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La Economia y la Arquitectura

Costanera Center

La ciudad se encuentra conformada por diversos agentes, es un reflejo de las personas


que la conforman, con sus intereses y motivos. La ciudad de Santiago conformada por x de
habitantes se ha configurado a través de la constitución del 70 luego de la dictadura y
perpetuada por los siguientes mandatarios hasta el dia de hoy, con una política urbana
que establece el suelo urbano como un bien infinito, una lógica en la que la rentabilidad
económica esta por sobre otros intereses y por sobre los ciudadanos.
Esto se refleja en políticas urbanas como la extensión de los limites urbanos,

la política urbana decretada en la dictadura de que el suelo no es un recurso escaso, se


establece esta idea de que el suelo urbano es un bien infinito y esa lógica todavía esta y lo
vemos en la extensión de los limites urbanos, a través de ciertos instrumentos que han
surgido a través del tiempo, como las zonas de desarrollo urbano condicionado, las áreas
de extensión urbana. Instrumentos de la planificación territorial que reflejan esa lógica y
que no son amigables con el cambio climático.
El cambio climático exige Pensar la ciudad y el uso del espacio desde otra perspectiva que
no es de la comoditacion y de la rentabilidad económica y mientras no podamos separar la
planificación y la toma de decisiones publicas de las ingerencias de los agentes
económicos no podremos enfrentar el cambio climático. La oguc, se hace con consulta de
los gremios afectados, también deberían estar un monton de otras personas en la
modificación de la oguc.

La reciente apertura de Costanera Center ha encendido el debate respecto


a la débil capacidad de previsión de los conflictos de nuestra planificación
urbana, concentrando la discusión casi exclusivamente en los impactos
viales que producirá el proyecto.

ha traído luz sobre las fricciones que el desarrollo urbano en densidad


puede generar si no se toman las precauciones necesarias para organizar
un aumento explosivo de la presión sobre el espacio público.

su cono ha ensombrecido el devenir de una de las principales arterias


comerciales de la ciudad, Av. Providencia. Poco se ha debatido respecto al
impacto funcional que este megaproyecto comercial generará en la
actividad de esta importante arteria, con excepción de los lúgubres
augurios de los locatarios[1][2][3]. Evidentemente, este nuevo escenario
representa un serio desafío a la planificación local del sector, de modo de
evitar su muerte. Sin embargo, es en su inherente condición de barrio
comercial donde reside la clave que le permitirá defenderse de la sombra
del coloso. Porque por mucha demanda y atención que un centro comercial
genere, éstos nunca alcanzarán el atractivo que tiene el recorrer un espacio
público activo y vibrante, lo que se constituye en la principal fortaleza de
Providencia. Ya lo demuestra el vuelco hacia el exterior que están viviendo
los principales malls de la ciudad: el comprar y el pasear van de la mano, y
nada acompaña mejor la experiencia como hacerlo al aire libre.

La planificación urbana en Chile actualmente no existe, particularmente


para las áreas metropolitanas, ya que desde el punto de vista de la
gobernabilidad las ciudades estas tienen una institucionalidad que está
atomizada, la planificación normativa e indicativa (o estratégica si la hay)
no dialogan y carecen de mirada prospectiva, y además porque la capacidad
de gestión urbana está supeditada esencialmente al poder económico sobre
los territorios.  Por lo tanto, el desafío es reponer en la agenda pública la
importancia de la planificación urbana como instrumento prioritario para
orientar y articular las acciones públicas y privadas sobre los centros
urbanos, con el objeto de corregir importantes desequilibrios en materia de
integración social, competitividad económica, sostenibilidad ambiental,
preservación del patrimonio cultural y generar una mayor capacidad de
gobierno local y metropolitano. Para tales propósitos, se debe conjugar un
mayor nivel de descentralización política y administrativa desde el nivel
central con una distribución de competencias y atribuciones adecuadas a
escala local y regional (si no hay gobierno metropolitano) a nivel de la
DIPLADE, para que proyectos como el Costanera Center no se evalúen sólo
desde el cumplimiento de la legislación vigente por un municipio, sino
también desde el punto de vista de sus impactos socioterritoriales y su
compatibilidad con la visión prospectiva de ciudad que debe sostenerse en
una política urbana hoy ausente.

Es ya una potente evidencia instalada en una de las zonas más valoradas o


con más valor de la ciudad. Su considerable extensión, altura y forma
peculiar ha modificado el paisaje urbano, o como se ha señalado en los
medios, la cara de la ciudad. 
Sólo su concreción real ha hecho posible la constatación del impacto: visión
dominante desde todos los puntos de una ciudad fragmentada; centro de
atracción de una población heterogénea proveniente de comunas cercanas
y lejanas; disminución considerable del comercio aledaño; ruina de
numerosas pymes.
Durante años se habló del impacto vial proponiéndose soluciones,
especialmente en relación a ingreso y egreso de automóviles al sector
afectado. Se eludieron las otras consecuencias. Todo se centró en
posibilitar el éxito del mega proyecto levantado en uno de los subcentros
principales de la ciudad, dominándolo todo, visual y comercialmente, como
una metáfora del poder económico – financiero de quienes lo hicieron
posible. Metáfora política del poder que todos contemplamos admirados o
indignados, pero que está por encima de nosotros sin que podamos hacerlo
desaparecer.

Uno de los desafíos de la planificación urbana en Chile es superar la


excesiva preeminencia que tienen los gobiernos municipales en los
procesos de toma de decisión que tienen un alcance metropolitano. Las
transformaciones territoriales que se generan por el desarrollo de grandes
proyectos urbanos como el Costanera Center deben ser evaluadas a partir
de su complejidad, tomando en cuenta y previendo las sinergias que se
pueden generar entre los efectos de un conjunto de fenómenos que hoy
acontecen en las ciudades. El tema del colapso vial, no menor, es solo uno
de los problemas que representa este proyecto, que por cierto no solo
afecta a la comuna de Providencia, sino que también, al menos, a las
comunas de Vitacura y Las Condes. Sin embargo, hay una serie de aspectos
desconocidos o invisibilizados y, por tanto, no evaluados en los procesos
formales, que sin duda transcienden el ámbito comunal y que nos enfrentan
a la necesidad pensar la ciudad y el área metropolitana en su conjunto.

La planificación es el gran ausente de esta nueva realidad urbana, donde la


iniciativa y el emprendimiento privado han jugado todas las cartas a su
riesgo y a su propio favor. Los actores públicos sólo facilitaron y dilataron
condiciones para satisfacer todas las demandas del primero. Los actores
ciudadanos acompañaron el proceso reaccionando en proporción directa a
la medida que éste mutaba de proyecto a realidad material. Los expertos
urbanos proponían ideas complementarias que alimentaban eventualmente
sus propios intereses, técnicos y monetarios, a la manera de los privados.

Todo ello es la más pura práctica de construcción de la ciudad por el


mercado, o dicho de otro modo, es la ausencia absoluta de una planificación
dinámica y articuladora entre intereses privados, públicos, profesionales y
ciudadanos, que trabaja tras el logro común y colectivo de la mejor ciudad.

La ciudad se construye de infinitas maneras y por infinitas formas, la ciudad


del Costanera Center trae a Santiago una nueva escala urbana con
dimensión de mall de autopistas en un nudo vial clave, tal vez la
articulación metropolitana más importante generada la última década en la
ciudad capital

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