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Academia Politécnica La Trinidad

Cátedra: Historia de España


Profesor: Leonardo Mendoza
Guía teórica-práctica de los contenidos del programa académico

UNIDAD 1. LAS PRIMERAS CULTURAS EN ESPAÑA.

Carente de fuentes escritas –en su mayoría–, debemos entender que la


historia que podemos contar de España comienza con su prehistoria.
La historia del primer milenio antes de Cristo en la Península Ibérica ha sido
mejor reconstruida gracias a las fuentes escritas –foráneas– legadas por sus
primeros conquistadores.

EL SUSTRATO PREHISTÓRICO
EL CONOCIMIENTO DE LA PREHISTORIA

La Península Ibérica fue asiento de comunidades humanas desde fechas


remotas que son imposible de fijar, cronológicamente, con precisión.
El descubrimiento de fósiles humanos, en 1976, en el yacimiento burgalés de
Atapuerca, permite hablar de la existencia de un tipo humano, el homo antecessor,
en el suelo ibérico hace, por lo menos, 800.000 años. Los primeros asentamientos
humanos en las islas baleares datan del octavo milenio antes de Cristo, mientras
que el archipiélago canario conocería la presencia humana estable hacia el siglo V
A. C.
UNA ÉPOCA LARGA Y OSCURA: EL PALEOLÍTICO

Etimológicamente, paleolítico quiere decir: piedra vieja. Esta época se


extendió por más de un millón de años. Una época donde parecía no existir la
división de trabajo, se realizaban algunas actividades de culto mágico-religioso y se
practicaba el nomadismo. Dentro del paleolítico, se diferencian varias etapas: el
paleolítico inferior, cuyo protagonista fue el homo erectus.
Hacia el año 100.000 A. C. se inicia una nueva etapa, el paleolítico medio. El
homo sapiens neanderthalensis es el protagonista de esta etapa. Éste vive en
viviendas estables y muestras los primeros signos de practicar antiguos ritos
funerarios. Luego, vino el paleolítico superior, que se extendió desde el año 30.000
A. C. al 8.000 A. C. Su protagonista fue el homo sapiens sapiens.

EL NEOLÍTICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

El neolítico, literalmente piedra nueva, fue un período de verdadero revolución


para la especie humana. Se inicia la actividad agricultora, la domesticación de
animales con fines ganaderos y la producción de objetos cerámicos y tejidos. Este
paso devino en el modo en cómo la agricultura pasó de ser depredadora a
productiva, pero también en el establecimiento de comunidades, la instauración de
la propiedad privada, la división del trabajo y, por descontado, el surgimiento de la
política, como actividad reguladora de la sociedad. El neolítico en tierras ibéricas se
desarrolló, aproximadamente, entre los años 5000 A. C. y 3000 A. C.

LA IRRUPCIÓN DE LA METALÚRGICA

En la Península Ibérica fue importante la explotación del cobre para el 3000


A. C. Hacia el año 2000 A. C. comienza la Edad de Bronce, metal que era una aleación
del cobre y el estaño. El yacimiento más conocido en la Península Ibérica era el de
El Argar, situado en el sureste peninsular y que alcanzó su apogeo entre el 1700 A.
C. y el 1300 A. C. En esta época, empiezan a aparecer testimonios escritos, griegos
y romanos, de la vida humana en la Península Ibérica.

LAS COLONIZACIONES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA


EL FENÓMENO COLONIZADOR

En el transcurso del primer milenio antes de Cristo, llegaron a suelo ibérico


los primeros colonos, provenientes del Mediterráneo oriental. La razón esencial que
motivó la llegada de esos colonos fue estrictamente comercial. Interesaban a éstos,
especialmente, las riquezas mineras de la Península.
Los primeros colonos fueron los fenicios, los griegos y los cartaginenses.
Según datos arqueológicos, los rastros de más antigua data que se tienen de estas
primeras llegadas son los restos del yacimiento de Morro de Mezquitilla, en tierras
malagueñas, que datan del siglo IX A. C. Los fenicios fueron los fundadores de
Gades, la futura Cádiz, entre el año 800 y el 775 A. C. Pero, luego de la caída de la
ciudad de Tiro ante Babilonia, se inicia un lento proceso de declive de su influencia
en tierras ibéricas.

La colonización griega fue más tardía. La principal actividad de los griegos en


la Península fue económica, práctica que, al parecer, fue bastante intensa con los
Tartesios. Los cartaginenses, herederos directos de los fenicios, irrumpieron en las
costas ibéricas en el siglo IV A. C. Sus primeros pasos los tuvieron en la isla de Ibiza,
principal centro comercial cartaginés entre los siglos V y III A. C.

EL LEGADO DE LOS COLONIZADORES

En primer lugar, la introducción de nuevos cultivos, como el olivo y el esparto;


la acuñación de monedas; el impulso de la vida humana y la utilización de esclavos
como mano de obra; la introducción del alfabeto, tanto el griego como el fenicio.

LOS PUEBLOS PRERROMANOS.


TARTESIOS, MITO Y REALIDAD.

En la primera mitad del primer milenio A. C. se desarrolló, al suroeste de la


Península Ibérica, una cultura muy brillante, asociada al nombre de Tartesios, que
aparece mencionado en textos bíblicos y en textos de autores griegos. Se piensa
que fue un vasto reino que se extendió desde Huelva hasta las proximidades de
Cartagena. Argantonio, parece ser el único rey histórico de Tarsis del cual tengamos
algún tipo de certeza. Importante para el estudio de la cultura tartésica el
descubrimiento del Tesoro de Carambolo, que data de los años 600-550 A. C.
El mundo tartésico, básicamente agrario, impulsó poderosamente la artesanía
y la extracción mineral debido sobre todo al comercio que realizaban con los fenicios.
Desde el punto de vista social, esta comunidad desarrolló una importante
aristocracia. El ocaso tartésino devino a mediados del siglo V A. C.

EL ÁREA IBÉRICA: LOS PUEBLOS DEL SUR Y DEL ESTE

Iberia es el nombre que dieron los griegos al territorio peninsular. Puede


hablarse de una cultura ibérica en toda la zona costera mediterránea. Algunos
pueblos pertenecientes a esta cultura ibérica fueron los siguientes: los indigetes y
layetanos, en Cataluña; los edetanos y contestanos, en el ámbito valenciano; los
mastienos, en la zona costera de Murcia; los basteanos, asentados en la Andalucía
oriental y los turdetanos, nombre de los habitantes de la antigua Tarsis. La actividad
de estos pueblos se basó en la agricultura y la ganadería, aunque también
desarrollaron la actividad minera y la actividad textil. Importante fue el desarrollo de
hábitats urbanos, llamados oppida por los autores romanos. También asistimos al
nacimiento de lo que después se conocería como la devotio iberica.

LOS PUEBLOS DEL OESTE Y CENTRO PENINSULAR

A medida que penetramos en el interior de la Península disminuye la influencia


de los pueblos colonizadores. En cambio, conseguimos mayor influencia de los
pueblos originarios de Europa, como los celtas. El contacto entre los pueblos ibéricos
y celtas permitió el nacimiento de lo que conocemos como los celtíberos. Dentro de
las comunidades celtíberas, encontramos a los arévacos, los pelendones, los lusones,
etc. Estos pueblos también trabajaron la agricultura, la ganadería, la explotación
mineral, las actividades comerciales y artesanales. Estas sociedades se basaban en
la fuerza de la cohesión tribal.

LOS PUEBLOS DEL NORTE

Desde la costa atlántica de Galicia hasta el Pirineo aragonés vivían diversos


pueblos: los galaicos, astures, cántabros, autrigones, caristios, várdulos y vascones.
Estos pueblos no desarrollaron la agricultura, mas sí la ganadería y la pesca. Al
parecer, entre los galaicos estaba muy extendida la práctica de la magia y la
adivinación. Su religiosidad podría asumirse como panteísta. Para los romanos, estos
pueblos eran los más salvajes de la Península Ibérica.
UNIDAD 2. LA ROMANIZACIÓN

La Península Ibérica fue, para el imperio romano, luego de su conquista ante


el imperio de Cártago, el motor comercial de Roma. Todo lo que hemos dicho sobre
su importante actividad económica, sus dotes para la ganadería, agricultura, pesca,
etc., sirvió a Roma para mantener el equilibrio político durante tantos años, hasta
su posterior y lógica caída varios siglos atrás.
Otro punto por el cual Roma estuvo tan interesada en el control de la
Península Ibérica fue por razones geopolíticas. El sur de Iberia era prácticamente un
puerto cosmopolita donde confluían todas las culturas de la antigüedad. Entre ellas,
la de Cártago, que estaba realmente cerca del sur de España. Su control, para los
intereses romanos, resultaba primordial no solo por cuestiones económicas, sino
como bastión de su poder político, del mantenimiento de este poder político. Sin
embargo, debemos tener en cuenta lo siguiente: lo que hoy es España en parte es
gracias a Roma, a su conquista por el imperio. ¿Por qué? porque Roma legó a España
su cultura, su lengua (recuerden que el castellano y otras lenguas que se hablan en
España, a excepción del Euskera, tienen una profunda raíz latina), el derecho
romano e incluso la industria del calzado. Por decir de algo...
También se debe a la conquista y control de Roma sobre Hispania (así
llamaban los romanos al territorio que hoy conocemos como España) la herencia
cristiana. Si bien es cierto que la cristianización de Hispania en un primer momento
fue una cuestión muy lenta, luego la misma creció a un nivel muy grande.
Podemos conjeturar el porqué: recuerden que en tanto religión, las culturas
prerromanas en la Península Ibérica no tuvieron una homogenización; es decir, un
punto de vista central, un Dios universal, Uno, Inmutable, etc.
Por otro lado, y para ir cerrando esta introducción, debo decirles que el declive del
imperio romano en Hispania coincidió con el inicio de las invasiones germánicas.
Gracias a estas primeras invasiones germánicas es que por fin se consolidó un poder
autóctono en la Península Ibérica, pues uno de estos pueblos fueron los visigodos,
quienes fueron los responsables de unir a toda Hispania bajo un solo reino, bajo una
sola figura de autoridad.

HISPANIA ROMANA. FUNDAMENTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES.

La conquista de Roma fue un proceso largo, bélico, donde muchas vidas


fueron sacrificadas en honor a la defensa de los territorios autóctonos y muchas
otras del lado imperial. Esta conquista inicio en el siglo III A. C. y finalizó en el siglo
I D. C., cuando por fin Roma pudo hacerse con el control de los territorios galaicos.
Es importante aclarar que esta tardanza de más de tres siglos obedeció a que la
cultura ibérica del sur y el este aceptó con buenos ojos su romanización, a diferencia
de los otros pueblos que Estrabón llamaba bárbaros. Esto se explica porque el
verdadero motor económico de España estaba anclado en estas regiones y no en el
norte u occidente de Hispania.
Fue este motor económico lo que causó el enfrentamiento entre
cartaginenses y romanos en la II guerra púnica. De hecho, luego de la derrota de
Cártago ante Roma en la primera guerra púnica, ambos imperios firmaron un
acuerdo de división de tierras. Con la fundación de Cártago Nova, lo que hoy es la
ciudad de Cartagena, se rompió este pacto y así fue que Roma inició de nuevo su
actividad bélica frente a Cártago.
Luego de derrotar a Cártago en Hispania, Roma asentó sus primeras colonias
formales en este territorio, e incluso otorgó la ciudadanía romana a los pueblos
conquistados para su control. Vamos a aclarar, de nuevo, el siguiente punto: los
pueblos de Iberia que tuvieron contacto con los primeros "conquistadores", es decir,
con los fenicios y con los griegos, fueron de fácil conquista para Roma. Pero esto no
sucedió en otros territorios. Por ejemplo, en el norte y occidente de la Península
Roma se enfrentó a una fuerte resistencia por parte de los pueblos prerromanos no
transculturizados por Fenicia o Grecia.
De estas resistencias debemos mencionar la de los lusitanos, protagonistas
de las guerras lusitanas, que se suscitaron entre los años 154ac y 137ac, y de las
guerras contra los pueblos celtíberos, que se suscitaron entre los años 154 y 133ac.
Los símbolos de estos movimientos de resistencia fueron: Viriato Lusitano por parte
de los lusitanos y la ciudad de Numancia, orbe celtíbero, por parte de los celtas.
Ambos casos, para la documentación contraimperial, pasaron a la posteridad
convertidos en verdaderos mitos.
Fue bajo el mando del emperador Augusto (29 al 19ac) que los romanos
tuvieron que emplearse a fondo para doblegar a las culturas de los cántabros, los
astures y los galaicos, pueblos del norte de la Península. Hagamos énfasis, ahora,
en el tema económico. Hispania era un destacado productor de trigo y olivo y eran
expertos ganaderos. Las zonas donde estas prácticas de producción fueron
desarrolladas fueron en las que se incorporaron a Roma menos traumáticamente.
Ejemplo de esto es la región bética, lo que hoy es Betis. También hemos de tener
en cuenta la actividad pesquera, bastante avanzada, en las costas andaluzas. Roma,
por su parte, industrializó la producción minera en Hispania. Gracias a su tecnología
de avanzada, y la mano de obra esclava, Roma se hizo posesión de los siguientes
minerales: oro, plata, cobre, plomo, estaño, cinabrio. Tengan en cuenta lo siguiente:
las zonas más ricas para la extracción minera, para entonces, fue la región de
Cártago Nova y Castulo (posesiones, en primer lugar, de Cártago) pero también fue
importante el desarrollo minero en Ríotinto. En las minas de Cártago Nova, según el
testimonio de Estrabón, trabajaban alrededor de 40mil mineros esclavos, y Roma
obtenía el favor de unos 25mil denarios por día. Un denario es la más alta monera
utilizada en Roma. Un denario (proveniente de X), equivale a diez As (símbolo I).
Un denario es una moneda de plata y su peso inicial fue de 4,54 gramos. También
es importante la producción artesanal, que se desarrolla básicamente en pequeños
talleres, donde era común la producción de objetos de cerámica, orfebrería, objetos
de vidrio y mosaicos. También, desde la Península Ibérica, gracias a Roma se
empezó a exportar vinos, metales, aceites. Estos se importaban a cambio de otros
productos manufacturados y algunos objetos de lujo. provenientes del Oriente. Por
otro lado, la circulación de una moneda romana prácticamente devaluó hasta hacer
desaparecer la moneda propia de los íberos.

CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA POR


PARTE DEL IMPERIO ROMANO

La primera fue que, socialmente, asistimos a un espectacular desarrollo de la


esclavitud. Si bien es cierto que antes de la conquista de Roma existía una clase
vasalla, no era una clase esclava, cuya libertad estaba secuestrada a nivel jurídico y
político, por una casta gobernante. Entonces, las antiguas oligarquías, dueñas de
tierras en Hispania, pasaron a formar parte del control romano. Entonces, existía
una clase altísima, la política, la romana, la imperial. Una especie de clase
intermedia, que eran las viejas oligarquías hispánicas, y también existían los
artesanos o campesinos, habitantes de las ciudades, que debían trabajar para ganar
algo de dinero romano para subsistir, pero también existían los esclavos, recurso
humano extraído de oriente y de África.
Entonces, sabemos que Roma ingresó a Hispania por métodos represivos y
por métodos pacíficos, dependiendo de a quién se enfrentaban. Todo con un
propósito: imponer su organización política, cultural y social. Es así que ocurre la
romanización. Es decir, la integración plena de la sociedad hispana en el conjunto
del mundo romano. Si bien es cierto que la romanización fue más fuerte en algunos
territorios que en otros, la lengua latina fue el gran motor romanizante, además de
la presencia militar, de funcionarios públicos al servicio de Roma y la lógica comercial
romana.
Al momento de la conquista, Hispania fue dividida por Roma en dos grandes
mitades. La Citerior, que comprendía el territorio nororiental, hasta la localidad de
Cartagena, hasta la Ulterior, proyectada hacia el sur de la Península. Luego, en
tiempos de Augusto (I AC), fue dividida en tres provincias: la Tarraconense, con
capital en Tarraco; la Bética, cuyo centro era Corduba, y Lusitania, regida desde
Emerita Augusta. Posteriormente, en época del emperador Caracalla (comienzo del
siglo III DC) la zona noroccidental de la Tarraconense se desgajó, pasando a
constituir la nueva provincia de Gallaecia. En tiempos del emperador Diocleciano
(finales del siglo III DC), Hispania se articuló en seis provincias: Gallaecia,
Tarraconense, Bética, Lusitania, Cartaginense y Mauritania Tingitania (que
comprendía, también, algunos terrenos de Marruecos hoy en día). Fue en el siglo IV
que se incorporó la región Baleárica, que comprendía las islas baleares.
Además de conquistar nuevas ciudades, Roma construyó otras nuevas en
Hispania. Este es el caso de Emerita Augusta, Carteia, Hispalis, Norba, Cesaraugusta,
Tarraco o Barcino. Todas estas ciudades, todos estos nuevos urbanismos,
respondían a la lógica política, social, económica, cultural y religiosa de Roma sin
mayor problema. De hecho, urbanísticamente, todas ellas contaban con un foro o
plaza central en el que se cruzaban todas las vías principales. Para mayor control
político en Hispania, Roma instaló varias municipalidades. Primero en las colonias y
luego en los territorios más hostiles, donde instalaban un consejo de magistrados.
Estos cargos no representaban gasto alguno para el Imperio, pues éste no
remuneraba estas actividades. Por lo mismo, fueron las castas altas las que pudieron
asumir las riendas de estas formas de política. Entonces, el proceso de absorción de
Roma en Hispania fue bastante positivo. Incluso, en algunas ciudades vascas hay
ciertos vestigios de Roma, especialmente en localidades como Gernika, Oiartzun,
Irun y fundamentalmente en la llanada Alavesa.
Pero, quizás lo más importante, fue la instauración de ciertos centros de
educación pública para los no romanos y la instauración plena del derecho romano
en estas tierras. Un punto a favor de la absoluta romanización de Hispania es el caso
de estos emperadores de procedencia hispana: Trajano y Adriano. Incluso, no
olvidemos que Séneca fue un filósofo romano, nacido en Córdoba.
En el terreno artístico, visto como arquitectura, el más grande legado de
Roma a Hispania fue la construcción de obras públicas. Me refiero a las
construcciones urbanas que servían para satisfacer las necesidades de las
poblaciones (acueductos, murallas, teatros, templos).
LA CRISTIANIZACIÓN DE HISPANIA

Hispania, en cierto sentido, era un mosaico de creencias. Roma, el imperio


romano, había romanizado a los dioses griegos.
En un primer estado, la religión romana convivió con las religiones seculares
de la Península. En cierto sentido, a Roma le interesaba el culto al imperio vivo, no
el culto hacia los dioses de los emperadores. El cambio ocurrió con la llegada del
cristianismo a Hispania. Esta religión, pregonada por Jesús de Nazareth, el hijo de
Dios, que vivió en Israel cuando Tiberio era emperador de Roma, tuvo un punto a
su favor a la hora de ganar la devoción de las masas
Y es que el cristianismo es una religión cuyo mensaje está dirigido a todos,
sin distinciones sociales. Se cree que la génesis del cristianismo en Hispania se debe
a la Legio VII Gemina. Los primeros años del cristianismo en el imperio romano ésta
fue una religión perseguida, una religión clandestina. Sus creyentes se reunían en
catacumbas. Por lo que sus primeros fieles fueron los campesinos rurales, los
esclavos, todos aquellos que se la pasaban bastante mal ante la fuerza del imperio.
De hecho, las primeras noticias de la presencia cristiana en zona hispánica está
registrada en el siglo II DC. Del año 180 data la mención del obispo francés Ireneo
relativa a "Las iglesias de Hispania". Por otro lado, San Cipriano de Cartago, en el
siglo III, habla de la cantidad de obispos cristianos que hacían vida en ciudades
como León, Mérida o Zaragoza.
Arquitectónicamente, todavía hay vestigios de las primeras parroquias y
diócesis cristianas en el orbe hispano. De hecho, tras el edicto de Milán, decretado
en el año 313 por el emperador Constantino, asistieron la nada despreciable suma
de 37 obispos al concilio celebrado en la localidad granadina de Iliberis, hoy Elvira.
Fue en el 380 con el emperador Teodosio que el cristianismo se convirtió en la
religión oficial del imperio. Esta nueva religión transformó todo el ordenamiento
político, social, económico, cultural. Por ejemplo, en los sarcófagos paleocristianos
se aprecia la desaparición de las antiquísimas creencias heredadas de Tarssis.
UNIDAD 3. LA HERENCIA MEDIEVAL

Que en cuanto religiosidad, la península ibérica, ya Hispania para los


romanos, era un verdadero mosaico de creencias, de mitos, etc., como bien saben,
es herencia de las culturas tartésicas, fenicias, cartaginenses, griegas, etc., que
asentaron sus colonias en buena parte del territorio peninsular. Esto, sin olvidar las
culturas autóctonas del mismo, háblese de los galaicos, los celtas, etc.
Quizás uno de los aciertos más grandes del Imperio Romano fue su capacidad
de asimilación. Pensemos, por ejemplo, en la adopción de la religiosidad griega por
parte de Roma. Zeus pasó a llamarse Júpiter, Afrodita se llamó Venus, por ejemplo.
Junto a ellos, los romanos aceptaron la existencia de otras divinidades; en concreto,
a los dioses protectores del hogar y de la comunidad. En tierras hispanas, la religión
romana coexistía con las creencias autóctonas de los pueblos originarios de la
Península Ibérica. Recuerden que el verdadero interés de Roma era que sus tierras
conquistadas tuvieran un culto por el imperio, y no por sus dioses.
Como ya vimos, fue esto lo que abonó el terreno para la entrada del
cristianismo en Hispania. ¿Pero qué pasó luego?

LAS INVASIONES BARBÁRICAS

El inicio de las invasiones barbáricas a los extensos territorios que abarcaba


el imperio romano iniciaron, se cree, desde el siglo IV o siglo V DC. Estos pueblos
barbáricos tenían profundas raíces germánicas. Los más importantes para nuestro
estudio fue la aparición de los visigodos, quienes fundaron su primer reino en
Hispania en Tolosa.
El reino visigodo fue tomando control de toda la Península Ibérica, poco a
poco. Claro, a excepción de los territorios dominados por los vascos, que mantenían
su unidad política e independencia sobre las otras formas de poder. Ahora bien, en
el siglo VI, con el intento de reconquista de Roma, es decir, con la presencia de los
bizantinos en Hispania, las cosas se tensaron un poco. Durante los siglos VI y VII,
los visigodos desarrollaron una importante tarea de homogeneización del territorio
hispano y de sus habitantes. Al principio, existían notables diferencias, ciertamente.
Sobre todo a nivel jurídico y religioso entre la población hispanorromana
(mayoritaria) y la visigoda (monarcas minoritarios).
Para entonces, los hispanorromanos eran católicos, mientras que los
visigodos eran creyentes del arrianismo, una versión hereje del cristianismo. Fue
crucial para el equilibrio social la decisión del rey visigodo Recaredo, quien decidió
abjurar del arrianismo y aceptar el catolicismo. Este hecho fue oficial durante el III
Concilio de Toledo, en al año 589 DC.
Pero hablemos ahora de la unificación política en Hispania. Esta se realizó en
varias etapas. En la tercera década del siglo VII los visigodos conquistaron los
últimos territorios que tenían bajo control el imperio bizantino en la Península. Por
último, tenemos la unificación jurídica entre la población hispanorromana y la
visigoda. Las barreras entre ambos poblados quedaron prácticamente borradas en
la segunda mitad del siglo VII DC, con el monarca Recesvinto.
En la Hispania visigoda predominaba el mundo rural. En el campo destacaban
las villas y las grandes explotaciones, propiedad de la aristocracia y la Iglesia, y cuyo
trabajo corría fundamentalmente a cargo de los colonos. Las ciudades estaban en
declive, la explotación minera casi desapareció, apenas circulaba la moneda y el
comercio era muy precario. Hasta que, por fin, la aristocracia visigoda terminó por
integrarse en los cuadros de la nobleza hispanorromana.
En aquella sociedad fueron surgiendo los elementos de lo que más tarde se
conocería como el feudalismo. Ahora bien, vamos a aclarar lo siguiente: la
monarquía visigoda era muy débil. En primer lugar, porque los reyes accedían al
trono por elección. Estos reyes estaban supeditados al poder de la aristocracia y de
los obispos, por lo que los destronamientos eran cosa muy común. Algo que
debemos rescatar de este particular es que tenemos un primer vestigio de la
interindependencia de poderes en una sociedad. Sobre todo, entre el poder político
y el poder religioso. Si tomamos en cuenta el tema de la cultura y el arte visigodo
debemos decir lo siguiente: fue una mezcla entre la herencia hispanorromana y sus
raíces germánicas. Así, asistimos a la fundación de las escuelas episcopales.
La figura más prominente de la cultura visigoda fue San Isidoro de Sevilla
(560-636DC), autor de la primera enciclopedia cristiana. En el campo artístico, lo
más trascendental de la cultura visigoda fue su manifestación arquitectónica y
algunas piezas de orfebrería (pueden revisar el tesoro de Guarrazar).
LA ARABIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

A partir de entonces, y hasta el siglo XV, la historia de las tierras ibéricas fue
escenario de un proceso de lucha entre cristianos y musulmanes. Pero estas luchas
dejaron un saldo positivo, en cierto sentido. Estas culturas, junto con la hebrea,
fueron fusionándose. Quizás, en cierto sentido, las "Españas" de entonces, fue lo
que marcó el rumbo de las comunidades autónomas de hoy. De la Edad Media, aún
se conservan, en España, las cortes, los concejos y las universidades, aparte de un
montón de estructuras rurales y urbanas.
A comienzo del siglo VIII, el reino visigodo desapareció como consecuencia
de la derrota sufrida por su último monarca, Rodrigo, en la batalla de Guadalete, en
el 711, frente a los musulmanes. Para entonces, todo el territorio ibérico, en apenas
tres años, todo el territorio peninsular, con la única excepción de las zonas
montañosas del Cantábrico y los Pirineos, pasó a ser controlado por los musulmanes.
El triunfo musulmán los hizo acreedores de un territorio inestable. El choque de
creencias religiosas, irreconciliables, mantuvo en vilo la mayor parte del territorio
ibérico. La arabización de las comunidades cristianas y judaicas, en algunos casos,
fue hecha con mayor fuerza (pago de impuestos absurdos, etc.) y en otros fue un
poco más tolerante. Esta no homogeneidad de trato propició varias revueltas, que
fueron controladas con la fuerza de la ley árabe.
El islamismo en España cobró tal fuerza que en el año 929, el emir Abd al-
Rahmán III decidió proclamarse califa, lo que significaba que asumía la más alta
dirección, tanto en las cuestiones seculares como espirituales, a la vez que se
independizaba de Bagdad. Con él, se inicia el califato de Córdoba, que duró apenas
un siglo. Ese siglo del califato fue un siglo donde perduró una extraña paz entre
musulmanes y cristianos. Todo iba bien hasta que en las últimas décadas del siglo
X, el poder cordobés estuvo a manos de al-Mansur (Almanzor), una especie de
primer ministro que suplantó al califa Hisham II, y que lanzó numerosas y terroríficas
campañas militares contra los cristianos del norte, desde Barcelona hasta Santiago,
pasando por León, Pamplona y Burgos. Luego de la muerte de al-Mansur el califato
entró en un período de disgregación hasta su desaparición en el 1031dc.
Luego de la desaparición del califato, los cristianos, impulsados por el
Vaticano, empezaron a tomar control de los territorios hispanos. Si bien es cierto
que hubo varios intentos de los musulmanes de reconquistar los territorios ibéricos,
no fue sino hasta el año 1212 en el que las tropas hispanocristianas, comandadas
por el rey de Castilla, Alfonso VIII, derrotaron a los almohades en la Batalla de las
Navas de Tolosa, expulsando para siempre cualquier intento de control político de
musulmanes en España.
Entonces bien, si ustedes se preguntan, ¿cuál fue el legado que dejaron los
musulmanes en España? Debo responder lo siguiente:
1. Un importante desarrollo de la agricultura con la implementación de sistemas de
riego.
2. La industrialización de la actividad artesanal.
3. La diversificación del comercio hacia nuevas zonas.
4. El conocimiento helenístico del Asia menor, de regiones como la India, etc.,
avances en astronomía, matemáticas, medicina.
Esto, sin contar el cultivo de la literatura, la historia, la geografía.
La obra cumbre del arte musulmán en Hispania es la mezquita de Córdoba,
iniciada por Abderramán I y culminada en tiempos califales. Si bien es cierto que
durante la edad media, el territorio ibérico fue objeto de constantes luchas entre
musulmanes y cristianos, y que esta pugna los historiadores gustan llamar como
Reconquista (término acuñado por los cristianos, ciertamente), ya que los cristianos
alegaban tener derecho a recuperar el territorio ocupado por los musulmanes, por
cuanto decían ser descendientes legítimos de los reyes visigodos.
Ahora bien, esta reconquista se inició en la segunda mitad del siglo XI. Alfonso
VI de Castilla y León entró en Toledo (1085) gracias al pacto realizado con el
reyezuelo taifa de aquella ciudad. Así, las regiones conocidas como las
"Extremaduras" fueron colonizadas por los cristianos. Por otro lado, el rey aragonés
Alfonso, conquista Zaragoza (1118), bastión tardío de los musulmanes. El colapso
musulmán en España abrió paso a la expansión de los reinados cristianos. Su época
dorada fue en el siglo XIII. Palma de Mallorca se cristianizó en el año 1229, por
ejemplo. Luego, fue el turno de Valencia, en el 1238. Murcia, en 1243; Cádiz, en
1284, cayó en manos cristianas guiados por el rey Alfonso X.
UNIDAD 4. EL LEGADO DE LOS TIEMPOS MODERNOS.

La Península Ibérica fue el escenario de enfrentamientos entre cristianos y


musulmanes durante toda la Edad Media. Esta pugna se conoce con el término de
Reconquista, término acuñado por los cristianos que alegaban el derecho de
posesión de los territorios ocupados por los musulmanes.
Fue posterior al siglo XI cuando los cristianos pudieron arrebatar a los
musulmanes los territorios formados por el al-Ándalus. Podemos resaltar la gesta
reconquistadora del rey Alfonso VI de Castilla y León en Toledo en el año 1085. Esto
sin olvidar la conquista de Zaragoza en el 1118 por parte de Alfonso I. El colapso
del poder musulmán abrió paso a la más fabulosa expansión territorial de los reinos
cristianos de Hispania. Una de las más importantes caídas musulmanas en territorio
español fue la ocupación cristiana de la ciudad de Valencia en el año 1238.
La expansión castellanoleonesa se proyectó sobre Murcia y tuvo como
principal artífice al rey Fernando III (1217-1252). Luego cayeron Córdoba, Jaén y
Sevilla. Con Alfonso X (1252-1284) cae en poder cristiano la ciudad de Cádiz. Así fue
que se consagró una España cristiana medieval como un mosaico de núcleos
políticos diversos e independientes. En la zona occidental, el reino astur se convirtió,
a finales del siglo IX, en el reino asturleonés. Dentro del mismo se encontraba, al
oeste, el territorio de Galicia. Al este, el condado de Castilla, que en el siglo XI
adquirió la condición de reino. En la zona pireneica surgió el reino de Pamplona, el
condado de Aragón, que pasó a ser reino en el siglo XI. Un siglo después, éste reino
se fusionó con el condado de Barcelona, germen del posterior Principado de
Cataluña.
La mayor parte de estos condados formaban parte de la vieja Hispania -
España, en romance-. Todos ellos tenían un elemento en común fundamental: la
lucha contra los musulmanes. Quizás las tensiones entre España y Cataluña tienen
su génesis en esta época: para entonces, siglo XII y XIII, los reyes de Castilla y
Aragón, sin duda los más importantes de España acordaron repartirse los territorios
de al-Ándalus que pensaban conquistar en el futuro, dejando fuera de la repartición
al condado de Barcelona.

