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“BRUJAS“

Dolores (desde el jardín): No lo niegues, vamos confesa... a quien vas a llamar?

Regina: A mi amante!

Luisa: (desde el jardín): A cuál de ellos?

Regina: No me dejaron terminar, a mi amante esposo.

Dolores: Mentirosa... (se unen las otras) Mentirosa...

Regina: Son unas brujas…

Todas ríen e imiten a las tradicionales brujas de los cuentos.

Regina: (sonriendo se dirige al teléfono): Hola mi amor…..yo quien va a ser… tenés


muchas que te digan mi amor? …. Y los monstruos?.... y porque no están
acostados?...
Por favor apaga el televisor y que se acuesten, de lo contrario mañana no hay
quien los levante…. No…..todavía voy a demorar un rato más.

Entran Dolores y Ángeles dirigiéndose a las que todavía quedan en el jardín.

Dolores: No se queden ahí… miren que no me quedo mucho tiempo.

Ángela: enseguida vamos…

Elena: te tenés que ir?

Dolores: como la cenicienta a las doce en punto.

Regina: (hablando por teléfono) no me esperes levantado.

Dolores: no, ahora no

Ángela: como nos quedaron grabadas aquellas canciones.

Dolores: Incluso sentimos alegría al recordarlas

Regina: No, no no ¡ ( por tel)

Regina: se esta negando! Teníamos tantas ilusiones, absurdas desde luego.

Ángela: No tan absurdas yo sigo manejando más o menos las mismas ilusiones.
Dolores: que tenacidad!
Regina: No ¡a la cama ya!

Dolo: primero la negativa y ahora a la cama. Mira la mosquita muerta.

Ángela: de que hablamos?

Dolores: De tus ilusiones, porque lo que son las mías ya se están apolillando.

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Regina: un beso!

Dolores: todo bien por casa?

Regina: Si pobre Andrés no estoy y los nenes le pasan por arriba.

Dolores: Estuvimos recordando la canción.

Regina: Si ya las oí, les juro que por un momento me vi en la capilla del colegio con
el uniforme azul.

Dolores: Que nos quedaba muy sexy.

Ángela: perdón nosotras éramos las sexys

Dolores: Ah eso es muy cierto.

Regina: se acuerdan como nos miraban cuando íbamos en fila por la calle?

Dolores: Y nos encantaba, seamos sinceras:

Regina: a mi no, yo me sentía humillada, hasta me daba miedo.

Dolores: Humillante es que no te miren, miedo voy a sentir cuando eso me pase.

Regina: con tu marido?

Dolores: una noche con un marido, imposible que sea especial.

Luisa: Como imposible? He pasado noches estupendas y con muchos maridos.

Dolores: de otros (risas)

Elena: (descorcha botella) Si, cuesta un poco

Dolores: ven? Por esas cosas conviene tener un marido colgado en el armario.

Regina: No bebo champagne

Dolores: Pretexto rechazado esta noche si que vas a beber.

Luisa: Tu marido te hace feliz y el champagne te marea, mira que sos extravagante
eh.!

Dolores: yo creo lo contrario, es lo normal.

Ángela: Carecer de cualidades para la deshonestidad.

Regina: Y eso es un defecto?

Luisa: Peor, es un aburrimiento.

Elena: Me dejan decir unas palabras? (Elena va al bar y sirve ella misma)

Ángela: Me lo temía.

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Dolores: Estas en tu casa.

Ángela: Era inevitable.

Dolores: somos todas oídos.

Luisa: Sin añoranzas. No soporto la melancolía.

Regina: dejen hablar a la señora de la casa.

Elena: Nos conocimos cuando éramos solo una niñas…

Dolores: con nueve años se acuerdan?

Regina: No Elena, Luisa y yo con seis en primero.

Luisa: Es verdad, y Regina era tan inocente que creía que un handicapado era un
hombre sin testículos.

Elena: Y desde entonces, fuimos evolucionando juntas y juntas nos transformamos


en mujeres. Compartimos todo: clases, dormitorios, duchas..

Dolores: Procacidades..

Elena: y lo que es mas importante, nuestros sueños.

Luisa: Yo nunca tuve sueños solo proyectos.

Elena: y ni siquiera nuestros maridos , las que nos hemos casado

Luisa: Una desgracias que le vas a hacer!

Ángela: Mala suerte! Lo sentimos mucho.

Dolores: Pero, que hijas de puta! Encima se ríen de nosotras.

Elena: Ni siquiera nuestros maridos, repito, han llegado a conocernos, como hemos
llegado nosotras.

Luisa: Por suerte! Si no ya estarían divorciadas. ( todas ríen).

Elena: Bueno brujas las cosas han cambiado. Y tuvimos que separarnos para
penetrar en el mundo de los hombres.

Luisa: Error! Mas bien que los hombres empezaron a penetrarnos a nosotras. Y
cómo nos gustó! A mí por lo menos.

Ángela: Vos siempre con tu forma tan sutil de decir las cosas.

Luisa: Pero se entendió.

Ángela: perfectamente.

Elena: en los años de colegio fue donde formamos nuestro carácter y nuestros
gustos. Ahora somos definitivamente lo que empezamos a ser allí. Por eso
propongo repitamos nuestro brindis.

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Dolores: Recuerdan nuestro famoso brindis?

Regina: Era irreverente

Elena: Cómo era que empezaba?

Ángela: Se abren las compuertas de la memoria

Regina: Masturbatis, Masturbatis

Dolores: Sí es ese, Atención! … Señoritas virginales

Todas: Masturbatis, Masturbatis…

Dolores: Hijas Purísimas de María

Todas: Que Martirio Madre mía…

Elena: Brindemos por las tres glorias del cielo

Luisa: Sexo

Todas: Sexo

Regina: Lujos

Todas: Lujos

Dolores: Regodeo

Todas: Regodeo

Luisa: Brujas del 75, Hip Hip

Todas: Hurra!!

(TODAS RIEN BRINDAN ETC.)

Elena: Qué grupo tan unido formábamos!

Regina: Y qué bien la pasábamos!

Dolores: Recuerdan nuestra primer menstruación?

Regina: Qué susto!

Elena: Qué orgullo!

Luisa: Al fin mujeres!

Ángela: Mucho orgullo y al fin mujeres, pero al tiempo hartas de que todos los
meses se repita la misma historia.

Regina: En mi caso no. Con un marido que le encantan los niños y habiendo tenido
ya dos canto el aleluya cada vez que viene.

Elena: La primera quién fue?

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Dolores: Luisa

Regina: No. Ángela que era un año mayor.

Luisa: La voz de la experiencia la que nos explicaba los misterios pecaminosos.

Dolores: No les parece un sueño haber sido niñas alguna vez?

Luisa: A mí lo que me parece no un sueño, si no una pesadilla es cumplir quince


años por tercera vez, que espanto!

Dolores: Ya estamos llegando al tiempo en que te mirás al espejo y descubrís:


arruga – cenizas … Qué pasó? Cuándo? Por qué?

Ángela: LA juventud estalla de pronto y te lanzas inmediatamente a hacer locuras.


La madurez llega con sigilo y te resistís a ser sensata.

Luisa: Es que la madurez es la peor de las locuras. Nunca seré tan vieja como para
ser razonable, lo juro!

Dolores: De repente se esfuma aquella cara fresca y juvenil y te levantás hecha


mierda, con los parpados hinchados, aparecen las arrugas alrededor de la boca…

Ángela: Decepciones, hijos, amantes, bebida, cigarrillos, una misma va modelando


su propia máscara con la mueca que merece.

Regina: Yo nunca he tenido amantes.

Dolores: Lo siento por vos querida.

Luisa: Yo muchos. Los amantes no envejecen, enriquecen en todos los sentidos.

Elena: Lo peor de esa mascara son los ojos, sin brillos sin curiosidad.

Luisa: Perdón. Eso les pasa a ustedes, las casadas por haber firmado un contrato
en exclusiva. En cambio yo cuando veo lo que ya saben, en estado eufórico,
grande, precioso y en posición firme… me entra una esperanza y una curiosidad
que no se imaginan.

Regina: Qué grosera sos!

Luisa: Sincera querida. Y orgullosa de mi condición de mujer.

Ángela: Y nunca has ambicionado ser además otra cosa?

Luisa: Dedicación absoluta. Mientras haya hombres solo seré mujer.

Ángela: No le temes al paso de los años?

Luisa: Al contrario. A medida que pasan, más experiencia recojo y voy consiguiendo
hombres más jóvenes, más ingenuos y más ricos.

Ángela: Qué suerte!

Luisa: Gracias.

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Elena: Es que ya estamos en la edad de la experiencia, ideas más firmes a cambio
de una piel menos tersa.

Dolores: Unas cuantas arrugas más, a cambio de unas cuantas ilusiones menos.

Luisa: Ay por favor! Ustedes no tienen celulitis en las nalgas, las tienen en el
cerebro. Yo odio las palabras terminadas en ez: madurez, vejez, sensatez…

Dolores: Frigidez

Elena: Candidez

Ángela: Los chinos dicen que …

Luisa: Por favor no me hablen de chinos que en Paris tuve una aventura…

Regina: Con un chino?

Luisa: Y por qué no? Qué tenés contra los chinos?

Regina: Nada pero…

Luisa: La tienen chiquita pero funciona bien. Y es chiste oírles gimotear en chino.
Parece que se están riendo… Cierran los ojos y del amarillo pasan al violeta azulado
y luego al fucsia, para retomar lentamente el amarillo.

Dolores: Sexo en tecnicolor!!!

Elena: Seguí contando. Qué dicen los chinos?

Ángela: Que la mujer estúpida nunca se considera vieja.

Luisa: Eso va por mí. Soy estúpida

Dolores: No le hagas caso y contanos otra de tus aventuras.

Regina: Me gustaría que fuera con un hombre fino y educado.

Luisa: Te complazco, ´porque en el hotel Plaza de Nueva York conocí en el ascensor


al tipo más educado de mi vida.

Elena: Te dejó entrar primero? (TODAS RIEN)

Luisa: Subíamos juntos él y yo solos. Yo al piso 14 y él más arriba. En el tres me


dijo “Tiene usted los senos más estimulantes que he visto en mi vida” En el sexto
me oprimió el sexo y me dijo: “Haría locuras con esa cosita. Damela por favor!”

