistas reforzaban a menudo el prejuicio negativo existente en relación
a la consejería considerada como una práctica doméstica de segunda categoría.
Felizmente, la invitación a participar a grandes figuras de las corrientes
americanas aportó sólidas contribuciones en las universidades inglesas y les
sirvió a algunos estudiantes que siguieron su formación para transformarse en
pioneros en la práctica y la formación.

Fuera de las universidades la mayoría de los centros dedicados a este tipo de


formación eran los centros de consejo conyugal y las fundaciones pastorales.
De la misma manera, en enero de 1985, la asociación inglesa de consejería
implementa un grupo de trabajo esencialmente consagrado a la formación.
Esta asociación reunió a las organizaciones que entregaban la mayor cantidad
de formaciones y les solicitó, a pesar de su diversidad, redactar en conjunto,
una serie de recomendaciones relativas a los principios de una formación
en consejería. En 1988, fueron establecidos los principios de base de toda
formación solicitando el reconocimiento oficial a la asociación inglesa de
consejería: el trabajo sobre si mismo, la práctica directa con clientes
acompañada de una supervisión, la adquisición de técnicas de consejería y un
trabajo académico personal.

Un ejemplo de curso de formación en consejería centrado en la persona

Se trata de un curso propuesto por el Instituto del Desarrollo Personal (Facilitator


Development Institute)24

La formación se desarrolla a tiempo parcial en dos años y medio y comprende seis


semanas en residencia, 8 horas mensuales de trabajo de supervisión en pequeños
grupos y un trabajo de supervisión individual o de terapia personal de cincuenta
horas repartidas en el conjunto de la formación. Desde el inicio de la formación, los
participantes deben encontrar por si mismos un lugar de práctica o de ejercicio de la
formación que les permita trabajar con tres clientes.

El acceso a la formación se logra al término de una selección que comprende un examen


escrito y una entrevista en profundidad. Para el examen escrito los candidatos disponen
de un cuadernillo con preguntas abiertas orientadas a evaluar su grado de motivación,

24 W. Dryden, B. Thorne, Training and Supervision for counseling in Action, Londres, Sage Publications, 1991.
?

su nivel de conocimientos en consejería centrada en la persona, su experiencia y sus


habilidades adquiridas en la relación de ayuda. Los candidatos son invitados a entregar
en forma de autoevaluación sus fortalezas y debilidades en la formación de ayuda. La
entrevista, con dos miembros del equipo formador durante una hora, se conduce en
forma de diálogo orientado a sensibilizar de inmediato al candidato en el ambiente de la
no-directividad. Esta entrevista tiene por objetivos permitirle una visión más apropiada
sobre la formación, sus expectativas y su probable impacto en su vida personal. Además
busca medir las capacidades de empatía del candidato, sus capacidades de análisis y
teorización, su grado de conciencia de si mismo durante un intercambio fraternal que
permita la expresión de si mismo de una y otra parte.

Algunos extractos del diario de formación de una participante del FDI dan una muestra
de los seminarios en residencia: "Es durante estas seis semanas que yo realmente me
formé. Primero, el hecho de encontrarme lejos de mi entorno cotidiano me permitió
experimentar sentimientos y emociones extrañas a mi misma. Los tres primeros días
fueron consagrados a talleres estructurados en torno a un tema que nosotros debíamos
explorar a partir de juegos de roles en los cuales utilizábamos bastante nuestra
experiencia personal. Luego, en la segunda parte de la semana, debíamos nosotros
mismos, seleccionando entre los talleres temáticos, organizar nuestra agenda. Recuerdo
la rabia y el pánico que experimenté cuando vi los espacios blancos en el programa.
Podíamos dividirnos en pequeños grupos y trabajar en torno a un tema que uno de
nosotros conociera bien, podíamos también participar en un taller de psicodrama o
en un seminario de presentación de las diferentes corrientes que estudian la relación
de ayuda: nosotros debíamos tomar la decisión. Podía o no asistir a la sesión plenaria,
saltarme las comidas, yo debía escoger con quien y sobre qué trabajar en ausencia de
toda directiva. Disponíamos de material audiovisual para entrenarnos en el manejo de
determinadas técnicas o para analizar de mejor manera nuestro estilo de comunicación
verbal y no-verbal. Lo más difícil para mi era poder elegir aquello de lo cual debía
renunciar: el taller sobre sexualidad, sobre el niño que llevamos dentro, sobre la
muerte, sobre nuestros límites, o renunciar a una actividad que me atraía. Felizmente,
los temas eran propuestos nuevamente durante las últimas semanas del encuentro. Todos
los días nos encontrábamos en la sesión plenaria y el grupo ampliado me sirvió para poder
confrontarme a la dificultad de comprender, de escuchar, de hacerme entender. Es
ahí que yo pude comprender, después de haberlos vivido, los fenómenos de proyección,
introyección, de transferencia."

Los grupos de supervisión permiten a las personas en formación abordar una dificultad
en la práctica pero también, si el conjunto del grupo está de acuerdo, una dificultad
que se relacione con la vida personal de un miembro del grupo. A menudo es organizada
como una jornada completa de encuentro donde el grupo tiene la posibilidad de abordar
diversas situaciones durante la jornada, con la ayuda de un supervisor.

La supervisión individual, tal como es concebida en este tipo de enfoque centrado en la


persona, permite al futuro practicante manejar lazos entre su propia personalidad y su
estilo personal de trabajo con sus clientes. Aunque no se trate de una terapia personal,
?

no existe una barrera rígida como se da en otras corrientes entre lo que resulta de
su propia historia y del trabajo de elaboración que ésta supone y lo que resulta de la
práctica de trabajo con los clientes. El tomarse en cuenta a si mismo y un determinado
intercambio emocional con el supervisor, quien también lo asocia al material obtenido
durante la sesión, constituye la mejor prueba del aprendizaje en la medida en que éste
no es aprendido sino que vivido desde el interior.