LA IMPORTANCIA DE LA CORONA DE CASTILLA Y LA DE ARAGÓN

Hablemos ahora de la corona de Castilla. Éste fue quizás el principal núcleo


de la España cristiana entonces. Integrada básicamente por los reinos de Castilla y
León, se fusionaron definitivamente en el siglo XIII (1230) de la mano del rey
Fernando III. Galicia y ciertos territorios vascos dependían de esta corona. El rey
gozaba de amplios poderes y vio fortalecida su autoridad con la llegada, en el siglo
XIII, del derecho romano. Al final de la edad media, alcanzaron un gran desarrollo
estas instituciones centrales del gobierno: El Consejo Real, la Audiencia y la
Hacienda.
Además, se dieron importantes pasos en orden a la creación de un ejército
militar permanente al servicio de la corona. De hecho, se cree que las cortes más
antiguas de Europa empezaron a funcionar en este reino. Es decir, una institución
integrada por representantes de la nobleza, las iglesias y representantes de las
ciudades y villas.
La corona de Aragón, por su parte, fue producto de la unión del condado de
Barcelona con el reino de Aragón. Posteriormente, se añadió el reino de Valencia y
de Mallorca a esta corona. Esta corona gozaba de la rareza de funcionar como una
especie de confederación, ya que sus núcleos más importantes mantenían sus
instituciones. Si bien es cierto que existieron otras coronas -pequeñas- éstas fueron
o asimiladas por los grandes reinos, o desmoronados en constantes pugnas por su
supremacía, o quizás, como el reino de Navarra, que estuvo prácticamente
influenciado por el poder político francés. Con respecto a la actividad económica de
la sociedad española de la época, debemos decir que la mayor parte de la población
de la España medieval vivía en los campos y se dedicaban a labores de agricultura.
Época difícil la vivida en el siglo XIV, donde la peste negra arrasó con buena parte
de la población y causó la pérdida de las cosechas.
EL FUNCIONAMIENTO ECONÓMICO, SOCIAL Y CULTURAL DE LAS
CORONAS DE CASTILLA Y LEÓN

El cultivo se especializaba en cereales, hortalizas, frutas y plantas industriales


como el lino. Simultáneamente se desarrollaba la ganadería. En el reino de Castilla
adquirió mayor importancia la ovina. Con respecto a la artesanía y el comercio
debemos aclarar que la transformación de materias primas en productos
manufacturados se realizaba preferentemente en los núcleos urbanos que
florecieron a partir del año mil. La actividad artesanal más destacada fue la textil,
muy desarrollada en Cataluña, aunque no tanto en Castilla. También fueron
importantes las ferrerías y la construcción de navíos.
La centralización de la acuñación de la moneda, la mejora de los caminos. Por
lo que respecta al comercio exterior fue muy floreciente el desarrollo por los
catalanes en el ámbito Mediterráneo. Los catalanes importaban sedas, perfumes,
paños y especias. Pero este comercio exterior entró en declive en el transcurso del
siglo XV, ya que en los siglos XIV y XV el comercio que más se fortificó fue el
castellano porque se conectaba más fácilmente con los puertos cantábricos y la costa
atlántica de Europa.
Castilla exportaba lanas e hierro a cambio de productos manufacturados. En
consonancia con la actividad y crecimiento del comercio en tierras hispánicas se
fueron desarrollando las actividades bancarias y financieras, palpables en hechos
tan importantes como la aparición de la letra de cambio o la constitución de
compañías mercantiles. Y es que esta sociedad medieval cristiana hispánica estaba
constituida en tres estamentos: los que guerreaban, los que oran y los que trabajan.
Los primeros eran nobles, grupos minoritarios, pero de carácter privilegiado. Dentro
de la nobleza, no obstante, existían distintos grados. En la cumbre se hallaban los
llamados en Castilla los ricos hombres, y, en la corona de Aragón y Navarra, los
barones. La baja nobleza la integraban caballeros e hidalgos. La alta nobleza terminó
por controlar amplios dominios territoriales, en los que, además de las rentas que
percibían, gozaban de poder jurisdiccional. Eran los señoríos, que, gracias a la
institución del mayorazgo, pasaban íntegros al heredero. Dichos señoríos pervivieron
hasta el siglo XIX, en que fueron suprimidos.
Los eclesiásticos eran otro grupo privilegiado. Había clero secular y clero
regular, que era el que estaba sometido a una regla monástica. La Iglesia poseía
asimismo importantes señoríos. Pero socialmente se distinguía el alto clero,
generalmente reclutado en filas de la nobleza, y el bajo clero, más cerca del pueblo.
Los campesinos eran los que labraban la tierra, generalmente tierras ajenas, sujetos
a una fuerte dependencia, aunque también había, aunque en pequeño número,
algunos sectores de campesinos hacendados. Luego de la reconquista cristiana nace
la burguesía, es decir, los habitantes de los burgos. En el siglo XII los burgueses
protagonizaron varias revueltas, exigiendo mayores libertades o beneficios. Así, se
ganaron su presencia en las Cortes o la autonomía de gobierno de los concejos
urbanos.
Existía, también, otras comunidades, muy minoritarias como eran la de los
judíos y los mudéjares. La hostilidad de las masas cristianas contra estos grupos,
poco a poco, se hizo palpable. El antijudaísmo se agudizó debido a varios factores:
ellos eran quienes en parte hacían vida en el negocio financiero, la iglesia los acusaba
de deicidas y además se les culpó de la peste negra. La ruptura definitiva entre la
convivencia entre cristianos y judíos ocurrió en el año 1391, cuando estalló en Sevilla
las olas de violencia contra los hebreos, que se propagó rápidamente en todo el
territorio peninsular. Los mudéjares, por su parte, dedicados a la artesanía y al
trabajo de la tierra, tuvieron un peso específicamente menor, aunque fueron una
parte importante de la fuerza de trabajo en Castilla y Aragón en la Baja Edad Media.
Los mudéjares despertaron menos rencor que los judíos, más bien el rechazo era
visto como un reclamo, como un reproche a lo que hicieron los musulmanes durante
tantos años en los territorios hispanos. Incluso, eran visto como marginales,
mendigos, vagabundos, leprosos.
La convivencia en tierras hispánicas entre cristianos, musulmanes y judíos
supuso una inevitable mezcla entre estas culturas. El mayor ejemplo de esta mezcla
fue la fundación de la Escuela de Traductores de Toledo, fundada a comienzos del
siglo XII. Allí se dio a conocer a buena parte de la cristiandad parte del pensamiento
griego y oriental, que había sido recogido por los árabes. En la segunda mitad del
siglo XIII, bajo el amparo del rey de Castilla Alfonso X el sabio, se produjo un fecundo
intercambio entre estas tres culturas. Uno de los legados más importantes de la
España medieval fue el surgimiento de las Universidades. La más antigua es la de
Salamanca, fundada por Alfonso IX de León en el 1218. A ellas se sumaron la
fundación de la universidad de Huesca, Lleida, Valladolid. Esto sin hablar que
durante los siglos XI y XII se difundió por tierras hispanas el arte romántico, propio
de la cristiandad. Majestuoso y simbólico éste, como mayor ejemplo tenemos la
Catedral de Santiago de Compostela. Fue en el siglo XIII que se impuso el gótico,
donde impacta la luminosidad, la verticalidad y el carácter naturalista de este arte.
Las catedrales de Burgos, Toledo, León, Barcelona, Girona y Palma de Mallorca.
Llama la atención el arte mudéjar. Una síntesis del arte romántico y el gótico con
destellos de raigambre musulmana. El alcázar de Sevilla o la Sinagoga del Tránsito
de Toledo son dos obras representativas de este estilo.
LA MODERNIDAD EN ESPAÑA

El período comprendido entre finales del siglo XV y fines del siglo XVII, mejor
conocida como la Edad Moderna, fue de suma importancia para lo que hoy es
España. Bajo la bandera de la monarquía hispánica se logró la unión de diversos
núcleos políticos medievales. Portugal, inclusive, desde el año 1580 al 1640, estuvo
integrada a esta monarquía. Por otro lado, el éxito del proyecto colombino hizo
posible la expansión del poderío monárquico español. Podemos creer que el papel
de España durante los siglos XVI y XVII fue decisivo para la historia europea, gracias
al accionar vital de los reyes de Asturias, fervientes defensores de la causa católica.
Sin embargo, el imperio hispánico empezó a desplomarse en el siglo XVII, trayendo
consigo una fuerte crisis económica además de una crisis generalizada, conocida
como la "decadencia del siglo XVII". Esta crisis, según algunos historiadores, se
extendió hasta inicios del siglo XVIII. En contraste a esta crisis, fue en el siglo XVII
en el que en España alcanza un esplendor cultural y literario, en el siglo de Oro
español.

LA OBRA DE LOS REYES CATÓLICOS

A finales del siglo XV se produjo la unión de las dinastías de Castilla y León,


como consecuencia del matrimonio de Isabel, proclamada reina de Castilla en 1474,
y Fernando, que accedió al trono aragonés en 1479. Ciertamente, cada corona
mantuvo sus instituciones propias, su sistema monetario y su sistema jurídico,
aunque los dos esposos eran considerados reyes en ambas coronas a través de la
fórmula del "rey y la reina" o la expresión "tanto monta". Pero el reinado de los
Reyes Católicos, título que concedió a los citados monarcas el pontífice Alejandro VI.
El inicio de este reinado fue difícil. Pues Isabel hubo de enfrentarse a un conflicto
sucesorio en Castilla donde reclamaba el trono, con el apoyo portugués, Juana la
Beltraneja, hija del anterior monarca, Enrique IV, hermano de Isabel. Tras superar
este escollo, los reyes católicos deciden reanudar la guerra contra el último bastión
musulmán de la Península Ibérica, el reino nazarí de Granada. La guerra fue larga,
y tuvo como hitos más importantes para las tropas católicas la conquista de Málaga
(1487) y Baza (1489). Fue en el año 1492 cuando se suscita la rendición de la ciudad
de Granada. Este fue el año del fin de la Reconquista, es decir, a la lucha de los
cristianos por recuperar las tierras hispánicas que estaban en posesión de los
musulmanes desde el siglo VIII. Luego de la muerte de Isabel, en el 1504, Fernando,
que actuaba como regente de Castilla, conquistó el reino rebelde de Navarra en el
año 1512. En el año 1515 se declaró la unión de Navarra a la corona de Castilla,
meses antes de que el rey Fernando muriera en el año 1516.
LOS CIMIENTOS DEL ESTADO MODERNO

La autoridad real se vio robustecida bajo el reinado de los reyes católicos.


Todas sus instituciones se vieron fortalecidas, sobre todo en Castilla. En 1476 se
creó la Santa Hermandad, un organismo de carácter policial. Los reyes, también,
asumieron los maestrazgos de las órdenes militares. Los letrados, gentes con sólida
formación en las universidades, empezaron a asumir los puestos de regencia política,
económica y social más importantes de entones. Pero quizás el aspecto esencial
para el fortalecimiento del Estado fue la unidad religiosa, basada en el cristianismo.
Desde 1480 funcionaba en España el Tribunal de la Inquisición, creada dos años
antes en Roma por la bula otorgada al pontífice Sixto IV. Años más tarde, en 1942,
los reyes católicos declararon la expulsión definitiva de las comunidades judías que
subsistían en la Península Ibérica, salvo que se convirtieran al cristianismo. Entre
80mil y 100mil hebreos abandonaron los reinos hispánicos, lo que se conoce como
la diáspora sefardí, nombre que deriva de la palabra Sefarad, que era como se
conocía a los judíos en España.
Una medida similar se adoptó en 1502 contra los mudéjares, así la monarquía
reinante se identificaba con el catolicismo.
LAS BASES ECONÓMICAS Y SOCIALES

La alta nobleza, poseedora de grandes propiedades territoriales, derechos


jurisdiccionales sobre numerosos vasallos y pomposos títulos, era el sector
predominante en tiempo de los reyes católicos. Estos nobles, que generalmente eran
ariscos con las coronas, se convirtieron en eficaces colaboradores de la Corona. Los
reyes católicos protegieron e impulsaron la ganadería ovina, base de un fabuloso
comercio de exportación de lanas, relegándose un poco la agricultura y fabricación
de paños. El reinado católico fue un reinado de paz social en Castilla y Aragón.
En las últimas décadas del siglo XV, penetraron en España las corrientes humanistas
provenientes de Italia, como las influencias latinistas y la imprenta. En 1508, bajo el
auspicio del Cardenal Cisneros, se funda la universidad de Alcalá de Henares, y se
puso en marcha la edición de una obra excepcional, una Biblia Políglota.
CARLOS I EMPERADOR

En 1517 llega a tierras hispánicas Carlos I, nieto de los reyes católicos. El


joven monarca, desconocedor de la lengua castellana, se rodeó de un nutrido grupo
de consejeros flamencos, quienes se vieron beneficiados notablemente. Con él se
inicia una nueva dinastía, la casa de Austria. Pero su principal obsesión era la de ser
coronado emperador de todo el Imperio Sacro Romano Germánico, cosa que logró
en 1519, con el nombre de Carlos V. El malestar suscitado en tierras hispánicas
prontamente degeneró en revueltas, como la sublevación de las Comunidades,
iniciada en las ciudades, pero propagada también a los campos. La rebelión de las
Germanías también fue importante y estalló en Valencia y se extendió a Mallorca. El
hecho de ser Emperador Germánico, lo hizo enfrentarse con franceses, turcos y
protestantes. Pero el mayor problema con el cual se cruzó Carlos I fue en Alemania,
donde estaba propagada la doctrina protestante de Lutero, propiciándose la Batalla
de Mülhberg en 1547. Tras sucesivas revueltas y mucha inestabilidad, Carlos I decide
abdicar en el 1556, dejando la corona imperial a su hermano Fernando y los
restantes dominios a su hijo Felipe. Retirado al monasterio de Yuste, Carlos I muere
en 1558.

LA POLÍTICA DE FELIPE II

La política de Felipe II fue muy controvertida. Quiso centralizar el poder,


trasladando a las cortes a sus dominios más próximos en Madrid. La política exterior
de Felipe buscaba, ante todo, la defensa de la catolicidad. Venció a los galos en la
Batalla de San Quitín en 1557, dando paso a un largo período de paz entre franceses
y españoles. Bajo su mando, los hispanos vencieron a los turcos en Lepanto en 1517.
Felipe II se enfrentó a Los Países Bajos por cuestiones religiosas, y también con
Inglaterra por hostigar los dominios españoles en América. Aunque la llamada
Armada Invencible, en 1588, fracasó ante el poderío británico. Felipe II tuvo que
lidiar con la sublevación de los moriscos en Granada, durante los años 1568 y 1571.
Pero también, bajo su reinado, se suscita la adhesión de su reinado con Portugal,
cohesionando la unión plena de la Península Ibérica bajo un solo reinado.

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA DE LOS AUSTRIAS

El Consejo de Estado, creado por Carlos I, reunía a todos los representantes


de los pequeños reinados y señoríos que dependían de la Corona. Los Consejos
Territoriales, de Hacienda y de la Inquisición, funcionaban para regir los terrenos de
Castilla, Aragón, Las Indias y los territorios italianos dependientes de la Corona.
Territorios no castellanos, como Navarra, Aragón, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, México
y Lima eran regidos por virreyes y Milán y Países Bajos por gobernadores. Así
entramos al siglo XVI. Un siglo positivo para España. Su crecimiento no fue
solamente demográfico, sino también económico. Se consolidó la expansión agrícola
y la ganadería lanar. Renace el comercio de los paños para exportación, y empieza
a funcionar de manera industrial la siderúrgica y la fabricación de armas. Pero la
economía también tuvo puntos débiles: la inflación se disparó, ante todo por la
llegada de los metales preciosos americanos. En aspectos sociales, la segregación
religiosa cobró mayor fuerza, llegándose hablar de los puros de sangre.
Por otro lado, las universidades del siglo XVI acogieron importantes
novedades científicas, como la anatomía, al tiempo que progresaban la cartografía
y las matemáticas. Pero la cultura española estaba estrechamente conectada con la
defensa del catolicismo. De ahí la importancia de la literatura religiosa, en especial
de la poesía mística. España aportó además otro orden religioso, la Compañía de
Jesús, fundada por el vasco Ignacio de Loyola. Posteriormente, España fue el gran
paladín de Concilio de Trento, en el que se fijaron las bases de la Contrarreforma
católica. El arte, por su lado, se identificó con el alma y la religiosidad de la época.
A partir del siglo XV, España inició una formidable expansión ultramarina por las
costas del África y las islas vecinas. Así se generó otro posible camino para llegar a
las Indias era recorrer el Atlántico en dirección oeste. El convencimiento de la
redondez de la Tierra hacía visible esta empresa. Así las cosas, un marino genovés
de la segunda mitad del siglo XV, Cristóbal Colón, se propuso llevar a cabo esta
empresa. Fue en 1486 que Colón le llevó el proyecto a la corona de Castilla. Fue la
reina Isabel la que accedió a este proyecto donde las tres carabelas, la Pinta, la Niña
y la Santa María. Hasta que el 12 de octubre de 1942, el sevillano Rodrigo de Triana,
uno de los integrantes de la expedición, pudo gritar: "Tierra". Todos estaban
convencidos que habían llegado a las Indias, pero en realidad estaban arribando a
América.
Cuando Carlos I accedió al trono, España dominaba las Antillas. Pero en el
siglo XVI se llevó a cabo una expansión espectacular por las tierras americanas. Los
principales éxitos fueron la conquista de los imperios aztecas e incas. Hernán Cortes
conquistó México en 1521. Pizarro y Almagro conquistaron en Cuzco en 1523. A fines
del siglo XVI, fueron ocupadas las islas filipinas en honor de Felipe II. Los cabildos
fueron creados siguiendo el modelo de los concejos castellanos. De América
interesaban a España los metales preciosos. Para el desarrollo del comercio entre la
metrópoli y las colonias se creó la Casa de la Contratación en el año 1503 con sede
en Sevilla. Para la consecución de estas riquezas minerales se utilizó la mano de
obra indígena. La Corona aprobó las denominadas Leyes de las Indias, que exigían
un riguroso respeto a los aborígenes, pero en la práctica no siempre se cumplieron
esas disposiciones. En 1551 se fundó la primera universidad de América en México
y en 1555 la de Lima. En 1538 apareció el primer libro impreso en América, hecho
en México, en 1538. Además de propiciarse el mestizaje.
El siglo XVII fue un siglo de decadencia para la monarquía hispánica.
Descendió la población, debido a las guerras, las pestes, la emigración a América y
la expulsión de los moriscos. La economía también vivió una fase depresiva. Las
Cortes también se vieron envuelta en esta crisis, pues algunas dejaron de funcionar
y otras subastaban los cargos públicos o de lugares pertenecientes al dominio real.
Ya en el siglo XVII los conquistadores en América cedieron el paso a los misioneros.
Las Américas no se vieron afectadas por la crisis económica. El comercio del tabaco,
el cacao o el cuero era bastante próspero. El poder político, evidentemente, estaba
al mando de los virreyes españoles, aunque el poder social estaba al mando de los
criollos, blancos de casta hijos de españoles pero nacidos en América. En contraste
con el panorama de crisis que acompaña a la España del siglo XVII, en el campo de
las letras se vivió un verdadero Siglo de Oro, basado en la literatura en lengua
castellana. Sus rasgos definitorios son la exaltación nacional, el carácter popular y
la defensa de las tradiciones. El teatro y la novela picaresca fueron las
manifestaciones de mayor éxito. Nombres propios de esta época fueron Cervantes,
Lope de Vega, Quevedo, Calderón y Góngora.
En el campo de las artes fue crucial la influencia del barroco. En España, éste
se caracterizó por la manifestación de los valores religiosos del catolicismo. El pintor
más brillante de esta época fue Diego de Velásquez.
UNIDAD 5. EL SIGLO XVIII: ANTIGUO RÉGIMEN, REFORMISMO E
ILUSTRACIÓN

A lo largo del siglo XVIII se produjeron transformaciones fundamentales en


las estructuras económicas, sociopolíticas y culturales de la Europa occidental. Creció
la población y aumentó la riqueza; pero los cambios más llamativos se produjeron
en los campos de la ideología y la política.
El siglo XVIII se conoce como el siglo de las luces o el siglo de la ilustración,
en alusión a la luz que deberían aportar la razón y la ciencia para lograr la felicidad
humana.
La burguesía protagonizó este cambio, y la monarquía se apoya en esta clase
social para promover el fortalecimiento del Estado. Para ello, esta monarquía
absoluta tiene a gala patrocinar estas reformas desde el poder; de ahí el apelativo
de despotismo ilustrado (importante este concepto) para designar estos principios
de gobierno.
En España, las minorías ilustradas desarrollaran enormes esfuerzos para
alejar el país de los viejos principios de la Contrarreforma que habían regido durante
los dos siglos anteriores.

LA GUERRA DE SUCESIÓN Y EL CAMBIO DE DINASTÍA

Carlos II, último rey de la Casa de Austria, murió sin descendencia y dejó en
el trono a un nieto del rey Luis XIV de Francia, Felipe de Borbón. Ante esta situación,
se constituyó en toda Europa un movimiento que impulsaba la candidatura al trono
de España del archiduque Carlos de Austria. Esta situación desembocó en la Guerra
de Sucesión.

DESARROLLO DEL CONFLICTO

Carlos de Austria tenía el apoyo de catalanes, aragoneses, valencianos y


baleáricos, es decir, los integrantes de la corona de Aragón. Felipe de Borbón
terminó por imponerse en el campo de batalla, al vencer primero en Almansa (1707)
y en Brihuega y Villaviciosa (1710). La paz se alcanzó con los tratados de Utrech
(1713) y Rastadt (1714). Felipe V era reconocido como Rey de España si bien
Inglaterra se quedaba con Gibraltar y Menorca, al tiempo que adquiría diversos
privilegios en el comercio americano. Austria recibía los dominios españoles que
quedaban en Italia y Flandes. Así las cosas, España había perdido todo el control
que tenía su imperio sobre terrenos intraeuropeos.
EL NUEVO ORDEN: LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA

Felipe V (1700-1746) emprendió importantes reformas en la Administración,


inspirándose para ello en el modelo francés.
Las más importantes fueron las que se conocen como los Decretos de Nueva
Planta. Con ellos, se suprimieron los fueros y las instituciones aragoneses, como las
Cortes, y se estableció la presencia de Capitanes Generales en las distintas
provincias, sustituyendo al antiguo virrey, y una Audiencia regional, además de
imponerse un nuevo sistema tributario.
La política exterior de Felipe V tuvo como objetivo recuperar los territorios
perdidos en la Guerra de Sucesión. El reimpulso de llevar de nuevo la fuerza militar
española a Italia no tuvo frutos positivos.
En su segunda etapa, Felipe V firmó dos de los tres Pactos de Familia (1733
y 1743) donde se selló la colaboración con Francia, la cual se mantuvo durante todo
el siglo XVIII.

EL REFORMISMO BORBÓNICO

A lo largo del siglo XVIII, bajo la dinastía borbónica, se impulsaron desde el


Estado una serie de reformas en todos los aspectos de la vida social y política. Los
ilustrados, siguiendo el modelo de Francia, pretendían nacionalizar la Administración
como forma de fortalecer el Estado y la propia Monarquía, así como de promover el
crecimiento económico.

UNIFORMACIÓN Y CENTRALIZACIÓN

Los Decretos de Nueva Planta fueron la primera medida centralizadora. Luego


pasaron a un primer plano la figura de los Secretarios de Despacho, una especie de
antecedentes de los ministros contemporáneos. El esplendor de los Secretarios de
Despacho se vio con el reinado de Fernando VI, sucesor de Felipe V, donde se
estableció el funcionamiento de estas cinco Secretarías: Estado, Gracia y Justicia,
Marina e Indias, Hacienda y Guerra). En cuanto a los Consejos, solo el de Castilla
mantuvo rango e importancia como suprema instancia jurisdiccional. Asimismo, se
crearon las Intendencias, que actuaron por encima de los corregidores. Surgió así el
concepto de Provincia como entidad territorial dependiente de un intendente, cuya
función primordial era la gestión de todo lo referido a la milicia y a la hacienda.

EL REFORMISMO Y LA ECONOMÍA

Como ya les dije, a Felipe V le sucedió en el trono su hijo, Fernando VI. Su


reinado fue breve, de 1746 a 1759. En esos años, España mantuvo una política
exterior neutral. En 1759, Carlos II, Rey de Nápoles, abandona su residencia de
Caserta para ceñirse a la corona de España. Acompañándolo, venía su séquito de
ministros a aplicar las fórmulas políticas económicas y políticas ensayadas en Italia.
Así, España vivió durante treinta años un clima de reformas, que abarcaban múltiples
aspectos de la actividad política y económica, dentro del espíritu de la Ilustración.
Empezó a hablarse de la necesidad de aplicar las mismas leyes en todo el territorio
español mientras que el castellano se extendía como la lengua de la Administración.
Población y "poblamiento"
En el siglo XVIII, se produjo en España una recuperación demográfica. Al
concluir el siglo XVIII, la población ascendía a casi 11 millones de habitantes. Esto
obedeció a las mejoras agrarias impulsadas por los "déspotas ilustrados".
La política agraria
Los ilustrados eran decididos partidarios de modernizar las estructuras de
propiedad y tenencia de la tierra, y de fomentar el crecimiento de la producción
agraria. Varios intelectuales ilustrados, como Olavaide, Floridablanca o Jovellanos,
consideraban un gran problema de España las enormes propiedades acumuladas
por la nobleza y la Iglesia, a la que responsabilizaban del atraso del campo. Pronto
los ilustrados consiguieron la oposición de la nobleza y el clérico, que demostraron
su fuerza poniendo en marcha severos procesos inquisitorios contra los reformistas.
Casi un 80% de los territorios estaban bajo el mando de los feudoseñoriales. La
producción de estas tierras era bajísima. Las mejores tierras no podían ser
capitalizadas industrialmente, vendidas o mejoradas. Y ante el crecimiento
poblacional y la escasez de productos se generó una fuerte inflación, sobre todo si
sobrevenían épocas de malas cosechas. Esto se llamó la Crisis de las Subsistencias
en el siglo XVIII. Los ilustrados pensaban que el progreso de España estaba
vinculado con el acceso del campesinado a la propiedad de la tierra y la
desamortización de los bienes eclesiásticos. Tratando de poner en práctica estas
ideas, el Gobierno de Carlos III repartió tierras comunales entre los campesinos para
crear o fomentar la aparición de una clase campesina productiva y alejada del
conflicto social. Importante fue el aporte de Pablo de Olavide, responsable del
gobierno de Andalucía. Él impulsó uno de los proyectos de mayor envergadura de la
política agraria del siglo XVIII. Instaló a más de 6.000 colonos alemanes, holandeses
y españoles en una treintena de aldeas y pueblos en torno a los centros de La
Carolina, La Carlota y La Luisiana. En 1775, cuando las poblaciones habían
demostrado su viabilidad, autosustentabilidad, y producción agraria creciente, los
nobles y la Iglesia abortaron el experimento, haciendo caer a Olavaide en manos de
la Inquisición, haciendo que la reforma agraria quedara arrinconada y el
campesinado sureño desamparado.
Las infraestructuras
La creación de nuevas vías de comunicación para la interconexión de las
regiones remotas de España tenía como objetivo la formación de un mercado
nacional de productos agrícolas, para intentar paliar la crisis de subsistencias sin la
necesidad de recurrir a las importaciones del extranjero. Carlos III emprendió un
plan de carreteras destinado a enlazar la capital de la monarquía con Andalucía,
Cataluña, Valencia y Galicia, propósito frustrado por la inestabilidad política y el alto
coste de las obras. En cuanto a las comunicaciones marítimas, con Carlos III, la
monarquía española volvió a alcanzar un desarrollo naviero importante, favorecido
en gran parte por los astilleros de nueva creación en la Península Ibérica. Ya en
tiempos de Felipe V se redactaron con este fin planes de explotación forestal en los
Pirineos, mientras la Marina obtenía la concesión de zonas maderedeas en montañas
del interior. Pero el desarrollo se debió, sobre todo, a las grandes reservas forestales
americanas.
La industria
En tiempos de Felipe V se fundaron en España las Reales Fábricas, siguiendo
el modelo francés. Se pretendía con ello proporcionar productos de calidad a los
palacios reales y para las clientelas ricas de la Península y América. La Corona creaba
las empresas, las financiaba y las gestionaba. Ejemplo de esto: la Real Fábrica de
Tapices de Santa Bárbara, fundada en 1720; la Real Fábrica de Porcelanas y Piedras
Duras, o la Real Fábrica de Cristal de la Granja de San Idelfonso. La Real Fábrica de
Guadalajara y la Real Fábrica de Paños de Segovia industrializaron la producción de
paños. Lo malo de estas fábricas es que pocas ganancias generaron, y algunas con
pérdidas que superaban los dos millones de reales al año, como la de Guadalajara.
La industria privada tuvo sus aportes, pero éstos fueron frenados por un mercado
excesivamente regionalizado y de bajas demandas.
La libertad comercial
Los ilustrados pensaban que solo un mercado nacional que abarcase todo el
reino podría impulsar la revolución económica en España. Consideraban que lo mejor
era cargar de fuertes impuestos las importaciones y liberar de trabas internas el
movimiento y producción de mercancías. El estado español, a partir de 1782, con la
creación del primer banco oficial de la Corona, hizo las veces de gran prestamista,
aunque su actividad no consiguió aliviar las angustias de la Hacienda pública y la
economía en general. Importante fue la medida de poner fin, en 1765, al monopolio
que sostenía Cádiz en el comercio con América, concediendo autorización a otros
puertos españoles a comerciar con las colonias. De hecho, en 1778, se promulga el
Decreto de Libre Comercio con América.

LOS LÍMITES DEL REFORMISMO

La nobleza y la Iglesia sabotearon todas las reformas que la Corona, el


despotismo ilustrado, promovía desde los centros de poder. El motín de Esquilache
fue responsabilidad del azuzamiento de los jesuitas, cuyas riquezas y control sobre
la educación generaba recelos entre los ilustrados, quienes consideraban su fidelidad
con Roma como una traición de Estado. Carlos III los expulsó de España en 1767.
Confirmando su compromiso con la Ilustración. Así, nace el pensamiento
reaccionario religioso, contrario a cualquier cambio que intentase impulsar la Corona.
Y también nace el pensamiento ilustrado radical, proclive a la revolución. Cuando
en 1788 muere Carlos III, sus reformas llevaban años estancadas o anuladas. La
Ilustración fracasa en España, y aumenta las distancias entre los que buscan la
modernidad y aquellos que, aferrados al pasado, defienden sus privilegios. La nueva
era, cuyos cimientos se basaban en la utilidad, la prosperidad y la felicidad social,
no encontraban asidero. Lo que se consideraba como un gobierno adecuado y una
educación moderna fue frenada en España. Muchos fueron los factores que
marcaron el fracaso ilustrado en España: el atraso económico, la debilidad de la
agricultura, el poder de la aristocracia y de la Iglesia, la ignorancia de las clases
populares y el descontrol de la región americana. Pero lo más grave fue el cerco
ideológico impuesto por la Inquisición y las amenazas de sus macabras prácticas.

LA POLÍTICA EDUCATIVA

Los ilustrados pensaban que la educación de las masas debía fundamentarse


en el pensamiento científico, el desarrollo de la investigación, antes que en los
programas eclesiásticos. Al atraso español, los ilustrados contraponían el progreso
europeo. La enseñanza, como factor de integración nacional, ciertamente preparó
el camino al liberalismo de la centuria siguiente, si bien es cierto que durante esta
época fue duramente contenida por la Iglesia. Los planes de renovación universitaria
fueron impulsados, pero se vieron frenados por el poder que hemos mencionado.

NUEVAS INSTITUCIONES CULTURALES

Se crearon las Reales Academias de Ciencia, Lengua, Bellas Artes, etc. Las
Reales Sociedades de Amigos del País, en mano de los pensadores ilustrados,
cogieron bastante auge entonces. También apareció el periodismo como medio de
divulgación masivo de las nuevas ideas. Los Borbones introdujeron en España el
modelo de corte francesa que imperaba en Versalles en tiempos de Luis XIV.
Ciertamente, los Borbones no poseían la severidad de los Austrias, tuvieron un
importante acercamiento con la Naturaleza, palpable en la importancia de los
jardines o el cultivo de bosques como el de Riofrío o Segovia. Por supuesto, la
oposición a la religiosidad tradicional fue importante. En la Corte hubo brillantes
actos oficiales, pero también representaciones teatrales, conciertos, bailes de
máscaras. Con respecto a la América hispana en el siglo XVIII conoció un importante
crecimiento demográfico y económico. En el campo predominaban los grandes
latifundios, semejantes a los viejos señoríos medievales. Creció el tráfico mercantil
con Europa, del que se beneficiaba la burguesía americana. América proporcionaba,
además de metales preciosos, productos como tabaco, cacao o azúcar. Importante
fue la creación en 1728 de la Compañía de Comercio Guizpozcoana de Caracas.
UNIDAD 6. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833).

En 1788, año en que muere Carlos III y accede al trono su hijo Carlos IV,
España seguía presentando los rasgos de una sociedad feudoseñorial. El modelo
político del absolutismo ilustrado era incapaz de resolver los graves problemas
estructurales de la sociedad española: déficit crónico de la hacienda, crisis de
subsistencias periódicas y estancamiento económico. La influencia revolucionaria de
Francia y su intervención en España agudizó las contradicciones de una sociedad en
crisis, culminando en una terrible guerra con dimensiones de guerra de liberación
frente al invasor francés; guerra civil entre partidarios y detractores de la
intervención francesa; y conflicto internacional con presencia de Francia e Inglaterra
enfrentadas a España.
La crisis tuvo su momento culminante en 1808. Comenzó entonces una
terrible guerra, que tuvo varias dimensiones: guerra patriótica frente a los ejercicios
napoleónicos; guerra civil, pues una parte el país estaba del lado de José I
Bonaparte, y, finalmente, guerra internacional, ya que España fue teatro principal
de operaciones de los ejércitos ingleses y francés.

EL MIEDO A LA REVOLUCIÓN. LAS NOTICIAS DE FRANCIA.

Los sucesos de la Revolución Francesa produjeron reacciones inmediatas en


las autoridades españolas. Los ilustrados españoles, más conservadores que los
franceses, temían que la ola libertaria se expandiera hasta España. Los ilustrados
españolas mantenían la idea de que el progreso ilustrado vendría solo gracias a una
política de reformas dentro de los márgenes del antiguo régimen. La simpatía que
los burgueses ilustrados sentían por los sucesos de Francia representó un grave
problema para la Corona. Además, las colonias de comerciantes franceses en
España, crecidas y amparadas por los Pactos de Familia, suscritos por los Borbones
de Francia y París, regaban la voz revolucionaria en la Península.