Elena: Pedirte por favor es un detalle…

Dolores: Y decirle ”cosita” es muy fino.

Regina: Y qué hiciste?

Luisa: Qué iba a hacer? Medía dos metros, rubio, ojos azules y un rolex de oro en la
muñeca. Me dio una pena tremenda.

Elena: Pena de un hombre así?

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Luisa: Pena de mí, si me desperdiciaba una ocasión como esa. No saben qué
hombre, qué arte… Porque aquello más o menos igual que el chino.

Regina: Te fuiste con un desconocido?

Luisa: Ay nena! Un hombre que te mete la mano en el sexo ya no es un


desconocido.

Regina: Es mentira, yo no puedo creer que te hayas ido a su habitación.

Luisa: Claro que no! Entramos en la mía, que estaba más cerca. Otra copa de
champan?

Elena: Todas menos Regina.

Regina: No, yo también. Ahora la necesito.

Dolores: Bien por la compañerita, que ha decidido embriagarse en esta maravillosa


noche.

Elena: Por Nosotras!

Todas: Salud!

Regina: Después de tantos años, les juro que es emocionante volver a estar con
ustedes.

Dolores: “Después de tantos años” es horrible.

Regina: Tanto te preocupa la edad?

Luisa: Qué tontería.

Dolores: No, si nos encanta envejecer.

Regina: Cada edad tiene su belleza, si sabemos encontrarla.

Ángela: Hermosa frase.

Dolores: Y asquerosamente burguesa.

Regina: Deberíamos reunirnos más a menudo.

Dolores: Una vez al mes por ejemplo.

Luisa: Tampoco la pavada, vamos a ver cómo termina nuestro primer encuentro.

Ángela: Tengo verdadera curiosidad. (A Elena) Por qué nos buscaste?

Elena: Hace falta un motivo especial?

Ángela: No. Pero me da la impresión, que tu si tienes un motivo.

Elena: Hace tiempo que lo venía pensando. Juntarnos de nuevo y saber cómo nos
ha ido. Hombres, maridos, amantes, éxitos, fracasos…

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Ángela: O sea una noche para las confidencias.

Elena: Y por qué no de confesiones…

Luisa: Kapput, el primer cadáver de la noche

Dolores: Con las que tomé en la cena, más estas, ya estoy bastante entonadita.

Regina: No tomes más.

Dolores: Sí me encanta estar así.

Elena: Aquellas cinco colegialas, se han transformado en: Leyes, Letras…

Luisa: Puta de lujo. Presente

Elena: Burguesa tradicional, esposa sin problema.

Dolores: Qué aburrido, no?

Luisa: Por qué brindamos ahora?

Elena: Por nuestros secretos.

Luisa: Los inconfesables o los que corren de secador en secador en las peluquerías?

Regina: Yo no tengo secretos.

Luisa: Decididamente sos un plomo.

Elena: Brindemos por el más inconfesable.

Regina: Me encanta estar con ustedes. Me hacen recordar tantas cosas!

Ángela: En una palabra, te encanta conectarte con la adolescencia. Para descubrir


después que ya no somos las que fuimos. Y que tampoco desearíamos ser…

Dolores: Yo no digo la adolescencia. Pero volver diez años atrás, es lindo.

Elena: Treinta es la edad casi perfecta.

Luisa: Es cierto, yo tuve 30, cinco años seguidos.

Elena: Te quedan algunas ilusiones y no estás amargada.

Dolores: No sos una ingenua, pero todavía no te volviste insoportable.

Ángela: Vos estás amargada Elena?

Elena: Empiezo. Primer curso.

Dolores: Yo ya tengo mi diploma.

Regina: Creo que el problema de ustedes es que no han tenido hijos.

Luisa: La primera vez que cumplí los treinta lo celebré con un tipo de sesenta y
cinco años en Viena. Tenía una batuta mágica.

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Regina: A esa edad?

Luisa: Era director de orquesta. Mal pensada. Miren la mosquita muerta. (A Regina)
Con respecto a la otra batuta, flojita, muerta…

Elena: Sería lindo investigar hasta que punto hemos cambiado y por qué?

Dolores: Por qué, por qué? Quién puede saberlo, se cambia y eso es todo.

Ángela: Supongo que cada una por motivos diferentes.

Regina: Recuerdan cuándo a la noche jugábamos al juego de la verdad?

Luisa: Claro que me acuerdo. Yo era la única que decía la verdad ustedes
horrorizadas.

Regina: Es que decías cada cosa.

Luisa: LA verdad sin hipocresías.

Ángela: Lo que es a mí, la terapia de grupo no me interesa. Menos entre mujeres


sería difícil engañarlas.

Elena: Yo diría imposible.

Dolores: A mí las confesiones entre amigas me encanta.

Elena: Y a mí.

Dolores: Las revelaciones sorprendentes.

Luisa: Cuántos amantes hemos tenido.

Dolores: Antes de casarnos.

Elena: O después.

Dolores: Cuántas veces hacemos el amor por semana. Cuál es la posición preferida.

Luisa: Yo cualquiera no tengo manías.

Regina: Si van a hablar de esas cosas mejor me voy.

Luisa: Ay nena! Dejá el papel de la inocente escandalizada a un lado.

Regina: No es que me haga la inocente, no me interesa.

Luisa: Sabés la diferencia que entre…

Regina: Por favor Luisa no me interesa.

Luisa: Vos te lo perdés, sos del tipo que se las manda de callada y son capaces de
hacer el amor dentro de un auto, gozando como locas y en el momento de llegar al
orgasmo sin darse cuenta con el culo tocan la bocina.

Dolores: Y el susto que se llevan!

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Luisa: No sos la única hay otra.

Ángela: Si te quedas un poco más, seguro que esta noche deslumbrás a tu marido.

Elena: Los maridos con sus mujeres no se deslumbran por nada.

Dolores: Al contrario se indignan porque somos las señoras!

Elena: Una cosa tan sencilla y tan linda como hacer el amor en el auto o ir a una
casa de citas , lo hacen sí, pero con otra, con nosotras no porque…

Elena y Dolores: Somos las esposas.

Ángela: Confieso como escritora que me encantaría participar del juego. El alma de
cinco mujeres al descubierto.

Luisa: Pero a ustedes les queda alma? Qué desastre!!

Dolores: A mí me encantaría pero a las doce en punto tengo una cita con mi
marido, donde reanudaremos un maravilloso silencio que mantenemos desde hace
una semana.

Elena: Escribirías un libro con lo que salga a relucir esta noche aquí?

Ángela: No, no creo que valga la pena.

Luisa: No estés tan seguro. Nunca se sabe…

Regina: Dónde está mi cartera? Espero que no te enojes porque me vaya.

Elena: Me puedo enojar muchísimo. Por eso te pido que no te vayas.

Regina: No me quiero quedar. No quiero saber qué fue de aquellas jovencitas.


Quiero conservar aquella imagen, con los más hermosos recuerdos.

Dolores: Por lo visto desde aquellos tiempos has vivido pisando petalos, los
hombres te han hecho cosquillas en el culo con una pluma!

Luisa: Ay, a mí eso nunca me lo hicieron.

Dolores: Por lo visto has parido con vaselina y has vivido en una burbuja color de
rosa. La verdad te envidio. Porque para mí no ha sido tan fácil. Los hombres me
han jodido la vida.

Luisa: En una buena, los hombres son rápidos, unos besitos, unos gemidos un grito
y se acabó. Pero en la mala se ensañan y no acaban más los hijos de puta!

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Elena: Quedate. Te voy a necesitar.

Regina: A mí?

Elena: A todas…

Dolores: Que nos vas a proponer, una terapia de grupo?

Elena: Algo así…

Ángela: Otra copa?

Dolores: Creo que la voy a necesitar.

Elena: A ti (Por Regina) te he visto con frecuencia cuatro o cinco veces al año. Y a ti
(Por Dolores) menos.

Dolores: La última vez en un concierto. Allí conocí a tu marido. Lo conocen?

Regina: Yo sí, mucho.

Dolores: Es de esos tipos que cuando lo conocés salís corriendo en busca de tu


marido para decirle que lo adorás, por si te lo crees y evitar la tentación. Cuando te
separes me encantaría tramitar tu divorcio.

Elena: Contá con ello. (A Luisa) Vos también lo conocés, por supuesto.

Luisa: Te acordás perfectamente, pero te refresco la memoria. Yo los presenté, un


flechazo fulgurante y boda.

Elena: Así fue.

Ángela: Ah sí, qué curioso! No lo sabía.

Luisa: La gente de letra, siempre con su jueguito de palabras. Por qué no soltás lo
que estás pensando?

Ángela: Y en este caso, según vos, qué estoy pensando?

Luisa: Estás pensando que éramos amantes y Elena me lo quitó. Eh?

Ángela: Reconoce que tratándose de una mujer como vos y de un hombre


maravilloso como él…

Luisa: Gracias por lo de una mujer como vos.

Ángela: De nada.

Luisa: Pero te equivocás. Nunca fuimos amantes.

Elena: Tampoco hubiera tenido importancia. Lo conocí cuando tenía veintiséis años
y se podrán imaginar que no estuve cruzada brazos.

Luisa: Ay me perdí. Dijiste de brazos o de piernas?

Elena: De brazos queda mejor.

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Regina: Entonces cuando lo conociste ya no eras virgen?

Elena: Virgen a los veintiséis años?

Regina: Como te casaste de blanco…

Dolores: No! No puede ser tan tarada. Lo hace a propósito? (Ángela)

Elena: No te veía desde…

Luisa: El día de tu casamiento.

Regina: Fue una ceremonia divina. Tu vestido era un sueño y estabas preciosa.

Luisa: Por la novia!

Dolores: Yo no pude ir estaba en España.

Regina: Así que vos ya…

Luisa: Probablemente, ya ya ya…

Elena: No tanto. Solo ya ya

Luisa: Bah! Aficionadas.

Elena: Al día siguiente y por doce años, ni noticias tuyas. Hasta que por Carlos supe
que en uno de sus viajes te encontró en Chile.

Luisa: Chile, Paraguay, Argentina, o sea por todas las dictaduras. Donde hice mis
buenos dólares en las altas esferas.

Regina: Pero eso es absurdo. Eras la más rebelde del grupo, te enfurecía la
disciplina, que te obligaran a hacer cosas que no te gustaran. Cómo podés soportar
esa humillación constante?