La evaluación es una suerte de evaluación continua que se desarrolla durante toda


la formación de manera informal. A menudo es conducida por los pares durante
las actividades. Por otro lado, cada participante es invitado a construirse su
propia "carpeta" de elementos sobre los cuales se apoyará para informar sobre su
evolución al final de la formación. Recolecta secuencias de entrevistas grabadas,
notas personales, informes de los juegos de roles, notas de lectura reorganizadas
con el objetivo de una autoevaluación que describa su evolución personal durante la
formación. El último seminario residencial es consagrado a la evaluación de la formación
y requiere de los participantes un documento escrito de una veintena de páginas que
intercambian, comentan y critican entre ellos. Los participantes comparten entre
ellos sus observaciones mutuas sobre su evolución y sus respectivas dificultades. El
dossier presentado en plenaria incluye la descripción de su trabajo terapéutico, el
descubrimiento de sus competencias y habilidades, su elección de orientación de trabajo
frente a un tipo particular de clientela, la naturaleza de sus proyectos y los progresos
que estiman que deben efectuar.

3. La formación de los practicantes de consejería en Francia

La práctica de la consejería en Francia al no estar asociada a un status definido y


reconocido como tal, hace que las formaciones largas sean, la mayoría del tiempo,
consideradas como complementarias a una formación previa y se dirigen en
consecuencia a profesionales que desean desarrollar un enfoque en este sentido.
De esta manera, algunas universidades desarrollan en el marco de una formación
continua programas sobre la relación de ayuda y organismos como la Escuela de
Padres o la AFCCC proponen formaciones en consejería conyugal y familiar.

Un ejemplo de programa de formación en Consejería Conyugal y familiar

Se trata del programa propuesto por la AFCCC25. Esta formación, considerada como
complementaria, se dirige a personas titulares de un diploma de estado médico,
paramédico, social, educativo, jurídico, psicológico o de animación, ejerciendo en
instituciones públicas o privadas y a personas que hayan seguido la formación en Acogida
e Información (160 hrs.) y que hayan efectuado doscientas horas de actividad de
acogida. La inscripción requiere con anterioridad para cada candidato una entrevista con
un formador del organismo.

25 Cf. Brochure 1994-1995 de l'institut de formation de l'AFCCC.


?

La formación de una duración de cuatrocientas horas, cuyo programa está en


conformidad al decreto del 23 de marzo de 1993 del Ministerio de Asuntos Sociales,
conlleva una formación personal en seminario residencial, una formación práctica y una
formación teórica repartida en tres unidades. Esta se desarrolla en un período de 18
meses.

La primera unidad de profundización en el área conyugal y familiar comprende 216 horas.


Esta comprende varias sesiones y una práctica de 40 horas en una institución o en un
centro de planificación. La primera sesión de formación personal en residencia (56 hrs.)
está centrada en los participantes con el fin de sensibilizarlos en relación a los aspectos
relacionales de su vida personal, social y profesional. Las cinco sesiones restantes de
formación teórica y práctica (160 hrs.) son consagradas a temas interesados en el
desarrollo psico-afectivo del niño, la psicología de la pareja, la vida sexual, el nacimiento
y el deseo de tener un hijo, el grupo familiar, etc. Estos temas dan lugar a un enfoque
multidisciplinario y a aportes psicológicos, psicoanalíticos, médicos, sociológicos y
jurídicos.

La segunda unidad de adaptación a la función de Consejero Conyugal y Familiar utiliza


128 horas consagradas a la práctica y a la metodología de la entrevista de consejería
conyugal y familiar, de contracepción, de IVG, a la conducción de reuniones y a la
animación de grupo. Las metodologías de formación utilizadas son sobretodo el juego de
roles y estudios de casos.

La tercera y última unidad de 56 horas está consagrada a la identidad profesional,


permitiendo así a los participantes no solamente tomar en cuenta la incidencia del
entorno social e institucional sobre la familia, sino también de definir mejor la identidad
del consejero conyugal y familiar, su posición y su lugar en las redes institucionales. La
parte final de este curso comprende una formación práctica de reflexión institucional de
40 horas en torno a las posturas ideológicas, estatutos y poderes.

Durante la formación, se les propone a los participantes redactar trabajos escritos


(fichas de lectura, informes de los cursos, memoria), los cuales serán presentados a la
Comisión pedagógica quien a su vez hará entrega de un certificado de realización de la
formación.

Al término de la formación, los participantes podrán ejercer como Consejeros Conyugal


y Familiar en servicios públicos (municipalidades, servicios de Protección Maternal e
Infantil, hospitales...), o incluso en centros de consulta conyugal y familiar desarrollados
por diversos organismos, entre ellos la AFCCC.

Los consejeros conyugales y familiares pueden en lo sucesivo, en el marco de una


formación continua, participar en sesiones de profundización en torno a la práctica,
organizadas regularmente en tres días por la AFCCC para una mejor adaptación a su
función y a las nuevas demandas.
?

II. Las formaciones cortas en consejería

La práctica de consejería no está restringida a profesionales que hayan


recibido una formación académica. La consejería es una práctica que debe ser
ampliamente accesible y debe continuar desarrollándose cada día ahí donde hay
necesidad de escucha y apoyo. En este sentido, la consejería no puede ser la
única prerrogativa de los profesionales de la ayuda.

