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ALGUNOS CONCEPTOS COMPLEMENTARIOS - P MARTY

Catedra: Psicopatología Infanto juvenil


Titular: Prof. Lic. Leandro M. Sánchez

La obra de Pierre Marty se extiende a lo largo de cuarenta y cinco años y a través de un


centenar de trabajos. Se inscribe en una aventura científica que ha marcado profundamente a la
Sociedad Psicoanalítica de París, en la segunda mitad del siglo XX, con la creación y el desarrollo
de un nuevo campo teórico-clínico, la psicosomática. En cuanto a su obra escrita, se impone una
aclaración: en la primera mitad de su elaboración, hasta casi la década de 1970, gran parte de
sus trabajos fueron realizados conjuntamente con otros miembros de la Escuela de París: Michel
Fain, Michel de M'Uzan y Christian David, en particular.

Es útil mencionar algunos de los hechos más significativos que han marcado sus últimos años:

+ En 1972, la creación del Instituto de Psicosomática, con sus compañeros de ruta en


esos momentos; Michel Fain, Michel de M'Uzan y Christian David.

+ Luego, en 1978, la inauguración del Hospital de Psicosomática, de la Poterne des


Peupliers, llamado hoy Hospital Pierre Marty;

+ La elaboración de una clasificación psicosomática, que significa la puesta en forma de la


nosografía económica y cuyo fin es servir de instrumento para trabajos de investigación
específica en el campo de la psicosomática.

+ La elaboración de una práctica de los tratamientos psicoterapéuticos de pacientes


somáticos, que representa el resultado de toda la construcción teórico-clínica.

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La investigación y estudio de P. Marty sobre las enfermedades psicosomáticas conducirá


a la definición de un nuevo modelo, en el cual los dos parámetros fundamentales paralelos son:

 El borramiento del trabajo mental sostenido, por una desaparición de la libido, y

 la puesta en marcha de la regresión hacia un dinamismo de las funciones somáticas.

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El siguiente texto es una selección de algunos fragmentos de la conferencia que en el año 1991
presidio P. Marty en Argentina

Conferencia presentada en el Primer Symposium Argentino-Francés de Medicina


Psicosomática, Academia Nacional de Medicina, Buenos Aires (Argentina), julio de 1991.
P. Marty

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Los movimientos de nuestra vida parecen estar dominados por dos conjuntos de
principios.

 El primer conjunto está constituido por el principio de las organizaciones funcionales que
se efectúan durante el desarrollo individual. Este principio se completa con el principio
de las desorganizaciones funcionales que, tarde o temprano, nos conduce a la muerte.

 El segundo conjunto está constituido, a su vez, por los principios de las fijaciones y las
regresiones. Las fijaciones otorgan valores privilegiados a ciertos sistemas funcionales
establecidos durante el desarrollo del sujeto. Las regresiones consisten en el retorno
posterior y tardío a los sistemas funcionales primeramente fijados cuando se producen
movimientos de desorganizaciones limitados. En efecto, gracias al privilegio de las
fijaciones, las desorganizaciones se apoyan en las regresiones que permiten así una
reorganización vital en los sujetos involucrados.

1. Organizaciones y desorganizaciones

1.1. Organizaciones

Siempre se trata de una organización individual, es decir de una organización cuyos


elementos son más o menos diferentes de un sujeto a otro.
Sin embargo, vamos a considerar los grandes lineamientos comunes de esta organización
psicosomática.
La organización individual se realiza según cierto programa general que obedece, a la vez,
a la evolución de la especie humana y a los factores étnicos implicados en ella. Esto se realiza
también según un programa particular, con sus huellas hereditarias y genéticas. Depende,
además, de las condiciones de vida intrauterina y, después del nacimiento, de los primeros
contactos, en primer lugar, con la madre y luego con otros personajes del entorno. También se
deben tener presentes las condiciones materiales de la existencia.

- Primero fue la evolución de las especies que llevó a la organización de los mamíferos y,
después, de los hombres. Esto no es remontarse demasiado lejos ya que, en la evolución
individual, por ejemplo, se encuentran problemas en el enderezamiento del cuerpo en
relación a la motricidad del lactante, y en la patología del adulto se encuentran también
zonas de debilidad de la motricidad axial que dan lugar a raquialgias.
- Luego siguió la filogénesis que abarca los múltiples factores de orden hereditario que
debemos tener en cuenta muchas veces.
- Por último, se produjo la ontogénesis, la cual nos interesa especialmente con las
particularidades individuales que ésta aporta:

1) En la vida intrauterina en diferentes niveles de la sensorio-motricidad y quizás a nivel de la


alergia.