Luisa: Para mí es igualmente humillante o quizás más, soportar bostezando al


mismo hombre todas las noches, como lo hacen ustedes después del primer año de
casadas.

Dolores: Qué ilusa! Dónde está el mirlo que canta todas las noches?

Regina: Quizá después de un tiempo se pierde el fuego, pero nos queda el afecto la
comprensión.

Dolores: O sea el aburrimiento.

Ángela: Yo creo que el amor físico no hay que comprenderlo, se siente y se acabó.

Luisa: Diez puntos por la escritora!

Dolores: Si al amor le quitas el fuego, es lo mismo que a un tren le quitaran la


locomotora, no te lleva a ninguna parte.

Luisa: No se puede ser sexualmente sincera, al diablo con los tabues hay que
cambiar de hombre cuantas veces lo deseemos.

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Regina: Hanlan de acostarse como la cosa más sencilla del mundo.

Ángela: Con buena voluntad de ambas partes no es tan difícil.

Regina: Prescindiendo del misterio, de la emoción de la ternura?

Luisa: Ah no! Para mi esas cosas son imprescindibles, que me regalará este tipo?
Misterio. Un brillante de diez quilates? Emoción? Chau cariño me has hecho muy
feliz, la ternura…

Regina: Sos de un cinismo abominable.

Ángela: Bromas aparte, es cierto el cariño no tiene que ver con el sexo. Cuando se
mezclan comienza el drama.

Dolores: No estaría mal elegir a un compañero para la convivencia, pero sin


exclusividad para el sexo. La mayoría de los hombres lo hacen así y son los reyes
del mundo.

Regina: Yo lo encuentro inmoral

Ángela: La naturaleza es inmoral

Luisa: El siglo XXI es inmoral

Ángela: Y realmente el sexo no es exclusivista. Hay muchos que pueden hacer


sentir lo mismo durante un cuarto de hora.

Luisa: No seas tacaña, media hora por lo menos.

Ángela: Lo especial el toque mágico, lo ponemos cada una según el caso. El


reglamento sexual lo inventaron los hombres y a partir de ahí hay que reconocerlo
la vida dejó de ser espontánea y bella para las mujeres.

Dolores: Y tuvimos que inventar de apuro el antídoto: adulterio, fingimiento, píldora


y divorcio.

Regina: Otra vez se están burlando de mí, no es eso?

Luisa: Pero esta noche vos no crees nada…

Elena: Quedamos en que tú te esfumase al día siguiente de mi boda no?

Luisa: Así es

Elena: Y a vos te dejé de ver cuando te dieron el primer premio de novela o sea
cuando tenías veinticinco años.

Ángela: No. Tenía 24

Elena: Y desapareciste también. Supe dónde estabas por tu editor.

Ángela: Más que gustarme viajar lo que pasa es que necesito estar un día aquí y
otro allí.

Elena: Cuando me conecté con ustedes para invitarlas esta noche les di un motivo
a cada una distinto. Una pequeña trampa que dio resultado.

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Dolores: Yo no vine como vulgarmente se dice a chusmear y enterarme de la vida
que han llevado mis queridas compañeritas en estos años.

Elena: Esta noche pueden salir a flote muchas cosas viejas y recientes tuyas mías y
de todas.

Ángela: Restos de viejos naufragios no es eso?

Regina: Cosas mías? Recientes?

Luisa: Sí. Lo sabemos todo.

Regina: Qué saben?

Elena: No te puedo retener pero puede ser muy interesante.

Dolores: Si no sentís curiosidad volvé a tu casita.

Ángela: Andate. Cuando vas a aprender a manejar tus propias decisiones? En el


colegio también te manejábamos a nuestro antojo.

Regina: Pero en el colegio yo era obediente, la buena de la clase y ustedes se reían


de mí. Pero ahora no. Estoy harta! Ustedes no son más que mujeres asustadas y
solas al borde de los cincuenta.

Luisa: Al borde de los cincuenta estarás vos yo me niego.

Regina: Pero aunque no quieras estás envejeciendo y se nota. Ya no somos las


mismas, aunque queramos disimularlo. Cada vez más maquillaje y cada vez más
arrugas.

Luisa: Mirá que sos agresiva!

Regina: Para ustedes es la gran tragedia. Para mí no. Me dan a entender que sin
juventud no son nada. Pero y las ideas avanzadas, no le han servido para ser
felices! Yo sí soy feliz. Adoro a mi marido y a mis hijos. Vivo para ellos en un
verdadero hogar.

Luisa: Una santa. Se dan cuenta?

Dolores: Mirá que adorar a un marido, ya es adorar a cualquier cosa.

Elena: (llevando una copa) Tomá Regina te lo merecés

Regina: Perdonen. No quise molestarlas.

Dolores: Al contrario este fue un buen arranque, para un lindo debate.


En el colegio brindábamos por el sexo, el lujo y el regodeo. Consedarabamos que
era lo fundamental. Pero, ha sido realmente así?

Luisa: Para mí sí. Lo juro.

Dolores: Para mí no. Lo juro.

Ángela: Para mí tampoco.

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Dolores: Son tres cosas agradables, aconsejables y hasta necesarias. Pero no
fundamenteales.

Elena: Lo mismo opino yo.

Luisa: Perdonen chicas, pero sin sexo, sin lujo y aburridas como hongos…

Ángela: (Cortando a Luisa) Por qué no esperamos a que se vaya Regina para seguir
hablando de esto?

Elena: Seguís con ganas de irte?

Regina: No, me quedo.

Luisa: Estaba segura.

Ángela: Hacés mal.

Regina: Quizá pero me quedo.

Ángela: Allá vos.

Regina: A Pesar que para ustedes no soy más que una tonta burquesa y chapada a
la antigua les diré que esas tres cosas: sexo, lujo y regodeo, no solo carecen de
importancia para mí, sino que me parece degradante vivir solo para eso.

Luisa: Vaya, unanimidad en contra. Pues a mí me encanta y eso que todavía no


probé lo de la plumita.

Ángela: Y no crees que vivir solo para eso es por lo menos monótono?

Luisa: Para mí la monotonía es freír un huevo todos los días o lavar las orejas de
los niños todas las mañanas. Y si pretenden convencernos de que soy amoral, les
ahorro el trabajo. Soy consciente y estoy encantada.

Elena: Y sos feliz?

Luisa: Puf!! Por lo menos media hora tres o cuatro veces por semana, desde hace
un montón de años.

Ángela: Qué perseverancia!

Luisa: Por favor vamos a dejarnos de pavadas y hablar como mujeres y no como
antiguas alumnas de un colegio católico?

Elena: Yo lo prefiero.

Dolores: Y yo.

Ángela: Pero tené en cuenta, que no todas somos iguales.

Luisa: Eso es cierto. Vos y yo por ejemplo.

Ángela: No sabés lo feliz que me hace que lo reconozcas

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Luisa: Y no sabés lo feliz que me hace a mí.

Ángela: Te informo que ser intelectual es un defecto que padecemos algunas y


ser… como diría yo, comisionista solo es una forma vulgar de subsistir.

Luisa: Bueno parece que se levanto la veda y se puede disparar a matar.

Ángela: Vos lo estás deseando.

Luisa: Pero me domino.

Ángela: Por qué? No lo hagas. Estamos entre amigas.

Regina: Pero qué nos está pasando? De pronto es como si quisiéramos hacernos
daño unas a las otras.

Dolores: Tranquilizate, entre mujeres podemos despedazarnos, pero jamás nos


hacemos daño. Estamos inmunizadas contra el veneno de nuestra propia especie.

Elena: Volviendo a lo de antes: a mí las joyas, no me dicen nada.

Luisa: Ay! A mí no es que me digan, es que me susurran, me arrullan.

Elena: Y el sexo, sin cordialidad y mutuo respeto tampoco.

Luisa: Lo que es a mí, en la cama, los hombres respetuosos me revientan. Adoro a


esos maleducados que no te piden permiso para nada y te sorprenden a cada
momento.

Ángela: Sorprenderte a vos? Tiene que ser un genio.

Elena: Para mí la base de la felicidad es la propia estimación, compartir la vida


dignamente con alguien.

Regina: Exacto, yo pienso igual.

Luisa: bla bla bla

Dolores: Pero con quién? Ese es el problema.

Elena: Y si no lo encontrás, ser capaz de vivir sola dignamente.

Luisa: Una mujer que vive sola, vive en promiscuidad consigo misma.

Ángela: Una idea muy inteligente.

Luisa: Qué hipócritas! Siguen como en la época del colegio, besando estampitas,
ardiendo por dentro y frígidas por fuera. Por lo visto en aquella época, la única que
se autoacariciaba era yo. Ustedes siempre enarbolando las penintencias y
escondiendo los pecados.

Regina: El pecado existe!

Luisa: Afortunadamente qué Dios lo bendiga!

Ángela: Aunque nuestra condición humana sea miserable, que lo es.

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Luis: Chisst! Habla la escritora.

Ángela: No me parece mal que conservemos un cierto anhelo de pureza. Eso nos
obligó a inventar la conciencia, que es el origen del Arte al fin y al cabo.

Luisa: Una frase profunda! La entresacaste de tu próximo libro?

Ángela: Lamento desilusionarte. Fue una improvisación sobre la marcha.

Luisa: Qué modesta!

Ángela: No es mi mayor virtud.

Luisa: Literatura aparte. ¿Saben lo que es realmente la felicidad aunténtica, la que


buscamos?

Dolores: Bueno por fin me voy a enterar. Con las ganas que tenía de averiguarlo!

Luisa: La felicidad, queridas mías, es despertar cada mañana en el lugar que se


haya elegido y pensar: El mundo que gire al revés si quiere! Yo puedo hacer lo que
se me venga en gana. Y por qué? Porque puedo comprar todo lo que se me antoje
al contado. Cosas, sensaciones, todo…

Dolores: Yo paso. Ese no es mi tope de felicidad.

Ángela: Ni el mío. Prefiero conseguir a comprar.

Elena: Creo que ene l fondo sos muy desdichada.

Luisa: Por qué? Nunca fui una soñadora. No creo en el amor perdurable.

Elena: Y vos Ángela qué opinás de todo esto?

Anfela: Quizás una escritora no sea del todo un ser humano.

