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Generalidades.-
La pretensión del legislador al crear tipos penales no es otra que
recoger modelos de comportamiento que estima lesivo de intereses
individuales y sociales con el objeto de salvaguardar el normal
desarrollo de las actividades sociales.
Pero la técnica empleada por el legislador, en la construcción de los
tipos no es idéntica, ella varía según quiera o no destacar un aspecto
de la conducta, detallar algunas circunstancias o eliminarlas. Esto
es, “unas veces señala el legislador los elementos tipificadores de la
acción para en el mismo texto prescribir la pena. Otras señala al
agente activo del hecho con la calidad del sujeto que da especial
categoría a la infracción, por ejemplo el funcionario público…No
faltan tipos penales en los que primero se fija la penalidad en sus
distintos grados para luego determinar los elementos constituyen el
tipo…”. En fin hay variedad de formas, todos con el mismo objeto,
que no es otro que reprimir el delito, dando al juez la pauta para
imponer en cada caso la pena correspondiente, dentro de los límites
que la misma ley ordena.
Esa variada técnica en la creación de los tipos penales permite
clasificarlos en diversas categorías.
Clases.-
Es posible clasificar los tipos penales tomando en cuenta los
siguientes criterios: su estructura, el sujeto activo, el bien jurídico
tutelado y su contenido.
Conforme su estructura:
El traslado de una conducta humana de hecho previamente social a
la categoría legal de delito se explica por la necesidad que tiene el
Estado de proteger intereses jurídicos fundamentales; sin embargo,
esa protección, en cuanto abarca diversos aspectos del interés que se
quiere defender, se encuentran diseminados en varios tipos penales
que contemplan precisamente tales aspectos, por lo cual los tipos
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desde este punto de vista se dividen en: Básicos o fundamentales,
especiales y subordinados o complementarios; en elementales y
compuestos, incompletos y en blanco.
Tipos básicos, especiales y subordinados. Dentro de un
mismo rubro o familia de tipos delictivos, se agrupan distintas
especies, que si bien protegen el mismo bien jurídico,
contemplan diversos aspectos fácticos que a la tutela del
expresado bien jurídico pueden afectar, pues en otro caso
carecerían de razón de ser esta pluralidad de tipos penales
protectores de un mismo bien jurídico. La simple observación
de los tipos de delito recogidos en un mismo título pone, de
inmediato, en relieve, que la tutela de un mismo bien jurídico,
después de abarcar lo genérico, desciende a lo específico. Y con
base a la estructura externa de los tipos penales pueden
dividirse en:
Básicos o fundamentales son aquellos tipos que describen
conductas lesivas de la integridad del bien jurídicamente
tutelado y respecto de los cuales, el proceso de adecuación
típica es autónomo en cuanto se realiza sin sujeción ni
referencia a otros tipos.
En general cada bien jurídico dispone de un tipo de esta
naturaleza y alrededor del mismo se agrupan los demás, así en los
delitos que atentan contra la vida, el tipo fundamental es el
homicidio previsto en el artículo 405 del Código Penal porque se
refiere a un comportamiento que ataca en su base misma este bien
jurídico, igual en el hurto relacionado con la tutela de la propiedad o
la falsedad documental frente a la fe pública.
Dentro de una buena técnica legislativa, los tipos
fundamentales deben presidir cada uno de los títulos de la parte
especial en que normalmente se dividen los Códigos, por ello el
homicidio está antes de todas las modalidades que le son propias
como el calificado, agravado, culposo, concausal, preterintencional,
etc.
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Especiales, estos se caracterizan porque describen conductas
referibles al fundamental o básico, aunque diferenciables de él
en cuanto agregan, suprimen, modifican, concretan o
cualifican elemento de aquel.
Esta particular estructura de tales tipos les da vida propia e
independiente, sin subordinación al tipo penal fundamental.
Ello obedece a que el legislador trata de formar diversa –desde el
punto de vista punitivo-formas de agregación al interés
jurídicamente tutelado en el tipo básico.
Son especiales por agregación, porque toman del básico sus
características principales pero añaden a estos, otros requisitos que
les conceden existencia propia y pueden, por lo tanto establecerse y
ser reconocidos como autónomos. (Ejemplo, Infanticidio, homicidio
concausal).
En los tipos especiales por cualificación, se caracterizan porque
cualifican uno o varios de los elementos del básico, como sucede en
las distintas modalidades de lesiones personales, respecto de la
genérica descripción del artículo 413 del Código Penal, en la medida
en que tales normas califican el resultado de la conducta
ampliamente enunciado en el fundamental como “sin intención de
matar, pero si de causarle daño”.
Son subordinados o complementarios aquellos que refiriéndose
a uno fundamental o especial, describen solamente circunstancias
nuevas que apenas cualifican uno o varios de los elementos del tipo
al cual se refieren.
