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Introducción
Los títulos
Tanto el texto masorético como la LXX tienen 150 salmos, pero la manera de contarlos
es diferente. En la LXX los salmos 9 y 10 forman una unidad, pero el 147 está dividido.
La forma de algunos salmos hace posible que originalmente hayan formado una
unidad (42 y 43) o que originalmente han sido dos himnos (salmo 144). Otros salmos
son duplicaciones: el salmo 14 y el salmo 53; 40.13-17 y el salmo 70; el 108 y los
salmo 57.7-11 hasta el 60.5-12.
El libro actual se divide en 5 colecciones: 1-41, 42-72, 73-89, 90-106, 107-150. Cada
una de estas colecciones termina con una doxología. El texto masorético atribuye 73
salmos a David, 12 a Asaf, 1 a Moisés, 11 son de/para los hijos de Coré, 1 de Salomó n,
1 de Etá n. El salmo 72 termina de tal manera que podemos suponer que originalmente
era el ú ltimo de una colecció n de salmos de David.
Alabanzas de la gloria de Dios: 8, 19, 33, 96, 99, 100, 103, 104, 105, 111, 113,
115, 135, 136, 145-150.
Gratitud por la bondad de Dios: 21, 30, 34, 65, 66, 68, 116, 118.
Confianza: 3,11,16, 23, 27, 40, 62, 91.
Declaraciones de inocencia: 5, 7, 17, 26.
Expresiones de arrepentimiento: 6, 32, 38, 51, 102, 130, 143.
Lamentaciones: 82, 88, 102.
Alabanzas de un rey: 2,3,4, 18, 20, 21, 45, 57, 72, 101, 110, 138.
Enseñ anzas: 1, 15, 24, 37, 37, 49, 119, 127, 128, 133.
Creació n: 8, 29, 65, 67, 147, 148.
Cautiverio: 27, 42, 43, 61, 63, 79, 137.
Ascensió n a Jerusalén: 48, 84, 120-134.
Gobierno de Dios: 37, 39, 73, 92.
Temas histó ricos: 78, 105, 106, 114.
Temas nacionales: 44, 46, 47, 60, 66, 68, 74, 75, 76, 77, 79, 83, 85, 89, 102, 118,
123, 124, 125, 126, 129, 137, 149.
Maldiciones 109, 137.
La revelación es
Los salmos son textos proféticos porque revelan el consejo de Dios (Am.3.7). Por
medio de los profetas la Palabra de Dios se hace carne, asume forma humana, se viste
con forma humana y se introduce de tal manera en la historia que se hace la fe del
pueblo de Dios.
El profeta es el mediador entre el Señ or y su pueblo. Toda su conducta manifiesta una
doble identificació n. Se identifica con Dios y con el pueblo, orando por y con el pueblo
y cantando sus lamentaciones y sus alabanzas.
Profecía es actualizació n del pacto (la relació n con el Señ or), de su ley y de su
promesa. Igual que los profetas aplicaron aspectos del pacto para su tiempo, el
salterio lo hace. A veces esta actualizació n es conforme a la tradició n anterior, a veces
la actualizació n es crítica.
En general, la revelació n del consejo de Dios por medio de la profecía es
antropomorfa. Los profetas expresan el amor de Dios, su ira, su justicia, juicio y
sabiduría por medio de formas e ideas humanas. Cuando el Señ or no se revela por
medio de atributos antopologizados, la revelació n se convierte en Apocalipsis. En el
Apocalipsis el Señ or se revela directamente; es tiempo y acontecimiento que se
explican solamente por el Señ or mismo y por la manifestació n de sus atributos: poder,
verdad, juicio, justicia, paz y bondad. Es tiempo vestido con los atributos de Dios.
1.3 Salmo 1, el camino recto
El libro de los salmos empieza y termina con dos salmos anó nimos, el salmo 1 y el
salmo 150. Los dos tienen seis versículos, seis estrofas. Hay muchos salmos complejos,
lamentaciones por los dolores espirituales má s profundos, alabanzas por la alegría
má s grande, salmos de horror y espanto, salmos de venganza, salmos de asombro por
las maravillas de la creació n y de la vida, pero el primer salmo es sencillo y natural.
En el salmo 1, la Palabra de Dios no se dirige a nosotros como ley, que exige y que
condena, tampoco como evangelio que perdona y que consuela, sino como un
consejo y una palabra de á nimo. El primer salmo abre la puerta del libro por
medio de una poesía de sabiduría, cuando comprendemos que sabiduría en la
Biblia es vivir bien, saber vivir bien en el sentido moral, espiritual y material. Vivir
bien, lo que siempre significa vivir dentro de los marcos de la ley, vivir bien en el
espacio amplio y libre de la bondad, caminar en el camino recto. El salmo ilustra
este vivir bien al pintar la gran contradicció n entre el justo y el impío. El justo es
el mismo que el recto, es el inocente y el virtuoso, mientras que el impío es el
culpable a las leyes del Señ or. Esta contradicció n corresponde con otra
contradicció n, frecuente en los salmos, entre los pobres y los opresores.