Luisa: En eso estamos de acuerdo.

Ángela: En aquella época, no soñaba con ser la amiguita alquilada de delincuentes


respetables. Ni con un hogar dichoso y tranquilo como vos. Ni con alcanzar un nivel
de felicidad aceptable como ustedes (Esto último refiriéndose a Elena y Dolores)

Dolores: Aceptable? Qué optimista!

Ángela: Ni siquiera soñaba con el triunfo porque, los escritores somos tan
vanidosos que nos consideramos genios y aceptamos hasta la incomprensión a
cambio de la gloria final. Yo ambicionaba con ser una gran escritora y estaba
dispuesta a pagar lo que me pidieran.

Luisa: Tomá! Me permitís ahora que te responda lo de amiguita alquilada?

Ángela: Claro que sí.

Dolores: No, no, no. Por alusiones después.

Regina: Dejala que me estoy empezando a divertir.

Elena: Me parece que demasiado “burbujas” no bebas más!

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Regina: No querían que lo hiciera? Bueno ahora estoy bebiendo y me siento
maravillosamente bien. Primero que hable Dolores y después yo voy a decir lo que
pienso de la felicidad, de los hombres y de ustedes mis queridas compañeritas de
clase.

Luisa: Tengo verdadera curiosidad por saberlo.

Ángela: Por qué no dejamos el tema, intercambiamos besitos en las mejillas y nos
despedimos hasta dentro de un par de años?

Elena: Y desaprovechar la nostalgia de nuestro primer encuentro?

Regina: Claro que no!

Ángela: Seguís tan ingenua como siempre.

Regina: Por qué?

Ángela: Porque creo que Elena, tiene motivos muy concretos para habernos reunido
esta noche aquí.

Elena: Y ustedes para haber venido.

Ángela: quizás. Con el pretecto de los recuerdos y de oh! Que alegría otra vez
juntas!!! Estoy segura que todas andamos buscando algo en realidad.

Luisa: Tú también?

Ángela: Probablemente.

Luisa: Toda una sorpresa.

Dolores: Y qué es? Porque yo no lo sé.

Ángela: Años sin vernos, sin problemas ecónomicos, aparentemente realizadas,


como se dice ahora, pero inquietas y descontentas. Quizá buscamos
inconscientemente hallar una explicación a nuestra situación actual, al borde del
fracaso.

Luisa: Siempre tan optimista. Qué rica!

Dolores: Descontenta de mí misma, sí lo estoy porque lo voy a negar? Pero


fracasada no me siento.

Regina: Yo ni fracasada ni descontenta.

Luisa: Aquí tenemos la triunfadora absoluta!

Ángela: No creo que nos convenga a ninguna hurgar en el pasado ni ser demasiado
sinceras. Podríamos hacernos bastante daño.

Elena: A veces es necesario.

Ángela: (Sonriente) No podemos evitar ser como somos. Ni siquiera Luisa. Verdad?

Luisa: (de la misma forma) Y ni siquiera vos, verdad?

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Dolores: Como dice Luisa: Me perdí y no entiendo mucho de qué hablamos pero me
interesa. Voto por seguir.

Luisa: Y yo.

Regina: Quizá sea un error de mi parte. Pero también voto por seguir.

Elena: Mayoría!

Ángela: Por mí encantada, soy la que menos tengo que perder porque jamás me
han importado los códigos morales.

Luisa: Lo sabemos.

Ángela: Adelante!

Dolores: Creo que me tocaba hablar a mí.

Regina: Y después a mí.

Ángela: Te mostraste muy razonable al quererte ir. Todavía estás a tiempo.

Regina: Te da miedo que me quede?

Ángela: En absoluto.

Regina: Entonces voy a tomar otra copa y me quedo. (A Dolores) Te escuchamos.

Dolores: Señoras, señoritas, queridas ex compañeras, Amigas, puede que en afecto


todas estemos al borde del fracaso espiritual, como lo digo la ilustre escritora. Las
mujeres que hemos sido medianamente atractivas, como las aquí reunidas.

Luisa: Protesto! Que es eso de medianamente! Muy atractivas!

Elena: fabulosamente atractivas

Regina: Excitantemente atractivas

Dolores: Pido disculpas. Las mujeres que hemos sido enloquecedoramente


atractivas. Está bien así?

Luisa: Aceptable.

Dolores: Cuando enfilamos la recta hacia los cincuenta podemos considerarnos un


poco fracasadas.

Luisa: Yo nunca enfilé esa maldita recta. Doy vueltas a la redonda.

Dolores: Somos tan asquerosamente femeninas, que ni siquiera nuestra madurez


espiritual nos compensa de nuestra madurez dísica. Cuando dejamos de ser
jóvenes, dejamos de ser muchas cosas importantes y todo lo que seguimos siendo,
ya no es lo mismo.

Regina: En una palabra: que no es lo mismo ser inteligente con dos senos duros
para arriba, que ser inteligente con los senos caídos?

Elena: Me encanta oírte. La esposa modelo se pone a tono.

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Regina: Salud!

Luisa: No, si al final lo vamos a pasar divinamente bien.

Dolores: En tales condiciones ni siquiera el concepto FELICIDAD puede ser el


mismo.

Regina: Evidente, no es lo mismo vivir con problema y bien jodida por un hombre
que vivir sin hombre y bien jodida con los problemas? (Todas ríen menos Ángela)
Salud! (todas responden) Chicas qué bien me siento! Tenía unas ganas de soltar
barbaridades. Salud (todas responden y ríen) Perdona la interrupción.

Elena: Vení sentate.

Ángela: Es mezquino lo que le están haciendo.

Dolores: Y qué es lo que le estamos haciendo?

Ángela: Creo que soy yo la que tengo que irme.

Elena: No lo creo.

Luisa: Yo tampoco.

Elena: (A Regina) Estás bien Regina?

Regina: Maravillosamente bien

Luisa: En el fondo, de todas, la que menos tiene deseos de irse sos vos.

Ángela: Qué poco me conocés.

Luisa: Lo suficiente.

Dolores: Empiezo a sospechar que realmente existe una razón misteriosa para esta
cena con champan, después de tanto tiempo. I quizás alguna esté jugando a un
juego que ingnoro. Qué es?

Luisa: Ay no jodan más con eso del juego! Estamos hablando de la felicidad de la
juventud y del amor. O sea de boludeces.

Elena: Una pregunta para todas, después del colegio, han sido felices?

Ángela: A preguntas iguales respuestas diferentes.

Elena: Estaba hablando Dolores.

Dolores: Que si he sido feliz? A veces un poco. Quién no? Pero locamente feliz es
cansadísimo y acaba por hacerte desgraciada. Yo reconozco que he cometido tres
errores en mi vida: enamorarme, casarme y seguir enamorada. Mea Culpa.

Elena: No creo que sean errores.

Dolores: Depende. Si me enamoro de un hombre pero me caso con otro y ahora


estoy enamorada de un tercero la cosa se complica.

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Regina: Un poco

Dolores: Mi amor y mi marido nunca han logrado coincidir.

Elena: Y por qué te casaste con él?

Dolores: Él se casó conmigo. Yo me limité a permitirlo, lo malo del matrimonio es


que nos casamos con dos hombres distintos.

Luisa: Eso sería fantástico.

Dolores: El que nos enamoró y fue una delicia de novio, después se convierte en un
hijo de puta. Al final es este el que nos obliga a mandar al diablo a los dos.

Elena: Nunca imaginé que la cosa anduviera tan mal entre ustedes.

Dolores: Mal? Nos ha entrado un desamor irresistible a segunda vista. Llevamos un


montón de días sin hablarnos y lo primero que pienso decirle es: HE CONSULTADO
CON UNA ABOGADO ÍNTIMA AMIGA MÍA – que soy yo - Y ME HA ACONSEJADO
QUE TE PIDA EL DIVORCIO. Y se acabó.

Regina: Justo ahora que te agarra con los senos medios caídos.

Elena: Lo siento.

Luisa: Es que ustedes no se convencen. Lo lindo es ir a tomar una copa juntos,


limpitos perfumados, ir a la cama y hacer el amor sin la amenaza de tener que ir
descubriendo las respectivas debilidades. Vivir con un hombre intensamente una
eternidad de horas, es delicioso, sobre todo si es millonario. Pero reincidir solo trae
inconvenientes.

Ángela: Está visto que Luisa es una ferviente defensora de la prostitución.

Luisa: Prostitución es siempre cosa de dos y se ejerce siempre que no hay


sinceridad.

Elena: (A Dolores) Mencionaste tres errores. Qué pasó con tu tercer hombre?

Dolores: Llevamos un año de encuentros clandestinos. Mi primer adulterio. Es


casado tiene dos hijos, uno en el seguro de paro y el otro drogadicto y homosexual.

Luisa: Qué puntería para la desgracia querida!

Dolores: Viendo mi caso y otros tantos que atiendo en mi escritorio, me pregunto:


dónde está el amor, la confianza y la amistad.

Luisa: Muy sencillo, el amor en cualquier cama, la confianza en tu depósito bancario


y la amistad, en las personas desconocidas que te acaban de presentar. No pidas
más.

Elena: A vos te basta?

Luisa: Qué más remedio? Hace años que comprendí que no había otra cosa.
Nuestro brindis del colegio era exacto: Sexo, Lujo y Regodeo.

Dolores: Ya somos como los hombres. Trabajamos, ganamos dinero, buscamos


aventuras e igual que ellos usamos y tiramos.

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Regina: Pero seguimos siendo mujeres.

Luisa: Y qué tiene de malo. A mí me encanta y tan fácil.

Ángela: Ya no somos máquinas de dar a luz y trabajar en el hogar. Podemos llegar


a ser presidentes de una nación país y eso tiene su precio.

Luisa: Es preferible que el presidente siga siendo un hombre y que vos te acuestes
con él. Le agarras los testículos y es como si tuvieras al país en tus manos.

Dolores: Mi marido me lleva la ventaja de cuarenta amantes contra tres.

Luisa: Pero tu marido la tiene de oro… (Todas ríen incluso tímidamente Dolores)
Vamos no te desanimes y buscá el empate.

Dolores: Prefiero estar sola. Ya hice la demanda y lo voy a dejar en pelotas.

Luisa: Ay avísame! Que me encanta verlos así.