2) Al nacer, la sensorio-motricidad cobra todo su relieve, con la piel que se descubre, con la
respiración que comienza.

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3) Durante la temprana infancia, cuando se desarrollan las funciones que aseguran la


relación con el mundo externo, particularmente con la madre.

Para no perdemos en la multiplicidad de estas funciones, tengo que dedicar algunas palabras al
desarrollo del sistema Pcs. durante la temprana infancia, por varias razones:

* porque la organización del Pcs. se apoya, se apuntala, sobre funciones somáticas,


* porque el Pcs. constituye el engranaje esencial del pensamiento.
* porque el rol del Pcs. se presenta como importante para nosotros, al punto que a
menudo lo califico de “placa giratoria de la economía psicosomática”.

Sabemos que el Pcs. es una parte del aparato mental delimitado por Freud (1923) y que es la sede de las
representaciones. reviviscencias de percepciones anteriores, la mayor parte de las veces relacionadas con
afectos.
Sabemos igualmente que en psicoanálisis se distingue representación-cosa de representación-palabra, que,
teóricamente, se ligan en el interior del sistema Pcs.
La representación-cosa es de orden sensorio-perceptivo y la representación-palabra es, primeramente.
representación-cosa.
Tanto en el lactante como en la madre pueden existir dificultades sensorio-matrices. El desarrollo
sensorio-motor del lactante y del niño pequeño también puede ser contrariado por la madre quien posee un
aparato mental propio y puede producir un exceso de excitaciones o de paraexcitaciones en el niño. En
ambos casos el sistema Pcs del niño ya está trabado.
Está trabado por insuficiencias fundamentales o lacunarias de las representaciones que marcarán en
negativo el aparato mental del sujeto.

4) Para terminar con la ontogénesis, subrayo que al mismo tiempo y consiguientemente,


pero a partir de las bases que acabo de señalar, por regla general se despliega la evolución
psicosexual del niño, con las fases oral, anales y genital, hasta la instalación de la organización
genital del estadio edípico.

No olvidemos que el establecimiento de las defensas inmunológicas tiene lugar durante un largo
período del desarrollo individual.
Prácticamente la organización individual se produce desde cierto número de funciones
dispersas, sin mayores nexos entre ellas, conjunto que he denominado: «el mosaico original». Un
ejemplo de este mosaico se puede observar en los bebés prematuros, en quienes los
especialistas deben sostener, al mismo tiempo, una docena de diferentes funciones elementales
hasta que la autonomía respiratoria indique la existencia de un nivel de mayor organización del
bebé que permita su salida de la incubadora.
Este ejemplo ilustra el principio de la organización individual que se funda en el agrupamiento de
funciones y la jerarquización entre esas funciones. Tales mecanismos operan durante todo el
desarrollo.
Los diferentes sistemas funcionales instalados sucesivamente y diferentes unos de otros
cubren campos jerárquicos cada vez más amplios hasta alcanzar la organización individual final,
que nos permite distinguir a los sujetos entre sí, en sus diversos niveles tanto somáticos como
psíquicos.
El desarrollo individual es una mezcla de auto-organizaciones y de organizaciones en relación con
el medio exterior. Ya he señalado la función organizadora de la madre, sin duda la más
importante.

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Aunque cierto programa mental general parece existir desde el comienzo (me refiero
aquí a las «fantasías originarias» de Freud), el desarrollo individual parte globalmente de lo
somático para dirigirse progresivamente hacia lo psíquico. La organización psíquica ocupa, pues,
en fin, la cumbre de la jerarquía funcional.
El pasaje de lo somático a lo psíquico se comprueba ejemplarmente cuando nuestras
percepciones sensorio-motoras de cosas, luego de palabras, se almacenan bajo la forma de
representaciones interiores que contienen cargas afectivas diversas, y luego las utilizamos en las
asociaciones de ideas, indispensables tanto para nuestra vida mental como para nuestra vida
social. El lugar psíquico de las representaciones constituye el preconsciente.

