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ECCLESIA
X II
P.. HAMER
LA IGLESIA ES UNA
COMUNION
EDITORIAL ESTELA, S. A .
Avda. José Antonio. 563. pral.
BARCELONA-II
CAPÍTULO II
l. cclGLESIAll
3
34 1.:\ IGI.ESIA ES UNA COJl,'IUNIÚN
5. En Kn·nL, t. m, p. 507.
6. En 20. 28 , algunos MSS lIcvJn /Of/ kyriou en lugar de fOil T/leoll. Lo cu31 en Jl:ld:e
C:llnbia el Conde. dc las cosas.
7. Te ekkbia .. te Ol/U ( n Korint/¡o.
VOCABULARIO E IMÁGENES BÍBLICAS 37
que está en Corinto .» Por precipitación, alguien podría sentirse in-
clinado a decir: la Iglesia de Corinto . Sería inexacto. Para Pablo
se trata de la Iglesia tal como es en Corinto, tal como está presente
en Corinto. Y así, cuando alguien es menospreciado en tal asam-
blea (l Co·r. 6, 4), cuando se reúne para la eucaristía (l Coro 11, 18),
cuando la mujer debe callar en ella (I Coro 14, 34), cuando la comu-
nidad no debe soportar cargas excesivas (l Ti,n. 5, 16), más allá
del grupo local, Pablo pie llsa en la Iglesia como tal 8.
San Pablo emplea la f6rmula «la Iglesia de Dios. con más fre-
cuencia que el autor de los Hechos. Esta expresi6n es utilizada lo
mismo en plural que en singular 9. Este paso de un número a otro
es más importante de lo que, en principio, podría creerse. Revela
muy bien el pensamiento de san Pablo. Acostumbrados a distinguir
netamente entre comunidad total y comunidad local, empleamos con
frecuencia la expresión «Iglesia de Dios» para designar a la prime-
ra, pero muy raramente se nos ocurrirá hacer uso de ella a prop6si-
to de la segunda. Para Pablo J la comunidad local merece esta cali-
ficación con el mismo título que la comunidad entera.
C()mo en Jos HechosJ la expresión en su forma completa ekklesia
to" Tlteo" nada añade a la simple palabra ekklesia. El genitivo
no aporta ninguna idea nueva. Pero es necesario sobreentenderlo
allí donde falta. Desde este punto de vista, es interesante hacer no-
tar que en ciertas tradiciones manuscritas ha sido añadido sin más;
hasta tal punto parecía normal y dentro de la línea de Pablo
(I Coro 14, 4; Flp. 3, 6). Dios es, en efecto, quien obra dentro y
con la Iglesia: «Según la disposici6n de Dios en la Iglesia, primero
ap6stoles .. .. (I Coro 12, 28).
Dios obra en Cristo. Por eso Cristo es mencionado expresamen-
te. La f6rmula más rica es la 1 Tes. 2, 14: .Hermanos, os habéis
hecho imitadores de las Iglesias de Dios en Cristo Jesús, de Judea .•
En Cal. 1, 22, Pablo habla de las .Iglesias de Cristo en Judea.
(sin el genitivo tou Theou) . • Os saludan todas las Iglesias de Cris-
to. (Rom . 16, 16) . Aquí el genitivo tiene el mismo significado que
en Christo.
Como en los Hechos, tampoco tenemos aquí una doctrina verda-
deramente elaborada de la Iglesia. La Iglesia se revela como asam-
blea de Dios en Cristo. Pero hasta el momento presente ninguna
aportación ha venido a enriquecer el tema que tratamos, salvo en
1 Tim. 3, 15, donde la Iglesia aparece como oikos tOIl Theou: .Para
que veas por aquí cómo te conviene conduci.rte en la casa de Dios
que C's la Iglesia de Dios vivo,» Esta aposición está conectada con
d tema de r Coro 14, 4. 12: «Edifica a la Iglesia», .Para edifica-
ción de la Iglesia.»
Es (:11 las epístolas de la cautividad donde encontraremos los
gralldes desarrollos doctrinales. Como mús adelante volveremos de
1l1H:VO sohre las <.:pístolas eclcsiológicas, no recurrimos aquÍ a estos
g-ralldcs textos. Una simple ojeada sobre sus pasajes mús importan~
tes mostrar:¡ f;U homogeneidad con los que hasta ahora hemos estu-
diado.
Quedan por decir dos palabras de la epístola a los Hebreos, que
ocupa 1111 111,[!ar aparte dentro de la literatura paulina . Hay dos pa-
sajes a considerar: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en me-
dio de la asamblea te alabaré. ([-[eb. 2, 12). Es una cita del SaL. 22,
23, donde - es interesante hacerlo notar - el vocab10 hebreo co-
rn:spol1dit'l1tc es r¡ahal. ((OS habéis al1eJZado al
monte de Sión, a
la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial y a las miríadas de
;\nRc1es, a la asamblea, a la Iglesia de los primogénitos, que están
escritos en los cielos» ([-leb. 12, 22-23). Este pasaje es importante
porque sólo en él la palabra ehhlesia aparece para designar a la
Jerusalén celestial. Y así K. L. Schmidt se pregunta si se trata ver-
daderamentc de Ull uso tt-cnico de este vocablo. Sugiere mús hien
ver cn la paIabl'a el sinónimo del término precedente panégu1'is J
asamblea, reunión de fiesta. Pero nada nos obliga a seguir esta su-
gerencia apoyada en un argumento poco convincente 10.
10. lQu:énes son cstos primogénitos? Vcr C. SI'ICQ. Epi/rt: Uf/X fUbrt:f/:r. t. 11, p. 407.
la ... princip,llcs hipótcsi~.
r r. Ver KITTEI.. (, m, p. 529.
VOCAUUI,ARIO E IMÁGENES BÍBLICAS 39
S{:hmidt se pregunta si no sería posible considerar a la comunidad
cristiana como un grupo particular en el seno del judaísmo, como
una (secta, sin las resonancias peyorativas de esta palabra», una
«sinagoga» con una orientación determinada. Grupos de este tipo
aparecen en el primer libro de los Mac. (2, 42; 7, 12). Llegando
aún mús lejos, el mismo exegeta se interroga sobre la posibilidad
de ver aquÍ una alusión a la .idea de (resto de Israel» (ver Rom. 11,
5) 13. Dentro de esta última línea de interpretación tendríamos un
testimonio más sobre cómo se consideraban los cristianos en relación
a la masa del pueblo de Dios: ellos son el «resto)) elegido. Notemos,
para acabar, que la permanencia de Israel como pueblo de Dios de-
pende precisamente de este «resto de Israel». El segundo texto
el de Mt. 18, 17, suscita menos problemas . Se refiere manifiestamen-
te a la comunidad local, mientras que el primero concierne a la Igle-
sia como tal. Es difícil deducir extensas conclusiones de estos dos
versículos. Const..1.temos simplemente la conformidad global de san
Mateo con la práctica de los Hechos y de la literatura paulina. Dos
capítulos mús adelante encontramos en él el doble uso de ekklesia,
(IUC helllos estudiado anteriormente.
Las restantes apariciones del término en el N . T. no pueden
aportar ningún complemento apreciablc. En el ApocaliPsis, la pa-
labra ekhlesic. sólo aparece al principio y al final del escrito. El plu-
ral es empleado trece veces. El si ngular 10 es una sola vez para de-
signar cada una de las siete Iglesias. La tercera epístola de san Juan
hace uso de ella en tres ocasiones (vv. 6, 9, 10). La epístola de
Santiago la cita una vez con su sentido de comunidad total (5, 14).
S. Perspectivas teológicas
No se trata aquí, evidentemente, de conclusiones, pero sí de
aproximaciones para mostrar el interés de la cuestión. Simplemen-
te indicamos las pistas de investigación. Lo que hasta ahora se ha
expuesto puede esclarecer una teología de la Iglesia particular.
Partiendo de otras premisas, J. Anger escribía hace poco: «La
diócesis sería en pequeño 10 que la Iglesia entera es a una escala
mayor (... ). Hay que guardarse, sin embargo, de ver en las Iglesias
particulares simples circunscripciones administrativas establecidas
únicamente para la buena marcha del gobierno ; de ver en el obispo
una especie de gobernador de provincia o de prefecto de departa-
mento; y, en último término, de considerar la universal y única
Iglesia como el resultado de una adición de Iglesias particulares (... ).
En cuanto a la Iglesia particular, ( ... ) el obispo no le aporta un
Cristo disminuido, sino la integridad del misterio confiado a todo el
episcopado ( ... ). La fecundidad sacerdotal de Jesucristo (... ) no se
ve reducida más que en el radio de su aplicación ( ... ). ¿ Cómo ex-
plicar esta dignidad, que la Iglesia particular ostenta, de poseer la
integridad del misterio de la Iglesia universal y de ser algo más
que una mera circunscripción o una provincia? Por el hecho de que
ella es , en sustancia , todo lo que es la Iglesia universal, o lo que es
lo mismo, Jesucristo comunicado a los hombres» 18 .
El P. Karl R ah ner se apoya directamente en la exégesis que
hemos seguido: «¿ Cómo. conciliar estos dos hechos plenamente es-
tablecidos: por una parte, la primacía de la jurisdicción universal
e inmediata del papa, y por otra, la institución divina del episco-
pado, que, si no es un poder independiente, es, al menos, irreducti-
ble, y no puede, por tanto, ser abolido ( ... )? He aquí, al parecer,
la respuesta histórica y teológica (.. . ): existe una relación única
entre la Iglesia local y la Iglesia universal , fundada en la naturale-
za de la Iglesia, la cual esi diferente a toda otra sociedad territorial
natural (.. . ). Ya en el Nuevo Testamento, la palabra "Iglesia" es
empleada tanto para referirse a la Iglesia universal como para ha-
ccr lo a la I glesia particular (... ). Para desarrollar sistemáticamente
esta idea fundamental en términos más , claros aún, podemos decir
igualmente: la Iglesia, como todo, cuando llega a ser verdadera-
mente "hecho", "acontecimiento" en el sentido pleno de la palabr~ ,
Ir. .PuEnT.o»
2). "H;¡bitaré en medio de ti» (Zat". 2, 10). cc Pondré en medio de ellos mi mor¡ld:l.
~.yo seré su Dios}' ellos serán mi pueblo!! (Ez. 37, 27). En un estudio completo tamb:én
debe tenerse en cuelll;¡ el texto de Le. 1, 17. L;l misi6n del precursor es prCpJr.lr un
"pueblol' :'ll Señor.
VOCABULARIO E IM r\GENES BÍBLICAS 45
HI ,CUERPO"
26. Hay un;1 ;1bundante bibliogr:líía. ConceUemos el primer lugJr :11 anículo ue
P. lh:-:O!T . .. Corps. t¿-re ce plérome dans les épirres de la eapt: yi té~, en Rcvuc Ribliquc
( 1956) t. 56 . pp. 5-44. En esta obra se cita n todas las obras importantes aparecidas hasta
1955. ¡-la sido también presentado dentro de una eolecci6n de trabajos del P. BI::!'OIT :
Egh'¿'g ,·t t/ldoloCie (París, Cerf, 2 \'01., 1961'; trad. castellan:t, Exégesis y u%gía (Bar.
cc!ona, Esteb. en prcnsa) . Este texto se encuentra en el t. n, pp. 107·153 de la edición
franccs:'l. También nos serviremos de dos libros de L. CI::RFAUX, La t/,¿ologie dc l'1:glisr: ..
(ei¡ado ya) y Le e/m'st dans la r¡'¿ologie de 10illt POIII (p:'lrís, 195 1); trad. castelbna, L a
Iglesia en sal1 Pablo (Bilb3o, Dcsclée de Brouwer, 1963), y /cmcr1sto cn san Pablo (Bilb:to.