2. LA IDENTIDAD DEL ISRAELITA
Es criatura del Señ or, (salmo 33.15) y de tal manera hijo del Altísimo (salmo
82.6). Es el ADAN, el formado del (polvo) rojo (Gén. 1.26; 2.7; salmo 8.4).
Es el ser mortal ENOWSH (Génesis 4.26; salmo 8.4; 90.3; 103.15; véase 49.12).
La palabra muchas veces combina la maldad y la mortalidad (salmo 9.19, 20;
10.18; 56.1; 139.19), así que es el ser mortal, que sin embargo se resiste contra
su Creador y sus leyes.
Es una criatura con una vida corta y vana (salmo 39.6-7; 49.17-19; 89.48;
103.15).
Por un lado observamos el favor de Dios para con todas sus criaturas, también
para con el hombre y la cultura (salmo 8; 104.15, 23, 26). Los observa desde el
lugar de su morada, los conoce porque son sus criaturas (33.14). Conoce los
secretos del corazó n (salmo 44.21) y así guarda la justicia (salmo 7.9).
Por otro lado, resulta que el hombre está separado de Dios por su maldad y su
miedo (salmo 96.9). El israelita entiende esto porque sabe que el Señ or es
terrible (salmo 76.7; 89.7). Se da cuenta de que ninguna persona teme al Señ or
en la medida de su ira (salmo 90.11).
El Señ or es el Creador de todos los seres humanos, pero só lo Israel tiene una relació n
íntima y directa con él. Es su pueblo (salmo 50.7). Los salmos explican este privilegio
por medio de palabras que lo atribuyen por completo al actuar del Señ or por medio de
los verbos siguientes:
Apartar, hacer distinció n (salmo 4.3, véase É x. 9.4). La idea es que el Señ or se
ha apartado un pueblo para sí mismo.
Santificar (en los salmos só lo en forma de nombre; salmo 16.3; 34.9; 89.5). La
idea expresa má s la dedicació n que la perfecció n.
Elegir (salmo 33.12) Los israelitas son hijos de Jacob, los elegidos del Señ or
(salmo 105.6). Por la elecció n el Señ or reclama la posesió n de Israel (salmo 135.4),
como su herencia (salmo 33.12; 28.9) y su morada (salmo 132.13). Esta elecció n es un
privilegio incomparable (salmo 147.20). Son saciados con el bien de la casa del Señ or
(salmo 65.4), porque en realidad viven en su casa (salmo 84.4). La elecció n es un acto
de salvació n (salmo 105.43).
Adquirir (salmo 74.2). País y pueblo fueron adquiridos, obtenidos por el Señ or
como herencia (véase 78.54).
Amar (salmo 47.4). Véase salmo 78.68; 146.8.
Conocer; salmo 1.6; 37.18; 138.6; 139.1; 144.3; véase 8.4. Ya vimos que el
conocer del Señ or tiene el significado de controlar y juzgar (salmo 44.21; 7.9; 138.6),
pero en 144.3 es ofrecer misericordia. En otros casos es favorecer (salmo 1.6; 37.18,
tal como en 8.4). El conocer del Señ or en los salmo 139.23-24 y 26.2 es un acto
purificador y salvador.
Mirar (salmo 138.6). La observació n misericordioso del Señ or es salvadora
(Véase salmo 9.13; 10.14; 31.7;35.22; 80.14; 84.9; 119.159; 139.16, 24)
Resplandecer tu rostro (salmo 31.16). Otra expresió n para describir el
privilegio de la relació n íntima con el Señ or (véase salmo 67.1; 80.3,7,19).
Encontrar (salmo 89.20) que aquí es destinar.
El salmo 12.2 usa dos palabras casi sinó nimas que se repiten en el salmo 31.23 para
señ alar a los israelitas fieles, chasid y 'aman:
El pueblo de Israel es el pueblo de los hijos de Abraham, el siervo del Señ or (salmo
105.6). Cuando cantan o escuchan en el templo los himnos del pacto, se identifican con
las voces de los poetas, la voz de David mismo, que también se llama el siervo del
Señ or (salmo 18.1; 36.1; 89.3, 20; 132.10; 144.10).