1.2. Desorganizaciones

A la inversa de las organizaciones progresivas del desarrollo constituidas por agrupamientos y


jerarquizaciones sucesivas de funciones, las desorganizaciones, igualmente progresivas, son
ocasionadas por disociaciones y anarquizaciones funcionales sucesivas. Siguiendo el camino inverso,
las desorganizaciones parten globalmente de lo psíquico para alcanzar lo somático.
Un sistema funcional no puede soportar un exceso de excitaciones sin desorganizarse. Y
efectivamente nos ocurre, las más de las veces, que una enorme carga de excitaciones bajo la
forma de un traumatismo afectivo desorganice, en primer lugar, los estratos más evolucionados de
nuestro aparato mental. Luego se desorganizan los sistemas psíquicos previamente instalados
durante el desarrollo; me refiero al sistema de representaciones del preconsciente. Por último,
se desorganizan los sistemas funcionales somáticos.

2. Fijaciones y regresiones

Ya les he referido que, desde el comienzo del embrión hasta la organización final adulta, tanto
en los niveles somáticos como en los niveles psíquicos, el desarrollo individual se realizaba con la
aparición de sistemas funcionales nuevos, partiendo de funciones ya establecidas. Esto ocurre
dentro de una serie de agrupamientos y jerarquizaciones sucesivas de funciones, conforme a un
programa a la vez general y, no obstante, particular para cada individuo.
Ahora bien, cuando, en un momento dado del desarrollo, una función ya establecida no está lista
(sea por exceso sea por falta de excitaciones operantes sobre esta función) para participar en
los sistemas funcionales nuevos, más evolucionados, ella queda entonces marcada.
Esta marca se produce por la repetición de las tentativas de integrar los sistemas funcionales
más evolucionados y por los fracasos reiterados en esa participación. Justamente llamamos
fijaciones a estas idas y vueltas que ocasionan las marcaciones.
Las fijaciones otorgan un doble valor a las funciones que ellas determinan:

1. Un valor de vulnerabilidad porque, cuando el exceso de excitaciones en un alto nivel


evolutivo provoca un movimiento de desorganización, estas funciones darán lugar, más
fácilmente que otras, a manifestaciones patológicas que, evidentemente, producirán
siempre los mismos síntomas.
2. Un valor de defensa, porque las manifestaciones patológicas desencadenadas
constituirán sistemas electivos de resistencia vital que pondrán término al movimiento
de desorganización.

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Llamamos regresiones a estos retornos a una patología defensiva surgida de las fijaciones.
Existen fijaciones, y posteriormente regresiones que producen afecciones sintomáticas, en
todos los niveles del desarrollo, somático y mental. Es preciso saber que, efectivamente, las
fijaciones se encadenan entre sí durante todo el período de la organización evolutiva de un
sistema funcional, y que cuanto más tarde se hayan producido las fijaciones en la evolución de
ese sistema, más las correspondientes regresiones asegurarán una sólida resistencia frente a
los movimientos de desorganización. Es así como, en conjunto, las regresiones mentales tienen
un valor de resistencia mayor que las regresiones somáticas.
Debemos señalar también que los sistemas de fijaciones-regresiones fueron descubiertos por
Freud durante los análisis de las neurosis mentales.
Para concluir este tema sobre fijaciones y regresiones, daré algunos ejemplos de patologías
regresivas. En el nivel mental, las neurosis mentales constituidas y estables, demasiado estables
--dicho sea de paso-- para los psicoanalistas que las tratan: neurosis de angustia, neurosis
fóbica, neurosis obsesiva, por ejemplo. En un grado menor de estabilidad y de resistencia vital,
debo mencionar también los rasgos de carácter que corresponden a estas neurosis. Además
debo destacar, en el plano mental, las psicosis organizadas como otros ejemplos de resistencias
regresivas.
En el nivel somático, numerosos trastornos son, con frecuencia, de orden regresivo. Citaré
algunos de ellos: raquialgias, colopatías, manifestaciones alérgicas, como asma o eczemas,
hipertensión arterial esencial, úlcera gastroduodenal, y también cefalalgias, jaquecas,
manifestaciones comiciales. Todas estas afecciones tienen en común que están limitadas al
campo funcional, no se complican espontáneamente, muestran un carácter repetitivo en un
mismo individuo y, en fin, son clásicas tanto en su presentación clínica como en su evolución. Son
las enfermedades frecuentemente llamadas «a crisis» que remiten espontáneamente.
Pero debo llamar la atención de nuestros colegas sobre el hecho de que cualquiera de las
afecciones precedentes, regresivas, y por lo tanto a priori resistentes, un día pueden ceder en
su resistencia. En ese momento corren el riesgo de transformarse en el punto de partida de una
desorganización progresiva o de presentarse como un episodio de esta.
Estaremos preparados para abordar, en fin, el tema principal de mi exposición después que les
diga que cualquier desorganización mental desencadenada por un traumatismo afectivo provoca
un episodio de depresión. La depresión es de duración breve cuando se detiene ante un sistema
regresivo mental o somático, y es prolongada cuando la desorganización progresa.