Así, existen numerosos profesionales o voluntarios de organizaciones


practicando la consejería con los públicos con los que trabajan las instituciones u
organizaciones en las cuales intervienen. La mayoría del tiempo, los organismos
que proponen prestaciones en consejería centradas en las necesidades
específicas de una clientela prefieren tomar a cargo ellos mismos la formación
de las personas que intervienen sean asalariadas o voluntarias. Los organismos de
formación pueden ser igualmente solicitados para impartir formaciones cortas.
Estas se desarrollan a menudo en un período de 5 a 10 días durante los cuales
los participantes son sensibilizados a las técnicas de base de la consejería, a los
problemas específicos de los clientes con los que se interviene y a la filosofía
general de la relación de ayuda. Las formaciones internas impartidas por las
asociaciones mismas desarrollan igualmente la orientación y el compromiso sobre
los cuales se basa su acción.

En Gran Bretaña, las asociaciones a menudo establecen convenios con las


universidades con el fin de entregar a sus miembros una formación modular
con acceso a diploma. Así, la Lantern Trust en Londres propone un conjunto de
formaciones cortas incluyendo certificación de 5 días o de mayor duración en
varias semanas en convenio con la Universidad de Greenwich, para los médicos
y los voluntarios que deseen ser formados en los temas relativos a los cuidados
paliativos, a la consejería del duelo y al acompañamiento de personas enfermas
de Sida en fase terminal.

En Francia, asociaciones como AIDES desarrollan su propio programa de


formación destinado a voluntarios. Por otro lado, organismos de formación
como la AFCCC, Aides Formation, Comment Dire, CRIPS, Prémis, La Escuela de
Padres y diversos organismos de la profesión médica, organizan formaciones
sobre la conserjería pre y post test en el marco del detección del VIH y/o del
acompañamiento y seguimiento de las personas seropositivas o enfermas de
Sida. Estas formaciones son realizadas en el marco de un dispositivo nacional
de formación financiado por la Dirección General de la Salud - División SIDA
y gestionado por los Fondos del Seguro de Formación de la profesión médica.
Diversos hospitales organizan en conjunto con organismos de formación cursos
?

de alrededor de 5 a 6 días sobre consejería y/o la relación de ayuda orientada al


personal paramédico.

¿Por qué se quiere llegar a ser un practicante de consejería? ¿Cómo hacerlo?


¿Qué formación emprender? Si examinamos en detalle la trayectoria de los
practicantes de consejería constatamos que en general han emprendido esta
formación como complemento de otra actividad profesional. Esto plantea de
hecho una dificultad específica en este tipo de formación: el tomar en cuenta
la madurez de los públicos demandantes, de sus trayectorias anteriores y de su
experiencia adquirida.

Por otro lado, este tipo de formación moviliza en la persona varios niveles
psíquicos debido a las capacidades que requiere:

- un trabajo mínimo sobre sí mismo;


- adquisición de conocimientos y competencias técnicas;
- aceptación de una supervisión;
- aprendizaje o desarrollo de un conjunto de actitudes casi inexistentes en el
entorno familiar, profesional y social de los participantes del curso como por
ejemplo la empatía, la congruencia...;
- Una reflexión profunda sobre temas sensibles que tienen relación con el
individuo y la sociedad;
- Una actividad de escritura, de síntesis y de rendición de informes de casos;
- Aceptación de la confrontación con clientes o situaciones que afectan sus
creencias y sus valores;
- Adhesión a una ética y a un código de deontología.

La consulta de documentos escritos bajo forma de testimonios de antiguos


alumnos en formación muestran la dificultad para aprehender determinadas
actitudes como la empatía, la congruencia y la ausencia de juicio y demostración
de sentimientos negativos que experimentan (hostilidad, conflictos, deseo de
agresión, cólera). Es difícil hacer el duelo en sí mismo de la figura ideal del
ayudador como un pariente bueno omnipotente.

Es la razón por la cual ciertos enfoques no directivos centrados en la persona, si


no son conducidos en buenas condiciones, producen en los alumnos en formación
un efecto inverso al deseado, es decir movilizan un Ideal del Yo omnipotente,
aumentando sus defensas y reforzando el desarrollo de un yo falso.

III. Los criterios de evaluación de la consejería


?

Maxwell ha identificado seis elementos que pueden ser definidos y luego


utilizados para evaluar un servicio de consejería: la adecuación, la equidad, la
accesibilidad, la aceptación, la eficacia y la eficiencia.

Evaluar el grado de adecuación de un servicio de consejería consiste en


relacionar la oferta de la consejería y las necesidades de los públicos objetivos
de este servicio. Medir el grado de equidad de un servicio de consejería lleva
a preguntarse si no existe un subgrupo de clientes potenciales excluidos a
priori del servicio propuesto. El nivel de accesibilidad de un servicio se evalúa
a través de un estudio de situación geográfica y la extensión de la lista de
espera. El grado de aceptación se mide a través de un estudio de calidad del
servicio entregado aplicado a los clientes. La eficacia y la eficiencia no pueden
ser disociados como criterios de evaluación incluso aunque cada una de estas
dimensiones pueda ser tratada de manera aislada.

¿Qué se evalúa en la consejería? ¿Los cambios que intervienen en la vida del


cliente? ¿El aumento de su calidad de vida psicológica, profesional, social?

¿Las herramientas de evaluación deben ser pre-construidas por los practicantes


de consejería quienes a su vez los obtienen de sus asociaciones profesionales
o deben ser construidos por los clientes mismos poniendo a su disposición
cuestionarios personalizados? Por ejemplo, Mulhall propone a sus clientes de
identificar los ítems más significativos para ellos. Estos ítems son tomados
en cuenta excluyendo cualquier medida estandarizada y son tomados por el
consejero como la preocupación principal de su cliente.

