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“Al ponerse la máscara delante

del rostro, el bailarín no


pretende disfrazarse, ni
embellecerse, ni afirmarse, sino
atrincherarse detrás de una
imagen lo suficientemente simple
y conforme a las órdenes del
mito para que pueda convertirse
en la trampa y en el espejo del
Dios”

(J. Laude).
Entre el siglo VII y X de
nuestra era se conformó
el extenso cacicazgo
Caquetío que abarcó
desde Falcón; Lara,
Zulia, Yaracuy y Trujillo,
hasta las islas de
Curazao, Bonaire, Aruba
y posteriormente,
Cojedes, Portuguesa y
parte de los Llanos de
Apure.

Los cacicazgos
constituyeron el modo
de vida y la forma de
organización social de
los pueblos que se
asentaron en los Valles
de Carora y Quíbor. Este
modo de vida se
caracterizo por que
varias comunidades se
subordinan a un señor
principal o cacique,
esto incluyo el pago de
tributos y las diferencias
de rangos.
Las máscaras encontradas en contextos
funerarios del Valle de Quíbor son
representaciones “figurativas” del rostro
humano. Se trata de formas vigorosamente
modeladas sobre superficies planas o
ligeramente cóncavas de arcilla. En
algunos casos, tienden a la reproducción
de un tipo físico de cara redonda, pómulos
pronunciados (incisos con puntos), ojos
pequeños obturados y surcados por cejas
espesas y prominentes, una nariz curva que
arranca de la frente, labios gruesos –que
dejan ver cierta gestualidad a causa de la
lengua que se asoma- o labios que se
fruncen. Ellas parecen presentar arrugas a
partir de incisiones que corren paralelas a
las aletas nasales y terminan en la comisura
de los labios. Las orejas, pequeñas e incisas,
aparecen simétricamente colocadas,
mientras que restos de pintura decorativa
con diseños geométricos, surcan las
mejillas.
La máscara como “rostro
cultural”, designa
cánones estéticos. Esta
representación puede
estar fundamentada en
motivaciones de muy
diversa índole:
económica (participa en
las ceremonias
propiciatorias de la
fertilidad de las cosechas,
la aparición de las lluvias,
etc.) sociales (ayuda a
precisar la situación social
de los individuos,
designando diferencias
de edad, ocupación,
estatus, etc.), políticas
(reafirma el dominio de
chamanes y caciques);
en fin, la máscara es una
fuente de intercambio
simbólico; ella participa
tanto del mundo del
cementerio como de la
fiesta.
Por figurativa que sea su apariencia, De manera tal, que sea tridimensional
como ocurre con las encontradas en (modelado) o bidimensional (pintura
los cementerios del Valle de Quíbor, sobre la piel), el origen de la máscara
ellas son una representación, una parece inscribirse en la misma fuente
imitación de la realidad, que sustituye de las “técnicas” que tienen por
simbólicamente una presencia. Su materia prima el cuerpo; la pintura
condición de instrumento mediador facial, la cosmética de las
de un mundo imaginario vivido como deformaciones, las escarificaciones y
real, le confiere –aunque sólo sea por los tatuajes y pueden considerarse
su estructura formal- un aspecto por tal razón como su equivalente, al
fantástico que las hace diferir de la igual que todas aquellas técnicas que
estatutaria, las figurinas u otros bultos producen una “transmutación” que
icónicos tridimensionales. Sus inmoviliza la gestualidad o la traslada
propiedades estéticas le son dadas, a otro ser. La consecuencia de esa
tanto por sus cualidades formales, transformación convierte al “yo” en el
como por la capacidad de suscitar “otro”, y a partir de ello, se alcanza
determinadas actitudes, gracias al una supra realidad que es tan
papel que desempeñan en el sistema “verdadera” como la
concreto de relaciones sociales. metamorfoseada.
Las máscaras han sido utilizadas en los más Las máscaras de Quíbor parecieran
variados acontecimientos, estando proyectar una imagen en la materia, así la
asociadas al sistema de creencias, a las arcilla adquiere rostro humano. Esta
ceremonias funerarias, usadas en ritos de antropomorfización de la materia, se
iniciación, en danzas rituales de fertilidad, fetichiza y magnifica con la muerte, se
etc. Ellas activan, de manera particular, convierte en alma, espectro, aparición. La
mecanismos que confieren un rostro a los imagen material del “doble” puede
héroes culturales, convirtiendo la danza encontrar en las máscaras el receptáculo
enmascarada en una “puesta en escena que controla, canaliza y aprisiona la
ritual” que permite al chamán, por medio energía vital que la muerte ha liberado,
de narraciones míticas y cantos, figurar evitando la enrancia de las almas.
estadios de la creación del universo. Las
máscaras, al propiciar fenómenos de
posesión, son el vínculo a través del cual es
posible ser habitado por un animal, planta o
ser sobrenatural; manejar una fuerza que se
coloca por encima de su propio cuerpo y
que lo comunica y solidariza con el orden
universal; en esa participación hay una
prolongación de la vida a través de la
muerte.
Si se ignora cómo manejar esta fuerza En síntesis, tenemos que la máscara –
vital, puede tornarse nociva. Fuera de al servicio de múltiples actividades de
control, altera e inquieta el orden la vida social, como “rostro cultural”,
cotidiano de la vida, mientras que, designa cánones estéticos, normas
debidamente canalizada, puede ser ornamentales que pueden estar
utilizada en distintas funciones de fundamentados en motivaciones de
control político y social. La etnografía muy diversa índole: económica
ha referido cómo la máscara, ha sido (participa en las ceremonias
utilizada como instrumento de propiciatorias de la fertilidad de las
intercambio simbólico entre los cosechas, la aparición de las lluvias,
pueblos indígenas actuales; este etc.), sociales (ayuda a precisar la
poder de mediación entre lo situación social de los individuos,
cotidiano y lo sobrenatural, debió designando diferencias de edad,
poner en función condiciones ocupación, estatus, etc.), políticas
ideológicas, políticas, mágico- (reafirma el dominio de chamanes y
religiosas y estéticas, que garantizaron caciques); en fin, la máscara es una
la permanencia de mecanismos que fuente de intercambio simbólico.
reprodujeron, legitimaron y
sacralizaron, el poder de los rangos
en los cacicazgos.
El warime, es el rito mayor de los
wotjüja. Su comprensión en el
contexto sociocultural implica,
además del dominio de la lengua, el
conocimiento de su complejo mundo
sagrado.