LA POLÍTICA DE AISLAMIENTO DE FLORIDABLANCA

El aislamiento parecía ser el mejor recurso y fueron cortadas las relaciones


con Francia. La Inquisición recibió el encargo de amenazar a los ilustrados
sospechosos y cerrar el país a la propaganda política. Bajo la acusación de
anticristianas, fueron perseguidas todas las publicaciones francesas, lo que desató
mayor interés del público y convirtió a Cádiz en hervidero clandestino de librerías e
imprentas.
Se prohibió también el deseo de los jóvenes de ir a estudiar a universidades
extranjeras, lo cual contrariaba una de las disposiciones de Carlos III, que impulsaba
la salida de las juventudes a formarse en países más avanzados y a traer profesores
foráneos a las universidades españolas.
El conde de Floridablanca prohibió, incluso, la enseñanza del francés. El colmo
fue la prohibición de cualquier actividad inherente a las Reales Sociedades de Amigos
del País. Pero Carlos IV removió de sus funciones al conde de Floridablanca y nombró
como nuevo conde, en 1792, al conde de Aranda. Éste conde intentó mejorar las
relaciones con Francia. Todo fue inútil.
Francia, por su parte, entró en guerra contra Prusia y Austria, monarquías
absolutas como la de España. En agosto de 1792, un levantamiento parisiense
derrocó a Luis XVI, eligieron una nueva asamblea legislativa, la Convención, y
proclamaron la República.
Por su parte, en 1792, España nombra a Manuel Godoy como Primer
Secretario de Despacho -equivalente a primer ministro- en sustitución de Aranda.
Debido al favor de la reina María Luisa y del propio Carlos IV, dirigió el gobierno de
España hasta 1808. Su actitud, similar a la del despotismo ilustrado, fue temerosa
ante la revolución francesa, a la vez que alentaba una serie de medidas de reformas
educativas y económicas.

LA GUERRA DE LA CONVENCIÓN

Después de la ejecución de Luis XVI, en 1793, España se consideraba libre,


por vez primera en noventa años, de romper sus lazos con Francia y declararle la
guerra. La guerra de la Convención tenía sus predicadores laicos y religiosos, que
movilizaron las masas en una auténtica cruzada popular contra Francia, un país
regicida y considerado enemigo de la religión.

LA PAZ Y LA CONTINUIDAD DEL REFORMISMO

Godoy llegó a una paz con los invasores franceses en julio de 1795, con el
tratado de Paz de Basilea. Con este tratado, España recuperó su integridad territorial
a cambio de ceder a Francia su parte de la isla de Santo Domingo. Un año después,
el Pacto de San Idelfonso restauró la alianza franco-española para luchar contra
Inglaterra, convencido Godoy de que la única amenaza a la monarquía de Carlos IV
radicaba en la penetración británica en el mercado de América. De hecho, en la
Batalla del Cabo de San Vicente, los españoles pierden contra los ingleses, resulta
en la desprotección del comercio ultramarino.
Godoy revivió la reforma de la ley agraria, suprimió impuestos, liberalizó los
precios de las manufacturas y redujo el poder de los gremios. Incluso, en 1797,
formó un gobierno con los nombres más distinguidos de la Ilustración. Por su parte,
la Corona frenó la aspiración de Godoy de reformar el poder y papel de la Iglesia en
España, pensando que esto haría aumentar el riesgo de la revolución.

LA CRISIS ECONÓMICA Y FISCAL

En el reinado de Carlos IV se manifestaron crudamente las contradicciones


económicas del antiguo Régimen: subida imparable de los precios de los alimentos
e insostenible situación financiera del Estado. También subieron el precio de las
propiedades agrarias. La guerra contra la Convención generó un agobiante déficit
del Estado, aumentando la deuda interna y externa. En este contexto surgió otro
importante conflicto con el clero, cuando la Hacienda de Carlos IV se fijó en el
patrimonio de la Iglesia para remediar sus apuros. Se vendieron los terrenos de los
jesuitas expulsados, lo que significó la primera venta de propiedades de la Iglesia
en beneficio del Estado. Pero en 1804 sobrevino la bancarrota al reino español.
Carlos IV se vio obligado a continuar su política de desamortizaciones, que se
extendió hasta 1808, pasando a manos privadas una sexta parte de las propiedades
dela Iglesia.

LA ALIANZA CON LA FRANCIA NAPOLEÓNICA

A partir de la toma de poder de Napoleón Bonaparte, en 1799, la corte


española no fue sino una mera comparsa de la política expansionista de Francia. La
debilidad de Carlos IV espoleó el intervencionismo francés, que obligó a Godoy a
dirigir la invasión a Portugal en 1801, la guerra de Las Naranjas, con objeto de cerrar
sus puertos con el comercio británico. En 1802, Francia e Inglaterra firmaron la paz
de Amiens, pero enseguida reanudaron sus hostilidades, y España se vio envuelta
en otra guerra no deseada, de trágicas consecuencias para su flota, que cayó
destrozada en trafalgar (1805) ante la escuadra del almirante Nelson, perdiéndose
una magnífica generación de marinos profesionales. Las posesiones americanas
quedaban incomunicadas, y el hundimiento económico de España se hacía
imparable.
Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la alta nobleza y el
disgusto el clero a causa de las medidas desamortizadoras unieron a la oposición en
torno al príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, quien no congeniaba con
Godoy. Por otra parte, otros españoles descontentos ponían sus esperanzas en
Napoleón Bonaparte, cuya revolución liberal daba respuesta al deseo de cambio de
una minoría ilustrada. Un buen impulso al complot de los conservadores fue el
Tratado de Fontainebleau (1807), por el que Godoy autorizaba el acantonamiento
de tropas francesas en España con el objetivo de una nueva campaña de conquista
y reparto de Portugal. Así, Godoy tramó la huida de la familia real a Andalucía o a
América, pero su propósito se malogró gracias al motín de Aranjuez (19 de marzo
de 1808). Soldados, campesinos y servidumbre del palacio, alentados por los
simpatizantes del príncipe heredero, provocaron la caída de Godoy y obligaron a
Carlos IV a abdicar a favor de su hijo Fernando VII.
Sin embargo, Napoleón no reconoció a Fernando, y Carlos IV pronto se
arrepintió de su abdicación, en tanto las tropas francesas, al mando del general
Murat, entraban en Madrid. Bonaparte reunió a padre e hijo en España y obligó a
que ambos traspasasen el trono a su hermano, José Bonaparte, en la famosa
Abdicación de bayona. Así, la revolución francesa se proponía a hundir la corona del
antiguo régimen español, apoyados por la ilustración española. Con la publicación
del Estatuto de Bayona, una especie de constitución, José Bonaparte mantenía en
sus manos la mayor parte de las prerrogativas, ofrecía un renovado aire liberal que
cuestionaba los fundamentos reaccionarios del Antiguo Régimen. Este texto no se
puso en práctica, porque enseguida estalló la guerra contra los franceses.
LA INVASIÓN FRANCESA Y LA GUERRA
RASGOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)

El 2 de mayo de 1808 los madrileños se levantaron en armas contra los


franceses, que habían ocupado la ciudad. El General Murat, en represalia, ordenó el
fusilamiento de cientos de oponentes. Al conocer la abdicación de Bayona y los
sucesos de Madrid, varios movimientos antifranceses se extendieron por toda
España. Incluso, se llegó a linchar a algunos funcionarios reales encargados de
publicar la renuncia de Fernando VII a la corona española. En mayo de 1808
prácticamente toda España estaba levantada contra Francia. Más de 300mil muertos,
destrucciones y saqueos fue el resultado de este conflicto. Fue una guerra nacional
y popular, pero no revolucionaria. Sus baluartes eran la defensa de la religión y la
monarquía, El bajo clero fue importante, porque fue el encargado de convencer a
los pueblos de unirse a la lucha contra "la impiedad francesa". Al quedar fuera de
juego la burocracia estatal, solo la Iglesia contaba con una organización nacional
centralizada, capaz de llegar a todos los rincones de España y erigirse en el motor
del levantamiento gracias a su influencia doctrinal.

EL GOBIERNO DE JOSÉ I, LOS AFRANCESADOS

José Bonaparte jamás logró el apoyo de las minorías ilustradas para regir en
España. Resultaba demasiado patente el deseo de conquista de su hermano,
Napoleón. José I no pudo llevar a cabo la revolución jurídica que planteaba el
Estatuto de Bayona. José I nunca tuvo el afecto del pueblo español, que lo veía
como la vulgar marioneta de su hermano, el Emperador. Los "Afrancesados" fueron
los acólitos de origen español leales a José I. Funcionarios del antiguo Estado que
pasaron al bando de los Bonaparte. Los afrancesados tuvieron que exilarse, para
evitar que sus vidas fuesen cobradas por el fervor popular.
LAS JUNTAS

Con el estallido de los levantamientos y las abdicaciones de Bayona, se


produjo un gran vacío de poder y la ruptura del territorio español. Para controlar la
situación en las regiones no controladas por el ejército francés, los ciudadanos
impulsaron loas juntas provinciales, que asumían a soberanía del Rey y legitimaban
su autoridad. Así, se conformó la Junta Central Suprema, que tomó para sí los
poderes soberanos y se erigió en el máximo órgano gubernamental de forma
transitoria.
LAS FASES DE LA GUERRA:

1. 170mil hombres penetran en España para defender el reinado de José I.


2. Para los franceses, la inesperada reacción española constituyó un gran problema
social
3. El ejército del General Dupont fue derrotado por las fuerzas del General Castaños.
Dupont se rindió el 19 de julio de 1808. Esta fue la primera derrota en tierra de un
ejército de Napoleón.
4. Napoleón ordenó "aplastar" toda forma de resistencia española.
5. Napoleón entra en España, junto a sus generales de más renombre, junto a 250mil
soldados en noviembre de 1808.
6. El avance francés, comandado por Napoleón, debilitó la influencia de la Junta
Central Suprema.
7. Los españoles formaron guerrillas, grupos formados por antiguos soldados y
civiles dispuestos a defender la soberanía española.
8. Las guerrillas empezaban a tomar posesión de los poderes políticos y empezaban
a instaurar poderes administrativos.
9. El dominio francés fue importante en las ciudades, pero muy débil en los poblados.
10. En 1810, cansado de la inestabilidad social en España, Napoleón decide activar
la transferencia de las tierras españolas como parte de la Francia imperial.
11. 1812, primavera. La guerra dio un giro definitivo. El general Wellington, con
tropas españolas, inglesas y portuguesas, derrota a Francia en Arapiles y se dispone
a ir a Madrid, por lo que José I tuvo que huir de la capital.
12. Napoleón se apresuró a llegar a un acuerdo con Fernando VII, al que regresó la
Corona de España con el tratado de Valencay en diciembre de 1813.

EL PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LAS CORTES DE CÁDIZ

La otra cara de la guerra contra Francia la constituye la labor de las Cortes


de Cádiz. Mientras gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas
a los franceses y a sus ideas, unos pocos ilustrados pretendían implantarlas para
realizar, como en Francia, una verdadera Revolución burguesa.

CONVOCATORIA Y COMPOSICIÓN DE LAS CORTES

Aunque la idea de una reunión de Cortes Generales para reorganizar la vida


pública en tiempo de guerra y vacío de poder ya había sido debatida en la Junta
Central, la Regencia no se decidió a convocarlas hasta que no llegó a Cádiz la noticia
del establecimiento de poderes locales en distintas ciudades americanas que podían
poner en peligro el imperio español. Después de cien años, en los que los Borbones
habían gobernado sin convocarlas, las Cortes inauguraron sus reuniones en
septiembre de 1810, con el juramento de los diputados de defender la integridad de
la nación española, y prolongaron su actividad hasta la primavera de 1814. Un
conjunto e decretos, y sobre todo la Constitución de 1812, manifestaban su deseo
de transformación del país mediante la aplicación de importantes reformas que
debían convertir a España en una monarquía liberal y parlamentaria.
A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la
Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. Tampoco asistieron los delegados
de las provincias ocupadas, la mayoría, a los que se buscó suplentes gaditanos, lo
mismo que a los representantes de los territorios españoles de América.
Predominaban en las Cortes las clases medias con formación intelectual,
eclesiásticos, abogados, funcionarios militares y catedráticos, aunque no faltaban
tampoco miembros de la burguesía industrial y comercial. No había, en cambio,
representación alguna de las masas populares: ni un solo campesino tuvo sitio en la
asamblea de Cádiz. Tampoco mujeres, carentes todavía de todo derecho político.
Las primeras sesiones de las Cortes congregaron a un centenar de diputados, pero
su número fue aumentando, hasta llegar a los trescientos.
Desde su comienzo, las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas.
Al autoconstituirse en Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional,
los diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal, que contaba ya con
el precedente de la Francia de 1789. Asimismo, con la concesión de iguales derechos
a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus colonias
en una única nación repartida a ambos lados del océano. De inmediato, surgieron
dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los liberales eran partidarios de
reformas revolucionarias, mientras que los absolutistas, llamados despectivamente
serviles, pretendían mantener el viejo orden monárquico. La prensa de Cádiz, en su
mayoría, estuvo del lado de los liberales, que siempre dominaron los debates de las
Cortes, manteniéndose, en cambio, los púlpitos de la iglesia al servicio de la ideología
absolutista.

LA OBRA LEGISLATIVA. LOS DECRETOS DE ABOLICIÓN DEL ANTIGUO


RÉGIMEN

Los liberales aprobaron el decreto de libertad de imprenta. Ésta suprimía la


censura para los escritos políticos, pero no para los religiosos. Las Cortes de Cádiz
desmontaron la arquitectura del Antiguo Régimen, aboliendo los señoríos
jurisdiccionales, que impedían la modernización de la administración local y
provincial, una decisión fundamental en el proceso de reforzamiento del Estado, ya
que la mitad de los pueblos y dos tercios de las ciudades en España mantenían algún
tipo de dependencia con el clero y la nobleza. Fueron derogados los gremios
también, una estructura medieval tachada de inoperante desde el reinado de Carlos
III. Se anunció la reforma agraria burguesa, al decretarse la venta pública en subasta
de las tierras comunales de los municipios. Se decretó la abolición de la Inquisición,
presentada como un obstáculo para la libertad de pensamiento y el desarrollo de la
ciencia.
LA CONSTITUCIÓN DE 1812

El 17 de junio de 1812, día de San José, se promulga "La Pepa", la


Constitución de 1812. Esta constitución es la primera de la historia de España. En
ésta se plasma el diseño de un Estado unitario que afirmaba los derechos de los
españoles en su conjunto por encima de los históricos de cada reino. Los diputados
representan a la nación, lo que supone la eliminación de cualquier otra
representación, regional o corporativa, algo que ya carecía de sentido en una España
dividida en provincias y municipios. De esta forma, la Constitución de 1812 daba un
nuevo paso adelante en el proceso de centralización política y administrativa
emprendido por los primeros Borbones. Y, al mismo tiempo, con su afirmación de
los derechos individuales y colectivos de los españoles, ponía los fundamentos para
acabar con un modelo de sociedad basado en las exenciones y los privilegios. Con
el fin de conseguir la igualdad de los ciudadanos, la Constitución de 1812 fijaba una
burocracia centralizada, una fiscalidad común, en ejército nacional y un mercado
libre de aduanas interiores.
La Constitución de 1812 proclamaba la soberanía nacional en detrimento del
Rey, al que se le sustraía la función legisladora, atribuida ahora a las Cortes, que
tendrían una sola cámara, elegida por sufragio universal masculino. Para ser
diputado se requería la condición de propietario, lo que excluía a los asalariados y a
los campesinos sin tierra. Se reconocía a Fernando VII como Rey de España, pero
no como Rey absoluto, sino constitucional. Aunque símbolo del radicalismo liberal,
la Constitución de 1812 reflejaba el influjo de la religión y la nobleza a través de la
definición de un Estado confesional y el reconocimiento de las propiedades de los
grupos privilegiados. Esta Constitución no tuvo el tiempo suficiente para implantar
sus reformas. Como símbolo del deseo de libertad, la Constitución de 1812
permanecería viva en el recuerdo a lo largo del siglo XIX, prolongándose también en
el ideario de los liberales de América del Sur y del resto de Europa.

LA RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO. EL REGRESO DE FERNANDO VII.


EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820)

El fin de las operaciones militares contra los franceses no apaciguó por


completo el país, que se veía sometido al enfrentamiento político entre liberales y
absolutistas, ambos a la expectativa de la postura que tomase Fernando VII, a su
regreso del cautiverio. La duda se despejó en la primavera de 1814, al poco tiempo
de tocar el Rey tierra española y aceptar el ofrecimiento de algunos generales de
colaborar en la reposición del absolutismo monárquico, derogado por las Cortes de
Cádiz. La acción contrarrevolucionaria del ejército contaba, además, con el apoyo
de un grupo de diputados absolutistas, firmantes del Manifiesto de los Persas, que
rechazaban de forma rotunda la legislación gaditana. No habían pasado dos meses
de su llegada a España cuando, en los primeros días de mayo de 1814, Fernando
VII declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz y anuló toda su obra
legisladora. Desaparecían de un plumazo las reformas plasmadas sobre el papel, sin
que nadie saliera a la calle en su defensa. Con el Golpe de Estado fernandino, España
volvía a la situación anterior a la "francesada", mientras la represión elegía sus
víctimas entre los liberales y los colaboradores del Gobierno de Bonaparte, obligados
muchos de ellos a elegir el camino de exilio. Tras la caída del emperador francés, la
contrarrevolución diseñada por la Europa de la Santa Alianza daba nuevo empuje al
absolutismo de Fernando VII, quien, corto de miras, intentaba vanamente borrar de
la memoria de los españoles el recuerdo de una Constitución que hacía residir la
soberanía no en el Rey, sino en la nación. Apoyado en la Iglesia y en los grandes
terratenientes, el Rey liquidó la libertad de prensa y resucitó la Inquisición, que
enseguida se puso manos a la obra con la retirada de cientos de publicaciones del
período de la guerra. Los jesuitas volvieron a España, donde se mantendrían hasta
el siguiente estallido liberal. Cuando la Iglesia exigió la devolución de sus tierras,
vendidas en el reinado anterior, Fernando VII se negó a satisfacer su reclamación,
confirmando la nueva distribución de propiedad, en manos ahora de los latifundistas
afectos al gobierno.
Desde la vuelta de Fernando VII, muchos militares que lucharon contra los
franceses se opusieron a la restauración del Antiguo Régimen, y algunos de ellos
conspiraban por el restablecimiento de las leyes de Cádiz con la ayuda de las
sociedades patrióticas o la masonería. Por otro lado, la inminente independencia de
América privaría a los españoles de un mercado generoso que habría podido
contribuir a su despegue económico, y al Estado, de los medios necesarios para la
reconstrucción del territorio. El empeño de revitalizar el Antiguo Régimen retrasó
aún más el comienzo de la era industrial. Por último, el cambio constante de
ministros y la escasa preparación de muchos de ellos entorpecieron la política
española del Gobierno, sometido, asimismo, a las contradicciones del viejo sistema
tributario.

Tras la revolución de Cádiz, todos los españoles habían quedado obligados a


colaborar en el sostenimiento del Estado, desapareciendo las exenciones y los
enrevesados mecanismos de recaudación, vigentes desde el tiempo de los Austrias.
Con el fin de facilitar la contabilidad gubernamental, por vez primera en Europa, las
cortes gaditanas habían elaborado el presupuesto nacional, que hacía un repaso
anticipado de los ingresos y gastos del Estado. Nada de esto sobrevivió a la
restauración absolutista de 1814. Fernando VII volvió al régimen fiscal anterior,
hasta comprobar que en menos de dos años la deuda pública se había incrementado
peligrosamente. En contraste con el estancamiento de la industria, que demoraba la
consolidación de una clase burguesa en España, la agricultura tuvo cierta expansión.
Aumentaron las tierras labradas, a impulsos de la presión demográfica del campo y
de la consiguiente búsqueda de alimentos de primera necesidad, como el trigo.

EL TRIENIO CONSTITUCIONAL (1820-1823)

Todas las dificultades del absolutismo y el malestar de la población española


configuraban una situación insostenible que estalló en 1820, cuando el comandante
Rafael Riego, al frente de unas tropas dispuestas cerca de Cádiz para su traslado a
América, se levantó a favor de la Constitución de 1812. El pronunciamiento encontró
apoyos en otras guarniciones de la Península, que hicieron ver a Fernando VII que
debería cambiar de política y aceptar el régimen constitucional. Mientras tanto,
nacían las juntas liberales en distintas ciudades, que dirigían los ayuntamientos
según el modelo de 1808 hasta la reunión de las Cortes. De esta forma comenzaba
la segunda experiencia revolucionaria española, que duró tres años, logrando calar
en la vida pública en mayor grado que Cádiz, pero que se saldó con un fracaso,
explicable si se tiene en cuenta el escaso respaldo social y político del liberalismo en
el país.
Desde el poder, los liberales eliminaron la Inquisición, impusieron el sistema
fiscal aprobado en Cádiz, suprimieron los señoríos, expulsaron a los jesuitas y
confirmaron las leyes que garantizan los derechos y las libertades de los ciudadanos.
La Iglesia fue la institución que más sufrió con el cambio de régimen, al aprobar el
Gobierno la supresión de las órdenes monacales y la desamortización de tierras de
los monasterios. Con la venta de propiedades eclesiásticas, los liberales pretendían
rebajar la deuda pública y ganarse la confianza de los gobiernos extranjeros y de los
acreedores españoles. Sin embargo, el agujero llegaba a superar la cuarta parte del
presupuesto nacional y la suspensión de pagos no se podía evitar.
Al abrigo de la libertad de opinión, nacieron numerosas tertulias y centros de
debate que, bajo la forma de sociedades patrióticas, promovían los primeros
periódicos en defensa del orden constitucional y que esbozaban los futuros partidos
políticos. La prensa, así, pasó a convertirse en un poderoso instrumento de acción
política al servicio de los partidos, llegando a oscurecer incluso las mismas sesiones
de las Cortes. La aplicación de reformas provocó enseguida la ruptura del bloque
liberal en dos grupos de gran trascendencia posterior, que representan diferentes
generaciones y filosofías políticas. De un lado, los hombres participaron en las Cortes
de Cádiz, ahora moderados, y de otro, los jóvenes seguidores de Riego, que se
atribuían en exclusiva el triunfo de la revolución de 1820, los denominados
exaltados. Estos exaltados defendían el sufragio universal y unas Cortes de una sola
cámara, expresión de la soberanía nacional. De estos postulados arrancaría la
fractura del liberalismo español y su división entre moderados y progresistas. Los
enfrentamientos civiles casi estaban degenerando en guerra civil has que, en abril
de 1823, un ejército francés, respaldado por las potencias absolutistas de Europa,
entró en España con el fin de restablecer a Fernando VII en la plenitud de su
soberanía. Nada pudieron hacer los liberales ante unas tropas que doblaban las
suyas, y ni siquiera consiguieron movilizar al pueblo en la defensa de un régimen
que no había prendido en la sociedad española. Con las manos libres, el Rey invalidó,
el 1 de octubre de 1823, toda legislación del trienio, y puso fin a este segundo
intento de revolución liberal. Para respaldar el nuevo viraje absolutista, buena parte
del ejército francés permanecería en España durante 5 años.

LA DÉCADA ABSOLUTISTA (1823-1833)

Desde 1823 hasta su muerte, Fernando VII gobernó como monarca absoluto.
Desató una durísima represión contra todos los liberales. A pesar de que la
Inquisición no fue revivida, su funcionalidad fue ejecutada por los jefes militares
españoles. Los liberales, obligados a refugiarse en el exilio, conspiraban
abiertamente contra Fernando VII. Mientras tanto, la vida intelectual española
estaba obligada a refugiarse en la clandestinidad. La nueva restauración absolutista
de Fernando VII significó el restablecimiento parcial del Antiguo Régimen, aunque
la experiencia del trienio aconsejaba abordar los problemas del país con elementos
diferentes e introducir algunas reformas para lograr la colaboración de los ilustrados
conservadores, los partidarios de un liberalismo templado. En 1823 se creó el
Consejo de Ministros, órgano de consulta del monarca, en quien descansaba el poder
ejecutivo. Así, se reorganizó la Hacienda, se estableció el presupuesto anual del
estado y se abordó el eterno problema de la deuda pública, agravado desde 1824
por la pérdida del imperio americano. Se redujo, por lo mismo, el comercio exterior
en beneficio de la industria nacional. La bolsa de Madrid era inaugurada, pero todo
esto no impidió que España pudiese pagar su deuda externa, revitalizara su
agricultura estancada, el bandolerismo, el desbarajuste de las diversas
administraciones, la pésima red de caminos y carreteras, etc. Pero no solo los
liberales eran una amenaza contra Fernando VII, los llamados realistas puros o
ultras, el sector más reaccionario y clerical del absolutismo, desconfiaban de
Fernando VII, al que acusaban de transigir demasiado con los liberales, por lo que
promovieron una cierta cantidad de levantamientos como en Navarra, el norte de
Castilla y La Mancha.

LA CUESTIÓN SUCESORIA

Toda esta gran inestabilidad política se veía incrementada en 1830 por otros
acontecimientos que oscurecían el futuro del absolutismo y las esperanzas de los
seguidores de Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII), los carlistas. Los
revolución liberal había triunfado en Francia, por lo que los absolutistas españoles
no podían esperar ya más ayuda de sus vecinos, y en Madrid, la cuarta mujer de
Fernando VII, María Cristina, le había dado una heredera, la princesa Isabel. Antes
de su nacimiento, su padre había hecho publicar una Pragmática Sanción, redactada
por las Cortes en 1789, que restablecía la sucesión tradicional de la monarquía
hispana permitieron reinar a las mujeres. El pleito legal tenía un evidente alcance
político. La exclusión del trono del ultrarrealista Carlos María Isidro significaba el
triunfo de los moderados y liberales encubiertos en la Corte, que se reunían en torno
a la reina María Cristina con el fin de promover una cierta apertura del régimen. Los
partidarios de Carlos no se resignaban y, aprovechando la grave enfermedad del
Rey, obtuvieron, en 1832, un nuevo documento en el que se derogaba la Pragmática
Sanción. El complot, sin embargo, se volvió en contra de sus protagonistas.
Recuperado Fernando VII, confirmó los derechos sucesorios de su hija Isabel, se
deshizo de sus colaboradores más reaccionarios y formó un nuevo gabinete,
presidido por Cea Bermúdez, que buscaría ayuda del liberalismo templado y
autorizaría el retorno de los exiliados, al tiempo que tomaba medidas contra los
voluntarios realistas. En septiembre de 1833, moría Fernando VII, y su viuda, María
Cristina, heredaba en nombre de su hija Isabel la corona de España, que también
reclamaba para sí Carlos María Isidro, apoyado por los últimos defensores del
Antiguo Régimen, los carlistas, que llevaban unos meses preparando su
levantamiento.

LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA HISPANA. LOS FACTORES DEL


INDEPENDENTISMO.

Diversos factores explican el surgimiento del espíritu independentista en la


América española. Por un lado, la oposición al control mercantil de la metrópoli, que
impedía a los criollos comerciar libremente con competidores anglosajones con
mejores precios y calidades. La reivindicación de un comercio libre es, pues, una
razón económica de gran calado. Cuando en 1796 la ruptura de las comunicaciones
entre los dos continente, como consecuencia de la guerra naval contra Inglaterra,
obligó al gobierno español a dar plena libertad a las colonias para comerciar con los
países neutrales, era demasiado tarde.
Por otra parte, el reformismo de Carlos III había supuesto un mayor control
sobre la administración colonial y el envío de funcionarios que desplazaban a los
criollos de puestos influyentes. La iglesia americana, sobre todo en los sectores del
bajo clero, fue otro sector con identidad propia. Éstos habían elegido el camino de
la insurrección, además de ser un fuerte estímulo el ejemplo de la emancipación der
las colonias británicas del norte, quienes empezaron a prestar ayuda material,
económica y política a los movimientos independentistas.
Ciertamente, la doctrina ilustrada inspiraba los ideales de la burguesía. La
independencia americana tuvo su preámbulo en 1806, cuando Francisco de Miranda,
financiado por los ingleses, fracasó en su intento de invadir el territorio venezolano.
En el mismo año, Inglaterra, que, como EE.UU, deseaba entrar en el mercado
colonial de España, atacó Buenos Aires, defendida por tropas criollas, cuya victoria
consiguió fortalecer su orgullo de americanos y los convenció de su capacidad para
regir sus destinos. Influyente también fue la abdicación de Fernando VII ante los
Bonaparte. Aprovechando el vacío de poder, algunas cortes regionales proclamaron
la Independencia. Con la derrota española en la batalla de Ayacucho, en 1824,
España perdía las últimas tierras leales a la Corona. Tras la independencia
americana, España quedó relegada a ejercer un papel de potencia de segundo
orden, por lo que perdió el inmenso mercado americano y abriendo paso al
neocolonialismo de EE.UU y la Gran Bretaña.
UNIDAD 7. LA CONSTRUCCIÓN DE LA ESPAÑA LIBERAL (1833-1874)

Con la muerte de Fernando VII, en 1833, comenzó en la historia de España


un proceso imparable de cambios políticos, sociales y económicos. En toda Europa
occidental se consolidad la sociedad burguesa sobre la base económica de la
revolución industrial y el sistema capitalista. España, con sus peculiaridades, se
incorporó a este proceso, y a lo largo del reinado de este período se produjeron los
cambios sustanciales de la revolución liberal burguesa y se sentaron las bases del
sistema capitalista.

LA REVOLUCIÓN LIBERAL BURGUESA

El concepto de revolución liberal-burguesa es esencial para describir y explicar


las transformaciones sufridas por las sociedades occidentales en los tiempos
recientes. Podemos definirla como un proceso violento de sustitución de la sociedad
feudo-señorial del Antiguo Régimen por una nueva sociedad liberal burguesa y
capitalista. Implica profundos cambios políticos: aparece el Estado constitucional,
organizado sobre la base de la libertad política y la igualdad jurídica de los
ciudadanos, la división de poderes y la soberanía de la nación. Cambios económicos:
expansión de fuerzas productivas como crecimiento demográfico, relaciones de
producción basada en la libre contratación de la fuerza de trabajo, el nuevo concepto
de propiedad, la libre circulación del capital, la creación de mercados nacionales y
una nueva ideología que postula la racionalidad y el cientificismo como forma de
fomentar el crecimiento económico y el desarrollo. Todas estas transformaciones se
producen bajo la hegemonía de la burguesía como clase dominante con una política
social encaminada a garantizar la reproducción del capital, de ahí el nombre de
capitalismo.

LA GUERRA CIVIL (1833-1840).

Luego de la muerte del Rey Fernando VII, se enfrentaron absolutistas contra


liberales. Las mayores reyertas se suscitaron en el País Vasco y Navarra, como
también en Cataluña, Aragón y Valencia. Casi 200mil personas mueren en este
conflicto armado civil. La reina regente María Cristina buscó la ayuda del liberalismo
sin aceptar, por el momento, las presiones progresistas que insistían en una mayor
apertura del régimen.

APOYOS SOCIALES Y PLANTEAMIENTOS DE AMBOS BANDOS

Este enfrentamiento cruzó dos formas distintas de concebir el Estado, el


Gobierno y la sociedad. Por un lado, el absolutismo monárquico, la intransigencia
religiosa y la defensa de los fueros y del régimen tradicional de propiedad de la tierra
constituyeron los elementos fundamentales de la ideología carlista, que fue
configurándose a raíz de los primeros enfrentamientos de 1833. El primer carlismo
fue una verdadera reacción rural contra el progreso político y cultural de las
ciudades. El carlismo prontamente atrajo la población campesina del norte de
España, sacando partido del malestar provocado por la política uniformadora y
anticlerical del liberalismo. A la reina regente fue apoyada por la burguesía, el
proletariado urbano, las clases ilustradas. A medida que don Carlos "conquistaba"
nuevos terrenos declaraba nulas todas las medidas desamortizadoras y recogió a los
clérigos expulsados de sus conventos por la legislación anticlerical de los liberales.

LA EVOLUCIÓN DE LA GUERRA CARLISTA

Las tropas del autodenominado Carlos V sitiaron el norte de España,


específicamente el País Vasco. Las disputas internas y la fuerza del Ejército Real era
lo suficientemente vasto para que, en agosto de 1839, se firmara el Acuerdo de
Vergara. Así, se reconocía a Isabel II como reina y se pacificaba las regiones vascas.
La guerra terminó en 1840 y los liberales tenían carta abierta para implantar en
España el régimen constitucional. Así, el ideario carlista pasó a convertirse en una
especie de reacción conservadora ante todos los cambios que se suscitarían en
España durante lo que resta de siglo XIX.

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA (1833-1843)

Luego de la muerte de Fernando VII, y apartando el hecho de la guerra civil


por su sucesión, comenzaba la construcción de la España liberal.

MODERADOS Y PROGRESISTAS

Ambos grupos aceptaban la necesidad de implantar una Constitución que


regule el accionar civil en el reino, además de la instauración del sufragio censitario,
la libertad individual y la libre opinión pública. La monarquía no debe ser desechada,
pues es ésta la institución clave para mantener el equilibrio de todo el sistema
político, por lo que las atribuciones del rey implican el reinar, mas no el gobernar. El
poder político, no está de más decirlo, residía en las clases propietarias y las
ilustradas. Los progresistas, a diferencia de los liberales moderados, exigían que las
Cortes, órgano donde residía el poder del pueblo, deben albergar la mayor cantidad
de poder político posible.
LA RADICALIZACIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1837.

La incierta evolución de la guerra carlista y la quiebra de la Hacienda pública


generaron un clima de crispación política en España. En julio de 1836 las Cortes
empezaron a reunirse para resolver los problemas de adaptación de la Constitución
de 1812, y terminaron promulgándola de nuevo en junio de 1837. Era una
Constitución breve, con apenas 77 artículos, bicameral, basada en los principios de
la soberanía nacional, división de poderes y reconocimiento de los derechos
individuales. Los aspectos más progresistas de esta Constitución fueron la libertad
de prensa, la autonomía política y de gestión de los ayuntamientos y la recuperación
de la Milicia Nacional, compuesta por voluntarios y dependiente del poder local.
LA REGENCIA DE ESPARTERO

Baldomero Fernández Espartero, general progresista que luchó contra las


tropas carlistas. Luego de la renuncia de María Cristina a gobernar y su exilio en
Francia, en 1840, las Cortes, en su función de ministerio-regencia, decidan nombrar
a Espartero como regente de España. Gobernó España durante tres años, donde
desató un autoritarismo militar que silenció las voces progresistas. Reprimió con
dureza los pronunciamientos moderados y en 1842 ordenó el bombardeo de
Barcelona, donde se habían producido distintos motines contraesparteros. En julio
de 1843 un cercamiento político y militar exigió su renuncia, por no contar con el
apoyo popular ni con el apoyo de políticos progresista ni moderados.

