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Territorio e Innovación
EJE 4: TERRITORIO, ROL DEL ESTADO E INSTITUCIONALIDAD
INTRODUCCIÓN
El trabajo se propone indagar el rol del Estado santiagueño en la delimitación y demarcación del
territorio, en la etapa de conformación del Estado provincial, a partir de la organización nacional luego
de sancionada la constitución en 1853, hasta las dos primeras décadas del siglo XX en que el Estado
en formación logró diseñar, con mayor aproximación, su territorio y dirimir parte de las cuestiones
fronterizas con los Estados provinciales vecinos. Las políticas territoriales fueron variando a medida
que se avanzaba sobre las tierras indígenas y según los intereses de las élites dirigentes locales y
nacionales sobre las tierras públicas. Pueblos y ciudades fueron diseñándose según las necesidades
emergentes y las demandas del ‘progreso’ marcharon impulsadas por el tendido de vías férreas.
Hacia principios del siglo XX se dibujaron, con mayor precisión, planos y mapas, que permitían
conocer más exactamente la extensión territorial de la provincia, y se aprobaron los primeros mapas
oficiales.
El Estado argentino no conformó su territorio en forma homogénea y, mucho menos, a partir de 1880,
como generalmente se sostiene. Tanto la Patagonia, como el Chaco demoraron más en integrarse
al proyecto nacional y, en esta última región, además de las provincias actuales de Chaco y
Formosa, también estaban comprendidas otras, menos estudiadas, como Salta y Santiago del Estero.
Este trabajo pretende mostrar cómo en una provincia periférica como Santiago del Estero, alejada de
los centros de decisión, al margen del proceso modernizador y sin lograr una efectiva inserción en la
economía capitalista emergente que posicionaba a la Argentina como proveedora de materias primas, la
conformación del territorio provincial se produjo más lentamente, condicionado por la lucha contra el
indio, el avance de las vías férreas hacia tierras ricas en quebrachales -necesarios para l durmientes y
postes- y la apertura de un importante mercado de tierras que impulsaba el avance del control estatal
sobre una vasta superficie al este del río Salado.
Un Estado no sólo está conformado por un conjunto de instituciones, sino que, además, es la
institución más importante en un país. En el pensamiento clásico social contemporáneo,
Durkheim sostiene que “es un órgano especial encargado de elaborar ciertas manifestaciones que
tienen valor para la comunidad” (en Hall e Inkeberry: 1993,11). Para Weber, el Estado racional surge
como asociación de dominio institucional con el monopolio del poder legítimo. Es la comunidad
humana que demanda el uso de la coacción física en un territorio (Weber, 1964,
53). De acuerdo con Hall e Ikenberry el Estado incluye tres elementos: 1º) Está constituido por un
conjunto de instituciones formalizadas por el personal del Estado y controla los medios de
violencia y coerción; 2º) Las instituciones se encuentran dentro de un territorio delimitado, al que se
denomina sociedad y 3º) El Estado tiende a crear una cultura política común para todos los
ciudadanos (Hall e Ikenberry; 1999, 10 y 11). Un Estado no se constituye de un día para otro, sino
que atraviesa un proceso constitutivo de larga duración, no coyuntural. Para Oszlak la estatidad supone
conseguir, por parte del Estado, las siguientes propiedades: 1º) Capacidad de externalizar su poder
para ser reconocido por otros Estados como entidad soberana; 2º) Capacidad de
1
Para profundizar el tema de la conformación del Estado santiagueño ver Tenti (2013) op. cit.
2
Para ello se había firmado un convenio con una compañía de capitales mixtos, en la que participaba el representante
norteamericano Tomas Page.
3
Jacques había participado de la expedición de Page.
Una de las primeras tareas de la nueva élite dirigente fue emprender la campaña contra los indios del
Chaco, con el propósito de ocupar una extensa zona de tierras fértiles a repartir entre la propia élite y
capitalistas nacionales y extranjeros, con el propósito de invertir en obras de
modernización de medios de transporte terrestres –ferrocarriles- y fluvial con la construcción de un
canal que uniera los ríos Dulce y Salado2. Paralelamente, se designó al francés Amadeo Jacques
como primer agrimensor provincial, luego de que fuera enviado por Urquiza para mensurar las tierras
de Santiago del Estero y Tucumán (Bosch: 1998, 192) 3, cargo que desempeñó entre 1856 y
1857 4.
