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CUADERNO DE TRABAJO DEL

PROGRAMA DE ANÁLISIS DE

CRITERIOS
JURISPRUDENCIALES
DE LOS TRIBUNALES FEDERALES CON LAS
AUTORIDADES LOCALES INVOLUCRADAS EN
TAREAS DE SEGURIDAD PÚBLICA
2019
ÍNDICE
Nota para el lector:

El “Cuaderno de trabajo del Programa de Análisis de Criterios Jurisprudenciales de


los Tribunales Federales con las Autoridades Federales involucradas en tareas de
Seguridad Pública” que el lector ahora tiene en sus manos, fue revisado y actualizado al
10 de enero de 2018, incluyéndose los criterios Amparo Directo en Revisión 1764/2015
y Amparo Directo en Revisión 6465/2015 (visibles a páginas 63 y 245).
PRESENTACIÓN

E l presente texto pretende servir de referencia para el conocimiento de


los aspectos que puedan revestir mayor utilidad práctica para los operadores
involucrados en las tareas de seguridad pública, con independencia de la institución
a la que pertenezcan, de ahí que se trate de un mero cuaderno de trabajo.

Derivado de un ejercicio de reflexión conjunta entre juzgadores federales, mandos y


personal operativo de la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional
-con motivo de la suscripción en agosto de 2016 de un convenio de colaboración
institucional para tal fin- se ofrece al lector la compilación de nueve tópicos de
criterios jurisprudenciales en los que los Tribunales Federales, principalmente la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, en ejercicio de su función de control de
constitucionalidad a través del Juicio de Amparo, se han pronunciado sobre las
tareas más recurrentes en el día a día de los agentes del orden.

En consecuencia, el núcleo articulador de las páginas subsecuentes, son las


consideraciones torales de las sentencias en su versión pública, por lo que se
agrupan temáticamente, se citan de manera textual y se acompañan de las tesis a
que dieron lugar. Al inicio de cada sentencia se indica, a pie de página, el vínculo de
Internet que permite al lector que lo desee, consultar la resolución en su integridad,
mientras que las citas que se incluyen dentro de las transcripciones corresponden
a las propias ejecutorias.

También –y sólo para contextualizar las consideraciones– se agregan breves


referencias, como los datos de identificación del expediente, una alusión a los
hechos de origen, a la secuela procesal que derivó en el pronunciamiento en
Amparo y, al final de cada uno de los temas, el marco jurídico nacional vigente
tanto constitucional como de la legislación secundaria, para que el lector corrobore
que los criterios jurisprudenciales son aplicables en el nuevo paradigma procesal
penal pues, aun cuando la gran mayoría de ellos fueron generados con antelación
a la plena entrada en vigor del sistema penal acusatorio, tienen vigencia plena por
interpretación directa de diversas figuras constitucionales transversales al anterior
y nuevo sistemas, hasta en tanto no haya pronunciamientos jurisprudenciales
ulteriores que los superen.

MINISTRO ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA


PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DEL
CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
PRIMAVERA DE 2019
1. DETENCIÓN

PRIMERA REGLA
Cuando un efectivo aprecie la comisión de un delito está obligado a
intervenir.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA

Este es el caso de flagrancia, cuando una persona detiene a otra porque


aprecia directamente que está participando en la comisión de hechos
delictivos. Lo aprecia por sus sentidos, especialmente la vista, y no
porque le platicaron que pasó antes. Se trata de hechos que cualquier
persona puede identificar como delictivos; no se necesita ser un experto
en leyes para darse cuenta de esa situación.

Fuera de ese supuesto, el efectivo sólo puede hacer una detención, si


existe una orden de aprehensión (firmada por un juez) o una orden de
detención por caso urgente (firmada por el Ministerio Público).

SEGUNDA REGLA

El efectivo puede ingresar a un domicilio sólo para atender una petición de


auxilio que le fue hecha por uno de sus habitantes.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
El habitante no tiene que ser el dueño. No importa si vive ahí porque
renta o le prestan el inmueble. Debe ser mayor de edad y no tener alguna
discapacidad intelectual.

El efectivo debe asegurarse de que quede constancia por escrito de


la petición para ingresar al domicilio y que se haga constar de manera
clara e indudable, para que tal documento posteriormente pueda servir
de prueba sobre la legalidad de la actuación.

La necesidad de contar con la petición de auxilio por parte del habitante


también es exigible para los “domicilios accidentales”, es decir, para
aquellos en los que las personas no residen habitualmente pero son
espacios cerrados en los que pueden estar con intimidad para dormir
y guardar sus pertenencias, como sucede con la habitación de un hotel,
motel o pensión. Lo mismo aplica para las casas rodantes o “campers”,
no así respecto de los coches ordinarios.
No se consideran domicilios para estos efectos, los lugares que no tienen la función de dar intimidad a las
personas; tales como: almacenes, fábricas, talleres, oficinas, tiendas, locales o establecimientos comerciales
abiertos al público (restaurantes, bares o discotecas). Sólo en estos casos, no es exigible el requisito de que
el llamado de auxilio provenga de un habitante (porque, en sentido estricto, nadie es habitante de este tipo
de lugares), pudiendo ser realizado por cualquier persona.

1. Detención
TERCERA REGLA
El efectivo puede ingresar a un domicilio cuando dentro de él se esté cometiendo un delito en flagrancia, o
cuando el delito flagrante, ha sucedido en la vía pública y el delincuente ha sido perseguido hasta el interior
del domicilio particular.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
La posibilidad de ingresar al domicilio obedece a que la demora podría hacer ilusoria la investigación de los
delitos y la aplicación de las penas correspondientes, además de que la autoridad policial tiene el deber de
velar por la seguridad y protección de la ciudadanía, por lo que se convierte en garante de los bienes de la
sociedad y tiene la potestad de hacer que cese dicha afectación.

En caso de que se presente esta modalidad de la flagrancia, la autoridad debe de contar con datos ciertos o
válidos que motiven la intromisión al domicilio, mismos que se deberán aportar a la autoridad ministerial y
judicial para que puedan valorar si efectivamente se actualizó ese supuesto.

Si no se acredita que la intromisión al domicilio fue motivada por un delito flagrante, tal intromisión y lo que
de ello derive, resultará ilegal.

Fuera de estos supuestos, el efectivo únicamente puede ingresar a un domicilio en tareas de apoyo al
Ministerio Público que cuente con una orden de cateo expedida por un juez.

PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

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Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo en Revisión 384/2017. Fecha de resolución: 22 de agosto de 2018.
Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Mayoría.1

HECHOS DEL CASO: El tres de julio de dos mil dieciséis, alrededor de las veintidós horas, “Miguel”, su
esposa “Claudia” y su cuñada “Luisa” acudieron a un bar en la colonia Roma, de la Ciudad de México.
Asimismo, aproximadamente a las 22:30 horas de ese mismo día, llegó al lugar “Simón”, amigo de “Luisa”,
con quien estuvieron conviviendo hasta la madrugada del cuatro de julio.

Alrededor de las dos y media de la madrugada, mientras “Miguel” y sus acompañantes se encontraban en el
bar, llegó un grupo de quince mujeres y hombres a quienes los meseros les asignaron dos mesas a un lado

1 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=214671
del lugar en donde se encontraba “Miguel” y sus acompañantes. Una hora después, dos de las mujeres que
llegaron con el grupo comenzaron a bailar cerca de la mesa de “Miguel”, provocando que la mesa se moviera
y varias bebidas cayeran al suelo. Por lo anterior, éste les pidió a las mujeres que se retirarán a su mesa. Sin
embargo, un grupo de las personas que ahí se encontraba lo miró fijamente y lo señaló, por lo que “Miguel”
acudió con el personal de vigilancia del bar para comentarles lo sucedido.

Al regresar a su mesa, “Miguel” se encontró con las personas que lo habían señalado, quienes en ese momento
comenzaron a agredirlo. Entre esas personas se encontraba “Tomás” —ahora quejoso y recurrente— quien
lo golpeó con una botella en el ojo derecho; otro sujeto que lo atacó en el ojo con una navaja de cortaúñas y
una mujer que lo golpeó en la cabeza con un vaso. Por lo anterior, “Miguel” se dirigió hacia la salida del bar
para pedir auxilio.

Al observar lo ocurrido, el gerente del bar solicitó el apoyo de la policía, por lo que momentos después llegaron
al lugar dos agentes de la policía preventiva a bordo de una patrulla, quienes inmediatamente entrevistaron a
“Miguel” afuera del local. En esos momentos, mientras José Carlos comentaba a los agentes de seguridad lo
sucedido, salieron del bar “Tomás” y el sujeto que lo había atacado con la navaja, quienes fueron señalados
por “Miguel” como las personas que, momentos antes, lo habían agredido. En consecuencia, los agentes de
la policía procedieron a detenerlos.

Antes de retirarse del lugar, los agentes policiacos solicitaron el apoyo de una ambulancia para que asistiera
a “Miguel” en atención a las lesiones que éste presentaba. Al llegar al sitio, y ante la gravedad de las lesiones,
los paramédicos decidieron trasladarlo a una clínica, en donde fue intervenido quirúrgicamente y le fue
extirpado el ojo derecho.

HISTORIA PROCESAL: El 4 de julio de 2016, aproximadamente a las 05:15 horas, “Tomás” fue presentado
por la policía ante la Agencia del Ministerio Público, aproximadamente a las cinco horas con quince
minutos del cuatro de julio, en donde se inició una carpeta de investigación en su contra por el delito de
lesiones.

El 6 de julio siguiente, el Ministerio Público solicitó al juez de control del Tribunal Superior de Justicia de
la Ciudad de México la celebración de una audiencia inicial con detenido, a fin de formular imputación en
contra de “Tomás” por su probable participación en la comisión del delito de lesiones. Ese mismo día se
llevó a cabo la audiencia inicial en la cual el Juez de control calificó de legal la detención, al considerar que
ésta se realizó bajo la hipótesis prevista en el artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de
Procedimientos Penales.
10

Hecho lo anterior, el fiscal formuló imputación en contra del imputado. No obstante, la defensa solicitó que
la situación jurídica del imputado se resolviera en el plazo constitucional de setenta y dos horas, por lo que el
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

juez de control suspendió la audiencia e impuso al imputado la medida cautelar consistente en presentarse
una vez cada 14 días ante la Unidad de Supervisión de Medidas Cautelares y Suspensión Condicional del
Proceso.

La audiencia inicial continuó el 11 de julio de 2016. Se desahogaron las pruebas testimoniales que ofreció
la defensa. Hecho lo anterior, el Ministerio Público solicitó la vinculación a proceso del imputado. De este
modo, luego de escuchar a las partes, el juez de control dictó auto de vinculación a proceso en contra del
ahora quejoso por su probable participación en la comisión del delito de lesiones calificadas, a título de
coautor, en contra de “Miguel”.

En la audiencia inicial, el juez de control que conoció del asunto calificó de legal la detención, bajo el
argumento de que la misma se realizó bajo la hipótesis de flagrancia prevista en el artículo 146, fracción II,
inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales. Asimismo, una vez agotada la audiencia inicial,
el Juez determinó vincular a proceso al imputado por su probable participación en la comisión de un delito
de lesiones.

“Miguel” promovió juicio de amparo indirecto en el que reclamó la inconstitucionalidad del artículo 146,
fracción II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales, al considerar que la norma impugnada
prevé un supuesto de “flagrancia por señalamiento” que no encuentra asidero en el texto del artículo 16

1. Detención
constitucional, en tanto que este último precepto sólo reconoce dos supuestos de flagrancia, a saber: i. Que
la persona sea detenida en el momento mismo de estar cometiendo el delito o ii. Inmediatamente después
de haberlo cometido. El Juez de Distrito que conoció del asunto le negó el amparo, por lo que el quejoso
interpuso el recurso de revisión, del que conoció la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.

LA PRIMERA SALA AL DECIDIR, HIZO ENTRE OTRAS, LAS SIGUIENTES CONSIDERACIONES:

[…]

Como se mencionó en los antecedentes, el ahora recurrente fue detenido por dos agentes de la policía afuera
de un bar luego de haber sido señalado por una persona como quien momentos antes lo agredió físicamente
con una botella. En la audiencia inicial, el juez de control que conoció del asunto calificó de legal la detención,
bajo el argumento de que la misma se realizó bajo la hipótesis de flagrancia prevista en el artículo 146, fracción
II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales. Asimismo, una vez agotada la audiencia inicial,
el Juez determinó vincular a proceso al imputado por su probable participación en la comisión de un delito de
lesiones.

Inconforme con lo anterior, el ahora recurrente promovió un juicio de amparo indirecto, en el que reclamó la
inconstitucionalidad del artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales.
Al respecto, el quejoso sostuvo que la norma impugnada prevé un supuesto de “flagrancia por señalamiento”
que no encuentra asidero en el texto del artículo 16 constitucional, en tanto que este último precepto sólo
reconoce dos supuestos de flagrancia, a saber: (a) que la persona sea detenida en el momento mismo de estar
cometiendo el delito o (b) inmediatamente después de haberlo cometido.

Adicionalmente, el quejoso refirió que aun y cuando el artículo impugnado condiciona la detención bajo flagrancia
por señalamiento a que “no se haya interrumpido la búsqueda o localización del autor inmediatamente después
de cometido el hecho delictivo”, lo cierto es que con ello “no se alcanzan a evitar los riesgos de exceso”. De
acuerdo con el quejoso, ello es así, ya que si el presupuesto de la detención es el señalamiento de la víctima,

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ofendido o de algún testigo, ello significa que la búsqueda o localización puede realizarse sobre una persona

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


no identificada. Así, el quejoso refirió que habrá casos en los que la detención no se realice inmediatamente
después de haberse cometido el delito.

En respuesta a esos argumentos, el Juez de Distrito señaló que aun cuando el artículo 146 del Código Nacional
de Procedimientos Penales no es una transcripción literal de lo previsto por el artículo 16 de la Constitución
General, ambos recogen la excepción en el modo en que puede ser detenida una persona bajo dos supuestos:
cuando se detiene al indiciado en el momento en que está cometiendo un delito o cuando se le detiene
inmediatamente después de haberlo cometido.

Asimismo, el órgano de amparo señaló que el citado Código Nacional de Procedimientos Penales otorga una
mayor seguridad y respeto a los derechos humanos, al establecer y precisar mayores elementos que permitan
justificar debidamente que la persona detenida es la misma que cometió el delito. Además, destacó que dicho
artículo en su último párrafo precisa que se considerará que la persona ha sido detenida en flagrancia por
señalamiento, siempre y cuando, inmediatamente después de cometer el delito no se haya interrumpido su
búsqueda. Lo que lejos de contravenir la Constitución General, busca dotar de una mayor objetividad, certeza
y seguridad jurídica para cada una de las partes.

De esta manera, el Juez de Distrito concluyó que la fracción II, inciso b), del artículo 146 del Código Nacional de
Procedimientos Penales no es inconstitucional, pues si bien contiene mayores elementos que los previstos en
el artículo 16 de la Constitución (flagrancia por señalamiento, que el imputado tenga en su poder instrumentos,
objetos o productos del delito, o exista información o indicios que hagan presumir fundadamente su intervención
en el delito) ello tiene por objeto otorgar mayor certeza, seguridad y legalidad a las partes para justificar la
detención de una persona, evitando abusos en su interpretación constitucional.

En desacuerdo con esta última determinación, el ahora recurrente refiere que el Juez de Distrito no analizó
correctamente sus conceptos de violación, pues el centro de su argumentación se hizo consistir en que el
artículo impugnado vulnera derechos humanos al amplificar indebidamente la figura de flagrancia, y no en
que la figura ahí regulada no sea taxativa. Al respecto, el recurrente sostiene que si bien es cierto que en su
demanda también alegó que dicha figura no establece parámetros claros, su principal argumento era que la
flagrancia por señalamiento no está contemplada en la Constitución General. En consecuencia, el quejoso
insiste en los argumentos que hizo valer en su demanda de amparo.

Esta Primera Sala estima que asiste la razón al recurrente al señalar que el Juez de Distrito no contestó de
manera completa y exhaustiva los argumentos que hizo valer en su demanda de amparo. Efectivamente, esta
Sala advierte que el juzgador no llevó a cabo un análisis exhaustivo de la figura de flagrancia, ni explicó a
cabalidad por qué el artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales es
compatible con el artículo 16 constitucional. Como bien señala el recurrente, sus conceptos de violación
iban dirigidos a demostrar que el artículo impugnado contempla una hipótesis de flagrancia no prevista en
la Constitución General y no que el mismo sea poco claro o impreciso; aspecto sobre el cual se centró la
argumentación del órgano de amparo.

No obstante lo anterior, este Alto Tribunal estima que los argumentos que hizo valer el quejoso en torno a la
inconstitucionalidad del precepto impugnado son infundados, por lo que lo procedente en esta instancia es
confirmar la sentencia recurrida por lo que ha dicho acto reclamado se refiere y reservar jurisdicción al Tribunal
Colegiado de Circuito que previno del asunto, para que se ocupe de los temas que son de su competencia.

Como se explicará a continuación, esta Primera Sala estima que el artículo 146, fracción II, inciso b), del
Código Nacional de Procedimientos Penales, en la porción normativa impugnada por el quejoso —flagrancia
por “señalamiento”—, no contempla una hipótesis de flagrancia distinta o ajena a los supuestos autorizados
en el párrafo quinto del artículo 16 de la Ley Fundamental para detener a una persona en flagrancia —en el
momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de haberlo cometido— sino que únicamente
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hace explícito uno de los supuestos en los cuales podrá detenerse a una persona inmediatamente después de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

haber cometido el delito.

A fin de explicar esta determinación, a continuación se hará referencia a la doctrina de esta Primera Sala de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación con el derecho a la libertad personal y el supuesto de
flagrancia, para posteriormente analizar la constitucionalidad de la norma impugnada por el quejoso en el
presente caso a la luz de dicha doctrina constitucional.

Doctrina constitucional de esta Primera Sala sobre el derecho a la libertad personal y la figura de
flagrancia
Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya ha tenido oportunidad de pronunciarse en
otras ocasiones sobre el alcance del derecho a la libertad personal, así como sobre el concepto de flagrancia.
La doctrina que ha venido construyendo esta Sala en los últimos años, ha partido esencialmente de lo dispuesto
en el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y 7 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, entre otras disposiciones contenidas en tratados internacionales suscritos por el
Estado mexicano.

1. Detención
Antes de continuar, es importante señalar que si bien es cierto que los precedentes a los que se hace
referencia a continuación derivaron de asuntos tramitados bajo las reglas del sistema procesal tradicional
o mixto inquisitivo, las consideraciones centrales en ellos adoptadas siguen siendo aplicables en general a
los procesos seguidos bajo las reglas del sistema penal acusatorio. Lo anterior, en la medida que en ellos
se interpretó el texto del artículo 16 constitucional en su texto vigente a partir de la reforma constitucional
publicada en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mi ocho2.

a. Contenido y alcance del derecho a la libertad personal

Uno de los primeros precedentes en donde se abordó el tema cuestión fue el amparo directo 14/2011. En dicho
precedente, esta Sala sostuvo que el artículo 16 constitucional consagra un “régimen general de libertades a
favor de la persona, entre las cuales está —por supuesto— el derecho a la libertad personal”, entendido este
último como “una categoría específica equivalente a la libertad de movimiento o libertad deambulatoria”3.
Asimismo, se destacó que el artículo 7.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos es claro al
prohibir las afectaciones al derecho a la libertad personal, con excepción de los casos previstos previamente
en las constituciones de los Estados. Lo anterior, al establecer literalmente que “[n]adie puede ser privado
de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones
Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas”.

En esa línea, en el precedente en cuestión se precisó que el artículo 16 de la Constitución General establece
limitativamente los supuestos en los que resulta admisible afectar la libertad de una persona. Tales supuestos
se reducen a: (i) la orden de aprehensión; (ii) la comisión de un delito flagrante y (iii) el caso urgente; cuyos
requisitos y formalidades se encuentran establecidos en los párrafos tercero a séptimo del citado artículo
16 constitucional4. De este modo, esta Primera Sala destacó que el orden en el que el Constituyente situó

2 De acuerdo con el artículo Primero transitorio, el párrafo quinto de dicho precepto (el cual se refiere a la figura de

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flagrancia) entró en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación, tanto para los procedimientos
iniciados bajo el sistema mixto como para aquellos seguidos bajo las reglas del sistema acusatorio.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


3 Asunto fallado en sesión de nueve de noviembre de dos mil once por unanimidad de cuatro votos de los señores
Ministros: Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea. Ausente el señor ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ministro Ponente: José Ramón Cossío Díaz.
4 “Artículo 16.-
[…]
No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o querella de un hecho que la
ley señale como delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que se ha cometido ese hecho
y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en su comisión.
La autoridad que ejecute una orden judicial de aprehensión, deberá poner al inculpado a disposición del juez, sin dilación
alguna y bajo su más estricta responsabilidad. La contravención a lo anterior será sancionada por la ley penal.
Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de
haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del
Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la detención.
Sólo en casos urgentes, cuando se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado de que el indiciado pueda
sustraerse a la acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o
circunstancia, el Ministerio Público podrá, bajo su responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los indicios
que motiven su proceder.
estos supuestos no fue casual: “[p]or regla general, las detenciones deben estar precedidas por una orden de
aprehensión”, mientras que las detenciones en “[l]os casos de flagrancia y urgencia son excepcionales”.

b.Interpretación constitucional de las detenciones en flagrancia

La figura de flagrancia —como supuesto de excepción al derecho a libertad personal— se encuentra prevista
expresamente en el párrafo quinto del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Dicho precepto establece textualmente que “[c]ualquier persona puede detener al indiciado en el momento
en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo cometido poniéndolo sin demora a
disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud a la del Ministerio Público” […]

En el citado amparo directo 14/2011, esta Primera Sala explicó que a partir de la reforma constitucional
publicada en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho, “el concepto de flagrancia
volvió a hacer alusión a la inmediatez a la que se refería la Suprema Corte de Justicia de la Nación en sus
primeras interpretaciones de la Quinta Época”5. Ello, al establecer con toda claridad que cualquier persona puede
detener al indiciado “en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo
cometido” (énfasis añadido). Así, se reconoció que a partir de la citada reforma la definición constitucional de
flagrancia adquirió nuevamente un sentido realmente “restringido y acotado”6.

En ese orden de ideas, en el precedente en cuestión se señaló que para que una detención en flagrancia
sea válida desde el punto de vista constitucional es indispensable que se actualice alguno de los siguientes
supuestos: (i) que se observe directamente al autor del delito cometer la acción en ese preciso instante (es
decir, en el iter criminis); o bien, (ii) que se persiga al autor del delito que se acaba de cometer y existan
elementos objetivos que hagan posible identificarlo y corroborar que en el momento inmediato anterior se
encontraba cometiendo el delito.7

En ese contexto, esta Sala ha precisado en múltiples ocasiones que la flagrancia es una condición que se

En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente ratificar la detención
o decretar la libertad con las reservas de ley.
[…]”
5 Véase en ese mismo sentido el amparo directo en revisión 3623/2014, fallado en sesión de veintiséis de agosto de dos
mil quince, aprobado por mayoría de tres votos de los señores Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo
Rebolledo, y Presidente Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, contra el voto del Ministro José Ramón Cossío Díaz. Ausente la Ministra
Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Ministro Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
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6 Ibídem.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

7 En esta misma línea, al resolver el amparo directo en revisión 2470/2011, esta Primera Sala reiteró que para que la
detención en flagrancia pueda ser válida tiene que ceñirse al concepto constitucional de flagrancia que fue delimitado en la última
reforma a la que se ha venido haciendo referencia; esto es, tiene que darse alguno de los siguientes supuestos: a. La autoridad
puede aprehender al aparente autor del delito si observa directamente que la acción se está cometiendo en ese preciso instante,
esto es, en el iter criminis. b. La autoridad puede iniciar la persecución del aparente autor del delito a fin de aprehenderlo
si, mediante elementos objetivos, le es posible identificarlo y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior, se
encontraba cometiendo el delito denunciado. Siguiendo esta interpretación, esta Sala ha sostenido en varias ocasiones que la
figura de “flagrancia equiparada” prevista en varias legislaciones locales —la cual amplía la posibilidad de detener a una persona
a un plazo de generalmente setenta y dos horas— es contraria al artículo 16 de la Constitución, pues “establec[e] un margen
de comprensión mayor al concepto restringido de flagrancia establecido en el orden jurídico constitucional, como supuesto de
afectación justificado al derecho humano a la libertad personal”. Cfr. Amparo directo en revisión 991/2012, fallado en sesión de
diecinueve de septiembre de dos mil doce, aprobado por mayoría de cuatro votos de los señores Ministros: Jorge Mario Pardo
Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. En contra del
emitido por el Señor Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Ministra Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas; así
como el amparo directo en revisión 1074/2014, fallado en sesión de tres de junio de dos mil quince, aprobado por unanimidad
de cinco votos de los señores Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo,
Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ministro Ponente: José Ramón Cossío Díaz.
configura siempre al momento en que se realiza la detención. En efecto, “la policía no tiene facultades para
detener ante la sola sospecha de que alguien pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera por
cometerlo, si no cuenta con una orden de detención del órgano ministerial”, ni tampoco puede “detener para
investigar”. En esta línea, esta Sala ha sostenido que “la simple referencia a una actitud sospechosa, nerviosa
o a cualquier motivo relacionado con la mera apariencia de una persona, no puede considerarse una causa
válida para impulsar la detención bajo el concepto de flagrancia”8.

1. Detención
Por otro lado, al resolver el amparo directo en revisión 3623/20149 esta Primera Sala explicó que con esta
nueva aproximación la doctrina de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación distinguió claramente entre
el concepto de delito flagrante y la evidencia que debe existir previamente a que se lleve a cabo la detención.
Tal distinción —se dijo— resulta fundamental a la hora de analizar la constitucionalidad en flagrancia, puesto
que la función de los jueces no consiste únicamente en verificar si la persona detenida efectivamente se
encontraba en flagrancia: el escrutinio judicial también debe comprender “el análisis de la evidencia que se
tenía antes de realizar la detención” […].

En esa misma línea, esta Primera Sala apuntó que la constitucionalidad de una detención en flagrancia no
depende exclusivamente de que la persona efectivamente se haya encontrado en flagrancia, sino que también
debe examinarse la manera en la que se “descubre” o “conoce” la comisión de un delito flagrante. De tal suerte
que “si no existe evidencia que justifique la creencia de que al momento de la detención se estaba cometiendo
o se acababa de cometer un delito flagrante, debe decretarse la ilegalidad de la detención” […].

Esta aproximación al problema —se dijo— impide que en retrospectiva se puedan justificar como legítimas
detenciones en flagrancia aquéllas que tienen su origen en registros ilegales a personas u objetos o entradas
ilegales a domicilios que una vez realizados proporcionan la evidencia de la flagrancia. Con todo, esta Sala
también precisó que este análisis debe completarse con la doctrina desarrollada por este Alto Tribunal en torno
a lo que se ha denominado como “controles preventivos”, los cuales, de realizarse correctamente y de acuerdo
con los parámetros fijados en la doctrina de esta Suprema Corte, sí pueden llegar a justificar eventualmente
una detención en flagrancia.

c. Significado y alcance de la expresión “inmediatamente después”

Como ya se destacó, el párrafo quinto del artículo 16 constitucional contempla únicamente dos hipótesis en
las cuales se podrá considerar que una detención ha ocurrido en flagrancia, a saber: (i) cuando el imputado
es detenido en el momento de estar cometiendo el delito o (ii) inmediatamente después de haberlo cometido.

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Al respecto, esta Primera Sala ha sostenido que el primero de estos supuestos no presenta mayor duda o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


complejidad sobre su actualización. Sin embargo, también se ha reconocido que el segundo supuesto sí puede
presentar algunos problemas de interpretación, en tanto que implica determinar en qué consiste tal inmediatez.

Esta última problemática fue abordada por esta Primera Sala al resolver el amparo directo en revisión
1074/201410. En este precedente, luego de analizar los trabajos y documentos elaborados por el legislador

8 Esta última precisión resulta especialmente importante tratándose de delitos permanentes, pues si la persona no es
sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de ello, no es admisible que la autoridad
aprehensora detenga al inculpado y después intente justificar esa acción bajo el argumento de que la persona fue detenida
mientras cometía el delito.
9 Amparo directo en revisión 3623/2014, fallado en sesión de veintiséis de agosto de dos mil quince, aprobado por
mayoría de tres votos de los señores Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, y Presidente
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, contra el voto del Ministro José Ramón Cossío Díaz. Ausente la Ministra Olga Sánchez Cordero
de García Villegas. Ministro Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
10 Fallado en sesión de tres de junio de dos mil quince, aprobado por unanimidad de cinco votos de los señores Ministros:
permanente, esta Sala concluyó que la única posibilidad para que en términos constitucionales pueda validarse
la legalidad de una detención bajo este último supuesto “se actualiza cuando el indiciado es perseguido
físicamente después de haber cometido o participado en la perpetración de la acción delictiva”. Para ello
—se explicó— es necesario que la detención derive de la intervención inmediata del aprehensor al instante
subsecuente de la consumación del delito mediante la persecución material del inculpado. Así, se dijo que “no
puede mediar alguna circunstancia o temporalidad que diluya la inmediatez con que se realiza la persecución
que lleva a la detención del probable responsable, en relación al delito que acaba de realizar”.

Adicionalmente, en el precedente en cuestión se explicó que este último escenario sólo se actualiza “cuando
la persecución material del indiciado es realizada por la propia víctima, testigos o agentes de una autoridad
del Estado, luego de haber presenciado la comisión del delito”, pues la posición que guardan frente al hecho
privilegia su actuación para tener clara la identificación de la persona que cometió la acción delictiva y
detenerla sin riesgo de error, confusión o apariencia. Pero también “cuando a pesar de que la persona que logra
la detención material no presenció la ejecución del delito, en el mismo contexto gramatical de la expresión
de inmediatez, tiene conocimiento de hecho acontecido y de los datos que permiten identificar al probable
responsable, ya sea porque se los aporte la víctima o algún testigo una vez que se perpetró el ilícito”11.

Así, desde la resolución de este último asunto, esta Primera Sala ha sostenido que una detención en flagrancia
—cuando se realiza inmediatamente después de haberse cometido el delito— puede actualizarse en cualquiera
de los siguientes escenarios: (i) cuando el probable responsable es sorprendido en el momento de estar
cometiendo el delito y es perseguido material e ininterrumpidamente por la persona que percibió directamente
el hecho; y (ii) cuando la detención es realizada por una persona que —aunque no presenció directamente el
hecho— tiene conocimiento del delito inmediatamente después de su comisión y cuenta además con datos
objetivos que le permiten identificar y detener al probable responsable en ese momento.

Por lo demás, cabe señalar que tal forma de interpretar el concepto constitucional de flagrancia ha sido reiterada
y precisada por esta Primera Sala en precedentes posteriores. Así, por ejemplo, al resolver el amparo directo
en revisión 5577/201512 esta Primera Sala indicó que para que la detención de una persona en flagrancia sea
constitucionalmente válida —tanto en el caso de que se realice en el momento o inmediatamente después
de haberse cometido el delito— es necesario que “quien lleve a cabo esa detención —ya sea un particular o la
autoridad— parta de datos objetivos que permitan precisamente colegir la actualización de cualquiera de esas
circunstancias”. Lo anterior, en la inteligencia de que “en el segundo de esos supuestos está inmersa [como
requisito sine qua non] la inmediatez, entendiéndose por ésta la percepción temporal que se corresponde al
instante inmediato al que se cometió la conducta de que se trata”.

En ese contexto, esta Primera Sala señaló que —de acuerdo con el segundo supuesto de flagrancia— en ciertos
casos “es factible que la indicada captura se logre transcurrido cierto tiempo”, en el entendido de que “la
16

validez de la detención estará supeditada a que la persecución del sujeto activo se hubiera iniciado enseguida
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

y no se interrumpa”. De este modo, esta Sala sostuvo que la persecución del sujeto activo puede apoyarse
en el resultado de nuevas tecnologías, “siempre que éstas permitan un seguimiento confiable de los sujetos
activos en tiempo real, como podrían ser cámaras de video vigilancia o incluso el rastreo satelital a través de
dispositivos de posicionamiento global”.

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien se reservó el derecho de formular
voto concurrente, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ministro Ponente: José Ramón
Cossío Díaz.
11 Lo anterior, de tal manera que “ante el señalamiento directo de la persona que debe aprehenderse o con el aporte de
datos idóneos que permiten su identificación inmediata, la persona que realiza la detención procede a la persecución inmediata
del inculpado y lo captura”, evitando con ello que se evada. Véase ibídem, párr. 116.
12 Asunto fallado en sesión de veintinueve de junio de dos mil seis, por mayoría de tres votos de los señores Ministros
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien se reservó el derecho de formular voto concurrente y Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena. En contra del emitido por la señora Ministra Norma Lucía Piña Hernández, quien se reservó su derecho
a formular voto particular. El señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo estuvo ausente. Ministro Ponente: Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena.
ii

Análisis de la constitucionalidad del artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de
Procedimientos Penales

1. Detención
Como ya ha quedado precisado, en el presente caso el quejoso impugnó la constitucionalidad del inciso b),
fracción II, del artículo 146 del Código Nacional de Procedimientos Penales, el cual establece textualmente lo
siguiente:

Artículo 146. Supuestos de flagrancia. Se podrá detener a una persona sin orden judicial en caso de
flagrancia. Se entiende que hay flagrancia cuando:

I. La persona es detenida en el momento de estar cometiendo un delito, o

II. Inmediatamente después de cometerlo es detenida, en virtud de que:

a) Es sorprendida cometiendo el delito y es perseguida material e ininterrumpidamente, o

b) Cuando la persona sea señalada por la víctima u ofendido, algún testigo presencial de los
hechos o quien hubiere intervenido con ella en la comisión del delito y cuando tenga en su poder
instrumentos, objetos, productos del delito o se cuente con información o indicios que hagan presumir
fundadamente que intervino en el mismo.

Para los efectos de la fracción II, inciso b), de este precepto, se considera que la persona ha sido
detenida en flagrancia por señalamiento, siempre y cuando, inmediatamente después de cometer el
delito no se haya interrumpido su búsqueda o localización.

Como se desprende de la anterior transcripción, el precepto en cuestión establece los supuestos en los cuales
se considerará que una persona ha sido detenida en flagrancia. Tales supuestos se encuentran definidos en las
fracciones I y II del referido artículo 146 del Código Nacional de Procedimientos Penales, de acuerdo con las
cuales se entenderá que hay flagrancia cuando “[l]a persona es detenida en el momento de estar cometiendo
del delito”, o bien, cuando “[i]nmediatamente después de cometerlo es detenida”.

Por su parte, esta última fracción (II) contiene dos incisos, los cuales establecen los diferentes escenarios
en los cuales se podrá considerar que una persona ha sido detenida inmediatamente después de haber

17
cometido un delito. Estos supuestos son: (a) cuando la persona es sorprendida y es perseguida material e

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


ininterrumpidamente, y (b) cuando la persona es señalada por la víctima o algún testigo de los hechos, cuando
tenga en su poder objetos del delito o cuando se cuente con información o indicios que hagan presumir
fundadamente que intervino en el mismo.

Ahora bien, como también se indicó anteriormente, en el presente caso el quejoso sostiene que el artículo
146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales debe declararse inconstitucional,
ya que contiene una figura de “flagrancia por señalamiento” que no encuentra sustento en el concepto de
flagrancia previsto en el párrafo quinto del artículo 16 de la Constitución General. Lo anterior, en la medida que
dicho precepto constitucional únicamente admite dos supuestos de flagrancia, a saber: cuando la persona sea
detenida en el momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de haberlo cometido.

Asimismo, el quejoso refiere que aun y cuando el artículo impugnado condiciona la detención bajo flagrancia
por señalamiento a que no se haya interrumpido la búsqueda o localización del autor inmediatamente después
de cometido el hecho delictivo, lo cierto es que con ello no se alcanzan a “evitar los riesgos de exceso”. De
acuerdo con el quejoso, si el presupuesto de la detención es el señalamiento de la víctima, ofendido o de algún
testigo, ello significa que la búsqueda o localización puede realizarse sobre una persona no identificada. Por
lo que estima que habrá casos en los que la detención no se realice inmediatamente después de haberse
cometido el delito.

Esta Primera Sala considera que los argumentos del recurrente son infundados, por las razones que se explican
a continuación.

Contrario a lo que refiere el recurrente, este Tribunal estima que el artículo 146 del Código Nacional de
Procedimientos Penales es suficientemente claro al establecer únicamente dos supuestos de flagrancia, los
cuales están contenidos en las fracciones I y II. Tales fracciones establecen claramente que habrá flagrancia
cuando: (i) la persona es detenida en el momento de estar cometiendo el delito, o bien, (ii) cuando sea detenida
inmediatamente después. En ese sentido, esta Sala entiende que el supuesto previsto en el inciso b) de la
fracción II únicamente desarrolla uno de los casos en los cuales se entenderá que una persona ha sido detenida
“inmediatamente después” de haber cometido el delito. Esto es, cuando la persona sea señalada por la víctima
o algún testigo de los hechos.

En efecto, de la simple lectura del precepto impugnado se desprende que el inciso b) impugnado por el quejoso
se encuentra contenido dentro de la fracción II del artículo 146 del Código Nacional de Procedimientos Penales,
lo que claramente revela que la intención del legislador no fue la de crear un supuesto de flagrancia distinto
o adicional al previsto en dicha fracción, sino únicamente explicitar los casos en los cuales se entenderá que
una persona ha sido detenida “inmediatamente después” de haber cometido el delito. En ese sentido, puede
decirse que la figura de “flagrancia por señalamiento” prevista en el inciso b) de la fracción II del artículo 146
del Código Nacional constituye en realidad una de las hipótesis en las cuales es posible detener a una persona
“inmediatamente después” de que cometió un delito.

Tal conclusión se corrobora a partir de lo dispuesto en el último párrafo del artículo 146 del ordenamiento
en cuestión. En efecto, este último precepto es claro al señalar que “[p]ara los efectos de la fracción II, inciso
b), de este precepto, se considera que la persona ha sido detenida en flagrancia por señalamiento, siempre y
cuando, inmediatamente después de cometer el delito no se haya interrumpido su búsqueda o localización”
[…] Lo que confirma la interpretación antes mencionada, esto es, que para que una detención por señalamiento
sea válida es indispensable que ésta se realice inmediatamente después de la comisión del delito, mediante
de la búsqueda o localización ininterrumpida del imputado.

De acuerdo con esta interpretación, es evidente que el precepto en cuestión, al establecer que una persona
podrá ser detenida inmediatamente después de haber cometido un delito cuando “sea señalada por la víctima
u ofendido, algún testigo presencial de los hechos o quien hubiere intervenido con ella en la comisión del delito
18

y cuando tenga en su poder instrumentos, objetos, productos del delito o se cuente con información o indicios
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

que hagan presumir fundadamente que intervino en el mismo”, no supone de ninguna manera una modificación
o alteración del concepto constitucional de flagrancia. Por el contrario, al establecer que una detención por
señalamiento será válida siempre que se realice “inmediatamente después” de haberse cometido el delito,
es evidente que el mismo resulta congruente con la definición de flagrancia contenida en el artículo 16 de la
Constitución General.

Ahora bien, no pasa desapercibido para esta Sala que de acuerdo con el artículo 146, fracción II, inciso b) del
Código Nacional de Procedimientos Penales una detención en flagrancia podrá considerarse válida cuando
exista el señalamiento de la víctima o algún testigo presencial de los hechos, aun y cuando la persona que
realice la detención no hubiere percibido directamente el hecho delictivo. Situación que, en opinión del quejoso,
podría dar lugar a que una persona sea detenida aunque no haya sido identificada, así como a que la detención
no se realice inmediatamente después de haberse cometido el delito.
Al respecto, es importante recordar que de acuerdo con la interpretación que ha venido sosteniendo esta
Primera Sala respecto del párrafo quinto del artículo 16 constitucional, una detención podrá considerarse
realizada bajo el segundo supuesto de flagrancia —es decir, inmediatamente después de haberse cometido el
delito—, entre otros supuestos:

1. Detención
“(…) cuando a pesar de que la persona que logra la detención material no presenció la ejecución del
delito, en el mismo contexto gramatical de la expresión de inmediatez, tiene conocimiento del hecho
acontecido y de los datos que permiten identificar al probable responsable, ya sea porque se los aporte
la víctima o algún testigo una vez que se perpetró el ilícito” […].13

En ese orden de ideas, esta Sala estima que el precepto impugnado no hace más que reiterar esta interpretación
constitucional. Esto es, que para que una detención en flagrancia pueda considerarse válida no es necesario
que el agente haya percibido directamente el hecho delictivo, sino que basta con que tenga conocimiento
del mismo y de la identidad del presunto responsable a partir de datos o información objetiva. Lo que puede
ocurrir cuando la persona es señalada por la víctima u ofendido, algún testigo presencial de los hechos o
quien hubiere intervenido con ella en la comisión del delito y cuando tenga en su poder instrumentos, objetos,
productos del delito o se cuente con información o indicios que hagan presumir fundadamente que intervino
en el mismo.

Por lo demás, es importante precisar que el hecho de que la Constitución y la Ley autoricen la posibilidad
de detener a una persona “por señalamiento” de ninguna manera significa que la detención pueda realizarse
sobre una persona no identificada o que ésta no se realice inmediatamente después de la comisión del hecho,
como parece afirmar el recurrente. Como se mencionó anteriormente, para que una detención en flagrancia
sea válida en términos constitucionales es indispensable que la misma se realice inmediatamente después
de haberse cometido el delito y existan datos objetivos que permitan identificar al probable responsable. Por
tanto, una detención que no cumpla con estas condiciones deberá calificarse como arbitraria al carecer de
justificación y, por tanto, ilegal.

En suma, esta Primera Sala considera que el artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de
Procedimientos Penales no es contrario al artículo 16 de la Constitución General, toda vez que no contempla
una hipótesis distinta a las comprendidas en la definición constitucional de flagrancia, sino que únicamente
establece uno de los supuestos en los cuales resulta admisible detener a una persona “inmediatamente
después” de haberse cometido el delito. En consecuencia, esta Sala estima que los conceptos de violación
del quejoso mediante los cuales combatió la constitucionalidad del precepto en cuestión deben declararse

19
infundados.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


DECISIÓN: La Primera Sala de la suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió no amparar ni proteger al
quejoso en contra del artículo 146, fracción II, inciso b), del Código Nacional de Procedimientos Penales.

13 Véase supra nota 17.


SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 4673/2015. Fecha de resolución: 17 de enero de


2018. Ponente: Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Votación: Unanimidad.14

HECHOS DEL CASO: El 13 de noviembre de 2008, aproximadamente a las 20:00 horas, Saúl golpeó a su novia
Marisela afuera de un kínder ubicado en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México; lo anterior fue
apreciado por Isidro, que pasaba por el lugar, quien al percatarse de lo que estaba sucediendo silbó en dos
ocasiones y se acercó al lugar a ver qué pasaba; ante ello, Saúl huyó e Isidro pidió ayuda. Posteriormente
llegó una patrulla, así como una ambulancia, en la que se trasladó a Marisela, quien finalmente perdió la vida
por un traumatismo craneoencefálico.

Los policías a cargo de la investigación entrevistaron a la hermana y a la madre de Marisela, quienes


informaron que ésta había tenido una relación sentimental, por seis años, con Saúl; además, la primera
añadió que Marisela le había dicho que el imputado la golpeaba, por lo que señaló donde podía ser localizado.
En los días siguientes, los policías buscaron a Saúl, pero no lo localizaron; de modo que el 27 de noviembre
de 2008, continuaron la búsqueda con la hermana de Marisela, quien les señaló al imputado. Los policías se
dirigieron hacía Saúl, pidiéndole para que los acompañara.

Los policías trasladaron al detenido al kínder a fin de que Isidro lo reconociera como el sujeto que había
ejecutado los hechos bajo las circunstancias de tiempo, lugar y modo previamente descritas, escenario
en el que a decir de los policías Saúl les habría ofrecido dinero para que lo dejaran ir, motivo por el que lo
presentaron ante el Fiscal por el delito de cohecho.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia, se emitió sentencia condenatoria por el delito de homicidio
con calificativa de ventaja; dicha sentencia fue apelada por el sentenciado y modificada sobre la suspensión
de los derechos civiles del mismo; ante lo cual, el imputado solicitó el amparo y protección de la Justicia
Federal respecto de dicha sentencia, mismo que fue negado. El quejoso interpuso recurso de revisión ante
la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
20

CONSIDERACIONES:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Establecidos los lineamientos constitucionales sobre el reconocimiento y protección del derecho humano
de libertad personal, procede el examen constitucional de su limitación válida bajo la figura jurídica de
detención en flagrancia, respecto la cual, esta Primera Sala ha realizado diversos pronunciamientos que
serán retomados15.

El fundamento de la flagrancia en el sistema jurídico nacional lo constituye el artículo 16, párrafo cuarto, de

14 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=186180
15 Juicio de Amparo Directo 14/2011, resuelto en sesión de 9 de noviembre de 2011, bajo la ponencia del Ministro José Ramón Cossío
Díaz. Asimismo, Amparo Directo en Revisión 2480/2012, resuelto en sesión de 19 de septiembre de 2012, bajo la Ponencia del Ministro Jorge
Mario Pardo Rebolledo.
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos16.

Hasta antes de la reforma al nuevo sistema penal acusatorio conforme a la reforma constitucional de
dieciocho de junio de dos mil ocho, el cuarto párrafo del artículo 16 de la Constitución disponía lo siguiente:

En los casos de delito flagrante, cualquier persona puede detener al indiciado poniéndolo sin demora
a disposición de la autoridad inmediata y ésta, con la misma prontitud, a la del Ministerio Público.

1. Detención
Con motivo de la reforma constitucional en materia penal se prevé la siguiente descripción:

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad
más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato
de la detención.

Como puede confrontarse, la razón por la que se ha reconocido a la flagrancia como un supuesto que admite
la detención sin orden judicial, no ha variado. Por ello, se justifica la detención de quien está ejecutando un
delito perfectamente apreciable por los sentidos.

El escrutinio de la autoridad judicial debe ser la condición rectora y preferente en el régimen de detención
por flagrancia. En principio, toda detención debería estar precedida por una autorización fundada y motivada
bajo los requisitos constitucionales, mas la detención en flagrancia constituye una excepción, también bajo
su delimitación constitucional.

Un delito flagrante se configura cuando se está cometiendo actual, esto es, cuando el autor es sorprendido
mientras consuma la acción. Como criterio negativo tenemos que, en forma ejemplificativa, de acuerdo con
la interpretación de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, una detención en flagrancia no es aquélla
en la que se detiene con fundamento en una simple sospecha sobre la posible comisión de un delito.

La connotación del término flagrancia tiene un sentido restringido y acotado. Incluso, en la reforma
constitucional se delimitó el concepto de flagrancia para erradicar la posibilidad de cometer abusos.

Así, la falta de especificidad en la descripción constitucional había generado un contexto que, durante el
proceso de reforma, fue calificado como laxo o permisivo, por lo que se optó por su modificación.

A partir de entonces, se determinó que el significado de la flagrancia había readquirido un sentido literal y
restringido, donde lo que flagra es lo que arde o resplandece como fuego o llama.

Un delito flagrante es aquel que brilla a todas luces; es decir, resulta tan evidente e inconfundible que puede
apreciarse por los sentidos la comisión de un hecho delictivo. Para reconocerlo no se necesita ser juez,

21
perito en derecho o bien, el estar especialmente capacitado. La obviedad inherente a la flagrancia tiene una

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


correspondencia directa con la irrelevancia de la calidad que ostenta el sujeto aprehensor.

La flagrancia ha sido una condición ex ante a la detención, lo que no conlleva facultades para detener ante
la sola sospecha de que alguien pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera por cometerlo o
porque presuma que esté involucrado en la comisión de un delito objeto de investigación, si no cuenta con
una orden de detención del órgano ministerial. Por otra parte, tampoco se puede detener para investigar.

Tratándose de delitos permanentes, la anterior precisión resultó especialmente importante. Si la persona


no fue sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de ello, no era
admisible que la autoridad aprehensora detuviera al inculpado y después intentara justificarla por detención

16 Texto vigente bajo los lineamientos de la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008.
La actitud sospechosa, nerviosa o cualquier otro motivo relacionado con la apariencia de una persona,
no es una causa válida para impulsar una detención amparada bajo el concepto flagrancia. En contraste,
cuando ya se ha iniciado una investigación que arroja datos sobre la probable responsabilidad de una
persona, la detención requerirá estar precedida por el dictado de una orden de aprehensión.

Para que la detención en flagrancia pueda ser válida tiene que darse alguno de los siguientes supuestos

i. La acción se está cometiendo en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis, y

ii. Se persigue al autor del delito mediante elementos objetivos que hagan posible identificarlo y
corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior, se encontraba cometiendo el delito
denunciado.

El juez que ratifica una detención por flagrancia debe conducirse de acuerdo con los anteriores lineamientos.

Así, el control judicial ex post a la privación de la libertad en flagrancia debe ser especialmente cuidadoso.
El juez debe ponderar los datos en que se pretenda justificar.

Además, quien afirma la legalidad y constitucionalidad de la detención, debe poderla sostener ante el juez.
El principio de presunción de inocencia se proyectaba desde esa etapa del procedimiento (detención). Por
tanto, se consideró de suma importancia el escrutinio estricto posterior a la detención para verificar su
validez.

Al respecto, es aplicable, en su identidad jurídica sustancial, la Jurisprudencia 1a./J. 45/2013 sustentada


por esta Primera17:

VIOLACIONES COMETIDAS EN LA DETENCIÓN DEL INCULPADO CON MOTIVO DE LA EXCEPCIÓN


PREVISTA EN EL ARTÍCULO 16 CONSTITUCIONAL (FLAGRANCIA O CASO URGENTE). ES FACTIBLE SU
ANÁLISIS EN AMPARO DIRECTO CUANDO NO HAYAN SIDO ANALIZADAS PREVIAMENTE EN AMPARO
INDIRECTO […]

Una vez que esta Primera Sala ha dotado de contenido y alcance al derecho humano a la libertad personal,
cuya limitación constitucional ha sido ya definida bajo la figura de detención por flagrancia, corresponde
analizar las consecuencias y efectos de su vulneración.

En el caso, esta Primera Sala advierte que la detención del quejoso fue en contravención a los establecidos
lineamientos que condicionaban su validez constitucional, debido a que hubo una injustificada detención
y retención por parte de la policía, que incluso conllevó a la obtención de pruebas que trascendieron al
resultado de la sentencia de condena.
22

En efecto, es un dato incontrovertible que el quejoso no fue detenido por el delito de homicidio por el que
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

finalmente fue sentenciado, pues aquel ocurrió en el transcurso de las veinte horas del trece de noviembre
de dos mil ocho, cuando la víctima fue golpeada afuera del kínder […] en Chimalhuacán, Estado de México.
En cambio, el imputado fue detenido hasta días después de consumados los anteriores hechos, ya que
policías a cargo buscaron al quejoso, bajo la línea de investigación de que había tenido una relación
sentimental con la víctima. De este modo, fue hasta el veintisiete del citado mes y año, que los policías lo
detuvieron.

Bajo el anterior contexto de la detención, los policías se dirigieron hacía el imputado para que los acompañara

17 Jurisprudencia 1a./J. 45/2013 sustentada por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la
contradicción de tesis 244/2012, publicada en la Décima Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXII, julio de 2013,
tomo 1, página 429.
al ministerio público, mas previo a que se dirigieran ante dicho órgano encargado de la investigación, el
detenido fue trasladado incluso al referido kínder en cuyas inmediaciones se habían denunciado los hechos
ocurridos días antes; siendo que por tal motivo, el imputado fue identificado por un testigo, quien incluso
luego se retractó de dicha imputación.

Ahora, si bien los policías adujeron que la detención del imputado fue por el diverso delito de cohecho
–en tanto dijeron que les ofreció dinero-, lo cierto es que esto no se justificó ni trascendió realmente a la

1. Detención
sentencia, antes bien, se contrapuso a la actuación que fue informada por los propios policías, en tanto que
el imputado fue privado de su libertad personal realmente para ser trasladado al lugar del crimen y para que
fuera identificado por un testigo.

En suma, la actuación policiaca que nos ocupa devino de la investigación del delito de homicidio; siendo
que por este delito fue por el que realmente los policías mantuvieron privado de la libertad a la persona
investigada a fin de obtener datos incriminatorios -especialmente, su reconocimiento por el único testigo de
cargo, quien luego se retractaría-, lo que incluso se llevó antes de su presentación ante el fiscal encargado
de la investigación,

Por tanto, no es constitucionalmente válido que so pretexto de una línea de investigación policiaca, se detenga
a la persona buscada para el esclarecimiento de los hechos, pues ello no justifica constitucionalmente
una detención, sino que la revela ilegal y arbitraria. En todo caso, era necesario que el órgano ministerial
encargado de la investigación y persecución de delitos actuara conforme a las facultades que para tal
efecto le corresponden exclusivamente conforme al artículo 21 de la Constitución. Sin embargo, no puede
justificarse constitucionalmente que la policía proceda a la obtención de datos sin la autorización del
órgano encargado de la investigación y bajo la condición de no poner al detenido a disposición inmediata
del ministerio público, como a su vez lo mandata el artículo 16.

Tampoco podría justificarse la detención y retención del imputado por parte de la policía bajo la hipótesis
de flagrancia, cuando no se actualizó tal supuesto, y no obstante ello, los policías violaron su derecho
humano de libertad personal.

Así, el estándar en la limitación al derecho humano de libertad personal es de carácter excepcionalísimo


y del más estricto rigor; por ello, corresponderá probar a la autoridad que tenía elementos objetivos y
razonables para justificar válidamente la afectación a la libertad y seguridad personal.

Por consecuencia, toda persona tiene no sólo la legítima expectativa sino el derecho a no ser molestada por
la autoridad salvo por causas justificadas.

Por su parte, la autoridad tiene la posibilidad de hacer indagaciones bajo el marco jurídico y conforme a

23
las atribuciones que legalmente justifiquen su proceder. En todo caso, esta Primera Sala recuerda que

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


corresponde a la autoridad acreditar el hecho delictivo imputado bajo cualquier supuesto, lo que tiene
estrecha relación con el principio de presunción de inocencia.

Tales lineamientos constitucionales fueron vulnerados secuencialmente en el caso, pues la detención del
imputado devino realmente en la investigación del homicidio ocurrido días antes, y que posteriormente
le fue incriminado; lo que se pretendió justificar en el señalamiento del único testigo de cargo en que se
sostendría la acusación, aun cuando incluso este se retractó, precisamente, ante la identificación propiciada
por la irregular actuación policiaca.

Conforme a ello, esta Primera Sala advierte que la detención del quejoso fue contraria al establecido marco
constitucional, lo que vulneró sus derechos humanos de libertad personal y seguridad jurídica, así como
defensa y debido proceso, además del principio de presunción de inocencia; a su vez, tales violaciones de
derechos y principios generaron, por un lado, que el detenido no fuera sido informado de los derechos que
le asistían, y por otro, el despliegue de diligencias irregulares practicadas por la policía.

Esta orden secuencial de violaciones de derechos humanos, además, al estar intrínsecamente relacionadas
entre sí, redundó en que no se haya decretado la nulidad de la prueba de origen ilícito en que se sustentó
la acusación, no obstante que incluso el testigo llegó a retractarse de la identificación propiciada por la
irregular actuación policiaca. Por tal motivo, las consecuencias y efectos deben conllevar a que se declare
su invalidez, se reitera, bajo el anterior contexto que originó su ilicitud, de conformidad con los artículos
16 y 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como los artículos 9º del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 7º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Al respecto, esta Primera Sala ha emitido la tesis18:

FLAGRANCIA. LA DETENCIÓN DE UNA PERSONA SIN EL CUMPLIMIENTO IRRESTRICTO DEL MARCO


CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL QUE REGULA AQUELLA FIGURA, DEBE CONSIDERARSE
ARBITRARIA. […]

En efecto, no puede justificarse constitucionalmente que bajo pretexto de cumplirse con cuestiones de
aducida legalidad, bajo la detención por alegada flagrancia que no quedó justificada, en realidad se actúe
de manera arbitraria por parte de la policía19.

Las consecuencias y efectos deben vincularse directamente con su origen y causa, esto es, la violación a
derechos humanos de que se trate. Así, no todos los casos pueden limitarse únicamente a la invalidez de la
eventual confesión del detenido; tampoco tendrían que anularse todos los medios de prueba obtenidos en
la investigación, de manera necesaria e indiscriminada -cuando no guardan relación con la violación, sino
que su obtención fue independiente-. Lo que debe ponderarse es que las pruebas carentes de valor jurídico
han de ser aquéllas que tuvieron origen y vinculación directamente con la propia violación a los derechos
humanos que convergen en cada caso concreto. De este modo, si la detención fue indebida, resultaría
también legalmente inválida la prueba obtenida con motivo de la misma es decir, relacionada de manera
directa e inmediata; lo anterior, conforme además, a los principios de debido proceso legal y obtención de
prueba lícita.

Al respecto, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido la tesis20:

FLAGRANCIA. LAS CONSECUENCIAS Y EFECTOS DE LA VIOLACIÓN AL DERECHO HUMANO A LA


LIBERTAD PERSONAL SON LA INVALIDEZ DE LA DETENCIÓN DE LA PERSONA Y DE LOS DATOS DE
PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA. […]

En el caso, ha resultado incuestionable la invalidez de la detención efectuada por los policías y, por
consecuencia, el informe y datos que proporcionaron. Además, al prolongarse la violación de derechos
24

humanos hasta su retención arbitraria, dado que el imputado no fue puesto a disposición del ministerio
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

público -además, como único órgano encargado de la investigación-, ello también debe provocar la
invalidez de su reconocimiento por el único testigo de cargo, precisamente, porque su señalamiento no

18 Tesis 1a. CC/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, libro 6, mayo de 2014, tomo
I, página 545.

19 Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se pronunció en el Caso Juan Humberto Sánchez Vs. Honduras, en
sentencia de 7 de junio de 2003, textualmente:
Nadie puede verse privado de la libertad sino por las causas, casos o circunstancias expresamente tipificadas en la ley (aspecto material),
pero, además, con estricta sujeción a los procedimientos objetivamente definidos en la misma (aspecto formal). En el segundo supuesto, se
está en presencia de una condición según la cual nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento por causas y métodos que -aun
calificados de legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales del individuo por ser, entre otras
cosas, irrazonables, imprevisibles o faltos de proporcionalidad”
20 Tesis 1a. CCI /2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, libro 6, mayo de 2014,
tomo I, página 545.
fue autónomo sino que fue propiciado directamente de la irregular actuación policiaca con motivo de la
detención arbitraria.

Lo anterior se torna más grave y necesario, cuando el único testigo de cargo -en que se sustentó la
investigación del delito y posterior acusación a cargo del ministerio público- llegó a retractarse por los
anteriores motivos, y ni aun así, el tribunal colegiado de circuito como órgano encargado de la protección

1. Detención
constitucional procedió a su invalidez.

Tal declaratoria de invalidez ha sido adelantada, además de converger con las violaciones a derechos
humanos de subsecuente estudio.

II. INFORMACIÓN DE DERECHOS CON MOTIVO DE LA DETENCIÓN

Como ha sido establecido en la procedencia y materia del presente recurso, el quejoso alegó también que al
momento de su detención no se le informaron sus derechos. Sin embargo, el tribunal de amparo se limitó a
señalar que el imputado fue informado de sus derechos cuando quedó a disposición del ministerio público,
mas nada dijo sobre la información de los derechos del quejoso con motivo de su detención policiaca.

Lo anterior, se torna más relevante, pues bajo el propio contexto de la detención, se destacó que con
motivo de los hechos delictivos ocurridos el trece de noviembre de dos mil ocho, los policías a cargo
de la investigación buscaron al quejoso, y lo localizaron el veintisiete siguiente, cuando finalmente
fue detenido.

[…]

Bajo tal contexto, esta Primera Sala está impelida a fijar los lineamientos constitucionales del
contenido y alcance, así como las consecuencias y efectos, sobre la información de derechos al
imputado con motivo de su detención, en seguimiento a los precedentes vinculantes al efecto21

En una primera aproximación al tema, esta Primera Sala resolvió el amparo directo en revisión 3435/2012,
en sesión de seis de febrero de dos mil trece, bajo la interpretación del artículo 20 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos en relación con los derechos humanos del imputado a conocer
los motivos de su detención y los derechos correspondientes, entre ellos, a preparar y tener una defensa
adecuada. En dicho precedente se enfatizó:

25
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
21 Véase Amparo Directo en Revisión 3435/2012, resuelto en sesión de 6 de febrero de 2013, Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea (unanimidad de cinco votos).
Amparo en Revisión 703/2012, resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013, Ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo (disidente),
encargado del engrose Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (mayoría de tres votos, en contra de los emitidos por los Ministros José Ramón
Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo).
Asimismo: Amparo Directo en Revisión 3998/2012, resuelto en sesión de 12 de noviembre de 2014, bajo la Ponencia del Ministro Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena (mayoría de tres votos, en contra de los emitidos por los Ministros José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo
Rebolledo).
Amparo Directo en Revisión 5837/2014, resuelto en sesión de 27 de mayo de 2015, bajo la Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
(unanimidad de cuatro votos).
Amparo Directo en Revisión 3506/2014, resuelto en sesión de 3 de junio de 2015, bajo la Ponencia del Ministro José Ramón Cossío Díaz
(unanimidad de cinco votos).
Amparo Directo en Revisión 590/2014, resuelto en sesión de 1 de julio de 2015, bajo la Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
(mayoría de cuatro votos, en contra del emitido por el Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Amparo Directo en Revisión 514/2015, resuelto en sesión de 23 de septiembre de 2015, bajo la Ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo
Rebolledo (unanimidad de cinco votos).
Amparo Directo en Revisión 871/2015, resuelto en sesión de 3 de febrero de 2016, bajo la Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
(mayoría de cuatro votos, en contra del emitido por la Ministra Norma Lucía Piña Hernández).
Lo anterior sin menoscabo de que si la detención en flagrancia se lleva a cabo por cuerpos policíacos,
ello no excluya la obligación de los aprehensores de informarle al detenido que tiene derecho a nombrar
un defensor, derecho fundamental que se encuentra previsto en el artículo 20, apartado A, fracción
IX, de la Constitución Federal, antes de su reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el
dieciocho de junio de dos mil ocho.

Sólo a mayor abundamiento, vale la pena señalar que a raíz de la citada reforma constitucional, el
artículo 20, apartado B, fracción III, consagra expresamente el derecho de toda persona imputada a
que se le informe, en el momento de su detención, de los hechos que se le atribuyen y de los derechos
que le asisten, entre los cuales se encuentra el derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual
elegirá libremente incluso desde el momento de su detención (resaltado fuera del original).

A su vez, al resolverse el amparo en revisión 703/2012, en sesión de seis de noviembre de dos mil trece,
esta Primera Sala partió del parámetro de control de regularidad constitucional para los derechos humanos
que deben reconocerse y protegerse con motivo de la detención, conforme al artículo 1º de la Constitución,
lo que guarda relación también con los artículos 14, segundo párrafo, y 16, primer párrafo, de la propia
Constitución.

En dicho precedente se destacó que dicha tutela debería mantenerse en armonía además con los
instrumentos internacionales en la materia, de manera que se salvaguarde su reconocimiento y protección
de la manera más amplia, precisamente, bajo el establecido eje rector del primer precepto constitucional
-principio pro persona-. En armonía con lo anterior, se enfatizó22:

La persona detenida debe ser informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y
notificada, sin demora, de los cargos formulados contra ella.

En ese sentido, de conformidad con el texto constitucional y los instrumentos internacionales ratificados
por México, la privación de la libertad personal sólo puede efectuarse bajo las propias delimitaciones
excepcionales conforme al propio marco constitucional, es decir, a partir del estricto cumplimiento de
determinados requisitos y garantías.

En caso contrario, estaremos ante una detención o privación ilegal de la libertad prohibida tanto a nivel
nacional como internacional.

En este contexto, debe atenderse el citado artículo 20, apartado A, fracción II, de la Constitución -en su
texto vigente hasta antes de la implementación del sistema penal acusatorio con motivo de la reforma
constitucional de dieciocho de junio de dos mil ocho-:

Artículo 20. En todo proceso de orden penal, el inculpado, la víctima o el ofendido, tendrán las siguientes
26

garantías:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

A. Del inculpado:

(…)

II.- No podrá ser obligado a declarar. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda
incomunicación, intimidación o tortura. La confesión rendida ante cualquier autoridad distinta del
Ministerio Público o del juez o ante éstos sin la asistencia de su defensor carecerá de todo valor

22 Tesis 1a. CC/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, libro 6, mayo de 2014, tomo
I, página 545:
FLAGRANCIA. LA DETENCIÓN DE UNA PERSONA SIN EL CUMPLIMIENTO IRRESTRICTO DEL MARCO CONSTITUCIONAL Y
CONVENCIONAL QUE REGULA AQUELLA FIGURA, DEBE CONSIDERARSE ARBITRARIA […].
probatorio.

(…)

III.- Se le hará saber en  audiencia pública, y dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes a su
consignación a la justicia, el nombre de su acusador y la naturaleza y causa de la acusación, a fin de
que conozca bien el hecho punible que se le atribuye y pueda contestar el cargo, rindiendo en este acto

1. Detención
su declaración preparatoria.

(…)

Las garantías previstas en las fracciones I, V, VII y IX también serán observadas durante la averiguación
previa, en los términos y con los requisitos y límites que las leyes establezcan; lo previsto en la fracción
II no estará sujeto a condición alguna.

Es importante destacar que el nuevo texto del artículo 20 de la Constitución establece, en el inciso B,
fracciones II y III:

Artículo 20.- El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación.

(…)

B. De los derechos de toda persona imputada:

(…)

II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los motivos
de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio. Queda
prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura. La confesión
rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio;

III. A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia ante el


ministerio público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten. […] (resaltado
fuera del original).

Bajo este marco constitucional, la persona detenida tiene derecho a que se le hagan saber, desde el momento
de su detención, sus derechos, incluyendo el motivo de la misma, así como los demás destacados, pues se
debe tutelar no solo la integridad y libertad personal como derechos humanos de primer rango constitucional
que se afectan con la detención, sino también la seguridad jurídica y la defensa del imputado, lo que se ha

27
enfatizado, debe darse tanto al momento de su detención como ante el ministerio público y el juez.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


Es importante enfatizar que la entrada en vigor del sistema penal acusatorio quedó supeditada, al
cumplimiento de condiciones formales y materiales para su implementación establecidas en los artículos
segundo y tercero transitorios del decreto de publicación de la citada reforma constitucional23; mas

23 Segundo. El sistema procesal penal acusatorio previsto en los artículos 16, párrafos segundo y decimotercero; 17, párrafos tercero,
cuarto y sexto; 19; 20 y 21, párrafo séptimo, de la Constitución, entrará en vigor cuando lo establezca la legislación secundaria correspondiente,
sin exceder el plazo de ocho años, contado a partir del día siguiente de la publicación de este Decreto.
En consecuencia, la Federación, los Estados y el Distrito Federal, en el ámbito de sus respectivas competencias, deberán expedir y poner en
vigor las modificaciones u ordenamientos legales que sean necesarios a fin de incorporar el sistema procesal penal acusatorio. La Federación,
los Estados y el Distrito Federal adoptarán el sistema penal acusatorio en la modalidad que determinen, sea regional o por tipo de delito.
En el momento en que se publiquen los ordenamientos legales a que se refiere el párrafo anterior, los poderes u órgano legislativos competentes
deberán emitir, asimismo, una declaratoria que se publicará en los órganos de difusión oficiales, en la que señale expresamente que el sistema
procesal penal acusatorio ha sido incorporado en dichos ordenamientos y, en consecuencia, que las garantías que consagra esta Constitución
empezarán a regular la forma y términos en que se substanciarán los procedimientos penales.
Tercero. No obstante lo previsto en el artículo transitorio segundo, el sistema procesal penal acusatorio previsto en los artículos 16, párrafos
estamos ante derechos sustantivos ya reconocidos y protegidos bajo el parámetro de control de regularidad
constitucional establecido -incluyendo el actual artículo 20 de la Constitución-, de manera que cobran
vigencia bajo los principios de progresividad y pro persona consagrados en el artículo 1º de la Constitución.

Esta Primera Sala resolvió luego el amparo directo en revisión 3998/2012, en sesión de doce de noviembre
de dos mil catorce (mayoría de tres votos), de los que siguieron como precedentes que integraron votación
suficiente para constituir jurisprudencia definida los amparos directos en revisión: 5837/2014, resuelto en
sesión de veintisiete de mayo de dos mil quince (unanimidad de cuatro votos); 3506/2014, resuelto en
sesión de tres de junio de dos mil quince (unanimidad de cinco votos); 590/2014, resuelto en sesión de uno
de julio de dos mil quince, bajo la Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (mayoría de cuatro
votos); 514/2015, resuelto en sesión de veintitrés de septiembre de dos mil quince (unanimidad de cinco
votos); y 871/2015, resuelto en sesión de tres de febrero de dos mil dieciséis 2016 (mayoría de cuatro
votos).

En este orden, al hacerse referencia al citado artículo 20, apartado A, fracción II, de la Constitución -en su
texto vigente hasta antes de la implementación del sistema penal acusatorio con motivo de la reforma
constitucional de dieciocho de junio de dos mil ocho, así como al artículo 20 inciso B, fracciones II y III,
de la Constitución -con posterioridad a dicha reforma-, esta Primera Sala destacó que a partir de esta
reforma constitucional, el Constituyente Permanente estableció que la persona detenida tiene derecho a
que se le hagan saber, desde el momento de su detención, sus derechos, incluyendo el motivo de la misma;
asimismo, se establece que dicha información debe darse tanto al momento de su detención, como ante el
ministerio público y el juez.

Ahora bien, de acuerdo con la época y entidad federativa en que fue iniciado y tramitado el procedimiento
penal (veintisiete de noviembre de dos mil ocho, Chimalhuacán, Estado de México), y bajo una estricta
interpretación literal de las fracciones II y III del apartado A del artículo 20 de la Constitución, se podría
haber entendido que no existía disposición expresa respecto del momento específico en el cual se debía
informar al imputado de los motivos de su detención y de los derechos que le asistían.

No obstante, esta Primera Sala ha sostenido que, de conformidad con el artículo 1º de la Constitución,
reformado el diez de junio de dos mil once24, y con base en el principio pro persona, la interpretación del
artículo 20 de la Constitución vigente debe hacerse bajo la perspectiva del derecho humano de que se trata,
de acuerdo con los derechos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales ratificados
por México25.

Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha interpretado:

83. El derecho de la persona detenida o retenida de ser informada de las razones de su detención y
28
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

segundo y decimotercero; 17, párrafos tercero, cuarto y sexto; 19, 20 y 21, párrafo séptimo, de la Constitución, entrará en vigor al día siguiente
de la publicación del presente Decreto en el Diario Oficial de la Federación, en las entidades federativas que ya lo hubieren incorporado en sus
ordenamientos legales vigentes, siendo plenamente válidas las actuaciones procesales que se hubieren practicado con fundamento en tales
ordenamientos, independientemente de la fecha en que éstos entraron en vigor. Para tal efecto, deberán hacer la declaratoria prevista en el
artículo transitorio Segundo.

24 Artículo 1º. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución
y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá
restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la
materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia. (…)
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado
deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.
25 Ver mutatis mutandi los amparos directos en revisión resueltos por esta Primera Sala 2801/2012, 1519/2013 y 1520/2013.
notificada, sin demora, de los cargos formulados en su contra está consagrado en el artículo 7.4 de la
Convención Americana, que no distingue entre la detención efectuada por orden judicial y la que se practica
infragranti. Por ello se puede concluir que el arrestado en flagrante delito conserva aquel derecho.

84. Tomando en cuenta que esa información permite el adecuado derecho de defensa, es posible sostener
que la obligación de informar a la persona sobre los motivos y las razones de su detención y acerca de sus
derechos no admite excepciones y debe ser observado independientemente de la forma en que ocurra la

1. Detención
detención.26

Así, esta Primera Sala ha observado que de una interpretación armónica del artículo 20 de la Constitución,
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, surge claramente que toda persona detenida tiene derecho a que, desde el momento de su
detención, se le informe sobre el motivo de la misma y sobre los derechos que le asisten.

Así, las autoridades que lleven a cabo una detención –sea por orden judicial, por urgencia o por flagrancia–
tienen la obligación de informar inmediatamente a la persona detenida los hechos que se le atribuyen y los
derechos que le asisten. Dicha información, tal como se ha destacado, debe confirmarse, además, ante el
ministerio público y la autoridad judicial.

Al respecto, esta Primera Sala ha considerado que el propósito detrás del derecho a ser informado en el
momento de la detención, es evitar detenciones ilegales o arbitrarias y, además, garantizar el derecho de
defensa de la persona detenida para que ésta cuente, en todo momento, con asistencia jurídica27.

Este criterio es acorde con lo sostenido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos acerca del
derecho a ser informado de las razones de la detención en su jurisprudencia evolutiva y progresiva, al
interpretar el sentido del artículo 7.4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos28. En el caso
Cabrera García y Montiel Flores contra México29:

105. Esta Corte ha establecido que, a la luz del artículo 7.4 de la Convención Americana, la información
de los “motivos y razones” de la detención debe darse “cuando ésta se produce”, lo cual constituye un
mecanismo para evitar detenciones ilegales o arbitrarias desde el momento mismo de la privación de
libertad y, a su vez, garantiza el derecho de defensa del individuo30. Asimismo, esta Corte ha señalado
que el agente que lleva a cabo la detención debe informar en un lenguaje simple, libre de tecnicismos, los
hechos y bases jurídicas esenciales en los que se basa la detención. No se satisface el artículo 7.4 de la
Convención si sólo se menciona la base legal31.

106. Al respecto, la Corte observa que el artículo 7.4 de la Convención alude a dos aspectos: i) la
información en forma oral o escrita sobre las razones de la detención, y ii) la notificación, que debe ser

29
por escrito, de los cargos. En el expediente no consta que al efectuar la detención se haya informado a las

26 Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Sentencia de fondo, reparaciones y costas, de 1º de febrero de 2006, Serie C No. 141. Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

27 Ver Amparo en revisión 703/2012, resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013, Ponente y disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Encargado del Engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
28 Ver, por ejemplo, Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Sentencia de fondo, reparaciones y costas, de 1º de febrero de
2006, Serie C No. 141, Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá. Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, de 23 de
noviembre de 2010, Serie C No. 218. Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie C No. 220.
29 Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26
de noviembre de 2010. Serie C No. 220.
30 Cfr. Caso Juan Humberto Sánchez vs. Honduras, párr. 82; Caso Yvon Neptune vs. Haití, párr. 107, y Caso Usón Ramírez vs. Venezuela,
párr. 147.
31 Cfr. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez Vs. Ecuador, párr. 71; Caso Yvon Neptune vs. Haití, párr. 107, y Caso Usón Ramírez Vs.
Venezuela, párr. 147.
víctimas sobre las razones en las que se fundamentó su detención, razón por la cual se vulneró el artículo
7.4 de la Convención Americana en perjuicio de los señores Cabrera y Montiel.

Respecto del anterior párrafo, es aplicable la jurisprudencia de Pleno de rubro “JURISPRUDENCIA EMITIDA
POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES
MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA..32.”

A la luz de lo anterior, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia reitera que no puede considerarse
como una interpretación constitucional acorde la de informar a la persona detenida de sus derechos y
los motivos de su detención hasta la declaración ministerial. Hacerlo conllevaría a dejar a la persona
desprotegida de su derecho a no ser detenida arbitraria o ilegalmente, así como de contar, desde el
momento mismo de la detención, con una adecuada defensa. En consecuencia, la persona detenida debe
ser informada de sus derechos y de los motivos de la detención desde el momento de la misma.

Finalmente, esta Primera Sala considera que la ausencia de cumplimiento de informar a la persona detenida
de los motivos de la detención y de los derechos que le asisten puede impactar directamente en el proceso
penal. En ese sentido, cuando se esté en dicho supuesto, el operador judicial debe realizar un análisis
detallado para determinar si el no haber sido informado de los motivos de la detención y de sus derechos
–incluido el de ser asistido por un defensor– tuvo alguna consecuencia en el proceso penal y si hubo algún
evento que vulnerara directamente el derecho de defensa del inculpado.

En ese sentido, y a efecto de reparar la transgresión de derechos humanos al quejoso, en el caso concreto,
se deberá ordenar al tribunal colegiado de circuito que realice un análisis detallado para determinar si ante
el hecho de no haber sido informado de los motivos de la detención y de sus derechos –incluido el de ser
asistido por un defensor–, tuvo alguna consecuencia en el proceso penal bajo los principios de debido
proceso y obtención de pruebas de forma lícita, además, si existió algún evento que vulnerara directamente
su derecho de defensa.

III. PUESTA A DISPOSICIÓN SIN DEMORA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO

En este siguiente apartado, corresponde analizar el planteamiento constitucional sobre la puesta a


disposición del detenido ante el ministerio público, en cuanto fue con demora policiaca, tal como lo planteó
el quejoso, y dado que el tribunal colegiado de circuito fue también omiso en el estudio constitucional
correspondiente.
30

Lo anterior, se torna más relevante, pues bajo el propio contexto de la detención, se destacó que los policías
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

procedieron a obtener pruebas, destacándose la identificación del imputado por el testigo ante quien fue
presentado por los policías sin autorización del ministerio público, lo que bajo esta irregularidad, tuvo un
origen ilícito que afectó como consecuencia refleja la invalidez de las siguientes identificaciones derivadas
de la primera bajo su origen ilícito.

[…]

Es importante destacar la posterior declaración del testigo ante el juzgado que instruyó el proceso penal,
pues en ella no ratificó la identificación al imputado con motivo de la entrevista policiaca, pues aclaró que
no había podido ver bien al agresor el día de los hechos. Sin embargo, el testimonio vertido en la instrucción

32 Tesis de jurisprudencia P./J. 21/2014 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la Décima Época de la
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Tomo I, Abril de 2014, página 204.
se calificó como una retractación inválida.

Bajo tal contexto, es incontrovertible que los policías detuvieron al quejoso en un contexto de investigación,
incluso, lo trasladaron a las inmediaciones del lugar de los hechos a fin de que fuera identificado por el
testigo que, como se ha reiterado, luego se retractó, precisamente ante la irregularidad actividad propiciada
por la policía.

1. Detención
La anterior situación se destaca como relevante por este Alto Tribunal, pues la detención policiaca para
la obtención de pruebas fue sin autorización del ministerio público como única autoridad facultada
constitucionalmente para ello.

En ese tenor, esta Primera Sala ha considerado, de manera autónoma a la diligencia formal de identificación
del imputado ante el ministerio público la invalidez de la identificación desde su origen ilícito:

previo a su presentación ministerial, la alegada víctima del delito acudió a las oficinas de la policía judicial
e identificó al quejoso como uno de los responsables del delito de robo. Consecuentemente, se evidencia
que los policías no acataron con la obligación prevista en el artículo 16 constitucional, sino que de manera
injustificada trasladaron y retuvieron de manera ilegal al recurrente en otro lugar por más de tres horas a
pesar de no tener impedimento fáctico para su presentación y, sin justificación alguna, permitieron que
fuera identificado por una persona en esas instalaciones sin sustento constitucional alguno33.

En este sentido, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha fijado los lineamientos
constitucionales sobre el contenido y alcance del derecho del detenido a ser puesto sin demora ante el
ministerio público, así como las consecuencias y efectos de dicha violación.

El derecho fundamental de inmediatez en la puesta a disposición de las personas detenidas ante autoridad
ministerial está previsto en los artículos 16 de la Constitución34, 7.5 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos35.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha referido al contenido y alcance de tal derecho en diversos

33 Cfr. Amparo Directo en revisión 2349/2014, resuelto en sesión de cuatro de marzo de dos mil quince, párrafo 82.
34 “Artículo 16. […].
[…]
No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o querella de un hecho que la ley señale como
delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de
que el indiciado lo cometió o participó en su comisión.
La autoridad que ejecute una orden judicial de aprehensión, deberá poner al inculpado a disposición del juez, sin dilación alguna y bajo su más
estricta responsabilidad. La contravención a lo anterior será sancionada por la ley penal.

31
Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo cometido,
poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


inmediato de la detención.
Sólo en casos urgentes, cuando se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la
acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio
Público podrá, bajo su responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los indicios que motiven su proceder.
En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente ratificar la detención o decretar la
libertad con las reservas de ley.
[…].”
35 En sentido, el artículo 7° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, señala que: Artículo 7. Derecho a la Libertad
Personal (…) 5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el
proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
Asimismo, el artículo 9° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala que: Artículo 9 (…) 3. Toda persona detenida o presa a
causa de una infracción penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y
tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad.
precedentes que debieron constituir el parámetro de interpretación del tribunal colegiado de conocimiento
para atribuirle significación constitucional, en particular si estos lineamientos proporcionan el mayor ámbito
de protección del derecho en cuestión.

En el Amparo Directo en Revisión 2470/201136, la Primera Sala de esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación interpretó directamente el artículo 16 de la Constitución Federal, en concordancia al artículo 7.5
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y asignó contenido a las expresiones jurídicas
“inmediatamente”, “sin demora” o “sin dilación” que condicionan la puesta a disposición de una persona
ante la autoridad que debe resolver su situación jurídica cuando ha sido detenida ante el señalamiento de
que es probable responsable de la comisión de una conducta considerada como delictiva.

A partir de dicho análisis constitucional, la Primera Sala estableció el estándar aplicable para determinar
cuándo se actualiza la dilación o demora injustificada como violación al derecho humano de puesta a
disposición inmediata del detenido ante la autoridad respectiva.

De acuerdo con dicho estándar, la dilación indebida se actualiza siempre que, sin existir motivos razonables
que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores
y no sea entregada a la autoridad competente para definir su situación jurídica. Los motivos razonables
consisten únicamente en impedimentos fácticos reales y comprobables –como la distancia que existe
entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a disposición–.

La actuación de los aprehensores debe ubicarse dentro de sus atribuciones constitucionales y legales y
ser totalmente compatible con las facultades concedidas, sin que resulte admisible cualquier justificación
basada en una supuesta búsqueda de la verdad o en la debida integración de la prueba.

Sobre esa base, la policía no retendrá a una persona por más tiempo del estrictamente necesario para
trasladarla ante el Ministerio Público y ponerla a disposición. Ahí deben desarrollarse las diligencias
pertinentes e inmediatas que definirán su situación jurídica ―de la cual depende la restricción temporal de su
libertad personal. Los agentes captores tampoco pueden simplemente retener a una persona, sin informarlo
a la autoridad ministerial, para obtener su confesión o información relacionada con la investigación que
realizan con el fin de inculparla o incriminar a otras personas.

En el Amparo Directo en Revisión 517/201137, se señaló, además, que el mandato de puesta a disposición
inmediata se traduce en la mayor garantía para las personas en contra de aquellas acciones de la policía
que se ubican fuera de los cauces legales y que están destinadas a presionar o a influir en el detenido en un
contexto que le resulta totalmente adverso.

El órgano judicial de control debe, entonces, realizar un examen estricto de las circunstancias que acompañan
32

al caso y desechar cualquier justificación basada en la búsqueda de la verdad o en la debida integración


del material probatorio, o -más aún- en razones que resultan inadmisibles a los valores subyacentes a un
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

sistema democrático, como la presión física o psicológica al detenido para que acepte su responsabilidad o
la manipulación de las circunstancias y hechos objeto de la investigación, entre otras, como fue en el caso,
la presentación del imputado ante el testigo para que lo reconociera, bajo tal contexto de ilicitud38.

36 Amparo Directo en Revisión 2470/2011, resuelto en sesión de 18 de enero de 2012, por unanimidad de cinco votos de los Señores
Ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz, (Ponente), Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez Cordero de García
Villegas y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

37 Amparo Directo en Revisión 517/2011, resuelto en sesión de 23 de enero de 2013, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez
Cordero.
38 Tesis CLXXV/2013, Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XX, Mayo
de 2013, Tomo 1, página 535, de rubro: “DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE
EL MINISTERIO PÚBLICO. ELEMENTOS QUE DEBEN SER TOMADOS EN CUENTA POR EL JUZGADOR A FIN DE DETERMINAR UNA
Criterios de exclusión probatoria ante la existencia de vulneración al derecho de puesta a disposición sin
demora ante el ministerio público

En el Amparo en Revisión 703/201239, se determinó que las consecuencias de la violación a la libertad


personal, con motivo de la retención indebida, deben vincularse estrictamente con su origen y causa, por lo
que si la prolongación injustificada de la detención generó la producción e introducción de datos de prueba,
estos deben declararse ilícitos, independientemente de su contenido. Lo anterior, de conformidad además,

1. Detención
con los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita. Bajo este último precedente surgió la
tesis CCII/201440:

DERECHO DE LA PERSONA DETENIDA A SER PUESTA A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO


PÚBLICO. LA RETENCIÓN INDEBIDA GENERA COMO CONSECUENCIAS Y EFECTOS LA INVALIDEZ DE LOS
DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA, AL SER CONSIDERADOS
ILÍCITOS […]

Posteriormente, al resolverse los amparos directos en revisión 3229/201241, 3403/2012,42 2169/201343 y


2057/201344, se señaló que la vulneración al derecho de la persona detenida a ser puesta sin demora a
disposición del ministerio público provoca los siguientes efectos:

i. la anulación de la confesión del indiciado, obtenida con motivo de esa indebida retención;

ii. la invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa la demora injustificada,
los cuales no producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados por la autoridad judicial, y

iii. la nulidad de aquellas pruebas que a pesar de estar vinculadas directamente con el hecho delictivo
materia del proceso penal, sean recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora en el supuesto de
prolongación injustificada de la detención, sin la conducción y mando del Ministerio Público45.

Al respecto, esta Primera Sala enfatizó que, en tal caso, serán invalidadas las pruebas que se hubieren
obtenido sin la autorización del ministerio público y que tengan como fuente directa la demora injustificada.

Ahora bien, a los anteriores precedentes se abonaron nuevos lineamientos, al resolverse el amparo directo
en revisión 2190/2014, en sesión de 26 de noviembre de 201446.

En lo conducente, dicho precedente destacó que todas las pruebas obtenidas por la policía, que no pudieran

DILACIÓN INDEBIDA EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN.”.


39 Amparo en Revisión 703/2012, resuelto el 6 de noviembre de 2013, Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano. Disidentes: José

33
Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda
Velázquez.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


40 Tesis Aislada CCII/2014, Primera Sala, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 6, Mayo
de 2014, Tomo I, página 540.
41 Resuelto en sesión de cuatro de diciembre de dos mil trece, por mayoría de tres votos en contra de los emitidos por los Ministros
Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
42 Resuelto en sesión de cuatro de diciembre de dos mil trece, por mayoría de cuatro votos en contra del sustentado por el Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
43 Resuelto en sesión de cuatro de diciembre de dos mil trece por mayoría de cuatro votos en contra del sustentado por el Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
44 Resuelto en sesión de cuatro de diciembre de dos mil trece por mayoría de cuatro votos en contra del sustentado por el Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
45 Tesis Aislada LIII/2014, Primera Sala, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 3, Febrero
de 2014, Tomo I, página 643, de rubro: “DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO SIN DEMORA A DISPOSICIÓN DEL
MINISTERIO PÚBLICO. ALCANCES Y CONSECUENCIAS JURÍDICAS GENERADAS POR LA VULNERACIÓN A TAL DERECHO.”.
46 Amparo directo en revisión 2190/2014, resuelto en sesión de 26 de noviembre de 2014, bajo la ponencia del Ministro José Ramón
Cossío Díaz.
haberse recabado sin incurrir en la demora injustificada de la entrega del detenido son ilícitas por lo que no
serán objeto de valoración para corroborar la acusación. Además, todas aquellas referencias a circunstancias
y medios de prueba obtenidos por la policía que derivan directamente de la demora injustificada en la
puesta a disposición del detenido, o recopilados con motivo de la realización de una investigación policial
no dirigida ni controlada por el ministerio público, no deberán ser objeto de apreciación en la valoración
probatoria, sino que tendrán que excluirse ante lo evidente de su ilicitud. En todo caso, de ser ilícita la
obtención de la prueba, afectaría no solo la confesión, sino todo dato o información derivada del mismo
origen ilícito.

En este sentido, es importante subrayar la doctrina constitucional que ya ha fijado este Tribunal
Constitucional para la invalidez de la prueba ilícita, independientemente de su contenido; lo que siempre ha
estado vinculado con sus efectos derivados de manera directa e inmediata con la violación de que se trate,
en el caso, que hayan devenido necesariamente de la retención policiaca47.

Conforme a lo anterior, a juicio de esta Primera Sala, la detención policiaca del imputado, el veintisiete de
noviembre de dos mil ocho, para trasladarlo al escenario del evento delictivo, ocurrido el trece de noviembre
de dos mil ocho, incluso, para presentarlo ante el testigo a fin de que este lo identificara como la persona que
habría ejecutado el ilícito, resultó contraria a los lineamientos constitucionales precisados sobre la puesta a
disposición sin demora ante el ministerio público; más aún, porque la retención policiaca para la obtención
de dicha identificación –sostenida luego como consecuencia directa e inmediata ante el ministerio público-,
no forma parte de las facultades constitucionales conferidas a los elementos policiacos. Contrario a la
arbitraria retención policiaca del detenido, bajo la aducida obtención de pruebas, la exigencia constitucional
es que estas y otras tareas indagatorias se lleven a cabo bajo control y supervisión del ministerio público.

Por tanto, la aludida identificación debía en todo caso realizarse con posterioridad a la puesta a disposición
del detenido ante el ministerio público como la única autoridad facultada constitucionalmente para ello;
además, bajo los propios principios constitucionales para la obtención de la prueba conducente, así como
el respeto y protección de los derechos humanos del detenido.

Así, la obtención de la prueba fue ilícita desde su origen, precisamente, al haber devenido, de manera directa
e inmediata, con la retención policiaca ilegal y arbitraria; es decir, bajo dicha irregularidad, estuvo viciada
de origen; de modo que tales vicios de origen en la identificación del imputado repercutió en la ilicitud de
cualquier otra posterior –dada la viciada identificación primaria-.

Incluso, es relevante que en el caso, el propio testigo no reconoció al imputado en instancia judicial -sometida
la prueba a los principios de inmediación y contracción-, pues aclaró que el día del evento delictivo no había
logrado ver bien al sujeto activo que lo cometió, quien incluso huyó del lugar cuando el testigo se acercaba;
es decir, la primaria identificación, de la que luego se retractó, devino, precisamente, de la actuación irregular
34

propiciada por la policía.


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

No obstante todas las violaciones anteriores, el tribunal colegiado de circuito sostuvo la valides de la

47 Cfr. Amparo en revisión 703/2012, resuelto por esta primera Sala en sesión de 6 de noviembre de 2013. En lo conducente, esta
Primera Sala determinó:
las consecuencias y efectos de la vulneración a lo anterior son la invalidez legal de los datos de prueba obtenidos de forma directa e inmediata
con motivo de la misma; esto conforme además a los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita. …Así, en términos estrictamente
constitucionales, el agente que detenga al imputado por la comisión de un delito en flagrancia tiene obligación de ponerlo sin demora ante el
ministerio público, esto es, sin retraso injustificado o irracional. Ahora bien, las consecuencias y efectos de la vulneración al derecho humano de
libertad personal con motivo de la retención indebida deben vincularse estrictamente con su origen y causa; lo que implica que si la prolongación
injustificada de la detención generó la producción e introducción de datos de prueba, deben declararse ilícitos, lo mismo que las diligencias
pertinentes se hayan realizado en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el derecho de defensa adecuada, esto conforme también
a los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita.
identificación del imputado por el testigo de mérito, como se ha destacado, desatendiendo todos los
lineamientos constitucionales que han sido emitidos por esta Primera Sala, incluso, aun cuando le habían
sido planteados por el quejoso.

Así, la realización de tareas indagatorias no pueden ser válidamente considerada como un impedimento
fáctico, real y comprobable que sobrepase el cumplimiento del derecho humano a ser puesto a disposición
inmediatamente ante la autoridad que debía constitucionalmente resolver su situación jurídica ante el

1. Detención
ministerio público y, en su caso, ordenar la práctica de las pruebas pertinentes.

En este sentido, se retoman las consideraciones pronunciadas por esta Primera Sala, precisamente, bajo el
mismo supuesto que nos ocupa, al resolverse el al resolverse el amparo directo en revisión 2349/2014, en
sesión de cuatro de marzo de dos mil quince48:

83. Dicho de otra manera, en el caso concreto se actualiza una violación constitucional a los artículos 16
y 20 de la Constitución Federal, pues el quejoso fue conducido tras su detención a una agencia policial
en donde fue identificado previamente a su presentación ministerial por la alegada víctima. Tal situación
demuestra que la presentación del ahora procesado no fue de manera inmediata y que tal actuación pudo
incidir en su derecho a la defensa adecuada, toda vez que sin ninguna garantía o mecanismo de revisión los
policías accedió a su identificación a pesar de haber sido detenido en flagrancia, lo que evita que esta Corte
tenga una fiabilidad jurídica sobre dicha identificación o posteriores al poder haber sido inducida desde un
inicio.

84. Por ende, ante su indebida retención, en íntima interrelación con la determinación tomada en cuanto a al
reconocimiento del quejoso sin defensor en el Ministerio Público y dado que existe una actuación irregular
por parte de los policías captores cuyo análisis de constitucionalidad fue omitido por el órgano de amparo,
esta Primera Sala estima que la identificación que la víctima hace del quejoso adolece de una fiabilidad
jurídica, ya que no es posible advertir si tal persona hubiera podido ser influida por los elementos de policía
para asegurar que el ahora recurrente fue quien llevó a cabo las conductas delictivas. Lo anterior, pues
el reconocimiento llevado a cabo en las oficinas de policía judicial por parte de la víctima y su posterior
identificación ante el Ministerio Público resultan datos de carácter ilícito al haber sido obtenidos a partir de
una conducta irregular de los captores (retención) e incididos de manera indirecta por la misma, en atención
a la interpretación expuesta de los artículos 16 y 20, apartado A, fracción IX, de la Constitución Federal.

85. En suma, por todo lo antes dicho, y toda vez que el Tribunal Colegiado no realizó de manera adecuada
una interpretación constitucional del derecho a la defensa adecuada y omitió el análisis de un planteamiento
de constitucionalidad relacionado con el artículo 16 de la Constitución Federal, lo cual impacta en la posible
valoración de la responsabilidad penal del quejoso al tenerse que invalidarse su identificación por parte

35
de la víctima, se consideran fundado el agravio del recurrente y se ordena devolver los autos al Tribunal
Colegiado para que se pronuncie de nueva cuenta sobre la legalidad del fallo de apelación reclamado,

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


tomando en cuenta la interpretación que se hace en esta sentencia del derecho a una defensa adecuada,
de la prueba ilícita, del contenido del artículo 16 constitucional en relación con la puesta a disposición
del detenido sin demora y la invalidez de la identificación del quejoso al derivar de actos de autoridad sin
sustento constitucional.

Por todo lo expuesto, el órgano terminal de legalidad tendrá que analizar las peculiaridades del caso,
conforme a lo cual puede deberá invalidar las pruebas obtenidas de forma directa e inmediata con motivo
de la irregular actividad policiaca con las consecuentes violaciones de derechos humanos.

48 Cfr. Amparo Directo en revisión 2349/2014, resuelto en sesión de cuatro de marzo de dos mil quince, párrafo 82.
Especialmente, deberá atenderse que la retención policiaca del imputado tuvo como fin su identificación
por el testigo, lo que además de haber sido contrario a los lineamientos constitucionales sobre la puesta a
disposición sin demora ante el ministerio público, devino de la irregular actuación propiciada por la policía;
de modo que tales vicios de origen en la identificación del imputado deben repercutir en la ilicitud de la
sucesivas identificaciones ante el ministerio público, especialmente, cuando el testigo se retractó en sede
judicial.

En este último aspecto se deberá atender que el propio testigo no reconoció al imputado en instancia
judicial -sometida la prueba a los principios de inmediación y contracción-, pues aclaró que el día del evento
delictivo no había logrado ver bien al sujeto activo que lo cometió, quien incluso huyó del lugar cuando
el testigo se acercaba. Lo que deberá robustecerse en la invalidación de la identificación del testigo que
incorrectamente se validó por el A quo.

Hecho lo anterior, el tribunal colegiado de circuito deberá proceder al examen constitucional sobre el resto del
caudal probatorio, de manera que como órgano terminal de legalidad verificará si superadas las violaciones
de derechos humanos y declaración de la ilicitud de las pruebas atinentes -especialmente, la principal
prueba de cargo en que se sostuvo la sentencia de condena reclamada-, subsiste o no la declaratoria sobre
la responsabilidad penal del quejoso en la comisión del delito que le fue imputado.

DECISIÓN: La Primera Sala de la suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió revocar la sentencia
recurrida y devolver los autos al Tribunal Colegiado de Circuito para que se avocara al estudio indicado.

TERCERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 5577/2015. Fecha de resolución: 29 de junio de


2016. Ponente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena: Mayoría.49

HECHOS DEL CASO: El 6 de noviembre de 2008, alrededor de las 22:30 horas, “Martín” transportaba pollos
vivos a bordo de un camión por la carretera estatal que lleva de Jilotepec, Estado de México, a Tepeji del
Río, Estado de Hidalgo, cuando fue interceptado por un vehículo conducido por “Ramón”, mismo que le
36

cerró el paso para obligarlo a detener su marcha.


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Acto seguido, “Ramón” y dos sujetos más, amagaron a “Martín” y tras subirse a esa unidad vehicular, le
taparon el rostro. Luego de circular aproximadamente un kilómetro, obligaron a este último a introducirse a
la cajuela del indicado coche y posteriormente –más o menos una hora después– lo dejaron acostado sobre
la carretera.

A los veinte minutos se levantó y fue a San Pablo, Barrio de Jilotepec, Estado de México, para denunciar
los hechos. Ahí le manifestaron que no eran competentes para conocer del injusto, motivo por el cual se
trasladó a Tepeji del Río, Estado de Hidalgo; donde le recabaron la denuncia correspondiente.

Al día siguiente, a las ocho de la mañana, el representante de las empresas ofendidas fue informado del

49 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=188535
hecho y con base en el reporte del Sistema de Posicionamiento Global –conocido comúnmente como “GPS”–
, supo que el camión robado estuvo estacionado, en el transcurso de la mañana del siete de noviembre de
esa anualidad –aproximadamente durante dos horas–, en la calle Moras, esquina con Sandías, perímetro del
Barrio Panoaya, municipio de Amecameca de Juárez, Estado de México.

En razón de lo anterior, dicho representante –Director Jurídico–se trasladó a ese lugar y solicitó apoyo
policíaco. Los agentes de la autoridad indicaron que se trataba de una “granja”, donde vieron cajas con

1. Detención
aves, razón por la cual tocaron la puerta y al abrirla se percataron que al interior de ese inmueble había tres
personas, entre ellas, el ahora inconforme.

Siendo las diez horas con treinta minutos del siete de noviembre de dos mil ocho, “Ramón” fue detenido
en posesión de un mil quinientos pollos vivos y doscientas ochenta “rejas” –es decir, un número inferior a
las aves robadas. La indicada unidad de carga no estaba en el referido inmueble, sino que fue hallada en la
desviación a la Hacienda de La Purísima, en Ayanpango, Estado de México, esto es, a diez minutos del lugar
en el que el recurrente fue aprehendido.

HISTORIA PROCESAL: El ocho de noviembre de dos mil ocho, el Ministerio Público ejerció acción penal
con detenido en contra de los involucrados50, imputándoles la comisión del delito de robo de mercancía
transportada a bordo de vehículo automotor, cometido con violencia.

El juzgador penal en turno dentro del plazo constitucional respectivo determinó la situación jurídica de los
justiciables, decretándoles formal prisión por el ilícito en comento. El 28 de mayo de 2014, se dictó sentencia
condenatoria en contra “Ramón”, declarándolo penalmente responsable del delito de robo calificado, previsto
y sancionado por los artículos 203, fracción IV, y 206, fracción X, del Código Penal para el Estado de Hidalgo51.

En desacuerdo, la defensora particular del sentenciado interpuso recurso ordinario de apelación, que
correspondió resolver a la citada Segunda Sala Penal, la cual, mediante determinación de diecisiete de
octubre de dos mil catorce, modificó lo decidido en primera instancia52.

En contra de la mencionada resolución de segunda instancia, por escrito presentado el 15 de diciembre de


2014, el sentenciado de referencia solicitó el amparo y protección de la Justicia Federal. Seguida la secuela
procedimental respectiva, en sesión de 3 de septiembre de 2015, por una parte, se sobreseyó en el juicio de
amparo53 y, por la otra, se negó la protección de la Justicia de la Unión solicitada54.

Inconforme con dicha negativa, mediante escrito presentado el 24 de ese mes y año55, el ahora recurrente, por
propio derecho, interpuso recurso de revisión, que en su oportunidad fue enviado a este Máximo Tribunal.

37
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
50 “Ramón”, ********** y ********** –menor de edad.
51 “Artículo 203. Al que se apodere de una cosa mueble ajena, sin el consentimiento de quien pueda otorgarlo conforme a la ley, se le
aplicarán las siguientes penas:
[…]
IV. Prisión de tres a siete años de multa de 50 a 300 días, cuando el valor de lo robado exceda de mil veces el salario”.
“Artículo 206. Se duplicara la punibilidad prevista en los artículos anteriores, si el robo se realiza:
[…]
X. Respecto de aves, de maguey y de productos agrícolas de cualquier especie, o bien objetos o instrumentos utilizados en la agricultura”.
52 La modificación consistió en disminuir la cantidad de la multa que le restaba por cubrir, dio por compurgada la pena por reparación
del daño en torno a los pollos y jaulas que se recuperaron y precisó que el valor de los bienes faltantes debía cuantificarse en ejecución de
sentencia […].
53 Respecto al Coordinador de Investigación de la Agencia de Seguridad e Investigación de la Secretaría de Seguridad Pública del
Estado de Hidalgo, señalado como autoridad responsable ejecutora.
54 Cuaderno de amparo **********. Folios 85 a 160.
55 Amparo directo en revisión 5577/2015. Folios 3 a 17.
LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS CONSIDERACIONES:

[…]

En ese sentido, el recurso que nos ocupa es procedente, pues su resolución entraña la decisión de aspectos
propiamente constitucionales, relacionados con la apreciación jurídica que llevó a cabo el Tribunal Colegiado
de origen en torno al concepto de flagrancia, contenido en el artículo 16 de nuestra Constitución General
–texto posterior a la reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho–.

En efecto, a fin de determinar si las circunstancias en que se efectuó la detención del inconforme actualizaban
dicha figura jurídica, de carácter excepcional, en la sentencia sujeta a revisión se dijo que la detención del
quejoso fue bajo el supuesto relativo a “cuando inmediatamente después de cometido el hecho delictuoso,
el inculpado es perseguido materialmente hasta lograr su captura”56, destacándose que aunque los sujetos
activos no fueron perseguidos “físicamente” después del ilegal apoderamiento, esa persecución se había
hecho “mediante el uso de la tecnología”57 –específicamente, a través del Sistema de Posicionamiento
Global, conocido como “GPS”–, lográndose ubicar al peticionario de garantías en posesión de la mercancía
robada, siendo señalado por la víctima como uno de los intervinientes del injusto.

Lo cual, a criterio del a quo, “es suficiente para considerar que hubo flagrancia en la detención, sin que para
arribar a tal conclusión sea obstáculo que el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, no contemple el uso de la tecnología para proceder a la detención”58. Flagrancia que se dijo,
justificó la intromisión al domicilio donde se encontraba el quejoso, por parte de los agentes captores.

Temática que satisface los requisitos de importancia y trascendencia requeridos para que este Alto Tribunal
se pronuncie sobre el particular, debiéndose constreñir la materia de este recurso a su análisis, sin poder
abarcar alguna otra59, como sería el abordar los motivos de disenso en los que el inconforme se duele de
que se incurrió en inadecuada motivación al tenerse por acreditada su condición de coautor, así como
al fijársele su grado de culpabilidad, aunado a que dice se le condenó a cubrir el daño fue por un monto
incuantificable –esto, debido a que constituyen tópicos de mera legalidad–.

VIII. ESTUDIO

Delimitada la materia del análisis a los aspectos antes destacados, esta Primera Sala advierte que los
motivos de disenso expresados son esencialmente fundados y suficientes para, en la materia de la revisión,
revocar la resolución recurrida y devolver los autos al Tribunal Colegiado del conocimiento para que este
último emita otra determinación en la que atienda los lineamientos constitucionales que más adelante se
precisarán60.
38
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Por razones metodológicas, primero se abordará lo concerniente al pronunciamiento realizado por el a


quo en torno a la figura jurídica relativa a la flagrancia –a fin de establecer si la interpretación del derecho
humano a la libertad personal y sus restricciones, contenida en la sentencia sujeta a revisión, se apegó a no
al parámetro de regularidad constitucional aplicable–. Posteriormente, se hará lo propio en torno al derecho
a la inviolabilidad del domicilio y sus excepciones.

56 En términos de lo previsto en la fracción II del ordinal 117 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Hidalgo.
57 Página 79 de la sentencia recurrida.
58 Página 80 de la resolución constitucional impugnada.
59 De conformidad con lo establecido en la última parte de la fracción IX del artículo 107 constitucional.
60 Aunque para esto último se tenga que suplir su deficiencia, en términos del artículo 79, fracción III, inciso a), de la Ley de Amparo,
que prevé:
Interpretación constitucional de la flagrancia.

Prima facie, debe decirse que esta Primera Sala ha determinado que la libertad personal, como derecho
fundamental, comprende la posibilidad y el ejercicio positivo de todas las acciones dirigidas a desarrollar
las aptitudes y elecciones individuales que no pugnen con los derechos de los demás, ni entrañen abuso
de los propios.

1. Detención
Asimismo, se ha precisado que ese derecho sólo podrá restringirse bajo determinados supuestos de
excepcionalidad que, en armonía con la Constitución Federal y los instrumentos internacionales en la
materia61, salvaguardan su reconocimiento y protección de la manera más amplia y que, en caso contrario,
se estará en presencia de una detención o privación de la libertad personal prohibida62.

61 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos:


“Artículo 9
1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie
podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta.
2. Toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación
formulada contra ella.
3. Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad.
La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a
garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las diligencias procesales y, en su
caso, para la ejecución del fallo.
4. Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida
a la brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal.
5. Toda persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho efectivo a obtener reparación”.
Convención Americana sobre Derechos Humanos:
“Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas
de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados
contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la
legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén
que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que
éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por
otra persona.”.
7. Nadie será detenido por deudas. Este principio no limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimientos de
deberes alimentarios.
62 Véase:

39
Amparo directo 14/2011. Resuelto por unanimidad de 4 votos en sesión de 9 de noviembre de 2011, bajo la ponencia del Ministro José Ramón

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


Cossío Díaz. Ausente el Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
Amparo en revisión 703/2012. Resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013, bajo la ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo,
por unanimidad de 5 votos por la concesión del amparo y mayoría de 3 votos por el amparo liso y llano, en contra del voto de los Ministros
José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Se hizo cargo del engrose el Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José
Alberto Mosqueda Velázquez.
Amparo directo en revisión 991/2012. Resuelto por mayoría de 4 votos en sesión de 19 de septiembre de 2012, bajo la ponencia de la Ministra
Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
Amparo directo en revisión 2480/2012. Resuelto por mayoría de 3 votos en sesión de 19 de septiembre de 2012, bajo la ponencia del Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo. Votaron en contra los Ministros José Ramón Cossío Díaz y Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
Amparo directo en revisión 3463/2012. Resuelto por unanimidad de 5 votos en sesión de 22 de enero de 2014, bajo la ponencia del Ministro
José Ramón Cossío Díaz.
Amparo directo en revisión 2981/2013. Resuelto por unanimidad de 5 votos en sesión de 19 de febrero de 2014, bajo la ponencia del Ministro
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Amparo directo en revisión 4380/2013. Resuelto por unanimidad de 5 votos en sesión de 19 de marzo de 2014, bajo la ponencia del Ministro
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Amparo directo en revisión 1074/2014. Resuelto en sesión de 3 de junio de 2015 por unanimidad de 5 votos, bajo la ponencia del Ministro José
Ramón Cossío Díaz.
Amparo directo en revisión 65/2015. Resuelto por mayoría de 4 votos en sesión de 3 de junio de 2015, siendo disidente el Ministro Jorge Mario
De ese modo, se estableció que el artículo 16 de nuestra Constitución General63 consagra un régimen general
de libertades a favor de la persona, entre las cuales está precisamente el derecho a la libertad personal,
delimitándose los supuestos en que es válida su afectación.

Conforme a lo señalado en dicho precepto constitucional, la regla general en materia de detenciones es el


control judicial previo y, por ende, la restricción de la libertad personal bajo ese supuesto debe tener como
soporte una orden de aprehensión, librada por un juez competente.

En contraposición, los casos de flagrancia y urgencia a que alude el mencionado precepto fundamental son
excepcionales, toda vez que para su configuración se requiere la concurrencia de situaciones atípicas que
harían inviable un control judicial previo, de tal modo que el escrutinio para su análisis debe ser estricto.

Ahora bien, derivado de la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho
de junio de dos mil ocho, se introdujo en nuestra Ley Suprema –párrafo quinto del artículo 16 constitucional–
el concepto jurídico de flagrancia64, especificándose que la misma tendrá lugar cuando la detención ocurre
al cometerse el delito o inmediatamente después.

La mencionada porción normativa, literalmente señala:

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido.

Esto es, para que la detención de una persona en flagrancia sea constitucionalmente válida, la misma debe
acontecer en cualquiera de los siguientes precisos momentos:

a) Cuando la conducta posiblemente delictiva se está cometiendo; o,

b) Inmediatamente después de haberse cometido.

Lo anterior, siempre que quien lleve a cabo esa detención –ya sea un particular o la autoridad– parta de
datos objetivos que permitan precisamente colegir la actualización de cualquiera de esas circunstancias,
en la inteligencia de que en el segundo de esos supuestos está inmersa, como requisito sine qua non, la
inmediatez, entendiéndose por ésta la percepción temporal que se corresponde al instante inmediato al que
se cometió la conducta de que se trata.

Adicionalmente, con respecto a esto último, es decir, cuando la detención se realiza inmediatamente
después de cometida la conducta, es factible que la indicada captura se logre transcurrido cierto tiempo,
por lo que para esta Primera Sala es de suma importancia establecer que la validez de la detención estará
supeditada a que la persecución del sujeto activo se hubiera iniciado enseguida y no se interrumpa.
40
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Pardo Rebolledo.
63 “Artículo 16. […]
No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o querella de un hecho que la ley señale como
delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de
que el indiciado lo cometió o participó en su comisión.
La autoridad que ejecute una orden judicial de aprehensión, deberá poner al inculpado a disposición del juez, sin dilación alguna y bajo su más
estricta responsabilidad. La contravención a lo anterior será sancionada por la ley penal.
Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo cometido,
poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro
inmediato de la detención.
Sólo en casos urgentes, cuando se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la
acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio
Público podrá, bajo su responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los indicios que motiven su proceder.
En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente ratificar la detención o decretar la
libertad con las reservas de ley”.
64 Por lo que se ha señalado que lo que flagra es lo que arde o resplandece como fuego o llama y, un delito flagrante es aquél que brilla
a todas luces. Es tan evidente e inconfundible que cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y llegar a la convicción de que se está en
presencia de una conducta prohibida por la ley.
Expuesto lo anterior, procede estudiar si el alcance atribuido por el Tribunal Colegiado del conocimiento a
la excepcionalidad de la flagrancia es o no compatible con el parámetro de regularidad constitucional del
derecho a la libertad personal.

En el caso, el sentenciado adujo en sus conceptos de violación haber sido objeto de una detención ilegal,
debido a que fue privado de su libertad doce horas después de haber ocurrido el hecho delictivo; argumento
que el a quo consideró infundado, al sostener que la citada restricción de la libertad personal se llevó a cabo

1. Detención
bajo el supuesto de flagrancia, en términos de lo previsto en la fracción II del artículo 117 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Hidalgo, que dispone:

Artículo 117.

[…]

Se considerará que existe delito flagrante, para todos los efectos legales a que haya lugar:

[…]

II.- Cuando inmediatamente después de cometido el hecho delictuoso, el inculpado es perseguido


materialmente hasta lograr su captura; o

[…]

Tomando en consideración el parámetro de regularidad constitucional anteriormente señalado, es evidente


que el numeral citado recoge el segundo supuesto constitucional de flagrancia, identificado en el inciso b)
del párrafo 49 de esta ejecutoria, es decir, que la detención ocurra inmediatamente después de cometido
el hecho posiblemente constitutivo de delito, iniciándose la persecución del sujeto activo en ese instante.

Al respecto, el mencionado órgano de control constitucional indicó que la citada persecución podía
efectuarse a través de nuevas tecnologías, como el sistema de rastreo satelital.

1. Sobre el particular, resolvió:

…como se aduce en el acto reclamado, si bien es verdad que en sentido restringido el quejoso y los demás
activos que participaron en el hecho ilícito no fueron perseguidos físicamente por sus captores después
de desapoderar a **********, del camión y su carga cuando se retiraron del lugar del evento en la misma
unidad y en un automóvil ********** también es cierto que dicha persecución se hizo mediante el uso de
la tecnología antes citada, al contar el camión en el que se transportaba el objeto material del delito con
un sistema de rastreo satelital con el cual materialmente las personas que tenían acceso a dicho sistema
podían ver los lugares por donde se llevaron el aludido medio de transporte, así como el sitio y tiempo donde

41
hubiese estado estacionado, al cual llegaron elementos policíacos acompañados del Directos Jurídico de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


la (sic) empresas ofendidas y encontraron en poder del quejoso parte de la mercancía, aunado al hecho de
que fue señalado por el mismo conductor como uno (sic) de las personas que lo despojó de la unidad, lo
cual es suficiente para considerar que hubo flagrancia en la detención, sin que para arribar a tal conclusión
sea obstáculo que el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no contemple
el uso de tecnología para proceder a la detención.

Se considera de esta manera, ya que el “Sistema de Posicionamiento Global” o GPS, fue diseñado para
ser usado en medios de transporte, con el objetivo de que el usuario tenga conocimiento de su posición,
información de la dirección a la cual se dirige, velocidad, tiempo aproximado de llegada, etcétera, resultando
absurdo que ese avance tecnológico sea descartado como medio para la investigación de un delito y del
delincuente, dado que ello iría en detrimento del reclamo de justicia para las víctimas, a quienes no se
les puede exigir que desapoderadas de su vehículo, debieran perseguir físicamente al delincuente hasta
lograr su captura para que sólo en esos supuestos se actualice la flagrancia, sino que precisamente esa
herramienta constituye un mecanismo material para dar seguimiento en sus rutas a los medios de transporte
y conocer de inmediato cuando se aparten de las mismas así como el lugar donde pueden ser localizados,
como en el caso acontece donde una vez que **********junto con otros desapoderó a ********** de los
bienes propiedad de las empresas “**********” y “**********” transportándola en el camión ********** […],
éste fue rastreado vía satelital, hasta ubicarlo justamente donde ********** se encontraba. De donde se
sigue que con independencia de que en un momento dado no fuese en el interior de esa unidad, lo cierto es
que hubo un seguimiento constante del vehículo en el que se llevaban los bienes que constituyen el objeto
material del delito, que en parte fueron encontrados bajo su dominio, lo que lleva a colegir que se actualiza
la hipótesis normativa prevista en la fracción II, del artículo 117 del Código de Procedimientos Penales para
el Estado de Hidalgo…

Para esta Primera Sala, la aludida interpretación es parcialmente correcta, en cuanto a que efectivamente
la persecución del sujeto activo puede apoyarse en el resultado de nuevas tecnologías, siempre que éstas
permitan un seguimiento confiable de los sujetos activos en tiempo real, como podrían ser cámaras de
video vigilancia o incluso el rastreo satelital a través de dispositivos de posicionamiento global –conocido
como “GPS” por sus siglas en inglés65–.

Lo anterior, porque el artículo 16 constitucional no excluye el uso de esos avances científicos, pero se debe
tener especial cuidado en verificar la legalidad de la aludida detención, con base no sólo en la idoneidad del
medio empleado para localizar en un lugar diverso al de los hechos a la persona que acaba de cometer la
conducta posiblemente constitutiva de delito, sino primordialmente tomando como referencia la inmediatez
de la intervención.

En efecto, la persecución que justifica constitucionalmente la detención de la persona que es objetivamente


identificada como sujeto activo de la conducta posiblemente constitutiva de delito es aquella que se realiza
de inmediato, aunque no hubiese sido “físicamente” perseguido –por ejemplo, al correr tras él–.

Por tanto, es innegable que la sola ubicación satelital del camión en que se transporta la mercancía robada,
con base en información allegada una vez iniciada la averiguación previa66, de ningún modo satisface los
requisitos constitucionales que caracterizan a la excepcionalidad de la flagrancia, al ser evidente que en
esas circunstancias el resultado arrojado por el rastreo satelital respectivo única y exclusivamente permitía
la determinación del lugar donde en un momento ulterior al robo estuvo el citado camión, mas no que la
persecución del peticionario de garantías –quien se dijo huyó a bordo del vehículo que usaron para cometer
el ilícito–, hubiese sido inmediata, en tiempo real y continua.

Sin que sea óbice que doce horas después de perpetrado el aludido injusto el promovente del amparo fuera
asegurado en posesión de parte de la mercancía robada, siendo señalado por la víctima como coautor de
ese ilícito, pues tales elementos corresponden al concepto de flagrancia “equiparada”, el cual fue declarado
42

inconstitucional por esta Suprema Corte67.


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Cabe recordar que tratándose de restricciones a la libertad personal, el análisis debe hacerse con base en
un escrutinio estricto, pues se reitera que la regla general exige un control judicial previo –es decir, orden de
aprehensión, librada por juez competente–.

Inviolabilidad del domicilio: casos de excepción.

Al margen de la posible incongruencia argumentativa que pudiera existir, en la sentencia sujeta a revisión

65 Global Positioning System.


66 Proporcionada por el representante de las personas morales ofendidas, como aconteció en la especie.
67 Ver los precedentes señalados en la nota a pie de página número 32.
se dijo que tratándose de la flagrancia “equiparada”68, los agentes policiacos “no requerían necesariamente
orden de cateo para introducirse en el domicilio, ya que en ese caso, el propio artículo 16 constitucional
señala expresamente una excepción al respecto”, por lo que las pruebas obtenidas como consecuencia de
esa intromisión “tienen eficacia probatoria” –página 82 de la resolución impugnada–.

Lo anterior es totalmente contrario al contenido del invocado precepto fundamental, el cual excluye
absolutamente la posibilidad de estimar como válida una detención bajo una hipótesis de flagrancia

1. Detención
equiparada y, por consiguiente, la intromisión al domicilio que pretenda justificarse en ello, será ilegal.

Sobre el particular es necesario recordar que al resolver el amparo directo en revisión 2179/200969, esta
Primera Sala determinó que la inviolabilidad del domicilio a que alude el artículo 16 constitucional, constituye
una manifestación del derecho a la intimidad, entendido como la protección del ámbito reservado de la vida
de las personas, excluido del conocimiento de terceros, sean éstos poderes públicos o particulares70.

Este Alto Tribunal se estima importante señalar que la protección a la citada intimidad se establece en un
número mayor de preceptos que el invocado en el párrafo inmediato anterior, dado que existen diversas
disposiciones normativas tendentes a establecer las condiciones de tutela del derecho de las personas
a gozar de un espacio libre de interferencias, por lo que bajo esa óptica, es factible identificar distintas
afectaciones al mismo y, consecuentemente, diferentes garantías y niveles para su protección71.

De ahí que resulte relevante distinguir esos niveles de protección tomando como referencia, para su
diferenciación, si el Estado se constituye como garante o protector del citado derecho frente a la sociedad
o frente a sí mismo72.

Por ejemplo, en ocasiones lo relevante es que el Estado garantice un espacio de intimidad familiar y religiosa
no sólo frente a injerencias estatales, sino también del público en general; en otras, las regulaciones
constitucionales se enderezan íntegramente a prevenir injerencias arbitrarias del Estado.

Ahora bien, tratándose de la tutela constitucional del domicilio, existe desde luego una “expectativa de
privacidad legítima”, por lo que la intromisión a dicho ámbito se debe analizar bajo un escrutinio estricto,
partiéndose de la base de que su ejecución requiere, como regla, una autorización judicial previa, en la que
se motive la necesidad, idoneidad y proporcionalidad de la injerencia.

Sin embargo, en circunstancias excepcionales, también se debe reconocer como válida una injerencia sin
control judicial previo.

68 Toda vez que se tuvo por acreditada la flagrancia en términos de lo previsto en la fracción II del artículo 117 del Código de

43
Procedimientos Penales para el Estado de Hidalgo –cuando inmediatamente después de cometido el hecho delictuoso, el inculpado es
perseguido materialmente hasta lograr su captura–.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


69 Fallado en sesión de 11 de abril de 2012, por unanimidad de cinco votos. Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario:
Javier Mijangos y González. Lo cual se reiteró al resolver el amparo directo en revisión 1866/2013 en sesión de 12 de febrero de 2014, por
unanimidad de cinco votos. Ponente: Ministra Olga María del Carmen Sánchez Cordero. Secretaria: Beatriz J. Jaimes Ramos.
70 La consideración de la inviolabilidad del domicilio como una manifestación del derecho fundamental a la intimidad se encuentra
presente en diversos ordenamientos jurídicos. Véase el caso Payton v. New York, 445 U.S. 573, 589-90 (1980), en los Estados Unidos de
América; la STC 50/1995, de 23 de febrero, en España; así como el caso Escué Zapata vs Colombia, de 5 de mayo de 2008, de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
71 Así, por ejemplo, el derecho a la privacidad se puede reconstruir mediante la consideración de distintos derechos humanos reconocidos
en nuestra Carta Magna: por ejemplo, el derecho a la procreación del artículo 4, el de asociación del numeral 9, el de la protección del goce de
los bienes, posesiones y libertades mediante el debido proceso en el ordinal 14, la inviolabilidad del domicilio y de las comunicaciones en los
párrafos primero, once y doce del aludido artículo 16, etcétera.
A lo que se agregan las normas convencionales correspondientes, al integrar un mismo parámetro de regularidad, como podría ser el numeral
11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que protege la honra y dignidad de la persona frente a injerencias arbitrarias o
abusivas, así como el artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
72 Amparo en revisión 648/2013, fallado en sesión de 8 de julio de 2015, por unanimidad de cinco votos. Ponente: Ministro Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena. Secretaria: Karla I. Quintana Osuna.
En efecto, en el precedente de mérito –amparo directo en revisión 2179/2009–, se destacó que la
inviolabilidad del domicilio impide que se efectúe alguna entrada y/o registro en éste, salvo que: a) exista
previamente una orden judicial de cateo; b) se trate de la comisión de un delito en flagrancia; o, c) se cuente
con la autorización del ocupante.

Antes de hacer una breve referencia a dichos supuestos de excepción, cabe señalar que la delimitación del
mencionado derecho hizo necesario que este Alto Tribunal puntualizara que el “domicilio”, para los efectos
de la referida privacidad, es “el espacio de acceso reservado, en el cual las personas ejercen su libertad más
íntima” –aclarándose que bajo esa óptica su conceptualización no coincide con la definición que utiliza el
Derecho privado, contenida en los ordinales 29, 30 y 31 del Código Civil Federal y preceptos similares73–.

Por tanto, en esa ocasión se dijo que el concepto de domicilio que subyace en el numeral 16 constitucional
se debe entender de modo “amplio y flexible”, pues se trata de defender los ámbitos en los que se desarrolla
la vida privada de las personas; consecuentemente, adquirirá tal connotación, cualquier lugar cerrado en
el que pueda transcurrir la vida privada, ya sea individual o familiar, aun cuando sea ocupado temporal o
accidentalmente.

En este sentido, el destino o uso constituye el elemento esencial para la delimitación de los espacios
constitucionalmente protegidos por el derecho a la intimidad, siendo para ello irrelevantes su ubicación,
configuración física, condición de mueble o inmueble, tipo de título jurídico que habilita su uso o la
periodicidad con la que se desarrolle la vida privada en el mismo, dado que lo trascendente es la existencia
de signos externos que revelen la clara voluntad de su titular de excluir dicho espacio y la actividad en él
desarrollada del conocimiento e intromisiones de terceros74.

Conforme a lo anterior, se consideró que podían ser objeto de la citada protección constitucional domicilios
accidentales, provisionales o móviles –como lo pueden ser la habitación de un hotel75 o un remolque
empleado como vivienda– y no los locales o recintos en los que no se desarrolla dicha vida privada –por
ejemplo, un restaurante–.

73 “Artículo 29.- El domicilio de las personas físicas es el lugar donde residen habitualmente, y a falta de éste, el lugar del centro
principal de sus negocios; en ausencia de éstos, el lugar donde simplemente residan y, en su defecto, el lugar donde se encontraren.
Se presume que una persona reside habitualmente en un lugar, cuando permanezca en él por más de seis meses”.
“Artículo 30.- El domicilio legal de una persona física es el lugar donde la ley le fija su residencia para el ejercicio de sus derechos y el
cumplimiento de sus obligaciones, aunque de hecho no esté allí presente”.
“Artículo 31.- Se reputa domicilio legal:
I. Del menor de edad no emancipado, el de la persona a cuya patria potestad está sujeto;
II. Del menor de edad que no esté bajo la patria potestad y del mayor incapacitado, el de su tutor;
III. En el caso de menores o incapaces abandonados, el que resulte conforme a las circunstancias previstas en el artículo 29;
44

IV. De los cónyuges, aquél en el cual éstos vivan de consuno, sin perjuicio del derecho de cada cónyuge de fijar su domicilio en la forma prevista
en el artículo 29;
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

V. De los militares en servicio activo, el lugar en que están destinados;


VI. De los servidores públicos, el lugar donde desempeñan sus funciones por más de seis meses;
VII. De los funcionarios diplomáticos, el último que hayan tenido en el territorio del estado acreditante, salvo con respecto a las obligaciones
contraídas localmente;
VIII. De las personas que residan temporalmente en el país en el desempeño de una comisión o empleo de su gobierno o de un organismo
internacional, será el del estado que los haya designado o el que hubieren tenido antes de dicha designación respectivamente, salvo con
respecto a obligaciones contraídas localmente; y
IX. De los sentenciados a sufrir una pena privativa de la libertad por más de seis meses, la población en que la extingan, por lo que toca a las
relaciones jurídicas posteriores a la condena; en cuanto a las relaciones anteriores, los sentenciados conservarán el último domicilio que hayan
tenido”.
74 Sobre el particular, se comparten los razonamientos del Tribunal Constitucional español al momento en que señala que “el propio
carácter instrumental de la protección constitucional del domicilio respecto de la protección de la intimidad exige que con independencia de la
configuración del espacio, sus signos externos revelen la clara voluntad de su titular de excluir dicho espacio y la actividad en él desarrollada
del conocimiento e intromisiones de terceros”. Sentencia del Tribunal Constitucional Español 10/2002.
75 En este mismo sentido se ha pronunciado la Suprema Corte de los Estados Unidos de América en Hoffa v. United States, 385 U.S.
293, 87 (1966); Stoner v. California, 376, U.S. 483, 84 (1964) y Johnson v. United States, 333 U.S. 10, 68 (1948).
Retomando lo concerniente a las excepciones a la indicada inviolabilidad domiciliaria, tenemos que respecto
a la primera –órdenes de cateo–, sustancialmente se determinó que conforme al artículo 16 constitucional,
aquéllas debían satisfacer ciertos requisitos mínimos, a saber: i) sólo pueden ser expedidas por la autoridad
judicial a solicitud del Ministerio Público; ii) en la misma se debe expresar el lugar a inspeccionar, la persona
o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan; y, iii) al concluir la diligencia, se debe
levantar un acta circunstanciada de la misma en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del

1. Detención
lugar cateado o, en su ausencia o negativa, por la autoridad que haya practicado la diligencia76.

En torno a la autorización del ocupante –segundo supuesto de excepción–, en ese precedente –amparo
directo en revisión 2179/2009–se resolvió que si el derecho a la inviolabilidad del domicilio tiene por objeto
que los individuos establezcan ámbitos privados que excluyan la presencia y observación de los demás,
incluyendo a las autoridades del Estado, era lógico que los titulares del mismo podían abrir esos ámbitos
privados a quienes ellos deseen, siempre y cuando esa decisión fuera “libre y consciente”.

A efecto de clarificar lo anterior, se precisó que el citado consentimiento debe proceder de una persona
capaz y estar ausente de error, coacción, violencia o intimidación, amén de que debería ser expreso77.

Por otro lado, esta Primera Sala, al resolver la Contradicción de tesis 75/200478, suscitada entre los entonces
Tribunales Colegiados Primero del Vigésimo Tercer Circuito, Segundo del Noveno Circuito, Tercero del
Décimo Segundo Circuito y Primero en Materia Administrativa del Primer Circuito, en lo que aquí concierne,
determinó que es constitucionalmente válida la intromisión a un domicilio sin orden judicial cuando se
actualiza la flagrancia, especificándose que “la autoridad policial no requiere necesariamente orden de
cateo para introducirse en el domicilio particular en el que se está ejecutando el delito” –tercera hipótesis
de excepción–; figura jurídica que a la fecha debe ser analizada a la luz del actual artículo 16 constitucional,
mismo que como se determinó en párrafos anteriores, se reformó por Decreto publicado en el Diario Oficial
de la Federación de dieciocho de junio de dos mil ocho79.

