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VIII SEMESTRE
CÁTEDRA: EUCARISTÍA
DOCENTE: LIC. PBRO. GONZALO ONTIVEROS
ALUMNO: HOBRAYAN ZAMBRANO
C.I.: 26068375
Dies Domini
(Ensayo)
El Concilio Vaticano II, reafirma la importancia del Día del Señor, mostrando que la
Iglesia, desde la tradición apostólica, que tiene su origen el mismo día de la resurrección de
Cristo, celebra el misterio Pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del
Señor”, “Dies Domini” o Domingo. Este día tiene un valor importante y especial, en su
misterio, que va unido congruentemente con el misterio de la resurrección del Señor, la
Iglesia vive su significado que ilumina la existencia humana.
En el capítulo II, Dies Christi, de la Carta Apostólica, nos manifiesta el papa que
luego de haber hecho un recorrido bíblico acerca de la santificación del día del Señor.
Manifiesta que con la resurrección de Cristo ahora es la nueva Pascua, la que celebra
auténticamente la verdadera Iglesia y que congregada vive en el misterio de su redención al
hombre. A lo largo de la historia de la Iglesia los santos Padres han manifestado la
importancia del día domingo, enseñando de forma clara y precisa que ahora es el domingo
el que adquiere por Cristo total importancia y especial santificación, en tal sentido, así
como lo afirma Cristo, “el hombre no es para el sábado, sino el sábado para el hombre” de
tal manera el hombre no es para el domingo, sino el domingo para el hombre que busca
santificarse por medio de la vivencia y el respeto de la observancia dominical. Ahora bien,
el papa también afirma que el domingo adquiere también el nombre de “primer día de la
semana”; gracias al Espíritu Santo por el cual los apóstoles dieron testimonio de la verdad
el primer día de la octava semana de la pascua Judía (Hch 2,1), por tanto el Espíritu Santo
también tiene protagonismo en nueva creación realizada por Cristo e infundida por los
apóstoles al mundo entero.
Vale la pena recordar que el hecho de creer y afirmar con la vida cristiana que Dios
es Señor de toda la creación también hace pensar que en el hombre hay un don el cual le
permite vivir estos misterios, la fe. El cuerpo místico de Cristo honra con fe y devoción el
misterio salvífico de Dios celebrándolo el día domingo, por tal razón, exhorta al hombre de
todos los tiempos a no renunciar a la constitución de la semana ordinaria y tal caso,
perseverar los siete días de la semana con el domingo, porque esto tiene un carácter de
identidad universal.
El capítulo IV, tiene una connotación más enfatizada al hombre. Puesto que con el
ejemplo de Dios al momento de la creación de descansar, el papa también introduce la idea
que por muchos siglos estuvo esfumada por un gran porcentaje del pueblo Cristiano. Esta
idea consiste en ver el día del Señor como un tiempo de descanso, a semejanza del
descanso de Dios al momento de concluir con la creación. Esto debe significar alegría en el
cristiano, y esa alegría debe verse testificada en la acción litúrgica dominical donde por
medio del culto a Dios, damos gracias por todos los bienes que concede. El día de descanso
en la sociedad incluso no es una invención cristiana, sino que tiene sus orígenes en el texto
del génesis y que posteriormente fue adoptada también por las autoridades seculares del
imperio romano. El día de alegría y de descanso motiva al cristiano vivir en la alegría de
Dios, sirviendo con alegría en especial a quien lo necesita, porque de otro modo, no estaría
viviendo a plenitud la comunión eclesial, ni estaría practicando la obra de caridad con aquel
que necesita.