Ángela: Me encanta el nivel intelectual que estamos alcanzando.

Luisa: Si hablamos de hombres no pidas exquisiteces.

Ángela: Está visto que ya nada tenemos que ver con aquellas uniformadas de azul
y calcetines blancos.

Regina: CORDERO DE DIOS QUE QUITAS LOS PECADOS DEL MUNDO

(Regina mientras entonaba el cántico se ha quitado los zapatos y ahora mientras


repite el brindis de las brujas del 65 lo hace jugando a la rayuela)

Regina: Virgencitas, virginales, masturbatis, masturbartis.


Hijas mías de maría, qué martirio madre mía.
Como nos engañaron. Nos hicieron creer que el mundo era un palacio maravilloso.
Que la virgen nos protegía del mal y al final, la virtud vencía sobre el pecado…
Mentira!

Elena: Por favor Regina…

Regina: El pecado gana! Lo dijeron ustedes: por un buen polvo y por dinero
venderíamos hasta el alma, si la tuviéramos. Dios! Por qué es tan difícil ser como
yo deseaba?

Ángela: Están contentas con lo que consiguieron.

Elena: Por favor no bebas más!

Regina: Dejame! Ahora voy a hablar yo, ya lo ha hecho la intelectual, la frívola


comehombres…

Luisa: Servidora.

Regina: Y la abogado, ahora me toca a mí, esposa y madre perfecta en un hogar


feliz… MIERDA

Ángela: No sigas hablando Regina.

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Regina: Mierda sí, una mierda

Ángela: Callate! No queremos escucharte.

Regina: Pero me van a escuchar, mis queridas amigas, brujas inseparables, camas
contiguas, pupitres contiguos y auqel pabellón del jardín junto a la capilla. Una vela
el humo de la fogatas de otoño que encendía el jardinero y la campana del colegio
anunciando el Angelus al atardecer.

Dolores: A qué pabellón se refiere?

Luisa: (Hace señas a Dolores para que no interrumpa)

Regina: Había herramientas, sacos de abono, telarañas, camas y muebles fuera de


uso.

Ángela: Vamos, te llevaré a tu casa.

Regina: No me toques! Yo amaba el colegio, la disciplina y cantar en el coro. Quería


ser médico investigar o quizás ser monja.

Ángela: No estás en condiciones de seguir hablando.

Regina: Y en vez de eso, en vez de eso aquí me tienen, con un hijo hermoso pero
embobado por los anuncios de la televisión y una hija casi señorita que dentro de
poco aparecerá embarazada de algún peludo drogadicto que andan por las calles, y
con un marido que es un encanto todo un ejecutivo.

Ángela: Ya basta Regina.

Regina: Si lo vieran cuando se despierta. Gruñe, bosteza, se rasca, tose. Mi


príncipe azul! Perdí el zapatito una noche hace años y todavía me lo está probando.

Luisa: Qué perseverancia!

Regina: Años acostándome con él y como si nada. ¡La mujer más feliz del mundo!

Ángela: No sabés lo que decís. No sigas hablando.

Regina: Me expulsaron del colegio unos días antes de terminar la secundaria.


Fuera! Como un perro sarnoso a la calle.

Dolores: Es cierto no me acordaba.

Elena: Yo sí.

Dolores: Por qué fue? Nunca quisiste hablar de eso. Podemos saberlo ahora?

Luisa: NO hace falta. Qué importancia puede tener ahora?

Dolores: Pero era la alumna perfecta.

Regina: Cuando entré en el despacho de la Madre Superiora, mi diario íntimo lleno


de apodos en vez de nombres estaba allí, abierto sobre su escritorio. Abierto como
un abismo que acabaría por tragarme. Con quién se ha estado viendo en el
pabellón sñorita? Quién de sus compañeras es SAfo? Necesitamos saber su nombre.

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Es una vergüenza, que hay que extirpar de este centro. Pero yo no delaté a Safo,
soporté las humillaciones y negué todo. Safo no era real. No había promiscuidad
física con otra alumna. Era todo pura imaginación, fantasías de adolescente…

Ángela: Y no era así?

Regina: Claro que sí.

Ángela: O acaso te veías con alguien en el pabellón?

Regina: Con nadie.

Ángela: Fuiste muy estúpida. Inventar esas cosas y escribirlas en un diario.

Regina: Sí muy estúpida. Pero siempre me he preguntado. Quién de ustedes fue la


maldita hija de puta que me robó el diario para enviárselo anónimamente a la
madre superiora.

Dolores: Alguien hizo eso?

Regina: Sí!!! Y destrozó mi vida. Me convirtió en una hipócrita, en una repugnante


ama de casa, en una esposa que no siente.

Dolores: Por qué tuvo que ser una de nosotras?

Regina: Quién si no! Supliqué a la madre superiora y a los profesores convertidos


en un tribunal eclesiástico… Por favor solo faltan dos días para los exámenes y he
estudiado mucho…. Dejen que termine junto con mis compañeras, pero los que
hablan en nombre de Dios, son inflexibles.

Luisa: Y te condenaron por unanimidad a la hoguera.

Dolores: Se dan cuenta se tira de un hilo y nunca se sabe que va a salir del ovillo.

Ángela: Vamos no llores. No vale la pena recordar. Son cosas del pasado.

Regina: Vos qué sabés. Dejame!

Dolores: Perdón pero Safo existió o no?

Luisa: Claro que sí! Y esta noche está aquí entre nosotras.

Dolores: Aquí?

Luisa: Sí mi querida y la soplona también.

Elena: Cómo?

Luisa: Una de nosotras es la que le entregó el diario a la Madre Superiora.

Dolores: Por qué una de nosotras?

Elena: Por qué una de nosotras iba hacer expulsar a Regina?

Dolores: Las brujas éramos cinco, pero en la clase éramos como cincuenta
cualquiera pudo haber sido.

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Ángela: No. Fue una de nosotras.

Luisa: Opina que Safo, quien quiera que sea, debería ahora tener el valor para ir a
la terraza a consolar a Regina y demostrar que tiene buen corazón.

Ángela: Crees que me importa?

Luisa: Ya sé que no.

Ángela: Jamás entenderás la diferencia entre la delicadeza de un sentimiento y el


franeleo de una venta entre comerciantes del sexo.

(ÁNGELA VA HACIA LA TERRAZA DONDE SE ENCUENTRA REGINA)

Dolores: Ángela!!! No tenía idea.

Elena: Yo lo había oído de rumores, pero ya saben como es la gente para hablar.

Dolores: Lo de Regina me ha dejado pasmada.

Luisa: Un error de juventud. No hay que tomarlo en cuenta.

Dolores: Otra copa pro favor.

Elena: Yo también la necesito.

Dolores: Díos mío el tiempo destruye todo!

Luisa: Todo no, yo estoy enterita… Un poco baqueteada, pero enterita. Salud!

(Las tres brindan mientras como si aquí no ha pasado nada entra Ángela y dice

Ángela: La bahía se ve hermosa desde tu terraza.

Elena: Sí

Ángela: Está refrescando, parece que va a llover.

Luisa: Sí sí ya se nubló

Dolores: Al carajo con la lluvia. Ahora soy yo la que se va.

Elena: Por favor no.

Luisa: Quedan muchas cosas por saber.

Dolores: Por ejemplo?

Luisa: Quién de nosotras robó el diario de Regina.

Regina: Aunque me hizo mucho daño, la que fue está perdonada.

Luisa: Y no te gustaría saber quién fue?

Regina: No que no se hable más del asunto y les pido perdón por la escena. Les
advertí que el champan me hace mal.

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Elena: Si Regina lo prefiere, dejémoslo así. Pero hay algo muy importante por
saber. Por lo menos para mí.

Ángela: Por fin vamos a conocer el motivo de esta reunión.

Elena: Pues sí, hay un motivo y ahora lo van a saber.

Dolores: Por las dudas me siento.

Elena: Resulta que una de ustedes mis queridas amigas sin mala intención por
supuesto se está acostando con mi marido desde hace un año. Y es lo bastante
serio como para que Carlos me haya pedido la separación.

Dolores: Vos también? Pero esto es una epidemia.

Elena: Ahora de vos no. Tu coartada es casi perfecta.

Ángela: No te fíes las apariencias engañan.

Elena: Ya no me fío de nada, querida.

Dolores: Otra vez en punto cero.

Luisa: Da gusto sentirse entre amigas ¿no?

Regina: Siempre creí que tú y Carlos formaban una pareja feliz.

Elena: También yo pensaba lo mismo de ti y tu marido.

Regina: Y somos felices. No debes tomar al pie de la letra todo lo que dije.

Dolores: Qué grupo desastrozo formamos. Una esposa resignada, dos en tramite de
divorcio y dos solteras.

Luisa: Una querida. Que soy yo. La otra digamos de gustos exóticos. TE gusta así?

Ángela: No te esfuerces en molestarme. Nunca lo vas a conseguir.

Luisa: Por curiosidad: qué caricias te puede brindar una mujer que no te pueda dar
un hombre?

Ángela: Y qué puede darte un hombre, salvo vulgaridad, egoísmo y rudeza?

Luisa: Has estado con uno alguna vez?

Ángela: Sí

Luisa: Me perdí otra vez… Dijo sí?

Ángela: Analícense un poco: desdichadas, engañadas, desilusionadas, Qué han


obtenido de los hombres?

Dolores: Nada es muy cierto, nada… Ni siquiera el placer de tener un hijo. Estoy
seca por dentro, seca, pero aún así no cambio a un hombre por una mujer.

Regina: Yo tuve dos hijos maravillosos.

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Ángela: Ahora así de pronto son maravillosos.

Regina: Para mí sí.

Dolores: Saben una cosa? Me he convencido que en un matrimonio la estabilidad es


conseguida con que ambas partes sean capaces de considerar al sexo como algo
que no debe alterar la cordialidad y el respeto de la vida cotidiana. LA fidelidad en
el matrimonio evidentemente no funciona. Entonces hay que hacer un acuerdo para
concederse libertad mutua en ese aspecto, aprender a aceptar el sexo como un
acto intrascendente que no afecta para nada los verdaderos cimientos del hogar o
este se derrumba.

Regina: Pero eso es horrible.

Dolores: Vos lo crees?

Luisa: Es que el sexo nunca debería ser dramático, sino divertido y estimulante.