Desdéc de Brouwcr, 1960). Los :trgumentos de Mons. Cerfaux son djsc~t:d os ~o r T. Z . . ·
l'EL(:';"" " VO S eseis Corpus Christi. 1 COI'. 12, 27 11, en Vcrbtlm Dommi (1959), t. 37 ,
PI! . 79·95 Y 162·170. Un discípulo de L. Cerhux , J. H AVET , procede :t un examen de b ~
c r iú;1~ hl'ehas por T. Z:tpclena, en: "La doctrine p:tulinienne du "Corps du Christ ".
E~~;l ¡ de mi~ :tu poí no. , en Litt¿rafllrc et tMologic pOlllill;ellllCS (Reehcrches bibilques V)
(Brujas)' Pl rís, 1960). pp. 185·216. Véase también Y. Co:';CAR, "Corps Mystique u, en
CathDlicislllt", t. 111. P:lra una pos:ción nrotcsl:tnte. n.:r: P . BO:-<:';.\ RD, ( L' l!.bli~e corps
du Christ dans le paulinismell, en Rt"v. de IMol. el de pIlilo. (1958) , t. 8, pp. 268-282.
Entre los u ;1b3ios impon3ntcs, utilizados en cst:l obr:l, c:lbc cit:lr :lún: L. MALEVEZ,
'fL'J::ghc corps du Chri st. Sens r.e provcnance de I'expression chez saint Paul », en SOCllU
I'digit"tlU' ( 1944). pp. 27-94. 1. REU SS, "Die Kirchc :tls "Lcib Christi" un die H crkunft
(El'sc r Vorstellung bei dcm Aposrel Paulus1J, en Bib/iscJlC Zdtschrift (19S8), t. 2. pp. 103_127 .
VOCABULARIO E IMÁGENES BÍBLICAS 47
tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia.); y otras
veces Cristo es la cabeza de este cuerpo (1, 18: ,,:81 es la cabeza del
cuerpo de la Iglesia»). La imagen es más homogénea en la epístola
a los JO. fe sios: "Le puso por cabeza de todas las cosas en la Iglesia,
que es su cuerpo. (Ef. 1, 22).
E l. determinados textos, Cristo y la Iglesia están de alguna ma-
nera en el mismo rango: uA él sea la gloria, en la Iglesia y en Cris-
to Jesús . (Ej. 3, 21) ; "Gran misterio éste, pero entendido de Cristo
y de la Iglesia. (Ej. 5, 32) . En otros lugares , aparece la su.b ordina-
ció n de la Iglesia a Cristo . Así, dentro del contexto en el que la
Iglesia aparece como esposa: ala Iglesia está sujeta a Cristo. (Ef. 5,
24) j ((Nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta
y la abriga como Cristo a la Iglesia. (Ej . 5, 29). Estos textos se
unen, pues, con aquellos en los que Cristo es presentado como
"cabeza ».
La terminología no está unificada . Las imágenes no son homo-
géneas, y, sin embargo, un punto resulta plenamente evidente: cris-
tología y ec1esiología se corresponden, la Iglesia depende totalmen-
te de Cristo. Podría aplicársele la conocida fórmula que afirma que
la eclesiología no es más que una cristología consecuente .
Esta inesperada sucesi6n de imágenes no debe causarnos ningu-
na extrañeza. Estamos en presencia de un misterio, como explíci-
tamente dice san P ablo (Ej. 3, 4 ss.) : "Por su lectura podéis cono-
cer mi inteligencia del misterio de Cristo.)} Si Pablo es el mensaje-
ro de la dispensación del Misterio (v. 9), éste sigue más allá de los
a1cances humanos. Revel ación, del lado de Dios, y misterio, a los
ojos de los hombres. De ahí, la dificult.:1.d de las aproximaciones a
esta realidad . «La identificación mística deja la suficiente vague-
dad e imprecisión en los conceptos para dispensarnos de imagina-
ciones exactas , con contornos precisos.» Insistir y resaltar con ex-
cesivo vigor «es falta de tacto y de consideración hacia unas fórmu-
las que, porque son 11'Z.ísticas~ tienen el derecho de quedar inacaba-
d: sll 27. ¿ S erú necesario ai1adir que l::t identificación mística no su-
prime la alteridad? Nos encontramos ante un lenguaje místico al
que repugnan las precisiones. Atañe a la teología doctrinal dar al
espíri tu formado por la filosofía y habituado a sus categonas una
formulación aceptable de esta identificación. Pero no es éste el lugar.
El tema de la Iglesia, cuerpo de Cristo, aparece ya en las gran-
des epístolas. Lo que es nuevo en las epístolas de la cautividad, es
el papel de Cristo como cabeza en relación al cuerpo. «La cabeza
aparece dentro del desarrollo de ICor. 12, 12-27, en el v. 21 , pero
27 . L. CERFAUX , La t/,¿o!ogit: .. (J." edie.), p. 265 . (En la segunda edici6n no .'lC~ en-
contrado este texto).
48 1,.\ !¡;LESI¡\ ES li~:\ CO.\1UNIÓN
28. P. BESOI,., j(Corps, .. !> : R~IIIIC Bibfjqll~, p. 23; E,n:gts~ ...• t. 11, p, 129.
29, «Corps... »: Revl/e Bibliqlle. p. 43; Ex¿ge:sc ... , t, n, p. 152.
30. «Corps ... ll: RevlI~ Bibliquc. p. 6; Erégl:sc ...• t. 11 , p. 108.
31. A. Wni.FSHA USE R, Die Kircltc ols Jer mys/isclu Lcib nac/¡ J~m Apos/eI Pall/lIS (Müns-
te,' , \VestE. , 1937). Recogido por el P. Benoi t en RB ( 1938), t. 47, pp. 115-119.
32. L. CERFAUX, Le- e/¡rút .. . , p. 265; trad. c;:astcll;:an;:a, leslf~rislo ... , pp. 301·302.
33. E n J. H.\\'I:T, " L:I doctrine .. . »_ p. 187, puede encontr:'Irsc una lista imprcsiotl:mtl
de el los.
VOCABULARIO E IMÁGENliS BÍBLICAS 49
34. P. DENOIT, llCorps ... u: Re/lm: Biblique, p. 8; Ex¿g~u ...• t. JI, pp. 110-111.'
4
so 1,.'\ lCI.ESrA ES UNA COMUN IÓN
35, I< Lt:s récits de rinsti tu tion ct Icur ponéclO, en Llfmih'c el Vic ( 1957, feb rero), n,O 31.
Lo~ (r:l~mentos cimdos: pp. 67·69. Este artículo aparece tamb:én en P. llf.t\'OIT, Exégc:se el
tlu;ologir: (París, 1961), t. 1, pp. 210·239; ¡r:1d, castc!lana, E:c¿gcsis y Icologítl (lb rccloll:J,
r::~¡cla, en prcns:l) ,
VOCABUr.ARIO H IM I\GENES nÍBI.. ICAS 51
39. P. BESOIT, «Corps ... u : R~tm~ BibJjqu~. p. 14; Ex¿g~s~ ... , c. n, p. 117.
40. A. WU:'ENHAUSER, Die Kirc/;~ .. ., p. 108.
41. En el empIco que aquí damos a koinonla, la reI:Jci6n «horizontal » sólo tiene un
sentido secundario respecto al primero: participac:6n. Pero es real. Ver A. R. GEORGE,
COII/IIIl1llion ru;'/¡ Cod in th~ N~w T~stam~n: (Londres, 1953), p . 172.
42. L. CERFAUX. TJ¡¿ologi~ ...• l.a edic., p. 220. Esta idea fue ampliamente desarrollada
en la 2. 11 edición de la misma obra, pp. 208.210; trad. C.3.ste1l3n:\, La Ig/~J;a . ..• pp. 222 ss.
VOCABULARIO E IM,íGENES BÍBLICAS 53
el que el vocablo S01na está incontestablemente tomado en un sentjdo
colecti vo u .
En una obra reciente, J. de Fraine discute este argumento filo-
lógico. Ya en 1936, T. W. Manson llamaba la atención sobre la
expresión Hellenon s01nati~ la clase de los helenos, en un edicto de
Augusto. A sus ojos, no es posible afirmar que jamás soma, fue
C'mpleado por los autores pre-cristianos en el sentido de cuerpo cons-
tituido o de sociedad. J. de Fraine concluye su investigación di-
ciendo: (( A un en el caso de que fuera necesario conceder que el
sentido p1"ofano de SOrna no es jamás 'cuerpo social', debería recor-
darse, con todo, el hecho de que la idea de cuerpo colectivo es total-
mente corriente en el judaísmo. Ante Yavé, el pueblo israelita es
siempre una persona única» 44.
e) «Porque así como, siendo el cuerpo JlllO, tiene muchos miem-
bros , y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un
cuerpo único, así es también Cristo». Este versículo abre la gran
respuesta de san Pablo, donde trata del cuerpo de Cristo a propósito
de los dones espirituales (I Cor o 12, 12-27) . P ara penetrar correcta-
mente el pensamiento del presente pasaje, es necesario retener en
la memoria la exégesis de los dos primeros . Es ya sabido que du-
rante largo tiempo se intentó explicar el desarrollo sobre los carismas
a partir dd npólogo clrlsico 4!'>. Esta explicación resulta inadmisible a
partir del i1l 0 IlH.:lltu e1l que SI.: ha constatado que sal1- Pablo posee ya
una doctrina del «cuerpo de Cristo)). «Sabe y ha dicho ya que los
cristianos están todos unidos al cuerpo resucitado de Cristo y que
no form an con él más que un solo cuerpo» 4,e. Pero si Pablo utiliza
aquí el apólogo en vistas a ilustrar una convicción primera de su
fe y de su teología, es porque esta bella metáfora es abiertamente
adecuada para ilustrar la consecuencia de una convicci6n ya adqui-
,·ida. El apólogo subraya oportunamente no sólo la unión de los
cristianos con Cristo, sino también entre sí.
El realismo sacramental está expresado en las diversas partes
del versículo 13. El bautismo nos ha sumergido en un solo y mismo
cuerpo. Todos nosotros hemos recibido un mismo Espíritu. ¿ Es
una segunda alusión al bautismo? Benoit se inclina a creer, más
bien, que este «recibido» evoca el otro gran rito de incorporación,
43. Cicerón emplea i:1 palabra griega para designar el conjunto de sus obras oratorias,
que envia a Ático. Bíblica (1951), t. 32, p. 285.
44. J. DE FJlAINE, Adum ~t SOIl lignagc (Brujas y París, 1959), p. 206. Véase igualmente
todo el contexto.
45. Acerca de este ap61ogo y el papel que ha jugado en la teología bíblica dd cuerpo
de Cr:sto, Vé:lSC: "Corps ... lJ: R~¡)tI~ Bjbl;qtl~. PI" 5-6; Exégcse .... [. I1, pp. 107-110 .
J. D L1PO NT, Gnosis (Lovaina, 1949), pp. 427-438.
46. P. BC.:-:OIT, "Corps ..... : R~¡)tI~ Bib/jqtl~. p. 14; Ex¿gcsc .... [. 11, p. 11 8.
S4 J.:\ IGLESIA ES UNA COMUNIÓN
50. Extr:leto de un artículo tilulado: ceLa Scigncuric du Christ slIr l'Églisc et sur le
Il lundl'''. por 1111 J,:rul'n tic tcólo~os de 1.1 .. Conferencia
cat61ica para las cuestiones ccumé-
lI iel"' ''. :q l:lrn:id" t'n [¡¡¡/III (:l hril de 1959), t. 9, "er
pp. 139-150.
VOCAllU J.AR IO E IMÁGENES BÍBLICAS 57
;7. "Corps ... »:: Revtle Biblique, p. 27; E.n:gi:sc ... , c. JI, p. 133.
S8. P. BE:-;OI1', "Corps .. H : NC/JIIC lJi bliqtlc, p. 28 ; En:gbc ... , t. 11 , p . 134. J. j{Imss.
,,0\; Kirc]¡e .... .. II, p. 126.