LA DÉCADA MODERADA. (1844-1854)

Luego del desastre de Espartero, los moderados exigieron una serie de


reformas a la Constitución de 1837. Cuando Ramón María Narváez llegó a la
presidencia de gobierno en 1844 inició una serie de reformas que limitaban las
libertades progresistas y robustecían el poder de la Corona, además de organizar
una administración centralista.

LAS REFORMAS MODERADAS Y LA CONSTITUIÓN DE 1845

Los principios orientadores de estas reformas fueron el mantenimiento del


orden público estricto y el control político de una administración pública. En 1843 se
suprime la Milicia Nacional y en 1844 se funda la Guardia Civil. En 1845 una ley
orgánica suprimió el carácter electivo de los alcaldes, siendo nombrado por el
gobierno, quien en el mismo año controló la imprenta y la prensa. El 23 de mayo de
1845 se promulga una nueva Constitución, donde se sustituye el principio de
soberanía nacional por el de soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes
y ampliando las prerrogativas de la ley.
EL CLERICALISMO MODERADO. EL CONCORDATO DE 1851

En la Constitución de 1845 se declara que la religión de la nación española


era la católica, apostólica y romana. La Constitución de 1837 se limitaba a declarar
que la religión católica era la que profesaban los españoles.
En 1844 se suspende la subasta de bienes del clero y que los productos de
los bienes que ya estaban a la venta se aplicarían solamente al mantenimiento del
clero secular y de las órdenes religiosas. Con el Concordato de 1851 se permitía la
intervención de los obispos en la enseñanza y el apoyo que el Estado debe mantener
a la represión de las llamadas doctrinas heréticas. Como contraparte, Roma
aceptaba la propiedad de los nuevos regentes de las tierras desamortizadas parando
así su persecución. Esto respondía a la idea de que el orden público pasaba por un
pacto con la religión, elemento que se consideraba primordial para mantener la
tranquilidad general.
EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA POLÍTICA ESPAÑOLA HASTA
1868

La política de los moderados estuvo manchada por la alta corrupción. En julio


de 1854, la unión del general O’Donnell con la del general Serrano derivó en la
proclamación del Manifiesto al país o Manifiesto de Manzanares, un documento con
evidente espíritu progresista. A la vista de los acontecimientos que se generaron tras
este manifiesto, en el que se cuentan varias revueltas obreras y de orden popular,
la reina Isabel II decidió entregar el poder a la principal figura del progresismo, el
general Espartero.

LAS REFORMAS PROGRESISTAS Y EL FRENO DE LA UNIÓN LIBERAL

El bienio progresista duró hasta septiembre de 1856. En este período se


intentó redactar una nueva Constitución, que reuniera toda la doctrina liberal
española, pero que al final no fue promulgada. Este clima de inestabilidad política
hizo que en España surgieran nuevas corrientes políticas, como la republicana, la
federalista, la socialista y la democrática.
En julio de 1856, el general Leopoldo O’Donnell dio un golpe de Estado contra
la mayoría parlamentaria y desplazó del poder al general Espartero y al partido
progresista. O’Donnell, que había fundado el partido Unión Liberal, asumió las
riendas de la presidencia de Gobierno. Su pretensión era instaurar un liberalismo
centrista. Repuso la Constitución de 1845, reconoció algunos principios progresistas,
suprimió la Milicia Nacional y reorganizó los ayuntamientos. Entre 1856 y 1868, el
Partido Unión Liberal alternó poder con el Moderantismo, cuyo máximo líder era el
general Narváez.

LA CRISIS DE 1866: EL AGOTAMIENTO DEL RÉGIMEN ISABELINO

En la crisis final del reinado de Isabel II actuaron como factores estructurales


la imposibilidad del moderantismo de responder a las demandas sociales y de
participación política de los ciudadanos, el descrédito de Isabel II y sus cortes, y,
por último, el malestar social generado por una seria crisis financiera y de
subsistencia en 1866. Ese año, las protestas estudiantiles y la fracasada sublevación
de los sargentos del cuartel de San Gil calentaron el ambiente y conmovieron a la
opinión pública.
La respuesta estatal, sin mayor claridad política, para subsanar las
contradicciones económicas era nula. Todo esto propició que en 1868 se produjo,
por fin, una sublevación triunfante que provocó la caída de la dinastía borbónica y
que hizo nacer la esperanza de la instauración de un régimen democrático en
España.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA ISABELINA

La revolución liberal inició en 1808 y para 1840 no estaba culminada. La


definición de los derechos de propiedad fue la piedra de tranca para la no
consolidación de las reformas liberales en España. El papel del Estado debía
resumirse a garantizar la inviolabilidad de la propiedad privada y proporcionar la
libertad precisa para poder ejercerla. La desamortización de terrenos de la Iglesia
que se hizo ley desde las Cortes de Cádiz fue importante en esta época. Importante
fue el proceso de desamortización impulsado por Mendizábal, las de Madoz. El
resultado positivo de esta política es que se aumentó el volumen general del
producto agrícola, la aparición de un proletariado agrícola y la conformación de una
burguesía terrateniente. Esto sin olvidar la reforma arancelaria de 1841 impulsada
por Espartero o la Ley de Ferrocarriles en 1855, que permitió la entrada de capital
francés. La industria textil y la siderúrgica fue bastante productiva en el siglo XIX,
pero no lo suficientemente fuerte para saldar las deudas sociales o las deudas de
Hacienda.
La sociedad española en la época era eminentemente clasista. La mentalidad
nobiliaria hizo posible la aparición de una aristocracia liberal, proveniente de la
burguesía que tanto exigía reformas de orden social en España. De esta burguesía
provienen la mayoría de los políticos, funcionarios civiles, propietarios agrícolas y
empresarios industriales. Los campesinos y obreros proletariados eran los
desplazados socialmente, los que poco a poco fueron cimentando las bases del
apoyo a la causa republicana en España. La Iglesia pasó a depender
económicamente del Estado. Luego del conflicto entre liberales y carlistas su papel,
al menos durante varias décadas, fue la de promover un espíritu de paz y
reconciliación entre los españoles.
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)

LA REVOLUCIÓN DE 1868

El 19 de septiembre de 1868 el almirante Topete, jefe de la armada,


secundado por Prim y Serrano, se sublevó en Cádiz haciendo un llamamiento de
apoyo a la sociedad civil. El Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cádiz hizo que
la revolución triunfara sin apenas derramar sangre. En 1868 se crea por fin la nueva
unidad monetaria, la peseta.

El sexenio de 1868 a 1876 es decisivo para interpretar la historia española


contemporánea.

LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869

El nuevo Gobierno Provisional formado por la Unión Liberal y los progresistas


elaboró una nueva Constitución. Se convocaron Cortes Constituyentes donde el
derecho al sufragio era ejercido por los hombres mayores a 25 años. Fueron
derrotados los republicanos y los carlistas, quienes tuvieron su participación en este
proceso. Soberanía Nacional, independencia de poderes, derecho de reunión y
asociación y libertad de culto fueron refrendados. El sufragio universal se incluía en
la nueva Carta Magna, estableciéndose los mismos requisitos para ser elegir o ser
electos. La forma de Estado es la monarquía democrática, aunque se había
descartado el regreso de Isabel II de Francia. Los carlistas promovieron la llegada
de don Carlos, nieto de Carlos María Isidro, y los republicanos plantearon la idea de
suprimir cualquier vestigio de la monarquía.
LA MONARQUÍA DE AMADEO DE SABOYA (1870-1873)

En octubre de 1870 el duque de Aosta, don Amadeo de Saboya, acepta el


trono de la corona española. Su mayor colaborador, Prim, fue asesinado semanas
después de este hecho, se presume que por partidarios del partido Alfonsino,
promovido por Canovas del Castillo.
La idea del republicanismo federalista, las agitaciones obreras y la crisis de
las colonias restantes hicieron que se desplomase la primera monarquía
constitucional en España. Tras la abdicación de Amadeo de Saboya, el 11 de febrero
de 1873, la Asamblea Nacional dispuso la proclamación de la República.
LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873)

La Asamblea Nacional designó a Estanislao Figueras como presidente de una


República unitaria, que prontamente chocó con los republicanos federales. Su
principal cometido era convocar unas nuevas Asambleas Constituyentes para
promulgar una nueva Constitución. Promulgó una amplia amnistía y la abolición de
la esclavitud en Puerto Rico. El 1 de junio de 1873 Figueras regresa la presidencia a
las Cortes, cuyo espíritu era eminentemente federalista, que prontamente
proclamaron la República Democrática Federal, siendo propuesto como presidente
de gobierno el catalán Francisco Pi i Margall.
Debido a la multiplicidad de problemas suscitados en el devenir de la primera
República, el 6 de septiembre de 1873 se elige como presidente al catedrático Emilio
Castelar, para intentar poner orden y paz en España. La I República es aniquilada el
3 de enero de 1874 cuando el general Pavía procura un nuevo golpe de Estado que
disuelve las Cortes Constituyentes.
UNIDAD 8. LA RESTAURACIÓN MODERADA (1875-1902)

Tras fracasar en España el intento de construir un Estado democrático, se


inició en 1874 una nueva etapa histórica, en la que se consolida el sistema político
demoliberal, fundamentado en la restauración borbónica.

LAS BASES DEL RÉGIMEN RESTAURADO

La revolución de 1868 no consiguió instaurar una forma estable de monarquía


ni resolvió el grave problema social. El divorcio entre la masa social de España y la
clase dirigente era más que evidente. La Restauración borbónica trajo consigo la
vuelta al más puro moderantismo liberal, con evidentes modificaciones externas.

EL RETORNO DE LA DINASTÍA BORBÓNICA

Tras el período de caos que supuso el sexenio democrático, llega una etapa
de estabilidad, con la restauración de la dinastía borbónica. Antonio Cánovas del
Castillo es el principal impulsor de este cambio, y se encargó de conseguirlo. El 1 de
Diciembre de 1874, Alfonso XII (sin ser rey aún) envía un manifiesto a la nación,
redactado por Cánovas, y en el que dice que la única solución a los problemas de
España era la restauración del trono en su persona.
El 29 de Diciembre de ese año, el general Martínez Campos proclamó a
Alfonso como rey, y pronto se le unieron muchos cargos militares de otras partes de
España. Este hecho propició la vuelta de la dinastía borbónica y el 14 de enero de
1875 entró Alfonso XII en Madrid como rey.
LAS PRIMERAS MEDIDAS DE CÁNOVAS DEL CASTILLO.

La primera medida del régimen era la convocatoria a cortes constituyentes,


este régimen pretendía una conciliación entre los progresistas y los moderados, y
esta constitución intentará aunar estas dos posturas, aunque será mucho más
moderada.
Cánovas necesitaba apoyo para Alfonso XII. Las primeras medidas para
conseguir estos apoyos fueron acercar, de nuevo, posturas con la Iglesia, que había
sido marginada en el sexenio, y acercar posturas con el ejército, y para esto se
nombró al rey como jefe del ejército. Otra medida fue la eliminación de periódicos
que se oponían al régimen y por último la restitución de cargos en las diputaciones
y ayuntamientos.
Una de las medidas más importantes fue la creación de un sistema
bipartidista, como el inglés, que se irían turnando en poder conforme se fuesen
desgastando: El partido conservador y el liberal fusionista, aunque el sufragio sería
censitario hasta 1890.
Otra de las grandes medidas fue la centralización del estado, se reorganizaron
las diputaciones provinciales, las ciudades con más de 30.000 habitantes tendrían el
alcalde nombrado por el rey y se restringió la participación ciudadana en la elección
de ayuntamientos.

CONSTITUCIÓN DE 1876

Cánovas consideraba muy importante la preexistencia de unas premisas a


partir de las cuáles elaborar la constitución, para esto se estableció la existencia de
unas instituciones anteriores a la Constitución: cortes y monarquía. A partir de estas
premisas, esta Constitución no tuvo debate en casi ningún aspecto, el más
importante fue respecto a la religión, en el que las posturas más progresistas
proponían un estado aconfesional, y los conservadores uno con religión oficial la
católica. Al final se llegó a una postura intermedia, y se estableció que la religión
oficial sería la católica pero se permitía la práctica de cualquier religión en privado.
Esta constitución permitía al rey nombrar al jefe de gobierno, se suspenden
casi todos los derechos individuales promulgados por la constitución de 1869, y
establece que las cortes son bicamerales: Congreso y Senado. En el Senado existen
tres tipos de senadores: vitalicios, por derecho propio y electivos por vía censitaria.
Por último, el congreso tiene 5 años de mandato, aunque nunca se cumplen debido
a las frecuentes disoluciones de cortes.
EL SISTEMA POLÍTICO OFICIAL: BIPARTIDISMO Y TURNISMO

El sistema político de este tiempo se basaba en la existencia de dos grandes


partidos políticos, como en el sistema inglés, el partido conservador y el liberal, que
tenían un ideal parecido pero se diferenciaban en algunos matices.
Cánovas era el líder del partido liberal-conservador, y este partido agrupaba
al sector más conservador de la sociedad, exceptuando a los carlistas e integristas.
Práxedes Mateo Sagasta era el líder del partido liberal fusionista, y en éste se
agrupaban sectores más progresistas, como algunos republicanos más moderados
y media y baja burguesía.
Ambos partidos se turnaban en el gobierno, cuando uno sufría desgaste,
había un cambio de gobierno con un gobierno nuevo, y esto procuraba estabilidad
al estado. Para la formación de nuevo gobierno, el antiguo le daba el gobierno al
nuevo, y éste convocaba elecciones, en las que no se dudaba en utilizar fraude
electoral para que ganase el partido que acababa de acceder al gobierno.
Para conseguir los resultados deseados, el ministro de la gobernación
elaboraba la lista de los candidatos que debían ser elegidos (los encasillados) y le
pasaba esta lista a los gobernadores civiles, y estos a los alcaldes y caciques
(hombres ricos y con gran influencia, sobre todo existían en el ámbito rural). Los
caciques usaban su influencia, sobre todo en zonas rurales para conseguir que el
pueblo votase al candidato deseado, usando diferentes tácticas. Si todo esto no era
suficiente, se manipulaba el censo y se cambiaban los votos, e incluso votaban las
personas muertas, claro está al candidato favorable al gobierno. En general, la
abstención electoral superaba el 80%.

LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN

Los carlistas.
Este régimen contó con una gran oposición por parte de los carlistas, de los
nacionalistas, los republicanos y el movimiento obrero. El carlismo pasó de una lucha
armada a desarrollar una política, se implantó en regiones periféricas y se dividió en
el Partido Integrista y las Juntas Tradicionalistas.

El surgimiento de los nacionalismos periféricos.


Los nacionalismos surgieron en el contexto de la primera guerra carlista,
cuando la alta burguesía sube al poder. Y consiste en el intento de recuperar la
identidad nacional, catalana o vasca, por ejemplo, por parte de la pequeña burguesía
que pretendía obtener ventajas económicas con la defensa de los fueros. Empiezan
a desarrollarse en este tiempo, y los dos más importantes son el catalán y el vasco,
también en Andalucía y Galicia.
El catalanismo surge de la mente de Valentí Almirall (aunque ya se había dado
con la Renaixença) quien defendió la autonomía de la región catalana, denunciaba
la opresión de Cataluña y defendía la necesidad de respetar las divisiones naturales
y las tradiciones, para ello creó el Centre Catalá (1882) Y Se crean partidos
nacionalistas como la Unió Catalanista (1891) y la Lliga Regionalista (1901) que fue
la que cobró más importancia.
El nacionalismo vasco surgió, al contrario que el catalanismo, en el entorno
agrario, que veía la industrialización y la llegada de inmigrantes como enemigas del
pasado. Sabino Arana fue el propulsor del nacionalismo vasco. Fundó el PNV en 1895
con la intención de restaurar el orden jurídico tradicional del territorio. Este
movimiento se extendió, también, hacia la burguesía que al final toma el control por
su poder económico y pasó de defender la independencia a defender la autonomía
dentro del Estado español.
El nacionalismo gallego no tuvo importancia política. El nacionalismo andaluz
se inició a partir de los movimientos cantonalistas de 1873 pero no se consolidó
ningún partido andalucista burgués por la vinculación de estos con el poder central.

El republicanismo.
Los republicanos se caracterizan por la desunión, y también se oponían
abiertamente al régimen. Existían tres ramas, una moderada, otra más radical y la
última que defendía las ideas del sexenio, de Pi i Margall, estos tenían más papel
social que electoral.

Los movimientos obreros.


El movimiento obrero español empezó a desarrollarse en el sexenio
democrático, de las dos corrientes, socialista y anarquista tuvo más peso esta última.
El 1874 fueron prohibidas estas asociaciones dependientes de la Organización
Internacional de Trabajadores.
El movimiento anarquista se desarrolló, sobre todo, en la zona mediterránea,
Barcelona, Zaragoza y Andalucía, estos proponían una destrucción del Estado y una
desconfianza en el mismo. En 1874 se preparó para la clandestinidad y llegó a pensar
en una revolución obrera. Este pensamiento cambió cuando Sagasta les legalizó en
1881, entonces se creó la Federación de Trabajadores de la Región Española. A
partir de esto se desarrolló una protesta pacífica por medio de huelgas, lo que rompió
el movimiento anarquista porque en el campo andaluz estas huelgas resultaban
inútiles. Por ello, estos últimos crearon la Mano Negra, una organización terrorista
secreta que pretendía acabar con el Estado. Tras esto, a final de siglo el movimiento
anarquista estaba acorralado en Europa.
El movimiento socialista se desarrolló, sobre todo, en Extremadura, la zona
que es ahora Castilla-La Mancha y Madrid y se fue extendiendo hacia Valencia,
Vizcaya y Asturias. Este movimiento pretendía la conquista del poder político por
parte de la clase obrera, bien por la vía electoral o por una revolución marxista. En
1874 fundó Pablo Iglesias el PSOE, al principio clandestino y a partir de 1881 legal.
En 1884 se publicó el informe Jaime Vera, en respuesta a la consulta realizada por
la Comisión de Reformas Sociales. En 1886 se publicó el periódico oficial del partido,
El Socialista y en 1888 se fundó la UGT, también por Pablo Iglesias, que sería el
sindicato socialista, que defendería los derechos económicos de los trabajadores. A
partir de 1891 el PSOE se centró más en política electoral y esta empezará a dar
frutos en 1910.
LA EVOLUCIÓN DEL RÉGIMEN

En 1885 muere el rey Alfonso XII. La alternancia del poder entre Sagasta y
Cánovas se plasmó en el Pacto de El Pardo. En 1890 se aprueba la universalidad del
sufragio masculino. Económicamente, se aprecia la nula industrialización del aparato
productor español y un inmenso interior agrario con forma de subsistencias bastante
atrasadas. El desarrollo minero creció con avidez desde 1875 y 1900. Importante
fue la Ley de Minas de 1869, que concedía minas a perpetuidad a cambio de una
modesta tributación pública. El desarrollo de la banca contemporánea y el
crecimiento demográfico entraron en contradicción, ya que los dueños del sistema
financiero tenían políticas muy hostiles con la población, y por supuesto tenían el
visto bueno de la alta casta política española.

LA CRISIS DEL 98

LA GUERRA EN CUBA Y FILIPINAS.

La crisis empieza con la guerra en Cuba y Filipinas, la política española en


Cuba se caracterizaba por los fuertes aranceles proteccionistas que dificultaban el
comercio de la isla con EEUU, lo que hacía que Cuba dependiese económicamente
de España. La única reforma llevada a cabo fue la abolición de la esclavitud en 1888.
El presidente norteamericano McKinley amenazó con cerrar las puertas del mercado
a los productos cubanos (azúcar y tabaco) si no se modificaba la política arancelaria.
En 1892 se fundó el partido revolucionario cubano, que comenzó la revuelta en la
parte oriental de la isla; el gobierno español respondió enviando un ejército a Cuba
dirigido por el general Martínez Campos, sustituido, después por el general Weyler,
que acabo con la insurrección por la fuerza. Esto causó una gran mortalidad y
destrucción, sobre todo del ferrocarril y las plantaciones, con lo que se resintió la
economía.
Cuando finalizó el gobierno de Cánovas, el gobierno liberal optó por la
conciliación, y concedió a Cuba la autonomía en 1897, pero los independentistas se
negaron a aceptar el fin de las hostilidades. Junto con la insurrección cubana se
produjo la de Filipinas donde la presencia española era más débil pero los insurrectos
capitularon en poco tiempo. La intervención de EEUU fue crucial en el desenlace del
conflicto. En 1898 derrotó a la escuadra española en el puerto de Santiago de Cuba
y en Cavite (Filipinas) y todo terminó con la paz de París en la que España perdió
Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

LAS CONSECUENCIAS DEL 98.

Las consecuencias inmediatas del desastre fueron menores de lo esperado.


No hubo crisis económica a pesar de la pérdida de los mercados coloniales. Se
produjo una reinversión de los capitales repatriados con lo que se redujo la deuda
pública. Fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, se tomó conciencia de
la incapacidad del gobierno dinástico, y como consecuencia se produjo un auge de
los movimientos nacionalistas catalán y vasco.
A partir de la crisis colonial aparecieron los movimientos que proponían el
regeneracionismo, es decir, la modernización de España, el más destacado impulsor
de esta idea fue Joaquín Costa. Propugnaban la necesidad de dejar atrás los mitos
del pasado glorioso, modernizar la economía y sociedad y alfabetizar la población.
Esto pasaba por el desmantelamiento del sistema caciquil y la transparencia
electoral.
UNIDAD 9. EL REINADO DE ALFONSO XIII (1902-1931).

CRISIS DE LA RESTAURACIÓN. (1902-1923)

El esperanzado reinado de Alfonso XIII (1902-1931) comenzaba bajo la


conciencia generalizada de “regenerar la nación”. Durante esta etapa se pusieron de
manifiesto las deficiencias del sistema político restaurador que terminó con la
proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera.
La crisis se debe a varios factores:

 Hay una crisis política casi permanente debido por una parte a la excesiva
intervención del monarca en los asuntos políticos; por otra parte la
desaparición de los dirigentes históricos (Cánovas y Sagasta) da lugar a
rivalidades internas de los partidos turnistas: en el partido conservador están
F. Silvela, A. Maura y E. Dato, en el liberal, Canalejas y Romanones.

 Debido a la progresiva pérdida de influencia del caciquismo y los nuevos


partidos políticos, las mayorías parlamentarias eran muy precarias, por lo que
en muchos casos se recurría a Gobiernos de concentración que terminaban
siendo ineficaces. En contraposición los partidos de carácter nacionalistas,
socialistas y republicanos empezaron a tener mayor representatividad.

 El progresivo desarrollo del movimiento obrero generó un clima de mayor


conflictividad laboral y social, siendo especialmente importantes la Semana
Trágica de 1909 y la crisis de 1917.

 La cuestión religiosa dividió a la sociedad entre los partidarios de mantener


la situación y la corriente anticlerical promovida por socialistas, algunos
liberales y republicanos.

 No fue menor el conflicto generado por los militares, que tras el desprestigio
ante el desastre de la Guerra de Cuba, querían una reforma del Ejército y
recobrar su antiguo protagonismo, culpando del desastre a las actuaciones
políticas. Por otra parte había una fuerte corriente antimilitarista, contraria a
las quintas que culpaban al Ejército de dicha derrota.

 Otro problema fueron los nacionalismos, especialmente en Cataluña, donde


la mayor presencia de nacionalistas en las Cortes les daba fuerza para
aumentar sus reivindicaciones de autonomía.
 Por último, el problema de Marruecos. España pudo, tardíamente
incorporarse a la etapa final del reparto de África, ampliando el territorio en
Marruecos; las guerras en África, con la consiguiente llamada a filas, generó
un malestar permanente en la sociedad.

A lo largo de estos años, se puede diferenciar varios momentos que tienen


una identidad propia tanto por la impronta de los gobernantes como por los
acontecimientos que tuvieron lugar dentro y fuera de España.

EVOLUCIÓN POLÍTICA DE 1902 A 1914: REGENERACIONISMO POLÍTICO


Y CRISIS SOCIAL
Revisionismo político inicial del reinado de Alfonso XIII. Principales medidas
adoptadas.

Tras el desastre del 98, en esta primera etapa del reinado de Alfonso XIII,
todos los partidos políticos abogan por la idea de “regenerar la nación”. Durante la
década de los noventa, varios intelectuales habían empezado a utilizar dicho término
ante la necesidad de modernización ideológica, política y social de España;
representantes de este generacionismo fueron Lucas Mallada (Los males de la patria
(1890), Macías Picavea (El problema nacional: hechos causas y remedios”,1891),
Rafael de Altamira (Psicología del pueblo español, 1902), Ángel Ganivet (Idearium
español, 1897). La personalidad más relevante del Regeneracionismo intelectual,
social y político fue Joaquín Costa. En sus obras Colectivismo agrario en España
(1898) y Oligarquía y caciquismo como forma actual de gobierno en España (1901-
1902) censuró el sistema político, el falseamiento del sistema electoral vigente, la
ineficaz política agraria y sistema de propiedad resultante de las desamortizaciones,
el poder político acaparado por la oligarquía industrial, ante lo cual propone una
serie de medidas de modernización basados en las reformas técnicas, plan de
regadíos y modificación de la propiedad agraria. Bajo el lema “escuela, despensa y
siete llaves al sepulcro del Cid, preconizaba la “creación de una despensa nacional”
en el sentido de potenciar la agricultura y de alfabetización con la creación de
escuelas y formación técnica, como base necesaria para el progreso.
Desde el poder, tanto el partido conservador como el liberal, tomando esta
línea de renovación, abordaron grandes reformas que hicieron progresar social y
económicamente a la nación, pero las reivindicaciones obreras, nacionalistas,
militares y el problema de Marruecos provocan graves crisis políticas y sociales

A) El relevo generacional: El regeneracionismo político “La revolución desde arriba”.


Cuando se pierden las últimas colonias españolas, ningún grupo político de la
oposición tenía fuerza ni apoyos sociales suficientes ser una alternativa de poder.
Son los propios partidos dinásticos y partidos nacionalistas quienes asumen el
“regeneracionismo político”. En el partido Conservador, Francisco Silvela en un
famoso artículo, «Sin pulso», exponía la necesidad del revisionismo político ante “la
enfermedad de España”. Sus propuestas eran: limpieza electoral, acabar con la
corrupción electoral y el caciquismo; integrar a las masas en el sistema electoral;
llevar a cabo una cierta descentralización administrativa para contrarrestar el
crecimiento de los nacionalismos antiespañoles; introducir algunas mejoras sociales
tratando de solucionar la miseria física del hambre y el abandono de las masas al
analfabetismo. Como presidente de gobierno (1899-1900) inició una “revolución
desde arriba” con la creación de nuevos ministerios de Agricultura e Instrucción
pública para promover las reformas en ambos sectores. Desde el Ministro de
Hacienda, Raimundo Fernández Villaverde hizo la reforma de Hacienda para
solventar el déficit creado con la Guerra de Cuba; Eduardo Dato promulgó la
regulación de los derechos sociales de los trabajadores, los accidentes laborales, el
trabajo de la mujer y los niños. A nivel político buscaron bases de entendimiento con
el nacionalismo catalán conservador. Tras el breve paréntesis del gobierno liberal de
Sagasta, los conservadores se mantienen en el gobierno hasta 1905. En el partido
liberal, tras la muerte de Sagasta, no había unanimidad y se optó por la rotación
entre diferentes líderes desde 1905 hasta 19071. En estos momentos surge la
primera crisis de carácter nacionalista. El catalanismo tuvo un crecimiento electoral
rápido, la Lliga Regionalista ganó las elecciones municipales en Barcelona en 1905.
Días después, en el semanario satírico catalán ¡Cu-cut! Se publicaba un chiste
antimilitarista; un grupo de la guarnición de Barcelona asaltó y destruyó las
instalaciones de dicho semanario y el de la Veu de Catalunya, ambos ligados a la
Lliga Regionalista. Los autores recibieron el apoyo de muchas guarniciones de
España, antela la presión del Ejército, S. Moret (presidente de Gobierno liberal)
aprobó la Ley de Jurisdicciones de 1906, en donde se establece que cualquier ofensa
a la unidad de la patria, el ejército y la bandera, son actos que quedaban bajo la
jurisdicción militar; a partir de ese momento los actos de reivindicación nacionalista
u obrera podían ser juzgados por los tribunales militares. Con esto se ponía en
evidencia dos problemas que se arrastraría durante el primer tercio del siglo XX: el
nacionalismo y la presión del Ejército para recobrar su antiguo poder.

B) Gobierno Regeneracionista de Maura: Antonio Maura ejemplifica la


transformación del Partido Conservador en el primer tercio del siglo XX. El
denominado programa maurista, se caracterizó por:

 Mantener la idea de hacer la “revolución desde arriba” para regenerar la


administración movilizando a las llamadas “masas neutras”, configurar un
Estado eficaz y moderno que superara la tradición caciquil y los
enfrentamientos revolucionarios. Durante su gobierno se aprobaron 264
disposiciones legislativas. Ideológicamente presenta aspectos comunes con
la línea europeísta de Ortega y Gasset. Potenció el desarrollo económico con
numerosas leyes como la Ley de protección de la industria nacional, Ley de
Fomento de la industria y el transporte marítimo, plan de reconstrucción y
modernización naval, etc. Defendió la influencia social de la Iglesia y en el
mundo sindical porque consideraba que la sociedad española era
mayoritariamente católica, frente a las pretensiones de la izquierda de un
Estado laico. Se aprobó Ley del descanso dominical obligatorio y creó el
Instituto Nacional de Previsión.

 Intentó sin éxito, que la monarquía conectara con la realidad social; fue crítico
con el sistema canovista y quería una democracia real, lo que le valió el
enfrentamiento con el propio monarca y con sectores de su propio partido.
No obstante, aprobó la Ley electoral de 1907, que si bien no pudo terminar
con el caciquismo, permitió una mayor independencia del electoral. La
propuesta de Ley antiterrorista, ante los actos violentos del
anarcosindicalismo, no llegó a ser aprobada. Para resolver el problema
nacionalista, buscó su alianza para integrarlos en el gobierno y apoyó la
formación de Mancomunidades, proyecto que tampoco fue aprobado. En el
ámbito internacional, mantuvo una línea de afirmación nacional e
incorporación al nuevo colonialismo africano con la expansión en Marruecos.

C) La Semana Trágica de Barcelona (1909). La Semana Trágica de Barcelona de


1909 es el resultado de la confluencia de toda una serie de acontecimientos que se
fueron gestando progresivamente y que se manifiestan violentamente en un
momento determinado en contra el gobierno conservador. Por una parte, en
Cataluña, la Ley de Jurisdicciones de Moret (1906) había provocado una reacción de
las fuerzas políticas catalanistas que tuvo como consecuencia la formación de
Solidaritat Catalana, cuyos resultados electorales de 1907 habían sido
espectaculares. Los enfrentamientos entre el ejército y catalanistas se agudizaron
con la aplicación de dicha Ley. La actitud antimilitarista se extendió especialmente
en Cataluña.
Por otra parte, los republicanos catalanes, dirigidos por A. Lerroux habían
creado un grupo propio, el Partido Republicano Radical, que se oponía a la presencia
de la Iglesia en la vida política, la política del Gobierno conservador y encontraba
apoyo en un sector de las clases medias urbanas. A nivel obrero, el sindicalismo
catalán, influido por la expansión del anarquismo ya había organizado en 1902 una
huelga general. El sindicato anarquista, Solidaridad Obrera había adquirido una
importante influencia en el mundo obrero que políticamente conectaba Como
factores coadyuvantes a la tensión nacionalista, política y obrera, el sentimiento
antimilitarista anticlerical hicieron cada vez más frecuentes los ataques a la Iglesia y
al Ejército. En este contexto, la llamada a filas para ir a la Guerra en Marruecos y las
reivindicaciones obreros fueron los detonantes directos del conflictos.
Las organizaciones obreras, rechazando las medidas del gobierno de Maura,
por el envío de tropas y constituyeron un Comité de Huelga. Republicanos, socialistas
y anarquistas convocan una huelga para el día 26 de Julio. La huelga no tuvo éxito
en el resto de España pero en Barcelona, ante la acumulación de tensiones de
diferente origen, la crisis estalló a raíz de la concentración de reclutas en Barcelona
para embarcar hacia Marruecos. En Julio de 1909 las tropas españolas habían sufrido
la derrota en el Barroco del Lobo que había causado 1.200 muertos. Ante el embarco
de soldados con destino a la guerra de Marruecos, estalló un movimiento de violencia
con la formación de barricadas e incendio de más de 80 establecimientos religiosos.
Las autoridades declararon el “estado de guerra”, el movimiento se radicalizó,
derivando hacia actuaciones incontroladas. El balance fue de 116 muertos, 300
heridos y más de 60 edificios destruidos. El 2 de agosto la ciudad volvió a la
normalidad. La represión posterior fue dura. La responsabilidad recayó sobre
anarquistas y radicales; se hicieron más de 1.500 detenciones. Se dictaron 17 penas
de muertes, de las cuales se ejecutaron. Entre ellos estaba Francisco Ferrer y
Guardia, pedagogo anarquista, impulsor de la Escuela Moderna, el cual fue
condenado, más que por su participación directa, por ser un símbolo del momento,
ser su inspirador a través de sus escritos y contribuir a la formación del anarquismo;
se le relacionó con Mateo del Corral ejecutor del fallido atentado contra Alfonso XIII
y Victoria en 1906.
El gobierno de Maura se enfrentó a las duras críticas de liberales y de
republicanos. Toda la oposición política pidió la dimisión de Maura, Alfonso XIII
decretó la disolución de las Cortes y el traspaso de gobierno a los liberales. Con la
intervención del rey, se rompía el pacto del Pardo y con ello el turnismo pacífico. En
Cataluña, se acusó a la Lliga Regionalista y a las clases burguesas de haber apoyado
la represión gubernamental; los grupos republicanos y de izquierdas se separan del
nacionalismo. La consecuencia fue un fortalecimiento de los partidos de la oposición
y formación de la Unión Federal Nacionalista Republicana (1910) que obtuvo un gran
éxito electoral en 1910 con un acercamiento entre republicanos y socialistas. Si bien
desaparecía el sindicato anarquista Solidaridad Obrera, al año siguiente en 1910 se
constituyó la Confederación Nacional del Trabajo, que llegó a ser el sindicato
mayoritario.

