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Laura Milena Quevedo Alba

Profundización II
Licenciatura en Ciencias Sociales

Geertz, C. (1994). Conocimiento local, ensayos sobre la interpretación de las culturas.


Primera parte (pág. 31-90)

El antropólogo Cliford Geertz señala en su obra como en el ámbito de las ciencias sociales
muchos científicos han renunciado al ideal de explicación basada en leyes para asumir las
basadas en interpretaciones, señala que ha impregnado una sutil libertad en dicho proceso de
la cual el objeto de estudio de Geertz es la cultura en su pensamiento social.

Muestra como muchas obras de autores como Lewis Thomas, Stanley Cavell o Sartre son
obras “de bellas letras” dichos autores han logrado la libertad necesaria para desarrollar su
trabajo en función de sus necesidades y no de acuerdo con lo que deben o no de hacer (pág.
33). Aunque pronuncia que se debe tener precaución ya que dichas elecciones podrán
conducir hacia la oscuridad y la ilusión o por otra parte hacia la precisión y la verdad, para
ello es necesario conocer que resultado se espera obtener.

Geertz propone una analogía entre la vida social, el teatro y el juego para comprender de una
mejor forma dichas acciones propias del ser humano; en la analogía del juego expresa que
los comportamientos sociales son de una forma u otra actores de un juego “solo prosperan
los buenos jugadores” en donde la vida no es más que “una caja de estrategias”.

Por otra parte en la analogía del drama (teatro) señala dos aspectos: la primera la teoría ritual
del drama en la cual existen afinidades entre el teatro y la religión, “el drama como comunión
y el templo como escenario” y la segunda la teoría de la acción simbólica, en la cual persisten
el teatro y la retórica, “el drama como persuasión y el estrado como escenario.

Para Turner los dramas sociales suceden en todos los niveles de la organización social, desde
el estado o la familia ya que se originan en situaciones conflictivas en el cual dichos actores
entran en un estado de emoción intensa, un estado de ánimo común y libre de sus ataduras
sociales y posteriormente surgen las formas ritualizadas de la autoridad para contener el
conflicto, si dicha acción tiene éxito queda restaurado, pero si por el contrario no lo tiene se
acepta que el conflicto no tiene remedio y deriva a lo que el autor llama “varias clases de
finales infelices” (pág. 41).

Cliford pretende buscar como cualquier aspecto de la organización es una manifestación


social ya sea familiar, comercio, la ley o hasta la mitología se combinan en una manifestación
dramatizada (pág. 43) en donde persiste la forma escenificada y puesta en marcha por su
propia audiencia. Por ello Cliford señala que quienes están consensuados para criticar este
tipo de trabajos deben ser humanistas que conozcan el teatro, la mimesis y la retórica, trabajos
en los cuales se inscriben análisis sociales y en donde la analogía del drama es dominante.

Por ende para Cliford lograr describir la conducta humana mediante la analogía del jugador
y del adversario o mediante el actor y su audiencia es más natural que mediante la analogía
del escrito y el lector, y esto da como resultado la historia a partir de lo sucedido, el
pensamiento a partir de lo pensado y la cultura a partir del comportamiento.

En el siguiente capítulo Geertz se refiere a como la antropología es quien vende los hechos
al detalle (pág. 51) ya que se sumerge en la etnografía casi de una forma poética analizando
sin juzgar una cultura o un hecho. Muestra un episodio de Helms un danés que escribió sobre
Bali en 1880 en donde relata la muerte de tres mujeres inocentes en nombre de la religión ,
Geertz señala que el trabajo del antropólogo es así, describir aunque con ojos de asombro la
realidad que para otra cultura es normal “así sea una obra de arte o de horror” ya que la
sociedad es algo más que una mera conducta, es una agrupación de ideas, símbolos y
prácticas que hacen de cada sociedad un drama diverso y valioso, “la reconfortante creencia
de que todos somos iguales y la inquietante sospecha de que no lo somos” (pág. 57).

Aunque el humano nace libre siempre estará condicionado en la cultura en que se desarrolla
por ende las practicas propias de su vida no pueden ser juzgadas en la investigación del
etnógrafo por una condición moral, además que esta información puede ser enriquecedora en
el momento de aprender algo diferente a lo que no es propio de nosotros.

Posteriormente surge la pregunta de ¿Cómo se alcanza el conocimiento antropológico del


modo en que piensan, sienten y perciben los nativos? Pues Geertz aclara que no es a través
de la moral, es la exigencia en el investigador de ver las cosas desde el punto de vista del
nativo. Kohunt diferenciaba dos tipos: la experiencia próxima la cual es mediante un
informante y la experiencia distante bajo perspectivas propias del etnógrafo o analista. Para
producir una interpretación de la forma en que vive un pueblo, en donde dicha interpretación
no sea prisionera de los horizontes mentales del investigador, por ello Geertz dice “ver las
cosas desde el punto de vista del nativo”, es captar esa esencia, lo que ese alguien visualiza
y siente.

Es decir “como ponerse en la piel del otro” (pág. 74), conocer quienes creen que son aunque
como señala el autor nadie lo sabrá mejor que el nativo mismo, pero como Geertz señala se
debe tener empatía, para comprender tales experiencias y renunciar a la aplicación de esa
concepción y observarlas en el marco de su propia idea.

Para finalizar el antropólogo debe ser subjetivo con la información recogida en campo,
olvidarse de sus concepciones para poder entender y concebir las diversas formas de vida
existentes o que existieron en la tierra, lograr ver desde los ojos del nativo.

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