Sie sind auf Seite 1von 219

JUEGOS DE REBELDÍA

La trayectoria política de
Saúl Charris de la Hoz (1914-)
© Medófilo Medina

© Comité d e Investigaciones
para el Desarrollo Científico, Cindec

ISBN 958-96149-0-6

Primera edición: abril de 1997

Mateo Castillo y
Paula Marte
Diseño de la cubierta

Daniel Ramos
UTÓPICA EDICIONES
Preparación Editorial

Impreso y hecho en Colombia


Printed and made in Colombia
M E D O F I LO MEDINA

Juegos
de rebeldía
La trayectoria política
de Saúl Charris de la Hoz
(1914- )

Línea de investigación en historia política


CINDEC UN
A Claudia, Alejandra y Sarita.
CONTENIDO

Introducción 13

1. Infancia y adolescencia 25

2. El bachillerato en el Colegio Evangélico 35

3. Los estudios universitarios 47

4. Las puertas de entrada al liderazgo político 55

5. El matrimonio 71

6. Se consolida el feudo 77

7. En busca de escenarios más amplios: el


departamento y su capital 87

8. A la arena nacional en alas del gaitanismo 101

9. Senador en tiempos de borrasca 111


10. La política en la Costa Atlántica
durante la Violencia 121

11. La labor legislativa bajo el Frente Nacional 143

12. Charris de la Hoz y el populismo


de la Anapo 171

13. El senador anapista 181

14. Salida de Charris de la Hoz de la escena


política 193

Anotaciones finales 201

Fuentes y bibliografía 207

Anexo fotográfico 215


AGRADECIMIENTOS

En primer lugar mis reconocimientos al protagonista


del libro, doctor Saúl Charris de la Hoz, por la pacien-
cia y la cortesía que tuvo para atender las demandas de
información de un extraño, muchas de cuyas preguntas
sobre su vida debió estimar impertinentes. En Barran-
quilla me resultó valiosa la colaboración de los profeso-
res José Lobo y José Fontalvo para la búsqueda de in-
formación y testimonios en Santo Tomás. Agradezco a
José Polo su diligente ayuda durante los meses que tra-
bajó como auxiliar de investigación en el proyecto. A
Jorge Conde debo algunos datos relevantes. Tengo
también motivos de agradecimiento con los profesores
Pedro Castellón y José Ramón Llanos.
En Santafé de Bogotá en uno u otro momento me
ayudaron a recopilar y cotejar información los hasta en-
tonces estudiantes de la Carrera de Historia de la Uni-
versidad Nacional: Carlos Lerma y Mario Barbosa. Volví
a contar con la ayuda de este último en la revisión final
del texto. Me beneficié del ambiente de discusión y co-
laboración de la Línea de Investigación en Historia Polí-
tica del Departamento de Historia de la Universidad

11
Medófilo Medina

Nacional, en particular de las anotaciones de César Aya-


la Diago y de Orlando Villanueva.
Agradezco los comentarios que tuvieron a bien for-
mular los profesores Rocío Londoño, Fernando Cubi-
des y Bernardo Tovar en la sesión de discusión sobre
los borradores del trabajo, algunos de los cuales logré
incorporar en la versión final.
La investigación recibió el respaldo institucional de
la Facultad de Ciencias Humanas, del Departamento de
Historia, el apoyo financiero de Colciencias y del Cin-
dec de la Universidad Nacional y fue posible gracias a la
existencia del convenio Universidad Nacional-
Universidad del Atlántico alrededor del programa de
Maestría en Historia en Barranquilla. Las estadías en es-
la ciudad para atender los seminarios me permitieron a
la vez realizar entrevistas y buscar información impres-
cindibles para la investigación. En este sentido no poco
debe este libro al profesor Cristóbal Arteta Ripoll, ac-
tual vicerrector académico de la Universidad del Atlán-
tico a cuyo empeño se debió la firma del mencionado
convenio y en apreciable medida la realización de la
maestría en Historia en la Universidad del Atlántico.
A Vera Weiler mi gratitud por el apoyo que me
brindó ante mis frecuentes dudas en la realización de
un trabajo que me resultó mucho más complicado de lo
que al comienzo imaginé.

12
INTRODUCCIÓN

Una tarde de comienzos de septiembre de 1990 lle-


gué hasta un edificio moderno situado en un barrio re-
sidencial del norte de Barranquilla. La fachada de cris-
tales ahumados me impidió saber el número de pisos.
Pregunté al portero por «el doctor Saúl Charris». El
hombre me replicó: «¿Cuál, el joven o el viejo?». Le
contesté: «El político». El portero me miró intrigado,
vaciló un momento, y luego me pidió timbrar en el
apartamento más próximo. Sabría luego que el homó-
nimo, un conocido anestesiólogo que vive en el mismo
edificio, es el hijo mayor de Saúl Charris de la Hoz.
Una mujer madura, posiblemente la criada, me in-
trodujo al vestíbulo y de allí a la sala del apartamento.
Ésta, de regulares dimensiones, está enmarcada por pa-
redes desnudas de color gris. Las sillas, de diseño con-
vencional, están dispuestas alrededor de una mesita de
centro cuyo tablero simula el mármol. Dos mecedoras
de mimbre que no armonizan con el conjunto, parecen
haber sido colocadas allí de manera provisional. En una
esquina, sobre una base de madera, una porcelana re-
presenta a una jovencita de lánguida sonrisa que acari-
cia un perro. Desde otro ángulo una pequeña bailarina

13
Medófilo Medina

saluda al visitante. Sobre una mesita de esquina dos


enamorados de porcelana entrelazan sus manos tierna-
mente.
Al cabo de unos minutos apareció un hombre de re-
gular estatura, camisa blanca en dudoso juego con la
corbata roja salpicada de rombos amarillos, de avanzada
edad, piel trigueña, de mirada inquieta. Una línea como
trazada con regla separa en porciones desiguales los ca-
bellos grises peinados con esmero. Las gafas de marcos
gruesos le dan al rostro cierto aire severo de hermano
cristiano. Extendiéndome la mano recitó por saludo la
fórmula: «Saúl Charris de la Hoz, a sus órdenes». Así
empezó la primera entrevista con el protagonista de las
páginas que vienen. Por entonces yo tenía sobre él tan
sólo una idea vaga, que más bien se parecía a un prejui-
cio. Lo asociaba con el grupo de parlamentarios coste-
ños que para la izquierda de los años setenta, tributaria
de un delerminismo de pertenencia social sin matices,
representaba e imponía en la Anapo los intereses de
ganaderos y latifundistas.
A lo largo del encuentro Charris mantuvo de manera
constante una entonación de la voz más apropiada para
un discurso parlamentario que para una conversación
privada. No me pude librar de la impresión de que mi
interlocutor, antes que a mí, se dirigía a un auditorio
invisible. La cadencia verbal suministraba un indicio so-
bre el sentido trascendente que daba a su relato. Habló
i
Si bien encuentro un tanto impresionista la afirmación que cito a con-
tinuación, no puedo menos de admitir que señala una posibilidad muy
impórtame de las historias de vida: «Cuando ahora escuchamos un re-
lato de vida, la manera como este es contado nos parece tan importan-
te como lo que es contado». Raphael Samuel y Paul Thompson, The
Myths we Live by, London and New York, Hislory Workshop, Rout-
ledge, 1990.

11
Juegos de rebeldía

largo, sin que yo lo interrumpiera, de los episodios des-


collantes de su carrera política. Hizo un compendio de
sus ideas sobre lo que debía significar "el verdadero li-
beralismo". Con no disimulada emoción evocó la amis-
tad con Jorge Eliécer Caitán y Carlos Lleras Restrepo y
las faenas políticas cumplidas al lado de estos caudillos.
Aludió de manera ambigua a su "frustración como polí-
tico", hizo un elogio de la masonería y se jactó de su
eclecticismo religioso. No faltaron las vacas y caballos
en algunos momentos de su discurso, que quiso, gana-
do ya por el demonio de la oratoria, reforzar con otro,
pronunciado en el Senado de la República, en una de
las sesiones finales del último período en el que había
ejercido como senador. De los fragmentos que de ma-
nera clara logré entender de la muy defectuosa graba-
ción, pude colegir que se trataba de una intervención
de denuncia sobre la "descomposición moral del país" y
de severa crítica al presidente López Michelsen. Como
la oración se prolongara, la entrevista culminó cuando
el cásete cesó de girar. Del torrente de palabras de esa
primera entrevista quedaron en la superficie fragmen-
tos, posibilidades de reconstruir relaciones, identifica-
ciones y rechazos que invitaban al ejercicio de juntarlos
en un cuadro de conjunto.
Después de una segunda entrevista sin guión preciso,
me decidí a la recopilación sistemática del testimonio
oral sobre su vida, con miras a la elaboración de un en-
sayo global sobre su itinerario político. Resultó así reba-
sada la intención inicial que no iba más allá de reunir
impresiones sobre las características de las campañas
electorales en la Costa Atlántica.
En realidad, el giro tenía antecedentes. En mi trabajo
de investigación sobre la historia política contemporá-
nea de Colombia, el género biográfico había ejercido
sobre mí una fuerte seducción. Al recoger testimonios
15
Medófilo Medina

de la historia oral en el proceso de elaboración de un


trabajo anterior, me había fascinado el mundo de ten-
siones, compromisos, adaptaciones, encuentros y de-
sencuentros, entre la mentalidad tradicional y una ideo-
logía moderna, el marxismo leninismo, en la
experiencia de vida de dirigentes campesinos de diver-
sas regiones del país.
Por otra parte, a comienzos de los años ochenta ha-
bía intentado con el concurso de un grupo de estudian-
tes de la Universidad de Los Andes, llevar a cabo, con
base en el empleo masivo de biografías sintéticas, una
aproximación al tema de la composición de las élites
políticas colombianas. Entonces era evidente que, salvo
contadas excepciones, no se había ensayado la realiza-
ción de investigaciones de los grupos de poder sobre
confiables fundamentos cuantitativos. El período esco-
gido fue el comprendido entre 1920 y 1980 y los con-
juntos seleccionados, los siguientes: ministros de Estado
e integrantes de instituciones políticas importantes co-
mo: Corte Suprema de Justicia, Consejo de Estado, Di-

Se trata de la Historia del Partido Comunista de Colombia, tomo I,


Bogotá, Ceis, 1980.
9
Para el tiempo en que se proyecte') la mencionada investigación, de
ese tipo de trabajo sólo podía citarse uno, que constituye más bien
un intento: John Laun, El reclutamiento político en Colombia: los minis-
tros de Estado 1900-1975. Posteriormente apareció el libro de Alvaro
Echeverry Uruburu, Élite y proceso político en Colombia (1950-1975):
una democracia principesca y endogámica; régimen político colombiano en
los últimos treinta años, Bogotá, Fuac, 1987. Con la ayuda de una bio-
grafía colectiva de abogados-burócratas, se examina en una tesis el
lugar y función de tales abogados en el proceso político en la Nueva
Granada para el interesante período de 1780 y 1850: Víctor Manuel
Uribe Urán, Rehellion ofthe young mandarins: Lawyers, political parties
and the state in Colombia, 1780-1850 (volumes I and II), University of
Pittsburgh, Degree: PHD, 1993.

Id
Juegos de rebeldía

rección Nacional Conservadora y Dirección Liberal Na-


cional, mesas directivas de la Cámara y del Senado. El
sondeo se adelantó de manera parcial, y si bien pudie-
ron formularse algunas observaciones de interés con
base en el material recogido, el trabajo se quedó a mi-
tad del camino ante las dificultades —que al menos por
ese momento resultaron insuperables— para reunir la
información que se estimaba clave sobre la procedencia
socioeconómica de las personas incorporadas en la base
de datos.
En diversos países, incluso en algunos de América
Latina, estudios como aquel al cual apuntaba mi inten-
ción habían empezado a formar parte del conocimiento
convencional de las ciencias sociales desde los años se-
4
senta. El impulso se originó de manera predominante
en la sociología política norteamericana, que a su turno
había recogido la inspiración de los precursores italia-
nos (Pareto, Michels y Mosca). Importaba mucho dis-
poner de sólidas bases empíricas para resolver cuestio-
nes como la muy conocida de ¿Quién gobierna?! La
composición de las élites, las configuraciones oligárqui-
cas, las alternativas del reclutamiento de los grupos de
poder, o las condiciones de la carrera política eran
otros tantos problemas que buscaban esclarecerse me-
diante ese tipo de investigaciones.
4
Quisiera citar solo uno de esos trabajos por la riqueza cuantitativa
que ofrece y por la instructiva presentación metodológica: Peter H.
Smith, Labyrinths of Power. Political Recruitment in Twentieth-Century.
México, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1979.
ñ
Justamente esa es la pregunta que sirve de título a una obra, de un
lado bastante representativa, y de otro, notable por la influencia que
ejerció en el campo de la historia de las élites: Robert Dahl, Who
govems? Democracy and power in an american city, New Haven and
London, Yale University Press, 1961.

17
Medófilo Medina

Hoy cabe anotar que si bien los estudios prosopográ-


ficos no parecen formar parte de las estrategias de in-
vestigación en el país, no es menos cierto que su no rea-
lización implica un vacío grave en el conocimiento
básico de la sociedad colombiana y de su historia.
El género biográfico, en la acepción clásica del tér-
mino, tiende a asociarse con los albores de la Historia
como campo específico del saber. Cada período de la
historiografía occidental cuenta con su propio modelo
de construcción biográfica. La idea que Carlyle plasmó
en la afirmación según la cual el proceso histórico sería
"la esencia de innumerables biografías" probablemente
ha pesado en la conciencia de historiadores de diversas
épocas más de lo que en principio pudiera admitirse, al
menos hasta antes de la hegemonía de los paradigmas
estructuralistas.
Aunque con períodos de pausa, durante el siglo XX
se ha mantenido un notable interés por la investigación
de trayectorias biográficas. Desde el período de entre-
guerras la biografía fue objeto de un proceso de apro-
piación, si así pudiera denominarse, por parte de otras
ciencias sociales distintas a la historia, como la Sociolo-
gía primero, y la Antropología y la Ciencia Política, lue-
go. El resultado general fue el ensanchamiento interdis-
ciplinario del género biográfico por los tipos de
construcciones a que dio lugar y por la extraordinaria
multiplicación de los usos y los campos de aplicación,
que van desde el estudio de grupos de conductas des-
viadas, hasta las investigaciones sobre las migraciones, la
cultura y el folclor. En este proceso la biografía, en la
acepción en que la han entendido los historiadores, se
ha visto enriquecida de manera substancial. De ello
ofrecen valiosos ejemplos la historia social inglesa y la
historiografía italiana.

18
Juegos de rebeldía

Desde el comienzo asumí que el trabajo sobre Saúl


Charris no sería una relato de vida en la medida en que
el interés central no era la atribución de sentido que el
protagonista pudiera ofrecer de su propia vida, pero
tampoco una biografía en el sentido clásico del término.
La intención a la cual me ceñí en el curso de la investi-
gación no fue otra que la de reconstruir una parábola
biográfica, guiado por la curiosidad de saber a qué ele-
mentos de análisis de la historia política daría lugar el
escrutinio minucioso del caso individual de un dirigen-
te.
El protagonista de la investigación en la actualidad se
encuentra retirado de la política. Visita al menos una
vez por semana una hacienda ganadera de su propiedad
ubicada en el vecindario del municipio de Santo Tomás,
población situada a 25 kilómetros de la ciudad de Ba-
rranquilla. Ha cumplido ya los 83 años. Desde su condi-
ción de retiro sigue con interés los asuntos de la actua-
lidad política. Comparte las preocupaciones que
conmueven a la mayor parte de los ganaderos colom-
bianos, ocasionadas por la acción de la guerrilla y por
las prácticas de la delincuencia común.
La elección de Saúl Charris de la Hoz para la elabo-
ración de una biografía política obedeció a varias razo-
nes. Aunque alcanzó notable figuración nacional, su ac-
ción pública tuvo siempre como referencia el ánrbilo de
la región caribe colombiana, y en particular el departa-
mento del Atlántico. La historia política del país se ha
abordado de manera casi exclusiva desde el centro, es
decir, desde lo ocurrido en Bogotá. Esa única perspecti-
va no corresponde a la realidad de un proceso muy len-
to de articulación nacional. Hace falta también en el es-
tudio de los procesos políticos, ir de las regiones al

19
Medófilo Medina

centro. En la trayectoria de Charris se entrelazan tres


"contextos de interacción social": Santo Tomás, lugar
de nacimiento del protagonista y espacio fundamental
de referencia de los intereses familiares; Barranquilla y
el departamento del Atlántico como el escenario regio-
nal; la capital de la República como centro nacional del
poder político.
Coadyuvó a mi decisión para llevar a cabo este estu-
dio de caso la condición, si se quiere secundaria, del pro-
tagonista. No se trata de un personaje de primer plano
como hubiera sido el caso de un presidente de la Repú-
blica o de un caudillo nacional de uno de los partidos.
Desde luego, tampoco es el "descubrimiento" de un
hombre anónimo al cual se le da la palabra en el ejerci-
cio de recuperar la "historia de los de abajo" o de "la
gente común". Es un personaje intermedio, de aquellos
sobre los cuales no suele ocuparse la Ciencia Histórica,
más dispuesta a buscar en los extremos sus objetos de

Para la Costa Atlántica existen trabajos que han abordado el estu-


dio de la «inflictiva articulación centro-región desde el punto de vis-
ta político. Al respecto pueden mencionarse los ensayos de Gustavo
Bell Lemus: "Conflictos regionales y centralismo. Una hipótesis so-
bre las relaciones políticas de la Costa Caribe con el gobierno cen-
tral en los primeros años de la República 1821-1840" y el de Eduar-
do Posada Carbó, "Estado, región y nación en la historia de la Costa
Atlántica colombiana: Notas sobre la Alian/a Regional de 1919". Es-
tos trabajos están publicados en Gustavo Bell Lemus (compilador),
El Caribe Colombiano. Selección de textos históricos, Barranquilla, Edi-
ciones Uninorle, 1988. Para un período más reciente se puede con-
sultar sobre el mismo tema: Gustavo Bell Lemus y Adolfo Meisel
Roca, Política, políticos y desarrollo económico de la Costa Atlántica: una
visión histórica, Barranquilla, Universidad del Norte, Serie Documen-
tos No. 5, 1989.

El concepto es de Giovanni Levi, "Sobre microhistoria", en Peter


Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza Editorial, 1993,
1994, p. 122.

20
Juegos de rebeldía

estudio. Esa condición del personaje se aviene bien al


carácter experimental de la investigación en la medida
en que se toma una perspectiva específica a propósito
de un individuo concreto. Con este trabajo quisiera in-
centivar la realización de investigaciones sobre persona-
jes similares para otras regiones del país. Por ese cami-
no podría llegarse a la configuración de un paisaje más
completo y variopinto del que actualmente se dispone
sobre la historia contemporánea de Colombia.
En ese orden de ideas resulla interesante pensar en
la utilidad que tendría para la comprensión de la He-
gemonía Conservadora las biografías de algunos de los
agrestes gamonales de los años veinte, como Sotero Pe-
ñuela en Boyacá o el general Eparquio Conzález en el
Atlántico. Para el Frente Nacional y para el período ac-
tual, el estudio minucioso de personajes como Bernar-
do Guerra Serna, fosé Ñame Terán, Roberto Cerlein,
Jorge Perico Cárdenas ofrecería hechos e ideas valiosos
para la construcción de un modelo del funcionamiento
real del bipartidismo.

Un intento por identificar algunos de los rasgos de la biografía de


"personajes secundarios" puede encontrarse en el artículo de
Thierry Dutour, "L'approche biographique des personnages
secondaires: le cas de Guy VI de la Trémoille (1343-1397)", en
Problémes & Méthodes de la Biographie. Actes chi Colloque, Sorbonne 3-4
mai 1985, p. 23-29. Aúneme el autor hace explícita una intención
metodológica, sus anotaciones en ese sentido no van muy lejos.
9
En la actualidad el profesor Antonio del Valle Ramón de la Uni-
versidad del Atlántico realiza un trabajo sobre la prolongada admi-
nistración del general Eparquio González en la gobernación del De-
parlamento del Atlántico.
io
Un trabajo que ha mostrado las posibilidades de ese tipo de inves-
tigación ha sido: Francisco Leal Builrago y Andrés Dávila Ladrón de
Guevara, El sistema político y su expresión regional, Bogotá, Tercer
(Continúa en la página siguiente)
21
Medófilo Medina

De igual manera, en la escogencia del personaje del


ensayo biográfico me llamaron la atención sus tránsitos
por varias corrientes partidistas y su inclinación por ju-
gar a la disidencia con respecto al Partido Liberal. Veía
la posibilidad de explorar la lógica de esos cambios y de
indagar por las razones de ese tipo de desplazamientos
sin reducir de entrada el fenómeno al expediente del
"oportunismo" como único factor de explicación.
Abordé al personaje con el propósito de asomarme a
procesos colectivos desde la perspectiva que ofrece la
vida de un actor individual. '.Qué elementos y qué ca-
racterísticas del sistema político se pueden identificar
siguiendo la parábola política de una persona de nota-
ble figuración regional y de apreciable significación na-
cional? ¿Cuál ha sido la naturaleza de las articulaciones
entre los niveles local, regional y nacional de la política
en Colombia? ¿Cómo se configuró la concepción ideó-
le )gica de un dirigente político dado, y con qué elemen-
tos culturales se construyó la relación entre éste y sus
seguidores? ¿Cómo se articularon las estrategias perso-
nales y familiares del individuo con las funciones del
político?
Los anteriores fueron algunos de los interrogantes
que de manera explícita me formulé desde el diseño
mismo de la investigación. El lector identificará también
otros problemas surgidos a partir de la información que
el trabajo incorpora. Con el mismo personaje, otro his-
toriador con intereses académicos diferentes a los míos
hubiese podido orientar la investigación hacia la psico-
biografía, por ejemplo, colocando el énfasis en la di-
Mundo-Instituto de Estudios Políticos U.N., 1991. Si bien el com-
promiso de los autores fue con el tema el clientelismo, un elemento
central de la investigación lo constituyó la descripción y análisis dé-
la trayectoria de un político regional. Tiberio Villarreal.

22
Juegos de rebeldía

mensión subjetiva de la trayectoria de vida. Las pregun-


tas que me formulé predeterminaron la dirección del
trabajo.
Desde el punto de vista de la base empírica, la refe-
rencia inicial para la elaboración del trabajo la constitu-
yó el testimonio autobiográfico de Saúl Charris de la
Hoz, recogido en cuatro extensas entrevistas grabadas
en Barranquilla entre finales de 1990 y mediados de
1991, que a su vez estuvieron precedidas de otras más
bien informales. Posteriormente se realizaron entrevis-
tas menores en las que busqué precisar unas veces y
ampliar otras, aspectos específicos del relato mayor. Al
traer a cuento las circunstancias anteriores he querido
subrayar que la fuente principal del trabajo ha sido el
producto de un proceso de interacción entre el prota-
gonista y el investigador.
Si bien consideré el testimonio oral autobiográfico
como material de significación central, en el curso de la
investigación efectué una amplia consulta de fuentes es-
critas con el objetivo de enriquecer, pero también de
contrastar —y hasta donde fuera posible verificar— la in-
formación contenida en el relato autobiográfico. Fue-
ron revisados los libros de protocolos de la Notaría de
Santo Tomás, municipio de origen de la familia Charris
de la Hoz; los archivos de la gobernación del departa-
mento del Atlántico y de alumnos del Colegio America-
no en Barranquilla y de la Facultad de Derecho de la
Universidad Javeriana en Santafé de Bogotá, estableci-
mientos en los cuales hizo sus estudios el protagonista;
los libros de actas del concejo municipal de Barranqui-
lla; el archivo del Centro Cultural Jorge Eliécer Caitán
en Santafé de Bogotá. Busqué información en la prensa
nacional y local y específicamente en la de Barranquilla.
Consulté minuciosamente el periódico Anales del Con-
greso, órgano del Congreso de la República.
23
Medófilo Medina

Acudí de nuevo al recurso de la historia oral con el


fin de incorporar los testimonios de algunos de los se-
guidores y copartidarios de Saúl Charris de la Hoz, así
como los de observadores no vinculados por lealtades
políticas con el protagonista.
No obstante que mi interés en la presente biografía
está centrado en la identificación de aspectos del proce-
so político, no es menos cierto que sólo introduje en el
campo de análisis aquellos problemas suscitados o suge-
ridos por la acción y las expectativas del protagonista.
Fui consciente de la necesidad de enmarcar la trayec-
toria política de Saúl Charris en el contexto de cada
uno de los períodos por los que atravesó su actividad.
Sin embargo, partí de la aceptación de la complejidad
que implica la "contextualización" de una biografía. Al
respecto tiene utilidad la siguiente anotación de Chris-
tian Jouhaud: «Una vida no produce su contexto como
una suerte de secreción historiográfica espontánea».
Es preciso, agregaría yo, un esfuerzo de elaboración de
contextos en relación estrecha con la composición de
una "experiencia humana" concreta.

ii
Christian Jouhaud, "Quand l'historien se fait biographe", en
£jjbní,Juillet-Aoút 1992, p. 36.

24
INFANCIA Y
ADOLESCENCIA

Nació Saúl Charris de la Hoz en Santo Tomás, de-


partamento del Atlántico, el 12 de abril de 1914. Fue-
ron sus padres tomasinos de origen campesino. La ma-
dre, dos años mayor que su marido, se llamaba María
Rebeca de la Hoz y había nacido en 1883. Manuel For-
tunato Charris era el padre.
Pareja previsora, tuvo su primer hijo, Saúl, a una
edad en la cual otras familias lidiaban ya con prole nu-
merosa. Don Fortunato se guiaba poco por el aforismo
según el cual cada hijo viene con su pan debajo del brazo.
Quiso que su familia creciera cuando el futuro apare-
ciera despejado en términos económicos.
Al primogénito siguieron luego Josué, Manuel, Ra-
fael, Absalón, Luz del Día. Como bien se ve, la inspira-
ción en la escogencia de los nombres provino del Anti-
guo Testamento. Tal origen no es casual. En verdad era
don Fortunato un asiduo lector de La Biblia; a su mane-
ra era hombre muy religioso, aunque no muy amigo de
frecuentar el bello templo de Santo Tomás. No figura-
ban entre sus huéspedes los dos curas que atendían las
25
Medófilo Medina

LOCALIZACION DE SANTO TOMAS EN EL


DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO (COLOMBIA )

BOLÍVAR

DIBUJO. D a l í , R a n i í r n u

26
Juegos de rebeldía

necesidades espirituales de los tomasinos. Para él, las


nociones religiosas estaban asociadas, antes que a las
prácticas exteriores y colectivas del culto, a códigos mo-
rales que debían regir el comportamiento individual de
las personas. Aunque católico, la religiosidad de don
Fortunato era más bien de tipo protestante.
La infancia de Saúl transcurrió en una casa mediana
situada en una de las calles arenosas y reverberantes del
pueblo, sumergido en un calor ardiente y húmedo. Por
aquel tiempo y no obstante que Santo Tomás dista sólo
25 kilómetros de Barranquilla, sus habitantes pensaban
en la capital como en una metrópoli remota. El impe-
tuoso desarrollo que experimentaba por entonces Ba-
rranquilla se irradiaba de manera lenta y desigual hacia
el entorno regional. En no pocos casos las relaciones
económicas de la ciudad eran más fuertes con pobla-
ciones del departamento del Magdalena. La industria
textil, por ejemplo, indujo al cultivo del algodón en ese
departamento.
Es posible que la ganadería de la subregión tomasina
se haya visto favorecida por la demanda de carne para
el consumo de la población barranquillera y de cueros
para las numerosas fábricas de calzado establecidas en

Eduardo Posada Carbó, Una invitación a la historia de Barranquilla,


Bogotá, Cámara de Comercio de Barranquilla-Cerec, 1987, p. 97. En
esta obra el autor subraya una temprana vinculación «... entre el
empuje inicial de la industria barranquillera y la economía regio-
nal». Por su parte Theodore Nichols relativi/aba de manera notoria
la industrialización de Barranquilla v su influencia económica en la
región. Refiriéndose a la industrialización en los años veinte, anota:
«La mayoría eran empresas pequeñas, lo cual hacía de Barranquilla
una ciudad primordialmenle comercial y no industrial». Véase tam-
bién Eduardo Posada Carbó, "Karl C. Parrish: un empresario co-
lombiano en los años 20", Boletín Cultural y Bibliográfico, Bogotá, vol.
23, No. 8, 198B, p. 3-20.

27
Medófilo Medina

la capital. Sin embargo, lo que sí resulta evidente es la


débil cadencia del crecimiento demográfico. El censo
nacional de población de 1912 registró para Santo To-
más una población de 3.079 personas; esa cifra se in-
crementó en sólo 115 habitantes para 1918 y en otros
145 para 1928, auncuando no debe descartarse que los
censos hayan subestimado el crecimiento de la pobla-
ción.
En contraste con la lentitud del paso del tiempo en
Santo Tomás, en el hogar de los Charris de la Hoz rei-
naba un ambiente de impaciente laboriosidad. Don For-
tunato atendía el negocio de venta de carne de ganado
que él mismo sacrificaba. Esta actividad lo ponía en
contacto con casi toda la gente del pueblo y su vecinda-
rio. De hecho, el de carnicero constituye en los pueblos
un oficio que asimila a quien lo ejerce a la condición de
funcionario público peculiar y de actor económico pri-
vilegiado. Ya el historiador George Duby, para otro
tiempo, finales del siglo XIV y comienzos del XV, y para
otro entorno, el mundo rural del occidente europeo,
señalaba con sorpresa la fuerte vocación de los carnice-
ros para colocarse en los puntos de intersección entre el
modesto pero activo intercambio comarcal y el gran trá-
fago comercial. «Algunas fuentes», anota Duby, «revelan
la amplitud que adquirían en esas localidades las espe-
culaciones sobre los productos ganaderos, sobre los
animales, la carne y el cuero; en ella se basaba la pros-
peridad de los hombres más ricos y más envidiados, los
carniceros que con sus rebaños agotaban los pastos del
lugar e incomodaban a los nobles».

2
Ceorges Duby, Economía rural y vida campesina en el occidente medie-
val, Barcelona, Ediciones Península, 1991, p. 451.

28
Juegos de rebeldía

Siendo muy pequeño, Saúl acompañaba al padre en


sus salidas al campo, en donde éste realizaba sus opera-
ciones de compraventa de ganado o daba vuelta a las
propiedades que había venido adquiriendo. Mientras
tanto la madre atendía a los hijos menores, al tiempo
que vendía leche en su casa.
Desde el comienzo del segundo decenio del siglo XX
se observa un incremento de las transacciones sobre la
propiedad territorial en Santo Tomás y en todo el cir-
cuito de Palmar de Várela. Esta intensificación de la
comercialización de la tierra guardaba relación con su
valorización, en virtud de la influencia de los procesos
del desarrollo vertiginoso que venía experimentando
Barranquilla desde la segunda mitad del siglo XIX. En
los libros de protocolos de la notaría de Santo Tomás se
registró la adquisición de pequeñas y medianas propie-
dades agrarias por parte de un grupo reducido de per-
sonas. Por ese tiempo se celebraron ante el juez diligen-
cias con el fin de registrar predios sobre los cuales sus
poseedores no disponían de títulos jurídicos. La cam-
pana del capital había marcado la hora en que también
los tomasinos pobres tenían que preocuparse por la
formalización jurídica de los títulos sobre las tierras, so
pena de perderlas.
En esos documentos son características cláusulas del
siguiente tenor: «Que digan los señores citados si es
cierto y les consta porque lo han presenciado, que hace
más de veinte años cerqué primero con madera y más
tarde con alambre una porción de quince hectáreas de
terreno, en los terrenos comunales de este distrito en el
punto nombrado...». Se trataba de las tierras que habían
sido adquiridas por la comunidad, «Tierras de la Frater-
nidad» se llamaron, y que habían sido distribuidas entre

29
Medófilo Medina

los vecinos a mediados del siglo anterior. Esas tierras


eran ahora objeto de un proceso de acaparamiento. A
la cabeza de los compradores estaba don Fidel de la
Hoz, cuyo nombre figura en buena parte de las transac-
ciones sobre propiedad territorial que se registraron
desde comienzos de siglo en la notaría de Santo Tomás.
Fidel de la Hoz prestaba dinero sobre hipoteca de pe-
queños lotes. De las numerosas hipotecas efectuadas en
favor de don Fidel entre 1917 y 1925, sólo se registra la
redención de una de ellas que lleva a cabo precisamente
Manuel Fortunato Charris. A cierta distancia del más
poderoso acaparador de tierras en la región le seguían
otros dos personajes: Marcial Polo Caballero y Gilberto
Caballero.
Aunque Manuel Fortunato Charris no se ubicaba en
la primera línea de los nuevos propietarios de las tierras
de Santo Tomás, tomaba parte activa en el mercado de
propiedad rural. Entre 1916 y 1924 se registraron a su
nombre 10 transacciones: toma de una hipoteca, venta
de un predio y compra de 8 que sumaban 314 hectá-
reas. Don Manuel Fortunato adquirió tierras también
en otros distritos. Se trata, por ejemplo, de una extensa
propiedad en jurisdicción del municipio de El Copey,
departamento del Magdalena (hoy en jurisdicción del
departamento del Cesar).

En una escritura se protocolizó la venta de las tierras por parle de


los propietarios «á favor de los vecindarios de Santo Tomás i Palmar
de Várela». Notaría Pública de Santo Tomás, enero 2 de 1886. Rubri-
cado. Luis de Olivares. Agradezco al profesor José Lobo la ubica-
ción del anterior documento.
4
Notaría Única de Santo Tomás, Libros de Protocolos, tomos de 1917
a 1927.

30
Juegos de rebeldía

Al tiempo q u e crecía Saúl, se incrementaba también


la fortuna familiar gracias a la habilidad del p a d r e para
los negocios y a la laboriosidad de la m a d r e . P r o n t o lle-
gó para los chicos el tiempo de sentarse en los bancos
de la escuela del pueblo. Los vecinos verían cada maña-
na al mayor de los Charris salir camino de las aulas lle-
vando de la m a n o al h e r m a n o que le seguía. El maestro
Waldo Martínez era u n joven normalista traído de la ve-
cina población de Malambo. H o m b r e de carácter ale-
gre, hacía lo que podía para m a n t e n e r la atención de su
auditorio en m e d i o del b o c h o r n o sofocante. Los niños
pasaban varios años en la escuela sin que el nivel de sus
conocimientos se incrementara de m a n e r a apreciable.
La perspectiva q u e los chicos del pueblo podían entre-
ver era la de convertirse en o r d e ñ a d o r e s . Sin que fuera
la p e o r posibilidad, n o debía obrar c o m o fuerte acicate
de superación para los educandos.

Los chicos n o invertían m u c h o tiempo en la prepa-


ración de sus tareas. Por ello se les veía alborotar p o r
las polvorientas calles del pueblo para fastidio d e los
mayores, en particular a las horas en que éstos, aturdi-
dos p o r el sol calcinante, buscaban sombra fresca para
echar la siesta. A Saúl le atraían de m a n e r a irresistible
las faenas con los caballos. Para ese tiempo su p a d r e ,
que había adquirido ya unas cuantas buenas bestias, le
dejaba perseguir a caballo reses ariscas. N o pocas veces
iban a dar al suelo jinete, novillo y cabalgadura.
El adolescente buscaba ocasiones para lucir su des-
treza en la equitación. Le complacían los aplausos de la
gente que estimulaba su hazaña de m a n t e n e r s e d e pie
en la silla mientras el caballo corría y lo invitaba u n a y
otra vez. a repetirla. J u g a b a también fútbol con cierta
habilidad, así es q u e formaba parte del e q u i p o tomasino
c u a n d o llegaban a jugar equipos de Barranquilla.

31
Medófilo Medina

El carácter inquieto d e Saúl lo llevó desde muy tem-


p r a n o a formarse, bajo la influencia de su p a d r e , sus
propias ideas religiosas, a u n q u e n o renunciará a su pro-
fesión formal católica. Siendo aún escolar m a n t u v o jun-
to con o t r o c o m p a ñ e r o u n a controversia con u n o d e los
curas d e Santo T o m á s . Los jóvenes defendían nociones
que se d e s p r e n d í a n de la sencilla filosofía religiosa p o r
la cual se orientaba D o n Manuel F o r t u n a t o . Este solía
repetir: «Dios está en todas partes. Es fanfarronería cre-
er q u e se le p u e d e aprisionar e n las cuatro paredes de
u n templo». Por razones obvias, el sacerdote, u n hom-
b r e d e modales ásperos y catolicismo recalcitrante, n o
p o d í a aceptar esas ideas. La discusión culminó c u a n d o
el cura furioso agredió a sus imberbes contradictores.

Años más tarde el abogado Charris de la Hoz tendría


ocasión de r e c o r d a r de m a n e r a vivida el episodio ante-
rior:

Siendo ya profesional, estaba yo en Barranquilla;


iba en mi automóvil cuando me encontré a una señora
que bajaba con un niño desgonzado en el hombro. Me
dio sentimiento la cosa, detuve el automóvil y le dije:
«¿Qué le pasa, señora?». «¡Ay! Que se me está murien-
do mi hijito». «Embarqúese, yo la llevo a su casa». «No,
es que estoy buscando a un cura para que me lo bauti-
ce porque el niño no está bautizado». «¡Vamos a la Ca-
tedral!». Llegamos allí y nos encontramos con un mo-
naguillo; le dije: «Dígale al Padre —sin que yo supiera
de quién se trataba— que hay un niño muñéndose y
que queremos que lo bautice». El cura bajó y al verme
me dijo: «¡Detente Satanás! ¡Detente Satanás!» y no me
dejó proseguir. Todavía él recordaba aquella vergüenza
que me había hecho vivir cuando yo era aún un niño.
Cosas como la de esta anécdota, son las que me han

32
Juegos de rebeldía

servido de mucho para guardar un eclecticismo religio-


so de mi pensamiento.

Es imposible en este caso saber hasta d o n d e "la


anécdota" es u n a composición a posteriori. De todos
m o d o s ella refleja algo sobre el tipo de mentalidad reli-
giosa del n a r r a d o r .
En los tiempos de escolar tuvo Saúl su p r i m e r amor:
u n a chica de grandes ojos tristes, hija del propietario de
u n a p e q u e ñ a tienda de Santo Tomás. El protagonista
los recordará c o m o "gentes p o b r e s que vivían con mu-
cha decencia y dignidad". María Ester del Villar inspire)
los primeros versos del escolar:

Son tus negros ojos para mí


Dos estrellas que iluminan mi camino
Dame un beso y envíame al destino
Al destino en que no esté lejos de ti.
Este p e q u e ñ o b o t ó n lírico quizá n o suscite e n t r e los
amigos de las bellas letras la frase aquella q u e suele
aplicarse a varios h o m b r e s públicos colombianos: «Es
u n escritor extraviado en la política».
El traslado de Saúl a Barranquilla para iniciar los es-
tudios del bachillerato p o n d r í a p u n t o final a este no-
viazgo.

Saúl Charris de la Hoz, Relato Autobiográfico, Barranquilla, 17 de


junio de 1991. En adelante esta fuente se citará como: R.A. y la fe-
cha de la entrevista correspondiente. Todas las entrevistas a Saúl
Charris de la Hoz se realizaron en Barranquilla.

53
2

EL BACHILLERATO EN EL COLEGIO
EVANGÉLICO

A los dieciséis años de edad Saúl Charris fue matri-


culado en el Colegio Americano. Este era uno de los
grandes planteles de secundaria de Barranquilla. Otros
establecimientos importantes eran el Biffi y el San José,
dirigidos por congregaciones religiosas, y el Barranqui-
lla, que era colegio público. El Colegio Americano, pa-
trocinado por la iglesia presbiteriana, estaba dirigido
entonces por Guillermo E. Vanderbilt y por Fred f.
Plachy, ambos ciudadanos norteamericanos.
Para Don Manuel Fortunato la escogencia del Ame-
ricano como el plantel apto para la educación de sus hi-
jos estaba vinculada a la idea de que tanto el régimen
del Colegio como los métodos de enseñanza se inspira-
ban en exigentes modelos educativos del exterior. La
orientación protestante del Colegio no constituye') para
él un factor que lo hiciera titubear en su decisión. Tam-
poco dudó en matricular a Saúl como requinterno. Esta
i
Zoila Moreno Ibáñez, Cien años de labores del Colegio Americano, Co-
legio Americano, Barranquilla, 1989.