D) El gobierno regeneracionista de J. Canalejas. Tras la caída de Maura, los liberales


gobernaron hasta 1913. El gobierno liberal de Moret duró poco siendo sustituido por
José Canalejas (1910-1912) quien retomó la línea reformista de Maura de “la
regeneración desde arriba” con un programa político regeneracionista, intervención
del Estado en la economía, reformas sociales, integración en el sistema a los
catalanistas y modificó las relaciones con la Iglesia con la separación con respecto
al Estado.
Intentó crear un Estado totalmente laico, aunque personalmente el fuera un
hombre de creencias religiosas. La aprobación de la Ley del Candado, por la que
limitaba el número de Congregaciones religiosas e impedía el establecimiento de
otras nuevas, supuso la crítica y la oposición de la Iglesia y sectores religiosos. Para
solucionar los desequilibrios económicos, aprobó Ley de abolición del Impuesto
sobre los consumos, sustituyendo este impuesto por el Impuesto directo sobre las
rentas, esto significó la oposición de la burguesía. Con el fin de llegar a un acuerdo
con los nacionalistas, elaboró el proyecto de creación de Mancomunidades, en
oposición a los partidarios de mantener el centralismo. Se aprobó la Ley de
Reclutamiento obligatorio (1911) con lo que se ponía fin a la posibilidad de redención
del servicio militar. En este caso, son los militares los que se opusieron a la reducción
de los presupuestos del ejército.
José Canalejas fue incomprendido por parte de su propio partido. El
mantenimiento del sistema político turnista, así como los problemas sociales, le
enfrentaron con los partidos de izquierda e incrementó la oposición del sindicalismo
con un intento de huelga general en 1911. No pudo concluir su programa de
reformas al ser asesinado por el anarquista Manual Pardiñas. A la muerte de
Canalejas sucedió un período de división interna en los liberales; ni el gobierno de
García Prieto y ni el de Romanones contaron con la mayoría del partido, lo que dio
lugar al Gobierno conservador de Eduardo Dato.

FUERZAS POLÍTICAS DE OPOSICIÓN AL SISTEMA: REPUBLICANOS Y


NACIONALISTAS.

Fuerzas políticas de oposición al sistema: republicanos y nacionalistas

Los partidos que estaban al margen del sistema de la Restauración fueron


varios: Carlistas, Partidos Nacionalistas, Partidos Republicanos y Partidos Obreristas.

PARTIDOS REPUBLICANOS: siendo un grupo minoritario, representaban la principal


oposición. Tenían su base social en zonas urbanas donde había menos influencia de
los caciques y oligarquías provinciales. A medida que crecen las opciones
nacionalistas y obreristas, van disminuyendo su representatividad. Su ideología es
de carácter reformista y librepensadora de carácter laicista que agrupaba
fundamentalmente a una burguesía intelectual y clases populares. En el
republicanismo se mueven varios partidos, los más importantes fueron:

 La Unión Republicana que nació en 1903 de la conjunción de varias


tendencias republicanas dirigidas por Nicolás Salmerón. Su programa se
basaba en incorporar a la restauración todos los principios de la Constitución
de 1869 con la proclamación de la República. Tuvo importancia en las
elecciones de 1903 y 19054 en Madrid, Barcelona y Valencia.

 El Partido Republicano fue organizado por Alejandro Lerroux en 1908 con una
base social importante en Barcelona. Profundamente demagógico, anticlerical
y presentándose como revolucionario tuvo aceptación entre amplios sectores
populares. Se declaraba anti catalanista. Después de la Semana Trágica de
Barcelona perdió parte de su influencia, por lo que progresivamente se fue
haciendo más moderado y su ideario se extendió por Madrid y Valencia.
Conectado con esta vertiente populista y anticlerical, se desarrolló el
blasquismo valenciano de Vicente Blasco Ibáñez.

 El Partido Reformista fue fundado por Melquiades Álvarez en 1912 que se


declaraba republicano. Tenía en sus filas a intelectuales como Ortega y Gasset
y Manuel Azaña. Frente a los dos partidos republicanos anteriores, se
presenta con un programa de profunda democratización, de
regeneracionismo cultural. Sólo tuvo una aceptación entre clases intelectuales
no consiguiendo una expansión entre trabajadores ni entre las clases medias.

PARTIDOS CARLISTAS: Tras la muerte de Carlos Mª de Borbón (VII), le sucede su


hijo Jaime, por lo que el carlismo dinástico pasó a denominarse jaimismo. El Partido
Nacional Católico, creado por R. Nocedal, reconocido como un partido integrista por
su contenido político de origen carlista, defensa de los principios morales católicos y
foralismo, se extendió por Navarra, País Vasco y Cataluña, con cierta expansión en
Sevilla y Huelva; siempre tuvieron representación parlamentaria. A partir de la
Primera Guerra Mundial, las disputas durante la jefatura de D. Jaime, la diferencia
de opinión en cuanto al apoyo de los aliados o germanófilos, dio lugar a la separación
y formación de otra opción como fue el Partido Tradicionalista en 1919 dirigido por
Juan Vázquez de Mella. Al proclamarse la II República, los tres partidos se unieron
y formaron la Comunión Tradicionalista.

EVOLUCIÓN DE LOS PARTIDOS NACIONALISTAS

A partir de 1898, la oposición de los partidos nacionalistas al sistema de la


Restauración fue mayor. Se abogaba no sólo por una Regeneración política, sino
también, ante las repercusiones económicas del desastre de Cuba, en una política
proteccionista que iniciaría una nueva línea de oposición en cuanto a la reivindicación
de control económico. Todos los partidos nacionalistas ampliaron sus bases sociales
e incrementaron el número de diputados.
En Cataluña, la Lliga Regionalista de Prat de la Riva y Cambó fue obteniendo
mayor número diputados, de tal manera que las reivindicaciones nacionalistas,
unidas al antimilitarismo, creó un ambiente de temor ante el peligro de romper la
unidad del país. Tras el triunfo electoral de 1905, un comentario satírico en la revista
Cu-Cut contra los militares y el temor a actos terroristas contra el Ejército, daba
lugar a la Ley de Jurisdicciones (1906). La reacción de la sociedad catalana fue un
apoyo masivo a las posturas nacionalistas. Se formó una coalición electoral,
Solidaritat Catalana, en donde se integraron la Lliga Regionalista, el Partido
Republicano Federal y parte de la Unión Republicana. La victoria electoral de la
colación en 1907, desplazó a los partidos de turno, por lo que se rompía el turnismo
en Cataluña; el grupo conseguía 41 de los 44 escaños que tenía Cataluña en el
Congreso de los Diputados; la heterogeneidad de grupos e intereses de sus
integrantes fue evidente al desintegrarse ese mismo año.
Durante los años siguientes, el partido catalanista moderado, la Lliga
Regionalista, colaboró con el gobierno, manteniendo una menor radicalización. En
1914, al aprobarse la Ley de Mancomunidades, se creó la Mancomunidad Catalana.
Se creó la Asamblea general de representantes de las cuatro provincias, con un
Consejo permanente y un Presidente, Prat de la Riba. Tuvieron presupuesto propio
y competencias en cultura, beneficencia y obras públicas. Entre 1914 y 1923, la Lliga
controló todos los organismos administrativos a través de las Diputaciones que
coordinaba el funcionamiento de los municipios La crisis social obrera entre 1917-
1919 generó un distanciamiento entre la Lliga Regionalista y los partidos de
izquierda, especialmente contrario a las reivindicaciones del sindicato anarquista
CNT. Con ello aparecieron nuevas formaciones nacionalistas más radicales como
Acció Catalana y Estat Catalá.
En el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco fundado por Sabino Arana
aumentó su influencia social y mejoró los resultados electorales. A partir de 1898 se
incorpora al partido el grupo Euskolorriaco de Ramón de Sota, vinculado a un mundo
más urbano, comercial e industrial. Progresivamente el PNV evolucionó hacia
posturas moderadas, admitiendo la liga vasco-españolista. Para unos fue una táctica
política para aumentar el número de electores, para otros fue un cambio real de
actitud para mantener a Vasconia dentro del conjunto del Estado pero con fuero
propio. El resultado fue un mayor apoyo entre las clases medias y burguesas. A
partir de 1907 la presencia del PNV en los AYUNTAMIENTOS Y Diputaciones fue
mayor. En 1911 se creó al Sindicato nacionalista y católico, Solidaridad de
Trabajadores Vascos. En 1917 se presentaron a las elecciones generales obteniendo
7 escaños en Vizcaya. En el interior del partido surgen varias opiniones por lo que
se separa un núcleo más independentista y forma un nuevo partido en 1921: Aberri.
Tras la dictadura de Primo de Rivera, de nuevo vuelven a unirse los dos grupos en
una refundación del Partido Nacionalista Vasco en 1930. Ese mismo año aparece un
nuevo partido político que une nacionalismo y republicanismo: Acción Nacionalista
Vasca.
Otros nacionalismos: En Galicia, en 1907 se fundó Solidaridad Gallega, pero
no llegó a formar partido ni presentarse a elecciones generales; únicamente
concurría a las municipales y se desvaneció en 1912; a veces sus miembros
figuraban en los propios partidos dinásticos. La afirmación a nivel político del
galleguismo se operó en 1916 con la creación de la Irmanda de dos Amigos de Fala
que se convirtió en portavoz del nacionalismo e instrumento de propaganda del
galleguismo. En Valencia el nacionalismo surge con la reivindicación del bilingüismo
y la labor de Constantí Llombart. El paso de la opción cultural a la política, la dio
Faustino Barberá en 1904 con la fundación de Valencia Nova con el proyecto de
transformarse en partido político. A nivel político se creó el Grupo Republicano de
Blasco Ibáñez, que incorporaba el ideario regionalista pero sin exclusividad alguna.
Hasta 1918, no se creó propiamente un núcleo político aglutinador, la Unión
Valenciana Regional dirigido por Ignacio Villalonga.
En Andalucía empezó a formarse un regionalismo andaluz alrededor del
Ateneo de Sevilla, su gran impulsor fue Blas Infante quien en 1916 fundó el primer
Centro Andaluz en Sevilla; su pensamiento está vinculado al problema del campo, a
las reivindicaciones sociales de los trabajadores y de la expansión de la cultura. La
primera Asamblea regionalista andaluza se celebró en Roda en 1918, estableciendo
la petición de autonomía. Esta iniciativa tuvo escaso respaldo popular.
En Aragón se creó en 1916 la Unión Regionalista Aragonesa (URA) centrada
en resaltar su personalidad histórica y abordar los problemas económicos.
Posteriormente se une a Acción Regionalista de Aragón de Juan Moneva Puyol. En
1924 se elaboró un Proyecto base para un Estatuto de la región aragonesa.
PARTIDOS OBRERISTAS

La debilidad de la industrialización no hacía especialmente significativo el


movimiento obrero en la primera década del siglo XX. El número de afiliados a las
sociedad obreras en España no alcanzaba al 5% de los trabajadores y al 20 % en
zonas industriales de Madrid, Barcelona, Asturias y Vizcaya. No eran sindicatos de
masas; se organizaban como sociedades de socorro mutuo, de apoyo y de
resistencia. Se desarrollaron los grupos nacidos en el siglo anterior: Anarquismo y
Socialismo.
Anarquismo: mantuvo siempre su negativa a participar en la vida política. Su
zona de expansión fue Cataluña con un carácter más sindicalista y en Andalucía y
Extremadura con un carácter terrorista. Debido a la influencia francesa y el
progresivo desarrollo de la industrialización, se consideró la huelga como el medio
general de iniciar la revolución. La etapa de organización del anarquismo adquirió
importancia con la fundación del sindicato de Solidaridad Obrera en 1907 y
especialmente la Confederación Nacional de Trabajadores en 1910. El sistema de
actuación fue la acción directa con la huelga y actos terroristas como estrategia, no
participando en la lucha política. Tras las huelga de 1911 y hasta 1915 fue declarada
ilegal. La etapa de mayor crecimiento fue entre 1917-1920, momentos de gran
conflictividad social. Pasó de tener 80.000 afiliados en 1918 a 700.000 en 1920, la
mayoría eran obreros de Cataluña. Era la mayor fuerza sindical.
Socialismo: Al iniciarse el siglo XX, el PSOE no llegaba a 20.000 afiliados y la
UGT a 30.000. Es durante la primera década, del siglo, cuando aceptan colaborar
con otros partidos Republicanos en las elecciones generales, cuando empiezan
realmente a extenderse. A partir de su participación en la Semana Trágica, y la
formación de la Conjunción Republicano Socialista, se inició una nueva etapa. La
presencia en las Cortes en 1910 la convierte en fuerza parlamentaria. La
incorporación de algunos intelectuales como Luís Araquistaín y Julián Besteiros y
posteriormente Largo Caballero, dio solidez al grupo dirigido por Pablo Iglesias. La
UGT también tuvo un importante crecimiento, llegando a tener 240.000 afiliados en
1921. Tras las revolución bolchevique de Rusia en 1917, se fundó la III Internacional
en 1919 dirigida por el nuevo estado Soviético. La obligatoriedad de unir los intereses
de los partidos marxistas a los de la URSS, hacen que del PSOE, una minoría sigan
las directrices soviéticas y de este modo surge al Partido Comunista de España en
1921 (PCE).
EL PROBLEMA DE MARRUECOS: POLÍTICA COLONIAL Y LA GUERRA DE
MARRUECOS.

En el contexto europeo, la expansión colonial e imperialista iniciada a finales


del siglo XIX afectaba al norte de África, donde España ya tenía un asentamiento
desde antiguo y se había reafirmado e incrementado después de la Guerra con
Marruecos en 1859. Con la pérdida de Cuba y Filipinas, la cuestión de Marruecos
pasó a constituir el eje de la política exterior española. El problema de Marruecos
tiene repercusiones nacionales importantes en tres momentos diferentes: En la
Semana Trágica de Barcelona en 1909, en el desastre de Annual de 1922 y en el
desembarco de Alhucemas de 1925.
A) En la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906, se sentaron las bases
de continuar con la expansión por África, ya retomada en el s.XIX, con lo que España
se sumaba a las políticas europeas. En esta dicha Conferencia, España tuvo el apoyo
británico para aumentar su presencia en Marruecos porque era una manera de
limitar la hegemonía francesa en el estrecho. A España se le reconocieron las
colonias de Ifni y Río de Oro en la costa Africana y la expansión en el Rif, que ya se
había ampliado como resultado de la Guerra de 1859 en torno a Melilla y Ceuta. La
penetración española se vio estimulada por intereses económicos (minería,
ferrocarril, obras públicas, etc.) y el deseo de restaurar el prestigio del ejército; los
“africanistas” pretendían recuperar en África las colonias perdidas en América. La
presencia española estuvo permanentemente castigada por las tribus bereberes,
organizadas en cabilas que sometían a la zona a permanentes emboscadas y pillajes;
se caracterizaban por la crueldad sobre los prisioneros, lo que obligaban a mantener
una presencia militar considerable en Melilla. En la zona occidental, actuaba el
Raisuni, y en la zona oriental Abd-el Krim, líder nacionalista quien lideró un
movimiento de independencia con respecto a España. En 1909, los rifeños atacaron
a los obreros que se estaban construyendo el ferrocarril. El enfrentamiento militar
terminó con la derrota de las tropas españolas en la batalla del Gurugú y la
emboscada en el Barranco del Lobo (1909) donde murieron 1.284 soldados. El
gobierno decidió el envío de nuevas tropas; de acuerdo al sistema de quintas, se
llamó a los reservistas, ya casados, provocando una reacción social generalizada
contra el gobierno y los militares. El embarque de los soldados en el puerto de
Barcelona se unió a la huelga que ya se estaba produciendo, provocando la Semana
Trágica de Barcelona entre el 26 de Julio y 1 de Agosto 1909. En esos momentos,
Marrueco había quedado dividido en dos protectorados: la más extensa, al sur
correspondía a Francia, y zona costera septentrional del Rif, le correspondió a
España, en donde se hallaban las ciudades de Ceuta, Melilla.
B) Terminada la 1ª Guerra Mundial, los franceses reanudaron la expansión
del protectorado y España intentó seguir el mismo camino; las fronteras entre ambos
protectorados fueron firmadas en 1921. Bajo las órdenes del General Berenguer, se
siguió una política de control territorial y ocupación efectiva de todo el territorio
asignado. Era un zona abrupta y difícil con un ejército mal aprovisionado formado
por una meza de tropas de regulares (tropas indígenas), soldados de reemplazo y
miembros de la recién fundada Legión en 1920. A las dificultades del terreno se
unían los constantes ataques de las tribus rifeñas. En 1921 el General M. Fernández
Silvestre, forzó la ocupación mediante un avance militar imprudente y mal
planificado sin informar a los altos mandos militares; tal acción dio lugar al ataque
del líder de la guerrilla rifeña, Abd-el Krim para tomar la posición de Annual; parte
de las tropas españolas fueron masacradas, otras huyeron. Las líneas españolas se
derrumbaron y sus posiciones fueron destruidas. Como el mando fue incapaz de
organizar la retirada. En pocos días se perdió la zona que había sido ocupado durante
años con esfuerzo. La llegada del general Berenguer con unidades del Tercio de la
Legión, fue capaz de recomponer la situación, mantener la ciudad de Melilla y en
1923 las posiciones eran las similares a las anteriores al desastre.
El desastre de Annual supuso la pérdida de 13.000 soldados y tuvo
importantes consecuencias. Annual se convirtió en un símbolo antipopular del
ejército y del gobierno. Desde 1909 una gran parte de la opinión pública ya lo
consideraba como una sangría inútil y costosa que se convertía en un déficit crónico.
Ante este magnicidio, se exigieron responsabilidades sobre el desastre de Annual.
Se abrió un expediente que fue instruido por el General Picasso. El informe Picasso
nunca llegó a aclarar la situación porque las compañías mineras establecidas en la
zona tenían intereses económicos en continuar con la explotación de los recursos
mineros y el gobierno tampoco quería ahondar en la investigación por la amistad
personal del General Silvestre con Alfonso XIII. El problema de Marruecos provocó
la agonía final del régimen de la restauración: socialistas y republicanos iniciaron
una campaña de denuncia contra el régimen político. El Gobierno de concentración
de García Prieto intentó salvar el régimen constitucional con un programa de
democratización y reforma de la Constitución. Se creó una Comisión de
responsabilidades políticas para establecer las responsabilidades de militares,
políticos y del propio rey. Días antes de que el informe llegara a las Cortes, el General
Primo de Rivera dio el Golpe de Estado y se inició la Dictadura.
C) Tras el desastre de Annual de 1921, y ante los gastos del mantenimiento
de la guerra, Primo de Rivera se mostró partidario de abandonar el conflicto y
negociar con Abd-el Krim. De hecho, se inició la retirada en la zona de Yebala y
Xauén. Varios hechos dieron un vuelco a la situación: Abd el Krim, declaraba la
Republica de Rif e iniciaba los enfrentamientos con franceses y españoles. Francia y
España decidieron por primera vez una actuación conjunta; por otra parte los
llamados “africanistas” partidarios de mantener la guerra y el protectorado llegaron
a manifestar cierta insubordinación, por lo que Primo de Rivera tuvo que rectificar.
La intervención militar fue novedosa desde el punto de vista estratégico-militar; en
este caso las tropas fueron entrenadas y el plan estratégico se preparó y planificó
perfectamente. El Desembarco de Alhucemas (Septiembre 1925) fue un rotundo
éxito militar español con importantes repercusiones: significó nuevo modelo
estratégico de guerra integrada por “tierra, mar y aire”; Abd el Krim fue hecho
prisionero y entregado a los franceses y el Protectorado fue pacificado, acordándose
nuevas fronteras. Política y socialmente el triunfo de Alhucemas significó el momento
de mayor prestigio y popularidad para Primo de Rivera.

REPERCUSIONES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA REVOLUCIÓN


RUSA EN ESPAÑA.

En 1913 el rey nombró Presidente de Gobierno a Eduardo Dato. Al iniciarse


la 1ª Guerra Mundial, España mantuvo su neutralidad al margen del sistema de
alianzas. A nivel social las opiniones se dividían entre “aliadófilos” y “germanófilos”.
El debate se desarrolló fundamentalmente en la prensa. Los efectos de esta guerra
se reflejan en tres aspectos fundamentales:
 La guerra favoreció una expansión económica ya que reducía la capacidad
productiva de los países contendientes, por lo que se incrementó la demanda
exterior, crecimiento de la producción y también de los precios, especialmente
de los artículos alimenticios de primera necesidad. La demanda exterior
favorecía la siderurgia vasca y la metalúrgica y textil catalana. Los beneficios
generaron una acumulación de capitales que favoreció las actividades
financieras.

 En contraste con el crecimiento económico, las clases populares empeoraron


su nivel de vida por los efectos de la inflación, que redujo su capacidad
adquisitiva. El coste de la vida subió entre un 15 y un 20%. En 1914 se
contabilizaron 212 huelga y en 1916 se pasó a 237. Se considera que la
Guerra Mundial aumentó los beneficios económicos pero acentuó las
diferencias sociales, creando un clima de tensión social. La situación del
campesinado fue muy precaria por la elevación de precios y la falta de
alimentos por lo que muchos emigraron a las ciudades La agitación social y
el auge del movimiento obrero se hizo patente en la crisis de 1917 y el
posterior trienio.

 A nivel político, la Revolución Rusa de 1917 implicó un incremento de las


organizaciones obreras y estimuló las perspectivas revolucionarias. Los
gobiernos tomaron medidas de control de los partidos revolucionarios y
sindicatos obreros. Terminada la guerra, la modificación de fronteras
internacionales, el reconocimiento de países como Polonia, Irlanda, Hungría,
etc., afianzó las reivindicaciones nacionalistas de vascos y catalanes. En
España esta influencia queda patente en la crisis de 1917 y consecuencias
posteriores.

CRISIS DE 1917: CAUSAS, MANIFESTACIONES Y CONSECUENCIAS.

En 1917 de nuevo se entrelazan todos los problemas latentes: una crisis


militar, una crisis política protagonizada por los nacionalistas y una movilización
social que puso en peligro el sistema político.
a) Crisis militar: las Juntas de Defensa. Como consecuencia de las guerras coloniales,
el ejército tenía un excesivo número de oficiales. El proyecto de reforma militar
enfrentó a los militares con el Gobierno. Por un lado los jóvenes oficiales de los
cuerpos de Ingenieros e Infantería exigían el establecimiento de ascenso de acuerdo
a una escala en donde primara la antigüedad, por otra parte el sistema de ascensos
por méritos de guerra, defendido por los militares africanistas, postergaba a muchos
veteranos, todos sufrían un descenso del valor real de sus salarios debido a la
inflación. Los militares de media y baja graduación, con una orientación sindical,
formaron las Juntas de Defensa; eran asociaciones militares, nacidas en Barcelona
que reclamaban subidas salariales. Y el cese de favoritismos políticos en los
ascensos. En junio de 1917 presentaron al Gobierno el Manifiesto en donde culpaban
al gobierno de todos los males del país y piden una renovación política. Sus intereses,
en principio, eran fundamentalmente profesionales y de carácter social, más que
políticos.
b) Crisis política: ante el Manifiesto Militar, el gobierno de E. Dato, clausuró la Cortes
en Julio de 1917 y suspendió las garantías constitucionales. La reacción por parte
de los catalanes fue la Convocatoria en Barcelona a la Asamblea de Parlamentarios
catalanes, que exigió la formación de un Gobierno Provisional y convocatoria de
elecciones a Cortes Constituyentes a fin de reestructurar el Estado. Desde esta
Asamblea se convocó a todos los diputados y senadores españoles; de los 760
convocados, acudieron 71, en su mayoría republicanos y socialistas. A pesar de la
prohibición del Estado, la reunión se celebró el 19 de Julio, por lo que intervino la
Guardia Civil. El movimiento asambleario no tuvo continuidad; las discrepancias
entre los regionalistas, las fuerzas de la izquierda y la oposición, tanto del Gobierno
como de las Juntas de Defensa, contribuyeron a su fracaso. No obstante, los grupos
de izquierda apoyaron las actuaciones de los sindicatos.
c) Conflictividad social: Derivada de la situación económica de guerra, la
conflictividad laboral era frecuente. En 1916 se incrementó el movimiento
huelguístico con el acercamiento de la CNT y UGT. Los acontecimientos de la
revolución rusa, a partir de febrero de 1917 impulsaron las movilizaciones obreras.
En Marzo de 1917 se hizo público un Manifiesto conjunto entre ambos sindicatos y
se organizó LA HUELGA GENERAL de agosto de 1917. Este conflicto laboral tenía
como objetivo prioritario iniciar la revolución en España. La huelga, que tuvo una
incidencia desigual, por la no incorporación al movimiento de los campesinos,
paralizó la vida nacional durante una semana. El intento fracasó porque la burguesía
se asustó y además el Gobierno declaró el estado de guerra. Los múltiples incidentes
que se produjeron se saldaron con casi un centenar de muertos. El Comité de huelga
socialista fue encarcelado. Durante la huelga general de Agosto de 1917 se
desarrollan violentos incidentes en Barcelona, Bilbao y Madrid. El gobierno decretó
la Ley marcial y se envió al ejército para que controlara el movimiento. Hubo más
de 200 heridos; los responsables fueron juzgados y se les condenó a cadena
perpetua. El resultado fue la suspensión de las garantías constitucionales hasta el
mes de Octubre. Se pasaba a una etapa de conflictividad obrera que tendría como
resultado la descomposición del sistema de la Restauración.
DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN (1918-1923).

A partir de la crisis de 1917, la decadencia del sistema política entraba en su


etapa final. Los partidos dinásticos estaban divididos; ante la imposibilidad de un
gobierno estable se llegó a la formación de gobiernos de concentración que tampoco
resolvieron los problemas. Desde 1918 a 1923 los grandes problemas se formaron
en torno a dos núcleos: el incremento de la conflictividad social con la expansión de
los movimientos obreros, la inestabilidad política y el problema de Marruecos.
A) Conflictividad Social: Ante la formación de la URSS a cuyo amparo se formaron
los diferentes Partidos Comunistas y de la III Internacional, en toda Europa las
movilizaciones obreras tuvieron una intensidad sin precedentes. En España, el PSOE
tuvo que decidir entre integrarse en la Internacional Comunista y supeditarse a la
URSS, que exigía una disciplina total, o mantener la independencia de partidos de la
Internacional Socialista; en 1921 el PSOE rechazó incorporarse a la nueva
Internacional y el partido se escindió, surgiendo en 1921 el Partido Comunista. Los
grandes protagonistas de estas movilizaciones fueron los anarcosindicalistas de la
CNT, mantuvieron su postura apolítica y estrictamente sindical con el sistema de
huelgas y acciones directas de carácter violento; llegaron a contar con 800.000
afiliados. Las dos regiones en donde la Confederación Nacional de Trabajadores –
CNT- tuvo mayor importancia fueron Andalucía y Cataluña, mientras en Madrid,
Vizcaya y Asturias la mayoría eran socialistas. Los principales conflictos fueron:
 El llamado “trienio bolchevique” en Andalucía (1918-1921) donde los
jornaleros, siguiendo el ejemplo ruso, protagonizaron huelgas generales,
invasiones de fincas y quema de cosechas. Su objetivo era el reparto de
tierras entre los campesinos; a partir de 1919 el Gobierno controló la situación
con la ocupación de pueblos por parte del ejército, el cierre de centros obreros
y detención de sus dirigentes.

 Los conflictos obreros en Barcelona de 1919, donde una huelga sin


precedentes de 44 días de los obreros de la Canadiense, encargada de
suministrar electricidad a la ciudad, repercutieron en toda la industria
barcelonesa. Cuando se llega a un acuerdo, los militares se niegan a dejar en
libertad a los detenidos; se impulsó una huelga general que no consiguió
nada. A partir de ese momento, el enfrentamiento entre empresarios y
obreros se hizo más violento; las huelgas son contestadas con despidos y
cierres patronales. Surgen los Sindicatos Libres, central obrera derechista que
atrajo a muchos obreros contrarios a las tácticas violentas de la CNT y
buscaban cauces de diálogo, al margen de las aspiraciones políticas de los
sindicatos socialistas y anarquistas.

 Se desarrolló “el pistolerismo” donde grupos de acción anarquista empezaron


a asesinar sistemáticamente a patronos y encargados de fábricas para
presionar en los conflictos laborales. La patronal empezó a pagar a pistoleros
para asesinar a dirigentes de la CNT. Con la llamada ley de Fuga (se podía
matar a los detenidos que pretendían huir) muchos militantes cenetistas
murieron. La respuesta fue el asesinato de E. Dato. Entre 1913 y 1923 el
resultado de esta violencia sindical fue la muerte de 398 patronos, encargados
y personas contrarias a la CNT y 211 Cenetistas.

B) Inestabilidad política. A partir de 1917-1918 surgen los gobiernos de


concentración en el que participan diferentes facciones del Partido Conservador, del
Liberal e incluso de la Lliga Regionalista. Ante unos gobiernos débiles, se toman
medidas excepcionales en los momentos de crisis social como suspensión de
garantías constitucionales y cierre de la cortes. Por su parte, los partidos no
dinásticos atravesaron su mejor momento. Los Partidos Republicanos tuvieron
grandes divisiones internas y evolucionaron hacia formas más conservadores en el
terreno social ante la violencia de los movimientos obreros. Los partidos
nacionalistas, ante las declaraciones de los 17 puntos del Presidente Wilson y el final
de la I Guerra Mundial, presentaron sus propuestas de Estatuto. En Cataluña, la
división en la Lliga Regionalista, representativa del conservadurismo nacionalista
burgués, daría lugar a la fundación de Acció Catalana. Por su parte la izquierda
nacionalista, en sintonía con las clases obreras fundó la Unió de Rabassaires y
Francesc Maciá formó el Estat Catalá.

DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. (1923-1930)

El golpe de Estado del General Primo de Rivera en 1923 ponía fin al sistema
político de la Restauración. Se iniciaba una segunda etapa en la monarquía de
Alfonso XIII, quien al vincularse directamente el Régimen dictatorial renunciaba a
un sistema democrático. Al finalizar la dictadura, se precipitó la caída de la
monarquía. Miguel Primo De Rivera, miembro de una destacada familia de militares,
nació en Jerez de la Frontera en 1870. Ingresó en la Academia Militar y participó en
las guerras de Marruecos, Cuba y Filipinas. En 1919 ascendió a Teniente General y
fue nombrado Capitán General de Valencia, luego de Madrid y, por último de
Cataluña. Estando en este destino dio un golpe de estado que terminó con el sistema
parlamentario. Apoyado por el Rey Alfonso XIII, gobernó con plenos poderes y de
forma paternalista durante más de seis años, aunque fracasó en su intento de
perpetuarse en el cargo. Dimitió en enero de 1930 y se exilió a París, donde murió
en el mes de marzo de ese año.
EL GOLPE DE ESTADO DE SEPTIEMBRE DE 1923.

Varias causas explican que el golpe de Estado militar hecho público el 13 de


Septiembre de 1923, tuviera aceptación sin encontrar una clara resistencia,
empezando por Alfonso XIII, quien convencido que los gobiernos constitucionales
no podía resolver los problemas, aceptó el golpe de Estado. El sistema político estaba
desprestigiado ante las malas prácticas electorales; los gobiernos efímeros o de
concentración eran inestables y no tenían fuerza para resolver los problemas. Los
propios partidos estaban divididos sin encontrar un líder que aunara a una u otra
fuerza política. La oposición de los partidos políticos al margen del poder, partidos
republicanos, carlistas y socialistas, contaban cada vez con más adeptos. A nivel
social, las clases medias estaban decepcionadas y cansadas de la corrupción política.
Debido a la violencia sindical había una permanente inestabilidad y temor social; la
lucha social, propia del enfrentamiento de clases sociales, se agravaba
especialmente en los núcleos urbanos industriales donde el pistolerismo creó un
ambiente de total inseguridad e indefensión. El movimiento obrero incrementó el
número de huelgas para desestabilizar al gobierno. Tras la derrota en Cuba, seguida
de los desastres en Marruecos, el ejército pasaba por una situación compleja, por
un lado se sentía humillado, con un fuerte desprestigio popular, por otro lado,
relegados del poder político por Cánovas, querían recuperar su valía y culpaban a
los políticos de precaria situación (baja dotación económica) y de los fracasos del
ejército. En este sentido, retomando la idea del siglo XIX, deciden intervenir en la
vida política y poner fin al ambiente de inseguridad social, corrupción política y
desequilibrios económicos. Transitoriamente, el fin de la 1ª Guerra Mundial suponía,
un momento de paralización económica, porque cuando los países europeos
recuperaron su nivel de producción, las exportaciones españoles descendieron y la
situación laboral empeoró. El 12 de septiembre de 1923 el Capitán General de
Cataluña, Miguel Primo de Rivera se sublevó contra el Gobierno, el día 13 se publica
en La Vanguardia el Manifiesto
MANIFIESTO DE PRIMO DE RIVERA
“Españoles: ha llegado para nosotros el momento, más temido que esperado, (...)
de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos, amando a
la patria, no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la
política, de los que, por una u otra razón, nos ofrecen el cuadro de desdichas e
inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin
trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencia ha cogido en
sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. Con frecuencia parecen pedir que
gobiernen los que ellos dicen que no dejan gobernar, aludiendo a los que han sido
su único, aunque débil, freno, y llevaron a las leyes y costumbres, la poca ética sana,
el tenue tinte de moral y equidad que aún tienen; pero en la realidad se avienen
fáciles y contentos al turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión.
Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros
u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina (...) Este movimiento es
de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que
espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria esperamos.
¡Españoles! ¡Viva España y viva el Rey!”.