Se asimilan a los tipos especiales en cuanto unos y otros se
refieren al mismo bien jurídico y están igualmente conectados con el
tipo básico respectivo, pero se diferencian en que, a tiempo que el
especial excluye al fundamental y por ello se aplica con total
independencia suya, el complementado supone su existencia hasta
el punto de ser apenas una proyección del tipo básico o del especial.
De otra parte, el elemento nuevo del tipo penal especial es por tal
modo importante que actúa autónomamente y transforma la figura
jurídica descrita en el básico en otra figura, a tiempo que el agregado
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que contiene el tipo complementado es apenas una circunstancia
suplementaria que modifica, sin alterar, la figura fundamental.
Tipos elementales y compuestos El legislador puede utilizar
dos técnicas diversas: o se limita a describir una sola conducta
o describe varias modalidades del mismo comportamiento y
señala pluralidad de acciones u omisiones, a todas los cuales
impone una misma consecuencia jurídica como es la pena.
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Los incompletos son aquellos tipos respecto de los cuales la
conducta o la sanción faltan; podríamos hablar de tipos
sancionatorios y tipos preceptivos.
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ser simultáneamente a varios intereses; además tales intereses
pueden ser efectivamente alterados o suprimidos o simplemente
puestos en peligro.
Estas correlaciones entre tipos penales y bienes jurídicos dan lugar a
dos especies de clasificación, así: tipos simples o mono-ofensivos y
complejos o pluriofensivos, para la primera hipótesis, y a tipos de
lesión y de peligro, para la segunda.
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riesgo la integridad fisiosíquica de todas las personas que
puedan utilizarlas y en esa forma se vulnera el bien jurídico de
la salubridad colectiva, por ello es un tipo de peligro.
El tipo de lesión es aquel respecto del cual la adecuación típica
envuelve la destrucción o disminución del bien jurídico matera de la
protección estatal.
Los tipos de peligro describen conductas que tengan por finalidad
amenazar o poner en peligro el bien jurídico objeto de protección
oficial.
El peligro radica en la potencialidad que la conducta tiene de
producir con probabilidad la lesión del bien jurídico; necesario es,
por consiguiente, que el legislador cualifique en el tipo respectivo
aquella modalidad de la conducta que considere eficiente para
producir una lesión y la sancionará antes de que tal resultado
concretamente se produzca. En estos casos, que son excepcionales y
se refieren a bienes jurídicos de transcendental importancia
colectiva, el legislador juzga necesario salvaguardarlos a partir de un
momento que procede a su efectiva lesión y por eso incrimina las
conductas que constituyan una simple pero idónea amenaza para su
incolumidad.
La diferencia entre los tipos de lesión y los de peligro, los primeros
llevan la destrucción o disminución del bien jurídico, en tanto que
los segundos describen comportamientos que seriamente amenazan
destruir o disminuir tal bien.
Dentro de la categoría de los tipos de peligro se puede encontrar
los de peligro efectivo y peligro presunto. En el primero se exige la
prueba de que el bien jurídico tutelado se haya puesto efectivamente
en peligro por la conducta del agente; los segundos, basta en ellos
que la conducta se realice y en consecuencia el ilícito se estructura
independientemente de la demostración de la existencia o
inexistencia de un efectivo peligro sobre el bien jurídico tutelado en
cabeza del sujeto pasivo; en otras palabras, el peligro se presume
juris et de jure, lo que significa que no es les permitido al agente
demostrar que en el caso concreto el bien jurídico de que se trate no
estuvo en peligro de sufrir lesión alguna. Por ejemplo de este último
es el delito de asociación, porque basta que varias personas se
reúnan con el propósito de cometer delitos.
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potencialidad criminosa, debe ser objeto de represión penal,
independientemente del resultado (evento) que pueda producir.
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determinación del agente, como resultado de maniobras de la víctima
o en razón de las circunstancias ajenas a los protagonistas de la
acción. En estos casos, se ocasiona la lesión de un bien jurídico en
un momento dado y se prolonga luego esta situación a partir del
momento inicial de tal lesión. Son ejemplos de ello, el rapto, el
secuestro, la asociación, la detención arbitraria, en todos ellos el
proceso consumativo se mantiene durante el tiempo en que los
agentes permanezcan asociados o en que el sujeto activo mantenga
privado de libertad al pasivo.
Pudiera decirse que estos tipos engendran en el actor un
comportamiento mixto de acción, al realizar inicialmente la conducta
típica (de asociarse o de privar de la libertad) y de omisión después,
en la medida en que una vez ejecutado el hecho inicial su
comportamiento es el de omitir que las cosas vuelvan al estado en
que se hallaban antes (los asociados no se separan y el secuestrador,
raptor o funcionario no dejan en libertad a sus víctimas).