S9. Vt'r ~ob rc l'ste punto. ell b p. SO los tr:lb;tjos, ya cit::ldos, de A. M. Duu.\Ju.f..
MI. I.t· 111t~fllfll::h· ... , l ." nl ir., p. J07.
(.l . 1.11 '/¡/fJ/fJgit' ... , 2." ~·di(.. 1'. 2S'J. H. 2; lr:tcl. l·:t.\I~,II:ttt: " /.11 (l!/l'Ji'I .. , p. 274, n. 23.
(,2. "C""I'~ .. . ":: Nf·llfIt· U¡M¡,//II' , p. 27 ; Er':~r.;i's'· .... lo 11, p. IJJ .
VOCABULARIO E IMÁ.GENES BÍBLICAS 59
de supremacía, podía suponer una separación entre Cristo y su Igle-
sia; por otra parte, la Íntima unión de los cristianos con Cristo
podía interpretarse falsamente en el sentido de una absoluta iden-
tidad. La alianza de las dos imágenes en una sola salvaguarda , al
mismo tiempo, las ideas de superioridad y de contacto vital.
Un exegeta reformado ha probado a formular los reproches pro-
testantes a la teología bíblica católica del cuerpo de Cristo : «La
doctrina y la pastoral católico-romanas tienden inexorablemente ha-
cia una confusión de la cabeza con el cuerpo (. .. ). Sobre la base de
los textos bíblicos no es posible extender al cuerpo las perfecciones
de la cabeza» 63 . «El pensamiento católico es aquí prisionero de una
lógica implacabl e que, de una u otra lnanera, tiende a atribuir a la
Iglesia la "gloria " que no pertenece más que a Cristo y, según
J C01". 15, a los resucitados» ". "Si en Pablo el tema de la Iglesia,
cuerpo de Cristo, sirve siempre para glorificar a Cristo O exhortar
a los fiele s , e11 la par[¡[rasis (.'ató~i ca s irve para exaltar a la I glesia» 65.
Al parecer del P . B0I1nard, la posición neotestamentaria sería: «El
cuerpo eclesial está para siempre unido a la cabeza, pero es un cuerpo
recalcitrante " 66. Yo creo que la presentación dada aquí y la de los
autores que hemos seguido escapa n a estos reproches . La idea de
cabeza imp!ica la de supremacía y, por consiguiente, la de trans-
c('ndencia. No se trata , pues, al' a:-:imilar pura y Si111p~l'ml'l1tc el 1'11l'rpO
a la cabeza, n'(,01HH.' i~lIc1o al mi s lIlo tiempo qlH:.' todo 10 que el cuer-
po tiene de vúlido lo debe a la cabeza . l)or otra parte, no hay exal-
tación de la I glesia que no sea puramente cristológica.
Una imagen bíblica 11 0 puede agota r la realidad de la Igl esia. Aca-
bamos de ver cómo la imagen de (( cuerpo» comolementa la idea de
«Pueblo». E stamos bastante lejos de la manera de ver del P. Koster.
((Pueb~o» y «Cuerpo» no se oponen como realidad exterior y realidad
pneumática ; no se trata de la dialéctica de lo social y de lo místico.
Como hemos recordado al comienzo de esta sección III, se trata
simplemente de dos modalidades complementarias de la unidad de
la Iglesia . Una visión completa exigiría aún la consideración de toda
una serie de otras designaciones metafísicas . La I glesia no es sola-
mente el pueblo de Dios y el cuerpo de Cristo, sino también el re-
baño, la plantación de Dios, la viña, el t emplo, la ciudad, el Reino,
la virgen (esposa, mujer y madre) et c. Todas estas metáforas se
completan unas a otras, coinciden en parte, se enriquecen mutua-
mente. No nos bel110s detenido a considerar más que las que impor-
Sla (... ) es el sacralJle¡¡.l.o del reino sobre la tierra. El reino está pre-
sente ('11 ella , como la gracia de Dios en los sacramentos ( .. . ). L a
finalidad de la Igl esia es hacer sacramentalmente presente sobre la
ticrra el único reino de Dios, expresado en signos adaptados al tiem -
po , e ntre la res urrecc ión de Cristo y la parusÍ;l,» '13,
El scntido del estudio que hemos emprendido en estos dos pri-
meros capítulos y qu e proseguimos en el resto de la obra es cl aro:
d ctc rlllil1ar cu(Ll es la naturaleza de la Iglesia . ,L o haremos en un
l:XalllCIl críti co de la definición de la Iglesia. L os principios crite-
ri ológicos de que haremos uso han de sernas proporcionados por la
Il"ología, 11/./ ('/I('(.I-If.S Jit/ei, que se funda sobre el a.udhus fidei: rc-
V(:lal'j(J11 y illagist(·rio. Cun csh.: fin, lil'l11oS partido del d ocumento
magi s terial más importante: la encíclica J\![ystici Corpon's . A con -
tinuación hemos acudido a la Escritura, fuente del magisterio, el
cual es «norma próxima y universal de 1,a verdad)) ''', para una con -
frontación. De ésta debcn resultar dos cosas: 1) la manifestación
eh.: la conformidad del magisterio con la Escritura; 2) un ennq ueci-
11li('lltO de nuestro conocim iento de In Iglesia , ya que el magisterio
1111 1" ha dicho todo ni pUl'ck decirlo todo 75 .
Contra k nck llcias cclcsiolúg-icas qUl' ill sist<.'1l ullilatcrallllcnk
sobre la unidad mís tica e interior de la Iglesia, la Nl ySlici corf1oris
prd('Jl(le situar en su justo lugar la visibilidad. El cuerpo místico
('s concreto y pcrc(.'ptibIc por los sl:lltidos. Su constitución org:l1lica,
jert¡rouica V sacramental deriva de aquí.
En la Escritura, detrás de la palabra «Iglesia» hemos descubier-
to al pueblo de Dios en s u totalidad y la manifestación de este pue-
blo ('11 un lugar pa rticular. L a aportación es doble: el descubrimien-
to , por una parte , de un tipo de unidad propio de la Iglesia, la
parte como presencia del todo; y por otra, el esclarecimiento del
tema del ((Pueblo», detrús del término ((Iglesia» .
La Igl csia cs el verdadero «pueblo de Dios», profe tizado por
Oseas, pueblo constituido exdusivamente, en adelante, por el víncu -
lo relit¡ioso de la fe . «El pueblo de Dios » pone en evidencia la dimen-
sión histórica de ia Iglesia : su continuidad discontinua con respecto
al A ntiguo Testamento, dentro de una homogeneidad que persiste
a pesar de la ruptura. E sta noción es, pues, particularmente apta
para traducir la tensión escatológica. L a I glesia es el (( Cuerpo de
Criston, resultado de la unión sacramental de los cris tianos con el
cuerpo resucitado de Jeslls. P a ra la Iglesia, el reino es un término
76. G . TW LS, Orimfatio1Js de la tlu:ologie (LO\':l ina, 1958), p. 96; t(3d. Clstclbna,
Oricntacioncs a(ttlalcs de !tI leologill (Uuenos Aires, Troquel).
CAPÍTULO III
5
66 1.:\ IGLESIA ES UNA COMUNIÓN
1958;. (Est:ls tres obr:lS son del mismo autor). F. HOlB6cK, Du ~lfd¡aristise/¡~ If/ld der lIIys·
life}¡~ úib Cllristi in ¡}¡ren B~=j~JIt/llgro ::t/ ¿n arld~r rlae/¡ d~r L~}¡u da- FriiJlSc}¡o!astik
(Roma, 1941), Acerca de esta última obra así como acerca de !a primera cit:tda (de
De Lubac), véase un boletín dc Y. CONGAIl, en RSPT, 31 ( 1947) , pp. 83 ss.; incluido cn
Sai1Jr~ Egll!~ (Pa rís, Ccrf, 1963), pp. 554 ss.; trad. (;lstclbna, Salita !g/~sia (Barcc1o!l:t.
Estcl .1, 1965), pp. 490 ss . F, MAlMBERC, E~ n /ic}¡aom ... , pp. 72·76.
2. I-I. DE LOBAe, Corpus Mysticum, p. 12.
3. H. DE LUMe, Corpm Mysticum., p. 29.
4. H. DE LUIIAe, C(/t}¡o/icism~, p. 73; trad. c:tstcllan:t, CutQ/idsll/Q, p. 73, Il. 60.
5. 1-1. DE LUlIAe, Corpm Myuicum, p. 45. Sobre los tres sent:dos del :tdjetivo, ver
L. BOUYER, ,,"Mystiquc". Essai sur I'histaire d'un mot", en La ViC' spiril1f~/IC', Slfllpl¿·
mellt, n." 9 ( 15 de m:tyo de 1949), pp. 1·23.
6. En el 'J'racla/us (Ir: fu,·rumclllis, dc un t:tl m:lestro SIMÓN, entre 1145 y 11 60,
Icemos: "In sacramento alta ri s duo sunr: in esr, corpus Christi vcrum, ce quoo pcr illud
signific:nllr: corpus cius mysticum, 'luad e~t Ecdesia .. (cit:ldo en H. DIi LU IIAC, CO!",.Uf
.\1YfliculI/, p. 120) .
SANTO TOM!ís, TEÓLOGO DEI, CUERPO MÍSTICO 67
realidad eucarística recibía el de SaC1"am.ent'wrn co'rpo'ris. o también
el de corpus 1J1.ySt-iCWHD 7. Ig ualmente puede encontrarse una expre-
sión de esta síntesis sacramentaria, en la línea del simbolismo onto-
lógico de los Padres, en un autor como Guillermo de Saint-Thierry,
muerto hacia 1148 '.
Esta síntesis sacramentaria sufrirá los asaltos de la dialéctica.
Se deshace en las manos de Berengario. «De un lado, un cuerpo
real - terrcs ~re o celestial - que no puede comprenderse más que
sensualite,·; y de otro, un cuerpo espiritual (.. . ). De un lado, la
idea de una presencia sustancial, que ha cesado para nosotros desde
que Cristo subió a los cielos; del otro, una «virtud» despojada del
sentido pleno que aún te nía entre los teólogos de la edad precedente.
De un lado, finalmente, Cristo mismo en su realidad personal o,
en el sacramento, su virtud; del otro, la Iglesia que somos nos-
otros . .. Si algunos sintieron la tentación de confundir excesivamen-
te Cristo y su Iglesia, la Cabeza y los miembros del cuerpo, Beren-
gario, a la inversa, no conserva ya el sentimiento de su mutua inma-
nencia» 9. Contra Berengario, la teología insistirá, en adelante, so-
bre la identidad sustancial del cuerpo que está en el sacramento con
el cuerpo nacido de 1\Ifaría, y les reserva el nombre de corpus verul'lt;
distinguiéndolos cuidadosamente del cuerpo eclesial, designado muy
pronto por C01'PUS m.ystiCU11t 10.
Desde un punto de vista, que al presente es el nuestro, la expre-
sión corp·u s m:,>sticum aplicada a la Iglesia denota la homogeneidad
de la teología de la Iglesia de la Edad Media con la de los Padres
y san P ablo . L a «triplicidad. del cuerpo de Cristo persiste, así co-
mo el estudio de las relaciones entre las tres realidades desig nadas
por «cuerpo de Cristoll. En «cuerpo mÍsticoD, la referencia sacra-
mental eucarística aparece claramente marcada. Y nos es necesario
mantenerla cuidadosamente. Es un elemento principal de la tradi-
ciÓl1 cristiana . Es necesario velar para no ceder a la disociación,
que más tarde se realizará, frente a la Reforma, dentro de una
teología de la Iglesia elaborada sin consideración primordial del en-
raizamiento eucarístico. «T odo nos invita, pues, a considerar 'las
relaciones entre la Iglesia y la Eucaristía. De una a otra, puede
decirse que la causalidad es recíproca (.. . ). La Iglesia es la que
Para tCIltr ell cucnta las exigcncias de las ensciianzas pauli llas,
ulla teología del Cuerpo de Cristo debe responder a tres condicio-
nes. Debe mostrar:
l." CÚI110 la unifHl con Cristo explica la doctrina de la Iglesia,
ClU.:rpo de Cristo,
2. " Que esta unión es sacramental Jo' s<..: inscribe dentro de un a
concepción «físicaIJ o «corporal» de la salvación.