76 Véase la jurisprudencia 1a./J.22/2007, de esta Primera Sala, de rubro: “CATEO. EN ACATAMIENTO A LA GARANTÍA DE
INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO, LA ORDEN EMITIDA POR LA AUTORIDAD JUDICIAL, DEBE REUNIR LOS REQUISITOS PREVISTOS
EN EL ARTÍCULO 16 DE LA CONSTITUCIÓN, DE LO CONTRARIO DICHA ORDEN Y LAS PRUEBAS QUE SE HAYAN OBTENIDO COMO
CONSECUENCIA DIRECTA DE LA MISMA, CARECEN DE EXISTENCIA LEGAL Y EFICACIA PROBATORIA”. Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XXVI, agosto de 2007, página 111.
77 Ver tesis 1a. CVII/2012 (10a.), de esta Primera Sala, del tenor siguiente: “INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. REQUISITOS QUE
DEBE CONTENER LA AUTORIZACIÓN DEL HABITANTE DE UN DOMICILIO A EFECTOS DE LA ENTRADA Y REGISTRO AL MISMO
POR PARTE DE LA AUTORIDAD.- A efectos de que la autorización o consentimiento voluntario se constituya como causa justificadora de la
intromisión al domicilio ajeno, es necesario, en primer término, que el supuesto en cuestión no se corresponda a los de la necesaria existencia
de una orden judicial. Asimismo, se entenderá que presta su consentimiento aquel que, requerido por quien hubiere de efectuar la entrada y

45
registro al domicilio, ejecuta los actos necesarios para que se realice dicha entrada, sin invocar el derecho fundamental a la inviolabilidad del
domicilio. A partir de estas bases generales es posible desarrollar las características específicas que debe contener el consentimiento. En primer

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


término, el consentimiento debe ser realizado por una persona mayor de edad y que no tenga restricción alguna en su capacidad de obrar.
Esto es así, ya que la renuncia a un derecho fundamental de tal calado no puede ser realizada por un individuo que no sea consciente de la
trascendencia del acto, como lo es un menor de edad. En segundo lugar, ese consentimiento debe ser prestado consciente y libremente, es decir,
ausente de error, coacción o de un acto de violencia o intimidación por parte de los agentes de policía. En tercer término, el consentimiento
debe otorgarse de manera expresa, por lo que la autoridad deberá objetivarlo por escrito o mediante cualquier otro procedimiento que facilite
su prueba y denote un consentimiento claro e indudable. Por último, es de la mayor importancia señalar que el consentimiento para la entrada
y registro del domicilio debe prestarse para un objeto determinado, sin posibilidad de ampliarlo o extenderlo a supuestos diferentes del
originariamente contemplado. En esta lógica, el registro debe realizarse con un objetivo concreto, el cual está determinado en el marco y con
la finalidad otorgada por el particular, sin que sea extensible a registros diferentes y tampoco cubre la entrada de otros policías al domicilio
por otra investigación independiente. Así las cosas, y en caso de que no se cumpla con estos requisitos, las pruebas que se obtengan más allá
del objeto determinado para el que se permitió la entrada de la autoridad, serán ilícitas y no podrán formar parte del acervo probatorio de la
investigación”. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, libro VIII, mayo de 2012, tomo 1, página 1103.
78 Resuelta en sesión de 17 de enero de 2007. Ponente: Ministra Olga María del Carmen Sánchez Cordero. Secretaria: Ana Carolina
Cienfuegos Posada.
79 Cuyo párrafo quinto textualmente indica: “Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un
delito o inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma
prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la detención”.
Consecuentemente, únicamente será constitucionalmente válida esa intromisión, en los siguientes
supuestos: a) que se irrumpa en el lugar cuando en su interior se esté cometiendo un delito; o, b) cuando
después de ejecutado el injusto en un sitio diverso, el sujeto activo es perseguido inmediatamente,
lográndose su captura en el interior del domicilio.

Cabe precisar que en la primera de esas hipótesis, quien irrumpe en el aludido ámbito espacial privado,
debe tener datos ciertos que permitan considerar razonablemente la posible comisión de una conducta
delictiva –por ejemplo, percepción directa–80, en tanto que en la segunda, la excepción debe derivar de la
persecución inmediata y continua del presunto responsable (continuous hot pursuit, en su expresión en
inglés81).

En ambas, lo determinante debe ser la urgencia del caso, a modo que se torne inaplazable la intervención,
ya sea para evitar la consumación de un ilícito, hacer cesar sus efectos o impedir la huida del responsable.

De lo hasta aquí expuesto se concluye, por una parte, que la inviolabilidad del domicilio a que alude el
artículo 16 de nuestra Constitución Federal –también reconocida en los numerales 11.2 y 11.3 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos82, así como 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos83–, constituye una manifestación del derecho a la intimidad84 y, por otra, que éste no es absoluto.

En las relatadas condiciones, resulta que la interpretación llevada a cabo por el Tribunal Colegiado fue
incorrecta, al estimar que entre las excepciones al citado derecho está la relativa a la flagrancia “equiparada”.

Aunado a ello, tampoco es válido sostener que cualquier prueba obtenida con motivo de una intromisión al
domicilio en una hipótesis de excepción sea lícita, pues tratándose de la intromisión que tiene por finalidad

80 Al fallar el amparo en revisión 703/2012, esta Primera Sala determinó, entre otras cosas, que cuando se aduzca flagrancia, la misma
debe estar acreditada con elementos objetivos y razonables que la sustenten, de tal suerte que la intromisión al domicilio, bajo ese supuesto,
debe estar justificada. Sesión de 6 de noviembre de 2013. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del engrose: Ministro Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
Véase la tesis 1a. CCI/2014 (10a.), de esta Primera Sala, del tenor siguiente: “FLAGRANCIA. LAS CONSECUENCIAS Y EFECTOS DE LA
VIOLACIÓN AL DERECHO HUMANO A LA LIBERTAD PERSONAL SON LA INVALIDEZ DE LA DETENCIÓN DE LA PERSONA Y DE LOS
DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA.- La limitación al derecho humano de libertad personal es
de carácter excepcionalísimo y su escrutinio del más estricto rigor; por ello, cuando se aduzca flagrancia, debe acreditarse que hubo elementos
objetivos y razonables para justificar válidamente la afectación a la libertad y seguridad personal. Ello es así, en principio, porque toda persona
tiene no sólo la legítima expectativa sino el derecho a no ser molestada por la autoridad, salvo por causas justificadas. Por su parte, la autoridad
tiene la posibilidad de hacer indagaciones bajo el marco jurídico y conforme a las atribuciones que legalmente justifiquen su proceder. Sin
embargo, no puede justificarse constitucionalmente que bajo pretexto de cumplirse con cuestiones de aducida legalidad, se actúe de manera
arbitraria, lo cual debe ponderarse bajo un estándar de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad de la medida empleada. De ahí que si la
detención de una persona, por aducida flagrancia, no se da bajo el respeto irrestricto del sistema constitucional y convencional, es decir, a partir
del estricto cumplimiento de los requisitos y garantías establecidos de forma mínima a favor de la persona que sufrió la detención, ésta será
considerada como arbitraria, al estar prohibida tanto a nivel nacional como internacional. Las consecuencias y efectos de la vulneración a lo
46

anterior son la invalidez legal de la propia detención, así como de los datos de prueba obtenidos de forma directa e inmediata con motivo de la
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

misma; esto conforme además a los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita”. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Décima Época, libro 6, Mayo de 2014, tomo I, página 545.
81 Véase el caso Warden v. Hayden, 387 US 294 (1967), en donde se determinó que era válido el ingreso al domicilio sin orden judicial
respecto de personas que estaban siendo perseguidas y se refugiaron en un domicilio particular.
82 Que establece:
“Artículo 11. Protección de la Honra y la Dignidad.
[…]
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia,
ni de ataques ilegales a su honra o reputación.
3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques”.
83 Artículo 17
1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales
a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques”.
84 Ver entre otras, las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Las masacres de Ituango vs.
Colombia, Escué Zapata vs. Colombia y Fernández Ortega y otros vs. México.
lograr la detención del sujeto activo que se introduce en éste para evitar su captura, no tiene entre sus
alcances el facultar al que la lleva a cabo a inspeccionar el lugar para asegurar evidencia.

En efecto, si se atiende a que en ese supuesto se está en un caso de excepción a un control judicial previo
–orden de cateo librada por juez competente–, es innegable que cuando después de ejecutado el injusto
en un sitio diverso y el sujeto activo es perseguido inmediatamente hasta lograr su captura en el interior
de un inmueble –el cual esté bajo la tutela del derecho a la intimidad–, la intromisión a éste por parte

1. Detención
de la autoridad no debe extenderse a la posibilidad de que los agentes policiacos, motu proprio, revisen
el lugar, verbigracia, inspeccionando muebles para hallar objetos supuestamente relacionados con el
hecho posiblemente constitutivo de delito –como podría ser abrir armarios, cajones, acceder a equipos de
cómputo, etcétera–.

Finalmente, no se soslaya que en la especie el solicitante del amparo reconoció que permitieron el acceso
a sus captores, pero al margen de que esa no fue la razón por la que el a quo estimó que la intromisión al
domicilio era justificada, resulta que indicó que esto fue en atención que aquéllos dijeron que efectuarían
una revisión sanitaria, lo cual implicaría que el referido consentimiento no fue libre ni consciente.

IX. DECISIÓN

2. Ante la incorrecta interpretación constitucional efectuada por el Tribunal Colegiado del conocimiento,
lo procedente es que en la materia de la revisión competencia de esta Primera Sala, se revoque la sentencia
recurrida y se devuelvan los autos al mencionado órgano de control constitucional para que dicte una nueva
resolución en la que adoptando los lineamientos constitucionales establecidos por este Alto Tribunal,
declare que la detención del quejoso fue ilegal y derivado de ello declare la ilicitud de las pruebas que de
manera directa e inmediata derivaron de ésta85.

DECISIÓN: La Primera Sala de la suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió revocar la sentencia
recurrida y devolver los autos al Tribunal Colegiado de Circuito para que se avocara al estudio indicado.

CUARTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 2420/2011. Fecha de resolución: 11 de abril de

47
2012. Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Unanimidad. 86

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


HECHOS DEL CASO: A las 16:00 horas del 23 de diciembre de 2011, “Luis” y dos personas fueron a la casa
de su amigo “Marcos”, quien no respondió a sus llamados a la puerta, por lo que ingresaron al domicilio y
lo encontraron sin vida. En respuesta a la llamada telefónica hecha por “Luis”, la policía ministerial llegó
al domicilio de “Marcos” y a las afueras se entrevistaron con el aludido y sus acompañantes, quienes les
proporcionaron los datos de “Raúl”, quien habitaba el domicilio junto con “Marcos”. Los agentes de la

85 Al tema aplica la tesis: 1a. CCI/2014 (10a.), de esta Primera Sala, intitulada: “FLAGRANCIA. LAS CONSECUENCIAS Y EFECTOS
DE LA VIOLACIÓN AL DERECHO HUMANO A LA LIBERTAD PERSONAL SON LA INVALIDEZ DE LA DETENCIÓN DE LA PERSONA Y
DE LOS DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA”. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Décima Época, libro 6, mayo de 2014, tomo I, página 545.
86 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=132578
policía se comunicaron por teléfono con “Raúl” para informarle que tenían noticia de la muerte de “Marcos”
y de la existencia del cadáver, y le solicitaron su permiso para entrar e inspeccionar el domicilio. Dicha
autorización les fue concedida y, en una de las habitaciones, encontraron el cuerpo de “Marcos”. A raíz de
los elementos probatorios encontrados en la escena se siguió la investigación, que derivó en la aprehensión
y procesamiento de una persona por su responsabilidad en el homicidio.

HISTORIA PROCESAL: La sentencia de primera instancia impuso condena por el delito Homicidio simple
en coautoría material. En apelación se confirmó la condena. En el amparo directo se concedió la protección
constitucional pero sólo para el efecto de volver a computar las penas. El quejoso interpuso recurso de revisión
ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para determinar la constitucionalidad del último párrafo del
artículo 310 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Baja California Sur, consistente en
“que cuando los que habiten el domicilio autoricen el ingreso de la autoridad, no será necesaria una orden
de cateo”, con relación a las formalidades esenciales para la emisión de órdenes de cateo contenidas en el
artículo 16 constitucional, respecto de la protección e inviolabilidad del domicilio.

CONSIDERACIONES:

[…]

Atendiendo a lo expresado por el quejoso […], la litis constitucional del presente asunto plantea la necesidad
de determinar si el último párrafo del artículo 310 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de
Baja California Sur resulta violatorio del derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio […]

El último párrafo del artículo 310 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Baja California
Sur establece –en la parte que ahora nos interesa- que cuando los que habiten el domicilio autoricen el
ingreso de la autoridad, no será necesaria una orden de cateo.

[…]

El derecho a la inviolabilidad del domicilio está previsto en el artículo 16 constitucional, primer párrafo, en
relación con el párrafo noveno del mismo numeral, al momento en que se señala que: “nadie puede ser
molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito
de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”, y que “en toda orden de
cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir, a solicitud del Ministerio Público, se expresará el lugar
que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan,
48

a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose al concluirla, un acta circunstanciada, en


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la
autoridad que practique la diligencia”.

[…]

Como esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación apuntaba en el amparo en revisión
2179/2009, la inviolabilidad del domicilio es un derecho fundamental que impide que se efectúe ninguna
entrada y registro en el domicilio salvo que se actualice una de las tres excepciones a este derecho: 1) la
existencia de una orden judicial en los términos previstos por el artículo 16 constitucional; 2) la comisión
de un delito en flagrancia; y 3) la autorización del ocupante del domicilio.

En primer término, es importante señalar que los diversos párrafos del artículo 16 constitucional que
proclaman la inviolabilidad del domicilio constituyen una manifestación del derecho fundamental a la
intimidad, entendido como aquel ámbito reservado de la vida de las personas, excluido del conocimiento
de terceros, sean éstos poderes públicos o particulares, en contra de su voluntad. Esto es así ya que este
derecho fundamental protege un ámbito espacial determinado, el “domicilio”, por ser aquel un espacio de
acceso reservado en el cual los individuos ejercen su libertad más íntima87.

[…] Al igual que sucede con el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones, lo que se considera

1. Detención
constitucionalmente digno de protección es la limitación de acceso al domicilio en sí misma, con
independencia de cualquier consideración material88. Asimismo, si el objeto de protección constitucional
es la intimidad de las personas, el concepto de domicilio vendrá necesariamente determinado por este
valor constitucional.

Sentadas estas bases, es necesario determinar qué se entiende por domicilio para efectos de su protección
constitucional.

[…]

El concepto subyacente a los diversos párrafos del artículo 16 constitucional ha de entenderse de modo
amplio y flexible ya que se trata de defender los ámbitos en los que se desarrolla la vida privada de las
personas, […], ya que en el domicilio se concreta la posibilidad de cada individuo de erigir ámbitos privados
que excluyen la observación de los demás y de las autoridades del Estado.

Así las cosas, el domicilio, en el sentido de la Constitución, es cualquier lugar cerrado en el que pueda
transcurrir la vida privada, individual o familiar, aun cuando sea ocupado temporal o accidentalmente.
En este sentido, el destino o uso constituye el elemento esencial para la delimitación de los espacios
constitucionalmente protegidos, de ahí que resulten irrelevantes la ubicación, la configuración física, su
carácter de mueble o inmueble, el tipo de título jurídico que habilita su uso o la intensidad y periodicidad con
la que se desarrolle la vida privada en el mismo. En definitiva, esta Primera Sala comparte los razonamientos
(sic) del Tribunal Constitucional español al momento en que señala que “el propio carácter instrumental
de la protección constitucional del domicilio respecto de la protección de la intimidad exige que con
independencia de la configuración del espacio, sus signos externos revelen la clara voluntad de su titular
de excluir dicho espacio y la actividad en él desarrollada del conocimiento e intromisiones de terceros”89.

A pesar de que hemos desarrollado los lineamientos principales del concepto de domicilio, es importante
advertir que la casuística en esta materia es innumerable. […]

En primer término es importante señalar que los domicilios accidentales, provisionales o móviles también
son objeto de protección constitucional. Partiendo de los lineamientos antes señalados, la protección

49
que dispensa el artículo 16 constitucional ha de extenderse no solamente al domicilio entendido como

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


aquel lugar en el que un individuo fija su residencia indefinidamente, sino a todo espacio cerrado en el
que el individuo pernocte y tenga guardadas las cosas pertenecientes a su intimidad, ya sea de manera
permanente o esporádica o temporal, como puede ser la habitación de un hotel90.

87 La consideración de la inviolabilidad del domicilio como una manifestación del derecho fundamental a la intimidad se encuentra
presente en diversos ordenamientos jurídicos. Véase por todas, Payton v. New York, 445 U.S. 573, 589-90 (1980) en los Estados Unidos de
América, la STC 50/1995, de 23 de febrero, en España; y el caso Escué Zapata vs Colombia, de 5 de mayo de 2008, en la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.
88 Véase al respecto, la tesis 1a. CLIII/2011, de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXXIV, de agosto de 2011, p. 221, de rubro “DERECHO A LA INVIOLABILIDAD DE
LAS COMUNICACIONES PRIVADAS. SUS DIFERENCIAS CON EL DERECHO A LA INTIMIDAD”.
89 Sentencia del Tribunal Constitucional 10/2002, de 17 de enero.
90 En este mismo sentido se ha pronunciado la Suprema Corte de los Estados Unidos de América en Hoffa v. United States, 385 U.S.
293, 87 (1966); Stoner v. California, 376, U.S. 483, 84 (1964) y Johnson v. United States, 333 U.S. 10, 68 (1948).
En el espacio interior de la habitación de un hotel, motel, pensión o cualquiera de sus variantes, el titular
de la misma desarrolla el contenido de su intimidad y no permite que nadie perturbe la intangibilidad del
recinto, bien de una forma explícita e incluso impresa, colocando el cartel que advierte que no quiere ser
molestado o por el contrario solicita que los servicios del hotel accedan al recinto bien de forma directa o
personal o bien por órdenes implícitas que autorizan la entrada para realizar las tareas de limpieza.

En definitiva, existen personas que por específicas actividades y dedicaciones pasan la mayor parte de su
tiempo en hoteles y no por ello se puede decir que pierden su derecho a la intimidad pues sería tanto como
privarles de un derecho inherente a su personalidad que no puede ser dividido por espacios temporales
o locales. Ahora bien, no sobra señalar que las habitaciones de este tipo de establecimientos pueden ser
utilizadas para realizar otro tipo de actividades de carácter profesional, mercantil o de otra naturaleza, en
cuyo caso no se considerarán domicilio de quien las usa a tales fines.

En el caso de los domicilios móviles, es importante señalar que –en principio- los automóviles no son
domicilios para los efectos aquí expuestos, sin embargo, se puede dar el caso de aquellos habitáculos
móviles remolcados, normalmente conocidos como roulottes, campers o autocaravanas, los cuales gozarán
de protección constitucional cuando sean aptos para servir de auténtica vivienda.

[…]

Como resulta lógico, todos aquellos locales o recintos en los que está ausente la idea de privacidad aquí
desarrollada no pueden tener la condición de domicilio. Así ocurre con los almacenes, fábricas, talleres,
oficinas, tiendas, locales o establecimientos comerciales o de esparcimiento. En esta lógica, tampoco
tienen la consideración de domicilio todos aquellos locales que están abiertos al servicio del público, como
los restaurantes, bares o discotecas en cualquiera de sus posibles manifestaciones o variantes.

Es necesario advertir que aunque en los diversos supuestos que acabamos de examinar no existe un
domicilio desde el punto de vista constitucional, esto no excluye la necesidad de respetar las exigencias
mínimas derivadas del artículo 16 constitucional, como es la fundamentación, motivación y proporcionalidad
del acto de la autoridad que habilita a realizar una entrada o registro en tales lugares91.

Asimismo, también se puede dar el caso de que los diversos ordenamientos legales amplíen el ámbito de
protección y exijan requisitos similares a los del domicilio, para la entrada y registro de un lugar cerrado que
no cumpla con las características del concepto que venimos desarrollando92.

[…]

I. La autorización del habitante como excepción a la inviolabilidad del domicilio.


50

Como apuntamos anteriormente, esta Primera Sala -en la sentencia recaída al amparo en revisión 2179/2009,-
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

anunció que la entrada a un domicilio, por parte de los agentes de policía puede estar justificada ya sea: 1)
por la existencia de una orden judicial; 2) por la comisión de un delito en flagrancia y 3) por la autorización
del ocupante del domicilio. Respecto a las dos primeras excepciones existe una profusa jurisprudencia

91 A pesar de no ser la materia de este asunto, por su importancia, se reproduce la conclusión desarrollada por el Ministro Cossío
Díaz en el multicitado voto particular: “ (…) Al proteger la privacidad y la inviolabilidad del domicilio de las personas, la Constitución Federal
no incluye un único régimen de condiciones, sino dos: las formalidades listadas en el párrafo sexto del artículo 16, propias del cateo, y las
formalidades derivadas del primer párrafo de ese mismo precepto, aplicables para la inspección administrativa de espacios públicos y de todos
aquellos que, por ser abiertos al público, sólo pueden ser considerados “domicilios” en sentido lato. Sin embargo, este conjunto menos exigente
de formalidades está en la Constitución para ser cumplido, y su desconocimiento debe desembocar necesariamente en la ineficacia de los
elementos obtenidos a los efectos de fundamentar una condena penal en el caso concreto”.
92 Un ejemplo de lo anterior es la norma objeto de esta sentencia -el artículo 310 del Código de Procedimientos Penales para el Estado
de Baja California Sur–, en la parte que señala que para la entrada y registro de los lugares cerrados también se requerirá una orden de cateo.
Al final de esta sentencia haremos un pronunciamiento sobre esta cuestión.
emitida por esta Sala93. Sin embargo, respecto a la tercera excepción no existe precedente judicial que haya
desarrollado sus características, por lo que nos avocaremos a su estudio94.

En primer término, es necesario partir de la idea de que la autorización del habitante como excepción a la
inviolabilidad del domicilio, no se constituye en un supuesto que deje sin efectividad a la orden judicial de
cateo. Es decir, esta excepción se actualiza en escenarios distintos al de las otras dos excepciones que
venimos relatando.

1. Detención
La autorización del habitante no puede ser entendida en el sentido de permitir cateos “disfrazados” que
hagan inaplicables las previsiones constitucionales. Conforme al 16 constitucional se requerirá la existencia
de una orden de cateo para cualquier acto de molestia que incida en la esfera jurídica de una persona,
su familia, domicilio, papeles o posesiones. La expedición de dichas órdenes es imperativa para que la
autoridad pueda realizar cualquier acto de molestia. Por lo mismo, el mencionado artículo constitucional
establece los requisitos que las órdenes de cateo necesariamente deben satisfacer para que el acto
de autoridad realizado con fundamento en las mismas sea constitucional, a saber: (i) sólo pueden ser
expedidas por la autoridad judicial a solicitud del Ministerio Público; (ii) en la misma deberá expresarse el
lugar a inspeccionar, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan; (iii) al
concluir la diligencia se debe levantar un acta circunstanciada de la misma en presencia de dos testigos
(sic) propuestos por el ocupante del lugar cateado o, en su ausencia o negativa, por la autoridad que haya
practicado la diligencia.

En esta lógica, la orden de cateo sólo podrá ser expedida por una autoridad judicial, pero nunca por la
autoridad ministerial o policial. Es en este sentido que señalamos la imposibilidad de que la autorización
del habitante del domicilio se convierta en un pretexto para permitir ingresos de la autoridad que se realicen
fuera del cauce constitucional, convirtiéndose en cateos “disfrazados”.

La autorización del habitante, como excepción a la inviolabilidad del domicilio, sólo podrá entrar en acción
en aquellos supuestos que no se correspondan a los de la necesaria existencia de una orden judicial o
de la comisión de un delito en flagrancia, como por ejemplo, en los casos en los que la policía responde
a un llamado de auxilio de un particular. En esta lógica, la autoridad no puede pasar por alto la exigencia
constitucional de la orden judicial de cateo con una simple solicitud al particular para que le permita ingresar
a su domicilio, sino que el registro correspondiente debe venir precedido de una petición del particular en el
sentido de la necesaria presencia de los agentes del Estado a fin de atender una situación de emergencia.

[…] esta autorización o consentimiento voluntario se constituye en una de las causas justificadoras de
la intromisión al domicilio ajeno, por lo que, en ese caso, queda automáticamente excluida cualquier
vulneración a los diversos apartados del artículo 16 constitucional. Esto es así, ya que si el derecho a la

51
inviolabilidad del domicilio tiene por objeto que los individuos establezcan ámbitos privados que excluyan
la presencia y observación de los demás y de las autoridades del Estado, es lógico que los titulares del

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


derecho puedan abrir esos ámbitos privados a quienes ellos deseen, siempre y cuanto (sic) esta decisión
sea libre y consciente.

93 Véanse al respecto, las tesis jurisprudenciales 1a./J.21/2007, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
novena época, t. XXVI, de agosto de 2007, p. 224, de rubro “INTROMISIÓN DE LA AUTORIDAD EN UN DOMICILIO SIN ORDEN JUDICIAL.
EFICACIA DE LAS ACTUACIONES REALIZADAS Y DE LAS PRUEBAS OBTENIDAS, CUANDO ES MOTIVADA POR LA COMISIÓN DE
UN DELITO EN FLAGRANCIA” y 1a./J.22/2007, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXVI,
de agosto de 2007, p. 111, de rubro “CATEO. EN ACATAMIENTO A LA GARANTÍA DE INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO, LA ORDEN
EMITIDA POR LA AUTORIDAD JUDICIAL, DEBE REUNIR LOS REQUISITOS PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 16 DE LA CONSTITUCIÓN,
DE LO CONTRARIO DICHA ORDEN Y LAS PRUEBAS QUE SE HAYAN OBTENIDO COMO CONSECUENCIA DIRECTA DE LA MISMA,
CARECEN DE EXISTENCIA LEGAL Y EFICACIA PROBATORIA”.
94 Es importante señalar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Fernández Ortega y otros v. México,
ha establecido que la ingreso de autoridades (en el caso en concreto se trataba de efectivos militares) al domicilio de una persona, sin el
consentimiento de sus habitantes, constituye una injerencia arbitraria y abusiva en los derechos del particular (véase párrafo 159).
Sin embargo, lo realmente importante es determinar en qué forma se debe dar esa autorización a fin de
estar comprendida dentro de las excepciones al derecho fundamental en estudio.

Es necesario partir de que se entenderá que presta su consentimiento aquel que, requerido por quien hubiere
de efectuar la entrada y registro al domicilio, ejecuta los actos necesarios para que se realice dicha entrada,
sin invocar el derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio. A partir de estas bases generales es
posible desarrollar las características específicas que debe contener el consentimiento.

En primer término, el consentimiento debe ser realizado por una persona mayor de edad y que no tenga
restricción alguna en su capacidad de obrar. Esto es así ya que la renuncia a un derecho fundamental de tal
calado no puede ser realizada por un individuo que no sea consciente de la trascendencia del acto, como
lo es un menor de edad.

En segundo lugar, ese consentimiento debe ser prestado consciente y libremente, es decir, ausente de error,
coacción o de un acto de violencia o intimidación por parte de los agentes de policía.

En tercer término, el consentimiento debe otorgarse de manera expresa, por lo que la autoridad deberá
objetivarlo por escrito o mediante cualquier otro procedimiento que facilite su prueba y denote un
consentimiento claro e indudable.

Por último, es de la mayor importancia señalar que el consentimiento para la entrada y registro del domicilio
debe prestarse para un objeto determinado, sin posibilidad de ampliarlo o extenderlo a supuestos diferentes
del originariamente contemplado. En esta lógica, el registro debe realizarse con un objetivo concreto, el cual
está determinado en el marco y con la finalidad otorgada por el particular, sin que sea extensible a registros
diferentes y tampoco cubre la entrada de otros policías al domicilio por otra investigación independiente.
Así las cosas, y en caso de que no se cumpla con estos requisitos, las pruebas que se obtengan más allá
del objeto determinado para el que se permitió la entrada de la autoridad, serán ilícitas y no podrán formar
parte del acervo probatorio de la investigación.

Estas son las características de una autorización que habilita a los agentes de policía a realizar un registro
y entrada domiciliaria, en supuestos distintos a los que requieren una orden de cateo o en el supuesto de
un delito en flagrancia. Sin embargo, falta ocuparnos de un aspecto que resulta medular en el caso que nos
ocupa: ¿quién puede prestar ese consentimiento?

La persona legitimada para autorizar el registro domiciliario es el titular del derecho a la inviolabilidad
domiciliaria, que no necesariamente es el dueño del recinto en que materialmente radica el domicilio. En
esta virtud, resulta irrelevante el hecho jurídico civil por el que el titular del derecho ocupa el domicilio, ya
sea como propietario, usufructuario, arrendatario o cualquier otro.
52

Asimismo, si se trata de varios moradores, es suficiente la autorización otorgada por cualquiera de ellos.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

En esta lógica, esta Primera Sala considera necesario detenerse en dos supuestos cuya complejidad es
mayor: la autorización dada por el cónyuge que es víctima del delito y la autorización de aquel individuo que
se encuentra privado de su libertad.

En el seno del matrimonio –o de una pareja de hecho- ocurre, en principio, lo mismo que cuando hay
una pluralidad de moradores: basta el consentimiento de cualquiera de ellos para legitimar un registro
domiciliario, porque se presume que exista una comunidad de intereses y que se acepta lo hecho por los
demás. La convivencia implica la aceptación de entradas al domicilio consentidas por otros convivientes.
Sin embargo, cuando entre los cónyuges existe una contraposición de intereses, porque uno de ellos está
imputado por el hecho delictivo que motiva el registro domiciliario, y el otro actúa como querellante, no vale
el consentimiento de este último para legitimar el registro a realizar en el domicilio conyugal en busca de
elementos incriminatorios dirigidos contra el otro cónyuge. Esto es así, ya que la inviolabilidad del domicilio
de un imputado no puede quedar librada a la voluntad o a los intereses de quienes se hallan del lado de las
partes acusadoras.

En esta misma lógica, cuando el consentimiento para la entrada y registro domiciliarios es prestado por
el morador que se halla en situación de libertad, sólo ha de comprobarse si su voluntad era, al tiempo de
dar el consentimiento, libre y ajena a cualquier condicionamiento que la limitase o viciase, en los términos
que ya hemos expuesto. Sin embargo, si el registro domiciliario ha de practicarse en el domicilio de una

1. Detención
persona que está detenida, y se recaba su autorización personal, es necesario que este consentimiento
se preste por el detenido con asistencia de su abogado defensor, para así impedir cualquier sospecha de
un consentimiento viciado por presiones o coacciones, o bien por simples inducciones policiales. Este
requisito deriva de un cabal entendimiento del derecho fundamental a una defensa adecuada, el cual tiene
por objeto que los derechos del detenido sean respetados a través del debido asesoramiento técnico en la
conducta a observar en los interrogatorios. En términos del Tribunal Supremo español, “la asistencia letrada
es necesaria para contrarrestar la intimidación ambiental y la disminución de la capacidad del detenido
para decidir derivada de su situación95”.

[…] es necesario partir de la idea de que la autorización del habitante como excepción a la inviolabilidad del
domicilio, no se constituye en un supuesto que deje sin efectividad a la orden judicial de cateo. Es decir,
esta excepción se actualiza en escenarios distintos al de las otras dos excepciones: la orden de cateo y la
flagrancia.

[…]

En el caso concreto, la norma del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Baja California
Sur es acorde con la doctrina aquí sentada, ya que establece que quien puede otorgar la autorización
para la entrada al domicilio es el habitante, siempre y cuando nos encontremos en supuestos distintos
al de la orden judicial de cateo o a la comisión de un delito en flagrancia. Recordemos que la persona
legitimada para autorizar el registro domiciliario es el titular del derecho a la inviolabilidad domiciliaria, que
no necesariamente es el dueño del recinto en que materialmente radica el domicilio. En esta virtud, resulta
irrelevante el hecho jurídico civil por el que el titular del derecho ocupa el domicilio, ya sea como propietario,
usufructuario, arrendatario o cualquier otro.

En cualquier caso, será necesario que el intérprete, al aplicar la norma en estudio, analice si se colman los
requisitos que hemos establecido para tener a la autorización como válida, es decir, que el consentimiento
debe ser realizado por una persona mayor de edad y que no tenga restricción alguna en su capacidad de obrar;
que ese consentimiento debe ser prestado consciente y libremente, es decir, ausente de error, coacción o de
un acto de violencia o intimidación por parte de los agentes de policía; que el consentimiento debe otorgarse

53
de manera expresa, debiendo objetivarse por escrito o mediante cualquier otro procedimiento que facilite
su prueba; y, por último, que el consentimiento para la entrada y registro del domicilio debe prestarse para

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


un objeto determinado, sin posibilidad de ampliarlo o extenderlo a supuestos diferentes del originariamente
contemplado. En caso de que no se cumpla con estos requisitos, las pruebas que se obtengan a través del
registro serán ilícitas y no podrán formar parte del acervo probatorio de la investigación.

Así las cosas, a juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y en los términos
de la doctrina aquí desarrollada, el último párrafo del numeral en estudio no resulta contrario al artículo 16
constitucional, siempre y cuando se interprete de conformidad a lo establecido en esta sentencia.

[…]

95 Sentencia del Tribunal Supremo 905/2003, de 18 de junio.


DECISIÓN. La Primera Sala sostuvo que el ingreso a un domicilio por parte de agentes de seguridad, cuando
se cuenta con el permiso de quien lo habita, no transgrede el derecho constitucional a la intimidad y el
correlativo sobre la inviolabilidad del domicilio y, en consecuencia, se negó el amparo al quejoso.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. CONSTITUYE UNA MANIFESTACIÓN DEL DERECHO FUNDAMENTAL


A LA INTIMIDAD. El derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio, previsto en el artículo 16 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, primer párrafo, en relación con el párrafo noveno del
mismo numeral, así como en el artículo 11 de la Convención Americana de Derechos Humanos, constituye
una manifestación del derecho fundamental a la intimidad, entendido como aquel ámbito reservado de la
vida de las personas, excluido del conocimiento de terceros, sean éstos poderes públicos o particulares, en
contra de su voluntad. Esto es así, ya que este derecho fundamental protege un ámbito espacial determinado,
el “domicilio”, por ser aquel un espacio de acceso reservado en el cual los individuos ejercen su libertad
más íntima. De lo anterior se deriva que, al igual que sucede con el derecho fundamental al secreto de las
comunicaciones, lo que se considera constitucionalmente digno de protección es la limitación de acceso al
domicilio en sí misma, con independencia de cualquier consideración material.

Primera Sala, Tesis 1a. CIV 2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000818

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. RECINTOS QUE NO SE CONFIGURAN COMO DOMICILIO DESDE EL PUNTO
DE VISTA CONSTITUCIONAL. Aquellos locales o recintos en los que está ausente la idea de privacidad,
entendida como el ámbito reservado de la vida de las personas, excluido del conocimiento de terceros, no
tienen la condición de domicilio. Así ocurre con los almacenes, fábricas, talleres, oficinas, tiendas, locales
o establecimientos comerciales o de esparcimiento. En esta lógica, tampoco tienen la consideración de
domicilio todos aquellos locales que están abiertos al servicio del público, como los restaurantes, bares
o discotecas en cualquiera de sus posibles manifestaciones o variantes. Sin embargo, a pesar de que en
estos supuestos no existe un domicilio desde el punto de vista constitucional, esto no excluye la necesidad
de respetar las exigencias mínimas derivadas del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, como son la fundamentación, motivación y proporcionalidad del acto de la autoridad que
habilita a realizar una entrada o registro en tales lugares. Asimismo, también se puede dar el caso de que
54

los diversos ordenamientos legales amplíen el ámbito de protección y exijan requisitos similares a los del
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

domicilio, para la entrada y registro de un lugar cerrado que no cumpla con las características del concepto
constitucional de domicilio.

Primera Sala, Tesis 1a. CV/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000821

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. LA AUTORIZACIÓN DEL HABITANTE, A EFECTO DE PERMITIR LA


ENTRADA Y REGISTRO AL DOMICILIO POR PARTE DE LA AUTORIDAD, NO PERMITE LA REALIZACIÓN DE
CATEOS DISFRAZADOS. La entrada a un domicilio por parte de los agentes de policía, puede estar justificada
ya sea: 1) por la existencia de una orden judicial; 2) por la comisión de un delito en flagrancia; y, 3) por la
autorización del ocupante del domicilio. Respecto a este último supuesto, es necesario partir de la idea
de que la autorización del habitante, como excepción a la inviolabilidad del domicilio, no se constituye en
un supuesto que deje sin efectividad a la orden judicial de cateo. Es decir, esta excepción se actualiza en
escenarios distintos al de la orden judicial de cateo y al de la flagrancia. La autorización del habitante no
puede ser entendida en el sentido de permitir cateos “disfrazados” que hagan inaplicables las previsiones
constitucionales. Conforme al artículo 16 constitucional, se requerirá la existencia de una orden de cateo
para cualquier acto de molestia que incida en la esfera jurídica de una persona, su familia, domicilio, papeles
o posesiones. La expedición de dichas órdenes es imperativa para que la autoridad pueda realizar cualquier

1. Detención
acto de molestia. Por lo mismo, el mencionado artículo constitucional establece los requisitos que las
órdenes de cateo necesariamente deben satisfacer para que el acto de autoridad realizado con fundamento
en las mismas sea constitucional, a saber: (i) sólo pueden ser expedidas por la autoridad judicial a solicitud
del Ministerio Público; (ii) en la misma deberá expresarse el lugar a inspeccionar, la persona o personas que
hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan; (iii) al concluir la diligencia se debe levantar un acta
circunstanciada de la misma en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o,
en su ausencia o negativa, por la autoridad que haya practicado la diligencia. La autorización del habitante,
como excepción a la inviolabilidad del domicilio, sólo podrá entrar en acción en aquellos supuestos que
no se correspondan a los de la necesaria existencia de una orden judicial o de la comisión de un delito
en flagrancia, como por ejemplo, en los casos en los que la policía responde a un llamado de auxilio de
un particular. En esta lógica, la autoridad no puede pasar por alto la exigencia constitucional de la orden
judicial de cateo con una simple solicitud al particular para que le permita ingresar a su domicilio, sino que
el registro correspondiente debe venir precedido de una petición del particular en el sentido de la necesaria
presencia de los agentes del Estado a fin de atender una situación de emergencia. Así las cosas, y partiendo
de lo anteriormente expuesto, esta autorización o consentimiento voluntario se constituye en una de las
causas justificadoras de la intromisión al domicilio ajeno. Esto es así, ya que si el derecho a la inviolabilidad
del domicilio tiene por objeto que los individuos establezcan ámbitos privados que excluyan la presencia y
observación de los demás y de las autoridades del Estado, es lógico que los titulares del derecho puedan
abrir esos ámbitos privados a quienes ellos deseen, siempre y cuando esta decisión sea libre y consciente.

Primera Sala, Tesis 1a. CVI/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000820

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. REQUISITOS QUE DEBE CONTENER LA AUTORIZACIÓN DEL HABITANTE
DE UN DOMICILIO A EFECTOS DE LA ENTRADA Y REGISTRO AL MISMO POR PARTE DE LA AUTORIDAD.
A efectos de que la autorización o consentimiento voluntario se constituya como causa justificadora
de la intromisión al domicilio ajeno, es necesario, en primer término, que el supuesto en cuestión no se
corresponda a los de la necesaria existencia de una orden judicial. Asimismo, se entenderá que presta su
consentimiento aquel que, requerido por quien hubiere de efectuar la entrada y registro al domicilio, ejecuta

55
los actos necesarios para que se realice dicha entrada, sin invocar el derecho fundamental a la inviolabilidad
del domicilio. A partir de estas bases generales es posible desarrollar las características específicas que

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


debe contener el consentimiento. En primer término, el consentimiento debe ser realizado por una persona
mayor de edad y que no tenga restricción alguna en su capacidad de obrar. Esto es así, ya que la renuncia
a un derecho fundamental de tal calado no puede ser realizada por un individuo que no sea consciente de
la trascendencia del acto, como lo es un menor de edad. En segundo lugar, ese consentimiento debe ser
prestado consciente y libremente, es decir, ausente de error, coacción o de un acto de violencia o intimidación
por parte de los agentes de policía. En tercer término, el consentimiento debe otorgarse de manera expresa,
por lo que la autoridad deberá objetivarlo por escrito o mediante cualquier otro procedimiento que facilite
su prueba y denote un consentimiento claro e indudable. Por último, es de la mayor importancia señalar
que el consentimiento para la entrada y registro del domicilio debe prestarse para un objeto determinado,
sin posibilidad de ampliarlo o extenderlo a supuestos diferentes del originariamente contemplado. En esta
lógica, el registro debe realizarse con un objetivo concreto, el cual está determinado en el marco y con la
finalidad otorgada por el particular, sin que sea extensible a registros diferentes y tampoco cubre la entrada
de otros policías al domicilio por otra investigación independiente. Así las cosas, y en caso de que no se
cumpla con estos requisitos, las pruebas que se obtengan más allá del objeto determinado para el que
se permitió la entrada de la autoridad, serán ilícitas y no podrán formar parte del acervo probatorio de la
investigación.

Primera Sala, Tesis 1a. CVII/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000822

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. EL ARTÍCULO 310, ÚLTIMO PÁRRAFO, DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS
PENALES PARA EL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA SUR, RESULTA CONSTITUCIONAL INTERPRETADO
A LA LUZ DEL ARTÍCULO 16 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
El invocado precepto legal establece que “Cuando los que habiten el domicilio o el responsable del lugar
cerrado autoricen el ingreso de la autoridad, no será necesaria la orden de cateos. (sic)”. A fin de determinar
la constitucionalidad de dicha norma es necesario partir de la idea de que la autorización del habitante,
como excepción a la inviolabilidad del domicilio, no se constituye en un supuesto que deje sin efectividad
a la orden judicial de cateo. Es decir, esta excepción se actualiza en escenarios distintos al de las otras
dos excepciones: la orden de cateo y la flagrancia. En esta lógica, la autoridad no puede pasar por alto
la exigencia constitucional de la orden judicial de cateo con una simple solicitud al particular para que le
permita ingresar a su domicilio, sino que el registro correspondiente debe venir precedido de una petición del
particular en el sentido de la necesaria presencia de los agentes del Estado a fin de atender una situación de
emergencia. En el caso concreto, la citada norma del Código de Procedimientos Penales para el Estado de
Baja California Sur es acorde con la doctrina de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
en materia de inviolabilidad del domicilio, ya que establece que quien puede otorgar la autorización para la
entrada al domicilio es el habitante, siempre y cuando se esté ante supuestos distintos al de la orden judicial
de cateo o a la comisión de un delito en flagrancia.

Primera Sala, Tesis 1a. CVIII/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000819

DOMICILIO. AMPLIACIÓN DEL ÁMBITO DE PROTECCIÓN DE ÉSTE A LUGARES QUE NO REÚNAN LAS
CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE ESTE CONCEPTO DESDE EL PUNTO DE VISTA CONSTITUCIONAL
(INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 310, ÚLTIMO PÁRRAFO, DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES
PARA EL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA SUR). El citado numeral establece que “Cuando los que habiten el
domicilio o el responsable del lugar cerrado autoricen el ingreso de la autoridad, no será necesaria la orden
de cateos. (sic)”. En principio, un lugar cerrado que no cumpla los requisitos de un domicilio en sentido
constitucional, no goza de las mismas garantías que estos últimos espacios. Sin embargo, el legislador
56

del Estado de Baja California Sur equiparó, en el artículo 310, último párrafo, del Código de Procedimientos
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

Penales de dicha entidad, al domicilio y a los lugares cerrados, para los efectos de la necesaria existencia
de una orden de cateo, a fin de que la policía pueda entrar en ellos y registrarlos. En esta misma lógica, el
legislador estableció que no resulta necesaria dicha orden cuando el responsable del lugar cerrado autorice
el ingreso de la autoridad. Al respecto, es necesario señalar que el hecho de que se pida la autorización del
responsable y no del habitante, no resulta contrario a la doctrina sentada por esta Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, ya que en estos supuestos no nos encontramos con un individuo que habite
ese lugar y realice actividades propias de su ámbito privado, sino con lugares donde se realizan otro tipo de
conductas, por lo que la autorización del responsable -entendido como la persona que se encuentra a cargo
del lugar- es la que debe otorgarse en este tipo de lugares.

Primera Sala, Tesis 1a. CIX/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000783
DOMICILIO. SU CONCEPTO PARA EFECTOS DE PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL. El concepto de domicilio
que contempla el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no coincide
plenamente con el utilizado en el derecho privado y en especial en los artículos 29, 30 y 31 del Código
Civil Federal, como punto de localización de la persona o lugar de ejercicio de derechos y obligaciones.
El concepto subyacente a los diversos párrafos del artículo 16 constitucional ha de entenderse de modo
amplio y flexible, ya que se trata de defender los ámbitos en los que se desarrolla la vida privada de las

1. Detención
personas, debiendo interpretarse -de conformidad con el segundo párrafo del artículo 1o. constitucional- a
la luz de los principios que tienden a extender al máximo la protección a la dignidad y a la intimidad de la
persona, ya que en el domicilio se concreta la posibilidad de cada individuo de erigir ámbitos privados que
excluyen la observación de los demás y de las autoridades del Estado. Así las cosas, el domicilio, en el
sentido de la Constitución, es cualquier lugar cerrado en el que pueda transcurrir la vida privada, individual o
familiar, aun cuando sea ocupado temporal o accidentalmente. En este sentido, el destino o uso constituye el
elemento esencial para la delimitación de los espacios constitucionalmente protegidos, de ahí que resulten
irrelevantes la ubicación, la configuración física, su carácter de mueble o inmueble, el tipo de título jurídico
que habilita su uso o la intensidad y periodicidad con la que se desarrolle la vida privada en el mismo. Así
las cosas, la protección constitucional del domicilio exige que con independencia de la configuración del
espacio, sus signos externos revelen la clara voluntad de su titular de excluir dicho espacio y la actividad en
él desarrollada del conocimiento e intromisión de terceros. En el mismo sentido, la protección que dispensa
el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ha de extenderse no solamente al
domicilio entendido como aquel lugar en el que un individuo fija su residencia indefinidamente, sino a todo
espacio cerrado en el que el individuo pernocte y tenga guardadas las cosas pertenecientes a su intimidad,
ya sea de manera permanente o esporádica o temporal, como puede ser la habitación de un hotel. Existen
personas que por específicas actividades y dedicaciones, pasan la mayor parte de su tiempo en hoteles y no
por ello se puede decir que pierden su derecho a la intimidad, pues sería tanto como privarles de un derecho
inherente a su personalidad que no puede ser dividido por espacios temporales o locales. Ahora bien, no
sobra señalar que las habitaciones de este tipo de establecimientos pueden ser utilizadas para realizar otro
tipo de actividades de carácter profesional, mercantil o de otra naturaleza, en cuyo caso no se considerarán
domicilio de quien las usa para tales fines. En el caso de los domicilios móviles, es importante señalar que
-en principio- los automóviles no son domicilios para los efectos aquí expuestos, sin embargo, se puede dar
el caso de aquellos habitáculos móviles remolcados, normalmente conocidos como roulottes, campers o
autocaravanas, los cuales gozarán de protección constitucional cuando sean aptos para servir de auténtica
vivienda.

Primera Sala, Tesis 1a. CXVI/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000979

57
INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO. TERCEROS DISTINTOS AL HABITANTE DEL DOMICILIO SE ENCUENTRAN

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


LEGITIMADOS PARA HACER VALER EN JUICIO UNA VIOLACIÓN A DICHO DERECHO. En aquellos supuestos
en que, derivado de una entrada y registro a un domicilio por parte de los agentes de policía, se encuentre algún
elemento que resulte una prueba incriminatoria en contra de un tercero distinto al habitante del domicilio,
dicho tercero está legitimado para hacer valer la posible violación al derecho fundamental a la protección del
domicilio, ya que esta circunstancia pudiera afectarlo y repercutir directamente en sus derechos de defensa.

Primera Sala, Tesis 1a. CXXVI/2012 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2000990
QUINTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo 14/2011. Fecha de resolución: 9 de noviembre de 2011.


Ponente: Ministro José Ramón Cossío Díaz. Votación: Unanimidad96.

HECHOS DEL CASO: El 31 de marzo de 2007, una persona que se negó a identificarse, comunicó a un oficial
de seguridad pública del Estado de México la presencia de un hombre lesionado dentro de un vehículo;
pese a que el auxilio policial y médico fue oportuno, la persona herida falleció en un hospital al cabo de
dos días. Casi siete meses después de tales hechos, un taxista dio información a dos policías de la misma
entidad federativa sobre el supuesto autor de las lesiones, lo que motivó que los uniformados, ubicaran
y entrevistaran al sujeto, quien ante ellos aceptó su participción en los hechos y, por tanto, fue puesto a
disposición de la autoridad ministerial.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia condenatoria por los delitos Cohecho y
Homicidio calificado, que fue confirmada en apelación. El sentenciado presentó demanda de amparo
directo para que se analizaran los postulados de los artículos 14, 16, 20 y 21 de la Constitución Federal y la
pretendida vulneración de los artículos 9 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 7 y 8
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Dada la importancia y trascendencia del asunto, fue
atraído por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para resolver sobre los temas de
detención, presunción de inocencia y prueba testimonial en materia penal.

LA PRIMERA SALA AL DECIDIR, HIZO ENTRE OTRAS, LAS SIGUIENTES CONSIDERACIONES:

Del análisis realizado a las constancias judiciales,97 esta Primera Sala advierte que en el proceso penal
instruido al demandante de amparo existieron violaciones esenciales al procedimiento que lo colocaron en
estado de indefensión.

En la demanda de amparo se hacen valer diversas consideraciones que cuestionan la legalidad en la


demostración del presupuesto de responsabilidad penal. Argumentación que es esencialmente fundada.
58

Esta Primera Sala advierte que en el presente caso se actualiza un estado de insuficiencia de pruebas para
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

afirmar, con exclusión de toda duda razonable, la responsabilidad penal ********** en la comisión del delito
de homicidio perpetrado en agravio de **********.  Los medios de prueba que se estimaron eficaces para
comprobar el presupuesto anotado se destacaron como a continuación se expone:

· La autoridad responsable privilegió el testimonio de **********, quien señaló al sentenciado como la


persona que, de manera conjunta con dos individuos, agredió al sujeto pasivo. En particular, el quejoso fue
quien lo golpeó con una botella que previamente rompió.

96 h t t p : / / w w w 2 . s c j n . g o b . m x / C o n s u l t a T e m a t i c a / P a g i n a s P u b / R e s u l t a d o s P u b . a s p x ? T e m a =& C o n s e c u t i v o =
14&Anio=2011&TipoAsunto=1&Pertenecia=1&MinistroID=25&SecretarioID=0&MateriaID=0
97 El proceso penal instruido al demandante de amparo consta en la causa causa penal ********** del índice del Juzgado Segundo Penal
de Primera Instancia del Distrito Judicial de Cuautitlán, Estado de México, y el toca ********** tramitado por la Primera Sala Colegiada Penal
de Tlalnepantla, del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México.
· Imputación que estimó plenamente corroborada con la declaración ministerial del quejoso **********.
Le otorgó el carácter de confesión calificada divisible y desestimó la versión que aportó el imputado en
declaración preparatoria, al considerarla una retractación inverosímil.

· A lo anterior adicionó los testimonios de los policías ministeriales ********** y **********. Recordó
que ambos refirieron en términos similares que el sentenciado, al enterarse del señalamiento del testigo
**********, les refirió que efectivamente había participado en el homicidio de **********.

1. Detención
La ponderación y asignación de valor prevaleciente a los anteriores elementos de prueba condujo a la
autoridad responsable a desestimar los testimonios de **********, ********** y **********, presentados por
la defensa para corroborar la versión del sentenciado, en cuanto a que no participó en la comisión del delito
pero sí presenció el momento en que tres individuos agredieron a la víctima. La autoridad responsable
sostuvo que, no obstante los testimonios cumplían con las formalidades legales de recepción, su contenido
era contrario a las pruebas que ya había valorado, las cuales otorgaban credibilidad a la primera declaración
del sentenciado en la que aceptó haber cometido el delito. Precisó que la versión inicial del acusado era
discordante con lo afirmado por los testigos de descargo, quienes además omitieron relatar momento a
momento las actividades que aquél realizó y pudo darse el caso que el delito lo cometiera en un lapso no
cubierto por los testimonios. También, los calificó como testimonios aleccionados y extemporáneos.

[…] esta Primera Sala reitera que es correcta la afirmación del quejoso al señalar que la sentencia definitiva
reclamada es inconstitucional. ¿La razón? Porque viola los principios generales de valoración de las pruebas
que son observables en el contexto de la tutela del derecho humano de debido proceso legal, que ha sido
interpretado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos como las condiciones que deben cumplirse
para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración
judicial, a fin de garantizar, en la mayor medida posible, la solución justa de la controversia.

Los elementos de prueba en los que se sustenta la afirmación de responsabilidad penal del quejoso, fueron
apreciados en contradicción con los principios de presunción de inocencia, no autoincriminación, in dubio
pro reo, defensa adecuada y contradicción que operan en marco del debido proceso legal.

Los datos de individualización del testigo y la narrativa que vierte, como lo destaca el quejoso, no son
suficientes para legitimarlo o acreditarlo, es decir, no tienen el peso necesario para otorgarle credibilidad.
En realidad se coloca en posición de un testimonio singular del que deriva una imputación pero no
está respaldado de otros medios de prueba que permitan aseverar, fuera de toda duda razonable, la
responsabilidad penal del quejoso en la comisión del delito de homicidio de **********. Además, no fue
examinado por la partes, bajo el principio de contradicción, ante el juez del proceso.

[…] la decisión de esta Primera Sala de atraer el conocimiento del presente asunto de basó en la necesidad

59
de dilucidar la fuerza probatoria que debe tener un testimonio vertido ante el Ministerio Público, no ratificado

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


ante el juez, bajo las condiciones [Antes aludidas]. Incluso, en la solicitud de facultad de atracción 45/2011,
a manera de guía, se precisaron algunas de las interrogantes o cuestiones que debían ser resueltas; a saber:

· Determinar si el testigo de cargo tiene la característica de singular o de único.

· ¿Debe un juez penal otorgarle valor probatorio pleno al dicho de un testigo singular, en especial, cuando
no existen otros elementos probatorios para acreditar la responsabilidad penal de un imputado?

· ¿Debe un juez penal dar valor probatorio a dicho testimonio, cuando existe duda sobre la identidad del
testigo?

· ¿Debe un juez penal dar valor probatorio a dicho testimonio, a pesar de que fue rendido ante el agente
del Ministerio Público y nunca ante el juez de la causa penal?
· ¿El hecho que un testigo no declare ante el juez de la causa penal viola el principio de inmediatez?

· ¿La búsqueda de la verdad histórica o real del evento que se reputa delictuoso está por encima de los
requisitos legales y constitucionales para recabar las pruebas?

A la luz de tales interrogantes se requieren analizar las condiciones mínimas bajo las cuales debe rendirse
un testimonio para poder ser tomado en consideración en la sentencia. Asimismo, dado que para el estudio
del presente caso es crucial definir la fuerza probatoria que puede o no tener el dicho de un testigo singular,
se examinará este concepto y se le distinguirá de otros.

Testigo singular y testigo único: diferencias conceptuales y requisitos de validez. Como refirió, al resolver la
solicitud de facultad de atracción concerniente a este asunto, la Suprema Corte ya ha construido, a lo largo
de sus diferentes épocas, criterios jurisprudenciales y aislados respecto a las figuras del testigo único y
singular, así como de su alcance probatorio en el proceso penal; sin embargo, resulta conveniente que esta
Primera Sala actualice o aclare el alcance de estos criterios, pues éstos requieren ser armonizados con la
interpretación progresiva que ha emitido en los últimos años en materia de debido proceso.

La revisión detallada de los criterios contenidos en las tesis aisladas y jurisprudencias más relevantes
sobre la materia nos lleva a la conclusión de que hay una lógica común presente en todos ellos; a saber: que
la declaración de un solo testigo, no corroborada con ninguna otra prueba aportada, es insuficiente para
sustentar por sí misma una sentencia condenatoria.

En cambio, debemos hablar de “testigo singular” cuando, habiendo más de un testigo del acto delictivo,
la imputación penal se pretende probar con el dicho de uno, de entre el conjunto de personas que lo
presenciaron, porque los demás no comparecen al proceso –las razones pueden ser resultado de una
ineficaz investigación e impulso de aporte de elementos de prueba para robustecer la imputación.

Sin embargo, dada la dificultad circunstancial que naturalmente presenta probar un hecho con el dicho
de un solo testigo, el testimonio singular es un elemento prácticamente ineficaz en sí mismo o, dicho
de otra manera, por sí solo, pues necesariamente debe estar acompañado de otros datos cualitativa y
cuantitativamente suficientes para fincar responsabilidad penal.

De este modo, cuando el juez concede valor probatorio a un testimonio singular debe hacerlo con suma
cautela y con absoluto rigor argumentativo. Y, sobre todo, su decisión debe descansar fundamentalmente
en una cantidad significativa de datos no refutados independientes al dicho del testigo singular, pero que
vienen a corroborarlo.

Como puede verse, ambas clases de testimonios no son por su propia posición individual y de facto
inconstitucionales o inválidas; sin embargo tomadas como único elemento de soporte de los presupuestos
60

de delito y responsabilidad penal son insuficientes para sustentar una condena. Es decir, el juicio de reproche
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

no puede estar basado únicamente en tales declaraciones. Por ello, en todo caso, es la valoración que el
juez hace de esos testimonios ―el peso que les otorga y bajo qué consideraciones― lo que puede resultar
válido o inválido y lo que puede someterse a eventual impugnación.

De esta forma, resulta válido concluir que si el juez otorga un valor preponderante o desproporcionado al
dicho de un testigo singular o al de un testigo único, sin adicionar otros medios de prueba que soporte
la credibilidad de la imputación que de ellos emerge, claramente estamos frente a una violación a los
principios de la debida valoración de la prueba. Ese dicho debe ser entendido como un indicio entre varios;
requiere ser adminiculado con más elementos, de lo contrario es insuficiente para legitimar una condena.

Por ello, en casos en los cuales el material probatorio no sea apto para generar una respuesta contundente,
certera y sólidamente apoyada en aserciones sobre hechos, procede resolver conforme al principio de
presunción de inocencia, en su vertiente, in dubio pro reo; es decir, absolviendo.
Así, el valor probatorio de los testimonios vertidos por testigos únicos o singulares debe ser idéntico al que
se otorgue a otra clase de indicios, con la condición adicional de que, para tener validez, no pueden estar
aislados, sino que deben estar corroborados por otros datos. Cualquier juicio explícito o implícito a través
del cual se pretenda dar preponderancia a esta clase de testimonios, en las condiciones destacadas, es
inválido.

En el caso que ahora nos concierne, la autoridad judicial responsable confirió valor probatorio preponderante

1. Detención
al dicho de un testigo singular, no corroborado por ningún otro elemento. Esta condición es suficiente para
invalidar la sentencia, pues como se ha analizado un dicho aislado, no sustentado en otros elementos, no
puede ser tomado en cuenta como prueba suficiente y eficaz para sustentar una condena penal.

No obstante, el problema con la valoración de este testimonio –**********, no se reduce a lo anterior. Como
se narró en el apartado de antecedentes, la declaración del único testigo de cargo fue rendida, única y
exclusivamente, ante el Ministerio Público. El siguiente problema que debemos resolver es si resulta válido
que el juzgador otorgue valor probatorio al dicho de un testigo (con independencia de si es único o singular)
cuando es rendido exclusivamente ante el Ministerio Público.

Ninguna diligencia que sea resultado de una fase donde el juez no interviene ―la averiguación previa―
puede ser tomada en el proceso como un acto proveniente de una autoridad de la cual por presuponer
buena fe que no admita cuestionamiento en el contradictorio. El Ministerio Público es una parte más, cuyos
datos están tan sujetos a refutación como los del inculpado. 

[…] esta Primera Sala considera que es una exigencia del debido proceso el que los testimonios ofrecidos por
el Ministerio Público deban desahogarse frente a un juzgador que dirime, imparcialmente, la controversia
sometida a su jurisdicción. Las pruebas que deben dar sustento a una sentencia condenatoria, en su caso,
deben ser desahogados ante un juez con el fin de que la contraparte tenga la oportunidad de contradecirlos
y alegar en su contra para su defensa.

Es claro que el testimonio de ********** no podía tener la fuerza probatoria que le concedió la autoridad
judicial responsable, con el rango de preponderante, cuando no está soportada por otros medios de prueba
y su credibilidad gravemente cuestionada. Éste no sólo fue un testimonio singular no corroborado ―lo
que en sí mismo bastaría para invalidarlo― sino que únicamente fue vertido ante el Ministerio Público. Tal
persona tampoco compareció ante el juez por lo que su versión nunca pudo ser refutada por la defensa:
circunstancia que claramente viola la garantía de defensa adecuada así como diversos principios rectores
del proceso penal; a saber: el principio del contradictorio, de inmediatez y de imparcialidad. Y, sin dejar de
considerar que no constituye un testimonio único, pues de acuerdo a los elementos de prueba existentes en
la causa, no fue la única persona que tuvo la oportunidad de presenciar los hechos; existen otras personas

61
que bien podrían aportar información para dilucidar lo que aconteció el día de los hechos, pero no fueron
investigados por el órgano de acusación en líneas posteriores abundaremos sobre este tema.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


Ya que hemos concluido que el testimonio de ********** no cumplió con los requisitos de validez necesarios
para tener alcance probatorio[…] es necesario analizar si son legales los pronunciamientos de la autoridad
judicial responsable por los cuales: califica la declaración ministerial del quejoso como confesión; le da
el carácter de confesión calificada; y, sostiene que la declaración preparatoria constituye una retractación
inverosímil.

El actual quejoso rindió la declaración ministerial transcrita sin estar asistido de un defensor, entendido éste
como un profesional que cuente con la patente para ejercer la licenciatura en derecho, a fin de salvaguardar
el derecho de no autoincriminación, presunción de inocencia y defensa adecuada.

La declaración ministerial que se afirma como rendida por el inculpado, en estricto rigor a la prescripción
establecida en la fracción II del apartado A  del artículo 20 de la Constitución Federal, carece de todo valor
probatorio y constituye una prueba ilícita. En consecuencia, la sentencia definitiva reclamada es violatoria
de los principios constitucionales de no autoincriminación, presunción de inocencia y defensa adecuada,
por sustentar la determinación de acreditación de responsabilidad penal del sentenciado en una prueba
ilícita obtenida en contravención a los criterios constitucionales y legales.98

[…] también carece de razón jurídica la apreciación de la Sala responsable en el sentido de que el quejoso
confesó el crimen ante los elementos de la policía que lo detuvieron. Es evidente que cualquier afirmación
del quejoso vertida en esas condiciones carece de absoluta validez en la medida en que el acto no revistió

98 Respecto al tema analizado resultan ilustrativos los criterios que ha emitido esta Primera Sala en relación a la prueba ilícita:
Jurisprudencia 1a./J. 121/2009, publicada en la página 36, del tomo XXXI, correspondiente a mayo de 2010, materias constitucional y penal,
Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, con el contenido:
“AMPARO DIRECTO. PROCEDE QUE EN ÉL SE ANALICEN COMO VIOLACIONES AL PROCEDIMIENTO LAS COMETIDAS EN LA
AVERIGUACIÓN PREVIA, CUANDO AFECTEN LAS GARANTÍAS CONTENIDAS EN LOS ARTÍCULOS 14 Y 20 DE LA CONSTITUCIÓN
GENERAL DE LA REPÚBLICA, EN TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 160, FRACCIÓN XVII, DE LA LEY DE AMPARO. Acorde con las reformas
al artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 3 de septiembre
de 1993 y el 3 de julio de 1996, además de ampliar el espectro de la garantía de defensa adecuada que debe operar en todo proceso penal, el
Poder Reformador determinó que las garantías contenidas en las fracciones I, V, VII y IX de dicho precepto también se observarían durante
la averiguación previa. Por tanto, para efectos de las garantías contenidas en el referido numeral, el juicio de orden penal incluye tanto la fase
jurisdiccional (ante el juez) como la previa (ante el Ministerio Público); de ahí que algunas de las garantías antes reservadas para la etapa
jurisdiccional, ahora deben observarse en la averiguación previa. En ese sentido, se concluye que es procedente que en el amparo directo se
analicen como violaciones al procedimiento las cometidas en la averiguación previa, cuando afecten las garantías contenidas en los artículos
14 y 20 constitucionales, en términos del artículo 160, fracción XVII, de la Ley de Amparo, que establece como violaciones procesales los casos
análogos precisados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación o por los tribunales colegiados de circuito. Así, en tales supuestos pueden
ubicarse las violaciones a las garantías observables en la averiguación previa, consistentes en la obtención de pruebas ilícitas, la negativa
para facilitar los datos solicitados por la defensa y que consten en el proceso, así como la transgresión a la garantía de defensa adecuada,
violaciones que no ameritarían la reposición del procedimiento sino la invalidez de la declaración obtenida en su perjuicio o de la prueba
recabada ilegalmente, en atención a que su estudio necesariamente implicaría la interpretación directa de preceptos constitucionales; toda vez
que el indicado artículo 160 tiene como finalidad reparar en el amparo directo las violaciones a las garantías individuales.”
Contradicción de tesis 68/2009. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal Colegiado en Materias Penal y Administrativa del Vigésimo
Primer Circuito y el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito. 4 de noviembre de 2009. Mayoría de tres votos.
Disidentes: Juan N. Silva Meza y Sergio A. Valls Hernández. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Rosalba Rodríguez Mireles.
Tesis 1a. CLXII/2011, visible en la página 226, del tomo XXXIV, correspondiente a agosto de 2011, materia constitucional, Novena Época, del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, con el contenido:
“PRUEBA ILÍCITA. LAS PRUEBAS OBTENIDAS, DIRECTA O INDIRECTAMENTE, VIOLANDO DERECHOS FUNDAMENTALES, NO
SURTEN EFECTO ALGUNO. La fuerza normativa de la Constitución y el carácter inviolable de los derechos fundamentales se proyectan sobre
todos los integrantes de la colectividad, de tal modo que todos los sujetos del ordenamiento, sin excepciones, están obligados a respetar los
derechos fundamentales de la persona en todas sus actuaciones, incluyendo la de búsqueda y ofrecimiento de pruebas, es decir, de aquellos
elementos o datos de la realidad con los cuales poder defender posteriormente sus pretensiones ante los órganos jurisdiccionales. Así, a
juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las pruebas obtenidas, directa o indirectamente violando derechos
fundamentales, no surtirán efecto alguno. Esta afirmación afecta tanto a las pruebas obtenidas por los poderes públicos, como a aquéllas
obtenidas, por su cuenta y riesgo, por un particular. Asimismo, la ineficacia de la prueba no sólo afecta a las pruebas obtenidas directamente
en el acto constitutivo de la violación de un derecho fundamental, sino también a las adquiridas a partir o a resultas de aquéllas, aunque en su
consecución se hayan cumplido todos los requisitos constitucionales. Tanto unas como otras han sido conseguidas gracias a la violación de un
derecho fundamental -las primeras de forma directa y las segundas de modo indirecto-, por lo que, en pura lógica, de acuerdo con la regla de
62

exclusión, no pueden ser utilizadas en un proceso judicial.”


Amparo directo en revisión 1621/2010. 15 de junio de 2011. Cinco votos. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Javier Mijangos
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

y González.
Tesis 1a. CLXXXVI/2009, publicada en la página 413, del tomo XXX, correspondiente a noviembre de 2009, materias constitucional y penal,
Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación, con el contenido:
“PRUEBA ILÍCITA. EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL DERECHO A NO SER JUZGADO A PARTIR DE PRUEBAS
OBTENIDAS AL MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIONALES Y LEGALES. Exigir la nulidad de la prueba ilícita es una garantía
que le asiste al inculpado durante todo el proceso y cuya protección puede hacer valer frente a los tribunales alegando como fundamento:
(i) el artículo 14 constitucional, al establecer como condición de validez de una sentencia penal, el respeto a las formalidades esenciales del
procedimiento, (ii) el derecho de que los jueces se conduzcan con imparcialidad, en términos del artículo 17 constitucional y (iii) el derecho a
una defensa adecuada que asiste a todo inculpado de acuerdo con el artículo 20, fracción IX de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos. Si se pretende el respeto al derecho de ser juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una defensa adecuada, es claro que una
prueba cuya obtención ha sido irregular (ya sea por contravenir el orden constitucional o el legal), no puede sino ser considerada inválida. De
otra forma, es claro que el inculpado estaría en condición de desventaja para hacer valer su defensa. Por ello, la regla de exclusión de la prueba
ilícita se encuentra implícitamente prevista en nuestro orden constitucional. Así mismo, el artículo 206 del Código Federal de Procedimientos
Penales establece, a contrario sensu, que ninguna prueba que vaya contra el derecho debe ser admitida. Esto deriva de la posición preferente
de los derechos fundamentales en el ordenamiento y de su afirmada condición de inviolables.
Amparo directo 9/2008. 12 de agosto de 2009. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Sergio A. Valls Hernández. Ponente: José Ramón Cossío
Díaz. Secretario: Miguel Enrique Sánchez Frías.
formalidades básicas: no fue rendido ante autoridad competente y no estaba debidamente asistido por un
defensor.

[Finalmente] es necesario analizar los supuestos en los que resulta válido detener a una persona, privarla de
su libertad deambulatoria, a fin de someterla a cualquier clase de indagatoria. De este modo, se analizará el
significado constitucional de las detenciones no autorizadas judicialmente: la flagrancia y el caso urgente.

1. Detención
El estatus de las detenciones no autorizadas judicialmente en el orden constitucional. El artículo 16 de la
Constitución Federal consagra un régimen general de libertades a favor de la persona, entre las cuales está
―por supuesto― el derecho a la libertad personal. 

La estructura de este precepto constitucional se traduce en dos distintas formas de proteger los derechos:
los dos primeros párrafos de dicho artículo los consagran positivamente,  y los párrafos subsecuentes
señalan las posibles restricciones a las mismas; es decir, en qué supuestos el Estado puede generar
afectaciones válidas a este derecho y bajo qué condiciones.

[…] la figura [de la flagrancia] siempre ha estado recogida por el texto constitucional, fue hasta la última
reforma del dos mil ocho que el órgano reformador de la Constitución introdujo por primera vez una
definición del concepto. Anteriormente sólo se preveía una especie de prerrogativa a favor del ciudadano y
de la autoridad (de cualquiera, en realidad) para aprehender al autor de un delito en el caso de flagrancia. Fue
la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien, en su Quinta Época, comenzó a generar interpretaciones
sobre el alcance de su significado.

Como se puede apreciar, los actores del proceso de reforma constitucional [de 2008] dieron cuenta de este
contexto y determinaron limitar la posibilidad de legitimar detenciones no autorizadas judicialmente, bajo
la excusa de que se trata de detenciones en flagrancia.

A partir de esta reforma, la flagrancia vuelve a aludir a la inmediatez a la que se refería la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en sus primeras interpretaciones de la Quinta Época. Y de esta forma, su significado
readquiere un sentido literal y restringido, donde lo que flagra es lo que arde o resplandece como fuego o
llama.99

Un delito flagrante es aquél (y sólo aquél) que brilla a todas luces. Es tan evidente e inconfundible que
cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y llegar a la convicción de que se está en presencia de
una conducta prohibida por la ley. Para reconocerlo no se necesita ser juez, perito en derecho o siquiera
estar especialmente capacitado: la obviedad inherente a la flagrancia tiene una correspondencia directa
con la irrelevancia de la calidad que ostenta el sujeto aprehensor.

63
Esta nueva interpretación (obligada por la reforma de dos mil ocho) vuelve a dar sentido a la idea de que, ante
un delito flagrante, cualquiera puede detener al sujeto activo del delito, pues ―como se ha insistido― tanto

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


particulares como autoridades pueden apreciar la comisión del delito sin que para ello tenga relevancia si
alguno de ellos cuenta con una investidura determinada.

De este modo, la flagrancia siempre es una condición que se configura a la detención. Esto implica que la
policía no tiene facultades para detener ante la sola sospecha de que alguien pudiera estar cometiendo un
delito o de que estuviera por cometerlo. Tampoco puede detener para investigar.

Sin embargo, para que la detención en flagrancia pueda ser válida (es decir, guardar correspondencia formal
y material con la normativa que rige el actuar de la policía) tiene que ceñirse al concepto constitucional de
flagrancia que fue delimitado en la última reforma a la que se ha venido haciendo referencia; esto es, tiene

99 De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el verbo flagrar significa arder o resplandecer como fuego
o llama.
que darse alguno de los siguientes supuestos:

· La autoridad puede aprehender al aparente autor del delito si observa directamente que la acción se
está cometiendo en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis.

· La autoridad puede iniciar la persecución del aparente autor del delito a fin de aprehenderlo si, mediante
elementos objetivos, le es posible identificarlo y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior,
se encontraba cometiendo el delito denunciado.

El juez que ratifica una detención en la que no es necesario esperar una orden de aprehensión (flagrancia
y caso urgente) debe conducirse de acuerdo con el espíritu de la reforma constitucional a la que hemos
hecho referencia. Como se ha dicho, éste consistió en otorgar al gobernado la seguridad de que no será
aprehendido a manos del Estado por el solo hecho de que alguien lo ha señalado como delincuente, sin
aportar datos concretos que pudieran corroborar esa acusación.

Una vez aclarados los conceptos sobre la materia, es necesario analizar si en el caso sometido a nuestra
consideración se cumplieron los requisitos que condicionan la validez constitucional de la detención.

[…] en el caso del quejoso, ni siquiera hubo una denuncia formalmente planteada en su contra antes de
la detención. De acuerdo con los informes de los policías remitentes ―a los cuales la Sala responsable
concedió pleno valor probatorio― la razón por la cual procedieran a detenerlo fue porque, ―según afirman
los aprehensores― al preguntarle sobre su responsabilidad en la comisión del delito de homicidio, él
simplemente lo aceptó. Con motivo de ese reconocimiento, el quejoso supuestamente subió a la patrulla
de los oficiales donde les ofreció dinero a fin de no ser presentado frente al Ministerio Público. Con base en
este hecho se tuvo por acreditado el delito flagrante (respecto al cohecho) y consecuentemente se validó
su detención.

A juicio de esta Sala, este proceder es inadmisible a la luz de los estándares que han sido delineados en
párrafos anteriores. El primer problema que es posible identificar respecto a la utilización de la flagrancia
como elemento justificador de la detención es el siguiente: la aprehensión del quejoso ocurrió antes de
la supuesta oferta de dinero a la cual se refirieron los policías ―hecho que fue calificado como delito
flagrante―; es decir, la detención ocurrió a la comisión del delito flagrante. Como se afirmó en los párrafos
precedentes, para que la flagrancia esté justificada como supuesto excepcional que autoriza la detención,
el hecho flagrante tiene que cometerse antes de la detención; en otras palabras, ésta no puede ser causa
de la flagrancia, sino la flagrancia la causa de la detención.  Por tanto, la flagrancia que se buscó justificar
nunca se actualizó.

Por otro lado, el informe de los policías remitentes señalaba que el quejoso fue aprehendido tras haber
64

aceptado estar involucrado en la comisión del delito de homicidio. El principal problema que enfrenta este
dato es que, aun suponiendo que las afirmaciones de los policías fueran veraces, lo cierto es que ellos no
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

contaban con la investidura ni las facultades para interrogar al quejoso acerca de su supuesta participación
en el delito. Además, el señalamiento informal de una persona que, por el azar, se reencontró con quien
identificaba como un homicida, es claramente un elemento insuficiente para actualizar una detención. Un
señalamiento con un grado de imprecisión semejante no puede ser considerado un elemento apto en sí
mismo para justificar una detención.

Validar detenciones basadas en datos tan inciertos como los que dieron fundamento a la aprehensión del
quejoso, crearía un terreno fértil para la ejecución de detenciones arbitrarias. Una acusación planteada en
los términos en que lo hizo el taxista, tan sólo podría ser considerado un elemento apto para desencadenar
el actuar de la autoridad; esto es: el inicio de una averiguación previa, lo que eventualmente tendría que dar
lugar, en su caso, a una orden de aprehensión.
DECISIÓN: La Primera Sala sostuvo que el acto reclamado era violatorio de los artículos 14; párrafo segundo,
16 y 20, apartado A, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos –texto anterior a la reforma
de dieciocho de junio de dos mil ocho–, en lo concerniente al derecho humano al debido proceso, garantizado
por los principios de presunción de inocencia, no autoincriminación, defensa adecuada, contradicción y de
las reglas de valoración de la prueba; y, en consecuencia, se concedió el amparo y protección de la Justicia
de la Unión de manera lisa y llana.

1. Detención
 
SEXTA SENTENCIA RELACIONADA
 

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Contradicción de Tesis 75/2004-PS. Fecha de resolución: 17 de enero de 2007.


Ponente: Ministra Ponente: Olga María Sánchez Cordero de García Villegas. Votación: Mayoría.100

HECHOS DEL CASO: En uno de los casos que dieron origen a la contradicción de tesis, alrededor de las 22:00
horas del 24 de agosto del año 2001, un comandante de la Policía Ministerial del Estado de Aguascalientes,
atendió la llamada de una persona del sexo masculino, quien le informó que el encargado de un billar al
parecer vendía droga en el establecimiento y que la tenía escondida en una rocola descompuesta, razón por
la cual el citado comandante, en compañía de varios de sus agentes, se trasladó a la dirección que le fue
referida. Ya en el lugar entrevistó al empleado, quien le refirió que su patrón le dejó varias “cebollas” en una
bolsa para que las vendiera a los clientes en cien pesos, lo cual hizo con varias de ellas y las restantes las
tenía en la rocola, misma que los agentes revisaron, encontrando en su interior una bolsa de plástico que
contenía ocho cáscaras de cebolla que recubrían bolas de polvo blanco, al parecer cocaína; así como otra
bolsa de plástico con el mismo polvo, lo que motivó el aseguramiento de dicha substancia y la detención del
empleado, quienes posteriormente fueron puestos a disposición del agente del Ministerio Público.

En otro caso, a la 01:30 horas del 24 de marzo de 2003, policías municipales realizaban un rondín de vigilancia
en la capital del estado de Zacatecas, cuando una señora se les acercó para pedirles ayuda, ya que era dueña
de una vecindad en cuyo interior uno de sus inquilinos estaba vendiendo droga a unas personas –que en ese
momento se estaban drogando y consumiendo bebidas alcohólicas–, lo que motivó que los uniformados se
trasladaran e ingresaran al domicilio, encontrando en uno de sus pasillos a dos personas, a quienes realizaron

65
una revisión y les encontraron una maleta con diversos objetos, entre ellos: una bolsa con aproximadamente

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


ciento treinta y ocho gramos de cannabis; setenta y ocho gramos de hachís; siete pastillas psicotrópicas y
ocho envoltorios de crack. Por lo que aseguraron a las personas y objetos, poniéndolos a disposición del
Ministerio Público.

HISTORIA PROCESAL: El Defensor Público Federal adscrito al Tribunal Unitario del Vigésimo Tercer Circuito,
denunció la posible contradicción de tesis entre el criterio sustentado por el Primer Tribunal Colegiado del
Vigésimo Tercer Circuito y los sustentados por el Segundo Tribunal Colegiado del Noveno Circuito, el Tercer

100 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=66363
Tribunal Colegiado del Décimo Segundo Circuito y el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa
del Primer Circuito. La Primera Sala del Alto Tribunal se avocó a conocer los criterios que motivaron las
contradicciones, relativos a si tenían o no valor probatorio las actuaciones y probanzas realizadas con
motivo de la intromisión de la autoridad al domicilio de un gobernado sin una orden judicial y en un contexto
de flagrancia.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Resulta necesario hacer algunas precisiones, que servirán de pauta para resolver la contradicción de
criterios que se presenta.

En nuestro país, desde los primeros documentos constitucionales, el domicilio ha sido protegido, (sic)
considerado como inviolable.

En el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, sancionado en Apatzingán el veintidós


de octubre de mil ochocientos catorce, el artículo 32 señalaba:

“Art. 32.- La casa de cualquier ciudadano es un asilo inviolable: sólo se podrá entrar en ella
cuando un incendio, una inundación o la reclamación de la misma casa haga necesario este
acto.  Para los objetos de procedimiento criminal deberán preceder los requisitos prevenidos
por la ley.”

La Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, sancionada por el Congreso General Constituyente
el cuatro de octubre de mil ochocientos veinticuatro, en su artículo 152, dispuso: 

“Art. 152.- Ninguna autoridad podrá librar orden para el registro de las casas, papeles y otros
efectos de los habitantes de la República, si no es en los casos expresamente dispuestos por
ley, y en la forma que ésta determine.”

 
66

Las Bases y Leyes Constitucionales de la República Mexicana, decretadas por el Congreso General de la
Nación en mil ochocientos treinta y seis, en el artículo 2, fracción IV, de la Primera, se estableció:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

“2.- Son derechos del mexicano:

(…)

IV.- No poderse catear sus casas y sus papeles, si no es en los casos y con los requisitos
literalmente prevenidos en las leyes.”

Las Bases Orgánicas de la República Mexicana sancionadas en mil ochocientos cuarenta y tres, en el
artículo 9, fracción XI, señalaron:
 

“Art. 9º.- Derechos de los habitantes de la República:

(…)

XI.-  No será cateada la casa, ni registrados los papeles  de ningún individuo, sino en los casos

1. Detención
y con los requisitos literalmente prevenidos en las leyes.”

En la Constitución de mil ochocientos cincuenta y siete, se estableció en el artículo 16, lo siguiente:

“Art. 16.- Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa
legal del procedimiento.  En el caso de delito infraganti, toda persona puede aprehender al
delincuente y a sus cómplices, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad inmediata.”

El actual artículo 16, en sus párrafos primero y octavo, establece:

“Artículo 16.- Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de autoridad competente, que funde y motive la causa
legal del procedimiento.

En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir y que será escrita, se
expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse
y los objetos que se buscan; a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose al
concluirla, una acta circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante
del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.

…”

De todo lo anterior se advierte que la inviolabilidad del domicilio vino a protegerse constitucionalmente
hasta mil ochocientos cincuenta y siete, pues antes, la posibilidad de registro o cateo de las casas de los
gobernados quedaba sujeta a lo que previniera o dispusiera la ley.

67
Ciertamente, es en el artículo 16 de la Constitución de mil ochocientos cincuenta y siete, en donde por

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


vez primera se establece como garantía de seguridad personal, la protección al  domicilio en contra actos
de molestia de la autoridad; protección que quedó sujeta, únicamente, al contenido del propio precepto
constitucional, esto es, a que el acto de molestia se llevara a cabo en virtud de mandamiento escrito de la
autoridad competente que fundara y motivara la causa legal del procedimiento.

En la Constitución de mil novecientos diecisiete, se conservó casi textual la primera parte del artículo 16
y en lo relativo al cateo, se precisaron los requisitos para su realización: que sea ordenado de manera
escrita por autoridad judicial, expresando el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que
han de aprehenderse y los objetos que se busquen, a lo que deberá limitarse la diligencia, de lo que deberá
levantarse acta circunstanciada en presencia de dos testigos.

 
Al respecto, es de señalarse que la Comisión de Constitución, en su primer dictamen estimó:

“Sin duda que las disposiciones que contiene el artículo, en lo relativo a la práctica de los
cateos, pueden estimarse como reglamentarias; pero creemos muy cuerdo establecerlas,
porque en la práctica de esas diligencias se han cometido casi siempre no sólo abusos, sino
verdaderos atropellos, que importa evitar en lo sucesivo, fijando las reglas esenciales a las que
deberán sujetarse en esta materia las legislaciones locales”.  

Dicha Comisión en su segundo dictamen señaló:

“…nos parece oportuno reconocer terminantemente la inviolabilidad del domicilio, dejando a


salvo el derecho de la autoridad judicial para practicar cateos, mediante los requisitos que la
propia asamblea ha aceptado como necesarios, para librar así a los particulares de los abusos
que suelen cometerse en la práctica de tales diligencias”.  

Así, el actual artículo 16 constitucional, establece como un derecho subjetivo público de los gobernados
el no ser molestados en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones; desde luego, contempla la
inviolabilidad del domicilio, sin embargo, permite a la autoridad practicar actos de molestia a los particulares
e introducirse a su domicilio, bajo ciertas condiciones o requisitos y con un propósito definido, a efecto de
que pueda cumplir con sus actividades, pero sin causar una molestia innecesaria al particular.

Esos actos de molestia de intromisión al domicilio, deben atender al principio de seguridad jurídica en
beneficio del particular afectado, lo que implica que la autoridad debe cumplir con los requisitos establecidos
en primer término en la Constitución y además en las leyes que de ella emanen; así, tratándose de la orden
de cateo, ésta debe limitarse a un  propósito  determinado, la búsqueda de personas u objetos relacionados
con un delito.

Cabe señalar que la protección a la inviolabilidad del domicilio también ha sido considerada en ordenamientos
internacionales firmados por nuestro país, entre otros, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, abierto a firma en la ciudad de Nueva York, E.U.A. el 19 de diciembre de 1966, el cual en su artículo
17, dispone:
68

 
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

“Artículo 17

1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio
o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.”

Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, adoptada en la ciudad de San José de
Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969, en su artículo 11, punto 2, señala:

 
“Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad

1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.

2. Nadie puede ser objeto de ingerencias (sic) arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación.

1. Detención
3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas ingerencias (sic) o esos ataques.”

Como se advierte, la inviolabilidad del domicilio constituye un derecho fundamental, el cual, en nuestro país
se encuentra garantizado constitucionalmente, además que diversos ordenamientos legales contemplan
su observancia, refiriéndonos a continuación a algunos de ellos.

El Código Penal Federal en sus artículos 285 y 381 bis, establece:

“ARTÍCULO 285.- Se impondrán de un mes a dos años de prisión y multa de diez a cien pesos,
al que, sin motivo justificado, sin orden de autoridad competente y fuera de los casos en que la
ley lo permita, se introduzca, furtivamente o con engaño o violencia, o sin permiso de la persona
autorizada para darlo, a un departamento, vivienda, aposento o dependencias de una casa habitada.”

“ARTÍCULO 381 bis.- Sin perjuicio de las sanciones que de acuerdo con los artículos 370, 371 y 372
deben imponerse, se aplicarán de tres días a diez años de prisión al que robe en edificios, viviendas,
aposento o cuarto que estén habitados o destinados para habitación, comprendiéndose en esta
denominación no sólo los que estén fijos en la tierra, sino también los movibles, sea cual fuere la
materia de que estén construidos, así como en aquellos lugares o establecimientos destinados a
actividades comerciales. En los mismos términos se sancionará al que robe en campo abierto o
paraje solitario una o más cabezas de ganado mayor. Cuando el robo se realice sobre una o más
cabezas de ganado menor, además de lo dispuesto en los artículos 370, 371 y 372, se impondrán
hasta las dos terceras partes de la pena comprendida en este artículo.”

El Código Federal de Procedimientos Penales, en el artículo 61, dispone: 

69
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
 

“Artículo 61.- Cuando en la averiguación previa el Ministerio Público estime necesaria la práctica
de un cateo, acudirá a la autoridad judicial competente, o si no lo hubiere al del orden común, a
solicitar por escrito la diligencia, expresando su objeto y necesidad, así como la ubicación del lugar
a inspeccionar y persona o personas que han de localizarse o de aprehenderse, y los objetos que se
buscan o han de asegurarse a lo que únicamente debe limitarse la diligencia.

 
Al concluir el cateo se levantará acta circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por
el ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad judicial que practique
la diligencia.
Cuando no se cumplan estos requisitos, la diligencia carecerá de todo valor probatorio, sin que sirva
de excusa el consentimiento de los ocupantes del lugar.”

El último párrafo del artículo 15 de la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, establece:

Artículo 15.-

(…)

Cuando el juez de distrito competente, acuerde obsequiar una orden de aprehensión, deberá también
acompañarla de una autorización de orden de cateo, si procediere, en el caso de que ésta haya sido
solicitada por el agente del Ministerio Público de la Federación, debiendo especificar el domicilio
del probable responsable o aquél que se señale como el de su posible ubicación, o bien el del lugar
que deba catearse por tener relación con el delito, así como los demás requisitos que señala el
párrafo octavo del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Una vez establecido el marco normativo de la inviolabilidad de domicilio, se procede a determinar lo que
debe entenderse por éste.

Al respecto el Código Civil Federal, establece:

“ARTÍCULO 29.- El domicilio de las personas físicas es el lugar donde residen habitualmente, y a
falta de éste, el lugar del centro principal de sus negocios; en ausencia de éstos, el lugar donde
simplemente residan y, en su defecto, el lugar donde se encontraren.

Se presume que una persona reside habitualmente en un lugar, cuando permanezca en él por más
de seis meses.

ARTÍCULO 30.- El domicilio legal de una persona física es el lugar donde la ley le fija su residencia
para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones, aunque de hecho no esté
allí presente.
70

 
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

ARTÍCULO 31.- Se reputa domicilio legal:

I.- Del menor de edad no emancipado, el de la persona a cuya patria potestad está sujeto;

II.- Del menor de edad que no esté bajo la patria potestad y del mayor incapacitado, el de su tutor;

III.- En el caso de menores o incapaces abandonados, el que resulte conforme a las circunstancias
previstas en el artículo 29;

IV.- De los cónyuges, aquél en el cual éstos vivan de consuno, sin perjuicio del derecho de cada
cónyuge de fijar su domicilio en la forma prevista en el artículo 29;

V.- De los militares en servicio activo, el lugar en que están destinados;


VI.- De los servidores públicos, el lugar donde desempeñan sus funciones por más de seis meses;

VII.- De los funcionarios diplomáticos, el último que hayan tenido en el territorio del estado
acreditante, salvo con respecto a las obligaciones contraídas localmente;

VIII.- De las personas que residan temporalmente en el país en el desempeño de una comisión o
empleo de su gobierno o de un organismo internacional, será el del estado que los haya designado

1. Detención
o el que hubieren tenido antes de dicha designación respectivamente, salvo con respecto a
obligaciones contraídas localmente; y

IX.- De los sentenciados a sufrir una pena privativa de la libertad por más de seis meses, la población
en que la extingan, por lo que toca a las relaciones jurídicas posteriores a la condena; en cuanto a
las relaciones anteriores, los sentenciados conservarán el último domicilio que hayan tenido.

ARTÍCULO 32.- Cuando una persona tenga dos o más domicilios se le considerará domiciliada en el
lugar en que simplemente resida, y si viviere en varios, aquél en que se encontrare. 

ARTÍCULO 33.- Las personas morales tienen su domicilio en el lugar donde se halle establecida su
administración.

Las que tengan su administración fuera del Distrito Federal pero que ejecuten actos jurídicos dentro
de su circunscripción, se considerarán domiciliadas en este lugar, en cuanto a todo lo que a esos
actos se refiera.

Las sucursales que operen en lugares distintos de donde radica la casa matriz, tendrán su domicilio
en esos lugares para el cumplimiento de las obligaciones contraídas por las mismas sucursales. 

ARTÍCULO 34.- Se tiene derecho de designar un domicilio convencional para el cumplimiento de


determinadas obligaciones. “

De los preceptos transcritos se tiene que el domicilio de las personas físicas es:

71
a) El lugar donde residen habitualmente, entendiéndose por esto, donde permanecen por más de seis

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


meses;

b) El lugar del centro principal de sus negocios;

c) El lugar donde simplemente residan o se encontraren.

El domicilio de las personas morales es:

a) El lugar donde se encuentra establecida su administración;

b)  El lugar donde operen las sucursales, cuando éstas se encuentren en lugar distinto al en que radica la
casa matriz.

 
En la doctrina encontramos diversas definiciones de domicilio a las que a continuación haremos referencia. 

Francisco Pavón Vasconcelos, señala que “Gramaticalmente domicilio significa  casa en que se habita o
morada fija y permanente. La doctrina se muestra conforme en que el concepto de domicilio en el Derecho
penal tiene un significado diverso al del Derecho Civil, pues a diferencia de este último debe ser entendido
en la forma más amplia con referencia al sitio o lugar que el hombre ha escogido para morada, sea definitiva
o provisional, teniendo decisiva importancia el destino dado al lugar, abarcando tan amplio concepto no
sólo la casa o departamento sino igualmente las diversas dependencias de ella, como local de oficina,
bodega, etc., por formar parte de la unidad habitacional, en la que una persona desarrolla actos y formas de 
vida calificadas como íntimas o privadas,  aún cuando en el momento de realizarse algún hecho delictivo
vinculado, entre otros bienes jurídicos, contra el de la seguridad y la privacidad en el hogar o la vida íntima
del individuo, éste no se encuentra presente”101. 

El Diccionario Jurídico Mexicano del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional


Autónoma de México, con relación al concepto de domicilio, establece: “El concepto jurídico comprende
dos elementos: uno objetivo y el otro subjetivo. El primero está constituido por la residencia de una persona
en un lugar determinado, y el segundo por el propósito de dicha persona de radicarse en ese lugar. La ley
presupone  que se conjuntan estos dos elementos cuando una persona reside por más de seis meses en
ese lugar102.”

Ma. Carmen Figueroa Navarro, en su libro “Entrada y registro en domicilio”, señala:  “… la acepción de
domicilio del derecho Penal comprende, en cuanto disfruta de un carácter más amplio, tanto la noción de
residencia habitual a la que se refiere el ordenamiento civil y administrativo, como cualquier otra localización
o establecimiento de la persona, de naturaleza accidental y transitoria, siempre que se more en él103.”    

Por su parte, el Tribunal Constitucional español, en sentencia 22/1984, de diecisiete de febrero de mil
novecientos ochenta y cuatro, estableció que “es preciso mantener un concepto constitucional de domicilio
de mayor amplitud que el concepto jurídico-privado o jurídico administrativo”, así, “el domicilio inviolable es
un espacio en el cual el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos y convenciones sociales  y
ejerce su libertad más íntima”,  de modo que, “no sólo es objeto de protección el espacio físico en sí mismo
considerado, sino lo que en él hay de emanación de la persona y de esfera privada de ella.”

En vista de todo lo anterior y a efecto de determinar el concepto de domicilio a que se encuentra referida
la garantía de inviolabilidad del mismo, contenida en los párrafos primero en relación con el octavo del
artículo 16 constitucional, resulta necesario nuevamente transcribir dichos párrafos:

“Artículo 16.- Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de autoridad competente, que funde y motive la causa legal
72

del procedimiento.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir y que será escrita, se expresará
el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos
que se buscan; a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose al concluirla, una acta
circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su
ausencia o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.

101 Pavón Vasconcelos, Francisco, “Diccionario de Derecho Penal”, México 1997, p. 399.
102 Universidad Nacional Autónoma de México , Instituto de Investigaciones Jurídicas, “Diccionario Jurídico Mexicano”, México, 1997, p. 1206
103 Figueroa Navarro, Ma. Carmen, “Entrada y registro en el domicilio”, Madrid, 1994, p. 13
…” 

Como ya quedó apuntado, el precepto constitucional referido, en su primer párrafo establece como un
derecho subjetivo público de los gobernados el no ser molestados, entre otros, en su domicilio; dicha
protección va encaminada a actos de autoridad, sin que pueda considerarse que dicha protección al
domicilio, se encuentre reducida al lugar en que una persona puede ser localizada, es decir, al lugar en el
que establece su residencia habitual, pues con ello sólo se atendería al elemento objetivo del domicilio.

1. Detención
La protección a la inviolabilidad del domicilio a que nos referimos, atiende también y de manera esencial,
al elemento subjetivo del domicilio, esto es, al propósito o destino que el sujeto concede a determinado
espacio, en el que desarrolla actos y formas de vida calificadas como íntimas o privadas.

 Así, la señalada protección del domicilio, no sólo está encaminada a la del bien inmueble, a la del espacio
físico, sino también y de manera esencial, al ámbito del asiento de intimidad de la persona. 

 Ello en virtud de que si bien el primer párrafo del artículo 16 constitucional se refiere a “domicilio”, lo cierto
es que el octavo párrafo del mismo precepto, sólo señala “lugar”, debiendo entenderse por éste, aquél en el
que el gobernado de algún modo se asienta y realiza actos relativos a su privacidad, a su intimidad.

 En efecto, al encontrarse el cateo dentro del ámbito de la materia penal, es de considerarse (sic) que el
concepto de domicilio en esta materia es más amplio, pues comprende también, cualquier localización
o establecimiento de la persona, de naturaleza accidental y transitoria en donde lleve a cabo actos
comprendidos dentro de su esfera privada.

 Lo anterior se corrobora de algunos de los lugares que los artículos 285 y 381 bis, del Código Penal […]
protegen contra los delitos de allanamiento de morada y robo: departamentos, viviendas, aposentos,
dependencias de casa habitada, cuartos habitados o destinados a habitación, fijos a la tierra o movibles.

 Así las cosas, se puede establecer que el concepto de domicilio a que se encuentra referida la garantía
de inviolabilidad del mismo, contenida en los párrafos primero en relación con el octavo del artículo 16
constitucional, comprende tanto el lugar en el que una persona establece su residencia habitual, como todo
aquel espacio, en el que desarrolla actos y formas de vida calificadas como íntimas o privadas.

  Ahora, como quedó apuntado, el señalado artículo 16, permite que las autoridades, a efecto de poder
cumplir con sus funciones, se introduzcan en el domicilio de los particulares, como en el caso de los
cateos, los cuales deben cumplir requisitos formales y de fondo, tal y como lo dispone el octavo párrafo del
mencionado precepto constitucional.

 En efecto, con el afán de asegurar de manera efectiva y en favor del gobernado, la tutela de su persona,

73
familia, domicilio, papeles y posesiones, el constituyente estableció que las órdenes de cateo única y

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


exclusivamente deben ser expedidas por la autoridad judicial; y en concordancia con ello, señaló diversos
requisitos tendentes al sano ejercicio en su práctica, estos son: a) que conste por escrito; b) que exprese
el lugar que ha de inspeccionarse; c) que precise la materia de la inspección; d) que se levante un acta
circunstanciada en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia
o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.

 La finalidad del cateo, es la de aprehender a una persona mediante orden dada por autoridad competente;
asimismo, la búsqueda de objetos que se presuma se encuentran en el lugar en donde se va a llevar dicha
diligencia; aspectos que deben estar relacionados con la comisión del algún delito.   

 El Código Federal de Procedimientos Penales, en observancia a la garantía de inviolabilidad del domicilio,
en su artículo 61, establece:

 
“Artículo 61.- Cuando en la averiguación previa el Ministerio Público estime necesaria la práctica
de un cateo, acudirá a la autoridad judicial competente, o si no lo hubiere al del orden común, a
solicitar por escrito la diligencia, expresando su objeto y necesidad, así como la ubicación del lugar
a inspeccionar y persona o personas que han de localizarse o de aprehenderse, y los objetos que se
buscan o han de asegurarse a lo que únicamente debe limitarse la diligencia.

Al concluir el cateo se levantará acta circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por
el ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad judicial que practique
la diligencia.

Cuando no se cumplan estos requisitos, la diligencia carecerá de todo valor probatorio, sin que sirva
de excusa el consentimiento de los ocupantes del lugar.”

El precepto antes reproducido, además de los requisitos que establece el  octavo párrafo del artículo 16
constitucional con relación al cateo, esto es, a) que conste por escrito; b) que exprese el lugar que ha de
inspeccionarse; c) que precise la materia de la inspección; d) que se levante un acta circunstanciada; señala
que la orden de cateo debe expresar el objeto y necesidad del mismo y establece que de no cumplirse con
los requisitos que menciona, la diligencia carecerá de todo valor probatorio.

 El mencionado precepto legal, con la finalidad de asegurar el imperio de la garantía de inviolabilidad del
domicilio en materia penal, es contundente al señalar que si no se cumple con alguno de los requisitos que
establece, la diligencia de cateo carecerá de todo valor probatorio.

 En esas condiciones, conviene establecer los actos que constituyen la diligencia de cateo:

1.- Localización de objetos y personas, así como la aprehensión de éstas en el domicilio registrado.

2.- Acta circunstanciada de la propia diligencia.

Atento a lo anterior, la sanción que establece el mencionado artículo 61, en el sentido de que carecerá de
valor la diligencia de cateo que no se realice conforme a los requisitos en él señalados, los cuales son
congruentes con los señalados en el artículo 16 constitucional, se limita a tales actos.

 Así, se estará en imposibilidad de otorgar eficacia probatoria a los objetos y/o personas localizados en el
registro domiciliario respectivo, así como lo asentado en el acta correspondiente.

 En efecto, las pruebas obtenidas con vulneración a la inviolabilidad del domicilio, es decir, de la intromisión
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de la autoridad al domicilio de un gobernado sin contar con orden judicial, son los objetos y personas que se
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

localicen, así como la aprehensión de éstas en el domicilio registrado y el acta circunstanciada de la propia
diligencia, probanzas que carecen de eficacia probatoria alguna.

 Es de destacarse que la tutela de los derechos fundamentales debe ser el objetivo prioritario del Estado
de Derecho que la Constitución consagra, pues los derechos fundamentales son la base de nuestra
organización jurídico-política; en esa virtud, su vulneración, entre otras consecuencias,  debe conducir a la
imposibilidad de otorgar eficacia jurídica a las pruebas obtenidas con infracción de tales derechos.

 Así resulta, que al ser la inviolabilidad del domicilio un derecho fundamental, las pruebas obtenidas con
vulneración al mismo, carecerán de eficacia probatoria, quedando afectada también la eficacia probatoria de
las pruebas que sean consecuencia directa de la obtenida con vulneración de dicho derecho fundamental,
esto es, las obtenidas a partir de aquéllas.
 Así, no puede ser materia de prueba el informe policíaco o parte informativo, ni los  testimonios de las
autoridades que se introdujeron en el domicilio registrado, pues de manera directa derivan de dicha
vulneración.

 Los objetos y personas encontrados en el domicilio inconstitucionalmente registrado, no hubieran existido


de no haberse practicado el cateo ilegal, lo cual evidencia que el origen de los mismos es el propio cateo, el
cual, al resultar ilegal y en consecuencia, carecer de todo valor probatorio, influye de manera directa en los

1. Detención
actos que de él derivaron, debiendo éstos seguir la misma suerte que aquello que les dio origen.

 Así, debe considerarse que todo acto que tenga su origen en un cateo que no cumpla con los requisitos
constitucionales, carece de existencia legal, pues los actos que tengan su origen en un cateo que carezca
de valor probatorio, esto en términos del artículo 61 del Código Federal de Procedimientos Penales, no
pueden tener existencia legal. 

 Ahora bien, de acuerdo a la regla procesal de exclusión de pruebas ilegalmente obtenidas, no puede darse
valor legal en juicio a probanzas obtenidas con violación al debido proceso legal, en esa virtud, resultaría
contrario a tal regla  considerar las actuaciones y probanzas realizadas con motivo de un cateo efectuado
sin cumplir con los requisitos constitucionales.

 Además que de darles valor a tales actos, sería tanto como convalidar de manera parcial el cateo realizado
en dicha forma en beneficio de la autoridad, toda vez que si bien se declararía carente de valor probatorio
el cateo, lo cierto es que las pruebas en él encontradas, mismas que derivan de tal diligencia, podrían ser
consideradas en contra de quien fue molestado en su domicilio.

 En esas condiciones, se dejaría en plena libertad a la autoridad para practicar cateos que no reúnan los
requisitos constitucionales, pues de todos modos, los objetos que se encontraran en el mismo, tendrían
valor probatorio; ello también equivaldría a desatender los requisitos que el artículo 16 constitucional en su
octavo párrafo establece para las órdenes de cateo, en donde se señala que la diligencia respectiva debe
limitarse a lo indicado en la orden con relación al lugar que ha de catearse, así como a los objetos que se
buscan, pues cualquier objeto encontrado en el mismo, podría ser considerado por la autoridad, violándose
con ello la privacidad del domicilio. 

 Cabe apuntar, que el mandato constitucional respecto de la orden de cateo va dirigido  a las autoridades
que se encuentran inmersas en la procuración y administración de justicia, que con su actuar pueden violar
derechos fundamentales del gobernado que trascienden en su domicilio, libertad y seguridad jurídica, por
lo que dichas autoridades están obligadas a respetar el marco constitucional y legal establecidos para esos
efectos. 

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  Si bien la orden de  cateo presupone la comisión de un delito, la existencia de una investigación y la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


probabilidad de que en el mismo recinto se encuentra el activo o los objetos relacionados con el delito, lo
cierto es que no en todos los casos hay una investigación ministerial de un delito previamente cometido,
en la que existan datos del presunto responsable u objetos relacionados  con el delito que se encuentren
en el domicilio particular.

 Ciertamente, existen casos de flagrancia, esto es, cuando se está en presencia de actos delictivos que
se están ejecutando o se acaban de ejecutar, por ejemplo, cuando la autoridad policial recibe información
en el sentido de que en determinado domicilio tienen secuestrado a un sujeto (delito permanente), o que
se está cometiendo una violación (delito instantáneo), que se posee droga o armas (delito permanente),
tráfico de personas (delito instantáneo), pederastia (delito instantáneo), casos en los que no se necesitará,
necesariamente, orden judicial de cateo que autorice la intromisión o allanamiento del domicilio particular, ya
que existiendo flagrancia, el propio artículo 16 constitucional, expresamente permite a cualquier particular,
y con mayor razón a la autoridad, detener al indiciado y lógicamente hacer cesar la agresión delictiva.  
 Lo anterior con independencia de que el delito en flagrancia se ejecute en el domicilio particular, toda vez
que la Constitución no establece acotamiento alguno al respecto.

  Es de señalarse que el Código Federal de Procedimientos Penales en el artículo 193, define lo que se
entiende por flagrancia de la siguiente manera:

“ARTÍCULO 193.- Se entiende que existe flagrancia  cuando:

 I. El inculpado es detenido en el momento de estar cometiendo el delito;

 II. Inmediatamente después de ejecutado el delito, el inculpado es perseguido materialmente, o

III. El inculpado es señalado como responsable por la víctima, algún testigo presencial de los
hechos o quien hubiere participado con él en la comisión del delito, o se encuentre en su poder el
objeto, instrumento o producto del delito, o bien aparezcan huellas o indicios que hagan presumir
fundadamente su participación en el delito; siempre y cuando se trate de un delito grave, así
calificado por la ley, no haya transcurrido un plazo de cuarenta y ocho horas desde el momento de la
comisión de los hechos delictivos, se haya iniciado la averiguación previa respectiva y no se hubiera
interrumpido la persecución del delito.”

De lo anterior se advierte que la flagrancia se actualiza cuando el indiciado es sorprendido en el momento


mismo en que se está cometiendo el delito o cuando inmediatamente después de que se ejecuta, el
inculpado es perseguido materialmente; asimismo cuando el inculpado es señalado por la víctima, por
algún testigo presencial de los hechos o por quien hubiere participado con él en la comisión del delito, o se
encuentre en su poder el objeto, instrumento o producto del delito o bien aparezcan huellas o indicios que
hagan presumir fundadamente su participación en el delito, siempre y cuando se trate de un delito grave,
así calificado por la ley y no haya transcurrido un término de cuarenta y ocho horas desde el momento de
la comisión de los hechos delictivos, se haya iniciado la averiguación previa respectiva y no se hubiera
interrumpido la persecución del delito.

  Así, sólo en los casos en que se trate de un delito cometido en flagrancia, previsto en el precepto
constitucional y legal citado, puede la autoridad introducirse a un domicilio sin contar con orden de cateo,
fundado en que la demora podría hacer ilusoria la investigación de los delitos y la aplicación de las penas
correspondientes. 

 Lo anterior significa que la autoridad policial puede irrumpir en el domicilio de un gobernado sin contar con
orden de cateo cuando se esté cometiendo el delito dentro del domicilio, igualmente cuando después de
ejecutado un delito en flagrancia el inculpado es perseguido hasta el domicilio particular.
76

 Ahora, si como quedó establecido, en los supuestos de flagrancia no se requiere, necesariamente, orden
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

de cateo, lógicamente las pruebas que se encuentren vinculadas directa o indirectamente con dichas
detenciones, no se rigen por los supuestos que contemplan los numerales 61 y 284 del Código Federal de
Procedimientos Penales, pues tendrán eficacia probatoria y corresponderá al juzgador valorarlas conforme
a las reglas relativas.

  La diligencia de cateo prevista en el octavo párrafo del artículo 16 constitucional, como ya se apuntó,
presupone una investigación ministerial de un hecho delictivo previamente cometido y la necesidad de
buscar o detener al presunto implicado en el mismo o, en su caso, de buscar las pruebas que acrediten la
existencia misma del delito o la probable responsabilidad del inculpado, lo cual no sucede en los casos de
flagrancia.

  La razón anterior obedece también al hecho de que la autoridad policial tiene el deber de velar por la
seguridad y protección de la ciudadanía, por lo que se convierte en garante de los bienes de la sociedad
y por contrapartida, tiene el derecho de hacer que cese dicha afectación, sin esperar que se lo autorice
expresamente la autoridad judicial.

 En efecto, en la Constitución se establecen los requisitos de la orden de cateo, sin los cuales la misma
será ilegal, pero también se establece la facultad punitiva del Estado como garante de la existencia de la
sociedad, de ahí que también prevea el delito flagrante.

1. Detención
 Lo anterior, permite apreciar que entre ambos mandatos constitucionales, el de la orden de cateo y el de
la facultad punitiva del Estado, debe existir un equilibrio, ya que no se puede concebir una orden de cateo
que no cumpla con los requisitos correspondientes, en atención a los bienes tutelados que afecta, como
tampoco, que ante conductas constitutivas de delitos, el Estado no actúe.

  Así, la regla para realizar un cateo la constituyen todos los requisitos que establece el artículo 16
constitucional descritos con anterioridad, y la excepción, cuando se verifique el cateo en caso de flagrante
delito. 

 De acuerdo a lo antes señalado, es de concluirse que las pruebas que se obtengan a partir de un cateo que
no cumpla con los requisitos establecidos en el octavo párrafo del artículo 16 constitucional, carecerán
de eficacia probatoria, ello con independencia de la responsabilidad en que las autoridades que irrumpan
en el domicilio pudieran incurrir; en cambio, las probanzas que se obtengan como consecuencia de la
intromisión de la autoridad policial a un domicilio en caso de flagrancia, tendrán eficacia probatoria.

  Cabe señalar que corresponderá al órgano jurisdiccional realizar el juicio de proporcionalidad sobre la
medida del cateo llevada a cabo, a fin de establecer si se cumplieron los requisitos respectivos, o bien, no
obstante que no se cumplieron se estaba en presencia de flagrante delito.

 También debe precisarse que en caso de flagrancia la autoridad debe de contar con datos ciertos o válidos
que motiven la intromisión al domicilio, datos que se deberán aportar en el proceso en caso de llegarse a
consignar la averiguación correspondiente a efecto de que el juez pueda tener elementos de valuación para
determinar si en el caso efectivamente se trató de flagrancia.

  En caso de que no se acredite que la intromisión al domicilio fue motivada por un delito flagrante, tal
intromisión así como lo que de ello derive resultará ilegal.

DECISIÓN. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió la contradicción de tesis en
el sentido de que los medios de prueba obtenidos como consecuencia de la intromisión de la autoridad a un
domicilio sin contar con orden de cateo, motivada por la comisión de un delito en flagrancia, tienen eficacia

77
probatoria. Tal autoridad debe contar con datos ciertos o válidos que motiven la intromisión al domicilio

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


sin la orden en cuestión, los cuales deben aportarse en el proceso en caso de consignarse la averiguación
correspondiente a efecto de que el Juez tenga elementos que le permitan llegar a la convicción de que
efectivamente se trató de flagrancia, pues de no acreditarse tal situación, las pruebas recabadas durante
dicha intromisión, carecen de eficacia probatoria.

 
TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

INTROMISIÓN DE LA AUTORIDAD EN UN DOMICILIO SIN ORDEN JUDICIAL. EFICACIA DE LAS ACTUACIONES


REALIZADAS Y DE LAS PRUEBAS OBTENIDAS, CUANDO ES MOTIVADA POR LA COMISIÓN DE UN DELITO
EN FLAGRANCIA. Si bien, la diligencia de cateo prevista en el octavo párrafo del artículo 16 constitucional
presupone la comisión de un delito, la existencia de una investigación ministerial y la probabilidad de que
en el domicilio que se registrará se encuentra el sujeto activo o los objetos relacionados con el ilícito; ello
no sucede en todos los casos, pues tratándose de flagrante delito, con fundamento en que la demora
puede hacer ilusoria la investigación del delito y la aplicación de las penas, la autoridad policial no requiere
necesariamente orden de cateo para introducirse en el domicilio particular en el que se está ejecutando
el delito, ya que en ese caso, el propio artículo 16 constitucional señala expresamente una excepción al
respecto al permitir a cualquier particular, y con mayor razón a la autoridad, detener al indiciado, además de
que el Estado -como garante de los bienes de la sociedad- debe actuar de inmediato en casos de flagrancia;
por lo que en esas condiciones, los medios de prueba obtenidos como consecuencia de la intromisión de la
autoridad a un domicilio sin contar con orden de cateo, motivada por la comisión de un delito en flagrancia,
tienen eficacia probatoria, ya que al tratarse de hipótesis distintas, a efecto de determinar su valor probatorio,
no se aplican las mismas reglas que tratándose de un cateo precedido por una investigación ministerial.
Así, las pruebas que se obtengan a partir de un cateo que no cumpla con los requisitos establecidos en
el octavo párrafo del artículo 16 constitucional, carecen de eficacia probatoria, ello con independencia de
la responsabilidad en que las autoridades que irrumpan en el domicilio pudieran incurrir; en cambio, las
probanzas que se obtengan como consecuencia del allanamiento de un domicilio por parte de la autoridad
policial en caso de flagrancia tienen eficacia probatoria, aun cuando no exista orden de cateo. Debiendo
precisarse que tratándose del allanamiento de un domicilio por parte de la autoridad policial en caso de
flagrancia, ésta debe contar con datos ciertos o válidos que motiven la intromisión al domicilio sin orden de
cateo, los cuales deben aportarse en el proceso en caso de consignarse la averiguación correspondiente a
efecto de que el Juez tenga elementos que le permitan llegar a la convicción de que efectivamente se trató
de flagrancia, pues de no acreditarse tal situación, las pruebas recabadas durante dicha intromisión, carecen
de eficacia probatoria.

Primera Sala, Tesis 1a./J. 21/2007 Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 171739

CATEO. EN ACATAMIENTO A LA GARANTÍA DE INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO, LA ORDEN EMITIDA


78

POR LA AUTORIDAD JUDICIAL, DEBE REUNIR LOS REQUISITOS PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 16 DE LA


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

CONSTITUCIÓN, DE LO CONTRARIO DICHA ORDEN Y LAS PRUEBAS QUE SE HAYAN OBTENIDO COMO
CONSECUENCIA DIRECTA DE LA MISMA, CARECEN DE EXISTENCIA LEGAL Y EFICACIA PROBATORIA. Con
la finalidad de tutelar efectivamente la persona, familia, domicilio, papeles y posesiones de los gobernados,
el Constituyente estableció en el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
que las órdenes de cateo única y exclusivamente puede expedirlas la autoridad judicial cumpliendo los
siguientes requisitos: a) que conste por escrito; b) que exprese el lugar que ha de inspeccionarse; c) que
precise la materia de la inspección; d) que se levante un acta circunstanciada en presencia de dos testigos
propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad que practique la
diligencia. En ese sentido, el artículo 61 del Código Federal de Procedimientos Penales, en observancia a la
garantía de inviolabilidad del domicilio, establece que si no se cumple con alguno de los requisitos del octavo
párrafo del citado precepto constitucional, la diligencia carece de valor probatorio. Por tanto, las pruebas
obtenidas con vulneración a dicha garantía, esto es, los objetos y personas que se localicen, su aprehensión
en el domicilio registrado y las demás pruebas que sean consecuencia directa de las obtenidas en la forma
referida, así como el acta circunstanciada de la propia diligencia, carecen de eficacia probatoria. En efecto,
las actuaciones y probanzas cuyo origen sea un cateo que no cumpla con los requisitos constitucionales y
por tanto, sin valor probatorio en términos del señalado artículo 61, carecen de existencia legal, pues de no
haberse realizado el cateo, tales actos no hubieran existido.

Primera Sala, Tesis 1a./J. 22/2007 Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 171836

1. Detención
NORMATIVIDAD CORRELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud
de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.

[…] (segundo a cuarto párrafo)

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la
detención.

En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente
ratificar la detención o decretar la libertad con las reservas de ley.

[…] (sexto a noveno párrafo)

En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir, a solicitud del Ministerio Público,
se expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los
objetos que se buscan, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose al concluirla, un acta
circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia
o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.

79
[…]

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 19. Derecho al respeto a la libertad personal

Toda persona tiene derecho a que se respete su libertad personal, por lo que nadie podrá ser privado de la
misma, sino en virtud de mandamiento dictado por la autoridad judicial o de conformidad con las demás
causas y condiciones que autorizan la Constitución y este Código.

[…]
Artículo 132. Obligaciones del Policía

El Policía actuará bajo la conducción y mando del Ministerio Público en la investigación de los delitos en
estricto apego a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución.

Para los efectos del presente Código, el Policía tendrá las siguientes obligaciones:

[…]

III. Realizar detenciones en los casos que autoriza la Constitución, haciendo saber a la persona detenida
los derechos que ésta le otorga;

IV. Impedir que se consumen los delitos o que los hechos produzcan consecuencias ulteriores.
Especialmente estará obligada a realizar todos los actos necesarios para evitar una agresión real, actual o
inminente y sin derecho en protección de bienes jurídicos de los gobernados a quienes tiene la obligación de
proteger;

[…]

VI. Informar sin dilación por cualquier medio al Ministerio Público sobre la detención de cualquier
persona, e inscribir inmediatamente las detenciones en el registro que al efecto establezcan las disposiciones
aplicables;

[…]

XIV. Emitir el informe policial y demás documentos, de conformidad con las disposiciones aplicables.
Para tal efecto se podrá apoyar en los conocimientos que resulten necesarios, sin que ello tenga el carácter
de informes periciales, y

[…]

Artículo 146. Supuestos de flagrancia

Se podrá detener a una persona sin orden judicial en caso de flagrancia. Se entiende que hay flagrancia
cuando:

I. La persona es detenida en el momento de estar cometiendo un delito, o


80

II. Inmediatamente después de cometerlo es detenida, en virtud de que:


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

a) Es sorprendida cometiendo el delito y es perseguida material e ininterrumpidamente, o

b) Cuando la persona sea señalada por la víctima u ofendido, algún testigo presencial de los
hechos o quien hubiere intervenido con ella en la comisión del delito y cuando tenga en su
poder instrumentos, objetos, productos del delito o se cuente con información o indicios que
hagan presumir fundadamente que intervino en el mismo.
Para los efectos de la fracción II, inciso b), de este precepto, se considera que la persona ha sido detenida
en flagrancia por señalamiento, siempre y cuando, inmediatamente después de cometer el delito no se haya
interrumpido su búsqueda o localización.

Artículo 147. Detención en caso de flagrancia

Cualquier persona podrá detener a otra en la comisión de un delito flagrante, debiendo entregar inmediatamente

1. Detención
al detenido a la autoridad más próxima y ésta con la misma prontitud al Ministerio Público.

Los cuerpos de seguridad pública estarán obligados a detener a quienes cometan un delito flagrante y
realizarán el registro de la detención.

La inspección realizada por los cuerpos de seguridad al imputado deberá conducirse conforme a los
lineamientos establecidos para tal efecto en el presente Código.

En este caso o cuando reciban de cualquier persona o autoridad a una persona detenida, deberán ponerla
de inmediato ante el Ministerio Público, quien realizará el registro de la hora a la cual lo están poniendo a
disposición.

Artículo 149. Verificación de flagrancia del Ministerio Público

En los casos de flagrancia, el Ministerio Público deberá examinar las condiciones en las que se realizó la
detención inmediatamente después de que la persona sea puesta a su disposición. Si la detención no fue
realizada conforme a lo previsto en la Constitución y en este Código, dispondrá la libertad inmediata de la
persona y, en su caso, velará por la aplicación de las sanciones disciplinarias o penales que correspondan.

Así también, durante el plazo de retención el Ministerio Público analizará la necesidad de dicha medida y
realizará los actos de investigación que considere necesarios para, en su caso, ejercer la acción penal.

Artículo 252. Actos de investigación que requieren autorización previa del Juez de contro

[…]

II. Las órdenes de cateo;

Artículo 282. Solicitud de orden de cateo

Cuando en la investigación el Ministerio Público estime necesaria la práctica de un cateo, en razón de que el
lugar a inspeccionar es un domicilio o una propiedad privada, solicitará por cualquier medio la autorización
judicial para practicar el acto de investigación correspondiente. En la solicitud, que contará con un registro,
se expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que han de aprehenderse y los objetos

81
que se buscan, señalando los motivos e indicios que sustentan la necesidad de la orden, así como los

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


servidores públicos que podrán practicar o intervenir en dicho acto de investigación.

Artículo 285. Medidas de vigilancia

Aún antes de que el Juez de control competente dicte la orden de cateo, el Ministerio Público podrá disponer
las medidas de vigilancia o cualquiera otra que no requiera control judicial, que estime conveniente para
evitar la fuga del imputado o la sustracción, alteración, ocultamiento o destrucción de documentos o cosas
que constituyen el objeto del cateo.

Artículo 290. Ingreso de una autoridad a lugar sin autorización judicial

Estará justificado el ingreso a un lugar cerrado sin orden judicial cuando:

I. Sea necesario para repeler una agresión real, actual o inminente y sin derecho que ponga en riesgo
la vida, la integridad o la libertad personal de una o más personas, o

II. Se realiza con consentimiento de quien se encuentre facultado para otorgarlo.

En los casos de la fracción II, la autoridad que practique el ingreso deberá informarlo dentro de los cinco
días siguientes, ante el Órgano jurisdiccional. A dicha audiencia deberá asistir la persona que otorgó su
consentimiento a efectos de ratificarla.

Los motivos que determinaron la inspección sin orden judicial constarán detalladamente en el acta que al
efecto se levante.

Artículo 307. Audiencia inicial

En la audiencia inicial se informarán al imputado sus derechos constitucionales y legales, si no se le


hubiese informado de los mismos con anterioridad, se realizará el control de legalidad de la detención si
correspondiere, se formulará la imputación, se dará la oportunidad de declarar al imputado, se resolverá
sobre las solicitudes de vinculación a proceso y medidas cautelares y se definirá el plazo para el cierre de la
investigación.

[…]

Artículo 308. Control de legalidad de la detención

Inmediatamente después de que el imputado detenido en flagrancia o caso urgente sea puesto a disposición
del Juez de control, se citará a la audiencia inicial en la que se realizará el control de la detención antes de
que se proceda a la formulación de la imputación. El Juez le preguntará al detenido si cuenta con Defensor y
en caso negativo, ordenará que se le nombre un Defensor público y le hará saber que tiene derecho a ofrecer
datos de prueba, así como acceso a los registros.

El Ministerio Público deberá justificar las razones de la detención y el Juez de control procederá a calificarla,
examinará el cumplimiento del plazo constitucional de retención y los requisitos de procedibilidad,
ratificándola en caso de encontrarse ajustada a derecho o decretando la libertad en los términos previstos
en este Código.

[…]
82
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
2. CONTROL PREVENTIVO QUE DERIVA EN
DETENCIÓN EN FLAGRANCIA

PRIMERA REGLA

Cuando un efectivo tenga una sospecha razonada de que se está


cometiendo un delito está obligado a solicitar información a la persona en
cuestión y efectuar una revisión ocular superficial y exterior o del interior
de algún vehículo y, de advertir circunstancias objetivas que incrementen la
sospecha, deberá realizar un registro más profundo.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
Este tipo de actuaciones se relacionan con el ejercicio de las labores
cotidianas de los agentes que colaboran en materia de seguridad pública
que les permite corroborar la identidad de personas, evitar la comisión de
algún delito y salvaguardar la propia integridad o vida de los agentes.

La apreciación a simple vista, de lo que sucede alrededor del efectivo,


es propia de su entrenamiento para el desempeño de funciones de
vigilancia. Sin embargo, una revisión más a detalle (la realización de un
“control preventivo”) para verificar la posible comisión de un delito debe
estar motivada por una sospecha razonable (como la información sobre
denuncias previas de delitos cometidos por una persona con ciertos rasgos
o a bordo de un vehículo con ciertas características), que necesariamente
debe estar motivada por elementos objetivos y verificables a través de los
sentidos y no a partir de circunstancias abstractas o subjetivas (prejuicios)
como la apariencia física de las personas, su forma de vestir, hablar o
de comportarse. Estos aspectos, por sí mismos, no pueden sustentar
razonablemente que una persona está cometiendo un delito.

La objetividad de los elementos de sospecha que advierte el efectivo es


lo que justifica el grado de intensidad del control preventivo que puede
realizar. Puede efectuar un control preventivo de grado menor, que consiste
en limitar provisionalmente el tránsito de personas y/o vehículos con la
finalidad de solicitar información, por ejemplo: sobre su identidad, ruta,
motivos de su presencia en el lugar, etcétera. En este control, el agente
sólo puede efectuar una revisión ocular superficial exterior de la persona
o del interior de algún vehículo. Como consecuencia de lo anterior, puede
efectuar un control preventivo de grado superior, que implica la posibilidad de realizar sobre la
persona y/o vehículos un registro más profundo como, por ejemplo: registrar las ropas, sus
pertenencias y el interior de los vehículos; pero, se reitera, siempre que haya elementos objetivos
que lleven a sospechar que la persona está cometiendo un delito en ese momento.

SEGUNDA REGLA

Cuando un efectivo efectúe una detención en flagrancia, derivada de un control preventivo, deberá documentar
o dejar constancia por cualquier medio (escrito, audio y/o video) de las circunstancias que justifiquen una
sospecha razonada sobre la comisión de un delito y que motiven la solicitud de información y revisión.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
Para analizar la legalidad de la detención motivada por un control preventivo, es indispensable que el agente
señale cuál fue la información (hechos y circunstancias) con la que contaba en ese momento, para suponer
razonablemente, que la persona estaba cometiendo una conducta ilícita o; por el contrario, si el registro o
revisión fue autorizado libremente por el posible afectado; es decir, que el consentimiento fue prestado de
forma consciente y libre (ausente de error, coacción, violencia o intimidación). Cuando sea posible, debe
documentar en audio y/o video las condiciones de modo, tiempo y lugar en las que se realizó la revisión.

PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Acción de Inconstitucionalidad 11/2014.1 Fecha de resolución: 22 de marzo


de 2018. Ponente: Javier Laynez Potisek. Votación en el tema de control preventivo que aquí interesa2: por
unanimidad por la constitucionalidad del artículo 132, fracción VII y 147, párrafo tercero; por mayoría de
ocho votos respecto del artículo 251, fracción III; de siete votos en cuanto a la fracción V del mismo numeral;
de siete votos respecto del artículo 268 y de ocho votos por lo que hace al artículo 266, todos ellos del
Código Nacional de Procedimientos Penales.3
84
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

HISTORIA PROCESAL:4 La Comisión Nacional de los Derechos Humanos presentó su demanda el 3 de abril de

1 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=186180
2 Puesto que además de lo relativo a la constitucionalidad de los numerales que prevén la inspección de personas y vehículos se analizó
la constitucionalidad de numerales relacionados con el resguardo domiciliario como medida cautelar, la duración de la medida cautelar,
asistencia jurídica internacional a petición del imputado, aseguramiento de activos financieros, embargo precautorio y aseguramiento de
bienes por valor equivalente, geolocalización en tiempo real y arresto hasta por quince días como medida de apremio, cada uno de estos temas
con votaciones diversas.
3 Se precisa que el Máximo Tribunal también se pronunció sobre la constitucionalidad de diversos artículos relacionados con el
supuesto de detención en flagrancia por delitos que requieran querella, temática que aunque es tangencial a la del control preventivo objeto del
presente apartado, se incluye para mejor conocimiento del lector, al ser también un tópico considerado en el presente cuaderno.
4 Al tratarse la Acción de Inconstitucionalidad de un medio abstracto de control constitucional (esto es, de la conformidad de una
norma directamente con la constitución sin requerir acto de aplicación de alguna autoridad), a diferencia del amparo que protege derechos
fundamentales respecto de un acto concreto de autoridad que afecta a una o varias personas, es que a diferencia del resto de las ejecutorias
2014. Impugnó la constitucionalidad de diversos artículos del Código Nacional de Procedimientos Penales,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 5 de marzo de 2014, entre ellos, diversos relacionados con
el control preventivo.

