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El tondero expresión artística norteña de la cual se dice ser prima hermana de la Marinera, crea
apasionados debates acerca de su carga racial, varias ciudades se disputan su origen y más aún en el
pasar de los tiempos no solo ha salido a escenario sí que se ha mutado para estar al estándar de estos
nuevos tiempos con posiciones en contra de los muy tradicionalistas y para beneplácito de los
contemporáneos.
Lo cierto es que el tondero tiene la magia de transportarte a un amor sublime a un juego amoroso de
desenfado y picardía donde puedes ser tú mismo y a la vez interpretar un personaje, danza o baile, no es lo
más importante para el ejecutante del tondero sea en un caserío de Morropón o en un gran teatro lo
importante es el sentir del alma que se llena de amor y se complace en expresarlo sin tapujos ni remilgos.
En esta pequeña recopilación de algunos datos sobre el Tondero se pretende establecer los lineamientos
básicos para comprender el que hacer del poblador norteño históricamente y sus características las cuales
se ven plasmadas en la ejecución del Tondero.
Remontándonos hacia el inicio del desarrollo cultural de las primeras civilizaciones en la costa norte del
Perú, ubicamos en la región que ocupa actualmente el departamento de Piura que fue el centro de la
actividad cultural de los Tallanes hay quienes sustentan que sus habitantes fueron los primeros que
residieron en la costa norte del Perú. Esto se fundamenta en las cerámicas encontradas y en los utensilios,
instrumentos y elementos propios de su cotidianidad por lo cual se presumen que las primeras
organizaciones fueron derivando en la cultura Tallan.
Los Tallanes en su evolución tuvieron varios ciclos culturales encontrándose un intervalo denominado
Tallán–Mochica, de la misma forma otros estudiosos sostiene que se trata de dos culturas que no tuvieron
relación reconociendo a los Tallanes una expansión por el norte hasta el Ecuador y por el sur hasta
Lambayeque. Curiosamente la cultura Mochica desaparece y siete u ocho siglos después aparece la
cultura o imperio chimú encontrándose en este intervalo la presencia aunque mínima de los Tallanes
“Los Tallanes eran gente muy hospitalaria muy dada a la bebida a la buena comida a la fiesta, al
canto y a la danza”
A) ETIMOLOGÍA DE LA DANZA
Sobre la etimología de la palabra Tondero existen varias teorías de las cuales citaremos cuatro:
b) ORÍGENES DE LA DANZA
Representantes
José Mejía Baca Hildebrando Castro Milly ahón Daniel Díaz.
Roberto Mac-Lean Augusto Ascuez
Nicomedes santa cruz Carlos Robles Razuri
Darío Chávez de paz Juan Carlos Castro
Luis Rocca Torres Zelmyra Reynaga
Demetrio Ramos Lau José Luis Fernández
Guillermo Riofrio
Pedro Alvarado
Piña Zuñiga Riofrio
Africanista Nicomedes santa cruz Deriva del baile pre nupcial bantú llamado lundu traídos por
los negros desde el África a saña Lambayeque.
Indigenista Piña Zuñiga Riofrio Proviene de una melodía creada para adorar a dos dioses
tallanes.
Hispanista Da realce a la teoría de la fuerte influencia de las danzas
traídas por los españoles como el fandango antiguo
Mestiza Propone que es la mezcla de todas las anteriores que se
fueron consolidando en una sola.
LAS PAVITAS Se origina en una danza pre-inca de la costa de Piura donde se representa el
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cortejo para el apareamiento de la pava aliblanca
EL HALCÓN Y En su afán de devorar el halcón al huerequeque emite un grito el segundo al
EL oírlo corre y se desarrolla una persecución se dice que es esto lo que se
HUEREQUEQU presenta en parte de la ejecución del tondero.
E
EL GALLO Y LA Representación del apareamiento del gallo y la gallina.
GALLINA
2. MENSAJE DE LA DANZA
“Baile de pareja mixta de carácter sensual, primigeniamente representaba la fecundidad. Hoy los símbolos
han variado, pero queda el enamoramiento atrevido y pícaro. ……… se presenta el movimiento
espontáneo, el movimiento expresivo o subjetivo, el movimiento vívido y el movimiento sentido; el primero,
relacionado con la calidad del movimiento, se supedita a las leyes biomecánicas que rigen la estructura
corporal, y es espontáneo porque está relacionado con el estado afectivo del sujeto, y porque en él se
revela la persona y se manifiesta su autenticidad…………..” Francisco Iriarte Brenner.