35
Medófilo Medina

condición implicaba que el alumno no podía abandonar


el Colegio ni siquiera en los días de fiesta sin una ex-
presa solicitud de su acudiente. Para el padre, se trataba
de buscar condiciones que crearan hábitos de estudio y
de trabajo contra los cuales conspiraba el rústico am-
biente de Santo Tomás.
La edad que tenía Saúl a su ingreso al Colegio no era
la preferida por las directivas del establecimiento para
hacerse cargo de la formación de sus educandos. «La
educación», se decía en el prospecto del plantel,
«necesita tiempo, y, por lo tanto, para poder realizar
nuestro ideal pedagógico, es indispensable que nos en-
víen los niños desde sus más tiernos años, y cuando son
dóciles y asequibles a la influencia de la educación. Los
niños de quince a dieciséis años ya tienen el carácter
más o menos formado, y las costumbres están arraiga-
das hasta el punto de hacer casi imposible el corregir
cualquier tendencia nociva que pueda existir». La con-
dición de requinterno, confiaban el rector y el padre,
tal vez remediaría los vacíos de una socialización tardía
de Saúl en los ideales de formación del Colegio Ameri-
cano.
Si bien Saúl conocía ya Barranquilla porque había
acompañado a su padre en algunos viajes de negocios,
ahora tenía la oportunidad de relacionarse más estre-
chamente con la ciudad. No obstante que los efectos de
la crisis económica se dejaban sentir, Barranquilla mos-
traba por entonces una extraordinaria pujanza. Los ba-
rranquilleros de los años veinte podían olvidar, o quizá
la mayoría no lo sabía, que su ciudad no había sido otra
cosa —hasta entrada la segunda mitad del siglo XIX—

a
Colegio Americano para Varones, Prospecto, Barranquilla, impreso
en los Talleres J. V. Mogollón, julio de 1937. p. 4.

36
Juegos de rebeldía

que "un pequeño e insignificante pueblo a orillas de un


río", como anota T.E. Nichols.
Las instalaciones del Colegio Americano estaban si-
tuadas en lugares que por entonces eran ejes del desa-
rrollo urbano. Dos edificios destinados para las clases se
levantaban en la Calle de Medellín, cerca de la Avenida
20 de Julio. El internado estaba situado en la esquina de
Líbano con Sello. Al alumno Saúl Charris le atraían las
instalaciones deportivas del Colegio construidas en la
elegante urbanización de El Prado, que había sido ini-
ciada por Karl Parrish y socios desde 1919. Era un ba-
rrio del norte, en la parte alta de la ciudad. En sus casas
brillantes vivían satisfechas en 1935 más de 400 familias
pertenecientes a la clase alta y media alta de Barranqui-
lla.
En buena parte, la fisonomía y el ritmo agitado de la
ciudad guardaban íntima relación con su condición de
puerto marítimo y fluvial. Por los signos externos no
podría advertirse que desde finales del segundo decenio
Barranquilla había perdido su condición hegemónica
entre los puertos colombianos. Como anota Posada
Carbó, ello no implicaría la pérdida de importancia de
la condición portuaria. Barranquilla seguiría conser-

3
Las observaciones que se formulan o la información que se trae a
cuento en relación con Barranquilla están sustentadas o proceden
de la ya rica historiografía que existe sobre la ciudad, entre la cual se
destacan obras como las siguientes: Theodore E. Nichols, Tres puer-
tos de Colombia. Estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y
Barranquilla, Biblioteca del Banco Popular, Bogotá, 1973; Adolfo
Meisel, "¿Por qué se disipó el dinamismo industrial de Barranquilla
?", Lecturas de Economía, Universidad de Antioquia, Medellín, mayo-
agosto de 1987, No. 23, p. 57-87; Eduardo Posada Carbó, Una Invi-
tación a la Historia de Barranquilla, Bogotá, Cámara de Comercio de
Barranquilla, Cerec, 1987.

37
Medófilo Medina

vando su preponderancia en el movimiento de las im-


portaciones colombianas y un peso específico notable
en el conjunto del comercio exterior del país.
En 1933 el gobierno firmó un contrato con tres
compañías para la construcción de instalaciones portua-
rias modernas en Barranquilla, las cuales serían entre-
gadas en 1937. Al tiempo, la capital del departamento
del Atlántico ostentaba los rasgos de centro industrial.
Para comienzos de los años treinta, un censo de esta-
blecimientos industriales analizado por Adolfo Meisel
registra la existencia de 134 firmas con un total de
5.688 obreros y 646 empleados.
El orgullo que experimentaban los barranquilleros
pudientes con el crecimiento de su ciudad lo recogían
las crónicas. Las cifras globales señalan que había razo-
nes para el optimismo. El número de habitantes de la
ciudad se había incrementado en tres veces, según lo
dejan ver los censos de población de 1912 y 1928. En
este último año la población llegó a las 139.974 perso-
nas. El casco urbano que en 1920 ocupaba 590 hectá-
reas, en 1930 comprendía un área de 1.554 hectáreas.
La ciudad era abigarrada y variopinta. En la pobla-
ción predominaba la mezcla racial pero existían claras
minorías blanca y negra. Quizá no se notara a primera
vista, pero los extranjeros tenían un peso fuerte en la
ciudad. Especialmente entre los empresarios se contaba
con alemanes, judíos, italianos, sirios, libaneses y pales-
tinos.
Aunque las crónicas no se ocupan de los fenómenos
menos exaltantes de la vida cotidiana de Barranquilla
que acompañaban a la ciudad en su ascenso, al igual
que sus contemporáneos el joven Saúl Charris tuvo ante
sí la pobreza urbana que avanzaba tanto o más que el
progreso. De la misma manera, no todos los viajeros y
38
Juegos de rebeldía

visitantes pasaban la página en blanco de sus diarios so-


bre los aspectos menos brillantes de la ciudad que hacía
poco había iniciado la parábola del pavimento.
Uno de esos visitantes, Alcides Arguedas, de paso
para Bogotá a donde se dirigía para presentar sus cartas
credenciales como embajador de Bolivia, escribía el 10
de junio de 1929: «Bajo un sol de fuego me he lanzado
por las calles de esta ciudad de tierra hirviente para to-
mar algunas fotografías de escenas callejeras y tipos co-
rrientes de la gente ordinaria. El paseo por las calles no
ofrece gran interés. En los barrios pobres hay infinidad
de casas con techos de totora del río. Las puertas de al-
gunas tiendas llevan inscripciones curiosas, algunas in-
comprensibles. La gente parece muy pobre y predomi-
nan los mulatos en una proporción formidable. Se ven
niños completamente desnudos en brazos de sus ma-
dres o en las puertas de sus casas, y son algo huraños,
tímidos».
El señor Arguedas era un diplomático ecuánime y
consignó otras de las impresiones que le produjo Ba-
rranquilla distintas a las citadas. Ya se había referido al
alegre público de «tipo blanco, de facciones correctas...
que se encuentra, en el club, en el casino». Por supuesto
no omitió una viñeta sobre El Prado. «Las anchas ave-
nidas... sus jardines, plazas y plazoletas, constituyen la
parte más elegante de la ciudad donde se advierte un
gusto de buen tono en las construcciones».

4
Alcides Arguedas, La danza de las sombras. (Apuntes sobre cosas, gentes
y gentezuelas de la América española), Barcelona, 1934, Reimpresión
Banco de la República. Talleres Gráficos, Bogotá, 1983, p. 23.
' Ibid., p. 22.

39
Medófilo Medina

Las directivas del Colegio Americano atribuían al


factor religioso una gran importancia en la formación
de los alumnos. «Ponemos cuidado especial, se explica-
ba en el Prospecto, en inculcar a nuestros alumnos los
más sanos principios de moral y religión, tales como
nos han sido enseñados por nuestro Señor Jesucristo y
sus apóstoles. Por lo tanto, el estudio de la Palabra de
Dios ocupará lugar importante en el programa del Co-
legio; y rogamos encarecidamente a los padres de fami-
lia que nos encomienden la educación de sus hijos, que
nos ayuden en la obra de inculcación de principios mo-
rales». Los alumnos Charris estaban bien preparados
para ese tipo de opción pedagógica, pues su padre los
había puesto en contacto directo con las Sagradas Escri-
turas, lo cual los colocaba en ventaja con relación a
compañeros procedentes de familias típicamente católi-
casentre las cuales no suele presentarse una lectura di-
recta de la Biblia.
El Colegio Americano tuvo su origen en la actividad
misionera de la iglesia presbiteriana, que a su vez había
sido la primera de las confesiones protestantes en ini-
ciar su labor proselitista en Colombia. En 1871 el mi-
sionero escocés Adam H. Erwin estableció en Barran-
quilla una escuelita para niños pobres. Hacia finales de
los años ochenta llegó una institutriz para hacerse cargo
de la educación de las hijas del cónsul de los Estados
Unidos en Barranquilla. Con ellas estudiaban otras ni-

Colegio Americano para Varones, Prospecto, Talleres J. V. Mogo-


llón y Co., Barranquilla, 1937, p. 4.
7
La presencia inicial de los protestantes en Colombia se remonta a
los años veinte del siglo XIX y está relacionada con la introducción
del sistema lancasteriano en las escuelas. Diego Thompson, uno de
los maestros formados por Lancaster, arribó a Bogotá en 1825. En
1861 se estableció una iglesia presbiteriana en el país.

40
Juegos de rebeldía

ñas colombianas. A ese grupo comenzó a aplicársele el


nombre de Colegio Americano. En 1899 tuvo lugar la
apertura del Colegio Americano para varones, que le
dio continuidad a la labor pedagógica y misionera de
Erwin.
El alumno Saúl Charris obtuvo altas calificaciones en
las asignaturas Historia del Cristianismo y Biblia. En
sexto de bachillerato la nota de la primera fue de 86 so-
bre 100 y para la segunda, 89. Sólo fueron superadas
por la nota de Literatura Universal, que fue de 95, al
paso que fueron menos brillantes las calificaciones ob-
tenidas en Geometría y Botánica y francamente medio-
9
eres para Latín e Inglés.
Poco después de su ingreso al Colegio, a Saúl Cha-
rris se le encomendó la función de "pasante" de su cur-
so, lo cual implicaba el cuidado por la disciplina. Era es-
te mecanismo de "cogobierno" una reminiscencia de los
postulados pedagógicos de Lancaster, quien recomen-
daba la distribución de los escolares en grupos de a 10
bajo la dirección de uno de los alumnos llamado moni-
tor. La primera sanción que impuso el pasante Charris
recayó sobre su hermano que estudiaba también en el
mismo plantel. ¿Cálculo del futuro político? ¿Severidad
objetiva? ¿Oportunidad de afirmación de la autoridad
de hermano mayor? Sea lo que fuere, la medida le gran-
jeó a Saúl confianza entre profesores y respeto entre los
estudiantes, pese a que una reunión de familia reproba-
ría la acción del pasante.
De manera paralela a los estudios formales el bachi-
ller leía por propia iniciativa. Su autor preferido era el
«
Véase Zoila Moreno Ibáñez, op. cit., p. 15.
9
Colegio Americano de Barranquilla. Libro de Notas de 1936.

41
Medófilo Medina

panfletista colombiano José María Vargas Vila, de quien


conservará una inconmovible admiración a lo largo de
su vida. La afición de Saúl por la lectura del autor de
Aura o las violetas fue fomentada por varias razones. El
éxito del escritor, medido en términos de difusión de
sus novelas y panfletos, era inseparable de la fama de
iconoclasta irreductible que se extendió por América
Latina desde finales del siglo XIX. En Colombia, país de
unanimidad religiosa hasta la mitad del siglo XX, la lec-
tura de un escritor condenado por la iglesia ejercía
fuerte atractivo, en particular entre los jóvenes inclina-
dos al regusto que emana del contacto con lo prohibi-
do.
En un corrosivo prólogo a una antología de pasajes
de la obra de Vargas Vila, Malcolm Deas advierte la in-
fluencia del escritor en la obra y el estilo de varios per-
sonajes ilustres y menos ilustres de América Latina. En
Colombia, Deas percibe la huella vargasviliana en gru-
pos y figuras muy disímiles tales como Los Leopardos,
Laureano Gómez y Jorge Eliécer Gaitán. Rafael Maya
desalentó la búsqueda de honduras filosóficas o ideoló-
gicas en la obra de Vargas Vila: «Él se creía hombre de
"ideas" pero no era más que un mago de las palabras».
Quizá ello explique el que las diferencias en sus con-
cepciones del mundo no les haya impedido a diversos
políticos compartir su admiración por Vargas Vila. De
él toman la destreza del panfletista, el brillo rutilante de
los dardos, la imaginería literaria del agravio. Todos es-
tos son recursos muy estimados por el orador político,
por cuanto ellos no lo abandonan en la plaza o en el es-

10
Malcolm Deas, Vargas Vila. Sufragio-Selección-Epitafio, Biblioteca
Banco Popular, Bogotá, 1984, p. 20.
u
Malcolm Deas, op. cit., p. 289.

42
Juegos de rebeldía

trado parlamentario. A un similar tipo de preferencia


de los políticos atribuye el poeta Fernando Charry Lara
la buena estrella de los poetas parnasianos en Colom-
bia. Al referirse al estilo de éstos, Charry señala: «La uti-
lización de una poesía visual, a base de imágenes cro-
máticas, y bastante sonora, llena de referencias al
mundo grecorromano y a la historia, servía a los orado-
res de los parlamentos y aún a los editorialistas de los
periódicos».
En el político Charris de la Hoz será notoria la im-
pronta retórica del estilo de Vargas Vila, ya sea en la
propensión a las alusiones a hechos o personajes de la
"Grecia inmortal" y de la historia en general, o en las
respuestas "improvisadas" a las interpelaciones en el
Senado o en la ('amara. Ciertos vocativos en el discurso
pronunciado por Charris en el sepelio del General Ro-
jas Pinilla evocarán, aunque de manera un tanto desco-
lorida, los usados por el escritor en El discurso ante la
tumba de Diógenes Arrieta.
De manera institucional el Colegio Americano ponía
en contacto a los estudiantes con las prácticas del culto
evangélico hacia las cuales los alumnos Charris de la
Hoz no experimentaban resistencia dado el eclecticismo
espontáneo de la familia en materia religiosa.
En el caso de Saúl, la asistencia a las funciones del
culto debió obedecer en un primer momento al cum-

ia
Fernando Charry Lara, "Fernando Charry Lara o el temperamen-
to poético", (Entrevista de Edgar O'Hara), Boletín Cultural y Biblio-
gráfico, Banco de la República, Bogotá, Vol. XXVll, No. 24-25 (1990),
p.4.
13
Entre otros lugares, este discurso de Vargas Vila se encuentra en
la antología de M. Deas ya citada, p. 137-141.

43
Medófilo Medina

plimiento de la obligación que en tal sentido prescribía


el reglamento del Colegio para los alumnos internos.
Más tarde, Saúl se aficionaría verdaderamente a los ser-
vicios religiosos de la iglesia Evangélica, en los cuales
seguiría participando aún después de que su padre se
aviniera a cambiar su condición de requinterno. No só-
lo la piedad determinó la asiduidad al culto sino un mo-
tivo adicional de orden profano. Frecuentaba también
el templo presbiteriano una niña en quien recaían las
miradas del bachiller Charris. Con audacia Saúl aborda-
ría a la devota niña, quien era hija de uno de los miem-
bros más notorios de la iglesia presbiteriana de Barran-
quilla, Rafael Borelly Galindo, figura muy influyente en
los medios políticos y sociales de Barranquilla. Sobre es-
te personaje se volverá unas páginas más adelante. Así
se inició un prolongado noviazgo entre el joven Charris
e Isabel Borelly. En el recuerdo quedó la "muchachita
de lindos ojos" hija de un tendero de Santo Tomás. Con
ella se fueron al olvido las aventuras poéticas de Saúl
Charris.
En julio de 1936 Saúl Charris recibió el título de ba-
chiller del Colegio Americano. Así terminó una etapa
de su vida. No podría afirmarse por las condiciones fa-
miliares y por las características del plantel en donde
adelantó su educación media, que el proceso de sociali-
zación vivido por Saúl Charris haya sido el típico de los
políticos de la Costa Atlántica, pero sí que dichas carac-
terísticas de socialización estarían excluidas en la carre-
ra de un político del interior del país.
Mientras tanto, con la buena estrella que acompaña-
ba a sus negocios, la familia Charris había visto aumen-

14
Colegio Americano de Barranquilla, Prospecto, p. 12.

44
Juegos de rebeldía

tar la consideración que hacia ella mostraban los toma-


sinos. Don Manuel Fortunato cumplía la función de tes-
tigo instrumental en negocios que se registraban en la
Notaría, papel que en el pueblo solía reservarse a los te-
rratenientes; él y su mujer eran buscados por jóvenes
parejas como padrinos de matrimonio. D Resultó enton-
ces "natural" para los vecinos que el gobernador del
departamento del Atlántico nombrara a Don Manuel
Fortunato Charris alcalde de Santo Tomás. El nombra-
miento se realizó por decreto del 2 de agosto de 1932.
En el ejercicio de su cargo empleó métodos paternalis-
tas para satisfacción de los vecinos ricos y pobres del
pueblo. Así, la familia Charris se convirtió en parte im-
portante de la política local, en la cual de momento to-
maba parte "Don Fortu" a nombre del liberalismo.

15
Entrevista con Sarah Romero Gutiérrez, Barranquilla, 27 de febrero
de 1992.
16
Gobernación del Departamento del Atlántico, Libro de decretos,
Barranquilla, 1932.

45
LOS ESTUDIOS
UNIVERSITARIOS

A finales del mes de enero de 1937, próximo a cum-


plir 23 años llegó Saúl Charris a Bogotá. Su objetivo era
hacerse abogado en la Universidad Javeriana. Al mismo
tiempo debía crear las condiciones para el arribo de sus
hermanos menores que, con excepción de uno, querían
adelantar sus estudios profesionales en la capital. Em-
pleó los primeros días en familiarizarse con la ciudad a
la cual entonces se miraba desde la Costa como realidad
lejana y extraña.
El 8 de febrero se presentó a la Secretaría de la Fa-
cultad de Derecho con el fin de matricularse como
alumno regular. Canceló de contado los ochenta pesos
de la matrícula que también podía cubrirse en cuotas
mensuales de diez pesos. Hubo de superar un escollo:
entre las preguntas rituales que tuvo que responder es-
tuvo la siguiente: «¿Religión?». Sin vacilación el matricu-
lando respondió: «Ninguna». Del otro lado de la mesa y
sin levantar las manos del libro de matrículas el secreta-
rio de la Facultad, el abogado Udalislao González, miró
al joven de manera fija y con cierta irritación le advirtió:

47
Medófilo Medina

«Tú no te puedes matricular en esta Universidad por-


que ella es católica», a lo cual el joven al punto respon-
dió con el tono de un negociante de ganado a quien se
le desbarata un trato: «Devuélvame mis papeles y los
ochenta pesos». Por fortuna alguien observaba con inte-
rés la escena y llamó al joven de inconfundible entona-
ción costeña y le dijo con acento paternal: «Mire mu-
chacho yo quiero conversar con usted» y lo invitó a
seguirlo. Mientras caminaban, el sacerdote preguntó al
joven: «¿Por qué no eres católico?». «Bueno...», contestó
este, «Dios no lleva ese apellido». «Aja», prosiguió el cu-
ra, «¿qué significa eso?». Era apenas el inicio de una
conversación entre el profesor y el novato, diálogo que
culminaría con una especie de acuerdo: «Te voy a hacer
matricular en la Universidad, dijo el sacerdote, pero con
una condición: que asistas a las conferencias religiosas
que se dictan aquí en la Universidad; además, cuando
vayas a recibir el grado tienes que pasarte una semana
con personas que nosotros dedicamos a los estudiantes
del último curso para que conversen con ellas y reciban
su orientación». El joven asintió: «Claro, reverencia, me
encanta sobremanera ese plan de ustedes porque para
poderlos criticar... yo necesito aprender de ustedes». Y
luego con cierta provinciana timidez inquirió: «Pero...
¿con quién tengo el honor de conversar?», «Con el pa-
dre Félix Restrepo». Ese nombre, de momento, no le di-
jo nada al joven tomasino. Bien pronto sabría que el
inesperado interlocutor era la figura más respetada en
la Universidad Javeriana y por aquel tiempo el intelec-
tual católico más influyente en el país. En cumplimien-
to de aquel pacto el estudiante Saúl Charris asistiría con

i
Para 1937, el padre José Félix de Restrepo era decano de la Facul-
tad de Ciencias Económicas. A partir de 1941 fue designado rector
de la Universidad Javeriana.

48
Juegos de rebeldía

notable asiduidad a las conferencias y seminarios que


sobre temas religiosos o de moral se dictarían en la
Universidad durante el tiempo que duraron sus estu-
dios. En todo caso, con mayor constancia que aquellos
que a la pregunta rutinaria ¿Religión'? habían respondido
con indiferencia Católica.
Desde los primeros meses de universidad Saúl Cha-
rris atendió con diligencia sus deberes de estudiante, tal
como se reflejaría en el promedio de las calificaciones
obtenidas al finalizar el primer año de estudios, el cual
fue de 8.2 en la escala de 1.0 a 10. El desafío de ser al-
guien, que sus padres se habían esforzado por inculcar a
sus hijos y sobre lo cual les habían dado elocuente
ejemplo por el camino del tesón en el trabajo y la vigi-
lancia en los negocios, ahora el mayor de los Charris lo
asumía en el empeño de realizar con éxito su carrera de
abogado. No dejaban de obrar en este sentido además
de las normas de la ética familiar, los retos que para un
muchacho venido de la provincia costeña representaba
el ambiente en el cual el tono lo daban los estudiantes
provenientes de familias bogotanas.
Pero, ¿cuáles eran las características de la vida políti-
ca en Bogotá por el tiempo en que Saúl Charris de la
Hoz inició los estudios universitarios?. Es bien sabido
que con frecuencia ejercen mayor influencia en la for-
mación de un joven las experiencias adquiridas en el
entorno social y cultural. Reinaba en el país un clima de
extraordinaria agitación política. El año anterior, el de
1936, ha sido quizá el año más cargado por el debate

2
R.A., segunda entrevista, 17 de junio de 1991, p. 10.
3
Libro de Registro de Matrícula, Archivo de la Facultad de Derecho de
la Universidad Javeriana, Bogotá, 1941.

49
Medófilo Medina

político en la historia contemporánea del país. Como


motivos centrales de la confrontación estaban el proyec-
to de Ley de Reforma Agraria y sobre todo el de Re-
forma Constitucional, que habían sido presentados al
Congreso, entonces homogéneamente liberal como
consecuencia de la abstención conservadora, por el pre-
sidente de la República Alfonso López Pumarejo.
El campo político estaba atravesado por líneas fron-
terizas de marcado sectarismo. En la derecha, su flanco
extremo estaba representado por pequeños pero ruido-
sos grupos fascistas, el Partido Conservador acaudillado
por Laureano Gómez y la jerarquía católica. A este blo-
que pertenecían algunos liberales de derecha que se
expresaban tanto en el Congreso como fuera de él. En
el centro, pero con ostensible hostilidad hacia el go-
bierno se encontraban los liberales que atendían las
orientaciones de Eduardo Santos y Olaya Herrera. Des-
de la izquierda agitaban su apoyo a López y a veces la
demanda de profundización de las reformas la Confe-
deración Sindical de Colombia, CSC, futura CTC, el re-
cientemente proclamado Frente Popular, el Partido
Comunista, un pequeño grupo de intelectuales que se
agrupaban en Vanguardia Socialista dirigida por Gerar-
do Molina y Diego Luis Córdoba y algunas figuras suel-
tas de la izquierda liberal como Armando Solano. El
mismo López con cierto tono festivo, había afirmado en
un reportaje en julio de 1936 que su gabinete era una
4
La denominación de Confederación de Trabajadores de Colombia,
CTC, sería adoptada en el Tercer Congreso Nacional del Trabajo
que tuvo lugar en Cali en enero de 1938.
5
Para una descripción minuciosa del ambiente político prevalecien-
te en el país por esos años puede consultarse el libro de Alvaro Ti-
rado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Puma-
rejo 1934-1938, Bogotá, Procultura S.A. Colcultura, 1981.

50
Juegos de rebeldía

expresiém de equilibrio político, dada la presencia de


cuatro ministros de derecha y de otros tantos de iz-
quierda.
Al novel estudiante Charris la crispadém del estilo
político le producía una sensación que lindaba entre la
fascinación y el temor. En su nativa Santo Tomás o en
la capital del departamento del Atlántico la modulación
de la vida política era más tranquila.
Por otro lado, en Bogotá, la política parecía invadir
lodos los espacios: los públicos y los privados. La prensa
tenía una orientación marcadamente partidista. Aparte
de los antiguos periódicos liberales, El Tiempo y El Es-
pectador, con explícito propósito de oposición al gobier-
no de López, se fundaron dos diarios: La Razón, órgano
de la Apen, y El Siglo, aguerrido vocero del conserva-
tismo. La radio se usaba con intensidad en la campaña
política, lo cual constituía una novedad. El 14 de marzo
de 1936 había salido al aire la radiodifusora La Voz de
Colombia, al servicio del Partido Conservador —y en
consecuencia de la iglesia jerárquica—. Para los jóvenes
con ambición —y Charris era uno de esos— ejercía un
poder de seducción la retórica agresiva y pintoresca de
los antiguos leopardos, el verbo apocalíptico de Lau-
reano Gómez o el período elegante de los jóvenes con-
ferencistas liberales. La inclusión de figuras jé>venes en
el gabinete de López. Pumarejo contribuyó a crear la
sensación de que el de la política era el campo en el que
se podía brillar. La difusiém del discurso político por di-
versos medios resultaba excesiva para la ciudad que en
1938 registraría una población de sólo 330.312 habitan-
tes.

Véase Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia,


Bogotá, Ceis, 1980, 1. I, p. 283.

51
Medófilo Medina

Una notable característica del debate político desde


mediados de los años 30 estuvo dada por un fuerte sec-
tarismo. A ello contribuían, entre otros, dos factores: la
discusión de aspectos de la dogmática de la Constitu-
ción y la fuerte influencia de la evolución de la situación
política en España a partir del triunfo del Frente Popu-
lar en febrero de 1936. Como en el siglo XIX, la contro-
versia política tendió a tomar los tortuosos caminos de
la guerra religiosa.
Además de la impregnación política del ambiente,
Saúl Charris, como cualquier otro estudiante de la Uni-
versidad Javeriana, recibía estímulos adicionales en di-
rección a la actividad partidista. La Compañía de Jesús
por aquel tiempo tomaba parte activa en los debates
públicos, en algunos casos en razón de intereses inme-
diatos de la corporación y en otros en relación con la
ideologización que experimentaba la vida social. El sur-
gimiento de la Universidad Javeriana al comienzo del
Régimen Liberal había contribuido a asociar la institu-
ción con una estrategia educativa militante.
Los jesuítas se vieron envueltos en pleitos que alcan-
zaron pública notoriedad. Entre 1934 y 1935 se produ-
jeron debates en el Concejo de Bogotá, primero, y lue-
go en la Cámara de Representantes, sobre la hacienda
de Techo, cuya propiedad era objeto de una disputa en-
tre la Curia y la Compañía de Jesús. En los debates —en
el curso de los cuales algunos oradores revivieron las
maneras agrestes del anticlericalismo decimonónico— se
acusó a la Compañía de evasión mediante procedimien-
tos non sanctos del pago de los impuestos de la hacienda.
Otro episodio fue el relacionado con el proyecto de Ley
presentado por el gobierno sobre devolución a la Na-
ción del edificio del Colegio de San Bartolomé que ha-
bía sido cedido en préstamo a los jesuítas por otro de-
creto de 1928. El Partido Conservador se manifestó con
52
Juegos de rebeldía

la acostumbrada beligerancia contra el proyecto, el cual


presentó como clara manifestación de la persecución
oficial a la Compañía de Jesús.
Al pasar las páginas de la Revista Javeriana de esos
años se advierte el contenido político de sus secciones.
Los artículos doctrinarios apenas si se distanciaban del
comentario inmediato sobre la realidad internacional o
nacional. En la sección denominada Vida Nacional no se
ocultaba el sesgo antiliberal y antisocialista. En la in-
formación internacional de manera unilateral se presen-
taban y valoraban los procesos por los que atravesaban
España y México.
Por su parte, el padre Félix Restrepo realizaba una
activa propaganda ideológica mediante conferencias en
la Universidad Javeriana y por fuera de ella. En su con-
ferencia en la inauguración de la Segunda Semana So-
cial Católica celebrada en el mes de enero de 1938, el
sacerdote realizaba una especie de balance de las activi-
dades políticas llevadas a cabo por intermedio de orga-
nizaciones paraclericales, tales como el Secretariado de
la Acción Popular Colombiana.
Para Saúl Charris como para otros estudiantes de fi-
liación liberal, el estudiar en un medio hostil al partido
político de sus lealtades constituía un reto que reavivaba
el interés por la política. Entre los compañeros no poca
atenciém suscitaba el joven Alvaro Gómez Hurtado, no
sólo porque fuese hijo del virulento jefe de la oposición
conservadora sino por sus propias ejecutorias como agi-

7
Los incidentes en que se vio envuelta la Compañía de Jesús entre
1934 y 1938 se describen en el subcapítulo titulado Los Jesuítas en
Alvaro Tirado Mejía, op. cit., p. 395400.
8
Revista Javeriana, Bogotá, febrero de 1938, p. o.

53
Medófilo Medina

tador de las juventudes derechistas. No hacía mucho


tiempo había sido detenido por la Policía en el curso de
una manifestación político-religiosa. Aunque con me-
nos vehemencia, otros compañeros de curso de Charris
mostraban su disponibilidad para la actividad política.
Con el tiempo ellos ocuparían posiciones destacadas en
el Partido Conservador y en el Estado. Tal fue el caso
de Lucio Pabón Núñez, Gabriel Betancurt, Octavio
Rosselli.
La presencia de alumnos como los anteriores contri-
buía a crear un clima de controversia partidista en la
Universidad Javeriana. En la misma dirección obraba la
participación en la nómina de profesores de la Facultad
de Derecho de figuras de relieve en la política nacional,
tales como Alberto Zuleta Ángel, Francisco de Paula Pé-
rez, Carlos Lleras Restrepo y otros, quienes aunque no
protagonizaran debates en los claustros universitarios,
así fuera de manera indirecta, trasmitían sus intereses
políticos al estudiantado.

9
Se trate) de los disturbios que siguieron a la ceremonia de exhuma-
ción de los restos del arzobispo Mosquera el 24 de abril de 1936. El
episodio y el correspondiente pequeño escándalo de El Siglo al res-
pecto se relatan en Alvaro Tirado Mejía, op. cit., p. 286.

54
LAS PUERTAS DE ENTRADA AL
LIDERAZGO POLÍTICO

Al tiempo, por parte de la familia en Santo Tomás,


Saúl recibía cierta incitación hacia la participación polí-
tica. Su padre lo mantenía informado sobre la evolución
de la escena pública local. En la región venían desem-
peñando el liderazgo político desde el siglo XIX dos fa-
milias - o quizá sea más adecuado decir dos ramas- de
una misma familia liberal: los Fernández de la Hoz y los
Fernández Llinás. Los Fernández, que por contar entre
sus ancestros a un personaje como don Erasmo de
Rieux se reclamaban los representantes de la aristocra-
cia tomasina, venían en un proceso de decadencia eco-
nómica que contrastaba con la pujanza que en ese as-
pecto mostraban los Charris de la Hoz, miembros de
una nueva burguesía rural en proceso de ascenso.
No se trataba sólo de que la familia tuviera preten-
siones de liderazgo político, sino que éstas les comenza-
ban a ser reconocidas como una especie de derecho por
sus paisanos en virtud de la preeminencia social, la cual
estaba a su vez en relación con la posición económica
alcanzada. Ese enlace entre posición económica y posi-

55
Medófilo Medina

bilidad en la política se refleja de manera cruda en el


testimonio de un coetáneo de don Fortunato Charris:
«El padre de Saúl, bueno... él era político, digamos...
Aunque él no tenía grandes conocimientos, lo que pa-
saba era que tenía plata. Tenía... caramba, su posición
política y su posición económica; bueno en ese tiempo
tenía plata, como se dice. Tenía ganado y tierras». Al
lado de la percepción de la política como medio de
consolidación del reconocimiento social pesaban tam-
bién para los Charris de la Hoz, en su inclinación a la
actividad política, los propios intereses económicos que
los ponían en relación con actividades importantes para
los ciudadanos de Santo Tomás y de otros municipios
como Sabanalarga y Palmar de Várela. La ganadería, el
sacrificio de ganado y el expendio de carne, secunda-
riamente la agricultura, y por último, el servicio de
transporte por tierra a Barranquilla. Más adelante se
volverá sobre el asunto.
Para las elecciones a concejos municipales que ten-
drían lugar en octubre de 1937, Saúl Charris presentó
su nombre. En esta primera salida electoral tomó parte
en acuerdo con los Fernández Llinás. Con cautela, la
familia Charris de la Hoz tanteaba el terreno. Parecía
imprudente enfrentarse por entonces contra quienes
habían representado al Partido Liberal. Lo más indica-
do era la alianza. Por su parte, los Fernández Llinás
buscaron neutralizar un previsible movimiento inde-

Entrevista con Francisco Fontalvo Ari/.a. Santo Tomás, 21 de junio


de 1991.
Se trataba de un bus de propiedad de Doña Rebeca de la Hoz que
prestaba ese servicio a palmarinos y tomasinos. Entrevista con Ma-
nuel Eusebio Salcedo, Santo Tomás, 9 de octubre de 1992.

56
Juegos de rebeldía

pendiente de los Charris de la Hoz. De momento los in-


tereses de las dos familias pudieron compaginarse.
La complejidad de la política como sistema de inte-
rrelaciones humanas no se reserva a los grandes escena-
rios. Se expresa también en la lucha local, en el plano
de la competencia por los micropoderes. En el plano
nacional, los comicios para los cuales el Partido Conser-
vador levantó la orden de abstención se realizaron den-
tro del clima de radical confrontación política, algunos
de cuyos rasgos se han descrito arriba. Este joven coste-
ño se sentía tomando parte como protagonista, así fue-
ra en un escenario modesto, en una batalla que la Di-
rección Liberal Nacional calificaba de crucial. Era, si se
quiere, una especie de revancha frente a sus compañe-
ros de la Universidad, que con más poderosas relacio-
nes políticas sólo podían observar los toros desde la ba-
rrera.
El candidato no adelantó una campaña propiamente
dicha. El tejido de relaciones sociales de los padres bas-
taba para la movilización del número de votantes nece-
sarios para alcanzar un lugar en el Concejo municipal
de Santo Tomás. Aquí, sin embargo, la atención por las
contiendas electorales había aumentado notoriamente
desde comienzo de los años treinta. Antes, bajo la He-
gemonía Conservadora, el interés por la participación
se había aletargado. Entonces, era bien sabido que a pe-
sar de estar conformada la abrumadora mayoría de la
población por liberales, situación por demás igual en
todo el departamento del Atlántico, la composición del
Concejo era invariablemente la misma: tres ediles con-
servadores y dos liberales. Saúl Charris salió elegido
concejal con 98 votos sobre un total de 581. El concejo

57
Medófilo Medina

q u e d ó integrado p o r cuatro liberales y u n conservador.


De esta m a n e r a , alcanzó el p r i m e r cargo oficial electivo.
Cabe anotar que e n su vida política n o desempeñaría
funciones originadas en n o m b r a m i e n t o s .
Bien p r o n t o después de los comicios, su curul de
concejal le fue i m p u g n a d a p o r adversarios políticos per-
tenecientes a la corriente liberal q u e e n el departamen-
to c o m a n d a b a el senador P e d r o J u a n Navarro, u n acé-
r r i m o opositor de la política de reformas del presidente
López Pumarejo. Sin embargo, la d e m a n d a n o prospe-
r ó y el estudiante de d e r e c h o q u e d ó investido c o m o
concejal. Asistió a unas pocas sesiones y luego se retiró
p o r dos razones conjugadas: las incompatibilidades
prácticas para el ejercicio del cargo en razón de los es-
tudios y el papel subalterno al q u e quisieron relegarlo
los colegas del Concejo.

En el relato autobiográfico se alude de m a n e r a u n


tanto pintoresca y con u n a p r e t e n d i d a ingenuidad a esa
p r i m e r a experiencia con respecto a las elecciones p a r a
Concejo y a su p e r m a n e n c i a e n dicho organismo:

Me dejé convencer por unos caciques políticos, en-


tre otros por mi padrino de bautismo, para ir al Conce-
jo. Yo no sabía de esas actividades, pero me dejé con-
vencer. Eso no duró mucho, en razón de que tuve que
rebelarme contra ellos, incluyendo a mi padrino, por-
que querían tener en mí una especie de mandadero
para los efectos de las iniciativas municipales y no tuve

El Heraldo, Barranquilla, 4 de octubre de 19.37, p. 6.


4
La otra corriente era la encabezada por el exgobernador del Atlán-
tico Alberto Pumarejo. Navarro se identificaba a nivel nacional con
Eduardo Santos, mientras que Pumarejo respaldaba al Presidente
López.

58
Juegos de rebeldía

temperamento para eso. Por eso no volví a las sesio-


nes.
D u r a n t e esos años el reto mayor para el j o v e n estu-
diante de provincia lo constituía el éxito en los estudios.
Los logros econé)micos de la familia le habían abierto
u n a p u e r t a de ingreso a la política, otra puerta debería
abrírsela la preparación intelectual. ¿Pasión p o r el co-
nocimiento? N o tanto. Ambición p o r llegar a ser u n
profesional reconocido, p o r supuesto. Para Saúl Cha-
rris, i m b u i d o de valores meritocráticos profundos c o m o
suele ocurrir con individuos pertenecientes a grupos
sociales en ascenso, los estudios le permitían alimentar
la a u t o i m a g e n d e alguien q u e se hace a sí m i s m o me-
diante el esfuerzo personal. Se sentía entonces trazando
u n a parábola de vida similar a la de d o n Fortunato y
d o ñ a Rebeca, p e r o n o p o r el camino d e los negocios y
desde luego con otros objetivos.
U n espíritu competitivo impulsaba a Charris a medir
los resultados de su esfuerzo cotidiano a la luz de los al-
canzados p o r sus c o m p a ñ e r o s . Al respecto reiterará en
su relato autobiográfico:

Yo tenía de compañero a Alvaro Gómez Hurtado, a


Lucio Pabón Núñez, Rodrigo Noguera Laborde.... un
muchacho Ríos sumamente preparado e inteligente, un
muchacho Aldana, también muy preparado, eran gente
muy estudiosa. Pero yo les llevaba la ventaja de que
como no parrandeaba y ellos sí, entonces naturalmente
les llevaba esa ventaja. Yo podía preparar la materia

R. A., Barranquilla 26 de junio de 1991.

59
Medófilo Medina
que veríamos al día siguiente, entonces les llevaba esa
ventajita.

Era la disciplina de la cual tal vez no sintieran nece-


sidad aquellos que habían nacido en contacto con libros
y en ambientes cultivados. El promedio de notas de las
seis asignaturas que integraban el plan de estudios para
el segundo año dan cuenta del aprovechamiento en los
estudios: 8.3 en la escala de 1.0 a 10.
También los asuntos familiares le exigían al universi-
tario responsabilidades y le demandaban cuidados.
Desde niño había aceptado deberes especiales inheren-
tes a su condición de primogénito y sobre cuyo cum-
plimiento el padre había siempre recabado. En esa con-
dición y desde los años de la escuela había tenido que
abrir brecha, medir el terreno al que luego sus herma-
nos entraban. Así había ocurrido con la iniciación del
bachillerato en Barranquilla. Lo propio tenía lugar aho-
ra en un entorno mucho más distante del radio de la
acción paterna. Los hermanos llegaron a Bogotá para
empezar sus estudios universitarios. Josué inició la ca-
rrera de medicina en la Universidad Nacional; después
del primer año viajaría a México en donde se graduaría
como médico. También a la Universidad Javeriana in-
gresaron Rafael, a la Facultad de Derecho, y Luz del Día
a la de Enfermería. Manuel entró a Bacteriología en la
Universidad Nacional ya que «esa carrera no existía en
la Javeriana».
Al principio Saúl se estableció en casa de la familia
Fals Borda, con la cual su familia tenía relaciones en
Barranquilla. Más tarde llegaron a Bogotá otros herma-
nos con quienes Saúl pasó a vivir en una pensión. El

6
R.A., 17 de junio de 1991.

60
Juegos de rebeldía

mayor velaba por el cumplimiento de las obligaciones


de los hermanos y administraba la economía familiar.
Religiosamente en los primeros días de cada mes llega-
ba el giro de 25 pesos que los padres enviaban para ca-
da uno de los Charris. Lejos del hogar Saúl quería re-
producir el modelo familiar y encarnar al respecto el
paradigma del padre.
A medida que avanzaba en sus estudios, Saúl se inte-
resaba más por la política. La organización de su trabajo
le permitía leer con frecuencia los diarios liberales, ya
fuera El Tiempo en la mañana, o bien El Espectador en la
tarde. A veces compraba la tribuna de Laureano: El Si-
glo. En este periódico admiraba el ingenio de Gómez
para encontrar los titulares más ácidos o más agudos.
En verdad ningún político colombiano ha tenido la ca-
pacidad del caudillo conservador para condensar en
frases o plasmar en imágenes mayor grado de contun-
dencia contra el adversario. Esa fascinación por la plás-
tica de la expresión era apenas natural en un entusiasta
lector de José María Vargas Vila, como lo había sido
Saúl en el bachillerato.
Parecidas razones lo impulsaban a asistir a las barras
del Congreso de la República para seguir con emoción
los torneos de oratoria encendida que allí se escenifica-
ban. Era esta una modalidad de entretenimiento muy
grato para los jóvenes con ambición política en un pe-
ríodo que algunos quieren ver como la "edad de oro"
del parlamento colombiano. En todo caso la institución
del Rede-Parlament estaba en todo su apogeo: tribuna de
retórica inflamada y sectaria. El Partido Conservador
había abandonado su táctica de abstención y desde las
elecciones del primero de marzo de 1939 sus represen-
tantes habían vuelto a ocupar sus escaños. Con ello el
espectáculo parlamentario había recuperado su nivel de
emotividad.
61
Medófilo Medina

Con invariable buen rendimiento Saúl había arriba-


do a la fase superior de la carrera universitaria. Cuando
cursaba el primer semestre del quinto año sobrevino un
acontecimiento doloroso para la familia de los Charris
de la Hoz: en Santo Tomás falleció la madre, doña Re-
beca de la Hoz, el 21 de junio de 1941. Para el hijo ma-
yor el hecho aparejaba también la frustración de no ha-
ber alcanzado a «depararle a la madre aquella
satisfacción» de tan profunda significación. En verdad
para doña Rebeca la aspiración de que sus hijos se reci-
biesen como profesionales había representado el más
acariciado de los proyectos familiares.
El vacío creado por el fallecimiento de la madre re-
sultaba más sensible por cuanto lejos de ser un ama de
casa corriente, e había desplegado su iniciativa para el
fortalecimiento de la economía familiar, para lo cual
había tomado sus propias decisiones en materia de ne-
gocios y había fomentado en los hijos el deseo de ascen-
so social mediante la preparación profesional. Saúl evo-
cará aquellas veladas después de las comidas, cuando
doña Rebeca se esforzaba por inculcar en los niños en-
señanzas que estimaba fundamentales. Solía en aquellas
ocasiones repetirles máximas como esta: «Hay tres ne-
gocios buenos, el primero es ser honrado, el segundo
ser honrado y el tercero ser honrado». Es difícil juzgar
sobre la eficacia de esas fórmulas de la pedagogía moral
y cómo ellas puedan inscribirse en los procesos de so-
cialización de los niños. Habría que anotar a manera de
indicio que aun los adversarios políticos le reconocerían
a Charris su honradez. Al más sobresaliente de ellos,
Alberto Pumarejo, se atribuye un juicio que alude a esa
característica, aunque al tiempo refleja una intención de

R.A., 17 de junio de 1991.