Para los Taboada fue un imperativo político las avanzadas militares para conquistar el territorio indio.
Bonaudo y Sonzogni señalan, para el caso santafesino, diversas metodologías utilizadas frente a la
cuestión indígena: Campañas militares, integración paulatina, erradicació n de las parcialidades de
su asentamiento natural y distribución de los indios entre gente de la ciudad (2000, 14). En
Santiago del Estero se dio una combinación de las cuatro formas. En el mapa del diario de viaje que
hizo Taboada acompañado de Page, puede verse cómo hacían pie a lo largo del Salado, mientras
reprimían a los malones y afianzaban los fortines.
Los Taboada siempre fueron conscientes del carácter fronterizo del territorio, de allí su interés
permanente en asegurar las fronteras con los indios y con las provincias vecinas. En 1858 se
firmó un tratado con el gobierno de Tucumán, por el que se sometía a la decisión de árbitros
exteernos la demarcación de límites de ambas provincias. El laudo que se pronunciase, sólo
tendría fuerza cuando el Congreso nacional lo diese por aprobado5. Por entonces, había
desencuentros limítrofes con Catamarca, Tucumán y Santa Fe. En realidad no se sabía exactamente
cuál era la superficie provincial y hasta dónde se extendía su territorio.
Si bien los decretos y leyes hacían referencia a una división departamental de la época ibarrista, en
realidad dicha división no estaba delimitada con precisión. En la constitución de 1856 aparecían once
distritos electorales asentados en los principales centros poblados, sedes de curatos o parroquias,
algunos de los cuales correspondían a la organización hispánica y otros eran de formación más
reciente.
Ante los problemas que se presentaban para la administración y la percepción de la renta, Manuel
Taboada dividió la provincia en diecisiete departamentos6. Paralelamente a la creación de los
departamentos se inició la de nuevos pueblos, con la pretensión de transformarlos en cabeceras de
nuevas jurisdicciones; cada departamento estaba dividido en distritos. Como autoridades
departamentales se nombraron jueces de paz y en cada distrito un comandante de distrito para
realizar “todo lo concerniente a la administración”7.Una vez sancionada la norma, comenzaron a
designarse a miembros de la élite propietarios de tierras en las zonas de las designaciones, o a
funcionarios de segunda línea, como comisarios o comandantes, para luego ascender en cargos
políticos que respondían verticalmente al régimen, en estos cargos imprescindibles para el control del
sistema clientelar imperante.
También empezó a interesar el diseño de la ciudad; se concretaron reformas en la plaza pública, con
plantaciones de árboles, construcción de veredas y ornamentación. Años después se la cercó con
verjas de madera y se colocaron bancos de hierro y nueva caminería. También comenzó a darse
nombre y numeración a calles y casas, se abrieron nuevas calles hacia el norte y se decidió el traslado
del polvorín -situado en el centro- hacia la parte occidental, a varias cuadras de distancia, para mayor
seguridad. A ello hay que agregar las construcciones de la catedral y de la casa de gobierno, que
4
AHSE: Carpeta de Asuntos Generales, Legajo 9, Expediente 629, designación de Víctor de Sentis como
Agrimensor General de la Provincia, 20 de abril de 1858.
5
Recopilación de leyes, decretos y resoluciones (1857-1868): (1909), Buenos Aires, Peuser, 69-72.
brindaban a la ciudad una fisonomía más moderna. La acequia principal, que atravesaba la capital de
norte a sur, bordeada de quintas, fue ornamentada con una alameda y a la orilla del río Dulce se
comenzaron a construir las primeras obras de defensa, para evitar las inundaciones en épocas de
crecidas.
Con la enajenación de tierras fiscales al territorio indio se beneficiaron inversiones, de las que
participaron funcionarios y empresarios privados. Los interesados en adquirir tierras públicas
debían realizar la denuncia de los campos, que eran vendidos en subasta y adjudicados al mejor
8
postor . En realidad, quien hacía la denuncia se veía favorecido en la compra; esto permitió que gran
parte de la élite comprar tierras a muy bajo costo, en zonas de rápida valoración por los proyectos
gubernamentales de navegación del río Salado o de tendido de vías férreas. También se recurría a la
venta de tierras públicas para pago de deudas y para solventar obras públicas.