Piura está dividida en ocho provincias Ayabaca y Huancabamba están ubicadas en la zona de la sierra
piurana; Morropón, que comparte su territorio entre la zona costera y andina; las provincias de Piura, Paita,
Talara, Sechura y Sullana, ubicadas en la zona costera. El Departamento de Piura no tiene definidas sus
estaciones, todo el año hay sol; el verano va desde diciembre a abril y se caracteriza porque es muy
caluroso y más húmedo que el resto de los meses, con temperaturas muy altas y las lluvias son comunes
durante esta época, especialmente durante las noches.
4. DESCRIPCIÓN DE LA DANZA
A) ESTRUCTURA Y COREOGRAFÍA
Dulce Se Inicia esta segunda parte con un ¡Ay! La pareja entra en confianza,
prolongado o simplemente con un con careos provocadores o se
cambio de modulación al Relativo Mayor. desplazan en forma conjunta
La intensidad incrementa. por el mismo recorrido,
alistándose para el desenlace.
Aún no debe haber zapateo
Fuga Esta parte del Tondero constituye el Hay un desborde de alegría y la
clímax del mismo. El ritmo es acelerado. pareja demuestra al máximo
La modulación desciende a Menor. sus respectivas habilidades,
incluyendo los zapateos más
variados en un contrapunto de
lances y arrebatos. Es la única
parte del Tondero en que es
lícito el zapateo hasta que la
música se agote.
c) VESTIMENTA
Dama: bata o camisón de una sola pieza Dama: vestido de dos piezas en tocuyo color
generalmente de tela vichí a alguna tela de crudo que consta de una blusa con cortes dando
algodón para que sea fresca el vichi suele ser forma al cuerpo adornado en las costuras
en líneas de color azul o rojo en tiempos centrales del frente borde de las manga y ribete
modernos también se encuentra en otros inferior de cinta brocada blonda o cinta tejida a
colores o también puede ser de color entero se crochet
caracteriza por el escote cuadrado rodeado de Falda del mismo color en tres tiempos enagua
un bobo y adornado con pasa cintas o cintas blanca
brocadas terminando en blonda haciendo juego Adornada con artes de plata flores en el cabello
al color del traje. Varón: camisa y pantalón del mismo material que
Falda de color negro abierta en el centro el de la dama el pantalón sujeto generalmente
adornada con bastitas o también cerrada en con soguilla o faja de soguilla acompaña
tres tiempos sujeta la cintura una faja no muy sombrero.
E) Contexto Cultural
El poblador de Piura se caracteriza por ser exigente en el buen comer y eso se ve reflejado en el buen
sabor de la cocina piurana que ha dado la vuelta al mundo. El secreto se basa en su arte de sazonar así
como también por sus altas propiedades nutritivas cuyo sabor es bastante agradable.
Como todos los pueblos de nuestra costa, el piurano es «fiestero» y alegre, y enciende las luces de su
devoción y de sus fiestas en torno a santos, vírgenes, cruces y fechas religiosas. Son concentraciones de
fieles auténticamente populares, en las cuales el personaje central y el protagonista real es el hombre
común, el campesino humilde, el trabajador corriente. Con razón se ha dicho que la religiosidad popular es
un potente factor de identidad regional, de organización social y de cohesión cultural.
Como toda cita de devociones espirituales, las fiestas religiosas se han convertido con el tiempo en ferias y
en mercados, en los cuales no sólo brillan las llamas de las velas rituales sino también el deslumbrante
metal de las monedas.
En el departamento de Piura, estas fiestas se han repartido, proporcionalmente, por provincias y regiones.
Las más importantes son: la Semana Santa de Catacaos, la Feria Internacional de Reyes y la fiesta del
Señor de Chocán en Sullana, la de Nuestra Señora de las Mercedes en Paita, la de la Virgen del Carmen
en Huancabamba, y la del Señor Cautivo en Ayabaca.
“Para los limeños los piuranos hablan cantando y mantienen esa sonoridad de por vida. Una proverbial
característica muy propia es la cortesía expresada en el saludo "buenos días de Dios", "buenas tardes de
Dios" y "buenas noches de Dios". Son fórmulas de amabilidad que se emplean a lo largo del día. Que
conste, nuestros abuelos se santiguaban al caer la tarde. Los churres preservan aún en sus juegos las
fórmulas de juramento "por esa lucecita de Dios que yo lo vide". La luz corresponde al día. Pleno de luz y
colorido, el verdor de los algarrobos sólo contrasta con la piel de zorro del desierto.