***** *****
Piedra angular del proceso psicosomático

Recordemos brevemente sus principales rasgos: una falta de expresión afectiva, una ausencia
de capacidad fantasmática, un pensamiento calificado de operatorio por su falta de ligaduras
estructuradas con sus fuentes inconscientes. En fin, destaco la importancia económica de dos
vías de descarga de las excitaciones no psíquicas: el comportamiento y, por supuesto, la vía
somática.
Estas descripciones y análisis llevan por una parte a elaborar nuevas nociones (como
pensamiento operatorio), y por otra parte orientan la investigación psicosomática en dos
direcciones:
*hacia el estudio de la organización del inconsciente y de las vicisitudes de la libido y
*hacia el punto de vista económico que engloba, más allá de la actividad psíquica, toda la serie de
funciones somáticas.

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Entre las condiciones preparatorias o coadyuvantes en la formación del síntoma psicosomático Pierre
Marty destaca tres factores

1.- Depresión esencial


2.- Pensamiento operatorio
3.- Déficit de mentalización

1.- DEPRESION ESENCIAL

Se trata de una depresión en el sentido etimológico de la palabra, es decir, una baja de la


presión del tono vital, del tono libidinal para los psicoanalistas.
En esta depresión no se acompaña, como otras depresiones, de una sintomatología positiva,
neurótica o psicótica, por ejemplo, que permitiera reconocer fácilmente su naturaleza. En la
depresión esencial debemos salir en busca de lo que falta, por ejemplo: falta de deseos, falta
de interés en la vida afectiva y social; conductas automáticas y mecánicas; ausencia de
simbolismo y de metáforas en el discurso.
Es cierto que en el curso de una depresión esencial pueden presentarse angustias difusas, que
son reliquias de los estados de desamparo del bebé, pero esas manifestaciones son
clínicamente diferentes de aquellas que provienen de las angustias objetales comunes.
En las depresiones esenciales del adulto se registran, con frecuencia, antecedentes de
depresiones de la primera infancia y de la niñez, que se han prolongado en una depresión
latente durante el curso de la vida de los individuos. Debido a una sobrecarga de excitaciones,
en un momento de la edad adulta se desencadena una depresión esencial.
Por otra parte, uno debe preguntarse si no son precisamente las depresiones «blancas», las
cuales ya carecen de síntomas en la primera infancia, las que obstaculizan la formación de
sistemas de fijación durante el desarrollo individual, con la consecuencia de no ofrecer
condiciones para las regresiones mentales o somáticas. Para concluir este tema, debo subrayar
que algunas insuficiencias de la organización de las representaciones al comienzo del desarrollo
individual, como también ciertas supresiones conscientes de representaciones en la adolescencia o
en la edad adulta, precipitan el proceso que termina en la depresión esencial.

2.- PENSAMIENTO OPERATORIO

 No posee lazos con una actividad fantasmática de cierto nivel


 Duplica y ejemplifica la acción, dentro de un campo temporal limitado
 No es exclusivo de los psicosomáticos, pero tiene valor nosográfico. Puede ser encontrado en
cuadros clínicos muy diversos.
 El paciente relata sus trastornos como hechos aislados, sin establecer entre ellos ninguna
relación.
 No hay compromiso afectivo
 El paciente solo cuenta sus síntomas y espera que se los cure

Este concepto es afín al de Alexitímia de la escuela americana


La palabra Alexitímia se origina en el griego significa: a=sin, lexis=palabra, timos=corazón o afecto.
Lolas y Von Rad describen este concepto como “la incapacidad de expresar sentimientos de una manera
verbal, empleando un lenguaje con falta de resonancia afectiva y con incapacidad de usar metáforas de