La falta de reacción por parte de la oposición, la pasiva e incluso buena


aceptación del golpe por parte de la población y del rey, terminó con el
nombramiento de Primo de Rivera como jefe de Gobierno. El golpe de Estado estuvo
apoyado por los militares, los nacionalistas catalanes, la burguesía y clases medias
e incluso intelectuales como Ortega y Gasset que desconfiaban del sistema vigente.
La dictadura se aceptó como una necesaria transición hasta reformar el sistema.
Desde el primer momento tuvo la oposición abierta de políticos tanto conservadores
como A. Maura por parte del P. Conservador como de políticos liberales y partidos
de izquierda.

DIRECTORIO MILITAR (1923-1925)

Primo de Rivera nombró a un Directorio militar para desempeñar las labores


de gobierno. Las primeras medidas fueron: disolver las Cortes, suspender las
garantías constitucionales, declarar el estado de Guerra, anular los sueldos de todos
los Gobernadores Civiles, se prohibieron las actividades de los partidos políticos y se
controló de la prensa. Los Gobernadores civiles fueron sustituidos por Gobernadores
militares. Primo de Rivera no tenía un programa político definido; no pretendía
acabar definitivamente con el sistema parlamentario sino tomar el poder de forma
transitoria hasta que la nación “se recuperara”. Sus objetivos responden a un
planteamiento regeneracionista: acabar con la corrupción política, paz social,
controlar los movimientos obreros para evitar una revolución y lograr la recuperación
económica. Se presenta como el “cirujano de hierro” que intentaba regenerar a
España en la línea de J. Costa Para acabar con el caciquismo se suspendió las
elecciones en Ayuntamientos y se procesa a los funcionarios corruptos. Se estableció
el nuevo Estatuto Municipal de 1924, donde los Ayuntamientos tenían un fuerte
grado de independencia económica. Se rebaja la edad para votar concejales a los
23 años y se daba por primera vez la posibilidad de votar a las mujeres que fueran
madres de familias o consideradas emancipadas. El cargo de alcalde era gratuito
(excepto en los grandes Ayuntamientos), eran elegido por los Concejales o por los
electores. La ley no se puso en práctica, los Gobernadores nombraron a los alcaldes
y a los diputados provinciales.
Para restablecer el orden público y la paz social se puso fin a los atentados
con la ilegalización de la CNT que pasó a la clandestinidad; estas medidas fueron
bien acogidas por la opinión pública. Primo de Rivera tuvo un buen entendimiento
con la UGT. Se controló el catalanismo con la supresión símbolos regionalistas y
prohibición de la lengua catalana; los políticos catalanes que le habían apoyado en
un primer momento, le fueron retirando su apoyo y la Mancomunidad dejó de
funcionar. La mayoría de los políticos conservadores y liberales que se opusieron a
la dictadura optaron por autoexiliarse. Desde el poder, se impulsó un nuevo partido,
la Unión Patriótica, que sin un programa ideológico concreto, trataba de ser el
partido al servicio del Gobierno, estuvo integrado por sectores antiliberales,
funcionarios y clases medias.

DIRECTORIO CIVIL. (1925-1930)

Tras la victoria de Alhucemas, y habiendo conseguido la paz social, Primo de


Rivera propuso al rey la sustitución del Directorio Militar por un Directorio Civil donde
los militares volvían a los cuarteles y la Dictadura, que se pensó como algo temporal,
intentó institucionalizarse. Personalidades destacadas fueron J. Calvo Sotelo como
Ministro de Hacienda y Eduardo Aunós en el Ministerio de Trabajo.
a) Fracaso de la institucionalización de la Dictadura. En 1924 se había creado la
Unión Patriótica, integrado por personas que aceptaban la dictadura, en su mayoría
eran funcionarios y personas de clase media. En sustitución de lasCortes, se convocó
en 1927 la Asamblea Nacional Consultiva. Fue elegida por un sistema representativo
de Corporaciones públicas formada por representantes de la Administración, de los
Ayuntamientos, colegios profesionales, Diputaciones, de la Unión Patriótica, de las
Reales Academias y de los Sindicatos. (UGT no quiso la representación como
sindicato, pero Largo Caballero si formó parte de la Asamblea). La Asamblea tenía
como objetivo elaborar una nueva Constitución que no llegó a aprobarse. La
Asamblea nunca tuvo apoyo social y si tuvo mucho rechazo político por lo cual la
Dictadura no llegó a institucionalizarse.
b) Prosperidad económica. La política económica se benefició de una coyuntura
económica internacional de bonanza. Se caracterizó por el intervencionismo estatal
y el proteccionismo. Las inversiones del Estado fueron importantes ante un
ambicioso Plan de obras públicas obras hidráulicas y creación de Confederaciones
hidrográficas para incrementar la producción de electricidad y ampliar los regadíos.
Se creó el Circuito nacional de Firmes Especiales para mejorar la red viaria con la
construcción de carreteras ante el progresivo desarrollo del automóvil; se creó
CAMPSA (Compañía arrendataria de Petróleos S.A.) como monopolio de Estado; se
intervino en los Ferrocarriles para unificar trazados y dar coherencia a la red. La
Política económica tuvo resultados positivos en cuanto al incremento de la
producción, del empleo y mejora general de las infraestructuras, pero conllevó un
aumento del déficit público, limitó las iniciativas privadas y redujo la competitividad.
c) Política social: paz social y protección a los trabajadores. La paz social tuvo una
doble faceta: por lado la represión de los anarquistas y por otro, una amplia política
social de construcción de viviendas baratas, creación de escuelas y becas escolares,
instauración de servicios sanitarios públicos en los pueblos, protección a la
maternidad y servicios pediátricos con planes de vacunación gratuitos. En el terreno
laboral se creó un nuevo modelo en las relaciones laborales cuya base fue la
Organización Corporativa Nacional, (imitación del corporativismo italiano del
fascismo) formada por todos los sectores industriales que se basaba en Comités
paritarios formado por patronos y obreros por igual número de vocales, a diferencia
del corporativismo italiano, se admitía la libre sindicación. El objetivo era resolver
pacíficamente los conflictos mediante negociaciones; estos Comités tenían
atribuciones en los reglamentos de trabajo, los contratos y las prestaciones sociales.
Tuvieron el apoyo de los socialistas quienes asumieron la mayor parte de la
representación de los trabajadores en dichos Comités. Los principales dirigentes
socialistas, Largo Caballero y J. Besteiros colaboraron con la Dictadura en el terreno
laboral. Por el contrario, los anarquistas, en la clandestinidad, crearon la F.A.I.
(Federación Anarquista Ibérica)

CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA

La oposición a la Dictadura tuvo varios frentes: políticos, militares,


intelectuales nacionalistas y obreristas se opusieron a Primo de Rivera. Mientras se
mantuvo la paz social y la prosperidad económica la dictadura era aceptada por las
clases medias y trabajadoras; en el momento en que llegan los efectos de la crisis
del 29, la Dictadura perdió el apoyo popular y del monarca. Desde el primer
momento dirigentes liberales y conservadores se habían negado a colaborar con la
Dictadura, a lo que se sumaban la tradicional oposición de todos los partidos
republicanos y obreristas. La primera acción de contestación a la Dictadura vino por
los propios militares que optaron por la vía de la Conspiración civil y el
pronunciamiento militar. En junio de 1926, el general Sanjurjo intentó sin éxito un
golpe de estado para volver al orden Constitucional, la “sanjuanada”. En 1929 tuvo
lugar el intento frustrado del jefe de los conservadores, Sánchez Guerra de hacer
una Convocatoria a Cortes Constituyentes para llevar a cabo una reforma
democrática. Intelectuales y periodistas, que en un primer momento aceptaron la
dictadura, empiezan con sus escritos a enfrentarse a Primo de Rivera, como
Unamuno, Ortega y Gasset o Blasco Ibáñez. Los estudiantes formaron la Federación
Universitaria Escolar (FUE) organizando manifestaciones de protesta. Los partidos
republicanos formaron en 1926 la Alianza Republicana en donde se integraron la
Acción Republicana de Azaña, el P. Radical de Lerroux, y la Derecha Liberal
Republicana de Alcalá-Zamora. Por su parte los nacionalistas y regionalistas recobran
vitalidad y se reorganizaron.
Por último, en 1929, el desplome financiero de Wall Street repercutió en el
hundimiento de la peseta y en la inflación; industriales y financieros criticaron la
política económica gubernamental. Primo de Rivera, cansado, enfermo, presionado
por el Ejército e incapaz ya de dominar las manifestaciones de los estudiantes, perdió
también el apoyo real. El 27 de enero presentó su dimisión al rey, cuando el Rey ya
estaba haciendo gestiones para sustituirle. Se despidió del país con un nuevo
Manifiesto y marchó a París donde murió a las pocas semanas (marzo de 1930). La
caída de Primo de Rivera en enero de 1930 conllevó la caída de la Monarquía que
había aceptado la anulación de los principios constitucionales de 1876. . Nada refleja
mejor la situación que el artículo de Ortega y Gasset “El error de Berenguer”; intentar
volver al régimen anterior “como si nada hubiera era pasado” era imposible. En poco
más de un año se precipitaron los acontecimientos hasta que las elecciones
municipales de 1931 condujeron a la proclamación popular de la II República.
TEMA 10. LA SEGUNDA REPÚBLICA (1931-1939)

EL SISTEMA DE PARTIDOS Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931.

La pluralidad de partidos políticos durante la


Segunda república se resume en la siguiente lista:

IZQUIERDA
Partidos republicanos: Acción Republicana, después Izquierda Republicana (Manuel
Azaña). Partido Republicano Radical-Socialista (Marcelino Domingo). Unión
Republicana (Diego Martínez Barrios), escindida del P. Republicano Radical.
Partidos autonomistas o nacionalistas: Esquerra Republicana de Catalunya (Francesc
Maciá y Lluís Companys). Organización Republicana Gallega Autónoma (Santiago
Casares Quiroga).
Partidos obreros: Partido Socialista Obrero Español (lndalecio Prieto, Francisco Largo
Caballero y Julián Besteiro). Partido Comunista de España (José Díaz y Dolores
Ibárruri). Partido Obrero de Unificación Marxista (Andreu Nin y Joaquim Maurín), no
estalinista. Partido Sindicalista (Angel Pestaña).

CENTRO
Partidos republicanos: Partido Republicano Radical (Alejandro Lerroux). Derecha
Liberal Republicana (Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura), antiguos monárquicos.
Partidos autonomistas: Lliga Catalana (Francesc Cambó). Partido Nacionalista Vasco
(José Antonio de Aguirre).

DERECHA
Partidos republicanos: Partido Agrario. Acción Nacional (después Acción Popular,
finalmente integrada a la CEDA). Confederación Española de Derechas Autónomas
–CEDA- (José María Gil-Robles).
Partidos monárquicos: Renovación Española, después Bloque Nacional (José Calvo
Sotelo). Comunión Tradicionalista, antiguos carlistas (Manuel Fal Conde). Acción
Española (Ramiro de Maeztu).
Partidos autoritarios y fascistas: Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS)
(Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo). Falange Española (José Antonio Primo de
Rivera), después FE y de las JONS, tras la fusión de ambos partidos.

Durante el bienio republicano-socialista, Acción Republicana (Manuel Azaña),


con implantación entre los intelectuales y amplias capas de las clases medias
urbanas, fue el núcleo de los gobiernos republicanos de izquierdas, en estrecha
colaboración con el PSOE y singularmente con la facción moderada de Indalecio
Prieto. Tras la derrota de noviembre de 1933, Azaña logró crear una nueva
formación política, Izquierda Republicana, atrayendo a ella a la antigua ORGA de
Casares Quiroga y al Partido Radical-Socialista de Marcelino Domingo. El PSOE y la
UGT eran las organizaciones más amplias y mejor organizadas de España. Pero la
fuerza propia del PSOE se vio muy debilitada por la pugna que se mantuvo, desde
los albores de la República hasta el final de la Guerra Civil, entre sus tres máximos
dirigentes. Francisco Largo Caballero representó la postura extremista y belicosa del
socialismo (el Lenin español). Julián Besteiro era el líder más intelectualizado del
PSOE y de la UGT. Indalecio Prieto desempeñó siempre el papel de líder moderado
y realista, partidario de coaligarse con los partidos de la izquierda republicana. Por
su parte, en el bienio de centro-derecha, las principales fuerzas políticas fueron el
Partido Republicano Radical, de Alejandro Lerroux, y la CEDA, liderada por José Mª
Gil Robles. El Partido Republicano Radical, de antigua implantación (1908), durante
la Segunda república abandonó su antigua ideología anticlerical y demagógica y
derivó hacia posiciones cada vez más conservadoras. La Confederación Española de
Derechas Autónomas –CEDA- (José María Gil-Robles) mantuvo una postura ambigua
ante la República, e hizo gala a menudo de posturas autocráticas y antirrepublicanas.
Por otro lado, eran claras las tendencias parafascistas de las Juventudes de Acción
Popular (JAP). En Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya (Francesc Maciá y
Lluís Companys) se convirtió en la principal fuerza política.
LA CONSTITUCIÓN DE 1931.

Las Cortes surgidas de las elecciones del 28 de junio se encargaron de


redactar una nueva Constitución, que fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. La
nueva Constitución reflejó los valores laicos e izquierdistas de la mayoría
parlamentaria:
 La soberanía se declara como radicalmente popular y democrática: “los
poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”.
 La forma de gobierno se define como “una República democrática de
trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y justicia”.

 Los derechos y libertades se reconocen con amplitud: Igualdad absoluta de


los ciudadanos ante la ley; libertad de conciencia y de cultos; libertad
personal; libertad de circulación y residencia; inviolabilidad de la
correspondencia; libertad de expresión y de imprenta; derecho universal al
voto; derechos de reunión y de manifestación; derecho de asociación;
derecho al divorcio; derecho a la educación y libertad de cátedra.

 La organización de los poderes se plantea con una clara división de los


mismos: poder legislativo: “La potestad legislativa reside en el pueblo, que la
ejerce por medio de las Cortes o Congreso de los Diputados “elegidos por
sufragio universal. Poder ejecutivo; Presidencia de la República electa y
Gobierno. Poder judicial: jueces y tribunales independientes. Jurado popular.
Las relaciones Iglesia-Estado se rigen por el laicismo del estado y la libertad
religiosa: “El Estado español no tiene religión oficial”; extinción del
presupuesto del clero; disolución de la Compañía de Jesús; prohibición de
ejercer la enseñanza; libertad de conciencia y de cultos y secularización de
los cementerios.

 La organización del territorio reconocía cierta autonomía a los municipios,


cuyos ayuntamientos habían de ser elegidos por sufragio universal; los
alcaldes serían designados por elección directa del pueblo o por el
ayuntamiento. A su vez, se reconocía el derecho a que una o varias provincias
limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes,
acordaran organizarse en región autónoma, presentando un estatuto para su
discusión en las Cortes.

 La Educación y la cultura se conciben como un servicio público y con un


carácter laico y libre.

 La economía se plantea con una subordinación de la riqueza a los intereses


generales y la posibilidad de expropiación, nacionalización e intervención en
la economía nacional.

En resumen, la Constitución de 1931 resultó ser una constitución


intensamente democrática e idealista, aunque faltó un amplio consenso en los temas
más conflictivos, como el de las nacionalidades y la cuestión religiosa. Este
anticlericalismo constitucional se explica porque el pensamiento republicano
izquierdista atribuía el retraso de la sociedad española a la Iglesia, que
prácticamente tenía el monopolio en la enseñanza.

LAS REFORMAS DEL BIENIO REPUBLICANO-SOCIALISTA.

Entre el 14 de abril de 1931 y el 19 de noviembre de 1933, se plantearon


numerosas reformas, primero por el gobierno provisional y después por el gobierno
presidido por Azaña, en el que ya no estaban ni Maura ni los radicales de Lerroux.

LAS REFORMAS SOCIALES.

 La legislación del gobierno provisional (Largo Caballero).- Con el objetivo de


paliar las secuelas de la crisis del 29 (estancamiento económico y paro) y de
mejorar de forma inmediata las condiciones laborales del campesinado, Largo
Caballero desarrolló una importante legislación laboral, de seguridad social y
legislación agraria: Contratos de Trabajo, Jurados Mixtos, Colocación Obrera,
seguros de retiro, maternidad y accidentes de trabajo, la jornada de ocho
horas; prioridad a los jornaleros de un municipio para trabajar en las fincas
de su término, obligación de los propietarios de mantener todas las tierras
cultivadas; prohibición de desahuciar a los campesinos arrendatarios, etc.

 La reforma agraria.- La Ley de Bases de la Reforma Agraria (aprobada el 9


de septiembre de 1932) establecía la expropiación con indemnización de los
señoríos jurisdicionales, las tierras incultas o deficientemente cultivadas, las
arrendadas durante doce años, o las situadas en las cercanías de pequeñas
poblaciones, etc. Para llevar a cabo la redistribución de las tierras se creó el
Instituto de Reforma Agraria, al que se otorgó un presupuesto anual de 50
millones de pesetas para proveer de material y otorgar créditos a los
campesinos asentados, y se proyectó asentar anualmente de 60 a 75 mil
campesinos. Con esta ley se pretendía remediar el paro obrero y convertir
en propietarios a cientos de miles de campesinos sin tierra, aumentando de
paso la capacidad de consumo de las masas rurales que estimularía la
producción industrial y el comercio. Sin embargo, los efectos de la ley fueron
muy limitados: en 1934 solo se habían asentado 12.260 campesinos en 529
fincas. Entre los motivos de este fracaso destacan los siguientes: el corto
periodo de vigencia; los insuficientes recursos asignados; las resistencias de
la Banca privada a colaborar en la financiación; y la compleja burocracia del
I.R.A. Este fracaso de la reforma constituyó uno de los motivos de decepción
de los campesinos que explicaría los enfrentamientos sangrientos de las bases
socialistas con la Guardia Civi (Corral de Almaguer-Toledo, Palacios Rubios-
Salamanca, Castilblanco- Badajoz o Arnedo- Logroño) y, sobre todo, los
sucesos de Casas Viejas (Cádiz) que contribuyeron a deteriorar gravemente
la imagen de Azaña y de su gobierno ante la opinión pública.

LA REFORMA DEL EJÉRCITO.

Manuel Azaña, como ministro de la Guerra, aplicó medidas importantes con


el objetivo de modernizar y democratizar las Fuerzas Armadas. Se ofreció a los
generales, jefes y oficiales la posibilidad de jubilarse con el sueldo íntegro. Con esta
medida se consiguió reducir el número excesivo de comandantes y se ofreció una
salida a aquellos militares cuyas convicciones no les permitían continuar en el
Ejército bajo bandera republicana. La reorganización del ejército, por su parte,
supuso la reducción a la mitad de las 16 divisiones existentes y la reducción del
ejército de África en unos siete mil individuos. Manuel Azaña clausuró también la
Academia Militar de Zaragoza, dirigida por el general Francisco Franco y anuló todos
los ascensos por elección o méritos de guerra obtenidos durante la Dictadura.
También se abolió la Ley de Jurisdiciones de 1906 y se suprimió el Tribunal Supremo
del Ejército, traspasando sus funciones al Tribunal Supremo.
En conjunto, la reforma militar y fue duramente combatida por la derecha y
por un sector de la oficialidad que veía en ella un propósito político de trituración del
Ejército. El intento de golpe de Estado del general Sanjurjo, en agosto de 1932, fue
exponente del malestar de una parte del Ejército. Fracasado el intento de golpe, el
general Sanjurjo fue condenado a muerte por un consejo de guerra, e indultado por
el presidente de la República.

LA REFORMA RELIGIOSA Y EDUCATIVA.

La aprobación de los polémicos artículos 26 y 27 de la Constitución abrió el


camino a una serie de leyes y decretos con los que la izquierda gobernante buscaba
lograr la secularización legal del Estado: la disolución de la Compañía de Jesús y
nacionalización de parte de sus bienes; la secularización de los cementerios; ley de
Divorcio y de matrimonio civil; y la ley de Confesiones y Congregaciones religiosas
que establecía la reglamentación del culto público, la supresión de subsidios oficiales
y la nacionalización de parte del patrimonio eclesiástico, el veto de los
nombramientos de jerarquías religiosas y el cierre de los centros de enseñanza de
la Iglesia, salvo los seminarios. Estas medidas condujeron a un enfrentamiento
frontal de la Iglesia con el Gobierno.
Las medidas adoptadas en el terreno de la Instrucción Pública pretendían
reforzar la presencia y el control del Estado en el sector educativo, dominado hasta
entonces por la Iglesia católica y sacar al país del atraso que padece. Los decretos
establecían un plan quinquenal para crear 5000 plazas escolares al año y que, en su
primer año, ampliaba en siete mil la plantilla de maestros estatales; aumentaban el
sueldo a los maestros; disponían la coeducación en la Enseñanza Secundaria;
suprimían la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas, y creaban las
Misiones Pedagógicas para extender el ámbito.
LOS ESTATUTOS DE AUTONOMÍA.

Uno de los problemas que intentó resolver la Segunda República fue la


descentralización administrativa del Estado a través de una nueva organización
territorial. En Cataluña, tras el reconocimiento de una Generalitat preautonómica, se
elaboró un proyecto de Estatuto (Estatuto de Nuria) que declaraba a Cataluña Estado
autónomo dentro de la República española, dotado de un amplio autogobierno.
Sometido a plebiscito, el Estatuto de Nuria obtuvo una aprobación clamorosa (1931).
Sin embargo, el Estatuto finalmente aprobado por las Cortes (9 de septiembre de
1932) proclamaba a Cataluña región autónoma dentro del Estado español. La
autonomía catalana contaba con gobierno y un parlamento propios con
competencias en materia económica, social, educativa y cultural y se reconocía la
cooficialidad del catalán. Tras las elecciones al Parlamento de Cataluña, ganadas
claramente por la coalición encabezada por ERC, Francesc Maciá fue elegido
presidente de la Generalitat. En cuanto al País Vasco y Navarra, el proceso fue muy
complejo. El 15 de junio de 1931, en una asamblea de ayuntamientos vascos en
Estella (Navarra), se aprobó un proyecto de Estatuto, que fue rechazado por el
gobierno central. En 1932 se refrendó el llamado “Estatuto de las Gestoras” que
quedó en suspenso por el rechazo de los representantes navarros. En 1933, el nuevo
proyecto de Estatuto limitado a los territorios de Álava, Bizkaia y Guipúzcoa fue de
nuevo refrendado mayoritariamente. Pero la victoria electoral de la derecha paralizó
el proyecto de autonomía vasco que no será aprobado definitivamente por las Cortes
hasta el 10 de octubre de 1936, con José Antonio de Aguirre a su cabeza como
primer lehendakari (presidente), cuando ya gran parte de la nueva región autónoma
estaba controlada por los rebeldes.
En Galicia la redacción del Estatuto de Autonomía comenzó ya en 1932 con
un anteproyecto impulsado por la ORGA de Casares Quiroga, pero el proceso no
avanzó apenas hasta que, en 1936, el estatuto fue aprobado por abrumadora
mayoría de electores. En Aragón, Castilla, Asturias, Baleares y Andalucía iniciaron el
proceso en 1936.

EL BIENIO DE CENTRO-DERECHA.

LA CONTRARREFORMA

Tras el triunfo de las candidaturas de derecha y de centro en las elecciones


de 1933, el Gobierno centrista de Alejandro Lerroux, que gobierna con el apoyo
parlamentario de la CEDA, imprime un giro más conservador a la República y revisa
gran parte de las reformas de los gobiernos de Azaña. Los niveles de conflictividad
se multiplicaron, destacando la huelga general campesina del verano de 1934 y el
enfrentamiento del gobierno central con las nacionalidades catalana y vasca. En
Cataluña, la anulación por el Tribunal de Garantías de la Ley de Contratos de Cultivo
votada por el parlamento autonómico y los problemas con las transferencias
provocaron la retirada de las Cortes de los diputados de Ezquerra Republicana. En
el País Vasco, el descontento tuvo su origen en el freno a la aprobación del estatuto
vasco por las Cortes y en medidas del gobierno que afectaban a los conciertos
económicos y que acarreaban pérdidas millonarias a los ayuntamientos vizcaínos.
Todos estos conflictos fueron utilizados por la CEDA, triunfadora en las elecciones
de 1933, para presionar a favor de su entrada en el gobierno, lo que finalmente
ocurrió el 4 de octubre de 1934.

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934 Y SUS REPERCUSIONES

Pocos meses después del triunfo de la derecha, sectores del PSOE y de la


UGT prepararon una insurrección armada que debía ir acompañada de una huelga
general. El ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania, en enero de 1933, y la
persecución a la que fueron sometidos los socialistas en Austria (febrero de 1934)
desataron el temor en la izquierda española a que sucediera algo semejante si Gil-
Robles accedía al poder. Así, el 5 de octubre, tras la entrada de ministros de la CEDA
en el gobierno presidido por Lerroux, la UGT hizo un llamamiento a la huelga general,
al que la CNT no se sumó (la CNT sólo se alió con la UGT en Asturias).
El llamamiento a la huelga encontró eco en ciudades como Sevilla, Córdoba,
Valencia o Zaragoza y en numerosos pueblos de todo el país, pero fueron iniciativas
aisladas. La falta de planificación y la inhibición de la CNT facilitaron el control por
el ejército de los focos rebeldes. En Madrid, el País Vasco y Cataluña, los
acontecimientos tuvieron mayor importancia, al incluir conatos formales de
insurrección armada, fundamentalmente a cargo de las milicias socialistas. Por lo
que respecta a Cataluña, la insurrección obrera estuvo acompañada por una
maniobra secesionista. El día 6, Lluis Companys, nuevo Presidente de la Generalitat,
rompe con el Gobierno Central y proclama el Estado Catalán dentro de la República
federal española. La insurrección catalana, que no cuenta con el respaldo de los
anarquistas, es aplastada por el ejército, después de 10 horas de lucha. Se producen
46 muertos. El Gobierno republicano suspende temporalmente el Estatuto, y
encarcela a su presidente. El único movimiento armado de gran entidad lo
protagonizaron los mineros asturianos y del norte de León, donde la grave crisis
laboral de la minería hullera había facilitado la entrada de los anarcosindicalistas en
la Alianza Revolucionaria. Los 20.000 trabajadores en armas asaltan los cuarteles de
la Guardia Civil, del Ejército y de las fábricas de armas. Después de hacerse con la
cuenca minera, toman Oviedo. El Comité regional de la Alianza asumió el control de
la situación y estableció un eficaz poder obrero durante dos semanas. Finalmente,
las tropas de la legión y del ejército regular que Franco trajo de África sofocaron la
insurrección.
El movimiento había adoptado en algunos sitios auténtico aire de guerra civil.
Sólo en Asturias, las víctimas se acercaban a las cuatro mil (casi un millar de ellas
eran muertos) y las destrucciones fueron enormes. Los asesinatos de 34 sacerdotes
y de varios guardias civiles y paisanos de ideología conservadora conmovieron a la
opinión derechista, que exigió represalias. Vencida la insurrección, la represión
alcanzó gran dureza, especialmente en Asturias. Se realizaron miles de detenciones
(30.000) y abundaron las torturas y ejecuciones. Numerosos dirigentes políticos de
izquierdas fueron apresados, entre ellos Largo Caballero y Azaña. En cuanto a
Cataluña, se acordaba la suspensión definitiva del Estatuto de Autonomía y la
recuperación por la Administración central de las competencias transferidas en los
dos años anteriores a la Generalidad (Ley de 2 de enero de 1935).

EL HUNDIMIENTO DEL PARTIDO RADICAL

A raíz de la profunda crisis de octubre de 1934, los gobiernos de centro-


derecha quedaron relativamente erosionados desde el punto de vista político. La
represión, los juicios, las prohibiciones de la prensa socialista y comunista, etc.,
despertaron las simpatías de la población hacia los presos y los perseguidos políticos.
Además, las actuaciones del Gobierno durante 1935 fueron muy impopulares: la
contrarreforma agraria; el bloqueo en las Cortes del Estatuto de Autonomía vasco;
los nombramientos en el Ejército de militares poco o nada partidarios de la
democracia, como el general Franco, que fue nombrado jefe del Estado Mayor, etc.
En septiembre de 1935, el gobierno de Lerroux se vio obligado a dimitir como
consecuencia del escándalo de corrupción del estraperlo. Los gobiernos que le
sucedieron fueron breves a causa de la falta de consenso entre las fuerzas
parlamentarias. Ante esta situación política, el presidente de la República disolvió las
Cortes y convocó elecciones para el 16 de febrero de 1936.

LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR.

Las elecciones de 1936 dividieron en dos a la opinión pública española. La


izquierda se presentó unida en una coalición (Frente Popular) que reunía desde los
republicanos de Azaña hasta los comunistas. La derecha, en cambio, no se pudo
presentar unida. El Frente Popular consiguió el 34,3% de los votos, y la derecha, en
coalición con el centro, el 33,2%. En virtud de la ley electoral, que otorgaba el 75%
de los escaños a la lista ganadora, el Frente Popular obtuvo la mayoría en el
Congreso.

LOS GOBIERNOS DEL FRENTE POPULAR.

Después de las elecciones, el presidente de la República, Niceto Alcalá


Zamora, encargó la formación de gobierno a Manuel Azaña, quien empezó a aplicar
el programa del Frente Popular, basado en cuatro ejes principales: la continuación
de la reforma agraria, la intensificación del desarrollo de la política educativa, la
amnistía de los presos políticos, y el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña
y el impulso definitivo para aprobar los estatutos de autonomía del País Vasco y de
Galicia. El 7 de abril, Alcalá Zamora fue destituido de la presidencia de la República
y en su lugar fue elegido Manuel Azaña. En esta elección no quisieron participar los
diputados de la derecha. La presidencia del Gobierno fue asumida por Santiago
Casares Quiroga.
LA RADICALIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA Y EL DESORDEN PÚBLICO.

En la derecha política se constató un incremento de las actividades violentas


de la FE y de las JONS que planteaba sin tapujos implantar en España un régimen
fascista. Tanto la Falange como los carlistas, especialmente fuertes en Navarra,
estaban entrenando por aquellos días unidades paramilitares. Esta violencia de La
Falange comportó la persecución legal del partido y el encarcelamiento de su líder,
José Antonio Primo de Rivera. También en la izquierda se observaba, en los meses
anteriores a la guerra, una fuerte radicalización. Los sectores del PSOE liderados por
Francisco Largo Caballero, eran partidarios de la revolución social. Por su parte, los
anarcosindicalistas de la CNT confirmaron su posición revolucionaria y
antirrepublicana (congreso de Zaragoza de mayo de 1936) con un programa en el
que se proponía la supresión del culto religioso público, la confiscación de todos los
bienes productivos, la organización colectiva de la propiedad y la creación de
comunas libres y autogestionarias en sustitución del Estado. El Ejército, por su parte,
estaba dividido en asociaciones clandestinas: Unión Militar Española (UME) y Unión
Militar Republicana Antifascista (UMRA).
El desorden público se manifestó básicamente de tres maneras. En primer
lugar, la violencia en el campo, con huelgas y ocupación de tierras, especialmente
en Extremadura y en Andalucía, y otros conflictos laborales. En segundo lugar, los
ataques a edificios eclesiásticos y la quema de algunos conventos realizados por
grupos espontáneos que actuaban a partir de rumores absurdos. Por último, los
atentados políticos protagonizados por falangistas y monárquicos, por un lado, y por
comunistas y anarquistas, por otro. El más significativo de estos atentados fue el
que costó la vida, el 13 de julio de 1936, a José Calvo Sotelo, diputado y dirigente
monárquico del partido Renovación Española. El atentado fue perpetrado por
miembros de la Guardia de Asalto como represalia por el asesinato del teniente de
este cuerpo armado, José del Castillo, cometido por falangistas.

LA CONSPIRACIÓN MILITAR.