62
Juegos de rebeldía

descalificación que es recogido de la m a n e r a siguiente


en el testimonio de d o n Francisco Fontalvo Ariza: «El
doctor Alberto Pumarejo solía decir, según m e lo contó
u n o d e sus sargentos q u e tenía aquí en Santo T o m á s
q u e se llama José Rosalía, que lo único b u e n o q u e tenía
Saúl era q u e era honrado».
Si bien el adelantar los estudios d e d e r e c h o en la
Universidad Javeriana llenaba las aspiraciones del j o v e n
tomasino, éste n o p o d í a reprimir del t o d o la irritación
que le causaba la doble presión originada en la orienta-
ción confesional de la Universidad y en la favorable dis-
posición d e la institución hacia el Partido Conservador.
En ocasiones Saúl e n c o n t r a b a ciertos pretextos para li-
b e r a r su á n i m o levantisco sin q u e p o r o t r o lado tuviera
que arrostrar riesgos incalculables. U n a anécdota reco-
ge alguna d e esas situaciones. Se acercaba el final de la
carrera... p e r o parece más a d e c u a d o presentar el episo-
dio tal c o m o lo reconstruyó la m e m o r i a del protagonis-
ta en u n fragmento del relato autobiográfico:

Llegó en una ocasión al final del año el profesor


Robledo Uribe, de derecho comercial. El día anterior
había dictado una conferencia con el doctor Alberto
Zuleta, mi presidente de tesis. La conferencia había te-
nido lugar en la Universidad Nacional. El profesor di-
rectamente preguntó: ¿Cómo les pareció la conferencia
de ayer? ¿Cuál de las tesis les pareció la mejor? Tenían
las preguntas el tono como para iniciar un intercambio
de ideas con los alumnos. Pero como suelen las gentes
ser lambonas, varios se apresuraron a decir: «¡No, no,
no nooo, profesor! usted dejó regado al doctor Alberto

8 ,
Entrevista con Francisco Fontalvo Ariza, Santo Tomás, 21 de junio
de 1991.

63
Medófilo Medina

Zuleta Ángel, lo dejó regado». Pero como yo toda la


vida he sido franco, me levanté y le dije: «Profesor, me
da mucha pena tener que decir lo contrario de mis
compañeros; yo creo que el profesor Zuleta Ángel hizo
una exposición muy clara y muy buena». El profesor
Robledo, enrojeciendo, dijo: «Yo no tengo la culpa de
que usted no haya entendido». Sacando valor yo conti-
nué: «Si me pusieran a calificar la conferencia de los
dos ilustres expositores le pondría yo a usted noventa y
al doctor Zuleta lo calificaría con 100». ¡Se pegó una
calentura mi cliente! Justamente al comenzar la clase el
profesor había pedido que los estudiantes debíamos de
inscribirnos para examen oral o escrito. Así, amigos del
curso —íbamos en competencia varios— me retaron: «A
que no te presentas al oral». Yo lo hice. En el examen
recibí sólo una pregunta: historia del derecho comer-
cial. Estaba yo convencido de que sabía el tema y abrí
mi respuesta con un análisis del derecho comercial en
los países desarrollados para luego llegar a Colombia.
Aquí empecé señalando que nuestro derecho comer-
cial era una copia del panameño... El profesor me puso
veinte para que repitiera. Me fui donde el padre Félix
Restrepo y le señalé que se había cometido una injusti-
cia y que estaba dispuesto a denunciarla. El padre Res-
trepo le pidió la opinión al secretario académico de la
Facultad, el doctor Udalislao, que había asistido en ca-
lidad de jurado y quien manifestó: «Me parece que él
presentó un buen examen». Entonces el padre Restre-
po me preguntó: «¿Quieres repetir el examen?»,
«Ahora mismo», le repliqué. Parece que al padre le im-
presionó mi respuesta y al punto designó un jurado.
En el examen el profesor formule) las preguntas. Una
vez que hube respondido, el doctor Robledo les dijo a
los miembros del jurado: «Señores, califiquen». «No,
doctor», replicaron ellos, «califique usted». El profesor
me puso ciento que era la máxima nota. [En el registro
64
Juegos de rebeldía

de notas aparece en efecto esa calificación en la mate-


ria Derecho Mercantil II. ] Acto seguido, el profesor
Robledo me dio un abrazo didéndome que el inciden-
te había que olvidarlo y me invite') a visitarlo en su ofi-
cina. Me sorprendí sobremanera cuando en el curso de
mi visita me propuso que fuera su socio en la oficina.
Le agradecí muy de veras pero le señalé que mis planes
eran los de volver a Barranquilla.

Culminó Charris con éxito notorio el quinto año de


los estudios de derecho. El p r o m e d i o de notas fue aún
más alto que el de los años anteriores: 8.9 sobre 10.
Además de d e r e c h o mercantil, esta última calificación
también la había alcanzado en la asignatura de d e r e c h o
español. Muy p r o n t o presentó la tesis titulada Contratos
de Transporte c o m o requisito final para o b t e n e r el títu-
lo de doctor en Derecho y Ciencias Económicas. La se-
sión de sustentación del trabajo se realizó el 15 de mayo
de 1942 ante u n j u r a d o integrado p o r el presidente de
la tesis, Alberto Zuleta Ángel, el d e c a n o de la Facultad,
Francisco de Paula Pérez, el secretario Uladislao Gonzá-
lez y los examinadores Víctor Cock y H e r n a n d o Carri-
zosa Pardo. La nota consignada en el acta de g r a d o fue
de 5.0 (sobresaliente).
En 103 páginas de la tesis, el autor se ocupe') de la
descripción general de las nociones teóricas de los con-

Archivo de estudiantes. Facultad de Derecho, Universidad Javeriana,


Bogotá. El comentario es del autor.
W
R.A., junio 17 de 1991.
u
S.A. Charris de la Hoz, Contratos de Transporte, Editorial Ferrini,
Bogotá, 1942, 103 p.
Archivo de estudiantes. Facultad de Derecho, Pontificia Universidad
Javeriana. Bogotá.

65
Medófilo Medina

tratos, así como de los aspectos concretos del contrato


del transporte de mercancías y de personas y equipajes.
Se citan dieciséis trabajos de tratadistas nacionales y ex-
tranjeros lo mismo que teóricos del derecho como H.
Kelsen, León Duguil y Ripert.
En la edición de la tesis, el autor consignó la siguien-
te dedicatoria: «A la eterna memoria de mi madre; a mi
padre como homenaje de acendrado amor; a mis her-
manos con mucho cariño».
En el caso de Saúl Charris esta dedicatoria no era un
formalismo sino la expresión de un sentimiento pro-
fundo aguzado de manera permanente por su condi-
ción de primogénito y en forma reciente por el falleci-
miento de la madre. ¡Era el primer miembro de la
familia que recibía el título universitario y el primer
Charris de la Hoz que podía ser saludado de Doctorl
Además de la dimensión afectiva, los vínculos familiares
tuvieron una significación pragmática en la carrera polí-
tica de Charris, en especial durante la primera etapa.
Para la familia, la carrera política del mayor de los Cha-
rris era asunto de todos.
El tiempo en el cual Saúl Charris culminó sus estu-
dios de abogado coincidió con una aguadísima coyun-
tura electoral dentro de la cual se realizaron las campa-
ñas proselitislas vinculadas a las elecciones de diputados
a las asambleas departamentales y representantes a la
Cámara en marzo de 1941, de concejales en octubre del
mismo año y para presidente en mayo de 1942. Las tres
campañas se convirtieron en un solo debate sobre la su-
cesión presidencial. El campo político se escindió en
dos bandos: lopistas y antilopistas. Los liberales que se
agrupaban en el segundo sector preferían autodenomi-
narse antirreeleccionistas, al paso que los conservadores
de manera estridente vociferaban su antilopismo. Su

66
Juegos de rebeldía

campaña, como era expresada en El Siglo, ocultó en la


coyuntura su disposición antiliberal para intensificar el
arrebato antilopista. En editorial de este diario se había
sentado la siguiente proposición: «López es el enemigo
número uno de la convivencia pacífica de los colombia-
nos». De tal axioma se derivaba una táctica: de dos ma-
les el menor. «Entre dos frentes, uno liberal y otro so-
cialcomunista, nuestras simpatías de modo espontáneo
y natural están en el primero, porque se opone a lo que
constituye una amenaza y un conocido desastre para la
tranquilidad pública y los más caros intereses del pue-
blo colombiano». Por su parte, el gobierno de Santos
ocultaba de manera poco eficaz el recelo que le suscita-
ba la posibilidad de un nuevo período del ex presidente
López.
El político liberal Carlos Arango Vélez fue el perso-
naje escogido por los liberales antirreeleccionistas como
candidato. El Partido Conservador lo apoyó sin reser-
vas. No obstante la moderación de los discursos de Ló-
pez a lo largo de la campaña o campañas electorales de
1941-1942, en el debate se proyectó el temor a la fuerza
política del sindicalismo y de manera secundaria a la
ampliación de la intervención estatal. La agitación de
esos fantasmas se dejaba sentir en los pronunciamientos
de figuras importantes del espectro político antirreelec-
cionista, tales como Pedro Juan Navarro, Calibán, Juan
Lozano o Laureano Gómez. En las elecciones de marzo
de 1941 la mayoría la obtuvieron las listas lopistas, con
lo cual se fortaleció la legitimidad de la candidatura de
Alfonso López, al paso que Arango Vélez persistió en su
candidatura como una disidencia liberal apoyada por el
Partido Conservador. En las elecciones presidenciales

13
El Siglo, Bogotá, 2 de enero de 1941.

67
Medófilo Medina

que tuvieron lugar el 3 de mayo de 1942 se impuso por


amplio margen el nombre de López.
En los procesos electorales la familia Charris de la
Hoz había tomado parte activa, al menos a nivel local
en Santo Tomás. El poder económico, y aparejado a és-
te la preeminencia social alcanzada, les impedía a los
Charris marginarse de la contienda política. Le hicieron
campaña a la disidencia. Varias razones explican ese
apoyo: el candidato antirreeleccionista se presentó co-
mo el abanderado de los intereses de la Costa. Justa-
mente la proclamación de la candidatura de Arango Vé-
lez se había producido el 25 de enero de 1941 en
Magangué. En el discurso de aceptación pronunciado
en aquella ocasión, el candidato había exaltado el sen-
timiento regional: «He dicho», señaló, «que la Costa, es-
te liberalismo de la Costa tiene derecho y debe interve-
nir en lo sucesivo en la política general de Colombia...
una vez más, repito que yo he venido aquí a reivindicar
el derecho que tienen las costas de la República, así del
Atlántico como del Pacífico, a valer y pesar en lo sucesi-
vo en todo lo que valen y pesan en hombres y en rique-
za y en su significación geográfica en el tablero general
de la vida presente y en el porvenir del país».
En segundo lugar, Don Fortunato y Saúl coincidían
en su antipatía hacia Alberto Pumarejo, la figura más
representativa del lopismo en la Costa. Pumarejo era
visto por los Charris como un oligarca y en realidad lo
era. Provenía de una familia de poderosos terratenien-
tes y ganaderos del Magdalena. Pero además Alberto

14
El Tiempo, 27 de enero de 1941.

68
Juegos de rebeldía
15
Pumarejo "era un aristócrata" que contaba entre sus
ancestros a personajes que ya eran senadores en el
temprano período de la primera mitad del siglo XIX.
Era pues natural que una familia perteneciente a una
burguesía rural en proceso de formación estuviera me-
jor dispuesta a respaldar a un dirigente político más
plebeyo por su origen, como era el senador Pedro Juan
Navarro. Como la política es fértil en paradojas, el se-
nador Navarro no alentaba posiciones más avanzadas
que las defendidas por Pumarejo. Ya arriba se anot(')
que Navarro había side) uno de k)s voceros más exalla-
de)s de la oposición a las refe)rmas de la Revolución en
Marcha. En la nueva ce)yuntura era cifra importante del
estade) mayor antile>pista.
El aranguisme) de los Charris estuvo también moti-
vado en lo que podría llamarse la mecánica de las ope>-
siciones. En la nueva coyuntura, las dos familias Fer-
nández, se habían unido alrededor del candidato oficial
del partido liberal. Los Charris, que buscaban establecer
su propio espacio de poder, apoyaron al candidato de la
disidencia delimitando de esta forma terreno cem sus
émuk)s. Las rivalidades familiares representaban un
importante elemente) constitutivo de las expectativas y
ambiciones de individúen y grupexs en el ámbito local.
En las condiciones dadas, la esfera pe)lítice)-partidista en
realidad era una de las limitadas posibilidades de reali-
zacieín evidente de tales expectativas.

ts
Una breve semblanza de Alberto Pumarejo y algunas anotaciones
sobre sus ancestros se pueden leer en Alfonso López Michelsen, Es-
bozos y atisbos. Aproximaciones a algunas figuras colombianas. Plaza y
Janes, Bogotá, 19X4.
18
En diversos momentos del presente trabajo se ha querido descri-
bir el tejido de las relaciones y los valores familiares por dos razo-
(Continúa en la página siguiente)
69
Medófilo Medina

Tan pronto se gradué'), Saúl regresó al lade) de la fa-


milia, pero cem el e)bjeüve) de establecerse come) abe>ga-
de) en Barranquilla. Se iniciaba e)lra etapa de su vida y
carrera. ¿Con qué factores contaban él y su familia pe)r
ese tiempo?

nes: primero, porque no se ha avanzado en la investigación histórica


en Colombia en la exploración de las relaciones entre familia y par-
tidos. Cuando se han formulado hipótesis en este sentido se ha te-
nido en cuenta a las grandes familias, los linajes. Sin embargo, lo
que aquí se plantea es el nivel no tanto de un grupo específico de
familias, sino de las familias en general. En segundo lugar, el género
biográfico mismo conduce imperceptiblemente a incorporar en el
campo del análisis a los grupos primarios de los cuales forman parle
los protagonistas de las biografías. Observaciones pertinentes acerca
de la relación entre biografía y estructura social pueden leerse en:
Franco Ferrarotti, "Sobre la autonomía del método biográfico", en
José Miguel Marinas, Cristina Santamaría, La historia oral: métodos y
experiencias, Madrid, Debate, 1993, p. 121-129.

70
EL MATRIMONIO

Al recibir su diploma de abogade) Saúl sintie') que ha-


bía llegado el momento de e)rganizar su vida de manera
independiente. El primer paso en esta dirección fue el
de casarse. El suye> había side) un noviazgo pre>longade):
al menos siete años habían transcurrido desde cuande)
se había enamorado de la niña Isabel Borelly, alumna
del Colegio Gabriela Mistral, pejr el tiempo en que am-
bos asistían a los oficios en el templo presbiteriano de
Barranquilla. El matrimonio, que tuve) lugar en diciem-
bre de 1942, se efectué') bajo pautas de tolerancia; dade)
que la familia de la novia era protestante, contrajeron
matrimonio civil, y al tiempo lo hicieron en ceremonia
presbiteriana.
Para Saúl Charris el matrimonio representaba tam-
bién una nueva puerta que se abría en su carrera. Su
suegro, don Rafael Borelly Galinde), era un personaje
conspicue) en la Costa Atlántica desde finales de los

El Colegio Gabriela Mistral era un establecimiento organizado bajo


pautas liberales. Estaba dirigido por la poetisa Amira de la Rosa.

71
Medófilo Medina

años veinte. En el plano económico su actividad era


multifacética; tenía la representación de varias empre-
sas, en particular en el ramo de las importaciones. Fue
gerente general de la firma J. Glottman SA. Tenía ofi-
cinas de asesoría en Bogotá y Barranquilla. En esta úl-
tima ciudad era frecuente que las empresas contrataran
como asesores a políticos en ejercicio; en este caso la
labor de éstos era, antes que profesional, la de relacio-
nistas políticos. Rafael Borelly era miembro de varios
clubes sociales de la ciudad. Para Saúl Charris el matri-
monio con Isabel Borelly resultaba también convenien-
te; significaba el enlace de una familia campesina en
proceso de ascenso con un apellido prestigioso de la so-
ciedad barranquillera. Las relaciones y el prestigio fami-
liar, como se ampliará más adelante, cumplieron la fun-
ción de la dote que la novia aportó al momento del
matrimonio.
Desde muy joven se conoció a Borelly por sus activida-
des filantrópicas. Al respecto, en una memoria histórica
sobre el Colegio Americano de Barranquilla en la cual
se menciona también a Saúl Charris, se anota: «Entre
los alumnos se recuerda en forma especial a Rafael Bo-
relly, quien no solamente realizaba labores espirituales
en el colegio sino que al frente de un grupo de jóvenes
de la iglesia presbiteriana visitaba barrios de la ciudad y
las poblaciones vecinas distribuyendo literatura y predi-
cando la palabra». No hace falta señalar que la acción
filantrópica tiene una serie de vasos comunicantes con

2
Esto se puede leer en un largo reportaje que se le hace a Borelly.
Véase Don Ramiro. Mis Entrevistas, Barranquilla, 1928, p. 31-37.
3
Oliverio Perry, Quién es Quién en Colombia, Bogotá, Oliverio Perry y
Cía. Editores, 1952, p. 579.
4
Zoila Moreno Ibáñez, op. cit., p. 36.

72
Juegos de rebeldía

El matrimonio: entrelazamiento de redes

Saúl Charris Isabel Borelly

Escuela católica Iglesia


Educación
C o l e g i o Evangélico Presbiteriana

M u n d o Rural Escenarios Mundo Urbano

Ganadería, Actividades Comercio-Asesoría


a empresas comer-
c o m e r c i o rural económicas
cíales e industrias

N u e v a burguesía
r u r a l Campesinos S e c t o r social Burguesía U r b a n a
peones

Relaciones económi- Comunidades barria-


cas de dependencia. Anclajes les (acción filantrópi-
Relaciones simétricas sociales ca) Masoneria-clubes
con otros ganaderos Sociales de B/quitla

1
Alcaldía de Santo Influencia Nivel Departamental
Tomás político Nivel Nacional
Congreso de la
C o n c e j o Municipal institucional
República

enencia ai p a r t i d o ND

73
Medófilo Medina

uno de los fundamentos de la política: el clientelismo.


Con frecuencia las fronteras entre una y otro se desva-
necen. Por otro lado, religión y política comparten la
dimensión proselitista.
Desde 1917 Rafael Borelly había sido elegido dipu-
tado a la Asamblea Departamental del Atlántico y fue
reelegido por varios períodos. En los años treinta ocupó
una curul en la Cámara de Representantes durante tres
períodos. En 1943 resultaría elegido Senador de la Re-
pública. Ocuparía la alcaldía de Barranquilla durante
los años de 1945 y 1946. En la experiencia política de
Borelly, Saúl Charris tuvo una escuela para la cual una
carrera política debería estar asociada, además de las
expectativas de promoción personal, a una cierta no-
ción de servicio a la comunidad. En Rafael Borelly ese
paradigma de liderazgo político se cristalizaba en la re-
lación entre actividad política y acción filantrópica. Al-
guna vez López Michelsen en el Senado se refirió a Al-
berto Pumarejo, Abel Carbonell y Rafael Borelly como
los "paradigmas del costeño".
El matrimonio de Saúl Charris e Isabel Borelly no só-
lo vinculó a dos familias sino que entrelazó dos redes de
sociabilidad. Los Charris de la Hoz representaban a una
burguesía rural en formación, usufructuaria de influen-
cia social y política en su comunidad, avalada por los tí-
tulos universitarios que sus miembros jóvenes empeza-
ban a recibir. Por su parte, los Borelly estaban inmersos
en unas relaciones sociales y políticas más complejas, ar-
ticuladas a un medio urbano y con vinculaciones en el
plano nacional. En las múltiples relaciones de su suegro,

5
Alfonso López Michelsen, Esbozos y atisbos. Aproximaciones a algunas
figuras Colombianas, Bogotá, Plaza y Janes, 1984.

74
Juegos de rebeldía

Saúl Charris encontraba amplias posibilidades de con-


tacto. En Barranquilla no tendría que abrirse paso a co-
dazos, como le hubiera correspondido a un joven cuyas
recomendaciones políticas anteriores se hubiesen limi-
tado a las de su pueblo.

75
SE CONSOLIDA
EL FEUDO

Sin pausa Saúl Charris quiso fijar un fundamento


inicial sólido para su carrera política. Como este no era
de manera exclusiva su asunto personal sino que era
también una estrategia familiar, medir la influencia po-
lítica de los Charris de la Hoz en Santo Tomás consti-
tuía un empeño importante. La ocasión la ofrecieron
las elecciones a concejos municipales de 1943, para las
cuales Saúl encabezó la lista liberal. Pero antes de abor-
dar ese episodio es pertinente sintetizar la evolución de
la situación familiar.
En el plano de los intereses económicos la muerte de
la madre impuso la adopción de algunas decisiones. Pa-
ra el juicio de sucesión hubo la necesidad de proceder a
los avalúos del conjunto de las propiedades obtenidas
por la sociedad conyugal integrada por los padres. Lue-
go se produjo un reparto de los bienes entre el padre y
los hijos. Estos constituyeron una sociedad que recibió
los bienes estipulados para los herederos y que además
compró, según aparece en la correspondiente escritura,

77
Medófilo Medina

las propiedades raíces que en el juicio le habían corres-


pondido al padre.
La fortuna familiar se había incrementado de mane-
ra notable entre 1930 y 1940. Durante ese decenio se
registraron 14 operaciones de compra de tierras por
parte de Don Manuel Fortunato Charris en las notarías
de Santo Tomás, Barranquilla y Sabanalarga. La mayor
parte de los predios estaban ubicados en Santo Tomás,
otros en Ponedera y Puerto Ciraldo, jurisdicción de Sa-
banalarga. Para una estimación aproximada de la exten-
sión de la propiedad territorial de la familia, habría que
tener en cuenta que la extensión de las propiedades que
traspasó Don Manuel Fortunato a la sociedad confor-
mada por sus hijos, y que a su vez. era la que se le había
adjudicado en el juicio de sucesión era de 858 hectá-
reas. Eso permite suponer que los herederos habían
recibido al menos una extensión igual. Es decir, la fami-
lia poseía propiedades territoriales cercanas a 2.000
hectáreas, si se tienen en cuenta algunos pequeños pre-
dios que no entraron en el juicio de sucesión. La cifra
no lo dice lodo en una región que como la Costa Norte
de Colombia tiene una tradición de lalifundismo exten-
sivo. Habría que anotar, sin embargo, que en el caso de
los Charris de la Hoz se trataba de tierras ubicadas alre-
dedor de núcleos urbanos muy próximos a Barranqui-
lla, comunicados con esta ciudad por carretera y por vía
fluvial.

i
No se trata de una venta sino de un traspaso que probablemente
con fines tributarios hace Don Manuel Fortunato Charris a la socie-
dad constituida por sus hijos. Notaría Única de Santo Tomás, en
adelante NUST, Libro II, 1944, Protocolo 119.
NUST, Ibid.

78
Juegos de rebeldía

Sobre otro tipo de propiedades de la familia ofrece


información parcial el testamento de d o ñ a Rebeca Cha-
rris de la Hoz, registrado el 20 de junio de 1940, en el
cual se estipula que «900 reses vacunas, 25 bestias de
carga (caballos y muías) y todas sus propiedades regis-
tradas pasarán a manos d e sus hijos mencionados al
morir». Desde luego la p r o p i e d a d global de la familia
en semovientes era mayor.
La entrada d e la familia Charris de la Hoz, a la activi-
d a d pública con funciones de liderazgo no difiere de los
modelos tradicionales de p r o m o c i ó n política. En ellos el
m o n o p o l i o de la p r o p i e d a d d e la tierra aparejaba con-
trol sobre la m a n o de obra, y u n o y otro creaban condi-
ciones para el dominio político p o r parle de los terrate-
nientes sobre la población de su e n t o r n o . F e r n a n d o
Cuillén Martínez, a quien se debe el análisis más pro-
fundo d e sociología d e los partidos colombianos, des-
cribe el f e n ó m e n o en términos de un proceso: «Entre
1750 y 1854 —escribe— se consolida, se amplía y se hace
geográfica y socialmente d o m i n a n t e el sistema d e la
"hacienda" c o m o base fundamental de la producción
económica y de la articulación de las prestaciones. Su
"estructura asociativa" y su peculiar sistema de valores
se proyecta sobre todas las relaciones de trabajo y a sus
modelos d e b e n referirse, e n última instancia, las ten-
dencias de la vida política y el sistema de partidos q u e
en ella se engendra».
En consonancia con la anterior argumentación pue-
d e n advertirse al m e n o s dos dimensiones de las posibi-

NUST, Libro de Protocolos de 1940, t.I, Protocolo No. 55.


4
Fernando Guillen Martínez, El poder político en Colombia, Bogotá,
Ediciones Tercer Mundo, s. f., p. 327.

79
Medófilo Medina

lidades que ofrecía la condición de terrateniente y ga-


nadero para una carrera política. Una está asociada al
prestigio y consideración con que los vecinos solían ro-
dear a los hacendados. La otra es de orden pragmático
y tiene que ver con posibilidades reales o supuestas de
los grandes propietarios de tierra de proveer de trabajo
a la gente de la región. Aunque las tierras de los Charris
estaban de preferencia dedicadas a una ganadería ex-
tensiva, como lo era la casi totalidad de la ganadería de
la Costa Atlántica por aquel tiempo, ella generaba unos
cuantos empleos directos. Además, Don Manuel Fortu-
nato desarrollaba otras relaciones económicas con sus
paisanos que también cultivarían sus hijos. Daba a cam-
pesinos vacas en período de lactancia para que éstos
aprovecharan la leche durante unos diez meses, al cabo
de los cuales recibía el animal cedido, partiendo el in-
cremento que hubiese alcanzado en su precio. Este tipo
de trato se realizaba con gente que poseía pequeñas y
medianas extensiones de tierra con pastos. En otros ca-
sos se hacían contratos de compañía también con gana-
do. De manera ocasional se ofrecía trabajo en labores
agrícolas.

A manera de digresión se mencionará aquí lo si-


guiente a propósito de los métodos que usaba don Ma-
nuel Fortunato en sus actividades económicas y de las
reservas que ellos suscitaban en su hijo mayor, el uni-
versitario Saúl Charris. Estas últimas se perciben en una
anécdota del relato autobiográfico:

Referencias a este tipo de relaciones económicas de la familia Cha-


rris se recogieron en varios de los testimonios rendidos por los to-
masinos entrevistados. Al respecto, la descripción más detallada la
ofreció el licenciado Joaquín de la Hoz Muñoz. (Entrevista, Santo
Tomás, 21 de junio de 1991.)

80
Juegos de rebeldía

Un día, fíjese lo que era la jactancia de aquel mu-


chacho que venía de la Universidad, aún el grado fres-
co, había muerto mi madre... Entonces yo conversando
con papá le decía muy convencido: «Usted tiene que
darle un vuelco al negocio de la ganadería, por esto...
por esto y por esto». Él siguió con atención mis argu-
mentos y por supuesto en mi petulancia traía a cuento
a los teóricos de la economía. Cuando paré mi discurso
me dijo: «Aun cuando no he leído a Smith y tampoco a
Ricardo v demás señores que tú has nombrado y aun-
que ellos no han influido en mi vida, sí puedo decirte
algo: y es que tu padre ha hecho diez mil operaciones y
no ha perdido la primera».

En estas palabras se refleja la reacción desdeñosa ha-


cia el saber libresco de quien se ha levantado a pulso y
ha logrado el éxito económico.
Pero hay algo más. En las condiciones económicas
prevalecientes entonces en el m u n d o rural del depar-
t a m e n t o del Atlántico n o o p e r a b a n factores que presio-
naran p o r la innovación tecnológica de la ganadería o
d e la agricultura. C o n los m é t o d o s tradicionales y habi-
da cuenta de la concentración de la tierra y de la elasti-
cidad de la oferta de m a n o d e obra, se aseguraban altas
tasas de ganancia n o amenazadas p o r u n a competencia
relevante. En esa situación h o m b r e s como Don Manuel
Fortunato Charris n o sentían la necesidad de darle a la
economía el tipo de vuelco q u e su hijo mayor reclama-
ba. En n o despreciable m e d i d a se aseguraban ganancias
p o r el camino de la especulación en los negocios.
Además de las relaciones económicas de subordina-
ción como las que se han m e n c i o n a d o , el p a d r e de los
Charris desarrollaba otras más simétricas en sus activi-
dades comerciales. Unas y otras, a u n q u e especialmente
las primeras, resultaban útiles para la actividad política.

81
Medófilo Medina

El p a d r e p o n d r í a también en m a r c h a ciertas estrategias


q u e le permitían establecer algún nexo entre decisiones
administrativas y capacidad económica. (Ion admiración
Saúl Charris registrará algunos ejemplos de esa rela-
ción:

Era indudable la visión de mi padre para los nego-


cios. Un día el gobernador le dijo: «Manuel Fortunato,
yo quiero hacer una carretera que establezca el contac-
to entre Sabanalarga y Puerto Giraldo». (¡orno la carre-
tera proyectada tenía que pasar en parte por unos te-
rrenos comprados por mi padre, éste le dijo al
gobernador: «Este terreno es mío, pero usted no me va
a indemnizar por las franjas que de la finca sean nece-
sarias para la construcción de la carretera, esa va a ser
mi contribución». El potrero se le valorizó diez veces.

Esa experiencia estimularía la generosidad de Don


Fortunato. En el futuro haría otras donaciones para ob-
jetos de interés público.
La mentalidad q u e en ese tipo de acciones se refleja-
ba, impresionaba a Saúl, tal c o m o lo expresa su testi-
monio:

Cuando mi padre compró una finca grande allá por


Copey en el Magdalena, imagínese, lo primero que hi-
zo fue regalar un terreno para hacer un cementerio. O
sea el hombre iba captando la mentalidad de los pue-
blos y trataba de congraciarse con ellos. Por supuesto
eso le servía de mucho. Allá lo llamaban Don Fortu y lo
trataban como a un hombre importante.

R.A., junio 17 de 1991.

82
Juegos de rebeldía

Estas eran cosas que n o se podían a p r e n d e r en la


universidad p e r o que tenían un apreciable valor en la
formación de u n político colombiano en la primera mi-
tad de siglo. En los años sesenta, siendo Saúl senador,
su p a d r e regaló el lote para la construcción del hospital
d e Santo T o m á s q u e había sido a p r o b a d o gracias a u n
proyecto de Ley p r e s e n t a d o p o r el hijo.
En las elecciones a concejos municipales del 3 de oc-
tubre de 1943, Saúl Charris encabezó la lista mayorita-
ria liberal d e Santo Tomás.' Si bien alcanzaron sendas
curules dos m i e m b r o s de la familia Fernández, ahora a
diferencia de las elecciones de 1937 la primacía la ha-
bían alcanzado los Charris de la Hoz. El relevo de las
familias en la h e g e m o n í a política local es reflejado de
m a n e r a escueta en el testimonio de u n o de los actores
de la política en Santo Tomás: «Aquí yo e m p e c é la polí-
tica —dice Manuel Eusebio Salcedo— con u n señor An-
tonio Fernández Llinás, él fue d i p u t a d o dos veces, muy
antiguo, hizo m u c h o p o r Santo Tomás. Luego seguí con
los señores Charris de la Hoz y así fue como llegué al
Concejo en el q u e estuve varias veces y ejercí de secre-
tario, más larde fui alcalde». Así desde 1937 se vio con-
solidada para la familia Charris de la Hoz su retaguardia
política. Esto parecía tener la significación de u n pre-
rrequisito para lanzarse a escenarios más amplios.
El suegro de Saúl Charris, Rafael Borelly, era figura
i m p o r t a n t e de la masonería, d e n t r o de la cual alcanzaría

El Heraldo, Barranquilla, 4 de octubre de 1943.


8
Entrevista con Manuel Eusebio Salcedo, Santo Tomás, 9 de octu-
bre de 1992.

83
Medófilo Medina

el grado 33. A su vez, por convicción y por el interés


que tenía en establecer relaciones sociales y políticas en
Barranquilla, Saúl se haría masón en los años cuarenta.
La masonería tuvo notable importancia desde comien-
zos del siglo XIX en la Costa Atlántica. La sede más im-
portante era Cartagena, ciudad en la cual funcionaba el
organismo directivo denominado Supremo Consejo
Neogranadino. En Barranquilla existió sólo una logia
hasta 1912, El siglo XIX, fundada en 1864 y que dependía
de Cartagena. En 1916 los masones de Barranquilla se
dieron una organización autónoma.
Con la formalización de los partidos desde finales de
los años cuarenta del siglo XIX, los masones tendieron a
aliarse de manera estrecha con los liberales. Resulta ex-
cepcional encontrar masones pertenecientes al Partido
Conservador. Esa situación es la predominante en Amé-
rica Latina donde resultó frecuente la triple alianza en-
ii
tre liberales, protestantes y francmasones. En Colom-
bia los masones jugaron, por algún tiempo al menos, el
rol de agentes de la modernización. Coincidieron con
los liberales radicales en la reivindicación sobre la sepa-
ración de la iglesia y el Estado y en lo tocante a la pro-
moción de la educación.
AI avanzar el siglo XX los masones alcanzaron un no-
table poder político en Barranquilla. José Z. Delgado,
quien se denominaba a sí mismo "masón viejo" y quien
ocupara por largos años el cargo de secretario del Con-
9
Américo Carnicelli, Historia de la masonería colombiana, Bogotá,
Cooperativa de Artes Gráficas, 1975, T. II.
10
Américo Carnicelli, op. cit, p. 45 y siguientes.
n
Vm,s«Jean Pierre Bastián (compilador), Protestantes, liberales y
francmasones. Sociedades de ideas y modernidad en América Latina siglo
xix, México, Cehila-Fondo de Cultura Económica, 1990.

84
Juegos de rebeldía

cejo Municipal, comentaba que en 1932 diez de los


miembros del cabildo municipal eran masones, al igual
que el gobernador del Atlántico, Juan P. Manotas. Se-
gún este testimonio, «la masonería influía recomendan-
do gente valiosa para los cargos públicos».
No se ha indagado hasta el presente sobre las condi-
ciones que permitieron que la masonería tuviera éxito
en la Costa Atlántica y de manera particular en Barran-
quilla. Aquí se quisiera llamar la atención sobre una ca-
racterística del bipartidismo colombiano: su capacidad
para englobar y subordinar diversas formas de organi-
zación y de sociabilidad de la sociedad civil. Si se atien-
de bien, alrededor del Partido Liberal y Conservador se
han formado las que pudieran llamarse constelaciones po-
lítico-ideológicas (clubes, grupos de interés, agrupaciones
corporativas, asociaciones paraeclesiásticas), que al es-
tablecer afinidades privilegiadas con uno u otro partido
han contribuido a extender el poder de las formaciones
políticas tradicionales más allá del campo de acción es-
pecífico de éstas. En otros casos se ha reproducido el
alinderamiento bipartidista dentro de esas asociaciones.
Al respecto, el caso más relevante ha sido el de la Fede-
ración Nacional de Cafeteros.

Entrevista con José Z. Delgado, Barranquilla, 15 de octubre de


1992.
13
No se trata sólo de la práctica de sucesión de liberales y conserva-
dores en los órganos directivos de la Federación, aun en períodos
de intenso enfrentamiento liberal-conservador (véase al respecto Al-
varo Echeverri Uruburu, Élites y proceso político en Colombia: Una de-
mocracia principesca y endogámica. 1950-1978, Bogotá, Fuac, 1978), se
trata también de la reproducción del esquema bipartidista en toda la
organización. En los años setenta se produjeron impugnaciones de
miembros de la Junta Directiva de comités cafeteros municipales
por su pertenencia a la Unión Nacional de Oposición, UNO.

85
Medófilo Medina

Tal propiedad parasitaria de los partidos es uno de


los factores que explica la elasticidad organizativa de és-
tos, así como su longevidad. Dicha propiedad constituye
también una condición de reducción o empobrecimien-
to de las posibilidades de configuración autónoma de
los diversos canales de expresión y organización que
surgen en la sociedad.
Una vez establecida su familia, el paso siguiente para
Charris fue el de su organización profesional. Desechó
la idea de asociarse con un abogado prestigioso, por
cuanto el verdadero reto lo constituía el logro del reco-
nocimiento personal. En términos económicos no tenía
apremios dados los ingresos que le aseguraban los ne-
gocios de la recién constituida sociedad con su padre y
hermanos. El flamante abogado estableció su bien pro-
vista oficina en un moderno edificio del centro de Ba-
rranquilla. Los casos no se hicieron esperar. La diligen-
cia con que eran atendidos hizo que con rapidez
Charris contara con su clientela.

86
7

EN BUSCA DE ESCENARIOS MAS


AMPLIOS: EL DEPARTAMENTO Y SU
CAPITAL

A comienzos de 1945 Saúl Charris de la Hoz decidió


probar suerte como protagonista en la política en un
ámbito mayor que aquel dentro del cual había tomado
parte hasta entonces: el escenario departamental. Se
lanzó como candidato para la Asamblea Departamental
del Atlántico. La campaña electoral en el país transcu-
rrió bajo los signos ominosos de una severa crisis políti-
ca. Después de un permiso de tres meses, el presidente
López Pumarejo había regresado de los Estados Unidos
para constatar que la oposición conservadora no había
morigerado el estilo: por el contrario, Laureano Cómez
había elevado el tono de sus denuncias. Más que nunca
el Partido Liberal se sumergía en el desconcierto y la
atonía.
En el panorama nacional, se proyectaban con visos
de irreductible confrontación las candidaturas liberales
de Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán. La del prime-
ro estaba rodeada por una extraña unanimidad. Si bien
los "jefes naturales" del Partido reiteraban su aparente
apoyo a Turbay, no desautorizaban la promoción de

87
Medófilo Medina

otros nombres: Darío Echandía, Eduardo Santos, Alber-


to Lleras. Rumores sobre conspiraciones agudizaban en
el público la sensación de inestabilidad del régimen.
Pocos días antes de las elecciones se descubrió un
"complot subversivo": en la Catedral Primada de Bogo-
tá fueron descubiertas, según lo informaban El Tiempo y
El Espectador, 900 bombas de dinamita y 400 más en una
casa ubicada cerca a Palacio. Se produjeron numerosas
detenciones de presuntos conspiradores entre quienes
se contaban algunos clérigos. En Barranquilla los dia-
rios La Prensa y El Heraldo mantenían a los lectores in-
formados sobre las investigaciones abiertas a los pre-
suntos conspiradores.
En concordancia con la pauta nacional, en Barran-
quilla se presentaron 2 listas liberales para representan-
tes a la Cámara, otra liberal comunista, una lista conser-
vadora. Hubo un verdadero florecimiento de listas
liberales de candidatos a la Asamblea del Atlántico: 14.
Los conservadores presentaron una lista y los comunis-
tas, la suya. Saúl Charris de la Hoz confeccionó la lista
que él encabezó y que tenía como suplente a Gerardo
Certaín. Esta fue la única lista que de manera flamante
llenó todos los renglones tanto de principales como de
suplentes. Si bien algunas listas se identificaban con la
candidatura de Turbay, otras no aparecían aún alinea-
das con candidatura alguna. A estas últimas pertenecía
la lista de Charris. El panorama del liberalismo aparecía
muy revuelto y quizá lo más conveniente para alguien
que hasta ahora se lanzaba al agua, era evitar prematu-
ros alinderamientos. Aunque la votación por Charris no
fue suficiente para que saliera elegido sí le permitió fi-
gurar para superar el umbral de lo apenas pintoresco.
En conjunto, las listas liberales alcanzaron los 26.055
votos y el total de los votos llegó a 32.906.