Si en los check-lists de las asociaciones profesionales los ítems tratan sobre


síntomas como la depresión, la ansiedad, la hostilidad, el enfoque a través de
cuestionarios personales centrado sobre la preocupación del cliente es de una
naturaleza absolutamente diferente a priori y más difícilmente explotable en
forma estandarizada.

¿Qué existe en común entre un cliente que viene a un servicio de consejería


porque está preocupado por su próximo despido, otro que acaba de saber que
tiene cáncer y otro que viene porque no logra enfrentar la demencia de su padre?

IV. Los métodos de investigación

1. La investigación descriptiva. Este tipo de investigación está centrada en la


obtención de informaciones y de datos que conciernen las técnicas de consejería,
las actitudes, los valores y las orientaciones de los clientes.
?

Las herramientas de investigación privilegiadas son el cuestionario o la entrevista


de una muestra de personas o de grupos específicos con el fin de ayudar a los
consejeros a implementar servicios de consejería apropiados o de evaluarlos con
la mirada puesta en las necesidades de los clientes.

El estudio de casos es una de las formas más antiguas de la investigación en


consejería. Esta permite ver como evoluciona el cliente a través del proceso de
consejería y comprender las técnicas empleadas por la consejería. El análisis de
contenido a partir de sesiones de consejería grabadas y transcritas constituye
también una excelente base para la formación.

En la práctica de la consejería de grupo, el método utilizado por la investigación


es la observación-participante.

Otros tipos de investigación comprenden estudios de seguimiento que consisten


en conducir entrevistas a intervalos regulares durante varios años con el
propósito de evaluar el impacto de la consejería.

2. La investigación experimental. Al inicio la práctica de la consejería y la


investigación constituían dos áreas distintas correspondientes a diferentes
profesiones. Pero, progresivamente, se les solicitó a los consejeros convertirse
en practicantes-investigadores, lo que no está exento de numerosos problemas.

Primero, numerosos practicantes de consejería piensan que la investigación no


tiene nada que ver con la práctica y que debe ser conducida por profesionales de
la investigación. Los consejeros piensan que su rol consiste prioritariamente en
ayudar a los individuos y que es posible ser un excelente practicante y no saber
escribir artículos ni libros. Finalmente y sobre todo, los practicantes piensan
que los métodos de investigación tradicional son totalmente opuestos al sistema
de valores que se encuentra al seno de la práctica de la consejería. Algunos
investigadores como Goldman (1976), Elmore (1984), Howard (1985) han tratado
de paliar la incoherencia de los métodos de investigación tradicional utilizados
como el uso de métodos cuantitativos, la selección de la muestra, las respuestas
a escalas, iniciando un movimiento de investigación en consejería más apropiado a
su naturaleza y a su especificidad. Si la evaluación de los resultados en materia
de consejería interesa a los administradores y a los organismos financieros
de los servicios de consejería, los componentes del proceso de consejería son
igualmente importantes de tomar en cuenta. Por ejemplo, la capacidad de un
cliente para desarrollar una relación terapéutica con su consejero puede ser
un medio más apropiado para medir la eficacia de la consejería que un simple
?

conjunto de tests a la entrada y la salida del servicio.

Consejería: servicio público o práctica privada

A diferencia de otras prácticas de cuidado, la consejería tiende a menudo a


referirse al modelo de la psicoterapia, modelo que postula que el pago que realiza
el cliente de los honorarios del practicante constituye una parte integrante del
tratamiento, incluso que la ausencia de pago priva al cliente de una posibilidad
de acceso a ciertos aspectos de sí mismo. Efectivamente, el dinero moviliza
en la relación terapéutica afectos particulares de amor y de odio y es en
general admitido que el análisis de las posturas psíquicas que conlleva este pago
constituye una herramienta terapéutica en si.

Desgraciadamente, según Pilgrim, a pesar de la vasta extensión de


investigaciones y evaluaciones en el campo de la psicoterapia y de sus resultados,
no existe ninguna que muestre un lazo no ambiguo de causa-efecto entre el pago
y la eficacia terapéutica. Por otro lado, la escasez de literatura sobre el tema en
particular del dinero puede ser relacionada con la culpabilidad interiorizada de
los terapeutas.

La práctica privada está expuesta particularmente a una falta de regulación.


En el sector público, existen mecanismos institucionales de hecho que tienen
efectos reguladores sobre el ejercicio de los practicantes.
?

CAPITULO VI

LAS PERSPECTIVAS DE EVOLUCION Y DE DESARROLLO DE LA


CONSEJERIA

En Francia, ¿la consejería tiene algún lugar? En el proceso de reivindicación de


la consejería algo quedará en la memoria colectiva asociado a una situación de
excepción: una epidemia dolorosa, trágica, fatal. Se podrá poner la consejería en
el armario de los objetos usados, aquellos que no se quieren volver a utilizar más,
pero estaremos en deuda con aquellos que prestaron atención a la consejería y al
inicio trataron de practicarla con los únicos medios de formación que disponían:
la formación mutua entre pares y una presencia asidua junto a personas que, a
causa de una enfermedad temida por todo el mundo, se encontraban aisladas,
rechazadas por su entorno y el cuerpo social.