Desde el momento en que se proclamó la República, una parte del Ejército


mostró abiertamente su hostilidad al nuevo régimen y no dejó de conspirar contra
él. El fracasado golpe de Estado del general José Sanjurjo, en 1932, fue un ejemplo
de ello. Por otro lado, en la misma noche de las elecciones de febrero de 1936,
conocido el triunfo electoral del Frente Popular, el general Franco, jefe del Estado
Mayor, propuso la declaración del estado de guerra, a lo que se opusieron el ministro
de la Guerra, el general Nicolás Molero, y el director general de la Guardia Civil, el
general Sebastián Pozas. El gobierno, consciente de este peligro, situó como jefes
de las capitanías generales a militares de probada fidelidad republicana y, por el
contrario, envió a los generales menos adictos al régimen a capitanías poco
importantes o a las insulares: Franco a Canarias; Manuel Goded, a Mallorca. Nadie
sospechó que el general Emilio Mola, de escasa fe monárquica y destinado a
Pamplona, se entendería con los carlistas navarros. Los mandos del ejército de
África, el más profesional y efectivo, también eran fieles a la República. Los primeros
días de marzo de 1936 empezaron a tramarse varias conspiraciones, de manera
paralela y confusa, por grupos de generales y de políticos de la Comunión
Tradicionalista (carlistas), de Falange Española y de Renovación Española. Pero, a
partir del mes de abril, fue el general Mola quien prepararía una red golpista más
consistente, que obtendría la confianza de todos los movimientos antirrepublicanos.
Todos los intentos civiles quedaron diluidos en el proyecto militar.
A principios de julio, la planificación técnica del golpe estaba casi terminada.
El plan de Mola preveía un levantamiento coordinado de todas las guarniciones
comprometidas, que implantarían el estado de guerra en sus demarcaciones. Las
tropas africanas iniciarían el pronunciamiento, que sería seguido por las guarniciones
insulares y peninsulares. Luego, Mola, al mando de las fuerzas del Norte, se dirigiría
hacia Madrid, donde se habrían sublevado los cuarteles. Si algo fallaba, Franco
cruzaría el Estrecho con el ejército de Marruecos y avanzaría desde el sur y el este
sobre la capital, que caería en una operación de tenaza. La Constitución de 1931
sería suspendida, se disolverían las Cortes y se produciría una breve etapa de
represión contra los elementos izquierdistas y los militares no comprometidos en el
alzamiento. Después, Sanjurjo, vuelto del exilio, encabezaría un Directorio militar de
cinco miembros, a la espera de una salida a la crisis de la República.
TEMA 11. LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

LA SUBLEVACIÓN MILITAR

La sublevación militar se inició en Melilla el 17 de julio de 1936. Poco después,


Franco volaba de Canarias a Marruecos y se ponía al frente del ejército de África. El
jefe militar de Melilla, el general Romerales, fiel a la República, fue fusilado, acusado
por los golpistas de rebelión militar. La misma pena fue aplicada por el general Mola
al jefe de la división orgánica de Burgos, el general Doménec Batet, fusilado el 18
de febrero de 1937. De hecho, esta acción se repitió a menudo con los mandos
militares y civiles que se mantuvieron fieles a la República y se negaron a colaborar
con los golpistas. El 18 de julio se alzó en Sevilla el general Gonzalo Queipo de Llano
y, durante la noche del 18 al 19, el general Mola y otros jefes militares declararon
el estado de guerra en el resto de España.
Sin embargo, la insurrección militar fracasó en Madrid, en Barcelona y en gran
parte de España. El 20 de julio el país quedó dividido en dos. Los rebeldes habían
triunfado en la España rural (Castilla, Aragón, Galicia, Navarra, Álava, norte de
Extremadura y parte de la Andalucía occidental, además de Mallorca e Ibiza,
Canarias y el protectorado de Marruecos). El resto del país se mantuvo fiel a la
República, que conservaba las ciudades más importantes y las zonas industriales.
En el territorio republicano quedaron algunos enclaves rebeldes como Oviedo y
Gijón, la Academia Militar de Toledo y el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza.
Las tropas africanas, además, habían quedado frenadas en el estrecho de Gibraltar,
donde la Armada, que se había mantenido mayoritariamente al lado de la República,
les cerraba el paso. También quedaron divididas las fuerzas armadas y las del orden
público. De los efectivos del ejército regular, 90.000 quedaron en la zona
gubernamental y 120.000 en la sublevada, entre los que figuraban los 47.000
hombres del disciplinado y profesional ejército de África. La oficialidad apoyó
mayoritariamente la sublevación. En la flota, la oficialidad de Marina de guerra optó
prácticamente en bloque por la sublevación, pero el levantamiento de las
tripulaciones contra sus mandos dejó los barcos del lado de la República. La aviación,
poco importante, quedó igualmente dividida. El 51% de la Guardia Civil y el 70% de
la Guardia de Asalto permanecieron fieles a la República.
LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO.

La guerra española se convirtió desde sus inicios en una cuestión de política


internacional de gran importancia y en un doble sentido: por su repercusión en las
relaciones internacionales y por la intervención extranjera en ella en apoyo de
sublevados o gubernamentales. Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania y la Unión
Soviética fueron las cinco potencias que desempeñaron el papel esencial en la
política internacional relacionada con la guerra de España. Méjico y EE.UU tuvieron
alguna intervención en el conflicto.
Por otra parte, la guerra civil española conmocionó a todo el mundo
occidental. La prensa americana y europea dedicaba mucha atención a la guerra. En
general, la opinión pública mundial se inclinó hacia la república democrática frente
al fascismo.

 La política de No-intervención.- El temor a que la guerra en España complicara


aún más las difíciles relaciones con la Alemania de Hitler y la Italia de
Mussolini, llevó a Francia y Gran Bretaña a procurar el aislamiento del
conflicto español. A esta táctica obedeció el acuerdo general sobre la No-
Intervención, al que se sumaron veintisiete países de Europa, y el
establecimiento de un Comité de No-Intervención con sede en Londres. La
creación de este organismo fue una iniciativa británica a la que se vio
arrastrada Francia para no quedar aislada frente a la a la amenaza hitleriana.
Por ello, aún cuando el jefe del gobierno del Frente Popular, León Blum,
acogió en principio la petición de José Giral de ayuda de armamento, la
posición francesa cambió pronto de signo ante la actitud británica, que
evolucionó desde una política de neutralidad benévola a una clara inclinación
hacia Franco, por temor al peligro soviético.

 La ayuda internacional.- La política de No-Intervención no significó en manera


alguna que los contendientes no recibieran ayuda exterior. Los acuerdos
fueron continuamente conculcados. Las potencias fascistas nunca fueron
amonestadas, mientras los barcos soviéticos siguieron llegando aunque a
veces con dificultades por el patrullaje italiano en el Mediterráneo. Francia
toleró también, más o menos, el paso de armamento por su territorio. Desde
el primer momento, los sublevados contaron con la ayuda de Italia y de
Alemania en aviones para transportar las tropas del ejército de África a la
Península. Por el contrario, la República siempre tuvo problemas para su
abastecimiento de armas en los países amigos.

Las ayudas al bando sublevado se materializaron en la Legión Cóndor


alemana (unos 6.000 hombres) y el Corpo de Truppe Volontarie italiano (40.000),
más pequeños contingentes de combatientes portugueses e irlandeses (Los Viriatos
y la Legión de San Patricio); en cuanto al material, los sublevados recibieron 600
aviones, 111 carros y 737 cañones de Alemania y 759 aviones, 150 carros y 1000
cañones de Italia. En el campo republicano la ayuda extranjera se concretó en las
Brigadas Internacionales (40.000 hombres) y en 648-1100 aviones, 300-347 carros
y 1186-1500 piezas de artillería, según las fuentes.
Es de todas formas un hecho evidente la superioridad aérea de los sublevados
en escenarios y acciones fundamentales, como la guerra en el Norte o la batalla del
Ebro, y su mayor eficacia artillera. En su conjunto, las aviaciones alemana e italiana
fueron mucho más eficaces que la rusa. En definitiva, Franco construyó un ejército
mucho más eficaz que el republicano, mucho mejor armado con esa ayuda, tenía
infinitamente más mandos profesionales y una tradición militar más efectiva.

ETAPAS Y DESARROLLO DE LA GUERRA.

LOS PRIMEROS MESES DE LA GUERRA (JULIO-DICIEMBRE DE 1936):


GUERRA DE COLUMNAS.

El avance hacia Madrid.- El primer objetivo militar de los insurrectos, de


acuerdo con sus planes, era Madrid. El general Mola envió allí columnas desde
Pamplona. Mientras tanto, el ejército de África había conseguido atravesar el
estrecho de Gibraltar con la ayuda de la aviación de Mussolini. Una vez en la
Península, Franco entró en Córdoba y en Granada y, desde Sevilla, se dirigió a Madrid
por Extremadura, que ocupó a pesar de la defensa encarnizada que opusieron los
republicanos en Badajoz. Pero, cuando llegó a las cercanías de Madrid, la eficaz
defensa de la capital le obligó a detenerse. No obstante, el gobierno de la República
se trasladó a Valencia por motivos de seguridad. En septiembre, el general Mola
ocupó Irún y San Sebastián, mientras las tropas concentradas en Galicia, donde
había triunfado el alzamiento, llegaron a Oviedo (donde el coronel Antonio Aranda
resistía el sitio a que lo sometieron los obreros asturianos) y rompieron el cerco
republicano.
Las columnas republicanas.- Las milicias catalanas que se dirigieron hacia el
frente de Aragón ocuparon algunas poblaciones, como Bujaraloz, Pina de Ebro,
Caspe y Alcañiz, pero fueron frenadas en Huesca, Zaragoza (objetivo inicial de la
columna Durruti) y Teruel. La desorganización y la falta de preparación de estas
columnas republicanas explican, en parte, su debilidad. También fracasó la
expedición catalana a Mallorca y a Ibiza (agosto-septiembre de 1936), formada por
8000 voluntarios dirigidos por el capitán Alberto Bayo, que tenía como objetivo
conquistar las islas en poder de los militares sublevados.

LA SEGUNDA FASE (ENERO DE 1937-NOVIEMBRE DE 1938): GUERRA DE


FRENTES.

Las batallas de envolvimiento a Madrid.- Durante la segunda fase de la guerra,


las tropas insurrectas intentaron de nuevo conquistar Madrid mediante unas
maniobras para cercarla, primero por la carretera de La Coruña, después por el valle
del río Jarama y, por último, por el norte de la provincia de Guadalajara. Pero no lo
consiguieron. Ante la imposibilidad de ocupar la capital, Franco decidió centrar su
ataque en lo que restaba de Andalucía en manos republicanas e intentar acabar con
las resistencias en Asturias y el País Vasco. Málaga y otras ciudades andaluzas
cayeron rápidamente (enero-febrero de 1937).
El frente norte.- Tras el fracaso de las tropas franquistas en las batallas del
Jarama y Guadalajara a comienzos de 1937, en marzo el general Mola, con
importante colaboración del ejército italiano y de la aviación alemana de la Legión
Cóndor, inició una decisiva campaña militar en el frente norte. Tras el bombardeo
de Gernika en abril de 1937, Bilbao cayó en manos del ejército franquista en el mes
de junio. Los batallones de gudaris del ejército vasco se rindieron en Santoña,
negándose a prolongar la resistencia.
Las batallas de diversión.- El gobierno republicano desencadenó ofensivas en
otros frentes a fin de aliviar la presión en el Norte. Este fue el caso de la batalla de
Brunete, en el frente de Madrid, y de la batalla de Belchite en el frente de Aragón,
en las que los éxitos iniciales republicanos no alcanzaron la debida explotación
posterior.
La caída del frente norte.- Cuando acabó la batalla de Belchite, el ejército de
los sublevados del Norte reanudó la lucha por Santander, ahora también desde
Reinosa. En diez días se llegó a la capital donde se hizo un inmenso acopio de
prisioneros. En Asturias, los atacantes emprendieron una doble acción por la costa
y por los puertos del interior. Tras dos meses de fuertes combates en las sierras y
puertos de la región, la resistencia se desploma y el día 21 se ocupaba Gijón, último
foco de resistencia, con lo que toda la cornisa cantábrica con sus recursos
energéticos e industriales quedó en manos de los franquistas.
La batalla de Teruel.- Durante el mes de diciembre de 1937, las tropas
republicanas lanzaron una ofensiva contra Teruel, que ocuparon el 8 de enero de
1938. Pero en febrero, después de una batalla sangrienta, las tropas franquistas
volvieron a recuperar el control de la ciudad. Poco antes (el 31 de octubre), el
gobierno de la República se había trasladado de Valencia a Barcelona.
El frente de Aragón.- En marzo de 1938, el ejército de Franco comenzó una
ofensiva contra el frente de Aragón, situado entre los Pirineos y el Ebro. El 3 de abril,
Franco ocupó las primeras plazas catalanas, incluida Lérida. El 15 de abril, las tropas
insurrectas llegaron a Vinaroz, al norte de la Comunidad Valenciana, en la margen
derecha del Ebro, con lo que la zona republicana quedaba dividida en dos.
La batalla del Ebro.- El ejército republicano, reorganizado por Vicente Rojo,
preparó una ofensiva en la zona del Ebro para volver a unir el territorio republicano.
El ataque, dirigido por el coronel Juan Modesto y otros mandos militares procedentes
de las milicias comunistas, como Enrique Líster, comenzó durante la noche del 24 al
25 de julio. La batalla del Ebro se prolongó durante meses y en ella se produjeron
muchas bajas en ambos bandos. Se disputó palmo a palmo el terreno con ofensivas
y contraofensivas de los dos ejércitos. Tras tres meses y medio de duros combates,
el 16 de noviembre el gobierno republicano dio por terminada la operación.
Las bajas de cada bando en la batalla rondaron los cincuenta mil hombres, y
el ejército republicano quedó desorganizado y mermado decisivamente. En esta
cruenta batalla la República había perdido la posibilidad de cambiar el curso de la
guerra.
LA ÚLTIMA FASE: LA OCUPACIÓN DE CATALUÑA, LA RENDICIÓN DE
MADRID Y LA RENDICIÓN FINAL (DICIEMBRE DE 1938-1 DE ABRIL DE
1939)
El 23 de diciembre de 1938, Franco dio la orden de iniciar la ofensiva final
contra Cataluña por Tremp y Serós. Si bien en Tremp el ejército republicano logró
resistir una semana, en Serós se derrumbó rápidamente y se produjo una auténtica
desbandada. El ejército de Franco fue ocupando toda Cataluña: el 15 de enero de
1939 entró en Tarragona; el 26, en Barcelona, y el 4 de febrero, en Girona. El 9 de
febrero llegaba a la frontera francesa. El gobierno republicano, el vasco y el catalán
pasaron la frontera junto con miles de personas que huían.
El 28 de febrero de 1939, Manuel Azaña dimitió como presidente de la
República y no fue sustituido por nadie; no obstante, Juan Negrín, jefe del Gobierno,
volvió a Valencia en avión para dirigir la resistencia de la zona republicana. Pero ya
no había nada que hacer, en parte por el golpe de Estado del coronel Segismundo
Casado, jefe de defensa de Madrid, que pretendía una paz negociada con los
golpistas. Sin embargo, Franco únicamente admitió la rendición sin condiciones. El
28 de marzo, las tropas franquistas ocuparon Madrid. Las otras ciudades de la zona
republicana se entregaron sin resistencia: Jaén, Ciudad Real, Albacete, Valencia y
Murcia. La última ciudad que ocupó el ejército franquista fue Alicante, el día 31 de
marzo. El 1 de abril de 1939 la guerra había acabado.

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS. LA EVOLUCIÓN DE LA


ESPAÑA REPUBLICANA. LA REVOLUCIÓN Y REPRESIÓN

El alzamiento militar que dijo querer aplastar la revolución dio lugar,


paradójicamente, a una revolución verdadera. Por todas partes surgieron poderes
populares, y autónomos, tanto a nivel municipal como regional: Comité Central de
Milicias Antifascistas (Cataluña); Comité Ejecutivo Popular (Valencia); Comité de
Salud Pública (Málaga); Junta de defensa (Guipúzcoa); Comité Provincial (Asturias);
etc. Esos poderes autónomos emprendieron, en bastantes sitios, una obra de
revolución social consistentes en incautaciones, intervenciones y colectivizaciones
de propiedades privadas; control político de la producción y los servicios (agua,
teléfonos, banca y ferrocarriles) e intervención de las finanzas. Cataluña, Levante,
parte de Aragón y de Castilla La Nueva fueron los escenarios fundamentales de este
cambio social y político que se desencadenó en estos primeros momentos de la
guerra, aunque el fenómeno se extendió un poco por todas partes del territorio
republicano. El caso más amplio fue el catalán, donde la colectivización llegó a la
industria y a los servicios. En la zona de Aragón dominada por el anarcosindicalismo,
y donde impuso su autoridad el Consejo de Aragón, destacaron las colectivizaciones
agrarias, llegándose a la supresión de la moneda y a formas cercanas al comunismo
libertario.
La actitud ante la revolución generó divisiones insalvables en el campo
republicano: para los anarcosindicalistas y el POUM, la derrota de la sublevación era
inseparable de la revolución social; para los comunistas, los socialistas moderados y
los republicanos, la revolución social era el principal obstáculo para conseguir la
victoria.
Al inicio de la guerra, las víctimas de la represión (unas 60.000) que se
produjeron en la zona republicana lo fueron generalmente al margen de toda ley,
de forma explosiva e incontrolada, y como resultado de una erupción de odio de las
poblaciones tradicionalmente subordinadas en lo social y en lo económico. Fue
habitual la práctica de los paseos, la muerte de muchas gentes sin formalidad legal
previa alguna, el asesinato a causa de la significación política de la víctima o por su
posición social.
En Madrid destaca el asalto a la cárcel Modelo por la multitud, después de
que la ciudad fuera bombardeada, produciendo varias decenas de asesinatos.
También tuvo una gran significación el elevado número de víctimas del clero
producto de asesinatos y represiones (7.000 eclesiásticos y 3.000 miembros de
Acción Católica). Las prácticas descontroladas fueron siendo superadas con la
creación de los Tribunales Populares, mediante los cuales se intentó someter a
procedimientos penales reglados el delito de desafección. La Justicia Popular
inevitablemente será una justicia de guerra, atenta a la defensa del régimen contra
sus enemigos, aunque con procedimientos regulares y siempre como justicia civil.

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA.

El gobierno de José Giral.- El primer gobierno de guerra, formado el 19 de


julio con solo representantes de los partidos republicanos, fracasó prácticamente en
todos sus objetivos y fue progresivamente más criticado a medida que la guerra era
cada vez más desfavorable para la República. Era claro que las fuerzas que
defendían la República, las organizaciones obreras, no podían permanecer más
tiempo fuera del gobierno.
El gobierno de Largo Caballero.- El 4 de septiembre de 1936 se constituyó un
nuevo gobierno republicano presidido por Francisco Largo Caballero, con
representantes del PSOE, de los partidos republicanos, de Esquerra Republicana de
Catalunya, del Partido Comunista y del PNV. En noviembre, se incorporaron cuatro
ministros anarcosindicalistas. El gobierno de Largo Caballero recuperó los poderes
del Estado. Desaparecieron prácticamente todas las juntas y comités siendo
sustituidas por unos Consejos Provinciales, presididos por los gobernadores civiles e
integrados por representantes del Frente Popular y de los sindicatos. Se reanudaron
las reuniones periódicas de las Cortes y las atribuciones gubernativas pasaron todas
al gobierno central. Las Cortes aprobaron el Estatuto autonómico del País Vasco, con
José Antonio Aguirre como lendakari.
En el plano militar, a finales de septiembre, se dio un paso trascendental,
contra la posición de los anarcosindicalistas: la militarización de las milicias. Ese sería
el comienzo de la creación de un nuevo Ejército Popular, en el que tendría un gran
protagonismo el Quinto Regimiento de Milicias Populares, creado por el Partido
Comunista. Pronto comenzaron a surgir problemas en el seno del gobierno. El PCE
criticaba públicamente al jefe del gobierno por su política militar, por su oposición al
mando único y por su inclinación a los sindicatos. Fuera del gobierno, las tensiones
surgieron del enfrentamiento entre comunistas y anarquistas acerca de los objetivos
de guerra, de la revolución social y del orden en la retaguardia. Todo ello estalló (2
de mayo de 1937) cuando la Generalitat ordenó al comisario de Orden Público la
ocupación de Telefónica, que controlaban los anarquistas. La resistencia de estos
desencadenó una lucha armada de extraordinaria gravedad entre anarquistas y
poumistas, de una parte, y comunistas, ugetistas y fuerzas de la Generalitat, de la
otra. Barcelona se llenó de barricadas y de heridos y muertos (unos quinientos). La
situación pudo ser controlada el día 7 de mayo gracias a la presencia en Barcelona
de dos de los ministros anarquistas, García Oliver y Montseny que, con gran
responsabilidad y mucho coste, consiguieron que los anarquistas depusieran las
armas. Resuelto el caso de Barcelona, la crisis gubernamental se precipitó cuando
los ministros comunistas abandonaron la sesión del consejo el día 13 de mayo. La
posición comunista reclamaba que Caballero dejara el ministerio de la Guerra,
disolviera el POUM y cesara al ministro de Gobernación. Largo Caballero se negó a
todo y presentó su dimisión, siendo sustituido por Juan Negrín.
El gobierno Negrín.- El gobierno de Negrín se planteó como objetivos básicos
la continuación de la recuperación por el Estado de los poderes paralelos, la
culminación de la formación del Ejército Popular y la búsqueda de apoyos exteriores,
especialmente en Francia. Esta política de Negrín, coincidente con la del Partido
Comunista, estaba al servicio de la idea de que la salvación de la República estaba
ligada a una resistencia a ultranza que permitiera enlazar el conflicto español con el
que se veía venir claramente a escala europea a consecuencia del expansionismo
hitleriano. Esta política entró en crisis como consecuencia de los reveses militares
que se sucedieron a partir de febrero de 1938, con la pérdida definitiva de Teruel y
el retroceso general en todo el frente de Aragón. Frente a la postura de Negrín de
continuar la guerra, Prieto y Azaña eran proclives a negociar un compromiso con el
enemigo, ante la imposibilidad de una victoria republicana. Por otro lado, crecía el
cansancio de la población por las privaciones y la guerra y aumentaban las
deserciones en las unidades militares. El fulminante éxito de las tropas de Franco en
Cataluña aceleró la desintegración en la zona republicana. El 27 de febrero Gran
Bretaña y Francia acordaban reconocer a Franco. Azaña renunció a la presidencia
de la República. El 5 de marzo, el jefe del Ejército del Centro, coronel Casado, se
sublevó, según él, para acabar con la jefatura de Negrín y con la preeminencia
comunista y para llegar a una paz negociada. Las conversaciones con el cuartel
general de Franco no concluyeron en nada distinto a la rendición y entrega sin
condiciones. Casado, perdida toda esperanza de paz concertada, ordenó cesar la
resistencia, lo que permitió a Franco ocupar todo el territorio que quedaba y dar por
concluida la guerra con el Parte de la Victoria del día 1 de abril de 1939.
EL NACIMIENTO DEL ESTADO FRANQUISTA. EL MANDO ÚNICO Y LA
UNIFICACIÓN POLÍTICA.

El problema de la ausencia de una jefatura carismática de la sublevación, tras


la muerte del general Sanjurjo cerca de Lisboa, fue resuelto creando una Junta de
Defensa Nacional, con un cometido exclusivamente administrativo-jurídico.
Avanzada la lucha, y tras los éxitos obtenidos por las fuerzas del sur, la unificación
del mando de la sublevación se hizo necesaria por motivos militares, políticos e
internacionales. Reunidos los principales generales en los alrededores de Salamanca,
los días 21 y 28 de septiembre, decidieron nombrar a Franco Jefe del Gobierno del
Estado Español y Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire. Pronto
surge el culto a la figura de Franco cuando se obliga a los medios de comunicación
a emplear el lema "Una Patria, un Estado, un Caudillo" imitando al alemán (ein Reich,
ein Volk, ein Führer). La primera ley que Franco firmó fue la que creaba la Junta
Técnica del Estado, organismo administrativo con siete comisiones que reproducían
las funciones de los ministerios tradicionales. La Junta de Defensa Nacional
desapareció. Mola y Queipo de Llano fueron nombrados jefes del ejército del Norte
y del Sur, respectivamente. En 1938 se reforzó el poder del Jefe del Estado con “la
suprema potestad de dictar normas jurídicas de carácter general”. Si en el terreno
militar nadie discutía el poder a Franco, en el político las fuerzas que apoyaron el
alzamiento mantenían su identidad y sus aspiraciones propias: Falange Española y
de las JONS, totalitaria y antimonárquica; Comunión Tradicionalista, monárquica y
con un pretendiente carlista a la corona, Javier de Borbón-Parma; monárquicos
alfonsinos, junto con miembros de la CEDA y de Renovación Española, preconizaban
el retorno al trono español del derrocado Alfonso XIII. Para anular estas
pretensiones de independencia y con el objetivo de dar una clara definición política
al bando sublevado, Franco decretó, en primer lugar, la militarización de las milicias
(20/12/1936) y con el Decreto del 18 se abril de 1937 creó un Partido Único al estilo
fascista (Falange Española Tradicionalista y de las JONS), al que llamaba
movimiento. El partido se articulaba en una Jefatura, que recaía en Franco, en la
Junta Política y en el Consejo Nacional.
Por otro lado, Franco contó con la alianza de la Iglesia católica. Los obispos
españoles, presididos por el cardenal primado Isidre Gomá, en una carta colectiva
que solamente fue rechazada por el obispo de Vitoria, Mateo Múgica y el cardenal
de Tarragona, Francesc Vidal i Barraquer, calificaron el alzamiento militar como una
“cruzada cristiana”, con lo que legitimaban a los golpistas ante la opinión católica
internacional.

LA CONTRARREFORMA SOCIAL Y LA REPRESIÓN.

La obra contrarreformista comenzó ya desde que se creó la Junta de Defensa


y continuará con los nuevos organismos creados por Franco. La legislación emanada
de ellos se ocupó de todo tipo de cuestiones, desde la contrarreforma agraria, con
devolución de fincas a sus antiguos propietarios, hasta la depuración de funcionarios
no afectos, pasando por la derogación de la legislación laica de la República
(matrimonio civil, divorcio, enseñanza laica y coeducación). El 25 de septiembre se
prohibían todas las actuaciones políticas y las sindicales obreras y patronales. En
1938 se promulgó el Fuero del Trabajo, de imitación italiana. En este mismo año
empiezan su andadura, aunque no llegaron realmente a funcionar hasta después de
la guerra, los sindicatos verticales que se llamaban Centrales Nacional-Sindicalistas.
Se creó también la Magistratura del trabajo para regular las relaciones laborales.
Al inicio de la guerra, la represión se produjo al margen de toda ley, de forma
explosiva, movida por el miedo a la pérdida de sus privilegios por parte de las viejas
clases dominantes. Como en el bando republicano, esta represión espontánea se
concretó en la práctica de los paseos, consistentes en el asesinato de muchas
personas, sin formalidad legal previa alguna, a causa de la significación política de
las víctimas. Al margen de la represión descontrolada, la violencia que siguió al
alzamiento militar obedeció a un plan previo de exterminio y represión cuyo objetivo
era arrasar todo lo relacionado con la República y aniquilar a sus protagonistas, sus
familias y sus amigos. Dado que el estado de guerra fue decretado desde el primer
momento de la sublevación, todo tipo de juicio político fue remitido a la justicia
militar. De ahí se dedujo la imposición de un terror sistemático bajo capa jurídico-
militar, en el que el fusilamiento tras juicio sumarísimo fue común, con las leyes de
guerra que se aplicaban a personas que no tenían formalmente otro delito que su
oposición a la rebelión o su militancia en movimientos políticos o sociales opuestos
a ella. Los casos de Navarra, Badajoz, Valladolid, Granada, Málaga y Sevilla fueron
especialmente crueles. Destaca el caso de los fusilamientos de sus defensores tras
la toma de Badajoz por las fuerzas africanas mandadas por Yagüe. El número de
muertos de esta acción no baja del millar. Caso similar fue el de Málaga tras su
ocupación por los sublevados en febrero de 1937.
La represión franquista continuó produciendo encarcelamientos y muertes
muchos años después de la guerra civil, hasta que cayó el eje Berlín-Roma. El
número total de víctimas de la represión en la guerra no sería inferior a 100.000.
Por su parte, las víctimas de la represión producidas tras el 1 de abril de 1939
alcanzaron los 300.000 presos, de los que fueron condenados a muerte y ejecutados
unos 50.000.
TEMA 13. LA ESPAÑA DE FRANCO (1939-1975)

CARACTERÍSTICAS DEL RÉGIMEN.


El general Franco, victorioso de la Guerra Civil asumió la Jefatura del Estado,
encarnación de la soberanía nacional, estableciendo una dictadura personal con el
apoyo del ejército vencedor, las altas jerarquías eclesiásticas, la oligarquía
terrateniente, industrial y financiera y, en general, la clase media conservadora. Su
régimen se caracterizó por su anti-parlamentarismo, anti-partidos, sustituyendo la
Constitución por Leyes Fundamentales, nombrando gobiernos que respondían a
variaciones coyunturales, pero sometidos siempre al papel de árbitro supremo del
General, que su legitimación en la Victoria sobre la España Republicana y
Democrática le confería. Su responsabilidad quedó clara desde el principio
únicamente "ante Dios y la historia". Fue un régimen organizado por los vencedores
de la guerra civil y contra los perdedores. Su origen bélico siempre fue recordado y
se conmemoraba para que no cayera en el olvido. Las fechas de 1 de abril (día de
la victoria), 18 de julio (glorioso alzamiento nacional) o 1 de octubre (exaltación de
Franco a la Jefatura del estado) tenían tratamiento de fiesta nacional.
Las bases organizativas del régimen fueron:

• El poder absoluto de Franco (Jefe del Estado y Generalísimo del Ejército, “Caudillo”
de España y “Vigía” de Occidente)
• La superposición de la Iglesia con el Estado, el NACIONAL-CATOLICISMO. Estado
Confesional, Censura y enseñanza Religiosa, Control social de la Iglesia.
• El partido único (primero F.E.T. y de las J.O.N.S. y después Movimiento Nacional).
También sindicato único (CENS! sindicatos verticales). NACIONAL-SINDICALISMO.
Todo ello de clara inspiración fascista.
• Papel y poder efectivo del ejército, que aporta ideología unitarista y tradicionalista
de España. NACIONAL-PATRIOTISMO.
• Las llamadas Leyes Fundamentales del Reino. (Ejemplo de leyes antidemocráticas
que definieron el entramado del régimen y el carácter autocrático del ejercicio del
poder personal de Franco).

ETAPAS Y EVOLUCIÓN DEL RÉGIMEN


Los casi cuarenta años de Dictadura pueden diferenciarse en cuatro etapas:

1. Autarquía, pobreza y aislamiento internacional. (Los años azules)


(1939-1950)
Son los años más duros del régimen, etapa caracterizada por el aislamiento
internacional, determinado por el triunfo de las democracias occidentales en la
segunda guerra mundial, España, que había cooperado con las potencias fascistas
en la II Guerra Mundial, fue excluida de los Organismos internacionales, vio la
retirada de Embajadores y el cierre de fronteras, desde el punto de vista económico
quedó fuera del Plan Marshall y la escasez, el racionamiento, y la autosuficiencia
económica vinieron impuestas por la política autárquica. Así, España se quedó sola
política y económicamente. La renta per cápita no volvió al nivel de 1931 hasta 1951.
La dureza del régimen y el desastre económico condenaron a importantes sectores
de la población a unas condiciones de vida caracterizadas por la pobreza, el miedo
y con escasas expectativas de futuro, especialmente para los vencidos.
Dos organismos económicos, el Instituto Nacional de Industria y el Servicio
Nacional del Trigo se encargaron de la fijación de cupos de producción y fijación de
precios en una política de claro corte proteccionista. En 1947 mediante la Ley de
Sucesión, el régimen se define corno democracia orgánica y el estado se declara
como monarquía. Por otro lado, el fascismo ha perdido la guerra y la política de
Franco necesitaba sobrevivir en el nuevo escenario de la guerra fría.
2. El reconocimiento y consolidación del Régimen (1951-1959)

El cambio de coyuntura internacional económicay política (guerra fría) supuso


un ligero respiro para el régimen. La Santa Sede firma el Concordato (1953) y los
EEUU el Tratado por el que se permitía el establecimiento de bases militares (1953).
La guerra fría benefició indirectamente a España, que recibió un importante crédito
financiero y material militar. En Diciembre de 1955 España es aceptada en la ONU.
En los gobiernos se da entrada a especialistas que poco a poco irán sustituyendo a
los hombres de confianza del General (militares y falangistas) en los consejos de
ministros, los trajes de paisano sustituyen a las camisas azules y los uniformes de
militar. Los nuevos planes económicos se fijaron como objetivos modificar la
estructura económica de España y permitir un acercamiento a las economías
occidentales. Los tecnócratas intentaron limpiar la economía española de trabas que
impedían su desarrollo mediante el llamado Plan de Estabilización (1959) que
supuso:

• Convertibilidad de la peseta (devaluación).


• Plan fiscal y presupuestario con control de salarios y precios.
• Ordenación del sistema bancario.
• Fomento de Inversiones extranjeras (divisas) con liberalización de aranceles.
• Una serie de medidas que preparan la economía española para afrontar la nueva
etapa de despegue económico ligada a los planes de desarrollo.

El Régimen parecía abrirse al exterior, pero en los años 50 la vida interior


estaba marcada por una moral escrupulosa, obediencia al superior y por una clara
división de funciones según el sexo. La censura seguía velando “por la moral y las
buenas costumbres de los españoles”, y Franco seguía siendo ensalzado como el
“Vigía de Occidente”.
3. El desarrollismo (1959-1973)

A principios de los 60 el Plan de Estabilización y los llamados PLANES DE


DESARROLLO condujeron a la economía española a una mayor liberalización y
productividad, iniciándose un proceso de crecimiento rápido que permitió a las cada
vez más numerosas clases medias acceder a unos bienes de consumo que mejoraron
las condiciones de vida del español medio, es la época de los primeros
electrodomésticos y un carros familiar de precio accesible para la clase media se
convierte en el símbolo de una sociedad y un Régimen, es el famoso SEAT 60011.
Las divisas aportadas por los emigrantes y el turismo propiciaron una
situación económica que atrajo grandes inversiones internacionales y a las primeras
multinacionales que encontraron en España ventajas fiscales, un mercado en plena
expansión para sus productos, unos salarios bajos y una mano de obra poco
conflictiva, porque a pesar del liberalismo económico, el Régimen continuaba
controlando cualquier tipo de oposición política y sindical por mínima que fuera.
Una serie de Leyes como la Ley de Prensa e imprenta de 1966 (Ley Fraga) y
la Ley Orgánica del Estado de 1967, por la que Juan Carlos de Borbón era nombrado
sucesor, suponían una legislación que pretendía la flexibilización de cara al exterior
de los férreos sistemas de control de la opinión. Este período de desarrollismo
económico que podríamos calificar como la cara amable del régimen tuvo otra cara
que se intentó ocultar y que fue consecuencia de los desajustes de un crecimiento
tan rápido. Los españoles menos favorecidos se vieron obligados a una emigración
que tuvo dos direcciones muy claras, del campo a la ciudad, de las regiones más
pobres (Extremadura y Andalucía) hacia las más desarrolladas en busca de nuevas
expectativas de trabajo y de vida y hacia la Europa desarrollada. Las remesas de los
emigrantes y su conocimiento de otras culturas contribuirían posteriormente al
cambio sociológico de los años 70.