Elena: Me parece bien. Pero entonces, por qué casarse. Ningún hogar puede existir
entre mentiras y fingimientos. Por qué continuar juntos?

Dolores: Porque se tienen las mismas ideas, los mismos gustos, y porque a pesar
de todo este quilombo del sexo a cierta edad se consigue un final dichoso al lado
del compañero de toda la vida.

Elena: Perdón pero aquí se plantearon cosas más concretas, o se olvidaron?

Ángela: Temo que sería imposible.

Dolores: Creo que es inútil insistir.

Elena: Crees mejor dejarlo?

Luisa: Mirá, cuando uno duda en marcharse y el otro no quiere quedarse solo, lo
mejor es no abrir ninguna puerta para que los dos queden adentro.

Elena. Creo que vos sabés muicho de parejas, pero de amor creo que sabés muy
poco.

Luisa: Si vos lo decís.

Elena: Además yo no deseo retener a nadie.

Ángela: Tampoco podrías. No has cambiado. Siempre fuiste una mujer llena de
terribles virtudes inadecuadas: sincera, integra y exigís que los demás actúen como
vos.

Dolores: Haceme caso no remuevas la olla.

Elena: Es que hace tras meses más o meno el tiempo que me llevó reunirlas a
todas, recibí un anónimo de una de ustedes.

Ángela: Si es un anónimo cómo podés decir que es de una de nosotras.

Elena: Porque tenía una clave muy nuestra. Una brujita pintada de rojo.

Dolores: Es evidente que una de nosotras es muy aficionada a no dar la cara.

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Ángela: Y hacés caso de un anónimo?

Elena: De este sí, porque coincide con los síntomas de desinterés de mi marido.

Regina: No me encuentro bien y es muy tarde.

Elena: Te ruego que te quedes.

Ángela: Esto ya es un careo. Todas somos sospechosas…

Regina: No creerás que yo…

Dolores: Creo que acabamos de inventar un nuevo juego: ¿CON QUIÉN ME ENGAÑA
MI MARIDO? Se hacen preguntas se descubre a la culpable y luego todas tan
amigas como siempre.

Regina: Me voy, no quiero saber nada…

Luisa: Tu frase favorita, NO QUIERO SABER NADA, en aquella época en cuanto


surgía algún problema, vos no querías saber nada. Te refugiabas en tu casa. Las
relaciones con tu marido son un desastre, pero no querés saber nada.

Regina: Sos detestable lo sabías?

Luisa: Elena sí quiere saber” Y sin vos el juego no puede continuar.

Dolores: Por lo visto sos un testigo fundamental.

Regina: Yo?

Luisa: Los fantasmas aparecen cuando uno menos se lo espera querida mía. (A
Ángela) Perdón. Esta noche ha surgido tu famoso diario, que todavía no ha dicho su
última palabra.

Regina: No quiero hablar más de eso. No les importa.

Ángela: Claro que no. A quién le importa ya el colegio? Ahora la cuestión se centra
en tu anónimo.

Luisa: Ahí está la clave. Porque la misma que envió el diario a la Madre Superiora
es la que envió el anónimo no les parece?

Dolores: Una buena teoría.

Luisa: No te gustaría saber quién te delató?

Regina: Quiero creer que ninguna de ustedes fue.

Dolores: Hace un momento dijiste todo lo contrario.

Regina: Pero ahora digo lo que digo. No quiero saber nada!

Luisa: Otra vez…

Ángela: Volvamos al anónimo, qué decía?

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Elena: Estaba bien redactado y acusaba a una de ustedes, a una de las brujas del
75.

Luisa: Has hablado con Carlos de todo esto?

Elena: No

Ángela: Pero no lo has puesto en duda. Lo crees.

Elena: Sí

Dolores: O sea que hay indicios razonables para sospechar que una de nosotras se
acuesta con tu marido. Casi lamento decir que no soy yo.

Ángela: Pero hay algo que psicológicamente no encaja: la edad de tu marido.

Dolores: Estará cerca de los cincuenta, pero está fantástico. Como para incluirlo en
cualquier lista.

Elena: Sos muy amable

Ángela: Pero a esa edad los hombres prefieren mujeres estúpidamentes jóvenes,
de veinte o menos. Así ellos también se sienten más jóvenes.

Elena: Puede que para algo sin importancia. Y hasta se lo podría disculpar.

Dolores: Y si fuera al revés, te disculparía él a vos?

Elena: Pertenesco a esa rara especie de mujer que ama y respeta a su marido.
Siempre que el marido sea digno de ese respeto.

Luisa: Bah! De esos no quedan.

Ángela: Y crees que es la primera vez que te engaña. No será la primera vez que te
enteras?

Dolores: Ellos engañan, nosotras engañamos…. Los hombres empiezan por desear
a quien todavía no aman y acaban amando a quien ya no desean. Esa es la
complicación del matrimonio. No exijas nunca la perfección porque es la forma de
acabar destruyendo lo que tienes, por malo que sea.

Elena: Me estás aconsejando que cierre los ojos y me haga la boba?

Luisa: Boba? Serías inteligentísima.

Elena. No le puedo pedir a Carlos que tiemble aún de emoción cada vez que me
abraza, per o sí le puedo pedir lealtad. Que me diga: HE CONOCIDO A OTRA
MUJER. ME GUSTA. NO ES NADA SERIO, O SI, LO QUE SEA, PERO ME ESTOY
ACOSTANDO CON ELLA.

Luisa: Tal como lo exigís vos, el noventa por ciento de los maridos tendrían que ser
leales dos veces por semana. Y entonces los mandaríamos directamente al carajo.

Dolores: Y si te hablara como pedís. Qué le responderías? Y bueno querido estabas


deprimido era lo mejor?

Elena: No claro que no.

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Dolores: Entonces de qué te quejás? Al año como mucho el matrimonio deja de ser
un sendero florido para convertirse en un campo de minas. Hay que elegir, queridas
mías, o conservan la amistad y el cariño a cambio de ciertas concesiones o volamos
por los aires aferradas al cuento de hadas.

Elena: No me convencés. Acepto convertir a mi marido en un buen amigo siempre


que no se acueste conmigo. Ni conviva conmigo. Una de ustedes lleva un año
haciendo el amor con mi marido, robándome algo que tenía que ser solo mío.
Quiero saber quién es. Quiero que me mire a los ojos y tenga el valor de decirme
SOY YO.

Luisa: Bueno, no hay paso al frente…

Regina: (Ante las miradas de todas avanza y toma un cigarrillo) Si tu marido te


engaña es cosa tuya. Por qué no se lo preguntás a él?

Dolores: Una sugerencia muy lógica.

Elena: Es cosa mía, sí. Pero también de una de mis mejores amigas de la infancia.

Luisa: Ya se sabe, que la mejor de tus amigas es la que mejor te mata.

Regina: No es tan así. La educación de un colegio católico es algo que perdura.

Luisa: Ya lo creo. A mí me costó un trabajo bárbaro dejar de persignarme antes de


cada eyaculación!!!

Regina: Pasa el tiempo y no podés olvidar aquellos años. En el fondo y a pesar de


estar casada y con hijos, yo me cambiaría por aquella niña de uniforme que se
sentaba en el primer banco de la fila y tenía un montón de sueños… (A Ángela) Yo
te admiraba…

Ángela: Y eso a qué viene ahora?

Regina: A tu lado me sentía segura...

Luisa: Música de violines.

Regina: Lo que hacías, nada podía estar mal…

Ángela: Por qué no te callás? No ves que estás borracha!

Regina: Si creo que sí.. yo te seguía, pensaba como vos, hacía lo que vos querías
que hiciera, siempre me dominaste.

Ángela: Te querés callar! Siempre fuiste una pobre tonta, débil, indecisa,
contradictoria, una neurótica.

Regina: No me hables así.

Luisa: Claro algún encanto tendría la pobre…

Ángela: No permito, entendeme bien, no permito que una simple puta como vos
me juzgue o me reproche nada.

Dolores: Ángela

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Luisa: Esto se anima

Ángela: Fuiste vos la que entregó el diario, no es verdad? Vos!

Luisa: No

Ángela: Sabías que lo estaba escribiendo?

Luisa: Sí

Ángela: Y dónde lo tenía escondido? Lo leíste!

Luisa: También, pero no fui yo!

Ángela: Siempre me tuviste fastidio y antipatía. Por qué?

Luisa: Por cosas… te las digo?

Ángela: Sí, quiero que me lo digas ahora!

Dolores: Pero muchachas, han pasado un montón de años y aquellas niñas ahora
están entrando gloriosamente en la menopausia. No es serio.

Elena: Están aquí por otra cosa.

Luisa: Quizá todo guarde relación.

Elena: Qué querés decir?

Luisa: Antes voy a contestar a Ángela. Siempre me fastidió tu presencia. No me


gustaba ducharme a tu lado. Cuando entre risitas nerviosas nos tocábamos los
senos que empezaban a crecer, se acuerdan?

Dolores: (Sonriendo) Sí

Luisa: Tu mano me molestaba. Solo la tuya. Me molestaban tus miradas. Me daba


la impresión de que en el dormitorio había un infiltrado disfrazado de mujer.

Ángela: Te hubiera encantado!

Luisa: Pero por encima de todo eso, mujer inteligente, escritora, famosa, me
molestaba el daño que podías hacer. Y se lo hiciste a la de menos voluntad.

Regina: Pero era un asunto nuestro! No tenías por qué haberte metido! Qué te
importaba. Sí, fuiste vos! Cambiaste mi vida y ya no pude ser feliz. Sos una
mierda!

(Dolores y Elena tratan de consolarla y evitar que esta ataque a Luisa)

Dolores: Cuando se es joven se cometen tonterías. ¿Qué importancia puede tener


ahora?

Regina: Para mí sí. No he podido desprenderme de aquello! Siempre me ha


atormentado… Por qué? Por qué lo hiciste?

Luisa: Te doy mi palabra que no fui yo.

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Ángela: Tu palabra! Qué valor puede tener?

Luisa: Aproximadamente el mismo que la tuya. Yo puedo mentir a los demás pero
no me engaño a mí misma, Safo.

Ángela: Creo que será mejor, dar por terminada esta primer y supongo que última
reunión de ex alumnas. Me voy y Regina se va conmigo.

Regina: Lo estoy deseando.