3." Que, dentro de la estructura corporal, que resulta de ella,
hay lugar para una organi7.ación interior, para una pluralidad de
funciones 13.
En general, los autores ponen de relieve cómo la encíclica Mys -
ti ci C01'{101'is conecta con las enseñanzas paulinas. Pero algunos no
afirmall 10 mismo cuando se trata de santo Tomás. ¿ Qué debemos ,
pues, pensar de b síntesis bosquejada dentro del tratado de Cristo?
¿ Es una síntesis suficiente? Santo T'om(ls, ¿ resulta aún hoy un
guía seguro?
De sobra es conocida la autoridad teológica del P . Tromp, así
como el estrecho parentesco que existe entre su libro y el contenido
de la encíclica. Y, sin alusión directa a santo Tomás, el P. Tromp
se muestra desconcertado ante un contexto de pensamiento, den.tro
del cual se inscribe, prácticamente, toda la Edad Media. "El concep-
to de Eccl('siC!. a.h tI bel) de la Iglesia universal en el sentido de san
Gregario, o de] Cuerpo místico, considerado como el conjunto de
todos los santos que, desde el origen del mundo hasta su fin, son
justificados por la fe del Redentor, es de capital importancia para
comprender la evolución de toda la eclesiología. En un considerable
11. H . DE L UIUC, .\/¿Iitolion .... p. 103; tm. clstcllana, Meditación sobu /a 19ü:sia,
12. B'bliografía : ~r. D. KOSTER, Ekkbi%gic im WcrdCIJ (paderborn , 1940). A. MIT·
TERER, CC/lcimniwollcr Lcib e/lristi lIudl SI. 1'11. ¡¡on Aqujll 11IId nac/I Papsl Pim XIl
(Viena, 1950). Pueden cncontr:J.rSC apreciaciones sobre el libro de Mittcrer en BT, t . 8
( 19-17.1953) , pp. 363·373 (Ch. JOURNET); RSPT. r, 35 (1951), pp. 633 · 634 (y , COSC¡\R),
inc:uido en Sailltc tgliJe (París, CerE, 1963), pp. 614.6 15, trad. castellana, Santa Iglesia
(l3arcdona, Estela, 1965\ pp . 543·544, J. Bf.tJ.\IER, uD ie Idee einer vorchristlichcn Kirchc bci
Augu5tinus» . en MilI/C/¡. Tllco/, Zd¡sc!¡r (1952), t. 3, pp. 161. 175. Y. CONC¡\n, uF.cclc:sia
:lb Abe!>', en AbIJulldltfllgell ¡¡beY TlleoJog;c lmd Kirc/¡e. FutJelJrift fiir Kar/ Adam
(Dussddorf, 1952), pp. 79·1 08 ,
13. / Coro 12, 28, )' textos p:L f:'l lclos.
SAN'fO TOMÁS, TEÓLOGO DEI, CUERPO MÍS'I'lCO 69
número de escolásticos, este concepto parece acaparar los espíritus
hasta tal extremo, que la idea más precisa (stricti.or) que aparece
en los escritos de san P ablo, no ocupa más que un lugar totalmente
secundario. Y esto 110 sin riesgo para la doctrina. Pues , efectiva-
mente, en primer lugar es necesario señalar que la unión de los
santos es un a realidad invisible y, luego, que quien, a la manera
de san Agustín, com:idt'ra a la Ecclesia ab .. l bcl como personalidad
mística se Ve casi forzado, por eso mi smo, a considerar la organiza-
ción del cuerpo místico, querida por Jesucristo, C01110 algo casi
(qu,odamm.odo) accidental: el mismo Su{u-ez 110 ha sabido despren-
derse de estas ideas, de una manera clara, en su eclesiologíaD 14.
Algunos años mús tarde, en 1940 (el libro del P. Tromp vio su
prilllera cdici{JIl l'n 1937), U1I dominico revisa la manera en que,
dentro de la eclesiología, se utiliza la cuestión de la gracia capital
de Cristo en la Suma de santo Tomús . Para Koster, es evidente que
la q. 8 de la III parte no pertenece propiamente a la eclesiología. El
uso del vocabulario es suficientemente revelador. ((El término eccle-
sia trata, pues, de la ecclesi'!l en el sentido paulina, En el presente
contexto, ecclesia y "Cuerpo de Cristal' poseen un sentido qp.e no
es auténticamente eclesiológico, sino auténti camente cristológico.
Este sentido no existe en san Pablo. Se remonta a san AgustínD 15.
He aquí cómo resume y aprecia Koster la posición de este último :
«En san Agustfn , lo que, dentro de la expresión "Cuerpo de Cris-
to", lleva el acento no es la "corporeidad" (Leibhaftigkeit), sino la
"no-corporeidad". La I glesia es, pues, este "invisible Cuerpo de
Cristo ll , el Cuerpo de Cristo "no corporal"» 16.
Un teólogo vienés, Alberto Mitterer, consagró todo un libro, apa-
recido en 1950, para demostrar la oposición que existe entre santo
Tomás y la encícl ica Mystici corporis. A su parecer, sobre este pun-
to, las enseñanzas de la SU11ta pertenecen a una época pasada, mien-
tras que la encíclica, al contrario, abre una nueva era. Concluye
su obra: (Es muy interesante la evolución a partir de san Pablo,
que utilizaba el predicado "Cuerpo de Cristo" para calificar a un
sujeto que no era más que la Iglesia de su tiempo; pasando por
santo Tomás que vacila entre la Iglesia visible y la I glesia invisi-
ble ; hasta llegar a la encíclica que establece, netamente, que la
Iglesia católica romana es el Cuerpo místico de CristoD 17. Este
autor llega aún más lejos : se ere.e autori7-<'1do a afirmar que la ex-
IH~':,J"'JI " "' II~ ' IIIl ' IIlí: :li,'" ¡f,' /11 1.1 :,, ·.., illll dv si,~II : , h:l . t'11 S:l lI tn ' l'OIIl :'I S,
:t I:t 1.~kSi:l illvi s il Jlt..: por Il]losicit/II :L la 19-k's ia visi hl e In .
Críticas parel: idas puede11 e ll co ntrarse en el es tudio del p, ¡Viallll -
iH.:rg, pulJlil:auu e ll 19SH. S<.:gún él, el Iludo tI!..: la cuestión reside ((en
la id l:a que sa llto T omás se hace de la gracia de Cristo. A centuall-
do 50bn: lodo la nalurakza inlerior y es pirit ual de csta g racia ,
11 0 <..:x.presa suficientemente su carúctcr escncialnlcnte «encarn ac io-
llalJJ y, desde luego/ su carúcter esencialmente {(corporal» . La eele-
siología de la 111ystici C01'poris ofrece a los teólogos una doctrina de
la I.~· k·s ia auténtica , a partir de la cual es posible s uperar esta uni-
bkral t:spiritualizaciún de la g racia cristianan IV .
Bajo divc.:rsas fo rlllas y prc.:scntaciolles , es siempre el mi smo re-
prol:1Ie d que, desde hace veinticinco a üos, se presenta una y otra
vcz : si santo "l'omás esclareció rea lmente el influjo vital de Cristo
sobre la Iglesia J no otorgó, en cambio, suficiente amplitud a la (cor-
poreidadll del «cuerpo místicQ)) . ¿ Cómo resaltar el lado visible de la
Iglesia , t oda su orga nización exterior, en un «cuerpOIl que incluye
él los justos de la antig ua econo1TIla y a los ángeles del cielo? ¿ No
serú a caso necesa ri o revisa r, dentro de la obra de santo Tomús J s u
teolog fa de la gracia, demasiado es piritual J demasiado {(descncarna -
dall? L a cuestión es grave . Exige un detenido examen. E s peramos
n:spr!ndcr a ell a J a tra vés ele una expos ición de las grandes líneas
dl.' la s íntes is dl: sa nto 'Tom;ls l sobre este pun to.
32. Hi'ro{ccto illius mcmbra SUl1t c[ corpor::! l1ostr:1ll, Sermó11 161, 1; PL, t. 38,
col. 878; trad. c:1stclbn:1, en Obra!, cdici6n bilingüe bajo 1:1 direcci6n d e F. Carcía, O.S.A.
(Madr'd, n.A.e .. 19 vol. hasta el presente:, 1946-1964), t. VII, pp. 625-627.
33. En el mismo ordcn de ideas, véase igl..:::lrr.ente Exposición d~ la Epístola d~ san
JUOIl a 101 Parlas. tr. 11,2; PL. t. 35, col. 1990; B.A.e., t. XVIII, p. 216: «Pues toda
la Iglesia es esposa de Cristo. El princip:o y las primicia! de la Iglesia es la carne de
Cristo.» Cristo, en su cam~. no es solamente la caus:t de la Iglcsi:1 sino también sus
primicias.
34. SI/IIIIl teológica, 1, q, 75, a. 7, c. y 3d 3: B.A.e., t. III (2°), pp. 190-192; 1, q.
76, .l. 1: n.A.C., t. III (20), pp. 195-203; 1, q. 89, a. 1 : n.A.C., t. III (2 0 ), pp. 485-490:
((Proptcr mc1ius animae.n Aquí puede reconocerse el :1nálisis escolástico del monismo an-
tropol6gico, del que hcmos hablado más arriha.
35. (Ue pe r sui corporis mysteria cum ad spiritualia revoc..u et. ll Compendillm theo-
logiae, c..1p. 201; trad. castellana, Comp~1Jdjo de t~%gía (Buenos Aires, Itinerarium).
36. Suma t~o16gica, 3, q. 61, a. 1: n.A.C .. t. XIII , p. 47.
74 I,A IGLE S IA ES UNA CO;"'I UNIÓN
37. SI/IIW uo/úgim, Sup/o., ']. 7S, a. 1, ad 4: B.A.C. , t. XVI, p. 190; véa~c tam-
bién Supl., '] . 75, a. 2, in c.: n.A.e., t. XVI, p. 192.
38. /11 I's. 36. 18 (Ed ici6n de Parma, t. 14 , p. 286).
39. SUllltl t~ol';gjc(l, 3, C]. 8, 3. 3, !Id 3: B.A.e., t. XI, p, 384. Véase tambié n como
explica S;lntO TOm;í5 la nece~;d ;¡ d de los sacramentos de la Antigua Alianza, 3, q. 61,
,l. 3 : B...\.C .. r. XIIl , pp. SO-53,
SAN TO '1'OI\ I.~S , TEÓLO GO nllI .. CUERPO MÍS'l'ICO 75
do de su construcción , la de los vendajes , que ma ntienen en su lu-
gar un miembro roto h ast a su curación, la del tallo que lleva la es-
piga de t rigo, la del mol de de que el modelador se sirve para crear
una obra de arte 40. P ero se comprenderían mal estas compar aclOnes ,
si se identifica ra n las estructuras provisionales con el r égimen de
mediación que es propio de la Ig lesia como t al.
E n el cielo, la jerarqu ía ecl esiástica 110 ejercerá sus funciones.
Indu dableme nte, no es más que un elemento tempor al, condicion ado
por la situación del h ombre entre la resurrección y la pa rusía. P ero
el régimen de med iación, dentro del que se halla inscrita esa jerar-
quía, persist irá eternamente . Como, muy precisamente, lo hace n o-
ta r Mons . J ournet , en el cielo, los justos vivirán de Cristo. «La
fuerza que les h ar ú capaces d e conocer a Dios como él se conoce y
de amarl o como él se ama seguirá llegándol es 1?'l,ediatmnente,l pasan-
do por la natural eza humana de Cristo, Rey eterno de los hombres
y de los ángeles. " .