Podríamos preguntarnos por qué los profesionales de la ayuda como los


psicólogos, los psicoterapeutas, los psicoanalistas y los trabajadores sociales no
se precipitaron a las camas de los enfermos. Primero, muchos lo hicieron pero a
título individual y voluntario en la mayoría de los casos a través de asociaciones
como AIDES. Intervenían entonces como voluntarios y no haciendo referencia
a su status profesional. En la medida en que, nosotros mismos éramos parte
de estos psicoterapeutas comprometidos, podemos testimoniar de este hecho
sorprendente a priori que consiste en desprofesionalizarse para actuar. En
realidad, teníamos la necesidad de alguna manera de desnudarnos de todos
nuestros títulos y status para ser y actuar. Lo que ahí pasaba y se jugaba para
nosotros era demasiado intenso, demasiado fuerte para que aceptáramos ser
guiados en nuestras acciones por las instancias superiores que rigen nuestros
status profesionales mutuos.

Los dispositivos tradicionales de la cura analítica, incluidos los más flexibles de la


psicoterapia no resultaban convenientes para enfrentar la situación por diversas
razones. Las personas que por otro lado eran seres cercanos, tanto a nivel de
la edad como de la proximidad de su contexto de vida, no eran demandantes de
terapias sino de una presencia verdadera, cercana y viva. En la demanda, había
algo que nos repercutía directamente. Era la demanda por una forma particular
de presencia para sobrevivir. Estar ahí, seguir estando ahí y aún estar ahí... no
desaparecer detrás de nuestros status y sobre todo no hacer desaparecer al
otro detrás de su enfermedad.
?

Finalmente, los primeros enfermos de Sida, que además eran homosexuales,


desarrollaban una suspicacia legítima en relación al psicoanálisis. Esta
consideraba la homosexualidad masculina como una perversión. Entonces ¿qué
podían esperar ellos del psicoanálisis?

El punto primordial concierne indiscutiblemente el contexto. Si la consejería


logró tomar notable ventaja sobre los métodos tradicionales de la psicoterapia,
es porque no se preocupó ni del marco ni de las reglas clásicas de la ayuda
psicoterapéutica y que se adaptó desde un principio a sus públicos. Como
un dispositivo flexible, la consejería llegó a los enfermos y se le verá luego
desarrollarse en los públicos de la prevención.

Prestación flexible, móvil, adaptable permanentemente, la consejería no


encontrará tal vez eco en el paisaje francés pero habrá demostrado sus
cualidades esenciales en el momento en que la historia la necesitó. Entonces
¿es la consejería una forma de psicología de las catástrofes, dispositivo de las
tragedias? Por último, los autores anglosajones están ya demostrando como el
Sida ha modificado y evolucionado la consejería en el momento en que en Francia
descubrimos como el Sida ha rehabilitado la consejería;

I. Los nuevos campos de investigación

¿Cuál es el futuro de la relación de ayuda? y ¿podemos prever las modificaciones


futuras? ¿Tiene futuro el tipo de relación de ayuda aportado por la consejería?
¿Qué futuro?

Los años 80, en los Estados Unidos, han sido marcados en numerosos estados por
importantes modificaciones legislativas relativas a la profesión de consejero,
sobretodo en lo que concierne el proceso de certificación profesional y de
acreditación.

Si la legislación de los años 60 relativa a la consejería estaba centrada en la


protección de los derechos de los clientes, podemos decir que la legislación
de los años 80 se centró en la legitimación profesional de los consejeros. Los
procedimientos de Estado orientados a la obtención de diploma tuvieron otro
impacto sobre la consejería, la distribución de los campos de actividad al interior
de la consejería y la especialización de los consejeros. El reconocimiento de los
consejeros por la seguridad social puso en aumento la clientela permitiendo un
acceso gratuito para la mayoría de los clientes a este tipo de servicio de ayuda.
?

De ahí en adelante, todo programa de formación en consejería incluyó un


conjunto de informaciones jurídicas dado que la sociedad se ponía cada vez
más litigiosa. Se observa un aumento de los aspectos jurídicos en la cultura
americana, lo que tiene por efecto una multiplicación de procesos judiciales
en relación a profesionales, instituciones, empresas y gobiernos federales.
Los consejeros no están exentos de estas tendencias. Son perseguidos por
aspectos como la confidencialidad, por el respeto del derecho a la vida privada
o el derecho de las personas en áreas tan sensibles como los test de detección,
la contracepción y el control de la natalidad (sobre todo en los servicios de
consejería para adolescentes).

Por otro lado, los miembros de la American Health Counseling Association


sugirieron que fueran consejeros, en nombre de la corporación, quienes
condujeran acciones jurídicas contra las asociaciones, grupos o instituciones que
impidan el acceso de segmentos de clientes a la consejería, que actúan en contra
de la profesionalización de la consejería, que restrinjan las posibilidades de los
profesionales que trabajan en convenio con entidades de salud o que actúan a
través de cualquier otra vía en perjuicio del ejercicio de la consejería y de su
desarrollo. Este aspecto es importante ya que determina la creación o no de
servicios apropiados.

Aunque los consejeros son formados y preparados para trabajar con poblaciones
que pertenecen a otras culturas, queda aún un cierto numero de obstáculos
que vencer tales como la implementación de centros de consejería en áreas
geográficas inaccesibles.

Otro obstáculo a considerar es aquel de la competencia en el terreno de la


ayuda. Efectivamente, los trabajadores sociales, los psicólogos, los educadores
y profesionales del campo medico y paramédico absorben a menudo la misma
clientela en el ejercicio independiente o institucional que la consejería.

La diferencia se establece entonces sobre criterios como la accesibilidad, los


servicios adicionales ofrecidos a los clientes, la organización administrativa de la
función de las aseguradoras, la especialización y el conocimiento eventual de los
resultados obtenidos, la respuesta a las necesidades.