La brujería piurana es de antigua data. El consumo del cactus mágico San Pedro (echinopsis pachanoi) y la
Simora (Iresine herbstii var. Bellissima) viene desde los tiempos precolombinos. Durante siglos la población
acudió a los curanderos, yerbateros, parteras y rezadores. Muchos expedientes tratan sobre la búsqueda
de entierros y tesoros acudiendo a los poderes de estas plantas. Hoy mismo, la legión de piuranos que
recurre al chamanismo es bastante numerosa. Basta con mirar las fotografías que como testimonio dejan
los asiduos concurrentes a las mesas mágicas de Salalá en Huancabamba. En los piuranos que concurren
a Las Huaringas se mantiene viva la tradición mágica de los "pagos" rituales. Se trata de una magia viva,
protectora y operativa de quienes concurren a las lagunas para refrescar su vínculo y solicitud de fortuna.”
ERP/M.Godos.
B cambios e innovaciones
Es un tema controversial que por muchos años tradicionalistas y contemporáneos viene
sustentando es innegable la influencia de la modernidad en las expresiones artísticas desde el
vestuario hoy se encuentran telas accesorios mucho más hermosos y más económicos que el
poblador lo tiene a la mano y lo hace parte de su cotidianidad, la influencia de los medios las
músicas modernas con ritmos más pegajosos hacen que todos quieran acelerar los ritmos, así
mismo los movimientos.
6 Acompañamiento Musical
Instrumentos:
FUGA
peor el remedio
que la enfermedad,
peor el remedio
que la enfermedad
Bibliografía
Anexos
La Marinera Norteña y el Tondero son danzas de pareja mixta de la región del norte del Perú
(parte nor-occidental), cuya ejecución se desarrolla en un diálogo de representaciones
simbólicas constante entre hombre y mujer que resulta en la elaboración de un discurso. Este
trabajo no tiene la pretensión de descifrar tal discurso, sino que asumiéndolo como ya
elaborado, busca rastrear las relaciones históricas (en términos de Joan Scott: el género como
categoría útil para el análisis histórico) entre hombres y mujeres que se pueden deducir del
desarrollo de estas danzas.
Entre las características más notables en la ejecución de la marinera y el tondero tenemos:
1.- El hace un conjunto de movimientos con la intención de acercarse a ella, ella es el centro de
atención para él y él para ella, y es ella quien asume la iniciativa.
2.- Por la postura para ejecutar la danza, denominada "postura de ave" para el tondero él
siempre está a menor altura que ella, casi siempre la mira de abajo hacia arriba; más aún,
cuando ella porta el cantarito en la cabeza necesariamente su posición es a un nivel superior al
de él. En la marinera ambos están muy erguidos y tratan de observarse directamente, lo de
arriba y abajo está en función de la altura de cada ejecutante.
En resumen diría que encuentro razones más que suficientes para sostener que la mujer no fue un
elemento subalterno en la cultura norteña, sino fue más importante que el hombre en ningún caso fue
inferior. Sin embargo, para la cultura norteña en particular, creo que hay dos razones fundamentales que
me aventurarían a creer que fue más importante: primero porque la agricultura generó un desarrollo
espectacular en la cultura norteña a partir de la construcción de canales y reservorios que permitieron un
manejo muy fino y complejo del agua como elemento vital en una región desértica, y la agricultura es una
actividad económica vinculada al ámbito doméstico y fueron las mujeres las que la impulsaron; y segundo,
porque para el universo simbólico de la cultura norteña la mujer encarna al agua como divinidad, y el agua
misma es concebida como elemento femenino; del macrorecurso agua, de mar o de río, depende la
subsistencia de la cultura norteña, su vinculación con este elemento es tan estrecho que se le tipifica como
una cultura hidráulica (Golte, 1993).
Para la región norteña se han detectado muy escasas referencias sobre la adoración a la tierra, en cambio,
abundan mitos en los que los cerros, las piedras, los puquios y las lagunas cumplen funciones vitales. Los
cerros son los lugares donde se acumula la humedad, y por lo común, debajo de una de sus piedras brota
algún puquio: la Cruz de Chalpón, en Lambayeque, es el ejemplo más preciso. A esos espacios vitales
están dirigidos la mayoría de los mitos aún en estos días. Y en la jerarquía de los dioses nativos la diosa
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Luna, diosa femenina madre de todas las aguas, tiene la primera importancia aún por encima del Sol
incásico; y la mujer, para la mitología de la cultura norteña, es la encarnación de la diosa Luna en la tierra.
En lo que respecta a la colonia creo que primero debemos de extraernos de leer una historia escrita desde
los círculos del poder o desde las heridas de la conquista. Para el caso que me ocupa es necesario una
historia desde la perspectiva de los campesinos o indígenas que vivieron marginados del poder en los
procesos coloniales y republicanos, pero a quienes la necesidad de interactuar con círculos sociales
mayores les obligó a utilizar códigos que les fueran entendibles.