L o que santo T omás afirma en el artículo 2 de la cuestión 8 de
la 3.' par te d e la Suma teo l6gica (B. A .e., t. XI, p p. 380-381 ) sigue
siendo, pues , r igurosament e ex acto cuando se trata del estado de
visión beatífica. En él se habla de la doble «corporeidad • . T oda la
hu ma n idad de Jesucristo (no solamente su alma, sino t ambién su
cuer po) ejerce su influencia sobre t oda la h umanidad de los elegi-
dos (no sólo sobre sus almas, sino también sobre sus cuerpos) . Se-
iiale mos de pasada, que p recisamente por razón de esta glorificación
de los cuer pos es por 10 que Ull :1. inn ova.l:io 1nnnd·i escatológica apa re-
Ce' ('0111 0 ll (,ce'~a r ia c .
En lla lla l';! lI lbia lo q Ue aL'a h:llllos <!t- deci r el hecho d e que los
:'lllgelt's P\-rll' lll'zca ll al l'tl \' rl'0 m ís t ico. 'J'a lll pol'U l:S un indicio qlle
d\'llO k \,.' 11 S:lll to 'l'Olll úS u1I a teología de la Ig lesia , dentro de la cual
la c~ l'n rp() n,i c1 a d)) 11 0 o('upa s u verdadero ltigar . Los ángeles perte-
!ll'Ce n al cuerpo místico de 111:lI1l: ra di sti nta que los hombres . Y es-
Ll ({m a ncra di st inta)) sc funda sobre el hecho ele no existir, entre
la huma nid ad de Cristo y los úngeles , una confonnitas naturae
(Comp . 1."001., cap. 214). Cri sto es cabeza de los ángeles, afirm a
santo T omús e n otro lugar, pero de n ing ún modo en el mismo sen-
40. Ver A. L ¡éc¡';, Initia/ion t/léologique, t . IV , pp. 388-389; trad. castellana , Inicia-
ci/m teológic(I , t. III (Barcelona, Herder, 1961), p, 312.
4 1. L 'Eglis~ du V~rb~ IflCQrtJ¿, t. 1 (Bru jas, 1942), p. 21. Ver Suma t~o/ógjc(/>, 3, q,
22, a. 5, 3d 1: B.A.C., t. XI , pp. 79 1-793 ; Supl., q. 92 , a. 3, ad 12 : B.A.C. ,
e. XVI, pp. 491.
42. Ver SUIIJ(l Icolúgica, Sup/, , q. 91 : B.A. C., r. XVI, pp. 426·451. Es prcciso librar
estos textos de toda la im:lg;nerÍ:t cosmológ ;e:l med;eval, pero sus enseñanzas conservan u n
\':llor r":11.
76 I,A I CI.ES IA ES UNA COMUNIÓN
51. Suma t~ológjca, 3, q. 63, a. 4, in fine eorp.: B.A.e., t. XIll, pp. 858.866;
3, q. 73, a. 3, ad 3: B.A.e., t. XIII, p. 477; 3, q. 79, a. 1: B.A.e., t. XIII,
pp. 690-693; cte.
52. ((La eucaristía contiene algo sagrado absoluto)), Suma t~ológjca. 3, q. 73, a. 1,
ad. 3: B.A.e., t. XIII, p. 472; uEste sacramento contiene todo el misterio de nuestra
salvación», 3, q. 83, a. 4: B.A.C., t. XlII, p. 859.
53. Cfr. StIIlla It:olúgjcu, 3, {l. 67. a. 2: U.A.e., t. xm, pp. 216-219; 3, q. 73,
a. 3. c., B.A.C .• t. XIII. pp. 475 .. 77.
54. Suma tt:olúgica. 3, ". 79, a . 1, ad 1: n.A.C., t. XIII, p. 692.
55. Suma It:olúg;¡'(/, 3, q. 80, a. 1 : B.A.C. , t. XIII, pp. 72S-727.
56. Suma teológiclI, 3, q. 80, a. 11 : n.A.e., t. XIII, p. 762-764.
78 LA IGLESIA ES UNA COMUNIÓN
57. En cU:Wto :1 los niños, ver Suma tcológica, 3, q. 73, a. 3, c.: B.A.e., t. XIII,
p. 476: "Por la intención de la Iglesia desean la cuclristíal}; y 3, q. 80, l. 9, ad 3,
y in c.: B.A.e., t. XUI, pp. 7'j5~757: Ics falta la sQcl"Qmcnli dctJotio.
S8 . Suma tcológica, 3, q. 80, a. 1, ad 3: B.A.e., t. XIII, p. 727. En este pasaje,
la {ormubción tcol6gica de santo Tomás es firme: se traGl verdaderamente de comer
cspiritu:tlmeme el sacramcnto. En IV Sen/., d. 9, :1. 2, sol. 4, ad 2, el pcns:tmicmo sigue
busc:1nclo. Santo Tom:ís :uimila prácticamente el C:lSO de los ángeles al de los justos del
Antiguo Testamento.
CAPÍTULO IV
1. LA DEFINICIÓN DE B ELARMINO
1. EL NUEVO TESTAMENTO
).- 7. L. 1-¡":rITr.r:>:G, "Cornrnunio und Prima(". ell MiH'df(/lI~t¡ Ht"Jtorim: l'outi/idtU, "01. VII
(Roma. 1943'. pp. 1-48. Es(as p:íJ:inas han aparl:cido recientemente, . (raducida s :J! it:lli:tno.
('n lIll f:¡ ,c.: íClllo ~eJl;(r:((ltJ; CO/lllllflll;/J. C/¡i"!II (,' P"PlltO f/d/'(/f/tic/¡ir¡', ,'r;Sr;tll/f1 (Rom:!, 1961).
El tcma ha sidu estudiado, igual me lile, por un tc{¡lfJgo luter:mo: W. EU:KT, Ab~1/(lmaM
1/1](1 Kirc/¡engemeinse/wft ill d~r (l1/~1I K/re/,e !Iallprsiichlicll des OSUf/S (Berlín, 1954), Es
:asombroso comprobar que este autor ignora absolut:Jmcnte el trabajo de L. Hertling.
w. Elcrt \'o! "iú a tratar sobrc esta cuesti6n en una contribuc:6n póstuma ;¡ un tr;¡bajo co-
kcti\'o: "Abcndmanl und Kirchengemcinscna ft in dcr ;Iltcn Kirchc ll, aparecido en KOlNO -
."'I..r. "¡rbeit('1I des CEkuTllellisclun Amsclll/s!f:J der Vcreillig/~n Evangdisch-Lutherischell
¡.,:irdle Dmrschlands ::lIr Frag~ del' K¡rd,~ I/nd Ab~"dmallhg~m~illscllaft (Berlín, 1957),
pp, 57-78. M. J, LE GUI!.t.ou ha hecho de la idea de comun:6n el eje de una obra consa-
grada al problema ecuménico: Missiofl ~t Ullit¿. L~! exigellces de la communio ll (París,
Ccri. 2 "ols., 1960); traducción castellana, Misión y Unidad, Las exigencias d~ la comunión
(Ba rcelona, Estel.l, 1963).
Dos trabajos import:wces abord:ln el conjunto de! problcm:l: y, CoN'GAR, «Note su r les
mots "ConCession", "Église" et "Commu nion"», en Iunikoll, t, 23 ( 1950), pp. 3-36; inclui-
do en Cllrhi~/ls ~II d¡alogtl~ (parís, Cerf, 1964), pp, 211 _242; trad. castellana, Cristianos en
ditílogo (Barcelona, Estela, en prens...,). Del mismo autor: «Peut-on définir l'Église? Dcstin
cC \'alcur de quatre notions qui s'offrent a
le fairel', en ¡acques Lec/crcq. L'!lOmme, /'Ot'UVrt
ct ses amis (T ou rnai y París, Castcrman, 1961.), pp. 233-254; inclu:do en Su;nte Eglú(
(París, Ced, 1963), pp. 2 1.44; trad. castellana, Santa Iglesia (Barcelona, Estela, 1965),
pp. 23-44.
8, «No ncccsi tan interpretación algun:l los testimonios de I;¡s escrituras canomClS que
nos rcprescnt:m a la Tglesia abra::ando en su comunión al mundo enterOIl (De /a unidad dl
la Iglesia contra los douarislfu, cap. XX, 56; PL. t, 43, col. 434; B.A.C., c. IV, p. 761) ,
«Ego in Ecclesia sumo cuius membra sunt omnes ¡lIae cccJes!ae, quas ex laboribus Aposto-
lorum natas :J.tquc firmatas simul in littcris eanonicis novimus; c;¡rum commun;onem .
C]uanturn me ;¡diuver Dominus. sive in Africa sivc ubicumque, non dcscraffill (Co1ltra
Cresce/J ., m, 35, 39; PL, t. 43, col. 5 17) .
El, Tl~l{r-.lINO «COMUN IÓN» 159
9. Carfa 131, :1 Jerónimo , C:1p. ll, 2 ; PL, t, 22, col. 1125; B.A.C., (Carta 166),
t. XI, p. 4 65.
10. HiJt . Eccb .. V, 24.
160 LA IGLESIA ES UNA COMUNIÓN
11
162 LA I GLESIA ES UNA COMUNIÓN
17. F. RliSSO . "Pénitenc.: ce cxcommun!c:nion. f:lude hisloriquc sur les rapports entre
la lhéolfJg-:c ee le droit canon dans le d omaine pénitent:cl du IX· au XIII' sicclell, en
Ncc/u:rd,cS (Ic scicm'C rcligiwfC (1946" t. 33, pp. 257-279. 431-461. El texto aquí citaclc
.\ e enCUf.:lltr:l en J:¡ p:íg:. 264. En H. Uf. Luu,\c, Corpus Mysrit"lllll (2." edición, 1949).
pp:. 27-34 , se encontr:,r;Í un.' rica d ocumentación accrca del empleo de C01II1II1/IJio en la
Ed:ld r-.·fcdia.
18. "Orn n:s christi:lnus, dilcctissimi, qui a $aCerdOlibus excommunicalur, sathanac tra
dilllr: qUflrnodo? SciliCl:l <1uia extra Ecc1 e~iam est di:,bnlus, sicut in Ecc1csia Christus , :le
pcr hoc qu:,~i di;,llOlo tr;ulilur, IJui :lb ccclc~i:lstk:1 (Olll11H1Il '"nc n·mon·wr. Undt· illos,
'1',,1<1 tUlle Ap"~t,,lu s s;nh:1I1;1(~ cssc [radil"S pr:1t:"·clf. C.... Cllllllllunic:HI'S :, M: t'sse dcm (Jns tr:l1 ~
((;IU/;I.\.-.;(I, IJecrcw, C. XI. q. 3, c, 32; FIUWUEIH;, enl. 653).
19. F. Rt; ~!.. " "l'':niu:nc'-' ... H . PI'. 267.268.
El, TÉRMINO «COMUNIÓN. 163
de los efectos del pecado. Para que el pecador sea separado de Dios,
¿ es necesaria una sentencia exterior? Por el solo hecho de su falta,
el pecador corta ciertos lazos, se aparta vol untariamente. La clara
percepción de esta verdad conducirá a no reconocer más que efectos
sobre todo exteriores, a la sentencia de excomunión. La distinción
que se encuentra en Graciano entre anatema y excomunión puede,
sin duda, ser considerada como un momento dentro de esta evolu-
ción. El anatema designa una medida extrema que separa de Cristo.
mientras que la excomunión califica una sentencia que tiene efectos
sobre todo exteriores 20 . Si, por una parte, el vocabulario sigue toda -
vía vacilante, es interesante constatar que la noción de excomunión,
concebida como separación de la sociedad visible de los fieles, co-
mienza a perfila rse claramente.