El avance sobre las fronteras hizo revalorizar los campos situados en las costas del Dulce y del
Salado. Esto favoreció no sólo el acaparamiento de tierras fiscales, sino también un importante
mercado de compra y venta de propiedades, dinamizado con los proyectos de tendidos de vías
férreas y de navegación y canalización de los ríos. Para que la especulación no retardase el
‘progreso’, el gobierno justificaba la venta a bajo precio, con la condición de poblar las nuevas tierras
y de impulsar la inmigración extranjera; ambas condiciones no se cumplieron o se dieron sólo en muy
escasa medida.
Si bien las motivaciones de Taboada jerarquizaban la defensa de los principios liberales para expandir
la propiedad privada, al mismo tiempo resaltaban su importancia como fuente de ingresos
fiscales, tanto por la venta como por los nuevos impuestos a la propiedad territorial. Para un mejor
control, se creó una Oficina de Crédito Territorial, encargada de llevar un registro para la inscripción
de títulos de propiedad, con determinación de su ubicación, extensión, linderos, etc., y el
Departamento Topográfico, al que se le asignó las funciones que antes ostentaba el agrimensor de
la provincia9. Lograr cambiar hábitos y conseguir que los propietarios registraran sus posesiones, no
fue tarea fácil. El número de propiedades presentadas para la inscripción apenas representaba,
por entonces, la tercera parte de las que se calculaba existían en la provincia.
6
Ciudad y suburbios, Banda, Matará, Copo 1º, Copo 2º, Jiménez 1º, Jiménez 2º, Río Hondo, Guasayán, Choya, Robles,
Silípica 1º, Silípica 2º, Loreto, Soconcho, Salavina y Sumampa.
7
Id. 617-625.
8
Id., Ley de 15 de febrero de 1859, 212.
9
Íd., Mensaje de Taboada citado.
del período anterior, para volcarse hacia las márgenes del río Dulce, zona que, con el tendido de
canales de riego, comenzó a convertirse en centro agrícola de la provincia. En razón del valor que
adquirían las tierras, como consecuencia de un ascendente mercado inmobiliario, en
1877 se creó el Departamento Topográfico, para el registro de inmuebles públicos y privados
(Tenti: 2013, 111). Sin embargo, luego de tres años, y en vista de su escasa efectividad en el
control de las propiedades, se lo anexó al Departamento de Irrigación, Agricultura, Canalización y
Estadística y se autorizó al gobernador a designar agrimensor, en casos necesarios. Lo interesante de
esta nueva repartición es que, por primera vez, se asignó al Estado la propiedad del agua de ríos y
arroyos y su facultad de regularla y cobrar su uso. Al frente del nuevo organismo se colocó al ex
presidente del Departamento Topográfico (op. cit. 111-112).
Ante la expansión del mercado de tierras, tanto públicas como privadas, comenzó a sentirse la escasez
de agrimensores de profesión, para la demarcación de propiedades, con el propósito de avaluarlas y
cobrar los impuestos correspondientes. Para solucionar el problema se decidió tomar examen a
idóneos que aspirasen a los cargos. Debían rendir examen oral y escrito, ante un tribunal -
integrado por el presidente del Departamento Topográfico y dos agrimensores o ingenieros-, sobre
disciplinas específicas de la profesión.
En el tendido de vías férreas Santiago del Estero salió desfavorecida por cuánto sólo la bordeaba el
ferrocarril Córdoba-Tucumán, en el límite con Catamarca. En la única estación en territorio
santiagueño, Estación Únzaga (actual Frías) se expropiaron tierras para poblar la región. Por otro lado,
ante el avance sobre las fronteras indias se intentó delimitar el territorio. El agrimensor Alejandro
Gancedo confeccionó el primer mapa oficial provincial.
posee dos condicionantes: su situación de extranjero con una visión parcializada de la realidad
provincial, y su condición de familiar del gobernador, hecho que le otorga al relato menor
credibilidad; A través de una prosa atr activa, ofrece la mirada oficial de la provincia durante la
gobernación de Rojas, síntesis de la aplicación
‘exitosa’ del modelo del progreso, en la periferia.
El dominio territorial era uno de los requisitos básicos para la consolidación del Estado
provincial. El problema del indio continuaba vigente, por el ataque de malones hacia el este y
norte del río Salado. Los gobiernos provinciales apoyaron a las tropas nacionales encargadas de la
conquista, interesados en la apropiación de territorios vírgenes para la explotación forestal y
ganadera y de nuevas zonas económicas. Si bien la conquista del Chaco terminó oficialmente en
1884 con la campaña del ministro de guerra Victorica, en realidad la lucha prosiguió hasta
entrado el siglo XX. Luego de pasar por la ciudad para reclutar soldados y aprovisionarse, antes de
emprender el viaje hacia el Chaco, marchaba el ejército al mando de un general de la nación,
acompañado de agrimensores, con el propósito de mensurar y dividir las tierras expropiadas, para
luego ser sacadas a remate10.