88
Juegos de rebeldía

De los 990 votos obtenidos por la lista de Saúl Cha-


rris, 561 correspondieron a Barranquilla, 303 a Santo
Tomás, 105 a Piojo y sólo 21 a otros pueblos del depar-
tamento. La cifra de la capital no resultaba insignifican-
te para alguien que llevaba poco tiempo de haberse es-
tablecido en la ciudad. Las recientemente afianzadas
relaciones político-familiares empezaban a dar frutos.
En Santo Tomás, la de Saúl fue la segunda lista ubicada
a corta distancia de la liberal mayoritaria, sobre una vo-
tación total de 819. Aquí como en Piojo la votación
guardaba relación con las influencias caciquiles de los
Charris de la Hoz.
Los resultados obtenidos en su primera salida electo-
ral en el ámbito departamental obraron como estímulo
en el ánimo de Charris, quien decidió lanzar su nombre
como candidato a concejal de Barranquilla. Antes de es-
ta decisión había tomado partido en la guerra de las
candidaturas presidenciales. No se le vio en las grandes
manifestaciones del Paseo Bolívar que apoyaron a Darío
Echandía y a Gabriel Turbay con ocasión de la visita
que estos candidatos hicieron a Barranquilla a finales de
abril el primero, y a mediados de mayo de 1945, el se-
gundo. No se sentó a manteles Saúl Charris en los ban-
quetes que liberales de pro ofrecieron en el Club Ba-
rranquilla el 4 de mayo y en el Hotel El Prado el 13 del
mismo mes, en honor de Echandía y de Turbay respec-
tivamente. En ambos, en cambio, había participado el
suegro, don Rafael Borelly, quien creía que de esta ma-

i
Un cuadro completo de las elecciones en todos los municipios y
corregimientos del Atlántico se puede ver en La Prensa, Barranqui-
lla, 22 de marzo de 1945, p. 1.
2
Véase El Heraldo, Barranquilla, números correspondientes a mayo 5
y mayo 14 de 1945.

89
Medófilo Medina

ñera y dada su condición de alcalde liberal, contribuía a


la unión del partido.
El 21 de junio arribé) a Barranquilla Jorge Eliécer
Gaitán. Por tercera vez en el curso de un mes el Paseo
Bolívar se vio colmado por las muchedumbres liberales
que en esta ocasión aclamaban al hombre de la "Restau-
raciém Moral de la República". Estas manifestaciones pa-
recían mostrar una inagotable disponibilidad de las ma-
sas liberales de la capital del Atlántico para la participa-
ción en el espectáculo político.
En la tribuna acompañaban al caudillo Saúl Charris
de la Hoz y los dirigentes liberales José M. Blanco Nú-
ñez, Claudio M. Blanco Jiménez y el dirigente de la
CTC, Hernando Restrepo Botero. Al comienzo de su vi-
brante discurso dijo Gaitán: «Embargado hasta más no
poder por esta manifestaciém con que habéis querido
abrumarme, grande y fervorosa como no lo habían visto
vuestros ojos ni los míos, encuentro que Barranquilla,
ya de lejanos tiempos anrada mía llegó ahora a vindicar
el recémdito sentimiento de mi espíritu. Llega a decirme
que cuando en las venas nuestras corre sangre humilde
de indígenas, que cuando se ha salido de la entraña del
bajo fondo, aunque se ha podido llegar a la altura, por
el propio coraje contra toda envidia y contra todos los
obstáculos y no nos avergonzamos de nuestra propia
personalidad, sino que la aventamos como presea de
victoria contra los zánganos, merecemos el apoyo del
pueblo; que cuando así sucede yo he hecho bien en sen-
tir cierto altanero orgullo y estáis confirmando que he
tenido raz/m para despreciar a la oligarquía, para des-
preciar a la prensa politiquera y mentirosa; que he teni-
do razém para despreciar las combinaciones que anidan
en los círculos del país político y he tenido razón, por-
que Colombia, cuando se trata de un hombre del pue-
blo, de un compañero vuestro, para ser presidente, no
90
Juegos de rebeldía

se le pide permiso a la oligarquía, sino que se le dice al


pueblo: ¡A la carga!».
Las ideas contenidas en el anterior pasaje del discur-
so de Gaitán, envueltas en la emoción desgarrada de su
retórica, penetraban zonas profundas de la sensibilidad
de Charris. La estructura de su personalidad lo llevaba a
verse retratado en cada una de las frases. La imagen de
aquel que del "bajo fondo" asciende a "la altura" se le
antojaba como la exacta descripción de su propia pará-
bola personal. Tal identificaciém no resultaba tan ade-
cuada al menos en términos personales. Parecía más ve-
rosímil si se la aplicaba al proceso que había
experimentado la familia Charris de la Hoz.
Ese aspecto del fenóimeno Gaitán ejercié) extraordi-
naria fascinación no sólo entre sus seguidores sino tam-
bién en el conjunto de sus contemporáneos. En ese as-
pecto es significativo el testimonio del poeta Luis
Vidales, quien se aproximaba a Gaitán desde una pers-
pectiva muy distinta de aquella desde la cual se vincula-
ba Charris de la Hoz: «Nosotros lo vimos hacerse públi-
camente, desde un plano en que la gente se reía de él y
nosotros nos reíamos de él, y verlo ascender hasta el
dominio del parlamento colombiano, en que hacía de-
bates que ponían por el suelo a tipos tan hábiles como
Urdaneta Arbeláez o al mismo Álzate Avendaño. Él hizo
su órbita de crecimiento delante de nosotros. Lo vimos
levantarse desde el bajo fondo bogotano, hasta una
maestría subyugante en el dominio de las masas. De
dominio como persona. De persona que sabía qué que-

3
Hernán Hernández Cera, op. cit, p. 105.

91
Medófilo Medina
4
ría». Es la extrañeza de siempre, aquella que el Evange-
lio nombra con la pregunta: «cNo es este el hijo de Jo-
sé?».
De igual manera se sentía Saúl Charris identificado
con las palabras con las cuales el orador fustigaba a la
"oligarquía" y denunciaba "las combinaciones de los
círculos del país político". Para el político de Santo To-
más esas no eran nociones abstractas, ellas tomaban
formas corpé)reas, tenían apellidos como el del entonces
gobernador del departamento: Alberto Pumarejo, el
aristócrata, el club-man.
Para las elecciones al Concejo de Barranquilla se
presentaron 22 listas de candidatos. La proliferación se
dio por cuenta del dividido Partido Liberal que lanzó al
debate 19 listas frente a dos conservadoras y una de los
Socialistas democráticos. En los días anteriores a las
elecciones se publicó en primera página de El Heraldo
una propaganda que rezaba: «¡Liberales! Contra el con-
tinuismo y por la restauración moral de la República,
vote Ud. por la siguiente plancha para consejeros (sic)
municipales que ha sido inscrita por el liberalismo in-
contaminado de esta ciudad». Seguían luego doce ren-
glones de principales y suplentes. La plancha la encabe-
zaba Elias Moisés y en el segundo renglón figuraba de
principal Charris de la Hoz. La propaganda se cerraba
con un reclamo por la exclusividad de la representación
gaitanista en el Atlántico: «Toda plancha distinta a la
presente sólo tiene por objeto desorientar al electorado
liberal. ¡A LA CARGA!».

4
Arturo Alape, El Bogotazo. Memorias del olvido, Bogotá, Universidad
Central, 198,3, p. 15.
5
Lucas, IV, 22.

92
Juegos de rebeldía

En la anterior propaganda los términos "liberalismo


incontaminado", "contra el continuismo", "restauración
moral" destacaban la intenciém moralizadora del "libera-
lismo verdadero", es decir del gaitanismo auténtico.
Hubiera podido tomarse otro aspecto del arsenal de
consignas gaitanistas: la orientación antioligárquica, la
exaltación de lo popular, el moderado tono nacionalis-
ta. Sin embargo el reclamo sobre la moral ofrecía un
campo no exigente de identificación política. La moral
constituía uno de los elementos centrales del pensa-
miento de Gaitán o por lo menos de su discurso. Pero
también la moral era entonces y sería a lo largo de su
vida política una de las claves de las ideas y sentimientos
de Charris de la Hoz.
En la noción de moral que Gaitán promovió pueden
distinguirse dos niveles. En el primero, la reivindicacicm
de la moral está en relación con cierta difusa rebelicm
contra el capitalismo y el liberalismo. Este aspecto que
ha sido subrayado por diversos investigadores que se
han ocupado de Gaitán, ha sido abordado con penetra-
d ó n por Daniel Pécaut y Herbert Braun. En este aspec-
to el caudillo populista liberal coincidía con los puntos
de vista del caudillo fundamentalisla conservador Lau-
reano Gómez. De los dos ninguno propuso un modelo
alternativo al capitalismo, aunque ambos agitaron ele-
mentos de la crítica anticapitalista.
El segundo nivel del discurso sobre la moral en Gai-
tán atiende a un orden más inmediato y coyuntural y es-
tá expresado en las consignas moralizadoras puestas al

i;
Daniel Pécaut, Orden y violencia 1930-1935, Bogotá, Siglo XXI F"di-
tores, 1987. Para el asunto resulta en particular pertinente el apar-
tado F del capítulo IV del vol. II; Herbert Braun, op. di. El que tiene
mayor relación es quizá el capítulo I.

93
Medófilo Medina

servicio de la estrategia electoral de oposición al lepis-


mo de las postrimerías de la República Liberal. Los es-
lóganes que Saúl Charris y compañeros de plancha pro-
clamaban en las elecciones para concejo municipal en
1945 se ubicaban en esta dimensiem del sistema de ca-
tegorías gaitanistas.
"Por la Restauración Moral de la República. ¡A la
carga!" era un enunciado donde campeaba toda la am-
bigüedad gaitanista. No era claro el contenido que la
promesa de restauración encerraba. Ella remitía a una
pureza prístina sin referentes en el tiempo. Si también
en el imaginario restaurador de Laureano Gómez flota-
ban parecidas abstracciones, éste incluía una dimensiem
muy concreta: la recuperaciém integral del orden esta-
blecido por la Constitución de 1886.
Por la noción que tenía de la política como por la
disposición del carácter, Saúl Charris tendía de manera
espontánea a la identificación con el componente moral
del ideario gaitanista. Pero no resulta desdeñable la in-
fluencia de otro factor que pueda quizá plantearse en
los siguientes términos: a mediados de los años cuaren-
ta en Colombia una campaña política que asumiera
formas de cruzada moral prometía alcanzar significati-
vos rendimientos electorales. En la opinión pública
dominaba una sensaciém de corrupciém administrativa y
de abuso oficial. Una cadena de escándalos se había
precipitado casi desde el comienzo de la segunda admi-
nistración del presidente López Pumarejo: la compra de

Con respecto al contenido del imaginario restaurador en Laureano


Gómez v (lailán resulta muy ilustrativo el testimonio de un compa-
ñero de esludios de Saúl Charris, el connotado político conservador
Lucio Rabón Nüñez, en: Arturo Alape, El Bogotazo. Memorias del olvi-
do, Universidad Central, Bogotá, 1983. p. 41-45.

94
Juegos de rebeldía

la trilladora Malenlthin, el asesinato de Mamatoco, las


acciones de la Handel, la construcción con dineros ofi-
ciales de algunos objetos militares en la finca veraniega
de las Monjas.
Por otro lado, la escasez de algunas materias primas
y bienes importados por efectos de los racionamientos
generados por la guerra ponían en manos del funciona-
rios del gobierno mecanismos de control y licencias cu-
ya administración suministraba factores adicionales de
corrupción. Todo esto creaba un terreno abonado para
que las masas vibraran al compás de la protesta moral.
Las elecciones que se realizaron el domingo 7 de oc-
tubre de 1945 arrojaron en Barranquilla una incontes-
table mayoría liberal. El Concejo de la ciudad quedé)
conformado por 12 ediles liberales, 2 conservadores y 1
socialista democrático. Aunque Saúl Charris no obtuvo
su renglón por cociente tampoco estuvo en peligro de
que su curul se ahogara. El gailanismo quedé) represen-
tado en principio por tres concejales: García Carall,
Elias Moisés y Saúl Charris de la Hoz.
Aquellos comicios de octubre de 1945 estuvieron ro-
deados de fenéunenos que por lo común suelen asociar-
se con etapas posteriores de la historia electoral. Un ju-
rado de votación publicé) en La Prensa de Barranquilla
al día siguiente de las elecciones una crónica descarna-
da sobre lo observado por él durante la jornada: «Me di
cuenta de la mentira de nuestras elecciones y del civis-
mo de opereta en que se apoya el sufragio electoral en
Colombia, columna central de la Democracia...». Cuen-
ta a renglón seguido los apremios a electores para obli-

95
Medófilo Medina

garlos a votar por una determinada lista, la profusiém


de ron blanco, la compra de votos, etc.
De manera solemne se inauguraron las sesiones del
Concejo de Barranquilla el primero de noviembre de
1945. Después de los discursos formales la sesión devi-
no en trifulca luego de que el concejal Charris de la
Hoz hubiese presentado una moción de proclamación
de la candidatura presidencial de Jorge Eliécer Gaitán.
Por aquellos días predominaba en la vida política del
jjaís un estado de febril excitación. Desde comienzos de
1944 Gaitán había decidido lanzar su candidatura a la
Presidencia. Sin que se realizaran consultas previas con
Gaitán, el oficialismo liberal decidió a puerta cerrada
proclamar candidato a Gabriel Turbay, en convención
celebrada el 23 de julio, tres días después de la renuncia
del presidente Lé>pez Pumarejo. Al cabo de una semana
de intensa y espectacular movilización callejera se pro-
clamé) "la candidatura del pueblo" del caudillo de la
Restauración Moral, en memorable concentración reali-
zada en la Plaza de Toros de Santa María en Bogotá el
23 de septiembre de 1945. Ese ambiente de extendida
pugnacidad es el que explica por qué la proposición de
Charris terminé) en zambra.
En la siguiente sesiém del Concejo los ediles gaitanis-
tas volvieron a la carga con la proposiciém de ratifica-
dém de la candidatura de Gaitán. De nuevo se suscita-
ron agrios enfrentamientos en los cuales al novel
concejal Saúl Charris correspondié) buena parte de la
beligerancia de la sesiém. Con virulencia alacé) al diri-
gente obrero Ismael Escamilla, concejal por el Socialis-
mo Democrático, y partidario de la candidatura de Ga-

La Prensa, Barranquilla, oct. 8 de 1945.

96
Juegos de rebeldía

briel Turbay. Después de referirse «a lo reducido de la


mentalidad comunista», Charris entró en el terreno de
la ofensa personal diciendo que mientras todo el conti-
nente reconocía las excelsas calidades de Gaitán «un sa-
po comunistoide se había atrevido a insultar la prestan-
cia política del Dr. Gaitán». Dijo también que como él
había estudiado detenidamente el alcance que tiene —
en el capítulo respectivo del código penal— la calumnia,
estaba dispuesto a castigar con su cinturón a aquel que
usara con él esa arma vedada.
Esa alusión a los instrumentos de la autoridad pater-
na en medios tradicionales, de manera inevitable tenía
que provocar réplicas de exaltación primitiva: «El con-
cejal Escamilla nuevamente en el uso de la palabra se
reafirmó en los cargos que hizo a la candidatura presi-
dencial del Dr. Jorge Eliécer Gaitán y dijo que si el con-
cejal Charris de la Hoz, cuando hablé) de hacer uso del
cinturón hubo de referirse a él, lo invitaba a que proce-
diera así en la seguridad de que le partiría el corazém de
un tiro». En el curso del mismo debate el concejal Cha-
rris agregó otra perla de su pedagogía democrática que
la crónica periodística registró: «Refiriéndose a otro
concejal dijo que en alguna parte había leído que en al-
gunos individuos había superproducción de hormonas
femeninas que hace que el subconsciente los traicione y
que por eso hablan frecuentemente de varonilidad».
Los gaitanistas de Barranquilla quisieron desarrollar
su propia campaña de restauraciém moral mediante la
denuncia de algunas acciones oficiales en las que pre-
sumían la presencia de intereses particulares. En la se-

9
La Prensa, Barranquilla, 8 de noviembre de 1945, p. 5.

Ibid.

97
Medófilo Medina

sión del ('oncejo del 24 de enero Charris de la Hoz y


otro de sus colegas gaitanistas, García Caratt, de mane-
ra vehemente se opusieron a las obras de ampliación
del Paseo Bolívar por cuanto ellas podían beneficiar a
los propietarios de El Heraldo, uno de los cuales era el
gobernador del Atlántico, Alberto Pumarejo. En dicha
ocasiém, Charris pronuncié) un discurso sobre la restau-
ración moral. En noviembre de 1946 protagonizó un
aguadísimo debate por corrupciém contra el concejal
José A. Donado. " En lo más acalorado del enfrenta-
mienlo intervino como mediador el concejal también
gaitanista Elias Moisés, quién desestimé) las denuncias
del concejal Charris. Este en su relato autobiográfico se
refirió a amenazas que habría recibido y que lo habrían
llevado a dejar de asistir a las sesiones del cabildo.
En la sesión del 30 de enero Charris se había opues-
to a una moción de apoyo del Concejo al gobierno del
"Frente Nacional" que desarrollaba el presidente Alber-
to Lleras Camargo. Un concejal le recordó, a propósito
del mencionado rechazo, el apoyo que los gaitanistas le
habían ofrecido al candidato disidente Carlos Arango
Vélez, quien había contado con el sostén conservador.
La actuaciém de Saúl Charris en el Concejo de Ba-
rranquilla resulté) errática, y aunque ruidosa poco efi-
caz; a veces acompañó a los otros concejales de su co-
rriente en la promoción de aislados proyectos
ii
Este periódico había sido fundado en octubre de 1933 por Alber-
to Pumarejo, Juan B. Fernández y Luis Eduardo Manolas. Véase Ro-
dolfo Segovia, Alberto Pumarejo Vengoechea. Líder cívico, adalid social y
hombre público, Escrito inédito, Barranquilla, 1993.
12
Acta 41 del Libro de Actas del Concejo de Barranquilla de 1946.
13
Libro de actas de 1946. La citada moción se encuentra en el Libro
Varios, 1946.

98
Juegos de rebeldía

encaminados al beneficio social: la apertura de una es-


cuela, la construcción de un parque, la ayuda a un ba-
rrio popular.

99
8

A LA ARENA NACIONAL EN ALAS


DEL GAITANISMO

En desarrollo de la campaña presidencial, Gaitán


arribó a Barranquilla. En las horas de la noche del 27 de
marzo de 1946 se desbordaron las muchedumbres en el
por entonces tradicional escenario político de la ciudad,
el Paseo Bolívar. Dos días después, la Asamblea Depar-
tamental del Atlántico emitía una declaración de apoyo
suscrita por la mayoría «al candidato oficial del libera-
lismo colombiano a la presidencia de la República doc-
tor Gabriel Turbay». El Concejo Municipal de Barran-
quilla procedió a su turno en sesión celebrada el mismo
día a aprobar la proposición que cinco meses antes fue
puesta a consideración por Saúl Charris y había provo-
cado una zambra, la de proclamar la candidatura de
Gaitán. Si al inaugurar las actividades del cabildo sólo
tres concejales se reclamaban como gaitanistas, ahora
suscribieron la proposición los siguientes concejales:
Néstor Carlos Consuegra, Agustín del Valle, Alfonso
Hernández Barreto, Rafael U. Molinares, Honorio Alar-
cón, José A. Donado, Emilio Lébolo de la Espriella, Er-
nesto Salcedo, Miguel García Caratt, Elias Moisés, Car-
los Cervantes Núñez y Saúl Charris de la Hoz.
101
Medófilo Medina

Tabla No. I.
PORCENTAJE DE VOTOS POR GAITÁN EN LAS CAPITALES DEPARTAMENTALES
Elecciones Presidenciales de 1946

Ciudad Porcentaje Ciudad Porcentaje


por Gaitán por Gaitán

Medellín 5.01% Neiva 52.57

Barranquilla 71.58 Santa Marta 57.55

Cartagena 65.76 Villavicencio 34.86

Tunja 27.74 Pasto 23.63

Manizales 11.85 Cúcuta 47.53

Popayán 33.05 1 bagué 42.38

Bogotá 57.66 Cali 37.85

Quibdó 51.11 Bucaramanga 21.57


Tabla tomada de Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá, Bi-
blioteca Banco Popular, 1978. P. 92.

Entretanto la jefatura de Gaitán en el Partido Liberal


avanzaba. Como lo señala Herbert Braun, el caudillo no
dio señales de asombro frente a los resultados de las
elecciones presidenciales de mayo de 1946. Al paso que
su contendor liberal, el brillante Gabriel Turbay, aban-
donaba el país para morir de pena moral en un cuarto
de hotel en París, Gaitán pareció asumir que las vicisi-
tudes de la política lo dejaban en la situación de dueño
del campo liberal. En Barranquilla más que en ninguna
otra ciudad de Colombia, la de Gaitán aparecía como la
carta triunfadora. La votación por el caudillo se concen-
tró en Bogotá y la Costa Atlántica.
En términos porcentuales Barranquilla se colocó
muy por encima de las ciudades en las que el voto favo-
reció a Gaitán. La capital del Atlántico era plaza fuerte
del gaitanismo antes de que éste se transformara a nivel
102
Juegos de rebeldía

nacional en la tendencia hegemónica dentro del Partido


Liberal. En el departamento, Gaitán obtuvo 31.044 vo-
tos, al paso que Turbay sólo alcanzó los 6.234.
Entre la dirigencia gaitanista del departamento del
Atlántico surgieron rivalidades y el consiguiente force-
jeo por una relación privilegiada con Gaitán. Al menos
era eso lo que evidenciaban las comunicaciones que le
eran dirigidas desde Barranquilla. En mensaje del 4 de
noviembre de 1946 se anunció que en la «Asamblea
General del Movimiento de Juventudes que orienta Car-
los Martín Leyes» se había proclamado el apoyo a Gai-
tán. En la misma fecha fue enviado un marconigrama
de Saúl Charris a Gaitán manifestándole estar
«complacido por el resultado de la operación». Se tra-
taba de una apendicetomía a la cual había sido someti-
do Gaitán. El 2 de diciembre Charris envió un nuevo
marconigrama: «Magistral superación débese amor
grande Batalla dura». La "magistral superación" no se
refería al movimiento, sino otra vez a la cirugía. En car-
ta telegráfica dirigida a Gaitán, Carlos Martín Leyes da-
ba cuenta el 11 de noviembre de que había culminado
las correrías proselitistas por los municipios del Atlánti-
co y los barrios de Barranquilla.
A finales de enero y comienzos de febrero de 1947
se informaba en el diario del gaitanismo sobre la reali-
zación de giras políticas por los municipios del depar-
tamento del Atlántico por parte de los dirigentes regio-
nales del movimiento: Claudio M. Blanco, Elias Moisés,
Saúl Charris de la Hoz, Alvaro Pérez Vives, Carlos Mar-
tín Leyes, Néstor Consuegra. Las rivalidades estimula-
ban, en esa época de campaña electoral, la iniciativa de

Jomada, Bogotá, 3 de febrero de 1947.

103
Medófilo Medina

quienes aspiraban al reconocimiento del caudillo y por


supuesto a un buen renglón en las listas. El 3 de febrero
de 1947 la Dirección Nacional del Movimiento Liberal
del Pueblo nombró como jefes del debate para el de-
partamento del Atlántico a Zoilo Ruiz, Santander León
y B., Dolcey Manga, Tomás E. Pichón, Santiago Gonzá-
lez y Gerardo Certaín. Se trataba de gente nueva, de ex-
tracción popular.
La presencia de Gaitán en Barranquilla constituyó el
evento más importante de la campaña electoral para
cuerpos colegiados. El hombre de la Restauración Moral
se esforzaba por consolidar a la ciudad como plaza fuer-
te del movimiento.
El 16 de febrero de 1947 le fue enviada a Gaitán una
carta en la que se puntualiza que «de acuerdo con su
encargo se envían las listas para Asamblea, Senado y
Cámara con una pequeña reseña sobre cada candidato».
Después de perseverante esfuerzo los dirigentes del gai-
tanismo atlanticense, anhelantes, debieron esperar el
veredicto del jefe sobre los candidatos. Por ese tiempo
la relación centro-provincia tenía en cada partido carac-
terísticas propias. En el Partido Conservador, el poder
de decisión del Directorio Nacional era de manera no-
table mayor que en el Partido Liberal. En éste, sólo al-
gunas veces era escuchada la voz de la Dirección Nacio-
nal.
En el Movimiento Liberal del Pueblo la voluntad del
caudillo tendía a ser el único factor. En la edición de
Jomada correspondiente al 5 de marzo de 1947 fueron
publicadas las listas gaitanistas para Senado, Cámara y
Asamblea por el departamento del Atlántico. Para Se-
nado encabezaba el conocido abogado Claudio Martín
Blanco con la suplencia de Saúl Charris de la Hoz. La
lista para Cámara resultó encabezada por el dirigente

104
Juegos de rebeldía

popular Elias Moisés. El nombre de Jorge Eliécer Gaitán


abría la lista para la Asamblea Departamental. El perió-
dico El Heraldo de Barranquilla señaló al respecto:
«Profundo descontento se produjo en el gaitanismo lo-
cal cuando tuvo conocimiento de las listas de candida-
tos elaboradas en Bogotá». Aunque era obvio que el
vocero del oficialismo liberal en la Costa tratara de es-
timular las divergencias en el seno del gaitanismo, tam-
poco las inventaba. Estas existían en realidad y fueron
exacerbadas por la conformación de las listas. En carta
fechada el primero de marzo en Barranquilla y dirigida
a Gaitán, Santander León y B. renunció a su cargo de
director regional del debate y presentó opiniones críti-
cas con respecto al movimiento en el departamento del
Atlántico.
Al final el gaitanismo no estuvo en condiciones de
superar lo que para entonces se había convertido en
una endemia electoral del liberalismo: la proliferación
de listas. Al tener en cuenta los tres niveles de represen-
tación para los cuales se elegía, el número de listas fue
el siguiente: tres listas conservadoras, cuatro del oficia-
lismo liberal, una del Socialismo Democrático y once
listas gaitanistas.
Para el Senado la mayor votación la obtuvo la lista de
Blanco Jiménez con suplencia de Charris de la Hoz. La
segunda lista gaitanista triunfadora fue la encabezada
por Néstor Consuegra. El oficialismo liberal fue derro-
tado en su pretensión de ocupar una curul en el Sena-
do, no obstante que la lista la encabezaba la figura más

El Heraldo, Barranquilla, 6 de marzo de 1947.


3
Listado de la correspondencia, Archivo del Centro Cultural Jorge
Eliécer Gaitán.

105
Medófilo Medina

Tabla No.2

VOTACIÓN PARA CUERPOS


COLEGIADOS EN EL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO
16 de marzo de 1947

Partidos Senado Cámara Asamblea

Lb. Gaitanistas 22.818 23.634 23.949

Lb. Oficialistas 7.541 6.507 5.909

Conservadores 1 1.051 10.973 10.941

Socialistas Dem. — — 803

En blanco 3 8 3

Totales 41.647 41.120 41.604


Fuente: La Prensa, Barranquilla, 17 de marzo de 1947 P. 1 y 7.

prestante del liberalismo costeño, Alberto Pumarejo. La


disidencia gaitanista ahogó el segundo renglón de la lis-
ta compuesta en Bogotá y cuyo titular era el activo y jo-
ven político, Carlos Martín Leyes.
Saúl Charris sabía que ocuparía su puesto en el Se-
nado de la República. En efecto, Blanco Jiménez había
señalado de manera explícita que no concurriría a las
sesiones durante el primer año de su mandato.
Vale la pena preguntarse la razón de la escogencia
por parte de Gaitán de Saúl Charris para el primer ren-
glón de Senado, así fuese en calidad de suplente. El per-
fil de Charris se avenía bien a las exigencias del movi-
miento. Un profesional con éxito, con determinada
cultura, un liberal joven. Pesó también la relación fami-
liar. Un hombre como el suegro de Charris, Rafael Bo-
relly Galindo, llamaba la atención de Gaitán dada su
importancia en el oficialismo liberal y su imagen de fi-
lántropo. El mayor esfuerzo de Gaitán en el lapso com-
prendido entre las dos elecciones, las presidenciales de
mayo de 1946 y las de cuerpos colegiados de marzo de

106
Juegos de rebeldía

1947, había estado puesto en la atracción de dirigentes


del sector oficialista del liberalismo. Para ello morigeró
su estilo, bajó el tono en relación con sus adversarios li-
berales, limó las aristas de sus posiciones ideológicas,
salpicó sus discursos con alusiones positivas hacia la
función histórica del bipartidismo.
Para mediados de 1947, a los 33 años, Saúl Charris
de la Hoz era un abogado con éxito, un joven bien ca-
sado, ganadero con fortuna. Entonces se iniciaba tam-
bién su figuración política nacional como senador de la
corriente hegemónica dentro del liberalismo. En el país,
la victoria del gaitanismo sobre los liberales tradiciona-
les en los comicios de marzo resultó incuestionable:
448.848 votos contra 352.959. Aunque Gaitán buscó
con ahínco el concurso de los dirigentes liberales de
siempre, cosa que en algunos casos logró, las figuras
más importantes, con la excepción de Darío Echandía,
optaron por despejar el campo en espera de vientos
más favorables. En tal situación el caso de Saúl Charris
era representativo de la entrada de un sector nuevo al
liderazgo político en condiciones muy relativas, debido
a la jefatura carismática que entonces ejercía Gaitán en
su movimiento.
Un asunto sobre el que es preciso volver en el análi-
sis es el de la naturaleza del gaitanismo de Charris de la
Hoz. AI respecto es pertinente preguntar por los moti-
vos que, en momentos de división del liberalismo, lo
llevaron a tomar partido de manera decidida en favor
del líder de la "Restauración Moral". Ya antes se aludió a
la influencia que en este aspecto tuvo el componente

4
Herbert Braun analiza las crecientes ambigüedades de Gaitán en
este período, en el cual el caudillo buscaba la dirección única del
Partido Liberal. Herbert Braun, op. cit, p. 213-222.

107
Medófilo Medina

moral en el discurso. Ahora es preciso explorar en otras


direcciones. En Colombia el fenómeno de la "migración
política" tiende a verse como el resultado del oportu-
nismo electoral. Si bien no habría por qué descartar es-
te factor en la explicación, no puede tomarse como
principio válido en todos los casos. Al repasar el tramo
de la biografía de Charris de la Hoz que ha sido hasta
ahora cubierto por el presente trabajo, se perciben unas
coincidencias en valores y en principios ideológicos del
protagonista con pautas y orientaciones doctrinarias de
Jorge Eliécer Gaitán.
Se trata entonces, de un tejido, de un complejo de
afinidades ideológico-afectivas que hace posible el alinea-
miento político y que en el caso Gaitán-Charris estaba
constituido, entre otros, por los siguientes elementos:
exaltación del ideal de la superación del individuo me-
diante el esfuerzo personal, el rechazo a los privilegios
derivados del nacimiento, hostilidad hacia los grupos
excluyentes, sensibilidad frente a las condiciones de de-
privación del Pueblo, imagen organicista de lo social
asociada al recelo frente a la noción clasista de la socie-
dad, fuerte entrelazamiento de la ética y la política en el
ideal de la actividad pública.
Este análisis sobre afinidades ideológico-afectivas,
que aquí apenas se ha esbozado, amerita extenderlo ha-
cia el conjunto del bipartidismo. En efecto, es de gene-
ral aceptación que bajo la "razón social" de las denomi-
naciones Liberal y Conservador de cada uno de los
partidos tradicionales se «...cubren organizaciones con
acervos diferentes y modelos de parentesco diferencia-

108
Juegos de rebeldía

dos».' Bajo nombres y siglas que las circunstancias elec-


torales tornan efímeras subyacen corrientes políticas
consistentes desde el punto de vista de su continuidad
histc>rica. Antes que por sus perfiles organizativos, de
los cuales en general carecen tales corrientes, se confi-
guran como formas diferenciadas de conciencia política
compartidas por conjuntos de personas cuantitativa-
mente significativos. Tales complejos resultan de la arti-
culaciém tanto de ideas derivadas de ideologías, como
de valores, pautas de conducta, orientaciones políticas,
sentimientos y estereotipos. El estudio de esas formas
de conciencia política contribuiría a una comprensión
más cabal del sistema de partidos en Colombia y del sis-
tema político en general.
En dominios diferentes al doctrinario se advierten
también coincidencias entre el caudillo nacional y el
novel político de la Costa. Eso ocurre en lo que podría
denominarse el estilo de vida. Como Gaitán, Charris por
aquel tiempo daba gran importancia a su actividad pro-
fesional de abogado, el segundo como el primero con-
trajo matrimonio con una mujer de un medio social
más alto que el propio, ambos se esmeraban en materia
de presentación personal, a los dos les atraían los autos
más o menos ostentosos: a su regreso a Barranquilla
Saúl Charris adquirió un automóvil que como el de Gai-
tán era un pesado Buick. Para Charris de la Hoz, Jorge
Eliécer Gaitán representaba no sólo la figura del diri-
gente político sino que encarnaba un modelo de vida.

Fierre Gilhodes. "Sistema de partidos y partidos políticos en Co-


lombia", en Óscar Delgado el. al.. Modernidad democracia y partidos
políticos, Santafé de Bogotá, Fidec-Fescol, 1993, p. 84.

109
SENADOR EN TIEMPOS DE
BORRASCA

El 20 de julio de 1947 el senador Saúl Charris de la


Hoz asistió a la sesión inaugural del Congreso. El presi-
dente Ospina Pérez instaló las sesiones de ambas cáma-
ras. La legislatura se iniciaba en un ambiente en extre-
mo enrarecido por la Violencia, la cual campeaba en los
departamentos de Boyacá, Cundinamarca y los santan-
deres y amenazaba extenderse a otros. Los debates
transcurrirían en un clima de pugnacidad y sectarismo.
El senador Charris se hizo miembro de la Comisión
Primera del Senado. Dicha Comisión debía ocuparse de
temas como los siguientes: reformas constitucionales,
reglamento del Congreso, expedición y modificación de
códigos en todos los ramos, división territorial, régimen
político y municipal. El joven senador ingresó a una
comisión de primera importancia. Charris tenía senti-
mientos ambiguos: por un lado su investidura le produ-
cía inquietud y por otro, los cargos de relevancia ejer-
cían seducción en su espíritu ambicioso. Eran colegas
suyos de comisión figuras de primer orden en la políti-
ca nacional como su paradigma Jorge Eliécer Gaitán,

111
Medófilo Medina

quien fungía como presidente de la Comisión, y el tri-


buno conservador Gilberto Álzate Avendaño.
Gaitán de manera un tanto sorprendente le enco-
mendé) al inexperto senador Charris la presentación de
la ponencia sobre el proyecto de Ley sobre cuociente
electoral que debía adicionarse a la Ley 39 de 1946.
Charris también fue designado en la sesiém de la Comi-
sión Primera el 14 de agosto de 1947 como ponente de
otro proyecto de Ley «Por la cual se dictan algunas dis-
posiciones electorales» y que había sido presentado por
el notable dirigente liberal Plinio Mendoza Neira. En
realidad se trataba de iniciativas legislativas de significa-
ciém crucial para el liberalismo. Ellas tocaban un terre-
no explosivo en las relaciones de los dos partidos. En
efecto, los conservadores presentaban la violencia que
azotaba al país como la consecuencia del fraude electo-
ral: Laureano Gé)mez había puesto a andar la cifra fabu-
losa de 1.800.000 cédulas falsas. El presidente Ospina,
quien solía ser más mesurado en materia de declaracio-
nes, afirmaría en su mensaje al país en enero de 1948 a
manera de justificación: «El fraude desencadena la vio-
lencia».
A la luz de esa situación, los proyectos de ley cuya
sustentación tenía a su cargo Saúl Charris eran verdade-
ras brasas lanzadas a las manos, por cierto no las más
experimentadas. Sin embargo, el senador costeño tomó
como exigente reto el cumplimiento de la labor que le
había encargado su jefe, el doctor Gaitán. El 19 de agos-
to de 1947 Saúl Charris presenté) su ponencia sobre uno
de los proyectos. Se asesoró de un competente jurista,
Alvaro Pérez Vives, en la elaboraciém de la ponencia. El

La ponencia aparece publicada en el acta de la sesión en Anales del


Congreso, 20 de agosto de 1947, p. 376.

112
Juegos de rebeldía

asesor, que era un brillante orador, le aconsejó apren-


derse de memoria la ponencia para luego recitarla en la
Comisión. Estos pequeños trucos los imponía una insti-
tución que como el Congreso colombiano era el estrado
por excelencia para la escenificación de torneos de ora-
toria. El ponente adicionó el proyecto inicial con un ex-
tenso pliego de modificaciones y propuso unir los dos
proyectos que en materia electoral venía discutiendo el
Congreso.
Los proyectos de reforma electoral harían un reco-
rrido tortuoso que pondría en evidencia, con respecto a
los órganos legislativos, la incapacidad del sistema polí-
tico para encontrar soluciones concertadas frente al
empeoramiento de la Violencia. A continuación se pre-
sentarán algunos hitos sacados de la lectura de los Ana-
les del Congreso correspondientes al segundo semestre de
1947. Durante el mes de agosto se discutió con ardor
pero sin provecho sobre un asunto de mecánica: si los
proyectos debían ser o no "adoptados". Se argumentaba
que debían ser adoptados si se trataba de un código pero
no si el asunto era una ley. Gaitán puso su erudición ju-
rídica al servicio del esclarecimiento del problema.
Conceptuó que se trataba de una ley y no de un código
y agregó que mientras los códigos se discutían por capí-
tulos las leyes se abordaban por artículos. A contrapelo
del autorizado concepto, la Comisión Primera adoptó los
dos proyectos, el de «Algunas disposiciones electorales»
y el de «Cuociente electoral», pero la discusión estaba
aún lejos de pisar terreno firme.
Al tiempo que el senador Charris se ocupaba de es-
tas discusiones políticas no olvidaba cultivar su parcela

¿
R.A., 18 de junio de 1991.

113
Medófilo Medina

electoral. Desde finales de julio había inscrito dos pro-


yectos de ley de interés regional. El primero de ellos es-
tablecía el apoyo para la prolongación de una línea de
energía eléctrica en una zona del departamento del
Atlántico y el segundo fijaba auxilios para la construc-
ción de un hospital en Barranquilla.
En el mes de septiembre continuaron las discusiones
sin que los proyectos de reforma electoral avanzaran.
En sesión del 3 de septiembre, el ponente de los pro-
yectos declaró con desaliento que la ley que se quería
aprobar tenía las mismas deficiencias que las que aque-
jaban a la norma que se busca sustituir y propuso nue-
vas modificaciones. Gaitán creó una subcomisión en-
cargada de realizar un estudio técnico de los proyectos.
Esta iniciativa empantanó aún más la discusión por
cuanto los miembros de los dos partidos rindieron in-
formes separados y contradictorios. Como si faltaran
elementos para hacer aún más confusa la situación, en
octubre se encontró la Comisión Primera de nuevo en-
redada en la discusión si adoptaban o no un tercer pro-
yecto en materia electoral: la creación de la Oficina Na-
cional de Identificación Electoral. Los legisladores
creían o simulaban creer que la falta de credibilidad de
la legislación electoral radicaba en la letra de la ley y no
en el sectarismo y la intolerancia en la relación entre los
partidos, que tornaría inútil el más minucioso de los
cé)digos electorales. Se requería un acuerdo político que
hiciera viable la coincidencia jurídica.
Desde luego la argumentación con la cual se defen-
dían los diversos puntos de vista no buscaba convencer
al adversario sino que operaba como mecanismo de au-

s
Anales del Congreso, 13 de agosto de 1947.