4. El Tardofranquismo (1973-1975)

A partir de 1973 una serie de circunstancias aceleraron la descomposición del


régimen franquista:
• El cada vez más evidente deterioro físico del Dictador, a pesar de las maniobras
propagandísticas del régimen por ocultarlo.
• Las divisiones internas de las distintas familias franquistas (falangistas, Opus-
deístas, tecnócratas, monárquicos y las generaciones más jóvenes del Movimiento).
• Oposición de las Organizaciones políticas clandestinas, cada vez más activas,
destacando al PCE, partido comunista de España y el sindicato CCOO.
• Aparición de periódicos y revistas semanales que, sorteando la censura, fueron
capaces de hacer una crítica al Régimen y propiciar actitudes a favor de un
aperturismo (Diario Madrid, Informaciones, La Vanguardia, y revistas como Triunfo
y Cambio).
• La conflictividad en la Universidad, posiblemente uno de los focos más críticos con
el Régimen. Estudiantes y profesores protagonizaron acciones, como huelgas,
manifestaciones, conferencias, recitales, que encontraron amplio apoyo en la opinión
pública.
•La aparición del fenómeno del terrorismo en el País Vasco (ETA), donde la solicitud
de reivindicaciones nacionalistas se unían a una acción directa contra la Dictadura;
el asesinato del Presidente del Gobierno, el Almirante Carrero Blanco (noviembre de
1973), conmocionó al Régimen, al General, y a la sociedad española.
• En el Ejército aparecen las primeras organizaciones de militares jóvenes (UMDE:
Unión Militar Democrática española) que no habían protagonizado la Guerra Civil
partidarias de acabar con la identificación de lo militar con la Dictadura.
• La Iglesia, que había hecho de la Guerra una Cruzada, también empieza a
experimentar cambios en su seno. Organizaciones católicas son cada vez más
críticas con el Régimen. Importante fue el episodio con el cardenal Añoveros, que
estuvo a punto de excomulgar a Franco.
• La alta burguesía española, ligada a la banca, las finanzas y las grandes empresas
consideran que el Régimen es un lastre para sus expectativas económicas, cansadas
del control económico que frena el desarrollo de sus negocios, la posibilidad a medio
plazo de la Democracia es más rentable para sus intereses que la Dictadura.

Desde 1973 hasta el 20 de noviembre de 1975, día en que se produce la


muerte del Dictador, se observó en toda la sociedad española una necesidad de
preparar "EL DÍA DESPUÉS". Distintas fuerzas políticas y sociales preparan pactos
(Plataforma Democrática y Junta Democrática). El General, antes de morir, pensaba
que lo dejaba todo "atado y bien atado"; sin embargo, el Régimen no fue capaz de
detectar que la sociedad española de 1975 estaba ya preparada para el cambio, un
cambio que era querido y aceptado por la mayoría social, cambio por el que
apostaron tanto el Rey Juan Carlos como un político joven, procedente del Régimen,
el que confió el Jefe del Estado para planificar el cambio, Adolfo Suárez. Este período
que se inicia luego de la muerte de Franco es conocido con el nombre de la
Transición de la dictadura a la democracia.

LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN FRANQUISTA

La República en el exilio

Los dirigentes republicanos huidos del país en 1939 mantuvieron un gobierno


de la República en el exilio tratando de mantener la legalidad surgida de la
Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de
Hitler supondría la intervención de las tropas aliadas y el fin de la dictadura de
Franco. Todas estas esperanzas vinieron a su fin cuando España ingresó en la ONU
en 1955.

La guerrilla antifranquista

Según las tropas franquistas fueron ocupando las diferentes regiones del país
muchos combatientes republicanos, huyendo de la represión, se "echaron al monte"
formando grupos de guerrilleros, los maquis. Las acciones guerrilleras se
intensificaron tras la derrota nazi en 1945. Los maquis trataban de colaborar con la
anhelada intervención de los aliados en España. La dura represión y el final de las
esperanzas de una intervención exterior llevaron a que en 1948 el PCE renunciara a
la lucha armada y llamará a los guerrilleros a huir del país.

La oposición interior en la postguerra

La represión de la guerra y la posguerra desmanteló los cuadros políticos y


sindicales de la izquierda. Las primeras huelgas en 1946-1947 fueron duramente
reprimidas y la oposición continuó silenciada.

Las primeras protestas sociales y la crisis universitaria de 1956

En 1951, el boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de tarifas


constituyó la primera protesta de masas en la historia del franquismo. En la
universidad, las tensiones fueron creciendo en demanda de más libertad en las
cátedras y en las aulas. El malestar universitario culminó en los incidentes de la
Universidad Complutense de Madrid en 1956 con enfrentamientos entre los
estudiantes y los falangistas del SEU. Estos incidentes, que provocaron la dimisión
del ministro de Educación Ruiz-Giménez, mostraron la aparición de una nueva
generación, formada esencialmente por los hijos de los vencedores, que iniciaba su
oposición a la dictadura.

Los partidos y sindicatos de oposición

Los diferentes grupos políticos y sindicales se adaptaron de diferente forma a


la dura represión del franquismo y a la evolución de la sociedad española. Mientras
que el PSOE se convirtió en un partido débil y dividido entre sus dirigentes del exilio
y del interior, el PCE pasó a constituirse en el principal partido de la oposición con
una fuerte estructura clandestina. Mientras, los anarquistas, así como los
republicanos, prácticamente desaparecieron.
La oposición de liberales o monárquicos solo apareció al final de la Dictadura
en torno a algunos medios de comunicación. En el terreno sindical destaca el
nacimiento en 1962 de las Comisiones Obreras. Propiciadas por el Partido
Comunista, se basaron en el aprovechamiento de las fisuras legales que permitía la
legislación franquista y en la infiltración en la Organización Sindical. Los sindicatos
históricos, la UGT y la CNT, apenas tuvieron presencia durante la dictadura. La
creciente lucha de los años sesenta y setenta, los cambios sociales y la proximidad
de la muerte del dictador facilitaron la extensión de las actividades de oposición a la
dictadura. Diversos movimientos de protesta confluyeron en el período final del
franquismo: el movimiento obrero, organizado esencialmente en torno a CC.OO. y
alentado por el PCE, pasó de las reivindicaciones laborales a la concienciación política
antifranquista.
Los movimientos nacionalistas se reforzaron en diversas capas sociales de
Cataluña. En el País Vasco, junto a un cada vez más influyente PNV, ETA fue
acrecentado su protagonismo con sus acciones terroristas. Participando en la medida
de lo posible de un contexto internacional, marcado por la protesta juvenil, el
movimiento estudiantil se extendió y las protestas estudiantiles alcanzaron una
importante repercusión social.
El Concilio Vaticano favoreció la extensión de movimientos católicos de base
críticos con el franquismo que colaboraban con los partidos de oposición y el
movimiento obrero. Incluso, sectores influyentes de la Iglesia Católica mostraron
una creciente lejanía respecto a la dictadura. En definitiva, sin poder derrumbar al
régimen franquista, los movimientos de oposición consiguieron crear una amplia red
social de contestación a la dictadura que aflorará tras la muerte de Franco y que fue
clave para la transición a la democracia.

VALORACIÓN DE FRANQUISMO

1. El régimen que surge de la Guerra Civil es una dictadura personal en la que el


poder de Franco es incuestionable. En el aspecto político, el régimen será inmutable
hasta la desaparición física del dictador en 1975.
2. Su ideología es pobre. Está basada en los principios del tradicionalismo católico y
en el rechazo al parlamentarismo y el comunismo. Aunque a medida que pase el
tiempo, la dictadura se adaptará a las circunstancias internacionales, abandonando
los rasgos fascistas aunque manteniendo el talante autoritario.
3. La primera etapa del régimen estará caracterizada en el ámbito político por el
aislamiento internacional, la fuerte represión y el exilio para aquellos contrarios al
régimen, la desaparición de las libertades en el interior del país. En el aspecto
económico, la autarquía conllevará unos índices de producción muy bajos.
4. A finales de la década de los años 50, la difícil situación económica exigió cambios.
El Decreto de la Nueva Ordenación Económica pretende alcanzar un desarrollo
económico y una integración en la economía internacional. El influjo de la expansión
económica occidental, el boom turístico y el elevado número de inmigrantes
colaborará en un proceso de crecimiento económico aunque manteniendo fuertes
desequilibrios económicos regionales y sociales.
5. En el plano político, la dictadura franquista trató de consolidarse y perpetuarse a
través de un proceso de institucionalización: la democracia orgánica. Según esta
concepción, la representatividad de la nación no residía en los ciudadanos sino en
los órganos del Estado: la familia, el sindicato y el municipio. Se rechaza la
democracia plena y la existencia de partidos políticos. Fue un intento de disfrazar la
dictadura.
6. En el declive del régimen contribuyó también el papel de la oposición que nunca
había desaparecido y que ahora contaba con un apoyo social cada vez más amplio.
La oposición no llegará a provocar la caída del régimen pero ganará el proceso
iniciado tras muerte del dictador.
7. La figura de Franco sigue siendo motivo de polémica en la sociedad española.
Odiado y querido por media España, su figura y primeras acciones son fruto de la
España convulsa del primer tercio del siglo XX. Su obstinada permanencia en el
poder con un régimen dictatorial en franca contradicción con los países occidentales
europeos, perjudicó a su país que no ha podido disfrutar condiciones políticas
sociales y económicas similares a sus vecinos hasta que se produjo su propia
desaparición y la de su régimen.
TEMA 14.
EL PROCESO DE TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN
DE 1978.
LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS (1979-
2008).

A la muerte del general Franco, las Leyes Fundamentales preveían la


continuación del régimen franquista transformado en una monarquía no
democrática. Sin embargo, desde noviembre de 1975 se desarrolló en España un
proceso de transición política en el que se promulgó la Constitución de 1978, que
sigue vigente, y mediante el cual se estableció un sistema de monarquía
constitucional. En pocos años, España se situó al mismo nivel que las democracias
parlamentarias de su entorno europeo.

La transición española y la Constitución de 1978


Marco cronológico
Llamamos "transición política" al proceso de desmantelamiento de la
dictadura franquista y su sustitución por un régimen democrático. En sentido
estricto, comienza con la muerte de Franco (noviembre 1975) y termina con la
aprobación de la Constitución (diciembre de 1978). No obstante, algunos adelantan
su comienzo a 1969 (Ley de Sucesión por la que Juan Carlos se convierte en el
sucesor); o a 1973 (el asesinato de Carrero Blanco eliminaba al que podía ser sucesor
de Franco). En cuanto al fin, algunos apuntan como más importante la fecha de
1982, con la llegada del PSOE al poder, alegando para ello dos motivos:

- La alternancia en el poder era signo de la estabilidad democrática.


-En 1978, aún quedaban pendientes cuestiones que podían poner en peligro esta
estabilidad: la crisis económica, el funcionamiento de las instituciones, la
organización territorial del Estado, etc.

La situación de partida
En 1975 los indicadores económicos colocaban a España entre los doce países
más industrializados del mundo. 25 años atrás, el nivel de desarrollo era similar al
de algunos países iberoamericanos. Indudablemente, y como ya escribiera
Aristóteles, la democracia es tanto más posible cuanto más igualitaria sea la
sociedad.
Dos días después de la muerte de Franco, el 22 de noviembre de 1975, Juan
Carlos I es proclamado Jefe del Estado. Arias Navarro, confirmado como Presidente
del Gobierno, nombra un nuevo Gabinete, con José María de Areilza y Fraga como
personalidades destacadas. Pero pronto se vio que el nuevo Gobierno no sería capaz
de llevar a cabo cualquier reforma democrática, pues se limitó a aprobar una ley de
asociación muy restrictiva en la que no tenían cabida los partidos políticos.
De la muerte de Franco al primer gobierno de Suárez.
Fue la oposición, bajo la consigna de “ruptura democrática”, la que tomó la
iniciativa de impulsar movilizaciones para que se iniciara un proceso constituyente:
debía constituirse un gobierno provisional que convocara elecciones, de las que
debían salir unas Cortes que elaboraran una Constitución. La Junta Democrática,
constituida en torno al PCE en 1974, y la Plataforma de Convergencia Democrática,
que tenía como eje al PSOE y se había constituido en 1975, se unen formando
Coordinación Democrática (conocida como "platajunta" en el argot popular).
Las huelgas y manifestaciones crearon en la calle un clima que influiría
notablemente en las decisiones del Gobierno de Arias Navarro. Digamos que sólo en
febrero de 1976 hubo más huelgas que en todo el año anterior. Los conflictos tenían
muchas veces origen económico pero no eran ajenos a la situación política. En
marzo, una huelga general en Vitoria acabó con cinco muertos por disparos de la
policía (fue cuando Fraga pronunció su famosa frase: "La calle es mía"). Y dos meses
más tarde, un enfrentamiento entre grupos carlistas provocó dos muertos en
Montejurra.
En el verano del 76, la situación no parecía tener salida. Un sector importante
del franquismo, los llamados inmovilistas o bunker, no aceptaba ninguna reforma;
la oposición no tenía fuerza para imponer su opción de ruptura. Otro sector del
franquismo, preocupado por la incapacidad de Arias y alentado por el propio Rey,
optó por una vía, indeterminada a estas alturas, que consistía en promover una
reforma que partiera de las propias leyes franquistas y que evitara la ruptura
propugnada por la oposición.

Del primer gobierno de Suárez a las elecciones de junio del 77.


El 30 de junio del 76 dimitió Arias Navarro, en parte forzado por el propio Rey
que necesitaba tomar medidas que dieran estabilidad a la monarquía. El elegido para
sustituir a Arias Navarro fue Adolfo Suárez, un político joven que había sido Ministro
del Movimiento pero que conectaba con los deseos de Juan Carlos. El clima político
comenzó a cambiar: la policía recibió órdenes de ser más tolerante en las
manifestaciones, se iniciaron contactos con la oposición y se aprobó una amnistía
(muy limitada, eso sí).
En septiembre del 76 presenta Suárez el proyecto de la Ley de Reforma
Política (LRP), un breve texto que proclamaba la democracia como forma de
gobierno y preveía la transformación de las Cortes franquistas en un Congreso y un
Senado elegidos por sufragio universal. También anunciaba unas elecciones en las
que podrían participar los partidos políticos.
El proyecto de reforma debía ser dictaminado por el Consejo Nacional del
Movimiento y por las propias Cortes orgánicas. ¿Cómo se explica el apoyo de estos
dos órganos, lo que se dio en llamar el "haraquiri"? Apuntemos cinco razones:
1- El apoyo decidido del Rey.
2- La presión generalizada de la opinión pública, a través de los medios de
comunicación y de los partidos y sindicatos democráticos. El miedo a la dictadura se
iba disolviendo.
3- La propia conciencia en la clase política franquista de que se había llegado al
final de una etapa. Importantes sectores, como el mundo de las finanzas o la Iglesia
aceptaban a estas alturas la posibilidad de un cambio, pero deseaban que fuera
controlado.
4- El cambio político se consideraba oportuno para los intereses occidentales. El
ejemplo portugués ahondó la preocupación de potencias como Alemania y E. Unidos.
5- Suárez ofreció a los inmovilistas ciertas garantías, como la no exigencia de
responsabilidades a los implicados en la Dictadura y mantener al PCE en la ilegalidad.
La Ley de Reforma Política fue aprobada en referéndum el 15 de diciembre
de 1976 con el 77,4% de votos a favor, a pesar de que la oposición había
propugnado la abstención.
Aunque se había dado un paso legal importante, dificultades graves se
manifestaron en los meses siguientes:
-En enero de 1977, las actividades terroristas (ETA, GRAPO y la extrema derecha)
crearon un clima en el que la involución parecía la salida más probable.
-En abril, el Sábado de gloria, Suárez tomó la determinación de legalizar al PCE. El
entierro de los abogados laboralistas asesinados en enero había servido para que
los comunistas "salieran a la calle" y para demostrar que el partido era capaz de
controlarlos en un momento tan delicado. A pesar de que parece ser, como hemos
dicho, que a los militares se les había prometido que el PCE no sería legalizado, sin
duda unas elecciones sin él hubieran carecido de legitimidad.
Estos meses sirvieron también para que se fuera configurando el sistema de
partidos, que sólo adquiriría su primera forma después de las elecciones de junio del
77:
-Alianza Popular (AP), de Fraga, que asumió el papel de vertebrar el franquismo
sociológico.
-Unión de Centro Democrático (UCD), organizada en torno a Suárez. Agrupaba a
liberales, democristianos, socialdemócratas, etc. Sería el grupo vencedor en las
elecciones.
- PSOE.
-En Cataluña, el centro político se había agrupado en torno a Pujol y a su Pacte
Democràtic per Catalunya.
-En el País Vasco, el PNV contaba con una sólida implantación. Otros grupos,
procedentes sobre todo de algunas escisiones de ETA, completaban el panorama.
Euskadiko Esquerra era el más importante.

Las elecciones de junio de 1977.


RESULTADOS
UCD: Unión de Centro Democrático 165 diputados
PSOE: Partido Socialista Obrero Español 118
PCE: Partido Comunista de España 20
AP: Alianza Popular 16
PDC: Pacto Democrático por Cataluña (la actual Convergencia) 11
PNV: Partido Nacionalista Vasco 8
PSP-US: Partido Socialista Popular-Unidad Socialista 6
Otros 6

Como vemos, la Unión de Centro Democrático, el partido liderado por Adolfo


Suárez, fue el vencedor. El PSOE consiguió buenos resultados y se convirtió, con
Felipe González y Alfonso Guerra como principales líderes, en la referencia de la
izquierda. Alianza Popular, antecedente del actual PP, fracasó de manera rotunda,
quizás porque los votantes la vieron como una continuidad del franquismo. El Partido
Comunista quedó muy por debajo de lo que se esperaba, sobre todo después de
haber sido el grupo que más y mejor luchó contra la dictadura: los líderes históricos
Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri (La Pasionaria) y el poeta Rafael Alberti fueron
sus diputados más llamativos.
Aunque las Cortes no se habían convocado como constituyentes, el buen
resultado de la izquierda llevó a Suárez a cambiar sus prioridades y poner en marcha
el proceso para elaborar una Constitución. Se optó por un texto de consenso que
evitara los problemas que se habían padecido durante el siglo XIX.
Para redactar el texto, se constituyó una "ponencia constitucional" formada
por tres representantes de UCD, y uno del PSOE, AP, PCE y nacionalistas catalanes.

La Constitución de 1978

Era una constitución larga (109 artículos) y rígida, con un proceso complicado
para su reforma. El Título I (derechos y libertades) fue el más discutido:
 Hubo unanimidad en la aconfesionalidad del Estado, aunque reconociendo
explícitamente la influencia de la Iglesia católica.
 Se estableció una amplia y detallada declaración de derechos y libertades.
Como asuntos polémicos, podemos señalar:
a) La pena de muerte, que acabó excluyéndose.
b) El aborto. Se redactó un texto ambiguo para que cupieran posteriores
interpretaciones.
c) En materia educativa, se aprobó un texto de consenso. Título II:
Monarquía.
d) Definida como parlamentaria, moderadora y arbitral, le corresponden
funciones representativas y de carácter simbólico.

Título III: Poder legislativo.


Se establecen dos Cámaras:
 El Congreso, elegido por un sistema proporcional.
 El Senado, con un carácter de Cámara de "segunda lectura" y elegido por un
sistema mayoritario.
Un rasgo característico es la existencia de leyes "orgánicas", que exigen
mayoría absoluta para ser aprobadas. Pueden ser consideradas como un intento de
que el "consenso" fuese permanente.
Título VIII: Organización territorial del Estado.
Se redactó un texto ambiguo que pudiera solucionar varios problemas al tiempo:
 Satisfacer las reivindicaciones de los nacionalismos históricos.
 Dar respuesta al sentimiento nacionalista que comenzaba a emerger, sobre
todo como reacción al centralismo.
Se recogen una serie de competencias que son exclusivas del Estado, y otras
a las que pueden acceder nacionalidades y regiones.
Se establecen comunidades autónomas de dos categorías. Artículo 151 para
las comunidades históricas, y 143 para las demás.
La Constitución de 1978 abrió un periodo de democracia del que aún
disfrutamos, habiéndose constituido en el más largo de la Historia de España (no
tenemos en cuenta la Restauración pues aunque se trató de un régimen liberal
estuvo lastrado por el caciquismo y el amañamiento de las elecciones).
En los últimos años, han surgido voces que hablan de la necesidad de
reformar la Constitución, sobre todo en dos aspectos: el Senado, para convertirlo en
una cámara territorial que responda a la nueva organización autonómica del Estado;
y la sucesión en la Corona, para suprimir la "preferencia del varón", poco acorde con
las corrientes actuales de igualdad de la mujer en todos los ámbitos.

Los gobiernos democráticos (1979-2000).

Las elecciones de 1979

Aprobada la Constitución, se planteó de inmediato la convocatoria de nuevas


elecciones legislativas:
RESULTADOS
UCD: Unión de Centro Democrático 168 diputados
PSOE: Partido Socialista Obrero Español 121
PCE: Partido Comunista de España 23
AP: Alianza Popular 9
Convergencia Democrática de Catalunya 8
PNV: Partido Nacionalista Vasco 7
PSP: Partido Socialista Popular 6
Partido Socialista de Andalucía 5
Otros 9

La campaña electoral fue muy diferente de la del 77 (disminuyeron los mítines


y aumentó la influencia de los medios de comunicación de masas), bien como reflejo
de lo que ya comenzaba a denominarse desencanto, bien porque se caminaba hacia
fórmulas similares a las de los países con mayor experiencia democrática.
Los resultados fueron bastante similares a los del 77, con las siguientes
diferencias reseñables:
 Alianza Popular pasó de 16 a 9 escaños.
 El voto nacionalista creció en el País Vasco y Andalucía.
En 1979 también se celebraron elecciones municipales, las primeras
democráticas. El resultado fue de triunfo de UCD (29000 concejales por 12000 del
PSOE). Pero estas cifras resultan engañosas, puesto que la coalición del PSOE con
el PCE permitió al primero gobernar los ayuntamientos de las principales ciudades,
incluidas Madrid y Barcelona.
Si en la primavera del 79 la posición de Suárez parecía sólida, en sólo año y
medio su progresivo deterioro le llevó a una dimisión que fue como un anticipo del
fin de su partido, la UCD. Entre los problemas más graves del periodo, cabe señalar
los siguientes:
-Rebrote de la crisis económica, por una nueva subida de los precios del petróleo.
-Conflictividad respecto al problema autonómico, sobre todo en las comunidades
que no habían tenido en el pasado un sistema de autogobierno.
-Febrero 1980: Referéndum autonómico en Andalucía. UCD defiende la vía del 143,
lo que es interpretado como un agravio respecto a las comunidades "históricas".
UCD sufrió una derrota de la que ya no se recuperaría. El gran beneficiado fue el
PSOE, como se demostraría en las elecciones celebradas a los dos años escasos.
-Las diferencias, quizás más personales que ideológicas, en el seno de la coalición
gobernante iban en aumento.
-En el declive de Suárez jugó un importante papel el voto de censura presentado
por el PSOE en mayo de 1980. Al tratarse de un voto de censura "constructivo", el
gran beneficiado fue Felipe González.
Como consecuencia final de todo este proceso, Suárez presenta la dimisión el
29 de enero de 1981.

El 23 de febrero de 1981.
Durante la transición, el Ejército era un estamento potencialmente peligroso.
Tras la depuración que supuso la guerra civil, constituyó uno de los pilares del
franquismo. Aunque no podemos pararnos a detallar la política militar de los
primeros gobiernos democráticos, hay que reseñar la labor al frente del mismo del
general Gutiérrez Mellado, cuya política se centró en los siguientes principios:
 Los militares debían alejarse de la política y dedicar sus esfuerzos a
prepararse técnicamente.
 Se realizaron esfuerzos de modernización: reforma del Código de Justicia
Militar, rejuvenecimiento de los mandos, planes para la actualización del
armamento, relegación a puestos secundarios de los supuestamente más
peligrosos, etc.
En los últimos meses de 1980, el clima de crisis del gobierno Suárez favoreció
la conspiración.
Sobre las 6 de la tarde del 23 de febrero de 1981 el Congreso, que esta estaba
reunido para votar la candidatura de Leopoldo Calvo Sotelo a la Presidencia del
Gobierno, fue asaltado por un grupo de guardias civiles, mandados por el teniente-
coronel Antonio Tejero. Era el punto de partida de un plan que pretendía acabar con
el sistema democrático. Aunque la conspiración incluía el levantamiento contra el
orden establecido de diversas unidades militares, sólo Jaime Milans del Bosch —
Capitán General de Valencia- sacó los tanques a la calle. El secuestro de los
diputados duró toda la noche, pero a medida que pasaban las horas, y sobre todo
después de la aparición del Rey en televisión desautorizando la intentona, su fracaso
parecía claro. A media mañana del día 24, Tejero firmó su rendición y los
secuestrados pudieron recobrar la libertad.
Para el historiador Javier Tusell, las causas del fracaso son las siguientes:
1. La actuación del Rey, determinante para sacar de dudas a algunos militares
indecisos.
2. Los mandos militares que ocupaban puestos decisivos (Gabeiras, Quintana,
Aramburu o Sáenz de Santamaría) optaron por la legalidad constitucional.
3. Las deficiencias mismas de la conspiración, cuyos protagonistas carecían de
un plan coherente.
4. El hecho de que la intentona fuera conocida inmediatamente, incluso vivida
en directo pues la sesión del Congreso estaba siendo retransmitida por radio y
televisión. El clamor popular contra el golpe quedaría patente en las manifestaciones
de los días posteriores.
Como consecuencias, a mayor o menor plazo, del golpe, podemos apuntar las
siguientes:
-Quedó desprestigiado cualquier nuevo intento de golpe militar.
-La figura del Rey salió fortalecida.
-Facilitó la victoria socialista en las elecciones del año siguiente.

Los gobiernos del PSOE (1982-1996)


Leopoldo Calvo Sotelo sustituyó a Suárez en la presidencia del Gobierno a los
pocos días del intento de golpe. En el deterioro progresivo de la situación política
influyeron, entre otros, los siguientes factores:
-La ya mencionada desunión del partido gobernante, con fugas constantes de
militantes y parlamentarios.
-Sucesos a como el envenenamiento por el aceite de colza, que son atribuidos a la
mala gestión del gobierno.
-La entrada en la OTAN, que trataremos más adelante, fue un motivo más para que
el PSOE ganara terrero electoral denunciando la derechización del gobierno.
-La discusión de leyes como las del divorcio, las televisiones privadas y la autonomía
universitaria fue motivo de enfrentamiento entre los distintos grupos que pugnaban
dentro de UCD. Concretamente la primera (marzo del 1981) produjo el primer caso
de indisciplina parlamentaria centrista. Las otras dos no llegaron a aprobarse.
El 27 de agosto de 1982, Calvo Sotelo anuncia la disolución de las Cortes y la
convocatoria de elecciones para el 28 de octubre. La situación del PSOE en estos
momentos era ciertamente privilegiada:
 Había sabido ponerse a la cabeza de todos los descontentos sociales contra
el gobierno de UCD: el tema de la OTAN, la crisis económica, etc.
 Ofrecía una imagen de cohesión interna que contrastaba con la desunión de
UCD.
 Su buena posición de salida estaba avalada por los excelentes resultados de
las elecciones andaluzas.
 Consciente de la probable victoria -señalada ya en las encuestas-, el PSOE
elabora un programa en el que renuncia a las definiciones ideológicas y centra
su atención en conceptos como la justicia, la libertad, la calidad de vida y el
cambio, palabra que se convierte en verdadero talismán de la campaña.
Las elecciones de octubre de 1982 darán un vuelco al panorama político en
España:
RESULTADOS
PSOE: Partido Socialista Obrero Español 202 diputados
AP: Alianza Popular 107
Convergencia Democrática de Catalunya p 12
UCD: Unión de Centro Democrático 11
PNV: Partido Nacionalista Vasco 8
PCE: Partido Comunista de España 4
Otros 6
Como podemos observar, el PSOE logró mayoría absoluta, lo que le permitiría
gobernar sin tener que pactar con otras fuerzas. El PCE, que sólo obtuvo cuatro
diputados, fue víctima de la concentración del voto de izquierdas en el Partido
Socialista (lo que se llamó el "voto útil"). UCD se desplomó, pasando la mayoría de
sus votos a Alianza Popular.
El primer problema al que se tuvo que enfrentar fue al económico. Inflación,
déficit público, deuda exterior... Durante tres años, pusieron en marcha una durísima
política de ajuste (congelación de salarios y de prestaciones sociales, reducción de
las importaciones, etc.) que tuvo que incluir una reconversión industrial,
principalmente en la metalurgia, el sector naval y el de los electrodomésticos: se
cerraron fábricas o se redujeron drásticamente las plantillas de las mismas.
Esta política, que formaba parte de la tradición de la derecha, desconcertó a
muchos de los votantes socialistas. La reforma del sistema educativo tenía dos
retos: adaptarse a la Comunidad europea y a la nueva realidad de las autonomías.
Llevada a cabo por el Ministro José Mª Maravall, se basó en dos leyes: la LODE (Ley
Orgánica del Derecho a la Educación), que ponía en manos del Estado el control de
los centros concertados; y la LOGSE, que ampliaba hasta los 16 años la escolaridad
obligatoria. La LODE, la despenalización parcial del aborto y otras cuestiones
fueron agriando las relaciones entre el Estado y una Iglesia Católica que todavía no
había perdido los privilegios de los que gozó durante el franquismo. Al final, hubo
acomodo mutuo a la situación. Tras el intento de golpe de Estado de Tejero (23 de
febrero de 1981), se imponía la reforma y democratización del Ejército. Se trataba
fundamentalmente de dejar claro que no existía un poder militar sino que el Ejército
debía estar supeditado al poder civil, que representaba la voluntad popular
expresada en las urnas. Se redujo el número de oficiales y jefes, se modernizó el
armamento, se mejoró la formación, etc. Importante fue el referéndum celebrado
en marzo de 1986 sobre el asunto de la permanencia de España en la OTAN. España
pertenecía a la OTAN por decisión de los gobiernos de UCD. El PSOE prometió que
si ganaba las elecciones sacaría a España de la OTAN. Finalmente, el Gobierno
cambió de opinión y pidió el "Sí" a la permanencia española. Muy importante en este
primer mandato de Felipe González fue la incorporación de España a la Comunidad
Económica Europea, efectiva desde el 1 de enero de 1986. En 1986, 1989 (mayoría
absoluta) y 1993 (mayoría relativa que le obligó a pactar con otras fuerzas), el PSOE
volvería a ganar las elecciones. El último mandato fue especialmente conflictivo.
Surgieron determinados casos de corrupción, en los que se vieron implicados
dirigentes socialistas, y el asunto del GAL, una organización paraestatal que se
dedicó a la "guerra sucia" contra ETA. La oposición del Partido Popular se hizo más
agresiva. Este cúmulo de cosas, unido al desgaste lógico de catorce años de
gobierno, propiciaron la victoria de Aznar y los suyos en las elecciones de 1996.

El primer gobierno del Partido Popular (1996-2000)

El Partido Popular, con José María Aznar a la cabeza, ganó las elecciones de 1996.
Al no tener mayoría absoluta, tuvo que apoyarse para gobernar en los nacionalistas
catalanes, vascos y canarios.

RESULTADOS ELECCIONES 2000


PARTIDOS Diputados 2000

PP 183 (+27)
PSOE 125 (-16)
CiU 15 (- 1)
IU 8 (-13)
PNV 7 (+2)
CC 4 (=)
BNG 3 (=)
Otros 5 (+1)

TOTAL 350

Como principales aspectos de esta primera legislatura de gobierno del PP,


podemos señalar los siguientes:
 Una política de privatizaciones de empresas públicas, con resultado desigual
en cuanto a los resultados.
 En una coyuntura mundial favorable, la economía española logró cumplir el
Programa de Convergencia con Europa e ingresar en el euro.
 La política antiterrorista tuvo que hacer frente a la acción incesante de ETA,
que tuvo quizás sus momentos culminantes en el larguísimo secuestro de
José Antonio Ortega Lara (1996) y en el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
La acción policial y judicial contra ETA se mantuvo, pero se intentó también
una negociación con la banda terrorista, que acabó en fracaso.
 En el año 2000, se celebraron unas nuevas elecciones generales. El PP volvió
a ganar, esta vez con mayoría absoluta.

Conclusión.

La mayoría absoluta permitió al Partido Popular poner en marcha todo su


programa sin restricciones, prescindiendo del apoyo de los nacionalistas de CIU y
PNV. Surgieron así nuevas leyes y propuestas que generaron una fuerte controversia
y la oposición de los grupos de izquierda. Sin embargo, el mayor desgaste lo produjo
la participación española en la guerra de Irak, fruto de la cooperación estrecha entre
José María Aznar y el presidente estadounidense, George Bush. En medio de un
fuerte desgaste, José María Aznar designa sucesor a Mariano Rajoy, su
vicepresidente, un político con experiencia pero con poco carisma, que pierde las
elecciones generales del 14 de marzo de 2004 en medio de una situación de enorme
tensión política y social (atentados del 11M). Se producirá así la victoria de José Luis
Rodríguez Zapatero en las elecciones generales, donde el PSOE obtiene 164
diputados frente a los 148 del PP.

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