2. Control Preventivo
CONSIDERACIONES:

1. INSPECCIÓN DE PERSONAS Y DE VEHÍCULOS

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos sostiene que los artículos 132, fracción VII5, 147, tercer
párrafo6, 251, fracciones III y V7, 2668 y 2689 del Código Nacional de Procedimientos Penales transgreden

relacionadas, aquí no se hace narración de los hechos del caso; lo que en modo alguno incide en el carácter orientador de la resolución para
efectos del desempeño de las corporaciones de seguridad pública, pues al igual que en los casos fallados en Amparo, respecto del control
preventivo el Máximo Tribunal realizó una interpretación de los alcances constitucionales que supeditan la decisión de los jueces de los casos
particulares
5 Artículo 132 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Obligaciones del Policía
El Policía actuará bajo la conducción y mando del Ministerio Público en la investigación de los delitos en estricto apego a los principios de
legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos reconocidos en la Constitución.
Para los efectos del presente Código, el Policía tendrá las siguientes obligaciones:
(…)
VII. Practicar las inspecciones y otros actos de investigación, así como reportar sus resultados al Ministerio Público. En aquellos que se
requiera autorización judicial, deberá solicitarla a través del Ministerio Público;
(…)
6 Artículo 147 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Detención en caso de flagrancia
Cualquier persona podrá detener a otra en la comisión de un delito flagrante, debiendo entregar inmediatamente al detenido a la autoridad más
próxima y ésta con la misma prontitud al Ministerio Público.
Los cuerpos de seguridad pública estarán obligados a detener a quienes cometan un delito flagrante y realizarán el registro de la detención.
La inspección realizada por los cuerpos de seguridad al imputado deberá conducirse conforme a los lineamientos establecidos para tal efecto
en el presente Código.
En este caso o cuando reciban de cualquier persona o autoridad a una persona detenida, deberán ponerla de inmediato ante el Ministerio
Público, quien realizará el registro de la hora a la cual lo están poniendo a disposición.
7 Artículo 251 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Actuaciones en la investigación que no requieren autorización previa
del Juez de control
No requieren autorización del Juez de control los siguientes actos de investigación:
I. La inspección del lugar del hecho o del hallazgo;
II. La inspección de lugar distinto al de los hechos o del hallazgo;
III. La inspección de personas;
IV. La revisión corporal;

85
V. La inspección de vehículos;
VI. El levantamiento e identificación de cadáver;

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


VII. La aportación de comunicaciones entre particulares;
VIII. El reconocimiento de personas;
IX. La entrega vigilada y las operaciones encubiertas, en el marco de una investigación y en los términos que establezcan los protocolos
emitidos para tal efecto por el Procurador;
X. La entrevista de testigos;
XI. Recompensas, en términos de los acuerdos que para tal efecto emite el Procurador, y
XII. Las demás en las que expresamente no se prevea control judicial.
En los casos de la fracción IX, dichas actuaciones deberán ser autorizadas por el Procurador o por el servidor público en quien éste delegue
dicha facultad.
Para los efectos de la fracción X de este artículo, cuando un testigo se niegue a ser entrevistado, será citado por el Ministerio Público o en su
caso por el Juez de control en los términos que prevé el presente Código.
8 Artículo 266 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Actos de molestia
Todo acto de molestia deberá llevarse a cabo con respeto a la dignidad de la persona en cuestión. Antes de que el procedimiento se lleve a cabo,
la autoridad deberá informarle sobre los derechos que le asisten y solicitar su cooperación. Se realizará un registro forzoso sólo si la persona no
está dispuesta a cooperar o se resiste. Si la persona sujeta al procedimiento no habla español, la autoridad deberá tomar medidas razonables
para brindar a la persona información sobre sus derechos y para solicitar su cooperación.
9 Artículo 268 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Inspección de personas
los derechos a la libertad personal y de tránsito, seguridad jurídica, privacidad y vida privada, integridad
personal y de no injerencias arbitrarias, así como los principios de legalidad y de certeza jurídica,
reconocidos en los artículos 14, 16 y 21 de la Constitución, 3, 9 y 12 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, 5, 7, 8, 11 y 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 9 y 17 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, […]

Ahora bien, los artículos del Código Nacional de Procedimientos Penales impugnados prevén (i) que
dentro de las obligaciones de la Policía se encuentra la de practicar inspecciones y reportar sus resultados
al Ministerio Público; (ii) que en aquellos casos en que requiera autorización judicial, deberá obtenerla a
través del Ministerio Público; (iii) que dentro de las actuaciones en la investigación que no requieren
autorización previa del juez de control, se contempla la inspección de personas y de vehículos; (iv) que en
la investigación de los delitos, la Policía podrá realizar la inspección sobre una persona y sus posesiones
en caso de flagrancia o si existen indicios de que oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo
instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho considerado como delito que se investiga;
(v) que la revisión consistirá en una exploración externa de la persona y sus posesiones; (vi) en el caso de
la detención en flagrancia, la inspección realizada por los cuerpos de seguridad pública deberá conducirse
conforme a los lineamientos establecidos en el propio Código Nacional de Procedimientos Penales, y (vii)
que sólo si la persona no está dispuesta a cooperar o se resiste, se podrá realizar un registro forzoso.

Ante ello, la interrogante que se presenta a esta Suprema Corte de Justicia no es menor. Debemos determinar
si la inspección de las personas y sus posesiones (incluidos vehículos) a cargo de la Policía, tal y como
fue establecida y regulada en el Código Nacional de Procedimientos Penales, es o no contraria al artículo
16 de la Constitución, en tanto permite que tales actos de investigación se practiquen sin cumplir con los
requisitos previstos en tal precepto, esto es, si deben realizarse previo mandamiento escrito de autoridad
competente que funde y motive la causa legal de su actuar.

El tema es de la mayor relevancia. Las restricciones a la libertad personal de los ciudadanos, uno de sus
derechos más preciados, deben ser seriamente analizadas para determinar su validez constitucional. No
es casualidad que la Constitución Federal y los tratados internacionales en materia de derechos humanos
la protejan con tanta intensidad y arrebato. Se trata de un derecho de primer rango que sólo puede ser
limitado bajo determinados supuestos de excepcionalidad10, que garantiza a su vez el pleno ejercicio de
otros derechos constitucional y convencionalmente reconocidos para un completo desarrollo y bienestar de
las personas. Los parámetros y estándares de actuación de los agentes estatales que practiquen este tipo
de actos de investigación, deben ser claros y del conocimiento general, en aras de una eficaz protección en
contra de cualquier vulneración a tal derecho.
86
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

El estudio constitucional que nos ocupa debe empezar, ineludiblemente, situándonos en un nuevo contexto
jurídico y normativo relacionado con la adopción por el Estado Mexicano del sistema de justicia penal de
corte acusatorio.

En la investigación de los delitos, la Policía podrá realizar la inspección sobre una persona y sus posesiones en caso de flagrancia, o cuando
existan indicios de que oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho
considerado como delito que se investiga. La revisión consistirá en una exploración externa de la persona y sus posesiones. Cualquier inspección
que implique una exposición de partes íntimas del cuerpo requerirá autorización judicial. Antes de cualquier inspección, la Policía deberá
informar a la persona del motivo de dicha revisión, respetando en todo momento su dignidad.
10 Tesis aislada 1a. CXCIX/2014, de rubro y texto: “LIBERTAD PERSONAL. LA AFECTACIÓN A ESE DERECHO HUMANO
ÚNICAMENTE PUEDE EFECTUARSE BAJO LAS DELIMITACIONES EXCEPCIONALES DEL MARCO CONSTITUCIONAL Y
CONVENCIONAL. […].
La reforma constitucional en materia de justicia penal del año dos mil ocho representa no sólo una
transformación en el sistema de procuración y administración de justicia, sino un verdadero cambio de
paradigma. Pasamos de un procedimiento penal inquisitorio mixto a uno acusatorio y oral, cuyas enormes
diferencias son clave para entender, por un lado, la forma en que deben interpretarse de aquí en adelante
las disposiciones en materia procesal penal y, por el otro, el modo en que los integrantes de este Tribunal

2. Control Preventivo
abordaremos su regularidad constitucional.

Transitamos de un juez ausente en las audiencias a uno obligado a participar directamente en ellas.
Del desarrollo del juicio a través de un expediente escrito, a la oralidad y a la publicidad de las sesiones.
De la presunción de culpabilidad y de la “detención para investigar”, a la presunción de inocencia y a la
excepcionalidad de la prisión preventiva. Éstos y otros muchos elementos diferenciadores importantes dan
cuenta de una intencionalidad manifiesta de evolución y renovación en esta materia.

Pero de manera relevante, el nuevo marco jurídico cambió la forma en que se investigan los delitos, el modo
en que los datos obtenidos en la investigación son presentados ante los jueces, así como las reglas sobre
su validez, desahogo y valoración, para lograr el esclarecimiento de la verdad, como uno de los objetivos
principales del nuevo sistema.

La Policía es ahora central en la investigación. Pasó de ser un mero auxiliar instrumental del Ministerio
Público, sin mayores capacidades o aptitudes de indagación criminal, a constituirse en figura esencial del
proceso, en tanto se le confirió de manera directa la facultad investigadora, si bien refrendando que el fiscal
continuará al mando y conducción de la investigación de los delitos. Es decir, la Policía investiga los delitos
como función propia, con sus propios elementos, técnicas y conocimientos científicos y criminalísticos, bajo
la supervisión y orientación jurídico-operativa del Ministerio Público.

Lo anterior se desprende del propio artículo 21 constitucional, cuyo primer párrafo antes establecía que “la
investigación y persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público, el cual se auxiliará con una policía
que estará bajo su autoridad y mando inmediato”11 y en cambio, derivado de la reforma publicada el dieciocho
de junio de dos mil ocho, ahora señala que “la investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y
a las policías, las cuales actuarán bajo la conducción y mando de aquél en ejercicio de esta función”, de lo que
claramente se desprende que la intención del Constituyente Permanente fue otorgar a la Policía facultades
para que la labor de investigación de delitos fuera una tarea compartida con el Ministerio Público12.

87
11 Artículo 21 de la Constitución Federal, (derogado, vigente hasta la reforma publicada el 18 de junio de 2008). La imposición de
las penas es propia y exclusiva de la autoridad judicial. La investigación y persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público, el cual se

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


auxiliará con una policía que estará bajo su autoridad y mando inmediato. Compete a la autoridad administrativa la aplicación de sanciones por
las infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía, las que únicamente consistirán en multa o arresto hasta por treinta y seis horas;
pero si el infractor no pagare la multa que se le hubiese impuesto, se permutará ésta por el arresto correspondiente, que no excederá en ningún
caso de treinta y seis horas.
Si el infractor fuese jornalero, obrero o trabajador, no podrá ser sancionado con multa mayor del importe de su jornal o salario de un día.
Tratándose de trabajadores no asalariados, la multa no excederá del equivalente a un día de su ingreso.
Las resoluciones del Ministerio Público sobre el no ejercicio y desistimiento de la acción penal, podrán ser impugnadas por vía jurisdiccional
en los términos que establezca la ley.
El Ejecutivo Federal podrá, con la aprobación del Senado en cada caso, reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, en las respectivas competencias
que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones policiales se regirá por los principios de legalidad, eficiencia, profesionalismo y
honradez.
La Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios se coordinarán, en los términos que la ley señale, para establecer un sistema
nacional de seguridad pública.
12 Artículo 21 de la Constitución Federal. La investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y a las policías, las cuales
actuarán bajo la conducción y mando de aquél en el ejercicio de esta función.
El ejercicio de la acción penal ante los tribunales corresponde al Ministerio Público. La ley determinará los casos en que los particulares podrán
Asimismo, el noveno párrafo del artículo 21 de la Constitución Federal, que también fue reformado el
dieciocho de junio de dos mil ocho, establece el fundamento de la prevención, investigación y persecución de
delitos al señalar que “La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas
y los Municipios, que comprende la prevención de los delitos; la investigación y persecución para hacerla
efectiva, así como la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley, en las respectivas
competencias que esta Constitución señala”.

En este sentido, la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, reglamentaria del artículo 21
constitucional, establece en su artículo 3 que la función de Seguridad Pública se realizará en los diversos
ámbitos de competencia por conducto de, entre otras, las Instituciones Policiales, otorgándoles para ello
diversas atribuciones para cumplir con la función de Seguridad Pública13.

Como consecuencia, el artículo 75 de la ley en cuestión establece que las Instituciones Policiales cuentan
con funciones de investigación que serán aplicables ante (i) la necesidad de preservar la escena de un hecho
probablemente delictivo, (ii) la petición del Ministerio Público para realizar actos de investigación de los
delitos, debiendo actuar bajo el mando y conducción de éste, (iii) los actos que se deban realizar de forma
inmediata, y (iv) la comisión de un delito en flagrancia14.

ejercer la acción penal ante la autoridad judicial.


La imposición de las penas, su modificación y duración son propias y exclusivas de la autoridad judicial.
Compete a la autoridad administrativa la aplicación de sanciones por las infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía, las que
únicamente consistirán en multa, arresto hasta por treinta y seis horas o en trabajo a favor de la comunidad; pero si el infractor no pagare la
multa que se le hubiese impuesto, se permutará esta por el arresto correspondiente, que no excederá en ningún caso de treinta y seis horas.
Si el infractor de los reglamentos gubernativos y de policía fuese jornalero, obrero o trabajador, no podrá ser sancionado con multa mayor del
importe de su jornal o salario de un día.
Tratándose de trabajadores no asalariados, la multa que se imponga por infracción de los reglamentos gubernativos y de policía, no excederá
del equivalente a un día de su ingreso.
El Ministerio Público podrá considerar criterios de oportunidad para el ejercicio de la acción penal, en los supuestos y condiciones que fije la
ley.
El Ejecutivo Federal podrá, con la aprobación del Senado en cada caso, reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, que comprende la prevención de los
delitos; la investigación y persecución para hacerla efectiva, así como la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley,
en las respectivas competencias que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones de seguridad pública se regirá por los principios
de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos reconocidos en esta Constitución.
Las instituciones de seguridad pública serán de carácter civil, disciplinado y profesional. El Ministerio Público y las instituciones policiales de
los tres órdenes de gobierno deberán coordinarse entre sí para cumplir los objetivos de la seguridad pública y conformarán el Sistema Nacional
de Seguridad Pública, que estará sujeto a las siguientes bases mínimas:
a) La regulación de la selección, ingreso, formación, permanencia, evaluación, reconocimiento y certificación de los integrantes de las
instituciones de seguridad pública. La operación y desarrollo de estas acciones será competencia de la Federación, las entidades federativas y
los Municipios en el ámbito de sus respectivas atribuciones.
b) El establecimiento de las bases de datos criminalísticos y de personal para las instituciones de seguridad pública. Ninguna persona podrá
88

ingresar a las instituciones de seguridad pública si no ha sido debidamente certificado y registrado en el sistema.
c) La formulación de políticas públicas tendientes a prevenir la comisión de delitos.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

d) Se determinará la participación de la comunidad que coadyuvará, entre otros, en los procesos de evaluación de las políticas de prevención
del delito así como de las instituciones de seguridad pública.
e) Los fondos de ayuda federal para la seguridad pública, a nivel nacional serán aportados a las entidades federativas y municipios para ser
destinados exclusivamente a estos fines.
13 Artículo 3 de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. La función de Seguridad Pública se realizará en los diversos
ámbitos de competencia por conducto de las Instituciones Policiales, de Procuración de Justicia, de las instancias encargadas de aplicar las
infracciones administrativas, de la supervisión de medidas cautelares, de suspensión condicional del procedimiento de los responsables de
la prisión preventiva y ejecución de penas, así como por las demás autoridades que en razón de sus atribuciones deban contribuir directa o
indirectamente al objeto de esta Ley.
14 Artículo 75 de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Las Instituciones Policiales, para el mejor cumplimiento
de sus objetivos, desarrollarán, cuando menos, las siguientes funciones:
I. Investigación, que será aplicable ante:
a) La preservación de la escena de un hecho probablemente delictivo;
b) La petición del Ministerio Público para la realización de actos de investigación de los delitos, debiendo actuar bajo el mando y conducción
de éste;
c) Los actos que se deban realizar de forma inmediata; o
Asimismo, el artículo 77 de la ley en cita señala que las Instituciones Policiales, en términos de lo dispuesto
en el Código Nacional de Procedimientos Penales, tendrán –dentro del marco de sus competencias– la
facultad de practicar las diligencias necesarias que permitan el esclarecimiento de los hechos que la ley
señale como delito y la identidad de quien lo cometió o participó en su comisión, bajo el mando y conducción
del Ministerio Público, así como participar en la investigación de los delitos, en la detención de personas y

2. Control Preventivo
en el aseguramiento de bienes, entre otras15.

En virtud de que el Constituyente Permanente tuvo la intención de que se dotara a la Policía con de facultades
para la investigación de delitos, el fiscal deja de ser una figura que actúa forzosamente en el campo. Ya
no es el detective. Ya no es necesaria su participación e intervención –para efectos de validez– en las
investigaciones, en la recolección de datos de prueba y en la realización de técnicas de investigación. La
Policía asume ahora estas tareas, pero con un matiz de responsabilidad distinto, a partir de una diferencia
central entre ambos sistemas: el estándar probatorio.

En palabras de la Primera Sala de la Suprema Corte, en la Contradicción de Tesis 160/2010:

d) La comisión de un delito en flagrancia.


II. Prevención, que será la encargada de llevar a cabo acciones tendientes a prevenir la comisión de delitos e infracciones administrativas, a
través de acciones de investigación, inspección, vigilancia y vialidad en su circunscripción, y
III. Reacción, que será la encargada de garantizar, mantener y restablecer el orden y la paz públicos.
15 Artículo 77 de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. La policía, en términos de lo dispuesto en el Código
Nacional de Procedimientos Penales, en sus respectivos ámbitos de competencia, tendrá las siguientes funciones:
I. Recibir las denuncias sobre hechos que puedan ser constitutivos de delitos, e informar al Ministerio Público por cualquier medio y de
inmediato, así como de las diligencias practicadas;
II. Constatar la veracidad de los datos aportados en informaciones anónimas, mediante los actos de investigación que consideren conducentes
para este efecto;
III. Practicar las diligencias necesarias que permitan el esclarecimiento de los hechos que la ley señale como delito y la identidad de quien lo
cometió o participó en su comisión, bajo el mando y conducción del Ministerio Público;
IV. Efectuar las detenciones en los casos del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
V. Participar en la investigación de los delitos, en la detención de personas y en el aseguramiento de bienes, observando las disposiciones
Constitucionales y legales aplicables;
VI. Registrar de inmediato la detención en términos de las disposiciones aplicables, así como remitir sin demora y por cualquier medio la
información al Ministerio Público;
VII. Poner a disposición de las autoridades competentes, sin demora alguna, a las personas detenidas y los bienes que se encuentren bajo su
custodia, observando en todo momento el cumplimiento de los plazos constitucionales y legales establecidos;
VIII. Preservar el lugar de los hechos o del hallazgo y en general, realizar todos los actos necesarios para garantizar la integridad de los
indicios, como consecuencia dará aviso a la Policía con capacidades para procesar la escena del hecho y al Ministerio Público, conforme a las
disposiciones aplicables misma previsión será aplicable a toda institución u órgano público que realice estos actos en cumplimiento a una
disposición legal;

89
IX. Requerir a las autoridades competentes y solicitar a las personas físicas o morales, informes y documentos para fines de la investigación.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


En caso de negativa, informará al Ministerio Público para que determine lo conducente;
X. Dejar registro de todas las actuaciones que se realicen durante la investigación de los delitos, utilizando al efecto cualquier medio que
permita garantizar que la información recabada sea completa, íntegra y exacta;
XI. Emitir los informes, partes policiales y demás documentos que se generen, con los requisitos de fondo y forma que establezcan las
disposiciones aplicables, para tal efecto se podrán apoyar en los conocimientos que resulten necesarios;
XII. Proporcionar atención a víctimas, ofendidos o testigos del delito; para tal efecto deberá:
a) Prestar protección y auxilio inmediato, de conformidad con las disposiciones legales aplicables;
b) Procurar que reciban atención médica y psicológica cuando sea necesaria;
c) Adoptar las medidas que se consideren necesarias tendientes a evitar que se ponga en peligro su integridad física y psicológica, en el ámbito
de su competencia;
d) Preservar los indicios y elementos de prueba que la víctima y ofendido aporten en el momento de la intervención policial y remitirlos de
inmediato al Ministerio Público encargado del asunto para que éste acuerde lo conducente, y
e) Asegurar que puedan llevar a cabo la identificación del imputado sin riesgo para ellos.
XIII. Dar cumplimiento a las órdenes de aprehensión y demás mandatos ministeriales y jurisdiccionales de que tenga conocimiento con motivo
de sus funciones, y
XIV. Las demás que le confieran las disposiciones aplicables.
Las instituciones policiales estarán facultadas para desarrollar las funciones establecidas en el presente artículo en términos de lo previsto por
la fracción I del artículo 75 de esta Ley.
Del análisis anterior, se deriva lo que diferencia a ambos sistemas penales: el estándar
probatorio, puesto que en la investigación realizada por el Ministerio Público en la etapa de
averiguación previa, dentro del sistema inquisitorio, se exigen elementos de convicción que sean
suficientes para que, desde esa etapa procesal se acredite; esto es, se demuestre, la probable
responsabilidad penal del inculpado y su participación en el evento delictivo, tales medios de
prueba –de reunir todos los requisitos legales-, desde ese momento tendrán valor demostrativo
de los hechos que se pretenden acreditar; esto es, en este sistema se actualiza el principio de
permanencia de la prueba, pues el valor probatorio que se adquiere en esta etapa, perdura por
todo el proceso.

En tanto que en la etapa de investigación, dentro del sistema penal acusatorio, sólo se requiere
que el ministerio público aporte datos, es decir, la referencia al contenido de determinados
medios de investigación que se estimen idóneos, pertinentes y suficientes, para establecer que
se ha cometido un hecho que la ley señala como delito y que existe la probabilidad de que el
imputado lo cometió o participó en su comisión; sin embargo, conforme a lo dispuesto por la
fracción III del inciso A del reformado artículo 20 constitucional, en la etapa de investigación
tales datos no constituyen prueba fehaciente, pues para los efectos de la sentencia sólo se
considerarán como prueba aquellas que hayan sido desahogadas en la audiencia de juicio (oral).

Bajo este entendido, podemos afirmar que a la luz del estándar probatorio descrito para el sistema inquisitorio
y sobre todo derivado de la eficacia demostrativa que se le brindaba a las actuaciones del Ministerio Público16,
los requisitos y parámetros constitucionales en su análisis obedecían a una lógica y razonabilidad que,
claramente, no puede imperar en el nuevo modelo.

En éste, se prioriza lo que sucede en el juicio, ante el juez, frente a la averiguación previa o en la investigación.
La Policía debe recolectar datos de prueba (que no pruebas en sí), bajo estándares jurídicos y científicos que
garanticen la cadena de custodia, el respeto a los derechos humanos de los involucrados, su presentación
oportuna durante el juicio y que generen convicción sobre los hechos a demostrar en el mismo.

Ahora, los medios de prueba obtenidos y preparados por la Policía –bajo la dirección del fiscal– no gozan
de presunción de validez alguna, sino que, por el contrario, se someten a un intenso control judicial previo
a su desahogo en el juicio. Además, deben ser registrados en un compendio que el nuevo Código Nacional
denomina “Carpeta de Investigación” que en forma alguna adquiere los alcances, eficacia o fuerza probatoria
que el expediente o averiguación previa tenía previamente (incluso pierde la fe pública de la que gozaba).
90

Esto es, se rompe con la prueba tasada.


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

La Policía debe integrar la Carpeta de manera que permita a los abogados del inculpado su consulta y

16 Ver tesis aislada 1a. CCLXIX/2014, de rubro y texto: “SISTEMA PROCESAL PENAL ACUSATORIO Y ORAL. SUS DIFERENCIAS
CON EL PROCESO PENAL MIXTO EN LA FASE DE INVESTIGACIÓN. Si bien el proceso penal mixto y el acusatorio y oral requieren para
su articulación de la investigación preliminar del hecho respecto del cual se solicitará la aplicación de la ley, en el proceso penal mixto, la
averiguación previa es la fase en la que se recopilan los elementos de prueba que permiten sostener la existencia del cuerpo del delito y la
probable responsabilidad del imputado, por lo que la tarea investigadora debe ser más estricta. En cambio, en el sistema procesal penal
acusatorio y oral, la integración de la carpeta de investigación no requiere de una tarea investigadora reforzada, pues sólo debe contener
elementos suficientes para justificar, racionalmente, que el imputado sea presentado ante el Juez de Garantía. Así, la diferencia sustancial
en lo que respecta a los elementos que debe contener una averiguación previa, en relación con los datos de prueba contenidos en una carpeta
de investigación, consistente en el nivel de reforzamiento de los elementos probatorios arrojados para establecer las razones que permiten
presumir la existencia de un hecho delictivo, siendo que los datos derivados de la averiguación previa, por el especial reforzamiento que deben
respetar, hacen altamente probable tanto la comisión del delito, como la participación del imputado”. Visible en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 8, Tomo I, julio de dos mil catorce, registro 2006977, página 168.
estudio con el fin de que puedan preparar y planear su defensa y, destacadamente, objetar o cuestionar la
validez, congruencia y legalidad de los medios probatorios ante el juez de control previo o destruir su eficacia
probatoria ya en la etapa de juicio, respetando el principio de contradicción.

2. Control Preventivo
Estas circunstancias exigen sin lugar a dudas un alto estándar de actuación profesional por parte de la Policía,
cuyo incumplimiento no sólo es inadmisible frente a una sociedad que exige justicia sino que acarreará la
consecuencia jurídica de que el proceder respectivo no tenga valor alguno en el juicio.

Por ello, nos enfrentamos a un cúmulo de competencias que no pueden ser valoradas o analizadas en
una óptica o bajo principios pertenecientes al sistema de justicia precedente, sino que su estudio exige
estándares propios, acordes a la composición, diseño y contexto normativo y a la naturaleza y fines de las
distintas etapas y figuras del nuevo procedimiento penal mexicano.

Precisado lo anterior, acudimos al texto del artículo 16 constitucional17 que la Comisión Nacional de los

17 Artículo 16 de la Constitución Federal, (vigente al momento de la presentación de demanda). Nadie puede ser molestado en su
persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la
causa legal del procedimiento. En los juicios y procedimientos seguidos en forma de juicio en los que se establezca como regla la oralidad,
bastará con que quede constancia de ellos en cualquier medio que dé certeza de su contenido y del cumplimiento de lo previsto en este párrafo.
Toda persona tiene derecho a la protección de sus datos personales, al acceso, rectificación y cancelación de los mismos, así como a manifestar
su oposición, en los términos que fije la ley, la cual establecerá los supuestos de excepción a los principios que rijan el tratamiento de datos, por
razones de seguridad nacional, disposiciones de orden público, seguridad y salud públicas o para proteger los derechos de terceros.
No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o querella de un hecho que la ley señale como
delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de
que el indiciado lo cometió o participó en su comisión.
La autoridad que ejecute una orden judicial de aprehensión, deberá poner al inculpado a disposición del juez, sin dilación alguna y bajo su más
estricta responsabilidad. La contravención a lo anterior será sancionada por la ley penal.
Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo cometido,
poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro
inmediato de la detención.
Sólo en casos urgentes, cuando se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la
acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio
Público podrá, bajo su responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los indicios que motiven su proceder.
En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente ratificar la detención o decretar la
libertad con las reservas de ley.
La autoridad judicial, a petición del Ministerio Público y tratándose de delitos de delincuencia organizada, podrá decretar el arraigo de una
persona, con las modalidades de lugar y tiempo que la ley señale, sin que pueda exceder de cuarenta días, siempre que sea necesario para el
éxito de la investigación, la protección de personas o bienes jurídicos, o cuando exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga a la acción
de la justicia. Este plazo podrá prorrogarse, siempre y cuando el Ministerio Público acredite que subsisten las causas que le dieron origen. En
todo caso, la duración total del arraigo no podrá exceder los ochenta días.
Por delincuencia organizada se entiende una organización de hecho de tres o más personas, para cometer delitos en forma permanente o

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reiterada, en los términos de la ley de la materia.
Ningún indiciado podrá ser retenido por el Ministerio Público por más de cuarenta y ocho horas, plazo en que deberá ordenarse su libertad o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


ponérsele a disposición de la autoridad judicial; este plazo podrá duplicarse en aquellos casos que la ley prevea como delincuencia organizada.
Todo abuso a lo anteriormente dispuesto será sancionado por la ley penal.
En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir, a solicitud del Ministerio Público, se expresará el lugar que ha de
inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia,
levantándose al concluirla, un acta circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia
o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.
Las comunicaciones privadas son inviolables. La ley sancionará penalmente cualquier acto que atente contra la libertad y privacía de las
mismas, excepto cuando sean aportadas de forma voluntaria por alguno de los particulares que participen en ellas. El juez valorará el alcance
de éstas, siempre y cuando contengan información relacionada con la comisión de un delito. En ningún caso se admitirán comunicaciones que
violen el deber de confidencialidad que establezca la ley.
Exclusivamente la autoridad judicial federal, a petición de la autoridad federal que faculte la ley o del titular del Ministerio Público de la
entidad federativa correspondiente, podrá autorizar la intervención de cualquier comunicación privada. Para ello, la autoridad competente
deberá fundar y motivar las causas legales de la solicitud, expresando además, el tipo de intervención, los sujetos de la misma y su duración. La
autoridad judicial federal no podrá otorgar estas autorizaciones cuando se trate de materias de carácter electoral, fiscal, mercantil, civil, laboral
o administrativo, ni en el caso de las comunicaciones del detenido con su defensor.
Los Poderes Judiciales contarán con jueces de control que resolverán, en forma inmediata, y por cualquier medio, las solicitudes de medidas
cautelares, providencias precautorias y técnicas de investigación de la autoridad, que requieran control judicial, garantizando los derechos de
los indiciados y de las víctimas u ofendidos. Deberá existir un registro fehaciente de todas las comunicaciones entre jueces y Ministerio Público
y demás autoridades competentes.
Derechos Humanos afirma es aplicable al caso que nos ocupa. Éste regula (en lo que interesa al presente
estudio), por un lado, las restricciones a la libertad personal permitidas constitucionalmente y, por otro, la
forma y términos en que la autoridad puede ejercer actos de molestia.

En el primer aspecto, establece las reglas conforme a las cuales la autoridad puede detener o aprehender a
los particulares, resaltando la necesidad de contar al efecto con autorización judicial, así como las rigurosas
excepciones a este requerimiento (en los supuestos de detención en flagrancia y por caso urgente).

En el segundo, es decir, referente a los actos de molestia, señala textualmente (párrafo primero) que “nadie
puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento
escrito de autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”.

El origen del primer párrafo del artículo 16 constitucional se ubica en la Constitución de mil ochocientos
cincuenta y siete18 en cuyo artículo 1619 se preveía una redacción casi idéntica a la del actual texto. De los
procesos legislativos y debates parlamentarios se obtiene poco. Una primera propuesta de texto (que se
ubicaba como artículo 5º) fue duramente criticada por los constituyentes por su vaguedad, los requisitos
irracionales que exigía y, en especial sobre la regulación deficiente de los cateos. La nueva propuesta se
aprobó sin discusión.

Posteriormente, si bien en el primer proyecto de Constitución de mil novecientos diecisiete presentado por
Carranza no se hacía mención alguna sobre el tema (pues se limitó a regular las formas de detención y las
formalidades de los cateos), en los debates constituyentes se destacó que se había omitido una cuestión
fundamental que la Constitución de mil ochocientos cincuenta y siete especificaba con toda claridad:
que nadie debía ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones, sino en virtud de
mandamiento escrito de la autoridad competente que funde y motive la causa legal del procedimiento20,
motivo por el cual se resolvió retirar el dictamen para incluir dicha cuestión en el texto de la Constitución de
mil novecientos diecisiete21.

Las intervenciones autorizadas se ajustarán a los requisitos y límites previstos en las leyes. Los resultados de las intervenciones que no cumplan
con éstos, carecerán de todo valor probatorio.
La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias únicamente para cerciorarse de que se han cumplido los reglamentos
sanitarios y de policía; y exigir la exhibición de los libros y papeles indispensables para comprobar que se han acatado las disposiciones fiscales,
sujetándose en estos casos, a las leyes respectivas y a las formalidades prescritas para los cateos.
La correspondencia que bajo cubierta circule por las estafetas estará libre de todo registro, y su violación será penada por la ley.
En tiempo de paz ningún miembro del Ejército podrá alojarse en casa particular contra la voluntad del dueño, ni imponer prestación alguna. En
tiempo de guerra los militares podrán exigir alojamiento, bagajes, alimentos y otras prestaciones, en los términos que establezca la ley marcial
correspondiente.
92

18 Si bien pudiera considerarse como antecedente más remoto el artículo 28 de la Constitución de Apatzingán de mil ochocientos
catorce que señalaba: “son tiránicos y arbitrarios los actos ejercidos contra un ciudadano sin las formalidades de ley”.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

19 Artículo 16 de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, sancionada el cinco de febrero de mil ochocientos cincuenta
y siete. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la
autoridad competente que se funde y motive la causa legal del procedimiento. En el caso del delito in fraganti, toda persona puede aprehender
al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos sin demora a disposición de la autoridad inmediata.
20 Diario de los debates del Congreso Constituyente de 1916-1917, México, Tomo 1, página 909.
21 Artículo 16 de la Constitución Federal, (texto original publicado el cinco de febrero de mil novecientos diecisiete). Nadie puede ser
molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que
funde y motive la causa legal del procedimiento. No podrá librarse ninguna orden de aprehensión o detención sino por la autoridad judicial, sin
que preceda denuncia, acusación o querella de un hecho determinado que la ley castigue con pena corporal, y sin que estén apoyadas aquellas
por declaración bajo protesta digna de fe o por otros datos que hagan probable la responsabilidad del inculpado, hecha excepción de los casos
de flagrante delito en que cualquiera persona pueda aprehender al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos sin demora a disposición de
la autoridad inmediata. Solamente en casos urgentes, cuando no haya en el lugar ninguna autoridad judicial, y tratándose de delitos que se
persiguen de oficio, podrá la autoridad administrativa, bajo su más estrecha responsabilidad, decretar la detención de un acusado, poniéndolo
inmediatamente a disposición de la autoridad judicial. En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir, y que será escrita, se
expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan, a lo que únicamente
deberá limitarse la diligencia, levantándose en el acto de concluirla, una acta circunstanciada en presencia de dos testigos propuestos por el
De la génesis legislativa del precepto que nos ocupa se puede inferir que su temática se discutió en el
marco de las reflexiones de las Asambleas Constituyentes sobre cuestiones de carácter penal (detenciones,
cateos, inviolabilidad del domicilio) y podría suponerse que teniendo ello en mente, su inclusión obedeció
a esa lógica. Sin embargo, tanto las reformas que ha sufrido el artículo 16 constitucional como su vasta
interpretación judicial y doctrinaria, han dado al texto un alcance mucho mayor, al grado de constituirse en

2. Control Preventivo
una de las piedras angulares de nuestro sistema jurídico: el principio de legalidad.

Este principio, sacramental en la teoría política, constitucional y democrática, busca proteger los derechos
fundamentales de las personas en contra de afectaciones e injerencias arbitrarias de la autoridad, cometidas
sin autorización legal o en exceso de las potestades autorizadas legalmente. Si bien cobra relevancia en
cualquier tipo de restricción a un derecho humano, reviste aun mayor importancia tratándose de la vida
privada y la libertad de las personas –derechos humanos garantizados de manera especial y detallada tanto
en nuestro marco constitucional como en los tratados internacionales en la materia–.

A la luz de estos objetivos, se exige a las autoridades del país que su actuar (en perjuicio de los derechos
mencionados) esté sustentado en una norma con rango de ley y que conste en documento u orden escrita
que señale y explique los fundamentos legales de su hacer y las razones por las que estima que debe
proceder a afectar al ciudadano.

Este imperativo cumple dos funciones primordiales. Por un lado, acota y enmarca dentro de la legalidad el
ejercicio del poder público, evitando los abusos y caprichos de los gobernantes frente a los ciudadanos.
Por otro, implica una garantía a favor de los gobernados de que, si dichos extremos no son cumplidos,
las actuaciones de la autoridad serán ilegales, viciadas de nulidad y, por tanto, constituye una protección
efectiva de tales derechos, a través de la función jurisdiccional.

Resulta interesante que la jurisprudencia sobre este principio cardinal se ha enfocado, a lo largo de los años,
en su interpretación y cumplimiento a la luz de la multiplicidad de actos administrativos desplegados por
autoridades igualmente administrativas con base en el más variado catálogo y clases de leyes administrativas
encaminadas a regular y salvaguardar diversos fines constitucionalmente tutelados.

Se han dilucidado y desentrañado sus distintos componentes y se han brindado parámetros claros sobre
las formas y medidas que la autoridad debe realizar para cumplirlos (qué es la competencia, cómo se
acredita, qué significa fundar y motivar, cómo debe materializarse o formalizarse el mandamiento escrito,
los supuestos de molestia que deben preverse en la ley, entre muchos otros22).

93
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
Sin embargo, este texto constitucional y los postulados que encierra (a pesar de su aparente origen en la
materia penal) no han servido, al menos no de manera estandarizada y generalizada, de parámetro directo

ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.
La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias únicamente para cerciorarse de que se han cumplido los reglamentos
sanitarios y de Policía y exigir la exhibición de los libros y papeles indispensables para comprobar que se han cumplido las disposiciones
fiscales, sujetándose en estos casos a las leyes respectivas y a las formalidades prescritas para los cateos.
22 Tesis jurisprudencial 2a. /J. 61/2000, de rubro y texto: “ACTOS ADMINISTRATIVOS. PARA CUMPLIR CON LA GARANTÍA DE
LEGALIDAD PREVISTA EN EL ARTÍCULO 16 CONSTITUCIONAL, DEBEN CONTENER EL LUGAR Y LA FECHA DE SU EMISIÓN […].
Tesis jurisprudencial P. /J. 10/94, de rubro y texto: “COMPETENCIA. SU FUNDAMENTACION ES REQUISITO ESENCIAL DEL ACTO DE
AUTORIDAD. […].
Tesis aislada con número de registro 237523, de rubro y texto: “ACTOS DE MOLESTIA. DEBEN SER EFECTUADOS POR AUTORIDAD
COMPETENTE QUE LOS FUNDE Y MOTIVE. […].
Tesis aislada con número de registro 238355, de rubro y texto: “AUDIENCIA Y SEGURIDAD JURIDICA, GARANTIAS DE. ACTOS PRIVATIVOS
Y ACTOS DE MOLESTIA DE BIENES O DERECHOS. DISTINCION. ARTÍCULOS 14 Y 16 CONSTITUCIONALES.[…].
en materia penal tratándose de las actuaciones que afectan los derechos referidos: la privacidad y libertad
de las personas. Ello se debe, en gran parte, a que tanto el propio artículo 16 constitucional como otros
preceptos de la Carta Magna, regulan de manera específica las protecciones y restricciones autorizadas a
estos derechos fundamentales (formas y formalidades de las detenciones y de cateos, prohibiciones sobre
intervención de comunicaciones privadas, inviolabilidad del domicilio, protección de datos personales). Es
decir, ante su regulación particular (y sobra decirlo, detallada y exhaustiva), se hacía innecesario acudir a un
texto más general como el que nos ocupa.

Lo anterior se corrobora del proceso legislativo de la reforma constitucional publicada el tres de septiembre
de mil novecientos noventa y tres, en la que, entre otros, se modificó el artículo 16 de la Constitución,
señalando que “…Se mantiene el texto vigente de dicho dispositivo, mediante el cual se prevén los requisitos
de competencia, fundamentación y motivación que integran el principio de legalidad. Este debe regir para todo
acto de autoridad que implique molestia a los gobernadores (sic) en sus derechos. Por ser éste un principio que
orienta los actos de autoridad que se verifican prácticamente en todos los ámbitos del derecho, se presenta en
párrafo separado las disposiciones que se circunscriben a la materia penal…”23.

No obstante la regulación específica señalada, es claro que el principio de legalidad irradia, de manera
indirecta, en todos estos actos de autoridad (los penales), pues no cabe duda que en todos ellos el propósito
constitucional prevaleciente es evitar la arbitrariedad. De manera que no escapan a los estándares generales
del principio de legalidad, aunque, tal y como lo ha reconocido esta Suprema Corte y atendiendo a la naturaleza
y características de los distintos tipos de actos de gobierno. La autoridad legislativa no debe sostener su
competencia con las mismas formalidades que la administrativa24. La motivación de los actos se exige
de manera diversa en tratándose de actos judiciales, legislativos o administrativos. Diferentes clases de
actos administrativos, según sus fines y circunstancias particulares, deben cumplir con los requerimientos
idóneos que garanticen, por un lado, una eficaz función estatal y, por otro, el debido respeto a los derechos
ciudadanos.

Ante este escenario, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en el marco de la nueva regulación del
sistema de justicia penal acusatorio y oral, plantea que el primer párrafo del artículo 16 de la Constitución sí
es aplicable –en sus términos, es decir, en la literalidad de su texto– a las inspecciones de personas y sus
posesiones (incluyendo vehículos) en el contexto de las investigaciones criminales.

No coincidimos con tal pretensión.


94

Si bien a primera vista las inspecciones que nos ocupan pudieran encuadrar en la categoría de actos
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

de molestia (conforme a la jurisprudencia P./J. 40/9625), en virtud de que no constituyen una privación
definitiva del derecho a la libertad o integridad personal, sino su menoscabo temporal, lo cierto es que
existen afectaciones momentáneas a la libertad que no se ubican dentro de dichas categorías conceptuales

23 Dictamen emitido por las Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Justicia de la Cámara de Diputados
(Cámara de origen) el diecinueve de agosto de mil novecientos noventa y tres, para la aprobación de la reforma constitucional al artículo 16,
publicada el tres de septiembre de mil novecientos noventa y tres.
24 Tesis aislada con número de registro 232220, de rubro y texto: “FUNDAMENTACION Y MOTIVACION. FORMA DE ENTENDER
ESTA GARANTIA, CON RESPECTO A LAS LEYES. […].
Tesis aislada con número de registro 237356, de rubro y texto: “LEYES Y REGLAMENTOS, FUNDAMENTACION Y MOTIVACION DE. […].
Tesis aislada con número de registro 232460, de rubro y texto: “FUNDAMENTACION Y MOTIVACION DE LOS ACTOS DE AUTORIDAD
LEGISLATIVA. […]
25 Tesis jurisprudencial P. /J. 40/96, de rubro y texto: “ACTOS PRIVATIVOS Y ACTOS DE MOLESTIA. ORIGEN Y EFECTOS DE LA
DISTINCION. […].
y que deben cumplir con otros parámetros para validar su constitucionalidad26, atendiendo a las facultades
del agente estatal de que se trate, las circunstancias en que debe o puede ejercerlas y los fines y objetivos
que con ellas persigue en el contexto constitucional, cumpliendo al efecto, (como se verá más adelante) con
el principio de legalidad atendiendo a sus características particulares.

2. Control Preventivo
Al efecto, se acude a lo resuelto por la Primera Sala de este Máximo Tribunal en el amparo directo en revisión
1596/2014, en el que (a partir de las consideraciones vertidas en el amparo directo 14/2011 y en el amparo
directo en revisión 703/2012), reconoció la libertad de movimiento o libertad deambulatoria como una
categoría específica dentro del régimen general de libertades que protege la Constitución General de la
República.

Tal y como se afirmó en dichos precedentes, este Tribunal Pleno es de la convicción que el derecho a la
libertad personal sólo puede ser limitado bajo determinados supuestos de excepcionalidad, en armonía con
la Constitución Federal y los instrumentos internacionales en la materia27, de forma que se salvaguarde su
reconocimiento y protección de la manera más amplia, precisamente, bajo el principio pro persona.

1. Asimismo, este derecho, al expresarse en distintas facetas, como puede ser la penal, converge con
diversos principios fundamentales como es la legalidad y la seguridad jurídica conforme a los artículos 14,
segundo párrafo28, y 16, primer párrafo, de la Constitución Federal, así como con otros derechos humanos,
dada su íntima interrelación e interdependencia, tales como el derecho de propiedad o el derecho a la
libre circulación previsto en el artículo 11 constitucional29, que si bien se refiere en términos generales a la
posibilidad de entrar y trasladarse en el interior del territorio nacional, una afectación o privación a la libertad
personal en su expresión de libertad de movimiento podría incidir indirectamente en el goce de tal libre
circulación.

Dado el carácter relevante del derecho a la libertad personal, los casos en que ésta puede ser limitada deben
ser excepcionales y autorizados constitucionalmente. Bajo esta óptica, las órdenes de aprehensión, así como
las detenciones en los casos de flagrancia y de urgencia se enmarcan en dichos supuestos excepcionales
y están permitidas conforme a las formalidades que la naturaleza específica de cada una de dichas figuras
exige.

Sin embargo, dicha Sala admitió (en el amparo directo en revisión 3463/2012 retomado en el diverso
1596/2014) que pueden existir otro tipo de afectaciones momentáneas a esta libertad y que deben cumplir
con parámetros de regularidad constitucional propios. Estos son los controles preventivos provisionales.

95
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales
Los controles preventivos provisionales son restricciones temporales al ejercicio de un derecho, las cuales

26 Amparo directo en revisión 1596/2014.


27 Tesis aislada 1a. CXCIX/2014. Ver nota 26.
28 Artículo 14 de la Constitución Federal. A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.
Nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente
establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las Leyes expedidas con anterioridad al hecho.
(…)
29 Artículo 11 de la Constitución Federal. Toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio
y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes. El ejercicio de este
derecho estará subordinado a las facultades de la autoridad judicial, en los casos de responsabilidad criminal o civil, y a las de la autoridad
administrativa, por lo que toca a las limitaciones que impongan las leyes sobre emigración, inmigración y salubridad general de la República,
o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país.
(…)
no deben confundirse con una detención propiamente dicha, ya que no implican una privación del derecho de
libertad personal, sino una afectación momentánea de la misma que deberá estar justificada por la autoridad
y que, según se dijo en dichos precedentes, en muchos casos tiene como finalidad última la prevención,
preservación o consecución de la seguridad pública.

Al idear el concepto de control preventivo provisional, la Primera Sala abordó las distintas actuaciones
legítimas de las autoridades que pudieran incidir en la libertad personal o propiedad de un individuo, como los
actos ordinarios de los diferentes elementos de seguridad en la prevención e investigación de una conducta
delictiva o las acciones necesarias para la salvaguarda de la integridad de los propios agentes policiales en
el desarrollo de sus funciones.

Esta determinación, tal y como lo afirmó la Primera Sala, tiene como premisas dos presupuestos de
entendimiento constitucional de gran envergadura para el ordenamiento jurídico. El primero consiste en
que la mayoría de los derechos humanos no son de carácter absoluto, ni siquiera la libertad personal, como
reiteradamente lo ha sostenido esta Suprema Corte. Consecuentemente, aunque el control preventivo
provisional no tiene un sustento expreso en el texto constitucional, deriva de las facultades que tienen los
elementos de seguridad pública en la prevención, investigación y persecución de posibles conductas que
afecten los derechos de los demás y, por ende, prohibidas por el ordenamiento jurídico, de conformidad con
el artículo 21 de la Constitución Federal30.

La intención de esta Suprema Corte en destacar la existencia de dicho control preventivo provisional fue
precisamente clarificar cuáles son las restricciones provisionales permitidas al ejercicio de derechos
humanos como la libertad personal y bajo qué condiciones se justifican, ya que invariablemente la conducta
de un elemento de policía o de seguridad pública incidirá o afectará momentáneamente en esa libertad o
libertades y en el goce de otros derechos interdependientes como puede ser el de propiedad, libre circulación
o intimidad.

En estrecha relación con lo anterior, el segundo presupuesto que la Primera Sala enunció radica en que se
permite este control preventivo provisional al no ser un acto de privación del ejercicio de derechos, como
puede ser una detención. Las restricciones provisionales son precisamente afectaciones momentáneas al
ejercicio de un derecho que no es absoluto; por lo tanto, aun cuando no se encuentre prevista expresamente
cierta restricción provisional en el texto constitucional, es legítima desde el punto de vista constitucional
cuando se realice en cumplimiento de lo previsto en el artículo 21 de la Constitución Federal y siempre y
cuando se efectúe atendiendo a la concurrencia de una sospecha razonable.
96
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

En ese sentido, afirmó que la Constitución Federal señala que para que una persona pueda ser privada de su
libertad debe existir una orden de aprehensión o la concurrencia de flagrancia o caso urgente en la comisión
de una conducta delictiva. A este accionar el texto constitucional lo denomina como “detención”, que en
realidad se puede considerar como un sinónimo de “arresto”.

Sin embargo, continúa el precedente citado, no todo contacto entre una autoridad de seguridad pública y
una persona puede o debe catalogarse como una detención. Las competencias propias de los agentes de
seguridad pública implican actos de investigación o de prevención del delito, por lo que necesariamente
existe algún tipo de incidencia o contacto entre agentes del Estado y sus habitantes que no actualiza el
supuesto de detención.

30 Artículo 21 de la Constitución Federal. Ver nota 28.


Así, se pueden distinguir tres niveles de contacto entre una autoridad que ejerce facultades de seguridad
pública y una tercera persona:

a) Simple inmediación entre el agente de seguridad y el individuo, para efectos de investigación,

2. Control Preventivo
identificación o de prevención del delito.

b) Restricción temporal del ejercicio de un derecho, como puede ser la libertad personal, propiedad, libre
circulación o intimidad.

c) Detención en estricto sentido.

La Primera Sala explicó que el primer nivel de contacto no requiere de justificación, ya que es una simple
aproximación de la autoridad con la persona que no incide en su esfera jurídica. Este supuesto se actualiza,
por ejemplo, cuando un agente de policía se acerca a una persona en la vía pública y le hace ciertos tipos
de preguntas, sin ejercer algún medio coactivo y bajo la suposición de que dicha persona se puede retirar en
cualquier momento. En cambio, la restricción temporal del ejercicio de la libertad surge cuando una persona
se siente razonablemente obligada por la autoridad a obedecer sus órdenes expresas o implícitas, lo cual
puede derivar en una ausencia de movimiento físico.

La Sala sostuvo y este Tribunal Pleno comparte de manera categórica que esta restricción a la libertad
personal tiene que estar plenamente justificada en aras de que se fundamente a partir del artículo 21
constitucional; es decir, en un Estado constitucional de Derecho como el mexicano, no es posible aceptar
que cualquier autoridad pueda limitar el ejercicio de la libertad deambulatoria, sin razones objetivas que
sustenten tal afectación.

Adicionalmente, sostuvo que esta restricción provisional puede darse en un grado menor o mayor de
intromisión, dependiendo de las circunstancias del caso (tal como se expuso en el amparo directo en
revisión 3463/2012). Será mayor cuando la autoridad aprecie de las situaciones fácticas que, por ejemplo,
su integridad física corre algún peligro al momento de restringir provisionalmente la libertad de un sujeto o
que la persona resulta violenta o intente darse a la fuga, lo cual lo facultará para realizar sobre la persona
y/o sus posesiones o propiedades un registro o revisión más exhaustiva, con la finalidad fundamental de
prevenir algún delito.

97
Por el contrario, la restricción provisional del ejercicio del derecho humano será menos intrusiva si, actualizada

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


la sospecha razonable, no existen circunstancias fácticas que permitan a la autoridad percibir que la persona
en cuestión es peligrosa o que su integridad física corre peligro, por lo que estarán facultados para llevar a
cabo solamente una revisión ocular superficial y exterior de la persona y/o de sus posesiones o propiedades.

En el precedente en estudio se afirmó respecto a la acreditación de la existencia de esta suposición razonable,


que la autoridad deberá señalar detenidamente cuál era la información (hechos y circunstancias) con la que
contaba en ese momento para suponer que la persona en cuestión estaba cometiendo una conducta ilícita
o, por el contrario, si el registro o revisión fue autorizada libremente por el posible afectado31. Para el primer

31 Al respecto, el precedente señaló que se entiende que existe consentimiento cuando fue prestado de manera consciente y libre; es
decir, ausente de error, coacción o de un acto de violencia o intimidación por parte de los agentes de policía. La Primera Sala también aclaró
que una conducta evasiva a las peticiones de una autoridad no puede considerarse, per se, como una sospecha razonable que justifica un
control preventivo provisional, dado que el hecho de que una persona invoque o haga valer su derecho a la propiedad o intimidad, entre otras
supuesto, dicha información tendrá que cumplir con criterios de razonabilidad y objetividad; a saber, deberá
ser suficiente bajo el criterio de que cualquier persona desde un punto de vista objetivo hubiere llegado a la
misma determinación que la autoridad si hubiere contado con tal información.

Lo anterior será diferente en cada caso concreto y dependerá de los hechos y circunstancias presentes
al momento de decidir efectuar la restricción temporal de la libertad personal y de otros derechos
interdependientes. La sospecha razonable, insistió la sentencia comentada, “debe ser acreditable
empíricamente en virtud de que se justifique la presunción de que alguien está cometiendo un delito o lo acaba
de cometer”.

Bajo esa tónica, abundó la ejecutoria de mérito, es importante resaltar que no deben confundirse los citados
niveles de actuación de la autoridad de seguridad pública, pues habrá situaciones en que restricciones
temporales a la libertad personal se conviertan en detenciones, al verificarse en el momento de la restricción
la actualización de una conducta delictiva, mientras que en otros casos se agotará la actuación policial en
dicha restricción sin que exista detención.

De todo lo expuesto, este Tribunal Pleno obtiene lo siguiente:

a) La libertad de movimiento o deambulatoria se encuentra constitucionalmente protegida como una


variante de la libertad personal. Sin embargo, al igual que otros derechos humanos, no es absoluta,
sino que admite limitaciones.

b) Las restricciones a esta libertad deben preverse a nivel constitucional para que se consideren válidas,
dentro de las cuales se encuentran la orden de aprehensión, la detención en flagrancia, la detención
por caso urgente (todas autorizadas por el artículo 16 constitucional) y los controles provisionales
preventivos (permitidos por el 21 constitucional).

Los controles provisionales preventivos son restricciones a la libertad deambulatoria autorizados


constitucionalmente, con las características generales siguientes:

· Su fundamento constitucional deriva de las facultades en materia de seguridad pública que se


otorgan a los agentes de la Policía en el artículo 21 constitucional, es decir, en la prevención,
investigación y persecución de los delitos, por lo que sólo en estos ámbitos de actuación se
98

encuentra autorizada su realización, bajo los parámetros que se describen en esta resolución.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales

· Tienen como finalidad última la prevención de la comisión de delitos, así como su investigación
y la preservación de la seguridad y orden públicos.

· No implican la detención de una persona, entendida como la captura de la persona por el agente
estatal y su retención, reclusión o encarcelamiento por un periodo de tiempo prolongado,
sino una restricción temporal o momentánea a la libertad deambulatoria o de movimiento
(también conocida como libertad de acción). Estas restricciones –que no privaciones– pueden
manifestarse también en una limitante al derecho a la libre circulación o de tránsito.

libertades, no significa forzosamente que esté llevando a cabo una conducta ilícita, sino que está en posición de exigir el respeto a su respectivo
derecho humano.
· No son arbitrarios o caprichosos, pues para que sean constitucionalmente válidos deben
realizarse por autoridad competente, en este caso por los agentes de Policía, y a su ejecución
precede, invariablemente, la existencia de una sospecha razonable.

2. Control Preventivo
En tal contexto, encontramos que la inspección de personas y sus posesiones (incluyendo vehículos)
constituye un control preventivo provisional que se encuentra autorizado constitucionalmente no sólo en
la prevención y persecución de los delitos, sino también en su investigación.

En efecto, si en el marco de la reforma al sistema de justicia penal el Poder Constituyente expresamente


dispuso que la Policía se convierta en un elemento central en las indagatorias criminales, en lugar de servir
como simple brazo ejecutor del Ministerio Público y la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad
Pública –tal y como se indicó líneas arriba- faculta a los miembros de las Instituciones Policiales
para participar en dichas investigaciones, mediante los actos que requieran realización inmediata o
ante la comisión de un delito flagrante, así como practicar las diligencias necesarias que permitan el
esclarecimiento de los hechos que la ley señale como delito, es incuestionable que la realización eficaz
de esa elevada responsabilidad debe conllevar, necesariamente, la facultad para desplegar e instrumentar
las técnicas y actos de investigación conducentes para desentrañar la verdad de los hechos y obtener o
confirmar indicios que permitan, ya en fase judicial, vincular a proceso.

Ante este escenario, no cabe duda de que las inspecciones son y deben ser una tarea primordial y
connatural a la función investigadora de los delitos (así lo reconoce incluso la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos y el Código impugnado va más allá catalogándola como una “obligación” de la
Policía). En tal sentido, constituyen una restricción admisible constitucionalmente al derecho de libertad
deambulatoria, siempre que se lleven a cabo respetando cabalmente los requerimientos constitucionales
correspondientes.

¿Cuáles son entonces los requerimientos o requisitos mínimos de constitucionalidad para las
inspecciones? El Código impugnado distingue entre dos supuestos en los que se pueden verificar estos
actos (artículo 268):

a) En flagrancia.

99
b) Cuando existan indicios de que oculta (la persona a inspeccionar) entre sus ropas o que lleva adheridos
a su cuerpo instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho considerado como delito

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales


que se investiga.

Aun y cuando ambos supuestos comparten algunos elementos comunes en cuanto a sus requisitos
de validez, se estima conveniente analizarlos por separado, dadas sus características particulares y
situaciones de hecho y de derecho en que cada uno puede darse.

Asimismo, el propio ordenamiento también se refiere a la inspección de personas y a la inspección de


vehículos (artículo 251, fracciones III y V), por lo que el estudio se ocupará también de las particularidades
que corresponden a cada caso.

Antes de continuar, debe aclararse que el estudio que se realiza en la presente ejecutoria se ocupa
exclusivamente de los parámetros de regularidad constitucional en el marco de las investigaciones
criminales.

Primero, por tratarse de figuras previstas en la legislación procesal penal, es decir, la relativa a la
investigación y persecución de los delitos (no a su prevención). Segundo, porque la propia Comisión
Nacional de los Derechos Humanos enmarca su impugnación, precisamente, en este contexto de
actuación estatal. De tal modo que esta Suprema Corte no se ocupará de la constitucionalidad de
otros supuestos de inspección policial como pueden ser en la prevención del delito y otras funciones
de seguridad pública o nacional (por ejemplo retenes, inspecciones preventivas en transporte público,
puertos, aeropuertos, fronteras y carreteras, por mencionar algunos ejemplos) o de las inspecciones o
revisiones derivadas de la vigilancia y cumplimiento de leyes administrativas que no se originen o tengan
por motivo los supuestos antes mencionados (la flagrancia o la investigación de un delito).

Inspecciones en Flagrancia

Como ya se dijo, la flagrancia es una de las pocas excepciones al requerimiento constitucional de contar con
orden judicial para la detención o arresto de una persona. Al no formar parte de nuestra litis constitucional,
no será materia de estudio constitucional en esta ejecutoria la figura de la flagrancia en sí (cómo se verifica
y en qué momentos o supuestos32). Basta señalar que un delito flagrante es aquél (y sólo aquél) que brilla
a todas luces, que es tan evidente e inconfundible que cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y
llegar a la convicción de que se está en presencia de una conducta prohibida por la ley33).

Lo que sí abordamos aquí son las circunstancias, forma y términos en que los agentes de seguridad pública
pueden acercarse o aproximarse a un sujeto para verificar si se ubica o no en algún caso o supuesto de delito
flagrante y, de ahí, en su caso, proceder a su detención.

En efecto, la flagrancia se actualiza cuando el agente del Estado (o incluso cualquier particular) presencia
directamente la comisión de un delito, es decir, se percata a simple vista o con los sentidos de que se está
cometiendo en ese mismo instante un hecho ilícito. Por ejemplo, cuando se observa cómo una persona
golpea a otra o cuando ocurre frente a él un homicidio o robo. En estos casos, la flagrancia se revela por sí
sola y, por tanto, la detención del individuo se justifica y queda autorizada sin necesidad de que el agente
realice una inspección para cerciorarse de la comisión o no de un delito. Por tal motivo, puede practicarse,
en su caso, una inspección de manera posterior a la detención, con el fin de que el agente garantice su
propia seguridad y la de terceros, así como para obtener, como parte de la investigación que en ese mismo
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 100

momento inicia del delito recién cometido, los instrumentos, objetos o productos del delito.

Pero el otro caso y que resulta más relevante para nuestro estudio es el que se da cuando, el agente estatal
advierte que se está cometiendo un delito en ese preciso momento, pero en virtud de la presencia de una
sospecha razonable, que a su vez motiva y justifica la realización de un control preventivo provisional, como
podría ser una inspección.

2. No podría descubrirse la comisión de un delito en ese mismo momento sin una inspección previa.
Es consustancial, connatural a este supuesto, al punto que si la inspección misma no se justifica desde el

32 El artículo 16 constitucional refiere a los supuestos en que se puede detener en flagrancia, respecto de los cuales la Suprema Corte
ha establecido ya criterios (véase amparo directo 14/2011 y amparo directo en revisión 703/2012).
33 Amparo directo 14/2011.
punto de vista constitucional, la detención será ilegal.

Esta Suprema Corte ya ha reconocido que la comisión de un delito puede descubrirse, por ejemplo, con motivo
de la infracción de las disposiciones de tránsito vehicular. En estos supuestos, el agente de policía tuvo una

2. Control Preventivo
justificación constitucional para aplicar un control preventivo al ciudadano –impedir que continúe circulando
en la vía pública conforme lo venía haciendo– y, en razón de este control y dadas las circunstancias fácticas
del caso, puede efectuar, con mayor o menor grado de intensidad, según se ha explicado líneas arriba, una
revisión o inspección de la persona y sus posesiones o del vehículo mismo, siempre que, con los datos
e informaciones con que cuente el agente en ese momento, tenga la sospecha razonable de que en ese
instante se está cometiendo un delito.

De igual manera, se ha reconocido que los agentes de seguridad pueden practicar inspecciones a personas,
sus posesiones y vehículos al tener noticia de la comisión o posible comisión de un delito (noticia criminis)34,
siempre que en el caso exista una sospecha razonable, verificando si las circunstancias coinciden
objetivamente con los objetos materiales del ilícito, los sujetos, lugares y horarios descritos en las denuncias
recibidas previamente (amparo directo en revisión 3463/2012).

Según lo explicó la Primera Sala en el precedente referido:

Así, los parámetros que dan pauta a la detención por sospecha razonable, derivan de
condiciones específicas que distan de aquellos casos en que la detención de una persona
se realiza por un agente de la autoridad en virtud de haber presenciado que se estaba
cometiendo el delito. En la actualización de la sospecha razonada, no existen la condición
fáctica descrita, la comisión del delito no es evidente y apreciable de forma directa, pero
existen condiciones circunstanciales que justifican la realización de un control preventivo
provisional por parte de los agentes de la autoridad. Ya sea porque exista una denuncia
informal o anónima o porque el sujeto exteriorice acciones que objetivamente den lugar a
considerar que se pretende ocultar la realización de un delito. Pero serán las condiciones
fácticas de estas circunstancias las que determinan el grado de intensidad del control
preventivo por parte de la autoridad.

Una vez agotado ese requisito, deberá considerarse el grado de intensidad de la conducta
de la que deriva la sospecha razonable para determinar el control preventivo, siendo éstos
directamente proporcionales. En ese tenor, existen dos grados:

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 101


Un control preventivo de grado menor implicaría que los agentes de la policía pudiesen
limitar provisionalmente el tránsito de personas y/o vehículos con la finalidad de solicitar
información a la persona controlada, como por ejemplo su identidad, ruta, motivos de su
presencia, etcétera. Asimismo, el agente de la policía estaría en posibilidad de realizar una
revisión ocular superficial exterior de la persona o del interior de algún vehículo.

Un control preventivo de grado superior, motivado objetivamente por conductas

34 En el amparo directo en revisión 3463/2012, la Primera Sala resolvió que la noticia criminis puede presentarse en las condiciones
de regularidad formal que deben operar ordinariamente (por ejemplo una denuncia formal ante la Policía o el Ministerio Público) o a través
de medios informales, como pueden ser las denuncias anónimas, denuncias por teléfono (anónimas o no) de particulares o aquellas denuncias
que se realizan presencial y directamente ante los agentes de la policía en el campo.
proporcionales y razonablemente sospechosas, implicaría que los agentes policiales
estarían en la posibilidad de realizar sobre la persona y/o vehículos un registro más
profundo, con la finalidad fundamental de prevenir algún delito, así como para salvaguardar
la integridad y la vida de los propios agentes. En estas condiciones, dichos agentes podrían
además registrar las ropas de las personas, sus pertenencias, así como el interior de los
vehículos. Esto ocurriría, por ejemplo, si las circunstancias objetivas y particulares que
rodean a un delito y al sujeto activo corresponden ampliamente con las descritas en una
denuncia previa, o bien si los sujetos controlados muestran un alto nivel de desafío o de
evasión frente a los agentes de autoridad. En resumen, una persona violenta o que intente
darse a la fuga, puede ser objeto de un control preventivo más intenso.

En este sentido, si tras un control provisional preventivo legítimo los agentes de la policía
advierten la comisión flagrante de algún delito, la detención del sujeto controlado será
lícita y, en consecuencia, también lo serán las pruebas descubiertas en la revisión que, a
su vez, tendrán pleno valor jurídico para ser ofrecidas en juicio.

Incluso, habrá casos en que la Policía, por sí sola, puede tener una sospecha razonable de que se está
cometiendo un delito y de inmediato proceder a la inspección respectiva, pues sería ilógico suponer que, ante
la presencia de una situación que pudiera constituir actividad criminal, deba esperar a una denuncia o aviso
previo, cuando dentro de sus funciones constitucionales está precisamente la prevención e investigación
de los delitos. Sin embargo, se insiste, deberá acreditarse una sospecha razonable de que los individuos de
que se trate y que serán sujetos de inspección y una posible detención posterior, estén cometiendo en ese
momento un delito. Cualquier inspección realizada fuera de ese parámetro será ilegal y, por tanto, inválida y
viciada constitucionalmente.

En todos estos casos la policía inicia precisamente lo que a todas luces constituye una investigación criminal,
pudiendo realizar la inspección respectiva al actualizarse la sospecha razonable de que se está cometiendo
en su presencia y en ese mismo instante una conducta delictiva.

Debemos ser muy claros. El requerimiento de que se acredite una sospecha razonable no es menor y no debe
confundirse con una mera suposición subjetiva carente de datos objetivos que sustenten la procedencia
constitucional de la inspección como control preventivo provisional.

La sospecha razonable es central. Sin ella, la inspección se vuelve arbitraria y, por ende, violatoria de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 102

derechos humanos. De ahí que los agentes de seguridad pública deberán contar con los datos e informes
necesarios para acreditarla y los jueces habrán de ser especialmente rigurosos en el escrutinio judicial de
estas medidas.

3. La sospecha razonable no puede justificarse por cualquier circunstancia abstracta, como la


apariencia física de las personas, su forma de vestir, hablar o comportarse. No puede derivar de la simple
sospecha que provenga de un criterio subjetivo del agente, basado en la presunción de que, por la simple
apariencia del sujeto, es posible que sea un delincuente35.

Al reportar la inspección y para efectos del control judicial respectivo, el agente policial deberá aportar de

35 Amparo directo en revisión 3463/2012.


manera clara y concatenada los hechos y datos con los que contaba, apenas en el momento anterior de su
aproximación o acercamiento al sujeto, que lo llevaron a concluir que, objetivamente, se encontraba ante una
sospecha razonable de que cometía un delito en tal instante.

2. Control Preventivo
No sería admisible, por ejemplo, sustentar el control preventivo bajo el argumento de que la Policía cuenta con
facultades o competencias constitucionales en la prevención e investigación de delitos. Ello no es suficiente
bajo cualquier parámetro. Igualmente sería intolerable justificar una inspección bajo “corazonadas” o “porque
se veía sospechoso” o aduciendo amplia experiencia policiaca o protocolos de actuación generales. No debe
verse como un mero requisito formalístico que pueda ser completado en un formato o sin el debido esmero
intelectual correspondiente. La sospecha razonable debe acreditarse caso por caso, de manera individual y
según las circunstancias fácticas que rodean la actuación de que se trate.

Aunado a lo anterior, se considera que la intensidad o forma en que el agente de policía realiza la inspección
también cae bajo el examen judicial correspondiente. Ante la descripción de las circunstancias, hechos
y datos del caso, el juzgador debe determinar si la forma e intensidad de la inspección en sí misma fue
razonable, es decir, si en el caso a analizar bastaba una revisión ocular y superficial o, por el contrario, era
indispensable un registro más profundo de las ropas, posesiones y vehículo del sujeto. Si bien una primera
etapa es la acreditación de una sospecha razonable, ello en modo alguno da un “cheque en blanco” al policía
para practicar todo tipo de revisiones o registros. El grado o fuerza de la medida debe ser proporcional a
las circunstancias (por ejemplo, como se dijo, en aras de proteger la integridad de los propios agentes o de
mantener la seguridad y paz públicas).

El requerimiento de la sospecha razonable y la forma y términos en que debe ser transmitida o comunicada
para su valoración al juez de control es como se cumple, en estos casos, con el principio de legalidad exigido
constitucionalmente pues su naturaleza intempestiva genera que la inspección que se practique sobre la
persona no sea compatible con la exigencia de que los cuerpos policiacos soliciten una orden por escrito
para practicarla, pues si bien éstos actúan en el marco de sus atribuciones constitucionales y legales en
materia de seguridad pública e investigación de los delitos (artículo 21 constitucional), lo hacen –en este
caso– bajo circunstancias extraordinarias que exigen parámetros de regularidad constitucional específicos.

Además, el principio de legalidad opera en estos supuestos de una manera diferente a lo que ocurre en la
gran mayoría de los otros actos de autoridad (sobre todo en los actos administrativos). En éstos, el acto
se emite y goza de una presunción de validez plena. Es el particular el que debe instar su impugnación,
su cuestionamiento y aportar los medios y argumentos de convicción para demostrar su invalidez. Por el

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 103


contrario, en el caso de las inspecciones (y las detenciones que se verifiquen como consecuencia), si bien se
materializó ya el acto, no goza de la presunción de legalidad, sino que, con base en el principio de presunción
de inocencia y en respeto a otros valores constitucionales, la autoridad debe demostrar automáticamente
o motu proprio (es decir, sin que el particular lo solicite) y ya directamente ante el juez, que la inspección
se realizó atendiendo al estándar de sospecha razonable. Ella tiene la carga de la prueba de justificar la
legalidad de la actuación aportando, como se dijo, la sumatoria de circunstancias, hechos y datos en la
escena que, vistos en su conjunto, daban lugar a suponer de manera objetiva que se estaba ante la comisión
de un delito. Si el juez, ejerciendo funciones de control, no llega a la convicción de que la inspección se
realizó bajo los parámetros de sospecha razonable, el juzgador deberá valorar si la inspección que se llevó
a cabo fue o no legal.

Este parámetro de regularidad constitucional pretende alcanzar un equilibrio entre, por un lado, el respeto y
protección de los derechos de las personas y, por otro, una eficaz labor de las autoridades en la investigación
y persecución de los delitos. Consideramos que este equilibrio se logra en la medida en que la ejecución de
la inspección que nos ocupa cumpla cabalmente con lo siguiente:

a) Que la inspección se verifique en el lugar en el cual el agente de Policía se topa o encuentra con el
sujeto a inspeccionar, de manera que cualquier inspección que se realice con posterioridad a ese
acercamiento inicial, en lugares diversos o bajo cualquier otra circunstancia, no le serán aplicables los
parámetros que se explican en este apartado.

b) Se solicitará la anuencia y cooperación del sujeto para realizar la inspección y, sólo en caso de que
se resista, se podrá practicar de manera forzosa (artículo 266 del Código Nacional), tal y como se
explicará más adelante.

c) Se comunicará al sujeto al que se practique la inspección el o los motivos de la misma. Según las
circunstancias particulares del caso concreto ello podrá verificarse durante la práctica misma de la
inspección o inmediatamente después de ello (artículo 266 del Código Nacional).

d) El agente de policía deberá velar por su seguridad y la de otras personas (aplicando, como se dijo,
un control preventivo provisional de menor o mayor intensidad). Ello se justifica en la medida en que
ante la sospecha razonable de la comisión en ese mismo instante de un crimen, es previsible que
la persona pueda oponer resistencia a su detención o incluso a su registro o inspección y eventual
traslado a la autoridad competente, de manera que los agentes de Policía estarán investidos de la
potestad de inspeccionar a la persona para evitar cualquier riesgo a su seguridad y a la de las demás
personas que se encuentren presentes en el lugar de los hechos.

Lo anterior, en el entendido de que el objetivo principal de la inspección (al menos en lo que respecta al
presente estudio) es la verificación de que se está cometiendo un delito en ese momento y su objetivo
secundario o indirecto –pero que no puede constituir la razón principal del acercamiento del agente al
individuo en el contexto que aquí se estudia– puede ser el garantizar su seguridad y la de otros.

e) La inspección consistirá en una exploración externa de la persona y sus posesiones, por lo que no
podrá comprender la exposición de partes íntimas del cuerpo (artículo 268 del Código Nacional).

f) La inspección deberá llevarse a cabo con respeto a la dignidad de la persona sujeta a revisión (artículo
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 104

266 del Código Nacional) y con pleno respeto a sus derechos humanos (artículo 1 constitucional y 132
del Código Nacional, en relación con el 147, párrafo tercero).

4. En esta tesitura, se insiste, si la inspección de que se trate no cumple, según la situación que se presente
en cada caso, con los requisitos descritos con antelación, el juez deberá declararla ilegal.

5. Sobra decir que una vez que la persona es detenida y según las circunstancias de cada caso, el agente
aprehensor queda autorizado para practicar una inspección secundaria que tenga por objeto resguardar,
como se señaló, su propia seguridad y la de terceros, así como obtener, como parte de la investigación que
en ese mismo momento inicia del delito recién cometido, los instrumentos, objetos o productos del delito,
con el fin de asegurar una correcta investigación de los hechos y una eventual y exitosa consignación
ante la autoridad judicial, una vez que se cuente con los elementos suficientes para ello.
6. Finalmente, es importante mencionar que todo lo dicho es consistente con los parámetros convencionales
que sobre el tema prevén los tratados internacionales más representativos signados por nuestro país.

7. La Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 736) y el Pacto Internacional de Derechos

2. Control Preventivo
Civiles y Políticos (artículo 937) coinciden en la protección que brindan a la libertad y seguridad personales,
señalando –en cuanto a las privaciones de libertad– como regla general que nadie puede ser privado
de su libertad física salvo por las causas y en las condiciones o con arreglo a los procedimientos
fijados de antemano en las Constituciones o en las leyes y que nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamiento arbitrarios38.

8. Por su parte, el artículo 17 del Pacto39 y el 11 de la Convención40 concuerdan al establecer que nadie podrá
ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada y que toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra esas injerencias.

36 Artículo 7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Derecho a la Libertad Personal


1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas
de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados
contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la
legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén
que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que
éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o
por otra persona.
7. Nadie será detenido por deudas. Este principio no limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimientos de
deberes alimentarios.
37 Artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie
podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta.
2. Toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación
formulada contra ella.
3. Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 105


de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la
comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.
4. Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida
a la brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal.
5. Toda persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho efectivo a obtener reparación.
38 Ambos instrumentos internacionales abundan además en los derechos que asisten a las personas detenidas: a ser informada de las
razones de esos actos y de conocer de la acusación en su contra; a ser llevada sin demora ante autoridad con funciones judiciales y a ser juzgada
en un plazo razonable; a acudir ante un juez para que decida la legalidad del arresto detención; a obtener reparaciones por detenciones ilegales,
entre otros.
39 Artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales
a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.
40 Artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Protección de la Honra y de la Dignidad
1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia,
ni de ataques ilegales a su honra o reputación.
3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.
9. Además, la Convención Americana (artículo 2241) y el Pacto antes mencionado (artículo 1242) establecen
que toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a circular por
el mismo y que el ejercicio de este derecho no puede ser restringido sino en virtud de una ley, en la
medida indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones penales o para proteger
la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o la salud públicas o los derechos o
libertades de los demás, siempre que tales restricciones sean compatibles con los demás derechos de
las personas.

10. Estas últimas disposiciones son reveladoras de un alcance del derecho a la libre circulación que se
enmarca precisamente en las afectaciones o restricciones temporales a la libertad deambulatoria a las
que nos hemos referido. Las limitaciones convencionalmente permitidas a este derecho reconocen la
necesidad de los Estados de implementar medidas tendientes a proteger fines de beneficio colectivo
en cualquier sociedad democrática. De esta manera, las inspecciones policiales antes analizadas, sus
fines y requisitos de constitucionalidad, encuadran en las limitaciones que autorizan los instrumentos
internacionales citados cuando mencionan que la libertad puede restringirse para prevenir infracciones
penales o para proteger la seguridad y orden públicos o los derechos y libertades de terceros.

Inspección durante la investigación de delitos

Recordemos que el segundo supuesto que señala el Código Nacional impugnado para realizar inspecciones
se refiere a “cuando existan indicios de que oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo
instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho considerado como delito que se investiga”.

Este tipo de inspecciones también se estiman constitucionalmente autorizadas al ser un control preventivo
provisional derivado de la facultad de la Policía de investigar los delitos.

En este supuesto permisivo (a diferencia del analizado en el apartado anterior) la inspección se practica
pero con posterioridad a la comisión del hecho ilícito. Es decir, mientras que en los supuestos estudiados en

41 Artículo 22 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Derecho de Circulación y de Residencia


1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a circular por el mismo y, a residir en él con sujeción a las
disposiciones legales.
2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio.
3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una ley, en la medida indispensable en una sociedad
democrática, para prevenir infracciones penales o para proteger la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o la salud
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 106

públicas o los derechos y libertades de los demás.


4. El ejercicio de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede asimismo ser restringido por la ley, en zonas determinadas, por razones de
interés público.
5. Nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser privado del derecho a ingresar en el mismo.
6. El extranjero que se halle legalmente en el territorio de un Estado parte en la presente Convención, sólo podrá ser expulsado de él en
cumplimiento de una decisión adoptada conforme a la ley.
7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución por delitos políticos o comunes
conexos con los políticos y de acuerdo con la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.
8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad
personal está en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas.
9. Es prohibida la expulsión colectiva de extranjeros.
42 Artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tendrá derecho a circular libremente por él y a escoger libremente en él
su residencia.
2. Toda persona tendrá derecho a salir libremente de cualquier país, incluso del propio.
3. Los derechos antes mencionados no podrán ser objeto de restricciones salvo cuando éstas se hallen previstas en la ley, sean necesarias para
proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de terceros, y sean compatibles con los
demás derechos reconocidos en el presente Pacto.
4. Nadie podrá ser arbitrariamente privado del derecho a entrar en su propio país.
el primer apartado la inspección se realiza para descubrir el delito que se está cometiendo en ese mismo
momento, en este segundo caso –que podemos identificar como “inspección durante la investigación”–
el delito ya fue cometido y, al recibir noticia del mismo, la Policía inicia la indagatoria correspondiente,
practicando al efecto todas las técnicas de investigación conducentes, dentro de las cuales se encuentra la
inspección.

2. Control Preventivo
Las inspecciones durante la investigación pueden practicarse únicamente previa noticia. Es decir, la Policía
debe recibir previamente a que realice esta inspección la noticia criminis de manera y bajo condiciones de
formalidad ordinarias (ante la propia Policía o el Ministerio Público (artículo 22443)), conforme a las formas
que el propio Código prevé para el inicio de una investigación criminal, esto es, por denuncia, querella o
equivalente cuando la ley así lo prevea (artículo 22144).

En efecto, una vez recibida la noticia criminis, el Ministerio Público y la Policía tienen la obligación de “proceder
sin mayores requisitos a la investigación de los hechos de los que tengan noticia” (artículo 221, párrafo
primero). Si la noticia es recibida por el Ministerio Público, basta con que éste comunique a la Policía sobre
ello para que ésta pueda iniciar el ejercicio de su facultad constitucional investigadora. Esta comunicación
no implica en forma alguna que el Ministerio Público deba indicar a la Policía de manera pormenorizada y
directa los actos y técnicas de investigación que puede o no realizar, ya que, como se dijo, bajo el nuevo
sistema de justicia penal la Policía no requiere de una habilitación u orden escrita que la posibilite para
actuar en la investigación de los delitos, pues cuenta con facultades constitucionales propias. Lo mismo
ocurre cuando la denuncia es recibida directamente por la Policía, quien únicamente da aviso al Ministerio
Público pero de inmediato comienza la investigación correspondiente.

Si bien el artículo 21 constitucional señala que en la investigación de los delitos la Policía actuará bajo
la conducción y mando del Ministerio Público, ello no llega al extremo de anular cualquier actuación por
parte de la Policía sin que medie una orden previa del Ministerio Público. Primero, porque ello implicaría
que las cosas se mantuvieran conforme al sistema de justicia penal anterior, es decir, cuando el Ministerio
Público era el órgano facultado en exclusiva para realizar la investigación y que la Policía únicamente lo
auxiliaba específicamente en lo que aquél le solicitaba. Esto no es aceptable a la luz del fuerte cambio
constitucional que se generó mediante la reforma de dos mil ocho. Aunado a lo anterior, se desconocería la
intencionalidad expresa y clara del Poder Constituyente de que tal estado de cosas cambiara. Es decir, hubo
pronunciamiento manifiesto en el sentido de que la Policía se convierta en verdadero órgano de investigación
criminal. Segundo, porque se vaciaría de contenido la facultad autónoma que se concedió a la Policía para

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 107


43 Artículo 224 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Trámite de la denuncia
Cuando la denuncia sea presentada directamente ante el Ministerio Público, éste iniciará la investigación conforme a las reglas previstas en
este Código. Cuando la denuncia sea presentada ante la Policía, ésta informará de dicha circunstancia al Ministerio Público en forma inmediata
y por cualquier medio, sin perjuicio de realizar las diligencias urgentes que se requieran dando cuenta de ello en forma posterior al Ministerio
Público.
44 Artículo 221 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Formas de inicio
La investigación de los hechos que revistan características de un delito podrá iniciarse por denuncia, por querella o por su equivalente cuando la
ley lo exija. El Ministerio Público y la Policía están obligados a proceder sin mayores requisitos a la investigación de los hechos de los que tengan
noticia. Tratándose de delitos que deban perseguirse de oficio, bastará para el inicio de la investigación la comunicación que haga cualquier
persona, en la que se haga del conocimiento de la autoridad investigadora los hechos que pudieran ser constitutivos de un delito.
Tratándose de informaciones anónimas, la Policía constatará la veracidad de los datos aportados mediante los actos de investigación que
consideren conducentes para este efecto. De confirmarse la información, se iniciará la investigación correspondiente.
Cuando el Ministerio Público tenga conocimiento de la probable comisión de un hecho delictivo cuya persecución dependa de querella o de
cualquier otro requisito equivalente que deba formular alguna autoridad, lo comunicará por escrito y de inmediato a ésta, a fin de que resuelva
lo que a sus facultades o atribuciones corresponda. Las autoridades harán saber por escrito al Ministerio Público la determinación que adopten.
El Ministerio Público podrá aplicar el criterio de oportunidad en los casos previstos por las disposiciones legales aplicables o no iniciar
investigación cuando resulte evidente que no hay delito que perseguir. Las decisiones del Ministerio Público serán impugnables en los términos
que prevé este Código.
investigar los delitos. Tercero, porque de sostenerse esa postura, la eficacia y eficiencia de la Policía en su
labor investigadora se vería seriamente mermada u obstaculizada, en la medida de que requeriría que el
Ministerio Público le “diera el permiso correspondiente” para cualquier actuación.

En ese sentido, consideramos que la porción normativa referida debe entenderse a la luz de la nueva
configuración del sistema de justicia penal y las atribuciones conferidas a las autoridades que participan
en el mismo. Bajo esta óptica, el Ministerio Público conduce y manda en la investigación desde el punto
de vista jurídico y estratégico, constituyéndose en asesor jurídico de la Policía en lo relativo a la legalidad
y admisibilidad en juicio de las actuaciones y resultados de las técnicas de investigación practicadas;
la pertinencia y relevancia de realizar ciertas actuaciones o técnicas que contribuyan a la eficacia de la
investigación; solicitar específicamente otros actos de investigación que complementen la teoría del caso
que se viene desarrollando y, en general, vigilar desde el punto de vista jurídico que los datos de prueba
aportados por la Policía y sus actos se hayan realizado conforme a derecho. Si bien el fiscal ya no investiga
directamente, no se desentiende de esta crucial etapa del proceso penal y juega un papel de supervisión
jurídica en la evolución de la investigación, ya que es él quien deberá construir la imputación o acusación
correspondiente, quien deberá presentarla ante el juez. En él descansa la responsabilidad, es quien debe lograr
la vinculación a proceso y, eventualmente, una condena. Se trata, sin duda, de una cooperación y coordinación
interinstitucional de la mayor relevancia en la que los roles de cada cuerpo estatal se complementan entre
sí, pudiendo incluso, sin que sea obligatorio, detallar esta colaboración en los protocolos o acuerdos de
coordinación respectivos.

Ahora bien, como se dijo, una vez recibida la noticia criminis e iniciada la investigación, la Policía no sólo
puede sino que debe realizar las técnicas y actos de investigación conducentes. Una de ellas es la inspección.
Esta inspección sólo podrá realizarse cuando el agente de seguridad tenga una sospecha razonable de que
la persona oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo instrumentos, objetos o productos
relacionados con el hecho que se investiga.

La Policía debe contar con una suposición razonable para proceder a una inspección de la persona. Sólo así
se cumple con el principio de legalidad en estos supuestos. La diferencia radica en el objeto de esa sospecha
razonable. Mientras que en los supuestos analizados en el apartado anterior se supone fundadamente que
en ese momento se está cometiendo un delito, en la inspección durante la investigación se tiene la sospecha
de que el individuo a inspeccionar oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo instrumentos,
objetos o productos relacionados con el delito que ya fue cometido, que ya fue denunciado (latu sensu) y que
ha sido motivo de la apertura de una investigación.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 108

Lo anterior se confirma a partir de la redacción que el propio legislador introdujo en el artículo 268 del Código,
que establece que la inspección procede “cuando existan indicios”. Esto es, se reconoce precisamente que
la aproximación al sujeto y una eventual inspección debe cumplir con la presencia de indicios, esto es, la
suposición razonable de que se está frente a una persona relacionada con el delito que se está investigando,
en los términos apuntados.

En este caso –el de la inspección durante la investigación– la sospecha razonable comienza a construirse
a partir de los datos e informaciones con que se cuenta derivados de la denuncia (latu sensu) previamente
recibida. Ello puede darse, por ejemplo, a partir de la descripción física o apariencia del sujeto, aportados en
la denuncia, información obtenida sobre su ubicación o posible zona o lugar de localización, la descripción
de un vehículo en el que conducía o se encontraba al momento de los hechos, entre otros supuestos o
casos. Estas informaciones pueden complementarse con los datos obtenidos de otros actos o técnicas de
investigación ya realizados. Todo lo anterior puede justificar, en un primer momento, una aproximación y
primer contacto con el sujeto.

Sin embargo, estos datos e informaciones, por sí solos, no dan lugar a la práctica inmediata o automática de

2. Control Preventivo
la inspección, ya que en este punto, la sospecha razonable aún no se materializa. Previo a ello, es menester
que el agente de seguridad se aproxime al sujeto, se identifique como tal y solicite que el sujeto haga lo
propio. A continuación iniciará una entrevista, explicando las razones por las que la misma se le realiza y,
a partir de las respuestas obtenidas y/o de la actitud y acciones que al efecto asuma el sujeto, junto con la
demás información con que contaba y demás circunstancias del caso, es cuando finalmente se actualizaría
una verdadera sospecha razonable, requerida para proceder a la inspección física de la persona.

Como puede verse, la sospecha razonable se va formando mediante aproximaciones sucesivas que,
concatenadas o sumadas entre sí, dan lugar a la suposición fundada y objetiva de que el sujeto de que se
trata oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a su cuerpo instrumentos, objetos o productos relacionados
con el delito investigado.

Por lo demás, las consideraciones ya expuestas en el apartado anterior sobre la sospecha razonable (la
objetividad en la valoración de los datos y hechos que acontecen, la necesidad de un esfuerzo intelectual
para transmitir con posterioridad esa sospecha y que no constituye un mero formalismo, entre otros) son
aplicables también en este supuesto.

Adicionalmente, se subraya que la inspección debe realizarse con pleno respeto a los derechos del individuo
y debe consistir únicamente en una exploración superficial, sin la exposición de partes íntimas. El mayor o
menor grado de fuerza o intromisión de la inspección debe obedecer al objetivo que se busca (encontrar
los objetos, instrumentos o productos del delito que se presumen ocultos o adheridos al sujeto), a las
circunstancias de cada caso, así como al posible grado de peligro o amenaza a la seguridad del agente o de
terceros en el momento de los hechos, según la situación imperante en la escena.

Desde luego, cada situación puede presentar circunstancias muy distintas, de manera que los pasos a seguir
descritos con anterioridad deberán adecuarse razonablemente a dichas circunstancias. Por ejemplo, si al
momento de aproximarse al sujeto éste se muestra desafiante o violento con la autoridad o emprende la
huida, no habrá posibilidad para el agente de identificarse, comunicar el motivo de su presencia en el sitio y
de iniciar una entrevista, lo cual no será impedimento para que se practique una inspección sobre el sujeto,
se insiste, siempre que a la luz de los sucesos exista una sospecha razonable que lo justifique.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 109


Consideramos importante aclarar que si bien la Policía no queda autorizada para detener al sujeto en un
caso como el que nos ocupa (en virtud de que no se trata de uno de los supuestos en que la Constitución
permite la detención sin orden judicial), es decir, ante la ausencia de flagrancia no puede “inspeccionar para
detener”, ello no significa que exista algún obstáculo constitucional para realizar la inspección de un sujeto,
en los términos ya explicados. Se insiste, la inspección es tan solo una técnica más de investigación que se
enmarca de manera connatural en la facultad investigadora de la Policía. Si bien puede representar una mayor
afectación o intromisión en la vida privada de las personas o en su libertad deambulatoria que otros actos de
investigación, lo cierto es que, precisamente por ese motivo, se exigen los parámetros de constitucionalidad
antes descritos y, de manera relevante, su examen judicial debe ser especialmente cuidadoso y riguroso en
aras de proteger eficazmente dichos derechos.
Inspección en vehículos

Como ya se dijo, el Código Nacional impugnado permite la inspección de vehículos de manera expresa
(artículo 251, fracción V) y de manera implícita al establecer en su artículo 268 que se autoriza la inspección
de personas y sus posesiones, dentro de las cuales se puede incluir a los vehículos.

La pregunta que surge de inmediato es ¿si los parámetros de constitucionalidad descritos en los dos
apartados anteriores referentes a la inspección de personas son aplicables en el caso de la inspección de
vehículos o si, por el contrario, existen matices dadas sus características particulares? Nos inclinamos por
la segunda de las posturas.

En principio, debe decirse que la expectativa de privacidad de las personas dentro de un vehículo es menor a
aquella que se tiene en su domicilio45. El vehículo, por su propia naturaleza y fines, se encuentra y se usa en
la vía pública. Al ubicarse o salir a ella, las personas, de manera consciente o no, abandonan o dejan atrás la
rigurosa protección constitucional del domicilio y pasan a “terreno abierto” donde otros sujetos se pueden
percatar de sus acciones o actividades. Es decir, el grado casi absoluto de privacidad que se protege en el
domicilio disminuye (aunque no desaparece totalmente), de manera que las protecciones constitucionales
correspondientes se reducen en la misma medida o proporción.

Si bien las personas gozan de una expectativa menor de privacidad dentro de un vehículo, ello no significa
que en dicho entorno no se goce de privacidad alguna. La Constitución sí protege hasta cierto punto la
privacidad de las personas en sus vehículos. Pero, como todos los derechos, éste tampoco es absoluto y se
encuentra sujeto a posibles restricciones con base en fines constitucionalmente admisibles.

Lo anterior en modo alguno implica que el derecho a la privacidad y el relacionado a la integridad personal
se cancelen al salir en coche a la calle. Los agentes estatales no podrán, so pretexto de ubicarse en la vía
pública, parar arbitraria o caprichosamente al sujeto que viene conduciendo e inspeccionarlo a él o a su
vehículo. Ello vulneraría sus derechos humanos.

Lo que sí se encuentra autorizado constitucionalmente, tal y como se explicó al inicio de este estudio, es
la práctica por parte de los agentes de seguridad pública de controles preventivos provisionales, mismos
que restringen de manera transitoria o temporal la libertad deambulatoria (en este caso la libertad de
circulación a bordo de un vehículo) y que igualmente pueden llegar a traducirse en una afectación al derecho
de privacidad de las personas, pero bajo una permisión y requisitos constitucionales.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 110

Para comprender cuáles son los estándares constitucionales que operan o regulan la práctica de controles
preventivos provisionales en vehículos debemos diferenciar, primero, los controles que ocasionan que el
conductor pare la marcha del vehículo, de los controles que implican el propio registro o inspección del
vehículo mismo (y posiblemente de sus pasajeros).

En efecto, existen múltiples circunstancias en las que un agente de autoridad se encuentra habilitado para
“parar” (usamos este término para no confundir el previamente utilizado de “detener” como sinónimo de
“arresto”) un vehículo. La acción misma de “parar”, es decir, interrumpir el camino que llevaba el conductor,

45 En el amparo directo en revisión 1866/2013, la Primera Sala estableció que el domicilio, para estos efectos, debe entenderse en
sentido amplio e incluye ubicaciones o lugares distintos a lo que se conoce como “domicilio tradicional”, por ejemplo, habitaciones de hotel o
domicilios móviles.
constituye en sí un control preventivo provisional. Éste puede darse, por ejemplo y más comúnmente, por
infracciones a los reglamentos de tránsito46. Al percatarse que un conductor violó cierta norma de tránsito,
“para” al vehículo con el objetivo de imponer la multa correspondiente. En este supuesto la acción de “parar”
es el control preventivo y la multa constituye un acto de molestia regido por el primer párrafo del artículo 16
de la Constitución.

2. Control Preventivo
La acción de “parar” también puede actualizarse con motivo de la revisión y vigilancia del cumplimiento
de las distintas leyes y disposiciones administrativas (mayormente normas oficiales mexicanas). Por
ejemplo, normas ambientales, fitosanitarias, de dimensiones y especificaciones vehiculares o aduaneras
(generalmente para verificar la legal estancia de mercancías en el país, incluyendo la del propio vehículo) o
de otra índole47.

En todos esos casos, al “parar” al vehículo y a su conductor, el agente estatal se aproxima o acerca al vehículo
con el fin de aplicar el reglamento de tránsito o realizar las labores de verificación que correspondan según
la materia y procedimientos de que se trate. Es a partir de este momento en que, según las circunstancias
de cada caso y conforme a los requisitos que se señalan a continuación, el agente estatal podrá practicar un
control preventivo provisional adicional, es decir, podrá inspeccionar el interior del vehículo.

El agente debe previamente identificarse con el conductor e informarle el motivo por el cual lo “paró”. Podrá
solicitar la presentación de la documentación que corresponda (licencia, registro vehicular u otra que
corresponda dependiendo del motivo del encuentro) y conducir una entrevista con el sujeto. Durante este
proceso el agente queda autorizado para, desde su posición, observar o mirar a simple vista hacia el interior
del vehículo48.

A partir de la información, datos y hechos que se presenten en el momento (las circunstancias prevalecientes,
las respuestas dadas por el sujeto, su actitud evasiva o el riesgo que perciba a su seguridad o a la de
terceros, entre otros factores), el agente podrá albergar una sospecha razonable de que en ese instante se
está cometiendo un delito y, en tal virtud, se justificaría que practique una inspección al vehículo (incluso
a sus ocupantes). Esta inspección puede conllevar, según cada caso y bajo los estándares de grado de
intensidad y fuerza de los controles preventivos provisionales delineados con anterioridad, que los pasajeros
desciendan del vehículo y el registro del interior del vehículo y sus compartimientos. En todo caso, se
deberá informar al conductor y demás pasajeros el motivo por el que se procede a realizar una inspección
del vehículo y su derecho, según las circunstancias del caso y sobre todo las condiciones de riesgo a la
seguridad antes apuntadas, de acompañar al agente mientras ejecuta la inspección (en el entendido de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 111


que el haber impedido al sujeto este acompañamiento deberá ser motivo de explicación y justificación en el
informe posterior).

De esta manera, a través de la inspección practicada, el agente podría percatarse de la comisión, en ese
mismo instante, de un delito. Esto es, de delito flagrante.

Al igual que en los apartados precedentes, la inspección efectuada podrá someterse al escrutinio judicial.
En estos casos, el juez de control deberá analizar no sólo la justificación bajo sospecha razonable de la

46 Amparo directo en revisión 1596/2014.


47 Nótese que ambos casos (violaciones a reglamentos de tránsito y vigilancia en el cumplimiento de las leyes administrativas), forman parte
de la seguridad pública en términos del artículo 21 constitucional.
48 Amparo directo en revisión 3463/2012.
práctica de la inspección misma, sino que deberá revisar la legalidad del control preventivo provisional previo
a la inspección, es decir, la forma y términos en que se “paró” al vehículo. En términos coloquiales, si los
motivos o justificación con base en los cuales se “paró” al sujeto y su vehículo se “caen” también se “caerá”
la inspección misma y, por consecuencia, todo los datos de prueba obtenidos a partir de dicha inspección
viciada49.

Por lo que hace a la inspección durante la investigación del delito (es decir, del delito que ya fue cometido y
respecto del cual se abrió una investigación) la Policía podrá “parar” un vehículo si, derivado de la información
con que cuenta proveniente de la denuncia (latu sensu) formulada y/o demás información obtenida durante
la investigación, tiene la sospecha razonable de que el individuo que circula en el vehículo oculta entre sus
ropas o que lleva adheridos a su cuerpo instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho que
se investiga. En estos supuestos, el agente deberá proceder conforme a los parámetros precisados en el
apartado correspondiente a “inspección durante la investigación”, para poder realizar el registro o inspección
del vehículo.

Por otro lado y en casos excepcionales, la Policía también podrá “parar” un vehículo y practicar una inspección
al mismo si tiene la sospecha razonable de que en ese momento se está en algún caso de flagrancia. Esto
es, sin necesidad de un control preventivo provisional previo. Al efecto, en estos supuestos de excepción
la Policía deberá ser en extremo cuidadosa, ya que se le permite “parar” la marcha del vehículo sin una
razón objetiva previa e independiente a la sospecha delictiva misma (como serían los controles preventivos
relacionados con los reglamentos de tránsito u otras disposiciones administrativas, entre otros). En ese
sentido y dado el nivel de privacidad que sí protege la Constitución en esta esfera, es necesario que la
intromisión en ella esté plenamente justificada.

En este punto es importante reiterar que el presente estudio constitucional no busca dar parámetros de
actuación policiaca respecto de los casos en que se “paran” e inspeccionan vehículos con motivo de
esquemas o programas de prevención del delito (retenes y otro tipo de controles). Lo aquí desarrollado
obedece al contexto de investigación penal en el que nos ubicamos y a la naturaleza del ordenamiento que
se examina.

Inspección forzosa

En vista de las consideraciones plasmadas en los apartados anteriores, resulta claro para este Tribunal Pleno
que las inspecciones aquí estudiadas –realizadas bajo los parámetros descritos– sí pueden practicarse
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 112

incluso de manera forzosa.

En efecto, la Policía, por su propia naturaleza y funciones, goza de imperio. Es la fuerza pública misma, la
fuerza del Estado. La seguridad pública, dentro de la cual se engloba la investigación y persecución de los
delitos por disposición del artículo 21 constitucional, presupone necesariamente el elemento de imperio
estatal ejercido por sus elementos50. No tendría razón de ser la seguridad pública si no se buscara con ella

49 Ello no implica en modo alguno que el juez de control revise, por ejemplo, la legalidad de la multa de tránsito o de las actuaciones
desarrolladas en cumplimiento de las distintas leyes administrativas. Lo que importa al juez de control en estos casos es si el agente de autoridad
contaba con competencia y facultades para “parar” el vehículo y si dentro del marco jurídico aplicable dicha acción de “parar” se encontraba
autorizada, con independencia del desenvolvimiento posterior de los hechos.
50 Tesis aislada P. XLVIII/2010, de rubro y texto: “FUERZA PÚBLICA. LOS ACTOS POLICIACOS, AL CONSTITUIR ACTOS DE
AUTORIDAD, ESTÁN SUJETOS PARA SU REGULARIDAD A LOS MANDATOS, LÍMITES Y REVISIÓN CONSTITUCIONAL QUE LOS
RIGEN. […].
crear condiciones adecuadas para que los gobernados gocen de sus derechos humanos51.

Sería ilógico pensar, tal y como lo sugiere la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que los agentes
de seguridad deban obtener el consentimiento previo de los particulares para realizar los actos de inspección

2. Control Preventivo
y que, de no conseguirlo, deban retirarse sin más. El uso de la fuerza, en un estado democrático de derecho,
es necesario para velar y salvaguardar objetivos constitucionalmente protegidos y garantizados.

Pero ante esa posibilidad, los agentes deben actuar con respeto al régimen jurídico y a los derechos humanos.
Como cualquier acto de autoridad, deben cumplir con el principio de legalidad. En estos casos, no sólo en
la justificación del acto invasivo de derechos en sí mismo (cuestión que se desarrolló ampliamente en los
apartados precedentes), sino también en la manera o forma en que dicho acto se ejecuta en los hechos52.

Este segundo aspecto, es decir, la forma en que materialmente se realiza la inspección, debe cumplir con
criterios de razonabilidad, modulados a las circunstancias del caso53, según ya lo ha desarrollado este Tribunal
Pleno. Ello se actualiza cuando existe fundamento jurídico para la actuación del agente y éste persigue un fin
legítimo desde el punto de vista constitucional54, la actuación desplegada es necesaria para la consecución
del fin55 y la intervención es proporcional a las circunstancias de facto56. Asimismo, la actuación policial debe
cumplir con los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo y honradez57.

En este sentido, debe subrayarse que el uso de la fuerza no puede ni debe ser, por regla general, la primera
opción de actuación del agente de seguridad en la práctica de inspecciones. Como ya se dijo, primero
debe solicitarse el consentimiento del sujeto para su realización y sólo en caso negativo y conforme a las
circunstancias prevalecientes, se podrá proceder a un registro forzoso58, empleando la fuerza estrictamente
necesaria para ello.

Finalmente, estimamos importante aclarar que los parámetros de constitucionalidad contenidos en la


presente resolución son generales y derivan de un análisis o estudio abstracto de constitucionalidad que,
sobra decirlo, presenta dificultades al momento de enfrentar temas como el de la inspección, debido al
sinnúmero de situaciones fácticas y circunstancias en que estos escenarios pueden darse en la vida cotidiana.
Ningún parámetro de constitucionalidad podría abarcar al cien por ciento todos los casos. Conscientes de
esta realidad, reconocemos que los parámetros aquí descritos se irán complementando y enriqueciendo

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 113


51 Tesis jurisprudencial P. /J. 35/2000, de rubro y texto: “SEGURIDAD PÚBLICA. SU REALIZACIÓN PRESUPONE EL RESPETO AL
DERECHO Y EN ESPECIAL DE LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES. […].
52 Tesis aislada P. LVIII/2010, de rubro: “SEGURIDAD PÚBLICA. ESTADIOS TEMPORALES PARA VERIFICAR LA REGULARIDAD
DEL EJERCICIO DE LA FUERZA POR PARTE DE LOS CUERPOS POLICIACOS.[…].
53 Tesis aislada P. LII/2010, de rubro y texto: “SEGURIDAD PÚBLICA. REQUISITOS PARA QUE EL EJERCICIO DE LA FUERZA
POR PARTE DE LOS CUERPOS POLICIACOS, COMO ACTO DE AUTORIDAD RESTRICTIVO DE DERECHOS, CUMPLA CON EL CRITERIO
DE RAZONABILIDAD.[…].
54 Tesis aislada P. LIII/2010, de rubro y texto: “SEGURIDAD PÚBLICA. LA RAZONABILIDAD EN EL USO DE LA FUERZA POR
PARTE DE LOS CUERPOS POLICIACOS EXIGE LA VERIFICACIÓN DE SU LEGALIDAD. […].
55 Tesis aislada P. LIV/2010, de rubro y texto: “SEGURIDAD PÚBLICA. LA RAZONABILIDAD EN EL USO DE LA FUERZA POR
PARTE DE LOS CUERPOS POLICIACOS EXIGE LA VERIFICACIÓN DE SU NECESIDAD. […].
56 Tesis aislada P. LVII/2010, de rubro y texto: “SEGURIDAD PÚBLICA. LA RAZONABILIDAD EN EL USO DE LA FUERZA POR
PARTE DE LOS CUERPOS POLICIACOS EXIGE LA VERIFICACIÓN DE SU PROPORCIONALIDAD. […].
57 Tesis aislada P. L/2010, de rubro y texto: “FUERZA PÚBLICA. LA ACTIVIDAD DE LOS CUERPOS POLICIACOS DEBE REGIRSE
POR LOS PRINCIPIOS DE LEGALIDAD, EFICIENCIA, PROFESIONALISMO Y HONRADEZ. […].
58 Tesis aislada P. LX/2010, de rubro y texto: “USO DE LA FUERZA PÚBLICA. LAS CARACTERÍSTICAS DEL CONTEXTO DE HECHO
EN QUE SE PRESENTA LA INTERVENCIÓN POLICIACA TRASCIENDEN EN LA VALORACIÓN DE SU LEGITIMIDAD. […].
conforme se vayan decidiendo casos futuros que involucren la práctica de inspecciones sobre personas
y vehículos. Lo que sí podemos afirmar desde ahora es que las normas previstas en el Código Nacional
sobre esta temática, en abstracto, son constitucionales, sin que ello signifique que la forma y circunstancias
conforme a las cuales los agentes de policía apliquen esas normas resultarán siempre en actos acordes con
la Constitución.

Asimismo, aceptamos que ni esta ejecutoria ni cualquier texto introducido en la Constitución, en los tratados
o en las leyes pueden evitar al cien por ciento actos arbitrarios de la autoridad. Suponerlo sería cuando mucho
un despropósito. Tampoco desconocemos que, en muchas ocasiones, la actividad policial y su contacto con
la ciudadanía no se traducen necesariamente en una cuestión que vaya a ser ventilada en un proceso criminal.
Ésta, sin duda, es una problemática sumamente relevante y preocupante para cualquier Estado de Derecho,
pero que escapa al control constitucional que nos ocupa. Lo que sí podemos garantizar, como Tribunal
Constitucional, es que cualquier inspección que no concuerde con los parámetros de constitucionalidad
descritos devenga inválida en sí misma y que todo lo obtenido a partir de tal actuación ilegal carezca de valor
jurídico en el juicio penal. Ello constituye, en opinión de esta Corte, un poderoso desincentivo para incurrir en
estos actos y asegurar el respeto a los derechos humanos de los habitantes de este país.

Si bien la regulación sobre los actos de inspección contenida en el Código Nacional de Procedimientos
Penales pudiera parecer escueta, no por ello es inconstitucional. Los estándares de regularidad constitucional
que hemos desarrollado derivan de la propia Carta Magna que es la guía que nos orienta en la forma en
que los derechos humanos en juego deben valorarse y ponderarse frente a las necesidades estatales en la
investigación y persecución de los delitos.

En virtud de todas las consideraciones anteriores, este Tribunal Pleno considera que son infundados los
conceptos de violación esgrimidos por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en este rubro y,
por lo tanto, se reconoce la validez constitucional de los artículos 132, fracción VII, 147, tercer párrafo, 251,
fracciones III y V, 266 y 268 del Código Nacional de Procedimientos Penales.

2. DETENCIÓN EN FLAGRANCIA POR DELITOS QUE REQUIERAN QUERELLA

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos impugnó el artículo 14859 del Código Nacional de
Procedimientos Penales porque, a su juicio, viola los principios pro persona, de presunción de inocencia
y de legalidad, las formalidades esenciales del procedimiento y los derechos de seguridad jurídica y a la
libertad personal reconocidos en los artículos 1, 14, 16, 20 y 21 de la Constitución Federal, 3, 9, 10, 11, 12
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 114

y 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 5, 7, 8 y 11 de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos y 9, 14 y 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en virtud de que
estima que:

[…]

59 Artículo 148 del Código Nacional de Procedimientos Penales. Detención en flagrancia por delitos que requieran querella
Cuando se detenga a una persona por un hecho que pudiera constituir un delito que requiera querella de la parte ofendida, será informado
inmediatamente quien pueda presentarla. Se le concederá para tal efecto un plazo razonable, de acuerdo con las circunstancias del caso, que en
ningún supuesto podrá ser mayor de doce horas, contadas a partir de que la víctima u ofendido fue notificado o de veinticuatro horas a partir
de su detención en caso de que no fuera posible su localización. Si transcurridos estos plazos no se presenta la querella, el detenido será puesto
en libertad de inmediato.
En caso de que la víctima u ofendido tenga imposibilidad física de presentar su querella, se agotará el plazo legal de detención del imputado.
En este caso serán los parientes por consanguinidad hasta el tercer grado o por afinidad en primer grado, quienes podrán legitimar la querella,
con independencia de que la víctima u ofendido la ratifique o no con posterioridad.
Esta Suprema Corte considera que la Comisión Nacional parte de un entendimiento equivocado de la
forma y circunstancias en que se verifican las detenciones en flagrancia y, por tanto, estima que no le
asiste la razón en su planteamiento.

2. Control Preventivo
En efecto, tal y como lo explicamos en el apartado anterior, la Constitución Federal (artículo 16) autoriza
la detención de las personas siempre que medie orden de aprehensión librada por autoridad judicial,
como regla general, y establece contadas excepciones a esta máxima: la flagrancia y el caso urgente.

Estas excepciones no son gratuitas. Obedecen a la valoración del Poder Constituyente sobre la necesidad
de que la autoridad cuente con los instrumentos necesarios para salvaguardar la seguridad y orden
públicos, así como prevenir, investigar y perseguir los delitos, pero en un marco de respeto a los derechos
humanos de las personas.

De este modo, si bien se exige por regla general que el Ministerio Público y la Policía deban acudir a un
juez para solicitar la aprehensión de un sujeto, lo cierto es que las situaciones de hecho y escenarios en
los que se verifican los actos delictivos son tan diversos que existen casos en que resulta materialmente
imposible conseguir la orden judicial referida. Tal es el caso de la comisión de un delito flagrante. Éste
se materializa o descubre de manera intempestiva, sorpresiva para todos (incluso para la autoridad), de
forma que si no se actúa en el momento, en el lugar de los hechos, se perdería la oportunidad de una
actuación eficaz de prevención y persecución de la conducta criminal.

Por ello, se autoriza a los agentes de seguridad (incluso a cualquier persona), a detener en ese momento
o inmediatamente después al sujeto y ponerlo sin demora a disposición de la autoridad, realizando un
registro de la detención.

En tal sentido, si queda autorizada esta detención por las razones apuntadas, es claro que también está
permitida en los delitos en los que se requiere querella para proceder penalmente. La Constitución no
distinguió en forma alguna qué tipo o clase de delitos están cubiertos bajo la excepción de detención por
flagrancia. Tampoco distingue los delitos para tales efectos bajo un criterio de gravedad, como lo sugiere
la Comisión Nacional.

Es claro que el Poder Constituyente, al establecer la excepción de flagrancia para la detención de


personas, buscó que cualquier delito, de cualquier naturaleza, pueda ser investigado y perseguido a partir

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 115


de su descubrimiento in fraganti60, por lo que esta Suprema Corte no encuentra razón o justificación
alguna que permita realizar las distinciones sugeridas. De esta manera, si alguna persona es sorprendida
en la comisión de un delito o inmediatamente después de ello es aprehendida, esta detención será
constitucionalmente válida si se apegó a los parámetros que la propia Constitución prevé al respecto y los
que ha desarrollado esta Corte en la materia, con independencia de que se trate de un delito perseguible
de oficio o por querella.

Además, al darse la comisión de un delito, la persona que descubre al infractor en flagrancia no está
en aptitud en ese mismo momento (ni aunque se trate de un policía), de conocer la clasificación de los
delitos para saber si los hechos que en ese instante están aconteciendo requieren o no de la querella
para su persecución. Por ello, el artículo en comento más que un dispositivo de permisibilidad, constituye

60 Amparo directo en revisión 1206/2006.


una regulación en favor del detenido en caso de delitos de querella.

Ahora bien, la detención de una persona en flagrancia se verifica, como se dijo, al margen de las
condiciones de formalidad comúnmente exigidas por el marco jurídico. Bajo parámetros constitucionales
y legales ordinarios, la persecución normal de los delitos se verifica previa denuncia o querella, seguida
de su investigación, la solicitud de una orden de aprehensión (cuando corresponda), la formulación de la
imputación y el ejercicio de la acción penal a través de la acusación.

Sin embargo, al advertirse la posible comisión de un delito de manera flagrante, las condiciones de
normalidad antes descritas no pueden respetarse, ya que la inmediatez y sorpresa con que se descubre
el delito no permiten que se presente previamente y de manera formal una denuncia o querella, ni dan
pie a que se realice una investigación propiamente dicha antes de contar con elementos suficientes
para solicitar una orden de aprehensión, la eventual vinculación a proceso y la acción penal o acusación.
La detención en flagrancia, como se dijo en el apartado anterior, da inicio en ese mismo momento a la
investigación criminal.

De este modo, el que se haya detenido a una persona en flagrancia no significa que por ese solo hecho
deban obviarse otros requisitos procedimentales para proseguir con las etapas procesales que marca
el Código Nacional. Si la ley establece como requisito de procedibilidad para ejercer acción penal o
acusación en contra de un individuo, que se haya presentado formal querella en su contra por el delito
de que se trate, no puede liberarse tal requerimiento sólo por la forma en que fue descubierto el delito,
sino que la parte ofendida o la víctima conserva su derecho a decidir (en los casos que lo permite la ley)
si desea buscar la instauración del juicio en contra del inculpado por los daños o agravios que le haya
ocasionado o si, por el contrario, prefiere encontrar una forma alternativa de solución del conflicto o en
última instancia perdonar la ofensa.

Al respecto, el artículo 16, párrafo décimo, de la Constitución61 establece como garantía o derecho para
los ciudadanos que su detención ante el Ministerio Público no puede ser mayor a cuarenta y ocho horas
sin que se les ponga a disposición de un juez. De esta forma, con independencia del delito por el que se
le detuvo en flagrancia (de oficio o querella), la Constitución autoriza la retención del individuo hasta por
el tiempo señalado.

Bajo el sistema de justicia penal anterior, la Suprema Corte ya reconoció que cuando se trate de personas
detenidas en flagrancia, la detención se convalida si dentro del plazo mencionado se presenta la querella
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 116

correspondiente62. En tal sentido, no existe impedimento constitucional alguno, sino que, por el contrario,
existe autorización expresa, para que la persona detenida por flagrancia sea retenida ante el Ministerio
Público en tanto se presenta la querella correspondiente.

61 Artículo 16 de la Constitución Federal. (…) Ningún indiciado podrá ser retenido por el Ministerio Público por más de cuarenta y
ocho horas, plazo en que deberá ordenarse su libertad o ponérsele a disposición de la autoridad judicial; este plazo podrá duplicarse en aquellos
casos que la ley prevea como delincuencia organizada. Todo abuso a lo anteriormente dispuesto será sancionado por la ley penal.
62 Tesis aislada 1a. CLIII/2006, de rubro y texto: “DELITOS PERSEGUIBLES A PETICIÓN DE PARTE. CUANDO SE ACTUALIZA
LA HIPÓTESIS DE FLAGRANCIA, LA DETENCIÓN DEL INDICIADO SÓLO SE CONVALIDA SI EN EL TÉRMINO DE CUARENTA Y OCHO
HORAS SE PRESENTA LA QUERELLA RESPECTIVA. De la interpretación del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos se advierte que tratándose de los delitos perseguibles a petición de parte o por querella, cuando se actualice la hipótesis de flagrancia,
la detención o retención del indiciado que lleve a cabo el Ministerio Público se convalida si antes de que concluya el término de cuarenta y ocho
horas previsto en el párrafo séptimo del citado precepto constitucional, se presenta la querella respectiva. De lo contrario, la representación
social debe ordenar la inmediata liberación del indiciado, por no mediar petición de parte que sustente la retención”. Visible en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXIV, septiembre de dos mil dieciséis, registro 174273, página 207.
Más aun, a pesar de que la Constitución autoriza que la retención en estos casos pueda durar hasta
cuarenta y ocho horas, el artículo 148 del Código Nacional de Procedimientos Penales acortó dicho
plazo a un máximo de doce horas, contadas a partir de la notificación a la víctima u ofendido, misma
que, desde luego deberá darse en el menor tiempo posible y que, en el supuesto de que no pueda
localizárseles para que, en su caso, presenten su querella, la detención de la persona no podrá prolongarse

2. Control Preventivo
más de veinticuatro horas. Es decir, en cualquier situación o supuesto de detención por flagrancia, el
detenido no puede permanecer más de veinticuatro horas retenido ante el Ministerio Público sin que
se haya presentado formal querella por parte legitimada para ello, sin perjuicio de que, dentro del plazo
constitucional máximo de cuarenta y ocho horas a partir de su detención, deba ponérsele a disposición
de un juez.

En virtud de las consideraciones anteriores, es infundado el concepto de violación esgrimido en este


apartado por la Comisión accionante y se reconoce la validez constitucional del artículo 148 impugnado.

DECISIÓN: El Pleno de la suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió reconocer la validez de los diversos
artículos vinculados con el control preventivo.

SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 1764/2015. Fecha de resolución: 23 de noviembre


de 2016. Ponente: Ministra Norma Lucía Piña Hernández. Votación: Mayoría.

HECHOS DEL CASO: El 23 de julio de 2012, el grupo de intervención de la Secretaría de Marina detuvo,
a una persona al ser sorprendida portando una granada de fragmentación y estupefacientes; se le puso
a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).
Dicha persona manifestó pertenecer a un grupo de delincuencia organizada y señaló que dos personas le
entregaban dinero los días 20 y 25 de cada mes para la operación de la agrupación delictiva en diferentes
hoteles de la Ciudad de México y, que últimamente, las entregas eran en un hotel determinado y describieron
a las dos personas que le suministraban recursos. El 24 de julio de 2012, elementos de la Secretaría de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 117


Marina realizaron labores de inteligencia (vigilancia) en las inmediaciones del hotel. Aproximadamente a las
veintitrés horas, ingresaron a la recepción del mismo, donde permanecieron alrededor de diez minutos, en
ese lapso, salieron dos personas con rasgos físicos similares a los descritos. Los elementos de la Marina
se aproximaron a los dos sujetos y solicitaron su nombre, al coincidir con los que indicó la persona detenida
los invitaron a salir del hotel. En el trayecto observaron que uno de los sujetos portaba un arma de fuego en
la cintura y, el otro, llevaba un portafolio que al revisarlo contenía fajos de dólares americanos y una granada
de fragmentación. En consecuencia, fueron puestos a disposición de la autoridad ministerial.

HISTORIA PROCESAL: Los dos detenidos en el operativo del hotel fueron condenados en primera instancia.
Ante dicha determinación interpusieron un recurso de apelación que confirmó la sentencia. En contra de esa
resolución promovieron amparo directo, mismo que les fue negado. Por lo anterior, interpusieron recurso
de revisión del que conoció la Primera Sala a fin de que se decidiera sobre la competencia de las Fuerzas
Armadas para realizar labores de investigación.
LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

El problema jurídico a resolver consiste en interpretar, entre otros, el artículo 21 constitucional, para
determinar si las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) son competentes y tienen permitido
realizar, por su cuenta y sin la conducción directa y expresa de la autoridad civil, pesquisas relacionadas
con la comisión de un delito (distinto a los que corresponden exclusivamente a la jurisdicción militar en
términos del artículo 13 constitucional y del Código de Justicia Militar.

[…] deben resolverse las siguientes cuestiones: conforme a la Constitución, ¿qué autoridad tiene asignada
la función de investigar y perseguir delitos? ¿pueden las Fuerzas Armadas participar en tareas de seguridad
pública relacionadas con la investigación y persecución de delitos? Si sí, ¿bajo qué condiciones?

[…]

Uno de los principios fundamentales de nuestro sistema jurídico es el de legalidad, previsto expresamente
en los artículos 14 y 16 constitucionales. Este principio entraña, entre otras cuestiones, que las autoridades
del Estado pueden actuar, únicamente, en el ámbito de competencia que les reconoce el Derecho. […]

De una lectura integral del texto constitucional, especialmente del artículo 21, párrafo primero, se advierte
que la única autoridad facultada para investigar la comisión de un delito es el Ministerio Público y las policías
que actuarán bajo su conducción y mando; asimismo, que no existe norma alguna en la Constitución que
reconozca a las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) la facultad de investigar y perseguir
delitos, menos aún por su cuenta, sin la conducción y mando de una autoridad civil.

Esta Primera Sala afirmó que el objetivo histórico de esta disposición constitucional es asignar la facultad
de investigación y persecución del delito a una sola institución, a fin de alcanzar imparcialidad, objetividad y
evitar que una multiplicidad de autoridades formen parte de la indagación de los hechos que pudieran o no
derivar en una conducta antijurídica. El Ministerio Público, se estableció, se concibe entonces como único
órgano investigador y acusador y como consecuente representante social en el proceso penal.

Esta Sala recordó entonces que previo a la reforma constitucional de dieciocho de junio de dos mil ocho,
el artículo 21, primer párrafo, de la Constitución Federal instauraba claramente que la “investigación y
persecución de los delitos” incumbía exclusivamente al Ministerio Público en su carácter de representante
social63. Este mandato constitucional se encuentra presente desde el texto de la Constitución Política de los
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 118

63 Véase la tesis 1a. CXCIII/2009, registro del IUS 165954, emitida por la Primera Sala de la Suprema Corte, publicada en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XXX, noviembre de 2009, página 409, de rubro y texto: “MINISTERIO PÚBLICO.
ES EL ÚNICO ÓRGANO DEL ESTADO COMPETENTE PARA FORMULAR E IMPULSAR LA ACUSACIÓN PENAL. Conforme a los artículos
21 y 102 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Ministerio Público tiene a su cargo la persecución e investigación
de los delitos, lo que significa que es el único órgano estatal competente para formular e impulsar la acusación o imputación delictiva. Así,
la persecución e investigación de los delitos es una labor de carácter administrativo que por definición excluye a la judicial. Esto es, los
artículos constitucionales aludidos deben leerse en el sentido de que establecen obligaciones a cargo del Ministerio Público, de manera que la
investigación y persecución de los delitos no constituyen una prerrogativa a su cargo y, por tanto, no puede renunciar a su ejercicio, el cual es
revisable en sede constitucional. Por otra parte, la posesión del monopolio no debe entenderse en el sentido de que la Constitución General de la
República prohíbe la intervención de la víctima o del ofendido en el proceso penal como partes del mismo, en términos del artículo 20, apartado
B, constitucional, pues el reconocimiento de este derecho coexiste con el indicado mandato constitucional a cargo del Ministerio Público. Así,
a nivel constitucional también se dispone que deben existir medios de defensa que posibiliten la intervención de la víctima o del ofendido para
efectos de impugnar, por ejemplo, el no ejercicio de la acción penal. Es decir, la división competencial es clara en el sentido de que el único
órgano del Estado facultado para intervenir como parte acusadora en un proceso penal es el Ministerio Público, en su carácter de representante
social, y -de manera concomitante, aunque no necesaria- con la propia sociedad (cuando se trate de la víctima o el ofendido), en los términos
que establece la propia Constitución Federal”.
Estados Unidos Mexicanos promulgada el cinco de febrero de mil novecientos diecisiete.

Esta Sala realizó un análisis del procedimiento de modificación constitucional del Poder Constituyente
Originario de 1916-1917, del que, afirmó, se puede advertir que tanto el Proyecto de Reformas presentado
por Venustiano Carranza como los dictámenes de la Comisión Revisora del Congreso Constituyente

2. Control Preventivo
tuvieron como intención dejar en claro que la única autoridad facultada para investigar los delitos y efectuar
la acusación correspondiente sería el Ministerio Público, con el fin de instaurar un sistema acusatorio en el
que el juez sólo se encargaría de aplicar las penas.

Esta Primera Sala afirmó que, en efecto, el Poder Constituyente originario, tomando nota de la intención
del proyecto de Venustiano Carranza, discutió en varias ocasiones el artículo 21 constitucional, y apoyó en
última instancia el criterio de que el Ministerio Público sería la única autoridad encargada de investigar y
perseguir los delitos, sin autorización o participación de cualquier otra autoridad. Por ende, cuando en el
primer párrafo del artículo 21 de la Constitución de 1917 se estableció que “[l]a persecución de los delitos
incumbe al Ministerio Público y a la policía judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando inmediato de
aquél”, lo que se quiso dejar en claro fue una nítida división de competencias en la que la imposición de las
penas es propia y exclusiva de la autoridad judicial, mientras que la persecución y la investigación de los
delitos corresponde al Ministerio Público y a la -entonces- Policía Judicial que se encuentra subordinada al
mismo.

[…]

También se dijo que a partir de su texto original y sus consecuentes reformas hasta antes del dos mil
ocho, se advertía que el artículo 21, párrafo primero, de la Constitución Federal establecía tres principios
fundamentales: a) el Ministerio Público tiene el monopolio de la investigación del hecho punible y de
la responsabilidad de sus autores; b) goza a su vez del poder exclusivo de valorar los resultados de la
averiguación previa y determinar si queda acreditado o no la probable responsabilidad de la persona al
comprobarse los elementos del tipo penal, y c) el propio Ministerio Público detenta la facultad de ejercer la
acción penal ante las autoridades judiciales competentes e instar su actuación jurisdiccional (consignación).

[…]

Pues bien, esta Primera Sala considera que […], en nuestro sistema constitucional corresponde al Ministerio
Público el monopolio en la investigación de los delitos, lo que excluye, en principio, a cualquier otra autoridad,
incluidas las que pertenecen a las Fuerzas Armadas.

Sin que pueda sostenerse que las Fuerzas Armadas son una instancia de las “policías” a que alude el primer
párrafo del artículo 21 constitucional, no sólo por sus antecedentes legislativos en los que se mencionaba

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 119


claramente a la “policía judicial”, como institución civil distinta de las Fuerzas Armadas; sino también porque
el propio artículo 21 constitucional establece que las instituciones de seguridad pública serán de carácter
civil, no militar; y porque de una lectura sistemática del texto constitucional, se advierte que el constituyente
ha sido consistente en el uso de términos que permiten siempre distinguir entre instituciones policiales de
carácter civil e instituciones militares, […]

En conclusión, la respuesta a la primera interrogante es que en nuestro sistema constitucional, corresponde


en exclusiva al Ministerio Público la investigación y persecución de los delitos, quien podrá apoyarse en las
instituciones policiales que estarán bajo su conducción y mando. En este sentido, las Fuerzas Armadas
carecen de competencia para investigar, motu proprio, la comisión de un delito, es decir, para realizar
pesquisas que no estén sometidas a la conducción y mando de la autoridad civil competente: el Ministerio
Público.

En este sentido, cualquier actuación de investigación del delito realizada por las Fuerzas Armadas sin la
conducción y mando del Ministerio Público, debe reputarse inválida, y los elementos probatorios obtenidos
de éstas deben considerarse ilícitos y no podrán ser utilizados en perjuicio de persona alguna; pues de lo
contrario, se permitiría que pruebas obtenidas al margen de las exigencias constitucionales (violatorias del
principio de legalidad y, potencialmente, de otros derechos fundamentales) se usaran en perjuicio de las
personas, lo que es contrario a los derechos fundamentales reconocidos en la propia Constitución y a la
doctrina de esta Primera Sala64.

[…] esta Primera Sala ha destacado que existen límites sobre hasta cuándo se sigue la ilicitud de las pruebas
de conformidad con la cadena de eventos de la violación inicial que harían posible que no se excluyera la
prueba. Dichos supuestos serían, en principio, y de manera enunciativa y no limitativa, los siguientes: a) si
la contaminación de la prueba se atenúa; b) si hay una fuente independiente para la prueba, y c) si la prueba
hubiera sido descubierta inevitablemente65.

[…]

Ahora bien, lo anterior no implica que las Fuerzas Armadas tengan constitucionalmente vedado participar
en labores de seguridad pública y, eventualmente, colaborar, bajo el mando y la conducción de la autoridad
civil, en la indagación de algún delito.

[…]

Como se aprecia de la lectura del Diario de Debates respectivo, la intención del Constituyente, en primer
lugar, se dirige a prohibir las comandancias generales fijas, como feudos donde gobiernan las autoridades
militares, incluso hacia los gobernados. Un objetivo claro de los documentos sobre los que giró el debate,
fue acabar con las comandancias militares fijas que existían como un poder paralelo a la autoridad civil e
independiente de ella.

Es menester destacar que en el debate se reiteró, en diversas partes que en la transcripción se han subrayado,
la posibilidad del Ejército de auxiliar y apoyar a las autoridades civiles, reconociendo, por otro lado, que “el
poder militar, en todo caso, estará sometido a la autoridad civil” y podrá actuar cuando la autoridad legítima
invoque el auxilio de su fuerza.

De esta forma, la interpretación histórica y teleológica del numeral 129 del Código Supremo, no lleva a la
conclusión, como lo pretenden los actores, de que el Ejército no pueda actuar en auxilio de las autoridades
civiles y de restringir el concepto de disciplina militar a actividades que no trasciendan de los cuarteles.
La intención del legislador Constituyente se dirigió a establecer que cuando se invoque la necesidad de
contar con el apoyo de la fuerza militar ésta pueda actuar en apoyo de las autoridades civiles. En tiempo
de paz los militares están constitucionalmente facultados para auxiliar o apoyar a las autoridades civiles, a
petición expresa de ellas y sin usurpar su esfera de competencia. Naturalmente, dentro de nuestro sistema
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 120

64 PRUEBA ILÍCITA. EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL DERECHO A NO SER JUZGADO A PARTIR DE
PRUEBAS OBTENIDAS AL MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIONALES Y LEGALES. Exigir la nulidad de la prueba ilícita es
una garantía que le asiste al inculpado durante todo el proceso y cuya protección puede hacer valer frente a los tribunales alegando como
fundamento: (i) el artículo 14 constitucional, al establecer como condición de validez de una sentencia penal, el respeto a las formalidades
esenciales del procedimiento, (ii) el derecho de que los jueces se conduzcan con imparcialidad, en términos del artículo 17 constitucional y
(iii) el derecho a una defensa adecuada que asiste a todo inculpado de acuerdo con el artículo 20, fracción IX de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos. En este sentido, si se pretende el respeto al derecho de ser juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una
defensa adecuada, es claro que una prueba cuya obtención ha sido irregular (ya sea por contravenir el orden constitucional o el legal), no puede
sino ser considerada inválida. De otra forma, es claro que el inculpado estaría en condición de desventaja para hacer valer su defensa. Por ello,
la regla de exclusión de la prueba ilícita se encuentra implícitamente prevista en nuestro orden constitucional. Asimismo, el artículo 206 del
Código Federal de Procedimientos Penales establece, a contrario sensu, que ninguna prueba que vaya contra el derecho debe ser admitida. Esto
deriva de la posición preferente de los derechos fundamentales en el ordenamiento y de su afirmada condición de inviolables. (Época: Décima
Época, Registro: 160509, Tipo de Tesis: Jurisprudencia, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III, Diciembre de 2011,
Tomo 3, Materia(s): Constitucional, Tesis: 1a./J. 139/2011 (9a.), Página: 2057.
65 Cfr. Bloom, Robert y Brodin Mark, Criminal Procedure, ASPEN Publishers, pág. 206 y 207. Ver también, entre otros, los casos
United States v. Ceccolini, 435 US 268 (1978), Wong Sun v. United States, 371 US 471 (1963), Murray v. United States, 487 US 533 (1988), Nix
v. Williams, 467 US 431 (1984), citados en Amparo en revisión 338/2012.
constitucional, este tipo de intervención se encuentra circunscrito al orden constitucional, lo que supone,
por un lado, el más escrupuloso respeto a las garantías individuales y, por otro, que las acciones de auxilio y
apoyo deben condicionarse necesariamente a que exista dicha petición expresa, así como a que no puedan
usurpar la esfera de competencia de esas autoridades. No debe perderse de vista que en estos casos
como en cualquier otro, se encuentra plenamente vigente el principio constitucional de que las autoridades

2. Control Preventivo
sólo pueden realizar lo que expresamente les faculta la ley, consagrado en el artículo 16, primer párrafo, de
nuestra Constitución, que es del tenor literal siguiente:

[…]

La interpretación armónica del primer párrafo del artículo 16 de la Carta Magna, con los preceptos legales
reproducidos anteriormente, lleva a la conclusión de que dentro de nuestro sistema jurídico el Ejército,
Fuerza Aérea y Armada de México son competentes para intervenir en labores de seguridad interior, auxiliar
a la población civil en casos de necesidades públicas, realizar acciones cívicas y obras sociales, en caso
de desastres prestar la ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la
reconstrucción de las zonas afectadas, coadyuvar en la vigilancia de los recursos del país y otras funciones
que claramente trascienden el contenido de un concepto limitado y estrecho de “disciplina militar”. Las
Fuerzas Armadas se encuentran al servicio de la sociedad mexicana, no sólo porque sus misiones generales
están íntimamente vinculadas a su seguridad, sino porque ello implica necesariamente, como se afirmó, el
respeto a las garantías individuales de los gobernados.