114
Juegos de rebeldía

t o c o n v i c d ó n sobre las razones propias. Los discursos


del p o n e n t e mismo n o escapaban a esta función ritual
de la oratoria. En u n aparte de su ponencia sobre el
proyecto de Ley «por la cual se crea la Oficina Nacional
de Identificación e Investigación Científica y se estable-
ce u n régimen d e u n i d a d para la identificación personal
en Colombia», Saúl Charris señalaba:

Si buscamos la manera de convertir en realidad el


ideal de mi partido sobre el problema político que
ocupa la atención pública en los actuales momentos,
para acabar con el mitológico argumento del millón
ochocientas mil cédulas fraudulentas, sí que es urgente
e insuperable la medida tan inteligentemente propues-
ta en el proyecto, pues poseedores como somos de la
inmensa mayoría en Colombia, el proyecto emulará
nuestra capacidad batalladora para seguir conquistan-
do con el derecho de las mayorías, más brillantes y re-
sonantes victorias, y cumplir así el destino histórico
que arrastra inconteniblemente nuestro pueblo al lugar
que la civilización le señala.

Por ese tiempo el Congreso colombiano n o era un


c a m p o a p r o p i a d o para la b ú s q u e d a de la conciliación,
ni d e su recinto salían llamados a la moderación. En
u n a sesiém d e septiembre de 1947 el senador liberal de
la Costa, Alfonso R o m e r o Aguirre, con su voz. de t r u e n o
se había sentido con á n i m o para dar el siguiente conse-
j o : «Yo insinúo a mis amigos que c u a n d o tengan un
m u e r t o en sus filas, en vez de buscar a los guardas o a
los políticos municipales, b u s q u e n a los g o b e r n a d o r e s
en los d e p a r t a m e n t o s o a los ministros en la capital de

4
Anales del Congreso. Senado, 24 de noviembre de 194/, p. 1930.

115
Medófilo Medina

la República, y aun al mismo Presidente de la República


para tomar venganza»."
A comienzos de diciembre de 1947 los proyectos so-
bre legislación electoral pasaron de la Comisión Prime-
ra a la discusión de la Plenaria del Senado. Se amplió
con ello la arena del debate pero su trámite no se vio
agilizado. El 4 de diciembre se unificaron los dos pro-
yectos en los que se habían recogido los tres. Resultó así
un solo proyecto que fue objeto de nuevas dilaciones. A
la sesión plenaria del Senado llegó el 9 de diciembre de
1947 un mensaje del presidente Ospina Pérez pidiendo
otorgar prelación a la reforma electoral. Sin embargo
tal mensaje no cambió el ritmo de la discusión. A lo lar-
go de un semestre de debates, por momentos parecía
que la urgencia estaba del lado de los proponentes de
las reformas electorales, es decir de los liberales; en
otros momentos la prisa parecía estar en los conserva-
dores. A la altura de diciembre eran frecuentes los re-
clamos de los últimos sobre un supuesto propósito dila-
torio de los liberales. Lo cierto era que en ninguno de
los campos del bipartidismo existía voluntad política
para asumir una nueva legislación electoral. A punto de
cerrarse la legislatura, la plenaria del Senado discutía
sobre el asunto anodino de la necesidad de la venida al
país de un técnico extranjero que pudiera organizar la
Oficina Nacional de Identificación. El punto no podía
ser más sintomático del callejón sin salida en el que es-
taba metido el sistema político al culminar el año de
1947.
Las sesiones del Congreso correspondientes al año
de 1947 concluyeron sin que se hubieran aprobado los

5
Jomada: Diario de la Mañana, 14 de septiembre de 1947.

116
Juegos de rebeldía

proyectos políticos más importantes como eran los rela-


cionados con los temas electorales, que curiosamente
habían sido encomendadados a uno de los senadores
menos fogueados: Saúl Charris de la Hoz. Este, ante la
voluntad del principal, Claudio Martín Blanco, de ocu-
par la curul para las sesiones de 1948, volverá a Barran-
quilla para ocuparse de su actividad profesional y de los
cuidados que demandaban los negocios de la familia.
Pero mientras la política entraba en las corporacio-
nes legislativas en un callejón sin salida, Gaitán buscaba
en calles y plazas galvanizar al electorado liberal y tomar
en sus manos todos los hilos del control del partido. En
realización de ese empeño, el caudillo visitó la ciudad
de Barranquilla en dos ocasiones durante el segundo
semestre de 1947. La primera de ellas fue con el fin de
presidir una manifestación gigantesca en el Paseo Bolí-
var. La comitiva que aquel día recibió a Gaitán estaba
presidida por Alberto Pumarejo, el prohombre del ofi-
cialismo liberal en el departamento del Atlántico. Lo
anterior significaba que en la región se había aceptado
por todas las corrientes del liberalismo la jefatura de
Gaitán. Esta manifestación se realizaba en preparación
de las elecciones para Concejos municipales que se
efectuarían a comienzos de octubre de 1947.
En el discurso pronunciado aquel día se reflejó el
encauzamiento que de las diversas contradicciones so-
ciales y económicas buscaba en aquel momento Gaitán
en la lógica del enfrentamiento bipartidista. Desde ese
punto de vista denunciaba la violencia. Desde una pers-
pectiva general Daniel Pécaut señala ese cambio en el
discurso gaitanista. «Ya lo hemos observado anterior-
mente: en ningún momento el populismo gaitanista
rompió el vínculo que lo unía con el partido liberal. En
1947 no se presenta un regreso a una división partidis-
ta, que ha estado siempre allí. Tal y como el
117
Medófilo Medina

"inconsciente" partidista había sido restablecido en sus


derechos, la lógica partidista asume de nuevo una posi-
ción de primer plano en la representación de lo políti-
ñ

co».
Sin embargo el discurso gaitanista conservó elemen-
tos que no sería posible encontrar en el lenguaje de los
dirigentes liberales no gaitanistas. En aquella misma in-
tervención expresó: «Necesitamos que el objeto de la
política cambie; tenemos hombres explotadores de to-
dos los partidos; ellos se abrazan con sus adversarios;
sin tener en cuenta las clases necesitadas».
El 5 de octubre de 1947 se realizaron las elecciones
para concejos municipales. En el país el liberalismo ob-
tuvo la mayoría: 746.160 votos contra 573.831 votos
conservadores. En Barranquilla por diferencias o por
apetitos fueron lanzadas 19 listas liberales. Todas se co-
bijaban bajo el paraguas gaitanista. Los conservadores
presentaron al debate 2 listas. Por abrumadora mayoría
ganaron los liberales quienes quedaron con 13 renglo-
nes al paso que los conservadores obtuvieron sólo dos.
Gaitán estuvo de nuevo en Barranquilla a finales de
octubre de 1947. Si en la anterior visita el encuentro
había sido con el pueblo en el escenario consagrado pa-
ra ello, El Paseo Bolívar, en la segunda visita el encuen-
tro se realizó con los altos círculos sociales de la ciudad
en el Hotel El Prado, en el banquete realizado el 24 de
octubre. Allí estaban las figuras que habían presidido
hasta hacía poco tiempo al oficialismo liberal enfrenta-
do con Gaitán. Allí estaba por supuesto Alberto Puma-
rejo. Se sentó también a manteles Don Rafael Borelly,
6
Daniel Pécaut, op. cit., vol. 2, p. 455.
7
La Prensa, Barranquilla, 17 de septiembre de 1947, p, 7.

118
Juegos de rebeldía

suegro de Saúl Charris, quien no asistié), ocupado como


estaba en la tarea parlamentaria. Gaitán en su discurso
encontró palabras de reconciliación para sus adversa-
rios de la víspera, pero a su vez desgranó fragmentos en
los cuales reafirmaba sus convicciones meritocráticas
tan del gusto de Charris de la Hoz: «El hombre que tra-
baja no necesita recomendaciones cuando es honorable
y capaz; entonces, no se puede discriminar si es liberal o
conservador».
Los seguidores de Gaitán veían la vida misma del
caudillo Gaitán como la encarnación de esos ideales.
Armando Solano, intelectual y dirigente político, señalé)
en mensaje enviado a los reunidos en el Banquete: «El
gajo de encina y de laurel que hoy se coloca sobre la
frente de Jorge Eliécer Gaitán corona a un mismo tiem-
po al valor y a la virtud, a la meditación y al esfuerzo».

8
Jomada, octubre 24 de 1947, p. 2.
9
Jomada, 25 de octubre de 1947, p. 8.

119
10

LA POLÍTICA EN LA COSTA
ATLÁNTICA DURANTE LA
VIOLENCIA

El 9 de abril de 1948 mientras almorzaba, Saúl Cha-


rris se enteró por la radio del asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán. Sin pensarlo y sin haberse fijado un objetivo
concreto, Charris se precipitó a la calle en un momento
en que ésta comenzaba a ser invadida por turbas enfu-
recidas. En el Paseo Bolívar dirigió un exaltado discurso
a la espontánea turba que allí se había agolpado. Bajo la
presión de la gente se dirigió luego a una emisora desde
la cual pronunció la segunda arenga de la tarde. Mien-
tras lo hacía le sobrevino una conmoción cerebral que
lo mantendría privado de la conciencia y al borde de la
muerte durante tres días.
Al caer de la tarde del 9 de abril se conformó en Ba-
rranquilla una "junta revolucionaria" encabezada por
los líderes liberales Néstor Carlos Consuegra, Alfonso
Hernández Bárrelo y Gerardo Certaín. En aquella jor-
nada, Barranquilla no logró escapar a la violencia que
con mucha mayor fuerza sacudió a Bogotá y a otras
ciudades. «La iglesia de San Nicolás y el Colegio Sale-

121
Medófilo Medina

siano de San Roque fueron arrasados por las llamas».


Por algún tiempo en el edificio de la Gobernación on-
deó una bandera con los signos de la hoz y el martillo.
Desde el día 15 de abril la situación fue encarada por
una junta bipartidista de la cual formaban parte Alberto
Pumarejo, Marco T. Mendoza Amarís, Diógenes Baca
Gómez, Juan B. Fernández. Pero aún el 19 no había si-
do restablecido el orden en la ciudad. Ese día, según in-
formaba El Espectador de Bogotá, se produjo el saqueo e
incendio de las oficinas de El Siglo en Barranquilla.
A finales de abril, en cumplimiento de los acuerdos
de "Unión Nacional" celebrados entre el gobierno de
Ospina Pérez y dirigentes nacionales del liberalismo,
fue nombrado como gobernador del Atlántico el liberal
Alejo Solano Manotas.
En una situación de creciente violencia, la Dirección
Liberal presidida por Carlos Lleras Restrepo acordó la
convocatoria de las convenciones departamentales del
partido con la tarea de escoger los candidatos para la
Cámara, asambleas departamentales y concejos munici-
pales. Se estableció el mecanismo de votación popular
para la escogencia de delegados a las convenciones de-
partamentales. En el directorio municipal de Barranqui-
lla se inscribieron siete listas; de éstas, la encabezada
por Saúl Charris de la Hoz obtuvo 857 votos. Fue la se-
gunda votación que le permitió enviar 5 delegados.
El 18 de mayo de 1949 se realizó la convención. Co-
mo presidente de dicho evento fue designado Rafael
Fernández Díaz, y como vicepresidente Charris de la

i
Hernán Hernández Cera, op. cit, p. 123.
Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Bo-
gotá, Ediciones Aurora, 1984, p. 78.

122
Juegos de rebeldía

Hoz. La Convención se dividié) cuando se conoció la lis-


ta conformada por una comisión que había sido desig-
nada para confeccionarla. Diecisiete delegados se retira-
ron incluido el presidente de la Convención, Rafael
Fernández Díaz. Por tal razón el vicepresidente Saúl
Charris de la Hoz asumié) la presidencia. Los 24 con-
vencionistas que permanecieron en el recinto votaron
de manera nominal y aprobaron la lista oficial del libe-
ralismo para las elecciones de la Cámara. La lista la in-
tegraron: Alberto Pumarejo, Héctor Silva Herrera, Ra-
fael Borelly Galindo, Abel Blanco Jiménez, como
principales, y Carlos Martín Leyes, Dolcey Manga, Ra-
fael Santamaría y Andrés Hernández como suplentes.
Al comienzo de las deliberaciones se había designado a
Alberto Pumarejo como jefe único del liberalismo en el
Atlántico; Saúl Charris formó parte del Directorio De-
partamental. Esta última designadém y la de vicepresi-
dente de la Convención muestran que Charris se había
convertido en una de las personalidades del liberalismo
de la Costa Atlántica.
En el país los crímenes políticos se incrementaron a
medida que se aproximaba la fecha de las elecciones. La
pugnacidad de los partidos aumentó en intensidad. El
21 de mayo de 1949 renunciaron los ministros liberales
y se retiraron los gobernadores del mismo partido. Así
cayé) el gabinete de Unión Nacional que la violencia ha-
bía convertido en una ficciém. Se reintegró el gobierno
con ministros conservadores con la adición de un mili-
tar, el general Régulo Gaitán, como Ministro de Go-
bierno.
Aún en la situaciém de acoso en la que vivía a escala
nacional, el liberalismo presentó al debate electoral
numerosas listas de candidatos para los cuerpos cole-
giados en el departamento del Atlántico: 5 para Cáma-
ra, 10 para Asamblea, 12 para el Concejo de Barranqui-
123
Medófilo Medina

lia. Los conservadores se presentaron en una sola lista,


al menos para Cámara. Las elecciones tuvieron lugar el
5 de junio de 1949. De una votación total de 46.538 vo-
tos para Cámara los liberales obtuvieron una mayoría
con 34.928 votos. El Atlántico mantuvo una clara he-
gemonía liberal. En el país la relación de la votación fue
de un 53% para el liberalismo y del 46% para el conser-
vatismo, al paso que en el departamento la relación fue
del 75% para el primero y del 23% para el segundo. El
nombre de Saúl Charris no apareció en ninguna de las
listas. Su figuración política estuvo restringida en este
período a su participación en el Directorio Liberal De-
partamental.
La designación de Alberto Pumarejo, personaje leja-
no a los afectos de Charris de la Hoz, como jefe único
del liberalismo atlanticense, y el hecho de que también
él hubiera encabezado la lista oficial de candidatos a la
Cámara —que a su turno alcanzó la mayoría en el deba-
te electoral— particularizan para la región la situación
que se vivió en el país: el retorno a la dirección del Par-
tido Liberal de esa capa de dirigentes tradicionales a los
que con frecuencia Gaitán había estigmatizado con du-
reza. Es cierto que tal proceso se había iniciado aún en
vida de Gaitán cuando éste había conquistado la jefatu-
ra única. Desaparecido el caudillo, la movilización po-
pular que se había desplegado bajo su conducción había
sido absorbida por el magma bipartidista.
Los fenómenos populistas asociados al nombre de
un caudillo suelen proyectarse orgánicamente por de-
cenios. Así ha sido, al menos en América Latina. En el
caso del movimiento gaitanista el fenómeno populista

3
Hernán Hernández Cera, op. cit., p. 127.

124
Juegos de rebeldía

fue de corta vida. Es cierto que en varios aspectos el gai-


tanismo volverá a manifestarse en otros capítulos del
populismo colombiano. No pocos de los dirigentes polí-
ticos que siguieron a Gaitán conservarán la fidelidad a
algunas de las ideas y el apego a los símbolos y consig-
nas que enarbolara Gaitán. Tal es el caso de Saúl Cha-
rris de la Hoz, en cuya actividad política posterior es
posible advertir la huella gaitanista.
En pocas etapas históricas, como en la representada
por el paso de los años cuarenta a los cincuenta del si-
glo XX, el Partido Liberal se había perfilado como una
colectividad disciplinada. Las convenciones nacionales
de 1949 y 1951 son una muestra de ello. Los extensos
pero interesantes y documentados informes rendidos
en ellas por Carlos Lleras Restrepo dejan asomar ciertos
rasgos modernos de la dirección política. En algunos
departamentos hubo dirigentes que respondieron a las
orientaciones orgánicas trazadas por Lleras Restrepo.
En el departamento del Atlántico fue Saúl Charris de la
Hoz quien llené) dicha funciém. En representación del
Atlántico, Charris lomé) parte como delegado en la
Convención Nacional del liberalismo que tuvo lugar en
la Plaza de Toros de Bogotá durante los días 3 y 4 de
agosto de 1949. Durante las deliberaciones tomé) parte
en la comisiém de organización."
En la etapa preparatoria de las elecciones presiden-
ciales el régimen político se hizo aún más regresivo. El 9
de noviembre de 1949 el gobierno de Ospina Pérez di-
solvió el Congreso mediante la intervención de la fuerza
4
x\l respecto resulta ilustrativa la lectura del libro: Carlos Lleras
Restrepo, De la República a la dictadura (Testimonio sobre la política co-
lombiana), Bogotá, Editorial Agrá, 1955.
5
El Tiempo, 4 de julio de 1949, p. 9.

125
Medófilo Medina

pública y suspendió indefinidamente todos los órganos


de elección popular: Congreso, asambleas departamen-
tales, concejos municipales; declaró el Estado de Sitio,
intervino a la Corte Suprema de Justicia, decretó la cen-
sura de la prensa y de la radio, confirió poderes omní-
modos a los gobernadores, convocó consejos verbales
de guerra para el juzgamiento de civiles.
En ese marco político y en medio de eventos de cru-
da violencia —el mes de octubre de 1949 ha sido quizás
el más violento de la historia contemporánea de Co-
lombia— se realizaron las elecciones presidenciales. El
27 de noviembre resultó elegido —sin contendor— el vi-
rulento jefe del Partido Conservador, Laureano Gómez
Castro, con 1.400.000 votos.
El primero de mayo de 1950 se llevó a cabo la inau-
guración de la Casa Liberal de Barranquilla. Si de ordi-
nario la sede de los directorios de los partidos tenía im-
portancia, ésta se vio acrecentada durante la Violencia
en virtud de las prohibiciones para la realizaciém de re-
uniones políticas de carácter público, asociadas a la
permanente vigencia del Estado de Sitio. Por otra parte,
desde enero de 1948 el entonces director del Partido
Liberal Jorge Eliécer Gaitán había tomado disposiciones
encaminadas a la fundación en distintos centros urba-
nos de la casa del refugiado político para ofrecer ampa-
ro a los ciudadanos liberales expulsados de sus lugares
de residencia.
Con motivo de la apertura de la casa liberal, arriba-
ron a Barranquilla los dirigentes liberales Darío Echan-
día, Lleras Restrepo y Jorge Uribe Márquez acompaña-
dos de figuras políticas de Bogotá y de Antioquia en
cuya capital se acababa de celebrar una concentración
del Partido. El Heraldo, periódico poco favorable a Cha-
rris, reseñaba uno de los momentos de la ceremonia:

126
Juegos de rebeldía

«El primero en hablar en la Casa Liberal fue el doctor


Charris de la Hoz; el dinámico presidente tuvo frases de
elogio para los conductores allí reunidos y pidió) al doc-
tor Pumarejo usara los micrófonos allí instalados para
que se dirigiera al pueblo». El anterior gesto represen-
té) para (Charris de la Hoz una suerte de revancha espiri-
tual. En efecto, Pumarejo había sido desde comienzos
de los años treinta la figura central del liberalismo cos-
teño. En los años cuarenta habían estado en orillas
opuestas en la división liberal. Ahora, en tiempos de
adversidad para el partido, la tenacidad en el trabajo co-
locaba a Saúl Charris en pie de igualdad con el coparti-
dario aristé)crata.
A nadie se ocultaba que la realidad de la Casa Libe-
ral se debía en no poca medida al empeño puesto por el
Presidente del Directorio Liberal del Atlántico: Saúl
Charris de la Hoz. Las descripciones de El Tiempo y El
Heraldo coincidieron en destacar el confort y la ampli-
tud: «La Casa Liberal está bien dotada. Tiene una sala
amplia de recibo y en las paredes cuelgan estas dos con-
signas: "Fe y Dignidad", "Ni un paso atrás, siempre ade-
lante". Hay salones especiales para la deliberación del
Directorio. La secretaría, salém de conferencias, biblio-
teca. Las paredes de la Casa Liberal están honradas con
los retratos de los máximos caudillos del Partido». No
eran gratuitas las condiciones de la sede. En ellas se re-
flejaba el tono gaitanista de Charris de la Hoz. Gaitán a
lo largo de su labor de dirigente, había insistido no sólo
en la higiene y decoro en la presentaciém personal de
sus seguidores sino en la adecuaciém y dignidad de los

El Heraldo, Barranquilla, 2 de mayo de 1950.


El Heraldo, Barranquilla, 2 de mayo de 1950.

127
Medófilo Medina

espacios y ambientes relacionados con la actividad polí-


tica.
En el acto p r o n u n c i a r o n discursos Echandía, Uribe
Márquez y Lleras Restrepo. En su inlervenciém éste cri-
ticó con dureza al gobierno, exalté) la consigna sanlista
de "Fe y Dignidad" y c o n d e n ó cualquier propérsito de
colaboraciém con el Régimen. Elogié) la ('asa Liberal y a
Saúl Charris por su labor y su consigna: "Ni u n paso
atrás, siempre adelante". En la noche Charris pronuncié)
u n vibrante discurso d e ofrecimiento de u n b a n q u e t e
liberal al q u e asistieron 600 personas. Entre ellas esta-
b a n tres de los h e r m a n o s de Saúl, el suegro Rafael Bo-
relly y los h e r m a n o s d e éste. C o n los actos del Primero
de Mayo de 1950 el liberalismo de la Costa Atlántica
mostraba que estaba p r e p a r a d o para afrontar al adver-
sario histémco en el poder.

Por esta época y en estos acontecimientos nació u n a


sólida amistad política entre Lleras Restrepo y el políti-
co de la Costa. Charris guardará siempre u n a gran ad-
miraciém hacia Lleras p o r motivos que, en p r i m e r lugar,
se relacionan con el talante político de éste; así se ex-
presa en el relato autobiográfico:

Bueno, yo soy discípulo de Gaitán y voy a morir


siéndolo. Y al único hombre, muerto Gaitán, que yo le
vi coraje en la época de la Violencia, fue a Carlos Lleras
Restrepo, pero además porque yo tengo conciencia
clara de que el mejor estadista, no de Colombia sino de
América, es Carlos Lleras Restrepo.

Paul Oquist en su «regionalizaciém estructural de la


violencia» señala a la Costa Atlántica c o m o u n a de las

R.A., junio 26 de 1991.

128
Juegos de rebeldía

dos zonas geográficas de coherencia estatal frente a la


generalización e n el país del f e n ó m e n o del " d e r r u m b e
parcial del Estado". Ese p u n t o de vista es razonable en el
sentido en q u e al menos, el d e p a r t a m e n t o del Atlántico
n o fue escenario de las muertes, masacres y actos de se-
vicia q u e sí a b u n d a r o n en otras regiones. Sin e m b a r g o ,
el Atlántico fue alcanzado p o r la o n d a de la violencia
política. A Barranquilla llegaron n u m e r o s o s exilados
p r o c e d e n t e s de los d e p a r t a m e n t o s andinos en p r i m e r
lugar, p e r o también de otros d e p a r t a m e n t o s d e la Cos-
ta, c o m o Bolívar, en algunas de cuyas regiones se había
precipitado la violencia.

En su condiciém de Presidente del Directorio Liberal


del d e p a r t a m e n t o , Saiil Charris t o m ó en sus m a n o s la
organización de la ayuda a los n u m e r o s o s exilados. Esta
labor resultaba difícil en la m e d i d a en q u e b u e n a parle
d e los dirigentes liberales del Atlántico se había margi-
n a d o de la actividad política, con excepciones notables
c o m o la d e Adalberto Reyes. Charris hace m e m o r i a d e
las p e q u e ñ a s astucias y recursos a los cuales tuvo que
acudir p a r a allegar fondos:

Yo dictaba resoluciones como presidente y salía con


una urna puesta en el hombro a recoger la misericor-
dia como liberal. Debo decir que la primera experien-
cia no me resultó estimulante: acudí donde el doctor
Alberto Pumarejo, le conté la historia, como si hiciera
falta. Él entonces estaba de gerente del Banco de Ba-
rranquilla que quedaba en la plaza de San Nicolás. Me
dijo: «Me ha cogido sin un peso en el bolsillo», era to-
mo para reír o como para llorar que eso me lo dijera
en su banco. Juan Fernández me dejó ir con las manos
vacías. Estos episodios tenían lugar por el mismo tiem-
po en que con afabilidad otro jefe nato, Carlos Martín
Leyes, me mandaba agradecer por haberme encargado

129
Medófilo Medina

de la actividad política en un momento en que él no


podía hacerlo por tener que atender la gerencia de
unos laboratorios extranjeros.

Sin embargo, el r e c u e r d o pinta experiencias más


alentadoras que las anteriores:

Se puso una cuota de cinco pesos mensuales que al-


gunos acogieron, se rifaban unos bonos. Por otra par-
te, llegaba yo al mercado y refería el cuento: me rega-
laban pacas de arroz, sacos de café, bultos de carne, me
daban plata. Así, acudiendo allí, golpeando allá, pude
ayudar a la gente mientras tuve la oportunidad de ir
enganchando a esos exilados en las fábricas. Como yo
era conocido y por cuanto la mayoría de los gerentes
de las empresas de Barranquilla eran liberales, enton-
ces empleaban exilados en sus fábricas.

Dos condiciones relacionadas entre sí ayudaron a


Saúl Charris d u r a n t e la Violencia al cumplimiento de su
labor c o m o Presidente del Directorio Liberal: su sensi-
bilidad filan trópica y sus lazos con la masonería. Una y
otra le p e r m i t i e r o n la p r o m o c i ó n d e la solidaridad polí-
tica y el m a n t e n i m i e n t o de unos r u d i m e n t o s de organi-
zación partidista. En la labor de asistencia a los exilados
d e s e m p e ñ ó meritoria función el médico liberal Lázaro
Bravo Mauri. Entre las obras impulsadas p o r Charris en
ese p e r í o d o tuvo especial significaciém la creación del
Colegio E d u a r d o Santos que para 1950 contaba con 200
alumnos. La C o n v e n d ó n Nacional del Liberalismo ce-
lebrada en Bogotá en j u n i o de 1951 deslacé) en propo-
sición particular al plantel: «La C o n v e n d ó n Nacional
Liberal, en la fecha de su instalación, presenta u n emo-

R.A., septiembre de 1990.

130
juegos de rebeldía

cionado saludo a las maestras y maestros de los colegios


liberales "Eduardo Santos", de la ciudad de Barranquilla
y "Gremios Unidos", de la ciudad de Cúcuta, y hace vo-
tos p o r q u e la labor de ellos sea altamente fecunda en la
ilustradém de los centenares de niños confiados a estos
planteles educativos.»
A medida q u e arreciaba la violencia en los círculos
dirigentes del Partido Liberal en Bogotá se expresaban
con acritud las diferencias entre corrientes. El g r u p o de
gaitanistas que editaba el periódico J o m a d a acusaba a la
direcciém liberal y en particular a Lleras Restrepo de
conciliadém. El expresidente Lé>pez había hecho polé-
micas declaraciones en Medellín en las que abogaba p o r
el establecimiento de alguna forma de e n t e n d i m i e n t o .
Lleras Restrepo encarnaba la política q u e se cristalizaba
en la divisa santisla de "Fe y Dignidad" y defendía la
abstenciém. A u n q u e con aristas de radicalismo, Saúl
Charris respaldaba la gestiém de Lleras Restrepo. C o n el
fin de p r o m o v e r u n a línea d e oposidém c o m ú n se reu-
nió el 23 de junio de 1951 en el T e a t r o Imperio de Bo-
gotá la C o n v e n d é m Nacional del Liberalismo. El evento
resulté) muy representativo del Partido a escala nacio-
nal. T o d a s las regiones se hallaban representadas. Entre
los delegados p o r el d e p a r l a m e n t o del Atlántico estuvo
Saúl Charris. En su edición del 24 de junio, El Tiempo
r e p r o d u c e u n a foto en la página 15 en la q u e se desta-
can los delegados de ese d e p a r t a m e n t o : Carlos Martín
Leyes, Charris y J u a n Goenaga.
En u n esfuerzo p o r r e p a r a r la maltrecha u n i d a d libe-
ral se comprometié) al expresidenle Santos para presidir
la convendém. En el curso de las deliberaciones se inte-

El Tiempo, 24 d e junio de 1951.

131
Medófilo Medina

gré) una comisiém de la cual hizo parle Saúl Charris para


que visitara e invitara al expresidente López Pumarejo a
llevar la palabra en la máxima asamblea del Partido. En
el extenso informe de Lleras Restrepo se presenté) la
evolución política del país desde 1947, lo cual significó
una revista al proceso de violencia. Sobre ese panorama
se desplegé) un alegato de defensa de la gestiém de la
Direcciém Liberal. Los delegados aclamaron a una di-
recciém tripartita integrada por Eduardo Santos, Alfon-
so Lé)pez Pumarejo y Lleras Restrepo. Algo de patético
tenía la designación de los dos expresidentes por cuan-
to Santos había expresado su voluntad de mantenerse
en el retiro político y Lé)pez había mostrado su renuen-
cia a participar en los organismos y eventos estatutarios
del Partido. Es como si se quisieran conjurar los símbo-
los para arrostrar las dificultades que las realidades polí-
ticas mostraban con irremediable crudeza.
En la Convención, cuando por orden alfabético ha-
bía correspondido rendir el informe a la delegadém del
Atlántico, Saúl Charris había pedido que se le dejara
hablar después de otras delegaciones. Cuando hizo uso
de la palabra dijo:

Hay sólo una cosa que aquí se puede hacer: prepa-


rarnos para la defensa del Partido Liberal. Dentro del
desorden conservador existente por cada liberal que
11
caiga deben caer tres conservadores.
El llamado produjo visible sorpresa aunque algunos
de los convencionistas en su fuero interno trasladaran
su pensamiento hacia los Llanos Orientales, donde los
guerrilleros protagonizaban un capítulo de la resistencia
política bajo la consigna de imprecisos alcances: la Re-

R.A., 18 de junio de 1991.

132
Juegos de rebeldía

voluciém Liberal. En los pasillos, E d u a r d o Santos le ex-


presó a Saúl su extrañeza por el radical llamamiento,
más aún p o r provenir de alguien muy cercano al pa-
triarca liberal, Rafael Borelly. La apelación de Charris
de la Hoz disonaba con el tono m o d e r a d o a u n q u e emo-
tivo que usé) López en su discurso en aquella conven-
d ó n . En u n o d e los apartes d e su oración señaló: «Yo
n o m e avergüenzo de decir que soy u n pacifista inte-
gral. Esa ha sido mi trayectoria política desde que entré
en actividad en la lucha del partido.... m e doy m u y bue-
na cuenta de que a mi edad y la experiencia que m e han
traído los años m e dan o t r o t e m p e r a m e n t o . Me aconse-
jan caminos distintos de los que gozan popularidad en-
tre las juventudes del partido». '

Después de la convendém liberal Saúl Charris conti-


nué) su labor política en Barranquilla. Según su relato
autobiográfico, su labor lo hizo candidato a u n a t e n t a d o
fraguadt) p o r el deteclivismo del Atlántico y del cual fue
avisado p o r el político liberal del Magdalena Pinedo Ba-
rros, con quien se habría d e s m o n t a d o el plan d e asesi-
nato.
Charris de la Hoz atribuye a la presencia d e los exi-
lados, a su organizadém, la razón p o r la q u e la violencia
n o se hubiera extendido al d e p a r t a m e n t o del Atlántico:

Aquí no se acobardé) el liberalismo, no se acobardé)


porque muchas gentes del interior de la República vi-
nieron y se pusieron al frente. Aquí hubo cosas sor-
prendentes que no permitieron que la violencia llegara
a Barranquilla. Aquellos hombres resentidos porque

12
El Tiempo, 26 de junio de 1951.
IS
R.A., septiembre de 1990.

133
Medófilo Medina
habían visto asesinar a sus padres, atrepellar a sus hijos
O violar a sus mujeres, hicieron cositas aquí y oso evitó
la violencia.

Quizá la temprana presencia de los exilados sea uno


de los factores que expliquen la ausencia de una violen-
cia generalizada en el departamento del Atlántico. Sin
embargo habría que descartarla como causa única. La
búsqueda de una explicadém de conjunto del fené>meno
que aquí se menciona escapa a los objetivos del presen-
te trabajo.
A lo largo de 1952 la violencia continué) su escalada
sin que de su onda pudiesen escapar las élites. El 6 de
septiembre de 1952 fueron incendiadas en Bogotá, por
turbas que contaron con el amparo de la Policía, las re-
sidencias de los dirigentes liberales Lé>pez Pumarejo y
Carlos Lleras. Así mismo fueron sometidos a pillaje y
destrucción los diarios El Tiempo y El Espectador y la se-
de de la Direcciém Liberal. Al exilio salieron Lleras Res-
trepo y Lé)pez Pumarejo. El Partido Liberal quedé) acé-
falo. Los anteriores acontecimientos quebrantaron la
continuidad organizativa del Partido Liberal. A este
parcial receso de la actividad política no escapé) el libe-
ralismo en la Costa Atlántica.
Sin suspender del todo la actividad política Saúl
Charris prestó más alendém a sus negocios privados,
sobre todo al de la ganadería. La condidém de ganade-
ro no la perdié) Charris en ningún momento. Ella le
permitié) una independencia que lo acerca más a al polí-
tico que vive para la política que a aquel que dentro de

' 4 R.A., 18 de junio de 1991.

134
Juegos de rebeldía

la conocida distindém de Weber vive de la política. n Por


ese tiempo, Charris incrementó sus trabajos en la ade-
cuación de tierras mediante la construcción de sistemas
de riego en sus propiedades, con el fin de contrarrestar
los severos veranos de Santo Tomás cuando por la ac-
dém de las brisas intensas se queman los pastos. Prosi-
guió sus experimentos en el cruce de razas tales como
holstein, pardo cebú y criollo para elevar la producción
de leche. A su juicio logró éxitos al colocar su ganadería
entre las mejores del Atlántico.
Saúl Charris buscó también diversificar su actividad
económica mediante la compra de acciones en empre-
sas como Avianca y Bavaria. ' Sin embargo su condición
económica básica fue, como antes, la de ganadero.
En algún momento de 1952 Saúl Charris participó
en reuniones políticas con Antonio García Nosa quien
por ese tiempo estaba de regreso de su proyecto obsesi-
vo de creación del Partido Socialista Colombiano y de-
sarrollaba la idea de que «...los ejércitos de los países de
América Latina deberían cumplir un papel patriótico
como factor de transformación de sus sociedades». Las
coincidencias no eran fortuitas. Ambos, Charris y Gar-
cía alentaban un fondo nacionalista. Por razones distin-
tas los dos personajes miraban con esperanza hacia los
militares. García, por razones que bien podrían llamarse

15
Max Weber, Escritos políticos, Edición a cargo de José Aricó, Méxi-
co, Folios Ediciones S.A., tomo segundo, p. 316.
lb
/ í . A , 2 6 d e j u n i o d e 1991.
17
La información sobre la presencia de Charris en las reuniones
mencionadas fue obtenida en una conversación informal con el pro-
fesor Amílcar Guido en junio de 1991. Guido fue uno de los asisten-
tes a esas reuniones de Antonio García, con quien compartía pro-
yectos políticos a comienzos de los años cincuenta.

135
Medófilo Medina

doctrinarias y Charris por consideraciones de orden


táctico de partido. Durante los años de 1949 a 1953 el
Partido Liberal, o sectores importantes de él, abrigaron
la esperanza en que un golpe militar derrocaría al secta-
rio régimen conservador.
Como resultado del golpe de Rojas Pinilla el 13 de
junio de 1953 se hizo más fuerte el receso de los parti-
dos. Esto era así por cuanto en el seno del bipartidismo,
con la obvia excepción del derrocado laureanismo, to-
das las tendencias se sentían en el poder. Era una situa-
ción semejante a la descrita por Marx después de la Re-
volución de 1848 en Francia cuando todas las
tendencias dinásticas se acogieron fervorosamente a un
régimen que aparentemente implicaba su negación: la
república, la cual percibieron como el único medio de
asegurar su supervivencia ante la perspectiva de su mu-
tua destrucción.
Desde 1955 la base burguesa de apoyo a la dictadura
de Rojas Pinilla empezó a resquebrajarse. Los altos pre-
cios del café que acompañaron al régimen en su prime-
ra etapa descendieron luego, haciendo más visibles las
inconsistencias de la política económica y más odiosos
los favoritismos. La drástica censura de prensa y la crea-
ción por parte de la dictadura de un poderoso aparato
de información y propaganda se constituyeron en po-
deroso estímulo para el fortalecimiento de las tenden-
cias opositoras dentro de los partidos tradicionales. En
marzo de 1956 el expresidente López Pumarejo envió
una carta al directorio liberal de Antioquia en la cual
propuso un acuerdo de los partidos. En julio 24 de


Carlos Marx, Federico Engels, Las luchas de clase en Francia de
1848 a 1850, en: Obras escogidas, Moscú, Editorial Progreso, 1971, p.
190-191.

136
Juegos de rebeldía

1956 se firmó la Declaración de Benidorm en la cual los


jefes de los partidos, Laureano Gómez y Alberto Lleras
Camargo, proclamaron los principios del régimen de
"responsabilidad compartida".
En el movimiento contra la dictadura se reanudó
también la actividad de los partidos en las regiones con
diferencias de unas a otras. En el departamento del
Atlántico el Partido Liberal realizaba reuniones en re-
cinto cerrado. Al cabo de una de ellas y luego de dictar
una conferencia política fue detenido Saúl Charris por
agentes de los servicios secretos. En esta etapa tendie-
ron a ocupar en el liberalismo los puestos de comando
aquellos personajes mejor ubicados en la jerarquía tra-
dicional del partido.
La culminación del establecimiento del Pacto bipar-
tidista del Frente Nacional la constituye) la Reforma
Constitucional que se adoptó en el plebiscito del prime-
ro de diciembre de 1957. La fé)rmula plebiscitaria aco-
gida por una abrumadora mayoría, en la votación más
copiosa de la historia contemporánea de Colombia, in-
cluyó como los más importantes, los siguientes puntos:
paridad liberal-conservadora en las corporaciones pú-
blicas por doce años, proporcionalidad en el gabinete
ejecutivo de acuerdo con la representadém de los parti-
dos en las cámaras legislativas, garantía constitucional
para la carrera administrativa. El 22 de noviembre de
1957 los jefes principales de los partidos y la Junta Mili-
tar de Gobierno habían acordado en el llamado "Pacto
de San Carlos", las etapas y mecanismos de estableci-
miento de las instituciones del Frente Nacional. Se seña-
ló entonces la realización de las elecciones para cuerpos
colegiados en una fecha anterior a las de presidente de
la República.

137
Medófilo Medina

En el movimiento contra la dictadura y en el proceso


de organización del Frente Nacional, la actividad de los
partidos tendió a articularse alrededor de sus jerarquías
tradicionales. En el liberalismo no se advertía huella del
gaitanismo ni de aquellos cambios que se habían pro-
ducido durante la Violencia. Saúl Charris de la Hoz. en-
contré) que en la nueva siluadém, los dirigentes naciona-
les de su partido distinguían como sus interlocutores
regionales a personajes que, desde su punto de vista, se
habían refugiado en sus actividades privadas durante la
persecución conservadora, mientras él había arrostrado
a nivel regional el peso de las responsabilidades parti-
darias. Ahora en primera línea aparecían de nuevo al-
gunos de sus antiguos adversarios como Alberto Puma-
rejo y Carlos Martín Leyes.
Un grupo de jé)venes liberales del departamento del
Atlántico manifesté) su descontento contra los mismos
hechos. Algunos de ellos se habían asomado por prime-
ra vez. a la política a finales de los años cuarenta, cauti-
vados por el discurso antioligárquico de Gaitán, y en la
nueva situación clamaban por "sistemas nuevos" y
"caras nuevas". La división se revelé) con claridad en la
reuniém del Directorio Liberal del Atlántico, el 17 de
septiembre de 1957, al momento de elegir la mesa di-
rectiva de ese organismo. Se deslindaron entonces dos
corrientes: la "oficialista", encabezada por Alberto Pu-
mo rejo y la de los "populares" agrupada en tomo a Saúl
Charris. Los miembros de esta disidencia se dieron su propia
organización y adoptaron el nombre de Movimiento Liberal
Popular. En poco tiempo desarrollaron una febril activi-
dad, abrieron sede propia en Barranquilla, la "Casa Li-
beral Popular", hicieron ruidosos mítines en barrios po-

138
Juegos de rebeldía

bres de Barranquilla, visitaron diversos municipios del


departamento, organizaron comandos. La rebeldía de-
bía pasar por la conformación de una lista liberal disi-
dente para las elecciones a corporaciones públicas, las
cuales de acuerdo con la agenda del Frente Nacional,
estaban previstas para el 16 de marzo de 1958.
De manera oficial la Direcciém Liberal Nacional con-
vocó a las convenciones departamentales del Partido y
señaló sus atribuciones en materia electoral. En cum-
plimiento de esas directrices se reunió» la Convendón
Liberal del Atlántico el 20 de febrero de 1958. En dicha
reunión se integraron las listas oficiales que luego, de
acuerdo con la reglamenladém, deberían ser ratificadas
por parte de la Dirección Liberal Nacional," en la cual
reinaba enorme preocupación por la división del libera-
lismo en la Costa. En el mismo mes de febrero Charris
de la Hoz fue llamado a Bogotá para conversaciones
con los dirigentes nacionales. Lleras Camargo, quien
entonces ostentaba el título de director del Partido Li-
beral, puso en juego su poder de convicción con el pro-
pé)sito de recuperar a Charris para la línea oficial. Apelé)
a las razones de partido y a la conveniencia de mante-
ner la unidad, en un momento en el que aún se mos-
19
Una descripción del origen y desarrollo de esta disidencia liberal
se puede leer en Pedro Castellón Patino, El movimiento liberal popu-
lar. Una disidencia fructífera para la aparición del M.R.L. en el Atlántico
(1957-1960), Ponencia presentada en el X Congreso de Historia de
Colombia, Lunja, mayo de 1995.
211
Para Senado la lista integrada por la convención fue la siguiente,
principales: Alberto Pumarejo, Carlos Martín Leves, Dolcey Manga.
Como suplentes figuraron: Julio Enrique Blanco. Hernando Mano-
las y José Félix Fuenmayor. Para Cámara integraron la lista Hernán
Berdugo, Hernando fuliao Moreno, Elias Moisés, con la suplencia
de Líbano Rodríguez Muño/, Aminta Castro de Rui/ v José Ramón
Santamaría.