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índole afectiva. Estas personas pueden decir que están ‘nerviosas’, ‘enojadas’, o ‘felices’, pero ser
incapaces de describir estas experiencias de su mundo interno.
Tienden a carecer de fantasías porque le es muy difícil crearlas sino más bien usar prolijas
descripciones de sí mismos y su medio. Su vida es pragmática. También presentan una inhabilidad para
captar a los otros como personas diferentes, es decir percibir su individualidad, como por ejemplo,
tienden a vivir al terapeuta como una versión de sí mismos”. La incapacidad de usar metáforas, es decir,
usar palabras en sentido figurado, revela una imposibilidad para despojar el afecto que conlleva
habitualmente una palabra para cargarla con afecto diferente. Parker et al. añaden que a estas
personas se les dificulta captar las expresiones emocionales faciales de los otros.

3.- MENTALIZACION

En clínica, según los individuos y, para algunos de ellos, de acuerdo con los momentos,
se manifiestan diferencias marcadas en cuanto a la cantidad, así como en cuanto a la
calidad de las representaciones.
A veces las representaciones parecen ausentes.
Otras veces, aunque cargadas de contenidos verbales (pero entonces las palabras
parecen reducidas al estado de cosas), las representaciones aparecen limitadas y
superficiales, reproduciendo directamente percepciones vividas en la realidad. Huellas
mnémicas eventualmente puras, estas representaciones, poco numerosas, por otra
parte, y poco sujetas a asociaciones de ideas, tienen el aspecto de meros testimonios
de sucesos registrados. Es como si las complejidades de la vida mental no existieran
en los individuos a que nos referimos, como si los afectos promovidos por el Icc, que
son permanentes -o casi- en otros, hubieran sido apartados. La ausencia o la limitación
y la superficialidad de las representaciones reducidas a la representación de las cosas,
la reducción de los afectos a las meras cosas en cuestión, la falta de simbolización del
discurso, nos han llevado a circunscribir y definir las “neurosis de comportamiento”. Los
sujetos en cuestión, capaces de tener una vida eficaz y satisfactoria, a veces
enriquecida por expresiones sublimatorias, artísticas sobre todo, no encuentran, en
efecto, otras posibilidades que las de traducir dentro de lo actual y dentro de la
acción los movimientos inconscientes.
P. Marty ha descrito dentro de esta misma perspectiva, aunque en un menor grado de
pobreza general de las representaciones, a los sujetos del grupo de las «neurosis mal
mentalizadas».
En un gran número de casos, desde luego, las representaciones de palabras y de cosas
ligadas entre sí se cargan y se enriquecen, durante el desarrollo, con múltiples afectos
y valores simbólicos. Las percepciones y representaciones primeras son modificadas
por la evolución mental individual, por los movimientos pulsionales sucesivos y por los
conflictos psíquicos, el Icc interviene de varios modos en sus reproducciones
posteriores que, surgidas de sistemas mnémicos complejos (noción freudiana del apres-
coup), constituyen testimonios discutibles de las realidades pasadas. Esta profundidad y
amplitud psíquica de las representaciones, sujetas al menos en teoría a las asociaciones
de ideas por los hilos entrelazados de las palabras y los afectos, se encuentra por
cierto en los «neuróticos mentales» clásicos, objeto de las descripciones freudianas. Del
mismo modo ella se presenta en los neuróticos llamados «bien mentalizados», que no por
ello poseen, como los precedentes, sistemas organizados y persistentes de defensas
mentales.

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Entre el conjunto formado por las «neurosis de comportamiento» y las «neurosis mal
mentalizadas» (con representaciones ausentes o raras, superficiales y con pocas
asociaciones cuando existen) y el conjunto formado por las «neurosis mentales»
clásicas y las «neurosis bien mentalizadas» (con representaciones relativamente
holgadas, profundas y dentro del orden asociativo), aparece una tercera categoría de
neurosis que merece atención por su importancia numérica. A saber, las posibilidades
representativas y asociativas de estos sujetos varían considerablemente en el tiempo. En
algunos casos «bien mentalizados» con toda certeza o relativamente, parecen más bien
ricos en pensamientos y, para muchos psicoanalistas, admiten la indicación de un
análisis clásico; en otros casos, «mal mentalizados», su pobreza y su superficialidad
psíquica en orden a las representaciones es desoladora. Las variaciones del
funcionamiento preconsciente de estos sujetos nos han conducido a calificar este con-
junto como «neurosis de mentalización incierta»; esta incertidumbre proviene tanto de la
variabilidad de su condición psíquica como del sentimiento indeciso del observador.