Tierra y trabajo eran los requisitos para la expansión económica (Cortez Conde y Gallo: 1967,
55), de allí el interés por ocupar rápidamente las nuevas tierras, imprescindibles para agregarlas a la
actividad productiva capitalista. El ensanchamiento del territorio y la extensión de las vías férreas
trajeron asociados la venta de grandes extensiones de tierras públicas, como atenuante al déficit fiscal
provincial. Corporaciones y miembros de la élite acapararon grandes extensiones, a bajos precios,
interesados en la explotación del bosque, principal fuente de ingresos. La legislación abría el
camino para apoderase de tierras públicas. El primer paso era arrendarlas y, luego, quedarse
definitivamente con ellas. El procedimiento era sencillo, conseguido el arriendo,
11
se realizaba la denuncia de los campos que eran subastados públicamente . Entre 1898 y 1903 el
gobierno provincial vendió más de cuatro millones de hectáreas, amparado en varias leyes y decretos12.
Paralelamente comenzó la explotación intensiva de los montes santiagueños, especialmente para la
extracción de quebrachos, para fabricar postes y durmientes, con destino a la construcción de vías a lo
ancho y a lo largo del país.
Al recurrir a la venta de tierras públicas como recurso fiscal, se imponía realizarlas rápidamente.
Capitalistas porteños y extranjeros comenzaron a interesarse y a adquirir grandes propiedades,
atraídos por los bajos precios de la tierra y por la posibilidad de incremento seguro de su capital, a
través de la explotación forestal. Cada vez que el Estado necesitaba dinero para realizar obras públicas
o como garantía para créditos, acudía a la venta de tierras. Esto provocó una serie de abusos,
reconocidos por los propios actores políticos, por cuanto la mayoría de las veces el dinero se gastaba,
las obras no se concretaban y tampoco se efectivizaba la población de los nuevos territorios.
Las tierras más codiciadas eran las cercanas a las vías, por la posibilidad de rápido acceso de las
nuevas producciones a los trenes de carga, para ser ubicadas en el mercado del litoral. Todo esto se
tradujo en una reactivación del mercado de tierras y en el acaparamiento de propiedades fiscales
por individuos pertenecientes a los núcleos de poder político que, compraban propiedades a precios
insignificantes y luego las revendían, ganando una importante diferencia. En julio de 1888, se creó
el Banco de la Provincia; por su ley de creación se facultó al Ejecutivo para contratar un crédito de
hasta 5.000.000 de pesos oro sellado o su equivalente en libras esterlinas o francos, autorizándolo a
hipotecar hasta 1.000 leguas cuadradas (3.800.000 has.), sin obligación de poblarlas. A partir de
entonces, comenzó un verdadero saqueo de tierras públicas: en 1895,
10
El agrimensor Rojas fue comisionado por el Ministerio del Interior para medir y amojonar un millón de hs. en el
Chaco y subdividirlas en cuatro fracciones de 250.000 has. c/u; El País, 17 de sep. y 12 de nov. de 1884, S. del E.
11
Compilación cit. (1883-1887), ley del 2 de diciembre de 1885, 118.
12
AHSDE, Recop. cit., Comp. de leyes del ACDSE, T. II al IV, leyes varias de ventas de tierras públicas.
600.000 has., en 1897, 1.800.000 y al año siguiente 2.000.000 de hs. (Ríos: 1947, 70). Rápidamente,
las extensiones privatizadas pasaron a cotizarse en el activo mercado de tierras, movilizado aún
más por el tendido de vías férreas secundarias -que se adentraban al corazón del obraje, para la tala
de bosques-, por la creación de pueblos y por el surgimiento de nuevas explotaciones agrícolas,
ganaderas, industriales y comerciales. La aplicación de leyes sobre venta de tierras fiscales facilitó el
traspaso a manos particulares de gran cantidad de hectáreas, la concentración de la propiedad en
pocas manos y la especulación por parte de miembros de la élite y sus allegados. Decretos y
expedientes de tierras, del AHSE, dan cuenta de la apropiación de grandes extensiones por parte
de los Ruiz, Rojas, de la Silva, Pinto, Borges, entre otros. Los agrimensores jugaban un papel
clave para delimitación y amojonamiento de los terrenos; los habilitados resultaban escasos frente
a la demanda de mensuras requeridas para la enajenación de tierras.