Ángela: Si una de nosotras te ha robado tu marido, no te será difícil descubrirlo sin


la necesidad de este juego. Como te dijo Regina, preguntáselo a él.

Luisa: (A Elena) De quién sospechás, vamos a ver?

Elena: De todas y de ninguna.

Luisa: Regina, está descartada. Marido, hijos, complejos… No es mujer para Carlos.
Ángela borrada también por otros motivos…

Dolores: O sea que quedamos vos y yo.

Luisa: Eso es, las dos.

Dolores: Las cosas muy claras, si tu marido me lo hubiera propuesto es probable


que haya aceptado.

Elena: Me encanta tu franqueza.

Dolores: Te aprecio, somos amigas, pero no exijas milagros! Llevo tres años en una
guerra de cuernos con mi marido y mi última aventura ha sido un desastre. Carezco
de defensa contra un varón discreto simplemente. Pero no he visto a Carlos desde
hace mucho. No soy yo Elena.

TODAS LAS MIRADAS SE VAN DIRIGIENDO HACIA LUISA QUE SE ENCUENTRA DE


ESPALDAS.

Luisa: Las miradas de ustedes, son como diez puñaladas en la nuca. Siempre
estuve metida con tu marido. Fue el único hombre que me hizo sentir algo por
dentro. Un día cuando creí que ya era mío nos encontramos contigo, te lo presenté
y un par de semanas después, la esquela de la defunción: ME CASO, ADIOS. Me
enfurecí, puté, lloré… en privado por supuesto.

Elena: Supongo que no me acusarás de ser responsable de eso.

Luisa: ¿Acusarte? En todo caso estaría agradecida. Me ha ido estupendamente.

Elena: No te creo.

Dolores: ¿Cuántos hombres han pasado por tu vida?

Luisa: Mi natural modestia me impide decir la cifra exacta. Digamos que muchos.

Dolores: Nunca te has enamorado? Nunca has puesto el corazón con ninguno de
ellos?

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Luisa: Yo el corazón lo llevo pegado a la última prenda que me quito. De modo que
cuando me la quito o me la quiten, me quedo desnuda y sin corazón.

Elena: Me das lástima.

Luisa: Cuando se casaron, yo asistí a la boda que para mí fue como una especie de
funeral. Y, como suele decirse LA VIDA CONTINUA.

Dolores: Para vos a toda velocidad.

Luisa: Pero Carlos seguía aquí. Hasta que hace más o menos un año, catapún,
frente a frente, por casualidad.

Elena: En Chile?

Luisa: Sí. Un terremoto por dentro! Nostalgias, dos martinis, qué joven estás, para
ti tampoco ha pasado el tiempo y media hora intercambiando caricias por telepatía.
En seguida un hotel y por fin con años de atraso a intercambiarlas de verdad.
Desde entonces nos hemos visto con frecuencia. Confieso: Soy la culpable.

Elena: Es curioso, pero deseaba que fueses vos…

Luisa: Me alegra.

Elena: Contigo hay una disculpa, soy capaz de comprenderlo y eso hace que Carlos
me resulte menos despreciable. Pero, por qué el engaño?

Luisa: Los dos te queremos. Y además sabemos que pronto nos cansaremos y
entonces él volverá a tu lado y yo volveré a la búsqueda de sexo y dólares.

Elena: Pero Carlos me está hablando de divorcio.

Luisa: No se va a separar si vos no lo querés.

Elena: Debo darte las gracias por usarlo y devolvérmelo en buen estado?

Luisa: Los errores se pagan y las heridas se cierran. Cualquier día se vuelven a
encontrar.

Elena: Cuando se cansen?

Luisa: Me crees si te digo que fue inevitable y que los dos lo sentimos mucho?

Elena: Entre un hombre y una mujer solo es inevitable lo que se provoca.

Ángela: Bueno al parecer el enigma fue resuelto. Y ahora qué? Estás satisfecha?

Elena: Ni sé cómo estoy.

Dolores: Ya que nos hemos puesto con tanta sicneridad, pienso que sería
conveniente saber quién escribió el anónimo y por qué? Tengo curiosidad por saber
quién fue la soplona del colegio y la autora del anónimo.

Luisa: Dolores tiene razón. Esta noche habría que llegar al fondo de las cosas (a
Ángela) Vos qué opinás?

Ángela: Creo que ya nos hemos hecho bastante daño. Para mí es suficiente.

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Luisa: Entonces para mí también.

Elena: Qué pasa ahora?

Luisa: Pero es que está pasando algo esta noche?

Dolores: Algunas cositas sin importancia. Pero creo que no hay más remedio que
seguir. Vos Ángela has tenido que reconocer determinadas singularidades…

Ángela: Bah!

Dolores: Regina, si que nos sorprendió a todas menos a ti, claro. A Luisa le hemos
descubierto un pequeño romance con tu marido (a Luisa) Nada serio verdad?

Luisa: Como acabar con un libro que se dejó a medias…

Dolores: Pero aún queda algo por aclarar, porque yo también creo que el diario y el
anónimo tienen relación a pesar de los años.

Regina: Vamonos por favor. No quiero saber más nada de ustedes.

Dolores: Pero es justo que sepas.

Regina: No quiero saber. No quiero saber más nada! Me quiero ir!

Luisa: Por favor muchachas, no hagamos una tragedia de todo esto… Está visto que
esta no es mi noche. No tengo desperdicio. Qué se puede esperar de una puta
vulgar y descarada como yo? Hago el amor por dinero, le quito el marido a una
amiga y soy la soplona de la clase. (a Regina) Antes mentí, fui yo quién entregó el
diario a la madre superiora.

Regina: Sabía que eras vos.

Luisa: (a Ángela) Me molestaba tanto tu presencia y pensé que te expulsarían pero,


claro, no contaba con la fidelidad de tu compañera. En cuanto al anónimo de
ahora…

Regina: Lo escribí yo!

Luisa: Se cagó todo otra vez!

Regina: No me miren así, fui yo!

Ángela: No sigas hablando.

Regina: Fui yo sí, lo escribí yo.

Ángela: Callate!

Regina: Yo! Yo! Yo!

Luisa: No insistas te entendimos.

Elena: Pero por qué?

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Regina: Yo también tenfo derecho a hacer daño no? La poquita cosa, la que nunca
protesta, sin carácter. (a Luisa) Por qué entregaste mi diario? Por qué tuviste que
hacer una cosa así? Me expulsaron y mi vida se derrumbó.

Ángela: La estás derrumbando ahora.

Regina: Me sentía humillada, había cometido un pecado horrible. Me sentía el ser


más amoral y depravado del mundo!

Ángela: Sos una pobre estúpida! No tenés arreglo.

Regina: Yo, después del pabellón… nunca pude sentir con un hombre (a Ángela) me
había acostumbrado a ti.

Ángela: Te dije que te callaras!

Regina: Ya casada y con hijos, te seguí necesitando tanto como en el colegio.


SIN PODERSE DOMINAR ÁNGELA LE DA UNA BOFETADA A REGINA, TODA LA
ESCENA QUEDA POR UN LARGO TIEMPO EN SILENCIO Y ES LUISA LA QUE
IRRUMPE LLEGNADO HASTA EL BAR DICIENDO…

Luisa: Si un hombre intentara ponerme la mano encima, lo dejo sin huevos.

Elena: Durante estos años han seguido viéndose?

Regina: Sí

Ángela: No mucho. De tanto en tanto.

Regina: Para mí cada encuentro, era como una aventura maravillosa. Algo que
rompía la monotonía. (a Ángela) Creo que solo he podido soportar el matrimonio
por ti.

Luisa: Conmovedor.

Ángela: Y por cobardía. Nunca pudsite afrontar tu verdadera personalidad.

Regina: No claro que no. Yo no me siento orgullosa como vos. Yo me desprecio.

Ángela: Es comprensible.

Dolores: Dios mío! Cada persona es como una cueva, nadie sabe lo que pasa
adentro.

Elena: Andate si querés, no quiero verte más Regina.

Regina: No si estoy bien. Ahora vamos a seguir! (a Ángela) No soy tan cobarde
como creés.

Ángela: Ah no?

Regina: No! Y algún día tendré el suficiente valor como apra no verte más.

Ángela: Para mí ese día llegó hoy. Y sin esforzarme simplemente por aburrimiento.

Regina: Mandé la carta en un momento de rabia. Enseguida me arrepentí pero ya lo


había hecho. No quería perderte!

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Ángela: Pero no podés callarte! Sos una pobre histérica!

Elena: Como dice Luisa me perdí…

Dolores: Yo también…

Regina: Yo sabía lo de tu marido. Pero estaba convencida de que era Ángela la que
mantenía relaciones con él.

Elena: Con Ángela?

Regina: Sí ella me lo insinuó. Y ahora entiendo por qué! (a Ángela) Querías darme
celos. Me tendiste una trampa para que yo saltar y descubriera todo. Ella te odia!

Ángela: Al contrario la quiero!

Luisa: Yo al lado de ustedes soy la Virgen María! Qué quilombo la vida de ustedes.

Elena: Yo no sé si reirme o llorar. Lamento haber desencadenado esta serie de


confesiones.

Dolores: Sorprendentes, por llamarlas de alguna forma.

Ángela: Vos y tu enfermiza verdad.

Elena: Es gracioso. Justamente vos, tenés que reprocharme algo?

Ángela: La vida misma te enseña que no podés vivir con la verdad.

Elena: Y con la traición y el engaño sí?

Ángela: Si no fuera por la hipocresía y la tolerancia, la vida sería un infierno.

Elena: Más aún?

Ángela: La verdad de la vida es la muerta, la verdad del amor el hastío. La verdad


de cualquier cosa es mentira. Necesitamos mentiras! Mentir es un acto social de
supervivencia. Nuestros vestidos, nuestras joyas, nuestros perfumes, están hechos
de mentiras. Nuestro mundo está sostenido por mentiras enormes, y si me dijeras
que no, eso sería otra mentira.

Luisa: Sí claro, hay mentiras y mentiritas. Pero lo tuyo es pura bazofia

Dolores: Si existiera el premio nobel para las maquinaciones más sucias y los
enredos más venenosos, lo ganarías por unanimidad.

Regina: Cuando me expulsaron del colegio…

Ángela: Querés dejarte de joder con el colegio!!

