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(UAPA)
TEMA:
Tarea II
PRESENTADO POR:
Elsa María Mercedes Almonte
MATRÍCULA:
17-9463
ASIGNATURA:
Psicología del Desarrollo II
FACILITADORA:
CARMELITA PEREZ LLUBERES
Fecha
17/02/2020
Después de consultar la bibliografía señalada y otras fuentes de interés
científico para la temática objeto de estudio, se recomienda que realices
las siguientes actividades:
1. Elabora una línea de tiempo donde presentes las etapas del duelo y
las características de cada una de ellas.
Cuando sufrimos una pérdida de alguien o algo importante para nosotros, pasamos
por una serie de etapas de dolor que al parecer son universales, pues las
experimentan por igual personas de cualquier cultura y clase social.
Este luto se produce en respuesta a la pérdida de un ser querido, al fin de una
relación, al hecho de averiguar que padecemos una enfermedad terminal, etc.
En 1969 se describieron por primera vez las 5 etapas de duelo, que fueron
propuestas por Elisabeth Kübler-Ross en su libro “Sobre la muerte y los
moribundos”.
La muerte de un ser querido nos lleva a menudo a evaluar nuestros propios
sentimientos sobre la mortalidad. A lo largo de cada etapa, un hilo de esperanza
común puede florecer: Mientras hay vida, hay esperanza. Mientras hay esperanza,
hay vida.
Las cinco etapas del duelo que describiremos a continuación, no necesariamente se
producen en un orden específico ni duran lo mismo para todas las personas. A
menudo nos movemos entre varias etapas antes de lograr una aceptación más
pacífica de la muerte o la pérdida. La clave para comprender las etapas es no sentir
que debemos pasar por todas ellas. Es más útil mirarlas como guías en el proceso
de duelo, Cada persona es un mundo y se lamenta de manera diferente. Algunas
exteriorizan fácilmente sus emociones. Otras experimentarán su dolor más
internamente y no son capaces de llorar. No debemos juzgar la forma en que una
persona experimenta su dolor, ya que cada uno va a experimentarlo de una forma
diferente. Para ayudarnos a entender y poner en contexto la nueva situación
personal.
Negación
La primera reacción que mostramos tras una pérdida dolorosa es negar la realidad
de la situación. Muchos suelen pensar: «Esto no está pasando, esto no puede estar
pasando». Es una reacción normal y una manera de racionalizar las emociones
abrumadoras. Es un mecanismo de defensa que amortigua el impacto inmediato de
la pérdida. Bloqueamos las palabras y escondemos los hechos. Esta es una
respuesta temporal que nos lleva a través de la primera oleada de dolor.
Ira
A medida que los efectos de ocultación y de la negación comienzan a desgastarse,
la realidad y el dolor afloran. Pero no estamos listos. La intensa emoción de dolor se
desvía, reorientándose, y se expresa de manera contradictora en forma de ira. El
enojo puede estar dirigido a objetos inanimados, a extraños, a amigos o familiares.
La ira puede enfocarse también hacia el ser querido fallecido. Racionalmente,
sabemos que la persona no tiene la culpa. Emocionalmente, sin embargo, podemos
sentirnos resentidos con ella por causarnos tanto dolor al dejarnos. Nos sentimos
culpables por estar enfadados, y esto nos hace enfadarnos más todavía.
Pero el duelo es un proceso personal que no tiene límite de tiempo, ni una forma
«correcta» de pasarlo.
Negociación
Esta es una reacción normal a los sentimientos de impotencia y vulnerabilidad, es a
menudo una necesidad de recuperar el control. Esta puede suceder antes de la
pérdida, en caso de tener a un familiar con enfermedad terminal, o bien después de
la muerte para intentar posponer el dolor que produce el abandono. En realidad
surge la esperanza de que se puede de algún modo retrasar el dolor.