20. «Hcngi !trudam uxorcm Bosonis novcris non so!um cxcommunic:nionc, quac a fra ,
terna sncil'[a lc Sl'p;lf:lr, sed ct i:Ull a n:lIlll'm:lIl', t¡W K! ;,b ipsu corporc Christi (quod eSI
ccclr.:~ia) rr.:cidir, crdm. Pl'I'ÚISS,IIIl" «; " AClANO, J)"l'rdo, e, 1][, ~I' 4, c, 12; FII.II'l)UEII.(:,
c,,!, 514 ).
21, 1)c Jllcr(/IIU:II(O orrlilliJ, c:'p, 8 (Vr.:IH.:Ó", 159 1), p, 51 1 D,
1M
IIlístil'o, <lrr<lm:arlt: miembros a este cuerpo místico compuesto y
l'ollsl ruid o por .santos y fides justos» .22,
:\ctar:Hlo l'sk punto, Cuilknno ele Auvcrnia aborda el scgu~ldo
IlIi~llIbro dl! la alkrnativa. Si , e11 la hipótesis de los adversarios,
s(¡ln l'] pC'cado excomulga, ¿ debe entenderse por la palabra ucxco-
1I1\1l1ic'nIU la prival'j(1I1 de..: la cOl1lunión exterior? Tras recordar la
posillilid;u! cll' <¡Ul' \111 lIIaJ..!"islrado l'XCOlllldguc a un hombre qUl' l 'S
1111 justo, (:1 autor ,11..·1 tratado pOIll.' l'1\ hnt:a ell' su:,> ohjdon..'s la :->i -
J,!uil'l1lL: r«plica. Podría afirmarse que d justo, aUll qUL' !a ll zado fuer a
~lc la fgl t'sia (CICC /IIS fori ..; (lb {'ulesia. (1 s(lr.ris rl a sacra.mev/is,
l'j'-("(II-, inrJl/llJl/ (·i.!'clifllll.! c.\"lcriuri el liU(:rllli), l'ontinúa, sin (:mbargo,
~:1l t'Ollltlllitlll l'O]} los salltos y los sac rallH:lItos y qUl', de esta forma ,
sigll~ Sil'llIprl' L'lI l~l inkrior. ((Pues , ell efecto, es una sob y misma
cnsa estar l'll cOllluni{m con las santos v C011 Jos sacramcntos v estar
(knlro, o estar cn el interior de la Iglesia n (ldcl/1. (,Jzi lJl esto CllJ/lIIlH -
I/.icart' Sal/.ct1s el. SaCrClJJ/Cllt.is, q'nod ill/us CSSC, si've 1alra ccc!csiallt
('ssc). E strt posición es co ntradictoria. [ l1 sostcn ib~c.
No existe, pues, mús explicación que la siguiente: el justo ex-
l'olllulgado {(llO posee, por sí, mús que la comunión interior, I nduda -
blelllente ésta ~s el fruto y la venta.ia (lf.t-ilit-us) procurados por la
comu nión exterior, v s u res . La comunión exterior es el signo de
la interior. (Nuestr-o adversario) deberú recon ocer la verdad: el
justo exco11lulgado tiene solamcnte el fruto o b H!S de la comunión
exterior, pero no la posee en sí misma» 23.
En el conlzón mismo de la realidad de la Igles ia, Guillermo de
:-\uvernia distingue claramente una comunión interior, de la que
S0 1l1 0S privados por el pecado , y una comunión exterior, de la cual
la f-;C'lltencia de excom unión pued e apartarnos. Ambas es tán íntima -
mente vinculadas. Si la comunión interior no es sólo la res, sino
también el jru.ctus y la ·n hl:ita.s ele la comunión exterior es debido
,1, que l'st:l última no es sólo el s'ignwJl, de la comunión interior, sino
tamb ién s u principio y s u causa, aunque el autor no emplee estos
dos últimos términos . La comunión exterior existe en función de
la comunión interior. Esta afirmación general se verifica -aullque
de una manera paradójica- en el caso de la excomunión, {(La I glesia,
prnsigul: Guillcrmo de Auvl:rnia, priva ílJ1icamcllte de la cOllltllli(lll
l:xtc:riol". Priva de la comunión e xterior ell vistas a conducir de
lluevo a la interior. Si exteriormente hiere COll la espada de la ( ' x -
l'on Itlll ión , es sólo para curar por el remedio de la ('o'munión (:spiri-
lual ( ... ) Con todo, dehc saher~c que el desp recio dc' la excomunión ,
~lsí como la rebeldía, constituyen uno de los pecados que más des-
truyen la comuni6n espiritual (. .. ). (Por el contrarior "aqúéfq ue·· se-
ve privado de la comunión exterior, a veces, progresa más por las
virtudes de la paciencia y la humildad, y soporta la excomunión
con mayor mérito y provecho del que, antes, sabía obtener en la
comunión exterior (000)0 Para mucho!:iJ en efecto, el peso de la exco-
mUlli(m exkrior no l'S menos difícil de sobrcllevar, ni menos temible
que el martirio» 24 0
oGuillermo de Auvernia ve, pues, dos niveles de comunión. San
Buenaventura distinguir{l tres. Se ve conducido a ello por la consi-
deración de una doble forma de excomunión: la excomunión menor,
que excluye solamente de la recepción de los sacramentos, y la
excomunión mayor, que separa además de la sociedad de los fieles.
Esta distinci6n podría fecharse en los comienzos del siglo XIII. En
términos de derecho, se la encuentra formulada en una decretal de
Gregario IX !So Por lo demás, nada añade san Buenaventura a la
teología más elaborada de Guillermo de Auvernia o
En una cuesti6n en la que trata de la legitimidad de la excomu-
nión, san Buenaventura se hace a sí mismo la siguiente objeción:
«La excomunión es la separación ode la cOll7-unión. Pero la comunión
existe por la caridad o Y nadie puede ni debe arrojar a alguien fuera
de la caridad. Por tanto nadie puede excomulgan. L a primera fra-
se de esta objeci6n (en cursiva) es un pasaje del Decreto de Graciano.
San Buenaventura responderá dándonos una visión esquemática de
la te010gía de la comunión, basada en la distinción siguiente: «La
comuni6n es triple: la primera es puramente espiritual (spirit.ualis
omnino) es la comunión según el amor interior; la segunda es
I
cación para designar los lazos interiores creados por el amor (la dilec-
ción). En su obra, el término «comunión» no es el término c01H.pren-
sivo que permite captar en una sola mirada toda la riqueza y la
complejidad de la real idad de la Iglesia. En contexto eclesiol6gico,
este término se reserva , sobre todo, para designar los lazos exterio-
res y visibles en los terrenos de la vida sacramental y de la sociedad
fraterna 28 . Pero esta observación sólo es válida- respecto al vocabula-
rio . Ya hemos visto anteriormente, en un capítulo especial, cómo la
eclesiología de santo Tomfts recoge y cc.ncentra la totalidad del dato
eclesial en la expresión corpus 1nystic'/,¿1n.
* * *
26. IV S~lI/., disto 18, p:m 2, arto 1, q. 1, contra 1 j Quaracchi, p. 485.
27. Suma t~o/úgic(t, suplemento, q. 2 1, a. 1 C. (= IV S~nt .• disto 18 , q . 2, a. l .
qc . 1, c.).
28. Por otr:! parte )':1 es conocido el importante lugar que la ~ollwJ/ltlic{l/io ocupa en
el tratado de la c:Jridad. Sobre este punto puede leerse: L. B. GILLON, «A propos de la
rhéorie lhomis[c de l';¡mitié. "Fund:Jtur super aliqua communicatione" (u.n, q. 23,
:l.. 1)>>. en Angaicum ( 1948). t. 25, pp. 3·17. Ver igu:almentc P. PHILIPP E, Ú rólt: de
/'amirié dallf la vie c/¡r¿ti~lIl1~ se/on SiJilll T/¡omús d'Aqtlin (Rom:'l, 1938). ACere;} de l:l
koinonÍf¡ en Aristl;tdes se cneontr:l. r:í una excele nte not;} en R. A. GAUTH1ER )' J. Y. J OLl ~ ,
EL. TÉRMINO «COMUNIÓN 11 167
31. Es un pasaje de !:J. Encíclica Elsi mulla, del 21 de novicmbrc dc 1873. Aquí lo
citamos dentro de su contexto: Cl Nad :e puede ser considerado obispo legítimo si no está
unido por" la comunión de la fe y ~Ic la earid;ld a la piedr.:J. sobre b que está edificad::! 13
Iglesia de Cristo, si no se adhiere al Pastor supremo al que han sido confiadas rodas bs
ovejas, p:lra que las pazCl, si no está vinculado :J .:J.quél que tiene la misión de confirrn.:J.r b
fratcrnid:ld que est:Í en el mundo » (cfr. 1 P~. 5, 9). Pío IX, en esta parte de su Encíclica.
tt:lt:l del problema eelesi:ístieo planteado por los ,(Vicjos católicos».
CAPÍTuLO X
Vi l'l1l'l1 este: CS$C vesta unidad nUIllL'ri ca? No de un esse que: cons~
tituye la cosa l'n' SI misma; sino de un csse qu e sitúa esta cosa en
ordclI a otra: (ad ali'lf.d). E ntre los predicamentos aristotélicos,
sólo los de relación, acción y pasión, Ullen seres distintos . La Iglc·
sia tiene prl'cisamente C0l110 finalidad establecer una unidad entre
los fieles, todos los cuales son, como personas, seres distintos, Por
tanto, lo que constituye la Igl esia debcrú buscarse en estos dos pre-
c1iC'alllc'ntos . COllsidere1l1os, pues, los dalles sohrenaturales que resi -
dl.:l1 e11 los fieles.
lJ. Ahora, sería preciso desclobJ;¡r J;¡s impliCaciones psicológicas y espirituales de este
análisis" Sobre este punto léase y" C OSCAn, "Rythmcs dc l"~glisc c[ du monde". en L a
!Ji ... 11I{{'II...cllI..-/l... (abril de 1946), pp. 6-22; y su artículo C!SchismeJl, en el DTC. M:í s ade"
lame volveremos sobre ello "
1.:\ COMUNIÓN DE I. ESPÍRITU 175
10. Pucde continuarse cjccutando actos, gua rdar un comportamiento habitual, con
forme a un estldo más cle\'ldo, que se ha perdido.
11. Clr. Suma teológica, 2, 2, q. 4, a. 3: B.A.C., t. VII, pp. 243-244..
12. L'ÉgJjt~ da V~rb~ IncQrn¿, t. 11, pp. 699-700.
13. L'J1glit~ dtt Vt:rb~ /ncarn¿, t. JI, p. 700.
176 1.:\ n;LE S JA ES 0 1\' . \ CO:o.IUNIÓX
11. L.-\ ('~I" ..\n RE.-\LIZADA PO R LA I NH .-\ BITACI ÓS DEL ESPÍR ITU E);l
U fGu:sr.,. L., IGL ES IA TE'lrl.O n EI. EST'íRI'I' U
de scimce rl'ligir:ttse ( 1948), t. 5, pp. 175· 196 Y (1949), t. 6, pp. 57·80. A L IÉGÉ. «Ame. de:
!'fgl¡sc» , en Car/¡olicismr:, t . 1, col. 434-436. Y . CONGAR , «Le Saim-Esprit e[ le Corp~
Apostoliquc . réaJisatcurs de l'ocuvrc du Christ» . en RSPT ( 1952 y 1953) ; incluido en la
segunda. edici6n de Esqttiser dtl Mystere de /' Sgliu (parís, Cc:rf, 1953), pp. 129~179;
traducci6n c:me llana, flE [ Espíritu S:lnto y el Cuerpo Apost6[ico realiz:ldores de la obra
de CristO)) , en E1/tayoJ solm: d Mislerio d~ la 19l~sia (Baredona, Estela, [961), pp. [21 - 168.