La palabra siervo del Señor expresa los dos lados de la relació n: tanto la obediencia del
siervo como la protecció n del Señ or y la dependencia de su gracia y misericordia. El
Señ or ha contratado (encontrado, salmo 89.20) a su siervo y a partir de este momento
es suyo, es parte de su casa, de su familia. Hay má s expresiones de este privilegio en
los salmos que de la sujeció n obediente.
En la antigü edad el prestigio y la posició n social de una persona dependían de la
familia, tribu o nació n a la que pertenecía. Una ciudad (hasta Roma misma) tenía una
estructura familiar y tribal (artificial). Los siervos (esclavos) se introducían en la casa,
la familia (Gén.17.12,13,23,27), debían su estado y prestigio social a la casa a la cual
pertenecían y a su rango en esta casa. Había una multitud de rangos entre el libre y el
esclavo má s bajo.
El siervo en la legislació n del Antiguo Testamento era una persona protegida, que
tenía el mismo derecho de descanso y de disfrutar de las fiestas como su amo (Deut.
5.14; 12.12,18; 16.11,14). Participaba de la honra de la casa y se identificaba con ella,
podía ser el heredero (Gén. 24.34- 59; 15.3). Los israelitas se consideraban siervos del
Señ or que tenían el privilegio de vivir en la casa del Señ or (salmo 23.6; 27.4; 52.8;
65.4; 84.3,4,10; 101.7; 134.1; 135.1,2). Se sacian de la abundancia de la casa del
Señor y beben del torrente de sus delicias(salmo 36.8). Su honra y gloria era que eran
del Señor (Rom.14.8; véase Hech.27.23). Siervos verdaderamente conscientes del
privilegio se consumían por el celo por la casa de su amo (salmo 69.9). En salmo
39.12, David invoca el derecho de protecció n por causa de la habitació n como siervo
extranjero en la casa de Dios.
La obediencia del siervo se llama guardar la palabra del Señor (salmo 119.17) y ella
misma es un privilegio que honra al Señ or y al siervo (salmo 119.12, 26, 124,125,135).
En este contexto aun la disciplina necesaria para aprender obediencia es una gracia
(salmo 19.12-13; 51.6-10).
El servicio al Señ or no es un trabajo duro y servil, sino un servicio sacerdotal de alabar
el nombre del Señ or pú blicamente (salmo 113.1; 134.1; 135.1-3, 20).
No só lo el pueblo de Israel, sino todas sus obras en toda la creació n son los siervos de
Dios (salmo 119.91) y también ellas cumplen el servicio sacerdotal de adoració n
(salmo 19.1; 103.22; 104.31; 145.10; 148.5). La obra especial de Dios es la fundació n
de su pueblo (salmo 44.1-2; 66.1-8; 111.6), así que su pueblo se identifica con su obra
y alaba a Dios por medio de la proclamació n de sus obras (salmo 73.28; 77.12; 107.22;
118.17; 139.14; 143.5).
Otras figuras que describen la identidad del israelita por medio de su relació n con el
Señ or:
2.6 Resumen
2.7 Salmo 12
El salmo 12, igual que el salmo 6, es un salmo sobre seminit, lit. sobre el octavo. El
salmo empieza de forma abrupta con una petició n personal de ayuda (salvació n),
pero a continuació n es una lamentació n colectiva por causa de la corrupció n moral y
social. Es un salmo atribuido a David, pero el contenido no revela ninguna relació n
concreta con cierto episodio de su vida. El cará cter de los malos y el sufrimiento
de chasidim y 'amonim son descritos en palabras demasiado generales. La decadencia
y la corrupció n moral y social sugieren el abuso del poder en el tiempo de los reyes.
El salmo empieza y termina con la palabra hijos de hombre [hijos adam] y describe la
distinció n entre, por un lado, los chasidim y 'amonim , y por otro lado, los impíos.
El texto consiste de 5 partes:
3. LA CONDICIÓN DE ISRAEL
Tanto el Salterio como el libro de Proverbios explican el temor del Señor como la condición básica
de la vida. Sin el temor del Señor uno no es sabio, y la sabiduría bíblica es la habilidad de vivir bien
(salmo 111.10; véase 34.11). El temor del Señor protege contra el pecado, por esto los impíos, los
que no son movidos por el temor del Señor, no tienen protección (salmo 36.1). La maldad en la
Biblia es causa y consecuencia, es pecado y sufrimiento por el pecado. Por esto el salmo 1 puede
separar por completo el estilo de vida de los impíos y el de los justos. Los primeros florecerán,
mientras que los últimos perecerán en el juicio de Dios (1.4-6; 5.5-6; 10.15; 37.17).
Hay paz (shalom; bienestar) para los que aman la ley del Señor, dice salmo 119.165, pero no hay
paz para los impíos (Is. 48.22; 57.21), porque el Señor aborrece a todos los obreros de la iniquidad
(salmo 5.5) y les prepara el juicio. David advierte a su pueblo que no envidie a los que cometen
injusticia, porque su florecimiento no puede ser duradero (salmo 37; véase 73).