Del artículo 89, fracción VI de la Constitución, cuya transcripción se hizo en páginas precedentes, se
desprende que las Fuerzas Armadas que son dirigidas por el presidente de la República, tienen como
facultades constitucionales la de salvaguardar la seguridad interior y exterior de la Nación. En efecto, del
contenido del precepto se deriva que el Ejército, Armada y Fuerza Aérea no sólo podrán actuar cuando se
quebrante la paz por un conflicto con una potencia extranjera, sino también para salvaguardar la seguridad
interior del país. De esta forma, la interpretación armónica del numeral en comento con el 129 lleva
necesariamente a la conclusión de que el contenido del último artículo constitucional señalado no puede
interpretarse en forma restringida. La actuación del Ejército, Fuerza Aérea o Armada no está condicionada
al estallido de una guerra o a una suspensión de garantías. Como fuerza pública, está constitucionalmente
facultada para salvaguardar la seguridad interior. La reforma, por adición, al artículo 21 constitucional, que
creó el Sistema de Coordinación para la Seguridad Pública, no puede interpretarse en el sentido de que
excluyó a las Fuerzas Armadas, ya que están constitucionalmente facultadas para apoyar al mismo Poder
Ejecutivo Federal en sus facultades, de acuerdo con las leyes.

Por ello, de la interpretación armónica de la fracción VI del artículo 89 con el numeral 129 en análisis, se
desprende que dentro de las funciones que tienen conexión exacta con la disciplina militar a las que se

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 121


refiere el último numeral, se encuentran la de auxiliar a las autoridades civiles cuando, por las circunstancias
del caso, requieren de la fuerza militar para salvaguardar la seguridad interior de la Nación.

Es preciso insistir en que, derivado del origen histórico del artículo 129 constitucional, salvo la situación
excepcional de suspensión de garantías, en todo caso y bajo cualquier circunstancia, las Fuerzas Armadas
no pueden actuar automáticamente, sino en estricto auxilio a las autoridades civiles y siempre y cuando
se solicite expresamente su apoyo. Esto significa que las Fuerzas Armadas no pueden, por sí mismas,
intervenir en asuntos de la competencia de las autoridades civiles. Es imprescindible que se requiera su
participación. Posteriormente, habiéndose cumplido ese requisito, será necesario que en las operaciones
en las que intervengan estén subordinadas a las autoridades civiles y, además, ajustarse al estricto marco
jurídico, previsto en la Constitución, las leyes emanadas de ella y los tratados que estén de acuerdo con la
misma, atento a lo previsto en su artículo 133.

[…]
En consecuencia, las respuesta a las dos cuestiones restantes es que en nuestro régimen constitucional,
las Fuerzas Armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) sí pueden colaborar en funciones de seguridad
pública, siempre y cuando sea a petición expresa de la autoridad civil, bajo su mando y conducción, y
respetando en todo momento los derechos fundamentales de las personas.

Efectos. Por tanto, debe revocarse la sentencia sujeta a revisión y se ordena devolver los autos al tribunal
colegiado para el efecto de que analice los hechos del caso conforme a las constancias de autos, y
determine lo que corresponda conforme a Derecho a partir de las premisas fijadas por la interpretación
constitucional efectuada en esta resolución, en el sentido de que las Fuerzas Armadas (Ejército, Armada
y Fuerza Aérea) carecen de competencia para realizar cualquier actuación de investigación del delito por
sí mismas, a menos que sea bajo el mando y la conducción de una autoridad civil y a solicitud expresa
de ésta; y que cualquier actuación de investigación del delito realizada por las Fuerzas Armadas sin la
conducción y mando del Ministerio Público, y a solicitud expresa de éste, debe reputarse inválida, así como
los elementos probatorios obtenidos de éstas deben considerarse ilícitos y no podrán ser utilizados en
perjuicio de persona alguna.

DECISIÓN: La Primera Sala decidió otorgar el amparo y revocar la sentencia recurrida para que se analicen
los hechos del caso, conforme a los lineamientos marcados en la resolución; consistentes en que las Fuerzas
Armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) carecen de competencia para realizar cualquier actuación de
investigación del delito por sí mismas; a menos que sea bajo el mando y la conducción de una autoridad civil
y a solicitud expresa de ésta.

TERCERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 3463/2012. Fecha de resolución: 22 de enero de


2014. Ponente: Ministro José Ramón Cossío Díaz. Votación: Unanimidad. 66

HECHOS DEL CASO: A las 13:00 horas del 3 de marzo de 2012, elementos del Ejército Mexicano transitaban
por calles de un municipio del Estado de Chiapas, cuando una persona del sexo masculino los abordó para
informarles que a unas calles un hombre estaba, aparentemente, vendiendo droga, proporcionando sus
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 122

características físicas. Los agentes se trasladaron al lugar referido y, al llegar, observaron la presencia de un
sujeto que coincidía con la descripción aportada, por lo que se acercaron para cuestionarlo, advirtiendo que
llevaba en su mano derecha una bolsa negra de plástico, la cual le solicitaron que les permitiera inspeccionar,
descubriendo que contenía una arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, dinero,
11 envoltorios con polvo con las características de la cocaína y diversas “piedras” del mismo narcótico. Por
tal motivo, lo detuvieron y aseguraron los objetos referidos.

HISTORIA PROCESAL: Se emitió sentencia condenatoria por los delitos Contra la salud, en la modalidad de
narcomenudeo, en la variante de posesión simple de cocaína, y portación de arma de fuego de uso exclusivo
del Ejército, Armada y Fuerza Aérea. El sentenciado apeló y el Tribunal accedió ese reclamo que, en el caso

66 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=145546
de que el sentenciado promoviera cualquier asunto relacionado con el procedimiento de ejecución, debía
quedar a disposición del Juez de Distrito Especializado en Ejecución de Penas en turno, o al juez de la causa,
según correspondiera. En la sentencia de amparo directo se negó la protección constitucional. El quejoso
interpuso recurso de revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para determinar los alcances de
los artículos 16 y 21 de la Constitución Federal, en relación a las facultades de los miembros de las fuerzas

2. Control Preventivo
armadas para realizar detenciones como resultado de las actividades de seguridad pública.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

El recurrente manifiesta que no fue detenido cometiendo un delito en flagrancia, sino que la detención
se originó de un patrullamiento (sic) que tenía la finalidad de realizar una investigación, función que le
corresponde al Ministerio Público, de acuerdo con lo previsto por el artículo 21 de la Constitución Federal.

[…]

Ahora bien, se estima trascendente precisar que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ya se ha
pronunciado anteriormente en relación a la temática de justificación de las hipótesis de detención,
permitidas por la Constitución Federal, como limitante a la garantía de no afectación de la libertad personal
de los individuos. Consideraciones que es oportuno reiterarlas para efecto de complementar el análisis
exhaustivo del presente recurso de revisión, interpuesto por quien tiene el carácter de sentenciado en un
juicio penal. En efecto, esta Primera Sala, al resolver el juicio de amparo directo 14/201167, estableció los
parámetros diferenciadores que operan en la detención por flagrancia o caso urgente.68

Lo que sostuvo esta Sala es que el artículo 16 constitucional consagra un régimen general de libertades a
favor de la persona, entre las cuales está ―por supuesto― el derecho a la libertad personal.69 La estructura
de este precepto constitucional se traduce en dos distintas formas de proteger los derechos: los dos
primeros párrafos de dicho artículo los consagran positivamente,70 y los párrafos subsecuentes señalan
las posibles restricciones a las mismas; es decir, en qué supuestos el Estado puede generar afectaciones
válidas a este derecho y bajo qué condiciones.

En este sentido, se trata de dos formas de proteger los derechos, basada en la pretensión que subyace
al hecho de que las limitaciones estén establecidas en la Constitución, dirigida a que funcionen como
garantías de legalidad a favor de la persona, pues ordenan al Estado a que ciña su actuar a los confines de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 123


las atribuciones allí establecidas. Es decir, el Estado no puede limitar tales derechos en supuestos distintos

67 Ponente: Ministro José Ramón Cossío Díaz, resuelto en sesión de 9 de noviembre de 2011 por unanimidad de cuatro votos. [Ausente
el señor ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia]
68 Dicho criterio fue reiterado por esta Primera Sala en el amparo directo en revisión 2470/2011 y en el amparo en revisión 495/2012,
resueltos en sesión de 18 de enero de 2011 y 30 de enero de 2013, respectivamente, por unanimidad de votos, siendo ponente en ambos el
Ministro José Ramón Cossío Díaz.
69 “Libertad personal” es entendida aquí ―al igual que en un amplio sector de la doctrina y los órganos del derecho internacional―
como una categoría específica equivalente a la libertad de movimiento o libertad deambulatoria.
70 (REFORMADO, D.O.F. 18 DE JUNIO DE 2008)
Art. 16.- Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la
autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.
(ADICIONADO, D.O.F. 1 DE JUNIO DE 2009)
Toda persona tiene derecho a la protección de sus datos personales, al acceso, rectificación y cancelación de los mismos, así como a manifestar
su oposición, en los términos que fije la ley, la cual establecerá los supuestos de excepción a los principios que rijan el tratamiento de datos, por
razones de seguridad nacional, disposiciones de orden público, seguridad y salud públicas o para proteger los derechos de terceros.
a los previstos por la Constitución.

[…]

De ahí que deba estimarse que en materia de libertad personal, la norma fundamental también delimita
exhaustivamente los supuestos que permiten su afectación (la orden de aprehensión, las detenciones en
flagrancia y caso urgente). Éstos y las formalidades que deben respetar se prevén del tercer al séptimo
párrafo del artículo 16 constitucional:

[…] No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o
querella de un hecho que la ley señale como delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos
que establezcan que se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió
o participó en su comisión71.

La autoridad que ejecute una orden judicial de aprehensión, deberá poner al inculpado a disposición del juez,
sin dilación alguna y bajo su más estricta responsabilidad. La contravención a lo anterior será sancionada
por la ley penal.

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la
detención.

Sólo en casos urgentes, cuando se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado
de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir
ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio Público podrá, bajo su
responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los indicios que motiven su proceder.

En casos de urgencia o flagrancia, el juez que reciba la consignación del detenido deberá inmediatamente
ratificar la detención o decretar la libertad con las reservas de ley. […].

A criterio de esta Primera Sala, el orden en que el constituyente permanente situó estos supuestos no
es casual. Por regla general, las detenciones deben estar precedidas por una orden de aprehensión. Los
casos de flagrancia y urgencia son excepcionales; el primero porque, como se verá más adelante, para su
configuración se requiere que, de facto, ocurra una situación particular y atípica; el segundo porque también
requiere la actualización de condiciones apartadas de lo ordinario implicadas en la expresión: “ante el
riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda
ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia”.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 124

Así, el escrutinio de la autoridad judicial debe ser la condición rectora y preferente en el régimen de
detenciones. Es decir, en principio, toda detención debe estar precedida por una autorización emitida por
un juez tras analizar si la solicitud de la autoridad ministerial para aprehender a un individuo, cumple con

71 El texto de este párrafo anterior a la reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho ―texto aplicable a este asunto por no haber
entrado en vigor al momento en que se dictó sentencia al inculpado― decía: “No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad
judicial y sin que preceda denuncia o querella de un hecho que la ley señale como delito, sancionado cuando menos con pena privativa de
libertad y existan datos que acrediten el cuerpo del delito y que hagan probable la responsabilidad del indiciado.” Vale la pena recalcar que éste
es el único párrafo constitucional materia de análisis en este apartado que, para efectos de este caso, no puede tomarse como vigente, pues en
términos del artículo segundo transitorio del decreto de reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho, este párrafo forma parte del régimen
acusatorio cuya entrada en vigor depende de la adecuación por parte de las legislaturas locales, con el tope de ocho años. No obstante esto,
para efectos del análisis concerniente al derecho de libertad personal, es irrelevante el cambio en virtud de que este párrafo, tanto en su versión
previa a la reforma como en su versión posterior, exige que sea la autoridad judicial quien emita la respectiva orden de aprehensión ―punto
esencial del desarrollo que se hará a continuación―.
las formalidades requeridas por la Constitución.

[…]

Así, el escrutinio judicial en materia de detenciones es, por tanto, una especie de regla primaria, cuya

2. Control Preventivo
ejecución debe ser privilegiada siempre que sea posible. No existe tal posibilidad cuando se actualizan
los supuestos excepcionales previstos por el mismo artículo 16 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Como ya se advertía, uno de ellos es el caso de detenciones en flagrancia.

[…] la razón por la cual se reconoce a la flagrancia como supuesto que admite la detención sin orden judicial,
no ha variado: resultaría absurdo impedir que los ciudadanos comunes pudieran detener a quien a todas
luces está ejecutando un delito frente a ellos, perfectamente apreciable por los sentidos.

[…]

Un delito flagrante es aquel (y sólo aquel) que brilla a todas luces. Es tan evidente e inconfundible que
cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y llegar a la convicción de que se está en presencia de
una conducta prohibida por la ley. Para reconocerlo no se necesita ser juez, perito en derecho o siquiera
estar especialmente capacitado: la obviedad inherente a la flagrancia tiene una correspondencia directa
con la irrelevancia de la calidad que ostenta el sujeto aprehensor.

Esta nueva interpretación (obligada por la reforma de dos mil ocho) vuelve a dar sentido a la idea de que, ante
un delito flagrante, cualquiera puede detener al sujeto activo del delito, pues ―como se ha insistido― tanto
particulares como autoridades pueden apreciar la comisión del delito sin que para ello tenga relevancia si
alguno de ellos cuenta con una investidura determinada.

De este modo, tal como lo precisó esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al
resolver el amparo directo 14/201172, la flagrancia siempre es una condición que se configura ex ante a
la detención. Esto implica que la policía no tiene facultades para detener ante la sola sospecha de que
alguien pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera por cometerlo o porque presuma que esté
involucrado en la comisión de un delito objeto de investigación, si no cuenta con una orden de detención del
órgano ministerial. Tampoco puede detener para investigar. Pues una detención en flagrancia no es aquélla
en la que se detiene con fundamento en una simple sospecha sobre la posible comisión de un delito.

Adicionalmente habrá que precisar que, tratándose de delitos permanentes, la anterior precisión es
especialmente importante. Si la persona no es sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o
inmediatamente después de ello, no es admisible que la autoridad aprehensora detenga, sorprenda al
inculpado y después intente justificar esa acción bajo el argumento de que la persona fue detenida mientras

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 125


cometía el delito. La flagrancia resplandece, no se escudriña.

Por otro lado, la referencia a una actitud sospechosa, nerviosa o a cualquier motivo relacionado con la
apariencia de una persona, no es una causa válida para impulsar una detención amparada bajo el concepto
“flagrancia”, pues ésta siempre tiene implícito un elemento sorpresa (tanto para los particulares que son
testigos como para la autoridad aprehensora). En contraste, cuando no hay ese elemento sorpresa ―porque
ya se ha iniciado una investigación que arroja datos sobre la probable responsabilidad de una persona― la
detención requiere estar precedida por el dictado de una orden de aprehensión.

Al tenor de las razones expresadas, en las que se justifica la excepción constitucional de afectación a la
libertad personal, en el precedente indicado, esta Primera Sala determinó cuál era el proceder que debe
seguirse para efectuar una detención cuando la autoridad tiene conocimiento, mediante una denuncia, de

72 Resuelto por unanimidad de cuatro votos, de los señores ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz en sesión
de nueve de noviembre de dos mil once.
que en un determinado lugar se está cometiendo un delito.

Ello, a partir de las denuncias informales que versan sobre delitos cometidos en flagrancia (es decir,
aquellos que se están cometiendo o bien que se acaban de cometer). Ese decir, de aquellas denuncias
que no se rinden ante el Ministerio Público en las condiciones de regularidad formal que deben operar
ordinariamente. Esto, por la urgencia implícita al concepto de flagrancia. Como ejemplos de denuncias
informales tenemos: llamadas a la policía (anónimas o no) de particulares que son víctimas o testigos del
delito; o aquellas denuncias de testigos o víctimas que se realizan directa y presencialmente ante la policía
y que también versan sobre hechos delictivos recién cometidos o que se están cometiendo.

Estos lineamientos generales que han de acatarse son:

a) Una vez que la policía recibe información de que en un lugar público se está cometiendo o se acaba de
cometer un delito, debe ―inmediatamente y de ser posible― informar a la autoridad ministerial a efecto de
que ésta, con los elementos de información que tenga disponibles, solicite a la autoridad judicial que libre
una orden de aprehensión contra quienes sean señalados como probables responsables. El agotamiento
de esta acción siempre debe ser favorecido, en virtud del principio de excepcionalidad de las detenciones
no autorizadas judicialmente73.

b) De cualquier forma, por la urgencia que caracteriza a las circunstancias descritas, no es necesario
que la policía espere a recibir la autorización judicial para desplegarse hasta el lugar de los hechos a fin de
detener la comisión del delito y aprehender al sujeto activo. Esto, con fundamento en el quinto párrafo del
artículo 16 constitucional74.

Sin embargo, para que la detención en flagrancia pueda ser válida (es decir, guardar correspondencia formal
y material con la normativa que rige el actuar de la policía) tiene que ceñirse al concepto constitucional
estricto de flagrancia; esto es, tiene que darse alguno de los siguientes supuestos:

1. La autoridad puede aprehender al aparente autor del delito si observa directamente que la acción se
está cometiendo en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis.

2. La autoridad puede iniciar la persecución del aparente autor del delito a fin de aprehenderlo si, mediante
elementos objetivos, le es posible identificarlo y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior,
se encontraba cometiendo el delito denunciado.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 126

73 Al respecto, el artículo 274 del Código Federal de Procedimientos Penales dice:

Artículo 274. Cuando la Policía Judicial tenga conocimiento de la comisión de un delito que se persiga de oficio, sólo cuando por las circunstancias
del caso, la denuncia no puede ser formulada directamente ante el Ministerio Público, levantará una acta, de la cual informará inmediatamente
al Ministerio Público, en la que consignará:

I.- El parte de la policía, o en su caso, la denuncia que ante ella se haga, asentando minuciosamente todos los datos proporcionados por uno u
otra;

(REFORMADA, G.O. 3 DE MAYO DE 1999)

II.- Las pruebas que suministren las personas que rindan el parte o hagan la denuncia, así como las que se recojan en el lugar de los hechos, ya
sea que se refieran al cuerpo del delito o a la probable responsabilidad de sus autores; cómplices o encubridores, y

III.- Las medidas que dictaren para completar la investigación.


74 Esto no torna irrelevante el deber de informar, cuando sea posible, al Ministerio Público de los datos denunciados, pues a partir de
ese momento éste puede iniciar una investigación, relacionar datos y empezar a investigar de modo eficiente y veloz.
De acuerdo a los parámetros previamente delimitados, esta Primera Sala sostuvo que el control judicial ex
post a la privación de la libertad en flagrancia debe ser especialmente cuidadoso. El juez debe ponderar si la
autoridad aprehensora contaba con datos suficientes que le permitieran identificar con certeza a la persona
acusada. Y debe evaluar el margen de error que pudo haberse producido tomando como base la exactitud
y precisión de los datos aportados por la denuncia.

2. Control Preventivo
No obstante la delimitación anterior, en el presente caso el recurrente plantea una problemática jurídica
que requiere de un análisis de constitucionalidad que es previo a la determinación de la legal detención en
flagrancia. En decir, cuáles son las condiciones que justifican un acto de molestia para el gobernado, con
motivo de un señalamiento por denuncia informal de que la persona está cometiendo un delito, el cual no
objetivamente visible, sino que es descubierto con motivo del acercamiento que tiene la policía hacia el
individuo. Así como aquellos casos, en los que el propio comportamiento del individuo de lugar a configurar
una sospecha razonada de que está cometiendo un ilícito penal.

En este contexto, a partir del planteamiento del recurrente, se considera importante precisar qué debe
entenderse por una sospecha razonada y cómo es que la existencia de la misma pueda justificar un control
preventivo provisional por parte de la autoridad policial. Para ello, resulta necesario precisar los parámetros
constitucionales bajo los cuales deben llevarse a cabo dichos controles, para posiblemente realizar
detenciones por delitos cometidos en flagrancia.

En principio, debe establecerse que la finalidad de estos controles no es encontrar pruebas de la comisión de
alguna conducta delictiva en particular, sino que se realizan con el objetivo de prevenir algún posible delito,
de salvaguardar la integridad y la vida de los agentes de la policía, o bien, para corroborar la identidad de
alguna persona con base a información de delitos previamente denunciados ante la policía o una autoridad.

Lo cual excluye la posibilidad de qué autoridad (sic) pueda detener a una persona, sin una causa razonable
mínima que lo justifique, como cuando objetivamente se aprecia que se está cometiendo un delito y
se pretende ocultar su realización. Pues de otra manera, como se ha precisado, se justificaría que por
cualquier circunstancia abstracta, como la apariencia física de las personas, su forma de vestir, hablar o
comportarse, pueda ser detenido y sujeto a revisión, cuando no es evidente desde una óptica objetiva que
existen circunstancias que permitan justificar la precitada sospecha de que se está cometiendo un delito.
Lo cual de acontecer sería notoriamente un acto inconstitucional.

De manera que para que se justifique la constitucionalidad de un control preventivo provisional es necesario
que se actualice la sospecha razonada objetiva de que se está cometiendo un delito y no una simple
sospecha que derive del criterio subjetivo del agente de la autoridad, basado en la presunción de que por la
simple apariencia del sujeto es posible que sea un delincuente.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 127


Ahora bien, regresemos al cuestionamiento del recurrente. Esta Primera Sala determina que la realización de
un control preventivo provisional debe ser motivado inicialmente por la sospecha razonable de los agentes,
lo cual debe ser acreditable empíricamente en virtud de que se justifique la presunción de que alguien está
cometiendo un delito o lo acaba de cometer. Dichas circunstancias deben coincidir objetivamente con los
objetos materiales del ilícito, los sujetos, lugares y horarios descritos por las víctimas o testigos de algún
delito en las denuncias que haya recibido la policía previamente.

Del planteamiento del recurrente, se cuestiona la detención que precede de la clase de denuncias informales
que versan sobre delitos cometidos en flagrancia (es decir, aquellos que se están cometiendo o bien se
acaban de cometer). En otras palabras, lo referente a todas aquellas denuncias que no se rinden ante el
Misterio Público en las condiciones de regularidad formal que deben operar ordinariamente. Esto, por la
urgencia implícita al concepto de flagrancia. Como ejemplos de denuncias informales tenemos: llamadas
a la policía (anónimas o no) de particulares que son víctimas o testigos del delito; o aquellas denuncias de
testigos o víctimas que se realizan directa y presencialmente ante la policía y que también versan sobre
hechos delictivos recién cometidos o que se están cometiendo.

Asimismo, es importante considerar que el comportamiento inusual de las personas, como las conductas
evasivas y/o desafiantes frente a los agentes de la policía, así como cualquier otro comportamiento que
razonablemente pueda ser interpretado dentro de determinado contexto como preparatorio para la comisión
de algún delito, puede justificar un control preventivo provisional. Únicamente bajo estas condiciones, la
policía estaría en posibilidad de llevar a cabo un control provisional preventivo.

Así, los parámetros que dan pauta a la detención por sospecha razonable, derivan de condiciones
específicas que distan de aquellos casos en que la detención de una persona se realiza por un agente de
la autoridad en virtud de haber presenciado que (sic) se estaba cometiendo el delito. En la actualización
de la sospecha razonada, no existen la condición fáctica descrita, la comisión del delito no es evidente y
apreciable de forma directa, pero existen condiciones circunstanciales que justifican la realización de un
control preventivo provisional por parte de los agentes de la autoridad. Ya sea porque exista una denuncia
informal o anónima o porque el sujeto exteriorice acciones que objetivamente den lugar a considerar que
se pretende ocultar la realización de un delito. Pero serán las condiciones fácticas de estas circunstancias
las que determinan el grado de intensidad del control preventivo por parte de la autoridad.

Una vez agotado ese requisito, deberá considerarse el grado de intensidad de la conducta de la que deriva
la sospecha razonable para determinar el control preventivo, siendo éstos directamente proporcionales. En
ese tenor, existen dos grados:

Un control preventivo de grado menor implicaría que los agentes de la policía pudiesen limitar
provisionalmente el tránsito de personas y/o vehículos con la finalidad de solicitar información a la persona
controlada, como por ejemplo su identidad, ruta, motivos de su presencia, etcétera. Asimismo, el agente de
la policía estaría en posibilidad de realizar una revisión ocular superficial exterior de la persona o del interior
de algún vehículo.

Un control preventivo de grado superior, motivado objetivamente por conductas proporcionales y


razonablemente sospechosas, implicaría que los agentes policiales estarían en la posibilidad de realizar
sobre la persona y/o vehículos un registro más profundo, con la finalidad fundamental de prevenir algún
delito, así como para salvaguardar la integridad y la vida de los propios agentes. En estas condiciones,
dichos agentes podrían además registrar las ropas de las personas, sus pertenencias, así como el interior
de los vehículos. Esto ocurriría, por ejemplo, si las circunstancias objetivas y particulares que rodean a un
delito y al sujeto activo corresponden ampliamente con las descritas en una denuncia previa, o bien si los
sujetos controlados muestran un alto nivel de desafío o de evasión frente a los agentes de autoridad. En
resumen, una persona violenta o que intente darse a la fuga, puede ser objeto de un control preventivo más
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 128

intenso.

En este sentido, si tras un control provisional preventivo legítimo los agentes de la policía advierten la
comisión flagrante de algún delito, la detención del sujeto controlado será lícita y, en consecuencia, también
lo serán las pruebas descubiertas en la revisión que, a su vez, tendrán pleno valor jurídico para ser ofrecidas
en juicio.

A partir de toda la información anterior, podemos identificar cuál es el proceder que, a la luz de la
Constitución, debe seguirse para efectuar un control provisional preventivo y, en su caso, una detención
cuando la autoridad tiene conocimiento, mediante una denuncia informal, de que en un determinado lugar
se está cometiendo un delito.

De manera que, como lo precisó esta Primera Sala en el referido precedente, amparo directo 14/2011, el
juez que ratifica una detención en la que no es necesario esperar una orden de aprehensión (flagrancia
y caso urgente) debe conducirse de acuerdo con el espíritu de la Constitución, de otorgar al gobernado
la seguridad de que no será aprehendido por agentes del Estado por el sólo hecho de que alguien lo ha
señalado como delincuente, sin aportar datos concretos que pudieran corroborar esa acusación.

La delimitación del concepto flagrancia, precisó esta Primera Sala, obedeció a la intención de favorecer el

2. Control Preventivo
derecho a la libertad personal. Por tanto, el control judicial ex post a la privación de la libertad en flagrancia
debe ser especialmente cuidadoso. El juez debe ponderar si el ciudadano o la autoridad aprehensora
contaba con datos suficientes que le permitieran identificar con certeza a la persona acusada. Y debe
evaluar el margen de error que pudo haberse producido tomando como base la exactitud y precisión de los
datos aportados por la denuncia.

En suma, a juicio de esta Sala, quien afirma la legalidad y constitucionalidad de la detención debe poderla
defender ante el juez. El principio de presunción de inocencia se proyecta hasta esta etapa del proceso
(hasta la detención) y, por tanto, quien afirma que la persona capturada fue sorprendida en flagrancia,
tiene la carga de la prueba. Este escrutinio posterior a la detención es de suma importancia, pues el
descubrimiento de que se está ante una situación de ilegal privación de la libertad debe desencadenar el
reproche y la exigencia de responsabilidad que jurídicamente correspondan.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala confirmó la sentencia del Tribunal Colegiado, pues a partir de la interpretación
sostenida se advirtió que este órgano únicamente había afirmado correctamente que la detención del
quejoso se había ajustado al marco de excepción, es decir su detención había sido legal.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

DETENCIÓN EN FLAGRANCIA. APRECIACIÓN DE SU VALIDEZ CONSTITUCIONAL CUANDO LA AUTORIDAD


TIENE CONOCIMIENTO, POR MEDIO DE UNA DENUNCIA INFORMAL, QUE SE ESTÁ COMETIENDO O SE ACABA
DE COMETER UN DELITO. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado el
procedimiento que debe seguirse para efectuar una detención cuando la autoridad tiene conocimiento por
medio de una denuncia informal sobre un delito cometido en flagrancia; y para que aquélla pueda ser válida
(por guardar correspondencia formal y material con la normativa que rige el actuar de la policía) tiene que
ceñirse al concepto constitucional estricto de flagrancia, es decir, debe actualizarse alguno de los supuestos

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 129


siguientes: 1. La autoridad puede aprehender al aparente autor del delito si observa directamente que la acción
se comete en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis; o, 2. La autoridad puede iniciar la persecución
del aparente autor del delito a fin de aprehenderlo si, mediante elementos objetivos, le es posible identificarlo
y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior, se encontraba cometiendo el delito. Ahora bien,
tratándose de la detención en flagrancia en el supuesto de denuncia informal (aquella que no se rinde ante el
Ministerio Público en las condiciones de regularidad formal que deben operar ordinariamente), al evaluar la
validez constitucional, el juez debe ponderar si la autoridad aprehensora contaba con datos suficientes que
le permitieran identificar con certeza a la persona acusada y evaluar el margen de error que pudo haberse
producido tomando como base la exactitud y la precisión de los datos aportados en la denuncia.

Primera Sala, Tesis 1a. XXV/2016 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010963

CONTROL PROVISIONAL PREVENTIVO. PARÁMETROS A SEGUIR POR LOS ELEMENTOS DE LA POLICÍA


PARA QUE AQUÉL TENGA VALIDEZ CON POSTERIORIDAD A LA DETENCIÓN EN FLAGRANCIA. La finalidad
de los controles preventivos provisionales es evitar la comisión de algún delito, salvaguardar la integridad y
la vida de los agentes policiacos, o corroborar la identidad de alguna persona, con base en información de
delitos previamente denunciados ante la policía o alguna autoridad. En este sentido, la realización de esos
controles excluye la posibilidad de que la autoridad pueda detener a una persona sin causa mínima que lo
justifique, de lo contrario, bajo una circunstancia abstracta -como la apariencia física de las personas, su
forma de vestir, hablar o comportarse-, podrían justificar su detención y revisión física cuando es evidente
que no existen circunstancias que permitan explicar la sospecha de que se está cometiendo un delito. Por
tanto, para que se justifique la constitucionalidad de un control preventivo provisional es necesario que
se actualice la sospecha razonada objetiva de que se está cometiendo un delito y no sólo una sospecha
simple que derive de un criterio subjetivo del agente de la autoridad. Así, las circunstancias para acreditar
empíricamente la sospecha razonable objetiva son relativas a los objetos materiales del ilícito, los sujetos,
lugares y horarios descritos por las víctimas y los testigos de algún delito con las denuncias que haya
recibido la policía. En este contexto, las condiciones en las cuales la policía estará en posibilidad de llevar a
cabo un control de detención, se actualizan cuando la persona tenga un comportamiento inusual, así como
conductas evasivas y/o desafiantes frente a los agentes de la policía. Sin embargo, en la actualización del
supuesto de sospecha razonada, no existe la condición fáctica descrita, la comisión del delito evidente
y apreciable de forma directa, pero sí las condiciones circunstanciales que justifican la realización de un
control preventivo provisional por parte de los agentes de la autoridad, ya sea porque haya una denuncia
informal o anónima, o porque el sujeto exteriorice acciones que objetivamente den lugar a considerar que se
pretende ocultar la realización de un delito. Aunado a lo anterior, las condiciones fácticas son las que van a
determinar el grado de intensidad del control preventivo por parte de la autoridad. En este sentido, existen
dos tipos de controles que pueden realizarse: 1. Preventivo en grado menor, en el cual, los agentes de la
policía pueden limitar provisionalmente el tránsito de personas y/o vehículos con la finalidad de solicitar
información a la persona controlada, por ejemplo, su identidad, ruta, motivos de su presencia, etcétera.
En este control preventivo de grado menor, también los agentes de la policía pueden efectuar una revisión
ocular superficial exterior de la persona o del interior de algún vehículo. 2. Preventivo en grado superior, el
cual está motivado objetivamente por conductas proporcionales y razonablemente sospechosas, lo que
implica que los agentes policiales estén en posibilidad de realizar sobre la persona y/o vehículos un registro
más profundo, con la finalidad de prevenir algún delito, así como para salvaguardar la integridad y la vida
de los propios agentes. En este supuesto, éstos podrían, además, registrar las ropas de las personas, sus
pertenencias así como el interior de los vehículos. Este supuesto se actualiza si las circunstancias objetivas
y particulares del delito y el sujeto corresponden ampliamente con las descritas en una denuncia previa,
o bien si los sujetos controlados muestran un alto nivel de desafío o de evasión frente a los agentes de la
autoridad. En consecuencia, si después de realizar el control provisional legítimo los agentes de la policía
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 130

advierten la comisión flagrante de algún delito, la detención del sujeto controlado será lícita, y también lo
serán las pruebas descubiertas en la revisión que, a su vez, tendrán pleno valor jurídico para ser ofrecidas
en juicio.

Primera Sala, Tesis 1a. XXVI/2016 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010961
NORMATIVIDAD CORRELATIVA

2. Control Preventivo
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud
de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.

[…]

Artículo 21. […]

La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios,
que comprende la prevención de los delitos; la investigación y persecución para hacerla efectiva, así como
la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley, en las respectivas competencias
que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones de seguridad pública se regirá por los
principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución. (9º párrafo).

[…]
CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 19. Derecho al respeto a la libertad personal

Toda persona tiene derecho a que se respete su libertad personal, por lo que nadie podrá ser privado de la
misma, sino en virtud de mandamiento dictado por la autoridad judicial o de conformidad con las demás
causas y condiciones que autorizan la Constitución y este Código.

[…]
Artículo 132. Obligaciones del Policía

El Policía actuará bajo la conducción y mando del Ministerio Público en la investigación de los delitos en

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 131


estricto apego a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución.

Para los efectos del presente Código, el Policía tendrá las siguientes obligaciones:

I. Recibir las denuncias sobre hechos que puedan ser constitutivos de delito e informar al Ministerio
Público por cualquier medio y de forma inmediata de las diligencias practicadas;
[…]
III. Realizar detenciones en los casos que autoriza la Constitución, haciendo saber a la persona
detenida los derechos que ésta le otorga;
IV. Impedir que se consumen los delitos o que los hechos produzcan consecuencias ulteriores.
Especialmente estará obligada a realizar todos los actos necesarios para evitar una agresión real,
actual o inminente y sin derecho en protección de bienes jurídicos de los gobernados a quienes
tiene la obligación de proteger;

[…]
VII. Practicar las inspecciones y otros actos de investigación, así como reportar sus resultados al
Ministerio Público. En aquellos que se requiera autorización judicial, deberá solicitarla a través del
Ministerio Público;

[…]
XIV. Emitir el informe policial y demás documentos, de conformidad con las disposiciones aplicables.
Para tal efecto se podrá apoyar en los conocimientos que resulten necesarios, sin que ello tenga el
carácter de informes periciales, y

Artículo 251. Actuaciones en la investigación que no requieren autorización previa del Juez de control

No requieren autorización del Juez de control los siguientes actos de investigación:

[…]

III. La inspección de personas;

IV. La revisión corporal;

V. La inspección de vehículos;

Artículo 266. Actos de molestia

Todo acto de molestia deberá llevarse a cabo con respeto a la dignidad de la persona en cuestión. Antes
de que el procedimiento se lleve a cabo, la autoridad deberá informarle sobre los derechos que le asisten
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 132

y solicitar su cooperación. Se realizará un registro forzoso sólo si la persona no está dispuesta a cooperar
o se resiste. Si la persona sujeta al procedimiento no habla español, la autoridad deberá tomar medidas
razonables para brindar a la persona información sobre sus derechos y para solicitar su cooperación.

Artículo 268. Inspección de personas

En la investigación de los delitos, la Policía podrá realizar la inspección sobre una persona y sus posesiones
en caso de flagrancia, o cuando existan indicios de que oculta entre sus ropas o que lleva adheridos a
su cuerpo instrumentos, objetos o productos relacionados con el hecho considerado como delito que se
investiga. La revisión consistirá en una exploración externa de la persona y sus posesiones. Cualquier
inspección que implique una exposición de partes íntimas del cuerpo requerirá autorización judicial. Antes
de cualquier inspección, la Policía deberá informar a la persona del motivo de dicha revisión, respetando en
todo momento su dignidad.
3. INFORMAR DERECHOS AL DETENIDO

REGLA
Cuando un efectivo detenga a una persona debe informarle de inmediato
sobre el motivo de la detención, haciéndole saber los hechos que se le
atribuyen y los derechos que le asisten; sobre todo el derecho a guardar
silencio.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
Las autoridades que lleven a cabo una detención tanto por orden judicial,
como por urgencia, flagrancia o control preventivo tienen la obligación de
informar inmediatamente a la persona detenida sobre los hechos que se
le atribuyen y los derechos que le asisten, entre ellos: a guardar silencio,
a que se presuma su inocencia, a contar con un defensor público si no
puede o quiere pagar uno privado (o a la asistencia consular si se trata
de un extranjero) y a ser juzgado en una audiencia pública ante un juez;
todo ello para evitar detenciones arbitrarias y favorecer su derecho de
defensa. La información sobre estos derechos debe quedar registrada
por algún medio, por ejemplo, mediante el documento de puesta a
disposición o, incluso, en audio o video.

Cuando no haya sido posible informar inmediatamente al propio detenido


sobre el motivo de la detención, de sus derechos por situaciones de
seguridad, una necesidad de atención médica u otra situación; deberán
detallarse las razones en el documento de puesta a disposición. Informará
con precisión el momento en que pudo realizarse dicha situación, la cual
deberá realizarse previamente a dicha puesta.

PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 3998/2012.


Fecha de resolución: 12 de noviembre de 2014. Ponente: Ministro Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena. Votación: Mayoría. 1

1 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.
aspx?AsuntoID=14705 5
HECHOS DEL CASO: A las 15:23 horas del 2 de diciembre de 2010, dos policías municipales de Mérida,
Yucatán, se encontraban en labores de patrullaje en un mercado cuando una mujer les avisó que un sujeto
estaba vendiendo droga en dicho lugar, dándoles sus características. Al encontrarse con tal persona, los
policías la interrogaron sobre la causa de su presencia y sobre la bolsa que traía consigo, pidiendo permiso
para inspeccionarla, a lo que se negó arrojándola al piso. Uno de los policías la levantó y revisó, encontrando
trece pastillas al parecer de clonazepam, sobre las que lo interrogaron, refiriendo que las utilizaba para
el dolor de cabeza pero que no podía acreditar su legal procedencia, lo detuvieron y a las 21:30 horas del
mismo día lo pusieron a disposición del Ministerio Público.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia condenatoria por delito Contra la salud, en
la modalidad de posesión simple del psicotrópico clonazepam. En apelación se confirmó esa condena. En
el juicio de amparo directo se negó la protección constitucional. El quejoso interpuso recurso de revisión
ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para determinar los alcances de los artículos 16 y 20 de la
Constitución Federal, en relación con la flagrancia delictiva, así como de la puesta a disposición sin demora
ante el Ministerio Público y lo referente al momento en el cual debe hacerse saber a la persona detenida los
motivos de su detención y sus derechos, incluido el de contar con un abogado.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Esta Primera Sala observa que de los conceptos de violación, de los agravios y de las consideraciones de
la sentencia del Tribunal Colegiado surgen dos temas en relación con la flagrancia: a) si ésta se actualizó,
y b) si los agentes policiales, con base en una denuncia de un hecho delictivo distinto, podían revisar al hoy
quejoso.

Para abordar dichas cuestiones en el caso concreto, se considera necesario, de manera preliminar, referirse
al derecho humano a la libertad personal, y en especial a una de sus limitaciones válidas, como es la
flagrancia, para lo cual serán tomadas como base las principales consideraciones esgrimidas por esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación al resolver la contradicción de tesis 105/2006-PS2, retomada
posteriormente en el amparo en revisión 135/20113, así como el amparo directo en revisión 2470/20114.

[…]

Ahora bien, de conformidad con el texto constitucional y con los instrumentos internacionales ratificados
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 134

por México, la privación de la libertad personal sólo puede efectuarse en los casos y de acuerdo con los
procedimientos previstos en la Constitución o la Ley. En caso contrario, estaremos ante una detención o
privación ilegal de la libertad, que se encuentra prohibida tanto a nivel nacional como internacional.

En este orden de ideas, en nuestro sistema jurídico, las afectaciones a la libertad de los individuos sólo
puede (sic) tener lugar en los casos y condiciones reguladas en la Constitución, en los tratos, y en las leyes,
es decir, a partir del estricto cumplimiento de determinados requisitos y garantías.

2 Resuelta en sesión de Primera Sala correspondiente al quince de noviembre de dos mil seis, bajo la ponencia del Ministro José
Ramón Cossío Díaz.
3 Resuelto en sesión de Primera Sala correspondiente al seis de febrero de dos mil trece, bajo la ponencia del Ministro Jorge Mario
Pardo Rebolledo.
4 Resuelto en sesión de Primera Sala correspondiente al seis de febrero de dos mil trece, bajo la ponencia del Ministro José Ramón
Cossío Díaz.
3. Informar Derechos al Detenido
Una de las formas constitucionalmente previstas para la privación de la libertad personal es la flagrancia,
institución jurídica respecto la cual, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha realizado diversos
pronunciamientos,5 que serán retomados en el presente apartado.

[…]

En la ejecutoria de referencia 2470/2011 se consideró que el escrutinio de la autoridad judicial debía ser la
condición rectora y preferente en el régimen de detenciones. Es decir, en principio, toda detención debe estar
precedida por una autorización emitida por un juez tras analizar si la solicitud de la autoridad ministerial
para privar de la libertad a un individuo, cumplía o no con las formalidades requeridas por la Constitución.

Mientras que el Ministerio Público tiene el deber de perseguir el delito y, por tanto, tiene interés en que las
detenciones se ejecuten, la autoridad judicial tiene el llamado institucional de fungir como contrapeso, esto
es, como tercero imparcial, capaz de invalidar las detenciones contrarias a los derechos reconocidos en la
Constitución y en los tratados internacionales.

[…] se determinó que un delito flagrante es el que brilla a todas luces, es decir, que es tan evidente e
inconfundible que cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y llegar a la convicción de que se está
en presencia de una conducta prohibida por la ley. Se afirmó que para reconocerlo no se necesitaba ser
juez, perito en derecho o bien, el estar especialmente capacitado. Dicho en otras palabras, se afirmó que la
obviedad inherente a la flagrancia tenía una correspondencia directa con la irrelevancia de la calidad que
ostenta el sujeto aprehensor.

De este modo, se entendió que la flagrancia era siempre una condición que se configura antes de la
detención. Esto implica que la policía no tiene facultades para detener ante la sola sospecha de que alguien
pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera por cometerlo o porque presuma que esté involucrado
en la comisión de un delito objeto de investigación, si no cuenta con una orden de detención del órgano
ministerial. Por otra parte, se afirmó que tampoco se podía detener para investigar.

Si la persona no era sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de


ello, no era admisible que la autoridad aprehensora detuviera al inculpado y después intentara justificar esa
acción bajo el argumento de que la persona fue detenida mientras cometía el delito.

Por ende, se concluyó, de manera genérica, que una “actitud sospechosa”, nerviosa o a cualquier otro
motivo relacionado con la apariencia de una persona, no es una causa válida para impulsar una detención
amparada bajo el concepto flagrancia, ya que éste siempre tenía implícito un elemento sorpresa tanto

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 135


para los particulares que son testigos, como para la autoridad aprehensora. En contraste, cuando no hay
ese elemento sorpresa –porque ya se ha iniciado una investigación que arroja datos sobre la probable
responsabilidad de una persona– la detención requerirá estar precedida por el dictado de una orden de
aprehensión. Además, tal como se destacó en el amparo directo en revisión 3463/2012, una detención
en flagrancia no es aquella en la que se detiene con fundamento en una simple sospecha sobre la posible
comisión de un delito6.

Congruente con lo anterior, esta Primera Sala enfatizó en las ejecutorias referidas que, para que la detención
en flagrancia pudiera ser válida, tendría que darse alguno de los siguientes supuestos:

5 Sobre el particular, esta Primera Sala resolvió el Juicio de Amparo Directo 14/2011, bajo la ponencia del Ministro José Ramón Cossío
Díaz. Resuelto en sesión de nueve de noviembre de dos mil once por unanimidad de votos. Así como el diverso Amparo Directo en Revisión
2480/2012, bajo la ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. Resuelto igualmente por unanimidad de votos.
6 Amparo directo en revisión 3463/2012, Ministro Ponente José Ramón Cossío. Secretario Julio Veredín Serna.
a) La autoridad puede aprehender al aparente autor del delito si observa directamente que la acción se está
cometiendo en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis.

b) La autoridad puede iniciar la persecución del aparente autor del delito para aprehenderlo si, mediante
elementos objetivos, es posible identificarlo y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior, se
encontraba cometiendo el delito denunciado.

Además, se afirmó que el juez que ratifica una detención en la que no era necesario esperar una orden de
aprehensión debía conducirse de acuerdo con el espíritu de la reforma constitucional a la que se ha hecho
referencia.

Esta Primera Sala determinó que el control judicial posterior a la privación de la libertad en flagrancia debe
ser especialmente cuidadoso y que el juez debía ponderar si la autoridad aprehensora contaba con datos
suficientes que le permitieran identificar con certeza a la persona acusada. Pero además se afirmó que
debía evaluar el margen de error que pudo haberse producido tomando como base la exactitud y precisión
de los datos aportados por la denuncia.

En suma, esta Sala concluyó que quien afirma la legalidad y constitucionalidad de la detención debía poderla
defender ante el juez. Como cuestión importante, se enfatizó que el principio de presunción de inocencia se
proyectaba desde esa etapa del procedimiento (detención). Por tanto, quien afirma que la persona capturada
fue sorprendida en flagrancia tiene la carga de la prueba. Así, el escrutinio posterior a la detención se
consideró de suma importancia, ya que el descubrimiento de que se actualizó una situación de privación
ilegal de la libertad, necesariamente debía desencadenar el reproche y la exigencia de responsabilidad que
jurídicamente correspondan.

Por otro lado, en el amparo directo 14/2011, la Primera Sala dio lineamientos generales sobre lo que tiene
que hacer una autoridad policial cuando tiene conocimiento, mediante una denuncia informal,7 del hecho
que en un lugar se esté cometiendo o se acabe de cometer un delito en flagrancia. Los lineamientos
referidos son los siguientes:

a) Cuando la policía recibe información que en un lugar público se está cometiendo o se acaba de cometer
un delito, debe ―inmediatamente y de ser posible― informar a la autoridad ministerial para que ésta, con
los elementos de información que tenga disponibles, solicite a la autoridad judicial que libre una orden de
aprehensión contra quienes sean señalados como probables responsables. El agotamiento de esta acción
siempre debe ser favorecido, con base en el principio de excepcionalidad de las detenciones no autorizadas
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 136

judicialmente8.

7 Se refiere a aquellas denuncias que no se rinden ante el Ministerio Público en las condiciones de regularidad formal que deben
operar ordinariamente. Como ejemplos de denuncias informales tenemos: llamadas a la policía (anónimas o no) de particulares que son
víctimas o testigos del delito; o aquellas denuncias de testigos o víctimas que se realizan directa y presencialmente ante la policía y que también
versan sobre hechos delictivos recién cometidos o que se están cometiendo.
8 Al respecto, el artículo 274 del Código Federal de Procedimientos Penales dice:
Artículo 274. Cuando la Policía Judicial tenga conocimiento de la comisión de un delito que se persiga de oficio, sólo cuando por las circunstancias
del caso, la denuncia no puede ser formulada directamente ante el Ministerio Público, levantará una acta, de la cual informará inmediatamente
al Ministerio Público, en la que consignará:
I.- El parte de la policía, o en su caso, la denuncia que ante ella se haga, asentando minuciosamente todos los datos proporcionados por uno u
otra;
(REFORMADA, G.O. 3 DE MAYO DE 1999)
II.- Las pruebas que suministren las personas que rindan el parte o hagan la denuncia, así como las que se recojan en el lugar de los hechos, ya
sea que se refieran al cuerpo del delito o a la probable responsabilidad de sus autores; cómplices o encubridores, y
III.- Las medidas que dictaren para completar la investigación.
b) Ahora bien, por la urgencia que caracteriza a las circunstancias descritas y con fundamento en el
quinto párrafo del artículo 16 constitucional9, no es necesario que la policía espere la autorización judicial

3. Informar Derechos al Detenido


para desplegarse hasta el lugar de los hechos para detener la comisión del delito y aprehender al sujeto
activo.

Posteriormente, en el amparo directo en revisión 3463/2012, la Primera Sala analizó las condiciones que
podrían justificar un acto de molestia para el individuo –lo que llamó control preventivo provisional– y que,
con base en dicho acto, se dé una detención en flagrancia.

Al respecto, destacó dos condiciones diferentes que podrían justificar dicho control:

a) un señalamiento por denuncia informal10 de que la persona esté cometiendo un delito, el cual no es
objetivamente visible, sino que es descubierto con motivo del acercamiento que tiene la policía hacia el
individuo, y

b) que el comportamiento del individuo dé lugar a una “sospecha razonada” de que está cometiendo
un delito o lo acaba de cometer. Dentro de este supuesto se incluyó el comportamiento inusual de las
personas, como las conductas evasivas y/o desafiantes frente a los agentes de la policía, así como cualquier
otro comportamiento que razonablemente pueda ser interpretado dentro de determinado contexto como
preparatorio para la comisión de algún delito.

En este contexto, la Primera Sala analizó los parámetros constitucionales bajo los cuales deben llevarse a
cabo dichos controles, para posiblemente realizar detenciones por delitos cometidos en flagrancia:

a) Los controles preventivos provisionales se realizan para:

i. prevenir algún posible delito;

ii. salvaguardar la integridad y la vida de los agentes policiales, o

iii. corroborar la identidad de alguna persona con base en información de delitos previamente denunciados
ante la policía.

b) La finalidad de dichos controles no es encontrar pruebas de la comisión de algún delito.

La Primera Sala consideró que dicho estándar excluye la posibilidad de que una autoridad pueda detener a
una persona sin una causa razonable mínima que lo justifique, pues de lo contrario, se justificaría que por
cualquier circunstancia abstracta –como la apariencia física de las personas, su forma de vestir, hablar o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 137


comportarse– pueda ser detenido y sujeto a revisión, cuando no es evidente que existen circunstancias
objetivas que permitan justificar la sospecha razonada de que se está cometiendo un delito. De lo contrario,
la detención sería un acto notoriamente inconstitucional.

Si tras un control provisional preventivo legítimo los agentes policiales advierten la comisión flagrante
de algún delito, la detención del sujeto controlado será lícita y, en consecuencia, lo serán las pruebas
descubiertas en la revisión que, a su vez, tendrán pleno valor jurídico para ser ofrecidas en juicio.

En el amparo directo en revisión 1596/2014, la Primera Sala continuó desarrollando el anterior estándar.

9 Esto no torna irrelevante el deber de informar, cuando sea posible, al Ministerio Público de los datos denunciados, pues a partir de
ese momento éste puede iniciar una investigación, relacionar datos y empezar a investigar de modo eficiente y veloz.
10 Como ejemplos de denuncias informales se tienen las siguientes: llamadas a la policía (anónimas o no) de particulares que son
víctimas o testigos del delito; o aquellas denuncias de testigos o víctimas que se realizan directa y presencialmente ante la policía y que también
versan sobre hechos delictivos recién cometidos o que se están cometiendo; es decir, se refiere a todas aquellas denuncias que no se rinden ante
el Misterio Público en las condiciones de regularidad formal que deben operar ordinariamente.
Al respecto destacó que el derecho a la libertad personal no es absoluto11. Consecuentemente, aunque
este control preventivo provisional no tiene un sustento expreso en el texto constitucional, deriva de las
facultades que tienen los elementos de seguridad pública en la prevención, investigación y persecución
de posibles conductas que afecten los derechos de los demás y, por ende, prohibidas por el ordenamiento
jurídico, de conformidad con el artículo 21 de la Constitución Federal12.

La intención de la Suprema Corte en destacar la existencia de dicho control preventivo provisional fue
clarificar las restricciones provisionales permitidas al ejercicio de derechos humanos como la libertad
personal y bajo qué condiciones se justifican, ya que invariablemente la conducta de un elemento de policía
o de seguridad pública incidirá o afectará momentáneamente en esa libertad o libertades y en el goce de
otros derechos interdependientes como puede ser el de propiedad, libre circulación o intimidad.

Se destacó en dicho precedente que las restricciones provisionales son afectaciones momentáneas al
ejercicio de un derecho que no es absoluto; por lo tanto, aun cuando no se encuentre prevista expresamente
cierta restricción provisional en el texto constitucional, es legítima desde el punto de vista constitucional
cuando se realice en cumplimiento de lo previsto en el artículo 21 de la Constitución Federal y siempre y
cuando se efectúe atendiendo al estándar de excepcionalidad y de concurrencia de una sospecha razonable.
[…]

En ese sentido, la Primera Sala destacó que la Constitución Federal señala que para que una persona
pueda ser privada de su libertad debe existir una orden de aprehensión o la concurrencia de flagrancia o
caso urgente en la comisión de una conducta delictiva. A este accionar el texto constitucional lo denomina
como “detención”, que en realidad se puede considerar como un sinónimo de “arresto”. Como se mencionó,
la detención ocurre cuando una autoridad o cualquier otra persona, ante la actualización de una conducta
delictiva flagrante, ejerce las potestades conferidas constitucionalmente para privar a una persona de su
libertad personal y deambulatoria (en algunos casos a través del uso de la fuerza), con el objetivo de ser
presentado ante la autoridad correspondiente o ante el ministerio público.

Sin embargo, no todo contacto entre una autoridad de seguridad pública y una persona puede o debe
catalogarse como una detención. Las competencias propias de los agentes de seguridad pública implican
actos de investigación o de prevención del delito, por lo que necesariamente existe algún tipo de incidencia
o contacto entre agentes del Estado y los habitantes de este país que no actualiza el supuesto de detención.

Así, para efectos del control preventivo provisional y siguiendo la línea argumentativa del citado amparo
directo en revisión 3463/2012, se pueden distinguir tres niveles de contacto entre una autoridad que ejerce
facultades de seguridad pública y una tercera persona: a) simple inmediación entre el agente de seguridad
y el individuo, para efectos de investigación, identificación o de prevención del delito; b) restricción temporal
del ejercicio de un derecho, como puede ser la libertad personal, propiedad, libre circulación o intimidad, y
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 138

c) detención en estricto sentido.

El primer nivel de contacto no requiere de justificación, ya que es una simple aproximación de la autoridad
con la persona que no incide en su esfera jurídica. Este supuesto se actualiza, por ejemplo, cuando un

11 Los párrafos 74 a 87 corresponden a las consideraciones del amparo directo en revisión 1596/2014. Primera Sala. Ministro Ponente:
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: Miguel Antonio Núñez, decidido el tres de septiembre de dos mil catorce.
12 En el Caso Cabrera y Montiel vs. México, la Corte Interamericana estableció que: “(…) si bien el Estado tiene el derecho y la
obligación de garantizar su seguridad y mantener el orden público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en todo momento, de aplicar
procedimientos conformes a Derecho y respetuosos de los derechos fundamentales, a todo individuo que se encuentre bajo su jurisdicción”.
Cfr., Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de
noviembre de 2010. Serie C No. 220, párr. 87. Ver también Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 25 de noviembre de
2000. Serie C No. 70, párr. 174; Caso Juan Humberto Sánchez vs. Honduras. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 111, y Caso Servellón García y otros vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21
de septiembre de 2006. Serie C No. 152, párr. 86.
agente de policía se acerca a una persona en la vía pública y le hace ciertos tipos de preguntas, sin ejercer
ningún medio coactivo y bajo la suposición de que dicha persona se puede retirar en cualquier momento.

3. Informar Derechos al Detenido


En cambio, la restricción temporal del ejercicio de la libertad surge cuando una persona se siente
razonablemente obligada por la autoridad a obedecer sus órdenes expresas o implícitas, lo cual puede
derivar en una ausencia de movimiento físico. Esta restricción provisional debe ser excepcional y se
admite únicamente en casos en los que no es posible, por cuestión temporal, conseguir un mandamiento
escrito u orden judicial para ejercer actos de molestia a una persona o a sus posesiones, de acuerdo a los
lineamientos expuestos en el referido amparo directo en revisión 3463/2012.

Al respecto, esta restricción a la libertad personal tiene que estar plenamente justificada en aras de que se
fundamente a partir del artículo 21 constitucional; es decir, en un Estado constitucional de Derecho como
el mexicano, no es posible aceptar que cualquier autoridad pueda limitar el ejercicio, a saber, de la libertad
deambulatoria, sin razones objetivas que sustenten tal afectación en el ejercicio del derecho.

Así, la restricción temporal a la libertad deambulatoria de una persona y sus derechos interdependientes
puede justificarse, en algunos casos, en la actualización de infracciones administrativas (como podría ser
la violación al reglamento de tránsito) o en la concurrencia, a juicio de la autoridad, de una suposición
razonable de que se está cometiendo una conducta delictiva.

Adicionalmente, esta restricción provisional puede darse en un grado menor o mayor de intromisión,
dependiendo de las circunstancias del caso, tal como se expuso en el amparo directo en revisión 3463/2012.
Será mayor cuando la autoridad aprecie de las situaciones fácticas que, por ejemplo, su integridad física
corre algún peligro al momento de restringir provisionalmente la libertad de un sujeto o que esta persona
resulta violenta o intente darse a la fuga, lo cual lo facultará para realizar sobre la persona y/o sus posesiones
o propiedades un registro o revisión más exhaustiva, con la finalidad fundamental de prevenir algún delito.

Por el contrario, la restricción provisional del ejercicio del derecho humano será menos intrusiva si
actualizada la sospecha razonable, no existen circunstancias fácticas que permitan a la autoridad percibir
que la persona en cuestión es peligrosa o que su integridad física corre peligro, por lo que estarán facultados
para llevar a cabo solamente una revisión ocular superficial y exterior de la persona y/o de sus posesiones
o propiedades.

Cabe recalcar que para acreditar la existencia de esta suposición razonable, la autoridad deberá señalar
detenidamente cuál era la información (hechos y circunstancias) con la que contaba en ese momento para
suponer que la persona en cuestión estaba cometiendo una conducta ilícita o, por el contrario, si el registro
o revisión fue autorizada libremente por el posible afectado, entendiéndose que existe consentimiento
cuando fue prestado de manera consciente y libre; es decir, ausente de error, coacción o de un acto de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 139


violencia o intimidación13 por parte de los agentes de policía14. Para el primer supuesto, dicha información
tendrá que cumplir con criterios de razonabilidad y objetividad; a saber, deberá ser suficiente bajo el criterio
de que cualquier persona desde un punto de vista objetivo hubiere llegado a la misma determinación que la
autoridad si hubiere contado con tal información.

Lo anterior será diferente en cada caso concreto y dependerá de los hechos y circunstancias presentes

13 Véase, la interpretación del concepto de consentimiento plasmada en el amparo directo en revisión 2420/2011, página 28. Si bien
es cierto deriva de un caso relacionado con la inviolabilidad del domicilio, dicha conceptualización parte de una interpretación del artículo 16,
primer párrafo, constitucional y evidencia una preocupación de la Primera Sala de esta Suprema Corte por evitar todo posible acto de coacción
a la voluntad libre de una persona.
14 Es importante resaltar que una conducta evasiva a las peticiones de una autoridad no puede considerarse, per se, como una sospecha
razonable que justifica un control preventivo provisional, dado que el hecho de que una persona invoque o haga valer su derecho a la propiedad
o intimidad, entre otras libertades, no significa forzosamente que esté llevando a cabo una conducta ilícita, sino que está en posición de exigir
el respeto a su respectivo derecho humano.
al momento de decidir efectuar la restricción temporal de la libertad personal y de otros derechos
interdependientes. Por tanto, no deben confundirse los citados niveles de actuación de la autoridad
de seguridad pública, pues habrá situaciones en que restricciones temporales a la libertad personal se
conviertan en detenciones, al verificarse en el momento de la restricción la actualización de una conducta
delictiva, mientras que en otros casos se agotará la actuación policial en dicha restricción sin que exista
detención.

[…]

Ahora bien, corresponde referirse […] a saber, si el abordamiento a una persona por una denuncia sobre
la aparente comisión flagrante de un delito permite a la autoridad, una vez encontrada la posible persona
señalada y en el supuesto de no estar cometiendo delito alguno en dicho momento, revisar físicamente a
dicha persona.

Esta Primera Sala considera que los individuos tienen derecho a la preservación de un grado de privacidad
frente a las acciones de autoridades. Existe, en la Constitución Federal, una preocupación de proteger
la privacidad que se manifiesta en distintos preceptos constitucionales15. En dichos casos, la intimidad
como derecho humano tiene distintos niveles de protección, dependiendo si el Estado se constituye como
garante o protector del mismo frente a la sociedad o si, por el contrario, debe ser garante frente a su propia
actividad, resultando relevante qué tipo de actividad se trata.

[…]

En el presente caso, el derecho a la intimidad se encuentra íntimamente relacionado con el de libertad


personal. Tal como se ha destacado, el presente punto se limita a determinar si era válido que los agentes
policiales acudieran al lugar donde alegadamente se estaría cometiendo un delito de conformidad con una
denuncia informal y si, una vez ahí y no estando cometiéndose ningún delito, era válido que los policías
revisaran a la persona que cumplía con la descripción física de la persona que alegadamente estaba,
momentos antes, cometiendo un ilícito.

Al respecto, si bien los individuos tienen el legítimo derecho de preservar un grado de privacidad frente a
las autoridades, el Estado también tiene la tarea de proteger a las personas en su territorio y garantizar los
derechos humanos de todos. Estas situaciones no son contrarias entre sí.

[…] toda persona tiene no sólo la legítima expectativa, sino el derecho a no ser molestada por la autoridad,
salvo por causas justificadas. Lo anterior tiene la finalidad de evitar abusos por parte de la autoridad. Por
tanto, el estándar en la limitación al derecho humano de libertad personal es de carácter excepcionalísimo
y del más estricto rigor. Por ello, corresponderá probar a la autoridad que tenía elementos objetivos y
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 140

razonables para justificar válidamente la afectación a la libertad y seguridad personal16.

En el citado amparo directo en revisión 3463/2012, la Primera Sala analizó las condiciones que podrían
justificar un acto de molestia para el individuo –lo que llamó control preventivo provisional– y que, con
base en dicho acto, se dé una detención en flagrancia. Un supuesto que podría justificar dicho control
es el señalamiento por denuncia informal de una persona de que otra esté alegadamente cometiendo un
delito, el cual no es objetivamente visible, sino que es descubierto con motivo del acercamiento que tiene
la policía hacia el individuo. Asimismo, en el amparo directo en revisión 1596/2014 se destacó que para
acreditar la existencia de esta suposición razonable, la autoridad deberá señalar detenidamente cuál era la

15 Como, por ejemplo, la inviolabilidad del domicilio del artículo 16, el derecho de de asociación del artículo 9, el de la protección del
goce de los bienes, posesiones y libertades mediante el debido proceso en el artículo 14, etc.
16 Amparo en revisión 703/2012. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del Engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
Secretario: José Alberto Mosqueda. Resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013.
información (hechos y circunstancias) con la que contaba en ese momento para suponer que la persona en
cuestión estaba cometiendo una conducta ilícita o, por el contrario, si el registro o revisión fue autorizada

3. Informar Derechos al Detenido


libremente por el posible afectado, entendiéndose que existe consentimiento cuando fue prestado de
manera consciente y libre; es decir, ausente de error, coacción o de un acto de violencia o intimidación17 por
parte de los agentes de policía18.

En el presente caso, de conformidad con lo resuelto por el Tribunal Colegiado, los policías se acercaron a
la persona que cumplía con la descripción física dada por la denuncia informal y, al preguntarle si lo podían
revisar, éste habría arrojado la mochila que llevaba, la que fue objeto de registro por los agentes y en la
cual encontraron la droga. Así pues, el supuesto del presente caso es la entrega voluntaria del objeto de
la revisión de una persona que fue sujeta a un acto de molestia con base en una denuncia informal. En
consecuencia, el agravio relacionado es infundado.

No pasa desapercibido para esta Sala que la denuncia informal se realizó por diverso alegado delito (venta
de drogas) que por el que se detuvo al quejoso (posesión de drogas). Al respecto, se observa que, por un
lado, el control preventivo estaba justificado con base en la denuncia informal y, además, el propio quejoso
voluntariamente habría consentido la revisión.

Finalmente, como se ha destacado, si bien la determinación de si el quejoso entregó voluntariamente su


maleta a los policías o si éstos se la habrían arrebatado constituye, prima facie, un análisis de legalidad que
corresponde al Tribunal Colegiado, esta Primera Sala observa, como tema de apreciación constitucional,
que el análisis sobre los requisitos de la flagrancia y respecto de las posibles excepciones para realizar
una revisión física a la persona y pertenencias de alguien, en este caso, debe realizarse con un escrutinio
estricto y tomando en consideración la totalidad de los elementos conducentes y no basarse únicamente
en declaraciones contradictorias entre los policías y la persona inculpada. En todo caso, esta Primera Sala
recuerda que corresponde a la autoridad acreditar el hecho delictivo imputado bajo cualquier supuesto, lo
que tiene estrecha relación, además, con el principio de presunción de inocencia.

El estudio de constitucionalidad del presente apartado se sustentará en los razonamientos que esta Primera
Sala emitió al resolver el Amparo Directo en Revisión 2470/201119, cuyo contenido es aplicable al presente
asunto.

En dicho precedente, se determinó que el artículo 16 constitucional consagra un régimen general de


libertades a favor de la persona, entre las cuales destaca el derecho a la libertad personal. Por tanto,
se consideró que la estructura de dicho precepto constitucional se traducía en dos formas distintas de
proteger los derechos:

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 141


a) Los dos primeros párrafos de dicho artículo los consagran positivamente20 y,

17 Véase, la interpretación del concepto de consentimiento plasmada en el amparo directo en revisión 2420/2011, página 28. Si bien
es cierto deriva de un caso relacionado con la inviolabilidad del domicilio, dicha conceptualización parte de una interpretación del artículo 16,
primer párrafo, constitucional y evidencia una preocupación de la Primera Sala de esta Suprema Corte por evitar todo posible acto de coacción
a la voluntad libre de una persona. (sic)
18 Es importante resaltar que una conducta evasiva a las peticiones de una autoridad no puede considerarse, per se, como una sospecha
razonable que justifica un control preventivo provisional, dado que el hecho de que una persona invoque o haga valer su derecho a la propiedad
o intimidad, entre otras libertades, no significa forzosamente que esté llevando a cabo una conducta ilícita, sino que está en posición de exigir
el respeto a su respectivo derecho humano. (sic)
19 Resuelto en sesión de dieciocho de enero de dos mil doce, por unanimidad de cinco votos, bajo la ponencia del Ministro José Ramón
Cossío Díaz. Secretario: Julio Veredín Sena Velázquez.
20 Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento
escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.
Toda persona tiene derecho a la protección de sus datos personales, al acceso, rectificación y cancelación de los mismos, así como a manifestar
b) Los párrafos subsecuentes señalan las posibles limitaciones a las mismas; es decir, se refirió a
los supuestos en que el Estado puede limitar válidamente ese derecho y bajo qué condiciones.
Posteriormente se afirmó que el Estado no podía limitar tales derechos en supuestos distintos a los
previstos por la Constitución.

[…]

Posteriormente, una vez que esta Primera Sala delimitó el concepto de “flagrancia” en la citada ejecutoria,
reiteró que éste obedeció a la intención de favorecer el derecho a la libertad personal. Así, este Alto Tribunal
determinó que el control judicial ex post a la privación de la libertad en flagrancia debía ser especialmente
cuidadoso. Por ende, se concluyó que quien afirma la legalidad y constitucionalidad de una detención debe
poder defenderla ante el juez respectivo.

Además, enfatizó que el principio de presunción de inocencia se proyectaba desde las primera (sic) etapas
del procedimiento penal (detención). Por tanto, quien afirma que la persona capturada fue sorprendida
en flagrancia tiene la carga de la prueba. El escrutinio posterior a la detención se consideró de suma
importancia, ya que el descubrimiento de la actualización de una situación de privación ilegal de la libertad,
necesariamente debía desencadenar el reproche y la exigencia de responsabilidad que jurídicamente
correspondan.

Específicamente en relación con el derecho de “puesta a disposición ministerial sin demora” esta Primera
Sala determinó que dentro del régimen general de protección contra detenciones que exige la Constitución
se podía derivar la existencia de un principio de inmediatez, por el cual era exigible que la persona detenida
fuera presentada ante el Ministerio Público lo antes posible, esto es, que la persona debía ser puesta a
disposición de la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas.

Para dichos efectos, esta Primera Sala consideró que no era posible (ni adecuado) fijar un determinado
número de horas, ya que fijar una regla con dichas características podría abarcar casos en los que las
razones que dan lugar a la dilación fueran justificadas. Sin embargo, el hecho de que no sea posible ni
recomendable adoptar una regla fija, no implicó que no hubiera sido posible adoptar un estándar que
posibilite al juez o la jueza calificar cada caso concreto tomando en consideración dos necesidades:

a) No dilatar injustificadamente la puesta a disposición de la persona detenida, porque esto da lugar


a que se restrinja la libertad personal sin control y vigilancia del Estado y,
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 142

b) Tomar en consideración las peculiaridades de cada caso concreto, por ejemplo, la distancia que
existe entre el lugar de la detención y la agencia del Ministerio Público.

De este modo se afirmó que el hecho que no pudiera existir una regla tasada, no quería decir que no pudiera
haber un estándar que guiara al juzgador a determinar cuando está frente a una dilación indebida. Esta
Sala consideró que tal circunstancia se actualizaba siempre que no existiendo motivos razonables que
imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores y
no sea entregada a la autoridad que sea competente para definir su situación jurídica.

su oposición, en los términos que fije la ley, la cual establecerá los supuestos de excepción a los principios que rijan el tratamiento de datos, por
razones de seguridad nacional, disposiciones de orden público, seguridad y salud públicas o para proteger los derechos de terceros.
Tales motivos razonables únicamente podían tener origen en impedimentos fácticos reales y comprobables
(como la distancia que existe entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a disposición). Además,

3. Informar Derechos al Detenido


dichos motivos debían ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades.
Dicho de otro modo, en cuanto fuera posible, era necesario llevar a la persona detenida por flagrancia o
caso urgente ante el Ministerio Público, a menos que existiera un impedimento razonable que no resultara
contrario al margen de facultades constitucionales y legales a cargo de la policía.

Finalmente, se afirmó que lo anteriormente expuesto implicaba que la policía no podía retener a una persona
por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público para ponerlo a
disposición ante quien debían desarrollarse las diligencias de investigaciones pertinentes e inmediatas
que permitieran definir su situación jurídica. Por tanto, esta Primera Sala concluyó que la policía no podía
simplemente retener a una persona, sin informarlo a la autoridad ministerial para obtener su confesión o
información relacionadas con la investigación que realizan, para inculparlo a él o a otras personas. Es decir,
en términos estrictamente constitucionales se determinó que las autoridades tenían obligación de poner al
detenido “sin demora”, sin retraso injustificado o sin demora irracional ante el Ministerio Público, en caso
de delito fragrante o ante el juez que hubiera ordenado la aprehensión del detenido.

[…]

Tal como se precisó con antelación, existe un principio de inmediatez en el texto constitucional, por el
que resulta exigible que todo individuo detenido por la autoridad deba ser presentado ante el Ministerio
Público lo antes posible. Es decir, la persona debe ser puesta a disposición de la autoridad ministerial o
judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas y tomando en consideración impedimientos (sic) fácticos
comprobables, como la distancia entre el lugar de la detención y la agencia ministerial.

De conformidad con los anteriores lineamientos, esta Primera Sala advierte que el intervalo de seis horas
transcurrido desde el momento de la detención del quejoso, hasta que finalmente fue puesto a disposición
del Ministerio Público, no se encuentra justificado.

En relación con lo anterior, debe decirse que los efectos de una retención injustificada impactan directamente
en las pruebas obtenidas en dicho intervalo, por lo que las mismas deben ser consideradas inválidas.
Asimismo, la retención injustificada podría impactar en la cadena de custodia de pruebas obtenidas en la
detención de la persona. En virtud de lo anterior, cuando se considere, como en el presente caso, que la
retención de una persona ha sido injustificada, el operador judicial debe de realizar un análisis detallado
para determinar cuáles son las pruebas que deben considerarse inválidas y para dilucidar si, en el caso
concreto, la cadena de custodia se ha visto afectada y de qué forma.

[…]

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 143


La Primera Sala observa que de una interpretación armónica del texto del artículo 20 constitucional, del
Código de Procedimientos Penales y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, es claro que
toda persona detenida tiene derecho a que, sin demora y desde el momento de su detención, se le informe
sobre el motivo de la misma y sobre los derechos que le asisten. Al respecto, además de la interpretación
del artículo 20 constitucional vigente al momento de los hechos a la luz del artículo 1 constitucional, esta
Primera Sala considera que el texto del Código Federal de Procedimientos Penales también es claro al
establecer que, en el supuesto de una detención es en ese momento en que se deben hacer efectivos
para el detenido los derechos listados en el artículo 128 referido, incluyendo la imputación en su contra.
El artículo 9.2 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 7.4 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos reconocen dicho derecho en similar sentido.

En este sentido, esta Primera Sala, en el Amparo Directo en Revisión 3435/2012, estableció que las
autoridades que lleven a cabo una detención tienen la obligación de informar a la persona detenida los
hechos que se le atribuyen y de los derechos que le asisten reconocidos en el artículo 20, apartado A,
fracción IX constitucional antes de la reforma constitucional, y artículo 20 constitucional, apartado B,
fracción III21. Además, en el Amparo en Revisión 703/2012 estableció que si la detención de una persona
no cumple con el marco constitucional y convencional –reconocido en el artículo 9 del Pacto de Derechos
Civiles y Políticos, en el artículo 7 de la Convención Americana y en la jurisprudencia interamericana–, la
misma deberá considerarse arbitraria22. En este sentido, las autoridades que lleven a cabo una detención
–tanto por orden judicial, por urgencia o por flagrancia– tienen la obligación de informar inmediatamente a
la persona detenida los hechos que se le atribuyen y de los derechos que le asisten. Dicha información, tal
como se ha destacado, debe darse, además, ante el ministerio público y el juez.

Es decir, esta Sala disiente de la interpretación constitucional realizada por el Tribunal Colegiado en relación
a que se respeta dicho derecho si su realización se efectiviza en el momento de la declaración ministerial.
También disiente esta Sala con el Tribunal Colegiado cuando aquél considera, de manera genérica, que
no se vulnera el derecho a la defensa de una persona detenida si se le leen los derechos en la declaración
ministerial, pese al hecho que haya estado detenida, por horas, por agentes policiales, como en el presente
caso.

El razonamiento detrás del derecho a ser informado en el momento de la detención, es el de evitar


detenciones ilegales o arbitrarias y, además, garantizar el derecho de defensa de la persona detenida para
que ésta cuente, en todo momento, de asistencia jurídica23.

[…] es la autoridad que detiene quien tiene la obligación de informar a la persona detenida sobre los motivos
de la detención, corresponde hacer referencia a lo que sucede cuando la detención de un individuo se da
en flagrancia por un particular, presupuesto previsto en nuestro texto constitucional. En esa hipótesis, la
obligación surge en el momento preciso que la persona detenida por el particular es puesta a disposición
de una autoridad.

A la luz de lo anterior, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia reitera que no puede considerarse
como una interpretación constitucional acorde la de informar a la persona detenida de sus derechos y
los motivos de su detención hasta la declaración ministerial. Hacerlo conllevaría a dejar a la persona
desprotegida de su derecho a no ser detenida arbitraria o ilegalmente, así como de contar, desde el momento
mismo de la detención, con una adecuada defensa.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 144

DECISIÓN. La Primera Sala revocó la sentencia recurrida, para que el Tribunal Colegiado se ocupara
nuevamente del estudio de los temas de legalidad, con base en la interpretación constitucional del derecho
a ser puesto de inmediato a disposición y de ser informado de los motivos de la detención, pues en ambos
casos consideró que asistía razón al recurrente.

21 Amparo directo en revisión 3435/2012, resuelto en sesión de seis de febrero de dos mil trece, bajo la ponencia del Ministro Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea. Ver también, Amparo directo en revisión 1424/2012, resuelto en sesión de seis de febrero de dos mil trece, bajo la
ponencia de la Ministra Olga María del Carmen Sánchez Cordero.
22 Amparo en revisión 703/2012. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del Engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
Secretario: José Alberto Mosqueda. Resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013. Sirve de apoyo, además, la tesis de rubro: FLAGRANCIA.
LA DETENCIÓN DE UNA PERSONA SIN EL CUMPLIMIENTO IRRESTRICTO DEL MARCO CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL QUE
REGULA AQUELLA FIGURA, DEBE CONSIDERARS ARBITRARIA. Tesis aislada 1a. CC/2014 de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, publicada en la Décima Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo I, Mayo de 2014, página 545.
23 Ver, por ejemplo, Amparo en revisión 703/2012. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del Engrose: Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda. Resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013.
TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

3. Informar Derechos al Detenido


DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL Y DERECHO A LA PRIVACIDAD. SU LIMITACIÓN ES
EXCEPCIONALÍSIMA Y CORRESPONDE A LA AUTORIDAD JUSTIFICAR SU AFECTACIÓN. Los individuos
tienen derecho a la preservación de un grado de privacidad frente a las acciones de las autoridades. Existe,
en la Constitución Federal, una preocupación por proteger la privacidad que se manifiesta en distintos
preceptos constitucionales. En dichos casos, la intimidad como derecho humano tiene distintos niveles
de protección, dependiendo de si el Estado se constituye como garante o protector del mismo frente a la
sociedad o si, por el contrario, debe ser garante frente a su propia actividad, resultando relevante de qué tipo
de actividad se trata. En ese sentido, hay casos donde el derecho a la intimidad se encuentra íntimamente
relacionado con el de libertad personal. Al respecto, es importante resaltar que toda persona tiene no sólo
la legítima expectativa, sino el derecho a no ser molestada por la autoridad, salvo por causas justificadas.
Lo anterior tiene la finalidad de evitar abusos por parte de la autoridad; por tanto, el estándar en la limitación
al derecho humano de libertad personal es de carácter excepcionalísimo y del más estricto rigor. Por ello,
corresponderá a la autoridad probar que tenía elementos objetivos y razonables para justificar válidamente
la afectación a la libertad y seguridad personal.

Primera Sala, Tesis 1a. CII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008637

DERECHO A SER INFORMADO DE LOS MOTIVOS DE LA DETENCIÓN Y LOS DERECHOS QUE LE ASISTEN A
LA PERSONA DETENIDA. DEBE HACERSE SIN DEMORA Y DESDE EL MOMENTO MISMO DE LA DETENCIÓN.
De conformidad con el artículo 1o. constitucional y con base en el principio pro persona, el artículo 20
constitucional -tanto antes como después de la reforma e independientemente de que esta última haya
entrado en vigor- en relación con el derecho a ser informado de los motivos de la detención y de los derechos
que le asisten a la persona detenida, debe interpretarse armónicamente con los artículos 9.2 del Pacto de
Derechos Civiles y Políticos, 7.4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como con la
jurisprudencia interamericana. En este sentido, las autoridades que lleven a cabo una detención -tanto por
orden judicial, por urgencia o por flagrancia- tienen la obligación de informar inmediatamente a la persona
detenida de los hechos que se le atribuyen y de los derechos que le asisten. Dicha información, además,
debe darse ante el ministerio público y el juez. El razonamiento detrás de dicho derecho es el de evitar

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 145


detenciones ilegales o arbitrarias y, además, garantizar el derecho de defensa de la persona detenida. En
conclusión, toda persona detenida tiene derecho a que, sin demora y desde el momento de su detención, se
le informe sobre el motivo de la misma y sobre los derechos que le asisten. Cabe aclarar que si la detención
de un individuo se da en flagrancia por un particular, la obligación de informar sobre dicho derecho surge en
el momento preciso en que la persona detenida es puesta a disposición de una autoridad.

Primera Sala, Tesis 1a. CCCLIV/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010490
NORMATIVIDAD CORRELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad, contradicción,
concentración, continuidad e inmediación.

[…]
B. De los derechos de toda persona imputada:

I. A que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia


emitida por el juez de la causa;

II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los
motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en
su perjuicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación,
intimidación o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo
valor probatorio;

III. A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia ante


el Ministerio Público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten.
Tratándose de delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga
en reserva el nombre y datos del acusador.
[…]

VIII. Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso desde
el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después de haber
sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público. También tendrá derecho
a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 146

hacerlo cuantas veces se le requiera, y

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 18. Garantía de ser informado de sus derechos

Todas las autoridades que intervengan en los actos iniciales del procedimiento deberán velar porque
tanto el imputado como la víctima u ofendido conozcan los derechos que le reconocen en ese momento
procedimental la Constitución, los Tratados y las leyes que de ellos emanen, en los términos establecidos
en el presente Código.

3. Informar Derechos al Detenido


Artículo 132. Obligaciones del Policía

[…] (primer párrafo)

Para los efectos del presente Código, el Policía tendrá las siguientes obligaciones:

[…]

XIV. Emitir el informe policial y demás documentos, de conformidad con las disposiciones aplicables.
Para tal efecto se podrá apoyar en los conocimientos que resulten necesarios, sin que ello tenga el
carácter de informes periciales, y

Artículo 114. Declaración del imputado

[…] (primer párrafo)

En caso que el imputado manifieste a la Policía su deseo de declarar sobre los hechos que se investigan,
ésta deberá comunicar dicha situación al Ministerio Público para que se reciban sus manifestaciones con
las formalidades previstas en este Código.

Artículo 151. Asistencia consular

En el caso de que el detenido sea extranjero, el Ministerio Público le hará saber sin demora y le garantizará su
derecho a recibir asistencia consular, por lo que se le permitirá comunicarse a las Embajadas o Consulados
del país respecto de los que sea nacional; y deberá notificar a las propias Embajadas o Consulados la
detención de dicha persona, registrando constancia de ello, salvo que el imputado acompañado de su
Defensor expresamente solicite que no se realice esta notificación.

El Ministerio Público y la Policía deberán informar a quien lo solicite, previa identificación, si un extranjero
está detenido y, en su caso, la autoridad a cuya disposición se encuentre y el motivo.

Artículo 152. Derechos que asisten al detenido

Las autoridades que ejecuten una detención por flagrancia o caso urgente deberán asegurarse de que la
persona tenga pleno y claro conocimiento del ejercicio de los derechos citados a continuación, en cualquier
etapa del período de custodia:

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 147


I. El derecho a informar a alguien de su detención;
II. El derecho a consultar en privado con su Defensor;
III. El derecho a recibir una notificación escrita que establezca los derechos establecidos en las
fracciones anteriores y las medidas que debe tomar para la obtención de asesoría legal;
IV. El derecho a ser colocado en una celda en condiciones dignas y con acceso a aseo personal;
V. El derecho a no estar detenido desnudo o en prendas íntimas;
VI. Cuando, para los fines de la investigación sea necesario que el detenido entregue su ropa, se le
proveerán prendas de vestir, y
VII. El derecho a recibir atención clínica si padece una enfermedad física, se lesiona o parece estar
sufriendo de un trastorno mental.
4. INMEDIATEZ EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN

REGLA

Cuando un efectivo detenga a una persona debe ponerla a disposición


inmediata del Ministerio Público.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA

La autoridad aprehensora no puede retener a una persona por más


tiempo del estrictamente necesario para trasladarla, sin que exista un
número determinado de horas para ponerlo a disposición de la autoridad
ministerial, pues eso se valora caso por caso. No obstante, los retrasos
sólo se consideran justificados cuando existan impedimentos físicos
reales y comprobables (como la distancia que existe entre el lugar de la
detención y el lugar de la puesta a disposición, condiciones de seguridad,
etcétera).

La demora no está justificada por labores de búsqueda de otras pruebas


(sin el conocimiento del ministerio público) o por requisitos de índole
administrativo (como el llenado del parte informativo o la certificación
médica por personal de la propia autoridad aprehensora).

PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 1232/2015.


Fecha de resolución: 2 de diciembre de 2015. Ponente: Ministro Jorge
Mario Pardo Rebolledo. Votación: Mayoría. 1

HECHOS DEL CASO: El 25 de enero de 2010, elementos de la Policía


Federal destacamentados en Matías Romero, Oaxaca; mientras
realizaban labores de patrullaje sobre la carretera observaron que un
vehículo negro circulaba en sentido contrario y a alta velocidad, por lo
que le dieron alcance; luego de que se detuvo le pidieran al conductor que
descendiera. Hecho lo cual, se percataron que tenía aliento alcohólico y
traía en la cintura un arma de fuego, por lo que fue asegurado. Al revisar

1 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.
aspx?AsuntoID=178436
el interior del coche encontraron: un arma de alto calibre, paquetes de café con hierba con las característica

4. Inmediatez en la Puesta a Disposición


de la marihuana, un chaleco antibalas y dos radios de corto alcance. Por todo lo anterior, el conductor y los
objetos fueron puesto a disposición del Ministerio Público.

HISTORIA PROCESAL: Se dictó sentencia condenatoria en primera instancia por los delitos Contra la salud,
en la modalidad de transporte de marihuana y Portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército,
Armada y Fuerza Aérea Nacional. En la apelación se confirmó la condena. En el amparo directo se negó
la protección constitucional. El quejoso interpuso recurso de revisión ante la Suprema Corte de Justicia
de la Nación para que determinara los alcances de los artículos 14, 16, 20 y 22 de la Constitución Federal,
en relación con temas de detención en flagrancia, dilación injustificada en la puesta a disposición ante el
Ministerio Público y tortura.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

II. En cuanto al tema de la demora en la puesta a disposición ante el Ministerio Público, […] el quejoso
destacó que no se cumplieron las formalidades esenciales del procedimiento en cuanto a su detención, ya
que sus aprehensores debían haberlo puesto a disposición del Ministerio Público de la Federación de Matías
Romero, Oaxaca, por ser la autoridad más cercana, y no trasladarlo directamente a la Subprocuraduría
Especializada en Delincuencia Organizada, en la Ciudad de México.

[…] esta Primera Sala, ha analizado e interpretado el derecho fundamental de inmediatez en la puesta a
disposición de un gobernado ante autoridad ministerial, al resolver, entre otros, los Amparos Directos en
Revisión 2470/20112, 997/20123 y 57/20114, con los que se dotó de contenido y alcance a la porción normativa
prevista en el artículo 16 constitucional; para lo cual, se atenderán a las principales consideraciones que
fueron sustentadas al resolver dichos precedentes.

- En el Amparo Directo en Revisión 2470/2011, esencialmente se sustentó:

(a) El artículo 16 constitucional consagra un régimen general de libertades a favor de la persona, entre las
cuales está el derecho a la libertad personal. La estructura de este precepto constitucional se traduce en
dos distintas formas de proteger los derechos: los dos primeros párrafos de dicho artículo los consagran
positivamente, y los párrafos subsecuentes señalan las posibles restricciones a las mismas; es decir, en
qué supuestos el Estado puede generar afectaciones válidas a este derecho y bajo qué condiciones.

A criterio de la Sala, el orden en que el constituyente permanente situó estos supuestos no fue casual.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 149


Se dijo que por regla general, las detenciones deben estar precedidas por una orden de aprehensión. Los
casos de flagrancia y urgencia son excepcionales; el primero, porque para su configuración se requiere
que de facto ocurra una situación particular y atípica; el segundo, porque también requiere la actualización
de condiciones apartadas de lo ordinario implicadas en la expresión: “ante el riesgo fundado de que el
indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia, siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad
judicial por razón de la hora, lugar o circunstancia.”

2 Aprobado en sesión de 18 de enero de 2012, por unanimidad de votos, bajo la ponencia del Señor Ministro José Ramón Cossío Díaz.
3 Aprobado en sesión de 6 de junio de 2012, por mayoría de tres votos, bajo la ponencia del Señor Ministro José Ramón Cossío Díaz
[Disidente el Ministro Presidente en Funciones Guillermo I. Ortíz Mayagoitia. Ausente el Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.]
4 Aprobado en sesión de 23 de enero de 2013, por mayoría de tres votos, bajo la ponencia de la Ministra Olga Sánchez Cordero de
García Villegas [Disidentes José Ramón Cossío Díaz, quien formuló voto particular y Jorge Mario Pardo Rebolledo; Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea formuló voto concurrente].
(b) Así, el escrutinio de la autoridad judicial debe ser la condición rectora y preferente en el régimen de
detenciones, es decir, en principio, toda detención debe estar precedida por una autorización emitida por un
juez tras analizar si la solicitud de la autoridad ministerial para aprehender a un individuo, cumple con las
formalidades requeridas por la Constitución.

(c) Lo anterior es así, dado que el juez es quien por su independencia orgánica y su función de contrapeso
con respecto a los demás poderes del Estado, puede cumplir mejor con la encomienda de anteponer el
respeto de los individuos y dar eficacia a la Constitución, pues mientras el Ministerio Público tiene el deber
de perseguir el delito y, por tanto, tiene interés en que las detenciones se ejecuten, la autoridad judicial
tiene el llamado institucional de fungir como un contrapeso, esto es, como un tercero imparcial, capaz de
invalidar detenciones contrarias a los derechos recogidos por la Constitución.

(d) La exigencia de que toda medida restrictiva del derecho a la libertad personal esté primordialmente
autorizada por una autoridad judicial, no sólo está contemplada por la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, sino también por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, concretamente
por su artículo 75, disposición a la cual hay que atender con motivo de la reforma al artículo 1 constitucional
publicada el diez de junio de dos mil once, que obliga a todas las autoridades del país a regir su actuar,
de conformidad con los derechos humanos garantizados tanto en la Constitución como en los tratados
internacionales de los que México forma parte.

(e) Por tanto, el escrutinio judicial en materia de detenciones es una especie de regla primaria, cuya
ejecución debe ser privilegiada siempre que sea posible. No existe tal posibilidad cuando se actualizan
los supuestos excepcionales previstos por el mismo artículo 16 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.

(f) Quien afirma la legalidad y constitucionalidad de la detención debe poderla defender ante el juez. El
principio de presunción de inocencia se proyecta hasta esta etapa del proceso (hasta la detención) y, por
tanto, quien afirma que la persona capturada fue sorprendida en flagrancia, tiene la carga de la prueba.

(g) De manera relevante, se hizo patente que el escrutinio posterior a la detención era de suma importancia,
pues el descubrimiento de que se está ante una situación de ilegal privación de la libertad debe desencadenar
el reproche y la exigencia de responsabilidad que jurídicamente correspondan.

Así -se dijo- del régimen general de protección contra detenciones que exige la Constitución, se puede
derivar un principio de inmediatez, el cual exige que la persona detenida sea presentada ante el Ministerio
Público lo antes posible, es decir, la persona debe ser puesta a disposición de la autoridad ministerial o
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 150

5 Dicho artículo señala literalmente lo siguiente:


“Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas
de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados
contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la
legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén
que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que
éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por
otra persona.
7. Nadie será detenido por deudas. Este principio no limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimientos de
deberes alimentarios.”
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas.

(h) Sobre el particular, esta Primera Sala consideró que no era posible, ni adecuado, fijar un determinado
número de horas para definir un parámetro. Fijar una regla así podría abarcar casos en los que las razones
que dan lugar a la dilación no serían injustificadas. Empero, el que no pueda existir una regla tasada, no
quiere decir que no pueda haber un estándar que guíe al juzgador a determinar cuándo está frente a una
dilación indebida.

Así, este Alto Tribunal determinó que tal circunstancia se actualiza siempre que no existiendo motivos
razonables que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus
aprehensores y no sea entregada a la autoridad que sea competente para definir su situación jurídica.

Tales motivos razonables únicamente pueden tener origen en impedimentos fácticos reales y comprobables
(como la distancia que existe entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a disposición). Además,
deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades.

Dicho de otro modo, en cuanto sea posible, es necesario llevar a la persona detenida por flagrancia o caso
urgente ante el Ministerio Público. Es posible hacer esto a menos que exista un impedimento razonable que
no resulte contrario al margen de facultades constitucionales y legales a cargo de la policía.

(i) Lo anterior –se dijo expresamente en el precedente aludido- porque la policía no puede retener a
una persona por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público, a
fin de ponerlo a disposición, donde deben desarrollarse las diligencias de investigaciones pertinentes e
inmediatas, que permitan definir su situación jurídica, de la cual depende su restricción temporal de libertad
personal.

Ello obedece a la obligación constitucional que tienen los policías de poner al detenido “sin demora”, sin
retraso injustificado o demora irracional ante el Ministerio Público, en caso de delito flagrante o cuenten
con una orden ministerial que justifique la detención por caso urgente, o ante el juez que haya ordenado
la aprehensión del detenido. Por el contrario, todo inculpado goza del derecho constitucional a la no
autoincriminación.

Por ende, se concluyó que la detención de una persona no puede estar indefinida, en términos constitucionales
requiere que se conozca el estatus en el que se encuentra, de ahí que la Constitución exige que exista un
registro de detenidos, a fin de permitir conocer que se encuentra en tales condiciones y esté en posibilidad
de ejercer sus derechos constitucionalmente protegidos.

- En el Amparo Directo en Revisión 997/2012, este Alto Tribunal esencialmente sustentó lo siguiente:

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 151


(a) El catálogo de derechos establecido por el artículo 20, Apartado A, fracciones I, V, VII y IX, de la
Constitución Federal, en el texto anterior a la reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho, tiene el alcance
de extenderse a todos aquellos actos o diligencias que se realicen desde la averiguación previa, para
efecto de no generar condiciones de indefensión al detenido. La mención genérica de las mismas permite
ubicar en estas violaciones cualquier diligencia que se lleva en esta etapa y por tanto, no es válido realizar
interpretaciones restrictivas sin entender la conformación sistemática que la Constitución prevé para la
protección del derecho del debido proceso.

(b) En el artículo 16 constitucional se establecen diversos derechos y excepciones que implican restricción
a los mismos. La libertad personal constituye un derecho humano que no puede ser restringido, salvo en
las condiciones que la propia Constitución establece, como acontece con las detenciones en flagrancia
o caso urgente, derivadas de la existencia de elementos que permitan atribuir a una persona su probable
responsabilidad en la comisión de un hecho calificado como delito por las leyes penales.
(c) Esta Primera Sala considera que las excepciones a la afectación del derecho humano de libertad
personal, constitucionalmente validadas, mediante las figuras de flagrancia y caso urgente deben satisfacer
ciertas condiciones para afirmar su legalidad. Lo que implica que el órgano de control constitucional está
en condiciones de verificar si la prolongación injustificada de la detención policiaca sin poner al detenido
a disposición inmediata de la autoridad ministerial o sin que se cumplan los requisitos constitucionales
que justifican el caso urgente, generó la producción e introducción a la indagatoria de elementos de prueba
que no cumplen con los requisitos de formalidad constitucional y por tanto deban declararse ilícitos, o que
las diligencias pertinentes se hayan realizado en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el
derecho de defensa adecuada.

(d) En esas condiciones, las violaciones referentes a las excepciones constitucionales que justifican la
detención de una persona como probable responsable de la comisión de un delito, comprendidas en el
artículo 16 de la Constitución Federal, es procedente analizarlas en el amparo directo, en términos del
artículo 160, fracción XVII, de la Ley de Amparo al constituir transgresión al derecho humano de debido
proceso, conforme al cual es esencial el respeto a las formalidades esenciales del procedimiento, la licitud
de las pruebas y el ejercicio de defensa adecuada a que se refieren los artículos 14 y 20 de la Constitución
Federal.

Criterio que se refleja en la jurisprudencia 1a./121/2009, de rubro: “AMPARO DIRECTO. PROCEDE QUE EN ÉL
SE ANALICEN COMO VIOLACIONES AL PROCEDIMIENTO LAS COMETIDAS EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA,
CUANDO AFECTEN LAS GARANTÍAS CONTENIDAS EN LOS ARTÍCULOS 14 Y 20 DE LA CONSTITUCIÓN
GENERAL DE LA REPÚBLICA, EN TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 160, FRACCIÓN XVII, DE LA LEY DE AMPARO”.6

- En el amparo directo en revisión 57/2011, se reiteraron los razonamientos referidos en los precedentes
citados y se agregó que:

(a) El mandato de pronta puesta a disposición, que se encuentra consagrado en la mayoría de las
legislaciones del mundo occidental, no es más, ni menos, que la mayor garantía de los individuos en contra
de aquellas acciones de la policía que se encuentran fuera de los cauces legales y que están destinadas a
presionar o a influir en el detenido, en un contexto que le resulta totalmente adverso.

(b) En esta lógica, el órgano judicial de control deberá realizar un examen estricto de las circunstancias
que acompañan al caso, desechando cualquier justificación que pueda estar basada en “la búsqueda de la
verdad” o en “la debida integración del material probatorio” y, más aún, aquéllas que resultan inadmisibles a
los valores subyacentes en un sistema democrático, como serían “la presión física o psicológica al detenido
a fin de que acepte su responsabilidad” (la tortura) o “la manipulación de las circunstancias y hechos objeto
de la investigación” (la alteración de la realidad), entre otras.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 152

6 Cuyos datos de identificación son: Registro: 164640. Tesis de Jurisprudencia 1a./J. 121/2009, Materia(s): Constitucional, Penal,
Novena Época, Instancia: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXI, Mayo de 2010, Página: 36, de texto: “Acorde con las
reformas al artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 3 de
septiembre de 1993 y el 3 de julio de 1996, además de ampliar el espectro de la garantía de defensa adecuada que debe operar en todo proceso
penal, el Poder Reformador determinó que las garantías contenidas en las fracciones I, V, VII y IX de dicho precepto también se observarían
durante la averiguación previa. Por tanto, para efectos de las garantías contenidas en el referido numeral, el juicio de orden penal incluye tanto
la fase jurisdiccional (ante el juez) como la previa (ante el Ministerio Público); de ahí que algunas de las garantías antes reservadas para la
etapa jurisdiccional, ahora deben observarse en la averiguación previa. En ese sentido, se concluye que es procedente que en el amparo directo
se analicen como violaciones al procedimiento las cometidas en la averiguación previa, cuando afecten las garantías contenidas en los artículos
14 y 20 constitucionales, en términos del artículo 160, fracción XVII, de la Ley de Amparo, que establece como violaciones procesales los casos
análogos precisados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación o por los tribunales colegiados de circuito. Así, en tales supuestos pueden
ubicarse las violaciones a las garantías observables en la averiguación previa, consistentes en la obtención de pruebas ilícitas, la negativa
para facilitar los datos solicitados por la defensa y que consten en el proceso, así como la transgresión a la garantía de defensa adecuada,
violaciones que no ameritarían la reposición del procedimiento sino la invalidez de la declaración obtenida en su perjuicio o de la prueba
recabada ilegalmente, en atención a que su estudio necesariamente implicaría la interpretación directa de preceptos constitucionales; toda vez
que el indicado artículo 160 tiene como finalidad reparar en el amparo directo las violaciones a las garantías individuales.”
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
Precedente que dio lugar a la tesis 1a.CLXXV/2013 (10a.), de rubro: “DERECHO FUNDAMENTAL DEL
DETENIDO A SER PUESTO A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO. ELEMENTOS QUE
DEBEN SER TOMADOS EN CUENTA POR EL JUZGADOR A FIN DE DETERMINAR UNA DILACIÓN INDEBIDA
EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN”.

- En precedentes aún más recientes, esta Primera Sala se ha pronunciado sobre los efectos de la
violación al derecho de pronta puesta a disposición, como lo hizo al resolver los amparos directos en
revisión 703/20127 3403/20128y 3229/20129.

Así, en el Amparo Directo en Revisión 703/2012 se determinó que las consecuencias y efectos de la
vulneración al derecho humano de libertad personal, con motivo de la retención indebida, deben vincularse
estrictamente con su origen y causa. Esto implica que si la prolongación injustificada de la detención generó
la producción e introducción de datos de prueba, éstos deben declararse ilícitos, lo mismo aplica si ciertas
diligencias se realizaron en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el derecho de defensa
adecuada, de conformidad con los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita.

Criterio que se sustentó en la tesis 1a. CCII/2014, de rubro: “DERECHO DE LA PERSONA DETENIDA A SER
PUESTA A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO. LA RETENCIÓN INDEBIDA GENERA
COMO CONSECUENCIAS Y EFECTOS LA INVALIDEZ DE LOS DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E
INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA, AL SER CONSIDERADOS ILÍCITOS”.

- Posteriormente, en los Amparos Directos en Revisión 3403/2012 y 3229/2012, este Alto Tribunal
retomando lo resuelto en los precedentes citados, determinó que:

(a) La violación al derecho fundamental de puesta a disposición del indiciado ante el Ministerio Público sin
demora genera como efectos jurídicos los siguientes:

>> La consecuencia de anulación de la confesión del indiciado, obtenida con motivo de esa indebida
retención.

>> La invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa la demora injustificada,
los cuales no producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados por el juez; y,

>> Que sean nulas aquellas pruebas que a pesar de estar vinculadas directamente con el hecho delictivo
materia del proceso penal, sean recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora en el supuesto de
prolongación injustificada de la detención, sin la conducción y mando del Ministerio Público.

(b) Lo anterior se estimó así, puesto que las autoridades que detengan a un indiciado deben ponerlo
inmediatamente y sin demora a disposición del Ministerio Público a fin de respetar y cumplir ese derecho

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 153


fundamental contenido en la norma constitucional, pues lo contrario implicaría que la violación al mismo
no tuviera ninguna razón de ser, siendo que lo que está en juego es la libertad personal del detenido, el cual,
es un derecho humano que no puede ser restringido, salvo en las condiciones que la propia Constitución
establece.

(c) En consecuencia, esta Primera Sala determinó que las pruebas obtenidas estrictamente con motivo de

7 Aprobado en sesión de 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del amparo de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo
de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. [Disidentes José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo].
8 Aprobado en sesión de 4 de diciembre de 2013, por mayoría de cuatro votos [Disidente Ministro Presidente Jorge Mario Pardo
Rebolledo quien se reserva su derecho a formular voto particular].
9 Aprobado en sesión de 4 de diciembre de 2013, por mayoría de tres votos, bajo la ponencia de la Señora Ministra Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. [en contra del emitido por los Ministros Gutiérrez Ortiz Mena y Pardo Rebolledo].
una detención en flagrancia no pueden ser invalidadas por actos posteriores, como la obtención de pruebas
que tengan de fuente directa la demora injustificada, a menos que se acredite la existencia de vicios propios
de la misma detención del inculpado, que determinen que ésta sea considerada inconstitucional. Por lo que,
solamente podrán ser invalidadas las pruebas que se hubieren obtenido sin la autorización del Ministerio
Público y que tengan como fuente directa la demora injustificada.

Criterio que dio origen a la tesis 1a. LIII/2014 (10a.), de título: “DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO
A SER PUESTO SIN DEMORA A DISPOSICIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO. ALCANCES Y CONSECUENCIAS
JURÍDICAS GENERADAS POR LA VULNERACIÓN A TAL DERECHO”.

- Además, en el amparo directo en revisión 4822/201410 se retomaron todos estos precedentes y, entre otras
consideraciones, se agregó —respecto a los efectos de la ilicitud de la prueba— que, con independencia
de la detención sea lícita, la demora o dilación injustificada de la puesta a disposición ante el Ministerio
Público bajo el supuesto de comisión de delito flagrante, permite la incorporación de la presunción de
coacción, como parámetro mínimo ante el reconocimiento de la violación a sus derechos humanos.

Retomando criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, esta Primera Sala señaló que una
detención de este tipo necesariamente tiene un impacto en la integridad de las personas. Afirmó que es
una violación de suma importancia, pues trae aparejada, por lo menos, el uso de la fuerza innecesaria y
abusiva de los agentes de la policía en contra de una persona que ha sido detenida, aun cuando ésta sea
constitucional, lo cual implica un atentado a la dignidad humana.11

Se agregó que la retención injustificada de la persona detenida, por parte de la autoridad, permite presumir
que quien se encuentra en esta condición, está, asimismo, incomunicada y expuesta a tratos que pudieran
resultar lesivos. Esto es así, porque una persona arbitrariamente retenida, debido a que los aprehensores
no lo presentan inmediatamente después de la detención ante el Ministerio Público, se encuentra en una
situación agravada de vulnerabilidad, con la cual se provoca un riesgo cierto de que otros derechos se vean
afectados, como la integridad personal, ya sea física o psicológica, y el trato digno que toda persona debe
recibir12. En casos extremos, la dilación de la puesta a disposición podría derivar en asilamiento prolongado
y en incomunicación coactiva, lo que podría ser calificado como trato cruel e inhumano13, e incluso, como
tortura.

También, este Alto Tribunal ha determinado que la detención prolongada e injustificada de una persona
permite presumir la existencia de actos coactivos que afectan directamente su voluntad, salvo prueba
objetiva en contrario, por tanto, si una persona se reconoce como responsable de un delito tras haber sido
detenida de manera prolongada y sin justificación jurídica válida por parte de sus captores, dicha confesión
debe presumirse coaccionada y debe ser apreciada como prueba ilícita, cuya calificación obliga a excluirla
de las pruebas de cargo en contra del inculpado.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 154

10 Aprobado en sesión de 11 de marzo de 2015, por mayoría de cuatro votos [Disidente Ministro Presidente Gutiérrez Ortiz Mena. El
Ministro Pardo Rebolledo se reservó su derecho a formular voto concurrente en cuanto a los efectos].
11 Así lo ha entendido la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “[…] el Tribunal ha indicado que todo uso de la fuerza que no
sea estrictamente necesario por el propio comportamiento de la persona detenida constituye un atentado a la dignidad humana en violación
del artículo 5 de la Convención Americana”. Cfr. los Casos Loayza Tamayo vs Perú, Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997, párrafo
57; Caso del Penal Miguel Castro Castro vs Perú. Interpretación de la Sentencia de Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de agosto
de 2008, párrafo 76; Caso Cabrera García y Montiel Flores vs México. Sentencia de 26 de noviembre de 2010 (Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas), párrafo 133.
12 Así lo ha entendido la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Como ya lo ha establecido este Tribunal, una ‘persona
ilegalmente detenida se encuentra en una situación agravada de vulnerabilidad, de la cual surge un riesgo cierto de que se le vulneren otros
derechos, como el derecho a la integridad física y a ser tratada con dignidad’”. Caso Bámaca Velásquez vs Guatemala. Fondo. Sentencia de 25
de noviembre de 2000, párrafo 150.
13 Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que: “[…] el ‘aislamiento prolongado y la incomunicación
coactiva son, por sí mismos, tratamientos crueles e inhumanos, lesivos de la integridad psíquica y moral de la persona y del derecho al respeto
de la dignidad inherente al ser humano’”. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs Ecuador. (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007, párrafo 171.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
Al respecto se aclaró que la prolongación injustificada de la puesta a disposición del detenido ante el
Ministerio Público no implica necesariamente la existencia de tortura. Lo único que significa es la
presunción de coacción sobre el detenido para inducirlo a autoincriminarse. Pero esta calificación se
actualiza con independencia de que se haya concretizado o no la coacción sobre el detenido, pues deriva
del incumplimiento del principio de inmediatez aplicable a las detenciones constitucionales.

Consecuencia a la que incluso se refiere expresamente el párrafo sexto, del artículo 134 del Código Federal
de Procedimientos Penales, que a la letra señala:

“Artículo 134 […]

En caso de que la detención de una persona exceda los plazos señalados en el artículo 16 de la Constitución
Política citada, se presumirá que estuvo incomunicada, y las declaraciones que haya emitido el indiciado no
tendrán validez. […]”.

Por otro lado, se ha aclarado que todas las pruebas obtenidas por la policía, que no pudieran haberse
recabado sin incurrir en la demora injustificada de la entrega del detenido, son ilícitas y ese carácter
debe reconocerles la autoridad judicial, por lo que no pueden ser objeto de valoración para corroborar la
acusación.

Asimismo, de conformidad con el precedente, todas aquellas referencias a circunstancias y medios


de prueba obtenidos por la policía, que derivan directamente de la demora injustificada en la puesta a
disposición del detenido, recopilados con motivo de la realización de una investigación policial, no dirigida
ni controlada por el Ministerio Público, no deberán ser objeto de apreciación en la valoración probatoria,
sino que tendrán que excluirse ante lo evidente de su ilicitud.

A lo anterior, es necesario precisar que no pasa inadvertido para esta Primera Sala, la responsabilidad
penal y administrativa que pudiera ser imputable a las autoridades que hubieran incurrido en la retención
injustificada de un detenido.

Por tanto, para este Alto Tribunal la reparación constitucional al advertirse la violación al derecho humano
de ser puesto a disposición inmediata ante el Ministerio Público, consiste en declarar la invalidez de todos
aquéllos medios de prueba generados con la prolongación injustificada de la detención, lo mismo que las
diligencias pertinentes que se hayan realizado en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el
derecho de defensa adecuada, de conformidad con los principios de debido proceso y obtención de prueba
lícita.

También, debe precisarse que dicha labor de verificación le corresponde realizarla de manera acuciosa y

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 155


particularizada a los jueces penales de instancia, en cada caso concreto que sea sometido a su potestad
decisora de conformidad con los principios del debido proceso y el derecho fundamental de prohibición o
exclusión de pruebas lícitas.

[…]

Por tanto, el hecho de avalar la supuesta legalidad en la actuación de la autoridad responsable, revela que sí
se vulneró en perjuicio del quejoso su derecho fundamental de inmediatez en la puesta a disposición ante
autoridad ministerial, por apartarse del marco constitucional diseñado por esta Suprema Corte, así como
de los más recientes criterios interpretativos realizados.

Ello, porque como se ha expuesto, la policía no puede retener a una persona por más tiempo del
estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público, a fin de ponerlo a disposición, donde
deben desarrollarse las diligencias de investigaciones pertinentes e inmediatas, que permitan definir su
situación jurídica, de la cual depende su restricción temporal de libertad personal; ello, contrario a lo que se
consideró en la resolución recurrida, pues no está bajo la potestad de los policías aprehensores, el definir
la autoridad ministerial a la que le corresponde conocer del asunto, ni realizar diligencias de investigación
de los hechos como pueden ser entrevistas o interrogatorios a los detenidos, ni recabar algún otro tipo de
prueba.

Sin embargo, los policías aprehensores, en lugar de poner al quejoso a inmediata disposición del Ministerio
Público más cercano al lugar de su detención, decidieron trasladarlo a la Ciudad de México, y con ello
mantenerlo bajo su disposición desde las veintitrés horas con cuarenta minutos del veinticinco de enero de
dos mil diez, hasta las trece horas con treinta minutos del veintiséis de enero siguiente, sin ningún tipo de
tutela de autoridades competentes para garantizar el respeto de sus derechos; por lo cual, en atención a los
lineamientos expresados, el órgano colegiado debió partir de que se traducía en una flagrante vulneración
al contenido del artículo 16 constitucional, específicamente por cuanto se refiere al principio de inmediatez,
dado que dicha autoridad policiaca tenía la obligación de ponerlo sin demora y sin retraso injustificado ante
el Ministerio Público y sólo en caso de existir datos que justificaran la demora, igualmente en observancia
de los lineamientos de interpretación señalados, no se estaría en presencia de tal violación, por lo que al
proceder sin ajustarse a ellos, indefectiblemente se rompió con el esquema de protección de Derechos
Humanos, derivado de la interpretación de este Alto Tribunal.

[…]

III. En cuanto derecho humano a no ser objeto de tortura, se observa que el Tribunal Colegiado, omitió
pronunciarse respecto del mismo […] en la presente ejecutoria se esquematiza la doctrina constitucional
que hasta el momento ha desarrollado este Tribunal Constitucional, […]

[…]

A. Proscripción de la tortura a través de la doctrina constitucional de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación.

[…]

A.1. La prohibición de la tortura en el sistema jurídico nacional.

[…] con el contenido del texto actual de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, existen
normas jurídicas que establecen expresamente dicha prohibición. La referencia a la proscripción de la
tortura está claramente enfatizada en los artículos 20, apartado B, fracción II, 22, párrafo primero, y 29,
párrafo segundo, del citado ordenamiento constitucional.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 156

Además, en la legislación secundaria, el fundamento de la prohibición de la tortura tiene como referencia


los artículos 1, 3, 6, 7, 8, 9 y 11 de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura14.

[…]

A.2. Naturaleza jurídica de la tortura.

Desde la Novena Época de construcción de la doctrina constitucional, esta Primera Sala delineó cuáles
eran las obligaciones de las autoridades del Estado Mexicano, frente al imperativo de prevenir la práctica
de la tortura. Lo cual está claramente referenciado en la tesis 1a. CXCII/2009, la cual destacó las siguientes
obligaciones: a) establecer dentro de su ordenamiento jurídico interno la condena a la tortura como un
delito, sea consumada o tentativa; b) sancionar tanto al que la comete como al que colabora o participa

14 Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de diciembre de 1991.


4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
en ella; c) detener oportunamente al torturador a fin de procesarlo internamente o extraditarlo, previa
investigación preliminar; d) sancionar con las penas adecuadas este delito; e) indemnizar a las víctimas; f)
prestar todo el auxilio posible a todo proceso penal relativo a los delitos de tortura, incluyendo el suministro
de toda prueba que posean; y, g) prohibir que toda declaración o confesión que ha sido obtenida bajo tortura
sea considerada válida para los efectos de configurar prueba en procedimiento alguno, salvo contra el
torturador.

Posicionamiento de orden constitucional que tiene como base el reconocimiento de la relevancia del derecho
humano a la integridad personal, como bien jurídico cuya protección constituye el fin y objetivo principal
para prohibir la tortura, conforme a los artículos 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y 7
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. De manera que el derecho a no ser objeto de tortura
tiene el carácter de absoluto; por tanto, no admite excepciones, incluso frente a situaciones de emergencia
que amenacen la vida de la nación.15

Es importante mencionar que en términos de lo prescrito en el artículo 7o. del Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional, norma vigente en el ordenamiento jurídico mexicano, la tortura es un delito o
crimen de lesa humanidad, cuando se comete como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque.16 Lo cual destaca aun con mayor precisión la
importancia de la tortura como acto atentatorio de derechos humanos, cuya práctica es rechazada por la
comunidad internacional. Así, resulta evidente que, conforme al marco constitucional y convencional, la
prohibición de la tortura se reconoce y protege como derecho absoluto que pertenece al dominio del jus
cogens internacional.

En el entendido de que las consecuencias y efectos de la tortura impactan en dos vertientes, tanto de
violación de derechos humanos como de delito.17 Por tal motivo, la tortura actualiza una categoría especial y
de mayor gravedad que impone hacer un análisis cuidadoso bajo los estándares nacionales e internacionales,
tanto en su impacto de violación de derechos humanos como de delito.18

Pronunciamientos que tienen como base los estándares generales desarrollados en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre el derecho a la integridad personal y las obligaciones
de prevenir y sancionar la tortura, que derivan de la prohibición de la tortura de personas bajo custodia de

15 Criterio emitido por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual aparece publicado en el Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX, noviembre de 2009, p. 416, con el rubro siguiente: “TORTURA. OBLIGACIONES DEL
ESTADO MEXICANO PARA PREVENIR SU PRÁCTICA.”
Precedente: Amparo directo 9/2008. 12 de agosto de 2009. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Sergio A. Valls Hernández. Ponente: José
Ramón Cossío Díaz. Secretario: Miguel Enrique Sánchez Frías.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 157


16 Criterio emitido por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la tesis aislada 1a. X/2012 (10a.), publicada
en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 10a. Época, 1a. Sala; S.J.F. y su Gaceta, Libro V, febrero de 2012, Tomo 1, pág. 650,
con el rubro: “DELITOS O CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD. SU CONCEPTO PARA EFECTOS DEL DERECHO DE ACCESO A LA
INFORMACIÓN DE LA AVERIGUACIÓN PREVIA QUE LOS INVESTIGA.”
Precedente: Amparo en revisión 168/2011. *********. 30 de noviembre de 2011. Cinco votos. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Secretario: Javier Mijangos y González.
17 Criterio emitido por la Primera Sala, en la tesis aislada 1a. CCVI/2014 (10a.), publicada en la Gaceta al Semanario Judicial de la
Federación, 10a. Época, Libro 6, mayo de 2014, Tomo I, pág. 562, con el rubro: “TORTURA. SU SENTIDO Y ALCANCE COMO PROHIBICIÓN
CONSTITUYE UN DERECHO ABSOLUTO, MIENTRAS QUE SUS CONSECUENCIAS Y EFECTOS SE PRODUCEN TANTO EN SU IMPACTO
DE VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS COMO DE DELITO”.
Precedente: Amparo en revisión 703/2012. 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del amparo de los Ministros Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
18 Criterio emitido por la Primera Sala, en la tesis aislada 1a. CCV/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, Libro 6, mayo de 2014, Tomo I, pág. 561, con el rubro: “TORTURA. CONSTITUYE UNA CATEGORÍA ESPECIAL Y DE
MAYOR GRAVEDAD QUE IMPONE LA OBLIGACIÓN DE UN ESCRUTINIO ESTRICTO BAJO LOS ESTÁNDARES NACIONALES E
INTERNACIONALES”.
autoridades del Estado.

Al respecto, el citado Tribunal Internacional toma como base el contenido de los numerales 5.1 y 5.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los que se establece lo siguiente:

“Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal

Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.

Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona
privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.

[…]

De manera complementaria, el referido Tribunal Internacional de Derechos Humanos ha precisado que


la violación del derecho a la integridad física y psíquica de las personas tiene diversas connotaciones de
grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes,
cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según factores endógenos y exógenos de la persona
(duración de los tratos, edad, sexo, salud, contexto, vulnerabilidad, entre otros) que deberán ser analizados
en cada situación concreta.

Lo que implica una revisión de las características personales de una supuesta víctima de tortura o tratos
crueles, inhumanos o degradantes, pues estas deben ser tomadas en cuenta al momento de determinar si la
integridad personal fue vulnerada, ya que tales características pueden cambiar la percepción de la realidad
del individuo; por ende, incrementar el sufrimiento y el sentido de humillación cuando son sometidas a
ciertos tratamientos.19

Cabe agregar que, el citado tribunal internacional al interpretar el artículo 5.2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en concordancia con la definición que al respecto establece el artículo 2 de la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, estableció que, de conformidad con su
jurisprudencia, se está ante un acto constitutivo de tortura cuando el maltrato: i) es intencional; ii) cause
sufrimientos físicos o mentales, y iii) se cometa con cualquier fin o propósito. Por tanto, reconoce que
las amenazas y el peligro real de someter a una persona a lesiones físicas produce, en determinadas
circunstancias, una angustia moral de tal grado que puede ser considerada tortura psicológica.

B. Oportunidad de la denuncia de actos de tortura.

Por la trascendencia de violación al derecho humano a la integridad personal por la comisión de actos de
tortura contra las personas que están sujetas a custodia de las autoridades del Estado, se ha destacado que
la existencia de la afectación genera serias consecuencias; lo cual obliga a que la tortura sea investigada
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 158

desde dos vertientes, como delito en estricto sentido y como violación a los derechos humanos de la
persona sometida a algún procedimiento penal, a partir de pruebas que presuntamente se obtuvieron con
motivo de actos de tortura a los que fue sometido el inculpado.

[…]

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene claro que la denuncia de tortura de
ninguna manera puede condicionarse a circunstancias de temporalidad o de oportunidad para alegarla, o

19 Véase: Caso Espinoza González vs. Perú, párr. 142.


En la resolución se citan como referencias:
[229]
Cfr. Caso Loayza Tamayo Vs. Perú. Fondo, supra, párr. 57, y Caso J. Vs. Perú, supra, párr. 362.
[230]
Cfr. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149, párr. 127, y Caso J. Vs. Perú, supra, párr. 362
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
incluso para determinar que se investigue en caso de que se advierta la existencia de indicios concordantes
con actos de tortura. Esto obedece a su carácter de violación a derechos humanos, por lo que no está sujeta
a condiciones de preclusión.

Tal afirmación tiene un contexto de aplicación genérica, en atención al carácter grave de la violación al
derecho humano a la integridad personal, por lo que debe investigarse por el Estado, a partir de que se
tenga conocimiento de la denuncia o cuando existan razones fundadas para creer que se ha cometido un
acto tortura contra una persona. Lo cual no está sujeto a la decisión discrecional de las autoridades del
Estado, sino que se trata de un imperativo de observancia inmediata que tiene sustento en normas jurídicas
de fuente internacional y de derecho interno, las cuales han quedado precisadas en el apartado precedente.

Aunado a lo anterior, es importante precisar que cualquier denuncia de tortura tiene trascendencia jurídica,
al tenor del esquema de obligatoriedad que impone el artículo 1º de la Constitución Federal, para que
todas las autoridades del Estado, en el ámbito de sus competencias, cumplan con la promoción, respeto,
protección y garanticen los derechos humanos. Imperativo constitucional que tiene aparejado el deber de
las autoridades del Estado de prevenir, investigar, sancionar y reparar todo tipo de violación a los derechos
humanos, en los términos establecidos por la ley.

Por ende, de forma autónoma, la tortura debe investigarse por constituir una conducta constitutiva de
un hecho calificado por la ley penal como delito. Ello, a fin de que determinen las circunstancias en que
se concretó la afectación al derecho humano a la integridad de la presunta víctima y, de probarse tal
circunstancia, así como se compruebe quién lo cometió, se aplique la sanción respectiva.

Adicionalmente, habrá que precisar que existe una circunstancia concomitante en que puede actualizarse
la tortura, no sólo como factor desencadenante de investigación por tratarse de una afectación al derecho
humano de integridad personal, con independencia de la finalidad con la que se haya infligido; sino también,
cuando la tortura es empleada como medio para la obtención de pruebas que permitan someter a una
persona a cualquier tipo de procedimiento penal, en el contexto más amplio.

Lo anterior es así, porque la concreción de actos de tortura contra una persona, con la finalidad de
obtener elementos que sirvan de sustento para vincularla con la comisión de un delito y determinar su
responsabilidad en ese hecho, además de afectar la integridad personal de la presunta víctima de tortura,
también conlleva otro tipo de afectación a los derechos humanos como la libertad, derivada de detenciones
ilegales y/o arbitrarias, así como a contar con una defensa técnica adecuada y oportuna, entre otro tipo de
afectaciones que pudieran generarse.

En este sentido, es esencial referir el alcance e intensidad de la dignidad humana como condición y base de
los demás derechos fundamentales de la que deriva la integridad personal (física, psíquica y moral), la cual

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 159


a su vez comprende el derecho fundamental a no ser torturado. Conforme a la doctrina jurídica estructurada
por esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, la dignidad del hombre constituye una condición inherente
a su esencia, a su ser. Por tanto, el reconocimiento de que, en el ser humano, hay una dignidad que debe
ser respetada en todo caso, constituye un derecho a ser considerado como ser humano, como persona, es
decir, como ser de eminente dignidad.

[…]

Asimismo, como ya se precisó, el derecho a la integridad personal (física, psíquica y moral) comprende
además, como una especie, el derecho fundamental a no ser torturado, ni a ser sometido a tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes con objeto de obtener información o una confesión dentro del proceso
criminal.

En ese orden de ideas, puede afirmarse válidamente que el núcleo, objetivo y fin último de la prohibición
de la tortura y otro tipo de tratos crueles, inhumanos o degradantes, es en realidad la tutela de un derecho
fundamental más amplio, a saber: la integridad personal (física, psíquica y moral), derivado de la dignidad
humana; por tanto, inherente a su esencia, es un derecho absolutamente fundamental del que gozan todas
las personas por el solo hecho de ser seres humanos.

Es por ello que el derecho internacional dispone de varios instrumentos convencionales y declarativos
que prohíben en términos absolutos la práctica de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o
degradantes y debido a su gravedad y la capacidad de reducir la autonomía de la persona y la dignidad
humana a grados ignominiosos. Prohibición que ha llegado a ser considerada, incluso, como una norma
de jus cogens, de derecho absoluto que por su propia naturaleza está exento de cualquier negociación.20

Desde esta perspectiva, no procede imponer condiciones de oportunidad para formular la denuncia de
tortura, porque como se ha precisado, constituye un acto que viola directamente el derecho humano a la
dignidad humana, así como los derechos de libertad personal y a contar con una defensa adecuada por
parte de la persona sujeta a un procedimiento penal, respecto del cual se aduce que se sustenta en pruebas
ilícitas por tener su origen en actos de tortura.

En consecuencia, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostiene que la denuncia,
en las vertientes de delito y de violación a derechos humanos cometida presuntamente contra una persona
sometida a un procedimiento penal, no tiene condiciones de preclusión, por lo que no puede impedirse que
se alegue en cualquiera de las etapas de los procedimientos judiciales. De lo contario, se permitiría que el
órgano jurisdiccional desestimara la denuncia de haber sufrido tortura, por el solo hecho de que no se haya
expresado dentro de un plazo o etapa procedimental, con lo cual se dejaría incólume la posible violación
a la integridad personal de la víctima, en contravención a lo dispuesto por el párrafo tercero del artículo 1º
de la Constitución Federal, que comprende la obligación de todas las autoridades del Estado de prevenir,
investigar, sancionar y reparar las violaciones a derechos humanos, entre los que se ubican los actos de
tortura.21

[…] se concluye que la denuncia de tortura contra una persona a la que se le instruye o instruyó un
proceso penal no debe sujetarse a condiciones de preclusión. Por tanto, el alegato debe ser atendido con
independencia del momento en que se haga valer y no puede condicionarse a la preparación de la violación.

Ello implica que la denuncia o existencia de indicios de ocurrencia de la práctica de la tortura, en el contexto
genérico de delito o cometida contra una persona sujeta a cualquier tipo de procedimiento penal por
atribuírsele que cometió un delito, actualiza la obligación de investigación de la autoridad que conozca
en ese momento del caso. Lo cual involucra tanto a autoridades administrativas —agentes de cuerpos de
seguridad pública y Ministerio Público—, así como autoridades judiciales de primera o segunda instancia,
que durante el trámite de un proceso penal tengan conocimiento de una denuncia o advierta la existencia
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 160

de evidencia razonable o tenga razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura contra el
inculpado; y, también a los órganos de control constitucional que, en el ámbito de sus competencias, al

20 En esa línea argumentativa, se resalta que los derechos humanos al ser consubstanciales a la naturaleza humana no se extinguen y
por tanto tendrán vigencia en tanto existan “seres humanos”. Al respecto, Gros Espiell sostiene que “los Derechos Humanos no se extinguirán
nunca, pues siempre existirán ontológicamente”. Citado por Alejandro A. Gama Urbiza, Imprescriptibilidad de la Acción Penal en los Delitos
de Violación de la Libertad Sexual.
21 Obligación que también está contenida en el artículo 6 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, cuyo
contenido es el siguiente:
Artículo 6.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 1, los Estados partes tomarán medidas efectivas para prevenir y sancionar la tortura en el ámbito
de su jurisdicción.
Los Estados partes se asegurarán de que todos los actos de tortura y los intentos de cometer tales actos constituyan delitos conforme a su
derecho penal, estableciendo para castigarlos sanciones severas que tengan en cuenta su gravedad.
Igualmente, los Estados partes tomarán medidas efectivas para prevenir y sancionar, además, otros trato o penas crueles, inhumanos o
degradantes en el ámbito de su jurisdicción.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
conocer de un juicio de amparo indirecto o directo tengan información sobre la comisión de un hecho de
tortura.

En consecuencia, no es procedente fijar alguna condición de oportunidad procesal para denunciar la


violación a derechos humanos derivados de la práctica de la tortura. Pues conforme al estándar definido por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aun cuando los actos de tortura no hayan sido denunciados
ante las autoridades, cuando existan indicios o razón fundada de su concurrencia, y con mayor razón ante
la denuncia, el Estado tiene la obligación de iniciar de oficio y de inmediato la investigación respectiva. Lo
que implica que la tortura puede alegarse en cualquier momento.

[…]

C. Tortura como violación a derechos humanos que tiene impacto en el proceso penal instruido contra una
persona señalada como víctima de la misma.

Ahora bien, como se ha señalado en la presente ejecutoria, esta Primera Sala ha establecido que por la
trascendencia de afectación al derecho humano a la integridad personal, con motivo de la comisión de
actos de tortura, se requiere que dicha conducta sea investigada desde dos vertientes, como delito en
estricto sentido y como violación a los derechos humanos de la persona sometida a algún procedimiento
penal, a partir de pruebas que presuntamente se obtuvieron con motivo de actos de tortura a los que fue
sometido el inculpado.

[…]

C.1. Obligación de investigación.

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justician de la Nación, en la tesis aislada 1a. CCVI/2014 (10a.),
estableció que frente a la denuncia o alegada tortura, ante cualquier autoridad, surgen diversos deberes que
es imperativo cumplir por aquéllas en el ámbito de su competencia. Lo cual se determinó conforme a los
enunciados siguientes:

(1) Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho a que las autoridades intervengan de
forma expedita para que su acusación sea investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal;
en ese sentido, las autoridades tienen la obligación de investigar la tortura para, en su caso, esclarecerla
como delito, así como de realizar y proseguir de modo diligente las investigaciones necesarias para
deslindar responsabilidades por su comisión.