Del mismo nutor: "L' Esprit-S:l int d:lns l'EgUsc)) , en Ltt111iá~ ~t Vj~ Gunio de 1953),
n.O 10, pp. 51-74; incl uido en L~s voi~J dtl Diett vivant (P:lrís, Cc:rf , 1962), pp . 165-184;
tr:ldllccbn casle lbna, .. F.! ESI,íritll Santo t'n la T¡::lesinll, e.n Los caminos del Dios pivo
( lI:u-cclol1a, ESlda, 1964), pp. 167 · 186. 1'. lInNN¡\'O> (prot.) " L'I':sprit Saim et l'l?gl is(·
sclon le Nouve:1lI Testnlllent~ (Exposició n prcsc l1lada en Chevetognc, en ocasi6n de una
eonfercncin ecuménicn, septiembre de 1956). e n RHPR ( 1957), t. 37, pp. 81·90. Ch. JOURNET,
L'f:gJju: dll Vt'rbe IlI canJt~, t. 1I (París, 1951 ), pp. 522·580. Dom A . VONlER, L'Esprit el
/'ÉpOI/SC (parís, 1946); tr:ld. cn stel1 :Il1:l. El Esplritu y la Esposa, cn Obras completas, t. JI:
LI IgI~si(l y los SflCrtl1UCl1toS (Ba rcelona, L :túrgic:l EsP.1ñol:l, 1964). L, M . DEWAJLLY,
uL'Esprit el les chrét:ens dans ]'Eglisc du Ch risr'J, en ú Sojnt·Esprit, attteur de la vie
spirilllcl1c (C:lhiers de la vie spirituelle , París, y Lyon, 1944), pp. 67-83.
16. Cfr. Y. CaNGAR, ccL ' Esprir-Sa:nt dans l'~glise )) : Lumi~r~ et Vie, p, 51; ÚS Vales .. . ,
p. 165. l'rad ucci6n castclb01, «El Espíritu Santo en la Iglesia», en Los caminos ... . p. 167 .
17. Adv. haerucs. I1I, 24 , 1; PG, t. 7, col. 966.
18. Véanse Jos textos en el opúsculo del P. TROMP,' citado más arr ib::t.
19. Véase p. 210 ; {. 1, p. 1042, q ue debe compara rse con e l pasaje sobre la Inhabi·
latio SpirittlS Sancti. p. 23 1; t. 1, p . 1049. Estos números de página remiten, r espectiva.
mente, a l:! ed'ción l:!tina dr: AAS ( 1943), t. 35, Y a 1:1 traducc:6n casteJl::tna de Colección
de encíclicas y documentos pontificios (Madrid, Acción Cat61ic:a Española, 1962).
20. Ver los textos: 111 Sl!7Jt. , d . 13, q . 2, a. i, sol . 2; J·bid.• sol. 2, ad 1; D~ ver. ,
q. 29, :l. 4, C.j In ICor., 12 , 1 2~'4 (n.o 734); In Ephes., 1, 13-14 (nO 42); In Col .• 1, 18
(n.o 46) ; !tI Rom. 8, 9 (n .o 627); 12, 5 (n .o 974); Suma teológica. 2, 2, q. 183, a. 3;
tld 2: B.A.C., c. X, pp. 68 1-683; In la/l .• 1, 16 (n.o 202); Erpositio in Symbolum, tul
verba: .. Sanct:lm Ecclesi:lm » (cdic:6n M:mdon net , p. 378). En último término. la inves-
tig:lción es b:lst:lnte deeepcion::tnte. Muchos de estos textos aporta n poca cosa. Los tres pri-
meros son los más importantes. El P. MALMBERC da una lisu más completa que no se
limit:l, como la nuestr:l, :1 los textos que conciernen al Espíritu como pn'ncipio de um'dad
(cfr. Eell lic/¡aam ~n ~en gust [Utreche, 1958], pp. ~6 1-284) .
12
178 i,/\ l GI.ESIA ES UNA COMUNIÓN
35. Ver a este respeCto E. MER SCU, Le: corps mystique du C/m'st, t. n, p. 164 (a pro-
p6sito de san Buc:navcnlura y de santo Tomás). En esta obra se encontrará tambi~n, e:n
traducción franccsa (a[ principio de la pági n:l 163) un hcrmoso texto del segundo libro
De $(/cramenlis de Hugo de San Víctor. Ver sobre todo el reciente libro del P. TROMP,
sobre el Espíritu Santo, ind ;cado ya en el cap. 1, nota 13.
36. «Citaré a Newman para quien el Espíritu Santo es [a conciencia de la Iglesia.
O sea: el Espíritu Santo e:s a la Igle:sia lo que la concic:ncia es e:n el individuo, e:n el
orden de naturalezau (H. F. DAVIS, en d rcsumen de [as d:scusiones, con que rerm=na
el volumen que contiene los trabajos de un coloquio organizado por la Facultad de te:olo~
gia católica de Emasburgo, en noviembre de 1959: L'Ecclisiofogic atl XIX' sjecle (Un:'lm
S:mctam, 34) (París, 1960), p. 378.
37. Y. CaNGAR, en Ú col1cile el fu concites. Contn'bllfions a I'histoire de la vie con·
"iliare de I'tglisc (París y Chcvctogne, 1960\ p. 312; trad . castellana, El concilio y 10j
corw'lio" Aportación a la historia de la vida conciliar de la Iglesia (M:ldrid, Pau 1inas, 1962) ,
pp. 362·363. Este volumcn contiene [os trabajos de las jornadas de estudios ecuménicos dd
monaS',erio de Chevetogne, cn otoño de: 1959. El P. Cong:lr contribuy6 a ellas con dos
estudios: ft La primauté des quatre premicrs concilcs occuméniqucs. Origine, destin, se:m
el portée d'un theme: traditionnc:!u (pp. 75·[ 10), Y ftConclusiofl» (pp. 285~334); tr:lducci6n
castellana, "La primacía de los cu:1tro primeros concilios ecuménicos» (pp. ' 103-140), Y
"Conclusi6nll (pp. 333·387).
182 I.A IGLE SIA ES UNA COMUNIÓN
3. Cfr. J. H.~M ER , KarJ Barth. Éttld~ Stlr sa mbhodt: dogmatiqlle (París, 1949), pp. 146·
149. Esta obra ha aparecido recientemente cn inglés, eon una nueva introducci6n muy
ampliada: Kar/ Bar/" (Wescm:nster [Maryland], The Newman Press, 1962).
4. The Wors/Jipping Community. como, muy exactamente ha hecbo notar el traduc.
tor inglés dc esta exposición.
5. Karl BARTH, Credo (Pa rís, 1946), p. 180.
6. E. BRUNNEk, Das MiJSvcTJtiindnis da Kirche (Zurich, 1951 ).
7. E. BRUNNEIl, Da! Músveruiindnit .... p. 122 .
8. E., BRUNNER, Das Miuva-sliindnis ... , p. 87.
186 I,A lGI.liSIA ES UNA COtllUNIÓN
12. lbidcm. En este pasaje, así como en el precedente, los textos han sido subrayado ~
por nosotros.
13. N. Al'ANASSIEV, "Le sacremcnt ... », p. 20 1. Sobre el epi to auto, véase la nota 18
del presente capítulo.
14 . N. AFANASSIEV, aLe: sacrament ... », p. 206.
15. N. AFANASSIEV, «Le sacrement. .. u, p. 207.
16 . N . AI'ANASSIEV, ¡I Le sacrcrncnt ... ". p. 208 .
17. Jbjd~m.
18. La expresión epi 10 /1/110 ap:lrcce frecue ntemente en Jos escri[Qs de.! profesor Afa-
n:lSSiev . Es una alusión :. Act. 2, 47. La exprcsi6n evoc:., a la vez, el encuentro en un
mismo lu¡:tar y la un :dad interior entre los miembros de la comunidad. La traducción
li te ral podda ser: "para una m isma cosa» .
188 T,A IGLESIA ES UNA CO¡\<lUNI ÓN
Para Hl:l'filar ('xactamcnte el sentido ele este difícil pasaje nos pa-
rCC<..: 1l incli spc:nsablc:s algull<lS p{lgi nas d e anúlisis filológicos .
J) os o lres. En 18, 19-20, san j\'I ateo comienza un nuevo tema ;
la prc'posil:illll {Ifllin indic:a el cambio. Es interesante notar el paren-
tesco entre nuestro pasaje y un texto de la literatura rabí nica :
lICuando dos están sentados ~ ocupad os en la Thor a, la Gloria está
en medio ele ellos)) ~o . Induelab1 emente esta convicción estaba ya ex-
ll:ml ida el1 (-poca de Nuesb'o S<..'iioT". P :lra la cXl-gcsis del versículo
de san NIateo, la comparación con esta afirmación será de gran
valor. Dos o tres, indica la forma más elemental del grupo, de la
cOlll11nidad , la m;ls pequeña de las asnmbleas 21.
Congregados en ,ni n o·m bre . Los exegetas expt' rimcntnn una grall
clificu~tad cuando se trata de determinar el se1ltido de la expresión
(I('n mi nombren. Algunos omiten toda explicación . Olros aventuran
diversas hipótesis . K nabellbauer da gran variedad de sol uciones .
El P. Lagrange no dice nada . Entre los au tores consultados , sólo
Dietcnhard y S ch nicwind vuelven su atención hacia la estructura
g ramatical de la expresión para determinar su sentido.
En gr iego tenemos un acu sativo : eis to on01'na (y no el dativo :
e/l. to onomalj) . El acusativo da a la fórm ula un claro sentido final,
del que no siempre se ha tenido una conciencia suficiente . Este
matiz escapo en la lectura de la Vulgata que atenúa el texto al tra-
ducir: ({ in nomine meo». L a fórmula acusati va es relativamente
19. Observación preliminar. Aquí empleamos l:l p:1l:lbra I(asamblea» en su semidc
acti\·o. que design:t la reun ;ón 3clual de varias pcr son3s . Bibliografi3: Los comentarios
sobre san r-.-r:lleo de J. K:-:.~lI"l\'B.WER (Corpw Scriplllra~ Sacra~. 1893); de M. J. !ACRANC¡
(ÉfflJ~J bibli1 f1~s. 1927) ; de J. SCHMID (R~gl.'l1Jbllrg~r N~II~J T~sta m~11t, 1956; ; de J. SCHNIE·
W/:>"I) (prot.) (Das N~tf~ T~Slammt D~tllJc/l. 1958); dc TH . H . ROB I NSO~ (pror.) (T/¡~
Mo/JI/u N(:tIJ T(:slam(:nl Comm(:1Ifary. 195 1); ad emás, H . B IETEN IIAIID (pror.) , art. UOnOm:l ll ,
en TluoJogisc/¡c! IV ortcrbllc/¡ ... , t. 5.
20. Abot., 3 , 2 del Rabí Hanani3h Ben TCf;tdyon, sig lo 11 después dc Jesucristo.
21. Pis!:l de trab:ljo: ¿no sed necesario relacionar los (Id os o treslI del versículo 18
con los dd 16, a 1:1 luz d e Dt., 19, 15?
LAS n.lPLICACIONES DE LA COMUNIÓN 189
27. "To b:¡plize inw :1 n:une \V as to h:lptize ¡lito lhe jl'ossessioll o { the persoll whe
(Jwlled Ihe name N H. ROIlI t"SOt", TII~ Moflalt ...• p. 237.
28. Una última obse n 'ación. antes de pasar al comentario de nuestro propio lext!':
(.\'lt. 18, 20). En re:t1 idad, la fórmula ~iJ f o OlJoma es equivalente a la simple preposición
cit. CI/ ando Pahlo pregu nta. en 1 Coro 1. 13 (ver también 1. 15): !!~I-Iabéj s sido ballti -
.... ados C/I H/ 1wm brc ?" (de P:lbl o) es lo m islIlo q ue decir: ,,¿Acaso habéis sido b :Hllizadu :
"ara la p~r!01/a de P:tblo?» En Israel, como en otros pueblos de I:t antigiicd;Jd hay un
estrecho víncul o entrc el nombre y la personalidad del que lleva el nombre.
29 , Qu:ero advertir que cuanto sigue tiene simplemente valor de sugestión.