Por medio de la prueba, el Señor investiga los secretos del corazón (Salmo 11.4-5; 17.3; 26.2;
66.10; 81.7) para ver si hay camino de perversidad (139.24). La esencia de la prueba es que el
Señor que ha prometido a su pueblo bondad, misericordia, salvación y perdón, shalom, lo hace
sufrir todo tipo de dolor y desesperanza para probar su fe.
El chasid del Antiguo Testamento que sufre por causa de la justicia y por causa de Dios es un tipo
de Cristo, pero este sufrimiento profético y tipológico todavía no puede consolarlo personalmente,
de modo que lo experimenta como un sufrimiento sin sentido (Salmo 22).
Conclusiones
Israel es el pueblo de los siervos (abadim), favorecidos (chasidim) y fieles (amonim) de Dios. La
relación entre Dios y su pueblo es salvífica. Encontramos en ellos en una necesidad y sufrimiento
casi permanente que a pesar de su frecuencia es un elemento extraño en la teología bíblica. No es
que el shalom necesite una explicación, sino la maldad. Encontramos 4 explicaciones del
sufrimiento:
El sufrimiento demuestra que los distintos momentos de salvación que ha experimentado el pueblo
de Israel todavía no son la salvación definitiva. El entrar en el descanso de Dios (Salmo 95.11) es
una promesa todavía no cumplida (Hebr.3.11, 18). El pueblo de Dios está en el camino de Dios al
cumplimiento de ella (Salmo 95.10) pero no conoce este camino (Salmo 95.10). La ignorancia es
parte de la prueba. Cuando provocan la ira de Dios por el endurecimiento de sus
corazones, experimentan sus obras de destrucción (Salmo 95.8,9).
La fe en Cristo explica el sufrimiento en la realidad de la vida como una disciplina de Dios (Hebr.
12.5-11), una prueba de la fe (Sant.1) o como imitación y glorificación de Cristo. Los chasidim
israelitas eran tipos de Cristo, pero ellos mismos no podían entender su propio sufrimiento de esta
manera.
El sufrimiento en el salterio es real, existencial y espiritual pero no desesperado, porque la promesa
y la esperanza preceden al sufrimiento. Por lo tanto la teología de los Salmos:
Ya hay (una promesa de) perdón del pecado antes del pecado mismo.
Ya hay (una promesa de) salvación antes de los ataques de los enemigos y de los dolores
de la muerte y de la enfermedad.
Ya hay (una promesa de) fidelidad de Dios antes de la prueba.
Ya hay (una promesa de) fidelidad de Dios antes del abandono.
Antiguo Testamento Nuevo Testamento
La teología del Antiguo Testamento termina y El Nuevo Testamento
culmina en la cruz pero no sabe explicarla (Salmo 22; empieza con la resurrección y
Is.53). explica la cruz desde la
resurrección (Luc.24.26, 46;
Hech. 17.3; 26.23).
El Nuevo Testamento se
anticipa a las promesas del
El Antiguo Testamento se prolonga en cada Antiguo Testamento y a la fe de
momento en que un judío o cristiano se enfrenta con el sus creyentes. Los Salmos de
sufrimiento fuera de Cristo. abandono son testimonios de la
fe inquebrantable y no son
cánticos desesperados (Salmo
22. 3-5, 9, -11, 19-32; 42.4, 5, 8,
11; 43.2-5; 44.1-8, 17-26; 88.1,9-
13).
3.6 SALMO 44
El salmo 44 forma parte del segundo libro de los salmos (42-72), una colección que se distingue
por el uso del nombre más general de Dios, el nombre Elohim. Es un salmo anónimo,
encomendado al músico principal del coro formado por los hijos de Coré, una familia levita. Es un
masquil, igual que los salmos 32, 42 y 45 y varios más. La traducción - insegura - de esta palabra
es cántico didáctico o contemplativo. No es posible determinar exactamente el salmo, pero por su
estilo y por su contenido es parecido a 2 Crón 20.7ss.
La primera estrofa (vs. 1-8) es una alabanza al nombre del Señor por causa de sus hechos
grandes en el pasado.
La segunda estrofa (vs. 9-17) contrasta con la primera por su lamentación por causa de que los
grandes hechos de Dios en el pasado no se han repetido en el presente del autor.
Los versículos 17-21 son una confesión del autor, en que destaca que el pueblo se ha mantenido
fiel a Dios aunque esto fuera motivo de burla de sus enemigos.
Los versículos 22-26 son una oración a Dios para salvar a su pueblo de su sufrimiento.