(2) La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país y no sólo en aquellas
que deban investigar o juzgar el caso.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 161


(3) Atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del mencionado derecho, debe considerarse
como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante
cualquier autoridad con motivo de sus funciones.

(4) Cuando una persona ha sido sometida a coacción para quebrantar la expresión espontánea de su
voluntad, deben excluirse las pruebas obtenidas mediante la misma.

Directrices que retoman los parámetros fijados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el
sentido de que de la Convención Interamericana contra la Tortura deriva el deber del Estado de investigar,
cuando se presente denuncia o cuando exista razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura
en el ámbito de su jurisdicción. Obligación que deriva del derecho internacional y no puede desecharse o
condicionarse por actos o disposiciones normativas internas de ninguna índole. Ello, al margen de que la
tortura no se haya denunciado ante las autoridades competentes.
Debiéndose entender por razón fundada la existencia de indicios de la ocurrencia de actos de tortura.

En consecuencia, como lo ha reconocido esta Primera Sala, cuando alguna autoridad del Estado tenga
conocimiento de la manifestación de que una persona ha sufrido tortura o cuando tenga datos de la misma,
deberá, inmediatamente y de oficio, dar vista al Ministerio Público para que inicie una investigación de
manera independiente, imparcial y meticulosa. Investigación que tiene como finalidad determinar el origen
y naturaleza de la afectación a la integridad personal de quien alega la tortura, e identificar y procesar a las
personas responsables.22

Esto es así, porque corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del detenido, lo que
implica la obtención y el aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar los actos de tortura alegados.
De ahí que el Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud encargado de
examinar y prestar asistencia a los detenidos, de forma que puedan practicar libremente las evaluaciones
médicas necesarias, respetando las normas establecidas en la práctica de su profesión.23

C.2. Omisión de la investigación, como violación a las leyes del procedimiento que tiene trascendencia en
la defensa del quejoso.

[…] es necesario precisar ¿si la omisión de las autoridades judiciales de investigar una denuncia de tortura
realizada en el proceso, constituye o no una violación procesal?

La respuesta a esta interrogante ha sido analizada por esta Primera Sala al resolver la Contradicción
de Tesis 315/2014.24 En dicha ejecutoria se estableció que el derecho a un debido proceso, contiene un
núcleo duro que debe observarse de manera inexcusable en todo el procedimiento jurisdiccional, y que
se garantiza a través del cumplimiento de las formalidades esenciales del procedimiento, cuyo conjunto
integra la “garantía de audiencia”.

[…]

Sobre la base expuesta, se precisó en la referida Contradicción de Tesis 315/2014, que de la interpretación
armónica de los artículos 170, fracción I, y 173 de la Ley de Amparo, se obtenía:

(1) La regla general para la procedencia del juicio de amparo directo, que es conocimiento de los Tribunales
Colegiados de Circuito, para reclamar sentencias definitivas o laudos y resoluciones que ponen fin al juicio,
dictados por tribunales judiciales, administrativos, agrarios o del trabajo; y, respecto de los cuales se hayan
agotado previamente los recursos ordinarios que se establezcan en la ley de la materia, por virtud de los
cuales pudieran ser modificadas o revocadas, salvo el caso de que la ley permita la renuncia de los recursos.

(2) La delimitación de la materia de la citada vía constitucional, configurada por el estudio de las violaciones
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 162

cometidas en las propias resoluciones reclamadas en el juicio de amparo directo, o bien, de las cometidas
en los procedimientos respectivos, que afecten las defensas del quejoso trascendiendo al resultado del
fallo.

22 Criterio establecido por esta Primera Sala, en la tesis aislada 1a. CCVII/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, 10a. Época, Libro 6, Mayo de 2014, Tomo I; Pág. 561; con el rubro siguiente: “TORTURA. OBLIGACIONES DE LA AUTORIDAD
CUANDO UNA PERSONA MANIFIESTA HABERLA SUFRIDO O SE TENGAN DATOS DE LA MISMA.”
Precedente: Amparo en revisión 703/2012. Ibídem.
23 Criterio establecido por esta Primera Sala, en la tesis aislada 1a. LVII/2015 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, 10a. Época, Libro 15, Febrero de 2015, Tomo II; Pág. 1425; con el rubro: “TORTURA, TRATOS CRUELES, INHUMANOS O
DEGRADANTES. FORMA DE REALIZAR SU INVESTIGACIÓN”.
Precedente: Amparo directo en revisión 90/2014. 2 de abril de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón
Cossío Díaz, quien formuló voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas, quien formuló voto
concurrente, y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria: Nínive Ileana Penagos Robles.
24 La contradicción de tesis fue presentada bajo la Ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo y se resolvió en sesión
correspondiente al treinta de septiembre de dos mil quince, en la que se aprobó por unanimidad de votos.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
En ese orden de ideas, si la prohibición de la tortura y otro tipo de tratos crueles, inhumanos, o bien,
degradantes, tutela el derecho fundamental a la integridad personal (física, psíquica y/o moral); y se acredita
la afectación de ese derecho con relación a un proceso penal, claramente se actualiza la violación a las
leyes del procedimiento que se establece en la fracción VIII, del artículo 173 de la Ley de Amparo.

Sin embargo, es importante precisar que al actualizarse la violación referida, a partir del supuesto de tener
por demostrada la tortura, ello hace innecesario la reposición del procedimiento penal, al quedar excluida
la presunción de la comisión de dicha violación que activa la obligación de investigación, en virtud de la
comprobación de la vulneración al derecho humano de la integridad personal por actos de tortura. Por
tanto, en el supuesto referido, la autoridad judicial está en condiciones de realizar un escrutinio estricto de
valoración probatoria para determinar la aplicación de las reglas de exclusión de aquéllas que tengan el
carácter de ilícitas por la relación que tienen con los actos de tortura. Lo cual se precisa con mayor amplitud
en el apartado subsecuente.

Pero un supuesto diferente se presenta cuando la autoridad judicial omite investigar una denuncia de tortura
realizada en el correspondiente proceso penal; pues en este caso, no está demostrada la existencia de la
violación al derecho fundamental a la integridad personal, y por tanto, no rige directamente la hipótesis
aludida.

No obstante, de acuerdo con el párrafo tercero, del artículo 1° de la Constitución Federal, el Estado deberá
prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que
establezca la ley. […]

A partir de las razones jurídicas expuestas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
concluyó que la omisión de la autoridad judicial de investigar una denuncia de tortura realizada en el
proceso penal, constituye una violación a las leyes que rigen el procedimiento, que trasciende a la defensa
del quejoso, en términos de la fracción XXII, del artículo 173 de la Ley de Amparo, con relación al párrafo
tercero, del artículo 1° de la Constitución Federal y 1°, 6°, 8° y 10° de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura.

Afirmación que no aplica con la denuncia de tortura en su vertiente de delito; pues ante la omisión del juez
de primera instancia, la autoridad que conozca del asunto, sea de Alzada o de amparo, al enterarse del
correspondiente alegato soslayado, o percatarse oficiosamente de la posible existencia de tortura, asume
inmediatamente la obligación de hacer la denuncia correspondiente ante el Ministerio Público. Por tanto, no
sólo carece de razón legal que justifique la reposición del procedimiento para ese único fin, sino además, se
incidiría sobre una expedita impartición de justicia.

[…]

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 163


La premisa que debe tenerse en cuenta parte de la base de que una autoridad judicial durante el trámite
de un proceso penal tiene conocimiento de la denuncia o alegato de tortura, o bien advierte la existencia
de indicios o datos de su ocurrencia; sin embargo, omite investigar dicha violación al derecho humano de
dignidad de las personas por actos de tortura.

El cumplimiento a los parámetros imperativos impuestos desde el marco jurídico internacional o nacional,
ante la denuncia o la advertencia de indicios coincidentes con la comisión de tortura, obligan a la autoridad
judicial que conoce del proceso penal, luego de dar vista al Ministerio Público para que se investigue el
hecho bajo la vertiente de delito, a realizar un análisis oficioso de los elementos materiales con los que se
cuentan hasta la etapa procesal en que se actúa, con el objetivo de determinar si cuenta o no con elementos
que le permitan concluir que existió la tortura.

En el caso de que esté en posibilidad de afirmarse existencia de la tortura, ello hace innecesario aperturar una
investigación adicional en el propio proceso penal, por lo que al decidir la situación jurídica del procesado
tendrá que analizar si dicha violación a derechos humanos tuvo un impacto en la generación, introducción
o desahogo de pruebas incorporadas a la causa penal, porque de ser así tendrá que aplicar las directrices
de exclusión de probatoria de la prueba ilícita.

De lo contrario, ante la insuficiencia de indicios que le permitan a la autoridad judicial determinar si aconteció
o no la comisión de actos de tortura contra el procesado, entonces deberá realizarse la investigación en
el propio proceso penal de manera que permita obtener una respuesta a esa interrogante. Es en este
punto de análisis en que se ubica la violación a las formalidades esenciales del procedimiento que dejan
sin defensa al procesado, cuando se omite realizar la investigación referida. De ahí que al detectarse la
falta de investigación después de concluir la etapa de instrucción del proceso penal, ello necesariamente
obliga a reponer el procedimiento para que sea subsanada la omisión y la situación jurídica del procesado
pueda resolverse a partir de tener en cuenta dicha circunstancia. Lo cual lleva al planteamiento que a
continuación se desarrolla relativo a la determinación del momento procesal hasta donde debe reponerse
el procedimiento.

C.3. Reposición del proceso penal con motivo de la omisión de investigación de la denuncia de tortura,
que implica violación a las formalidades esenciales del procedimiento que deja sin defensa a una persona
sujeta a un procedimiento penal.

Una vez establecido el deber de investigación de la tortura, por parte de las autoridades del Estado, cuando
proviene de una denuncia o la existencia de indicios concordantes para suponer bajo un parámetro de
probabilidad razonable de que la violación a derechos humanos aconteció, en relación con una persona
que está sometida a un procedimiento penal por la imputación formulada en su contra de haber cometido
o participado en la comisión de un delito, es evidente que la omisión de realizar la investigación respectiva
constituye una violación a las formalidades esenciales del procedimiento que dejó sin defensa a quien tiene
el carácter de probable víctima de tortura.

Lo anterior es así, porque precisamente es la investigación la que en su caso permitiría determinar, en


un primer momento, corroborar si la violación a derechos humanos por actos de tortura efectivamente
aconteció; en segundo lugar, porque de afirmarse la existencia de la violación a la integridad personal del
inculpado, derivado de la tortura infligida, entonces correspondería determinar si dicha conducta violatoria
de derechos humanos tuvo alguna incidencia en la etapa procedimental en que esto se demuestre; de
manera que la situación jurídica del inculpado esté determinada a partir del valor demostrativo que la
autoridad haya otorgado a elementos de prueba que tuvieran como origen los actos de tortura, respecto de
los cuales deberían ser aplicables las reglas de exclusión probatoria.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 164

D. Aplicación de las reglas de exclusión probatoria ante la demostración de tortura como violación a
derechos humanos que tiene impacto en un proceso penal instruido contra una persona señalada como
víctima de la misma.

Bajo ese contexto, consciente de la gravedad que implica la práctica de la tortura, esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, en sesión de doce de agosto de dos mil nueve, al resolver el amparo
directo 9/200825, determinó que el derecho a no ser objeto de la misma es absoluto, y con fundamento en
lo dispuesto por el artículo 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Federal
para Prevenir y Sancionar la Tortura y la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, precisó que el Estado Mexicano tiene diversas obligaciones a fin de prevenirla

25 Mayoría de cuatro votos. Disidente: Ministro Sergio A. Valls Hernández. Ponente: Ministro José Ramón Cossío Díaz. Secretario:
Miguel Enrique Sánchez Frías.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
y sancionarla, distinguiéndose entre aquéllas tendentes a contemplarla y castigarla como delito26, de las
que están encaminadas a identificarla como violación a la integridad persona, con repercusión al derecho
humano de debido proceso27.

En dicho precedente se señaló que para estar en condiciones de cumplir de manera adecuada esas
obligaciones, todos los agentes estatales tienen el deber de suministrar la evidencia que posean respecto
a la misma28 y claramente se dijo, en torno al delito de tortura, que éste no podía presumirse, sino era
necesario que se probase29.

Lo anterior torna indispensable dilucidar dos situaciones: 1) ante la alegada tortura, a quién corresponde la
carga de la prueba; y, 2) cuál es el estándar probatorio requerido para tenerla por demostrada.

Respecto a la primera de esas interrogantes, este Alto Tribunal ha establecido que es labor de las autoridades,
en el ámbito de su respectiva competencia, investigar la tortura30, por lo que en ningún caso la persona que
dice haberla sufrido tiene la carga de probarla, sin que ello obste su derecho para aportar las evidencias
que estime pertinentes.

Ahora bien, en cuanto al segundo de esos cuestionamientos, relativo al indicado estándar probatorio, sería
desacertado pretender la existencia de un único baremo que abarcara la demostración de la tortura como
delito y la demostración de ésta como violación a la integridad persona, con repercusión al derecho humano
de debido proceso, pues los elementos que condicionen la actualización de esas hipótesis son distintos.

En efecto, partiendo de la base de que el delito constituye una conducta típica, antijurídica y culpable, el
Ministerio Público, además de acreditar que la víctima fue objeto de la indicada violación a su integridad
personal, estará compelido a comprobar, más allá de toda duda razonable, la responsabilidad penal del autor
en su comisión, lo que finalmente se deberá decidir por la autoridad judicial en el proceso penal respectivo,
instruido con motivo de la perpetración del referido ilícito de tortura. En el segundo supuesto, es decir,
cuando se analiza la tortura como violación a la integridad persona, con repercusión al derecho humano
de debido proceso, para tenerla por acreditada bastará que se demuestre la existencia de la mencionada
afectación a la integridad personal, aunque de momento no sea posible identificar al o a los torturadores.

Sobre esto último, se reitera que este Máximo Tribunal ha determinado que cuando alguna autoridad tiene
conocimiento de que quizá una persona ha sufrido tortura, debe, inmediatamente y de oficio, dar vista
al Ministerio Público para que se inicie una investigación penal tendente a esclarecerla como delito, la
cual necesariamente habrá de ser independiente, imparcial y meticulosa; si esa noticia surge dentro de
algún proceso penal seguido contra quien alega haber sido víctima de tortura, el juez de la causa debe
verificar la veracidad de la misma para determinar su impacto procesal, requiriéndose en ese caso, para
tener por demostrada la tortura como violación a la integridad persona, con repercusión al derecho humano

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 165


26 Verbigracia, tipificarla dentro de su ordenamiento jurídico interno como conducta punible, detener oportunamente al torturador
para procesarlo internamente o extraditarlo, sancionar tanto al que la comete como al que colabora o participa en ella, imponer penas adecuadas
a la gravedad del ilícito e indemnizar a las víctimas.
27 Por ejemplo, se indicó que estaba prohibido que toda declaración o confesión que haya sido obtenida bajo tortura pudiera ser
considerada válida para los efectos de configurar prueba en procedimiento alguno, salvo contra el propio torturador.
28 Véase, tesis 1a. CXCII/2009, de esta Primera Sala, de rubro: “TORTURA. OBLIGACIONES DEL ESTADO MEXICANO PARA
PREVENIR SU PRÁCTICA”. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XXX, noviembre de 2009, página 416.
29 Lo que dio lugar a la tesis 1a. CXCI/2009, intitulada: “TORTURA. LA ACTUALIZACIÓN DE ESE DELITO NO PUEDE PRESUMIRSE,
SINO QUE DEBE PROBARSE Y SUJETARSE A TODAS LAS REGLAS DE UN DEBIDO PROCESO PENAL”. Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, Novena Época, tomo XXX, noviembre de 2009, página 416.
30 Al tema se invoca la tesis 1a. LIV/2015 (10a.), de esta Primera Sala, intitulada: “TORTURA. LA AUTORIDAD TIENE LA OBLIGACIÓN
DE INVESTIGARLA EN CASO DE EXISTIR EVIDENCIA RAZONABLE”. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, libro
15, febrero de 2015, tomo II, página 1424.
de debido proceso, un estándar más bajo que el exigido para la configuración del delito de tortura, pues
bastarán indicios que permitan sostener razonablemente que la hubo, aun cuando no se sepa la identidad
del o los torturadores.

[…]

Ahora bien, a fin de efectuar dicha verificación con base en el mencionado estándar, la autoridad judicial
competente deberá ordenar de inmediato la realización de los exámenes pertinentes para el adecuado
esclarecimiento de lo sucedido, dependiendo del tipo de maltrato alegado,31 aplicándose para ello lo previsto
en el protocolo de Estambul,32 en la inteligencia que de no hacerlo, se vulnerarán las reglas esenciales del
procedimiento, en detrimento del justiciable.

Ahora bien, corresponde determinar cómo aplica la regla de exclusión probatoria ante la demostración de
tortura. Debido a que el proceso de generación, ofrecimiento y admisión de pruebas en ningún caso puede
resultar contrario al goce y ejercicio de los derechos humanos, se deben excluir las obtenidas a raíz o como
consecuencia de la violación de éstos.

En este sentido, esta Primera Sala ha sido firme en sostener que si se pretende el respeto al derecho de
ser juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una defensa adecuada, es claro que una prueba cuya
obtención ha sido irregular (ya sea por contravenir el orden constitucional o el legal), no puede sino ser
considerada inválida33. Por ello, ninguna prueba que vaya contra el derecho debe ser admitida y si pese a
ello ya se desahogó, debe restársele todo valor probatorio.

Sobre la base de la anterior premisa, tratándose de la tortura, si se ha determinado su existencia, ya sea como
delito o como violación al derecho humano de debido proceso, se debe excluir todo medio de convicción
que haya sido obtenido directamente de la misma o que derive de ésta, lo cual comprende declaraciones,
confesiones y toda clase de información incriminatoria resultado de éstas.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala revocó la sentencia recurrida, por considerar que los planteamientos del quejoso
en torno a la demora en la puesta a disposición y la denuncia de tortura no fueron debidamente atendidos

31 Sobre el particular, es ilustrativa la tesis 1a. LVI/2015 (10a.), de esta Primera Sala, de rubro y texto: “TORTURA. GRADOS DE
VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LAS PERSONAS.- Conforme a la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, la violación del derecho a la integridad física y psíquica de las personas tiene diversas connotaciones de
grado; abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes, cuyas secuelas físicas y psíquicas varían
de intensidad según factores endógenos y exógenos de la persona, como son: la duración de los tratos, la edad, el sexo, la salud, el contexto y la
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 166

vulnerabilidad, entre otros, que deberán analizarse en cada situación concreta”. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época,
libro 15, febrero de 2015, tomo II, página 1423.
32 Manual adoptado por la Organización de Naciones Unidas para la investigación y documentación integral de casos de tortura y otros
tratos o penas crueles.
33 Al tema resulta aplicable la jurisprudencia 1a./J. 139/2011 (9a.), de esta Primera Sala, que establece: “PRUEBA ILÍCITA. EL
DERECHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL DERECHO A NO SER JUZGADO A PARTIR DE PRUEBAS OBTENIDAS AL
MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIONALES Y LEGALES.- Exigir la nulidad de la prueba ilícita es una garantía que le asiste al
inculpado durante todo el proceso y cuya protección puede hacer valer frente a los tribunales alegando como fundamento: (i) el artículo 14
constitucional, al establecer como condición de validez de una sentencia penal, el respeto a las formalidades esenciales del procedimiento, (ii)
el derecho de que los jueces se conduzcan con imparcialidad, en términos del artículo 17 constitucional y (iii) el derecho a una defensa adecuada
que asiste a todo inculpado de acuerdo con el artículo 20, fracción IX de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En este
sentido, si se pretende el respeto al derecho de ser juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una defensa adecuada, es claro que una
prueba cuya obtención ha sido irregular (ya sea por contravenir el orden constitucional o el legal), no puede sino ser considerada inválida. De
otra forma, es claro que el inculpado estaría en condición de desventaja para hacer valer su defensa. Por ello, la regla de exclusión de la prueba
ilícita se encuentra implícitamente prevista en nuestro orden constitucional. Asimismo, el artículo 206 del Código Federal de Procedimientos
Penales establece, a contrario sensu, que ninguna prueba que vaya contra el derecho debe ser admitida. Esto deriva de la posición preferente de
los derechos fundamentales en el ordenamiento y de su afirmada condición de inviolables”. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, libro III, diciembre de 2011, tomo 3, página 2057.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
por el Tribunal Colegiado, quien debía reanalizarlos a la luz de la nueva interpretación constitucional, y
pronunciarse en torno a sus consecuencias en el proceso, particularmente sobre las pruebas obtenidas a
partir de esos actos.

S
SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Contradicción de tesis 92/2015. Fecha de resolución: 4 de noviembre de 2015.


Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Votación: Mayoría34.

HECHOS DE LOS CASOS: En otro de los casos que dieron origen a la contradicción, aproximadamente a las
16:00 horas del 17 de diciembre de 2010, agentes de Policía Federal detuvieron a varias personas a bordo de
un vehículo estacionado en las inmediaciones de un restaurante y que a simple vista portaban armas de alto
calibre. Por la razón anterior, fueron aprehendidos en flagrancia, pero fueron puestos a disposición del fiscal
hasta las 22:45 horas del siguiente día, con un intervalo de casi 30 horas.

En otro caso, a las 11:45 horas del 4 de agosto de 2013 en la garita de Puerto Chiapas, Chiapas; la policía
aduanal sometió a revisión al camión en que viajaban dos sujetos, al escanearlo, advirtieron una diferencia
de densidades a la altura de la tercer línea de la caja refrigerada, por lo que solicitaron al conductor
estacionara el vehículo en la plataforma de reconocimiento para revisar tanto a éste como a la mercancía
que transportaban; luego, en la caja refrigerada encontraron que se transportaba plátano, pero en la tercera
línea a la altura de las llantas traseras, localizaron tres cajas de cartón que contenían paquetes en forma
de ladrillo con un polvo blanco, por lo que procedieron a bajar la totalidad de las cajas para realizar una
minuciosa inspección en la plataforma de carga de ese recinto fiscal, para lo cual, solicitaron el apoyo de
efectivos de la Secretaría de Marina. Tomaron muestras del polvo blanco que contenían los paquetes en
forma de ladrillo para concluir que se trataba de cocaína y metanfetamina; enseguida contaron los paquetes
y los pesaron, posteriormente solicitaron al conductor la documentación que amparaba la carga del plátano
y la relativa al vehículo. Finalmente, pusieron a disposición del Ministerio público a los detenidos, a las 16:30
horas del mismo día.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 167


HISTORIA PROCESAL: La Primera Sala del Alto Tribunal se avocó a conocer los criterios que motivaron las
contradicciones, relativos a si aun cuando exista demora en la puesta a disposición del detenido ante el
Ministerio Público, ello no implica que deba invalidarse valor probatorio al parte informativo de los elementos
aprehensores o, por el contrario, si el material probatorio no puede considerarse prueba de cargo válida al
haber derivado de esta violación a los derechos fundamentales.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

34 h t t p : / / w w w 2 . s c j n . g o b . m x / C o n s u l t a T e m a t i c a / P a g i n a s P u b / R e s u l t a d o s P u b .
aspx?Tema=&Consecutivo=92&Anio=2015&TipoAsunto=4&Pertenecia=0&MinistroID=29&SecretarioID=0&MateriaID=0
[…]

es menester desarrollar los alcances y consecuencias de la violación al derecho del detenido a ser puesto
inmediatamente a disposición del Ministerio Público, que se expusieron en el amparo directo en revisión
3229/2012, que dio origen a la tesis aislada LIII/2014 antes expuesta, ya que fue el criterio que tomaron
como base los Tribunales Colegiados contendientes para abordar el problema jurídico en el que coincidieron.

Las repercusiones en materia probatoria que se establecieron para el caso de demora injustificada en la
puesta a disposición, fueron las siguientes:

a) La anulación de la confesión del indiciado, obtenida con motivo de esa indebida retención;

b) la invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa la demora injustificada
(como lo son las declaraciones del indiciado que no tengan el carácter de confesión), los cuales no
producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados por el juez; y,

c) la nulidad de aquellas pruebas que a pesar de estar vinculadas directamente con el hecho delictivo materia
del proceso penal, sean recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora so pretexto de una búsqueda
de la verdad o debida integración del material probatorio -en el supuesto de prolongación injustificada de la
detención-, sin la conducción y mando del Ministerio Público.

Y, a su vez, se precisó que las pruebas obtenidas estrictamente con motivo de una detención en flagrancia,
no podían ser invalidadas por actos posteriores, como la obtención de pruebas que tengan como fuente
directa la demora injustificada, a menos que sean por vicios propios en la detención.

Así entonces, en los casos contendientes se tiene el problema jurídico de la validez del parte informativo u
oficio de puesta a disposición de los agentes aprehensores, cuando existe violación al derecho del detenido
a ser puesto a disposición de inmediato ante el Ministerio Público, cuando fue sorprendido en flagrancia.

[…]

En el caso de la flagrancia, el parte informativo de los policías aprehensores adquiere especial relevancia
porque es el documento sobre el que es posible constituir la base para la formulación jurídico penal. En el
informe, los policías describen tanto las circunstancias de tiempo y lugar en que se efectuó la detención
del probable responsable, como la descripción de las circunstancias que motivaron la detención y de las
evidencias que encontraron.

Asimismo, su trascendencia radica en que tendrá diversas consecuencias jurídicas que derivan de su
contenido, en principio porque es un documento elaborado por servidores públicos encargados de la
seguridad pública y, por otra parte, debido a que es el primer documento oficial con el que se pueden conocer
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 168

las circunstancias físicas o específicas en las que fue asegurado el detenido; si presentaba lesiones o si
fue necesario el empleo de la fuerza para someterlo; las condiciones en las que se le mantuvo durante
su traslado para entregarlo de inmediato ante el Ministerio Público, así como las causas que en su caso
justificaran la demora en la entrega del detenido. El conocimiento de esas circunstancias mínimas, es útil
para que la autoridad judicial tenga mayores elementos para resolver, al momento de someter al control
judicial las detenciones.

[…] es posible afirmar que el informe de la policía es esencial en un asunto penal, por los datos que
comprende en relación a las circunstancias en que fue detenido el imputado, además en los casos de
flagrancia los policías suelen adquirir dos calidades de actuación, la de testigos presenciales de la comisión
de un delito flagrante y la de aprehensores; o, porque a pesar de no haber presenciado la comisión del delito,
intervinieron inmediatamente después de la realización, a petición de la víctima o de un tercero; por tanto,
la información que aporten es trascendental para respaldar la acusación, en relación con las circunstancias
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
que motivaron su intervención en la captura del detenido y el aseguramiento de la evidencia.

Así, esta Primera Sala estima que la violación consistente en que el detenido no es puesto inmediatamente
a disposición del Ministerio Público, no afecta la licitud del parte informativo de la policía, en lo concerniente
a la precisión de las circunstancias que motivaron su intervención, la forma en que se realizó la captura y
el aseguramiento de evidencias relacionadas con el delito flagrante; ya que aquélla violación en todo caso
afecta la información relacionada con la siguiente acción que se debe realizar al detenerse a una persona,
que es su presentación oportuna ante el Ministerio Público.

Lo anterior es así, pues cuando se trata de una detención que se ajusta a los supuestos constitucionales
que justifican la legalidad de la afectación al derecho humano de libertad personal, en estricto sentido, no
existe alguna razón jurídica por la que sin mayor cuestionamiento también deba declararse la ilicitud del
informe de la policía, en lo que se refiere a la descripción de las circunstancias fácticas en que se suscitó
la detención del inculpado bajo el supuesto de flagrancia delictiva.

Ello debido a que la detención de una persona y su puesta a disposición de manera inmediata ante el
Ministerio Público, tratan de acciones distintas que, no obstante de tener una relación causal y sucesiva,
mantienen independencia fáctica y sustancial: primero, tiene lugar la detención, que debe sujetarse a los
supuestos constitucionales, entre ellos la flagrancia de delito, y luego, la policía deberá cumplir con el
imperativo constitucional que la obliga a poner al detenido de inmediato a disposición del Ministerio Público.

En consecuencia, dichas acciones deben analizarse de manera independiente, pues la ilicitud de la detención
no condiciona la vulneración al imperativo constitucional de inmediatez en la puesta a disposición, ni
viceversa; aunque sea cierto que en algún caso podrán actualizarse ambas violaciones constitucionales,
ello no significa que tengan una vinculación indisoluble; por ello, es necesario analizar cada una de las
violaciones de forma independiente.

De ahí que el criterio en el que se basaron los Tribunales Colegiado contendientes, determine como
excepción en la exclusión del material probatorio el caso en que la prueba tenga como fuente directa la
detención en flagrancia, pues esta figura cuenta con sus propios requisitos para que sea constitucional y
consecuencias, por lo que una vez acreditados resulta válida, así como las pruebas que emanen de ella a
no ser que presenten vicios en sí mismos o que su ilicitud prevenga de fuente diversa.

Ahora bien, como se ha señalado, el parte informativo de la policía puede aportar no solamente las
circunstancias físicas o específicas en las que fue asegurado el detenido, sino también las referentes a las
acciones efectuadas como consecuencia de esa detención, entre las cuales se encuentran las condiciones
en las que se mantuvo al detenido durante su traslado al Ministerio Público, las causas que en su caso
justificaran la demora en la entrega del detenido e, incluso, las pruebas que se obtuvieron de dicha demora, la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 169


confesión del detenido o el material probatorio que fue recabado por iniciativa de la autoridad aprehensora.

En esos casos, se debe tomar en cuenta la autonomía de la acción de detención y la diversa referente a
la puesta a disposición del detenido ante el Ministerio Público, para así realizar una fragmentación del
contenido informativo que se desprende del parte informativo, con el objeto de que la ilicitud de una acción
no afecte el material probatorio obtenido en la otra o viceversa. En otras palabras, se deberán analizar, por
una parte, los datos emanados de la detención y, por otra, los derivados de las acciones posteriores a la
detención del quejoso, dándoles a cada uno el valor probatorio correspondiente.

Así, cuando la detención del inculpado se realiza acorde a los parámetros constitucionales que delimitan
el supuesto de comisión de delito flagrante, la calificación de legalidad de la detención debe subsistir, al
margen de que se actualice la violación a la inmediatez en la puesta a disposición del detenido. Esto es
así, porque es posible que las razones que motiven la detención del inculpado sean constitucionalmente
válidas, así como el hallazgo, recopilación y aseguramiento inmediato de la evidencia que encontró la
policía al momento inmediato de realizar la detención.

En cambio, cuando con independencia de que la detención del inculpado se realice acorde a los parámetros
constitucionales, exista una demora injustificada en su puesta a disposición ante el Ministerio Público y en
el informe policial se asienten las acciones de investigación que motivaron dicha demora, efectuadas fuera
de control por parte de Ministerio Público, para generar o recopilar pruebas de incriminación relacionada
con el delito que motivó la detención, entonces en la apreciación del informe, para efectos de valoración
probatoria, deberán tenerse en cuenta dos elementos substanciales:

a) La descripción de las circunstancias que motivaron la intervención de la policía y aquéllas en las que
tuvo lugar la detención del inculpado, así como la relación de los objetos y evidencias aseguradas, podrán
ser objeto de valoración, siempre que la detención de la persona sea acorde al orden constitucional.

b) En oposición a lo anterior, todas aquellas referencias a circunstancias y medios de prueba obtenidos


por la policía, que derivan directamente de la demora injustificada en la puesta a disposición del detenido,
recopilados con motivo de la realización de una investigación policial no dirigida y controlada por el Ministerio
Público, no deberán ser objeto de apreciación en la valoración probatoria, sino que ante lo evidente de su
ilicitud tendrán que excluirse.

Lo anterior, sin que se deban soslayar las causas posibles de justificación frente a la violación a la puesta
inmediata a disposición del Ministerio Público, que son cuando la demora derive de un impedimento
razonable que no resulte contrario al margen de facultades constitucionales y legales de la autoridad que
incurre en la retención, aunado a que el impedimento debe tener origen en situaciones fácticas reales y
comprobables, como la distancia que existe entre el lugar de la detención y aquél en el que deba realizarse
la puesta a disposición.

[…].

DECISIÓN. La Primera Sala resolvió la contradicción en el sentido siguiente: cuando exista una detención
en flagrancia y una violación al derecho a ser puesto inmediatamente a disposición del Ministerio Público,
deberá valorar y analizar los datos que por cada una de esas acciones se haya asentado en el parte informativo
que elaboren los agentes aprehensores, excluyéndose únicamente las relativas a la violación, tomándose en
cuenta la excepción derivada de algún impedimento razonable para poner a disposición al inculpado.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 170

TESIS DERIVADA DE ESTA EJECUTORIA

DEMORA EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN DEL DETENIDO EN FLAGRANCIA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO.


LA VALORACIÓN DEL PARTE INFORMATIVO U OFICIO DE PUESTA A DISPOSICIÓN DE LOS AGENTES
APREHENSORES, DEBERÁ ATENDER A LA INDEPENDENCIA FÁCTICA Y SUSTANCIAL DE LA DETENCIÓN Y
LA PUESTA A DISPOSICIÓN. Esta Primera Sala ha determinado que la violación al derecho fundamental del
detenido a ser puesto a disposición del Ministerio Público sin demora, genera la anulación de la declaración
del detenido, así como la invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa la
demora injustificada, y aquellas recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora, sin conducción y mando
del Ministerio Público; no así las pruebas obtenidas estrictamente con motivo de la detención en flagrancia,
a menos que se acredite la existencia de vicios propios de la misma detención. En ese tenor, la valoración
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
probatoria del parte informativo u oficio de puesta a disposición de los agentes aprehensores, deberá
atender a la independencia fáctica y sustancial de esos dos momentos -detención y puesta a disposición-,
para lo cual se tendrá que fragmentar el contenido informativo del parte u oficio, conforme a dos elementos
sustanciales: a) la descripción de las circunstancias que motivaron la intervención de la policía y aquellas
en las que tuvo lugar la detención del inculpado, así como la relación de los objetos y evidencias aseguradas
en esa acción; y b) todas aquellas referencias a circunstancias y medios de prueba obtenidos por la policía,
que derivan directamente de la demora injustificada en la puesta a disposición del detenido, o que hayan
sido recopilados con motivo de una investigación policial no dirigida y controlada por el Ministerio Público.
Hecho lo anterior, se deberá excluir de la valoración probatoria únicamente lo relativo al segundo inciso,
pues conforme a los parámetros establecidos por esta Primera Sala, la violación en cuestión sólo afecta la
información relacionada con la siguiente acción que se debe realizar al detenerse a una persona, que es su
presentación oportuna ante el Ministerio Público, sin que ello ocurra con la relativa al primer inciso, siempre
y cuando la detención se ajuste al parámetro constitucional de la flagrancia.

Primera Sala, Tesis 1a./J. 8/2016 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2012186

NORMATIVIDAD CORRELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 16. […]

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la
detención.

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 171


Artículo 113. Derechos del Imputado

El imputado tendrá los siguientes derechos:

[…]

XIII. A ser presentado ante el Ministerio Público o ante el Juez de control, según el caso, inmediatamente
después de ser detenido o aprehendido;

[…]
Artículo 132. Obligaciones del Policía

El Policía actuará bajo la conducción y mando del Ministerio Público en la investigación de los delitos en
estricto apego a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución.

[…]

VI. Informar sin dilación por cualquier medio al Ministerio Público sobre la detención de cualquier persona,
e inscribir inmediatamente las detenciones en el registro que al efecto establezcan las disposiciones
aplicables;

[…]

Artículo 145. Ejecución y cancelación de la orden de comparecencia y aprehensión

La orden de aprehensión se entregará física o electrónicamente al Ministerio Público, quien la ejecutará por
conducto de la Policía. Los agentes policiales que ejecuten una orden judicial de aprehensión pondrán al
detenido inmediatamente a disposición del Juez de control que hubiere expedido la orden, en área distinta a
la destinada para el cumplimiento de la prisión preventiva o de sanciones privativas de libertad, informando
a éste acerca de la fecha, hora y lugar en que ésta se efectuó, debiendo a su vez, entregar al imputado una
copia de la misma.

Artículo 147. Detención en caso de flagrancia

Cualquier persona podrá detener a otra en la comisión de un delito flagrante, debiendo entregar inmediatamente
al detenido a la autoridad más próxima y ésta con la misma prontitud al Ministerio Público.

[…]

En este caso o cuando reciban de cualquier persona o autoridad a una persona detenida, deberán ponerla
de inmediato ante el Ministerio Público, quien realizará el registro de la hora a la cual lo están poniendo a
disposición.

Artículo 308. Control de legalidad de la detención

Inmediatamente después de que el imputado detenido en flagrancia o caso urgente sea puesto a disposición
del Juez de control, se citará a la audiencia inicial en la que se realizará el control de la detención antes de
que se proceda a la formulación de la imputación. El Juez le preguntará al detenido si cuenta con Defensor y
en caso negativo, ordenará que se le nombre un Defensor público y le hará saber que tiene derecho a ofrecer
datos de prueba, así como acceso a los registros.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 172

El Ministerio Público deberá justificar las razones de la detención y el Juez de control procederá a calificarla,
examinará el cumplimiento del plazo constitucional de retención y los requisitos de procedibilidad,
ratificándola en caso de encontrarse ajustada a derecho o decretando la libertad en los términos previstos
en este Código.

[…]

Artículo 264. Nulidad de la prueba

Se considera prueba ilícita cualquier dato o prueba obtenidos con violación de los derechos fundamentales,
lo que será motivo de exclusión o nulidad.

Las partes harán valer la nulidad del medio de prueba en cualquier etapa del proceso y el juez o Tribunal
deberá pronunciarse al respecto.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
[…]

TERCERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 895/2015. Fecha de resolución: 17 de junio de


2015. Ponente: Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Votación: Mayoría35.

HECHOS DEL CASO: El día 27 de julio de 2011, aproximadamente a las 21:15 horas, elementos del Ejército
Mexicano se encontraban realizando patrullajes en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua; cuando advirtieron
un vehículo que circulaba de manera errática y como el conductor se percató de su presencia intentó
huir. Los efectivos lo interceptaron y ordenaron a sus 5 ocupantes que descendieran para ser revisados;
encontrándoseles, a 3 de ellos, armas largas y en el interior, hallaron otros artefactos de guerra; razón por
la cual fueron detenidos. Posteriormente, se les trasladó al cuartel militar para que se realizara el parte
informativo de la detención y se practicara a los sujetos un examen médico, lo cual tomó varias horas.
Finalmente fueron puestos a disposición de la autoridad ministerial.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia condenatoria por el delito Portación de arma
de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Nacional, lo que fue confirmado en apelación,
mientras que en el amparo directo se negó la protección de la justicia federal. El quejoso interpuso recurso
de revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que determinara la constitucionalidad del
último párrafo del artículo 83 de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, y los alcances del artículo
16 de la Constitución Federal con relación al derecho a la puesta a disposición sin demora.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 173


A) Puesta a disposición sin demora ante el Ministerio Público

[…]

El primer precedente en la materia que vale la pena destacar es el amparo directo en revisión 2470/2011.
En esa oportunidad, la Sala retomó las consideraciones del amparo directo 14/2011, en el que interpretó el
concepto constitucional de flagrancia y, encontrando apoyo en ellas, se pronunció sobre los criterios para
identificar una violación al artículo 16, quinto párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.

En dicha ejecutoria se estimó que el artículo 16 constitucional prevé un régimen general de derechos, entre
los que destaca el relativo a la libertad personal; y que toda afectación al mismo debe, por regla general,

35 h t t p : / / w w w 2 . s c j n . g o b . m x / C o n s u l t a T e m a t i c a / P a g i n a s P u b / R e s u l t a d o s P u b .
aspx?Tema=&Consecutivo=895&Anio=2015&TipoAsunto=10&Pertenecia=0&MinistroID=32&SecretarioID=0&MateriaID=
pasar por el escrutinio de la autoridad judicial. Se señaló que ésta debe ser la condición rectora y preferente
en el régimen de detenciones, por lo que figuras como la detención en flagrancia o en caso urgente deben
entenderse como excepcionales. Esta exigencia no sólo está contemplada por la Constitución Federal, sino
también por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, concretamente por su artículo 7º.

Al resolver este caso, la Sala estudió la evolución histórica del concepto “flagrancia”, tanto en el texto
constitucional como en la interpretación de la Suprema Corte. Concluyó que, atendiendo a la motivación
que dio origen a la reforma de junio de 2008 al artículo 16 constitucional, debe entenderse que el concepto
“flagrancia” necesariamente alude a la inmediatez. Así, a partir de este crucial cambio constitucional, su
significado readquiere un sentido literal y restringido, según el cual, aquello que flagra se define como lo
que arde o resplandece como fuego o llama. Un delito flagrante es aquél –y sólo aquél– que brilla a todas
luces. Es tan evidente e inconfundible que cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y de llegar
a la convicción de que se está en presencia de una conducta prohibida por la ley. Para reconocerlo no se
necesita ser juez, perito en derecho o estar especialmente capacitado: la obviedad inherente a la flagrancia
tiene una correspondencia directa con la irrelevancia de la calidad que ostenta el sujeto aprehensor.

De este modo, la flagrancia siempre es una condición que se configura al momento de la detención. Esto
implica que la policía no tiene facultades para detener ante la sola sospecha de que alguien pueda estar
cometiendo un delito o de que esté por cometerlo. Tampoco puede detener para investigar. La flagrancia
resplandece, no se escudriña. Por ello, la referencia a una actitud sospechosa, nerviosa o a cualquier
motivo relacionado con la apariencia de una persona, no es una causa válida para impulsar una detención
amparada bajo el concepto “flagrancia”.

De acuerdo con las razones expresadas en dicho precedente, el escrutinio posterior a la detención es
de suma importancia, pues el descubrimiento de que se está ante una situación de ilegal privación de la
libertad debe desencadenar el reproche y la exigencia de responsabilidad que jurídicamente correspondan.

Se concluyó, además, que el control judicial ex post a la privación de la libertad por delito flagrante requiere
ser especialmente cuidadoso, pues la afirmación de que una detención es legal y constitucional debe
ser defendida ante el juzgador. Lo anterior se basó en la premisa de que el principio de presunción de
inocencia debe operar desde la detención; por ello, quien afirma que la persona capturada fue sorprendida
en flagrancia, tiene la carga de acreditarlo. El escrutinio judicial en materia de detenciones es, por tanto, una
especie de regla primaria, cuya ejecución debe ser privilegiada siempre que sea posible.

En relación con el derecho de “puesta a disposición sin demora” esta Suprema Corte determinó que es
posible derivar un principio de inmediatez del régimen general de protección contra detenciones consagrado
en la Constitución Federal. En virtud de ese principio, es exigible que la persona detenida sea presentada
ante la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 174

Para contestar cómo es que el juzgador debe apreciar si se está ante una dilación injustificada, la Sala
consideró que no es posible (ni sería adecuado) fijar un determinado número de horas. Sin embargo, del
hecho de que no sea posible ni recomendable adoptar una regla fija, no se sigue que no sea posible generar
un estándar que posibilite al juez calificar cada caso concreto de un modo sensible a dos preocupaciones
no incompatibles entre sí; a saber: que la puesta a disposición de la persona detenida no se dilate
injustificadamente, para evitar que se restrinja la libertad personal sin control y vigilancia del Estado; y, en
segundo lugar, que se tomen en consideración las peculiaridades del asunto específico, por ejemplo, la
distancia que existe entre el lugar de la detención y la agencia del Ministerio Público.

De acuerdo con dicho estándar, la dilación indebida se actualiza siempre que la persona sea retenida por
sus aprehensores sin que existan motivos razonables que les impidan ponerla a disposición inmediata de la
autoridad competente para definir su situación jurídica. Tales motivos razonables únicamente pueden tener
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
origen en impedimentos fácticos reales y comprobables (como la distancia que existe entre el lugar de la
detención y el lugar de la puesta a disposición).

Además, deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades. Es decir,
la actuación de los aprehensores debe llevarse a cabo de acuerdo con sus atribuciones constitucionales y
legales, sin que resulte admisible cualquier justificación que pueda estar basada en una supuesta búsqueda
de la verdad o en la debida integración del material probatorio.

Sobre esa base, en dicho precedente se determinó que la policía está impedida para retener a una persona
por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público y ponerla a su
disposición a efecto de que se desarrollen las diligencias de investigación que permitan definir su situación;
asimismo, no puede simplemente retenerla sin informarlo a la autoridad ministerial para obtener su confesión
o información relacionadas con la indagatoria. Es decir, en términos estrictamente constitucionales, las
autoridades tienen la obligación de poner al detenido sin retraso injustificado o sin demora irracional ante
el Ministerio Público, en caso de delito fragrante o ante el juez que hubiera ordenado la aprehensión.

Estas consideraciones fueron nuevamente retomadas en el amparo directo en revisión 997/2012, resuelto
el 6 de junio de 2012, por mayoría de tres votos de la Primera Sala.

Posteriormente, el 23 de enero de 2013, esta Primera Sala resolvió el amparo directo en revisión 57/2011,
que también reiteró los razonamientos antes referidos y agregó que el mandato de pronta puesta a
disposición, que se encuentra consagrado en la mayoría de las legislaciones del mundo occidental, no es
más, ni menos, que la mayor garantía de los individuos en contra de aquellas acciones de la policía que se
encuentran fuera de los cauces legales y que están destinadas a presionar o a influir en el detenido, en un
contexto que le resulta totalmente adverso.

En esta lógica –señala este precedente– el órgano judicial de control deberá realizar un examen estricto
de las circunstancias que acompañan al caso, desechando cualquier justificación que pueda estar basada
en “la búsqueda de la verdad” o en “la debida integración del material probatorio” y, más aún, aquéllas que
resultan inadmisibles a los valores subyacentes en un sistema democrático, como serían “la presión física
o psicológica al detenido a fin de que acepte su responsabilidad” (la tortura) o “la manipulación de las
circunstancias y hechos objeto de la investigación” (la alteración de la realidad), entre otras.

[…] en el amparo en revisión 703/2012 se determinó que las consecuencias y efectos de la vulneración al
derecho humano de libertad personal, con motivo de la retención indebida, deben vincularse estrictamente
con su origen y causa. Esto implica que si la prolongación injustificada de la detención generó la producción
e introducción de datos de prueba, éstos deben declararse ilícitos; lo mismo aplica si ciertas diligencias
se realizaron en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el derecho de defensa adecuada, de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 175


conformidad con los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita.

[…] en los amparos directos en revisión 3403/2012, 3229/2012, esta Sala —además de reiterar el estudio
sobre flagrancia y sobre el principio de inmediatez en la puesta a disposición— precisó que la violación al
derecho de pronta puesta a disposición genera:

a) La consecuencia legal y jurídica de anulación de la confesión del indiciado, obtenida con motivo de esa
indebida retención;

b) La invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa la demora injustificada,
los cuales no producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados por el juez; y,

c) La nulidad de aquellas pruebas que, pese a estar vinculadas directamente con el hecho delictivo materia
del proceso penal, son recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora sin la conducción y mando del
Ministerio Público, en el supuesto de prolongación injustificada de la detención.
[…] en el amparo directo en revisión 4822/2014 se retomaron todos estos precedentes y, entre otras
consideraciones, se agregó —respecto a los efectos de la ilicitud de la prueba— que, con independencia
de la detención sea lícita, la demora o dilación injustificada de la puesta a disposición ante el Ministerio
Público bajo el supuesto de comisión de delito flagrante, permite la incorporación de la presunción de
coacción, como parámetro mínimo ante el reconocimiento de la violación a sus derechos humanos.

Retomando criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Sala señaló que una detención
de este tipo necesariamente tiene un impacto en la integridad de las personas. Afirmó que es una violación
de suma importancia, pues trae aparejada, por lo menos, el uso de la fuerza innecesaria y abusiva de los
agentes de la policía en contra de una persona que ha sido detenida, aun cuando ésta sea constitucional, lo
cual implica un atentado a la dignidad humana.

Se agregó que la retención injustificada de la persona detenida, por parte de la autoridad, permite presumir
que quien se encuentra en esta condición, está, asimismo, incomunicada y expuesta a tratos que pudieran
resultar lesivos. Esto es así, porque una persona arbitrariamente retenida, porque los aprehensores no
lo presentan inmediatamente después de la detención ante el Ministerio Público, se encuentra en una
situación agravada de vulnerabilidad, con la cual se provoca un riesgo cierto de que otros derechos se vean
afectados, como la integridad personal, ya sea física o psicológica, y el trato digno que toda persona debe
recibir. En casos extremos, la dilación de la puesta a disposición podría derivar en asilamiento prolongado
y en incomunicación coactiva, lo que podría ser calificado como trato cruel e inhumano e incluso como
tortura.

Además, la Sala sostuvo que la detención prolongada e injustificada de una persona permite presumir la
existencia de actos coactivos que afectan directamente su voluntad, salvo prueba objetiva en contrario.
Por tales motivos, si una persona se reconoce como responsable de un delito tras haber sido detenida
de manera prolongada y sin justificación jurídica válida por parte de sus captores, dicha confesión debe
presumirse coaccionada y, por tanto, debe ser apreciada como prueba ilícita, cuya calificación obliga a
excluirla de las pruebas de cargo en contra del inculpado.

Ahora bien, al respecto se aclaró que la prolongación injustificada de la puesta a disposición del detenido
ante el Ministerio Público no implica necesariamente la existencia de tortura. Lo único que significa es
la presunción de coacción sobre el detenido para inducirlo a autoincriminarse. Pero esta calificación se
actualiza con independencia de que se haya concretizado o no la coacción sobre el detenido, pues deriva
del incumplimiento del principio de inmediatez aplicable a las detenciones constitucionales.

Por otro lado, en dicho precedente se aclaró que todas las pruebas obtenidas por las policía, que no
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 176

pudieran haberse recabado sin incurrir en la demora injustificada de la entrega del detenido, son ilícitas y
ese carácter deber reconocerles la autoridad judicial, por lo que no pueden ser objeto de valoración para
corroborar la acusación.

Asimismo, de conformidad con el precedente, todas aquellas referencias a circunstancias y medios


de prueba obtenidos por la policía, que derivan directamente de la demora injustificada en la puesta a
disposición del detenido, recopilados con motivo de la realización de una investigación policial, no dirigida
ni controlada por el Ministerio Público, no deberán ser objeto de apreciación en la valoración probatoria,
sino que tendrán que excluirse ante lo evidente de su ilicitud.

Por otro lado, en el amparo directo 78/2012 y en el amparo en revisión 554/2013 la Sala estableció que
para que los indicios obtenidos generen el mayor grado de convicción en el juzgador es necesario respetar
la llamada cadena de custodia, que se refiere al registro de los movimientos de la prueba desde que es
descubierta hasta que ya se necesita. En seguimiento al razonamiento de esta Sala en los precedentes
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
referidos en el presente capítulo en cuanto a que la violación a la puesta a disposición sin demora pueden
generar en la persona detenida las violaciones a otros derechos (vg. Violación a la integridad personal), esta
Primera Sala estima que cuando se dé dicho supuesto el juzgador deberá verificar, además, si en el caso
concreto no se vio afectada la cadena de custodia en los medios de prueba recabados durante la detención.

Pues bien, sentado el parámetro de regularidad constitucional respecto del principio de inmediatez,
corresponde ahora analizar la sentencia recurrida bajo esta óptica.

El quejoso argumentó que no se verificaron “los motivos por los que fue trasladado al cuartel militar con
lo que se violó su derecho de ser puesto a disposición sin demora.” Por su parte, el tribunal colegiado no
contestó expresamente sobre los motivos alegados, sino que se limitó a destacar que los militares debían
elaborar y ratificar un parte informativo, y agregó que se llevó un examen médico a los detenidos.

[…]

Esta Primera Sala considera que la contestación del tribunal colegiado implica una interpretación sobre el
contenido y alcance del derecho a ser puesto a disposición sin demora, más allá de la cuestión de legalidad
del número de horas y de las diligencias hechas en dicho lapso, puesto que parte de la premisa que los
militares, una vez que detuvieron a los individuos en alegada flagrancia, estaban facultados para realizar
otras diligencias (rendir y ratificar un parte informativo, y practicar a los detenidos un examen médico), por
encima del derecho de los detenidos a ser puestos inmediatamente a disposición del ministerio público (el
cual, además, en el caso, se encontraba en la misma ciudad que el cuartel militar al que fueron conducidos).

Esta Primera Sala no puede coincidir con el Tribunal Colegiado en dar preeminencia a unas diligencias
administrativas realizadas por personal militar sobre el derecho humano de toda persona a ser puesta
inmediatamente a disposición del ministerio público, una vez detenida. Aun cuando existiera base normativa
que obligara –de ser el caso– a los militares a rendir y ratificar su parte informativo –cuestión que no
surge de la sentencia recurrida– e incluso de realizarle un examen médico, ello, de ninguna manera, puede
prevalecer sobre el derecho de los detenidos a ser puestos a disposición de la autoridad investigadora –
quien, además, es la encargada y obligada a realizar el examen médico referido–.

Si los órganos castrenses tienen obligación de realizar y ratificar su parte informativo sobre los hechos, ello no
puede obstaculizar el ejercicio del derecho humano referido; en todo caso, puede hacerse con posterioridad
a cumplir con su obligación constitucional de poner a la persona detenida inmediatamente a disposición del
ministerio público. El examen médico a los detenidos debe hacerse por este órgano investigador.

Lo establecido en los párrafos anteriores podría tener excepciones si, como se ha dicho en los precedentes,
existan motivos razonables que les impidan a los agentes aprehensores poner al detenido a disposición

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 177


inmediata de la autoridad competente para definir su situación jurídica. Es importante resaltar que tales
motivos razonables únicamente pueden tener origen en impedimentos fácticos reales y comprobables
(como la distancia que existe entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a disposición). No es este
el caso.

En virtud de lo anterior, esta Primera Sala advierte que el intervalo de 3:45 horas transcurrido desde el
momento de la detención del quejoso, hasta que finalmente fue puesto a disposición del Ministerio Público,
encontrándose en la misma ciudad y no advirtiéndose ningún elemento razonable que impidiera a los
militares poner al quejoso a disposición de aquella autoridad, no se encuentra justificado.

[…]
DECISIÓN. La Primera Sala revocó la sentencia recurrida y, a partir del estándar constitucional establecido,
consideró que la demora en la puesta a disposición de un detenido no puede tener como justificación que
los elementos militares se hayan detenido a elaborar el parte informativo. Con base en lo anterior, ordenó
que el Tribunal Colegiado reanalizara el caso con la finalidad de detectar la trascendencia de la violación de
derechos en la obtención de pruebas.

CUARTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 1428/2012. Fecha de resolución: 21 de mayo de


2014. Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Mayoría. 36

HECHOS DE LOS CASOS: En el primer caso el Ministerio Público sostuvo que el 7 de marzo de 2008,
aproximadamente a las 22:45 horas, “Carlos”, junto con otros individuos, privaron de la libertad a una persona
mientras esta caminaba sobre una calle en la Ciudad de México, posteriormente fue trasladada a una casa
de seguridad, donde la mantuvieron en cautiverio vendada de los ojos, atada de pies y manos. Quince días
después, previo el pago de un rescate fue liberada.

En otro caso, el 15 de abril de 2008, aproximadamente a las 6:30 horas; una persona fue privada de su libertad
por “Carlos” actuando en grupo con otros sujetos, en condiciones semejantes al secuestro antes relatado,
también fue llevado a la mencionada casa de seguridad, en donde lo mantuvieron vendado y sometido;
incluso, le amputaron un dedo de la mano izquierda con el propósito de presionar a sus familiares. Fue
dejado en libertad 20 días depués, previo el pago de un rescate, agentes de la policía, en colaboración con
los familiares de las víctimas, obtuvieron diversos datos sobre los secuestradores, el Ministerio Público
emitió la orden de detención bajo el supuesto de caso urgente contra uno de los inculpados. Se le aseguro
y se le entrevistó, y fue él quien refirió que su hermano “Carlos“ había participado en ambos secuestros.
Acompañados del primer detenido se localizó a éste y a otros inculpados, después los llevaron a la casa de
seguridad y más tarde los pusieron a disposición de la autoridad ministerial.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 178

HISTORIA PROCESAL: Se emitió sentencia de condena a “Carlos” fue sentenciado por dos delitos de
Secuestro. En apelación, basicamente se confirmó la condena (sólo que se redujo la pena). En el amparo
directo se negó la protección constitucional. El quejoso interpuso recurso de revisión ante la Suprema Corte
de Justicia de la Nación para determinar el alcance del artículo 16 de la Constitución Federal, concretamente
en lo relativo a la dilación indebida en la puesta a disposición.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

36 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=139202
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
Son fundados los agravios que expone el recurrente, aunque para ello sea menester suplir su deficiencia
en términos de lo dispuesto por el arábigo 76 bis, fracción II, de la Ley de amparo, pues esta Primera Sala
advierte que:

(I) La interpretación realizada por el Tribunal Colegiado para considerar que la detención del quejoso se dio
en atención a un caso urgente, no se ajusta a aquella que correctamente debe hacerse de las disposiciones
constitucionales y legales que la rigen; y,

(II) Las razones expuestas por el Tribunal Colegiado de Circuito, para considerar que fue justificada la dilación
en la puesta a disposición ante el Ministerio Público, no son acordes a los lineamientos establecidos por
esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

[…]

I. Consideraciones jurídicas del caso urgente.

[…]

En torno a la libertad de las personas como derecho fundamental, el artículo 14 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos tutela y ordena que en su carácter de pena pública nadie puede ser
privado de ella, sino mediante juicio en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento.
A la par de ello, nuestro sistema constitucional establece que nadie puede ser detenido arbitrariamente,
prohibición con rango de derecho fundamental acorde y consistente al sentido de lo dispuesto por el
diverso numeral 1, párrafos cuarto y quinto, Constitucional, a partir del cual se establece que la libertad es
valor fundamental vinculado a la dignidad humana como condición y base de todos los demás derechos
humanos. Por tanto, la protección a la libertad de la persona –en el ámbito penal– rechaza cualquier modelo
de Estado autoritario que permita proscribir ideologías o forzar modelos de excelencia humana a través de
uso del poder punitivo.

Es así que acorde con el artículo 16, párrafos quinto y sexto, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, únicamente se autoriza a detener en flagrancia delictiva o en caso urgente.

[…] fuera de los casos en que exista orden de aprehensión dictada por autoridad judicial competente, el
ministerio público (sic) se encuentra facultado para avalar la detención de una persona o para autorizar el
privarla provisionalmente de su libertad, únicamente en los casos siguientes:

(a) Flagrancia delictiva. Cuando le es puesta a disposición al Ministerio Público investigador a una persona
detenida en flagrancia delictiva. Término que proviene del latinismo flagrantie o flagrantiae, cuyo significado
literal es arder, brillar o resplandecer, y que metafóricamente ha pasado al ámbito jurídico penal, aplicado

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 179


al delito, con el significado de delito resplandeciente, esto es, salir a la luz de manera sorpresiva un hecho
delictuoso en el momento mismo en que su autor lo comete.

A este respecto el artículo 267 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal –aplicado en
el presente asunto– establece tres casos en los que debe considerarse la figura de la flagrancia delictiva,
clasificación que atiende al grado de alejamiento de la conducta delictuosa e incluye:

a) Cuando el inculpado es detenido en el momento de cometer el delito; lo que constituye la flagrancia


estricta, pues en realidad es el único caso en que se surte a cabalidad el acto de sorprender a una persona
mientras comete el ilícito;

b) Cuando inmediatamente después de ejecutado, el inculpado es perseguido materialmente hasta su


detención; lo que doctrinalmente se ha considerado como “cuasiflagrancia” o “casi flagrancia”, ya que no
se logra detener al activo en el momento mismo en que consuma el ilícito sino con posterioridad, al ser
perseguido de manera ininterrumpida hasta lograr su captura; y,
c) Cuando es señalado responsable por la víctima o algún testigo presencial de los hechos o quien hubiere
participado con él en su comisión, o se encuentre en su poder el objeto, instrumento o producto del delito, o
bien aparezcan huellas o indicios que hagan presumir fundadamente su participación en el delito; siempre
y cuando se trate de un ilícito grave así calificado por la ley, no haya transcurrido un plazo de setenta y dos
horas desde el momento de la comisión del evento, se haya iniciado la averiguación previa respectiva y no
se hubiere interrumpido la persecución del delito.

Esta hipótesis, no obstante se aleja de lo que constituye el acto de sorprender al autor en el momento de su
ejecución, se ha considerado legalmente como equiparación a flagrancia, también llamada doctrinalmente
presunción de flagrancia, dado que son diversos los indicios que conllevan a presumir, con escaso margen
de error, sobre la probable autoría o intervención del sujeto imputado en la comisión del ilícito. Empero, por
no haber sido detenido justo al cometer el hecho delictivo la legislación adjetiva condiciona este caso de
equiparación a flagrancia, a aquellos vinculados con la comisión de delitos considerados graves, exista
averiguación previa por esos hechos, además de inmediatez respecto a su ejecución no mayor a setenta y
dos horas, amén de que no se hubiere interrumpido la persecución del ilícito.

Para los enunciados casos considerados legalmente como flagrancia, el párrafo quinto del precepto 16
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, prevé que cualquier persona puede detener
al indiciado en el momento en que cometa un delito o inmediatamente después de haberlo cometido y
ponerlo sin demora a disposición de la autoridad más cercana, y ésta con la misma prontitud a la del
ministerio público.

De ahí que corresponda al órgano ministerial verificar si las circunstancias de la detención se adecuan a
las referidas hipótesis consideradas como flagrancia por la ley, debiendo satisfacerse los requisitos de
procedibilidad y si el delito merece pena privativa de libertad decretará la retención del indiciado, o de
lo contrario, ante la falta de cumplimiento de cualquiera de esos requerimientos, ordenará la libertad del
detenido.

(b) Caso urgente. Esta hipótesis de excepción a la regla general atinente a privar provisionalmente de
la libertad a un inculpado ante la inexistencia de orden de aprehensión emitida por autoridad judicial
competente, tiene lugar y encuentra justificación cuando el Ministerio Público no obstante la no configuración
de alguna de las hipótesis de la flagrancia delictiva, cuenta con elementos para establecer que la persona
probablemente intervino en un delito por lo que de no proceder inmediatamente a su detención, éste se
sustraiga de la acción de la justicia.

Empero, dado el riesgo de argumentar la existencia de caso urgente y se caiga en excesos en la detención
de personas, los códigos adjetivos en materia penal, establecen los requisitos tanto formales como
materiales para detener o retener al inculpado, bajo la hipótesis de caso urgente, verbigracia, el Código de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 180

Procedimientos Penales para el Distrito Federal, aplicable en el caso concreto, establece:

a) Que tal detención la ordene por escrito en la que se funde y exprese los indicios en que se apoye;

b) Que el ilícito atribuido sea de los señalados como graves por la ley;

c) Exista riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia; y,

d) Por razón de la hora, lugar o cualquier otra circunstancia no pueda ocurrir ante la autoridad judicial para
solicitar la orden de aprehensión.

Requisitos de los que se infiere que la detención por caso urgente puede tener lugar, según el avance de
la averiguación previa, cuando no obstante no se encuentra plenamente integrada la indagatoria, existen
indicios suficientes de la intervención del inculpado en delito grave, caso en el cual es precisamente la
detención del inculpado la que dará la pauta a evitar que éste se sustraiga de la acción de la justicia en tanto
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
se desahogan las diligencias que permitirán sustentar el ejercicio de la acción penal en su contra; esto es,
la propia falta de integración del expediente resulta la circunstancia que en términos de lo precisado en el
inciso d), impide al representante social acudir ante la autoridad judicial para solicitar la orden de captura;
empero, también cabe la posibilidad de que integrada la indagatoria resulte necesario emitir la orden de
detención por caso urgente, como acontece por el hecho de que la autoridad judicial contará con seis
días para librar la orden de aprehensión, conforme lo establecido por el artículo 286 bis, último párrafo,
del citado ordenamiento legal, lapso que pudiera aprovechar el indiciado para evadirse de la acción de la
justicia, a menos que la consignación fuere con detenido.

Sin embargo, tanto en los casos de flagrancia, como por caso urgente, la privación de la libertad ante
la autoridad ministerial únicamente resultará legal por el plazo de cuarenta y ocho horas, que puede ser
duplicado en aquellos casos que la ley prevea como delincuencia organizada, transcurrido el cual deberá
ordenar la libertad del indiciado o ponerlo a disposición de la autoridad judicial.

Es en este último caso, cuando el juzgador al recibir la consignación con detenido se encuentra obligado de
manera prioritaria a analizar de manera inmediata las constancias de la indagatoria a fin de establecer si
en el caso acontece alguna de las hipótesis previstas para la flagrancia o fueron satisfechos los requisitos
para que el Ministerio Público ordenara la detención o retención del inculpado por caso urgente; lo que
resulta lógico pues por ser en ambos casos tal privación de libertad una medida cautelar de naturaleza
metaprocesal, dado que se inició con anterioridad al proceso, debe ser convalidada por la autoridad judicial,
esto es, por disposición constitucional y legal expresa, al caso de los dispositivos 16, párrafo séptimo, de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en el caso del Distrito Federal –artículo 286
bis, parágrafo tercero, del código adjetivo de la materia– de manera indefectible e insoslayable habrá de
calificar la legalidad de la detención, bien para ratificarla o para decretar la libertad del inculpado con las
reservas de ley, ante el caso de no satisfacerse las exigencias legales que le dieron origen.

Puntualizado lo anterior, debe indicarse que se atribuye al quejoso, en su calidad de coautor, la comisión de
los delitos de secuestro calificado (diversos dos), suscitados el siete de marzo de dos mil ocho, en agravio
de ********** y el quince de abril del mismo año, en perjuicio de **********.

Ahora bien, el Tribunal Colegiado de Circuito, en cumplimiento a la sentencia emitida por esta Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el amparo directo en revisión **********, indicó que
de las constancias que conforman la causa penal, se advertía que por el tiempo en que fue asegurado el
quejoso, el veintinueve de octubre de dos mil ocho, y la fecha del último secuestro fue en el mes de abril
evidentemente no se le detuvo en flagrancia, toda vez que su aseguramiento no se dio en el momento de
cometer los delitos o inmediatamente después de haberlos cometido; por tal circunstancia, la flagrancia no
sería motivo de análisis, pues la cuestión del aseguramiento y detención fue diversa.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 181


Así, continuó argumentando el citado órgano de control constitucional, que de la revisión de autos se ponía
en evidencia que el referido aseguramiento y presentación ante el Ministerio Público, fue el veintinueve de
octubre de dos mil ocho, aproximadamente a las dieciocho horas, en virtud de una orden de búsqueda,
localización y presentación, girada por el Ministerio Público, […] originada por la denuncia de ********** por
el secuestro de ********** y fue puesto a disposición del Ministerio Público a las veintitrés horas del día
veintinueve de octubre de esa anualidad y retenido a partir de las cuatro horas con diez minutos del treinta
de octubre del mismo año, en virtud de una orden de detención del Ministerio Público por caso urgente.

Lo anterior, expuso el Tribunal Colegiado de Circuito, se afirmaba así, pues no obstante que tanto del
oficio como del informe de puesta a disposición, no se advierte la hora exacta en que fueron asegurados y
puestos a disposición los entonces probables responsables, entre los que se encontraba el hoy impetrante,
de acuerdo con lo expuesto por la policía remitente **********, en su ampliación de declaración ante el
juez de la causa, refirió que el aseguramiento del primer investigado se realizó después del mediodía del
citado veintinueve de octubre, derivado de la orden de búsqueda, localización y presentación de **********
y que, al enjuiciado **********, lo aseguraron después de las dieciocho horas de ese mismo día37; asimismo,
el referido quejoso señala en su demanda de amparo que fue puesto a disposición hasta las veintitrés
horas de ese mismo día, sin que del oficio respectivo se advierta la citada hora, aunque ese aspecto se
corrobora con la constancia ministerial en que se asentó formalmente esa hora como la relativa a la puesta
a disposición38; por ello, no obstante lo anterior, deberán considerarse esos horarios como los legalmente
válidos, al no existir prueba en contrario, así como tampoco que por lo que hace al horario de aseguramiento
fuera controvertido por el procesado o su defensa en el transcurso del procedimiento.

Y después de relacionar algunas constancias que obran en la causa, el Tribunal Colegiado de Circuito
determinó que el aseguramiento y posterior detención del quejoso no obedeció a un caso de flagrancia,
sino como consecuencia de la orden de búsqueda, investigación y presentación ordenada por el Ministerio
Público, girada al probable responsable ********** y posteriormente por la orden de detención por caso
urgente, ante la confesión realizada por el quejoso.

Lo anterior, porque del informe de puesta a disposición (presentación) suscrito por los policías remitentes el
veintinueve de octubre de dos mil ocho, se advierte que al ser asegurado el probable responsable **********,
refirió que también participó en los secuestros su hermano ********** y otro sujeto de nombre ********** y
demás personas; al ser asegurado el referido **********, expuso que también participó en los secuestros el
impetrante **********, en la comisión de los ilícitos.

Por lo que concluyó el citado órgano de control constitucional, el aseguramiento y presentación del
peticionario de amparo se encuentra justificado, y apegado a leyes previamente establecidas […] pues
cabe recordar que de los oficios de siete de agosto y veintisiete de octubre, ambos de dos mil ocho, el
Ministerio Público ordenó además de la localización y presentación del citado **********, la búsqueda y
localización de más probables responsables, por lo que ante el señalamiento que fue realizado por los
hermanos **********, de que el hoy quejoso participó en los delitos, es que los agentes de la policía judicial
procedieron a ir por el impetrante hasta su lugar de trabajo, en donde lo esperaron hasta que fue señalado
por sus cómplices; por tanto, en el supuesto caso de que los agentes presentadores no hubieran realizado
de esa forma los aseguramientos de los implicados, a fin de presentarlos ante el Ministerio Público, se
hubieran sustraído de la acción de la justicia, ante la comunicación que mantenían vía teléfono celular y
en el caso de algunos de ellos, por el grado de parentesco; aunado a las distancias y tránsito existentes de
un lugar a otro en el Distrito Federal, y a la aceptación de los hechos ante la propia policía donde según el
informe, los amenazó con perjudicarlos pues su mamá es funcionaria del Poder Judicial de la Federación,
y a que el mismo peticionario de amparo al rendir su declaración ministerial cuando fue presentado ante
el agente del Ministerio Público a la una horas con cincuenta y dos minutos también confesó los hechos
imputados.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 182

Conclusión la anterior, que no comparte esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
pues se estima que en el caso analizado, se vulneró en forma palmaria el derecho fundamental de la
libertad personal del quejoso, en la medida que la restricción original de aquélla pretendió justificarse bajo
la actualización de hipótesis de caso urgente, apartándose de la correcta interpretación que debe hacerse
del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En efecto, acorde con la jerarquía y prevalencia de los derechos fundamentales de las personas, así como
su impacto en el ordenamiento jurídico mexicano, es indudable que la emisión de actos de autoridad que
afecten la libertad de los individuos deben apoyarse de manera indefectible en las normas de derecho
positivo que tornen legal su actuación y a su vez garanticen la seguridad jurídica de los gobernados, para lo

37 Audiencia de 3 de febrero de 2009. Fojas 4323 y 4324 del tomo V de la causa penal.
38 Foja 1454 del tomo II de la causa penal.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
cual constitucionalmente se establece que nadie puede ser detenido o privado de su libertad en relación a la
investigación delictiva sino en caso de flagrancia o urgencia, lo que evidentemente remite a las enumeradas
disposiciones procesales contenidas en la respectiva codificación adjetiva, las que establecen las hipótesis
y casos en los cuales el órgano de autoridad se encuentra facultado para privar de la libertad a cualquier
persona.

Así, previo ejercicio de la acción de remisión y consignación con detenido, en términos del ordinal 266 del
Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal –que resulta aplicable al caso concreto–, se
constituye requisito formal de validez insoslayable que la detención se haya realizado en flagrancia o caso
urgente.

En el caso, claramente se inadvirtió que la detención del peticionario del amparo (veintinueve de octubre
de dos mil ocho) fue notoriamente infractora de las formalidades que subyacen para la válida detención
de las personas relacionadas con la probable comisión de un hecho delictivo bajo las hipótesis normativas
de flagrancia o caso urgente, por cuanto a los hechos materia del ejercicio de la acción penal se refiere;
ello, toda vez que en la fecha en que fue detenido si bien existía aperturada una averiguación previa relativa
a los sucesos por los que finalmente se condenó al amparista, lo cierto es que no existía mandamiento
escrito previo al acto de detención que legalmente lo justificara, lo cual pasó inadvertido para el juez de
primera instancia, quien el uno de noviembre de dos mil ocho ratificó la detención del ahora quejoso al
calificarla bajo la hipótesis de caso urgente al razonar que se refiere a un delito grave, con riesgo “fundado”
de que el inculpado se sustrajera de la acción de la justicia, por tratarse de delito grave39; consideración
impropia, puesto que no se surtió dicha hipótesis, prevista en el precepto 268 del código adjetivo de la
materia aplicable, en virtud a la cual cabe la válida posibilidad de privar provisionalmente de la libertad a
una persona que probablemente intervino en algún evento con connotación delictiva y que de no proceder
a su detención, se sustraiga a la acción de la justicia, para lo cual taxativamente se prevén requerimientos
formales e insoslayables que permitan su detención, precisamente que ésta se ordene por escrito en el que
se funde y exprese los indicios en que se apoye, el ilícito atribuido sea de los señalados como graves por la
ley, exista riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse de la acción de la justicia y por razón de la
hora, lugar o cualquier otra circunstancia no pueda ocurrir ante la autoridad judicial para solicitar la orden
de aprehensión.

Requerimientos de carácter formal que en el caso no se justificaron y pese a ello se ratificó como válida la
detención del justiciable, en clara vulneración a su derecho humano con entera independencia a su eventual
relación con un evento presuntamente delictivo, no ser privado de su libertad de manera arbitraria.

En efecto, el proceder de la policía ministerial resulta ilegal, no en cuanto a la detención del primer inculpado
cuya orden de detención se cumplimentó y la detección del teléfono celular que poseía y que estaba vinculado

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 183


con los datos que arrojó la indagatoria, sino porque a partir de su logro, se obtuvieron datos en forma ilícita,
como fue la recepción de la confesión del detenido, ya que esa autoridad no está facultada para recibir
declaraciones de esa naturaleza, además, actuaron en contravención a la normatividad que rige su actuar,
pues lejos de informar inmediatamente a la autoridad ministerial sobre el resultado de esa instrucción,
procedieron de mutuo a realizar diversas diligencias sin la conducción y mando del órgano persecutor de
delitos, como tampoco justificaron la premura de la detención de las cuatro últimas personas aseguradas
contra las que no existía orden de detención, pues entre el aseguramiento del primero y el último de los
inculpados medió un periodo de seis horas, plazo en el que los policías ministeriales estuvieron obligados
a acudir ante el Ministerio Público para que éste procediera conforme a sus atribuciones constitucionales
y emitiera las órdenes respectivas contra las personas que resultaran involucradas con los hechos, pero
no recabaron esa orden contra el aquí quejoso, por lo tanto, su detención y la de sus coinculpados –con

39 Fojas 1940 a 1947, del tomo II de la causa penal.


excepción del primero de los asegurados–, fue arbitraria y, en consecuencia, inconstitucional, al producir
afectación a su libertad personal, así como a los principios de legalidad y debido proceso legal en perjuicio
del revisionista.

Por lo que el Tribunal Colegiado del conocimiento deberá considerar que la detención del quejoso resulta
ilegal.

Sin que en el caso, sea dable establecer que, como lo argumentó el Tribunal Colegiado de Circuito, la
detención determinada por el Ministerio Público en caso urgente y su ratificación se deba considerar como
consumada y por ende, inimpugnables en el juicio de amparo directo, pues si bien, resultaría improcedente el
juicio de amparo en contra del acuerdo de ratificación de la detención como acto destacado, ello no implica
que dichas actuaciones puedan quedar exentas de control constitucional, por el contrario, si se toma en
consideración que la protección del derecho humano al debido proceso lo conforman sistemáticamente
diversos numerales constitucionales, es que, el respeto a este derecho se vincula con la observación
de los parámetros que la Constitución establece para todas las etapas procedimentales, por lo que las
transgresiones que aduzca el sentenciado en torno a su detención son susceptibles válidamente de
estudiarse en amparo, pues sólo tendrán por efecto verificar si las pruebas que apoyan la sentencia de
condena fueron obtenidas de forma lícita o ilícita.

II. Demora injustificada en la puesta a disposición del inculpado ante el Ministerio Público investigador.

Esta Primera Sala advierte que las razones expuestas por el Tribunal Colegiado de Circuito, para considerar
que fue justificada la dilación en la puesta a disposición ante el Ministerio Público, no son acordes a
los lineamientos establecidos por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la
resolución emitida en el amparo directo en revisión **********.

En efecto, en la sentencia recurrida el Tribunal Colegiado de Circuito consideró que no existió demora
injustificada […] a juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no acataron
por parte del Tribunal Colegiado de Circuito las directrices establecidas por este Alto Tribunal, en cuanto a
que en atención al régimen general de protección contra detenciones que proclama nuestra Constitución
se deriva una obligación de inmediata puesta a disposición, el cual exige que la persona detenida sea
presentada ante el Ministerio Público lo antes posible. Dicho de otro modo, la persona debe ser puesta a
disposición de la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas.

Estableciendo que se actualiza una demora injustificada siempre que, no existiendo motivos razonables
que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores
y no sea entregada a la autoridad que sea competente para definir su situación jurídica.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 184

Puntualizando que tales motivos razonables únicamente pueden tener origen en impedimentos fácticos
reales y comprobables (como la distancia que existe entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a
disposición), los cuales además, deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las
autoridades. Es decir, en cuanto sea posible, es necesario llevar a la persona detenida por flagrancia o caso
urgente ante el Ministerio Público, a menos que exista un impedimento razonable que no resulte contrario
al margen de facultades constitucionales y legales a cargo de la policía.

Lo que en el caso se estima no aconteció, porque ciertamente el quejoso sufrió una detención prolongada
indebidamente por cinco horas, pues fue asegurado aproximadamente a las dieciocho horas, del veintinueve
de octubre de dos mil ocho, en la avenida **********, esquina con **********, colonia **********, delegación
**********, del parte informativo se obtiene –como también lo destacó el Tribunal Colegiado de Circuito
cuya sentencia se revisa–, que los elementos captores, después de su detención se trasladaron a la casa
de seguridad ubicada en calle **********, lote **********, manzana **********, colonia **********, delegación
**********, a seguir con la investigación, pues de acuerdo al dicho de los agentes aprehensores en ese lugar
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
realizaron una búsqueda encubierta con el fin de obtener mayores datos posibles, lo que en modo alguno
puede constituir el impedimento razonable a que alude este Alto Tribunal, que justificara la demora en la
puesta a disposición.

Lo anterior, porque como lo ha sustentado esta Primera Sala, no forman parte de los motivos razonables
que justifiquen la demora en la puesta a disposición, únicamente pueden tener como origen impedimentos
fácticos reales, comprobables y lícitos, que sean compatibles con las facultades estrictamente concedidas
a las autoridades, lo que implica que los agentes de policía no pueden retener a una persona por más tiempo
del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público, a fin de ponerlo a disposición, donde
deben desarrollarse las diligencias de investigación pertinentes e inmediatas, que permitan definir su
situación jurídica –de la cual depende su restricción temporal de la libertad personal–, de tal manera que la
policía no puede simplemente retener a un individuo con la finalidad de obtener su confesión o información
relacionada con la investigación que realiza, para inculparlo a él o a otras personas.40

Por tanto, el mandato de poner a disposición en forma inmediata a una persona detenida es la mayor
garantía de los individuos en contra de aquellas acciones de la policía que se encuentran fuera de los
cauces legales y que están destinadas a presionar o a influir en el detenido, en un contexto que le resulta
totalmente adverso.

Así, del examen estricto de las circunstancias que acompañan al caso, este Alto Tribunal considera que el
ahora quejoso fue retenido por los elementos captores por más tiempo del estrictamente necesario para
trasladarlo ante el agente del Ministerio Público, en violación de sus derechos fundamentales contenidos en
los artículos 14 y 16 constitucionales antes citados y sus derechos humanos del debido proceso y libertad
personal que se encuentran inmersos en los artículos 7.5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Esa situación revela la presunción fundada de que el detenido estuvo incomunicado y que en ese período
sufrió afectación psíquica por el estado de incertidumbre en cuanto a su seguridad jurídica y personal, dada
la retención prolongada a la que estuvo sometido, lo que trasciende al estado psico-anímico en el que rindió
su declaración ministerial y, por ende, su confesión ministerial respecto de los hechos que se le imputan
carecerá de validez, no por el contenido de la misma, sino por las circunstancias en que fue emitida.

De acuerdo a lo hasta aquí expuesto es evidente que derivado de la ilegal detención, así como la indebida
retención policíaca del quejoso con el propósito de continuar investigando, el Ministerio Público recabó
pruebas consideradas como ilícitas por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en
debido acatamiento a los derechos de debido proceso y defensa adecuada.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala decidió revocar la sentencia recurrida, e instruir al Tribunal Colegiado para que Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 185
con base en las dos violaciones detectadas (detención ilegal y puesta tardía a disposición), analizaran
de nuevo el caso y emitiera una nueva decisión que excluyera todas las pruebas relacionadas con esas
transgresiones, por ser ilícitas.

40 Así lo determinó esta Primera Sala al resolver los amparos directos en revisión 517/2011 y 3229/2012, en sesiones de 23 de enero
y 4 de diciembre de dos mil trece, que dieron lugar a las tesis 1a. CLXXV/2013 y 1a. LIII/2014, Décima Época, registros: 2003545 y 2005527,
de títulos: “DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO.
ELEMENTOS QUE DEBEN SER TOMADOS EN CUENTA POR EL JUZGADOR A FIN DE DETERMINAR UNA DILACIÓN INDEBIDA EN
LA PUESTA A DISPOSICIÓN.” y “DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO DE SER PUESTO SIN DEMORA A DISPOSICIÓN DEL
MINISTERIO PÚBLICO, ALCANCES Y CONSECUENCIAS JURÍDICAS GENERADAS POR LAVULNERACIÓN DE TAL DERECHO.”
TESIS DERIVADA DE ESTA EJECUTORIA

PRUEBAS ILÍCITAS RECABADAS EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA. SU EFECTO EN LAS DESAHOGADAS


DURANTE LA INSTRUCCIÓN. Las pruebas recabadas en contravención a las disposiciones legales son
ilícitas, y deben declararse nulas en la etapa de averiguación previa, así como las que deriven de éstas, las
cuales sólo serán eficaces en caso de que pueda advertirse objetivamente que el hecho en cuestión sería
descubierto por otra vía legal, totalmente independiente al medio ilícito y puesta en marcha en el curso del
proceso, como ocurre con las pruebas desahogadas en la instrucción, a través de una fuente independiente,
esto es, en presencia del juez, sometidas al contradictorio de las partes, en función del respeto a los
derechos fundamentales de las víctimas, aun cuando tratándose de declaraciones judiciales se ratifiquen
las versiones ministeriales afectadas de nulidad, debido a que, por un lado, no pueden convalidarse de esa
forma las pruebas viciadas y, por el otro, porque esas declaraciones judiciales tendrán valor exclusivamente
en cuanto a los datos de convicción que por sí mismas arrojen en esa etapa procesal. Esto implica que los
diversos testimonios desahogados durante el proceso penal deben dividirse, descartando los aspectos que
deriven y se relacionen directamente con las pruebas ilícitas, pero adquiriendo valor en torno a los aspectos
que son obtenidos por medio de esa fuente independiente y legal, máxime si la nulidad de las pruebas ilícitas
desahogadas en la averiguación previa no se relaciona con la credibilidad del dicho de los diversos testigos,
sino a la actuación indebida de las autoridades.

Primera Sala, Tesis 1a. LXVII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008497

QUINTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 517/2011. Fecha de resolución: 23 de enero de


2013. Ponente: Ministra Olga María Sánchez Cordero de García Villegas. Votación: Mayoría.41

HECHOS DEL CASO: En el parte informativo, policías federales hicieron constar que a las 05:00 horas del 9 de
diciembre de 2005, derivado de la denuncia de una víctima de secuestro, comenzaron con un dispositivo de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 186

vigilancia a las afueras de un rancho al que posteriormente ingresaron, con motivo de todo lo cual, lograron
la liberación de varias personas privadas de su libertad, así como la detención de sus captores, dentro de los
que se encontraba una mujer de nacionalidad francesa.

HISTORIA PROCESAL: La sentencia de primera instancia condenó a la mujer por los delitos Privación ilegal
de la libertad en modalidad de secuestro, Portación de arma de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza
Aérea, Posesión de arma de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, y por violación a la Ley
Federal contra la Delincuencia Organizada. La sentencia de apelación confirmó la condena. La resolución
de amparo directo negó la protección de la justicia federal. La quejosa interpuso recurso de revisión ante la
Suprema Corte de Justicia de la Nación para que ésta determinara los alcances de los artículos 14, 16, 17,

41 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=125754.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
20, A y B, fracción I de la Constitución Federal, en relación con la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares, así como respecto de los derechos de presunción de inocencia, detención, inmediata puesta
a disposición ante la representación social, debido proceso en materia penal, y defensa adecuada en su
modalidad especial aplicable a personas extranjeras bajo proceso penal en México.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Como se expondrá a continuación, los agravios vertidos por la parte recurrente resultan fundados, por lo
que procede revocar la sentencia recurrida y otorgar el amparo a la quejosa.

[…]

De conformidad con el régimen de derechos humanos vigente en nuestro país, todo individuo, al momento
de ser detenido por una autoridad, goza en primer término de dos derechos fundamentales que resultan
esenciales en la protección del régimen constitucional de la libertad personal: que sea puesto a disposición
del Ministerio Público sin demora y, en el caso de que sea extranjero, que sea informado de su derecho a
recibir asistencia consular.

En las siguientes líneas, esta Primera Sala dotará de contenido a estos derechos fundamentales, a fin de
tener el marco de referencia adecuado para determinar si en el presente asunto se actualiza su violación.

I. El derecho a la notificación, contacto y asistencia consular.

En el marco de un sistema democrático, una vez que una persona se encuentra en territorio de un Estado
del cual no es nacional, dicho Estado está obligado a concederle un estándar mínimo de derechos. Uno de
ellos, cuya importancia resulta transcendental, es la posibilidad de que el extranjero sea asistido por algún
miembro de la delegación consular de su país en el territorio en el que se encuentre.

Así de conformidad con el texto vigente del artículo 1° constitucional, el orden jurídico mexicano cuenta
con una protección mayor en relación a los derechos fundamentales. Este nuevo paradigma implica que, en
materia de derechos fundamentales, nuestro orden jurídico tiene dos fuentes primigenias: (i) los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución; y (ii) todos aquellos derechos humanos establecidos en
tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 187


Las normas provenientes de ambas fuentes gozan de rango constitucional y, por tanto, son normas
supremas del ordenamiento jurídico mexicano. Esto implica que los valores, principios y derechos que ellas
materializan deben permear en todo el orden jurídico, obligando a todas las autoridades a su aplicación
y, en aquellos casos en que sea procedente, a su interpretación. En esta lógica, el catálogo de derechos
fundamentales no se encuentra limitado a lo prescrito en el texto constitucional, sino que también incluye
a todos aquellos derechos que figuran en los tratados internacionales ratificados por el Estado mexicano42,
por lo que resulta incuestionable que el derecho de los extranjeros a la notificación, contacto y asistencia
consular es un derecho fundamental vigente en nuestro país.

En ese sentido, nuestro ordenamiento jurídico, reconoce los derechos consagrados en el artículo 36, párrafo

42 Tesis Aislada XIX/2011 (10ª) cuyo rubro es: “PRINCIPIO PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA DE
DERECHO FUNDAMENTAL APLICABLE”, derivada del amparo directo 28/2010, resuelto el 23 de noviembre de 2011. Ministro Ponente:
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Javier Mijangos y González.
primero, de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares43. Esta norma dispone lo siguiente:

“Con el fin de facilitar el ejercicio de las funciones consulares relacionadas con los nacionales del Estado
que envía:

a) los funcionarios consulares podrán comunicarse libremente con los nacionales del Estado que envía y
visitarlos. Los nacionales del Estado que envía deberán tener la misma libertad de comunicarse con los
funcionarios consulares de ese Estado y de visitarlos;

b) si el interesado lo solicita, las autoridades competentes del Estado receptor deberán informar sin retraso
alguno a la oficina consular competente en ese Estado cuando, en su circunscripción, un nacional del
Estado que envía sea arrestado de cualquier forma, detenido o puesto en prisión preventiva. Cualquier
comunicación dirigida a la oficina consular por la persona arrestada, detenida o puesta en prisión preventiva,
le será asimismo transmitida sin demora por dichas autoridades, las cuales habrán de informar sin dilación
a la persona interesada acerca de los derechos que se le reconocen en este apartado;

c) los funcionarios consulares tendrán derecho a visitar al nacional del Estado que envía que se halle
arrestado, detenido o en prisión preventiva, a conversar con él y a organizar su defensa ante los tribunales.
Asimismo, tendrán derecho a visitar a todo nacional del Estado que envía que, en su circunscripción, se halle
arrestado, detenido o preso en cumplimiento de una sentencia. Sin embargo, los funcionarios consulares
se abstendrán de intervenir en favor del nacional detenido, cuando éste se oponga expresamente a ello”.

Asimismo, este derecho también se encuentra consagrado a nivel de la legislación federal, en específico,
en la fracción IV del artículo 128 del Código Federal de Procedimientos Penales, el cual establece que
cuando una persona extranjera fuese detenida, dicho acto “se comunicará de inmediato a la representación
diplomática o consular que corresponda”44.

Una de las funciones primordiales de las delegaciones consulares es proporcionar ayuda a los connacionales

43 Ratificada por el Estado mexicano el 18 de mayo del 1965 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de noviembre de 1967.
44 La importancia de este artículo resulta trascendental en la regulación del procedimiento penal federal, ya que establece los derechos
del detenido. El texto completo del artículo es el siguiente:
Artículo 128.- Cuando el inculpado fuese detenido o se presentare voluntariamente ante el Ministerio Público Federal, se procederá de
inmediato en la siguiente forma:
I.- Se hará constar por quien haya realizado la detención o ante quien aquél haya comparecido, el día, hora y lugar de la detención o de la
comparecencia, así como, en su caso, el nombre y cargo de quien la haya ordenado. Cuando la detención se hubiese practicado por una
autoridad no dependiente del Ministerio Público, se asentará o se agregará, en su caso, la información circunstanciada suscrita por quien la
haya realizado o haya recibido al detenido;
II.- Se le hará saber la imputación que existe en su contra y el nombre del denunciante o querellante;
III.- Se le harán saber los derechos que le otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y, particularmente en la averiguación
previa, de los siguientes:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 188

a) No declarar si así lo desea, o en caso contrario, a declarar asistido por su defensor;


b) Tener una defensa adecuada por sí, por abogado o por persona de su confianza, o si no quisiere o no pudiere designar defensor, se le
designará desde luego un defensor de oficio;
c) Que su defensor comparezca en todos los actos de desahogo de pruebas dentro de la averiguación;
d) Que se le faciliten todos los datos que solicite para su defensa y que consten en la averiguación, para lo cual se permitirá a él y su defensor
consultar en la oficina del Ministerio Público y en presencia del personal, el expediente de la averiguación previa;
e) Que se le reciban los testigos y demás pruebas que ofrezca y que se tomarán en cuenta para dictar la resolución que corresponda, concediéndosele
el tiempo necesario para ello, siempre que no se traduzca en entorpecimiento de la averiguación y las personas cuyos testimonios ofrezca se
encuentren en el lugar donde aquélla se lleva a cabo. Cuando no sea posible el desahogo de pruebas, ofrecidas por el inculpado o su defensor,
el juzgador resolverá sobre la admisión y práctica de las mismas; y
f) Que se le conceda, inmediatamente que lo solicite, su libertad provisional bajo caución, conforme a lo dispuesto por la fracción I del artículo
20 de la Constitución y en los términos del párrafo segundo del artículo 135 de este Código. Para efectos de los incisos b) y c) se le permitirá
al indiciado comunicarse con las personas que él solicite, utilizando el teléfono o cualquier otro medio de comunicación del que se pueda
disponer, o personalmente, si ellas se hallaren presentes. De la información al inculpado sobre los derechos antes mencionados, se dejará
constancia en las actuaciones.
IV.- Cuando el detenido perteneciere a un pueblo o comunidad indígena o fuere extranjero, que no hable o no entienda suficientemente el
español, se le designará un traductor que le hará saber los derechos a que se refiere la fracción anterior. Tratándose de indígenas, el traductor
y el defensor que deberán asistirle, deberán tener además conocimiento de su lengua y cultura. Si se tratare de un extranjero, la detención se
comunicará de inmediato a la representación diplomática o consular que corresponda, y
V.- En todo caso se mantendrán separados a los hombres y a las mujeres en los lugares de detención o reclusión.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
que se encuentran en problemas fuera de su país. Así, el artículo 36 de la Convención de Viena sobre
Relaciones Consulares es el resultado de un consenso internacional: los extranjeros se enfrentan a
desventajas singulares al momento de ser detenidos por una autoridad y someterse a un proceso penal
bajo las normas de un ordenamiento jurídico que les resulta extraño.

El derecho a la notificación, contacto y asistencia consular representa el punto de encuentro entre dos
preocupaciones básicas del derecho internacional. Por un lado, afianzar el papel de las oficinas consulares
como representantes de la soberanía de su país de origen y, por el otro, la creciente preocupación de la
comunidad internacional por el respeto a los derechos humanos, siendo particularmente relevante la tutela
judicial efectiva como integrante del debido proceso.

A pesar de que el propio nombre de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares no sugiere que
sea un tratado cuya materia sean los derechos humanos, el artículo 36 consagra no solamente la facultad
de los cónsules para comunicarse y asistir a sus connacionales detenidos, sino que también comprende
los derechos fundamentales de los extranjeros a ser informados, de forma inmediata, que son titulares del
derecho a comunicarse con sus respectivos consulados y a recibir su asistencia si así lo solicitan.

Si bien es cierto que la ayuda consular para los connacionales detenidos puede asumir diversas formas,
cada intervención implica, por lo menos, tres acciones básicas45. La primera es de carácter humanitario.
Los funcionarios consulares proporcionan a los detenidos el contacto con el mundo exterior, al comunicar
la noticia a los familiares o a las personas de confianza del detenido. Asimismo, estos funcionarios se
aseguran que a los detenidos se les cubran las necesidades básicas mientras se encuentran privados
de su libertad. La segunda función es de protección. La presencia de los funcionarios consulares, por sí
misma, coadyuva a disuadir a las autoridades locales de cometer actos en contra de los extranjeros que
pueden ser contrarios a su dignidad humana o que pongan en peligro la suerte del proceso penal al que se
verá sometido el extranjero. Por último, la tercera función es la relativa a una asistencia técnico-jurídica,
respecto a la cual nos ocuparemos más adelante, ya que resulta uno de los puntos fundamentales para
resolver el asunto que nos ocupa.

Por el momento, lo que resulta de vital importancia es señalar que a través de la ayuda consular los
extranjeros reducen la distancia que los separa de los nacionales en cuanto a la protección de un estándar
mínimo de derechos.

La asistencia consular es vital para asegurar una defensa adecuada en situaciones que impliquen una
privación de la libertad, en donde las violaciones a los derechos fundamentales de los extranjeros son
comunes debido a la falta de conocimiento del sistema jurídico en el que se ven inmersos. Una persona
extranjera que es detenida se enfrenta a una multitud de barreras lingüísticas, culturales y conceptuales

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 189


que dificultan su habilidad para entender, de forma cabal y completa, los derechos que le asisten, así como
la situación a la que se enfrenta46.

Véanse, por todos, Michael Fleishman, “Reciprocity Unmasked: the role of the Mexican Government in defense of its foreign nationals
in United States death penalty cases” . Ariz. J. Int´l & comp. L. 2003; Mark J. Goldsmith, “Torres v. State No. PCD-04-442 (Okla. Crim. App.
May 13, 2004) (order granting stay of execution and remaining case for evidentiary hearing)”. 17 Cap. Def. J. 2004-2005; Verónica Gómez,
“The Inter-American System: Recent Cases”. Human Rights Law Review, Volume 1, Number 2 -2001; Dinah L. Shelton, “Case Concerning
Avena and Other Mexican Nationals (Mexico v. United States)”. American Journal of International Law 2004; Jeremy White, “A New Remedy
Stresses the Need for International Education: the impact of the Lagrand case on domestic court’s violation of foreign national’s consular
relations rights under the Vienna Convention”. 2 Was. U. Global Stud. L. Rev 2003; Kweku Vanderpuye and Robert W. Bigelow “The Vienna
Convention and the Defense of Noncitizens in New York: A Matter of Form and Substance”. Pace Int´l L. Rev 2006; y Arwa J. Fidahusein,
“VCCR Article 36 Civil Remedies and Other Solutions: a Small Step for Litigants but a Giant Leap Towards International Compliance”. Seton
Hall Circuit Review 2008.
46 Véanse, por todos, Sarah M. Ray, “Domesticating International Obligations: How to Ensure U.S. Compliance with the Vienna
Convention on Consular Relations”. California Law Review, December 2003; Janet K. Levit, “Does Medellín Matter?”. Fordham Law Review
2008; Marshall J. Ray, “The Right to Consul and The Right to Counsel: a Critical Re-Examining of State v. Martinez-Rodriguez”. New Mexico
Law Review, 2007; Howard S. Schiffman, “The Lagrand Decision: The Evolving legal Landscape of the Vienna Convention on Consular
Relations in U.S. Death Penalty Cases”. Santa Clara Law Review 2002; Aparna Sridhar, “Creating Judicial Remedies for Violations of the
Vienna Convention on Consular Relations: A Proposed Resolution to Medellin v. Dretke”. Stanford Journal of Civil Rights and Civil Liberties,
[…]

Ahora bien, sentadas estas cuestiones es necesario que esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación establezca cuáles son los derechos específicos que se derivan de lo contenido en el artículo
36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

En primer lugar, es necesario que las autoridades informen al extranjero que ha sido detenido, o se encuentre
bajo cualquier tipo de custodia, que tiene derecho a comunicarse con la oficina o representación consular
de su país. La información de este derecho debe ser inmediata y no puede ser demorada bajo ninguna
circunstancia.

En segundo lugar, el extranjero tiene el derecho de escoger si desea o no contactar con su respectivo
consulado.

En tercer lugar, y una vez que el extranjero decide que sí desea contactar con la oficina consular de su país,
la autoridad deberá informar de esta situación a la oficina consular correspondiente que se encuentre más
cercana al lugar en donde se realizó la detención. Esta comunicación deberá ser inmediata y realizarse a
través de todos los medios que estén al alcance de la autoridad respectiva.

Por último, la autoridad deberá garantizar la comunicación, visita y contacto entre el extranjero y la oficina
consular de su país, a fin de que esta última le pueda brindar al extranjero una asistencia inmediata y
efectiva.

Este último punto, que representa la asistencia consular en un sentido estricto, tiene a su vez una serie de
implicaciones que deben ser especificadas.

Es necesario reconocer la especial proyección que tiene la exigencia de asistencia consular en el proceso
penal debido a la complejidad técnica de las cuestiones jurídicas que en él se debaten y por la relevancia
de los bienes jurídicos que pueden verse afectados.

Como se precisó con anterioridad, la asistencia consular, en cuanto derecho subjetivo, tiene como finalidad
asegurar la efectiva realización de los principios de igualdad de las partes y de contradicción que rigen un
proceso penal, con la finalidad de evitar desequilibrios o limitaciones en la defensa del extranjero. En esta
lógica, la asistencia consular es una garantía del correcto desenvolvimiento del proceso y una exigencia
estructural del mismo.

Así, el derecho fundamental a la asistencia consular de los extranjeros no puede ser concebido como un
mero requisito de forma. Cuando una autoridad, ya sea policial, ministerial o judicial, impide a un extranjero
la posibilidad de suplir sus carencias a través de los medios que el artículo 36 de la Convención de Viena
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 190

pone a su disposición, no solo limita, sino que hace imposible la plena satisfacción del derecho a una
defensa adecuada.

Para el detenido extranjero, el derecho a la asistencia consular tiene una función propia y diferenciada tanto
del derecho a tener un abogado como del derecho a tener un traductor o intérprete.

La asistencia consular no se reduce a una simple medida de comunicación entre el extranjero y un


representante de su gobierno. Es ante todo un derecho fundamental reconocido para evitar la indefensión
del inculpado, que no depende de los conocimientos que tenga el extranjero del idioma del país en el que
ha sido detenido.

El funcionario consular tiene la encomienda de asegurarse, en primer término, de que el extranjero no

Vol. II:2, 2006; y Jennifer Goodman, “Avena and Other Mexican Nationals (Mex v. U.S.). The International Court of Justice Deems U.S.
Actions in Fifty-Two Death Penalty Cases as Violations of International Law”. Tulane J. of Int’l Comp. Law, Vol. 13, 2005.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
sea simplemente informado de la acusación y de los derechos que le asisten, sino que los comprenda
cabalmente.

La comprensión del significado gramatical de las palabras que contiene la acusación puede ser facilitada
por un traductor. Es más, una explicación técnica de las implicaciones de la acusación puede ser facilitada
por un abogado que esté habilitado para ejercer en ese país. Sin embargo, esto no resulta suficiente a fin de
considerar cumplido el mandato constitucional de una defensa adecuada.

A fin de que se considere que un extranjero ha sido informado de forma libre y consciente de estas cuestiones,
es indispensable que se encuentre cubierto el elemento relativo a la idiosincrasia cultural. La herencia
cultural y social de un extranjero resulta determinante al momento de comprender cualquier fenómeno
jurídico, con especial gravedad respecto a aquellos actos que impliquen la privación de la libertad.

En algunos ordenamientos jurídicos, la declaración ante los agentes de policía y la colaboración con las
autoridades que investigan un delito puede ser considerado a lo largo del proceso como una muestra de
buena voluntad por parte del detenido. Por el contrario, en otros sistemas, resulta recomendable que los
inculpados no externen ningún comentario hasta que se encuentren en presencia de un juez. Asimismo, en
ciertos ordenamientos jurídicos, cooperar con la policía y aceptar determinados hechos puede ameritar, a
futuro, una reducción de condena. En otros, resulta irrelevante la confesión espontánea del inculpado.

Estas cuestiones, como es lógico, no son conocidas ni debidamente ponderadas por los abogados
nacionales. Este tipo de decisiones solo pueden ser tomadas una vez que se ha recibido una efectiva
asistencia técnica, la cual debe ser otorgada por los funcionarios consulares, quienes por su actividad
profesional presumiblemente se encuentran debidamente capacitados para dicha tarea.

Es importante subrayar que la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares no habla sólo de contacto,
sino de asistencia, de donde se infiere que lo que la Convención dispone es que el detenido tiene derecho a
gozar de una asistencia técnica que sea real y efectiva.

El señalado artículo 36 de la Convención de Viena, no es una regla equiparable a la formalidad esencial del
procedimiento de origen interno creada por el Legislador nacional en los casos de procesos penales seguidos
contra extranjeros prevista en el artículo 128, fracción IV, in fine, del Código Federal de Procedimientos
Penales, sino un Derecho Humano Fundamental contenido en tratado internacional con finalidades y
alcances diversos.

La recta interpretación de dicho artículo 36 —considerando su formación entre sujetos y argumentos


típicos de Derecho Internacional— presupone que se trata de una regla de aplicación especial en procesos
penales seguidos contra individuos en naciones extranjeras; su aplicación implica reconocer la existencia

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 191


de una regla adicional de origen internacional que opera paralelamente a la legislación nacional cuya
función consiste en introducir en los operadores jurídicos la noción de que, el proceso que se sigue a un no
nacional necesariamente se encuentra caracterizada por una situación de potencial inseguridad jurídica si
se actúa sin consideración de este fundamento; y es que una persona que se encuentra fuera de su país,
al ser sujeto a proceso penal estará fuera de la aplicación de la esfera de derechos que le pertenecen y le
son conocidos en función de su país de origen; en este contexto, prácticamente a dicho sujeto foráneo
se le juzgará penalmente mediante la aplicación de una diversa esfera de derechos a la suya y por una
jurisdicción extranjera que le es ajena, con todo lo cual no se encuentra familiarizado.

El tomar como premisa y comprender esta situación, es decir, que las personas pertenecen a un Estado
determinado (calidad de nacional), presupone admitir que ellas tienen un conocimiento —al menos
superficial— de sus formas y procedimientos jurídicos que les son propios pues éstos fueron producto de
procesos democráticos que son la forma de su razón, participación y cultura en su país de origen, aspecto
que también conlleva a presumir que, cuando una persona se encuentra en una nación extranjera, ésta será
ajena a esos procesos y esfera de derechos que no le son conocidos porque no participó en su formación.
De esta forma, debe interpretarse que el artículo 36 en comentario garantiza, internacionalmente, que todo
individuo sea protegido de las inseguridades que, por lógica, provoca la aplicación de un sistema ajeno y
presumiblemente desconocido para un extranjero mediante la presencia de su consulado, para que éste
intervenga produciendo un efecto culturizador en el interesado.

Es decir, mediante la presencia de la asistencia consular prevista en este fundamento 36 convencional, se


pretende que los consulados sean garantes de la Seguridad Jurídica y sirvan de medio entre la perspectiva
del legislador que democráticamente articuló el proceso nacional —que le es desconocido al procesado
extranjero— y la diversa óptica cultural del individuo sujeto a proceso penal en nación extranjera; y es que,
constituye una garantía, tanto en Derecho Internacional como en el Constitucional (considérese al artículo
14 constitucional, párrafo segundo) que a todo individuo se le juzgue mediante la aplicación de un sistema
legal previamente establecido democráticamente por los propios ciudadanos mediante sus leyes (incluso
existe jurisprudencia del Pleno con esta concepción básica47) y con participación de los mismos a través
de su sistema representativo, porque debe tenerse presente que, en última instancia, la sentencia que se
dicte en el país extranjero vinculará al procesado a una ley penal en la cual no participó; aspectos, todos
estos, que inciden en la tutela judicial efectiva y en la defensa adecuada, incluso en el sistema de Derechos
Humanos Fundamentales cuya garantía legitima la condena.

Esto es, no se trata de que el Estado que sujeta a proceso penal a persona extranjera sólo le garantice cualquier
asistencia consular ni solo su presencia en cualquier etapa, sino que, en todo trámite y procedimiento
penal seguido al extranjero debe garantizarse que la ley y todo el procedimiento sean aplicados con un
efecto culturizador a través de la asistencia consular, pues no es lo mismo desde la seguridad jurídica,
que las leyes penales y sus procedimientos se apliquen directamente al no nacional que lo desconoce,
a que ese derecho —desconocido e incierto para el extranjero— se intente aplicar dentro de parámetros
de seguridad jurídica, lo que se logra —al menos desde la presunción de la comunidad internacional—,
mediante una culturización a través de la asistencia consular, de ahí que la inobservancia de este Derecho
Humano Fundamental contenido en sede normativa convencional afecte significativamente la validez de
las actuaciones penales que incurren en su preterición, esto, según la jurisprudencia internacional y las
doctrinas académicas generalizadas que sirven de base a estas consideraciones.

En definitiva, el núcleo fundamental del derecho a la defensa adecuada de un extranjero es preciso ubicarlo,

47 Se hace referencia a la siguiente jurisprudencia del Pleno: Novena Época.— Registro: 166612.— Pleno Jurisprudencia P./J.
102/2009.— Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXX, Agosto de 2009, página 1069. “ÓRGANOS ADMINISTRATIVOS.
LOS QUE AFECTAN LA ESFERA DE LOS PARTICULARES DEBEN SER CREADOS POR LEY O MEDIANTE ACTO DEL EJECUTIVO EN
EJERCICIO DE FACULTADES ESPECÍFICAS ATRIBUIDAS LEGISLATIVAMENTE, SALVO QUE SE TRATE DE ENTES CUYA ACTIVIDAD
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 192

SÓLO TRASCIENDA AL INTERIOR DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. De la interpretación de los artículos 8o. y 17 de la Ley Orgánica
de la Administración Pública Federal, en relación con las tesis 2a./J. 68/97 y P. CLII/97, de rubros: “REGLAMENTOS. LA FACULTAD DE
EXPEDIRLOS INCLUYE LA DE CREAR AUTORIDADES Y DETERMINAR SU COMPETENCIA.” y “FACULTAD REGLAMENTARIA. EL
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA NO LA EXCEDE AL CREAR UNA AUTORIDAD, SI SE AJUSTA A LA LEY.”; se advierte que, por regla
general, las autoridades del Estado que afectan la esfera de los gobernados deben ser creadas a través de una ley con el objeto de evitar
la proliferación de entidades creadas caprichosamente por diversa autoridad administrativa instituida legalmente, pues de lo contrario ello
justificaría la generación de verdaderas autoridades “de facto”, las cuales, desde luego y en principio tendrían un origen inconstitucional por
no gozar de un reconocimiento legislativo, además de que esas prácticas materialmente permitirían que la estructura de la administración
pública se modificara con relativa facilidad y con ocasión de perjuicios para la seguridad jurídica de los gobernados. Sin embargo, esa regla
puede admitir excepciones, una de las cuales es precisamente cuando el propio Poder Legislativo faculta a la autoridad administrativa para
crear, a través de un acto administrativo, a nuevas autoridades; en estos supuestos el acto de creación deberá publicitarse mediante actos
administrativos de carácter general (como pueden ser los reglamentos o incluso los acuerdos publicados en los medios de difusión oficial) y
a condición de que la actuación del nuevo ente autoritario tenga las facultades específicas que se le determinen en cada caso conforme a las
disposiciones legales aplicables. Pero también debe reconocerse que cuando un organismo administrativo dentro de la administración pública
centralizada no actúa hacia el exterior y únicamente ejerce funciones internas de asistencia, asesoría, apoyo técnico o coordinación, su creación
no tendrá más límites que la determinación del titular de la dependencia de acuerdo con el presupuesto asignado.” Controversia constitucional
97/2004. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. 22 de enero de 2007. Unanimidad de diez votos. Ausente: Mariano Azuela Güitrón.
Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretarios: Beatriz J. Jaimes Ramos, Heriberto Pérez Reyes y Emmanuel G. Rosales
Guerrero.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
no solo en la modalidad de la designación de un perito en Derecho, sino en la efectividad de la defensa.

En esta línea, una asistencia consular efectiva solo será aquélla que se otorgue de forma inmediata a la
detención del extranjero, ya que es en ese espacio temporal en el que la comprensión de la acusación, la
comprensión de los derechos que le asisten al detenido, la comprensión básica del sistema penal al que se
enfrenta, la comprensión de los efectos de la primera declaración ante las autoridades, así como la toma
de decisiones relativas al contacto o contratación de un abogado local a fin de establecer una línea en la
defensa, cobran una importancia decisiva a fin de evitar un escenario de indefensión. Esta exigencia, por
lo demás elemental y obvia, se constituye como un elemento básico de la tutela judicial a fin de preservar
todos los derechos de defensa de un extranjero.

El derecho fundamental contenido en el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares


se quedaría en una mera declaración de buenas intenciones, si la asistencia se sucede en un momento
procesal en el que los elementos que acabamos de describir ya no resultan relevantes para la suerte del
procesado, lo que conllevaría que el funcionario consular se convierta en alguien a quien se le invita por
compromiso, pero que no es tenido en cuenta.

La importancia del derecho a la notificación, contacto y asistencia consular radica en que se configura
no sólo como un derecho en sí mismo, sino como un derecho instrumental para la defensa de los demás
derechos e intereses de los que sean titulares los extranjeros. Es decir, la posibilidad de que un extranjero
pueda ser oído públicamente, en condiciones de plena igualdad y con justicia, por un tribunal independiente
e imparcial, depende –de forma absoluta– del presupuesto previo relativo a la asistencia real y efectiva de
los miembros de la oficina diplomática de su país48.

Una vez que se ha desarrollado el contenido esencial del derecho fundamental a la notificación, contacto y
asistencia consular, es necesario analizar el derecho fundamental del detenido a ser puesto a disposición
inmediata ante el Ministerio Público, a fin de contar con los elementos necesarios para determinar si,
efectivamente, se actualiza la violación de estos derechos en el caso concreto.

II. El derecho fundamental del detenido a ser puesto a disposición inmediata ante el Ministerio Público.

Este derecho fundamental se encuentra consagrado en el quinto párrafo del artículo 16 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, al momento en que señala que “cualquier persona puede detener
al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo
cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana y ésta con la misma prontitud,
a la del Ministerio Público. Existirá un registro inmediato de la detención”49.

A nivel de la legislación federal también se encuentra previsto este derecho en el artículo 193 del Código

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 193


Federal de Procedimientos Penales, el cual establece que “el indiciado deberá ser puesto sin demora a
disposición de la autoridad competente (…) Las autoridades que realicen cualquier detención o aprehensión
deberán informar por cualquier medio de comunicación y sin dilación alguna, a efecto de que se haga el
registro administrativo correspondiente y que la persona sea presentada inmediatamente ante la autoridad
competente. La autoridad que intervenga en dicha detención elaborará un registro pormenorizado de las

48 En este mismo sentido se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos al señalar que el derecho individual de
información establecido en el artículo 36.1.b) de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares permite que adquiera eficacia, en los
casos concretos, el derecho al debido proceso legal consagrado en el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y que
este precepto establece garantías mínimas susceptibles de expansión a la luz de otros instrumentos internacionales como la Convención de
Viena sobre Relaciones Consulares, que amplían el horizonte de la protección de los justiciables. Opinión Consultiva OC-16/99, párrafo 124.
49 La actual redacción de esta porción normativa del artículo 16 constitucional fue modificada a través de la reforma constitucional de
18 de junio de 2008. En el momento de los hechos, el mandato en estudio se encontraba ubicado en el párrafo cuarto del artículo 16 y establecía
lo siguiente: “En los casos de delito flagrante, cualquier persona puede detener al indiciado poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad
inmediata y ésta, con la misma prontitud, a la del Ministerio Público”. En cualquier caso, lo relevante es que el mandato de puesta a disposición
inmediata del detenido ante el Ministerio Público también se encontraba vigente en el momento de los hechos.
circunstancias de la detención. Desde el momento de la detención hasta la puesta a disposición ante la
autoridad ministerial correspondiente, se deberán respetar los derechos fundamentales del detenido. El
Ministerio Público constatará que los derechos fundamentales del detenido no hayan sido violados. La
violación a lo dispuesto en los dos párrafos anteriores será causa de responsabilidad penal y administrativa”.

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha tenido la oportunidad de pronunciarse
sobre el régimen constitucional de las detenciones y el principio de inmediatez, en los amparos directos en
revisión 2470/2011 y 997/2012.

En este tema, nuestro análisis debe partir de la imposibilidad de establecer reglas temporales específicas
en este punto. Por el contrario, resulta necesario determinar, caso por caso, si se ha producido o no una
vulneración del derecho reconocido a la persona detenida50.

En esta lógica, fue que en la sentencia recaída al amparo directo en revisión antes citado, esta Primera
Sala estableció que se está frente a una dilación indebida cuando, no existiendo motivos razonables que
imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores y no
sea entregada a la autoridad que sea competente para definir su situación jurídica. Tales motivos razonables
únicamente pueden tener como origen impedimentos fácticos, reales, comprobables y, particularmente,
lícitos. Esto es, que estos motivos deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a
las autoridades.

Lo anterior implica que los agentes de policía no pueden retener a una persona por más tiempo del
estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público, a fin de ponerlo a disposición, donde
deben desarrollarse las diligencias de investigación pertinentes e inmediatas, que permitan definir su
situación jurídica –de la cual depende su restricción temporal de la libertad personal–. La policía no puede
simplemente retener a un individuo con la finalidad de obtener su confesión o información relacionada con
la investigación que realiza, para inculparlo a él o a otras personas.

Este mandato, que se encuentra consagrado en la mayoría de las legislaciones del mundo occidental, no es
más, ni menos, que la mayor garantía de los individuos en contra de aquellas acciones de la policía que se
encuentran fuera de los cauces legales y que están destinadas a presionar o a influir en el detenido, en un
contexto que le resulta totalmente adverso.

En esta lógica, el órgano judicial de control deberá realizar un examen estricto de las circunstancias que
acompañan al caso, desechando cualquier justificación que pueda estar basada en “la búsqueda de la
verdad” o en “la debida integración del material probatorio” y, más aún, aquéllas que resultan inadmisibles a
los valores subyacentes en un sistema democrático, como serían “la presión física o psicológica al detenido
a fin de que acepte su responsabilidad” (la tortura) o “la manipulación de las circunstancias y hechos objeto
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 194

de la investigación” (la alteración de la realidad), entre otras.

[…]

Como ha quedado desarrollado en los antecedentes de esta sentencia, es un hecho cierto y probado, no
solo para el Tribunal Colegiado de Circuito51, sino para las mismas autoridades que organizaron y realizaron
la detención de la ahora recurrente52, que en el caso concreto existió un periodo de tiempo, entre la detención

50 La Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se han pronunciado en el mismo
sentido. Véanse, de la Corte Interamericana: Caso Acosta Calderón Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de junio de
2005. Serie C No. 129; y Caso Palamara Iribarne Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C
No. 135. Asimismo, véanse del Tribunal Europeo: Brogan and Others vs. United Kingdom, sentencia de 29 de noviembre de1988; Punzelt vs.
República Checa, sentencia de 25 de abril de 2000; y P.B. vs. Francia, sentencia de 1° de agosto de 2000.
51 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 937.
52 Supra apartados I y II.3. Asimismo, véanse: (i) la emisión del programa “**********” de 5 de febrero de 2006 (Cuaderno de Primera
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
y la puesta a disposición ante el Ministerio Público, en el que la privación de la libertad de Florence Cassez
Crepin no encuentra sustento constitucional alguno. Sin embargo, el órgano judicial antes citado determinó
que ello no provocó una violación de derechos fundamentales. Como se verá a continuación, esta Sala
arriba a distinta conclusión.

En primer término, resultará necesario realizar un breve recuento de los hechos transcurridos durante ese
periodo de tiempo. En segundo lugar, se examinarán los argumentos del Tribunal Colegiado de Circuito en
virtud de los cuales consideró que, en el caso concreto, no existió una violación a los derechos fundamentales
que se vienen analizando.

Existe constancia en el expediente de que a las 4.30 a.m., del nueve de diciembre de dos mil cinco53, la
recurrente y otro individuo fueron detenidos por agentes de la Agencia Federal de Investigación en el
kilómetro **********, de la carretera **********.

A continuación, los agentes de policía, en vez de encaminarse a las dependencias del Ministerio Público,
se dirigieron a una propiedad denominada **********, a tan sólo kilómetro y medio del lugar donde los
detuvieron.

Como ha quedado reseñado en los antecedentes de esta sentencia, a las 6:47 a.m., de ese mismo día54,
inicia la transmisión, a nivel nacional, de toda una escenificación ajena a la realidad en la cual participaron la
recurrente, el otro detenido, las supuestas víctimas del delito, así como un sinnúmero de agentes de policía.
Esta escenificación o montaje tuvo como objetivo transmitir hechos ajenos a la realidad, que implicaron
–sin ánimo ser exhaustivos– los siguientes puntos:

1. La transmisión de un operativo policial de rescate de las víctimas de un secuestro que se estaba


realizando en esos momentos.

2. La detención, en ese mismo lugar, de Florence Marie Louise Cassez Crepin y de otro individuo, los
cuales supuestamente se encontraban relacionados con los hechos.

3. El interrogatorio, en ese mismo lugar, a Florence Marie Louise Cassez Crepin y a otro individuo, por
parte de los medios de comunicación que habían sido invitados a transmitir la escenificación. Dicho
interrogatorio fue permitido y favorecido por los miembros de la Agencia Federal de Investigación.

4. Las declaraciones, por parte de la autoridad, en el sentido de que Florence Cassez Crepin era parte de
una banda de secuestradores.

5. Las declaraciones, por parte de la autoridad, de que Florence Cassez Crepin y otro individuo habían
sido identificados por las víctimas como sus captores.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 195


6. Las declaraciones, por parte de los miembros de los medios de comunicación presentes en ese
momento, de que Florence Cassez Crepin y otro individuo habían sido identificados por las víctimas como
sus captores.

7. La identificación de los nombres, edad y nacionalidad de Florence Cassez Crepin y de otro individuo,
por parte de la autoridad y de los medios de comunicación.

Instancia [**********]. Tomo VIII. Prueba documental consistente en video con el programa “**********” emitido el 5 de febrero de 2006. Foja
299); y (ii) la conferencia de prensa de 10 de febrero de 2006 en la que participaron el Procurador General de la República, el Subprocurador de
Investigación Especializada en Delincuencia Organizada de la misma dependencia y el Director General de la Agencia Federal de Investigaciones
(Cuaderno de Primera Instancia [**********]. Tomo VII. Prueba documental 19 consistente en la conferencia de prensa de 10 de febrero de
2006. Foja 793).
53 Cuaderno de primera instancia (**********). Tomo VIII. Declaraciones de: Agente 2 (Fojas 148 a 150); Agente 1 (Fojas 157 a 161);
Agente 4 (Fojas 163 a 167); y Agente 3 (Fojas 169 a 172).
54 Supra apartado I.
8. La declaración simultánea de las víctimas del supuesto delito.

9. La exposición de estas imágenes, a partir de ese momento, por parte de la autoridad y de los medios
de comunicación, asumiendo, indubitablemente, que Florence Cassez Crepin y otro individuo resultaban los
responsables de los hechos investigados.

Una vez finalizada la escenificación, a las 8:32 a.m., de ese mismo día, los agentes de la Agencia Federal
de Investigación transportaron a la recurrente a las dependencias del Ministerio Público de la Federación
en la Ciudad de México55.

Según declaraciones de la propia autoridad, la detenida fue puesta a disposición del agente del Ministerio
Público de la Federación a las 10:16 a.m., del nueve de diciembre de dos mil cinco56.

Las autoridades ministeriales afirman que intentaron comunicarse con la sede diplomática de **********
en la Ciudad de México, mediante una llamada telefónica realizada a las 15:05 p.m. del mismo nueve
de diciembre de dos mil cinco. La llamada no fue atendida, según manifestaron las autoridades, como
consecuencia de haber sido realizada fuera del horario de atención al público del Consulado General57.

Tan solo cinco minutos después de esta llamada Florence Marie Louise Cassez Crepin realizó su primera
declaración ante el agente del Ministerio Público de la Federación; esto es, a las 15:10 p.m., del nueve de
diciembre de dos mil cinco.

Primera declaración de Florence Marie Louise Cassez Crepin: la ahora recurrente describió su llegada a
México, los viajes que realizó a **********, los lugares donde trabajó y su relación con el coinculpado, a
quien describió como una persona violenta y prepotente. Indicó que el coinculpado salía frecuentemente a
realizar diversas actividades, sobre las cuales no daba explicaciones. Describió cómo en los días previos
a la detención, el coinculpado controlaba su entrada al rancho. Agregó que, también en ese tiempo, se
quedó en el rancho un hombre a quien conocía anteriormente y al que le llamaban **********, quien pedía
y consumía mucha comida (mencionó específicamente huevos, cereal y leche). Asimismo, señaló que “el
día de (su) detención (…) una camioneta se cruzó en su camino y fueron abordados por gente de la Agencia
Federal de Investigación”.

Florence Marie Louise Cassez Crepin relató que un policía federal le indicó que el coinculpado se dedicaba
al secuestro y que de la investigación se desprendía que ella no tenía nada que ver con los delitos que aquél
había cometido. También expresó que, a pesar de lo anterior, cuando la trasladaron al Rancho **********,
fue introducida en un cuarto ubicado a la derecha de la entrada principal, habitación (sic) en la que se
encontraba una persona que estaba vendada en la frente y que le reclamaba al coinculpado por haberlo
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 196

55 La Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada se encuentra ubicada en la Avenida Paseo de la


Reforma No. 75, Colonia Guerrero, Delegación Cuauhtémoc, Código Postal 03600, México, Distrito Federal.
56 Cuaderno de primera instancia (**********). Tomo I. Puesta a disposición de la SIEDO del coinculpado y Florence Cassez. Fojas 188
y 189.
57 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 958; y cuaderno de primera instancia
(**********). Tomo I. Aviso a la embajada **********. Foja 279. La transcripción íntegra de la constancia ministerial sobre este suceso, la
cual se analizará en el estudio de fondo, es la siguiente: “En la Ciudad de México, Distrito Federal, siendo las 15:05 quince horas con cinco
minutos del día 09 de diciembre del año en curso, la suscrita Licenciada **********, Agente del Ministerio Público de la Federación, adscrita
a la Unidad Especializada en Investigación de Secuestros de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada,
con fundamento en lo dispuesto en los artículos 206 y 208 del Código Federal de Procedimientos Penales.--- HACE CONSTAR.--- Que siendo
y el día y la hora arriba señaladas, con la finalidad de comunicar a la Embajada de ********** que se encuentra a disposición de Autoridad
Federal, FLORENCE MARIE LOUISE CASSEZ CREPIN quien manifiesta ser de nacionalidad **********, se obtuvieron mediante el teléfono
040 del sistema de información de Teléfonos de México, los números telefónicos: **********, ********** y **********, los cuales corresponden
a la Embajada de ********** en México siendo en el último en el cual se obtuvo contestación de una grabación en idioma ********** y luego su
traducción en idioma español, en la cual se señalaba que el horario de atención era de lunes a jueves de 08:15 ocho horas con quince minutos a
las 14:15 catorce horas quince minutos y el día viernes 8:45 ocho cuarenta y cinco a las 13:45 trece horas con cuarenta y cinco minutos. Siendo
todo lo que tienen que hacer constar, con lo cual se da por terminada la presente diligencia firmando al calce el personal de actuaciones”.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
tratado mal. Asimismo, escuchó la voz de una mujer que pedía ir al baño. Igualmente denunció a una persona
–al parecer encargada de la operación que llevó a su detención–, ya que le había dado instrucciones de
cómo debía actuar cuando llegaran los medios de comunicación, lo que incluía expresar que ella sabía de
los secuestros. Dicha persona le había dado un golpe en la cabeza y jalado el cabello. Por último, declaró
que no traía consigo ni portaba arma de fuego alguna y que no tuvo participación en el secuestro de las tres
personas liberadas en el Rancho **********, ni en ningún otro58.

El agente del Ministerio Público de la Federación se comunicó con el Consulado de la República **********
en la Ciudad de México a las 12:20 p.m., del siguiente día, el diez de diciembre de dos mil cinco59.

El Cónsul General de ********** en México visitó a la hoy recurrente, en las dependencias del Ministerio
Público de la Federación, a las 15:45 p.m., del diez de diciembre de dos mil cinco.

Pues bien, a pesar de que el Tribunal Colegiado de Circuito tuvo por ciertos los tiempos y hechos relatados
con anterioridad, llegó a la conclusión de que no existía violación constitucional […]

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no comparte estos razonamientos, por lo
que procede a declarar la violación del derecho fundamental en estudio, con base en lo siguiente:

Como se señaló anteriormente, resulta una exigencia constitucional el que los agentes de policía no
retengan a una persona que ha sido detenida, más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla
ante el Ministerio Público.

En esta lógica, estaremos frente a una dilación indebida cuando, no existiendo motivos razonables que
imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores y
no sea entregada a la autoridad competente para definir su situación jurídica. Así las cosas, la autoridad
debe justificar esos motivos razonables a través de impedimentos fácticos, reales, comprobables y lícitos.

En la sentencia que ahora se revisa, el Tribunal Colegiado de Circuito estableció que el motivo por el cual
no se puso a la recurrente a disposición inmediata del Ministerio Público se encuentra justificado por la
necesidad de preservar la vida e integridad física de las víctimas y que, en cualquier caso, a pesar de ser
reprobable la escenificación que se sucedió, ésta no fue tomada en cuenta en su condena.

Pues bien, suponiendo sin conceder que fuera cierta la afirmación de los agentes de policía, en el sentido
de haberse dirigido a la propiedad denominada ********** a fin de liberar y proteger a las víctimas del delito;
lo cierto es que no encuentra justificación constitucional alguna el tiempo en el que Florence Marie Louise
Cassez Crepin, fue retenida en esa propiedad y expuesta a una escenificación planeada y orquestada por la
Agencia Federal de Investigación, con el objetivo de exponerla ante los medios de comunicación como la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 197


responsable de la comisión de tres secuestros.

Ese período de tiempo puede ser comprendido entre las 6:47 a.m., y las 8.32 a.m., del nueve de diciembre
de dos mil cinco, según se aprecia en el video que recoge la escenificación. Es decir, 1 hora con 45 minutos.
Seguramente este periodo se extendería si tomamos en cuenta el tiempo necesario para implementar toda
esta escenificación. En cualquier caso, esto resulta irrelevante para nuestros efectos.

No son las horas ni los minutos los elementos que se deben tomar en cuenta a fin de tener por consumada
la violación, sino la justificación o motivos por los que una autoridad retiene a un detenido. En el presente

58 Cuaderno de primera instancia (********). Tomo I. Declaración de Florence Cassez. Fojas 282 a 290.
59 Un día antes, a las 3:05 p.m., del nueve de diciembre de dos mil cinco, la Agente del Ministerio Público de la Federación trató de
comunicarse a la embajada de ********** para avisar que Florence Cassez se encontraba a disposición de la SIEDO. En ese momento, no se
localizó a nadie del personal de la embajada toda vez que el Ministerio Público había llamado fuera del horario de atención. Es importante
advertir que esta cuestión se tratará más adelante. Cuaderno de primera instancia (**********). Tomo I. Aviso a la embajada **********. Foja
279. Véase el apartado II.4.A y B.
caso no es una actuación loable de la policía –como lo sería la protección de las víctimas–, ni siquiera una
situación accidental –como lo sería el intenso tráfico de la Ciudad de México–, sino la manipulación de las
circunstancias y hechos objeto de la investigación.

Asimismo, es imposible sostener, como lo hace el Tribunal Colegiado de Circuito, que lo anterior resulta
irrelevante en la determinación de la responsabilidad de la recurrente, al resultar evidente que esta actuación
fuera de toda legalidad realizada por la autoridad responsable, trajo como consecuencia una serie de
violaciones graves a sus derechos fundamentales que afectaron en forma compleja el procedimiento penal
seguido en su contra.