Como consecuencia de la expansión territorial y del surgimiento de asentamientos aledaños a las vías
férreas, surgió la necesidad de una nueva delimitación del territorio y de la confección de planos y
mapas. Los límites interprovinciales fueron motivo de constantes disputas entre los gobiernos de
provincias vecinas. En esta etapa se plantearon problemas limítrofes con todas las provincias aledañas
y, en ningún caso, se llegó a soluciones definitivas. Las comisiones encargadas de demarcaciones
terminaban recurriendo al arbitraje del presidente o del Congreso nacional. Sin embargo, a la hora
de sancionar las resoluciones adoptadas en ese ámbito, las legislaturas provinciales no aprobaban
siempre los acuerdos13. En el centro de las discusiones subyacía la pugna por una base territorial
propia y exclusiva, que chocaba con las aspiraciones de las provincias limítrofes y los deseos de
expansión de las élites locales.
Si bien en 1884 se habían establecido los límites con Chaco trazando una línea que partiendo de San
Miguel, al noroeste del río Salado, pasaba por Otumpa, hasta el paralelo 28; al demarcarse dicha
línea, se observó que el territorio santiagueño avanzaba sobre el chaqueño y santafesino, por ello,
se proyectó una nueva línea que continuaba hacia el norte la ya trazada con Santa Fe,
reconociendo las tierras que el gobierno santiagueño había vendido fuera de la misma 14.
Finalmente se aprobó el laudo arbitral de Carlos Pellegrini -de 1895-, tomando como base el
plano demostrativo levantado por Gancedo. Las leyes nacionales, sancionadas al efecto,
diseñaban los límites actuales, sobre territorios expropiados a los pueblos originarios, ganados en la
campaña al Chaco y otorgados por los gobiernos a particulares, siguiendo la política de venta de
tierras públicas. Por encargo del gobierno nacional, Pablo Ludwig diseñó el mapa de propiedades
rurales limítrofes de Santiago del Estero, Santa Fe y el Chaco (Tenti: 2013, 216-217).
En 1896 se iniciaron negociaciones para resolver las disputas limítrofes con Córdoba 15,
designando al Dr. Dámaso Palacio y al Agrim. Gancedo para gestionar con el gobierno cordobés un
avenimiento equitativo. Con Catamarca y Tucumán se sucedieron una serie de diferendos y
conflictos, originados por las pretensiones de las autoridades de las zonas en ejercer jurisdicción sobre
ellas16. Los primeros intentos de solución se plantearon cuando se decidió someter las cuestiones
limítrofes -con Córdoba y con Catamarca- al arbitraje de la nación. Pese a que estas cuestiones no
pudieron solucionarse en la etapa, se fue diseñando un nuevo mapa de la provincia que permitió al
Estado ejercer su dominio efectivo sobre nuevas zonas.
Ante el corrimiento de las fronteras y límites, surgió la necesidad de diseñar una nueva división
departamental, modificando la ley de 1864 que fraccionaba la provincia en 17 departamentos (Alen
Lascano: 1997, 30). Según la nueva ley, se dividió la provincia en 14 departamentos subdivididos en
secciones y distritos. A pesar de la nueva delineación, como todavía no estaban resueltas totalmente
13
ACDSE, Compilación de leyes (1883-1904).
14
Memoria del Ministerio del Interior (1901), Tomo II, Tall. Tip. de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires, 38-41.
15
Recopilación cit., ley del 19 de setiembre de 1896, 110.
16
Mensaje del gob. a la HH Cámaras Leg. (3 de mayo de 1896), Establ. Tip. La Provincia, Santiago del Estero, 5-6.
17
Compilación cit., Ley del 31 de julio de 1889, 212.
18
Id., decreto del 1 de marzo de 1888, 153.
19
Id., ley del 6 de diciembre de 1887, 320.
20
Recopilación cit., Ley del 19 de julio de 1889, 111-112.
21
Id., Resolución del 19 de octubre de 1888, 524.
