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La identidad social que parte de la música se asocia a la masa juvenil y a la industria cultural.

Se
ven ligadas a la moda. Esto responde a una generalización de dichas identidades sociales.

Generalmente las identidades sociomusicales son asociadas con la categoría de juventud, en


específico con la juventud urbana.

Se habla de identidad bajo el precepto social, es decir, intersubjetivo o transindividual: el


reconocimiento bajo las prácticas y los discursos en un ámbito preindividual, como el lenguaje que
es de carácter público.

“Los discursos establecen redes de significados compartidos que propician un sentido de


pertenencia, ciertas prácticas y un horizonte de futuro común. Es decir, crean identidades públicas
que, además, inciden en el desarrollo de prácticas y de una autopercepción en el ámbito de la
identidad de cada uno de los sujetos interpelados.” (p.248)

Lo que se ha dado en llamar “consciencia” en diferentes grupos se basa, naturalmente, en la


noción que se establece en el eje correspondiente a la relación del grupo consigo mismo y con los
otros, es decir, a su práctica y expresión privada y pública orientada por sus creencias y un “sentir”
generalizado.
La música expresa una identidad colectiva, es parte del reflejo de esa identidad en
los terrenos artístico y cultural.

La música puede ser accesorio de una identidad (reflejo de clase o de una étnia)
o derivarla (por sí misma funda un identidad).

La importancia de la irrupción de los jóvenes en el mundo social tuvo un carácter


político, económico y cultural. En este sentido, existen diversas aproximaciones
teóricas para tratar el mundo de los jóvenes. Pueden reconocerse, al menos,
cuatro perspectivas elementales.

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