Parece ser que hay áreas de investigación en el campo de la relación de ayuda


para promover con urgencia pero éstas requieren de una crítica radical de la
epistemología dominante en este ámbito, que acredita un único paradigma, aquel
de un ser masculino adulto, blanco, masculino, heterosexual, de mediana edad
y más bien en buena salud física. En nombre de la universalidad, este tipo de
?

epistemología incrustada en los fundamentos de la mayoría de los enfoques


terapéuticos tiende a promover la expresión y las necesidades de un cliente
virtual que no es precisamente aquel que manifiesta más su sufrimiento.

Al contrario, cuando aquellas o aquellos partidarios del modelo universalista de


la relación de ayuda hacen escuchar sus sufrimientos de una manera que a veces
pasa por la transgresión del orden establecido, los ayudadores se amparan detrás
de una epistemología silenciosa interiorizada que tiende a asociar curabilidad
y normatividad, prefiriendo abordar a la persona a través de categorías pre-
establecidas abstractas más bien que de arriesgarse con un enfoque directo y
del entorno. Este enfoque afecta igualmente al ayudador y es en este sentido
que vemos en el campo de la consejería programas de apoyo para los ayudadores
y estudios sobre el impacto y la vulnerabilidad de un cierto tipo de relación de
ayuda en públicos particularmente expuestos a situaciones donde lo invivible
toma ventaja sobre lo vivo.

II. La consejería en la comunidad homosexual

Desde los años 1970 en los Estados Unidos y en los países anglosajones, existe
una corriente teórica y clínica constituida en torno a la homosexualidad,
elaborada al interior de las corrientes "de afirmación positiva" de la comunidad
homosexual.

A causa de la inadecuación y de la discriminación de los servicios ofrecidos


por la sociedad, las minorías y las comunidades han desarrollado sus propios
servicios. La emergencia de servicios de consejería gay durante los años 70 fue
seguida por la creación de servicios de consejería especializados en la infección
por VIH en los años 80. Estos servicios se desarrollaron por el mismo motivo
que los servicios de salud mental para los gays diez años antes: una necesidad
de ayuda no satisfecha por las instituciones existentes. Efectivamente, la
comunidad gay fue llevada a cuidarse utilizando sus propios medios, a reconocer
y a hacer algo para remediar su vulnerabilidad. En el momento en que numerosos
gays querían comenzar a beneficiarse de los frutos obtenidos de sus luchas,
la epidemia apareció y el movimiento, incluida la comunidad lésbica, se movilizó
inmediatamente en la lucha contra el Sida.

El estudio de la literatura anglosajona sobre la consejería en personas gays y


lésbicas pone en evidencia un cierto número de preguntas que podemos resumir
así.
?

El trabajo terapéutico con homosexuales ¿requiere de un contexto de


atención específico, una formación particular de los terapeutas y un profundo
conocimiento de los temas ligados a la homosexualidad? ¿A qué debemos atribuir
la falta o precariedad de investigaciones en el campo de la homosexualidad?
¿Cómo desarticular la homosexualidad del modelo patológico al cual esta ha
sido conminada por la medicina, las ciencias psicológicas y una mayoría de
corrientes psicoanalíticas? ¿Por qué los responsables de la salud pública no
han tomado medidas en común en torno a las necesidades específicas de la
población homosexual en materia de salud, de acceso a cuidados y de prevención
de trastornos ligados a las condiciones de existencia de sus miembros, a menudo
confrontados a la exclusión, a la hostilidad social, a la privación de ciertos
derechos, a la discriminación activa o pasiva?

El coming-out

Los clínicos anglosajones practican el coming-out, es decir hacen de la revelación


de su homosexualidad un proceso terapéutico como tal.

En efecto, la confrontación de la persona con su homosexualidad puede estar


al origen de graves descompensaciones seguidas de incidentes psicóticos o de
suicidio. Es un proceso psíquico que se efectúa en varias etapas. La aceptación
total de la homosexualidad es un mito terapéutico. Para determinadas personas
es algo imposible salvo si se arriesga a desarmar todo un sistema de defensas
y un conjunto de trastornos impulsivos sobre los cuales se ha organizado hasta
entonces, incluso en su manera de vivir su homosexualidad.

La homosexualidad, una teoría del desarrollo: El proceso de desarrollo de la


identidad para una persona homosexual es llamado "coming-out", que podemos
definir como una forma de descubrimiento, de revelación, de afirmación y
aceptación de sí mismo como gay o lesbiana. La identificación de sí mismo como
homosexual pasa por diferentes etapas psicológicas. "El coming out" puede
llegar a cualquier edad. Si la revelación de su homosexualidad aparece en la
adolescencia, el desarrollo de la identidad sexual es entonces congruente con
el desarrollo adolescente. Pero por otro lado, tal descubrimiento durante la
adolescencia puede ser particularmente difícil, en parte a causa del contexto
de dependencia que sobredetermina al adolescente. Cuando esta revelación de
identidad aparece en la edad adulta, sumerge a menudo al hombre adulto o a
la mujer en una problemática adolescente con la necesidad de resolver ciertos
elementos residuales del estado de adolescencia. El descubrimiento de su
identidad homosexual es difícil porque los homosexuales no nacen en familias
homosexuales. Sufren solos de una cierta opresión, sin apoyo emocional de parte
?

de su familia o de sus amigos. No disponen de una cultura visible y autovalidante


sobre la cual modelarse.

Las etapas del "coming-out" (Coleman, 1985 - Lewis, 1984; Cass, 1984; Sophie,
1987):

Predescubrimiento: Sentirse diferente, confusión de identidad.


Experiencia del cliente: Sensación de ser diferente. Actitudes depresivas y
confusas. Primeras preguntas sobre la eventualidad de ser gay.
Rol del consejero: Ayudar al cliente a identificar sus pensamientos y sus
sentimientos sin juicio o clasificación. Ayudar al cliente a comprender que sus
sentimientos y pensamientos son aceptables.