22
Recop. de leyes y Código Rural de la prov. de Santiago del Estero (1919): Sgo. del Estero, Publ. Of., 347.
corrientes naturales y las aguas termales y como propiedad privada, el agua subterránea de pozos,
estanques, lagunas y aguas pluviales. La construcción de canales derivadores de agua pública debía
ser autorizada por el gobierno. Se establecían usos prioritarios
-como el abastecimiento de la población- y se regulaba el uso de canales. Para su control creaba el
Departamento de Aguas, que reemplazaba al de Irrigación. Entre sus funciones figuraba la confección
del padrón de regantes, mantenimiento de canales, etc.23. En virtud del impulso que había tomado el
mercado de tierras en la zona agrícola, surgía, paralelamente, un mercado del agua impulsado desde el
propio Estado. Por ello era importante dotar a los inspectores de un verdadero poder de policía,
reglar el ejercicio de los derechos sobre el uso del agua y planificar su aprovechamiento y
distribución equitativa (Íd., 228-229).
La repartición pública encargada del control de las aguas fue una de las que más modificaciones sufrió
en la época. En 1890, la entonces Superintendencia de Irrigación pasó a depender del Departamento
Topográfico24 ya que, a fines de efectivizar la fiscalidad, era imprescindible controlar, en forma
conjunta, tierra y agua. Sin embargo, como la mayoría de las tierras santiagueñas no contaban
con el líquido vital, terminó otorgándosele mayor relevancia al Departamento Topográfico, para la
delimitación de propiedades y tierras públicas. Ya en el siglo XX, se separó nuevamente al
Departamento General de Aguas del Departamento Topográfico; las marchas y contramarchas eran
una constante.
Ante el impulso que iba tomando el parcelamiento y las construcciones urbanas fue creado el
puesto de agrimensor municipal25. Justamente, por el auge del mercado inmobiliario, las ventas de
tierras fiscales, la necesidad de demarcación de las propiedades y el cobro de la renta respectiva, una
de las profesiones que fue cobrando gran relevancia, por entonces, fue la de agrimensor. Ante el
requerimiento permanente de estos profesionales, la provincia continuó otorgando títulos habilitantes -
previo examen- a quienes no tuvieran el título universitario. Por lo general, se trataba de individuos
extranjeros o provenientes de otras provincias -con cierta experiencia-, o de miembros de la élite con
aspiraciones a desempeñar estas profesiones. Ante la permanente demanda de agrimensores, el
Departamento Topográfico tuvo que abrir un registro de matrícula para definir la potestad
disciplinaria a quienes se los investía del título y de inscribir allí a los nuevos profesionales26.
23
Recopilación de leyes y Código Rural cit., ley del 26 de setiembre de 1887, 7.
24
Recopilación cit., ley de 6 agosto de 1890, 193.
25
Id., ley del 28 de junio de 1890, 210.
26
Id., decreto del 10 de marzo de 1888, 303.
poner fin a la confusión generada por la superposición de leyes y decretos, se dictó una nueva ley27
de división departamental de la provincia, que quedó así dividida en 26 departamentos28.
A medida que se expandía la acción del Estado por todo el territorio, fue imprescindible la creación
de nuevos pueblos, para poblarlo efectivamente y darle entidad jurídica. Si bien se habían
establecido delineaciones y organizaciones modelos para las nuevas poblaciones, a medida que
se avanzaba en la fundación de centros urbanos, surgió la necesidad de reglamentar su diseño. Para
ello, fue sancionada una ley específica que establecía la forma de trazado y delineación –a cargo de un
agrimensor matriculado-, previamente aprobada por la Dirección de Geodesia y Tierras. El terreno
debía ser dividido en manzanas de una hectárea, subdivididas en ocho lotes iguales, separadas por
calles de veinte metros de ancho. En el centro se diseñaba la plaza de una hectárea, rodeada por los
edificios públicos y circundando, el pueblo todo, por una avenida de 30 metros de ancho. Para quintas
y chacras se asignaba una superficie de dos y cuatro hectáreas, respectivamente29.
El mayor proceso de urbanización se dio en la ciudad de Santiago del Estero, alentado por el
desarrollo económico sustentado alrededor de la Capital y por el papel que iba tomando la gestión
estatal con sus órganos burocráticos de gestión, sus entidades bancarias, la expansión
inmobiliaria urbana y las mejoras edilicias y de servicios. La avenida Belgrano era la arteria principal
de circulación de sur a norte y hacia el oeste, en dirección al nuevo cementerio público, se abría paso
la hoy denominada avenida Libertad (Íd. 292).