30. I\ qu í cabría relacionar todo esto con la teología de la an:í mnesis en el cuadro
de la ellc:uistía.
I,AS IMPLICACIONES DE LA COMUNIÓN 191
34. AAS ( 1947), p. 528, e n el texto !:1tino el término praesens aparece siempre; tra-
ducci6n castellana, en Allw;r;o Petms (Pío XII) 1, 1947 (Ba rcelona, Atlánt:da, 1948), p. 117.
35. DENz., n.O 883. p. 249: "Verdadera, real y sustancialmente ... » Estos tres adverbios
se encuentrOln yol Ol! principio del op. 1 (DENZ., n .O 874 , p. 244).
36. D e hecho, JOl Encíclica habla solamente de la presencia de Cristo como objeto de
las plegarias de la aS:lmbleOl.
37. Así lo entiende un :lUtor como Juan de Santo Tomás, en una f6rmula caracte-
rística: <lQuae dicitur praesens rebus. eOlsque immedi,l[e et intime tangere!) (Vives, t. n,
p. 17). Ver tOlmbién: «De r:atione formOlli que ista substancia d iv ina tangit rcs, quibus
redditur praesens!) (Ibid.).
Este COnlaClo puede ser doble, seJ.!ún se trate de realidades corporales o espirituales.
En el primer caso SI.! funda en l:l cantid:ld: es!:! presente d que S(' (·tlwcnt r:l en el Itlgur
en que se esd o cid que sc h:lbb; en el sq.:undo, se Ir:1I:l dt' 1111 ,'O/l(,/c'WS ";/'II/(;S, r,,"
dado sobre un:l ncción: el ejemplo l1l:ís \:l:IW I"S d lid I,loklu d .. ! ¡¡rto de' (·onoduli('utu .
Así, pues, se iuz,g'nd bs (F\"I,'rs:ls I'r,'s"nó:ls sq':l~n b s dlls ~f : llllk s 1·;¡tq':t1r!as I1c (·UII·
tactos y, en el C:lSO del "eOnl:lCfO virtual!), SI,'glín las di"t"rs,as 1II0001.11itladC's de la acción .
Esto corresponde nI sC'nlid('> dd término brin('> rr'U"srllri". d(' r",'l'Y'IU, ('~t;lr d(':anlC'
\l :11 (r"I\Il'. En d niwl di' la t"xl'l'ril'l1l'i:1 ~"lIsi('k, 1.1 1'f{'~I'l"'i;1 C'\'I""I 1:1 l'l'\lxil11i\lutl.
Par.1 1:1 11,)0,·:,11\ ,j¡- l'l"·"'·I\.-i,l ,'11 1.1 li[l' l.ltULI (il.,.,,'n.·,I '·"lI['·"'I"'l,ilIl'H. ",",HlS(' !, \,~ tr¡,hnj\\',
dI' 1.. 1.\\' 1:11 r : / .,1 ,:"t.::,~..!i'i"'~ .¡,~ I't!."'I/'·¡ /, ,/ ..-1/1 l ~ "',!) .. 1'.11" , IU:II !U\~\ , 1 .. flJ.
o'rll,'(' 1,,!,;It' (l'.lri~, I'J J ~ ) : !r.,d .... 1",.-11.11\.1, 1.,1 f,-..·r,- ", ·j" f.",'¡ \11\\\' lh "~ "h·f'~. ""\·""lu.-I)"
13
194 J,A IGI,I!S IA l.!;S UNA COMUNIÓN
toliqttc (La Orandi, 10) (París, 1949). 1. H. DAL~IA1 S, «La liturgie, aete de l'l!glisc »,
en La Maüon·Dim , 19, pp. 7·25 . Del mismo autor, lnitiation a la liturgic (parís, Desdée
de Brouwcr, 1958), pp. 41·70. G. Dlx (angl.), Th~ Shap~ 01 th~ Liturgy (2.1. edición ,
Westminster, 1952), cap . JI, pp . 12·35. A. G. MARTIMORT, «L'assemblée liturgiqueu, en
La MaisolJ.Dj~u, 20 , pp. 153·175 . Del mismo autor, «L'assemblée liturgique, rnystere du
Christ», en La MaisolJ-Dicu, 40, pp. 5·29. También del mismo autor, «Dimanche , aS5cm-
blée ct paroisse», en La Maisoll .Di~Il, 57, pp. 56·84; «Prée:sions sur ¡':assemb!ée ll, en
La Mai!On ·Di~u, 60, pp . 7·34. R. PAQUIER (pror), Trait¿ d~ lúurgi~ (Ncueh3.td , 1954)
pp. 17·33. A. ROSE, «L. . préscncc du Seigneur d:1ns !':1ssembléc liturgiquc», cn La Vi~
Spirillld¡. (1951 ), t. 85. pp . 78.85.
50. La Maison-Dicu, 60, p. 12.
51. A. M. ROGUET, Trai,¿ dn sacr~m~n 's de 1:1 Somm~ tl¡¿ologit}t/~ cditndn por 1:1
II Revue des Jeunes)" pp . 314·324.
198 LA I GLES IA ES UNA C(6'JI.-IUNIÓN
55. Esto sería de f;ici l dcmo5traci6n por las epístolas de la cautividad, pero ya antes
y sobre todo por 1 Coro 10, 16 Y 12, 12.
CONCLUSIÓN
1. Para si tuar este apéndice dentro del co njunto de la obr3 . ver p. 178 .
2. D ENZ., n ,O 1839, p. 427 .
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APÉNDICE nI
El término "Comunión"
Sus usos en filosofía y en teología
\. R. LE. SES"SE., ln:roducrion a Jo phJ"/oIOphi~ (Colc:cción Logos) (3 ." edic., París, 1949).
La primera edición de esta obra data de 1927. Trad. castellana, In troducción a la ji/aJofia
(Buenos Aires, El Ateneo). Los números de página que se citan en el texto se refieren a
la edici6n franCtsa.
El libro de M. NtooxCEI.LE, La réciproci:¿ des cOTlScienceI (parís, 1942), desarrolla, a
su modo, el tem;). de 1;). comuni6n. En un estudio reciente sobre uLe personnalismeJl
(Encyc/op¿Jje franfaiu, t. 19, primera parte, sección A, cap. IlI, 4), M. Nédoncdlc: prc:sc:nta
sintéticamente su visión sobre la reciprocidad de las conciencias humanas y sobre la teci-
procidad humano-di\'ina.
15
226 1..\ IGLESIA ES C~A CO~I UNIÓN
2. (;. B"STIJ)E\ Troi/(: de ('aClioll lIIorale (Colección Logos) (2 vals .• París, 196 1). En
d c:¡p . 11. "L'exahation mystiquclI, el autor aborda nLes équivoques de la communion»
(pp. ;4-60). El autor quiere disipar las ambigüedades de cierto vocabul ario. ¿Qué significa
··fu~i¡m de );¡s conciencias .. ? .. H ay momentos en los que d filósofo debe saber escogcr,
incluso en el lenguajc corriente ( ... ). O bien el amor es fu sión, y es la alicnación dc I:lS
libt· rtadcs en );¡s profundid:Jdcs ]>:Jsional cs inconscientes, o bien respeta y prom ueve las
:1ulonombs, }' no puede h:1ccrJo m:is qUe tomando cn consideración el valor intelectual
(It- 10 n' rdadero ( ... ). La predicaci6n que exalta el :lrnor fuera de la luz de la inteligencia
I1n p\lnl~· pro<!ucir m:ís que oscurid:Jd. cont:1m in:1 ndo 10 espi ritu:lI por lo biol6gico, y el
ebintl'rés por la p:lsiónll (p . 57).
3. B. P.UCAL , PC'lIséC's, cd. de;: L. Brunschvicg, fr. 347; trad. castcllan:J, Pellsamientos
( Buenos Aiees, Agu ila r, 2 vols.), fe, 264 , t. 1 ( 1963), p. 125.
4. Vé:Jsc G. Gt.:J\\"JTeH. "ProbJemcs dc soc iologic génér:Jlc .. , e n Traite de sOc7%gú
227
pres ión media y de una atracción igua lmente media, ejercida por el
conjunto sobre los participantes (... ). Y en la comuni6n debe ver.se
el grado m áximo de intensidad en la participación del Nosotros,
acom pañado de la presión más débil y de la atracción más fuerte,
ejercidas por el conjunto sobre los participantes . (p. 176).
Aqul podemos terminar nuestro estudio, l)or incompl eto que sea
11 0S permite captar, en s us grandes líneas , d u so filosófico cont em-
por:'1I1eo ele la palabra ((comunión», Compartimos d punto de vista
(11.. (~ . Ba stich' l'U:l11do n 'l' h ; l z; 1 las a ll:I! Ilg'Í;¡ S amhigtlas, l'OIllO la <1"
ru s ion. Le sl'gu im os igualllll'llk c\land o r"c l1 erda; «Si querelllos
dar valor moral :1 la ¡(ka dl' l'tlll11111 iÚlI, ck h l' lIl1lS dl'l' ir que 1\0 Sl' l'O-
lllulga el I/!! (J (,JI e[ olro (l' JlIpll':lllClo un Il' llgl1aje' q~lC proviene más
(kl psico:l núli sis que dl' 1:. filosl)fí:l), :-:i lIO 'lUl' Sl' l'()J1l111g-a It./W con
o lro e n 'Hit ';Jalar COJ/l'lín )) (p. 56).
P ero no es nuestra misión hacer ulla crítica de la noción filosó-
fica de comunión. Aquí nos limitamos a comparar dos usos de la
palabra, el u so de los filósofos, del que acabamos de dar unos ejem-
pl os caracterlsticos, y el u so que hemos propuesto en esta obra, tras
(publicado bajo b dirccción de G. Gurvitch), t. 1 (París, 1958), pp. 155-251; trad. caste-
llana, Tratado d~ sociología (Buenos Aires" K3pclusz, 2 \'ols .). Pero el 3utor había . a~r
(ado Y;I el problema e n ~u Eua; d'/{IJ~ dauificatiof/ pllll'l!Iis/~ d~! formes de soclablllt¿
(París: 1938). Exrr:¡cro de los .'¡IJf/I1I~s Joci%giqun ( 1938). Sl'r;c .-\, f3SC . 3, pp. 1-48.
5. L3 categoría de l<Íorm:¡ de soc:abilidad )J, t;l! como la prupone G. Gurvirch, merece
un atcnto estudio, ?Cro t:¡mbién una crítica vigorosa. Véase ~ e~tc respecto. ~uestr:l nota:
«Ecdésiologie er sociologie: .. , en Social CampuS!. R~ "l/~ d~s dudes sooo-rdtgte.tlus (1960).
t. 7, pp. 325-339. Cuando, en el curso de: esta obra, hemos empleado la expresl6n "formas
de sociabiEd:¡d", lo hemos hecho en su ~entid o y acepción genee3!. y nunca en 13s pers-
pectivas de un sistcm;¡ determinado.
6. G. GUII.\·ITCH. La lJocut;O/l {lclfl('l/(' d e' 1,/ JO<'io/0Jtú' (P:lris. 1950), p, 153.
228 1•.-\ IGLESIA ES UNA COMUNIÓN
reimpresión).
FRIEDBERG : Corpus ¡uns canonici, ed. E. A. FRIEDBERG (2 .... ed., Leipzig,
2 vol., 1879-1881).
KITTEL: Theolo¡;isches Worterbuch zum Neuen Testament, ed. G. KITTEL
(Stuttgort) (1." volumen en 1937).
MANSI: Sacrorum conciliorum nova et amplissima col/cetio, t. 49-53,
ed. L. PnlT y J. B. M"Tl" (Arnhem y Leipzig, 1922-1927).
Todos los textos de la Sagrada Escritura que se citan en el presen,te libro se
han extr:lído de la Sagrada Biblia, versión directa de las lenguas originales,
por E. NACAR FUSTER y A. COLUNGA, O. P. (Madrid, B.A.C., 1963).