Es por estos motivos que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determina que,
en el caso concreto, existió una violación al derecho fundamental del detenido a ser puesto a disposición
inmediata ante el Ministerio Público.

a) Respecto al derecho fundamental del detenido extranjero a la notificación, contacto y asistencia


consular, los argumentos principales del Tribunal Colegiado de Circuito fueron los siguientes:

“(…) No existe constancia en la averiguación previa, de que se le haya informado a la aquí quejosa, sobre su
derecho a la asistencia consular, a que se refiere el mencionado artículo 36 de la Convención de Viena (…)60.

(…) Como puede verse, el representante social de la federación sí incurrió en transgresión a un derecho
fundamental de la indiciada (….)61.

(…) No obstante lo anterior, no se aprecia erróneo el argumento del magistrado responsable, de que la
ley aplicable no establece como prerrogativa mayor a la de cualquier otro gobernado el que antes de
declarar ministerialmente sobre hechos delictivos investigados en su contra, deba necesariamente estar
asesorada o asistida por determinada persona, institución o embajada, pues como se ha visto, si bien existe
la disposición expresa en el código adjetivo, que obliga al Ministerio Público a comunicar la detención a
un extranjero, a la representación diplomática de su país, el mencionado ordenamiento procesal no obliga
al Ministerio Público de la Federación a esperar hasta que el extranjero se encuentre asesorado por la
embajada o consulado [de] su país, para recibir declaración ministerial; en tanto que el artículo 36 de la
Convención citada, tampoco dispone que las actuaciones de la autoridad investigadora, deban retrasarse
por falta de la comunicación a la representación diplomática (…)62.

(…) No puede estimarse que la declaración ministerial de la quejosa fue obtenida de manera ilícita a
consecuencia de esa violación (…). Máxime que no debe perderse de vista que es a la defensa ante los
tribunales, a la que se refiere la mencionada convención, defensa que sí pudo organizar la peticionaria de
amparo con asesoramiento de su representación diplomática (…)63”.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 198

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no comparte estos razonamientos y
considera que en el caso existió la violación del derecho fundamental en estudio, con base en lo siguiente:

Como se señaló con anterioridad, existen diversos derechos específicos que se derivan de lo contenido en
el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

En primer lugar, es necesario que las autoridades informen al extranjero que ha sido detenido, o se encuentre
bajo cualquier tipo de custodia, que tiene derecho a comunicarse con la oficina o representación consular
de su país. La información de este derecho debe ser inmediata a la detención y no puede ser demorada bajo

60 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 956 vuelta.
61 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 957.
62 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 957.
63 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Fojas 958 y 958 vuelta.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
ninguna circunstancia.

En segundo lugar, la autoridad deberá informar de esta situación a la oficina consular correspondiente
que se encuentre más cercana al lugar en donde se realizó la detención. Esta comunicación deberá ser
inmediata y realizarse a través de todos los medios que estén al alcance de la autoridad respectiva.

Por último, la autoridad deberá garantizar la comunicación, visita y contacto entre el extranjero y la oficina
consular de su país, a fin de que esta última le pueda brindar al extranjero una asistencia inmediata y
efectiva.

Existen constancias en autos, y así lo admite el Tribunal Colegiado de Circuito, que demuestran que al
ser detenida Florence Marie Louise Cassez Crepin –a las 4:30 a.m., del día nueve de diciembre de dos mil
cinco– no se le informó de su derecho a comunicarse con la oficina consular de su país y tampoco que las
autoridades hubiesen contactado de forma directa al consulado **********.

Como se estableció en su momento, los derechos contenidos en el artículo 36 de la Convención de Viena


sobre Relaciones Consulares deben ser otorgados, a fin de lograr una asistencia consular efectiva, de forma
inmediata a la detención del extranjero.

Fue al momento de ser detenida Florence Cassez, en el kilómetro **********, y al haberse identificado con
su licencia de conducir emitida por el Gobierno del Distrito Federal en la que se indica que la portadora es
de nacionalidad extranjera, cuando se le debió haber informado de estos derechos64.

Asimismo, la autoridad debe favorecer la comunicación consular a través de todos los medios posibles a
su alcance, por lo que no resulta trascendente que la detención se realizara en una horario no laborable,
ya que el Consulado de la República ********** cuenta con teléfonos de emergencia para estas vicisitudes,
los cuales se pueden obtener, de manera muy sencilla, tanto en el conmutador del Consulado como en su
página web65. Esto mismo resulta aplicable a la excusa desarrollada por la autoridad, cuando horas después
de la detención y ya en las dependencias ministeriales, llamó al consulado ********** a las 15:05 p.m., y
se encontró con una grabación que le indicaba que ya había finalizado el horario general de atención al
público66.

En este sentido, esta Primera Sala advierte que la legislación que regulaba en ese momento las funciones
de los policías que realizaron la detención, les imponía un mandato muy claro para situaciones como la que
venimos estudiando.

l artículo 5, fracción II, apartado a), de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República67,

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 199


64 Florence Cassez manifestó que su detención fue iniciada so pretexto de una inspección de rutina, que posteriormente les pidieron
que se identificaran y que, finalmente, le sustrajeron su bolso en donde portaba sus identificaciones, entre otras pertenencias. Véase el cuaderno
de primera instancia (**********). Tomo VIII. Comparecencia de Florence Cassez dentro de la investigación **********. Foja 103. Lo anterior
puede confrontarse con los objetos asegurados por los agentes de la AFI a la quejosa. Cuaderno de primera instancia (**********). Tomo I.
Oficio No: **********.Foja 193. Es importante señalar que la Circular C/003/01, por la que se reitera a los agentes del Ministerio Público
de la Federación y miembros de la Agencia Federal de Investigación se abstengan de llevar a cabo o tolerar cualquier forma de detención
ilegal, publicada en el Diario Oficial del lunes 24 de diciembre de 2001, establece en su punto sexto que “queda estrictamente prohibido a
los miembros de la Agencia Federal de Investigación practicar los denominados recorridos de revisión y vigilancia rutinarios o las revisiones
rutinarias con fines distintos a la investigación de los delitos y sin que medie mandamiento judicial o instrucciones del Ministerio Público de
la Federación”. Asimismo, en su punto decimo sexto, señala esta circular que “en las detenciones que practiquen los miembros de la Agencia
Federal de Investigación, se deben cerciorar de la identidad del detenido (…)”.
65 En caso de emergencia, la embajada de ********** en México puede ser contactada, fuera de los horarios de apertura al público, a
través de los siguientes teléfonos: Consulado General de ********** en México: ********** desde el Distrito Federal, ********** desde el resto
del país y ********** desde el extranjero.
66 Cuaderno de amparo directo **********. Sentencia del Tribunal Colegiado de Circuito. Foja 958; y cuaderno de primera instancia
(**********). Tomo I. Aviso a la embajada **********. Foja 279
67 Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de diciembre de 2002 y abrogada el 29 de mayo de 2009.
establecía que la Procuraduría debía fomentar entre los servidores públicos de la Institución una cultura
de respeto a los derechos humanos contenidos en los tratados internacionales en que México fuera parte.
En esta lógica, la fracción IV del mismo artículo 5, establecía que la Procuraduría debía velar por darle
cumplimiento y seguimiento a dichos tratados en coordinación con las dependencias correspondientes de
la Administración Pública.

Así las cosas, existía un claro mandato del legislador en el sentido de que para darle cumplimiento a las
obligaciones contenidas en el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, la autoridad
que realizó la detención debió coordinarse de manera institucional, directa e inmediata con la Secretaría
de Relaciones Exteriores, la cual es la dependencia encargada de mantener el censo de delegaciones
diplomáticas en nuestro país, así como los datos de contacto de estas embajadas y consulados.

En cualquier caso, la violación a los derechos fundamentales de la recurrente no sólo se sucedió en esos
momentos, sino que se extendió hasta las 12:20 p.m., del día diez de diciembre de dos mil cinco, momento
en el cual, por fin, el agente del Ministerio Público logró comunicarse con el Consulado **********68.

Entre las 4:30 a.m., del nueve de diciembre y las 15:45 p.m. del día diez de diciembre de dos cinco, momento
en el cual se realizó el primer contacto entre la recurrente y el funcionario consular, Florence Cassez no
gozó de asistencia consular69.

Se podría pensar, ¿qué tanta importancia pueden tener 35 horas? Son 35 horas en las que se sucedieron
una serie de eventos que conformaron el devenir del proceso penal y que pudieron ser evitados en caso
de que la recurrente hubiese gozado de asistencia consular. Son las horas en que Cassez fue trasladada a
**********, son las horas en las que se preparó y efectúo la escenificación por parte de la autoridad a fin de
involucrarla en los delitos investigados, son las horas en las que fue trasladada a la dependencia ministerial,
son las horas en las que Cassez realizó su primera declaración y son las horas en las que la autoridad se
encargó de divulgar a los medios de comunicación las escenas grabadas en el montaje. En definitiva, son
las horas que marcaron el curso de toda la investigación.

En esta lógica, la asistencia consular efectiva sólo puede ser aquella que se otorgue de forma inmediata a
la detención y no en un momento procesal en la que se encuentre vacía de contenido. Es en la detención
donde la comprensión de la acusación, de los derechos que le asisten al detenido, del sistema penal al que
se enfrenta, de los efectos de la primera declaración ante las autoridades, así como la toma de decisiones
relativas al contacto o contratación de un abogado local a fin de establecer una línea en la defensa, cobran
una importancia decisiva a fin de evitar un escenario de indefensión.

Así, resultan incompatibles con esta interpretación las manifestaciones del Tribunal Unitario y del Tribunal
Colegiado de Circuito en el sentido de que no resulta necesario que un extranjero cuente con asistencia
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 200

consular antes de su primera declaración.

No sólo es necesario, sino que es una exigencia constitucional a fin de preservar todos los derechos de
defensa de un extranjero, ya que la importancia del derecho a la notificación, contacto y asistencia consular

68 El diez de diciembre de dos mil cinco, a las 12:20 p.m., la agente de Ministerio Público de la Federación se comunicó a la embajada
********** para avisar que Florence Cassez se encontraba a disposición de la SIEDO. La llamada fue atendida por el agente de permanencia
del Consulado General de ********** en México, quien manifestó que daría aviso al Cónsul General para que girara instrucciones. Cuaderno de
primera instancia (**********). Tomo I. Aviso a la embajada **********. Foja 404.
69 El diez de diciembre de dos mil cinco, a las 3:45 p.m., horas el Agente del Ministerio Público de la Federación adscrito a la Unidad
Especializada en Delincuencia Organizada, dio fe de la siguiente actuación: “se hace constar la presencia en las oficinas que ocupa esta Unidad
Especializada, del Sr. **********, Cónsul General de la República ********** en México, Distrito Federal, el cual una vez entrevistándose con
este Representante Social, solicitó poder visitar y entrevistar a la C. Florence Marie Louise Cassez Crepin, motivo por el cual se le designó un
espacio cómodo, dentro de estas oficinas, para que se realizara dicha entrevista; por lo que no habiendo nada más que hacer constar se da
por terminada la presente constancia, firmando los que en ella intervinieron para la debida constancia legal”. Cuaderno de primera instancia
(**********). Tomo I. Visita del Cónsul de ********** a Florence Cassez. Foja 405.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
radica en que se configura no sólo como un derecho en sí mismo, sino como un derecho instrumental para
la defensa de los demás derechos e intereses de los que sean titulares los extranjeros.

En el caso que nos ocupa, la falta de notificación, contacto y asistencia consular, como se explicará a
continuación, resulta el detonante de una serie de violaciones de derechos fundamentales que se extienden
en el tiempo y afectan, de forma total y compleja, al curso del procedimiento.

Es por estos motivos, que esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determina que,
en el caso concreto, existe una violación al derecho fundamental del detenido extranjero a la notificación,
contacto y asistencia consular.

[…]

En un primer análisis, abstracto y aislado de las circunstancias del caso, se podría llegar a pensar que la
violación a estos derechos fundamentales únicamente puede afectar directamente a aquellos actos que
se realizaron sin garantía de dichos derechos. Es decir, tratar a estas violaciones como meros defectos
procesales que pueden ser subsanados a través de una nueva sentencia.

Sin embargo, existen escenarios en los que la vulneración material de un derecho fundamental apareja
consecuencias prácticas consistentes en la privación total del derecho de defensa y en un perjuicio real y
efectivo de los intereses del afectado por esas violaciones.

El caso que nos ocupa es uno de ellos. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
se enfrenta a un caso muy específico en el que la violación a los derechos fundamentales a la asistencia
consular y a la puesta a disposición sin demora, produjeron, por sí mismas, una indefensión total de la
recurrente. Aunado a lo anterior, en el caso concreto esta indefensión se produce no solo por la violación
individualizada de estos derechos, sino porque, además, estas violaciones han producido la afectación
total del procedimiento al tener una incidencia devastadora en otros derechos fundamentales, como la
presunción de inocencia y la defensa adecuada.

[…]

En primer término, es indispensable partir de un elemento ya anunciado anteriormente: las violaciones al


derecho fundamental a la asistencia consular y al derecho fundamental a la puesta a disposición inmediata
del detenido ante el Ministerio Público, fueron las causas que permitieron, favorecieron y prepararon el
terreno, para que la autoridad organizara y efectuara la escenificación ajena a la realidad.

Si la policía, en el momento en que detuvo a la recurrente, hubiera decidido emprender de inmediato el


camino hacia las dependencias ministeriales (lo cual es una exigencia de la Constitución), no se hubiera

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 201


efectuado la escenificación ajena a la realidad. Es más, aun aceptando la versión de la autoridad –en el
sentido de que se dirigieron a ********** a rescatar y proteger a las víctimas–, si sólo se hubieran limitado
a realizar esas acciones y de inmediato emprender el camino hacia las dependencias ministeriales, no se
hubiera efectuado la escenificación ajena a la realidad.

Si la policía, en el momento en que detuvo a la recurrente, hubiera garantizado los derechos relativos a
la asistencia consular de Florence Marie Louise Cassez Crepin y hubiera contactado con el Consulado
General de la República ********** en México, la mera presencia del funcionario consular hubiera disuadido,
seguramente, a la Agencia Federal de Investigación de efectuar la escenificación ajena a la realidad o, si no,
por lo menos, el funcionario consular hubiera denunciado de forma inmediata las actividades de la policía.

Sin embargo, esto no fue así. Lo cierto es que la policía violó de forma clara y contundente los derechos
fundamentales de la recurrente y decidió continuar con su conducta contraria a la Constitución, procediendo
a montar un escenario a través del cual pudiese imputar la responsabilidad de tres secuestros a Florence
Cassez.

Pues bien, esta escenificación ajena a la realidad –que se sucedió a partir de la violación a la asistencia
consular y a la puesta sin demora– tiene repercusiones directas e inmediatas en la violación al derecho
fundamental a la presunción de inocencia.

[…]

La presunción de inocencia tiene básicamente, un triple significado: como regla de tratamiento respecto al
individuo, como regla probatoria y como regla de juicio en el proceso o estándar de prueba.

Como regla de tratamiento, el derecho fundamental a la presunción de inocencia exige que cualquier persona
imputada por la comisión de una conducta tipificada como delito, sea tratada como inocente durante el
trámite del procedimiento e, incluso, desde antes de que se inicie, pues puede ser el caso que ciertas
actuaciones de los órganos del Estado –sin limitarlos a quienes intervienen en la función jurisdiccional
propiamente dicha– incidan negativamente en dicho tratamiento.

[…]

Así las cosas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determina que, en el caso
concreto, existe una violación al derecho fundamental de la recurrente a la presunción de inocencia como
regla de trato y, […], también como regla probatoria que disciplina los requisitos que han de cumplir las
pruebas de cargo para considerarse válidas.

[…]

A juicio de esta Primera Sala, la violación a la presunción de inocencia –derivada a su vez de las violaciones
al derecho a la asistencia consular y a la puesta a disposición inmediata ante el Ministerio Público–,
generaron en el caso concreto un efecto corruptor en todo el proceso penal y viciaron toda la evidencia
incriminatoria en contra de la recurrente.

[…] Esta Primera Sala entiende por tal efecto a las consecuencias de aquella conducta o conjunto de
conductas, intencionadas o no intencionadas, por parte de las autoridades, que producen condiciones
sugestivas en la evidencia incriminatoria, en los términos que se explican a continuación70.

Asimismo, para que la conducta de la autoridad produzca un efecto corruptor del material probatorio es
necesario que su actuar sea indebido, es decir, que sea efectuado fuera de todo cauce constitucional y
legal.

El material probatorio afectado por el efecto corruptor provoca su falta de fiabilidad, situación que impacta
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 202

los derechos de la persona acusada, ya que es indudable que la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos protege el derecho que tiene toda persona a que, en caso de ser condenada, su condena no tenga
como base evidencia de cuestionable fiabilidad, especialmente cuando ésta es imputable a la actuación
ilegal de la autoridad. Así, cuando la falta de fiabilidad en el material probatorio sea una consecuencia de la
arbitrariedad de las autoridades, las cuales no hubiesen tutelado efectivamente los derechos fundamentales
de los inculpados en la búsqueda de la verdad, indefectiblemente se producirá un efecto corruptor sobre
todo el procedimiento, viciando tanto al procedimiento en sí mismo como a sus resultados71.

70 Un concepto semejante ha sido utilizado por la Corte Suprema de los Estados Unidos de América. Véanse las siguientes sentencias
de la de la Corte Suprema de Estados Unidos: United States v. Wade (1967), Stovall v Denno (1967), Foster v. California (1969), United States
v. Ash (1973), Neil v. Biggers (1972), Moore v. Illinois (1977), Mason v. Brathwaite (1977) y Perry v. New Hampshire (2011).
71 Como lo sostuvo esta Primera Sala en la sentencia recaída a solicitud de facultad de atracción 45/2011, resuelta en sesión de 11
de mayo de 2011, la doctrina ha distinguido dos modelos del derecho procesal penal: el modelo garantista (que corresponde con el derecho
penal mínimo) y el modelo decisionista (que corresponde con el derecho penal máximo). El modelo garantista se orienta a la averiguación
de una verdad procesal empíricamente controlable y controlada, limitada por el principio de taxatividad; asimismo, las garantías procesales
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
Ahora bien, esta Primera Sala considera que claramente se observa un efecto corruptor en el presente
caso como consecuencia de la conducta indebida y arbitraria de los miembros de la Agencia Federal de
Investigación al exponer a la quejosa ante los medios de comunicación como la responsable de la comisión
de tres secuestros. Lo anterior, […], tuvo repercusiones claramente identificables en el proceso, las cuales
perjudicaron indudablemente a la quejosa.

Las consecuencias de la escenificación comprendieron la exposición de una persona, en este caso a la


quejosa, señalándola como la responsable de un delito, sin que mediara un juicio que esclareciera su
situación jurídica, además de una supuesta recreación de hechos que nunca ocurrieron pero que, sin duda,
pretendieron causar un impacto en la opinión pública y en todas aquellas personas ligadas al proceso.

En el mismo orden de ideas, el hecho de que las autoridades orquestaran un montaje mediático generó un
efecto corruptor de todo el proceso porque, además de que la sociedad entera fue sugestionada, también lo
fueron las personas involucradas en el proceso, viciándose la fiabilidad de sus declaraciones. Esta situación
resulta inadmisible y peligrosa en un estado democrático de derecho, pues la probabilidad de ocasionar una
identificación errónea e irreparable en contra de la quejosa estuvo latente desde ese momento. Este peligro
aumentó considerablemente, cuando, como se ha establecido en la presente sentencia, la escenificación o
montaje tuvo como objetivo transmitir hechos ajenos a la realidad, situación que produjo, desde un inicio, la
manipulación de las circunstancias y hechos que constituyen el objeto de la investigación.

[…].

DECISIÓN. La Primera Sala consideró que las transgresiones a los derechos de puesta inmediata a
disposición y asistencia consular trascendieron de tal modo al proceso, que provocaron un efecto corruptor
en el resto del material probatorio, principalmente por la afectación a la presunción de inocencia. Lo anterior,
llevó a ordenar la inmediata y absoluta libertad de la quejosa.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

EFECTO CORRUPTOR DEL PROCESO PENAL. CONDICIONES PARA SU ACTUALIZACIÓN Y ALCANCES. A

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 203


juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la vulneración de los derechos
fundamentales del acusado en el proceso penal puede provocar, en determinados supuestos, la invalidez
de todo el proceso, así como de sus resultados, lo cual imposibilitará al juez para pronunciarse sobre la
responsabilidad penal de una persona. Esta Primera Sala considera que el efecto corruptor del proceso
penal se actualiza cuando, en un caso concreto, concurran las siguientes circunstancias: a) que la autoridad
policial o ministerial realice alguna conducta fuera de todo cauce constitucional y legal; b) que la conducta
de la autoridad haya provocado condiciones sugestivas en la evidencia incriminatoria que conlleven la falta

circundan la averiguación de la verdad procesal a través de cánones como la presunción de inocencia, la carga de la prueba de la acusación,
el principio in dubio pro reo, la publicidad del procedimiento probatorio, el principio de contradicción y el derecho de defensa mediante la
refutación de la acusación. Por el contrario, el modelo decisionista apunta a la búsqueda de la verdad fundada esencialmente en valoraciones y
en averiguaciones de “verdades” políticas que van más allá de la prueba, perseguidas sin límite normativo en cuanto a los medios de adquisición
de las pruebas y al mismo tiempo no vinculada sino discrecional, aunque sólo fuera porque la indeterminación y el carácter valorativo de las
hipótesis acusatorias reclaman, más que pruebas, juicios de valor no refutables por la defensa. En este modelo, el fin (la obtención de la verdad
sea cual fuere) justifica los medios. Ministro Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Javier Mijangos y González.
de fiabilidad de todo el material probatorio; y c) que la conducta de la autoridad impacte en los derechos del
acusado, de tal forma que se afecte de forma total el derecho de defensa y lo deje en estado de indefensión.
Así las cosas, cuando el juez advierta la actualización de estos supuestos, deberá decretar la invalidez del
proceso y, al no haber otras pruebas que resulten incriminatorias, decretará la libertad del acusado.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXVI/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003563

EFECTO CORRUPTOR DEL PROCESO PENAL. SUS DIFERENCIAS CON LA REGLA DE EXCLUSIÓN DE LA
PRUEBAILÍCITAMENTE OBTENIDA. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
establecido en la tesis aislada 1a. CLXII/2011 de rubro: “PRUEBA ILÍCITA. LAS PRUEBAS OBTENIDAS, DIRECTA
O INDIRECTAMENTE, VIOLANDO DERECHOS FUNDAMENTALES, NO SURTEN EFECTO ALGUNO.”, que toda
prueba obtenida, directa o indirectamente violando derechos fundamentales, no surtirá efecto alguno.
Asimismo, ha establecido que la ineficacia de la prueba no sólo afecta a las pruebas obtenidas directamente
en el acto constitutivo de la violación de un derecho fundamental, sino también a las adquiridas a partir o a
resultas de aquéllas, aunque en su consecución se hayan cumplido todos los requisitos constitucionales.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXVII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003564

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. SU FUENTE Y JERARQUÍA EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO MEXICANO. En el marco de un
sistema democrático, una vez que una persona se encuentra en territorio de un Estado del cual no es nacional,
dicho Estado está obligado a concederle un estándar mínimo de derechos. Uno de ellos, cuya importancia
resulta transcendental, es la posibilidad de que el extranjero sea asistido por algún miembro de la delegación
consular de su país en el territorio en el que se encuentre. En nuestro ordenamiento jurídico, dicho derecho se
encuentra consagrado, tanto en el artículo 36, párrafo primero, de la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares, como en el artículo 128, fracción IV, del Código Federal de Procedimientos Penales. Asimismo,
es importante señalar que esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció en
la jurisprudencia 1a./J. 107/2012 (10a.), de rubro: “PRINCIPIO PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN
DE LA NORMA DE DERECHO FUNDAMENTAL APLICABLE.”, que en materia de derechos fundamentales,
nuestro orden jurídico tiene dos fuentes primigenias: (i) los derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución; y (ii) todos aquellos derechos humanos establecidos en tratados internacionales de los que el
Estado mexicano sea parte. Las normas provenientes de ambas fuentes gozan de rango constitucional y, por
tanto, son normas supremas del ordenamiento jurídico mexicano. Esto implica que los valores, principios y
derechos que ellas materializan deben permear en todo el orden jurídico, obligando a todas las autoridades
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 204

a su aplicación y, en aquellos casos en que sea procedente, a su interpretación. En esta lógica, el catálogo de
derechos fundamentales no se encuentra limitado a lo prescrito en el texto constitucional, sino que también
incluye a todos aquellos derechos que figuran en los tratados internacionales ratificados por el Estado
mexicano, por lo que resulta incuestionable que el derecho de los extranjeros a la notificación, contacto y
asistencia consular es un derecho fundamental vigente en nuestro país.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXVIII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003542

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. LA FINALIDAD DEL ARTÍCULO 36, PRIMER PÁRRAFO, DE LA CONVENCIÓN DE VIENA SOBRE
RELACIONES CONSULARES EN EL DERECHO INTERNACIONAL. Una de las funciones primordiales de las
delegaciones consulares es proporcionar ayuda a los connacionales que se encuentran en problemas fuera
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
de su país. Así, el artículo 36, primer párrafo, de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares es el
resultado de un consenso internacional: los extranjeros se enfrentan a desventajas singulares al momento
de ser detenidos por una autoridad y someterse a un proceso penal bajo las normas de un ordenamiento
jurídico que les resulta extraño. El derecho a la notificación, contacto y asistencia consular representa el
punto de encuentro entre dos preocupaciones básicas del derecho internacional. Por un lado, afianzar el
papel de las oficinas consulares como representantes de la soberanía de su país de origen y, por el otro,
la creciente preocupación de la comunidad internacional por el respeto a los derechos humanos, siendo
particularmente relevante la tutela judicial efectiva de aquellos derechos que conforman las garantías del
debido proceso. En la jurisprudencia internacional, la importancia de este derecho fundamental ha sido
reconocida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al emitir la Opinión Consultiva OC-16/99,
que lleva por título “El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías
del debido proceso”. En esta resolución, la Corte Interamericana estableció que el derecho a la asistencia
consular es parte del corpus iuris del derecho internacional de los derechos humanos contemporáneo, por lo
que debe ser reconocido y considerado en el marco de las garantías mínimas para brindar a los extranjeros
la oportunidad de preparar adecuadamente su defensa y contar con un juicio justo. En esta misma línea, la
Corte Internacional de Justicia, en la causa relativa a Avena y otros nacionales mexicanos (México v. Estados
Unidos de América), reconoció que el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares
consagra un verdadero derecho fundamental para los individuos detenidos en el extranjero y que los Estados
deben propiciar todas las medidas posibles que otorgue su ordenamiento jurídico a fin de reparar a los
extranjeros las violaciones a este derecho.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXIX/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003539

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. FUNCIONES BÁSICAS QUE ESTE DERECHO IMPLICA. El derecho fundamental de los extranjeros
a la notificación, contacto y asistencia consular, previsto en el artículo 36, primer párrafo, de la Convención
de Viena sobre Relaciones Consulares, puede asumir diversas formas, dependiendo de las circunstancias
particulares de cada caso. No obstante, cada intervención implica, por lo menos, tres acciones básicas. La
primera es de carácter humanitario. Los funcionarios consulares proporcionan a los detenidos el contacto
con el mundo exterior, al comunicar la noticia a los familiares o a las personas de confianza del detenido.
Asimismo, estos funcionarios se aseguran que a los detenidos se les cubran las necesidades básicas
mientras se encuentran privados de su libertad. La segunda función es de protección. La presencia de los
funcionarios consulares, por sí misma, coadyuva a disuadir a las autoridades locales de cometer actos
en contra de los extranjeros que pueden ser contrarios a su dignidad humana o que pongan en peligro la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 205


suerte del proceso penal al que se verá sometido el extranjero. Por último, la tercera función es la relativa
a una asistencia técnico-jurídica. En este sentido, la asistencia consular es vital para asegurar una defensa
adecuada en situaciones que impliquen una privación de la libertad, en donde las violaciones a los derechos
fundamentales de los extranjeros son comunes debido a la falta de conocimiento del sistema jurídico en el
que se ven inmersos. Esto es así, ya que una persona extranjera que es detenida se enfrenta a una multitud
de barreras lingüísticas, culturales y conceptuales que dificultan su habilidad para entender, de forma cabal
y completa, los derechos que le asisten, así como la situación a la que se enfrenta. En definitiva, a través
de la ayuda consular los extranjeros reducen la distancia que los separa de los nacionales en cuanto a la
protección de un estándar mínimo de derechos fundamentales.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXX/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003538

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. SU CONTENIDO ESPECÍFICO Y RELEVANCIA PARA GARANTIZAR EL DERECHO FUNDAMENTAL
A UNA DEFENSA ADECUADA DE LOS EXTRANJEROS. Del artículo 36, primer párrafo, de la Convención
de Viena sobre Relaciones Consulares, se derivan, para el extranjero detenido en territorio mexicano, los
siguientes derechos. En primer término, es necesario que las autoridades informen al extranjero que ha sido
detenido, o se encuentre bajo cualquier tipo de custodia, que tiene derecho a comunicarse con la oficina
o representación consular de su país. La información de este derecho debe ser inmediata y no puede ser
demorada bajo ninguna circunstancia. En segundo lugar, el extranjero tiene derecho a escoger si desea o
no contactar a su respectivo consulado. En tercer lugar, y una vez que el extranjero decide que sí desea
contactar a la oficina consular de su país, la autoridad deberá informar de esta situación a la oficina consular
correspondiente que se encuentre más cercana al lugar en donde se realizó la detención. Esta comunicación
deberá ser inmediata y realizarse a través de todos los medios que estén al alcance de la autoridad respectiva.
Por último, la autoridad deberá garantizar la comunicación, visita y contacto entre el extranjero y la oficina
consular de su país, a fin de que esta última le pueda brindar al extranjero una asistencia inmediata y efectiva.
Este último punto, que representa la asistencia consular en un sentido estricto, tiene a su vez una serie de
implicaciones que deben ser especificadas. La exigencia de asistencia consular en el proceso penal tiene
especial proyección debido a la complejidad técnica de las cuestiones jurídicas que en él se debaten y por
la relevancia de los bienes jurídicos que pueden verse afectados. La asistencia consular, en cuanto derecho
subjetivo, tiene como finalidad asegurar la efectiva realización de los principios de igualdad de las partes
y de contradicción que rigen un proceso penal, con la finalidad de evitar desequilibrios o limitaciones en la
defensa del extranjero. En esta lógica, la asistencia consular es una garantía del correcto desenvolvimiento
del proceso y una exigencia estructural del mismo. Así, el derecho fundamental a la asistencia consular de
los extranjeros no puede ser concebido como un mero requisito de forma. Cuando una autoridad, ya sea
policial, ministerial o judicial, impide a un extranjero la posibilidad de suplir sus carencias a través de los
medios que el artículo 36 de la Convención de Viena pone a su disposición, no sólo limita sino que hace
imposible la plena satisfacción del derecho a una defensa adecuada.

Primera Sala, Tesis CLXXI/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003541

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. SUS DIFERENCIAS CON EL DERECHO A TENER UN ABOGADO Y EL DERECHO A TENER UN
TRADUCTOR O INTÉRPRETE. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estima
que para el extranjero detenido en territorio mexicano, el derecho a la asistencia consular, contenido en
el artículo 36, primer párrafo, de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, tiene una función
propia y diferenciada tanto del derecho a tener un abogado como del derecho a tener un traductor o
intérprete. La asistencia consular no se reduce a una simple medida de comunicación entre el extranjero y
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 206

un representante de su gobierno. Es ante todo un derecho fundamental reconocido para evitar la indefensión
del inculpado, que no depende de los conocimientos que tenga el extranjero del idioma del país en el que
ha sido detenido. El funcionario consular tiene la encomienda de asegurarse, en primer término, de que
el extranjero no sea simplemente informado de la acusación y de los derechos que le asisten, sino que
los comprenda cabalmente. La comprensión del significado gramatical de las palabras que contiene la
acusación puede ser facilitada por un traductor. Asimismo, una explicación técnica de las implicaciones
de la acusación puede ser facilitada por un abogado habilitado para ejercer en ese país. Sin embargo, esto
no resulta suficiente a fin de considerar cumplido el mandato constitucional de una defensa adecuada, ya
que para esto es indispensable que se encuentre cubierto el elemento relativo a la idiosincrasia cultural.
La herencia cultural y social de un extranjero resulta determinante al momento de comprender cualquier
fenómeno jurídico, con especial gravedad respecto a aquellos actos o decisiones que puedan implicar la
privación de la libertad. Estas cuestiones, como es lógico, no son conocidas ni debidamente ponderadas
por los abogados nacionales, por lo que este tipo de decisiones sólo pueden ser tomadas una vez que se ha
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
recibido una efectiva asistencia técnica, la cual debe ser otorgada por los funcionarios consulares, quienes
por su actividad profesional, presumiblemente se encuentran debidamente capacitados para dicha tarea.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003544

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA


CONSULAR. REQUISITOS PARA QUE DICHA ASISTENCIA PUEDA SER CONSIDERADA REAL Y EFECTIVA.
Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estima que el derecho fundamental contenido
en el artículo 36, primer párrafo, de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, no se reduce al
mero contacto del extranjero con la oficina consular, sino que dicha norma hace imperativa la asistencia
por parte de la misma, de donde se infiere que el detenido tiene derecho a gozar de una asistencia técnica
que sea real y efectiva. En caso contrario, el derecho de defensa de los extranjeros tendría el riesgo de
convertirse en una serie de palabras vacías, donde la especial posición del extranjero, al ser un extraño en
un sistema jurídico extraño, nunca sería tomada en cuenta. En definitiva, el núcleo fundamental del derecho
a la defensa adecuada de un extranjero es preciso ubicarlo no sólo en la modalidad de la designación de un
perito en Derecho, sino en la efectividad de la defensa. Así, una asistencia consular efectiva sólo será aquella
que se otorgue de forma inmediata a la detención del extranjero, ya que es en ese espacio temporal en el
que la comprensión de la acusación, de los derechos que le asisten al detenido, del sistema penal al que
se enfrenta, de los efectos de la primera declaración ante las autoridades, así como la toma de decisiones
relativas al contacto o contratación de un abogado local a fin de establecer una línea en la defensa, cobran
una importancia decisiva a fin de evitar un escenario de indefensión. Esta exigencia se constituye como
un elemento básico de la tutela judicial a fin de preservar todos los derechos de defensa de un extranjero,
misma que se quedaría en una mera declaración de buenas intenciones, si la asistencia se sucede en un
momento procesal en el que los elementos anteriores ya no resultan relevantes para la suerte del procesado.
En definitiva, la importancia del derecho a la notificación, contacto y asistencia consular radica en que se
configura no sólo como un derecho en sí mismo, sino como un derecho instrumental para la defensa de
los demás derechos e intereses de los que sean titulares los extranjeros. Es decir, la posibilidad de que un
extranjero pueda ser oído públicamente, en condiciones de plena igualdad y con justicia, por un tribunal
independiente e imparcial, depende -de forma absoluta- del presupuesto previo relativo a la asistencia real y
efectiva de los miembros de la oficina diplomática de su país.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXIII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003540

DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASISTENCIA

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 207


CONSULAR. SU FUNCIÓN COMO UN ELEMENTO DE SEGURIDAD JURÍDICA Y SU EFECTO CULTURIZADOR
EN UN PAÍS EXTRANJERO. A juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el
contenido del artículo 36, primer párrafo, de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, no es
una regla equiparable a la formalidad esencial del procedimiento de origen interno creada por el legislador
nacional. Por el contrario, la misma debe interpretarse atendiendo a su carácter de derecho fundamental de
fuente internacional que tiene finalidades y alcances diversos. Considerando su origen, la recta interpretación
de dicho artículo presupone que se trata de una regla de aplicación especial en procesos penales seguidos
contra individuos en naciones extranjeras. Es una regla de fuente internacional que opera paralelamente a la
legislación nacional, cuya función es introducir en los operadores jurídicos la noción de que el proceso que
se sigue a un no nacional necesariamente se encuentra caracterizado por una barrera cultural y una situación
de potencial inseguridad jurídica, debido al desconocimiento del sistema jurídico al que está sujeto. Esta
barrera cultural disminuye con la debida garantía del derecho fundamental a la asistencia consular, conforme
a lo previsto en el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, ya que a través de
ésta se establece un intermediario entre la perspectiva del legislador del país que procesa y la diversa óptica
cultural que corresponde al extranjero procesado en dicha nación. En este sentido, el papel de la oficina
consular es fungir como garante de la seguridad jurídica y ser un agente que coadyuve para que el proceso
penal seguido en contra de sus nacionales deje de ser algo desconocido e incierto y sea seguido con un
efecto culturizador que facilite una mejor comprensión de las leyes y procedimientos a las que se somete.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXIV/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003543

DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL


MINISTERIO PÚBLICO. ELEMENTOS QUE DEBEN SER TOMADOS EN CUENTA POR EL JUZGADOR A FIN
DE DETERMINAR UNA DILACIÓN INDEBIDA EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN. El derecho fundamental del
detenido a ser puesto a disposición inmediata ante el Ministerio Público, se encuentra consagrado en el
artículo 16, quinto párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al momento en que
señala que cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito
o inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Asimismo, dicha disposición señala que
debe existir un registro inmediato de la detención. A juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación es necesario señalar, en primer término, que el análisis en esta materia debe partir de
la imposibilidad de establecer reglas temporales específicas. Por el contrario, resulta necesario determinar,
caso por caso, si se ha producido o no una vulneración del derecho reconocido a la persona detenida.
Así las cosas, se está ante una dilación indebida en la puesta a disposición inmediata del detenido ante
el Ministerio Público cuando, no existiendo motivos razonables que imposibiliten la puesta a disposición
inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores y no sea entregada a la autoridad que
sea competente para definir su situación jurídica. Tales motivos razonables únicamente pueden tener como
origen impedimentos fácticos reales, comprobables y lícitos. Además, estos motivos deben ser compatibles
con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades. Lo anterior implica que los agentes de
policía no pueden retener a una persona por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el
Ministerio Público, a fin de ponerlo a disposición, donde deben desarrollarse las diligencias de investigación
pertinentes e inmediatas, que permitan definir su situación jurídica -de la cual depende su restricción
temporal de la libertad personal-. La policía no puede simplemente retener a un individuo con la finalidad
de obtener su confesión o información relacionada con la investigación que realiza, para inculparlo a él o
a otras personas. Este mandato es la mayor garantía de los individuos en contra de aquellas acciones de
la policía que se encuentran fuera de los cauces legales y que están destinadas a presionar o a influir en
el detenido, en un contexto que le resulta totalmente adverso. En esta lógica, el órgano judicial de control
deberá realizar un examen estricto de las circunstancias que acompañan al caso, desechando cualquier
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 208

justificación que pueda estar basada en una supuesta búsqueda de la verdad o en la debida integración del
material probatorio y, más aún, aquellas que resultan inadmisibles a los valores subyacentes en un sistema
democrático, como serían la presión física o psicológica al detenido a fin de que acepte su responsabilidad
o la manipulación de las circunstancias y hechos objeto de la investigación, entre otras.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXV/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003545

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO REGLA DE TRATO EN SU VERTIENTE EXTRAPROCESAL. SU


CONTENIDO Y CARACTERÍSTICAS. A juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
el derecho fundamental a la presunción de inocencia como regla de trato, en su vertiente extraprocesal,
debe ser entendido como el derecho a recibir la consideración y el trato de no autor o no partícipe en
hechos de carácter delictivo o análogos a éstos y determina, por ende, el derecho a que no se apliquen las
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
consecuencias o los efectos jurídicos anudados a hechos de tal naturaleza. Asimismo, es necesario señalar
que la violación a esta vertiente de la presunción de inocencia puede emanar de cualquier agente del Estado,
especialmente de las autoridades policiales. Dada la trascendencia de una acusación en materia penal, la
Constitución otorga al imputado una serie de derechos fundamentales a fin de garantizar que se efectúe un
juicio justo en su contra, sin embargo, de nada sirven estos derechos cuando las autoridades encargadas
de investigar el delito realizan diversas acciones que tienen como finalidad exponer públicamente a alguien
como responsable del hecho delictivo. Frente a estas acciones se corre el enorme riesgo de condenar al
denunciado antes de tiempo, ya que el centro de gravedad que corresponde al proceso como tal, se puede
desplazar a la imputación pública realizada por la policía.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXVI/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003693

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO REGLA DE TRATO EN SU VERTIENTE EXTRAPROCESAL. INFLUENCIA


DE SU VIOLACIÓN EN EL PROCESO PENAL. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
ha reconocido que como regla de trato, el derecho fundamental a la presunción de inocencia exige que
cualquier persona imputada por la comisión de una conducta tipificada como delito, sea tratada como
inocente durante el trámite del procedimiento e, incluso, desde antes de que se inicie, pues puede ser el
caso de que ciertas actuaciones de los órganos del Estado -sin limitarlos a quienes intervienen en la función
jurisdiccional propiamente dicha- incidan negativamente en dicho tratamiento. En este sentido, la violación
a esta faceta de la presunción de inocencia puede afectar de una forma grave los derechos relativos a la
defensa del acusado, ya que puede alterar la evolución del proceso al introducir elementos de hecho que no
se correspondan con la realidad y que, en el ánimo del tribunal, y sobre todo de las víctimas y de los posibles
testigos, actúen después como pruebas de cargo en contra de los más elementales derechos de la defensa.
Así, la presunción de inocencia como regla de trato, en sus vertientes procesal y extraprocesal, incide tanto
en el proceder de las autoridades en su consideración a la condición de inocente de la persona, como con la
respuesta que pueda provenir de las demás partes involucradas en el juicio. Particularmente, la violación a la
regla de trato de la presunción de inocencia puede influir en un proceso judicial cuando la actuación indebida
de la policía que pretenda manipular la realidad, tienda a referirse a: (i) la conducta, credibilidad, reputación
o antecedentes penales de alguna de las partes, testigos o posibles testigos; (ii) la posibilidad de que se
produjere una confesión, admisión de hechos, declaración previa del imputado o la negativa a declarar; (iii)
el resultado de exámenes o análisis a los que hubiese sido sometido alguien involucrado en el proceso; (iv)
cualquier opinión sobre la culpabilidad del detenido; y, (v) el hecho de que alguien hubiera identificado al
detenido, entre muchas otras.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXVII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003692

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 209


PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. SU RELACIÓN CON LA EXPOSICIÓN DE
DETENIDOS ANTE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. A lo largo de su jurisprudencia, esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reconocido el papel central que juegan la libertad de expresión y el
derecho a la información en un Estado democrático constitucional de Derecho, como piezas centrales para
el adecuado funcionamiento de la democracia representativa. El orden constitucional mexicano promueve
la comunicación libre y socialmente trascendente, pues el intercambio de información y opiniones entre los
distintos comunicadores contribuirá a la formación de la voluntad social y estatal, de modo que es posible
afirmar que el despliegue comunicativo es constitutivo de los procesos sociales y políticos. Sin embargo,
el proporcionar información sobre eventos de interés nacional para un debido ejercicio del derecho a la
información no puede justificar la violación de los derechos fundamentales de los detenidos y acusados.
Es decir, la finalidad de brindar información sobre hechos delictuosos a los medios periodísticos no puede
justificar la violación a la presunción de inocencia, como regla de trato en su vertiente extraprocesal, por
parte de las autoridades que exponen como culpables a los detenidos. En este sentido, se estima que al
proporcionar información sobre hechos delictuosos, las autoridades deben abstenerse de deformar la
realidad a fin de exponer a una persona frente a la sociedad y, principalmente, frente a las futuras partes
del proceso, como los culpables del hecho delictivo. Por el contrario, deben constreñirse a presentar en
forma descriptiva y no valorativa la información relativa a la causa penal que pueda tener relevancia pública,
absteniéndose de brindar información sugestiva que exponga al detenido a un juicio paralelo y viole su
derecho a ser tratado como inocente durante el trámite del procedimiento e, incluso, desde antes de que
se inicie. Esta misma lógica ha sido sostenida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual
estableció en el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, que el principio de presunción de inocencia
implica que los juzgadores no inicien el proceso con una idea preconcebida de que el acusado ha cometido
el delito que se le imputa, por lo que la carga de la prueba está a cargo de quien acusa y cualquier duda debe
ser usada en beneficio del acusado. En el mismo sentido, al dictar sentencia en el Caso Loayza Tamayo vs.
Perú, la Corte Interamericana condenó enfáticamente la práctica consistente en exponer ante los medios
de comunicación a personas acusadas por la comisión de delitos, cuando aún no han sido condenadas por
sentencia firme. Al respecto, dicho tribunal sostuvo que el derecho a la presunción de inocencia exige que
el Estado no condene informalmente a una persona o emita un juicio ante la sociedad que contribuya así a
formar una opinión pública, mientras no se acredite conforme a la ley la responsabilidad penal de aquélla.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXVIII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003695

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO REGLA DE TRATO EN SU VERTIENTE EXTRAPROCESAL. SU RELACIÓN


CON EL PRINCIPIO DE BUENA FE MINISTERIAL. Como ya lo ha establecido esta Suprema Corte de Justicia
de la Nación, la seguridad pública va de la mano, necesariamente, del respeto al orden constitucional.
Asimismo, se ha reconocido que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, como regla de trato,
exige que cualquier persona imputada por la comisión de una conducta tipificada como delito, sea tratada
por todas las autoridades como inocente durante el trámite del procedimiento e incluso desde antes de
que se inicie. En este sentido, el respeto de las autoridades policiales y ministeriales a la presunción de
inocencia, en su vertiente de regla de trato, se encuentra exigido en nuestro ordenamiento jurídico, no sólo
en virtud del derecho a la presunción de inocencia, sino también atendiendo a lo establecido en el artículo 21
constitucional. Dicho artículo consagra el principio de buena fe ministerial, al establecer que: “la actuación
de las instituciones de seguridad pública se regirá por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia,
profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos reconocidos en esta Constitución”. En atención
a este principio, resulta indudable que con la inclusión de este apartado en el artículo 21 constitucional, el
constituyente tuvo por objetivo establecer un estándar constitucional relativo a la actuación de los policías:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 210

la legalidad, la honestidad, la eficiencia y el cumplimiento de las normas de derechos fundamentales. Este


estándar de actuación necesariamente implica que las autoridades policiales y ministeriales deben respetar
plenamente los derechos de los detenidos y acusados, incluyendo entre ellos a la presunción de inocencia
en sus distintas vertientes.

Primera Sala, Tesis 1a. CLXXIX/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2003694
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
SEXTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 3229/2012. Fecha de resolución: 4 de diciembre


de 2013. Ponente: Ministra Olga María Sánchez Cordero de García Villegas. Votación: Mayoría.72

HECHOS DEL CASO: El 17 de diciembre de 2010 elementos de la Policía Federal destacamentados en


Reynosa, Tamaulipas, recibieron la denuncia de una persona quien refirió que a las afueras de un restaurante
se encontraban personas con armas de grueso calibre a bordo de varios vehículos; al llegar al lugar, los
policías se percataron de que había dos camionetas que coincidían con la descripción que les fue hecha,
en cuyo interior estaban personas armadas. Al notar su presencia algunos de los sujetos huyeron a pie,
dispersándose, mientras que tres fueron detenidos todavía a bordo de los vehículos; los cuales, fueron
puestos a disposición del fiscal casi 30 horas después de su detención, esta es a las 22:40 horas del día
siguiente, intervalo de tiempo en el que fueron trasladados vía aérea de Reynosa a la Ciudad de México.

HISTORIA PROCESAL: La sentencia de primera instancia condenó por los delitos Portación de armas de
fuego y granada, ambos del uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Área; lo cual, fue confirmado en
apelación. En Amparo Directo se negó la protección constitucional y el quejoso interpuso revisión ante la
Suprema Corte de Justicia de la Nación para que determinara los alcances del artículo 16 de la Constitución
Federal, respecto del derecho fundamental de puesta a disposición sin demora de todo imputado.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…] el ahora inconforme alega que le causa perjuicio la interpretación que el Tribunal Colegiado realizó del
mandamiento constitucional de puesta a disposición sin demora de un inculpado, previsto en el artículo 16
Constitucional, ya que asevera que, en el caso concreto, existió un periodo entre la detención y la puesta a
disposición del Ministerio Público, en el cual la privación de la libertad no encontró sustento constitucional
alguno.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 211


[…] el Tribunal Colegiado, estimó, en relación con la puesta tardía del quejoso, hoy recurrente, ante el
Ministerio Público, que aun cuando existió una dilación innecesaria, esa puesta tardía únicamente traería
como consecuencia que su confesión respecto de los hechos que se le imputan carecería de validez y
como el quejoso no admitió su participación en los delitos por los que fue acusado, aquélla tardanza no
tuvo impacto en sus declaraciones.

Ahora bien, esta Primera Sala estima necesario efectuar el análisis del agravio que plantea el tema de
constitucionalidad del párrafo quinto del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, para determinar los efectos que produce la violación a ese derecho fundamental, el cual
establece lo siguiente:

“Artículo 16…

72 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=144862

Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o
inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público.

…”

[…]

Establecido lo anterior y precisado el punto de derecho sobre el cual versará esta segunda instancia,
debe decirse que para el desarrollo de la misma, el estudio de constitucionalidad se sustentará en los
razonamientos y argumentaciones lógico-jurídicas que esta Primera Sala emitió al resolver los autos
del juicio de amparo directo en revisión 2470/2011, aprobado por unanimidad de votos en la sesión de
dieciocho de enero de dos mil doce, en la citada ejecutoria, se sostuvo esencialmente, en la parte que
interesa, lo siguiente:

“…

Así, del régimen general de protección contra detenciones que exige nuestra Constitución
podemos derivar un principio de inmediatez, el cual exige que la persona detenida sea presentada
ante el Ministerio Público lo antes posible. Dicho de otro modo, la persona debe ser puesta a
disposición de la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas.

Pero subsiste una duda legítima que requiere aclaración y que precisamente constituye el
aspecto central, el punto fino, del presente asunto: ¿cómo es posible que el juzgador aprecie si
tal requisito se cumple? Es decir, ¿cuándo se está frente a una dilación injustificada?

Pues bien, esta Sala considera que no es posible (ni sería adecuado) fijar un determinado
número de horas. Fijar una regla así podría abarcar casos en los que las razones que dan
lugar a la dilación no son injustificadas. Sin embargo, contrario a lo que argumentó el Tribunal
Colegiado, del hecho de que no sea posible ni recomendable adoptar una regla fija, no se sigue
que no sea posible adoptar un estándar que posibilite al juez calificar cada caso concreto de
un modo sensible a dos necesidades. Por un lado, la de no dilatar injustificadamente la puesta
a disposición de la persona detenida, porque esto da lugar a que se restrinja un derecho tan
valioso como el de la libertad personal sin control y vigilancia del Estado. Por otro lado, están
las peculiaridades de cada caso en concreto, por ejemplo, la distancia que existe entre el lugar
de la detención y la agencia del Ministerio Público.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 212

De este modo, el que no pueda existir una regla tasada no quiere decir que no pueda haber un
estándar que guíe al juzgador a determinar cuándo está frente a una dilación indebida.

Esta Sala considera que tal circunstancia se actualiza siempre que, no existiendo motivos
razonables que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a
disposición de sus aprehensores y no sea entregada a la autoridad que sea competente para
definir su situación jurídica. Tales motivos razonables únicamente pueden tener origen en
impedimentos fácticos reales y comprobables (como la distancia que existe entre el lugar de
la detención y el lugar de la puesta a disposición). Además, deben ser compatibles con las
facultades estrictamente concedidas a las autoridades.

[…]

Sin embargo, del precedente citado se advierte que la Primera Sala de esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación, no solamente aludió a la parte ya transcrita, sino también determinó:
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
1. Que el artículo 16 constitucional consagra un régimen general de libertades a favor de la persona,
entre las cuales, destaca el Derecho a la Libertad Personal. Por tanto, la estructura de dicho precepto
constitucional se traduce en dos formas distintas de proteger los derechos: a). Los dos primeros párrafos
del artículo los consagran positivamente y, b) Los párrafos subsecuentes señalan las posibles restricciones
a las mismas; es decir, en qué supuestos el Estado puede generar afectaciones válidas a ese derecho y bajo
qué condiciones. Luego se afirmó que el Estado no puede limitar tales derechos en supuestos distintos a
los previstos por la Constitución.

[…] en materia de libertad personal, esta Primera Sala consideró que la citada norma fundamental (artículo
16 constitucional), también delimita exhaustivamente los supuestos que permiten su afectación, a saber:
a) La orden de aprehensión; b) Las detenciones en flagrancia; y, c) El caso urgente. […]

Posteriormente, en la citada ejecutoria de referencia, una vez que esta Primera Sala delimitó el concepto
de “flagrancia” y afirmó que éste obedeció a la intención de favorecer el derecho a la libertad personal, este
Alto Tribunal determinó que el control judicial ex post a la privación de la libertad en flagrancia debía ser
especialmente cuidadoso. En efecto, se concluyó que quien afirma la legalidad y constitucionalidad de una
detención, debía poder defenderla ante el juez respectivo.

Como cuestión importante se enfatizó que el principio de presunción de inocencia se proyectaba desde
las primeras etapas del procedimiento penal (detención), por tanto, quien afirma que la persona capturada
fue sorprendida en flagrancia, tenía la carga de la prueba. Luego, el escrutinio posterior a la detención se
consideró de suma importancia, ya que el descubrimiento de que se actualizó una situación de privación
ilegal de la libertad, necesariamente debía desencadenar el reproche y la exigencia de responsabilidad que
jurídicamente correspondan.

Por cuanto se refiere a nuestro tema de estudio (Derecho Fundamental de “puesta a disposición ministerial
sin demora”), esta Primera Sala determinó que dentro del régimen general de protección contra detenciones
que exige nuestra Constitución, se podía derivar la existencia de un Principio de inmediatez, a virtud del cual
era exigible que la persona detenida fuera presentada ante el Ministerio Público lo antes posible, esto es,
que la persona debía ser puesta a disposición de la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones
injustificadas.

Para dichos efectos, esta Sala consideró que no era posible (ni adecuado) el fijar un determinado número de
horas. Ya que fijar una regla así, podría abarcar casos en los que las razones que dan lugar a la dilación no
sean injustificadas. Sin embargo, el hecho de que no sea posible ni recomendable adoptar una regla fija, no
implicó que no hubiera sido posible adoptar un estándar que posibilite al juez calificar cada caso concreto
de un modo sensible a dos necesidades. a) Por un lado, la de no dilatar injustificadamente la puesta a

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 213


disposición de la persona detenida, porque esto da lugar a que se restrinja un derecho tan valioso como
el de la libertad personal sin control y vigilancia del Estado; y, b) Por otro lado, están las peculiaridades de
cada caso en concreto, por ejemplo, la distancia que existe entre el lugar de la detención y la Agencia del
Ministerio Público.

[…] se afirmó que el hecho de que no pudiera existir una regla tasada, quería decir que no pudiera haber
un estándar que guiara al juzgador a determinar cuando está frente a una dilación indebida. Circunstancia
respecto de la cual, esta Sala consideró que tal evento se actualizaba, siempre que no existiendo motivos
razonables que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, la persona continúe a disposición de sus
aprehensores y no sea entregada a la autoridad que sea competente para definir su situación jurídica.

Luego, tales motivos razonables únicamente podían tener origen en impedimentos fácticos reales y
comprobables (como la distancia que existe entre el lugar de la detención y el lugar de la puesta a
disposición). Además, que debían ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las
autoridades. Dicho de otro modo, en cuanto fuese posible, era necesario llevar a la persona detenida por
flagrancia o caso urgente ante el Ministerio Público, a menos que existiera un impedimento razonable que
no resultara contrario al margen de facultades constitucionales y legales a cargo de la policía.

Finalmente se afirmó que lo anteriormente expuesto, implicaba que la policía no podía retener a una persona
por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público a fin de ponerlo a
disposición ante quien debían desarrollarse las diligencias de investigación pertinentes e inmediatas, que
permitieran definir su situación jurídica –de la cual depende su restricción temporal de libertad personal-. Por
tanto, esta Primera Sala concluyó que la policía no podía simplemente retener a una persona, sin informar
a la autoridad ministerial, a fin de obtener su confesión o información relacionadas con la investigación
que realizan, para inculparlo a él o a otras personas. Esto es, en términos estrictamente constitucionales se
determinó que tenían obligación de poner al detenido “sin demora”, sin retraso injustificado o sin demora
irracional ante el Ministerio Público, en caso de delito flagrante o ante el juez que hubiera ordenado la
aprehensión del detenido.

[…] la detención de una persona no puede ser indefinida; ya que en términos constitucionales se requiere
que ésta conozca el status en el que se encuentra, de ahí que la Constitución, precisamente en el dispositivo
fundamental materia de la presente interpretación, exige la existencia de un “Registro de Detenidos”, a fin
de permitir conocer que se encuentra en tales condiciones y esté en posibilidad de ejercer sus derechos
constitucionalmente protegidos.

[…]

No pasa por alto esta Primera Sala que en el diverso amparo directo en revisión 517/2011, resuelto en
sesión de veintitrés de enero de dos mil trece, se pronunció sobre el derecho fundamental del detenido a
ser puesto a disposición inmediatamente ante el Ministerio Público, del cual derivó la tesis aislada, cuyos
datos de identificación, rubro y contenido son los siguientes:

Tesis 1a. CLXXV/2013 (10a.).

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta

Décima Época

2003545

PRIMERA SALA
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 214

Libro XX, Mayo de 2013, Tomo 1

Pág. 535

“DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE


EL MINISTERIO PÚBLICO. ELEMENTOS QUE DEBEN SER TOMADOS EN CUENTA POR EL
JUZGADOR A FIN DE DETERMINAR UNA DILACIÓN INDEBIDA EN LA PUESTA A DISPOSICIÓN.

El derecho fundamental del detenido a ser puesto a disposición inmediata ante el Ministerio
Público, se encuentra consagrado en el artículo 16, quinto párrafo, de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, al momento en que señala que cualquier persona puede
detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente
después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público. Asimismo, dicha disposición
señala que debe existir un registro inmediato de la detención. A juicio de esta Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es necesario señalar, en primer término, que
el análisis en esta materia debe partir de la imposibilidad de establecer reglas temporales
específicas. Por el contrario, resulta necesario determinar, caso por caso, si se ha producido
o no una vulneración del derecho reconocido a la persona detenida. Así las cosas, se está
ante una dilación indebida en la puesta a disposición inmediata del detenido ante el Ministerio
Público cuando, no existiendo motivos razonables que imposibiliten la puesta a disposición
inmediata, la persona continúe a disposición de sus aprehensores y no sea entregada a la
autoridad que sea competente para definir su situación jurídica. Tales motivos razonables
únicamente pueden tener como origen impedimentos fácticos reales, comprobables y lícitos.
Además, estos motivos deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a
las autoridades. Lo anterior implica que los agentes de policía no pueden retener a una persona
por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público, a fin de
ponerlo a disposición, donde deben desarrollarse las diligencias de investigación pertinentes
e inmediatas, que permitan definir su situación jurídica -de la cual depende su restricción
temporal de la libertad personal-. La policía no puede simplemente retener a un individuo con
la finalidad de obtener su confesión o información relacionada con la investigación que realiza,
para inculparlo a él o a otras personas. Este mandato es la mayor garantía de los individuos
en contra de aquellas acciones de la policía que se encuentran fuera de los cauces legales
y que están destinadas a presionar o a influir en el detenido, en un contexto que le resulta
totalmente adverso. En esta lógica, el órgano judicial de control deberá realizar un examen
estricto de las circunstancias que acompañan al caso, desechando cualquier justificación que
pueda estar basada en una supuesta búsqueda de la verdad o en la debida integración del
material probatorio y, más aún, aquellas que resultan inadmisibles a los valores subyacentes
en un sistema democrático, como serían la presión física o psicológica al detenido a fin de
que acepte su responsabilidad o la manipulación de las circunstancias y hechos objeto de la
investigación, entre otras.”

En dicho criterio se estableció que se está ante una dilación indebida en la puesta a disposición inmediata
del detenido ante el Ministerio Público, cuando no existan motivos razonables que imposibiliten esa puesta
inmediata, los cuales pueden tener como origen impedimentos fácticos reales, comprobables y lícitos, los
que deben ser compatibles con las facultades concedidas a las autoridades, lo que implica que los agentes
aprehensores no pueden retener a una persona por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 215


ante el Ministerio Público; desechando cualquier justificación que pueda estar basada en una supuesta
búsqueda de la verdad o en la debida integración del material probatorio y más aún aquéllas que resulten
inadmisibles como serían la presión física o psicológica al detenido para que acepte su responsabilidad o
la manipulación de las circunstancias y hechos de la investigación.

Ahora bien, resulta oportuno realizar precisiones concretas respecto a lo señalado por el Tribunal Colegiado,
en el sentido de “que aun cuando existió una dilación innecesaria, esa puesta tardía únicamente traería
como consecuencia que su confesión respecto de los hechos que se le imputan carecería de validez y
como el quejoso no admitió su participación en los delitos por los que fue acusado, aquélla tardanza no tuvo
impacto en sus declaraciones”. Se coincide en que la violación al derecho humano de puesta a disposición
sin demora genera consecuencias jurídicas que pueden tener impacto en la obtención o introducción de
pruebas al juicio, como acontece con la confesión del imputado que es consecuencia de su ilegal retención
personal. Sin embargo, esta no es la única consecuencia que puede generarse, ya que es posible que se
actualicen otras con diversos efectos jurídicos.
Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estima que la violación al derecho
fundamental de “puesta a disposición del indiciado ante el Ministerio Público sin demora” genera como
efectos: a) la consecuencia legal y jurídica de anulación de la confesión del indiciado, obtenida con motivo
de esa indebida retención; b) la invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente directa
la demora injustificada, los cuales no producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados
por el juez; y, c), que sean nulas aquellas pruebas que a pesar de estar vinculadas directamente con el
hecho delictivo materia del proceso penal, sean recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora en el
supuesto de prolongación injustificada de la detención, sin la conducción y mando del Ministerio Público.

Lo anterior es así, porque como ya quedó expuesto con anterioridad, el planteamiento del quejoso, se refiere
a la violación al derecho fundamental previsto en el párrafo quinto del artículo 16 de la Constitución Federal
y a circunstancias ocurridas con anterioridad al inicio de la averiguación previa, pues los argumentos están
encaminados a combatir la detención de la que fue objeto en esa fase, esto es, detención en flagrancia.
De tal manera que las autoridades que detengan al indiciado deben ponerlo inmediatamente y sin demora
a disposición del Ministerio Público, a fin de respetar y cumplir ese derecho fundamental contenido en la
norma constitucional referida, pues lo contrario implicaría que la violación al mismo no tuviera ninguna
razón de ser, siendo que lo que está en juego es la libertad personal del detenido, el cual es un derecho
humano que no puede ser restringido, salvo en las condiciones que la propia Constitución establece.

Luego, si en términos del artículo 21 constitucional se establece que las investigaciones de los delitos
corresponde al Ministerio Público y a las policías, las cuales actuarán bajo la conducción y mando de
aquél, en el ejercicio de esta función; esto significa que, cuando las autoridades policiacas incumplen con
ese requisito constitucional, al actuar sin la conducción y bajo el mando del Ministerio Público, de motu
proprio, so pretexto de una búsqueda de la verdad o la debida integración del material probatorio, generan
la producción e introducción al proceso penal de elementos de prueba que no cumplen con los requisitos
de formalidad constitucional, es evidente que todas esas pruebas serán nulas.

En consecuencia, esta Primera Sala estima que las pruebas obtenidas estrictamente con motivo de una
detención en flagrancia no pueden ser invalidadas por actos posteriores, como la obtención de pruebas que
tengan como fuente directa la demora injustificada; a menos que se acredite la existencia de vicios propios
de la misma detención del inculpado, que determinen que ésta sea considerada inconstitucional. Por lo que,
solamente podrán ser invalidadas las pruebas que se hubieren obtenido sin la autorización del Ministerio
Público y que tengan como fuente directa la demora injustificada.

A lo anterior es necesario precisar que no pasa inadvertido para esta Primera Sala, la responsabilidad
penal y administrativa que pudiera ser imputable a las autoridades policiacas aprehensoras, al provocar la
demora injustificada de un detenido73. La cual podrá realizarse en la vía legal respectiva.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 216

[…].

DECISIÓN. La Primera Sala decidió revocar la sentencia recurrida para analizar nuevamente las actuaciones
por que existió vulneración del derecho a una puesta a disposición sin demora, el tribunal colegiado analizará
qué pruebas deberán ser invalidadas por tener como fuente directa la demora injustificada.

73 Esta consideración de reproche y exigencia de responsabilidad jurídica hacia los servidores públicos que intervienen en la detención
de una persona, por hechos considerados como delitos en la ley penal, ya ha sido establecida por esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, como se advierte en la ejecutoria que correspondió a la resolución del amparo directo 14/2011, en sesión de nueve de
noviembre de dos mil once, respecto a la responsabilidad que deriva por efectuar una detención fuera de los supuestos de flagrancia o caso
urgente, establecidos en la Constitución Federal como supuestos de justificación constitucional para la restricción de la libertad personal de los
gobernados.
4. Inmediatez en la Puesta a Disposición
TESIS DERIVADA DE ESTA EJECUTORIA

DERECHO FUNDAMENTAL DEL DETENIDO A SER PUESTO SIN DEMORA A DISPOSICIÓN DEL MINISTERIO
PÚBLICO. ALCANCES Y CONSECUENCIAS JURÍDICAS GENERADAS POR LA VULNERACIÓN A TAL
DERECHO. El artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consagra un régimen
general de libertades a favor de la persona, entre las cuales, destaca el derecho a la libertad personal. Sin
embargo, como todo derecho humano, éste no es absoluto, por lo que la citada norma fundamental también
delimita exhaustivamente diversas hipótesis para su afectación, a saber: a) la orden de aprehensión; b)
las detenciones en flagrancia; y, c) el caso urgente. En tratándose de la flagrancia, esta Primera Sala ha
puntualizado que la misma constituye una protección a la libertad personal, cuyo control judicial ex post
debe ser especialmente cuidadoso, ya que quien afirma la legalidad y constitucionalidad de una detención,
debe poder defenderla ante el juez respectivo. Ahora bien, por cuanto se refiere al derecho fundamental
de “puesta a disposición ministerial sin demora”, es dable concluir que dentro del régimen general de
protección contra detenciones que prevé el artículo 16 constitucional, se puede derivar la exigencia de que
la persona detenida sea presentada ante el Ministerio Público lo antes posible, esto es, que sea puesta a
disposición de la autoridad ministerial o judicial respectiva, sin dilaciones injustificadas. Así, se está ante
una dilación indebida en la puesta a disposición inmediata del detenido ante el Ministerio Público, cuando
no existan motivos razonables que imposibiliten esa puesta inmediata, los cuales pueden tener como origen
impedimentos fácticos reales, comprobables y lícitos, los que deben ser compatibles con las facultades
concedidas a las autoridades, lo que implica que los agentes aprehensores no pueden retener a una persona
por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante el Ministerio Público; desechando
cualquier justificación que pueda estar basada en una supuesta búsqueda de la verdad o en la debida
integración del material probatorio y, más aún, aquellas que resulten inadmisibles como serían la presión
física o psicológica al detenido para que acepte su responsabilidad o la manipulación de las circunstancias
y hechos de la investigación. En suma, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
estima que la violación al derecho fundamental de “puesta a disposición del indiciado ante el Ministerio
Público sin demora” genera como consecuencias: a) la anulación de la confesión del indiciado, obtenida con
motivo de esa indebida retención; b) la invalidez de todos los elementos de prueba que tengan como fuente
directa la demora injustificada, los cuales no producirán efecto alguno en el proceso ni podrán ser valorados
por el juez; y, c) la nulidad de aquellas pruebas que a pesar de estar vinculadas directamente con el hecho
delictivo materia del proceso penal, sean recabadas por iniciativa de la autoridad aprehensora so pretexto
de una búsqueda de la verdad o debida integración del material probatorio -en el supuesto de prolongación

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 217


injustificada de la detención-, sin la conducción y mando del Ministerio Público; es decir, sin la autorización
de este último. No obstante, debe precisarse que las pruebas obtenidas estrictamente con motivo de una
detención en flagrancia no pueden ser invalidadas por actos posteriores, como la obtención de pruebas que
tengan como fuente directa la demora injustificada, a menos que se acredite la existencia de vicios propios
de la misma detención del inculpado que determinen que ésta sea considerada inconstitucional.

Primera Sala, Tesis 1a. LIII/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2005527
5. CADENA DE CUSTODIA

PRIMERA REGLA

Los efectivos que tomaron parte de una detención o que en actividades


de su encargo descubrieron la escena de los hechos, tomarán todas las
medidas para que esa escena no se altere y se preserven las evidencias
que descubrieron en la detención o en dicha escena.

EXPLICACIÓN LA REGLA

La cadena de custodia es el conjunto de medidas que se deben tomar


para preservar, sin manipulaciones indebidas, las evidencias que
forman parte de en una escena del crimen. La cadena de custodia
es indispensable porque sirve para que las partes, especialmente
la defensa, puedan cuestionar las pruebas del caso, construir sus
respectivas teorías sobre lo que sucedió y contrarrestar la de la contraria
y, por último, porque la cadena incide en la objetividad de los resultados
de los análisis periciales.

La contaminación de la escena de los hechos puede afectar el valor


probatorio de las pruebas e incluso llegar a impedir que una persona
que es culpable, sea condenada.

SEGUNDA REGLA
Cuando el efectivo tenga intervención en la cadena de custodia deberá
documentar minuciosamente su actuación.

EXPLICACIÓN LA REGLA

La finalidad de la cadena de custodia es que el estudio de las evidencias


encontradas en la escena pueda arrojar elementos válidos y útiles para
ser valorados por el juzgador, lo cual, tiene como primer presupuesto
que se establezca fuera de toda duda que las pruebas allegadas al caso
efectivamente se encontraban en la escena de los hechos (que no fueron
“sembradas”) y que fueron puestas a disposición del Ministerio Público
(y luego llevada a su juicio) en las mismas condiciones en que fueron
encontradas.
PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

5. Cadena Custodia
DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo 78/2012. Fecha de resolución: 21 de agosto de 2013. Ponente:
Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Mayoría. 1

HECHOS DEL CASO: El 22 de octubre de 2007, en el aula de usos múltiples de un colegio administrado por
miembros de una corporación religiosa, unas personas que trabajaban en su remodelación encontraron
el cuerpo sin vida y con señas manifiestas de violencia sexual de una adolescente, cuya desaparición se
reportó el día 20 de octubre previo; la última vez que se le vio con vida fue en el patio del propio colegio.
El hallazgo fue reportado al director de la escuela, quien dio aviso telefónico a las autoridades policiales,
de modo que arribó al lugar el personal ministerial y de servicios periciales de la fiscalía estatal, quienes
inspeccionaron la escena e hicieron el levantamiento de los hallazgos, a partir de los cuales eventualmente
se consignó a uno de los sacerdotes por la probable comisión de los hechos delictivos.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia de condena por los delitos Violación
y Homicidio Calificado con las agravantes de alevosía, ventaja y traición. En la apelación se confirmó la
condena. El sentenciado promovió amparo directo, que fue atraído por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación para fijar criterios relativos al alcance de la prueba circunstancial o indiciaria a la luz del principio pro
persona, los principios de presunción de inocencia e in dubio pro reo, y la cadena de custodia.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Por lo que respecta al análisis de la responsabilidad penal del quejoso, los conceptos de violación hechos
valer por el mismo, analizados de forma conjunta a la luz de la total suplencia de la queja antes indicada,
son fundados y, en consecuencia, lo procedente es conceder el amparo y protección de la Justicia de la
Unión a JCCR.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 219


[…]

Por otra parte, por lo que hace al indicio consistente en el presunto rastro de manchas hemáticas que fue
detectado a partir de la diligencia de “olfateo canino”, debe señalarse que a juicio de esta Primera Sala,
tal indicio no puede generar convicción alguna sobre la responsabilidad penal del quejoso, pues quienes
intervinieron en la citada diligencia no cumplimentaron los estándares mínimos que permitieran tener un nivel
de certeza sobre tal hallazgo. A efecto de arribar a tal conclusión, es necesario realizar varias precisiones:

El estudio de una escena del crimen, o de una escena vinculada con el mismo es de vital importancia
para los procedimientos penales. Debido a ello, es indispensable que las personas que interactúan con
las mismas actúen conforme a ciertos estándares que garanticen que los resultados de la investigación

1 http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=146887
sean completos, objetivos e imparciales. La intención final es que el estudio de tales escenas pueda arrojar
elementos válidos y útiles para ser valorados por un juzgador, lo cual requiere de un trabajo óptimo en el
lugar sometido a análisis, empleando conocimientos técnicos y procedimientos criminalísticos para cada
tipo de evidencia2.

En efecto, el éxito o fracaso de una investigación de índole penal suele estar determinado por la protección y
análisis de la escena del crimen y sus escenas relacionadas. Por tanto, tales diligencias deberán comenzar
con una exhaustiva inspección ocular a cargo del funcionario que esté a cargo de la investigación, realizando
todas las acciones que estime necesarias para preservar la escena, y documentando todos los datos que
estime pertinentes. Una vez realizado lo anterior, se deberá permitir el acceso a los elementos clave de la
diligencia: los peritos auxiliares.

Ubicados en la escena sometida a estudio, lo recomendable es que los peritos realicen una búsqueda
profunda de indicios, tanto en la propia escena, así como en zonas conexas y aledañas, recopilando
cualquier dato que pueda ser útil para la investigación3.

Dicha búsqueda deberá ser metódica, completa, minuciosa y sistemática, no solo del lugar en donde se tiene
la sospecha de que se encontrarán evidencias, sino también en aquellas zonas que guardan relación con
el mismo. La necesidad de que tal búsqueda sea tan rigurosa, obedece a que muchas de las evidencias no
son apreciables a primera vista y, por tanto, es necesario ejecutar un método adecuado para encontrarlas4.

Tales datos, mismos que pueden consistir en cualquier tipo de objeto, huella, marca, rastro, señal o vestigio,
proporcionan bases científicas o técnicas para orientar la investigación criminal, reforzando hipótesis y
permitiendo que se arribe a conclusiones con un mayor grado de fiabilidad. El rastreo debe procurarse
realizar bajo las mejores condiciones, esto es, utilizando los instrumentos adecuados, para así proceder a
describir la escena, para lo cual el uso de la fotografía y la planimetría son fundamentales5.

Teniendo como intención que los indicios recabados generen el mayor grado de convicción en el juzgador,
es necesario respetar la llamada cadena de custodia. Mediante tal término se denomina al registro de los
movimientos de la evidencia, es decir, es el historial de “vida” de un elemento de evidencia, desde que es
descubierto hasta que ya no es necesitado6.

En definitiva, la cadena de custodia es el conjunto de medidas que se deben tomar para poder preservar
de forma integral las evidencias encontradas en una escena del crimen, convirtiéndose en requisitos
esenciales para su posterior validez. Su finalidad es garantizar que todos los indicios que sean recabados
sean efectivamente los que se reciban de forma posterior en los laboratorios para su análisis, debiendo
conocer para tal efecto el itinerario de cómo llegaron hasta tal fase, así como el nombre de las personas
que se encargaron de su manejo, pues de lo contrario no podrían tener alcance probatorio alguno, pues
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 220

adolecerían de un elemento fundamental en este tipo de investigaciones: la fiabilidad7.

Tal y como ya se adelantó, la cadena de custodia inicia con la búsqueda de evidencias. Una vez que se
han descubierto, lo ideal es llevar a cabo un levantamiento cuidadoso –con un mínimo de manipulación– y
una recopilación de las mismas para proceder a su embalaje, esto es, a su protección para evitar que se

2 Al respecto véase A. Teke Schlicht, Escena del crimen, La Rocca, Buenos Aires, 2006, p. 45.
3 Sobre tal tema véase A. Teke Schlicht, Escena del crimen, op. cit., p. 48.
4 Tales requisitos se pueden desprender de los Protocolos de cadena de custodia: preservación y procesamiento, emitidos por el
Instituto Nacional de Ciencias Penales, México, 2013, p. 19.
5 Al respecto véase J.M. Otín del Castillo, En la escena del crimen, Lex Nova, Valladolid, 2011, pp. 30 y 31.
6 Sobre tal tema véase A. Teke Schlicht, Escena del crimen, op. cit., p. 283.
7 Al respecto véase J.A. del Olmo, “Las garantías jurídicas de la toma de muestras biológicas para la identificación de la persona
mediante el ADN”, en La prueba judicial, La Ley, Madrid, 2011, pp. 1550 a 1552.
contaminen o pierdan, buscando minimizar su deterioro mediante un sellado que impida posibles vías de
contaminación. Posteriormente, el elemento debe ser rotulado y sellado, para finalmente proceder a su
traslado inmediato a los laboratorios correspondientes.

Para que la cadena de custodia se mantenga de forma adecuada, se debe procurar que el especialista –

5. Cadena Custodia
mismo que deberá vestir con el equipo necesario–: (i) marque cada elemento que va a ser identificado; (ii)
se asegure que se registre de forma apropiada la información; (iii) procure que los elementos se almacenen
en lugares adecuados; y (iv) limite el número de personas con acceso a la escena8.

Sin embargo, la falta de preparación de las personas que intervienen en el estudio de las escenas de crimen,
así como la falta de protocolos adecuados en las respectivas instituciones públicas, puede provocar que se
cometan errores en la cadena de custodia, los cuales comprometan la investigación que se está llevando
a cabo. Entre tales errores se encuentran: la falta de organización del equipo, la débil protección de la
escena, la falla de aseguramiento de la escena para evitar que entren personas no autorizadas, la falla en la
toma de anotaciones adecuadas, el tomar pocas fotografías, el utilizar técnicas incorrectas, y el manipular,
recolectar y empaquetar de forma inadecuada la evidencia9.

Así las cosas, el registro de la cadena de custodia resulta un aspecto indispensable dentro de la investigación
criminal, pues es recomendable que las personas que intervengan en el manejo de la escena del crimen
describan la forma en que se realizó la recolección, el embalaje y el etiquetado de evidencias, así como las
medidas puestas en práctica para garantizar la integridad de la mismas, así como los nombres de quienes
intervinieron en las acciones, recabando el nombre, cargo y proceso que se realizó con cada una de las
evidencias, incluyendo la firma respectiva10.

Ahora bien, es necesario indicar que debido a la importancia que tienen los vestigios de sangre en muchas
de las escenas de crimen, es que los requisitos en materia de cadena de custodia se han especializado
cuando los rastros involucran a la misma, lo cual ha dado lugar a la hematología forense, es decir, al estudio
de la sangre aplicado al campo de la criminalística11.

Cuando se considera que una mancha encontrada en una escena de crimen puede ser de sangre, es
recomendable que el experto encargado de su manejo la fotografíe, adjuntado una descripción por escrito
del color, forma, posición, dirección, cantidad y cualquier otro dato que estimen pertinente. De igual manera,
una vez que se han encontrado posibles manchas hemáticas, se deberá proceder al rastreo exhaustivo no
solo del lugar, sino también de entradas, techos, muebles y zonas aledañas12.

Al respecto, debe señalarse que debido a la gran cantidad de detalles que se pueden ver involucrados en

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 221


8 Con la intención de que todos los funcionarios públicos que entraran en contacto con una escena de crimen o un lugar relacionado
con la misma, aplicaran de forma homologada un protocolo que garantizara la legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y
respecto a los derechos humanos en todas las investigaciones de índole criminal, es que en 2012, la Secretaría de Gobernación, auxiliándose de
la Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal, emitió el Mecanismo de protección
y preservación de evidencia: cadena de custodia. Los puntos contenidos en dicho mecanismo son coincidentes con las directrices indicas en la
presente sentencia.
9 Al respecto véase C. A. Guzmán, El examen del escenario del crimen. Método para la reconstrucción del pasado, B. de F., Buenos
Aires, 2010, p. 60.
10 El citado registro permite dejar constancia ininterrumpida de todas las personas que han tenido acceso a las evidencias encontradas
en la escena, para así estar en aptitud de conocer quiénes han asumido la responsabilidad de su levantamiento y custodia. Sobre tal tema véanse
los Protocolos de cadena de custodia: preservación y procesamiento, emitidos por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, México, 2013, pp.
36 y 37.
11 Dicho campo de especialización consiste en el estudio del mecanismo de producción de las manchas sanguíneas, su forma, extensión,
situación, cantidad, orientación, tamaño, color, grado de coagulación y aspecto. Precisamente por lo delicado del vestigio sometido a análisis,
la búsqueda de sangre deber ser especialmente minuciosa y llevada a cabo con extrema precaución. Al respecto véase C. A. Guzmán, El examen
del escenario del crimen. Método para la reconstrucción del pasado, op. cit., pp. 81 a 84.
12 Ibídem, pp. 83 a 85.
la cadena de custodia, en especial cuando el elemento sobre el cual versa es posiblemente sangre, debe
procurarse una adecuada fijación fotográfica, utilizando números para identificar los elementos y reglillas
para percatarse de sus dimensiones. El uso de material fotográfico permite conocer el lugar de los hechos
de forma general, para así tener un mejor panorama sobre la distribución de las evidencias.

Sin embargo, antes de que el juzgador pueda arribar a cierta conclusión sobre manchas hemáticas, es
necesario cerciorarse que efectivamente las evidencias correspondan a sangre, pues el sustento de una
determinación criminal deberá consistir en los exámenes que posteriormente se lleven a cabo en un
laboratorio, en el cual, mediante los exámenes científicos conducentes, se podrá emitir un diagnóstico
fiable sobre las evidencias encontradas, permitiendo así que las mismas se eleven a rango de prueba13.

Lo anterior es así, pues el análisis pericial consiste en el complemento indispensable para que los elementos
encontrados y preservados mediante la cadena de custodia puedan generar convicción en el juzgador, pues
es a través del análisis realizado en los laboratorios de los elementos hallados en una determinada escena
criminal, que las autoridades correspondientes podrán obtener una conclusión fiable.

En suma, la ejecución de un adecuado protocolo de cadena de custodia garantiza que las evidencias que se
presenten durante un proceso de índole penal, correspondan a las encontradas en una escena relacionada
con un crimen, sin que exista lugar para confusiones, adulteraciones o sustracciones, de tal manera que los
hallazgos conserven de forma íntegra su potencial probatorio.

En torno a la cadena de custodia, en el presente caso el único señalamiento que consta en autos es la
mención del acta de la diligencia de rastreo hemático, en la cual, el Agente del Ministerio Público señaló que
“a medida que se va observando la reacción luminiscente la C. Perito DGM procede a su embalamiento a
efecto de llevar a cabo la cadena de custodia de dichas muestras… que han sido embaladas en su totalidad
por la citada perito para su cadena de custodia”14.

Por tanto, en el presente caso, es evidente que la cadena de custodia implementada durante dicha diligencia
adoleció de graves deficiencias, mismas que impiden tener certeza sobre la fiabilidad de las evidencias
recabadas, lo cual menoscaba cualquier alcance probatorio que las mismas pudiesen tener.

En efecto, no existe constancia alguna sobre el método que se implementó para el levantamiento de la
evidencia, ni del método utilizado para su adecuado embalaje, así como del rotulado y sellado. Mucho
menos existe constancia del posterior traslado de las muestras a los laboratorios correspondientes. Así,
además de que no se puede acreditar que la perito que intervino haya utilizado el equipo y vestimenta
necesarios, tampoco se puede demostrar que hubiese marcado los elementos de forma adecuada, que
hubiese registrado la información y que almacenara de forma debida las muestras.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 222

Todo lo anterior se advierte por la ausencia de un registro de la cadena de custodia, esto es, los especialistas
que intervinieron no describieron la forma en que llevaron a cabo su labor, no indicaron cómo garantizaron
la integridad de las muestras, y tampoco existe constancia de quiénes intervinieron (salvo por DGM, misma
que es mencionada por el Agente del Ministerio Público), sus cargos, área de especialización y firmas
respectivas.

Es decir, la ausencia de cualquier registro en torno a la cadena de custodia impide tener la certeza de que las
etapas que integran la misma se hayan cumplido de forma satisfactoria, imposibilitando el conocimiento
sobre quiénes asumieron la responsabilidad del levantamiento y custodia de las evidencias.

Adicionalmente, por lo que hace a la ubicación de las posibles manchas hemáticas, no existe constancia

13 Sobre tal tema véase A. Teke Schlicht, Escena del crimen, op. cit., p. 288.
14 Foja 1044 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (diligencia en casa de los sacerdotes).
alguna en autos –ni en el acta de la diligencia correspondiente–, de la cual se pueda advertir el color, forma,
posición, dirección, cantidad y otros datos sobre las manchas que se localizaron. Lo anterior resultaba
indispensable para que el juzgador estuviera en la posibilidad de valorar tales hallazgos, sin embargo, lo
único que constas en el expediente, es que al parecer se encontraron 83 muestras, sin que las mismas se
hubiesen descrito, ante lo cual, no es posible concederles valor probatorio alguno, pues la existencia de

5. Cadena Custodia
un número de “manchas” constituye un señalamiento demasiado vago y ambiguo como para tomarse en
consideración en los términos pretendidos por el órgano responsable.

Por otra parte, no solo existe una ausencia de cualquier registro o descripción sobre la cadena de custodia, sino que
adicionalmente y en contravención a los protocolos sobre la materia, quienes intervinieron en el rastreo hemático
omitieron realizar una fijación fotográfica sobre los elementos encontrados, a efecto de que las autoridades
respectivas estuvieran en aptitud de conocer el lugar de los hechos y la distribución de las evidencias.

Por todo lo anterior, es que las muestras recabadas durante la diligencia de rastreo hemático carecen de
cualquier alcance probatorio, pues existió una total omisión por parte de las autoridades correspondientes
de llevar a cabo un registro sobre los métodos empleados para el levantamiento, embalaje, rotulado,
sellado y transporte de las evidencias. Adicionalmente, al tratarse de manchas posiblemente hemáticas,
se carece de una descripción pormenorizada sobre las mismas, lo cual provoca un total desconocimiento
sobre el presunto trayecto hallado por la autoridad ministerial. Ante la ausencia de tales descripciones, los
especialistas que intervinieron no obtuvieron material fotográfico alguno que permitiera tener una visión
mínima sobre lo recabado durante la diligencia.

Los anteriores elementos provocan que ninguno de los órganos jurisdiccionales que han intervenido en este
asunto pudiera tener conocimiento sobre los vestigios encontrados, su distribución, forma, dimensiones,
así como sobre los especialistas que intervinieron. Aunado a lo anterior, se desconoce si tales personas
gozan de la pericia necesaria para haber participado en la audiencia correspondiente. Lo ya reseñado
incluso genera dudas en torno a las muestras que posteriormente se analizaron por la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal, ya que al no existir constancia alguna sobre la cadena de custodia, no es
posible tener absoluta certeza sobre cuáles muestras fueron posteriormente sometidas a estudios.

En consecuencia, los elementos recabados durante la diligencia de rastreo hemático carecen de cualquier
alcance probatorio, pues la forma en que se realizó la misma repercutió de forma directa en la fiabilidad de
la evidencia, ello aunado a que la diligencia se realizó casi cinco meses después de los hechos delictivos,
lo cual, per se, restaría el alcance probatorio de las muestras encontradas, pues al tratarse de rastros
presuntamente biológicos, es claro que el excesivo tiempo que transcurrió para su análisis, afectaría la
convicción generada por las conclusiones elaboradas en torno a las mismas.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 223


Además de las irregularidades relacionadas con la cadena de custodia, no debe pasarse por alto un dato
de enorme relevancia: de ninguna constancia del expediente se desprende con absoluta certeza que las
manchas referidas sean de sangre.

Lo anterior es así, pues las muestras recabadas en la casa salesiana fueron remitidas a la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal, misma que rindió un informe en el cual concluyó que “el perfil
genético a partir de las muestras obtenidas en el rastreo hemática localizadas en el interior de la casa de
los padres situada en el Instituto Carlos Gómez (salesiano) especificadas en la Tabla A fueron insuficientes
para llevar a cabo el estudio solicitado de acuerdo al oficio correspondiente”15.

Es decir, de las muestras recabadas no se pudo desprender el origen genético de las mismas, ante lo cual, no
se puede tener la certeza de que se trate de sangre humana. Al respecto, la Sala de segunda instancia señaló

15 Foja 1384 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (dictamen en materia de genética forense).
que si bien es cierto que no se pudo determinar el perfil genético de las muestras, nunca existió duda de que se
trataban de vestigios hemáticos, sin embargo, tal y como se desprende del propio dictamen de la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal, las evidencias fueron clasificadas como “muestras obtenidas en el rastreo
hemático”, es decir, obtenidas a partir de la diligencia antes indicada, pero nunca como “muestras hemáticas”, es
decir, dicha dependencia nunca señaló de forma concluyente que se tratara de sangre humana.

Recordemos que los dictámenes periciales son el complemento indispensables de las evidencias recabadas
y protegidas por medio de la cadena de custodia, ya que sin tales dictámenes, los hallazgos de las escenas
de crimen carecerían de alcance probatorio, al no tener certeza sobre la naturaleza y contenido específicos
de los elementos recabados.

En específico, y tal y como ya se indicó con anterioridad, para que el juzgador pueda arribar a cierta conclusión
sobre manchas hemáticas, es necesario cerciorarse que efectivamente las evidencias correspondan a
sangre y, en su caso, a sangre humana.

Así, en el presente caso, existe una contraprueba en relación a la conclusión de la Sala de segunda instancia
sobre el presunto trayecto de las muestras hemáticas: nunca se acreditó que se tratara de sangre humana16.

Debido a lo anterior, no se pude concluir que la muestra obtenida sea de índole hemática y, por tanto,
relevante para reforzar la hipótesis de responsabilidad penal del quejoso, pues de aceptarse tal conclusión,
se estaría permitiendo un juicio de culpabilidad en base a sospechas o hechos base sin sustento
probatorio. Incluso, las manchas pudieron haberse producido por alguna otra sustancia, sin que la Sala de
segunda instancia hubiese desvirtuado tal escenario, o sin que hubiese examinado la posibilidad de que
las manchas se hubiesen producido en un día distinto, pues en la sentencia combatida se da por hecho que
todas las muestras corresponden al día de los hechos delictivos, pero tal afirmación carece de sustento
argumentativo alguno.

Adicionalmente, cabe recordarse que en la diligencia de rastreo hemático que se realizó en el Instituto, se
localizaron 83 muestras, mismas que conformaron el trayecto señalado por la Sala responsable, 15 de las
cuales se encontraron dentro de la casa salesiana17. Sin embargo, a efecto de que la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal llevara a cabo el estudio correspondiente, se le remitieron 15 muestras de
rastreo hemático, es decir, solamente aquellas que fueron localizadas en el interior de la casa salesiana18.

Así las cosas, resultaría imposible concluir que el trayecto de manchas presuntamente localizadas en la
diligencia consistía en evidencias hemáticas, pues de la totalidad de muestras localizadas (83), la autoridad
solamente estimó que era necesario el análisis de aquellas que se localizaron en la casa salesiana (es decir,
de 15 muestras, las cuales corresponden al 18.07% del total de las manchas).
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 224

Por tanto, aun en el supuesto de que existiera constancia de que las muestras localizadas en la casa de
los sacerdotes eran vestigios hemáticos, no sería posible hablar de un trayecto de tal naturaleza, pues las
muestras restantes (es decir, 68 muestras, las cuales corresponden al 81.93% del total de las manchas) no
fueron objeto de análisis pericial posterior. Así, concluir que de forma indefectible se trata de un trayecto
hemático, basándose solamente en el estudio del 18.07% de las muestras localizadas, no sería más que un

16 Si bien en el citado dictamen la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal realizó un estudio sobre muestras sanguíneas,
no debe pasarse por alto que el dictamen contiene dos estudios: en primer lugar, se realizó un análisis de muestras sanguíneas de distintas
personas que se encontraron en el Instituto el día de los hechos delictivos, a efecto de realizar una comparación con los rastros ungueales
de la víctima. Esas son precisamente las muestras sanguíneas de las cuales habla el dictamen. En segundo término, se realizó un análisis
de 15 manchas de rastreo hemático, pero en ningún lugar del dictamen se habla de muestras sanguíneas de forma concluyente cuando la
Procuraduría se refiere a tales manchas. Al respecto, véanse las fojas 1380 a 1395 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009
(dictamen en materia de genética forense).
17 Foja 1044 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (diligencia en casa de los sacerdotes).
18 Foja 1380 a 1395 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (dictamen en materia de genética forense).
aspecto basado en sospechas y conjeturas sin sustento alguno.

Sin embargo, obviando la forma deficiente en que se llevó a cabo la diligencia de rastreo y localización
hemática, así como el hecho de que no existe dictamen alguno en el que se indique que las manchas
fueron de sangre humana, la Sala de segunda instancia señaló que el elemento determinante fue que

5. Cadena Custodia
“estas reacciones se presentaron precisamente en el trayecto de la casa salesiana, desde afuera del cuarto
que ocupaba JCCR, hasta el lugar del hallazgo salón de usos múltiples, donde se encontró el cadáver de
la víctima”19. Es decir, a juicio del órgano responsable, las irregularidades de tal diligencia se encuentran
subsanadas por el hallazgo de un trayecto de manchas entre ambos lugares.

Pues bien, aun cuando se adoptara la premisa anterior de la Sala responsable, no es posible arribar a la
conclusión contenida en la sentencia combatida, ello en virtud de las contrapruebas que se extraen de la
propia diligencia de rastreo hemático.

En efecto, del análisis del acta de la diligencia, se desprende que el Agente del Ministerio Público instruyó
al personal de servicios periciales, a efecto de que los mismos prepararan las sustancias de revelado de
elementos biológicos y las aplicaran desde las afueras de la habitación del quejoso, continuando hacia la
sala-comedor del primer nivel, luego por el pasillo principal, y finalmente en el pasillo que conduce al salón
de usos múltiples20.

Es decir, los lugares en los cuales se aplicaron las sustancias químicas fueron elegidos por el Agente del
Ministerio Público. En pocas palabras, el trayecto ya indicado fue trazado por la propia autoridad ministerial.

En este punto debe recordarse que ante el hallazgo de posibles manchas hemáticas, el perito deberá proceder
al rastreo exhaustivo no solo del lugar, sino también de entradas, techos, muebles y zonas aledañas. Así,
en el presente caso, no solo el Agente del Ministerio Público intervino en una fase en la cual debió permitir
que los peritos auxiliares realizaran su labor acorde a los cánones y técnicas propias de su ámbito de
especialización, viciando así las etapas de la cadena de custodia, sino que adicionalmente, la perito auxiliar
omitió aplicar las sustancias de revelado químico en otras áreas de la casa salesiana, en otras zonas a las
que conducía el pasillo principal (canchas deportivas, salón de venta de uniformes, y área administrativa),
así como en zonas aledañas al salón de usos múltiples.

Es por lo anterior que aun cuando se obviaran las irregularidades de las cuales adoleció la diligencia ya
mencionada, el presunto trayecto de manchas no puede generar convicción alguna, pues el Agente del
Ministerio Público fue quien trazó el mismo, impidiendo que la perito extendiera el área de rastreo hacia
otras posibles zonas, lo cual generó una búsqueda parcial, incompleta, deficiente y contraria a los estándares
básicos que se deben cumplir ante la búsqueda de vestigios hemáticos.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 225


Así, resulta claro que el único trayecto encontrado fue el presunto recorrido de muestras de la casa salesiana
al salón de usos múltiples, en virtud de que fue el único que se analizó, descartándose a priori –y sin
justificación alguna– la búsqueda y rastreo en otras áreas. Por tanto, al existir contrapruebas acreditadas
plenamente en el expediente, es que el presunto trayecto de manchas hemáticas no puede robustecer el
juicio de culpabilidad en contra del quejoso.

Adicionalmente, no debe pasar desapercibido el argumento del órgano responsable, en el sentido de que
los hechos delictivos no ocurrieron en el salón de usos múltiples, en virtud de que las manchas hemáticas
que se encontraron en el mismo no eran lo suficientemente grandes, ante lo cual, solamente se desplazó el
cuerpo de la víctima hacia dicha ubicación.

19 Foja 331 del toca penal ****/2011 (sentencia de segunda instancia).


20 Fojas 1043 vuelta y 1044 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (diligencia en casa de los sacerdotes).
En primer término, debe precisarse que no existe constancia alguna de la cual se desprenda que acorde
a las heridas que se le infligieron a la víctima, forzosamente hubiese tenido que encontrarse determinada
cantidad de sangre. Es decir, el número y extensión de las manchas hemáticas localizadas en el salón de
usos múltiples no conducía de forma indefectible a considerar que los hechos no ocurrieron en dicho lugar.
En efecto, la Sala de segunda instancia omitió esgrimir argumento alguno en torno a por qué razones,
acorde a las heridas encontradas en el cuerpo de ISGL, tendría que haberse encontrado una mayor cantidad
de sangre en el salón de usos múltiples.

Sin embargo, aun cuando se aceptara que en el lugar donde sucedieron los hechos tendría que haberse
encontrado una gran cantidad de sangre, a juicio de esta Primera Sala, dicho argumento no puede ser
empleado para comprobar el desplazamiento del victimario desde la casa salesiana hasta el salón de
usos múltiples, al existir contraindicios que refutan el razonamiento empleado por la Sala responsable.
Lo anterior en virtud de que para aceptar la fuerza probatoria de dicho argumento y, por tanto, aceptar que
los hechos delictivos no ocurrieron en el salón de usos múltiples, ello debido a la ausencia de mayores
manchas hemáticas, se tendría que constatar que en el otro lugar propuesto como sede de los hechos
delictivos sí se hubiesen encontrado mayor cantidad de manchas y de mayores dimensiones.

Es decir, para aceptar que la casa salesiana fue el lugar donde se le privó de su vida a ISGL, se hubiesen
tenido que encontrar no solo manchas hemáticas, sino que las mismas habrían tenido que gozar del tamaño
suficiente para sostener que los hechos sucedieron ahí.

Así, en el presente caso, aun aceptando que las manchas encontradas en la casa salesiana correspondían a
muestras hemáticas, lo cierto es que en el acta relativa solamente se hizo constar una “reacción en zonas
irregulares principalmente en la parte central de cuatro cuadros que conforman el piso de dicha área”, y
posteriormente se asentó que “quince muestras fueron localizadas en el interior de la casa salesiana”21.Cabe
señalarse, tal y como se indicó con anterioridad, que no existen fotografías de la diligencia en la cual se recabaron
las presuntas muestras hemáticas, ante lo cual, no se pueden apreciar las dimensiones de las mismas.

Así las cosas, no existe ningún medio de convicción en el expediente del cual se pueda desprender que las
muestras recabadas en la diligencia previamente mencionada, sean de tales dimensiones –por lo menos,
superiores a las encontradas en el salón de usos múltiples– que permitan inferir que los hechos delictivos
sucedieron en dicho lugar.

Por el contrario, solamente se asentó la presencia de una reacción en “zonas irregulares”, lo cual, perse,
no resulta suficiente para constatar el extremo argumentativo que requiere el indicio sometido a estudio:
que las muestras recabadas en la casa salesiana sean mayores a las encontradas en el lugar donde se
encontró el cuerpo de la víctima, para que de ello se pueda desprender que en dicha casa sucedieron los
hechos delictivos.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 226

Adicionalmente, la Sala de segunda instancia no tomó en consideración la opinión técnica en materia de


criminalística de campo, elaborado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, en el cual se
concluyó que si bien la posición en que fue encontrado el cuerpo de la víctima no fue la original inmediata
a la muerte, es probable que los hechos iniciaran en el salón de usos múltiples. Esto es, la Sala responsable
no desvirtuó ciertas constancias contenidas en el propio expediente, mismas que refutaban frontalmente
la hipótesis de que los hechos delictivos ocurrieron en la casa de los sacerdotes salesianos.

Por tanto, el indicio antes analizado no puede robustecer la hipótesis de responsabilidad penal del quejoso,
al contener una inferencia carente de lógica y sin sustento fáctico alguno.

[…].

21 Foja 1044 del Tomo IV del cuaderno de primera instancia ***/2009 (diligencia en casa de los sacerdotes).
DECISIÓN. La Primera Sala, estableció que dio la prueba circunstancial o indiciaria no se actualizó, porque
respecto de ciertos indicios se transgredió la cadena de custodia, por lo que no resultaban confiables para
sustentar la condena. Así, se ordenó la inmediata y absoluta libertad del quejoso.

5. Cadena Custodia
TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA

CADENA DE CUSTODIA. DEBE RESPETARSE PARA QUE LOS INDICIOS RECABADOS EN LA ESCENA DEL
CRIMEN GENEREN CONVICCIÓN EN EL JUZGADOR. Como la intención de recabar indicios en una escena
del crimen es que éstos generen el mayor grado de convicción en el juzgador, es necesario respetar la
llamada “cadena de custodia”, que consiste en el registro de los movimientos de la evidencia, es decir, es el
historial de “vida” de un elemento de evidencia, desde que se descubre hasta que ya no se necesita. Así, en
definitiva, la cadena de custodia es el conjunto de medidas que deben tomarse para preservar integralmente
las evidencias encontradas en una escena del crimen, convirtiéndose en requisitos esenciales para su
posterior validez. Su finalidad es garantizar que todos los indicios recabados sean efectivamente los que se
reciban posteriormente en los laboratorios para su análisis, debiendo conocer para tal efecto el itinerario de
cómo llegaron hasta tal fase, así como el nombre de las personas que se encargaron de su manejo, pues, de
lo contrario, no podrían tener algún alcance probatorio, pues carecerían del elemento fundamental en este
tipo de investigaciones consistente en la fiabilidad.

Primera Sala, Tesis: 1a. CCXCV/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2004653

ESCENA DEL CRIMEN. DIRECTRICES PARA SU ANÁLISIS POR PARTE DE LAS AUTORIDADES Y LOS PERITOS
AUXILIARES. A juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el estudio de una
escena del crimen, o de una escena vinculada con el mismo, es de vital importancia para los procedimientos
penales. Debido a ello, es indispensable que las personas que interactúan en las mismas actúen conforme
a ciertos estándares que garanticen que los resultados de la investigación sean completos, objetivos e
imparciales. La intención final es que el estudio de tales escenas pueda arrojar elementos válidos y útiles
para ser valorados por un juzgador, lo cual requiere de un trabajo óptimo en el lugar sometido a análisis,
empleando conocimientos técnicos y procedimientos criminalísticos para cada tipo de evidencia. En efecto,

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 227


el éxito o fracaso de una investigación de índole penal suele estar determinado por la protección y análisis
de la escena del crimen y sus escenas relacionadas. Por tanto, tales diligencias deberán comenzar con
una exhaustiva inspección ocular a cargo del funcionario que esté a cargo de la investigación, realizando
todas las acciones que estime necesarias para preservar la escena, y documentando todos los datos que
estime pertinentes. Una vez realizado lo anterior, se deberá permitir el acceso a los elementos clave de la
diligencia: los peritos auxiliares. Ubicados en la escena sometida a estudio, lo recomendable es que los
peritos realicen una búsqueda profunda de indicios, tanto en la propia escena, así como en zonas conexas
y aledañas, recopilando cualquier dato que pueda ser útil para la investigación. Dicha búsqueda deberá ser
metódica, completa, minuciosa y sistemática, no sólo del lugar en donde se tiene la sospecha de que se
encontrarán evidencias, sino también en aquellas zonas que guardan relación con el mismo. La necesidad
de que tal búsqueda sea tan rigurosa, obedece a que muchas de las evidencias no son apreciables a primera
vista y, por tanto, es necesario ejecutar un método adecuado para encontrarlas. Tales datos, mismos que
pueden consistir en cualquier tipo de objeto, huella, marca, rastro, señal o vestigio, proporcionan bases
científicas o técnicas para orientar la investigación criminal, reforzando hipótesis y permitiendo que se
arribe a conclusiones con un mayor grado de fiabilidad. Debe procurarse realizar el rastreo bajo las mejores
condiciones, esto es, utilizando los instrumentos adecuados, para así proceder a describir la escena, para lo
cual el uso de la fotografía y la planimetría son fundamentales.

Primera Sala, Tesis 1a. CCXCVI/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2004701

CADENA DE CUSTODIA. DIRECTRICES PARA QUE LOS INDICIOS RECABADOS EN LA ESCENA DEL CRIMEN
PUEDAN GENERAR CONVICCIÓN EN EL JUZGADOR. A efecto de que la cadena de custodia sea respetada
en el análisis de una escena del crimen y, por tanto, los indicios recabados generen convicción en el juzgador,
aquélla debe iniciar con la búsqueda de evidencias. Una vez que se han descubierto, lo ideal es llevar a cabo
un levantamiento cuidadoso -con un mínimo de manipulación- y una recopilación de dichas evidencias para
proceder a su embalaje, esto es, a su protección para evitar que se contaminen o pierdan, buscando minimizar
su deterioro mediante un sellado que impida posibles vías de contaminación. Posteriormente, el elemento
debe ser rotulado y sellado, para finalmente trasladarlo de inmediato a los laboratorios correspondientes.
Para que la cadena de custodia se mantenga de forma adecuada, debe procurarse que el especialista -quien
habrá de vestir con el equipo necesario-: (i) marque cada elemento que va a ser identificado; (ii) se asegure
de que se registre apropiadamente la información; (iii) procure que los elementos se almacenen en lugares
adecuados; y, (iv) limite el número de personas con acceso a la escena. Sin embargo, la falta de preparación
de las personas que intervienen en el estudio de las escenas de crimen, así como la carencia de protocolos
adecuados en las respectivas instituciones públicas, puede provocar que se cometan errores en la cadena
de custodia, los cuales comprometan la investigación que se está llevando a cabo. Así, entre tales errores se
encuentran la falta de organización del equipo, la débil protección de la escena, la falta de aseguramiento de
ésta para evitar que entren personas no autorizadas, la falla en la toma de anotaciones adecuadas, la toma
de pocas fotografías, el uso de técnicas incorrectas y la manipulación, recolección y empaque inadecuados
de la evidencia. Por tanto, el registro de la cadena de custodia resulta un aspecto indispensable dentro de la
investigación criminal, pues es recomendable que las personas que intervengan en el manejo de la escena
del crimen describan la forma en que se realizó la recolección, el embalaje y el etiquetado de evidencias, las
medidas puestas en práctica para garantizar su integridad, así como la identificación de quienes intervinieron
en las acciones, recabando el nombre, cargo y proceso realizado con cada una de las evidencias, incluyendo
la firma respectiva.

Primera Sala, Tesis 1a. CCXCVII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2004655

CADENA DE CUSTODIA. DIRECTRICES ESPECÍFICAS PARA EL CUIDADO DE LOS VESTIGIOS DE SANGRE


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 228

LOCALIZADOS EN LA ESCENA DEL CRIMEN. Debido a que la intención de recabar indicios en una escena
del crimen es que éstos generen el mayor grado de convicción en el juzgador, se requiere respetar la
llamada cadena de custodia. Así, es necesario indicar que dada la importancia que tienen los vestigios de
sangre en muchas de las escenas del crimen, es que los requisitos en materia de cadena de custodia se
han especializado cuando los rastros involucran a dichos vestigios, lo cual ha dado lugar a la hematología
forense, es decir, al estudio de la sangre, aplicado al campo de la criminalística. Al respecto, cuando se
considera que una mancha encontrada en una escena del crimen puede ser de sangre, es recomendable
que el experto encargado de su manejo la fotografíe, adjuntado una descripción por escrito del color, forma,
posición, dirección, cantidad y cualquier otro dato que estime pertinente. De igual manera, una vez que se
han encontrado posibles manchas hemáticas, deberá procederse al rastreo exhaustivo no sólo del lugar,
sino también de entradas, techos, muebles y zonas aledañas. Adicionalmente, debe señalarse que, debido
a la gran cantidad de detalles que pueden verse involucrados en la cadena de custodia, en especial cuando
el elemento sobre el cual versa es posiblemente sangre, debe procurarse una adecuada fijación fotográfica,
utilizando números para identificar los elementos y reglillas para percatarse de sus dimensiones. El uso de
material fotográfico permite conocer el lugar de los hechos de forma general, para tener un mejor panorama
sobre la distribución de las evidencias.

Primera Sala, Tesis 1a. CCXCVIII/2013 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2004654

5. Cadena Custodia
ESCENA DEL CRIMEN. PARA LA VALORACIÓN DE VESTIGIOS QUE PUEDEN SER DE SANGRE, ES NECESARIO
QUE SE ACREDITE TAL NATURALEZA MEDIANTE LOS POSTERIORES EXÁMENES DE LABORATORIO. A
consideración de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, antes de que el juzgador
pueda arribar a cierta conclusión sobre manchas hemáticas, es necesario cerciorarse que efectivamente
las evidencias correspondan a sangre, pues el sustento de una determinación criminal deberá consistir en
los exámenes que posteriormente se lleven a cabo en un laboratorio, en el cual, mediante los exámenes
científicos conducentes, se podrá emitir un diagnóstico fiable sobre las evidencias encontradas, permitiendo
así que las mismas se eleven a rango de prueba. Lo anterior es así, pues el análisis pericial consiste en el
complemento indispensable para que los elementos encontrados y preservados mediante la cadena de
custodia puedan generar convicción en el juzgador, pues es a través del análisis realizado en los laboratorios
de los elementos hallados en una determinada escena criminal, que las autoridades correspondientes
podrán obtener una conclusión fiable.

Primera Sala, Tesis 1a. CXXXIV/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008937

SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Primer Tribunal Colegiado en materia penal del Primer Circuito. Amparo Directo
144/2012. Fecha de resolución: 9 de agosto de 2012. Ponente: Magistrado Juan José Olvera López. Votación:
Unanimidad22.

HECHOS DEL CASO: El 27 de agosto de 2008, aproximadamente a las 22:00 horas, dos personas viajaban
a bordo de un vehículo sobre una avenida de la zona metropolitana de Ciudad de México, cuando en un
alto fueron interceptados por cuatro sujetos, quienes los amenazaron con armas de fuego para abordar el

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 229


automóvil; y fueron conducidos a un Sanborns y luego a un banco para obligarlos a retirar dinero de sus
tarjetas de crédito; sin embargo, uno de las víctimas logró escapar y dió aviso a unos policías, lo que derivó
en una persecución tras la cual se logró la detención y puesta a disposición de cuatro personas.

HISTORIA PROCESAL. En primera instancia se les condenó por los delitos Privación de la libertad personal
en su modalidad de secuestro express calificado y robo. En apelación básicamente se confirmó esa condena.
Uno de los sentenciados presentó demanda de amparo directo por violaciones a los artículos 14 y 20 de la
Constitución Federal respecto de la presunción de inocencia para dictar una sentencia condenatoria.

22 Versión pública no disponible, consulte el Sistema de Solicitudes de Información http://www.plataformadetransparencia.org.mx/


web/guest/inicio
EL SEÑALADO TRIBUNAL COLEGIADO, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…] Uno de los conceptos de violación es esencialmente fundado y suficiente para conceder el amparo […]
porque no hay prueba plena sobre la intervención del quejoso como coautor en la comisión del delito, […]
ya que las dos pruebas esenciales que podrían sustentarla son insuficientes, además de que la versión de
descargo del quejoso está mejor justificada.

[…] En la narración de los hechos de la versión de cargo, la intervención del quejoso es posterior a la privación
de la libertad de los ofendidos, pues se le identifica como una de las personas que iban en un vehículo con
el que, junto a otros, dieron protección a diversos inculpados cuando huían de la policía. Sobre ésto, sólo
se cuenta con la versión del policía que dice que detuvo al quejoso cuando bajó del automóvil, así como un
video que se refiere a lo sucedido en ese momento.

Empero, ni una ni otra prueba son suficientes. La declaración del policía no basta porque tiene inconsistencias
propias y la videograbación tampoco debido a que no se aprecia lo que en la versión de cargo se indica, por
lo menos no en cuanto al aquí quejoso, en tanto que no se advierte dato alguno que indique que su arribo
al lugar haya sido en función de protección del auto que conducían otros inculpados que huían de la policía
al haber sido descubiertos.

Se dice que esas son las dos pruebas esenciales sobre la intervención del quejoso, porque la versión de
cargo se refiere a dos momentos distintos; el primero en el que se relata la privación de la libertad de los
ofendidos y el segundo sobre la huida en un vehículo de los que en ese primer evento intervinieron, al
que le brindaron “protección” otros vehículos, con el fin de que escaparan de la policía. Es en uno de esos
vehículos en el que se ubica al aquí quejoso, ya que el policía que lo detuvo dice que cuando le cerraron el
paso al vehículo principal —en el que iban los que privaron de la libertad a los ofendidos— llegaron otros
vehículos, de los que se bajaron distintas personas, una de ellas el quejoso, a quien detuvo.

[…]

De esa versión de cargo se obtiene pues que la intervención del quejoso se refiere a lo que en líneas previas
se identificó como segundo evento, en el que diversas personas dieron “protección” al vehículo donde huía
otro de los inculpados que había intervenido materialmente en la privación de la libertad de los ofendidos.
Pero al revisar las pruebas que pudieran soportar esos datos, se obtiene que sobre la identificación del
quejoso sólo consta lo dicho por uno de los policías, a saber […] Los demás policías, se refieren en general
a la persecución del vehículo principal y de los autos que le brindaron protección para que lograra huir, pero
a la hora de la detención de cada persona, cada policía se abocó a uno de los inculpados y es por ello que
sobre el quejoso sólo pesa una imputación principal.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 230

Es cierto que lo dicho por los otros policías demuestra que pudo haber ocurrido la persecución, pues se
refieren a los vehículos que le dieron protección al Bora, entre ellos la camioneta Chevrolet S10, sin embargo,
ese aspecto no está justificado. En la narración de la versión de cargo se afirma que cuando la policía
intervino para detener a uno de los inculpados que inicialmente privaron de la libertad a los ofendidos, éste
se dio a la fuga en el auto Bora, en el que también iba una de los pasivos, y que en ese momento fue cuando
otros tres vehículos le dieron protección a aquel vehículo para que lograra escapar, en los que iban siete
personas más.

Ese dato debe estar respaldado probatoriamente para dar solidez a la versión de cargo, lo cual no ocurre pues
ni los ofendidos ni los policías afirman que los primeros dos inculpados —que privaron de la libertad a los
ofendidos— se hayan comunicado con los otros de modo tal que estuvieran esperándolos en determinado
lugar o que supieran donde estarían, para darles protección en caso de que la policía apareciera en escena.
[…]
Por otra parte, tampoco se justifica que para privar de la libertad a los dos ofendidos, los dos primeros
inculpados requirieran la intervención de siete personas más, y sólo para darles protección durante su
huida, porque en la versión de cargo no se dice que esas otras siete personas hayan tenido algún tipo de
intervención —sólo se afirma que uno de los inculpados se comunicaba con otra persona, a quien llamaba
“pa”.

5. Cadena Custodia
Además de que existen esas inconsistencias de la versión de cargo en su conjunto, sobre la responsabilidad
del quejoso debe haber una prueba sólida particular en su contra, a partir de la cual se pueda poner en
contexto con las demás pruebas que se refieren a la persecución. De manera que si lo manifestado por el
policía José Antonio Pérez Chávez se debilitó en cuanto a su alcance probatorio, por algunas inconsistencias
en su dicho —que enseguida se precisan—, esta prueba no puede servir como fuente para demostrar la
intervención del aquí quejoso en los términos que se le imputan.

Los policías *********** y *********** manifestaron que iban en la patrulla P-2926, y que se abocaron a la
persecución de dos personas que descendieron de uno de los vehículos que protegían al auto principal.
El primero (***********) precisó que persiguió a uno de ellos, a quien identifica como ***********, mientras
que su compañero (***********) detuvo a otro inculpado; por su parte, el segundo (***********) manifestó
que su persecución fue por la avenida Ignacio Zaragoza, casi esquina con Río Churubusco y que detuvo al
inculpado ***********, y que al llegar a la patrulla su compañero (***********) tenía detenida a una persona
de nombre ***********.

De lo anterior se obtiene que sobre la intervención del quejoso en realidad sólo podría tomarse como
fuente directa lo manifestado por el policía ***********, ya que es quien dice que lo detuvo, en tanto que al
otro policía no le consta realmente este hecho, y si bien lo dicho por éste podría constituir un indicio que
corrobore la detención del quejoso, la fuente primaria (sic) tendría que ser sólida, pero en el caso no lo es.
Y no lo es porque de inicio no es clara en la imputación contra el quejoso, […].

Así, la fuente directa de imputación en contra del aquí quejoso resulta insuficiente para tomarla como punto
de partida y buscar soporte en los indicios sobre la persecución previa, e incluso para dar crédito a lo dicho
por el otro policía de que lo vio cuando ya había sido detenido.

Por otro lado, la otra prueba que podría servir de soporte para probar la intervención del quejoso tampoco
es suficiente. Se trata del video que se contiene en un sobre blanco con la leyenda “Video S.S.P. 239/08”.
Al reproducir directamente ese video en un equipo de cómputo del tribunal, se aprecian diversas patrullas
e incluso se observan diversas personas detenidas, pero que ya se encuentran a bordo de las patrullas,
además de que al final se observa un vehículo tipo “Bora” color blanco. Pero no se observa en ningún
momento lo que se dice en la versión de cargo: que hayan llegado los vehículos y que hayan descendido

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 231


de ellos diversas personas que fueron perseguidos por los policías. Esto se explica porque en la versión de
cargo la llamada de auxilio a las otras patrullas fue aproximadamente a las veintitrés horas con cuarenta
minutos, en tanto que en el video se indica que se trata de las primeras horas del día siguiente (de las cero
horas con veinticinco minutos a la primera hora con tres minutos).

De lo anterior se obtiene que la prueba no es suficiente porque no muestra lo ocurrido antes, para poder
advertir datos que indiquen si el arribo de los vehículos, distintos al auto principal en el que iba la ofendida
y un inculpado (el auto tipo Bora), fue porque eran perseguidos o porque llegaron momentos después al
lugar. Y esta insuficiencia es atribuible al fiscal, sobre quien pesa la carga de la prueba de la acusación. Si
se trata de una videograbación obtenida de las cámaras de seguridad pública, no hay razón para que no
se muestre lo ocurrido momentos antes, más próximos a la hora de la detención, o en todo caso al fiscal
le correspondía explicar por qué no se incluyó en la grabación que se envió al juez lo acontecido minutos
antes.
De modo que esta videograbación no puede respaldar la detención del quejoso, porque no se muestra ni
siquiera el vehículo en el que el policía que lo detuvo afirma que llegó al lugar de los hechos (la camioneta
Chevrolet S10). Ni siquiera se observa que haya habido una persecución previa, sólo se ve que las personas
ya están detenidas a bordo de las patrullas.

Sobre este video ocurre la misma problemática de la versión de cargo para demostrar la intervención del
aquí quejoso. Pueden existir indicios que construyan una versión inculpatoria, o bien indicios indirectos que
respalden una fuente primaria de prueba, pero cuando ésta es insuficiente, al no tener nada que soportar,
no pueden sustentar una condena, ni siquiera por la vía de demostración circunstancial.

En conclusión, las dos pruebas que podrían soportar la intervención del quejoso son insuficientes, lo
dicho por el policía *********** porque presenta inconsistencias sobre la identificación del quejoso, y la
videograbación porque no se aprecia el dato significativo sobre este aspecto: que diversos vehículos hayan
sido bloqueados por las patrullas y que diversos sujetos se hayan bajado de los autos para luego ser
perseguidos.

[…].

DECISIÓN. El Tribunal Colegiado decidió conceder la protección constitucional al quejoso y ordenar su


inmediata y absoluta libertad, como consecuencia de que la Representación Social no aportó elementos
de prueba contundentes sobre su participación en el evento; porque que las únicas dos pruebas en nada
aportaban sobre el quejoso y el hecho delictivo, que fue materia del juicio.

TESIS QUE DERIVA DE ESTA EJECUTORIA

CADENA DE CUSTODIA. EL FISCAL DEBE ASUMIR EL COSTO PROBATORIO POR LAS DEFICIENCIAS QUE
ÉL CAUSE EN LA OBTENCIÓN DE BIENES QUE PUEDAN GENERAR INDICIOS. Atento a la obligación de
investigar los delitos y a los principios de objetividad y buena fe con los que se debe desplegar esa función,
contenidos en el artículo 21 constitucional, así como al derecho de defensa del inculpado, establecido en el
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 232

artículo 20, apartado A (en su texto anterior a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18
de junio de 2008) de la Carta Magna, si en la recolección de bienes que puedan generar evidencia, el órgano
investigador no recopila todo lo existente, incluido lo que pudiera dar respaldo a una hipótesis alternativa
de los hechos, y si además conocía esa otra hipótesis en la fase de investigación al ser sostenida por los
detenidos en su declaración ministerial, debe asumir el costo probatorio de la pérdida de esos bienes, al
grado tal que podría generarse un indicio en contra de su versión, si con esa prueba se benefició como actor
en el proceso, sea porque no se debilitó de esa manera su posición o porque así impide que se respalde
la versión de descargo. En ese contexto, si en un caso en el que se afirma que los inculpados participaron
en la comisión de un delito, y se disponía de audio y video de seguridad pública que no fue recaudado de
inmediato por el fiscal, ni después de que los inculpados introdujeron la versión de descargo (según la cual
ellos no estuvieron en el momento del delito, sino que llegaron después) y en ese material, recabado hasta
la instrucción a petición de la defensa, se aprecia que, sin justificación o explicación alguna de la autoridad
que lo produjo, no se contiene el momento del hecho sino lo ocurrido tiempo después, es claro que no sólo
no prueba la versión de cargo -pues los videos no contienen el segmento que corresponde al tiempo en que
los inculpados llegaron al lugar de los hechos-, sino que además genera un indicio en contra de esa versión,
es decir, que los detenidos no estaban en el momento de los hechos delictivos, sino que llegaron después. 
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

5. Cadena Custodia
Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.8 P(10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2001846

TERCERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Primer Tribunal Colegiado en materia penal del Primer Circuito. Amparo
Directo 220/2007. Fecha de resolución: 31 de octubre de 2007. Ponente: Magistrado Juan José Olvera
López. Votación: Mayoría23.

HECHOS DEL CASO: El Ministerio Público sostuvo que el 2 de julio de 2005 una mujer hizo parada y abordó
un taxi ecológico en el asiento posterior, mientras conducía a su destino, el chofer frenó intempestivamente
para permitir que un sujeto lo abordara por la puerta de atrás. Tal sujeto insultó a la mujer al tiempo en que
forcejeaba con ella para desnudarla, introduciéndole reiteradamente los dedos en su vagina; al llegar a una
esquina el chofer le permitió salir a la mujer del vehículo, quedándose con su bolsa de mano.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia condenatoria por el delito Violación
agravada tanto al taxista como al agresor directo, que fue confirmada en apelación. El sentenciado presentó
demanda de amparo directo para analizar postulados de los artículos 14 y 16 de la Constitución Federal,
relativos a insuficiencia probatoria y reglas jurídicas en cuanto a la cadena de custodia.

EL SEÑALADO TRIBUNAL COLEGIADO, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 233


Es esencialmente fundado uno de los conceptos de violación que esgrime el quejoso, en el cual medularmente
sostiene que la responsable ponderó desacertadamente el material probatorio que la condujo a tener por
demostrada su responsabilidad penal en el delito Violación agravada.

Ciertamente, si bien la Sala responsable sustenta en diversos medios de prueba su conclusión de que está
acreditado que fue el ahora quejoso quien por medio de la violencia física introdujo los dedos de su mano
en la vagina de la ofendida, también lo es que aplicó de manera inexacta la ley que regula la valoración de
esas pruebas.

[…]

23 Sentencia no disponible para su consulta a través de internet, si el lector lo desea puede solicitarla a la Unidad de Enlace del Consejo
de la Judicatura Federal.
Como se advierte sustentó su decisión en diversos medios de convicción: testimoniales, documentales,
inspecciones ministeriales y periciales. Mas, al examinar con acuciosidad cada uno de esos medios de
prueba, […] se llega a la conclusión de que ninguna de esas pruebas sirve para el fin anotado, […]. Y, porque,
ante la insuficiencia probatoria, el sólo testimonio de la ofendida *********** se torna insuficiente para
sustentar una sentencia de condena.

Se explica. En torno a las manifestaciones emitidas por los policías judiciales (1) *********** y (2) ***********,
existe una razón común para negarles valor demostrativo, a saber: no conocieron el hecho que narraron a
través de sus sentidos, […].

[…]

(I) ***********, (II) ***********, (III) ***********, (IV) *********** y (V) ***********, sólo dan noticia en torno a la
forma y motivo por el cual fue detenido el aquí quejoso ***********, a saber: porque al viajar a bordo de un
taxi, portaba un arma de fuego sin contar con el acuerdo de cooperación que lo autorizara a traer consigo
dicha arma de fuego fuera del ámbito territorial (Estado de México) en el que ejerce la función de policía
ministerial, en tanto que de lo narrado por (V) *********** únicamente reporta que en esa fecha dejó al
enjuiciado a disposición del Ministerio Público.

En lo que concierne la nota informativa suscrita por el Fiscal *********** y la diligencia practicada por la
agente del Ministerio Público ***********, ambas de treinta de junio de dos mil cuatro, sólo constituyen
actuaciones ministeriales […].

Y en relación con las inspecciones ministeriales practicadas el treinta de junio y uno de julio, ambas de
dos mil cuatro, constatan exclusivamente: i) las características que presentaban las prendas que vestía
la ofendida en el momento de que resintió la conducta ilícita, ii) el estado de salud del aquí quejoso y iii)
las propiedades definitorias de un vehículo marca Volkswagen, tipo Sedan, modelo 1999, con placas de
circulación ********, del Distrito Federal, color ecológico.

Por lo que ve a la notificación realizada a la Agencia 42 del Ministerio Público, hoja de servicios de urgencias,
ambas expedidas por el Hospital de Traumatología “Dr. Victorio de la Fuente Narváez” del Instituto Mexicano
del Seguro Social, constancia de hospitalización y expediente clínico, despachadas por el Hospital Regional
de Psiquiatría Unidad Morelos del Instituto Mexicano del Seguro Social, los dictámenes periciales en
materia de: a) integridad física, ginecológico, proctológico, peso y talla, b) psiquiatría forense, c) química
forense, d) química forense –rastreo hemático–, e) odontológico y f) criminalística de campo (dos), no son
pruebas que pueden ser útiles para acreditar la participación del aquí quejoso en la participación del delito
que se le atribuye, esto es que *********** fue quien por medio de la violencia física introdujo los dedos
de su mano en la vagina de la ofendida ***********, porque esos medios de prueba fueron aportados al
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 234

juicio con el objeto de verificar la agresión sexual que resintió la pasivo del delito, y a ese tema se limita su
alcance demostrativo.

En efecto, tales medios de convicción esencialmente sirvieron para demostrar que la ofendida presentó
lesiones físicas y emocionales propias de una agresión sexual, de modo que sólo tienen el alcance de
contribuir al esclarecimiento de que la pasivo fue víctima de una violación: […]

Finalmente, por cuanto hace a los dictámenes en materia de i) criminalística de campo y fotografía y ii)
estudio de pelos (sic), la Sala responsable estimó que generaban indicios encaminados a demostrar la
participación del aquí quejoso en el delito Violación, dado que con ellos se comprobó que el activo fue
detenido en el mismo vehículo en que se perpetró esa conducta ilícita, esto es lo ubica en el contexto de los
hechos, ya que el primero reveló lo siguiente:

“… DESCRIPCIÓN DEL VEHÍCULO. […] se localizaron diversos filamentos en el asiento trasero, respaldo
y asiento del lado derecho, los cuales se fijan y se realiza levantamiento y embalaje de los filamentos
pilosos, haciendo entrega al personal de actuaciones. CONCLUSIONES. ÚNICA. Por las características del
vehículo el cual se encuentra recién limpio, se deduce que este fuera manipulado momentos anteriores a
su disposición de la Autoridad, por lo que no es posible determinar la existencia de otro indicio relacionado
en los presentes hechos”. (foja 212 tomo II de la causa penal de origen).

5. Cadena Custodia
Y del segundo dictamen derivó:

“... PROBLEMA PLANTEADO. Determinar si los elementos filamentosos de la Muestra Problema son
pelos de origen humano, de serlo así especificar el área anatómica a la que corresponden y mencionar
si presentan correspondencias morfológicas con la Muestra Testigo. MUESTRA PROBLEMA. Muestra A.
Elementos filamentosos enviados en un sobre de papel blanco con la leyenda ‘Pelos interior vehículo VW
verde ecológico *******’. MUESTRA TESTIGO. Muestra UNO. Pelos de las diversas regiones de la cabeza
pertenecientes a la denunciante *********** (...). CONCLUSIONES. Los elementos filamentosos de la Muestra
Problema A, son pelos de ORIGEN HUMANO Y CORRESPONDEN A LA REGION DE LA CABEZA. Los pelos
de la Muestra Problema A (elementos filamentosos enviados en un sobre de papel blanco con la leyenda
‘Pelos interior vehículo VW verde ecológico ********’) por las características analizadas CORRESPONDEN A
LA DENUNCIANTE ***********. (Muestra Testigo UNO)...”

Sin embargo, el resultado de esos dictámenes no debió generar convicción en el ánimo de la Sala
responsable para ubicar al aquí quejoso en el contexto de los hechos dado que no hay certeza de que los
filamentos objeto de peritación efectivamente fueron localizados en el asiento trasero, respaldo y asiento
lado derecho del vehículo que tripulaba el enjuiciado al momento de su detención, dado que se obtuvieron
sin la intervención imprescindible del Ministerio Público y, por ende, sin la elaboración del acta ministerial
correspondiente, en contravención con las reglas aplicables que para el hallazgo de huellas y objetos
del delito prevén los artículo 94 y 95 el Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, que
literalmente disponen:

[…] sólo el Ministerio Público o el agente de la Policía Judicial están facultados para recoger, si fuera
posible, los vestigios que deje el delito o pruebas materiales de su perpetración, lo que harán constar en
el acta o parte, según sea el caso, y si bien prevé que cuando las circunstancias de la cosa no pudieren
apreciarse debidamente sino por peritos, no por ello se autoriza la ausencia del Fiscal, antes bien, la reiteran
al disponer que será el representante social quien en ese momento nombrará a dichos peritos, agregando
al acta el dictamen que emitan.