El agrimensor Reid había diseñado el segundo mapa oficial de la provincia, después del de Gancedo.
Sin embargo, y ante los nuevos límites fijados con Chaco y Santa Fe, surgió nuevamente la
necesidad de actualizar el diseño cartográfico. El agrimensor David fue comisionado para delinear el
territorio provincial y por ello confeccionó un nuevo mapa, aprobado por ley en 190630,
declarado oficial. A pesar de la aprobación del mapa, seguían sin resolver las cuestiones limítrofes
pendientes con todas las provincias vecinas. El diseño de la cartografía provincial iba de la mano del
supuesto de que la autoridad territorial era básica para la consolidación del Estado moderno. Según
Hobsbawn, la identidad primaria es el Estado territorial; el Estado es una institución que
reclama derechos sobre todos los habitantes que habitan en una porción determinada del mapa
(1994, 149), de allí la importancia del trazado y delimitación de territorio.
La venta indiscriminada de tierras públicas continuó en aumento en las primeras décadas del siglo
XX. Desde 1883, se habían vendido 2.800 leguas de tierras fiscales, que representaban la séptima
parte y un tercio del territorio provincial 31. La creación del Banco de la Provincia trajo, como
consecuencia, una de las más grandes apropiaciones de tierras públicas. Entre 1896 y 1904, con esta
finalidad, se vendieron 3.800.000 Has.32. Con esas ventas el gobierno iba respondiendo a distintos
préstamos pero, a la vez, aumentaba su deuda que, nuevamente, era saldada con tierras. El sistema
implementado para la enajenación de tierras fomentaba la conformación de latifundios y la
concentración de la propiedad en pocas manos. Una vez adquiridas las posesiones, pronto ingresaban
los ramales que la empresa del FCCC construía en el interior de los bosques, para servicio de la
empresa constructora, que extraía la madera para durmientes, postes y leña. Poco a poco, la ocupación
productiva de nuevas tierras se fue convirtiendo en factor de devastación.
27
Boletín Oficial (1911), Santiago del Estero, Ley Nº 353 566-596.
28
Uno menos que en la actualidad: Capital, Aguirre, Atamisui, Avellandea, Banda, Belgrano, Copo, choya,
Figueroa, Guasayán, Jiménez, Loreto, Matará, Mitre, Moreno, Pellegrini, Ojo de Agua, Quebrachos, Río Hondo,
robles, Rivadavia, San Martín, Salavina, Sarmiento, Silípica, 28 de Marzo.
29
ACDSE, Recopilación de leyes, T. V. Ley Nº 476 del 4 de diciembre de 1913, 471-472.
30
Boletín Oficial de la provincia de Santiago del Estero (1906): Ley Nº 72 del 12 de julio de 1906, p. 63.
31
El Liberal, 3 de febrero de 1903, Santiago del Estero.
32
Id., 5 de julio de 1904.
Una verdadera usurpación de tierras públicas se produjo, como consecuencia del proyecto de creación
de un nuevo banco. En 1913 la Cámara de Diputados autorizó al Ejecutivo a contratar un empréstito
de cinco millones de pesos oro destinado a la ejecución de obras de irrigación, la fundación de un
Banco de Préstamos comercial, industrial y agrícola, pavimentación de la ciudad Capital, construcción
de un edificio municipal, de una penitenciaría, etc., todo, con garantía de un millón de hectáreas de
tierras fiscales en el departamento Copo y Mariano Moreno 33.
Con la activación del mercado de tierras se organizó el Registro General de la Propiedad. Si bien era
una repartición pequeña, poco a poco fue adquiriendo mayor importancia, ante la necesidad de
recaudación del impuesto inmobiliario. El Departamento Topográfico se ocupaba de las obras públicas
efectuadas por cuenta de la provincia, realización de planos, además de actuar como tribunal de
mensura. Si bien en un principio tuvo problemas en atender todos los trabajos asignados, por la
escasez de técnicos, gradualmente fue paliando las dificultades, con la incorporación de
personal especializado.