Este ciclo ceremonial reitera la


creación del mundo e involucra a
todos los miembros de un “territorio”.
Procura toda forma de fertilidad, este
conmemora el momento en el cual
los báquiros, sus ancestros, son
atraídos desde los territorios sagrados
hasta las regiones donde habitan los
wotjüja
La celebración del warime se inicia
con la recolección de los materiales
necesarios para la fabricación de los
instrumentos sagrados: bambú, caña,
bejucos, hojas de palma, cera de
abejas. Las máscaras y los
instrumentos sonoros son guardados
con celo en una casa construida
especialmente para tal fin.
Las máscaras utilizadas en la danza
son diversas. Una corresponde a la
fisonomía del báquiro Ime, adornada
con un penacho de plumas de
guacamaya y tucán. Otras poseen la
forma del mono blanco, representan
a Re’yo, el espíritu de la abeja.
La estructura interior de las Los instrumentos sonoros del
máscaras está constituida por warime son sagrados , algunos
una cesta o armazón hecha con imitan las voces de los animales
bejuco mamure recubierta con ancestrales . Tal es el caso de la
una corteza de árbol llamada flauta longitudinal o cuwo, que
marima, a la que se le aplica una reproduce el grito de los monos
resina negra conocida como araguatos. La wora, formada por
peramán. Sobre ésta se dibujan dos tubos vegetales colocados
en blanco y rojo los diseños dentro de una vasija de barro
geométricos. Los danzantes se cuyo sonido se identifica con el
cubren la cabeza con la rugido del jaguar. El da’a símbolo
máscara. El cuerpo se viste con de la culebra de agua, dos
dos faldellines de flecos hechos flautas que se ejecutan de
con hojas de palma. En las manera alterna. El dzabo, flauta
manos portan una maraca tejida de caña cuyo sonido semeja el
con fibras vegetales, salvo Re’yo, grito del tucán o piapoco,
quien usa un bastón con el que ancestro de los colores
acompaña el paso de la danza.
Warime Warime
Warime Warime
Máscara educativa
yekuana, realizada en
madera tallada y
simulación de dientes
hechos con laminas
de concha .
Con la invasión europea y posterior La asistencia a los servicios religiosos
dominación colonial se impuso dominicales, el conocimiento de la
también esa cultura, tal es el caso de doctrina cristiana y oraciones; así
la tradición de los Diablos Danzantes como su participación en las
como muchas otra, inspiradas en el celebraciones devocionales públicas
calendario de festividades religiosas fueron obligatorias y se realizadas
católicas, las cuales según disposición bajo la mirada atenta de
de las Leyes Indias fueron colonizadores, misioneros y amos de
reglamentadas por curas doctrineros los esclavos, principalmente en el
ocupados en efectuar misas, centro del país, en donde desde la
procesiones, altares, ejecución de colonia se asentó el enclave
instrumentos musicales para la económico cacaotero y azucarero,
conmemoración del Corpus Christi, el principales rubros de la economía
cual se celebró por primera vez en la colonial.
Ciudad de Coro en el año 1582. Fiesta
a la que se incorporaron de manera
obligatoria indígenas, esclavos
africanos y sus descendientes quienes
constituyeron hermandades y
cofradías afirmando nexos originarios
de solidaridad.
Los danzantes enmascarados en la
figura del diablo son devotos del
Santísimo, ellos expresan la sumisión
ante el supremo emblema del
cristianismo y son expresión de la
eterna lucha entre el bien y el mal, al
que sucumben. La máscara del
diablo representada en la alegoría
de personajes o animales fantásticos
de expresiones burlescas, ostentan
cuernos y colmillos y utilizan el símbolo
de la cruz, rosarios, escapularios,
para proteger a los danzantes.
Las máscaras son confeccionadas
con técnica de capas superpuestas
de papel engomado sobre un molde
de madera o de barro, al que se le
adosan orejas, cuernos y dientes, al
final se pintan con colores vistosos. Las
máscaras de San Francisco de Yare
generalmente presentan cuernos,
cuyo número varía según la jerarquía
de los danzantes: la del primer
capataz, posee cuatro cuernos; la del
segundo capataz, tres y las de los
demás diablos llevan dos. Hace unos
cincuenta años, casi todas las
máscaras simbolizaban la "cara de
cochino". En la actualidad
predominan las de cabeza de vaca o
de toro y las inspiradas en dragones y
otros seres mitológicos.
Fuera del contexto religioso de los
Diablos del Corpus Christi , el
personaje del diablo aparece
como figura central en los
carnavales de El Callao, estos se
distinguen por su atuendo rojo y
negro y sus elaboradas mascaras,
en algunos casos de grandes
proporciones, hechas con
múltiples cachos rectos y
puntiagudos. Ellos portan un largo
tridente de madera y un látigo,
hecho con una tira de cuero que
al ser agitada contra el piso
emite un sonido característico, el
cual emula el poder del
mandador de los diablos para
amedrentar a cualquiera que se
interfiera por el camino del
danzante.
El día de Corpus Christi se inicia en San Rafael de
Orituco, estado Guárico, con la llegada de los
promeseros, que efectúan el primer toque frente
a la iglesia, al igual que en los años de la colonia
amos y caporales de los esclavos negros
concedían la autorización para realizar la
ceremonia, ahora solicitan en la jefatura, luego
van de casa en casa bailando hasta entrada la
noche.