139
Medófilo Medina

traban vacilantes las nuevas instituciones. Alfonso Lé)-


pez Michelsen recordará a su vez aquella coyuntura en
los siguientes términos: «En Atlántico y Magdalena se
p r e s e n t a r o n situaciones de conflicto en las que se coin-
cidié) en mi n o m b r e c o m o solución de c o m p r o m i s o . Tal
fue el caso en Barranquilla, entre Alberto Pumarejo, mi
pariente, y Saúl Charris de la Hoz a quien a c o m p a ñ a b a
u n movimiento juvenil del cual formaba parte E d u a r d o
Mendoza Lince».

De regreso a Barranquilla el 25 de febrero, Charris


desconcerté) a sus seguidores c u a n d o los invité) a cance-
lar la disidencia. En declaraciones para el periódico
Orientación anoté) con frescura:

Sólo quiero decirles que ya no somos una ínsula,


como atrabiliariamente se permitían señalarnos algu-
nos presuntos dirigentes del liberalismo del Atlántico,
pues hemos sido escuchados; con todo el respeto que
merece nuestro eximio jefe puse las cartas sobre la me-
sa diciéndole nuestra decisión, es que con Pumarejo en
las listas no había posible entendimiento, advirtiendo
que había dejado fórmulas concretas, que si eran acep-
tadas, serían definitivas para solucionar la crisis liberal.

En las anteriores declaraciones se destacan la satis-


facdém de Charris p o r el h e c h o de que Lleras C a m a r g o
lo hubiera t o m a d o c o m o interlocutor, su vulnerabilidad
ante la invocación de las razones de partido, su inge-
n u i d a d real o aparente para creer que podía sacar del
juego a u n c o n t e n d o r c o m o Alberto Pumarejo, quien

"Lecturas Dominicales", El Tiempo, 22 de julio de 1990, p. 9.


Citado por Pedro Castellón Patino, op. cit., p. 8.

140
Juegos de rebeldía

gozaba de la más alta confianza en la dirigencia política


nacional y la fuerza de la emuladém por la influencia
política regional. En los días siguientes, en el seno de la
disidencia se cruzaron las más crudas acusaciones entre
Saúl Charris y jóvenes del liberalismo popular quienes
se sintieron traicionados por su jefe. El Movimiento Li-
beral Popular no se disolvió, antes bien participé) en el
debate electoral bajo la direcciém de un joven radical,
Antonio Iglesias. Esta disidencia lanzó, listas de candida-
tos a la Asamblea Departamental y al Concejo Munici-
pal que fueron encabezadas respectivamente por Josefi-
na González Mendoza y Emilio Lébolo de Espriella.
Ambos resultaron elegidos. Posteriormente el Movi-
miento Liberal Popular fue la base del MRL en el Atlán-
tico.
Por otro lado para facilitarle las cosas a la Direcciém
Liberal Nacional, DLN, todos los incluidos en las listas
por la Convención Liberal del Atlántico enviaron el 6
de marzo de 1958 una comunicación a la DLN en la cual
ponían, en raro e irrepetible gesto de disciplina, sus
nombres a disposición de ese organismo." La DLN mo-
dificó las listas, las cuales en su composición definitiva
incluyeron en un renglón fijo el nombre de Saúl Cha-
rris. La lista única para Senado la encabezó Alberto
Pumarejo. Para Cámara la lista oficial la encabezó Car-
los Martín Leyes seguido en el segundo renglón por
Saúl Charris, quien no persistió en su propósito disi-
dente. Otra lista no oficial para Cámara encabezada por
Luis Calderón obtuvo un número insignificante de vo-
tos. La distribución de la votación en términos relativos
23
Una descripción del proceso de conformación de listas en Ba-
rranquilla se puede ver en el trabajo inédito de Blas Zubiría: La in-
capacidad manifiesta del poder político en Barranquilla durante el Frente
Nacional 1958-1974, Barranquilla, 1994, p. 105 y siguientes.

141
Medófilo Medina
en el d e p a r t a m e n t o del Atlántico fue del 71.03% para
liberales y del 28.97% para los conservadores. Sin em-
b a r g o p o r los acuerdos sobre paridad a cada u n o de los
partidos c o r r e s p o n d i e r o n dos senadores y dos repre-
sentantes.

Saúl Charris conservó un sabor amargo en relación


con lo q u e consideró u n a evidente postergación de su
nombre:

Procedió el doctor Alberto Lleras Camargo con una


injusticia tremenda. Él sabía cómo me había tocado de
duro en la defensa del Partido Liberal durante la Vio-
lencia. Tuvo el desconocimiento de mi persona y esco-
gió para el Senado de la República al doctor Pumarejo
y al doctor Edgardo Manotas Wilches, para Cámara de-
signó a don Carlos Martín Leyes y a mí me puso de úl-
timo.

Este malestar de Charris d e m o m e n t o influyó en u n a


diferencia de 2.000 votos entre la lista p a r a S e n a d o y la
lista oficial para Cámara. En Santo Tomás, e n d o n d e la
familia Charris controlaba la votación liberal, Alberto
Pumarejo alcanzó sólo 111 sufragios al paso que la lista
para C á m a r a llegó a los 1.695 sobre u n total de votación
p o r los dos partidos de 2.114.

M
R.A., 18 de junio de 1991.
25 .
Registraduría Nacional del Estado Civil. Seccicin de Estadística.

142
11

LA LABOR LEGISLATIVA BAJO EL


FRENTE NACIONAL

El 20 de julio de 1958 Alberto Lleras Camargo, el


primer Presidente del Frente Nacional, inauguré) las se-
siones del Congreso de la República. No se trataba de
una ceremonia rutinaria. Se cumplía casi un decenio
desde noviembre de 1949 cuando por orden del presi-
dente Ospina Pérez, las tropas habían ocupado el Capi-
tolio y habían disuelto el Congreso. Saúl Charris desa-
rrollaría una activa labor en los dos años siguientes.
Según el registro que puede seguirse en la publicadém
Anales del Congreso, el representante Charris se aplicé)
desde los primeros días a la promoción de diversas ini-
ciativas. Ya en el mes de julio presentó un proyecto de
Ley que en el que se establecía el estudio, trazado y
ampliadém de dos ramales del ferrocarril del Atlántico.
También en el mismo mes citó al Ministro de Salud
para que respondiera un cuestionario sobre el estado
de salud y desnutridóm de la población del departamen-
to del Atlántico. Como resultado de este debate el 6 de
agosto fue integrada una comisión encargada de elabo-
rar un informe sobre el asunto objeto de la discusiém.

143
Medófilo Medina

La comisión estaba compuesta por los representantes


Saúl Charris y Joaquín Franco Burgos, así como por un
funcionario del Ministerio de Salud y por un ingeniero.
En la Gobernación se adicionaron dos funcionarios
más: los secretarios departamentales de Salud y de Hi-
giene. A partir del 7 de septiembre y durante varios días
la comisión visitó cada uno de los 21 municipios del
departamento. Sus miembros establecieron contacto
con autoridades, médicos, maestros, curas y represen-
tantes de la comunidad. La visita se practicó también en
barrios populares de Barranquilla. Como resultado de
su trabajo, la comisión rindió un informe pormenoriza-
do en el cual se refirió no sólo a la situación de la aten-
ción en salud sino que cubrió los aspectos económicos,
sociales, educativos de las diversas comunidades del
Atlántico. El informe constituye una verdadera radio-
grafía sobre el departamento.
Todo este concienzudo trabajo de contactos e inves-
tigadém culminó con la presentación en la Cámara de
Representantes del proyecto de Ley mediante la cual se
fundaba el Instituto de Salubridad Pública del departa-
mento del Atlántico, que preveía la creación de dos
hospitales, varios puestos de salud, un hospital de ma-
ternidad y otras unidades de atención médica. Todo
ello integraba un plan ambicioso y global, concebido
técnicamente y exigente en recursos. Esto último le da-
ba ciertos ribetes de utopía. El proyecto comprometía el
12.50% del presupuesto del Ministerio de Salud corres-
pondiente a las vigencias de 1960, 1961 y 1962. En la
exposidém de motivos Saúl Charris sustentaba el pro-
yecto en argumentos poco convencionales:

Colombia no tiene derecho —sentenció el ponente-


de sostener un ejército con cuyos gastos copa una ter-
cera parte del Presupuesto Nacional... No hay derecho

144
Juegos de rebeldía
para gastar el 31% de nuestro presupuesto en el soste-
nimiento de la fuerza pública mientras que Francia só-
lo gasta el 28%, Alemania el 27% e Inglaterra el 26%,
países estos últimos que por razones bien conocidas
necesitan mantener un extraordinario pie de fuerza.

En la atención que el representante Saúl Charris pu-


so en la preparación del proyecto así como en la argu-
mentación explícita con que lo defendió, se descubre la
impronta gaitanista. La higiene, la salud del pueblo, el
fortalecimiento de la raza como premisa para que aquel
pueda ocupar un lugar elevado en la civilización huma-
na, todos son otros tantos motivos puestos en acción
por Charris y que manifiestan el aludido origen.
El nombre del representante Saúl Charris estuvo
asociado a la promoción de proyectos sobre temas sin-
dicales y laborales. El primero de ellos fue el impulsado
con los representantes Jaime Ángulo Bossa y Delio En-
cizo sobre restitución de la unidad sindical mediante la
fusión de las centrales UTC y CTC. La intención mani-
fiesta era la de fortalecer el sindicalismo para que pu-
diera superar su debilidad por cuanto «A contrario sensu,
el capitalismo nacional presenta un frente unido pode-
roso, y se vale de la anarquía sindical para imponer con
suma facilidad su criterio excluyeme y dominante». Sin
embargo, los ponentes eran víctimas de un error de
perspectiva, en la medida en que la uniém sindical antes
que producto de una ley, tenía que lograrse como obra
de los mismos trabajadores. Por otra parte, el proyecto
resumaba la nostalgia por una hegemonía liberal sobre
el sindicalismo, que el decreto 2313 de 1946 había tra-

i
Anales del Congreso, 6 de diciembre de 1958, p. 2196.
2
Anales del Congreso, 23 de septiembre de 1958, p. 854.

145
Medófilo Medina

tado de instaurar al prohibir el paralelismo sindical y


que luego había sido legalizado por el decreto 2875 del
16 de septiembre de 1949.
También sobre el tema laboral Saúl Charris presentó
otros proyectos de ley durante la misma legislatura. En
uno de ellos se estipulaba un apoyo económico a la rea-
lización de dos congresos sindicales. Presentó ponencia
favorable para otro proyecto de Ley sobre el régimen
de jubilaciones y pensiones de vejez, y elaboró y susten-
tó un proyecto de Ley por la cual se regulaban las rela-
ciones laborales entre patronos y trabajadores de los
transportes terrestres, marítimos y fluviales.
La vivienda popular atrajo el interés de Charris; pre-
sentó un proyecto de Ley que declaraba de utilidad pú-
blica y expropiaba un terreno de propiedad del depar-
tamento con el fin de desarrollar un plan de vivienda
popular para numerosas familias que durante la violen-
cia habían inmigrado a Barranquilla. En la exposición
de motivos Charris aludía de manera expresiva a sus
"convicciones cristianas" sin reprimir del todo sus te-
rrenales temores de terrateniente como lo dejan ver al-
gunas de sus consideraciones:

Se han venido sucediendo invasiones periódicas a


diferentes terrenos de la ciudad de Barranquilla, ya se-
an públicos o privados, produciéndose irregularidades
que perturban la sincronización que debe existir en el
orden jurídico-social de los pueblos medianamente civi-
lizados.

Ante tal situación el ponente llamaba a sus colegas


representantes a encontrar remedios para prevenir: «La

3
Anales del Congreso, 4 de agosto de 1959. p. 1.841.

146
Juegos de rebeldía

peligrosa imitación que esta posesión de la tierra puede


despertar en el futuro del país». Las preocupaciones so-
ciales del legislador se mezclaban con las cavilaciones
mercantiles de quien estaba enterado de los movimien-
tos de la propiedad raíz por cuanto la familia Charris
venía desarrollando parcelaciones de sus tierras urbanas
en Santo Tomás.
En octubre de 1959 Saúl Charris intentó promover
un debate con la presencia de los ministros de Relacio-
nes Exteriores, Gobierno y Educación para examinar
quejas que ciudadanos pertenecientes a algunas confe-
siones protestantes habían presentado sobre persecu-
ción religiosa. El debate no se llevó a cabo pero la pro-
puesta de realizarlo puso de relieve otra de las
constantes del pensamiento de Charris de la Hoz sobre
la tolerancia religiosa. Esa preocupación se alimentaba
en razones de tipo filosófico-religioso y también en las
de orden familiar. Durante el período Charris de la
Hoz mantuvo una línea de avanzada en la labor legisla-
tiva. Sus iniciativas y proyectos se colocaron a distancia
de lo que cabría esperar de un representante cuyo res-
paldo económico provenía de su actividad como gana-
dero.
Para las elecciones a cuerpos colegiados de 1960, la
DLN recomendó la realización de plebiscitos regionales
dentro del Partido con el fin de escoger los nombres de
candidatos que debían integrar las listas para Cámara,
Asamblea y Concejo Municipal. Pero los tiempos no es-
taban para estos juegos democráticos; el mismo Presi-
dente del Directorio Departamental del Atlántico, Car-
los Martín Leyes, rechazó el procedimiento plebiscitario

4
Anales del Congreso, 29 de octubre de 1959. p. 3.589.

147
Medófilo Medina

como mecanismo para la confección de las listas. A dos


años de iniciado el Frente Nacional, resultaba claro que
el sectarismo entre los partidos había dejado su lugar al
crudo forcejeo entre listas del mismo partido por acce-
der a una porción más grande del ponqué burocrático.
La campaña electoral había estado rodeada de intensos
debates en torno a movimientos de la burocracia reali-
zados por el gobernador y por el Alcalde con el fin de
favorecer a una de las listas. Igualmente fueron frecuen-
tes las denuncias sobre preparación de fraudes electora-
les.
El 20 de marzo los votantes liberales tuvieron 7 listas
a la Cámara para escoger. La lista mayoritaria fue la de
Carlos Martín Leyes con 19.584 votos. No quedó reza-
gada la lista encabezada por Saúl Charris de la Hoz, la
cual obtuvo 15.984 votos dentro de una votación total
liberal de 49.196 sufragios. La tercera parte de estos vo-
tos provino de Barranquilla; el resto, de los otros 20
municipios del departamento. Así, el charrismo se per-
filó como una fuerza autónoma dentro del Frente Na-
cional. A nivel departamental, lanzó para la Asamblea la
lista encabezada por Diógenes Baca, y para el concejo la
lista encabezada por Julio Tovar Quintana. Otra lista
liberal que alcanzó a sacar un renglón en la Cámara fue
la encabezada por Emilio Lébolo de la Espriella. Una
vez más en estas elecciones Saúl Charris apareció en-
frentado con las listas que se identificaban con Alberto
Pumarejo. Este, que había dado su apoyo a varios gru-
pos, encabezó la lista oficialista al Concejo de Barran-
quilla.

Registraduría Nacional del Estado Civil, Estadística.


6
Blas Zubiría, op. cit., p. 134.

148
Juegos de rebeldía

Sobre los recursos con los que contaba el charrismo


para asegurar la votación es interesante el testimonio de
Miguel Pertuz Barandica, quien provenía de una familia
liberal cuyo padre había votado por los Fernández. El
había comenzado a participar en «la política liberal con
los Charris por el tiempo del gobierno de Rojas Pinilla».
«A ellos, Los Charris, les ayudaba para el asunto de los
votos —señala el testimonio— que daban ganado al par-
tir por el período de gestación y luego repartían; ade-
más los hermanos de Saúl eran muy atentos, saludaban
a todo el mundo, Josué, el médico a veces atendía gra-
tis, regalaban leche a gente pobre. En sus ganaderías
empleaban a sus partidarios: gente de Palmar, de Pone-
dera, de Santo Tomás, de Sabanagrande; también ellos
metieron mucha gente a trabajar en la cooperativa le-
chera. El doctor Saúl daba recomendaciones a la gente
para buscar trabajo y si calaba, pues la persona se sentía
en deuda y si no lo conseguía no pasaba nada. Saúl no
tenía que ir a Santo Tomás para las campañas; los her-
manos ayudaban, ellos mismos hacían política. Josué y
Rafael fueron diputados. En varias partes tenían perso-
nas que los apoyaban. Saúl tenía en Sabanalarga a un
señor Cartusciello que le ponía una votación muy gran-
de, era un ganadero importante de la misma corriente.
En Palmar de Várela el hombre era Gilberto Caballero
Valverde y sus primos los Escórelas que son matarifes y
así en otros partes». En tono festivo prosigue el testi-
monio: «Yo le daba a la gente su botella de ron y le
echaba Pepsicola para que rindiera. El día de elecciones
en un carro yo recogía a la gente con impedimentos fí-
sicos y la llevaba a votar».

7
Entrevista con Miguel Pertu/ Barandica, Barranquilla, 4 de octubre
de 1995. El autor del testimonio nació en Santo Tomás en 1934. Era
(Continúa en la página siguiente)
149
Medófilo Medina

El anterior testimonio ofrece un cuadro comprensivo


de algunas de las características y posibilidades del
clientelismo tradicional, estrechamente vinculado a las
relaciones socioeconómicas. Otro tipo de clientelismo
se afianzará a medida que avance el Frente Nacional.
Más adelante se presentarán algunas anotaciones al res-
pecto.
En el período 1960-1962 el representante Saúl Cha-
rris mantuvo el espíritu de iniciativa que hasta ahora le
había sido característico en el ejercicio de la representa-
ción parlamentaría. De ello hablan sus numerosas inter-
venciones en la sustentación de proyectos de ley, en la
promoción de debates, en la presentación de proposi-
ciones. En algún momento desempeñó la presidencia
de la Comisión Quinta de la Cámara. En gracia a la bre-
vedad no es posible comentar todas las iniciativas, algu-
nas de las cuales tienen sentido regional. La mayoría de
los representantes a los cuerpos colegiados han sentido
en la mayor parte de los casos la obligadém obvia de re-
flejar el interés por las regiones, aunque la Constitución
no estipulara obligaciones particulares en este sentido.
Sin embargo para el sistema político resultaba muy ne-
cesario ese vínculo. En el caso de los senadores y repre-
sentantes de la Costa el síndrome de abandono de su
región representaba un acicate adicional en esta direc-
ción. Por otro lado sé)lo unas pocas figuras podían ac-
ceder de manera frecuente a los medios de comunica-
ción a escala nacional; ello hacía más urgente la

hijo de un funcionario municipal, oficial de estadística. Hizo sus es-


tudios en Santo Tomás y después trabajó en diversas empresas en el
Departamento del Atlántico. Justamente para su primer empleo en
la empresa Pi/.ano fue presentado por Saúl Charris. Desde hace
buen tiempo vive en Barranquilla "en San Roque, el más liberal de
los barrios de la ciudad". En la actualidad go/.a de una pensión.

150
Juegos de rebeldía

búsqueda de legitimadém a nivel regional, e imprescin-


dible el esfuerzo por retroalimentar la fidelidad electo-
ral de sus bases.
Desde esa é)ptica es claro que se viera agitada toda la
bancada costeña de la Cámara con ocasiém del amplio
movimiento cívico que desde comienzos de septiembre
de 1960 se desencadenó en la ciudad de Barranquilla
con ocasiém del alza de tarifas de energía eléctrica, de-
clarada por la compañía privada que prestaba el servicio
con la correspondiente autorización del Ministerio de
Fomento. Saúl Charris tomó la iniciativa y presentó en
las sesiones de la Cámara una proposición de citación al
Ministro de Fomento para que rindiera cuentas por la
autorización para el alza y para que procediera a sus-
penderla hasta cuando una comisión que entrara en
comunicación con los comités cívicos presentara solu-
ciones. En el curso del debate el representante Carlos
Martín Leyes pidió que se procediera a la nacionaliza-
ción de la compañía envuelta en el conflicto.
En el curso de uno de los debates dedicados a los
acontecimientos de Barranquilla, quizá para impresio-
nar al auditorio, Charris señalé):

Desde la academia se ha sustentado la inequitativa representaciém


de la Costa Atlántica en los niveles nacionales del poder político. En
un estudio de dos historiadores costeños se señalan especies de
constantes en la relación centro-región y se concluye: «En primer
lugar, es clara la relación que existe entre la debilidad política de la
Costa y la incapacidad para lograr incluir sus intereses particulares
en la definición del "interés nacional"; esta debilidad proviene en
parte de su poca representaciém en los órganos centrales de poder
desde donde se definen aquellos intereses». Gustavo Bell Lemus y
Adolfo Meisel Roca, Política, políticos y desarrollo socioeconómico de la
Costa Atlántica: una visión histórica, Barranquilla, Universidad del
Norte, Serie Documentos No. 5, 1989, p. 20.

151
Medófilo Medina

En los mítines se han escuchado voces que declaran


la necesidad de colgar de los palos de los telégrafos y
los postes de luz, las cabezas de algunas gentes, que se-
gún la apreciación de otras, perturban la economía del
pueblo y le niegan a éste el derecho para vivir como
humanamente corresponde.

Antes q u e tales intenciones, lo q u e sí distinguió a


aquel movimiento fue la masiva y p r o l o n g a d a participa-
ción de la gente y la disciplina cívica m o s t r a d a d u r a n t e
su desarrollo. Quizá a esas características de la protesta
de los barranquilleros, en mayor m e d i d a q u e a la efica-
cia d e la gestión parlamentaria, se deba el q u e el go-
b i e r n o después de varios intentos d e represión se hu-
biera allanado a la solicitud de nacionalización de la
c o m p a ñ í a q u e era d e capital n o r t e a m e r i c a n o .

La necesidad de llamar la atención de sus electores


sobre sus d e s e m p e ñ o s en las corporaciones puso a Saúl
Charris en trances algo divertidos. En algún debate e n
la C á m a r a d e n u n c i ó a su c o n t e n d o r y colega d e repre-
sentación Carlos Martín Leyes p o r las declaraciones
concedidas al periódico El Heraldo de Barranquilla, e n
el sentido de q u e «por su sola gestión el p r ó x i m o pre-
supuesto c o n t e n d r á partidas p o r valor superior a los 60
millones d e pesos», sin el reconocimiento del papel d e
Charris en la consecución d e esos recursos con destino
al d e p a r t a m e n t o .

9
Anales del Congreso, 21 de diciembre de 1960.
10
Una crónica sobre este movimiento cívico de Barranquilla se en-
cuentra en el periódico La Calle, Bogotá, 14 de octubre de 1960.
ii
Anales del Congreso. 4 de octubre de 1961, p. 3.854.

152
Juegos de rebeldía

Charris participó también en debates sobre asuntos


d e o r d e n nacional. La intervención más d o c u m e n t a d a
fue la ponencia para p r i m e r debate al proyecto de Ley
«Sobre régimen del contrato de trabajo». Desde u n a po-
sición de conciliación de intereses de clase m o s t r ó la
desventaja d e los trabajadores en su lucha p o r la defen-
sa del salario.

Consideramos —dijo— que en una política sin con-


trol de precios como la que rige la actividad comercial
de nuestro país, donde todo responde únicamente al
exclusivo interés del más fuerte, el aumento del salario
es apenas una gran oportunidad para que el productor
de los artículos, más propiamente el intermediario
acaparador o monopolista, se enriquezca más y más,
creando un círculo vicioso con fatales consecuencias
para las clases menos favorecidas por la fortuna.

La posición de Charris era contraria al p u n t o de vista


unilateral p e r o ya en boga, según el cual las tendencias
inflacionarias serían consecuencia directa de las alzas d e
salarios. En u n ejemplo explicó su tesis. En luchas re-
cientes los trabajadores bancarios habían o b t e n i d o u n
i n c r e m e n t o d e sus salarios. Gracias a su influencia en la
J u n t a Directiva del Banco de la República, los banque-
ros obtuvieron la congelación del encaje bancario en el
tope del 17% después de que las autoridades moneta-
rias habían acordado originalmente llegar al 20%. La
masa de d i n e r o así liberada —prosiguió en su análisis el
r e p r e s e n t a n t e Charris— les permitió a los b a n q u e r o s re-
sarcirse p o r el alza d e los salarios a sus trabajadores al
tiempo que i n c r e m e n t a b a n las presiones inflacionarias.

12
Anales del Congreso, 4 de noviembre de 1961, p. 4.352.

153
Medófilo Medina

Charris de la Hoz mencionó también la conveniencia


de establecer en el país el principio de convertir a los
trabajadores en accionistas de las empresas, con la fina-
lidad de lograr «armónicas relaciones entre el capital y
el trabajo» y la elevadém de la productividad del traba-
jo. En la argumentadóm del orador, sería ésta una ma-
nera de:

Volver los ojos a los principios cristianos para en-


tender que nuestra misión en el presente es la de un
sentido más humano y comprensivo frente a los múlti-
ples problemas que agobian la mente de los desfavore-
cidos por la fortuna.

No sólo por la retórica puesta en juego sino por las


ideas expuestas en la ponencia podría pensarse en el
origen social cristiano del orador. Sin embargo se trata-
ba de un dirigente notable del Partido Liberal. El bipar-
tidismo ha desarrollado mecanismos que hacen posible
la coexistencia dentro de la misma formación partidista
de modalidades de conciencia política distinguibles en
el análisis. Pero con ello los partidos tradicionales han
podido evitar la diversificadém efectiva del arcaico sis-
tema colombiano de partidos.
A comienzos de 1962 remontaba su curso el primer
gobierno del Frente Nacional y en medio de incerti-
dumbres políticas el país se preparaba para el segundo
período del régimen de coalición. En marzo debía re-
novarse la composición de los cuerpos colegiados y en
mayo se celebrarían las elecciones presidenciales. Lo
más dramático de la escena política lo constituía la divi-
sión de los partidos. El Partido Conservador al cual co-
rrespondía suministrar el candidato presidencial se en-
contraba fracturado en dos grandes bloques: el
laureanismo y el ospinismo, separados por un profundo
abismo de recriminaciones históricas. En el liberalismo
154
Juegos de rebeldía

una corriente antialternadonisla agitaba un programa


de ribetes izquierdistas: el MRL. Por otro lado, el exdic-
tador Rojas Pinilla invertía sus esfuerzos con éxito en la
iniciación de un movimiento político afín al partido
conservador pero de orientadém antifrentenacionalista.
En el departamento del Atlántico además de la divi-
siém en líneas gruesas que se observaba en el plano na-
cional, el Partido Liberal adolecía de fragmentación ex-
trema, situación que se reflejó en la proliferación de
listas que eran resjjaldadas por tres tendencias principa-
les. La primera la encabezaban Alberto Pumarejo y Car-
los Martín Leyes, quien ocupaba el cargo de Presidente
del Directorio Liberal oficialista. En la segunda se en-
contraban personajes como Humberto Muñoz, Her-
nando Juliao Moreno, Ernesto Cortissoz y Saúl Charris
de la Hoz, quienes se arropaban bajo la denominación
de Movimiento Liberal Autónomo. La tercera corrien-
te se denominaba el Movimiento de Acción Liberal
acaudillado por Emilio Lébolo de la Espriella. Los ante-
riores grupos asumían la defensa del Frente Nacional al
paso que el MRL lo atacaba de manera sistemática.
La DLN intervino desde el centro con el fin de dirigir
el proceso de conformaciém de las listas en los distintos
departamentos. Sin embargo en dos casos debié) decla-
rarse inhibida para intervenir, los del Chocé) y del
Atlántico. Con respecto a este último señalé) en una re-
solución en la cual estableció la composidón de las lis-
tas para los demás departamentos: «En el departamento
del Atlántico la Direcciém toma el hecho de que tanto
como el directorio Liberal del departamento que presi-
de Carlos Martín Leyes, como el Directorio Departa-

" El Heraldo, 21 de febrero de 1962.

155
Medófilo Medina

mental de Acciém Cívica que preside el señor Humber-


to Muñoz, han confeccionado listas para Senado, Cáma-
ra y Asamblea sin esperar a las que conforme a las re-
glamentaciones vigentes debía confeccionar la DLN
ambos grupos han proclamado su adhesiém a la DLN y
al Frente Nacional, se abstiene de promulgar listas ofi-
ciales para ese departamento». Sé)lo por el liberalismo
se lanzaron 5 listas para Senado, 14 para ('amara, 24
para Asamblea y 29 para Concejo. Este exagerado nú-
mero de listas reflejaba la aguda fragmentadém cliente-
lista de los partidos cuando aún no se había iniciado el
segundo período del Frente Nacional. En particular, es-
te fenémieno cobraba dimensiones especiales en el de-
partamento del Atlántico.
De los 76.552 votos logrados por los liberales, a la lis-
la encabezada por Charris de la Hoz correspondieron
29.318 votos, frente a 36.167 obtenidos por Alberto
Pumarejo. No obstante la cantidad de sufragios alcan-
zada por la lista encabezada por Charris, éste quedé) por
fuera del Congreso al paso que otro de sus adversarios,
Carlos Martín Leyes, lograba una curul como titular del
segundo renglém de la lista principal para el Senado. El
38.1%) de la votación por Charris se produjo fuera de
Barranquilla —principalmente en Sabanalarga, Soledad
y Santo Tomás—. En esta última pobladém al charrismo
correspondió el 68% del total de la votación liberal y
conservadora. Se trataba de los vecindarios donde se
afincaban buena parte de los intereses econé)inicos de la
familia.
Después del obligado receso en la representación
parlamentaria por la derrota sufrida en 1962, Saúl Cha-

H
El Heraldo, 8 de mar/o de 1962, p. 5.

156
Juegos de rebeldía

rris retornó a la palestra electoral en las elecciones para


cuerpos colegiados del 15 de marzo de 1964. La DNL
"autorizó" lo que por otra parte se reconocía como una
"tradición" en el Atlántico: el lanzamiento de listas se-
paradas de diversas corrientes frentenacionalistas del li-
beralismo. La participación electoral descendió en
comparación con los resultados en los comicios anterio-
res. Esta tendencia estaba en consonancia con lo ocu-
rrido a nivel nacional, donde la abstención alcanzó el
63%. En el departamento del Atlántico el liberalismo
fue el afectado por la baja participación. El conserva-
tismo experimentó un ligero aumento y la Anapo tuvo
un buen desempeño. Los liberales frentenacionalistas
presentaron 5 listas al debate; dos de ellas, contra las
cuales se enfrentó Saúl Charris, fueron respaldadas por
Alberto Pumarejo y Carlos Martín Leyes. La votación
por la lista de Charris alcanzó sólo 11.275 sufragios de
los cuales a Barranquilla únicamente correspondió el
14.4%. Para Charris el apoyo electoral en Barranquilla
se volatilizó al paso que su elección estuvo determinada
por la votación obtenida por fuera de la capital, en una
participación semiurbana más sensible a la condición de
ganadero del candidato.
Durante los dos años de desempeño como represen-
tante a la Cámara, entre julio de 1964 y julio de 1966,
Saúl Charris presentó once proyectos de ley sobre di-
versos temas, desde el establecimiento de cajas de com-
pensación regionales hasta modificaciones al vigente
régimen de tierras. Uno de esos proyectos reflejaba los
intereses económicos del proponente: se diseñaban
medidas encaminadas al fomento de la ganadería. En la
exposición de motivos de dicho proyecto el ponente
adelantó conjeturas sombrías sobre la economía colom-
biana si seguía aferrada a la suerte del café. Se refirió a
la ganadería como actividad con prometedores indicios

157
Medófilo Medina

capaz de ofrecer "incalculables beneficios". El núcleo del


proyecto estaba e n c a m i n a d o a favorecer las exportacio-
nes de ganado. La sustentadém del proyecto terminaba
con u n a sentencia cara a la emoción del terrateniente:

Los verdaderos creadores de riqueza son los que


trabajan en el campo y no pueden ser abandonados,
pues sus productos son indispensables para la subsis-
tencia humana.

Se destacó también el proyecto d e Ley mediante el


cual se creaba la División d e Reforma Social Urbana
adscrita al D e p a r t a m e n t o d e Planeadém y Servicios
Técnicos. El proyecto q u e se inspiraba en las políticas
de la Alianza para el Progreso buscaba incentivar la in-
dustria de construcciém de vivienda urbana. Establecía
desde autorizaciones para las expropiaciones de predios
hasta alivios tributarios a las corporaciones con políticas
de crédito para la construcciém de vivienda. A t o n o con
su preocupación p o r el p r o b l e m a de la salud para el
pueblo, Saúl Charris p r e s e n t ó un informe favorable al
proyecto de Ley p o r el cual se creaba «el fondo nacional
hospitalario y de asistencia en las distintas secciones del
país». En estilo d e reminiscencias gaitanistas argumen-
taba:

Creemos nosotros que vale la pena en esta nueva


etapa de la vida nacional dedicar gran parte de nuestro
esfuerzo para la consecución de las herramientas con
las cuales se le puede servir en forma positiva al pueblo
en materia de reducción de las enfermedades, pues un
pueblo minado en su salud se convierte en un factor
negativo, que lejos de producir riqueza para la econo-

r.
Anales del Congreso, 28 de octubre de 1965.

158
Juegos de rebeldía
mía nacional se atraviesa como un estorbo parasitario
con efectos negativos.
Además de los proyectos de ley Saúl Charris dejó
constancias, promovió debates y en dos ocasiones citó a
ministros del despacho a las sesiones de la Cámara. En-
tre las constancias se destacaron dos. En una de ellas,
junto con otros miembros de la Cámara, protestó con-
tra el saboteo al que fue sometido el presidente Gui-
llermo León Valencia por parte de los exaltados parla-
mentarios anapistas con ocasión de la inauguración de
las sesiones del Congreso el 20 de julio de 1964. En
otra, condenó de manera vehemente los actos de agre-
sión protagonizados en noviembre de 1964 por estu-
diantes de la Universidad Nacional contra el candidato
presidencial del Frente Nacional: Carlos Lleras Restre-
po. Saúl Charris por entonces tenía una posición oficia-
lista en lo relacionado con la política del Partido Liberal
en el plano nacional y a nivel departamental guardaba
distancias con otras corrientes comprometidas con la
candidatura de Lleras Restrepo. Podría afirmarse que al
nivel regional mantenía su posidém de disidente.
En el segundo semestre de 1964 en la Cámara de
Representantes se hicieron públicos los temores en re-
lación con las posibilidades de un golpe militar. El mi-
nistro de guerra del presidente Guillermo León Valen-
cia, Alberto Ruiz Novoa, se pronunciaba con frecuencia
en tono crítico con respecto al papel jugado por los sec-
tores dirigentes del país, en medio de un descontento
popular creciente por las políticas económicas y sociales
del gobierno. Por otro lado, las Fuerzas Armadas ha-
bían alcanzado ya una notable autonomía en materia

16
Anales del Congreso, 28 de octubre de 1964, p. 1.664.

159
Medófilo Medina

del manejo del orden público. Incluso habían logrado


cierto prestigio por los éxitos obtenidos en la represión
al bandolerismo que prolongó la violencia, y por las
campañas cívico militares contra la insurgencia. En sep-
tiembre, junto con la mayoría de los representantes li-
berales, Saúl Charris firmó una constancia en la cual se
llamaba a cancelar el debate entre el Ministro de Gue-
rra y algunos representantes por las inculpaciones del
primero contra «figuras nacionales del pasado y contra
la dignidad de los partidos». En la constancia se llamaba
a restablecer la armonía entre las Fuerzas Armadas y el
Poder Legislativo. Se condenaban las invitaciones que,
según los firmantes, estarían lanzando grupos de oposi-
ción para que «el Señor Ministro de Guerra patrocine
un desquiciamiento del orden institucional».
En 1966 Saúl Charris de la Hoz volvié) a presentar su
nombre al debate electoral que se realizó el 20 de mar-
zo. Aunque apoyaba la candidatura presidencial de Lle-
ras Restrepo se enfrentó al Directorio Liberal Departa-
mental dentro del cual seguía ejerciendo el liderazgo
Alberto Pumarejo. En estas elecciones se notó la cre-
ciente fatiga de los electores con las instituciones del
Frente Nacional. En Barranquilla se presentaron varias
listas "cívicas". A nivel nacional para la Cámara los vo-
tantes llegaron apenas al 38.2% de la población en edad
de votar. Más aún que en anteriores elecciones, los par-
tidos se presentaron fragmentados en extremo. Para
Senado el liberalismo del Atlántico lanzó 4 listas. Por
amplio margen obtuvo la victoria Charris de la Hoz. La
lista encabezada por él alcanzó 37.686 votos con los cua-
les aseguró los dos renglones que correspondían al libe-
ralismo en el departamento del Atlántico. El suplente

17
Anales del Congreso, 15 de septiembre de 1964, p. 1.155.

160
Juegos de rebeldía

de Charris fue Ernesto Suárez Flórez. El segundo ren-


glón estuvo integrado por Emilio Lébolo de la Espriella
con la suplencia de Donaldo Morales Escobar.
Si por sí mismo el hecho de que su lista hubiese al-
canzado la más alta votación en el Atlántico resultaba
muy satisfactorio, había en la victoria de aquel día algo
que a Charris de la Hoz le deparaba la más alta gratifi-
cadón: la derrota del aristócrata, del mimado de la for-
tuna, del "jefe natural" del liberalismo en el Atlántico,
de la figura "oficial" por excelencia, Alberto Pumarejo.
En esas condiciones la curul en el Senado, después de
20 años de haber salido de él, significó" para el antiguo
dirigente gaitanista la feliz culminadém de un difícil
combate personal. La lista de Alberto Pumarejo obtuvo
sólo 22.501 votos. En adelante, pensé) Charris, los jefes
nacionales del liberalismo no podrían postergarlo, co-
mo sentía que lo habían hecho en los comienzos del
Frente Nacional.
Para la segunda mitad de los años sesenta las co-
rrientes contrarias al Frente Nacional tenían ya una
verdadera historia. Resulta necesario plantearse el por
qué Saúl Charris no adhirió, a ninguna corriente alter-
nativa, no obstante su impenitente trayectoria de disi-
dente. En primer lugar es preciso descartar las numero-
sas agrupaciones surgidas en el seno de la izquierda, del
tipo Moec, Fuar, PRS, etc. En este caso se trataba de op-
ciones políticas nacidas en la periferia y por tanto leja-
nas a alguien que había jugado a la disidencia pero den-
tro del sistema político. La veta nacionalista de su
ideología le hubiera permitido acercarse a movimientos
nacionalistas como el de La Nueva Prensa, de Alberto
Zalamea o al MDN de Alberto Ruiz Novoa; sin embargo,
el primero aparecía un tanto excluyeme y el segundo
resulté) muy efímero. Para Charris el MRL no entraba en
consideradém; en efecto, su carrera política se había
161
Medófilo ¡Medina

iniciado en el campo del anlilopismo militante al cual


hasta entonces se había mantenido fiel.
El primer asunto al cual aparece vinculado el nom-
bre de Charris en su nuevo ejercicio de senador es el
reclamo por la rehabilitadém política del exdiclador
Gustavo Rojas Pinilla. La Corte Sujarema de Justicia
mediante sentencia le había restituido a Rojas los dere-
chos civiles. Por otro lado el movimiento rojisla había
hecho sorprendentes progresos en las urnas en diversas
regiones y en particular en la Costa Atlántica. El realis-
mo aconsejaba a los menos obcecados levantar el veto al
General. Un grujió de senadores presididos por Saúl
Charris pidió en sesiém del Senado de agosto de 1966
que dicho cuerpo acordara la rehabilitadém política de
Rojas.
Más tarde María Eugenia Rojas, entonces represen-
tante a la Cámara, pidié) a Saril Charris denunciar lo que
a su juicio constituía una injusticia del Senado, cuya
Presidencia no había sometido a debate la solicitud que
por escrito había elevado Rojas para que le fuesen de-
vueltos los derechos políticos. Con recursos teatrales
Charris acusé) a la mesa directiva de la corporación por
ignorar la mencionada solicitud y pidié) introducirla en
la agenda. El Senado finalmente acordé) el 18 de di-
ciembre de 1966 la restitudém de los derechos políticos
a Rojas Pinilla. En medio de estos episodios se realiza-
ron los primeros contactos entre Saúl Charris y la Atra-
po.
Con más ahínco que antes, Charris impulsé) en el
Senado iniciativas de claro sentido regional, como la
construcciém de algunas obras de beneficio común en

18
R.A., 18 de junio de 1991.

162
Juegos de rebeldía

Barranquilla y en otros lugares del deparlamento del


Atlántico. No pocas veces se vieron unidos senadores
costeños procedentes de subregiones distintas con in-
dependencia de la pertenencia a partido o corriente po-
lítica diferentes en este propósito. En marzo de 1967
Charris y otros senadores costeños promovieron una ci-
taciém al ministro de Obras Péiblicas con el fin de que
rindiera informe sobre el aeropuerto de Montería, el
plan vial de Córdoba y el estado de la carretera Monte-
ría - Tierralta. En abril de 1967 Saúl Charris, en uniém
con senadores de Bolívar, Cé>rdoba, La Guajira, Magda-
lena y Sucre, protesté) ruidosamente por la desigual par-
Üdpadón de los diversos departamentos en la distribu-
ción de los recursos del plan vial. Unía a los diversos
senadores el sentimiento de postergaciém de los intere-
ses de la Costa en relación con los de las regiones cen-
trales del país. En sesión de agosto de 1969 Saúl Charris
de la Hoz, Hugo Escobar Sierra, Raimundo Emiliani,
Eduardo Carbonell, Otoniel Escoma, Alfonso Ordosgo-
tia sentaron su protesta enfática contra el centralismo y
manifestaron su rechazo «al atraso en que se mantiene a
19
la Costa».
Charris presentó otras iniciativas de carácter general
como el proyecto de Ley No. 70 de 1967 mediante el
cual su autor buscaba crear instrumentos para el con-
trol del clientelismo y el nepotismo. Señalaba el men-
cionado proyecto: «Los diputados departamentales y los
concejales municipales, así como sus parientes dentro
del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afi-
nidad, no podrán ser elegidos miembros de las juntas

19
Anales del Congreso, 19 de agosto de 1969.

163
Medófilo Medina

directivas de entidades oficiales o semioficiales o de


empresas o establecimientos públicos»."
Por ese tiempo tuvo lugar u n incidente que vale la
p e n a traer a c u e n t o p o r q u e algo refleja de la concep-
ciém que tenía Saúl Charris d e su funciém c o m o miem-
b r o de los órganos representativos y de la autopercep-
ción de su significado político. Un fragmento del relato
autobiográfico consigna así el h e c h o :

En una carretera que se construía en el departa-


mento del Atlántico, me di cuenta de que la obra se
adelantaba de manera inadecuada desde el punto de
vista técnico con el fin de bajar los costos. El número
de capas era insuficiente. Personalmente le comuniqué
al presidente Carlos Lleras, con quien sostenía una
amistad desde los tiempos de la Violencia cuando yo
había sido Presidente del Directorio Liberal de mi de-
partamento. Le sugerí al Presidente que enviara una
comisiém de ingenieros con el fin de que comprobara
mi denuncia. Según me enteré luego, el doctor Lleras
llamó al gobernador para preguntarle cuál era el con-
flicto que tenía conmigo. Este le contestó: «Lo que pa-
sa es que Saúl Charris es un hombre muy difícil, no ha
querido hacer parte de ningún gobierno ni conserva-
dor ni liberal». Con ello el Presidente entendió que mi
reclamo obedecía a un resentimiento. En esto consistió
la habilidad de Carbonell. El doctor Lleras me convocó
a Palacio para una comida. Al llegar me sorprendí por
cuanto allí estaban el Ministro de Gobierno Misael Pas-
trana y todos los parlamentarios del Atlántico. Después
de los consabidos preámbulos el Presidente nos hizo
pasar al comedor. Me hizo el honor de sentarme en el

-«i

Anales del Congreso, Enero 16 de 1968.