La colonia es un proceso de conquista que se concentró en dos aspectos fundamentales: la minería en el
aspecto económico y la destrucción de las estructuras incaicas en lo político-cultural; las culturas que
fueron conquistadas por los incas gozaron de privilegios en el periodo de la conquista española, privilegios
estratégicos para garantizarse la adhesión anti-inca, pero privilegios al fin y al cabo. El norte ni fue inca ni
fue zona minera, quiero decir el norte no fue una región donde el poder colonizador de España se
manifestara con la "brutalidad" con que es percibido en otros espacios andinos.
Por otro lado, "Es fácil afirmar que en la sociedad andina del siglo XVI, en ese eslabón se encontraba la
mujer indígena junto a la negra. Por ser india, se la relegaba a las labores de servidumbre y, debido al color
de su piel y a sus costumbres diferentes de las europeas, se la trataba como a un ser inferior. Por ser
mujer, se la violaba, se la trataba como a una prostituta y se la abandonaba; además, debido a su pobreza,
se la mantenía en las afueras de la ciudad, se la miraba con desprecio y era objeto de burlas debido a su
andrajosa vestimenta.
Si esta visión correspondiera de manera exacta a la realidad de esa época, sería prueba de que la mujer
indígena no tenía mayores oportunidades en su vida ya que factores como su raza, su situación económica
y su sexo constituían obstáculos que le cerraban prácticamente todas las alternativas (Burkett, 1975).
La imagen de la mujer indígena anteriormente descrita, aún si la asumiéramos como válida, sólo es la que
corresponde a aquellas mujeres que estaban en contacto diario con los poderes coloniales o con los
círculos urbanos, la misma autora sostiene que la mujer campesina en realidad no cambio sustancialmente
sus estilos antiguos de vida y de reproducción de su cultura; las mujeres obligadas por la presión de las
autoridades españolas que les exigían impuestos para ellas impagables, y que además están
predispuestas al abuso sexual de curas y doctrineros o patrones encomenderos, la migración a la ciudad
constituía un escape; otro lugar preferido de escape lo constituían las punas, es allí donde la cultura
indígena se recrea con mayor vitalidad, y son las mujeres las que se encargan de dirigirla, las mujeres que
al no comprometerse con varón no están contabilizadas en las estadísticas coloniales; este espacio cultural
es aprovechado para convertirse en las sacerdotisas que buscan perennizar la cultura nativa, al tiempo
recibirían el calificativo de "brujas" y serán perseguidas por los curas doctrineros.
Los mecanismos de resistencia cultural, así, tienen en las mujeres a sus más claras militantes. La
persecución española metía en un mismo saco a la brujería y a la idolatría, en respuesta los nativos
enlazaron tres instancias: brujería, mantenimiento de antiguas tradiciones y resistencia política consciente,
en una sola, que permitía la reproducción "subterránea" de la cultura nativa.
Si en un espacio de mayor persecución política, como el andino, las mujeres se dieron su propio espacio y
se convirtieron en las abanderadas de la resistencia cultural, en un espacio donde las reglas de
convivencia son más flexibles es de presumir que la reproducción cultural nativa debe tener un mayor peso
específico; eso es lo que creo que ha ocurrido en el norte, por tal razón, cuando Richard Schaedel comenta
las fotografías de Enrique Brüning de 1886 a 1925, se atreve a sostener que los campesinos norteños han
mantenido una marcada endogamia que se manifiesta en su tipología, y de hecho sostiene que Brüning se
atrevió a fotografiarlos inspirado en la extraordinaria similitud de éstos con los rostros presentes en la
iconografía Mochica del tercer o cuarto siglo de nuestro primer milenio.
Sostener los argumentos anteriores no implica que la cultura norteña haya permanecido inalterable en el
tiempo, sólo implica que existieron mecanismos que permitían la reproducción de su universo cultural e
ideológico.
En 1924, se publicó por primera vez el libro “Nuestra Comunidad Indígena” del sociólogo peruano
Hildebrando Castro Pozo (Ayabaca – Piura), obra que constituye el fruto de muchos años de investigación
sobre la realidad de la vida rural en el Perú a comienzos del siglo XX. Entre la diversidad de temas que
trata nuestro notable autor se encuentra el de la emotividad estética en las comunidades, en el que dedica
algunas páginas al Tondero. A continuación extraigo algunos párrafos que precisamente describen el
Tondero que el investigador vió bailar en el campo antes de 1920. Contiene datos importantes para el lector
interesado en preservar la forma tradicional de este baile. Al pie de la cita bibliográfica, pongo a su
disposición algunos comentarios personales.
CASTRO POZO, Hildebrando. “NUESTRA COMUNIDAD INDIGENA”. Lima, Editor Dr. Hildebrando
Castro Pozo C., Segunda edición, 1979; p. 246