Luisa: Se desacató la escritora!

Ángela: Sabías que Sor Angeles – tan severa, tan exigente – con su candado de
castidad en la boca – Tenía Inclinaciones exóticas como las llama luisa?

Luisa: Ahora se pudrió hasta la monja!

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Ángela: Solía tener una secretísima aventura con alguna alumna que estaba por
egresar.

Luisa: Y en nuestro curso esa alumna eras vos.

Ángela: Supongo que sí…

Luisa: Y vos nena le tenías miedo a los hombres. Pero si al lado de todo esto son
angelitos. Le das una erección y un par de tetas y se pasan las horas muertos de
contentos.

Dolores: Creo que deberíamos empezar otra vez la encuesta, porque ya que
estamos en plena crisis de sinceridad, es bueno decir que aquí se han dicho
verdades completamente falsas. No es así Luisa?

Luisa: No sé de qué hablás…

Dolores: Vos no fuiste la soplona del colegio, y no sé por qué te lo adjudicaste, pero
yo sí sé quién fue y por qué.

Ángela: Yo tampoco comprendo muy bien por qué mentiste.

Luisa: La costumbre. Me encanta.

Ángela: Una noche, después de la cena (a Regina) teníamos que encontrarnos


como otras veces en el pabellón. Recuerdo que llovía y que el agua formaba como
una cortina…

Luisa: Ahorranos la literatura!

Ángela: Prendí un fósforo para encender la vela, y ahí estaba Sor Angeles, parada
en la oscuridad y mirándome fijamente. Me quemé con el fósforo y oí su voz que
me ordenaba: PRENDA LA VELA SEÑORITA! Lo hice y ella avanzó hasta mí con las
manos juntas y en el rosario. HE ESTADO REZANDO PARA QUE NO FUERA USTED
LA QUE VINIERA (a Regina) Sabía que tú te encontrabas ahí con alguien y me dio a
elegir, o eramos expulsadas las dos con el consiguiente escándalo, o solo eras
expulsada tú de una forma más discreta. Se necesitaba una prueba. Yo sabía donde
guardabas el diario.

Dolores: Yo vi cuando lo llevaste.

Regina: Me sacrificaste?

Ángela: Estabas condenada de todas formas. Y para mí significaba mucho poder


egresar.

Regina: Para mí también.

Ángela: Estaba segura que nunca me delatarías.

Regina: No consiguieron arrancarme tu nombre- Por eso llamaron a mis padres y


me humillaron. Marcaron para siempre mi vida y estropearon mi juventud.

Ángela: Lo siento!

Luisa: Escucharon? Por lo menos tiene buen corazón.

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Regina: Me manejaste a tu antojo. Siempre conseguiste de mí lo que querías.

Dolores: Y qué más te exigió Sor Angeles?

Ángela: Nada de lo que imaginan. Era demasiado devota como para materializar
sus fantasías. (a Luisa) Y ahora veamos tu más absurda mentira de esta noche.

Luisa: Lo consideras imprescindible?

Ángela: Sí

Luisa: Pensé que era mejor apechugar y vos callar.

Ángela: Pero el final perdería emoción.

Elena: Se puede saber de qué hablan?

Ángela: (a Luisa) Adelante!

Luisa: Me hubiera encantado que fuera verdad, pero toda la aventura vivida con tu
marido, es mentira. Lo encontré sí hace un año en Chile. Pero eso de que siempre
se vuelve al primer amor es cosa de tango solamente. Me habló, sí, que no
andaban muy bien las cosas entre ustedes…

Elena: Y qué más?

Ángela: Lo que intenta decir es que asumió el papel que me corresponde a mí. Soy
yo la que hace un año sale con tu marido.

Dolores: Aghata Chsritie es un poroto al lado de todo esto.

Elena: Les voy a pedir que me dejen un momento a solas con Ángela.

Dolores: Ni lo sueñes.

Elena: Este es un asunto entre Ángela y yo.

Regina: Yo también estoy en el medio!

Luisa: Unanimidad! No nos vamos a ninguna parte.

Dolores: Imaginate un encuentro: Marilyn Monroe – Jacqueline Kennedy y en la


casa blanca.

Luisa: Esposa y amante cara a cara

Regina: También parte de mi vida está en juego.

Luisa: Eso ya lo sabemos, vení sentate calladi…

Regina: (Soltándose) Dejame!! No podés tomar nada en serio?

Luisa: Hay cosas que mejor no.

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A TODO ESTO ELENA NERVIOSA HA IDO HASTA EL BAR. MIENTRAS ES
OBSERVADA POR ÁNGELA QUE MOSTRANDO UN APLOMO QUE NO TIENE PRENDE
UN CIGARRILLO

Ángela: No sabés cómo empezar no?

Elena: (de espaldas a ella) No la verdad… es que no.

Ángela: Si querés te ayudo. Comenzá con algún adjetivo: intrigante, traicionera,


viciosa, ruin, puta…

Luisa: (interrumpiendo) Ese es mío y no lo comparto (la hacen callar)

Ángela: El que prefieras

Elena: Aplicados a vos suenan… como muy cariñosos.

Ángela: Ves, es solo encontrar el camino… adelante!

Elena: Primero destrozás a Regina y ahora querés hacer lo mismo conmigo?

Ángela: No, si crees eso es que no entendés nada.

Elena: Y qué es lo que tengo que entender? Llevo años conviviendo con un hombre
y era bastante feliz, de pronto aparecés vos, das un manotazo y me hacés ver que
estoy casada con un pobre imbécil

Ángela: No seas tan rigurosa…

Elena: Interesarse en una mujer como vos…

Ángela: Siempre juzgando a los demás! O sos una hipócrita o has tenido suerte. O
desgracia según como se mire.

Elena: ¿Qué querés decir?

Ángela: Que no has encontrado al hombre adecuado en el momento oportuno.


Porque de haberlo encontrado, a pesar de tu marido y de tus convicciones ahora le
estarías besando los genitales en cuanto te hiciera así.

Elena: Prefiero conservar un cierto aprecio por mí misma.

Ángela: Te querrías lo mismo, te lo aseguro. No te podés imaginar lo tolerante que


puede ser cada cual con sus propios defectos.

Elena: Lo imagino. Si no, cómo te ibas a soportar vos?

Ángela: Ya veo que me despreciás por completo.

Elena: Ni siquiera me tomo la molestia. No quiero seguir hablando andate!

Ángela: No entendés nada! Yo decubrí mi forma especial de ser, a través de vos. Y


eso a los quince años es un drama. Y a pesar del tiempo nunca pude olvidarte del
todo.

Elena: Qué conmovedor.

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Ángela: Pero es que no podés entnederlo? Sos incapaz de disculpar una debilidad o
una obsesión?

Elena: Esa no

Ángela: Pero qué culpa tenía yo? No podía remediarlo. La de noches que me
acercaba a tu cama para verte dormir, y vos ni te enterabas. Nos separamos y casi
conseguí olvidarte. Hace un año firmando ejemplares de una novela, tu marido se
acercó con un libro en la mano. Quería regalártelo y otra vez saltó a flote todo tu
maldito asunto desde el colegio. Mi mayor frustración. La única. No sé lo que me
sucedió. Fue un impulso. Pero en el libro escribí el número de mi teléfono. Solo eso,
acompañado de una mirada adecuada, al otro día me llamó. Cuando estaba con él
me sentía más cerca de vos.

Elena: Por favor, Regina está aquí…

Ángela: Vivía momentos idénticos a los que habías vivido vos. Lo odiaba y lo
envidiaba al mismo tiempo. Intentaba sentir como vos, le preguntaba cómo hacías
el amor, cuales eran tus caricias preferidas.

Elena: Besame, siempre lo deseaste no? Desde aquellos tiempos, vamos besame, a
lo mejor me estoy privando de algo muy lindo, vamos no seas tímida, besame

Ángela: Dejate de juegos y acabemos esto de una vez.

Elena: (LE TOMA LA CARA Y LA BESA) Te gustó verdad? A mí me dio asco. Andate!

Ángela: Elena me gustaría que por una vez…

Elena: Que alguien la acompañe hasta la puerta y que se vaya!

Ángela: No es necesario que me acompañen. Conozco el camino. Cuando estuviste


en Paris y Carlos no quiso acompañarte fue porque le pedí que nos viéramos aquí.
Tenía curiosidad por conocer tu ambiente, tu casa, tu marido tuvo la gentileza de
darme una de tus píldoras anticonceptivas que guardas en el estuche de nacar que
está sobre la mesa de luz.

Luisa: Yo siempre creí que embarazarse era cuestión de mujeres.

Ángela: No podés imaginarte hasta que punto puedo ser mujer cuando me lo
propongo. Vamonos Regina.

Regina: No, no quiero verte más.

Elena. Si conocés el camino andate.

Ángela: Qué lastima no entendiste nada.

Elena: ANDATE!

Luisa: (Detiene la marcha de Ángela) Por favor no llames al ascensor, tirate por el
hueco de la escalera.

Dolores: Qué lástima que seas como sos.

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CON UNA MUECA PARECIDA A UNA SONRISA ÁNGELA SALE, LAS CUATRO QUEDAN
EN SILENCIO, REGINA CON LA CABEZA BAJA SE ACERCA A UN SILLÓN Y SE
SIENTA. Y SIN MIRAR A LA CARA LE DICE A ELENA.

Regina: Perdoname Elena, no te hubiera mandado el anónimo si ella…

Luisa: Pero de qué anónimo está hablando?

Dolores: No sé.

Luisa: Es el pedo que tiene el que la hace hablar… Otra copa más?

Dolores: La última

Luisa: Nunca se dice la última

Dolores: Por esta noche

Regina: Nos volveremos a encontrar?

Elena: Cuando quieran

Luisa: (PRONTA PARA BRINDAR) Por nuestro reencuentro dentro de veinte o treinta
años.

Dolores: A esa altura seremos tan viejas que nos tendrán que traer.

Elena: Se imaginan (IMITANDO A UNA VIEJA) Ay qué bien estás Dolores, ese
bastón te da un aire especial.

Dolores: Y vos estás hecha una niñita, ya me dijeron que usás pañales y todo…

Luisa: Ay perdonen llegué tarde pero recién cerré el quilombo.

Dolores: Y todavía trabajás Luisa?

Luisa: No, solo lo administro.

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