Descubrimiento: Disonancia. Comparación de identidad. Descubrimiento


espontáneo.
Experiencia del cliente: Toma conocimiento de sus sentimientos homoeróticos.
Enfrenta y se adapta en forma conflictiva al estilo de vida heterosexual
dominante. Se interroga sobre los valores, los roles y el concepto de sí mismo.
Experimenta una fuerte alianza hacia personas del mismo sexo. Riesgo de perder
sus amigos y su familia.
Rol del consejero: Ayudar al cliente a traspasar la negación, la verguenza, la
ansiedad, la angustia, el miedo y los problemas de autoestima. Estimular al cliente
a rescatar sus actitudes y sus objetivos y a valorizar su personalidad. Derivar al
cliente hacia los recursos comunitarios homosexuales (publicaciones, grupos de
apoyo, asociaciones).

Preparar al cliente para imaginar las reacciones de su entorno: ¿cómo los demás
reaccionarán frente a esta revelación? ¿Quién en su vida se sentirá afectado por
su "coming-out"?

Experimentacion: Relaciones sexuales homosexuales. Tolerancia. Revelación a los


demás.
Experiencia del cliente: Tiene experiencias de relaciones sexuales y sociales
satisfactorias. Decide a quien hablarle, en que contexto y que decir. No esta
muy seguro de sus competencias sociales. Necesita estar en contacto con la
comunidad homosexual. Adquiere una imagen de si mismo positiva.
Rol del consejero: Ayudar al cliente a tomar la decisión de revelar su
homosexualidad y a controlar las consecuencias. Ayudar al cliente a desarrollar
su autoestima y sus competencias interpersonales. Acompañar a la persona en
la comprensión de la intensidad de sus sentimientos y a desarrollar un modelo
de establecimiento de relaciones que incluya el encuentro, la seducción y el
?

comportamiento sexual.

Desarrollo de la identidad: Primeras relaciones. Identidad estable. Aceptación.


Experiencia del cliente: Desarrolla y aprende a vivir relaciones homosexuales.
Comienza a atribuir un valor al hecho de ser gay sintiéndose parte de la
subcultura gay. Experimenta sentimientos más positivos frente al hecho de ser
gay. Desarrolla competencias que consisten en pasar por un heterosexual cuando
es apropiado.
Rol del consejero: Ayudar al cliente a enfrentar la frustración y el temor a
ser rechazado. Sostener y acompañar al cliente en sus relaciones. Ayudarlo
a comunicar y a desarrollar su rol en las relaciones. Ayudarlo también a
comprender que las relaciones pueden terminarse y a enfrentar la separación.

El orgullo de la identidad
Experiencia del cliente: Se revela a más personas. Experimenta el rechazo de
algunos miembros de la sociedad pero mantiene una imagen de sí mismo positiva.
Rol del consejero: Acompañar al cliente en el conjunto de decisiones relativas a
la revelación de su homosexualidad. Ayudarlo a expresar sus pensamientos, sus
sentimientos. Encontrar las formas de ayudar al cliente a mantener una buena
imagen de sí mismo a pesar del rechazo social.

Nuestra experiencia clínica en el ámbito de la prevención de la infección por


VIH y sobre todo en los centros de detección nos ha mostrado como ciertas
preguntas sobre las prácticas sexuales ponían a los homosexuales en situación
psicológica de "coming-out obligado". Un día un joven nos hizo la siguiente
confidencia: "Es tan triste hablar aquí por primera vez de mi vida homosexual;
me hubiera gustado tanto poder decir a mi madre lo que le estoy diciendo a
usted".

III. La consejería en personas pertenecientes a otra cultura

Las teorías y modelos occidentales de consejería tocan los valores de un cierto


tipo de sociedad y abordan muy poco aún la pregunta sobre la diferencia cultural.
De esa manera, la consejería en los países occidentales privilegia nociones como
la concentración en si mismo, la revelación de si mismo, la autodeterminación,
la exploración interior. La relación terapéutica tiende a menudo a volcar al
cliente sobre si mismo, a hacer surgir la percepción que él tiene de si mismo
para convertirlo en soporte del cambio. Esta forma de trabajar, típicamente
occidental, donde el consejero considera que la relación terapéutica debe ser
reducida a una relación dual entre el mismo y su cliente, es inadaptada e ineficaz
en culturas donde, por ejemplo, no existe un yo fuera de la relación con la familia,
?

con la comunidad, con la cultura.

Así, en una perspectiva transcultural, el cliente no puede ser acogido como


una persona cortada de su descendencia , de su pueblo o de sus pertenencias
culturales. El practicante debe tomar en cuenta los problemas generacionales, y
ser capaz de cuestionar los valores que el mismo atribuye al tiempo, a la vida, a la
muerte, al cuerpo, al placer, al sufrimiento, a la enfermedad. De esta manera, no
son las costumbres culturales, es decir los orígenes, los que causan inadaptación,
sino más bien la mayoría de las veces, la precariedad de la situación social en la
que se encuentran las personas y las familias durante su trayectoria migratoria.

De la misma forma, un consejero que no tiene conciencia de las dificultades


económicas, médicas, jurídicas de la persona que atiende y que además no puede
aceptar ser el soporte de la hostilidad, del temor por el que debe atravesar cada
día su cliente, no puede ser de ninguna ayuda para una persona confrontada a
sufrimientos de base o adicionales engendrados por el racismo y el conflicto de
civilizaciones.

En relación al impacto para el consejero, Romera propone al respecto (1985) la


noción de contra-transferencia transcultural. Esta juega en nuestra contra y
toca nuestros temores más arcaicos, incluso nos lleva a la existencia de actitudes
tribales al interior de nosotros mismos.