***** *****

Dos dificultades principales en la constitución del Prcc y su funcionamiento.

Con el propósito de explicitar las ausencias y las superficialidades de las


representaciones, que encontramos en las neurosis de comportamiento y en las
neurosis mal mentalizadas, así como para abordar el problema, que es más complejo,
de la fragilidad temporal del funcionamiento Prcc, nos interesamos por la perspectiva
cronológica, dejando de lado la perspectiva tópica clásica que da cuenta de las
represiones y de las dificultades, consecuencia de conflictos psíquicos, que encuentran
las representaciones para acceder a la Cc.
Dos procesos de formación y ligazón de las representaciones parecen particularmente
importantes durante el desarrollo. El primer proceso concierne a las inscripciones
mnémicas de las percepciones de una misma época, la formación de las
representaciones correspondientes y las relaciones entre estas representaciones. La
organización final de estos fenómenos da lugar a un tipo trasversal de enlaces
representativos. Consideramos la acumulación en el tiempo de las capas trasversales
de representaciones (que progresivamente se vuelven más complejas) como el «espesor»
del Prcc. El segundo proceso se refiere a las relaciones entre las capas de
representaciones de épocas diferentes. Se trata de un tipo longitudinal de ligazones. La
evolución de las adquisiciones representativas del desarrollo admite, en mayor o menor
medida, la acumulación cronológica de las capas trasversales de representaciones
(desde aquellas que corresponden a las percepciones primeras hasta las que
pertenecen a los pensamientos latentes), con las superposiciones de significaciones
que descubrimos en el análisis. Y la evolución de los movimientos psíquicos
regredientes permite, llegado el caso (existe, en efecto, el fenómeno del recuerdo
encubridor), reencontrar las representaciones de los diferentes niveles cronológicos.
Estas, sin embargo, sólo son expresables y comunicables a los otros así corno a uno
mismo a partir de una cierta cualidad de representaciones de palabras.
La disponibilidad de los movimientos psíquicos de asociaciones entre los enlaces
trasversales y los enlaces longitudinales de las representaciones da cuenta de lo que
nosotros consideramos corno la “fluidez” de la circulación preconsciente.

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Dos dificultades principales pueden presentarse en la formación de las capas


representativas trasversales, así como en las comunicaciones longitudinales entre esas
capas, dificultades que en uno y otro caso dejan lagunas de la organización preconsciente.
Consideramos como lagunas fundamentales las insuficiencias cuantitativas y cualitativas
de las representaciones psíquicas, así como las insuficiencias de connotaciones
afectivas de estas representaciones. Estas insuficiencias obedecen sea a las
deficiencias congénitas o accidentales de las funciones sensorio-motoras del infante o
de su madre, sea, las más de las veces, a los excesos o las carencias de los
acompañamientos afectivos de la madre. En cada nivel de organización, en efecto, se
revelan imposibles en estos casos las fijaciones sobre las cuales habrían podido en el
momento mismo, o después, descansar eventuales regresiones con ocasión de
movimientos psíquicos regredientes. Consideramos como lagunas secundarias la incerti-
dumbre en el tiempo de la rememoración de espacios más o menos extensos de
representaciones no reprimidas (espacios completos reaparecen en ocasiones) pero
fácilmente sujetos a evitaciones y a supresiones. Estos espacios de representaciones
parecen longitudinalmente ligados a las tonalidades desagradables de las inscripciones
que les corresponden en un período de la vida o varios períodos. Estas lagunas
secundarias pueden dar lugar a irregularidades graves del funcionamiento mental,
cuyos riesgos conocemos en psicosomática.
Por último, podríamos adelantar la hipótesis de que cuanto más rico sea el Prcc de un
sujeto en representaciones relacionadas entre sí de una manera permanente, más la
patología eventual tiene probabilidades de situarse en el plano mental. Cuanto menos
rico en representaciones sea el Prcc de un individuo y cuanto menos rico sea en las
relaciones y permanencia de las representaciones existentes, más correrá el riesgo la
patología eventual de situarse en el plano somático. En este sentido calificamos al Prcc
como «punto central» de la economía psicosomática.

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