[…] de los autos que integran la causa penal de origen se desprende que si bien es cierto el Ministerio
Público por acuerdo de treinta de junio de dos mil cuatro, dictado a las veintidós horas con cincuenta y cinco

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 235


minutos, solicitó la intervención de peritos en materia de criminalística para la búsqueda de indicios en el
vehículo que le fue puesto a disposición, y giró para tal efecto el oficio sin número dirigido al Coordinador
de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, cuyo acuse de recibo obra
a fojas 19, del cual se advierte que se recibió ese mismo día pero a las veintitrés horas, no menos cierto
resulta que la búsqueda de indicios fue practicada por los peritos *********** y *********** sin la presencia
del Ministerio Público y, por ende, sin que se levantara el acta ministerial correspondiente, es decir sin
observar las formalidades que exigen los artículos 94 y 96 del código adjetivo invocado.

Además, otra razón que impide dar por supuesto que el hallazgo se llevó a cabo en los términos precisados,
consiste en que el oficio a través del cual el Fiscal solicitó la intervención de peritos para ese fin fue recibido
en la Coordinación de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal el treinta
de junio de dos mil cuatro a las veintitrés horas; sin embargo, los peritos (sic) ***********en su dictamen
señalaron que el descubrimiento de los filamentos se llevó a cabo a las veintidós horas con treinta minutos
del treinta de junio de ese año, dado que a esa hora se presentaron en el área de estacionamiento vehicular
para practicar la investigación solicitada (foja 212 tomo II de la causa de origen), lo cual temporalmente
no es posible que así ocurriera, en razón de que a la hora que señalan los peritos aún no recibían el oficio
que ordenaba tal actividad, pues se recibió hasta las veintitrés horas de ese día, es decir treinta minutos
después de la hora que refieren, ello sin contar el tiempo que medio entre la recepción de ese oficio y el
momento en que se les instruyó de su contenido, y tampoco sin contar el tiempo que trascurrió al momento
en que se trasladaron al lugar donde se encontraba el vehículo automotriz objeto de investigación.

Consecuentemente, las circunstancias destacadas imposibilitan conceder valor probatorio a los dictámenes
en materia de i) criminalística de campo y fotografía y ii) estudio de pelos que obran en autos, dado que
no hay certeza de que los filamentos objeto de peritación efectivamente fueron localizados en el asiento
trasero, respaldo y asiento lado derecho del vehículo que tripulaba el enjuiciado al momento de su detención.

En ese contexto, esto es ante la insuficiencia probatoria destacada en este considerando en párrafos
precedentes, el sólo testimonio de la ofendida *********** se torna insuficiente para sustentar una sentencia
de condena.

Para dar sustento a lo anterior conviene señalar que la ponderación de la prueba testimonial en el Código de
Procedimientos Penales para el Distrito Federal (título segundo, capitulo XIV del valor jurídico de la prueba),
a diferencia de lo que, sobre el mismo tema, trata el Código Federal de Procedimientos Penales24, se rige por
el sistema de valoración mixto dado que, por un lado, establece reglas para tasar una parte del testimonio y,
por otro, una vez superadas se deja al libre arbitrio del juzgador la determinación de su alcance probatorio.

En efecto, en un primer plano de análisis, la prueba testimonial debe cumplir ciertos requisitos (taxativamente
delimitados en el artículo 255 del ordenamiento legal en consulta), de modo que si uno de ellos no se
satisface, el hecho narrado, no tendrá ningún valor probatorio. Y en un segundo nivel de análisis, superadas
todas esas exigencias normativas, el juzgador ponderará a su arbitrio el alcance probatorio del relato del
testigo, el cual podrá configurar desde un indicio hasta generar prueba plena, conforme al caso concreto.

Con esas bases, este tribunal colegiado advierte que en relación con el testimonio de la ofendida De la Orta
Gamboa concurre una circunstancia que impide concederle valor probatorio pleno, dado que no cumple
con el requisito que exige la fracción III del artículo 255 del Código de Procedimientos Penales para el
Distrito Federal, porque a partir de sus antecedentes personales se genera un indicio de que no es digna
de crédito, ya que pesa en su contra una sentencia ejecutoriada por su responsabilidad en la comisión del
delito Falsedad de Declaraciones: narró hechos falsos ante la autoridad ministerial.

Ciertamente, en el juicio de origen obra copia certificada de los autos de la diversa causa penal 370, de
la cual se advierte que el veintinueve de diciembre de dos mil cinco, el juez Sexagésimo Octavo Penal del
Distrito Federal, dictó sentencia condenatoria contra *********** por su responsabilidad en la comisión del
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 236

citado ilícito, previsto en el artículo 312, párrafo primero del Código Penal del Distrito Federal (hipótesis: a
quien con el propósito de inculpar a alguien indebidamente ante el Ministerio Público declare falsamente
como denunciante), resolución que causó ejecutoria por auto de veinte de enero de dos mil seis.

[…]

En efecto, la pasivo del delito al narrar los hechos señaló que fue agredida sexualmente en un vehículo
automotriz, específicamente en su primera declaración ministerial rendida el treinta de junio de dos mil
cuatro, refirió que se trataba de un taxi Volkswagen, Sedan, color verde ecológico, de los tolerados, y que
“se percató que al vehículo le faltaba el copete que dice ‘taxi’, como si estuviera roto y al sentarse en

24 En este ordenamiento legal la prueba testimonial se rige por el sistema de valoración legal o tasado, pues determina que superados
ciertos requisitos (previstos en artículo 289), el testimonio constituirá mero indicio (artículo 285).
la parte trasera, ya que no tenía asiento el copiloto, se percató que el vidrio lateral trasero derecho se
encontraban pegadas varias calcomanías de letras de color blanco (...) percatándose que en el medallón
se encontraba una calcomanía en forma de triangulo”, también precisó que al tener a la vista el vehículo
de la marca Volkwagen, Sedan, taxi verde ecológico tolerado, modelo mil novecientos noventa y nueve,
placas de circulación ********, lo reconocía plenamente y sin temor a equivocarse como el mismo vehículo

5. Cadena Custodia
que abordó y en el que fue violada por el aquí quejoso, porque corresponde con todas las características
como son la falta de copete, las letras en el vidrio, se trata de un taxi tolerado y sobre todo porque tiene la
calcomanía que se encuentra en la parte trasera en forma de triángulo.

En posterior diligencia ministerial de dos de septiembre de dos mil cuatro, en lo que interesa, indicó que
cuando señaló que el vehículo taxi le faltaba el copete, se refirió a que al hacerle la parada se dio cuenta
que el copete donde que dice taxi estaba roto, que se percató tenía varias calcomanías y letras de color
blanco; a preguntas de la defensa contestó que le llamó la atención que en el cristal de vehículo tenía letras
de colores, que el copete del vehículo estaba roto de un pedazo, es decir que le faltaba un pedazo, que
de lo que se fijó es que estaba roto pero no qué tanto le faltaba. Y que se enteró de la detención de sus
agresores porque en la Agencia 42 del Ministerio Público un policía judicial le informó que había detenido
a dos sujetos que circulaban a bordo de un vehículo que coincidía con las características de aquel en que
había sido agredida sexualmente.

Por último, en diligencia de veintidós de octubre de dos mil cuatro, al carearse con el coprocesado ***********,
derivó que:

“... el procesado le manifiesta a su careada: a parte de ratificar mis declaraciones anteriores, que miente
desde que llegó a bordo de una patrulla de policía preventiva, llegó a señalarnos como presuntos
responsables de un delito que no cometimos ya que ahorita que nos hemos dado cuenta que es amafiado
por policías preventivos y judiciales, y la señora está coludita (sic) con ellos, ya que ese día como manifiesto
en mis declaraciones estuve fuera de mi domicilio hasta las dos de la tarde, y miente en todo lo que declara
hay varios detalles que manifiesta que mi vehículo no tiene calcomanías que no tiene copete, que está roto,
y obviamente todo esto es mentira ya que si revisan las fotografías está completo y después de tenerlo a
la vista en GAM 3 es donde toma los datos para cuadrar este delito junto con los policías judiciales que
vienen a carearse, reitero que llega a bordo de una patrulla del policía preventivo *********** Jefe de Sector
y no en una patrulla de judiciales como lo manifiesta; contestando la ofendida: es mentira lo que dices y tu
fuiste junto con el otro y está equivocado por lo que dices del carro, primero identifiqué a usted yo nunca vi
el carro, nunca lo vi (…)”.

Como se aprecia, la pasivo del delito incurrió en una clara imprecisión a la hora de señalar las características
definitorias que presentaba el vehículo que abordó el día de los hechos, en el que fue agredida sexualmente,

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 237


pues en un primer momento señaló que se trataba de un taxi tolerado el cual precisó le hacía falta el copete
que dice “taxi”, indicación que reiteró a la ahora en que le fue puesta a la vista dicho vehículo automotriz,
dado que sostuvo que se trataba del mismo taxi en el que fue violada porque le hacia falta el copete y
que ello permitió conocer de la detención del sentenciado porque en la Agencia 42 del Ministerio Público
un policía judicial le informó que había detenido a dos sujetos que circulaban a bordo de un vehículo que
coincidía con las características de aquel en que había sido agredida sexualmente: taxi sin copete; después,
señaló que en realidad el taxi sí tenia copete, el cual estaba roto de un pedazo, es decir que le faltaba un
pedazo, pero que no se fijó que tanto le faltaba; y, por último, sostuvo que ella nunca vio el carro, esto es que
nunca observó el taxi como lo indicó en su primigenia declaración. […]

Por tanto, esas dos circunstancias: que la ofendida no posea completa credibilidad y que sea imprecisa
su narrativa en la que involucra la participación del activo del delito: lo ubica en el contexto de los hechos,
impiden conceder pleno valor probatorio a su testimonio, en términos del citado artículo 255, fracciones III
y V.
De esta suerte, en el mejor de los supuestos el deposado de *********** a lo sumo alcanzaría valor de
indicio, pero aun así tal circunstancia es insuficiente para motivar una sentencia de condena, dado que la
declaración de una sola persona que impute al acusado su participación en los hechos constitutivos de
delito, es insuficiente para formar por sí misma convicción en la materia, pues sólo alcanza a generar una
presunción, la cual no se adminicula con algún otro medio de prueba.

[…].

DECISIÓN. El Tribunal Colegiado decidió conceder el amparo y protección al quejoso, lo que implicó ponerlo en
inmediata y absoluta libertad. El Tribunal consideró que no estaba acreditada plenamente su responsabilidad
en el delito Violación, entre otras cosas, porque existió un indebido tratamiento de la evidencia, empezando
que no se demostró que fue encontrada en el auto.

NORMATIVIDAD CORRELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 21. La investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y a las policías, las cuales
actuarán bajo la conducción y mando de aquél en el ejercicio de esta función.

[…]

La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios,
que comprende la prevención de los delitos; la investigación y persecución para hacerla efectiva, así como
la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley, en las respectivas competencias
que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones de seguridad pública se regirá por los
principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 238

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 132. Obligaciones de la Policía

[…]

VIII. Preservar el lugar de los hechos o del hallazgo y en general, realizar todos los actos necesarios para
garantizar la integridad de los indicios. En su caso deberá dar aviso a la Policía con capacidades para
procesar la escena del hecho y al Ministerio Público conforme a las disposiciones previstas en este Código
y en la legislación aplicable;

IX. Recolectar y resguardar objetos relacionados con la investigación de los delitos, en los términos de la
fracción anterior;
[…]

Artículo 214. Principios que rigen a las autoridades de la investigación

Las autoridades encargadas de desarrollar la investigación de los delitos se regirán por los principios de
legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez, lealtad y respeto a los derechos humanos

5. Cadena Custodia
reconocidos en la Constitución y en los Tratados.

[…]

Artículo 227. Cadena de custodia

La cadena de custodia es el sistema de control y registro que se aplica al indicio, evidencia, objeto, instrumento
o producto del hecho delictivo, desde su localización, descubrimiento o aportación, en el lugar de los hechos
o del hallazgo, hasta que la autoridad competente ordene su conclusión.

Con el fin de corroborar los elementos materiales probatorios y la evidencia física, la cadena de custodia se
aplicará teniendo en cuenta los siguientes factores: identidad, estado original, condiciones de recolección,
preservación, empaque y traslado; lugares y fechas de permanencia y los cambios que en cada custodia
se hayan realizado; igualmente se registrará el nombre y la identificación de todas las personas que hayan
estado en contacto con esos elementos.

Artículo 228. Responsables de cadena de custodia

La aplicación de la cadena de custodia es responsabilidad de quienes en cumplimiento de las funciones


propias de su encargo o actividad, en los términos de ley, tengan contacto con los indicios, vestigios,
evidencias, objetos, instrumentos o productos del hecho delictivo.

Cuando durante el procedimiento de cadena de custodia los indicios, huellas o vestigios del hecho delictivo,
así como los instrumentos, objetos o productos del delito se alteren, no perderán su valor probatorio, a
menos que la autoridad competente verifique que han sido modificados de tal forma que hayan perdido su
eficacia para acreditar el hecho o circunstancia de que se trate. Los indicios, huellas o vestigios del hecho
delictivo, así como los instrumentos, objetos o productos del delito deberán concatenarse con otros medios
probatorios para tal fin. Lo anterior, con independencia de la responsabilidad en que pudieran incurrir los
servidores públicos por la inobservancia de este procedimiento.

Artículo 229. Aseguramiento de bienes, instrumentos, objetos o productos del delito

Los instrumentos, objetos o productos del delito, así como los bienes en que existan huellas o pudieran
tener relación con éste, siempre que guarden relación directa con el lugar de los hechos o del hallazgo, serán

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 239


asegurados durante el desarrollo de la investigación, a fin de que no se alteren, destruyan o desaparezcan.
Para tales efectos se establecerán controles específicos para su resguardo, que atenderán como mínimo a
la naturaleza del bien y a la peligrosidad de su conservación.

Artículo 230. Reglas sobre el aseguramiento de bienes

El aseguramiento de bienes se realizará conforme a lo siguiente:

I. El Ministerio Público, o la Policía en auxilio de éste, deberá elaborar un inventario de todos y cada uno de
los bienes que se pretendan asegurar, firmado por el imputado o la persona con quien se atienda el acto
de investigación. Ante su ausencia o negativa, la relación deberá ser firmada por dos testigos presenciales
que preferentemente no sean miembros de la Policía y cuando ello suceda, que no hayan participado
materialmente en la ejecución del acto;

I. La Policía deberá tomar las providencias necesarias para la debida preservación del lugar de los hechos o
del hallazgo y de los indicios, huellas, o vestigios del hecho delictivo, así como de los instrumentos, objetos
o productos del delito asegurados, y

III. Los bienes asegurados y el inventario correspondiente se pondrán a la brevedad a disposición de la


autoridad competente, de conformidad con las disposiciones aplicables.

[…]

Artículo 272. Peritajes

Durante la investigación, el Ministerio Público o la Policía con conocimiento de éste, podrá disponer la
práctica de los peritajes que sean necesarios para la investigación del hecho. El dictamen escrito no exime
al perito del deber de concurrir a declarar en la audiencia de juicio.

Artículo 273. Acceso a los indicios

Los peritos que elaboren los dictámenes tendrán en todo momento acceso a los indicios sobre los que
versarán los mismos, o a los que se hará referencia en el interrogatorio.

Artículo 274. Peritaje irreproducible

Cuando se realice un peritaje sobre objetos que se consuman al ser analizados, no se permitirá que se
verifique el primer análisis sino sobre la cantidad estrictamente necesaria para ello, a no ser que su existencia
sea escasa y los peritos no puedan emitir su opinión sin consumirla por completo. Éste último supuesto o
cualquier otro semejante que impida que con posterioridad se practique un peritaje independiente, deberá ser
notificado por el Ministerio Público al Defensor del imputado, si éste ya se hubiere designado o al Defensor
público, para que si lo estima necesario, los peritos de ambas partes, y de manera conjunta practiquen el
examen, o bien, para que el perito de la defensa acuda a presenciar la realización de peritaje.

[…]

Artículo 289. Descubrimiento de un delito diverso

Si al practicarse un cateo resultare el descubrimiento de un delito distinto del que lo haya motivado, se
formará un inventario de aquello que se recoja relacionado con el nuevo delito, observándose en este caso
lo relativo a la cadena de custodia y se hará constar esta circunstancia en el registro para dar inicio a una
nueva investigación.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 240
6. USO RAZONABLE DE LA FUERZA

REGLA

El efectivo que realice la detención debe usar racionalmente la fuerza y


velar por la integridad e la persona detenida hasta en tanto se le pone a
disposición del Ministerio Público.

EXPLICACIÓN LA REGLA

El uso de la fuerza pública por parte de las corporaciones de seguridad


debe realizarse con base en los siguientes criterios:

A) Legitimidad: que el funcionario cuente con facultades para usar la


fuerza y que sea motivada por los hechos del caso.

B) Necesidad: la fuerza pública debe ser utilizada sólo cuando sea


absolutamente necesaria y se deben agotar primero los medios no
violentos que existan para lograr el objetivo que se busca, o sea, cuando
las alternativas menos restrictivas de derechos ya fueron agotadas. Es
preciso verificar si la persona que se pretende detener representa una
amenaza o peligro real o inminente para los efectivos o para terceros.

C) Idoneidad: la utilización del uso de la fuerza sea un medio adecuado


para lograr la detención.

D) Proporcionalidad: El nivel de fuerza utilizado debe ser acorde con


el nivel de resistencia ofrecido. Los agentes deben aplicar un criterio
de uso diferenciado y progresivo de la fuerza, determinando el grado
de cooperación, resistencia o agresión de parte del sujeto al cual se
pretende intervenir y con ello emplear tácticas de negociación, control o
uso de fuerza, según corresponda.

En caso de que durante una operación se haya usado la fuerza para


someter al detenido, deberá asentarselo en el documento donde se
realice la puesta a disposición ante el Ministerio Público, así como las
condiciones que generaron los actos de sometimiento y las técnicas
utilizadas para su reducción.
FDD
PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 3153/2014. Fecha de resolución: 10 de junio de


2015. Ponente: Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Votación: Unanimidad. 1

HECHOS DEL CASO: El Ministerio Público sostuvo que el 23 de mayo de 2013, alrededor de las 17:00
horas, elementos de la Policía Federal desplegaron un operativo de vigilancia en las inmediaciones de
un restaurante con motivo de una denuncia por extorsión telefónica. Agregar que la víctima acordó verse
en un lugar determinado para entregar una suma de dinero, en cuanto un sujeto se aproximó a élla y se
apoderandose de la mochila en la que estaba el dinero, los policías lo abordaron para detenerlo; al verlos, el
sujeto intentó huir, por lo que fue derribado y sometido en el piso, para ser trasladado inmediatamente ante
la autoridad ministerial.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia de condena por el delito Extorsión agravada
(al haberse utilizado como medio comisivo la vía telefónica). La sentencia de apelación confirmó esa
condena. En el amparo directo se negó la protección de la justicia federal. El quejoso interpuso recurso de
revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que determinara los alcances del último párrafo
del artículo 19 de la Constitución Federal, en relación con el derecho fundamental de toda persona a no
recibir malos tratos durante las aprehensiones o detenciones cuando la fuerza pública es ejercida por los
elementos policíacos durante la detención de la persona.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

El examen constitucional que desarrollará esta Primera Sala, consiste en determinar si fue correcta la
interpretación que efectuó el Tribunal Colegiado de Circuito del conocimiento, en el sentido de que el
derecho de toda persona a no recibir malos tratos en la detención o aprehensión, previsto en el artículo 19,
último párrafo, Constitucional, admite el uso de la fuerza pública estrictamente necesaria para asegurar a
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 242

una persona que ha cometido un delito y que pretende huir, cuyo estudio se desplegará en los siguientes
puntos: (I) la legalidad de las detenciones bajo el parámetro del uso de la fuerza pública; y (II) aplicación de
dicho estándar al caso concreto.

[…] la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 7, consagra el derecho de toda
persona a la libertad y seguridad personales y contiene garantías específicas que protegen el derecho a
no ser privado de la libertad ilegal o arbitrariamente, a conocer las razones de la detención y los cargos
formulados en contra de las personas detenidas, al control judicial de la privación de la libertad y a impugnar
la legalidad de la detención.

Además, el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, ha señalado que el

1 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=168077
artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos proclama que la libertad personal se
refiere a la ausencia de confinamiento físico, no a una libertad general de acción; en tanto que la seguridad

6. Uso Razonable de la Fuerza


personal se refiere a la protección contra lesiones físicas o psicológicas o integridad física y moral.2

[…] en el caso Montiel Flores y Cabrera García vs. México la Corte Interamericana determinó que el derecho a
la integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de
grado que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes
cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos (duración
de los tratos, edad, sexo, salud, contexto, vulnerabilidad, entre otros) que deberán ser demostrados en cada
situación concreta.

[…] dicho tribunal interamericano ha indicado que todo uso de la fuerza que no sea estrictamente necesario
por el propio comportamiento de la persona detenida constituye un atentado contra la dignidad humana en
violación del artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.3

[…] esta Primera Sala ha señalado que la detención de una persona en flagrancia se debe realizar bajo el
cumplimiento irrestricto del marco constitucional y convencional a fin de que no se considere arbitraria.

Así, para que la detención de una persona sea válida debe cumplir con los siguientes requisitos:

1. Debe justificarse en las causas y condiciones (sic) fijadas de antemano en la constitución y en la ley;

2. La detención no debe ser arbitraria;

3. Las autoridades deben informar a la persona detenida, en el momento de su detención, de las razones de
la misma y notificada sin demora de los cargos formulados contra ella;

4. La persona detenida debe ser llevada ante la autoridad competente que verifique la legalidad de la
detención;

5. Como garantía de reparación, deberá ordenarse su libertad si la detención fue ilegal o arbitraria4, lo
que realizará la autoridad que inmediatamente califique la legalidad de la detención, efecto que no sería
procedente en un amparo directo en revisión, porque en esos casos la privación de la libertad del quejoso
deriva de las diversas determinaciones emitidas dentro del procedimiento –auto de formal prisión,
sentencias de primera y de segunda instancia–, por lo que únicamente tendría el efecto de declarar la
ilicitud de la detención así como de las pruebas que le deriven5.

[…] dentro del marco de la legalidad de las detenciones para que éstas no se consideren arbitrarias, resulta
necesario analizar los deberes y obligaciones de las autoridades tratándose de la detención y los parámetros

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 243


válidos para usar la fuerza pública para que no sea considerada arbitraria e implique una violación a la
integridad personal del detenido, derecho que se encuentra reconocido como aquéllos de ius cogens y que
por lo tanto es inderogable y sus limitaciones deben ser adecuadamente fundamentadas y absolutamente
excepcionales.

De esta forma, tomando en consideración lo dispuesto en el artículo 7 de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos y en consonancia con diversos criterios de derechos humanos, otros derechos y

2 Comité de Derechos Humanos de la ONU, Observación General Nº 35 Sobre el Artículo 9 (Libertad y seguridad Personales). 16 de
diciembre de 2014. Párr. 3.
3 Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26
de noviembre de 2010. Serie C No. 220, Párrafo 133.
4 Así se indicó en el criterio de rubro: “FLAGRANCIA. LA DETENCIÓN DE UNA PERSONA SIN EL CUMPLIMIENTO IRRESTRICTO
DEL MARCO CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL QUE REGULA AQUELLA FIGURA, DEBE CONSIDERARSE ARBITRARIA.” Tesis
aislada. Décima época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación, mayo de 2014. Registro 2006476.
5 En ese sentido lo ha resuelto esta Primera Sala, al emitir las ejecutorias correspondientes a los Amparos Directos en Revisión
3506/2014 y 3023/2014, aprobados por unanimidad de cinco votos en sesión de 3 de junio de 2015.
garantías que también deben ser respetados durante la detención del inculpado, son los siguientes:

a) El empleo la fuerza (sic) estrictamente necesaria, debe realizarse con pleno respeto a los derechos
humanos del detenido.6

b) Los funcionarios facultados para llevar a cabo el arresto deben estar debidamente identificados.

c) Deben exponerse las razones de la detención lo cual incluye no solo el fundamento legal general del
aseguramiento sino también suficientes elementos de hecho que sirvan de base a la denuncia, como el
acto ilícito comentado y la identidad de la presunta víctima. Por razones se entiende la causa oficial de la
detención y no las motivaciones subjetivas del agente que la realiza. Con la notificación oral de las razones
de la detención se satisface el requisito de informar al detenido en un idioma que lo comprenda.7

d) Debe establecerse claramente bajo la responsabilidad de cuáles agentes es privado de la libertad el


detenido. Esto incluye una clara cadena de custodia.

e) Debe verificarse la integridad personal o las lesiones de la persona detenida.

f) También debe constar en un documento la información completa e inmediata de la puesta a disposición


del sujeto detenido ante la autoridad que debe calificar su detención.

Conforme a la jurisprudencia internacional, el uso de la fuerza pública por parte de las fuerzas de seguridad
debe atenerse a criterios de motivos legítimos, necesarios, idóneos y proporcionales.8 […]

(1) Legitimidad. Se refiere tanto a la facultad de quien la realiza como a la finalidad de la medida. Es decir,
que la misma sea inherente a las actividades de ciertos funcionarios públicos para preservar el orden
y seguridad pública pero únicamente puede ser utilizada en casos muy específicos —por ejemplo, si la
persona pretende huir u opone resistencia— y cuando otros medios resulten ineficaces o no garanticen el
logro del resultado.

(2) Necesidad. La fuerza pública debe ser utilizada solamente cuando sea absolutamente necesaria y se
deben agotar primero los medios no violentos que existan para lograr el objetivo que se busca; cuando las
alternativas menos restrictivas ya fueron agotadas y no dieron resultados, máxime que la necesidad de
la acción de usar la fuerza se determina en función de las respuestas que el agente o corporación deba ir
dando a los estímulos que reciba. Es preciso verificar si la persona que se pretende detener representa una
amenaza o peligro real o inminente para los agentes o terceros.9

(3) Idoneidad. Es decir si la utilización del uso de la fuerza es el medio adecuado para lograr la detención.

(4) Proporcionalidad. Debe haber una correlación entre la fuerza pública usada y el motivo que la detona. El
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 244

nivel de fuerza utilizado debe ser acorde con el nivel de resistencia ofrecido. Así los agentes deben aplicar

6 Corte IDH. Caso Servellón García y otros Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de septiembre de 2006.
Serie C No. 152, Párrafo 86. La Convención ha consagrado como principal garantía de la libertad y la seguridad individual la prohibición de
la  detención o encarcelamiento ilegal o arbitrario. La Corte ha manifestado que el Estado, en relación con la detención ilegal, “si bien [...]
tiene el derecho y la obligación de garantizar su seguridad y mantener el orden público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en todo
momento, de aplicar procedimientos conformes a Derecho y respetuosos de los derechos fundamentales, a todo individuo que se encuentre
bajo su jurisdicción.”
7 Comité de Derechos Humanos de la ONU, Observación General Nº 35 Sobre el Artículo 9 (Libertad y seguridad Personales). 16 de
diciembre de 2014. Párr. 25 y 26. Ver también Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie C No. 220, Párrafo 105. Esta Corte ha establecido que, a la luz del
artículo 7.4 de la Convención Americana, la información de los “motivos y razones” de la detención debe darse “cuando ésta se produce”, lo
cual constituye un mecanismo para evitar detenciones ilegales o arbitrarias desde el momento mismo de la privación de libertad y, a su vez,
garantiza el derecho de defensa del individuo. Asimismo, esta Corte ha señalado que el agente que lleva a cabo la detención debe informar en
un lenguaje simple, libre de tecnicismos, los hechos y bases jurídicas esenciales en los que se basa la detención. No se satisface el artículo 7.4
de la Convención si sólo se menciona la base legal.
8 Caso Fleury y otros vs. Haití. Op. Cit. Párrafo 74.
9 Corte IDH, Caso Nadge Dorzema y Otros vs. República Dominicana, Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas de 24 de octubre de
2012, párr. 85. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_251_esp.pdf
un criterio de uso diferenciado y progresivo de la fuerza, determinando el grado de cooperación, resistencia
o agresión de parte del sujeto al cual se pretende intervenir y con ello emplear tácticas de negociación,

6. Uso Razonable de la Fuerza


control o uso de fuerza según corresponda.10

(II) Aplicación del estándar de legalidad de las detenciones bajo el parámetro del uso de la fuerza pública
al caso concreto.

En relación a los agravios expresados por el recurrente, así como las constancias que derivan de autos
se advierte que en el presente caso la detención realizada por la Policía Federal fue legal en tanto que
se justificó plenamente que actuaban bajo el supuesto de flagrancia ya que el ahora sentenciado se
encontraba consumando el delito de extorsión mediante la entrega que las víctimas le hacían de una maleta
que contenía el dinero solicitado mediante una llamada de extorsión.

Por tanto, existiendo la denuncia de la víctima y estando presentes los agentes policiales al momento de
la comisión del referido delito, tenían el deber de actuar, esto es, detener a una persona que se encontraba
cometiendo probablemente un delito, con razones fundadas, a pesar de las alegaciones del propio imputado
en el sentido de señalar que fue en otro lugar que lo detuvieron y que nunca cometió algún delito.

En otra parte, el agraviado ha señalado que durante la detención fue golpeado y transcurrieron más de dos
horas antes de ser puesto a disposición del Ministerio Público. Así, nos encontramos bajo el supuesto de
que la detención se alega como arbitraria y en consecuencia es necesario realizar un análisis de la misma
para determinar si la detención fue legítima y si se hizo con pleno respeto a los derechos de libertad y de
integridad personal.

Como se señaló, por arbitrario se entiende aquellas detenciones que pudieron haberse realizado con
métodos contrarios o incompatibles con los derechos humanos. En el presente caso los elementos
policiales señalaron que la detención se hizo bajo el estricto uso de la fuerza pública a fin de lograr la
detención del inculpado que pretendía huir. En tanto que el inculpado, alega que hubo un mal tratamiento
que violentó sus derechos humanos.

De las constancias se observa que los agentes policiales desde un inicio señalaron que hicieron uso de la
fuerza pública para lograr la detención del inculpado que en un primer momento pretendió huir del lugar de
los hechos. Posteriormente, se realizaron tres diferentes exámenes médicos realizados por dos médicos
distintos.

[…]

Como se observa, en el presente caso la conducta de los agentes policiales se realizó conforme a los

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 245


parámetros legales admisibles de uso de la fuerza pública, ya que se llevó a cabo por autoridad facultada
para ello y con la finalidad de detener al inculpado en la comisión de delito flagrante cuando pretendía huir,
oponiéndose así a la detención.

Además, como consta en autos y como correctamente lo señala el órgano de control constitucional, los
agentes policiales hicieron uso de la fuerza pública estrictamente necesaria para cumplir con el fin legítimo
(detención) tomando en cuenta que el recurrente opuso resistencia a su aseguramiento al pretender
escapar de los policías.

Por lo tanto, el uso mínimo de la fuerza fue la medida idónea para lograr la detención, de lo contrario, el
inculpado se hubiera sustraído de la acción de la justicia.

Asimismo, fue necesario someterlo a la fuerza para lograr su detención, pues la utilizada fue proporcional a

10 Ibídem.
las circunstancias que acontecieron en ese momento ya que no fue posible realizar la detención únicamente
mediante comandos verbales para exigirle que se detuviera, sino que fue necesario emplearla para realizar
su arresto, de cuya acción policíaca se deducen las lesiones que están certificadas y de las que se duele el
recurrente.

En conclusión, las lesiones a las que hace referencia el inculpado, y que fueron debidamente certificadas,
tuvieron como finalidad la detención y no otra como podría haber sido el uso de la tortura donde debió
haberse hecho patente la intencionalidad, gravedad y finalidad de los agentes aprehensores para un ulterior
resultado, lo cual no ocurre en el caso, por lo que la explicación brindada por los agentes es consistente y
creíble.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala confirmó la sentencia recurrida, en la cual se le negaba la protección de la Justicia
Federal, al considerar que la fuerza utilizada para efectuar la detención de quejoso fue la necesaria para lograr
su objetivo y para poder trasladarlo ante el Ministerio Público, de acuerdo con el estándar constitucional
establecido para el uso de la fuerza.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

DETENCIONES MEDIANTE EL USO DE LA FUERZA PÚBLICA. DEBERES DE LAS AUTORIDADES PARA QUE
AQUÉLLAS NO SE CONSIDEREN VIOLATORIAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES. Tratándose de detenciones
en que las autoridades emplean la fuerza pública, los funcionarios encargados de aplicarla deben respetar
determinados derechos y garantías para considerar que actúan dentro de un marco de legalidad, de modo
que aquélla no implique una violación del derecho a la integridad personal del detenido. Por lo tanto, las
limitaciones a este derecho deben ser fundamentadas de manera adecuada y absolutamente excepcionales,
en las que en todo momento deben respetarse los siguientes deberes: a) el empleo de la fuerza estrictamente
necesaria para el fin buscado debe realizarse con pleno respeto a los derechos humanos del detenido; b)
los funcionarios facultados para llevar a cabo la detención deben estar debidamente identificados; c) deben
exponerse las razones de la detención, lo cual incluye no sólo el fundamento legal general del aseguramiento
sino también la información de los suficientes elementos de hecho que sirvan de base a la denuncia, como
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 246

el acto ilícito comentado y la identidad de la presunta víctima; en ese sentido, por razones se entiende la
causa oficial de la detención y no las motivaciones subjetivas del agente que la realiza; d) debe establecerse
claramente bajo la responsabilidad de cuáles agentes es privado de la libertad el detenido, lo cual impone
una clara cadena de custodia; e) debe verificarse la integridad personal o las lesiones de la persona detenida;
y f) debe constar en un documento la información completa e inmediata de la puesta a disposición del sujeto
detenido ante la autoridad que debe calificar su detención.

Primera Sala, Tesis 1a. CCLXXXVI/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010092

DETENCIONES MEDIANTE EL USO DE LA FUERZA PÚBLICA. PARÁMETROS ESENCIALES QUE LAS


AUTORIDADES DEBEN OBSERVAR PARA ESTIMAR QUE AQUÉLLAS SON ACORDES AL RÉGIMEN
CONSTITUCIONAL. El artículo 19, último párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, regula el derecho fundamental de toda persona a no recibir mal trato durante las aprehensiones
o detenciones; asimismo, el artículo 7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consagra el
derecho de toda persona a la libertad y seguridad personales y protege el derecho a no ser privado de la

6. Uso Razonable de la Fuerza


libertad de manera ilegal o arbitraria. Por tanto, en un contexto donde las fuerzas policiales realizan una
detención, el uso de la fuerza pública debe ser limitado y ceñirse al cumplimiento estricto de los siguientes
parámetros esenciales: 1) Legitimidad, que se refiere tanto a la facultad de quien la realiza como a la finalidad
de la medida, es decir, que la misma sea inherente a las actividades de ciertos funcionarios para preservar
el orden y la seguridad pública, pero únicamente puede ser utilizada en casos muy específicos y cuando
otros medios resulten ineficaces o no garanticen el logro del resultado. 2) Necesidad, que supone el que
la fuerza pública debe ser utilizada solamente cuando sea absolutamente necesaria, pero deben agotarse
previamente los medios no violentos que existan para lograr el objetivo que se busca, de manera que sólo
opere cuando las alternativas menos restrictivas ya fueron agotadas y no dieron resultados, en función de
las respuestas que el agente o corporación deba ir dando a los estímulos que reciba, por lo que es preciso
verificar si la persona que se pretende detener representa una amenaza o un peligro real o inminente para
los agentes o terceros. 3) Idoneidad, que implica su uso como el medio adecuado para lograr la detención.
4) Proporcionalidad, que exige la existencia de una correlación entre la usada y el motivo que la detona, pues
el nivel de fuerza utilizado debe ser acorde con el nivel de resistencia ofrecido; así, los agentes deben aplicar
un criterio de uso diferenciado y progresivo de la fuerza, determinando el grado de cooperación, resistencia o
agresión de parte del sujeto al cual se pretende intervenir y con ello emplear tácticas de negociación, control
o uso de fuerza según corresponda.

Primera Sala, Tesis 1a. CCLXXXVII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2010093

NORMATIVIDAD CORRELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 19. […]

Todo mal tratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda molestia que se infiera sin motivo legal, toda
gabela o contribución, en las cárceles, son abusos que serán corregidos por las leyes y reprimidos por las
autoridades.

Artículo 20. Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 247

[…]

B. De los derechos de toda persona imputada:

[…]

II. […] Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura.

[…]

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES


Artículo 4. […]

[…]. En todo momento, las autoridades deberán respetar y proteger tanto la dignidad de la víctima como la
dignidad del imputado.

[…]

Artículo 97. Principio general

Cualquier acto realizado con violación de derechos humanos será nulo y no podrá ser saneado, ni convalidado
y su nulidad deberá ser declarada de oficio por el Órgano jurisdiccional al momento de advertirla o a petición
de parte en cualquier momento.

Los actos ejecutados en contravención de las formalidades previstas en este Código podrán ser declarados
nulos, salvo que el defecto haya sido saneado o convalidado, de acuerdo con lo señalado en el presente
Capítulo.

[…]

Artículo 113. Derechos del Imputado

El imputado tendrá los siguientes derechos:

[…]

VI. A no ser sometido en ningún momento del procedimiento a técnicas ni métodos que atenten contra su
dignidad, induzcan o alteren su libre voluntad;

[…]

Artículo 131. Obligaciones del Ministerio Público

[…]

I. Vigilar que en toda investigación de los delitos se cumpla estrictamente con los derechos humanos
reconocidos en la Constitución y en los Tratados;

[…]

Artículo 132. Obligaciones del Policía

El Policía actuará bajo la conducción y mando del Ministerio Público en la investigación de los delitos en
estricto apego a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 248

derechos humanos reconocidos en la Constitución.

[…]

Artículo 307. Audiencia inicial

En la audiencia inicial se informarán al imputado sus derechos constitucionales y legales, si no se le


hubiese informado de los mismos con anterioridad, se realizará el control de legalidad de la detención si
correspondiere […].

Artículo 308. Control de legalidad de la detención

Inmediatamente después de que el imputado detenido en flagrancia o caso urgente sea puesto a disposición
del Juez de control, se citará a la audiencia inicial en la que se realizará el control de la detención antes de
que se proceda a la formulación de la imputación.

[…].
7. INTEGRIDAD FÍSICA DEL DETENIDO

REGLA

Bajo ninguna circunstancia se infligirá o permitirá que se inflija


maltrato o tortura física o mental al detenido. Las declaraciones
y demás pruebas obtenidas bajo tortura son nulas.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA

Se está en presencia de un caso de tortura cuando: (i) la naturaleza del


acto de la autoridad consista en afectaciones físicas o mentales graves;
(ii) sean infligidas intencionalmente; y (iii) con un propósito determinado,
ya sea para obtener una confesión o información, para castigar o
intimidar, o para cualquier otro fin que tenga por objeto menoscabar la
personalidad o la integridad física y mental de la persona.

La exclusión de pruebas obtenidas mediante coacción obedece a que


al quebrar la voluntad de una persona sus manifestaciones dejan de ser
espontáneas o naturales y, por tanto creíbles (se asume que es posible
que la persona las emite para que dejen de maltratarla y esa posibilidad
misma es la que impide concluir que haya certeza de que proporcionó la
información). Ello, además de ser, por sí mismo, violatorio de derechos
humanos, constituye una infracción al debido proceso legal y a la
obtención lícita de pruebas.

Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho a que


las autoridades intervengan de forma inmediata para que su acusación
sea investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal.
La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades
del país, y no sólo en aquellas que deban investigar o juzgar el caso.
Atendiendo al principio pro persona, debe considerarse como denuncia
de un acto de tortura todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se
formule ante cualquier autoridad.

Por otra parte, es claro que al ser la tortura también un delito, cualquier
autoridad que se entere de ella está obligada a dar vista al Ministerio
Público para que inicie la averiguación previa correspondiente, pues por
mandato constitucional en el Estado Mexicano, todas las autoridades,
en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover,
respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.
FDD
PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 6564/2015. Fecha de resolución: 18 de mayo de


2016. Ponente: Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. Votación: Mayoría.

HECHOS DEL CASO: El 2 de julio de 2014, aproximadamente a las 18:10, mientras 3 elementos de la Policía
Federal al transitaban por un cruce de calles, se percataron de que un vehículo color negro y con vidrios
polarizados, se encontraba estacionado de manera sospechosa. Uno de los elementos se acercó y observó
que en el interior se encontraba un sujeto del sexo masculino, a quien le indicó que descendiera del automotor
para realizar una revisión. Mientras el sujeto descendía, el efectivo identificó un arma de fuego en la cintura
del sujeto, motivo por el que fue detenido e iniciaron la revisión del vehiculo. Los efectivos localizaron en el
asiento del copiloto una bolsa de color negro, con cocaína y metanfetamina, además de múltiples cartuchos
con diversos calibres.

HISTORIA PROCESAL: El detenido fue sentenciado por portación de arma de fuego de uso exclusivo de las
fuerzas armadas; posesión de cartuchos para las armas castrenses y contra la salud, en su modalidad de
posesión de cocaína y metanfetamina. En contra de su condena interpuso recurso de apelación en el que se
confirmó en sus términos la sentencia recurrida. Contra dicha resolución promovió amparo directo mismo
que se resolvió negando el amparo y protección de la justicia federal. Por ello, el quejoso interpuso recurso
de revisión que analizó la Primera Sala para determinar los efectos de la violación a la prohibición de tortura.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Por otro lado, en cuanto al tema relacionado con el disenso de violación al derecho fundamental que prohíbe
toda clase de tortura […] el agravio expresado al respecto no prospera para revocar la sentencia recurrida.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 250

Bajo esa premisa, ha sido considerado que las personas inculpadas que denuncien actos de tortura tienen
el derecho a que las autoridades intervengan de forma expedita para que su acusación sea investigada y,
en su caso, examinada a través de un juicio penal y, en ese sentido, se ha sostenido que existe la obligación
a las autoridades de investigar la acusación de tortura para que de darse el supuesto, se esclarezca como
delito, habiéndose señalado también que las autoridades tienen la obligación de realizar y proseguir de
modo diligente las investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades por su comisión.

Asimismo, se ha determinado que la obligación de salvaguardar el derecho fundamental que se traduce


en la prohibición de la tortura, recae en todas las autoridades del país y no solo en aquellas que deban
investigar y juzgar el caso, así como que atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del
mencionado derecho, debe considerarse como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso
que sobre ese hecho se formule ante cualquier autoridad con motivo de sus funciones.
De igual modo, sobresale en el criterio que cuando una persona ha sido sometida a tortura para quebrantar

7. Integridad Física del Detenido


la expresión espontánea de su voluntad, deben excluirse las pruebas obtenidas mediante esa coacción.

Además, se estima que la omisión del juez de investigar oficiosamente sobre actos de tortura alegados por
los inculpados constituye una violación al procedimiento penal que trasciende al resultado del fallo, porque
de resultar positiva la investigación, la sentencia condenatoria se basará, entre otras probanzas, en una
confesión obtenida mediante coacción.

[…] esa obligación de investigación constituye una formalidad esencial del procedimiento, al incidir sobre
las efectivas posibilidades de defensa del inculpado previo al correspondiente acto de autoridad privativo
de sus derechos.

Es decir, que al ser la tortura una violación a derechos humanos de la que es posible que se puedan obtener
datos o elementos de prueba que con posterioridad se utilicen para sustentar una imputación de carácter
penal contra la persona identificada como presunta víctima de la tortura, resulta evidente que existe una
clara relación entre la violación a derechos humanos con el debido proceso. Lo cual implica que, luego de
realizarse la investigación que es necesaria para determinar si se actualizó o no la tortura, de obtenerse un
resultado positivo, entonces la autoridad que tenga a cargo resolver la situación jurídica de la víctima de
violación a derechos humanos, estará obligada a realizar un estudio escrupuloso de los elementos en que
se sustenta la imputación al tenor de los parámetros constitucionales fijados en relación con las reglas de
exclusión de las pruebas ilícitas.

Por tanto, se establece que soslayar una denuncia de tortura, sin que se realice la investigación
correspondiente, ubica necesariamente en estado de indefensión a quien la alega, ya que al no verificar su
dicho, se deja de analizar una eventual ilicitud de las pruebas con las que se dictará sentencia.

[…] toda omisión de la autoridad judicial de realizar la señalada investigación de manera oficiosa, constituye
una violación a las leyes que rigen el procedimiento, con trascendencia a las defensas de los quejosos; y,
consecuentemente, debe ordenarse la reposición del procedimiento de primera instancia para realizar la
investigación correspondiente y analizar la denuncia de actos de tortura, únicamente desde el punto de
vista de violación a derechos humanos dentro del proceso penal, a fin de corroborar si existió o no dicha
transgresión para los efectos probatorios al momento de dictar la sentencia, es decir, previo a la afectación
de derechos del inculpado.

[…]

En consecución con lo expuesto, resultó oportuno […] que la reposición del procedimiento con motivo de
la violación a las leyes que lo rigen por la omisión de la autoridad judicial de realizar la investigación de los

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 251


actos de tortura denunciados por el inculpado, debe ordenarse a partir de la diligencia anterior al auto de
cierre de instrucción, pues se estima que la reposición tiene como justificación que se investiguen los actos
de tortura alegados para verificar su existencia y no la actualización de alguna otra violación concreta y
constatada al derecho de defensa del imputado.

Además, porque no existía razón para que se afectara todo lo desahogado en el proceso, pues en caso de
que la existencia de actos de tortura no se constate con la investigación, las correspondientes actuaciones
y diligencias subsistirán íntegramente en sus términos […] esta Primera Sala llega a la convicción de que en
determinados casos concretos, como el que ahora nos ocupa, no existe necesidad de ordenar la reposición
del procedimiento, ante la noticia de tortura, para realizar una investigación dentro del proceso penal en
el que el inculpado manifestó haber sido víctima de esa violación a derechos humanos, a fin de que se
determine si existió tal violación, así como el posible impacto en el proceso seguido en su contra, pues ello
podrá actualizarse únicamente si como consecuencia de la tortura denunciada existieran declaraciones,
confesiones o alguna otra clase de información autoincriminatoria, porque sólo de esa forma tendrá
trascendencia en el proceso, en tanto que no la habrá si el inculpado a pesar de aducir que fue objeto
de dicha violación no reconoce los hechos imputados o se abstiene de declarar, dado que no existirá
repercusión en su contra.

De manera tal, que si por otro lado, existen pruebas que acrediten fehacientemente la intervención del
inculpado en los hechos atribuidos en el proceso penal de que es objeto, aun ante la abstención de declarar
o, en su caso, ante la negativa de haberlos cometido y, el tema sobre la violación a derechos humanos
derivada de la tortura carece de trascendencia en el proceso, resulta que la denuncia planteada no tiene
impacto en el proceso penal respectivo.

Consecuentemente, a ningún fin práctico conduciría revocar la sentencia recurrida y devolver los autos al
Tribunal Colegiado para que se ajuste a los criterios de esta Sala que han sido expuestos en la presente
ejecutoria, en lo atinente al tema de tortura en la vertiente que impone valorar su trascendencia en el proceso
penal, puesto que en el caso no existió por parte del quejoso, denunciante de actos de tortura, confesión
o algún otro acto de autoincriminación motivados por la violencia ejercida en su contra por los policías
aprehensores.

[…]

Sobre esa premisa, se estableció que tratándose de la tortura, en el supuesto de haberse determinado su
existencia como violación al derecho humano de debido proceso, se debía excluir todo medio de convicción
que se hubiera obtenido directamente de la misma o que derivara de ella. Lo que comprendía declaraciones,
confesiones y toda clase de información incriminatoria resultado de éstas.

[…] los efectos de la prueba ilícita no son ilimitados, llevando a esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, a concluir que en el ámbito del proceso penal, la violación al derecho fundamental a
no ser objeto de tortura, impacta única y exclusivamente sobre la confesión que en su caso hubiera rendido
el inculpado y, en su caso, en las declaraciones o alguna otra clase de información autoincriminatoria, por
tanto, cuando no existe el reconocimiento de los hechos que se le imputan por negativa o abstención,
a ningún sentido práctico conduce ordenar la reposición del procedimiento para que se investigue la
correspondiente denuncia de tortura, al no tener consecuencias procesales, precisamente, por no haber
confesión que excluir y se advierte que no existen pruebas que deriven directamente de los actos de tortura
aducidos, como en el caso sucede.

[…]

En contexto de lo anterior, para el caso de que se denuncie la tortura, pero no se corrobore la existencia de
la confesión de los hechos, ni de ninguna otra declaración o información autoincriminatoria, resultará que
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 252

no habrá prueba sobre la que pudiera impactar la correspondiente violación de derechos humanos, aún en
el extremo de que llegara a justificarse.

[…]

Así, se establece que a ningún sentido práctico conduciría el hecho de que, con motivo de la correspondiente
denuncia de tortura, se ordenara la reposición del procedimiento a efecto de realizar la investigación, pues
finalmente, aunque se justificara perfectamente la violación de derechos humanos, no habría consecuencias
procesales, por no haber confesión, declaración o información que excluir. E incluso, reponer el procedimiento
únicamente generaría un perjuicio al derecho fundamental de pronta y expedita impartición de justicia, que
se consagra como punto cardinal de todo el sistema judicial, en el artículo 17 de la Constitución Federal.

Precisado lo anterior, se pone de relieve que con lo antes puntualizado esta Primera Sala no se aparta de la
doctrina que se ha desarrollado sobre el tópico de la tortura y su impacto en el proceso penal, en tanto que
únicamente se modifica para agregar un nuevo requisito que establezca ante qué hipótesis se actualiza el
deber de las autoridades jurisdiccionales de iniciar una investigación en el marco del proceso legal para

7. Integridad Física del Detenido


hacerse de elementos que permitan determinar la existencia de tortura en su vertiente de violación a
derechos humanos, supuesto en el cual, deben apegarse íntegramente a los criterios que esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación ha emitido al respecto.

[…]

Por las consideraciones antes referidas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
llega a la convicción de que por regla general, la violación al derecho fundamental a no ser objeto de
tortura, únicamente impacta en el proceso penal cuando el inculpado ha emitido confesión de los hechos
o existe alguna otra declaración o información autoincriminatoria; y, por tanto, cuando esta confesión no
existe, y del examen de las circunstancias se llega a la convicción de que no existen otras pruebas que
deriven directamente de la alegada tortura, a ningún sentido práctico conduce ordenar la reposición del
procedimiento para que se investigue la denuncia de tortura; pues al no generar consecuencias procesales,
por no haber confesión que excluir, ni conexión contra otras pruebas, con la reposición del procedimiento
sólo se incidirá en perjuicio del derecho fundamental de pronta y expedita impartición de justicia que se
consagra en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

DECISIÓN: La Primera Sala decidió confirmar la sentencia recurrida y negar el amparo.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

TORTURA. ES INNECESARIO REPONER EL PROCEDIMIENTO CUANDO NO EXISTA CONFESIÓN DE LOS


HECHOS IMPUTADOS O CUALQUIER ACTO QUE CONLLEVE AUTOINCRIMINACIÓN DEL INCULPADO. En
el criterio emitido por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la jurisprudencia
1a./J. 10/2016 (10a.), (1) de rubro: “ACTOS DE TORTURA. LA OMISIÓN DEL JUEZ PENAL DE INSTANCIA
DE INVESTIGAR LOS DENUNCIADOS POR EL IMPUTADO, CONSTITUYE UNA VIOLACIÓN A LAS LEYES DEL
PROCEDIMIENTO QUE TRASCIENDE A SU DEFENSA Y AMERITA LA REPOSICIÓN DE ÉSTE.”, se establece
que la omisión de la autoridad judicial de investigar una denuncia de tortura como violación a derechos
fundamentales con repercusión en el proceso penal, constituye una violación a las leyes que rigen el
procedimiento, que trasciende a las defensas del quejoso en términos de los artículos 173, fracción XXII, de

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 253


la Ley de Amparo, 1o., párrafo tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como
1, 6, 8 y 10 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y, consecuentemente, debe
ordenarse la reposición del procedimiento de primera instancia para realizar la investigación correspondiente
y analizar la denuncia de tortura, únicamente desde el punto de vista de violación de derechos humanos
dentro del proceso penal, a efecto de corroborar si existió o no dicha transgresión para los fines probatorios
correspondientes al dictar la sentencia. No obstante, en aquellos casos en que no exista confesión o algún
otro acto que implique autoincriminación como consecuencia de los actos de tortura alegados, no resulta
procedente ordenar la reposición del procedimiento de conformidad con la jurisprudencia antes citada,
pues en esos supuestos la violación a derechos humanos derivada de la tortura carece de trascendencia
en el proceso penal por no haber impacto; sin embargo, fuera de esos supuestos de excepción, deberá
procederse como se describe en el criterio jurisprudencial de referencia. Es decir, que la jurisprudencia a que
se alude tendrá aplicación siempre que se trate de asuntos en los que, como consecuencia de la tortura, se
haya verificado la confesión o cualquier manifestación incriminatoria del inculpado, porque en tal caso, la
autoridad jurisdiccional estará obligada a realizar una investigación a fin de determinar si se actualizó o no la
tortura y, de corroborarse ésta, deberá ceñirse a los parámetros constitucionales fijados en relación con las
reglas de exclusión de las pruebas ilícitas, esto es, que de no acreditarse el señalado supuesto de excepción,
el citado criterio jurisprudencial operará en sus términos.

Primera Sala, Jurisprudencia 1a./J. 101/2017 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2015603

NORMATIVIDAD CORELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte,
así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en
los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.

[…]

Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger
y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las
violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley

Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud
de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento

[…]

Artículo 19.último párrafo

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 254

Todo mal tratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda molestia que se infiera sin motivo legal, toda
gabela o contribución, en las cárceles, son abusos que serán corregidos por las leyes y reprimidos por las
autoridades.

Artículo 20. […]

B. De los derechos de toda persona imputada:

 […]

II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los motivos de la
misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio. Queda prohibida y
será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura. La confesión rendida sin la
asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio;
[….]

7. Integridad Física del Detenido


CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 113. Derechos del Imputado 

El imputado tendrá los siguientes derechos:

[…]

VI. A no ser sometido en ningún momento del procedimiento a técnicas ni métodos que atenten contra su
dignidad, induzcan o alteren su libre voluntad;

[…]

SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Contradicción de Tesis 315/2014. Fecha de resolución: 30 de septiembre de


2015. Ponente: Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. Votación: Unanimidad.1

HECHOS DE LOS CASOS: En uno de los casos, un sujeto fue detenido en flagrancia por elementos del Ejército
Mexicano en posesión de yerba con las características de la marihuana y portando un arma de uso exclusivo
del Ejército, Armada y Fuerza Aérea. El imputado manifestó haber sido sometido a tortura por parte de los
militares, por medio de asfixia con una bolsa de plástico en la cara, desnudado y lastimado con una chicharra
eléctrica en los pies, espalda y cabeza, mientras lo amenazaban con matarlo y hacerle daño a su familia. El
imputado en un primer momento, manifestó que había recibido un buen trato por los gentes aprehensores
y posteriormente se inconformó en presencia del defensor al ser escuchado ante el juez en declaración
preparatoria. En el otro caso, el imputado señaló ante el juez al rendir su declaración preparatoria que la
confesión que hizo ante el Ministerio Público fue resultado de golpes y amenazas y que únicamente le dieron
a firmar el acta donde obraba la supuesta confeción, desconociendo su contenido.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 255


HISTORIA PROCESAL. La Primera Sala del Alto Tribunal se avocó a conocer los criterios que motivaron las
contradicciones, relativos a si ante la omisión del juez penal de primera instancia de investigar oficiosamente
los actos de tortura que aleguen los imputados, se debía o no ordenar la reposición del procedimiento penal,
para algún efecto legal en particular; y en segundo término, si dicha omisión constituía o no una violación a
las leyes del procedimiento con trascendencia al resultado del fallo.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

1 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=170764
En efecto, para dar respuesta a los cuestionamientos que se hicieron; y con ello dirimir el conflicto de
criterios que se suscitó, es necesario acudir a la parte correspondiente de la doctrina constitucional que
con relación al tema de la tortura, ha desarrollado esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.

[…] se ha establecido que por la trascendencia de afectación al derecho humano a la integridad personal,
con motivo de la comisión de actos de tortura, se requiere que dicha conducta sea investigada desde
dos vertientes, como delito en estricto sentido y como violación a los derechos humanos de la persona
sometida a algún procedimiento penal, a partir de pruebas que presuntamente se obtuvieron con motivo de
actos de tortura a los que fue sometido el inculpado.

[…]

[…] esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la tesis aislada 1a. CCVI/2014 (10a.),2
estableció que frente a la denuncia o alegada tortura, ante cualquier autoridad, surgen diversos deberes que
es imperativo cumplir por aquéllas en el ámbito de su competencia. Lo cual se determinó conforme a los
enunciados siguientes:

1) Las personas que denuncien actos de tortura, tienen el derecho a que las autoridades intervengan de
forma expedita para que la misma sea investigada, y en su caso, examinada a través de un juicio penal; en
ese sentido, las autoridades tienen la obligación de investigar la tortura para, en su caso, esclarecerla como
delito, así como de realizar y proseguir de modo diligente las investigaciones necesarias para deslindar
responsabilidades por su comisión.

2) La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país y no sólo en aquellas
que deban investigar o juzgar el caso.

3) Atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del mencionado derecho, debe considerarse
como denuncia de un acto de tortura, a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante
cualquier autoridad con motivo de sus funciones.

4) Cuando una persona ha sido sometida a coacción para quebrantar la expresión espontánea de su
voluntad, deben excluirse las pruebas obtenidas mediante la misma.

Directrices que retoman los parámetros fijados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el
sentido de que de la Convención Interamericana contra la Tortura deriva el deber del Estado de investigar,
cuando se presente denuncia o cuando exista razón fundada para creer que se ha cometido un acto de
tortura en el ámbito de su jurisdicción. […] Ello, al margen de que la tortura no se haya denunciado ante las
autoridades competentes.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 256

Debiéndose entender por razón fundada, la existencia de indicios de la ocurrencia de los actos de tortura.

En consecuencia, como lo ha reconocido esta Primera Sala, cuando alguna autoridad del Estado tenga
conocimiento de la manifestación de que una persona ha sufrido tortura o cuando tenga datos de la misma,
deberá, inmediatamente y de oficio, dar vista al Ministerio Público para que inicie una investigación de

2 El criterio aparece publicado en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, 10a. Época, Libro 6, mayo de 2014, Tomo I,
p. 562; con el rubro siguiente: “TORTURA. SU SENTIDO Y ALCANCE COMO PROHIBICIÓN CONSTITUYE UN DERECHO ABSOLUTO,
MIENTRAS QUE SUS CONSECUENCIAS Y EFECTOS SE PRODUCEN TANTO EN SU IMPACTO DE VIOLACIÓN DE DERECHOS
HUMANOS COMO DE DELITO.”
Precedente: Amparo en revisión 703/2012. 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del amparo de los Ministros Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo
Rebolledo. Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y
Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge Mario Pardo
Rebolledo. Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
manera independiente, imparcial y meticulosa. Investigación que tiene como finalidad determinar el origen

7. Integridad Física del Detenido


y naturaleza de la afectación a la integridad personal de quien alega la tortura, e identificar y procesar a las
personas responsables.3

Esto es así, porque corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del detenido, lo que
implica la obtención y el aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar los actos de tortura alegados.
De ahí que el Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud encargado de
examinar y prestar asistencia a los detenidos, de forma que puedan practicar libremente las evaluaciones
médicas necesarias, respetando las normas establecidas en la práctica de su profesión.4

Así, a efecto de dar respuesta cabal y congruente a la presente antinomia jurídica, se estima necesario
puntualizar, retomando la doctrina constitucional enunciada, que existe una distinción relevante con
respecto al tema de tortura; a saber:

a). Sus consecuencias jurídicas como delito; y,

b). Sus consecuencias como violación a derechos fundamentales dentro de un proceso penal.

En ese orden de ideas, al ser la tortura un delito, desde luego que está sujeto a la tramitación de todo un
procedimiento del orden penal debidamente establecido para su comprobación, como sucede con cualquier
otro ilícito; el cual, es autónomo a la controversia jurisdiccional en la que se invoque la tortura.

Además, la tortura implica una auténtica violación a derechos fundamentales, que genera diversas
afectaciones no sólo en contra de la víctima de la misma, sino también al Debido Proceso Legal.

En efecto, la declaración obtenida bajo tortura o cualquier otro medio de coacción, no podrá ser utilizada
dentro del proceso y bajo ninguna circunstancia como una prueba de cargo válida en contra de la víctima
de dicha agresión.

Así, como conclusión preliminar, se tiene que cuando cualquier autoridad del Estado Mexicano, sin distinción
de su naturaleza, fuero o funciones, tenga conocimiento que una persona ha sufrido tortura, o bien, cuando
el propio indiciado o procesado denuncie ante ellas ese hecho, se encuentran obligadas a realizar con
inmediatez, una investigación imparcial, a fin de esclarecer la verdad de los hechos.5

3 Criterio establecido por esta Primera Sala, en la tesis aislada 1a. CCVII/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de
la Federación, 10a. Época, Libro 6, Mayo de 2014, Tomo I; Pág. 561; con el rubro siguiente: “TORTURA. OBLIGACIONES DE LA AUTORIDAD
CUANDO UNA PERSONA MANIFIESTA HABERLA SUFRIDO O SE TENGAN DATOS DE LA MISMA.”
Precedente: Amparo en revisión 703/2012. 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del amparo de los Ministros Arturo Zaldívar

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 257


Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo.
Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
4 Criterio establecido por esta Primera Sala, en la tesis aislada 1a. LVII/2015 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, 10a. Época, Libro 15, Febrero de 2015, Tomo II; Pág. 1425; con el rubro: “TORTURA, TRATOS CRUELES, INHUMANOS O
DEGRADANTES. FORMA DE REALIZAR SU INVESTIGACIÓN”.
Precedente: Amparo directo en revisión 90/2014. 2 de abril de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón
Cossío Díaz, quien formuló voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas, quien formuló voto
concurrente, y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria: Nínive Ileana Penagos Robles.
5 Al respecto, la Corte Interamericana también ha señalado que:
“En relación con la obligación de garantizar el derecho reconocido en el artículo 5.1 de la Convención, la Corte ha señalado que ésta implica el
deber del Estado de investigar adecuadamente posibles actos de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. En lo que respecta
a la investigación y documentación eficaces de aquélla y de éstos son aplicables los siguientes principios: independencia, imparcialidad,
competencia, diligencia y acuciosidad, que deben adoptarse en cualquier sistema jurídico y orientar las investigaciones de presuntas torturas”.
Corte IDH, Caso Bueno Alves Vs. Argentina, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 11 de mayo de 2007, Serie C No. 164, Párrafo 108.
Es importante destacar que cuando una persona sujeta a un proceso penal alega tortura u otro tipo de
coacción física o psicológica, no es a él al que le corresponde demostrar el grado o nivel de agresión
sufrida (tortura, malos tratos, crueles o inhumanos, o cualquier otro tipo de afectación a su integridad),
ni tampoco la veracidad del alegato. Por el contrario, corresponde a la autoridad iniciar, con inmediatez,
una investigación que tenga por objeto esclarecer la verdad de los hechos, proporcionando al juzgador
una explicación razonable de la situación en que sucedió la detención y en la cual se rindió la declaración.
Además, corresponde al Ministerio Público dar una explicación razonable de lo que ha sucedido con la
persona durante la detención.

Aunado a lo anterior, se genera para el juzgador de instancia una obligación adicional, ya que además de dar
vista con la denuncia al Ministerio Público para efectos de la investigación de la tortura como delito; deberá,
por sí mismo, realizar una investigación diligente e imparcial, que tome en cuenta las diversas modalidades
en que puede presentarse la tortura, a fin de resolver si en autos se encuentra o no acreditada su existencia,
pero ahora en su vertiente de violación a un derecho fundamental, a fin de que en la sentencia definitiva,
evalúe si alguna prueba ha sido obtenida bajo ese medio.

Es importante reiterar que, en el Estado Mexicano, todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias,
tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. Por ende, tanto
el Ministerio Público, como las autoridades jurisdiccionales de primera y segunda instancia, así como las
de amparo, se encuentran vinculadas nacional e internacionalmente, a verificar, incluso oficiosamente, si
existe evidencia razonable de que una persona ha sido torturada; y asimismo, a dar vista a la autoridad
competente para que inicie una investigación pronta, minuciosa e imparcial, y en su caso, a excluir todo
medio de prueba ilícitamente recabado; sin soslayar el deber de protección a la dignidad e integridad de la
persona que se dice víctima de tortura.

[…] con independencia de la naturaleza o funciones de las autoridades a quienes se atribuya la realización
de actos de tortura, en acatamiento de los vigentes parámetros de control de regularidad constitucional,
tanto de fuente nacional como internacional, todas las autoridades, tanto ministeriales como judiciales, se
encuentran vinculadas a adoptar una actitud pro activa y garantista de los derechos humanos.

Consecuentemente, entendida la tortura como delito, en cualquier caso en que existan indicios de que
una persona ha sido torturada, el Estado deberá iniciar de oficio y de forma inmediata, una investigación
imparcial, independiente y minuciosa que permita determinar la naturaleza y origen de la afectación o
lesiones advertidas, identificar a los responsables e iniciar su procesamiento.

Además, respecto de la tortura como violación de derechos humanos, en los casos en que el alegato se
realice dentro de la tramitación de un proceso penal, con independencia del estado procesal en que se
encuentre, como de los entes de gobierno a las que se atribuya; las autoridades jurisdiccionales tienen la
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 258

obligación de verificar de oficio, la veracidad de dicha denuncia a través de una investigación que se lleve a
cabo con la debida diligencia, cuya carga probatoria no recae en el denunciante, sino en el Estado.

Esto es, corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del detenido; lo que implica la
obtención y aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar los alegados actos de tortura.

En efecto, frente a la declaración del imputado que señala ante las autoridades jurisdiccionales que fue
torturado, surge para estas, además de dar vista con la misma al Ministerio Público para que inicie la
averiguación previa correspondiente, la obligación de ordenar la realización de las diligencias que considere
necesarias para encontrar, por lo menos, indicios sobre los actos de tortura; a guisa de ejemplo, el desahogo
de la prueba pericial en psicología conforme al “Protocolo de Estambul”, que es acorde con el “Manual
para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes”, como herramienta normativa en la que, de manera exhaustiva y eficaz, se establecen los
criterios y directrices necesarios para la detección, en su caso, de los signos o evidencias de tortura física

7. Integridad Física del Detenido


y/o psicológica.

Así, el ordenar el desahogo de cualquier probanza necesaria para el esclarecimiento de los hechos, es
para que la misma tenga efecto dentro del propio proceso penal y pueda valorarse al dictarse la sentencia
definitiva, a efecto de determinar si debe o no darse valor convictivo a los medios de prueba obtenidos
directamente a través de la tortura.

[…] las dos investigaciones de una denuncia de tortura, son autónomas entre sí; lo que significa que no
es necesario que se tenga por acreditada como delito, para que se justifique como violación de derechos
humanos dentro de la tramitación de un proceso, a fin de suprimir cualquier medio de prueba obtenido
ilícitamente.

Sobre la base de las premisas anteriores, es factible ahora dar respuesta a los cuestionamientos que
generaron la antinomia de criterios.

¿La omisión del juez penal de instancia de investigar oficiosamente los actos de tortura alegados por un
imputado, es constitutiva de una violación a las leyes del procedimiento penal que trascienda al resultado
del fallo?

Al respecto, se tiene que el derecho a un debido proceso, contiene un núcleo duro que debe observarse de
manera inexcusable en todo el procedimiento jurisdiccional, y que se garantiza a través del cumplimiento
de las formalidades esenciales del procedimiento, cuyo conjunto integra la “el derecho fundamental de
audiencia”. Lo cual, permite que los gobernados ejerzan el derecho a contar con una defensa adecuada
previo a que mediante un acto de autoridad se modifique su esfera jurídica en forma definitiva, que puede
implicar la privación de la libertad, propiedad, posesiones o derechos.

[…] cuando se violan las formalidades esenciales del procedimiento, se impide al gobernado el ejercicio
pleno de su derecho fundamental de defensa previo al correspondiente acto privativo, ubicándolo en un
estado de indefensión.

[…]

Y como remedio de una eventual violación a las formalidades esenciales del procedimiento en materia
penal, en la fracción I, del artículo 170 de la Ley de Amparo (que en su esencia coincide con lo que dispone
el párrafo primero, del artículo 158 de la abrogada), se establece la procedencia del juicio de amparo directo,
[…]

[…] de la interpretación armónica de los artículos 170, fracción I, y 173 de la Ley de Amparo (que corresponden

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 259


con el párrafo primero, del artículo 158, y la fracción XVII, del artículo 160, ambos de la Ley de Amparo
abrogada), se obtiene, por un lado, la regla general para la procedencia del juicio de amparo directo del
conocimiento de los Tribunales Colegiados de Circuito, relativa a que debe interponerse en contra de
sentencias definitivas […].

[…] si la prohibición de la tortura y otro tipo de tratos crueles, inhumanos, o bien, degradantes, tutela el
derecho fundamental a la integridad personal, sea física o moral; y se acredita la afectación de ese derecho
con relación a un proceso penal, por lo que ya no se requiere investigar que aconteció, entonces, claramente
se actualiza la violación a las leyes del procedimiento que se establece en la fracción VIII, del artículo 173
de la Ley de Amparo.

[…] es importante precisar que al actualizarse la violación referida, a partir del supuesto de tener por
demostrada la tortura, ello hace innecesario la reposición del procedimiento penal, al quedar excluida la
presunción de la comisión de dicha violación que activa la obligación de investigación, en virtud de la
comprobación de la vulneración al derecho humano de la integridad personal por actos de tortura. Por
tanto, en el supuesto referido, la autoridad judicial está en condiciones de realizar un escrutinio estricto de
valoración probatoria para determinar la aplicación de las reglas de exclusión de aquéllas que tengan el
carácter de ilícitas por la relación que tienen con los actos de tortura.

Pero un supuesto diferente se presenta cuando la autoridad judicial omite investigar una denuncia de tortura
realizada en el correspondiente proceso penal; pues en este caso, no está demostrada la existencia de la
violación al derecho fundamental a la integridad personal, y por tanto, no rige directamente la hipótesis
aludida.

No obstante, de acuerdo con el párrafo tercero, del artículo 1° de la Constitución Federal, el Estado deberá
prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que
establezca la ley. Supuesto que es aplicable a la violación a derechos humanos por actos de tortura, […]

Por tanto, si los gobernados, constitucional y convencionalmente tienen el derecho fundamental a que el
Estado investigue las violaciones a los derechos humanos, en específico, el derecho a no ser objeto de
tortura; y si la tortura afecta gravemente el derecho fundamental a un debido proceso legal. Entonces, ante
la denuncia de ese tipo, la autoridad judicial, como parte integral del Estado Mexicano, tiene la obligación de
investigarla; lo que se constituye, en consecuencia, en una formalidad esencial del procedimiento, al incidir
sobre las efectivas posibilidades de defensa de los gobernados previo al correspondiente acto de autoridad
privativo de sus derechos.

Ello es así, porque al ser la tortura una violación a derechos humanos de la que es posible que se puedan
obtener datos o elementos de prueba que con posterioridad se utilicen para sustentar una imputación de
carácter penal contra la persona identificada como presunta víctima de la tortura, resulta evidente que
existe una clara relación entre la violación a derechos humanos con el debido proceso. Lo cual implica
que, luego de realizarse la investigación que es necesaria para determinar si se actualizó o no la tortura,
de obtenerse un resultado positivo, entonces la autoridad que tenga a cargo resolver la situación jurídica
de la víctima de violación a derechos humanos, estará obligada a realizar un estudio escrupuloso de los
elementos en que se sustenta la imputación al tenor de los parámetros constitucionales fijados en relación
con las reglas de exclusión de las pruebas ilícitas.

Por tanto, soslayar una denuncia de tortura, sin que se realice la investigación correspondiente, ubica
necesariamente en estado de indefensión a quien la alega, ya que al no verificar su dicho, se deja de analizar
una eventual ilicitud de las pruebas con las que se dictara sentencia.

En esa tesitura, la respuesta concreta al planteamiento que se hizo, es en sentido positivo, pero única y
exclusivamente respecto de la denuncia de tortura como violación a derechos fundamentales dentro del
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 260

proceso penal, toda vez que la omisión de la autoridad judicial de investigarla oficiosamente, constituye
una violación a las leyes que rigen el procedimiento, con trascendencia a las defensas de los quejosos, […]

[…]

Sin embargo, ello no aplica con la denuncia de tortura en su vertiente de delito; pues ante la omisión del
juez de primera instancia, la autoridad que conozca del asunto, sea de Alzada o de amparo, al enterarse del
correspondiente alegato soslayado, o percatarse oficiosamente de la posible existencia de tortura, asume
inmediatamente la obligación de hacer la denuncia correspondiente ante el Ministerio Público. Por tanto,
no sólo no existe razón legal alguna que justifique la reposición del procedimiento para ese solo fin, sino
además, se incidiría sobre una pronta y expedita impartición de justicia.

A partir del estudio precedente, esta Primera Sala de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación delimita la
identificación del supuesto en que se actualiza la violación a las formalidades esenciales del procedimiento
que trasciende a la defensa del quejoso, […]

7. Integridad Física del Detenido


La premisa que debe tenerse en cuenta, parte de la base de que una autoridad judicial durante el trámite
de un proceso penal tiene conocimiento de la denuncia o alegato de tortura, o bien advierte la existencia
de indicios o datos de su ocurrencia; sin embargo, omite investigar dicha violación al derecho humano de
dignidad de las personas por actos de tortura.

El cumplimiento a los parámetros imperativos impuestos desde el marco jurídico internacional o nacional,
ante la denuncia o la advertencia de indicios coincidentes con la comisión de tortura, obligan a la autoridad
judicial que conoce del proceso penal, luego de dar vista al Ministerio Público para que se investigue el
hecho bajo la vertiente de delito, a realizar un análisis oficioso de los elementos materiales con los que se
tienen hasta la etapa procesal en que se actúa, con el objetivo de determinar si cuenta o no con elementos
que le permitan concluir que existió la tortura.

En el caso de que esté en posibilidad de afirmarse existencia de la tortura, ello hace innecesario aperturar una
investigación adicional en el propio proceso penal, por lo que al decidir la situación jurídica del procesado
tendrá que analizar si dicha violación a derechos humanos tuvo un impacto en la generación, introducción
o desahogo de pruebas incorporadas a la causa penal, porque de ser así tendrá que aplicar las directrices
de exclusión de la prueba ilícita.

De lo contrario, ante la insuficiencia de indicios que le permitan a la autoridad judicial determinar si aconteció
o no la comisión de actos de tortura contra el procesado, entonces deberá realizarse la investigación en el
propio proceso penal de manera que permita obtener una respuesta a esa interrogante. Es en este punto
de análisis en que se ubica la violación a las formalidades esenciales del procedimiento que dejan sin
defensa al procesado, cuando se omite realizar la investigación referida. De ahí que al detectarse la falta
de investigación después de concluir la etapa de instrucción del proceso penal, ello necesariamente obliga
a reponer el procedimiento para que sea subsanada la omisión y la situación jurídica del procesado pueda
resolverse a partir de tener en cuenta dicha circunstancia.

[…]

¿Se debe ordenar la reposición del procedimiento penal de origen para algún efecto legal en particular?

Efectivamente, si ya se determinó que la omisión de la autoridad judicial de investigar oficiosamente


una denuncia de tortura realizada en el proceso penal, constituye una violación a las leyes que rigen el
procedimiento; y la misma trasciende a las defensas de los gobernados, en atención al estado de indefensión
en que los ubica la falta de investigación de su denuncia, derivado de los efectos que tendría sobre el
material probatorio su eventual acreditación.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 261


Entonces, la consecuencia necesaria, al actualizarse el supuesto que se establece en la fracción XXII, del
artículo 173 de la Ley de Amparo, es que se ordene la Reposición del Procedimiento de primera instancia.
Lo que tendrá como objetivo concreto, que se subsane la correspondiente omisión en que se incidió,
respecto de las obligaciones que trae aparejadas una denuncia de tortura; es decir, que se analice la
propuesta en cuanto a su verosimilitud o razonabilidad, únicamente desde el punto de vista de violación a
derechos humanos dentro del proceso penal, y en caso de que la misma resulte sustentable, se ordene la
correspondiente investigación, a efecto de corroborar si existió o no la tortura, para los efectos probatorios
correspondientes al momento de dictar sentencia.

[…]

¿Hasta qué etapa debe ordenarse la reposición del procedimiento ante la omisión de investigar la denuncia
y/o existencia de razón fundada de tortura?
[…] la citada reposición del procedimiento no tiene aplicación hasta la etapa procedimental de averiguación
previa. Ello, porque si bien las violaciones que se actualicen en dicha etapa procedimental no son
susceptibles de estimarse como de imposible reparación, sino que pueden ser objeto de análisis en las
subsecuentes etapas del proceso penal que ya se tramita ante una autoridad judicial y mediante juicio de
amparo; lo cierto es que la vía de reparación de la violación a derechos humanos no tiene el alcance de
anular, per se, la investigación ni las pruebas ya desahogadas en juicio, por la razones que se expondrán en
lo párrafos subsecuentes.

[…] la reposición del procedimiento tiene como justificación que se investigue la tortura alegada, a efecto
de verificar su existencia; no por la actualización de alguna otra violación concreta y constatada al derecho
de defensa del sentenciado.

Por tanto, ninguna razón existe para que se afecte todo lo desahogado en el proceso; pues en caso de que la
denuncia de tortura no se compruebe luego de la investigación, las correspondientes actuaciones y diligencias
subsistirán íntegramente en sus términos; y para el caso de que se justifique la existencia de la violación
denunciada, los efectos de su acreditación únicamente trascenderán con relación al correspondiente material
probatorio, que en sus caso será objeto de exclusión al momento de dictar la sentencia.

En ese orden ideas, por regla general, no debe anularse todo lo actuado en el juicio; pues ello conllevaría la
invalidez de todas las actuaciones y diligencias realizadas; y luego la necesidad de su posterior desahogo,
con independencia del resultado que arroje la correspondiente investigación sobre la denuncia de tortura.
Ello, con la consecuente afectación a la pronta y expedita impartición de justicia, el riesgo latente de no
poder reproducir las pruebas, e incluso, el efecto revictimizador de las personas que resintieron la comisión
del delito.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala resolvió que la omisión del juez penal de instancia de investigar los hechos
denunciados por el imputado, constituye una violación a las leyes del procedimiento que trasciende a su
defensa y amerita la reposición de aquel, y que ésta debe ordenarse a partir de la diligencia inmediata
anterior al auto de cierre de instrucción (proceso penal tradicional).

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 262

ACTOS DE TORTURA. LA OMISIÓN DEL JUEZ PENAL DE INSTANCIA DE INVESTIGAR LOS DENUNCIADOS
POR EL IMPUTADO, CONSTITUYE UNA VIOLACIÓN A LAS LEYES DEL PROCEDIMIENTO QUE TRASCIENDE A
SU DEFENSA Y AMERITA LA REPOSICIÓN DE ÉSTE. Si los gobernados, constitucional y convencionalmente
tienen el derecho fundamental a que el Estado investigue las violaciones a sus derechos humanos, en
específico, el derecho a no ser objeto de tortura, la autoridad judicial, como parte integral del Estado Mexicano,
ante la denuncia de que un gobernado ha sido víctima de aquélla, tiene la obligación de investigarla; lo que
se constituye en una formalidad esencial del procedimiento, al incidir sobre las efectivas posibilidades de
defensa de los gobernados previo al correspondiente acto de autoridad privativo de sus derechos. Ello, porque
al ser la tortura una violación a los derechos humanos de la que pueden obtenerse datos o elementos de
prueba que con posterioridad se utilicen para sustentar una imputación de carácter penal contra la presunta
víctima de la tortura, se advierte una relación entre la violación a derechos humanos y el debido proceso; lo
cual implica que, luego de realizarse la investigación necesaria para determinar si se actualizó o no la tortura,

7. Integridad Física del Detenido


de obtenerse un resultado positivo, la autoridad que tenga a cargo resolver la situación jurídica de la víctima
de violación a derechos humanos, estará obligada a realizar un estudio escrupuloso de los elementos en
que se sustenta la imputación al tenor de los parámetros constitucionales fijados en relación con las reglas
de exclusión de las pruebas ilícitas. Por tanto, soslayar una denuncia de tortura, sin realizar la investigación
correspondiente, coloca en estado de indefensión a quien la alega, ya que la circunstancia de no verificar
su dicho implica dejar de analizar una eventual ilicitud de las pruebas con las que se dictará la sentencia.
Así, la omisión de la autoridad judicial de investigar una denuncia de tortura como violación a derechos
fundamentales dentro del proceso penal, constituye una violación a las leyes que rigen el procedimiento, que
trasciende a las defensas del quejoso, en términos de los artículos 173, fracción XXII, de la Ley de Amparo,
1o., párrafo tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como 1, 6, 8 y 10 de
la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y, consecuentemente, debe ordenarse la
reposición del procedimiento de primera instancia para realizar la investigación correspondiente y analizar
la denuncia de tortura, únicamente desde el punto de vista de violación de derechos humanos dentro
del proceso penal, a efecto de corroborar si existió o no dicha transgresión para los efectos probatorios
correspondientes al dictar la sentencia.

Contradicción de tesis 315/2014. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal Colegiado de Circuito del
Centro Auxiliar de la Novena Región, con residencia en Zacatecas, Zacatecas, y el Quinto Tribunal Colegiado
de Circuito del Centro Auxiliar de la Quinta Región, con residencia en La Paz, Baja California Sur. 30 de
septiembre de 2015. La votación se dividió en dos partes: mayoría de cuatro votos por la competencia.
Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Unanimidad de cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, en cuanto al fondo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: Héctor
Vargas Becerra.

Criterios contendientes:

El Primer Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la Novena Región, en apoyo del Tribunal
Colegiado del Décimo Séptimo Circuito, al resolver el juicio de amparo directo penal 380/2014 (relativo al AD.
169/2014), esencialmente concluyó que la omisión del Juez de investigar oficiosamente los actos de tortura
que aleguen los procesados, no constituye una violación a las leyes del procedimiento penal que trascienda
al resultado del fallo, por virtud de la cual, se justifique la reposición del proceso, ya que la estimación de que
el sentenciado hubiese padecido tortura únicamente conlleva dos consecuencias: 1) por un lado, la ilicitud
de la prueba obtenida; y 2) la comisión de un delito; por ende, afirmó que de resultar acreditada la tortura,
la consecuencia sería que en la sentencia definitiva se restara eficacia probatoria a la confesión realizada

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 263


por el justiciable, o bien, que a las pruebas obtenidas ilícitamente con base en ella, constituya una violación
procesal, ya que ello se traduciría en la paralización del proceso hasta que se resolviera lo conducente en
relación con el tema de la tortura.

Primera Sala, Tesis 1a./J. 10/2016 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2011521

ACTOS DE TORTURA. LA REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO, CON MOTIVO DE LA VIOLACIÓN A LAS


LEYES QUE LO RIGEN POR LA OMISIÓN DE INVESTIGAR LOS DENUNCIADOS POR EL IMPUTADO, DEBE
ORDENARSE A PARTIR DE LA DILIGENCIA INMEDIATA ANTERIOR AL AUTO DE CIERRE DE INSTRUCCIÓN.
La violación al debido proceso, derivada de la omisión de investigar la existencia de actos de tortura,
con motivo de una denuncia o la existencia de indicios concordantes para suponer bajo un parámetro
de probabilidad razonable de que la violación a derechos humanos aconteció, da lugar a que la vía de
reparación óptima sea ordenar la reposición del procedimiento con la finalidad de realizar la investigación
respectiva. Lo anterior, porque sólo será posible determinar el impacto de la tortura en el proceso penal, una
vez que ésta se acredite, como resultado de una investigación exhaustiva y diligente. Así, la reposición del
procedimiento tiene como justificación que se investiguen los actos de tortura alegados para verificar su
existencia, y no por la actualización de alguna otra violación concreta y constatada al derecho de defensa
del imputado; por tanto, no existe razón para que se afecte todo lo desahogado en el proceso, pues en
caso de que la existencia de actos de tortura no se constate con la investigación, las correspondientes
actuaciones y diligencias subsistirán íntegramente en sus términos; y para el caso de que se acredite su
existencia, los efectos únicamente trascenderán en relación con el material probatorio que en su caso será
objeto de exclusión al dictar la sentencia; de ahí que la reposición del procedimiento deberá realizarse hasta
la diligencia inmediata anterior al auto de cierre de instrucción, tratándose del sistema penal tradicional.

Contradicción de tesis 315/2014. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal Colegiado de Circuito del
Centro Auxiliar de la Novena Región, con residencia en Zacatecas, Zacatecas, y el Quinto Tribunal Colegiado
de Circuito del Centro Auxiliar de la Quinta Región, con residencia en La Paz, Baja California Sur. 30 de
septiembre de 2015. La votación se dividió en dos partes: mayoría de cuatro votos por la competencia.
Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Unanimidad de cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, en cuanto al fondo. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: Héctor
Vargas Becerra.

Primera Sala, Tesis 1a./J. 11/2016 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2011522

TERCERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 90/2014. Fecha de resolución: 2 de abril de 2014.
Ponente: Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. Votación: Unanimidad.6

HECHOS DEL CASO: El 28 de diciembre de 2009, en el municipio de Medellín de Bravo, Veracruz, la policía
municipal recibió una llamada telefónica que informaba de una persona que había sido privada de la vida.
Con motivo de ello, comenzaron las investigaciones ministeriales que derivaron en que se ejerciera acción
penal en contra de un hombre y una mujer; ella, durante el trámite del proceso penal, refirió que fue objeto
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 264

de tortura física y psicológica por parte de los policías ministeriales para que confesara su participación en
los hechos, señalando que sufrió golpes, que le tocaron sus genitales, la tuvieron desnuda y le dijeron que
firmara una declaración bajo la amenaza de matar a su hija si no lo hacía.

HISTORIA PROCESAL. En primera instancia ella fue condenada por el delito Homicidio agravado. Ante la
apelación se confirmó la condena. En amparo directo se negó la protección constitucional. La quejosa
interpuso recurso de revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para determinar alcances
de los artículos 1, 14, 16, 20 y 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en cuanto
a determinar cuál es el contenido del deber constitucional de investigar la posible comisión de actos de
tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes dentro de una investigación o proceso penal.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

6 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=160754
[…]

7. Integridad Física del Detenido


Es fundado el primer agravio planteado por la quejosa […]

En efecto, de los antecedentes precisados en el considerando tercero se advierte que la parte quejosa
solicitó la interpretación de los artículos 1, 14, 16, 20 y 22 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, a efecto de establecer que ante la mera presunción sobre la existencia de tortura,
existe obligación de tomar las medidas pertinentes para sancionar a los responsables y dejar sin efectos
la confesión obtenida bajo esa condición; sin embargo, de la lectura de la sentencia que se recurre se
advierte que el Tribunal Colegiado omitió realizar dicha interpretación, pues se limitó a analizar el material
probatorio que obra en los autos de la causa penal y señaló que de dicha revisión se advertía lo ineficaz de
los argumentos hechos valer por la quejosa […]

Por tanto al existir una omisión por parte del Tribunal Colegiado, esta Primera Sala procede a realizar la
interpretación que solicita la parte quejosa, para lo cual se retomarán los argumentos sostenidos por este
órgano colegiado al resolver por unanimidad de votos el juicio de amparo directo penal **********, bajo la
Ponencia del Ministro Cossío Díaz.

[…] la tortura, así como cualquier otro tipo de trato cruel, inhumano o degradante, son prácticas que se
encuentran proscritas de forma absoluta en nuestro sistema normativo y constitucional.

[…] en el ámbito legislativo nacional, con el propósito de garantizar la prohibición de la tortura, el legislador
federal publicó en el Diario Oficial de la Federación el 27 de diciembre de 1991, la “Ley Federal para Prevenir y
Sancionar la Tortura”. En esta, se establecieron diversas obligaciones a cargo de los órganos dependientes
del Ejecutivo Federal en la procuración de justicia, se estableció el tipo penal de tortura, se establecieron
las penas aplicables, y se señalaron ciertas reglas procesales en relación con la admisión de pruebas
obtenidas bajo tortura.

En cuanto a la definición del delito de “tortura”, el artículo 3 establece:

“Comete el delito de tortura el servidor público que, con motivo de sus atribuciones, inflija a una persona
dolores o sufrimientos graves, sean físicos o psíquicos con el fin de obtener, del torturado o de un tercero,
información o una confesión, o castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche ha cometido, o
coaccionarla para que realice o deje de realizar una conducta determinada.

No se considerarán como tortura las molestias o penalidades que sean consecuencia únicamente de
sanciones legales, que sean inherentes o incidentales a éstas, o derivadas de un acto legítimo de autoridad”.

Por su parte, el artículo 7 de la Ley estableció que, en todo momento que lo solicite cualquier detenido o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 265


reo, éste deberá ser reconocido por perito médico legista y, en su caso, por un facultativo de su elección.

Finalmente, en cuanto a las reglas de admisión de pruebas, el artículo 8 estableció que ninguna confesión
o información que haya sido obtenida mediante tortura podrá invocarse como prueba.

Ahora bien, el derecho a la integridad personal como género y la prohibición de la tortura, y otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes, como especies de aquél, han recibido atención por la jurisprudencia
constitucional e internacional, así como por la doctrina.

Así, por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, desde el Caso Loayza Tamayo Vs. Perú,
señaló:

“[…] La infracción del derecho a la integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación
que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o
tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según
los factores endógenos y exógenos que deberán ser demostrados en cada situación concreta […] La Corte
Europea de Derechos Humanos ha manifestado que, aún en la ausencia de lesiones, los sufrimientos en
el plano físico y moral, acompañados de turbaciones psíquicas durante los interrogatorios, pueden ser
considerados como tratos inhumanos. El carácter degradante se expresa en un sentimiento de miedo, ansia
e inferioridad con el fin de humillar, degradar y de romper la resistencia física y moral de la víctima […]. Dicha
situación es agravada por la vulnerabilidad de una persona ilegalmente detenida [...]. Todo uso de la fuerza
que no sea estrictamente necesario por el propio comportamiento de la persona detenida constituye un
atentado a la dignidad humana […] en violación del artículo 5 de la Convención Americana. Las necesidades
de la investigación y las dificultades innegables del combate al terrorismo no deben acarrear restricciones
a la protección de la integridad física de la persona.”

En este orden de ideas, las afectaciones a la integridad personal de una persona, comprenden una amplia
gama de posibilidades que, ya sea por su gravedad, por su intencionalidad, o bien, por el contexto en que
estas ocurren, podrán ser clasificadas como tortura, o bien, como trato cruel, inhumano o degradante, u otro
tipo de afectación a la integridad, atendiendo a las características del caso concreto.

Así, siguiendo la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la tortura incluiría (de
forma enunciativa) actos de agresión infligidos a una persona cuando han sido preparados y realizados
deliberadamente contra la víctima para suprimir su resistencia psíquica y forzarla a autoinculparse o a
confesar determinadas conductas delictivas o para someterla a castigos adicionales a la privación de la
libertad en sí misma;7 la pena de flagelación,8 y, en determinados supuestos, la violación sexual, inclusive.9
Asimismo, amenazar a un individuo con torturarlo, podría, en determinadas circunstancias, constituir
tortura psicológica.10

No debe pasar desapercibido que el núcleo, objetivo y fin último, de la prohibición de la tortura y otro tipo
de tratos crueles, inhumanos, o bien, degradantes, es en realidad la tutela de un derecho fundamental más
general, a saber: la integridad personal (física, psíquica y moral).11

Sin embargo, una de las posiciones iusfundamentales de la persona humana más importantes en relación
con el derecho a la integridad personal, es -y ha sido- el derecho a no ser sometido a ningún tipo de tortura,
máxime cuando ésta es utilizada para arrancar una confesión o información dentro de un proceso criminal.12

Así, debido a su gravedad y la capacidad de reducir la autonomía de la persona y la dignidad humana a


grados ignominiosos, esta prohibición ha llegado a ser considerada incluso como una norma de jus cogens,

7 Corte IDH, Caso Maritza Urrutia, Sentencia de 27 de noviembre de 2003, Serie C No. 103, párrs. 91 y 93.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 266

8 Corte IDH, Caso Caesar Vs. Trinidad y Tobago, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 11 de marzo de 2005, Serie C No. 123,
Párrafo 88.
9 Corte IDH, Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 25 de noviembre de 2006.
Serie C No. 160, Párrafo 312.
10 Corte IDH, Caso Maritza Urrutia Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No.
103, Párrafo 92.
11 En efecto, un entendimiento amplio de derecho a la integridad personal (física, psíquica y moral) abarcaría el cuerpo humano con
todos sus componentes, desde las moléculas que forman sus genes, hasta su anatomía y apariencia, así como las potencialidades intelectuales
y sensoriales, incluidas las que tienen que ver con la capacidad de experimentar dolor físico o padecimiento psicológico o moral. Véase Canosa,
Raúl, et al., El derecho a la integridad personal, en García Roca, Javier, et al. (edit.), El Diálogo entre los Sistemas Europeo y Americano de
Derechos Humanos, Madrid, Civitas-Thomson Reuters, página 140.
12 Así, por ejemplo, Beccaria en su obra “Tratado de los Delitos y de las Penas”, sostenía ya desde el siglo XVIII, al referirse a los
tormentos que: “Este infame crisol de la verdad es un monumento aun de la antigua y bárbara legislación cuando se llamaban juicios de Dios
las pruebas del fuego y del agua hirviendo, y la incierta suerte de las armas. Como si los eslabones de la eterna cadena, que tiene su origen en el
seno de la primera causa, debiesen a cada momento desordenarse y desenlazarse por frívolos establecimientos humanos. La diferencia que hay
entre la tortura y el fuego y el agua hirviendo es sólo que el éxito de la primera parece que depende de la voluntad del reo, y el de la segunda de
lo extrínseco de un hecho puramente físico; pero esta diferencia es sólo aparente y no real”.
así como un derecho absoluto que por su propia naturaleza está exento de cualquier negociación.13

7. Integridad Física del Detenido


En suma, es posible sostener que el derecho a la integridad personal (física, psíquica y moral), comprende
además el derecho fundamental a no ser torturado, ni a ser sometido a tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes. Derechos que, además, se traducen en una prohibición absoluta y de carácter inderogable
a cargo del Estado.

[…]

Para esta Primera Sala, en atención a la norma más protectora por la amplitud de supuestos de protección,
la cual se encuentra prevista -en este caso- en la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura, es posible concluir que estaremos frente a un caso de tortura cuando: (i) la naturaleza del acto
consista en afectaciones físicas o mentales graves; (ii) cuando las mismas sean infligidas intencionalmente;
y (iii) con un propósito determinado, ya sea para obtener una confesión o información, para castigar o
intimidar, o para cualquier otro fin que tenga por objeto menoscabar la personalidad o la integridad física
y mental de la persona. Lo anterior, sin perjuicio de que, para efectos del sistema jurídico penal mexicano,
para la imposición de la sanción por la comisión de tortura, se requieran otros elementos que excedan esta
definición.

[…] la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la violación del derecho a la integridad
física y psíquica de las personas tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta
otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes, cuyas secuelas físicas y psíquicas varían
de intensidad según factores endógenos y exógenos de la persona (duración de los tratos, edad, sexo, salud,
contexto, vulnerabilidad, entre otros) que deberán ser analizados en cada situación concreta. Además, que
los elementos constitutivos de tortura son: i) un acto intencional, ii) que cause severos sufrimientos físicos
o mentales, y iii) que se cometan con un propósito determinado14.

[…] de conformidad con los artículos 1 y 22 de la Constitución, en relación con los artículos 1.1 y 5 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 1, 6, 8 y 10 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura; y 2, 4, 12, 13 y 15 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen, en
general, el deber de prevenir, investigar, sancionar y reparar cualquier acto de tortura o trato o pena cruel,
inhumana o degradante.

Además de esos deberes aplicables al conjunto total de derechos fundamentales, el Estado se encuentra
en la obligación de adoptar, entre otras, las siguientes acciones específicas en relación con la prohibición
de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, a saber:

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 267


a) Establecer la tortura como delito15 y prevenir y sancionar otros actos que constituyan tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, aunque no lleguen a constituir tortura.16

b) Iniciar una investigación imparcial de forma inmediata cuando una persona denuncie haber sido

13 En este sentido, por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que “la tortura está estrictamente prohibida
por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La prohibición de la tortura es absoluta e inderogable, aun en las circunstancias más
difíciles, tales como guerra, amenaza de guerra, ´lucha contra el terrorismo’ y cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia,
conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales, inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades
públicas […] Se ha conformado un régimen jurídico internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura, tanto física como
psicológica, régimen que pertenece hoy día al dominio de jus cogens internacional”. Véase Corte IDH, Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri
Vs. Perú, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia 8 de julio de 2004, párrafos 111 y 112.
14 Corte IDH, Caso Bueno Alves Vs. Argentina, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 11de mayo de 2007. Serie C No. 164.
15 Artículo 6 de la “Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura” y Artículo 4 de la “Convención contra la Tortura”.
16 Artículo 6 de la “Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura” y Artículo 16 de la “Convención contra la Tortura”
sometida a tortura, o de oficio, cuando exista denuncia o razón fundada para creer que se ha
cometido un acto de tortura en el ámbito de su jurisdicción.17

c) Indemnizar a las víctimas y garantizar una efectiva reparación.18

d) No admitir como medio de prueba en un proceso, ninguna declaración que haya sido obtenida
mediante tortura, salvo en el que se siga contra la persona acusada de haberla obtenido mediante
actos de tortura (regla de exclusión probatoria).19

e) Mantener sistemáticamente en examen las normas e instrucciones, métodos y prácticas de


interrogatorio, así como las disposiciones para la custodia y el tratamiento de las personas
sometidas a cualquier forma de arresto, detención o prisión en cualquier territorio que esté bajo su
jurisdicción, a fin de evitar todo caso de tortura.20

[…]

El veintiséis de noviembre de dos mil diez, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció a México
en el caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. En esta sentencia, declaró que el Estado mexicano
era responsable por la violación al derecho a la libertad personal, así como al derecho a la integridad
personal, por los tratos crueles, inhumanos y degradantes infligidos a los señores Teodoro Cabrera García
y Rodolfo Montiel Flores. Asimismo, determinó que el Estado había incumplido su obligación de investigar
los alegados actos de tortura, en los términos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Finalmente, condenó al Estado mexicano
por las violaciones a los derechos a la garantía judicial, prevista en el artículo 8.3 (derecho a no declarar
bajo coacción) así como a las garantías judiciales, a la protección judicial y a la defensa.21

En cuanto al deber de investigar los alegados actos de tortura en ese caso, la Corte Interamericana señaló
que a pesar de existir indicios de que las víctimas habían sido sometidas a actos de tortura, la investigación
fue iniciada más de tres meses después de que se hiciera la primera mención sobre las alegadas torturas.
Además, dicha investigación dio inicio por petición expresa de los denunciantes dentro del proceso penal
llevado a cabo en su contra.22

Asimismo, dijo que, si bien en el transcurso del proceso penal desarrollado en contra de las víctimas, los
tribunales valoraron y estudiaron los certificados médicos y los peritajes realizados con el fin de analizar las
alegadas torturas, dicho proceso “poseía un objeto distinto al de investigar a los presuntos responsables”.
Así, el no haber llevado a cabo una investigación autónoma contra los presuntos responsables en la
jurisdicción ordinaria, impidió disipar y aclarar los alegatos de tortura. Por tanto, concluyó, el Estado
incumplió su deber de investigar ex officio los hechos violatorios de los derechos de las víctimas. En el caso,
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 268

sostuvo, resultaba imprescindible que las distintas instancias judiciales ordenasen nuevas diligencias para
esclarecer la relación entre los signos encontrados en los cuerpos de las víctimas y los hechos que ellos
alegaron haber sufrido como tortura.23

17 Artículo 8 de la “Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura” y Artículos 12 y 13 de la “Convención contra la
Tortura”.
18 Artículo 9 de la “Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura” y Artículo 14 de la “Convención contra la Tortura”.
19 Artículo 10 de la “Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura” y Artículo 15 de la “Convención contra la
Tortura”.
20 “Artículo 11 de la “Convención contra la Tortura”.
21 Corte IDH, Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 26
de noviembre de 2010. Serie C No. 220, puntos resolutivos.
22 Ibídem, párrs. 126 a 132.
23 Ibídem, párr. 131.
Finalmente, señaló:

7. Integridad Física del Detenido


“[…] Asimismo, el Tribunal considera que esa obligación de investigar los alegados actos de tortura era aún
más relevante si se tiene en cuenta el contexto que antecedía al presente caso respecto a la obtención
de confesiones y declaraciones mediante coacción y los deberes de debida diligencia estricta que deben
operar en zonas de alta presencia militar […]. Al respecto, el Relator Especial de Naciones Unidas sobre la
Tortura ha señalado que “por regla general, tanto los jueces como abogados, Ministerio Público y la propia
policía judicial están abrumados de trabajo, con lo que puede existir la tendencia a recurrir a la confesión
como manera rápida de resolver los casos”. Por otra parte, el Relator Especial de Naciones Unidas sostuvo
que, “[…] en la práctica ordinaria, [existe] un gran margen de discrecionalidad para la aplicación de la ley
y, por tanto, el gran riesgo de que las averiguaciones estén falseadas, elaboradas mediante coacción,
integradas fuera de los términos legales, sin considerar elementos que pudieran ser determinantes o bien,
la consideración para afectar o beneficiar a alguien, llegando incluso a desaparecer evidencias de manera
intencionada”.24

Posteriormente, a la hora de calificar jurídicamente los actos, el Tribunal interamericano indicó que “la falta
de una investigación dirigida contra los presuntos responsables de la violación a la integridad personal
limit[ó] la posibilidad de concluir sobre los alegatos de la presunta tortura”.25

Sin embargo, señaló, el Estado es responsable, en su condición de garante de los derechos consagrados en
la Convención, de la observancia del derecho a la integridad personal de todo individuo que se halla bajo su
custodia. Así, siempre que una persona es detenida en un estado de salud normal y posteriormente aparece
con afectaciones a su salud, corresponde al Estado proveer una explicación creíble de esa situación. En
consecuencia, determinó que “existe la presunción de considerar responsable al Estado por las lesiones
que exhibe una persona que ha estado bajo la custodia de agentes estatales”. En este supuesto, recae en el
Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las
alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios adecuados.26

En conclusión, indicó lo siguiente:

“A la luz de lo anterior este Tribunal reitera que, en todo caso en que existan indicios de la ocurrencia
de tortura, el Estado deberá iniciar de oficio y de inmediato una investigación imparcial, independiente
y minuciosa que permita determinar la naturaleza y el origen de las lesiones advertidas, identificar a los
responsables e iniciar su procesamiento. Es indispensable que el Estado actúe con diligencia para evitar
alegados actos de tortura o tratos crueles, inhumanos y degradantes, tomando en cuenta, por otra parte,
que la víctima suele abstenerse, por temor, de denunciar los hechos. Asimismo, a las autoridades judiciales
corresponde el deber de garantizar los derechos del detenido, lo que implica la obtención y el aseguramiento

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 269


de toda prueba que pueda acreditar alegados actos de tortura. El Estado debe garantizar la independencia
del personal médico y de salud encargado de examinar y prestar asistencia a los detenidos de manera que
puedan practicar libremente las evaluaciones médicas necesarias, respetando las normas establecidas en
la práctica de su profesión.

[…] Por otra parte, la Corte desea resaltar que en los casos que la persona alegue dentro del proceso que su
declaración o confesión ha sido obtenida mediante coacción, los Estados tienen la obligación de verificar,
en primer lugar, la veracidad de dicha denuncia a través de una investigación llevada a cabo con la debida
diligencia. Asimismo, la carga probatoria no puede recaer en el denunciante, sino que el Estado debe
demostrar que la confesión fue voluntaria”.

Por otro lado, en relación con la “regla de exclusión” de pruebas obtenidas mediante la tortura o tratos

24 Ibídem, párr. 132


25 Ibídem, párr. 134
26 Ídem.
crueles e inhumanos, señaló que […] dicha regla es “intrínseca” a la prohibición de tales actos. Dicha regla,
adujo, ostenta un carácter absoluto e inderogable.27

Así, señaló que las declaraciones obtenidas mediante coacción no suelen ser veraces, ya que la persona
intenta aseverar lo necesario para lograr que los tratos crueles o la tortura cesen. El carácter absoluto
de dicha regla se ve reflejado además, en la prohibición de otorgarle valor probatorio no sólo a la prueba
obtenida directamente mediante coacción, sino también a la evidencia que se desprende de dicha acción.28

Así se ha sostenido que en caso de existir evidencia razonable de que una persona ha sido torturada o tratada
de manera cruel e inhumana, el hecho de que una persona ratifique la confesión ante una autoridad distinta
a la que realizó la acción, no conlleva necesariamente a que dicha confesión sea válida. Ello, debido a que
la confesión posterior puede ser la consecuencia del maltrato que padeció la persona y específicamente,
del miedo que subsiste después de este tipo de hechos.29

De todo lo anterior, esta Primera Sala concluye, respecto del deber de investigar posibles actos de tortura o
tratos crueles, inhumanos o degradantes, que:

a) La investigación respecto de dichos actos debe llevarse a cabo de oficio y de forma inmediata.

b) La investigación además, debe ser imparcial, independiente y minuciosa, con el fin de: (i) determinar
la naturaleza y origen de las lesiones advertidas; (ii) identificar a los responsables; e (iii) iniciar su
procesamiento.

c) Corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del detenido, lo que implica la obtención
y el aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar alegados actos de tortura.

d) El Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud encargado de examinar y
prestar asistencia a los detenidos, de manera que puedan practicar libremente las evaluaciones médicas
necesarias, respetando las normas establecidas en la práctica de su profesión.

e) Cuando una persona alega dentro del proceso que su declaración o confesión ha sido obtenida mediante
coacción, los Estados tienen la obligación de verificar, en primer lugar, la veracidad de dicha denuncia a
través de una investigación llevada a cabo con la debida diligencia.

f) La regla de exclusión de pruebas obtenidas bajo coacción (incluyendo tortura y tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes), constituye un medio necesario para desincentivar el uso de cualquier modalidad
de coacción.

g) La carga de la prueba de este tipo de hechos recae en el Estado, por lo que no es válido que se argumente
que el denunciante no probó plenamente su denuncia para descartarla. Es el Estado quien debe demostrar
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 270

que la confesión fue voluntaria.

Lo anterior, es acorde con lo que establece la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura30, la que

27 Ibídem, párr. 165


28 Ibídem, párr. 167
29 Ibídem, párr. 173
30 Publicada en el Diario Oficial de la Federación el veintisiete de diciembre de mil novecientos noventa y uno. Algunos de sus preceptos
más importantes son los siguientes:
Artículo 1°.- La presente ley tiene por objeto la prevención y sanción de la tortura y se aplicará en todo el territorio nacional en Materia de Fuero
Federal y en el Distrito Federal en Materia de Fuero Común.
Artículo 3°.- Comete el delito de tortura el servidor público que, con motivo de sus atribuciones, inflija a una persona dolores o sufrimientos
graves, sean físicos o psíquicos con el fin de obtener, del torturado o de un tercero, información o una confesión, o castigarla por un acto que
haya cometido o se sospeche ha cometido, o coaccionarla para que realice o deje de realizar una conducta determinada.
(…)
precisa los alcances y naturaleza de la regulación de la misma; en el sentido de que tiene por objeto la

7. Integridad Física del Detenido


prevención y sanción de la tortura y que es definida como la conducta realizada por un servidor público que,
con motivo de sus atribuciones, inflija a una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o psíquicos
con el fin de obtener del torturado o de un tercero, información o una confesión, o castigarla por un acto que
haya cometido o se sospeche ha cometido, o coaccionarla para que realice o deje de realizar una conducta
determinada.

Dicha conducta es tipificada como delito, a la cual, se le asignan como consecuencias jurídicas, la imposición
de una pena de tres a doce años de prisión y de doscientos a quinientos días multa e inhabilitación para el
desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión públicos hasta por dos tantos del lapso de privación de
libertad impuesta.

Asimismo, se establece que ninguna confesión o información que haya sido obtenida mediante tortura podrá
invocarse como prueba y que no tendrá valor probatorio alguno la confesión rendida ante una autoridad
policiaca; ni la rendida ante el Ministerio Público o autoridad judicial, sin la presencia del defensor o persona
de confianza del inculpado y, en su caso, del traductor.

[…] para esta Primera Sala es necesario tener en cuenta una distinción relevante cuando se habla de tortura,
a saber: las consecuencias jurídicas de la “tortura” como delito, y las consecuencias jurídicas de la “tortura”
y los “tratos crueles, inhumanos o degradantes” como violaciones de derechos fundamentales dentro de
un proceso penal.

Cuando se observa a la tortura como un delito se refiere a la una conducta ilícita que sólo puede ser
sancionado siempre que se acrediten los elementos del tipo así como la responsabilidad penal. Así, esta
Primera Sala, en la sentencia del amparo directo penal 9/2008, señaló:

“En ese contexto es claro que, al ser la tortura un delito, desde luego que está sujeto a todo un procedimiento
penal debidamente establecido para su comprobación como sucede con cualquier otro ilícito y que, por
ende, no puede presumirse, sino probarse suficientemente y por las vías legales idóneas, previamente
establecidas, lo cual en el caso no sucedió”.

No obstante lo anterior, es necesario, además, observar a la tortura y a los tratos crueles, inhumanos o
degradantes, como violaciones de derechos fundamentales que genera diferentes afectaciones dentro del
debido proceso, en contra de la víctima de dichos tratos. Una de estas consecuencias, es que la declaración
que haya sido obtenida bajo tortura o cualquier otro medio de coacción, sea utilizada dentro del proceso
como prueba en contra de la víctima de la agresión.

En este sentido, como ya se dijo, cuando las autoridades tienen conocimiento o el propio indiciado o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 271


procesado denuncia que ha sufrido tortura, éstas deben, en primer lugar, llevar a cabo, con inmediatez, una
investigación imparcial, a fin de esclarecer la verdad de los hechos.31

De este modo, al llevar a cabo una investigación diligente e imparcial, que tome en cuenta las diversas

Artículo 4°.- A quien cometa el delito de tortura se aplicará prisión de tres a doce años, de doscientos a quinientos días multa e inhabilitación
para el desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión públicos hasta por dos tantos del lapso de privación de libertad impuesta. (…)
Artículo 8°.- Ninguna confesión o información que haya sido obtenida mediante tortura podrá invocarse como prueba.
Artículo 9°.- No tendrá valor probatorio alguno la confesión rendida ante una autoridad policiaca; ni la rendida ante el Ministerio Público o
autoridad judicial, sin la presencia del defensor o persona de confianza del inculpado y, en su caso, del traductor.

31 Al respecto, la Corte Interamericana también ha señalado que: “En relación con la obligación de garantizar el derecho
reconocido en el artículo 5.1 de la Convención, la Corte ha señalado que ésta implica el deber del Estado de investigar adecuadamente posibles
actos de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. En lo que respecta a la investigación y documentación eficaces de aquélla y
de éstos son aplicables los siguientes principios: independencia, imparcialidad, competencia, diligencia y acuciosidad, que deben adoptarse
en cualquier sistema jurídico y orientar las investigaciones de presuntas torturas”. Corte IDH, Caso Bueno Alves Vs. Argentina, Fondo,
Reparaciones y Costas, Sentencia de 11 de mayo de 2007, Serie C No. 164, Párrafo 108.
modalidades en que se puede presentar la tortura, el juzgador, a la hora de dictar sentencia, se encontrará
en posibilidad de evaluar si, en efecto, la confesión o declaración ha sido obtenida voluntariamente o bajo
coacción.

En efecto, cuando una persona sujeta a un proceso penal alega que su confesión ha sido arrancada bajo
tortura u otro tipo de coacción física o psicológica, no es él quien debe demostrar el grado o nivel de agresión
sufrida (tortura, malos tratos, crueles o inhumanos, o cualquier otro tipo de afectación a su integridad) ni
tampoco demostrar la veracidad de dicho alegato. Por el contrario, corresponde a la autoridad iniciar, con
inmediatez, una investigación que tenga por objeto esclarecer la verdad de los hechos, proporcionando
al juzgador una explicación razonable de la situación en que sucedió la detención y en la cual se rindió
la declaración. Además, corresponde al Ministerio Público dar una explicación razonable de lo que ha
sucedido con la persona durante la detención.

Lo anterior no significa que la sola declaración aislada del imputado en el proceso penal sea suficiente
para estimar que se encuentra acreditado el supuesto de tortura, pues el único efecto que genera dicha
declaración es el de obligar a las autoridades competentes (por un lado el propio juzgador y por el otro el
Ministerio Público) para que investiguen los hechos y determinen la existencia de actos de tortura, ya sea
como violación de derechos fundamentales o inclusive como delito.

Así, derivado de la declaración del imputado en cuanto a que fue torturado, surge en primer lugar una
obligación del juez de la causa de ordenar la realización de las diligencias que considere necesarias para
encontrar, por lo menos, indicios sobre si la confesión del inculpado fue obtenida o no como consecuencia
de actos de tortura. En caso de encontrar dichos indicios (Vg. Certificados médicos de lesiones o estudios
psicológicos realizados conforme al Protocolo de Estambul), el Estado tiene la carga de la prueba para
desvirtuar dichos indicios y, en caso de no hacerlo, el juzgador deberá tener por acreditada la existencia de
tortura en su vertiente de violación a derechos fundamentales, con las consecuencias que dicha situación
conlleva.

Por otra parte, es claro que al ser la tortura también un delito, surge además la obligación de dar vista al
Ministerio Público para que inicie la averiguación previa correspondiente y realice todas las diligencias que
considere necesarias para comprobar el cuerpo del delito y la probable responsabilidad de los servidores
públicos en relación con los actos de tortura –en su vertiente delictiva-, bajo el estándar probatorio propio
de este tipo de procesos. Es importante destacar que las dos investigaciones son autónomas, lo que
significa que no es necesario que se tenga por acreditada la tortura como delito para el efecto de tenerla
por acreditada como violación a derechos fundamentales y, por tanto, sea posible suprimir una confesión
aparentemente obtenida bajo tortura.

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 272

Ahora en el presente asunto, el Tribunal Colegiado del conocimiento sostuvo que de las diligencias llevadas
a cabo en la etapa denominada de investigación ministerial, se advertía lo ineficaz de los argumentos
hechos valer por la quejosa, destacando que el alegato de tortura no se corroboró, puesto que, en autos
obra el oficio número 491, de veintidós de enero de dos mil diez, mediante el cual fue presentada; oficio
en que se describe su intervención y lo que informó; y, que si bien no indica la hora en que fue localizada,
debe hacerse notar que carece de firma de la quejosa, sólo se encuentra su nombre y una rúbrica en la
hoja que contiene un inventario de vehículo, asimismo se anexa un certificado médico, en que se hace
constar que a las diez horas con veinte minutos, ********** I. Se encuentra consciente ubicado en sus tres
esferas, tiempo, espacio, persona, que a la exploración física. 2. NO PRESENTA HUELLAS DE LESIONES
TRAUMÁTICAS OBJETIVAS RECIENTES EN LA TOTALIDAD DE SU SUPERFICIE CORPORAL. y, como se ha
descrito con anterioridad, la declaración de la quejosa fue rendida ante la agente del Ministerio Público
Municipal, en compañía de su abogado defensor, quien tuvo la oportunidad de formular cualquier reclamo,
sin que se desprenda lo contrario; y esa detención fue legalizada por el Juez que recibió la consignación.

7. Integridad Física del Detenido


No obstante las anteriores consideraciones legales, es dable señalar que -tal y como lo afirmó la amparista-
ante la denuncia de actos de tortura, los órganos jurisdiccionales efectivamente están obligados
oficiosamente a dar vista con tal afirmación a la autoridad ministerial que deba investigar ese probable
ilícito.

En efecto, conforme lo dispuesto en el vigente artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, todas las autoridades del país dentro del ámbito de sus competencias, tienen la obligación de
promover, respetar, proteger y garantizar los Derechos Humanos contenidos en la Constitución Federal y
en los instrumentos internacionales suscritos por el Estado Mexicano. Esa disposición también adopta el
principio hermenéutico pro persona, según el cual, en la protección de los derechos humanos debe elegirse
la interpretación más favorable para las personas.

Por otro lado, tal y como ha quedado acotado con precisión en diverso apartado de esta ejecutoria,
los artículos 22 constitucional, 5º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y 7º del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, reconocen el derecho humano de toda persona a no sufrir
actos de tortura. Además, este derecho fundamental fue garantizado por nuestro país al suscribir la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, de cuyos artículos 1, 6 y 8 se advierte
que las personas que denuncien haber sido torturadas tienen derecho a que las autoridades intervengan
inmediata y oficiosamente a fin de que su caso sea investigado y, de ser procedente, juzgado en el ámbito
penal. Asimismo, el artículo 11 de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura establece que todo
servidor público que en el ejercicio de sus funciones conozca de un posible hecho de tortura está obligado
a denunciarlo de inmediato.

Ahora bien, en el caso debe destacarse que, si bien se advierte que en su sentencia de amparo el Tribunal
Colegiado tomó en consideración el certificado médico que dio cuenta del estado de salud físico de la
inculpada durante la etapa de averiguación previa, a fin de determinar la existencia o no de la tortura, a
juicio de esta Primera Sala, ello no colma los requisitos y pautas establecidos en el apartado anterior, pues
importante precisar que la quejosa ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia detalló la forma en que fue
torturada, para que obtuvieran su confesión, en los siguientes términos: “…y ahí me golpearon, me tocaron
mis partes, me tuvieron desnuda toda la madrugada y me dijeron que firmara una declaración que había
hecho un hombre que habían detenido, con el cual no tuve ningún tipo de contacto, me obligaron a firmarla
porque si no me iban a matar a mi hija y a mí, estaban a punto de ahogarme porque me echaron mucha
agua….”.

De lo que se advierte que la forma en la que refiere que fue torturada, no sólo dejaría lesiones físicas

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 273


que pudieran ser acreditadas o advertidas mediante el certificado médico físico al que hizo alusión dicho
Tribunal Colegiado, por lo que es insuficiente el certificado médico referido.

Así, con base en toda lo anterior y tomando en consideración la obligación del Estado de investigar en los
casos en los que se denuncien actos de tortura y tal y como lo sostuvo la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en la sentencia dictada en el caso Cabrera y Montiel contra México, en el sentido de que cuando
la persona alegue dentro del proceso que su declaración o confesión ha sido obtenida mediante coacción,
los Estados tienen la obligación de verificar, en primer lugar, la veracidad de dicha denuncia a través de una
investigación llevada a cabo con la debida diligencia; asimismo, que la carga probatoria no puede recaer en
el denunciante, sino que el Estado debe demostrar que la confesión fue voluntaria.

Es necesario precisarse que, en función de las circunstancias en que se aleguen ese tipo de maltratos,
corresponde al juzgador ordenar la investigación al Ministerio Público y, a su vez, en el proceso, actuar de
manera efectiva e imparcial, para garantizar que se realicen los exámenes psicológicos y médicos pertinentes
de conformidad con el Protocolo de Estambul y ordenar la práctica de cualquier probanza que sea necesaria
para el esclarecimiento de los hechos, para que tengan efecto dentro del proceso y puedan valorarse al
dictarse la sentencia definitiva para determinar si debe o no darse valor probatorio a la confesión rendida.

Por lo anterior, conforme al artículo 173, fracción VIII, de la Ley de Amparo, vigente, que establece que en los
juicios del orden penal se considerarán violadas las leyes del procedimiento, de manera que su infracción
afecte a las defensas del quejoso, cuando, entre otros supuestos, no se respete al imputado el derecho a
declarar o guardar silencio, la declaración del imputado se obtenga mediante incomunicación, intimidación,
tortura o sin presencia de su defensor, o cuando el ejercicio del derecho a guardar silencio se utilice en su
perjuicio; la omisión del Juez de investigar oficiosamente sobre actos de tortura alegados por la procesada
constituye una violación al procedimiento que trasciende al resultado del fallo, porque de resultar positiva
la investigación, la sentencia condenatoria se basó, entre otras probanzas, en una confesión obtenida
mediante coacción.

[…]

DECISIÓN. La Primera Sala decidió revocar la sentencia impugnada, y conceder el amparo a la quejosa
para que se repusiera el procedimiento, a partir de la manifestación de la quejosa en el sentido de que no
ratificaba su declaración rendida ante el Ministerio Público. Asimismo, la nueva sentencia debería contener
la orden al Ministerio Público para que iniciara la investigación para determinar si se acreditaba o no el delito
de tortura; y se destacó la obligación del propio juez del proceso, quien debía ordenar la realización de los
exámenes psicológicos y médicos pertinentes de conformidad con el Protocolo de Estambul.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA

TORTURA. LA OMISIÓN DEL JUEZ DE INVESTIGARLA OFICIOSAMENTE CUANDO LA ALEGUE EL


PROCESADO, CONSTITUYE UNA VIOLACIÓN AL PROCEDIMIENTO QUE TRASCIENDE AL RESULTADO DEL
FALLO. El artículo 173, fracción VIII, de la Ley de Amparo, al establecer que en los juicios del orden penal se
considerarán violadas las leyes del procedimiento, de manera que su infracción afecte a las defensas del
quejoso, cuando, entre otros supuestos, no se respete al imputado el derecho a declarar o guardar silencio,
la declaración del imputado se obtenga mediante incomunicación, intimidación, tortura o sin presencia de su
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 274

defensor, o cuando el ejercicio del derecho a guardar silencio se utilice en su perjuicio; así, la omisión del juez
de investigar oficiosamente sobre actos de tortura alegados por los procesados constituye una violación al
procedimiento que trasciende al resultado del fallo, porque de resultar positiva la investigación, la sentencia
condenatoria se basará, entre otras probanzas, en una confesión obtenida mediante coacción.

Primera Sala, Tesis 1a. LIII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008503

TORTURA. LA AUTORIDAD TIENE LA OBLIGACIÓN DE INVESTIGARLA EN CASO DE EXISTIR EVIDENCIA


RAZONABLE. Atendiendo a la obligación del Estado de investigar actos de tortura, corresponde al juzgador,
en caso de existir evidencia razonable y dependiendo del tipo de maltrato alegado, ordenar la investigación
al Ministerio Público y, a su vez, actuar en el proceso, de forma efectiva e imparcial, para garantizar que se
realicen los estudios relativos pertinentes; de ahí que no siempre es el certificado médico de lesiones el
que ha de valorarse para determinar si debe o no darse valor probatorio a la confesión rendida al dictarse la
sentencia definitiva.
Primera Sala, Tesis 1a. LIV/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008502

7. Integridad Física del Detenido


TORTURA. SUS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS.Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, atendiendo a la norma más protectora, prevista en la Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura, estima que se está frente a un caso de tortura cuando: i) la naturaleza del acto
consista en afectaciones físicas o mentales graves; ii) éstas sean infligidas intencionalmente; y iii) tengan
un propósito determinado, ya sea para obtener una confesión o información, para castigar o intimidar, o
para cualquier otro fin que tenga por objeto menoscabar la personalidad o la integridad física y mental de
la persona.

Primera Sala, Tesis 1a. LV/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008504

TORTURA. GRADOS DE VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LAS


PERSONAS. Conforme a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la violación
del derecho a la integridad física y psíquica de las personas tiene diversas connotaciones de grado; abarca
desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes, cuyas secuelas
físicas y psíquicas varían de intensidad según factores endógenos y exógenos de la persona, como son:
la duración de los tratos, la edad, el sexo, la salud, el contexto y la vulnerabilidad, entre otros, que deberán
analizarse en cada situación concreta.

Primera Sala, Tesis 1a. LVI/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008501

TORTURA, TRATOS CRUELES, INHUMANOS O DEGRADANTES. FORMA DE REALIZAR SU INVESTIGACIÓN.


La investigación de posibles actos de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes debe realizarse de
oficio y de forma inmediata; además será imparcial, independiente y minuciosa, con el fin de: i) determinar la
naturaleza y origen de las lesiones advertidas; ii) identificar a los responsables; e, iii) iniciar su procesamiento.
Ahora bien, corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del detenido, lo que implica la
obtención y el aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar los actos de tortura alegados; de ahí que
el Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud encargado de examinar y prestar
asistencia a los detenidos, de forma que puedan practicar libremente las evaluaciones médicas necesarias,
respetando las normas establecidas en la práctica de su profesión. Así, cuando una persona alega dentro
del proceso que su declaración o confesión ha sido obtenida mediante coacción, los Estados tienen la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 275


obligación de verificar, en primer lugar, la veracidad de dicha denuncia, a través de una investigación llevada
a cabo con la debida diligencia, para lo cual, la regla de exclusión de pruebas obtenidas bajo coacción
(incluyendo tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes), constituye un medio necesario para
desincentivar el uso de cualquier modalidad de coacción, donde la carga de la prueba de este tipo de hechos
recae en el Estado, por lo que no es válido argumentar que el denunciante no probó plenamente su denuncia
para descartarla, sino que será el Estado quien deba demostrar que la confesión fue voluntaria.

Primera Sala, Tesis 1a. LVII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2008505
CUARTA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Amparo Directo en Revisión 703/2012. Fecha de resolución: 6 de noviembre de


2013. Ponente: Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. Votación: Unanimidad, a excepción de los efectos de
la concesión que fue por mayoría. 32

HECHOS DEL CASO: A las 23:00 horas del 30 de enero de 2010, en una colonia de Ciudad Juárez, Chihuahua,
se realizaba una fiesta cuando hombres armados ingresaron a ella y dispararon contra los asistentes,
causando la muerte de 15 personas. Unos días después fue detenido un sujeto en un punto de revisión
de elementos del Ejército Mexicano, en virtud de que la camioneta que conducía tenía reporte de robo,
con motivo de lo cual, fue trasladado a la garita militar, en donde rindió su declaración ministerial y, se
dice, confesó su participación en los homicidios antedichos, permaneciendo en dicha garita mientras se
integraba la carpeta de investigación.

HISTORIA PROCESAL. El detenido fue vinculado a proceso por los delitos Homicidio calificado y Homicidio
calificado en grado de tentativa con relación a víctimas mujeres y menores de edad. Interpuso amparo
indirecto y le fue negado. El quejoso interpuso recurso de revisión ante Tribunal Colegiado de Circuito, pero fue
atraído por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para analizar lo relativo a los indicios
de tortura a la luz del nuevo esquema constitucional en materia de derechos fundamentales, establecer los
alcances del principio constitucional de inmediación, así como la manera idónea de garantizarla y por tanto,
los efectos que tal vulneración genera en el proceso, y replantear los parámetros del derecho a una defensa
adecuada.

LA PRIMERA SALA, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

I. DETENCIÓN Y RETENCIÓN POR ELEMENTOS DEL EJÉRCITO Y SIN PUESTA A DISPOSICIÓN INMEDIATA
ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO (INSTALACIONES MILITARES)

A. DERECHO HUMANO DE LIBERTAD PERSONAL

[…] la libertad personal comprende la posibilidad y el ejercicio positivo de todas las acciones dirigidas
a desarrollar las aptitudes y elecciones individuales que no pugnen con los derechos de los demás, ni
entrañen abuso de los propios.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 276

[…] la libertad personal converge en materia penal con los diversos principios fundamentales de legalidad y
seguridad conforme a los artículos 14, segundo párrafo, y 16, primer párrafo, de la Constitución Federal, […]

[…] el derecho humano de libertad personal es reconocido como de primer rango y sólo puede ser limitado
bajo determinados supuestos de excepcionalidad, en armonía con la Constitución Federal y los instrumentos
internacionales en la materia, de manera que se salvaguarde su reconocimiento y protección de la manera
más amplia, precisamente, bajo el establecido eje rector del primer precepto constitucuional -principio pro
persona-.

[…] de conformidad con el texto constitucional y los instrumentos internacionales ratificados por México,
la privación de la libertad personal sólo puede efectuarse bajo las propias delimitaciones excepcionales
conforme al propio marco constitucional, es decir, a partir del estricto cumplimiento de determinados

32 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=145855
requisitos y garantías. En caso contrario, estaremos ante una detención o privación ilegal de la libertad que

7. Integridad Física del Detenido


se encuentra prohibida tanto a nivel nacional como internacional.

Una de las formas constitucionalmente válidas para la privación de la libertad personal es la detención en
flagrancia.

B. DETENCIÓN EN FLAGRANCIA

[…]

d. El escrutinio de la autoridad judicial debe ser la condición rectora y preferente en el régimen de detención
por flagrancia. En principio, toda detención debería estar precedida por una autorización fundada y motivada
bajo los requisitos constitucionales, mas la detención en flagrancia constituye una excepción, también bajo
su delimitación constitucional.

e. Un delito flagrante se configura cuando se está cometiendo actual, esto es, cuando el autor es sorprendido
mientras consuma la acción. Como criterio negativo tenemos que, en forma ejemplificativa, de acuerdo con
la interpretación de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, una detención en flagrancia no es aquélla
en la que se detiene con fundamento en una simple sospecha sobre la posible comisión de un delito.

f. La connotación del término flagrancia tiene un sentido restringido y acotado. Incluso, en la reforma
constitucional se delimitó el concepto de flagrancia para erradicar la posibilidad de cometer abusos. Así,
se consideró que la falta de especificidad en la descripción constitucional había generado un contexto que,
durante el proceso de reforma, fue calificado como laxo o permisivo, por lo que se optó por su modificación.

g. A partir de entonces, se determinó que el significado de la flagrancia había readquirido un sentido literal
y restringido, donde lo que flagra es lo que arde o resplandece como fuego o llama.33

h. Un delito flagrante es aquel que brilla a todas luces; es decir, resulta tan evidente e inconfundible que
puede apreciarse por los sentidos la comisión de un hecho delictivo. Para reconocerlo no se necesita ser
juez, perito en derecho o bien, el estar especialmente capacitado. La obviedad inherente a la flagrancia tiene
una correspondencia directa con la irrelevancia de la calidad que ostenta el sujeto aprehensor.

i. La flagrancia ha sido una condición ex ante a la detención, lo que no conlleva facultades para detener
ante la sola sospecha de que alguien pudiera estar cometiendo un delito o de que estuviera por cometerlo o
porque presuma que esté involucrado en la comisión de un delito objeto de investigación, si no cuenta con
una orden de detención del órgano ministerial. Por otra parte, tampoco se puede detener para investigar.

j. Tratándose de delitos permanentes, la anterior precisión resultó especialmente importante. Si la persona

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 277


no fue sorprendida al momento de estar cometiendo el delito o inmediatamente después de ello, no era
admisible que la autoridad aprehensora detuviera al inculpado y después intentara justificarla por detención.

k. La actitud sospechosa, nerviosa o cualquier otro motivo relacionado con la apariencia de una persona,
no es una causa válida para impulsar una detención amparada bajo el concepto flagrancia. En contraste,
cuando ya se ha iniciado una investigación que arroja datos sobre la probable responsabilidad de una
persona, la detención requerirá estar precedida por el dictado de una orden de aprehensión.

l. Para que la detención en flagrancia pueda ser válida tiene que darse alguno de los siguientes supuestos:

i. La acción se está cometiendo en ese preciso instante, esto es, en el iter criminis, y

ii. Se persigue al autor del delito mediante elementos objetivos que hagan posible identificarlo

33 De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el verbo flagrar significa arder o resplandecer como fuego
o llama.
y corroborar que, apenas en el momento inmediato anterior, se encontraba cometiendo el delito
denunciado.

m. El juez que ratifica una detención por flagrancia debe conducirse de acuerdo con los anteriores
lineamientos.

n. Así, el control judicial ex post a la privación de la libertad en flagrancia debe ser especialmente cuidadoso.
El juez debe ponderar los datos en que se pretenda justificar.

o. Además, quien afirma la legalidad y constitucionalidad de la detención, debe poderla sostener ante el
juez. El principio de presunción de inocencia se proyectaba desde esa etapa del procedimiento (detención).
Por tanto, se consideró de suma importancia el escrutinio estricto posterior a la detención para verificar su
validez.