164
Juegos de rebeldía

centro y empezó: «Señores, estamos interesados en


efectuar un cambio administrativo en el Atlántico. Le
damos la palabra a Saúl Charris». Entonces entendí
que era una jugada torpe de Carie» Lleras y me indig-
né: «Yo no he venido para eso; creí, Señor Presidente,
que usted me había citado para una respuesta a una
denuncia que yo le formulé hace unos días en relación
con una carretera». Al punto Próspero Carbouell, que
es un hombre orgullosísimo, me agredió de palabra di-
ciendo que él era un político mucho más conocido que
yo en el Atlántico. Tomé yo directamente las palabras
de Carboncll y dije: «Señor Presidente, a lo que se re-
fiere este ciudadano es a mi origen humilde. Sin em-
bargo el más grande honor de mi vida es hacer saber a
la gente que yo vengo de lo más humilde, pregúntele a
este ciudadano cuántos profesionales tiene en el hogar
de él. Que yo sepa el único es él, pero tiene otro her-
mano que pertenece a un equipo contrario». Carlos
Lleras dijo: «Bueno, queda suspendida la comida».

En el pasaje anterior se perfilan características de la


personalidad política d e Charris d e la Hoz sobre las cua-
les se ha tenido en el presente trabajo ocasiém d e llamar
la atención: la asociación de la actividad política a u n a
función de fiscalización en la vida pública de u n a parte,
y d e o t r a la exaltadém del origen plebeyo vinculado a la
nociém del ascenso social mediante el trabajo y el es-
fuerzo q u e contrasta c o m o virtudes frente a las prerro-
gativas de origen aristocrático de algunos de sus adver-
sarios. N o pocas veces en su discurso político se
e n c u e n t r a la misma alusión a la humildad y supuesto
analfabetismo de los padres, pareja a la capacidad para
levantar u n a familia con cinco profesionales. El que se
destacara u n o u o t r o elemento dependía de la composi-
ción o estado d e á n i m o del auditorio. En las manifesta-
ciones de plaza pública las alusiones tanto a la misiém

165
Medófilo Medina

fiscalizadora como a los orígenes humildes eran puntos


de inílexiém que marcaban el momento del aplauso en
la retórica de Charris.
En un testimonio de un seguidor político de Charris
oriundo de Santo Tomás se destaca otro elemento que
se refiere a un motivo adicional del descontento de
Charris de la Hoz con el gobernador Próspero Carbo-
nell: el nombramiento de Alberto Pumarejo como al-
calde de Barranquilla. Con esta decisión el gobernador
había hecho caso omiso de los resultados electorales de
marzo de 1966." Pumarejo había sido designado bur-
gomaestre el 14 de septiembre de 1966. A su turno el
gobernador había sido nombrado por el presidente Lle-
ras Restrepo el 19 de agosto de 1966.
El 4 de junio de 1968 Saúl Charris presentó en la se-
siém del Senado una proposidem en la cual pedía que se
investigaran «las irregularidades en la adjudicadém de
contratos por parte de la Gobernación del Atlántico a la
firma Ayres Ltda».
No resultaba fácil, por otro lado, identificar una ma-
quinaria charrista en la administración pública del de-
partamento del Atlántico. El fenómeno de la milimetría
dientelista no tenía el desarrollo que alcanzaría en la
política de los años setenta, en particular en reladém
con el electorado urbano. Algunos políticos podían aún
sobrevivir apoyados parcialmente en otros factores co-
mo en el del intercambio más general entre el poder
central y el regional, y en las posibilidades de suminis-
trar empleos gracias al propio rol económico en algu-
nos de sus bastiones rurales.

si
Entrevista con Manuel Eusebio Salcedo, Santo Tomás, 9 de octu-
bre de 1992.

166
Juegos de rebeldía

Papel i m p o r t a n t e j u g ó el senador Saúl Charris e n el


proceso de discusión de los tres paquetes q u e confor-
marían la Reforma Constitucional de 1968. Apenas ini-
ciado el gobierno de Lleras Restrepo, el Ministro d e
G o b i e r n o Misael Pastrana p r e s e n t ó a la Comisión Pri-
m e r a del Senado el 24 d e agosto d e 1966 el p r i m e r con-
j u n t o de reforma a la Constitución q u e estipulaba u n a
redistribudém d e facultades y funciones entre el p o d e r
ejecutivo y el legislativo con el sentido de establecer
prerrogativas del p r i m e r o sobre el segundo. En el se-
g u n d o p a q u e t e se incluían los pasos y procedimientos
para el d e s m o n t e parcial de Frente Nacional. El tercer
p a q u e t e tocaba asuntos c o m o la composición y funcio-
nes del Congreso y los auxilios parlamentarios.
Desde el p r i m e r m o m e n t o y e n su calidad de miem-
b r o de la Comisión Primera, Charris se manifestó e n
contra de la reforma propuesta, n o sin antes haberle
manifestado su desacuerdo al Presidente. El relato au-
tobiográfico recoge ese hecho:

Consideré que la reforma era mala y le pedí au-


diencia al doctor Lleras Restrepo. Allí le argumenté
sobre lo nocivo de privar al Congreso de atribuciones y
le dije que conduciría a su debilitamiento y a la desna-
turalizadém del principio constitucional de la colabora-
ción armoniosa de las tres ramas del poder público. Le
anuncié que votaría en contra de la reforma. «No pue-
des hacerme eso», me dijo. Le repliqué que votaba de
acuerdo con mi conciencia. Bien, aquel día salí prácti-
camente despedido de Palacio. La amistad con el doc-
tor Lleras se vio lastimada y tardaría tiempo en resta-
blecerse. En la Comisión Primera algunos liberales de
provincia compartieron mi preocupación. Ellos fueron
el jefe liberal del Valle del Cauca Pacho Eladio Ramírez
e Hilda de Jaramillo, la distinguida parlamentaria del

167
Medófilo Medina

Tolima. Así coincidimos con los conservadores, espe-


cialmente con los alvaristas que estaban en la oposi-
ción. Las incidencias de la discusión pasaron incluso
por la renuncia del Presidente. Yo me mantuve firme
en mi posición. Al final de un largo proceso se produjo
el alza de las dietas parlamentarias; entonces el doctor
Pacho Eladio y la doctora Hilda me dijeron: «Hasta
aquí lo acompañamos». Pacho me dijo: «Hombre, yo
me voy a jubilar, a mí me arruinó el gobierno conser-
vador, soy un hombre pobre...». El asunto fue que en-
tre los liberales quedé solo. La reforma constitucional
pasaría finalmente.

El proceso de aprobación d e la reforma constitucio-


nal fue a r d u o y p r o l o n g a d o . En el camino los diversos
grupos políticos estuvieron en algún m o m e n t o e n la
oposición al proyecto, p e r o después d e negociaciones y
p o r supuesto de concesiones, el gobierno logró con-
formar u n a amplia mayoría favorable al proyecto q u e
en diciembre se convirtió en el Acto Legislativo N o . 1
de 1968.
En el proceso d e discusión de la Reforma Constitu-
cional la prensa llamó al p e q u e ñ o g r u p o liberal q u e di-
rigía Charris de la Hoz "el batallón rebelde". La oposi-
ción a la reforma m a r c ó el p u n t o d e más alta figuración
política del senador tomasino.
El s e g u n d o semestre d e 1969 el gobierno d e Lleras
Restrepo se vio afectado p o r u n r e s o n a n t e d e b a t e q u e
se inició c u a n d o el Ministro d e Agricultura d e n u n c i ó al
senador Ignacio Vives p o r recibir comisiones d e gran-
des propietarios de tierras a cambio de inducir deter-
minadas decisiones e n la J u n t a Directiva del Incora. El
acusado se convirtió en acusador del gobierno y sus vio-
lentas diatribas suscitaron u n gran eco en la opinión
popular, en particular entre las masas anapistas.

168
Juegos de rebeldía

Si bien el senador Charris de la Hoz junto con otros


colegas liberales, en constancia presentada el 14 de
agosto en el Senado, deploré) la actitud del senador Vi-
ves, más tarde pasé) a solidarizarse con él y el 25 de sep-
tiembre de 1969 votó en contra de que el senador Vives
fuera despojado de la inmunidad parlamentaria. Al final
pesaron más en Charris las razones del paisanaje y de la
política local que un sentido más objetivo de la justicia.
Por otro lado Charris admiraba las audacias retóricas de
"Nacho" y por rasgos de personalidad se inclinaba a re-
conocer las razones de quien se declaraba "perseguido"
por el poder. A ello contribuía el que el protagonista
del escándalo lograra atribuir las causas de las acusacio-
nes que el gobierno le había formulado al centralismo y
al supuesto desprecio de Lleras Restrepo hacia la Costa
Atlántica. El debate culminaría con la renuncia del mi-
nistro de Agricultura y del gerente del Instituto de Fo-
mento Industrial, los dos funcionarios involucrados en
el debate, y con la detención del senador Ignacio Vives
contra la cual protesté) de nuevo Charris de la Hoz.

169
12

CHARRIS DE LA HOZ Y EL
POPULISMO DE LA ANAPO

El ingreso de Saúl Charris de la Hoz a la Alianza Na-


cional Popular, Anapo, fue el resultado de movimientos
recíprocos entre él y los dirigentes de ese movimiento.
Charris había dado señales favorables a los anapistas en
el Senado. Por su parte la familia Rojas había procedido
de manera similar. Para las dos partes era conveniente
un compromiso político. En el departamento del Atlán-
tico el claro auge del anapismo creaba condiciones difí-
ciles para mantener el caudal electoral del Frente Na-
cional. Para Rojas Pinilla, Charris de la Hoz aparecía
como una buena carta para encabezar el liberalismo del
Atlántico por su perfil de disidente y su fama de incon-
forme.
El general Rojas se mostró consistente en conformar
las directivas superiores de su movimiento con políticos
provenientes de los partidos tradicionales. Rojas Pinilla
puso parecido empeño al que había desplegado Gaitán
a mediados de los años cuarenta en la atracción de diri-
gentes experimentados de la política tradicional. Esta
circunstancia facilitará el regreso de dirigentes anapistas

171
Medófilo Medina

al seno de la vieja política, una vez que Anapo se haya


proclamado como partido independiente. Es notoria la
dificultad que presentan formaciones políticas nuevas
para romper de manera drástica con el esquema bipar-
tidista. No se queman las naves y con ello quedan abier-
tas posibilidades de retorno. Sé)lo en el nivel intermedio
se formaron algunos dirigentes que no mostraban una
trayectoria de liderazgo anterior en el bipartidismo.
Además de las razones del cálculo electoral, en Cha-
rris tuvieron influencia al momento de su orientación
hacia la Anapo razones de orden ideotógico. Para él, el
vaporoso nacionalismo, los rasgos populistas, las con-
signas de revancha antioligárquica de la Anapo ofrecie-
ron un terreno de coincidencia con su mentalidad de
inconforme tradicional. Una vez más se evidenciaba la
acciém del principio de las afinidades ideológico-afectivas
cuya definición se ha dado antes.
El movimiento electoral anapista se encontraba con
la reanimación de las luchas sociales que se produjo en
el año de 1969, después de cierto descenso de esas lu-
chas debido a las expectativas que había despertado el
gobierno de la llamada "Transformadém Nacional" de
Lleras Restrepo y por el tratamiento autoritario dado a
los conflictos sociales.
Para las elecciones de 1970 en las cuales se elegirían
presidente de la República, senadores, representantes,
diputados y concejales, la Anapo desplegó una vasta
movilizadém. En Barranquilla el movimiento crecía de
manera espontánea, la gente organizaba sus reuniones,
surgían los comandos que eran la organización de base
del anapismo. Charris de la Hoz dedicé) especial aten-
ción a la actividad en el populoso barrio Carrizales. Lo
más notorio entre los anapistas de base durante la cam-
paña era la fe en el triunfo. En esas condiciones Anapo

172
Juegos de rebeldía

adelanté) una campaña barata. Mientras que en los par-


tidos tradicionales los organismos de las campañas te-
nían que desembolsar enormes sumas para la moviliza-
ción de sus seguidores, los rojistas hacían sus pequeños
aportes para el movimiento. Todos querían tener el
carnet anapista con el fin de disponer de una especie de
garantía para cuando la Anapo fuera gobierno.
A la arena electoral saltaron 4 candidatos a la presi-
dencia de la República: Misad Pastrana Borrero, Belisa-
rio Betancur, Evaristo Sourdís y Gustavo Rojas Pinilla.
La de Sourdís tomé) las características de una candida-
tura de la Costa, lo cual colocó más alto el reto para los
anapistas de esa región del país. La confrontadém deci-
siva corrió por cuenta del candidato del Frente Nacio-
nal y de la Anapo: Pastrana Borrero y Rojas Pinilla. El
primero obtuvo 1.625.288 votos y el segundo 1.561.468.
Sobre los resultados electorales planeé) la sensadém de
fraude, sensadém que no pudo ser disipada. A ello con-
tribuye) la intervención del gobierno en la divulgadém
de los resultados electorales. A partir de determinado
momento por decisiém oficial se dispuso que en adelan-
te sólo se transmitirían los resultados mediante boleti-
nes oficiales de la Registraduría. Hasta esa hora la in-
formadém de la radio registraba una ventaja en el
número de sufragios por el General Rojas.
El 20 y el 21 de abril en Bogotá, en otras ciudades, se
produjo por parte de las masas anapistas un intento de
levantamiento popular con el objetivo de «defender el
triunfo». En Barranquilla desde tempranas horas del
día, hombres y mujeres anapistas con ánimo beligerante
se volcaron a las calles. A las diez de la mañana el Co-
mandante de la Policía citó a su despacho a los dirigen-
tes anapistas Saúl Charris de la Hoz y Moisés Tarud, a
quienes después de felicitar sin ironía «por el triunfo»
les pidió que apaciguaran a las revueltas masas. A partir
173
Medófilo Medina

de las once de la mañana Moisés Tarud recorrió en un


vehículo provisto de un altoparlante el sector céntrico
de la ciudad exhortando a los anapistas a guardar la
calma. El belicoso y popular jefe repetía ahora con tono
de salmodia: «El General Rojas Pinilla ha ganado las
elecciones, no las vamos a manchar con anarquía y sa-
queos». Si al mediodía la gente se dispersó no fue sino
para volver a la agitación en las horas de la tarde. De
nuevo los jefes anapistas insistieron en sus arengas di-
suasivas. El 21 de abril se intensificó la protesta calleje-
ra. El presidente Lleras Restrepo resolvió pasar a la
ofensiva. Al anochecer del 21, se declararon el Estado
de Sitio y el toque de queda. Se procedió al arresto de
dirigentes anapistas. En Barranquilla fueron a parar al
Batallón Caldas en calidad de retenidos el senador Saúl
Charris de la Hoz y los representantes electos Moisés
Tarud y Víctor Castro Pájaro. Con esta medida se libró
a los dirigentes anapistas de la presión de sus seguido-
res, que pedían pasar a la acción. En Bogotá el General
Rojas, María Eugenia y Samuel Moreno daban a los
anapistas en el país la orientación de esperar y no ac-
tuar. El gobierno pudo sortear la situación. Los anapis-
tas de base salieron desmoralizados de aquella coyuntu-
ra por la impresión de que los dirigentes no habían sido
capaces de hacer respetar el triunfo. En algunos secto-
res radicalizados incluso se afianzó la idea de una trai-
ción.
El 19 de abril de abril de 1970 se efectuaron también
las elecciones para todos los niveles de los cuerpos co-
legiados. Saúl Charris encabezó las listas para Senado
por la Anapo en el departamento del Atlántico.

i
Entrevista con Moisés "Musa" Tarud, Barranquilla, 24 de abril de
1995,

174
Juegos de rebeldía

La lista encabezada por Saúl Charris obtuvo la más


alta votadém en el departamento del Atlántico. Sin em-
bargo, como sector político se impuso el sourdismo por
su orientadém regionalista. Con el respaldo electoral,
Saúl Charris de la Hoz se convirtió en la figura principal
del anapismo en el Atlántico y en uno de sus dirigentes
nacionales.

Tabla N o . 3

RESULTADO DE LAS ELECCIONES PARA


SENADO DE LA REPÚBLICA
Departamento del Atlántico. 19 de abril de 1970.

Pastranistas Lista Humberto Muñoz 23.063

Rojistas Lista Saúl Charris 53.675

Liberales Lista Carlos Martín L 45.760

Sourdistas

Lista Darío Alvarez 23.420

TOTAL 145.918

Pastranistas Lista Próspero Carbonel 11.311

Conservadores Belisaristas Lista José A. Garda 2.162

Sourdistas Lista Clemente Salazar 32.888

TOTAL 46.361

T O T A L GENERAL 192.336

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Estadística.

En el período posterior al 19 de abril de 1970 se


operó en la Anapo una radicalización ideotógica que se
expresó en el eslogan de "Socialismo a la Colombiana*',
adoptado por la dirección del movimiento. Otro com-
ponente del viraje fue la primacía que tomó María Eu-
genia Rojas en la conducción de Anapo. Esto último no
175
Medófilo Medina

se hizo tan evidente para las bases, pero sí fue claro en


los círculos dirigentes. Por ese tiempo Saúl Charris
formó parte del grupo de dirigentes más tradicionales
que miraban con desvío el intento de cambio de refe-
rente en el caudillismo del movimiento político y que
trataron de cerrar filas en torno al General Rojas sin
llegar a plantear rupturas. Para Charris «María Eugenia
no daba la talla». El portador del carisma era, sin lugar
a dudas, el General.
El 13 de junio de 1971 en la población boyacense de
Villa de Leiva y en medio de un impresionante despli-
gue de masas se dio paso a la proclamación de la Anapo
como partido independiente. Esta iniciativa correspon-
día a los sectores más avanzados de la dirigencia anapis-
ta. Saúl Charris estuvo presente en el acto de fundación
pero de una manera discreta. Esto no era gratuito por
cuanto él no se encontraba entre los partidarios de esa
decisión. Sus reservas se originaban de manera princi-
pal en dos consideraciones: un paradigma de unidad
bastante impreciso: la unidad de todo el pueblo. La
proclamación del Tercer Partido alejaba a la Anapo de
ser ese posible espacio del «encuentro de todos». Por
otro lado, una nueva asociación partidaria implicaba el
abandono de los viejos queridos "odios heredados". El
juego más permanente de Saúl Charris de la Hoz había
sido el de la disidencia dentro del Partido Liberal. En el
disidente se encuentran muy fuertemente entrelazados
los sentimientos de resistencia a la línea oficial con una
lealtad primaria inconmovible a una comunidad parti-
daria idealizada. En tal sentido el disidente comparte el
estado de ánimo de aquellos cristianos que una y otra

Entrevista con Saúl Charris de la Hoz, Barranquilla, 28 de abril de


1995.

176
Juegos de rebeldía

vez se rebelan contra la iglesia jerárquica y buscan la


restauración de la iglesia primitiva, la cual asocian más
directamente a la línea maestra del mensaje evangélico.
La actitud adversa de Charris de la Hoz frente a la
iniciativa de conversión de la Anapo en tercer partido y
su fidelidad al Partido Liberal deja ver otro aspecto de
las reglas implícitas de funcionamiento del sistema bi-
partidista. Las disidencias en los partidos actúan como
fuerzas centrífugas y jalonan desde los extremos, al paso
que las fuerzas centrípetas crean en el centro el espacio
de los acuerdos. Esa mecánica de las fuerzas mantiene
al tiempo la tensión y el equilibrio del sistema. Todo lo
anterior encontraba justificación en una proposición de
realismo negativo que Charris expresó en una frase
que, por otro lado, es frecuente encontrar en otros polí-
ticos que de esa manera expresan su oposición a las no-
vedades organizativas en materia de partidos: «No lo
pudo hacer Jorge Eliécer Gaitán».
Después de la proclamación de Anapo como partido
independiente se ahondaron los esfuerzos encaminados
a la articulación de una base ideológica más clara que
aquellas formulaciones generales que sin embargo le
habían permitido conquistar una amplísima votación en
los comicios de 1970. Una expresión de lo anterior lo
constituyó el debate promovido en el Senado por Gui-
llermo Hernández Rodríguez. Entonces el orador pre-
sentó un programa de nacionalizaciones a mediano y
largo plazo que incluía: los recursos naturales, el Banco
de la República, el sistema bancario, el comercio exte-
rior, la producción de drogas. La adopción de estas
medidas debía darse dentro de un sistema de economía

s
Entrevista con Saúl Charris de la Hoz, Barranquilla, 28 de abril de
1995.

177
Medófilo Medina

mixta que resultara de la asociación de tres sectores: el


público, el privado y el mixto.
En estos debates de orden programático Saúl Charris
no tomó parte. En su discurso político se pueden iden-
tificar dos niveles. Uno de líneas gruesas, dentro del cu-
al tienen cabida las ideas generales de protección al
pueblo, estímulo al trabajo, pulcritud administrativa y
otras, ya reseñadas a lo largo del presente trabajo. El
otro nivel es el de la elaboración de iniciativas concretas
planteadas en proyectos de ley y en otras propuestas.
En el plano ideológico programático no resulta tan evi-
dente la claridad política de Charris de la Hoz.
El 16 de mayo de 1972 la Anapo tuvo su primera
oportunidad para medir su fuerza como partido inde-
pendiente. En esa fecha tuvieron lugar las elecciones
para asambleas departamentales y para concejos muni-
cipales. Los resultados registraron un brusco descenso
de la influencia política del nuevo partido. Si para 1970
la Anapo había alcanzado el 35.18% con 1.371.037 vo-
tos, en 1972 llegó sólo al 18.79% con 553.952 votos. En
el departamento del Atlántico el descenso fue del
26.89% al 18.05%. Saúl Charris relacionó el descalabro
electoral con la transformación del anapismo en partido
independiente. Llama de todos modos la atención que
el proceso de radicalización ideológica se haya acompa-
ñado de la mala estrella electoral.
Además otros fenómenos debieron influir en los ne-
gativos resultados. Las masas anapistas habían atendido
entusiastas los llamamientos del General Rojas en la ilu-
sión de "una recuperación" rápida del poder; como
después de las elecciones de 1970 tal perspectiva se des-

4
Anales del Congreso. Senado, 2 de marzo de 1972, p. 272.

178
Juegos de rebeldía

vaneció, cundié) la desmoralizadém. En diversos testi-


monios recopilados entre exanapislas de la Costa, apa-
reció) clara la influencia que tuvo en la decisión de ser
anapistas el hecho de que gente con fama de rica en la
regicm como Moisés Tarud y Saúl Charris figuraran en-
tre los dirigentes rojistas. «Algo está pasando aquí», se
decían. En el caso de Charris además de la posición
econémúca tuvo importancia la influencia política de
que gozaba antes de su ingreso a la Anapo.
Si bien entre las bases anapistas lo más notorio resul-
tó ser la desbandada, en el nivel de los dirigentes se
auspició la división, sin que a sus protagonistas les fuera
dadt) arrastrar consigo a sectores cuantitativamente im-
portantes. Las escisiones surgieron luego de la proda-
maciém del partido. El primero en levantar tolda aparte
fue el senador costeño, amigo de Charris de la Hoz, Jo-
sé Ignacio Vives Echavarría. Al abandonar el campo
anapista durante una sesiém en el Senado, "Nacho" se-
ñalé): «Anapo es a mi juicio un nuevo partido conserva-
dor, reaccionario, derechista en su régimen interno y
orientado por la filosofía de un fascismo degenerado».
En la misma intervención Vives se declaré) «marxista y
revolucionario de verdad», pero se cuidó de señalar que
seguiría militando en el Partido Liberal «porque es elás-
tico».
En agosto de 1972 se produjo un nuevo desprendi-
miento de otro grupo de dirigentes que fundaron el
Movimiento Amplio Colombiano, MAC, que entraría en

A esa impresión de los anapistas de base se refiere en su testimo-


nio el antiguo diputado y representante anapista Abel Daza Baran-
dica. Entrevista con Abel Daza Barandica, Sabanalarga, 29 de abril
de 1995.
i)
Anales del Congreso. Senado, 21 de septiembre de 1971.

179
Medófilo Medina

alianza con el Partido Comunista. De manera clandesti-


na, por el mismo tiempo avanzaba otra escisión, la del
Movimiento 19 de Abril, M-19. Sin embargo, como
arriba se señaló, la inmensa mayoría de la gente que
abandonó la Anapo lo hizo para retornar a los partidos
tradicionales o para volver al mundo amorfo de la mar-
ginalidad política. No era la primera vez que desapare-
cía del escenario una formación política sin que aparen-
temente dejara huella.

180
13

EL SENADOR ANAPISTA

Seguir la actuación de Saúl Charris de la Hoz en el


período 1970-1974 permite asomarse al rol jugado por
la oposición en los órganos legislativos. Es cierto que el
senador Charris no fue de las figuras más activas en la
legislatura. Otros senadores anapistas como Guillermo
Hernández Rodríguez o Milton Puentes asumieron con
mayor decisión la representación de su partido. Las re-
servas de Charris con respecto a la evolución de la Ana-
po influyeron en su actitud.
Charris mostró persistencia en su oposición al otor-
gamiento de facultades extraordinarias al gobierno. Lo
anterior se expresó a propósito de diversos proyectos
de ley de origen gubernamental que pretendían legislar
sobre los más variados temas, desde la asignación de
sueldos y prestaciones a las Fuerzas Armadas hasta el
endeudamiento externo. En el mismo sentido, Charris
de la Hoz resistió la tendencia del Ejecutivo a devolver
los proyectos de ley ya aprobados por el Senado. Esta
conducta del senador costeño tenía positiva significa-
ción si se la proyecta sobre el telón de fondo del debili-

181
Medófilo Medina

tamiento de las instituciones de representaciém popular.


En parte, al menos, este fené)meno era consecuencia de
la Reforma Constitucional de 1968. Así lo subrayó en
u n a de sus intervenciones:

Señores Senadores, esta es una rápida radiografía


del abuso de unas facultades, de la burla al Congreso y
del menosprecio por la Constitución Nacional. El Con-
greso, en mi opinión, debe asumir una actitud seria y
responsable frente a tan inscritas ocurrencias (...) Su
actuación debe ser más enérgica, más positiva y corre-
gir el desenfreno del poder derogando las normas que
con abuso se dicten.

Parecida actitud asumió Charris en la defensa d e las


prerrogativas del Congreso ante las objeciones con que
el Ejecutivo devolvió algunos de los proyectos d e ley
a p r o b a d o s en el Senado.
Al repasar la actividad legislativa del Senado para la
p r i m e r a mitad de los años setenta se advierte la asime-
tría entre el tipo de proyectos de ley que presentaba el
gobierno y los que correspondían a la iniciativa inde-
p e n d i e n t e d e los senadores. La importancia d e los te-
mas y el afinamiento técnico de los primeros tendía a
contrastar con la pobreza de los segundos. C o n fre-
cuencia los senadores se enfrascaban en controversias
en las cuales el debate derivaba en interminables discu-
siones bizantinas. A propósito, p o r ejemplo, de la discu-
siém de u n proyecto de Ley sobre reglamentación al
contrato de m a t r i m o n i o civil y del establecimiento del
divorcio vincular, varios m i e m b r o s del Congreso creye-
r o n o p o r t u n o mostrar su erudición histórica. Al respec-
to el senador Saúl Charris y el r e p r e s e n t a n t e a la Cáma-

Anales del Congreso, 9 de febrero de 1971, p. 5.

182
Juegos de rebeldía

ra Diego Luis C ó r d o b a se entregaron a u n a suerte de


c o n t r a p u n t o festivo sobre las causas personales q u e ha-
brían llevado al presidente Rafael Núñez a la p r o m o -
ción del C o n c o r d a t o con la Santa Sede en 1887.
En vena erudita el senador Charris de la Hoz salpi-
caba sus discursos con referencias, n o siempre perti-
nentes a las materias objeto de debates. En el transcurso
d e sus intervenciones se le escucharon alusiones a Ma-
quiavelo, evocaciones d e R o m e o y Julieta, menciones a
Dostoievski, Miguel Ángel Buonarroti y al Papa Julio II.
T a m p o c o faltaron las citas de los filósofos griegos, a
quienes pidió ayuda en el curso de u n debate sobre la
necesidad d e u n estatuto d e la oposición. Entonces se
detuvo en

El recuerdo de lo que pasó en Atenas en las épocas


gloriosas cuando Sócrates, Platón, y Aristóteles, hicie-
ron una serie de cosas importantes para instruir a sus
alumnos y prepararlos para el buen manejo de la cosa
pública dentro de la interpretación estricta que ellos
querían. Por cierto que fue Pericles, gran alumno de
estos profesores, quien puso en principio el funciona-
miento de la verdadera democracia, porque quiso se-
guir muy de cerca las obras con que Platón legó a la
posteridad su pensamiento político.

Desde luego p u e d e formularse más d e u n a observa-


ción al contenido y a la necesidad d e las referencias d e
la anterior cita. Pero la yuxtaposición de esos n o m b r e s
importaba c o m o recurso retórico. Congresistas c o m o
Saúl Charris d e la Hoz sentían que esos ejercicios d e
oratoria p o m p o s a contribuían a la recuperación de u n

2
Anales del Congreso, 4 de mayo de 1972.

183
Medófilo Medina

supuesto esplendor perdido del Parlamento Colombia-


no.
Al iniciar las sesiones extraordinarias del Congreso
en enero de 1972, el senador Saúl Charris leyó a nom-
bre de la Anapo una constancia en la que se expuso un
amplio plan de oposición: «Nuestro deber en este Con-
greso es criticar el mal gobierno, resistirnos contra sus
actos y medidas tendientes a acrecentar, aún más, la dis-
tancia entre ricos y pobres, ayudar a todos los sectores
de la producción y del trabajo y salir de la oscuridad
que la oligarquía decadente ha extendido sobre la Pa-
tria. Tenemos el compromiso de defender a los de aba-
jo, a las mayorías desamparadas que en la actual lucha
de clases desatada por las oligarquías de los dos parti-
dos tradicionales han llevado hasta ahora la peor parte,
y con cuyo respaldo alcanzaremos la victoria». Sin em-
bargo, se registraba una amplia distancia entre el dis-
curso y la práctica cotidiana del anapismo, que no pudo
articular una coherente estrategia de oposición. En un
campo en el cual Saúl Charris mostró persistencia fue el
de la denuncia política. Se pronunció mediante cons-
tancias, citación a ministros y debates en torno a los si-
guientes temas: defensa del principio de Habeas Corpus,
denuncia de torturas a militantes de la Anapo, defensa
de los derechos humanos en relación con la violación
de éstos por parte de organismos de seguridad del Es-
tado, repudio a la violencia contra estudiantes, reclamo
por la cancelación de la personería jurídica a un sindi-
cato, protesta contra el empleo de la fuerza pública para
disolver una marcha de usuarios campesinos. Dejó
constancias de solidaridad con la oposición al gobierno
del general Augusto Pinochet.

3
Anales del Congreso, 20 de enero de 1972.

184
Juegos de rebeldía

En materia de reforma agraria, los voceros de Anapo


en el Congreso ocuparon una posición regresiva. En los
debates a los cuales fue sometido un proyecto del go-
bierno sobre reforma agraria entre finales de 1971 y
comienzos de 1972, la Anapo lo atacó» a partir de consi-
deraciones ambiguas. Ya antes Saúl Charris había apo-
yado la argumentadém de un caracterizado vocero lau-
reanista de los terratenientes de la Costa, el senador
Raimundo Emiliani Román. Con el pretexto de críticas
al Instituto Colombiano de la Reforma Agraria se vela-
ba la verdadera razón de esa oposición que en el fondo
lo que buscaba era eliminar cualquier posibilidad de
que esa entidad emprendiera acciones de redistribudém
de la propiedad territorial. No le faltaba razém al sena-
dor liberal Apolinar Díaz Callejas cuando al formular
críticas al proyecto agrario presentado por el gobierno
se permitié) señalar que la Anapo constituía «el sector
más retardatario en cuanto a la reforma agraria».
En 1973 la Anapo lanzé) la candidatura de María Eu-
genia Rojas para las elecciones presidenciales de 1974.
En el curso de la campaña electoral se verá a Charris de
la Hoz entre los principales oradores en las diversas
concentraciones realizadas durante las giras electorales
de la candidata. Por el mismo tiempo el anapismo vivió
un nuevo proceso de radicalización que en términos
electorales María Eugenia recogié) en el eslogan "por un
socialismo a la colombiana". En la base de estos esfuer-
zos de remozamiento programático se podían hallar los
esfuerzos teóricos de Antonio García encaminados a la
elaboración de un modelo no capitalista de desarrollo.
Según César Ayala, el programa de la Anapo de 1973
recogié) los siguientes elementos de la propuesta de

4
Anales del Congreso. 23 de febrero de 1972, p. 233,

185
Medófilo Medina

García: realización de un plebiscito para abolir el mo-


nopolio de los partidos tradicionales sobre la dirección
del Estado, elección libre y directa del presidente, los
gobernadores, jueces y alcaldes, creación en los campos
de cooperativas y empresas, nacionalización de tierras
urbanas, nacionalización progresiva de las industrias bá-
sicas y el comercio internacional y de servicios básicos
como la educación, la salud, el crédito. Al mismo tiem-
po, como señala Ayala en el discurso de la Anapo la
amplísima categoría de pueblo cedía su lugar a una iden-
tificación más precisa de los destinatarios: "los trabaja-
dores", "las fuerzas sociales explotadas y oprimidas".
Saúl Charris de la Hoz no se involucró en los nuevos
esfuerzos de renovación programática, como se señaló
arriba; su ideario de cambio estaba asociado a ciertas
formulaciones y principios generales, mas no a un mo-
delo que implicara la comprensión global del funcio-
namiento de la sociedad. El caso de Charris resulta ilus-
trativo de lo que sucedía con la mayoría de los
dirigentes de la Anapo, quienes no estaban en condi-
ciones de aceptar el tipo de novedades ideológicas y or-
ganizativas que los líderes con orientación de izquierda
estaban imponiendo en el anapismo. Ese desfase entre
formulaciones doctrinarias y la configuración política
de la mayoría de la dirigencia de la Anapo coadyuvó al
retorno de los caudillos anapistas a las formas elásticas
de asociación política prevalecientes en el bipartidismo.
A su vez las bases anapistas vivían un proceso similar.
Su imaginario político estaba constituido por una amal-
gama de ideas tradicionales y de fragmentos de ideolo-
gías derivadas con un fuerte predominio de las prime-

César Augusto Ayala, La Alianza Nacional Popular después de las


elecciones de 1966, manuscrito, s. f., p. 79.

186
Juegos de rebeldía

ras sobre las segundas. Ese balance no podía alterarse


alegremente sin arriesgar al tiempo la existencia de la
Anapo como partido independiente.
La situación descrita plantea el interesante tema del
alcance de los cambios que un movimiento, partido o
agrupaciém política está en condiciones de tolerar. Con
frecuencia los cambios en los partidos se explican en
función de la voluntad política de los dirigentes, de su
claridad conceptual, o de sus intereses. Si bien todos
esos factores están contenidos en las posibilidades de
cambio, no es menos cierto que las peculiaridades de la
cultura política tienen una significación fundamental.
La mayoría de los dirigentes de la Anapo y de sus bases
tenía vínculos afectivos muy fuertes con el biparlidismo
para tener que comportarse como el vehículo idémeo
para la realizadém de un proyecto político verdadera-
mente innovador. Otra vez se hacía evidente el fracaso
de querer realizar un concilio caté)lico con cardenales
protestantes.
Las elecciones presidenciales, las primeras abierta-
mente competitivas luego de 28 años de vigencia de las
instituciones del Frente Nacional, se llevaron a cabo el
21 de abril de 1974. En ellas, los protagonistas volvieron
a ser el Partido Liberal y el Partido Conservador. La
Anapo pasó a desempeñar un papel secundario en el
reparto. El grueso del electorado pudo ser comprome-
tido en la confrontación entre el liberal con aureola
progresista, Alfonso Lóipez Michelsen y el conservador
con fama de sectario Alvaro Gémiez Hurlado. El prime-
ro obtuvo 2.929.719 votos y el segundo 1.634.879. La
"capitana del pueblo", María Eugenia Rojas, candidata
de Anapo, llegé) a los 492.166 sufragios, es decir, menos
de la tercera parle de la votadém con que su partido
había sido favorecido en las elecciones de 1970.