Mientras se baila frente a una casa el diablo


mayor o capataz , saca un pañuelo y lo entrega a
uno de los miembros de la familia visitada , este lo
devuelve con algún donativo , el cual se reparte
entre los promeseros para comprar las velas del
Santísimo.

A diferencia de los Diablos de Aragua, Miranda,


Cojedes, Vargas y Carabobo, esta ceremonia
incluye a las diablas que al igual, bailan al compás
del cuatro y la tambora. Los promeseros van
trajeados con una vestimenta rojinegra,
protegidos por cruces blancas. Las máscaras que
cubren solamente la cara son hechas con el fruto
del taparo, a las que dan formas de animales del
llano, utilizan un característico paño rojo sobre la
cabeza
Es difícil precisar la fecha exacta de
la conformación del primer grupo de
Diablos danzantes del Corpus Christi
en Tinaquillo en el estado Cojedes,
pues no existen testimonios escritos
que certifiquen sus orígenes.
Por la similitud en la Vestimenta, y el
parecido en sus máscaras, es posible
que estuvieran relacionados en sus
inicios con los Diablos de Guacara
cuya memoria data desde hace
unos 200 años, siendo hacia 1920
cuando esta manifestación cultural
adquiere mayor fuerza identitaria. Las
vistosas máscaras de esta tradición
son confeccionadas en tela metálica
pintadas las facciones con colores
brillantes

Los Locos de la Vela, forman
parte una tradición popular que
se celebra en la Vela de Coro,
Estado Falcón, el 28 de diciembre
y que conmemora el día del
santoral católico de los Santos
Inocentes. Festividad que se
remonta a los tiempos coloniales
y que constituía una suerte de
licencia dada a los esclavos por
parte de sus amos negreros. La
aparición de "La Mojiganga",
personaje enmascarado y
considerado el espíritu de la
tradición inaugura una fiesta, de
juegos, de rizas, bailes y bromas
 Fotos y textos: Lelia Delgado
 Leliadelgado07@gmail.com
 Lelia_delgado@hotmail.com
 Blog: Huellas de lo Sagrado
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