[…]

Esta Primera Sala advierte que la detención de ********** fue en contravención a los establecidos
lineamientos que condicionaban su validez constitucional, debido a que hubo una injustificada detención y
retención militar, aspecto último que incluso constituyó un primer factor conector con el subsecuente tema
de tortura.

[…]

Es un dato incontrovertible que la detención del imputado por elementos del Ejército Mexicano no se justificó
en los hechos delictivos que posteriormente le fueron incriminados, bajo su “espontánea” confesión de
haber intervenido en la relatada “**********”, sino en el supuesto delito de posesión de vehículo robado, lo
que nunca se justificó.

Tampoco ha sido controvertida la circunstancia de su retención en garita militar, y con ello, la obtención de
su confesión.

[…]

Así pues, se reitera, es un hecho no controvertido que ********** fue detenido por elementos del Ejército
Mexicano, según se había informado inicialmente, por una revisión de armas; empero, su detención se
pretendió sustentar luego en el supuesto reporte de robo de la camioneta que se dijo conducía, según
informaron los militares captores; luego, fue retenido en una garita militar, y no en las instalaciones del
ministerio público.

Además, la detención por la imputación del supuesto delito de posesión de vehículo robado no quedó
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 278

justificada en la investigación ni en las audiencias ante la jueza responsable; antes bien, es un hecho notorio
y que corrobora la ilegal actuación de los militares captores, que incluso el ministerio público se desistió de
su acusación el treinta y uno de mayo de dos mil once, al manifestar ante el juzgado de origen que: “este
representante social no cuenta con los elementos suficientes para fundar la acusación que se presentó”.

[…] esta Primera Sala no puede sostener el examen constitucional del juez de amparo, ya que no atendió
los lineamientos constitucionales y convencionales que deben ser la condición rectora y preferente en el
régimen de la detención por flagrancia, la cual no quedó justificada.

[…]

Es importante recalcar que la detención y retención de ********** por elementos del Ejército, incluso, al
haberlo mantenido en una garita militar, se desarrolló en una ininterrumpida secuela de ilicitud, lo que
al menos es revelador de la intimidación en la obtención de su confesión y constituyó el primer factor
conector de la aducida tortura.

7. Integridad Física del Detenido


Las consecuencias y efectos deben vincularse directamente con su origen y causa, esto es, la violación
a derechos humanos de que se trate, tanto en su aspecto cualitativo como cuantitativo. Así, no todos
los casos pueden limitarse únicamente a la invalidez de la eventual confesión del detenido; tampoco
tendrían que anularse todos los medios de prueba obtenidos en la investigación, de manera necesaria e
indiscriminada (sobre todo cuando no guardan relación causal con la violación, sino que su obtención fue
independiente). Lo que debe ponderarse es que los datos de prueba carentes de valor jurídico han de ser
aquéllos que tuvieron vinculación directa con la propia violación a los derechos humanos que convergen
en cada caso. De este modo, si la detención fue indebida, resultaría también legalmente inválida la prueba
obtenida con motivo de la misma, esto conforme a los principios de debido proceso legal y obtención de
prueba lícita.

En el caso, ha resultado incuestionable la invalidez de la detención efectuada por los militares y, por
consecuencia, el informe y datos que proporcionaron. Además, al prolongarse la violación de derechos
humanos hasta su retención en una garita militar ha provocado también la nulidad de los datos de prueba
aportados durante todo ese lapso que convergieron en la incriminación indebida del imputado.

Lo anterior ha sido adelantado, al converger con las violaciones a derechos humanos de subsecuente
estudio, en el entendido que la declaratoria de invalidez en la investigación se delimita a los datos allegados
para incriminar a ********** durante esa fase procedimental, sin perjuicio de que subsistan los demás
relacionados con el esclarecimiento de los hechos e intervención de diversos imputados, o bien, nuevas
líneas de investigación para aquel o quienes resultaren probables responsables, de manera que se respeten
los derechos humanos.

C. PUESTA A DISPOSICIÓN MINISTERIAL SIN DEMORA (RETENCIÓN)

[…]

a. El artículo 16 constitucional consagra la libertad personal, en dos formas de protección: (i) Los dos
primeros párrafos de dicho artículo los consagran positivamente y, (ii) Los párrafos subsecuentes, señalan
sus posibles limitaciones bajo las condiciones también constitucionales.

[…]

c. El control de la autoridad posterior a la detención bajo aducida flagrancia debe ser especialmente
cuidadoso.

d. El principio de presunción de inocencia se proyecta desde las primeras etapas del procedimiento penal

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 279


(detención); así, quien afirma la detención por flagrancia, tiene la carga de la prueba para poder sostenerla.
Luego, el escrutinio posterior a la detención se consideró de suma importancia, ya que el descubrimiento
de que se actualizó una situación de privación ilegal de la libertad, necesariamente debía desencadenar el
reproche y la exigencia de responsabilidad correspondiente.

e. Dentro del régimen general de protección contra detenciones que exige nuestra Constitución, se deriva el
principio de inmediatez, gracias al cual es exigible que la persona detenida sea presentada ante el ministerio
público sin demora injustificada.

f. No es posible ni adecuado fijar un determinado o preciso número de horas, ya que fijar una regla así, podría
abarcar casos en los que las razones que dan lugar a la dilación sea justificada. Sin embargo, es posible
adoptar un estándar que posibilite verificar, en cada caso concreto, la detención con puesta a disposición
ministerial sin demora:

(i). Por un lado, no dilatar injustificadamente la puesta a disposición de la persona detenida,


porque esto da lugar a que se restrinja su libertad personal sin control y vigilancia de la autoridad
competente, y

(ii). Por otro lado, están las peculiaridades de cada caso concreto, por ejemplo, la distancia entre
el lugar de la detención y el ministerio público.

g. De este modo, aunque no exista una regla tasada, ello no significa que no pudiera existir un estándar
para determinar si se está frente a una dilación indebida. Tal circunstancia se actualiza, cuando no existan
motivos razonables que imposibiliten la puesta a disposición inmediata, pero la persona continúe retenida
sin ser entregada a la autoridad competente.

h. Por consecuencia, tales motivos razonables únicamente podían tener origen en impedimentos fácticos
reales y comprobables (como la distancia entre el lugar de la detención y la puesta a disposición). Además,
deben ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades. Dicho de otro modo,
en cuanto sea posible, es necesario llevar a la persona detenida por flagrancia o caso urgente ante el
ministerio público, a menos que exista un impedimento razonable que no resulte contrario al margen de
facultades constitucionales y legales a cargo del agente de la detención.

i. Así, no debe retenerse a una persona por más tiempo del estrictamente necesario para trasladarla ante
el Ministerio Público para ponerlo a su disposición, a fin de desarrollarse las diligencias de investigación
pertinentes que permitieran definir su situación jurídica de la cual depende su restricción temporal de
libertad personal.

j. En términos estrictamente constitucionales, se concluyó, que el agente que detenga al imputado por la
comisión de un delito en flagrancia tiene obligación de ponerlo sin demora ante el ministerio público, esto
es, sin retraso injustificado o irracional.

[…]

En el orden destacado, la vulneración al derecho humano de libertad personal trascendió de la detención a


la retención militar al no ponerlo a disposición inmediata del Ministerio Público. 34

Bajo los lineamientos constitucionales y convencionales, se concluye que además de la definición y


alcance del derecho de libertad personal, bajo la condición limitante de detención con puesta a disposición
ministerial sin demora, su vulneración conlleva las consecuencias y efectos ya anunciadas, lo que reveló la
invalidez de la detención y retención, así como pruebas obtenidas en todo ese contexto de ilicitud.

D. DETENCIÓN POR ELEMENTOS DEL EJÉRCITO MEXICANO Y RETENCIÓN EN INSTALACIONES MILITARES

[…]
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 280

Luego de la injustificada detención militar del quejoso, ha sido también un hecho incontrovertible que éste
permaneció retenido en una garita militar, y no a disposición material del Ministerio Público, mientras se
integraba la investigación, tal como se desprende de los datos de la propia carpeta de investigación, lo que

34 En ese mismo sentido se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el Caso Acosta Calderón Vs. Ecuador,
en sentencia de veinticuatro de junio de 2005, párrafos 77 y 78:
Tanto la Corte Interamericana como la Corte Europea de Derechos Humanos han destacado la importancia que reviste el pronto control
judicial de las detenciones. Quien es privado de libertad sin control judicial debe ser liberado o puesto inmediatamente a disposición de un
juez. La Corte Europea de Derechos Humanos ha sostenido que si bien el vocablo “inmediatamente” debe ser interpretado conforme a las
características especiales de cada caso, ninguna situación, por grave que sea, otorga a las autoridades la potestad de prolongar indebidamente
el período de detención, porque esto quebrantaría el artículo 5.3 de la Convención Europea.
Tal y como lo ha señalado en otros casos, este Tribunal estima necesario realizar algunas precisiones sobre este punto. En primer lugar, los
términos de la garantía establecida en el artículo 7.5 de la Convención son claros en cuanto a que la persona detenida debe ser llevada sin
demora ante un juez o autoridad judicial competente, conforme a los principios de control judicial e inmediación procesal. Esto es esencial
para la protección del derecho a la libertad personal y para otorgar protección a otros derechos, como la vida y la integridad personal. El simple
conocimiento por parte de un juez de que una persona está detenida no satisface esa garantía, ya que el detenido debe comparecer personalmente y rendir
su declaración ante el juez o autoridad competente.
incluso fue avalado por el juez de amparo bajo las propias consideraciones de la jueza responsable.35

7. Integridad Física del Detenido


[…] Sin embargo, de la lectura íntegra de la carpeta de investigación se advierte que los datos de prueba se
obtuvieron cuando se encontraba retenido en las instalaciones de la “********** del Vigésimo Regimiento
en Ciudad Juárez, Chihuahua”.36

Así las cosas, la detención y retención militar de ********** se llevó a cabo sin que haya sido real ni
materialmente puesto a disposición ministerial en el desarrollo de la fase de investigación, dado que se
mantuvo en una garita militar. Ello ha significado violaciones a sus derechos humanos en una secuela
ininterrumpida durante esa fase procedimental, con su consecuente invalidez ya delimitada.

En todo caso, la intervención de militares en la persecución de delitos debe ser en coordinación con el
ministerio público, respetándose las formalidades esenciales […].

II. DEBIDO PROCESO LEGAL Y PRUEBA ILÍCITA EN EL NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL (ACUSATORIO
Y ORAL)

[…] la confesión realizada por un inculpado puesto a disposición virtualmente ante el ministerio público,
empero, materialmente retenido en sede militar, carece de todo valor jurídico, aun como mero dato de
prueba, ya que se infiere que la misma fue obtenida mediante intimidación y coacción.

[…] esta Primera Sala reitera la invalidez de los datos de incriminación obtenidos contra **********, en todo
el contexto de la fase de investigación afectada en su ilicitud por la conducta indebida y arbitraria de los
elementos del Ejército Mexicano en su detención y retención en una garita militar; pues como se destacó,
ello devino en la obtención de prueba ilícita, en concreto, las relacionadas estrictamente con la supuesta
intervención del quejoso que atentaron a su vez contra el principio de debido proceso legal en dicha fase
del procedimiento penal.

[…]

III.TORTURA

La detención indebida de ********** por parte de militares, así como su retención en una garita militar,
de suyo propio implicó una grave aflicción para el quejoso, pero también se vincula como primer factor
conector con el tema de la tortura aducida, lo que será materia de análisis en este apartado, dada su
especial trascendencia, conforme a los criterios constitucionales y convencionales.

[…]

Del análisis de los preceptos constitucionales, convencionales y legales citados, esta Primera Sala de la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 281


Suprema Corte de Justicia de la Nación concluye que:

a. Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho a que las autoridades intervengan de
forma expedita para que su acusación sea investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal.

b. La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país, y no sólo en aquellas que
deban investigar o juzgar el caso.

c. Atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del mencionado derecho, debe considerarse
como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante

35 Datos obtenidos del auto de vinculación a proceso anexado al informe justificado, remitido por la autoridad responsable ordenadora,
así como de la sentencia de amparo -Hojas 56 a 66, tomo I, así como 2969 a 3009, juicio de amparo **********, tomos I y VII.
36 Juicio de Amparo Indirecto **********, hojas 476 (tomos II), hoja 1482 (tomo IV), hojas 1489, 1491, 1580, 1945 (tomo IV),
correspondientes a la carpeta de investigación.
cualquier autoridad con motivo de sus funciones.

Por tanto, es claro para esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que el derecho a
no ser objeto de tortura, ni de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, es un derecho absoluto.

Como fue establecido, la detención indebida de ********** por parte de elementos del Ejército Mexicano,
así como su retención en una garita militar, en sí mismo implicó una grave aflicción, lo que se traduce en, al
menos, una violación a su integridad psicológica.

Lo anterior significó también que la confesión fue obtenida bajo coacción, pero también se constituyó
como el primer factor conector con el tema de tortura aducida por el quejoso.

[…]

Esta Primera Sala observa también que de conformidad con el Protocolo de Estambul -Manual para
la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes- “es particularmente importante que las autoridades investiguen con prontitud e imparcialidad
todo caso de tortura que se notifique”. Además, si dicho examen no se hizo oportunamente, ello no exime
a las autoridades de la obligación de realizar un examen e iniciar la investigación, pues el examen médico-
psicológico debe realizarse “independientemente del tiempo que haya transcurrido desde el momento de
la tortura”.

Tal como se ha destacado en los estándares nacionales e internacionales37, cuando los órganos
jurisdiccionales tengan conocimiento de la manifestación de que una persona afirme haber sufrido tortura
o cuando tengan información que les permita inferir la posible existencia de la misma, deberán dar vista a
la autoridad ministerial que deba investigar el delito.

Esta Primera Sala reitera la exclusión de pruebas obtenidas mediante coacción capaz de quebrantar la
expresión espontánea de la voluntad de la persona, lo que a su vez constituye una infracción al debido
proceso legal y obtención de prueba lícita.

[…].

DECISIÓN. La Primera Sala decidió revocar la sentencia recurrida y conceder el amparo al quejoso contra
el auto de vinculación a proceso, el cual por virtud de la decisión fue invalidado por tener como sustento
datos de incriminación ilícitos. Asimismo, ordenó investigar los hechos de tortura a fin de realizar y
proseguir de modo diligente el esclarecimiento de los hechos y deslindar responsabilidades.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 282

TESIS QUE DERIVAN DE ESTA EJECUTORIA:

LIBERTAD PERSONAL. LA AFECTACIÓN A ESE DERECHO HUMANO ÚNICAMENTE PUEDE EFECTUARSE


BAJO LAS DELIMITACIONES EXCEPCIONALES DEL MARCO CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL. La
libertad personal se reconoce y protege como derecho humano de primer rango tanto en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos (artículos 1o., 14 y 16), como en el Pacto Internacional de

37 Ver artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y 11 de la Ley Federal para Prevenir y
Sancionar la Tortura.
Derechos Civiles y Políticos (artículo 9) y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo

7. Integridad Física del Detenido


7); de ahí que su tutela debe ser la más amplia posible, conforme a la fuente jurídica que mejor la garantice
y sólo puede limitarse bajo determinados supuestos de excepcionalidad, en concordancia con los sistemas
constitucional y convencional, es decir, a partir del estricto cumplimiento de requisitos y garantías de forma
mínima a favor de la persona; de lo contrario, se estará ante una detención o privación de la libertad personal
prohibida tanto a nivel nacional como internacional.

Primera Sala, Tesis 1a. CXCIX/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006478

FLAGRANCIA. LA DETENCIÓN DE UNA PERSONA SIN EL CUMPLIMIENTO IRRESTRICTO DEL MARCO


CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL QUE REGULA AQUELLA FIGURA, DEBE CONSIDERARSE ARBITRARIA.
El artículo 16, párrafo cuarto, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, prevé la siguiente
descripción: “Cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un
delito o inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad
más cercana y ésta con la misma prontitud, a la del ministerio público. Existirá un registro inmediato de la
detención.”. Por su parte, los artículos 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 7 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos prevén como requisitos para que la detención de una
persona sea válida que: 1. Sus causas y condiciones estén fijadas de antemano en la Constitución y en la
ley; 2. Prohibición de la detención arbitraria; 3. La persona detenida debe ser informada, en el momento de
su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin demora, de los cargos formulados contra ella; 4.
La persona detenida será llevada sin demora ante la autoridad competente que verifique la legalidad de la
detención; 5. Se ordene su libertad si la detención fue ilegal o arbitraria.  

Primera Sala, Tesis 1a. CC/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006476

FLAGRANCIA. LAS CONSECUENCIAS Y EFECTOS DE LA VIOLACIÓN AL DERECHO HUMANO A LA


LIBERTAD PERSONAL SON LA INVALIDEZ DE LA DETENCIÓN DE LA PERSONA Y DE LOS DATOS DE
PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA. La limitación al derecho humano de
libertad personal es de carácter excepcionalísimo y su escrutinio del más estricto rigor; por ello, cuando se
aduzca flagrancia, debe acreditarse que hubo elementos objetivos y razonables para justificar válidamente
la afectación a la libertad y seguridad personal. Ello es así, en principio, porque toda persona tiene no sólo
la legítima expectativa sino el derecho a no ser molestada por la autoridad, salvo por causas justificadas.
Por su parte, la autoridad tiene la posibilidad de hacer indagaciones bajo el marco jurídico y conforme a las
atribuciones que legalmente justifiquen su proceder. Sin embargo, no puede justificarse constitucionalmente

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 283


que bajo pretexto de cumplirse con cuestiones de aducida legalidad, se actúe de manera arbitraria, lo cual
debe ponderarse bajo un estándar de necesidad, razonabilidad y proporcionalidad de la medida empleada.
De ahí que si la detención de una persona, por aducida flagrancia, no se da bajo el respeto irrestricto
del sistema constitucional y convencional, es decir, a partir del estricto cumplimiento de los requisitos y
garantías establecidos de forma mínima a favor de la persona que sufrió la detención, ésta será considerada
como arbitraria, al estar prohibida tanto a nivel nacional como internacional. Las consecuencias y efectos
de la vulneración a lo anterior son la invalidez legal de la propia detención, así como de los datos de prueba
obtenidos de forma directa e inmediata con motivo de la misma; esto conforme además a los principios de
debido proceso y obtención de prueba lícita.

Primera Sala, Tesis 1a. CCI/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006477
DERECHO DE LA PERSONA DETENIDA A SER PUESTA A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO
PÚBLICO. LA RETENCIÓN INDEBIDA GENERA COMO CONSECUENCIAS Y EFECTOS LA INVALIDEZ DE LOS
DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN AQUÉLLA, AL SER CONSIDERADOS
ILÍCITOS. De conformidad con el artículo 16, párrafo cuarto, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como con los artículos 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 7 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, la limitación a la libertad personal con motivo de la detención
por flagrancia, implica que toda persona detenida bajo esa hipótesis sea puesta sin demora a disposición de la
autoridad ministerial. El reconocimiento y protección de este derecho fundamental conlleva una trascendencia
especial, pues el escrutinio estricto posterior a la detención se dirige precisamente a verificar que no hubo
una privación ilegal de la libertad que, de actualizarse, provocaría invalidar la detención, así como datos de
prueba obtenidos con motivo de la misma, además que ello deberá desencadenar el reproche y la exigencia
de responsabilidad a los agentes captores. Así, en términos estrictamente constitucionales, el agente que
detenga al imputado por la comisión de un delito en flagrancia, tiene obligación de ponerlo sin demora ante
el ministerio público, esto es, sin retraso injustificado o irracional. Ahora bien, las consecuencias y efectos de
la vulneración al derecho humano de libertad personal, con motivo de la retención indebida, deben vincularse
estrictamente con su origen y causa; lo que implica que si la prolongación injustificada de la detención generó
la producción e introducción de datos de prueba, éstos deben declararse ilícitos, lo mismo que las diligencias
pertinentes se hayan realizado en condiciones que no permitieron al inculpado ejercer el derecho de defensa
adecuada, de conformidad con los principios de debido proceso y obtención de prueba lícita.

Primera Sala, Tesis 1a. CCII/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006471

DETENCIÓN Y SITUACIÓN JURÍDICA DEL IMPUTADO EN EL NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL


ACUSATORIO. LAS AUTORIDADES COMPETENTES DEBEN VERIFICAR SU COHERENCIA CON EL ORDEN
CONSTITUCIONAL Y ARMONIZAR LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS CON LOS PRINCIPIOS
DE DICHO SISTEMA. Conforme a la reforma constitucional en materia penal de 18 de junio de 2008, la
implementación del nuevo sistema de justicia penal implica la observancia de los principios y lineamientos
constitucionales desde la primera etapa de investigación; ello, en convergencia con la reforma constitucional
en materia de derechos humanos de 10 de junio de 2011; lo anterior conlleva incluso un sentido progresivo
en el reconocimiento y protección de los derechos humanos desde dicha primera fase del procedimiento
penal. Ahora bien, la consignación de una persona detenida puede sostenerse con la sola formulación de
la imputación bajo la teoría del caso, así como con la mera exposición de los datos de prueba contenidos
en la carpeta de investigación (a la que podría no tener acceso el órgano jurisdiccional hasta ese momento
procesal). Por ello, se impone a las autoridades competentes un mayor y estricto escrutinio en la revisión de
la detención y definición de la situación jurídica de la persona imputada, lo que implica verificar la coherencia
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 284

del orden constitucional y armonizar la protección de los derechos humanos en convergencia con los
principios del nuevo procedimiento penal, especialmente, en dicha primera fase. En tales condiciones, la
autoridad judicial puede incluso allegarse de todos los datos para salvaguardar la defensa adecuada de
quien está sujeto a su tutela, y con mayor razón cuando hay manifestación de la persona detenida sobre la
violación a sus derechos humanos.

Primera Sala, Tesis 1a. CCIII/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006475

DERECHOS HUMANOS. SU RECONOCIMIENTO Y PROTECCIÓN OBLIGA AL ÓRGANO DE CONTROL


CONSTITUCIONAL AL ESTUDIO DE VIOLACIONES Y PRUEBAS SUPERVENIENTES RELACIONADAS CON LA
PRIMERA FASE DE INVESTIGACIÓN EN EL NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL. Las violaciones a derechos
humanos en la primera fase de investigación del nuevo sistema de justicia penal pueden ser reclamables
en amparo, por lo que esta Primera Sala sostiene la Jurisprudencia 1a./J. 107/2007, de rubro: “ORDEN DE

7. Integridad Física del Detenido


APREHENSIÓN. CUANDO SE RECLAMA EN EL JUICIO DE AMPARO INDIRECTO, DEBEN TOMARSE EN CUENTA
LAS PRUEBAS DESAHOGADAS EN EL PROCESO PENAL CON POSTERIORIDAD A SU DICTADO, SIEMPRE QUE
EL QUEJOSO ACREDITE QUE SON SUPERVENIENTES Y TENGAN VINCULACIÓN CON LOS HECHOS MATERIA
DE LA INVESTIGACIÓN.”. Ello no se contrapone a la Jurisprudencia 1a./J. 64/2011 (9a.), también sostenida,
de rubro: “ORDEN DE APREHENSIÓN O AUTO DE VINCULACIÓN A PROCESO. EL JUEZ DE DISTRITO PARA
RESOLVER SOBRE SU CONSTITUCIONALIDAD NO ADMITIRÁ NI TOMARÁ EN CONSIDERACIÓN DATOS QUE
NO SE HUBIESEN TOMADO EN CUENTA POR EL JUEZ DE GARANTÍA PARA SU EMISIÓN (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE CHIHUAHUA).”. Lo anterior es así, porque si bien el acto reclamado en el juicio de amparo debe
ser apreciado bajo las mismas actuaciones que tuvo a su alcance la autoridad responsable al momento de
su emisión, también lo es que dicho principio ha admitido como excepción, precisamente, la viabilidad de
pruebas supervenientes que tengan directa relación con hechos de la investigación, más aún, si convergen
con la demostración de violaciones a derechos humanos relacionadas con la fase inicial del procedimiento
penal. Lo que reconoce el segundo criterio es la revisión de constancias conforme a la naturaleza jurídica del
nuevo sistema de justicia penal, pero ello no implica que pierda vigencia y obligatoriedad el primer criterio
rector para la admisión de pruebas en cuestiones de excepcionalidad, incluso, de máximo rigor al tratarse de
tortura. Por ello, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostiene que el hecho de que
la autoridad responsable no hubiere tenido acceso a la carpeta de investigación, tratándose de la primera
fase del nuevo procedimiento penal, no es impedimento para que el tribunal de amparo admita y valore
medios de prueba supervenientes que tengan vinculación directa con violaciones a derechos humanos
en dicha etapa de investigación. Al respecto, un caso paradigmático es la tortura, pues además no debe
perderse de vista que versa sobre un tema de pronunciamiento previo y oficioso.

Primera Sala, Tesis 1a. CCIV/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006473

TORTURA. CONSTITUYE UNA CATEGORÍA ESPECIAL Y DE MAYOR GRAVEDAD QUE IMPONE LA OBLIGACIÓN
DE UN ESCRUTINIO ESTRICTO BAJO LOS ESTÁNDARES NACIONALES E INTERNACIONALES.

La prohibición de la tortura como derecho absoluto se reconoce y protege como jus cogens en armonía con
el sistema constitucional y convencional. En ese sentido, el artículo 22, primer párrafo, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, proscribe la tortura, mientras que el artículo 29 de la propia
Constitución Federal enfatiza que la prohibición de tortura y la protección a la integridad personal son
derechos que no pueden suspenderse ni restringirse en ninguna situación, incluyendo los casos de
invasión, perturbación grave de la paz pública, o cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro
o conflicto. Además, la integridad personal es el bien jurídico cuya protección constituye el fin y objetivo

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 285


principal para prohibir la tortura, así como otros tratos y penas crueles, inhumanas o degradantes, lo cual
también se prevé en los artículos 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como 7 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Además, las obligaciones adquiridas por México, en la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, incluyen tipificarla como delito, investigar
toda denuncia o presunto caso de ella, así como de excluir toda prueba obtenida por la misma. En ese orden,
la tortura actualiza una categoría especial y de mayor gravedad que impone hacer un análisis cuidadoso bajo
los estándares nacionales e internacionales, tanto en su impacto de violación de derechos humanos como
de delito.

Primera Sala, Tesis 1a. CCV/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006482

TORTURA. SU SENTIDO Y ALCANCE COMO PROHIBICIÓN CONSTITUYE UN DERECHO ABSOLUTO,


MIENTRAS QUE SUS CONSECUENCIAS Y EFECTOS SE PRODUCEN TANTO EN SU IMPACTO DE VIOLACIÓN
DE DERECHOS HUMANOS COMO DE DELITO. Conforme al marco constitucional y convencional, la
prohibición de la tortura se reconoce y protege como derecho absoluto que pertenece al dominio del jus
cogens internacional, mientras que sus consecuencias y efectos impactan en dos vertientes: tanto de
violación de derechos humanos como de delito. En ese orden, esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha sostenido que: 1. Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho
a que las autoridades intervengan de forma expedita para que su acusación sea investigada y, en su caso,
examinada a través de un juicio penal; en ese sentido, las autoridades tienen la obligación de investigar
la tortura para, en su caso, esclarecerla como delito, así como de realizar y proseguir de modo diligente
las investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades por su comisión. 2. La obligación de
proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país y no sólo en aquellas que deban investigar o
juzgar el caso. 3. Atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del mencionado derecho, debe
considerarse como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se
formule ante cualquier autoridad con motivo de sus funciones. 4. Cuando una persona ha sido sometida a
coacción para quebrantar la expresión espontánea de su voluntad, deben excluirse las pruebas obtenidas
mediante la misma.

Primera Sala, Tesis 1a. CCVI/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006484

TORTURA. OBLIGACIONES DE LA AUTORIDAD CUANDO UNA PERSONA MANIFIESTA HABERLA SUFRIDO O


SE TENGAN DATOS DE LA MISMA. Cuando la autoridad tenga conocimiento de la manifestación de que una
persona ha sufrido tortura o cuando tenga datos de la misma, deberá, inmediatamente y de oficio, dar vista al
ministerio público para que inicie una investigación de manera independiente, imparcial y meticulosa. Dicha
investigación tiene como finalidad determinar el origen y naturaleza de la afectación a la integridad personal
de quien alega la tortura, e identificar y procesar a las personas responsables. Cuando, dentro de un proceso,
una persona alegue que su declaración fue obtenida mediante coacción, las autoridades deben verificar la
veracidad de dicha denuncia a través de una investigación diligente. Asimismo, el hecho que no se hayan
realizado oportunamente los exámenes pertinentes para determinar la existencia de tortura no exime a
las autoridades de la obligación de realizarlos e iniciar la investigación respectiva; tales exámenes deben
hacerse independientemente del tiempo transcurrido desde la comisión de la tortura. Por tanto, esta Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera relevante destacar que, con independencia de
la obligación de los órganos de legalidad o control constitucional, en torno al reconocimiento y protección
del derecho humano de integridad personal y la prohibición de la tortura como derecho absoluto, subsistirá
en todo momento la obligación de instruir su investigación conforme a los estándares nacionales e
internacionales para deslindar responsabilidades y, en su caso, esclarecerla como delito, con fundamento
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 286

en los artículos 21 de la Constitución Federal, 1, 3, 6 y 8, de la Convención Interamericana para Prevenir y


Sancionar la Tortura, así como 1o., 3o. y 11o. de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura.

Primera Sala, Tesis 1a. CCVII/2014 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2006483
8. MEDIDAS DE PROTECCIÓN

PRIMERA REGLA

Los elementos de las fuerzas del orden que sean citados como testigos,
tiene la obligación de comparecer al lugar en que el juzgador les ordene.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA
La declaración de los agentes que participaron en una detención es
fundamental para que se pruebe en la audiencia de juicio el delito y la
responsabilidad del acusado, pues a los aprehensores les constan de
primera mano los pormenores de tales cuestiones. La comparecencia al
juicio también es necesaria para que los procesados puedan ejercer su
derecho de defensa, interrogando a los que declaran en su contra.

No obstante, ninguna persona tiene la obligación de soportar un riesgo


en su vida o integridad si se dispone de elementos para evitarlo, lo que
es especialmente evidente (aunque no exclusivo) en hechos vinculados
con delincuencia organizada. Ante una situación de esta naturaleza, el
efectivo tiene el derecho de que el Estado le brinde amplia protección, lo
cual y debe ser objeto de análisis por parte del juzgador.

Incluso, por estar involucrados derechos de la mayor importancia


como son la vida y la integridad personal, la evaluación que ejecute
el juzgador sobre la procedencia de la medida debe ser al margen de
que el interesado solicite la protección o no (pues no es necesaria su
petición e incluso no impide brindarla si se opone) y, bajo la misma
lógica, para su otorgamiento no sólo basta con que se pida sino que
debe apreciarse la existencia de un peligro objetivo tanto a partir de
las propias características del caso como de los hechos notorios que
permitan evaluar los intereses y la situación que rodea al caso.

El efectivo que fue citado tiene el derecho a solicitar medidas de


protección de su identidad o de protección física o incluso que se
utilicen medios tecnológicos para que declare cuando la comparecencia
personal implique un riesgo para su vida o integridad personal.
PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Primer Tribunal Colegiado en materia penal del Primer Circuito. Amparo en
Revisión 226/2012. Fecha de resolución: 2 de mayo de 2013. Ponente: Magistrado Juan José Olvera López.
Votación: Unanimidad1.

HECHOS DE LOS CASOS: El 18 de abril de 2012, cuatro elementos de la policía ministerial de la procuraduría
participaron en la detención de tres personas que transportaban a bordo de una camioneta barriles llenos
de metanfetaminas y diversas sustancias químicas, por lo cual, fueron puestos a disposición de la autoridad
ministerial. Los agentes firmaron el documento de puesta a disposición utilizando unas claves de resguardo
de identidad que les fueron previamente asignadas por la institución ministerial.

HISTORIA PROCESAL: Los acusados promovieron juicio de amparo indirecto para que la Procuraduría
General de la República proporcionara los nombres de los elementos policiales que firmaron la puesta a
disposición y el juez de distrito otorgó el amparo; determinación contra la que los policías en su carácter de
terceros perjudicados interpusieron recurso de revisión para que su identidad se mantuviera confidencial.

EL SEÑALADO TRIBUNAL COLEGIADO, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

Uno de los agravios es inoperante, otro infundado y un último fundado, circunstancia esta última que lleva a
modificar la sentencia traída a revisión, en los términos que se precisarán al final de esta ejecutoria.

Como se verá enseguida el inoperante deriva de que los terceros perjudicados pretenden vía agravio que
los quejosos, como testigos del proceso que se sigue a aquéllos, comparezcan a declarar, y eso ya lo
obtuvieron en la sentencia recurrida, pues ésta partió de esa misma premisa que deben comparecer, sólo
que fuera con medidas de protección.

Por otra parte, respecto del planteamiento infundado, el mismo se encamina a respaldar la legalidad del
acto reclamado en el sentido de que dichos quejosos comparezcan sin resguardo de su identidad y de su
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 288

integridad, y es de esa manera porque no es verdad que legalmente carezcan de esa eventual protección;
sin embargo, sobre el mismo tema, es fundado el agravio de los recurrentes en el que hacen valer lo
incorrecto de la concesión del amparo porque la autoridad responsable no realizó un análisis del riesgo y
la amenaza en que se traduce que tales agentes participen en el proceso, lo que debió hacer pues sólo así
podría estar en posibilidades de fijar la conducencia o no de la protección y, en su caso, de saber qué tipo
de providencias son las aplicables y adecuadas al caso concreto.

En pocas palabras, lo que sucedió respecto de ese riesgo, es que la autoridad responsable, en automático,
lo descartó, mientras que la Juez de Amparo, también en automático, lo dio por sentado; siendo que este
Tribunal Colegiado advierte que, ese es un presupuesto de la determinación de medidas de protección que
requiere analizarse en concreto y determinarse por el Juez, y que no basta con que sea invocado por el
interesado, sino que debe pasar por el tamiz de quien decide, que es el Juez.

1 http://www.dgepj.cjf.gob.mx/internet/expedientes/ExpedienteyTipo.
asp?TipoAsunto=11&TipoProcedimiento=979&Expediente=226%2F2012&Buscar=Buscar&Circuito=1&CircuitoName=PRIMER+CIRCUITO&Organismo=7&OrgName=Primer+Tr
ibunal+Colegiado+en+Materia+Penal+del+Primer+Circuito&TipoOrganismo=0&Accion=1
A fin de exponer con claridad las razones que conducen a esta conclusión (así como efectuar diversas
consideraciones en torno a cada uno de los temas delineados en el párrafo que antecede), deben tenerse
presentes los siguientes antecedentes fácticos y procedimentales:

8. Medidas de Protección
[…]

Los policías ministeriales que efectuaron tal puesta a disposición solicitaron la protección de sus datos
personales, y en la propia sede ministerial, […]

[…]

Una vez efectuadas diversas diligencias ministeriales, el veintiocho de mayo de dos mil doce, el agente del
Ministerio Público de la Federación consignó sin detenido la averiguación previa ********** por los delitos
de delincuencia organizada, posesión de cartuchos y contra la salud, y solicitó la correspondiente orden de
aprehensión.

Dicha averiguación previa fue radicada el veintiocho de mayo de dos mil doce ante el Juzgado Segundo
de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal bajo el número de causa **********; y se
giró orden de aprehensión el veintinueve de mayo de la misma anualidad por dicha autoridad única y
exclusivamente por lo que hace al delito contra la salud en la modalidad de producción del narcótico
denominado metanfetamina.

Una vez cumplida dicha orden, se recabó la declaración preparatoria de cada uno de los referidos procesados
y se les dictó auto de formal prisión […]

Aperturado el periodo de instrucción, la defensa de los procesados ofreció como prueba la ampliación de
los testimonios de los agentes captores.

[…] la Juez del proceso admitió y acordó requerir al agente del Ministerio Público Federal integrador, para que
proporcionara los nombres de los elementos policiales que firmaron la puesta a disposición de dieciocho
de abril de dos mil doce, ya que dichos funcionarios se identificaron con una clave en números.

Dicho requerimiento fue reiterado […] pues el agente del Ministerio Público integrador adujo reiteradamente
en contestación a los oficios que por la seguridad de dichos elementos no sería posible proporcionar sus
nombres y domicilios pero propuso se llevara a cabo dicha ampliación por otros medios, y por su parte la
Juez del proceso advirtió que al no estar ya frente al supuesto de delincuencia organizada, tales nombres
tendrían que ser proporcionados para el desahogo de la probanza ofrecida por los procesados.

Inconformes los elementos policiales con dichos autos, promovieron juicio de amparo indirecto, del cual

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 289


conoció la Juez […] la cual, seguidos los trámites conducentes, dictó sentencia en la cual otorgó el amparo
para el efecto de que la autoridad responsable proveyera alguna otra medida para lograr la recepción de la
prueba de ampliación de declaración ofrecida por la defensa de los procesados, siempre y cuando ello no
conllevara la revelación de la identidad de los elementos captores.

[…]

En la presente instancia los recurrentes afirman, en un primer planteamiento, que la concesión de amparo
es equivocada, pues los agentes de policía, en su calidad de testigos del evento delictivo que se les atribuye,
tienen la obligación ineludible de comparecer a juicio, pues sólo así podrá garantizárseles a los procesados
el despliegue adecuado de su derecho de defensa.

Y, como se adelantó, tal argumento, a la luz de la concesión del amparo reseñada en el punto 8 de los
antecedentes, es inoperante ya que la Juez de Distrito, si bien concedió el amparo partiendo de la base de
que los agentes deben acudir a desahogar la diligencia, lo que es correcto, este tribunal estima oportuno
tal planteamiento para exponer con mayor claridad y amplitud los alcances del referido tópico, puesto que
el mismo es una premisa fundamental para el resto de los temas que serán detallados en el resto de esta
sentencia. Veamos.

Debe garantizarse a los procesados terceros perjudicados en este juicio de amparo los derechos de
igualdad procesal y defensa adecuada (desde el enfoque del principio de contradicción) previstos en el
sistema jurídico mexicano, lo cual en la causa penal de origen sólo se hará efectivo con la presencia en el
proceso de los elementos de seguridad que efectuaron su puesta a disposición.

[…]

El artículo 13 de la Constitución Federal impone a las autoridades judiciales, cualquiera que sea la naturaleza
del proceso que tramiten, el deber de conferir a las partes las mismas oportunidades procesales para
exponer su posición en juicio, para probar los hechos en que descanse aquélla, así como para sostener, con
la misma medida y alcance, sus alegatos y posibles inconformidades.

En el caso de juicios de naturaleza penal, este derecho de igualdad procesal (también conocido
doctrinalmente como igualdad de armas) cobra especial relevancia y adquiere diversos matices, producto de
una combinación con diversas garantías, pues debe observarse que el individuo inculpado no se encuentra
frente a cualquier parte, quien ejerce la acusación es un ente del Estado, con toda la magnitud patrimonial e
institucional que esto implica. Asimismo, debe añadirse el ingrediente de que dicha parte acusadora, en la
fase de investigación (donde se encuentra el material probatorio que respalda la imputación), actuó con el
carácter de autoridad frente a los particulares, es decir, desde una posición más favorable.

En ese sentido, el propio texto (sic) Constitucional contiene un catálogo de derechos que buscan superar
las diferencias sustanciales entre la posición del inculpado y el Ministerio Público, así como garantizar que
tanto la sujeción a proceso como la eventual privación de ciertos derechos (esencialmente la libertad) se
den en un marco amplio de protección del imputado. Nótese pues que a la garantía de enfrentar un proceso
en paridad de condiciones se suma el derecho de defensa adecuada, que en nuestro Texto Constitucional
se encuentra previsto en el artículo 20, apartado A (en su texto anterior a la reforma publicada en el Diario
Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008).

[…]

En el presente caso, el derecho de los acusados a interrogar a los testigos de cargo (como forma frontal
de combatir la acusación) encuentra apoyo no sólo a partir de la intelección de las aludidas garantías
constitucionales, sino también a partir de la observancia de diversas disposiciones de orden internacional
(vigentes plenamente en nuestro país) que de manera literal establecen tal prerrogativa.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 290

En efecto, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 14, numerales 1 y 3, dispone:

“Artículo 14...

“1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia.

“...

“3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas:

“...

“b) A disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa y a comunicarse con
un defensor de su elección;
“...

“e) Interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia de los testigos de

8. Medidas de Protección
descargo y que éstos sean interrogados en las mismas condiciones que los testigos de cargo; ...”

Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 8, relativo a las garantías
judiciales señala:

“Artículo 8. ...

“... Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: “...

“f) Derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia,
como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos; ...”

Como puede apreciarse, existen disposiciones expresas en el sentido de que todo inculpado cuenta con
el derecho de hacer comparecer a los testigos de cargo que deponen en su contra, así como de interrogar,
no sólo a los aludidos, sino a todos aquellos que puedan llevar a juicio información relevante para el
esclarecimiento del evento que interesa.

[…]

En ese sentido, el marco normativo invocado, así como los precedentes reseñados conducen a estimar que,
en el presente caso el desahogo de la ampliación de testimonio de los policías aprehensores ineludiblemente
debe tener lugar, esencialmente por las siguientes notas distintivas:

i) De no lograrse la comparecencia de dichos agentes estatales de seguridad se propiciaría un desequilibrio


procesal entre las partes. Es así porque mientras el órgano acusador tuvo la posibilidad de, a través de dichas
personas construir elementos de prueba, el particular se vería completamente impedido de contradecirlos,
es decir de rebatir no sólo directamente la acusación en su contra, sino también el conjunto de detalles y
circunstancias atinentes a la misma, que en el marco del proceso penal y sus posibles consecuencias se
convierten en elementos cardinales.

Máxime que en el caso se trata no sólo de pruebas aportadas por la representación social, sino que además
de ello, los generadores del material convictivo tienen la dualidad de testigos y servidores públicos. De
modo que impedir su comparecencia arrojaría, además de la aludida transgresión, la imposibilidad de tener
certeza sobre aquello que se origina a partir de las actividades de seguridad pública e investigación que
realiza el Poder Ejecutivo sobre los delitos.

ii) Impedir que los procesados accedan a tales medios de prueba torna nugatorio el derecho de defensa

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 291


adecuada y transgrede el principio de contradicción.

El obstáculo de que amplíen su declaración los policías que los detuvieron (y eventualmente les planteen
interrogatorio y puedan carearse con ellos) se traduce, en perjuicio de los inculpados, en la imposibilidad
de contradecir el material en que descansa la imputación (y la razón por la cual están siendo procesados),
convirtiendo al procedimiento en un mero formalismo inquisitorio con la función de ser un paso previo para
el dictado de una sentencia condenatoria.

iii) La naturaleza de esa prueba es de crucial importancia para la resolución del tema a debate que se
encuentra bajo consideración del Juez de la causa.

Recuérdese que, como se plasmó en el apartado de contextualización del presente caso, se trata justamente
de los agentes que de primera mano apreciaron la supuesta comisión del ilícito materia del proceso, y que
además persiguieron materialmente a los hoy recurrentes para finalmente lograr su detención. De manera
que, resulta notablemente claro que su presencia en la instrucción de la causa es de suma importancia
por tratarse de individuos que aseveran haber advertido tanto la comisión del ilícito como a los sujetos
involucrados; prueba de ello es que son parte fundamental del cúmulo de pruebas en que se basa la
resolución de formal prisión.

En cambio, contrario a lo pretendido por los recurrentes, los mencionados agentes estatales de seguridad sí
son susceptibles de ser protegidos a través de medidas de seguridad y salvaguarda. En efecto, en su segundo
agravio, los revisionistas plantean que la concesión del amparo es equivocada pues, al haber dejado de ser
aplicable al caso la normatividad de delincuencia organizada (ordenamiento que contempla la posibilidad
de proteger la identidad de los agentes de policía), no existe fundamento en el sistema jurídico mexicano
que permita establecer la necesidad de salvaguardar los datos personales ni la integridad personal de
dichos servidores públicos. Añaden los impugnantes que, por el carácter de agentes de seguridad que
ostentan, no deben contar con normas protectoras, pues el riesgo que eventualmente pudieran sufrir es
inherente a sus funciones.

Es infundado tal planteamiento en todas sus vertientes: ningún ser humano, particular o servidor público,
tiene la obligación de soportar un riesgo en su integridad o en su vida, si se dispone de elementos para
evitarlo, sobre todo si no se produce una colisión con otros derechos de las demás personas.

Lo anterior es así, porque contrario a lo que afirman, en nuestro sistema jurídico sí existen normas vigentes
que disponen la posibilidad de fijar medidas de seguridad para aquellos agentes de policía, que intervengan
en procesos de naturaleza penal, sin que sea indispensable que se trate de casos de delincuencia organizada
y sin que el riesgo inherente a la función policial llegue al extremo de vedarles protección. Se explica.

Este Tribunal Colegiado considera que la figura de protección de testigos nace de una relación binómica,
conformada, por una parte, por la obligación normativizada que toda persona tiene de cooperar con la
administración de justicia en los procesos penales cuando haya presenciado o tenga conocimiento de un
hecho delictuoso; y por otra, del derecho que tiene el testificante, aun con su carácter de agente estatal
de seguridad, a que el propio Estado, le brinde amplia protección cuando el acudir a proceso suponga una
amenaza o riesgo grave para su persona.

En el presente caso, los testigos accedieron a un sistema de protección con base en una circunstancia
especial que definía a la fase de investigación, pues dicha etapa giró en torno a la posible comisión de,
entre otros, del delito de delincuencia organizada; el ordenamiento que regula dicho ilícito prevé justamente
la reserva de identidad para aquellas personas cuya identidad está en riesgo que por el hecho de rendir
testimonio se ponga en riesgo su integridad.

Sin embargo, en sede judicial (a partir del libramiento de la orden de aprehensión y el consecuente dictado
del auto de formal prisión) la materia del debate procesal sólo versa sobre la posible comisión de un injusto
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 292

contra la salud, de modo que la medida de protección no puede sustentarse en el referido cuerpo normativo.

No obstante tal circunstancia, es en el derecho convencional vigente en el Estado Mexicano donde encuentra
apoyo la obligación de proteger, desde diversos niveles y empleando múltiples instrumentos, a todas aquellas
personas que, por intervenir en un proceso penal, incluidos los agentes de seguridad, estén en posición de
ese riesgo. De manera inicial, debe acudirse a lo previsto en el sistema universal de derechos humanos, que
en los últimos años ha desarrollado los alcances del derecho a la seguridad personal.

Lo anterior tiene sus raíces en la decisión del Comité de Derechos Humanos (creado a partir del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y que depende directamente de la Organización de las
Naciones Unidas) en el caso Delgado Páez, adoptada en 1990; en su análisis dicho organismo recuerda
que la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra el derecho a la seguridad de la persona
en unión con el derecho a la vida y a la libertad, mientras que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, lo reconoce en su artículo 9.
En ese mismo documento, el comité explicita con toda claridad que sería erróneo concluir que el derecho
a la seguridad es exclusivo de las personas privadas de la libertad, y en ese sentido reconoce la garantía de
protección de toda persona que recibe amenazas; es decir, cuando exista la necesidad objetiva de que por

8. Medidas de Protección
las circunstancias del caso un individuo (cualquiera que sea su carácter) se encuentre en alguna situación
de riesgo, el Estado debe adoptar las medidas de protección necesarias para garantizar tanto su vida como
su integridad personal.

En el caso del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Fundamentales, la Corte Interamericana


(cuya jurisprudencia denomina a la citada prerrogativa como derecho a la integridad personal), ha extendido
los alcances de la aludida necesidad de protección para aquellos casos en que las amenazas de daño ponen
en riesgo la integridad moral de las personas. Dicho órgano judicial, en la sentencia de fondo dictada en el
caso Gómez López vs. Guatemala (resuelto en 1996) equipara la obligación de salvaguardar a una persona
con el derecho de llevar adelante su proyecto de vida y de cumplir con los compromisos morales que haya
asumido como propios, puntualización que, en el caso que este tribunal analiza, se vuelve esencial pues
toca de manera frontal el hecho de que los elementos de seguridad puedan estar en posibilidades de seguir
laborando ordinariamente, con el mínimo de protección que les puede ser garantizado.

Aunado a las normas referidas y los criterios de los órganos internacionales citados, resulta esencial, por
su carácter específico, el Manual de Buenas Prácticas para la Protección de los Testigos en las Actuaciones
Penales que Guarden Relación con la Delincuencia Organizada, elaborado por la Oficina de las Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), que si bien por el título pareciera indicar que es de aplicación
exclusiva a delincuencia organizada, de su contenido se advierte que es aplicativo tratándose de delitos, que
fuera de los límites del aludido ilícito, sean punibles en las legislaciones de cada Estado parte con una pena
privativa de libertad máxima de al menos cuatro años o con una pena más grave, y que sean conductas que
puedan tener un impacto social notable.

Condiciones que se cumplen en el caso pues el proceso se sigue por un delito contra la salud en la modalidad
de producción del narcótico denominado metanfetamina, que tiene prevista una pena, tan sólo en su parte
mínima, de diez años, y en su extremo máximo veinticinco años; y por otro lado, es un hecho notorio que los
ilícitos relativos al narcotráfico constituyen hoy en día una de las mayores preocupaciones para la sociedad
mexicana y para el Estado, el cual en los últimos años ha establecido medidas especiales en el marco de una
política que pretende inhibir la comisión de tales conductas; las repercusiones de dicha decisión trastocan
los ámbitos más diversos, desde seguridad pública y transgresión cotidiana a derechos fundamentales,
hasta la estabilidad económica de Municipios y entidades federativas. Máxime que dicho delito no sólo
produce efectos nocivos intrínsecos a su naturaleza, sino que además es ancla para un sin número de otros
tantos, algunos más nocivos de la seguridad personal y colectiva.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 293


Pues bien, en este manual se señala que: “... la experiencia indica que las medidas de asistencia y protección
producen resultados positivos, ya que infunden confianza a los testigos para que se presenten a testificar
..”, asimismo, fortalece la idea de que: “... el Estado tiene la obligación de prestar asistencia y protección a
todas las personas que puedan sufrir daños debido a su colaboración con el sistema de justicia penal ...”,
lo que refuerza ampliamente el sentido de los argumentos aquí sostenidos.

Incluso hay otros documentos de los cuales también se extrae la obligación de proteger a aquellas personas
en situación de riesgo o peligro por su participación en procesos penales, y si bien son textos que no resultan
obligatorios para nuestro país ya que no se trata de convenios internacionales suscritos y ratificados por
México, como lo exige nuestro derecho interno y como sí lo son los citados párrafos, son ilustrativos de la
noción general de que el Estado debe brindar protección. Se trata de los siguientes textos:

1. La Organización de Estados Americanos, a partir de las recomendaciones hechas por la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito elaboró un documento denominado Ley Modelo para Facilitar
e Incentivar la Denuncia de Actos de Corrupción y Proteger a Denunciantes y Testigos, en cuyo artículo 11
textualmente se establece lo siguiente:

“Artículo 11. Reserva de la identidad del denunciante.

“De todas las denuncias, independientemente del medio de su presentación, se dejará constancia escrita,
para lo cual se les asignará un código numérico especial que servirá para identificar al denunciante, no
pudiendo en ningún caso hacerse referencia directa a su identidad en cualquier diligencia posterior tanto
en sede administrativa y/o judicial.”

2. Las Guías de Santiago sobre Protección de Víctimas y Testigos, documento aprobado en la “XVI Asamblea
General Ordinaria de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos” (AIAMP), derivado de la
reunión de trabajo realizada el nueve y diez de julio de dos mil ocho, en Punta Cana, República Dominicana.
Instrumento multilateral considerado como el más importante en la actualidad a nivel internacional en
materia de atención y protección a víctimas y testigos que se enfrentan a la justicia penal, el cual recoge
íntegramente los principios fundamentales de justicia para las víctimas y testigos de delitos de la
Organización de Naciones Unidas, en los términos que ya fueron apuntados, y que en esencia descansan
en que toda persona e individuo que por su presencia en proceso ponga en riesgo su seguridad o integridad
personal y/o familiar, debe contar con medidas de salvaguarda proporcionadas por el Estado.

Bajo esas consideraciones, y tomando en cuenta tanto las normas internacionales como los criterios que
sobre tal tema han sido emitidos por los referidos organismos, este tribunal aprecia, por un lado, que es un
derecho fundamental de todo ser humano que se le garantice (lo cual se traduce en una obligación de hacer
para el Estado) tanto su seguridad como su integridad personal, tanto en términos de salud físicos y de
estar en posibilidad de continuar desarrollando sus actividades personales y laborales de manera regular,
es decir, sin limitaciones producidas por la amenaza de sufrir algún daño o consecuencia fatal, tanto en su
dimensión personal como familiar.

Derechos que, advierte este Tribunal Colegiado de Circuito, no son de aplicación limitada o exclusiva para el
caso de víctimas o testigos particulares; por el contrario, su ámbito de protección se ha extendido a todas
las personas que al verse involucradas en un proceso de naturaleza penal corren riesgo de ver afectados
sus bienes más preciados así como los de personas cercanas que se encuentren ligadas por vínculos
sanguíneos, políticos (en el sentido civil de la expresión) y afectivos. En ese sentido, este órgano colegiado
estima que la posibilidad de establecer medidas de protección y salvaguarda no tiene determinada su
procedencia a partir de la condición pública o privada del individuo, sino en la medida de que el riesgo se
traduzca en una necesidad objetiva, ante la presencia de peligro y amenazas efectivas. Conclusión que
es plenamente plausible no sólo a partir de la intelección que se extrae de forma natural de los criterios
revisados, sino también partiendo de la premisa de que la interpretación y delimitación de los alcances de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 294

los derechos humanos debe estar regida por el principio pro homine y la apuntada consideración justamente
es aquella que brinda a los agentes de seguridad en su calidad de humanos antes que servidores públicos
la protección más amplia de su seguridad e integridad personal.

Consecuentemente, sobre el peso de los razonamientos expuestos, desaciertan los recurrentes en sostener
que por ser policías no deben gozar de protección personal, pues tal y como pudo advertirse sí existen en
el ámbito internacional tanto normas como criterios que, a fin de respaldar la obligación de toda persona
de acudir a proceso a rendir testimonio, y garantizar el adecuado combate de los delitos más graves que
aquejan a la sociedad, exigen al Estado les garantice la protección de su seguridad e integridad personal,
cuando exista riesgo fundado de que puedan sufrir algún daño en su esfera de derechos.

[…]
DECISIÓN. El Tribunal Colegiado modificó la sentencia recurrida concediendo el amparo en el sentido de que
debe reconocerse la obligación de los agentes de seguridad de acudir a rendir testimonio en relación con la
comisión de un ilícito; así como el derecho con el cual cuentan a que se dicten medidas de protección para

8. Medidas de Protección
que acudan a rendir su declaración, las cuales debían ser definidas en función del riesgo que exista en el
caso concreto.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA:

PROTECCIÓN A PERSONAS EN EL PROCESO PENAL. DEBE OTORGARSE EN CONDICIONES QUE


GARANTICEN LOS DERECHOS A LA INTEGRIDAD Y SEGURIDAD PERSONAL DE QUIEN LA RECIBE. La
protección a personas nace de una relación binómica, conformada, por la obligación que toda persona tiene
de cooperar con la administración de justicia en los procesos penales cuando haya presenciado o conozca
de un hecho delictuoso, y por el derecho que tiene de recibir del propio Estado amplia protección si cumplir
con aquella obligación le supone una amenaza o riesgo. El apuntado derecho y el correspondiente deber
de los entes del Estado de protegerlo derivan del artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que consagra el derecho a la seguridad de la persona en unión con el derecho a la vida y a la
libertad; mientras que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos lo regula en su artículo 9; y en
ese ámbito del sistema universal de protección de derechos, el Comité de Derechos Humanos de Naciones
Unidas en interpretación directa de los referidos preceptos, destacó la garantía de protección de toda
persona que recibe amenazas, en el sentido de que cuando exista la necesidad objetiva, de que por las
circunstancias del caso un individuo se encuentre en alguna situación de riesgo, el Estado debe adoptar las
medidas de protección necesarias para garantizar tanto su vida como su integridad personal. En el caso del
sistema regional de protección de derechos fundamentales, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha extendido los alcances de la aludida necesidad de protección (particularmente en la sentencia de fondo
dictada en el caso Gómez López vs. Guatemala) para aquellos supuestos en que las amenazas de daño
ponen en riesgo la integridad moral de las personas, y equipara la obligación de salvaguardar a una persona
con el derecho de llevar adelante su proyecto de vida y de cumplir con los compromisos que haya asumido
como propios. Consecuentemente, es un derecho fundamental de todo ser humano que se le garanticen
tanto su seguridad como su integridad personal cuando con motivo de su participación en el proceso penal
éstas puedan verse en peligro, es inconcuso que deben otorgarse medidas para protegerlo, tanto en términos
de salud -físicos-, como para que esté en posibilidad de continuar desarrollando sus actividades personales

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 295


y laborales de manera regular, es decir, sin limitaciones producidas por la amenaza de sufrir algún daño o
consecuencia fatal, tanto en su dimensión personal como familiar.

Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.12 P (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2004964

PROTECCIÓN A PERSONAS EN EL PROCESO PENAL. DEBE OTORGARSE EN CONDICIONES QUE NO


AFECTEN LOS DERECHOS DE IGUALDAD PROCESAL Y DEFENSA ADECUADA DEL INCULPADO. Los derechos
de igualdad procesal y defensa adecuada deben observarse en favor del imputado en los procesos del orden
penal, que reconocidos tanto constitucional como convencionalmente imponen a las autoridades judiciales,
el primero, el deber de conferir a las partes las mismas oportunidades procesales para exponer su posición
en juicio, para probar los hechos en que ésta descanse, así como para sostener, con la misma medida y
alcance, sus alegatos y motivos de inconformidad, y el segundo, observar el catálogo de prerrogativas que
busca superar las diferencias sustanciales entre la posición del inculpado y el Ministerio Público, y como
garante de que tanto la sujeción a proceso como la eventual privación de ciertos derechos (esencialmente la
libertad) se den en un marco amplio de protección. Dentro de ese elenco de derechos inherentes a la debida
defensa, se encuentra que al procesado se le reciban los testigos y demás pruebas que ofrezca (artículo 20,
apartado A, fracción V, de la Constitución Federal), lo cual -desde el punto de vista de la referida igualdad
procesal- obliga a observar el principio de contradicción, que implica que, tal como el órgano acusador
decidió libremente qué probanzas aportar, la defensa del imputado decida también cuáles elementos son
los conducentes para respaldar su posición, dentro de la cual puede estar la estrategia de controvertir los
elementos de convicción que la citada representación social aportó, bien ofreciendo su ampliación (forma
directa), o bien llevando a juicio novedosas pruebas a fin de nulificar los efectos de las de cargo (forma
indirecta). En esas condiciones, si la defensa del procesado ofrece la ampliación de los testimonios de
los agentes de seguridad que, según la versión de cargo efectuaron su detención en flagrancia, no puede
omitirse su desahogo bajo el argumento de que su comparecencia en el proceso les representa un peligro.
Lo anterior es así, pues de no lograrse su presencia se propiciaría un desequilibrio procesal entre las partes,
ya que mientras la representación social generó a partir de ellos pruebas de cargo, la defensa se vería privada
del derecho de contradecirlos, sobre todo cuando son estratégicos para la resolución del tema a debate. Por
tanto, de ser el caso y de cumplirse ciertas condiciones, dichas ampliaciones deben llevarse a cabo bajo
medidas de protección a la seguridad e integridad personal de los mencionados servidores públicos, que no
afecten la preeminencia de los apuntados derechos fundamentales.

Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.11 P (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2004965

PROTECCIÓN DE PERSONAS EN EL PROCESO PENAL. LA CIRCUNSTANCIA DE SER AGENTE DE POLICÍA


NO IMPIDE SU OTORGAMIENTO. De acuerdo con los artículos tercero de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, y noveno del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ambas normas
integrantes del sistema jurídico mexicano) toda persona tiene derecho a que, ante la amenaza de un riesgo,
el Estado determine medidas de protección para su seguridad e integridad personal. En ese sentido el
hecho de que el riesgo se genere por su participación en un proceso penal, y tenga el carácter de agente
policiaco, no impide el otorgamiento de la medida, ya que dicho sujeto también debe gozar de la aludida
protección, pues la interpretación y delimitación de los alcances de los derechos humanos deben estar
regidas por el principio pro homine y la apuntada conclusión justamente es aquella que brinda a los agentes
de seguridad -en su calidad de humanos antes que servidores públicos- la protección más amplia de sus
bienes; asimismo, la posibilidad de establecer medidas de protección y salvaguarda no tiene que estar
determinada por el carácter de quien debe comparecer en juicio, sino en la medida de que el riesgo se
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 296

traduzca en una necesidad objetiva, ante la presencia de peligro y amenazas efectivas; y finalmente, porque
ningún ser humano, particular o servidor público, tiene la obligación de soportar un riesgo en su integridad
o en su vida, si el Estado dispone de elementos para evitarlo y, sobre todo, si no se produce una colisión con
otros derechos de las demás personas, como pueden ser aquellos de los cuales es titular el inculpado.

Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.13 P (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2004966

PROTECCIÓN DE PERSONAS EN EL PROCESO PENAL. PUEDE ACUDIRSE A LA RESERVA DE IDENTIDAD


COMO MEDIDA DE SALVAGUARDA, PERO SÓLO COMO ÚLTIMO RECURSO. Cuando la autoridad encargada
de determinar la procedencia de las medidas de protección advierta que la integridad y seguridad de la
persona se pone en riesgo por su participación en un proceso penal, deberá considerar la reserva de identidad
como último medio aplicable y sólo en caso de que el riesgo y la amenaza a la vida e integridad física sean
notoriamente graves e inminentes. Lo anterior es así, pues la aludida reserva de identidad dificulta el ejercicio
del derecho de defensa adecuada, al impedir no sólo un conocimiento pleno, directo y absoluto por parte del

8. Medidas de Protección
inculpado de la persona que comparece, sino también porque constituye un obstáculo para poder conocer,
en condiciones normales, sus antecedentes personales, dificultando con lo primero que el inculpado aprecie
directamente su testimonio, no sólo en función de lo que diga verbalmente sino de las demás manifestaciones
corporales; y en lo segundo, exige un esfuerzo superlativo para identificar sus antecedentes personales y
de esa manera descartar la posibilidad de que exista algún elemento que imposibilite catalogarlo como
una persona apta para rendir testimonio, así como evaluar las razones de su presencia en el proceso, la
verosimilitud de su dicho, si éste es congruente con sus características personales y su vinculación con el
hecho materia de debate en el proceso.

Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.15 P (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2004967

PROTECCIÓN DE PERSONAS EN EL PROCESO PENAL. SU OTORGAMIENTO NO DEPENDE DE QUE EL


INTERESADO LA SOLICITE NI DE SU SOLA PETICIÓN; ES NECESARIO QUE EL JUZGADOR EFECTÚE UN
ANÁLISIS DEL RIESGO Y LA AMENAZA QUE CONCURRAN EN EL CASO CONCRETO. Toda persona tiene
derecho a la protección de su integridad y seguridad personal, sin embargo, en términos de la interpretación
del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas (a partir de la interpretación del artículo noveno del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, particularmente, la obligación del Estado de salvaguardar
a un individuo surge, en específico, por la amenaza y riesgo de que los apuntados derechos puedan verse
trastocados. En esa tesitura, los elementos amenaza y riesgo fungen como presupuesto esencial para fijar
la procedencia o no de alguna medida de seguridad; ya que para adoptar una decisión válida y motivada, la
autoridad encargada de adoptarla y aplicarla debe partir de una evaluación detallada sobre la amplitud del
riesgo, así como del nivel de amenaza de muerte o daño físico del que pudiere ser objeto el mencionado
testigo. Consecuentemente, con la finalidad de reducir los límites de discrecionalidad y subjetividad, y por
estar involucrados bienes y derechos de primer orden como son la vida y la integridad personal, al margen
de que el interesado solicite o no la protección -pues no es necesaria su petición e incluso puede oponerse-,
y no siendo suficiente para su otorgamiento el pedirla, el juzgador debe evaluar los elementos para concluir
si sobre la persona que debe comparecer a juicio pesa sobre el mismo -o su familia- el riesgo de un mal
grave, así como procurar identificar, de acuerdo con las constancias que obran en autos y las circunstancias
materiales del proceso: el origen de la amenaza; el carácter de la violencia; el nivel de organización y cultura
de aquel o aquellos que expresan la amenaza; así como la capacidad, los conocimientos y los medios de que

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 297


disponen para materializar lo que advierten. Lo anterior abona elementos racionales de decisión, y sujeta
la procedencia de otorgar medidas de protección únicamente para aquellos casos en que exista un peligro
objetivizado

Tribunales Colegiados de Circuito, Tesis I.1o.P.14 P (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación:
2004968
NORMATIVIDAD CORELATIVA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad, contradicción,
concentración, continuidad e inmediación.

A. De los principios generales:

[…]

III. Para los efectos de la sentencia sólo se considerarán como prueba aquellas que hayan sido desahogadas
en la audiencia de juicio. La ley establecerá las excepciones y los requisitos para admitir en juicio la prueba
anticipada, que por su naturaleza requiera desahogo previo;

[…]

B. De los derechos de toda persona imputada:

[…]

V. Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá restringirse en los casos
de excepción que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública, protección de las
víctimas, testigos y menores, cuando se ponga en riesgo la revelación de datos legalmente protegidos, o
cuando el tribunal estime que existen razones fundadas para justificarlo. En delincuencia organizada, las
actuaciones realizadas en la fase de investigación podrán tener valor probatorio, cuando no puedan ser
reproducidas en juicio o exista riesgo para testigos o víctimas. Lo anterior sin perjuicio del derecho del
inculpado de objetarlas o impugnarlas y aportar pruebas en contra;

[…]

C. De los derechos de la víctima o del ofendido:

[…]

V. […] (Primer párrafo)


Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 298

El Ministerio Público deberá garantizar la protección de víctimas, ofendidos, testigos y en general todas los
sujetos que intervengan en el proceso. Los jueces deberán vigilar el buen cumplimiento de esta obligación;

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 64. Excepciones al principio de publicidad

El debate será público, pero el Órgano jurisdiccional podrá resolver excepcionalmente, aun de oficio, que se
desarrolle total o parcialmente a puerta cerrada, cuando:

I. Pueda afectar la integridad de alguna de las partes, o de alguna persona citada para participar en él;
[…]

Artículo 131. Obligaciones del Ministerio Público 

8. Medidas de Protección
Para los efectos del presente Código, el Ministerio Público tendrá las siguientes obligaciones:

[…]

XV. Promover las acciones necesarias para que se provea la seguridad y proporcionar el auxilio a víctimas,
ofendidos, testigos, jueces, magistrados, agentes del Ministerio Público, Policías, peritos y, en general, a
todos los sujetos que con motivo de su intervención en el procedimiento, cuya vida o integridad corporal se
encuentren en riesgo inminente;

Artículo 170. Riesgo para la víctima u ofendido, testigos o para la comunidad

La protección que deba proporcionarse a la víctima u ofendido, a los testigos o a la comunidad, se establecerá
a partir de la valoración que haga el Juez de control respecto de las circunstancias del hecho y de las
condiciones particulares en que se encuentren dichos sujetos, de las que puedan derivarse la existencia de
un riesgo fundado de que se cometa contra dichas personas un acto que afecte su integridad personal o
ponga en riesgo su vida.

Artículo 367. Protección a los testigos

El Órgano jurisdiccional, por un tiempo razonable, podrá ordenar medidas especiales destinadas a proteger
la integridad física y psicológica del testigo y sus familiares, mismas que podrán ser renovadas cuantas
veces fuere necesario, sin menoscabo de lo dispuesto en la legislación aplicable.

De igual forma, el Ministerio Público o la autoridad que corresponda adoptarán las medidas que fueren
procedentes para conferir la debida protección a víctimas, ofendidos, testigos, antes o después de prestadas
sus declaraciones, y a sus familiares y en general a todos los sujetos que intervengan en el procedimiento,
sin menoscabo de lo dispuesto en la legislación aplicable.

LEY FEDERAL PARA LA PROTECCIÓN A PERSONAS QUE INTERVIENEN EN EL PROCEDIMIENTO PENAL

Artículo 1. Las disposiciones de esta Ley, son de orden público y observancia general y tienen por objeto
establecer las medidas y procedimientos que garanticen la protección y atención de personas intervinientes
en el procedimiento penal, cuando se encuentren en situación de riesgo o peligro por su participación o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 299


como resultado del mismo.

Artículo 2. Para los efectos de la presente Ley se entiende por:

[…]

VII. Medidas de Protección: Las acciones realizadas por el Centro tendientes a eliminar o reducir los riesgos
que pueda sufrir una persona derivado de la acción de represalia eventual con motivo de su colaboración, o
participación en un Procedimiento Penal, así como de personas o familiares cercanas a éste.

[…]

IX. Persona Protegida: Todo aquel individuo que pueda verse en situación de riesgo o peligro por su
intervención en un procedimiento penal. Asimismo, dentro de dicho concepto se considerarán a las personas
ligadas con vínculos de parentesco o afectivos con el testigo, víctima, ofendido o servidores públicos, que se
vean en situación de riesgo o peligro por las actividades de aquellos en el proceso.

Artículo 15. De acuerdo con el artículo 2, fracciones IX y X, de la presente Ley, podrán incorporarse al
Programa: a

[…]

e) Peritos. 

f) Policías. 

g) Ministerio Público, Jueces y miembros del Poder Judicial.

[…]

i) Otras personas cuya relación sea por parentesco o cercanas a las señaladas en los incisos anteriores y
por la colaboración o participación de aquellos en el Procedimiento Penal les genere situaciones inminentes
de amenaza y riesgo.

Artículo 16. Las Medidas de Protección previstas en el Programa serán de dos tipos:

I. De asistencia, que tendrán como finalidad acompañar a los sujetos destinatarios del Programa. Estas
medidas se realizarán a través de profesionales organizados interdisciplinariamente, de acuerdo a la
problemática a abordar, procurando asegurar a la persona que su intervención en el procedimiento penal no
significará un daño adicional o el agravamiento de su situación personal o patrimonial.

II. De seguridad, que tendrán como finalidad primordial brindar las condiciones necesarias de seguridad para
preservar la vida, la libertad y/o la integridad física de los sujetos comprendidos en el artículo 2, fracciones
IX y X, de la presente Ley. Las Medidas de Protección podrán aplicarse en forma indistinta.

Artículo 17. Las medidas de asistencia podrán ser:

I. La asistencia y/o el tratamiento psicológico, médico y/o sanitario en forma regular y necesaria a personas, a
través de los servicios de asistencia y salud pública, velando en todo momento por el resguardo y protección
de las mismas. 

II. La asistencia y el asesoramiento jurídico gratuito a la persona, a fin de asegurar el debido conocimiento
de las medidas de protección y demás derechos previstos por esta Ley.

III. Asistir a la persona para la gestión de trámites.

IV. Apoyo económico, para el alojamiento, transporte, alimentos, comunicación, atención sanitaria, mudanza,
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 300

reinserción laboral, trámites, sistemas de seguridad, acondicionamiento de vivienda y demás gastos


indispensables, dentro o fuera del país, mientras la persona se halle imposibilitada de obtenerlos por sus
propios medios. La asistencia económica subsistirá por el tiempo exclusivamente necesario que determine
el Director, conforme al Estudio Técnico que se realice, así como a la evaluación de la subsistencia de las
circunstancias que motivaron su apoyo.

V. Implementar cualquier otra medida de asistencia que, de conformidad con la valoración de las
circunstancias, se estime necesario adoptar con la finalidad de garantizar la asistencia física y psicológica
de la persona incorporada al Programa.

Artículo 18. Las medidas de seguridad, además de las previstas en otros ordenamientos, podrán consistir
en alguna de las siguientes:

I. La salvaguarda de la integridad personal en los siguientes aspectos:


a) Físico. 

b) Psicológico. 

8. Medidas de Protección
c) Patrimonial. 

d) Familiar. 

II. Vigilancia. 

III. Modo y mecanismos para el traslado de las personas protegidas a distintos lugares, asegurando en todo
momento el resguardo de las mismas.

IV. Custodia policial, personal móvil y/o domiciliaria a las personas protegidas, que estará a cargo de los
elementos de la Unidad; salvo en los supuestos de urgencia establecidos en el artículo 21 de la presente Ley,
en los cuales el Ministerio Público podrá solicitar el apoyo de sus auxiliares en términos del artículo 22 de la
Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República.

V. Suministrar a la persona alojamiento temporal o los medios económicos para transporte, alimentos,
comunicación, atención sanitaria, mudanza, reinserción laboral, trámites personales y aquellos que requiera
para cumplir con sus obligaciones, sistemas de seguridad, acondicionamiento de vivienda y demás gastos
indispensables, dentro o fuera del país, mientras la Persona Protegida se halle imposibilitada de obtenerlos
por sus propios medios.

VI. Facilitar la reubicación, entendida como el cambio de domicilio y/o residencia, lugar de trabajo y centro
de estudios de la persona. VII. Previa determinación del Procurador se podrá otorgar y ordenar, con base
en las circunstancias del caso, la autorización para que ante las autoridades competentes se gestione una
nueva identidad de la Persona Protegida, dotándolo de la documentación soporte.

VIII. Durante el procedimiento el Ministerio Público, podrá solicitar las siguientes medidas:

a) La reserva de la identidad en las actuaciones en que intervenga la Persona Protegida, imposibilitando


que en los registros se haga mención expresa a sus nombres, apellidos, domicilio, lugar de trabajo, profesión
o cualquier otro dato que lo ponga en evidencia en términos de lo dispuesto en la legislación aplicable.

b) El uso de métodos que imposibiliten la identificación visual o auditiva de la persona, en las


diligencias en que intervenga. La aplicación de esta medida, no deberá coartar la defensa adecuada del
imputado.

c) La utilización de procedimientos mecánicos o tecnológicos que permitan la participación de la

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 301


persona a distancia y en forma remota.

d) Se fije como domicilio de la persona el del Centro.

e) Otras que a juicio del Centro sean procedentes para garantizar la seguridad de la persona.

IX. Tratándose de personas que se encuentren recluidas en prisión preventiva o en ejecución de sentencia,
se tomarán las siguientes medidas:

a) Separarlos de la población general de la prisión, tratándose de Testigos Colaboradores, se


asignarán a áreas especiales dentro del Sistema Penitenciario Federal.

b) Trasladarlo a otro centro penitenciario con las mismas o superiores medidas de seguridad, cuando
exista un riesgo fundado que se encuentra en peligro su integridad física.

c) Otras que considere el Centro para garantizar la protección de las personas incorporadas al
Programa. Las autoridades penitenciarias federales deberán otorgar todas las facilidades al Centro para
garantizar las medidas de seguridad de los internos que se encuentran incorporados al Programa. Cuando
la persona o Testigo Colaborador se encuentre internado en alguna prisión administrada por una entidad
federativa, el Centro con apoyo de la Secretaría de Gobernación, podrá suscribir los convenios necesarios
para garantizar la protección de las personas o Testigos Colaboradores incorporados al Programa.

X. Implementar cualquier otra medida de seguridad que de conformidad con la valoración de las circunstancias,
se estime necesario adoptar con la finalidad de proteger la vida y/o la integridad física de la persona.

Con el objeto de garantizar la seguridad de la persona protegida, todos los requerimientos para la práctica de
una diligencia ministerial y/o judicial en los que esta intervenga, se solicitarán directamente al Director del
Centro, quien adoptará las medidas necesarias para presentarlo ante la autoridad correspondiente. En caso
de existir algún impedimento o que no existan las condiciones de seguridad adecuadas para cumplimentar la
diligencia, lo hará del conocimiento de la autoridad y, en su caso, solicitará una prórroga para su cumplimiento,
que le deberá ser otorgada.

Tratándose de diligencias ministeriales, las solicitudes deberán ser presentadas por el Titular de la
Subprocuraduría o de la unidad administrativa equivalente a la que se encuentre asignado el Ministerio
Público responsable de la investigación

Artículo 19. Las Medidas de Protección deberán ser viables y proporcionales a:

I. La vulnerabilidad de la Persona Protegida.

II. La situación de riesgo. 

III. La importancia del caso. 

IV. La trascendencia e idoneidad del testimonio.

V. La capacidad de la persona para adaptarse a las condiciones del Programa.

VI. La capacidad del agente generador del riesgo de hacer efectivo el daño.

VII. Otras circunstancias que justifiquen la medida.

Artículo 28. La persona que se incorpora al Programa no puede condicionar su ingreso o su estadía en el
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 302

mismo, a la ejecución de determinada Medida de Protección a su favor.

Artículo 29. Las obligaciones a las que queda sujeta la persona que se incorpora al Programa, además
de las expresamente estipuladas en el Convenio de Entendimiento, son las que a continuación de manera
enunciativa se señalan: 

I. Informar plenamente de sus antecedentes (penales, posesiones, propiedades y deudas u obligaciones de


carácter civil, al momento de solicitar su incorporación al Programa).

II. Abstenerse de informar que se encuentra incorporada en el Programa o divulgar información del
funcionamiento del mismo.

III. Cooperar en las diligencias, que sean necesarias, a requerimiento del Ministerio Público o del juez penal.

IV. Acatar y mantener un comportamiento adecuado que hagan eficaces las Medidas de Protección, dictadas
por el Centro.
V. Utilizar correctamente las instalaciones y los demás recursos que para el desarrollo de su propia vida, el
Programa ponga a su disposición.

8. Medidas de Protección
VI. Abstenerse de asumir conductas que puedan poner en peligro su seguridad y la del Programa. VII.
Someterse a tratamientos médicos, y de rehabilitación a que hubiere lugar.

VIII. Mantener comunicación con el Director, a través del agente de la Unidad que haya sido asignado, salvo
situaciones de extrema gravedad o urgencia.

IX. Cuando sea reubicado abstenerse de entrar en contacto sin autorización, con familiares que no se
encuentren dentro del Programa, o con personas con quien hubiese sostenido relación antes de su
incorporación al Programa. 

X. Otras medidas que a consideración del Centro sean necesarias y que podrán estar expresamente señaladas
en el Convenio de Entendimiento.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 303


9. RESPONSABILIDADES POR EL INCUMPLIMIENTO
DE LAS REGLAS ALUDIDAS

REGLA

La inobservancia de los deberes que derivan de las 8; reglas antes


analizadas, genera consecuencias de distinta índole: procesales,
personales e institucionales; mismas que no son excluyentes entre sí,
antes bien, un sólo actuar indebido puede dar lugar a que todas ellas se
materialicen.

EXPLICACIÓN DE LA REGLA

CONSECUENCIAS PROCESALES:

La actuación de los agentes aprehensores incide directamente en la


generación de pruebas a partir de las que se resolverá si existió un delito
y si el detenido es condenado como responsable.

1. Por ello, el efectivo debe actuar correctamente para evitar que las
actuaciones en las que tiene participación disminuyan o pierdan su valor
probatorio, en la medida en que sea controvertible la legalidad de su
actuación o no puedan sustentarse todos los hechos del caso, COMO
CUANDO:

a) en su “parte de puesta a disposición” omite los detalles de la


detención y ello deriva en que no se acrediten los elementos de
tiempo, modo o lugar en que se efectuó la detención;

b) no relaciona los objetos que encontró en posesión del detenido


(droga, armas, dinero, etcétera), lo que incide en que no se tenga por
acreditado el elemento material con el que se cometió el ilícito o el
bien sobre el que recayó;

c) no explica suficientemente las circunstancias que demoraron la


puesta a disposición, lo que incide en que quede en tela de juicio
la objetividad de las pruebas que se hayan recabado o, incluso, las
circunstancias mismas de la detención (que un sujeto fue detenido
en un lugar y contexto diferente y por eso los tiempos no cuadran y,
en consecuencia, no fue detenido mediando flagrancia);

d) usa excesivamente la fuerza en la detención, lo que puede


repercutir en que, a partir de las certificaciones médicas y otros
9. Responsabilidades por Incumplimiento
elementos indiciarios, sea creíble una versión de hechos alterna a la de la detención y que ello impida
condenar (por ejemplo, que la defensa alegue que en realidad el sujeto estaba indefenso y fue detenido
por el abuso de la autoridad, sin que tuviera participación alguna en los hechos);

e) no resguarde la escena de los hechos, de modo que terceras personas destruyan la evidencia o la
alteren y ello cause que, posteriormente, no puedan realizarse análisis periciales o sus resultados no sean
confiables.

2. En el mismo sentido, el efectivo debe de abstenerse de realizar conductas que directamente anulan el
valor de las pruebas, como la tortura a que somete a un detenido y que vicia la confesión de los hechos
delictivos e incluso pruebas que puedan obtenerse a partir de esa declaración.

CONSECUENCIAS PERSONALES: Cualquier servidor público realiza sus funciones amparado en el


ordenamiento jurídico que las regula, que con independencia de la corporación a la que pertenezcan,
invariablemente están obligadas a desempeñarlas de manera correcta y con pleno respeto de los derechos
humanos de los destinatarios de su actuación. Cuando la conducta del funcionario se aleja de ese mandato,
la propia legislación prevé que el funcionario, en su esfera personal, sea sujeto de responsabilidades, que
pueden ser de distinta índole y que son independientes entre sí, de modo que el efectivo puede ser sancionado
por una y/o por otra. A continuación se detallan:

RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA: Cuando el desempeño del efectivo es contrario a los principios


constitucionales de legalidad, lealtad, honradez, imparcialidad y eficiencia en el desempeño del encargo,
puede dar lugar a sanciones consistentes en amonestación, suspensión e inhabilitación, e incluso,
económicas de acuerdo con los beneficios que, en su caso, haya obtenido el responsable y con los daños
y perjuicios patrimoniales causados por los actos u omisiones.

RESPONSABIIDADES PENALES: El actuar indebido del efectivo puede ocasionar que se incurra en
delito, sancionada hasta con prisión, multas y, en su caso, la reparación del daño, la afectación de los
bienes jurídicos tutelados tanto de las personas que se ven vulneradas en su esfera individual como
por la afectación que se causa al debido el ejercicio público y la administración de justicia, por ejemplo,
por abusos y malos tratos a los detenidos, retenciones ilegales, confesiones forzadas o alteración o

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 305


destrucción de evidencias.

CONSECUENCIAS INSTITUCIONALES: El servidor público representa a la institución; es quien con


sus actos concretos realiza sus fines y logra sus objetivos. Es su rostro visible ante la ciudadanía. En
consecuencia, con sus actos particulares también puede demeritar el esfuerzo de sus compañeros y el
prestigio de toda la Fuerza. Incluso, a grado que por un actuar inadecuado puede derivar un pronunciamiento
de responsabilidad internacional contra el Estado Mexicano.
PRIMERA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: Varios 1396/2011. Fecha de resolución: 11 de mayo de 2015. Ponente: Ministro
Alberto Pérez Dayán. Votación: Unanimidad.1

HECHOS DEL CASO: En hechos separados, el primero de ellos sucedido el 16 de febrero y el segundo el 22
de marzo, ambos de 2002; dos mujeres fueron detenidas, torturadas y violadas sexualmente por elementos
del Ejército Mexicano destacamentados en el Estado de Guerrero.

HISTORIA PROCESAL. Se emitieron sentencias por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en


los casos Fernández Ortega y otros contra los Estados Unidos Mexicanos, y Rosendo Cantú y otra contra
los Estados Unidos Mexicanos. Previa solicitud de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, el
entonces Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó formar y registrar un
expediente “varios” concerniente a evaluar las medidas a seguir para atender las sentencias y las medidas
de reparación ordenadas por la antes señalada Corte Interamericana.

EL PLENO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS


ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

La violencia sexual como tortura. Del examen que se realiza de las consideraciones contenidas en los
casos Fernández Ortega, párrafos 118 a 130, y Rosendo Cantú, párrafos 108 a 120, se advierte que la
Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció diversas directrices para juzgar con perspectiva de
género en los casos de violencia sexual.

Al respecto, señaló que la violencia sexual se configura “con acciones de naturaleza sexual que se cometen
contra una persona sin su consentimiento, que además de comprender la invasión física del cuerpo humano,
pueden incluir actos que no involucren penetración o incluso contacto físico alguno”, habida cuenta que la
violación sexual constituye una forma paradigmática de violencia contra las mujeres cuyas consecuencias,
incluso, trascienden a la persona de la víctima.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 306

En el entendido de que la violencia sexual se subsume en un acto tortura cuando el maltrato cumple con los
siguientes elementos: (I) es intencional; (II) causa severos sufrimientos físicos o mentales, y; (III) se comete
con determinado fin o propósito.

Con relación a dichos requisitos –y previo análisis de la intencionalidad del maltrato–, la Corte precisó que

1 http://mxscjnbiblio.scjn.pjf.gob.mx/Tematica/Detalle.aspx?AsuntoID=134051
A excepción de los temas por mayoría consistentes en: a) el reconocimiento de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y de sus criterios vinculantes, en su segundo punto atinente a que la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos es vinculatoria para el Estado Mexicano aun cuando éste no haya sido parte; b) las obligaciones concretas que debe realizar el Poder
Judicial; c) la restricción interpretativa del fuero militar; d) la violencia sexual como tortura, a las personas indígenas y acceso a la tutela
jurisdiccional y a las medidas derivadas de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Rosendo Cantú y
Fernández Ortega que deberá implementar el Poder Judicial de la Federación y e) las obligaciones para el Poder Judicial como parte del Estado
Mexicano
9. Responsabilidades por Incumplimiento
a fin de determinar la severidad del sufrimiento padecido se deben tomar en cuenta, entre otros factores,
las características del trato tales como la duración, el método utilizado o el modo en que fueron infligidos
los padecimientos, los efectos físicos y mentales que éstos pueden causar, así como las condiciones de
la persona que padece dichos sufrimientos, entre ellos, la edad, el sexo y el estado de salud, entre otras
circunstancias personales.

Con independencia de lo anterior, ese Tribunal Internacional sostuvo que “un acto de tortura puede ser
perpetrado tanto mediante actos de violencia física como a través de actos que produzcan en la víctima
un sufrimiento psíquico o moral agudo”, destacando el hecho de que la violación sexual es una experiencia
sumamente traumática que tiene severas consecuencias y causa gran daño físico y psicológico que deja
a la víctima “humillada física y emocionalmente”, situación difícilmente superable por el paso del tiempo, a
diferencia de lo que acontece en otras experiencias traumáticas.

Por tanto, desprendió que “es inherente a la violación sexual el sufrimiento severo de la víctima, aun cuando
no exista evidencia de lesiones o enfermedades físicas. En efecto, no en todos los casos las consecuencias
de una violación sexual serán enfermedades o lesiones corporales. Las mujeres víctimas de violación
sexual también experimentan severos daños y secuelas psicológicas y aun sociales”.

Finalmente, por lo que hace al tercero de los requisitos, la Corte Interamericana consideró que la violación
sexual, al igual que la tortura, tiene como objetivos, entre otros, “intimidar, degradar, humillar, castigar o
controlar a la persona que la sufre”, habida (sic) cuenta que una violación sexual puede constituir tortura
“aún cuando consista en un solo hecho u ocurra fuera de instalaciones estatales”, toda vez que los
elementos objetivos y subjetivos que califican un hecho como tortura no se refieren ni a la acumulación de
hechos ni al lugar donde el acto se realiza, sino a la intencionalidad, a la severidad del sufrimiento y a la
finalidad del acto.

Precisado lo anterior, el Tribunal Interamericano sostuvo que la violación sexual no sólo incide en el derecho
humano de protección de la honra y de la dignidad, sino que también afecta otros derechos humanos, como
lo es el derecho a la protección de la vida privada, en sus vertientes de vida sexual y derecho a establecer y
desarrollar relaciones con otros seres humanos.

Así, se determinó que respecto de la Señora Rosendo Cantú y Fernández Ortega, la violación sexual:

“[V]ulneró valores y aspectos esenciales de su vida privada, supuso una intromisión en su


vida sexual y anuló su derecho a tomar libremente las decisiones respecto con quien tener
relaciones sexuales, perdiendo de forma completa el control sobre sus decisiones más
personales e íntimas, y sobre las funciones corporales básicas

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 307


[…] Como ha sido señalado anteriormente por este Tribunal, el Comité para la Eliminación
de la Discriminación contra la Mujer ha sostenido que la definición de la discriminación
contra la mujer ‘incluye la violencia basada en el sexo, es decir, la violencia dirigida contra la
mujer porque [i)] es mujer o [ii)] le afecta en forma desproporcionada’. Asimismo, también
ha señalado que ‘[l]a violencia contra la mujer es una forma de discriminación que impide
gravemente que goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre”.

Atento a lo anterior, se desprende que existen obligaciones para el Poder Judicial consistentes en aplicar
las referidas directrices establecidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al momento de
resolver asuntos que involucren violencia sexual contra la mujer.
Ello, resulta relevante pues, como se expresó en las sentencias que se pretenden cumplimentar, la violación
sexual constituye “una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder
históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que ‘trasciende todos los sectores de la sociedad
independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel educacional, edad o
religión y afecta negativamente sus propias bases”.

[…]

[…]la tortura –conjuntamente con los tratos crueles, inhumanos o degradantes–, es una práctica que se
encuentra proscrita de forma absoluta en nuestro sistema normativo y constitucional, es decir, la prohibición
de la tortura es un derecho humano que no admite excepciones debido a su gravedad y la capacidad de
reducir la autonomía de la persona y la dignidad humana a grados ignominiosos y, por ende, su vigencia no
puede alterarse ni siquiera durante una emergencia que amenace la vida de la Nación.

En efecto, el derecho a la integridad personal comprende, necesariamente, el derecho fundamental e


inderogable a no ser torturado, ni a ser sometido a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, de
lo que se sigue que la tortura actualiza una categoría especial y de mayor gravedad que impone a los
juzgadores hacer un análisis cuidadoso bajo los estándares nacionales e internacionales.

Así, las violaciones al derecho a la integridad personal presentan diversas connotaciones de grado –que,
como se ha expresado, abarcan desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos
o degradantes–, cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según factores endógenos y
exógenos de la persona, entre otros: la duración de los tratos, la edad, el sexo, la salud, el contexto y la
vulnerabilidad, entre otros, que deberán analizarse en cada situación concreta.

En ese contexto, si bien no se establece una definición o concepto estático de la tortura, lo cierto es que,
acorde a sus elementos constitutivos, es dable afirmar que se está frente a un caso de este tipo cuando:
(I) la naturaleza del acto consista en afectaciones físicas o mentales graves; (II) éstas sean infligidas
intencionalmente y; (III) tengan un propósito determinado, ya sea para obtener una confesión o información,
para castigar o intimidar, o para cualquier otro fin que tenga por objeto menoscabar la personalidad o la
integridad física y mental de la persona.

Conforme al último de los elementos referidos, es dable colegir que el operador jurídico no debe confundir
el proceso de la tortura y sus resultados, pues si éste se acredita, con independencia del tipo de resultado,
debe castigarse y atenderse conforme a los lineamientos establecidos jurisprudencialmente por este Alto
Tribunal.

Asimismo, debe puntualizarse que las consecuencias y efectos de la tortura se presentan en dos vertientes:
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 308

tanto de violación de derechos humanos como de delito. Dichos efectos generan diversos derechos y
obligaciones, como lo son:

(I) El derecho de las víctimas a que las autoridades intervengan de forma expedita para que su acusación
sea investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal, y por tanto, las autoridades tienen la
obligación de investigar la tortura para, en su caso, esclarecerla como delito, así como de realizar y proseguir
de modo diligente las investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades por su comisión;

(II) La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país y no sólo en aquellas que
deban investigar o juzgar el caso;

(III) Atento al principio de interpretación más favorable a la persona, debe considerarse como denuncia de
un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante cualquier autoridad
con motivo de sus funciones.
9. Responsabilidades por Incumplimiento
Por tanto, cuando la autoridad tenga conocimiento de la manifestación de que una persona ha sufrido
tortura, deberá, inmediatamente y de oficio, dar vista al ministerio público para que inicie una investigación
de manera independiente, imparcial y meticulosa, la cual tendrá como finalidad determinar el origen y
naturaleza de la afectación a la integridad personal de quien alega la tortura, e identificar y procesar a las
personas responsables.

Por otra parte, se advierte que conforme a las disposiciones constitucionales y convencionales, el Estado
Mexicano tiene las siguientes obligaciones para prevenir la práctica de la tortura:

(I) Establecer dentro de su ordenamiento jurídico interno la condena a la tortura como un delito, sea
consumada o tentativa; sancionar tanto al que la comete como al que colabora o participa en ella;

(II) Detener oportunamente al torturador a fin de procesarlo internamente o extraditarlo, previa investigación
preliminar; sancionar con las penas adecuadas este delito; indemnizar a las víctimas;

(III) Prestar todo el auxilio posible a todo proceso penal relativo a los delitos de tortura, incluyendo el
suministro de toda prueba que posean;

Ahora bien, como aconteció en las sentencias cuyo cumplimiento es objeto de estudio en el presente
expediente, las alegaciones de prácticas de tortura, en su vertiente de violación sexual, deben ser sujetas
de un mayor escrutinio por parte de los juzgadores y de especial atención por parte de las autoridades, en
virtud de la condición particular de vulnerabilidad en que se encuentran las víctimas, tanto por su etnicidad,
como por su calidad de mujeres, e inclusive, en su condición de niña –en el caso de Rosendo Cantú–. En
efecto, “[d]esde el momento en que el Estado tuvo conocimiento de la existencia de una violación sexual
cometida contra quien pertenece a un grupo en situación de especial vulnerabilidad por su condición de
indígena y de niña, tiene la obligación de realizar una investigación seria y efectiva que le permita confirmar
la veracidad de los hechos y determinar los responsables de los mismos”2.

En suma, se concluye que respecto del deber de investigar posibles actos de tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes, que:

(I) La investigación respecto de dichos actos debe llevarse a cabo de oficio y de forma inmediata.

(II) La investigación además, debe ser imparcial, independiente y minuciosa, con el fin de: determinar la
naturaleza y origen de las lesiones advertidas; identificar a los responsables; e iniciar su procesamiento.

(III) Corresponde a las autoridades judiciales garantizar los derechos del ofendido, lo que implica la
obtención y el aseguramiento de toda prueba que pueda acreditar alegados actos de tortura.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 309


(IV) El Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud encargado de examinar y
prestar asistencia a los ofendidos, de manera que puedan practicar libremente las evaluaciones médicas
necesarias, respetando las normas establecidas en la práctica de su profesión.

(V) Cuando una persona alega haber sido motivo de un acto de tortura, los Estados tienen la obligación de
verificar, en primer lugar, la veracidad de dicha denuncia a través de una investigación llevada a cabo con la
debida diligencia.

(VI) La carga de la prueba de este tipo de hechos recae en el Estado, por lo que no es válido que se
argumente que el denunciante no probó plenamente su denuncia para descartarla.

(VII) Finalmente, por la relevancia de las sentencias internacionales en estudio, debe reiterarse que la

2 Caso Rosendo Cantú Vs México, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2010 Serie C
No. 216. párrafo 103.
violencia sexual se subsume en un acto tortura cuando el maltrato cumple con los siguientes elementos: es
intencional; causa severos sufrimientos físicos o mentales, y; se comete con determinado fin o propósito.

Atento a lo hasta aquí expuesto, este Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera
que todos los jueces nacionales, se encuentran obligados a tomar en cuenta los referidos principios y
directrices en los casos en que se aleguen prácticas de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes, o bien, tengan conocimiento de tales violaciones a los derechos humanos –y desde luego,
de comprobarse tales conductas ilícitas, el Estado debe reparar adecuadamente el daño ocasionado a las
víctimas–.

Precisado lo anterior, debe puntualizarse que aunado a los referidos criterios, los juzgadores deben, aun
oficiosamente, analizar los casos de violencia sexual con perspectiva de género –cuya noción y alcance
se analizará más detalladamente en el siguiente considerando–, lo que conlleva al reconocimiento de un
estándar de valoración probatoria de especial naturaleza.

En efecto, la violencia sexual tiene causas y consecuencias específicas de género, ya que es utilizada como
forma de sometimiento y humillación y método de destrucción de la autonomía de la mujer, la cual puede
derivar en una forma extrema de discriminación agravada por situaciones de especial vulnerabilidad, -tales
como la pobreza y la niñez–, lo que implica que en la víctima sufra una intersección de discriminaciones.

Así, en los párrafos 89 y 100 de las sentencias del casos de “Rosendo Cantú” y “Fernández Ortega”,
respectivamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que: “la violación sexual es un
tipo particular de agresión que, en general, se caracteriza por producirse en ausencia de otras personas
más allá de la víctima y el agresor o los agresores. Dada la naturaleza de esta forma de violencia, no se
puede esperar la existencia de pruebas gráficas o documentales y, por ello, la declaración de la víctima
constituye una prueba fundamental sobre el hecho”.

[…]

En ese contexto y, atendiendo a la situación especial que reviste la violación sexual como acto de tortura,
esta Suprema Corte de Justicia de la Nación estima que para la obtención y valoración probatoria, los
juzgadores, entre otras cuestiones y con base en una perspectiva de género, deberán:

I. Atender a la naturaleza de la violación sexual, la cual, por sus propias características, requiere medios
de prueba distintos de otras conductas;

II. Otorgar un valor preponderante a la información testimonial de la víctima, dada la secrecía en que
regularmente ocurren estas agresiones, lo que limita la existencia de pruebas gráficas o documentales;
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 310

III. Evaluar razonablemente las plausibles inconsistencias del relato de la víctima de conformidad con la
naturaleza traumática de los hechos, así como otros factores que pueden presentarse en caso de que las
víctimas sean indígenas, tales como obstáculos en la expresión, la intervención de terceros, o el uso de
diferentes idiomas o interpretaciones en las traducciones;

IV. Tomar en cuenta los elementos subjetivos de la víctima, entre otros, la edad, condición social, grado
académico o su pertenencia a un grupo históricamente desventajado, a fin de establecer la factibilidad del
hecho delictivo y su impacto concreto;

V. Utilizar adecuadamente las pruebas circunstanciales, las presunciones y los indicios para extraer
conclusiones consistentes en los hechos.

En cuanto a los deberes de investigación de violación a los derechos humanos, la Corte Interamericana ha
establecido que ese débito se encuentra “dentro de las medidas positivas que deben adoptar los Estados
9. Responsabilidades por Incumplimiento
para garantizar los derechos reconocidos en la Convención. El deber de investigar es una obligación de
medios, y no de resultado”. Habida cuenta que esta obligación debe ser asumida por el Estado como un
deber jurídico propio y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, o como
una mera gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de las víctimas o de sus
familiares o de la aportación privada de elementos probatorios.

A la luz de ese deber, una vez que las autoridades estatales tengan conocimiento del hecho, deben iniciar
oficiosamente y sin dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva. Esta investigación debe ser
realizada por todos los medios legales disponibles, y orientada a la determinación de la verdad.

En cuanto a los casos de violencia contra la mujer, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir
de diversos instrumentos internacionales, ha establecido que en una investigación penal por violencia
sexual es necesario que: “I) la declaración de la víctima se realice en un ambiente cómodo y seguro, que
le brinde privacidad y confianza; II) la declaración de la víctima se registre de forma tal que se evite o
limite la necesidad de su repetición; III) se brinde atención médica, sanitaria y psicológica a la víctima,
tanto de emergencia como de forma continuada si así se requiere, mediante un protocolo de atención cuyo
objetivo sea reducir las consecuencias de la violación; IV) se realice inmediatamente un examen médico
y psicológico completo y detallado por personal idóneo y capacitado, en lo posible del sexo que la víctima
indique, ofreciéndole que sea acompañada por alguien de su confianza si así lo desea; V) se documenten
y coordinen los actos investigativos y se maneje diligentemente la prueba, tomando muestras suficientes,
realizando estudios para determinar la posible autoría del hecho, asegurando otras pruebas como la ropa de
la víctima, la investigación inmediata del lugar de los hechos y garantizando la correcta cadena de custodia,
y VI) se brinde acceso a asistencia jurídica gratuita a la víctima durante todas las etapas del proceso”3.

[…]

De lo anterior, se desprende que, atento a que el derecho de la mujer a una vida libre de discriminación y
de violencia se traduce en la obligación de toda autoridad de actuar con perspectiva de género, el deber
de investigar efectivamente tiene alcances adicionales, y por tanto, en los casos de violencia contra las
mujeres, las autoridades estatales deben adoptar medidas integrales para cumplir con la debida diligencia,
entre las cuales se encuentran un adecuado marco jurídico de protección, una aplicación efectiva del
mismo, así como políticas de prevención y prácticas para actuar eficazmente ante las denuncias.

Máxime que la impunidad de los delitos contra las mujeres envía el mensaje de que la violencia contra
la mujer es tolerada, lo que favorece su perpetuación y la aceptación social del fenómeno, el sentimiento
y la sensación de inseguridad de las mujeres, así como una persistente desconfianza de éstas en la
administración de justicia, de ahí que es particularmente importante que las autoridades encargadas

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 311


de las investigaciones de actos de violencia contra las mujeres las lleven a cabo con determinación y
eficacia, tomando en cuenta el deber de la sociedad de rechazar dicha violencia y las obligaciones estatales
de erradicarla, y de brindar confianza a las víctimas de la misma en las instituciones estatales para su
protección.

De tal suerte, por lo que hace a la violencia y discriminación contra la mujer, el sistema de justicia debe ser
capaz de reparar el daño realizado por parte de las autoridades y de impulsar un cambio cultural, por lo que
la respuesta por parte del Poder Judicial ante este tipo de violaciones debe no sólo puntualizar la violación
específica por parte de una autoridad y cambiarla, sino que también debe buscar disuadir un cambio de
conducta en la sociedad y de potenciales actores, mejorando las relaciones socialmente establecidas,
en aras de cumplir con las obligaciones de respeto y garantía, así como de reparar las violaciones a los

3 Caso Rosendo Cantú Vs México, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2010 Serie C No.
216. párrafo 178.
derechos humanos, reconocidos en el artículo 1 constitucional.

En esa lógica, el Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que también se deriva
un imperativo para los jueces nacionales de observar los referidos parámetros al conocer de asuntos que
involucren delitos de violencia contra la mujer, a fin de que la impartición de justicia permita no sólo analizar
adecuadamente las pruebas ofrecidas por la víctima, sino que impidan la impunidad de tales crímenes y
sean capaces de reparar adecuadamente el daño causado.

[…]

DECISIÓN. En el marco del cumplimiento a las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el “Caso Rosendo Cantú y otra contra los Estados Unidos Mexicanos” y “Fernández Ortega y otros
contra los Estados Unidos Mexicanos”, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (por cuanto
hace al tema de la violencia sexual como forma de tortura) se pronunció en el sentido de que el derecho
a no ser objeto de tortura es absoluto, y además implica el derecho de las víctimas a que las autoridades
intervengan de forma expedita para que su acusación sea investigada; la obligación de proteger ese derecho
recae en todas las autoridades del país y debe considerarse como denuncia de un acto de tortura a todo tipo
de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante cualquier autoridad con motivo de sus funciones.

TESIS DERIVADAS DE ESTA EJECUTORIA

ACTOS DE TORTURA. OBLIGACIONES POSITIVAS ADJETIVAS QUE DEBE CUMPLIR EL ESTADO MEXICANO.
Respecto del deber del Estado Mexicano de investigar posibles actos de tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes, se desprenden las siguientes obligaciones: (I) la investigación de dichos actos
debe llevarse a cabo de oficio y de forma inmediata; (II) la investigación además, debe ser imparcial,
independiente y minuciosa, con el fin de determinar la naturaleza y origen de las lesiones advertidas;
identificar a los responsables; e iniciar su procesamiento; (III) corresponde a las autoridades judiciales
garantizar los derechos del ofendido, lo que implica obtener y asegurar toda prueba que pueda acreditar los
actos de tortura alegados; (IV) el Estado debe garantizar la independencia del personal médico y de salud
encargado de examinar y prestar asistencia a los ofendidos, de manera que puedan efectuar libremente las
evaluaciones médicas necesarias, respetando las normas establecidas para la práctica de su profesión; (V)
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 312

cuando una persona alega haber sido víctima de un acto de tortura, el Estado debe verificar, en primer lugar,
la veracidad de dicha denuncia a través de una investigación llevada a cabo con la debida diligencia; y, (VI) la
carga de la prueba de este tipo de hechos recae en el Estado, por lo que no es válido que se argumente que
el denunciante no probó plenamente su denuncia para descartarla.

Varios 1396/2011. 11 de mayo de 2015. Mayoría de ocho votos de los Ministros José Fernando Franco
González Salas, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien reservó su derecho a formular voto concurrente, Jorge
Mario Pardo Rebolledo, Juan N. Silva Meza, Eduardo Medina Mora I., Olga Sánchez Cordero de García Villegas,
Alberto Pérez Dayán y Luis María Aguilar Morales; votó en contra José Ramón Cossío Díaz. Ausentes: Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena y Margarita Beatriz Luna Ramos. Ponente: Alberto Pérez Dayán. Secretario: Isidro E.
Muñoz Acevedo. El Tribunal Pleno, el siete de septiembre en curso, aprobó, con el número XXI/2015 (10a.),
la tesis aislada que antecede. México, Distrito Federal, a siete de septiembre de dos mil quince.
9. Responsabilidades por Incumplimiento
Pleno, Tesis P. XXI/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2009996

ACTOS DE TORTURA. SU NATURALEZA JURÍDICA. De los criterios jurisdiccionales emitidos por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, se advierte que se está frente a un caso de tortura cuando: (I) la naturaleza
del acto consista en afectaciones físicas o mentales graves; (II) infligidas intencionalmente; y, (III) con un
propósito determinado, ya sea para obtener una confesión o información, para castigar o intimidar, o para
cualquier otro fin que tenga por objeto menoscabar la personalidad o la integridad física y mental de la
persona. Al respecto, debe precisarse que la tortura es una práctica proscrita de forma absoluta en nuestro
sistema normativo y constitucional, es decir, su prohibición es un derecho humano que no admite excepciones
debido a su gravedad y la capacidad de reducir la autonomía de la persona y la dignidad humana a grados
ignominiosos y, por ende, su vigencia no puede alterarse ni siquiera durante una emergencia que amenace
la vida de la Nación. En ese contexto, si el derecho a la integridad personal comprende, necesariamente, el
derecho fundamental e inderogable a no ser torturado -ni a ser sometido a tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes-, es dable colegir que la tortura actualiza una categoría especial y de mayor gravedad que
impone a los juzgadores hacer un análisis cuidadoso bajo estándares nacionales e internacionales, tanto en
su impacto de violación de derechos humanos, como de delito.

Pleno, Tesis P. XXII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2009997

TORTURA EN SU VERTIENTE DE VIOLACIÓN SEXUAL. EL ANÁLISIS PROBATORIO RELATIVO DEBE


REALIZARSE CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. La violencia sexual tiene causas y consecuencias específicas
de género, ya que se utiliza como forma de sometimiento y humillación y método de destrucción de la
autonomía de la mujer y que, inclusive, puede derivar en una forma extrema de discriminación agravada por
situaciones de especial vulnerabilidad, -tales como la pobreza y la niñez-, lo que implica que la víctima sufra
una intersección de discriminaciones. En efecto, la violación sexual constituye una forma paradigmática
de violencia contra las mujeres cuyas consecuencias, incluso, trascienden a su persona. En ese contexto,
los juzgadores deben, oficiosamente, analizar los casos de violencia sexual que se les presenten, con
perspectiva de género, lo que conlleva al reconocimiento de un estándar de valoración probatoria de especial
naturaleza, por lo que deberán: (I) atender a la naturaleza de la violación sexual, la cual, por sus propias
características, requiere medios de prueba distintos de otras conductas; (II) otorgar un valor preponderante
a la información testimonial de la víctima, dada la secrecía en que regularmente ocurren estas agresiones, lo
que limita la existencia de pruebas gráficas o documentales; (III) evaluar razonablemente las inconsistencias
del relato de la víctima, de conformidad con la naturaleza traumática de los hechos, así como otros factores

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 313


que pueden presentarse, tales como obstáculos en la expresión, la intervención de terceros, o el uso de
diferentes idiomas, lenguas o interpretaciones en las traducciones; (IV) tomar en cuenta los elementos
subjetivos de la víctima, entre otros, la edad, la condición social, el grado académico o la pertenencia a
un grupo históricamente desventajado, a fin de establecer la factibilidad del hecho delictivo y su impacto
concreto; y, (V) utilizar adecuadamente las pruebas circunstanciales, las presunciones y los indicios para
extraer conclusiones consistentes.

Pleno, Tesis P. XXIII/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010003

VIOLACIÓN SEXUAL. CASO EN QUE SE SUBSUME EN UN ACTO DE TORTURA. La Corte Interamericana de


Derechos Humanos ha precisado que la violación sexual se subsume en un acto tortura cuando el maltrato
reúne los siguientes elementos: (I) es intencional; (II) causa severos sufrimientos físicos o mentales; y (III)
se comete con determinado fin o propósito. Al respecto, debe señalarse que, por lo que hace a los severos
sufrimientos ejecutados intencionalmente, la violación sexual constituye una experiencia sumamente
traumática que tiene graves consecuencias y causa gran daño físico y psicológico que deja a la víctima
“humillada física y emocionalmente”, situación difícilmente superable por el paso del tiempo, a diferencia de
lo que acontece en otras experiencias traumáticas. Por tanto, se colige que el sufrimiento severo de la víctima
es inherente a la violación sexual, aun cuando no exista evidencia de lesiones o enfermedades físicas, pues
es claro que las víctimas de tales actos también experimentan severos daños y secuelas tanto psicológicas,
como sociales. Finalmente, por lo que hace al tercero de los requisitos, se desprende que la violación sexual,
al igual que la tortura, tienen como objetivos, entre otros, intimidar, degradar, humillar, castigar o controlar
a la persona que la sufre. En el entendido de que una violación sexual puede constituir tortura aun cuando
consista en un solo hecho u ocurra fuera de instalaciones estatales, toda vez que los elementos objetivos y
subjetivos que califican un acto de tortura no se refieren ni a la acumulación de hechos ni al lugar donde se
realiza sino, como se ha precisado, a la intencionalidad, a la severidad del sufrimiento y a su finalidad.

Pleno, Tesis P. XXIV/2015 (10a.) Registro en el Semanario Judicial de la Federación: 2010004

SEGUNDA SENTENCIA RELACIONADA

DATOS DE IDENTIFICACIÓN: El Primer Tribunal Colegiado en materia penal del Primer Circuito. Amparo
Directo 289/2011. Fecha de resolución: 26 de octubre de 2011. Ponente: Magistrado Juan José Olvera
López. Votación: Unanimidad4.

HECHOS DEL CASO: El 28 de septiembre de 2010, policías preventivos de la Secretaría de Seguridad Pública
del Distrito Federal, fueron instruidos por su superior para custodiar un vehículo en la vía púbica objeto de un
delito, no obstante, a decir de los policías, tuvieron que alejarse del lugar por que observaron que dos sujetos
estaban asaltando a una mujer, por lo que intentaron detenerlos, sin éxito. De modo que cuando regresaron
al lugar de origen el vehículo había desaparecido.

HISTORIA PROCESAL: En primera instancia se emitió sentencia condenatoria por el delito Ejercicio ilegal
del servicio público. En apelación se modificó el fallo, únicamente sobre la graduación del delito materia de
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 314

condena, para precisar que fue de carácter doloso, no culposo como lo consideró el juez de instancia, en
cuanto a la reparación del daño y respecto a la suspensión de derechos políticos electorales. El sentenciado
presentó demanda de amparo directo para analizar postulados de los artículos 14 y 16 de la Constitución
Federal, relativos a insuficiencia de motivación y fundamentación.

EL SEÑALADO TRIBUNAL COLEGIADO, AL DECIDIR HIZO, ENTRE OTRAS ESTAS CONSIDERACIONES:

[…]

La Sala Penal condenó al inconforme por el delito Ejercicio ilegal del servicio público, al estimar demostrado

4 Sentencia no disponible para su consulta a través de internet, si el lector lo desea puede solicitarla a la Unidad de Enlace del Consejo
de la Judicatura Federal.
9. Responsabilidades por Incumplimiento
que el veintiocho de septiembre de dos mil diez, aproximadamente a las siete horas con veinte minutos, el
quejoso, quien laboraba como policía preventivo de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal,
junto con su compañero ******, recibió de su superior Comandante Delta 1 la orden de custodiar el vehículo
Mazda 3, negro, placas *****, que se encontraba asegurado en la calle 28 C y 2, colonia *****, delegación
Gustavo A. Madero, pero se retiraron del lugar y dejaron de custodiarlo, aun cuando tenían esa obligación por
razón de su empleo, conducta con la que propiciaron la sustracción del automotor, pues cuando regresaron
al lugar ya no se encontraba éste.

[…] contrario a lo que aduce el quejoso, sí existe el delito por el que fue condenado, […].

Se afirma lo anterior, ya que si bien, la Sala Penal indebidamente señaló que debió reportarse con su superior
previo a ir en auxilio de la mujer, y afirmó que el sentenciado se conformó con no obtener dato alguno de la
persona que sufrió el robo, lo cierto es que aun prescindiendo de dichas consideraciones, la excluyente del
delito no se demostró, pues el quejoso no cuenta con respaldo para demostrar sus argumentos tendentes a
evidenciar que su actuar fue legal, debido a que, tal como lo estimó la resolutora y contrario a lo que aduce
éste, las pruebas que ofreció para tal efecto, no merecen valor probatorio.

Véase.

El quejoso sostuvo que dejó de custodiar el vehículo debido a que fue avisado por ********** de que en la
Calle Uno estaban asaltando a una señora, él, junto con su compañero transitaron sobre Periférico, llegaron
a dicha calle y vieron que a una señora la estaban asaltando dos sujetos, uno de ellos portaba un arma de
fuego, y el otro le arrebataba el bolso, su compañero les gritó “alto, policía”, los sujetos se subieron a un
vehículo de la marca Volkswagen tipo Sedan –sin saber otra característica–, al que siguieron unos metros,
pero al ver que los superó regresaron con la señora, misma que manifestó que le habían quitado su bolsa
donde únicamente llevaba su teléfono celular, le dijeron que levantara su acta pero no quiso, ni les dio
dato alguno de ella y se retiró del lugar –sin poder precisar cuánto tiempo les llevó prestar ese auxilio–,
enseguida él y su compañero regresaron al lugar, percatándose que ********** también los seguía, al llegar
a la calle Dos se percató de que el vehículo ya no estaba.

[…] es posible afirmar que la versión sostenida por el aquí quejoso y su cosentenciado no encuentra apoyo
en ningún otro medio de prueba que la robustezca, escenario que lleva a concluir la insuficiencia probatoria
que pesa sobre la aducida excluyente del delito y a tener por infundado su concepto de violación.

En diverso planteamiento, el quejoso alega que no existe delito, porque sostiene que a foja 41 de la resolución
reclamada (foja 55 del toca de apelación) la Sala Penal consideró que no acató lo dispuesto por el artículo
17 de la Ley de Seguridad Pública del Distrito Federal, por lo que entonces debió aplicársele un correctivo
disciplinario de los contemplados en dicha ley, y no una sanción penal como se pretende.

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 315


Tal argumento es infundado porque con su conducta sí actualizó la hipótesis normativa prevista en un tipo
penal, y contrario a lo que afirma el quejoso, la Sala Penal no encuadró su conducta ilícita en la infracción
al artículo 17 de la Ley de Seguridad Pública del Distrito Federal, sino que a partir de dicha disposición,
correctamente, consideró actualizado el elemento normativo del delito consistente en que, por razón de su
empleo, tuviera la obligación de custodiar el vehículo, debido a que dicha norma lo obligaba a cumplir con
la orden de su superior propia de su labor como servidor público, orden que, precisamente, consistió en que
custodiara el vehículo automotor.

[…].

DECISIÓN. El Tribunal Colegiado, por cuanto hace al tema central consistente en el deber del agente de
seguridad de custodiar el lugar de los hechos (en este caso el lugar donde fue localizado un vehículo robado),
se decidió no conceder el amparo y protección de la justicia federal, pues en autos se carecía de pruebas
útiles que respaldaran la causa de haberse ausentado.

NORMATIVIDAD CORRELATIVA

RESPONSABILIDADES PROCESALES

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad, contradicción,
concentración, continuidad e inmediación.

A. De los principios generales:

[…] IX. Cualquier prueba obtenida con violación de derechos fundamentales será nula, y

CÓDIGO NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES

Artículo 263. Licitud probatoria

Los datos y las pruebas deberán ser obtenidos, producidos y reproducidos lícitamente y deberán ser
admitidos y desahogados en el proceso en los términos que establece este Código.

Artículo 264. Nulidad de la prueba

Se considera prueba ilícita cualquier dato o prueba obtenidos con violación de los derechos fundamentales,
lo que será motivo de exclusión o nulidad.

Las partes harán valer la nulidad del medio de prueba en cualquier etapa del proceso y el juez o Tribunal
deberá pronunciarse al respecto.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 316

LEY FEDERAL PARA PREVENIR Y SANCIONAR LA TORTURA (correlativa a las legislaciones de las Entidades
Federativas)

Artículo 8o.- Ninguna confesión o información que haya sido obtenida mediante tortura podrá invocarse
como prueba.

RESPONSABILIDADES ADMINISTRATIVAS

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS


9. Responsabilidades por Incumplimiento
Artículo 109. Los servidores públicos y particulares que incurran en responsabilidad frente al Estado, serán
sancionados conforme a lo siguiente:

[…]

III. Se aplicarán sanciones administrativas a los servidores públicos por los actos u omisiones que afecten
la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que deban observar en el desempeño de sus
empleos, cargos o comisiones. Dichas sanciones consistirán en amonestación, suspensión, destitución e
inhabilitación, así como en sanciones económicas, y deberán establecerse de acuerdo con los beneficios
económicos que, en su caso, haya obtenido el responsable y con los daños y perjuicios patrimoniales
causados por los actos u omisiones. La ley establecerá los procedimientos para la investigación y sanción
de dichos actos u omisiones.

[…]

LEY FEDERAL DE RESPONSABILIDADES ADMINISTRATIVAS DE LOS SERVIDORES PÚBLICOS (correlativa a


las legislaciones de las Entidades Federativas)

Artículo 8. Todo servidor público tendrá las siguientes obligaciones:

I.- Cumplir el servicio que le sea encomendado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la
suspensión o deficiencia de dicho servicio o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o
comisión;

[…]

V.- Custodiar y cuidar la documentación e información que por razón de su empleo, cargo o comisión, tenga
bajo su responsabilidad, e impedir o evitar su uso, sustracción, destrucción, ocultamiento o inutilización
indebidos;

VI.- Observar buena conducta en su empleo, cargo o comisión, tratando con respeto, diligencia, imparcialidad
y rectitud a las personas con las que tenga relación con motivo de éste;

Artículo 13. Las sanciones por falta administrativa consistirán en:

I.- Amonestación privada o pública; 

II.- Suspensión del empleo, cargo o comisión por un período no menor de tres días ni mayor a un año;

III.- Destitución del puesto; 

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 317


IV.- Sanción económica, e 

V.- Inhabilitación temporal para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público. Cuando
no se cause daños o perjuicios, ni exista beneficio o lucro alguno, se impondrán de tres meses a un año de
inhabilitación.

Cuando no se cause daños o perjuicios, ni exista beneficio o lucro alguno, se impondrán de tres meses a un
año de inhabilitación.

Cuando la inhabilitación se imponga como consecuencia de un acto u omisión que implique beneficio o
lucro, o cause daños o perjuicios, será de un año hasta diez años si el monto de aquéllos no excede de
doscientas veces el salario mínimo general mensual vigente en el Distrito Federal, y de diez a veinte años si
excede de dicho límite. Este último plazo de inhabilitación también será aplicable por conductas graves de
los servidores públicos.
En el caso de infracciones graves se impondrá, además, la sanción de destitución.

En todo caso, se considerará infracción grave el incumplimiento a las obligaciones previstas en las fracciones
VIII, X a XVI, XIX, XIX-C, XIX-D, XXII y XXIII del artículo 8 de la Ley

Para que una persona que hubiere sido inhabilitada en los términos de la Ley por un plazo mayor de diez
años, pueda volver a desempeñar un empleo, cargo o comisión en el servicio público una vez transcurrido el
plazo de la inhabilitación impuesta, se requerirá que el titular de la dependencia o entidad a la que pretenda
ingresar, dé aviso a la Secretaría, en forma razonada y justificada, de tal circunstancia.

La contravención a lo dispuesto por el párrafo que antecede será causa de responsabilidad administrativa en
los términos de la Ley, quedando sin efectos el nombramiento o contrato que en su caso se haya realizado.

Artículo 14. Para la imposición de las sanciones administrativas se tomarán en cuenta los elementos
propios del empleo, cargo o comisión que desempeñaba el servidor público cuando incurrió en la falta, que
a continuación se refieren: 

I.- La gravedad de la responsabilidad en que se incurra y la conveniencia de suprimir prácticas que infrinjan,
en cualquier forma, las disposiciones de la Ley o las que se dicten con base en ella;

II.- Las circunstancias socioeconómicas del servidor público;

III.- El nivel jerárquico y los antecedentes del infractor, entre ellos la antigüedad en el servicio;

IV.- Las condiciones exteriores y los medios de ejecución; 

V.- La reincidencia en el incumplimiento de obligaciones, y

VI.- El monto del beneficio, lucro, o daño o perjuicio derivado del incumplimiento de obligaciones. Para los
efectos de la Ley, se considerará reincidente al servidor público que habiendo sido declarado responsable
del incumplimiento a alguna de las obligaciones a que se refiere el artículo 8 de la Ley, incurra nuevamente
en una o varias conductas infractoras a dicho precepto legal.

Artículo 15. Procede la imposición de sanciones económicas cuando por el incumplimiento de las
obligaciones establecidas en el artículo 8 de la Ley, se produzcan beneficios o lucro, o se causen daños o
perjuicios, las cuales podrán ser de hasta tres tantos de los beneficios o lucro obtenidos o de los daños o
perjuicios causados.

En ningún caso la sanción económica que se imponga podrá ser menor o igual al monto de los beneficios o
lucro obtenidos o de los daños o perjuicios causados.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 318

El monto de la sanción económica impuesta se actualizará, para efectos de su pago, en la forma y términos
que establece el Código Fiscal de la Federación, en tratándose de contribuciones y aprovechamientos.

Para los efectos de la Ley se entenderá por salario mínimo mensual, el equivalente a treinta veces el salario
mínimo general diario vigente en el Distrito Federal.

RESPONSABILIDADES PENALES

CÓDIGO PENAL FEDERAL (correlativo a los códigos de las Entidades Federativas)

Artículo 215. Cometen el delito de abuso de autoridad los servidores públicos que incurran en alguna de las
conductas siguientes:

[…]

II.- Cuando ejerciendo sus funciones o con motivo de ellas hiciere violencia a una persona sin causa legítima
9. Responsabilidades por Incumplimiento
o la vejare o la insultare;

[…]

XIII.- Obligar al inculpado a declarar, usando la incomunicación, la intimidación, la tortura o tratos crueles,
inhumanos o degradantes;

[…]

XV. Omitir el registro de la detención correspondiente o dilatar injustificadamente poner al detenido a


disposición de la autoridad correspondiente, y

Artículo 225. Son delitos contra la administración de justicia, cometidos por servidores públicos los
siguientes:

VIII.- Retardar o entorpecer maliciosamente o por negligencia la administración de justicia;

[…]

X.- Detener a un individuo fuera de los casos señalados por la ley, o retenerlo por más tiempo del señalado
en la Constitución;

[…]

 XII. Obligar al imputado a declarar, usando la incomunicación, intimidación o tortura;

[…]

XXX. Retener al imputado sin cumplir con los requisitos que establece la Constitución y las leyes respectivas;

[…]

XXXI. Alterar, modificar, ocultar, destruir, perder o perturbar el lugar de los hechos o del hallazgo, indicios,
evidencias, objetos, instrumentos o productos relacionados con un hecho delictivo o el procedimiento de
cadena de custodia;

[…]

A quien cometa los delitos previstos en las fracciones I, II, III, VII, VIII, IX, XX, XXIV, XXV, XXVI, XXXIII y XXXIV,

Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 319


se le impondrá pena de prisión de tres a ocho años y de treinta a mil cien días multa.

A quien cometa los delitos previstos en las fracciones IV, V, VI, X, XI, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XXI, XXII,
XXIII, XXVII, XXVIII, XXX, XXXI, XXXII, XXXV, XXXVI y XXXVII se le impondrá pena de prisión de cuatro a diez
años y de cien a ciento cincuenta días multa.

Artículo 215-B. A quien cometa el delito de desaparición forzada de personas se le impondrá una pena de
cinco a cuarenta años de prisión.

Si la víctima fuere liberada espontáneamente dentro de los tres días siguientes a su detención la pena será
de ocho meses a cuatro años de prisión, sin perjuicio de aplicar la que corresponda a actos ejecutados u
omitidos que constituyan por sí mismos delitos. 

Si la liberación ocurriera dentro de los diez días siguientes a su detención, la pena aplicable será de dos a ocho
años de prisión, sin perjuicio de aplicar la que corresponda a actos ejecutados u omitidos que constituyan
por sí mismo delitos. 

Estas penas podrán ser disminuidas hasta una tercera parte en beneficio de aquel que hubiere participado
en la comisión del delito, cuando suministre información que permita esclarecer los hechos, y hasta en una
mitad, cuando contribuya a lograr la aparición con vida de la víctima. 

Artículo 215-D. La oposición o negativa a la autoridad competente para tener libre e inmediato acceso al
lugar donde haya motivos para creer que se pueda encontrar a una persona desaparecida, por parte del
servidor público responsable del mismo, será sancionada con la destitución de su cargo, comisión o empleo,
sin perjuicio de la aplicación de las penas de los demás delitos en que pudiera incurrir con motivo de su
conducta.

LEY FEDERAL PARA PREVENIR Y SANCIONAR LA TORTURA (correlativa a las legislaciones de las Entidades
Federativas)

Artículo 3º. Comete el delito de tortura el servidor público que, con motivo de sus atribuciones, inflija a
una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o psíquicos con el fin de obtener, del torturado o
de un tercero, información o una confesión, o castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche ha
cometido, o coaccionarla para que realice o deje de realizar una conducta determinada.

Artículo 4º. A quien cometa el delito de tortura se aplicará prisión de tres a doce años, de doscientos a
quinientos días multa e inhabilitación para el desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión públicos
hasta por dos tantos del lapso de privación de libertad impuesta. Para los efectos de la determinación de los
días multas se estará a lo dispuesto en el artículo 29 del Código Penal para el Distrito Federal en Materia de
Fuero Común, y para toda la República en Materia de Fuero Federal. 

Artículo 5º. Las penas previstas en el artículo anterior se aplicarán al servidor público que, con motivo del
ejercicio de su cargo, con cualesquiera de las finalidades señaladas en el artículo 3o., instigue, compela, o
autorice a un tercero o se sirva de él para infligir a una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o
psíquicos; o no evite que se inflijan dichos dolores o sufrimientos a una persona que esté bajo su custodia.

Se aplicarán las mismas penas al tercero que, con cualquier finalidad, instigado o autorizado, explícita o
implícitamente, por un servidor público, inflija dolores o sufrimientos graves sean físicos o psíquicos a un
detenido. 

Artículo 6º. No se considerarán como causas excluyentes de responsabilidad del delito de tortura el
que se invoquen o existan situaciones excepcionales como inestabilidad política interna, urgencia en las
investigaciones o cualquier otra circunstancia. Tampoco podrá invocarse como justificación la orden de un
superior jerárquico o de cualquier otra autoridad.
Cuaderno de Trabajo de Criterios Jurisprudenciales 320

Artículo 10º. El responsable de alguno de los delitos previstos en la presente ley estará obligado a cubrir
los gastos de asesoría legal, médicos, funerarios, de rehabilitación o de cualquier otra índole, en que hayan
incurrido la víctima o sus familiares, como consecuencia del delito. 

Asimismo, estará obligado a reparar el daño y a indemnizar por los perjuicios causados a la víctima o a sus
dependientes económicos, en los siguientes casos:

I.- Pérdida de la vida; 

II.- Alteración de la salud; 

III.- Pérdida de la libertad; 

IV.- Pérdida de ingresos económicos;


V.- Incapacidad laboral; VI.- Pérdida o el daño a la propiedad;

VII.- Menoscabo de la reputación.

Para fijar los montos correspondientes, el juez tomará en cuenta la magnitud del daño causado.

El Estado estará obligado a la reparación de los daños y perjuicios, en los términos de los artículos 1927 y
1928 del Código Civil.
Responsable de la presente edición:

Magistrado Constancio Carrasco Daza


Titular de la Unidad para la Consolidación del
Nuevo Sistema de Justicia Penal

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