Por otro lado, la implementación de servicios de consejería adaptados a las


necesidades de clientes o comunidades de origen no-occidental supone la
implementación de un marco técnico que tome en cuenta las reglas que rigen
la comunicación verbal y no verbal de los clientes (posturas, gestos, modos
de presentación de si mismo, distancia corporal, integración en la sesión de
una o más personas) para facilitar el encuentro y el proceso de consejería. La
consejería de prevención en el campo de la salud nos ha enseñado hasta que punto
las fronteras entre lo privado y lo público, lo íntimo y lo ritual, el cuerpo y el
alma, lo humano y lo no-humano, el yo y el otro, difieren de una cultura a otra.

La consejería tiene entonces la obligación de evolucionar y de cuestionar las


lógicas propias culturales que precedieron su aparición. Esto exige que cada uno
de nosotros haya podido atravesar por si mismo los límites de lo extraño en si
mismo para poder acoger y comprender los matices de identidad de un cliente
que sufre porque está perdido en el círculo de sus múltiples pertenencias y que
se siente permanentemente confrontado a traicionar alguna de sus creencias en
beneficio o en desmedro de otra.
?

IV. La consejería en personas dependientes de un producto (alcohol, drogas)

Existen aún controversias en el campo de la consejería orientada a personas


dependientes de un producto como el alcohol o la droga, pero desgraciadamente
la tragedia de la infección por VIH ha llevado a todas las personas que
intervienen en este ámbito a elaborar en conjunto un consenso. Por mucho
tiempo el alcohol y la droga, han estado bajo la influencia del modelo médico
de la adicción que veía una única respuesta al problema: la prescripción de la
abstinencia sin tomar en cuenta ni el contexto ni los problemas inherentes o
consecuentes por el uso de los productos. Luego, vimos aparecer en el ámbito del
alcoholismo y de la toxicomanía una noción, la del "uso controlado", orientado a
ayudar a las personas a desprenderse progresivamente del uso de los productos
beneficiándose al mismo tiempo de una ayuda apropiada para cada etapa de este
proceso.

Son los servicios de consejería, que trabajan en este contexto, los que han
visto inmediatamente la gravedad del problema de la infección por VIH y que
han promovido el concepto de estrategia de reducción del riesgo (promoción de
intercambios de jeringas, promoción del sexo seguro).

Por otro lado, los programas de reducción de riesgos pusieron en evidencia


otra necesidad, la de la implementación de programas de prevención del efecto
de rebote. Programas cada vez más numerosos existen para las familias y su
entorno: "consejería para adultos hijos de padres toxicómanos". En efecto, fuera
de los sufrimientos específicos de los niños que crecen en familias que sufren
problemas de dependencia (disfuncionamiento relacional, temor al fracaso,
ausencia de confianza en si mismo, culpabilidad, resentimiento), el riesgo de
convertirse ellos mismos en dependientes es de un 80%. Si los anglosajones están
tratando ahora la tercera generación (los nietos de los abuelos dependientes),
notemos que en Francia adolecemos crucialmente de servicios de consejería
accesibles, móviles, no-medicalizados orientados a personas o a su entorno
confrontadas a problemas de dependencia de alcohol o de droga. La infección
por VIH ha obligado a los poderes públicos a confrontarse a la realidad de la
toxicomanía pero, en la medida en que la autoridad sobre este tema ha sido
confiscada por la medicina y el campo político, necesitaremos todavía años para
que soluciones como la consejería sean naturalmente parte de la asistencia y de
la prevención de este tipo de problema. Por último, observamos en Francia un
aumento de la competencia en grupos de autoayuda para los consumidores de
droga y un inicio de adhesión de los actores de terreno con la idea de introducir
la consejería en los programas de metadona y de intercambio de jeringas.
?

En la historia de la práctica de la relación de ayuda, pocos autores habían


previsto hasta qué punto los métodos de dominación de las sociedades sobre los
individuos y las comunidades se transformarían. Se han vuelto más insidiosas y
sobre todo han producido una tremenda ilusión: la de presentarse como útiles
aún para aquellos que son el objeto de estudio. Es notable como la mayoría
de las corrientes psicológicas se complacen con el establecimiento silencioso
o el mantenimiento de una alianza secreta mas o menos en acuerdo con los
representantes de la dominación y de la opresión generalizada de los sistemas
económicos y políticos sobre los individuos. Así se ha vuelto común frente a
las personas más desfavorecidas en nuestras sociedades de prescribirles el
sacrosanto principio de realidad y de exigir de ellas mas encima capacidades de
adaptación que los disfuncionamientos de su entorno han precisamente destruido
en ellas. En este sentido, y volviendo a este tema, las áreas de elección de la
consejería en el mundo entero no ha cesado de interrogarnos sobre un posible
efecto perverso en el caso que los practicantes de consejería no operen sobre
una ruptura epistemológica con los modelos tradicionales de las ciencias clínicas
y sociales. La distancia de la consejería del campo de la educación, su débil
representatividad en el campo de la prevención nos inquieta sobre todo porque
sería una lástima que una vez más, la ayuda esté presente del lado del impensable
impulso de muerte y esté inexistente en el campo de apoyo a impulsos de vida.
Recibir una ayuda de sus pares al término de la vida o durante una catástrofe es
lo mínimo que un ser humano puede esperar de una sociedad que lo ha conducido
hasta ese momento de su vida. Pero no podemos olvidar que las personas que han
podido acceder gratuitamente a servicios de consejería nos han confiado en un
tono de añoranza, de rabia o de tristeza: "¡Por qué fue necesaria esta catástrofe
para sentirme por fin escuchado!
?

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