Si hubiéramos buscado atención médica antes …
Si hubiéramos tratado de ser mejor persona con él/ella …
En secreto, podemos hacer un trato con Dios o nuestro poder superior, en un intento
de posponer lo inevitable. Esta es una débil línea defensa para protegernos de una
realidad dolorosa.
Depresión
Hay dos tipos de depresión asociadas al duelo. La primera de ellas es una reacción
a las implicaciones reales relacionadas con la pérdida. La tristeza y el pesar
predominan este tipo de depresión. Nos preocupamos por los costos, por el
entierro… Nos preocupa que, a nuestro pesar, hemos pasado menos tiempo con
otras personas que dependen de nosotros. Esta fase puede aliviarse con la en
acompañamiento los demás y unas pocas palabras amables.
El segundo tipo de depresión es más sutil y, en cierto sentido, más privada. Es
nuestra preparación frente a la separación y la despedida personal de nuestro ser
querido. A veces todo lo que realmente necesitamos es un abrazo.
Aceptación
Llegar a esta etapa del duelo es un regalo que se presentará al final del proceso.
La muerte puede ser repentina e inesperada, y nos parece que jamás podremos ver
más allá de nuestra ira o negación. No es necesariamente un signo de valentía
resistir lo inevitable y negarnos la oportunidad de hacer las paces con nosotros
mismos. Esta fase se caracteriza por la retirada y la tranquilidad final. Esto no
significa que sea un período de felicidad, es más bien un período de paz, es el
momento en el que hacemos las paces con la pérdida que hemos sufrido, dándonos
la oportunidad de vivir nuevamente a pesar de la ausencia.
Los seres queridos que están enfermos o terminales, parecen pasar también por un
período final de retirada. A pesar que no siempre que son conscientes de su propia
muerte inminente, en ocasiones el deterioro físico puede ser suficiente para producir
este tipo respuesta. La dignidad mostrada en el momento de morir de nuestros
seres queridos puede ser su último regalo hacia nosotros.
Los adultos jóvenes que han concluido su educación, y han iniciado actividades
profesionales, contraído matrimonio o se han convertido en padres por lo general
están ansiosos de vivir la vida para la que se han preparado. Pero, si de manera
repentina son golpeados por una enfermedad o una lesión fatal, es probable que se
sientan sumamente frustrados. En tales casos, la frustración se convierte en ira, la
cual los hace pacientes difíciles.
Sus cuerpos les mandan señales de que nos son tan jóvenes, agiles y fuertes como
alguna vez lo fueron.
Piensan cada vez más en cuantos años les quedan y como aprovecharlos mejor. A
menudo, en especial después de la muerte de ambos padres, surge una nueva
conciencia de ser la generación mayor, la siguiente en morir.
De acuerdo con Erikson, los ancianos que resuelven la crítica alternativa final de
integridad frente a desesperanza logran la aceptación de lo que han hecho con su
vida y de su muerte inminente. Una forma de lograr esta resolución es a través de
una revisión de la vida. Las personas que sienten que sus vidas han sido
significativas y que se han ajustado a sus pérdidas están mejor preparados para
enfrentar su muerte.
Perdidas especiales
Las pérdidas especiales durante la edad adulta son: pérdida del cónyuge, un padre
y un hijo.
Sobrevivir al cónyuge.
La viudez es uno de los mayores desafíos emocionales que puede enfrentar un ser
humano. Las mujeres tienen mayor probabilidad de convertirse en viuda debido a
que viven más años, también tienden a enviudar siendo más jóvenes.
Los efectos de la viudez difieren para los hombres y las mujeres. Las mujeres
exhiben su dolor de manera más abierta, mientras que los hombres sienten que han
perdido sus amarras. Las viudas ancianas tienen mayor probabilidad que los viudos
de permanecer en contacto con los amigos de quienes reciben apoyo social. Por
otro lado, las viudas cuyo marido era el principal sostén de la familia pueden
experimentar penurias económicas y caer en la pobreza. Cuando el marido enviuda
tiene que pagar por las labores domesticas