187
Medófilo Medina

Sólo una mínima parte de la votación perdida por el


anapismo pudo ser recogida por Hernando Echeverry
Mejía, exanapisla, colocado ahora como candidato de
una coalidón de izquierdas, la Unión Nacional de Opo-
siciém, UNO. La desbandada de la Anapo tampoco im-
plicó, al menos en el primer momento, un incremento
de la abstención. En las elecciones de 1974 se registró
una participación del 58% de la población en capacidad
de votar, proporción que sólo habían alcanzado las
primeras elecciones presidenciales bajo el Frente Na-
cional.
Saúl Charris había participado con el mismo aparen-
te entusiasmo de antes en la campaña electoral de 1973-
1974. Sin embargo su convicción se había debilitado en
virtud de las reservas, no ventiladas de manera pública,
en relación con tres aspectos: las innovaciones progra-
máticas adoptadas por la direcciém de Anapo, la trans-
formación del anapismo en partido independiente y la
proclamación de la candidatura de María Eugenia,
quien, a su juicio "no daba la talla".' Pero la candidata
mantuvo su confianza en él y Charris continuó como la
figura número uno del anapismo en la Costa Atlántica y
como uno de los dirigentes nacionales en el plano elec-
toral.
En el trecho final de la campaña electoral el senador
Saúl Charris protagonizó un incidente bochornoso. En
la versiém que ofrecié) un perié)dico de Barranquilla se
informé) que el senador abofeteó a Anie Martínez, fiscal
de la Contraloría General de la República, porque la
funcionaría se había negado a entregarle un auxilio de
500.000 pesos con destino al Club de Leones de Santo

Entrevista con Saúl Charris de la Hoz, Barranquilla, 28 de abril de


1995.

188
Juegos de rebeldía

Tomas. Se trataba de una cuestión de trámite. Si bien


el auxilio estaba dentro de lo que le correspondía a
Charris, debía ser reclamado por el tesorero de la insti-
tución a la cual había sido destinado.
El incidente mostraba el temperamento borrascoso
de Charris, que no se correspondía con las buenas ma-
neras de que solía hacer gala en el Senado. Aunque la
fiscal se quejó ante las más altas instancias nacionales, el
incidente tendió a olvidarse pronto. De todos modos
Charris se disculpó de manera pública por su actua-
ción. En trances electorales no resultaba aconsejable
prolongar el escándalo.
En el departamento del Atlántico el descenso de la
votación por la Anapo fue algo menos drástico que el
promedio registrado en el país. Saúl Charris salió elegi-
do senador por un número de sufragios que representó
el 53% de la votación por él obtenida en 1970. Si en
1970 la cifra alcanzada por Charris había significado el
27.9% de la votación total del departamento, en 1974
sólo representó el 13.7%. En su nativa Santo Tomás el
descenso fue de 60% al 27%. Para Charris, los resulta-
dos electorales expresaron la recuperación por parte de
la oligarquía de la fuerza electoral perdida. Le produjo
consternación la constatación de que uno de sus princi-
pales adversarios en el Partido Liberal, Carlos Martín
Leyes, hubiese obtenido una votación muy superior a la
propia.
En su actividad legislativa Charris de la Hoz presentó
ponencia favorable a proyectos de ley sobre los siguien-
tes temas: modificaciones al sistema electoral; exención

El Nacional, Barranquilla, 7 de marzo de 1974, p. 1, 4.


8
El Nacional, 11 de marzo de 1974.

189
Medófilo Medina

Tabla N o . 4

RESULTADOS DE LAS ELECCIONES PARA


SENADO DE LA REPÚBLICA
21 de abril de 1974

Carlos Martín Leyes 40.249

Emilio Lébolo de la Espriella 35.958

Liberales Ricardo Rosales Zambrano 28.440

Jaime Pumarejo Certain 22.319

Total 129.966

Roberto Gerlein Echavam'a 29.433

Conservadores Próspero Carbonell 25.766

Hugo Vargas Acuña 1.083

Total 56.292

Anapo Saúl Charris de la Hoz 28.942

UNO Teófilo Zambrano 4.805

SDC Carlos Martínez Perea 201

Votos en blanco 1.188

Nulos 135

TOTAL GENERAL 218.329


Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Estadística.

del impuesto a las ventas sobre algunos productos des-


tinados a la salud pública; auxilios para servicios públi-
cos para el departamento del Chocó; modificación de la
composición de las cámaras, proyecto que introducía la
figura de los senadores vitalicios para los expresidentes
de la República y para aquellos parlamentarios que hu-
biesen participado en cinco o más legislaturas.
Igualmente desarrolló las habituales actividades de
un senador diligente: constancias, propuestas, citación a

190
juegos de rebeldía

ministros que en la mayoría de los casos tuvieron como


tema la salud en el ámbito regional y la fiscalización del
gasto público en el departamento del Atlántico y, a ve-
ces, a nivel nacional Para sorpresa de sus colegas sena-
dores durante uno de los debates por él promovido,
propuso, quizá haciéndose eco de la propuesta de Bolí-
var en el Congreso de Angostura, la creación del cuarto
poder, "el Poder Moral", como un complemento a los
poderes ejecutivo, legislativo y judicial. En el Senado,
esta sugestión no pasó del nivel de la anécdota.
Charris de la Hoz se enfrentó en el Senado a la pro-
puesta del presidente López Michelsen de convocatoria
a una constituyente para que adelantara una reforma
constitucional. Dicha iniciativa fue anunciada por vez
primera en la alocudém presidencial del primero de
enero de 1976. Charris defendió la idea de que el ins-
trumento idóneo para elaborar y aprobar la reforma a
la Carta debía de ser el Congreso y no un organismo
creado ad hoc.

191
14

SALIDA DE CHARRIS DE LA HOZ DE


LA ESCENA POLÍTICA

Para 1977 la disolución de la Anapo era un hecho.


La declaratoria que hizo María Eugenia Rojas sobre la
abstención de su partido para las elecciones de 1978
constituía apenas una modesta hoja de parra que pre-
tendía cubrir la desbandada que se había producido es-
pontáneamente. Saúl Charris tomó la determinación de
no presentar su nombre para las elecciones de 1978.
Esa fue una decisión realista por cuanto no hubiera re-
sultado elegido. El otro jefe de la Anapo en el Atlántico,
el carismático Moisés Tarud, quien se lanzó de candida-
to a la Cámara en alianza con el Partido Comunista, só-
lo alcanzó 9.459 votos frente a los 29.142 obtenidos en
la anterior elección como candidato anapista. Ese resul-
tado ponía en evidencia que, aunque lo intentaron, las
corrientes de izquierda no estuvieron en capacidad de
recoger el voto anapista. El enorme caudal electoral que
había suscitado la movilización populista no podía caber
en los estrechos cauces de los partidos de izquierda o
de "las alianzas" organizadas por éstos. La mayoría de
los hombres y mujeres de la Anapo retornaron a los
partidos tradicionales. Por segunda vez y en menos de

193
Medófilo Medina

cuarenta años, se liquidaba u n movimiento populista en


Colombia sin haber llegado al p o d e r .
Antes de culminar su p e r í o d o c o m o senador anapis-
ta Saúl Charris r e t o r n ó al Partido Liberal. Ese regreso
implicé), ante lodo, el restablecimiento de los lazos per-
sonales con u n o de los dirigentes nacionales. Más allá de
las diferencias políticas y de los conflictos que había te-
nido con Carlos Lleras Restrepo, este seguía represen-
t a n d o para Charris de la Hoz al "estadista más g r a n d e
de América Latina". Lleras Restrepo había lanzado su
candidatura presidencial para las elecciones de 1978 en
agudo enfrentamiento con Julio César Turbay Ayala.

Con el doctor Carlos Lleras Restrepo duramos diez


años sin dirigirnos la palabra; ese fue, para mí, un he-
cho doloroso porque creo que él me tenía una gran es-
timación y por mi parte yo aprendí mucho de él.
Cuando él aspiré) por segunda vez a la Presidencia de la
República, yo le pedí cacao, era mi obligadém como co-
lombiano, le pedí cacao y por conducto de Augusto
Espinosa Valderrama, que era el brazo derecho de esa
candidatura presidencial, le pedí que me pusiera en
contactt) con el doctor Lleras. Inmediatamente lo lla-
mé) por teléfono y le dijo: «Yo estoy aquí con el doctor
Saúl Charris. Estamos conversando y él quiere estable-
cer nuevamente relaciones con usted, frente a su can-
didatura presidencial. El sostiene que es buena para el
país la posibilidad de una segunda presidencia suya y
tiene algunos argumentos que quiere plantearle,
¿cuándo puede ir a entrevistarse con usted?» Carlos
Lleras contestó de una manera que me enorgullece:
«Dígale a Saúl que mi casa es la de él, que puede venir

194
Juegos de rebeldía

sin pedir audiencia». Naturalmente eso fue para mí


una gran sorpresa.

El testimonio autobiográfico reconstruye con gran


detalle la entrevista de la reconciliación!, episodio al cual
Charris de la Hoz atribuyó mucha importancia.
Hechos c o m o el anterior p o n e n en evidencia la im-
portancia q u e para los políticos intermedios ha tenido
la vinculación personal con alguna de las figuras centrales
de la política nacional. A lo largo de la historia de Saúl
Charris de la Hoz se advierten adhesiones políticas bási-
cas que marcan etapas diferenciadas: Jorge Eliécer Cai-
tán, Carlos Lleras Restrepo, Gustavo Rojas Pinilla y d e
nuevo Carlos Lleras Restrepo. N o podría decirse para el
tipo de político c o m o el que el protagonista representa
q u e la adherencia ideológica a los partidos n o tenga
significación; sí la tiene, p e r o se encuentra indisoluble-
m e n t e unida a las lealtades personales. En el episodio
de la reconciliadém la actitud de Charris se e n c u e n t r a
con un gesto de reciprocidad de Lleras Restrepo. Las
figuras centrales d e p e n d e n a su vez de los políticos in-
termedios. Unos y otros son parte de u n sistema global
de interdependencias y cumplen funciones diferentes
en la alimentación d e la fidelidad d e las bases sociales a
los partidos.'

' R.A., 26 de junio de 1991.


-
Es de gran interés el estudio de las redes nacionales de lealtades
políticas que se han configurado en el seno de los partidos tradicio-
nales. Al respecto se pueden encontrar apuntes sueltos pero no es-
tudios sistemáticos, los cuales parecen ser muy necesarios para la
comprensión del comportamiento histórico de los partidos tradicio-
nales. En particular ton respecto al llerismo que tiene como refe-
rencia a darlos Lleras Restrepo, me he encontrado ton testimonios
de dirigentes de diversas procedencias regionales que, como en el
(Continúa en la página siguiente)
195
Medófilo Medina

La candidatura de Carlos Lleras fue retirada en vir-


tud del cumplimiento del llamado "consenso de San
Carlos" mediante el cual los dos candidatos liberales
habían aceptado que el número de votos que obtuvie-
ran los líderes regionales partidarios de sus respectivas
candidaturas sirviese de indicador para la escogencia
del candidato oficial. En las elecciones para cuerpos co-
legiados, celebradas en febrero de 1978, las listas turba-
vistas derrotaron de manera estruendosa a las lleristas.
En consecuencia, Lleras Restrepo renunci(') a su candi-
datura.
Dentro de los cauces lleristas Saúl Charris quiso re-
tomar la actividad política en calidad de protagonista.
En noviembre de 1979 un periódico de Barranquilla in-
formaba que Saúl Charris de la Hoz volvía a la lucha po-
lítica mediante su ingreso al Movimiento de Unidad Li-
beral, MOL. Esta corriente había sido fundada en junio
de 1979 en Bogotá por dirigentes lleristas encabezados
por Luis Carlos Calan, Roberto Arenas y Apolinar Díaz
Callejas. La agrupadém se originaba en sectores libera-
les descontentos con la política puesta en marcha por el
presidente Turbay Ayala. Al final de la nota citada dedi-
cada a Charris se agregaba: «No obstante fuentes del
MOL en el Atlántico dijeron que Charris de la Hoz no
será candidato debido a que está muy desgastado». Dí-
as más tarde el mismo periódico en su secciém "Política

taso de Charris de la Hoz, mostraban una notable persistencia en su


adhesión y admiración por el caudillo. Esto se recoge en testimonios
muy vivos de un polílito del departamento del Chote'), Pedro Abdo
García Borja y de Alfonso Rodrigue/ Gómez, "El Mosco Rodríguez".
Esos dos testimonios se recogieron en sendas entrevistas realizadas
al primero, en CHiibdó el 31 de mayo de 1986, y al segundo, en Bo-
gotá el 20 de enero de 1992.

El Nacional, 19 de noviembre de 1979, p. 3.

196
Juegos de rebeldía

al Día" anotaba: «El ex senador Saúl Charris de la Hoz


como que se arrepintió de formar filas en la Unión Li-
beral Popular, seccional Atlántico. El veterano dirigente
liberal no firmé) la dedaradém de principios del orga-
nismo que rigen a nivel nacional entre otros el exminis-
tro Roberto Arenas Bonilla». Después de 1978 Saúl
Charris no volverá a figurar en lista alguna para cargos
de representación política.
El retiro de Charris de la Hoz de la actividad política
no puede analizarse fínicamente en términos de desgas-
te político personal sino que remite a cierta reladém
con procesos de orden objetivo, como el de la evolu-
ción del clientelismo bajo el sistema del Frente Nacio-
nal.
Para finales de los años setenta resultaba imposible
acceder o mantenerse en cargos de representación polí-
tica sin disponer de una maquinaria dientelisla. La
Anapo había hecho posible una vasta movilización elec-
toral en virtud de los mecanismos ideológicos y emoti-
vos del populismo. Debilitado bajo el Frente Nacional el
sectarismo que había atravesado las relaciones interpar-
tidarias, desde el origen mismo de los partidos, emer-
gieron al primer plano los vínculos del clientelismo bu-
rocrático. La condición de disidente no le había
facilitado a Saúl Charris la conformación, en el tiempo
del Frente Nacional, de una maquinaria, entendida ésta
como el control estable sobre una porción de la buro-
cracia del Estado en la región." Luego, eso había sido

4
El Nacional, 12 de diciembre de 1979, p. 3.
5
En el relato autobiográfico el protagonista cuenta que durante el
gobierno de Lleras Camargo, este le ofreció la gobernación del de-
partamento del Atlántico, la cual rechazó en la medida en que no
(Continúa en la página siguiente)
197
Medófilo Medina

innecesario en la etapa de la Anapo. Cuando ésta desa-


paréele) del escenario, Charris de la Hoz quedó despro-
visto de instrumentos para mantener un apoyo electoral
considerable. Esa situación se refleja bien en algunos de
los testimonios recogidos: «Yo creo —manifestaba un
profesor universitario oriundo de Santo Tomás— que el
doctor Saúl Charris no era el hombre para conservar su
influencia política... Creo que su salida temprana de la
política ocurrié) como efecto de que él mismo se asfixie')
al no comprender que ningún político puede mante-
nerse sin tener dominio burocrático.
Las bases sociales que para el clientelismo podía su-
ministrar la condición de terrateniente y ganadero, re-
sultaban para finales de los años setenta muy exiguas
como para garantizar el caudal electoral que demanda-
ba la elección para los cargos en el Congreso. Incluso
en el escenario local de Santo Tomás las estructuras
dientelares sufrieron modificaciones. Desde los años
cincuenta habían empezado a viajar a Bogotá a cursar
estudios universitarios numerosos jérvenes tomasinos.
En su condición de estudiantes universitarios y luego en
la de profesionales, ejercían un tipo nuevo de presiém
sobre la política en reladém con los cargos burocráticos.
Entre este tipo de gente se hizo frecuente la frase "Saúl
no emplea", lo cual implicaba la negativa al apoyo elec-
toral. En un testimonio de uno de aquellos profesiona-
les se recoge de manera ambigua la misma visiém: «En
estaba dispuesto a admitir presiones en la designación de los cargos
para la burocrada departamental. R.A., 18 de junio de 1991.
Entrevista ton Joaquín de la Hoz Muñoz y José Fontalvo, Santo
Tomás, 21 de junio de 1991.
Estas observaciones las hizo el escritor lomasino Ramón Alberto
Molinares en el turso de una entrevista realizada en Barranquilla el
13 de octubre de 1992.

198
Juegos de rebeldía

los tiempos de auge del doctor Saúl Charris de la Hoz,


con el mayor respeto que él se merece, yo no le veo
ninguna obra de gran envergadura con excejjdém del
colegio de bachillerato y del hospital de Santo Tomás.
Es decir, cuando él tuvo en sus manos la manija, el con-
trol político en el Atlántico, porque sí lo tuvo, y pudo
realizar grandes obras y no lo hizo. Es cierto, él no
cohonesté) con la inmoralidad administrativa y por eso
nadie, ningún habitante de Santo Tomás ocupé) un
puesto prestante durante el apogeo político del doctor
Saúl Charris de la Hoz, como ha ocurrido en los tiem-
pos actuales en que aquí, por ejemplo, de otras corrien-
tes han salido pagadores del Instituto de Seguros Socia-
les, secretario general de la Tesorería de Barranquilla,
del deparlamento, pagadores de la Caja departamental
de Previsiém Social, etc.» Para mediados de los años se-
tenta era claro que ya se había formado otro tipo de di-
rigente político regional distinto al que había represen-
tado Saúl Charris de la Hoz o incluso algunos de sus
adversarios como Alberto Pumarejo o ('arlos Martín
Leyes. La nueva generadém conformada por los deno-
minados "barones electorales", diestros en el manejo del
clientelismo burocrático, estaban bien representados en
el departamento del Atlántico por nombres como los de
Juan J. Slebi, José Ñame Terán en el Partido Liberal o
Roberto Cerlein Echeverría en el Partido Conservador.
Aunque Charris de la Hoz se dedicaría más de lleno
al cuidado de su hacienda en Santo Tomás y a la aten-
dém de negocios en Barranquilla, no abandoné) su inte-
rés por la política. En 1986 se le vio tomando parte en
actos de apoyo a la campaña electoral del candidato li-

8
Entrevista ton José Fontalvo en Joaquín de La Hoz Muñoz y fosé
Fontalvo, Santo Tomás, 21 de junio de 1991.

199
Medófilo Medina

beral Virgilio Barco Vargas. En 1990 en la campaña pa-


ra la elección de los constituyentes que habrían de ela-
borar una nueva Constitución, adhirió al Movimiento
de Salvadém Nacional, una concentración de corrientes
de origen liberal y conservador, presidida por el diri-
gente de derecha Alvaro Gómez Hurtado. Charris de la
Hoz señaló tres razones para justificar su respaldo, en
principio sorprendente, a esa coalidém: el mensaje de
recuperación moral que promovió Cóimez Hurtado, el
hecho de que una de las figuras destacadas en ese mo-
vimiento fuera Carlos Lleras de la Fuente, hijo del ex-
presidenle Carlos Lleras Restrepo, y la condidém de
que fuera un movimiento de convergencia de varias co-
rrientes políticas.

200
ANOTACIONES FINALES

Se quiere retomar, en plan de síntesis, algunos ele-


mentos globales de análisis que ya se han consignado en
diversos momentos de la exposición y que antes que
conclusiones constituyen sugerencias para investigacio-
nes similares.
1. Se han identificado hitos y factores de la carrera
política del protagonista del presente ensayo biográfico.
Desde los primeros momentos del relato autobiográfico
emergió clara la influencia familiar en el moldeamiento
de la personalidad de Saúl Charris de la Hoz y en la
constitudém de sus aspiraciones y objetivos. Es conoci-
do el papel que en la vida de importantes figuras políti-
cas han cumplido arraigadas tradiciones familiares. En
el presente caso se trata del reto que asumieron los pa-
dres, Don Fortunato y Doña Rebeca, enfundar su pro-
pia tradición. Ese propó>sito que tomó la forma de un
mito familiar fue asumido de una u otra forma por los
hijos. En el mayor de ellos operaron con fuerte apremio
los designios paternos. Su temprana opción por la polí-
tica y en concordancia con ello su deseo de hacerse

201
Medófilo Medina

abogado, correspondieron bien a las estrategias familia-


res de búsqueda de poder y prestigio.
2. Un importante papel jugó el Colegio Americano
de Barranquilla en el proceso de socialización de Saúl
Charris de la Hoz. No se trataba de cualquier jilantel
educativo, sino de uno que de manera explícita buscaba
afianzar en los educandos el sentido de la responsabili-
dad individual, la inclinación por la filantropía. El con-
tacto intenso con las enseñanzas y la religiosidad protes-
tante del Colegio, afianzaron en el joven el eclecticismo
religioso recibido del padre.
3. La entrada de Saúl Charris a la política estuvo en-
trelazada al proceso por el cual la familia se convirtió
mediante la compra de tierras y la ganadería, en factor
importante de las relaciones econé)micas y sociales de
Santo Tomás. En la carrera de políticos de otras regio-
nes, probablemente serán diferentes los procesos eco-
nómicos que habría que rastrear; así por ejemplo, el fe-
né>meno de la expansión cafetera en los departamentos
andinos.
Los cambios de escenario implicaron la reladém con
problemas nuevos. Así, la reladém familiar con los Bore-
lly y la realizadém de los estudios universitarios le abrie-
ron posibilidades de vinculación con la política en un
entorno urbano como era el de Barranquilla.
Durante el transcurso de sus estudios universitarios
el estímulo a sus ambiciones políticas provino ante todo
de la politizada atmósfera de la Universidad Javeriana,
que a su vez reflejaba la exaltadém política de la ciudad.
4. La vinculación personal con Jorge Eliécer Gaitán y
luego con Carlos Lleras Restrepo, dirigentes nacionales
del Partido Liberal, es elemento importante de su acce-
so y permanencia en el plano nacional. En el período de

202
Juegos de rebeldía

la Anapo, la relación también personal con Rojas Pinilla


tuvo, según lo estime') Charris, u n a importante significa-
ción. Esa historia de vínculos ofrece elementos para en-
tender que la articulación histenáca de los niveles local,
departamental y nacional, así como los encuentros y
asimetrías del m u n d o rural y u r b a n o en el proceso polí-
tico nacional, son asuntos que d e b e n ser estudiados con
mayor profundidad. A propósito del presente ensayo
sólo cabría decir que las búsquedas biográficas constitu-
yen u n ejercicio válido y p r o m e t e d o r en esa dirección.
5. Se presentaron a lo largo de la exposidém pasajes
extensos del relato autobiográfico con el fin de que el
lector tuviera, mediante esos elementos, la posibilidad
de acceso al m u n d o subjetivo del protagonista. En esos
fragmentos de notable fuerza expresiva se revela la sim-
biosis en la mentalidad de Charris de la Hoz de elemen-
tos tradicionales y m o d e r n o s . En su discurso político y
en su c o m p o r t a m i e n t o se percibe la lensiém entre facto-
res contrapuestos: los intereses del g a n a d e r o y la sensi-
bilidad social del político populista, las buenas maneras
del o r a d o r parlamentario y las salidas impulsivas origi-
nadas en su t e m p e r a m e n t o exaltado.
6. Las vicisitudes de la reladém de Saúl Charris con
instancias de la direcciém del Partido Liberal a escala
nacional y regional en algunos períodos de su actividad
política remitieron a la consideración del papel de las
disidencias en el funcionamiento de los partidos tradi-
cionales en Colombia. De m a n e r a convincente p u e d e
afirmarse que en la margen de juego que han tenido las
disidencias, el sistema bipartidista ha e n c o n t r a d o un
factor de su elasticidad histórica y de su longevidad.
7. Sin p e r d e r de vista la incidencia de los cálculos
electorales, en las distintas adhesiones políticas de Cha-
rris de la Hoz se p u d i e r o n identificar en su mentalidad

203
Medófilo Medina

y en lo que podría denominarse su estilo político, la fi-


delidad a ciertas ideas y posiciones. A manera de hipó-
tesis podría plantearse, a propósito del caso Charris de
la Hoz, el problema de la presencia bajo una misma en-
voltura partidista de formas diversas de conciencia polí-
tica que sin embargo no han dado lugar a la normaliza-
ción de partidos nuevos y que han podido mantenerse
en pie bajo el alero común del bipartidismo. Lo más
sorprendente es su continuidad en el tiempo. Esas for-
mas de conciencia política pueden coincidir en perío-
dos dados con las disidencias, pero tienen autonomía y
ritmos premios.
8. La participadém de Saúl Charris en las dos expe-
riencias de movimiento populista en Colombia, el gai-
tanismo de los años cuarenta y la Anapo en los años se-
senta y setenta, da pie para señalar una de las
debilidades básicas del populismo colombiano: su inca-
pacidad para proyectarse con independencia en rela-
dém con el bipartidismo. Gaitán pretendió subordinar
al Partido Liberal a su proyecto político. A su muerte,
resultó claro que lo sucedido había sido el fenémieno
inverso. El movimiento fundado por Rojas Pinilla nau-
fragó cuando un sector de sus dirigentes rompié) su
condidém de coalición liberal-conservadora. Sin embar-
go es preciso evitar el simplismo en el análisis. No pue-
de olvidarse que en materia de programas explícitos,
tanto el gaitanismo como la Anapo hicieron innovacio-
nes de importancia. La debilidad habría que buscarla en
el plano de la fundadém de una cultura política alterna-
tiva con respecto a la cultura política del bijDartidismo.
9. La vinculación de Charris de la Hoz con la maso-
nería permitió plantear el problema de las constelacio-
nes político-ideolé)gicas que han establecido tejidos de
relación diferenciada con los partidos. En este campo es
conveniente explorar las particularidades regionales. Si
204
juegos de rebeldía

en la Costa Atlántica la masonería ha jugado u n papel


político importante, en otras regiones del país u n a fun-
d ó n parecida la han cumplido otros canales extrapolíti-
cos de sodalizadém y de organización.
10. A propósito de la carrera de Charris de la Hoz y
especialmente en reladém con su d e d i n a d é m c o m o di-
rigente, se esbozé) u n principio de análisis referido al
cambio que sufrieron los vínculos entre los dirigentes
políticos y la población. Hasta el Frente Nacional esos
vínculos se nutrían tanto d e las posibilidades derivadas
de las relaciones económicas y sociales en q u e estaba
inscrito el p r o p i o dirigente político, c o m o de la capaci-
dad de los partidos de suministrar elementos de identi-
ficación sectaria a sus seguidores. Bajo el Frente Nacio-
nal las relaciones dientelistas basadas en la capacidad
de los políticos d e movilizar recursos del Estado a cam-
bio de votos, lendié) a desplazar, sin sustituirlos del to-
do, a los demás elementos de la relación política.

11. Por último, se quiere hacer u n a observadém de


o r d e n metodolé)gico. Al comienzo de la investigadém se
creyó encontrar u n a pauta importante para el trabajo,
en la definidóm que el historiador José Luis R o m e r o
ofrece de la biografía que él d e n o m i n a arquetípica, o
sea, aquella q u e se refiere al "individuo despersonaliza-
dt) en la m e d i d a en que se personaliza en él u n proceso
colectivo". Se asumié) q u e la de Charris de la Hoz sería
u n a biografía arquetípica, en la m e d i d a en q u e el inte-
rés estaba puesto en el esclarecimiento de aquellos pro-

i
José Luis Romero, La vida histórica, Buenos Aires, Editorial Suda-
mericana, 1988, p, 109. Desde luego, la anotación critica a la noción
de biografía arquetípica de Romero no desconoce la importancia
que para el género biográfico ofreeen los estudios de este historia-
dor sobre el tema.

205
Medófilo Medina

cesos políticos en los cuales el personaje había tomado


parle. Al poco andar se impuso la conciencia de que el
vaciamiento de los rasgos personales del biografiado lo
convertirían en una criatura fantasmagórica. A esa per-
sona concreta no se la podía asumir como una especie
de recipiente inerte de las relaciones colectivas. Lo más
apasionante, quizá, del género biográfico, su desafío,
radica en seguir el entrelazamiento inextricable de la
suerte colectiva con las estrategias, los intereses, los de-
seos, los sentimientos de un individuo y de su entorno
social y familiar más inmediato. El sujeto en cuestión
contribuye activamente a la configuración de "los pro-
cesos colectivos" a la vez que en el transcurso de la vida
es moldeado por estos.

206
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

ARCHIVOS

2S, Archivo de la Notaría Única de Santo Tomás.


í» Archivo del Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán,
Santafé de Bogotá.
"s. Archivo del Colegio Americano de Barranquilla,
Libro de Notas de 1936.
í* Archivo del Concejo Municipal de Barranquilla.
í» Archivo de la Facultad de Derecho de la Universi-
dad Javeriana, Santafé de Bogotá.
•s. Gobernadém del deparlamento del Atlántico, Ba-
rranquilla, Libros de decretos.
ís. Registraduría Nacional del Estado (ávil, Sección
de Estadística.

207
Medófilo Medina

ENTREVISTAS

C o n Saúl C h a r r i s d e la Hoz
í». Barranquilla, 20 de septiembre de 1990.
í», Barranquilla, 17 de junio de 1991.
"s. Barranquilla, 18 de junio de 1991.
"s. Barranquilla, 26 de junio de 1991.
í& Barranquilla, 3 de marzo de 1992.
"s. Barranquilla, 28 de abril de 1995.

O t r o s testimonios orales
ís. Entrevista con Alfonso Rodríguez Gémiez "el
Mosco Rodríguez", Bogotá, 20 de e n e r o de 1992.
•JSL Entrevista con Abel Daza Barandica, Sabanalarga,
29 de abril de 1995.
"s. Entrevista con Francisco Fontalvo Ariza, Santo
Tomás, 21 de junio de 1991.
"s. Entrevista con Joaquín de la Hoz, Santo Tomás,
21 de j u n i o de 1991.
ís. Entrevista con José Z. Delgado, Barranquilla, 15
de octubre de 1992.
ík Entrevista con Julio Morón, Barranquilla, 28 de
mayo de 1993.
•Ja, Entrevista con Manuel Eusebio Salcedo, Santo
Tomás, 9 de octubre de 1992.
í». Entrevista con Miguel Pertuz Barandica, Barran-
quilla, 4 de octubre de 1995.

208
Juegos de rebeldía

~Sk Entrevista con Moisés "Musa" Tarud, Barranqui-


lla, 24 de abril de 1995.
í& Entrevista con Sarah Romero Gutiérrez, Barran-
quilla, 27 de febrero de 1992.
%h Entrevista con Pedro Abdo García Borja, Quibdó,
31 de mayo de 1986.
ís, Entrevista con Pedro Morales, Santo Tomás, 12
de octubre de 1992.
ís. Entrevista con Ramón Alberto Molinares, Barran-
quilla, 13 de octubre de 1992.

PERIÓDICOS

"s. Anales del Congreso, Bogotá.


%& El Espectador, Bogotá.
ís. El Heraldo, Barranquilla.
"?& El Siglo, Bogotá.
ÍSL El Tiempo, Bogotá.
"s. Jornada, Bogotá.
"s. La Calle, Bogotá.
** La Prensa, Barranquilla.
"s. Revista Javeriana, Bogotá.

BIBLIOGRAFÍA

Alape, Arturo, El Bogotazo. Memorias del olvido, Bogotá,


Universidad Central, 1983.

209
Medófilo Medina

Arguedas, Alcides, La danza de las sombras. (Apuntes sobre


cosas, gentes y gentezuelas de la América española), Bar-
celona, 1934, Reimpresión Banco de la República,
Talleres gráficos, Bogotá, 1983.

Ayala, César Augusto, La Alianza Nacional Popular des-


pués de las elecciones de J966, Bogotá, manuscrito, s.f.

Bastían, Jean Fierre (compilador), ¡Protestantes, liberales y


francmasones. Sociedades de ideas y modernidad en Amé-
rica Latina Siglo XIX, México, Cehila-Fondo de Cul-
tura Económica, 1990.

Bell Lemus, Gustavo (compilador), El Caribe Colombia-


no. Selección de textos históricos, Barranquilla, Ediciones
Uninorte, 1988.

Bell Lemus, Gustavo y Adolfo Meisel Roca, Política, polí-


ticos y desarrollo económico de la Costa Atlántica: una vi-
sión histórica, Barranquilla, Universidad del Norte,
Serie Documentos No. 5, 1989.

Braun, Herbert, Mataron a Gaitán. Vida pública y violen-


cia urbana en Colombia, Bogotá, Universidad Nacio-
nal, 1987.

Burke, Peter (ed.), Formas de hacer historia, Madrid,


Alianza Editorial, 1993, 1994.

Carnicelli, A m e r i t o , Historia de la masonería colombiana,


l. II, Bogotá, Cooperativa de Artes Gráficas, 1975.

Castellón Patino, Pedro, El movimiento liberal popular.


Una disidencia fructífera para la aparición del M.R.L. en
el Atlántico (¡957-1960), Ponencia presentada al X
Congreso de Historia de Colombia, Tunja, mayo de
1995.

210
Juegos de rebeldía

Charry Lara, F e r n a n d o , "Fernando Charry Lara o el


t e m p e r a m e n t o poético", (Entrevista de Edgar O'Ha-
ra), Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la Repú-
blica, Vol. XXVII, No. 24-25 (1990), p. 4.

Dahl, Robert, Who governs? Democracy and power in an


american city, New Haven a n d L o n d o n , Yale Univer-
sity Press, 1961.

Deas, Malcolm, Vargas Vila. Sufragio-Selección- Epitafio,


Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1984.

Delgado, Osear et al., Modernidad, democracia y partidos


políticos, Santafé de Bogotá, Fidec-Fescol, 1993,

Dutour, Thierry, "L'approche biographique des


personnages secondaires: le cas de Guy VI de la
Trémoille (1343-1397)", en Problemes & Methodes de la
Biographie. Actes du Colloque, S o r b o n n e 3-4 mai 1985,
p. 23-29.

Duby, Georges, Economía rural y vida campesina en el oc-


cidente medieval, Barcelona, Ediciones Península,
1991.

Echeverry Uruburu, Alvaro, Élite y proceso político en Co-


lombia (1950-1975): una democracia principesca y endo-
grímica; el régimen político colombiano en los últimos
treinta años, Bogotá, Fuac, 1987.

Guillen Martínez, F e r n a n d o , El poder político en Colom-


bia, Bogotá, Ediciones Tercer M u n d o , s.f.

H e r n á n d e z Cera, H e r n á n , Espacio histórico-político en la


República Liberal ¡930-¡954, Barranquilla, Vector
Comunicaciones, 1990.

211
Medófilo Medina

Jouhaud, Christian, "Quand l'historien se fait


biographe", Esprit, juillet-aout 1992, 36.

Laun, John, El reclutamiento político en Colombia: los mi-


nistros de estado ¡900-¡975.

Leal Buitrago, Francisco y Andrés Dávila Ladrón de


Guevara, El sistema político y su expresión regional, Bo-
gotá, Tercer Mundo-Instituto de Estudios Políticos
U.N., 1991.

Lleras Restrepo, Carlos, De la República a la dictadura


(Testimonio sobre la política colombiana), Bogotá, Edi-
torial Agrá, 1955.

Lé)pez Michelsen, Alfonso, Esbozos y atisbos. Aproximacio-


nes a algunas figuras colombianas, Bogotá, Plaza y Ja-
nes, 1984.

José Miguel Marinas, Cristina Santamaría, La historia


oral: métodos y experiencias, Madrid, Debate, 1993.

Marx, Carlos/ Engels, Federico, "Las luchas de clase en


Francia de 1848 a 1850" en: Obras Escogidas, Moscú,
Ed. Progreso, 1971.

Medina, Medófilo, La protesta urbana en Colombia en el


siglo XX, Bogotá, Ediciones Aurora, 1984.

> Historia del Partido Comunista de Colombia, t. I,


Bogotá, Ceis, 1980.
Meisel, Adolfo, "¿Por qué se disipó el dinamismo indus-
trial de Barranquilla?", Lecturas de Economía, Univer-
sidad de Antioquia, Medellín, mayo-agosto de 1987,
pp. 57-87.

212
Juegos de rebeldía

Moreno Ibáñez, Zoila, Cien años de labores del Colegio


Americano, Barranquilla, Colegio Americano, 1989.

Nichols, Theodore E., Tres puertos de Colombia. Estudio


sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barran-
quilla, Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1973.

Pécaut, Daniel, Orden y violencia: Colombia ¡930-¡954,


Bogotá, Cerec y Siglo XXI Editores, 1987, 2 vols.

Perry, Oliverio, ¿Quién es quién en Colombia1?, Bogotá,


Oliverio Perry y Cía. Editores, 1952.

Posada Carbé), Eduardo, "Karl C. Parrish: un empresa-


rio colombiano en los años 20" Boletín Cultural y Bi-
bliográfico, Bogotá, vol. 23, No. 8, 1986, p. 3-20.

Posada Carbé), Eduardo, Una invitación a la historia de


Barranquilla, Bogotá, Cámara de Comercio de Ba-
rranquilla-Cerec, 1987.

Romero, José Luis, La vida histórica, Buenos Aires, Edi-


torial Suramericana, 1988.

Samuel, Raphael and Paul Thompson, The Myths we Live


by, London and New York, History Workshop, Rou-
tledge, 1990.

Segovia, Rodolfo, Alberto Pumarejo Vengoechea. Líder cívi-


co, adalid social y hombre público, Barranquilla, Escrito
inédito, 1993.

Smith, Peter H., Labyrinths ofpower. Political recruitment


in twentieth-century México, Princeton, New Jersey,
Princeton University Press, 1979.

213
Medófilo Medina

Tirado Mejía, Alvaro, Aspectos políticos del primer gobierno


de Alfonso López Pumarejo ¡934-¡938, Bogotá, Procul-
tura S.A. Colcultura, 1981.

Uribe Urán, Víctor Manuel, Rebellion of the young man-


darins: Lawyers, political parties and the state in Colom-
bia, ¡ 780-¡850 (voluntes I and JI), University of Pitts-
burgh, Degree: PHD, 1993.

Weber, Max, Escritos políticos, Edición a cargo de José


Aricó, México, Folios Ediciones S.A., t. segundo.

Zubiría, Blas, La incapacidad manifiesta del poder político


en Barranquilla durante el Frente Nacional ¡958-¡974,
Barranquilla, inédito, 1994.

214
ANEXO FOTOGRÁFICO
Medófilo Medina

T) =

11
<« —
— !«
9 in

b 0
UU
M
3 —
0 0 "O

Ie
ai 3
u t>o

O g
<u «i

v> a
* S
V) 00

El
_0) " O
vi
- I/>
J (U
O O
~ -o
u g
_: u

,'*«0¿

216
Juegos de rebeldía

ro
CL
c
01
c
•o
u
13"_ Q_
- C 01
u u

<u Rj
-o c
n 3
01
a
O c *-»
L.
0) 3
E "O
Q. fl(O
rt O

c
U
01 «

fC 0)
TJ
>c to
•0 0
oí " i _
_l
o
E
a
c
01
<u rt
E

0) O
ti í-
O) O

SJ N
i- o
t u _<«
<N O)
T3

217
Medófilo Medina

c

C
<u
ü
tO<u
-O
o

"O T3
L. _
01 O
— tJ
3 c
.ti OJ

o •

01

U
00

218
Juegos de rebeldía

N
01
Q-
•0
_l
01
TJ
O
c
_¡u
"S
_n
rt
U
rt rt
"O i—
i- 'u
0) 01
'z¡ U
cr
N oí
w
i/l
N •01
0 01
a CS
LO
01 0
"D CL
1/1
i/i 0)
'i_
i_
n)
rt
-C ~*
>x
U c
Ol
o o
01
0rt
0 -C
i_ u
0
¿N
rt
c0) 0)
Q.

(/) O
¡ü _ l
-r 0
C
0
v*-

<0)
w
c
01
"D

219
Medófilo Medina

rt 00
"O Os
1

I o)
.ti <2
"—"'u

> £
O Q.
u
i- ni
ea ic
OQ ni

¿|
g>a

| i
c
H
oí O
151
o) 9
i_
O . O)
o"°
-2 '*-
Su
u
— -D
m a
. oo

220
«Desde el punto de vista académico, e! libro tiene muchas virtu-
des: está muy bien escrito, ofrece aportes notables al conoci-
miento de la política colombiana regional en este siglo, constitu-
ye un interesante ejercicio para desarrollar un tipo de biografía
que permita sacar conclusiones sobre los procesos políticos, ofrece
normalmente explicaciones agudas y plausibles para el desarro-
llo de los procesos políticos comentados, utiliza en forma ade-
cuada documentación ora! y se apoya en un conocimiento preci-
so y amplio de los procesos políticos nacionales en ¡os que se
inscribió la acción del biografiado».
Jorge Orlando Meló
Historiador, director de la
Biblioteca Luis Ángel Arango

«El texto se inscribe explícitamente en la perspectiva de lo que


en e! mundo de los investigadores sociales se conoce como histo-
ria de vida en profundidad. A partir de tai opción metodológica,
el autor explora todas las posibilidades de la relación entre bio-
grafía e historia regional. Es desde luego un esfuerzo refrescante
que rompe generalidades y prejuicios muy establecidos y que
apunta adicionalmente a una reorientación de los enfoques de
análisis [...] Dentro de un plano más amplio, el trabajo es un ar-
gumento permanente en favor de la necesidad de reescribir la
historia regional desde su propio centro y no desde la mirada
simplificadora de la capital nacional».
Gonzalo Sánchez Gómez
Historiador, ex director del Instituto
de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales,
Universidad Nacional de Colombia

ISBN ISfl-IblMI-Q-b

9 789589il614907

.;'....''. :

Das könnte Ihnen auch gefallen