Ante el incremento del mercado inmobiliario se creó la oficina de Catastro 34, encargada de catastrar las
propiedades raíces de toda la provincia y de su valuación a los efectos del cobro del impuesto de
contribución directa. En mérito a su función, el Departamento Topográfico y la oficina del Registro de
la Propiedad debían remitirle todos los antecedentes relativos a los inmuebles a la Dirección de
Rentas. La Dirección de Catastro se encargaba de las valuaciones de las propiedades catastradas,
consignaba sus antecedentes, las inspeccionaba y centralizaba la información de diversas
reparticiones, como Departamento Topográfico, Registro de la Propiedad, Oficina de Hipotecas
y juzgados civiles, en lo referente a modificaciones de derechos sobre inmuebles y sus antecedentes.
Sin embargo, las nuevas oficinas no alcanzaron los resultados tal cual se esperaba, por ello, hacia el
final de la etapa, las funciones atribuidas al Departamento Topográfico, fue ejercidas por la nueva
Dirección de Geodesia y Tierras35, encargada de levantar el plano catastral de ciudades y pueblos,
intervenir en la delineación y trazado de nuevos pueblos y colonias, instruir a los agrimensores para
las operaciones geodésicas, archivar las memorias y planos, llevar registro de bienes territoriales e
inmuebles, hacer planos de caminos, llevar libro de matrícula de agrimensores, etc. A partir de
entonces, comenzó a realizarse con mayor rigurosidad el catastro provincial, en particular por
requerimiento del ministerio de Hacienda y de la Dirección de Rentas. Se dispuso la
obligatoriedad de llevarlo a cabo cada tres años, con el fin de actualizar el impuesto territorial; para
ello se confeccionaban boletines informativos de cada inmueble y se realizaba la valuación36.
CONCLUSIONES
El territorio es considerado relevante a los efectos de la construcción simbólica de la provincia. El
conocimiento del territorio fue un saber asociado a la capacidad de dominio patrimonial de un Estado
en formación, como el de Santiago del Estero. La búsqueda de formas de representación territorial
tenía como fin último operacionalizar el ejercicio de las funciones y competencias del Estado, en un
territorio delimitado. Las campañas de exploración y conquista no sólo estaban dirigidas a la
expansión territorial, sino también al reconocimiento y afianzamiento del propio territorio estatal.
33
Boletín Oficial de Santiago del Estero (1913): Ley Nº 430 del 7 de julio de 1913, 438. Las tierras fueron vendidas pero las
obras no se ejecutaron.
34
AGSE, Boletín Oficial de Santiago del Estero (1906): Ley del 12 de junio de 1906, 113-115 v.
35
ACDSE, V. 5, Ley Nº 251 del 11 de julio de 1910, de creación de la oficina de Geodesia y Tierras, 244-247.
36
Boletín Oficial de Santiago del Estero (1913): Decreto Nº 297 del 13 de febrero de 1913, p. 149-153.
FUENTES
- ACDSE, Compilación de leyes T. II al V (1875-1913), Santiago del Estero.
- AGSE, Boletín Oficial de la provincia de Santiago del Estero (1906), Santiago del Estero.
- AHSE (1869): Carpeta de leyes y decretos, Santiago del Estero.
- AHSE: (1868-1870), Carpeta de Asuntos Generales, Santiago del Estero.
- AMHSE: El País (1884-1886): Varios, Santiago del Estero.
- Boletín Oficial de la provincia de Santiago del Estero (1908-1915), Santiago del Estero.
- El Liberal (1900-1916) Números varios, Santiago del Estero.
- Ludwig, Pablo (1911): Mapa limítrofe de las propiedades rurales de Santiago del Estero, Santa
Fe y del Chaco, comprendida la región de Campo del Cielo,
[s.d.e.].
- Memoria del Ministerio del Interior (1901), Tomo II, Tall. Tip. de la Penitenciaría Nacional,
Buenos Aires.
- Mensaje del gobernador de la provincia a la HH Cámaras Legislativas al abrir sus sesiones
ordinarias (3 de mayo de 1896), Santiago del Estero, Establ. Tip. La Provincia.
- Mensaje del gobernador de la provincia Adolfo Ruiz ante las HH Cámaras Legislativas (1896): 3
de mayo de 1896, Santiago del Estero, Tall. Gráfico
Rivas.
- Mensaje del gobernador Manuel Taboada a la Honorable Legislatura provincial, 1 de octubre de
1869, Santiago del
Estero.
- Recopilación de leyes y Código Rural de la provincia de Santiago del Estero (1919): Santiago
del Estero, Publ. Of.
- Recopilación de leyes, decretos y resoluciones correspondientes a los años 1857 -1868 (1909);
Buenos Aires,
Peuser.
BIBLIOGRAFÍA