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La personalidad se precisa como una estructura dinámica que tiene una persona y se forma
a través de características psicológicas, conductuales, emocionales y sociales, las mismas
hacen que hacen que cada persona se diferente y se despliegan a partir del intercambio de
elementos ambientales y biológicos, a partir de esto se han desarrollado teorías de la
personalidad con el fin de describir y explicar la conducta de las personas.
Los trastornos de la personalidad son un grupo de afecciones mentales en las cuales una
persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que
es indiferente a las expectativas de su cultura,
Objetivo general
Objetivo específicos
A manera d conclusión se puede afirmar que cada persona tiene sus características de
personalidad y puede padecer diferentes trastornos durante su evolución personal fijando
comportamientos que son consecuencias de las diferentes vivencias que obtiene como
experiencia en el desarrollo de su existencia. Existen diferentes herramientas como el
análisis de una matriz que nos pueda ayudar a identificar los diferentes trastornos que
pueden padecer las personas y también existe el manual DSM IV, Manuel Diagnósticos y
Estadísticos de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, que
contiene descripciones, síntomas y otros criterios para diagnosticar trastornos mentales en
el campo de la salud para determinar tratamientos para mejorar la calidad. Los rasgos de
personalidad son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el
entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos
sociales y personales. Los rasgos de personalidad sólo constituyen trastornos de la
personalidad cuando son inflexibles y desadaptativos y cuando causan un deterioro
funcional significativo o un malestar subjetivo. La característica principal de un trastorno de
la personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que
se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto y que se manifiesta en al
menos dos de las siguientes áreas: cognoscitiva, afectiva, de la actividad interpersonal o del
control de los impulsos. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia
gama de situaciones personales y sociales y provoca malestar clínicamente significativo o
deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo